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    Avances y contrastes

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    Qu es lo que hace que un pas sea grande? Es laextensin de su territorio, su PIB, la riqueza de susuelo, su poder militar, su lugar en la congura-cin geopoltica mundial? O debera ser, adems,

    la erradicacin del hambre de su pueblo, el nivel de edu-cacin de sus habitantes, la igualdad social, la equidaden la distribucin de la renta y el acceso a la vivienda?

    Ms all de la inmensidad de su territorio (Brasiles el quinto pas del mundo en cuanto a extensin,despus de China), si se toman en cuenta indicadoreseconmicos, entonces Brasil es uno de los grandes: suPIB ha crecido en promedio un 4% anual en la prime-ra dcada de este siglo y su economa podra alcanzarel quinto puesto mundial en los prximos aos; sus

    empresas nacionales guran entre las ms grandesdel mundo (Petrobras, Camargo Correa, Embraer,Vale); el descubrimiento del rea del pre-sal podraelevarlo al lugar de potencia mundial en produccinde hidrocarburos, y ha logrado convertirse en un ju-gador global de peso y un reerente regional (miem-bro de IBSA y el BRICS, persistente en su intento deobtener un asiento permanente en el Consejo de Se-guridad de la ONU, Brasil es, adems, la economams uerte de su regin).

    Ahora bien, si se miden los indicadores sociales,el balance es menos alentador, a pesar de los innega-bles avances de la ltima dcada. En eecto, segn unestudio de la Fundacin Getlio Vargas, el pas esta-ra cerca de alcanzar el menor nivel de desigualdaddesde la dcada del 60, cuando comenzaron a conta-bilizarse estos datos. Pero la pobreza y la desigual-dad estructurales de Brasil no se resuelven ni con unasombroso supervit comercial ni con todo el petr-leo del pre-sal. La contracara de ese indudable cre-cimiento es mltiple: el narcotrco, la violencia, la

    corrupcin y los problemas en la distribucin de latierra. La mayora de las vctimas de la violencia sonnegros, pobres y habitantes de avelas, una combina-

    cin explosiva en Brasil que saca a la luz, adems, unproblema a menudo silenciado: la uerte discrimina-cin racial, heredada del pasado esclavista y de su es-tructura latiundista y patriarcal, an vigentes.

    El lastre de la esclavitudLa tarda abolicin de la esclavitud (en 1888, la ltimade Amrica Latina) en un pas que concentra, inclusoactualmente, la mayor poblacin negra uera de ri-ca (1), sin dudas tuvo y sigue teniendo implicancias enla conormacin de la sociedad brasilea, en su imagi-nario social y en su realidad econmica. Vctimas de laviolencia policial, los negros y mulatos perciben sala-rios ms bajos que los blancos, ocupan empleos menos

    calicados y tienen una visibilidad muy poco signi-cativa o prcticamente nula en cargos pblicos.Resulta sorprendente an hoy la desidia de las eli-

    tes polticas respecto a este tema. Prueba de ello es laEnmienda 438 a la Constitucin que prohbe el tra-bajo en condiciones de esclavitud, que desde hace 17aos espera su aprobacin en el Congreso.

    Sin embargo, hay que destacar algunos avances eneste sentido. En materia de educacin, por ejemplo, laley sancionada por Dilma Rousse en agosto de 2012,que exige reservar la mitad de las plazas en las univer-sidades ederales a estudiantes de escuelas pblicas y,dentro de esa cuota, una distribucin entre negros, mu-latos e indgenas, proporcional a la composicin de lapoblacin en cada Estado. La ley, sin embargo, suscittodo tipo de crticas que tienen su origen, entre otras co-sas, en la negacin del racismo como problema.

    As, como dice Caetano Veloso en Noites do Nor-te: La esclavitud permanecer por mucho tiempocomo la caracterstica nacional de Brasil.

    Ruptura y continuidadAhora bien, cmo lleg Brasil al lugar que ocupahoy? Su historia est marcada por rupturas y conti-

    PRESENTACIN

    El siglo XXI se presenta promisorio. Brasil vive un asombroso creci-miento econmico y es uno de los protagonistas en el nuevo ordeninternacional. Pero las desigualdades y el atraso social le impidenser un pas verdaderamente rico: econmica, social y culturalmente.

    por Luciana Rabinovich

    Brasil construyesu uturo

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    SUMARIO

    por Luciana Rabinovich

    PRESENTACIN2 | Brasil construye su uturo

    2. BRASIL HACIA ADENTROLa lucha contra la pobreza

    3. BRASIL HACIA AFUERAUn nuevo mundo multipolar

    4. LO VIVIDO, LO PENSADO, LO IMAGINADOLa vida cultural brasilea: de la calle al poder poltico

    BRASIL ANTE SU DESTINO DE GRANDEZA

    por Jacques Denis

    por Anne Vigna

    por Jacques Denis

    69 | El gran Monopoly en Ro de Janeiro

    70 | Paz y tbol

    75 | Tropicalismo siglo XXI

    por C. Lcio y S. Mendonapor Geisa Maria Rocha

    por Joo De Barros

    por Raphael Gomide

    por Ignacio Ramonet

    por Lus Brasilino

    por Philippe Rekacewicz

    25 | Crecimiento versus equidad?29| El balance social de los aos de Lula

    33 | Estado de Guerra en San Pablo

    37 | Infltrado en la polica de Ro

    41 | Viva Brasil!

    42 | El lulismo: cambio sin revolucin

    44 | En el corazn de las relacioneseconmicas Sur-Sur (mapa)

    por Monica Hirst

    por Mariano Turzi

    por Creusa Muoz

    por Philippe Rekacewicz

    49| Los desaos del gigante emergente

    55 | Brasil juega con los grandes

    59 | En busca de la bomba atmica?

    64 | Brasil marca el rumbo (mapa)

    1. LO PASADODe los aos de la dictadura al neoliberalismo de la era Cardoso

    por Emir Sader

    por M. Lwy y G. Mathias

    por Maurice Lemoine

    7 | La herencia neoliberal de Cardoso

    13 | El proletariado se organiza

    17 | A la conquista del Far West tropical

    por Vicente Palermo82 | Unvira-latasin complejos

    BRASILAvances y contrastes

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    nuidades. De ah el carcter hbrido, contradictorio,dicilmente clasicable de la idiosincrasia del pas.Se trata, de hecho, de una potencia econmica emer-gente con una estructura social atrasada.

    Tal vez una de las explicaciones del desarrollodel pas est en su historia moderna, que tuvo al Es-tado como actor central. Fue Getlio Vargas quienubic al Estado como eje de un proyecto nacionalis-ta, desarrollista e industrializador. Petrobras llevasu sello, y es hoy una de las empresas ms grandesdel mundo. La larga dictadura milita r que tuvo lu-gar entre 1964-1985, provoc un quiebre cvico perono econmico, puesto que los gobiernos de facto nolograron ni se propusieron tirar por la borda el

    esuerzo industrializador.Ms tarde, la ola neoliberal de la dcada del 90 lle-g a las costas de este pas, aunque con un poco de re-traso respecto a sus pares latinoamericanos. En esemarco, ue Fernando Henrique Cardoso quien mar-c un hito con su reconocido Plan Real de lucha con-tra la infacin, que dejara como resultado un passocialmente agrietado y econmicamente destruido.

    La guerra contra la pobrezaEl 1 de enero de 2003, en su discurso de asuncin,el presidente Luiz Incio Lula da Silva se reera alcambio como palabra clave de su gestin. Con suliderazgo, Brasil comenz a resolver algunas vergon-zosas cuentas pendientes, marcando un quiebre his-trico en materia de poltica social. En el contexto deuna guerra contra la pobreza, como l mismo la de-ni, Lula adopt una batera de programas socialesde lo ms revolucionarios (Bolsa Familia es el plan a-ro del lulismo y un ejemplo a nivel mundial de polti-ca redistributiva) combinada con una gestin econ-

    mica ortodoxa, que continu la lnea de Cardoso, locual le cost uertes crticas en el seno de su partido.Este delicado equilibrio de uerzas dej un balance

    positivo, tanto a nivel macroeconmico como social,sentando las bases de un modelo de crecimiento coninclusin social. Sin embargo, no hay que desdear lasconsecuencias de la prolongada crisis nanciera inter-nacional en Brasil, puesto que el pas enrenta una so-brevaluacin del real que est aectando la competiti-vidad y enriando su economa en general.

    Brasil tiene una historia de eterno desencuentrocon ese destino de grandeza que, segn cree, le estpredestinado. Ciertamente hoy est ms cerca de serun grande, y no por el lugar que no hay que desesti-mar pero tampoco sobrevalorar que ha sabido ha-cerse en el sistema internacional, sino sobre todo porel progreso en materia de equidad. Ese es su mayorlogro y, todava hoy, su mayor desao. g

    1. Segn el Censo 2010 (Instituto Brasileo de Geografa y Estadstica,

    IBGE), sobre un total de ms de 190 millones de habitantes, 97 millones

    son negros o mulatos.

    Le Monde diplomatique, edicin Cono Sur

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    EL EXPLORADOR 5

    De los aos de la dictadura alneoliberalismo de la era Cardoso

    LO PASADO

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    Con la instauracin del Estado Novo en 1937, Getlio Vargas ormaliz unaalianza entre la burocracia civil y militar y la burguesa industrial con elobjetivo de promover la industrializacin del pas. A esta etapa nacional-desarrollista le sigui una dictadura militar que si bien suprimi derechosciviles y reprimi duramente al sindicalismo, no abandon el desarrolloindustrial. Ms tarde, el neoliberalismo se ocupara de desarticular este

    modelo de Estado uerte, que haba logrado quedar en pie.

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    La herencianeoliberal de

    Cardoso

    Ocho aos que hundieron al pas

    La historia es harto conocida: la dcada del noventa deja los pases de Amrica Latina racturados econmica y

    socialmente. Fernando Henrique Cardoso smbolo, paraalgunos, del xito del Plan Real ue tambin responsable

    de haber sumido a Brasil en un crculo de deuda externa,crisis econmica y exclusin social.

    por Emir Sader*

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    Al elegir y luego reelegir a Fernando Henri-que Cardoso en la primera vuelta de los co-micios de 1994 y de 1998, la mayora de losbrasileos votaban por una promesa: la es-

    tabilidad monetaria denida como prioridad y lo-grada por medio de la lucha contra la infacin, quepermitira a Brasil reencontrarse con el desarrolloeconmico, interrumpido una dcada atrs. A la lle-gada de los inversores extranjeros, que aportaranla modernidad tecnolgica, deban sumarse la crea-cin de empleos, una poltica de redistr ibucin de

    los ingresos en la prctica, la infacin uncionabacomo un impuesto a los pobres y, nalmente, elacceso del pas al Primer Mundo.

    Pero la crisis nanciera con la que concluy el se-gundo mandato de Cardoso, que llev a tomar dosprstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI)uno de 10.000 millones de dlares y otro de 30.000millones demostr que las promesas no haban si-do cumplidas. En realidad, las transormaciones queaectaron a este gran pas ueron de otro orden.

    Como el resto de los pases latinoamericanos,Brasil ue, a comienzos de los aos 80, vctima deuna crisis de la deuda. Esa crisis puso n al perodo

    de mayor crecimiento en su historia, que haba co-menzado con la reaccin a la crisis mundial de 1929.Entre 1964 y 1985 el crecimiento econmico acom-pa a la dictadura militar, pues el golpe de Estadotuvo lugar durante el ciclo internacional de mayorexpansin capitalista. Ese ciclo avoreci ritmos decrecimiento muy altos entre 1967 y 1979, permiti laimportacin de capitales y, gracias a mercados exte-riores disponibles, desarroll las exportaciones.

    Esas transormaciones produjeron una reno-vacin de la clase obrera que, junto a nuevos movi-

    mientos sociales y cvicos, conorm un bloque opo-sitor que se apoy a su vez en la crisis de la deuda de1980, acelerando el n de la dictadura. Sin embargo,la transicin qued en manos de las uerzas liberalesde oposicin, unidas por su rechazo al autoritaris-mo. Esos sectores aseguraron entonces que el pro-ceso democrtico permitira por s solo resolver losgraves problemas acumulados durante los veinteaos precedentes.

    Tal visin, sumada a la capacidad de las uerzas

    dictatoriales recicladas para participar en la coali-cin que gobern desde 1985 con un presidente civil,Jos Sarney, hizo de Brasil uno de los pases sud-

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    americanos en donde los elementos de continui-dad con la dictadura ueron ms uertes, contami-nando as la transicin democrtica.

    El enemigo: la inacinLuego de varias tentativas heterodoxas de luchacontra la infacin, el panorama a nes de los aos80 era similar al de los otros pases de la regin: ad-hesin al neoliberalismo. Sin embargo, Brasil lleg

    despus que el resto a las polticas de ajuste estruc-tural. A la inversa de Chile, Bolivia, Mxico o Argen-tina, y debido a su especicidad, la salida de la dic-tadura condujo en un primer momento a un climapoco propicio al neoliberalismo. La vuelta a la demo-cracia ue consolidada institucionalmente por unaConstitucin que, al conerir derechos que habansido conscados por los militares, ue percibida, aveces, como una Constitucin ciudadana. Esto, su-mado a la uerza de los movimientos sociales emer-gentes, colocaba a Brasil al margen del proceso de

    hegemona neoliberal, ya muy avanzado en el restodel continente.

    El primer proyecto neoliberal coherente ue im-plementado por Fernando Collor de Mello. Electopresidente en 1989, pero destituido por el Congresopor corrupcin en 1992, dej en suspenso el procesode apertura econmica, privatizaciones, reduccindel Estado y desregulacin de la economa, pilaresdel Consenso de Washington. Cardoso, que habasido ministro de Economa de Itamar Franco (vice-

    presidente y sucesor de Collor de Mello, de octubrede 1992 a diciembre de 1994) y luego Presidente elec-to en 1994, retom aquel proyecto y le dio una nueva

    conguracin: la lucha contra la infacin la mane-ra que en Latinoamrica asume la propuesta de re-duccin del gasto del Estado considerada respon-sable del estancamiento y del atraso econmico.

    El xio del Plan RealAl rente de una coalicin compuesta por su par-tido el Partido de la Social Democracia Brasile-a (PSDB), inicialmente de centro izquierda y porciertas uerzas de derecha tradicionales, Cardosodispuso desde el principio de una mayora absolutaen el Congreso. Con el respaldo unnime del granempresariado nacional e internacional, contaba en-tonces con apoyos polticos, sociales y medit icos

    sin precedentes en la historia de su pas.Cardoso reorm as la Constitucin ciudadanatantas veces como quiso, eliminando de ella aspec-tos reguladores esenciales. Incluso ms que cual-quier otro Presidente incluidos los de la dictadura,y a pesar de disponer de mayora en el Parlamento,Cardoso gobern por medio de medidas proviso-rias: decretos que, con el aval del Congreso, se ue-ron perpetuando, convirtindose en la prctica ennuevas leyes. Por otra parte, la mayora de los pro-yectos de ley ueron iniciativa del Ejecutivo.

    La reeleccin de Cardoso en la primera vuelta,en 1998, tradujo undamentalmente la opinin po-sitiva de los electores sobre su Plan Real de estabili-dad monetaria, que haba aniquilado la infacin. Sinembargo, un balance de las transormaciones ocu-rridas en Brasil durante los aos 90, y en particulardurante su presidencia, puede resumirse a dos as-pectos centrales: la nanciarizacin de la economay la precarizacin de las relaciones laborales.

    Con respecto a la primera, las modalidades adop-

    tadas para lograr la estabilidad monetaria dieron unpapel hegemnico al capital extranjero. Puesto quelas campaas electorales de Cardoso ueron esen-cialmente nanciadas por los ms grandes bancosbrasileos, ue el sistema bancario el que goz delnico plan de salvataje econmico, estimado en mi-les de millones de reales.

    El servicio de la deuda pblica pas a representarms de 32.700 millones de dlares anuales. En 2002,2003 y 2004, Brasil necesitara 1.020 millones de d-lares por semana para nanciar la amortizacin de

    una deuda externa de 30.600 millones y un dcit decuenta corriente de 20.400 millones. La economapas a estar totalmente controlada por las nanzas,a causa del nivel de endeudamiento de los hogares,del compromiso de los bancos con ttulos de la deu-da pblica (en detrimento de los prstamos para in-versiones) y del creciente porcentaje de inversionesespeculativas de las empresas industriales, comer-ciales y agrcolas.

    Como si todo eso no uera suciente, los unciona-

    rios que ocupaban los puestos clave en la direccineconmica provenan de los sectores nancieros, na-cional e internacional, y sistemticamente volvan

    VitorianoJ

    unior|Shutterstock

    Hbia. Una de las consecuencias del aumento de la des-igualdad es la proundizacin de los problemas de vivienda.

    d

    Crecimieno e inacinAunque baj la inacin, el perodo

    del Plan Real -1994-2002- no logr

    un alto crecimiento econmico.

    Crecimieno(aumento anual promedio

    del PIB por perodos)

    Un Esado uereBrasil debe gran parte de su

    crecimiento econmico al papeldesempeado durante mucho

    tiempo por el Estado en elimpulso a la industrializacin

    tambin durante la dictadura

    (1964-1985)- y en eldesarrollo volcado al interior

    que antao protegi de todacompetencia a lo que hoy son

    las grandes empresas del pas.

    Inacin(ndice anual

    promedio por perodos)

    95|02 03|1188|9481|87

    1485

    6,514,9162

    81|94 95|02 03|1164|80

    7,7

    3,9

    2,3

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    1 | LO PASADO | LA HERENCIA NEOLIBERAL DE CARDOSO

    al sector privado. Esa hegemona indujo a su vez unatransormacin signicativa en trminos cuantitati-vos y en trminos sociales del presupuesto pblico.Por ejemplo, en 1995 los gastos de educacin represen-taban el 20,3% de los gastos corrientes, mientras queen 2000 slo alcanzaran al 8,9%. El pago de los inte-reses de la deuda, que en 1995 absorba el 24,9% de losgastos, se llevaba en 2002 el 55,1%.

    Exclusin y violenciaLos aos 90 tambin estuvieron marcados por la pre-carizacin laboral. Tanto en perodos de democraciacomo de dictadura, de crecimiento o de estancamien-to, la incesante llegada a las grandes urbes de una ma-no de obra pauperizada que escapaba del mundo ru-ral caracteriz las cinco ltimas dcadas del siglo XX.Pero en la dcada del 80, la economa, en recesin, yano pudo absorber esos contingentes. Decidido a darvuelta la pgina del getulismo en la historia brasilea(1), Cardoso le asest el golpe de gracia a la capacidad

    reguladora del Estado. Su poltica de fexibilizacinde la mano de obra euemismo que no llega a ocultarel aumento de su sobreexplotacin dej a la mayorade los trabajadores sin contratos ormales, que les hu-bieran permitido ser sujetos de derecho y por lo tan-to, ciudadanos.

    La apertura de la e conoma y la precarizacingeneraron una nueva migracin interna, no ya delsector primario hacia el secundario o hacia el co-mercio ormal (sector terciario), sino del sector se-

    cundario hacia el inormal (siempre en el terciario).Quebrando las dinmicas de ascenso social acili-tadas por una mayor caliicacin laboral y por el

    LA DICtADURA

    1964El golpe

    Los militares derrocan

    al presidente Joo

    Goulart, asumen

    el poder absoluto

    y disuelven los

    partidos polticos y los

    sindicatos.

    1978Malesar

    El agotamiento del

    modelo de desarrollismo

    excluyente genera

    grandes huelgas en los

    sectores industriales.

    1980Nace el Pt

    Un grupo de sindicalistas,

    cristianos de base e

    intelectuales unda en

    San Pablo el Partido de

    los Trabajadores (PT),

    bajo el liderazgo de Lula.

    1984Movilizacin

    Se lanza la campaa

    Diretas j: masivas

    maniestaciones exigen la

    eleccin por voto directo

    del presidente.

    1985El fnal

    Tancredo Neves gana

    las primeras elecciones

    democrticas en dos

    dcadas. Muere antes

    de la jura y asume en

    su lugar su vice, Jos

    Sarney.

    HungChung

    Chih/Shutterstock

    StephenL

    ynch/Shutterstock

    Modernizacin. La etapa neoliberal se caracteriz por un proceso de modernizacin excluyente: el Fusca, el modelopopular de Volkswagen emblemtico del desarrollismo, desapareci de las calles.

    d

    paso del sector inormal al del contrato de trabajo,este tipo de evolucin recorri el cami no inverso,generando una disminucin de la calicacin labo-ral, la desaparicin de derechos, y hasta la prdidade ciudadana. En 1991, el 53,7% de los trabajadoreshaba ingresado a la economa ormal y accedido alos derechos que otorga un contrato laboral, peroese porcentaje baj a 45% en 2000. El 55% restantese sobreviva en la economa paralela.

    La clase media, por su parte, v io cmo aumenta-ban las racturas aparecidas durante la dictaduramilitar. El desempleo, la cada en el t rabajo inor-mal, la deg radacin de los servicios pblicos y lacontraccin del empleo en el sector bancario aec-taron a sus capas ineriores, que tendieron a prole-tarizarse. A la vez, la sosticacin de los serviciosy la expansin del sector nanciero permitieron aotra capa acoplarse a la dinmica mundializada demodernizacin en la inversin del capital. Dieren-cias de ingresos, de patrimonios y, en consecuen-

    cia, de ideologa, impidieron cada vez ms englobaresos sectores medios en una sola categora.

    Desempleo, miseria, exclusin, violencia, narco-trco, ausencia de Estado de Derecho y de Estadode Bienestar... Cada vez ms numerosos, los secto-res populares y la poblacin pobre de la perieria delas grandes ciudades (2) vivieron los episodios mscrueles de esta crisis socia l. Desperdicio del capi-talismo, ese sector mayoritario de la sociedad uevctima de los escuadrones de la muerte, de la dis-

    criminacin y, en particular, de la alta de lugaresde socializacin. Sus miembros ya no son sociali-zados por la amilia ni por la escuela, menos aun

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    por el trabajo. No se los encuentra en los part i-dos, ni de izquierda ni de derecha, ni tampoco enlos movimientos sociales. No disponen de lugarespara el esparcimiento y la cultura, y algunos nau-

    ragan en la delincuencia, en el narcotrco, luchancontra la polica, producen msica rap de protesta,danzan y se pelean en los bailes violentos de los su-burbios... Sienten que nada le deben a esa sociedadorganizada de la que nada reciben. El nico contac-to es el contagio de los est ilos de consumo o la vio-lencia policial y las diversas ormas de accin, lega-les o ilegales, que les permiten sobrevivir material yespiritualmente. Esa poblacin es el gran enigma dela sociedad, que no podr ignorar ese itinerario de

    violencia, de delincuencia, de cultura protestataria,de luchas sociales y polticas...Las Iglesias refejaron entonces todas esas trans-

    ormaciones. La Iglesia Catlica se vio debilitada porla accin del Vaticano que atac duramente la Teolo-ga de la Liberacin y a sus principales representantesdentro de la jerarqua eclesistica y por el giro con-servador del comportamiento popular. Conrontadosa la irracionalidad vigente, a la alta de perspectivaspolticas y a las promesas imposibles de la sociedad deconsumo, amplios sectores de la poblacin se reugia-

    ron en la magia de las sectas evanglicas o en las va-riantes conservadoras del catolicismo.

    Como paliativo a la ausencia de los poderes p-blicos en los barrios populares, las religiones evan-glicas trataron de orecer a un sector de la juven-tud una alternativa al narcotrco (3), con el queconviven sin mayores conlictos. Esas religionesadoptaron as ormas comunitarias de solidaridad:participaron en la bsqueda de empleos, en la cons-truccin colectiva de viviendas o en las ayudas -

    nancieras de urgencia, de orma ms o menos si-milar al trabajo de asistencia que hacen... los nar-cotracantes.

    Ocubre de 2002: el dilema del PtAdems de los problemas planteados por el des-empleo, la ragmentacin e inormalizacin delmundo laboral y el giro conservador de los sec-tores populares, Brasil debera hacer rente a co-mienzos del siglo XXI a la institucionalizacin dela vida poltica, incluida la de los partidos de iz-

    quierda. Junto a la jerarqua de la Iglesia Catli-ca en part icular la Conerencia Nacional de losObispos de Brasil (CNBB) , la Central nica deTrabajadores (CUT) y el Movimiento de los SinTierra (MST) ueron los motores de la moviliza-cin social (4).

    Pero la presin ejercida por el gobierno sobrelos sindicatos (sumada al apoyo brindado a los sin-dicatos amarillos), los asentamientos de los SinTierra y los programas sociales de las municipa-

    lidades y las gobernaciones estaduales asxiaronla capacidad de accin de las organizaciones mscombativas de resistencia al neoliberalismo.

    d

    Como consecuencia de la apertura econmica y de una poltica desti-

    nada a atraer capitales extranjeros, la entrada de los mismos pas de

    43.300 millones de euros en 1995 (6% del PBI) a 201.500 millones deeuros en 1999 (21,6% del PBI). Para obtener esos ondos, provenientes

    de prstamos privados y de organismos internacionales, Fernando Hen-

    rique Cardoso oreci las tasas de inters reales ms elevadas del mun-

    do durante la mayor parte de su mandato. Esos recursos le permitieron

    reducir la inacin del 50% en junio de 1994, al 6% a fnes de julio de ese

    ao, tras la instauracin del Plan Real.

    La apertura de la economa provoc a la vez un rpido aumento de las

    importaciones y la prdida de una de las conquistas de la economa bra-

    silea: su competitividad en el exterior. Ello deriv en un dfcit de la ba-

    lanza comercial que, agravado por la llegada de capitales especulativos,

    tuvo consecuencias directas sobre la balanza de pagos.

    Mientras que las exportaciones pasaron de 35.680 millones de euros

    (1992) a 53.020 millones de euros (1997), las importaciones se tripli-

    caron, pasando de 20.900 millones de euros a 62.500 millones de eu-

    ros. En el mismo perodo, la balanza de pagos pas de un excedente de

    15.400 millones de euros, a un dfcit de 8.400 millones: una dierencia

    signifcativa de 23.800 millones de euros.

    El nivel de endeudamiento del sector pblico aument vertiginosamen-

    te, de 30% del PBI en 1994, a 61,9% en julio de 2002. Se trata de un resul-

    tado catastrfco para un gobierno que, afrmando que el Estado gastaba

    mucho, y mal, tena como objetivo central para luchar contra la inacinel saneamiento de las fnanzas pblicas. Con la proundizacin de la cri-

    sis en 2002, no slo se agrav el nivel de endeudamiento, sino tambin

    su ndole: la proporcin de la deuda establecida en dlares creci, a la

    vez que se acortaron los plazos de pago y aumentaron las tasas. Ese ue

    el caso del ltimo prstamo otorgado por el FMI en 2002: de los 30.500

    millones de euros, 6.100 millones disponibles inmediatamente para que

    Cardoso pudiera terminar su mandato sin decretar una moratoria.

    Ese resultado se debe a que la estabilidad monetaria ue lograda esen-

    cialmente gracias a la atraccin de capitales especulativos y a tasas de in-

    ters estratosricas, y no por medio del crecimiento, la consolidacin

    de la economa y el saneamiento de las fnanzas pblicas. Estas ltimas,

    al contrario, se perjudicaron a causa de las tasas de inters destinadas a

    atraer capitales especulativos, aument la deuda.

    El crecimiento econmico tampoco se concret. Luego de un crecimiento

    inusual entre 1930 y 1980, el pas entr en una ase de estancamiento. Los

    aos 80 ueron vividos como la dcada perdida. Con un crecimiento reduci-

    do al 3,02%, el ingreso per cpita aument apenas 0,72% como consecuen-

    cia de la crisis de la deuda. Durante la dcada siguiente, el crecimiento de la

    economa ue aun inerior (2,25%) y el aumento del ingreso per cpita lleg

    a slo 0,88% la mitad del crecimiento demogrfco en un pas donde la

    distribucin de la riqueza sigue siendo la ms desigual del mundo.

    E.S.

    ANLISIS

    Las cifrasdel desastre

    10

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    LE MONDE DIPLOMATIQUE | EXPLORADOR 11

    1 | LO PASADO | LA HERENCIA NEOLIBERAL DE CARDOSO

    En rojo. En la dcada del 90 la deuda externa se dispar a niveles nunca vistos, al tiempo que aumentaba la deudasocial, la ms pesada de las herencias de Fernando Henrique Cardoso.

    El Partido de los Trabajadores (PT) continucanalizando polticamente la gran uerza socialacumulada por la izquierda desde su undacin, acomienzos de 1980, pero su giro hacia una opcininstitucional debilit su arraigo en el movimien-to popular. Ese giro modic de manera signica-tiva la composicin interna del partido, generando

    aumento del promedio de edad, distanciamientorespecto de los sectores ms necesitados y signi-cativa infuencia de los cuadros vinculados a lasestructuras administrativas, parlamentarias y degobiernos estaduales.

    Esta opcin del PT provoc tambin una mode-racin de sus posiciones polticas, tanto sobre te-mas como el pago de la deuda externa, la reormaagraria, el rea de Libre Comercio de las Amri-cas (ALCA) y la presencia de capitales extranjerosen las empresas, como tambin en las modalida-

    des de accin del part ido. La candidatura de LuizIncio Lula da Silva a la presidencia en 2002 se en-contrara con un importante rechazo de las clasesmedias y de las elites. Pero las campaa s elec-torales siempre han sido ocasiones para ajustar laimagen poltica del candidato y del propio partido,con el n de hacer posible una victoria electoral.

    Adems de su aspecto econmico y social, lapesada herencia de Cardoso se evidenci en la cri-sis de la an joven democracia: desinters, prdi-

    da de prestigio de lo polt ico, de los gobiernos y delos partidos.De cara al uturo, el rostro de Brasil ya no po-

    LE MONDE DIPLOMATIQUE | EXPLORADOR 11

    dr ser el mismo (5). Agotado, el modelo econmi-co slo ha sobrevivido gracias a los prstamos delFMI, que han agravado aun ms la ragilidad dela economa, y que vuelven impostergable una i m-portante reorma. g

    1. Reerencia al tipo de Estado construido por G etlio Vargas (1930-1945; 1950-1954). Padre delEstado Novo, Vargas gobern apoyndoseen la clase obrera y promulg una importante legislacin social.Atacado por la prensa y obligado a renunciar por los militares dura ntesu segundo mandato, preri suicidarse (24-8-1954).2. Siete conglomerados urba nos renen el 40% de la poblacin.3. Segn una encuesta del Instituto de Estudio de la Religin (ISER),unos 4.000 jvenes de menos de 18 aos ueron muertos a balazosentre 1987 y 2001, slo en la ciudad de Ro de Janeiro (cira quesupera a la de los menores que ueron vctimas directas del confictocolombiano). Vase ISER, Ro de Janeiro, 9-9-02.4. El reerndum no oicial sobre el rechazo al ALCA (rea de

    Libre Comercio de las Amricas, impulsada por Estados Unidos),moviliz a 15 millones de personas, seg n el episcopado, y concluyel 7 de agosto de 2002 con una maniesta cin de 150.000 personas enAparecida , cerca de San Pablo.5. [N. de la R.] Este artculo ue publicado en octubre de 2002, de ca raa las elecciones presidenciales que se llevara n a cabo ese mismo mes.Enrentado a Jos Serra, Lula result vencedor en la segunda vuelta,con el 63%, marcando as el i nicio de una nueva etapa en la histor iadel pas.

    *Actualmente ejecutivo del Consejo

    Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

    Traduccin: Carlos Alberto Zito

    StephenL

    ynch/Shutterstock Deuda

    El aumento de la deuda externa ue

    uno de los eectos ms negativos

    del programa de Cardoso.

    Deuda exerna(como porcentaje del PBI)

    2011200219941987

    10,7%

    2,4%2,6%

    4,2%

    Servicios de ladeuda exerna(en miles de millones de

    dlares corrientes)

    104 104

    404

    153

    232

    1994 201120021984

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    AlainKeler/Sygma/Corbis/Latinstock

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    de obreros, especialmente en los sectores ms din-micos de la industria.

    Surgimieno y auge del PtSe iniciaba entonces un nuevo ciclo de luchas obrerasen los principales centros industriales, que llegara asu apogeo en 1979, cuando la combatividad de los me-

    talrgicos alcanz a otras categoras sociales y se ex-pandi a otras regiones en una ola de huelgas que, se-gn el DIEESE (3), moviliz a unos 3.200.000 obre-ros y empleados. En abril-mayo de ese ao la granhuelga de los 250.000 trabajadores metalrgicos deSo Bernardo do Campo revel por su duracin ex-cepcional (41 das) y su capacidad de organizacin demasas (mtines diarios de decenas de miles de traba-jadores) , la uerza sorprendente de este nuevo sin-dicalismo, cuya vanguardia participara luego de lacreacin del Partido de los Trabajadores (PT).

    Pero a partir de entonces, este movimiento vivicierto retroceso. Enrentada a un recrudecimientode la represin directa en las bricas y sindicatos,atacada por una tctica patronal de despidos masi-vos (en 1981 se despidi al 25% de los 400 mil meta-lrgicos de San Pablo), desorientada por las propues-tas de la burocracia sindical carnera de pacto so-cial, que consistan en intercambiar el 15% de in-cremento salarial (acordado en concepto de aumentode productividad) por una estabilidad del empleo du-

    rante un ao, la clase obrera se debilit y busc otrasormas de combatividad.As ue cmo se reunieron 5 mil delegados que

    La primera maniestacin de alcance nacionalse produjo en 1977, durante la campaa por larecomposicin salarial (1) lanzada por lostrabajadores ms combativos de las empre-

    sas automotrices concentradas en la regin del ABC(2). Esta accin desemboc rpidamente en concen-traciones y movilizaciones obreras que agrupaban

    por decenas de miles a varias categoras de trabaja-dores del sector moderno de la industria. Junto conesta eervescencia que se expanda en el mundo deltrabajo surgi un nuevo tipo de sindicalismo lla-mado autntico, radicalmente nuevo por su inde-pendencia total respecto de la dirigencia tradicionalintegrada al aparato del Estado y por sus proundosvnculos con las nuevas clases obreras.

    Portavoz de las reivindicaciones de una claseobrera numerosa y sometida a condiciones de traba-jo, remuneracin y empleo tan precarias como hete-

    rogneas, esta corriente autntica encontrara uncreciente eco ms all incluso de la regin industrialdel ABC, contribuyendo a devolverle la conanza aun proletariado durante mucho tiempo desorganiza-do y sometido a la arbitrariedad patronal.

    As, el 12 de mayo de 1978, la operacin brazoscruzados, mquinas paradas, impulsada por los1.700 trabajadores de la brica multinacional de ve-hculos y motores Scania tom por sorpresa a la di-reccin y desconcert a las uerzas del orden. Esta

    orma de accin se propag desde ese momento comoun reguero de plvora, desembocando rpidamenteen huelgas que movilizaron a varios cientos de miles

    El proleariadose organiza

    Una nueva uerza polica

    A fnes de la dcada del 70, la emergencia de una clase obrera

    moderna y combativa, concentrada en los sectores ms dinmicos

    de la industria, quebr el orden instaurado por el rgimen militar

    desde 1964. Este movimiento dio lugar al surgimiento del PT,

    como expresin de una lucha sindical y a la vez poltica.

    por Michal Lwy y Gilbero Mahias*

    d

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    representaban a ms de un millar de sindicatosrurales y urbanos en una Conerencia Nacional de lasClases Trabajadoras (CONCLAT): un paso decisivohacia la creacin, por primera vez en el pas, de una

    Central nica de Trabajadores (CUT). En la mismapoca, el PT vivi un crecimiento explosivo que, conun programa detallado de reivindicaciones socialis-tas, ya contaba en 1982 con la adhesin de ms de 400mil militantes, esencialmente obreros.

    Estas acciones de alcance nacional, refejo de lasprcticas ms radicales y multiormes de resisten-cia de la base obrera, modicaron el escenario pol-tico. Revelaban los lmites de la poltica de aperturacontrolada promovida por el rgimen, al mismo

    tiempo que planteaban nuevos problemas de reor-ganizacin del movim iento obrero en condicionesde creciente inestabilidad del marco institucionaly legal vigente.

    Las mujeres en el cenro de la escenaMs all de los acontecimientos que caracterizaronla evolucin de estas luchas, numerosos ndices dancuenta de una mutacin importante de la estructuray el comportamiento de la clase obrera.

    Entre 1970 y 1980, su nmero se duplic, pasando

    de 3.241.861 personas activas en el sector manuac-turero a 6.858.558. Paralelamente, la composicinde la uerza de trabajo cambi en una triple direc-cin. La desruralizacin de la uerza de trabajo con-tinu a un ritmo acelerado, conduciendo, entre 1940y 1976, a una inversin del peso de los sectores urba-no y rural en la distribucin de la poblacin activa.Esta concentracin urbana de la uerza de trabajo sevio acompaada por una creciente eminizacin delos trabajadores movilizados en los servicios y en la

    industria terciaria, de manera tal que, entre 1950 y1978, el nmero de mujeres econmicamente activasse multiplic por 6,2 (el de hombres, slo por 3,7). Fi-nalmente, se observ un rejuvenecimiento del mun-do obrero, con la creciente incorporacin de meno-res (10 a 17 aos) en la actividad productiva, ligadosin duda a la duplicacin del promedio de asalariadospor amilia, que pas de uno a dos entre 1958 y 1969.

    Hasta 1964, la clase obrera brasilea haba esta-do organizada en el marco de la ideologa nacional-populista y estructurada por la legislacin del tra-

    bajo sancionada en 1942, bajo el gobierno de GetlioVargas. Esta legislacin aseguraba una integracinecaz de la incipiente clase obrera, imponiendo unmarco estatal estrecho del aparato sindical, organi-zado en una estructura corporativa vertical, subor-dinada directamente al Ministerio de Trabajo. Trasel golpe de Estado de 1964, este sistema ue destruidopor la intervencin policial masiva en los sindicatos,que perdieron su base de masas y se limitaron a unasimple accin de asistencia (4).

    As, ms de la mitad de la clase obrera pudo desa-rrollarse por uera de cualquier infuencia del sindi-calismo populista. Este vaco organizacional avo-

    Luiz Incio Lula da Silva naci el 27 de octubre de 1945 en Garan-

    huns, municipio del Estado de Pernambuco, en el nordeste de Brasil.

    A los siete aos emigr junto con su madre, Doa Lindu, y sus siete

    hermanos a la ciudad de Guaruj, en el Estado de San Pablo, para es-

    capar de la extrema pobreza en que vivan. A los 15, obtuvo el diplo-

    ma que le permiti convertirse en tornero mecnico. Inspirado por su

    hermano Frei Chico, en 1968 comenz a interesarse por la poltica y

    lleg a ser presidente del sindicato metalrgico dos veces: en 1975 y

    nuevamente en 1978, llegando a representar a 100 mil trabajadores.

    En marzo de 1979 tuvo lugar un paro con ocupacin del estadio de Vila

    Euclides, en So Bernardo do Campo. Con 80 mil metalrgicos reunidos,

    y ningn microno, Lula se las ingeni para hacerse or. Segn retrata el

    flm de Fbio Barreto,Lula, el hijo de Brasil (2009),Lula comenz a hablar,pidiendo a quienes estaban ms cerca de l que repitieran sus palabras a

    sus compaeros de atrs. As, una ola de voces entusiastas se ue propa-

    gando por el estadio, logrando que todos oyeran, y que cada uno se apro-

    piara de las palabras del dirigente, haciendo suyas aquellas reivindica-

    ciones. Sin duda, todo un modo de hacer y entender la poltica

    En este clima de intensa movilizacin, rente a una dictadura que ya

    mostraba sntomas de decadencia, a comienzos de 1980 Lula ayud a

    crear, junto con un grupo de intelectuales y catlicos de izquierda, el Par-

    tido de los Trabajadores (PT).

    Unos aos despus, en 1986, se convirti en el diputado ederal ms vo-

    tado del pas. A partir de ese momento, comenz el lento pero frme ca-

    mino a la Presidencia. Tres veces se present como candidato La cuarta

    ue la vencida. Con un cambio de estrategia, Lula adopt un discurso ms

    moderado que en su poca de dirigente sindical, pero siempre apoyn-

    dose en la necesidad de un cambio para su pas, supeditando lo econmi-

    co a lo social. Mi objetivo es que, cuando termine mi mandato, todos los

    brasileos coman tres veces por da, sostuvo durante la campaa. Lula

    result vencedor en 2002, con un 63% de los votos en la segunda vuelta.

    En su carta al pueblo brasilero, de junio de ese ao, afrmaba, rente a los

    serios problemas econmicos que aquejaban al pas: Nadie tiene que

    ensearme la importancia del control de la inacin. Inici mi vida sin-dical indignado por la corrosin del poder de compra de los salarios de

    los trabajadores. Ahora quiero reafrmar ese compromiso histrico con

    el combate contra la inacin, pero acompaado de crecimiento, gene-

    racin de empleo y distribucin de la renta, construyendo un pas ms

    solidario y raterno, un Brasil de todos.

    Lula termin su mandato con un 87% de aprobacin, llegando a ser uno

    de los presidentes ms populares de la historia del pas, y uno de los pol-

    ticos ms respetados del mundo. Quin hubiera imaginado que ese nio

    que venda naranjas y tapioca en la calle terminara en la tapa de la revis-

    taTimecomo el lder ms inuyente del mundoo elegido por elFinancial

    Timescomo uno de los grandes protagonistas de la primera dcada del

    incierto siglo XXI.

    Una vidade pelcula

    PERIL DE UN LDER d

    por Luciana Rabinovich

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    1 | LO PASADO | EL PROLETARIADO SE ORGANIZA

    recera ms tarde el crecimiento de un movimientoautnomo de trabajadores, sin vnculo con el aparatode Estado y directamente arraigado a las bricas. Apartir de 1974, el retorno al sistema electoral y a l jue-

    go de los partidos polticos y la progresiva disminu-cin de la censura en los medios de comunicacin, ascomo el control ms estricto de los organismos de re-presin inauguraron una poltica de liberalizacinms avorable a una reanudacin de la actividad sin-dical. Entre 1970 y 1978, el nmero de empleados ur-banos sindicalizados pas de 2.132.056 a 4.271.450personas, es decir, un aumento del 100,3% (superioral de la poblacin activa, que creci un 84%).

    Sin embargo este crecimiento de la sindicaliza-

    cin urbana se acentu aun ms despus de 1977, es-pecialmente en lo que respecta al contingente eme-nino de la uerza de trabajo. Desde luego, las movili-zaciones masivas a partir de ese ao explican en granmedida el salto registrado; pero la evolucin aun msimportante de la sindicali zacin de las mujeres seexplica tambin por las condiciones de trabajo y re-muneracin particularmente desavorables a las queeran sometidas las trabajadoras en los nuevos secto-res industriales modernos. Empleadas en su mayo-ra ms de cuarenta horas semanales y sistemtica-

    mente mal remuneradas (siete de cada diez percibanmenos del salario mnimo y una de cada diez simple-mente no reciba remuneracin alguna), las obrerasde las industrias modernas se convirtieron en uncomponente particularmente dinmico del nuevoproletariado industrial en Brasil.

    La lucha por los derechos sindicalesLas reivindicaciones planteadas evolucionaron a suvez adaptndose a las nuevas condiciones creadas

    por una rpida acumulacin del capital, estrecha-mente asociada a las inversiones extranjeras. Dichasreivindicaciones se ordenaron esencialmente en tor-no a tres ejes:

    1) Lucha por la recuperacin del poder adquisiti-vo, reducido en ms del 50% bajo el rgimen militar.Esta reivindicacin, constantemente planteada porlos trabajadores desde los aos del milagro bra-sileo, se combin con otras, tendientes a una re-duccin de las desigualdades en la remuneracin delas diversas categoras de obreros. Ya uera por la

    reduccin de las dierencias salariales provocadaspor la creciente jerarquizacin de los trabajadoresa menudo a pesar de caliicaciones equivalentes(5) o por una discriminacin de sexo que castigabaa las mujeres obreras (el censo de 1980 indicaba queel valor promedio de los ingresos mensuales de loshombres duplicaba al de los ingresos de las muje-res), esta nueva reivindicacin por la igualdad sala-rial responda a la estrategia patronal de racciona-miento del colectivo obrero.

    2) Lucha por la estabilidad en el empleo. La ame-naza de despido apareci en eecto como una de lasprincipales armas patronales para disciplinar a

    los trabajadores, especialmente a travs de una ro-tacin acelerada de la uerza de trabajo que aectaba,con variantes, al conjunto de las categoras obreras.As, en 1980, el 25% de los tcnicos ueron despedidos

    en el sector industrial, mientras que los trabajadoresmanuales surieron una tasa de rotacin del 110% (enla construccin, la rotacin anual de la uerza de tra-bajo alcanz el 240%).

    3) Reivindicaciones ligadas a los cambios en lascondiciones de trabajo, especialmente en el seno delas grandes bricas multinacionales. Combinandotcnicas productivas modernas y tradicionales, a me-nudo en los mismos talleres de abricacin o montaje,estas empresas eran incitadas a buscar una explota-

    cin intensiva y extensiva de su uerza de trabajo: ace-leracin del ritmo, reduccin del tiempo de manteni-miento y de los gastos de seguridad (6); limitacin dela contratacin y obligacin sistemtica de hacer ho-ras extras (segn el censo de 1980, el 81% de la pobla-cin activa trabajaba ms de cuarenta horas semana-les y ms de doce millones de obreros trabajaban msde cuarenta y nueve horas semanales); vigilancia es-tricta y multiplicacin de sanciones disciplinarias ar-bitrarias (retenciones en los salarios, despidos, etc.).

    Sin embargo, las reivindicaciones pronto supera-

    ron el marco estrictamente socioeconmico de losconfictos laborales: impulsado por su nuevo dina-mismo, el mundo obrero ormul tambin un con-junto de reclamos que recayeron sobre los derechossindicales, como el derecho de huelga, la estabilidaddel empleo para los delegados sindicales y el n de laintervencin del Estado en los sindicatos.

    La creacin del PT en los aos 1979-1980, por ini-ciativa conjunta de sindicalistas e intelectuales, co-ron esta voluntad de llevar en adelante la lucha al

    terreno de la poltica.g

    1. Campaa lanzada como consecuencia de la divulgacin ocial de unerror en los ndices de la evolucin de los precios en 1973, que generuna prdida del poder adquisitivo del 8%.2. Regin industrial ormada por siete municipios de la ReginMetropolitana de San Pablo que incluye las ciudades de Santo Andr, SoBernardo do Campo y So Caetano. En ese momento concentraba unapoblacin total de 1,5 millones de personas, nmero que ha ascendidoactualmente a 19,8 millones.3. Departamento Intersindical de Estadstica y Estudios Socioeconmicos(DIEESE).

    4. Alrededor del 70% de los sindicatos con 5.000 miembros o ms, el 38%de los integrados por entre 1.000 y 5.000, y el 19% de aquellos con menosde 1.000 se encontraron entonces sometidos a la intervencin directa delMinisterio de Trabajo.5. La relacin entre el salario mnimo y el salario promedio en laindustria, que era de 1 a 1,7 en 1964, pas a 2,9 en 1970 y a 3,8 en 1978.6. En 1973 y 1974, el 25% de la uerza de t rabajo industrial del Estado deSan Pablo era vctima de accidentes de trabajo.

    *Socilogo, actualmente director de investigacin em-

    rito del Centro Nacional de Investigacin Cientfca

    (CNRS), y socilogo del CNRS, respectivamente.

    Traduccin: Gustavo Recalde

    La Cenral de trabajadoresEn el marco de las intensas

    movilizaciones de trabajadores

    y recuperacin de laorganizacin sindical de fnes

    de la dcada del 70, en 1983se und la CUT, que nucle a

    sectores del movimiento obreroque tenan una posicin crtica

    rente a la estructura gremialofcial y se identifcaban conel nuevo sindicalismo.

    SindicalizacinCantidad de afliados a sindicatos

    (en millones de personas)

    1979 1990 20091955

    16,45

    6,78

    5,14

    0,96

    eminizacin del rabajoMujeres ocupadas de 15 aos

    o ms (porcentaje sobre la

    poblacin ocupada total)

    43,5%

    35,7%

    20,6%

    14,6%

    1970 1990 20101950

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    TyroneTurner/Latinstock

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    LE MONDE DIPLOMATIQUE | EXPLORADOR 17LE MONDE DIPLOMATIQUE | EXPLORADOR 17

    A la conquisa delar Wes ropical

    Amazonia: ierra en dispua

    En los 60 tuvo lugar un proceso de ocupacin del noroes-te de Brasil semejante al del oeste de Estados Unidos.Expropiaciones y asesinatos de por medio, estos crmenesdieron origen a movimientos como el de los Sin Tierra, quean continan su lucha en un pas donde la distribucin

    de la tierra es tan desigual como hace casi treinta aos.

    por Maurice Lemoine*

    Por todas partes, escupiendo lluvias de chispas,vomitando mantos de humo, mltiples ocosde incendio desgarran el horizonte. Las su-percies calcinadas sin misericordia maa-

    na ormarn los pastizales de las grandesfazendas,los campos de losposseiros(1), pequeos agricultoresdispersos en estos ragmentos de paisaje, habitantesmiserables de estos imposibles espacios amaznicos.Plantados en este escenario apocalptico, cada uno odos kilmetros, aproximadamente, fotan los techosde palma de las chozas, bastante mal conservadas.En algunos casos, pobreza extrema.

    Un hombre desaliado carga dos grandes alorjasde cuero sobre una mula y se une a su esposa, arras-trando los pies descalzos. Una pareja ajada, de unos

    cincuenta aos, perdida a 20 kilmetros de un pueblosin medios de comunicacin. Hay unos pocos niosen edad escolar. La esposa da vueltas a lrededor de lamula acomodando los productos para llevar al merca-do en la maana del domingo. Ha depositado delan-te suyo tres litros de aceite de palma babas (2), hari-na de mandioca, unas cuantas rapaduras de caa deazcar y zandas gigantes. Se da vuelta y le explica alPapi: A cambio del aceite, compras una palanganade plstico; por las zandas, traes azcar. Por la rapa-

    dura, traes una lata de querosn. Piensa y se retracta,intenta otras conguraciones, revisa constantementeel trueque entre los cuatro bienes que posee y los siete

    u ocho que necesita. No hay salida: es un mundo sin al-ternativas. La imagen de su vida.

    En invierno, limpian el campo. Cuando termi-nan, merced a la exuberancia de los trpicos, ya hay

    que volver a empezar. Sobrevienen los tornados enla poca de lluvias. Hacia el 15 de octubre, cuando elsuelo est hmedo, plantan arroz, un arroz secoque se cultiva como el trigo. Doblados por la mitad,cosechan con la hoz en marzo o abril. Unas cincuen-ta bolsas por ao, la mitad para vender y la otra paraconsumir. Una tcnica agrcola rudimentaria, orien-tada a la subsistencia, con la precariedad como nicohorizonte. Tres hectreas cultivadas proporciona-les a su uerza de trabajo de las cincuenta que ocu-pan y dejar sin sembrar. Cada dos o tres aos se rota

    el cultivo para dejar descansar el suelo agotado. Nue-vas quemas para despejar nuevos campos. A nes deabril o principios de mayo se cosecha el poroto y elmaz. Los hombres envejecen prematuramente; lasmujeres, tambin. La harina de mandioca requiereun trabajo de locos. Muchos nios, con la esperanzade que apenas cuatro o cinco sobrevivan.

    Camino a la ierra promeidaLa historia de este despiadado Far West norbrasile-

    o comenz en los aos 60. Apenas Brasilia, la nue-va capital, surgi de la nada se la conect con la c-lida Belm, al norte de la cuenca amaznica, qued

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    dorma bajo los mangos. A cada lado de este corterecto 2.100 kilmetros de largo, la selva impene-trable: revoltijo vegetal completamente inexplotado.Por entonces, uertes tensiones sociales sacudan al

    pas. Una sequa espantosa quemaba el noreste y elserto (3). El gobierno del general Emlio Garrasta-zu Mdici (4) lanz entonces un programa de ocupa-cin de la selva amaznica, para afojar la tensin. Nohubo que decirlo dos veces: desde Maranho, Cear,Piau, Minas Gerais, una ola de eternos migrantes ejrcito de desarraigados, espuma de comunidadesdestrozadas se puso en marcha a lo largo del cami-no nuevamente abierto, que se expande por la densi-dad vegetal. Hay un pedazo de tierra libre, vamos a

    ocupar ese rincn. Se arriesgan, como ellos mismosdicen. Corre el rumor; a eso se le llama la Radio Ci-po (cipo es el nombre que recibe la liana entre losindios). Hemos odo decir Decidimos irnos. Deja-mos a toda la amilia: padres, madres

    Con sus pocas pertenencias, camino a esa tierraprometida, a veces pasan das enteros tragando pol-vo, en la parte trasera de un camin. O incluso llegana pie, exhaustos y desgastados. Entramos en la sel-va. Slo haba panteras, un montn de mosquitos, e-bre. Tambin haba indios que nos asustaban.

    Pronto, sin embargo, desembarca una horda in-creble: hermanos, hijos, miles de amilias con su ollade barro, dos o tres cacerolas, cuatro o cinco hama-cas, un hacha y un cuchillo. Cada uno cava su aguje-ro. Ocho das despus, una choza. Un mes ms ade-lante, un pedazo de selva talada. Al ao siguiente,arroz. Mientras tanto, las bestias se han a lejado. Ylos indios tambin.

    Pero entonces asoman, con una arrogancia loca,unos nuevos recin llegados. Haca seis aos que es-

    tbamos ah. Apareci un hombre que deca ser pro-pietario. Nos mostr unos papeles. No supimos cmoreaccionar. Nunca habamos pensado en regularizar

    ar Wes ropical. La economa tradicional del Amazonas cambi radicalmente con la ocupacin de sus t ierras.

    la situacin, solo habamos pensado en trabajar. Lacuestin adquiri un tinte oscuro.

    Corren los aos 70; los militares estn en el poder.En su opinin, hay que llenar todos los huecos para

    hacer rente a hipotticos intereses internacionalesen el Amazonas, para evitar sobre todo la expansindel comunismo en el pas. Lase: cualquier orma dereivindicacin social. Envan o dejan instalarse a ba-tallones de campesinos primero: sin embargo, se noera el epicentro de su verdadera estrategia. La hordade mendigos proveera ante todo una mano de obrabarata, maleable y explotable a discrecin. Los uni-ormados se vuelven, undamentalmente, hacia el ca-pital industrial y nanciero. Los generales promue-

    ven la creacin de latiundios. Las empresas se bene-cian de los incentivos scales con la condicin deinvertir en estos vergeles inernales y darles la apa-riencia de explotaciones agrcolas.

    Los dueos de la ierraEnseguida la selva explot, arrasada por una mezclainextricable. Se abatieron sobre la regin los inevita-bles coroneles (5), los notables ricos de Minas Geraisy San Pablo, abogados corruptos o no, miembros deproesiones liberales y de las clases altas, ebrios con

    la posibilidad de especular. Apareci la casta salvajey cnica de losgrilheiros (alsicadores de catastros yttulos de propiedad), chacales que compraban un te-rreno pero que, llegado el momento de la delimitacin,se apropiaban descaradamente de una supercie dos otres veces mayor. Algunos compraban en ocinas vin-culadas con organismos ociales tierras que terica-mente estaban desocupadas. Pero dentro de ellas posi-blemente hubiera, desde haca aos, un pueblo: en estazona el catastro no existe.

    Cualquiera vende cualquier cosa. Prolieran ycirculan los ttulos alsos. Entonces, estallan losconfictos entre aquellos que se hacen llamar pro-

    d

    guenterm

    anaus/Shutterstock

    La amenaza de los mercadosA partir de los 70, la ocupacin

    de nuevas tierras ue elresultado de una poltica decolonizacin que privilegi

    un modelo de desarrolloe integracin de la regin

    amaznica undado en lainversin en inraestructura.

    La penetracin de tcnicas

    agrcolas industriales,poco adaptadas a esta

    regin tropical, sigue siendo

    uno de los actores msimportantes de la destruccindel medio ambiente.

    Concenracin de la ierraBrasil tiene uno de los ndices

    ms altos de desigualdad en

    el reparto de la tierra, que se

    mantiene estable en el tiempo

    (porcentaje del rea rural total en

    propiedades grandes y chicas)

    1960

    2006 2,4%

    44,4%

    1985 2,7%

    43,7%

    2,2%

    44,2%

    Menos de 10 ha

    1.000 ha y ms

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    1 | LO PASADO | A LA CONQUISTA DEL FAR WEST TROPICAL

    Amazonas.La principal reserva de agua dulce del planeta.

    pietarios algunos t ienen documentos, muchos notienen nada y los trabajadores que necesitan la tie-rra para sobrevivir, a quienes se pretende expulsaraunque hayan vivido all por ms de cinco, diez,

    veinte, treinta aos, y sean indiscutiblemente susprimeros habitantes.

    Gurup, una ciudad hongo ubicada a la vera dela autopista BR-153 Brasilia-Belm. Unos cien kil-metros hacia el sudeste vive Iguatemy, un negro ro-busto. Viva, deberamos decir. Durante cinco aosIguatemy se vio sometido a una enorme presin porparte de los supuestos dueos, l legados de la nochea la maana. Entre ellos un notorio grilheiro, AntonFleury. En julio de 1990, treinta amilias desalojadas

    ocuparon, durante un mes, un terreno completamen-te inexplotado. Atmsera explosiva. La casa de Igua-temy ue incendiada. A principios de agosto, lo se-cuestraron dospistoleiros, asesinos de la peor calaa.Me ataron las manos, los pies, me pasaron una cuer-da alrededor del cuello y me tiraron dentro de un au-to. Al pasar por el puente de Tocantins, me arrojaron:Si tienes algo que decir, mejor dilo ahora, porque tevamos a tirar a l agua. Vamos a terminar contigo!.

    Intimidacin. De hecho, los asesinos entraron ala aldea de Peixe y llevaron al campesino a la comi-

    sara. Arrojado a una celda, al da siguiente Iguatemyue escoltado por dos agentes de polica (y dospisto-leiros), en un coche que perteneca nada menos que algrilheiroAnton Fleury, y llevado hasta el juez de Par.Este ltimo lo increp: Tens que vender tu tierra,si no te van a matar. O vas a tener que matar a algu-no de ellos Y si mats, vas a la crcel. Agotado portantos aos de lucha, el campesino cedi. Tratandode quedarme en mi tierra, iba a terminar bajo tierra.Ped 400.000 cruzeiros. El juez dijo: Voy a hablar

    con Fleury. Despus de cuarenta minutos, volvi.No quera darte ms de 50, me dijo, pero le hice su-bir a 160.000 [US$ 200]. No es mucho, pero te permi-tir comprar otro pedazo de tierra, lejos de aqu, porejemplo en Rondonia. En este caso, el asesinato noue necesario. La inernal connivencia de grandes te-rratenientes, asesinos a sueldo, polica y Justicia uesuciente. Pero muchas veces, no se detuvieron ah.

    Las ciras de una masacreEl ltimo de la larga lista de vctimas, Eudi Pereira da

    Silva, apodado Chicao, de 37 aos de edad y padre desiete nios, ue asesinado con un arma de uego el 3de julio de 1990 en lafazendaBabilonia, a 30 kilme-tros de Imperatriz. Su cadver se sum as a los de150 campesinos, curas, sindicalistas y polticos asesi-nados a lo largo de diez aos en la regin de la dice-sis de Conceio do Araguaia, el epicentro de la gue-rra desatada en el Pico do Papagaio (6).

    El litigio relacionado con este asesinato en parti-cular concerna un rea de unas 1.200 hectreas sin

    ningn documento que acreditase su pertenencia anadie (y por lo tanto, tampoco a lafazendaBabilonia).Sus dueos son los agricultores que la trabajan, da

    tras da, para extraer de ella el sustento de sus ami-lias, deca por entonces Policacio Bispo, presidentede la Federacin de Trabajadores Agrcolas del Es-tado de Tocantins (FETAET). El 6 de julio, tres das

    despus del asesinato del campesino, los sindicalis-tas de la FETAET se enteraron de que el gobernadordel estado estaba en Novo Sitio para una inaugura-cin, y se dirigieron hacia all para entregarle un do-cumento donde pedan que se pusiera n a la violen-cia y se organizara una protesta silenciosa. De caraa la platea, desplegaron las pancartas: La sangre deChicao por la justicia, Babilonia para los campesi-nos, uera los asesinos, Basta de sacolas, la tierrapara los pobres (7).

    Por orden del gobernador, y mientras todo se de-sarrollaba paccamente, cuatro participantes, lde-res sindicales y miembros de la Comisin Pastoral dela Tierra (vinculada con la Iglesia Catlica), uerondetenidos por los servicios de seguridad. Una vezaislados cuenta Policacio Bispo uimos golpeadosy llevados a la comisara. All, un teniente nos insult:Lo que estn buscando es garrote y balas! Y yo ten-go para darles!. Nos dieron la orden de desnudarnos.Cuando se estaba inclinando para sacarse los zapa-tos y los pantalones, Adalto Valentino, secretario del

    sindicato, recibi una patada muy uerte en la cabe-za. Apenas lleg a gritar cuando la sangre comenz abrotar. Tena la cara racturada y dos dientes rotos.Entonces, sin siquiera curarlo, nos llevaron a Ara-guatins. Nos tiraron en otra celda, donde nos queda-mos durante 38 horas en secreto.

    Entre el 1 de enero de 1964 y el 31 de diciembre de1989 o sea, en veintisis aos ueron asesinados1.566 trabajadores rurales y personas ligadas conlos movimientos populares de lucha por la tierra. El

    norte en particular, los estados de Tocantins y Pa-r ueron devastados por esta violencia sin sentido(luego comenz a moverse hacia el su r del pas).d

    WigiPhotography/Shutterstock En el pas de los sin ierra

    Esta osa en la quete encuentras

    se mide en palmos, es la magra

    herencia que la vida

    te ha dejado.Es de buen tamao, ni anchani prounda, es la

    parte que te tocade ese latiundio.

    No es una gran osa,

    es a tu medida,es la tierra que queras

    ver compartida.

    Joo Cabral de Melo Neto,

    Morte eVida Severina.

    Biodiversidad. La selva amaz-nica es el ecosistema ms ricodel mundo.

    CelsoP

    upo/Shutterstock

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    Inequidad. La distribucin de latierra ha sido siempre desigual.

    Paradjicamente, el n de la dictadura militar nosignic una tregua para los trabajadores rurales, si-no todo lo contrario. Desde 1983, el nmero de ami-lias involucradas en confictos no dej de aumentar, y

    lospistoleiros se ueron entregando alegremente a latarea. En seis aos, entre 1983 y 1989, ueron asesina-dos 550 campesinos en todo Brasil.

    Segn el censo de 1980 del Instituto Brasileo deGeograa y Estadstica (IBGE), menos del 1% de losterratenientes posea el 45,10% de la supercie regis-trada. Frente a esta concentracin delirante, algunosdatos posteriores indicaban la existencia de al menos12 millones de amilias campesinas sin tierra, y comoconsecuencia sin recursos (8).

    Marcados para morirCon el golpe militar de 1964, las clases dominanteslograron evitar, por primera vez, el cuestionamien-to a la propiedad de la tierra. La Nueva Repblica (9),proclamada a principios de 1985, anunci el 27 de ma-yo de ese mismo ao una ambiciosa reorma agraria,despertando grandes esperanzas entre los pobres.

    Pero esas esperanzas se vieron rustradas, sobretodo debido a la accin de la Unin Democrtica Ru-ral (UDR), nacida en mayo de 1985, en pleno debate

    sobre la reorma agraria. Bajo la bandera de la libreempresa y el derecho a la propiedad, la UDR cali-c a sus opositores de radicales retrgrados, repre-sentantes de las minoras de izquierda que pretendeninundir terror en la mayora productiva, que hastaahora ha guardado silencio (10). Con la ayuda de losgrandes grupos econmicos y inancieros (BancoItamaraty, Bradesco, Banco Geral do Comercio, Uni-banco, Bamerindus, etc.), la UDR encar desde su na-cimiento ms de 500 demandas contra las expropia-

    ciones y contribuy a elegir unos sesenta legisladoresde varios partidos que les serviran de aliados en casode que la Asamblea Constituyente aprobase el cues-tionamiento de la propiedad de la tierra.

    Pero sobre todo, el desarrollo de la UDR coincidicon el recrudecimiento de la violencia en el campo.Lospistoleiros armados aumentaron y los asesina-tos se volvieron ms selectivos. En 1985, el diputa-do Paulo Fonteles, miembro del Partido Comunistade Brasil (PCB), abogado de trabajadores rurales yposseiros, denunci una lista de hombres marca-

    dos para morir en el estado de Par. El 11 de julio de1987, l mismo muri asesinado en una estacin deservicio cerca de Belm. Tambin seran asesinados,entre otros, el diputado Joo Carlos Batista (1988) ylos sacerdotes Ezechiele Ramins (1985) y Josimo Ta-vares (1986), conocidos por su compromiso con loscampesinos. Se trataba de asesinatos eminentemen-te polticos. De hecho, el objetivo explcito era eli-minar las cabezas, aislando a los campesinos de lasociedad y aterrorizando a los sectores sociales que

    los apoyaban. Casi me atrevera a decir que uno seacostumbra suspira un sacerdote de la regin deMarab. Ests metido adentro y no ves la salida. As

    que la solucin es hacer como mis vecinos: deensapasiva. Seis veces les quemaron la casa. Seis veces lareconstruyeron.

    El 60% de las tumbas en el cementerio de Ro Ma-

    ra alojan vctimas de una muerte violenta (por lodems, no necesariamente en un conficto por la tie-rra). En este rincn de cowboys y pobres, de ebredel oro ygarimpos(11), abundan los ajustes de cuen-tas. Las turbulencias de esos aos contribuyeron aaumentar terriblemente el nmero de aventureroserrantes en busca de un hipottico Eldorado. Ir ala ciudad para pasar hambre? No sabemos hacer na-da, si siempre hemos trabajado en el campo!. La si-tuacin a la que se enrentan se vuelve cada da ms

    explosiva. En el estado de Par, en el inerno pes-tilente de la mina de oro a cielo abierto de Serra Pe-lada, trabajaban todava, y en condiciones inames,80.000 mendigos empujados no tanto por la avari-cia como por la improbable esperanza de escapar delhambre de una vez por todas.

    Pero elgarimpoes una ruleta rusa, una apuesta es-tpida, una esperanza eternamente aplastada. Meui para hacer dinero pero volv sin nada, aparte dela malaria, dice amargamente un campesino de Picodo Papagaio, padre de seis nios con vientres hincha-

    dos. Por otra parte, el oro escasea. Losgarimpos deSerra Pelada y de Roraima estn prcticamente ce-rrados. La cantidad de desesperados que reclamanun pedazo de t ierra ir en aumento. Y la violenciatambin, seguramente.

    Sin embargo, para 1989 la violencia haba dis-minuido. Segn la Comisin Pastoral de la Tierra(CPT), que proporciona las ciras ms conables enesta contabilidad macabra, el nmero de muertes enlos confictos por la tierra disminuy entonces, por

    primera vez en dieciocho aos. Pero la CPT no tarden relativizar esta aparente calma (calma que re-sulta en la muerte de 56 personas): Si analizamos lasciras de 1989, vemos que, si bien el nmero de con-fictos ha disminuido, los signos de violencia contrala gente han aumentado, no solo en proporcin sinoen nmeros absolutos: 512 heridos graves, 103 inten-tos de asesinato, 66 casos de tortura, 401 detencionesilegales, 152 amenazas de muerte, etctera.

    Una verdadera operacin de guerra

    A principios de 1990 el n de la tregua?, se reanu-d una verdadera guerra de exterm inio en el sur dePar. Tres lderes sindicales y dos estudiantes asesi-nados en Xinguara. A 40 kilmetros de all, en RoMara, dos militantes del PCB ueron asesinados el22 de abril. Estaban ayudando a veinte amilias depequeos campesinos que ocupaban una parte delSuaui 5.600 hectreas, una de las docenas de zo-nas de conficto en el sur del estado.

    Unos das despus, el 28 de abril, y por las mismas

    razones, Orlando Canuto, hijo de Joo Canuto (di-rigente sindical de Ro Mara que en diciembre de1985 ue asesinado de doce balazos) ue secuestra-

    Boom y agoamienoLa explotacin agrcolade la regin amaznicatiende a alimentar la

    economa local, que en uncomienzo se benefcia de un

    boom, dado por un aumento

    de la produccin y laelevacin de los indicadores

    econmicos. Pero, sin accionescorrectivas, este crecimiento

    puede desplomarse, rente a

    una explotacin inadaptadaque termina arruinando

    la tierra por completo.

    d

    guenterm

    anaus/Shutterstock

    Expansin. Cada vez ms zonasse destinan al agronegocio.

    XicoPutini/Shutterstock

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    do junto con sus dos hermanos. Estos ltimos ueronejecutados pero Orlando Canuto, aunque gravemen-te herido, logr escapar milagrosamente. Su testi-monio permiti arrestar a los asesinos: un sargento

    y un soldado de la Polica Militar, a quienes se les ha-ba pagado 30.000 cruzeiros [US$ 375] por cabeza.Para el teniente coronel Wagner Travassos Queiroz,comandante del Cuarto Batalln de la Polica Mili-tar del que ambos provienen, ello se debe a los bajossalarios que recibe la Polica. Si tuvieran un buensueldo podramos exigir un currculum ms rigu-roso al momento de seleccionar e incorporar a loscandidatos, arm. Aunque es cierto que la policamata menos que lospistoleiros, mantiene un clima

    de terror y un impresionante nmero de operacionesconjuntas con los esbirros.En 1987, cuando la regin contaba con diecisis

    zonas de conlicto, ocurri una verdadera opera-cin de guerra en el sur de Par entre pistoleiros ypolicas, bajo el mando del coronel Antnio Carlosda Silva Gmez, uturo jee de la seguridad pblica.Con la mansin del Banco Bamerindus como cuar-tel general, soldados y sicarios atacaron las aldeas.Mujeres violadas, nios atados y colgados de los ca-bellos para servir de cebo a maridos y padres; hom-

    bres atados, pisoteados, golpeados con culatas deusil o a las patadas, obligados a comer excrementosde animales, a tragar cigarrillos y hojas espinosas;amenazas constantes de violencia sexual, saqueos yrobos generalizados.

    Desde entonces, la lucha ha sido muy desigual. Por-que, rente a los agricultores que desconocen sus dere-chos, elfazendeiroy sus sicarios cuentan con decenasde abogados y un verdadero ejrcito de jueces.

    En Rio Maria, todo el mundo recuerda cuando lle-

    g el juez Jos Cndido de Moraes, en 1988, y la recep-cin que le orecieron con un inolvidable asado en lacasa del sicario Nenem Simo. Nadie se sorprendirealmente. Existe una connivencia muy particularentre el Poder Judicial y los grandes terratenientes.No se trata de una corrupcin puramente nancieraaunque algunos jueces llegaron pobres a las ciuda-des pioneras del interior, y se dieron la gran vida pocosaos despus, sino tambin ideolgica. El sistemajudicial brasileo est en bancarrota, y lo que queda del es completamente obsoleto, declar Beinusz Smuc-

    kler, entonces presidente de la Asociacin de JuristasAmericanos y miembro de la Comisin de Juristas dela ONU, durante una visita al estado de Par en juniode 1989. El caso delpistoleiroSebastio da Terezona esun ejemplo trgico de este hecho: acusado de ms decincuenta asesinatos, uera directamente o como lderde la banda, haba estado detenido en Marab desdeseptiembre de 1986 sin que el juez lo someta a juicio.

    Para bien o para mal, segn el punto de vista. En1980, Arago, un soldado de la Polica Militar, mat a

    un campesino a sangre ra, luego viol y apual asu mujer, que milagrosamente sobrevivi y roci connata y quem vivas a las dos hijas pequeas de la pa-

    reja. Atrapado, condenado y encarcelado en Belm,decapit a dos presos, se ug y se convirti en jee delospistoleirosde Itaituba, el ltimo pueblo de Par so-bre la autopista Transamaznica, a mil kilmetros de

    all. Nunca nadie lo molest hasta 1990, cuando co-meti la imprudencia de asesinar, por unas decenasde miles de cruzeiros, al secretario de la Polica deSantarem. Entonces lo mataron.

    Casi la misma historia tiene elpistoleiroJoo Ber-nardes, responsable del asesinato de un juez en elnorte de Gois y asesinado por la polica en unafa-zenda de Xinguara (Par). Despus se supo que elindividuo era responsable de la muerte de decenasde personas en Gois y Par. Puede deducirse que,

    mientras no se metieran con el Poder Judicial, ni conlos lderes de la comunidad, ni con la polica, los ase-sinos gozaban de una impunidad total. Segn el abo-gado Miguel Pressburger, del Instituto de Apoyo alos Movimientos Populares, que retoma las ciras dela Comisin Pastoral de la Tierra, de los 1.560 casosde asesinato registrados en la Justicia, slo 18 ue-ron juzgados entre 1975 y 1990. De esas 18 sentenciasdictadas, tan slo en 8 casos se obtuvieron condenas(dos de ellas por asesinato contra los indios, dos pormatar sacerdotes, tres por el asesinato de abogados)

    (12). Ningnfazendeiro ue jams importunado. g

    1. Posseiro: campesino sin tier ra que ha ocupado un terreno sin dueo

    (posse), por lo general despus de haber desbrozado la selva.

    2.Aceite extrado del ruto de la palma babas.3. Regin semi rida del Nordeste Brasileo, que incluye partes de losestados de Sergipe, Alagoas, Baha, Pernambuco, Paraba, Rio Grandedo Norte, Cear y Piau.4. Presidente de facto, del 30 de octubre de 1969 al 15 de ma rzo de 1974.5. Grandes terratenientes, tradicionales y reaccionarios.6. Un tringulo de 150 por 80 kilmetros, enmarcado por los rosAraguaia y Tocantis.

    7. Sac ol as : canastas de alimentos que los polticos repartendemaggicamente entre los campesinos, por lo general en poca deelecciones.8. [N. de la R.] Los resultados del Censo Ag ropecuario de 2006(realizado por el IBGE) muestran que la estructura agraria delpas, caracterizada por la concentracin de tierras en grandespropiedades rurales, no se alter en los ltimos veinte aos. Seg ndatos de los ltimos censos agropecuarios (1985, 1995 y 2006)se mantuvo la desigualdad en la dist ribucin de tierras. As, laspropiedades con menos de 10 hectreas ocupan el 2,7% (7,8 millonesde hectreas) del rea total de los establecimientos rurales, mientraslos establecimientos con ms de 1.000 hectreas concentran ms del43% (146,6 millones de hectreas) del rea total. Cerca del 47% tiene

    menos de 10 hectreas, mientras que aquellos que tienen m s de 1.000hectreas continan representa ndo el 1% del total.9. El 15 de enero de 1985, durante la transicin al rgimen civil, TancredoNeves ue electo presidente y proclam la Nueva Repblica. El 21 deabril allecera, sin a sumir, siendo reemplazado por Jos Sarney.

    10. Jornal do Brasil, 11-7-1987.11. Garimpo: mina de oro a cielo abierto.12. [N. de la R.] Si bien el perodo 1985-1990 ue el ms mortero, losasesinatos continuaron tambin despus. Tras el CPT, entre 1985 y 2009,un promedio de 63 campesinos seran asesinados cada ao en Brasil. VaseDados 2009. Release. 25 anos de registros, www.cptnacional.org.br.

    *Periodista.

    Traduccin: Mariana Sal

    DeoresacinEntre 2000 y 2005, la tasaanual de deorestacin en

    la Amazonia ue un 18%superior a la de los cinco

    aos precedentes. Esto sedebi a la expansin de las

    zonas agrcolas (especialmente

    el cultivo de soja), el desarrollode inraestructura, la

    especulacin con la tierra o lacriminalidad medioambiental,

    ligada al comercio de madera.

    Organizacin. El MovimientoSin Tierra nace en respuesta alos abusos de los latiundistas.

    garyyim

    /Shutterstock

    AsesinaosNmero de trabajadoresrurales y activistas

    de la lucha por la

    tierra asesinadosentre 1964 y 1989.

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    La lucha contra la pobreza

    BRASILHACIA ADENTRO

    2

    Al momento de su asuncin, Lula se enrentaba a dos desaosmaysculos: demostrar que un ex obrero metalrgico sin diplomauniversitario poda gobernar el pas, pese a los pronsticos de lossectores ms conservadores, y emprender la lucha contra el hambre yla pobreza en un pas rico pero estructuralmente desigual. Si bien losavances en materia social ueron innegables, otros problemas como

    la violencia y la injusta distribucin de la renta siguen al acecho.

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    David

    Evans/NationalGeographicSociety/Latinsto

    ck/Corbis

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    subestimarlo como una meta importante de bienestarde la poblacin.

    Con este proceso en marcha, en las prximas dos otres dcadas Brasil va a proundizar el enmeno quelos especialistas en demograa denominan venta-na de oportunidad demogrca o bono demogr-co. Esto signica que en los prximos veinte o treintaaos la relacin de la poblacin joven y adulta (acti-va) respecto a la que no trabaja (dependiente) alcan-zar el nivel ms alto. En ese perodo, el pas podraobtener su potencial productivo ms alto en dcadas,elevando las oportunidades de creacin de riqueza ybienestar. Pero para concretar ese potencial es nece-sario crecer e incluir a toda la poblacin que cada aose incorpora al mercado de trabajo, generando em-pleos decentes y productivos y pagando salarios ms

    altos. Es posible alcanzar ese objetivo con la actualpoltica econmica?Se trata de una poltica apoyada en el trpode supe-

    rvit primario de las cuentas pblicas, tipo de cambiofexible y un sistema de metas de infacin bajo el con-trol del Banco Central. Cules son sus principales re-sultados? Brasil tiene las tasas de inters reales (des-contada la infacin) ms altas del mundo y la cargatributaria ms alta (la relacin entre los impuestos re-caudados y el tamao de la economa) entre los pasescon el mismo nivel de renta per cpita. Adems, en losltimos aos se viene registrando una uerte tenden-cia a la apreciacin de la moneda brasilea, lo cual

    Entre 2004 y 2010 Brasil creci, en promedio, auna tasa de 4,5% (1). Lo cual, tras un largo pero-do de bajo crecimiento, renov las expectativasde la sociedad. Las tasas de desempleo volvieron

    a los niveles de veinte aos atrs y la creacin de nuevospuestos de trabajo la gran mayora, empleos ormalesen los sectores pblico y privado ha superado al nme-ro de trabajadores incorporados al mercado laboral. Unconjunto de polticas pblicas, como la valorizacin delsalario mnimo, el programa Bolsa Familia y la polticade crdito, impulsaron uertemente el crecimiento dela economa, creando un crculo virtuoso de expansinde la renta y del empleo.

    Pero esta sensacin de bienestar y optimismo no de-be encubrir los desaos y obstculos a superar para queel pas recorra un camino de desarrollo con inclusin y

    mejora del estndar de vida de toda la poblacin que, asu vez, ayude a reducir la enorme desigualdad en la dis-tribucin del ingreso y de la riqueza an vigente. En-rentar estos desaos exige tomar decisiones que vanms all de la poltica econmica o macroeconmica.

    Las bases de la poltica econmica actualEn 2012, Brasil alcanz un PIB per cpita de cerca de12.000 dlares. A modo de comparacin, Estados Uni-dos tuvo un PIB per cpita de 49.800 dlares, es de-cir cuatro veces superior. Aunque alcanzar el nivel derenta de Estados Unidos y el resto de los pases desa-rrollados pueda demorar un largo tiempo, no hay que

    Crecimientoversus equidad?

    La encrucijada del desarrollo

    La prolongada crisis internacional y la apreciacin del realcomenzaron a aectar uno de los pilares del modelo dedesarrollo con inclusin social que caracterizaron a Brasilen la ltima dcada: la competitividad. Las recetas de ayer

    parecen necesitar una revisin.

    por Clemente Ganz Lcio y Srgio Eduardo Arbulu Mendona*

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    inters. O inculpar a los bancos, que cada ao presen-tan lucros rcord en sus balances gracias a esas tasasexorbitantes. Sin duda, esas instituciones contribuyena este estado de cosas. Pero no hay que ignorar que ta-

    sas altas refejan los intereses de algunos millones debrasileos, o extranjeros, que invierten sus recursos enel sistema nanciero. Sin olvidar, por otra parte, a lospequeos ahorristas que, en general, desconocen la l-gica de uncionamiento de este sistema. En todo caso,lo cierto es que la orma de nanciamiento de la deudapblica acaba premiando a los inversores a corto plazo.A la inversa de lo que sucede en la mayora de los pases,en donde la mejor rentabilidad se consigue con ttulosde largo plazo, en Brasil el inversor o el especulador sebenecian de un alto retorno de cortsimo plazo.

    Resulta impostergable desmontar este engrana-je. Pero slo podr lograrse con el decidido apoyo delos sectores de la sociedad que resultan castigados poreste modelo. Es decir, los trabajadores que dependendel crecimiento, de las inversiones y de la generacinde empleos; los micro y pequeos empresarios que re-quieren crdito barato para expandir sus negocios; lapoblacin ms carenciada que depende de las polticaspblicas de educacin, salud, seguridad social, trans-erencia de renta e inversin pblica en inraestructu-

    ra. No es posible ignorar el perjuicio hacia las polti-cas pblicas que deriva del agujero que esas tasas deinters provocan en el presupuesto scal, orzando almantenimiento de altos supervits y la contencin degastos, y limitando los recursos disponibles para or-talecer y ampliar esas polticas.

    En esta compleja trama de intereses, la infuenciade los actores involucrados es muy asimtrica. Mien-tras que los intereses de las altas nanzas y del ren-tismo dominan a los principales medios de comuni-cacin y deenden el mantenimiento de las actualestasas de inters atacando la voracidad de un Estadoendeudado, los trabajadores y la mayora de la pobla-cin, que no invierten sus recursos en el sistema nan-ciero, no tienen el mismo poder de infuencia en el de-bate pblico. Sin embargo hay que tener en cuenta queel movimiento sindical y otras uerzas sociales, inclu-yendo empresarios del sector industrial, han criticadoinsistentemente esa poltica en los ltimos aos.

    Un real cada vez ms apreciado

    Una de las dimensiones ms importantes del actualuncionamiento de la economa brasilea es la ten-dencia a la apreciacin de su moneda. Todo ocurrecomo si esa valorizacin uera el resultado naturaldel reciente xito econmico. En primer lugar, si esauera la nica explicacin, la moneda china sera lams valorizada del mundo. Es cierto que el buen des-empeo de la economa brasilea atrae inversionesexternas de car tera, como ttulos o acciones, e in-versiones productivas que empujan la moneda haciaarriba. Pero lo que no se dice es que la total libertaddel fujo de capitales, asociada a las altas tasas de in-ters, hace de Brasil el lugar ms atractivo para in-

    diculta la competitividad de los productos expor-tados y avorece el incremento de las importaciones.

    Antes de ingresar de lleno en el debate sobre la po-ltica econmica cabe sealar que existen diversos

    obstculos estructurales para el desarrollo: la ca-lidad de la educacin especialmente la educacinpblica y universal, la carencia de inraestructuraeconmica, la salud y el dcit habitacional son losprincipales. Alcanzar un nivel de desarrollo distintoimplica enrentar estos desaos, ya que el crecimien-to econmico por s solo no signicar bienestar paratodos los brasileos.

    A pesar de los problemas recin sealados, si el pasconsiguiera sostener un ritmo de crecimiento de entre4,5% y 5%, la economa brasilea se convertira, en losprximos diez aos, o incluso antes, en la quinta ms im-portante del mundo. El PIB superara en tamao al deFrancia y al de Inglaterra (aunque con una renta per cpi-ta mucho menor). Y esto, aunque no se trate de una com-petencia entre pases, representara desde ya una especiede encuentro de este pas que cuenta con la quinta o sex-ta mayor poblacin del planeta con su destino.

    Equipo que gana no se cambiaPero, volviendo al tema central, es necesario cam-

    biar la poltica econmica actual, que es la misma quese adopta en la mayor parte de los pases, sobre todoen los emergentes? O, dicho de otra orma, podr elactual trpode de la poltica econmica dar sostn alcrecimiento y conducir al pas a un nuevo nivel de de-sarrollo, alterando la distribucin del ingreso haciauna mayor igualdad?

    Si la discusin se limita a la actual poltica econ-mica dicilmente puedan crearse condiciones pol-ticas para alterarla. Ms aun teniendo en cuenta losintereses internos y externos que trabajan para man-tenerla. Es necesario, por lo tanto, ampliar el deba-te, incluyendo el problema del desarrollo nacional. Sino se preguntarn los pragmticos y deensores dela actual poltica para qu cambiar un equipo queest ganando, siendo que as el pas crece, genera em-pleo y, aunque tmidamente, reduce la desigualdad?

    En la prctica, entonces, esto signica que las ta-sas de inters reales deberan caer a niveles interna-cionales (es decir, bajos) y que la moneda brasilea nopuede continuar aprecindose, poniendo en riesgo

    diversos sectores, en particular el industrial. El gas-to pblico, por su parte, debera superar problemasundamentales como la erradicacin de la pobreza, lacalidad de la salud y la educacin, la eliminacin deldcit habitacional y la construccin de una inraes-tructura econmica slida.

    Ahora bien, por qu son tan altas las tasas de inte-rs? A qu responde? Ciertamente, a la arraigada cul-tura rentstica de la raccin ms rica de la sociedadbrasilea. Resulta demasiado simpliicador respon-sabilizar, en el debate econmico y poltico, al BancoCentral y a los directores del Comit de Poltica Mo-netaria por las decisiones sobre el nivel de las tasas de

    d

    Fiebre de compras

    La reduccin de la pobrezales permiti a 30 millonesde personas ingresar al

    mercado de consumo, algo

    impensable una dcada atrs.Para los ms adinerados,

    ahora la distincin consisteen salir de compras en el

    exterior. As, por ejemplo,los brasileos representaron

    el 8% de los compradores

    extranjeros en Florida (EE.UU.) en 2011, contra slo

    un 3% el ao precedente.

    Desao. Conciliar el crecimientocon una mayor equidad.

    A

    lessioMo

    iola/Shutterstock

    millones de dlaresInversin pblica enaeropuertos, estadiose inraestructura vial

    para el Mundial deFtbol 2014.

    14.000

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    LE MONDE DIPLOMATIQUE | EXPLORADOR 27

    versiones extranjeras de corto plazo. Inversiones quetienen como base una deuda pblica lquida y un Es-tado solvente. En esa situacin es muy dicil impedirla valorizacin de la moneda brasilea.

    La tasa de cambio no est disociada, por lo tanto, delos intereses elevados. Es importante destacar que to-dos los pases que se desarrollaron y alcanzaron nive-les elevados de renta per cpita utilizaron instrumen-tos de proteccin de su industria naciente y de su es-pacio econmico. Y an hoy lo siguen haciendo. Casoscomo los de Alemania o Estados Unidos son los msconocidos. Los ejemplos recientes son ilustrativos. Elms importante es el de China, que mantiene un estric-to control sobre el valor devaluado de su moneda.

    Un sistema fscal regresivoEn el marco de un proyecto nacional de desarrollo, esimportante, adems, debatir sobre la estructura tribu-taria. Hoy en da se ha convertido en lugar comn ha-blar mal de la elevada carga tributaria brasilea, eec-tivamente alta si se considera su PIB per cpita.

    En Brasil, las amilias y personas de ingresos ele-vados pagan pocos impuestos (cuando pagan). Msde la mitad de la ca