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La economía boliviana, en los últimos cinco años, obtuvo crecimientos del PIB entre el 3,4 y 6,2 por ciento. En plena crisis de 2008 y 2009 Bolivia continuaba con variaciones positivas de su producción agregada, mientras que un elevado número de economías industrializadas y emergentes eran golpeadas fuerte- mente por la recesión mundial. La evolución del crecimiento estuvo acompañada de otros resul- tados positivos e interesantes. El valor de las exportaciones trepó entre los años 2004 y 2010 desde 2.867 millones hasta 7.000 millones de dólares, y las Reservas internacionales netas, en el día de hoy, por primera vez superan los 10.000 millones de dólares. Por otro lado, desde el año 2006 el Sector público no financiero muestra superávit recurrentes, el último dato revela que la balanza fiscal de la gestión 2010 fue positiva e igual al 2 por ciento del PIB. Las cifras mencionadas arriba muestran solidez del desempeño macroeconómico boliviano. Dados esos resultados no hay ninguna razón para pensar que cifras totalmente opuestas puedan ser deseadas por los agentes económicos nacionales, vgr. familias y empresas. Asimismo, los datos sugieren pensar que las acciones de política económica no han sido improvisadas. Los factores que explican el crecimiento de la economía bolivi- ana descansan en dos motores: el motor de la demanda y el motor de la oferta, cada uno de ellos se activa por distintos impulsos. Por un lado, los impulsos que mueven el primer motor provienen de la política fiscal y de la demanda externa. La política fiscal se ha reflejado en incrementos del gasto e inver- sión pública, que han expandido la demanda agregada estimu- lando a la economía. Se calcula que el promedio de inversión pública anual del periodo 2006-2010 ha sido 1.200 millones de dólares, frente a 591 millones que corresponden al promedio del periodo 2001-2005. Además, las transferencias hechas desde el Estado hacia las familias incrementaron la renta disponible y el consumo de más de 1,2 millones de hogares (véase Renta digni- dad, Bono Juancito Pinto y Bono Juana Azurduy de Padilla). Por su parte, el impulso de la demanda externa proviene de las exportaciones. Aquí, las cifras indican que en el año 2002 el monto total de exportaciones fue 1.300 millones de dólares, incrementán- dose hasta 2010 en más del 400 por ciento, se calcula que la cifra del pasado año superó los 7 mil millones de dólares. Asimismo, conviene mencionar que las ventas al exterior de manufacturas, entre los años 2002 y 2010, pasaron de 727 millones a más de 1.700 millones de dólares. Por otro lado, el impulso que hace funcionar el motor de la oferta procede de las empresas públicas de hidrocarburos, minería y alimentos. Las dos primeras han jugado un rol importante en la generación de ingresos para el Estado, y la tercera ha desplazado la oferta agregada, conteniendo las presiones inflacionarias que avivaban los precios de los alimentos básicos. El trabajo combinado de los dos motores ha permitido alcanzar los resultados macroeconómicos mencionados arriba, super- ando las limitaciones que impone la propia estructura de la economía boliviana. Conviene observar que el desempeño económico se ha dado bajo un conjunto de restricciones, relacionado con tamaño y vulnerabili- dad. Bolivia es una economía pequeña y abierta, susceptible a los movimientos de los precios internacionales de las materias primas. Además, es sensible a los golpes climáticos. Aún tiene una industria manufacturera pequeña e infraestructura física –carreteras, vías y puertos– incipiente. No obstante, dadas estas condiciones, en los últimos años se ha conseguido progresos significativos. La estabili- dad y el crecimiento económico, sin duda, han ayudado a mejorar el bienestar de las familias; por ejemplo la pobreza ha disminuido en los últimos años en más de 16 puntos porcentuales (véase CEPAL). Las tareas y retos, partiendo de lo conseguido hasta hoy, se deberían dirigir al fortalecimiento del sistema productivo relacio- nado con bienes y servicios en los que el país tenga ventajas comparativas. De forma paralela se espera que se consigan nuevos mercados para colocar la producción nueva y se dote a la economía de infraestructura física, lo cual ayudaría a disminuir los costes de producción de las empresas privadas y públicas. Todas estas políti- cas, como se sabe, tienen que ver con la oferta agregada, llevarlas a cabo no es tarea fácil pues requiere de paciencia, mucho tiempo, imaginación y cooperación de todos los agentes económicos. Finalmente, a la luz de los datos observados, se puede afirmar que la economía boliviana parte de una buena posición para continuar con los progresos conseguidos. La política económica, con toda seguridad, seguirá siendo un factor clave en el crecimiento de los siguientes años. Apuntes de Economía boliviana Artículo de opinión - 03 23 de enero de 2011 Fernando Torrejón Flores , Doctor en Economía - Profesor de Análisis económico - Universidad Católica San Antonio de España www.economiayfinanzas.gob.bo

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La economía boliviana, en los últimos cinco años, obtuvo crecimientos del PIB entre el 3,4 y 6,2 por ciento. En plena crisis de 2008 y 2009 Bolivia continuaba con variaciones positivas de su producción agregada, mientras que un elevado número de economías industrializadas y emergentes eran golpeadas fuerte-mente por la recesión mundial.

La evolución del crecimiento estuvo acompañada de otros resul-tados positivos e interesantes. El valor de las exportaciones trepó entre los años 2004 y 2010 desde 2.867 millones hasta 7.000 millones de dólares, y las Reservas internacionales netas, en el día de hoy, por primera vez superan los 10.000 millones de dólares. Por otro lado, desde el año 2006 el Sector público no �nanciero muestra superávit recurrentes, el último dato revela que la balanza �scal de la gestión 2010 fue positiva e igual al 2 por ciento del PIB.

Las cifras mencionadas arriba muestran solidez del desempeño macroeconómico boliviano. Dados esos resultados no hay ninguna razón para pensar que cifras totalmente opuestas puedan ser deseadas por los agentes económicos nacionales, vgr. familias y empresas. Asimismo, los datos sugieren pensar que las acciones de política económica no han sido improvisadas.

Los factores que explican el crecimiento de la economía bolivi-ana descansan en dos motores: el motor de la demanda y el motor de la oferta, cada uno de ellos se activa por distintos impulsos. Por un lado, los impulsos que mueven el primer motor provienen de la política �scal y de la demanda externa. La política �scal se ha re�ejado en incrementos del gasto e inver-sión pública, que han expandido la demanda agregada estimu-lando a la economía. Se calcula que el promedio de inversión pública anual del periodo 2006-2010 ha sido 1.200 millones de dólares, frente a 591 millones que corresponden al promedio del periodo 2001-2005. Además, las transferencias hechas desde el Estado hacia las familias incrementaron la renta disponible y el consumo de más de 1,2 millones de hogares (véase Renta digni-dad, Bono Juancito Pinto y Bono Juana Azurduy de Padilla).

Por su parte, el impulso de la demanda externa proviene de las exportaciones. Aquí, las cifras indican que en el año 2002 el monto total de exportaciones fue 1.300 millones de dólares, incrementán-dose hasta 2010 en más del 400 por ciento, se calcula que la cifra del pasado año superó los 7 mil millones de dólares. Asimismo,

conviene mencionar que las ventas al exterior de manufacturas, entre los años 2002 y 2010, pasaron de 727 millones a más de 1.700 millones de dólares.

Por otro lado, el impulso que hace funcionar el motor de la oferta procede de las empresas públicas de hidrocarburos, minería y alimentos. Las dos primeras han jugado un rol importante en la generación de ingresos para el Estado, y la tercera ha desplazado la oferta agregada, conteniendo las presiones in�acionarias que avivaban los precios de los alimentos básicos.

El trabajo combinado de los dos motores ha permitido alcanzar los resultados macroeconómicos mencionados arriba, super-ando las limitaciones que impone la propia estructura de la economía boliviana.

Conviene observar que el desempeño económico se ha dado bajo un conjunto de restricciones, relacionado con tamaño y vulnerabili-dad. Bolivia es una economía pequeña y abierta, susceptible a los movimientos de los precios internacionales de las materias primas. Además, es sensible a los golpes climáticos. Aún tiene una industria manufacturera pequeña e infraestructura física –carreteras, vías y puertos– incipiente. No obstante, dadas estas condiciones, en los últimos años se ha conseguido progresos signi�cativos. La estabili-dad y el crecimiento económico, sin duda, han ayudado a mejorar el bienestar de las familias; por ejemplo la pobreza ha disminuido en los últimos años en más de 16 puntos porcentuales (véase CEPAL).

Las tareas y retos, partiendo de lo conseguido hasta hoy, se deberían dirigir al fortalecimiento del sistema productivo relacio-nado con bienes y servicios en los que el país tenga ventajas comparativas. De forma paralela se espera que se consigan nuevos mercados para colocar la producción nueva y se dote a la economía de infraestructura física, lo cual ayudaría a disminuir los costes de producción de las empresas privadas y públicas. Todas estas políti-cas, como se sabe, tienen que ver con la oferta agregada, llevarlas a cabo no es tarea fácil pues requiere de paciencia, mucho tiempo, imaginación y cooperación de todos los agentes económicos.

Finalmente, a la luz de los datos observados, se puede a�rmar que la economía boliviana parte de una buena posición para continuar con los progresos conseguidos. La política económica, con toda seguridad, seguirá siendo un factor clave en el crecimiento de los siguientes años.

Apuntes de Economía boliviana

Artículo de opinión - 03 23 de enero de 2011

Fernando Torrejón Flores , Doctor en Economía - Profesor de Análisis económico - Universidad Católica San Antonio de España

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