Le Monde diplomatique, edición venezolana N°46

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RAFAEL CORREA: LA EUROPA ENDEUDADA REPRODUCE NUESTROS ERRORES P. 22-24 Año V. Número 46 P. 5-9 AMAZON, EL OTRO LADO DE LA PANTALLA venezuela Caracas, noviembre-diciembe de 2013 • 25 Bs (Continúa en la p. 17) FRACTURA ENTRE LOS ESCRITORES EGIPCIOS P. 12-14 Por Pierre Benetti* S obre los bordes de la venta- na, bolsas repletas de ropa, arrinconadas contra el vi- drio, se sostienen mal que bien. Cartones de sopa dispuestos en una pared, grandes ensaladeras de plásticos apiladas debajo de un banco. En este lugar de Mon- treuil (Seine-Saint-Denis), un centenar de personas participan en una asamblea pública. Las miradas inquietas y fatigadas, los ceños fruncidos. Esta noche, estos hombres dormirán a lo largo de la escuela elemental Voltaire, al borde de la calle. De su presen- cia mañana no quedará ningún rastro. Pasarán el día alrededor de la pequeña plaza, que se llenará de muchachos en patineta. A la noche regresarán, a menos que hayan encontrado mientras tan- to un techo improvisado, como algunos que consiguen un garaje u ocupan un edificio en alguna parte de la ciudad. Entre la muchedumbre, gorro y chaqueta cerrada hasta el cuello, solo Keita se muestra hablador y entusiasta. Cerrando y después agi- tando el puño, se dice originario de Gao y de Tombouctou, grita que él es fuerte, que está peleando y que seguirá haciéndolo. En la acera de enfrente, otros grupos discuten y venden DVD sin interferir en la reunión. Un servicio de seguridad vela porque nadie se instale en uno Sobrevivientes de la guerra de Libia en las calles de Montreuil Cuando el presidente es- tadounidense Richard Nixon dio la orden al director de la Agencia Central de Inte- ligencia (CIA , por sus siglas en inglés) de hacer “chirrear la economía” chilena cuan- do apenas comenzaba el go- bierno de Salvador Allende, preparaba el golpe de Estado mientras conseguía a los mi- litares que se prestaran para asestar la estabilidad y la de- mocracia que había dado un giro con políticas sociales y soberanas. La orden se reactivó des- de el triunfo de la revolución bolivariana. Desde entonces, los ataques han sido cons- tantes y comenzaron a ser evidentes cuando diputados de oposición entraron a la Asamblea Nacional y en se- ñal de protesta quemaron la recién promulgada Ley de Tierras y Desarrollo Agra- rio, en noviembre de 2001. Un mes después, la patronal Fedecámaras convocó a un paro empresarial. El uso de las cacerolas –como en Chile cuando Allende– y la movili- zación de civiles, el goteo de militares y la orquestación de los medios de comunicación privados consiguieron des- estabilizar al país. Su punto culminante lo lograron el 11 de abril de 2002, al derrocar Por Raúl Cazal al presidente constitucional Hugo Chávez y establecer un gobierno dictatorial por tan sólo 48 horas. Una vez que Chávez re- toma la conducción del Go- bierno bolivariano, la orden de hacer chirriar la economía no cesa y en diciembre de 2002 comienza el sabotaje petrolero que le hizo per- der a la nación alrededor de 20.000 MM de dólares. Los sectores económicos del país estaban paralizados y la fuga de divisas se mantenían constantes, como si el país estuviera en condiciones normales. Tras este compor- tamiento anómalo en las fi- nanzas del país, el presidente Chávez decide, en febrero de 2003, un control cambiario de las divisas. No era la pri- mera vez que un gobierno venezolano tomaba estas medidas y desde entonces la economía se ha regido con este sistema. La economía venezola- na depende en un 95% de las exportaciones de la ex- tracción y comercialización internacional del petróleo. La estructura económica no ha variado desde que el capitalismo del siglo XX le impuso el modelo de mono- productor de esta industria y depende de importaciones de bienes a tal punto que en- tre 1998 y 2004 el promedio fue de 14.000 MM de dólares anuales. En 2003 llegó a bajar a 8.337 MM de dólares, pero en 2005 se importó casi tres veces la cifra del año en que comenzó el control cambia- rio y ascendió hasta 47.310 MM de dólares en 2012. El año pasado estuvo alrededor de los 45.000 MM de dólares. Estas cifras nos indican la fragilidad de la economía ve- nezolana por su dependencia de las importaciones y la cual se ha acentuado, a pesar de que el Gobierno bolivariano ha hecho esfuerzos para di- versificar la economía -espe- cialmente en el sector agro- pecuario– bajo la consigna de conseguir la soberanía ali- mentaria. Sin embargo, otro elemento permeó dentro de esta estructura donde la ga- nancia es lo que prevalece: la especulación y la usura. Comerciantes que habían obtenido dólares a cambio oficial para importar bienes, terminaron vendiendo al comprador final como si la reposición de la mercancía fuera bajo el precio del dólar que se cotiza ilegalmente e incluso a más. Las empresas que fueron fiscalizadas por orden del presidente Nico- lás Maduro, quien avizoró La guerra económica el golpe que se estaba per- petrando contra el poder adquisitivo de los trabaja- dores y que devendría en la desestabilización del país, habían cometido un fraude a la nación. En ciernes estaban las elecciones de alcaldes y la oposición de derecha en vez de hacer las actividades proselitistas generó concen- traciones de protestas a las que denominaron “autocon- vocados”, pero tenían los vi- sos de las que realizaron en abril de 2002, sólo que en menor escala. ¿Su objetivo?: “calentar” la calle y trans- formar los resultados de las elecciones del 8 de diciem- bre en un “referendum” para el gobierno de Maduro. Falla- ron en un detalle. El Partido Socialista Unido de Venezuela junto con el Polo Patriótico logró el triunfo en 76% de las alcaldías. Si las elecciones hu- biesen sido un “referéndum”, lo hubiese vuelto a ganar, con el 55% de los votos, el cha- vismo. La contundencia del triunfo electoral de la Revo- lución Bolivariana generó la tranquilidad necesaria para culminar el año, pero la ins- trucción de “hacer chirriar” la economía venezolana no ha cesado.

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Le Monde diplomatique edición venezolana N° 46, nov-dic 2013. La guerra económica por Raúl Cazal / Irán y EEUU: ¿hacia un "acuerdo heroico" por Ignacio Ramonet / Irán, el deshielo por Serge Halimi En la edición impresa: Amazon, el otro lado de la pantalla / Guerrilla contra el aborto en EEUU / Sobrevivientes de Libia en las calles de Montreuil / Palestina: cuando París se esconde / Las tierras robadas de Etiopía / Fractura entre los escritores egipcios

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RAFAEL CORREA: LA EUROPA ENDEUDADA REPRODUCE NUESTROS ERRORES

P. 22-24

A ñ o V. N ú m e r o 4 6

P. 5-9

AMAZON, EL OTRO LADO DE LA PANTALLA

venezuela

C a r a c a s , n o v i e m b r e - d i c i e m b e d e 2 0 1 3 • 2 5 B s

(Continúa en la p. 17)

FRACTURA ENTRE LOS ESCRiTORES EgiPCiOS

P. 12-14

Por Pierre Benetti*

Sobre los bordes de la venta-na, bolsas repletas de ropa, arrinconadas contra el vi-

drio, se sostienen mal que bien. Cartones de sopa dispuestos en una pared, grandes ensaladeras de plásticos apiladas debajo de un banco. En este lugar de Mon-treuil (Seine-Saint-Denis), un centenar de personas participan en una asamblea pública. Las miradas inquietas y fatigadas, los ceños fruncidos. Esta noche, estos hombres dormirán a lo largo de la escuela elemental Voltaire, al borde de la calle. De su presen-cia mañana no quedará ningún rastro. Pasarán el día alrededor de la pequeña plaza, que se llenará de muchachos en patineta. A la noche regresarán, a menos que hayan encontrado mientras tan-to un techo improvisado, como algunos que consiguen un garaje u ocupan un edificio en alguna parte de la ciudad.

Entre la muchedumbre, gorro y chaqueta cerrada hasta el cuello, solo Keita se muestra hablador y entusiasta. Cerrando y después agi-tando el puño, se dice originario de Gao y de Tombouctou, grita que él es fuerte, que está peleando y que seguirá haciéndolo. En la acera de enfrente, otros grupos discuten y venden DVD sin interferir en la reunión. Un servicio de seguridad vela porque nadie se instale en uno

Sobrevivientes de la guerra de Libia en las calles de Montreuil

Cuando el presidente es-tadounidense Richard Nixon dio la orden al director de la Agencia Central de Inte-ligencia (CIA , por sus siglas en inglés) de hacer “chirrear la economía” chilena cuan-do apenas comenzaba el go-bierno de Salvador Allende, preparaba el golpe de Estado mientras conseguía a los mi-litares que se prestaran para asestar la estabilidad y la de-mocracia que había dado un giro con políticas sociales y soberanas.

La orden se reactivó des-de el triunfo de la revolución bolivariana. Desde entonces, los ataques han sido cons-tantes y comenzaron a ser evidentes cuando diputados de oposición entraron a la Asamblea Nacional y en se-ñal de protesta quemaron la recién promulgada Ley de Tierras y Desarrollo Agra-rio, en noviembre de 2001. Un mes después, la patronal Fedecámaras convocó a un paro empresarial. El uso de las cacerolas –como en Chile cuando Allende– y la movili-zación de civiles, el goteo de militares y la orquestación de los medios de comunicación privados consiguieron des-estabilizar al país. Su punto culminante lo lograron el 11 de abril de 2002, al derrocar

Por Raúl Cazal

al presidente constitucional Hugo Chávez y establecer un gobierno dictatorial por tan sólo 48 horas.

Una vez que Chávez re-toma la conducción del Go-bierno bolivariano, la orden de hacer chirriar la economía no cesa y en diciembre de 2002 comienza el sabotaje petrolero que le hizo per-der a la nación alrededor de 20.000 MM de dólares. Los sectores económicos del país estaban paralizados y la fuga de divisas se mantenían constantes, como si el país estuviera en condiciones normales. Tras este compor-tamiento anómalo en las fi-nanzas del país, el presidente Chávez decide, en febrero de 2003, un control cambiario de las divisas. No era la pri-mera vez que un gobierno venezolano tomaba estas medidas y desde entonces la economía se ha regido con este sistema.

La economía venezola-na depende en un 95% de las exportaciones de la ex-tracción y comercialización internacional del petróleo. La estructura económica no ha variado desde que el capitalismo del siglo XX le impuso el modelo de mono-productor de esta industria y depende de importaciones

de bienes a tal punto que en-tre 1998 y 2004 el promedio fue de 14.000 MM de dólares anuales. En 2003 llegó a bajar a 8.337 MM de dólares, pero en 2005 se importó casi tres veces la cifra del año en que comenzó el control cambia-rio y ascendió hasta 47.310 MM de dólares en 2012. El año pasado estuvo alrededor de los 45.000 MM de dólares.

Estas cifras nos indican la fragilidad de la economía ve-nezolana por su dependencia de las importaciones y la cual se ha acentuado, a pesar de que el Gobierno bolivariano ha hecho esfuerzos para di-versificar la economía -espe-cialmente en el sector agro-pecuario– bajo la consigna de conseguir la soberanía ali-mentaria. Sin embargo, otro elemento permeó dentro de esta estructura donde la ga-nancia es lo que prevalece: la especulación y la usura.

Comerciantes que habían obtenido dólares a cambio oficial para importar bienes, terminaron vendiendo al comprador final como si la reposición de la mercancía fuera bajo el precio del dólar que se cotiza ilegalmente e incluso a más. Las empresas que fueron fiscalizadas por orden del presidente Nico-lás Maduro, quien avizoró

La guerra económicael golpe que se estaba per-petrando contra el poder adquisitivo de los trabaja-dores y que devendría en la desestabilización del país, habían cometido un fraude a la nación.

En ciernes estaban las elecciones de alcaldes y la oposición de derecha en vez de hacer las actividades proselitistas generó concen-traciones de protestas a las que denominaron “autocon-vocados”, pero tenían los vi-sos de las que realizaron en abril de 2002, sólo que en menor escala. ¿Su objetivo?: “calentar” la calle y trans-formar los resultados de las elecciones del 8 de diciem-bre en un “referendum” para el gobierno de Maduro. Falla-ron en un detalle. El Partido Socialista Unido de Venezuela junto con el Polo Patriótico logró el triunfo en 76% de las alcaldías. Si las elecciones hu-biesen sido un “referéndum”, lo hubiese vuelto a ganar, con el 55% de los votos, el cha-vismo.

La contundencia del triunfo electoral de la Revo-lución Bolivariana generó la tranquilidad necesaria para culminar el año, pero la ins-trucción de “hacer chirriar” la economía venezolana no ha cesado.

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Caracas • noviembre-diciembre de 2013Le Monde diplomatique Venezuela 2

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Por Ignacio Ramonet

Los gestos de acercamiento entre Teherán y Washing-ton se multiplican. Una

nueva era parece comenzar. De ahora en adelante se vislumbra una solución política que pon-ga fin al conflicto que enfrenta, desde hace treinta y tres años, a Irán y Estados Unidos. De re-pente, los gestos de conciliación han sustituido a las amenazas y a las imprecaciones proferidas desde hace décadas. Las cosas se aceleran. Hasta el punto de que la opinión pública se pre-gunta cómo hemos pasado tan rápidamente de una situación de enfrentamiento constante a la perspectiva, ahora plausible, de un próximo acuerdo entre estos dos países.

Apenas hace dos meses, a principios del mes de septiem-bre, estábamos –una vez más– al borde de la guerra en Oriente Próximo. Los grandes medios de comunicación mundiales sólo publicaban titulares sobre “inmi-nente ataque” de Estados Unidos contra Siria, gran aliado de Irán, acusado de haber cometido, el 21 de agosto, una “masacre química” en la periferia este de Damasco. Francia, por razones que aún continúan siendo enig-máticas, se hallaba en primera línea. Dispuesta a participar en este ataque, incluso sin la autori-zación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU), sin haber pedido la aprobación del Parlamento francés y sin espe-rar el informe de los expertos de la ONU… David Came-ron, primer ministro británico, también se alistaba en lo que se presentaba como una nueva “Coalición internacional” deci-dida a “castigar” a Damasco tal y como se había “castigado”, con el concurso de la OTAN, en 2011, a la Libia del coronel Gadafi… Por último, varios Estados ve-cinos –Arabia Saudita (el gran rival regional de Irán), Qatar y Turquía–, que ya estaban muy involucrados en la guerra civil siria del lado de los insurgentes,

IRÁN / ESTADOS UNIDOS

¿Hacia un ‘acuerdo heroico’?apoyaban asimismo el proyecto de “bombardeos aéreos”.

Todo apuntaba pues hacia un nuevo conflicto. Y esto, en esa zona de todos los peligros, corría el riesgo de transformar-se pronto en una conflagración regional. Porque Rusia (que dis-pone de una base naval geoestra-tégica en Tartús, en la costa siria, y suministra masivamente armas a Damasco) y China (en nombre del principio de soberanía de los Estados) habían advertido que opondrían su veto a toda peti-ción de acuerdo del Consejo de Seguridad para llevar a cabo ese ataque. Por su parte, Teherán, a la vez que denunciaba el uso de armas químicas, se oponía asimismo a una intervención militar, pues temía que Israel aprovechara la ocasión para ata-car a Irán y destruir sus insta-laciones nucleares… Por tanto, el conjunto del polvorín medio oriental (incluyendo el Líbano, Irak, Jordania y Turquía) corría el riesgo de explosionar.

Pero, de repente, ese pro-yecto de “ataque inminente” se abandonó. ¿Por qué? En primer lugar, hubo un rechazo de las opiniones públicas occidenta-les, mayoritariamente hostiles a un nuevo conflicto cuyos principales beneficiarios, sobre el terreno, sólo podían ser los grupos yihadistas ligados a Al Qaeda. Grupos, por otra parte, contra los cuales luchan las fuer-zas occidentales en Libia, Malí, Somalía, Irak, Yemen y en otros lugares… Más tarde, el 29 de agosto, vino la humillante de-rrota de David Cameron en el Parlamento británico que dejaba fuera de juego al Reino Unido. A continuación, el 31 de agosto, se produjo el giro de Barack Oba-ma, quien decidió, para ganar tiempo, solicitar la luz verde del Congreso estadounidense… Y por último, el 5 de septiembre, durante la Cumbre del G-20 en San Petersburgo, Vladimir Pu-tin propuso colocar el arsenal químico sirio bajo control de la ONU para ser destruido. Esta solución (indiscutible victoria

diplomática de Moscú) le con-venía tanto a Washington como a París, Damasco y Teherán. En cambio, suponía, paradójica-mente, una derrota diplomática para… algunos de los aliados de Estados Unidos (y enemigos de Irán), a saber: Arabia Saudita, Qatar e Israel.

No cabe duda de que esa so-lución –inimaginable hace tan sólo dos meses– debía transfor-mar la atmósfera diplomática y acelerar el acercamiento entre Washington y Teherán.

En realidad, todo había co-menzado el pasado 14 de junio cuando fue elegido a la presi-dencia de Irán Hasán Rohaní, quien sucedió al muy polémico Mahmud Ahmadineyad. En su investidura, el 4 de agosto, el nuevo presidente declaró que comenzaba una etapa diferen-te y que procuraría, mediante “el diálogo”, sacar a su país del aislamiento diplomático y de la confrontación con Occidente acerca del programa nuclear. Su objetivo principal, dijo, era aflojar la presión de las sancio-nes internacionales que ahogan la economía iraní.

Estas sanciones se sitúan entre las más duras jamás infli-gidas a un país en tiempos de paz. Desde 2006, el Consejo de Seguridad, actuando conforme al Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas1, ha apro-bado cuatro resoluciones muy vinculantes –1737 (2006), 1747 (2007), 1803 (2008) y 1929 (2010)– como respuesta a los riesgos de proliferación que pre-sentaría el programa nuclear ira-ní. Estas sanciones se reforzaron en 2012 mediante un embargo petrolero y financiero de Estados Unidos y de la Unión Europea, que aislaron a Irán del merca-do mundial, cuando el país está sentado sobre las cuartas reservas mundiales de petróleo del mun-do y las segundas de gas2.

Todo ello ha deteriorado en gran medida las condiciones de vida. En torno a 3,5 millones de iraníes ya están en paro (es decir, el 11,2% de la población activa),

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3Le Monde diplomatique VenezuelaCaracas • noviembre-diciembre de 2013

una cifra que podría aumentar hasta los 8,5 millones según el propio ministro de Economía. El salario mínimo mensual es de apenas 6 millones de riales (200 dólares, o 154 euros), mientras que el índice de precios al consu-mo ha más que duplicado. Y los productos básicos (arroz, aceite, pollo) continúan siendo dema-siado caros. Los medicamentos importados no se pueden encon-trar. La tasa anual de inflación es del 39%. La moneda nacional ha perdido el 75% de su valor en die-ciocho meses. Por último, a causa de las sanciones, se ha hundido la producción automovilística.

En este contexto de malestar social agudo, el presidente Roha-ní ha multiplicado los signos de cambio. Hizo liberar a una dece-na de presos políticos, entre ellos a Nasrin Sotoudeh, militante de derechos humanos. Después, el 25 de agosto, por primera vez desde hacía décadas, se producía la visita a Teherán de un diplo-mático estadounidense, Jeffrey Feltman, secretario general ad-junto de la ONU, venido en viaje oficial para examinar jun-to con el nuevo jefe de la diplo-macia iraní, Mohammad Javad Zarif, la situación en Siria. Pero nadie duda que ambos aborda-ron igualmente la cuestión de las relaciones entre Irán y Estados Unidos. Por otra parte, acto se-guido, acontecía un hecho in-sólito: Hasán Rohaní y Barack Obama se enviaban sí cartas en las que se declaraban dispuestos a llevar a cabo “discusiones di-rectas” para intentar encontrar una “solución diplomática” a la cuestión nuclear iraní.

A partir de ahí, Hasán Ro-haní se ha puesto a decir las frases que, desde hacía años, los occidentales querían oír. Por ejemplo, durante una entrevis-ta a la CNN, declaraba a una pregunta sobre el holocausto: “Todo crimen contra la huma-nidad, incluidos los crímenes cometidos por los nazis contra los judíos, es reprensible y con-denable”. Es decir, exactamente lo contrario de lo que Mahmud Ahmadineyad había martilla-do durante ocho años. Rohaní afirmaba igualmente a la cadena NBC: “Jamás hemos pretendido obtener una bomba nuclear, y no tenemos intención de hacerlo”. Por último, en una tribuna pu-blicada en el Washington Post, el presidente iraní proponía a los

occidentales buscar, mediante la negociación, soluciones “prove-chosas para todas las partes”.

Como respuesta, Barack Obama, en su discurso ante la ONU del 24 de septiembre, en el cual citó veinticinco veces a Irán, dijo asimismo lo que Te-herán quería oír. Que Estados Unidos no “pretendía cambiar el régimen” iraní, y que Washing-ton respeta “el derecho de Irán a acceder a la energía nuclear con fines pacíficos”. Sobre todo, por primera vez, no amenazó a Irán ni repitió la frase fatídica: “Todas las opciones están sobre la mesa”.

Al día siguiente, el secreta-rio de Estado estadounidense John Kerry y el ministro iraní de Asuntos Exteriores Moham-med Javad Zarif mantenían –por primera vez desde la ruptura de las relaciones diplomáticas en-tre los dos países el 7 de abril de 1980– una reunión diplomática bilateral acerca del programa nu-clear iraní. Y se volvieron a ver en Ginebra el 15 de octubre en el marco de la reunión del Gru-po de los Seis (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia, más Alemania), encarga-do de seguir, con mandato de la ONU, la cuestión iraní.

Esta atmósfera de frases con-ciliadoras y de pequeños pasos en el camino hacia la reconcilia-ción iba a encontrar su escenifi-cación más espectacular durante el ya famoso intercambio telefó-nico del 27 de septiembre entre Barack Obama y Hasán Rohaní.

A excepción del Gobierno ultraconservador de Israel que intenta torpedear este acerca-miento3, otros aliados de Esta-dos Unidos no quieren ser los últimos en subirse al tren de la paz ni, sobre todo, dejar escapar jugosos contratos comerciales con un país de ochenta millones

de consumidores… Así, el Reino Unido anunció inmediatamen-te que había decidido volver a abrir su embajada en Teherán y relanzar las relaciones diplomá-ticas. Y, el 24 de septiembre, el presidente francés François Ho-llande se apresuró a ser el primer dirigente occidental que se reu-nía y estrechaba públicamente la mano de Hasán Rohaní. Hay que decir que Francia tiene im-portantes intereses económicos que defender en Irán. En parti-cular en el sector del automóvil con dos constructores (Renault y Peugeot) presentes allí. Desde hace unos meses, estos observan –y ello es significativo– la llegada en gran número de constructores estadounidenses rivales, en con-creto la General Motors.

Por tanto, todo indica a que el deshielo actual va a intensi-ficarse. Irán y Estados Unidos tienen, objetivamente, interés en hacer las paces. El argumento de la diferencia abismal entre los sistemas políticos norteamerica-no e iraní no vale. Hay numero-sos precedentes. ¿Qué similitud política, por ejemplo, entre la China comunista de Mao Ze-dong y la América capitalista de Richard Nixon? Ninguna. Lo cual no impidió que estos dos países normalizaran sus re-laciones en 1972 y comenzasen su espectacular entendimiento comercial y económico que dura hasta hoy. Y podríamos también citar el inaudito acercamiento, a partir del 17 de noviembre de 1933, entre la América de Roo-sevelt y la Unión Soviética de Stalin, que todo separaba, y que permitió a ambos países final-mente ganar juntos la Segunda Guerra Mundial.

En el plano geoestratégico, Obama intenta liberarse de Oriente Próximo para dirigirse hacia Asia, la “zona del futuro y del crecimiento, según Wash-ington, del siglo XXI”. La im-plantación de Estados Unidos en Oriente Medio, sólida desde el final de la II Guerra Mundial, se justificaba por la existencia en esta área geográfica de los princi-pales recursos en hidrocarburos, indispensables para la máquina productiva estadounidense. Pero esto ha cambiado desde el descu-brimiento, en Estados Unidos, de importantes yacimientos de gas y de petróleo de esquisto que podrían aportarle una casi auto-nomía energética.

Por otro lado, el estado de las finanzas, tras la crisis de 2008, ya no permite a Washington asumir el considerable coste de sus múl-tiples participaciones en guerras y conflictos próximo-orientales. Negociar con Irán para que abandone todo proyecto de pro-grama nuclear militar es menos costoso que una guerra ruinosa. Sin contar con que la opinión pública estadounidense conti-núa siendo radicalmente hostil a la posibilidad de un conflicto de este tipo. Y que aliados como Alemania y el Reino Unido, visto lo que acaba de suceder a propósito de Siria, sin duda no participarían. En cambio, si se alcanza un acuerdo, Irán podría contribuir a estabilizar el conjunto de Oriente Medio, particularmente en Afganistán, en Siria y en el Líbano. Y aliviar de ese modo a Estados Unidos.

Teherán, por su parte, nece-sita totalmente este acuerdo para aflojar la presión de las sanciones y reducir las dificultades diarias de los iraníes. Porque el país no está a salvo de un gran levanta-miento social. Respecto a la cues-tión nuclear, Irán parece haber comprendido que poseer una bomba que no podría utilizar, y hallarse en la situación de Corea del Norte, no es una opción. Po-dría satisfacerse, igual que Japón, con dominar el proceso técnico pero detenerse en el umbral de lo nuclear militar...el cual quedaría a su alcance4. Para la defensa del país, más le vale apostar por sus avances militares tradicionales, que están lejos de ser desprecia-bles. Por otra parte, el estatus de potencia regional, al que Teherán desde siempre ha aspirado, pasa por un acuerdo (e incluso una alianza) con Estados Unidos, como sucede con Israel o Tur-quía. Y por último, elemento no desdeñable, el tiempo apremia;

existe el riesgo de que el sucesor de Barack Obama, dentro de tres años, se revele más intransigente.

No faltarán obstáculos en uno y en otro campo. Los adver-sarios de un acuerdo no son pocos y tienen poder. Washington, por ejemplo, para firmar un eventual acuerdo necesita el aval del Con-greso donde los amigos de Israel, en particular, son numerosos. En Teherán también, los adversarios de un acuerdo son temibles. Pero todo indica que un ciclo se acaba. La lógica de la historia empuja a Irán y a Estados Unidos –que comparten una fe común en el liberalismo económico– hacia lo que podríamos llamar un “acuer-do heroico”. l

*Director de Le Monde diplomatique, España

1 Este capítulo trata de la “acción en caso de amenazas a la paz, que-brantamientos de la paz o actos de agresión”.2 Las exportaciones de petróleo han caído de 2,5 millones de barriles diarios en 2011 a menos de un mi-llón (según los datos de los últimos meses facilitados por la Agencia Internacional de la Energía). La recaudación por esas exportaciones disminuyó de 95.000 millones de dólares en 2011 a 69.000 en 2012. La cifra de 2013 será previsiblemen-te todavía inferior.3 Sin que se entienda muy bien por qué; pues un acuerdo de Estados Unidos con Irán le garantizaría a Israel la supremacía militar en la región, eliminaría el riesgo de un Irán nuclear y le evitaría una guerra costosa y peligrosa.4 Las cuestiones técnicas sobre las que se negocia vierten especialmen-te alrededor del programa de enri-quecimiento de uranio, un proceso que, hasta ciertos niveles tiene usos civiles, pero que, con mayor grado de refinamiento, permite producir cabezas nucleares. En los últimos años, Irán ha multiplicado su capa-cidad de enriquecimiento elevando el número de centrifugadoras aptas a ello; y también ha empezado a enri-quecer uranio hasta niveles del 20%, un umbral todavía de uso civil, pero que le ha acercado significativamen-te al grado militar. Occidente recla-ma mayor capacidad de inspección a las instalaciones nucleares; que Irán deje de enriquecer al 20% y entregue a algún país o entidad neutral el material ya producido –o lo convierta a formas que impiden o dificultan su ulterior procesamiento hasta niveles militares. El objetivo es que Teherán no disponga de su-ficiente stock para armar –si hubiese la voluntad– una bomba.

Por su parte, Teherán, a la vez que denunciaba el uso de armas químicas, se oponía asimismo a una intervención militar, pues temía que Israel aprovechara la ocasión para atacar a Irán y destruir sus instalaciones nucleares…

Vladimir Putin propuso colocar el arsenal químico sirio bajo control de la ONU para ser destruido. Esta solución (indiscutible victoria diplomática de Moscú) le convenía tanto a Washington como a París, Damasco y Teherán

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Caracas • septiembre de 2013LE MONDE diplomatique Venezuela 4

Investigación en los almacenes del comercio on line

el otro lado de la pantallaAmazon,Por Jean-Baptiste Malet*

Con su mirada atravesada por los afiches del sin-dicato alemán Ver.di –el

sindicato unificado de servicios– pegados en las paredes de la sala de reunión, Irmgard Schulz se levanta de repente y toma la pa-labra. “En Japón, dice, Amazon puso a pastar a unas cabras alre-dedor de uno de los almacenes. La empresa las ha identificado con el mismo carnet que lleva-mos colgado en nuestros cuellos. Todo está ahí: nombre, foto, có-digo de barras”. Estamos en la reunión semanal de los emplea-dos de Amazon en Bad Hersfeld (Lan de Hesse). En una imagen, la obrera electrónica acaba de resumir la filosofía social de la multinacional de venta on line,

Con sus dueños celebrados por Hollywood, sus pantallas lisas y sus colores ácidos, la economía virtual evoca la inmaterialidad, la horizontalidad, la creatividad. Investigar a Amazon revela otra faceta: la de la fábrica gigante donde los humanos manejados por computadoras se activan hasta agotar los stocks

que propone a los consumidores comprar con algunos clics y tener en cuarenta y ocho horas una es-coba, las obras de Marcel Proust o un motocultivador1.

Alrededor del mundo, cien mil personas están ocupadas dentro de ochenta y nueve al-macenes logísticos con un área total de alrededor de siete mi-llones de metros cuadrados. En menos de dos décadas, Amazon se ubicó a la vanguardia de la economía electrónica, al lado de Apple, Google y Facebook. Desde su introducción en la Bol-sa, en 1997, su cifra de negocios se multiplicó por cuatrocientos veinte, hasta alcanzar los 62 mi-llardos de dólares en 2012. Su fundador y presidente-director general, Jeffrey Preston (“Jeff ”) Bezos, inspira a los periodistas

a retratos cada vez más favore-cedores desde que invirtió, en agosto pasado, 250 millones de euros –el 1% de su fortuna per-sonal– en la adquisición del ve-nerable periódico norteamerica-no The Whasington Post. El tema del éxito económico eclipsa, sin duda, las condiciones laborales.

En Europa, Amazon escogió a Alemania como su punta de lanza. El grupo implantó allí ocho fábricas logísticas y está construyendo la novena. Al volante de su automóvil, Sonia Rudolf toma una avenida con el nombre de Amazon Strasse2 –la municipalidad subvencionó la implantación de la multinacio-nal con más de siete millones de euros. Luego, señala una enor-me pieza de metal gris. Detrás de una fila de alambres de púa

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al decir de Al-Wardany7 o, inclu-so, “inmadura” según Zikri, que preconiza por ejemplo un arte narrativo espontáneo sin plan preestablecido8.

Además de soñar con fre-cuencia y abiertamente con abolir el ministerio de la cultura, estos autores no dudan en participar en una sátira de la historia oficial y de los mitos que hacen al Estado egipcio, donde ellos imaginan la destrucción de una gran cantidad de contra-utopías, catástrofes, en un universo fuera de la ley, lleva-das a cabo por los pícaros9.

“Continuar repitiendo los delirios de los jeques del nasseris-mo sobre el Estado central pro-tegido por los militares y por un jefe que les recuerda a Nasser, es como alucinar con tramadol”10, afirma el muy joven novelis-ta Nagy, quien, en su próxima novela, Istikhdam Al-Hayat (El uso de la vida) que editará Edi-ciones Dar Al-Tanouir, describe El Cairo como una plétora de comunidades subterráneas barri-das por vientos sobrepoderosos. “Puede ser que eso de confiar en los militares complazca a los vie-jos intelectuales, pero los jóvenes que hicimos el servicio militar o que fuimos prisioneros de los militares no nos dejamos enga-ñar. Ellos no aceptarán que un grupo les imponga su visión so-bre la identidad, ya sea islámica o civil vestida de kaki. Egipto es muy grande para ser resumido por un eslogan como “el pueblo desea esto o aquello”. Es necesa-rio tener el coraje de proponer representaciones radicales del desastre en el que hemos venido viviendo. Hay una necesidad urgente de destruir estas repre-sentaciones patéticas de la iden-tidad egipcia, construidas sobre pedazos de ilusiones y de mitos, y de dejar de imponérselas a las personas. El Estado nacionalista militar está muerto, el islamismo político fracasó antes de haber comenzado y la democracia no es más que el medio de admi-nistrar los negocios del país y de separar los poderes” –ninguna nueva ideología.

Esta nueva ola hubiese que-dado, con algunas excepciones, confinada a una vanguardia con-fidencial si no hubiese entrado en resonancia con un movimien-

to vasto y alternativo que destru-ye las relaciones entre el Estado y la cultura; un movimiento apo-yado por el arribo a un primer plano de artistas marginados por las instituciones. Esto fue lo que se desarrolló a fines de la década de 1990, con una ebullición de géneros y grupos: comics, cine, rap, música electrónica, teatro, arte de calle, graffiti. Multitud de jóvenes se precipitaron a la llamada escena “independiente” dentro de compañías y lugares financiados por organizaciones de defensa de derechos humanos y por diversos mecenas.

Fuera del Estado y de los mediosSus referencias primarias no son ni Mahfouz ni los cantantes Ab-del Halim Hafez u Oum Kal-soum, sino Adawiya y Cheikh Imam, cantantes underground ignorados por la cultura de Esta-do y de mercado. Sus medios de difusión: internet y YouTube. La música “electro chaabi” (mahra-gan) que se despliega por Egip-to, encarnada principalmente por los músicos Wezza, Okka y Ortega. Esta se ha desarrollado gracias al uso e intercambio de pistas digitales entre los diferen-tes mezcladores de los tugurios de la ciudad, hasta estar hoy en el tope de las ventas.

Al igual que la práctica del graffiti y la cultura de los fanáticos

del fútbol (los ultras), la cultura mahragan, por su uso del cuerpo en la calle y por su subversión de las normas, es portadora de agita-ción social y cultural mucho más profunda que los discursos sobre la corrupción y el islamismo adu-lador del general Al-Sissi.

Si el golpe de Estado del 3 de julio, apoyado por la mayoría de la población, reveló las múltiples facetas de la revolución –algunos reclamaban la caída del gobierno y otros soñaban con reinventar el Estado–, principalmente per-mitió definir nuevos “lugares de la cultura” donde la influencia es potencialmente enorme debido al uso de las nuevas tecnologías.

“La revolución reveló el contu-bernio de muchos “opositores” en el medio artístico con los símbolos del régimen que ellos se suponía querían combatir, afirma el escri-tor Rakha. Esto también ayudó a definir los verdaderos lugares de la cultura, ya sea por acción o por poder. Estos lugares están ahora fuera del Estado y de los medios, incluyendo a los medios de comu-nicación no oficiales, y fuera del medio cultural de izquierda que se identifica con el Estado, con las ideas y las tradiciones que, aun-que hostiles a la mundialización, se oponen al cambio”. l

1 Alaa El-Aswani, L’Immeuble Yacou-bian, Actes Sud, Paris, 2006.2 Christophe Ayad, “Les intellectuels égyptiens justifient le coup de force mené par l’armée”, Le Monde, 13 agosto 2013.3 “L’Etat triomphe”, (en arabe) Akhbar Al-Youm, El Cairo, 3 no-viembre 2013.4 Premier président de l’Egypte après le coup d’Etat des Officiers libres du 23 juillet 1952 puis l’instauration de la république.5 Naguib Mahfouz, Mémoires, (en arabe) Dar Al-Shorouk, El Cairo, 2011.6 Richard Jacquemond, Entre scribes et écrivains. Le champ littéraire dans l’Egypte contemporaine, Sindbad - Actes Sud, Arles, 2002.7 Haytham Al-Wardany, Gens de la littérature incomplète, (en arabe) Dar Merrit, El Cairo, 2003.8 Mustafa Zikri, “La littérature immature”, préface à Ce que sait Amin et cinq autres récits (en arabe), Dar Al-Tanouir, El Cairo, 2012.9 Nael El-Toukhy, La Quarantaine (en arabe), Dar Merrit, 2013.10 Analgésico utilizado comúnmente como droga en Egipto.

Por Serge Halimi*

Un acuerdo que tiene en su contra a Benyamin Netan-yahou, a los ultraconservadores iraníes, al lobby proisraelí –que dicta su ley al Congreso de Estados Unidos– y a

Arabia Saudita, ¿puede ser malo? E Israel, un Estado que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que tiene la bomba y que ha violado más que nadie en el mundo las reso-luciones de las Naciones Unidas, ¿es el más indicado para darle una lección sobre estos puntos al régimen iraní?

Según los términos del acuerdo interino de seis meses que llegó a su fin el 24 de noviembre, Irán interrumpirá su programa de enriquecimiento de uranio por encima de una pureza del 5% a cambio de una suspensión parcial de las sanciones en su contra. En la región, es la mejor noticia desde el comienzo de las revueltas árabes.

El poder de la coalición hostil a esta noticia nos sugiere que por ahora este deshielo es aún frágil. Ya los dos principales prota-gonistas hacen ver al compromiso como una concesión mayor de la parte adversa: Irán, dice Barack Obama, cedió al interrumpir su programa nuclear con fines militares. Estados Unidos, replica Teherán, admitió el derecho de los iraníes al enriquecimiento nuclear. Aunque menos mortal que la otra, esta guerra de comu-nicados satisface a los halcones de ambos lados: a los partes de victoria norteamericanos, también difundidos en Irán, responden otros tantos de corte marcial, inmediatamente comentados por Washington.

Queda lo esencial: después de treinta años de enfrentamientos directos o por medio de terceros países, Irán y Estados Unidos se preparan para normalizar sus relaciones. El acontecimiento recuerda el encuentro de febrero de 1972, en plena guerra de Vietnam, entre el presidente Nixon y Mao Tse Tung. La geopolí-tica mundial se transformó, y también las relaciones económicas que siguieron a este hecho, al punto que Pekín financia a partir de ese momento la deuda norteamericana y en Shenzhen se fabrican los IPhone de Apple.

La distensión entre Irán y el ex Gran Satán podría también contribuir a solucionar los conflictos en Siria y Afganistán. Once años después del desencadenamiento de la “cruzada” de George W. Bush contra el “eje del mal”1, Irak está destruido, el Oriente Medio desestabilizado, Palestina amurallada, una parte de África librada a las acciones armadas de los yihadistas. Como enloquecido, el gobierno israelí se aferra sin embargo a este cuadro destructivo, con la complicidad de Arabia Saudita y los emiratos sunitas del Golfo, deseosos de que el Irán chiíta siga aislado diplomáticamente y desterrado del mercado petrolero.

A todo lo largo de las negociaciones con Teherán, François Hollande y Laurent Fabius intentaron darle largas a ésta e incluso de hacerla fracasar. El caso de Netanyahou es desesperado, pero al menos podemos expresar nuestro deseo de que durante los próximos seis meses delicados que se anuncian el fantasma de Bush deje de hechizar al Elíseo.

* Director de Le Monde diplomatique

1 El 29 de enero de 2002, refiriéndose a un “eje del Mal que se arma para amenazar la paz del mundo” (Corea del Norte, Irak e Irán), el presidente George W. Bush decía: “Estados Unidos de América no permitirá que los regímenes más peligrosos nos amenacen con las armas más destructivas”.2 Cf. Gareth Porter, “Lavrov reveals amended draft circulated at “last moment”, 15 noviembre 2013, www.ipsnews.net

Caracas, noviembre-diciembre de 2013

Sus referencias primarias no son ni Mahfouz ni los cantantes Abdel Halim hafez o Oum Kalsoum, sino Adawiya y Cheikh Imam, cantantes underground ignorados por la cultura de Estado y de mercado. Sus medios de difusión: internet y YouTube. La música “electro chaabi” (mahragan) que se despliega por Egipto, encarnada principalmente por los músicos Wezza, Okka y Ortega

Irán, el deshielo