Revista EP III - Mutti

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Revista Espacios Políticos Año 2006 - N° 3 - Publicación de distribución gratuita Las posibilidades del entendimiento. Instituciones nacionales e instituciones internacionales en los caminos de la integración sudamericana. Por Gastón Mutti (Profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política y RRII de la Universidad nacional de Rosario, UNR. Director de la Escuela de Ciencia Política de la UNR) Durante los últimos tiempos los gobernantes, los políticos y los medios de comunicación han volcado entre sus declaraciones e informaciones numerosas frases más o menos estruendosas sobre las posibilidades de un entendimiento político general en el Cono Sur. Se evoca nuevamente a los próceres que así lo plantearon, se habla de la construcción de un nuevo bloque antiliberal, de la nueva Patria Grande, del anti Consenso de Washington, del giro a la izquierda en América Latina, de un nuevo proyecto de entendimiento regional. Todo esto reforzado por el fracaso de la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata el año próximo pasado, y por la visión expuesta por Rodrigo de Rato desde el FMI, y compartida por muchos actores internacionales, quien expresó en Davos que “los pobres de América Latina han perdido la paciencia y esto está afectando el ambiente político” (La Nación, 30/1/06). Todas estas expresiones parecen reforzar tendencias que muestran una cierta similitud entre las posiciones de los principales países de la Región lo cual podría convertirse en una fuerte base de sustentación para la unidad regional. Sin embargo, creemos que estas expresiones deben ser analizadas con mayor detenimiento dado que no son evidentes los caminos para sobrepasar el nivel discursivo. Detallemos algunas observaciones. http:www.espaciospoliticos.com.ar 1

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Revista presentada en el VII Congreso Nacional de Democracia, Universidad Nacional de Rosario.

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Revista Espacios PolíticosAño 2006 - N° 3 - Publicación de distribución gratuita

Las posibilidades del entendimiento. Instituciones nacionales e instituciones internacionales en los caminos de la integración sudamericana.

Por Gastón Mutti (Profesor e investigador de la Facultad de Ciencia Política y RRII de la

Universidad nacional de Rosario, UNR. Director de la Escuela de Ciencia Política de la UNR)

Durante los últimos tiempos los gobernantes, los políticos y los medios de

comunicación han volcado entre sus declaraciones e informaciones numerosas frases más o

menos estruendosas sobre las posibilidades de un entendimiento político general en el Cono

Sur.

Se evoca nuevamente a los próceres que así lo plantearon, se habla de la construcción

de un nuevo bloque antiliberal, de la nueva Patria Grande, del anti Consenso de Washington,

del giro a la izquierda en América Latina, de un nuevo proyecto de entendimiento regional.

Todo esto reforzado por el fracaso de la Cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata el

año próximo pasado, y por la visión expuesta por Rodrigo de Rato desde el FMI, y compartida

por muchos actores internacionales, quien expresó en Davos que “los pobres de América

Latina han perdido la paciencia y esto está afectando el ambiente político” (La Nación, 30/1/06).

Todas estas expresiones parecen reforzar tendencias que muestran una cierta similitud

entre las posiciones de los principales países de la Región lo cual podría convertirse en una

fuerte base de sustentación para la unidad regional.

Sin embargo, creemos que estas expresiones deben ser analizadas con mayor

detenimiento dado que no son evidentes los caminos para sobrepasar el nivel discursivo.

Detallemos algunas observaciones.

En primer lugar debemos destacar que cualquier iniciativa de integración es imposible

sin la fortaleza del aparato estatal de cada uno de los países. Esto es fundamental dado que el

Estado es una institución primordial para la construcción de cohesión social, y también ya que

una integración regional será consistente si las políticas nacionales de cada uno de los estados

también lo son.

Para ello debemos colocar una justa atención a las características que han impreso en

nuestra región los cambios mundiales contemporáneos que inciden directamente sobre la

noción de soberanía.

Las mutaciones de las formas de producción y de control, junto con la protección

estatal de los capitales fijos, nos llevan a afirmar la necesidad del Estado en la integración, ya

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que el mismo provee las formas regulatorias indispensables que no pueden ser delegadas en

otros órganos locales o supranacionales.

Igualmente mientras el Estado moderno se encontraba "atado" a su territorialidad, el

Estado actual está "desatado", enfrentándose a la reorganización espacial, que si bien no lo

hace desaparecer, lo modifica a la par de los cambios producidos en el capitalismo, en los

modos de producción, en la división internacional del trabajo, o en los efectos de una cultura

global sobre el consumo y en las identidades.

Pero, además de estas alteraciones, muchos de los principales requerimientos que se

le presentan a nuestras sociedades periféricas se relacionan con la necesidad de una

maduración de los Estados nacionales. Así, muchos de nuestros inconvenientes son problemas

de desarrollo estatal que impiden generalizar los beneficios de la modernidad entre nuestras

poblaciones. En otras palabras, la constitución de instituciones sólidas de gobierno, la

generación de una burocracia "racional", la extensión de la protección de los derechos y

garantías, el surgimiento y la consolidación de actores de la sociedad civil, el sometimiento de

las fuerzas armadas y de seguridad, entre otras cuestiones.

Los Estados evidencian una pérdida de control sobre algunas de sus antiguas

funciones, como por ejemplo los flujos financieros o las comunicaciones, donde la territorialidad

ha sido sobrepasada, pero por otro lado mantienen su rol de generadores de políticas y de

control de la seguridad.

En segundo lugar se nos presenta el problema de la crisis de la forma más extendida

en Occidente de brindar legitimidad a la soberanía estatal: la democracia.

Tanto la democracia como la ciudadanía, y por tanto la representación y los partidos

políticos, han sido estructuradas para generar responsabilidad política y social, obligación y

accountability, con una base territorial.

Por ello una política sólida de integración no puede descansar en el descreimiento

hacia los mecanismos democráticos ni en la desaparición de las estructuras partidarias dado

que ello impedirá que la misma deje de ser sólo un objetivo de gobierno para convertirse en

una política de larga duración.

De esta manera las tendencias plebiscitarias y la personalización al máximo en el

ejercicio del poder de muchos de los regímenes políticos latinoamericanos, colocan

impedimentos a la solidez en el tiempo de la búsqueda de caminos comunes.

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A su vez estos mecanismos que buscan el consenso y la expresión de la disidencia son

los que permiten vehiculizar el apoyo de los sectores clave de la población ante una integración

que es y será competitiva, y que parte además de interdependencias asimétricas.

Por lo dicho, creemos necesario resaltar una cuestión que veladamente ya hemos

planteado: dar una mayor capacidad al Estado, así como reforzar la democracia y los sistemas

partidarios, presta estabilidad y continuidad a las instituciones.

Pero entre ellas debemos contar a las que ya hemos construido en el ámbito regional.

Estas deben ser fortalecidas no sólo como una colección de estructuras formales, sino también

como un conjunto de instituciones informales, una red de instituciones interactuantes, un

conjunto de normas compartidas que poseen cierta estabilidad en el tiempo y que permiten

predecir el comportamiento de los actores, generando o encapsulando expectativas y patrones

de acción.

Sobre ellas podremos procesar nuestras disidencias, nuestros conflictos en el ámbito

nacional, pero también la relación con los países de nuestra región. Aunque parece lógico que

procuráramos la unidad nacional y también regional a partir de nuestras semejanzas, esta

búsqueda debe sustentarse en cambio en las diferencias, en la competencia, en las asimetrías,

pero fundamentalmente en el respeto.

Rosario, setiembre de 2006.

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