Psicoanálisis e Historia de Las Mentalidades

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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 26. 1999. PSICOANÁLISIS E HISTORIA DE LAS MENTALIDADES UNA POSIBLE APROXIMACIÓN t Mario Elkin Ramirez" Departamento de Psicoanálisis Universidad de Antioquia s posible una aproximación conceptual, epistémica y de investi gación de los mismos objetos, entre el psicoanálisis y la historia de las mentalidades? Es la pregunta de la que parte este artículo, donde se presenta una serie de ideas que hacen aún parte de una cartografía que apenas se levanta en ciencias humanas, y cuya potencia explicativa comenzamos a vislumbrar. Filología de la mentalidad Mental es un adjetivo que, según LeGOff,3se refiere a espíritu y viene del latín mens, sin embargo, el epíteto latino mentalis no viene 1 Una primera versión de estas consideraciones fueron pronunciadas en el 11 Coloquio de Psicoanálisis en la Habana. Cuba. en Octubre de t 997. 2 Socl61ogode laUniversidad Aut6noma latinoamericana. Doctorado en Psicoanálisis en la Universidad de ParísVIII. 3 Le Goff, [acques, Les mental/tés une htstotr« amb/gue, In Falre I'Hlstolre, Galllmard, París, p.82.

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Una Posible Aproximación

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  • Anuario Colombiano de HistoriaSocial y de la Cultura 26. 1999.

    PSICOANLISIS

    E HISTORIA

    DE LAS MENTALIDADES

    UNA POSIBLE

    APROXIMACIN t

    Mario Elkin Ramirez"Departamento de Psicoanlisis

    Universidad de Antioquia

    s posible una aproximacin conceptual, epistmica y de investigacin de los mismos objetos, entre el psicoanlisis y la historiade las mentalidades? Es la pregunta de la que parte este artculo,

    donde se presenta una serie de ideas que hacen an parte de unacartografa que apenas se levanta en ciencias humanas, y cuya potenciaexplicativa comenzamos a vislumbrar.

    Filologa de la mentalidad

    Mental es un adjetivo que, segn Le GOff,3se refiere a espritu yviene del latn mens, sin embargo, el epteto latino mentalis no viene

    1 Una primera versin de estas consideraciones fueron pronunciadas en el 11Coloquio de Psicoanlisis en la Habana. Cuba. en Octubre de t 997.

    2 Socl61ogode laUniversidad Aut6noma latinoamericana. Doctorado en Psicoanlisisen la Universidad de Pars VIII.

    3 Le Goff, [acques, Les mental/ts une htstotr amb/gue, In Falre I'Hlstolre,Galllmard, Pars, p.82.

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    naturalmente de mental, pues fue ignorado por el latn clsico y perteneceal vocabulario escolstico medieval. Los cinco siglos que separan laaparicin de mental (mitad del siglo XN) de mentalidad (mitad del sigloXIX), indican que vienen de contextos diferentes.

    Si en francs no hay derivacin directa de mentalit de mental, encambio en el ingls, desde el siglo XVII mentality s viene de mental. Estaprecisin tiene su importancia, ya que en la filosofa inglesa de estapoca, mentalidad designa: "una coloracin colectiva del psiquismo, lamanera particular de pensar y de sentir de un pueblo, de un ciertonmero de personas" (Le Goff , ibid. p.82).

    Se puede vincular de entrada a esta significacin y de maneraextempornea, la polmica que Freud en su texto Psicologa de las masasy anlisis del yo4 desarrolla con Gustave Le Bon, sobre un fondo dedesciframiento de las mentalidades colectivas. Freud se entusiasma porel reconocimiento que hace Le Bon en su Psychologie de foules,5 delpensar, del obrar y del sentir de las masas, corno productos del inconsciente,bien que el autor no desarrolla este punto. Por esta razn, Freud retornael planteamiento de Le Bon, e introduce corno explicacin de latransformacin del comportamiento del individuo al hallarse encolectividad, el levantamiento de la represin que permite la emergencia,en la multitud, de las pulsiones de manera desenfrenada.

    Esa polmica recae tambin sobre las creencias y las creacionescolectivas; lo cual es ya interesante para la aproximacin que sepretende: reconocer que en la base de la creacin de las mentalidadescolectivas subyacen mecanismos inconscientes.

    Volviendo a la filologa del trmino, se encuentra que la nocin dementalidad en el ingls permanece confinada a un lenguaje tcnico dela filosofa, mientras que el francs lo torna del ingls para volverlo deuso corriente. Es as que, a comienzos del siglo XVIII, la nocin dementalidad aparece en el dominio cientfico; inspirando, por ejemplo aVoltaire el libro y la idea del Essai sur les moeurs et l'esprit des nations(1754), "Ensayo sobre las costumbres y el espritu de las naciones".Moeurs podra traducirse corno costumbres, y en ese sentido, se puedeconsiderar, en primer lugar, que uno de los objetos de la historia de las

    4 Freud. Sigmund. Psicologfa de las masas y anlisis del yo. (1920). In ObrasCompletas. Amorrortu.

    5 Le Bon, Gustave. Psicologfade las multitudes. Albatros. Argentina.

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    mentalidades son las costumbres y lo que de inconsciente entraan; enesa direccin, puede concebirse la Metafsica de las costumbret de Kantcomo ensayos sobre las mentalidades; 10 que conduce a un nuevocampo: a la relacin entre mentalidad, tica y moral; terreno en el quese encuentra pertinente el aporte del psicoanlisis. Pero, igualmente,moeurs puede traducirse por hbitoscotidianosy, en ese sentido, estara porhacer la psicopatologaque subyace dichos hbitos, tal como en su ensayode 1905Freud reflexion la Psicopatologa de la vida cotidiana a nivelindividual. Elasunto ser, adems, encontrar la ruta para que explicacionesequivalentes puedan aplicarse a comportamientos colectivos.

    En 1877mentalidad aparece en el clsico diccionario francs Littr,ilustrada por una frase prestada de la filosofa positivista de Stupuy,donde el sentido de esta nocin es extendido a "forma del espritu".Dice: "cambio de mentalidad inaugurado por los enciclopedistas". Loque nos remite a una polmica al interior de la disciplina de historia dementalidades, a saber, su diferencia con la historia de las ideologas,pero que abre desde el psicoanlisis hacia la historia de las mentalidadesel proyecto de una historia de las creencias.

    En efecto, hacia 1900 el trmino mentalidad es, segn Le Goff, "elsucedneo popular de la Weltanschauung alemana, la visin del mundode cada uno, un universo mental estereotipado y catico a la vez' (LeGoff, ibid, p.83).

    Sila historia de las mentalidades es la historia de las concepciones delmundo, esto seala una nueva aproximacin al psicoanlisis; una de lasNuevas lecciones de introduccin al psicoanlisis es titulada por Freud,justamente: sobre lasWeltanschauung , las cosmovisiones o concepcionesdel mundo. All, Freud las define como construcciones intelectualesedificadas sobre la base de una hiptesis superior, la existencia de dioses,o espritus sobrenaturales, y que cumplen la funcin de saciar el apetitode saber humano, darle una ilusin de proteccin frente a las vicisitudesde la existencia, aportarle un cdigo moral de relacin frente a lossemejantes, y le promete adems, un desenlace feliz ms all de lamuerte. Es una definicin rigurosa, a la que slo puede ajustarse lareligin, pues, la ciencia, la filosofa y el psicoanlisis, se quedan cortosen el cumplimiento de estas funciones. En ese sentido, la historia de lasmentalidades sera la historia de las religiones, y, en efecto, la religin esuno de sus objetos.

    6 Kant lmanuel. La metaffslca de las costumbres. A1taya. Barcelona. 1993.

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    El psicoanlisis, desde esa ptica, puede aportar a la historia de lasmentalidades una explicacin de la psicologa de la creencia, perotambin, de la incredulidad; del mismo modo que puede arriesgarexplicaciones sobre los resortes psquicos de los rituales religiosos," de laconcepcin de 10 sagrado," de la funcin de 10 demoniaco," de losorgenes delmonotesmo," de la estructura de las iglesias," entre otras.

    Lo sorprendente en esta acepcin de mentalidad que seala LeGoffcomo sucedneo de Weltanschauung, es que deviene: "una visinpervertida del mundo, el abandono a la inclinacin de los malosinstintos psquicos.Hayenel trminouna especiede fatalidad peyorativa"de horrible mentalidad. Pues bien, el psicoanlisis tiene una explicacindel nacimiento de la realidad para el sujeto, justamente, a partir de laaccin de sus pulsiones y la incidencia de los principios del placer y derealidad; es la gnesis del yo-realidad-del- comienzo, el yo-placer-purificado, y el yo-realidad-de- final." Sin dejar de aadir, el aporte deJacques Lacan a este mismo punto, con sus conceptos de real, simblicoe imaginario; conceptos que veremos retomar, por la riqueza de suaporte a la historia de las mentalidades.

    El descubrimiento de la pulsin de muerte, de su fatalidaddeterminante en los juicios, pensamientos y actos del hombre, puedentambin servir de base para arriesgar conjeturas sobre aspectos precisosde la historia de las mentalidades, en cuanto sta se ocupa de la muerte,la relacin de dominio, el amor, etc.

    De otra parte, el ingls retuvo una tendencia de la palabra respectoal adjetivo mental ligado a deficiencia, como retardado mental, retardomoderado, leve, profundo.

    7 Freud. Slgmund. Los actos obsestvos y las pr.ctlcas religIosas. Obras Completas.Amorrortu.

    8 Freud, Slgmund. T6tem y tab. Obras Completas. Amorrortu.

    9 Freud, Slgmund. Una neurosIs demonIaca del siglo XVII. Obras Completas.Amorrortu.

    10 Freud. Sgrnund, El hombre MoIss y la relfSl6n monotefsta. Obras Completas.Amorrortu.

    11 Freud, Sgmund, Dos masas artificiales. la Iglesia y el ejrcito en Pslcologfa delas masas y an.llsls del yo. Obras Completas. Amorrortu.

    12 Freud, Sgmund, Los dos prIncIpIos del suceder pstqotco, Obras Completas.Amorrortu.

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    La utilizacin del trmino en el lenguaje corriente, sea comodeficiencia, o sea como de horrible mentalidad, nutri dos corrientescientficas:la una, en etnologa, donde a finales del siglo XIXy comienzosdel XXel trmino comienza a designar 11el psiquismo de los primitivos",que al observador aparece como un fenmeno colectivo indiscernibledel psiquismo individual. En ese sentido, Le Goff cita de Lucien Lvy-BmhlLa Mentalidad primitiva (1920). La otra corriente aparece en lapsicologa del nio, donde se hace del nio un adulto pequeo,mentalmente menor; se habla entonces de mentalidad infantil, inclusoen obras relativamente recientes como el Vocabulaire de Psychopdagogieet psychiatrie de l'enfant (1970).Pero LeGoff cita un artculo de 1928quees la fecha aproximada de este uso y que retiene nuestro inters, se tratade La Mentalit primitive et celle de l'enfant del psiclogo Henri Wallon,aparecido en la Revue philosophique.

    En este punto vale la pena intercalar dos glosas: la primera, es que laaproximacin del psiquismo del hombre 11primitivo", del nio -e inclusodel pensamiento del neurtico -, es una reflexin que, con una lgicabastante consistente, hace Freud; aunque no utiliza el trmino dementalidad. Es cierto que sus fuentes etnolgicas son bastanteetnocentristas: Frazer por ejemplo. Pero, su competencia a nivel delpsicoanlisis justifica estudiar los presupuestos psicolgicos de esaaproximacin en diversos ensayos.P Se basa, esencialmente, en elreconocimiento de la tendencia de la fantasa y el sueo al principio delplacer, y a la huida del displacer de la realidad; esto, mediante laconstruccin de imaginarios colectivos o individuales, donde el sujetotiene la idea de poderlo todo; en especial, la realizacin de sus deseosambiciosos, agresivos y sexuales, a partir de slo desearlo o pensarlo.Esta actividad psquica se refiere a los otros que rodean al nio - figurasamadas y odiadas como los padres - y se realiza, por ejemplo, en eljuego. En el adulto encontramos el corolario de esta actividad en lafantasa, y a nivel colectivo, en los rituales, los mitos, las creenciaspopulares y, hoy se dir, en las mentalidades.

    Es entonces, la manera como el sujeto puede en los tres casos, tomaruna conexin psicolgica por una conexin en la realidad exterior, darlecrdito a ese error, y conducirse en consecuencia. La aproximacin sevalida an ms, cuando el psicoanlisis se ocupa del nio, no como unobjeto particular de mentalidad deficitaria, ni como un enano, adulto

    13 Freud Slgmund. Elretorno Infantil del totemismo. Magia y Omnipotencia delpensamientoen Ttem y Tab (1914). Obras Completas. Amorrortu.

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    empequeecido, sino como sujeto del inconsciente, al igual que el adultooccidental, oriental, o perteneciente a culturas sin escritura.

    La segunda glosa, es el espacio de reflexin que abre la alusin a lostrabajos de Wallon, ya que son stos, los que inspiraron a Jacques Lacansu concepcin del Estadio del espejo en laformacin del yo ( [e ). Escrito queconstituye una relectura de la Introduccin al narcisismo de Freud, y dedonde se desprende una nocin nueva en psicoanlisis: el Imaginario,nocin que curiosamente encontramos de nuevo en historia de lasmentalidades, como una de sus designaciones: historia de los imaginarioscolectivos, o de los imaginarios sociales.

    El trmino "mentalidad" no hace parte hoy del vocabulario tcnicode la psicologa; ha cado en desuso, pero, la historia salva la nocin yla retoma para las ciencias humanas. El otro destino que no seala LeGoff, es que el trmino es reelaborado por Lacan en Francia bajo la formade Imaginario. Podra desde el psicoanlisis repatriarse el trmino a lahistoria de mentalidades, y en un dilogo transdisciplinario, confrontarsus alcances, lmites y aprovechamientos posibles, a partir, de la nuevasignificacin que en el psicoanlisis ha logrado.

    La nueva escuela histrica francesa, retoma el trmino mentalit en eldominio cientfico bajo el nombre de Historia de las Mentalidades, y lotransmite a otras lenguas: mentality, Mentalitiit, mentalidad, menialit. Ycomo gnero, encuentra sus tericos ms importantes en Lucien Febvre(1938),Georges Duby (1961),Robert Mandrou (1968),Jacques Le Goff(1970).

    Finalmente, al alejarse de la significacin peyorativa del trmino quetoma por ejemplo en Lvy-Bruhl, cuando reflexiona sobre las Fonctionsmentales dans les societs infrieures (1911),lo que cre un mal clima parael trmino mentalidad, se encuentra otra aproximacin interesanteentre psicoanlisis e historia de las mentalidades: los objetos de los quese ha ocupado la historia de las mentalidades son atrayentes para elpsicoanlisis, porque hacen parte de aquello que en general el paradigmacartesiano de ideas claras y distintas, rechaza como formas desestimadasdel pensamiento. As, se ha aplicado a pensar objetos hundidos en lasaguas de la marginalidad, la anormalidad y la patologa social. Se haocupado con preferencia de lo irracional y extravagante: la brujera!",

    14 Caro. Baroja. J. Les Sorctres et ler monde. 1961. Pars, Galllmard. 1972.Mandrou R. Magistrats et Sorciers en France eu XVI/e slecle. Pars. Plon. 1968.Basancon. A. Le prerruer ttvr de la Sorctere (Annales E.S.e. 1971. pp.II86-204).

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    lahereja," las posesones," elmlenarsmo," la muerte," la sexualidad,"la locura," la infancia," la creencia.P los mitos.P los sueos.P Objetosresiduales del pensamiento racional imperante, pero valiosos alpsicoanlisis desde sus orgenes, y de los que Freud se ocup en distintasobras, en una perspectiva que se intuye compatible con estos desarrollos,y cuya confrontacin prolfica apenas comienza, esencialmente con lostrabajos de Michel de Certeau.P pero tambin de Alain Grorrichard 26 yStuart Shneidermand.V

    15 Le Goff, J, Foucault, M., Hrestes et soctets dens l'Europe pr/ndustr/elle,XVI/e-XVII/e stcles, Pars, La Haye, Mouton, 1968.

    16 Certeau, M., Le Possess/on de Loudrun (coll. "Archives", #37), Pars, [ullard,1970.

    17 Duby, G., L'An Mi/, (coll. "Archives" #30), Pars, Jullard, 1967.

    18 Lebrun, P., Les Hommes et la mort en Anjou eux XVI/e et XVII/e stcles. Essa/de dmographieet de psycho/ogie histortque, Pars,Mouton, 1971: Vovelle, M., Vls/onde la mort et de l'eu de IJ en Provence d'eprs les autels des Ames du purgato/re, XVe-.AXe Siee/es, In Cah/ers des Anneles, #29, Pars, 1970 .

    19 Van Gullk, R.H., liJ v/da sexual en la antigua China, (1974), Monte vlla, Caracas,1995 (primera Edicin en castellano) .

    20 Foucault, M. Folie et dra/son. Histo/re de la folie J /'Jge ctestque, Pars, Plon,1961.

    21 Aries, Phlllppe, El nio y la v/da familiar en el antiguo rgimen, (1973) Taurus,Madrid, 1987.

    22 Febvre, L., Le problme de /'incroyence su XVle s/ec/e. liJ rellg/on de Rabelais,Pars, Albn Michel, 1942, Belmont, N., Mythes et Croyences dans l'enctenne France, "Questions d'hlstolre" #35, Pars, Flammarion, 1973.

    23 Strauss, L., Mythologiques, Pars, Plon, 1964: Vernant, P.,Mythe et Pense chezles Crees, Eludes de psycboiogt htstortque, Pars, Maspero: 1965, Dumezll, G.,Mythe et Epope, Pars Gallimard, 1968.

    24 Dodds, E.R.Structure onlrtque et structure culturelle captulo 2, In Les Crees etI'Irrationnel (1959), trad. fran~. Montalge, 1965: Le Goff, J., Les rves dens la cultureet la psycholog/e collecttve de l'Occtdent md/val, Seolles 1, 1971, pp.123-130:Call1ols, R., Le rve et les societs huma/nes Pars, Galllmard, 1967.

    25 Certeau, M., "Ce que Freud fa/t de l'htstotre. Une nvrose dmon/aque eu XVI/esiec/eH pp. 291-311: "liJ F/ct/on de I'htstotre. L'Ecrttre de MoiSe et le Monote/smeH

    pp. 312-358, In L'Ecrttue de l'Htstotre, Pars.26 Grorrlchard, A1aln, liJ Estructura del harem. Petrel, Barcelona, 1979

    27 Shnelderman Stuart, Pasa un fl!5elManantial, 1992, Argentuna.

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    Pertinencia del psicoanlisis en la historia de mentalidades

    Tantodesde su designacincomodesde sus primeras investigaciones,la historia de las mentalidades se quiso psicolgica," aplicndose apensar fenmenos explicados por los hombres como intervencionesmgicas o de dioses y demiurgos; lo que est en cuestin son los deseos,destinos y pasiones de los hombres que protagonizan la historia; tantoen la historia hroes o de los modelos - ideales del yo de las masas -,interrogando sus virtudes y defectosindividuales, comoen lahistoria decomportamientos y actitudes mentales de las masas annimas.

    El psicoanlisis puede intervenir en el campo de historia dementalidades como un elemento explicativo que aporta unainterpretacin de los componentes subjetivos que participan en unpersonaje histrico, en un grupo que realiza una accin, uncomportamiento, un sentir, un pensar. El inters para un historiadorde mentalidades en el psicoanlisis radica en las conjeturas quepuede ofrecerle respecto a los deseos y resortes subjetivos quesubyacen en los hombres del pasado que estudia. Decir 11del pasado"significa que el psicoanlisis, como peticin de principio, deberadmitir en esa colaboracin, que los sentimientos tambin sonhistricos, que no es lomismo el amor corts que el amor en nuestrosdas, que no es igual la conducta ante la muerte de un hombre delmedioevo que de un hombre de hoy.

    Esto hace que cuando un historiador, apoyado por el psicoanlisis,atribuye un tal deseo a su personaje, un movimiento de su humor, nopodr hacerlo desde lo que a l le parece natural si no buscar lo que enla poca, a partir de la literatura, el arte, la iconografa etc. puedededucir que se tena por natural respecto a la culpa, la vergenza, elamor, la rivalidad, la piedad, etc. No es posible partir entonces de unanacronismo psicolgico que presta a los hombres del pasado losprejuicios y pasiones personales del hombre de hoy. Ese anacronismopsicolgicoera vivamente criticadopor LucienFebvrecomo"el peor detodos, el ms insidioso" de los errores del historiador de mentalidades.Seve pues, que el tiempo es una nocin claveen este recorrido yque hayuna historicidad de los sentimientos, de la sensibilidad, de los valoresmorales e incluso de los caminos del razonamiento.

    28 Duby, G., Hysto/re des mental/ts, In L'htstotre et ses metbodes, Encyclopedlede la Pllade, Pars.

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    En este punto los historiadores de mentalidades han introducidotiempos de corta, mediana y larga duracin, justamente de las creencias,fenmenos religiosos y otros dominios de la vida interior, lo que anunciaun soberbio debate a partir de 10 que el psicoanlisis, la antropologa yla historia concibe como permanente o cambiante en la "naturalezahumana" y para 10 cual la nocin lacaniana de tiempo lgico, tambinpuede aportar luces.

    Se trata entonces de buscar la causa profunda de los actos dehombres del pasado y en ese punto el psicoanlisis puede ser un auxiliarpotente, en tanto va ms all de la "consciencia colectiva" que ha sidola nocin ms avanzada que al respecto ha aportado a la historia dementalidades la psicologa, apoyando la sociologa de Durkheim.

    El psicoanlisis reconoce adems otras causas inconscientesesclarecidas a partir del paradigma indiciario que orienta tanto alhistoriador como al analista y donde a partir de los" divinos detalles",como dira Nabokob, pueden deducir resortes inconscientes inditoshasta hoy en la interrogacin de algunos personajes o acontecimientoshistricos. En ello se reconoce un proceder anlogo al de la Microhistoria.

    Pero en ese ms all de la consciencia colectiva hay que sealar otroimpase metodolgico y es que si mentalidad nombra lila manera generalde pensar que prevalece en una sociedad" (del texto citado del Littr),el estudio de las actitudes mentales ya no consideradas como individualessino comunes a una colectividad, es algo que llama al debate del ladopsicoanaltico del concepto jungiano de inconsciente colectivo.

    El psicoanlisis tiene por objeto el sujeto del inconsciente elucidadopor Freud esencialmente en la clnica de 10 particular de las neurosis;pero, el anlisis de las formaciones del inconsciente, primordialmente delos sueos, condujo a varios de sus discpulos a la incursin de lainvestigacin del inconsciente y de sus producciones colectivas. As,declara en las Contribuciones a la historia del movimiento analtico que "elanlisis de ciertos sueos tpicos facilit la comprensin de algunosmitos y fbulas. Riklin y Abraham siguieron esta indicacin e iniciaronla investigacin de los mitos; labor llevada luego a su perfeccin en lostrabajos de Rank sobre Mitologa, a los cuales nada puede oponer el msescrupuloso especialista."29

    29 Freud. Slgmund. ContrIbucIn a la htstorte del movImIento pstcoeneltttco, enObras Completas. VoI.XIV. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.

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    La pieza clave de esa indagacin fue el simbolismo de los sueos elque: "condujo a los problemas de la Mitologa, el folklore y lasabstracciones religiosas. En uno de los congresos psicoanalticos causprofunda impresin una Memoria, presentada por un discpulo deJung, sobre la coincidencia de las fantasas esquizofrnicas con lascosmogonas de pocas y pueblos primitivos. Enciertos trabajos de Jung,encaminados a establecer una relacin entre la neurosis y las fantasasreligiosas y mitolgicas, ha sido tambin objeto de una elaboracinmuyinteresante, aunque no siempre indiscutible, el material mitolgico."(ibid).

    Fue en consecuencia el encuentro con lo simblico lo que caus esteentusiasmo, pero el mtodo siempre fue la analoga, presentada comocoincidencia de una elaboracin individual con una produccincolectiva.

    Podra decirse que el simbolismo present varias ramas en algunosalumnos de Freud, Jung, Jones que se desprendieron de un troncocomn en Freud, al preferir acepciones particulares inscritas en latradicin de lo simblico y sus hermenuticas a la elaboracin que deste haca Freud.

    Freud haba echo su entrada al psicoanlisis por la va de la neurosis,luego encontr que el ritual obsesivo en mucho era coincidente con lasprcticas religiosas, lleg incluso a pensar la religin como una neurosiscolectiva; Jung, en cambio, inici su prctica psiquitrica y suselaboraciones psicoanalticas por la va de las psicosis. En esa vaparalela encontr, asmismo afinidades entre losdeliriosde losparanoicosy los esquizofrnicos con ciertas cosmogonas orientales, hindes o conel cristianismo medieval; al respecto en un apndice al caso Schreber, diceFreud: "Este breve apndice al anlisis de un paranoico puede contribuira demostrar cun fundada es la afirmacin de Jung de que las fuerzasproductoras de mitos de la humanidad no se han extinguido, sino quecrean hoy en las neurosis los mismos productos psquicos que en laspocas ms antiguas. Retom aqu sobre una alusin ya hecha en otrolugar, insistiendo en que lo mismo puede decirse de las energasproductoras de las religiones...

    "A mi juicio, no puede tardar en llegar el momento de ampliar unprincipio que nosotros los psicoanalticos hemos sentado hace ya largotiempo, agregando a su contenido individual ontognico sucomplemento antropolgico filognico. Hemos dicho que en el sueo y

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    en la neurosis volvemos a hallar al nio con todas las peculiaridades desu pensamiento y su vida afectiva. Agregaremos ahora que tambinencontramos en l al salvaje, al hombre primitivo, tal y como se nosmuestra a la luz de la Arqueologa y la Etnologa.T"

    Las referencias, tanto de Freud como de Jung, eran comunes; en elpensamiento occidental del siglo XIXse imponan Darwin y Lamarc ycon ellos el problema de la herencia y lo adquirido en oposicin a lasteoras creacionistas de la religin judeocristiana. Por tanto, el problemade la herencia era absolutamente actual pero enigmtico en el terrenopsquico, pues en el terreno biolgico ya era algo medianamentedilucidado. De dnde nos vienen los smbolos? de dnde nos viene lamemoria?

    Freud adopta la hiptesis de la ontogenia y la filognia, 10 que 10condujo a ficciones bastante arriesgadas como que en la ontogenia, enlavida individual, un sujeto reproduce la filognesis,lahistoria evolutivade la humanidad, lleg incluso a pensar que el perodo de latencia delindividuo poda corresponder a la poca de las glaciaciones en lahumanidad. An en el terreno del psicoanlisis sigue siendo unahiptesis bastante discutible.

    Respecto a los descubrimientos de Jung, Lacan declara que "Jungtambin se maravilla, redescubre, en los smbolos del sueo y de lasreligiones, ciertos arquetipos propios de laespecie humana. Estotambines una estructura - pero otra distinta a la estructura psicoanaltica" .31

    EnefectoJung est enajenado ante la coincidencia de las produccionesdel inconsciente anivel individual ya nivel colectivo,en ambos dominiosreconoce smbolos iguales, pero se precipita a hacer coincidir ambasestructuras, bajo el bello nombre de Arquetipo, pero se trata de dosestructuras dismiles; mientras que las primeras son del orden de laestructura del inconsciente, las segundas corresponden mas bien alorden de la estructura del mito, tal como Levi Strauss la dilucidar amediados del siglo.

    30 Freud, Sgmund, (t 9 t t) Apndice el el caso Schreber en Obras Completas. Vol.XII. Amorrortu. Buenos Aires. t 976.

    31 Lacan, [acques, El Seminario. Ubro l. Los escritos tcnicos de Freud, versinfrancesa. Le Seull, Pars, pps. 9. 132- t 33. 137-138.

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    Suconfusin entre el inconsciente yelOtro (conceptoque sedilucidarms adelante) consiste en que el inconsciente es la nocin misma queexpresa la exterioridad de lo simblico en relacin al hombre.F

    Espor la intuicin de esa diferencia que Freud vacilay es ambivalenterespecto a los aportes de Jung; As, puede declarar despus que: "en lahistoria primordial de la neurosis que el nio recurre a esta vivenciafilognica cuando su propia vivencia personal no resulta suficiente.Llena las lagunas de la verdad individual con la verdad prehistrica ysustituye su propia experiencia por la de sus antepasados. En elreconocimiento de esta herencia filognica estoy de perfecto acuerdocon Jung (Psicologa de los procesos inconscientes, 1917;obra que no pudoya influir en absoluto sobre mis Lecciones introductorias al psicoanlisis);pero creo errneo, desde el punto de vista del mtodo, recurrir a lafilogenia antes de haber agotado las posibilidades de la ontogenia. Noveo por qu se quiere negar a la prehistoria infantil una significacinquese concede gustosamente a la ascendencia del sujeto. Es indudable quelos motivos y los productos filognicos precisan por s mismos de unaexplicacin que la infancia individual puede suministrarlos en toda unaserie de casos. Por ltimo, no me asombra que la conversacin de lasmismas condiciones haga renacer orgnicamente en el individuo lo quedichas condiciones crearon en pocas anteriores y se ha transmitidoluego hereditaria mente como disposicin a su nueva adquisicin."33

    Es decir que Freud reconoce la herencia psquica, y no pocas vecesestuvo presto a la construccin de una reflexin comparativa entre loscomportamientos de los nios, losneurticos y los" pueblos primitivos",pero, desde el punto de vista metodolgico siempre se rindi ante laexperiencia de lo particular y en eso pona lmites a lo especulativo; escierto que conceda una gran importancia a la especulacin terica perosiempre y cuando esta se apoyara en un material emprico, por ello aquinsiste en agotar la experiencia ontogentica y slo en su lmite acudira la filogentica.

    Freud reconoce, en esa direccin que: "no es fcil trasladar losconceptos de la psicologa individual a la psicologa de las masas, y pormi parte no creo que se adelantara mucho adoptando el concepto de un

    32 lacan. Jacques (t 955. t 966a) en Escrttos, De una cuestin preliminar a todotratamiento posible de la psicosis. p.575).

    33 Freud, Slgmund. t 926. PSlcOln.fllsls. en Obras Completas. Vol. XX. Amorrortu.Buenos Aires. t 976.

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    inconsciente "colectivo". De por s, el contenido del inconsciente es yacolectivo,es patrimonio universal de lahumanidad. As, por elmomento,habremos de conformamos con aplicar analogas. [en ese sentido decirinconsciente colectivo es un pleonasmo]. Los procesos que aquestudiamos en la vida de un pueblo son muy similares a los que hemosllegado a conocer en la psicopatologa, pero no son exactamente losmismos. Nos vemos obligados aconcluirque los sedimentos psquicos deaquellos tiempos primordiales se convirtieron en una herencia que encada nueva generacin slo precisa ser reanimada, pero no adquirida.Adoptamos tal conclusin teniendo presente el ejemplo del simbolismo,sin duda alguna innato, que data de la poca en que se desarroll ellenguaje, que es familiar a todos los nios sin necesidad de haber sidoinstruidos alefecto,y que es uno y elmismo en todos los pueblos, a pesarde todas las diferencias idiomticas. Lo que an pueda faltamos paraestar seguros de nuestra conclusin nos 10 ofrecen otros resultados de lainvestigacin psicoanaltica, al demostramos que en una serie designificativas relaciones los nios no reaccionan de acuerdo con suspropias vivencias, sino demanera instintiva, asemejanza de los animales,de un modo slo explicable por la herencia filogentica.T" Luego darotro tratamiento a dicha herencia, hacindola depender esencialmentedel lenguaje.

    Lacan seala al respecto que: "Toda concepcin del estilo jungiano,toda concepcin que hace del inconsciente, bajo el nombre de arquetipo,el lugar real de otro discurso, cae en efecto, de una forma categrica,bajo [la]objecin [deestar sumergido en elerror] .Estos arquetipos, estossmbolos sustantificados que residen de manera permanente en la basedel alma humana, qu tienen de ms verdadero que aquello que estapretendidamente en la superficie?".35

    Lacan aclara que esta idea proviene del hecho que: "hay en elsimbolismo fundamental una inflexin hacia la imagen, hacia algo quese parece al mundo o a la naturaleza, y que da la idea de que hay all delarquetipo. No hay de otra parte necesidad de decir arque, es simplementetpico. Peroesciertoqueno se trata para nada de ese algo substancializadoque la teora jungiana nos da bajo el nombre de arquetipo. Esos

    34 Freud, Sgmund, Moiss y la religin monotefsta.en Obras Completas. Vol.XXIII. Amorrortu. Buenos Aires. 1976.

    35 lacan. Jacques. El Seminario. Ubro l. Los escritos tcnicos de Freud, versinfrancesa. Le Seull. Parfs. pps. 9. 132-133. 137-138.

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    arquetipos mismos son siempre simbolizados, tomados en lo que sellama el discurso comn, fragmento de ese dscurso't.P"

    Puede profundizarse en la polmica, pero estos elementos sonsuficientes a nuestro juicio para diferenciar el inconsciente colectivojungiano de la propuesta del inconsciente freudiano y lacaniano, y desu posibilidad de relacin con la historia de las mentalidades.

    El tipo de concepcin del inconsciente jungiano, quiensusbtancializaba los arquetipos es el punto de llegada de una tendenciahistrica contra la que Charles Blondelllamaba con justeza la atencinrespecto a la obstinacin de" determinar de plano las maneras universalesde sentir, de pensar y de actuar":" y, de otro lado, en historia, esa mismatendencia habr que contextualizarla, por ejemplo en las respuestas quea esta objecin haca Lucien Febvre respecto de la necesidad de laestrecha colaboracin de los historiadores con otros observadores de losfenmenos humanos; especialmente la psicologa por la orientacin desus investigaciones hacia una historia de las creencias y de las ideas yque concretaba en su slogan: "no el hombre, jams el hombre, lassociedades humanas; los grupos organizados" (La Terre et l'evolutionhumaine. Introduction gographique a l'histoire, Pars, 1922, citado porDuby). Si a esa bsqueda se aade el psicoanlisis, seguramente dichahistoria de la ideas y de las creencias puede enriquecerse.

    Ms an cuando el psicoanlisis reconoce la tendencia a huir deldesamparo en que nace el hombre, en la creacin de concepciones delmundo que lo alejan de su condicin de inermidad frente a la naturaleza,el cuerpo y sus semejantes, pero en esa misma tendencia a ignorar puedecrear mentalidades diferentes segn las pocas, lugares y grupos quetiene todo su inters estudiar y sealar como para algunos individuospensar ha tenido que hacerse contra la mentalidad en que se hallabainscrito y contra s mismos, al igual que la verificacin del proceso decambio de mentalidad de un colectivo, donde los psiclogos sociales yel psicoanlisis sealan una inercia, una long dure.

    La colaboracin del psicoanlisis con la historia de mentalidadesencontrar un buen punto de partida en los presupuestos del historiadorLucien Febvre, quien gracias a la amistad personal con los psiclogos ya

    36 Lacan, Jacques. El Seminario. Ubro 11.Elyo en la teora de Freud. versin francesa.Le Seull. Pars. pps. 246. 264.

    37 Blondel. CH . Introductlon J Id psychologie collect/Ve (1928). Citado por Duby.

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    citados, Charles Blondel y Henri Wallon, escribi dos artculosmetodolgicos aparecidos en Combates por la historia, bajo el ttulo: "Unavisin de conjunto: Historia y Psicologa" y "Cmo reconstruir la vidaafectiva de antes?: La sensibilidad y la historia".

    La historia progresa cuando se enriquece con los aportes que otrasdisciplinas le aaden, estableciendo en esa colaboracin un debate. Unade esas disciplinas sobre las que puede de manera particular detener sumirada es el psicoanlisis, en particular cuando ste se aplica a reflexionarla cultura y el vnculo social entre los hombres.

    Freud, ocupado de pensar la frontera entre psicologa individual ypsicologa social, postula que desde el psicoanlisis es inconcebible elsujeto aislado y reconoce la importancia del otro, del semejante para laconstitucin del ser humano. Un otro como auxiliar, como modelo,como objeto o como enemigo. Esto es, que en el anlisis histrico de unsujeto, es imposible pensarlo sin su medio social, sin los grupos en queparticipa: familia, escuela, ejrcito, correligionarios, pandilla, partidopoltico, grupo literario o cientfico, etc. El psicoanlisis demuestra quela psicologa individual es en el fondo psicologa social y viceversa.

    Lacan lo expresa de otro modo, dice que el inconsciente es el discursodel Otro, lo que quiere decir que un sujeto estructura su inconsciente apartir de los significantes que recibe de los otros que lo rodean. Loshistoriadores dirn a partir de la "utilera mental" en que un sujeto sehaya inmerso. Por tanto, una historia de mentalidades es el anlisis dela formas discursivas del Otro en una poca determinada y las manerascomo esto configura los sujetos que estudia.

    La reflexin sobre un hombre en el seno de un grupo sera el aportedel psicoanlisis a la historia de las mentalidades. Pero no solo eso,tambin desde el punto de vista metodolgico podra aportarle unapara taje conceptual y herramientas de interpretacin de los testimonios,en lo que ellos revelan de inconsciente. La manera como un sujeto secomunica con otros, pero tambin la manera como se construyen las"novelas" o "mitos" familiares de manera individual en los sujetos, apartir de la constelacin social donde se hallan insertos y cmo setransmiten de generacin en generacin los significantes privilegiadosde un grupo social, configurando de manera particular el pensar,actuar y sentir de sus integrantes.

    Elpsicoanlisis con ese aporte, puede igualmente sealar, los prejuicios1It>aradigmas del historiador al estudiar su objeto. En ese sentido

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    muestra cmo la manera de preguntar, puede orientarinconscientemente las respuestas del testigo, o documento, sea por lasituacin que encuadra la entrevista o por la idea preconcebida que elinvestigador quiere demostrar, igual que en la situacin analtica elanalista puede sealar que el deseo del analista, el "deseo delinvestigador", ha de estar claro en l para no crear una contra-transferencia, que pueda obstaculizar su investigacin, haciendointervenir una sugestin en el testigo o privilegiando los datos queconfirman su hiptesis a costa de disimular, o no ver los que la niegan,en la interpretacin de un documento. En este sentido, puede servir parainterrogar tanto al historiador de mentalidades como a su objeto, sobrelos contenidos latentes que subyacen en la mirada del investigador y enel material que examina.

    No obstante, ese aporte metodolgico exige mucha prudencia, ya queno es 10 mismo escuchar en la sesin analtica a un sujeto que emitesignificantes y cuya interpretacin tendr consecuencias en su vida, demanera ms o menos mediata; e interpretar un material del pasadocuyos sujetos enunciantes ya no estn, tiempo ha, entre nosotros. Laprueba de lo exacto o verdadero de la interpretacin no es verificable eneste caso en la transferencia; sino en la coherencia de la construccinhistrica en relacin a los datos. No se trata de hacer un psicoanlisis aultranza de personajes muertos, sino de afinar la interpretacin de losdatos histricos.

    La interpretacin de la lgica del rito, del mito, de la creencia, de laceremonia, puede ser ampliada en esta colaboracin entre psicoanlisise historia de las mentalidades, aportando posiblemente nuevas vertienteso filones de trabajo. A condicin, claro est, de ir ms all de la llamada"consciencia colectiva", no hasta el "inconsciente colectivo" que enrigor no existe, pero s hasta la elucidacin de la determinacin de actosinconscientes en los sujetos que estudia, a partir de la psicopatologa dela vida cotidiana de la que los sujetos dejaron algn sutil rastro.

    El anlisis de la decisiva influencia en la formacin de un sujeto deun grupo social con el que interacta, se complementa con el anlisis delas respuestas singulares del sujeto frente al grupo social. Esto dialectizael determinismo social, discursivo, de la mentalidad de una poca, conla eleccin del sujeto a acomodarse en ella o a combatirla, innovarla,ponerla en cuestin, reinventarla y modificar su medio cultural.

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    Paraello,elpsicoanlisisdispone de puntos de vista sobre laestructurade una masa espontnea, artificial, los lazos libidinales que en ella seanudan al lder, a sus semejantes, el lugar del lder como ideal del yo deun sujeto, "modelo" y amo de sus comportamientos, as mismo de lasformas de alienacin y separacin posibles de un sujeto respecto a ellosy en ltima instancia, de la relacin entre "las civilizaciones y losdestinos individuales" (Duby, ibid. p. 945).

    Elpsicoanlisis, entonces, encuentra en lahistoria de lasmentalidadesla observacin de ritmos, relaciones entre sujetos, situaciones, grupos yla interrelacin del sujeto con el Otro. Otro como tesoro de lossignificantes, como sede institucional , cultural y social, como lugardeseante donde el sujeto busca inscribirse, como realidad que el sujetoconstruye y hace existir. En este punto, una mentalidad sera uno de losnombres delOtro, una "prisin de larga duracin", comodira Braudel" ,marcos que durante siglos determinan, generacin tras generacin, lasactitudes profundas y las conductas de los individuos, herencia cultural,sistemas de visin del mundo, representaciones religiosas, modelos decomportamiento, virtudes oviciostolerados, perodos de vida intelectualpredominantes, perodos de vida afectiva singularmente desarrollada,que dan en una civilizacin su tono particular.

    Historia de lo imaginario

    Otro de los nombres bajo el cual aparece la historia de lasmentalidades es historia de los imaginarios colectivos o sociales.Para algunos hstoriadores.P? el dominio del imaginario como objetode la historia lo constituye un conjunto de representaciones quedesbordan el lmite planteado por las constataciones de la experienciay los encadenamientos deductivos que stas autorizan. Se trata deuna disciplina que se ocupa de objetos que se sitan en una dimensinde umbral, de agotamiento de una lgica y de los procedimientos deconstatacin de la experiencia que llevan consigo; exige, enconsecuencia, otra construccin de la realidad, de sus experiencias,de la lgica de su reflexin y de los procedimientos de constatacinde sus experiencias. Lo imaginario como objeto de la historia pide unmtodo cientfico diferente al cartesiano.

    38 Citado por Duby. lb/d. p. 951.

    39 Patlagean. E.L 'htstotre de 1'Itnl8/na/re In La nouvelle H/sto/re dlr Jacques LeGoff,Pars, Retz, 1975.

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    Desde la definicin inicial el psicoanlisis puede aportarle a lahistoria de los imaginarios algunos puntos de reflexin, pues la expresin"conjunto de representaciones" exige primero acordar aquello que seentiende por representacin, concepto que Freud toma del asociacionismo,y lo replantea al hablar de representaciones de cosa y representacionesde palabra, y que, en una poca de su enseanza.

    Lacan aproxima la nocin de representacin a la de "significante",reelaborando psicoanalticamente un concepto proveniente de lalingstica estructural. Pero tambin, le sirve para nombrar el complejode representaciones culturales, un personaje bien conocido en CienciasHumanas, Carl Gustav Jung, introduce el trmino Complejo, que Freudadopta y reconoce como estructural en complejos como el de Edipo;mito, tragedia, creacin imaginaria, pero que tiene su corolario en laestructuracin psicolgica del sujeto neurtico.

    Ahora bien, de qu realidad se trata en el terreno de los imaginariossi no es la realidad llamada objetiva y constatable? Freud descubre en suclnica de las neurosis la Realidad psquica, una realidad que slo poseeel deseo y la fantasa o fantasma y que tiene para el sujeto tantaveracidad, espesor y creencia como la realidad exterior. Se trata de unarealidad que aparece en los sueos, en las fantasas diurnas, en el juego,en la alucinacin, en el delirio y en los fantasmas inconscientes. Por quno pensar que es de esta realidad de la que se trata en los imaginarioscolectivos? Al hablar de esta realidad no se la opone a la realidad"objetiva", exterior. Es otra realidad, otra escena, que tiene su eficacia,podra hablarse de una eficacia de lo imaginario que posee realidadpsquica, al igual que Lvi Strauss constataba la eficacia de lo simblico.

    Ahora bien, la definicin inicial de imaginario en historia secomplementa diciendo que cada cultura, cada sociedad, e incluso cadanivel de una sociedad compleja, posee su imaginario. En este sentido, 11ellmite entre lo real y lo imaginario se revela variable, mientras que elterritorio atravesado por l, permanece al contrario siempre y en todolugar idntico ya que no es otro que el campo entero de la experienciahumana, de lo ms colectivamente social a lo ms ntimamente personal"(Patlagean. ibid.).

    Lahistoria de los imaginarios reclama una realidad que se independizadel dato constatable y slo puede verificarse a partir de la coherencia desu construccin con el conjunto del discurso en el que est inscrito. Setrata de formaciones imaginarias.

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    La definicin de imaginario para estos historiadores la hace funcionarde lo ms colectivo a lo ms ntimamente personal y atraviesa lasconcepciones de los orgenes del hombre y de las naciones, del tiempo,del cuerpo, de los movimientos involuntarios del alma, de los sueos, dela muerte, del deseo y su represin, de las dificultades sociales y laevasin o rechazo que genera, de las narraciones utpicas y de la utopamisma, de la iconografa, del juego, de las artes, de la fiesta y delespectculo. Temas a partir de los cuales el historiador quiere conocerlos imaginarios que subyacen en ellos, sociedades incluso alejadas denosotros en tiempo y en espacio. Est en cuestin el lmite entre unimaginario reducido a una imaginera sin consecuencias y una realidadverificable que existe con independencia del sujeto.

    Se encuentra de gran inters la variabilidad del umbral entreimaginario y real que plantea Patlagean. Es algo a lo que el psicoanlisisnos habita cuando se ocupa de la realidad psquica, la omnipotenciadel pensamiento, los sueos, las alucinaciones, los delirios, como de losmismos fenmenos que ocupan al historiador de mentalidades, esto es,artes, juego, espectculo, utopas, etc.

    Pero, es preciso afinar lo que se entiende por imaginario y por susrelaciones con lo real y lo simblico, adems de su posible aplicacin alestudio de objetos circunscritos en un campo histrico, es una va deinvestigacin que se abre.

    Esas tres dimensiones: real, simblica e imaginaria hacen parte de larealidad, la imagen reina en la realidad, pero tambin el smbolo, y lo queest ms all de ellos, lo real. A travs del Estadio del espejo Lacandemuestra que tambin la dimensin imaginaria constituye al sujeto.

    Lacanestablece una diferencia entre el reconocimiento y lapercepc n.El animal y el hombre perciben por estar dotados de rganos de lossentidos, pero adems el hombre puede reconocer en este punto seintroduce otra dimensin, lo simblico, gracias a la cual puede no slopercibir. No hay, entonces, complemento entre el desarrollo biolgico yel desarrollo de la inteligencia

    Hay, pues, una inteligencia instrumental, imaginaria, compartidapor el hombre y algunos animales, donde existe del lado instintivo, y unainteligencia del discernimiento, simblica, que est en relacin con eljuicio y que se anuda al smbolo. Son estos smbolos los que varan conel tiempo.

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    Los imaginarios tambin tienen una funcin en el hombre queconciernen la relacin con el placer o displacer, la felicidad o ladesgracia, tanto a nivel individual como colectivo.

    La fase del espejo como introduccin de la dimensin imaginaria enun sujeto no slo le causa jbilo al constituir con base en el otro comomodelo, su propio yo, ella se complementa por otro momento en que esaimagen introduce al sujeto en el dolor de existir, en la rivalidad con laimagen y por ende con sus semejantes, lo introduce en la dimensin dela muerte, bien que crear imaginarios colectivos, por ejemplo del alma,el ms all, cielo, infierno, hades, rueda del samsara, para sostener lainmortalidad; imaginarios que pueden dar ordenamientos simblicosque determinan las relaciones sociales, leyes, ritos, etc., que determinanlas relaciones con la realidad y que por supuesto son susceptibles dehistorizar como la relacin entre lo virtual (imaginario) y la idea(simblico), que de la realidad el sujeto construye en una poca precisa.

    Este proceso se constituye en el sujeto como fascinacin de su imagena la que se identifica, pero con la que adems rivaliza, es una matriz derelacin con todo semejante, imaginaria e interpuesta entre todo sujetoy la cultura, la sociedad y el lenguaje, que es aquello que la historiapiensa.

    Entre los hombres y sus instituciones econmicas, polticas, jurdicas,religiosas, ideativas, de conducta cotidiana, familia, escuela, ejrcito,iglesia, cofrada, etc., reinar un imaginario a dilucidar, interrogar ehistorizar. Ello explica la oscilacin de los lmites de lo real y loimaginario, de la definicin de la cual se ha partido. Pues en la relacinal otro se encontrar siempre la preocupacin por la imagen, lossemblantes, la imagen que del otro se tiene o se quiere y aquella que elotro tiene del sujeto, quien se esfuerza por descifrarla o acomodarse a lamisma, o dar otro semblante para engaar al otro, en la rivalidad, en elcortejo, etc.; pero, adems, los fantasmas inconscientes, las formas delgoce en el horizonte de una poca que se esconden tras esos imaginariosy que constituyen lo que se llama en psicoanlisis lo real.

    Es lo que tiene de idntico en todos los hombres, ya que es el territoriode la experiencia humana y que no tuvo que esperar el psicoanlisispara ser eficaz. El Arte de la Guerra de Sun Tzu, uno de los primerostextos de la historia de oriente y ms antiguo que La [liada y La Odisea,es una teora de lo imaginario para engaar al otro y ganarle la guerra,

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    es la manera de utilizar lo imaginario para transformar la realidadsimblica y el real de la muerte.

    Es imposible asumir una imagen para un sujeto sin la intervencindel lenguaje que le preexiste. En ese sentido no se entender la historiade los imaginarios si al mismo tiempo no hacemos una historia de lossimblicos, historia de los discursos que se articulan con ese imaginarioy lo determinan.

    As la imago es una estructura que sirve de matriz simblica de laforma y tono afectivo con que el sujeto se relaciona con los dems, esasimagos las constituye el sujeto en sus primeros aos a partir de lasfiguras que rodean su infancia y sirven de "plantillas" a partir de lascuales todas relaciones ulteriores son calcadas, contiene entonces laprecipitacin de imaginarios antes de que el lenguaje le restituya unafuncin en la colectividad. No hay que olvidar la funcin social esencialde las identificaciones y del ideal del yo en la constitucin de los grupos.Adems de que la determinacin y restitucin del sujeto en un yoimaginario es una funcin eminentemente social.

    La importancia de la [mago en nuestro asunto es que permite hallaruna causalidad psquica y social de las conductas humanas, no instintivaso biolgicas, en ese sentido se reconoce una eficacia simblica de laimago. Es decir que hay efectos formativos de la imago ms all de loimaginario. Las mentalidades o imaginarios forman los sujetos y lascolectividades.

    El estadio del espejo es un caso particular de la imago y da cuenta deuna discordancia bsica, estructural, entre el hombre y la naturaleza envirtud del lenguaje. Entre el desamparo fundamental, la prematuridad,la insuficiencia motriz y la anticipacin intelectual, simblica, intervinoel lenguaje. Hubo un paso de la imagen fragmentada a la formaortopdica de la unidad del yo. El yo es, en consecuencia, una entidadenajenan te, pero cuya alienacin estructura de manera rgida lo mental.

    Elcuerpo fragmentado del origen del yoes correlativo a la agresividad,no es gratuito que en las formas de tortura, muerte u horror correspondanen el imaginario colectivo a la desintegracin, a la fragmentacin delcuerpo. Lo que explica, adems, que en el fundamento de toda utopaest la aspiracin a la unidad, a la totalidad, oponindose a la tendenciade la pulsin a la parcialidad.

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    La cultura, la civilizacin, puede definirse como el acervo de lasmodalidades de regulacin de la pulsin en una poca. En consecuencia,las mentalidades son las construcciones imaginarias y simblicas quetratan de formar las modalidades del goce de una poca. Bien que hayalgo indomeable, no homogenizable, reducto de la operacin,irreductible, que es lo que ha hecho fracasar todas las tentativas de lacultura por regular la muerte y la sexualidad. Es lo real.

    La fase del espejo, dice Lacan vincula, el yo imaginario con situacionessocialmente elaboradas, lo cual es crucial para la reflexin que se intentaporque es lo que da la historicidad de las situaciones, la manera comolas situaciones socialmente elaboradas por las instituciones que rodeanel sujeto se vinculan a travs del estadio del espejo con el yo imaginariode cada sujeto. Por all pasan los celos, la rivalidad, el amor, el odio, elpoder, el tener, el ser.

    Otras definiciones psicoanalticas de lo imaginario podran venir anutrir el debate, contrastadas con el procedimiento preciso de loshistoriadores de mentalidades en la aplicacin de sus investigaciones aobjetos, pero evidentemente ese ejercicio desborda los umbrales de esteartculo, no obstante es la tarea por hacer.

    Historia de lo simblico

    En el siglo XVIII se establece con claridad la idea segn la cual unalengua podra, por su vocabulario y estructura, reflejar las formas delpensar de los sujetos hablantes de dicha lengua." Desde entoncesaparece el imaginario de que existe un 11genio" propio de las lenguas,genio como pequeo demiurgo que aunque no se crea en l comoespritu, designa un algo no conocido, inconsciente, que acta en laslenguas. En todo caso un genio a travs del que se intenta poner encorrelacin la lengua con la mentalidad de sus hablantes.

    Sin embargo, es a comienzos del siglo XIX que en los pensadoresalemanes esta tesis se desarrolla desafortunadamente en relacin con elnacionalismo, desembocando en la idea de que las lenguas superioresson la prueba de las razas superiores.

    Es en Guillaume de Humboldt en quien esta tendencia encuentra suculmen, segn l la lengua refleja no slo los modos de pensar del puebloque la habla, sino que la lengua predetermina y condiciona la manera

    40 Mounin. G. Les langues et les Mentalits. in Revue L~c #72. Aix-en-Provence.

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    en que ese pueblo ve el mundo y analiza la realidad: "pensamos slo loque nuestra lengua nos deja pensar" ( citado por Mounin).

    Debido a que estas tesis sirvieron de base a un pangermanismo,anterior al nazismo, fueron combatidas con virulencia. Y por sutendenciosa utilizacin poltica e ideolgica, los lingistas, durante unsiglo, fueron prudentes cada vez que la idea de una correlacin entrelengua y mentalidad estaba en cuestin, relacin, por su origen, siempremirada con sospecha.

    Hubo que esperar a que Edward Sapir, un lingista germano-americano, retomara en Estados Unidos lo menos excesivo de las ideasde Humboldt, entre 1945-1960. Un discpulo de Sapir, Lee Wolrf, pudodar muchos ejemplo en las lenguas amerindias de cmo la lenguacondiciona la cosmovisin de un pueblo, siendo responsable por suestructura de aquello que se ve y de lo que no se ve de la realidad.

    La lengua segn Wolrf constituye una prisin epistemolgica de lacual es imposible salir, pero de nuevo estas ideas fueron sepultadas justoen el momento en que surga en Francia la posibilidad cientfica de lahistoria de mentalidades. No obstante, aport pruebas lingsticas de laexistencia de maneras de pensar diferentes.

    Es una idea que, segn Mounin, pone de nuevo en cuestin lasrelaciones entre lengua y pensamiento y que exige romper con latradicin que desde Aristteles a Port-Royal hace de la lenguasencillamente la expresin directa del pensamiento.

    Ferdinand de Saussure, el fundador de la lingstica estructural,explica que un signo lingstico se compone de dos elementos: unsignificante y un significado.

    Lacan observa que cuando el esquema saussueriano representa elsignificado con un dibujo se introduce una nueva toma de consciencia,a saber, que dicho pictograma tambin es un significante, entonces, msall de la arbitrariedad del signo lingstico, no se puede en rigor decirque un significante remita a un significado, sino que un significanteremite a otro significante, alto a bajo, etc. mientras que el significadoemerge de la remisin de un significante a otro significante, y es la sumade los significantes lo que constituye el Otro, Otro como lugar del cdigo,como el tesoro de los significantes que aporta al mensaje el significado,nuestra hiptesis es que las mentalidades son un nombre de ese Otro.

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    Pero adems, puede decirse que un significante representa al sujetoque lo enuncia, a un hombre.

    Antes de Champolin, no se saba qu quera decir un jeroglficoegipcio; eran pictogramas, como los dibujos de las actuales cartillasescolares que acompaan los significantes, pero, algo era seguro, y esque haba sido escrito por un hombre. Entonces esos significantesrepresentaban a un sujeto. Hasta que Champolin descubri queadems representaban algo para otros significantes, para el lenguajeegipcio, cuentas de propiedades y riquezas. Sepuede con Lacan modificarnuestros conceptos diciendo entonces que un significante representa unsujeto para otros significantes.

    Significante uno, (51)Sujeto ($)

    En cuanto a la lengua Lacan la escribe Lalengua, designando en esaholofrase una idea similar a esa determinacin de la men talidad particularde un sujeto, a partir del uso de la lengua. Se trata de algo as como uncdigo particular de un pueblo que determina su sentir, actuar, pensary gozar inconscientes, es en eso que se aproxima bastante de unaconcepcin de la mentalidad.

    Significante dos, (52)

    Antes de que un individuo nazca es hablado por los padres,generalmente ellos ya tienen un nombre para l, un apellido, unahistoria familiar, una clase social, una lengua "materna", unanacionalidad, en suma, un lenguaje lo espera. Esto nos hace decir queas un individuo real no haya nacido ya existe como simblico, comosujeto del lenguaje en el discurso de los padres. El sujeto est en ellenguaje an antes de nacer, el lenguaje lo antecede, l est inserto enel lenguaje as no haya aprendido a hacer uso de l. La mentalidad loprecede. Es lo que se llama en psicoanlisis lo simblico. El lenguajehumaniza al hombre.

    Lo simblico hace parte de la realidad, se soporta de una materialidadsignificante, y es una realidad esencialmente humana. Las seales, lossmbolos, las insignias, las palabras, son asuntos humanos, bien queestn puestos en la "realidad". Esto hace que como lo imaginario, losimblico tambin haya invadido al sujeto, la delimitacin entre unarealidad exterior y un aparato psquico sea cada vez ms frgil.

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    La oposicin fonemtica es la puerta de entrada al lenguaje, ya quelos fonemas son los componentes de una lengua. Ahora bien, esaconstitucin del sujeto por el lenguaje que le viene del Otro, civilizacin,cultura, instituciones, lleva consigo las ideas, los valores, los modos decomportamiento, la percepcin, en suma, las mentalidades.

    Los registros que en Jung se hayan aqu confundidos con Lacanencontrarn lugar, cuando se concibe el instinto sencillamente como elsaber que implica la sobre vivencia, mientras que el lugar de la memoriallamada inconsciente ser el Otro.

    Sin embargo, Mounin pide prudencia en esta interpretacin quereencontramos por la va psicoanaltica, al sealar por lo menos dostrampas a evitar en esta concepcin, en primer lugar 10 que llama laspalabras fsiles y las estructuras fsiles, donde se cristalizan dimensionesde antiguos conocimientos o, podra aadirse: dimensiones poticas: "elsol se levanta", sabiendo de la rotacin de la tierra alrededor del sol, deall es errneo deducir que es animista el que as se exprese, o decir" tieneganas de llover", bien que si es un destello de animismo cristalizado enla lengua que humanizaba las potencias de la naturaleza, no quieredecir que creamos efectivamente en dicho animismo; la segunda trampaes concluir que hay mentalidades diferentes porque en la lengua de unpueblo no hay palabras especficas para designar ciertos conceptos,pero que nombra de otra manera. Es el peligro en que hacen incurrir losarquetipos de Jung, completamente ahistricos.

    Las interacciones probables entre lengua y mentalidad estn paraMounin en los tabes lingsticos, que tienen por efecto atenuar elcontacto con realidades desagradables a los que hacen pantalla: unmuerto, una muerte, una desaparicin que desencadena las mismasasociaciones psicolgicas. Lo que lo lleva a postular que los tabeslingsticos revelan actitudes mentales. En este punto el psicoanlisis esde gran utilidad para dilucidarlas, un ejemplo notable es el captulosobre el tab de los jefes, de los muertos y del incesto del Ttem y tab deFreud.

    En segundo lugar, teniendo en cuenta que las palabras no describencompletamente la realidad sino que la denotan, no son verdaderosconocimientos de la realidad, Mounin salva la idea de Wolrf segn lacual "Nuestra lengua piensa en nuestro lugar". Esto puede llevarse lejoscon los trabajos de Lacan cuando dice que el inconsciente estestructurado como un lenguaje, una de sus consecuencias radicales no

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    sera la denotacin de la realidad, sino que la realidad para los hombresno puede ser sino una realidad simblica. Lo cual para nuestro temaresulta que hacer una historia de mentalidades es hacer una historia delos simblicos.

    Mounin, en esta segunda va, quiere mostrar que la aceptacin deuna denominacin (fsil) engaadora, puede disimular el conocimientode la realidad. Pero en relacin a actitudes humanas como la avaricia,la usura, retomado por Plauto, Balzac, Moliere, deduce que si sontratadas como caracteres comunes a tres personajes pueden ocultamoslas diferencias psicolgicas, econmicas y sociales entre ellos, demuestraque, como deca Wolrf: nuestro lenguaje puede, ms frecuentemente delo que pensamos, dirigir, construir, inflexionar o incluso falsear nuestramanera de ver la realidad.

    Mounin encuentra una de las pruebas contundentes de la correlacinentre lengua y mentalidad, con la prudencia que aconseja, en lamanipulacin del lenguaje que pretende cambiar la percepcin de larealidad a partir de eufemismos. Con nuestros ejemplos diremos queutres hroes asesinados" suena distinto que utres terroristas ajusticiados" .

    Duby seala, igualmente, que en la reconstruccin histrica de lasherramientas o utilera mental de las que un sujeto dispone en una pocapara configurar su pensamiento, se encuentra en primer lugar ellenguaje.!' es decir, los diferentes medios de expresin que un sujetorecibe del medio social en el cual vive y que enmarcan su vida mental.En particular su vocabulario y las mutaciones lingsticas que en l seoperan, un ejemplo freudiano, a pesar de que sus fuentes lingsticashan sido cuestionadas por Benveniste, es el paralelo en la construccinde palabras antitticas en su significacin, y que siguen siendo nombradasde igual manera, y los conceptos antitticos que coexisten a nivelinconsciente. Freud reflexiona por ejemplo el vocablo Umhaimlich, quede familiar pas a designar lo inquietantemente extrao, lo siniestro, ycompara este mecanismo lingstico con el mecanismo de la construccinde las fobias. Otro ensayo consagrado a esta observacin es Sobre el doblesentido de las palabras antitticas.

    Duby piensa que para la historia de mentalidades puede sacarsepartido de los progresos de la lingstica moderna, en particular de sunocin de campo semntico, para analizar no ya trminos aislados sino

    41 Duby. Ibid. p.953.

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    agrupamientos significantes, capturando sus nociones claves y aquelloque las circunda, para hacer emerger constelaciones verbales, sociolectos,a los que pensamos que las articulaciones del psicoanlisis aplicado a locolectivo puede reflexionar.

    En esa direccin puede interrogarse sobre la renovacin, lasadquisiciones, el olvido, la emergencia de ciertos trminos o expresionesy ayudar a la historia de mentalidades a situar los momentos deintroduccin brutal de trminos nuevos en grupos sociales trados deotros lenguajes o fraguados lentamente en su uso. Duby encuentra esosmomentos de mu tacin lingstica en relacin con las grandes oscilacionesde mentalidad.

    En esta direccin puede recogerse una definicin de Lacan delinconsciente: "es esa parte del discurso concreto que en tantotransindividual, falta a la disposicin del sujeto para establecer lacontinuidad de su discurso consciente".42 Es entonces el discurso lo quees colectivo, transindividual, mientras que el inconsciente es la hianciaparticular, el parntesis que le impide la continuidad de un discursoconsciente, esto aclara aquello que Jung confundi: el registro concretodel discurso y su proliferacin de sentido con el inconsciente.

    Finalmente, otra batera potente que en esta perspectiva puedeaportar el psicoanlisis a la historia de las mentalidades es la de loscuatro discursos. Ello consiste en una organizacin del sujeto, el poder,el saber y el goce, en una estructura que fija un lugar al agente, al otro,al producto ya la verdad. En la rotacin de los primeros por los segundosencuentra cuatro agenciamientos discursivos, el del amo, el universitario,el histrico y el analista; siendo cada discurso reencontrable en cualquierdiscurso histricamente analizable, encontrando efectos inesperadosen su lectura. Es algo que merece desarrollos extensos, pero que denuevo desborda el propsito de este ensayo, no obstante podemossealar un ejemplo de este tipo de reflexin, en el texto de AlainGrorrichard, La estructura del Harem.

    Lacan anuda lo imaginario, lo simblico y lo real, sta ltima unanocin indita en ciencias humanas, en una topologa llamada nudoborromeo; queda tambin por ensayar esa estructura para el anlisis delos fenmenos de la historia de mentalidades.

    42 lacan Jacques (1953. 1966a) en Escritos. Funcin y Campo de la palabra y dellenguaje en psicoanlisis. versin francesa. Le Seull. Pars pps. 238. 258.

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    Historia de lo real

    Philippe Aries coloca varios ejemplos de 10 que es el concepto dementalidad en el dominio de la historia.P Entre ellos elige el caso deltiempo, y en su argumentacin dice que para el nacimiento de laeconoma moderna y sus condiciones - la preocupacin por el ahorro,por la voluntad de aplazar hacia el futuro un goce, en adelantemoderado, el guardar las ganancias, la acumulacin capitalista, ladivisin del trabajo - fue necesario que antes de la tecnologa y de lasfuerzas de produccin, cambiara primero la actitud mental de loshombres ante la riqueza y el goce.

    En otro ejemplo haba citado a Duby, quien ocupado del impuesto,deca que a la luz de nuestra mentalidad aparece como desconcertanteel gusto del gasto intil y loco que era comn a ricos y pobres los das defiesta y carnaval en el medioevo. Duby precisa: "En ese mundo tanpobre, los trabajadores ms humildes no ignoraban las fiestas cuyafinalidad, por destruccin colectiva, breve y gozosa, de las riquezas enel seno de una universal privacin, es peridicamente hacer renacer lafraternidad, forzar la bienaventuranza de las fuerzas invisibles.

    Son dos actitudes frente al goce que representan posicionessusceptibles de historia, frente a la realidad y a lo real, tal como sepretende argumentado.

    La historia de mentalidades surge de una reaccin contra una formade hacer la historia que se haba centrado en la descripcin de la historiaeconmica. Pero, en el fondo, tanto una como otra, se encargan, encierto sentido, de describir la forma como los hombres gozan, y como,a travs de los tiempos, han organizado la realidad, y las relacionessociales para garantizar dicho goce.

    Por su parte, el psicoanlisis tiene una teorizacin sobre las relacionesdel sujeto con la realidad, que se quiere hacer coincidir en algunospuntos con el objeto de la historia de las mentalidades y la historiaeconmica que se ha descrito.

    Desde muy temprano, Freud se preocup de las relaciones del sujetocon la realidad. En su episteme positivista describe en el Proyecto depsicologa cientfica que luego de la primera experiencia de satisfaccin elsujeto tiende a la alucinacin; por medio de la cual pretende, en

    43 Aries, Phlllppe, L'histotre des mentillits En: La nouvelle Hlstolre, dirigida por J.Le Goff. Retz, Parfs.

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    ausencia del objeto que la produjo, por ejemplo la madre, reproducir lascondiciones de la satisfaccin inicial. Pero rpidamente Freud seencuentra con el problema de que el sujeto no posee un dispositivo paradiferenciar la percepcin del objeto real y la reproduccin alucinatoriadel mismo, que tiene para el sujeto las mismas condiciones de lapercepcin. Cmo diferenciar interior y exterior? Es el mismo problemaque se encontr Descartes, y por eso duda de la percepcin al estacolocarle ante los ojos la misma sensacin de realidad en una percepcindel mundo exterior que ante un sueo, y por ello prescinde delinconsciente, al que llama genio maligno engaador y toma partido porla consciencia que puede conducirlo a ideas claras y distintas.

    Freud describe que la satisfaccin alucinatoria no es, en rigor, unasatisfaccin, y lo que le devuelve al sujeto es ms bien la privacin y lafrustracin, en todo caso el displacer; esto hace que en el yo se instale unmecanismo que inhiba la tendencia a la alucinacin, y un dispositivoque, en la poca, Freud llama prueba de realidad. Sin embargo, hoysabemos que no hay prueba de realidad, que este era un concepto queexiga el paradigma cartesiano subyacente a este modelo del pensar quecoloca, de un lado, el sujeto cognocente y, del otro, en la realidadexterior, un objeto por conocer que existe con independencia del objeto.

    No obstante, hemos reflexionado que la dimensin imaginaria quiebraese paradigma, porque la imagen reina tanto en el "mundo exterior"como en el"mundo interior", como sueo, o como cine, como espejismoproducido por la refraccin o reflexin de la luz en distintos medios, ocomo alucinacin. Igualmente el nivel simblico est en ruptura con eseparadigma, porque el lenguaje es exterior como materialidad significante,onda sonora, vibracin en la garganta, voz, sistemas de comunicacinsocial, seales, escritura, smbolos; pero tambin es interior: significados,ideas, pensamientos, palabras que nos colocan en una estructura deborde.

    Ambas dimensiones nos constituyen y constituyen la realidad, enuna estructura que se puede nombrar moebiana. En efecto, una bandade Mobius es la manera de revolucionar el espacio de derecho y revs,de afuera y adentro, y mediante una torsin crea una superficie que ligaen un solo plano las antes supuestas oposiciones. Es as como Lacanpiensa la realidad, una estructura Moebiana compuesta por lo imaginarioy lo simblico que la atraviesa, y que en su curso traspasa igualmente alsujeto. En consecuencia, no hay prueba de realidad que no sea imaginariao simblica. Por eso la realidad es consensual, surge porque el consenso

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    de la humanidad, de una cierta humanidad, en una cultura precisa, hacreado la mentalidad de que la realidad es esta o aquella, desde laimagen, por eso imaginario social, pero tambin desde lo simblico, estoes, desde las palabras que constituyen esa realidad (Virklickeit). Laprueba de realidad es simblica.

    Es la convencin significante de que la realidad es sta. Desde esepunto de vista, no hay una realidad ni La realidad, podramos decir queLA realidad no existe, y, parafraseando al Lacan de otro contexto, decirque es un La tachado. En cambio, hay realidades imaginarias y/osimblicas.

    Cuando desde otra perspectiva Freud se ocupa del problema llega almismo impase. La descripcin del sistema percepcin-conscienciaencuentra que la percepcin de la realidad es intermitente y adems estdeterminada por lo simblico. En Los dos principios del suceder psquicodescribe el nacimiento del sujeto a la realidad, o mejor, al principio derealidad, a partir del paso por fases anteriores regidas por el principiodel placer. El yo realidad del comienzo que se reencontrar en la base delas Weltanschauung, y el yo placer purificado que, como se ha descrito enla fase del espejo, hace del yo una imagen o una relacin imaginaria quese interpone entre el sujeto y los otros, entre el sujeto y la realidadexterior, y que hace que todo conocimiento sea autoreferenciador, pasapor el narcisismo, por el no querer saber, por parte del yo, de aquelloscontenidos susceptibles de suscitarle displacer. A esto habr que aadirleque la funcin del juicio se ha instalado en el sujeto, tal que Freud lodescribe magistralmente en su breve texto de La Denegacin, haciendoque el juicio de existencia y de atribucin de las cosas del mundo estnno slo alienados por su imagen sino por su relacin fundamental a latendencia del placer: "esto lo reconozco como existente, aquello no", "aesto le reconozco tal atributo, a aquel no"; ser el estilo de razonar,combinado con un "esto lo tragar, esto lo escupir". Como se puedevislumbrar las mentalidades son en esta vertiente, construccionesimaginarias y simblicas, pero hay algo ms.

    No se puede reducir toda la realidad a procesos imaginarios osimblicos; Sobre todo porque Freud encuentra en este mismo recorridoun lmite. Para Freud la realidad no es homognea y por ello se refierea ella con dos trminos: Realitat y Virclichkeit. Pero adems, refirindosea las cosas en el mismo Proyecto de Psicologa cientfica, habla de die Sachey en otras de das Ding.

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    Freud encuentra en su prctica analtica que en los sujetos apareceuna resistencia del discurso a nombrar ciertos contenidos. Dicharesistencia, claro est, no nombra una mala voluntad de los sujetos anombrar sino una funcin de lmite de lo simblico. Lo encuentra en Lainterpretacin de los sueos cuando dice que la interpretacin al avanzarpor el material de ocurrencias del sujeto, se encuentra con un lmite, elombligo del sueo. Un lugar donde la interpretacin encuentra un lmite,el tejido reticular de las asociaciones se hace denso, hay un agujeronegro desde donde se eleva el deseo, all est su causa, pero la palabrase agota el sujeto lo expresa diciendo que se le han acabado las palabras,que no tiene palabras para nombrar "eso", la cosa, el das Ding.

    De otro lado, esa misma imposibilidad del discurso a nombrar laencontr Freud en la primera etiologa de las neurosis, en cuya baseencontraba un trauma indecible. As mismo, en otro lugar de su obra yen el anlisis de ciertas conductas de los sujetos encontr que haba unms all del imperio del principio del placer, que hasta entonces habadilucidado como el resorte elemental que empujaba el deseo de loshombres. Ese ms all es la pulsin de muerte que empuja al hombre allmite de su placer en el horror, nos se ve compelidos a la propiadestruccin como tendencia elemental, y en ese movimiento tambintendemos a destruir a los otros, es algo que tambin es difcil de hacerpasar por lo simblico. Y la angustia es la nica manifestacin emergenteen el sujeto.

    En su dimensin antropolgica Freud encuentra ese lmite de losimblico, en el mito del padre primordial, sin lmites en su goce. Perotambin en el encuentro del sujeto con manifestaciones lmites como laperversin o la muerte.

    Tambin en la historia de las mentalidades se habla de lo impensable,es decir de lo imposible de pensar para los hombres de una poca, y allse podra colocar lo real en el sentido en que venimos argumentando. Unejemplo lo constituye el texto de Lucien Febvre La incredulidad en el sigloXVI, donde demuestra que en ese siglo era imposible ser ateo.

    Lacan anuda todas estas pistas en su teorizacin del concepto de real.Aquello que se encuentra ms all del placer, ms all o ms ac de losimblico. Causa del deseo, condensador de goce, ya no entendido comoplacer sino como horror. Y que en su lgebra propone nombrar objeto(a), una consistencia lgica, pues, su existencia slo es inferible desde lalgica.

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    Lo real no es la realidad puesto que la realidad es imaginaria ysimblica. No obstante, 10 imaginario y 10 simblico son creados enfuncin de un recubrimiento de 10 real, innombrable, inasimilable. As,los ritos funerarios, 10 mitos, los tabes, las mentalidades, las filosofas,el saber, la ciencia, la religin, todas ellas son formas de rodear 10innombrable, un real que es esquivo pero que est en el centro del sujeto,por ejemplo la muerte, un real a la vez ntimo y exterior. Ex-timo, 10llama Lacan.

    Cmo anudar estos presupuestos a la historia de mentalidades?Pues bien, Lacan es un lector de Marx. Y ste describe, en la historiaeconmica, que la historia de la humanidad es la historia de los modosde produccin de mercancas. Y que un proceso de produccin consiste,descrito aqu de manera simplista, en la transformacin de una materiaprima en una mercanca, a travs de una fuerza de trabajo y de unosmedios de produccin. Pero 10 interesante es que en la ecuacin, queresta el valor final de la mercanca, de los medios de produccin y de lamateria prima invertida, resulta una plusvala. Un ms-de-valor, queconstituye, en su acumulacin o derroche, el usufructo del que seapropia el dueo de los medios de produccin. Es, en ltima instancia,la adquisicin de esa plusvala la que garantiza su bienestar, su placer,su goce. Y es la privacin de esa plusvala la que est en la base de lalucha de clases, motor de la historia, desde esta concepcin.

    Lacan llama al objeto (a) plus-de-goce, en una parfrasis de la plus-vala de Marx. Esto se justifica por cuanto el objeto (a) es tambin elresultante de una ecuacin subjetiva que sera muy extenso desarrollaraqu, pero que se anuda a nuestro propsito en el punto en que loencontramos en la base del horror social, de la muerte, de la guerra, dela lucha de clases y de las formas de goce de los sujetos y de lascolectividades, lo cual es, finalmente, otro de los objetos de estudio de lahistoria de las mentalidades. Las formas del goce en el horizonte de laspocas.

    Conclusin

    El momento de fundacin de la Historia de las Mentalidades comodisciplina, fue esencialmente a partir de 1919 apenas finalizada laguerra, cuando Estrasburgo acababa de reintegrarse al seno de lanacin francesa. La Universidad de Estrasburgo recibi entonces untratamiento especial para contrarrestar el peso de las huellas alemanas.

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    Se quiso hacer de esta universidad en el modelo de intelectualidad y deinvestigacin cientfica frente al mundo germnico. En consecuencia,nombraron a profesores jvenes de gran reconocimiento en sus dominios,entre los que se hallaban: los historiadores Luden Febvre y Marc Bloch,el socilogo Maurice Halbwachs y el siclogo Charles Blondel, stos dosltimos, alumnos directos de Emile Durkeim, ellos hicieron unacomunidad intelectual adems de una gran amistad.

    En ese contexto, es enigmtico que las referencias a la dimensinpsicolgica omen tal como decan, no fueran hechas desde el psicoanlisissino desde la psicologa de Henri Wallon, Blondel mismo y Siegfried ySieburrg.

    Quizs esto se debi a que en la poca el psicoanlisis era apenasconocido en Francia como una teraputica, por va de la princesa MarieBonaparte. Freud apenas escriba ese ao su Psicologa de las masas yanlisis del yo y sus obras sobre la reflexin psicoanaltica de la culturano haban an visto la luz. La obra de Jacques Lacan fue posterior,incluso tarda respecto a la Escuela de los Anales. Otros historiadores dementalidades que ensayaron esa relacin se encontraron con la oscuranocin de inconsciente colectivo, 10 cual no hizo ms que distanciarlosdel psicoanlisis, pues se encontraron con la nocin de un inconscienteconformado por arquetipos, entidades substancializadas y ahistricas,el desencuentro continu.

    Ese desnivel temporal, sin embargo, puede ser un destiempo a favorde la presente aproximacin, pues las elaboraciones de Jacques Lacandesde el Estadio del Espejo de 1936, hasta sus seminarios de 1969 ElReverso del Psicoanlisis o RSI (Real, Simblico, Imaginario) de 1975, uotros elementos de su obra son de aparicin reciente respecto a la granproduccin de los pioneros de la Historia de las mentalidades y son estoselementos los que pueden servir de base argumentativa a la aproximacinentre psicoanlisis e Historia de las mentalidades, tal como aqu sepropone.

    En cuanto a la colaboracin posible entre las dos disciplinas ya haypioneros, no slo Michel de Certau, sino adems Stuard Shneidermany Alain Grosrichard quienes han incursionado en este terreno virgencon elaboraciones muy sugerentes.

    Nociones como memoria, representacin, inconsciente, consciencia,imaginario, identidad, aplicados a un mbito colectivo quedan en

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    general en una ambigedad conceptual cuando son operados no sloen mbito de la historia sino tambin en las ciencias sociales, elpsicoanlisis puede, en ese sentido, contribuir a resolver dicho vacoconceptual.

    Elpsicoanlisis puede adems aportar a la historia de las mentalidadesuna teora de la configuracin y funcionamiento de las colectividades,una explicacin de los resortes de la creacin de sus coordenadasmentales, sus concepciones del universo, las constelaciones designificantes y de goces con que constituyen sus destinos personales ycolectivos expresados en sus mitos y sus imaginarios, la nocin dedevenir histrico y acontecimiento pueden recibir esclarecimientosparticulares desde las nociones psicoanalticas de tiempo lgico,retroactividad, repeticin, trauma, al igual que el tiempo fro de lahistoria de mentalidades referida a la larga duracin, puede tambinentrar en correlacin con la nocin de atemporalidad del inconsciente.La dimensin inconsciente del pensar, sentir y actuar de los hombres delpasado podra tambin en parte ser develada por los conceptos delpsicoanlisis aplicados a la historia de las mentalidades cuando esjustamente el pensar, actuar y sentir de los hombres su objeto de estudio.

    Una historia de las pasiones o de los sentimientos encontrara en lasconcepciones analticas de la angustia, el miedo, el amor, el odio, elsaber, el goce, los celos, la sugestin, el deseo, la culpa, la piedad, lasensibilidad y las distintas expresiones pulsionales un asentamientofuerte de estructura para luego dilucidar las combinatorias insospechadasde la estructura que tiene por efecto las singularidades y contingenciashistricas de un colectivo o un sujeto. Es decir, que constituye una nuevarespuesta a la pregunta que en sus "Combates por la historia" se hacaLucien Febvre, a saber: Cmo reconstruir la vida afectiva de antes?

    Conceptualmente esto se expresa en la idea de que las mentalidadesde una poca son las expresiones tanto de lo que en psicoanlisis se llamael gran Otro, lugar de las representaciones, de significantes sociales ytambin expresin del horizonte de goce de una poca, espacio desatisfaccin pulsional, que condensa tanto las formas del horror de loshombres en una poca como espacio donde encuentran las causas de losdeseos que los movilizan en el mundo.

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