Le Monde Diplomatique FEB-2015

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Le monde Diplomatique

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  • febrero 2015el dipl, una voz clara en medio del ruido Capital Intelectual S.A.

    Paraguay 1535 (1061) Buenos Aires, ArgentinaPublicacin mensualAo XVI, N 188Precio del ejemplar: $35En Uruguay: 100 pesos

    www.eldiplo.org

    Jos NataNsoN MartN rodrguez Claudio MardoNes thierry ViNCeNt MiChel t. Klare laureNt BoNelli aNNe-CCile roBert serge haliMi

    Filippo Fiorini/Demotix/Corbis

    Servicios de inteligencia:stanos de la democracia

    La muerte del fiscal Alberto Nisman obliga a revisar el rol de las estructuras de inteligencia: autonoma, opacidad y falta de control, ejes del debate.

    Dossier

    europa, en la trampa de los extremismosLos atentados en Francia reavivaron el debate sobre la radicalizacin poltico-religiosa de la juventud musulmana europea. Entre las manifestaciones de solidaridad y los reclamos de persecucin, es hora de repensar las polticas democrticas en contra del fundamentalismo.

    Pginas

    21 a 34

    Recreacin en base a imagen Simon D. Warren

  • 2 | Edicin 188 | febrero 2015

    por Jos Natanson

    Formateados en los viejos tiempos de la Guerra Fra, los servicios de inteligen-cia argentinos se organizaron de acuer-do a la doctrina de seguridad nacional, que identificaba al comunismo como principal desafo externo y a la insurgencia como enemigo interno, agregndose ocasionalmente los conflictos con las potencias regionales, Brasil y Chi-le. Coprotagonistas de la represin ilegal durante to-das las dictaduras, en especial durante la ltima, in-gresaron a la etapa democrtica tan poderosos como intocados, como sucedi con las policas, que logra-ron evitar astutamente la renovacin democratiza-dora que, con todas sus dificultades, experimentaron las fuerzas armadas.

    La distensin que sigui a la cada del Muro de Berln y la poltica de amistad con los pases veci-nos recordemos que hasta el alfonsinismo Argen-tina competa nuclearmente con Brasil y que hasta el menemismo mantena severos conflictos limtrofes con Chile obligaron a un cambio de enfoque. Des-aparecida la Unin Sovitica y cancelado el riesgo sedicioso, las prioridades, otra vez en sintona con las necesidades de Estados Unidos, se orientaron a las denominadas nuevas amenazas, bsicamente el terrorismo y el narcotrfico.

    A diferencia de la etapa anterior, en donde el ene-migo estaba ntidamente identificado con un Esta-do extranjero, ya sea de manera directa o indirecta a travs de su apoyo a movimientos locales, las nuevas amenazas se camuflan difusamente en la vida nor-mal de los buenos ciudadanos. Esto, junto a la irrup-cin de las nuevas tecnologas de la comunicacin, redefini los mtodos y las tcnicas del espionaje, que en la actualidad se orientan tanto a obtener in-formacin como a interpretarla. Conceptualmente, lo que los especialistas definen como el paso de los servicios secretos a los servicios de inteligencia (1).

    Por si haca falta, el escndalo desatado por las revelaciones de Edward Snowden demostr que la obtencin de informacin es hoy una tarea relativa-mente sencilla, pues a menudo alcanza con lograr la cooperacin de las empresas privadas, que en este caso incluy a Facebook y Google y a las principales compaas de telecomunicaciones; la verdadera difi-cultad pasa por procesar esa montaa de mails, men-sajes de texto y comunicaciones telefnicas y sacar algo en limpio (2).

    DilemasPero que algunas cosas hayan cambiado en el visco-so mundo del espionaje no quiere decir que no per-sistan los viejos problemas. De entre todos ellos, el principal sigue siendo la tensin entre, por un lado, la necesidad de resguardar los secretos de Estado de la mirada de los enemigos extranjeros, protegerse de las amenazas ilegales, incluyendo por supuesto al terrorismo y al narcotrfico, y obtener informacin relevante para tomar decisiones estratgicas, y por otro lado, la obligacin de garantizar los derechos constitucionales de los ciudadanos, incluyendo por

    supuesto el derecho a la intimidad. Cmo compa-tibilizar la transparencia democrtica con fondos especiales cuyo destino no puede hacerse pblico, agentes obligados a usar alias y operaciones que por definicin vulneran la intimidad de las personas, co-mo las escuchas telefnicas, todas cosas que son par-te del ABC operativo de los servicios de inteligencia, aqu y en cualquier lugar del mundo? Cmo asegu-rar ciertos estndares mnimos de transparencia en una actividad que tiene a la opacidad y el secreto co-mo la primera condicin de su eficacia?

    Un ejemplo ilustra este dilema. En febrero de 2002, en medio de la paranoia pos 11 de Septiem-bre, la prensa estadounidense inform que el jefe del Pentgono, Donald Rumsfeld, haba creado un orga-nismo de contrainformacin, la Oficina de Influen-cia Estratgica, con el objetivo de instalar noticias falsas en los medios extranjeros, en particular en las agencias internacionales, que sirvieran a los fines de la guerra anti-terrorista. Acorralado por el escnda-lo, Rumsfeld se vio obligado a emitir un comunicado anunciando el cierre del organismo comunicado que algunos definieron como el debut operativo de la nueva oficina.

    Para evitar estos problemas o al menos limitar-los, las democracias ms avanzadas han creado ri-gurosos sistemas de control civil. En Argentina, sin embargo, la Comisin Bicameral Permanente de Fiscalizacin de los Organismos y Actividades de Inteligencia, nico organismo de supervisin, tie-ne un rol fantasmal: aunque es obvio que no pue-de funcionar igual que, pongamos, la Comisin de Agricultura, y aunque su propio reglamento esta-blece que sus encuentros sern secretos y que no quedarn actas, lo que se sabe del organismo, inte-grado por 14 diputados y senadores y dotado de un presupuesto anual de 6 millones de pesos, es nada. El hecho de que las cosas no hayan cambiado entre 2010 y 2012, cuando la Comisin fue presidida por la oposicin, demuestra que se trata de una tarea ms difcil de lo que aparenta.

    Y si la Comisin Bicameral tiene la funcin de controlar el funcionamiento general de los servicios, incluyendo un presupuesto que en el caso de la Se-cretara de Inteligencia fue el ao pasado de 1.874 millones de pesos, la supervisin cotidiana de sus ac-tividades recae sobre los jueces, que son, por ejem-plo, los encargados de pedir o autorizar las escu-chas telefnicas que realiza la Direccin de Obser-vaciones Judiciales, la clebre Ojota. Pedir o autori-zar? En el verbo reside el problema: es evidente que un fiscal o un juez que investiga un atentado terro-rista internacional, una organizacin narco con ra-mificaciones en varios pases o una red de lavado de dinero requiere recursos complejos que desbordan a las limitadas policas tradicionales, pero tambin es verdad que la asimetra de informacin y presupues-to es decir de poder entre los funcionarios judicia-les y los servicios de inteligencia a menudo hace que los segundos controlen a los primeros. La pregunta, como en el peronismo, es quin conduce a quin.

    Pese a ello, algunos pases han logrado establecer monitoreos bastante eficientes. En Holanda, cual-quier medida intrusiva de la privacidad, de una es-cucha telefnica a la penetracin en un domicilio, requiere la firma del ministro del Interior y Relacio-nes del Reino (en el caso del Servicio de Inteligencia General y de Seguridad) o del ministro de Defensa (si se trata del Servicio de Inteligencia y Seguridad Mi-litar); si lo cree necesario, el ministro puede delegar la autorizacin al jefe de la agencia, pero debe recibir un informe posterior por escrito y firmarlo. En Gran Bretaa, un funcionario especial designado por el Parlamento acta como un ombudsman encargado de validar cualquier medida que vulnere la privaci-dad de los ciudadanos (3).

    Frente a estos esfuerzos de control, Estados Uni-dos cuenta con una comunidad de inteligencia inte-grada por 16 agencias! que actan con una amplia libertad, tal como demostr la denuncia de que agen-tes de la CIA haban ingresado a la computadora per-sonal de la presidenta de la comisin parlamentaria encargada de elaborar un informe sobre la imple-mentacin de tcnicas reforzadas de interrogato-rio, que es como los norteamericanos le dicen aho-ra a la tortura, por parte del organismo, el elefante suelto del Estado norteamericano segn la famosa definicin del senador demcrata Frank Church.

    ZonasEn Estado, democratizacin y ciudadana (4), el politlogo Guillermo ODonnell elabor una defini-cin, muy utilizada en las ciencias sociales, alrede-dor de la nocin de zonas marrones, segmentos del territorio regiones, partes de provincias, pedazos de ciudades a donde la legalidad estatal, que se su-pone es el sustento de los derechos civiles, no llega. Para ODonnell, el Estado no es slo un conjunto de aparatos burocrticos sino tambin un sistema legal que, de ser necesario, ser aplicado por una autori-dad central dotada de poderes competentes. Esa di-ce es la textura bsica del orden establecido.

    Preocupado por la dbil institucionalizacin de las democracias latinoamericanas, ODonnell ad-verta cmo estos bolsones de no legalidad podan convivir con el ejercicio pleno, a nivel general, de la libertad poltica, las elecciones, la libertad de pren-sa y reunin, etc. Escriba en los 90, en pleno au-ge del neoliberalismo, interesado en conectar de-mocracia y Estado frente a la demolicin del apa-rato pblico, y pensaba en las villas de los grandes centros urbanos, los asentamientos informales, las provincias feudalizadas.

    La metfora de ODonnell puede aplicarse no slo al interior de las fronteras territoriales del Estado si-no tambin dentro de las fronteras funcionales de su aparato burocrtico, en donde organismos que fun-cionan de manera transparente, garantizan un trato equitativo y rinden cuentas, conviven con otros en los que la legalidad democrtica no penetra: el prin-cipal es, por supuesto, el sistema carcelario, una caja negra donde las violaciones a los derechos humanos,

    Catacumbas

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    por Martn Rodrguez*

    los ajustes de cuentas y el delito no son ex-cepciones sino parte de su dinmica coti-diana de funcionamiento.

    Los servicios de inteligencia, cuyo r-cord de escndalos slo ha sido superado por el de la Polica Bonaerense, son una zona marrn del Estado argentino. Por los motivos estructurales analizados ms arri-ba y por las necesidades de los diferentes gobiernos, incluyendo al actual, que los han utiliza-do para todo tipo de fines, las estructuras de inteli-gencia han logrado niveles de autonoma impropios de un rgimen democrtico. Liberados de todo con-trol, los servicios aportaron los 400 mil dlares que cobr Carlos Telleldn para sembrar una pista falsa en el atentado a la AMIA, pagaron las coimas a los se-nadores de la Ley Banelco y se han visto envueltos, de un modo no esclarecido al cierre de esta edicin, en la muerte del fiscal Alberto Nisman.

    Sombras nada msEn diciembre pasado el gobierno anunci una serie de cambios en la Secretara de Inteligencia que, se-gn deslizaron sus voceros, estaran de algn modo relacionados con la denuncia de Nisman y su muer-te posterior. Los cambios, se inform en su momen-to, incluan la jubilacin de Antonio Jaime Stius-so, durante dcadas hombre fuerte de los servicios y principal fuente del fiscal del caso AMIA. Pero, qu significa que un espa se jubile? Qu hace en su re-tiro? Se anota mansamente en un club de tenis y de-dica sus tardes a pelotear en el Vilas, ponerse al da con las lecturas, ver crecer los nietos? En La guerra de Galio (5), una de las grandes novelas mexicanas sobre poltica, periodismo y poder, Hctor Aguilar Camn retrata a la generacin del 68 y su lucha por abrir, cambiar o voltear el opresivo sistema priista: el fondo sobre el que se recorta la trama son los s-tanos del poder, segn la definicin del inolvidable Galio Bermdez, un funcionario que tiene un cargo oscuro, apenas una oficina y un chofer, pero con ac-ceso directo al ministro y el presidente, una mezcla de operador poltico y servicio todo terreno capaz de desplazarse sin mover su sombra.

    Y en Argentina, dnde quedan los stanos de nuestra democracia imperfecta? g

    1. Nicolas lvarez, Control civil sobre la inteligencia de Estado en Uruguay. Un analisis basado en el proceso de negociacion, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la Republica, Uruguay.2. Ver Antoine Lefebure, El caso Snowden. As Estados Unidos espa al mundo, Capital Intelectual/Le Monde diplomatique, 2014.3. Jose Manuel Ugarte, Control publico de la actividad de inteligencia: Europa y America Latina, una vision comparativa, CEID, Documentos de Trabajo, N 16, Buenos Aires, noviembre de 2002.4. Revista Nueva Sociedad, N 128, noviembre-diciembre de 1993.5. Alfaguara, 1994.

    Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    StaffDi rec tor: Jos Natanson

    Re dac cinCarlos Alfieri (editor)Pablo Stancanelli (editor)Creusa Muoz Luciana GarbarinoLaura Oszust

    Se cre ta riaPa tri cia Or fi lase cre ta ria@el di plo.org

    Co rrec cinAlfredo Corts

    DiagramacinAriana JenikCristina Melo

    Co la bo ra do res lo ca lesFernando BogadoNazaret CastroJulin ChappaFederico KuksoFederico LorenzClaudio MardonesLeandro MorgenfeldVernica OcvirkMartn RodrguezJosefina Sartora

    IlustradorGustavo Cimadoro

    Tra duc to resJulia BucciGeorgina FraserTeresa GarufiAldo GiacomettiFlorencia Gimnez ZapiolaPatricia MinarrietaBrbara Poey SowerbyGustavo RecaldeCarlos Alberto Zito

    Diseo originalJavier Vera Ocampo

    Produccin y circulacinNorberto Natale

    PublicidadMaia Sona [email protected]@eldiplo.org

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    Alguna vez entendimos al kirchnerismo como una convocatoria para comple-tar la tarea ardua y larga: la transicin democrtica. Una tarea paradjica, si una transicin es un pasaje interme-dio entre un orden viejo y uno nuevo. La novedad de estos aos parece haber sido la de estabilizar el tiem-po en ese intermedio. Esa es la teora: del campo a Clarn, de Clarn a la Justicia, de la Justicia a la ex SI-DE, capa a capa de una cebolla. Lo cierto es que el l-timo ncleo despus de la ltima capa es un pequeo espejo que dice: el poder lo tens vos.

    A fines de 2001 Argentina se dio una ley de inteli-gencia. La Ley de Inteligencia Nacional 25.520, cuya le-tra es una razonable declaracin de principios en tor-no a la centralidad operativa de las agencias federales de inteligencia, sus competencias modernas alejadas de las tpicas prcticas de espionaje poltico, todas con eje en la Secretara de Inteligencia (SI), la ex SIDE, y de ese modo todas bajo la rbita presidencial. La ley se vo-t en diciembre de 2001 y se reglament en 2002. Sabe-mos que De la Ra y Duhalde usaron esa misma SI, en-tre otras cosas, para espiar y reprimir protestas sociales. Tambin la ley previ la creacin de una Comisin Bica-meral de Fiscalizacin de los Organismos y Actividades de Inteligencia. Nombre ampuloso para la comisin que funciona? en el sexto piso del edificio anexo del Sena-do. Tiene 7 empleados para los 14 senadores y diputa-dos que la integran. Si se entra a la pgina del Senado, se ve que no registra actividad. De modo que en los he-chos nadie controla el organismo que en 2014 tuvo 1.800 millones de pesos de presupuesto para sus reconocidos 2.000 empleados. Se sabe, se supo: la ex SIDE fue y ser la caja negra de la vida estatal argentina. Tuvo hasta ha-ce das un hombre poderoso: Jaime Stiusso, que ingre-s en 1972 y conjug como nadie el doble estndar que hizo de la SIDE un mal necesario, es decir, el equilibrio entre la utilidad extrema para las necesidades del poder poltico, y un poder autnomo de negocios, operacio-nes, relaciones internacionales, caja.

    Cuando, como escribi en Twitter el dirigente del PTS Fernando Rosso, Cristina crey que poda incor-porar a Irn al mundo occidental a travs del Memo-rndum con esa repblica islmica, un cable que una la dependencia y la autonoma de la SI se cort: la pista ira-n era una poltica de Estado, an una poltica de Estado sin gobierno. Una poltica guiada por la CIA, el Mossad, etc. En ese punto exacto es que muere el fiscal Natalio Alberto Nisman.

    Stiusso, como antes Magnetto, parece ser la mane-ra de nombrar algo ms que a un hombre poderoso: la metfora de un poder permanente. Pero Jaime Stius-so, en concreto, fue el jefe real de la inteligencia du-rante los doce aos kirchneristas, activo ejecutor de las operaciones. De 1983 para ac, el nico poltico de Estado que puede mirar a los ojos a la sociedad argen-tina se llama Gustavo Bliz.

    Adivinen por qu puede, y adivinen a dnde se tu-vo que ir a vivir. g

    *Periodista. Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    Capital Intelectual S.A.

    Le Monde diplomatique (Pars)

    La circulacin de

    Le Monde diplomatique,

    edicin Cono Sur, del mes

    de enero de 2015, fue de

    25.700 ejemplares.

    Fundador: Hubert Beuve-MryPresidente del Directorio y Director de la Redaccin: Serge HalimiDirector Adjunto: Alain GreshJefe de Redaccin: Pierre Rimbert1-3 rue Stephen-Pichon, 75013 Pars Tl.:(331) 53 94 96 21Fax: (331) 53 94 96 26Mail:[email protected]: www.monde-diplomatique.fr

    SI

    Editorial

  • DossierLos stanos de la democracia

    El cielo ya haba empezado a perder la oscuridad. La madrugada avanzaba sobre el 1500 de la calle Rocha Bla-quier, en la localidad de La Reja, Mo-reno, oeste del conurbano bonaeren-se. Todo estaba tranquilo, salvo por el pelotn de diez policas bonaerenses del Grupo Hal-cn que haban sitiado la cuadra. El 9 de Julio de 2013 era feriado inamovible, pero el agente de la Secretara de Inteligencia (SI) Pedro Toms Viale nunca alcan-z a disfrutarlo. Un allanamiento por narcotrfico se le interpuso al desayuno. Cerca de las 5.55 de la maana los uniformados decidieron romper la puerta y entrar a los gritos con armas de guerra. El dueo de casa, tal como rescat el periodista Jorge Urien Berri, crey que se trataba de un asalto y sac la Glock de la mesita de luz. Ya era tarde, el pelotn solo le respondi alto y el hombre, conocido como el Lauchn, se defendi en calzoncillos. Su da termin abruptamente en pocos minutos, cerca de las seis de la maana, con once tiros en el cuerpo, en la entrada del bao de su casa, ante los gritos desesperados de su mujer, que qued lejos de las balas gracias al salto que peg su marido para sacarla de la lnea de fuego. As muri, a los 59 aos, uno de los

    miembros ms viejos de la principal casa de los espas, con casi tantos aos de servicio como su amigo y jefe, el por entonces director general de Contrainteligencia de la SI, Antonio Horacio Stiusso. Los diez policas bonae-renses estn detenidos desde el 29 de agosto del ao pa-sado por el delito de homicidio agravado por abusar de su funcin o cargo siendo miembro integrante de una fuerza policial. Quizs les lleve 25 aos salir de la crcel, porque la pena para ese delito es prisin perpetua. Segn el juez federal de Morn, Juan Pablo Salas, los efectivos ingresaron violentamente y no se identificaron como policas, provocando la reaccin del imputado, a pesar de que ste solicitara que se identificaran como policas, y abusando de su funcin, dieron muerte al Lauchn. Para la Justicia, y quizs solo para ella, el Lauchn Via-le no estaba directamente vinculado con actividades de narcotrfico, sino que fue ligado a la investigacin por la ocupacin de inmuebles libres o herencias vacantes y su posterior regularizacin documental.

    Por qu la Bonaerense revent al amigo del hom-bre ms poderoso de la ex SIDE? Viale intervena en temas de narcotrfico para el organismo, form parte del equipo que trabaj durante los secuestros extorsi-vos en territorio bonaerense y mantena vnculos cer-

    canos con la red de prostbulos que regula un sector de la Secretara de Inteligencia a travs de su colega Ral Martins. Sin embargo, nadie se anima a ofrecer una ex-plicacin certera sobre el crimen. Quizs lo averige algn da el juez Salas, pero el caso fue la primera de las dos muertes que atraviesan al mundo del espiona-je criollo en los ltimos aos. La segunda sucedi este verano, en Puerto Madero, cuando el fiscal especial del caso AMIA, Natalio Alberto Nisman, apareci muerto en el bao de su casa con un disparo en la sien. Stiusso, el amigo del Lauchn y principal asesor de inteligencia de Nisman por decisin de Nstor Kirchner, ya no era el mismo: haba sido desplazado a fines del ao pasa-do como parte del descabezamiento del organismo que dispuso Cristina Fernndez de Kirchner.

    El 2015 ser recordado por la sorpresiva muerte de Nisman y por el final del segundo mandato constitucio-nal de Cristina. Una crisis inesperada, a partir de una muerte dudosa hasta ahora irresuelta, ocurrida a diez meses del final de un gobierno que ya lleva ocho aos en el poder. Dos hechos que parecen ajenos pero que estn unidos por el brutal regreso de todas las intrigas que ro-dean a la investigacin del atentado contra la AMIA, 21 aos despus de la bomba que mat a 85 personas.

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    El oligopolio del secretopor Claudio Mardones*

    Qu hacer con los servicios de inteligencia?

    El frgil statu quo de los servicios de inteligencia tambalea: la muerte del fiscal Alberto Nisman revela la falta de control poltico y la dependencia del poder judicial respecto de las estructuras del espionaje argentino, cuya autonoma y opacidad constituyen un problema para la democracia.

    Mimmo Rotella, Materia college, 1958 (Fragmento, gentileza Christies)

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    El ataque es uno de los enigmas ms profundos de la historia argentina reciente, bsicamente porque luego de dos dcadas de investigaciones no hay un slo sospe-choso preso. La causa ha estado, desde sus comienzos, atravesada por la manipulacin del secreto, el papel opaco del Estado y la particular transversalidad del es-pionaje criollo sobre las distintas esferas de la vida p-blica argentina, donde la poltica se entrecruza con el gris que tie al fuero federal, uno de los poderes estata-les que, discretamente o no, se encuentra virtualmente intervenido por el trfico del informacin reservada a travs de la SI, el organismo de espionaje dependiente de la Presidencia que, en la letra de la ley, debera fun-cionar como auxiliar de la Justicia.

    Pero el auxilio tcnico basado en el trfico de infor-macin y en la intercepcin de comunicaciones telef-nicas aparece, ms que como un mecanismo de ayuda, como una indescifrable dependencia del poder judi-cial respecto de los servicios de inteligencia, lo que le ha proporcionado a la estructura del espionaje una fuerte autonoma. En esa filigrana de lo oculto entre funciona-rios y magistrados, el Congreso de la Nacin cuenta con herramientas institucionales para controlar esa rela-cin, pero no las utiliza. La Comisin Bicameral de Se-guimiento, controlada por radicales o peronistas, jams ha intentado traspasar los lmites de la histrica auto-noma de los aparatos de inteligencia (ver recuadro).

    Detrs de esa relacin quizs aparezca la verdade-ra naturaleza del Estado, a partir de una definicin bas-tante diferente a la concepcin clsica. En el mundo de los espas, el Estado no ejerce el monopolio de la violen-cia legtima sino que funciona como un oligopolio, de preponderancia gubernamental pero asistido por una serie de organismos de fuerzas de seguridad diversas y un grupo de empresas privadas. Todos ellos integran un mercado de informacin reservada en el que sus principales consumidores, pblicos y privados, hacen lo imposible para que nadie acceda a este transfondo. Es el lado B de la poltica, donde el secreto aparece como una herramienta ms cercana a la extorsin que a la anticipacin de los hechos o a la obtencin de infor-macin para evitar delitos.

    PistasEse statu quo del secreto, consolidado a lo largo de los diferentes gobiernos, parece haber entrado en una cri-sis de consecuencias imprevisibles con la muerte de Nisman, un conspicuo integrante de esa red y un vaso comunicante del complejo sistema que cruza al Poder Judicial y al Ejecutivo por intermedio de la ex SIDE.

    Aunque ha habido todo tipo de incidentes, los dos hitos de este sistema son las investigaciones de los aten-tados contra la Embajada de Israel y la AMIA, ahoga-das en la prdida de pruebas, el armado de testimonios falsos y la ausencia de hiptesis certeras. La interpreta-cin sobre ambos ataques siempre evolucion bajo la supervisin de esa red autnoma de contornos varia-bles tutelada por sus dos hermanos: los servicios de in-teligencia israeles y estadounidenses.

    En rigor, la justicia nunca pudo confirmar en forma definitiva si el atentado contra la sede de la AMIA se produjo a partir de una o varias explosiones, si los ex-plosivos estallaron frente al edificio de la calle Pasteur a bordo de una camioneta Traffic situada en la entra-da, o si estaban depositados en un volquete. La inves-tigacin incluy la desaparicin de pruebas clave, co-mo 45 casetes de escuchas telefnicas, y tuvo, desde el comienzo, dos pistas principales: una, conocida como la pista iran, que adjudic la autora a la organizacin integrista islmica Hezbollah, presuntamente apoya-da por el gobierno de Irn. Otra, que indaga la pista local, tambin llamada pista siria, apunta a los vncu-los entre el ex presidente Carlos Menem y el trafican-te de armas Monzer Al Kassar, que recibi pasaporte argentino durante su presidencia.

    Hace dos aos, esos enigmas revivieron a contra-pelo de los deseos de los principales protagonistas del espionaje criollo que intervena en el caso. Fue a par-tir del Memorndum de Entendimiento firmado entre Argentina e Irn con el objetivo de que los acusados de-claren en Tehern. El acuerdo, promovido por Cristi-na Kirchner y aprobado por el Congreso, se transform en el disparador de una feroz interna dentro de la vieja catacumba de 25 de Mayo y tuvo como protagonistas a dos espas que haban cruzado sus pasos con legislado-

    La autonoma blindada

    res y polticos durante el trabajo de la Comisin Bicame-ral de Seguimiento de la Investigacin de los Atentados.

    Esta Comisin comenz a funcionar en julio del 95 y concluy su trabajo en 2001, poco antes de que Mi-guel Angel Toma asumiera el mando del organismo de inteligencia bajo el gobierno interino de Eduardo Du-halde y publicara una versin oficial de las investiga-ciones cuidadosamente supervisada desde Washing-ton. En aquel momento, la Comisin cont con la asis-

    tencia del ingeniero Stius-so y de Fernando Pocino, otro agente secreto que apareca bajo la nmina de empleados del diputado radical por Ro Negro Ma-rio Negri. Ambos repor-taron a la Comisin Bica-meral y tuvieron contacto con todos sus integrantes, incluyendo a Cristina, en-tonces senadora por Santa Cruz, que particip acti-vamente de las discusio-nes y firm un dictamen crtico en minora.

    Cuando, en diciembre de 2007, Cristina asumi

    la Presidencia, Stiusso y Pocino eran dos viejos cono-cidos ya que antes, durante los aos iniciales del kirch-nerismo, Nstor Kirchner haba estrechado la relacin poltica con la SI. Las carpetas secretas del organismo fueron la materia central de una negociacin que per-miti ir desclasificando lentamente una serie de leyes y documentos que, entre otras cosas, ayudaron a echar luz sobre los agentes que trabajaron en esa estructura durante la dictadura. Del 83 en adelante, sin embargo, sigue siendo muy poco lo que se sabe. En el medio de esa restauracin de relaciones polticas posterior a la renuncia de De la Ra y a la promulgacin de la Ley de Inteligencia Nacional, el propio Kirchner design al fis-cal Nisman y lo puso a trabajar junto con Stiusso.

    Las sospechas que siempre hubo eran que desde lo ms alto del poder no se fomentaba la dilucidacin del caso. La causa AMIA era un teatro de operaciones or-questado por los organismos de seguridad e inteligen-cia y por intereses polticos. Haba muchos intereses cruzados para desviar la investigacin y plantar pistas falsas, dijo Cristina Kirchner en 2012 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. El deseo de indagar so-bre la pista siria y de echar luz sobre los puntos que esos organismos haban querido ignorar, o encubrir, alter el equilibrio inestable de la interna de los espas, en un duelo donde Stiusso habra quedado enfrentado con Pocino y, por su intermedio, con el por entonces jefe de la inteligencia militar, Csar Milani. El Memorn-dum firmado con Irn por el caso AMIA conmovi a los nombres blindados del espionaje. Se desat un due-lo secreto, donde entraron en pugna, como siempre, los distintos sectores activos de los servicios. En noviem-bre, Cristina anunci el descabezamiento de la cpula de la SI y el retiro de Stiusso.

    SecretosLas estructuras del espionaje estn integradas por ca-pas geolgicas de espas designados por los diferentes gobiernos. A los que sobrevivieron a la dictadura se su-maron, desde el 83, los alfonsinistas, muchos de ellos jvenes estudiantes universitarios nombrados por En-rique Coti Nosiglia, en ese entonces ministro del In-terior, y los primeros tres jefes radicales del organismo, Roberto Pea, Hctor Rossi y Facundo Surez. Sigui luego, durante el menemismo, Juan Bautista Tata Yo-fre, sindicado como el mejor vendedor de los archivos secretos del Batalln 601 y actualmente camino a jui-cio oral por traficar con secretos como jefe de una aso-ciacin ilcita. Segn la Justicia, cont con la complici-dad y el encubrimiento de los periodistas Carlos Pagni, Roberto Garca, el empresario santiagueo de medios Nstor Ick, el general Daniel Reimundes, y los dueos de los sitios Seprin y Urgente 24, Hctor Alderete y Ed-gard Mainhard.

    Hugo Anzorreguy, que lo sucedi al frente de la SI-DE, transit la era caliente de los encubrimientos

    La Ley 25.520, que intent reordenar, an-tes del fin del gobierno de Fernando de la Ra, al sistema de inteligencia, tam-bin cre la Comisin Bicameral Perma-nente de Seguimiento, que, segn el ar-

    tculo 37, ejerce el control de los gastos reservados, quizs el agujero ms grande del oligopolio del se-creto. Pero el organismo que depende del Congreso Nacional nunca logr realizar un control efectivo.

    En los ltimos aos se registraron casos especficos de espionaje interior, totalmente ilegal, como el descu-brimiento en 2013 del mayor de inteligencia de la Poli-ca Federal Amrico Balbuena, que infiltr a la Agencia Rodolfo Walsh y fue detenido por otras fuerzas de se-guridad. En un pas donde todava sigue desaparecido el testigo clave y sobreviviente de la dictadura Jorge Ju-lio Lpez, tampoco nadie ha indagado sobre la enorme osamenta del aparato de inteligencia de la Bonaerense, ni siquiera tras la detencin de diez agentes por el cri-men de El Lauchn. El archivo que administra la Co-misin Provincial de la Memoria puede revelar parte de la monstruosidad de la Direccin de Investigaciones de la Polica de Buenos Aires que, al igual que los dems organismos, sigue operando lejos del control civil.

    La Asociacin por los Derechos Civiles (ADC)pu-blic una investigacin que confirma este descontrol y la letalidad que implica para la democracia la au-sencia de lmites claros de los servicios secretos en el marco del presidencialismo argentino. Entre sus puntos principales el documento seala que la acti-vidad de inteligencia goza de inaceptables grados de autonoma que implican un riesgo para los derechos de los ciudadanos y las instituciones democrticas

    y recuerda que desde 1983 los gobiernos democr-ticos no han sabido o querido establecer controles efectivos, por lo que los servicios de inteligencia se convirtieron en una parte esencial del poder presi-dencial en Argentina. Ese poder se ejerce en muchas ocasiones de una manera que viola los derechos de los ciudadanos, en especial el derecho a la privaci-dad y a la libertad de asociacin y expresin.

    Respecto a la Comisin Bicameral, el informe confirma que no funciona y debe ser objeto de una revisin profunda y una reforma integral, por-que las actividades de inteligencia en Argentina es-tn amparadas por un grado de secretismo excesivo, que alcanza incluso a las autoridades encargadas de controlar que no se cometan delitos o se violen los derechos ciudadanos. Pero la clave es el espionaje poltico interno. Para la ADC, es una de las princi-pales actividades de inteligencia en Argentina a pe-sar de que se encuentra expresamente prohibido por una ley del Congreso. Eso es consecuencia de la falta de controles parlamentarios y judiciales eficientes.

    La mayor herramienta de estas prcticas son las escuchas. Hay indicios dice el informe de que ello ocurre con la colaboracin de las empresas prestatarias de servicios de telecomunicaciones. Esta capacidad se extendera a los datos que cir-culan en Internet. Y advierte que ninguno de los escndalos producidos en los ltimos aos gener cambios significativos en el control de las activida-des de inteligencia. g

    C.M. Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur d

    En Argentina, la oferta privada de inteligencia es provista por espas retirados y exonerados, pero tambin por ex agentes de la CIA.

  • DossierLos stanos de la democracia

    de los dos atentados. De la Ra, por su parte, desig-n al banquero Fernando De Santibaes junto al abo-gado Daro Richarte. Ambos promovieron una purga de agentes que no hizo otra cosa que dotar de nuevos efectivos al sector privado del oligopolio del secreto. Ri-charte, ltimo Seor 8 radical, nunca dej su profe-sin de abogado, ni sus lazos con el Coti, ni sus vnculos con la Justicia. Desde marzo de 2014 es el vicerrector de la Universidad de Buenos Aires como expresin de ese panradicalismo que cerr filas con el oficialismo. A pesar de los vaivenes, dicen en su entorno, nunca ha-bra perdido los contactos con Stiusso.

    Pero nada es lineal y tampoco se trata de la nica pu-ja que Stiusso libr con el kirchnerismo. La primera es-tall el 25 de julio de 2004, en el programa Hora Cla-ve de Mariano Grondona, que ese da haba invitado a Gustavo Bliz, recientemente desplazado del cargo de primer ministro del Interior de Kirchner. Bliz prota-goniz la definicin pblica ms dura sobre un agente cuyo nombre, de acuerdo a la ley de inteligencia, nunca tendra que haber sido revelado. Me echaron por nom-brar la palabra maldita de la poltica argentina: SIDE. Es la palabra maldita porque en ese mbito se ocultan las cajas ms negras y los manejos ms sucios. La mane-ja un hombre al que todo el mundo le tiene miedo y es bueno que todos conozcan su cara, grit Bliz y mos-tr el rostro de Stiusso. La SIDE le ha hecho cometer al presidente papelones internacionales, como la causa AMIA. Constituye un Estado paralelo, una polica se-creta sin ningn tipo de control: la maneja un seor al que todo el mundo le tiene miedo porque dicen que es

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    Aunque los antecedentes datan del anti-guo Servicio Secreto Militar, que luego mut en el Batalln 601, y los aparatos de control de fronteras, que desde la dcada del 30 controla la Gendarmera

    Nacional, el verdadero comienzo de los servicios se-cretos argentinos se sita entre la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, cuando Juan Domingo Pe-rn se encarg de aplicar los nuevos conceptos de defensa en el contexto de la competencia bipolar y la llegada de los prfugos de la Alemania nazi. El cono-cimiento alemn fue vital para el desarrollo de la pri-mera estructura de espionaje que dependi directa-mente de la Presidencia. Una creacin de Pern, que antes de convertirse en presidente haba cumplido funciones como espa militar en Chile.

    Se trataba de la Coordinacin de Informaciones de la Presidencia (CIPE), diseada con la asistencia del agente nazi Rodolfo Ludovico Freude. Ms tar-de fue rebautizada como Coordinacin de Informa-ciones del Estado (CIDE), una sigla que tom la Re-volucin Libertadora y se mantuvo, con las intermi-tencias civiles y la proscripcin al peronismo, hasta 1966, cuando Juan Carlos Ongana la rebautiz co-mo Secretara (SIDE), la sigla que la identific has-ta la sancin de la nueva Ley de Inteligencia Nacio-nal aprobada por el Congreso el 27 de noviembre de 2001 y promulgada tres semanas antes de la renun-cia de Fernando de la Ra, mientras esa estructura autnoma coordinaba la represin junto a la Polica Federal.

    La Polica Federal es justamente la otra pieza cla-ve en el tramado de oficinas secretas, agentes con es-tatuto especial y tareas ms vinculadas al espionaje interno que a otra cosa. Su gnesis tambin estuvo en manos de Pern, que tom a la vieja Polica de la Capital Federal y la refund en una estructura inspi-rada, en teora, en el FBI de J. Edgar Hoover. Hasta hoy, la Federal combina el control de la ciudad con su presencia en todas las capitales provinciales. Entre los 40 y los 50 fue la estructura policial ms utilizada

    por Pern y el instrumento para monitorear los mo-vimientos militares que el 16 de junio de 1955 termi-naron con el bombardeo a la Plaza de Mayo.

    En esos aos de radios de onda corta, la intercep-cin secreta de las comunicaciones ya era una de las tareas principales del espionaje interno. En 1955, an-tes de ser derrocado, Pern se vali del sistema KEES para conocer de antemano, gracias a las escuchas de la Red Radioeltrica de la Polica Federal, qu guar-niciones militares estaban a un paso de sublevarse. Su existencia fue revelada por el periodista Rodolfo Walsh en 1967, para contar cmo funcionaba el siste-ma de pinchaduras por radio. El mismo mtodo que el 25 de mayo de 1973 utilizara el propio Walsh, con-vertido en jefe de inteligencia de Montoneros, para anticipar cmo iba a funcionar el dispositivo repre-sivo montado por la Polica Federal para la asuncin de Hctor J. Cmpora. Todava faltaba mucho hasta llegar al increble anticipo del golpe del 76.

    As fue evolucionando la enigmtica relacin del poder civil con sus catacumbas secretas, integradas actualmente por la Secretara de Inteligencia (SI), ex SIDE, como cabeza de un sistema compuesto por una decena de organismos que van desde la Direc-cin Nacional de Inteligencia Criminal, dependiente del Ministerio de Seguridad, las tres oficinas de es-pionaje de las fuerzas armadas, y las reas de inteli-gencia de las fuerzas de seguridad federales: Prefec-tura, Gendarmera, Polica Federal y de Seguridad Aeroportuaria. Se trata de reas que histricamente proveyeron herramientas de espionaje poltico a los ministros del Interior, un cargo que alguna vez ocu-p el general Albano Harguindeguy y que, desde la recuperacin democrtica, cont con jefes clebres como Jos Luis Manzano y Enrique Coti Nosiglia, hoy convertidos en prsperos empresarios. g

    C.M. Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    d peligroso y te puede mandar a matar. Ese hombre par-ticip de todos los gobiernos y se llama Jaime Stiusso. La denuncia qued en el olvido, Bliz dej el pas y se refugi en Estados Unidos

    Stiusso, hoy jubilado, haba ingresado a la SIDE en 1972. Tiene 62 aos de edad, dos ms que el Lauchn. Su rol durante todos estos aos sigue escondido en el secreto, aunque una de sus mayores virtudes para la inmanente autonoma del espionaje en democracia se explica por su capacidad de controlar el trfico de escu-chas, legales e ilegales, realizadas a travs de la Direc-cin de Observaciones Judiciales, mejor conocida co-mo Ojota, ubicada en Belgrano R.

    Hasta dnde llega esta prctica? La magnitud de las pinchaduras telefnicas jams se habra conocido sin el escndalo posterior a la creacin de la Polica Metropo-litana. Inaugurada en 2008, fue diseada y comandada en sus dos primeros aos por un destacado comisario de la vieja Coordinacin Federal: Jorge El Fino Pala-cios, el ex jefe de espas de la Polica Federal que tuvo una activa intervencin en el caso AMIA desde la jefa-tura de Delitos Complejos y que dise la Polica Me-tropolitana tras abandonar su cargo en la Divisin Uni-dad de Investigaciones Antiterroristas (DUIA) de la Fe-deral, un lugar de mxima confianza para los delegados del FBI en Buenos Aires. El Palacios de Macri ya no era el viejo comisario duro que sobrevivi a la desaparicin de 45 casetes en la causa AMIA y a una denuncia de en-cubrimiento. Se haba convertido en un empresario del espionaje y un viejo proveedor de intercepciones telefnicas para la histrica (y tambin desconocida)

    El origen del espionaje

    demanda privada de escuchas personales del llamado espionaje industrial que costean empresarios y pol-ticos. Un negocio siempre al margen de la Ley de Inte-ligencia Nacional pero bien protegido gracias a la vista gorda de la Ojota.

    Palacios, que se haba ganado la confianza de Macri luego de trabajar en la investigacin de su secuestro por parte de la banda de los comisarios, dise la Metropo-litana con la concepcin de un ex jefe de espas de la Fe-deral. Se sospecha que garantiz el ingreso de 30 agentes clave de la Federal, que cuenta con un Cuerpo de Infor-maciones institucionalizado por el decreto-ley 9.021, y otro de Auxiliares de Investigaciones, que funciona des-de 1970. Ambos cuerpos funcionan con un estatuto espe-cial que les posibilita mantener dos empleos: la funcin encubierta y un segundo desempeo en cualquier repar-ticin estatal. Un doble salario sin control alguno, donde el nico mando queda en manos de los comisarios azules afectados a las tareas de inteligencia.

    Uno de esos agentes con estatuto especial fue Ge-rardo Ciro James, dedicado al fisgoneo telefnico in-terior en un esquema comandado por Palacios para intervenir conversaciones a partir de rdenes judi-ciales firmadas en Misiones. Entre los espiados haba familiares de vctimas del atentado contra AMIA. Los otros 29 agentes nunca fueron descubiertos y siguen en funciones bajo la estructura de mandos que Pala-cios sembr en la Metro, bajo la conduccin del minis-tro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, ex juez federal y ex instructor de rugby del Liceo Naval en los mismos aos en que jugaba Ciro James. Su ami-go y protector, el Fino Palacios, fue desplazado luego del allanamiento en la Strategic Security Consultancy, una de las empresas que arm para atender la pujante demanda privada de intervenciones secretas y segui-mientos de la vida privada de competidores, adversa-rios y familiares. Una oferta que tambin proveen los grandes del fisgoneo corporativo, como Kroll, Stratfor y The Ackerman Group, tres multinacionales del es-pionaje con sucursal en Buenos Aires y gerenciamien-to de ex agentes de la CIA y el FBI.

    Se trata de un negocio iniciado en los 60 y 70, con la creacin de empresas como SIDIP y Magister, dos cue-vas de seguridad privada que controlaba el Batalln 601 y que le sirvieron a la patota de Anbal Gordon y Eduar-do Alfredo Ruffo para secuestrar y torturar antes de su institucionalizacin en el campo clandestino Automo-tores Orletti. Cuando la inteligencia militar haba lo-grado desarrollar esas tapaderas criminales, la SIDE estaba bajo el mando del Ministerio de Defensa, tena a su cargo la conduccin del Operativo Independencia en Tucumn y estaba en manos del general de brigada Carlos Alberto Martnez. Por entonces el joven Stiusso ya llevaba al menos cuatro aos de servicio.

    En Argentina, la oferta privada de inteligencia es provista por espas retirados y exonerados pero tam-bin por ex agentes de la CIA. Cuatro ejemplos de esa presencia en el pas son Frank Anderson, David Man-ners, James Smith y John Allen, ex integrantes del or-ganismo norteamericano que instalaron la empresa Universal Control en Buenos Aires, junto al ex lder montonero Rodolfo Galimberti, para ofrecer protec-cin e inteligencia a privados.

    Aunque todo esto sali a la luz durante el menemis-mo gracias al costado farandulero de Galimberti, nada se pareci tanto al fin del secreto como el episodio que vivi en 2001 Ross Newland, nada menos que el jefe de la Estacin de la CIA en Argentina, cuyo rostro fue re-velado por el periodista Miguel Bonasso en Pgina/12. Un incidente que, segn se public, nunca haba sufri-do la agencia en otra parte del mundo, y que desat una crisis diplomtica acompaada por una peregrinacin de funcionarios argentinos pidiendo disculpas. Aos despus, algunos interpretaran la revelacin del rostro de Stiusso a manos de Bliz como una devolucin del escrache contra Newland. Los vengadores del jefe de la CIA en Buenos Aires le habran provisto a Bliz la foto de su adversario, la misma que blandi ante las cmaras para abrir un conflicto que Kirchner no quiso profundi-zar, un rumbo que su esposa dej de sostener. g

    *Periodista.

    Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    DurAntE El PrImEr gobIErno DE PErn

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    Es fcil oponerse a la energa nuclear, casi lo polticamen-te correcto. Ni siquiera hace falta afinar demasiado los ar-gumentos: los temores que la

    fisin del tomo genera en gran parte de la opinin pblica son tantos que con so-lo agitar ciertos fantasmas Chernbil, la bomba atmica, Mr.Burns contaminando Springfield con los residuos de su planta resulta sencillo denostar de un plumazo la nucleoelectricidad en s y un trabajo cien-tfico de aos. No es raro, en ese sentido, que la nuclear sea la menos popular de las energas. En la edicin de el Dipl de diciembre publiqu una nota (1) que fue objetada luego por otro artculo (2). Pero veamos si es posible, ms all de las chica-nas, arrojar algo de luz sobre la cuestin.

    Demoliendo mitosPara empezar, el hecho de ponderar como positivo que una parte de la matriz elctri-ca argentina se genere por la va nuclear no implica bajo ningn concepto negar el desarrollo de energas como la elica o la solar, como se sugiere en la rplica a mi no-ta. Sera realmente fantstico que ambas ganaran participacin en la matriz local, tambin que se cumpliera la Ley 26.190 de fomento a las energas renovables. De dnde proviene entonces la idea de que el

    desarrollo atmico implica un freno pa-ra esa meta? Con Atucha II funcionando a pleno, Argentina pasar de tener un 3,8 a un 7% de su potencia elctrica genera-da a partir de fuentes nucleares. Si la hi-droelctrica se mantiene en alrededor de 30% y las renovables rondan el 0,5%, esta-ra quedando cerca de un 62% generado a partir de fsiles para reemplazar por op-ciones renovables. No es perfecta la ener-ga nuclear, ni la solucin definitiva para cuando el petrleo se acabe o la quema de carbn termine por recalentar la atmsfe-ra de un modo insoportable. Mi artculo no prescribe que de ahora en ms toda la electricidad deba obtenerse del tomo, si-no que habla, apenas, de una opcin viable para reemplazar una parte de nuestra ma-triz, empleando la mejor tecnologa dis-ponible y contemplando tanto las ventajas como los inconvenientes de esta decisin.

    Mi nota tampoco menciona en ningu-no de sus prrafos que la energa nuclear sea barata. Lo que s explica con bas-tante detalle es que la generacin atmi-ca no es ms cara desde el punto de vis-ta de la operacin y del combustible que una central requiere para funcionar, pero s necesita de una altsima inversin ini-cial, que en el caso de Atucha II ascendi a los 18 mil millones de pesos.

    Sobre el tema accidentes espino-

    Lo que los ecologistas callan

    El artculo El renacer de la Argentina nuclear gener una rplica del bilogo y periodista especializado Sergio Federovisky. Aqu la autora de la nota le responde.

    El debate sobre la energa nuclear

    por Vernica Ocvirk*

    rrecto. Pero el uranio es 500 veces ms abundante que el oro y no tiene otro uso. Y si bien con la tecnologa de hoy y al rit-mo actual de consumo se estima que exis-ten reservas para 80 aos, la construccin de reactores que permiten el empleo de combustibles reciclados podra estirar esa previsin a varios milenios (7).

    Por lo dems, aprobar que una parte de nuestra electricidad se genere en for-ma nuclear no implica ser autoritario, ni dejar de reconocer la legitimidad de las democracias de los pases que soberana-mente deciden apostar a otras fuentes de energa. Mencionar el fracasado pro-yecto Huemul no significa defender a la Marina, y sealar que existe una tensin entre desarrollo y ambiente no supone endiosar a la ciencia, ni extorsionar al que opina distinto, ni acusar en bloque al ecologismo de querer regresar a la poca de las cavernas. Todas estas son interpre-taciones personales del autor de la rpli-ca, que poco aportan al esclarecimiento del tema pero brindan un buen trampo-ln para cuestionar una postura habitual de cierto discurso ecologista.

    Cul es la alternativa?Es difcil ponerse en contra de la ecolo-ga. Hoy prcticamente no se puede no ser ecologista, y no est mal que eso suceda. Cmo no tener en cuenta al medio am-biente en las decisiones estratgicas que toma una nacin?

    Pero lo que muchos ecologistas no terminan de explicitar es de qu manera sostendran la demanda actual de ener-ga si la idea es quemar menos combusti-bles fsiles pero evitando a la vez la gene-racin nuclear y la construccin de nue-vas represas hidroelctricas. De verdad creen que es posible suplir todo nuestro consumo elctrico a partir de la energa solar, la elica, la mareomotriz y la geo-trmica? Cmo lo haran, a qu costo y en qu plazos? A travs de qu red y con qu tipo de almacenamiento? Desapro-bar el Plan Nuclear Argentino, quiere decir que hay que cerrar las plantas, des-mantelar la CNEA, acabar con la medici-na nuclear y colgarle el cartel de cerrado al Balseiro? Qu ganaramos con eso? Y cul es, en el fondo, la alternativa?

    Investigar un tema, realizar entrevis-tas, visitar centrales nucleares, leer in-formes, cotejar datos y escribir un artcu-lo desde lo que honestamente se piensa no implica suspender la tica ni clausu-rar el debate. Cada quien levanta las ban-deras que quiere, o que puede. Pero hay una diferencia: criticar en el vaco es s-per cmodo, en tanto ponderar polticas pblicas concretas requiere mucha ms informacin, mejores argumentos y, des-de luego, otro compromiso. g

    1. El renacer de la Argentina nuclear, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, N 186, diciembre de 2014.2. Sergio Federovisky, La grieta nuclear, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, N 187, enero de 2015.3. Si se suman todos los aos en que los distintos reactores llevan operando en el mundo.4. http://internacional.elpais.com/internacional/2011/03/12/actualidad/1299884412_850215.html 5. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/03/120308_fukushima_chernobyl_diferencias_mz.shtml6. http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/12/ciencia/1302624007.html 7. http://www.yosoynuclear.org/index.php?option=com_content&view=article&id=60:el-uranio-como-combustible-nuclear&catid=11:divulgacion&Itemid=22

    *Periodista. Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

    so, controversial e ideal para asestar gol-pes bajos cit que en trece mil aos de reactor-experiencia slo se han produci-do tres accidentes graves (3), lo que pro-bara que la generacin nuclear es segura ms all de que se pretenda tachar de im-po a quien brinda un dato que no es ms que eso: un dato. Pero adems las cifras de muertes que enumera la rplica resultan discutibles. Algunas fuentes insisten en sealar que en Three Mile Island (EE.UU., 1979) no hubo vctimas fatales (4), en tan-to Chernbil (Ucrania, 1986) dej, segn un informe de las Naciones Unidas, un total de 64 muertos hasta el ltimo regis-tro en 2008 (5). En Fukuyima (2011, Ja-pn) se produjeron miles de muertes, pe-ro la mayora se debieron al sismo segui-do de un tsunami y ninguna ni una sola a la exposicin radiactiva (6). S es cierto que en los tres casos debieron llevarse a cabo evacuaciones masivas que resulta-ron traumticas hasta el punto de provo-car defunciones por estrs. Y tambin es claro que se trata de un drama serio que merece ser reconocido. Pero es impor-tante, al discutir la energa nuclear, dife-renciar las razones por las que se produ-jeron las muertes y comprender por qu resulta tan difcil atribuir vctimas con-cretas a este tipo de accidentes.

    Si lo que se pretende es insuflar miedo a la poblacin, Chernbil resulta ideal. Se sabe que se trataba de una central p-simamente mantenida y con un diseo tan peligroso que nadie ms us en to-do el mundo. Pero si se apunta Chern-bil clamando que todas podran serlo se obtiene un poderoso argumento en contra de la energa nuclear.

    Toda industria entraa sus riesgos. Y no se trata de minimizarlos o naturalizar-los, sino de protegerse frente a ellos para estar preparados. A veces, por descono-cimiento, se demanda que cierta activi-dad directamente deje de llevarse a cabo, cuando mucho ms lgico sera exigir que se practique respetando las normas de se-guridad y aplicando la ltima tecnologa.

    Asusta el hecho de que la energa nu-clear se haya empleado para construir una bomba, y es verdad que dominar esta tecnologa supone que hoy podemos sa-ber cmo fabricar armas nucleares. Pero clausurar el uso pacfico de la energa nu-clear no parece ser la va para que estas ar-mas desaparezcan, del mismo modo que prohibir la aviacin civil no hara desapa-recer los bombarderos. En otras palabras: no nos vamos a deshacer de las armas nu-cleares olvidando cmo crearlas.

    La ltima crtica refiere al uranio. Mi artculo deja en claro que la energa at-mica es limpia solo en el sentido de que no escupe por sus chimeneas dixido de carbono que se esparcir luego por la at-msfera, pero reconoce en forma expl-cita que la aplicacin de las diversas tec-nologas nucleares genera una fraccin de residuos que no se puede reciclar ni reutilizar. Lo que no es cierto es que na-die sabe qu hacer con ellos, ni que sean inmanejables, ni que se trate de material que se encuentra vagando sin rumbo por el planeta. La generacin nuclear no deja ningn residuo en manos de ter-ceros, sino que se hace cargo y los man-tiene en sus propias instalaciones. Y ese tratamiento involucra posiblemente una de las actividades ms minuciosamen-te controladas de nuestro pas, donde al respecto existe una Ley (25.018), sus-cripciones a tratados internacionales, un programa de la Comisin Nacional de Energa Atmica (el Programa Nacional de Gestin de Residuos Radioactivos) y un informe sobre el tema que todos los aos se presenta ante el Congreso. Que el uranio va a acabarse algn da? Es co-

    Josef Albers, Homage to the Square: Stage Light, 1966

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    Las luchas intestinas del Estado griego

    El reciente avance de las fuerzas progresistas en las elecciones griegas convulsiona a un Estado que hace aos es controlado por dos familias polticas. Si bien los estragos de la austeridad convencieron a buena parte de la funcin pblica de elegir la coalicin de izquierda Syriza, las redes neonazis se activan en torno a los cuerpos de seguridad.

    Nepotismo, corrupcin y para-Estado

    por Thierry Vincent*, enviado especial

    Juegos Olmpicos de 2004, generalmen-te desierto, est repleto. Dos mil perso-nas reciben con fervor al dirigente de Syriza, Alexis Tsipras. Lleg la hora de la izquierda, corea un grupo de trabaja-doras de la limpieza despedidas del Mi-nisterio de Economa, el puo cerrado dentro de sus guantes rojos, smbolo de sus diecisis meses de lucha. Despus de una hora de un encendido discurso que prometa el fin de la austeridad, un sa-lario mnimo bruto de 751 euros (contra los 586 actuales, y 520 para los menores de 25 aos) y la exencin de impuestos para los ms necesitados (por debajo de 12.000 euros anuales de ingresos), Tsi-pras baja del estrado en medio de acla-maciones. Pero la esperanza se ve atem-perada por una sorda inquietud.

    Porque en Grecia existen lo visible y lo oculto. La parte que emerge del iceberg es una clsica democracia parlamenta-ria, instaurada en 1974 tras la cada de la dictadura de extrema derecha de los coroneles. El aumento de las intencio-nes de voto por Syriza permite entrever un perodo de alternancia poltica en un contexto de enorme crisis econmica en el que, desde 2008, el Producto Interior Bruto del pas baj un 24%. Pero detrs de esas apariencias, subyace lo incon-fesable: un pas que desde hace sesenta aos es gobernado casi ininterrumpida-mente por dos familias. A la derecha los Karamanlis, conservadores; a la izquier-da los Papandreu, socialistas. Dos gene-raciones de jefes de gobierno, to y so-brino para los primeros; abuelo, padre y nieto para los segundos. En ese sistema clientelista, la compra de votos y los em-pleos de favor en la funcin pblica a me-nudo sirven de estrategia poltica.

    El ltimo episodio de corrupcin pol-tica tiene que ver con la eleccin presiden-cial (1). El pasado 18 de diciembre, Pavlos Haikalis, ex estrella de la televisin electo diputado del partido soberanista de dere-cha ANEL (los Griegos Independientes), afirm que le ofrecieron 3 millones de eu-ros a cambio de su voto por Stavros Dimas, el candidato de la coalicin en el poder, quien tena que obtener al menos 180 vo-tos (sobre 300 diputados) para ser elegido y evitar la organizacin de elecciones le-gislativas anticipadas. El corruptor sera el financista Giorgos Apostolopoulos, ex asesor de los primeros ministros Giorgos Papandreu (2009-2011) y Samaras. Hom-bre de televisin, Haikalis film la esce-na con una cmara oculta, luego difundi las imgenes en internet. Resultado? La justicia se neg a emprender acciones le-gales, alegando que las pruebas se haban obtenido ilegalmente. Como el propio primer ministro Samaras lo querell por difamacin, el presunto corruptor qued protegido, mientras que el denunciante tendr que rendir cuentas

    En el corazn de las instituciones tam-bin se oculta lo que los griegos llaman el parakratos: el para-Estado o el Estado subterrneo, es decir una red informal heredada de la Guerra Fra, compuesta de altos funcionarios, policas, militares y magistrados, dispuestos a cualquier es-tratagema para evitar que los rojos lle-guen al poder. En 1967 esta red, sostenida por los servicios secretos estadouniden-ses, haba preparado minuciosamente el terreno para el golpe de Estado de la Jun-ta de Coroneles.

    En verdad, los antiguos reflejos del parakratos no desaparecieron. En es-tos ltimos aos, fueron numerosos los atropellos a las libertades de reunin, manifestacin y expresin. As, en oc-tubre de 2012, fueron arrestados quin-ce militantes antifascistas despus de enfrentarse con los neonazis del partido

    Rena Dourou saluda calurosa-mente a cada uno de los em-pleados de la administracin del sector norte de Atenas. En este invierno particularmen-

    te riguroso, en las oficinas de un inmueble desangelado reina un fro glacial. La au-sencia de calefaccin sugiere crisis y aus-teridad, nos explica la gobernadora de tica, la regin ms poblada de Grecia con cerca de la mitad de la poblacin del pas. Dourou, de 39 aos, fue votada en mayo de 2014 en elecciones regionales que consa-graron la victoria de Syriza, una coalicin de partidos de la izquierda radical opues-tos a las polticas dictadas por la troika (Comisin Europea, Banco Central Eu-ropeo y Fondo Monetario Internacional). Pero se confiesa algo decepcionada: El Gobierno nos pone trabas. Nos resulta di-fcil llevar a cabo nuestro programa.

    Un hombre pasa junto a una propaganda del partido Syriza, Atenas, 15-1-15 (Alkis Konstantinidis/Reuters)

    Dourou entr en funciones el pasado 1 de septiembre. Unos das ms tarde, los ser-vicios financieros le pidieron que firmara con urgencia el proyecto de presupuesto que preparaba su antecesor, miembro del partido conservador Nueva Democracia. Me negu. Haba sido elegida para aplicar mi poltica y un presupuesto favorable a los ms necesi-tados, explica. A pesar de las presiones, fi-nalmente logr imponer sus prioridades. Se anul la subvencin de 27 millones de euros prevista para renovar dos estadios de ftbol pertenecientes a dos magnates de la cons-truccin. En su lugar, cuenta Dourou, vota-mos un financiamiento de 28 millones de eu-ros para obras contra las inundaciones y para toda una serie de acciones sociales, como el reaprovisionamiento de electricidad de las familias atrasadas en el pago.

    La ley Calcrates, votada en 2010, some-te las decisiones regionales al control de

    un rea del Estado Central, la Direccin de Asuntos Descentralizados. Este organis-mo, dirigido por un ex diputado europeo de Nueva Democracia, Manolis Angelaka, se neg a validar la contratacin de 139 agentes que reclamaba el nuevo ejecutivo de tica. Sin embargo, se trata de puestos necesarios para el funcionamiento de la regin, sostie-ne Dourou. Para probarlo, la gobernadora nos muestra la oficina de la Direccin de la Educacin: desoladoramente vaca. El Go-bierno intenta desacreditar a nuestro parti-do declara. Es por eso que, para lograr un real cambio, es indispensable un triunfo de Syriza [en las elecciones legislativas del 25 de enero de 2015].

    Lo visible y lo ocultoEn la periferia de Atenas, ese primer s-bado de enero, el estadio de taekwondo, soberbia instalacin construida para los

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    Amanecer Dorado (que reuni el 9,4% de los votos en las elecciones europeas del pasado mayo) y la polica. Al recu-perar la libertad, los interpelados dije-ron haber sido torturados, presentan-do fotografas. Nos trataban de sucios izquierdistas relata Giorgos, uno de los que hizo la denuncia. Nos dijeron: Ahora tenemos sus nombres y sus direc-ciones. Si hablan, se los daremos a nues-tros amigos de Amanecer Dorado para que puedan visitarlos. Evocaban tam-bin la guerra civil griega que entre 1945 y 1949 opuso las milicias de derecha a las fuerzas de izquierda [y produjo ms de 150.000 muertos]. Era evidente que se sentan en guerra contra todo lo que se parezca a la izquierda progresista (2). El Ministerio del Interior slo inici una investigacin interna.

    Eso recuerda la estrategia de ten-sin en la Italia de los aos 70 estima el periodista Kostas Vaxevanis. La po-lica deja hacer, incluso alienta los dis-turbios que crean los neonazis para justificar el mantenimiento de un po-der fuerte y la salvaje represin ante cualquier cuestionamiento. La desti-tucin de varios altos responsables de la polica por sus supuestos vnculos con la organizacin neonazi confirm la captacin de una parte del aparato de seguridad por la extrema derecha: as, tuvo que renunciar Dimos Kouzilos, ex responsable de las escuchas telefni-cas en el seno de los servicios secretos griegos, mientras que Athanasios Ska-ras, comisario del barrio de Agios Pan-teleimonas en Atenas (feudo de Ama-necer Dorado), estuvo brevemente en-carcelado en el mes de octubre de 2013.

    rras. Hizo contratar a muchos simpa-tizantes de su partido. Esto se prolong hasta comienzos de los aos 2000. Al punto de que muchos funcionarios son ex socialistas, decepcionados de la de-riva derechista del Pasok y hoy furiosa-mente pro Syriza.

    En el seno de la sociedad griega, la coalicin goza de otros apoyos ms sor-prendentes. As, una fraccin del empre-sariado no vera mal la llegada al poder de una izquierda radical pero pragmti-ca. La austeridad impuesta por la troi-ka fracas afirma en forma reservada un empresario del sector del transpor-te. La deuda no dej de aumentar y ces el crecimiento, las Pymes quiebran una tras otra. Despus de la cura de austeri-dad, no vendra mal una cura de reactiva-cin. Es imposible expresar en pblico semejante anlisis hecho por un empre-sariado griego mayoritariamente hostil a los rojos. Pero el discurso anticorrup-cin de Syriza, al margen de las derivas clientelistas que tanto dao hicieron al pas, encuentra partidarios en todas las clases sociales. g

    1. Dado que ninguna de las tres rondas de votacin (17, 23 y 29 de diciembre de 2014) permitieron designar un Presidente, se convocaron elecciones anticipadas para el 25 de enero de 2015.2. Grce: vers la guerre civile?, Canal plus, investigacin especial, 1-9-13.3. Libration, Pars, 5-11-11.

    *Periodista y realizador.

    Traduccin: Teresa Garufi

    El parakratos sigue descansando so-bre tres pilares: la polica, la justicia y el ejrcito, nos explica Dimitris Psarras, del peridico Libertad de Expresin. Esos grupos no sufrieron las polticas de austeridad que, sin embargo, ampu-taron la mitad del poder adquisitivo de los funcionarios pblicos. El 23 de ju-nio de 2014, el Consejo de Estado juzg inconstitucional la reduccin de sala-rios en esos tres sectores.

    En noviembre de 2011, Papandreu, en ese entonces primer ministro, se inquie-

    t por el riesgo de golpe de Estado mili-tar. En plena cumbre europea de Cannes, anunci la realizacin de un referndum sobre las nuevas medidas de austeridad que haba impuesto la Unin Europea. Como si fuera un alumno dscolo, el je-fe del gobierno griego fue convocado por la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francs Nicolas Sarkozy. Pa-ra justificar su referndum, Papandreu mencion el riesgo de un golpe de Esta-do (3). Pero esta amenaza no fue toma-

    da en cuenta. Las presiones alemanas y francesas lo obligaron a renunciar a su proyecto de consulta popular, y a dimitir un mes ms tarde.

    El apoyo a SyrizaSin embargo, la inmensa mayora de funcionarios griegos sigue siendo leal, insiste Grigoris Kalomiris, del sindi-cato del sector pblico Adedy. Aun sin llamar formalmente a votar por Syriza, su organizacin apoya cualquier parti-do que revierta la dramtica poltica de austeridad instaurada hace cinco aos. Hay que distinguir los sectores de la seguridad y la represin de los otros funcionarios. La decisin constitucio-nal relativa a la anulacin de las reduc-ciones salariales en la justicia, la polica y el ejrcito prueba bien que son sec-tores aparte, considera el sindicalis-ta. Las otras categoras de funcionarios carecen de razones para tener rechazos contra la izquierda radical: Figuramos entre las primeras vctimas de la auste-ridad recuerda Kalomiris. El nme-ro de funcionarios disminuy un tercio, pasando de novecientos mil a alrededor de seiscientos mil. El salario promedio es de 800 euros. Tomando en cuenta el alza de impuestos, los salarios cayeron un 30% y el poder adquisitivo el 50%.

    De modo que Syriza parece benefi-ciarse de un fuerte apoyo en el seno de la funcin pblica. Tambin por razo-nes histricas. Desde que en 1981 el Pa-sok lleg al poder, Andreas Papandreu, entonces primer ministro, quiso depu-rar la funcin pblica de elementos a menudo comprometidos con la dic-tadura de los coroneles declara Psa-

    La austeridad impuesta por la troika fracas. La deuda no dej de aumentar y ces el crecimiento.

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    Elegir sus combates

    Los atentados de enero en Francia favorecen el statu quo neoliberal en una UE en crisis, con una socialdemocracia desahuciada y una extrema derecha al acecho. Una esperanza surge en Grecia, que al cierre de esta edicin celebraba elecciones decisivas para el futuro del continente.

    En Grecia, otra izquierda reclama una nueva Europa

    por Serge Halimi*

    Desde hace aos, las polticas econmi-cas aplicadas en el Viejo Continente fraca-san; en Grecia y en Espaa ms cruelmente que en otros pases. Pero mientras que en los dems pases de la Unin Europea los parti-dos que gobiernan parecen resignarse al as-censo de la extrema derecha, e incluso apos-tar a que les va a asegurar su lugar en el po-der al permitirles manifestar en su contra, tanto Syriza como Podemos abrieron otra perspectiva (3). Ningn partido de izquier-da progres tan rpido como ellos en Euro-pa. Inexistentes o casi hace cinco aos, a la vera de la crisis financiera, lograron desde entonces dos proezas al mismo tiempo. Por un lado, ya aparecen como candidatos cre-bles en el ejercicio del poder. Por otro lado, estn quizs en vas de relegar a los partidos socialistas de su pas, co-responsables de la derrota general, al rol de fuerza comple-mentaria. As como en el siglo pasado el Par-tido Laborista britnico reemplaz al Parti-do Liberal, y el Partido Socialista francs, al Partido Radical (4). Un cambio de divisin que se revel definitivo en ambos casos.

    IncertidumbresPlanteado el desafo, y alcanzado en parte el desclasamiento de los partidos social-demcratas, qu chances hay de que la victoria de otra izquierda, en Grecia o en Es-paa, desemboque en la reorientacin ge-neral de las polticas europeas? Visto desde Atenas, los obstculos son inmensos. En su pas, Syriza est solo contra todos; en Euro-pa no lo va a apoyar ningn gobierno. El de-safo griego va a ser por lo tanto mucho ms importante que aquel ante el cual Francia se detuvo en 2012. En ese momento, Franois

    en 2017; despus 4,2%). Es completamen-te irracional estima, a menos que se haya decidido una poltica de austeridad perpe-tua. La verdad obliga a decir que Samaras no decide gran cosa: aplica los trminos del acuerdo que la troika (Fondo Monetario Internacional [FMI], Unin Europea, BCE) le impuso a su gobierno.

    Medidas no negociablesQu prev Syriza para salir de ah? En pri-mer lugar, un programa destinado a en-frentar la crisis humanitaria que reafecta-ra los gastos y las prioridades en el interior de un desarrollo presupuestario global sin cambios. Calculado con mucha precisin, la gratuidad de la electricidad, de los transpor-tes pblicos, de una alimentacin de urgen-cia para los ms pobres, vacunas para los ni-os y los desempleados estaran financiados por una lucha ms activa contra la corrup-cin o el fraude. El mismo gobierno conser-vador admite que stos amputan las recau-daciones del Estado en al menos 10.000 mi-llones de euros por ao.

    Las obras pblicas cuestan entre cua-tro y cinco veces ms caras que en cualquier otro lado de Europa, subraya por ejemplo Filis, y no slo porque Grecia tenga much-simas islas y un relieve ms accidentado que el de Blgica. Milios destaca por su parte que cincuenta y cinco mil griegos transfi-rieron al exterior ms de 100.000 euros cada uno, cuando el ingreso declarado por veinti-cuatro mil de esas personas era incompati-ble con semejantes depsitos. Sin embargo, despus de dos aos, slo cuatrocientos sie-te de esos infractores, sealados por el FMI a las autoridades griegas, fueron investiga-dos por el fisco.

    Al programa de urgencia humanitaria de Syriza, de un monto estimado en 1.882 mi-llones de euros, se le suman medidas socia-les destinadas a relanzar la actividad: crea-cin de trescientos mil empleos pblicos bajo forma de contratos por un ao reno-vables, restablecimiento del salario mni-mo a su nivel de 2011 (751 euros, contra los actuales 580 euros), aumento, pero de me-nor amplitud (8,3%), de las jubilaciones ms bsicas. El conjunto de este dispositivo, que tambin incluye alivios fiscales y perdn de deudas para familias y empresas sobreen-deudadas, se detalla en el Programa de Sa-lnica (7). Su costo tambin: 11.382 millo-nes de euros, financiados en la misma medi-da por nuevas recaudaciones.

    Estas medidas, insiste Milios, no son ne-gociables. Ni con otros partidos ni con los acreedores del pas: Son una cuestin de so-berana nacional, no le agregan nada a nues-tro dficit. Contamos adems con poner en marcha esta poltica pase lo que pase en el te-rreno de la renegociacin de la deuda.

    En lo que respecta a los 320.000 millones de euros de la deuda griega, Syriza en cam-bio est dispuesto a negociar. Pero, tambin en este caso, apostando a que varios Estados no esperan ms que una ocasin para seguir sus pasos. El problema de la deuda insis-te Milios no es un problema griego, sino un problema europeo. En este momento, Francia y otros pases pueden pagarles a sus acreedores, pero slo porque las tasas de in-ters son extremadamente bajas. Esto no va a durar. Ahora bien, slo entre 2015 y 2020, la mitad de la deuda soberana espaola, por ejemplo, deber ser reembolsada.

    En estas condiciones, la Conferencia Europea acerca de la Deuda que hace dos aos Tsipras reclam en estas columnas se habra vuelto una hiptesis realista (8). Apoyada ahora por el ministro de Finanzas irlands, tiene como ventaja pedaggica el hecho de que remite a un precedente, el de 1953, que vio a Alemania beneficiarse de la eliminacin de sus deudas de guerra, entre las que se contaban las que tena con Grecia. Una vez efectuado este sabroso recuerdo

    Hollande, recientemente elegido, poda en efecto valerse tanto del mandato de los elec-tores franceses como del 19,3% del Producto Interior Bruto europeo de su pas (2,3% en el caso de Grecia; 12,1% en el de Espaa (5)) para renegociar, como se haba compro-metido a hacer, el pacto de estabilidad euro-peo. Sin embargo, sabemos lo que pas.

    En Syriza, la situacin se analiza con ms optimismo, esperando que, a partir de este ao, el triunfo de un partido de izquierda en Grecia o en Espaa sea la chispa que encienda todo el territorio. La opinin pblica europea nos es ms favorable estima Filis. Y las elites europeas tambin constatan el impasse de las estrategias que se siguieron hasta el momento. En su propio inters, consideran otras polti-cas, porque ven que la zona euro tal como est construida le impide a Europa ocupar un rol a nivel mundial.

    Una golondrina suele anunciar la pri-mavera a quien sufri durante demasiado tiempo el invierno. Ser por eso que el esta-do mayor de Syriza percibe una divergencia prometedora entre la canciller alemana y Mario Draghi, el presidente del Banco Cen-tral Europeo? La recompra de las deudas so-beranas que este acaba de decidir (flexibili-dad cuantitativa) demostrara adems que finalmente comprendi que la austeridad desembocaba en un impasse.

    En Atenas, esta evidencia salta a la vista. Pero la crueldad de una poltica cuyas con-secuencias sociales y sanitarias incluyeron la falta de calefaccin en invierno, el avance de enfermedades infecciosas y el disparo de la cantidad de suicidios no siempre consti-tuye un factor indicado para desviar su cur-so (6). En todo caso no para sus arquitectos,

    bien pagados por tener nervios de acero. La-mentablemente, los indicadores macroeco-nmicos son apenas ms relucientes. Des-pus de cinco aos de terapia de shock, Gre-cia tiene tres veces ms desempleados que antes (25,7% de la poblacin activa); su cre-cimiento es nulo (0,6% en 2014) despus de una prdida acumulada del 26% entre 2009 y 2013; y por ltimo, y lo ms importante pa-ra un programa que se haba fijado como ob-jetivo prioritario reducir una deuda que en-tonces representaba el 113% del PIB, sta se estableci ahora en 174% Algo que era pre-visible, dado que su nivel est calculado en base a una riqueza nacional que se derrum-b. Se entiende que Mariano Rajoy, cuya performance en Espaa es casi igual de fan-tasiosa, haya ido a Atenas para brindarle su apoyo a Samaras: Los pases necesitan es-tabilidad declar, no bandazos, ni tampo-co incertidumbres. Esto s que es brillante y razonable.

    Pero, traducido al griego comn y co-rriente, incertidumbres se volvera casi un sinnimo de esperanza. Porque continuar la poltica de Samaras significara a la vez ms bajas de impuestos tanto para los ingresos medios y altos como para las empresas, ms privatizaciones, ms reformas del merca-do de trabajo. Sin olvidarse de ms exceden-tes presupuestarios para reembolsar la deu-da, incluso cuando eso requiere recortes de crditos pblicos en todos los sectores.

    Acadmico y responsable del sector eco-nmico de Syriza, Yiannis Milios cree que Samaras (apoyado por los socialistas) se fij como objetivo excedentes presupuestarios superiores al 3% del PIB por ao durante un plazo indeterminado (3,5% en 2015; 4,5%

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    (Viene de la pgina 40)

    Los afectados por la crisis, Atenas, 20-1-15 (Djurica/Reuters)

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    histrico, Syriza hace la relacin esperando que esta conferencia se convierte en la so-lucin alternativa que entierre la austeridad de una vez por todas.

    Cmo? Aceptando el abandono de una parte de la deuda de los Estados, renego-ciando lo que quede y transfirindolo al BCE, que lo refinanciara. La institucin presidida por Draghi ya se mostr muy complaciente para ayudar a los bancos pri-vados. Al punto tal adems de que estos se desprendieron de sus crditos griegos, de los que la casi totalidad est ahora en manos de los Estados miembros de la zona euro

    Lo que les confiere a estos ltimos un po-der singular, en particular a Alemania y Fran-cia. Ahora bien, Angela Merkel ya sugiere que el contribuyente alemn sera la princi-pal vctima de una renegociacin de la deuda griega, ya que su pas detenta ms del 20% de la misma. Ella no la consentira, como acaba de recordar su ministro de Finanzas, Wol-fgang Schuble. La posicin francesa es ms imprecisa, como sucede a menudo, mez-cla de exigencias para que Atenas cumpla con los compromisos que fueron tomados (Hollande) o siga llevando a cabo las refor-mas econmicas y polticas necesarias (Em-manuel Macron, ministro de Economa), y de aparente disposicin a encarar una rees-tructuracin o una renegociacin de la deuda griega (Michel Sapin, ministro de Finanzas).

    Audacia o extremismosPero la derecha europea ya hace sonar la alarma ms all de Alemania. El primer mi-nistro finlands Alexander Stubb opuso un no rotundo a cualquier pedido de anula-cin de la deuda, mientras que en Pars el diario conservador Le Figaro se pregunta con elegancia: Una vez ms Grecia va a

    envenenar a Europa?. Dos das ms tar-de, el mismo diario hizo sus cuentas: Ca-da francs pagara 735 euros por la cancela-cin de la deuda griega (9). Un clculo no tan comn en sus columnas cuando se trata de apreciar el costo de los escudos fiscales de los que se benefician los propietarios de diarios, las subvenciones a los industriales del armamento que poseen Le Figaro o las ayudas a la prensa.

    Merkel ya amenaz a Atenas con una ex-pulsin del euro en caso de que su gobierno infrinja las disciplinas presupuestarias y fi-nancieras a las que Berln es muy apegado. Por su parte, los griegos desean tanto aflojar la presin de las polticas de austeridad co-mo conservar la moneda nica. Es tambin la decisin de Syriza (10). En parte porque un pequeo pas exange duda en pelear todas las batallas al mismo tiempo. Fuimos los cobayos de la troika, no queremos ser los cobayos de la salida del euro resume an-te nosotros un periodista cercano al partido de Tsipras. Que empiece un pas ms gran-de, como Espaa o Francia.

    Sin apoyo europeo estima Moulopoui-los, no se va a poder hacer nada. De don-de se desprende la importancia que Syriza le otorga al que podran aportarle otras fuer-zas ms all de las de la izquierda radical y los ecologistas. En particular los socialistas, a pesar de que los griegos tienen la experien-cia de las capitulaciones de la socialdemo-cracia desde que hace treinta aos el primer ministro Andreas Papandreu hizo que su partido diera el gran giro liberal. Si se hu-biese quedado en la izquierda, no habra ha-bido Syriza, hace notar Moulopouilos, an-tes de recordar que en Alemania cuando Oskar Lafontaine dimiti del gobierno [en 1999], se lament de que la socialdemocra-

    cia se hubiera vuelta incapaz de llevar a cabo incluso las reformas ms anodinas. La glo-balizacin y el neoliberalismo de rostro hu-mano la destruyeron por completo.

    No es problemtico entonces esperar que su benevolencia para con las exigencias de la izquierda griega pudiera ayudar a es-ta ltima a oponerse a la intransigencia de Merkel? Un eventual triunfo de Syriza o de Podemos demostrara en efecto que, con-trariamente a lo que en repetidas ocasiones afirmaron Hollande en Francia o Matteo Renzi en Italia, una poltica europea que le d la espalda a una austeridad sin salida es posible. Pero una demostracin semejante no amenazara slo a la derecha alemana

    Los meses que vienen podran deter-minar el futuro de la Unin Europea. Hace tres aos, antes de la eleccin de Hollande, los dos trminos de la alternativa eran la au-dacia o el declinacin (11). De ahora en ms, la amenaza ya no es la de la declinacin, si-no algo mucho peor. Si no cambiamos Eu-ropa, la extrema derecha lo har por noso-tros, previno Tsipras. La audacia se vuelve aun ms urgente. La tarea de las izquierdas griega y espaola, de la que mucho va a de-pender, es bastante pesada como para que adems dudemos de cargarlas con una res-ponsabilidad tan aplastante como la de de-fender el destino democrtico del Viejo Continente, de eludir el choque de las civi-lizaciones. Sin embargo es exactamente de eso de lo que se trata.

    Grecia, eslabn dbil de Europa, po-dra convertirse en el eslabn fuerte de la izquierda europea, ya imagina Moulo-pouilos. Y, si no es Grecia, Espaa Los dos pases adems no van a estar de ms para combatir un temor y una desesperanza que alimentan tanto la propaganda de extrema

    derecha como el nihilismo de los salafistas yihadistas. Es un sueo modesto y loco, habra dicho el poeta. La esperanza de que la poltica europea no nos condene ms a esta eterna calesita al trmino de la cual los mismos se suceden en el poder para llevar a cabo la misma poltica y exhibir la mis-ma impotencia. Su balance se convirti en nuestra amenaza. En Atenas o en Madrid se encuentra por fin el relevo? g

    1. Vase Serge Halimi, El bla bla bla de la Burka, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, abril de 2010.2. Avgi, que cada mes publica la edicin griega de Le Monde diplomatique, se public el 8 de enero con una tapa con el eslogan Yo soy Charlie. El atentado contra el semanario satrico fue ampliamente comentado en Grecia, sobre todo por la izquierda, cuya experiencia histrica (dictadura militar entre 1967 y 1974) vuelve muy sensible a la libertad de expresin.3. Vase Renaud Lambert, Podr Podemos?, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, enero de 2015.4. En 1922 en el Reino Unido; en 1936 en Francia.5. Cifras de 2013.6. Vase Sanjay Basu y David Stuckler, Quand laustrit tue, Le Monde diplomatique, Pars, octubre de 2014; y Nolle Burgi, Cataclismo poltico, econmico y social en Grecia, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, diciembre de 2011.7. Hay una versin en ingls: http://left.gr/news/syriza-thessaloniki-programme8. Vase Alexis Tsipras, Contra la oligarqua financiera, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, febrero de 2013.9. Editorial Le vent du boulet, Le Figaro, Pars, 6-1-15; y Le Figaro, 8-1-15.10. Para una crtica de esta posicin, vase Frdric Lordon, Lalternative de Syriza : passer sous la table ou la renverser, 19-1-15, http://blog.mondediplo.net11. Vase Serge Halimi, Audacia o declinacin, Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur, abril de 2012.

    *Director de Le Monde diplomatique.

    Traduccin: Aldo Giacometti

  • 12 | Edicin 188 | febrero 2015

    Statu quo en Papa Occidental

    El presidente indonesio Joko Widodo, investido en octubre de 2014, fue presentado como un hombre de apertura, que prioriza la cuestin pap. Pero se apoya en la elite tradicional, represora y corrupta. Ms alentadora es la voluntad de concordia de los independentistas papes para denunciar las masacres que sufren a diario.

    Arduo camino para independizarse de Indonesia

    por Philippe Pataud Clrier*

    poder indonesio. Para conferirle su legi-timidad, ochocientos delegados papes eligieron a cinco negociadores, todos re-fugiados en el extranjero: adems de Mo-te y Leonie Tanggahma, figuran Benny Wenda, Rex Rumakiek y John Otto On-dawame. Tienen la ventaja de hablar va-rias lenguas y poseer una slida forma-cin. Cualidades hoy extraordinarias, porque las elites papes fueron diezma-das y sus potenciales sucesores asfixiados por un deficiente sistema escolar.

    En ausencia de dilogo con Yakarta, los negociadores se vieron obligados a en-contrar nuevos apoyos, particularmen-te entre sus vecinos ms cercanos, sus hermanos melanesios reunidos en el se-no del Grupo Melanesio Punta de Lanza (MSG, en ingls). Esta organizacin rene a Vanuatu, Papa Nueva Guinea, las Islas Salomn, Fidji y el Frente de Liberacin Nacional Kanak y Socialista (FLNKS), movimiento poltico independentista de Nueva Caledonia es decir, la mayora de la poblacin melanesia de la Oceana In-sular. Para los lderes papes, ser acepta-dos por el MSG asegurara ser escuchados en instancias como las Naciones Unidas o el Commonwealth, a las que pertenecen algunos miembros del MSG.

    Sin reconocimiento regional, es difcil pensar que nuestra causa pueda acceder a un reconocimiento internacional. Pero primero tambin hara falta que los pa-pes podamos expresarnos con una sola voz ante el MSG, para que acepte nuestra adhesin, recuerda Wenda, responsable de Free West Papua Campaign (3). Una apuesta difcil. En el pas, el pueblo pap est compuesto de doscientos cincuen-ta y tres grupos tnicos divididos en mu-chos movimientos polticos. Sin contar el trabajo de zapa que realiza Indonesia a escondidas. Sostiene a los lderes que nos dividen, y asesina a aquellos que nos unen!, exclama Mote. El 4 de septiembre de 2014, el ataque cardaco que acab con Ondawame, principal organizador de una conferencia que deba debatir la situacin pap ante el MSG en Port Vila (Vanuatu), provoc la consternacin general. Final-mente, la conferencia fue reprogramada.

    Yakarta amenaz a Vanuatu con re-presalias si persista en apoyar esa unifi-cacin melanesia y la independencia de Papa (4). Actualmente, este pequeo Estado insular, miembro de las Naciones Unidas desde 1981, resiste. Una constan-te en la lnea poltica que estableciera su fundador Walter Lini (1942-1999), quien declaraba que su pas no sera libre hasta que no lo fuera la Melanesia. Y una fra-ternidad de sangre tanto ms notable cuanto que Vanuatu apenas cuenta con 250 mil habitantes, frente a los 250 mi-llones de indonesios.

    En Port Moresby, capital de Papa Nueva Guinea, fueron bloqueados seten-ta lderes papes de Indonesia. Debido a presiones indonesias confa un diplom-tico. Presiones militares, econmicas, polticas. Son mltiples, y a veces se ejer-cen con la complicidad de Australia, muy cercana a Indonesia en un plano militar-econmico. Existen pocas esperanzas de que las cosas cambien con el nuevo Presi-dente indonesio. Sin embargo, Joko Wi-dodo, llamado Jokowi, prioriz a dos pro-vincias papes en su campaa (5).

    La luz prometidaPero para Wenda, que haba llamado a los electores papes a boicotear la eleccin presidencial de julio de 2014, Jokowi pertenece al Partido Democrtico Indo-nesio de Lucha (PDI-P), fundado por la ex presidenta Megawati Sukarnoputri. Lo apoya la elite tradicional estableci-da hace dcadas. Miren a Jusuf Kalla!.

    A su llegada a Londres, Octa-vianus Mote se enter de que su amigo John Wamu Haluk, responsable de una de las ms grandes empresas de Papa,

    acababa de morir. La muerte lo alcanz ese 13 de noviembre de 2014, mientras esta-cionaba su auto en un estacionamiento de Timika. Esta ciudad western del sur de Papa Occidental (1) brot de la tierra con la fuerza de un fornculo a medida que el gigante minero estadounidense Freeport- McMoRan Copper & Gold Inc arrasaba el monte Grasberg para extraer sus colosales riquezas de oro y cobre (2). A pesar de que no se realiz ninguna autopsia, Mote es-t convencido: Haluk fue envenenado. Un asesinato cometido por el Badan Intelijen Negara (BIN), los servicios secretos indo-nesios, conocidos por sus mtodos de ac-cin tan discretos como eficaces.

    De manos clidas y rostro afable, Mote no ocult su desasosiego al pisar el suelo parisino para reunirse con organizacio-nes no gubernamentales (ONG) france-sas: Al envenenar a John Haluk me corta-ron las piernas. El hombre no slo era su amigo. Tambin era el sostn financiero de los principales dirigentes papes refu-

    0 200 km

    Timika

    MonteGrasberg

    Jayapura

    Sorong Manokwari

    Fakfak Nabire

    Wamena

    PA PAOCC I D EN TA L

    PA PA

    Mar deSeram

    Mar deArafura

    Golfo deCenderawasih

    Mar deBanda

    OCANOPACFICO

    TTTTTiTiTiT iikkikkkkkk

    ggggggggggggg

    TiTiTi

    Fuente: West Papua Background.

    Nquel

    Oro

    Plata

    Cobre

    Explotacionesmineras

    giados en el exterior. Gracias a l yo poda llevar a cabo mi misin: denunciar todas las exacciones que la polica y los milita-res indonesios cometieron sobre la pobla-cin; informar a los medios de comunica-cin acerca de este genocidio que carco-me Papa Occidental desde hace ms de cincuenta aos.

    Genocidio? En Papa Occidental, co-lonizada desde 1969, los papes son actual-mente minoritarios en su tierra natal. En 2030 deberan representar menos del 15% de la poblacin, contra el 96% en 1971, de-talla Mote, ex periodista de Kompas.

    En busca de apoyosEn el medio de prensa escrita ms impor-tante de Indonesia, l poda hablar de to-do, salvo de Papa Occidental, aunque estuviera a cargo del tema. Hubo que es-perar la cada de Suharto y con ella el fin de treinta aos (1967-1998) de una dicta-dura particularmente sangrienta para que por fin los papes comenzaran a te-ner esperanzas. Especialmente a travs del clebre Tim 10, el equipo de cien re-presentantes que el pueblo pap comisio-n para que solicitara la independencia al nuevo presidente en ejercicio: Jusuf