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TEORIA POLITICA CONTEMPoRANEA 55 poHtica y la filosoHa social, generalmente, en la actualidad ya no pro- ceden de modo puramente especulativo. Tambien en los sistemas normativos basados en la ontologfa 0 antropologia se elaboran (como en toda ideologfa) abundantes nociones onto16gicas procedentes del campo de las ciencias sociales. En este campo se argument a tan rara- mente de forma irracional genuina como en el campo del conocimiento del ser y en la obtenci6n de metodos rigurosos, y para deducir tales argumentos se emplean unicamente operaciones intelectuales estricta- mente racionales. En la selecci6n de las innumerables hip6tesis, que habdan de comprobarse a cada paso en la labor del conocimiento ciendfico, cada investigador procede de modo relativamente intuitivo sobre la base de la inteligencia que previamente ha obtenido normati- vamente. Tales resoluciones generalmente carecen de cualquier carac- ter concluyente que no sea la busqueda t6pica de argumentos com- prensibles a base de un cierto Common sense. Es completamente evi- dente la utilidad de la filosoHa poHtica normativa en el estadio de la elaboraci6n de hip6tesis, por una parte, y, por ultimo, del razona- miento ciendfico, de otra, si se ha de ofrecer un esdmulo a la acci6n poHtica con la elaboraci6n de pron6sticos en forma de proposiciones condicionales. Por muy meritoria que fuera la lucha de los ciendficos positivistas para atajar el predominio sobre la ciencia social empfrica de la filosoHa poHtica y social en un determinado momenta de acti- vidad ciendfico-social de baja especializaci6n, tanto mas habran de enfrentarse hoy al trend, de expulsar del todo de la Universidad ese ambito del pensamiento en que en menor grado se encuentra un saber transmisible intersubjetivo. Al positivista que investiga pormenores de la poHtica Ie toca un absoluto respeto ante la originalidad y la erudici6n de muchos de los normativistas. 2. TEORfAS EMPfRICO-ANALfTICAS . E. NAGEL: The Structure of Science. Londres, 1961. R. K. MER- TON: Sociel Theory and Social Structure. Glencoe/Ill., 4 1961. R. K. POPPER: Das Blend des Historizismus. Tubinga, 1965. Idem: Logik der Forschung. Tubinga, 2 1966. Id.: Was ist Dialektik. En, E. To-

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poHtica y la filosoHa social, generalmente, en la actualidad ya no pro­ceden de modo puramente especulativo. Tambien en los sistemas normativos basados en la ontologfa 0 antropologia se elaboran (como en toda ideologfa) abundantes nociones onto16gicas procedentes del campo de las ciencias sociales. En este campo se argument a tan rara­mente de forma irracional genuina como en el campo del conocimiento del ser y en la obtenci6n de metodos rigurosos, y para deducir tales argumentos se emplean unicamente operaciones intelectuales estricta­mente racionales. En la selecci6n de las innumerables hip6tesis, que habdan de comprobarse a cada paso en la labor del conocimiento ciendfico, cad a investigador procede de modo relativamente intuitivo sobre la base de la inteligencia que previamente ha obtenido normati­vamente. Tales resoluciones generalmente carecen de cualquier carac­ter concluyente que no sea la busqueda t6pica de argumentos com­prensibles a base de un cierto Common sense. Es completamente evi­dente la utilidad de la filosoHa poHtica normativa en el estadio de la elaboraci6n de hip6tesis, por una parte, y, por ultimo, del razona­miento ciendfico, de otra, si se ha de ofrecer un esdmulo a la acci6n poHtica con la elaboraci6n de pron6sticos en forma de proposiciones condicionales. Por muy meritoria que fuera la lucha de los ciendficos positivistas para atajar el predominio sobre la ciencia social empfrica de la filosoHa poHtica y social en un determinado momenta de acti­vidad ciendfico-social de baja especializaci6n, tanto mas habran de enfrentarse hoy al trend, de expulsar del todo de la Universidad ese ambito del pensamiento en que en menor grado se encuentra un saber transmisible intersubjetivo. Al positivista que investiga pormenores de la poHtica Ie toca un absoluto respeto ante la originalidad y la erudici6n de muchos de los normativistas.

2. TEORfAS EMPfRICO-ANALfTICAS.

E. NAGEL: The Structure of Science. Londres, 1961. R. K. MER­TON: Sociel Theory and Social Structure. Glencoe/Ill., 4 1961. R. K. POPPER: Das Blend des Historizismus. Tubinga, 1965. Idem: Logik der Forschung. Tubinga, 2 1966. Id.: Was ist Dialektik. En, E. To-

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pitsch, Logik der Sozialwissenschaften. Colonia, 3 1966, pags. 262-290. E. Topitsch: Sozialphilosophie zwishen Ideologie und Wissenschaft. Neuwied/BerHn, 1961, 2 1966. rd. (Ed.): Logik der Sozialwissen­schaften. Colonia/BerHn, 3 1966. A. WELLMER: Methodologie der Erkenntnistheorie. Zur Wissenschaftslehre Karl R. Poppers. Frank­furt/M., 1967. G. LEHMBRUCH: Einfuhrung in die Politikwissenschaft. Stuttgart, 1967. H. ALBERT: Marktsoziologie und Entscheidungslogik. Neuwied/BerHn, 1967. R. DAHRENDORF: Pfade aus Utopia. Munich, 1967. H. MESSELKEN: Politikbegriffe der modernen Soziologie. Colonial Opladen, 1968. H. ALBERT: T raktat uber kritische Ver­nunft. Tubinga, 1968. TH. W. ADORNO et all.: Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie. Neuwied/BerHn, 1969. E. SCHEUCH: Methodische Probleme gesamtgesellschaftlicher Analysen. En, Th. W. Adorno (Ed.), Spatkapitalismus oder Industriegesellscha/t. Stuttgart, 1969, pags. 153-182. H. SEIFFERT: Einfuhrung in die Wissenschafts­theorie. Munich, 1969, vol. 1. H. BAIER: Soziale Technologie oder soziale Emanzipation? en: Bernhard Schafers (Ed.), Thesen zur Kritik der Soziologie. Frankfurt/M., 1969, pags. 9-25. A. WELLMER: Kri­tische Gesellschaftstheorie und Positivism us. Frankfurt/M., 1969. W. D. NARR: Theoriebegriffe und Systemtheorie. Stuttgart, 1969,

- paginas 45 y ss. K. D. Opp: Methodologie der Sozialwissenschaften. Reinbek bei Hamburg, 1970. H. HARTMANN: Empirische Sozialfor­schung. Munich, 1970. R. ECKERT: Wissenschaft und Demokratie. Tubinga, 1971. H. ALBERT: Pladoyer fur kritischen Rationalismus. Munich, 1971. L. KOLAKOWSKI: Die Philosophie des Positivism us. Munich, 1971. A. GIDDENS (Ed.): Positivism and Sociology. Londres, 1973. H. SPINNER: Pluralism us als Erkenntnismodell. Frankfurt/M., 1974. G. LUHRS et al. (eds.): Kritischer Rationalismus und Sozial­demokratie. Berlin/Bonn-Bad Godesberg, 1975.

Mucho trias diversificadas que las teorfas normativas estan las empirico-anaHticas (tambien llamadas teorfas deductivo-empiricas o empirico-general-inductivas), que se basan en una variedad de la 16gica cientffica neopositivista. La teorfa empfrica merece la califica­cion de «teorfa» cuando es sistematica, es decir, que permite inter-

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pretar y prevenir sucesos mediante deducdones formales sin con­tradicdon (13). Las afirmadones de esta clase de teodas deben contenerse 10 mas generic a y declarativamente posible, y en forma nomologica; sin embargo, no existe entre los positivistas ninglin acuerdo en cuanto al alcance de nomologizabilidad y laaltura del grado de abstraccion de las teodas dentffico-poHticas. R. K. MER­TON (14) solo considera viables por ahora las teodas de mediano alcance en las dencias sodales, y para ella esperanza en una teoda completa, verificada por miles de investigadores empfricos, es una «creenda prematura y apocaHptica».

Los seguidores de la teoda dendfico-anaHtica general mente coin­dden con la denda poHtica, en que hay que preparar las nodones de los juicios de valor y de los hechos, y que unicamente se admit an juidos sobre los hechos en forma de ~firmadones dentfficas. Aqul hay que distinguir: 1) Las dendas tienen una base valorativa y estan influidas por las valoradones. 2) Las dencias han de analizar las valo­radones en su ambito objetivo, pero no predsan contener juidos de valor en el contexto de la afirmadon (ALBERT, 1967, pag. 156). El hecho de que en los enundados se continue introdudendo aprecia­dones no se acepta como objedon contra la posibilidad de libertad de valoradon mediante la eliminacion de la crftica de contenidos normativos encubiertos en las declaradones.

La informacion mas sucinta sobre la posicion de partida del neopositivismo la ofrecen las 27 tesis presentadas por Karl R. Pop­PER en octubre de 1961, en la discusion del Congreso de Soci6logos contra la teoda cdtico-diaIectica. POPPER parte de la base de que nuestra ignorancia es ilimitada y desilusionante. Esto diferencia la teoda cientffico-anaHtica de aquellas teodas que invocan valores o criterios absolutos en el proceso historico. La ciencia se inida con problemas. Problemas concretos que impulsan convenientemente el

(13) J. FIJALKOWSKI: Ober einige Theoriebegrif/e in der deutschen Sozio­logie der Gegenwart. KZfSS~ 1961, pag. 95.

(14) R. K. MERTON : Social Theory and Social Structure. Gl~ncoe/Ill., 41961, pag. 6.

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incremento de nuestro conocimiento; al mismo tiempo, no es posi­ble reconocer los problemas sin un cierto grado de conocimiento. «No existen problemas sin conocimiento - no hay problemas sin desconocimiento» (POPPER, en Adorno, 1969, pag. 104). Este criterio 10 ignora hoy precisamente la nueva izquierda, y a veces se considera suficiente tener un conocimiento de los problemas previo, perc si de otra parte se arranca de un saber ciertamente sin Hmites, de un saber que de antemano se inspira en una teoda de la Historia, de por sf ya no deja dud a ace rca de su caracter totalitario.

Estas consideraciones previas al respecto llevaron a POPPER a su tesis principal de que el metodo de las ciencias sociales, como el de las ciencias naturales, consiste en experimentar los intentos de solu­ciones a sus problemas. Las «soluciones han de proponerse y criti­carse» (Ibid.) pag. 105). Toda crftica consiste en su intento de refu­taci6n. Cuando se refuta un ensayo de soluci6n mediante la crftica, probamos con otro. Si este se sostiene frente a la critica, 10 acepta­mos provisionalmente, pero hay que seguir discutiendolo.

Este metodo de probar soluciones como tentativa por medio del trial and error (experimento y error) no permite verificaci6n alguna, ya que ninguna teoda puede jamas considerarse definitivamente com­probada. Han existido teodas a las que durante milenios se les otor­gaba credito (por ejemplo, la ptolemaica) y, sin embargo, resultaron falsas. Toda pretensi6n de infalibilidad por una teoda 0 incluso para una instancia determinada se repudia en interes del falibilismo. En cambio, la infalibilidad de algunas teorfas hist6ricas radicales, debido a su tendencia dogmatica, parecen incompatibles con el pluramiento cientffico (ALBERT, 1968, pag. 36). Reducir la investigaci6n a falsear hip6tesis, como hicieron ALBERT y la escuela de POPPER, no ha sido, sin embargo, compartido por muchos ciendficos vinculados ala teoda cientffico-anaHtica, por su estrechez irrealista (vd. SCHEUCH, 1969, pagina 156). Una actitud falseadora rigurosa en el proceso de estudio, conducida psico16gicamente bien pronto a frustraciones y supondda premiar los intentos de refutaci6n emprendidos sin un propio enfo­que nuevo para continuar el avance ciendfico. De entrada, escapadan

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las teodas muy generales a la persecucion de los falsificadores, porque ni siquiera con recursos de investigacion limit ados y sin operaciones intermedias se dejan falsear. El positivismo cdtico reducida, por tanto, el ambito de validez de las teodas concretas en todo caso, e intentada enriquecer las afirmaciones de una teoda ofrecidas con pretension de validez reducida por medio de nuevas hipotesis.

De las tesis de la teoda cientffico-anaHtica se derivo para una nueva especialidad como la ciencia poHtica, en que se tenia que pre­cisar ante las especializades establecidas en su materia y su metodo, una noticia confortadora: «No existe ninguna "materia en sf' como especialidad cientffica» (POPPER, 1969, pag. 108). Cada disciplina no es mas que un conglomerado estructurado de problemas. Tambien la sociolog£a (cuyo objeto siempre ha sido tan universal que nunca se ha podido delimitar por otras disciplinas especiales, pero en la cual cada una de las antiguas escuelas crela haber encontrado por 10 menos un metodo sociologico espedfico) ha arrancado en la bus­queda de un objeto preciso y un metodo sociologico espedfico (DAHRENDORF, 1967, pag. 43). Ello no ha preservado del todo a la ciencia poHtica de caer nuevamente en las mismas faltas, con la dife­rencia de que era generalmente mas optimista en cuanto al objeto de delimitar (poHtica) que en cuanto al metodo (espedficamente cientf­fico-poHtico). Hoy se admite, no obstante, predominantemente en cuanto a la politolog£a, que esta especialidad se ha origin ado «estable­ciendola». Aun es pronto para platicar con POPPER de una «posicion tradicional», ya que ese «establecimiento» sigue siendo discutible en cuanto a su encaje con otras disciplinas reconocidas, como «madura para llevada a la Universidad».

La demarcacion entre las especialidades, en opinion de los neo­positivistas, esta pendiente de resolver por la cdtica, aunque estos, por 10 general, han sido menos sensibles a la cdtica que la teoda cdtica formulo frente a su delimitacion de la especialidad ciencia poHtica. Con razon se critica, pues, actualmente su hermetico aisla-

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miento respecto a la econom£a y la psicolog£a. De forma parecida los behavioristas han hecho mas flexibles los Hmites entre la socio-

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logia poHtica y ciencia de la poHtica, que en la ciencia poHtica anti­gua, orient ada predominantemente en direcci6n hist6rico-institucional y juridico normativa, aun eran supuestos validos.

La objetividad cientifica no depende de la objetividad individual del cientifico. Tampoco el investigador en las ciencias naturales es objetivo, sino igual de parcial que otras personas, sobre todo cuando se trata de sus propias ideas. La objetividad radica tan s6lo en la tradici6n de ofrecer siempre sus teorias a la ctitica.

El cientifico objetivo e imparcial no es el cientifico ideal. No se puede privar a este de su parcialidad sin despojarlo al mismo tiempo de su humanidad. jObjetividad e imparcialidad sor: valores en si mismas! Por ello exigir una imparcialidad absoluta constituye una paradoja.

La rehabilitaci6n de la noci6n de verdad frente al relativismo y las ideas historicistas (por ejemplo, sociologia del conocimiento y materialismo dialectico) es el fundamento del meoodo critico. No hay unicamente verdades hist6ricas, sino que las leyes de la l6gica rigen independientemente de la epoca hist6rica al igual que las ope­raciones con que se comprueba si una teoria coincide 0 no con la realidad. La realidad es la que varia, y no el meoodo de conocer la realidad.

Hasta ahora s6lo hemos podido distinguir las teorias mejores de las peores (POPPER, 1969, pag. 122). El juicio al : especto se fall a por 10 general sobre una base pragmatica: Una teoria es mas 0 menos valida que otra si prueba su eficacia, si sus concept03 son operativos, es decir, son aplicables a la investigaci6n experimental, y finalmente (10 que es decisivo justamente en una era tecnocdtica) cuando se confirm a su aplicaci6n en el ambito social.

a) Critica a la teoria cientifico-analitica.

La teoria cientifica del neopositivismo se expU30 desde el Con­greso de soci610gos de 1961, en Tubing a , al anaIisis creciente de la teoria ctitica. Se objetaba de la teoria positivista que Ia «maquina

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de pensar» de su teorfa saca de la realidad ya estampadas, por decirlo aSI, aquellas series de datos que en forma de hip6tesis nomo16gicas, de leyes invariablemente comprobables, ha proyectado anticipada­mente, y que, por tanto, la conciencia y acci6n automaticas estan precalculadas.

De esta forma se somete la exposici6n, el pron6stico y la pro­yecci6n de la teorfa positivista a la obligaci6n tecnica de la repeti­ci6n, «convirtiendolas en correa de transmisi6n del conocimiento cientificista y tecno16gico en el mundo de artfculos de con sumo de la civilizaci6n industrial». Puesto que constantemente se seleccion~

tan s610 aquellos datos que se ajustan al cuadro de datos previamente delineado por la teorfa, se niega de antemano autenticidad a la His­toria como «cambio predispuesto» (BAIER, 1969, pags. 15 y ss.).

Los neopositivistas, por el contrario, no Ie niegan efectividad a la Historia, pero discuten que se pueda reconocer a 1a Historia un telos con medios cientfficos, y temen que las afirmaciones sobre el ser prefijado del proceso hist6rico se puedan confirmar con ayuda de una self-fulfilling prophecy.

Se Ie censura al neopositivismo que el progreso no es concebible mas que como perfeccionamiento continuo de la teorfa y ampliaci6n del contenido informativo de la misma. Pese a que la mayorfa de los positivistas se limitan a teorfas de medio alcance, se les reprocha que con la acumulaci6n de enunciados de validez limit ada en cuanto a espacio, tiempo y tematica, aspiran finalmente a la «gran formula­ci6n del mundo», a la «utopIa del poden> te6rica (I bid.) pag. 19). Dentro del campo cientffico positivista carece ya de sentido para la teorfa crftica la cuesti6n de que sujetos concretos pueden y deben concebir a fin de cuentas tal teorfa global, 0 la de que intereses subjetivos deben ser fomentados y en que situaciones mediante su ayuda» (ibid.) pag. 20), en tanto que el positivismo parte de un mo­delo de comunicaci6n de individuos interactuales en el que ambos problemas todavla se pueden plantear con sentido.

Para la teorfa crftica, la controversia sobre el metodo, que hoy a menudo se apostrofa de «litigio positivista», constituye un conflicto

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politico con apariencia de conflicto teorico. Al neopositivismo se Ie censura su falta de referencia a la practica, y se afirma que la ciencia poHtica se degrada bajo la direccion de la teoda cientlfico­analitica a simple ciencia auxiliar de una administracion racional, puesto que entre una legislacion no control able y el aislamiento atomizado de los individuos cientfficos elaboradores de datos surge el campo de accion de la decision (15). Ademas, hay que advertir al respecto que el modelo pluralista de disputa academica entre eruditos dene necesariamente que fracasar en los temas poHticos, porque en lQ. ciencia politic a moderna se va tras la apreciacion de los efectos de los fines practicos de los individuos.

Por el contrario, la ciencia poHtica, desde el angulo de la teoda cientffico-analitica, reivindica (LEHMBRucH, 1967, pag. 42):

1. Clarificacion cdtica para la supresion de prejuicios, y 2. Formulacion de pronosticos en forma de h:.potesis condicio­

nales que se conviertan en el fund amen to de una tecnologfa social prospectiva.

Todas las variantes del positivismo dan importa!lcia, sin embargo, a que la ciencia no se mezcle con la politica, e inc~uso un partidario de la teoda' cdtica como HABERMAS (16) no ha q'Jerido que en sus tesis «contra el radicalismo cientffico» se entiend~ la unidad de la teoda y la practica de modo que el analisis cien:ffico mismo sirva directamente para preparar la accion poHtica, por varias buenas razones:

1. La preparacion de la accion esta determin::.da por la coercion de los hechos.

2. Esta condicionada por fines pragmaticos, para los que se mo­viliza ad hoc a Ia ciencia.

3. La acci6n exige agitacion, es decir, comt:.nicacion unilateral,

(15) HABERMAS, Vd. supra (nota 1), pags. 17) y sig~ .. (16) J. HABERMAS: Protestbewegung und Hochschitlreform. Francfort/M.,

1969, pags. 246 y sigs.

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extluyendo la elaboraci6n de la informaci6n referente a la cuesti6n.

b) Futuro del positivismo critico.

La contienda nueva mente emprendida entre las teorfas cient£ficas ha provocado en muchos cientfficos sociales una nueva reflexi6n que ha comenzado por dudar de laortodoxia neopositivista. Un investi­gador empfrico como Peter Christian Lunz (17) ha intent ado definir su postura como «crftico-positiva» en cuanto al positivismo. Segun el, el procedimiento crftico-positivo excluye argumentaciones ut6pico­especulativas, pero no aI «factor cualitativo, a la consideraci6n de las relaciones espirituales, hist6rico-poHticas y sociales». Precisamente estas conexiones sociales de las teorfas son, no obstante, diffciles de introducir en el planteamiento anaHtico por las reservas de POPPER contra la sociologfa del conocimiento.

POPPER, ALBERT y TOPITSCH se limitaron en la polemica de los dfas de la revuelta estudiantil, y ante su fmpetu crftico-diaIectico, a lamentarse del brote del nuevo irracionalismo y subsumir los nue­vos Theologumena en sus antiguas categorfas. ALBERT (1971, pag. 46) se lamentaba recientemente: «Sin duda, forma parte de los mas signi­ficativos efectos del neomarxismo sobre la conciencia publica que determina el pensamiento de la nueva izquierda, haber cuestionado en cierto modo con eficacia la concepci6n de la racionalidad trazada anteriormente. Con ello ha conseguido entre muchos de sus defen­sores, y tam bien en otros (subraya el autor) a quienes pareda plau­sible e incluso l6gico, al menos hasta cierto punto, un proceso de reconsideraci6n, cuyas consecuencias habra que esperar.» ALBERT esta dispuesto a esperar; sin embargo, rehuye la lucha con sus falsos amigos, que en nombre de la teorfa cientffico-anaHtica promueven una poHtica plenamente ideol6gica y conservadora.

(17) P. CH. LUDZ: Parteielite im Wandel. Colonia/Opladen, 1968, pag. 19.

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El positivismo cdtico se enfrenta hoy a cinco problemas:

1) En los frentes formados en la poHtiea universitaria (exacer­bados fuertemente por la liga «Libertad para la Ciencia») parcial­mente se ha adoptado el instrumental de la teorfa cientffico-analftica como arma antimarxista mas eficaz, incluso por cient fficos sociales a los que de no ser por esto, segun sus trabajos habrfa que incluir­los mas bien entre los ont6logos normativistas. Una postura cdtieo­positiva debe ir hoy en contra de tal inmigracion desde la derecha y la inadmisible interpretacion de su metateoda. El positivismo cd­tieo no es en absoluto un «racionalismo», 10 cual preferidan POPPER y ALBERT (1966, pag. 6) como concepto a la palabra «positivismo», para evitar confusiones del planteamiento anaHtieo neopositivista con el antiguo empirismo crudo que se asocio al positivismo desde COMTE hasta en la especulacion filosofico-historica . Este racionalismo cdtieo acepta una serie de premisas del neopositivismo, pero por considera­ciones pragmatieo-cientfficas esta dispuesto a interpretar el principio de la sociedad abierta mas rigurosamente en los conceptos de una teoda de los sistemas sociales, 10 cual aplican con mas rigor en el pensamiento sobre el conflieto en que se bas a la teoda cientffico­anaHtiea de POPPER que la mayoda de los adeptos a este enfoque.

Un ejemplo de los «falsos amigos» de POPPER y de ALBERT, que utilizan los supuestos metateoricos de la teoda cientffico-anaHtiea para hacer deducciones muy particulares de poHtica universitaria, que no deben logieamente deducirse de esos supuestos basieos, es la obra de Roland ECKERT «Ciencia y-democracia» (1971, pag. 20). Se puede dar la razon a ECKERT en que hay que separar las afirmaciones sobre el ser y las afirmaciones sobre el deber ser, y en que la autoridad del cientffico carece de preeminencia alguna ante las afirmaciones en base a premisas normativas de otros; por ejemplo, de los poHticos. En que se debe exigir al cientffico que exhiba la posicion normativa de sus premisas y conclusiones del analisis del ser, sin embargo, no es cierto que el decisionismo este al acecho en la ciencia cuando esta hace recomendaciones. Desde luego, la misma ciencia puede prac­ticar decisiones en un «modelo epistemocratico» y protegerse contra

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La codecision de las instancias politicas mediante una retirada al con­cepto de autonomfa de la antigua Universidad, pero tiene que pro­nunciarse permanentemente en el asesoramiento de lapolitica tanto aconsejando como tambien adoptando decisiones poHticas, puesto que las decisiones de las organizaciones poHticas y los gremios aca­demicos siempre tienen implicaciones poHticas. Las recomendacio­nes implican a la ciencia si se dedica al asesoramiento poHtico, gene­ralmente tambien cuando se abstiene de recomendaciones expHcitas, porque el anaIisis en el campo del ser impone al poHtico determina­das conc1usiones, cuyas premisas normativas este reconoce con menos agilidad que cuando es el mismo cientffico quien Ie advierte de la menor validez de sus dec1araciones sobre el deber ser.

ECKERT admite (1971, pag. 29) que la separacion estricta del ser y del deber ser desde una perspectiva psico16gica es una exigen­cia excesiva para la mayorfa de las personas, «porque los hechos en blanco ya vienen provistos de acentuaciones valorativas por la conciencia que el individuo obtiene de los mismos y por ello llevan unido el caracter de la exhortacion tradicional». ECKERT inc1uso pone en su obra tales acentos valorativos tradicionales en el ambito de las relaciones entre ciencia y poHtica, al creer en razon de su adhesion a la teorfa cientffico-anaHtica, poder deducir de tales premisas con­c1uyentemente una intervencion intensificada del Estado en la auto­nomfa de la Universidad, de£ensa del regimen tradicional de exame­nes, en particular del caracter de cooptacion de las oposiciones a catedra, la necesidad de pequefias universidades 0 la lucha contra los mandatos poHticos en los organos de la autonomfa administrativa.

Con tales subsunciones unidas a las utopfas totalitarias de las ideologfas radicales, se puede calificar de herejes inc1uso hasta mode­rados experimentos de determinadas innovaciones (por ejemplo, en materia de examenes 0 de sistemas de participacion); experimentos que se situ an enteramente en la Hnea de la tecnologfa de la produc­cion en cadena de POPPER, porque no aspiran precisamente a una modificacion completa de la sociedad, sino a re£ormas simultaneas . en algunos subsistemas de la sociedad, con la esperanza poco segura

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de que se desarrollen efectos spill-over sobre otros subsistemas que conduzcan lentamente a invertir la polaridad del sistema global.

La experiencia muestra que los conceptos de POPPER hasta llegar a la piece~meal-engine(fring estan siempre amenazados de cristalizar en forma no crftica mantenidos por un grupo cientffico establecido, 10 cual infringe la regIa fundamental del positivismo crftico, de que las teorfas se han de falsear, pero no se las debe discriminar. Se niegan esquemas totales crfticos y se admite el derecho por su caracter utopico de excluir las propuestas importantes que aquellos

• producen por el procedimiento de test del metodo ~rial and error. Los reformadores suelen llevar a cabo aquello que Jos radicales

y revolucionarios ya elevaron con propuestas razonables en las fases iniciales de su elaboracion te6rica, 0 hacen una sfntesis de aquellas ideas que desde luego no se basan en las de los radicales, pero que sf son apropiadas para eliminar la carga de su base crftica con que han sido articuladas. ~Pero de que sirve una adhesion abstracta a la «tecnologfa de la producci6n en cadena» si se desacreditan como revolucioD;arios y utopicos, en nombre de POPPER y ALBERT, los experimentos de cogesti6n paritaria en empresas, de fondos de redis­tribuci6n supraempresariales, del tercio paritario en las universidades, de la gratuidad en los transportes publicos y muchos otros proyectos en modo alguno revolucionarios en conjunto?

2) El positivismo ~rftico no puede desenvolver, pese a las rigu­rosas exigencias de su metateorfa, un modo de ser tan poco pragma­tico para la operatividad de sus principios, que no se preocupe de c6mo llenar el abismo existente entre la pura teoria cientifica (a la cual se dedican casi todos los que participan en la discusion del posi­tivismo aleman) y el empirismo desc.riptivo . de la labor cientfjica diario. La tesis de MERTON de que s610 son realizables teorfas de medio alcance, porque una teorfa general puesta a prueba por miles de cientfficos de momento es ut6pica, nos debe dar que pensar. S610 el marxismo ha tenido desde hace sesenta afios la posibilidad de someter a revision toda la investigaci6n de una general theory en un pals cientfficamente fecundo como Rusia. La experiencia nos ensefia

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que precisamente aquellos sistemas vinculados a una teorfa general renuncian a la falsificacion y producen en su mayorfa un tipo de lite­ratura que aplica a las posiciones contrarias (en este caso las de la ciencia burguesa) la horma de su propia teorfa declarandolas falsas, pero no tratando de falsificarlas sistematicamente exaltando los hechos propios. Habra que temer que toda teorfa general, aunque no este comprometida con un partido erigido como «administracion centrali~ zada de verdades eternas», desarrolle actitudes igualmente hostiles a la falsificacion. El funcionalismo muestra actualmente sfntomas de ello (vd. pags. 162 y s.);

3) Los ciendficos teoricos de divers as escuelas suelen repro­charse mutuamente que no hayan publicado nada sobre sus plantea­mientos. Sobre todo frente a las teorfas dialecticas se oye esta obje­cion no pocas veces (ALBERT, 1971, pags. 46 y ss.). Tal censura se apoya basicamente en dos argumentos:

a) Los cientfficos teoricos mismos no pretenden operar empfri­camente con sus conceptos. En todas las escuelas se hace a 10 sumo de forma crftico-ideologica 0 historico-doctrinal: ALBERT incluso 10 hace tan solo en pequefias separatas sobre-algunos filosofemas 0 en modelos sociologicos y economicos; TOPITSCH al menos en opusculos (por injustos que a veces resulten, como en el caso de HEGEL) (18), y POPPER, menos mal, en un analisis importante en toda la extension de «La sociedad abierta y sus enemigos» desde PLATON a MARX. El que ADORNO 0 HABERMAS trataran de trabajar empfricamente tan solo marginalmente (<<Authoritarian personality», «Student und Poli­tik») no se les debe tener en cuenta. La division del trabajo cientHico 10 admite plenamente como especializacion conveniente.

b) Tambien los adeptos ciendficos de los metateoricos conoci­dos han hecho trabajos empfricos con los conceptos de su teorfa cient~fica. La teorfa ciendfico-analftica tiene la ventaja de subsumir en ella muchos enfoques, debido a S11 gran apertura teorica, y que

(18) E. TOPITSCH: Die Sozialphilosophie H egels ats Heitslehre und Herr­schaftsideologie. Neuwied /BerHn, 1967.

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pueden valer como campos de operatividad de esta teoda. Por otra parte, ha venido a ser una supervivencia cultural incluso entre los empiristas no interesados por la teoda 0 por la teoda ciendfica, ya que esta fuertemente unida al mainstream establecido del sistema educativo occidental.

Racer aqu1 un juicio definitivo seda prematuro. En el campo de los enfoques cdticos, algunos sociologos y ciendficos de la poHtica han intent ado en Alemania tambien operativizar la cdtica hacia mate­rias mas concretas: NARR, con su adversidad a los programas de l6s partidos; la escuela de ELLWEIN en la teoda de la Administracion; HARTWICH, con el principio del Estado social; SENGHAAS, en la teo­da de las relaciones internacionales; KRIPPENDORF, sobre la poHtica exterior norte americana, s6lo por mencionar algunos ejemplos (19). Estos han publicado obras mas llenas de empirismo que en algunos exitos editoriales pasajeros de cdtica del parlamentarismo, des de «El Estado-CDD» hasta «La transformacion de la democracia», y las acostumbradas publicaciones de divulgacion sobre cdtica del parla­mentarismo. Ello indica que esta joven genera cion investigadora desarrolla el positivismo cduco, sin querer admitirlo primero, y no rechaza sectariamente los resultados y IDetodos de las ciencias esta­blecidas, sino que los aplica. Con ello no consigue ninguna transfor­macion inmediata de la ciencia en conjunto, pero S1 hacer precarias las habituales ligerezas de la actividad ciendfica convencional.

4) Las diferentes posiciones teorico-ciendficas se obsequian de buen grado con el reproche de ontologizaci6n, que partio primero del funcionalismo contra todos los demas enfoques, a 10 que los diaIecti­cos contestaron con el aserto de que reificaban el concepto de funcion y hadan un fetiche de determinados supuestos en los enfo-

(19) W. D. NARR: CDU-SPD. Programm und Praxis seit 1945. Stuttgart, 1966; TH. H. ELLWEIN (Ed.): Politik, Regierung, V erwaltung. Stuttgart, 1966, y sigs.; H.-H. HARTWICH: SozialstaatspostuZat und geseUschaftlicher Status quo. Colonia/Opladen, 1970;- D. SENGHASS: Abschreckung und Frieden. Studien ZUf Kritik organisierter Friedlosigkeit. Francfort/M., 1969; E. KRlpPENDORFF: Amerikanische Strategie. Francfort/M., 1970.

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ques te6ricos sistematico-estructurales. Karl Heinz MESSELKEN (1968, pagina 185) trat6 de demostrar que tanto los modelos de integraci6n como 'los de conflicto en la «ciencia burguesa» con su 10gificaci6n de 10 que une y separa a los hombres, propende a una nueva sustan­cializaci6n, pero deja al lector con unas cuantas indicaciones de con­tradiciones dialecticas que, desde PARSONS a DAHRENDORF, eludiran unicamente con el cIasico medio del sistema l6gico, sin verificar 10 que se sustancia en los enfoques diaIecticos, desde el esquema base­superestructura hasta la clase como categorfa esencial, los esquemas peri6dicos del materialismo hist6rico y otros mas.

Un esceptico conservador como Walther BUHL (1970, psg. 23) tambien ha dirigido recientemente, en su «Crftica de la sociologfa simetrica», esta figura ideal de la crftica contra los marxistas y ha demostrado una afici6n parecida de estos por la simetrfa y su horror ante la asimetrfa y la segmentaci6n, con la diferencia de que las continuidades organico-redprocas de las teorfas burguesas se susti­tuyen por el continuum bifronte (burguesfa-proletariado) de las «con­tradicciones constantemente polarizandose, pero formando una oculta unidad» que empujan a su anulaci6n. A los enfoques de las ideas marxistas correspoden ademas: la concepci6n del ser como proceso, la realidad del ser, la unidad en principio del ser. Junto a estos supuestos basicos onto16gicos, Andreas W. WEISS (20) ha advertido tambien definiciones existenciales a las que pertenecen el humanis­mo, el optimismo y la aquendidad.

El positivismo crftico no ignora que mediante el consenso de los cientfficos se establecen una serie de supuestos basicos. En compara­ci6n con otras, en la teorfa cientffico-anaHtica se establecen no obs­tante los menos posibles. La manifestaci6n onto16gica ' ante tales posi­ciones es, quiza, la separaci6n entre el ser y el deber ser. En . ello se encuentra, no obstante, mas posibilidad de ideas para revisar ese consenso en que radican tales posiciones, que en otras ciencias.

De todos modos, el positivismo crftico es consciente de que esa

(20) A. v. WEISS: Neomarxismus. Friburgo, 1970, pag. 35.

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revision del consenso tropieza con gran numero de inconvenientes . sociales. Una «doctrina dominante», como particularmente se sigue invocando en la jurisprudencia como unidad magica, es difkil de revisar. AI contrario de una ciencia normativa como es la jurispru­dencia, la revision de hipotesis generales aceptadas en las ciencias sociales resulta mas £aciI. Desde luego, tambien existen en estas instituciones cientlficas, que admiten divergencias respecto de la doc­trina imperante, con sus ritos de iniciaci6n y cooptacion, pero no hay una resolucion judicial que con una sanci6n estatal pueda esta­blecer determinadas ideologfas durante dec~das mediante casos pre­cedentes y que actue como regulador social, tal como una sentencia judicial importante desarrolla el caracter de self-fulfilling prophecy. En todas las ciencias, sin embargo, la formacion del consenso esta estructurada de modo relativamente elitista. La resolucion de 10 que es una doctrina dominante se efectua menos p~r la major pars que la sanior pars de algunos destacados opinion leaders. De todos modos, la ciencia pOlltica, como todas las ciencias sociales, se distingue hoy

. cad a vez mas porque apenas apenas existen doctrinas dominantes, y porque aumenta el pluralismo cientffico. Esta ventaja se paga con el inconveniente de que la polftica de provision de plazas en las ciencias sociales esta hoy dominada por estrechas ideas de represen­taci6n proporcional y la hasta ahora injusta represi6n -de los plantea­mientos marxistas se transform a en la exigencia de «catedras con­cordadas» para los marxistas.

5) El positivismo critico se guarda de trazar una Hnea de sepa­raci6n demasiado esquematica entre teoria e ideologia. POPPER ha seiialado en su «L6gica de la investigacion» (1966, pag. 13) la utili­dad de la metaffsica y de las ideologfas en la elaboracion de hip6te­sis, y si tomamos en serio una declaracion del «Tratado de la raz6n crftica» (ALBERT, 1968, pags. 55 y ss.), de que las valoraciones que dirigen la acci6n no son en efecto demostrables, pero sf accesibles a una discusi6n racional, entonces una ciencia poHtica socialmente responsable en sus ideas no puede dejar el ambito de las declaracio­nes sobre el deber ser enteramente a merced de los ut6picos especu-

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lativos 0 confiarlo con SCHEUCH (1969, pag. 181), con un encogi­miento de hombros a la filosoHa social. La linea divisoria entre teorfa cientffica e ideologfa es in praxi bastante mas diHcil de trazar de 10 que permite creer la teorfa cientlfico-analitica. Todo sistema teorico contiene algunos elementos ideo16gicos y ofrece grados diver­sos en el modo de satisfacer el empirismo y en las posibilidades de falsificacion. Tambien las ideologfas raramente 'carecen de contenido empfrico, y hasta las grandes utopfas contienen siempre una buena dosis de observacion descriptiva.

Las ideologfas son de importancia para la elaboracion de hipote­sis. Sin la anticipacion utopica de los radicales, los cientfficos tam­poco se podrfan servir, tan ansiosos como estan de inspeccion empf­rica, de ningun planteamiento nuevo y relevante. El porvenir del positivismo crftico radica, entre otras cosas, en que los dialecticos no desarrollan apenas tecnicas de investigacion ni metodologfa pro­pi as y proceden externamente a su labor metateorica de forma narra­tiva e historico-genesica (vd. 108).

La posicion que actualmente en la politica universitaria se deno­mina simplemente «liberal-izquierdista» se basa en la mayor parte de los casos en el positivismo crftico. Los neopositivistas no han sido politicamente, desde POPPER aca, jamas liberales en el antiguo sentido del termino, sino que en su mayorfa rondaban los partidos socialdemocratas, y asociaron su rigorismo cientffico con un pathos poHtico optimista en favor de valores como tolerancia y progres~, de un modo psico16gicamente a veces diHcil de realizar. Los adeptos al positivismo crftico actual han efectuado una «apertura a izquierda» ihtelectual, que se parece a la del neopositivismo en comparacion con el antiguo positivismo. No es raro, pues, que los positivistas crfticos hayan acogido aquellas ideas que dejaron abandonadas «en la dere­cha» por su negacion global de las sociedades capitalistas existentes, y tanto los 'utopicos como los socialistas de cuadros las hayan hecho

, operativas y preparado para su aplicacion politica.