u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

32
¡Viva el “riesgo sistémico”! por Serge Halimi Año XXI, número 227 u ABRIL 2021 Edición chilena 0718 4344 00227 LE MONDE diplomatique Aún Creemos en los Sueños Nuevo libro EVANGÉLICOS ¿La internacional reaccionaria? www.editorialauncreemos.cl Precio del ejemplar $ 2.500 Regiones I, II, XI, XII y XV $ 2.750 Represión empaña proceso constituyente Debate sobre los medios de comunicación Por Álvaro Ramis, Clara González y Libio Pérez por Serge Halimi, Pierre Rimbert y Anne-Cécile Robert Francisca Garriga, Refracción vol. III (Mondadientes sobre acrílico), 2021 (Exposición en Galería Artespacio hasta el 17 de abril) La liberación nacional Mapuche por Fernando Pairican Monumento al general Baquedano y disputa por la memoria por José Bengoa, Paulo Slachevsky, Francisca Márquez y Álvaro Hoppe Disminuye la matrícula en las carreras de Pedagogía por Dante Castillo y Mario Torres La geopolítica del Covid-19 por Fernando Estenssoro Hacia un nuevo sistema de Salud por Francisca Crispi -Propaganda contra los migrantes -La gran transformación del sueño

Transcript of u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Page 1: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

¡Viva el “riesgo sistémico”! por Serge Halimi Año XXI, número 227 u ABRIL 2021 Edición chilena0718

4344

00227

LE

MONDEdiplomatique

Aún Creemos en los Sueños

Nuevo libro

EVANGÉLICOS¿La internacional

reaccionaria?www.editorialauncreemos.cl

Precio del ejemplar $ 2.500Regiones I, II, XI, XII y XV $ 2.750

Represión empañaproceso constituyente

Debate sobre los medios de comunicación

Por Álvaro Ramis, Clara González y Libio Pérez

por Serge Halimi, Pierre Rimbert y Anne-Cécile Robert

Francisca Garriga, Refracción vol. III (Mondadientes sobre acrílico), 2021 (Exposición en Galería Artespacio hasta el 17 de abril)

La liberación nacional Mapuchepor Fernando Pairican

Monumento al general Baquedano y disputa por la memoria

por José Bengoa, Paulo Slachevsky,

Francisca Márquez y Álvaro Hoppe

Disminuye la matrícula en las carreras de Pedagogía

por Dante Castillo y Mario Torres

La geopolítica del Covid-19por Fernando Estenssoro

Hacia un nuevo sistema de Saludpor Francisca Crispi

-Propaganda contra los migrantes -La gran transformación del sueño

Page 2: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

2 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

ediciones internacionales de Le Monde Diplomatique

AlbAniA y Kosovo. Mensual, editado por Bota Diplomatike, Eduard Lir, Nr 50, Ap.10, 10000 Prishtina, Kosovo. 500 ejemplares (Friedrich)AlemAniA. Die Tageszeitung. (Friedrichstraße 21, 10969 Berlín); 80.000 ejemplares, supl. mensual. www.monde-diplomatique.de brAsil. Palavra Livre (Rua Araújo 124, São Paulo); 30.000 ejemplares, mensual.bulgAriA. Les Amis du Monde diplomatique. (Rakovski 78, 1.000 Sofía); 6.000 ejemplares, suplemento de Duma.chile. Editorial “Aún Creemos en los Sueños” (San Antonio 434, Local 14, Santiago); mensual, 8.000 ejemplares.www.lemondediplomatique.clcolombiA. Tebeo Comunicaciones S.A. (Avenida 19, Nº 4-20, Bogotá); 6.000 ejemplares, mensual. coreA del sur. Sociedad Le Monde Corea. (Seúl); 5.000 ejemplares, mensual.esloveniA. Novinarski Klub. (Tavcarjeva 15, Lubljana, Eslovenia); 1.000 ej., mensual.espAñA. Ediciones Cybermonde SL. (Aparisi i Guijarro Nº 5, 2º, 46003, Valencia); 30.000 ejemplares, mensual.greciA. Avgi. (Agiou Konstantinou 12, 10431 Atenas); 10.000 ejemplares, suplemento semanal, www.monde-diplomatique.grhungrÍA. Edición electrónica difundida por Közép-Európai Fejlesztési Egyesület, Múzeum u. 7. Kossuth Klub, Budapest). www.magyardiplo.huindiA. Hard News. (Gautam Nagar 110049, Nueva Delhi); 40.000 ejemplares, suplemento mensual en inglés.irán. Sedaye Edalat. (60/6 rue Sarve, Ave Vali Asr, Teherán); 5.000 ejemplares, suplemento mensual.irlAndA. Village. (44 Westland Row, Dublin 2); suplemento semanal en inglés.itAliA. Il Manifesto. (via Angelo Bargoni 8, 00153 Rome); 49.000 ejemplares, suplemento mensual.luxemburgo. Tageblatt. (44, rue du Canal, 4050 Esch-sur Alzette); 30.000 ejemplares, suplemento mensual en alemán.grAn bretAñA y mundo Anglófono. Edición mensual, 5.000 ejemplareshttps://mondediplo.com. mundo árAbe. La versión árabe es editada por la Sociedad Nouvelles Presses disponible por suscripción (www.editionarabediplo.com); publicada en varios diarios de Medio Oriente, el Golfo y el Magreb.noruegA. Diplo AS. Distribuido en Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca por la Sociedad (Le Monde diplomatique Norge AS, Postboks 33 Grefsen, 0409 Oslo); Mensual 25.000 ejemplares www.lmd.nopoloniA. Livres et presse. (Rue twarda, 60, Varsovia); 10.000 ejemplares, mensual. portugAl. Cooperativa Outro Modo, Rua Febo Moniz, nº 13, R/C, 1150-152 Lisboa; 4.000 ejemplares, mensual. rusiA. Asociación Le Monde diplomatique rusa. Kakhovka 9-1-176, 113303, Moscou; ru.mondediplo.com.serbiA. Mensual, l’hebdomadaire Nedeljnik. 20.000 ejemplares. www.nedeljnik.rssuizA. El semanario WochenZeitung. (Hardturmstrasse 66, Postfach 8031, Zurich); 20.000 ej., suplemento mensual.turquÍA. Suplemento mensual del diario Cumhuriyet. Empresa Yeni Gün Haber Ajansı Basın ve Yayıncılık Anonim Şirketi, oficina principal Prof Nurettin Öktem Sok. No: 2 Şişli, Estambul. 50.000 ejemplares.venezuelA. (Cuarta av. Res Unión. Torre B. Local E y F, Caracas), 5.000 ejemplares.

en internetChino: http://cn.mondediplo.comEsperanto: http://eo.MondeDiplo.comInglés: http://Mondediplo.comJaponés: www.diplo.jp

Le Monde diplomatique se difunde en 22 idiomas en sus 31 ediciones internacionaleshttps://www.monde-diplomatique.fr/diplo/int/

Fundador: Hubert Beuve-MéryPresidente del Directorioy Director de la redacción: Serge HalimiJefe de redacción: Benoît BrévilleJefes de redacción adjuntos: Martine Bulard y Renaud LambertEncargada de desarrollo y ediciones internacionales:Anne-Cécile Robert

1-3 rue Stephen-Pichon, 75013 Pa rís FranciaTél.: (331) 53 94 96 21Fax: (331) 53 94 96 26E-mail: se cre ta riat @mon de-di plo matique.frInternet: www.monde-diplomatique.fr

Equipo DifusiónEDICIÓN CHILENA

Director: Víctor Hugo de la Fuente

Editor General: Libio Pérez Zúñiga

Iconografía: Dominique Monteau

Diseño y diagramación:Cristián Escobar

Administración: Ruth FloresCarolina MuñozFreddy AranedaConsultora en administración y finanzas: Allende y Montes Asociados Ltda

Colaboradores: Clara GonzálezMargarita IglesiasFederica MattaRicardo ParvexÁlvaro RamisGonzalo RoviraMaría Emilia Tijoux

Le Monde DiplomatiqueEdición chilena es una publicación mensual de la Edi-torial “Aún Creemos en los Sueños”

Dirección: San Antonio 434 local 14 - Santiago Chile

Teléfono: 22 608 35 24

E-mail:[email protected]

Página web:www.lemondediplomatique.cl

Venta de ejemplares:www.editorialauncreemos.cl

Impresión: Copesa

De este número se imprimieron 8.000 ejemplares

Distribución: Quioscos: MetaLibrerías: LOM Ediciones

EDICIÓN CONO SUR

Director: José Natanson

Redacción:Carlos AlfieriCreusa MuñozLuciana GarvarinoNuria Sol VegaPablo Stancanelli

Le Monde Diplomatique (Francia)

La Editorial “Aún Creemos en los Sueños” publica la Edición chilena de Le Monde DiplomatiqueDirector: Víctor Hugo de la FuenteSan Antonio 434 - local 14 - Santiago-ChileTel.: (56) 22 608 35 24 E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.clwww.lemondediplomatique.clwww.editorialauncreemos.cl

Editorial “Aún Creemos en los Sueños”

Suscríbase a Le Monde Diplomatique y sus libros mensuales

Suscríbase con pago automático (PAT) y reciba cada mes Le Monde Diplomatique más un libro por $4.900 mensual.

Periódico y libro en versión digital por $4.300 mensual con Pago automático con tarjeta

Teléfono: 22 608 35 24https://editorialauncreemos.cl/producto/suscripcion-periodico-libro-mensual/

Librería Le Monde DiplomatiquePor cuarentena se encuentra cerrada,

cuando la levanten abriremosde lunes a viernes de 10 a 17:30 horas.

San Antonio 434 - Local 14Consultas al teléfono: 22 608 35 24

En recuerdo de Luis SepúlvedaNuestro compañero Luis Sepúlveda falleció hace un año,

el 16 de abril de 2020.Lo recordamos con cariño y dolor, se ha quedado en nosotros

para siempre con su generosidad, talento y consecuencia

Calendario de fiestas nacionales 1 al 31 de abril

3 guinea Fiesta Nacional 4 senegal Independencia 17 siria Fiesta Nacional 18 zimbabwe Independencia 26 tanzania Fiesta Nacional

27 israel Fiesta Nacional sierra leona Independencia sudáfrica Fiesta Nacional togo Independencia 30 países bajos Fiesta Nacional

LA RADIO DE UN MUNDO QUE CAMBIA

RadioUsach

BÚSCALA COMO RADIO USACH EN:WWW.RADIOUSACH.CLSÍGUENOS EN 94.5 FM

imprenta.indd 1 18-03-21 16:29

Page 3: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Tres días antes de la llega-da de Donald Trump a la Casa Blanca, el presiden-te chino Xi Jinping estu-vo en Davos. Allí advirtió

a Estados Unidos del peligro del proteccionismo. Hoy, es la política de estímulo impulsada por Joseph Biden la que alarma a los dirigen-tes chinos. Ven allí un “riesgo sis-témico” para el orden económico actual.

En todo caso, Estados Unidos acaba de aprobar una de las leyes más sociales de su historia. Ésta se aparta de las estrategias económi-cas puestas en práctica durante las últimas décadas, que favorecieron los ingresos del capital –“empren-dedores” y rentistas mezclados–, e incrementaron el desacople de las clases populares. Esta ley rom-pe con las políticas públicas obse-sionadas por el temor a un rebote de la inflación y al auge del endeu-damiento. Ya no intenta apaciguar a los neoliberales y sus prestamis-tas con reducciones de impuestos que suelen terminar en la Bolsa in-flando la burbuja financiera.

Con su plan de urgencia de 1.900.000 millones de dólares (casi el 10% de la producción anual de riqueza de Estados Uni-dos), el cual debería estar segui-do de un programa de inversio-nes en materia de infraestructu-ra, energías limpias y educación (3 billones de dólares en diez

años), el ex vicepresiden-te de Barack Obama pare-ce finalmente haber apren-dido las enseñanzas de esta historia. Y del fracaso de su ex “jefe”, quien, demasiado cauto, demasiado centris-ta, no había querido aprove-char la crisis financiera de 2007-2008 para impulsar un nuevo New Deal. “Con una economía mundial en caída libre –se justifica Obama–, mi prioridad no era recons-truir el orden económico, sino evitar un desastre ulte-rior” (1). Obsesionada por la deuda, Europa se sometía, al mismo tiempo, a una déca-da de purga presupuestaria, eliminando a la postre camas de hospitales...

Uno de los elementos más prometedores del plan Biden es su universalidad. Más de cien millones de estadouni-denses cuyos ingresos anua-les son inferiores a 75.000 dó-lares ya recibieron un nuevo cheque del Tesoro, de 1.400 dólares. Ahora bien, duran-te el último cuarto de siglo, la mayoría de los Estados occi-dentales han condicionado sus políticas sociales a lími-tes de recursos cada vez más bajos, a dispositivos de vigi-lancia permanente, a “políti-cas de activación” de empleo

punitivas y humillantes (2). El re-sultado es que aquellos que ya no reciben nada a pesar de necesi-tarlo, son incitados a detestar las políticas públicas que les supo-nen un costo pero ayudan a otros. Además, agitados por los medios de comunicación, terminan su-poniendo que están pagando por estafadores y parásitos.

La crisis del Covid-19 interrum-pió esta clase de calumnias. En efecto, no puede atribuirse error o torpeza alguna a todos los asa-lariados o trabajadores indepen-dientes cuya actividad se vio re-pentinamente suspendida. En al-gunos países, el 60% de aquellos que recibieron una ayuda de ur-gencia ligada a la pandemia nun-ca antes habían obtenido una (3). El Estado les prestó asistencia rá-pidamente, “a cualquier precio” y sin hacer una selección. Por ahora, pocos son los que se oponen; con excepción de la prensa financie-ra... y de la China popular. g

1. Barack Obama, Una tierra prometida, Debate, Buenos Aires, 2020.2. Véase Anne Daguerre, “Emplois forcés pour les bénéficiaires de l’aide sociale”, Le Monde diplomatique, París, junio de 2005.3. Según la compañía de consultoría BCG, citado por The Economist, Londres, 6-3-21.

*Director de Le Monde diplomatique.

Traducción: Rocío Gatti

Ha sido el propio presidente Sebastián Piñera quien ha dispuesto la conformación de un equipo instalado en La

Moneda y dirigido por su exjefa de gabinete, Magdalena Díaz, que haga un balance de su gestión, recopile in-formación y, a través de distintos for-matos, construya el relato final sobre cómo quiere ser recordado; se trata de poner en la historia su “legado” del segundo mandato presidencial que termina en marzo del próximo año.

Una tarea compleja y difícil de materializar para un gobernante, elegido democráticamente, que ha sido acusado por organismos inter-nacionales de responder con una implacable represión a la moviliza-ción social contra los abusos y des-igualdades. La acción policial y de las Fuerzas Armadas bajo estado de excepción dejó en pocos meses más de una treintena de muertos, casi 400 casos de mutilaciones, más de mil denuncias por torturas y violen-cia sexual, y pasaron por la cárcel más de 26 mil personas, centenares de ellas por largos periodos de reclu-sión preventiva, sin cargos ni juicios.

Punto aparte es el deterioro ace-lerado de la democracia expresado en una regresión autoritaria al hacer

uso intensivo de la fuerza, la man-tención del toque de queda por más de un año, la limitación a las liberta-des básicas, entre ellas a la libertad de expresión y a la manifestación. Todo ello acompañada de una cam-paña sistemática por criminalizar la protesta social y a las propias or-ganizaciones sociales. Apoyados en los informes internacionales y la evi-dencia recogida por organizaciones locales de derechos humanos, han sido presentadas al menos dos de-nuncias ante instancias de justicia internacional.

Pese a que Piñera y su gobierno gestionaron a tiempo la adquisición de vacunas y se inició un rápido y ex-pansivo proceso de inoculación –re-conocido por todos los sectores-, esto no logró ocultar el fracaso en la con-ducción política y sanitaria del com-bate a la pandemia, que elevó los de-cesos a más de 30 mil personas y a contagios superiores a los registrados el invierno pasado. Medidas que pu-sieron por encima el funcionamien-to de la economía en desmedro de la sanidad de la población, el abandono de la trazabilidad de los contagios, el desplazamiento poblacional en los meses del verano, la resistencia a ce-rrar aeropuertos y grandes centros

comerciales, en conjunto con una po-lítica comunicacional de riesgo errá-tico, generaron las condiciones que obligaron al gobierno a posponer las elecciones constitucionales, muni-cipales y de gobiernos regionales, en medio de un debate que puso al des-nudo las falencias de las gestión de La Moneda.

La administración de Piñera no so-lo dejará de herencia un país más de-bilitado en su democracia, con mayo-res índices de desigualdad, con más pobreza y precariedad, sino también deja amarrada una institucionalidad reforzada con leyes represivas y an-tipopulares. Pretende además dejar aprobado el Tratado Transnacional del Pacífico (conocido como TPP-11), que subordina la soberanía, el comer-cio y la explotación de sus recursos a los grandes centros de la economía mundial y a las mayores corporacio-nes del planeta.

Se impuso sacar adelante su pro-yecto de reforma al sistema de pen-siones en medio de la mayor crisis económica y sanitaria, para tratar de salvar el modelo de las AFP. Eso, cuando un eventual tercer retiro de fondos por los ahorrantes puede lle-gar a sumar hasta 55 mil millones de dólares que contrastan con los ape-

nas 9 mil millones de dólares que ha puesto el gobierno en transferencias directas durante toda la pandemia.

En plena crisis sanitaria, además, el gobierno puso en trámite una re-forma que busca “isaprizar” a Fo-nasa, en momentos en que el debate previo constitucional coloca la salud como uno de los asuntos prioritarios de la población. “Lo que se busca es traspasar los pocos recursos del Sis-tema Público a las clínicas privadas para que sean ellas las que resuelvan los actuales déficits de atención, en vez de fortalecerlo e inyectar recur-sos para recuperar y formar especia-listas que atiendan las listas de espe-ra”, dijo uno de los senadores que in-tegran la comisión especializada del Congreso.

El manejo del Ejecutivo de las urgencias en la tramitación de le-yes que eventualmente estarán en el centro del debate constitucional, muestras la voluntad de Piñera de dejar una herencia amarrada, en una estrategia parecida a la usada en las postrimerías de la dictadura cívico militar y que fueron conocidas como las “leyes de amarre”. g

*Editor general de la edición chilena de Le Monde Diplomatique.

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 3

¡Viva el “riesgo sistémico”!por Serge Halimi*

Las leyes de amarre de Piñerapor Libio Pérez*

Francisco Sepúlveda, Il ritorno (xilografía), 2020

Page 4: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

El 2 de febrero pasado se presentó el Pri-mer Informe de Seguimiento de Re-comendaciones del Instituto nacional

de Derechos Humanos (INDH) que evaluó el cumplimiento de las recomendaciones al Es-tado chileno en casos de violaciones a los dere-chos humanos ocurridas entre el 17 de octubre de 2019 y el 5 de noviembre de 2020. En ese acto el director del INDH, Sergio Micco, afirmó que “si hoy tuviésemos que emitir un juicio defini-tivo, estaríamos más cerca de la impunidad que de la verdad y la justicia, y eso es gravísimo para el estado democrático chileno”.

La conclusión del INDH es gravísima: tres de las cinco recomendaciones emanadas en 2019 permanecen como “pendientes de cum-plimiento”. La más alarmante se refiere a “ase-gurar una efectiva justicia para las víctimas”. En concreto, sólo 42 causas han sido formalizadas de un total de 2.834 querellas interpuestas por el INDH por hechos ocurridos en el marco del estallido social hasta el 20 de marzo de 2020. Es-to representa sólo el 1,5% e implica que sólo un imputado fue condenado. El informe da cuenta de un incumplimiento que no es solamente por responsabilidad del gobierno, sino que implica a todo el Estado en su incapacidad de asumir las recomendaciones formuladas en 2019. De esa forma, como ha advertido Claudio Nash, coor-dinador de la Cátedra de Derechos Humanos de la Universidad de Chile, se podría llevar a exigir la responsabilidad internacional de las actua-les autoridades a través de los mecanismos del sistema interamericano, de Naciones Unidas y eventualmente el sistema penal internacional.

Por este motivo las elecciones se realizarán en medio de un proceso de profundización de la regresión autoritaria iniciada en octubre de 2019. Esta involución no solamente implica la continuidad de las políticas de negación a la li-bertad de expresión y de reunión, sino que asu-men un abierto agravamiento de la violencia contra los territorios y organizaciones popu-lares. Lejos de los constantes desfiles de carros lanza-agua y lanza-gases, patrullas, tanquetas y retenes móviles por la Alameda y el entorno de la Plaza de la Dignidad, lo que verdaderamen-te altera el clima social es la implementación de

mecanismos de represión selectiva, orientados a intimidar a los liderazgos sociales y espacios asociativos de poblaciones y territorios donde es muy difícil documentar los abusos o resguar-dar la integridad de las personas.

El copamiento policial en comunas y po-blaciones produjo una fuerte represión la no-che del 29 de marzo, que se saldó con la muer-te de una joven atropellada -que se investiga- y al menos 57 detenidos.

¿Qué ocurre y qué impacto tiene? Algunos ejemplos de la nueva forma de vio-lencia que asume la represión: cada viernes más de 1.000 efectivos policiales son desple-gados en Plaza Dignidad, en torno al muro pe-rimetral de tres metros de altura destinado a proteger la base del monumento a Baqueda-no. En ese marco se han constatado ataques selectivos a los funcionarios del INDH, a los observadores de derechos humanos y las bri-gadas de salud que se instalan en esa plaza para monitorear la acción policial. A la vez se ha denunciado la detención arbitraria de periodistas que cubren esos hechos. Los he-chos más graves afectaron a Paulina Acevedo y Claudia Aranda, casos que se han remitido a la Comisión Interamericana de Derechos Hu-manos y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión.

De forma paralela se constatan seguimien-tos, amenazas y acoso en el gran Santiago: Le-ticia Silva Valdés y las mujeres organizadas en San Bernardo, el comedor solidario Luisa To-ledo de Villa Francia, violentos allanamientos a la olla común de Lo Hermida, ataques con

gas pimienta en la feria libre de Bajos de Me-na, en la comuna de Puente Alto, sólo ejempli-fican los casos graves del mes de marzo.

En Iquique se ha publicitado la llamada “Operación Cavancha”, un informe policial que trata de vincular la organización de las ollas comunes con la obtención de recursos para financiar las manifestaciones sociales. De esa forma se instaló una peligrosa forma de criminalización de la asociatividad social bajo la forma de acusar “asociación ilícita” a las organizaciones sociales autoconvocadas en esa ciudad.

En la Araucanía se ha instalado una versión 2.0 del Comando Jungla, entendida como la re-activación del Grupo de Operaciones Policiales Especiales de Carabineros (GOPE) que recibió entrenamiento especial en Colombia y que estu-vo implicado en graves abusos y crímenes como el de Camilo Catrillanca. De forma paralela se ha incrementado la acción directa de militares patrullando caminos rurales, entregando vehí-culos blindados a Carabineros y asesorándolos en las comisarías.

A fines de marzo un grupo de personas pri-vadas de libertad en cárceles de Santiago anun-ciaron una “huelga de hambre líquida e inde-finida” pidiendo “la derogación del artículo 9 y la restitución del artículo 1 del decreto Ley 321”, que establece la libertad condicional pa-ra las personas condenadas a penas privativas de libertad. Recordemos que cientos de presos ligados al estallido social permanecen en pri-sión preventiva por más de un año. Es el caso de Mauricio Allendes, quien el 26 de marzo salió en libertad desde la Cárcel Santiago 1, tras un año y

cinco meses en prisión preventiva. Acusado de portar armas y habiendo declarado torturas en la comisaría, fue absuelto de todos los cargos. No existen medidas reparatorias por parte del Esta-do en este caso.

Nada queda del discurso de Sebastián Piñe-ra, en su primer mandato, en el que se refirió a los cómplices pasivos con la dictadura militar. Apenas se produjo el estallido del 18 de octubre de 2019 Piñera publicó tres decretos el sábado 19 de octubre en los que se declaró el “Estado de excepción constitucional de emergencia”. Ese acto instauró una restricción de las garan-tías fundamentales, decretando el toque de que-da, y sacando a los militares a la calle. A medida que ha pasado el tiempo el gobierno ha usado la emergencia sanitaria ante el Covid-19 como me-dio de prolongar esas medidas, con el foco en la población más desfavorecida. El toque de queda ya se ha extendido por más de un año en todo el territorio nacional y se utilizan las regulaciones sanitarias para perseguir formas de acción co-lectiva como las ollas comunes.

Esta contradicción se aprecia fuertemente en política exterior. Cuando hay violación de los derechos humanos, nadie puede invocar la “no intervención en asuntos internos”. Por eso llama la atención que el presidente Piñera haya cuestionado la detención de Jeanine Áñez, ex presidente interina de Bolivia, acusada de gra-ves crímenes y masivas violaciones a los dere-chos humanos y de haber encabezado un golpe de Estado, y a la vez sea absolutamente pasivo ante los informes internacionales que lo acusan directamente y evidencian la total ausencia de medidas concretas de su gobierno en la conten-ción de la represión, reparación en favor de las personas cuyos derechos han sido vulnerados y garantías de no repetición.

Una nueva institucionalidadEstructuralmente, el momento político reve-la el grave déficit democrático de la institucio-nalidad chilena, que sometida al desafío de una convulsión social como la de 2019 no fue capaz de responder desde la perspectiva del resguardo de los derechos humanos. Y en esa materia no sólo el gobierno de Piñera aparece reprobado, sino los tres poderes del Estado. Es alarmante el alineamiento fáctico de toda la instituciona-lidad ante la respuesta autoritaria del Ejecutivo. Al respecto Congreso no ha sabido poner los lí-mites que impidan esta espiral represiva y el Po-der Judicial no ha jugado un rol garante de los derechos fundamentales en todas las esferas de la acción judicial.

No es extraño que todas las instituciones del Estado hayan sido cuestionadas durante este año y medio de crisis y se haya hecho necesario abrir un proceso de cambio constitucional. La Convención Constituyente deberá partir abor-dando la refundación de Carabineros de Chile, restableciendo su plena subordinación al poder civil y brindando plenas garantías de no repeti-ción de los crímenes y abusos cometidos.

Las próximas elecciones marcarán un mo-mento clave para el futuro. Sería irresponsa-ble demandar el fin de las movilizaciones so-ciales sin que las garantías fundamentales de respeto a los derechos humanos se puedan ver reflejadas en mecanismos y plazos con-cretos y verificables, consagrados en la nueva Constitución. Si ello no se cumple es proba-ble que el ciclo de la violencia se enquistará de forma permanente en nuestra sociedad. Esta-mos a tiempo de impedirlo. g

*Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano

4 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Chile entre votos y balaspor Álvaro Ramis*

La represión enmarca el proceso constituyente

En pleno desarrollo del proceso constituyente -marcado por la pandemia- el clima social y político de Chile se ve particularmente enrarecido. La desconfianza abarca aspectos procedimentales del acto electoral, que se celebrará de forma inédita en dos días, por lo que se han abierto dudas razonables sobre la custodia de las urnas durante la noche entre los horarios de sufragio. La simultaneidad de la elección de convencionales que redactarán la nueva Constitución junto a alcaldes, concejales y gobernadores regionales complejiza la información del proceso, saturando la capacidad de comprensión de la ciudadanía. Pero estos aspectos, netamente electorales, se ven agravados por un fuerte recrudecimiento de la vulneración de los derechos humanos retrotrayendo a la memoria los peores momentos del estallido social de octubre de 2019.

Guillermo Núñez, Printuras-Exculturas, 1975 - 2015

Page 5: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Que Carabineros pueda “llegar hasta las úl-timas consecuencias”, sentenciaba, ante los micrófonos de los grandes medios de Chile, Marcela Cubillos la mañana del 15 de octu-bre de 2019. En esos términos, entre la arenga y la amenaza, se refería la entonces ministra de Educación y actual candidata a la Conven-ción Constitucional al conflicto que atrave-saba al Instituto Nacional, asediado durante meses por los controles preventivos de iden-tidad, la revisión de mochilas a los alumnos y la presencia constante de la policía en el re-cinto escolar. En algún lugar de la memoria, a muchas y muchos se nos quedaron grabadas aquellas imágenes que, hace no tanto tiempo, eran tan habituales en televisión: gases lacri-mógenos, escolares siendo arrastrados del au-la de clases por funcionarios de Carabineros, drones y hasta Fuerzas Especiales haciendo guardia desplegadas sobre el tejado del Insti-tuto. Imágenes que parecían más propias de un campo de batalla que de uno de los emble-mas de la educación pública chilena.

Tres días después de aquellas desafortuna-das declaraciones de la exministra de Educa-ción, buena parte del país se sublevaba contra décadas de un modelo neoliberal que se ha-bía cebado especialmente con la comunidad educativa: estudiantes, profesorado, colegios y universidades de diverso pelaje eran vapu-leados por unos y otros gobiernos, desde los de la derecha hasta los de la Concertación; unos y otros responsables de haber concebido la educación como un mero negocio -del que por cierto sacaron provechosas ganancias- y como tal haberla administrado hasta el día de hoy.

Un fenómeno bastante similar ha ocurri-do con la esfera de la cultura -tan vinculada e interrelacionada a la educación- y la manera en que ha sido abordada durante las últimas décadas: la cultura comprendida como un bien de mercado a la que solo pueden acce-der unos pocos privilegiados, generando por supuesto grandes bolsones de exclusión. Bajo el paradigma neoliberal imperante, se imple-mentaron así políticas culturales de carácter subsidiario que terminaron arrebatándole a la ciudadanía también el derecho a la cultura; y con ello, ciertamente, las propias identidades y comunidades. Y es que, justamente a través del ejercicio de la cultura es que nos desenvol-vemos y nos constituimos como individuos que forman parte de un todo, de una aldea, de un barrio, de una comunidad. La cultura no es más, ni tampoco menos, que la propia ma-nifestación de la colectividad y su identidad, aunque hoy nos la quieran vender como otro bien de consumo en este mercado de activos llamado Chile.

Luego de años de ninguneo a nuestras cul-turas, a nuestra educación, a nuestras identi-dades y comunidades, no es casual entonces que, una vez más, hayamos salido a las calles aquel octubre que alteraría definitivamen-te el escenario político. Si la revuelta social abrió el tablero -un tablero que probablemen-te pronto volverá a cerrarse por unas cuan-tas décadas más-, se nos presenta, entre otras muchas, una tarea fundamental, la de cons-truir hegemonía cultural para disputar el sen-tido de este nuevo ciclo histórico.

Cultura y comunidadTeniendo en consideración que cuando ha-blamos de cultura estamos refiriéndonos a la manera misma en que nos paramos frente al mundo -bien como individuos, bien como colectividad-, podemos afirmar entonces que bajo la propia Constitución que está por escri-birse subyace su carácter cultural: este será el texto que determine, para toda una genera-ción, cómo vamos a vivir y cómo nos vamos a relacionar, cómo vamos a trabajar y cómo nos vamos a jubilar, cómo vamos a conciliar vida laboral, personal y familiar, o, incluso có-mo vamos o determinar la preponderancia del trabajo productivo frente al reproducti-vo. Así como también qué tipo de educación queremos, qué espacio le damos a la cultura y al tiempo libre, o cómo recogemos las formas de vida y tradiciones ancestrales, entre otros muchos aspectos que, en buena parte, serán delimitados constitucionalmente.

Y es que cultura es también la estructura, los usos, las costumbres y los códigos que dan forma a nuestra existencia. Y esa existencia pa-sa necesariamente por la vida en comunidad, aunque el paradigma neoliberal trate de con-vencernos de lo contrario. Por supuesto que era necesario romper los tejidos comunitarios,

barriales, sindicales y colectivos para forzar al individuo a la soledad del consumismo bajo el importado eslogan del “self-made man”.

El Estado subsidiario dejó en manos de privados desde los derechos sociales más bá-sicos como salud, pensiones y educación, has-ta la forma misma de socializar. Con tan solo darse una vuelta por el barrio alto de Santia-go se puede observar que apenas existen pla-zas, foco fundamental de socialización desde la antigüedad. Tampoco hay apenas espacios comunes, ni calles peatonales con mercados, vendedores ambulantes, arte o espectácu-los en vivo; ni qué decir en barrios más po-bres donde las plazas fueron sustituidas por el hormigón y los llamados guetos verticales. No será tarea fácil, pero sí necesaria, repen-sar y transformar el sentido en un país que ha hecho del individualismo y del consumismo la forma de vida predominante, y donde nos han convencido de que el ocio es ir al mall el domingo en la tarde.

Y sin embargo y a pesar de todo, estos úl-timos meses también nos han mostrado que las redes de solidaridad y colectividad siguen existiendo, resistiendo a los embates. Redes que la misma necesidad ha obligado a reac-tivar: cabildos, asambleas, marchas, juntas de vecinos. En los momentos más duros de la revuelta y de la pandemia hemos visto cómo se multiplican las ollas comunes -tan parte, históricamente, del acervo cultural chileno- para el abastecimiento de los barrios popu-lares. Con pandemia o sin ella, en Chile sigue latente la pulsión por organizarse, por articu-lar comunidad y con ello también hegemonía cultural. Es en medio de este sentido de per-tenencia a una colectividad, a un territorio o a un barrio, desde donde se construye y se for-talece el tejido social, la identidad y la misma cultura.

Distribución del poderCon una izquierda desarticulada que enfren-ta el proceso constituyente desde la fragmen-tación y la falta de encuentro, el escenario no resulta del todo alentador. Como ya se ha re-petido hasta la saciedad, es realmente pro-bable que la dispersión de votos termine fa-voreciendo a la derecha, la que va a acaparar una vez más los espacios de representación política. Y si bien el disenso es -y debe seguir siendo- fundamental a la hora de dar ciertas discusiones, también lo es que podamos lle-gar con ciertos acuerdos a esta instancia en la que, a fin de cuentas, se determinará la distri-bución del poder.

En este sentido, podemos afirmar el ca-rácter popular, plurinacional y feminista del proceso constituyente, lo que puede sentar las bases de la sociedad democrática y plural que anhelamos. Y para ello necesitaremos re-formular las instituciones de manera tal que den cuenta de que la legitimidad del poder político emana de la voluntad popular: sin la participación y deliberación propias de una democracia radical no puede ejercerse la so-beranía popular. Que el proceso sea plurina-cional pasa entonces por reconocer la diversi-dad cultural, la historia y la capacidad de au-todeterminación de los distintos pueblos que habitan el territorio: las voces de los pueblos originarios y comunidades migrantes no pue-den quedar fuera de la escritura de la nueva Carta Fundamental.

Y cuando sostenemos que el proceso es fe-minista también estamos corriendo los már-genes de lo posible para el Chile que quere-mos: queremos el fin de todo tipo de violen-cias, queremos que se reconozca la centrali-dad de la vida por sobre el mercado y quere-mos, por tanto, transformar el modelo socio-económico: erradicar el modelo de Estado subsidiario que no cuida ni garantiza condi-ciones mínimas para la vida de los ciudadanos y ciudadanas. Salud, educación, cultura, me-dio ambiente, vivienda y pensiones deben ser derechos universales garantizados en la nue-va Constitución y no una fuente de enriqueci-miento para unos pocos. Propugnar el fin del Estado subsidiario sería entonces un elemen-to fundamental de mínimos que el amplio es-pectro de la izquierda podría y debería defen-der en bloque, pues urge desmantelar el mo-delo neoliberal que ha colonizado todas las dimensiones de nuestra existencia. Abogar por un Estado social, solidario, garante de de-rechos, plurinacional y antipatriarcal puede ser un buen punto de partida hacia unas vidas dignas de ser vividas.

En medio de la gran incertidumbre que nos envuelve y que incluso amenaza con dejar a la Convención Constitucional en una suer-te de stand-by, resulta complejo encontrar respuestas o fórmulas mágicas que nos indi-quen el camino. Sobre todo porque las fórmu-las mágicas no existen y las respuestas nadie las tiene: solamente al calor del proceso es que éstas irán brotando, y mientras, seguirán abriéndose nuevas interrogantes. Será la co-rrelación de fuerzas y la capacidad de articu-lación y disputa de las clases subalternas las que, en gran parte, definan el resultado de este proceso. g

*Abogada y periodista.

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 5

La disputa chilena por una democracia radicalpor Clara González*

Centro del debate constitucional que se inicia

En estos tiempos en que nos adentramos en un proceso constituyente que definirá los modos de vida de una generación de chilenas y chilenos, es preciso cuestionarse el paradigma que habitamos para replantearnos los términos del país que queremos.

Mauricio Guajardo, de la serie Implicado XII (granito), 2013

(www.mauricioguajardo.cl - Insta: mauricioguajardoescultor)

Page 6: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Hubiéramos esperado a que ex-prese alegría, pero Alondra Ca-rrillo está furiosa. Desde hace muchos años, esta joven mili-

tante feminista de Santiago de Chile esperaba el momento en que su país se desharía de la Constitución de 1980, heredada de la dictadu-ra del general Augusto Pinochet (1973-1989). Mientras que desde la transición “hacia” la democracia todos los gobiernos se dedicaron a preservar el statu quo, unas manifestaciones masivas finalmente forzaron al poder a modi-ficar la Carta Magna.

Se estableció una plataforma virtual pa-ra facilitar el patrocinio ciudadano de las dos mil personas que optaron por una candida-tura independiente, lejos de las formaciones tradicionales. Con algunas compañeras de la Coordinadora Feminista del 8 de Marzo (1), Carrillo se presenta como candidata para las elecciones de convencionales constituyentes. Sin embargo, en este 2 de marzo, echa humo: la autoridad electoral acaba de hacer público el modo de financiamiento de la elección, que niega a los candidatos independientes condi-ciones similares a las de los grandes partidos. Es una forma de “discriminación antipopu-lar” denuncia, consciente de que para los 450 candidatos independientes que ya obtuvieron las firmas validando su candidatura, la carrera de obstáculos está lejos de haber terminado.

Desde el final negociado del régimen mi-litar en 1989, Chile ha sido descrito por las elites latinoamericanas como una “demo-cracia de consenso” ejemplar. Sin embargo, la success story de la contrarrevolución neo-liberal inaugurada por los militares en 1975 se ha ido fisurando progresivamente hasta revelar el malestar de una sociedad desigual, mercantilizada y anómica. A pesar del aplas-tamiento del movimiento popular durante el regimen del general Pinochet y de la precari-zación general del trabajo, las iras dispersas seguían incubándose bajo las cenizas. Estu-diantes, trabajadores portuarios o mineros, feministas y minorías sexuales, jubilados de-pendientes de fondos de pensión, clases me-dias endeudadas: desde 2006, muchos secto-res manifestaron su descontento. Sólo falta-ba una chispa para el estallido.

La rebelión de octubrePara comprender la situación actual hay que volver al 2019. “En medio de esta América Latina convulsionada, Chile es un verdade-ro oasis con una democracia estable”, se re-gocija el presidente multimillonario de dere-cha Sebastián Piñera (2). Pocos días después, desbordado por la amplitud de los disturbios populares, su gobierno invoca la Ley de Segu-ridad del Estado (una ley de excepción que permite condenas exprés en nombre del man-tenimiento del orden público) y se ve forzado a cerrar el conjunto de las líneas de subterrá-neo de una capital que cuenta con seis millo-nes de habitantes. Durante toda la noche, los carabineros –las fuerzas de policía locales– se enfrentan violentamente con manifestantes formados en barricadas. Muchas estaciones de subte son incendiadas así como una garita de policía y un edificio de la compañía multi-

nacional de energía Enel. Se cuentan nume-rosos heridos.

Temprano en la mañana, Piñera parece haber olvidado su bella imagen de apacible oasis (3). Decreta el toque de queda en diez ciudades, y en un hecho inédito desde el fin de la dictadura, despliega el ejército en las calles. Al día siguiente, el Presidente se pre-senta ante el país acompañado del ministro de Defensa y de un general de brigada en uni-forme de combate. El tono es marcial: “Esta-mos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite” (4). ¿El ene-migo? El pueblo, movilizado de norte a Sur, y

en particular la juventud, en un movimiento que por su magnitud recuerda a aquellos de los años ochenta contra la dictadura.

La gota que hizo rebalsar el vaso fue el aumento, de treinta pesos del metro. El 7 de octubre 2019, estudiantes secundarios hicie-ron un llamado a no pagar y a practicar fe-lizmente el salto de los torniquetes. Gracias a las redes sociales, la práctica se extiende. El poder piensa poder apagar el incendio incre-mentando la presencia policial en las calles; está tirando aceite al fuego. El 25 de octubre, cerca de dos millones de personas toman las calles: la marcha más grande de la historia del país, proclama una prensa obligada, mo-mentáneamente, a contener su apoyo al po-

der. “¡Chile despertó!”, proclaman algunos. Todos los reclamos fruto de una democra-tización parcial y de un modelo económico violento resurgen. Las banderas del pueblo Mapuche se izan junto a la bandera nacio-nal en la Plaza Italia, rebautizada “Plaza de la Dignidad”. Las paredes de las ciudades se cubren de consignas y de frescos que denun-cian una clase política desacreditada por los casos de corrupción, unas fuerzas armadas manchadas por casos de enriquecimiento ilí-cito y una Iglesia Católica culpable de man-sedumbre frente a los pedófilos en sotana. Por las noches, las calles retumban con con-ciertos de cacerolas que parecen unir los su-burbios populares y los barrios de clase me-dia. Contra la pared, el gobierno levanta el estado de urgencia mientras Piñera echa a dos ministros y anuncia algunas tímidas me-didas sociales.

Sin embargo la movilización continúa, al igual que la represión. Según Amnistía Inter-nacional, “los carabineros violaron de forma generalizada los derechos de los manifes-tantes” (5). En cuarenta y cuatro días, más de 12.000 heridos ingresaron en las guardias de los hospitales. Unos 2.000 fueron alcanzados por armas de fuego y casi 350 fueron víctimas de lesiones oculares graves. Miles de casos de malos tratos en las comisarías y cientos de de-nuncias de violencia sexual cometida por de-positarios de la autoridad pública inundan los tribunales. Pero la cultura de la impunidad persiste. Más de 2.000 personas con prisión preventiva o imputadas y con medidas cau-telares esperando ser juzgadas, a veces desde hace más de un año. Algunas son sin embar-go menores y todas son consideradas como “presos políticos” por varios abogados y cier-tas figuras políticas, entre las cuales la dipu-tada comunista Camila Vallejo, que pide una ley de amnistía.

A la vez que manejaba con vigor la mano derecha del Estado, el ejecutivo comprendió rápidamente que debía buscar una solución política a la crisis. No porque la oposición par-lamentaria pareciera en medida de recuperar la fuerza vital de la calle. Los estados mayores partidarios y sindicales del centro-izquierda están desbordados, y hasta asustados, por es-te movimiento descentralizado, radical y ho-rizontal que cuestiona su co-gestión del neo-liberalismo desde hace treinta años. La sali-da de Piñera se convierte rápidamente en una de las reivindicaciones de los “insurgentes”. El éxito de la gran huelga nacional del 12 de noviembre de 2019, cuya organización de-bió asumir la Central Única de Trabajadores (CUT) ante la presión de los acontecimientos, es una muestra para el empresariado y La Mo-neda de la gravedad de la situación.

El acuerdo constitucionalLa mayoría presidencial -Principalmente Renovación Nacional (RN) y Unión Demó-crata Independiente (UDI)- entabla enton-ces una hábil maniobra táctica. En la noche del 15 de noviembre, logra hacer firmar por representantes de primer nível en el Con-greso un “acuerdo para la paz social y una nueva Constitución”. Se trata de retomar

¿Bastará con cambiar la Constitución?por Franck Gaudichaud*

6 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

El país vuelve a las urnas

Pablo Serra, El estado de las Cosas (óleo sobre papel), 2016

(Exposición en Galería P. Ready hasta el 9 de abril)

Page 7: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

el control y de intentar canalizar el movi-miento social organizando un referendo sobre la Constitución. Si el Partido Comu-nista (PC) resiste a este canto de sirenas, la Democracia Cristiana y los socialistas (que gobernaron el país entre 1990 y 2010), así como una mayoría del Frente Amplio (FA), nacido en la estela de las luchas estudianti-les de 2011, aprueban la idea. La mayoría de la oposición “capituló en forma deshonrosa ante la derecha que los intimidó con la ame-naza del derrumbe del Estado de derecho y un eventual golpe militar”, estima el perio-dista Manuel Cabieses (6).

En un primer momento, algunas voces se elevan denunciando un acuerdo firmado a espaldas del pueblo movilizado. Pero los lla-mados a la renuncia de Piñera poco a poco se debilitan. Una parte de la izquierda ve en la perspectiva del referendo, que se llevó a ca-bo en octubre de 2020, una ocasión soñada de volver a cuestionar un régimen ultrapre-sidencialista y neoliberal, de imaginar ins-tituciones más participativas y más demo-cráticas, de pensar la renacionalización del cobre, del litio o del agua, de moldear un Es-tado plurinacional que reconozca los dere-chos de los pueblos indígenas... El día del es-crutinio, sólo la mitad de los electores acu-de; 78% de los votantes se pronuncian por una nueva Constitución y 79% de ellos, por una asamblea elegida por medio del sufra-gio universal directo. Cita el 11 de abril en-tonces, para elegir a los miembros de la Con-vención Constituyente.

El nuevo cicloIndiscutiblemente, se abre un nuevo ciclo político. En doscientos años de historia re-publicana, Chile sólo tuvo Constituciones redactadas por la oligarquía. Esta vez, fru-to de largas negociaciones en el Congreso, la asamblea será totalmente paritaria (¡una primera mundial!) e incluirá bancas reserva-das a los pueblos originarios, aunque no en las proporciones exigidas por los involucra-

dos. Resultado de un proceso deliberativo de nueve a doce meses, la nueva Carta Mag-na será, además, nuevamente sometida a su aprobación por referendo. Entonces, ¿victo-ria? Sí. Pero, ¿para quién?

Tras haber sentido el roce de la ba-la, Piñera recuperó las riendas: encarna-ción hasta ayer de todas las disfunciones del país, hoy es el garante de su mutación. Las instituciones volvieron a estar en el centro del debate público. El 11 de abril de 2021, al mismo tiempo que la Consti-tuyente, se llevarán a cabo elecciones mu-nicipales y de gobernadores. Luego, una elección presidencial debería asimismo acaparar los medios de comunicación (la primera vuelta se llevará a cabo en no-viembre). Ciertamente, el ala dura de la coalición presidencial está indignada frente a la idea de ver la gran obra cons-titucional del general desmantelada. Sin embargo, si la derecha insistió tanto en hablar de “Convención” (y no de Asam-blea Constituyente), es porque el nuevo órgano electo va a deliberar en el marco de un perímetro delimitado por una comi-sión técnica preparatoria. Un ejemplo: los constituyentes no podrán cuestionar los tratados internacionales (y por ende los acuerdos de libre comercio).

Cada artículo propuesto deberá ser aprobado por una mayoría calificada de dos tercios, lo que otorga a la derecha una mino-ría de bloqueo, sobre todo en un contexto en el que ésta se encuentra unida mientras que el centro y la coalición de la izquierda par-lamentaria (en torno al PC) no han logrado ponerse de acuerdo sobre listas comunes. Por último, la posibilidad de una presencia notoria de candidatos surgidos de movi-mientos sociales fue descartada: las normas electorales han sido calcadas del escruti-nio proporcional plurinominal de las elec-ciones legislativas, que favorece los pactos electorales y sobrerrepresenta las listas que obtienen más votos.

Un campo minadoDe todas formas, aquellos que lograron obte-ner un patrocinio de sus candidaturas por fue-ra de los partidos sólo tienen derecho cada uno a... un segundo de tiempo al aire para la fran-ja electoral televisada. Las organizaciones lla-madas “representativas” conservan así el mo-nopolio y dispondrán de varios cientos de mi-les de dólares cada una (hasta 800.000 para la UDI), mientras que 1.700 dólares serán gene-rosamente atribuidos a los candidatos militan-tes... Se entiende entonces porqué Carrillo está furiosa y que su entorno denuncie una legisla-ción “al servicio de los patrones”.

No obstante, tanto para ella como pa-ra el ecologista Lucio Cuenca, el sindica-lista Luis Mesina o incluso para la aboga-da feminista Karina Nohales, la decisión tomada sigue siendo la correcta. Es más, sin ilusiones. El combate será largo: un pie dentro del movimiento social, el otro dentro de la arena constitucional que se entreabre. “Hemos construido y defendi-do nuestras demandas en las calles y en la lucha para hacer escuchar nuestra voz y nuestros programas en la Convención -declara Nohales-. Porque nuestra voz es indelegable, hacemos un llamado a votar con independencia de los partidos que ad-ministraron el neoliberalismo” (7).

Otros son mucho más críticos acerca de esta participación y afirman que la trampa de una constituyente moldeada por los deseos de los poderosos está clausurando la lucha lleva-da a cabo desde octubre de 2019. Estas elec-ciones no harán más que poner una capa de barniz democrático al sistema –cambiar la Constitución para que nada cambie, en cier-ta forma–. Es en alguna medida lo que expli-caba, a fines de 2020, el ministro de Asuntos Exteriores Andrés Allamand. Buscando tran-quilizar a todos aquellos que temían que la nueva Constitución “refunde” Chile, el anti-guo apóstol de la dictadura analizaba aquello que consideraba como un “gravísimo error”. Al contrario, explicaba: el nuevo texto permi-

tiría “mantener, sin ninguna duda, algunos pi-lares claves del desarrollo económico chileno como el respeto a la propiedad privada, la ini-ciativa individual, el tratamiento no discrimi-natorio entre la inversión nacional y la inver-sión extranjera” (8).

Según las diversas estimaciones, los sec-tores conservadores tienen razones para alegrarse: con alrededor del 40% de los ele-gidos, deberían asegurarse cómodas mino-rías de bloqueo para la Convención.

Piñera, gracias al exitoso programa de vacunas contra el Covid-19, ha au-mentado levemente su decaído apoyo en los sondeos, lo que permite a la derecha soñar con un triunfo en la próxima elec-ción presidencial a fines de año, lo que evidentemente está por verse. g

1. Franck Gaudichaud, “Marea feminista en Chile”, Le Monde diplomatique, edición chilena, abril de 2019.2. Franck Gaudichaud, “Botellas nuevas, vino viejo”, Le Monde diplomatique, edición chilena, mayo de 2011.3. Luis Sepúlveda, “Chile, el oasis seco”, Le Monde diplomatique, edición chilena, diciembre de 2019.4. CNN Chile, 20-10-19.5. “Ojos sobre Chile: violencia policial y responsabilidad de mando durante el estallido social”, Amnistía Internacional, México, octubre de 2020.6. Manuel Cabieses Donoso, “Caperucita roja y la derecha feroz”, Diario y Radio U Chile, 18-1-21, https://radio.uchile.cl7. “Candidatas independientes de la Coordinadora 8M que van a la Convención: ‘Nuestra voz es indelegable’”, El Desconcierto, 18-2-21, www.eldesconcierto.cl8. Rocío Montes, “Andrés Allamand: ‘Sería un gravísimo error que Chile se refundara en la nueva Constitución’”, El País, Madrid, 14-11-20.

*Profesor de Historia y Civilización Latinoameri-canas en la Universidad de Toulouse - Jean Jaurès. Este artículo fue escrito para la edición central de Le Monde Diplomatique (Francia) y es reproducido por las distintas ediciones internacionales.

Traducción: Micaela Houston

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 7

Libros impresos ($3.950) y digitales ($2.950)

Adquiéralos por internet en: www.editorialauncreemos.cl

Page 8: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Esta dinámica convive con las 26 mil solicitudes de calidad indígena, soli-citadas a la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, para autoiden-

tificarse para sufragar por los escaños reserva-dos que, por primera vez, permitirá a un núme-ro de miembros de las Primeras Naciones Ori-ginarias sean parte del proceso de construc-ción de una nueva Constitución para Chile (1).

El movimiento rupturista a la Autodetermi-nación, en los últimos años, ha debido convi-vir con una campaña mediática bajo conceptos peyorativos que desean posicionarse como he-gemónico en relación con el pueblo mapuche. “Terrorismo”, “delincuencia” y “narcotráfico” se van asociando por la prensa, también por ac-tores políticos suscritos a la derecha política con el propósito de contaminar las propuestas por la ampliación de la democracia que surgen desde el movimiento autonomista.

La situación del narcotráfico, desde mu-chos años, es un problema en América Lati-na que desgarra a las familias más empobreci-das del continente. Los pueblos originarios no han quedado exentos, Los pueblos originarios no han quedado exentos, algunos pueden ser productores, comercializadores o consumi-dores. Casos de estudio han planteado situa-ciones de neo esclavitud por estar dentro de las redes de un negocio que se asocia al libre mercado, implicando importantes costos en la vida cotidiana en las poblaciones indígenas. El premiado largometraje Pájaros de verano problematiza sobre esta situación en relación con los pueblos originarios.

Entre las nuevas problemáticas, debemos insertar la situación de la minería y la defo-restación ilegal que ha sometido a los pueblos originarios Wayú en Venezuela-Colombia o Kayapos de Brasil. Jair Bolsonaro sostuvo con relación a los derechos de los pueblos origina-rios y sus deseos de profundizar la minería: “El interés en el Amazonas no se trata de los indios se trata de la minería” (2). De lo que se trata, es que nuevos problemas amenazan a los pueblos originarios y tal vez, el crimen organizado sea uno de los centrales que nos lleva a repensar las relaciones de poder con los pueblos origi-narios, y que no pueden reducirse a un prisma moral. Son necesarias las transformaciones políticas estructurales.

Agentes externosDesde enero el movimiento rupturista a la Au-todeterminación fue sometido a una crítica por las acusaciones de producción y venta, so-bre todo en algunas comunidades emblemá-ticas del proceso de Autonomía como son las

situadas en Ercilla. La Coordinadora Arauco-Malleco, en un comunicado responsabilizó en agentes externos a las comunidades que han insertado la producción o la venta de ésta. La discusión se extralimitó con la muerte de un miembro de la PDI en un allanamiento y los miembros de Temucuicui anunciaron la crea-ción de una policía comunitaria, despertando discursos críticos al movimiento. Es importan-te recordar que los derechos internacionales lo permiten, e inclusive, el Convenio 169 de la OIT, recomienda castigos distintos a la prisión en caso de reivindicación de tierras. En caso de otros crímenes (por supuesto no incluye el narcotráfico) que sean las comunidades las que sancionen en base a los sistemas indígenas. De todos modos -y sin deseo de ser espóiler- algo de ello se puede observar en el film ya citado.

Luego del año 2010, existe otro giro en el movimiento rupturista al surgir Aukan Wei-chan Mapu. El emblema de esta organización es un kultrün cruzado por una lanza y una es-copeta. Reúne los símbolos de la cosmovisión y la política del pueblo mapuche. La identidad política de esta organización une una “inven-ción de la tradición” en que ven en los agricul-tores como sus principales adversarios. Pero otro hecho parece importante para compren-der en una dimensión histórica a esta orga-nización: el año cero de la historia mapuche es la Ocupación de La Araucanía, por ende, el conflicto se relaciona con la formación de la república chilena y cualquier aspecto que permita su consolidación, como relato histó-rico, es visto críticamente por este sector po-lítico del pueblo mapuche. La Plurinacionali-dad reafirmaría al Estado chileno por sobre el pueblo mapuche.

A fines de febrero, en el fundo Los Pastales, la Coordinadora Arauco-Malleco continuó ejer-ciendo el Control Territorial contra “la inversión capitalista que arremete contra nuestro territorio ancestral”. Su llamado a distintas comunidades en conflicto, reafirmó sus postulados políticos en pos de la Liberación Nacional e hizo un llamado -tal vez por primera vez- al resto de las organiza-ciones para formar un frente político para resistir a la militarización en un escenario de mayor beli-gerancia por parte del Estado (3).

Control territorialAcontecemos a lo que Alejandra Gaitán-Barre-ra y Ghovan Khalid denominan “autonomismo reivindicativo”, que toma distancia del autono-mismo que se suscribe al lenguaje de los dere-chos internacionales (4). Se ha denotado este cambio, no solo por el surgimiento de Aukan Weichan Mapu y la Resistencia Mapuche Lafkenche, sino también con la inserción que han hecho los miembros de la Coordinadora Arauco-Malleco del weichafe, como parte de las autoridades tradicionales, una innovación en la trayectoria del movimiento mapuche au-tonomista, que sin bien no es un consenso co-lectivo al interior del pueblo mapuche, mues-tra los divergentes caminos fruto del creci-miento ideológico en el seno del mismo movi-miento. No sería extraño el llamado que hizo la CAM a “continuar por el verdadero camino de lucha, con las recuperaciones de tierras, con el Control Territorial, con lo sabotajes a las fores-tales y grandes latifundistas” (5).

Luego de los hechos sucedidos con el equi-po de prensa de TVN y los debates acontecidos entre organizaciones, declaraciones públicas y opiniones del gobierno, se da cuenta de las nue-

vas organizaciones que luchan por controlar el territorio antiguamente bajo la hegemonía de la CAM y de la Identidad Territorial Lafquen-che. Como todo proceso político que crece, se expande y evoluciona el futuro de una nación en proceso de liberación, es un trabajo compar-tido por el conjunto de sus movimientos que se autodefinen representantes del pueblo mapu-che. En ese ámbito, la figura de la Coordinadora Arauco-Malleco debilitada en su hegemonía, también puede ser una oportunidad política para canalizar las aspiraciones del movimiento mapuche. La CAM, como organización fue cru-cial en levantar la “moral” de los mapuche ante el colonialismo chileno, y ha portado una acti-tud coherente y racional en relación a regene-rar a los mapuche en sujetos sociales integrales, luego de la crisis de identidad que generaron los distintos gobiernos de Chile sobre el sujetos y sujetas indígena que al autodefinirse como ma-puche, se traducía entorno a una visión de des-precio y burla. En ese ámbito si bien hoy com-parten el escenario del movimiento rupturista también se abre una oportunidad.

El proceso constitucional es muy probable que conviva con esas dos fuerzas políticas ma-puche que pueden ser complementarias hoy, pero tal vez, en el futuro antagónicas. Los re-presentantes de la vía política han sido respe-tuosos al momento de referirse sobre el ejerci-cio de la violencia política como instrumento. Así por lo menos lo señaló Galvarino Reiman: “Yo no descalifico lo que hacen las comunida-des. Entiendo que la violencia no es el mecanis-mo para resolver el conflicto. Pero los entien-do al ver la pobreza de nuestra gente” (6). En ese mismo sentido lo expresó Adolfo Millabur: “son necesarias todas las movilizaciones que hemos tenido en nuestra historia” (7). A la in-versa, el movimiento rupturista no ha actuado en momentos del mismo modo. Tal vez sea im-portante recuperar uno de los conceptos im-portantes del pueblo mapuche: yamuwün. Una condición central, forjada por el pueblo mapu-che a lo largo de su historia para tratar los asun-tos en relación con el futuro como pueblo. g

1. El Mercurio, “CONADI registra 26 mil solicitudes de calidad indígena motivadas por el proceso constituyente”. 27/01/2021. C9 2. Jon Lee Anderson “blood-gold-in-the-brazilian-rain-forest”. https://www.newyorker.com/magazine/2019/11/11/blood-gold-in-the-brazilian-rain-forest3. Comunicado público de la Coordinadora Arauco-Malleco. https://kaosenlared.net/lucha-mapuche-comunidad-renaco-pastales-y-la-cam-inician-recuperacion-de-territorio-ancestral-ocupado-por-la-forestal-cautin/. También El Mercurio “Comunidades mapuche y la CAM llaman a continuar tomas de fundos”. Martes 2 de marzo de 2020.4. Gaitán-Barrera, Alejanda, “Más allá del reconocimiento: la autonomía, el Estado y la Coordinadora Arauco Malleco. En Revista Latin American and Caribbean Ethnics Studies, Voº 13, año 2018.5. Comunicado público de la Coordinadora Arauco-Malleco. https://kaosenlared.net/lucha-mapuche-comunidad-renaco-pastales-y-la-cam-inician-recuperacion-de-territorio-ancestral-ocupado-por-la-forestal-cautin/.6. Nütram con Galvarino Reiman, marzo de 2021.7. Adolfo Millabur, “Los Matte no solo se quedaron con los que les enseñaron en el colegio…han tenido una apertura”. La Segunda, martes 23 de marzo. P 22

*Doctor en Historia, académico de la Universidad de Santiago de Chile y posdoctorante del Centro de Estudios Interculturales Indígenas, CIIR.

8 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

La liberación nacional Mapuchepor Fernando Pairican*

El otro encuentro y debate político mapuche

Desde enero de este año, el movimiento rupturista a la Autodeterminación intensificó sus acciones de violencia política contra empresarios forestales y agrícolas. También existieron otras formas de transgresión al orden, lo que la Historia Social denominaría el bandidaje social, expresado en una treintena de cabezadas de ganado sustraídos de un fundo, que fueron muertos en el camino dentro de lo que se denomina un sabotaje a los empresarios agrícolas.

Edgardo Neira, El joven del tractor azul. Catrillanca, 2019

Page 9: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

En marzo recién pasado, el Ministe-rio de Educación advirtió que, en las universidades adscritas al sis-tema de admisión centralizada, los

inscritos en las carreras de pedagogía bajaron en un 19%. Es decir, si en el año 2020 se ma-tricularon 11.460 estudiantes, para este año 2021 la cifra disminuyó a 9.246. Al buscar las explicaciones, varios especialistas y expertos en educación argumentaron en tres ámbitos. Para algunos la explicación se encuentra en la crisis sanitaria y en la pandemia por Covid-19. Para otros y otras, el problema radica en que el teletrabajo mostró la precariedad de la la-bor docente y por lo tanto desincentivó al pos-tulante y a sus familias. También se aludió a las ascendentes exigencias que el Ministerio de Educación les pide a los estudiantes para ingresar a las universidades para desarrollar su formación profesional en pedagogía. Más allá que el nuevo contexto esté influyendo en algo, las explicaciones para esta disminución son demasiado obvias para analizar una ten-dencia que se viene dando desde hace por lo menos 10 años.

Cómo explicamos que en el año 2011 la ci-fra de matriculados en primer año de pedago-gía superaba los 26 mil estudiantes matricu-lados y que ahora difícilmente superemos los 9 mil. Para explicar esta tendencia, las causas que revelan la disminución de la matrícula universitaria, para las carreras de pedagogía, que se aprecia en la actualidad, se relaciona con las distorsiones que años atrás provocó el mercado educativo nacional. Concreta-mente, desde durante al menos dos décadas las universidades, los institutos profesionales y las autoridades de los gobiernos de la épo-ca, estimularon la matrícula para las pedago-gías. Desde el inicio de los años noventa y has-ta el año 2003 aproximadamente, es posible apreciar una alianza implícita entre las polí-ticas de mercado y los intereses políticos de las autoridades por aumentar la matrícula en pedagogía. Los historiadores de la educación confirmarán que efectivamente fue una alian-za en las leyes de la oferta y la demanda y la necesidad gubernamental de aumentar la co-bertura educacional del país.

Asegurar el lucroPor una parte, las instituciones de educación superior, públicas y privadas, competían (co-mo lo hacen hasta la actualidad), por aumentar la matrícula estudiantil y así captar más recur-sos económicos, para financiar sus costos de operación anual y para crecer y seguir aumen-tando su oferta educacional. Propósitos que, para el caso de las instituciones privadas, se le debe agregar el interés por aumentar las ga-nancias y asegurar el lucro para sus inversores.

Por otra parte, el país venía saliendo de la dictadura y se enfrentaba a la necesidad edu-cativa, social y política de aumentar la cober-tura educacional y la calidad de la oferta. Es decir, uno de los énfasis de la reforma educa-cional promovida en los años noventa, tenía como uno de sus requisitos estratégicos, el au-mento de la matrícula en las pedagogías para contar a la brevedad con nuevas profesoras y profesores. En estos mismos años, se promo-vieron mecanismos oficiales, apoyados, au-torizados y certificados por el Ministerio de Educación, para que las universidades y los institutos profesionales, instalaran progra-

mas de acceso especial. Es decir, hasta bien avanzado el nuevo milenio, las instituciones de educación superior, se abocaron a la labor de titular profesores a través del acceso en programas especiales. De los programas pre-senciales de fines de semana o vespertinos, desde finales de los años noventa, se inicia-ron y dictaron los primeros cursos masivos de pedagogía a distancia, apoyados por una na-ciente internet que facilitaba el intercambio de documentos de estudios, exámenes y tra-bajos grupales. En consideración a la alianza estratégica entre las políticas del Estado y las leyes de la oferta y la demanda, enseñar peda-gogía se convirtió en un muy buen negocio pa-ra las instituciones educativas de enseñanza superior. La carrera de pedagogía se transfor-mó en una de las primeras ofertas de “tiza y pizarrón”. Su instalación y operación era de muy bajo costo, pero de mucho rédito. Duran-te 20 y 25 años, las universidades y los institu-tos profesionales vivieron una “época de oro” para asegurar financiamiento y ganancias que demandaban una modesta instalación. De he-cho, muchos liceos u otros recintos similares fueron arrendados por las instituciones de educación superior, para aumentar las ofer-tas en distintas ciudades del país, aun cuando la universidad o el instituto profesional no tu-viera sede en la ciudad o en la región.

Mirando desde la época actual, encontra-remos un discurso que explica este fenóme-no, tal como se explican la mayoría de las po-líticas educativas que demostraron empírica-mente estar asociadas a efectos negativos o “no deseados”. Desde la evaluación oficial, las estrategias públicas para aumentar la matrí-

cula en pedagogía, respondía a la urgente ne-cesidad de contar con más docentes titulados. Desde este discurso, los beneficios eran ma-yores que los sacrificios. Varias autoridades de la época sostienen que se hizo lo mejor que se podía hacer en ese momento histórico. En otras palabras, es la misma explicación que la mayoría de las autoridades e intelectuales a cargo de estas políticas, utilizan para justifi-car estas estrategias en esta y en otras esferas de la política pública.

Otra explicación que también puede ex-plicar la laxitud y la urgencia por aumentar la matricula y la titulación de profesores que se observó en estos 25 años, puede encontrase en los últimos estertores de la guerra fría. A fina-les de la guerra fría, la mayoría de los discursos pedagógicos, políticos y sociales de América Latina vivía con naturalidad la vinculación en-tre la política y la educación. Concretamente, tanto para el pensamiento estructural funcio-nalista de la sociología estadounidense como para los pensamientos de corriente conserva-dora, reformista y marxista, la educación era indisoluble de la esfera política.

Mundo neoliberalSin embargo, con el término del Estado de bienestar, la caída del bloque socialista en Eu-ropa y sobre todo con el ascenso hegemóni-co del pensamiento neoliberal, se conjugaron para filtrar la educación de la política y trans-formarla en decisiones y actividades técnicas y de gestión. En este naciente mundo neolibe-ral, la educación ya no está asociada a la justi-cia social, para el cambio social o para la po-lítica. Bajo este nuevo dominio, la educación

está para los aprendizajes que requiere el cre-cimiento económico y el desarrollo del país. Más que guerrillas rurales o urbanas, la trans-formación de las sociedades pobres se expli-ca en la “educación para todos”, tal como lo señalaron todas las instituciones financiadas por los países desarrollados. Por lo tanto, bajo este discurso, para avanzar hacia sociedades más justas, la primera tarea era contar con re-cursos humanos que se especializaran en las técnicas y políticas que se tenían que instalar.

Desde este último punto de vista, las cam-pañas para aumentar la formación de las y los profesores del país, respondían a la necesidad de instalar una nueva identidad docente, una que se articulara con las necesidades de la re-volución liberal. Una identidad centrada en la didáctica, la metodología del aprendizaje, la gestión escolar y la resolución de conflictos exclusivamente entre los actores educativos. Chile necesitaba nuevos profesores para la nueva sociedad.

En el caso chileno, debimos esperar hasta la “revolución pingüina” del año 2006, para que luego del asombro inicial, recién sospechára-mos que la educación puramente tecnológica, estaba más cerca de un sueño utópico o de una ilusión promovida por la hegemonía neoliberal.

Sostener que la disminución de la matrí-cula se debe a la crisis sanitaria y al teletraba-jo, es una reducción algo ingenua y carente de una explicación fundada. ¿Por qué no ocurre en otras disciplinas y carreras que requieren muchos más recursos e instalaciones físi-cas?, ¿por qué la disminución de la matrícu-la en pedagogía si, como se ha sostenido ante-riormente, esta carrera se dictó exitosamente desde los años noventa con el uso de Inter-net?. Culpar a la crisis sanitaria y al teletraba-jo es una explicación muy débil.

Término de cicloPor otra parte, sostener que la disminución de la matrícula se debe a una repentina lucidez del estudiantado y de sus familias, gatillada por la observación de la precariedad laboral que ha mostrado el teletrabajo, es por decir lo menos una explicación algo ingenua y ofensiva.

Lo que estamos observando en este mo-mento, es el término de un ciclo en el merca-do chileno de la oferta y la demanda de profe-sionales de la educación. A la pedagogía le está ocurriendo lo mismo que le aconteció a las ca-rreras de periodismo o de psicología, por citar al menos dos ejemplos anteriores. A la fecha, el mercado educacional cuenta con suficien-tes pedagógicos que mantengan la cobertura nacional, al menos en el caso del profesorado generalista. Desde hace tiempo, la oferta de profesores superó a la demanda, cuya lectura ya está internalizada por el estudiantado y por sus familias. Las únicas excepciones se pronos-tican en el caso de la docencia especializada.

De acuerdo con el modelo de calidad y de evaluación que adoptó nuestro país, lo que a corto plazo se podría requerir, son profesores especializados en áreas disciplinares que se ajusten a las nuevas tendencias del mercado laboral. De esta manera, se requerirán profe-sores de enseñanza básica y media, especia-lizados en disciplinas asociadas o que poten-cian el desarrollo de un pensamiento tecnoló-gico, lógico y matemático. Para esta demanda naciente, nuevamente el mercado educacio-nal repetirá el mismo camino, es decir, habrá facilidades para que licenciados de otras dis-ciplinas, puedan matricularse en programas acotados de didáctica y pedagogía para que, con el aval del Ministerio de Educación, las universidades los titulen como profesores es-pecialistas. Junto a ello, se estimulará y proba-blemente se financiará con apoyo de recursos públicos, el desarrollo de una formación ini-cial docente que cuente con una oferta nueva-mente ajustada a la demanda. g

*Investigador PIIE.**Vicerrector de la Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Vinculación con el Medio. UTEM.

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 9

Disminución de la matrícula en las carreras de Pedagogía

Una discusión de mercado y de política educativapor Dante Castillo* y Mario Torres**

Magdalena Vial, Trazado en el aire, 2014

Page 10: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

En todos los procesos de cambio cultural se produce una batalla por la memoria. Mucho más en las Revoluciones Cul-

turales. Lo que ocurre en Chile es algo cercano a ello. Vimos caer estatuas en todas partes del mundo. En una imagen surrealista los campe-sinos rusos miraban pasar en una barcaza una enorme efigie de Lenin rumbo al desguazade-ro. Se sacaban el sombrero. (Vergoupoulos). En Chiapas lo primero que hicieron fue tirar al sue-lo al Conquistador. El Comandante en jefe del Ejército los ha acusado de anti patriotas. Habría que decir que el concepto mismo de Patria está en disputa. Los españoles cantaban:

Dicen que la Patria esUn fusil y una banderaMi Patria son mis hermanosQue están labrando la tierra

En lo personal adheriría a esa hermosa canción. No es la única condición de “patrio-ta” la que tiene en su mente el Comandante. Hay muchas otras. Y sin duda la de él pertene-ce más al siglo XIX que al XXI.

Baquedano en el surEn la mitad del siglo XIX se produjo un fuer-te movimiento anti militarista en Chile que in-cluso llevó al cierre de la Escuela Militar. Los contingentes activos eran casi exclusivamente los del Ejército de la Frontera, acantonados de Concepción al sur, para guerrear con los mapu-ches. A partir de 1866, con Cornelio Saavedra al mando, se va a producir una guerra de ex-terminio contra ellos. Baquedano me aparece en la Historia del Pueblo Mapuche el año 1867, en ese verano maldito, comandando una de las huestes armadas que se internaban en el terri-torio cruzando el Bio Bio y llegando casi hasta lo que hoy es Temuco. Las entradas se hacían en el verano y consistían en quemar las semen-teras de trigo para hambrear a la población ma-puche, quemar las casas (Rukas), arrear con los animales (ahí están las cifras bastante gran-des), y también arrear con mujeres y niños que muchas veces eran enviados al centro del país. Era una guerra del todo irregular y de pillaje. A algunos a veces no le iba tan bien. El famoso Pe-dro Lagos que se toma con chupilca del diablo mediante y corvos asesinos el Morro de Arica, fue derrotado por los mapuches en esa guerra y en esos años. Eso de jamás vencido señor Co-mandante, debía ser revisado.

Baquedano en el norteComo es bien sabido la Guerra del 79 no fue que-rida por la mayor parte de la población hasta los hechos de Iquique con Arturo Prat, que produ-jeron una enorme marea nacionalista. De ahí fue su importancia. El ejército se fue armando con nuevos contingentes y la mayor parte de los oficiales venía del sur. Como anécdota está el momento en que se sube a los buques la tropa en Valparaíso. El despelote fue máximo y demora-ron más de una semana en hacerlo. Urrutias, La-gos, Barbosas, Saavedras y Baquedano estaban acostumbrados a esas guerras irregulares y sa-bían poco de estrategia y táctica, esto es de ejér-citos de línea contra ejércitos también de línea.

Francisco Antonio Encina inapelable histo-riador conservador, nacionalista y patriota en el sentido del Comandante en Jefe, detalla es-ta guerra del modo más increíble. Vale la pena que lo lean. Señala que si no hubiese estado al mando de todo el ejército en la práctica un civil como Rafael Sotomayor, Ministro de Relacio-nes Exteriores, (Plaza Sotomayor de Valparaí-so) la guerra se habría perdido irremediablen-te. Muestra las peleas e intrigas en el alto man-do que significaron serios reveses en las tropas

chilenas invasoras. Los cambios en el mando se aceleraron y finalmente cuando ya se llegaba a Lima cayó en manos de Manuel Baquedano. Encina no lo trata demasiado bien.

Las tropas eran de miles de soldados. Ba-quedano los tiraba al ataque con poca conside-ración de sus vidas siendo por tanto las bajas enormes. Había una idea oligárquica de la gue-rra en que la vida de los “rotos” no era un asun-to demasiado importante. El desierto se llenó de cadáveres. Los heridos fueron tantos que en Chile se desarrolló la medicina ortopédica a raíz de esos casos. En el Museo de Historia de la Plaza de Armas hay fotografías de ex solda-do sin brazos, piernas, etc…muy macabro.

El ejército peruano limeño, ya que no con-taba con el apoyo ni de bolivianos ni arequi-peños, se atrincheró en Chorrillos, zona de chacras en ese entonces en las afueras de Li-ma (hoy uno de sus barrios), y Baquedano fue lanzando batallones de rotos al ataque, como olas, que así le llamaban. En un momento es-tuvo a punto de perder el campo, pero tenía refuerzos y hubo casos en que no siguieron sus órdenes para mejor. Todo eso lo cuenta Encina con extremo detalle y hay que recono-cerlo, buena pluma. Las bajas eran enormes por ambos lados. El ejército peruano se rear-ma y organiza una última línea en Miraflores, y días después se produce esa batalla final. Li-ma se ve desprovista y Baquedano entra triun-fante por sus hermosas calles.

Se repite la Historia. El método del sa-queo. Baquedano libera o licencia las tropas

en la ciudad y éstas ebrias de triunfo, alcohol y racismo exacerbado, los cholos eran seme-jante a los mapuches, roban, rompen y todo lo que usted se puede imaginar. Hay algunos historiadores que niegan que ello haya ocu-rrido. Personalmente fui profesor en Lima y conocí en detalle testimonios inapelables de lo sucedido.

En los días siguientes vino el robo oficial, el botín de guerra. En la Plaza de la Victoria de Valparaíso (sic) se puede observar hermosas estatuas, fuentes de agua y dos leones dormi-dos que provienen de la capital del Virreinato. El dibujante porteño de sobre nombre Lukas decía y dibujaba que cuando entre ellos pasa-ba un peruano lo saludaban. En Talca frente al regimiento, de nombre Lautaro para unir las cosas de las que estamos hablando, está una hermosa estatua alada que en el terremoto del 27F al parecer quiso volar hacia el Perú y no pudo, se cayó y rompió. La han reconstruido como símbolo de la ciudad. Mal símbolo me parece ya que es fruto de un robo.

Entraron a la Biblioteca Nacional del Perú, con la ayuda de expertos que viajaron espe-cialmente, y a la hermosa Biblioteca de don Ricardo Palma y se robaron todo lo que pudie-ron. En estos años hicimos una campaña que finalmente logró devolver parte de esos escri-tos al Perú, lo que es importante.

Baquedano héroeBaquedano regresa a Chile, llega a Valparaíso, toma el tren, y es recibido en Santiago como

un héroe. No era para menos. Manda a Urru-tia y otros de sus generales con tropa abun-dante, material de guerra moderno, hacia el sur (1). No descansan. Llegan llenos del vigor del triunfo a Talcahuano, se suben a un tren hasta Angol y de ahí se internan en la Arauca-nía. A la tropa además se le ofrece tierra, ob-viamente la de los mapuches. En este caso no mandaba el Ministro de Exteriores sino el del Interior Manuel Recabarren. Son bien finan-ciados por los ricos del sector, Bunster y com-pañía, y van a tratar de construir lo que llama-ron la “línea del Cautín”. Fundan fuertes y a uno le llaman Victoria hasta el día de hoy, otro se llamaría Aníbal Pinto (hoy Lautaro) y así llegan hasta construir el Fuerte Temuco. Los mapuches se organizan y el 8 de noviembre de 1881 atacan todos los fuertes, pero la diferen-cia en armas hacía imposible la tarea.

Baquedano desaparece de la Historia grande (2), por lo menos de mi Historia, y es-tá en su casa cuando el Presidente Balmaceda es atacado por los congresistas que arman un enorme ejército en el norte y desembarcan en Quintero. Se produce la batalla de Con Con y luego la derrota de Placilla. Los generales Bal-macedistas leales al Presidente, y a su jura-mento, van a ser nuestros conocidos décadas antes en el sur. Orozimbo Barbosa de joven era el jefe de Toltén por ejemplo. Y muere pe-leando en Placilla. Baquedano se declara neu-tral. Por ello es llamado el día de gran derrota a tomar el poder lo que hace durante unas ho-ras para detener el saqueo de Santiago. Lo que allí ocurre está muy documentado por los his-toriadores tradicionales.

ReflexiónBaquedano representa una multitud de símbo-los. No es necesario saber de esta Historia pa-ra comprenderlo. Esa Plaza, llamada también Plaza Italia, divide desde décadas a Santiago. Para arriba los ricos, para abajo los pobres. La estatua domina esa división y eso no es menor. Arriba de su caballo observa el modo cómo se dividió esta sociedad durante casi un siglo.

En la década del sesenta Domingo Faustino Sarmiento era lanzado al Mapocho, su busto estaba frente a la Escuela de Derecho. Y la ra-zón era y es que fue quizá uno de los “autores intelectuales” de esta forma de dominación y de esta concepción territorial, fusilera, milita-rista, patriotera, mono temática de la Patria.

Dicen que la estatua se va a Américo Vespu-cio arriba, a la Escuela Militar. Sería increíble. La clase alta chilena, descendiente de la oligar-quía, desde que ha sido atacada políticamente, primero con los frentes populares y luego con la Reforma Agraria se ha ido atrincherando en los “faldeos cordilleranos”. Durante las dos dé-cadas de dictadura se extremó ese auto arrinco-namiento. Cada día más cerca de la cota mil. Ahí viven, estudian, rezan, carretean y se van por Vespucio directo al aeropuerto o sus playas. No sería raro que se llevaran sus estatuas también. Hay jóvenes de Las Condes y Apoquindo que no conocen la Plaza de Armas. Baquedano los podrá proteger desde su cabalgadura.g

1. Si alguno se interesa. He tenido la paciencia de leer los diarios de esos días y las expresiones de racismo más insólitas. Decía por ejemplo el Diario El Ferrocarril algo así, que con las mismas armas que le arrebatamos a los “peruanos” vamos a liquidar a los indios del sur. El Mercurio de Valparaíso arenagaba por la guerra final en el norte y el sur.2. Lo van a lanzar como candidato a la Presidencia pero se dice que no tenía muchas luces así que no prospera la candidatura y gana Santa María.

*Antropólogo.

10 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

La última batalla del general Baquedanopor José Bengoa*

Un militar que lideró guerras en el norte contra Perú y en el sur contra el pueblo mapuche

Paulo Slachevsky

Page 11: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Antes que amanezca en Santiago, el jueves 11 de marzo, un grupo de mi-litares rinde honores a la estatua del general Manuel Baquedano. A un

costado, una grúa espera el fin del clarín para desprender al caballo y al general de su base, y trasladarlo a una bodega donde será restaura-do. Esa noche la escultura luce cuidadosamen-te pintada de negro y café, sin rastro alguno de grafitis ni banderas. La estatua es removida de su lugar, poniendo fin a una larga deriva de asal-tos, pinturas y camuflajes. Según han indicado las autoridades, una vez restaurado, el general volverá a ocupar su lugar, el centro de Plaza Ba-quedano/Plaza Italia/ Plaza Dignidad.

Lo cierto es que poco importa si regre-sa o no, porque con esta gesta final, el gene-ral entra en el vasto inventario iconoclasta de nuestra historia monumental y patrimonial. En efecto, tal como hemos visto estos últi-mos años en toda Latinoamérica y el mundo, el monumento del general Baquedano como muchos otros monumentos, se ha transfor-mado en un espacio privilegiado para la dis-puta de las narrativas heroicas de la nación. En este inventario de los caídos se cuentan el busto del conquistador Pedro de Valdivia “empalado” a los pies de la estatua del cacique Lautaro en Temuco; el monumento derribado del emprendedor y exterminador de fuegui-nos José Menéndez para ser depositado a los pies de la estatua del indio patagón en la Pla-za de Armas de Punta Arenas; los héroes de la Guerra del Pacífico (1879-1884) decapitados en el Morro de Arica; o las estatuas de Cris-tóbal Colón en diversas ciudades del mundo. Todos ellos – y muchos más - forman parte del botín de guerra de las revueltas e insurreccio-nes del siglo XX y XXI y que arrancan del es-pacio público aquello que, en nombre del pro-greso y la civilización, asientan el poder colo-nial, patriarcal, militar y racista.

Lo importante es que junto estos actos ico-noclastas y de violenta antropofagia ritual, también se levantan otros monumentos y otros relatos. Es el caso del busto de Milanka, mujer diaguita que se instala luego del derribamiento del monumento al conquistador español Fran-cisco de Aguirre, en la ciudad de La Serena; los tres tótem o esculturas de madera represen-tando al pueblo mapuche, diaguita y selk´nam para dar la espalda al monumento del general Baquedano en Santiago; el monumento al In-ca Cahuide resistiendo al español en la batalla

de Saqsaywaman, Maca, Perú; o el busto a Co-manche, el gran líder afrodescendiente del ba-rrio marginal El Cartucho, Bogotá, Colombia. Son algunos ejemplos de contramonumentos o monumentos insurrectos que nos recuerdan que el relato de la nación se hace también de dolorosa subalternidad; y que la historia, ni la más violenta, fagocita de todas las memorias. Por el contrario, la historia siempre puede ser revisitada y subvertida no sólo para remover el horror de los pedestales sino también para ho-menajear a los silenciados.

Se restauren o no los monumentos, se los traslade o se los haga desparecer, la disputa que las prácticas iconoclastas provocan en la narrativa-monumental-patria siempre inte-rrogan la definición de lo que merece ser re-cordado y resguardado. La pintura o la limpie-

za de estatuas y monumentos no borrarán ese entramado de sentires y demandas por una so-ciedad más diversa y más justa. La pregunta es entonces, cómo repensar los monumentos y los espacios públicos en función de esa diver-sidad de gestos y voces. ¿Cómo y quiénes de-finen lo que es merecedor de ser resguardado y conservado? ¿Cómo hacemos memoria viva de estos monumentos derribados y ausentes? Sean cuales sean las respuestas a estas com-plejas preguntas, lo cierto es que la planifica-ción y el diseño de nuestros espacios públicos – espejo de la sociedad que queremos - ya no podrá ser atribución solo de expertos y técni-cos sentados en una oficina gubernamental o inmobiliaria. Los escombros monumentales, como materialidades residuales que son, de-bieran ser comprendidos como una invitación a repensar y reescribir sus formas significadas. Aprender a leer y a escuchar estos gestos insu-

rrectos e iconoclastas como pizarrones y ma-nifiestos de la sociedad que queremos parece una urgencia de estos tiempos.

Sin desconocer la historia que subyace a ca-da uno de estos gestos iconoclastas, habrá tam-bién que atreverse a soñar. Tal como lo hacía el cura obrero Mariano Puga (1931 – 2020) cuan-do señalaba: “Levantaría una tarima en Plaza Italia, agarraría a todos los acordeonistas y gui-tarristas e invitaría a bailar a la gente, a hacer de esa plaza un gran centro de baile en donde cada una y cada uno pueda mirar pa´l lado e invitar a otros que nunca han cantado, que nunca han reído. […]Transformaríamos la plaza en una fiesta donde nos tomaríamos de la mano con los que son pisoteados y haríamos de Chile, al menos por un rato, un baile chilote.” g

*Antropóloga** Fotógrafo

El monumento ausentepor Francisca Márquez* y Alvaro Hoppe**

La disputa por la memoria y los símbolos

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 11

Alvaro Hoppe ©

Alvaro Hoppe ©

Alvaro Hoppe ©

Page 12: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Más allá de los indicadores, la pande-mia de SARS-COV2, nos ha permi-tido identificar elementos sociales

y sanitarios, altamente preocupantes, sobre los cuales no siempre ponemos nuestra atención. En este sentido, tanto a nivel nacional como in-ternacional observamos situaciones que pare-cen repetirse y evidencian enormes desafíos que aún la humanidad no logra superar.

La pandemia no nos impacta a todos por igual, y ha desnudado claras brechas en térmi-nos socioeconómicos. En Chile, el virus se en-cuentra con una situación basal de profundas inequidades. Un artículo de investigación re-ciente, evidencia que Santiago de Chile es una de las más inequitativas de las grandes urbes del continente, respecto a la esperanza de vida en relación al barrio donde se habita. Este dra-mático resultado, fue una diferencia de

8,9 años en hombres y 17,7 años en mujeres en esperanza de vida, cifras sólo superadas en su mal desempeño por la capital de Panamá en esta investigación (Bilal, 2019).

Siguiendo esta tendencia, en Chile las co-munas populares y con menor nivel socioeco-nómico, presentan un exceso de mortalidad en el año 2020, varias veces mayor a aquellas con alto nivel de economía y calidad de vida (Canales, 2021). Por ejemplo, según datos del DEIS, mientras San Ramón y La Pintana pre-sentan un exceso en su mortalidad (con res-pecto a años anteriores) de 46,88% y 45,71%, respectivamente, en Providencia y La Reina es 4 veces menor (8,51% y 11,02%). Así tam-bién, el sistema segregado probablemente de-rivará, como es de esperar, en que los millones de atenciones desplazadas (prestaciones de salud que no se pudieron realizar debido a la prioridad de Covid-19), también serán resuel-tas con este característico gradiente y su con-siguiente impacto desigual.

Otras desigualdades que develan esta pan-demia son las de género. Si bien en términos de mortalidad las mujeres no son las más afecta-das, si nos enfocamos en lo social es otra la his-toria. Las mujeres han retrocedido casi diez años en participación laboral, desnudando la sobrerrepresentación de las mismas en em-

pleos informales y precarios. Las llamadas por violencia de género se han multiplicado du-rante las cuarentenas, develando el calvario que sigue vigente para muchas mujeres. Por otro lado, la sobrecarga de cuidados, secunda-rias al cierre de jardines y colegios, han caído mucho más sobre el género femenino. Todo es-to podría impactar en que la afección de la sa-lud mental de las mujeres sea mayor, como lo muestran datos preliminares de Movid-19 y el estudio “Vida en Pandemia”.

Las crudas evidencias La pandemia del Covid-19 la recibimos con un sistema de salud dividido: un subsistema pú-blico, subfinanciado y a cargo de gran parte de nuestra población, por otro lado, un subsiste-ma privado que brinda cobertura al 15% de la población. Con un escenario de fragmentación y segmentación debimos hacer frente a la pan-demia. En una paradoja a contramarea con los diseños del modelo económico y social que ri-ge nuestro país, la respuesta a la pandemia fue integradora. Toda la red asistencial se integró para brindar cobertura a los desafíos sanita-rios, lo privado se subordinó a la rectoría y or-ganización pública, siendo esta integración una de las apuestas de mayor altura de nuestra respuesta país a la crisis.

Una respuesta integradora que se viene fra-guando como un desafío ineludible de la gran reforma a la salud que Chile requiere, debutó en un escenario de crisis global. Pero como los cambios estructurales siguen pendiente, vol-vimos a vivir una noticia que se repite año a año: las Isapres volvieron a aumentar sus uti-lidades. Las Isapres, entidades con fines de lucro, que concentran el aseguramiento de salud de la población con mayor ingreso eco-nómico en el país; de manera inexplicable pa-ra el ciudadano común, presentan ganancias luctuosas, según la Superintendencia de Sa-lud llegando a $82.548 millones de utilidades durante 2020, mientras el sector público gasta como pocas veces en la historia. El Estado se hace cargo en Chile de financiar una vacuna-ción masiva, para todas las personas, mientras estas aseguradoras se lavan las manos y obser-

van desde un rincón cómo las abultadas ga-nancias crecen mientras el Fisco se hace cargo, como debe hacerlo cada vez que una persona no puede seguir pagando su Isapre y se trasla-da a Fonasa (fenómeno llamado “descreme”) cuando tiene menor capacidad de pago o ma-yor capacidad de enfermar.

Esta ausencia de lógica social y sanitaria, de un sistema segregado, altamente conocido, ha quedado en evidencia como pocas veces. Pero pese a eso, la respuesta del ejecutivo es un proyecto de ley de reforma al seguro públi-co Fonasa que mantiene intacta la segmenta-ción de Chile, con una mirada pre moderna, que nos mantiene en la práctica con dos sis-temas de salud paralelos. Esta segmentación, en vez de generar una dinámica de desarro-llo común, practica una lógica casi parasitaria donde tarde o temprano, siempre los mayores costos se los lleva la entidad pública que ase-gura la salud del 80% de los chilenos.

En síntesis, Chile ingresa a la pandemia con un sistema de salud partido en dos, se mantiene funcionando en ella con lógicas si-milares, pero hasta ahora sin una iniciativa clara de superar esta segregación y de pasar a un arreglo propio de una nación que aspira a la modernidad. En este sentido, la discusión de una nueva Constitución, y propuestas de reforma integral al sistema de salud, al menos abren una esperanza para el futuro.

Vacunas y asimetríasLa producción de vacunas también ha estado condicionada por la capacidad de desarrollo y producción diferencial que exhibe el mundo. Fuera de pocas excepciones, la potencialidad de desarrollar este tipo de innovaciones sanitarias se concentra en grandes potencias del primer mundo. Esta asimetría, y la lógica de mercado que predomina en la venta y distribución de va-cunas (pese a iniciativas de colaboración como COVACS), puede dar pie a un escenario sani-tario internacional más propio de una película de ficción, donde puedan convivir en el mundo países con situaciones sanitarias diametralmen-te diferentes respecto a Covid-19, y donde las na-ciones tercermundistas puedan convertirse en verdaderos laboratorios de incubación de nue-vas variables, abriendo la puerta a políticas mi-gratorias susceptibles de generar conflictos po-líticos internacionales de magnitud.

Independiente de estos escenarios supues-tos, la necesidad de lograr una mejor distribu-ción de las capacidades de desarrollo y pro-ducción de tecnologías sanitarias se vuelve

una necesidad patente. En esa línea, en nues-tro país ya existe una iniciativa de colaboración universitaria destinada a volver a ser parte de las naciones con capacidad de producir vacu-nas. Lamentablemente, sin una voluntad re-gional e internacional de colaboración entre naciones para multiplicar estas capacidades, la posibilidad de soñar en superar esta suerte de “división internacional” de tecnologías sa-nitarias (entre ellas las vacunas) seguirá siendo una quimera.

Una luz de esperanzaLuego del estallido social de octubre de 2019, Chile se avecina al inicio de un proceso cons-tituyente, el primero a ser liderado por repre-sentantes elegidos democráticamente y parita-rio. Nos acercamos a este evento histórico, en medio de la muerte en Chile de más de 30.000 personas, a poco más de un año del inicio de la pandemia por Covid-19, con la evidencia pa-tente de una sociedad desigual y un sistema de salud que nos segrega.

Probablemente, pocas veces en la historia de un país se junten eventos de tal magnitud. Como nación tenemos el deber de recoger es-tos aprendizajes, desde nuestros distintos es-pacios y miradas, para depositarlos en el proce-so de construcción social que se avecina. Parti-cularmente en el área de la salud, no podemos seguir eludiendo el desafío del período que tantas veces ha sido postergado en la democra-cia: avanzar hacia un sistema universal, solida-rio y eficiente, que contribuya al encuentro de una sociedad dividida.

Las respuestas de mayor impacto a nivel mundial frente a la pandemia han sido las sur-gidas desde el alma de la Salud Pública: preve-nir con las estrategias de trazabilidad y aisla-miento, integrar los cuidados para garantizar el acceso, y el punto más alto en una campaña inédita de producción y vacunación universal. Esta crisis solo se supera con más y mejor Salud Pública, para todos y todas. g

Referencias:-Bilal et al. Inequalities in life expectancy in six large Latin American Cities from the SALURBALstudy: an ecological analysis. The Lancet. 2019.https://doi.org/10.1016/S2542-5196(19)30235-9-Canales et al. La desigualdad social frente al COVID-19 en el Área Metropolitana deSantiago (Chile). Notas de Población. CEPAL 2021 p. 13-42.

*Presidenta del Colegio Médico Santiago

12 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Avanzar hacia un sistema de Salud universal, solidario y eficientepor Francisca Crispi*

La pandemia en Chile a un año del primer caso

En marzo se cumplió un año del primer caso de coronavirus en Chile. Luego de este período donde nuestra forma de vida ha cambiado radicalmente, hay muchas materias sobre las que podemos hacer análisis pensando en el futuro. Podemos comparar los casos, las personas fallecidas o la contracción económica, entre tantos otros indicadores que pretenden definir qué tan bien o mal lo han hecho los distintos países.

Page 13: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

En marzo de 2020 John Allen, pre-sidente de la Brookings Institu-tion, refiriéndose a la pandemia del coronavirus, señalaba que la historia siempre es escrita por los

vencedores y, en este caso, “la historia será escri-ta por los ‘vencedores’ de la crisis Covid-19”, y sea quien sea quien escriba la historia, “esta cri-sis reorganizará la estructura de poder interna-cional de una manera que solo podemos comen-zar a imaginar” (Allen, 2020).

En este sentido, respecto de la tensión chi-no-estadounidense resulta interesante hacer un breve balance tras un año de pandemia sobre tres aspectos: crecimiento económico; desarro-llo de redes político-económicas; y lo que se ha denominado “la geopolítica del Covid-19”.

1) En términos económicos, la potencia que sin duda ha salido “relativamente” triunfante, es China. Recordemos que EE.UU. entró en rece-sión en febrero de 2020, tras 128 meses de cre-cimiento, y durante el año pasado su economía decreció un 3,5%, que es la mayor contracción que ha sufrido desde el fin de la Segunda Gue-rra Mundial. Esto significó que durante 2020 las exportaciones cayeron un 13%, el consumo in-terno cayó un 3,9%, se perdieron 10 millones de puestos de trabajo y la tasa de desempleo llegó al 6,7% (Sánchez-Vallejo, 2021).

Por el contrario, la economía China en 2020 creció un 2,3%, su crecimiento más bajo en 40 años y lejos del 6% planificado antes de la pan-demia, sin embargo, fue la única gran economía mundial que mostró un crecimiento positivo (E.B., 2021a). Un resultado muy significativo ya que también la Unión Europea decreció en un 6,8% y, al igual que EE.UU., fue su mayor caí-da desde la Segunda Guerra Mundial (Pellicer, 2021). Además, la balanza comercial China re-sultó con un superávit de 535.030 millones de dólares, el mayor superávit desde 2015 (E.B., 2021 b). Esta situación demostró que la econo-mía china está totalmente imbricada con las grandes economías occidentales, así como con el resto de las economías del mundo y que no es posible para EE.UU. bloquearla sin recibir ne-gativas consecuencias en su propia economía. O sea, la economía occidental es altamente depen-diente de la producción china y si bien, por esta razón, se ha abierto todo un proceso de análisis de seguridad nacional tanto en EE.UU. como en la UE, que buscaría fortalecer una producción nacional con fines estratégicos a fin de no de-pender en demasía de la producción asiática, los cambios, de producirse, no serán ni inmediatos ni totales.

2) Otro aspecto relacionado con el anterior es que, pese a todos los esfuerzos implementa-dos por EE.UU., desde tiempos de Obama, para entorpecer el creciente aumento de influencia global de los asiáticos, el fortalecimiento de las redes político-económicas chinas ha sido impa-rable. Por ejemplo:

a) En noviembre de 2020 China firmó un acuerdo comercial con 14 economías del Asia- Pacífico, conocido como Asociación Económica Regional Integral (RCEP), que abarca a 2.200 millones de personas y casi un tercio de la producción económica mun-dial. Este acuerdo fue un golpe de gracia a los intentos proteccionistas de Trump y su pretendida guerra comercial, así como a cualquier intento estadounidense por res-

tringir o aislar a China (Fritz, 2020). Al res-pecto, se debe recordar que el acuerdo del TPP11, impulsado por Obama y que Trump desechó, no era otra cosa que un intento por debilitar la influencia económica china en el Asia-Pacífico. b) Igualmente, un mes y medio más tarde, el 30 de diciembre de 2020, China cerraba un acuerdo de inversión con la Unión Europea, negociado durante 7 años, pese a los “rue-gos” que había realizado Joe Biden a la UE para que retrasaran dicha firma hasta que él estuviera posicionado en la presidencia de EE.UU. y pudiera inmiscuirse en dichas ne-gociaciones a fin de construir un frente co-mún europeo-estadounidense frente a los chinos (Sandri, 2020).

3) Un tercer aspecto a considerar es lo que el geopolítico francés, Pascal Boniface sinteti-zó como la “geopolítica del Covid-19” (Sánchez, 2020) y que se refiere al análisis del papel que habrán jugado China, Europa, EE.UU. y Rusia a lo largo de esta pandemia, y en donde se eva-luarán temas tales como: ¿quién la enfrentó me-jor y/o salvo más vidas ciudadanas?, ¿de dónde provinieron las vacunas que ayudaron a su su-peración?, ¿qué potencia fue la más solidaria en ayudar a terceros, sobre todo a los más pobres?, en síntesis ¿qué potencia habrá expandido ma-yormente su poder blando y cuál habrá queda-do más desprestigiada?, entre otros aspectos. Y si bien, este es un tema en desarrollo, dado que se deben fabricar 15 mil millones de dosis para vacunar a la población mundial, lo que tardara un par de años, ya hay algunos indicadores que claramente favorecen a China. Por ejemplo, respecto de la primera pregunta, pese a toda la campaña mediática tendiente a desacreditar sus datos e informaciones, así como de culparla del

origen de esta pandemia, lo cierto es que China y su política de cuarentena estricta es incontes-table comparada con las políticas aplicadas por las potencias occidentales: tiene la menor cifra de ciudadanos contagiados y fallecidos no sólo en términos absolutos, sino que también en re-lación al total de su población. Al 19 marzo de 2021 registraba algo más de cien mil fallecidos frente los más de 540 mil de EE.UU., o los 470 mil que sumaban los fallecidos del Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España (CSSE, 2021). Respecto a las otras dos preguntas, la carrera por la vacunación recién está comenzando. Aquí la gran interrogante que deberá responderse en un tiempo más es ¿qué vacuna salvo más vi-das? Como bien se ha señalado, desde un prin-cipio, “tener la vacuna fue el objetivo de todas las grandes potencias mundiales: China, Rusia, la India, EEUU y la UE. Conseguirla primero no sólo daba una ventaja estratégica para relacio-narse y vender en medio mundo, sino también prestigio internacional en un momento de lide-razgos cambiantes” (Vilasanjuan, 2021). En es-te sentido los laboratorios chinos y rusos están en una franca competencia con los laboratorios estadounidenses y occidentales en general y, la-mentablemente, la guerra sucia esta desatada. De hecho, el Washington Post denunció que los servicios de inteligencia estadounidenses han montado toda una campaña para desacreditar y bloquear la vacuna rusa Sputnik V, y uno de es-tos frentes de guerra sucia ha sido Brasil (Noori y Traiano, 2021).

Finalmente, tras este breve balance, si pro-yectamos la evolución de esta tensión, todo in-dica que se va a agudizar seriamente. La estrate-gia de Biden apunta una suerte de nueva “guerra fría 2.0”, buscando frenar o por lo menos ralen-tizar el acelerado potenciamiento chino (econó-mico, tecnológico, militar). Si bien EE.UU. aún

mantiene la supremacía en aspectos claves de alta tecnología (por ejemplo, microchips), Chi-na viene cerrando la brecha aceleradamente y no queda mucho para que iguale a los nortea-mericanos, no sólo en términos económicos, si-no también en todos los planos del conocimien-to tecno-científico de vanguardia, que es donde se juega la supremacía en este siglo XXI. Como bien dice el dicho de la hípica “caballo alcanza-do es caballo ganado” y EE.UU. está totalmente consciente de esta situación, razón por la cual su nivel de agresividad hacia China irá en aumento. Sólo queda esperar (y rogar) que no decida, co-mo último recurso, pasar de la “guerra fría” a la “guerra caliente”. g

Referencias

• Allen, J.; “The History of COVID-19 Will Be Written by the Victors”. Foreing Policy, march 20/2020. En: https://foreignpolicy.com/2020/03/20/world-or-der-after-coroanvirus-pandemic• CSSE. COVID-19 Dashboard by the Center for Sys-tems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hop-kins University En: https://gisanddata.maps.arcgis.com/apps/opsdashboard/index.html#/bda7594740fd40 299423467b48e9ecf6• Fritz, M.; “Pacto de China y 14 países de Asia-Pacífico: éxito para Pekín, revés para EE. UU.”. DW 15/11/2020 En: https://www.dw.com/es/pacto-de-china-y-14-pa%C3%ADses-de-asia-pac%C3%ADfico-%C3%A9xito-para-pek%C3%ADn-rev%C3%A9s-para-ee-uu/a-55618794• EB.a; “China logra un superávit comercial de 440.553 millones en 2020, el mayor en cin-co años”. El Boletín 14/1/2021. En: https://www.elboletin.com/noticia/203935/economia/chi-na-logra-un-superavit-comercial-de-440.553-millones-en-2020-el-mayor-en-cinco-anos.html#:~:text=El%20saldo%20positivo%20de%20la,gigante%20asi%C3%A1tico%20para%20ser%20la• EB.b; “China despidió el año con una mayor expan-sión económica que antes de la pandemia”. El Bo-letín 18/1/2021. En: https://www.elboletin.com/noticia/204080/economia/china-despidio-el-ano-con-una-mayor-expansion-economica-que-antes-de-la-pandemia.html• Noori, A.; Traiano, H.; “U.S. officials pushed Brazil to reject Russia’s coronavirus vaccine, according to HHS”. Washington Post 16/3/2021. En : ht tps : //www.wash ing tonpost . com/world/2021/03/16/hhs-brazil-sputnik-russia• Pellicer, L.; “La economía de la UE sufre en 2020 el mayor desplome desde su creación”. El País 2/2/2021. En: https://elpais.com/econo-mia/2021-02-02/la-economia-de-la-eurozona-se-contrajo-un-68-en-2020-tras-volver-a-caer-en-el-ultimo-trimestre-del-ano.html• Sanchez, E.; “El mundo después del Covid: Geopol-tica del Covid 19”. Euronews 8/7/2020. En: https://es.euronews.com/2020/07/06/el-mundo-despues-del-covid-1-geopolitica-del-covid-19.• Sánchez-V., M.A.; “Crisis del Coronavirus. La econo-mía de EE UU sufre en 2020 la mayor caída desde la Segunda Guerra Mundial”. El País 28/1/2021. En: https://elpais.com/economia/2021-01-28/la-e • Sandri, Piergiorgio M.; “La UE firma un acuerdo de inversión con China sin esperar a Joe Biden”. La Van-guardia, 31/12/2020. En: https ://www.lavanguardia .com/eco-nomia/20201231/6159057/ue-fir-ma-acuerdo-inversion-china-sin-biden.htmlconomia-de-ee-uu-sufre-en-2020-la-mayor-caida-desde-la-segunda-guerra-mundial.html• Vilasanjuan, R.; “COVID-19: geopolítica de la vacuna, un arma para la seguridad global”. Real Instituto El-cano, ARI 3/2/2021. En: http://www.realinstitutoel-cano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari15-2021-vilasanjuan-covid-19-geopolitica-de-la-vacuna-un-arma-para-la-seguridad-global

*Dr. en Estudios AmericanosIDEA-USACH

La geopolítica del Covid-19: Balance de la tensión entre China y Estados Unidos tras un año de pandemiapor Fernando Estenssoro*

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 13

Universidad de Santiago Opinión

Ángeles Correa, Lo perfecto e imperfecto (Cerámica gres), 2021

(Exposición en Galería La Sala hasta el 12 de abril)

Page 14: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

“Y en vez de seguir adelante, pensó en buscar el regreso... a manera de juramento, dijo a su pri-mo difunto: ‘Si Dios me ha de quitar la vida, que sea en mi tierra querida’”. Esta canción cuenta el periplo de un mexicano que, tras haber vis-to morir a su primo durante el viaje a Estados Unidos, resuelve dar marcha atrás. Grabada en 2008 con fondos gubernamentales estadouni-denses, fue enviada a las radios de varios países de América Central por una agencia de publi-cidad privada, que procuró no revelar la identi-dad del auspiciante (1).

¿Se trata acaso de un arma de desaliento ex-clusivamente estadounidense? Varios Estados europeos recurren también a esos métodos de comunicación disuasiva, en particular, desde la “crisis” de los refugiados del verano boreal de 2015. Tanto en Hungría como en Dinamarca, los poderes públicos financiaron publicidades en periódicos libaneses y jordanos. “Los hún-garos son hospitalarios, pero se aplican las san-ciones más severas contra aquellos que inten-ten entrar ilegalmente a Hungría”, se podía leer allí. “El parlamento danés acaba de adoptar un reglamento destinado a reducir en un 50% las prestaciones sociales a los refugiados recién lle-gados”, informaban (2). En 2017, varios artistas de África Occidental bailaban y cantaban en un clip titulado Bul Sank sa Bakane bi (“No arries-gues tu vida”). “La inmigración es buena cuan-do es legal”, “Quédate en África para ayudar a desarrollarla, no hay mejor lugar que aquí”, “Jóvenes, lo que ignoran es que en el exterior no todo es tan fácil como piensan”, clamaba una canción financiada por el gobierno italiano en el marco de una operación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) lla-mada “Migrantes conscientes” (3).

“¿Por qué arriesgar su vida?”Estas campañas que apuntan a personas que todavía no intentaron llegar a Occidente, pero susceptibles de querer hacerlo, insisten sobre lo inútil de la inmigración irregular (quienes lo intenten, serán sistemáticamente enviados de vuelta a sus países de origen) y sobre los rigores del “Estado de Bienestar”. Ponen énfasis en los peligros del viaje, las duras condiciones de vida en los países de tránsito y de destino, los riesgos de trata, de tráfico, de explotación o simplemen-te de muerte. Esas puestas en escena tienen un punto en común: no evocan las políticas restric-tivas que vuelven cada vez más peligrosa la ex-periencia migratoria. Buscan más bien tener un impacto sobre las decisiones individuales.

Desplegadas en los países de proceden-cia y de tránsito, extienden la externaliza-ción del control migratorio (4) y completan la vigilancia policial de las fronteras median-te estrategias de persuasión. El objetivo de control migratorio queda escondido detrás de una terminología edulcorada: se las llama campañas de “información” o de “concienti-zación”, un vocabulario que las asocia a ac-ciones humanitarias, destinadas a proteger a los aspirantes a migrar, e incluso a proteger de las mentiras de sus allegados a la pobla-ción que permanece en su país: un video fi-nanciado por Suiza (5), dirigido a Camerún, insta a desconfiar de los relatos de los emi-grados, quienes supuestamente adornan la

experiencia migratoria (“No crea todo lo que le cuentan”).

Estas acciones que inicialmente se difundían a través de los medios tradicionales, hoy en día se divulgan por medio de Facebook, Twitter y YouTube. En Australia, el gobierno realizó en 2014 una serie de pequeños videos traducidos en unas quince lenguas habladas en el Sudeste Asiático, en Afganistán e Indonesia: “De nin-guna manera. Australia no se convertirá en su casa”. Militares con uniforme exponen con to-no marcial la política de su país. “Si usted viaja por barco sin visa, nunca logrará que Australia se convierta en su país. No hay excepciones. No crea las mentiras de los pasadores” (6).

Los creadores de las campañas recurrieron a YouTube para que la plataforma difundiera los videos en forma de publicidades que apa-recen antes de los contenidos buscados por in-ternautas susceptibles de emigrar. En efecto, la utilización de algoritmos permite identificar usuarios cuyo perfil indica que hablan ciertas lenguas, como el farsi o el vietnamita. Además, al privilegiar videos populares entre los jóve-nes, YouTube facilita la selección demográfica requerida. Luego, esos clips invadieron el feed de noticias de Facebook de los ciudadanos aus-tralianos de origen inmigrante, seleccionados por el algoritmo, ya que hablaban alguna de las lenguas objeto de la campaña. Dirigiéndose a esas personas nacidas en Australia, las autori-dades esperaban que ellas por sí mismas reco-mendarían a los ciudadanos de sus lugares de origen a no irse de su país (7).

En 2015, el gobierno de Noruega también optó por Facebook. Acusado de pasividad frente a la llegada de refugiados en la fronte-ra rusa, financió la realización de dos videos: “¿Por qué arriesgar su vida?” y “Corre el ries-go de ser enviado de vuelta a su país” (8). Los usuarios de la red social tenían inicialmente la posibilidad de reaccionar a través de los tí-picos “me gusta” o posteando comentarios, lo que habría permitido una circulación hori-zontal, incluso viral, de dichos videos. Pero la opción fue suspendida luego de que la pági-na se inundara de comentarios de odio prove-nientes de la extrema derecha, lo cual generó incomodidad en el Estado noruego.

La ultraderechaAllí también, Facebook ofrece –o comercializa, más bien– la posibilidad de identificar a hom-bres jóvenes originarios de Afganistán, Etiopía o Eritrea, de los que el gobierno noruego consi-dera que no les corresponde el derecho de asilo. El algoritmo selecciona, en particular, a perso-nas ubicadas fuera de su país de origen que han realizado búsquedas en Internet que denotan un interés por Europa y la migración. Se trata de llegar a migrantes en tránsito, que dudan res-pecto de su destino, y disuadirlos de elegir No-ruega. Los sirios no se encuentran entre las na-cionalidades contempladas, a fin de evitar violar el derecho de asilo. Asimismo, el mensaje men-ciona explícitamente que solo se rechazará a los adultos, para no cuestionar el derecho de los ni-ños a ser atendidos.

En varias ocasiones, desde 2015, las autori-dades belgas también utilizaron Facebook para ese tipo de iniciativas (9). En 2018, se difundie-

ron fotos de centros de detención y de un joven migrante esposado, con el eslogan “No a la inmi-gración ilegal. No venga a Bélgica” (10), a través de una página de Facebook creada especialmen-te por la Oficina de Extranjería. Sin embargo, es-ta página estaba disponible solamente en inglés, lo que hizo suponer (incluso entre las fuerzas del orden) que se trataba de un fake y llevó al go-bierno belga a suprimirla y reemplazarla por un sitio web más convencional, con el modesto tí-tulo de “Hechos sobre Bélgica” (11).

Si tales iniciativas proliferan es porque los Estados europeos se encuentran inmersos en una carrera disuasiva que los opone a unos con-tra otros. El 30 de mayo de 2018, en Francia, Gé-rard Collomb, por entonces ministro del Inte-rior, afirmaba durante una audiencia en el Se-nado que los migrantes hacían “benchmarking” para identificar los países más hospitalarios. Sus pares parecen compartir esta opinión, y los Estados se muestran no solamente firmes, sino también interesados en que se sepa.

El uso de las plataformas de la Silicon Valley se impone más fácilmente en la medida en que las autoridades conocen la importancia de esas herramientas en el recorrido de los migrantes. De hecho, en su gran mayoría están conecta-dos. Dependen de su teléfono celular para co-municarse con sus familias, ubicarse con un GPS, darse a entender más allá de las barreras lingüísticas, guardar fotos y testimonios de las atrocidades para justificar su pedido de asilo, pedir auxilio en caso de naufragio o de peligro, e incluso reencontrarse con conocidos y com-patriotas diseminados.

Una duda inquietaba a las autoridades de los Estados occidentales: conectando a los indivi-duos entre sí y facilitándoles el acceso a diversas fuentes de información, ¿las tecnologías digita-les no estaban confiriendo una mayor autono-mía a los migrantes? ¿No facilitaban en definiti-va la inmigración irregular (12)? Se esforzarían entonces por transformar esas mismas herra-mientas en la solución al problema: informar sobre la localización y las características de los migrantes, y proporcionar un canal de comuni-cación ideal orientado a un público específico.

Esas campañas, que son financiadas siste-máticamente por los Estados occidentales y que involucran cada vez más a menudo a los gigan-tes digitales, movilizan también a otros actores. Aprobado bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas en 2018, el Pacto Mun-dial para la Migración Segura, Ordenada y Re-gular (o “Pacto de Marrakech”) recomienda “llevar a cabo campañas de información multi-lingües y fácticas”, organizar “reuniones de con-cientización en los países de origen”, en particu-lar, para “echar luz sobre los riesgos existentes cuando se emprende una migración irregular llena de peligros”. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la OIM desempeñan el papel de intermedia-rios principales para facilitar el financiamiento de esas campañas de los Estados occidentales por fuera de su territorio.

Eficacia dudosa También intervienen empresas privadas espe-cializadas en marketing y comunicación. Basa-da en Hong Kong, Seefar desarrolla actividades de “comunicación estratégica” dirigidas a mi-grantes potenciales en Afganistán y en África Occidental. La firma australiana Put It Out The-re Pictures, por su parte, realiza videos de pro-paganda por cuenta de gobiernos occidentales, como el telefilm Journey, que pone en escena a demandantes de asilo que intentan entrar clan-destinamente a Australia.

Por último, asociaciones humanitarias y de ayuda al desarrollo contribuyen también a esas iniciativas. La organización no gubernamental (ONG) Proactiva Open Arms, creada en 2015 primero para socorrer a migrantes naufraga-dos en el Mediterráneo, se lanzó en 2019 en ese tipo de proyectos en Senegal (13). Dentro de los países de procedencia, amplios sectores de la sociedad se suman a estas operaciones: mi-grantes que han regresado, artistas, dirigentes sociales y religiosos... En Guinea, artistas que antes luchaban por la apertura de las fronteras, actualmente militan por la inmovilización de sus jóvenes compatriotas (14).

El discurso humanitario consensual, que aduce la necesidad de proteger a los migrantes mediante la información, facilita la coopera-ción entre Estados, organizaciones internacio-nales, sector privado y asociativo. Sin embargo, la mayoría de esos actores son ajenos al campo del control estricto de las fronteras. Su impli-cación da cuenta de la extensión del terreno de la lucha contra la inmigración irregular, que in-vade progresivamente sectores enteros de las sociedades del Sur.

¿Con qué efectividad? Existen pocas evalua-ciones del impacto de esas campañas. En 2019, un estudio noruego (15) analizó sus efectos en migrantes en tránsito en Jartum, con resultados poco concluyentes. Eran pocos los que conocían los anuncios gubernamentales, pero de todos modos se consideraban lo suficientemente in-formados, incluso acerca de los aspectos más os-curos de la experiencia migratoria. Teniendo en cuenta la cobertura mediática de los dramas de la inmigración irregular, parece en efecto proba-ble que los migrantes potenciales conozcan los riesgos... pero que, aun así, migren igual. g

1. María Herrera-Sobek, “The Border Patrol and their ‘Migra Corridos’: propaganda, genre adaptation, and Mexican immigration”, American Studies Journal, N° 57, Göttingen, 2012.2. USA Today, McLean (Virginia), 21-9-15; The Washington Post, 7-9-15.3. Antoine Pécoud, “Quand la lutte contre l’immigration irrégulière devient une question de ‘culture’”, The Conversation, 26-2-19, https://theconversation.com4. Véase Alain Morice y Claire Rodier, “Europa encierra a sus vecinos”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, julio de 2010.5. “Dangers of illegal immigration”, African News, YouTube, 30-11-07.6. Oliver Laughland, “Angus Campbell warns asylum seekers not to travel to Australia by boat”, The Guardian, Londres, 11-4-14. 7. Johnny Lieu, “Um, why am I being targeted with Australian anti-refugee ads on Facebook?”, Mashable, 4-11-16, https://mashable.com8. “Stricter Asylum Regulations in Norway”, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de Noruega, https://nettsteder.regjeringen.no9. Página de Facebook: “Belgian Immigration Office”.10. Gauvain Dossantos, “Non, ce n’est pas un fake : cette campagne antimigrants a bien été commandée par le gouvernement belge”, Newsmonkey, 27-9-18, https://fr.newsmonkey.be/11. www.factsaboutbelgium.be12. Rianne Dekker y Godfried Engbersen, “How social media transform migrant networks and facilitate migration”, Global Networks, Vol.14, N° 4, Oxford, octubre de 2014.13. “A NGO’s dilemma: rescuing migrants at sea or keeping them in their place?”, Border Criminologies, Facultad de Derecho de Oxford, 27-4-20, www.law.ox.ac.uk14. Raphaël Krafft, “Contrôle des frontières et des âmes : le soft power de l’OIM en Afrique”, Mediapart, 20-2-20, www.mediapart.fr15. Jan-Paul Brekke y Audun Beyer, “‘Everyone wants to leave’: transit migration from Khartoum – The role of information and social media campaigns”, Instituto de Investigación Social, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, Oslo, 2019.

*Respectivamente, profesor de Sociología en la Universidad Sorbona París Norte y politóloga en el Grupo de Investigación sobre las Relaciones Étnicas, las Migraciones y la Igualdad (GERME) de la Universidad Libre de Bruselas. Traducción: Victoria Cozzo

Campañas de disuasión masiva por Antoine Pécoud y Julia Van Dessel*

Contra las migraciones, el arma de la propaganda

Para forzar a la inmovilidad a los candidatos a migrar, considerados indeseables, los gobiernos occidentales ya no se conforman con militarizar sus fronteras y endurecer su legislación. A las estrategias represivas se suman métodos en apariencia más consensuales: las campañas de información multimedia que advierten sobre los peligros del viaje.

14 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Page 15: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Apenas elegido, Joseph Biden afirmó que Estados Unidos estaba “de re-greso” y que su país estaba “listo pa-ra dirigir el mundo, no para enaje-

nárselo; listo para enfrentar sus adversarios, no para rechazar a sus aliados, y listo para defen-der sus valores”. La estrella de la telerrealidad que lo precedió en la Casa Blanca había prome-tido que sus cualidades de negociador fuera de serie surgido del sector privado le permitirían resolver a su manera todos los problemas del mundo. Pero el balance de su diplomacia “tran-saccional” resultó decepcionante. Tras cuatro años de caos, la elección de 2020 marcó enton-ces el retorno a una concepción más tradicio-nal. El nuevo equipo está compuesto en gran parte por veteranos de la administración de Barack Obama. Por ejemplo, el nuevo secreta-rio de Estado, Anthony Blinken, fue el número dos del Departamento que actualmente dirige. Otros altos responsables, como Avri Haines, directora de Inteligencia Nacional, o Jake Su-llivan, consejero de Seguridad Nacional, traba-jaban en ese entonces a su lado.Las grandes líneas de la política mesoriental de la nueva administración son conocidas. Se le otorgará prioridad al regreso al Acuerdo de Viena sobre la cuestión nuclear iraní, conclui-do el 14 de julio de 2015 (1), y denunciado por Donald Trump poco menos de tres años des-pués. Robert Malley, uno de los arquitectos de este “plan de acción global común” (común-mente conocido por su acrónimo en inglés, JCPOA), fue de hecho nombrado enviado es-pecial para Irán. El plan apunta a encuadrar el programa nuclear de la República Islámica a cambio de aliviar progresivamente las sancio-nes internacionales.

Nueva relación con sauditasOtra certeza: “recalibrar” la política respecto de Arabia Saudita. La complacencia estadou-nidense hacía ese país ya no será la norma (2). Sin embargo, luego de que Biden declarara, en plena campaña electoral, que el reino wahabita sería tratado como un “paria”, los intereses es-tratégicos le impusieron cierta cautela. Se lle-varon a cabo no obstante ciertas medidas con-cretas, como el fin del apoyo incondicional de Estados Unidos a la guerra en Yemen. El nue-vo presidente también hizo saber que comuni-caría directamente con el rey Salman, ponien-do fin a los vínculos privilegiados que durante mucho tiempo unieron al príncipe heredero Mohammed Ben Salman con los dirigentes estadounidenses, y particularmente con Ja-red Kushner, yerno de Trump. Un informe de la Central Intelligence Agency (CIA) que esta-blece la responsabilidad del príncipe heredero en el asesinato del periodista Jamal Khashog-gi ha sido desclasificado, y setenta y seis saudi-tas que integran el entorno del todopoderoso príncipe heredero fueron objeto de sanciones, aun cuando las autoridades estadounidenses se cuidaron de no incluir en ellas al principal responsable. A partir de ahora, Riad deberá rendir cuentas cuando los derechos humanos sean violados de manera muy flagrante.

En lo que respecta al conflicto árabe-israe-lí, la nueva administración, que recordó que su compromiso a favor de la “seguridad de Israel” era “sacrosanta”, no revisará el reconocimien-to de Jerusalén como capital de Israel, más aun cuando el Senado blindó este compromiso con un resultado inapelable de 97 votos contra 3. Si bien el equipo de Biden considera que la úni-ca salida viable es la “solución de dos Estados”, también estima que ésta no es realista en el corto plazo, y que por el momento es necesa-

rio contentarse con convencer a los “dos ban-dos” de evitar las provocaciones y las medidas unilaterales susceptibles de complicar la situa-ción. Asimismo, el gobierno de Biden no dejó de saludar los Acuerdos de Abraham, alcan-zados en el mes de agosto de 2020 con vistas a normalizar las relaciones entre Israel y cua-tro Estados árabes –Bahrein, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Marruecos y Sudán–.

A pesar de un reparto igual de bancas en el Senado (cincuenta demócratas y cincuenta republicanas, que el voto de la vicepresiden-ta Kamala Harris permitiría desempatar en caso de ser necesario), la confirmación de las nominaciones fue relativamente fácil. Paradó-jicamente, sólo la elección de Malley como en-viado especial para Irán, un cargo que sólo re-quiere la confirmación del Senado, suscitó un torente de críticas y advertencias, principal-mente en el bando republicano (3). Fino cono-cedor de la región y de sus principales actores, ex presidente del International Crisis Group, una organización no gubernamental especia-lizada en la resolución de conflictos, y veterano de las administraciones Clinton y Obama, Ma-lley es cuestionado principalemente por su pa-pel en el acuerdo sobre el nuclear iraní.

Herencia de TrumpRevivir este acuerdo, al que siguen compro-metidos Irán y el resto de los firmantes –Ru-sia, China, Francia y Reino Unido, en tanto miembros permanentes del Consejo de Segu-ridad de la Organización de las Naciones Uni-das (ONU), más Alemania– será sin duda uno de los principales desafíos del mandato de Bi-den. Retomar el asunto donde lo había dejado el precedente equipo demócrata será impo-sible. Hasta su último día, la administración Trump y, particularmente, el secretario de Estado Michael Pompeo tomaron decisiones destinadas a crear un campo minado para el nuevo presidente y su equipo. Pero sobre todo, los años Trump, lejos de constituir un parén-tesis sin consecuencias, transformaron tanto el contexto geopolítico como el marco institu-cional de la política exterior. Como resume en una obra reciente el ex embajador de Israel en Estados Unidos, Itamar Rabinovich, los acto-res regionales no árabes, “como Irán, Turquía e Israel, cumplen actualmente papeles destaca-dos” (4). Las disfunciones burocráticas así co-mo la diplomacia personal y comercial del ex presidente republicano engendraron a su vez numerosas zonas oscuras.

Así, apenas nombrado por Trump como se-cretario de Estado, Rex Tillerson, ex patrón del gigante petrolero ExxonMobil, descubrió que no debía inmiscuirse en nada de lo que concer-niera a los países del Golfo o al conflicto ára-be-israelí... Las relaciones del jefe de la diplo-macia con el Presidente, al que calificaría de “cretino”, fueron execrables. Fue rapidamen-te despedido para ser reemplazado por Pom-peo, un cristiano evangélico obsesionado por Irán cuyas ambiciones políticas le impedían contrariar al irascible presidente. Los asuntos sustraídos a los diplomáticos profesionales constituían el ámbito reservado de Kushner. Retoño de una familia de promotores inmo-biliarios de Nueva Jersey, muy cercano al pri-mer ministro israelí Benjamin Netanyahu, este también mantenía vínculos muy estrechos con dos hombres fuertes del Golfo, Mohammed Ben Zayed, príncipe heredero de los EAU, y sobre todo Ben Salman, su homólogo saudí. El primer ministro israelí, por su parte, había con-vertido a la amenaza israelí en su mayor arma, y sin duda en el secreto de su resiliencia (5). Is-

rael, Arabia Saudita y los EAU, que consideran a Irán una amenaza existencial, harán todo lo posible por impedir el regreso de Washington al acuerdo nuclear iraní.

Un mes antes de este acuerdo –firmado el 14 de julio de 2015– Trump había decidido pre-sentarse como candidato a la elección presi-dencial del año siguiente. Pocos observadores creían entonces en sus posibilidades. Interro-gado respecto del JCPOA había respondido: “Irán obtiene todo y no pierde nada” (6). El fu-turo presidente no veía allí más que otro nego-cio, un juego de suma cero. En ese sentido, esta-ba en sintonía con los otros dieciséis candidatos republicanos y con una parte importante de la clase política. Algunas figuras demócratas, co-mo el senador por Nueva York Charles Schu-mer, actual líder de la mayoría demócrata en el Senado, también se oponían al acuerdo. Duran-te toda la campaña presidencial, Trump mantu-vo el mismo discurso respecto de todo aquello que podría haber pasado como un éxito diplo-mático de la administración Obama: “Salimos perdiendo, el mundo entero se ríe de nosotros”.

El retiro del JCPOA era entonces una de las promesas centrales del candidato republicano. Una vez electo, Trump no dejó de vilipendiar-lo. Esperó en vano a que Irán incumpliera sus obligaciones: Teherán seguía respetándolas y el Organismo Internacional de Energía Ató-mica (AIEA) certificándolas... Cansado, y a pe-sar de las fuertes advertencias de los otros fir-mantes, Trump anunció el 8 de mayo de 2018 el retiro de Estados Unidos del acuerdo y el re-greso inmediato de las sanciones, único medio según él de impedir que Irán se convierta en una potencia nuclear. El tratado seguía vigen-te, pero pendía de un hilo, ya que por su parte los iraníes relanzaban las actividades de enri-quecimiento de uranio, superando por mucho los límites establecidos por el acuerdo. Trump apostaba a que, con la ayuda de las sanciones, y habida cuenta de sus cualidades (autoprocla-madas) de negociador, obtendría condiciones más ventajosas. En el bando republicano, va-rios halcones, entre ellos John Bolton, ex con-sejero de Seguridad Nacional, o el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani –un aliado de Trump de la primera hora–, querían ir más lejos aun. Su objetivo era nada más y nada me-nos que el “cambio de régimen”, es decir, el de-rrumbe de la República Islámica.

Un país de rodillasPoco afecto a la ideología, y preocupado por poner fin a la presencia de tropas estadouni-denses en la región, Trump, a pesar de sus de-claraciones atronadoras, no compartía tales objetivos. Esperaba más bien convencer a los dirigentes iraníes de negociar con el un tratado “mejorado”, por el que sería reconocido. ¿Me-jorado cómo? Agregándole dos elementos: el encuadre de un programa balístico y el fin de las actividades “desestabilizadoras” de Irán en la región, lo que incluía su apoyo al presidente Bashar Al Assad en Siria, al Hezbollah libanés y a las milicias chiitas de Irak. En realidad, a pe-sar de sus bravuconadas permanentes, Trump no dejó de intentar seducir al presidente Has-san Rohani, invitándolo a negociar con el. En septiembre de 2019, durante la Asamblea Ge-neral de la ONU, el presidente francés Emma-nuel Macron intentó convencer a Rohani de vi-sitar al presidente estadounidense en su habi-tación de hotel en Nueva York. Tras unas nego-ciaciones ásperas, Rohani hizo saber que exigía que primero se levantarán las sanciones (7).

El año 2020 fue particularmente sufrido para Irán. Comenzó con el asesinato mediante

el disparo de un dron estadounidense del ge-neral Ghassem Soleimani, ex jefe de la unidad de elite de los Guardianes de la Revolución, de-venido en la incarnación de la “resistencia” de la República Islámica. Y concluyó con el ase-sinato del físico Mohsen Fakhrizadeh, una de las principales figuras del programa nuclear. La incesante acumulación de todo tipo de san-ciones, a las que se sumaron los efectos del Co-vid-19, dejaron al país de rodillas.

Desde la asunción de Biden, los dirigentes iraníes están divididos. Los “moderados”, co-mo el presidente Rohani y el ministro de Rela-ciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, se inclinan por volver a la mesa de negociaciones. Consideran que su país ya hizo un gesto de apa-ciguamiento significativo al no reclamar repa-raciones financieras por los daños infligidos por Estados Unidos. Pero enfrentan la presión de los radicales, que los acusan de ingenuos, o in-cluso de traición. Para estos últimos, que citan a modo de ejemplo el abandono repentino e inex-plicado de los kurdos –a pesar de ser antiguos aliados de Washington– en Siria, en octubre de 2019, ya no se puede confiar en Estados Unidos. Además, ¿de qué sirve firmar un tratado si pue-de ser denunciado al primer cambio de gobier-no? Otros citan a Corea del Norte, que luego de ser cortejada asiduamente por el presidente es-tadounidense, decidió que su arsenal nuclear constituía una mejor defensa que las promesas de prosperidad que se le ofrecían. Por su parte, el guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei, acepta la idea de relanzar el acuerdo, a condición de que los dos países actúen rápidamente y que la eje-cución del texto y la supresión de las sanciones se produzcan de manera simultánea. Ya se están llevando a cabo negociaciones entre bastidores para decidir la coreografía y la “secuencia”.

Para Vali Nasr (8), profesor en la Paul H. Nitze School of Advanced International Stu-dies en la Universidad Johns Hopkins de Washington, y uno de los mejores especialis-tas de las relaciones entre los dos países, “la política estadounidense de ‘máxima presión’ produjo resultados escasos. Sólo un regreso rápido a la mesa de negociaciones permitirá evitar una conflagración”. De hecho, la Casa Blanca no se puede dar el lujo de tomarse su tiempo, ya que debe gestionar un legado ca-tastrófico y simultáneamente desminar el te-rreno que le dejó la última administración; y esperar a su vez que las elecciones presiden-ciales de junio en Irán no desemboquen en la elección de un halcón favorable a la ruptura de las negociaciones con Washington. g

1. Camelia Entekhabifard, “Los iraníes frente a la incertidumbre”, Le Monde diplomatique, edición chilena, octubre de 2015.2. Ibrahim Warde “Alianzas, negocios, familia”, Le Monde diplomatique, edición chilena, enero-febrero de 2018.3. Véanse Lara Jakes y Michael Crawley, “US names Iran envoy in battle of wills with Tehran over nuclear negotiations”, y Michael Crawley, “Why Biden’s pick for Iran is ‘a proxy for everything’”, The New York Times, respectivamente 29-1-21 y 13-2-21.4. Itamar Rabinovich y Carmit Valensi, Syrian Requiem: The Civil War and Its Aftermath, Princeton University Press.5. Para otra perspectiva israelí, véase Yair Golan, “Why some Israeli generals want to see the US return to the nuclear deal with Iran”, The Washington Post, 3-3-21.6. Tom LoBianco y Sophie Tatum, “GOP 2016 hopefuls slam Iran nuclear deal”, CNN, 15-7-15.7. Farnaz Fassihi y Rick Gladstone, “How Iran’s president left Trump hanging, and Macron in the hall”, The New York Times, 30-9-19.8. Vali Nasr, “Biden’s narrow window of opportunity on Iran”, Foreign Affairs, Nueva York, 2-3-21.

*Profesor asociado en la Tufts University (Estados Unidos).Traducción: Micaela Houston

Difícil diálogo entre Washington y Teheránpor Ibrahim Warde*

La administración Biden frente al legado de los años Trump

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 15

Page 16: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Febrero de 2019. Los aviones a reac-ción surcan los límpidos cielos de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), un pequeño Estado Federal situa-

do entre el Golfo Pérsico y el Mar de Omán. Cómodamente instalado, rodeado de líderes extranjeros, el príncipe heredero de Abu Da-bi (1), hombre fuerte de la Federación y figura influyente en el mundo árabe, Mohamed Ben Zayed Al-Nahyan (conocido como “MBZ”), asiste en persona a la inauguración de la Ex-posición Internacional de Defensa (IDEX). Este salón del armamento, muy apreciado por las principales firmas mundiales del sector, se inaugura con un espectáculo bélico a gran es-cala, durante el cual desfilan vehículos todo-terreno Nimr de los Emiratos Árabes Unidos, blindados estadounidenses y tanques fran-ceses. Una producción hollywoodense que está a la altura de las ambiciones militares y geopolíticas de la “pequeña Esparta”, como el general estadounidense James Mattis llamó a los EAU en 2011, cuando estaba al frente del Mando Central de Estados Unidos (2).

Porque los EAU, quinto importador mun-dial de armas (3), no se conforman con fingir que juegan a la guerra. La dirigen, la provocan o la mantienen, impulsados por una “estrate-gia regional de influencia y poder”, como ex-plica Emma Soubrier, investigadora del Arab Gulf States Institute en Washington. Ya en marzo de 2011, durante las “primaveras ára-bes”, intervenían militarmente en Bahréin junto con Arabia Saudita para poner fin al le-vantamiento popular contra la monarquía de los Al-Khalifa (4). En Yemen, donde desde 2015 lideran la coalición anti-huti, siempre al lado de Riad, se lo acusa -al igual que a su alia-do saudita- de violar el derecho internacional, pero también de trabajar por la división del país (5). En Libia, ignorando el embargo de ar-mas, apoyan al mariscal Jalifa Haftar en su lu-cha contra el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN). Por un lado, la puesta en escena; por el otro, una guerra abyecta: dos caras de una misma moneda, la de una monarquía que co-munica su “modernidad” mientras contribu-ye a agravar las tensiones en el mundo árabe. Fue también Abu Dabi quien en 2017 impulsó la exclusión regional de Qatar.

El armamentismo¿Cómo explicar la evolución de ese país que en diciembre celebrará su 50º aniversario y en el que el 90% de los 10 millones de habi-tantes son extranjeros? Para hacerlo hay que remontarse a 1971, año de la constitución de la Federación, a la que Bahréin y Qatar se nie-gan a unirse por miedo a caer bajo el domi-nio de Abu Dabi. Con vecinos poderosos co-mo Arabia Saudita, Irak e Irán, los siete emi-ratos y su líder, el jeque Zayed Al-Nahyan, se enfrentaron de inmediato a la cuestión de su seguridad. Pequeños y con un ejército redu-cido, los EAU buscaron rápidamente el apoyo de Occidente, empezando por Estados Uni-dos, que desempeñará el rol de protector y proveedor de armas. “Para Washington, que también estaba preocupado por el riesgo de expansión de la influencia soviética, el Golfo proporcionaba un mercado energético segu-ro”, recuerda Kristian Ulrichsen, investiga-dor del Instituto James Baker de Houston. Con importantes recursos en hidrocarburos a su disposición, la Federación podía movi-lizar recursos financieros colosales para fir-mar impresionantes contratos de armamen-to. Suficiente para mantener la lealtad de los protectores occidentales. “En los años 1970 y 1980 estas compras de armas también permi-

tían afirmar un prestigio. La capacidad de los EAU para utilizarlas era realmente limitada”, señala, sin embargo, Pieter Wezeman, investi-gador del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).

En 1990 el ejército iraquí invadió Kuwait, cuyas fuerzas militares, también ricamente dotadas, se mostraron incapaces de resistir a los vehículos blindados de Sadam Husein. A partir de entonces las cosas cambiaron. Los EAU consolidaron su estrategia: las asocia-ciones y compras de defensa continuaron, pero acompañadas del fortalecimiento de las fuerzas armadas nacionales. La relación con Washington se convierte en “la columna ver-tebral del ejército emiratí”, explica Abdulkha-leq Abdulla, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de los EAU. “MBZ”, uno de los hijos del jeque Zayed, participó en la manio-bra y se convirtió en comandante de la fuerza aérea y luego en jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas. “Es un hombre marcado por su formación militar, que alimenta una visión en la que la disciplina y el poder armado son suficientes para resolver casi todo”, afirma el investigador Jalel Harchaoui. A su lado, desde 1991 el coronel estadounidense John William McGuinness funciona como asesor militar. En la base aérea de Al-Dhafra, al sur de Abu Dabi, Estados Unidos aumentó su presencia en términos de hombres y equipos. Junto con sus anfitriones, lleva a cabo entrenamientos y ejercicios (6), contribuyendo a constituir una fuerza aérea que actualmente se considera la mejor del Golfo.

No obstante, una década después la parti-cipación de dos ciudadanos emiratíes en los atentados del 11 de septiembre de 2001 alteró la relación con Washington. “Para tranquili-zar a sus socios, MBZ se comprometió en la guerra contra Afganistán”, explica Ulrich-sen. Es cierto que participó tardía y modes-tamente, desplegando doscientos soldados partir de 2003, pero para Washington el sím-bolo era importante: un país árabe y musul-mán participaba en la coalición contra los ta-libanes. “Los EAU también se dieron cuenta de que debían cambiar su imagen”, prosigue el investigador. La monarquía, asesorada por un batallón de agentes de comunicación an-glosajones, obraba para construir una imagen

de Estado moderno y visionario. En 2006, las dudas de Washington se disiparon y el gene-ral Peter Pace, presidente del Comité de jefes del Estado Mayor Conjunto estadounidense, alabó la solidez de la asociación entre ambos países (7).

Cambio generacionalA mediados de los años 2000 llegaba al poder una joven generación. En 2004, Khalifa Ben Zayed sucedió a su padre como presidente de la Federación y a la cabeza del Emirato de Abu Dabi -su hermano “MBZ” se convirtió en príncipe heredero-, mientras que en 2006 Mohamed Ben Rachid Al-Maktum tomó las riendas del Emirato de Dubái. Estos nuevos dirigentes pretenden reducir la dependen-cia al petróleo de la Federación. Para ello, se basan en múltiples informes prospectivos (“Visión 2020”, “Visión 2030”) que ofrecen la perspectiva de un futuro radiante (8). El co-mercio, turismo, ocio, urbanismo y las nuevas tecnologías se convierten en los fundamentos de una nueva política proclamada urbi et orbi.

La creación de una industria militar se ins-cribe en esta dinámica de diversificación eco-nómica. Para lograrlo, los EAU se basan en el principio de las “compensaciones industria-les” (offsets): a cambio de sus ventas de ar-mas, los proveedores extranjeros deben par-ticipar en el desarrollo de infraestructuras locales. Por ejemplo, la estadounidense Loc-kheed Martin, que en 2000 les había vendi-do ochenta aviones de combate F-16 y que en 2013 instalará su sistema de defensa antimi-siles Thaad, se comprometió paralelamente con un fondo emiratí en una empresa conjun-ta, Ammroc, dedicada al mantenimiento de aviones. En el seno de esta sociedad, la pre-sencia de muchos trabajadores expatriados facilitaría el desarrollo de las competencias de los empleados locales y permitiría la trans-ferencia de tecnología. Al igual que Ammroc, se crearon una miríada de empresas público-privadas de defensa, desde 2019 reunidas en la plataforma Edge.

Esta estrategia permite que la Federación exporte a su vez material militar, en especial a otros países árabes -Argelia, por ejemplo, compró doscientos vehículos blindados Ni-mr en 2012-. Unos años más tarde, en diciem-

bre de 2020, el Grupo Edge se clasificó entre los veinticinco principales proveedores mili-tares del mundo (9), mientras que el discur-so oficial elogiaba el savoir-faire emiratí. Pe-ro abundan reservas y críticas. En principio, Wezeman quiere distinguir comunicación de realidad: “Crear una industria de defensa con tanta rapidez no es cosa fácil. Los EAU son poco transparentes y siguen siendo muy de-pendientes de las cadenas de suministro, así como de trabajadores extranjeros”.

Plataforma de exportaciónTony Fortin, desde el Observatorio de Arma-mentos, una asociación que lucha por el des-arme, es más alarmista. “Abu Dabi alberga un centro de comercio armamentístico alimen-tado por miles de expatriados que ayudan a los EAU a fabricar su autonomía militar-in-dustrial”, afirma con preocupación. Un “hub” que reúne a muchas empresas occidentales seducidas por las ventajas que ofrece este es-caparate regional. Dado que, desde los EAU, “el acceso a nuevos mercados se ve facilitado por normas de exportación menos restricti-vas que en Occidente”, señala Wezeman. En 2008, el grupo canadiense Streit instaló allí una empresa, desde la que inunda de vehícu-los blindados el mercado africano, incluida Libia (10). “Los EAU estuvieron implicados en numerosas transferencias de armas (...), tanto para los rebeldes como para las fuerzas emiratíes con base en Libia, violando el em-bargo de armas”, denuncia la asociación ho-landesa Pax for Peace (11). Para esta organiza-ción, el “elevado” riesgo de entregar armas a países bajo embargo justificaría por sí mismo el cese de las exportaciones a Abu Dabi. “Los EAU sirven hoy de turbia compuerta para los industriales del armamento”, resume Fortin.

Mucho más que la breve intervención en Bahréin en 2011, fue la contienda de Yemen la que permitió a los EAU enfrentarse a la reali-dad de la guerra y puso a prueba su material y sus hombres. Dirigida de facto por “MBZ” tras el accidente cerebrovascular de su her-mano Jalifa en 2014, la Federación es el pri-mer contribuyente terrestre de la coalición creada por los sauditas. Desde 2014 el ejército de los EAU se ha beneficiado de la instaura-ción del servicio militar obligatorio, y reúne en total a más de 60.000 hombres.

No obstante, hay que relativizar esta im-portante cifra. “En los EAU el ejército es una forma de dar trabajo -y así redistribuir parte de los ingresos petrolíferos- a los ciudadanos, especialmente a los de los Emiratos más po-bres del norte del país- explica Harchaoui-. Pero arriesgar la vida en combate no es algo natural en esos Emiratos”. Aunque algunos tendrán que exponerse. En territorio yeme-ní, “desde julio de 2015 los EAU aportaron (...) cerca de un millar de hombres, entre ellos cuatrocientas fuerzas especiales”, según una nota de octubre de 2018 de la Dirección de In-teligencia Militar francesa (DRM) publicada por el sitio Disclose (12).

Durante el verano boreal de 2015 llegó pri-mero el tiempo de las victorias, con la derrota infligida a los hutíes por las fuerzas de la coa-lición cuando recuperaron el puerto de Adén. “Los EAU aún son un país bastante joven. Hoy asistimos a la instauración de un Estado-Na-ción que construye su leyenda militar”, señala Soubrier. Sin embargo, la muerte de cuarenta y cinco soldados nacionales en un ataque de los hutíes en septiembre de 2015 atenuó rápi-damente el entusiasmo inicial y dejó su huella en la opinión pública. Según el documento del DRM, entre 2015 y 2018 habrían perdido la vi-

Emiratos Árabes Unidos, cuando la imagen se fisurapor Eva Thiébaud *

Una Federación con imagen “moderna” alcanzada por sus abusos en Yemen

16 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

0 50 100 km

OMÁN

ÉMIRATS ARABES UNIS

R u b A l - K h a l i

EMIRATOS ÁRABES UNIDOS

QATAR

BARÉIN

ARABIA SAUDITA

IRÁN

OMÁN

Jebel Ali

Ar-Rouwaïs Al-Marfa

Al Aïn

Manama

Doha

R u b A l - K h a l i

Abou Dhabi

Ajman

Foujeyrah

Khor Fakkan

Ras Al-KhaïmaAr-Rams

Charjah

Oum Al-Qaïwaïn

Dubaï

GolfoÁrabo-Pérsico

Golfode Omán

Détroitde Ormuz

Islas Tomby Abou Moussa

Acuerdosde 1992 a 1999,

rati�cados en 2002

Traité de Djeddah,août 1974

Tratado de Djeddah,agosto 1974

resuelto

Contestación territorial

en suspenso CÉCI

LE M

ARIN

2 800

1 000

100

en 1970Ciudad de menos de 300.000 habitantes en 2020

Zona de explotaciónpetrolera

Carreteras principales

en 2020

5

Población de la ciudaden miles de habitantes Emiratos

Siete monarquías federales

de Abou Dhabi

de Ajman

de Foujeyrah

de RasAl-Khaïmade Charjah

de OumAl-Qaïwaïn

de Dubái

Fuentes: Nations unies, « World urbanization prospect », révision 2018.

Emiratos

Indios PakistaníesBangladeses

Egipcios Filipinos

Indonesios

Otrasnacionalidades

9,8 millones de habitantes

1 173 000

3 420 000 982 0001 080 000

886 000 556 000

314 000Fuentes: Organisation internationale pour les migrations (OIM),

« État de la migration dans le monde 2020 ».

1 350 000

Page 17: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

da en los combates contra los hutíes de 105 y 170 ciudadanos emiratíes.

Estas pérdidas, importantes habida cuen-ta la demografía del país, han provocado ten-siones en el seno de la Federación. En 2018 el príncipe del Emirato de Fujairah, Rashid Ben Hamad Al-Sharqi, acusó a Abu Dabi de ocultar el número real de víctimas (13). En los Emiratos menos ricos que el de Abu Dabi -y del que dependen económicamente- circula un rumor que socava la cohesión nacional: los soldados más expuestos procederían todos de los Emiratos más pobres. De ahí una cierta reticencia a que el país se involucre en otros conflictos.

“Pero para lograr sus ambiciones geopo-líticas, los emiratíes necesitan enviar tropas al frente -comenta Harchaoui-. Así que tie-nen que recurrir a ‘contratistas’”. Ya en 2011 el New York Times revelaba la instalación, cer-ca de Abu Dabi, de cientos de esos mercena-rios -entre ellos colombianos (14)-. En aquel momento, la Federación pretendía tanto pro-tegerse de las amenazas externas, incluida la de Irán, como disponer de una herramienta de represión en caso de que los extranjeros árabes que vivían en su territorio tuvieran la mala idea de imitar a los manifestantes de El Cairo o Túnez. La operación estaba coordina-da por la sociedad Reflex Responses (R2), vin-culada a Erik Prince, multimillonario y funda-dor de la firma de mercenariado estadouni-dense Blackwater. “Arabia Saudita y los EAU también utilizaron mercenarios provenientes de Sudán, Chad, Somalia y Eritrea”, añade el historiador Walter Bruyère-Ostells.

Guerra al “terrorismo”Aunque los EAU se retiraron oficialmente del conflicto yemení en 2019, dejando a los sauditas solos sobre el terreno, no abandona-ron sus propios objetivos, continuando sobre todo con la ocupación del puerto gasístico de Balhaf y la isla de Socotra. “La estrategia de influencia de los EAU pasa por la creación de mostradores portuarios comerciales y mi-litares, desde el Cuerno de África hasta el Mediterráneo”, explica Soubrier. Al mismo tiempo, apoyan a facciones yemeníes, como al muy secesionista Consejo de Transición del Sur (CTS). “Ya no necesitamos nuestras propias fuerzas [sobre el terreno]. Estamos financiando, entrenando y equipando a mi-les de soldados yemeníes que llenan el va-cío”, afirma Abdulla.

Es decir, otra forma más de mercenarismo, según Bruyère-Ostells. Abu Dabi también re-curre a esbirros en lo que presenta como una guerra contra el “terrorismo” -que, recuerda Soubrier, incluye a ‘los Hermanos Musulma-nes’”-. En 2018 el sitio Buzzfeed documenta-ba así el intento de asesinato de un líder de Al-Islah, un partido yemení vinculado a la Her-mandad, por parte de hombres de la empresa estadounidense Spear Operations Group (15). “Los EAU han contratado a mercenarios es-tadounidenses para llevar a cabo una campa-ña de asesinatos en Yemen (...) que en los úl-timos cinco años ha provocado la muerte de docenas de políticos y personalidades públi-cas”, denunciaban ante el Consejo de Dere-chos Humanos de la ONU las organizaciones no gubernamentales Rights Radar for Hu-man Rights e Institute for Rights and Develo-pment (IRD) en septiembre de 2020. Una ins-tancia que, en su informe de dicha fecha, no tenía palabras lo bastante duras para describir la magnitud del desastre yemení, enumeran-do las múltiples violaciones de los derechos humanos cometidas por todas las partes, todo ello en una “impunidad endémica” (16). Entre ellas, una red de prisiones secretas emiratíes, donde se habrían cometido actos de tortura. Estos horrores son ignorados por la generali-dad del público occidental, al que siguen fas-cinando las atracciones turísticas de Dubái: el Emirato continúa acogiendo a miles de via-jeros occidentales. A pesar de que el sórdido asesinato del periodista Jamal Khashoggi en

octubre de 2018 recordó a la opinión públi-ca la crueldad del régimen saudita, por ahora los actos de los EAU eluden los radares. “Los EAU realizaron en Estados Unidos una cam-paña de lobby muy activa (...) que ha permi-tido a la monarquía ejercer una considerable influencia (...) al tiempo que sus indignidades permanecen generalmente en la sombra”, es-cribe el investigador Ben Freeman en un in-forme de 2019 (17).

Pero las cosas cambian. Muy cercanos a Washington durante el mandato de Donald Trump -una proximidad que condujo a nor-malizar sus relaciones con Israel mediante los Acuerdos de Abraham del 15 de septiem-bre de 2020-, ahora los EAU deben contar con una administración demócrata que les es mucho menos favorable. A fines de enero Estados Unidos anunció la “suspensión tem-poral”, para su revisión, de las entregas de ar-mas a Arabia Saudita y a los EAU, en especial la venta de cazas furtivos F-35 prometida a la Fuerza Aérea emiratí tras la normalización con Tel Aviv. A principios de febrero Wash-ington, seguido por Italia, decidía cesar todo apoyo logístico o técnico a la coalición que in-terviene en Yemen. Un desaire para Abu Da-bi, y una importante prueba de su voluntad de actuar de forma autónoma en la región. “Ya no necesitamos luz verde, hemos adquirido sufi-ciente independencia para actuar por nuestra propia cuenta”, afirma Abdulla. No obstante, una mayor firmeza por parte de su socio esta-dounidense podría obligar a la “Pequeña Es-parta” a reducir sus ambiciones. g

1. Creada en 1971, la Federación de los Emiratos Árabes Unidos reúne a Abu Dabi, Ajmán, Sharjah, Dubái, Fujairah, Ras Al-Khaimah y Umm Al-Qaywayn. La ciudad de Abu Dabi es a la vez la capital del Emirato del mismo nombre y la capital de la Federación.2. El Comando Central de Estados Unidos (US Central Command, Centcom) es responsable de las operaciones militares en Oriente Medio, Asia Central y Asia del Sur. Véase Rajiv Chandrasekaran, “In the UAE, the United States has a quiet, potent ally nicknamed ‘Little Sparta’”, The Whashington Post, 9-11-2014.3. Según la base de datos del Sipri para el periodo 2010-2019; www.sipri.org.4. Léase Marc Pellas, “BahreÏn, la dictature “excusée” “, Le Monde diplomatique, febrero de 2013, www.monde-diplomatique.fr5. Léase Pierre Bernin, “Fiasco saoudien au Yémen”, Le Monde diplomatique, enero de 2021.6. Véase Kenneth Katzman, “The United Arab Emirates (UAE): issues for US policy”, Congressional Research Service, Washington, DC, 4-9-2020.7. David S. Cloud, “US sees Emirates as both ally and, since 9/11, a foe”, The New York Times, 23-2-2006.8. Léase Akram Belkaïd, “Le Golfe par ses mots”, Le Monde diplomatique, agosto de 2013.9. “ Global arms industry : sales by the top 25 companies up 8.5 per cent ; big players active in Global South “, Sipri, diciembre de 2020, www.sipri.org.10. Carta del grupo de expertos sobre Libia de conformidad con la resolución 1973 (2011) dirigida al presidente del Consejo de Seguridad, 29-11-2019.11. “Under the radar : the United Arab Emirates, arms transfers and regional conflicts”, Pax for Peace, Utrecht, septiembre de 2017.12. Nota del 3-10-2018 sobre la situación securitaria en Yemen de la Dirección de Inteligencia Militar (DRM), revelada en “Cartographie d’un mensonge d’État”, Disclose, 15-4-2019, https://made-in-france.disclose.ngo.13. David D. Kirkpatrick, “Emirati prince flees to Qatar, exposing tensions in UAE”, The New York Times, 14-7-2018.14. Véase Mark Mazzetti y Emily B. Hager, “Secret desert force set up by Blackwater’s founder”, The New York Times, 14-5-2011.15. Aram Roston, “A Middle East monarchy hired American ex-soldiers to kill its political enemies. This could be the future of war”, BuzzFeed News, 16-10-2018, www.buzzfeednews.com.16. “Situation of human rights in Yemen, including violations and abuses since September 2014”, Informe del grupo de expertos sobre Yemen, Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 29-9-2020.17. Ben Freeman, “The Emirati lobby - How the UAE wins in Washington: report”, Center for International Policy, Washington, DC, octubre de 2019.

*PeriodistaTraducción: Teresa Garufi

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 17

El comprador “providencial” de los tanques Leclerc

Equipo emblemático del ejército francés, los tanques Leclerc fueron elogiados por su avanza-da tecnología o denostados por su costo y su inadecuación a la guerra moderna (1). En cual-quier caso, están en el centro de la historia de las relaciones privilegiadas entre Francia y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).

Durante la Guerra Fría, Francia decidió construir 1.400 vehículos de alta tecnología para repeler un posible ataque soviético. La empresa pública que produce las armas del ejército francés, el Grou-pement industriel des armements terrestres (GIAT), diseñó un tanque rápido que tenía la particula-ridad de poder disparar mientras rodaba. Pero cuando en diciembre de 1991 la URSS se desintegró, el plan de producción previsto inicialmente resultó desproporcionado. El número de tanques a cons-truir se reevaluó y finalmente se detuvo en 406, mientras que los precios por unidad se dispararon.

El GIAT buscó entonces exportar su producto, en particular a los EAU, alarmados por la invasión iraquí de Kuwait en 1990. Al año siguiente, firmó un acuerdo con Abbas Ibrahim Yousef Al-Yousef, un intermediario emiratí encargado de ayudarlo a obtener el mercado a cambio de una comisión de 235 millones de dólares. Este acuerdo secreto no se revelará hasta 2018, gracias a los documentos obtenidos por WikiLeaks. Como el intermediario sólo recibió 195 millones de dólares, en 2008 pre-sentó una demanda ante un tribunal de arbitraje para obtener el resto, sin éxito (2). Mientras tanto, el GIAT habría vendido al ejército emiratí 390 tanques Leclerc, 46 repuestos y también municiones francesas por 3.200 millones de dólares. “Este contrato habría sido una de las piedras angulares de la diplomacia francesa en los EAU”, declara hoy el diputado Sébastien Nadot. En 1995, un acuerdo estratégico “que implica al ejército francés en caso de agresión” contra la Federación vino a consoli-dar dicha asociación (3).

Sin embargo, para Francia la venta de los tanques no fue tan ventajosa como se esperaba. “El pre-cio del tanque Leclerc se calculó con la mayor exactitud posible”, descubrimos en un informe parla-mentario de 2002, que entonces estimaba el lucro cesante en 1.300 millones de euros (4). A petición de los EAU, el GIAT también aceptó actualizar gratuitamente los primeros tanques entregados hasta alcanzar los estándares de los más recientes. Para llevar a cabo estas mejoras, se enviaron cientos de técnicos e ingenieros a los EAU durante el periodo de entrega, es decir entre 1996 y 2006. “Un costo financiero considerable”, dice el informe.

Los EAU también han obtenido importantes “compensaciones”. El GIAT tuvo que invertir en los Emiratos en la creación de empresas que resultarían muy variadas -Tabreed se especializa en inge-niería climática, Al-Wathba Marionnet diseña nuevos tipos de palmeras datileras; empresas que en diez años debían generar 2.000 millones de dólares de “valor agregado”. Según el investigador Jean-Paul Hébert, el GIAT también trabaja junto a Total para “privatizar la producción y distribución de electricidad en los Emiratos”. “La implicación de la empresa francesa en las opciones de desarrollo económico de los EAU es, pues, fuerte”, escribía Hébert en 1997, subrayando la importancia de un programa de compensaciones que terminó en 1999 (5).

En 2006 GIAT se convirtió en Nexter. Ese año el mantenimiento de los nuevos tanques emiratíes se confió a la empresa Al-Taif Technical Services, con la asistencia de un equipo de varias decenas de empleados de Nexter con sede en Abu Dabi, asegurando así el enlace con Francia, el servicio posven-ta y el suministro de piezas de repuesto.

Otros franceses no tardarían en unírseles. En 2009 se inauguró en Abu Dabi la primera base mili-tar conjunta francesa de Oriente Medio. Con capacidad para unos setecientos soldados, incluye una base aérea, una base naval y un contingente del ejército, es decir “un reservorio de fuerzas para inter-venir en caso de crisis en [esta] zona estratégica”, según el Ministerio de Defensa.

En 2011 Nexter firmó un nuevo contrato para una decena de kits Action en zona urbana (Azur), que deberían mejorar las capacidades de los tanques de los EAU en el combate callejero. Esto resulta-rá útil en Yemen. Durante el verano boreal de 2015, el puerto de Adén fue recuperado por las fuerzas de la coalición y, a principios de agosto, los Leclerc desembarcaron allí; en particular participarán en la recaptura de la base militar de Al-Anad (6). Un regalo del cielo para el constructor francés. “En cuan-to a los tanques Leclerc, puedo confirmar que su participación en Yemen ha impresionado mucho a los militares de la región”, se felicitaba el presidente y director ejecutivo de Nexter, Stéphane Mayer, en la Asamblea Nacional en marzo de 2016, sin duda con la esperanza de conseguir nuevos clientes. No obstante, nadie se presentó, y los EAU siguen siendo hoy el único cliente -aparte de Francia- que adquirió estos tanques. Pero en octubre de 2020 los Emiratos Árabes Unidos anunciaron la cesión de setenta tanques Leclerc a Jordania; una transferencia que, en teoría, debía contar con el consenti-miento de Francia. Mientras tanto, en noviembre de 2018 los Leclercs emiratíes todavía se veían en los suburbios del puerto yemení de Hodeïda.

Al intervenir en los combates, necesitaban ser mantenidos y reparados. Ahora bien, en una nota de octubre de 2018, la Dirección de la Inteligencia Militar francesa se refirió a las dificultades que encontraba el ejército emiratí para hacerlo in situ (7). Puede leerse: “A falta de un nivel adecuado de apoyo en el teatro de operaciones yemení, el mantenimiento de los vehículos emiratíes, incluidos los Leclerc, se realizaba en los Emiratos Árabes Unidos tras ser repatriados por mar”. Un mantenimiento en el que bien podría haber participado la oficina de Nexter en Abu Dabi.

¿Podría este posible apoyo llevar a Francia y a su fabricante junto a los EAU ante la Corte Penal Internacional (CPI)? En efecto, la guerra de Yemen ha sido el sangriento escenario de una multitud de graves violaciones de los derechos humanos por parte de todos los beligerantes, según el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que también subraya la res-ponsabilidad de los países proveedores de armas en la perpetuación del conflicto. “La CPI debe po-der juzgar a todos los autores de delitos graves, incluidos los países occidentales y sus industriales”, estima Cannelle Lavite, abogada del Centro Europeo por los Derechos Constitucionales y Humanos (ECCHR). Por el momento, Nexter no forma parte de las empresas europeas cuestionadas por esta or-ganización no gubernamental (ONG).“El suministro y mantenimiento de las armas no deberían autorizarse en la opacidad de la comisión interministerial [francesa] para el estudio de las exportaciones de material bélico, sino debatirse a plena luz del día por los parlamentarios”, afirma Tony Fortin, del Observatorio Francés de las Armas, una ONG francesa que aboga por el control democrático de las actividades de defensa. En un momen-to en el que los tanques emiratíes, ya cerca de la mitad de su vida útil, necesitan una mayor moderni-zación y los EAU podrían ser acusados de crímenes de guerra, la naturaleza y las modalidades de esta asociación merecerían, en efecto, un lugar en el debate público francés.

1. Véase Antoine d’Évry, “Les chars, un héritage intempestif ?”, Focus stratégique, nº 53, Institut français des relations internationales, París, septiembre de 2014.2. Véase Fabrice Arfi, “De la corrupción a la guerra en Yemen, la historia secreta de los tanques franceses”, Mediapart, 28-9-2018, www.mediapart.fr.3. Nathalie Goulet, informe “sobre el proyecto de ley, adoptado por la Asamblea Nacional, que autoriza la aprobación del acuerdo entre el Gobierno de la República Francesa y el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos relativo a la cooperación en materia de defensa”, Senado, París, 6-7-2011.4. Informe sobre la situación de las industrias GIAT presentado por los diputados Yves Fromion y Jean Diébold, Asamblea Nacional, París, 17-12-2002.5. Jean-Paul Hébert, “Analyse économique des exportations d’armement”, Groupe de recherche et d’information sur la paix et la sécurité, Bruselas, mayo de 1997.6. Véase Michael Knights y Alex Almeida, “The Saudi-UAE war effort in Yemen (part 1): Operation Golden Arrow in Aden”, The Washington Institute for Near East Policy, 10-8-2015.7. Nota del 3-10-2018 sobre la situación securitaria en Yemen de la Dirección de Inteligencia Militar (DRM), revelada en “Cartographie d’un mensonge d’État”, Disclose, 15-4-2019, https://made-in-france.disclose.ngo.

Page 18: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Diez años después de Mario Mon-ti y su gobierno de tecnócratas, otro ex ejecutivo de Goldman Sachs acaba de instalarse en el

Palacio Chigi. Como su predecesor, y como Emmanuel Macron durante la campaña pre-sidencial francesa de 2017, Mario Draghi pre-tende superar la brecha entre la derecha y la izquierda elevándose por encima de los par-tidos y aportando la visión iluminada del ex-perto, mientras permanece escrupulosamen-te anclado a las reglas fijadas por Bruselas: ortodoxia presupuestaria y neoliberalismo. El ex presidente del Banco Central Europeo (BCE) logró reunir a todas las agrupaciones italianas, de la izquierda a la extrema derecha, incluso aquellas que prosperaron oponiéndo-se a ese programa. En efecto, recibió el apo-yo conjunto del Movimiento 5 Estrellas (M5S, en italiano) y de la Liga, dos partidos que, tres años antes, ganaban las elecciones legislativas con la promesa de romper con la austeridad y oponerse a los diktats europeos.

Drama en tres actosQue ministros de extrema derecha formen parte del gobierno de Draghi no impresionó a mucha gente, ni en las cancillerías europeas, ni en los medios de comunicación, donde es-ta coalición nacional es presentada como un modelo de sentido común. Nadie se molestó tampoco por esta democracia italiana tan par-ticular donde los electores pueden votar ma-yoritariamente, en marzo del 2018, en contra de las políticas de rigor impuestas por Bruse-las, y luego, sin siquiera volver a las urnas, en-contrarse en febrero del 2021 con un gobierno defendiendo esas mismas políticas. La histo-ria de este giro es la de un drama político en tres actos.

Acto I, agosto del 2011. Apenas nombra-do presidente del BCE, Draghi le escribe una carta a Silvio Berlusconi, el jefe de Gobierno italiano. Le indica una serie de medidas ne-cesarias para obtener la ayuda de su institu-ción: recortes en el gasto público y las jubi-laciones, liberalizaciones en el sector de los servicios, revisión de las normas de despido, reducción de la remuneración de los funcio-narios. El presidente del Consejo italiano no tiene los medios para oponerse, porque, sin la ayuda del BCE, las tasas sobre la deu-da volverían a aumentar y la situación se vol-

vería rápidamente insostenible. Pero la ma-yoría de la derecha está demasiado dividida como para comprometerse en un programa de este tipo. Tres meses después de la misi-va, el presupuesto propuesto por Berlusconi es rechazado en el Parlamento, y Monti, un “experto” sin etiqueta política, es quien to-ma el relevo.

Se abre entonces un período que durará siete años y que verá sucederse cuatro presi-dentes del Consejo: después de Monti, ven-drán Enrico Letta, Matteo Renzi y Paolo Gen-tiloni. La acción de estos gobiernos, dedicada íntegramente a reformas institucionales de inspiración neoliberal, se basa en el acuerdo entre el Partido Demócrata (centroizquier-da) y la derecha de Berlusconi. El apoyo pro-viene de las clases altas y de una fracción im-portante de las clases medias, en una supera-ción singular de las pertenencias fundadas en la brecha entre la derecha y la izquierda: es el “bloque burgués” (1), una coalición social con el mismo perfil de la que será consolidada al-gunos años más tarde por Macron en Francia.

Acto II. Los partidos que habían seguido la hoja de ruta del BCE son muy severamen-te sancionados. El bloque burgués se disuelve por su incapacidad de ampliarse a una frac-ción significativa de las clases populares, al tiempo que incluso las clases medias se le ale-jan. Forza Italia, el partido de Berlusconi, y el Partido Demócrata, que, diez años antes, re-unían el 70% de los votos, no pesan más que el 32%. En paralelo, los que se habían ubicado en la oposición obtienen un resultado notable. La Liga de Matteo Salvini se impone –hecho inédito–, como la principal fuerza a la dere-

cha, mientras que el M5S se convierte en el primer partido del país acercándose a un ter-cio de los votos.

Un hombre providencialActo III, febrero de 2021. Aunque los equili-brios en el Parlamento no cambiaron desde el escrutinio de marzo del 2018, se debe desig-nar un tercer gobierno. Los dos anteriores (la alianza entre la Liga y el M5S, y luego aquella entre el M5S y el Partido Demócrata) fraca-saron, habiendo durado cada uno poco más de un año. Así es como Draghi, el mismo que había firmado la carta que sirvió de breviario al bloque burgués, es encargado de formar un gobierno. De una manera que puede parecer sorprendente, el ex banquero es recibido co-mo un hombre providencial, no sólo por los partidos que, aplicando su programa, se hun-dieron en las urnas, sino también por los que, oponiéndose al mismo, pasaron a ocupar el frente de la escena política (2).

Draghi multiplicó las señales que no de-jan ninguna duda sobre su voluntad de reto-mar el camino de la reforma neoliberal. En este sentido, eligió como Consejero Econó-mico a Francesco Giavazzi, que ya figuraba entre los “expertos” encargados por el go-bierno Monti de identificar el gasto público a recortar (3). Durante su primer discurso an-te el Senado, el 17 de febrero, Draghi declaró que se anunciarían pronto nuevas reformas. Se tratará de reforzar la competencia, de “simplificar” el sistema fiscal, de reducir los impuestos, de volver la administración más eficaz y de favorecer la emergencia de polos de excelencia en el sistema de investigación.

Pero, sobre todo, anunció que la utilización de la ayuda europea prevista por el plan de recuperación “Next Generation EU”, puesto en marcha en el marco de la pandemia de Co-vid-19, sería selectivo y discrecional.

Nada para los hogares empobrecidosEsta ayuda no se parecerá en nada a la llu-via de dinero anunciada por los medios de comunicación, que evocan un monto supe-rior a 200.000 millones de euros. Esta cifra deliberadamente engañosa resulta de la su-ma –sin significación económica alguna– del subsidio proveniente de un fondo que Italia deberá alimentar del mismo modo que los otros países de la Unión y de los préstamos que la Comisión podría contraer en su nom-bre, permitiendo a Italia pagar menos inte-reses que si se endeudara directamente. En realidad, la ayuda será en el mejor de los ca-sos de 66.000 millones de euros, escalonados a lo largo de seis años (4): 11.000 millones por año, es decir menos del 0,7% de un Producto Interno Bruto (PIB) que disminuyó cerca del 9% en 2020.

Se trata entonces de una ayuda modes-ta, que no guarda relación con la amplitud de la recesión económica, y que no permiti-rá ningún relanzamiento significativo de la actividad; la utilización del subsidio y de los eventuales préstamos estará estrictamen-te restringida por un plan que tiene que ser negociado con las instituciones europeas. En su discurso en el Senado, el nuevo presi-dente del Consejo dio a entender que la ne-gociación no sería complicada: su concep-ción de una utilización “eficaz” de la ayu-

Italia, un laboratorio político europeopor Stefano Palombarini*

La extrema derecha, reconciliada con Bruselas

Cuando se convirtió en una de las principales formaciones políticas italianas, hace tres años, la Liga (extrema derecha) despotricaba contra Bruselas y sus políticas de austeridad. Sin embargo, el pasado mes de febrero, se unió al gobierno de Mario Draghi, el ex presidente del Banco Central Europeo. ¿Como se explica semejante vuelco?

18 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Gonzalo Cienfuegos, Sin título, 2013 (www.gonzalocienfuegos.com)

Page 19: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

da coincide en todos los puntos con la de la Comisión.

En primer lugar, el dinero que proviene de la Unión será destinado a las empresas. Para los hogares reducidos a la pobreza por la caída histórica de la producción, Draghi se limitó a evocar la habitual perspectiva neo-liberal de “políticas activas de empleo”, que consistirán en “reforzar la formación de los trabajadores y los desempleados”. Pero tam-bién procuró explicar que su gobierno se en-cargaría de distinguir, en la masa de empre-sas que la caída de la actividad puso en difi-cultad, aquellas destinadas de todos modos a la quiebra de aquellas que conservan una capacidad competitiva y de innovación: sólo estas últimas podrán beneficiar del plan de recuperación. Con el pretexto de impulsar la transición digital y ecológica, el gobierno prepara así una reforma profunda del capi-talismo italiano. Esta no pasará por ningún texto de ley y consistirá en despejar la es-tructura productiva de las empresas de ma-no de obra poco calificada, demasiado orien-tadas al mercado interno u obligadas a nego-ciar con sindicatos considerados excesiva-mente conflictivos.

Esta es por lo tanto la conclusión (proviso-ria) del drama en tres actos: la estrategia que había orientado la política italiana entre 2011 y 2018, ampliamente desaprobada en las últi-mas legislativas, vuelve a lo grande con el apo-yo casi unánime del Parlamento, y sin pasar por nuevas elecciones. Para explicar esta sali-da extravagante, un salto de treinta años hacia atrás se impone.

Fin de la brecha derecha-izquierdaA principios de los años 1990, Italia deja de ser un ejemplo único, entre los países de-mocráticos, de estabilidad política plena. La Democracia Cristiana, un partido de centro pilar de todos los gobiernos, sin excepción, desde 1948, se disuelve y desaparece, así co-mo los partidos que eran sus aliados. Es la consecuencia, según la opinión general de la época, de las investigaciones sobre la co-rrupción, que se suponía producirían una saludable renovación de la clase política. Lo que siguió demostró que la crisis era mucho más profunda. Correspondía a la ruptura de un compromiso social específico, fundado al menos desde el final de los años 1970 so-bre el aumento de la deuda pública y la pe-nalización de las clases asalariadas (5). En el mismo período, luego de la caída del Mu-ro de Berlín, en 1989, el Partido Comunista

Italiano, que, a pesar de no conocer sino la oposición, había sido durante mucho tiempo la principal agrupación comunista de Euro-pa Occidental, entra en una fase de revisión doctrinal. Esta producirá una serie de cam-bios de nombre y la progresiva adhesión al sistema de referencias de la “tercera vía” teo-rizada por el sociólogo Anthony Giddens (6), traducida políticamente por Anthony Blair en el Reino Unido y William Clinton en Es-tados Unidos.

La historia que empieza a principios de los años 1990 es la de una tentativa de cons-truir una democracia de la alternancia, y es la historia de un fracaso. La coalición social que sostiene a las derechas está desde el co-mienzo dividida: por un lado, categorías li-gadas a las pequeñas y medianas empresas del Norte, favorables a las reformas neolibe-rales y que adhieren al proceso de integra-ción europea; por otro lado, clases popula-res y precarias, mucho más presentes en el Centro y el Sur del país, que sufren la auste-ridad impuesta por lo tratados europeos. La existencia de un bloque social en condicio-nes de sostener la centroizquierda es igual-mente hipotética. La “tercera vía” da prio-ridad a la igualdad de oportunidades por sobre la igualdad de condiciones de vida y se basa en una creencia ciega en los bene-ficios del libre mercado; la voluntad de re-novar la izquierda siguiendo estos precep-tos tiene como efecto principal provocar el alejamiento del bloque de las clases popula-res asalariadas. Las contradicciones que so-cavan las dos coaliciones sociales se tradu-cen en el fracaso de todos los gobiernos que se suceden de 1994 a 2011, con frecuencia debilitados por los desacuerdos internos y sistemáticamente vencidos al terminar su mandato. Hasta el cuarto gobierno de Ber-lusconi, que pierde el apoyo de su mayoría parlamentaria en noviembre de 2011.

En esa época, la consciencia sobre la difi-cultad de mantener un sistema político bipo-lar es difusa. En el Partido Demócrata, la lí-nea blairista es ampliamente mayoritaria: las expectativas de los obreros son percibidas como un obstáculo en el camino de la mo-dernización de la economía. La convergen-cia con la fracción neoliberal de la derecha se produce, y se abre la vía para la experiencia del bloque burgués.

De esta manera, el bloque burgués no coincide únicamente con una estrategia di-rigida a la formación de una alianza social específica, en la que las clases medias y al-

tas, antes divididas por la brecha derecha-iz-quierda, se reúnen para sostener las reformas neoliberales: es también un proyecto cultural e ideológico que tiene como objetivo la rees-tructuración completa del espacio político. Un proyecto que se ve en acción en muchos Estados, y cuyo éxito fue total en Italia. En este país, el posicionamiento de los actores políticos y las expectativas del electorado no se organizan alrededor de la polarización iz-quierda-derecha, sino en un espacio definido por las oposiciones entre europeístas y nacio-nalistas, cosmopolitas e identitarios, federa-listas y soberanistas. Una campaña mediáti-ca se encargó constantemente de separar los programas políticos “responsables” (es decir conformes a la transición neoliberal) de las posiciones “populistas” (etiqueta reservada a todos los que se le oponían).

Una mayoría social heterogéneaCon la victoria del M5S y de la Liga, las legis-lativas de marzo del 2018 marcaron a la vez el fracaso electoral del bloque burgués y la con-solidación de su hegemonía, que se traduce en la capacidad de orientar la estrategia de sus adversarios. De cara a las elecciones, la Liga se había construido la imagen (falsa) de un par-tido anti-euro y nacionalista, mientras que el M5S se oponía a la “casta” de los representan-tes electos y a las “elites” privilegiadas: ambos movimientos pretendían situarse en el espacio político más allá de la derecha y de la izquierda, tal como lo definió el bloque burgués. En uno de los polos que estructuran este espacio hay una alianza relativamente homogénea que se piensa como abierta, europeísta, progresista, y que tiene tendencia a disimular el papel no obstante central de la reforma neoliberal en el proyecto que lleva adelante. Pero esa alianza, el bloque burgués, es socialmente minoritaria. En el polo opuesto, hay una mayoría social he-terogénea que se agrupa de manera variable en torno al rechazo de la casta, a la hostilidad al euro o incluso a un impulso nacionalista te-ñido de xenofobia. El primer gobierno de Giu-seppe Conte, fundado sobre la alianza entre los dos vencedores de 2018, mostró las dificulta-des que implica identificar una estrategia de mediación en condiciones de transformar esa mayoría social en un bloque compacto. Pero el destino no más glorioso del segundo gobierno de Conte (M5S – Partido Demócrata) demues-tra que, en presencia de relaciones de fuerzas hegemónicas que llevan a negar la pertinencia de la brecha derecha-izquierda, las posibilida-des de reconstruir la izquierda, incluso en una

versión rosa muy pálido, son casi nulas.En el espacio estructurado por la ideolo-

gía del bloque burgués, la única estrategia po-lítica coherente es entonces la… del bloque burgués. Esto explica la sorprendente con-clusión del drama italiano en tres actos, con la unidad nacional alrededor de un proyecto liberal y europeísta socialmente minoritario. Esta conclusión es sin embargo provisoria. Vendrán otros actos, y las clases sacrificadas por las reformas estructurales pasadas y fu-turas serán las protagonistas. ¿Con qué rol y bajo qué formas? Es demasiado pronto para decirlo, así como es demasiado pronto para saber si esas clases buscarán una nueva vía de-mocrática después de la desilusión provocada por un resultado que vivieron, en 2018, como una gran victoria, y que terminó produciendo a Draghi. Cómo continúe la historia depende-rá en gran parte de la capacidad de los actores que se oponen a las reformas neoliberales de volver a poner en el centro del conflicto po-lítico sus consecuencias concretas en térmi-nos de precarización de la relación salarial, de explosión de las desigualdades, de reducción de la protección social, de degradación de los servicios públicos. Poner en entredicho la he-gemonía del bloque burgués pasa por ahí; su verdadera derrota también. g

1. Bruno Amable, Elvire Guillaud y Stefano Palombarini, L’Économie politique du néolibéralisme. Le cas de la France et de l’Italie, Éditions rue d’Ulm, París, 2012.2. Sobre las estrategias de los partidos italianos, véase “Avec le gouvernement Draghi, le retour paradoxal du bloc bourgeois”, Contretemps, 21-2-21, www.contretemps.eu 3. Véase este edificante retrato del economista italiano: Lorenzo Zamponi, “Il governo dei Giavazzi”, Jacobin Italia, 25-2-21, https://jacobinitalia.it 4. Italia recibirá entre 2021 y 2026 un subsidio de 82.000 millones de un fondo al que deberá contribuir con 40.000 millones: el subsidio neto será entonces de 42.000 millones. Para los eventuales préstamos (127.000 millones), la ayuda correspondería al ahorro sobre la carga de los intereses, que dependen de la evolución del diferencial entre las tasas italianas y aquellas de las deudas que tomaría la Comisión. En cualquier caso, ese ahorro no superará los 24.000 millones de euros. Estos cálculos se presentan en Emiliano Brancaccio y Riccardo Realfonzo, “Draghi’s plan needs less Keynes, more Schumpeter”, Financial Times, Londres 12 -2-21.5. Stefano Palombarini, La Rupture du compromis social italien. Un essai de macroéconomie politique, CNRS Éditions, París, 2001.6. Anthony Giddens, Beyond Left and Right: The Future of Radical Politics, Stanford University Press, 1994.

*Profesor en la Universidad París-VIII.Traducción: Victoria Raffaele

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 19

Mafia, las razones de sus raícespor Giovanni Ierardi*

En Calabria, el juicio a largo plazo de la ’Ndrangheta

El “maxi juicio” que comenzó el pa-sado 13 de enero en el tribunal-bunker de Lamezia Terme, en la provincia de Catanzaro, en Cala-

bria, la región más pobre de Italia, invita a una reflexión sobre la Mafia y sus diversos compo-nentes –la ’Ndrangheta (la mafia calabresa), pero también Cosa Nostra (Sicilia), la Camo-rra (Nápoles) y Sacra Corona Unita (Apulia).

La escenografía es imponente: 355 acusa-dos, 438 cargos imputados, 600 abogados, 30

partes civiles; periodistas del mundo ente-ro que se agitan en un inmenso call-center de 3.300 metros cuadrados transformado en un tribunal ultraconectado y protegido. Es den-tro de este teatro monumental que el Minis-terio Público, a través del fiscal Nicola Grat-teri, pretende sacar a la luz las relaciones de la ’Ndrangheta con el ámbito político, la franco masonería –que parece servir de intermedia-ria para establecer los contactos con las eli-tes locales– y el mundo de los negocios. Las

acusaciones sobran: asociación ilícita, ho-micidios, extorsión, usura, lavado de dinero, malversación de fondos públicos... Este juicio, culminación de cuatro años de investigacio-nes marcadas por amenazas de muerte contra el fiscal (que vive con protección reforzada) fue bautizado “Rinascita-Scott” –rinascita, “renacimiento”, con la esperanza de que la región pueda liberarse de la Mafia; y “Scott” en homenaje a Sieben William Scott, un agen-te del Federal Bureau of Investigation (FBI) muerto en 2015 que le permitió a Gratteri des-entrañar los lazos entre los cárteles de la dro-ga colombianos y la ’Ndrangheta.

Este 13 de enero, el fiscal madruga. Delan-te de las cámaras desde las 8:30hs, subraya la necesidad de avanzar rápido (sobre todo para evitar la prescripción) e invita a la opi-nión pública a considerar a los magistrados y

a los miembros de las fuerzas del orden como “personas en quienes se puede confiar”. Pe-ro, mientras habla, una multitud de imágenes vuelven a la memoria. Innumerables asun-tos oscuros y confusos, estadísticas, informes parlamentarios (el primer informe consagra-do a la Mafia es de 1876), galerías de persona-jes, héroes, delincuentes, magistrados; todos fragmentos de la historia italiana, ese país en el que existe desde 1962 una Comisión parla-mentaria anti-Mafia y que dispone de múlti-ples cátedras dedicadas al fenómeno (en la Universidad de Pavía, de Roma...).

Pensamos también en las imágenes de otro “maxi juicio”, el de Cosa Nostra en Palermo en 1986-1987, el primero del género en testimo-niar la verdadera voluntad de intervención del Estado y que culminó con condenas muy pe-sadas (un total de 2.665 años de reclusión).

Menos conocida que la Camorra napolitana o Cosa Nostra, de Sicilia, la ’Ndrangheta, la mafia calabresa, es sin embargo una de las más temibles. Imperio económico y político, que controla amplios territorios, es actualmente objeto de un juicio histórico. Pero la represión no será suficiente si no se atacan también las raíces de esta criminalidad organizada.

d

Page 20: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Finalmente, volvemos a ver las imágenes pesadillescas de la respuesta de la Mafia a ese mismo juicio: una porción de la autopista sici-liana hecha trizas con 500 kilos de explosivos, el 23 de mayo de 1992, en un atentado que vio morir al juez Giovanni Falcone, a su esposa y a sus tres guardaespaldas. Esta tragedia mar-có la historia italiana. Después de este “maxi atentado”, el Estado reforzó significativamen-te la lucha anti-Mafia. Cosa Nostra le puso fin gradualmente a su espectacular estrategia de ultra-violencia, inaugurando, bajo el reino del nuevo “boss” Bernardo Provenzano (1995-2006), que le sucedió a Salvatore “Toto” Riina, su estrategia de los abismos: actuar en inmer-sión, en las profundidades.

Si el aspecto fuera de norma de estos jui-cios pone en escena el poder del Estado y su determinación a desplegar su arsenal repre-sivo, plantea asimismo numerosas preguntas: ¿cómo y cuándo se terminará el juicio Rinas-cita-Scott (el de Palermo duró cerca de cinco años)?, ¿cuántos acusados serán finalmente condenados y a qué penas?, ¿cuáles serán las consecuencias económicas y políticas? Pero, sobre todo: ¿Qué es la Mafia?

Una montaña de mercancíasPara Giuseppe Pitrè, “el sentido que esta pala-bra finalmente adquirió es casi imposible de definir” (1). Este especialista de las tradiciones populares sicilianas evoca una “sensibilidad mafiosa”, es decir, una cierta visión de la vida, reglas de comportamiento, una manera de ha-cer justicia fuera de las leyes y del Estado. En El día de la lechuza, en 1960, el escritor Leonardo Sciascia definía a Cosa Nostra como “un siste-ma que administra los intereses de poder de una clase que […] podemos definir como burguesa; que nace y se desarrolla únicamente en el vacío del Estado, pero al interior del Estado. La Mafia, en resumen, no es más que una burguesía para-sitaria, una burguesía que no emprende sino que explota” –al tiempo que afirmaba aquello que también llamó la “sensibilidad mafiosa” (2)–.

“¡La Mafia es una montaña de mierda!”. Esta frase, tantas veces gritada o escrita en las paredes de las ciudades, expresa una legítima condena. Pero condenar no alcanza para com-prender la naturaleza del fenómeno y poder combatirlo. Si la Mafia es una montaña, es an-te todo una montaña de mercancías – cigarri-llos, productos falsificados, drogas, armas, di-nero...– que pudo obtener sobre todo a través de la violencia y de la corrupción. Una “Mafia emprendedora” (3) muy competente que se desarrolló hace tiempo, que sabe administrar, organizar, acumular y en la que cada uno tiene su lugar: jefes-dirigentes, vigilantes, embaja-dores, socios, aliados, productores, proveedo-res, clientes, consumidores. La Mafia decreta y dicta sus leyes, hace tratos, emprende negocia-ciones, organiza mediaciones. Como un segun-do Estado que hubiera nacido y hubiera pros-perado dentro de las fallas del primero.

Hay que comprender entonces las “razo-nes de la Mafia” (4). La expresión, a veces vis-

ta como complaciente, supo escandalizar. Sin embargo, para luchar eficazmente contra una organización criminal es necesario conocer las causas profundas de su existencia, sus valores, su universo simbólico, el orden jurídico en el que se inscribe; en una palabra, su cultura.

En 1861, la unificación italiana hace surgir la dolorosa y espinosa “cuestión meridional”. El subdesarrollo del sur del país (el Mezzogiorno) lo pone de hecho en una posición de inferiori-dad en el seno del nuevo Estado. Esta fractu-ra original se vuelve, desde los comienzos de la unificación, una contradicción enorme, una di-vergencia en el proceso de desarrollo económi-co, político y cívico de la joven nación, como si dos organismos persiguieran cada uno su pro-pia evolución. Rápidamente, la burguesía del Norte, cuyas regiones-Estado habían desarro-llado su economía en contacto con los países fronterizos, se vuelve hegemónica.

Un brazo armadoEn el Sur, donde la economía y la infraestruc-tura atrasan, la clase pudiente es terrateniente y teme que su poder se vea amenazado por re-vueltas campesinas. Es por lo tanto con mucha naturalidad que se vuelca hacia la Mafia, orga-nizada entonces en múltiples bandas armadas, para defender sus tierras y asentar su domi-nio. Estos grupos criminales habían, de hecho, combatido a Giuseppe Garibaldi, el “padre de la patria” italiana y su promesa de redistribu-ción de las tierras a los campesinos: la Mafia sirvió entonces de brazo armado de los latifun-distas (grandes propietarios) e impidió la re-distribución. Al momento de la unificación el Sur estaba dividido entre latifundistas y Mafia de un lado, campesinos y pequeños propieta-rios del otro. El recién creado Estado suscitó el descontento imponiendo el impuesto y el ser-vicio militar, privando así a las familias pobres de valiosos brazos para el trabajo de los cam-pos. Al afirmar sus nuevas prerrogativas, el Es-tado se esforzó por convencer a los recalcitran-tes mandando a los carabineros, un cuerpo ex-tranjero a la cultura local. Todo aquello contri-buyó al refuerzo de la Mafia y a su legitimación ante una parte de la población.

En el rito de iniciación al que debe some-terse todo nuevo miembro de la organización criminal, existe un cierto ideal, la puesta en primer planovalorización de diversas cua-lidades: bravura, excelencia, mérito, coraje, virtud moral, distinción, honor (5). La cultu-ra mafiosa se refiere a principios análogos a los valores tradicionales y populares tan do-minantes en el sur del país y que remontan a tiempos mucho más lejanos. Utiliza estos va-lores torciéndolos, adaptándolos a su propia realidad, a su propia finalidad.

Enraizada en un terreno fértil arcaico, la ’Ndrangheta sufrió a lo largo de las décadas continuas mutaciones, como muchas culturas y sub-culturas. Protegida por el denso laberin-to del monte que compone el macizo del As-promonte, se dedicaba, hasta los años 1980 al crimen organizado y al rapto. Con la droga, se

transformó en un holding internacional del cri-men y del tráfico de cocaína, sin, por ello, cam-biar sus reglas y sus valores. Se presenta enton-ces como un amalgama en donde coexisten ar-caísmo y modernidad, tradición e innovación, liturgia primitiva y cultura del emprendimien-to. Sus ritos de afiliación permanecen inmu-tables (purificación del lugar, fórmulas cuasi esotéricas, intercambio de sangre) pero su per-sonal, sin embrago, es “moderno”: está a la van-guardia de la tecnología digital para reciclar el fruto de sus actividades en Internet (6).

En la cultura mafiosa la cárcel juega un rol central y estratégico. Lugar de prueba así como de aprendizaje en donde se enseñan los pugna-li, cuteddi e bastuni (“puños, cuchillos y basto-nes”), en donde se obtienen los títulos que per-mitirán conquistar puestos de mando. La pala-bra “’Ndrangheta” o “’Ndranghita” hace refe-rencia al griego anér agathós: la organización es vivida como una asociación de “hombres perfectos”, que conectan el territorio de ‘ndri-ne (“clanes” o “familias”). Pero toda la paradoja de la organización calabresa, cargada de cultu-ra machista hasta en su nombre, es que la figura simbólica de la madre, factor de cohesión de la familia, del clan, de la ‘ndrina, juega un rol cen-tral. El jefe del clan es llamado “il mamma san-tissima”, “el madre santísima”, aquel que une al grupo. Contrariamente a Cosa Nostra o a la Camorra, la ’Ndrangheta no produce de hecho más que muy pocos “colaboradores de la justi-cia” o arrepentidos. Además, al vaciar ciudades y pueblos de una gran parte de su componen-te masculino, las olas migratorias sucesivas del Sur –más importantes en Calabria– confirie-ron, de hecho, a las mujeres el poder de organi-zar el espacio social, en una doble carencia de padres y del Estado. Es una de las claves para comprender la profundidad del anclaje de la ’Ndrangheta y la maraña de sus ramificaciones.

Ni pulpo ni cáncerAprehender esta realidad implica renunciar a las imágenes estereotipadas, reductoras: la Ma-fia depende de la delincuencia y sólo necesita de los mecanismos y las acciones de orden poli-cial y judicial; la Mafia es un fenómeno comple-tamente extranjero a la voluntad de las masas porque el pueblo es bueno, según un cierto neo-romanticismo que no ayuda al sentido crítico; la Mafia es una enfermedad, es decir una fatali-dad, no podemos hacer nada, etc (7).

¿Será posible acabar con ella? La verdade-ra pregunta no es saber si la Mafia termina-rá desapareciendo ya que, como lo afirmó el juez Falcone, en una declaración ya famosa, “la Mafia es un fenómeno humano; como to-dos los fenómenos humanos, tiene un princi-pio, una evolución y en consecuencia, tendrá también un fin”. Pero, ¿cuándo y cómo? Es ilu-sorio imaginar que se desecará por la vía de juicios y arrestos espectaculares, aún cuando sean necesarios y útiles. Falcone declaraba asimismo: “Si queremos combatirla eficaz-mente, no debemos transformarla en mons-truo. No es ni un pulpo ni un cáncer. Debemos

reconocer que se nos parece”. La lucha con-siste sobre todo en impedir que gane terreno. En esta perspectiva, la educación puede jugar un rol decisivo, constituyendo a la escuela en el lugar ideal para organizar la “resistencia”. Según el fiscal Gratteri, se trataría ante todo, de hacer surgir el “deseo” de no convertirse en mafioso, de asociar a los “valores” mafio-sos una negatividad absoluta. “Si la juventud negara sus valores, la todopoderosa y miste-riosa Mafia se desvanecería como una pesadi-lla”, declaraba Paolo Borselino, otro juez sici-liano asesinado en 1992. Esto implica eviden-temente un Estado fuerte e irreprochable, un Estado protector, más cercano a los ciudada-nos –porque la Mafia ayuda y apoya, también financieramente, a las familias de sus miem-bros encarcelados o en dificultad–. Con una tasa de desempleo de 20,1% en Calabria (9,2% en Italia) (8), la tarea que le corresponde al Estado parece titánica.

“¿Cómo opina usted que se puede comba-tir a la Mafia?”, le pregunta un estudiante a Saverio Strati. Y el escritor calabrés contestó: “Quiero hacer una observación que también me concierne. Creo que nosotros, las perso-nas del Sur, tenemos todos una mentalidad mafiosa porque cada uno de nosotros se ocu-pa únicamente de sus pequeños asuntos, de su tribu, de su familia. Cada uno de nosotros, cuando pide algo –a una institución, a un co-merciante– , quiere ser atendido inmediata-mente. No aprendimos aún a hacer la fila. A integrar esta simple práctica civil y cívica. No parece ser más que un detalle, ¿no es cierto?, pero, mientras seamos incapaces de hacer una fila, la Mafia prosperará” (9). g

1. Giuseppe Pitrè, La Mafia e l’omertà, Edizioni Brancato, Catania, 2007.2. Leonardo Sciascia, El día de la lechuza, Tusquets, Barcelona, 2008.3. Pino Arlacchi, La Mafia imprenditrice. L’etica mafiosa e lo spirito del capitalismo, Il Mulino, col. “Contemporanea 2”, Boloña, 1983.4. Colectivo, Le Ragioni della Mafia. Studi e ricerche di “Quaderni calabresi”, Jaca Book, Milán, 1983.5. Sobre los ritos de iniciación, véase Enzo Ciconte, Storia criminale. La resistibile ascesa di Mafia, ‘Ndrangheta e Camorra dall’Ottocento ai giorni nostri, Rubbettino, Soveria Mannelli (Catanzaro), 2008.6. Véase Nicola Gratteri y Antonio Nicaso, Fratelli di sangue. La ‘Ndrangheta tra arretratezza e modernità: da Mafia agro-pastorale a holding del crimine, Luigi Pellegrini Editore, Cosenza, 2006.7. Luigi M. Lombardi Satriani, “Il trionfo della mortificazione”, y Francesco Tassone, “Le letture separate”, en Le Letture della Mafia, Qualecultura - Jaca Book, Vibo Valentia, Milán, 1989.8. Instituto Nacional de Estadísticas (ISTAT), Roma, 2020.9. Colectivo, Strati a Petilia, Stampa Due L, Mesoraca, 2014.

*Presidente de la sección Alto Crotonese del Ins-tituto Calabrés Raffaele Lombardi Satriani para la Investigación Folclórica y Social, ex alcalde de Petilia Policastro (Calabria).

Traducción: Micaela Houston

20 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

d

Page 21: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

La evolución de las mentalidades y el progreso de las ideas redefinen en cada época los contornos de lo que la sociedad elige para sí misma

como aquello que es el Bien. Existe entonces una parte necesaria de indeterminación en el interés general. Por ejemplo, la lenta con-quista de los derechos sociales a partir del si-glo XVIII y, sobre todo, del siglo XIX, ilustra el carácter a la vez contingente y evolutivo del interés general. Con la democratización, éste debe acercarse a los deseos del pueblo y, con este fin, ser sometido a una deliberación pública sancionada por el sufragio universal. En principio, una democracia viva de ciuda-danos activos, atentos a los asuntos públicos, hace surgir la extensión de las posibilidades, devela las opciones presentes y ofrece una visión más amplia y por ende más justa, más verdadera, de la realidad. La verdad cumple aquí una función central, ya que, sin ella, la de-terminación del interés general no es más que una fachada para los intereses particulares. Es, en cierto sentido, falso.

La verdad está ligada a la obligación de “transparencia” de los poderes públicos, pero no se limita a ella. Ahora bien, desde los años 1990, la frontera entre las dos es cada vez más difusa. Un poder autoritario puede defender intereses de casta dentro de la mayor transpa-rencia. El cinismo que rompe con un lengua-je oficial ceremonioso, como el que exhibía el ex presidente estadounidense Donald Trump, puede ser propio de una transparencia hábil-mente gestionada. No se trata aquí de verdad, ya que esta actitud es intrínsecamente unilate-ral y excluye cualquier repartición real del es-pacio social e intelectual. Un gobierno transpa-rente puede por lo tanto ser un gobierno falso. Los programas de ajuste estructural, impues-tos a los países del Sur por las instituciones fi-nancieras internacionales preconizaban a la vez medidas económicas y reglas de “buena go-bernanza”, en primer lugar una gestión trans-parente de los poderes públicos (gestión rigu-rosa de las cuentas públicas bajo la vigilancia de órganos de control). Los países que siguie-ron al pie de la letra estas prescripciones vie-ron abrirse un abismo entre las instituciones y las poblaciones y sufrieron golpes de Estado y violencias poselectorales (Costa de Marfil, Ke-nia, Malí, por citar únicamente países africa-nos). El orden social, muy desigual, estaba tal vez apoyado en una gestión transparente, pe-ro no estaba en sintonía con las realidades de la vida cotidiana de los habitantes. Es necesario entonces que las libertades de expresión y de deliberación pública estén garantizadas para crear un espacio para la determinación de la verdad por parte de ciudadanos informados.

Entre las funciones de la política, una de las más delicadas y más esenciales es la de nombrar las cosas, ya que permite determinar los puntos de referencia, distinguir ciertas co-sas a priori confusas, calificándolas. Arte del verbo y del ordenamiento de lo real, la polí-tica designa los objetos, las funciones, las si-tuaciones: al hacerlo asigna lugares, establece jerarquías y atribuye un sentido a la realidad. Calificar, por ejemplo, de “cargas” a las “co-tizaciones sociales” revela la opción por un determinado orden social. Según sus convic-ciones, los dirigentes políticos emplean una u otra expresión. Evocar, como lo hizo la pe-riodista Béatrice Schönberg, el “asesinato de Luis XVI” y no su “ejecución” significa que la asamblea que juzgó al monarca caído era ile-gítima y cometió, en realidad, un crimen (1). Son muchos los ejemplos.

Silenciar lo molestoPorque ejercen una función pública, repre-sentativa, los dirigentes confieren a sus pa-labras una autoridad sin igual. Si bien los go-bernantes no poseen el poder de nombrar, ocupan un lugar esencial que consiste en fi-jar el consenso establecido en la sociedad. Las reivindicaciones de los ciudadanos, de las asociaciones y de los partidos se traducen asimismo en elecciones terminológicas que expresan su análisis del mundo o de una rea-lidad específica. El objetivo, entonces, es dar a conocer estas elecciones e imponerlas co-mo símbolo de su aceptación por parte de la sociedad. En Francia, por ejemplo, los movi-mientos feministas luchan para hacer incor-porar en el código penal el término “femici-dio”, con el fin de que las violencias ejercidas contra las mujeres sean reconocidas en su es-pecificidad. Los poderes públicos se mues-tran reacios a hacer esta distinción y consi-deran que el término “homicidio” se aplica a todos, sea cual sea el sexo (2).

La negativa a nombrar, rechazando una palabra o guardando silencio, tiende evi-dentemente a silenciar un fenómeno moles-to, a minimizarlo o a justificar una política o la ausencia de acción política. El presidente francés Emmanuel Macron dio un ejemplo desconcertante de ello cuando se negó a in-vocar la “penosidad” del trabajo con el pre-texto de que eso daría la “sensación” de que el trabajo sería... penoso. Sin embargo, los in-formes de la medicina especializada o las in-vestigaciones sociológicas demostraron am-pliamente el sufrimiento en el trabajo, sea fí-sico o psíquico (3). El jefe de Estado partici-paba en un debate público, el 4 de octubre de

2019 en Rodez, mientras el movimiento de los “chalecos amarillos” denunciaba las in-justicias sociales y las del mundo del empleo. Una actitud similar a la del presidente fran-cés se encuentra en el rechazo de su ministro del Interior a usar el vocablo “violencia poli-cial”, afirmando que “se atraganta” al escu-charla (4). Tal fenómeno no existiría, según Gérald Darmanin, en la medida en que los comportamientos ilegales serían puramen-te individuales y aislados de la organización del mantenimiento del orden. Podemos ra-zonablemente ver en este rechazo un nuevo ejemplo del “desconocimiento ideológico de la ideología” tan bien analizado por Claude Lefort, con las clases dirigentes atrapadas en sus elecciones filosóficas, buscando borrar sus consecuencias concretas a través del re-chazo de las palabras que las designan.

Desprecio por la verdadPara que haya “posverdad” debe haber “verdad”, es decir un espacio público de discusión “libre y razonado” en el sentido en que lo enunció Condorcet –que permitia no sólo describir lo real, sino también po-nerlo en discusión–. Ahora bien, semejante situación ya no existe. Es decir que los espa-cios de discusión desaparecen en desmedro de un palabrerío incesante que se queda en la superficie de las cosas. Algunos rechazan el debate. Otros pretenden aceptarlo pero lo sustituyen por una forma de diálogo más cercano a lo ofensivo. Las sociedades mo-dernas sufren de una cruel falta de política, colmada por la gestión de las reivindicacio-nes cotidianas, la regulación de los espacios públicos y la puesta en práctica de los impe-

rativos contables al servicio de proyectos a menudo improvisados o mal elaborados. Es también una de las razones de la expandida atestación de que las “palabras” ya no tie-nen sentido; el recurso a los elementos del lenguaje constituye la forma acabada de un desprecio consumado por la verdad y la ex-presión de una cínica institucionalización de la mentira. Esta evolución lleva a un ver-dadero suicidio de la política, que se hunde en la tormenta.

El poder de nombrar no es un atributo mo-nárquico unilateral que le confiere a la auto-ridad pública un poder de reconocimiento arbitrario. Es en nombre de la comunidad y bajo su control que se designan las cosas y los hechos. Sin embargo, la comunidad no puede expresar una verdad sin admitir el debate y las contradicciones entre puntos de vista. Sino, la verdad social no puede emerger. g

1. “Prise directe”, France 2, 25-1-11.2. Invocan asimismo argumentos más prácticos, como el aumento de dificultades ocasionadas por la necesidad de demostrar el carácter propiamente anti-femenino de un asesinato.3. Christophe Dejours, Souffrance en France. La banalisation de l’injustice sociale, Points, col. “Essais”, París, 2014.4. Comisión de leyes de la Asamblea Nacional, París, 28-7-20.

*De la redacción de Le Monde diplomatique, París. Acaba de publicar Dernières nouvelles du mensonge (Lux, Montreal, 2021), del que ha sido extraído este texto.

Traducción: Micaela Houston

Cuando desaparece el espacio de debatepor Anne-Cécile Robert*

No hay democracia sin verdad, no hay verdad sin discusión

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 21

Carolina Muñoz, En la mesa, 2017

Page 22: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Antes de ser desregularizadas, las finanzas estadounidenses funcio-naban según el principio “3-6-3”: depósitos al 3%, créditos al 6%,

golf a las tres de la tarde… Esta tranquilidad la barrió un capitalismo de casino tanto más lucrativo por el hecho de que la coyuntura de la época le era favorable. Y después explota-ron las burbujas especulativas. La situación actual de los medios estadounidenses recuer-da un poco a ese precedente. El filón “Donald Trump” constituyó para los medios el equiva-lente de décadas de demencia financiera. ¿La derrota del ex Presidente podría marcar el fi-nal de esa martingala?

Durante mucho tiempo, en Estados Uni-dos, el “golf a las 3 del periodismo” fue no solo la publicidad que lo lubricaba sino la “objeti-vidad” de la cual presumía. Fáctico, preciso, sin inclinaciones declaradas ni exageracio-nes, le servía de modelo a todo el planeta. Tra-ducir artículos del New York Times, incluso publicarlos sin traducir, tenía tanto encanto que en Francia Le Monde, Le Figaro y Libéra-tion se apropiaron de esta idea cada cual a su turno. El compromiso político de la prensa es-tadounidense no estaba sin duda ausente, pe-ro se lo disimulaba en los pliegues del “unos dicen esto, otros dicen aquello”; motivos pa-ra llevar al lector razonable a ubicar la verdad entre unos y otros. Tanto “unos” como “otros” pensaban sin embargo más o menos lo mismo acerca de la mayor parte de las cuestiones del momento: políticas económicas neoliberales, golpes de Estado en América Latina, guerras en el Cercano Oriente.

La extraordinaria convergencia de los me-dios en el momento de la invasión a Irak en 2003, es decir, su disposición a ser funciona-les a las mentiras criminales de la administra-ción Bush −se trate del Washington Post, “de izquierda”, o de Fox News, de derecha− pro-vocó una primera introspección. “Investiga-mos, después, cuando llega el momento de escribir, dejamos de hacer funcionar nuestro cerebro y repetimos los elementos de lengua-je (spin) de ambas partes −destacó el periodis-ta Ken Silverstein−. Tenemos miedo de ex-presar una opinión que haría que nos acusen de tener una postura” (1). Resultado: cuando se acusaba a un candidato por una travesura o por una infamia, el periodista bien educado se cuidaba enseguida las espaldas publicando información capaz de incomodar al adversa-rio. Y después, a jugar al golf…

El “periodismo de resistencia”A partir de 2015, el ascenso político de Trump marca el fin de esta objetividad de pacotilla, enseguida asimilada a una “falsa equivalencia”, incluso a un “calmante”. Es entonces que nace un “periodismo de resis-tencia” cuya presentación se publica el 8 de agosto de 2016 en un artículo del mediador del New York Times que aparece en la “tapa” del diario. Es una sensación. Porque estipu-la las nuevas tablas de la ley: “Si piensa que Donald J. Trump es un demagogo que juega con las peores tendencias racistas y naciona-listas de la nación, que consiente a los peores dictadores antiamericanos, y que sería pe-ligroso confiarle los códigos nucleares […], debe olvidarse de las reglas que rigieron el periodismo estadounidense durante la se-gunda mitad del siglo XX. Y va a tener que unirse a las filas de la oposición. […] A Trump y a sus partidarios esto les parecerá injusto, pero el periodismo tiene el deber de decirles la verdad a sus lectores si pretende estar a la

altura de los juicios de la historia” (2). El día después de la imprevista derrota de Hillary Clinton, el New York Times honra una tan no-ble ambición al titular: “Los demócratas, los estudiantes y los aliados extranjeros enfren-tan la realidad de una presidencia Trump”. En suma, ya no se trata de observar, de repor-tar los hechos, es decir el resultado, sino de participar, de señalarles a los lectores −de-mócratas, estudiantes, aliados extranjeros− que comparten su angustia y que los acom-pañarán en el trance.

Marcado ese rumbo, el resto se despren-de de allí. ¿El multimillonario neoyorquino es mitómano, cínico o egocéntrico? Y bien, casi cada frase de cada artículo va a recordar es-ta realidad, sea cual sea el tema en cuestión. Alcanza con usar de manera inmoderada tér-minos como “jactarse”, “exagerar”, “despotri-car”, “perorata” o “diatriba”. Y cuando la vic-toria de Trump en 2016 no se le atribuye solo a las artimañas del Kremlin, se la imputa a la patología de su electorado: “Los que quieren comprender a cualquier precio a los partida-rios de Trump −explica un periodista del Bos-ton Globe al final de no se sabe qué terapia de masas− se niegan a ver que todos los partida-rios de Trump, pertenezcan a la clase obrera o a la alta burguesía, votaron en función de su principal interés: preservar una identidad americana que sea al mismo tiempo blanca, cristiana y heterosexual” (3).

Más vale no imaginar la estupefacción del autor cuando descubre en noviembre pasado que uno de los únicos grupos demográficos que menos votó a Trump hace tan solo cua-tro años fue el de los hombres blancos. Y que en cambio el candidato republicano avanzó del lado de los negros y los hispanos. Una for-ma de terrorismo de la ortodoxia prohibía que esta hipótesis fuera relevada y que se explora-ran sus eventuales motivos, porque habría re-futado todos los relatos mediáticos dominan-tes. Y además, siempre había algo más urgente que hacer: una investigación sobre el Ku Klux Klan, QAnon, o un reportaje sobre Tony Hova-ter, militante neonazi de Ohio (25 de noviem-bre de 2017). Sin embargo, incluso en ese caso, peligro: por haber relatado algunos detalles anodinos de la vida diaria de este individuo al tiempo que exponía su racismo y su odio hacia los homosexuales, el New York Times tuvo que disculparse al otro día. Acababa de “normali-zar” a un nazi ahí donde los lectores más “des-piertos” (woke) del artículo, es decir, a menudo los más sectarios y los más limitados, querían saber tan solo una cosa de él: que era nazi.

El show aseguradoPocas veces en la historia una “resistencia” fue tan apacible y lucrativa. Apacible: casi to-das las noticias se remiten a un solo sujeto: Turmp. Como un médico charlatán de Moliè-re que responde “el pulmón, el pulmón le di-

go” a la mínima pregunta de su paciente, los grandes medios estadounidenses interpretan cualquier noticia a través de ese prisma, inclu-so cuando se trata de evocar la degradación de la economía italiana, y reaccionan a cada rá-faga de tweets presidenciales divirtiéndose o indignándose según su posicionamiento edi-torial. Dado que el héroe o el blanco de estos intercambios no es ni muy modesto ni dema-siado discreto, el programa −el espectáculo− está asegurado. Algunos días, notó el perio-dista Michael Massing, “el Washington Post publicó más de doce artículos sobre Trump y la política en Washington contra solo uno o dos sobre el resto del país”. En cuanto al resto del mundo, salvo cuando Trump participaba o lo hacían participar, era mejor no hablar.

Esta fijación enfermiza no tuvo más que inconvenientes. “Cubrir a Trump −agrega-ba Massing− volvió famosos a algunos de los corresponsales en la Casa Blanca, lo que les permitió facturar cada una de sus conferen-cias decenas de miles de dólares, mientras sus cuentas de Twitter ganaban centenares de miles de seguidores” (4). Y cuando, por casua-lidad, el presidente de Estados Unidos se las agarraba contra alguno de estos periodistas, era entonces para ellos la gallina de los hue-vos de oro: contrato importante con un editor, reclutamiento como consultor para alguno de los muchos canales hostiles al presiden-te. Así, Jim Acosta, de Cable News Network (CNN), publicó un best-seller, y Yamiche Al-cindor, de Public Broadcasting Service (PBS), se volvió simultáneamente comentadora para MSNBC. Motivos para incitar tanto a uno co-mo a la otra a endurecer el tono.

A cartas vistas no hay mal jugadorLa veneración de la precisión y del respeto de los hechos desapareció. En cuanto el enemigo jurado (Trump) mentía con una desenvoltura desorientadora, los periodistas que le “resis-tían” le seguían los pasos. Dado que las “fake news” de la Casa Blanca los movilizaba a tiem-po completo, el examen de sus propias faltas profesionales intervendría más tarde −o nun-ca−. Sin embargo, aunque, en términos de fal-sificaciones diarias, el ex presidente derrota-ba sin esfuerzo a todos sus adversarios, no era el único luchador en el ring de la desinforma-ción. De la foto de uno de sus mítines tomada varias horas antes de que comience, como pa-ra sugerir que no había gente (The Washington Post), al montaje de las declaraciones de su mi-nistro de Justicia destinado a reprocharle a es-te último no haber recordado aquello que pre-cisamente cortaron (NBC News), las patrañas que por lo general se reservan para los tiempos de guerra y para los enemigos extranjeros se instalan en el frente interno.

El día en que Trump entra a la Casa Blan-ca, Time abre el baile diciendo erróneamente que el busto de Martin Luther King fue retira-do antes de la llegada del nuevo ocupante de las instalaciones. Por supuesto, Trump, con su desfachatez, saca partido de cada uno de es-tos desvíos de la verdad: “Con ellos, todo tie-ne mal aspecto porque falsean y sus noticias son repugnantes. ¿Qué les pasó a la prensa y al periodismo honestos?”. ¿Y qué decir entonces de las montañas de información manidas y de los miles de horas de emisiones paranoicas a las cuales, durante un bombardeo mediáti-co que va a durar casi tres años, se le confiere el nombre de “Rusiagate”? Mal que le pese al mediador del New York Times, es improbable que este Watergate al revés, este Pearl Har-bour del periodismo estadounidense, merez-

Vender discordia en lugar de informarpor Serge Halimi* y Pierre Rimbert**

Trump, los medios y el fin de la vida pública

22 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Coco González Lohse, El ring, 2019 (Gentileza Isabel Croxatto Galería)

Page 23: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

ca una nota respetable, “a la altura de los jui-cios de la historia”. Pero todo dependerá de los examinadores: algunos meses antes del informe Mueller, que invalidará su hipótesis, algunos periodistas reciben un premio Pulit-zer −en vez de orejas de burro− por haber in-vestigado acerca de los lazos entre Rusia y la campaña del candidato republicano (5).

Para un presidente engreído y con ganas de forjar para beneficio propio un culto a la per-sonalidad, nada más ventajoso que esta foca-lización obsesiva, a menudo odiosa, por parte de sus adversarios deshonrados contra él. De-cir que jugó para los medios, que jugó contra los medios y que jugó con los medios sería in-cluso una lítote. “¿Saben por qué los ataco −le confiesa un día a una periodista de CBS que le profesa una hostilidad franca−. Para desa-creditarlos para que nadie más les crea cada vez que sacan alguna información en contra mío.” En ese terreno de las relaciones públi-cas, el millonario neoyorquino tenía oficio, ya que, desde 1987, explicaba en su libro El ar-te de la negociación: “La prensa está siempre buscando historias espectaculares. Si eres un poco llamativo y provocas controversias, van a hablar de ti. La mayoría de los periodistas se burlan de la sustancia de lo que tu dices, bus-can un ángulo sensacional”. Y agregaba: “Lo cual puede haber jugado a mi favor”.

Odio contra odioTreinta años más tarde, su primera conferen-cia de prensa en la Casa Blanca estuvo amplia-mente consagrada a un ataque contra los me-dios. Los periodistas la consideraron desas-trosa para el presidente, pero la experiencia práctica de un comentarista conservador fue muy distinta: “Yo estaba en un gimnasio y to-do el mundo estaba mirando la conferencia de prensa. Se reían y decían que Trump se los co-mía crudos a todos. Los periodistas no se dan cuenta lo que les está haciendo”. Un bloguero del Washington Post se lo explicó sin demora: “Trump comprende que para sus partidarios los medios encarnan todo lo que detestan en la sociedad estadounidense: élites que viven a costa de ellos, salidos de las mejores universi-dades del país y que estiman que la gente co-mún es estúpida e ignorante” (6).

Odio contra odio, en resumidas cuentas. La receta constituyó un lubricante soñado para las tiradas de los diarios de la oposición, las ta-sas de audiencia de las cadenas militantes (co-mo Fox News y MSNBC), la cantidad de segui-dores a la cuenta de Twitter de Trump (88 mi-llones el día de su suspensión). Hace cuarenta años, el presidente demócrata James Carter no fue bien tratado por la prensa. Sin embar-go admite que su lejano sucesor soportó cosas mucho peores: “Los medios no dudan en ha-cer de cuenta que es un enfermo mental. Fue-ron más duros contra Trump que contra todos los presidentes que conocí” (7). Enfermo men-tal, pero no solo eso: unas horas después de la

elección de Joseph Biden, el periodista estre-lla de CNN Anderson Cooper calificó al pre-sidente vencido pero aún en ejercicio como “tortuga obesa dada vuelta y que hace gestos bajo un sol ardiente”. Casi al mismo momento, en MSNBC, el historiador Michael Beschloss declara su alivio: “Como ustedes saben, mi mujer y yo tenemos dos hijos de unos veinte años. Durante tres años y diez meses, sentí que estaban en peligro. Ahora, ya no tengo miedo de que nuestros funcionarios trabajen para un gobierno extranjero. Y creo que esta noche voy a poder empezar a dormir”.

El tono fue igual de exaltado en el campo mediático de enfrente, sin duda menos pro-visto en la prensa importante, pero adosado a una multitud de sitios que odian a los demó-cratas. El 30 de marzo pasado, una joven pe-riodista enternecida le hace una pregunta a su héroe en Fox News: “Presidente, ¿le pue-do hacer una pregunta: cómo podemos rezar por usted?”. Unas semanas antes, en ese mis-mo canal (del cual acaba de ser despedido) el periodista especializado en economía que Trump llama entonces “el gran Lou Dobbs” se enoja incluso con el hecho de que Estados Unidos pierda tiempo en elecciones: “Dado todo lo que logró este presidente y lo que hace cada día, es desagradable que tengamos que pasar por ahí. Si los demócratas admitieran su inteligencia, su lucidez, su capacidad de ser el líder del mundo libre, no habría escrutinio en noviembre: cederían el partido”.

De una y otra parte, se dedican a afianzar las convicciones, los prejuicios y las animosi-dades de un público militante para que la an-gustia permanente de lo que le podría suceder le prohíba vivir sin su medio, del cual ensegui-da sancionará el desvío mediante una ava-lancha de comentarios ofendidos. En el New York Times, las recomendaciones del media-dor se aplicaron al pie de la letra, ya que todos los cronistas del diario detestan al actual resi-dente-golfista de Mar-a-Lago, caso contrario habrían desembarcado instantáneamente. En su encuesta de agosto de 2018, Massing desta-caba que uno de ellos, Charles Blow, le había consagrado 36 de sus 42 columnas del año a la denuncia del presidente republicano. La úl-tima de la época analizada se titulaba sobria-mente “Trump, traidor que traiciona” (8).

El espectador subyugadoDirigirse a un público partidario, darle lo que espera, ocultar lo que le podría molestar, sa-car de ahí homenajes y recompensas no es el recorrido habitual de todas las “resisten-cias”. Sin percibirlo, el país faro de la demo-cracia mundial retoma incluso ciertas técni-cas de manipulación de los dictadores ára-bes acerca de los cuales el investigador Peter Harling explicó: “Invierten en las líneas de fractura, las exacerban y buscan el conflic-to. Al radicalizar a una parte de la sociedad, consolidan su posición en otra parte y pasan

por alto cualquier programa constructivo: el miedo a lo que los podría reemplazar alcanza para mantenerlos en el poder” (9).

El repertorio habitual de las redes socia-les consolida este engranaje: indignaciones y ultrajes permanentes; vinculación de todas las ansiedades latentes a un blanco maléfico omnipresente; capacidad de pasar instantá-neamente de un ciclo de pánico al siguiente sin sentirse nunca sujeto a explicar por qué lo peor queda siempre diferido. Semejantes ingredientes garantizan casi que las comuni-dades, las solidaridades se coagulen alrede-dor de los miedos y paranoias opuestas. Pue-den sin embargo, como lo resume con humor el periodista de izquierdas Matt Taibbi, co-habitar en un mismo hogar. Así, Fox News apuntó primero al “tío de derecha un poco loco ofreciéndole un canal en el que se su-cederían historias de inmigrantes y de mi-norías que comenten delitos. Después apa-recieron otros medios en el mercado con el deseo de complacer al chico con la camiseta del Che. Si uno y otro miran canales distin-tos en habitaciones distintas, llegarás a hacer que se odien” (10).

No necesariamente por buenas razones. Porque si suponemos que el admirador del “Che” fue instruido políticamente gracias a MSNBC, el “canal de la resistencia” contra Trump, no supo mucho de la decisión más criminal de su presidencia, su apoyo inque-brantable a la guerra saudí contra los hutíes del Yemen; un apoyo que Biden acaba de fi-nalizar. En 2018, cuando las víctimas civi-les de Yemen se contaban ya por millares, MSNBC le consagró un solo debate. El canal se mostró menos discreto en cuanto a la re-lación de Trump con una estrella porno, que en el mismo tiempo fue objeto de 455 deba-tes (11). Hace algunos años, ya, preparando la lista de los temas de campaña prioritarios según su perspectiva −el cambio climático, las desigualdades de ingresos y de fortuna, el costo de la educación y de la salud−, Bernie Sanders observaba que “los medios de comu-nicación, que son un instrumento de la clase dirigente de este país, prefieren que hable-mos de cualquier cosa antes que de las cues-tiones más importantes”.

Y está ahí un poco el punto ciego de los co-mentarios relativos a la polarización de la opi-nión estadounidense. Esta opera con mucha más facilidad alrededor de los temas “cultura-les” que más venden en el momento −desem-plazamiento de las estatuas de los generales sudistas, cierre de las iglesias y uso de tapa-bocas a causa del Covid-19, declaración sexis-ta atribuida al senador Sanders y desmentida por él mismo, enfrentamiento verbal entre un joven partidario de Trump y un amerindio− mientras más larga sea la lista de los temas a propósito de los cuales no existe, entre los dos campos principales, ninguna discusión importante, ningún desacuerdo de fondo. Al-

canza con citar algunos para observar que no son secundarios: los presupuestos ya obesos del Pentágono fueron aumentados por las dos cámaras del Congreso, por una aplastante ma-yoría, sin que los medios se interesaran; hace cuatro años, el Senado votó sanciones contra Rusia por 98 votos contra 2; acaban de confir-mar mantener en Jerusalén la embajada de Estados Unidos por 97 votos contra 3; la ven-ta a Ucrania de armas de ataque, a la cual sin embargo el presidente Barack Obama se ha-bía opuesto, fue aprobada por su sucesor con el apoyo casi unánime de los parlamentarios y de los medios; cuando, en abril de 2017, el pre-sidente Trump decidió bombardear Siria, 46 de los 47 editoriales publicados sobre el tema en los 100 diarios principales estadouniden-ses saludaron este acto de guerra que sin em-bargo va en contra del derecho internacional; la administración Biden asegura a su vez que Juan Guaido sería el presidente legal de Vene-zuela; acaba de relevar también a la adminis-tración Trump reclamando la extradición de Julian Assange, perseguido por Estados Uni-dos por haber revelado para todos algunos de los crímenes de guerra estadounidenses.

En sociedades más escindidas y más des-orientadas, el comercio de las guerras cultu-rales hace que los medios prosperen. A falta de días felices, este tipo de discordia les ofrece a los pueblos los juegos del circo. g

1. Véase Michael Massing, “The press: the enemy within”, The New York Review of Books, 15-12-2005. Trece años más tarde, el mismo periodista analizó las transformaciones de su profesión en “Journalism in the age of Trump: what’s missing and what matters”, The Nation, Nueva York, 19-7-2018.2. Jim Rutenberg, “Trump is testing the norms of objectivity in journalism”, The New York Times, 7-8-2016.3. Citado por Matt Taibbi, Hate Inc., OR Books, Nueva York, 2019, un libro esencial para entender en qué se convirtieron los medios de comunicación estadounidenses (y otros más…).4. Michael Massing, “Journalism in the age of Trump”, op. cit.5. Véase “Chernobyl mediático”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo de 2019.6. Chris Cillizza, “Donald Trump delivers a series of raw and personal attacks on the media in a news conference for the ages”, The Washington Post, 16-2-2017. 7. Maureen Dowd, “Jimmy Carter lusts for a Trump posting”, The New York Times, 21-10-2017. 8. Charles Blow, “Trump, treasonous traitor”, The New York Times, 15-7-2018. 9. Peter Harling, “Ce qu’annonce l’éclatement irakien”, Le Monde diplomatique, julio de 2014.10. Matt Taibbi, Hate Inc., op. cit.11. Marlo Safi, “MSNBC is too busy servin up red meat to cover humanitarian crisis”, National Review, Nueva York, 31-7-2018.

*Director de Le Monde Diplomatique** De la redacción de Le Monde Diplomatique.Traducción: Aldo Giacometti

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 23

Libros de Luis Sepúlveda

Libros impresos $3.950 y libros digitales $2.950

www.editorialauncreemos.cl

Page 24: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Ya nada puede detener la bulimia de las compañías petroleras. En África, el 71% de los sitios natura-les inscritos en la Lista de Patri-

monio Mundial de la Organización de las Na-ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) están sujetos a con-cesiones mineras y petroleras (1). La petro-lera francesa Total –que abandonó las pros-pecciones en el Parque Nacional de Virunga, situado en la parte oriental de la República Democrática del Congo (RDC), después de una campaña internacional de defensores del medioambiente– ahora prevé diez perfo-raciones en otras reservas. Su objetivo espe-cífico es el Parque Nacional de las Cataratas Murchison, situado en Uganda y atravesado por la selva ecuatorial y la sabana, donde ha-bitan elefantes, jirafas, leones, rinocerontes, búfalos, leopardos e hipopótamos.

Riesgos y amenazasEl gigante petrolero se encuentra en la mi-ra de seis organizaciones no gubernamen-tales (ONG) francesas y ugandesas (2), que han recurrido al tribunal de gran instancia de Nanterre. Según estas organizaciones, un proyecto de oleoducto que se extiende des-de la estación de bombeo de Hoima, situada cerca del lago Alberto, a una hora de viaje del sur del parque de las Cataratas Murchison, hasta el Océano Índico, atentaría contra los derechos humanos y el medioambiente (3). En efecto, una ley francesa, única en el mun-do, impone a las grandes empresas un “deber de vigilancia” en este ámbito a lo largo de to-da la cadena de subcontratación (4). Adop-tada a partir del derrumbe de la fábrica tex-til Rana Plaza, producido en Bangladesh, en 2013, en el que murieron más de mil obreros que trabajaban para subcontratistas de gran-des cadenas de moda occidentales (5), esta ley considera que las multinacionales son responsables de las consecuencias socia-les y medioambientales de las actividades que controlan, directa o indirectamente, en Francia o en el extranjero. En particular, las obliga a establecer un “plan de vigilancia”. Ahora bien, Total no habría adoptado ningu-na medida de prevención específica.

A pesar de eso, sin pronunciarse sobre el fondo, el Tribunal de Nanterre y poste-

riormente el Tribunal de Apelación de Ver-salles se declararon incompetentes el 30 de enero de 2020 y el 10 de diciembre de 2020, respectivamente, remitiendo el litigio a los tribunales comerciales. Como señala Ju-liette Renaud, de la organización Amigos de la Tierra Francia, estas decisiones reflejan “una interpretación errónea del derecho, que tiende a ignorar el objetivo principal de esta ley: proteger los derechos humanos y el medioambiente”. Por eso las ONG recurren ante el Tribunal de Casación, con la espe-ranza de que no sea demasiado tarde para las poblaciones “privadas total o parcial-mente de sus tierras y de sus medios de sub-sistencia en Uganda y Tanzania”.

Dirigida por un consorcio de empresas integrado por la petrolera Total, la Corpo-ración Nacional de Petróleo Offshore de China (CNOOC, por sus siglas en inglés), la Uganda Nation Oil Company y la Tanza-nia Petroleum Development Corporation, la construcción del oleoducto East African Crude Oil Pipeline (EACOP) debe comen-zar en marzo. Con un costo de 3500 millo-nes de dólares y una longitud de 1403 kiló-metros, el EACOP tendrá que transportar el crudo desde la estación de bombeo de Hoi-ma, en Uganda, hasta el puerto del Océano Índico de Tanga, en Tanzania, bordeando el lago Victoria. Según Oxfam y la Federa-ción Internacional de Derechos Humanos

(FIDH), esto representa una amenaza para doce mil familias. Los habitantes del lago Alberto denuncian problemas de visión y audición, además de enfermedades respira-torias, después de haberse realizado prue-bas de pozos de petróleo que implican per-foraciones de exploración, lo que conlleva un riesgo de derrame de hidrocarburos. Las poblaciones cercanas a los yacimientos de Kingfisher y de Tilenga denuncian, de he-cho, la contaminación de algunos pozos por las actividades de exploración. También se corre el riesgo de contaminar las aguas de los lagos Alberto y Victoria, fuentes del Nilo Blanco. En efecto, Total debe instalar plataformas de exploración petrolera en el recinto del parque, y la CNOOC, en el lago Alberto.

En 2016, setenta ictiólogos de diecisie-te países advirtieron sobre los peligros de la extracción de petróleo en la región de los Grandes Lagos de África (6). Señalando que se trata de ecosistemas casi cerrados, los especialistas se inquietan por los proyec-tos petroleros en el lago Tanganica, donde la renovación completa de las aguas tarda siete mil años. De este modo, el efecto de una marea negra se desvanecería solo des-pués de varios milenios, para desgracia de los cerca de diez millones de habitantes y de sus descendientes. Según Sixtus Kayombo, profesor del Prospective College of Engi-

neering and Technology de la Universidad de Dar es-Salam, Tanzania, y el ecologista danés Sven Erik Jorgensen, este tiempo de renovación se eleva a 123 años en lo que res-pecta al lago Victoria (7).

Las prospeccionesLos parlamentos belga, alemán y europeo habían pedido sucesivamente el cese de las actividades de exploración y explotación en el parque nacional de Virunga, refugio de los famosos gorilas de montaña, lo que produjo la retirada, en 2015, de la petrole-ra británica Soco International. A pesar de esta presión y del estudio ictiológico de 2016, el Consejo de Ministros de la Repú-blica Democrática del Congo (RDC) del 8 de junio de 2018 autorizó la reclasificación de una zona de interés petrolero que cubre el 21,5% de la superficie de la reserva natu-ral, así como otra que representa el 40% del parque nacional Salonga, un área tan gran-de como Bélgica y refugio de los bonobos. En el segundo caso, se trataba de preparar la ejecución de un contrato de reparto de producción entre el Estado congoleño y la Compañía Minera del Congo (Comico) del empresario Adonis Pouroulis, aprobado por decreto presidencial en febrero de 2018, en relación a tres bloques (8) situados en la Cu-beta Central, uno de los cuales se extiende sobre el parque Salonga.

Las compañías petroleras avanzan sobre los parques naturales africanospor François Misser*

Del Congo-Brazzaville a Botsuana: una difícil reacción

Obligadas a realizar exploraciones offshore cada vez más costosas en aguas ultraprofundas, las compañías petroleras también avanzan sobre el último confín terrestre, donde los costos de explotación son menores: los parques naturales y las reservas de agua dulce de África. Esta ofensiva provoca el rechazo de la sociedad civil y de asociaciones del norte. Pero la lucha es muy desigual.

24 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Niger

Congo

Zambèze

NilNil B

lanc

LagoVictoria

Lago Tanganica

Delta del Okavango

LagoMalawi

Lago AlbertGolfo de Guinea

OcéanoÍndico

Mar Rojo

BENIN

NIGERIA

NIGERIA

ZIMBAWEMOZAMBIQUE

BOTSWANA

ZAMBIA

ANGOLA

NAMIBIA

TANZANIA

RUANDABURUNDÍ

UGANDA

Tanga

Mombassa

Dar es-Salaam

Walvis Bay

KENIA

CONGO

REP. DEM. DEL CONGO

CHAD

CAMERÚN

Agadez

Hoima

KisumuGoma

Port Harcourt

Dodoma

Gaborone

Harare

Lusaka

Luanda

Kampala

Nairobi

EacopKinshasaBrazzaville

Yaoundé

N’Djamena

Niamey

Cotonou

Abuja

Tilenga

King�sherMokélémbembé

Kalahari

Cubetacentral

Bazaruto

Parque nacionalde Virunga

Zona de conservacióntransfronteriza

del Kavango-Zambèze(KAZA)

Parque nacional delas Cataratas de Murchison

Reserva natural nacionalde Termit y Tin-Toumma (RNNTT)

Reserva naturalde Aïr y de Ténéré

Parque natcionalSalonga

0 500 1 000 km

Espacio natural protegido afectadopor un proyecto de explotación petrolera

Con�ictos de uso

Petróleo Gas

Oleoductos Gasoductos

Principales yacimientos explotados

Explotaciónde hidrocarburos

Fuentes: Oxfam ; Global Witness ; ProtectedPlanet, World Database on Protected Areas ;Atlas de l’Afrique, Les éditions du Jaguar, 2015.

CÉCI

LE M

ARIN

Oleoducto en proyecto

Nuevos límites de la RNNTT

Concesión petroleraacordada en una discusión

Page 25: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Namibia y Botsuana, considerados verda-deros paladines de la conservación de la na-turaleza, concedieron en 2020 a la sociedad canadiense Reconnaissance Energy Africa (ReconAfrica) permisos de prospección que cubren 35.000 kilómetros cuadrados a lo lar-go del río Okavango, en la zona de conserva-ción transfronteriza de Kavango-Zambeze (KAZA). Con una superficie equivalente a la de Francia, esta región abarca 36 áreas pro-tegidas, entre ellas tres parques nacionales (Khaudum, Manghetti y Bwabwata). Los permisos petrolíferos se superponen con varios corredores para la migración de ani-males salvajes, entre los que se encuentra la mayor población de elefantes del continen-te, y están situados en zonas que abastecen de agua al delta del Okavango, declarado Pa-trimonio Mundial. Además, las poblaciones bosquimanas o san, que viven en la región desde hace cuarenta mil años, corren el ries-go de perder su último refugio en el Kalaha-ri, como denuncia Annette Hübschle, inves-tigadora social de la Universidad de Ciudad del Cabo. En efecto, se prevé una perfora-ción cerca del sitio arqueológico de Tsodilo, en Botsuana, que alberga 4.500 pinturas ru-pestres y está catalogado también como Pa-trimonio de la UNESCO. Sin embargo, para los petroleros canadienses, que transporta-ron desde Houston hasta el puerto namibia-no de Walvis Bay el material para una cam-paña de perforación que debe escalonarse hasta mediados de 2021, la apuesta económi-ca es considerable; las reservas superan los 100.000 millones de barriles, el equivalente a un tercio de las de Venezuela, las más im-portantes del mundo (9). Según los promoto-res, una parte de estas reservas se explotará gracias a tecnologías clásicas, pero el resto, contenido en depósitos de esquisto, podría requerir técnicas de fracturación hidráulica, que se realiza mediante una inyección a alta presión de arena, agua y productos químicos para romper las rocas y acceder a bolsas de petróleo o gas. Esta práctica produce aguas residuales a veces radioactivas, y a menudo tóxicas, que pueden contaminar las aguas subterráneas y superficiales (10).

Por su parte, el 26 de junio de 2019, el Go-bierno nigerino reclasificó más de la mitad de la Reserva Natural Nacional de Termit y Tin-Toumma (RNNTT, por sus siglas en francés) ante la presión de la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC, por sus siglas en inglés), cuyos tres bloques se extendían entonces al este de su territorio (Bilma, Teneré y Agadem). El proyecto Ré-seau Espérance, fundado por el jurista Ma-hamane Bachar, había deplorado la falta de concertación con las comunidades locales tuareg, tubu, peul, hausa o árabe, a pesar de que la Constitución del Níger de 31 de oc-tubre de 2010 dispone que “toda persona tiene derecho a un medioambiente sano. El Estado tiene la obligación de proteger el medioambiente en interés de las generacio-nes presentes y futuras”.

Límites “adaptados”En agosto de 2019, una petición de la asocia-ción nigerina Jóvenes Voluntarios para el Medioambiente, en la que se reclamaba la reclasificación de la porción amputada de la RNNTT, juntó cuarenta mil firmas. Poste-riormente, la Unión Europea y Francia sus-pendieron la financiación del programa de conservación de la biodiversidad ejecutado por la ONG francesa Noé, que gestiona la re-serva desde noviembre de 2018, no para san-cionar a esta última, sino para manifestar los peligros que la explotación petrolera repre-senta para este programa. La Comisión Eu-ropea nos indica que los límites de la reserva fueron “adaptados”: para compensar la re-clasificación y mantener la superficie inicial del parque, se clasificaron nuevas zonas al oeste y al norte de este último. Se acordó un programa de conservación del antílope adax,

y el apoyo financiero internacional se reanu-dó en marzo de 2020. Esto debería resolver la contradicción jurídica que constituyó en 2012 la creación de la reserva, cuya parte del territorio se extendía sobre bloques petrole-ros anteriormente concedidos en zonas de interés ecológico aún no clasificadas (11).

El contrato de reparto de producción fir-mado en 2008 con la CNPC especifica que la zona del permiso no incluye ninguna área clasificada o protegida. También estipula que el Estado se abstendrá de crear esos pe-rímetros durante el período de validez del contrato. Por otra parte, el decreto de 2012 por el que se crea la RNNTT impone la rea-lización de estudios de impacto ambiental. Un decreto en preparación permitiría a esta reserva recuperar una parte del terreno per-dido hasta cinco kilómetros de las concesio-nes petroleras. No obstante, para disipar ple-namente los temores de los ambientalistas, será necesaria la colaboración conjunta de las fuerzas del orden, los agentes de las com-pañías petroleras y los guardaparques para proteger a los adax que se encuentran fuera de los límites de la reserva, y preservarlos de los cazadores furtivos, según indica Noé. En cualquier caso, nada debe darse por hecho: si bien la ONG francesa ha establecido el con-tacto con Savannah Petroleum, presente con la CNPC en el bloque Agadem, la petrolera china se niega a todo diálogo.

La lucha de los ambientalistas y de las poblaciones locales resulta difícil. Aunque su movilización, en julio de 2020, disuadió a la empresa sudafricana Sasol de realizar perforaciones de gas cerca del Archipiéla-go de Bazaruto, situado frente a la costa de Mozambique -reserva de una fauna marina excepcional, que incluye tortugas y dugon-gos, únicos mamíferos marinos herbívoros- esta victoria es más bien la excepción que confirma la regla. Los periodistas, investi-gadores, representantes de las comunida-des afectadas y defensores de los derechos humanos de la región del lago Alberto son objeto de amenazas, acoso y detenciones arbitrarias. El 15 de abril de 2014, a 30 ki-lómetros de Goma, en la República Demo-crática del Congo, Emmanuel de Merode, director del parque Virunga, cayó en una emboscada tendida por un grupo armado y uniformado. Sobrevivió a pesar de haber re-cibido tres disparos. Acababa de presentar ante el fiscal de Goma un expediente com-prometedor para Soco International, que negó cualquier implicación en este crimen.

El 23 de agosto de 2020, durante una reu-nión organizada contra el proyecto de oleo-ducto de Total en el distrito de Kakumiro, fue-ron detenidas diez personas. A mediados de septiembre de 2020, la policía ugandesa tam-bién detuvo “preventivamente” a tres perio-distas y a seis ambientalistas para impedir que se manifestaran. Los testigos que vinieron a Francia para el juicio de Total ante el tribunal de Nanterre, en 2019, sufrieron presiones. Al regresar a Uganda, Jealousy Mugisha fue de-tenido e interrogado por la policía, y descono-cidos intentaron entrar en la casa de otro mili-tante: Fred Mwesigwa (12).

Por su parte, las asociaciones Frack Free Namibia, Eden y Fridays for Future interpe-laron, en noviembre, a los gobiernos de Na-mibia y Botsuana, así como a la UNESCO y a Canadá, sobre la explotación petrolera en el Okavango. Con una libertad de tono que con-trasta con la de las ONG que operan en un contexto más hostil, Frack Free Namibia les recordó a las autoridades de Windhoek que la protección del medioambiente figuraba en la Constitución del país, y que eran signata-rios de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. “Es completamente alarmante ver hasta qué punto la población sabe tan poco de este enorme proyecto y de los impactos que tendrá”, manifiesta la ONG, que afirma que los representantes de la etnia san no han sido consultados.

La Unión Europea, que financia acti-vidades de gestión de la fauna, la flora y el agua en la zona, invita a las autoridades na-mibianas y de Botsuana a respetar “su tra-dición de respeto de las normas sociales y medioambientales, y de participación de-mocrática en la toma de decisiones”, es-cribió Jutta Urpilainen, Comisaria de Aso-ciaciones Internacionales, aún a riesgo de pasar por neocolonialista o paternalista a los ojos de los nacionalistas africanos. Por su parte, Charis Poethig, portavoz del ban-co alemán de desarrollo KfW, que también financia proyectos de conservación en la zona, relativiza las preocupaciones de las ONG al afirmar que “no es del todo seguro que se pueda encontrar petróleo o gas en la zona”. Invitada a responder al respecto, la Agencia Francesa de Desarrollo, que sub-venciona proyectos en el Okavango, hizo un silencio sepulcral acerca de este tema, así como acerca del impacto de la explotación petrolera sobre el proyecto de conservación que financia en Níger, o sobre el proyecto de ampliación de la red de agua potable en la ciudad de Kisumu, en Kenia, situada a las orillas del lago Victoria.

A pesar de las reservas expresadas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) en una carta envia-da el 21 de junio de 2018 a Bruno Tshibala –entonces Primer Ministro de la RDC– por los embajadores de la Unión Europea, Esta-dos Unidos, Canadá y Suiza, el presidente Joseph Kabila había aprobado el 13 de di-ciembre de 2018 la concesión a la empre-sa sudafricana Dig Oil de tres bloques de la Cubeta Central, uno de los cuales tam-bién abarca una parte del parque Salonga. En su 43ª reunión, celebrada en junio-julio de 2019 en Bakú, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO instó “encarecida-mente” a la RDC a que anulara las concesio-nes petroleras actuales en Salonga. Pero el nuevo jefe de Estado, Félix Tshisekedi, no ha anulado ningún permiso en ese parque.

Víctimas de violenciaPor su parte, en la otra orilla, el presiden-te de la República del Congo, Denis Sassou Nguesso, quien no ha sufrido tantas presio-nes, promulgó el 31 de diciembre de 2019 una ley que aprueba el contrato de reparto de producción (CPP) llamado “Mokélém-bembé”, por el nombre de un animal míti-co de la subregión, entre su país, la Société Nationale des Pétroles du Congo (SNPC) y Total, que cubre una parte de las turbe-ras de la Cubeta Central. El WWF no logró convencer a las poblaciones ribereñas de oponerse al proyecto. Estas esperan que la apertura de rutas realizada por las compa-ñías petroleras ponga fin al aislamiento de su región, provocado por la creación de un área natural protegida gestionada por... el WWF. Gérard Iloko, de la Nouvelle société civile de la Tshuapa y Célestin Engelemba, del Observatorio Nacional Ambiental, de-nuncian la malnutrición de los habitantes, debido a que estas personas que vivían de la caza, la pesca y la recolección en los te-rritorios de Monkoto, Bokungu e Ikela fue-ron desplazadas y mantenidas fuera de la reserva.

Si bien, en Kivu, el proyecto “Makala” del WWF ayuda a los habitantes del par-que de Virunga a fabricar carbón para evi-tar talar árboles de manera anárquica, las relaciones son mucho más tensas en Sa-longa. En mayo de 2019, una investigación de la Rainforest Foundation UK reveló crí-menes cometidos por los guardaparques, quienes cuentan con el apoyo del WWF: dos casos de violación colectiva, dos eje-cuciones extrajudiciales, varios testimo-nios de torturas y otras formas de abuso. En abril de 2020, la Unión Europea sus-pendió parte de su financiación al WWF en Congo-Brazzaville, por sospechas de

violaciones de los derechos humanos en el proyecto del área protegida de Messok Dja. Según el Observatorio Congoleño de los Derechos Humanos, los pigmeos baka, cazadores-recolectores que dependen de los bosques para alimentarse, curar-se y practicar sus ritos sagrados, también han sido víctimas de violencias por parte de los guardaparques supervisados por el WWF. En una investigación que el WWF encargó a Navanethem Pillay, ex Alta Co-misionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, no se encontró nin-guna prueba de que el WWF hubiera di-rectamente comprado o suministrado ar-mas a los guardias implicados, empleados por sus gobiernos y no por la ONG. Si bien no se podía esperar mucho de esta autoin-vestigación, revela, sin embargo, un cier-to laxismo por parte de la organización en “la prioridad de sus compromisos [...], al menos en parte, debido a la falta de medios adecuados y de pericia” (13).

Por su parte, el 6 de julio de 2019, Total anunció la creación de una unidad especial (“business unit”) destinada a invertir en la preservación de los bosques y dotada de un presupuesto anual de 100 millones de dó-lares. Para Alain Karsenty, economista del Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desa-rrollo (CIRAD, por sus siglas en francés), se trata sobre todo de adormecer la vigilancia del público (14). En todo caso, esos resulta-dos sugieren una falta de voluntad políti-ca de los Estados interesados, ya sea alber-gando la sede de las compañías petroleras o aceptando sus concesiones. g

1. Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Dalberg Global Development Advisors, “Proteger a los hombres a través de la naturaleza. Sitios del Patrimonio Mundial natural como impulsores del desarrollo sostenible”, Gland (Suiza), Ginebra, 2016.2. Survie, Les Amis de la Terre, Africa Institute for Energy Governance (Afiego), Civic Response on Environment and Development (CRED), National Association of Professional Environmentalists (NAPE), Friends of the Earth Uganda y Navigators of Development Association (Navoda).3. Véase “Petróleo en el África Oriental: las comunidades en peligro”, Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) y Oxfam, septiembre de 2020, www.oxfamfrance.org.4. Ley 2017-399 de 27 de marzo de 2017 sobre el deber de vigilancia de las sociedades matrices y de las empresas contratistas, Journal officiel de la République française (JORF), N° 0074, París, 28-3-17.5. Véase Olivier Cyran, “Bangladesh, la industria textil asesina”, Le Monde diplomatique, edición chilena, junio de 2013.6. Erik Verheyen et al, “Oil extraction imperils Africa’s Great Lakes”, Science, Vol. 354, N° 6312, Washington, DC, 4-11-16.7. Sixtus Kayombo y Sven Erik Jorgensen, “Lake Victoria: experience and lessons learned”, Royal Danish University of Pharmaceutical Sciences, Copenhague, 2006.8. Zona concedida a una sociedad petrolera para la prospección o la explotación.9. “Newly discovered Kavango basin : Namibia and Botswana”, ReconAfrica, Fráncfort, diciembre de 2020, www.reconafrica.com.10. Véase Maxime Robin, “apalaches, prisioneros de su propio carbón esquisto”, Le Monde diplomatique, edición chilena, mayo de 2015.11. “Mission de l’UICN au Niger pour la conservation des derniers addax et gazelles dama sauvages et de la réserve naturelle nationale de Termit et Tin Toumma : compte-rendu et recommandations”, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Gland, 2020.12. “The human rights impact of the East African Crude Oil Pipeline”, International Peace Information Service (IPIS), Amberes, 8 de octubre de 2020.13. “Embedding human rights in nature conservation : from intent to action”, WWF, 17 de noviembre de 2020.14. Alain Karsenty, “Total et les forêts”, Telos, 2 de septiembre de 2019, www.telos-eu.com.

*Periodista.

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 25

Page 26: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

A comienzos del otoño boreal de 1878, Robert Louis Stevenson, que entonces tenía 27 años, pasó doce días caminando por

los dificultosos terrenos de las Cevenas. Su única compañera de viaje era una bu-rra de nombre Modestine. Stevenson re-cién publicaría La isla del tesoro y alcan-zaría la fama literaria unos cinco años después. En plena expedición, instaló su campamento en un pequeño claro rodea-do de pinos. Después de una cena repa-radora, cuando el sol recién terminaba su curso, se tendió en su “bolsa de dor-mir”, con una gorra sobre los ojos. Pero, en lugar de dormir de corrido hasta el al-ba, se despertó poco después de la me-dianoche, el tiempo de fumar despreo-cupadamente un cigarrillo y de gozar de una hora de contemplación. Nunca antes había saboreado “una hora tan perfecta”, liberado –se regocijaba–, “de la Bastilla de la civilización”. “¿Por qué sugerencia no dicha, por qué delicado contacto con la naturaleza –se preguntaba–, todos es-tos durmientes son devueltos a la vida a la misma hora?” (1).

Aquello que Stevenson ignoraba es que lo que experimentó aquella noche de oto-ño evoca una forma de sueño común en otro tiempo. Hasta la época contemporá-nea, en efecto, una hora o más de vigilia interrumpía a mitad de la noche el reposo de la mayoría de los habitantes de Europa Occidental, y no solamente de los pastores o leñadores, reconocidos amantes de las siestas. Los miembros de cada hogar deja-ban la cama para orinar, fumar un poco de tabaco o, incluso, visitar a sus vecinos. Mu-chas personas permanecían en la cama y hacían el amor, rezaban o, sobre todo, me-ditaban sobre el contenido de los sueños que, por lo general, antecedían al desper-tar de su “primer sueño”.

Una reliquia culturalAl constatar la indiferencia de los histo-riadores por la cuestión del sueño, hemos recogido algunas informaciones fragmen-tarias al respecto en distintos idiomas, gracias a fuentes que van de declaraciones judiciales a diarios íntimos y obras de fic-ción. A partir de estos fragmentos, resulta posible reconstruir esta enigmática forma de dormir (2). La primera etapa solía de-signarse con la expresión “first sleep” o, más raramente, “first nap” (“primera sies-ta”) o, incluso, “dead sleep” (“sueño pro-fundo”). En francés, la expresión utiliza-da era “premier sommeil” o “premier som-me”, en italiano “primo sonno” o “primo sono”, y en latín “primo somno” o “concu-bia nocte”. El período de vigilia interme-dio –que Stevenson llama, de modo poéti-co, “resurrección nocturna” –se llamaba genéricamente “watch” o “watching” (“vi-gilia”)–. Ambos períodos tenían una dura-ción más o menos comparable. La gente se despertaba después de la medianoche, an-tes de volver a dormirse por el resto de la noche. Por supuesto, no todo el mundo te-nía los mismos horarios para acostarse y levantarse, incluso entre las personas que se acostaban lo suficientemente tempra-no como para conocer esos dos intervalos de sueño. Y cuando alguien se acostaba después de la medianoche, posiblemente no se despertaba antes del alba.

Resulta tentador, a simple vista, con-siderar este sueño segmentado como una reliquia cultural de los primeros tiem-pos de la experiencia cristiana. Desde que San Benito había exigido, en el siglo VI, que los monjes se levantaran después de la medianoche para recitar versículos y salmos, esta y otras reglas de la orden de los Benedictinos se habían difundido en un número creciente de monasterios alemanes y francos. Sin embargo, ¡no so-lo personalidades que no pertenecían a la Iglesia, como Pausanias el Periegeta o Plutarco, usaban la expresión en sus es-critos, sino también autores de la época clásica, como Tito Livio en su Historia romana o Virgilio en La Eneida, ambas compuestas en el siglo I a. C., o incluso en La Odisea de Homero, escrita a finales del siglo VIII o principios del siglo VII a.C.! Por otra parte, en el siglo XX, cier-tas culturas no occidentales y no cristia-nas presentan, desde hace mucho tiem-po, un modo de sueño segmentado sor-prendentemente similar al de los euro-peos de la época moderna.

Contrariamente a lo que presumía Stevenson, este despertar nocturno po-co tiene que ver con el hecho de dormir al aire libre, aun cuando pastores y caza-dores le hayan sacado provecho. Este há-bito era compartido por la gran mayoría de la gente en la época moderna. Como lo sugieren las experimentaciones lleva-das a cabo en los años 1990 en el Natio-nal Institute of Mental Health (NIMH) de Bethesda, en Maryland, la explicación probablemente resida en la oscuridad que envolvía a la mayor parte de las fa-

milias durante la época preindustrial. Al intentar recrear las condiciones del sue-ño “prehistórico”, el doctor Thomas We-hr y sus colegas descubrieron que los su-jetos humanos, privados de luz artificial al anochecer durante un período de va-rias semanas, terminaban por adoptar un patrón de sueño fragmentado –que, sor-prendentemente, era casi idéntico al de los hogares de la época moderna–. Priva-dos de luz artificial hasta catorce horas en total cada noche, los sujetos de Wehr quedaban, al principio, tendidos en sus camas por dos horas; luego dormían du-rante cuatro horas; al final de este pri-mer período, se despertaban, por dos o tres horas, para un descanso tranquilo y meditativo; finalmente, se dormían nue-vamente por otras cuatro horas, antes de despertarse definitivamente. El período intermedio de “vigilia no ansiosa” tenía su “propia endocrinología”, con un ma-yor nivel de prolactina, una hormona pi-tuitaria conocida por permitir a las ga-llinas incubar sus huevos durante largos períodos sin agitarse. Para Wehr, este momento de vigilia podía ser comparado con un estado de conciencia modificada similar a la meditación (3).

Sexo matinalAunque las personas que, en la época mo-derna, se despertaban después de la me-dianoche se volvían dormían mucho antes del final del período de vigilia experimen-tado por los sujetos del NIMH, algunas salían de la cama al despertarse. Muchas de ellas, por supuesto, simplemente nece-sitaban aliviar sus vejigas. Otras aprove-

chaban la ocasión para fumar, para revisar la hora, o para alimentar el fuego. A otras más, las esperaba el trabajo. En el siglo XVII, Henry Best of Elmswell, un granje-ro, nunca dejaba de levantarse “alrededor de la medianoche” para impedir que el ga-nado que merodeaba destruyera sus cam-pos. Además de ocuparse de sus hijos, las mujeres salían de la cama para efectuar una cantidad de tareas –particularmen-te lavar la ropa–, que habrían alterado las actividades diurnas del hogar. “A menu-do a medianoche, de nuestras camas nos levantamos”, se lamentaba Mary Collier en The Woman’s Labor (“El trabajo de la mujer”), en 1739. Levantarse a la mitad de la noche abría, también, posibilidades de otro tipo. Ningún otro momento del día era tan propicio para las pequeñas delin-cuencias bajo todas sus formas como ese momento donde cada uno estaba sustraí-do del mundo: hurtar en los comercios, en los astilleros y en otros lugares de trabajo del espacio urbano, o, en el campo, robar leña, practicar la caza furtiva y saquear los huertos.

Al despertarse, la mayor parte de las personas probablemente no salían de sus camas. Además de rezar, conversaban con su compañero de cama o preguntaban por la salud de un hijo o de un cónyuge. Con frecuencia, las parejas aprovechaban el primer despertar para tener relaciones sexuales. En el siglo XVI, el médico fran-cés Laurent Joubert afirmaba que las re-laciones sexuales matutinas permitían a los labradores, artesanos y otros trabaja-dores engendrar muchos hijos. Como el cansancio les impedía a los trabajadores

La gran transformación del sueñopor Roger Ekirch*

Durante mucho tiempo, los europeos se despertaron después de la medianoche

26 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Patricia Vargas, de la exposición Vuelo vertical, 2016

Page 27: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

copular al momento de acostarse, las re-laciones sexuales sucedían “después del primer sueño”, cuando “lo disfrutan más, lo hacen con más ganas y alegría”.

Por cada espíritu activo, había otros dos que no estaban ni dormidos ni des-piertos en ese preciso momento. A me-nos de haber sido precedido por un sueño desconcertante, este primer despertar so-lía caracterizarse por dos aspectos: pen-samientos confusos que van y vienen “a su antojo”, asociados a un sentimiento de profunda satisfacción. En la descripción evocadora que se encuentra en The Haun-ted Mind (1835), Nathaniel Hawthorne insistía: “Si usted pudiera elegir una ho-ra de vigilia, sería esta misma […]. Ha en-contrado un espacio intermedio, donde las cosas de la vida no se mezclan, donde el momento que pasa persiste y se vuelve verdaderamente presente”. Las primeras horas de la mañana podían ser un momen-to de gran soberanía personal.

Cuando se despertaba de su “sueño de medianoche”, la gente contemplaba a me-nudo con atención un caleidoscopio de imágenes parcialmente cristalizadas: los cuadros ligeramente desenfocados pero impactantes, extraídos de sus sueños. Al igual que en los períodos históricos ante-riores, en la época moderna estos últimos cumplían un rol muy importante en la vi-da cotidiana. Era una opinión común que revelaban tanto el futuro como el pasado. El público general no solamente aprecia-ba su carácter oracular, sino también la comprensión más profunda del cuerpo y del alma que permitían. Ciertos sueños reflejaban la salud del cuerpo, como sos-tenían Aristóteles e Hipócrates, mientras que otros echaban una rara luz sobre las profundidades del alma. Mucho antes que los filósofos románticos del siglo XIX y que Sigmund Freud, los europeos de la época moderna ponían en valor los sue-ños por el conocimiento exhaustivo del

alma que proporcionaban, y, particular-mente, por aquello que revelaban sobre la relación que cada cual mantiene con Dios. Para las clases inferiores, los sueños cons-tituían no sólo un acceso a la conciencia de sí, sino también una manera de escapar de los sufrimientos cotidianos. Un perso-naje de las fábulas de Jean de La Fontaine afirmaba así: “La Parca de las redes de oro no urdirá mi vida; / No dormiré bajo ri-cos frisos ; /¿pero acaso se ve que la suma pierde precio? / ¿Es acaso menos profun-do y menos lleno de delicias?”.

Estas visiones tenían repercusiones tan importantes que las fronteras entre el mundo de la vigilia y el mundo invisi-ble a veces eran borrosas. La confusión era muy común en aquellos que se aca-baban de despertar. “¿Se trata entonces de un sueño, después de mi primer dor-mir?”, pregunta el personaje Lovel en The New Inn, de Ben Jonson. En las capas bajas y medias de la sociedad, el popular pasatiempo de escuchar cuentos y leyen-das sumaba, sin dudas, a la confusión. En efecto, una de las técnicas narrativas más utilizadas consistía en elaborar un caos que confería a los relatos una sensación de incoherencia, y, por tanto, les otorga-ba la textura familiar del sueño, tal vez con el fin de aumentar su autenticidad.

Visiones nocturnasSi las familias de la época preindustrial hubieran dormido de corrido, varias de estas visiones se habrían disipado, pro-bablemente, al despertar –“esfumándo-se cuando la luz vuelve”–, según las pala-bras del poeta John Whaley. La cuestión era completamente diferente para aque-llas y aquellos que se despertaban inme-diatamente después de su primer sueño. Probablemente, muchos estaban sumer-gidos en un sueño algunos instantes an-tes, lo cual les permitía impregnarse de las visiones nocturnas, muy vívidas toda-

vía, antes de hundirse nuevamente en el inconsciente. Luego de despertar, se dis-ponía también, probablemente, de todo el tiempo necesario para que un sueño pu-diera adquirir su estructura a partir del caos inicial de imágenes desordenadas.

Así fue durante cientos, quizás miles de años. Desde fines del siglo XVIII, el sueño segmentado, junto con su interva-lo de vigilia, se volvería menos frecuen-te, primero entre las clases más acomoda-das, aquellas que vivían en un ambiente urbano mejor iluminado; luego, poco a poco, entre todos los otros estratos de la sociedad, a excepción de las comunidades más aisladas. Pero su desaparición no se produjo de la noche a la mañana. La dis-minución de la oscuridad recién se hizo manifiesta en los albores del siglo XIX, en las localidades más importantes de Ingla-terra, con la industrialización y el incre-mento continuo de la riqueza y de las acti-vidades de ocio de las clases medias y su-periores urbanas. “La vida está despierta a toda hora de la noche”, decía un obser-vador en Londres en 1801. La profesiona-lización de la policía, las actividades co-merciales nocturnas, el recurrir al trabajo de noche y, sobre todo, el mejoramiento de la iluminación doméstica y del alum-brado de las vías públicas hacían que la noche fuera, así, cada vez menos oscura. La luminosidad de un solo farol de gas es doce veces superior a la de una vela o una lámpara de aceite. La luz producida por una sola lamparita eléctrica a fines del si-glo XIX es cien veces mayor. En el seno de la comunidad científica, existe un amplio consenso con respecto al enorme impac-to fisiológico de la iluminación artificial –o, al contrario, de su ausencia–. “Cada vez que prendemos una lámpara –seña-la el cronobiólogo Charles A. Czeisler–, tomamos, sin darnos cuenta, una droga que afecta nuestro sueño” –y cuyas conse-cuencias más evidentes son una variación

del nivel de melatonina en el cerebro y de la temperatura corporal.

Este descubrimiento de la noche seg-mentada por un episodio de vigilia implica que el sueño de corrido como lo conocemos desde hace dos siglos constituye, en reali-dad, un fenómeno sorprendentemente re-ciente, un producto de la cultura contem-poránea. Este podría entonces permitir una mejor comprensión de los trastornos de sueño más comunes. Desde un punto de vis-ta histórico, resulta de gran importancia de-terminar si, como supone Wehr, “esta dis-posición proporcionaba un canal de comu-nicación entre los sueños y la vida despier-ta, un canal que se vio progresivamente in-terrumpido por la compresión y la consoli-dación de su sueño por los humanos”. A di-ferencia de las sociedades no occidentales que institucionalizaron sus sueños, la capa-cidad que tenemos de entender nuestras vi-siones nocturnas decreció progresivamente y, con ella, la comprensión de nuestras pul-siones y emociones más íntimas. Hay cierta ironía en el hecho de que la tecnología con-temporánea, al transformar la noche en día, haya contribuido a obstruir una de las más antiguas vías de acceso a la psique humana, al tiempo que nos permite explorar los lu-gares más recónditos del cerebro. g

1. Robert Louis Stevenson, Viajes con una burra por los montes de Cevennes, Baile del Sol, Tenerife, 2014.2. Nos remitimos al libro para las referencias de las fuentes citadas. 3. Thomas A. Wehr, “A ‘clock for all seasons’” in the human brain”, en R. M. Bujis et al. (dir), Hypothalamic Integration of Circadian Rhythms, Elsevier, Amsterdam, 1996.

*Historiador, Autor de la obra La grande trans-formation du sommeil. Comment la révolution industrielle a bouleversé nos nuits, Éditions Amsterdam, París, 2021. Este texto se basa en el primer capítulo.Traducción: Rocío Gatti

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 27

Page 28: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

El mundo cambió radicalmente, ¿pe-ro cuándo? No fue el 11 de septiem-bre de 2001, como puede pensarse: en ese momento, sin duda, ya todo

estaba jugado. En El naufragio de las civilizacio-nes (1), Amin Maaluf remonta a 1979 lo que lla-ma “el gran viraje”, y hay que reconocer que esta hipótesis no carece de argumentos: elección de Margaret Thatcher en el Reino Unido, revolu-ción iraní, acceso al poder de Deng Xiaoping –que llevará a China a la economía de mercado–, ocupación de Afganistán por las tropas soviéti-cas, sangrienta toma de rehenes en la Gran Mez-quita de La Meca por fundamentalistas saudíes y egipcios. Esta seguidilla de acontecimientos perfila y anuncia el mundo remodelado tal co-mo hoy se lo conoce: auge de la globalización neoliberal; agotamiento de la opción comunista; surgimiento del islam político. Innegablemente, el mundo se bifurca en 1979.

Sin embargo, faltarían diez años más para que alcance su punto de no retorno. En 1989, to-dos comprendieron de inmediato el momento histórico que significó la caída del Muro de Ber-lín. Pero 1989 es también el año de otro aconte-cimiento de una importancia incalculable, de cuya dimensión entonces nadie se dio cuenta realmente. La fatwa pronunciada por el imán Ruhollah Jomeini contra Salman Rushdie, por su novela Los versos satánicos, reinstauró el de-lito de blasfemia a escala mundial, y la senten-cia fue la pena de muerte. Me acuerdo, entonces, de la estupefacción y la condena generales. Pero lo que habíamos considerado en ese momento una monstruosidad anacrónica era de hecho un dique que acababa de estallar. Sólo las mentes más lúcidas comprendieron las implicaciones del escándalo que se desarrollaba ante nuestros ojos, dando muestras de una presciencia tanto más destacable cuanto que el resto del mundo, rápidamente olvidadizo, se mostraba finalmen-te menos indignado que incómodo (2). “Una tormenta de la que nadie conoce el fin”, escribía Milan Kundera... en 1993 (3).

El nombre de la RosaRushdie, Charlie, Samuel Paty. Cuánta razón te-nía Kundera. Una novela, dibujos, una clase en un colegio secundario. El choque, el combate, la derrota. Todo el mundo conoce las caricaturas, y lo que se les reprocha: vulgaridad, provocación inútil, leña al fuego, falta de respeto, inmadurez irresponsable, racismo y, por supuesto, islamo-fobia (4). Hasta los argumentos más extraños: habría que entender el “daño moral” infligido a los musulmanes que mantienen una “relación afectiva con Mahoma” (5). Pero, como siempre, los golpes más duros fueron aquellos que prove-nían de donde menos se esperaba: así, Umberto Eco declaró que era “descortés” caricaturizar a Mahoma. Sorprendente toma de posición por parte del autor de El nombre de la rosa, teniendo en cuenta que la gran novela del escritor italiano es en su totalidad una condena al fanatismo re-ligioso y, precisamente, a la censura: en el siglo XIV, unos monjes se asesinan entre sí en un mo-nasterio para impedir la difusión de un libro de Aristóteles que exalta la risa, considerada dia-bólica. La adaptación de Jean-Jacques Annaud (aprobada por Eco) mostraba incluso al perso-naje interpretado por Sean Connery, Guillermo de Baskerville, extasiado frente a ilustraciones que representaban a un burro enseñando los evangelios a los obispos, al papa como un zorro y al abad como un mono: en suma... caricaturas. El argumento de Eco, para justificar esta aparente contradicción, era el siguiente: “Un principio moral busca evitar ofender la sensibilidad reli-giosa del prójimo. [...] Si yo fuera Charlie, no me

burlaría de la sensibilidad musulmana o cristia-na (ni tampoco de la de los budistas)” (6).

Habría mucho para decir de esta retórica en-deble que reduce las posibilidades de criticar las religiones a muy poco, pero en fin, aceptemos por un instante el principio del cuestionamien-to interno: sólo los católicos tendrían derecho a burlarse de los católicos, los protestantes de los protestantes, etc. Pues bien, es preciso compro-bar que, en el caso de Rushdie, proveniente de una familia india musulmana, esta regla tácita no habría bastado para evitarle los problemas. (Eco, curiosamente, parecía haber olvidado que el factor interno, en caso de “blasfemia”, era más bien una circunstancia agravante). Al resultar este argumento inoperante, ¿qué sucede con los demás reproches? ¿Fue Rushdie “descortés”, “vulgar”, “irrespetuoso”, “irresponsable”? ¿Có-mo saberlo? Todo el mundo vio las caricaturas, pero ¿quién leyó las setecientas páginas de Los versos satánicos? Según Kundera (que exagera un poco), nadie. En Los testamentos traiciona-dos, el escritor franco-checo explica cómo el es-cándalo mató a la novela, reduciéndola a un ele-mento de prueba cuyos defensores no se moles-taron en conocer. Ahora bien, ¿de qué se trata?

Es la historia de Gibreel, célebre actor de Bo-llywood, cuyo avión explota en pleno vuelo, y que cae por el aire en compañía de Saladin, un indio que vive en Londres, con quien discute, canta canciones y se pelea. Milagrosamente, los dos hombres caen sin sufrir daños en una playa inglesa. Y mientras seguimos las desventuras de Saladin, que comienza una lenta metamorfosis en macho cabrío mefistofélico y debe ocultar-se en el seno de una comunidad india de la que había querido siempre escapar, Gibreel sueña. Sueña que es el arcángel Gabriel en su monta-ña, pero que no sabe qué decir cuando Mahoma acude a él para recoger la palabra de Dios. Así, cuando el profeta le pregunta si debe aceptar, tal como las autoridades locales se lo pidieron, con-servar en la nueva religión de Alá a tres diosas de su panteón, a las que se les concedería el ran-go de divinidades secundarias, Gabriel/Gibreel, perplejo, inseguro, responde primero afirmati-vamente, antes de echarse atrás en un encuen-tro ulterior, explicándole a Mahoma que Satán había tomado momentáneamente la apariencia del arcángel para sugerirle esa idea impía. La mención de esta duda, tal como la cuenta Rush-die, o de este engaño, es conocida desde 1860 ba-jo el nombre de “versos satánicos”. A continua-ción en la novela, un libelista pagano, huyendo de las represalias de los adeptos a Mahoma, se refugia en un burdel donde rebautiza a las pros-titutas con el nombre de cada una de las doce mujeres del profeta. Estos son esencialmente, en medio de mil aventuras de las que nunca se sabe muy bien si son vividas o soñadas, los dos puntos problemáticos que justificaron la famo-sa fatwa. No hay más dios que Dios, y con Maho-ma no se bromea. Fin de la discusión.

El realismo mágicoNadie, pues, que vea que esta novela de una ri-queza infinita era una espléndida reescritura de El maestro y Margarita y una larga conversación con Mijaíl Bulgákov. Nadie que comente su filia-ción con el realismo mágico de Gabriel García Márquez. Nadie que señale los guiños a Samuel Richardson (uno de los personajes se llama Pa-mela Lovelace), la influencia de Martin Amis en las escenas de la vida moderna londinense o in-cluso (excepto Kundera) la belleza flaubertiana –el Flaubert de Salambó– de los pasajes dedica-dos a la gesta de Mahoma. No hay más dios que Dios, dijeron aquellos que sólo leen un libro, lue-go el terror que se abatió sobre la novela y sobre

todos aquellos que se acercaban a ella (7) bastó para sofocar todo comentario literario. Las úni-cas cuestiones fueron temas de edición: ¿había que publicarla?, ¿había que retirarla? Y, más tar-de: ¿había que publicarla en edición de bolsillo, con el riesgo de relanzar la máquina infernal? (8). Una de las más bellas novelas de fines del siglo XX nunca estará en el programa de literatura comparada de los concursos docentes. Rushdie jamás ganará el premio Nobel (9). La idea, natu-ral, lógica en otras circunstancias, parece casi incongruente, al estar hoy la amenaza tan inte-grada, adquirida. ¿Y por qué? ¿Por semejantes pequeñeces, realmente?

Una buena novela es lo contrario a un texto sagrado. Su principal característica es la irre-solubilidad; la suspensión de incredulidad que exige del lector es un simple contrato, que éste puede romper en cualquier momento. La no-vela se sabe ficción. El texto sagrado pretende ser verdad. Profana, antidogmática, la nove-la es blasfematoria en esencia. “Con Los versos satánicos es pues el arte de la novela como tal el que es incriminado” (10). Puede pensarse que se trata de un objetivo menor. Es posible batirse en retirada como Guillermo de Baskerville, que, cuando sus dichos comienzan a oler a chamus-quina, realiza un prudente repliegue táctico: “Le pido perdón, venerable Jorge, dice. Mi bo-ca ha traicionado mis pensamientos, no quería faltarle el respeto. Sin duda lo que usted dice es justo, y yo estaba equivocado” (11). Pero Guiller-mo sabe muy bien que estas humillantes abju-raciones (12) no auguran nada bueno, ya que el derecho a la blasfemia no es ajeno a la libertad de expresión, ni a la libertad simplemente: es su condición previa. Entonces, es posible también, tranquilamente, metódicamente, sin alimen-tar ningún choque de civilizaciones, sin seguir la competencia milenaria entre Oriente y Occi-dente, tratar de quebrar este cerco mortal, des-armando las trampas de la estigmatización y la discriminación racial.

Miles de religionesPrimero, desterritorializar la cuestión. ¿Ha-bría una religiosidad consustancial a los países musulmanes? Nada menos cierto, según Amin Maalouf, a quien le basta extraer de la historia reciente estos pocos ejemplos (13): Moham-mad Mossadegh en Irán, quien gobernaba con los comunistas antes de ser derrocado por Es-tados Unidos; Gamal Abdel Nasser en Egipto, el héroe del mundo árabe, que fue el peor enemigo de los Hermanos Musulmanes; Yasser Arafat, que lideraba solo la resistencia palestina antes de ser desbordado por Hamas, a los que podría agregarse la Turquía de Mustafa Kemal, donde las leyes contra el velo islámico eran mucho más estrictas que en Francia, ya que fue prohibido en la universidad hasta 2008. Maalouf recuerda también que, antes de ser el primer país musul-mán del mundo en número de habitantes, Indo-nesia había sido el tercer país comunista, detrás de la Unión Soviética y China, en número de ad-herentes (hasta su exterminio masivo). Por el contrario, se ha observado recientemente quié-nes eran los más favorables al restablecimiento del delito de blasfemia, tras el asesinato de Paty: el arzobispo de Toulouse, el de Albi... Entre los más fervientes detractores de Rushdie figura-ban el arzobispo de Canterbury y el de Nueva York, así como el gran rabino de Inglaterra. Ca-be recordar también las increíbles declaracio-nes del Papa Francisco tras los atentados contra Charlie (14). Sin sorpresa, Juan Pablo II había condenado firmemente Los versos satánicos.

Luego, historizar. (Pero, ¿cuánto tiempo antes de que el trabajo de los historiadores sea conside-

rado blasfematorio?) Las religiones tienen una historia, los textos sagrados también: se sabe que no descienden del cielo. Hubo aproximadamen-te diez mil religiones desde el inicio de la humani-dad. Los dioses de hoy terminarán en las bibliote-cas de mañana. Prohibir la representación de una figura sagrada (ya que fue el primer motivo invo-cado contra las caricaturas de Charlie, indepen-dientemente incluso de la intención satírica) no responde a ningún imperativo moral: no es nada más que una costumbre (por otra parte, respeta-da de diversas formas a lo largo de los siglos).

Y finalmente, desacralizar: es el papel de la sátira y la novela. La sátira recuerda que las re-ligiones son a menudo instrumentos de legiti-mación de ideologías ultrarreaccionarias (15) que hacen que su autoridad se base en manda-tos arbitrarios, sobre todo cuando se los toma al pie de la letra. En cuanto a la novela, al proponer su visión profana del mundo, contrarresta ine-vitablemente la lectura dogmática que hacen las religiones reveladas. La novela no impone nada. Rechaza toda forma de mandato y sólo propone visiones del mundo complejas, ambiguas, equí-vocas. ¿Quién se equivoca? ¿Quién tiene razón? La novela se cuida bien de pronunciarse. El re-sultado es que no se mata en nombre de Rabe-lais. No se mata en nombre de Rushdie.

Las caricaturas eran desde luego provoca-ciones (y estaban en su derecho), pero, en este caso, no eran “gratuitas”, ya que eran posterio-res a la fatwa. De alguna manera, Paty murió pa-ra que viva la sátira. Charb, Cabu, Wolinski y sus amigos murieron para que viva Rushdie. Rush-die aún está vivo, pero, a lo largo de estos treinta y un años, en el transcurso de los cuales Hitoshi Igarashi, su traductor japonés, fue asesinado, su traductor italiano apuñalado y su editor norue-go herido de tres balazos (estos últimos dos so-brevivieron), la recompensa por su asesinato no ha dejado de aumentar. El último aumento se re-monta a 2016. g

1. Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones, Alianza, Madrid, 2019.2. El 20 de febrero de 1989, los doce países de la Comunidad Económica Europea llamaban a sus embajadores en Irán. El 20 de marzo, autorizaban su retorno a Teherán.3. Milan Kundera, Los testamentos traicionados, Tusquets, Barcelona, 1994.4. Entre 2005 y 2015, las tapas de Charlie Hebdo dedicadas exclusivamente al islam representaban menos del 1,5% del total (siete portadas contra veintiuna dedicadas únicamente al catolicismo).5. Sonya Faure, “Saba Mahmoud: ‘Il faut comprendre l’injure morale’”, Libération, París, 18-1-16.6. Umberto Eco, “Da ‘Maus’ a ‘Charlie’”, L’Espresso, Roma, 12-6-15.7. La condena a muerte pronunciada por Jomeini el 14 de febrero de 1989 no sólo recaía sobre el autor del libro, sino “también sobre aquellos que lo publicaron o conocen su contenido”.8. La edición de bolsillo inglesa tardaría ocho años en salir a la venta. 9. Debieron pasar veintisiete años para que la Academia de los premios Nobel condenara oficialmente la fatwa, el 24-3-16.10. Milan Kundera, Los testamentos traicionados, op. cit.11. Umberto Eco, El nombre de la rosa, Lumen, 2015 (existen varias ediciones, la novela fue publicada orginalmente en 1980).12. Abjuraciones a cuya tentación también sucumbió Rushdie durante un tiempo, pretendiendo haber redescubierto la fe, con la esperanza de que se levantara su condena a muerte –sin ningún resultado concluyente, ya que le respondieron que una fatwa no podía anularse–.13. Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones, op. cit.14. “Si alguien insulta a mi madre, puede esperar un puñetazo”.15. Incompatibles, dicho sea de paso, con las luchas interseccionales, cuya credibilidad arruinan: ¿cómo es posible que movimientos feministas o LGBT se relacionen con ideologías impregnadas de sexismo y homofobia? Es la cuadratura del círculo que nadie aún logró resolver.

*Escritor. Su última novela es Civilizations, Grasset, París, 2019.Traducción: Gustavo Recalde

Regreso a Los versos satánicospor Laurent Binet*

“Una tormenta de la que nadie conoce el fin”

28 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Page 29: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Tras la acreditación del Plan-tel, el rector de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Juan Manuel Zolezzi Cid, sostuvo que ya “no somos solo nosotros

quienes hablamos de nuestra alta califica-ción académica, sino que es la Comisión Na-cional de Acreditación quien nos avala con la máxima distinción”.

Luego de conocerse la decisión de la Co-misión Nacional de Acreditación (CNA) de certificar a la Universidad de Santiago de Chile por el máximo periodo de siete años, el rector del plantel, Dr. Juan Manuel Zo-lezzi Cid, se manifestó “muy contento” con la noticia y destacó que solo cuatro univer-sidades chilenas obtuvieron este nivel de acreditación.

Asimismo, aseguró que a las y los nuevos estudiantes “podemos decirles, con toda confianza, que no somos solo nosotros quie-nes hablamos de nuestra alta calificación académica, sino que es la CNA quien nos ava-la con la máxima distinción”.

El rector Zolezzi calificó el hito como “un orgullo que se transfiere a toda la so-ciedad chilena como receptora del apor-

te de nuestras/os profesionales, quienes eligieron nuestro proyecto educativo de larga tradición en el ámbito científico-tecnológico”.

“Somos líderes en patentamiento, inclu-sión y acceso a la educación superior, desa-rrollamos políticas de mejoramiento curri-cular e internacionalización, administramos liceos técnicos-profesionales y disponemos de moderna infraestructura para el desarro-llo de capacidades en consonancia con las exigencias del siglo XXI”, agregó.

En palabras de la máxima autoridad del plantel capitalino “una de las grandes ven-tajas que tiene la Universidad de Santiago de Chile es que entre sus estudiantes se re-fleja el Chile total: desde las personas que tienen más recursos hasta quienes no tie-nen ninguno”.

“Eso te lleva a conocer una realidad ca-racterística de nuestro pueblo y tratar de, a partir de ahí, fomentar con los mismos aca-démicos un desarrollo más documentado y fundamentado sobre distintos aspectos que pueden influir en la cultura y en la vida del país. Por eso decimos: formamos personas para transformar el país”, añadió.

Respecto a los actuales desafíos, la autori-dad académica sostuvo que el deber “es man-tener esta acreditación, sobre todo pensando en los estudiantes nuevos”.

“Tenemos el compromiso de trabajar, se-guir mejorando los indicadores y proyectar tareas como la inclusión, especialmente con investigación relacionada a la responsabi-lidad social, la implementación de nuestro nuevo estatuto orgánico y en el aporte al pro-ceso constituyente en Chile”, subrayó el rec-tor Juan Manuel Zolezzi. g

Usach: Certificación de excelencia y sello de inclusión social

Acreditada por 7 años

“Como Universidad pública de excelencia, comprendemos la noción de educación como bien público y su impacto en la transformación social. Es por ello que más de la mitad de nuestros estudiantes es beneficiario de la Gratuidad y más del 55% pertenece a la primera generación en acceder a la Educación Superior; manteniendo nuestro compromiso para ampliar el acceso a la universidad, reduciendo la desigualdad y favoreciendo la movilidad social”, concluyó el rector de la Usach.

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 29

ÁREA DE GESTIÓN INSTITUCIONAL - ÁREA DE DOCENCIA DE PREGRADOÁREA DE INVESTIGACIÓN - ÁREA DE DOCENCIA DE POSTGRADOÁREA DE VINCULACIÓN CON EL MEDIO - HASTA FEBRERO 2028

FORMANDO PERSONAS

TRANSFORMANDO PAÍS

Con 171 años de historia y en pleno proceso de matrícula para sus estudiantes nuevos/as, el nivel de excelencia de la Usach fue certifi cado por la Comisión Nacional de Acreditación para los próximos siete años; un logro colectivo que potencia la educación pública del país.

UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DE CHILEES ACREDITADA POR ELMÁXIMO PERÍODO DE 7 AÑOS

AÑOS

aviso_19marzo.indd 1 19-03-21 14:58

Rector Juan Manuel Zolezzi Cid

Page 30: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

30 | LE MONDE diplomatique | abril 2021

Cuando íbamos a ser libres

Andrés Estefane (Editor).F.C.E. Chile, 2021,476 páginas.

Este es un libro que mezcla el interés político con el historiográfico, el jurídico con el consti-tucionalista, el de la historia económica con la filosofía política. Tanto a su editor como a sus colaboradores los conocimos en la edición de los cuatro tomos de la Historia política de Chi-le, 1810-2010, también del FCE. Pero este es un trabajo distinto. El liberalismo, su historia y su presente, es hoy de interés de algunos sectores políticos chilenos, desde la centro-izquierda hasta la derecha. Varias publicaciones han promovido su estudio, intentando su defini-ción y características actuales, y creo que este interesante trabajo forma parte de ese esfuer-zo. Tal como señala Estefane, hay un declarado intento por salir y complementar el canon. Sin embargo, dar cuenta del canon o de estos au-tores no necesariamente nos informa de algún “sentido común liberal”; primero, tendríamos que saber que podría ser algo así, aunque sea remitiendo a “clásicos liberales”.

En el texto se aventuran muchas definiciones, y se da gran relevancia a un presunto liberalismo económico, laico o jurídico de textos despropor-cionados en relación a otros temas que podrían hacer justicia a las ideas de libertad e igualdad. Pareciera que aquí “todos íbamos a ser liberales”, desde la extrema derecha hasta la Izquierda, pa-rafraseando el título del libro, lo cual resulta livia-no, por decir lo menos, más aun en el año de la elección de constituyentes en Chile. Una muestra de ello es que sólo en algunos comentarios a los textos se explora los intereses económicos o po-líticos que representan los autores de los textos.

Hay textos de indudable interés histórico, como los del debate de 1823, acerca de la esclavi-tud: “Los esclavos pertenecen exclusivamente a los ciudadanos de cuya propiedad particular no pueden ser despojados sin competente indemni-zación”; o la proclama republicana de Santiago Ramos (1846): “Donde la igualdad no existe, la libertad es mentira”. También lo tienen los textos que tratan, tímidamente, el robo de tierras indíge-nas, legalizada en el siglo XIX. Pero les falta el con-texto, que sí tienen los que debaten un presunto liberalismo económico o los temas valóricos, cen-trados en sus aspectos jurídicos, con excepción del evidente esfuerzo que hacen por incorporar la te-mática de la lucha de las mujeres por sus derechos.

Estamos frente a un trabajo de historia po-lítica, que no puede obviar el propio contexto en que se realiza. Por cierto, es una selección de textos que complementa “el canon”, pero desaprovecha la oportunidad de profundizar en que, y cuando, representó cada liberalismo una determinada idea de libertad; sobre todo cuan-do se presentan textos del debate económico que, colocados junto a los del debate político, no se entiende su liberalismo más que como una anécdota intelectual. En su metodología me fal-tó una cuidada delimitación de lo que se realiza-ría y el rol de los colaboradores. Me quedo con su buen trabajo de edición, de textos que serán útiles en el camino a una nueva constitución. u

Gonzalo Rovira

La resistencia de las memoriasRelatos biográficos de vidas truncadas de estudiantes y profesionales del servicio social desaparecidos y ejecutados durante la dictadura en Chile (1973-1990)

Paulina Morales y Daniela AceitunoRIL Editores-Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2020, 349 páginas.

Desde fines del siglo XX, la biografía ha te-nido un reimpulso dentro de los estudios historiográficos. De la mano de un cambio sustantivo en la forma de narrar y conside-rando nuevas bases documentales y nuevas propuestas metodológicas, este género ha revitalizado su aportación al conocimiento del pasado.

En el caso particular de este libro, las autoras ponen en circulación una narrati-va coral. Es decir, reflexionan en base a un conjunto de biografías de trabajadores so-ciales chilenos (tanto estudiantes como ti-tulados) cuyos proyectos de vida se vieron truncados por el golpe militar de 1973. Se trata, en efecto, de existencias que fueron desgarradas por la violencia que se impuso a partir de esa fecha en el país, aunque tam-bién quedará en evidencia que existía un proyecto de carácter colectivo que quedó igualmente truncado.

Con gran acierto, las autoras recrean a partir de las historias de vida de cada biogra-fiado una época llena de luces y esperanzas, en donde lo personal estaría subordinado a un proyecto de transformación colectiva. Es decir, los perfiles que se reconstruyen a tra-vés de estas páginas –incluyendo aquellos casos que trasuntan cierta controversia- dan cuenta de aspectos individuales que están orbitando siempre en torno a un sentido am-plio de lo comunitario. Desde este ángulo, las biografías que aquí entrelazan lo individual a la cultura social y política de entonces cons-tituyen un aporte significativo para profun-dizar en el carácter de esos años.

Otro punto fuerte del libro es su actua-lidad. La dimensión biográfica que cruza el relato de las autoras permite detenerse no solo en una época en particular, sino tam-bién avanzar un poco más en la historia hasta llegar al presente. En momentos en que Chile parece reencontrarse con algunas líneas perdidas de su pasado social y políti-co, las voces que este libro rescata podrían constituirse en una importante fuente de reflexión para nuestros días.

A partir de todos estos elementos, se dibuja un claro sentido de trascendencia y pluralidad temática en el libro. Por de pron-to, su carácter pedagógico quedará refle-jado en su propuesta final que expone un conjunto de herramientas para la investiga-ción y la educación en Derechos Humanos. Mirado desde esta perspectiva, se podría inferir que del trauma de la violencia es-tatal, a pesar de su crudeza y asimetría, se pueden sacar no pocas enseñanzas. u

Francisco Javier Morales Aguilera

La batalla comunicacionalDefensa, ataque y contrataque en América Latina

Pedro SantanderEl perro y la rana, Venezuela 2020, 218 páginas.

Partiendo de la premisa de que “la comu-nicación es mucho más que lo mediático” y que “constituye un hecho político”, el periodista chileno Pedro Santander ha-ce un detenido análisis acerca de estra-tegias de defensa, ataque y contrataque comunicacional, tanto del campo impe-rialista como del campo revoluciona-rio. El autor parte manifestando su dis-tanciamiento de tres costumbres de la izquierda latina cuando ésta aborda la cuestión comunicacional: la “denuncio-logía”, el “sobre-diagnóstico del enemi-go” y la “reducción de lo comunicacional a lo mediático”.

Santander - “siguiendo el pensa-miento de revolucionarios como Fidel, Chávez, Gramsci y Lenin”- usa la me-táfora bélica para abordar lo comuni-cacional. Un postulado central es que la batalla es asimétrica, por lo mismo al enemigo se le estudia, pero sin ignorar las potencialidades propias del campo popular. Desde el primer capítulo se ha-ce una disección del “teatro de opera-ciones” y se conceptualiza a los medios hegemónicos como Dispositivos del Des-aliento y Desmovilización, en el marco de una Guerra de Cuarta Generación que su-fre todo proyecto que busca la transfor-mación social.

El autor brinda una mirada profun-da del “enemigo” - el imperialismo- de cómo usa el efecto de agenda, el media lawfare, las (deep) fake news, la inter-pelación permanente de los líderes y lideresas de izquierda, la distorsión, el descrédito etc. También se detiene en desaciertos de la izquierda latina en las últimas décadas. Uno de ellos sería el síndrome del reflejo contrario, esa desgas-tante dinámica de siempre responder a la agenda de las corporaciones, sin cons-truir una propia. Lo mismo la “profusión de emisores” de la llamada “década ga-nada” que implicó la creación de decenas de medios comunitarios y públicos, pero un olvido de la audiencia. Se demanda, en ese sentido, un “viraje metodológi-co de la izquierda”, proponiéndose “co-munidades interpretativas”, apostar al “efecto de rebote” de las audiencias y a la “resistencia cognitiva”. Demanda una “doctrina” que frene improvisación y fa-cilite la articulación del campo popular mediante la comunicación.

El texto es un llamado urgente a re-pensar las estrategias comunicacionales de la izquierda ante un enemigo que no da tregua y así posibilitar la construc-ción de un “bloque comunicacional”. u

Deris Cruzco González

La economía política del fin del imperioEl sombrío dilema que enfrenta América Latina

Hernán Morales Alvarado.Ediciones del Quijote, Chile, 2020, 194 páginas.

El libro parte reposicionando el concepto de Sistema Centro Periferia, que en la dé-cada de los 60 fue desarrollado en lo que se conoce como Teoría de la Dependencia.

Este sistema está conformado por un país centro que exporta a países periféricos mientras estos exportan al primero produc-tos mineros, agrícolas, commodities, etc., productos de bajo valor agregado.

Los conflictos abiertos (guerras) o encu-biertos (guerras comerciales) se explican por una pugna permanente entre países que luchan por ser países centro y otros que luchan por no ser “periferizados” por los primeros.

En concreto la lucha se manifiesta en el dominio de los mercados mundiales de manufacturas y en la lucha por las fuentes de materias primas, especialmente petró-leo. El libro es generoso en la presenta-ción de datos, la mayor parte de ellos de las Naciones Unidas y del Banco Mundial. Los datos muestran una enorme concen-tración de la riqueza en tres áreas del pla-neta: Este de Asia (China como la potencia hegemónica), Europa Occidental y Amé-rica del Norte, con EEUU como potencia hegemónica.

Quizás el mayor mérito del ensayo es que introduce algoritmos desarrollados por el mismo autor que permiten medir en qué medida un país es centro o periferia y diná-micamente si avanza hacia el centro o hacia la periferia. Es decir, fenómenos sumamen-te complejos y abstractos se reducen a unos pocos índices.

La pugna se ha concentrado en dos paí-ses: EEUU, la potencia dominante, y China, la potencia desafiante. Los datos muestran que, de no mediar cambios, China sobrepa-sará a EEUU como potencia económica en alrededor de una década.

Latinoamérica enfrenta el sombrío di-lema: seguir siendo el patio trasero de EEUU. La otra opción es permitir que la presencia económica de China siga pro-fundizándose con los efectos de otros ti-pos de dependencia.

La posición de Chile es aún peor que la de América Latina pues ha sido un conejillo de Indias para la aplicación de un modelo neoliberal a ultranza.

En Chile, la aplicación de políticas econó-micas neoclásicas o neoliberales extremas y la creencia de que el crecimiento que produ-ciría es la panacea, no hace sino agudizar los problemas; parafraseando a Ronald Reagan, en sentido inverso: el modelo neoliberal no es la solución de los problemas. El modelo neoliberal es el problema. u

Javiera Mendoza

Page 31: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

LE MONDE diplomatique | abril 2021 | 31

Quemar el miedo. Un Manifiesto

LASTESISPlaneta, Santiago, 2021, 131 páginas

Hace 50 años aparecía en Francia el Mani-fiesto de las mujeres por el aborto libre y en seguridad. Le Manifeste de 343 salopes, (5 abril 1971) encabezado por Simone de Beau-voir, Gisèle Halimi y Catherine Deneuve, entre otras. Ese Manifiesto fue el comienzo de la lucha contemporánea por el aborto libre y en seguridad, obteniéndose en 1975 en Francia. Lucha que continúa hasta hoy en diversos países, incluido Chile, siendo el más reciente en obtener el triunfo, Argen-tina, gracias a las luchas incansables de las mujeres. Un nuevo Manifiesto que se puede transformar en la demanda masiva contra el miedo que acecha a las mujeres. LASTESIS en Chile, ya habían aportado a la movili-zación de la rebelión social en el 2019, un himno performativo contra los violadores, personales e institucionales, que se hizo un programa de movilizaciones rápidamente a través del mundo.

Hoy lanzan este Manifiesto, revisando historias de vidas que asumen como co-lectivas, denunciando injusticias de siglos,

abusos, discriminaciones, violencias, femi-cidios, entre otros, y recuperando aportes de mujeres; reafirmando que la impunidad colectiva revictimiza a las mujeres y no re-suelve las situaciones en contra de estas in-justicias y desigualdades, societales y perso-nales. Los sistemas de justicia son inoperan-tes y los candidatos a presidir los gobiernos se llenan la boca con eslóganes sobre igual-dad pero no plantean soluciones estatales… Es una historia reiterativa de siglos y siglos desde las brujas quemadas hasta las encarce-ladas por abortar. Nuevos lenguajes y nue-vas formas para expresar las luchas cente-narias de las mujeres, incluyendo nuevas formas de propuestas feministas que han invadido los espacios callejeros, obligando a reconocer estas propuestas como perspec-tivas políticas de cambio en las sociedades contemporáneas, incluida la chilena.

Este colectivo, que proclama el Arte Performance como forma de vida y de lu-cha, resume en este Manifiesto, investiga-ciones históricas, experiencias de vidas, propuestas de otras autoras y movimien-tos; con el respaldo y reconocimiento mundial, incluido el de la revista Time, de eminente ideología masculina, como una de las 100 personalidades más influyentes en el mundo en el año 2020. Son las hi-jas de las brujas que no pudieron quemar. Juntas quemamos las violencias inscritas en nuestros cuerpos y cuerpas; Juntas que-mamos el pacto de silencio ante tanto abuso y opresión; Juntas quemamos el miedo. Un Manifiesto que llama a las mujeres a seguir organizadas para lograr finalmente una so-ciedad sin miedo, sin discriminaciones ni opresiones de clase, sexo, o etnias, mun-diales, regionales o locales. Hasta ahora no han escuchado las demandas del pueblo, no se han hecho cargo de ninguno de sus erro-res, y nosotras no les daremos el derecho a decirnos cómo crear y trabajar… El Estado opresor es un macho violador. u

Margarita Iglesias Saldaña

Historia de la Unidad PopularVolumen I, Tiempos de preparación: de los orígenes al 3 de septiembre 1970

Jorge Magasich, LOM Ediciones, diciembre 2020, 341 páginas

Este es el primer tomo de una obra que consta de dos volúmenes. La presente reseña trata del primero de ellos que aborda el período que va desde fines de los años cincuenta al 3 de sep-tiembre de 1970, fecha en que termina este to-mo. Es justamente durante ese lapso de tiempo que van a madurar las condiciones sociales y políticas que permitieron la elección de Salva-dor Allende. El segundo tomo será tratado en la próxima edición de Le Monde Diplomatique.

En tanto que testigos de esa época y cono-cedores del desarrollo de esta historia durante más de medio siglo podemos decir que el tra-bajo de Magasich es sin duda unos de los trata-dos más completos y documentados de la vida política chilena de estas últimas seis décadas.

El historiador lo logra tratando el extraordi-nario fenómeno político que representó la Uni-dad Popular desde sus más lejanos orígenes. Eso

exigía retrotraer su historia a sus más antiguos antecedentes, analizando los múltiples factores que concursaron a su éxito político-electoral.

Cuatro características hacen de este es-tudio un instrumento irremplazable para la comprensión de la historia chilena de estos últimos sesenta años.

Por una parte el relato detallado de los acontecimientos políticos y sociales desde 1958 hasta la elección de la UP permite tener una vi-sión clara del encadenamiento y la concatena-ción de los hechos históricos del período.

Por otra parte, la descripción del nacimien-to, desaparición y evolución ideológica de las fuerzas políticas en presencia durante la década, por ejemplo la muerte de los Partidos Liberal y Conservador y la formación de una nueva dere-cha nacionalista y fascistizante; el nacimiento del MIR a la izquierda de la izquierda parlamentaria, el auge y la ulterior división de la Democracia Cristiana, etc, van a facilitar la lectura de la corre-lación de fuerzas que poco a poco van a configu-rar el panorama político al momento de la elec-ción presidencial de septiembre de 1970.

Tratándose específicamente de la historia de la UP, esta obra muestra que la alianza de iz-quierda que gana le elección del 4 de septiem-bre tuvo una gestación ardua y un parto difícil.

Finalmente, conocer y comprender los fac-tores anteriormente citados entrega la posibi-lidad de descifrar los mecanismos del Golpe de 1973, la evolución del régimen dictatorial, los mecanismos puestos en juego que permi-tieron el fin formal de la tiranía y el bloqueo, institucional de los últimos treinta años.

Por todos estos aspectos, la lectura y el estudio del texto de Magasich parece im-prescindible en los tiempos que vivimos. u

Ricardo Parvex

Tiempo sin desenlaceEl pathos del ocaso

Sergio RojasSangría Editora, 2020, 431 pp.

En este nuevo ensayo del filósofo chileno Sergio Rojas se desarrolla una interpretación del mo-mento que nos constituye, centrado en el análisis acucioso de lo que se postula acá como la subje-tividad predominante de nuestra época: “la sub-jetividad que ensaya habitar en el tiempo del fin. Cómo es que la subjetividad se entrega con entu-siasta desazón a la idea de un fin de todas las cosas. Nadie quiere perderse el fin del mundo” (p. 23).

No se trata de la proximidad a un aconteci-miento de tipo cinematográfico en que estalla el planeta, sino al fin del “mundo”, es decir, de aquella ficción que hacía del planeta un lugar humana-mente habitable. Buena parte de ese mundo ha estado constituido -en su limitante occidental- por la idea de que todo cuanto existe y acontece puede ordenarse, con sentido, de acuerdo a un fin, orden posible gracias a la actividad de efectuar una tra-bazón narrativa entre fenómenos que quedan así humanizados. Pues bien, el síntoma principal de

que hemos llegado al tiempo del fin es que dicha operación se dificulta cada vez más, hasta lo im-posible, y sin ella lo que queda al descubierto es la catástrofe. Lo que se ve por la grieta del mundo es entonces el “planeta”. Así el “fin de la Historia” no resultó ser el triunfo del liberal-capitalismo, sino el de la aceleración técnica y digital que, en un efec-to de saturación de facticidades, vuelve caduca la misma estructura en que cabía el acontecer.

Pero el planeta es inexperimentable, pues su magnitud excede la escala humana, nada de lo que existió una vez en el mundo puede tener sentido en el planeta. La subjetividad del fin ha-bita en el borde de esa grieta y desde allí “pien-sa”. Un pensamiento que podemos registrar casi como síntomas que están por doquier: “Tal vez las denominadas ‘teorías conspirativas’ sean un último bastión en el afán por comprender la mag-nitud de los acontecimientos en el presente y sus relaciones, como siendo éstas todavía producto de acciones e intereses a escala humana […] ha-ce posible contener el caos en los límites de las relaciones monocausales” (p. 273). Es de alguna manera un estado adelantado por el postulado de “la muerte de Dios” (Nietzsche) y el imperio de la técnica (Heidegger), un tiempo en que la huma-nidad queda excedida. Lo propio del tiempo del fin es que no tiene un final, pues la subjetividad se aferra -por supervivencia- al antes del final que es el único reducto en donde puede existir. No hay sujeto ni pensamiento “después del final”.

Sergio Rojas cierra su ensayo con un breve apartado en donde alude al llamado estallido social y a la pandemia (casi como respondiendo a quien pudiera contestar: “sin embargo se mueve”). Pe-ro no hay aquí refutación, sino una posibilidad de pensarlos más allá de los clichés impuestos, como ocurre con el verdadero pensamiento. u

Pablo Aravena Núñez

Page 32: u ABRIL 2021 Edición chilena diplomatique MONDE LE ...

Nuevo libro

EVANGÉLICOS¿La internacional reaccionaria?

Disponible impreso a $3.950 y en versión digital a $2.950 en:

https://editorialauncreemos.cl

Evangélicos y política: una relación más allá de los estereotipospor Nicolás Panotto

Una Internacional reaccionariapor Akram Belkaïd y Lamia Oualalou

Así sea la segunda televisión brasileñapor Anne Vigna

Los evangélicos surcoreanos en la arena políticapor Kang In-Cheol

¿Una opción conservadora?por María Pilar García Bossio

Brasil, el poder evangélicopor Lamia Oualalou

Libros impresos ($3.950) y digitales ($2.950)

Librería Le Monde Diplomatique, San Antonio 434, Santiago. Teléfono: 22 608 35 24

Compre por internet en: www.editorialauncreemos.cl

Este libro trata sobre las corrientes evangélicas en el mundo, destacándose su accionar en Brasil, donde han jugado muchas veces un rol político conservador, pero sin por ello

representar su totalidad, como bien lo expresa el artículo de Nicolás Panotto sobre la diversidad evangélica en la política chilena.