Pens Amien To

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Ahora caigo en cuenta que lo que amo verdaderamente en ella es el modo que tiene de huir de sí misma, hacia ese sitio donde se desconoce y cede (sin saberlo) a los secretos reclamos de su sangre, a la insinuación de ese algo que a través suyo me indica que no se pertenece del todo. Igualmente, amo su forma de volver sobre sí, de rehusar una y otra vez el caos, como buscándose en los estrechos senderos familiares, fraguados en la repetición, en la imperiosa necesidad de admitir un orden para sus miembros, en el hábito, en la manía, en el ritmo seco que marcan los ademanes ensayados, en el timbre ingenuo de su voz cuando se toma en serio. Lo que amo con fascinación es la persecución incesante entre esos dos estados, entre esas dos disposiciones íntimas y contradictorias en que su existencia asume el contorno absoluto de sus gestos, ese apasionado ir y venir entre aquello que le es propio y lo que es inapropiable, por exceso, porque es en el resto de ella misma donde deviene semejante al infinito. Amo en ella, y en el fondo esto es verdad para quienes amo y admiro, ese abandono involuntario que termina por imprecisar sus muecas, sus detalles, sus actos más ridículos, sus soslayos, sus temblores minúsculos, la orientación fugaz de sus pensamientos, la irreparable mortalidad de sus ídolos… pues es ahí donde vive la evidencia de que hay algo más que todo cuanto se imagina que es, que hay algo perfecto en la presión justa que ejercen los límites del mundo que concibe y la orilla incomparable del universo que es su existencia… su piel, sus movimientos, su estatura, el fondo ignorado de sus pupilas: no son sino la abertura imposible, el lugar sin sitio en que el sentido se aparea con el tiempo y la materia, la línea en incansable fuga en que la luz danza implacable, segura de su eternidad, en finísimo equilibrio en el centro de la nada, siempre a punto de caer y siempre victoriosa de esa victoria sin derrotados… Amo, pues, con locura ese bordecillo extraño donde ella es, a ciertas horas, un poco más diáfana, pero no menos misteriosa…

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Page 1: Pens Amien To

Ahora caigo en cuenta que lo que amo verdaderamente en ella es el modo que tiene de huir de sí misma, hacia ese sitio donde se desconoce y cede (sin saberlo) a los secretos reclamos de su sangre, a la insinuación de ese algo que a través suyo me indica que no se pertenece del todo. Igualmente, amo su forma de volver sobre sí, de rehusar una y otra vez el caos, como buscándose en los estrechos senderos familiares, fraguados en la repetición, en la imperiosa necesidad de admitir un orden para sus miembros, en el hábito, en la manía, en el ritmo seco que marcan los ademanes ensayados, en el timbre ingenuo de su voz cuando se toma en serio. Lo que amo con fascinación es la persecución incesante entre esos dos estados, entre esas dos disposiciones íntimas y contradictorias en que su existencia asume el contorno absoluto de sus gestos, ese apasionado ir y venir entre aquello que le es propio y lo que es inapropiable, por exceso, porque es en el resto de ella misma donde deviene semejante al infinito. Amo en ella, y en el fondo esto es verdad para quienes amo y admiro, ese abandono involuntario que termina por imprecisar sus muecas, sus detalles, sus actos más ridículos, sus soslayos, sus temblores minúsculos, la orientación fugaz de sus pensamientos, la irreparable mortalidad de sus ídolos… pues es ahí donde vive la evidencia de que hay algo más que todo cuanto se imagina que es, que hay algo perfecto en la presión justa que ejercen los límites del mundo que concibe y la orilla incomparable del universo que es su existencia… su piel, sus movimientos, su estatura, el fondo ignorado de sus pupilas: no son sino la abertura imposible, el lugar sin sitio en que el sentido se aparea con el tiempo y la materia, la línea en incansable fuga en que la luz danza implacable, segura de su eternidad, en finísimo equilibrio en el centro de la nada, siempre a punto de caer y siempre victoriosa de esa victoria sin derrotados…

Amo, pues, con locura ese bordecillo extraño donde ella es, a ciertas horas, un poco más diáfana, pero no menos misteriosa…