RENATO ROSALDO.Cultura y Verdad.pdf

download RENATO ROSALDO.Cultura y Verdad.pdf

of 12

Transcript of RENATO ROSALDO.Cultura y Verdad.pdf

  • LOS NOVENTA

    pone al alcance de los lectores una coleccin con los ms variados temas de las ciencias sociales. Mediante la publicacin de un libro semanal, esta serie proporciona un amplio espectro del pensamien-to crtico de nuestro tiempo.

    L o s N O V E N T A

    ultura y

    verdad Nueva propuesta de

    anlisis social Renato Rosaldo

    U Conse,o Nacional par. la Cultura y las Artes grijalbo MXICO, D.F.

  • -30b Z

    CULTURA Y VERDAD Nueva propuesta de anlisis social

    Ttulo original en ingls: Culture and Truth The Remaking 01 Social Analysis

    Traduccin: Wendy Gmez Togo, de la edicin de Beacon Press, Boston, Massachusetts, 1989

    1989, Renato Rosaldo

    D.R. 1991 por EDITORIAL GRIJALBO, S.A. de C.V. Calz. San Bartol Naucalpan nm. 282 Argentina Poniente 11230 Miguel Hidalgo, Mxico, D.F.

    Primera edicin en la coleccin Los Noventa Coedici'on: Direccin General de Publicaciones del

    Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/ Editorial Grijalbo, S.A. de C. V.

    La presentacin y disposicin en conjunto y de cada pgina de CULTURA y VERDAD, son propiedad del editor. Queda estrictamente prohibida ia reproduccin parciai o LOla! de esta obra por cualquier sistema o mtodo electrnico, incluso el fotocopiado, sin autorizacin escrita del editor.

    ISBN 970-05-0289-9 IMPRESO EN MXICO

    Para mis hijos, Sam, Manny y Olivia

  • J 4

    't ;i I '" I i 1 1<

    1

    I r

    I !

    1. LA EROSIN DE LAS NORMAS CLSICAS

    La antropologa nos invita a ampliar nuestro sentido de posibilida-des humanas mediante el estudio de otras formas de vida. Se parece al estudio de otro idioma, ya que se requiere de tiempo y paciencia. No existen atajos. No podernos usar simplemente la imaginaci6n e inventar otros mundos culturales. Aun aquellos supuestos reinos de libertad pura, nuestra fantasa y "pensamientos ms internos" se ha-llan limitados por nuestra cultura local. Las imaginaciones humanas se forman culturalmente como formas distintivas de tejer, realizar un ritual, criar a los hijos, afligirse o sanar; son especficas para ciertas formas de vida, ya sean balineses, angloamericanos de nyakyusa o vascos.

    La cultura proporciona significado a la experiencia humana, selec-cionndola y organizndola. Se refiere con amplitud a las formas por las que la gente da sentido a su vida, y no a la pera o a los museos de arte. No radica en un dominio reservado como en la poltica o en la economa. Desde las piruetas del ballet clsico hasta el ms brutal de los actos, la conduct" hmana se media por la cultura. La cultura abarca lo cotidiano y lo esotrico, lo mundano y lo exaltado, lo ridculo y lo sublime. En cualquier nivel, la cultura penetra en todo.

    La traduccin de culturas necesita que comprendamos otras for-mas de vida en sus propios trminos. No debemos imponer nuestras categoras en la vida de otras personas porque quiz no se apliquen a stas, al menos no hacerlo sin una seria revisin. Aprendemos de

    35

  • .,

    '1 ,,1 ,1 i

    ,1 !

    l'

    36 CUL11JRA y VERDAD

    otras culturas viendo, leyendo o estando ah. Aunque a menudo parez-can extravagantes, brutales o peores a ojos de un extrao, las prcticas informales de la vida cotidiana tienen sentido dentro de su propio contexto y trminos. Los seres humanos no pueden evadir la cultura o culturas de las comunidades donde han crecido. Un neoyorquino que al nacer se le traslada a la isla del pacfico Tikopia, se convertir en un tikopiano y viceversa. Las culturas se aprenden, no se heredan.

    PATRONES CULTURALES y FRONTERAS CULTURALE.'i

    Permtanme emplear algunas ancdotas ilustrativas sobre perros y nios para discutir dos conceptos contrastantes de la labor de los es-tudios culturales. Para comenzar por el hogar, la mayora de los an-gloamericanos consideran a los perros como mascotas de la familia, animales a los que hay que alimentar, cuidar y tratar con cario. La mayora de las familias con perros tienen uno o dos. Las relaciones entre los angloamericanos y sus perros no son muy diferentes que las relaciones entre ellos y sus hijos. A los perros se les trata con pacien-cia, indulgencia y amor.

    Los ilongotes del norte de Luzn, Filipinas, tambin tienen pc-rros, pero se perdera mucho en la traduccin si simplemente deci-mos que el nombre ilongote para un perro es atu y nada ms. La mayor parte de lo que supondramos sobre las relaciones humano-perro se-ra malinterpretado. Por ejemplo, los ilongotes consideran importan-te aclarar que! a diferencia de algunos de sus vecinos, ellos no se co-men a los perros. El simple pensamiento les desagrada. Los perros ilongotes se usan en la caza y son esculidos, pero fuertes; impropio de otros animales domsticos (excepto los cerdos), a los perros se les da comida preparada, por lo general patatas dulces y verduras. Los ilongotcs consideran a los perros como animales tiles, no como mascotas. En un accidente de caza, por ejemplo, un hombre acuchi-lIJa caheza de su perro. Regres a casa llorando de ira y frustra-cin; estaba enojado por la dificultad de reemplazar a su perro, no porque le tuviera cario. Sin embargo, en otra ocasin un lechoncito enfermo hizo que su dueo llorar, lo arrullara, lo mimara y le ha-blara con ternura. A este respecto, nuestra nocin de mascotas se aplica mejor a las relaciones de los ilongotes con sus lcchoncitos, no con los perros. No obstante, el trmino bilek se aplica no slo a las mascotas (Iechoncitos, no caehorritos), sino tambin a las plantas de la casa y los juguetes de los nios.

    Mi contraste entre los perros angloamericanos e ilongotes se dise- de acuerdo con el :'stilo antropolgico clsico de anlisis, que ejem-

    iI

    I

    LA EROSIN DE LAS NORMAS CLSICAS 37

    l'fi con mayor influencia Ruth Benedict en Patrons of Culture plica . 1" d ' lt 1 (Patrones de la cultura).1 Segn e.l c aSICO, a cu ura , 'co y auto' nomo como los dlsenos en un caleidoscOpIO. Ya que es um , ' el rango de posibilidades humanas es tan grande, uno n.o puede pre-

    decir los patrones de un caso al otro, excepto para deCir no son . les La mascota de una cultura es un medIO de producclOn para Igua " 1 h . E

    t . un grupo consiente a sus cachorros y otro a sus ec oncltos. n ora, 'l'd d donde un grupo ve valor sentimental, el otro uLt la. Aunque la visin clsica de umcos demos-

    trado su mrito, tambin posee hmltaclOnes senas. pa-trones compartidos a expensas de procesos cambiO e mconslsten-cias internas, conflictos y SI se define a la, como un grupo de significados compartidos, las no.rmas de anlisis dificultan el estudio dentro de zonas de diferencia y entre culturas.3 Desde la perspectiva clsica, las fronteras culturales pa-recen ser excepciones sorprendentes ms que reas centrales de encuesta. . .

    Las normas clsicas del anlisis social, condiCionadas por mun-do cambiante, se han erosionado desde de 1960, .deJan?.? al campo de la antropologa en una crisis de. y renovacin. El cambio rpido en el pensamiento social ha sido cau.sa de conflicto, cambio y desigualdad cada vez ms 1:0s tas ya no buscan la armona y consenso a la excluSlOn de diferencia e inconsistencia. Para el anlisis social, las fronteras culturales han movido de un lugar marginal a uno central. En casos dichos lmites son literales. Las ciudades del mundo actual mcluyen cada vez ms a las minoras definidas por la raza, grupo tnico;, i?ioma, clase, religin y orientacin sexual. Los encuentros con la diferen-cia" ahora invaden la vida cotidiana moderna en marcos urbanos.

    Mi propia experiencia es que nac espaol a mi padre e ingls a mi madre. Consideren la pertmencla cultural ?e la puesta de mi padre, durante finales de l.levo a. ChiCO, nuestro perro, al veterinario. Nacido y 111:1 padre lleg a casa con Chico medio dolido y mediO dlvertldo. Lagnmas de risa resbalaban por sus mejillas hasta que por fin pudo murmurar al-go as como: "y ahora con qu sa1?rn Ex-plic que cuando entr al una enfermera blanco lo recibi a la puerta, lo sento, saco una forma y.pregunto: "Cul es el nombre del paciente?" Desde el punto de Vista de mi padre, ningn mexicano pondra tan a una persona y a un perro. Para l era inconcebible que una chOlea para perros pu-diera parecerse a otra para humanos, con sus enfermeras de blanco y formas para el "paciente". Su encuentro con culturas y clases so-

  • ' l'

    38 CULTURA Y VERDAD

    ciales le provoc un caso agudo de histeria fronteriza. No obstante, un concepto clsico de cultura selecciona lo "mexicano" o lo "an-gloamericano", y otorga espacio a los disturbios mundanos que tan a menudo brotan durante el cruce de fronteras.

    Las fronteras emergen no slo en los lmites de las unidades cultu-rales reconocidas internacionalmente, sino tambin en interseccio- menos formales como las de gnero, edad, estatus y experiencias mca5. Despus de la muerte de Michelle Rosaldo, por ejemplo, des-cubr de pronto "la comunidad invisible del afligido", tan opuesta a de los que no han sufrido prdidas mayores. De igual forma, mi hIJO Manny top con un lmite interno no marcado cuando dej un grupo de Juego en donde las actividades no eran muy rgidas, y entr a una guardera poco despus de su tercer cumpleaos. El cruce de esta barrera result tan traumtico que da tras das llegaba a casa llorando. No:; confunda su angustia hasta la noche en que nos cont la historia de su da como una sucesin de "horas": hora de grupo, hora del bocadillo, hora de la siesta, hora de jugar y hora del almuerzo. En otras palabras sufra las consecuencias de cruzar la l-nea entre das de juego, a un mundo de disciplina desconocido. En otra ocasin, cuando ingres al jardn de nios, se le orden que evi-tara a los extraos, sobre todo a aquellos que ofrecan dulces, aven-tones o aun amistad. Poco despus, en un cine, estudi al pblico al-rededor de l y dijo: "Qu buena suerte. Aqu no hay extraos". Para l, los extraos eran como el diablo o rateros con antifaces en vez de la gente a quien no conoca. El concepto cultural "extrao" experimenta ciertos cambios cuando cruza el lmite invisible que se-para a los maestros de los estudiantes de jardn de nios.

    Todos cruzamos dichas fronteras en nuestra vida diaria. Hasta la unidad ese llamado condominio nuclear, la familia, es cortado por las dIferencias de gnero, generacin y edad. Piense en los mun-dos desiguales que uno cruza a diario, una ronda que incluye al ho-gar, comer fuera, trabajar horas, aventuras en la tierra del consumidor y un de relaciones, desde la intimidad hasta el compaerismo, am.Istad y enemistad. Los encuentros con diferencias culturales y re-laCIOnadas nos pertenecen a todos en nuestras experiencias ms mundanas, no a un dominio especializado de encuesta que se alber-ga en el departamento de antropologa. Aun as, las normas clsicas de ia antropologa se han aplicado ms a la unidad de conjuntos cul-turales que a sus innumerables encrucijadas y fronteras.

    A continuacin narrar un cuento mtico sobre el nacimiento del concepto antropolgico de cultura y su inclusin en la etnografa cl-sica. La caricatura explica mejor mi punto de vista porque caracteri-za en trazos marcados una perspectiva que no preserva, sino que

    LA U{()SIN DE LAS NORMAS ClSICAS 39

    . sforma la realidad que retrata. Esta "historia instantnea" des-tran. d' . l" . 1 cribe percepciones actuales de normas ISClp manas que e cntrenamiento de graduados hasta finales de .. l%O (y que en cIertos

    Ctores an se empica) ms que las complejIdades modernas de la se . ' 1 t d investigacin pasada.4 Estas constItuyen e o e . t'da contra el que los esfuerzos expenmenta\es actuales mtentan par I , l' . . 1 S' ,

    d ' cribir a la etnografa como una forma de ana ISIS socIa. m mas es f l' . discusin, escuchen la historia del Etngra o So Itano.

    El. SURGIMIENTO DE LAS NORMAS CLSICAS Una vez, el Etngrafo Solitario se march al ocaso en de ."su nativo". Despus de pasar una serie de pruebas enc?ntro al objeto de su bsqueda en una tierra distante. Ah, sufri su nto de paso, re-sistiendo el sumo juicio de "la investigacin de campo". recopilar "los datos", el Etngrafo Solitario regres a yescnblo una historia "verdadera" de "la cultura". Ya fuera que odiara, tal, erara, respctara, favorcciera o se de "su e! Solitario era, sin ms ni ms, cmplIce de la dommaclOn de su poca. La mscara de inocencia del, Etngrafo. Sobtan? (o "imparcialidad indiferente", como l la llamo). apenas SI escondla su papel ideolgico de perpetuar el control colomal de los y lu-gares "distantes". Sus manuscritos representaban a los hu-manos de la empresa global de la misin civilizadora como SI fueran recipientes ideales de la carga del hombre bla?co. .

    El Etngrafo Solitario describi a los miembros de una cultura armoniosa, homognea mternamente e malterable. Ante tal descripcin, esta cultura pareCa "necesitar" al o una elevacin econmica y moral. Adems, la "cultura eterna" funga como una la cin occidental poda medir su propIa evolUClOn hlstonca progresI-va. El viaje civilizador se conceba ms como un alza vez de una cada, un proceso de elevacin que de degradaclOn (un arduo viaje hacia arriba que culmina e? .

    En el pasado mtico, una estncta de labor al nllrafo Solitario de su compinche "natlvo". Por defimclOo, el Etn?-gr.;[o Solitario era culto y"su nativo" no. Segn las. n0!"lllas trabajO de campo, "su nativo" hablaba y el Sohtano l:as "expresiones" en sus "n.otas de campO .. 5 Segun Impenalls-tas, "su nativo" proporcIOnaba el matenal bruto ( los datos) para.pro-cesarlo en la metrpolis. Despus de regresar al centro donde se instruy, el Etngrafo Solitario escribi su trabajO defuutlvo.

  • 40 CULTURA Y VERDAD

    El sagrado que el Etngrafo Solitario entreg a sus suce-sores, una complicidad con el imperialismo, un compromiso con el obJet1Vlsmo y una creencia en el monumentalismo. El contexto del imperialismo y la regla colonial dan forma tanto al monumenta-li.smo de los de culturas homogneas, como al objeti-VIsmo de una dlVIslOn estncta de labor entre el etngrafo "indiferen-te" y "su nativo". Las legadas prcticas clave pueden clasificarse bajo la rbrica general de trabajo de campo, que a menudo se consi-d,er.a como una a los misterios del conocimiento antropo-10gIco. La etnograla, el producto de la labor del Etngrafo Solitario resulta ser un medio transparente. Retrata una "cultura" petrificada como para ser objeto de un conocimiento "cientfico". Este gnero de descripcin social se convirti a s mismo y a la cul- as descrita, en un artificio que bien valdra la pena exhibir en el mejor museo.

    Por lo tanto, el mito del Etngrafo Solitario representa el nacimiento de la etnografa, un gnero de descripcin social. Dichos relatos, to-mad?s de l?s modelos de la historia natural, por lo general suben del amble.nte y la la familia y parentesco, hasta la re- y la vIda esplTltual. Las etnografas, creadas por los espe-CIalIstas y para ellos mismos, aspiraban a la representacin de otras culturas como un todo; describan otras formas de vida como totali-?ades. Las eran. depsitos de informacin supuestamente que mIDada por los presuntos tericos compro- con el comparativo. En apariencia, este gnero se-meJaba un espejO que reflejaba a otras culturas como "en verdad" eran.

    Por ms que la rutina imite al carisma, y la codificacin avance a los talones de la perspicacia, la poca herica del Etngrafo Solita- abri paso al periodo clsico (digamos 1921-1971, no del todo mexacto, aunque con precisin simulada). Durante ese periodo la perspe.ctiva obJe.tivista domi!lante de la disciplina sostena que la' vi-da SOCIal era ngIda y represIva. En su etnografa reciente, por ejem-plo, la antroploga SalIy FaIk Moore enfatiza la claridad y certidumbre absoluta del programa de investigacin objetivista: "Una generacin la sociedad era un sistema, la cultura tena un patrn. La pos-tulaCIn de un todo coherente que poda descubrirse poquito a poco ayudaban a ampliar la importancia de cada particularidad observa-da".6 Los fenmenos que no podan considerarse como sistemas o no an.alizarse; constituan excepciones, am-blguedades e Irrcgulandadcs tItuladas. No contenan ningn inters terico porque no podan incluirse en la agenda de investigacin en curso. Si se asuman las respuestas a las preguntas quc dcban hacer-

    LA EROSIN DE LAS NORMAS CLSICAS 41

    se, la disciplina afirmaba con seguridad que las llamadas sociedades tradicionales no cambian.7

    Los etngrafos clsicos, sobre todo en Gran Bretaa, a menudo proclamaban al francs Emile como s.u "padre fundador". En esta tradICIn, la cultura y SOCIedad determ10aban la personalidad y la concie!lcia individual; del estatus obje-tivo de los sistemas. Al Igual que una gramatIca, se apoyaban sobre s, independientes de los individuos que seguan sus reglas. De.spus de todo nosotros como individuos no inventamos las herramientas que ni las instituciones en las que trabajamos. As como los idiomas qu; hablamos, la cultura y estructura social durante y despus de cualquier de vida .1OdIVIduo. Aunque las perspectivas de Durkhelm poseen un mnegable, no prestan atencin a procesos de conflIcto y cambIO.

    J unto con el objetivismo, el periodo clsico codific una nocin monumentalismo. De hecho, hasta hace muy poco, yo aceptaba s10 condiciones el dogma monumentalista referente a que la disciplina descansa en una base slida de "etnografas clsicas". Por ejemplo, recuerdo que en una noche brumosa algunos a_os atrs, conduca junto con un fsico a lo largo del estrecho montanoso de la Ruta 17 entre Santa Cruz y San Jos. Los dos nos sentamos por el tiempo, y un tanto aburridos, as que comenzamos a dlscutIT nuestras respectivas reas. Mi compaero comenz, preguntando-me, como slo lo hara un fsico, qu haban descubierto los antro-plogos. . _ Descubierto? -pregunt, fingiendo estar sorprendido. Gana-ba tiempo; quiz algo se me ocurrira.

    _ S, t sabes, algo as como las propiedades o las leyes de otras culturas.

    _ Te refieres a algo como E = m? - S - respondi. De pronto me Ueg la inspiracin y me escuch decir: _ Existe algo que sabemos con seguridad. una bue-

    na descripcin cuando la vemos. No hemos descubIerto leyes de la cultura, pero creemos que hay etnografas clsicas que realmente re-latan,descripciones de otras culturas.

    Los trabajos clsicos sirvieron por mucho tiempo mo?elos para los etngrafos aspirantes. hicieron.mapas de pasadas y programas para estudIOS postenores; los claslcos se con-sideraban como descripciones culturales ejemplares. Parecan lo nico que sabamos con certeza, especialmente nos naba un fsico inquisitivo. Los antroplogos dommantes contmuan divulgando el credo monumentalista de que las teoras suben y ba-

  • 42 CULTURA Y VERDAD jan; sin embargo, las buenas descripciones etnogrficas representan logros duraderos. T. O. Beidclman, por ejemplo, su recien-te etnografa de esa forma: "Las teoras pueden cambiar, pcro la et-nogr.afa permanece en el corazn de la antropologa. Es la prueba y medida de toda teora".8 De hecho, las etnografas clsicas han re-sultado ser duraderas en comparacin con la vida relalivamente cor-ta de escuelas del pensamiento como el difusionismo, cultura y personalidad, funcionalismo, etnociencia yestructuralismo.

    Para introducir la discusin en las pginas subsecuentes dir que monumentalismo combina proyecto analtico vagamente compar-tido y cambiante con una lista cannica de etnografas clsicas. Aun si uno concediera que el ncleo de la disciplina reside en sus "clsi-cos", eso no significa que estos trabajos valiosos se queden siempre "iguales". Los practicantes los re interpretan a la luz de proyectos tericos cambiantes y los vuelven a analizar con reciente evidencia disponible. Desde el punto de vista de su recibimiento, los artificios culturales a que llamamos etnografas, cambian constantemente a pesar del hecho de que se hallan fijas, como textos verbales que son.

    El tema esencial de este libro recae en la exploracin de los pro-blemas tericos que surgen y terminan en estudios etnogrficos con-cretos. El siguiente punto argumenta que los experimentos actuales reflexionan y contribuyen con un programa mterdlsclplmano en curso, que ha transformado el pensamiento so-cial. Esta reconstruccin del anlisis social deriva de los movimien-tos polticos y sociales que se originaron durante el periodo a finales de 1960, poca poscolonial aunque muy imperialista an. En este contexto, ciertos, pensadores sociales cambiaron la direccin de la agenda de teora, de variables discretas y generalizaciones parecidas a la ley, a una interaccin de diferentes factores que se van liando dentro de casos especficos.

    LA POLTICA DE RECONSTRUCCIN DEL ANLISIS SOCIAL

    Si el clsico se trenz con fuerza con e1legadp del Etngra-fo Sohtano -la complicidad con el imperialismo, la doctrina del ob-jetivismo y el credo del monumentalismo - la turbulencia poltica de linaies de 1960 y principios de IY7U abri paso a un proceso de de- y que contina hasta la fecha. Al igual que las reon

  • 44 CULTURA Y VERDAD

    La forma la haca sus propias historias y la interaccin y resIstencia parecan ms apremiantes que las diSCUSiones de hbros de texto sobre el mantenimiento del . t I t 'd I 'I'b . SIS ema y a eor,la e eqUl I no. La aplicacin de antropologa comprometida era mas que de conservar la ficcin del analista como e Imparcial, lo que alguna vez pareci ser s-lo cuestIOnes arcaIcas de emancipacin humana ahora tenan una nota urgente. ' . l:a de la antropologa fue parte de una serie de mo-

    SOCiales y reformulaciones intelectuales mucho ms am-phos. En. !71e ReSllUeturing 01 Social and Politieal Theory (la Rees- .de la Teora y por ejemplo, Richard atnbuye cambio de direccin del pensamiento social es-tadumdense postenor a 1960 a la renovacin de las corrientes inte- que una vez fueron rechazadas. Entre estas corrientes crti- a la ling!sti.ca, la historia y filosofa de la hermeneutIca y marxismoY Bernstein ad'u-dlca cambios en el proyecto del anlisis social, a las que los acadmicos ms jvenes que, como a?tIguos estudiantiles, descubrieron que su crtica de la so- tamblen los llevaba a incrementar las crticas enrgicas de sus Aunque posean la educacin sobre los mtodos de in-vesttgacI?n formal ms avanzados de la poca, la nueva generacin de elaboraba crticas desde adentro, lo cual result ser tan efectivo a los profesionales ya establecidos, que de, lo podlan tener a raya fcilmente los asaltos que proveman de de los lmites disciplinarios, llamndolos mal mformados, preJUlclados.

    Dentr?, de la an.t;opologa, Clifford Geerts habl con elocuencia sobre .Ia refiguraclon del pensamiento social" desde finales de 1960 Los CIentficos sociales, dice, vuelven cada vez ms su atencin d . las leyes generales .explicativas a casos e interpretaciones. Para nuevos han borrado las fronteras entre las cien-cias sociales y las humanIdades Sus formas de de . " . l' l . scnpClOn socia m-c uso usan palabras que provienen de las humanidades, como texto, relato} SOCial. Despus de caracterizar el fermento ac- discute que las conjeturas obje- sal la [cona, el lenguaje y la Indiferencia ya no prevalecen

    e loa giro en la agenda del anlisis social:

    Se .un reto en algunas de las conjeturas centrales de la ten-denCia pr!nclpal de la ciencia social. La separacin estricta de teora y datos, la Idea del "hecho en bruto"; el esfuerzo por crear un vocabu-

    LA EROSiN DE LAS NORMAS CLSICAS 45

    lario formal de anlisis purg la idea de "lenguaje ideal" de toda ref-erencia subjetiva. Y el llamamiento a la neutralidad moral y la pers-pectiva del Olimpo (la idea de "la verdad de Dios") no pueden pros-perar cuando la explicacin se considera como una accin enlazante con su sentido en vez de la conducta a sus determinantes. La refigu-racin de la teora social representa, o lo har si es que contina, una transformacin en nuestra nocin no tanto de lo que es el conoci-miento, sino de lo que queremos saber. J2

    Segn Geertz, las ciencias sociales han sufrido cambios profundos en sus conceptos de (a) el objetivo del anlisis, (b) el lenguaje de anlisis, y (e) la posicin del analista. El ideal, antes dominante, de un observador indiferente que usar lenguaje neutral para explicar los dalaS "en bruto" fue desplazado por un proyecto alternativo que in-tenta comprender la conducta humana en tanto se desarrolla con el tiempo y en relacin a sus significados para los actores.

    La labor futura resulta intimidante. Tanto los mtodos como el te-ma de los estudios culturales experimentaron cambios importantes en tanto su proyecto analtico tom un nuevo giro. La cultura, polti-ca e historia se entrelazaron y llevaron a primer plano, lo cual no su-cedi en el periodo clsico. Este nuevo giro transform la labor de la teora que ahora debe prestar atencin a problemas conceptuales que surgieron en el estudio de casos particulares, en vez de restrin-girse a la bsqueda de generalizaciones.

    La "refiguracin del pensamiento social" ha coincidido con una crtica de las normas clsicas y un periodo de experimentacin en los manuscritos etnogrficos. Si hablamos con vivacidad de un "momen-to experimental", un nmero de antroplogos se han hecho tmida-mente juguetones respecto de la forma literariaY Sus manuscritos celebran las posibilidades creativas liberadas por el aflojamiento de los cdigos estrictos, que dominaban la produccin de etnografas, durante el periodo clsico. Aun as, ms que un caso de experimen-tacin para el bien de la experimentacin o una cuestin de encon-trarse atrapado entre los paradigmas de investigacin, el "momento experimental" actual en los escritos etnogrficos ha sido impulsado por cuestiones ticas y analticas permanentes, no transitorias.14 Los cambios en las relaciones globales de dominacin condicionaron tanto el pensamiento social, como la etnografa experimental.

    La descolonizacin. Y la intensificacin del imperialismo han con-ducido al anlisis social desde finales de 1960 a cambiar su programa de investigacin; esta transformacin a su vez provoc una crisis en los manuscritos etnogrficos. Las dificultades de tratar de emplear formas etnogrficas para nuevos programas de investigacin origina-ron problemas conceptuales que a su vez requeran de una extensin

  • !IIIII,

    r 'f Ji ' I 1:1 " 11;:;),1 I

    I ! , !

    46 CULTURA y VERDAD

    en los modos de composicin de la f''' mental" en los textos etnogrfi 1 etnogra la, momento experi-van unidos El ana'l' , , IlbcoS y a reconstrucCIn del anlisis social , ISIS socIa usc n d ' , haban cambiado sus temas centrale ormas : escrIbir porque s y o que se decla sobre ellos,

    RECONSTRUCCiN DE LA ETNOGRAFf DE ANLISIS SOCIAL A COMO UNA FORMA

    Discutiblemente, la etnografa ha 'd ", importante de la antropologa La o cultural ms po de la antropologa ocasion y soclal,fue,ra del cam-fica en sus formas de re res ( " o a mo ear la tecDlca etnogr-por ejemplo, discute documental. James Clifford, vertido en el centro de "un fenmen e ,que e,tn,?gra!a se ha Con-de estudios culturales crticos d emergente" etnografa histrica hasta la escntIVos, que incluye reas de la diaria, a la semitica de lo y de,l estudio de,la vida lista de estudios mdl dPubnto, de in-mas alla de lo acad' , , e 1 or e ena amplIarse grfica, como areas Ilustradas la sensibilidad etno-co, docu-dramas de televisi y ens,ayos fotograficos, el nuevo peridi-forma de entendimiento tle: s novelas histricas, Como Una papel importante para un dO, la ah?rajuega un de los medios de comunicacio' J o e academlCOs, artIstas y gente y n,

    , a sea que se hable sobre ii de com cuela de una guerfa mundial I ,pras al supermercado, la se-nidades acadmicas de a excluslV,a moda isabelina, las comu-ticas matrimoniales de un por Las Vegas, las Jlrc-Central, el trabajo en los estudfo: ndembu de Africa dos humanos se construyeron t.' ra es conSIdera que los mun-polticos, y no como eventos b a los procesos histricos y ravillosamente fcil confundir de la naturaleza. Es ma-za humana universal" S' I 'd ra cultura local" Con "naturale-

    , 1 a 1 ea ogla amen d h 1 culturales parezcan naturales el an T' u, o que os hechos Desarma lo ideolgico para ' I la ISIS SOCIal InVIerte el proceso, d ' , reve ar o cultural I ' e, arbltranedad objctiv; (las nue !"" h" ..... peculIar dnan ser y son en otras art ) -. u,", UUCl .urma pu-trata de comn . t:, es y t, dar por hecho subjetivo (slo se

    Al presentar a la se,r las cosas '?tra forma?), perspectiva etnogrfica origina u 't sUjet?, de anahsls y crtica, la miliar en extrao y lo extr - na "lO entre convertir lo fa-ano en 1aml lar L 1 . parecen tan normales a sus m'e b ,as turas nacIOnales

    1 m ros que su senLIdo comn se basa,

    LA EROSiN DE LAS NORMAS CLSICAS 47 en apariencia, en la naturaleza humana universal. Las descripciones por los miembros, de los miembros y para los miembros de una cul-tura en particular requieren de un nfasis relativo en la dcsfamiliari-zacin, de modo que parecern - y de hecho as son - hechas por el humano y no dadas en la naturaleza, Sin embargo, las culturas ajenas pueden parecer tan exticas a los extranjeros que la vida cotidiana flota aparentemente en una rara mentalidad primitiva, Las descrip-ciones sociales sobre culturas ajenas al escritor y al lector necesitan de un nfasis relativo en la familiarizacin, de forma que parezcan - y de hecho as son - marcadamente diferentes, aunque se recono-cen como humanas en sus semejanzas,

    Paradjicamente, el xito dc la etnografa como perspectiva infor-mativa para un amplio rango de estudios culturales coincide con una crisis en su disciplina nacional. Los lectores de etnografas clsicas sufren cada vez ms del "sndrome del traje del emperador", Los trabajos que antes parecan bien vestidos, hasta regios, ahora pare-ccn desnudos y hasta risibles, Las palabras que antes se tomaban co-mo la "verdad real", ahora son burlescas o una ms, entre varias perspectivas. El cambio en el pensamiento social, su objetivo, len-guaje y la posicin moral de su anlisis ha sido bastante profundo para hacer que el tedio de las formas de escritos etnogrficos, antes reverenciadas, sean asombrosamente aparentes,

    La terica literaria Mary Louis Pratt observ: "Existen razones poderosas por las que los etngrafos de campo se lamentan a menu-do porque sus etnografas omiten o empobrecen sin remedio algo del conocimiento ms importante logrado, incluyendo el autoconoci-miento, Para profanos, como yo, la evidencia principal de un proble-ma es r l simple hecho de que los escritos etnogrficos tienden a ser muy aburrido:., Uno se pregunta siempre cmo es posible que gente tan interesante, que hace cosas tan interesantes, pueda escribir li-bros tan lerdos, Qu les pas?"16 Aunque nunca hacen que la san-gre se agolpe, las etnografas escritas para un pblico profesional cautivado parecan tan autoritarias que pocos se atrevan a procla-mar que fueran aburridas, Tampoco se les ocurri a los lectores pre-guntarse sobre el tipo de conocimiento que se reprime por las nor-mas de composicin relativamente cerradas.

    La crtica del exterior coincide con la del interior. Un etngrafo inminente, el finado Vctor Turner, se expres con fuerza sobre una forma etnogrfica que recibi: "Cada vez se reconoce ms que la monografa antropolgica es en s un gnero literario, ms bien rgi-do, que surgi de la nocin de que los informes de las ciencias hu-manas deben ser diseados bajo los de las ciencias naturales."17 Para Turner, las etnografas clsicas demostraron ser vehculos pobres

  • I " 'Ji,l! :1;i!11:1 ti;,:, ! ' LI!it!' I I j"'JI 1li!" 1

    '!,

    48 CULTIJRA y VERDAD

    para la razn, el sentimiento y la voluntad se conju-gan la dIana de la gente. Con humor ms poltico, Turner dlclcndo que las etn.ografas al estilo antiguo dividen sujeto dc objeto, y VIdas espectculos visuales para el consumo metr0I;>0lItano. duahsmo cartesiano", explica, "insiste en separar el sUJet? del objeto, a nosotros de l. Ciertamente ha in-terp:ctado a. los de! hombre occidental, exagerando la pers-pcctlva mcdlante Instrumentacin macro y micro, como los mejores p.a,ra las de!. mundo con miras a su explota- A.SI,. Turner conecta la mua" de la etnografa con el "Yo" dellmpenahsmo. igual el siclogo Jerome Bruner argumenta que las des-

    algunas etnografas respetadas parecen per-suasIvas en un despus examinndolas mejor, se de- la ImprobabIlIdad. Medita al respecto: "Quiz han eXIstIdo socICdades, por lo menos durante ciertos periodos de tiem- "clsicamente" tradicionales y en las cuales uno "de-rIva sus ,aCCIOnes de un grupo de reglas ms o menos fijas".19 Re-cuerda como su placer al leer sobre la familia clsica 10 llev a observar ballet formal en donde las reglas y papeles se siguen en Sm embargo, despus se enter de que los jefes militares chInOS usa?an la fuerza bruta para ganarse la lealtad de la gente y al-tera: sus VIdas, en ta?to la norma legtima pasaba con rapidez de un ,otro. ExplIca: "De pronto conclu que las narraciones de e9Ulhbno de las son ,tiles que nada para guiar las es- de las al estIlo antIguo o como instrumentos pol-tIcos para que les que en el poder sicolgicamente a los que regIrse. - Aunque las representacIOnes de las socie-dades las que la gente se someta a reglas estrictas p.oseen cIerta formahdad encantadora, otras narraciones de esas so- a Bruner a tomar una severa conclusin parecida a mla. al una vez retrato etnogrfico, infinito de una so-CIedad ficcin empleada para auxiliar en la composlclOn y legltImlzar la subyugacin de los pueblos. normas c1aslcas de la composicin etnogrfica juegan un pa-

    pel lI?portante para reforzar el desprendimiento de las hiptesis practIcables a profecas ms satisfactorias

  • ! 1

    50 CULTIJRA y VERDAD

    sagradas; i?tegridad y coherencia que les permiten estu-dIarse, como dIcen, baJo sus propios trminos, desde adentro desde el punto de vista "nativo". Al igual que el arte magno de los cada se yergue sola un objeto esttico, digno de con-templ,aclOn. Una vez. canomzadas, todas las culturas son igual de magmficas. Las cuestIones sobre el mrito relativo slo se ventilarn con lo imponderable, incomparable e inconmensurable. As como la crtica literaria no argumenta si Shakespeare es mejor que Dante, el etnografo no debate los mritos relativos del kwakiutl de la costa noroeste contra los isleos trobriand del Pacfico. Las dos culturas existen y las dos pueden alentar a un anlisis cultural ex-tenso .

    . No obstante, el monumentalismo etnogrfico no debera confun-dIrse Con del humanismo de cultura elevada. A pesar de sus pro-blemas, el Impulso etnogrfico por considerar a las culturas como ?bras. de grandiosas, posee un lado profundamente de- e IgualItarIO. Todas las cultura" son particulares y equilibra- .. SI una cultura trata con despotismo a otra no es por su supe-nondad cultural. En contraste, los monumentalistas de cultura elevada imaginan una herencia sagrada que va de Homero, pasa por Shakespeare y llega al presente. No hallan nada de valor comparable ya sea en la llamada cultura popular o fuera de "occidente". Los an- de cualquier corriente poltica parecen subversivos (es cIerto que los 80 rccibieron poco apoyo institucional) slo porque su trabajo valora otras tradiciones culturales. su sobre el fermento actual en la antropo-

    logIa, LoUls A.'Saas cIta a un eminente antroplogo que se preocu- porque la reciente con la forma etnogrfica la autondad de la disciplina y provocar su frag-mentaclOn y mas adelante su desaparicin: "En una conferencia en 1980 sobre la crisis de la antropologa, Cara Du Bois, profesora reti- de Harvard, habl de la distancia que perciba entre la comple- y desorden de lo que una vez consider como una disciplina juS'lIficablc y desafiante ... Fue como pasar de un distinguido museo arte venta de garaje."D Las imgenes del museo, para el pe-nodo claslco, y de la venta de garaje, para el presente, me sorpren- por ser tan aptas, pero yo las evalo de manera diferente a Du tiOlS. t:.lla sIente nostalgia por el distinguido musco de arte con todo en su lugar, y yo lo veo como una reliquia del pasado colonial. Ella d.etesta el de la de garaje y yo considero que ste propor-cIOna una Imagen precIsa de la situacin poscolonial, donde los arte-factos culturales fluyen entre lugares remotos y nada es sagrado permanente ni hermticamente cerrado. '

    LA EROSIN DE LAS NORMAS CLSICAS 51

    La imagen de la antropologa como venta de garaje representa nuestra situacin global actuaJ.24 Las posturas analticas que se desarro-llaron durante la era colonial ya no pueden sustentarse. La nuestra es en definitiva, una poca poscolonial. A pesar de la intensificacin imperialismo estadunidense, el Tercer Mundo ha implosionado en la metrpolis. Hasta la poltica de contencin nacional y conser-vadora, diseada para protegernos a "nosotros" de "ellos", la imposibilidad de mantener selladas nuestras culturas. ConSIdere-mos una serie de esfuerzos: la polica, la lucha contra traficantes de cocana, guardias fronterizos que detienen a trabajadores indocu-mentados, tarifas para tratar de alejar las importaciones japonesa5 y escudos celestiales que prometen parar a los misiles soviticos. Esos esfuerzos por vigilar y obstruir revelan ms que nada lo porosas que se han vuelto "nuestras" fronteras.

    La ficcin dirigente de compartimientos culturales del Etngrafo Solitario se ha derrumbado. Los llamados nativos no "habitan" un mundo separado del que "habitan" los etngrafos. En estos das po-ca gente permanece en su lugar. Cuando la gente juega a "los etn-grafos y los nativos" es ms difcil predecir quin se pondr el tapa-rrabos y quin tomar el lpiz y el papel. Cada vez ms personas hacen las dos cosas y ms llamados nativos se encuentran entre los lectores de etnografas, a veces apreciativos y a veces verbalmente crticos. Con ms frecuencia nos encontramos con que los nativos te-was americanos, los cingaleses de Asia del Sur y los chicanos se ha-llan entre los que leen y escriben etnografas.

    Si la etnografa una vez crey imaginar que podra describir cultu-ras discretas, ahora se enfrenta a fronteras que se entrecruzan en un campo antes fluido y saturado de poder. En un mundo donde las "fronteras abiertas" parecen ms importantes que las "comunidades cerradas" uno se pregunta cmo definir un proyecto para estudios culturales. Ni "seguir con el trabajo" y pretender que nada ha pasa-do, ni "gimotear sobre el significado" y dar ms discursos sob.re la imposibilidad de la antropologa darn por resultado la neceSItada reconstruccin del anlisis social. En cualquier caso, esa es la posi-cin desde donde desarrollo una crtica de las normas clsicas para hacer etnografa.