Adiós Bafana: crónica de un hombre libre

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L’ATALANTE REVISTA DE ESTUDIOS CINEMATOGRÁFICOS N.10 JULIO-DICIEMBRE 2010 4ANIMACIÓN ESPAÑOLA Entusiasmo, exilio y resistencia DIÁLOGO · CRUZ DELGADO (DES)ENCUENTROS · HISTORIA (ET) CINE

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BORT GUAL, IVÁN (2010): “Adiós Bafana: crónica de un hombre libre” en L’Atalante, Revista de Estudios Cinematográficos, Número 10, Julio-Diciembre 2010. Asociación Cinefórum L’Atalante, Universitat de València. ISSN: 1885-3730. Depósito Legal: V-5340-2003

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SECCIÓN

L’ATALANTEREVISTA DE ESTUDIOS CINEMATOGRÁFICOSN.10 JULIO-DICIEMBRE 2010 4€

ANIMACIÓNESPAÑOLAEntusiasmo, exilio y resistencia

DIÁLOGO · CRUZ DELGADO(DES)ENCUENTROS · HISTORIA (ET) CINE

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2 L’ ATALANTE JULIO-DICIEMBRE 2010

EDITORIAL

El camarote de père Jules, en L’Atalante (Jean Vigo, 1934) es un trastero de tesoros; lo pueblan máscaras, autómatas, muñecos, manos amputadas, peces sierra y fotografías de beldades. Los siete mares han tatuado de ma-ravillas el cuerpo de Jules en aquel mundo más amplio que esta estrecha chalana de los gatos que recorre el Sena y sus canales. L’Atalante, nuestra revista, siempre tuvo algo del camarote de père Jules: en ella reuníamos maravillas y rarezas del cine de todo lugar y tiempo. Sin embargo, quizá debiéramos aún más al tesón del cineasta Jean Vigo —santo patrón del cineclub, como lo llamara Gilles Jacob en 1951— o de los cinéfilos que, con su nombre, fundaron por toda Francia cineclubes y revistas desde los que compartir su amor por las películas.

Pero L’Atalante fue también un filme destruido, por lo que recuperarlo supuso un proceso de indagación y búsqueda. Hoy conocer el cine sigue im-plicando un ejercicio de investigación, de mirada y memoria. Por eso, en el presente número observamos un cine entusiasta, como Vigo, pero que, como L’Atalante, también necesita ser reconstruido. El cine de animación espa-ñol jamás fue respaldado —como en América y Japón— por una estructura industrial o por estudios cinematográficos. En este sentido, toda película animada surgió siempre del ahínco y la pasión de sus creadores. Aunque hoy existe un fuerte empeño en crear una industria de animación digital (Ilion o Kandor Moon), muchos de los creadores de generaciones anteriores hubieron de optar entre el exilio (Segundo de Chomón, Raúl García) o una resistencia tenaz por sobrevivir en la anémica estructura industrial española (Cruz Delgado, Pablo Llorens). Del entusiasmo de unos y otros hemos trata-do de dar cuenta en estas páginas, que además repasan las distintas técnicas de nuestra animación y narran las tentativas de crear un estilo de animación propio —no dependiente de estereotipos y estilemas extranjeros— por par-te de cineastas como Adrián García y Víctor Maldonado.

Finalmente, en este número, hemos querido dar voz a los propios anima-dores en entrevistas y artículos firmados por ellos. Esperamos que del cruce entre sus palabras como cineastas y las nuestras como críticos empiece a configurarse una visión más completa de la animación española, cuya historia es también ejemplo de empeño, amor y dedicación. Sirva este en-tusiasmo —que también guiara las obras de Vigo— como referencia para quienes, desde L’Atalante, seguimos embarcados en este viaje a través de las maravillas y rarezas del arte cinematográfico.

Coordinación: Noelia Pardo Mateu y Luis Pérez Ochando.Consejo de redacción: Iván Bort Gual, Paula de Felipe Martínez, Josep González Andreu, Marta Martín Núñez, Violeta Martín Núñez, Noelia Pardo Mateu, Luis Pérez Ochando, Emilio José Pérez Poyatos, Jordi Revert, Rebeca Romero Escrivá, Melania Sánchez Masiá, Gemma Vidal.Han colaborado en este número: José María Caparrós Lera, Beatriz Comella Dorda, Carlos A. Cuéllar Alejandro, Jorge Fonte, Adrián García, Raúl García, María Lorenzo Hernández, Víctor Maldonado, Bernia Mitjans Altarriba, Agustín Quinzá Niño, Tomás Valero Martínez. En el número anterior colaboró Antonio Weinrichter, a pesar de no aparecer su nombre en la mancheta.Comité asesor: Nancy Berthier, Núria Bou i Sala, Quim Casas, Juan Miguel Company Ramón, José Antonio Hurtado Álvarez, Isaki Lacuesta, Áurea Ortiz Villeta. Agradecimientos: Nombres.Traducción: Deirdre Cromie.Diseño y maquetación: Carlos Planes Cortell.Impresión: Martín Impresores, s.l.Publicación semestral.Depósito Legal: V-5340-2003ISSN: 1885-3730Edita: Asociación Cinefórum L’Atalante (NIF: V-5340-2003) con la colaboración del Aula de Cinema, el CADE (Centre d’Assessorament i Dinamització dels Estudiants), el Col·legi Major Lluís Vives y el Departamento de Historia del Arte de la Universitat de València y la Universidad Internacional Valenciana (VIU).Distribuye: Servei de Publicacions de la Universitat de València.Dirección electrónica para la correspondencia: [email protected] revista L’Atalante no se hace responsable de las opiniones expuestas en sus artículos o entrevistas.La propiedad intelectual de los textos y las imágenes corresponde a sus respectivos autores.

Los textos publicados en esta revista están, si no se indica lo contrario, protegidos por la Licencia de Reconocimiento-No Comercial-Sin Obras Derivadas 3.0 España de Creative Commons. Puede copiarlos, distribuirlos y comunicarlos públicamente siempre que cite su autor y el nombre de esta publicación, L’ATALANTE. REVISTA DE ESTUDIOS CINEMATOGRÁFICOS. No los utilice para fines comerciales y no haga con ellos obra derivada. Para ver una copia de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/es/ o envie una carta a Creative Commons, 171 Second Street, Suite 300, San Francisco, California 94105, USA.

Entusiasmo, exilio y resistenciaLuis Pérez Ochando

L’ATALANTEREVISTA DE ESTUDIOS CINEMATOGRÁFICOS

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L’ATALANTE. NÚMERO 10. JULIO-DICIEMBRE 2010

CUADERNO

Animación española. Entusiasmo, exilio y resistencia

En el principio fue Chomón. El origen de una técnica, la semilla de una estética. Carlos A. Cuéllar Alejandro.

Españoles en la Disney. Jorge Fonte.

En el bosque soy feliz. Paula de Felipe Martínez.

El cine plastianimado de Pablo Llorens. Bernia Mitjans Altarriba.

Planet 51 ó la pixarización de la industria de animación española. Marta Martín Núñez.

Animación española. En primera persona

Nocturna. Víctor Maldonado y Adrián García.

La tenacidad del animador. Raúl García.

De la animación y otros vampiros. María Lorenzo Hernández.

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PUNTOS DE FUGA

Excalibur. La espina dorsal del mito artúrico. Agustín Quinzá Niño.

Adiós Bafana: crónica de un hombre libre. Iván Bort Gual.

Sobre la indianidad del cine de Ray. Consideraciones en torno a La trilogía de Apu. Rebeca Romero Escrivá.

Amando a los extraños: Carta de una desconocida y Una partida de campo. Gemma Vidal.

Paul Verhoeven y la política visual de la provocación. Jordi Revert.

Dos aproximaciones al psiquiátrico desde el cine de la realidad: La Osa mayor menos dos y Una cierta verdad. Beatriz Comella Dorda.

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(DES)ENCUENTROS

Historia (et) cine

Introducción. Josep González Andreu.

Discusión. José María Caparrós Lera, Rebeca Romero Escrivá, Áurea Ortiz Villeta y Tomás Valero Martínez.

Conclusión. Historia (et) cine (et) bellum. Josep González Andreu.

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DIÁLOGO

Cruz Delgado: «Las nuevas técnicas son muy buenas, pero han hecho mucho daño a nuestro trabajo». Noelia Pardo Mateu.

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índice

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El año MandelaLíder político más valorado del mundo, personaje respe-tado, admirado y entrañable, hombre clave en la histo-ria del siglo XX, Nelson Mandela es uno de los grandes protagonistas de 2010. A partir de este año, su fecha de nacimiento, el 18 de julio, ha sido declarada oficialmen-te por la Asamblea de las Naciones Unidas como el Día Internacional Mandela por la Lucha de las Libertades. Coincidiendo con ello, y para festejarlo, son múltiples los eventos que este año se suceden en su nombre. El Mande-la Day, que incluye conciertos, exposiciones o actividades deportivas, y que ha pasado por Nueva York o Londres, se celebra este julio en la localidad madrileña de Argan-da del Rey. El campeonato mundial de fútbol que tendrá lugar en Sudáfrica, evento deportivo del año, se desarro-llará como homenaje a su figura. Por si fuera poco, el pasado mes de noviembre se estrenaba en Ámsterdam el musical Amandla! Mandela sobre la vida del dirigente sudafricano; y desde marzo se puede encontrar en las li-brerías Mandela’s Way, obra del periodista Richard Sten-gel, que colaboró con el expresidente en su autobiografía El largo camino hacia la libertad1.

El cine tampoco es ajeno a esta efeméride y ha sido en 2010 cuando en España se ha estrenado Invictus (Clint Eastwood, 2009), película basada en el libro de John Car-

Iván Bort Gual

«Un celador puede ser más importante que el jefe de prisiones y que el ministro de Justicia. Porque si te dirigieras al jefe de prisiones o al ministro y les dijeras: “Señor, hace mucho frío.

Necesito cuatro mantas” mirarán al reglamento y te dirán: “No, el reglamento dice que sólo puede tener tres mantas. No puedo

darle cuatro. Es una violación del reglamento. Si le doy cuatro mantas, tendré que dárselas a los demás”. Pero si te diriges al

celador de tu sección y le dices: “Necesito otra manta”; si lo tratas con respeto, irá al almacén, y te dará otra manta.»

Nelson Mandela

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adiÓs bafana: CRÓNICA DE UN hOMBRE LIBRE

lin El factor humano (Playing The Enemy: Mandela And The Game That Made A Nation, 2008), ambientada poco después de que Nelson Mandela saliera de la cárcel y se convirtiera en el primer presidente negro de Sudáfrica. Mandela heredaba un país dividido racial y económica-mente, pero sabedor del poder del deporte —fue boxea-dor en su juventud— aprovechó la celebración de la Copa Mundial de rugby de 1995 en Sudáfrica para cambiar las cosas, unificar a todo un país y conseguir algo casi impo-sible: que los negros apoyasen a la selección de rugby, los Springbooks, que era un símbolo del apartheid. En la legendaria final del campeonato, culmen de la aren-ga ideológica de Mandela, el equipo sudafricano ganó a Nueva Zelanda de un modo inespe-rado, casi heroico, logro inolvidable que ayudó a la na-ción entera a supe-rar las heridas, los miedos y los renco-res acumulados del pasado.

El Mandela de Invictus está inter-pretado por Mor-gan Freeman, papel que le ha valido este año su quinta nominación al Oscar2. Freeman, amigo íntimo de Man-dela, se valió de su estrecha y cómplice relación personal para dar vida a un líder tan carismático como cercano, tremendamente mimetizado con su referente real. En palabras del actor: «En la intimidad Mandela es una per-sona cálida, encantadora. Lo fundamental de su carácter es el encanto. Yo siempre he tenido la cualidad de hacer que la gente se sienta cómoda y que baje la guardia, pero en él esa cualidad es un arte. Si habla contigo, habla sólo contigo, te mira a los ojos, se interesa por ti. Sabe seducir incluso a sus enemigos. Hay una escena en la película en la que Madiba3 reúne a los funcionarios que han trabaja-do para los gobiernos del apartheid y que tienen asumido que van a ser despedidos y les dice: “Os necesito, el país os necesita”. Los deja boquiabiertos».

Tan sólo dos años antes que Invictus, y con mucho me-nor ruido mediático, nos llegaba una película que explo-raba, con tan buena voluntad e indulgencia como tibieza cinematográfica, los años del Mandela encarcelado. Un film, no obstante, cuyo visionado hoy, en conjunto dípti-co con el de Eastwood, representa una magnífica forma de completar un interesante fresco sobre la figura del lí-der sudafricano.

Bienvenidos a Robben IslandNelson Mandela fue condenado a cadena perpetua en la prisión de Robben Island en Sudáfrica en 1964, por de-litos de conspiración y traición contra el gobierno segre-gacionista del apartheid. Cuatro años después, en 1968, llega a la cárcel un nuevo celador llamado James Gregory, criado en una granja del Transkei y conocedor del xhosa, idioma del grupo étnico sudafricano al que Mandela y sus seguidores pertenecen y que le convierte en el carce-lero perfecto para supervisar y controlar sus actividades como líder del Congreso Nacional Africano (CNA). «Bafa-

na» significa «chi-co» en xhosa, y hace referencia al amigo negro de la infancia de Gre-gory, con quien se crió en la granja y aprendió xhosa, y cuyo recuerdo cimentará incons-cientemente su futuro vínculo con Mandela.

Y es en este pun-to de la historia real de Sudáfrica cuando marca su

inicio Adiós Bafa-na, co-producción

británica, alemana, francesa, belga, italiana y sudafrica-na orquestada por Bille August. Este cineasta de origen danés que ya llevó a la gran pantalla importantes —y extensas— novelas como Los Miserables de Víctor Hugo (1998) y La Casa de los Espíritus de Isabel Allende (1993), hace lo propio en esta ocasión con un libro de memorias escrito por el mismo James Gregory y Bob Graham. El resultado es un film sobrio y comedido, situado en esa línea de cine denuncia de la realidad socio-histórica del continente africano cuyo máximo puntal nos llegó hace unos años con Hotel Ruanda (Hotel Rwanda, Terry Geor-ge, 2004), pero que ha seguido encontrando continuación en obras como El jardinero fiel (The Constant Gardener, Fernando Meirelles, 2005), El señor de la guerra (Lord Of War, Andrew Niccol, 2005), Diamante de sangre (Blood Diamond, Edward Zwick, 2006) o El último rey de Esco-cia (The Last King Of Scotland, Kevin Macdonald, 2006). Sin llegar a hacer uso del dramatismo extremo de mu-chos de estos títulos, Adiós Bafana construye uno de esos monumentos fílmicos a un personaje histórico cuya ga-rantía de grandeza queda perpetrada simplemente por el mero hecho de llevarlo a cabo. En ello comparte cierto parentesco procedimental con el film de Eastwood, cuyo riesgo principal consistía en convertirse en una hagiogra-

El Nelson Mandela de Morgan Freeman en Invictus (Clint Eastwood, 2009)

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PUNTOS DE FUGA

fía, una beatificación de Mandela. Así como en Invictus existe una declarada pretensión por huir, en su puesta en escena, de la pátina del telefilme, tal vez en el modo de abordar este mismo planteamiento se geste uno de los principales problemas de Adiós Bafana. El film de August comienza con unos segundos de texto informativo sobre fondo negro explicando la realidad de la sociedad suda-fricana de 1968; y cierra con una imagen congelada sobre la que va sobrescribiéndose un texto que explica qué su-cede en el futuro con los personajes que han aparecido en la película. En definitiva, lo que son los estilemas inequí-vocos e ineludibles de uno de esos tan comúnmente des-deñados productos relegados a la sobremesa televisiva de los domingos. Y es que, ciertamente, sólo falta precederlo de un rótulo del tipo Based on a true story o similar para acabar de cumplir con la celebérrima plantilla pactada tácitamente.

Dualidades: dialécticas e intertextos cinematográficosPero encontramos en Adiós Bafana, a pesar de todo, indi-cios de un cine que juega con diversos géneros y un trata-miento de la narración y de los personajes que logra, en ocasiones, despojar a la producción de esa aparente cogu-lla televisiva. Principalmente, podemos detectar ecos del mejor cine carcelario de Frank Darabont —adaptando obras literarias de Stephen King— como La milla verde (The Green Mile, 1999) o especialmente Cadena perpe-tua (The Shawshank Redemption, 1994). Películas todas ellas que, con el coercitivo escenario de una prisión como telón de fondo, hilvanan gradualmente relaciones inte-rraciales de amistad y respeto incondicional en las que la confianza y la admiración mutua dirigen un caminar compartido hacia una libertad poliédrica interpretada en dispares culminaciones de sus particulares tránsitos exis-tenciales.

La manera en la que se desarrolla el inquietante primer encuentro entre James Gregory y Mandela, así como la planificación y la puesta en escena empleadas, remiten a otra de las grandes películas de los noventa, que retra-

ta con magistral hondura ese quid pro quo de complejas psicologías transgresoras de las impávidas rejas de una celda. Hablamos de El silencio de los corderos (The Si-lence Of The Lambs, Jonathan Demme, 1991). Siguiendo a Samuel R. César, «las cuatro entrevistas entre Lecter y Clarice merecen figurar en cualquier antología de gran-des secuencias del cine», a tenor de un «virtuosismo ex-presivo notable» (1994: 54). Adiós Bafana toma prestados algunos de los recursos utilizados en la captación de esta hipnótica dialéctica física, de miradas, rostros e ilumina-ción, de forma que, en múltiples sentidos, la identifica-ción entre celador y preso, agente y asesino, liberador y liberado, espectador y relato, vehiculan por senderos per-

mutables. En El Silencio de los corderos, «el alma de la pe-lícula, lo que hace peculiar su argumento, lo que le pone un reto expresivo, está en, identificado el espectador con Clarice, cómo y por qué Lecter puede, desde su reclusión, ayudarla a encontrar al asesino múltiple» (CÉSAR, 1994: 58). En Adiós Bafana, el espectador recorre, como con Clarice pero esta vez junto al carcelero, el trayecto de se-ducción por la poderosa y atrayente figura de su trasunto de Lecter, aquí Mandela, quien le ayudará en este caso a encontrarse a sí mismo, a aprender que se puede ser enteramente libre aun estando recluido.

El vínculo que se genera desde los primeros minutos de metraje entre preso y celador es tal que sella incons-ciente e inevitablemente el destino de sus existencias. Las esposas de ambos deberán afrontar durante años una vida condicionada por las consecuencias de la lucha por la injusticia, y en la perpetración de este paradigma vital se llevarán consigo las vidas de sus primogénitos, en sendos accidentes de coche que el film no alcanza a

EL víNCULO QUE SE GENERA ENTRE PRESO y CELADOR ES TAL QUE SELLA INEvITABLEMENTE EL

DESTINO DE SUS ExISTENCIAS

Forjando relaciones interraciales de respeto y amistad imperecedera en el opresivo entorno de una cárcel. Imágenes de Adiós Bafana (Goodbye Bafana, Bille August, 2007) y Cadena perpetua (The Shawshank Redemption, Frank Darabont, 1994)

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resolver con suficiente claridad. La interpretación que la película ofrece a estos acontecimientos es que, como todo proceso de heroicidad, la consecución de una victoria en cualquier guerra, supondrá irreversiblemente sacrificios en algunas de las batallas que la preceden. La metamor-fosis que protagoniza el celador a lo largo del film en su contacto constante con su prisionero cobra fisicidad en su interés expreso por la Carta de Libertad, documento propugnado por el CNA y prohibido por el gobierno por suponer que «los negros exterminan al hombre blanco y cosas así» —reducción al extremo que llegamos a escu-char incluso en un momento del film—. La lectura del verdadero contenido de este documento marca el punto de inflexión en el proceso de humanización de Gregory, las sentencias del cual empiezan a ser obsesión para el carcelero y nexo de unión y empatía con su preso. De hecho, esta escena puede decodificarse como un acto de revelación de la verdad en la trama de la película, repre-sentada en un archivo bibliotecario de una manera muy similar a la ya vista en La vida de los otros (Das Leben der Anderen, Florian Henckel Von Donnersmarck, 2006). Y es que Adiós Bafana comparte con la oscarizada película alemana, además, la temática del hombre honrado cuya convivencia con el supuesto enemigo le hace darse cuenta de la verdad que concierne a su existencia; estar trabajan-do para el bando equivocado.

Encarcelamiento narrativo de un film sobre la libertadLa película, desde el principio, podría pretender violen-tarnos situándonos del lado del terrorista, tal y como sucede, por ejemplo, en V de Vendetta (V For Vendetta, James McTeigue, 2005), algo que hubiera contribuido enormemente a su riqueza enunciativa, pero nunca llega a conseguir tal efecto, pues resulta sencillo detectar sus inocuos mecanismos de empatía. Uno de los momentos más dramáticos del film lo encontramos cuando Gregory es testigo de una agresiva y violenta redada en la calle, en la que la policía separa a una madre de su bebé dejándolo caer en el suelo ante la mirada horrorizada de los hijos del celador. Podríamos pensar que lo lógico hubiera sido que el padre apartara a las criaturas de tal escena, y los llevara con su madre al comercio donde ella acababa de entrar, pero, obviamente, de esta forma el espectador —al unísono con la inocente mirada de la niña— queda im-pactado y aún más convencido de la idoneidad del cam-bio defendido por Mandela. Acto seguido, tras este trau-mático suceso, la mujer de Gregory explica el apartheid a su hija: «Es la voluntad de Dios, al igual que no junta a una vaca con un antílope, y a Dios no se le cuestiona». Es por ello que el personaje de la alemana Diane Kruger se hace difícil de asimilar para el espectador, ya que no muchos minutos después de esta sentencia, se convierte en una admiradora más de Madiba, en una nueva incon-

sistencia argumental de un film que tiende a desdibujar a los personajes acólitos de Mandela y Gregory. Y es que no en vano, este tipo de handicaps son los más caracte-rísticos de producciones como Adiós Bafana, en las que en poco más de dos horas recorremos casi tres décadas de la vida de sus protagonistas, hipotecándonos en el proceso demasiado tiempo para la necesaria caracteriza-ción de personajes secundarios. Así, el dueto principal lo componen el británico Joseph Fiennes, que interpreta a Gregory en una actuación de manual tan aséptica como correcta; y el estadounidense Dennis Haysbert —rostro televisivo que hemos visto en las series 24 (Robert Co-

El primer encuentro entre Gregory y Mandela en Adiós Bafana (Goodbye Bafana, Bille August, 2007) remite en su puesta en escena a las inolvidables conversaciones a través de las rejas entre Clarice y Lecter en El silencio de los corderos (The Silence Of The Lambs, Jonathan Demme, 1991)

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PUNTOS DE FUGA

chran, Joel Surnow, Fox: 2001-) o The Unit (David Mamet, CBS: 2006-2009)— se pone en la piel de Mandela con un encomiable trabajo de acento, dicción e interpretación. El imponente físico del Mandela joven —frente a la imagen del anciano que todos tenemos en mente— conjuga además una sugerente metonimia entre la grandeza del hombre y la de sus ideas.

En última instancia, Adiós Bafana propone un recorrido

ante la pantalla a través del proceso de liberación de un hombre que, desde el primer minuto del film, ya encar-celado incluso, es en realidad mucho más libre que su ce-lador y que cualquier miembro de su gobierno represor. Porque cuando Gregory, sentado ante el televisor viendo la liberación definitiva de Mandela, pronuncia las últi-mas dos palabras de la película, está concluyendo magis-tralmente un trayecto vital compartido, una relación para cuya absoluta convergencia necesitaba de la más comple-ta divergencia —dicotomía preso/hombre libre—; y es que, para dar la bienvenida a la nueva Sudáfrica, debía forzosamente despedirse de quien había logrado remitir-le a la esencia de su naturaleza, de su humanidad: «Adiós, Bafana».

Notas1 Información extraída del artículo «El año Mandela» (SÁNCHEZ,

2010:14-20).

2 También fue nominado como mejor actor protagonista, por este

mismo papel, a los Globos de Oro 2010, aunque ambos galardo-

nes fueron a parar a las manos de Jeff Bridges por su interpre-

tación del cantante de música country Bad Blake en Corazón re-

belde (Crazy Heart, Scott Cooper, 2009). Morgan Freeman ganó

su única estatuilla al Mejor Actor de Reparto por Million Dollar

Baby (Clint Eastwood, 2004), en la confirmación del éxito del tán-

dem formado con el director de Invictus. Sus otras nominaciones

fueron en 1995 por Cadena perpetua (The Shawshank Redemp-

tion, Frank Darabont, 1994), en 1990 por Paseando a Miss Daisy

(Driving Miss Daisy, Bruce Beresford, 1989) y en 1988 por El re-

portero de la calle 42 (Street Smart, Jerry Schatzberg, 1987).

3 Madiba es el nombre del clan para referirse a Mandela, una fór-

mula de respeto y admiración.

BibliografíaCARLIN, John. 2009. El factor humano. Seix Barral. Barcelona

SÁNCHEZ, Carlos Manuel. 2010. «El año Mandela» en XLSemanal

ABC, nº 1.159, del 10 al 16 de enero de 2010, págs. 14-20. Taller de

Editores. Vocento. Madrid.

CÉSAR, Samuel R. 1994. El silencio de los corderos / Winchester 73.

Libros «Dirigido». Gráfica 82. Barcelona.

Iván Bort Gual es licenciado en Comunicación Audiovisual y en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universitat Jaume I. Diplomado en Estudios Avanzados, actualmente está desarrollando su tesis doctoral analizando la narrativa de las series de televisión dramáticas norteamericanas contemporáneas como becario de investigación de la Generalitat valenciana en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Jaume I. Es la voz del cine en el programa radiofónico a vivir que son dos días castellón de la Cadena Ser y miembro del Consejo de Redacción de l’atalante.

Personajes atónitos ante la revelación de su verdad en medio del inafrontable yugo de los archivos documentales: James Gregory (Joseph Fiennes) en Adiós Bafana (Goodbye Bafana, Bille August, 2007) y Georg Dreyman (Sebas-tian Koch) en La vida de los otros (Das Leben der Anderen, Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)

adiÓs bafana NARRA EL PROCESO DE

LIBERACIÓN DE UN hOMBRE QUE, INCLUSO

ENCARCELADO, ES EN REALIDAD MUChO MáS

LIBRE QUE SU CELADOR y QUE CUALQUIER

MIEMBRO DE SU GOBIERNO REPRESOR