Una década de integración 10 años del no al alca

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UNA DÉCADA DE INTEGRACIÓN Compiladores Daniel Benavídez Fernando Delfino Polo Facundo Arrosamena 10 años del NO AL ALCA

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Este libro es el primero del Área de Coyuntura Nacional e Internacional del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad (CEPES). Es el resultado del trabajo cosechado por esta Área. Nos hemos dado una tarea de investigación y formación cuyas expresiones más visibles han sido los conversatorios, las publicaciones, las ponencias, en donde hemos resaltado la importancia de conectar y vincular los diversos avatares de la situación nacional con la coyuntura internacional.

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UNA DÉCADA DEINTEGRACIÓN

CompiladoresDaniel Benavídez Fernando Delfino PoloFacundo Arrosamena

10 años delNO AL ALCA

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10 años de construcción de autonomía

Emb. Eduardo Zuaín

Secretario de Relaciones Internacionales de la Cancillería Argentina

Nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias, ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja; es fundamental hablar con mucho respeto y en voz

alta, para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y la posibilidad de construir obviamente un mundo

distinto y una región que esté a la altura de las circunstancias que sé que los presidentes desean y quieren.

Nestor Kirchner, Mar del Plata, 2005

Hacia principios de la década del 2000 las reuniones de primeros mandatarios entre los países de América habían comenzado a tener un tono algo más “polémico” que lo acostumbrado. De golpe los discursos uniformes y unánimes a favor de una integración política y económica a nivel continental empezaron a tensarse con discursos que empezaron a recoger las prioridades y las visiones de los pueblos y los territorios que representaban. Hugo Chávez apareció por una de esas reuniones en abril de 2001, hacia 2003 Lula Da Silva y Néstor Kirchner ya estaban en el Planalto y la Casa Rosada.

Lula y Kirchner firmaron por la época un documento que sentaba posiciones que siguen siendo directrices fundamentales de la Política Latinoamericana, para hacer más claro el contraste con aquel de Wasghinton, lo llamaron Consenso de Buenos Aires. Allí están delineadas las visiones políticas y las urgencias de la hora, en esta Región, pensadas desde esta Región y para esta Región y el Mundo.

Sin embargo, esta evolución en los liderazgos latinoamericanos no fue casual: las políticas impulsadas y sancionadas en reuniones internacionales durante la década del 90’ habían generado un saldo de consecuencias a nivel socioeconómico que todavía trabajamos para subsanar. Los pueblos tomaron la calle en América Latina pidiendo gobernantes que los representaren a ellos frente al poder mundial y no al revés, como en una paradójica sucesión de acontecimientos vino a suceder en esta Región, durante aquel tiempo.

Ese proceso histórico llegó a su maduración en la 4ta Cumbre de las Américas del año 2005, que tuvo lugar en Mar del Plata, sobre el litoral del Atlántico Sur.

La intervención del Dr. Néstor Kirchner ante el plenario de Jefas y Jefes de Estado y Gobierno de esa reunión está ya en los anales del discurso político latinoamericano.

Sólo un discurso tan claro podía llevar a ese contexto las reivindicaciones populares latinoamericanas. Lula y Chávez trabajaron junto a Néstor para hacer naufragar cualquier proyecto de un Área de Libre Comercio de las Américas. Las consecuencias de esa afirmación de soberanía acometida por esos tres grandes de la política latinoamericana son palpables en esta década transcurrida desde entonces.

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No sostener una oposición férrea al ALCA hubiera significado sepultar para siempre la posibilidad de un destino industrial para América Latina.

Sin el empleo industrial no hubiéramos podido tener el vigoroso mercado interno y el formidable proceso de inclusión social que hemos generado. Sin empleo industrial vano se hubiera tornado cualquier esfuerzo de innovación tecnológica. Cualquier proyecto de autonomía tecnológica hubiera sido por completo imposible de realizar.

En suma, sin industria no puede existir un destino de autonomía política.

No es casual que luego de 2005 llegaran, la UNASUR y la CELAC, como instrumentos de profundización de la integración latinoamericana en todos los niveles. Seguir sosteniendo el interés regional implica sostener algo que es más que la suma de los intereses nacionales.

En estos 10 años de construcción de política internacional desde la Argentina y desde América Latina se trabajó en la senda trazada en 2005.

Juntos somos más fuertes, juntos podemos promover nuestros intereses regionales y nuestra agenda. La unidad y la autonomía son sinónimos en Latinoamérica, y son el camino para construir sociedades más inclusivas, más democráticas. Eso es lo que Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula Da Silva nos enseñaron en 2005.

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Guía de lectura

Este libro es el primero del Área de Coyuntura Nacional e Internacional del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad (CEPES). Es el resultado del trabajo cosechado por esta Área. Nos hemos dado una tarea de investigación y formación cuyas expresiones más visibles han sido los conversatorios, las publicaciones, las ponencias, en donde hemos resaltado la importancia de conectar y vincular los diversos avatares de la situación nacional con la coyuntura internacional.

El objetivo principal y general consiste en celebrar una fecha determinante en la historia reciente de la Argentina que se constituyó también en hito histórico internacional. Si 2003 fue el año en el que la política doméstica dio un vuelco con la llegada de un proyecto político que descentró al neoliberalismo como modelo económico, político, social y cultural, el 2005 fue el año en el que ese giro se ensanchó a programa político para toda América Latina desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia. Es el programa, a nivel regional, de “la salida del infierno”, como denominaba a su período presidencial, Néstor Kirchner, actor protagónico de ese “No al ALCA”. El fortalecimiento del mercado interno, con el consecuente ensanchamiento del mercado de trabajo, el aumento de las exportaciones y el incipiente consumo que se empezaban a proyectar, no hubieran significado nada si no se producía el “No al ALCA”. Esa “salida del infierno” no hubiera sido tal si no se hubiera trasladado al ámbito regional.

Con actitud decididamente fundacional (marca característica de su gobierno) Néstor Kirchner bajó los cuadros de los asesinos que fueron parte de la última Dictadura Militar en Argentina, pidió perdón como presidente por los crímenes del Terrorismo de Estado, pagó por anticipado (junto con Brasil) al FMI reestructurando paralelamente la deuda en su conjunto con una quita del 75%. A la saga hasta aquí anunciada, incompleta, se le suma el hecho de haberle dicho al presidente de la potencia militar, política y cultural más importante y hegemónica del mundo “Aquí no nos venga a patotear”. Mezcla de componente arrabalero, gobernante, estadista y político trascendental fundador de tradiciones. Es por esto que celebrar este 5 de noviembre es también celebrar al hombre que lo hizo posible, poniéndolo en el lugar histórico como patriota latinoamericano regional.

Los textos que componen este volumen no fueron escritos por académicos puros que observan la historia y la política desde el laboratorio de la ciencia social. Componen un conjunto heterodoxo de análisis políticos, experiencias personales, estudios económicos y proyectos que se desprenden del legado que el “No al ALCA” abrió. Por lo tanto, otro de los objetivos del libro, era presentar cómo la negativa al ALCA significó la apertura de una serie de proyectos y programas que nos dan una perspectiva de futuro regionalmente. Ahora bien, ese futuro no es aséptico, sino que recoge lo mejor de nuestra tradición nacional, popular y latinoamericanista. Así, podemos rastrear la negación al ALCA hasta en nuestro proceso emancipador.

Le hemos reservado a la economía un lugar de relevancia en este dossier. Partimos de la base que entiende a la economía como una disciplina humana donde se juega la administración de la riqueza producida por el trabajo. Economía política, en resultas, sentando la contradicción de primer orden que atraviesa a una nación como la nuestra:

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crecer mirando hacia afuera bajo la tutela de las potencias extranjeras o desarrollarnos junto a nuestros hermanos abordando con dignidad la posibilidades que nos brindan los mercados.

El mundo de las finanzas internacionales, también, ha merecido un tratamiento selectivo entendiéndolo como lo que efectivamente es: el grado más alto de autonomía al que han arribado las fracciones más concentradas del capital global. Flujos de divisas que se mueven por todo el globo minuto a minuto al compás de rentabilidades fluctuantes sin importar el tendal de heridos que dejan a su paso. Empero cometeríamos un error si pensásemos en un todo indiscriminado al pensar en lo financiero. Así como en otros órdenes de la vida pública, así como sucede al interior de otros sectores o clases sociales, lo financiero también se ve surcado por fricciones internas. Y esas pujas son las que vienen cincelando el devenir de la crisis iniciada en 2008. Y las crisis por “arriba” representan rendijas para el “abajo”, para los proyectos de afirmación regional y soberana como el que tuvo origen una vez que desechamos el ALCA.

Decíamos que el sueño de un nosotros nuestroamericano comenzó a tomar forma en las guerras revolucionarias e independentistas del siglo XIX. Desde entonces, esa bandera ha sido retomada por las tradiciones políticas más avanzadas, las que mejor han interpretado la geopolítica, las libertades, la igualdad y la dignidad de los hombres y las mujeres de América Latina y el Caribe. Pese a las pesadillas que nos han asolado, el sueño se ha mantenido incólume avanzando y retrocediendo conforme el paso de los trabajadores y los más humildes de nuestro continente. El lector encontrará en estas páginas un ejercicio sesudo y riguroso sobre nuestra memoria latinoamericana, sobre nuestro pasado reciente y no tan reciente. Un trabajo de esta naturaleza no puede menos que destacar a las generaciones precedentes que han hecho posible este presente y este futuro para la Patria Grande como también sentar una posición en torno a los liderazgos que nos orientan en el camino de la inclusión y la soberanía.

Párrafo aparte se merece la herida abierta por ser un país ocupado por una potencia colonialista (para 2033 cumpliremos dos siglos de ocupación británica). El reclamo a favor del diálogo con el Reino Unido por la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas fue creciendo como nunca en los últimos doce años. Inclaudicable causa de los sectores populares argentinos, reclamo siempre presente de todos los gobiernos nacionales. En los últimos doce años, la causa Malvinas es uno de los ejes infranqueables de la diplomacia argentina. Todo foro internacional en donde participó Argentina se convirtió en escenario de reivindicación de la causa Malvinas. Todo foro regional creado a partir del “No al ALCA”, como la UNASUR primero y luego la CELAC, se convirtieron también en espacios de denuncia contra la actitud colonialista británica, de enunciación de los reclamos soberanistas argentinos y de apoyo de los países de la región a la Argentina. Nos parecía importantísimo incluir en este libro un artículo sobre cómo el “No al ALCA” se convirtió en trampolín del crecimiento de esa política pública que es la visibilización de la causa Malvinas en el mundo.

Esta obra, este homenaje, representa fielmente a las ideas de un colectivo de profesionales dedicado a la investigación y a la formación política. Somos un colectivo que no se contenta con desplegar su fuerza de trabajo intelectual y mantenerse callado ante las cosas que pasan, ante lo que damos en llamar crónica contemporánea, historia cimentada, realidad. Somos un colectivo que apuesta al diálogo interdisciplinario y al rigor metodológico presidido por un compromiso político (como no podía ser de otro modo). Desde el Centro de Estudios en Política de Estado y Sociedad (CEPES) estamos complacidos de editar esta

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selección de artículos. Estamos complacidos de sentar nuestra posición y de intercambiar opiniones con colegas, compañeros y compañeras. Queremos agradecer a todos los autores que han recogido el guante y nos ayudaron a recrear lo que pasó hace ya diez años. Auguramos la mejor recepción posible y el deseo que sea de consulta permanente para militantes, docentes, estudiantes e investigadores.

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No al ALCA: 10 años construyendo la identidad regional

Embajador Oscar Laborde

Coordinador del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de la Cancillería Argentina

Director del Instituto de Estudios de América Latina – Central de Trabajadores Argentinos

A diez años de un hecho histórico

Hace diez años, se enterraba el más ambicioso proyecto de Estados Unidos para América Latina y el Caribe: el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Fue una batalla decisiva librada en el marco de la IV Cumbre de Presidentes de las Américas.

Si nosotros no comprendíamos qué era lo que se estaba debatiendo, no hubiéramos podido ganar porque no era solamente de libre comercio lo que se discutía. Su implementación estaba premeditada y fueron cuatro pasos que se fueron dando a lo largo del tiempo. El primero, fue haber integrado la economía de Canadá a Estados Unidos en 1988. El segundo, la creación del NAFTA donde se establecería un territorio de libre comercio en toda América de Norte. El tercero fue haber hecho acuerdos de libre comercio con varios países andinos. La gestación del ALCA era el último punto de ese proceso donde no sólo preveía una zona de libre comercio sino varios condicionamientos más para nuestros países, por ejemplo, la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no se hubieran podido implementar, ni se hubiera avanzado en patentes farmacológicas, entre otros temas.

En aquel 5 de noviembre del 2005 en Mar del Plata no sólo los gobiernos fueron protagonistas, sino también los trabajadores junto con otros sectores del pueblo, en la llamada “Cumbre paralela” que reunió más de 40 mil personas en el Estadio Mundialista.

Esa decisión política de los presidentes, iba a quedar como un hecho histórico que marcaría el comienzo de una nueva etapa, en el avance de la soberanía de nuestra región. Sólo cinco presidentes de los treinta y cuatro asistentes fueron los que se negaron a firmar.

Néstor Kirchner, junto a Lula Da Silva y Hugo Chávez, fueron quienes les habían blanqueado a George Bush y al imperio la negativa de someter a los pueblos latinoamericanos al proyecto del ALCA. Hecho que hubiese sido nefasto para el proceso de transformación y de autonomía iniciados en el marco de esta integración latinoamericana. El Canciller, en ese momento Rafael Bielsa, suele mencionar el momento en que sube el Presidente de Estados Unidos George Bush al avión para dirigirse a la Cumbre y cuando a Néstor Kirchner le confirmaron que ya estaba viajando y que no podía regresar, dijo: “Ahora sí, avisen a Bush que no firmaremos el ALCA”.

La propuesta del Acuerdo era instaurar la más irrestricta liberalización comercial bajo la forma de un tratado global de libre comercio que, como hemos visto en la experiencia vivida de países como México, Colombia, Perú y Chile sólo profundizó los lazos de dependencia, la vulnerabilidad externa; la extranjerización de las economías; la polarización social y el saqueo de los bienes comunes de la región. En realidad, el libre comercio cristaliza la división internacional del trabajo, en la cual algunas economías se especializan en ganar y otras en perder. De eso se trataba el ALCA, y eso es lo que se derrotó en Mar del Plata.

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La convicción de no firmar el ALCA, representó un quiebre en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. Lo que por un lado, exigió al poder imperial realizar un replanteo en su estrategia en la región y, a los países que emprendieron esa iniciativa, comprender que se estaba gestando un proceso inédito, encabezado por un grupo de presidentes que tres años antes, prácticamente no tenían relaciones políticas entre ellos. Néstor Kirchner, Lula y Chávez desbarataron dicho proyecto, enfrentándose, incluso, con el resto de los presidentes.

Lo vivido en Mar del Plata fue un desafío extraordinario, donde quedó en claro la lucha por la soberanía y la independencia en varios de los países de la región. Con el correr de los años y de los acontecimientos es válido preguntarse las consecuencias que hubiese tenido para Suramérica la firma del ALCA, al observar los resultados que hoy dejó en países como México. Por otro lado, la dificultad que tuvo Estados Unidos a partir de ese hecho, de seguir descargando sus repetidas crisis internas en las economías de nuestros países.

El No al ALCA fue el producto de las luchas, de los reclamos, de la resistencia de nuestros pueblos que coincidía, por primera vez, con la decisión por parte de un grupo de presidentes de los reclamos históricos contra la dominación y las políticas imperialistas llevadas adelante, por centenares de años.

Desde esa perspectiva es que se avanzó en unidad, y con el ingreso de Venezuela se fortaleció el MERCOSUR, se creó la UNASUR y se formalizó la CELAC. Se logró un grado mayor de politización y tomaron aspectos como, por ejemplo, la integración social que se representa en las Cumbres Sociales. La firme decisión de enfrentar al ALCA posibilitó el cambio en otros países hermanos, logrando triunfos como el de Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo y de otros gobiernos progresistas en la región.

Para interpretar la importancia del rechazo al ALCA, es necesario mencionar la historia y las características de nuestra relación como latinoamericanos con Estados Unidos y la importancia política de este momento en nuestra región después de quinientos años de historia.

Estados Unidos y el destino manifiesto: la política de dominación hacia Latinoamérica

Nuestra región, a lo largo de los siglos, ha sido sometida al dominio de diversos proyectos hegemónicos que se impulsaron desde los centros del poder internacional, en complicidad con sectores locales en cada país, enfrentando a las alternativas de origen popular. En los años de las guerras de la independencia y la formación de los Estados nacionales fue para América Latina muy anárquica, con la dominación de España y luego con la dependencia con Inglaterra.

La idea de imponer el ALCA, venía antecedido por una historia de injerencia de los Estados Unidos en nuestro continente. En nuestra historia, las intervenciones estadounidenses en América Latina fueron una realidad palpable, si consideramos como punto de partida la Doctrina Monroe de diciembre de 1823 con su idea de “América para los americanos”, a pesar de que su práctica expansionista sobre otros territorios antecede esa fecha.

Si bien en un comienzo esa frase se toma en defensa de los procesos de independencia de los países americanos ante la aspiración colonialista de Europa, ya adoptada la Doctrina

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Monroe se produjeron intervenciones europeas en la región, como fue la ocupación de Gran Bretaña a las Islas Malvinas en nuestro país, en 1833, el bloqueo de barcos franceses en 1839-1840, entre otros sin que Estados Unidos participara en su defensa, todo lo contrario, defendió al agresor.

La relación de América Latina con Estados Unidos fue conflictiva desde hace mucho tiempo atrás. Siempre se mantuvo la aspiración de dominación hacia América Latina que ejerció Estados Unidos desde sus orígenes hasta la actualidad y está signada por la frase: “nuestro destino manifiesto es abarcar el Continente” que justifica la expansión norteamericana hacia las tierras occidentales, que había empezado mucho antes de la declaración de independencia de las trece colonias inglesas. Pero además, con ella se quiso significar que, por decisión divina los Estados Unidos debían extender sus fronteras hacia el oeste y hacia el sur para conformar un Estado de dimensiones continentales, limitado por los dos océanos.

Es decir, los estadounidenses siempre “argumentaron” que tenían la obligación moral de propagar su forma de gobierno y su visión del mundo. Esa misión, la realizan, acompañados por Dios. A partir de esa época tomó cuerpo lo que fue el conjunto de ideas geopolíticas y geoeconómicas justificativas del expansionismo norteamericano y en virtud de las cuales se presentaba como lógica y necesaria la conquista de nuevos territorios para ampliar su herencia colonial, enclavada hasta ese momento en la costa oriental del continente.

Ya el Libertador Simón Bolívar había anunciado, en 1829 que “los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad”. Y eso es lo que ha ocurrido. Para entender tal afirmación, sólo basta con pasearse por la historia de los países latinoamericanos y fijarse en la cantidad de hechos en los que han estado involucrados, en su afán de “abrir mercados y controlar pueblos subdesarrollados”.

La cronología que sigue viene a confirmar aquella premonición de Simón Bolívar. En estos doscientos años, los gobiernos estadounidenses han dirigido cientos de acciones de diverso tipo y envergadura contra América Latina y el Caribe, respaldándose en principios doctrinarios, con el propósito de garantizar el control en lo que ellos han dado en llamar “su patio trasero” y que no es otro que el terreno donde hoy se construyen, con muchas diferencias y ritmos, las esperanzas de un mañana democrático con rostro humano y solidario.

El criterio de Thomas Jefferson de “que debemos tener un imperio de la libertad”, es la guía que justificará las acciones pasadas y futuras contra culturas distintas a las por ellos representadas. Los indígenas norteamericanos, colonos franceses y españoles, mexicanos, cubanos, puertorriqueños, centroamericanos y sudamericanos y el resto del mundo, serán amenazados y agredidos por ese “imperativo moral y de justicia” de la República Imperial que los fundadores de los Estados Unidos y sus descendientes dicen encarnar y que no tiene otro sentido que la defensa de sus mercados e intereses.

En el primer tercio del Siglo XIX, el “peligro a su paz y seguridad” se expresaba en la posibilidad de que las monarquías europeas, principalmente España y Francia, recuperaran sus antiguas posesiones de ultramar en el marco de la Santa Alianza. A mediados de siglo, tras la culminación de las guerras de independencias hispanoamericanas, las “amenazas”

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comenzaron a ser avizoradas en la que a su entender era el desorden e inestabilidad existente en los Estados latinoamericanos.

Ante tal estado de cosas, nada mejor que “cumplir el destino manifiesto de extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la providencia, para el desarrollo del gran experimento de la libertad y autogobierno” (1845). Bajo esta premisa, México sufrirá la perdida de la mitad de su territorio, 2.5 millones de km2, a mediados de aquel siglo y Cuba será ambicionada como “la fruta madura que algún día caerá en nuestras manos”, mientras los marines desplegaban su actividad a lo largo y ancho del continente.

Aunque, el área de acción preferida de la armada estadounidense se constriñe durante estos años a Centroamérica y el Caribe, el lejano Cono Sur no escapa a su presencia. En 1831, los Estados Unidos invaden el territorio argentino de las Islas Malvinas y secuestran a seis ciudadanos, los cuales son enviados a su país para que sean juzgados por piratería. Posteriormente, con los años y hasta la actualidad el desembarco de tropas estadounidenses en las distintas repúblicas latinoamericanas para “proteger la vida y las propiedades de los ciudadanos estadounidenses”, sería una práctica constante.

En algunos casos, el desembarco de tropas es parte de un plan de mayor envergadura. En junio de 1898, tropas norteamericanas desembarcan en Cuba en medio de la guerra que por la independencia desangra a la isla, en tanto dirigen otros barcos hacia otras colonias españolas. Tras la guerra, Estados Unidos obligó a Cuba a cederle parte de su territorio para establecer una base militar en Guantánamo e impone que sea un protectorado de Estados Unidos.

Al calor de la expansión sobre el Caribe, Theodore Roosevelt inaugura el Siglo XX con su política del Big stick (1904) transforma a los Estados Unidos en policía internacional con disposición y capacidad de intervención directa en los países de la región para obligarlos a cancelar compromisos adquiridos con potencias europea o para garantizar condiciones favorables a los intereses económicos estadounidenses.

Las convulsiones políticas del primer tercio del nuevo siglo, revoluciones Mexicana y Bolchevique en Rusia, llevaron a cambiarle el nombre a sus actuaciones para mantener su práctica. A partir de entonces, y hasta la caída del muro de Berlín, el nuevo fantasma que alimentará la política intervencionista de los Estados Unidos en América Latina y en el resto de mundo será el “fantasma del comunismo”.

El golpe de estado que estremeció a Guatemala en 1954 fue el resultado de la operación encubierta. Esta fue organizada por la CIA estadounidense para derrocar a Jacobo Arbenz Guzmán, el Presidente de Guatemala democráticamente electo, por oponerse a los intereses de la United Fruit Company y por permitir que los miembros del mayoritario partido comunista de Guatemala (Partido Guatemalteco del Trabajo) influyeran en las decisiones más importantes de su gobierno.

La segunda intervención norteamericana a la República Dominicana fue producto de una serie de acontecimientos, se dio en primer lugar el 30 de mayo de 1961 con el asesinato del dictador Trujillo. Se realizarían elecciones democráticas en 1962 y gana la Presidencia, Juan Bosch. Siete meses después, el 25 de setiembre de 1963 fue víctima de un golpe de Estado y salió al exilio. El 24 de abril de 1965 un grupo de militares quiere restituir a Bosch al poder. El 28 de abril, violando los principios establecidos en la carta de las Naciones Unidas, de la OEA y del Derecho Internacional, las fuerzas norteamericanas desembarcan.

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El 25 de octubre de 1983, siete mil soldados estadounidenses invadieron la isla de Granada. Según Washington sus 90.000 habitantes amenazaban la seguridad de los Estados Unidos. Durante más de un año permanecieron las tropas extranjeras en la isla y pusieron fin a la revolución. Fue la primera gran operación realizada por el ejército de los Estados Unidos desde la guerra de Vietnam.

Durante casi un siglo, las distintas administraciones estadounidenses justificarán las más variadas agresiones abiertas o encubiertas contra los pueblos latinoamericanos, sin importar que para alcanzar sus objetivos de derrotar lo que ellos llamaban “fuerzas extranjerizantes” se realicen masacres contra campesinos e indígenas, desapariciones forzadas o se impulse la política de tierra arrasada por parte de ejércitos aliados o grupos paramilitares con asistencia y entrenamiento estadounidense.

Así como en la década de los ’70, organizaron a través de la CIA y otros organismos paramilitares los golpes de Estado y las dictaduras del Cono Sur, con miles de muertos y desaparecidos como en nuestro país.

Luego de 1989, tras la desaparición del bloque soviético, el intervencionismo vendrá guiado por el principio de la lucha contra el narcotráfico, a pesar que los Estados Unidos es el principal país productor de marihuana y consumidor de drogas del mundo y con todo el sistema financiero puesto a disposición del lavado de dinero.

En otro momento la administración de George H. Bush argumenta que la “democracia corre peligro” y que su antiguo aliado es “narcotraficante”. En la “Operación Causa Justa”, nombre con el que se conoce la invasión de Panamá el 20 de diciembre de 1989 con el propósito de capturar al general Manuel Noriega, la aviación estadounidense bombardea de manera indiscriminada la Ciudad de Panamá dejando como resultado varios edificios destruidos así como el barrio El Chorrillo, el cual desaparece del mapa: Deja un saldo de más de tres mil muertos y miles de heridos y damnificados.

El 30 de septiembre de 1991, es derrocado, con la complicidad del gobierno estadounidense, el Presidente de Haití Jean Bertrand Aristide. La dictadura del Teniente General duvalierista Raoul Cedras, formado en la Escuela de las Américas en Fort Benning y agente de la CIA, se prolonga tres años, período en el cual se desata una cruel represión a manos de grupos paramilitares vinculados a la CIA y al tráfico de drogas con un saldo de más de cuatro mil asesinados y sesenta mil exiliados.

El 19 de septiembre de 1994, las fuerzas armadas estadounidenses, ocupan Haití para cumplir con “el mandato de la ONU de garantizar el retorno de la democracia” y la impunidad asegurada en el acuerdo de la Isla de Gobernador a los militares violadores de los derechos humanos, quienes abandonan el país, unos rumbo a Honduras y otros a Panamá.

Después del 11 de septiembre del 2001, el enemigo será encarnado por el terrorismo, sin que por ello disminuya el apoyo a gobiernos aliados que siguen impulsando las viejas prácticas de masacres y desapariciones de civiles, aunque ahora lo hagan bajo el paraguas de la democracia. Y más recientemente, los organismos de Defensa e Inteligencia estadounidense han agregado a la lista de tareas pendientes con nuevas denominaciones como la lucha contra el “populismo de izquierda” en la región, es decir, contra nuestros gobiernos democráticamente electos.

En estos últimos años, el 28 de junio de 2009 apoyaron el golpe de estado al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, que fue secuestrado por un grupo de militares y trasladado a

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Costa Rica, en una jornada en la cual se iba a realizar una consulta para reformar la Constitución, que fue suspendida por la Corte suprema de Justicia.

El 21 de junio de 2012 se llevó a cabo el juicio político que corrió a Fernando Lugo de la presidencia de Paraguay y puso en su lugar a su vice, el liberal Federico Franco. El gobierno de facto duró un año, hasta abril de 2013.

Hoy en día continúa el sabotaje político a través de la NED y la USAID e intervenciones políticas más sofisticadas, utilizando los medios de comunicación y estrategias que se denominan como “golpes blandos”.

Henry Kissinger resumió la esencia de esta visión en una frase: “Los imperios no tienen necesidad de balance de poder. No tienen interés en operar dentro de un sistema internacional. Aspiran a ser el sistema internacional. Esta es la forma en que EE.UU ha conducido su política exterior con América Latina”.

Nuestra América Latina: 500 años de dependencia y su lucha por la soberanía

América Latina, de México a la Patagonia, tiene características culturales, hábitos, prácticas, pensamientos, valores, visiones religiosas e idiomas comunes, una manera propia de entender las distintas formas “de vivir y de morir”.

En los años de las guerras de la independencia y la formación de los Estados nacionales fue para América Latina muy anárquica, con la dominación de España y luego con la dependencia con Inglaterra,

Como dijo Eduardo Galeano: “Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo.”

Para poder entender el valor del actual proceso histórico, debemos tener en claro la formación del Estado en América Latina que estuvo profundamente signada por la colonización que sigue al descubrimiento de América y que posteriormente permanece con el neocolonialismo, creando una forma de Estado patriarcal-colonial y más tarde oligárquico que opera, sistemáticamente, aniquilando y exterminando a los pueblos originarios, primero y con dictaduras genocidas, después. Pero también en “democracia”, los exponentes de las oligarquías criollas, siempre actuaron en connivencia con las potencias mundiales en detrimento de los intereses nacionales. En toda su historia nunca se logró una soberanía real.

En este análisis, debemos tener en cuenta que en este proceso denso y complejo, se van conformando los grandes actores del escenario político latinoamericano, los pueblos originarios, los afrodescendientes, los inmigrantes europeos. Resistencias y rebeldías que dan cuenta de la reivindicación de identidades, de la profunda vocación de autonomía y libertad. Esto evidencia la decisión de afirmar su dignidad como pueblos, como comunidades, como hombres y mujeres.

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Además, a pesar de la pluralidad de las experiencias nacionales, se conforma un área geopolítica e histórico-cultural que en más de quinientos años, ha sido sometida al dominio de diversos proyectos hegemónicos que impulsan los centros de poder del campo internacional. Esto siempre se llevó a cabo, en complicidad con sectores locales oligárquicos, frente a los intereses de los sectores populares.

Esto establecerá un contexto de dominación, dentro del cual se han resuelto las contradicciones políticas fundamentales de nuestros países en las distintas coyunturas históricas: desde las luchas por la emancipación hasta los gobiernos de “seguridad nacional”, las nuevas realidades democráticas o los retos que presenta la actual etapa de cambios civilizatorios en la escena mundial. Esto ya lo observó Simón Bolívar cuando argumentaba la necesidad de la unidad de nuestros pueblos.

Sin embargo, a pesar de las distintas invasiones, ataques, represión y genocidios, la memoria colectiva, da cuenta de la existencia de una línea histórica nacional-popular en casi todos nuestros países. Línea histórica que recupera las tradiciones culturales populares y que fueron las hacedoras de las luchas de emancipación y resistencia, los intentos y aspiraciones autonomistas. Procesos que fueron alimentando las identidades populares y proyectos construidos alrededor de banderas de la dignidad nacional y popular.

Simón Bolívar y José de San Martín formulan las ideas de una matriz autónoma de pensamiento que plantea la resistencia a la expoliación colonial y el objetivo de lograr la unidad en la lucha por la independencia y la libertad de Nuestramérica. De la misma forma, José Gervasio Artigas formula sus reivindicaciones culturales, políticas y económicas cuestionando la matriz de dominación existente. Y hoy, queremos y debemos retomar esos lineamientos que aún continúan vigentes ante la autonomía inconclusa de América Latina.

¿Por qué se le pudo decir No al ALCA?

Esa es nuestra historia, de ahí venimos y una de los síntomas de transformación de Latinoamérica, es que se está dando, no sólo una independencia económica, sino también cultural como una base para poder construir el futuro, recuperando nuestra historia, nuestra identidad.

En los años ’80 y ’90, después de las dictaduras, el continente vivió un segundo proceso de integración regional de derecha, es decir, de desnacionalización de las sociedades, de la economía, fragmentación de las estructuras sociales. Y a fines de los ’90 y principios del siglo XXI se da un acontecimiento extraordinario que no tiene un parangón en la historia: la emergencia de proyectos populares nacionales diversos, con sus propios lenguajes, sus propios liderazgos, sus propias metas y que en este momento, transita la etapa post neoliberal con la intención de ir profundizando los cambios de transformación.

Algunos más acelerados, otros más lentos, pero en el fondo hoy América Latina camina hacia sociedades más justas y más igualitarias. Situaciones de crisis que vivimos en nuestros países, recién comienzan a reproducirse ahora en España, en Grecia, en Italia, en Francia, que conducen al desastre, que es la entrega de lo público a lo privado. Iniciativas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que se aplicaron en América Latina y que fracasaron y que fueron superadas, hoy se presentan como novísimas propuestas en Europa, en Europa del Este, en Europa del Sur. Por eso, podemos decir que estamos más avanzados que en otras regiones.

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La novedad de esta etapa, reside en que no responde al modelo asignado por el poder internacional durante siglos, sino que es el producto del movimiento popular cuyas luchas son el acontecimiento constituyente de este fenómeno. Fue la insurrección boliviana, caracterizada como “una combinación inédita de rasgos antiguos y modernos”, la que abrió el camino de Evo a la presidencia. De la misma manera, fue la congregación en el Palacio de Miraflores la que le permitió la radicalización del giro “bolivariano” de Chávez. Lo mismo Lula, cuya victoria electoral no puede comprenderse sin la articulación de la autonomía obrera del ABC paulista con los movimientos urbanos brasileños en el Partido de los Trabajadores. Kirchner no sólo fue el producto de las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001, sino que fue el producto de todas las luchas, aquellas que nos precedieron, especialmente la lucha de nuestras queridas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

Cuando nos planteamos esta realidad en Sudamérica, con los nuevos gobiernos populares y esta propuesta de cambio, también nos atrevemos a decir que está surgiendo un nuevo paradigma, pues a pesar de la pluralidad de las experiencias nacionales ya nadie la puede negar la existencia como área geopolítica e histórico-cultural y con las posibilidades de un camino en común.

Eso no quita que no tengamos dificultades, tanto en la economía, en la política, en el ámbito social, pero por encima de esas dificultades está el comienzo de un nuevo tipo de continente, de un continente que ha tomado decisiones propias. Entre ellas está el ponerle fin a políticas de privatización, que destruyó buena parte del ahorro colectivo de los trabajadores, extranjerizó y privatizó los recursos públicos de cada nación.

Otras de las iniciativas es la conquista del gobierno por vía democrática, entendida la vía democrática no solamente como elecciones cada cuatro o cinco años, sino como creciente participación del pueblo, a través de organizaciones barriales, laborales, sindicales y gremiales en la toma de decisiones. No solamente están los partidos, también están vínculos con estructuras sociales campesinas, obreras, vecinales, barriales, profesionales. Pero, todavía la derrota cultural es permanente, es un objetivo fundamental a ganar.

Nos atrevemos a decir que estamos en un camino de superación del modelo neoliberal y que implica cambios estructurales. Decimos que tenemos que tomar el concepto de ruptura y transformación pues, los gobiernos populares, afirmaron políticas innovadoras no sólo en los procesos internos de renovación social, sino también, de fuerte presencia a nivel mundial y por sobre todo, modifican las figuras de ejercicio de poder en América Latina. No repiten el modelo de dominación ni el recambio interno de las elites dominantes o la del golpe de estado gestado por el imperio. Por el contrario, corresponden y establecen una relación abierta, productiva, con nuevas composiciones sociales y políticas de las clases populares. Esa es la novedad histórica.

Las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales de los últimos años que se vienen sucediendo en el mundo y en la gran mayoría de los países de América Latina, poseen una profundidad tal que es posible caracterizar a la época como un cambio de paradigma. Por primera vez en el tiempo transcurrido entre el siglo pasado y la actualidad, han surgido proyectos políticos, económicos y culturales como así también modelos de gestión gubernamental que se orientan en sintonía con las historias y culturas particulares de los distintos pueblos, representando los anhelos más profundos de una Latinoamérica unida, solidaria y con proyecto común en su diversidad.

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En estas nuevas condiciones mundiales, estamos convencidos de que los proyectos populares en Latinoamérica han de tener una nueva oportunidad histórica para la cual es necesario prepararse.

Por eso el hecho del No al ALCA se dio en este momento histórico y no en otro, pues se dan las condiciones para iniciar un camino de independencia como pueblos y soberanía como naciones suramericanas. Además, hemos tomado conciencia de que este cambio no se puede hacer desde un solo país, se debe dar en conjunto con los países hermanos. Tampoco lo puede hacer una sola clase hegemónica, es necesario el aporte de las grandes mayorías.

De dónde venimos y hacia dónde vamos

Hoy, a 10 años de rechazar el ALCA, estamos en un momento que para resolver la crisis financiera global, Europa y Estados Unidos se plantean la reconstrucción del capitalismo y por lo tanto, necesitan un nuevo orden mundial. Los gobiernos populares de América Latina surgen como una nueva alternativa a ese imperio que generó hambre, guerras y muerte y donde se están dando pasos para consolidar una integración regional, basada en una mayor soberanía y donde se imponen políticas para las grandes mayorías populares. Es fundamental entender que no hay construcción de democracia interna y soberanía sin integración latinoamericana.

Esta integración regional encuentra su impulso más poderoso fundamentalmente en la integración política, económica y cultural, basada en nuestra identidad latinoamericana que promueven los gobiernos populares. Este hecho extraordinario lo debemos encuadrar en la etapa histórica y el momento político que transcurre en la región. Y lo debemos reconocer como un largo proceso donde tendremos aciertos y errores, triunfos y derrotas. Es imposible no considerar que los comienzos de este siglo XXI, como el más importante en la historia de la integración latinoamericana. Es la primera vez que la región comenzó a ser protagonista.

El antecedente más cercano de esta integración es en noviembre de 1953 cuando Perón intenta la formación del ABC, con el presidente chileno Carlos Ibáñez del Campo y con el presidente brasilero Getulio Vargas y dice: “El signo de la Cruz del Sur puede ser la insignia de triunfo de la América austral. Ni Argentina ni Brasil ni Chile aisladas pueden soñar con la unidad económica indispensable para enfrentar un destino de grandeza. Unidos forman, sin embargo, la más formidable unidad a caballo sobre los dos océanos de la civilización moderna. Así podrían intentar desde aquí la unidad latinoamericana con una base operativa polifásica de impulso indetenible. Desde esa base podría construirse hacia el norte la Confederación Sudamericana, unificando a todos los pueblos de raíz latina. Unidos seremos inconquistables; separados, indefendibles”.

La resistencia que encontró la idea de una unidad del subcontinente al proyecto de estos tres líderes fue terminante, aun con sus vidas. Carlos Ibáñez no puede con la oposición y terminó su gobierno en 1958 ante una violenta campaña de desprestigio y murió dos años después. No fue menos fuerte la respuesta de Brasil donde Getulio Vargas que se suicidó en 1954 luego de un tormentoso período de gobierno. Y Juan Domingo Perón fue derrocado por un golpe militar en el año 1955. Hoy el símbolo del Mercosur lleva la Cruz del Sur, creado en 1990 y 51 años después se avanza en esta idea de Perón y posteriormente motorizada por Néstor Kirchner, Lula Da Silva, Hugo Chávez, y otros presidentes de la región.

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Pero si bien, se han dado avances importantes a nivel económico y de soberanía regional, todavía queda la cultura que impuso la etapa neoliberal basada en el individualismo y el consumismo. También, debemos tener en cuenta el rol de los medios de comunicación con su penetración ideológica. Pero los pueblos tienen la capacidad de no seguir todo lo que le dicen, como lo han demostrado hasta ahora y mucho más, es decir, de tomar conciencia y transformar la realidad.

Nuestra región tuvo enormes logros a pesar de que tuvimos que gobernar superando los obstáculos y las trabas que pusieron desde los sectores del poder financiero internacional hasta las mentiras para crear el temor y el caos en la población, desde algunos medios de comunicación así como candidatos de la oposición, como en el caso de Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia y Argentina.

Más allá de todos los ataques recibidos contra estos procesos desde la derecha de nuestros países apoyados por Estado Unidos, los avances logrados en los derechos sociales, la mejoría económica de gran parte de los sectores populares con el tema de las viviendas, de mantener el trabajo, de la educación, de irse de vacaciones a muchas familias que nunca habían salido, provocando un ascenso social que van constituyendo una nueva clase media. En países totalmente democráticos, elegidos por sus pueblos, apoderándose de la bandera de la democracia que tanto han utilizado para dañar a nuestros pueblos. Todos estos avances no lo hubiéramos logrado si no hubiera existido ese No al ALCA.

Aunque actualmente, nadie puede disputar el poder militar a Estados Unidos, tampoco se puede negar que se instaló un multipolarismo económico y político, en el que se dan varias opciones. En el siglo XXI, gracias al impacto de la emergencia de China, se le abrieron nuevas opciones a Sudamérica, hasta entonces dependiente de los mercados y de las decisiones políticas de Estados Unidos y Europa.

En varios países suramericanos, se cortó la cadena de la deuda externa y se redujo el rol tutelar del FMI y el BID. La iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se desaceleró, aunque se negociaron tratados de libre comercio con Perú y Colombia.

Estados Unidos comprendiendo el no poder imponer el ALCA, se propuso como objetivo impulsar un modelo alternativo al que se venía protagonizando en nuestro continente con la creación de la Alianza del Pacífico que nació con un gran impulso y que en este momento se ha anestesiado, pero se mantiene latente para enfrentar el modelo de integración MERCOSUR más aliados e interactuar con el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica que pretende desmembrar a China del sudeste asiático.

Se han realizado avances de integración como la transformación que se está realizando en el MERCOSUR, el surgimiento de la UNASUR y la CELAC de independencia ante el imperio como nunca se dio. Así como la Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA) que se formó contra la política de Estados Unidos, como una idea de unión latinoamericana. Desde Venezuela el presidente Hugo Chávez Frías propone el proyecto ALBA, cuyos lineamientos fundamentales son una nueva alternativa al modelo neoliberal.

Recrear la UNASUR, poner en funcionamiento el Banco del Sur y por sobre todo, plantear una estrategia de conjunto frente a los BRICS, la Unión Europea y los foros internacionales, parecen transformarse en iniciativas prioritarias, si se quiere salir del amesetamiento en que hoy se encuentra nuestra integración regional.

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El avance más importante es el tema de la integración lograda e institucionalizada en ámbitos como el MERCOSUR, la UNASUR y CELAC, confirmando un mundo multipolar, siendo Latinoamérica, uno de los polos.

También se llevó a cabo el trascendental encuentro entre los presidentes de los BRICS y los de UNASUR. Varios países se han liberado del FMI. También se han diversificado acciones entre el Sur-Sur y la relación con China es un factor decisivo.

La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) (las manifestaciones regionales más expresivas de la nueva época) son ante todo, afirmaciones de independencia en las que el dato más importante es la ausencia de una silla para Estados Unidos y la presencia de Cuba.

Si bien, no podemos dejar de mencionar los dos polos políticos regionales, el MERCOSUR, UNASUR y la CELAC y por otro lado, la Alianza del Pacífico, en los que se cristalizan las visiones y posiciones diferentes sobre el rol del Estado y el mercado, las instituciones democráticas y republicanas. Esto lleva a que las relaciones de nuestros países con Estados Unidos sean tensas, ya que no puede imponer lo que desea y no le ha dado resultado las distintas estrategias de desestabilizar nuestros gobiernos.

Los desafíos que tenemos

En estos últimos tiempos, se observa una contraofensiva de las derechas de la región, nostálgicas y “destituyentes”, mostrándose más activas, violentas y amenazantes en complicidad con Estados Unidos con acciones ya descaradas de desestabilización como es el caso de Venezuela, Argentina, Brasil. Esos grupos están enfrentando a las fuerzas del campo popular.

Lo han intentado y lo siguen intentando con los “golpes suaves” y amotinamientos policiales, guarimbas, campañas de desprestigio vía los grandes medios de comunicación y destitución de presidentes por alzamientos militares. Ahí es donde surgen, los desafíos para los gobiernos nacionales y populares.

Más allá de todas las formas utilizadas, no pueden sacar a estos gobiernos que ganan las elecciones democráticamente votados por las mayorías populares. Esto demuestra que se está consolidando, un sujeto social y político cada vez más activo y más participativo. Nuestro objetivo político es que ese nuevo sujeto que proviene especialmente de las organizaciones sociales, sindicales, académicas, no sólo apoye y defienda en estos momentos lo logrado, sino que tenga, ámbitos de aporte para el mejoramiento y la superación de las prácticas de nuestros gobiernos como es en las Cumbres Sociales paralelas a la de los Presidente, entre otros.

Pero, debemos avanzar en la batalla ideológica que tenemos en nuestros días y es la más difícil, pues hemos estado inmersos en solucionar problemas básicos de nuestros pueblos y no pudimos contrarrestar la influencia que han logrado como en el caso de Estados Unidos en imponer una forma de vida, utilizando las redes y todo tipo de herramientas y con ello imponen un mundo egoísta, mezquino, consumista, cuyos objetivos son tan sólo la ganancia y el dinero.

Para lograr los avances económicos y sociales y poder avanzar en las transformaciones profundas que necesitamos deberemos corregir errores y también tendremos que avanzar

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en las ideas, en lo cultural, culturas basadas en nuestras identidades como latinoamericanos, en nuestras ideas como trabajadores, como organizaciones sociales populares.

En estos 10 años y con esta realidad histórica, debemos mencionar la importancia de la unidad regional lograda que nos ha fortalecido, así como el consenso sobre el tema de la transformación que debemos profundizar y lograr el acompañamiento de la mayoría de nuestros pueblos, cada día con mayor convicción, pues la apuesta en contra va ser más fuerte.

En estos 10 años, el imperio ha hecho lo imposible para poder dividirnos, pero no lo ha logrado. Más allá de las diferencias culturales, los matices políticos, la inteligencia y la convicción de los Presidentes hizo que el objetivo de unidad prosiguiera y eso nos hizo fuertes, como en tantos momentos difíciles como con los golpes en Honduras, Paraguay, el apoyo a la secesión y el ataque constante a Evo y las desestabilizaciones políticas y económicas a Venezuela, Brasil y a nuestro país.

Pero siempre, hemos redoblado la apuesta y eso se refleja en el interés de Estados Unidos en abrir un canal de diálogo con Cuba, aunque paralelamente, sigan los intentos de desestabilización que ha impulsado hacia nuestros países. Por eso hoy, nuestra obligación es fortalecer el MERCOSUR, UNASUR y la CELAC.

Uno de los objetivos es avanzar en la integración económica, creando instancias financieras, jurídicas y políticas, con decisión común. Es decir, dar un paso más en este proceso. Hoy, este mundo global se ha regionalizado y no tenemos futuro como latinoamericanos si no logramos profundizar y llevar a un plano más concreto esta integración.

Deberemos actuar con grandeza. América Latina tiene enormes recursos y una población con enormes potencialidades y capacidades. Y por lo tanto, podemos lograr una buena relación con Asia y África. Y un tema fundamental es que tenemos los dos océanos como es el Atlántico y el Pacífico que aporta a la dinámica económica.

Es decir que a los procesos de integración política le deberemos apuntalar un proceso de integración económica. No lo hemos hecho en doscientos años. No es algo fácil, pero obligatoriamente ése es nuestro futuro.

Tenemos que proponernos metas que no tienen que ser tan lejanas, pero si realistas ante esta realidad global, ante esta decadencia gradual de los imperios, ante estos cambios geopolíticos y la concentración mundial de la economía y que la región emerja como una estructura organizada. Cuando hablamos de integración, es fundamentalmente la base económica, la base tecnológica, la base financiera, la base productiva y de planificación.

Estos momentos históricos se dan de una manera vertiginosa, ya vimos en estas últimas décadas como pasamos de un mundo bipolar a un mundo unipolar, con todo el sufrimiento que eso trajo. Hoy, con esta crisis, podemos decir que estamos en un mundo multipolar, donde Suramérica tiene posibilidades de ser un polo en este escenario.

Se debe avanzar profundizando esta transformación e ir institucionalizando los cambios logrados. Avanzamos en integración regional, en políticas sociales contra los ajustes fiscales, pero ahora, debemos enfrentar temas pendientes, pues la redistribución va a encontrar límites en el esquema actual. Se deberán producir cambios en el sistema económico, productivo, financiero e impositivo.

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Ya lo veían nuestros próceres y lucharon por ello y fueron vencidos. Pero hoy tenemos otra oportunidad, además, contamos con toda la riqueza de recursos naturales, nuestra riqueza cultural y con esa base podremos ir construyendo un camino que nos dirija a otras regiones que miran a América Latina por sus valores reales y que hoy observa el mundo. Pero la relación deberá hacerse como región sino no lograremos instalarnos en el mundo como tal.

Creo que nos deberíamos proponer seriamente un plan estratégico para la década que comienza, no sólo desde un lugar defensivo ante los ataques del imperio, sino con determinados objetivos y planificación para incidir un poco más a nivel internacional.

Pronto va a hacer 10 años de ese momento histórico del No al ALCA. Fue una de las decisiones políticas más trascendentes que tomaron los gobiernos y pueblos latinoamericanos ante la ofensiva más fuerte que intentó el imperio sobre nuestros países, la de subordinarnos a las lógicas del libre mercado, del capitalismo salvaje. No podemos dejar de recordarlo.

Nos convoca el pueblo latinoamericano en tanto forma parte de nuestra memoria colectiva, pero sobre todo, nos convoca a la construcción de un futuro de unidad. La unidad de Nuestramérica que estuvo en las esperanzas de tantos millones de hombres y mujeres a lo largo de los siglos.

Unidad latinoamericana en la diversidad y solidaridad, respetuosa de las peculiaridades y de los Estados y de sus tradiciones culturales. Una integración sustentada sobre el reconocimiento de la dignidad de los otros, en la convicción de que solamente en el proyecto de unidad tienen sentido y significado las memorias colectivas y las tradiciones de cada uno de nuestros países. La unidad de América Latina, que se manifiesta en la sincronía de sus procesos históricos, marca a las naciones del continente como integrantes de un destino común.

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UNASUR y CELAC instrumentos continentales que deben estar al servicio de la universalización que necesitan los pueblos, alternativa a la globalización que imponen

las elites

Lic. Cecilia Pon

Coordinadora del Área de Relaciones Internacionales de GESTAR

Periodista Mario Bertellotti

Profesor de las Áreas de Formación Política y de Relaciones Internacionales de GESTAR

El escenario mundial en la década del setenta

En 1972, cuando estaba preparando su regreso a la Patria después de largos 17 años de exilio, el General Perón expresó la siguiente visión sobre la situación internacional, en el reportaje La Revolución Justicialista filmado en Madrid, España: “El mundo ha entrado en una etapa de evolución, nueva. Entonces, lógicamente, esa es la etapa que estamos viviendo. Naturalmente que el capitalismo, con su fuerza que es el liberalismo está luchando por no ceder, como los señores feudales lucharon con la revolución francesa tampoco para no ceder. Pero indudablemente los acontecimientos históricos del mundo nos están llevando a esa evolución, que ya es insoslayable y que las tres cuartas partes del mundo ya la han aceptado. Restan dos grandes focos de reacción: uno, el capitalismo de estado del imperialismo soviético y otro, el capitalismo individualista del imperialismo yanki”.

Esa nueva etapa de la evolución era para Perón, el ingreso al “continentalismo”; porque para él la política mundial futura estaría dominada por poderes estatales de dimensión continental; pero ésta solo sería una transición necesaria hacia una integración aún mayor que se daría rápidamente, que sería el “universalismo”, es decir, la integración de todos los continentes en una sola civilización sobre la Tierra.

Perón estimaba que el continentalismo sería una realidad a comienzos del siglo XXI, por tal motivo advirtió que en el caso de que los estados nacionales de América del Sur no lográsemos organizar para ese tiempo que vendría, el poder estatal continental que necesitaríamos para estar “unidos” frente al mundo, el año 2000 nos encontraría lamentablemente “dominados”.

Regresado ya a la Patria, el 30 de julio de 1973, hablando ante la Confederación General del Trabajo, Perón advirtió que cuando avanzase la etapa de integración continentalista el mundo se enfrentaría a una disyuntiva de hierro: “lograr la universalización o marchar hacia la hecatombe”. Para Perón la universalización significaría “una solución geopolítica, es decir, resolver el problema con una mejor producción, mejor organizada y mejor distribuida, tareas que deberán ser realizadas por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad”. Y la hecatombe, por el contrario, sería “la supresión biológica, es decir, matar gente, de lo cual se encargan las guerras, las pestes y el hambre, que es la enfermedad que más mata en la Tierra”.

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El escenario mundial al comienzo del siglo XXI

Cuando han transcurridos 43 años desde entonces, podemos comprobar la actualidad de esta visión de Perón sobre la evolución del mundo futuro, que es el presente en la mitad de la segunda década del siglo XXI que estamos transitando; porque lo que parecía utópico entonces, ocurrió finalmente. En 1989 se derrumbó uno de los focos de reacción a la evolución: la Unión Soviética; y un tiempo después, en el 2008, entró en crisis el otro foco de resistencia: el capitalismo norteamericano.

Ese cambio es lo que se refleja en el “nuevo escenario mundial” que describió la presidenta Cristina Kirchner en la conferencia que dio, en enero del 2009, en la Universidad de La Habana, Cuba, al dejar inaugurada allí la Cátedra Libertador General San Martín.

En esa oportunidad ella reseñó: “Nunca como antes en la historia se han dado cambios tan vertiginosos. En 20 años, desde 1989 a la fecha, ha caído la Unión Soviética; la caída del Muro de Berlín significó la caída del paradigma que se había levantado en torno a una idea, en ese momento el socialismo, que había tal vez derivado en algo que poco tenía que ver con sus ideas originales y, finalmente terminó derrumbándose el Muro. Algunos creyeron que la historia había terminado; algunos predijeron entonces que sobrevendría una democracia de carácter universal, que se prolongaría y que el progreso sería indefinido, pero tampoco nada de eso ocurrió. Hace muy poco tiempo, todavía ni siquiera sabemos las consecuencias, también se derribó lo que podía ser el proyecto antagónico a ese Muro de Berlín, que podía ser ubicado tal vez como las Torres de Wall Street, o el capitalismo de mercado sin control, sin regulaciones, en donde el mercado todo lo asimilaba y el Estado era absolutamente ineficiente. Se planteó también entonces una visión de la globalización en la cual esa globalización era homogénea y hegemónica, donde una sola potencia dirigiría el destino de la historia y todo sería sine die en el curso del tiempo. Pero finalmente los pueblos y la realidad demuestran que la historia jamás se detiene y que en realidad estamos ante un nuevo escenario mundial que va a exigir de parte de todos nosotros un gran esfuerzo intelectual; y, además, hacerlo desde la perspectiva regional. Yo me atrevo a decir que, frente a esta globalización que algunos pensaron homogénea y hegemónica vamos a ver una nueva, tal vez no globalización, sino universalización heterogénea, multipolar y multicultural”.

Podemos decir que hay coherencia entre la visión histórica de Perón y la descripción que Cristina hace del presente; porque, al momento de la propuesta ella recupera el concepto de “universalismo” de él, como alternativo al de “globalización” que nos han impuesto hasta ahora las élites del hemisferio norte que propician un capitalismo sin regulaciones.

A esa “universalización” visualizada como futuro por Perón, Cristina le agrega calidades presentes: “heterogénea, multipolar y multicultural”, contrapuestas a la “homogeneidad y hegemonía de la globalización”, a la que ella, implícitamente, equipara con la “hecatombe”, que describía Perón como opción trágica.

Cristina señala también que la construcción de esa universalización debería hacerse desde la perspectiva “regional”, es decir, desde la perspectiva “continentalista” planteada por Perón.

Por ello, la construcción de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), como unidad política, militar, económica, social y cultural democrática, es la condición necesaria para que los estados nacionales y los pueblos de América del Sur podamos ser libres y no estemos dominados en el siglo XXI.

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Porque esa base continental estatal unificada será la única que nos podrá dar poder real de negociación en el nuevo escenario mundial, que está dominado por los grandes espacios estatales continentales: Estados Unidos, Unión Europea (UE), Rusia, China, India y África del Sur.

Y como UNASUR debemos sumarnos a esa mesa de los poderes continentales para propiciar una política orientada a construir la universalización heterogénea, multipolar y multicultural, como la definió Cristina; capaz de forjar el acuerdo geopolítico pacífico que propuso Perón, necesario para reformar el sistema de producción y de distribución de la riqueza a nivel mundial y ponerlo al servicio del bienestar de todos los pueblos, de todos los continentes.

Para que se erija así como alternativa real a la globalización unipolar, homogénea y hegemónica que vienen imponiendo las élites del hemisferio norte, que ejecuta una “economía de descarte” y una “tercera guerra mundial no declarada”, como lo denuncia el papa Francisco; combinación letal que opera como el mecanismo de supresión biológica que empuja al mundo, día a día, a la hecatombe que profetizó Perón.

En este contexto de disputa entre la globalización de las elites y la universalización de los pueblos, la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), viene a constituir un segundo anillo continental más allá de UNASUR, que fortalece la posibilidad de nuestro desarrollo nacional en el marco de la integración regional que construimos.

Cómo se da la disputa entre la globalización y la universalización

Cabe señalar que en la construcción de la globalización y de la universalización participan fuerzas materiales y espirituales que tienen diversas naturalezas; lo que quiere decir que ambas conceptualizaciones son sustentadas por organizaciones estatales, partidos políticos, empresas, sindicatos, religiones organizadas, organizaciones sociales, organizaciones ambientales, organizaciones secretas, mafias, etc.

También cabe destacar que, como las dos son propuestas de construcción del poder mundial, tal como ocurre con todo poder, tres son los componentes que a cada uno le dan estructura y unidad. El pensamiento, la ideología, los valores espirituales. El dinero, los recursos materiales, la infraestructura. Y la fuerza, la amenaza, la represalia.

Pero lo que hay que tener en cuenta en este análisis para poder comprender en que se diferencia la estructura de poder de la globalización de la estructura de poder de la universalización, es cuál de los tres componentes del poder predomina sobre los otros dos, en cada una; pues según sea el que predomine, diferente será la naturaleza del poder que cada una construya.

Globalización de las elites

En la globalización predomina el dinero, los recursos materiales, la infraestructura; teniendo como soporte complementario a los otros dos: el pensamiento y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder que se propone organizar la globalización es la “plutocracia”, el gobierno mundial del dinero; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las minorías:

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las elites capaces de apropiarse de la riqueza económica y concentrarla en sus manos, en todas las naciones, de todos los continentes, sin tener cargos de conciencia de ninguna clase.

Universalización de los pueblos

En cambio, en la universalización predomina el pensamiento, la ideología, los valores espirituales; con el soporte complementario de los otros dos: el dinero y la fuerza. Por eso, la naturaleza del poder que se propone organizar la universalización es la “democracia”, el gobierno mundial de los pueblos; por lo tanto, el sujeto del poder que pretende construir son las mayorías: el conjunto de las personas capaces de organizarse en pueblos para construir comunidades solidarias, que hagan posible la realización colectiva e individual, en todas las naciones, de todos los continentes.

Por ello, parafraseando a Leopoldo Marechal, podríamos decir que el conflicto que se plantea entre estas dos naturalezas antitéticas del poder, configura una "batalla terrestre y celeste" por el Destino de la Humanidad, de dimensión planetaria.

Estrategia de la globalización

A la globalización la concibió y la lidera la alianza anglo norteamericana. Y como ésta tiene una larga y exitosa experiencia en el ejercicio del poder mundial, utilizando el dinero, la propaganda, la diplomacia y la guerra para apropiarse y concentrar la riqueza sin tener cargos de conciencia que le remuerdan; utiliza a los tres componentes del poder y los despliega para lograr sus objetivos, poniendo la política al mando.

La economía globalizada que construye la alianza anglo norteamericana tiene tres patas. La primera es la especulación financiera global que ha organizado con sus bancos globales, que son los que canalizan hacia los paraísos fiscales una parte importante de las ganancias que las empresas transnacionales y nacionales de producción y servicios obtienen operando dentro de cada uno de los estados nacionales; eludiendo de esta manera un porcentaje considerable de los impuestos que deberían tributar en cada uno de ellos. La segunda es mantener a la investigación científica y a la innovación tecnológica aplicada a la industrialización y los servicios bajo el control de las empresas transnacionales, restringiendo al máximo la transferencia de tecnología a los estados nacionales que la demandan. Y la tercera es asegurarse el acceso seguro, por la fuerza si es necesario, a las materias primas y recursos naturales que considera estratégicos.

La ideología de sostén que propaga la cultura política anglo norteamericana para lograr sus objetivos, es el individualismo capitalista. El núcleo de su pensamiento es que la civilización unificada en un solo sistema mundial deberá construirse manteniendo la desigualdad existente. Por ello propicia que la política gestione los estados para que el capital predomine sobre el trabajo; y que las pocas naciones industriales actuales -o las que por consideraciones geopolíticas considere conveniente que accedan a esa calidad eventualmente- sean las que continúen dominando a las muchas naciones proveedores de materias primas.

Esta política de integración mundial que propone mantener el statu quo de la desigualdad interna dentro de las naciones y externa entre las naciones, es la que seduce a las elites que detentan el poder de los grupos económicos y mediáticos concentrados, tanto

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en las naciones industriales como en los países proveedores de materias primas; porque es una integración desigual que está pensada solo en términos de empresas y de mercados, que se propone mantener las alianzas establecidas entre los intereses de las respectivas elites, mediante acuerdos de libre comercio entre el centro industrial y la periferia primaria.

La lucha ideológica y cultural que despliega la cultura política anglo norteamericana está centrada en construir a través de los medios de comunicación, internet, las redes sociales y los sistemas educativos que domina; una cultura política cosmopolita global de las elites y las clases medias incluidas en el trabajo, el consumo y la educación, de todas las naciones, de todos los continentes; y que esa cultura política cosmopolita global asuma como un valor central, que la desigualdad es inevitable. Esto permitiría que todas las minorías felizmente integradas al bienestar se desentiendan políticamente, sin tener cargos de conciencia, de los conciudadanos que queden desgraciadamente excluidos del trabajo, el consumo y la educación, en sus respectivas naciones y en todo el mundo.

Para conseguir que los incluidos se desentiendan de los excluidos, sin culpa, la cultura política anglo norteamericana se dedica a descalificar a través de la comunicación y la enseñanza, el concepto de justicia social y la afirmación de que para lograrla, los países exportadores de materias primas deben necesariamente encarar el esfuerzo de industrializarse, tengan o no la autorización de Londres, Washington y el FMI para hacerlo.

Es por ello que, cuando alguna nación exportadora de materias primas comienza a transitar el camino de la sustitución de importaciones y de la distribución de la riqueza, sin que ese esfuerzo cuente con el interés y la autorización de la alianza anglo norteamericana -tal como fue el caso de la Argentina con Perón en las décadas del cuarenta y cincuenta; o es a principios del siglo XXI nuevamente el caso de la Argentina con Néstor y Cristina Kirchner- ese esfuerzo industrial nacional es descalificado y saboteado de múltiples formas por las elites internacionales y nacionales que concentran el poder económico y mediático.

Entonces ocurre que desde las universidades del hemisferio norte se generan contenidos que toman diarios como The Economist de Londres o Wall Street Journal de Nueva York, que se reproducen después en La Nación y Clarín, en los cuales se descalifica el intento de industrialización nacional afirmando que “la Argentina está afuera del mundo” y que la "fiesta de sustitución de importaciones, de empleo, de consumo popular y de inversión pública” puesta en marcha, “está necesariamente destinada al fracaso” y que, cuando eso ocurra, “Argentina volverá al mundo”, como debería ser.

Mantener fracturada la masa continental euroasiática y a América del Sur

La estrategia geopolítica que lleva adelante la alianza anglo norteamericana es de naturaleza marítima. Es decir, se basa en la ocupación de los océanos y los mares para proyectarse sobre los continentes, para fracturarlos y así poder dominarlos, aplicando el viejo principio que enseña: “divide y reinarás”. Tal como lo explicitó en 1904, en la Real Sociedad Geográfica de Londres Sir Harlford Mackinder, el objetivo principal es mantener fracturada desde el punto de vista político, económico y militar, a la masa euroasiática que va desde Europa Occidental a China e India, pasando por Europa Oriental y Rusia.

Como América del Sur es desde la visión geopolítica marítima, una isla continental que debe contribuir a cercar a la masa continental euroasiática; para la alianza anglo norteamericana el continente sudamericano debe operar como una retaguardia de apoyo a

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su plan principal. Pero para ello, debe fracturarla para poder dominarla. O sea, como plan complementario de apoyo al principal, debe impedir a toda costa que se consolide la construcción de la UNASUR. Por tal razón se dice que para Estados Unidos, América del Sur es su “patio trasero”, sobre el cual no puede perder el control.

Abonando al objetivo principal euroasiático, la decisión geopolítica de la alianza anglo norteamericana fue apoyar, al fin de la Segunda Guerra Mundial, la integración de Europa Occidental en torno a una economía de mercado industrial reformada socialmente, con el objetivo de limitar la expansión de la Unión Soviética comunista más allá de Europa Oriental; y en eso tuvo éxito.

La decisión geopolítica de la alianza anglo norteamericana de imponer en 1971 el ingreso de China comunista al Consejo de Seguridad de la ONU, en reemplazo de la China capitalista; de promover a partir de 1978 el desembarco de inversiones industriales norteamericanas en China comunista para favorecer su despegue industrial con transferencia de tecnología; y de restituir en 1997 la colonia británica de Hong Kong a su soberanía, tuvo como objetivo cercar a Moscú desde Asia Oriental; y en eso también tuvo éxito.

Pero una vez que la URSS se disolvió en 1991 y dejó de ser comunista, la decisión geopolítica anglo norteamericana no cambió, continuó siendo la misma: achicar la influencia de la nueva Rusia capitalista, para no dejarla crecer y recuperarse, expandiendo para eso a la Unión Europea y a la OTAN hacia Europa Oriental. A consecuencia de esta iniciativa, que Rusia resiste bajo el liderazgo de Vladímir Putin, es que se produce la guerra civil en Ucrania, aún no resuelta.

Pero la decisión anglo norteamericana ha cambiado ahora respecto de China. ¿Por qué? Porque, después de 37 años de crecimiento acelerado se ha convertido en una gran potencia industrial con economía de mercado reformada socialmente que, bajo la forma de un socialismo chino sigue conduciendo el Partido Comunista; lo que amenaza su hegemonía, pues se proyecta como una potencia mundial con capacidad tecnológica para desembarcar en la Luna y desplegarse en el campo de la guerra electrónica.

Por eso, la decisión geopolítica anglo norteamericana se orienta en la actualidad a cercar a China, integrándose para ello con los países que la rodean. El instrumento en desarrollo es el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, un espacio de libre comercio que reúne a Estados Unidos, Canadá, México, Australia, Darussalam, Malasia, Vietnam, Perú y Japón, que excluye a China.

La decisión geopolítica estratégica tomada por la alianza anglo norteamericana es desestabilizar, en el mediano plazo, a la conducción del PCCH. Tratará de hacerlo convocando a la nueva elite económica que se ha creado y a la clase media en constante crecimiento, para que demande su integración a la cultura cosmopolita global tras las banderas de la democracia pluripartidaria; pero dando la espalda a la conducción política del proceso de transformación nacional que ha hecho posible que en algún momento pueda plantearse esa legítima demanda. Denuncias de corrupción que vinculan a dirigentes del partido con la fuga de dinero a paraísos fiscales, recientemente difundidas, apuntan a ese objetivo; y el intento de apurar mediante protestas callejeras, los tiempos del proceso de transición hacia un sistema electoral pluripartidario, pactado para Hong Kong al momento de la restitución, también.

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América del Sur debe continuar desunida

Como ya vimos, el segundo objetivo geopolítico que tiene la alianza anglo norteamericana es mantener fracturada desde el punto de vista político y económico a América del Sur. Si observamos lo que sucede, podemos concluir lo siguiente.

Estados Unidos cambió de táctica después de la derrota que tuvo en el 2005 en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, cuando mayoritariamente los países latinoamericanos le dijeron no al ALCA, el acuerdo de libre comercio que debía llegar de Alaska a Tierra del Fuego. A raíz de ello, Washington decidió empujar que el acuerdo de libre comercio sea haga país por país, logrando avanzar bastante. Dentro de esta nueva operatoria se percibe una división de roles: Washington se encarga de operar sobre la costa del Pacífico y Londres sobre el Río de la Plata.

El Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica que tiene a Estado Unidos como eje, tiene su proyección a América del Sur y Central, ya que son miembros del mismo Méjico y Perú y participan como observadores Panamá, Costa Rica, Colombia, Guatemala y Uruguay. Vinculado al mismo objetivo de impulsar espacios de libre comercio, hay que considerar a la Alianza del Pacífico constituida por Colombia, Perú, Chile y México, todos países que ya han concretado acuerdos de libre comercio individuales con Estados Unidos.

La presencia de Uruguay como observador allí no es ajena a lo que Inglaterra está operando desde Malvinas. Consecuente con su objetivo de no sentarse con Argentina a negociar en el marco de la ONU la restitución de las islas a nuestra soberanía; Londres procura fortalecer a Malvinas como un centro económico que a partir de las inversiones petroleras, que están avanzadas, seduzca a Uruguay, a espaldas de Argentina, para que sea Montevideo el puerto de conexión marítima con las islas y sean empresarios uruguayos los que concurran con inversiones en infraestructura. La materialización de esta posibilidad se encuentra en curso, porque una delegación de legisladores kelpers la expuso en Montevideo y poco después, legisladores de los partidos Blanco y Colorado visitaron Malvinas, oportunidad en que casi viajó también uno del Frente Amplio.

La operación de Inglaterra sobre el Río de la Plata comenzó en 1806 y, desde entonces, su juego se orientó a enfrentar a Montevideo con Buenos Aires, cuestión sobre la que ha tenido éxito histórico; y ahora lo está intentando de nuevo. El objetivo es vulnerar el MERCOSUR, tentando a Uruguay con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y de comercio e inversión con Inglaterra en Malvinas.

Pero, por encima de este esquema micro de integración que hemos descripto, que se basa en mantener fracturada a América Latina, para imponerle a cada estado nacional que pertenezca a ella un acuerdo de libre comercio individual, en el cual cada estado latinoamericano proveerá materias primas y el norte bienes industriales; la alianza anglo norteamericana está desarrollando, en simultáneo, dos esquemas macro de integración, de carácter estratégico, que están destinados a converger. Uno, es el acuerdo de libre comercio entre la UE y el MERCOSUR. Y el otro, es el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE.

El acuerdo de libre comercio entre el MERCOSUR y la UE está avanzado y trabado, porque la UE quiere que Argentina y Brasil abran sus mercados internos industriales y de servicios, que están protegidos por el arancel externo común del MERCOSUR, para que ingresen sin restricción los bienes industriales y los servicios europeos; pero al mismo tiempo

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la UE se niega a abrir el sector agrícola europeo protegido, al ingreso sin restricción de productos agropecuarios del MERCOSUR. Como se verá, la UE “quiere la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos”, como dice el refrán popular.

La firma o no en estas condiciones, de este acuerdo de libre comercio entre la UE y el MERCOSUR, es un punto de fricción entre los países industriales del MERCOSUR, Argentina y Brasil; y los no industriales, fundamentalmente Uruguay y Paraguay porque, si bien Bolivia y Venezuela no son industriales, por concepción política, los respectivos presidentes Evo Morales y Nicolás Maduro apoyan la protección del proceso industrial del MERCOSUR, que por ahora encarnan básicamente Argentina y Brasil, porque aspiran también a industrializar a sus naciones.

A su vez, el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE está avanzado, pero es secreto. No se discute en los parlamentos respectivos. Se maneja por delegación en los ejecutivos y en las negociaciones privadas entre las grandes corporaciones bancarias, industriales y de servicios de ambos lados del Atlántico; porque su puesta en ejecución significaría ajustes mutuos dictatoriales y mayores concentraciones de poder económico, que no resisten el escrutinio público tanto de la opinión pública norteamericana, como de la europea.

Si finalmente se impusiera el acuerdo de libre comercio entre el MERCOSUR y la UE y, después se concretara el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la UE, a todos los países de América del Sur nos caería sobre la cabeza un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos a través de la UE, sin que hayamos discutido una coma del mismo.

El foco está puesto sobre Brasil

Pero volviendo al acuerdo de libre comercio del MERCOSUR con la UE, debemos saber que éste, a su vez, genera fricción entre Argentina y Brasil; porque un sector de la industria brasileña, la más fuerte y concentrada, se inclina a aceptar un acuerdo de libre comercio de la UE con Brasil, sin la Argentina, que permitiría, en ese caso, la protección parcial de las ramas industriales brasileñas más concentradas y fuertes, respecto de la competencia de los bienes industriales europeos.

Si esto ocurriera, sería funcional a la liquidación del MERCOSUR y a aislar el proceso industrial argentino, que es lo que quiere la alianza anglo norteamericana. Ellos pueden llegar a autorizar un Brasil con segmentos industriales que se desentiende del destino conjunto de América del Sur, pero no un Brasil que “va a más” porque se hace cargo de liderar la integración de América del Sur, sosteniendo su alianza industrial con la Argentina y tratando de que el tejido industrial se extienda progresivamente a los demás estados nacionales sudamericanos.

El Brasil que “va a más” es el del ex presidente Lula y el Partido de los Trabajadores. El Brasil que “va a menos”, es el de la oposición política que lidera el ex presidente, Fernando H. Cardozo, recientemente derrotada con la reelección de la presidenta Dilma Roussef; oposición que ahora, con el apoyo de los grupos económicos y mediáticos concentrados nacionales e internacionales, trata de llevarla a juicio político.

Es por ello que una acción como esta apunta, no solo a vulnerar al MERCOSUR, sino a desarticular también a la UNASUR, una construcción que propuso y está liderando Brasil; que

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es un acuerdo geopolítico de integración, cuyo corazón es el Consejo de Defensa Suramericano propuesto por Brasilia.

Por ello debemos ser conscientes que, por primera vez en su historia, Brasil está llevando adelante un proyecto geopolítico, la unidad política, militar y económica de América del Sur, que no cuenta con el visto bueno de la alianza anglo norteamericana, porque apunta a constituir un poder continental autónomo, que se propone jugar en la política internacional junto a Rusia, China, India y Sudáfrica, a favor de la universalización heterogénea, multipolar y multicultural y no con la globalización unipolar, homogénea y hegemónica que se apoya en la alianza entre Estados Unidos y la UE.

El punto de inicio de esta estrategia geopolítica de Brasil fue la construcción del MERCOSUR a partir de 1985 con Argentina, Paraguay y Uruguay; y se profundizó en el 2005 cuando hizo lo suyo para impedir que el ALCA prosperara; porque esto ocurrió debido a que Néstor Kirchner y Hugo Chávez actuaron decididamente en contra, con alto perfil, pero Lula sostuvo la jugada, con bajo perfil.

Tenemos así que el Brasil liderado por Lula y el Partido de los Trabajadores de orientación progresista, ha asumido el rol que la Argentina liderada por Perón y el Movimiento Peronista de orientación nacional y popular, asumieron en los años cincuenta: proponer y encabezar una política de integración de América del Sur, al efecto de construir un poder estatal continental que tenga la suficiente dimensión territorial y la suficiente entidad económica como para sentarse con fuerza en la mesa del poder mundial; cuando el poder mundial exigiera ser de dimensión continental para tener voz y voto, lo que Perón estimó ocurriría al comienzo del siglo XXI, es decir ahora, por lo cual avisó: “el año 2000 nos encontrará a los sudamericanos, unidos o dominados”.

La iniciativa de Perón fue combatida entonces por la alianza anglo norteamericana porque implicaba la construcción de un poder autónomo que interfería en sus planes geopolíticos. En aquel entonces, más allá de la voluntad positiva del presidente Getulio Vargas, finalmente Brasil no se sumó al proyecto de integración y fue a causa de ello que Vargas, desgastado después de una larga lucha que había iniciado en 1930, se suicidó en 1954.

En un contexto inverso, la iniciativa integracionista es ahora brasileña, la situación parece repetirse. Dilma, Lula y el PT están bajo el fuego de una campaña desestabilizadora, orquestada desde el poder económico y mediático concentrado nacional, con el apoyo de la alianza anglo norteamericana, que tiene una intensidad solo comparable con la que sufrió Vargas, cuando decidió jugar a favor de la integración propuesta por la Argentina.

Siguiendo esta línea de tensión con la alianza anglo norteamericana, a Brasil le preocupa su capacidad para defender su soberanía sobre el Amazonas, porque existen proyectos impulsados por grupos ecologistas del hemisferio norte, funcionales al interés anglo norteamericano, que postulan su “internacionalización”; y también le preocupa su capacidad para extraer y defender la explotación del petróleo alojado en la profundidad del mar costero del Atlántico Sur; pues allí Estados Unidos e Inglaterra tienen un cordón de bases militares que comienzan en las islas frente a África y culminan en Malvinas. Por tal razón, Brasil es el más consecuente aliado del reclamo argentino sobre Malvinas. Vinculado a esta preocupación, Brasil acaba de comprar aviones de combate a Suecia, porque ese país aceptó

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la transferencia de tecnología y rechazó comprarlos a Estados Unidos, porque no aceptaba ese interés brasileño.

Continuando con el significado geopolítico de la UNASUR, hay que comprender que, en la medida en que están integradas a ella Colombia y Venezuela, hay una proyección geopolítica de América del Sur hacia el Caribe y Centroamérica, que molesta a Washington. Esta influencia lograda, se refleja en la organización de la CELAC, donde participan todos los países americanos, menos Estados Unidos y Canadá.

Por ello, es del interés geopolítico norteamericano desestabilizar Venezuela, país que además es el mayor proveedor de petróleo a Estados Unidos; así como mantener ahogada a Cuba, negándose a restablecer relaciones diplomáticas y a levantar el embargo económico a isla. Gracias a la mediación exitosa y reciente del papa Francisco, la situación ha cambiado a medias, se han reabierto las embajadas, pero sigue el bloqueo. Si el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro fuera desplazado por la fuerza por una oposición sostenida desde Washington, la frontera caribeña de la UNASUR retrocedería; porque con Colombia el caso es diferente, Estados Unidos tiene con ella un acuerdo militar.

Acceso seguro a los recursos naturales

Cabe agregar además que la alianza anglo norteamericana se sustenta en un idioma y una cultura política común que le permite articular una comunidad de intereses estratégicos, geopolíticos, militares, económicos, sociales y culturales; que extiende su círculo de confianza a Canadá, Australia y Nueva Zelanda, lo que se comprueba en la gestión conjunta de la red de inteligencia Echelon, pero a nadie más; tal como se desprende del espionaje que Estados Unidos viene efectuando globalmente a través de Internet sobre Alemania, Japón y Brasil, históricos aliados; actividad que ha trascendido por la deserción de agentes encargados de esa tarea.

Y en la capacidad de despliegue militar de Estados Unidos en el mundo, que está estimada en 1.000 bases de apoyo con el complemento de Inglaterra. Como parte de esta realidad cabe recordar que Washington mantiene desde la Segunda Guerra Mundial una importante fuerza militar de ocupación en Alemania y Japón, decisión que por ahora no piensa revisar; y que estos dos aliados suyos siguen afuera del consejo de seguridad permanente de la ONU.

La alianza anglo norteamericana ha venido desplegando una política de guerra para asegurarse el acceso al petróleo de Medio Oriente, contando como aliado a Israel. Sus operaciones militares de represalia contra los terroristas de Al Qaeda que demolieron a las Torres Gemelas de Nueva York en el 2001, impulsados por predicadores del fundamentalismo musulmán; culminaron con la invasión a Afganistán, Irak y Libia y la consecuente destrucción de la organización política, la economía y el bienestar que habían alcanzado, a su manera, los pueblos de cada una esas naciones; que, para desgracia de ellas, por alguna razón interfirieron en el manejo de intereses estratégicos: petróleo, recursos naturales, finanzas, etc.

La última creación de esta película de terror anglo norteamericana, que no es ficción sino realidad, es el Estado Islámico, organizada por cuadros fundamentalistas musulmanes que fueron reclutados por sus aparatos de inteligencia en las prisiones de Irak, tras la ocupación. El blanco de esta organización terrorista, supuestamente islámica, es el gobierno

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de Siria al que pretende voltear e, indirectamente, el de Irán; país que ha sido retirado por ahora del programa de invasión, a consecuencia de haberse logrado un acuerdo para que el plan nuclear iraní no se militarice, gestión negociadora en la cual el rol de Rusia y China ha sido decisivo para inclinar la balanza. Cabe señalar que el Estado Islámico tiene también como blanco a las comunidades cristianas de Medio Oriente, a las que se propone suprimir mediante el genocidio.

Lamentablemente, toda esta tragedia está haciendo realidad lo que Perón advirtió como posible futuro: el objetivo de esas guerras, además de la apropiación y el control de los recursos económicos, será la supresión biológica mediante la destrucción material de las condiciones elementales que los humanos necesitan para sobrevivir. Así lo ejemplifica la inmigración desesperada y suicida que están emprendiendo para llegar de cualquier manera a la UE, las poblaciones norafricana y mesoriental, empobrecidas y marginalizadas por la guerra y la destrucción de su nivel de vida.

Pero esta dramática crisis humanitaria se agrava aún más, porque la UE a la que pretenden ingresar de cualquier manera, aún a costa de sus propias vidas, no se encuentra en las mejores condiciones para recibirlos, porque cada uno de los países miembros de la unión está sometido a un ajuste económico social que va destruyendo su histórico estado de bienestar, que es impuesto por Alemania siguiendo los dictados de la alianza anglo norteamericana.

¿Por qué ocurre esta tragedia, que es una insensatez humana imperdonable? Porque la alianza anglo norteamericana necesita ajustar el tamaño de la población mundial, en todos los continentes, para que su dimensión sea compatible con un sistema económico global que, como ya vimos, maximiza las ganancias del capital especulativo y la exclusión social. Sistema al que por ahora no acepta reformar, a menos que sea obligado.

Es por ello que, siguiendo lo anticipado por Perón, debemos pensar que en el caso de que el rumbo que hasta ahora impone por la fuerza la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, no pueda ser alterado por la acción política pacífica de la universalización, heterogénea, multipolar y multicultural, el futuro de la humanidad estará acercándose a la hecatombe.

Estrategia de la universalización

El primer obstáculo serio que recibirá la globalización unipolar, hegemónica y homogénea que dominará el mundo tras la disolución de la URSS en 1991, tendrá lugar recién en el 2008. Será cuando en forma abrupta e inesperada estalle la Bolsa de Nueva York, a consecuencia de las contradicciones sistémicas que el propio capitalismo especulativo globalizado desregulado había construido en total libertad, al encontrarse liberado de la amenaza comunista; pues esta, mientras existió, había obligado al capitalismo a autoreformarse socialmente y a construir el estado de bienestar.

Será recién a partir de ese momento que la universalización heterogénea, multipolar y multicultural encontrará el espacio político, que hasta ese momento no había tenido para ofrecerse como alternativa.

Esto se materializará cuando los países emergentes industrializados de dimensión semicontinental, como China, Rusia, India y Brasil tomen ese año, la decisión de conformar el

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bloque BRIC; para comenzar a asociar sus economías en el marco de una apuesta política que apuntaba a construir un mundo multipolar. Y los países de América del Sur decidan en paralelo, también ese año, constituir la UNASUR, apostando a una estrategia geopolítica de integración que les permita posicionarse como actores unificados, en la construcción de un mundo multipolar.

En el 2011 Sudáfrica se incorporará al BRIC, quedando estructurado a partir de ese momento la alianza BRICS, tal como se la conoce actualmente; la que, en un proceso positivo de consolidación, creará en el 2015 su propio banco de inversión, al que denominará Nuevo Banco de Desarrollo.

Como un anticipo a esto que describimos es necesario remontarse a 1996, cuando China y Rusia, convertidas ya en economías de mercado en proceso de crecimiento, tomarán la decisión estratégica de aliarse entre sí en el plano geopolítico para comenzar a construir la unidad de Eurasia; frente a la iniciativa geopolítica de la alianza anglo norteamericana, que había logrado mantenerla fracturada sobre la base del enfrentamiento histórico que se había dado entre China y Rusia cuando eran comunistas.

El instrumento para la unidad geopolítica será la Organización de Cooperación de Shanghai, que integrará a China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán; estos tres últimos, países de población musulmana, ex integrantes de la URSS, volcados a la economía de mercado. En el 2001 se agregará Uzbequistán, otra nación musulmana, ex soviética, también convertida a la economía de mercado.

En ese marco de crecimiento y de consolidación de la OCS, está previsto que en 2016 se incorporen a ella, India y Paquistán. Lo que significará un espaldarazo estratégico a la reintegración geopolítica de Eurasia, porque en la fractura anterior que explotaba en su beneficio la alianza anglo norteamericana, la India operaba como un ariete de la URSS y Paquistán de China; lo que implicaba un estado de guerra latente entre India y Paquistán, naciones que habían accedido al armamento nuclear, con el apoyo de Rusia y de China, respectivamente.

Como parte de su iniciativa geopolítica de integración de la masa euroasiática, China lanzó en el 2014 la propuesta de crear el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, invitando a integrarse como socios, a todos los estados del mundo que tuvieran interés en hacerlo. El capital total previsto es de 100 mil millones de dólares, de los cuales China aportará la mitad, quedando el resto de la siguiente manera: 75 por ciento para estados de Asia y Oceanía y 25 por ciento para el resto del mundo. El atractivo de esta nueva entidad bancaria está ligada a una iniciativa que China acordó con Rusia, que es recrear la “ruta de la seda”; en referencia a la vía de comunicación comercial que durante miles de años unió a Oriente y Occidente, hasta que entró en decadencia.

La nueva ruta de la seda tendrá dos trazados: uno terrestre que irá por el centro de la masa euroasiática y otro costero marítimo que la bordeará; los que de conjunto la articularán con inversiones en infraestructura que incluirán, la construcción de ferrocarriles, autopistas, puertos, líneas eléctricas, gasoductos, oleoductos, fibra óptica, etc. De allí que, ante tamaña “zanahoria”, se hayan anotado 57 países como miembros fundadores del BAII. Debe destacarse que han decidido unirse al mismo, además de los otros BRICS, India, Rusia, Brasil y Sudáfrica; Japón, Corea del Sur y Vietnam, entre otros de Asia; Australia de Oceanía;

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Inglaterra, Suiza, Alemania, Francia e Italia, entre otros de Europa Occidental; y Arabia Saudita, Kuwait, Israel, Irán y Turquía, entre otros de Medio Oriente.

Cabe señalar que Estados Unidos ha quedado afuera por voluntad propia, lo que contrasta con la decisión que tomó Inglaterra. Sobre esto se pueden hacer dos lecturas complementarias. Una es, que la alianza anglo norteamericana cruje frente a la fortaleza de la estrategia integradora euroasiática que tiene a China, Rusia e India como eje. Y la otra es que, ante esta realidad, la astucia política inglesa, más flexible que la norteamericana, aprovecha la situación para defender sus propios intereses económicos y hacerlos valer ante el socio mayor, de una alianza estratégica que continúa más allá de cualquier diferencia táctica.

La irrupción del Papa Francisco

El segundo gran parate que recibirá la globalización unipolar, hegemónica y homogénea, lo aportará la elección sorpresiva del Papa Francisco a comienzos del 2013. Pues él se pronunciará, de inmediato, contra de la economía especulativa global y la exclusión social que ésta genera, condenándola como una “economía de descarte”. Y también contra la política de guerra de la alianza anglo norteamericana, con una decisiva intervención diplomática en favor de la paz realizada ante el Grupo de los 20 reunido en Moscú, lo que impidió el inminente bombardeo de Siria por parte de fuerzas de la OTAN.

La presencia de Francisco, un conductor y predicador que ha recreado un liderazgo popular cristiano perdido, ha sido decisiva para que la política, la negociación y la diplomacia se reinstalaran en el mundo. En el Medio Oriente: en donde se han abierto negociaciones para tratar de parar la guerra civil en Siria; para poner bajo normas internacionales pacíficas el programa nuclear de Irán; y para reimpulsar un acuerdo de paz entre Israel y Palestina basado en el reconocimiento mutuo de los estados. Y en América, al lograr que Estados Unidos y Cuba reanuden sus relaciones diplomáticas y que comiencen las negociaciones para que Washington levante finalmente el bloqueo económico a La Habana.

Lo que Francisco también ha traído a la escena mundial es el “ecumenismo religioso”, que procura que el cristianismo en todas sus versiones, el judaísmo y el Islam trabajen juntos a favor de la paz mundial; neutralizando la política de guerra que ha venido alentando el “fundamentalismo religioso” cristiano, judío y musulmán.

De esta manera el universalismo heterogéneo, multipolar y multicultural ha incorporado una fuerza espiritual que viene a complementarse con la fuerza material multipolar, que la mesa de estados continentales conformada por China, Rusia, India, Sudáfrica, UNASUR y CELAC están tratando de hacer valer en las negociaciones económicas y en los foros internacionales políticos: la ONU y el G-20, ámbito este último que Argentina comparte con Brasil, Méjico, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Inglaterra, Rusia, Arabia Saudita, Australia, China, Corea del Sur, India, Sudáfrica, Turquía, España y la UE.

Se ha fortalecido así la política universal de los pueblos. A ella suscriben las culturas políticas nacionales y populares o progresistas que pretenden expresar el deseo de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes, a ejercer el derecho político a organizarse, a su manera, para progresar en paz, con inversión, trabajo, educación, cultura y justicia social.

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La universalización heterogénea, multipolar y multicultural necesita de la paz, porque su objetivo es lograr la felicidad de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes. Por ello, su medio es la política y la diplomacia, porque necesita realizar lo que Perón planteó como programa de la universalización: "un acuerdo geopolítico que permita una mayor producción y una mejor distribución de los medios de subsistencia, tarea que tendrá que ser realizada por las grandes fuerzas que orientan y manejan la transformación de la humanidad”.

Avances institucionales y políticos a favor de los pueblos: UNASUR y CELAC

Esta unidad continental, que viene a contribuir con el esquema de la universalización heterogénea, multilateral y multicultural, no es una mera declaración de principios políticos sino que ha puesto en marcha distintas líneas de acción que con distinto grado de avance, constituyen la base sobre la cual se puede construir la unidad continental.

UNASUR es un proyecto de integración de carácter político con el objetivo de conformar “(…) un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente (…)”. UNASUR introduce mecanismos y temáticas novedosas en los procesos de integración que habían caracterizado la región. Por un lado, se establecen mecanismos que dan cuenta de un profundo e inquebrantable compromiso con la democracia, ejemplo de ello fueron las intervenciones en los intentos de golpe en Bolivia y Ecuador, o el conflicto entre Venezuela y Colombia.

Por otro también se asumen compromisos en temáticas nunca abordadas en términos de política regional. Actualmente se encuentran en funcionamiento doce consejos sectoriales que trabajan diferentes áreas. Estos son: el Consejo de Defensa (CDS), el Consejo de Salud (CSS), el Consejo Electoral (CEU), el Consejo Energético (CES), el Consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación (COSUCTI), el Consejo de Cultura (CSC), el Consejo de Desarrollo Social (CSDS), el Consejo de Economía y Finanzas (CSEF), el Consejo de Educación (CSE), el Consejo de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), el Consejo del Problema Mundial de las Drogas (CSPMD), el Consejo en Materia de Seguridad Ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra la Delincuencia organizada.

Además de trabajar la temática de la Defensa, quizás el área donde mayores avances se han realizado como la discusión de una política de defensa común o la construcción conjunta de aviones de entrenamiento; en el ámbito del Consejo Sudamericano de Salud, actualmente los Ministros se encuentran trabajando en un documento en el cual se denuncia en forma conjunta el abuso y la extorsión que por parte de los laboratorios multinacionales para mantener los precios de los medicamentos altos. O bien, en el ámbito de la Educación, donde se está trabajando sobre la integración académica, promoviendo acuerdos para el reconocimiento de estudios y títulos para facilitar la movilidad de alumnos y graduados universitarios.

Por su parte, la CELAC se constituyó en 2011 y nuclea a todos los países de Latinoamérica y Caribe, es decir de México hacia el sur, todos los países integrantes del continente americano con excepción de Estados Unidos y Canadá. Hasta el momento se han celebrado tres cumbres, la primera de ellas en Chile en 2013; la segunda en La Habana en 2014 y la última en Costa Rica en enero último.

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La CELAC reemplazó a la OEA como organismo de concertación política de la región y se convirtió en una entidad de interlocución para las cumbres de América Latina con espacios extrarregionales. Por ejemplo, en 2013 en Chile se celebró la cumbre empresarial Unión Europea – CELAC. Lo mismo ocurrió con China, país con el cual se instituyó un foro formal de diálogo con la región en 2015 en Beijing en donde se celebró la primera Reunión Ministerial del Foro CELAC – China que tiene como objetivo profundizar la asociación integral en tanto “países en vías de desarrollo y economías emergentes” en la “promoción del multilateralismo, de un mundo multipolar y una mayor democratización de las relaciones internacionales”, según se afirma en la declaración de Beijing de 2015.

Estos ámbitos institucionales de coordinación de políticas dan cuenta del compromiso de los estados parte en conformar un espacio sudamericano con voz propia que garantice los intereses regionales estén representados. No obstante, la lógica del “divide y reinarás” es todavía una amenaza, representada en términos concretos por los Tratados de Libre Comercio firmados en forma individual con distintos estados, hoy integrantes de la Alianza del Pacífico, otro proyecto regional con miras a la liberalización del comercio y la promoción de la costa del pacífico como “plataforma de exportación”, más que un proyecto de fortalecimiento de la capacidad industrial y de integración productiva del continente.

En este sentido, la universalización heterogénea, multipolar y multicultural tiene por delante entonces el desafío de revertir la desigualdad obscena que se verifica en el mundo; tratando de construir una economía social global, de mercado pero con regulaciones estatales globales, que apunten a equilibrar el poder del capital y el trabajo y a poner el capital especulativo al servicio del capital productivo; que sea capaz además de cambiar la relación centro industrial-periferia primaria, instalada, organizando una economía productiva industrial global, al servicio del bienestar social de los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes.

Construir una nueva edad suma-de valores

Como plantea Perón en La Comunidad Organizada -el texto que presentó ante el Congreso Internacional de Filosofía realizado en Mendoza en 1949- también tiene por delante un objetivo ambicioso: clausurar una era dominada por materialismo, que comenzó con el capitalismo y la primera revolución industrial; para organizar un renacimiento de la civilización que se exprese como una “edad suma de valores”, donde haya “proporción, equilibrio y armonía entre las necesidades materiales y las necesidades espirituales, y los derechos individuales y los sociales”, de todos los pueblos, de todas las naciones, de todos los continentes.

Pero no hay que entusiasmarse ilusoriamente. Hay que tener claro que la alianza anglo norteamericana que propicia la globalización unipolar, hegemónica y homogénea es aún es muy fuerte; y la alternativa de la universalización es aún muy débil y su construcción dificultosa; porque se trata, precisamente, de coordinar los intereses heterogéneos, multilaterales y multiculturales que encarnan los diversos pueblos, de las diversas naciones, de los diversos continentes.

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Los sujetos y el contrato. Una mirada (posible) sobre las luchas sociales, los liderazgos populares y los cambios institucionales en América Latina

Prof. Daniel Ezcurra

Coordinador de las Cátedras Bolivarianas

Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo”

Lic. Leandro Greca,

Coordinador del Área de Coyuntura Nacional e Internacional

Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad

Han pasado diez años de aquella insigne IV Cumbre de las Américas en la cual los países del MERCOSUR más Venezuela sepultamos la pretensión imperial de convertir a nuestro continente en una maquila enajenada de su destino. No podemos menos que afirmar que aquella decisión, a la vez grave, trascendente y necesaria, fue posible gracias a un liderazgo colegiado y a la sintonía política que exhibieron tanto los Jefes de Estado como las organizaciones populares latinoamericanas que se dieron cita en Mar del Plata en noviembre de 2005. Ese “No al ALCA” hunde sus raíces en las tradiciones políticas más avanzadas, en las que mejor han interpretado la soberanía, la independencia y la justicia social. A la distancia, podemos vislumbrar el significado histórico de aquellas jornadas, su ineluctable relación con las luchas sociales contemporáneas al tiempo que nos permitimos inscribirlas en la saga política de una región resuelta a institucionalizar este cambio de época (sobre el cual se habla mucho pero se escribe poco).

Retrospectivamente, la IV Cumbre de las Américas se nos presenta como un movimiento iconoclasta en tanto las ideas consagradas en el Consenso de Washington fueron heridas de gravedad deliberadamente por un sujeto político consciente de cuál era el camino incorrecto. La ponderación de lo que efectivamente fue un temperamento reactivo, no nos exime de identificar y analizar minuciosamente los posicionamientos por la positiva o la falta de aquéllos si es que acaso la integración regional aún no ha balbuceado su nombre completo. Resistencia y, también, autoafirmación son las claves para leer en este proceso que entendemos plenamente vigente. Tomando como faro y referencia histórica el “No al ALCA”, en este artículo vamos a presentar y a reflexionar en torno a las luchas sociales en nuestro pasado reciente, los liderazgos, la democracia y los cambios institucionales reseñando aquellos países que han reformado sus constituciones. Sin perjuicio de la singularidad de cada caso nacional, nuestro objetivo consiste en escrutar los denominadores comunes que nos autorizan a hablar de una sincronía regional y (con otro tipo de licencias) de una Patria Grande.

Para marcarle el tiempo a las ideas que queremos transmitir aquí, debemos remontarnos al parteaguas neoliberal y significar lo que éste ha implicado a la hora de pensar las luchas sociales y los horizontes de cambio. Con perdón de lo trillado y la recurrencia que suponen las caracterizaciones sobre el neoliberalismo, entendemos necesario (una vez más)

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contrastar, en el espejo histórico más reciente, las amenazas que todavía se yerguen sobre nuestros pueblos y organizaciones.

Lejos de suponer una mera avanzada monetarista, el neoliberalismo implicó en la crónica del capitalismo un redespliegue de ambiciones históricas. Se propuso desmontar todas aquellas mediaciones que obstruían el “libre desarrollo de las fuerzas productivas”. Para tamaña empresa, se precisaba un estado forjado a su imagen y semejanza y barrer el que existía. Así de modo más o menos gradual, el viejo Estado se fue retirando de aquellas actividades que favorecían la regulación de la economía y de las relaciones sociales fundamentales.

A instancias de sus políticas laborales flexibilizadoras y a partir de la retracción de los mercados internos, los diferentes gobiernos neoliberales de la región deterioraron la centralidad que el movimiento obrero ostentó durante medio siglo. De tal modo fueron cobrando relieve los movimientos sociales que ocuparon y representaron el lugar de la carencia (la saga de los sin), que asumieron una perfilada propensión a la democracia directa y a la horizontalidad y que consecuentemente sostuvieron una severa distancia con la matriz estadocéntrica de la representación sindical (Zibechi, 2010). Con un fuerte clivaje territorial, las luchas desplegadas por los movimientos sociales (tierra, servicios básicos, subsidios alimentarios) enfrentaron al Estado neoliberal y a su pacto social regresivo desarrollando un poder de veto e incluso cierta capacidad destituyente. Lo antedicho abona a una perspectiva extendida que entiende al binomio Eestado-movimientos sociales como una amistad imposible. Ahora bien, el panorama se complejiza cuando se advierte la nueva realidad latinoamericana marcada por rupturas de diferente grado con el paradigma pretérito. Para sortear la teoría de la “cooptación”, cara a ciertas izquierdas, es menester analizar la especificidad nacional para comprender cada proceso político con sus correspondientes tensiones y sinergias.

La pregunta por la profundidad de una ruptura puede conducir a un callejón sin salida. Pero lo cierto es que los casos de Bolivia, Ecuador y Venezuela traen consigo sendas reformas constitucionales que de un modo u otro hacen una diferencia con otras experiencias nacionales. Cabe una reflexión general para luego sí aproximarnos a cada caso por separado. La ampliación de la participación ciudadana, punto de privilegio en la agenda de los movimientos sociales, no supuso un abandono ni mucho menos de las instituciones y mecanismos representativos (Pérez Flores F., Mendonca Cunha Filho y A. Coelho, 2010). Es decir, las CN auspiciaron la aproximación entre gobernantes y gobernados como forma de procesar las crisis de representación que atravesaron los tres países andinos pero salvaguardando la preeminencia del Estado en la toma de decisiones. Puntualmente, el mecanismo de revocación de mandatos fue utilizado en el caso de Bolivia y Venezuela por las fuerzas opositoras para intentar destituir a los Presidentes. De tal modo, esta institución propia de la democracia directa demostró su eficacia para mediatizar un conflicto que en otra coyuntura hubiese tenido alcances insospechados.

Lo significativo del caso boliviano para lo que aquí nos atañe radica en que el mismo gobierno se ha autodefinido como “el gobierno de los movimientos sociales”. El Presidente Evo Morales, sindicalista campesino e indígena, es la cara visible del ascenso plebeyo al poder que tiene sus orígenes en las movilizaciones de masas a principios de este siglo. No es arriesgado afirmar que la otrora ofensiva secesionista de la Medialuna Oriental ha sido un efecto diferido de este ascenso. Se observa, entonces, que el primer riesgo para la

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gobernabilidad democrática provino del contragolpe oligárquico valiéndose, primero y como dijimos, de un mecanismo constitucional y luego del golpismo tout court. Atenuada la amenaza por el pronunciamiento de la UNASUR y por la victoria contundente en diciembre de 2009, las contradicciones o las tensiones creativas (García Linera, 2010) se trasladaron al bloque nacional-popular.

Como es de suponer, un gobierno que se arroga la influencia de los movimientos sociales debería recrear o reproducir algunos de sus elementos constitutivos. Esto ocurre en las áreas de gobierno dónde la instancia deliberativa, la dinámica asamblearia, el “tomarse tiempo” confronta con el carácter vertical y centralizador del aparato estatal. Empero, con respecto a otras, ésta es una contradicción de menor intensidad. Al interior del gobierno boliviano han existido dos matrices opuestas a la hora de entender el desarrollo. Por un lado está la hegemónica, la que efectivamente se lleva a cabo, que no varía demasiado de una apuesta a un capitalismo de Estado y distributivo. Por el otro, está la que sostienen ciertos movimientos sociales indígenas que apuestan a un vivir bien en contraposición al vivir mejor occidental. Así el gobierno debe dar respuesta a demandas propias de colectividades bivalentes (Fraser, 1997). El reconocimiento de formas ancestrales de concebir la vida y el mundo se suman al reclamo distributivo en un contexto en el cual la economía tiene dificultades para superar el cuello de botella que implica el atraso tecnológico. El dilema es: con la industria extractivista se distribuye pero se posterga el reclamo por el hábitat y el vivir bien. El desafío para la Revolución Democrática y Cultural consiste en resguardar el orden democrático auspiciando el diálogo con todos los movimientos sociales.

La emergencia de la Revolución Bolivariana plantea otros interrogantes para esta problemática. A diferencia del caso boliviano, un outsider como Chávez capitalizó la crisis política y económica de los ’90. El divorcio de las masas con respecto al bipartidismo las dejó en una situación, si se quiere, de disponibilidad. El dantesco Caracazo (1989) marcó los alcances y los límites de la resistencia popular y habilitó la posibilidad de una intervención cesarista o una revolución desde arriba. Un putsch fallido (1993) y luego la victoria en las urnas (1998) fueron los pasos que recorrió el bolivarianismo hasta alcanzar el poder. López Maya y Manzarelli identifican tres momentos en la evolución de la acumulación política del chavismo que va desde la centralización partidaria hasta la supeditación de lo social al Estado pasando por una transitoria apelación a la descentralización y a la autonomía. En efecto, los consejos comunales ejecutando políticas públicas y las misiones sociales respondiendo a ciertas necesidades constituyen avances populares indiscutibles. Claro que desde una perspectiva crítica, esto no respondería a la definición de un movimiento social sino más bien al de una organización social (Zibechi, 2010). Desde este ángulo crítico, la heteronomía se impondría por sobre la autonomía. Por su parte, la formación del PSUV, para sus adversarios el embrión de un partido de Estado, no ha implicado ningún riesgo para la democracia en tanto sistema de competencia de partidos.

Por último, en el caso ecuatoriano encontramos semejanzas con los dos anteriores. Correa, al igual que Chávez, era un outsider con respecto al movimiento popular y el proceso ecuatoriano se enfrenta a situaciones similares que el boliviano. El partido de gobierno Alianza País centrado casi exclusivamente en Correa es una formación heteróclita con un discurso disruptivo e impugnador de la partidocracia (Ramírez Gallegos, 2010). Cuando se convoca a la Constituyente, la fuerza mayoritaria incorpora y empodera al movimiento social neutralizando a las elites de antaño. Nuevamente y superada la fase jacobina, el camino se ha bifurcado. La autonomía indígena y la discusión por el modelo de desarrollo son los puntos

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que han dividido las aguas. Estos desencuentros entre las fuerzas del cambio podrían ser condición de posibilidad para que las fuerzas del pasado metan su cuña con su consiguiente turbulencia política. El porvenir de estos procesos emancipatorios se juega en la comprobada templanza de nuestros líderes y en la madurez de nuestras sociedades.

Excursos. Kirchner y Chávez, los habilitantes

Desde nuestra perspectiva política, asumimos que la historia la hacen los pueblos aunque existen liderazgos providenciales que si no la determinan, al menos, la condensan. La misma consideración es extensiva a los cambios institucionales. Los grandes hombres y mujeres empujan a los pueblos y se ven empujados al tiempo que anticipan el futuro. Esos son los casos de Hugo Chávez y Néstor Kirchner como también de otros grandes líderes y Jefes de Estado que ya hemos mencionado. Pero tratándose de dos referentes indiscutibles que ya no están entre nosotros si no iluminando nuestro quehacer desde la eternidad, les reservamos este acápite y estas palabras a modo de homenaje.

El Comandante Chávez fue Presidente durante quince años sometiéndose a la voluntad popular en 14 procesos electorales y triunfando en casi todos. A esta impactante legitimidad de origen, su gestión añadió la tan citada legitimidad de ejercicio. El gobierno que encabezó significó revolución en todo sentido por eso es que su muerte ha señalado un hito en la historia de su país y en la de todo el continente. Repasar todas las medidas y transformaciones en favor del pueblo, excedería por completo los objetivos de este acápite y demandaría ríos de tinta. Empero, no está de más identificar un perfil global de la Revolución Bolivariana para situarla en perspectiva a la luz del pasado y lo que habrá de venir.

Venezuela, no decimos nada nuevo, es una potencia si hablamos de hidrocarburos. Durante décadas, esta ventaja comparativa y su monumental renta estuvieron sólo en función de las burocracias puntofijistas y de modelos elitistas y excluyentes. Con Chávez, el cambio fue de 180 grados. La plusvalía petrolera se inclinó hacia el mercado interno, la inversión social y la obra pública. Paralelamente, y de modo escalonado, Venezuela emprendió la diversificación de su estructura productiva con el objetivo de atenuar los efectos perniciosos de una economía primarizada. Entre todas las políticas inclusivas e igualitarias, no se puede soslayar a las connotadas Misiones Bolivarianas. Por primera vez, el Estado llevaba su brazo reparador a las barriadas más humildes y localidades más remotas subsanando años de desamparo, ampliando derechos y apuntalando la organización popular.

Por supuesto que la política exterior es otra cuestión que no pasa inadvertida. Con Chávez, Venezuela dejó de mirar tanto al norte para focalizarse más en el sur. Impulsó la unidad latinoamericana fortaleciendo estructuras preexistentes y fundando otras como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En 2005 estuvo con Néstor Kirchner, espalda con espalda, en la recordada IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata. Rubricando un acuerdo histórico que se remonta a la mejor tradición de la Patria Grande, los pueblos del MERCOSUR mandamos al carajo a aquel estatuto del coloniaje denominado ALCA.

Este temperamento liberador alcanzó también a la comunicación y la cultura. El Comandante se jugó por esta correlación no sólo para contrapesar la monotonía de las corporaciones mediáticas sino para también sublimar la conciencia y la autoestima de los siempre relegados por el discurso hegemónico (Usinas Kolina, 2015).

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Sabemos que los proyectos como el de Chávez no demoran en reunir enemigos. Cuando se pierden privilegios, las oligarquías suelen desatar lo peor de sí mismas. Pero pese a la infamia y a las movidas destituyentes señaladas con anterioridad, Chávez apostó siempre por las instituciones democráticas y rehusó de la violencia. Al igual que Nicolás Maduro, que frente a las provocaciones y las guarimbas, siempre ha convocado a los venezolanos al diálogo, a la paz y a la convivencia.

¿Qué podemos decir de Néstor Kirchner sin que las palabras nos condenen a la autocomplacencia o a una yuxtaposición de fechas y bronces ajena al fragor de la lucha política que aquél encaró? Kirchner no sólo aportó su energía y claridad durante las jornadas que hoy conocemos como las del “No al ALCA”1. Nunca perdió de vista el carácter estratégico de la integración regional como tampoco la confianza y los acuerdos necesarios para alcanzarla. Al tiempo que le puso el cuerpo a aquella patriada en Mar del Plata, puso su cuota de energía para resignificar al MERCOSUR y, como primer Secretario General de la UNASUR, puso lo que había que poner e hizo (hicimos) votos por la paz cuando las desavenencias entre hermanos amenazaron con agudizarse.

La larga noche neoliberal, en nuestro país, culminó en diciembre de 2001. Pero dice el refrán, que no por mucho madrugar se amanece más temprano. Esto es, si bien hay una ruptura en aquellas jornadas no supuso una salida por la positiva. Las cosas llevaron su tiempo. El sol tardaría en asomar y salió, nuevamente, un 25 de mayo. Aquella plaza, la expectativa y, sobre todo, aquél discurso de notable vigencia. Salir del infierno, para él, no era una tarea automática. Con el despegue productivo, no alcanzaba para cimentar un proyecto de mayorías. El que parecía una figura menor o un chirolita, tenía para sorpresa de propios y extraños una visión propia de cómo enfrentar la crisis. Dicen que las crisis se dirimen entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. En efecto, las demandas acumuladas en años de luchas sociales encontraron su cauce a partir de un actor sobre el cual muchos no tenían confianza. Así fue que mientras los mismos de siempre le reclamaban ortodoxia económica y sujeción, propuso autonomía. Procuraban olvido y perdón y bajó los cuadros. Auspiciaban el derrame y auspició la intervención del Estado. Le aconsejaban mirar hacia el norte y hacia occidente exclusivamente e impulsó la unidad del Sur y la multilateralidad.

Para Néstor la política exterior no era más que la extensión de la política nacional. Así como propició el respeto irrestricto al derecho internacional, la multipolaridad y la fraternidad entre los pueblos, emplazó las piedras angulares para la construcción de un Proyecto Nacional con eje en el paradigma de los derechos humanos. Tempranamente, dejó en evidencia, en los foros internacionales, la voracidad del mundo de las finanzas y la desolación que implicaba para los humildes y los trabajadores un modelo más preocupado por las prerrogativas del dinero que por la personas. Con Lula, se libraron coordinadamente de los dictados del FMI cancelando la deuda contraída por los gobiernos neoliberales. Pero no sólo se libraron de un obstáculo sino, ante todo, de una conducta injerencista, del ahogo económico y social al que conduce la prédica de los organismos multilaterales de crédito. En la actualidad, el valiente pueblo griego enfrentando a la Troika, está reeditando aquella historia que hemos padecido en estas latitudes. Hacemos votos para que el ejemplo de

1 No se puede pensar la política exterior del kirchnerismo sin hacer referencia a lo ocurrido durante el peronismo histórico. Efectivamente, así como en política interna uno y otro se parecen bastante, la misma consideración cabe a la política exterior. Perón impulsó la integración regional a partir de lo que se ha denominado el eje ABC (Argentina,

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Néstor Kirchner y también el de Chávez iluminen a las autoridades y a las organizaciones populares helénicas en esta batalla decisiva.

La troika tiene entre ceja y ceja a Grecia y los fondos buitres pretenden escarmentar a la Argentina. No quieren que cunda el ejemplo de Néstor Kirchner quien no dudó en anteponer la dignidad nacional al momento de reestructurar la deuda externa. Los buitres no negocian sino extorsionan. Compran bonos en default a precios irrisorios con el único objetivo de especular. Doblegan a la Justicia, arrasan con lo que encuentran a su paso burlándose de la legislación internacional como ocurrió con el caso de la Fragata Libertad retenida ilegalmente en Ghana.

La soberanía irrestricta es el sello distintivo de nuestra realidad latinoamericana como también una de las inspiraciones de Néstor Kirchner. Un hombre venido del punto más austral de nuestro continente, donde la vida es dura, donde el alma y la voluntad se ven templadas por la inclemencia del clima. Del punto más austral, bien cerca de las Malvinas y del atropello colonial.

De los 16 enclaves coloniales que aún existen y avergüenzan al Mundo, 10 son de dominio británico. Y si cotejamos la historia, tampoco ella es generosa para con esta potencia colonial. Sólo citemos lo que nos ha tocado en suerte. 1806 y 1807 Invasiones Inglesas y la heroica resistencia del pueblo de Buenos Aires. 1833, ocupación de las Islas Malvinas y destitución del Pabellón y las autoridades nacionales. 1845, bloqueo naval anglo-francés detenido en la Vuelta de Obligado. No podemos más que inclinarnos ante estas evidencias históricas y, de tal modo, ajustar las palabras a los hechos.

Kirchner era malvinero por definición y fue zurciendo sin prisa y sin pausa un tejido de solidaridad en todo el continente. Malvinas es una causa latinoamericana gracias a su empuje, gracias a Cristina Kirchner, gracias a los pueblos y gobiernos populares de la región. Somos (los latinoamericanos) un pueblo de paz consciente de la ecuación del poder mundial, consciente de los intereses económicos y militares que surcan la geografía planetaria. Pero no por ello dejamos de apostar por un mundo multipolar, respetuoso de la vida, de los derechos humanos, de los recursos naturales, de la pluralidad de credos, ideologías y razas. Somos un pueblo de paz y caminamos como hermanos en aras de mayor integración, más desarrollo y más inclusión. Frente a las potencias centrales que persisten en las viejas recetas ortodoxas, frente al poder financiero y armamentístico, frente a los que sostienen que el dinero puede producir dinero, frente a la unilateralidad y la prepotencia, América Latina levanta su voz con humildad pero con orgullo por lo que hasta ahora hemos conseguido.

Crisis, emancipaciones y soberanía

Si una lección nos ha brindado la historia, es que las crisis siempre representan oportunidades. Efectivamente, las grandes tensiones políticas y económicas que tuvieron como epicentro a los imperios o a las potencias centrales, implicaron para la periferia una grieta por donde construir y pasar a la ofensiva. Cuando la hegemonía mundial pierde peso o se desplaza, cuando la mirada exteriorizante debe plegarse sobre sí misma, cuando se desatan las cuerdas que sujetan un orden constituido, desde allí se montan los proyectos de autoafirmación soberana. Mar del Plata 2005 se puede leer en esa clave. Un imperio a la retranca, atrapado en sus aventuras guerreristas, incubando desequilibrios económicos y la

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estampida de gigantes financieros, vio truncado su plan más ambicioso para lo que consideraba su “patio trasero”.

Podemos analizar la crisis internacional de 1929 de modo análogo en tanto hirió de gravedad a la primigenia inserción latinoamericana en la división internacional del trabajo. Inserción, más que subordinada, confinada a un destino monoproductivo, apendicular y parasitario. De ningún modo es gratuito hablar de la inserción de América Latina en la economía mundial dado que esta formulación contiene un denominador común y, desde luego, particularidades en cada uno de los países. En efecto, el modelo primario-exportador o de crecimiento hacia fuera fue la regla económica que forjó a su imagen y semejanza las sociedades y los regímenes políticos de la región a partir de mediados y fines del siglo XIX. Esta marca de Caín, esta dependencia, es la que nos permite vislumbrar cierta regularidad en las consecuencias que trajo consigo la crisis de 1929 y la respuesta más o menos diferida que supuso el proceso de industrialización por sustitución de importaciones a aquel reto.

Ahora bien, ¿cómo apreciar el fenómeno de la ISI en el marco de una crisis de alcances inéditos que redefiniría el mapa político, social y económico al interior de cada uno de los países de América Latina? En Brasil, por caso, coincide con el desplazamiento de la oligarquía paulista del poder político. No obstante, ante la crisis, la respuesta ensayada desde el Estado fue la de proteger las exportaciones de café. Como subproducto de esta protección y como subproducto de la intervención en el comercio exterior, surge la ISI con el objetivo de revertir una balanza comercial negativa. El varguismo se caracterizó por conciliar los intereses exportadores con los de la ISI redistribuyendo ingresos hacia la clase trabajadora y propiciando un sindicalismo de Estado. También se dio una política de proximidad y tutela con la clase media de modo tal que no surgieran recelos con la clase trabajadora. En una etapa postrera, Brasil comenzó a edificar una poderosa industria siderúrgica a instancias de créditos norteamericanos y creó una empresa estatal de hidrocarburos. La suerte de Brasil, no obstante, permaneció por un tiempo atada a la suerte del café.

Si hablamos de México, estamos en condiciones de afirmar que la Revolución Mejicana conoció su primavera para esta etapa luego de cierto estancamiento. Bajo la dirección de Cárdenas, se concretó la tan ansiada reforma agraria. Los efectos de la misma hay que medirlos más que nada en términos sociales y políticos. En términos económicos, la productividad rural fue un juego de suma cero. Pero, en cambio, la reforma redimió a las masas campesinas que fueron el verdadero sujeto revolucionario y, además, desató un proceso de movilización social por el cual “la clase media” desembarcó en las zonas rurales. Sumado a lo anterior, cabe consignar que México expropió las empresas petroleras creando tempranamente una empresa nacional (PEMEX) y se convirtió en el primer país de la región en exportar combustibles. Paralelamente, desarrolló una poderosa herramienta financiera (Financiera Mejicana). La industria pesada en México se explica por este tipo de inversión pública y ésta sirvió para atenuar los desequilibrios con la industria liviana. La restricción externa fue sorteada por la política hidrocarburífera, por las remesas enviadas desde el exterior y por una temprana explotación del turismo. Para Rostow, México ha sido mejor ejemplo del “take-off latinoamericano” (Rostow, 1961).

Amén de las complejidades y los bemoles, no podemos menos que señalar que tanto la experiencia varguista como la cardenista representaron avances para los humildes y los trabajadores de esos países. Pese a compartir esto que señalamos, el varguismo y el cardenismo exhiben diferencias insoslayables. El varguismo atravesó diferentes etapas desde

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1934 hasta 1954 y sólo el último período suele identificarse como estrictamente populista de acuerdo a la literatura sobre el particular. La influencia del cardenismo en el poder se da durante menor cantidad de tiempo pero su fisonomía es más homogénea. Vargas hereda un cuadro de situación donde la oligarquía había sido desplazada del poder político pero aún conservaba poder económico. Vargas mantuvo un rol de árbitro entre las diferentes contradicciones y admitió concesiones a la oligarquía. Esa fue la forma de procesar una crisis de hegemonía donde diferentes sectores se disputaban la salida al orden oligárquico (tenentistas e integralistas). En México, la revolución si no sepultó, al menos, hirió de muerte a la oligarquía por lo que Cárdenas se tuvo que concentrar más en la heterogeneidad de su propio partido y en enfrentar a los intereses imperiales (y también oligárquicos) que se vieron afectados por sus medidas. La movilización y la radicalización de las masas fue un dato de primer orden que nos habilita a reflexionar si el cardenismo no fue un proceso orientado tanto de arriba-hacia-abajo como desde abajo-hacia-arriba.

¿Cuál es la base social de uno y de otro? El varguismo es, claramente, un fenómeno más urbano. El cardenismo al impulsar la reforma agraria echó raíces en el campesinado construyendo verdaderas instituciones revolucionarias como los ejidos (propiedades rurales colectivas). Esta transformación revolucionaria junto a otras como la nacionalización de los hidrocarburos, la educación socialista y la creación de instituciones corporativas que nucleaban a trabajadores y empresarios, fue posible sin ninguna reforma constitucional dado que la de 1917 era un paraguas suficiente. El varguismo alentó reformas constitucionales pero esto no significó transformaciones estructurales tan profundas como las del cardenismo.

El varguismo y el cardenismo (por tomar dos casos bien perfilados) nos sirven como excusas para identificar uno de los capítulos donde la autoafirmación nacional-popular latinoamericana hunde sus raíces. Esa autoafirmación ha sido crónicamente subestimada desde la historiografía dominante y desde ciertas ciencias humanas más preocupadas en identificar regularidades europeas que creaciones heroicas, acuñando siempre categorías peyorativas luego resignificadas. En diferentes autores que acuden al tema, existe una propensión a percibir a los populismos desde el lugar de la carencia. Los populismos no revestirían positividad alguna y siempre estarían en falta con otros regímenes y procesos más previsibles o más coherentes en sus dimensiones constitutivas. Pero no sólo es posible encontrar, como venimos demostrando, regularidades en los diferentes populismos sino también particularidades estimulantes y productivas para el análisis.

En tributo a la opción que pondera los alcances del populismo, digamos que éste se caracterizó por auspiciar la incorporación de las masas a la política y por interpelarlas. En su versión clásica no se puede pensar al populismo por fuera de la dirección y la intervención social del Estado en el marco de una alianza policlasista. Otro de los requisitos es la presencia de un líder que sintetice las contradicciones políticas y sociales de aquella época tan particular. Los populismos han enfatizado más en los derechos sociales que en los civiles y los políticos pero no por ello han soslayado a la democracia como valor a tener en cuenta. Más bien se han asumido como democráticos ligando democracia con movilización social y temperamento plebiscitario y rechazando el liberalismo.

Democracia y liberación

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Nuestros movimientos de liberación nacional se han visto estigmatizados desde el poder oligárquico. Mantuvieron a raya a nuestros referentes, confinando a las masas populares al error de cálculo. Por eso, nunca está de más recrear nuestra semblanza, reflejar la imagen sobre la cual nos miramos y sobre la cual se inspiraron los patriotas que le dijeron no a la pretensión imperial en aquella IV Cumbre de las Américas.

Nuestros movimientos de liberación latinoamericanos, a grandes rasgos, entienden que la contradicción nación-imperio es la principal y la que marca el pulso de los conflictos más relevantes; en suma, esa es la contradicción que motoriza la historia de las naciones dependientes. Para nosotros, la liberación es necesaria dado que el sojuzgamiento colonial sobrevive en la historia independiente de América Latina. Si durante el yugo colonial, el enclave y la expoliación directa eran los denominadores comunes, en adelante, la dominación se metamorfiza. Las revoluciones fueron incompletas puesto que las oligarquías criollas diseñaron arquitecturas institucionales a demanda de la división internacional del trabajo. Fueron las ciudades-puertos las que se replicaron en las diferentes naciones desde donde se exportaban las materias primas. La sentencia era inapelable: el destino prefigurado desde afuera para la América morena no era más que el de una maquila sin pena ni gloria. La inserción tardía en el mercado mundial, el empoderamiento de una clase dominante tributaria de las metrópolis (el imperio) el sofocamiento de otro tipo de proyectos nacionales, son la prueba irrefutable de la imposición de una losa para el desarrollo endógeno y, a la vez, la marca de Caín de los movimientos de liberación. Podemos afirmar que el énfasis puesto en la contradicción nación-imperio relegó a la que emerge del enfrentamiento entre capital-trabajo y que tiene como protagonistas centrales a la burguesía y al proletariado. Para nuestros movimientos de liberación nacional, la lucha de clases empecinada enajena a la nación de su curso histórico. Incluso, en ciertos capítulos nacionales, la burguesía nacional ha sido percibida como aliada y clase ascendente siempre y cuando su propensión hacia el mercado interno sea comprobable.

Por querer el desarrollo y la prosperidad, nuestros movimientos de liberación han sido tildados de antidemocráticos y de estar reñidos con lo que se espera institucionalmente de una República. Actualmente, esta presión y estas críticas se han recrudecido. Pero lo cierto es que las reglas de juego democráticas para la elección de autoridades en la región, gozan de la mejor salud.

Permitámonos recordar que los gobiernos actuales son hijos de la implosión neoliberal. Una implosión que llegó luego de que la influencia neoliberal había permeado las instituciones y los modelos de acumulación dejando en el camino indicadores sociales y económicos aciagos. El mercado se presentó ante nuestras sociedades como el “naturalmente indicado” para regular y conducir desafiando y torciéndole el brazo al poder democrático.

Esta pretensión neoliberal, autosuficiente y reincorporadora del poder y el conocimiento, fue sometida a un riguroso escrutinio, desde los hechos y las palabras, por parte de los gobiernos populares. Paralelamente se fue desandando la lógica neoliberal con la intervención del Estado en la economía y se fueron conmoviendo las premisas que hegemonizaban el debate público. Los Estados fueron recuperando atribuciones en materia de regulación y en la provisión de servicios públicos. Impulsaron la demanda agregada facilitando la negociación entre el capital y el trabajo. Se fue propiciando la industrialización

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sustitutiva de importaciones, la conquista de nuevos mercados, la reedición de un eje sur-sur y el abandono de las recetas ortodoxas en el marco de la crisis financiera internacional.

Deconstruir aquella cadena de granito, aquellas verdades inconmovibles, es una aventura democrática por sí sola. Pero esta no es una tarea que pueda hacer un gobierno solamente. Los movimientos de liberación que gobiernan en la región han cobijado y visibilizado el litigio democrático. Los sectores crónicamente relegados por la lógica pretérita, los no contados, han pugnado por su lugar encontrando, en ocasiones, al Estado como un aliado. No se puede dejar de mencionar, al respecto, el ejemplo indudable que representa la sanción del matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género en Argentina.

Frente a los que ponderan al consenso, los movimientos de liberación responden presentando las divisiones que tiene la carne de lo social y el conflicto junto a la posibilidad de una resolución pacífica. La liberación desata una sinergia por la cual todo es puesto en cuestionamiento: las formas de representación, las tradiciones jurídicas y las instituciones. No para suprimirlas, sino para evidenciar lo incompleto y lo que no entró en el cálculo. Esa no es otra que la política sobre sus pies, la que se sabe reversible, la que “denuncia el relativismo sin abandonar el sentido de relatividad que el totalitarismo se empeñó en destruir” (Lefort, 2004, p. 278). La que aloja y sintetiza las “tensiones creativas”, parafraseando de vuelta al Vicepresidente de Bolivia García Linera.

Los gobiernos populares se han visto, últimamente, conmovidos por conflictos de diferentes tipos. Algunos, verdaderamente desestabilizadores, protagonizados por los sectores de poder que quieren volver por sus fueros. Otros conflictos han tenido lugar a partir de nuevas demandas habilitadas por el piso de dignidad alcanzado. Demandas relacionadas con un mejor hábitat, con la seguridad urbana y con la optimización de la administración y los servicios públicos. Efectivamente, la historia no cesa y los litigios cambian de color. Es menester, que nuestros gobiernos reinventen su gestión estatal para responder a las demandas sentidas por la sociedad y que no identifiquen en ellas una amenaza destituyente por efecto transitivo. Reinventar, recrear la gestión estatal, correr el límite de lo posible teniendo presente el inmenso ejemplo de aquella Mar del Plata heroica y la integración regional como faro.

Las democracias son condición de posibilidad, pero no condición suficiente para la ampliación de derechos y la justicia social. Dice Lefort que la democracia no debe avergonzarse de sus ambigüedades y límites. Nuestro desafío consiste en honrar siempre la reversibilidad y la naturaleza democrática y no dejarnos llevar por “la predestinación” y las fantasías autocomplacientes. En la medida en que prosigamos este temperamento, no podremos ser tachados de antidemocráticos sin que esta acusación se lleve de patadas con la realidad.

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La vigencia del legado artiguista: 10 años del “No al Alca”

Carolina Gaillard

Diputada Nacional

Introducción

En noviembre de 2015 se cumplirán 10 años de los históricos acontecimientos recordados como “No al ALCA”. Ese día en el que el grito antiimperialista del pueblo suramericano, que había resistido heroicamente las consecuencias sociales de las “relaciones carnales” con Estados Unidos dispuestas por el Consenso de Washington, era traducido en una contundente posición política. Era tiempo, al fin, de desandar los casi dos siglos de desencuentros entre las naciones del Sur Continente. Fue la sepultura de una visión de las relaciones internacionales entreguista e indigna y el renacimiento de un proyecto político de integración y soberanía que había sobrevivido a pesar de las múltiples sentencias de muerte que le habían sido declaradas.

Se conmemoran 10 años de aquel grito libertario alzado por un solo pueblo y una sola Patria. Porque los pueblos diversos se hicieron un solo rostro, un poco criollo, un poco mestizo, un poco campesino y un poco originario. Y porque las Patrias se hicieron una sólo Patria Grande, duramente golpeada pero altiva, dispuesta a dar la batalla a ese orden de poder mundial que tantas veces la había ultrajado.

Se cumplen 10 años de esos significativos sucesos a la vez que estamos celebrando los 200 años del Congreso de Oriente convocado por el “Protector de los Pueblos Libres”, don Gervasio José de Artigas, en Arroyo de la China, hoy ciudad de Concepción del Uruguay (Entre Ríos). Ese Congreso que tuvo por objeto sentar las bases de una independencia real y no tan sólo formal respecto a España y cualquier otra metrópoli del mundo. Ese Congreso que pretendió fundar una democracia popular que sostuviera los inviolables derechos de soberanía. Ese Congreso de identidad republicana y federal que fuera negado por un relato oficial, que “concilió” un discurso independentista con los intereses de las elites dominantes pro-imperiales.

Era imposible para Mitre incluir en el podio de los próceres argentinos a aquel Artigas que nombraba como generales de sus ejércitos a mujeres, mulatos, charrúas y guaraníes y que denunciaba que el verdadero enemigo de la independencia era, también, la infame elite porteña dispuesta a desmembrar a los antiguos territorios del Plata con tal de asegurar su efectivo ingreso en el mercado inglés ¿Cómo podría incluir Mitre al Protector de los Pueblos Libres en aquella construcción simbólica de la Nación “blanqueada” y “europeizada”, cuando se declaraba desde el puerto de Buenos Aires la guerra al Paraguay o cuando se derramaban ríos de la sangre federal que intentaba resistir sin éxito los embates de la “moderna civilización”?

En estos años de provechosos debates, de resurgimiento del pensamiento nacional-popular y latinoamericano, la “batalla cultural” abierta en múltiples frentes adquiere una especial relevancia: no es posible encarar profundas transformaciones políticas si el pueblo

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no adquiere conciencia de su pasado, si no recupera su legítima identidad, si no reconoce el legado de los verdaderos artífices de los movimientos libertarios.

Repensarnos con sinceridad, con sentido crítico, despojados de una “neutralidad valorativa” falaz y encubridora de funestas intenciones, es la exhortación que Néstor Kirchner y Cristina Fernández nos hicieron de cara a los festejos del Bicentenario de la Patria tan sólo 5 años atrás. En ese sentido nos inscribimos los entrerrianos, bajo la convocatoria de nuestro gobernador, Sergio Urribarri, de re-escribir nuestra historia desempolvando el nombre del “Protector de los Pueblos Libres”.

Este breve trabajo tiene la humilde pretensión de analizar las implicancias económicas, sociales, políticas y, especialmente, culturales que tuvo el “No al ALCA” desde una mirada federal, retomando la enorme herencia que nos legara Gervasio Artigas y el proyecto político que su figura representa.

El grito de la Sur América

Aquel 5 de noviembre de 2005, cuando se le puso freno al reiterado intento de los Estados Unidos de crear un Área de Libre Comercio de las Américas en la región, marcó el inicio de una nueva etapa en la forma de concebir y hacer las relaciones internacionales en nuestro país y, por fortuna, en otros países de la Sur América.

Como esperando juntos el momento oportuno, de los pueblos más castigados de la América Latina comenzaron a emerger nuevos líderes que encabezaron un proceso sin precedentes. La “larga noche neoliberal” había dejado Estados débiles y sobre-endeudados y sociedades devastadas en términos sociales e institucionales. La dificultosa tarea de consolidar democracias estables se había alcanzado a duras penas, pero esas democracias habían fracasado en garantizar los derechos básicos de sus pueblos. La alternancia de los partidos políticos en la estructura burocrática se había convertido en un juego vaciado de sentido pues los destinos de las naciones no se dirimían ni en las casas de Gobierno ni en los parlamentos, sino en los despachos de los organismos multilaterales de crédito o los grandes bancos.

La llamada “crisis de representatividad” se expresaba en el hastío hacia la política y la emergencia de movimientos sociales de resistencia que procuraban visibilizar la crisis social profunda que atravesaba capas cada vez más gruesas de la población.

Los índices de pobreza estructural crecían tan abruptamente que la pobreza comenzó a estratificarse en grados y niveles. A veces los cortes se hacían en el ingreso percibido por familia y hasta llegaron a contabilizarse la cantidad de calorías que consumían los hogares vulnerables para constatar fehacientemente en qué escalafón de pobreza había que ubicarlos.

Las recetas recomendadas por el FMI y el Banco Mundial eran programas de ajustes cada vez más exigentes que dilapidaban los salarios, disparaban el desempleo y profundizaban la recesión.

Nuestro diciembre de 2001 ocurrió, con anterioridad o posterioridad, en otros países de la región. Cada uno, con sus particularidades, mostraba las postales de un continente saqueado. Ya no eran las potencias europeas las que partían con la riqueza exprimida de nuestra tierra, sino que el imperialismo refinado mataba nuestra gente de hambre con

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técnicas mucho más sofisticadas, como la “miseria planificada” de la que hablaba Rodolfo Walsh en la Carta Abierta a la Junta Militar ya en 1977.

Los pueblos dijeron ¡basta! Y de ese grito nacieron Hugo Chávez Frías, Ignacio “Lula” Da Silva, Rafael Correa, Evo Morales y Néstor Carlos Kirchner. Ellos no fueron hombres extraordinarios, sino los hombres de pueblos extraordinarios que resistieron heroicamente tanta injusticia y opresión. Ellos fueron extraordinarios en una sola cosa, para nada menor: en la capacidad de expresar la voz de los que parecían ya no tener voz.

En términos políticos el “No al ALCA” fue el inicio de una reconfiguración de la forma de concebir la integración regional. Ésta no podía acotarse a la mera integración comercial, tal como era el objetivo del MERCOSUR, pues los intentos habían demostrado ser vanos y los resultados muy poco contundentes. La integración política era la única forma de enfrentar a los organismos multilaterales de crédito, a sus poderosos asesores, y a las pretensiones expansionistas norteamericanas. La unión política de los pueblos de la Suramérica se abría como único camino posible para enfrentar un mundo cada vez más complejo y cada vez más injusto. Y por esas sendas comenzamos a caminar.

Algunos años después, con la misma firmeza y convicción con la que se había frenado el ALCA, se daría nacimiento a la Unión de Naciones Suramericanas, cuyo objetivo trascendería ampliamente los fines del MERCOSUR para abogar por la construcción de una identidad y ciudadanía suramericana de fuerte compromiso con los valores democráticos y pacíficos y con el bienestar de los pueblos.

Desde mediados del siglo XIX, con la inclusión de los recientemente incorporados Estados Nacionales de Suramérica al mercado mundial y al esquema de división internacional del trabajo, la participación de nuestros países en el orden mundial parecía estar acotado estrictamente a la venta de materias primas y a la contracción de deuda externa. Conformar un bloque político que defienda regionalmente los intereses soberanos del conjunto y de cada una de las partes parecía ser una posibilidad inalcanzable que, sin embargo, hoy se consolida.

El fuerte apoyo brindado por los países de la región a la Argentina en lo que refiere al histórico reclamo de la soberanía sobre las Islas Malvinas y respecto al enfrentamiento con los Fondos Buitres, son algunos de los ejemplos que ilustran las concepciones hermanadas sobre los asuntos propios y a la vez comunes de los Estados del sur.

En materia económica, el “No al ALCA” era la única forma de asegurar la re-estructuración productiva e industrial de la región. No había forma de garantizar protecciones mínimas e imprescindibles para las industrias nacionales y regionales con la vigencia plena de acuerdos como ese. No había forma de integrar procesos productivos, especialmente entre Argentina y Brasil, si se seguía ignorando las capacidades de complementariedad de nuestras economías en pos de un vínculo unilateral con los Estados Unidos. Era imposible pensar en una reestructuración justa de la deuda externa si los organismos multilaterales de crédito seguían vendiéndonos sus viejas recetas de enfriamiento, obediencia y ajustes.

Era impensado el proceso de recuperación de recursos y empresas estratégicas, a través de las estatizaciones y nacionalizaciones, si seguíamos creyendo en las ventajas de la “liberalización de las fuerzas productivas” promovida ya en la década del ’70 por el Ministro de Economía de la dictadura militar, Alfredo Martínez de Hoz.

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Pero, especialmente, era inconducente pensar en la mejora sustancial de la calidad de vida de nuestros pueblos si no se daba por finalizada la falsa dicotomía entre desarrollo y distribución o, en otras palabras, entre crecimiento y justicia social. La incorporación de millones de personas al mercado laboral y al consumo, la recuperación de la capacidad adquisitiva de los trabajadores y la ampliación de derechos fueron, también, motores del crecimiento. Los índices macroeconómicos se recuperaron súbitamente acompañados de la mejora cuanti y cualitativa de los indicadores sociales.

En materia social, el des-oimiento de las recomendaciones de recorte en el “gasto” público permitió el involucramiento pleno del Estado en los asuntos prioritarios de un pueblo. La tendencia a las políticas focalizadas fue desplazándose hacia el retorno de las políticas de corte universal, tales como el Bolsa Familia en Brasil, la Asignación Universal por Hijo en Argentina y el Bono Juancito Pinto en Bolivia.

Colectivos enteros, históricamente postergados, fueron incorporados como sujetos plenos de derecho, tales como las comunidades originarias (especialmente en el caso de Ecuador y el Estado Plurinacional de Bolivia) y los grupos afrodescendientes.

Los gobiernos populares ya no estarían dispuestos a continuar con la “miseria planificada” ni a leer en números fríos la pobreza que encarnaban seres humanos concretos y reales. La desocupación y el hambre del pueblo no podían volver a ser consideradas como las consecuencias “indeseadas” de los proyectos de reestructuración capitalista.

Desarrollo, crecimiento, distribución, equidad y derechos son las piezas fundamentales de los proyectos particulares de los países y del proyecto general de región hoy, después de 10 años de confluencia y firmeza.

El desafío cultural de la integración

Hay una dimensión profundamente compleja de la integración, y de todo proceso social, que refiere a la experiencia de la conciencia colectiva, de la apropiación social y de la construcción identitaria.

Hay una dimensión cultural de la integración que trasciende los límites institucionales e, incluso, la voluntad de los gobiernos. Se trata de la encarnadura en nuestros pueblos de la nacionalidad latinoamericana, de la posibilidad de pensar una Patria Grande que nos interpele, que nos convoque, que nos reúna.

Esta tarea es, quizás, la menos sencilla de todas porque la balcanización territorial y política de los antiguos virreinatos fue acompañada por la balcanización cultural. Entonces creímos que éramos más parientes del liberalismo francés, del comercio inglés y, más tarde, del consumismo norteamericano que de nuestras propias ideas, que de nuestra propia economía y que de nuestros propios gustos.

Nuestro lenguaje y nuestros símbolos se asentaron sobre la exclusión arbitraria de todos los elementos populares. Aquello que había de originario, de afro, de mestizo, de gaucho debía ser “blanqueado”, “civilizado”, “ordenado” y “modernizado”. Lo propiamente suramericano, como expresión de lo popular, era traducido como atraso, como aislamiento en un mundo competitivo y mecanizado, como debilidad, y no como fortaleza.

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La Guerra de la Triple Alianza fue la expresión más acabada y sangrienta de esta orientación pro imperial de las elites. La masacre del pueblo paraguayo y, con él, la sepultura del único proyecto económico y social soberano de la región, significaron la configuración de nacionalismos xenófobos y excluyentes. En nuestro país, la “Conquista del Desierto” sería el corolario de este proceso. “Lo nacional” era lo europeizado, era el resultado del mejor “crisol de razas”. Como si las identidades de los pueblos pudieran licuarse y desaparecerse y terminar constituyendo una sola masa homogénea.

Sin embargo, el pueblo siempre conservó el poder de la resistencia, a veces silenciosa, otras veces abierta y cruda. Como definió Michel Foucault “…en las relaciones de poder existen necesariamente posibilidades de resistencia, ya que, si no existiesen posibilidades de resistencia […] no existirían relaciones de poder. […] La respuesta es: si existen relaciones de poder a través de todo el campo social, es porque existen posibilidades de libertad en todas partes”.2 Por eso ante cada paso en la consolidación de los procesos populares se reeditan las mismas batallas, se reivindican las mismas luchas y se rescatan los mismos héroes.

En ese marco, el aporte del legado artiguista, con su comprometida visión federal y latinoamericana, cobra una especial relevancia. El proceso político comandado por el Protector de los Pueblos Libres era expresión de una compleja amalgama social nacida de la experiencia de las vaquerías litoraleñas y orientales. Criollos, mestizos y originarios, paisanos de ambas márgenes del río Uruguay, eran la expresión de aquello que el artiguismo llamó “diferentes pero iguales”. Una propuesta de subjetividad, construcción de soberanía popular y de principios democráticos más genuina y autóctona, sin desprecio de los elementos propios que nos pertenecen.

Nos debemos al desafío de pensar la integración latinoamericana desde una mirada extracéntrica, pues hasta la forma de pensar a la Patria Grande ha sido dirimida desde el Puerto de Buenos Aires. Nuestra historia, nuestra lengua, nuestros ríos, nuestros dolores y nuestros intereses son compartidos por todas las Patrias de nuestra Gran Patria. Artigas decía “los pueblos de la América del Sur están íntimamente unidos por vínculos de naturaleza e intereses recíprocos” y en ese convencimiento estamos insertos.

No hay posibilidad de profundizar un proceso real de integración regional sin la conciencia de nuestros pueblos sobre la unión, sin dar la batalla de las ideas, de la historia, del lenguaje, de la educación, de las artes y, también, del derecho, de la economía y de las ciencias.

No podrá lograrse la constitución de una nacionalidad popular, plural e integracionista si no revisamos los postulados fundamentales sobre los que las minorías privilegiadas han sostenido un discurso de opresión. Ni podremos sostener las banderas de la soberanía política y la independencia económica si no modificamos definitivamente la matriz entreguista de nuestra conciencia nacional y latinoamericana.

La batalla para que la integración latinoamericana tome encarnadura se abre en distintos y hostiles frentes, especialmente por el rol fundamental que cumplen los medios de comunicación en la estructuración de la opinión pública y el sentido común. Allí es donde debemos insertar nuestro sentido crítico y articular un pensamiento genuinamente popular, que exprese los intereses legítimos de nuestros países y las expectativas de nuestros pueblos.

2 Foucault Michel. (1989). “La ética del cuidado de unos mismo como práctica de la libertad”, en Hermenéutica del Sujeto. Editorial Alianza: Buenos Aires. Pág. 111.

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Algunas reflexiones finales

Sin lugar a dudas, a pesar de todas las dificultades y limitaciones que ha tenido, nos encontramos frente a un proceso sin precedentes que ha avanzado, con marchas y contramarchas, hacia la unión de la Sur América.

Parte importante de este proceso se ha institucionalizado y formalizado, expresándose en la conformación de instancias regulares de diálogo y compromisos diplomáticos. A ello se suma la revitalización del ideario latinoamericanista en todos nuestros países, especialmente en los jóvenes cuadros políticos que han nacido a la participación después de la “larga noche neoliberal”, como llama Rafael Correa a la década de 1990.

Los líderes de la región han podido despegarse de mezquinas lógicas arraigadas por décadas en pos del empoderamiento de la región siendo esto una fortaleza pero, también, una debilidad: el problema de la sucesión de estos liderazgos recorre las coyunturas electorales de todos los países y el riesgo de que se desestabilice el equilibrio de la unidad parece estar latente de forma permanente.

La interdependencia política de la región es un resultado esperado de la integración y un enorme desafío de cara al futuro. La apropiación popular de este proceso a nivel latinoamericano es la única garantía de tracción hacia delante, así como la apropiación popular de las conquistas obtenidas por estos gobiernos en cada país es la única garantía de que no haya retrocesos.

Los intereses imperiales se mantienen constantes a lo largo de la historia, aunque reediten sus formas de penetración. Por el contrario, nosotros no hemos podido articular un único interés sostenido, pues cada embate conservador y oligárquico nos hace retroceder sobre nuestros propios pasos.

El bienestar y la soberanía de nuestros pueblos nos exhorta permanentemente a construir de cara a un orden mundial exigente. La desigualdad, la dependencia y el hambre de los nuestros ya no pueden ser parte constitutiva de ese orden añejo.

Como decía el Protector de los Pueblos Libres “la causa de los pueblos no admite la menor demora” y en esa fuerza de la historia inscribimos nuestros esfuerzos.

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No al ALCA, 10 años después

Edgardo Depetri

Diputado Nacional

Cuando me propusieron abordar este tema del No al ALCA, pensé que no se podía separar el análisis intelectual del personal y de las experiencias vividas hace 10 años. Hoy, recordamos esos momentos, a fines de los ’90 y comienzo de este siglo, como coincidió en los países de la región, el estallido de los pueblos y que se expresaron en grandes luchas de las que muchos participamos. Luchas que serían las que derivarían en el surgimiento de los gobiernos populares en América Latina con Hugo Chavéz, Lula, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez. En ese marco se dió el hecho histórico que conocemos como el No al ALCA.

El abordar esa experiencia, también significa plantearse la relación de Estados Unidos con América Latina a lo largo de nuestra historia. Pues, el NO al ALCA es la consecuencia del surgimiento de estos nuevos procesos políticos en nuestra región y el inicio de una nueva época de disputa por nuestra soberanía. Por eso analizaremos brevemente los distintos momentos que fueron confluyendo para que se diera ese acontecimiento histórico.

Estados Unidos y su relación con América Latina

Estados Unidos ha tenido una política coherente desde sus orígenes hacia América Latina. Siempre lo sintió como parte de su “patio trasero”. El tema que esgrimieron fue la “defensa de su país” y el tema de la democracia, la libertad y la lucha en contra del totalitarismo y el terrorismo. Con ese argumento a lo largo de los siglos, han invadido países, generado golpes de Estado, matanzas y todo tipo de acciones de sometimiento y una relación con América Latina como “su patio trasero”.

Siempre hubo dos formas tradicionales con las que Estados Unidos controló América Latina. Una era el uso de la violencia; la otra, el estrangulamiento económico. Hoy ambas han sido debilitadas, pero continúan con las mismas metodologías.

América Latina: sus luchas en la resistencia

Es así cómo en la década del ’70, vivimos la instauración de dictaduras militares en gran parte de América Latina que fueron gestadas por Estados Unidos con la complicidad de los sectores de derecha y de poder de nuestros paises. Dictaduras de lo más sanguinarias como la que vivimos como argentinos, con nuestros muertos y desaparecidos.

En los ’80 se produce en varios países de la región el retorno a la democracia como sistema de gobierno (aunque sosteniendo el régimen de acumulación capitalista implantado bajo aquellas dictaduras). Se vivieron momentos muy duros. Fue difícil la recomposición del campo popular, con la falta de cuadros políticos, por los compañeros que ya no estaban. Se fueron reconstruyendo de a poco las fuerzas políticas, los sindicatos. Así se llevó adelante la resistencia, a través de la reorganización del campo popular.

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Desde los comienzos de los ’90, vivimos con gobiernos como el de Carlos Menem, en nuestro país y con la entrega total de nuestro patrimonio y nuestra soberanía y con el empobrecimiento de los trabajadores y el avance de la pobreza y la miseria, se inició el período de consolidación y profundización, “en democracia” del esquema de despojo económico, social y cultural más grande operado en el continente desde la época de la conquista. Esto se repite en todos los países latinoamericanos.

La situación crítica que estábamos viviendo en toda América Latina, trae la decisión de Fidel Castro y Lula de la creación del Foro de San Pablo, para resistir en un grado de unidad de las fuerzas populares y de izquierda del continente. Se organiza la resistencia y entre los dirigentes que surgen y que conocemos es Evo Morales como dirigente social.

En América latina, la lucha antineoliberal comenzó con la resistencia frente a la avalancha ideológica, económica, social y política. Había que contener esa ofensiva, defendiendo los derechos sociales, el rol del Estado, la protección del mercado interno, del empleo, de los salarios.

Sin embargo, a pesar del aparente éxito del neoliberalismo en América Latina entre 1973 y 1990, expresado en la expansión de este modelo y la debilidad de las organizaciones populares y del pensamiento de izquierda, fue cambiando la situación política sensiblemente instalándose un ambiente social tenso y adverso a estos gobiernos que desencaderon una serie de luchas contra esta política de hambre.

Uno de esos hechos que nos conmovió, fue cuando escuchamos en los medios lo que fue “el Caracazo” de esa lejana Venezuela, fue el día en que el pueblo “bajó de los cerros”, como se le conoce a los barrios más humildes de la capital y el 27 y 28 de febrero de 1989 se desató una ola de saqueos en el país, principalmente de supermercados, carnicerías, negocios de artículos electrónicos y línea blanca. No podemos olvidar que hablamos de una Venezuela cuyo 62 % de la población estaba sumida en la pobreza. Los días 27 y 28 de febrero tuvo lugar en las ciudades más importantes, donde se dio un estallido social espontáneo y sin precedentes tras una serie de medidas económicas neoliberales aplicadas por el presidente Carlos Andrés Pérez y recomendadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Con el tiempo, se va dando un nuevo escenario hacia fines de los ’90 y principios del nuevo milenio. Vamos logrando llevar a cabo diferentes acciones colectivas de resistencia y lucha contra el neoliberalismo, inscribiéndose éstas en diversos movimientos sociales nuevos, contenidos en un amplio espectro que recorre desde la experiencia del zapatismo, pasando por el MST y la CUT de Brasil, hasta los casos de Bolivia con la lucha del Agua, del Gas, Ecuador, así como las luchas del Caracazo en Venezuela.

En Argentina se fueron organizando las movilizaciones de piqueteros y paros de la CTA y CGT cuyo punto máximo de estallido fue en diciembre del 2001. A partir de estas luchas que fuimos llevando adelante, comienzan a surgir las primeras expresiones organizadas en contra del orden impuesto, representado en el neoliberalismo, de allí la trascendencia de un movimiento que planteará un desafío no sólo político sino también teórico.

Estas organizaciones nuevas que surgieron como un estallido contra las políticas neoliberales, que cobraron gran protagonismo hasta mediados del 2002, fueron fundamentales en la construcción de una trama social y la reconstrucción de redes de solidaridades. Más tarde, con los nuevos gobiernos populares y de izquierda como sucedió en nuestro país con el gobierno de Néstor Kirchner, muchas de ellas, comenzaron a percibir

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mayor confianza en el Estado ante las nuevas políticas económicas y sociales que dieron respuestas (tanto a corto como a largo plazo) a las urgencias planteadas por la aguda crisis económica, social y política. Luego se fueron integrando a este proceso político y siendo parte del gobierno, como nos pasó a nosotros como Frente Transversal, como Luis D’Elía con la Federación de Tierra y Vivienda, Emilio Pérsico con el Movimiento Evita, entre otros.

Las recurrentes crisis vividas por Bolivia en los últimos años plantean una situación un poco diferente. Durante los dos grandes levantamientos populares (octubre de 2003 y mayo-junio de 2005) que derivaron en la caída de los presidentes Sánchez de Losada y Carlos Mesa respectivamente, la movilización que presionaba por las destituciones presidenciales y sus variantes de llamado a Convención Constituyente, no fue tan “inorgánica” como en las dos situaciones anteriores, sino que se encontraba enmarcada en organizaciones como el MAS y la COB (con su formato tradicional de partido político con representación parlamentaria y central sindical respectivamente) por un lado y la Coordinadora del Agua de Cochabamba y las Juntas Vecinales del Alto, por el otro, con un importante desarrollo de la autonomía local de base en estas últimas.

En el caso del MST y de la CUT de Brasil, por un lado, la territorialización es asimilada al proceso de conquista de la tierra misma y es concebida como una de las herramientas que posibilitará la implementación de la reforma agraria pero que no se limita sólo a ella sino que abarcaba una lucha por otras reivindicaciones como trabajo, educación, salud, vivienda.

Los nuevos gobiernos

De esta manera, el siglo XX latinoamericano terminó con una efervescencia social que continuó indetenible en el siglo XXI. En 1998, asume la Presidencia después de haber estado preso Hugo Chávez; luego Lula con el Partido del Trabajo ganó las elecciones para la Presidencia en Brasil en el año 2002. En el 2003, asume Néstor Kirchner y rompió con lo establecido, consolidando un país soberano e independiente; luego fue Uruguay que repitió un acontecimiento similar, o sea, la victoria de la coalición de izquierda integrada por el Frente Amplio que llevó a la Presidencia a Tabaré Vazquez. Más tarde, el 18 de diciembre del 2005 se dio el triunfo de Evo Morales Ayma en las elecciones para Presidente en ese país del altiplano con el 54,1 % de los votos.

La experiencia que estábamos viviendo nos parecía increible. Cuando gana Néstor Kirchner las elecciones y escuchamos su discurso y nos dice que no dejaría sus principios en la puerta de la Casa Rosada; cuando asiste a la asunción Fidel Castro, dando ese discurso en las escalinatas de la Facultad de Derecho y con la presencia de tantos referentes latinoamericanos no la olvidaremos más. Pero, estábamos convencidos que ese momento, era la consecuencia de todas las luchas de nuestro pueblo y que estábamos en presencia de un nuevo paradigma.

El surgimiento de estos gobiernos abrieron una brecha que luego siguieron otras expresiones populares y de izquierda: el movimiento indígena y popular de Ecuador que echó del gobierno al presidente Jamil Mabuad en el año 2000 y a Lucio Gutiérrez en 2004 y la llegada posterior de Rafael Correa; la batalla electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador (FMLN); y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua en el año 2004.

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La lucha popular en nuestro país

Estas luchas van llevando a la creación de la Central de Trabajadores de la Argentina. Sin dudas, un punto clave fue el Grito de Burzaco que se dio el 17 de diciembre de 1991 y continuó en el “Congreso de los Trabajadores Argentinos” (Rosario), donde tomaría la sigla CTA, primero como una agrupación de dirigentes sindicales para luego transformarse en una nueva central obrera en el país, llamándose entonces “Congreso de los Trabajadores Argentinos”.

Al principio de la era menemista, comenzó el rechazo a la política de entrega a partir del Grupo de los Ocho con German Abdala y la lucha de Saúl Ubaldini con los estatales contra las privatizaciones. Pero hay un hito que rompe con ella y que marca el inicio de la etapa de resistencia: el motín que se produce los días 16 y 17 de diciembre de 1993 en las ciudades de Santiago del Estero y La Banda, iniciado por la falta de pago de salarios a los empleados estatales, quienes asaltan e incendian los edificios de los tres poderes del estado provincial, provocando un gran impacto nacional e internacional. A partir del “santiagueñazo”, entramos en una fase de la movilización de los sectores populares que se evidencia en distintas marchas y sucesos de acción colectiva.

El 6 de julio de 1994 comenzó la Marcha Federal, que partió desde La Quiaca para arribar a Plaza de Mayo. Participamos del acto final, cerca de 50 mil personas y sectores muy diversos. El 20 de julio de 1995 se sanciona la Ley de Educación Superior que establecía los lineamientos del Banco Mundial en la educación argentina y estableciendo fuertes tendencias privatistas. Esto generó una gran movilización de los sectores de educación, docentes de los distintos niveles, así como estudiantiles, para evitar su sanción.

Esos momentos de efervescencia social, durante 1995 y 1996, fue muy importante pues llevó a que las tres grandes organizaciones gremiales del país CGT, CTA y MTA lograran un nivel de acuerdo que llevó a fortalecernos y lograr la unidad en la acción.

Durante esos dos años, se convocaron a jornadas de paro y movilización contra el gobierno de Menem y sus políticas de flexibilización laboral, siendo los años de mayor cantidad de huelgas generales de la década. El 14 de agosto de 1997 se realizó otra huelga general importante, convocada por la CTA y el MTA, y con la presencia de un incipiente actor: los desocupados, que poco a poco iban siendo llamados piqueteros.

A esto debemos sumarle el inicio de los llamados “piquetes” hacia fines de junio de 1996, cuando cerca de 20 mil habitantes de Cutral-co y Plaza Huincul cortaron durante una semana todas las rutas de acceso al área, demandando fuentes de empleo genuino, y dando nacimiento a una forma de protesta que en los años siguientes se extendería de una forma inimaginable por todo el país.

Ese movimiento unido a la lucha sindical, pues en el año 1997, se instaló la “Carpa Blanca”, iniciándose así el conflicto en el ámbito educativo. Ese mismo año proliferaron los cortes de ruta y los ataques a edificios públicos en demanda de empleo genuino. Todas estas expresiones de protesta, más allá de los indicadores, ponían en tela de juicio al modelo menemista como respuesta a las necesidades de los hombre y mujeres de nuestro pueblo.

2001, crisis institucional y de representación. Las luchas populares

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Y llegamos al 2001 con una crisis institucional y de representación, con un derrumbe económico, social y político que lleva a las luchas de la clase por mayor distribución de la riqueza.

Los reclamos de estos nuevos movimientos territoriales estaban orientados hacia el Estado. Ello fue instalando una dinámica política particular, marcada por múltiples aristas en los diferentes niveles local, provincial y nacional: de confrontación, de tensión y de negociación; de criminalización y represión; y a partir de la aceptación más o menos masiva de planes sociales, por la acentuación de un vínculo de dependencia y asimetría con el Estado.

La grave situación social descripta, contribuyó decisivamente a la deslegitimación de Menem y del Partido Justicialista (PJ) y a que en 1999 ganara la elección presidencial Fernando de la Rúa, por la Alianza (conformada por la UCR y el Frepaso); venciendo a Eduardo Duhalde (PJ). De la Rua había centrado su campaña en “depurar las instituciones”, contraponiéndose a la corrupción menemista. Asumió el gobierno en diciembre de 1999, pero al poco tiempo, demuestra su gran incapacidad para gobernar, y sobre eso, el vicepresidente “Chacho” Álvarez renuncia el 6 de octubre del 2000, acusando de corrupción a la administración delarruista y al Senado. Durante el período en que duró su mandato, De la Rua mantuvo los lineamientos básicos del neoliberalismo que ya describimos: convertibilidad y liberalización de la economía, políticas sociales focalizadas e insuficientes (la promesa de “democratizar la ayuda social” recentralizándola, fracasó rotundamente), y la subordinación a los organismos internacionales.

La situación económica del país era de grave recesión. La gran cantidad de votos nulos y en blanco en las legislativas de Octubre de 2001 ya predecían la magnitud de la crisis política. En noviembre y diciembre de 2001, el modelo neoliberal mostró su talón de Aquiles: se produjo una gran fuga de capitales, haciendo colapsar al sistema bancario. A comienzos de diciembre, el Ministro de Economía, Domingo Cavallo anunció las restricciones al retiro de fondos de los bancos (el “corralito”) y a las operaciones de cambio, para limitar la demanda de divisas, preservar el stock de reservas y evitar la devaluación de la moneda, es decir, el abandono formal de la Convertibilidad.

Uno de los primeros efectos que tuvo el ajuste fue que la CGT de Hugo Moyano y la CTA de Víctor De Gennaro, confirmaron el cuarto paro general contra Fernando de la Rúa. Será el 5 y 6 de abril del 2001, durará 36 horas y estará acompañado de una movilización a la Plaza de Mayo. Se suma también, la CGT oficial de Rodolfo Daer. Las fracciones dispersas del sindicalismo tienen una disposición cada vez mayor a las acciones conjuntas.

Fue un momento de una euforia impresionante donde participaron también la UOCRA, Luz y Fuerza, UPCN, Textiles, la Federación de Pasteleros y otros gremios que integran la CGT de Daer empezaron a concentrarse en Libertador y Callao cerca de las cinco de la tarde. Llovía, pero el clima no les quitó entusiasmo.

Se tiraban volantes que convocaban a la manifestación: Los volantes decían “¿Por qué nos oponemos al ALCA?” Y explicaban lo que significaba. También participaron de la protesta representantes de gremios de Estados Unidos, Canadá, Paraguay, Chile, Brasil y Uruguay, todos con una visión crítica respecto del ALCA. La organizaron la CGT de Moyano y la CTA. Se realizó la marcha hasta el hotel donde se alojaban los ministros de los distintos países que discutían un borrador para un acuerdo por el ALCA.

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Paralelamente, en el Foro Social Mundial que se realizaba en Porto Alegre (Brasil) en febrero del 2002, se ratificó la necesidad de llevar a cabo una campaña continental contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El objetivo central era evitar que los gobiernos firmen el ALCA.

En este encuentro se definieron las estrategias para todo el continente. Se acordó la construcción de las Coordinaciones Nacionales y Regionales de la campaña; también llevar a cabo la Semana contra el ALCA, antes de la VII Reunión Ministerial del bloque y el VII Foro Empresarial de las Américas que se llevaría a cabo a finales del mes de octubre y principios de noviembre del 2002 en la ciudad de Quito (Ecuador) en la que los funcionarios gubernamentales y empresarios terminarían el último borrador del ALCA.

También se acordó que en el mes de octubre del 2002 se llevaría a cabo en todos los países la Jornada Continental contra el ALCA con actividades, debates, sociabilización de la información y movilizaciones. Las Jornadas se realizaron a pesar de que el gobierno de Argentina había anunciado la cancelación de la Cumbre de las Américas en abril de 2003. En ese marco se realiza un paro general de la CTA y CGT masivo contra el ALCA y toda esta política de dominación que se transformó en un paro continental.

Las organizaciones populares

Los sucesos de diciembre de 2001, encontraron a las organizaciones piqueteras en estado de movilización, pero en el famoso cacerolazo del 19 de diciembre de 2001 salió la clase media y ocupó las plazas y se realizaron grandes marchas en la ciudad de Buenos Aires. Algunos grupos populares se trasladaron el 20 de diciembre, en plena represión, pero la mayor parte quedó reclamando en sus barrios.

Llegamos al 2001 que fue un punto de inflexión en la suerte del neoliberalismo argentino. Llegamos con una importante movilización popular en los barrios, en los sindicatos como se dio en la CTA. A esto se suma la reacción de las capas medias, por el “corralito”. Durante todo diciembre se sucedieron las protestas, y el 16 comenzaron los saqueos a los supermercados, por parte ya de amplios sectores populares, en su mayoría desocupados y trabajadores precarizados.

En ese momento explotó toda la tensión social que venía acumulándose en los últimos años. En las jornadas del 19 y 20 de diciembre, confluyeron muy diversos sectores: desde ahorristas a quienes el “corralito” no dejaba extraer su dinero de los bancos, hasta el sector educativo, el de salud, partidos políticos de izquierda, organizaciones sindicales, los movimientos de desocupados, en su mayoría piqueteros, y también muchas personas autoconovocadas que repudiaban al sistema político. La consigna que se impuso fue: “¡Que se vayan todos!”, demostrando la profundidad de la crisis que se vivía. El saldo de la represión gubernamental fue de 40 muertos. De la Rua se vio obligado a renunciar el 20 de diciembre.

Pero continuará el caos y la debilidad política. Asume la presidencia Eduardo Duhalde y se produce otro de los hechos que lleva a agudizar la situación de crisis institucional que fue la represión del Puente Pueyrredón, ocurrida el 26 de junio de 2002, resultado de una operación conjunta de la Policía Federal, la Gendarmería y la policía de la provincia de Buenos Aires que marcó un punto de inflexión. Esta asestó un golpe duro a las organizaciones piqueteras de donde provenían Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, los dos jóvenes asesinados. El temor a una gran represión, evocando los horrores de la pasada dictadura

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militar, abrió una gran herida en las organizaciones movilizadas, planteó otro tipo de acción y el aumento en los sucesivos desalojos y represiones que signaron el final del gobierno provisorio de Duhalde (2002-2003).

El repudio social a la represión del Puente Pueyrredón constituyó un disparador para el ingreso de jóvenes militantes de clases medias, que se acercaron a las organizaciones piqueteras, buscando tejer lazos con los sectores populares excluidos. Se consolidaba así una nueva generación militante, la de 2001, articulada sobre la territorialidad, el activismo asambleario, la demanda de autonomía y la horizontalidad de los lazos políticos.

Las fronteras urbanas y sociales, ilustradas por los puentes que separan a la capital del Conurbano, parecieron abrirse a una nueva experiencia territorial y política. Cada vez más eran las organizaciones de los suburbios que llegaban a la ciudad, manifestándose en cortes de calle, campamentos y reclamos frente a los ministerios; y cada vez más eran los jóvenes de clases medias que se trasladaban hacia los lugares más pobres del Conurbano Bonaerense, con el objetivo de construir y hacer política “desde abajo”.

Llega Néstor Kirchner al gobierno

Hoy podemos hacer este recuerdo y evaluación de los 10 años del No al ALCA, porque tuvimos un Presidente como Néstor Kirchner. Conocí a Néstor Kirchner en la Patagonia, a partir de mi militancia en el Sindicato de Mineros de Río Turbio. Ahí fuimos consolidando una relación fraterna de compañeros ya que fue el abogado de nuestro Sindicato. Relación que mantuvimos a lo largo de los años también desde la política. Más tarde, cuando decide su candidatura a la presidencia de nuestro país, ahí estuvimos para acompañarlo. El día de su triunfo, vivimos grandes emociones de alegría, de recuerdos y de confianza, pues sabíamos de su calidad humana y de su capacidad como político.

Nunca podremos olvidar el día de la asunción de Néstor, ese 25 de mayo de 2003, cuando en el discurso expone su postura política y los desafíos a lograr. Siempre teniendo en cuenta al pueblo y a la base que es el trabajo. Ahí nos dijo “Por eso los convocamos a inventar el futuro (…) y queremos fijar, junto a todos los argentinos, prioridades nacionales y construir políticas de Estado a largo plazo, para de esa manera crear futuro y generar tranquilidad. Sabemos adónde vamos y sabemos adónde no queremos ir o volver”. De ese país diezmado económica y moralmente, había que ir reconstruyendo, “desde la capacidad y la decisión y la eficacia para encarar los cambios” y dar confianza que se podía iniciar este cambio y que se iba a poder hacer con los argentinos que estaban dispuestos a avanzar por ese nuevo camino.

Por lo tanto, apenas asumido, Néstor Kirchner se encontró con organizaciones piqueteras que contaban con un gran poder de convocatoria, pero golpeadas por la represión. Algunas se fueron dispersando y otras se sumarían a este proyecto político del Frente para la Victoria, como fue la Federación de Tierras y Viviendas (FTV), ligada a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) , el Movimiento Evita, el Frente Transversal, entre otras. Su política consistió en poner en acción, el abanico de estrategias disponibles para integrar a las organizaciones piqueteras. Asimismo, las políticas del nuevo gobierno, que tendrían como eje la defensa de los derechos humanos, el retorno gradual del Estado y el latinoamericanismo, despertaron nuevas expectativas en el campo militante.

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Es así que el movimiento sindical y popular acompañó a Néstor y Cristina, pues mostraron una decisión política que no fue común en gobiernos anteriores. Mostraron su convicción del camino elegido, no traicionaron sus principios, no negociaron con el poder, y más aún, profundizaron medidas populares; afectando intereses de los poderosos; profundizaron las acciones de gobierno en el orden local y fortalecieron, aún más, los lazos de integración con América Latina.

Nos demostró que era posible luchar por la independencia económica. Que se podía resolver el tema de la deuda “eterna” sin desangrar al Estado. Que se podía generar un modelo económico con crecimiento y acumulación sostenidos en el tiempo. Que se podía nacionalizar el Correo, Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas y sobre todo, estatizar las AFJP. Imponer una ley de medicamentos con gratuidad medicinal a los enfermos crónicos. Que se podía invertir en salud, educación, vivienda e infraestructura sin tocar el bolsillo de los trabajadores.

También se ha demostrado que se puede ser políticamente soberano cuando somos capaces de diseñar políticas que tengan que ver con nuestras propias necesidades y no con el “dirigismo” financiero, interno e internacional, o con las pautas culturales de las clases dominantes. En cuanto al plano internacional, y junto a otros presidentes de la región, fue artífice de la unidad regional, al punto de evitar la guerra entre países hermanos y articular acciones para defender a las democracias de América Latina.

A fines de los ’90, y como resultado del “basta” de nuestros pueblos a las políticas neoliberales impuestas por los centros del poder financiero, llegan a la presidencia líderes que hicieron posible tomar una actitud de dignidad y soberanía en nuestra región. Desde la asunción de Hugo Chávez, se produjo un cambio muy importante y luego se da una continuidad con Néstor Kirchner que asume en 2003, mismo año que su par brasilero Inacio, Lula, Da Silva. En 2005 triunfa Tabaré Vázquez en Uruguay. 2006 es el año de las asunciones de Evo Morales en Bolivia y Michellet Bachelet en Chile (aunque aquí luego se retornó a un gobierno liberal, con el empresario Sebastián Piñera en 2010). Rafael Correa y Daniel Ortega asumen sus respectivas presidencias en Ecuador y Nicaragua en el año 2007, y finalmente Fernando Lugo se convierte en presidente de los paraguayos en 2008.

Cumbres de las Américas

El ALCA, es un viejo proyecto de Estados Unidos para el resto del continente, cuya primera manifestación data de 1885, y estuvo muy cerca de concretarse entre 1889 y 1890, pero no sucedió por la oposición del gobierno argentino, presidido entonces por Miguel Ángel Juárez Celman. El delegado argentino a la Conferencia Panamericana, Roque Sáenz Peña, declaraba “tratar de asegurar el comercio libre entre mercados carentes de intercambio sería un lujo utópico y un ejemplo de esterilidad”. El cubano José Martí ya había advertido que “tendría que declararse por segunda vez la independencia de la América Latina, esta vez para salvarla de los Estados Unidos”.

Los preparativos comenzaron en Miami en 1994, en la primera Cumbre de las Américas. La segunda se realizó en Santiago de Chile en 1998. En la III Cumbre en abril de 2001 en Québec, asistió Hugo Chávez como jefe del Estado venezolano, ahí se enfrentó por primera vez, cara a cara al ALCA, bajo el impulso e iniciativa de George W. Bush. Todos los presidentes

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presentes optaron por firmar la Declaración final, menos Chávez que dejó estampada al pie de la misma su rechazo a la misma.

Allí mismo se estableció como fecha para el fin de las negociaciones del ALCA el mes de enero de 2005. La IV Cumbre se realizaría en el 2003 en Argentina, propuesto por el presidente De La Rua, pero razones de desacuerdos en las negociaciones llevaron a que recién en noviembre de 2005 se concretara en Mar del Plata.

El ALCA suponía construir la mayor zona de libre comercio del mundo, con un mercado de casi 800 millones de personas y un Producto Interno Bruto (PIB) de US$ 11,5 billones, lo que equivale al 40% del total mundial. Posiblemente lo más peligroso del ALCA era la intención de imponer un “pensamiento único”, donde las decisiones se tomaban desde arriba para abajo y entre cuatro paredes a miles de kilómetros de nuestra realidad.

Movilización popular contra el ALCA

En esos años, hubo un auge de movilizaciones, la militancia explicaba las consecuencias de dichas medidas. Por lo tanto se creó un clima social regional contra Estados Unidos y su presidente George W. Bush (h). En realidad se estaba gestando, paralelamente a estas Cumbres, un amplio movimiento popular latinoamericano y es en la III Cumbre de las Américas que la resistencia popular contra el ALCA tuvo visibilidad. El cónclave de los presidentes se reunió en abril del 2001 en Québec, Canadá y pocos días antes se había realizado la reunión ministerial en Buenos Aires, Argentina. Para entonces, ya estaba constituida la campaña continental contra el ALCA, la que motorizó un conjunto de movilizaciones estimadas en 30.000 manifestantes de distintas partes del continente en Buenos Aires.

A los quince días, en Québec, se estimaron en 40.000 los participantes de la protesta en la II Cumbre de los Pueblos, que se transformó en la primera y masiva convocatoria contra el ALCA. La movilización popular ya había abandonado el carácter testimonial y se expresaba masivamente en las calles y con un nivel de organización y con expresiones nacionales e incluso articulación de redes y movimientos populares. Estas experiencias de resistencia, también involucraba al movimiento obrero.

En efecto, en diciembre de 1999 participamos en la I Cumbre Sindical del MERCOSUR con 400 dirigentes, en paralelo a la Cumbre de presidentes del MERCOSUR y allí se cuestionó la estrategia de integración impulsada por los gobiernos en la región y las negociaciones con Estados Unidos. Se decidieron acciones convergentes con la protesta global, contra la liberalización y en particular contra el ALCA.

Al año siguiente, en agosto del 2000, convocamos en Brasilia una reunión alternativa de dirigentes sindicales, manifestando contra la reunión de presidentes de América Latina; y en diciembre de ese año en Florianópolis, 700 dirigentes protagonizaron en paralelo a la Cumbre de presidentes del MERCOSUR, una reunión convocada por la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur (CCSCS). Entre otras resoluciones, la CCSCS impulsó la protesta global contra el ALCA en Buenos Aires y Québec para abril del 2001.

Durante el 2002 se desplegó la parte inicial de la campaña. Entre otras iniciativas promovíamos la realización de plebiscitos o consultas. La idea apuntaba a crear en cada país organizaciones locales para impulsar las acciones contra el ALCA. Se pretendía una estrategia

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amplia de alianzas de fuerzas sociales y políticas para impulsar el esclarecimiento y sensibilización sobre los alcances populares para lograr el pronunciamiento de la sociedad.

Entre las principales consignas que se generalizaron sobresalen las siguientes: “No al ALCA – Sí a la Vida”, “No al ALCA, otra América es posible”, “Por lo nuestro, contra el ALCA”, “Soberanía Sí – ALCA No”. La intención de los lemas era destacar el aspecto negativo del tratado negociado por los gobiernos y al mismo tiempo la necesidad de resaltar una propuesta alternativa por la positiva.

Los preparativos de una III Cumbre de los Pueblos indicaban hacia abril del 2003 en Buenos Aires, ya que el ex – presidente de Argentina, Fernando De la Rúa, había sugerido dicha ciudad como sede de la cuarta reunión de presidentes. La renuncia anticipada del gobierno argentino fue diluyendo la convocatoria y a comienzos del 2003 no se conocía ni lugar ni fecha de la cumbre de presidentes.

La movilización popular en nuestro país, en el mes de diciembre del 2001 había tenido un logro imprevisto: postergar una reunión clave de un proyecto estratégico de las clases dominantes en la región. Este es quizá uno de los aportes específicos de la pueblada Argentina a la lucha contra el ALCA. Impensado como objetivo de esa lucha, pero influyó en la obstaculización de un proyecto clave del poder contribuyendo a crear mejores condiciones para el entramado social y político que se propone la campaña de lucha contra el ALCA.

Durante el 2002 pueden consignarse algunos momentos claves de desarrollo de la campaña continental contra el ALCA. Un momento especial estuvo dado por la resistencia a la Cumbre de los Jefes de Estado de la Unión Europea y América Latina y el Caribe, realizada en mayo de ese año en Madrid, producto de la presidencia española de la Unión Europea durante el primer semestre.

Otra instancia destacable ocurrió a fines de octubre en ocasión de sesionar en Quito, Ecuador, la reunión de Ministros por el ALCA. Allí sesionaron múltiples talleres y debates con relación al ALCA y sobre todo una gran movilización callejera donde sobresalían las presencias de los pueblos originarios, los que unían sus históricos reclamos a los actuales, contra viejas y nuevas expropiaciones.

En realidad se trataba en general de una resistencia protagonizada por “organizaciones sociales, políticas y culturales, nacionales y regionales; grupos ecologistas, de derechos humanos, de solidaridad; movimientos de campesinos, indígenas y mujeres; iglesias cristianas y otros grupos religiosos”, todos ellos articulando la resistencia en la Campaña continental contra el ALCA.

La Cumbre de las Américas en 2005

Llega el 2005, donde se da una unidad de los movimientos sociales, sindicales, intelectuales, sectores de la producción que coinciden en parar el intento de Estados Unidos de imponer lo que fue el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte por sus siglas en inglés) en el norte. Ese era el contexto previo al encuentro de Mar del Plata: todo listo para que Estados Unidos cumpliera, una vez más, con su objetivo de consolidar un área comercial con nuestros países, que no lograrían su desarrollo propio ni podrían trabajar en virtud de su integración regional.

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Lo que se estaba debatiendo era un modelo de integración frente a un mundo globalizado. Era un modelo que contemplaba el liderazgo hegemónico de Estados Unidos y la subordinación de nuestras economías. Nosotros preferimos construir un modelo de integración basado en nuestras propias fuerzas, entre iguales. Consideramos que eso nos iba a dar más autonomía e iba a ser mejor para la defensa del interés nacional.

A 10 años de aquel 5 de noviembre de 2005 en el que Mar del Plata fue escenario de un renacimiento regional que nos marcaría para siempre a los países del sur del continente, es digno destacar el valor de aquel hecho que nos encontró diciéndole no al intento de Estados Unidos por crear en nuestra región un Área de Libre Comercio de las Américas que fuera funcional a sus intereses y no atendiera nuestras necesidades particulares como países de desarrollo medio o en vías de desarrollo.

El encuentro de noviembre de 2005 en Mar del Plata marcó un hito. Ese día hacia la cumbre, había una gran expectativa y un gran fervor en todos aquellos que esperaban llegar a Mar del Plata. Viajamos un grupo de dirigentes en un tren lleno de militantes encabezado por Diego Maradona, Evo Morales, Luis D’Elia, Miguel Bonasso, además de miles de micros de todo el país que partieron a las 6 hs de Plaza Constitución. Pero, previamente desde el 4 de noviembre, con George W. Bush en la ciudad, se llevaron a cabo grandes manifestaciones.

Mar del Plata estaba preparada con un fuerte dispositivo de seguridad por la presencia de los presidentes y especialmente por la presencia de Bush y estuvo dividida en dos por una valla de seis kilómetros, encerrando un área custodiada por 11 mil agentes de seguridad.

Desde la realización de la II Cumbre cientos de movimientos sociales organizamos en forma simultánea la Cumbre de los Pueblos. En el caso de Mar del Plata, la organización estuvo a cargo de la Autoconvocatoria No al ALCA, la CTA, organización sindical integrante de la Alianza Social Continental. El evento se realizó durante los cuatro días inmediatamente anteriores a la cumbre presidencial.

La marcha fue multitudinaria y demostraba una convicción de defender nuestra soberanía, así que iba con una gran esperanza en nuestros presidentes de que cumplieran con la defensa de sus pueblos. Por primera vez, se dio una conjunción de los sectores populares junto a los presidentes, persiguiendo el mismo objetivo de independencia y soberanía.

Durante el siguiente año el tema no apareció más que esporádicamente en los periódicos. Sin embargo, Washington trabajó durante todo el 2005 para incluir al ALCA en la agenda de la Cumbre de Mar del Plata, pero el tema siguió fuera de agenda y días antes ya se respiraba la sensación de fracaso.

Fue en las negociaciones previas a la cumbre de 2005 cuando los cuatro países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) junto con Venezuela nos decidimos gracias a la convicción de Néstor Kirchner a enfrentar a los poderosos y debemos reconocer que esa firmeza y esa convicción en la unidad latinoamericana fue la que impulsó el posterior nacimiento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

Podemos decir, sin riesgo de equivocarnos, que la cumbre de Mar del Plata fue un punto de inflexión en la historia de nuestros países. Después conformamos la UNASUR, que tuvo como primer Secretario General a Néstor Kirchner en reconocimiento por su firmeza a la hora de trabajar por la integración regional.

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Además del rol de Néstor Kirchner fue decisivo el papel que cumplieron Hugo Chavez y Lula Da Silva. Ya el lema de la cumbre era promisorio: “Crear trabajo para fortalecer la democracia y combatir la pobreza”. Esa cumbre fue la prueba de que la región empezaba a debatir qué clase de democracia quería para sí, y cuáles eran sus prioridades en medio de nuevos desafíos globales.

Es por todos estos elementos que sirve recordar lo que pasaba hace tan sólo 10 años en Mar del Plata, cuando cinco países nos plantamos ante otros 29 con la convicción de estar cuidando el interés nacional y sembrando las bases de lo que después consolidaríamos como región sudamericana. Hoy, que el mundo sufre los embates de una crisis que no termina de superarse, podemos confirmar que la firmeza de hombres como Néstor Kirchner, Lula Da Silva y Hugo Chávez nos ha ayudado a mantenernos en pie, poder trabajar por el bienestar de nuestros pueblos y conservar nuestras autonomías que nos permitan construir nuestro propio destino.

La culminación de este hecho histórico, se dio en el acto que encabezó Chavez junto a otros dirigentes políticos, donde se informó la respuesta de los presidentes a la propuesta de Estados Unidos con el no al ALCA. Un momento de unidad entre el pueblo y los presidentes que no defraudaron. Estos presidentes que se parecen más a sus pueblos.

Tras la muerte de Néstor Kirchner en 2010, Chávez rememoró aquellas jornadas en Mar del Plata: “Recuerdo a Néstor gigante, aquel hombre se agigantó ante nosotros allá, en Mar del Plata. Delante de Bush yo recuerdo una frase que dijo: ‘Aquí no vengan a patotearnos’”.

Después de aquella Cumbre de las Américas, sólo una frase quedó grabada en la memoria colectiva: “¡ALCA, ALCA, alcarajo!”. La pronunció el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ante la multitud que lo ovacionó en la tarde del 4 de noviembre de 2005 bajo la lluvia. Fue en el estadio Mundialista, escenario principal de la Contracumbre organizada por referentes políticos, sociales y culturales de Latinoamérica. Las voces de repudio a la presencia del presidente George W. Bush (h) (responsable de las guerras de Irak y de Afganistán) fueron el común denominador de aquel acto.

El No al ALCA abrió la posibilidad de que nuevos procesos surjan en América Latina

Ese 5 de noviembre, Néstor Kirchner, ante un George W. Bush asombrado dijo “La integración será aquélla que reconozca las diversidades y permita los beneficios mutuos. Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía de prosperidad en una sola dirección. Un acuerdo no puede resultar de una imposición en base a las relativas posiciones de fuerza. Por el contrario, como en otros acuerdos de integración comercial deben contemplar salvaguardas y compensaciones para que los que tienen atrasos relativos, de modo que el acuerdo no potencie sus debilidades. Ese es un modo no sólo aceptable, sino fundamentalmente viable”.

Más tarde afirmó: “En este sentido, respecto a nuestro continente, como hoy se lo decía al señor presidente de los Estados Unidos, sigo creyendo que por las cuestiones de liderazgo en la región, su Nación, su país, la Nación de los Estados Unidos, tiene una responsabilidad ineludible e inexcusable para ayudar a ir dándole el lugar y la posición definitiva y final a este marco de asimetrías que tanta inestabilidad han traído a la región.”

En síntesis, lo que queremos subrayar es que la trayectoria de la resistencia al ALCA incluye iniciativas de los Presidentes que tuvieron la valentía de enfrentar al imperio en su

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propia cara, acompañados por el movimiento popular y sindical que ha coincidido con la resistencia de los propios gobiernos, con perspectiva de políticas soberanas para nuestra región. Evidentemente la unidad de nuestros pueblos fue y será fundamental para detener las aspiraciones del imperio y que el futuro depende en “ir por más y mejores conquistas”.

Ya han pasado 10 años desde ese momento glorioso y a lo largo de todo este tiempo, nuestros presidentes han puesto en marcha políticas que han quedado en la historia y que avanzan en el camino hacia la soberanía real de nuestra región. En este camino, tiene un rol fundamental la creación de la UNASUR, de la CELAC y los hechos que se desarrollaron a partir de los mismos, así como la incorporación de Cuba.

A partir del NO AL ALCA han sucedido muchos hechos más, hechos importantes, con los que hemos avanzado con mucho esfuerzo ante un enemigo poderoso que no acepta que sigamos construyendo nuestra historia. Seguiremos en la lucha, pero mientras tanto, tendríamos que debatir que horizonte histórico debemos construir en unidad con nuestros hermanos latinoamericanos.

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Las tensiones y desafíos en la estructura productiva en la UNASUR: de la transición del Neoliberalismo al Estructuralismo 1992-2013: caso argentino

Eco. Ernesto Mattos

Investigador del departamento de Economía Política y Sistema Mundial del CCC y de la UBA. Integrante del grupo “Neoliberalismo, Política y Hegemonía” del Instituto Gino Germani FSOC-

UBA, y de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche.

Los distintos gobiernos de la UNASUR durante los noventa tuvieron en sus políticas económicas el sesgo de la desregulación del comercio interior como exterior acompañado de otras modificaciones basadas en el Consenso de Washington (CW)3 que dieron forma al proyecto, conocido en la región, como Neoliberal.

De alguna forma la revancha monetarista4 que comenzó en 1973 con el derrocamiento de Salvador Allende en Chile, continuo en Argentina en 1976. Otros países de la región ya habían ingresado en ese proceso, pero el quiebre del 1973 puso de manifiesto que la revancha monetarista seria el proyecto económico, sumado al proyecto político impuesto por las dictaduras que dio lugar al denominado “Plan Cóndor5”:

“El entorno de esos años del lobo correspondía a una verdadera red de dictaduras en el Cono Sur y en América Latina. El General Alfredo Stroessner llevaba ya una década en el poder cuando los militares brasileños derrocaron al gobierno democrático y popular de Joao Goulart. La tradición del golpe tras golpe llevó a la dictadura de Hugo Banzer en 1971 en Bolivia. El golpe del general Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973 en Chile, terminó con el experimento socialista de un gobierno elegido democráticamente, derrocando al presidente Salvador Allende, que no se rindió y murió en la casa gubernamental destruida por

3 “El agotamiento del modelo vigente durante el periodo 1933-1980, conocido como «industrialización mediante la sustitución de importaciones» (ISI), promulgó las bases para emprender las reformas estructurales necesarias que permitiesen cambiar el rumbo económico de América Latina. Al tiempo que se delineaba este giro económico, algo histórico sucedió en la región entre 1982 y 1990, una quincena de países logró realizar la transición política desde la dictadura a la democracia, adoptando todos el sistema de «economía de mercado» como modelo económico. Latinoamérica, ante las nuevas realidades, tras la caída del muro de Berlín y próxima a iniciarse la década de los años noventa, observó la necesidad de fortalecer las recién instauradas economías de mercado, herederas de una situación de desestabilización, de excesiva protección y regulación. Esta búsqueda de un modelo más estable, abierto, liberalizado, particularmente orientado a los países de América Latina, nace en 1989 en el llamado «Consenso de Washington», donde se trató de formular un listado de medidas de política económica para orientar a los gobiernos de países en desarrollo y a los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (FMI, BM y BID)) a la hora de valorar los avances en materia económica de los primeros al pedir ayuda a los segundos. El Consenso, se elaboró para encontrar soluciones útiles sobre la forma de afrontar en la región la crisis de la deuda externa, y establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica.” Ramón Casilda Bejar, “América Latina y el consenso de Washington.” Fuente: http://biblioteca.hegoa.ehu.es/system/ebooks/14120/original/America_Latina_y_el_consenso_de_Washington.pdf 4 Hacemos referencio a dos libros de Milton y Rose Friedman (1979). “Libertad de elegir. Hacia un nuevo liberalismo económico.” Editorial Planeta Agostini. (1984) “La tiranía del statu quo”. Editorial Ariel SA. Barcelona. 5 Calloni, S. (1999). “Los años del Lobo. Operación Cóndor. Kissinger, Pinochet, Stroessner, Banzer, Suarez Mason, Massera...”. 1. Operación Cóndor. Los años de la guerra sucia. Pág. 15-29. 1ª edición: en Ediciones Continentes, abril 1999.

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los bombardeos. Ese mismo año, la prolongada democracia en Uruguay culminó cuando el presidente Juan María Bordaberry, aliado con los militares, cerró el Congreso y puso al país bajo dictadura. Tres años después, el 24 de marzo de 1976, una Junta militar, presidida por el general Jorge Rafael Videla, interrumpió, una vez más en Argentina, un gobierno civil.”

Esto cambios en los distintos países del Cono Sur responden en parte a un nuevo planeamiento en el reordenamiento internacional. Luego de la crisis de 1973, conocida como la crisis del petróleo, en 1976 un grupo de intelectuales coordinados por Jan Tinbergen6 se reunió para pensar el futuro de los países industrialistas y del tercer mundo. Un problema que se desprende de este encuentro fue el siguiente:

“El tercer mundo puede fortalecer su posición de poder mediante el control de sus recursos naturales escasos. La eficacia de esta estrategia ha sido demostrada en parte por el grupo de la OPEP. La prosperidad de los países industrializados depende del abasto regular de materias primas provenientes del Tercer Mundo. Por ejemplo, de las 3 materias primas básicas requeridas por una economía industrial moderna, los Estados Unidos dependían en 1950 de las importaciones de más de la mitad de sus existencias en el caso de sólo cuatro de tales materias primas. Para 1973 la lista había aumentado a nueve.”

Queda claro que la prosperidad de las economías centrales dependía de regular el abastecimiento de materias primas para sus mercados o controlarlos desde las periferia, pero el problema era como cambiar el esquema de regulación estatal del periodo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Por ello se elabora y se profundiza el Plan Cóndor y se instala, en medio de la crisis de la deuda en los ochenta, como solución el Consenso de Washington y con ello, la profundización del Neoliberalismo.

Por ello, el contexto internacional de los setenta fue un quiebre en la historia del capitalismo. Las principales potencias industriales y sus necesidades de producción se plasmaron a través de sus intelectuales orgánicos que manifestaron la preocupación por cumplir con los requerimientos de producción, aseguraran las materias primas y recursos naturales para consumir en sus mercados o que puedan controlar a través de sus empresas transnacionalizadas instaladas en las economías periféricas. Por lo tanto, de este hecho podemos configurar un punto de coincidencia entre los intereses de las elites locales con las elites internacionales, para concretar un nuevo pacto, denominado, neocolonial que buscaría transformar la estructura productiva de la región y revertir los avances del proceso de la ISI, posterior a la crisis del ’29.

Esta estructura productiva se presenta como dos “campos de batalla” donde ocurren diversos fenómenos económicos: por un lado, la estructura productiva tiene un marco interno y estructuras económico-sociales de privilegio. El otro son los intereses foráneos imperialistas. Uno y otro conforman dos caras de una misma situación: la dependencia7. Esta

6 Tinbergen, J., Coordinador; Antony J. D., Compilador; Jan Van Ettinger, Director. (1977). “Reestructuración del Orden Internacional”. Primera edición en inglés, 1976. Traducción de Eduardo L. Suárez. Colección Popular 167. Fondo de Cultura Económica. Impreso en México. 7 Cámpora, J. Héctor (2014). “La revolución peronista”. Colección “Los libros son nuestros”. Eudeba.

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dependencia se asienta sobre lo que podríamos denominar la Estructura Productiva Desequilibrada (EPD)8.

El pacto necololinal entre las elites acentúo la dependencia y puso los recursos naturales y materias primas al servicio de la explotación de las empresas trasnacionales, para ellos se precisó de dictaduras en la región y luego una profunda crisis de endeudamiento que continuó el proceso de dependencia hasta el estallido en la región entre 1999 y 2001. Los países protagonistas de la etapa que sigue de la transición hacia una economía periférica basado en lo que podemos denominar pensamiento Estructuralista, fue la que inicia a partir de 2002 y que tiene como hito trascendental el rechazo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005.

Porque luego de los procesos de los setenta, ochenta y noventa y la crisis social imperante en países azotados por la desocupación, las posibilidades de reconstrucción eran mínimas según algunas economías centrales, por eso Estados Unidos, representado por su presidente, visitó Mar del Plata para cerrar el acuerdo de libre comercio en 2005. Con México y Canadá, previamente, había firmado el NAFTA en 1994 y que dio lugar al levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación. En 2003 comenzaron el CAFTA (siglas en ingles) que era el acuerdo de libre comercio en la zona del Caribe y Centroamérica. Por ello, la llegada de George W Bush en 2005 a la Argentina hacía suponer que el ALCA se firmaba y con ello se consumaría los ideales de la doctrina Monroe: “América para los americanos”. Si bien Monroe está presente en el ALCA, el ALCA implicaba además la vieja doctrina Johnson9 (1967):

“Toda pretensión de cambios revolucionarios en cualquier lugar del mundo es contraria a los intereses de Estados Unidos; equivale a una guerra de subversión contra el orden norteamericano y en consecuencia es una guerra de agresión contra los Estados Unidos que debe ser respondida con el periodo militar del país, igual que si se tratara de una invasión armada extranjera al territorio nacional.”

Las bases sustentadas para evitar cualquier transformación en la región estaban condicionadas desde el plano militar. Este fue el caso del gobierno de Juan Bosch en la Republica Dominicana en 1963, derrocado por los marines porque la doctrina referida tuvo como objetivo evitar otra Cuba en la región. Entonces, el periodo de los noventa de impronta liberal en lo económico y Estado mínimo en lo político tiene como basamento estos procesos iniciados en los sesenta, setenta y ochenta que hicieron eclosión en los noventa. El cambio de paradigma se hacía necesario para los pueblos de la América Latina y de esos procesos históricos surgieron Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Lula Da Silva y Dilma Rousseff, Nestor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa entre tantos exponentes que venían resistiendo décadas de opresión.

Transición del Neoliberalismo al Estructuralismo

Crecimiento económico y desempleo

8 Según el profesor Norberto Crovetto una estructura no está desequilibrada o equilibrada sino que es diferente. Nosotros tomaremos la concepción de Marcelo Diamand como fue propuesta. Pero dejan en claro que no hay posibilidad para el equilibrio en una estructura productiva. 9 Bosch, J. (1968). “El pentagonismo, sustituto del imperialismo.” Colección Mínima/12. Siglo veintiuno editores S.A..

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Para poder analizar las tensiones y los desafíos de la Unión de Naciones de Suramérica (UNASUR) utilizaremos la noción de Estructura Productiva Desequilibrada10. Toda estructura productiva supone formas sociales que se asocian e interactúan y en el cual suceden diversos fenómenos económicos que tienen relación con la política en un Estado nación. En este caso el intercambio mercantil se realiza entre una estructura productiva interna donde existe un espacio denominado Estado nación y otro que es su negación en forma de estructura productiva externa. Esa estructura productiva externa adopta la forma de demanda externa. Ambos son mediados por algo que se conoce como comercio exterior donde existe una moneda (o divisa) que facilita el intercambio y donde el control de dicho espacio supone el control de la divisa. Podríamos sumar a esto la noción de centro-periferia, que es, la relación de una estructura externa (economía central) que pone en función de sus intereses y subordina a la estructura interna de un país periférico. Produciendo tres tipos de dependencias: financiera, comercial y tecnológica. Por razones del trabajo nos centraremos en las dos primeras.

A partir de los setenta, entonces, comenzó un modelo de liberalismo económico y Estado mínimo en la Argentina y el resto de América Latina y el Caribe caracterizado por el endeudamiento, privatización, libre comercio y de capital basado en la fuga de capitales. Situación que vamos a analizar con los datos de la CEPAL para identificar los desafíos pendientes en la región, porque esa necesidad del camino de la liberación de los pueblos se inició en noviembre de 2005 y continúa en disputa, ahora entre las regiones y las trasnacionales sin dejar de lado el poderío de algunas economías centrales todavía en el sistema capitalista. Un ejemplo de avances necesarios lo dieron dos países que nacionalizaron sus principales producciones, una es la República Bolivariana de Venezuela y la otra el Estado Plurinacional de Bolivia y con ellos lograron avanzar en la redistribución de la renta del comercio exterior. En este contexto se modificaron constituciones porque en última instancia la constitución de una Nación no se debe entender como un simple documento político sino como la expresión de un proyecto de nación y organización territorial por ello tanto Venezuela (1999), Ecuador (2008) como Bolivia (2009) son países de Latinoamérica que han optado por la modificación de sus respectivas cartas magnas. Y con ello profundizar los cambios necesarios para dar solución a los problemas estructurales de índole social y así poder combatir las desigualdades políticas que se relacionan fuertemente con las desigualdades económicas, ambos puntos repercuten en la desigualdad social de los pueblos latinoamericanos y caribeños. En síntesis esto supone la disputa por la hegemonía política y económica y la transformación de la estructura productiva que fue consolidada por la clase dominante entre 1963 y 2001.

Como planteamos, la etapa la dividiremos en Neoliberal y Estructuralista ambas abarcan el periodo 1992-2013. Los datos de la CEPAL nos pueden ayudar a comprender el panorama económico latinoamericano y caribeño (ALyC). Para tener un punto de comparación entre los periodos, denominaremos al periodo 1992-2002 Neoliberal y al posterior 2003-2013 Estructuralista.

La primera parte y que da comienzo a nuestro análisis es justamente observar la evolución del crecimiento económico en la región y su comparación con otros espacios

10 Para ampliar la definición de EPD para América Latina ver el artículo “El retorno de la Economía Política y estructura productiva de América Latina y el Caribe: el caso argentino.” Fuente: http://espectros.com.ar/wp-content/uploads/2015/08/El-retorno-de-la-economia-politica_por-Ernesto-Mattos.pdf

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económicos. El Cono Sur, durante el periodo Neoliberal creció solamente un 2,5%, con una recesión que afectó a la región a partir de 1998. Este periodo caracterizado por altas tasas de desempleo hizo implosión en 2002 con una tasa negativa de crecimiento del -1,2%. En el periodo Estructuralista o de gobiernos populares y nacionales el crecimiento económico fue, en promedio, del 4,7%, casi el doble del periodo anterior. Un detalle: en ambos periodos tuvo que ver con el desenvolvimiento de China que entre 1992 y 1999 paso de crecer al 14% a un 8%, para luego crecer sostenidamente hasta el 2007, cuando alcanza un pico del 14,2% para luego volver a desacelerarse hasta el 10,4% en 2010 y luego caer al 7,7% en 2014. Sumado a la crisis subprime que nace en Estados Unidos y se extiende a la Unión Europea donde afecta a más de 25 millones de personas y produce en Estados Unidos unas casi 10 millones de familias bajo la línea de pobreza. Ambos espacios económicos, como economías centrales, sufrieron de lleno la crisis económica que generó la desregulación financiera iniciada en 1999 por Bill Clinton y la FED. Esta desregulación en el centro financiero del mundo, denominado Wall Street, afectó al sistema capitalista mientras los niveles de desigualdad crecían en la sociedad estadounidense. En 1992 el 1% más rico se apropia de ingresos más ganancia de capital en un 14% y para el 2012 alcanzó el 22%, lo que evidencia la profunda desigualdad que existe en la actualidad en los Estados Unidos.

El otro país que acompañó el ritmo de China fue la India, que creció por encima del promedio mundial y por encima de Estados Unidos y la Unión Europea.

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El crecimiento económico promedio del 4,7% a partir de 2003 fue acompañado de una reducción del desempleo, aun luego de la crisis del 2008. El rechazo del ALCA parece confirmar el acierto de la decisión tomada por Argentina, Brasil y Venezuela que lograron reducir el flagelo social de no tener empleo ni ingresos.

Los sectores sociales subordinados, a través de las altas tasas de desempleo del periodo Neoliberal, toman mayor protagonismo en el periodo posterior al 2003, cuando se estabiliza dicha variable, logrando organizarse y motorizar los debates en la arena política. Aquí podemos extraer como rasgo característico el rol que cumple la divisa en la estrategia nacional de desarrollo, como inversiones o como pago de importaciones, intereses, utilidades y dividendos (de las trasnacionales) y fuga de capitales (forma licita o ilícita). Una de las características del periodo que se inicia en 2003 está centrado en las inversiones, si bien la Argentina se mantuvo en el 4° lugar como receptora de IED a nivel regional, logró articular a los sectores económicos complementándolos con obra pública, y obtener como resultado los niveles de desempleos actuales (6,6%) similares a los de la UNASUR.

El proyecto Neoliberal tuvo como objetivo disciplinar al conjunto de la clase trabajadora

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en el Cono Sur. Un dato que nos puede ayudar a comprender el modelo neoliberal tuvo que ver con la evolución del desempleo. Entre 1991 y 2002 el desempleo pasó de 6% al 12,7% duplicándose en millones de suramericanos que se quedaron sin empleo y condenados a la desprotección del Estado. Por esto tiempos los cambios basados en el CW mostraban sus consecuencias sociales (ver gráfico A).

Entre los países con complejos escenarios sociales entre 1999 y 2002 estaban Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador y Bolivia. Los distintos cambios de gobiernos que se fueron sucediendo tuvieron la impronta de avanzar sobre los sectores sociales desprotegidos en el periodo Neoliberal, este es el comienzo, a partir de 2003 del denominado periodo Estructuralista. El promedio del desempleo en la UNASUR, para 2014, fue del 6,6% y se mantiene en ese nivel desde el año 2011. Evidencia del cambio en el rol del Estado en relación al mercado muestra que entre 2008 (crisis internacional financiera y económica) y 2009 el desempleo en la región paso del 8% al 8,8%, aumento un 0,8% pero a partir de ese año descendería a los actuales niveles del 6,6%.

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Venezuela y Bolivia redujeron drásticamente el desempleo como también lo hizo la Argentina y Brasil. Pero queda claro que en el periodo Neoliberal (1991-2002) se caracterizó por tasas altas de desempleo que disciplinaban socialmente a los trabajadores en la región.

Pero las tensiones en la sociedad latinoamericana no están resueltas del todo, si bien la recuperación del rol de los Estado nación en la administración de la política económica frenó el avance del pensamiento único que logró imponer el modelo de alto desempleo y endeudamiento, todavía subsisten desigualdades sociales que deben ser atendidas. Si bien estos números muestran un panorama social con otra índole en los distintos conflictos, una medida de la realidad imperante es la utilización del Coeficiente de Gini que mide la desigualdad de los ingresos.

Los datos de la CEPAL muestran que los niveles de desigualdad (Coeficiente de Gini) pasaron de 0,541 a 0,497 entre 1999 y 2013 lo que evidencia una mejora en la desigualdad de los ingresos. Pero la distribución de los ingresos entre el quintil más pobre y más rico evidencia otra realidad. En 1999 el quintil más pobre se apropia del 1% de los ingresos mientras que el más rico lo hacía en un 42%. Para el año 2013 la situación era la siguiente: el quintil más pobre se apropiaba del 1,3% mientras el quintil más rico lo hacía en un 38,4% de los ingresos. Entonces, el periodo Estructuralista donde la política y la economía fueron instrumentadas desde Estados que modificaron sus cartas magnas (en los casos mencionados) para llevar

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adelante el crecimiento y el desarrollo económico social. Lo que evidenció la necesidad del Estado para mediar entre las desigualdades que todavía subsisten en la región y que fueron producto de los proyectos de libre comercio, privatización y endeudamiento de décadas pasadas. La resolución de estas desigualdades se debe profundizar con un Estado presente en la mediación entre los que más han acumulado y los que todavía precisan crecer en mayor participación en la distribución. El dato es claro: entre 1999 y 2013 la distribución del ingreso en el quintil más rico decreció 4 puntos porcentuales. Por lo tanto, si en 10 años se logró reducir la apropiación del quintil más rico en un 4%, se precisarían, no sólo un Estado como el actual en la región sino profundizar las políticas económicas y sociales en un periodo de 95 años para lograr que se pase del 38,4% a menos del 1% y lo cual sería un impacto abrumador en la distribución del ingreso en la región.

Para lograr una reducción de las desigualdades, además, se precisa de regular el rol de las divisas y las salida y entrada de capitales en la región. Si bien Argentina, Brasil y Uruguay están ensayando formas de intercambio que dejan fuera la circulación de la divisa dólar, es un punto crítico que puso en tensión todo el proceso, uno porque en la base del libre comercio esta la noción de la libertad en la movilidad de capitales.

Por ello es importante comprender el fenómeno del movimiento de divisas y de capitales para observar cómo afecta ello en la estructura productiva; y que a veces condiciona las transformaciones profundas en la EPD. Estas transformaciones ponen en tensión no sólo a los sectores económicos concentrados en el comercio exterior sino que hacen operar a los sectores políticos en cada país de la región como sucede en Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia.

No obstante, es preciso darle forma a esta tensión de los recursos que se genera en territorio nacional de los países del Cono Sur y que en muchos casos termina transfiriéndose al exterior para luego esperar una devaluación que los beneficie y pueda traer sus recursos para concentrar sectores económicos, comprar tierras e inmuebles.

Comercio Exterior y la tensión de los recursos

Cuando existe crecimiento económico en paralelo surge una relación directa con la actividad económica. El periodo Neoliberal tuvo un crecimiento del 2,5% y una tasa de desempleo del 12,7% como resultado, mientras que el Estructuralista creció al 4,7% con una tasa de desempleo del 6,6%; pero las transferencia de recursos al exterior por pago de utilidades y dividendos e intereses por obligaciones externas pesan en la estructura económica, En el gráfico D podemos observar la evolución de la balanza comercial11. Entre 1992 y 2002 la balanza de bienes y servicios o comercial12 de los países del Cono Sur fue deficitaria en U$S 5.715 millones, año a año. Esto fue posible por la liberalización del comercio exterior e interior, bajo distintas formas, con modificaciones en los derechos de exportación e importación que permitieron el ingreso irrestricto de productos importados y que tuvo como consecuencia barrer con las industrias autóctonas y concentrar económicamente industrias para las empresas transnacionales; fusiones, adquisiciones por parte de las empresas privadas y privatización de empresas estatales, esto contribuye indirectamente a la grave

11 Si la exportación es superior a la importación existe un superávit comercial, caso contrario habría déficit comercial, si hay superávit comercial hay ingreso de divisas si no salida de recursos por esta cuenta. 12 Fuente: CEPAL/Banco Mundial.

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situación social en vez de solucionarla.

Sin embargo, la situación va a modificarse a partir del año 2003 cuando los distintos gobierno que experimentaron tasas de crecimiento positivas pudieron lograr un superávit comercial en el periodo Estructuralista de U$S 54.651 millones anuales. Lo que permitió elevar los ingresos en divisas para la UNASUR.

Pero como todo lo que entra a veces sale, y esto es una tensión en la EPD, ya que la generación de ingresos estuvo basada en commodities durante el periodo Neoliberal, el déficit a su vez estuvo acompañado de un déficit en la Balanza de Renta por U$S 30.056 millones, promedio anual. Con ese proyecto Neoliberal los países de la UNASUR tuvieron que cubrir ese déficit, en la mayoría de los casos, con endeudamiento o venta de empresas estatales para cubrir esa transferencia de recursos por utilidades y dividendos de las empresas trasnacionales y vencimiento de intereses por obligaciones externas.

En cambio, en el periodo Estructuralista el promedio anual de ingresos por el comercio exterior fue de U$S 54.651 millones, superávit comercial que comienza a decrecer luego de la crisis económica de 2008, donde desacelera no sólo China, sino la UE y EUA junto a la India, principales economías del mundo capitalista actual. En concepto de balanza de renta13 13 Idem

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durante el periodo posterior a 2003 (comprende a los pagos de intereses de deuda y de dividendos y utilidades de las empresas), fue deficitaria en U$S 80.943 millones, en promedio anual.

Entonces, durante el periodo Neoliberal la balanza comercial y la de rentas fueron deficitarias, no podía generar las divisas para pagar los intereses y utilidades y dividendos; mientras que durante el periodo Estructuralista la balanza comercial fue superavitaria y continuo el déficit en la balanza de renta, que se triplicó, esto quiere decir, que las empresas trasnacionales generaron grandes ganancias en utilidades y dividendos y los fugaron al exterior. A su vez el crecimiento económico sirvió para cancelar los intereses y capital del endeudamiento del periodo Neoliberal. Lo que significa que los gobiernos nacionales y populares a través de la regulación del mercado y modificación en distintas leyes basados en el rechazo al libre comercio (representado en el ALCA) obtuvieron mejores resultados económicos que la época del CW. Podemos evidenciar esa cancelación de la deuda en el siguiente cuadro:

Los principales países que mejoraron su situación post 2003 fueron Bolivia y Argentina. La tendencia de endeudamiento en la UNASUR muestra una mejoría a diferencia de la tendencia del periodo Neoliberal. Estas mejoras en los niveles de desempleo, crecimiento económico, superávit comercial y ganancias transferidas se realizó bajo las críticas de sectores políticos que acusaban a estos países de ahuyentar las inversiones y que no existía seguridad jurídica para las mismas. No podemos dejar de lado otra característica del periodo Neoliberal, los niveles de precios, que pasaron de tener un pico de 40% (1995) a uno de 9% (2002), lográndose una estabilidad en las variaciones de precios ante el miedo de las altas tasas de

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inflación del periodo de los ochenta. Situación que no se modificó en el periodo Estructuralista que para el año 2013 tuvo un nivel de precios del 6,6% anual. Esta desaceleración de los precios fue drástica entre 1995 y 2002 junto a la recesión económica, en cambio en el post 2003 la estabilidad de los precios se conjugó con tasas de crecimiento económico y bajo desempleo. Durante este periodo Neoliberal algunos países que habían contraído préstamos en Suramérica tuvieron el seguimiento de organismos internacionales para financiar sus déficits. En muchos se les impusieron a cambio de refinanciamiento un programa económico recesivo y que solo profundizaba la desigualdad económica y social.

Este nuevo rol del Estado Estructuralista permitió acumular reservas, el intercambio comercial favorable a los productos de la región posibilitó que los países incrementaran sus arcas en el Banco Central.

Los países del Cono Sur por su intercambio comercial lograron, año a año, durante el periodo Neoliberal incrementar sus reservas en U$S 118.065 millones; mientras que en el periodo Estructuralista ingresaban año a año unos U$S 432.734 millones, cuatro veces más crecieron las arcas de los bancos centrales de estos países. Entre ellos Brasil, Argentina, Colombia y Perú. Entre 2003 y 2013 la Argentina y Brasil representan el 65% de las reservas de la UNASUR; si sumamos a Venezuela tendríamos casi el 70% de las reservas.

Inversión Extranjera Directa en el periodo Estructuralista

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Las inversiones extranjeras directas (IED) que ingresaron a la región evidencia el espacio para la actividad económica y muestra la crisis económica que sectores políticos en la región reclamaban ante la negación de firmar el ALCA, principalmente esta decisión recayó en Argentina, Venezuela y Brasil, más tarde se sumarian Bolivia y Ecuador logrando espacios institucionales supranacionales que permitieron coordinar políticas económicas ante las distintas crisis económicas como el ALBA, SUCRE, PETROCARIBE y CELAC.

Veamos esta zoncera sobre la inseguridad jurídica de las inversiones y otra que la acompaña que es “nos caemos del mundo”. Observemos el siguiente gráfico G:

El flujo de inversiones ocurre entre los principales países como Estados Unidos, el espacio Unión Europea y resto del mundo, la UNASUR no superó el 10% de total de IED en el mundo durante el periodo Neoliberal. Como se observa en el gráfico G durante el periodo Estructuralista la IED que llegó a la UNASUR no representó ni el 5% en el mundo, en 2012 tuvo un pico de 7,9% para luego descender al 5,2% en 2013. Esto nos demuestra que en el periodo Estructuralista fue la política económica de fortalecer los mercados internos, administrar los recursos con distribución del ingreso lo que permitió tasas de desempleo inferiores al periodo 1992-2002. Las reformas constitucionales, la nacionalización del comercio exterior (en el caso de Bolivia y Venezuela) no afectaron el desenvolvimiento económico de la región. El dato es central en tanto que nos encontramos en un período en un escenario escaso de

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inversiones por la crisis.

Entre 1992-2002 estas IED compraron empresas estatales y privadas y motorizaron la demanda de importaciones que desarticuló el entramado industrial que fabricaba bienes intermedios, por ello en la actualidad, la composición de las importaciones de la región son de casi un 60% de bienes intermedios. Por ende, este modelo de no intervención del Estado como organizador territorial y administrador de desbalances en los sectores económicos tuvo como conclusión: América Latina que pasó de una pobreza de 204 a 225 millones de personas; y el ratio deuda externa/PBI pasó del 38% al 68% promedio en el periodo; en cambio para el periodo Estructuralista la pobreza se redujo de 225 a 167 millones, lo que significó la creación de una clase media recuperada, unos 58 millones de latinoamericanos dejaron la pobreza. El ratio deuda externa/PIB paso de 62% a 27%, donde los principales países con ratio superiores a 35% son Uruguay, Perú y Chile.

Si bien en el periodo anterior el ingreso de IED es menor al del periodo Estructuralista y existe un superávit comercial, importante, aún así se incrementó tres veces las transferencias por balance de renta, lo que muestra que las empresas transfirieron recursos, comportamiento similar al periodo anterior. Por ende esta gran masa de recursos que ingresó por balanza comercial y IED debería reflejar un mayor financiamiento, a la Formación Interna Bruta de Capital14 o inversiones de los sectores económicos en la estructura productiva para posibilitar la expansión de la acumulación de capital.

La realidad es que en América Latina y el Caribe el ahorro interno y la Formación Interna Bruta de Capital como porcentaje del PIB en vez de crecer entre 2006 y 2013, la primera decreció y el segundo se mantuvo estable: el ahorro interno pasó de 23,2% a 19,6% y la Formación Bruta de Capital se mantuvo, estable, en un 20,7% durante todo el periodo. Entonces la gran masa de recursos que se fueron por pago de intereses de deuda y utilidades y dividendos acompañó a los sectores económicos que no invirtieron en sus respectivas economías para poder ampliar su acumulación de capital y generar las condiciones para disminuir la dependencia tecnológica y financiera, como tampoco, estos sectores económicos, lograron avanzar en invertir más recursos en I+D, inversión que sí fue realizada por los distintos gobiernos, como inversión pública en educación e infraestructura, producto de la mayor recaudación y distribución en la sociedad. Esta es la tensión que subyace a la EPD donde a partir de un periodo de crecimiento económico, bajas tasas de desempleo, mayor distribución del ingreso y disminución de la pobreza los sectores privados no realizan su tarea histórica, invertir y desarrollar el capitalismo en la periferia, optando por transferir recursos al exterior como se evidenció en el gráfico D., que significó menor ahorro. El último gráfico nos evidencia la estructura productiva, tomando el comercio exterior, y retomando las ideas de Diamand con la EPD debemos agregar las ideas de Arturo Jauretche: “Nuestras formas tradicionales de comercio exterior han determinado nuestras formas internas de producción.” Por esta razón es preciso poner el énfasis en el comercio exterior para analizar su composición. El caso argentino, que era exportadora de carnes para el mercado británico, como lo fueron otros países con otros productos. De esas relaciones comerciales se fue conformando una estructura productiva que Diamand denomino EPD, que desarrollamos en el texto citado en las primeras páginas del artículo. Estas ideas organizadas nos permiten tener criterios a la hora de analizar la relación con China, pero este tema es motivo de debate.

14 Es lo que denominamos acumulación de capital, todo proceso de crecimiento económico tiene asociado una acumulación de capital que se expresa en muchos casos en inversión que puede ser real o especulativa.

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Si bien en su conjunto los países de la UNASUR tuvieron resultados sociales radicalmente favorables en comparación a las décadas anteriores, todavía subsiste la problemática de un comercio exterior primario. Si tomamos país por país, según los datos de la CEPAL, las exportaciones de productos manufacturados como porcentaje del total de las exportaciones de la región evidencia que Brasil pasó del 54% al 36% entre 2002 y 2013; Argentina se mantuvo con una participación del 33%; Chile pasó de un 19% a un 13%; Colombia de un 38% al 17%; y Uruguay de un 42% al 24%. Los países que tuvieron un cambio en la composición de su comercio exterior, tendencia a primarización fueron Brasil, Uruguay, entre los principales, seguidos por Colombia y menor medida Chile.

Entonces, el periodo posterior a la noche Neoliberal tuvo una recuperación en términos sociales. Pero todavía falta profundizar la distribución del ingreso entre los quintiles más pobres y ricos, tarea que se hace complicada ante sectores privados que no tienen intenciones de desarrollar el capitalismo en las periferias y que pugnan por una menor intervención para lograr acuerdos de libre comercio que permitan acumular mayores ganancias. Por ello es necesario dejar en claro que el No al ALCA fue necesario para transformar la realidad de una región diezmada por el alto desempleo, punta de lanza fue el gobierno bolivariano de Hugo Chávez, al que siguieron Lula da Silvia (Brasil) y Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (Argentina). Estos tres países acompañados de Bolivia y Ecuador lograron torcer, momentáneamente la situación política y económica en la región, estos son los desafíos que nos deja un proceso histórico donde el Estado estuvo en función

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de las mayorías, un Estado que organizó la regulación del mercado para asignar los recursos entre los distintos sectores sociales pero que tiene por delante un desafío, si antes la ruptura de la dependencia implicaba un enfrentamiento entre Nación e Imperio, en la actualidad para romper la dependencia es necesario plantearlo como región (UNASUR) contra trasnacionales. Un caso que nos permitiría profundizar esta situación es el caso argentino que desarrollaremos en el siguiente apartado.

El caso argentino y el periodo estructuralista: La devaluación y la fuga de recursos

El Estado nación es una convergencia histórica de luchas sociales condensadas y que expresan en sus distintas políticas económicas una forma de imposición de un sector social desde dentro de la comunidad en el espacio territorial. Al lograr su imposición “adopta y adapta” la forma de gobierno que, en el periodo Estructuralista, se caracterizó por la radicalización de la democracia y ampliación de derechos económicos, políticos y sociales del sujeto histórico “mayoritario”, esté a su vez se apropió de la recuperación, con el instrumento de la participación y organización, logrando una re-fundación del Estado nación; que puso en disputa y en movimiento al conjunto de la comunidad. Por lo tanto, producto de estas modificaciones en la política económica en el periodo Estructuralista comienzan a surgir las tensiones en la estructura productiva y sus clases dominantes: conflicto entre las estrategias de desarrollo nacional e internacional y el rol de la divisa.

Por lo tanto, el sector privado invierte o transfiere recursos al exterior y esto pone en tensión al entrar en conflicto con la estrategia nacional de desarrollo entre 2003-2014. En esta situación radica la disputa. El rol que juega la divisa, entre el gobierno legitimado por las elecciones democráticas y ciertos sectores económicos concentrados, que están íntimamente, vinculados a estrategias internacionales de transferencia de ganancias, que se acelero luego de la crisis de 2008 (Ver Anexo T.1)15.

Antes de continuar retomemos la tensión subyacente en la estructura productiva: primero, resolución 125 sobre derechos de exportación que duró desde marzo a octubre de 2008; segundo, Administración de la divisa para atesoramiento y turismo.

Estos puntos son los que fundamentan la organización de un bloque económico y político que se conformó entre 2008 y 2014 y se expresó como Foro Convergencia Empresarial16 (FCE), cámaras empresarias como la Unión Industrial Argentina (UIA), la Banca Extranjera y Privada Nacional, la Sociedad Rural Argentina (SRA) y empresas trasnacionales (cámaras norteamericanas, españolas, británicas, etc.) que tienen posición dominante tanto

15 Un hilo que atraviesa toda esta disputa es que la recuperación de la fuerza de trabajo en derechos y mejoras salariales al retomar los espacio de participación conlleva un plano de la conciencia que es disputado por los sectores de los “medios de comunicación” que tienen intereses coincidentes con el FCE y por ello articulan acciones para “formar opinión” en las voluntades colectivas, con el objetivo de desestabilizar a gobiernos contrarios a sus intereses corporativos: en el caso argentino se vio en dos ejemplos, uno retroalimentar todos los días la brecha entre el dólar legal e ilegal, introduciendo la idea de que el dólar ilegal debería ser el certero valor del tipo de cambio (ver G.3.); las empresas desabastecen y así logran subir los precios y los medios amplifican la situación para consolidar un situación caos y continuar la erosión y desgaste del apoyo social. Ambas situaciones fueron controladas por el gobierno pero no quiere decir que no sigan latentes, la idea, de imponer una devaluación que solo afectaría a los sectores de ingresos bajos y fijos. En este contexto no es menor el protagonismo de los intelectuales orgánicos de los sectores privados que fundamentan toda la problemática económica nacional en dos puntos: el cepo al dólar y las restricciones a la exportación. 16 Para una ampliación de sus propuestas se puede acceder a esta página: http://www.revistacriterio.com.ar/documentos/bases-para-formulacion-de-politicas-de-estado-del-foro-de-convergencia-empresarial/

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en el comercio exterior como interior y que tienen altos niveles de incidencia en el nivel general de precios de las mercancías que se fabrican. El programa económico del FCE tiene una orientación y articulación de intereses hacia los mercados externos, dejando de lado un crecimiento económico basado en el mercado interno e incremento del poder adquisitivo, administración de la divisa, distribución del ingreso y tasas bajas de desempleo.

Resumiendo, este espacio social (FCE) obtiene sus ganancias del comercio interior y del exterior, y su posición monopólica se consolidada en el periodo neoliberal. Esta apropiación de recursos tiene como objetivo transferir la gran masa de divisas al exterior luego de su valorización. Una vez que esos recursos se encuentran en el exterior como activos tratan de ingresarlos nuevamente como inversiones privadas pero precisan un tipo de cambio mayor al del momento de comprar los dólares. De ello es la insistencia para que el “dólar ilegal” sea el dólar de referencia en el comercio exterior y venta al público (ver G.3.). El efecto directo de esa medida es una devaluación brusca. Para lograr este objetivo fue que el FCE se constituyo y plasmo su programa económico:

1) La eliminación de las restricciones a las exportaciones (derechos de exportación);

2) No intervención en los precios que quiere decir “libertad de precios”, una reducción de la presión tributaria eliminando impuestos y aplicando reformas fiscales sin contemplar las brechas de desigualdad que todavía existen; y

3) Una consigna, que es regional, “estabilidad, previsibilidad y formalidad para las inversiones privada”.

Los sectores privados del FCE precisan girar sus recursos y esto se combina con los pagos por importaciones, utilidades y dividendos e intereses de la deuda externa. Esta situación podría llevarnos al siguiente escenario: sin divisas o recursos en la economía para continuar la estrategia de desarrollo nacional, se precisaría conseguirlos por comercio exterior o endeudamiento. El FCE con esta idea de liberalizar el atesoramiento de dólares provocaría un efecto contractivo para la económica: primero un tipo de cambio libre que nos llevaría a una devaluación y luego la posterior necesidad de divisas pondría al gobierno en al disyuntiva de endeudarse. Por último, dicen que “la economía es la administración de los recursos escasos”. Dejamos dos preguntas ¿El dólar o divisa se fabrica en Argentina? En tal caso ¿Es un recurso escaso?

Como sabemos la economía argentina está altamente concentrada en sectores como aluminio o cemento y extranjerizada en sectores como alimentos y bebidas y automotrices.

Esta situación de extranjerización y concentración en la economía junto con la gran transferencia de recursos al exterior completan el panorama de la falta de inversión privada, inversión no ya en cambio de máquinas o ampliación de la fábrica sino en innovación, investigación y ciencia. En esta área tan sensible para la estrategia de desarrollo nacional y formas de consumo, el Estado ha venido destinando recursos obteniendo resultados: semilla que soporta la sequia (UNL), inhibición in vitro del proceso neurogenerativo del Parkinson (Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario), clonación de especies amenazadas de extinción (FAUBA), la vaca Rosita ISA produce “leche maternizada” (INTA-UNSAM), fertilización asistida no invasiva (UNLP) y el Instituto Universitario de Medicina Reproductiva (UNC). Estos

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son algunos de los logros entre las instituciones estatales y con el complemento de las universidades. Los datos muestran que el Estado en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB pasó del 0,14% (2004) al 0,24% (2011) logrando un pico del 0,32% (2014).

Siguiendo con datos económicos que corroboren que los actores de dentro del FCE quieren aplicar su programa para transferir sus recursos al exterior, durante 2004 y 2008 la Formación Bruta Capital Fijo (Ver inversión privada) creció de 16% al 20% del PIB y para el periodo 2009 y 2014 pasó de 20% a 18%. Lo que marca una caída en las inversiones privadas a partir de 2008 y que coindice con las inversiones al exterior de los residentes, generando desinversión en la Argentina, pero como de cada U$S 100 transferido al exterior U$S 75 se fueron en forma de billetes (ver T.1.), lo que a su vez evidencia que no transfieren recursos para lograr expansión económica sino para la especulación financiera. Similar situación de desinversión se nota en los datos a nivel regional.

Tengamos en cuenta que el periodo Neoliberal, desde Argentina, por balanza de renta se transfirieron unos U$S 62.917 millones, mientras que en el Estructuralista unos U$S 88.417 millones en pago de intereses de la deuda y utilidades y dividendos. Solamente en utilidades y dividendos en el periodo 2002 y 2007 se pagaron unos U$S 5.994 millones, entre el año de las crisis financiera (2008) y 2014 se pago unos U$S 18.057 millones, tres veces más el periodo anterior. En el periodo 2005-2013 en IED ingresaron a Argentina unos U$S 82.453 millones (BCRA, CEPAL, IED 2013). Lo que significa que las casas matrices de las empresas trasnacionales requerían de liquidez para afrontar sus deudas y a su vez la actividad económica argentina permitía obtener y sustentar ciertos niveles de beneficios que por cada dólar invertido obtenían una rentabilidad del 29% o 2.500 millones dólares por año. Además si se observa el gráfico G.3., en junio de 2010 se toma la medida de regular la venta de dólares, ya que se podía comprar 2.000.000 por mes (ver T.1). Regulación que restringe el atesoramiento de dólares pero si se puede utilizar libremente para el comercio exterior. Lo que estuvo pasando fue que, libremente, el sector privado transfería dinero al exterior, según datos del Banco Central entre 2002-2007, por el rubro Formación de Activos Externos del Sector Privado No Financiero (FAESPNF), unos U$S 16.528 millones bajo la cuenta denominada “Billetes”, en forma de Inversiones Directas de Residentes (grandes industrias, grandes contribuyentes) se transfirieron unos U$S 5.079 millones. Este mismo sector entre 2008 y 2014 transfirió recursos al exterior por U$S 59.056 millones en forma de “Billetes”, las Inversiones Directas que realizaron los residentes subió a U$S 18.598 millones; en ambos caso se triplicaron las transferencias al exterior, formando activos externos en otros sistemas económicos. Por ello ante estos números contundentes de la fuga de divisas al exterior y el atesoramiento y dado que el dólar no lo puede fabricar la Argentina hubo que regular el recurso escaso denominado “dólar o divisa”. Y en este esquema de transferencias, denominadas operaciones financieras y cambiarias, aparecen los bancos. Para el periodo 2007 y 2014, el principal banco fue el Citibank con una participación, promedio del 16%, HSBC un 10%, Rio Santander un 9%, Francés BBVA un 8,7% y Galicia un 7,8%. Lo que significa que estos cincos bancos, operan en la estructura productiva para transferir recursos al exterior, y dominan, en este periodo en cuestión, el 60% de las operaciones cambiarias y financieras y representan el 3,4% del total de entidades financieras, a lo cual se suma que solo hay un banco privado nacional, el Galicia, y los demás son representantes de la banca extranjera en la Argentina.

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Reflexiones finales

Entonces, la rentabilidad que obtuvo la IED en el periodo Estructuralista, del 30%, sumado a la crisis financiera (2008), que aceleró las transferencias, por la balanza de rentas se giraron al exterior unos U$S 88.417 millones, de los cuales el 27% fue para pago de utilidades y dividendos, el resto son intereses de la deuda externa. Por otro lado, se suma que las transferencias de la cuenta FAESPNF totalizaron, entre 2002-2014, unos U$S 101.033 millones, el 73% eran “Billetes” y el resto Inversiones Directas; estas Inversiones Directas representan el 4,5 del PIB (2014). Toda esta situación fue posible en “estabilidad, previsibilidad y formalidad de las inversiones” pero puso sobre la mesa el rol de la “divisa o dólar” y la complicidad de la banca (el 3,4% manejo el 60% de las operaciones financieras y cambiarias) y los sectores privados concentrados nacionales y trasnacionales que no estaban dispuestos a competir en “términos capitalistas”, la inversión privada cayó 2,5 puntos porcentuales del PIB, evidenció la articulación de sectores económicos y medios de comunicación para desestabilizar económicamente (dólar ilegal). Para intentar imponer el programa de la FCE que es la estrategia de desarrollo de las casas matrices en la Argentina. Programa que tiene como punto nodal la no inversión ni acumulación de capital basado en mayores innovaciones y desarrollo científico, razón por la cual el gobierno invirtió en I+D con los resultados descriptos.

Por ello, y finalizando, la clase trabajadora no tiene en frente a la burguesía, sino que las clases trabajadoras en la periferia capitalista enfrentan a los terratenientes (sojeros), a las empresas trasnacionales que dominan el comercio exterior e interior y a una gran industria (todo estos en el FCE) que quieren la administración del recurso “dólar o divisa”. Son tres sus enemigos y sólo en democracia los trabajadores tienen un aliado, al gobierno, cercano a sus intereses y con él puede librar este enfrentamiento y el proceso histórico de conflicto.

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Anexo

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El ALCA y su negación: proyecto geopolítico de un capital retrasado

Lic Mario R. Sosa

Área de Economía Política

Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad

“Yo les quiero decir que hoy me emocioné en la recordación del aniversario en el desfile que se llevaba adelante en el acto central del recordatorio del Día de la Independencia, cuando vi

miles y miles de rostros, de manos que se alzaban de hermanos latinoamericanos, venezolanos, compartiendo el desfile, compartiendo la esperanza de construir un nuevo país,

de construir un nuevo orden de justicia al que aspiran ustedes y su Presidente, un pueblo absolutamente esperanzado como el resto de los pueblos de América, esperando que

nosotros estemos a la altura de la historia y de las circunstancias. Por eso siempre le pido a Dios que nos de la fuerza de ser leales a nuestras convicciones. Cuando se llega adonde

llegamos nosotros, no hay lugar para el empate, queridos amigos, es el camino del triunfo de nuestros pueblos lo que puede generar la trascendencia.”

Presidente de Argentina Néstor Kirchner,

6 de julio de 2006,

Asamblea Nacional de Venezuela

Introducción

Estamos transitando la mitad de 2015. Pronto habrán pasado 10 años desde que la voluntad política de los mandatarios de los países del MERCOSUR, principalmente del Brasil y la Argentina, acompañados por el Presidente de Venezuela dieron un NO al ALCA17. En Mar del Plata en los primeros días de noviembre de 2005 durante la IV CUMBRE DEL ALCA al menos explícitamente, dos posiciones se enfrentaron (una tercera estaba implícita en la lucha al interior de la nación más avanzada) dando por resultado el final de las negociaciones de un proyecto q tenía Estados Unidos para el continente, excluida Cuba.

Nos interesa la historia como instrumento para explicar el presente. Nos interesa la historia, en este caso, como laboratorio de observación del juego de grandes intereses. Por tanto, este documento se escribe no con la intención de narrar una gesta heroica, sino más bien como insumo que nos permita, por una parte aportar a la comprensión de la crisis actual y por otra, acercar elementos tanto para la concepción verosímil del conflicto en medio del cual transita nuestro pueblo como también para el diseño estratégico de la política en su más amplio sentido.

El mundo transita hoy por una profunda crisis de carácter, económico, financiero y político que derivan en otras situaciones críticas en lo social, en lo ecológico, etc. Esta crisis es 17 A.L.C.A.: Área de Libre Comercio de las Américas, iniciado en la Cumbre de 34 países de América, excluida CUBA, en Miami, Estados Unidos en 1994 durante la presidencia de George Bush (padre) en ese país y de Carlos Menem en la Argentina.

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en realidad la expresión de una profunda transformación del capitalismo en uno de nuevo tipo, que busca no sólo alterar las formas en que produce (cosa en la que ha logrado avances extraordinarios), sino también, adecuar sus “formas de regulación” que termine de prefigurar el nuevo orden global que persigue. El ALCA y su negación, la tesis y la antítesis, forman parte de la síntesis que dicha forma de capital pretende alcanzar. Sería apresurado presentar su negación sólo como producto exclusivo de la lucha de los pueblos de América Latina (principalmente los más arriba señalados), exactamente igual a atribuir a los procesos independentistas de 1800 de la Patria Grande determinantes puramente internos. Las relaciones internacionales si bien son generalmente estudiadas a posteriori de analizar las estructuras internas ello no es porque no tengan una importancia significativa sino que siempre es necesario conocer la estructura interna para visualizar como aquellas se han de procesar. El ALCA, iniciativa de un grupo particular de intereses de los Estados Unidos es en realidad la respuesta a otra línea de capitales, mucho más global que con el paso del tiempo terminó constituyéndose en el polo principal de la contradicción principal del sistema mundial.

Desde un punto de vista metodológico asumimos la globalización capitalista como el proceso de transnacionalización de la ley del valor y de la construcción de su respectiva regulación. Desde nuestra perspectiva, en el desarrollo del capital y el mercado mundial, el máximo desarrollo de las fuerzas productivas bajo forma capitalista es un proceso turbulento y dinámico, de marchas y contramarchas a través de las cuales se expresa la permanente expansión de la composición orgánica del capital con su creciente concentración y centralización. La centralización que opera fundamentalmente durante las crisis estructurales y orgánicas son las que de fondo permiten la reversión de la caída inevitable de la tasa de ganancia. El capitalismo es entonces un sistema particularmente contradictorio, plagado de luchas entre fuerzas sociales, expresión de contradicciones objetivas en su estructura. La lucha por la supervivencia como capital no sólo es una lucha que se libra en el ámbito de la producción de riqueza sino también en el ámbito de la realización o el mercado. No sólo es una lucha que se libra entre las fuerzas del trabajo y las fuerzas del capital sino también que es una lucha que se libra entre diferentes fracciones del capital donde el más avanzado está llamado a romper todo tipo de fronteras en la medida en que le estorban mientras que para los más retrasados las mismas fronteras se constituyen en sus trincheras. En su desarrollo hacia su meta histórica y hacia su final el capital va cambiando de formas y, en sus cambios de forma, moldea sus instituciones intentando con ello hacer un todo funcional. Por ende, siempre que analizamos proyectos, propuestas de cambios hemos de preguntarnos a qué forma obedece, a qué bloque de capital esto es funcional.

En este sentido distinguimos fases del desarrollo global de acuerdo con las fases del desarrollo del capital. Así a lo largo de la historia en su momento dominó el capital comercial, fue la fase del mercantilismo, luego el capital industrial para hacer su aparición en escena el capital financiero internacional luego de la crisis de 1890 que termina en la primera guerra mundial. El desarrollo del capital lleva al mundo a la crisis de 1929 en la que aparece el capital financiero multinacional que deriva en la segunda guerra mundial volviéndose dominante con los acuerdos de Bretton Woods. La crisis de los 70 da cuenta de la aparición de una forma nueva, la del capital financiero transnacional que lucha por imponerse mientras la forma vieja lucha por sobrevivir, esa disputa es la que explica las crisis de 2008 y la virulencia económica, política y militar de nuestro tiempo. El ALCA es un proyecto que ha de ser sometido a ésta lógica de análisis si lo que se quiere es ver qué intereses verdaderamente han estado en

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juego; cómo dichos intereses diseñaban su estrategia en lo económico y cómo los mismos pretendían un determinado tipo de institucionalidad y territorialidad social. En segundo lugar debemos distinguir qué intereses se oponían a su lógica de “trinchera” y qué intereses quedaban subordinados dentro del territorio de las 34 naciones.

El momento mundial del surgimiento del ALCA como proyecto estratégico

Entre mediados de la década del 60 y del 70 la avanzada regulatoria o mejor dicho desregulatoria en los Estados Unidos da cuenta de la aparición en el escenario de un capital de nuevo tipo. Aunque su proceso estructural de génesis es contemporáneo a la finalización de la 2da guerra mundial su momento de maduración se da a partir de aquella década. Lo que ha aparecido en escena es una forma nueva del capital financiero a la que denominaremos transnacional o capital financiero de la fase transnacional. Es el momento en que el bloque del capital dominante de Europa, el franco-alemán, recibe por respuesta de parte de los capitales en funciones en Estados Unidos (bajo la presidencia de Richard Nixon del partido Republicano) una negativa a la conversión en oro de las reservas francesas en USD. El dólar como moneda universal deja de tener respaldo en oro y mantiene su posición con base en el poder militar de esa nación. La Reserva Federal, organismo independiente del gobierno central, propiedad de grandes bancos privados, no sólo puede tener el control del territorio estadounidense, sino que pasa a tener un dominio financiero mucho más amplio a nivel global. La expansión del capital financiero transnacional va de la mano del surgimiento de una supuesta nueva visión con base en el llamado Consenso de Washington que pasó a constituir el decálogo del neoliberalismo donde, la desregulación de los mercados, el “libre comercio”, la eliminación de barreras a la inversión extranjera directa, la llamada “seguridad jurídica” y la privatización de empresas estatales se constituían en su puntos nodales. Cuando Ronald Reagan (Presidente de Estados Unidos desde 1981 a 1987) le solicitó a Paul Volcker (Presidente de la Reserva Federal desde 1979 a 1987) un ritmo mayor a la desregulación financiera y este se niega, se produce su reemplazo por Alan Greenspan, un conocido neoliberal, admirador de Milton Friedman de la escuela de Chicago quien desde 1987 condujo la Reserva Federal hasta 2006. Durante la gestión Greenspan es cuando se produce el mayor despliegue del capital financiero transnacional: la derogación de la famosa ley de regulación de la banca conocida como Ley Glass Steagall sancionada en 1933 para evitar la especulación de los bancos a posteriori de la explosión de la crisis de 1929, separando la banca comercial o de depósitos de la banca de inversión (el juego en la bolsa de valores), e impedir que los bancos participaran en los consejos de administración de empresas industriales, comerciales y de servicios. Investigar el comienzo de los cuestionamientos de esta Ley nos lleva precisamente a los años 70, de donde, el capital financiero transnacional logra institucionalizar su dominio unos 20 a 25 años más tarde. Esta derogación, que aun despierta críticas al interior de los Estados Unidos marca un hito para la forma más globalizada del capital, el capital financiero transnacional con sus naves formales, los bancos más grandes como el Citigroup que se constituyó en 1999 luego de la derogación de esta ley y sus naves informales, los fondos financieros de inversión global cuyos flujos alrededor del mundo constituyen lo que se conoce como red financiera global. Una nueva forma de capital mucho menos identificable que cualquier forma anterior. Es la época de Bill Clinton y Tony Blair, es la época donde el máximo despliegue del capital se viste de ropaje progresista.

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Tal vez sea necesario aquí advertir al lector que la propiedad principal de estas redes es la capacidad de apropiación de la riqueza creada con los más adelantados y sofisticados mecanismos financieros. Con el máximo de racionalidad pueden desarmar un territorio productivo en cuestión de segundos, si estos no cuentan con las regulaciones adecuadas. Y como las regulaciones son más lentas que la velocidad del desarrollo de estas redes, aparecen cuando ya cierto daño ha sido producido. Aun dejando en claro la necesidad de una mayor y mejor descripción de esta forma, a los fines del tema que estamos abordando aquí, basta con decir que para ella, ni siquiera un estado regional como un área de libre comercio le es necesaria, salvo por una mera cuestión táctica. Esta es la forma de capital más avanzado que pregona por la existencia de un Estado Global, de una Organización Mundial del Comercio -OMC-, de una moneda electrónica universal, incluso, una legislación en materia de propiedad intelectual (la base de la llamada sociedad del conocimiento) también mundial y desterritorializada. Pujan por la existencia de un Derecho de Patentes único aunque hayan avanzado enormemente en la OMC y en particular con la imposición del Acuerdo de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio, cuyo proceso de constitución demuestra la fortaleza de esta línea como pueden confirmar los diferentes referentes de los países de menor desarrollo durante las negociaciones. Son propietarios de las principales empresas productivas del mundo, las que mudan muy rápidamente de nación en nación según la ventaja competitiva dinámica que estos territorios le deparen. Tienen intereses en las diferentes áreas aunque obviamente en algunos sectores son productivamente más débiles que algunas multinacionales no transnacionalizadas. Ejemplo de sobra hay en la industria del petróleo, de la farmacia, en la industria aeronáutica, en la de telecomunicaciones o en la de semiconductores. Conforman a la vez una red de medios de comunicación y se apropian con relativa facilidad de las usinas de generación de conocimiento e innovación. Encontraremos sus empresas en todo el mundo y tal vez constituyendo el nudo propietario dentro de las economías emergentes a la vez que explicando parte de su emerger.

Quien pretenda regular esta forma de capital se convierte en su adversario y es claro que esta forma de capital se ganó sus adversarios en el globo. Así como la magnitud y el grado de desarrollo de los capitales europeos necesitaron para su protección la constitución de la Unión Europea, la idea de una Unión de esas características fue impulsada por los capitales más retrasados de los Estados Unidos, bajo la presidencia de Bush padre, dando origen a una sucesión de acontecimientos dentro de nuestras naciones y dentro del mismo Estados Unidos. Un capital que no está organizado de modo global se ve expuesto a controlar un territorio para su preservación. El ALCA es exactamente esto: la necesidad de un capital menos desarrollado de negar la posibilidad de su desaparición. Y se trata no sólo de construir y preservar su espacio vital sino también de combatir la avanzada de la forma globalizada. Una territorialización que presupone la visión de un mundo de 3 grandes regiones, una de su exclusiva incumbencia, otra bajo el comando del bloque franco-alemán con su área Euro y otra conducida por Japón con su área Yen. Sin intención de ahondar aquí en esta cuestión, entiendo que es en este ámbito donde ha de ponerse foco si se quieren explicar entre otros eventos, tanto la explosión de las Twin Towers como la de Lehman Brothers.

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Las negociaciones

El ALCA levanta los preceptos del Consenso de Washington pero en un área delimitada: América sin Cuba. En el marco del principio de TRATO NACIONAL, en el conjunto de las Reuniones de Ministros de Comercio llevadas a cabo en las diferentes Cumbres, se persigue siempre como propósito “el libre comercio” con un programa específico de eliminación de “barreras arancelarias”. Para cumplirlo se fue avanzando, desde su inicio hasta 2005, en un texto borrador y secreto donde pueden verse (levantada la confidencialidad) la redacción de los objetivos aunque con marcas que significan precisamente, marcas de desacuerdos.

Artículo 2. [Objetivos]18

[2.1. Los objetivos de este Acuerdo son los siguientes:]

[a) la liberalización del comercio para generar crecimiento económico y prosperidad, contribuyendo a la expansión del comercio mundial;]

[b) generar niveles crecientes de comercio de [mercancías][bienes] y servicios, y de inversión, mediante la liberalización de los mercados, a través de reglas [justas] claras, estables y previsibles; [justas, transparentes, previsibles, coherentes y que no tengan efecto contraproducente en el libre comercio;]]

[c) mejorar la competencia y las condiciones de acceso al mercado de los bienes y servicios entre las Partes, incluyendo el área de compras del sector público;]

[d) eliminar obstáculos, restricciones y/o distorsiones innecesarias al libre comercio entre las Partes, [incluyendo, prácticas de comercio desleal, medidas para-arancelarias, restricciones injustificadas, subsidios y ayudas internas al comercio de bienes y servicios];]

[e) Eliminar las barreras al movimiento de capitales y personas de negocios entre las Partes;]

[f) propiciar el desarrollo de una infraestructura hemisférica que facilite la circulación de bienes, servicios e inversiones; y]

[g) establecer mecanismos que garanticen un mayor acceso a la tecnología, mediante la cooperación económica y la asistencia técnica.]

Para el logro de estos objetivos en el marco del Acuerdo se postulaban en su Artículo 4 las obligaciones de las cuales tal vez la más nítidamente rupturista de los territorios nacionales fuera el punto 4.2.

“Las Partes deberán asegurar la conformidad de sus leyes, reglamentos, y procedimientos administrativos con las obligaciones de este Acuerdo. Los derechos y obligaciones de este Acuerdo son comunes a todas las Partes [, sean Estados federales o unitarios, incluyendo a los distintos niveles y ramas de gobierno], salvo en los casos en que este Acuerdo disponga otra cosa.]”

18 http://www.ftaa-alca.org/FTAADraft03/TOCWord_s.asp

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Es decir, libre comercio, libertad a la movilidad de capitales dentro del área y finalmente legislación nacional modificada en relación a todo lo establecido en el Acuerdo. Notoriamente es la libertad con la intención de mejorar la posición del capital, más no contiene ninguna norma que mejore en alguna medida las condiciones laborales de los trabajadores. Es un acuerdo que tiene por detrás la teoría del derrame. El comercio libre se supone es mutuamente beneficioso, tesis no demostrada, la base de “creación de la riqueza” que luego habrá de ser distribuida. No postula en absoluto ninguna medida de redistribución de riqueza creyendo que ello devendrá de la prosperidad generalizada producto del laissez faire. Para las fuerzas del trabajo sólo queda el elevado compromiso de continuar respetando...lo establecido en la OIT, como en teoría ya vendría sucediendo. Así leemos en las Disposiciones Laborales del Capítulo VI;

[1. El tema laboral no está contemplado en el mandato del CTI, ni en el mandato negociador del ALCA. Por lo tanto, no debe haber disposición alguna sobre este tema en el Acuerdo del ALCA.]

[2. Las cuestiones laborales no deberán ser invocadas como condicionamientos ni sometidas a disciplinas cuyo incumplimiento esté sujeto a restricciones o sanciones comerciales.]

De hecho, si bien hubo varias reuniones de “empresarios del ALCA” de las que emanaban recomendaciones para su tratamiento durante las negociaciones no pasaba lo mismo con los “trabajadores del ALCA”.

Durante toda la negociación, finalmente truncada, los países de desarrollo industrial intermedio y los menos desarrollados, manifestaron que un acuerdo de liberación arancelaria no podía hacerse sin tomar en cuenta el conjunto de restricciones no arancelarias (también políticas anti-dumping) que abundan tanto en Estados Unidos como en Canadá. Precisamente es la materia menos regulada de la OMC cuyo Organismos de resolución de Controversias ha sido poco afín a los países más pobres salvo honrosas excepciones.

Estados Unidos ha sido pionero en establecer reglas sanitarias, fitosanitarias y reglas técnicas como modo de limitar el acceso a sus mercados. El único lugar donde Estados Unidos tiene elevados subsidios es en el sector primario, principalmente la agricultura. Este país estaba dispuesto tal vez a eliminar esos subsidios, de manera gradual siempre que hubiere avances concretos de reducción arancelaria para el resto de los sectores en el continente, accesos a las compras del sector público, libre ingresos de sus capitales, etc., etc. Lo que ponía ese país en ese acuerdo no era mucho más. A cambio obtenía el dominio total de un territorio que iba a terminar incluso con su moneda y no con una moneda común. Los temores lógicos y razonables eran precisamente de los sectores para los cuales se presentaban altísimos desniveles de productividad. En particular la industria y fundamentalmente las PYMES tenían muy claro que el acuerdo no lo beneficiaria como así tampoco a sus trabajadores. ¿Cómo era posible entonces un acuerdo con tan poco consenso? Es que las grandes empresas que trabajaban en los sectores de commodities industriales como así también el agro, siempre que disminuyera Estados Unidos los subsidios, entendían que tendrían un mercado de más fácil acceso para ellos en relación a países más o menos avanzados del resto del mundo. El ALCA era así un acuerdo entre los poderosos y la discusión era, qué intercambiaban entre ellos. Querían asegurarse que por una parte Estados Unidos iba a eliminar las barreras no arancelarias y parecían dispuestos a una reducción y eliminación de los aranceles de sus diferentes sectores industriales si fuera necesario. Para

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ver qué actores lo impulsaban dentro de la región hay que ver por un lado aquellos donde el nivel de productividad está en niveles internacionales, caso del agro y las agroalimenticias en el caso argentino, allí donde existieran actividades naturalmente monopólicas, la minería (que a su vez está dominada en gran parte por corporaciones de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido), incluso la siderurgia y sus principales productos terminados como la chapa y los tubos sin costura. Es claro que tal vez el país con más chances de perder aquí era Brasil quién negociaba con reticencia dada su significativa diversificación industrial (los industriales de Sao Paulo a través de su FIESP –Federação das Indústrias do Estado de São Paulo- era cuidadosamente críticos del ALCA). A la par, estas reticencias se fueron manifestando tanto en las formas de la reducción arancelaria y aranceles a tomar como punto de partida, cuanto como los cronogramas en que ello sucedería. Se expresaban también desacuerdos en cuanto a las denominadas Reglas de Origen y Medidas de Salvaguardia, aunque éstas no parecían ser un escollo significativo.

Por otra parte se acordaba en cuanto al objetivo del capítulo de inversiones: “incrementar el comercio y las inversiones para lo cual se requiere de estándares elevados de trato, considerando los tratados bilaterales vigentes, a efectos de otorgar confianza a los inversionistas.” Es decir, todo el tema solapado aquí de la seguridad jurídica como bandera para la llegada y/o circulación de grandes masas de capitales.

Divergencias no menores se observaron en el tratamiento de los derechos de propiedad intelectual. Estados Unidos proponía establecer estándares más altos que los alcanzados en la OMC. En su filosofía de patentarlo todo, buscaban expandir su modelo para toda el área. Es de hacer notar que buscaban estándares más elevados, conscientes de ser la nación de mayor gimnasia no sólo en la registración sino también en la defensa jurídica de los derechos obtenidos. Este punto era crucial porque eliminaba de cuajo la cuestión de la soberanía tecnológica. Por otra parte es tal el grado de especialización del derecho en ese país en la temática de Propiedad Intelectual que tienen incluso instancias judiciales específicas para esta materia. Las corporaciones de Estados Unidos avanzaron mucho más rápidamente q el resto del mundo en toda la ingeniería jurídica no sólo para defender los derechos sino también para atacar los mismos derechos llevando adelante en todo el mundo incluso dentro de los Estados Unidos “litigios estratégicos”, ardid jurídico para bloquear la obtención de una patente. Este juego de preservación de la ventaja tecnológica y su monopolización en favor de los jugadores más grandes iba a ser más catastrófico aun que lo que lo ha sido lo establecido en la OMC. En Propiedad Intelectual Estados Unidos pretendía, como se decía por la época, regulaciones OMC Plus. De hecho Estados Unidos propiciaba el patentamiento de seres vivos, plantas y animales mientras que los países más pequeños propiciaban restringir lo más posible el campo de la patentabilidad de la biotecnología. Esto es central en materia del desarrollo de los agroquímicos, las semillas transgénicas y fundamentalmente en el área farmacológica tanto animal como humana. También se manifestaban profundos desacuerdos en cuanto al controvertido tema del “agotamiento del derecho” y la posibilidad de las “importaciones paralelas”. Sobre este punto aparecían nuevamente las dos posiciones más restrictiva o menos restrictiva del agotamiento del derecho que dejaban ver las necesidades e intenciones de las empresas con alta participación de sus productos en títulos de propiedad intelectual, principalmente patentes los cuales eran precisamente las empresas productoras de fármacos y agroquímicos. La posición del agotamiento nacional del derecho para impedir importaciones paralelas o la del agotamiento internacional fue algo q no lograba cerrarse en las sucesivas negociaciones. Otro tema controversial y que no lograba acuerdo fue el de la

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aplicación de licencias obligatorias. Es decir la potestad para cada país de, atendiendo a circunstancias excepcionales, aplicar una licencia obligatoria cuando el titular del derecho se negare a negociar, de modo de poder abastecer al mercado. Nuevamente esto es particularmente sensible en el área de los fármacos. Aquí se debatía si restringir o ampliar esa posibilidad siendo nuevamente Estados Unidos el que solicitaba restringirlo lo máximo posible. Se debatió y nunca cerró la cuestión del patentamiento del segundo uso. Esto refiere a modos, solapados a veces, de extender la patente por vía de una ardid cuando un uso no especificado del producto no había sido reivindicado en la solicitud original. Cuando un producto patentado se le descubre un segundo uso Estados Unidos pedía posibilitar una nueva patente. Estados Unidos a la vez perseguía como objetivo aumentar la vida efectiva de la patente agregando al total de años de la protección el tiempo en que se demoraren las diferentes autoridades regulatorias en expedir el apto sanitario y permiso de comercialización de los productos patentados o con algún título de propiedad intelectual (derecho de obtentor por ejemplo).

Otro tema que no cerraban era el referido a la excepción de experimentación con fines comerciales para acortar los términos de aprobación o apto sanitario y estar listo para salir al mercado con productos cuya patente o título expiraba. Estados Unidos se oponía a ello intentando alargar temporalmente, lo máximo posible, el monopolio que posibilita la patente. Lo mismo acontecía con la llamada Información no divulgada o información confidencial en cuanto al uso de su existencia como fundamento para el apto sanitario de un tercer producto sustancialmente similar. Aquí se discutía si, de un producto cuya patente había vencido, se podía o no utilizar los datos de prueba que dieron lugar al apto sanitario. Obviamente Estados Unidos se oponía, como también se oponía a la obligatoriedad de producir a nivel local por parte de un titular o licenciatario para gozar del derecho de patente en los diferentes territorios nacionales. Siempre las discusiones se centraban en cuánto el Acuerdo era más o menos conveniente a las empresas de los Estados Unidos lo que demuestra quién tenía la iniciativa. De hecho Estados Unidos se negaba a modo de presión a eliminar los subsidios a la agricultura que era casi lo único que le quedaba por solicitar a los países productores de materias primas agrícolas y era reticente, también como táctica, a revisar las normas antidumping o las barreras para arancelarias para algunos productos industriales.

Sería sumamente extenso intentar resumir el universo de temas controversiales y es posible que el racconto efectuado deje algún tema importante fuera de tratamiento. Sin embargo mostrados los objetivos y algunos puntos conflictivos de las negociaciones dejan en claro las posiciones y los actores.

Estados Unidos ya tenía su laboratorio y se demostraba cuán conveniente le era para sus corporaciones el “libre comercio”. El NAFTA -North American Free Trade Agreement- le sobraba de muestra, como así también demuestra hoy lo que le esperaba a los países de menor desarrollo con el ALCA. Lo interesante fue que Estados Unidos tuviera que aceptar negociar bajo la regla del “single undertaking”, es decir nada está cerrado hasta que todo esté cerrado. De modo que aun cuando hubiera algún área en particular en total acuerdo, ello no servía de nada sino el resto no estaba acordado.

El mandato para los negociadores era trabajar lo más intensamente posible para arriba a un acuerdo en Buenos Aires, en 2005. Mientras diferentes voces se alzaban contra el ALCA, los gobiernos de los países, hasta 2003, negociaban como si las diferencias no fueran tan

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importantes. Nada se escuchaba por aquellos años acerca de los que implicaba el “libre comercio” ascendido a la categoría de virtud.

La teoría del “libre comercio” como mandato universal del progreso tiene los años de Adam Smith y David Ricardo. A lo largo de la historia ha recibido aggiornamientos y críticas a mi entender, demoledoras. Sin embargo, aún demostrado científicamente su invalidez, es izada como bandera siempre por parte de los capitales más desarrollados, sea en el globo, sea en un área específica de este. La competencia es elevada a la categoría de virtud en la medida en que desaparece el menos apto al cual se le denomina, de modo eufemístico, el más “ineficiente”. No hay diferencias de tamaño y todas las empresas que entran en los mercados son siempre “precios aceptantes”. No hay un comportamiento depredador sino solamente un mercado en el que todos entran a competir y en igualdad de condiciones. Por lo tanto, el público/consumidor (también sin ningún tipo de diferenciación ni de ingresos, ni de origen de sus ingresos, ni de clase social) es beneficiado por una oferta creciente y precios en baja que tiene un efecto sobre su ingreso real siempre en aumento. Esta ficción teórica está por detrás de los objetivos del ALCA como está por detrás de los capitales más avanzados del mundo cuando reclaman su absoluta libertad de movimiento. Esto no podía y no debía continuar así, y es lo que finalmente aconteció.

El momento de la oposición

“¡Está muerto el ALCA, acá está la tumba!”

Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías,

Noviembre de 2005,

Contra Cumbre de Mar del Plata

Brasil y Venezuela de modos diferentes fueron bloqueando el lanzamiento del ALCA desde 2001, mientras que países como Chile, Canadá, México y Estados Unidos querían que se lanzara en 2003. La Argentina vivía por esos años una de las peores crisis de su historia sin embargo a pesar de la situación de derrota existía aún algo de fuerza como para confrontar el proyecto ALCA además de ser parte del MERCOSUR. El menemismo empujó con ahínco su avance desde la cumbre de Denver, Estados Unidos en 1995 y durante la época de las “relaciones carnales”. Tanto Cavallo como Ministro de Economía, como Di Tella como Ministro de Relaciones Exteriores y Culto lo impulsaban con convicción ideológica. Alguna parte del Gabinete prefería profundizar el MERCOSUR y siempre negociar desde ahí. Sin embargo hasta 1999 fecha en que Menem culmina su período el ALCA continuaba sin grandes avances. La verdadera oposición al ALCA era la oposición del pueblo como veremos más adelante.

“¿Cómo vamos a competir económicamente, con nuestro atraso, con nuestra falta de tecnología, de desarrollo con la más grande potencia industrial del mundo? Tenemos que inventar nuestros propios modelos de desarrollo, sólo así lograremos salir adelante, mirando en nuestras raíces, en nuestra historia, ahí están los códigos para comprender nuestro presente y poder ir construyendo nuestro futuro” dijo el Presidente Chávez durante la inauguración del Congreso Bolivariano de los Pueblos y la Quinta Asamblea General de la

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Confederación Parlamentaria de las Américas (COPA) simultáneamente. Esto aconteció en noviembre de 2003. Chávez se quejaba en ese mismo lugar de la forma de la negociación del ALCA. Afirmó también ahí que “América Latina debe antes que todo encontrar una unidad e integración como lo está haciendo la Unión Europea, para poder tener una fuerza ante un mundo mucho más avanzado que el nuestro. El ALCA nadie sabe lo que realmente es ni que lo que significa, sin embargo todo el mundo quiere firmar eso. Un instrumento de intercambio comercial que ha sido muy poco transparente en su organización y creación (reuniones secretas o cerradas) y de pronto, aparece el documento para que todos los países lo firmen... Es además una invención más del neo-liberalismo y en ningún caso una alternativa de progreso para los pueblos latinoamericanos”. Es que Chávez sabe ya más que nadie de los efectos perniciosos de la llamada libertad entre desiguales.

Estados Unidos por esos años mientras trataba de romper el Pacto Andino al ir empujando acuerdos bilaterales más allá del ALCA (con Chile), también trataba de llevar al MERCOSUR a su división solicitando sus presidentes jugaran ese bilateralismo. De hecho Lula en la cumbre de MIAMI no desaprobó esa actitud y desde Venezuela se alzaron algunas voces críticas en contra de la ruptura de vínculos entre el Pacto Andino y Mercosur y con ello de la integración latinoamericana que esa aceptación implicaba.

El ALCA era de alguna manera, la respuesta que los capitales más retrasados de Estados Unidos tenían para los más globalizados ante la avanzada en tándem de la Citi de Londres y Wall Street. Habitualmente sindicados como la fracción industrialista (sin por ello negar su carácter financiero) había perdido terreno frente a la línea global de anclaje angloamericano. Una característica diferencial de esta línea es el soporte militar, que a la vez de hacerlos aparecer como los halcones y al no tener el control de las finanzas mundiales y las cities financieras, es de los medios más utilizados para hacer prevalecer su interés. Si quisiésemos sintetizar este conflicto de grandes intereses podríamos hablar de un capital financiero multinacional con fuerte respaldo militar versus un capital financiero global o transnacional con asiento en los fondos financieros globales de inversión. Pero siendo esta la contradicción principal, al interior de Estados Unidos cuando la fracción retrasada logra impulsar el ALCA se oponen las fracciones subordinadas de la otra línea. Se opone entonces la base de maniobra del capital global con cierto arraigo en las diferentes fracciones del partido Demócrata. Esto pasó en 2003 en la cumbre de Miami donde los sindicatos, los pequeños productores agropecuarios, ecologistas y activistas civiles convocan a una marcha de 20 mil personas manifestando en contra del ALCA. También era opuesta al ALCA la iglesia cristiana. Ya eran los años de Bush hijo quien había sido elegido presidente en una cuestionada elección en 2000 para asumir en enero de 2001. Esta fracción del partido Republicano en ejercicio del ejecutivo chocó con las fuerzas internas del partido Demócrata en el poder legislativo y no lograba la aprobación del denominado fast track o vía rápida para las negociaciones del ALCA.

Ello recién sucedería luego de la ofensiva, 11-S mediante, de la denominada ala dura del pentágono, y el ataque militar a Afganistán.

La escasez de espacio democrático de participación para los trabajadores en la discusión del ALCA hizo que llevaran la lucha a las calles. Ya en 2001 en Argentina, la CGT Oficial, conducida por Daer y luego la CTA (De Gennaro) y la CGT rebelde (Moyano), comenzaron a movilizar contra el ALCA. Las consignas de la época ya eran claras. Lo llamativo de las movilizaciones es que incorporaban siempre invitados de sindicatos u organizaciones obreras de América Latina. El No al ALCA parecía estar convocando a la unidad de los

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trabajadores de toda América. Para el pueblo nunca pareció difícil identificar este proyecto con el proyecto de su enemigo. A la vez, organizaciones gremiales empresarias representantes de PYMES movilizaban al lado de los trabajadores como dejando constancia que dichas empresas ya había dejado de ser capital para ser sólo empresas con trabajadores al servicio o de la gran industria o del gran comercio o de la banca. La convertibilidad aún seguía siendo defendida por los grandes capitales en la Argentina lo que impulsaba principalmente a la mediana industria a una actitud cada vez más combativa. Es que transcurrían los tiempos en que la riqueza creada por el trabajo arduo en esas empresas se transfería sin límite a los bancos a través del diferencial de la tasa de interés con la internacional y de las tasas para empresas de primera línea respecto del resto. También eran explotadas por las empresas privatizadas proveedoras de servicios públicos a través de las tarifas ¿Cómo venderles el ALCA? La Unión Industrial Argentina -UIA- con De Mendiguen como presidente se reunía con su par de la Confederación Nacional de la Industria -CNI-de Brasil para plantear cambios y medidas previas al lanzamiento del ALCA. Planteaban por la época otro modelo de negociación del Acuerdo. Esta posición era contraria a lo perseguido por Techint que viendo que el ALCA no avanzaba propiciaba un ALCA siderúrgico o de mínima un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos. Es que las chapas y los tubos sin costura habían sido siempre motivo de sanciones con medidas de distinto tipo y barrera para arancelarias. Mientras que la promesa de una eliminación de los subsidios a la producción agrícola en los EE.UU. en el marco del acuerdo generaba dudas, la Sociedad Rural Argentina criticaba al ALCA al que adheriría plenamente si solamente este punto fuere removido. Como eso no sucedía ya no sólo los trabajadores se oponían al ALCA sino que incluso sus principales probables impulsores no lo promoverían. Muchas veces se ha dicho que la UIA y la SRA se oponían pero hay que advertir que si las barreras arancelarias y no arancelarias para los productos de las grandes empresas nacionales y el agro cesaban en Estados Unidos los trabajadores también tendrían que haber confrontado con ellos. Así se transitó de un ALCA imposible a un ALCA Light: con un grado de apertura comercial menor, largo escalonamiento de aplicación, que finalmente terminó también por no cuajar.

Epílogo

El No al ALCA es finalmente la negación a un proyecto de un capital en apuros. No se pudo imponer y ello debe dar cuenta de que no le dieron las fuerzas. Y las fuerzas no le dieron, no sólo en relación a los pueblos de América Latina, sino frente al capital mundial dominante.

Para esa línea de capital de Estados Unidos (emparentados con el complejo industrial militar de ese país, con parte del sector farmacéutico -sector importante también en el desarrollo de armas químicas-, el sector del petróleo y algunos bancos de amplio desarrollo interno aunque de un desarrollo internacional bastante menor a los de la línea del capital financiero global), su propósito anexionista estaba sumamente claro en los diferente documentos de Santa Fe19. De hecho el documento Santa Fe IV continuaba la doctrina Monroe y expresaba la necesidad de cuidar el espacio americano y colocaba ya como su enemigo principal a China.

Mientras Estados Unidos continuaba presionando por llegar a un documento de acuerdo a más tardar en 2005, sus propias reticencias llevaban a los sectores económicos de

19 http://www.oocities.org/proyectoemancipacion/documentossantafe/documentos_santa_fe.htm

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Argentina y de Brasil a privilegiar el MERCOSUR y a enfriar el ALCA. Así iban sucediéndose cumbres y mini cumbres. Además de la estrategia de negociar como bloque se comenzó a trabajar con el Acuerdo de Libre Comercio Unión Europea-Mercosur que en el fondo presentaba problemas similares de subsidios al agro y barreras para arancelarias.

Diversas movilizaciones en los países de la región manifestaban el movimiento de oposición al ALCA. Los gobernantes de 2003 en adelante se hicieron eco no sólo de esta oposición sino también de la mirada de las asociaciones empresarias del agro y de la industria. En Argentina iba quedando claro desde 2001.

“¿Por qué nos oponemos al ALCA? ALCA quiere decir Área de Libre Comercio de las Américas y es una propuesta del gobierno de Estados Unidos a las naciones de América latina. ‘Libre Comercio’ que hasta ahora nos aplican para liquidar las economías nacionales, generando la deuda externa, el masivo desempleo, la flexibilización laboral y la caída del salario. Todo esto es el resultado de esta filosofía” decía un panfleto que la CGT oficial había escrito para una concentración en 200120.

“Estados Unidos habla de libertad de mercado, pero ellos son los más proteccionistas. Aportan 97.300 millones de dólares al año para sostener a sus agricultores. Por eso no nos compran a nosotros y tenemos la desocupación que tenemos” decía Cavallieri del gremio de Comercio y no se puede decir de él precisamente un cuadro de la línea combativa21.

Moyano22 le reclamó al gobierno que “no tome decisiones que están en contra de la voluntad del pueblo” y que no repita “el verso del ALCA, porque este ALCA está pensado y diagramado para explotar aún más al pueblo. Tenemos una Argentina de 14 millones de hambrientos, estamos endeudados y ahora nos vienen con el ALCA”. “Les decimos que no se comprometan porque el pueblo argentino no va a aceptar que nos quieran convertir en esclavos de ellos”, afirmó el líder camionero, y advirtió que “los trabajadores no lo vamos a permitir y vamos a luchar hasta las últimas consecuencias para derrotar al ALCA y a los que se pongan por delante”. El titular de la CGT disidente juzgó que el ideado bloque comercial es “un proyecto perfectamente diagramado por los Estados Unidos, porque este famoso y publicitado libre comercio sin ninguna duda es para seguir sometiendo aún más a los pueblos de América Latina”. “¿Quién puede pensar que los americanos van a hacer algo para los pueblos que sufren? ¿Qué van a hacer ellos por esos mismos pueblos que explotaron durante la historia?”, agregó desde la tribuna. “El ALCA es el nuevo título de la explotación. Tenemos un país fundido, con fábricas cerradas, jubilados hambrientos y chicos mendigando por este modelo perverso”. “Con el ALCA de Estados Unidos todo este mal de hambre y mishiadura en el país se va a profundizar. Y no lo vamos a permitir. Los que abrazamos una causa nacional y popular vamos a recuperar nuestra identidad nacional para que no nos sigan dominando”, aseguró Moyano. Sobre el final de su discurso, el titular de la CGT disidente se permitió un juego fonético, al enfatizar que “al ALCA hay que decirle ‘al c…’, porque es una asociación ilícita y no libre comercio, sabiendo que viene de donde viene”.

LA CTA23, la Central de los Trabajadores Argentinos que encabeza Víctor De Gennaro, protestó contra el plan de creación del ALCA y, junto a unas sesenta organizaciones políticas, gremiales, sociales y no gubernamentales concretó su acto frente al Congreso y marchó hacia

20 http://www.pagina12.com.ar/2001/01-04/01-04-06/pag07.htm 21 Ibídem 22 http://laprensa.com.ar/NotePrint.aspx?Note=313730 23 Ibídem.

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la Cancillería, sede del encuentro de ministros. Frente al Congreso, De Gennaro difundió un documento de rechazo a la iniciativa, y advirtió que “nos quieren vender ALCA para que nos traguemos el Plan Colombia de Estados Unidos”.

Así fue que se llegó, tras varias movilizaciones ante cada una de cumbres o mini cumbres, a la Cumbre de Mar del Plata de 2005. A toda la cobertura que tuvo la realización de la contra-cumbre e incluso la estrategia dentro de la reunión del ALCA (el juego de los tiempos y complicidad de los presidentes de Argentina, Venezuela y Brasil) suele pasar algo más inadvertida la síntesis de Néstor Kirchner.

“En este punto es necesario advertir que a la hora de analizar el sistema de comercio internacional, subsidios agrícolas o barreras arancelarias, hay que tener en cuenta las asimetrías y los diferentes grados de desarrollo. Porque la igualdad es un concepto valioso y necesario, pero sólo aplicable a los que son iguales. Igual tratamiento para los diferentes; igual tratamiento entre países poderosos y débiles; igual tratamiento entre economías altamente desarrolladas y economías emergentes, no sólo es una mentira sino que, además, resulta una trampa mortal. Trampa que primero atrapa y afecta a los débiles, pero que luego de un modo u otro, también termina llegando a los poderosos.

“Debemos lograr que la globalización opere para todos y no para unos pocos. Por eso sostenemos que en la integración económica regional y en la multilateralidad política se encuentran las llaves de un porvenir donde el mundo sea un lugar más seguro.”

Presidente Néstor Kirchner, Discurso de la IV Cumbre del ALCA en Mar del Plata

El final del ALCA a la vez que significa una derrota para el capital financiero multinacional de Estados Unidos también es un golpe para el librecambismo latinoamericano, siempre emparentado con las diferentes oligarquías locales. Desde la negación del ALCA, un cuestionamiento profundo al Estado Liberal y sus principios de no regulación o no intervención se hizo presente para manifestarse en diferentes políticas, más allá de la exterior. Principio de siglo XXI es el comienzo de la aparición con mayor nitidez de otro proyecto, el proyecto de la Patria Grande. Aprovechando la grieta entre esos grandes intereses estadounidenses y angloamericanos con lucha y determinación fue retornando la dignidad a los pueblos no sin tener que afrontar, aun en la actualidad, distintas embestidas. América Latina ha sufrido siempre la política para su desintegración y posterior anexión, pero continúa anidada en sus pueblos la vocación de su misión histórica, la unidad. Varias han sido las respuestas a la forma de globalización que ha querido imponerse. ALBA, UNASUR, CELAC, y la ampliación del MERCOSUR (con su cumbre social) son ejemplos palpables de esta iniciativa. Así lo había explicado Chávez durante la III Cumbre de los Pueblos ante una multitud movilizada de 50 mil personas que a priori habían marchado por la calles de Mar del Plata; él dijo habían venido a confrontarse dos viejos proyectos:

“El de Jefferson y Monroe de América para los americanos, pero entendiendo americanos sólo a los habitantes de Estados Unidos, y el de nuestro proyecto en el Sur, lanzado por Miranda, San Martín, Artigas, Sucre, Bolívar, Manuela Suárez… hace doscientos años.”

Para concluir más adelante:

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“Primero hicimos una propuesta tímida que ha ido tomando fuerza, como esos tambores que suenan por ahí. Se trata no solo de decir no al ALCA, sino también de emitir una propuesta alternativa, el ALBA, es la Alternativa Bolivariana de las Américas. Es el proyecto desde hace doscientos años de San Martín, de Bolívar, de Sucre, de Perón, de Evita… (…) Pero el ALBA debe ser construida desde abajo, con los agricultores, los obreros, los estudiantes, los poetas, los indígenas… No será construida desde las elites, sino desde abajo, desde nuestras raíces. Porque somos radicalmente revolucionarios, radicalmente patriotas, cada día más radicales.”

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Nuevas Constituciones en Suramérica

Nos parecía imprescindible que en este volumen sobre los diez años de la negativa al ALCA estuviera presente un apartado sobre las nuevas constituciones que surgieron en este “cambio de época”, tal como lo definió el presidente de Ecuador, Rafael Correa.

La razón es transparente, pero vale la pena enunciarla: todas nuestras constituciones sureñas son copia y calco de la constitución norteamericana de 1787. A partir de este modelo, los países del sur adoptaron principios y formas de la constitución de Estados Unidos. Entre nosotros, uno de los escritores más importantes de la Argentina del siglo XIX, Juan B. Alberdi la utilizó para la elaboración de sus Bases, que constituyó el texto inspirador de nuestra constitución (aún vigente) de 1853. En estas constituciones, elaboradas en el momento de auge del ciclo del liberalismo, tienen su centro en la cuestión económica más que política. De allí que los derechos civiles, sociales y políticos queden a la zaga de los derechos económicos de libre empresa tal como era entendida en el siglo XIX. Es de esperar que constituciones con su centro en lo económico no pudieran ser funcionales en un momento de grandes y profundas transformaciones políticas. Así como sucedió con la Constitución Argentina de 1949 que incorporó los derechos sociales y nacionalizó los recursos económicos.

Si bien la Reforma que dio origen a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es anterior al No al ALCA (habiéndose elaborado y promulgado en 1999), sostenemos que responde al ciclo post-neoliberal de este principio de siglo XXI. Luego se proclamaría en 2008 la de Ecuador. Y diez años después que la venezolana (y cinco después del No al ALCA), entró en vigencia la nueva constitución del Estado Plurinacional de Bolivia. Por esto, traemos a continuación y como elemento fundamental para entender este ciclo político, el análisis del Doctor en Comunicación Aritz Recalde sobre las constituciones de la República Bolivariana de Venezuela y la del Estado Plurinacional de Bolivia.

Así como el análisis de las primeras constituciones del siglo XIX nos daba la posibilidad de comprender el carácter liberal (tanto en lo económico como en lo político) en la formación de nuestros Estados, el análisis de estas nuevas constituciones nos da una visión de los nuevos derechos y de los nuevos intereses que los gobiernos de estos Estados pretenden inculcarle a las leyes fundamentales de cada país. Esperemos que aporten a la comprensión de este nuevo momento político regional y al debate sobre aquella constitución de 1949, elaborada y promulgada por un gobierno democrático, borrada y anulada mediante decreto por una dictadura militar.

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La Constitución de Venezuela: del nacionalismo revolucionario al socialismo

Doctor en Comunicación Aritz Recalde

Director de Posgrado de la Universidad Nacional de Lanús

En el texto vamos a referirnos de manera resumida a los lineamientos generales del contenido de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela sancionada en el año 1999 y haremos mención a un conjunto de aspectos del fracasado intento de reforma constitucional del año 2007.

Venezuela tiene una Constitución que es un producto de la revolución y que expresa el proceso de cambio político, económico, social y cultural iniciado tras la figura de su presidente, Hugo Chávez Frías.

La importancia de la diversidad cultural, la defensa del ambiente, la justicia social o la integración del continente latinoamericano son parte de los fines de la revolución y se expresan en el preámbulo de la Constitución que establece que “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad” .

Dichos fines fundacionales del Estado encuentran un esquema institucional acorde a los nuevos objetivos de la comunidad nacional. En este sentido y a modo de síntesis, el texto constitucional introduce:

1- Una nueva noción de la propiedad, tenencia y uso de los recursos económicos y naturales que son articulados en un plan estratégico de desarrollo nacional, sometiendo el interés particular al interés público y social. Con esta finalidad el Artículo 302 sostiene que “El Estado se reserva, mediante la ley orgánica respectiva, y por razones de conveniencia nacional, la actividad petrolera y otras industrias, explotaciones, servicios y bienes de interés público y de carácter estratégico. El Estado promoverá la manufactura nacional de materias primas provenientes de la explotación de los recursos naturales no renovables, con el fin de asimilar, crear e innovar tecnologías, generar empleo y crecimiento económico, y crear riqueza y bienestar para el pueblo. El Artículo 311 establece que (…) “El ingreso que se genere por la explotación de la riqueza del subsuelo y los minerales, en general, propenderá a financiar la inversión real productiva, la educación y la salud.” En esta línea el Artículo 301

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sostiene que “El Estado se reserva el uso de la política comercial para defender las actividades económicas de las empresas nacionales públicas y privadas. No se podrá otorgar a empresas y organismos o personas extranjeros regímenes más beneficiosos que los establecidos para los nacionales”. Respecto a la soberanía territorial se establece en el “Artículo 13 que (…) “El territorio no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aun temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional. El espacio geográfico venezolano es una zona de paz. No se podrán establecer en él bases militares extranjeras o instalaciones que tengan de alguna manera propósitos militares, por parte de ninguna potencia o coalición de potencias”. De la mano de dicha concepción, se observa que los recursos naturales, el uso del suelo o el planeamiento del comercio exterior quedan estrechamente ligados al Estado, que abandona la visión liberal de Estado “gendarme” y desarrolla una condición empresaria. A partir de estos principios, se promueve la creación de modelos alternativos de desarrollo económico, social, comunitario y auto gestionados.

2- Un pasaje de la noción de “derecho liberal” a una concepción de derecho social, en la cual se establece la obligación del Estado de contribuir al acceso a la vivienda, la salud, el trabajo, el deporte y la cultura a todos los habitantes del país, sin distinción social. En este marco se promueve la protección del trabajador y el Artículo 89 establece que “El trabajo es un hecho social y gozará de la protección del Estado. (…) Ninguna ley podrá establecer disposiciones que alteren la intangibilidad y progresividad de los derechos y beneficios laborales. En las relaciones laborales prevalece la realidad sobre las formas o apariencias. Los derechos laborales son irrenunciables. Es nula toda acción, acuerdo o convenio que implique renuncia o menoscabo de estos derechos. (…) Cuando hubiere dudas acerca de la aplicación o concurrencia de varias normas, o en la interpretación de una determinada norma se aplicará la más favorable al trabajador o trabajadora. La norma adoptada se aplicará en su integridad. Toda medida o acto del patrono contrario a esta Constitución es nulo y no genera efecto alguno”.

3- Vinculado a este último punto, se produce una modificación de las pautas culturales del Estado, promoviendo la identidad del nuevo grupo social hegemónico y favoreciendo el multiculturalismo y la consolidación del ser nacional. Con este fin, los pueblos indígenas o la figura de Simón Bolívar son presentados dos pilares del programa del renovado nacionalismo venezolano. Se reconoce a las poblaciones indígenas el derecho a la identidad en el Artículo 121 que establece que “Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores, espiritualidad y sus lugares sagrados y de culto. El Estado fomentará la valoración y difusión de las manifestaciones culturales de los pueblos indígenas, los cuales tienen derecho a una educación propia y a un régimen educativo de carácter intercultural y bilingüe, atendiendo a sus particularidades socioculturales, valores y tradiciones”.

4- Una modificación al esquema de participación política propia del liberalismo creando nuevas herramientas para el ejercicio popular del gobierno. Con este fin la constitución desarrolla ampliamente las instituciones de democracia semidirecta, amplia las facultades y poderes municipales, e introduce nuevos e innovadores instrumentos como es la revocatoria de mandato de funcionarios públicos. La Constitución Nacional reconoce diferentes instancias para la toma de decisiones tal cual de menciona en el Artículo 70 que sostiene que “Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocatoria del

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mandato, la iniciativa legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y económico, las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las cajas de ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad.”

5- Una nueva política internacional que promueve entre los fines del Estado la lucha antiimperialista y anticolonial, privilegiando la unidad latinoamericana. El espíritu latinoamericanista de la Constitución de Venezuela está expresado en su preámbulo que establece entre los fines de la nación que se (…) “Promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad”.

6- Una renovada concepción de la cuestión de género. En el articulado de la Constitución se nombra al “ellas” conjuntamente al “ellos” en cada una de las competencias y funciones establecidas.

La propuesta de reforma constitucional fracasada del año 2007 modificó varios artículos del texto del año 1999 atendiendo la decisión política de la revolución de alcanzar el socialismo bolivariano o también llamado del siglo XXI. Los puntos principales se resumen en lo siguiente:

1.- Nueva organización del territorio nacional

El artículo 11 introduce la noción de Regiones Estratégicas de Defensa creadas por decreto del presidente con la finalidad de garantiza la “soberanía, la seguridad y defensa” del territorio nacional. En esta línea, el apartado II cambió de nombre y se denominó “De la geometría del poder” e introdujo una nueva división del territorio del país. El artículo establece una mención especial a la organización municipal, a la ciudad, a las comunas o los distritos funcionales. Dichos ámbitos serían expresión de nuevas formas de organización socialista y oficiarían como estructuras políticas articuladas con el gobierno nacional. Sobre el gobierno local comunal se ejercitaría la democracia directa y las diferentes formas de autogobierno popular de cara al nuevo Estado socialista. En dicho texto aparece la noción de regiones marítimas y de distritos insulares que tienen como objetivo la toma de posesión efectiva y la implementación de una nueva organización política sobre dichos territorios por parte de la revolución.

El Estado se reserva la explotación y comercialización de los hidrocarburos líquidos, sólidos, y gaseosos y amplía sus competencias en este ramo (Art. 302). Las empresas de explotación petrolera estatales no pueden ser privatizadas ni total, ni parcialmente (Art. 303). La propuesta introduce la “seguridad y soberanía alimentaria” como meta del Estado y con este fin abre la posibilidad de asumir áreas económicas o de transferir actividades a organizaciones sociales o cooperativas (Art. 305).

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Municipios

El modelo de socialismo bolivariano contempló la participación política activa de los miembros de la comunidad a través de su vinculación con las estructuras institucionales locales. Con este fin, ya mencionamos la aparición de los consejos comunales o las ciudades. La propuesta de reforma introdujo algunas propuestas innovadoras a nivel municipal. Por ejemplo, la constitución fijó criterios para la descentralización de recursos (Art. 167). Además, los municipios dejan de ser conceptualizados como la “unidad política primaria de la organización nacional”, dando paso a la obligatoriedad de reconocer la participación de los Consejos de Poder Popular y los medios de producción socialista como núcleos del ordenamiento político. El municipio y según lo establece el artículo 184, puede descentralizar servicios a los entes de Poder popular. El Consejo Comunal es el órgano ejecutor de las decisiones de las Asambleas de Ciudadanos.

2.- Ampliación de los mecanismos institucionales para el ejercicio de la democracia

“El estado promoverá como política nacional, la participación protagónica del pueblo, restituyéndole el poder y creando las mejores condiciones para la construcción de la Democracia Socialista”. Art. 158 de la propuesta de reforma.

La propuesta contempló la reducción de la edad de los electores a dieciséis años. El Estado adquirió facultades para financiar las actividades electorales y para regular el financiamiento privado, incluyendo la declaración de la prohibición de desarrollar la actividad partidaria con recursos provenientes del extranjero. El nuevo artículo 70 amplió los mecanismos de participación política del pueblo para la “construcción del socialismo” a través de nuevas figuras del Consejo del Poder Popular y los distintos Consejos (comunales, de trabajadores, estudiantiles, etc.). La norma menciona las cooperativas de propiedad comunal. Este artículo contempla las formas comunales, cooperativas o sociales para la gestión de la propiedad.

Se amplió el piso electoral para implementar las figuras de referendo, la revocatoria o las enmiendas constitucionales. El artículo 141 introdujo la figura de las “misiones” entre los mecanismos “excepcionales e incluso experimentales” que puede desenvolver la Administración Pública. Con este artículo se reconoció la experiencia concreta que viene desarrollando el gobierno desde el año 2003.

La propuesta planteó la posibilidad de reelección del presidente cuyo mandato se prolongó a siete años (Art. 230). El poder ejecutivo estaba facultado para “ejercer la iniciativa constitucional y constituyente” (Art. 236).

3.- Ampliación de los derechos sociales

El texto introduce modificaciones al derecho a la vivienda (Art. 82).

La ley amplió los derechos laborales e introdujo la figura de un Fondo de Estabilidad Social para Trabajadores por Cuenta Propia, cuya finalidad es que dicho universo de personas acceda a los derechos sociales. Una de las cuestiones más novedosas de la propuesta se refirió a la modificación de la jornada laboral, que según figura en el artículo 90 “no excederá la jornada de trabajo diurna de seis horas diarias o de treinta y seis horas semanales”.

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4.- Cultura

La norma introduce a lo largo del texto diversas menciones a la importancia estratégica de consolidar la nueva identidad socialista. Asimismo, se reivindican los valores e imaginarios “bolivarianos”. En esta línea y por ejemplo, se distinguió a Caracas como “Cuna de Simón Bolívar” (Art. 18). El artículo 103 establece entre los objetivos de la educación promover los principios humanísticos del “socialismo bolivariano”. Asimismo, se denomina a los militares como “Fuerza Armada Bolivariana” (Art. 236). La propuesta se refiere particularmente a la importancia de promover la diversidad cultural (Art. 98 y 100) reivindicando las raíces indígenas, afrodescendientes o los valores de la “Gran Nación Suramericana”. La propuesta refuerza la idea de autonomía universitaria y menciona el derecho al gobierno de las casas de altos estudios por intermedio del “voto paritario” de los miembros de la comunidad educativa. El proyecto menciona el derecho a ocupar los cargos docentes por intermedio de concursos.

5.- Economía socialista

“La ley nacional establecerá las condiciones para la creación de empresas o entidades regionales, para la promoción y realización de actividades económicas o sociales bajo principios de la economía socialista, estableciendo los mecanismos de control fiscalización que aseguren la transparencia en el manejo de los recursos públicos que en ellas se inviertan, y su razonable productividad económica y social”. Art. 300 del proyecto de reforma.

Uno de los nudos de la propuesta se relacionó con la introducción de menciones a nuevas figuras de propiedad de cara al objetivo socialista del Estado. Los intereses individuales deben dejar lugar a los intereses comunes y los valores humanísticos de la cooperación. El Estado fomenta con dicha finalidad, distintas “formas de empresas y unidades económicas de propiedad social” para promover la construcción colectiva y cooperativa de una economía socialista (Art. 112). Esta propuesta se amplió en los artículos 299 y 300. El artículo 115 introduce diversas formas de propiedad: pública (Estado); social indirecta (Estado a nombre del pueblo); social directa (comunal o ciudadana); colectiva (social o privada); propiedad mixta (articulación de formas publica, sociales o colectivas); y privada.

El sistema monetario propende entre sus fines alcanzar los logros del “Estado socialista” (Art. 318 o 321). El Banco Central de Venezuela es definido como una persona de derecho público sin autonomía para el ejercicio de sus competencias (Art. 318).

6.- Venezuela en el mundo

La propuesta declara el Servicio Exterior como actividad estratégica de Estado y define la política exterior del país sobre los principios de un mundo multipolar y un programa anticolonialista (Art. 152).

El artículo 153 promueve la Confederación y la Unión de América Latina y el Caribe o “un solo proyecto Grannacional, al que Bolívar llamó Una Nación de Repúblicas”.

7- Fuerzas Armadas

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El proyecto denominó al cuerpo de militares como “Fuerza Armada Bolivariana”. La propuesta definió a las Fuerzas como “cuerpo esencialmente patriótico, popular y antiimperialista”. A diferencia del viejo articulado que decía que los militares son una institución profesional sin “militancia política”, se estableció que no “tendrán militancia partidista” y su función está al servicio del pueblo y nunca de “oligarquía alguna o poder imperial extranjero” (Art. 328). Están facultadas para actuar ante un ataque externo y además, coopera en actividades de orden interno y seguridad ciudadana (Art. 328). La Fuerza Armada incluyó la “Milicia Nacional Bolivariana” (Art. 329).

El proyecto de reforma entre cláusulas transitorias menciona la necesidad de dar prioridad a la sanción de 15 leyes, entre las cuales se privilegia la de Poder Popular y la de Economía Socialista.

Finalmente, la propuesta de reforma constitución no fue sancionada. Pese a esta derrota electoral, sigue vigente en Venezuela el debate sobre la construcción de un modelo de sociedad solidaria y alternativa al capitalismo neoliberal. Dichas discusiones incluyen la organización de un nuevo Estado y la modificación de la Constitución, que quedara sujeta a los tiempos y las posibilidades políticas, sociales, económicas y culturales de las organizaciones libres del pueblo.

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Indigenismo y soberanía en la Constitución de Bolivia

Desde la asunción presidencial de Evo Morales, Bolivia está iniciando un proceso de formación y de fortalecimiento de un programa de desarrollo nacional endógeno con fuerte presencia del Estado y de las organizaciones campesinas en la toma de decisiones. La gestión de gobierno se plantea reformular el modelo de desarrollo interno y además y cuestión central, contempla una modificación de su política exterior del país. Dicha modificación de las políticas de Estado es acompañada con una reforma Constitucional, que como veremos, traduce en una nueva arquitectura institucional la búsqueda de afianzar las bases de un proyecto de desarrollo nacional autónomo boliviano. Los ejes principales del texto constitucional pueden resumirse en los 5 aspectos que vamos a mencionar a continuación.

Derechos a la autodeterminación indígena

La Constitución consagra el derecho genuino e impostergable a la participación de los pueblos originarios en el gobierno del país. En este marco, el texto se refiere al derecho a la identidad de las comunidades. Como punto de partida y en el artículo 1º, la constitución establece que Bolivia se constituye en un “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías”. Su condición de “Plurinacional Comunitario” implica tal cual lo expresa el artículo 2º, “la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales.” El intento de cimentar un Estado sobre “principios ético-morales de la sociedad plural” o de “constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales”, forma parte de los objetivos del nuevo Estado expresados en su texto constitucional.

A lo largo de la Constitución se realiza una mención especial a los derechos de las comunidades originarias. La norma establece un Capítulo Cuarto (“Derechos de las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos”) que conjuntamente con el Capítulo Séptimo (“Autonomía Indígena Originaria Campesina”) establecen el esquema de gobierno, que de ahora en adelante, dispondrán las comunidades originarias del país. La norma introduce el derecho a la identidad de los pueblos originarios y reconoce su derecho a profesar su religión y a mantener su e idioma. El texto menciona la existencia de 36 naciones con sus respectivos idiomas. La constitución obliga al Gobierno plurinacional, a los gobiernos departamentales y a las comunidades autónomas a que utilicen al menos dos idiomas oficiales, uno de ellos, el castellano. En el caso de las comunidades autónomas mencionadas, el idioma principal será el propio de sus colectividades. La norma hace referencia al derecho al ejercicio de la Medicina tradicional y la Educación.

La constitución introduce ámbitos de Participación Política para los pueblos originarios y tal cual afirma el artículo 297 “El gobierno de los territorios indígena originario campesinos se ejercerá a través de sus propias normas y formas de organización, con la denominación que

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corresponda a cada pueblo, nación o comunidad”. Estas cuestiones son ampliadas en el capítulo sobre la Autonomía Indígena Originaria Campesina que establece las facultades para el ejercicio al autogobierno de acuerdo a sus propias normas (Art. 290). El texto otorga a los pueblos el derecho la participación política en las instituciones del Estado y por ejemplo, las comunidades indígenas y según lo establece el Artículo 149, tienen una representación proporcional en la Asamblea Legislativa Plurinacional. La Constitución establece la participación de indígenas originarios en los Concejos Departamentales y en los Concejos Municipales. La norma introduce derechos de los pueblos originarios a la participación en los beneficios de la explotación de los recursos naturales y se hace mención especial al derecho a la producción de Coca y al acceso a la tierra.

Defensa del patrimonio nacional y público

El texto introduce diversos artículos que limitan la injerencia extranjera en los asuntos nacionales y crea instrumentos y políticas de Estado para la defensa de la infraestructura estatal, de los servicios de salud y de la cultura del país. En este marco el Artículo 320 establece que “El Estado es independiente en todas las decisiones de política económica interna, y no aceptará imposiciones ni condicionamientos sobre esta política por parte de estados, bancos o instituciones financieras bolivianas o extranjeras, entidades multilaterales ni empresas transnacionales”. La norma introduce cláusulas de defensa del Capital nacional y de promoción del mercado interno para Bolivia. Con esta finalidad el Artículo 349 establece que “Los recursos naturales son de propiedad y dominio directo, indivisible e imprescriptible del pueblo boliviano, y corresponderá al Estado su administración en función del interés colectivo.” La constitución se refiere especialmente a la administración pública de los hidrocarburos, de la Minería y Metalurgia, de los Recursos hídricos y del Mercado de tierras.

La norma creó la Procuraduría General del Estado en Bolivia. El texto en el artículo 10, inciso III prohíbe la instalación de bases militares extranjeras en territorio boliviano y hace mención explícita a que no podrán acceder a cargos públicos electivos aquellas personas que “hayan ocupado cargos directivos en empresas extranjeras transnacionales que tengan contratos o convenios con el Estado, y no hayan renunciado al menos cinco años antes al día de la elección” (Artículo 239). Un tema importante para la historia del país que se menciona en la Constitución es la Reivindicación marítima (artículo 268).

Democracia

La constitución amplió los derechos de los bolivianos a participar en la vida política y en la distribución de la renta de su país. En este marco, el Artículo 11 establece que “El Estado adopta para su gobierno la forma democrática participativa, representativa y comunitaria, con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres”. Con dicho objetivo se establece una nueva clasificación de las formas de la democracia que supera el esquema clásico liberal y en donde el término “democracia” es sinónimo de participación electoral. El texto implementa la palabra democracia “Directa y participativa” y la Constitución incluye los mecanismos de referendo, de iniciativa legislativa ciudadana, de revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa, entre otros.

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Modificando la noción del derecho liberal la constitución amplia los derechos sociales. Con dicha finalidad menciona los “Derechos Fundamentalísimos” como es la igualdad de género, el derecho al agua y los servicios públicos (Art. 16 y 20); a la alimentación garantizada por el Estado (Artículo 16. La “Soberanía alimentaría” aparece mencionada en el Art. 256 Inc. II. 8); a la educación (Art. 17); a la salud (Art. 18) y a la vivienda digna (Art. 19). La norma en el Capítulo Tercero introduce los “Derechos civiles y políticos” a través de una extensa lista de derechos civiles y de garantías individuales. El Capítulo quinto contiene los Derechos Sociales y Económicos se menciona el Derecho al Medio Ambiente; el Derecho a la Salud y a la Seguridad Social; el Derecho al trabajo y al empleo; el Derecho a la propiedad; el Derecho de la niñez, adolescencia y juventud; los Derechos de las familias; los Derechos de las personas adultas mayores o los Derechos de las personas con discapacidad, entre otros. La norma se refiere a los Derechos de las personas privadas de libertad; a los Derechos de los usuarios y de los consumidores y al Derecho a la Educación, interculturalidad y derechos culturales.

En este marco, se introducen las “Acciones de Defensa” (Acción de Libertad, “Acción de Amparo Constitucional, Acción de Protección de Privacidad, Acción de Inconstitucionalidad, Acción de Cumplimiento y la Acción Popular). La Constitución introduce la Defensoría del Pueblo.

Integración geopolítica

Toda perspectiva de integración geopolítica debe contemplar un aspecto negativo y otro positivo. En relación al primero, es importante remarcar que Bolivia rechaza y condena toda forma de dictadura, colonialismo, neocolonialismo e imperialismo (Art. 256). Sobre el aspecto positivo, la Constitución introduce un apartado denominado Integración que establece en el artículo 266 que “El Estado promoverá, sobre los principios de una relación justa, equitativa y con reconocimiento de las asimetrías, las relaciones de integración social, política, cultural y económica con los demás estados, naciones y pueblos del mundo y, en particular, promoverá la integración latinoamericana”. En relación a este último anhelo, el artículo 144 inciso III, sostiene que el tiempo de residencia para la obtención de la ciudadanía podrá ser modificado cuando existan, a título de reciprocidad, convenios con otros estados, prioritariamente latinoamericanos.

Organización del Estado para el desarrollo nacional

La revolución boliviana está desarrollando una nueva institucionalidad con la finalidad de recuperar los recursos de la nación. En este marco, se propuso un nuevo modelo de Estado. El punto de partida y según lo establece el Artículo 313 “Toda actividad económica debe contribuir al fortalecimiento de la soberanía económica del país. No se permitirá la acumulación privada de poder económico en grado tal que ponga en peligro la soberanía económica del Estado.” Con dicha finalidad el proyecto de Constitución sostiene que el Estado ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y sus procesos de planificación, pudiendo intervenir en toda la cadena productiva de los sectores estratégicos. Con dicho objetivo podrá administrar los recursos naturales favoreciendo “La industrialización de los recursos naturales para superar la dependencia de la exportación de materias primas y lograr una economía de base productiva, en el marco del desarrollo sostenible, en armonía con la naturaleza” (cuestión mencionada también en el artículo 319). En una extremada síntesis y según lo expone el artículo 316, la función del Estado en la economía se asentará en:

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- la conducción de la planificación económica y social, con participación y consulta;

- la regulación de los procesos de producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios;

- el ejercicio de la dirección y el control de los sectores estratégicos de la economía pudiendo participar en la economía mediante la producción directa de bienes y servicios económicos y sociales;

- favorecer prioritariamente la industrialización de los recursos naturales renovables y no renovables elaborando políticas de distribución equitativa de la riqueza y de los recursos económicos del país. Para cumplir esta y otras funciones, el Estado estará facultado para conservar el monopolio estatal de las actividades productivas y comerciales estratégicas.

En relación a dicha función, la Constitución señala que el Estado es el responsable de conducir la política energética (Art. 378), los recursos forestales (Art. 386), la Amazonia (Art. 391) la Tierra y el Territorio (Art.393 a 403) y tendrá entre sus objetivos, el alcance de un Desarrollo Rural Integral Sustentable (Art. 404 a 408). Anteriormente, mencionamos el artículo 361 que establece la existencia de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).

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Derechos Humanos versus Derechos del Mercado

Interpretaciones del No al ALCA

Lic. Gastón Fiorda

Integrante del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad

La descolonización es siempre un fenómeno violento. (…)

Es la sustitución de una “especie” de hombres

por otra “especie” de hombres.24

Frantz Fanon

La visión universalista que dejó el “No al ALCA”, en la ya histórica cumbre de Mar del Plata de 2005, registra el rechazo del bloque del Mercosur, más Venezuela, a los efectos que hubiesen derivado de una aceptación irrestricta al Área de Libre Comercio de las Américas, o sea: una negativa a la ofensiva político-económica que partía de los centros del poder concentrado (las expresiones más salvajes del capitalismo) hacia las periferias como maniobra destructiva de índole social, político y simbólica.

Fue una Latinoamérica que empezaba a establecer qué clase de democracia quería y cuáles serían sus prioridades ante los nuevos desafíos que planteaba un mundo multilateral. Un hecho maldito para los Estados Unidos: la eterna cenicienta que contemplaba su liderazgo hegemónico no concedió más intromisiones sobre sus pueblos.

Ese quiebre también constituyó un modo estimulante de institucionalizar la unidad regional. Sus consecuencias: UNASUR y CELAC. Se sentó a Cuba en la mesa de la integración y comenzaron a tejerse políticas tendientes a reparar las asimetrías económicas y sociales, reconociendo además que Latinoamérica es en tanto diversidad étnica y cultural.

Las recetas únicas, válidas para todo tiempo y todo lugar, sólo habían provocado inestabilidad, debilitamiento y caída de gobiernos democráticos. Como dijo Néstor Kirchner, en su discurso de apertura: “No nos servirá cualquier integración. Firmar un convenio no será un camino fácil ni directo a la prosperidad. Un acuerdo no puede ser un camino de una sola vía (…) Un acuerdo no puede resultar de una imposición en base a las relativas posiciones de fuerza. (…) En nombre de la democracia tenemos menos democracia”25. Donde el mercado abandonaba, el Estado restituía. Y sobre la base de esa composición buscó darse garantías de cumplimiento a los derechos humanos, en especial a los económicos, culturales y sociales (DESC).

Precisamente, el Pacto que instituye los DESC ratifica, en la primera parte, el derecho de los pueblos a su libre determinación, “sin perjuicio de las obligaciones que deriven de la

24 Frantz Fanon, “Los condenados de la Tierra”, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, trad.: Julieta Campos, p. 17. 25 Néstor Kirchner, Discurso de apertura de la Cumbre de las Américas, Mar del Plata, 4 de noviembre de 2005.

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cooperación económica internacional”, consolidando así la potestad de los pueblos de establecer sus propios medios de subsistencia, al considerar que el sujeto titular de derecho no es la persona, en tanto individuo, sino en tanto parte de un entramado social colectivo.

La participación de la sociedad en la definición de los problemas, necesidades, diseño y armado de políticas públicas consagró determinados principios y estándares de derechos humanos, logrando que, a partir de esas experiencias, pudiesen fijarse con claridad aquello que los Estados debían realizar a fin de fortalecer la realización plena de sus pueblos. Resultó un mandato que, para varios líderes de la región, estableció la relación poder-obligación.

La reivindicación de los Estados para garantizar el desarrollo humano, instituyendo una política social en orden al derecho, generó además instancias de evaluación: las políticas que se adoptaran no podían estar subordinadas a la economía sino al bienestar de las personas.

Si entendemos que Mar del Plata fue el escenario donde se negociaron compromisos, donde intervinieron intereses y fuerzas con capacidades para establecer privilegios para un sector en pos del sometimiento de una inmensa mayoría, entonces podemos inferir que para esos sectores la ausencia de un documento unificado pudo leerse como un fracaso.

Sin lugar a dudas el ALCA tuvo un propósito irreductible: el libre movimiento del capital. Y decretaba para ello condiciones puntuales: Estados mínimos, desaliento de la participación ciudadana y enormes beneficios para los inversionistas extranjeros (incluso se prohibía a los Estados que exigieran requisitos mínimos de desempeño a estos mismos inversionistas)

Por lo tanto, se puede inferir, a modo de primera conclusión, que la decisión de rechazar los alcances del ALCA convirtió la discusión de los DESC en un tema de acuerdo obligatorio que no pudo hacerse a un lado por el mandato negociador de los Estados Unidos.

Estados Unidos y su coherencia histórica

En relación a la tensión existente entre los derechos humanos (democráticos) y los derechos del mercado, el sociólogo venezolano Edgardo Lander supo trazar, en varios estudios, la genealogía jurídica internacional que en pocos años se edificó a las sombras del poder unilateral de los Estados Unidos, y que como vimos lacónicamente, fue recurrente en el documento del ALCA.

En un recorrido respecto de su análisis Lander sitúa la compulsa en las transformaciones geopolíticas que operaron en todo el planeta en las décadas del 50 y del 60, con la existencia de un mundo bipolar (capitalista y socialista), las luchas por la liberación nacional y los procesos de descolonización en África y Asia, así como la constitución del Movimiento de los No Alineados, que terminaron por transformar la correlación de fuerzas en los principales centro institucionales como las Naciones Unidas.

Pero eso duró apenas unas décadas. El sabido colapso del bloque socialista y el consecuente retroceso y disolución del Movimiento de los No Alineados derivaron en una hegemonía global, fundamentalmente estadounidense, que trajo aparejada la conformación de una industria judicial. Esa hegemonía estuvo representada en la consolidación de los derechos del capital en los distintos organismos multilaterales como las Naciones Unidas y sus organizaciones asociadas por las instituciones Bretton Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional)

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Fue en estas sedes donde comenzaron a imponerse (entiéndase “investigar” y “decidir”) políticas sobre ámbitos tan diversos como el desarrollo, educación, salud, servicios públicos, seguridad social, descentralización, supliendo así la potestad que correspondía a los gobiernos nacionales.

Pero la capacidad de fuego de Estados Unidos también resultó consistente al momento de establecer sus prioridades, incluso, yendo a contramano de algunas decisiones casi unánimes adoptabas por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Entre sus emblemáticos votos en contra a resoluciones de la ONU, surgidos del estudio detallado de Lander, podemos destacar el rechazo a la condena a Israel por la violación de los derechos de los palestinos, al régimen de apartheid de Sudáfrica y a la conferencia sobre mujeres de las Naciones Unidas celebrada en Beijing. En el ámbito de los armamentos mantuvo siempre su postura en contra de la prohibición al desarrollo y manufactura de nuevos tipos y sistemas de armamentos de destrucción masiva.

Estados Unidos, además, se opuso a varias resoluciones referidas a favorecer el crecimiento de los países del Sur, como por ejemplo, la Protección de los derechos de los países en desarrollo en las negociaciones comerciales multilaterales (1979); Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional para promover el crecimiento de los países subdesarrollados y la cooperación económica internacional (1979); Afirmación de que el desarrollo de personas y naciones es un derecho humano (1980); El derecho de cada Estado de escoger su sistema económico y social de acuerdo con la voluntad de su gente, sin interferencia alguna (1981); Promoción de la cooperación internacional en torno a los problemas de la deuda externa (1987); resolución llamando al Desarrollo de principios y normas del derecho internacional referidos al nuevo orden económico mundial (1983).

También se mantuvo al margen de casi todos los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos. Firmó, pero no ratificó, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer; la Convención sobre los derechos del niño; el Protocolo Facultativo de la Convención sobre Derechos del Niño relativo a la participación en Conflictos Armados; el Protocolo Facultativo de la Convención de los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros.

Pero como si todo esto no fuese suficiente, EE.UU. rechazó de modo sistemático todo escrutinio externo sobre las condiciones de los derechos humanos en su territorio.

No todo lo que brilla es oro

Al reverso de este análisis primario, entre las sombras de las lógicas de acumulación y concentración de las riquezas, puede anunciarse un proceso de destrucción institucional con repercusiones en el campo de los derechos humanos, que durante los procesos de negociaciones solo fueron comprendidos como un anexo y no como el marco legal y normativo para el desarrollo de las relaciones económicas internacionales.

Incluso, para profundizar esta idea, resulta indispensable plantear una discusión histórica respecto de las formas en las cuales se han dado las relaciones entre las doctrinas de derechos humanos y las doctrinas mercantiles, porque sería un error considerar que los derechos humanos son parte de un todo indivisible, inalienable e intrínsecamente unido a lo

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humano, al margen de toda ideología, siendo que jamás, en defensa de esos mismos derechos, se cuestionó de manera directa el modo de producción capitalista.

Esto ya fue criticado por el propio Marx en “Sobre la cuestión judía”, cuando desnuda que los droits de l’homme [derechos del hombre], no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir del hombre egoísta, separado del hombre y de la comunidad26. La prueba radical que presenta para sostener su tesis son las Declaraciones de Derechos de las Revoluciones Francesa y Americana.

Esta idea declarativa falsa que tienen los pronunciamientos en materia de derechos humanos de índole universalista, encierran para Marx propósitos sectoriales: no se afirma el ser humano como comunidad y como objetivo del hombre, sino bien por el contrario, el hombre atomizado, separado, restringido, contrapuesto, con el hombre mismo27. Agrega que ese ser individual y restringido, que la economía política considerará el hombre, no es más que un producto de esa sociedad y más precisamente del mercado.

Un ejemplo más del cinismo de los países centrales en materia de derechos humanos aparece bellamente expresado por Jean Paul Sartre, en el prefacio de “Los condenados de la tierra”, de Frantz Fanon, donde condena la prepotencia colonizadora europea, aún bajo la consagración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que no dudó en aplastar por medio de acciones bélicas (puntualmente hablará de Francia) o por imposiciones del mercado (refiriéndonos directamente a Estados Unidos) cualquier intento de autodeterminación de los pueblos que sometieron. Son los objetos del razonamiento28; Sartre estaba enjuiciando ese veneno occidental, histórico, responsable de precipitar al mundo hacia su propia perdición.

Pero este fenómeno de dominación y exterminio no pudo darse en otro contexto que no sea bajo la lógica del capitalismo moderno. La tensión propia del hombre por vivir bien, dirá Agamben, obliga al individuo a vivir en el marco político que propone la ciudad, justificada por sus límites jurídicos. La comprensión de estos límites, tal si fueran mandatos sagrados, es la condición para entender la dialéctica misma entre la exclusión o la inclusión. En su obra “Homo Sacer”, Agamben redefine el escenario político, revelando que la vida otrora consagrada como un hecho garantizado, está en peligro y atravesada por estrategias de control: el simple hecho de que la vida como tal se convierta en objeto eminente de los cálculos y de las previsiones del poder estatal: lo decisivo es, más bien, el hecho de que, en paralelo al proceso en virtud del cual la excepción se convierte en regla, el espacio de la nuda vida que estaba situada originariamente al margen del orden jurídico, va coincidiendo de manera progresiva con el espacio político, de forma que exclusión e inclusión, externo e interno, bíos y zoé, derecho y hecho, entran en una zona de irreductible indiferenciación.”29

En definitiva, las Declaraciones de Derechos Humanos, aún estableciendo una posición de resistencia, están subsumidas a los dispositivos de poder. En su pretensión universalista buscan dotar al hombre (en su condición de ciudadano, y por lo tanto, comprendido dentro

26 Karl Marx, “Páginas Malditas. Sobre la cuestión judía y otros textos”, Colección Pensamiento y Acción Socialista, selección y traducción: Fernando Groni, Libros de Anarres, Buenos Aires, pag. 3 27 Véase cita 12 de Fernando Groni, ob. cit. 28 Sartre, Jean Paul, Prefacio a Frantz Fanon en “Los condenados de la tierra”, Fondo de Cultura Económica, México, 1963, trad.: Julieta Campos, p. 6 29 Giorgio Agamben, “Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida”, traducción: Antonio Gimeno Cuspinera, Pre-Textos, Valencia [España], 1998, pags., 18 y 19.

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de determinados límites políticos, jurídicos y geográficos) de cierta potestad para exigir el cumplimiento de sus derechos, ignorando por completo que tales exigencias colisionan con los intereses políticos y económicos de los mismos Estados que lo sostienen como ciudadano.

Producción de lógicas de dominación

Indudablemente, como ya dijimos, la iniciativa del ALCA hay que analizarla con perspectiva crítica, porque está atravesada por una profunda tensión entre las demandas de ampliación de derechos y los intentos por imponer la hegemonía de los mercados. Esta confrontación puede rastrearse desde el final de la segunda guerra mundial, con la división del mundo entre dos lógicas político-económicas: una representada por aquellos estados centrales capitalistas, y otra en torno a una alternativa no-capitalista.

La persecución contra el enemigo comunista, puso en alerta una conciencia social (claramente amenazante al sistema norteamericano) que vio concluida su experiencia en 1989 con la caída de la Unión Soviética. Durante esos casi cuarenta años las secuelas sociales producidas por las incursiones estadounidenses fueron innumerables, porque tuvieron por objeto, (abierta o indirectamente) el aniquilamiento de aquellas fracciones sociales opositoras al nuevo pacto social que proponían.

El aniquilamiento como respuesta a las luchas de liberación surgidas en distintos países de América Latina, logró actuar específicamente sobre las relaciones sociales que generaban fricción o instancias de mediación al ejercicio del poder: contestatarias, críticas, solidarias. Se pudo reemplazar una relación que planteaba focos de resistencia por una unidireccional respecto de la autoridad.

Una prueba irrefutable del conflicto generado entre los intereses del mercado de los países centrales y los intentos soberanos y autónomos de las sociedades que se rehusaban a ser sometidas estuvo dada por las incursiones territoriales, las estrategias psicológicas, la implementación del terror. Todo un arsenal de prácticas sociales violatorias de los derechos humanos que sustanciaron el propósito de eliminación de grupos enteros de población y la posterior apropiación de los recursos naturales.

No puede ignorarse, entonces, la trayectoria del capital al servicio de una estrategia mundial al momento de explicar la violencia masiva ejercida sobre las poblaciones civiles en cualquier rincón del planeta. Una interpretación que no incorpore estos aspectos genéticos revelaría sus formas sacralizadas (conservadoras) y sus inconfesables intereses.

Queda para los espíritus más audaces determinar cuáles fueron las acciones del capital concentrado (la estrategia adoptada) para recuperar su hegemonía en la región luego del altisonante No al Acuerdo de Libre Comercio30, que más allá de su caída (del golpe efectivo que se le propinó en la Cumbre de Mar del Plata), todavía somos testigos de cómo en la práctica los derechos humanos están normatizados para un mundo que aún no existe como tal, con empresas multinacionales que gozan de los beneficios de la globalización y el proteccionismo jurídico.

30 Cualquier foco de resistencia, de desestabilización del “orden” impuesto, siempre fue seguido de operaciones de estabilización cruentas por parte de los sectores dominantes. Se produce una especie de aceleración del capitalismo para neutralizar las rebeldías.

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La cuestión a resolver radica en que los derechos humanos no deberían erigirse como garantía de defensa contra la opresión, sino que tendrían que estar dirigidos a la construcción de nuevo orden económico internacional, mucho más equitativo e inclusivo, trasladable a la realidad concreta de aquellos pueblos que abrazaron su autodeterminación como opción privilegiada frente a los previsibles desenlaces del capitalismo genocida.

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Las conquistas sociales tras el No al Alca

Ing. Daniel Cardaci

Área de Investigación y Opinión Pública

Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad

Lic. Verónica Pereyra

Integrante del Centro de Estudios en Políticas de Estado y Sociedad

Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente. Debemos hacer que el Estado ponga allí, donde el mercado fluye y

abandona. Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando

oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad del acceso a la educación, la salud y la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el

esfuerzo y el trabajo de cada uno.

Néstor Kirchner – 5 de noviembre 2005 – IV Cumbre de las Américas- Mar del Plata

En materia macroeconómica se observa en nuestra historia reciente un punto de inflexión entre un modelo económico basado en el paradigma neoliberal, que aboga por el libre comercio con una mayor dependencia del mercado financiero y concentración de la riqueza, y otro basado en el desarrollo nacional a partir de la implementación de políticas que fomentan la expansión del mercado interno, el crecimiento de nuestra industria y un mayor desarrollo del conjunto social.

A partir de la dictadura cívico-militar instaurada en 1976 se comenzó a implementar en el país un modelo con una clara hegemonía de los sectores de las finanzas que privilegió y alentó el mercado especulativo por sobre la producción de bienes y servicios, dando lugar al surgimiento de la versión local de lo que globalmente se llamó neoliberalismo. Ese modelo se basó en una apertura externa indiscriminada de la economía, la liberalización del mercado cambiario, la privatización de empresas públicas, el achicamiento del Estado y ajustes permanentes durante 25 años que dejaron una gran deuda económica y social cuyas consecuencias aún estamos desandando.

Procesos similares se vivieron en toda la región, lo cual no fue producto de una casualidad, sino un plan sistemático de corte imperialista. Este plan requirió las dictaduras acuñadas en la Escuela de las Américas y articuladas en el Plan Cóndor para instalar gobiernos cipayos que adscribieron a las políticas del Consenso de Washington.

La etapa “superadora” de este esquema depredador de nuestros recursos había sido planificada por la diplomacia de los Estados Unidos y estaba a punto de ejecutarse gracias a la complicidad de sectores entreguistas de nuestros países. Era el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

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Tras décadas donde los organismos internacionales de crédito, encabezados por el FMI y el Banco Mundial, tutelaban nuestras economías imponiendo ajustes que apenas permitían pagar los intereses de una deuda que iba en aumento, así como la aplicación de medidas tendientes a que se privatizaran recursos, la deuda externa no sólo implicaba un problema económico, sino que condicionaba políticamente a los estados sudamericanos.

Estas políticas fueron impuestas principalmente desde esos organismos financieros como condición necesaria para poder recibir salvatajes que, paradójicamente, eran necesarios tras la aplicación sus propias recomendaciones. Los ajustes repercutieron en el deterioro constante de la educación, la salud y el bienestar general de la población. Este círculo vicioso se hubiera consolidado, probablemente de manera irreversible, de haber aceptado ser parte de un área de “libre” comercio con la primera potencia mundial.

El 5 de noviembre de 2005 en Mar del Plata los países de la región, con Néstor Kirchner, Ignacio Lula da Silva y Hugo Chávez Frías a la cabeza, desplegaron el escenario que nos marcaría a fuego nuestra integración, desmontando para siempre el intento de creación de un bloque de libre circulación de mercancías y capitales financieros que hubiera subsumido a Latinoamérica en relaciones económicas asimétricas en términos de poder de negociación, con una consecuente vulneración de nuestras soberanías.

Creo que su rol de primera potencia mundial es insoslayable. No se trata de un juicio de valor, sino de un dato de la realidad. Creemos que el ejercicio

responsable de ese liderazgo en relación a la región, debe considerar necesariamente que las políticas que se aplicaron no sólo provocaron miseria y

pobreza, en síntesis la gran tragedia social, sino que agregaron inestabilidad institucional regional que provocaron la caída de gobiernos democráticamente

elegidos en medio de violentas reacciones populares, inestabilidad que aún transitan países hermanos.

Néstor Kirchner – 5 de noviembre 2005 – IV Cumbre de las Américas- Mar del Plata

En nuestro país, el modelo neoliberal había colapsado con la crisis económica y social desatada a fines del año 2001. Las recetas aplicadas en la región no sólo habían provocado miseria y pobreza, sino también inestabilidad institucional. De esta penosa experiencia surgió un aprendizaje colectivo en materia social, política y económica que se vio reflejado fuertemente en el proyecto que encararon Néstor Kirchner con Cristina Fernández, quienes procuraron un desarrollo productivo con inclusión social.

A partir del 2003 se puede observar un abrupto viraje en las políticas de gobierno que buscaron desde entonces generar relaciones equilibradas al interior de la sociedad por medio de la promoción de trabajo digno y de una mayor distribución de la riqueza potenciando una matriz productiva nacional mediante una activa inversión pública que disminuyera la dependencia de los mercados externos.

Para poder aplicar esta política económica inclusiva y abandonar los dogmas de la ortodoxa liberal, fue necesario ganar niveles crecientes de autonomía y soberanía, que permitieran desarticular las presiones históricas de las primeras potencias, desarmando para

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siempre los intentos por imponer el ALCA, fortaleciendo la integración regional (a partir del Mercosur, la Unasur y la Celac) y aplicando una política estratégica de desendeudamiento.

El camino de la reconstrucción de nuestro país y de la región, hacia lo que se considera nuestra segunda independencia, requirió comenzar por quitarnos los grilletes y el principal era la Deuda Externa.

En Argentina se puede observar una reducción de más del 80 % de la deuda externa en relación con el PBI, pasando de ser del 166,4 % en el año 2002 a un 32,2 % en 2015. En ese período se canceló la totalidad de la deuda con el FMI, y se pagaron los Boden constituidos durante el 'corralito'. La deuda pública en moneda extranjera con el sector privado representa hoy tan sólo el 8% del PBI31.

Sin esta decisión política dirigida al desendeudamiento y ampliación de los márgenes de autonomía para gobernar, no hubieran sido posibles la mayoría de las políticas de recuperación de empresas públicas estratégicas y la reconstrucción de derechos sociales. Basta con mencionar algunas de las políticas que ampliaron nuestra soberanía de manera considerable:

• Reestatización del sistema de jubilaciones poniendo fin a las AFJP • Recuperación Aerolíneas Argentinas como línea de bandera • Recuperación de YPF apostando a una mayor soberanía energética • Recuperación de Aysa • Reestatización de la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba (FADEA) • Designación de directores en las empresas en las que ANSES posee participación

accionaria

El NO al ALCA significó un punto de inflexión para el bloque regional, que permitió los márgenes de soberanía necesaria para la expansión de la inversión social, la realización de obras públicas estratégicas y la recuperación de derechos sociales que generaron mejoras concretas en las condiciones de vida del conjunto de la sociedad.

América Latina abre nuevos caminos

Son los hechos los que indican que el mercado por sí solo no reduce los niveles de pobreza y son los hechos también los que prueban que un punto de

crecimiento en un país, con fuerte inequidad, reduce la pobreza en menor magnitud que en otro con una distribución del ingreso más igualitaria.

Néstor Kirchner – 5 de noviembre 2005 – IV Cumbre de las Américas- Mar del Plata

La reestructuración de la deuda, estableció un marco favorable para el desarrollo de políticas públicas innovadoras que dieron lugar a un mercado interno fortalecido y dinámico, capaz de absorber mano de obra e impulsar el consumo de los argentinos, atendiendo las particularidades de la sustentabilidad local. Estas características no sólo explican una evolución innegable en las condiciones de vida de los argentinos, sino que consolidaron un

31 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación.

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modelo de desarrollo que basa su sustentabilidad en un círculo virtuoso signado precisamente por esa evolución.

Desde 1998 y hasta el caótico colapso de la Convertibilidad en diciembre de 2001, la economía había transitado una fase recesiva que empeoró aún más el panorama del mercado laboral, llegando a un pico máximo en el 2002 del 21,5% de la población desocupada. Al calor de la desatención de esta situación crítica, causada por políticas erradas que consideraban al empleo como una variable más de ajuste, con un panorama social caracterizado por la consecuente exclusión y marginalidad, nacieron movimientos de desocupados cuyos reclamos se centraron en el derecho al acceso al trabajo y a la seguridad alimentaria.

La experiencia social instauró un consenso general sobre la importancia respecto a generar condiciones favorables para la creación de puestos de trabajo. El proyecto político iniciado en el año 2003 toma este concepto como uno de los pilares principales de su gestión, mostrando desde sus comienzos la ejecución de políticas que permitieron revertir el proceso de deterioro que había sufrido el mercado laboral en la década precedente.

El trabajo decente se convirtió desde entonces en la principal política para mejorar las condiciones de vida de la población, aportando inclusión social, a través de la mejora de los ingresos, garantizando derechos y permitiendo el acceso a la Protección Social. No se puede garantizar el cumplimiento los derechos sociales sin antes garantizar los derechos económicos.

Esta concepción puso en el centro la mejora del poder adquisitivo de los argentinos, ya no como un efecto sino como la principal causa del crecimiento de la economía. Este enfoque dista sustancialmente de la perspectiva esbozada por la teoría del derrame, desde donde el neoliberalismo argumentaba que un crecimiento concentrado en la economía, produciría como consecuencia ineludible un derrame de beneficios sobre la sociedad, que a la luz de los hechos, nunca llegaron. El Estado incluso retomó su rol de mediador en el mercado laboral, garantizando que el poder adquisitivo real de los trabajadores se mantuviera creciente.

Este viraje, permitió volver a poner en el eje de la discusión política la aseveración de que la economía debe estar al servicio del hombre y de la comunidad, y no a la inversa.

Del análisis de la política económica implementada desde el 2003 en adelante, se puede deducir que no se tuvo por fin último el “crecimiento económico” per se, en abstracción de las condiciones generales de la sociedad, sino que por el contrario, existen políticas pensadas y ejecutadas como un mecanismo cuyo objetivo principal fue y es la inclusión social, basándose en el crecimiento de todos los actores económicos: trabajadores, cooperativas, pymes, industrias e incluso a las grandes empresas.

El consumo y la inversión de los argentinos se transformaron en el motor del crecimiento, impulsados a través de políticas que hicieron viables la producción de bienes y servicios locales, apostando de esta manera a la industria nacional, reabriendo fábricas que habían perdido su protagonismo en la década de los noventa, donde prevalecían los sectores asociados a los servicios y a la importación.

Las metas relacionadas con la mejora en la distribución equitativa de los ingresos, se deben abordar también desde un enfoque de igualdad de oportunidades de carácter estructural en el acceso a bienes y servicios fundamentales para el desarrollo de las comunidades, tales como ser el acceso a una vivienda y condiciones de hábitat dignos,

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cobertura de salud de calidad, educación inclusiva, seguridad alimentaria, así como la cobertura de las necesidades esenciales que garanticen la plena dignidad de las condiciones de vida del conjunto social.

Entre algunas de las políticas más significativas en esta dirección, podemos mencionar:

• 2.700.000 nuevos jubilados gracias a las moratorias • 170.000 viviendas construidas gracias al PROCREAR • 1.200.000 viviendas del Plan Federal de Viviendas • 5.000.000 de Netbooks entregadas por Conectar Igualdad • 16 nuevos institutos Universitarios • 790.000 jóvenes accedieron a sus estudios gracias al PROGRESAR • 3.600.000 niños reciben la Asignación Universal por Hijo • 250.000 nuevos cooperativistas de Argentina Trabaja (PRIST y Ellas Hacen) • 223.500 pymes se han creado • 300 nuevos Parques Industriales

Estas políticas contribuyeron a la consolidación de logros contundentes en este período, entre los que podemos sintetizar32:

2003 2015 Variación

Jubilación Mínima $150 $3.821 +2447%

Desempleo 20.4% 6,6% -68%

Salario Mínimo Vital y Móvil

$200 $4.716 +2258%

Índice de Gini 0,533 0,413 -23%

Porcentaje de Adultos mayores con cobertura jubilatoria

66,1% 95% +44%

Mortalidad Infantil (menores de un año)

16,5 10,8 -35%

Inversión pública en Infraestructura Productiva + Educación + Ciencia y Tecnología (% PIB)

2,9% 10,4%

+259%

Muchos de estos avances han sido reconocidos por numerosos organismos internacionales:

• Según la CEPAL, el Gasto Público Social Per Cápita (medido en dólares del año 2000) en Argentina pasó de U$S 1.299 en el período 2002-2003 a U$S 2.387 en el período

32 Ministerio de Economía y Finanzas Públicas de la Nación, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, Ministerio de Salud de la Nación, Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

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2008-200933. Además nuestro país verificó el mayor aumento del salario mínimo real de la región, que avanzó más del 200 por ciento entre 2002 y 201234.El organismo también reconoce que nuestra cobertura previsional es la más alta de la región.

• Según el Banco Mundial el panorama actual en la región es una realidad reciente y no tiene precedentes. Es el resultado de un proceso de transformación social que comenzó alrededor de 2003, y en esos años la movilidad social ascendente aumentó a un ritmo notable. (…) una marcada disminución de la desigualdad en la distribución de los ingresos y el crecimiento del Producto Bruto Interno son los causantes de una expansión sin precedentes de la clase media, siendo Argentina y Brasil los países con mejores resultados. (…) la clase media Argentina entre el período que va del 2003 al 2009 se duplicó, incrementándose de 9,3 a 18,6 millones de personas, destacándose además como el país latinoamericano con el mayor aumento de su clase media como porcentaje de la población total.35

• Según la FAO Argentina erradicó el hambre, en un contexto regional de crecimiento económico, compromiso político y una decidida acción pública, bajo el ‘enfoque de doble vía’ que complementa políticas que atienden las urgencias sociales con aquellas cuyo objetivo es cambiar las estructuras que generan exclusión y desigualdad36 El organismo destaca la reducción del hambre en la Argentina, el incremento del salario mínimo y el programa Precios Cuidados. A la vez se señala que el país logró cumplir las metas del milenio en cuanto a los niveles de subalimentación inferiores al 5 por ciento. En lo que respecta a la pobreza, el estudio señala que “Argentina muestra los menores niveles de pobreza que afecta al 4,3 por ciento de la población.37. Por estos resultados nuestro país fue recientemente premiado.

Es entonces la experiencia regional y no la teoría de las burocracias de los organismos multilaterales, la que demuestra que lo aconsejable es dejar que, en

un marco de racionalidad, cada país pueda elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social. Esa racionalidad de la que hablamos, debe

permitir su verificación en resultados cuantificables económica y socialmente.

Néstor Kirchner – 5 de noviembre 2005 – IV Cumbre de las Américas- Mar del Plata

El cambio de siglo alumbró nuevas políticas públicas, no sólo en Argentina sino también en otros países de la región e incluso en países emergentes de Asia y África. Surgieron programas que transfieren recursos y que promueven el trabajo, la terminalidad escolar, la capacitación en oficios y el control sanitario en particular durante el embarazo y en la primera infancia. Existen diversas variantes, pero apuntan unánimemente a reducir la brecha de inequidad que existe hacia adentro de nuestras sociedades, por estar dirigidos a familias en situación de pobreza y vulnerabilidad.

33 Panorama Social de América Latina, 2010, CEPAL. 34 “Pactos para la igualdad, Hacia un futuro sostenible, CEPAL, 2014. 35 “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina, 2012, Banco Mundial. 36 Panorama de Seguridad Alimentaria para América Latina, 2013, FAO. 37 Panorama de Seguridad Alimentaria para América Latina, 2014, FAO.

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En el siguiente cuadro mencionamos algunos programas importantes de la región que seguramente no hubieran sido implementados de habernos enmarcado como región dentro de las condiciones del ALCA 38.

Población cubierta

País

Programa

Total de la población

Total de la población

pobre

% PBI

Bolivia Bono Juancito Pinto 17,5 32,4 0,3

Brasil Bolsa Familia 26,4 84,6 0,5

Chile Chile Solidario 6,8 51,7 0,1

Colombia Familias en acción 25,2 56,5 0,4

Ecuador Bono de Desarrollo Humano

44,3 100 1,2

México Oportunidades 24,6 62,8 0,5

Paraguay Tekoporâ 8,6 13,9 0,4

Perú Juntos 7,6 21,2 0,1

Uruguay Asignaciones familiares

11,6 84,6 0,5

Según la CEPAL entre 1980 y 2002 existió una tendencia regional al crecimiento de la pobreza y la indigencia, para luego observarse un descenso abrupto hasta la actualidad. En particular ubica a la Argentina como el país con menor índice de pobreza de la región, pasando del 30,6% de población pobre en 2005, al 4,3% en 2012 y la indigencia de 11,9% a 1,7%39

Esta combinación de la centralidad de las políticas sociales con el rol activo del Estado como garante de derechos e inductor del crecimiento económico, aquí y en los demás países de la región, dan la posibilidad a que nuestras futuras generaciones cuenten con mejores oportunidades, en condiciones de estabilidad y sustentabilidad, revirtiendo las consecuencias nefastas de décadas con políticas que generaron pobreza.

No lo proclamamos desde ninguna teoría, invitamos a ver los sufrimientos y los logros que tuvo la Argentina, invitamos a ver la durísima experiencia que hemos

tenido, invitamos a tener en cuenta la paulatina recuperación de nuestra autoestima, el fortalecimiento de nuestras instituciones y la tarea fundamental

de crear trabajo decente tras el norte de la equidad y la inclusión social.

Néstor Kirchner – 5 de noviembre 2005 – IV Cumbre de las Américas- Mar del Plata

38 Estimaciones sobre la base de los programas de protección social no contributiva, CEPAL, http://dds.cepal.org/bpsnc. 39 Panorama Social de América Latina, 2013, CEPAL.

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Conclusiones

El No al Alca del 2005 fue un hecho de eminente coraje político para una época donde aún existían pocos centros de poder que dictaban las reglas del juego económico y diplomático.

Si miramos en la actualidad la situación de los países que firmaron Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, veremos que no fueron favorables a sus pueblos, que en su mayoría se encuentran al borde de la quiebra social, económica y/o institucional. Podemos pues estar seguros del camino escogido al no haber cedido a las presiones para “integrarnos” a cualquier costo.

Entrando en el siglo XXI, podemos mirar atrás y reconocer que la pobreza ha cumplido históricamente una función dentro del sistema capitalista: la de “reducir los costos de producción” y por lo tanto, maximizar la “competitividad” y las ganancias de las empresas. Esta lógica subyacente evidencia que no existen países pobres per se, sino países empobrecidos que cumplen esa misma función, subvencionando desde el subdesarrollo la desigual distribución de la riqueza en el mundo.

Las consecuencias de haber permitido que en los países emergentes se privilegien las ganancias de capitales especulativos y de empresas multinacionales, son equivalentes al arrasamiento que antaño producían los conflictos bélicos. Sin lugar a dudas, Von Clausewitz aseveraría, de estar vivo en el presente, que los capitales especulativos financieros son la continuación de la guerra por otros medios.

Es, por lo tanto, necesario empezar a discutir el origen y destino de la riqueza generada por los pueblos poniendo en valor y visibilizando el rol activo social, pero también económico, del Estado en subsanar las inequidades de un país.

En el año 2005 en Mar del Plata, se amplió la posibilidad de un mundo multipolar, con un proceso de integración regional y de colaboración del tipo Sur-Sur, que nos hace menos dependientes de los vaivenes de los países centrales. Queda claro, a diez años del hecho, que si no se hubiera desafiado al ALCA, hoy no existirían la UNASUR ni la CELAC, ni se hubieran podido cristalizar las políticas públicas que implementó la región para la protección de la familia y la generación de fuentes de trabajo.

Estos logros obtenidos ponen de relieve el rotundo fracaso de lo que fue el sustento teórico del liberalismo, el Efecto Derrame (Trickle-Down effect). A su vez, nos plantean interrogarnos si un efecto derrame, pero esta vez de abajo hacia arriba (llamémoslo Trickle-Up effect), aumentando el poder adquisitivo de los hasta ahora excluidos del mercado, no se constituiría en un proceso económico superador y sustentable en términos sociales, que la ortodoxia debería considerar con mayor seriedad. En este sentido, el sendero que hemos emprendido vislumbra alternativas para la construcción de una nueva modernidad económica.

Hace pocos días, un conjunto de medidas impulsadas desde nuestro país para restringir el accionar de los fondos buitre fueron aprobadas por la asamblea general de las Naciones Unidas, lo que constituye, a una década de la conmemoración que motiva este libro, un nuevo NO AL ALCA, esta vez sumando más voces y con implicancias a nivel global. Estos principios, permitirán dar el marco a futuras negociaciones de reestructuración de deudas

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soberanas, teniendo en cuenta a las mayorías por sobre las minorías acreedoras y priorizando sobre todo la sostenibilidad social.

En un contexto internacional que por ahora continua bajo el predominio neoliberal, en momentos donde Europa y Estados Unidos se debaten qué hacer con los resultados de la aplicación de sus propias recetas y con los refugiados de guerras que ellos mismos han engendrado y que ya no pueden ocultar, Latinoamérica sigue erigiéndose como el faro que alumbra la construcción de modelos alternativos para la sustentabilidad e integración de todos los pueblos.

Nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja, es fundamental hablar con mucho respeto y en voz alta para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad.

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Suramérica Zona de Paz: un legado del No al ALCA

Lic. Javier Araujo

Subsecretario de Formación del Ministerio de Defensa

Docente investigador en las Universidades Nacional de Quilmes y Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

“De la fe ciega y excluyente en el mercado, el objetivo aconsejado o impuesto de reducir o minimizar el rol de los gobiernos, hacer desaparecer al Estado y avanzar en la degradación de la política, debemos pasar a la generación de una nueva estrategia de desarrollo de crecimiento sustentable, con equidad, calidad institucional, ejercicio de la representación, el control y la participación ciudadana.”40

Introducción

Somos contemporáneos, testigos, de un proceso de transformación en esto que llamamos “mundo”, de ese globo que danza en el espacio infinito. Cambios que, por supuesto, no son inherentes a ninguna ley inexorable así como tampoco se desarrollan según axiomas inquebrantables.

Este proceso se desarrolla a su vez en un contexto internacional que desde la implosión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y con ello la del bloque europeo oriental bajo su dominio, ha estado caracterizado por la consolidación de un enorme poder político militar de los Estados Unidos de Norte América y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La denominada Segunda Guerra del Golfo que culminó con la ocupación de Irak y Afganistán, la intervención de la OTAN en la destrucción de Libia y recientemente la escalada de los países de la Unión Europea (UE) en el conflicto Ucraniano son buen ejemplo del ejercicio de ese poder.

Ese ímpetu bélico no responde a un imperativo moral de construcción de un orden mundial más justo y en paz, sino, sostenemos, a establecer un orden globalizado con primacía de valores del Norte Occidental, democracia liberal y economía de mercado con hegemonía del capital financiero desregulado.

El desarrollo de esa posición dominante ha traído resultados catastróficos para las instituciones creadas en la posguerra para la resolución pacífica y justa de los conflictos entre Estados, valga como ejemplo el lugar al que ha sido relegado el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, situación que pone en clara evidencia el doble estándar con que las potencias llevan adelante sus acciones en el tablero internacional. Pero también ha mostrado que las instituciones económicas como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) han mutado su misión original para convertirse en los voceros y gerentes del nuevo orden mundial dominado por el capital financiero.

40 Del discurso del Presidente Néstor Kirchner en la apertura de la IV Cumbre de las Américas.

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Como sabemos, por nuestras propias experiencias, los países de América del Sur han sufrido y sufren actualmente las consecuencias de las acciones de los principales actores de esta configuración de poder político económico.

La descripción de este contexto global permite un primer acercamiento al análisis de la IV Cumbre de las Américas desarrollada en noviembre de 2005 en la ciudad argentina de Mar del Plata. A pocos meses del décimo aniversario de aquel evento, precisar la situación histórica en que la Cumbre fue convocada resulta necesario no solo para dimensionar correctamente su desarrollo y resultado sino también para sopesar, con mayor justeza, los procesos posteriores hasta nuestros días.

En este artículo se realizará un análisis, signado por la brevedad y la síntesis, de una de las derivaciones de la voluntad política de los líderes de los países de la Región para poner un límite definitivo a la pretensión del gobierno estadounidense, y sus principales aliados Canadá y México, de imponer una Zona de Libre Comercio desde Alaska a Tierra del Fuego: la decisión de constituir a América del Sur como Zona de Paz.

Esta decisión implica un reposicionamiento estratégico que compromete a los países de la Región no solo a renunciar definitivamente a la hipótesis de conflicto bélico entre sí, sino fundamentalmente a crear instituciones con capacidades para resolver sus conflictos sin intervención de países extra región; a recurrir, cuando resulte necesario, al Derecho Internacional y a las instituciones por este consagradas y aceptar sus resoluciones; y principalmente, a respetar las decisiones soberanas de los pueblos suramericanos para elegir sus representantes y procurarse los caminos e instituciones para su bienestar y felicidad.

América del Sur Zona de Paz

La Paz entre los pueblos no proviene de una disposición de los espíritus ni es, lamentablemente, un atributo de la especie humana. Hacer la Paz entre los pueblos es una elección que expresa una confianza manifiesta entre las partes y que requiere lograr acuerdos sobre recorridos y objetivos comunes.

Crear un estado de confianza entre los países de la Región ha sido quizás una de las tareas más relevantes que los gobiernos democráticos han emprendido en las últimas décadas, aún en momentos de máxima tensión que han llevado a algunos de estos países a enfrentarse mediante el uso de sus Fuerzas Armadas, como sucedió en 1995 con las Repúblicas de Perú y de Ecuador. Este conflicto demostró la ineficacia de los mecanismos previstos por la Organización de Estados Americanos (OEA) así como también la vigencia de las doctrinas en las que se habían formado las Fuerzas Armadas del subcontinente, que admitían hipótesis de conflicto en las cuales se consideraban a los países limítrofes como potenciales enemigos. Finalmente también puso de manifiesto que los mecanismos e instituciones de integración y cooperación regional basados principalmente en acuerdos comerciales resultaban insuficientes para garantizar la paz41. En este sentido, el rechazo a la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) puede ser interpretado como un punto de quiebre de esta inercia geopolítica en la que se encontraba Suramérica.

Rota esa inercia, comenzaba la ardua tarea de construir un nuevo proyecto de integración y cooperación. Sostenemos que para el 2005 estaban dadas las condiciones para

41 Perú y Ecuador, junto a Bolivia, Colombia y Chile, constituyen en 1969 el Pacto Andino, actual Comunidad Andina.

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establecer un piso de confianza, mínimo y necesario, para emprender ese proyecto: las crecientes coincidencias sobre el fracaso de los modelos neoliberales y el enfrentamiento, más o menos intenso, que a esas políticas habían emprendido los gobiernos de peso regional como Brasil, Venezuela y Argentina; el origen democrático de todos los países de la Región, y las evidencias concretas de la ineficacia de las instituciones interamericanas producto del ordenamiento bipolar del mundo y de la denominada “guerra fría”.

Sin embargo, las condiciones, digamos, objetivas, no operan por sí mismas marcando un derrotero para los actores. Conviene recordar que con motivo de la realización de la Cumbre Extraordinaria de las Américas, desarrollada en 2004 en la ciudad de Monterrey, México, los países participantes acuerdan un documento en el que se evidencia que el proyecto de construcción del ALCA parecía viable:

“Acogemos los avances logrados hasta la fecha para el establecimiento de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y tomamos nota con satisfacción de los resultados equilibrados de la VIII Reunión Ministerial del ALCA realizada en Miami en noviembre de 2003. Apoyamos el acuerdo de los ministros sobre la estructura y el calendario adoptado para la conclusión de las negociaciones para el ALCA en los plazos previstos, que fomentará, con la mayor eficacia, el crecimiento económico, la reducción de la pobreza, el desarrollo y la integración, a través de la liberalización del comercio, contribuyendo al logro de los amplios objetivos de la Cumbre42” (Declaración de Nuevo León).

Las expectativas abiertas por el resultado concreto de la IV Cumbre tendrían necesariamente que pasar por la reafirmación de la voluntad allí expresada. Una de esas expresiones ocurrió el 17 de abril de 2007, durante la Cumbre de presidentes de América del Sur realizada en la Isla Margarita, Venezuela. Allí se decidió cambiar el nombre de Comunidad Sudamericana de Naciones por el de Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). En el cambio de denominación resuenan los ecos de la gesta emancipatoria del siglo XIX. Se recupera de esa historia la vocación de construir un proyecto común en lo político, económico, social y cultural pero es a la vez un salto cualitativo respecto de la narrativa de la “Patria Grande”. En efecto, este relato toma como punto de partida la unidad de origen y de destino de la “América española”, en cambio la UNASUR incorpora por primera vez una visión político-estratégica del subcontinente en la que se integran Brasil, Guyana y Surinam.

Este marco propicia que en diciembre de 2008, en Costa do Sauipe, Brasil, se creara, en el ámbito de UNASUR, el Consejo Suramericano de Defensa (CDS), concebido como una herramienta institucional para favorecer el diálogo y la cooperación política en temas de Defensa. El CDS tiene como objetivos generales43:

42 Solo Venezuela se negó a la incorporación de este párrafo “por motivos principistas y diferencias profundas acerca del concepto y la filosofía contenidas en el modelo propuesto, así como por el tratamiento dado a las materias específicas y a los plazos establecidos”. 43 Estatuto del Consejo Suramericano de Defensa

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Ø Consolidar Suramérica como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como contribución a la paz mundial.

Ø Construir una identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe.

Ø Generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa.

Se podrá argumentar que los objetivos son ambiciosos, sin embargo se destaca que el CDS se ha mostrado como uno de los Consejos más dinámicos de la UNASUR ejecutando múltiples acciones en cada uno de los ejes temáticos en los que desarrolla sus actividades: Políticas de Defensa; Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz; Industria y Tecnología de la Defensa y Formación y Capacitación.

Para el logro de estos objetivos se ha concretado, en el ámbito del CDS, la creación de dos organismos de asesoramiento de carácter permanente, el Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa (CEED), con sede en la ciudad de Buenos Aires y la Escuela Sudamericana de la Defensa (ESUDE), con sede en Quito. El CEED tiene como finalidad “identificar los factores de amenaza y de riesgo para la región; fomentar una visión compartida sobre los asuntos de defensa y seguridad, y desarrollar enfoques conceptuales comunes que permitan la articulación de políticas regionales en materia de defensa y seguridad”44. A su vez la ESUDE se concibe “como un centro de altos estudios y de articulación de redes entre las iniciativas nacionales de los Estados miembros, para la formación y capacitación de civiles y militares en materia de defensa y seguridad regional”45.

Resulta significativo que en el área de Defensa se hayan creado organismos de perfil académico ya para la producción de conocimiento a nivel estratégico, como para la formación de militares y civiles en una perspectiva suramericana. Esta consideración resulta aún más pertinente cuando se contrapone con la historia reciente en la que se verifica que la producción intelectual en materia de defensa para la región se realizaba principalmente en Estado Unidos bajo la concepción de Seguridad Hemisférica. En este modelo el rol de las Fuerzas Armadas de los países del subcontinente quedaba relegado a un lugar subordinado en la defensa de los intereses de esa potencia.

En el plano formativo la creación de la ESUDE resulta aún más relevante, habida cuenta de que la principal institución en el continente que tenía objetivos similares, fue la tristemente célebre Escuelas de las Américas. Bajo la noble denominación de Escuela se ocultaba una institución para la formación de militares latinoamericanos en la Doctrina de Seguridad Nacional la que concebía a las Fuerzas Armadas como agentes de ocupación de sus propios territorios nacionales.

El propósito de ambos organismos es consistente con el cambio de paradigma en la Región pos IV Cumbre. Si, como se apuntó anteriormente, la negativa de construir el ALCA permitió un giro geoestratégico, los objetivos de construir una identidad suramericana en materia de Defensa y de producir un pensamiento estratégico común pueden ser colocados como signos de una nueva etapa para Suramérica. Se trata, ahora, de poner en crítica los 44 Estatuto del Centro de Estudios Estratégicos de la Defensa-CDS. 45 UNASUR/CMRE/Resolución N° 12/2014

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procesos de colonización de nuestro pensamiento que conllevan a la renuncia de pensarnos en nuestra singularidad histórica y cultural, por tanto a la adopción acrítica de pensarnos como la extensión de otro que nos piensa.

No es esta una cuestión de disputa filosófica ni un alegato abstracto que se dirime en las cátedras ni en las academias. En América Latina, por esa pulsión que devenía de la necesidad de pertenecer al mundo occidental tal como fue trazado por las potencias en el marco de la “guerra fría”, las Fuerzas Armadas coaligadas con poderosos sectores minoritarios protagonizaron “su combate” para el triunfo de Occidente y sus valores.

En este punto es necesario aclarar que la construcción de una identidad y un pensamiento estratégico común no supone una negación de los “valores de occidente”, sino que se trata de remarcar dos cuestiones: la primera, como ya se dijo, colocar en crítica “esa tradición”, pensarla como una construcción epistémica y política, que en su versión radicalizada se ofrece como una totalización del pensamiento y la historia; la segunda, quizás corolario de la primera, que esa doble operación implica siempre la construcción de un Otro constituido a partir de una voluntad de dominio. Expresado de otro modo, no se trata de sustituir un logos por otro o un sujeto por otro, ni de desvelar esencias reprimidas.

Lo que queremos afirmar es que estos organismos, el CDS, CEED y ESUDE, deben recoger el mandato que surge de la firmeza expresada en el “No al ALCA”, no solo como la condición que los posibilitó sino aceptando la afirmación implícita que esa negación contiene y la proyección que habilita para constituirse como espacios de pensamiento y acción fundados en el reconocimiento de lo diverso de lo humano, de las culturas, de los pueblos, de las mujeres y los hombres y de una visión de la historia como construcción abierta.

La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su discurso en la IV Cumbre de UNASUR, realizada en noviembre de 2010 en Guyana, expresó este concepto refiriéndose a la misión del organismo:

“...reafirmar este camino que hemos emprendido y que no debe tener retorno: construir una América del Sur, una UNASUR, una Latinoamérica que nos involucre en un proyecto de crecimiento, de desarrollo y batalla inclaudicable contra la inequidad y la desigualdad. Que no significa negar el mundo, ni negar la globalización, nada, sino simplemente mirar el mundo desde aquí, desde nuestra propia casa, con nuestras propias recetas, con nuestros propios proyectos, con nuestros propios programas. Y también concebirnos en la unidad, aún cuando estemos enojados”.

Volvamos sobre lo dicho, la construcción de una Zona de Paz en la región es una apuesta política que reafirma la voluntad de los Estados miembros de proyectar un futuro común, que no elimina los conflictos ni los elude, sino que asume el compromiso de que estos no escalaran hacia una confrontación armada. Chantal Mouffe en Retorno de lo político realiza un enunciado que bien puede aplicar a lo expresado por la Presidenta: “el objetivo de una política democrática no reside en eliminar las pasiones ni en relegarlas a la esfera privada,

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sino en movilizarlas y ponerlas en escena de acuerdo con los dispositivos agonísticos que favorecen el respeto del pluralismo.”

A modo de cierre y balance

La decisión de presidentes latinoamericanos, liderados por Néstor Kirchner, Inácio Lula Da Silva y Hugo Chávez, de rechazar la constitución de un Área de Libre Comercio en el continente americano permitió construir un nuevo escenario en Suramérica. Las políticas de Defensa no quedaron exentas de esta nueva realidad, por el contrario, se formalizó una agenda activa que progresivamente comenzó a mostrar resultados positivos y favoreció la institucionalización de ámbitos para conformar una identidad suramericana en materia de defensa.

La recepción de esta nueva configuración en la República Argentina puede verificarse, entre otras cosas, en la definición de que es “política de Estado profundizar, a nivel regional, la cooperación en materia militar y de Defensa y, al mismo tiempo, avanzar en la construcción de un Sistema de Defensa Regional que trascienda los niveles de confianza mutua ya alcanzados y permita acceder a estadios cualitativamente superiores a fin de asegurar las condiciones que contribuyan a garantizar el mantenimiento futuro de la paz”46.

Respecto de las relaciones interestatales en materia de Defensa, a la ya aludida creación del CDS (y en su ámbito del CEED y la ESUDE) se debe añadir el incremento de medidas de cooperación y de fomento de la confianza, multilaterales y bilaterales. Ejemplo de las primeras son: las iniciativas de transparencia en los gastos militares e información sobre transferencias de armas convencionales, Informe Estandarizado Internacional sobre Gastos Militares de la Organización De Las Naciones Unidas (ONU), el Registro Suramericano de Gastos de Defensa del CDS y el Registro de Armas Convencionales de la ONU. Ejemplo de las relaciones bilaterales desarrolladas por la República Argentina son: el establecimiento de la fuerza conjunta y combinada “Cruz del Sur” para operaciones multilaterales de paz entre la República Argentina y la República de Chile y la fuerza conjunta y combinada “Compañía de Ingenieros Libertador Don José de San Martín” entre la República Argentina y la República del Perú.

Como sostiene Da Ponte47 “en la constitución mutua de esa ‘nueva’ identidad regional se articulan valores, sentidos de pertenencia, y se identifican problemas, necesidades e intereses en común”, razón por la cual “en ninguna medida debe suponerse que este proceso es lineal o automático”. Sin embargo, la voluntad expresada por los presidentes de la región de crear y consolidar instituciones para proveer a la Defensa Regional, los mecanismos de diálogo y acuerdos que las posibilitaron, la convivencia armónica de funcionarios militares y civiles en sus organismos de dirección y la amplitud de temas, incluso de algunos otrora sujetos a secretismo estatal, son signos que alientan a pensar que el legado de Mar del Plata está vigente.

46 Directiva Nacional de Política de Defensa. Capítulo II Política de defensa nacional: concepción y posicionamiento estratégico de la República Argentina en materia de defensa. 47 Da Ponte Aureliano (2014). “Educación, pensamiento estratégico y proyecto regional, potencialidades de la Escuela Suramericana de Defensa”, VIII Encontro Nacional de Defesa, Associação Brasileira de Estudos de Defesa, Brasilia, República Federativa del Brasil, 8-10 de septiembre 2014.

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El fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y las Islas Malvinas

Lic. Daniel Filmus

Diputado ParlaSur

Ex – Secretario de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas,

Georgias del Sur y Sandwich del Sur,

del Ministerio de Relaciones Exteriores de la Nación

Ex – Ministro de Educación de la Naicón

La IV Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata en noviembre de 2005 tuvo como tema de agenda “la creación de trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”, un eufemismo para plantear por primera vez en profundidad la construcción del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En efecto, fue allí, donde los presidentes de todas las Américas iniciaron un intercambio sincero sobre la vieja propuesta de los Estados Unidos. El debate colateral que se generó en torno al tema terminó por cavar “la tumba del ALCA”, según palabras del propio Hugo Chávez.

Mar del Plata significó una toma de conciencia de que la mayoría del Hemisferio quería una globalización en beneficio de todos y no de unos pocos. De que la integración no podía ir de la mano de un acuerdo que implicara un camino en una sola dirección como resultado de una imposición en base a relativas posiciones de fuerza. Por el contrario, se vio con claridad que los acuerdos de integración comercial deben contemplar salvaguardias y compensaciones para los que sufren atrasos relativos, de modo que el acuerdo no potencie sus debilidades. Que la verdadera integración es viable en la medida en que se atiendan las asimetrías existentes y los intereses fundamentales de cada país. Estas premisas se hicieron carne en la voz mayoritaria de las reivindicaciones regionales hiriendo de muerte prematura al ALCA, todavía en plena etapa de gestación. Su partida de defunción quedó plasmada en el párrafo 19 de la declaración de la Cumbre que recogió que “algunos miembros mantienen su compromiso con el logro de un acuerdo hemisférico regional” mientras que “otros miembros”, que son la mayoría, “sostienen que todavía no están dadas las condiciones necesarias” para el mismo.

El rechazo del ALCA alumbró un momento clave en la política exterior de América Latina pues permitió constatar la diferencia de posiciones de algunos pocos respecto de la mayoría. Debido a ello florecieron con gran dinamismo en la región foros que reunieron países con posiciones coincidentes que se hicieron eco de voces al unísono y cabalgaron en defensa de intereses comunes. De esta idea son hijos la fortalecida Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que pudieron recoger con amplitud aspiraciones hemisféricas que no contaban con el beneplácito de las dos potencias más fuertes de la región.

Surge con ello una diplomacia presidencial menos protocolar y más flexible, que actúa como los “tres mosqueteros” dispuesta a reunirse en cualquier momento y a cualquier hora

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para defender situaciones particulares que se transforman en un agravio a Latinoamérica en su conjunto.

Allí, la Argentina encuentra un nuevo escenario donde recabar apoyos y fortalecer su viejo reclamo anticolonialista por Malvinas ante pares que militan en su causa como una causa propia que lesiona intereses vitales de toda la región.

El Hemisferio acude para luchar por la injusticia que se comete contra la Argentina, pero también en defensa de valores comunes como lo es la necesidad de abolir el imperialismo que ejerce en pleno siglo XXI una potencia poderosa y extracontinental.

En efecto, como ha sido probado por múltiples documentos, cuando la Corona británica usurpó las Islas Malvinas, para continuar con la expansión del Imperio Británico, lo hizo con el único móvil de forzar la ocupación de un territorio que le reportaría utilidad estratégica y de apropiación de recursos naturales. Al igual que en 1833, estas mismas consideraciones son en el presente las reales razones de la presencia del Reino Unido en el Atlántico Sur, cuya expresión más ostensible es su base militar en Malvinas, la más grande en el mundo al Sur del paralelo de 50° Sur.

Amparado en ese poderío militar el Reino Unido intenta explotar nuestros hidrocarburos y depreda nuestro mar vendiendo licencias de pesca por plazos de hasta 25 años. El imperialismo de antaño persiste y mantiene su misma esencia. La falta de legitimidad para ocupar el territorio, se intenta esconder hoy en pretendidos reclamos de libre determinación para una población que el Reino Unido ha venido trasplantando, desde el momento de la ocupación, mediante un control migratorio cerrado y poco transparente, impulsado desde la metrópolis. De esa forma se promueve la inmigración de pobladores británicos, de sus colonias, ex colonias u otros miembros de la Commonwealth que constituyen el 90% de los 2840 habitantes de las Islas.

Estos hechos confirman que no existe en las Islas un pueblo y menos aún un pueblo colonizado sometido al poder colonial que pueda ser sujeto titular del derecho a la libre determinación de los pueblos como alega la parte británica; ello pondría el destino del territorio en manos de súbditos de la misma potencia que se ha instalado allí por la fuerza, perpetuando el colonialismo en detrimento de la integridad territorial de la Argentina y desnaturalizando el principio de la libre determinación. En Malvinas hay un territorio colonial pero no un pueblo colonizado. En virtud de ello, las Naciones Unidas han rechazado en el año 1985 dos enmiendas británicas que intentaron incluir el principio de libre determinación en la resolución que sobre la Cuestión Malvinas adoptó la Asamblea General.

Frente a esta situación colonial que deja en evidencia la violación de la integridad territorial de una nación hermana, así como el avasallamiento de su soberanía, fruto de una conquista y la violación del derecho de libre determinación del pueblo argentino en esa parte de su territorio, cobra especial valor el apoyo incondicional que surge de los países de la región, quienes ahora, unidos todos genuinamente por intereses comunes y sin voces disonantes, se embanderan como paladines de las causas justas.

Así, la Cuestión de las Islas Malvinas se lleva a los parlamentos regionales por iniciativa de otros países del Hemisferio que respaldan sin condiciones los legítimos derechos argentinos y declaran como el Parlamento Centroamericano que “las Malvinas son argentinas” y que se instaure el día 10 de junio de todos los años como el “Día de la solidaridad Centroamericana con las Islas Malvinas Argentinas”.

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A los tibios apoyos de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que con el favor errático de Canadá se contentan con llamar a las dos partes en la disputa a negociar para resolverla, se adiciona un fuerte respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes de la UNASUR, la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y de la CELAC.

Pero también los foros birregionales cobran dinamismo, el fortalecimiento de las voces de América Latina inyecta energía a todas sus composiciones con otras regiones. Así las 54 naciones africanas también apoyarán los derechos argentinos en el marco de las Cumbres de Países Sudamericanos y Africanos (ASA).

Como la OEA, también la UNASUR, la CELAC y el ALBA llamarán a ambas partes al diálogo, así como la Cumbre de Países Sudamericanos y Países Árabes (ASPA), la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), el Grupo de los 77 y China y el Sistema de Integración Centroamericano (SICA). En el mismo sentido las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC instruyeron a la Presidencia Pro Tempore a gestionar ante el Secretario General de las Naciones Unidas, a fin de que éste renueve sus esfuerzos en el cumplimiento de la misión de buenos oficios que le fuera encomendada por la Asamblea General con el objetivo de que se reanuden las negociaciones tendientes a encontrar a la mayor brevedad una solución pacífica a la referida disputa.

Los Estados Partes y Asociados del MERCOSUR, la UNASUR, la CELAC, las Cumbres Iberoamericanas, el ASPA, la ZPCAS y el Grupo de los 77 más China han llamado también al Reino Unido a cumplir con el mandato dispuesto por la resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que insta a las dos partes en la controversia de soberanía a abstenerse de introducir modificaciones unilaterales en la situación mientras el proceso recomendado por la Asamblea General está pendiente. Ello, en franco rechazo a todos los actos unilaterales llevados a cabo por el Reino Unido que como se ha dicho sólo persigue la exploración y explotación ilegal de los recursos naturales renovables y no renovables argentinos en el área objeto de ocupación.

En esta última materia, los países de la UNASUR, el MERCOSUR y el ALBA han decidido, entre otras medidas de apoyo, el cierre de sus puertos a todo buque que enarbole la denominada “bandera” ilegal de las Islas y el intercambio de información sobre todo buque o artefacto naval con derroteros que incluyan las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur con cargas destinadas a las actividades hidrocarburíferas y/o mineras ilegales en la plataforma continental argentina y de este modo, prevenir o evitar que dichas actividades se consoliden.

En el transcurso de las últimas semanas el Atlántico Sur ha sido testigo de actividades británicas de exploración hidrocarburífera en proximidades de Malvinas. Por otra parte, la República Argentina ha anunciado medidas al respecto que han sido ampliamente reproducidas por los medios de comunicación. Todo ello no es sino un reflejo más de una conocida dinámica bilateral que se ha venido arrastrando por años.

Actualmente, un consorcio integrado por las empresas Rockhopper Exploration PLC, Premier Oil PLC, Falkland Oil And Gas Limited, Noble Energy Inc. y Edison International SpA lleva adelante una nueva campaña de perforación exploratoria promovida por el Reino Unido. El pasado 6 de marzo la plataforma Eirik Raude inició la perforación del primer pozo, a

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aproximadamente 200 kilómetros al norte de las Islas Malvinas. La campaña comprende la perforación de al menos seis pozos durante un período estimado de 240-260 días.

Ante esta situación de ilegalidad manifiesta, y tras el fracasado intento de cooperación por medio de la Declaración Conjunta de 1995, desde 2012 la República Argentina lleva adelante un plan de acciones legales, dirigido a proteger sus recursos hidrocarburíferos. Como resultado de su implementación, la Secretaría de Energía argentina inhabilitó por quince y veinte años a seis empresas británicas para realizar actividades en el país, por operar sin la autorización correspondiente en áreas próximas a las Islas Malvinas. Otras operadoras extranjeras son objeto de actuaciones administrativas similares.

El pasado 9 de abril, el Poder Ejecutivo presentó una denuncia penal contra las empresas Rockhopper Exploration PLC, Premier Oil PLC, Falkland Oil And Gas Limited, Noble Energy Inc. y Edison International SpA, y sus directores, gerentes, síndicos o representantes, por violación de la Ley N° 26.915. Esta norma establece penas privativas de la libertad y severas sanciones económicas a aquellos que llevan adelante actividades de exploración y explotación de hidrocarburos en la plataforma continental argentina sin autorización de las autoridades competentes.

Sobre la base del texto del convenio constitutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), los Ministros de Energía manifestaron que los países de América Latina y del Caribe tienen pleno derecho a defender y proteger los recursos naturales presentes en su territorio, en pleno ejercicio de sus derechos soberanos. Foros como el MERCOSUR y Estados Asociados, la propia OLADE, la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) y el Grupo de los 77 y China han reconocido concretamente el derecho de la Argentina a adoptar acciones legales contra las actividades no autorizadas de exploración y explotación de hidrocarburos en la plataforma continental argentina.

Resulta importante poner de relieve que las consecuencias de los actos unilaterales británicos no se limitan al tiempo presente, sino que se proyectan sobre las futuras generaciones. Los recursos pesqueros podrían ser sobreexplotados y los yacimientos de hidrocarburos, agotados. O podría ocurrir un accidente durante las operaciones para extraer hidrocarburos que impactase sobre el entorno prístino de las Islas.

Un derrame de petróleo de gran magnitud en el área tendría un impacto significativo en el ecosistema, que podría perdurar durante décadas.

Las aguas circundantes a Malvinas son ampliamente conocidas por su rica diversidad. Existen en dicha zona áreas de reproducción y alimentación de numerosas especies de mamíferos y aves marinas, varias de las cuales son objeto de protección internacional a través de convenios multilaterales específicos, en razón de su elevada vulnerabilidad y frágil estado de conservación. Asimismo, las aguas son ricas en especies que son objeto de explotación comercial, tales como el calamar o la merluza negra. Por estas razones no está en juego solamente el desarrollo económico, sino también la conservación de los ricos y frágiles ecosistemas de la zona. Ello involucra a toda la región que como hemos señalado acude en respaldo de la Argentina también en este tema.

Algo similar ocurre con los recursos renovables, Argentina es víctima de la expoliación de los recursos naturales del Mar Argentino. El Reino Unido otorga ilegítimamente diferentes tipos de licencias a empresas pesqueras, usurpando por año riquezas ictícolas por más de 600 millones de dólares.

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El Gobierno Argentino mantiene su firme compromiso con la protección y conservación de los recursos pesqueros en el Atlántico Sur, incluyendo acciones administrativas ante empresas que operan ilegalmente. Además ha presentado la iniciativa Pampa Azul, política de Estado basada en la mejor labor coordinada del Estado Nacional, con un horizonte de largo plazo que permitirá un más profundo conocimiento de todos los ecosistemas del Atlántico Sur a efectos de poder gestionar eficientemente los recursos naturales renovables y no renovables de los espacios marítimos argentinos y conservar su rica diversidad biológica. Pampa Azul implica un accionar coordinado de todas las instituciones competentes en materia marítima, con una estrategia plurianual que prioriza áreas geográficas y temáticas de interés nacional en el Atlántico Sur.

Al despojo que supone la exploración y la explotación ilegal de los recursos renovables y no renovables argentinos, se agrega el agravio de una presencia militar creciente de las fuerzas armadas británicas y (en particular) la realización de ejercicios militares que incluyen el disparo de misiles desde las Islas Malvinas. Los Estados Partes y Estados Asociados del MERCOSUR han repudiado con firmeza estos ejercicios y han exhortado al Reino Unido al estricto cumplimiento de las normas internacionales de seguridad de la Organización Marítima Internacional, enfatizando que la presencia militar, así como la realización de ejercicios militares por parte del Reino Unido en el área ocupada, es contraria a la búsqueda de una solución pacífica a la controversia.

En este tema, la reciente declaración del ministro de defensa británico Michael Fallon quien calificara a la Argentina como “muy viva amenaza” resulta verdaderamente incomprensible. La República Argentina es un país pacifista. Carecemos de hipótesis de conflicto con nuestros vecinos y en el caso particular de Malvinas nuestra propia Constitución establece el mandato de proseguir la recuperación del ejercicio pleno de soberanía sólo de conformidad con el Derecho Internacional.

Carecemos de buques y aviones de última generación. No contamos con medios de disuasión nuclear, como tampoco con capacidad para proyectar fuerzas militares a distancia.

Nuestro “paraguas estratégico” para garantizar nuestra seguridad internacional, no se basa en contar con fuerzas armadas poderosas y desproporcionadas. Se asienta en la construcción de una sólida arquitectura de integración regional en todos los órdenes y nuestra participación activa en los regímenes de no proliferación de armas de destrucción masiva.

Los desafíos que enfrenta América Latina y el Caribe no son militares, son otros: el desarrollo, la inclusión social, la promoción de los valores democráticos, la defensa de los derechos humanos y de la soberanía política y económica de nuestras naciones. Una agenda que compartimos a ambas márgenes del Atlántico Sur y desarrollamos a través del diálogo y la negociación.

Los países ribereños del Atlántico Sur concebimos esta cuenca atlántica como una Zona de Paz y de Cooperación. Un espacio donde los Estados ribereños desarrollamos relaciones cooperativas. No existe una competencia estratégica o disputas por la exploración y explotación de recursos naturales. Esta realidad geopolítica ha sido receptada por la resolución 41/11 de la Asamblea General de la ONU de 1986 (que el Reino Unido votó favorablemente) y, desde entonces, desarrollada y profundizada.

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La resolución exhorta a todos los países extrarregionales, en “especial a los Estados militarmente importantes”, a que respeten el Atlántico Sur “como una zona de paz y cooperación, en particular mediante la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región, la no introducción de armas nucleares o de otras armas de destrucción masiva y la no extensión a la región de rivalidades y conflictos que le sean ajenos”, y a que respeten “la unidad nacional, la soberanía, la independencia política y la integridad territorial de todos los Estados de la región, se abstengan de la amenaza o la utilización de la fuerza y observen estrictamente el principio de que el territorio de un Estado no debe ser objeto de una ocupación militar que resulte de la utilización de la fuerza”.

Ante ello, el recientemente renovado refuerzo del despliegue militar del Reino Unido en el Atlántico Sur no puede sino leerse como una provocación y un factor desestabilizador en la región. Prueba de ello es el reiterado rechazo que ha suscitado esta presencia. La Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, el MERCOSUR, la UNASUR, el Grupo de Río, la Cumbre Iberoamericana, la ASPA se han pronunciado expresa y contundentemente al respecto.

Asimismo, dentro de las medidas unilaterales que han generado un fuerte respaldo a la Argentina y rechazo explícito de toda la región debe incluirse una operación masiva de espionaje electrónico sobre líderes políticos y estructuras militares de la Argentina que habría sido llevada adelante por la inteligencia británica. El Reino Unido debe una explicación a la Argentina al respecto. Acciones de ese tipo, además de condenables, violentan el derecho a la privacidad conforme lo establecido en las resoluciones 68/167 y 69/166 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2013 y 2014 respectivamente, sobre el derecho a la privacidad en la era digital. Ambas resoluciones ponen de relieve que “la vigilancia y la interceptación ilícitas o arbitrarias de las comunicaciones, así como la recopilación ilícita o arbitraria de datos personales, al constituir actos de intrusión grave, violan los derechos a la privacidad y a la libertad de expresión y pueden ser contrarios a los preceptos de una sociedad democrática”.

Una vez más, los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, reunidos en Costa Rica, en ocasión de la III Cumbre de la CELAC, celebrada el 28 y 29 de enero de 2015, condenaron “decididamente las acciones de espionaje y vigilancia masiva y global indiscriminada entre los países por parte de actores públicos y privados, exigiendo absoluto acatamiento a las normas del derecho internacional, en relación al respeto a la soberanía de los estados y a los derechos humanos, en especial el derecho a la privacidad”.

Estas prácticas no resultan aisladas en el accionar británico y no debe soslayarse la verdadera lógica de estas operaciones que surgen como una respuesta al importante respaldo internacional con el que cuenta la Argentina. The Intercept (el medio que ha publicado sistemáticamente los documentos filtrados por el analista de inteligencia norteamericano Edward Snowden) ha señalado: “(…) enfrentado con creciente presión internacional sobre la disputa territorial sobre las Islas Malvinas, el gobierno británico enlistó a su servicio de espionaje”.

Nadie que conozca mínimamente la importancia que tiene la Cuestión Malvinas para la Argentina puede pensar que manipulando redes sociales y realizando escuchas ilegales se puede torcer la voluntad política del pueblo y Gobierno argentinos.

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Resulta ingenuo concebir que a través de este tipo de operaciones se podría manipular la opinión pública y los gobiernos de América Latina que se expresan permanentemente a favor de nuestros derechos soberanos.

La aventura colonialista basada en la expoliación de nuestros recursos naturales, la arbitrariedad británica en negarse a negociar una solución pacífica, los mencionados ejercicios militares y el refuerzo de la dotación de la base militar anunciado, así como el tono nada conciliatorio que ha exhibido el Gobierno británico, contrastan con su especial responsabilidad como Miembro Permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El continuado accionar unilateral británico que describo seguramente obligará a nuestra región a permanecer unida frente a la ilegal presencia en el Atlántico Sur de una potencia imperialista extracontinental.

Como manifestara anteriormente, Malvinas es hoy una causa regional, como lo fuera en el pasado el reclamo panameño por el canal y la denuncia del bloqueo a Cuba. Al igual que estos casos, sólo la diplomacia creativa, el coraje político y la negociación podrán resolver esta cuestión que ya no volverá a ser nunca privativa de un solo país de la región sino patrimonio y responsabilidad del Hemisferio en su conjunto.

El no al ALCA representó un hito, una voz regional que dejó en claro que la globalización sólo puede existir en beneficio de todos, un grito hemisférico que disparó para siempre la solidaridad americana.

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"Juntos somos más fuertes, juntos podemos promover nuestros intereses regionales y nuestra agenda. La unidad y la autonomía son sinónimos en Latinoamérica, y son el camino para construir sociedades más inclusivas, más democráticas. Eso es lo que Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Lula Da Silva nos enseñaron en 2005."

Embajador Eduardo ZuaínSecretario de Relaciones Internacionales

de la Cancillería Argentina