SAN MARTINO

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SAN MARTINO / 823 Esta localidad, que pertenece a la parroquia de Villallana y al término municipal de Lena, se encuentra a 30 km de Oviedo y a 2 de la capital del concejo (Pola de Lena). Cerca de San Mar- tino, pasaba una derivación de la vía de La Carisa, que bajaba de Navidiillu a Parana y recibía el nombre de “Camín de la Xuliana”, porque la antigua vía pudo haber estado dedicada a la familia romana Iulia. Otros topónimos próximos parecen respaldar tal origen, como el propio nombre de Villallana, que podría descender de villa iuliana, y el de La Calzá, lugar que perte- nece a la mencionada feligresía. La primera noticia de época medieval sobre San Martino data del año 905, momento en el que la iglesia de la localidad es donada a San Salvador de Oviedo junto con otras propieda- des de Lena, según recoge uno de los documentos falsos redactados en la “oficina diplomáti- ca” del obispo Pelayo, que no obstante refleja la existencia de un templo ubicado en Villallana en las primeras décadas del siglo XII. Sin embargo, el templo románico que conocemos, por sus características, tuvo que ser construido con posterioridad a la época del famoso prelado, casi seguro que a principios del siglo XIII por lo que parece que tuvo un precedente del que no se conservan restos. La iglesia contó posiblemente con territorios para el sustento de los clérigos que la asistían, puesto que en el documento se cita cum suis adiacentis. Por otro lado, la Colegiata de Arbas compra varias propiedades, situadas en San Martino y Villallana, a Martín Domínguez y su mujer a principios de la duodécima centuria. La citada iglesia aparece en el Libro Becerro del obispo Gutierre (1385-1386), como propietaria de una heredad, y a ella presentan capellán los propios vecinos. El templo románico de San Martino desempeñó funciones parroquiales hasta mediados del siglo XX cuando éstas pasaron a llevarse a cabo en otra iglesia situada en la parte baja de Villallana, cerca de la carretera general y de la zona más poblada en la actualidad. Esta construcción fue en origen la capilla de un hospital de peregrinos, localizado en sus proximidades, y su advocación era la del Santo Cristo. SAN MARTINO Iglesia de San Martino L A IGLESIA DE SAN MARTINO se ubica en el lugar del mismo nombre de la parroquia de Villallana, empla- zado en un terreno muy accidentado, de fuertes pen- dientes, en una de las últimas estribaciones de la sierra del Aramo. Este lugar aparece nombrado como San Martino de Gárgara a finales del siglo XII y así constará en los siglos XVIII y XIX, aunque esta última denominación no se conser- va en la actualidad. El templo de San Martino tenía una sola nave remata- da en un ábside semicircular, y es posible que estuviera orientada hacia el oeste, como en la actualidad, aunque el edificio sufrió numerosas reformas a lo largo de su historia. Una de ellas tuvo lugar en el siglo XVII, aunque la más importante fue la de 1893 durante la que se transformó la totalidad del templo, perdiéndose y alterándose buena parte de la fábrica original románica. De ella solamente se conservan in situ los muros norte y sur de la nave, sobre los cuales se levantó una pared más estrecha que tiene varios óculos realizados con ladrillo macizo rojo, material que se encuentra con frecuencia en otras partes reformadas de la iglesia. Además, el edificio fue objeto de una prolongación hacia el lado este, hecho que se puede comprobar también al exterior, derribando el anterior muro románico y cons- truyendo uno nuevo que soporta la gran espadaña añadi- da. En la reforma, el ábside se trasladó más al Oeste, se introdujeron dos capillas laterales que forman los dos bra- zos del esquema cruciforme actual, y, adosadas a esas capi- llas, se construyeron otras dos estancias para sacristías. Al exterior, en la parte norte, se halla un arcosolio de difícil datación.

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Esta localidad, que pertenece a la parroquia de Villallana y al término municipal de Lena, se

encuentra a 30 km de Oviedo y a 2 de la capital del concejo (Pola de Lena). Cerca de San Mar-

tino, pasaba una derivación de la vía de La Carisa, que bajaba de Navidiillu a Parana y recibía

el nombre de “Camín de la Xuliana”, porque la antigua vía pudo haber estado dedicada a la

familia romana Iulia. Otros topónimos próximos parecen respaldar tal origen, como el propio

nombre de Villallana, que podría descender de villa iuliana, y el de La Calzá, lugar que perte-

nece a la mencionada feligresía.

La primera noticia de época medieval sobre San Martino data del año 905, momento en

el que la iglesia de la localidad es donada a San Salvador de Oviedo junto con otras propieda-

des de Lena, según recoge uno de los documentos falsos redactados en la “oficina diplomáti-

ca” del obispo Pelayo, que no obstante refleja la existencia de un templo ubicado en Villallana

en las primeras décadas del siglo XII. Sin embargo, el templo románico que conocemos, por sus

características, tuvo que ser construido con posterioridad a la época del famoso prelado, casi

seguro que a principios del siglo XIII por lo que parece que tuvo un precedente del que no se

conservan restos. La iglesia contó posiblemente con territorios para el sustento de los clérigos

que la asistían, puesto que en el documento se cita cum suis adiacentis.

Por otro lado, la Colegiata de Arbas compra varias propiedades, situadas en San Martino

y Villallana, a Martín Domínguez y su mujer a principios de la duodécima centuria. La citada

iglesia aparece en el Libro Becerro del obispo Gutierre (1385-1386), como propietaria de una

heredad, y a ella presentan capellán los propios vecinos. El templo románico de San Martino

desempeñó funciones parroquiales hasta mediados del siglo XX cuando éstas pasaron a llevarse

a cabo en otra iglesia situada en la parte baja de Villallana, cerca de la carretera general y de la

zona más poblada en la actualidad. Esta construcción fue en origen la capilla de un hospital de

peregrinos, localizado en sus proximidades, y su advocación era la del Santo Cristo.

SAN MARTINO

Iglesia de San Martino

LA IGLESIA DE SAN MARTINO se ubica en el lugar del

mismo nombre de la parroquia de Villallana, empla-

zado en un terreno muy accidentado, de fuertes pen-

dientes, en una de las últimas estribaciones de la sierra del

Aramo. Este lugar aparece nombrado como San Martino

de Gárgara a finales del siglo XII y así constará en los siglos

XVIII y XIX, aunque esta última denominación no se conser-

va en la actualidad.

El templo de San Martino tenía una sola nave remata-

da en un ábside semicircular, y es posible que estuviera

orientada hacia el oeste, como en la actualidad, aunque el

edificio sufrió numerosas reformas a lo largo de su historia.

Una de ellas tuvo lugar en el siglo XVII, aunque la más

importante fue la de 1893 durante la que se transformó la

totalidad del templo, perdiéndose y alterándose buena

parte de la fábrica original románica. De ella solamente se

conservan in situ los muros norte y sur de la nave, sobre los

cuales se levantó una pared más estrecha que tiene varios

óculos realizados con ladrillo macizo rojo, material que se

encuentra con frecuencia en otras partes reformadas de la

iglesia. Además, el edificio fue objeto de una prolongación

hacia el lado este, hecho que se puede comprobar también

al exterior, derribando el anterior muro románico y cons-

truyendo uno nuevo que soporta la gran espadaña añadi-

da. En la reforma, el ábside se trasladó más al Oeste, se

introdujeron dos capillas laterales que forman los dos bra-

zos del esquema cruciforme actual, y, adosadas a esas capi-

llas, se construyeron otras dos estancias para sacristías. Al

exterior, en la parte norte, se halla un arcosolio de difícil

datación.

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Planta

Alzado norte

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Capitel de la portada

Vista exterior

Portada

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El muro del Este no se conserva y no tenemos noticias

de ninguna portada en esta posición, aunque hay que tener

en cuenta que en la parroquial actual y anteriormente capi-

lla del hospital, se alza una de características románicas,

que puede proceder de San Martino. Esta puerta consta

solamente de una arquivolta que aparece sin ornamenta-

ción y reposa en dos impostas, decoradas con puntas de

clavos, y éstas, a su vez, directamente sobre las jambas sin

columnas intermedias.

La nave de la iglesia tiene en el lado norte dos saete-

ras y en el lado meridional una más, que se situaba junto a

otra portada. Esta última cuenta con dos roscas sin decorar

que descansan sobre una columna acodillada a cada lado,

la exterior, y directamente sobre las jambas, la interior. Por

encima se encuentra un tejaroz que reposa en seis caneci-

llos, entre los cuales pudieron hallarse metopas, aunque en

la actualidad solamente se conserva la central. La decora-

ción de uno de los capiteles de esta puerta monumental

consiste en una fila de hojas lanceoladas, que se combinan

con volutas en los ángulos, encontrándose una pieza muy

similar en Santa Eulalia de Selorio y en San Salvador de

Fuentes (Villaviciosa). En la cesta de la derecha, que cuen-

ta con paralelos en San Esteban de Aramil (Siero) y Santi-

báñez de la Fuente (Aller), se disponen ramas de palma,

dos de ellas enlazadas en las esquinas sujetando una bola.

De los canecillos de la portada, dos se decoran mediante

rollos, otros tantos están formados por numerosas bolas

que se agolpan en el centro y además, en uno de ellos, se

encuentra un cuadrúpedo que parece que perdió la cabeza.

Otra ménsula del mismo lugar se decora mediante una

serie de rectángulos superpuestos y concéntricos, lo que

hace que la pieza adquiera forma piramidal.

Por encima de la portada, y separados de la misma,

aparecen empotrados en el muro tres canecillos, uno de

ellos se decora con lóbulos y otro con una cabeza de ras-

gos muy desdibujados actualmente. Al lado de este último

se localiza una ménsula en la que se encuentra el tema de

El Buen Pastor, que se representa mediante una figura más

bien torpe y desproporcionada, pues tiene una cabeza muy

grande, sin cabello, y unos ojos amplios y expresionistas.

Con los brazos, que no se conservan, sujetaba el cordero

situado a la espalda y cuyos rasgos también han llegado a

nuestra época completamente deformados. El Buen Pastor

llevando el cordero significa el pastor, alegoría de Jesús,

que salva al cordero, alegoría del alma cristiana, represen-

tándose frecuentemente en los sarcófagos y en las pinturas

de las catacumbas paleocristianas.

El ábside es semicircular y está precedido por un tramo

recto, que tiene la misma anchura del hemiciclo y sigue su

misma línea. Cuenta con una cornisa, que se apoyaba en

canecillos, muchos de ellos desaparecidos, puesto que fue-

ron retirados por obscenos y sustituidos por otros durante

la reforma de finales del siglo XIX, llegando de esta manera

hasta nuestros días. Una parte de los canecillos que pode-

mos ver actualmente data de aquella época, pero existe otro

grupo que plantea más dudas en cuanto a su originalidad,

ya que, si bien presentan una iconografía que se repite en

la zona de Lena, Mieres y Villaviciosa, el estado de conser-

vación de la talla, sorprendentemente bueno, hace pensar

que se trate de copias de los modelos originales.

Entre los temas geométricos del primer grupo hay que

citar los rollos, muy difundidos en la zona y en general en

el románico peninsular, y los rectángulos escalonados,

estos últimos adornados además con una flor de seis hojas,

igual que en otras iglesias, por ejemplo, Santa Eulalia de

Ujo y San Andrés de Ceares. Entre los repertorios figura-

tivos hay que citar una cabeza grotesca, de carácter expre-

sionista, que tiene unos ojos muy grandes, al igual que su

boca, de la cual pende una larga lengua, con un significa-

do diabólico, muy en la línea del temor que acechaba las

mentes de época medieval. También se localizan una cala-

vera y un hombre desnudo con un falo de exageradas pro-

porciones, la única imagen obscena que se conserva.

Entre los canecillos de origen dudoso destacan las

representaciones de una figura humana que sostiene un

barril sobre los hombros, que puede simbolizar a un borra-

cho. Su cuerpo aparece apenas dibujado con unas líneas

básicas, tiene una cabeza muy grande y unos brazos muy

largos, sorprendiendo el detallismo con el que se ejecuta el

tonel. Este tema se repite con frecuencia en el románico

español; entre otros lugares, lo encontramos en La Rebo-

llada (Mieres), en Santibáñez de la Fuente, en Santo Tomé

de Zamora, en Nuestra señora de Villarmún (León) y en

San Martín de Hoyos (Cantabria). También se representa

el tema del contorsionista, que apoya sus manos y la bar-

billa en la base del can y vuelve las piernas hacia delante,

situando sus pies en la cabeza. El acróbata aparece vestido

con una túnica ceñida hasta los pies, ajustada a la cintura y

a las piernas. Es una figura muy desproporcionada, tenien-

do en cuenta que la cabeza es muy grande en relación con

el cuerpo, del mismo modo que los pies respecto a las

manos. Tanto el acróbata como el borracho formaban

parte de las fiestas populares y no eran bien vistos por los

eclesiásticos que, no obstante, permitían ocasionalmente

las fiestas, como el carnaval, vía de escape en la dura vida

cotidiana del hombre medieval.

Un canecillo representa un monje sentado con un

gran libro abierto en su regazo y vestido mediante una

túnica que cubre su cuerpo y una parte de su cabeza a

modo de capucha, dejando ver la tonsura. Se trata de una

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Canecillos del ábside. Calavera y acróbata

Canecillos del ábside. Monje lector y pareja de figuras

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referencia al estamento eclesiástico, pues el libro alude a la

Biblia, que contiene la palabra viva de Dios confiada a la

custodia e interpretación de la Iglesia, y que además sim-

boliza la cultura, que en estos momentos monopolizaba

este estamento social. Un modelo similar, aunque con la

cabeza tapada completamente, se repite en La Rebollada,

en San Esteban de Aramil y en Sotillo de Boedo (Palencia).

Otro tema integrado en un canecillo es una pareja, que se

representa de cintura para arriba, realzando el vientre de la

mujer en posible alusión a su embarazo. Este tipo de ico-

nografía se encuentra también en Narzana (Sariego), La

Lloraza y Amandi (Villaviciosa), y fuera de Asturias en

Moarves (Palencia) y en las iglesias zamoranas de San

Claudio de Olivares, San Cipriano y Santiago el Viejo. En

otro canecillo se encuentra una figura humana, que apare-

ce con las manos en el abdomen y la cabeza orientada

hacia arriba en actitud de oración.

En el interior de San Martino, la nave se cubre con

armadura de madera, como pudo suceder casi con seguri-

dad en época románica. En el lado meridional se encuen-

tran dos saeteras con derrame interno y al Sur otra, acom-

pañada de la portada del mismo lado. Pudo existir un arco

de triunfo, puesto que al lado de la portada se ubica una

pila de agua bendita realizada seguramente a partir de un

capitel, que bien pudo situarse en esta parte desaparecida.

Esta pieza se compone de una fila de hojas de acanto y otra

de volutas, asemejándose a varias piezas de San Antolín de

Sotiello y Santa María de Arbas. La cabecera en el interior

se conserva totalmente transformada. En primer lugar se

halla una bóveda de cañón lisa, y después una cubierta en

cuarto de esfera, a la que fueron añadidos en el siglo XIX

nervios, que a su vez reposan en columnillas. En la última

restauración de los años 80 y principios de los 90 se apli-

có a estos muros la capa de pintura azul que los cubre

actualmente.

En cuanto a los signos lapidarios, únicamente se

encontró una M, localizada además en Sotiello, Ujo, Serra-

pio y Valdediós.

Texto y fotos: MPM - Planos: JLL/LLL

Bibliografía

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Canecillos del ábside. Cabeza monstruosa y personaje con barril a hombros

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