Quinta Semana de Cuaresma, Fr Julio César González Carretti OCD

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QUINTA SEMANA DE CUARESMA (Año Impar. Ciclo B) DOMINGO Lecturas bíblicas: a.- Jer. 31, 31-34: Haré una alianza nueva y no recordaré el pecado. Nos encontramos ante una síntesis de la vida y experiencia íntima de Dios de Jeremías, y la enseñanza de la historia, las mismas vetas por donde circula toda existencia humana. La alianza del Sinaí había sido por más de mil años violada por una de las partes: el pueblo de Israel. Con respeto a la libertad humana, Dios había tratado de salvar esa alianza, pero todo fue en vano. La religión de la alianza del Sinaí se vació hasta quedar reducida a ritos. Jeremías, que experimentó lo dulce y amargo de la comunicación con Dios, quiso proclamarlo al pueblo que amaba y por el que sufría. Vivió la experiencia de no encontrar palabras para comunicar su vivir en Dios. Llegan días que la religión será personal, interior, vivencial, sobrenatural. La ley

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QUINTA SEMANA DE CUARESMA

(Año Impar. Ciclo B)

DOMINGO

Lecturas bíblicas:

a.- Jer. 31, 31-34: Haré una alianza nueva y no recordaré el pecado.

Nos encontramos ante una síntesis de la vida y experiencia íntima de Dios de Jeremías, y la enseñanza de la historia, las mismas vetas por donde circula toda existencia humana. La alianza del Sinaí había sido por más de mil años violada por una de las partes: el pueblo de Israel. Con respeto a la libertad humana, Dios había tratado de salvar esa alianza, pero todo fue en vano. La religión de la alianza del Sinaí se vació hasta quedar reducida a ritos. Jeremías, que experimentó lo dulce y amargo de la comunicación con Dios, quiso proclamarlo al pueblo que amaba y por el que sufría. Vivió la experiencia de no encontrar palabras para comunicar su vivir en Dios. Llegan días que la religión será personal, interior, vivencial, sobrenatural. La ley será escrita en el corazón del hombre, será su propia conciencia, formada por el mismo Dios. (v. 33). Todos conocerán al Señor, es decir, aceptarán a Dios en sus vidas, entonces no habrá pecado porque estarán en Dios. Este es el pueblo de la nueva alianza, por la que Cristo derramó su sangre. La alianza de Jeremías, se cumplió en Cristo Jesús, y sus discípulos la llevan grabada en su interior, la voluntad salvífica del Padre.

b..- Heb. 5, 7-9: Por su obediencia, Cristo es salvación nuestra.

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El autor de esta carta, nos presenta como ningún otro, la Humanidad de Cristo y su debilidad. Durante su existencia ofreció súplicas y oraciones y aprendió a obedecer en la escuela del sufrimiento. Es en el huerto de Getsemaní donde encontramos este tipo de oración, casi violenta (cfr. Lc. 2, 39-46); la diferencia entre este pasaje y aquel es que aquí fue escuchado, ahí no, ya que asume la muerte, pero sí podemos decir que fue escuchado, porque fue liberado del sepulcro para su resurrección. Jesucristo aprendió a obedecer en la escuela del dolor, y no en las purificaciones rituales, a pesar de ser Hijo de Dios, reflejo de la gloria de Dios e impronta de su sustancia (cfr. Hb. 1, 3). Sus hermanos, también sufren y por lo mismo, el dolor es el camino para salvarlos, con lo que aprendió a conocer lo que significa para el hombre su fidelidad a Dios. Jesucristo se hizo semejante a los hombres, menos en el pecado, y en la desobediencia, precisamente para rescatarlos con su obediencia al Padre eterno. Esto lo capacitó para ejercer su soberanía, sobre aquellos para quienes es causa de salvación eterna.

c.- Jn. 12, 20-30: Jesús anuncia su glorificación por la muerte.

Este evangelio nos presenta la Hora de Jesús. El trasfondo es cristológico, donde lo central es la muerte de Jesús, para dar fruto (vv.20-26), lo que redunda en su exaltación y glorificación a la derecha del Padre, y la atracción que ejercerá sobre los hombres hacia ÉL (vv.25-26; cfr. Jn.12, 32). Comienza a develarse el misterio de Jesús, con su pasión y glorificación. Encontramos la subida a Jerusalén de unos griegos que quieren ver a Jesús (vv.20-21), y su elevación Jesús a la cruz y a la gloria (cfr. Jn. 12,32). La llegada de unos griegos, que quieren conocer a Jesús, núcleo teológico del texto, es la atracción de la pascua judía y a la persona de Jesús, preludio de la entrada de las naciones paganas a las fuentes de la salvación. La voluntad salvífica del Padre, el otro núcleo teológico, que no duda en entregar a su Hijo unigénito, como cordero pascual a la muerte. Ambos temas teológicos nos introducen en la Hora de Jesús, que se da entre lo histórico y lo escatológico, es decir, el final de los tiempos. Hay un movimiento interno en la escena que todos se dirigen a Jesús, la multitud va a su

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encuentro saliendo del templo y estos griegos que vienen a las fiestas pascuales, pero van en busca de Jesús. Es singular que se dirigen a Felipe y éste a Andrés, uno discípulo del Bautista, el otro llamado por Jesús; Andrés, representa la comunidad judía, Felipe, los gentiles. La llegada de los griegos y sus deseo de conocer a Jesús marca su hora, la de dar a conocer su obra y su evangelio a todos los pueblos paganos. Esa hora ha llegado, pero Jesús reserva la respuesta al Padre, les responderá muy pronto de forma sorprendente, inaudito, como es la pasión del Hijo del Hombre. Pasión y glorificación coinciden, muerte, resurrección, y elevación, constituyen la Hora de Jesús. Si alguien quiere seguir sus pasos, como el grano de trigo, deberá entrega la vida (vv. 24-26). La propia muerte lo turba, lo confunde, es su naturaleza humana que reacciona ante la perspectiva que le espera, este es el Getsemaní, de Juan, pero Jesús centra su vida en la adhesión incondicional en la voluntad del Padre, que ha venido a cumplir (v.26). “Padre, glorifica tu Nombre. Vino entonces una voz del cielo: Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré” (v. 28), es su obediencia filial la que da gloria al Padre, manifiesta de modo admirable el amor trinitario, que trae la salvación del mundo. Es la respuesta del Padre, que por medio de su Hijo revela su obra de salvación. Pero la voz no ha venido por Jesús, sino para los que lo escuchan (v.30), los creyentes, para que comprendan que las acciones del Hijo, son también obras del Padre, que se identifica con ellas. Con esta entrega de todo su ser, Jesús se manifiesta como el Hijo del Hombre, que inaugura el Reino de Dios, expulsar al príncipe de este mundo, con su muerte en la cruz y su grito de victoria de vida nueva para la humanidad.

Teresa de Jesús, maestra de oración, madre de los espirituales, nos propone el camino de la oración, como el mejor medio para dar frutos de santidad. Lo propone en su tratado de la oración: “Los cuatros modos de regar el huerto”, del alma, en su libre de la Vida (V 11-22). Este texto habla de la oración de quietud. “Ahora tornemos a nuestra huerta o vergel, y veamos cómo comienzan estos árboles a empreñarse para florecer y dar después fruto, y las flores y claveles lo

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mismo para dar olor. Regálame esta comparación, porque muchas veces en mis principios y plega el Señor haya yo ahora comenzado a servir a Su Majestad (digo principio de lo que diré de aquí adelante de mi vida), me era gran deleite considerar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él. Suplicábale aumentase el olor de las florecillas de virtudes, que comenzaban a lo que parecía a querer salir, y que fuese para su gloria y las sustentase pues yo no quería nada para mí. Gánase aquí mucha humildad; tornan de nuevo a crecer las flores.” (V14, 9).

LUNES

Lecturas bíblicas

a.- Dan.13, 1-9.15-17.19-30.33-62: La casta Susana y los dos ancianos.

En la primera lectura, encontramos el triunfo de la pureza y castidad, por sobre la maldad humana. Las palabras de Susana: “Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.» (v. 22-23). El relato con todos los detalles, son una preciosa joya, de la literatura hebrea donde se exalta la virtud de la castidad, y de la fidelidad a la Ley de Yahvé.

b.- Jn. 8, 1-11: La mujer adúltera.

El evangelio nos habla de una mujer sorprendida en adulterio. Encontramos a Jesús enseñando en el templo muy de mañana (vv.1-2); los escribas y fariseos se presenta ante Jesús y preguntarle sobre una mujer sorprendida en adulterio (vv.3-6); Jesús responde a la solicitud: el que esté sin pecado que lance la primera piedra (vv.7-9); Jesús y la mujer (vv.10-11). Luego de una jornada de discusiones, Jesús despide a la gente, y sube al Monte de los Olivos (cfr. Lc.4,42; 6,12; 9,18; 11,1; 21,37-38; 22, 39-46). A la mañana todo el pueblo

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nuevamente está en el templo para escuchar la magistral enseñanza de Jesús (cfr. Lc.21, 38). Traen a Jesús, escribas y fariseos, a una mujer sorprendida en flagrante adulterio, en medio de la muchedumbre (vv.3-5). Haber sido sorprendida con un hombre que no era su marido le da al relato dramatismo, puesto que la mujer deberá asumir la muerte (v.5; Dt. 22, 22). A escribas y fariseos lo único que les interesa es colocar a Jesús frente a Moisés y la Ley, la mujer y su situación no les importa; la acusan para desafiar a Jesús (v.6; cfr. Jn. 6, 30-31; 9, 29s). En el relato, el marido, que ni siquiera es mencionado, tampoco les importaba a los acusadores, la tensión crece, mientras ellos insisten en una respuesta, como la mujer, Jesús guarda silencio. Lo que acontece es un verdadero proceso judicial: Jesús enfrentado a la Ley de Moisés, la mujer en medio, es una excusa para discutir sobre la aplicación de la Ley. Jesús se limita a inclinarse y escribir en la tierra con el dedo (cfr. Jr. 17,13; Ex. 23,1; 31,18; Sal.40,2; 53,3; 113,6; Ez.11,19). Jesús se acerca al hombre, inclinado sobre él, lo viene no a condenar, sino a rescatar. La mujer de pie, Jesús inclinado, es Dios que se abaja, para que el hombre sea ensalzado. Dado que ellos insisten se pone de pie y les dice que quien está sin pecado, que lance, la primera piedra (v.7; Lv. 24,1-16; Dt. 13, 10; 17, 2-7). Jesús se vuelve a inclinar para seguir escribiendo, mientras tanto, todos se retiran desde los más viejos, hasta quedar sólo con la mujer, encarnando con su actitud la misericordia divina (v.8). ¿Dónde están? Nadie la condenó, tampoco Jesús, que en adelante, no peque más (vv.10-11). Por primera vez, la mujer está en condiciones de entrar en relación con Jesús, recuperada su dignidad, se dirige a ÉL como Señor. Le ofrece una vida nueva y una nueva relación con Dios, perdonada. Se cumple aquello que vino a salvar y no a juzgar a los hombres y mujeres que arrepentidos vuelven a Dios.

Santa Teresa de Jesús era consciente de tener ella y sus hijas una misión en la Iglesia por lo tanto quisiera con exquisita femineidad hacer más por Cristo desde su condición de consagrada. “Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que

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veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden, sino contentaros; por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo daréis menos de lo que os suplican, sino mucho más; ni aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andábais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, … que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa; no lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia que sois justo juez y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y, en fin, todos varones, no hay de mujer que no tengan por sospechosa. Cuando os pidiéremos honras, no nos oigáis, Señor mio, o dineros, o cosa que sepa a mundo; mas para honra de vuestro Hijo, ¿por qué no habéis de oír, Padre Eterno, a quien perdería mil honras y mil vidas por Vos? No por nosotras, Señor, que no merecemos nada, sino por la sangre de vuestro Hijo y sus méritos.” (Camino de Perfección del Escorial 4,1).

MARTES

Lecturas bíblicas

a.- Num. 21,4-9: La serpiente de bronce.

El pueblo atraviesa el desierto, lugar vasto donde sufren hambre, sed y el ataque de enemigos como las serpiente y los escorpiones (cfr. Dt. 8, 15; Is. 14, 29; 30,6). El pueblo se queja por el maná, las serpientes abrasadoras son un castigo divino, si bien piden perdón mueren muchos, pero la salvación viene de Dios, como respuesta que los libra de las serpientes. La serpiente en la antigüedad, e Israel no es la excepción, creía en los poderes curativos de la serpiente, símbolo de la fertilidad. La historia que escuchamos hoy tiene resabios de la cultura cananea, que pasó al culto del templo de Jerusalén, hasta que Ezequías en su reforma la mandó destruir un ídolo que la

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representaba (cfr. 2 Re.18, 4). La serpiente en el relato es providencia de Dios y salud de Dios para su pueblo en el desierto. El símbolo, mira a Dios como fuente de salud y bondad para quien contempla la serpiente de bronce y que supera al castigo impuesto por el mismo Dios por las quejas del pueblo. El símbolo de muerte y de vida, como es la serpiente de bronce, nos habla también del juicio y la misericordia, que prevalece en el obrar de Dios. Todo gracias a la intercesión de Moisés su siervo, que temeroso sube al monte a dialogar con Yahvé, trayendo vida para Israel.

b.- Jn. 8, 21-30; Cuando levantéis al Hijo del hombre.

El evangelio retoma el tema del origen y destino de Jesús. A sus adversario les dice que se va donde no le pueden seguir (cfr. Jn.7,33-34; 8,14), pero les advierte, que lo buscarán pero morirán en su pecado, por el rechazo que han manifestado hasta ahora de su persona y doctrina (cfr. Jn.5,18; 7,1.19-20. 25. 30). Ellos piensan que va a suicidarse (v. 20), si bien habrá una muerte, en la Hora de Jesús, querida por el Padre aceptada por el Hijo. Les dice que ellos son de abajo, mientas ÉL es de arriba, fracasarán si no superan su pecado de incredulidad, si no creen que “Yo soy” (vv.23-24). Si bien hay un abismo entre lo que está arriba y lo de abajo, desaparece cuando el Revelador desciende del cielo y capacita al hombre para subir a lo alto, sólo la incredulidad, puede hacer fracasar esta voluntad salvífica de Dios. Los judíos evitarán la muerte espiritual, sólo si creen que ÉL es Yo soy, como el antiguo Israel Yahvé se reveló como el único Dios verdadero (cfr. Ex. 3,14; Is.41, 4; 43,10.13; 45,18; 46,4; 48,12; 51,12). Si los judíos creen que Jesús, es revelación del Padre, se abre una vía que une a los que están abajo con lo que está arriba. Abandonar la situación de pecado, equivale a creer en Jesús. La pregunta: “¿Quién eres tú?” (v. 25), sólo se puede entender desde la voluntad salvífica del Padre, sin embargo, no comprendieron que les hablaba del Padre, el que es veraz, por eso, lo que le ha escuchado a ÉL, eso es lo Jesús enseña (vv.26-27). Finalmente, Jesús hace un último intento por convencerlos cuando les habla que el Hijo del Hombre sea elevado, levantado por ellos a la cruz, entonces tendrá lugar la revelación,

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sabrán que “Yo soy” (v. 28), Jesús y el Padre están íntimamente unidos. ÉL les había enseñado que si creían en ÉL tendrían vida eterna, lo que habla es lo que el Padre les comunicó. La afirmación de Jesús unida al levantamiento a la cruz, es un ofrecimiento de salvación para todos los hombres, en total dependencia del Padre. Todo cuanto enseña y hace Jesús, es la palabra y acción del Padre (cfr.Jn.5, 19-30), auténtica revelación, que Jesús es luz del mundo (cfr. Jn. 8,12), que trae vida a los que crean. El Padre siempre está siempre con Jesús, por ello cuanto hace el Hijo, agrada al Padre, porque hay unidad con su voluntad (v. 29). Muchos judíos creyeron en Jesús, pero no todos. En esta Cuaresma es necesario reforzar nuestra fe y adhesión a Cristo Jesús, porque sabemos que viene del Padre a comunicarnos su voluntad salvífico.

La Santa Madre Teresa une la oración con el seguimiento de Cristo sin el cual todo sería vana ilusión. No hay mayor sacrificio que amar a Dios y al prójimo, esto para quienes se matan a penitencias que a lo mejor son inútiles puesto que no convierten el corazón. “Por esto y por otras muchas cosas avisé yo en el primer modo de oración, en la primera agua, que es gran negocio comenzar las almas oración, comenzándose a desasir de todo género de tormentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a llevar su cruz a Cristo, como buenos caballeros, que sin sueldo quieren servir a su Rey, pues le tienen tan seguro. Los ojos en el verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar. Es muy gran cosa traer esto delante, en especial en los principios; que después tanto se ve claro, que antes es menester olvidarlo para vivir, que procurarlo traer a la memoria lo poco que dura todo y cómo no es todo nada y en lo nonada que se ha de estimar el descanso.” (Vida 15,11).

MIERCOLES

Lecturas bíblicas

a.- Dan. 3,14-20.91-92.95: Los tres jóvenes en el horno.

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Esta lectura de Daniel, hay que leerla en clave, ya que describe la persecución que sufren los judíos en tiempos de Antíoco IV (s. II a. C.), para mantener la fidelidad del pueblo a la alianza hecha con Yahvé, vuelve el autor su mirada a los tiempos del destierro en Babilonia con el rey Nabucodonor (s. VI a. C.). Cada uno en su tiempo, mandaron a los judíos, bajo pena de muerte, adorar un ídolo: en el caso del rey babilonio su propia estatua, mientras que Antíoco mandó poner a Zeuz en el templo de Jerusalén. Los tres jóvenes se niegan y son condenados a muerte. Pero Dios los libra de las llamas de fuego por la acción de su ángel hasta que finalmente el rey Nabucodonosor confiesa su fe en el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago cuando exclama. “Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios.” (v. 95).

b.- Jn. 8, 31-42: La verdad os hará libres.

El evangelio es continuación del discurso de Jesús que se dirige ahora a los judíos que creyeron en ÉL (v.31). Da comienzo el discurso sobre Jesús y los hijos de Abraham, donde lo esencial es la filiación y paternidad (Jn. 8, 31-59). Ellos tienen una fe parcial en Jesús, permanecen allí, por eso ÉL intenta introducirlos en una auténtica. Les exhorta a permanecer en su Palabra, actitud de gran importancia para Juan en su evangelio. Significa mantener una comunicación vital con Jesucristo, aceptación total de su Persona, centro vital para el discípulo. Se da un dinamismo, entre una fe parcial a una plena, comprometerse en ese permanecer y conocer la palabra de Jesús, es para considerarse un discípulo de Jesús. El discípulo siempre está en la escuela de Jesús, su constancia en el camino de la fe, lo que forma el carácter del discípulo. La fe verdadera guiará a los judíos al conocimiento de la verdad, a la revelación de Dios manifestada en Jesús (vv. 31-32; cfr. 1,18; 3,13; 6,46). De la verdad, germina la libertad para convertirse en hijo de Dios (cfr. Jn. 1,12-13). Les dice Jesús: “La verdad os hará libres” (v. 32). Sin embargo, ellos argumenta que no tienen necesidad de esa libertad, porque son descendencia de

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Abraham, son hijos, no son esclavos, por ello dudan que Jesús proporcionarles un camino de libertad (v. 33). La descendencia por la sangre no mide la esclavitud ni la libertad, en cambio el pecado, es lo que hace al hombre esclavo. Los judíos, creen ser hijos de Dios, si permanecen en la palabra de Jesús, serán verdaderamente libres; sólo los hijos permanecen en casa para siempre, no así los esclavos (v. 35). Como Hijo, Jesús da una libertad para siempre, da a conocer por su palabra, lo que vio junto al Padre, pero los judíos no dan cabida a la palabra de Jesús (v.37). Pueden asegurar ser descendencia de Abraham, pero Jesús concluye, que no son hijos de Dios, puesto que quieren matar al Hijo del hombre. Su padre debe ser otro, no Abraham (v.38), por sus obras y porque rechazan el camino que les propone al dejar lugar a su palabra. ¿Quién es su padre? Ciertamente no es Dios, el Padre de Jesús de Nazaret. En esta Cuaresma permanezcamos en la Palabra, para ser libres y vivir en la verdad que es Cristo.

Teresa de Jesús, mujer que luchó por la libertad interior, como espacio para crecimiento humano y cristiano del orante, enseña que no nos espante la cruz cuando parece en nuestra vida para ganar, precisamente libertad de espíritu. La voluntad entregada totalmente al servicio de Dios, hacer realidad eso de “hágase tu voluntad” en la propia existencia cristiana. “Así que torno a avisar, y aunque lo diga muchas veces no va nada, que importa mucho que de sequedades, ni de inquietud y distraimiento en los pensamientos, nadie se apriete ni aflija. Si quiere ganar libertad de espíritu y no andar siempre atribulado, comience a no se espantar de la cruz, y verá cómo se la ayuda también a llevar el Señor, y con el contento que anda y el provecho que saca de todo; porque ya se ve, que si el pozo no mana, que nosotros no podemos poner el agua. Verdad es que no hemos de estar descuidados, para que cuando la haya, sacarla; porque entonces ya quiere Dios por este medio multiplicar las virtudes.” (Vida 11,17).

JUEVES

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Lecturas bíblicas

a.- Gen. 17, 3-9: Alianza de Dios con Abraham.

La primera lectura nos habla de la alianza de Dios con Abraham, según la versión sacerdotal, paralela a la de carácter yavhista (Gn.15). Si bien ambas versiones hablan del mismo tema, pero el estilo, el designio teológico, las hacen diferentes. Si en el yahvismo se resalta lo humano, en esta versión sacerdotal, tenemos el trascendentalismo; lo que era un diálogo de Yahvé con Abraham, aquí es un discurso divino; en lugar del Dios cercano, está el Dios que permanece en su misterio, ante el cual el hombre, no habla, sino que se postra y adora en silencio. La alianza sinaítica en esta versión sacerdotal, Dios promete establecer con Abraham y su descendencia una alianza eterna. Don divino para él y sus descendientes en la fe. La alianza aquí, es un trato jurídico: Dios promete a Abraham una descendencia numerosa, la posesión de la tierra para siempre y que el Sadday, Dios, será el Dios de Abraham y sus hijos. En síntesis: Dios será el protector de Israel para siempre e Israel será para siempre el pueblo de Dios. La parte que le toca a Israel, queda circunscrito a la circuncisión, pero la verdadera actitud será la de andar en su presencia y ser perfectos. Abraham cae en tierra en adoración, rostro a tierra, esa es la justa actitud ante Yahvé, lo que el texto sacerdotal exige al pueblo escogido, la circuncisión es expresión de esa actitud interior.

b.- Jn. 8, 51-59: Antes de Abraham existo yo.

El evangelio nos presenta la última parte del discurso de Jesús, donde se da un diálogo, donde las preguntas de los judíos son respondidas por Jesús (vv. 53.57), cada uno afirma su propio punto de vista (vv. 51.56.58), y se da una reacción (v. 59). Los judíos se defienden de aquello de ser hijos del diablo, y por ello le dicen a Jesús que tiene un demonio, que está loco (cfr. 48; Jn.7, 20). La vida eterna, brota de guardar la palabra de Jesús, obteniendo la vida por medio de ella (v.51). Quien cree en Jesús, no conocerá la muerte. ¿Cómo puede Jesús ofrecer vida eterna? Abraham y los profetas, todos murieron, con lo que quedaba claro que Jesús se proclama superior a Abraham,

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es más, Abraham se alegró al contemplar su Día, el día de Cristo (v.53). ¿Es Jesús más que Abraham? La cuestión de la muerte, lleva a Jesús a repetir que no busca su gloria, que depende totalmente del Padre (v.54; Jn. 8,50), que intervendrá directamente y glorificará a su Hijo. Los judíos no conocen a Dios, porque rechazan reconocer al Hijo y su palabra, mientras Jesús sí conoce a Dios. La diferencia entre Jesús y los judíos está en que si bien en Abraham, tienen a su padre, esto los distancia de porque él aceptó la voluntad salvífica de Dios; él se alegró de ver el día de Jesús, mientras ellos no lo verán (v.56). La fe de Abraham se define, como aquella, que quiere hacer la voluntad de Dios en todo momento. ¿Ha visto Jesús a Abrahán? (v.57). Jesús no dijo que había visto al Patriarca, sino que Abrahán había visto el día de Jesús. Concluye con una afirmación: invoca su preexistencia como Logos, de cara a Dios, unión amorosa, antes del inicio de la historia (v.58; cfr. Jn.1, 1-18). Abraham es parte de esta historia, vino y se fue; no es el caso de Jesús, que habla desde la historia pero la trasciende a un antes y un más allá del tiempo y de la historia. Antes de Abrahán, ÉL ya existía, proclamación que suena a blasfemia a los oídos de los judíos. Cogen piedras para matarlo, pero Jesús se escabulle, abandona el Templo. Los judíos perdieron su camino al rechazar la plenitud de la Ley de Moisés, manifestada en la persona y obra de Jesucristo, el Mesías, el mayor don del Padre.

Santa Teresa de Jesús tuvo un claro conocimiento de Cristo, Verdad y Vida convirtiéndola en una embajadora de su amor caritativo para con sus hermanas de comunidad y con todos los hombres. Conocer a Jesucristo, enviado del Padre es conocerle también al que lo envió. “Gran cosa fue haberme hecho la merced en la oración que me había hecho, que ésta me hacía entender qué cosa era amarle; porque de aquel poco tiempo vi nuevas en mí estas virtudes, aunque no fuertes, pues no bastaron a sustentarme en justicia; no tratar mal de nadie, por poco que fuese, sino lo ordinario era excusar toda murmuración, porque traía muy delante cómo no había de querer ni decir de otra persona lo que no quería dijesen de mí. Vínose a entender que adonde yo estaba tenían seguras las espaldas, y en esto estaban con

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las que yo tenía amistad y deudo y enseñaba; aunque en otras cosas tengo bien que dar cuenta a Dios del mal ejemplo que les daba. Plega a Su Majestad me perdone, que de muchos males fui causa, aunque no con tan dañada intención como después sucedía la obra.” (V 6, 3).

VIERNES

Lecturas bíblicas

a.- Jr. 20,10-13: Confesiones de Jeremías.

Jeremías, nos introduce en sus confesiones, en sus crisis interiores, puestos que le acechan las amenazas exteriores, persecución y odio a muerte. Las crisis interiores las vive enfrentando a Dios, pero cuando las dificultades vienen del exterior, aunque venga de los más cercanos, su postura es de seguridad en su interior, porque sabe que Yahvé está con él como fuerte soldado. Sabe, que es motivo de otra conspiración, cuchicheos por doquier, sus enemigos esperan verlo caído, para acabar con su vida. Sin embargo, no se queda en esto, le basta recordar la llamada de Yahvé, conoce su intimidad, por ello espera confiado la derrota de sus enemigos, más aún habla de venganza (v.12). Se refleja la justicia distributiva y la retribución terrena, tan propia de ese ambiente judío del AT. El profeta, sale de su situación y pide alabar a Yahvé por sus obras, por lo que ha realizado en él. Ha sido testigo de la palabra, con dolor y esperanza, pero también de la salvación y glorificación que le dará en esta vida, ya que toda su existencia está en las manos de Yahvé. Desde la inseguridad en que vive Jeremías, germina la confianza total en que Dios no lo abandonará.

b.- Jn. 10, 31-42: Jesús se declara Hijo de Dios.

En este evangelio, queda claro que la tensión del primer momento, asegura una verdad: la unidad del Padre y del Hijo (cfr. Jn.5-10). Acusar ahora a Jesús de blasfemo es una ofensa al Dios de Israel, y por ello Jesús argumentará como ellos, desde la Escritura. No han

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escuchado sus palabras acerca de las obras hechas en nombre de su Padre. Se presentó como el Buen Pastor con categorías mesiánicas, pero tampoco lo aceptaron (cfr. Jn.10,1-18), y por ello perfeccionar las esperanzas mesiánicas celebradas en la fiesta de los Tabernáculos (Jn.10,1-18). Cuando se refiere a la Ley, que encierran las Escrituras, cita el Sal. 82,6 que llama “dioses” a los que recibieron la palabra, dirigentes y Jueces de Israel, al pueblo de Dios, más aún tuvieron el encargo de interpretarla y aplacarla, con cuanta mayor razón, puede ser llamado Hijo de Dios, el que el Padre a Enviado, su Palabra eterna. Los judíos son juzgados por sus propias Escrituras, Jesús no comete blasfemia contra la tradición de Israel, sino que perfecciona la promesa de enviar y consagrar a su Hijo al mundo. Se habla de Jesús por primera vez como Consagrado por Dios, lo que nos habla del trasfondo de la fiesta de la Dedicación en los tiempos de Antíoco IV (cfr. 1Mac.4, 36). Jesús, presencia viva de Dios en esa fiesta, Enviado por el Padre, perfecciona lo que fue signo y sombra: no hay que buscar a Dios en el altar de piedra consagrado; hoy se da a conocer en su Hijo, su Consagrado y Enviado (v.36). Si Jesús es presencia viviente de Dios Padre entre los judíos, sus obras son manifestación también del Padre. Ahora bien, si ellos quieren sentirse hijos fieles a Dios, deberían aceptar a Jesús y sus obras. Si Jesús no hiciera la voluntad de Dios, ellos tendrían razones para creer en ÉL, pero no es posible, luego de haber visto oído a Jesús (v.37). Finalmente, Jesús les pide que acepten: que Dios antes estaba presente en el templo, ahora se hace presente en las obras del Hijo (v.38). Si en la fiesta de los Tabernáculos se abrió un rayo de luz en los judíos, que Jesús pudiera ser el Mesías, tres meses más tarde en la Dedicación, quieren arrestarle, pero no había llegado su Hora, porque escapó de sus manos (v.39; cfr. Jn.10,21, 2,4; 7,30; 8,20). Abandona el templo y va al otro lado del Jordán, un grupo de personas comenzó a creer en ÉL. Acuden a ÉL y nuevamente se abre la posibilidad que fuese el Mesías, porque todo lo que dijo de ÉL el Bautista era verdad, y si él no es el Cristo, Jesús es el Cristo (v.42; cfr. Jn. 1,20.25. 29.33.36; 3,28-29). Nuevamente brilla la esperanza cuando algunos piensa y creen que Jesús cumple con lo anunciado por el Bautista, el enviado por Dios

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(Jn.1,6-8). Ese lugar donde la voz del y el testimonio del Bautista, la lámpara, toda vía brilla, Jesús es acogido en un ambiente no de oscuridad y violencia sino de fe.

La Santa Madre Teresa ve a Jesús renovar su pasión, en una Iglesia que se divide con la reforma de Lutero, y desde esa realidad dolorosa ella recrea su dolor por redimir al hombre pecador, pero el amor entrañable del Padre y del Hijo, abre horizontes de esperanza y verdad para los creyentes. “¡Oh, válgame Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran amor del Padre! Aun no me espanto tanto del buen Jesús, porque como había dicho «fiat voluntas tua», habíalo de cumplir como quien es. Sí, que no es como nosotros; pues como sabe lo cumple con amarnos como a Sí, así andaba a buscar cómo cumplir con mayor cumplimiento, aunque fuese a su costa, este mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo lo consentisteis? ¿Por qué queréis cada día ver en tan ruines manos a vuestro Hijo? Ya que una vez quisisteis lo estuviese y lo consentisteis, ya veis cómo le pararon. ¿Cómo puede vuestra piedad cada día, cada día, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer a este Santísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe de ver el Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes!” (CV 33, 3).

SABADO

Lecturas bíblicas

a.- Ez. 37, 21-28: Serán mi pueblo y yo seré su Dios.

El profeta Ezequiel, también usa el símbolo, para expresar su mensaje al pueblo. Escribir los nombres de Judá y José o Israel en dos varas y luego de atarlas, las lleva en sus manos. El mensaje es claro: la historia de Israel desde los tiempos de David, promete en nombre de Yahvé, la repatriación y la unidad en la tierra prometida, bajo la égida de un nuevo rey David. Fue este rey quien consiguió la unidad de Israel, Salomón la conservó pero no la supo transmitir, tiempo de unidad teocrática. Luego de la división en dos reinos, Israel y Judá, pierden su unidad teocrática, siendo alejadas de la tierra prometida. El

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anuncio de Ezequiel, es precisamente el anuncio del retornar a la unidad, bajo la égida de un nuevo David, tiempo en que no habrá división, fruto del pecado y del desorden. En esta repatriación, será esencial la purificación de toda idolatría, preparación inmediata a la nueva alianza, alianza de los tiempos mesiánicos, que Cristo Jesús llevará a cabo en el altar de la Cruz, con su sangre derramada para el perdón de los pecados. Este pastor, lo identifica así el profeta, con el mismo Dios, “único pastor” (v. 24) de ellos. Anuncio del misterio de la Encarnación, garantía de esa insistencia que encontramos en que esta alianza es para siempre, con una paz y bienestar estable. La nueva alianza tiene características propias: al mismo Dios que la realiza, Israel ahora será para siempre su pueblo, un santuario en medio de ellos, presencia vivificante y salvífica; el nuevo David, será el único pastor y finalmente la promesa de convertir a Israel en instrumento de salvación para todos los pueblos: “Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.” (v. 28). La Iglesia es sacramento universal de salvación.

b.- Jn. 11, 45-57: Para reunir a los hijos de Dios.

El evangelio nos presenta la decisión de las autoridades judías de dar muerte a Jesús a causa de la resurrección de Lázaro (v.45), debido a los signos que hacía en medio del pueblo. Juan sólo relata siete signos en su evangelio, pero señala que hizo otros muchos (cfr. Jn. 2, 23). Unos creen en ÉL, otros lo rechazan abiertamente, son los que estuvieron junto a María (Jn.11, 19). El Sanedrín, ante los signos que realiza Jesús, teme que la gente siga creyendo en ÉL, lo acepten como Mesías político y social, lo que desataría problemas con Roma. Temen que se prohíba el culto y la propia existencia de Israel (v.47). Tiempo de cambio, se pasa de la economía de la Ley, a la economía de la gracia y la fe en Cristo Jesús, el pueblo judío deja su lugar a la Iglesia. ¿Qué hacer? Es mejor, asegura Caifás, que muera un solo hombre y no perezca la nación entera (vv.48-49). Las palabras del sumo sacerdote Caifás, son pronunciadas con plena autoridad conferida por su cargo, no por iniciativa propia (vv.49-52). Son un

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anuncio profético oportunista, si se quiere, pero un buena interpretación de la muerte de Jesús. Hay que tener en cuenta, que una persona justa podía ofrecer la vida por la nación y obtener de Dios una abundante bendición para todos. Los mártires Macabeos, son el mejor ejemplo, muy presente su testimonio en el Israel del primer siglo. Caifás propone, irónicamente, deshacerse de Jesús, en ese sentido, que muera uno sólo y no toda la nación. Pero Juan va más allá, interpreta a Caifás como voz de Dios, si bien no sabía lo que decía, acierta en anunciar que Jesús morirá por la nación (v.51). Los beneficiarios de su muerte no se reducirán a tan sólo Israel, sino que congregará a todos los hijos de Dios dispersos (v.52; cfr. Jn.10,15-16). Como la decisión de matar a Jesús es irrevocable, si el no muere, perece toda la nación, y ÉL conoce estos propósitos, huye a una ciudad del desierto Efraín, hasta que llegue su hora, para entregar su vida libremente. Tan próximos a la Pascua, acompañemos a Jesús en su misterio y pasión, que es nuestra vida y resurrección.

Santa Teresa de Jesús no duda un instante en vincular el misterio pascual de Cristo con la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Estar junto a Cristo es siempre lo mejor. “Pues, si todas veces la condición o enfermedad, por ser penoso pensar en la Pasión, no se sufre, ¿quién nos quita estar con El después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el Sacramento, adonde ya está glorificado, y no le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los Apóstoles? Porque, cierto, no todas veces hay quien sufra pensar en tantos trabajos como pasó. Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un memento de nosotros.” (Vida 22,6).

P. Julio González C.