El juego y el niño

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Se trata de la postura de Freud y Lacan respecto al juego del niño

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El juego y el niño

SEGUNDA PARTE

El niño y el juegoobjetivos generales:

Capacitar al niño a través del juego para simbolizar el mundo externo y adquirir una idea de la realidad.

El juego será capaz de insertar las cosas del mundo interno del niño en un nuevo orden que le agrada y se asemeja a la realidad.

El juego desenvolverá el intelecto y el pensamiento del infante

Monica

Objetivos Particulares:

Fomentar la actitud creativa en el niño , la capacidad de crear un mundo. Ampliar una perspectiva social en la relación con niños y adultos.Desarrollar competencias del niño en aspectos tales como: psicomotricidad, lenguaje, actividad intelectual y el pensamiento.Ayudar a desarrollar la evolución del proceso de simbolización, adoptar la posición del “como si”.Auxiliar a controlar la ansiedad.Promover la creatividad del niño, desplegando lo más personal, al jugar cada niño es un poeta pues crea un mundo propio o asegura el orden de las cosas en un nuevo orden que le agrada y está acorde a la realidad de todos.Promover la capacidad de jugar con otros respetando reglas y normas compartidas.

Freud con respecto al juego infantil, va a tomar el primer juego “autocreado” por su nieto, un niño de un año y medio.Cuenta Freud que este niño exhibía el hábito de arrojar lejos de sí a un rincón o debajo de la cama todos los objetos pequeños que encontraba a su alcance, y al hacerlo profería, con expresión de profundo placer y satisfacción, un fuerte y prolongado “o- o- o” que , según la interpretación de la madre y del propio Freud, significaba “Fort” (se fue).

Freud se preocupaba por esa acción “enigmática repetida de continuo”, y deduce que se trataba de un juego en el que el niño no hacía otro uso de sus juguetes que el de jugar a que “se iban”.La observación que corrobora esta afirmación la lleva a cabo un día cuando el niño, que tenía un carretel de madera atado con un piolín arrojaba el carretel detrás de la baranda de su cuna, haciéndolo desaparecer de su vista y pronunciando su ”o-o-o-” Después tiraba del piolín y volvía a sacar el carretel de la cuna saludando ahora su aparición con un amistoso “Da” (acá está)” Estos dos fonemas (fort da) formaban parte del juego, y destaca que el juego completo consistía en “desaparecer y volver”.

Un concepto importante que resaltaremos es que el niño repite en el juego del carretel algo que lo ha impactado afectivamente. Que mediante este mecanismo en la repetición del juego lo va elaborando, pasando así de ser un sujeto pasivo a ser activo.

Esta repetición, se debe a que mediante el juego está la necesidad de procesar algo que lo haya impactado.Como modo de superar esa situación el toma el lugar activo, como ejemplo en la situación de ir al dentista,luego mediante el juego repite activamente la situación siendo él el dentista de otro niño, entonces algo que vivió pasivamente lo repite activamente con otro, y causa a otro niño la molestia que él mismo experimentó.

El niño que juega se conduce como un poeta, “creándose un mundo propio, o más exactamente situando las cosas de su mundo en un nuevo orden, grato para él.”No sería justo pensar que no toma en serio ese juego, al contrario vuelca en él sus afectos. Y en muchos casos le permite resolver situaciones que habían dejado alguna huella negativa en su pensamiento.

Podríamos afirmar que Freud desde el juego de los niños, otorga a este la veta de la creación y de la fantasía, encontrando ya en el juego del niño las primeras huellas de la actividad creativa. Destacando que el juego es además de la ocupación favorita del niño la más intensamente vivida.

La antítesis del juego es la realidad. El niño distingue muy bien la realidad del mundo y su juego, a pesar de la carga de afectos con que la satura y gusta de apoyar los objetos y circunstancias que imagina en objetos tangibles y visibles del mundo real. Este apoyo es lo que aún diferencia el jugar infantil del fantasear.

Freud establece un paralelo entre el jugar infantil y la creación del poeta que posibilita que “mucho de lo que siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo como juego de fantasía”…Y cuando el niño se hace adulto puede gracias al juego “rechazar el agobio demasiado intenso de la vida y conquistar el intenso placer del humor”

Volviendo al fort-da el niño ejecutaba solamente el primer acto, “repetido incansablemente en calidad de juego, aunque el mayor placer –en relación con el principio de placer- correspondía al segundo”. Es decir, lo que se repetía como juego era el Fort. La interpretación que Freud hace de este juego apunta a la renuncia a la satisfacción de admitir sin protestas la partida de la madre. Se recompensaba o se gratificaba–de esa ausencia- escenificando por sí mismo, con los objetos a su alcance, la situación de desaparecer y regresar.

Pero, a pesar de esta afirmación, el interés de Freud se dirige a otro punto. Es imposible que la partida de la madre le resultara agradable o indiferente. Se responderá, dice Freud, que jugaba a la partida porque era la condición previa de la gozosa reaparición, la cual contendría el genuino propósito del juego. Pero lo contradice la observación de que el primer acto del juego, el de la partida, era escenificado por sí solo y, en verdad con una frecuencia incomparablemente mayor que el juego íntegro con su final placentero.

Si el fort se repite con insistencia en calidad de juego, y el placer se corresponde con la reaparición del objeto, saludado con un jubiloso Da, entonces juego y placer no se corresponden. Por lo tanto, el primer acto (el fort) estaría más allá del principio de placer, pues “no se concilia con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esa vivencia penosa para él”. Con el segundo acto (el Da) cesa el juego y alcanza el placer; placer que, para Freud, tiene que ver con la disminución de la tensión. Hasta que aparece la tensión nuevamente e insiste como Fort en la repetición del primer acto.

Teniendo en cuenta la lectura que Lacan hace del Fort-da a lo largo de su enseñanza, podemos conceptualizar esto de otra manera. En el juego del carretel se trata de una repetición que no es “satisfacción” del principio de placer, por lo que el juego del Fort-da y el juego del doctor se diferencian, precisamente porque en esa repetición está en juego el empuje de procesar psíquicamente “algo impresionante” para el sujeto.

Una observación, que Freud refiere al pie de la página 15 de “Más allá del principio de placer”, nos abre otra perspectiva. Un día en que la madre había estado ausente muchas horas, fue saludada a su regreso, con esta exclamación: “¡Bebé o-o-o-o!” Durante su prolongada soledad, el niño había encontrado un medio para hacerse desaparecer a sí mismo. Descubrió su imagen en el espejo del vestuario, y luego sustrajo el cuerpo de manera tal que la imagen del espejo “se fue”. O sea que el niño mismo había desaparecido, en un arrojarse fuera, con la producción del mismo representante: “fort”, presente en “¡Bebé o-o-o-o!”. Encontramos aquí un elemento claramente simbólico, que determina el juego del niño: la ausencia de la madre, que abre un espacio vacío, en donde el niño construye su juego. La falta que introduce la partida de la madre es ese algo impresionante donde el propio niño se arroja fuera, quitándole su cuerpo al espejo de manera tal que la imagen “se va”.

El juego se acompaña de esa oposición fonemática: una de las primeras en ser pronunciada, y el carretel al que se refiere dicha oposición sin nombrarlo, designa al niño y a la madre. El juego simboliza la repetición de la partida de la madre. Es esta la que aparece sosteniendo la posibilidad del juego, y es la madre aquello que el niño invoca. El niño juega bajo el dominio de esta oposición fonemática: “o-a”, y en la alternancia de esos dos fonemas.

Lacan dice que el fort-da es la presencia de la madre sobre el fondo de la ausencia. Desde entonces “o” y “a”, marcan el inicio del imposible retorno y la pérdida radical del objeto, sin la cual ningún sujeto podría constituirse. Si, como afirma Lacan, es necesario que la madre se pierda para ser representada, el Fort-da representa la aparición final de la madre.

Ese carretel que arroja y que, al mismo tiempo, sostiene por el piolín. Es como una parte del niño que se suelta, pero sin dejar de pertenecerle porque continúa reteniéndolo. La frase “¡Bebé o-o-o-o!”, sanciona que el niño algo perdió, emerge como testimonio del arrojarse fuera, del desaparecer y vale como fort. Se trata de un único fonema que está a la espera del otro fonema: Da. Se trata de la primera marca o inscripción del sujeto, para la cual fue necesaria una pérdida. La pérdida del objeto, que pone en juego el intento, fallido, de recobrarlo, opera como causa de la repetición y se sostiene en los fonemas en los cuales dicha repetición insiste.

Teniendo en cuenta la lectura que Lacan hace del Fort-da a lo largo de su enseñanza, podemos conceptualizar esto de otra manera. En el juego del carretel se trata de una repetición que no es “satisfacción” del principio de placer, por lo que el juego del Fort-da y el juego del doctor se diferencian, precisamente porque en esa repetición está en juego el empuje de procesar psíquicamente “algo impresionante” para el sujeto. Pero ¿cuál es esa experiencia impresionante? El niño no se centra en la partida de la madre ni en vigilar su vuelta para verla de nuevo allí. Entonces, ¿de qué se trata?

La frase “¡Bebé o-o-o-o!”, sanciona que el niño algo perdió, emerge como testimonio del arrojarse fuera, del desaparecer y vale como fort. Se trata de un único fonema que está a la espera del otro fonema: Da. Podríamos decir entonces que, el niño, luego de ese momento inaugural, se constituye como sujeto dividido: el Fort ahora lo representa. Se trata de la primera marca o inscripción del sujeto, para la cual fue necesaria una pérdida. La pérdida del objeto, es la que da lugar al intento, fallido, de recobrarlo, es la causa de la repetición y se sostiene en los fonemas en los cuales dicha repetición insiste. .

En el fort –da, la ida de la madre deja un vacíoQue el niño trata de solucionar jugando.Llena este espacio con el juego del fort-da, que da lugar a la representación simbólica de la madre mediante el juego del carretel. La repetición del juego ayuda a ser más tolerable la ausencia de la madre, y donde es el niño quien decide el momento en que tira el carretel, por lo tanto hay un dominio del momento en que la madre se va.Este sería un juego simbólico, apoyado en fonemas “o…a”, mediante el cual es el niño quien maneja en el juego de la presencia o ausencia de la madre

La dimensión de la ausencia de la madre es la que aparece sosteniendo la posibilidad del juego, y es la madre aquello que el niño invoca. El niño juega bajo el dominio de esta oposición fonemática: “o-a”.

AUTORIA: Mónica Corchs.Bibliografía: Más allá del principio del placer, Sigmund Freud.Lacan: Seminarios, La Familia.

Diseño: Mónica CorchsImágenes :Donald Zolan