Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

47

Transcript of Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Page 1: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen
Page 2: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Un agradecimiento especial para mi amiga Rebe por sus buenos

consejos y por ser gran seguidora de mis historias.

Page 3: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Introducción

En todas las ciudades grandes o pequeñas podemos encontrar esos

laberintos de pavimento que suelen llamar calles, en dichas calles

hay viviendas y construcciones ordinarias donde suelen suceder

cosas ordinarias y algunas otras que no lo son tanto, como estas

historias que vas a leer a continuación.

Page 4: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

El sicario de la muerte

En un callejón del centro de un poblado que no pasa de los 50,000

habitantes hay una casa de empeño cuyo propietario es un señor de

55 años llamado Simón Cervantes mejor conocido como Don Simón,

un tipo muy avaro y egoísta pero que es muy astuto e inteligente

para llevar a cabo esta clase de negocios con éxito y eso hay que

reconocérselo.

El usurero sabe que cuando la situación económica es dura la gente

en su desesperación llega al grado de empeñar o vender sus joyas u

otros objetos valiosos por un precio mucho muy por debajo de su

valor verdadero y así después él puede aprovecharse y cobrarles el

favor con intereses desorbitantes. Muchas personas no se daban

cuenta de que Don Simón solamente les veía la cara.

Doña Filomena es una pobre anciana incauta que se ha visto en la

necesidad de acudir al usurero por un problema de salud que la

aqueja y no tiene suficiente dinero para pagar la consulta médica.

Empuja la puerta principal y al hacerlo se escucha un ruido de

campanas que le indica a Don Simón que alguien ha entrado a la

tienda

- Buenos días Don Simón - saluda amablemente

- ¡Buenos días Doña Filomena! Dígame ¿qué le trae por aquí?

- Mire - responde la mujer mientras saca de su bolsillo una cadena

de oro que ha pertenecido a su familia por varias generaciones -

Quiero saber ¿cuánto me daría por esta cadenita? -

- Hmm, veamos - contestó Don Simón con una risita maliciosa

Page 5: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

mientras se frotaba las manos. Doña Filomena le entregó la cadena y

el usurero fue detrás del mostrador para analizar detenidamente la

pieza con su lupa de joyero.

Don Simón tardó como cinco minutos analizando la prenda y la

anciana comenzaba a impacientarse un poco - ¿Y bien? ¿cuánto

puede darme por ella? - Hmm, pues mire Doña Filomena; la verdad

es que su cadenita no vale mucho que digamos, es tan sólo de baño

de oro y no de oro puro ¿entiende? - ¡Ay no me diga! - Pues así es

señora, lo siento. Puedo darle 200 pesos a lo más por ella ¿qué dice?

- Está bien, pues como dicen por ahí "peor es nada". La verdad es

que creía que esa cadena valdría por lo menos unos 800 pesos, pero

bueno, usted es el experto aquí. -

Él sonrió maquiavélicamente mientras le entregaba a Doña

Filomena los miserables 200 pesos que apenas le alcanzarían para

pagar su consulta con el doctor y para las medicinas tendría que

conseguir dinero de otra manera - Muchas gracias Don Simón, es

usted muy amable - se despidió ingenuamente la viejecita - Al

contrario, muchas gracias a usted - respondió el estafador mientras

para sus adentros pensaba: "gracias a usted y a su ingenuidad."

Pero no todas las personas se dejaban engañar por Don Simón,

muchos se daban de cuenta de que en realidad no pagaba el precio

justo por las cosas, pero a veces no les quedaba de otra que aceptar,

pero eso sí no se iban de la tienda sin antes reclamarle - ¿Sabe lo que

es usted? ¡Usted es un maldito abusivo que saca provecho de

nuestras necesidades! - le gritó Diana, una joven madre que tuvo que

ir a ofrecerle todas sus joyas porque su niño de apenas un año y tres

meses de edad se había enfermado gravemente.

El usurero se rió de ella en su cara cínicamente - ¡Jajajaja! ¿Sabes

Page 6: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

qué no eres la primera que me dice eso, muñeca? Lo siento mucho,

pero no puedo darte gran cosa por tus baratijas - y tomándola del

brazo le susurró al oído mientras la miraba de forma libidinosa -

Aunque... claro, puedo darte un poco más de dinero si tú te portas

bien conmigo - Diana le contestó con una bofetada - ¡Suélteme viejo

asqueroso! - y salió corriendo de la casa de empeño mientras Don

Simón se desternillaba de la risa.

Su ataque de risa cesó súbitamente cuando se percató que detrás

suyo había alguien, una persona alta, demasiado delgada vestida con

una bata negra larga con una capucha que impedía que pudiera ver

su rostro y el usurero se asustó mucho puesto que no escuchó a las

campanas sonar cuando se abrió la puerta.

-¿Quién es usted? ¿Qué quiere? - preguntó tratando de ocultar su

temor y parecer autoritario, lo cual no le dio resultado ya que estaba

más blanco que la harina por el susto que se había acabado de llevar.

El extraño visitante no respondió y comenzó a avanzar a paso lento

hacia Don Simón y cuando quedó a un metro de distancia de él se

detuvo en seco y lo señaló con el dedo índice de su mano huesuda y

pronunció las siguientes palabras en tono amenazante.

- Simón Cervantes, no creas que podrás continuar engañando a

personas inocentes y aprovechándote de ellas. Un día de éstos te van

a hacer pagar por todo lo que has hecho. - El usurero trató de hacer

como si no lo hubiera impresionado la advertencia - ¿Ah sí? -

preguntó sarcásticamente mientras se volteaba viendo al mostrador

- Pues ya quiero ver quién será capaz de.... - y cuando se volvió hacia

la puerta aquella persona misteriosa ya no estaba ahí.

Al día siguiente Don Simón prosiguió con su rutina habitual como si

nada hubiera sucedido. Por lo general acostumbraba cerrar su

Page 7: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

negocio a las diez de la noche pero como tenía algunos pendientes

que hacer se quedó ahí hasta que dieron las doce. En cuanto el

antiguo reloj de péndulo que tenía colgado en su pared (adquirido

también gracias a uno de sus tantos "buenos negocios") terminó de

sonar las doce campanadas un hombre alto con lentes oscuros,

sombrero de ala ancha, vestido con una gabardina negra, unos

guantes negros y con un fino portafolio de piel también negro en

mano entró a la tienda haciendo sonar las campanillas.

Él no acostumbraba recibir clientes a esa hora pero no pudo decirle

que se marchara porque sabía que no podía desperdiciar la

oportunidad de hacer un "buen negocio." El recién llegado

observaba atentamente todo lo que había ahí en el local desde

instrumentos musicales de todas clases hasta máquinas de escribir

del año del caldo.

Don Simón dejó lo que estaba haciendo y se acercó hacia el hombre

de negro - Buenas noches caballero ¿qué es lo que desea? - preguntó

de una forma exageradamente amable - El misterioso personaje

volteó a verlo y le sonrió - Busco una cadenita de oro - al usurero

abusivo le brillaron los ojos de emoción en cuando escuchó eso e

inmediatamente fue detrás del mostrador donde tenía las joyas en

exhibición.

- Pues verá... - dijo al mismo tiempo que sacaba de una cajita forrada

con terciopelo rojo la cadenita que Doña Filomena había llevado a

empeñar ayer - aquí tengo esta y es de oro puro - El hombre tomó la

cadena con sus dos manos y la analizaba detenidamente - Es muy

bonita - Ya lo creo que sí - contestó Don Simón ansioso - ¿Cuánto

quiere que le pague por ella? -

El codicioso individuo se quedó pensando en cuánto dinero podría

Page 8: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

sacarle a aquel extraño - 1,200 pesos - contestó al final convencido.

El visitante seguía examinando la cadena mientras emitía algunas

sonrisas sarcásticas - ¿1,200 pesos por una insignificante prenda de

baño de oro? - preguntó mientras su sonrisa se transformaba en una

estridente carcajada.

Don Simón se quedó perplejo al escuchar eso - ¡No! ¿Pero qué está

diciendo? ¡Esa cadena es de oro puro! - El tipo del sombrero lo miró

fijamente - Eso no fue lo que le dijo a la anciana que se la trajo - el

usurero tragó en seco - Mire caballero, si no le interesa adquirir

nada será mejor que se vaya de aquí - Shhh, tranquílicese ¿quién le

dijo que no vine a buscar nada? -

Se acercó hacia el mostrador y señaló el pequeño costal negro que

estaba al lado de la caja donde Diana le había entregado sus joyas a

Don Simón - Quiero ver que hay ahí - y antes de que el otro pudiera

decir algo tomó el saco y vació el contenido encima del mostrador.

Tomó algunas de las joyas y después de revisarlas con detenimiento

dijo - ¡Puras baratijas! - y las volvió a meter adentro.

- ¡Se equivoca! - gritó Don Simón - Ahí hay cosas muy valiosas, entre

todo lo que hay ahí debe de haber como unos 10,000 pesos

fácilmente - El hombre inclinó su sombrero hacia adelante y cruzó

los brazos - No tengo suficiente dinero para pagar todo eso, pero si

quiere puedo pagarle con... usted sabe... favores sexuales - y volvió a

soltar una carcajada malévola.

- ¡Es usted un demente! Haga el favor de salir de mi tienda o llamaré

a la policía - Mire... - contestó el extraño mientras tomaba su

portafolio y lo abría y sacaba de ahí un revólver Magnum Taurus

357 y se lo mostraba a Don Simón - ¿Es hermoso, no cree? ¿Cuánto

cree que valga? -

Page 9: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Al ambicioso de Don Simón se le pasó el enojo enseguida pues pensó

que tal vez ese tipo que estaba ahí fuera un matón que quisiera

deshacerse del arma por algún delito que hubiera cometido con ella,

así que lo mejor era que tomara sus precauciones - Pues... - contestó

dubitativo al mismo tiempo que se acercaba para verla mejor -

puedo darle algo, aunque no sería mucho. -

- ¿Y dígame usted, cree que valga un poco más si lo ocupo para

deshacerme de un maldito usurero embustero, abusivo y sin

escrúpulos? - preguntó el propietario del revólver al mismo tiempo

que apuntaba con el arma a la cabeza de Don Simón. Después de eso

sólo se escuchó un balazo que resonó en el aire y después todo

quedó en total oscuridad y silencio.

A la mañana siguiente había un montón de curiosos afuera de la

tienda entre los cuales estaban Doña Filomena, Diana y otros más a

los cuales Don Simón había timado antes; fueron a buscarlo porque

en sus respectivas casas habían aparecido envueltas en paquetes

todas las cosas que habían llevado a empeñar con él.

Y así fue como lo encontraron muerto tirado en el suelo y al lado de

su cadáver había un mensaje escrito con su sangre que decía: "Tarde

o temprano tenemos que pagar el precio por nuestras acciones"

Atentamente: El Sicario de la Muerte.

Page 10: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

El gato en el farol

Son las ocho de la noche y la familia Mercado, que vive en uno de los

tantos departamentos de un bonito edificio ubicado en una esquina

de las calles más antiguas de aquella ciudad, se dispone a sentarse a

la mesa para cenar. La señora Julia se encuentra en la cocina

calentando el pollo con papas al horno que sobró de la cena de ayer

mientras su esposo Anselmo está sentado en el comedor leyendo en

el periódico las noticias deportivas.

El único que parece estar en un mundo aparte es Jacinto el hijo de

diez años quien se encuentra tan sumido en sus pensamientos hasta

que escucha el llamado de su madre - ¡Jacinto! Ven de una vez a

cenar que se te va a enfriar - el niño responde con un "ya voy mamá"

apenas audible pues lleva ya un buen rato asomado por la ventana

que da hacia la calle principal en cuya esquina hay un farol que

alumbra muy bien las otras tres esquinas que se encuentran cerca

de su edificio.

- Niño ¿qué no me oíste? ¡Ya está lista la cena! - gritó Julia mientras

salía de la cocina con la olla en mano para servirles. Jacinto volteó a

ver a su mamá y respondió - Mami, ese pobrecito gatito lleva mucho

tiempo ahí trepado en el farol y no deja de maullar, debe de tener

hambre. - La señora lo miró sorprendida y preguntó - ¿Cuál gato? yo

no escucho nada. -

- Mamá por favor, déjame tomar un poco de agua y comida del

refrigerador; tengo que ir a ayudarlo, me da tanta lástima. - ¡Ay

hijo! Es que... - Julia estaba indecisa y Jacinto la miraba con sus

inquietos y suplicantes ojos negros y su madre no supo que decirle -

Page 11: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Pues pregúntale a tu papá si te da permiso de salir a la calle a esta

hora. -

Anselmo que había estado profundamente sumergido en la lectura

de su diario alzó la vista hacia su hijo y luego volteó a ver a su

esposa - ¿Qué sucede? - Nada, es que Jacinto dice que ahí afuera hay

un gato callejero y quiere salir a darle de comer. - El señor que era

una persona caritativa se conmovió por el gesto de su hijo y no pudo

negarle el permiso - Está bien hijo ve, pero no te tardes mucho. -

Jacinto se puso muy contento - ¡Gracias papá! - y corrió a la cocina a

buscar algo de comer y beber para darle al gato del farol y en cuanto

encontró lo que buscaba se puso su chamarra antes de salir porque

afuera en la calle soplaba el aire frío - ahorita vengo - y cerró la

puerta principal mientras sus padres comenzaban a cenar.

Pasaron más de veinte minutos y el niño no volvía a casa entonces

Julia comenzó a preocuparse - Oye Anselmo, ya es tarde y Jacinto

todavía no ha vuelto a la casa - el papá le dio la razón a su mujer -

¡Ay ese muchachito! Le dije que no se tardara, a lo mejor se encontró

a alguno de sus amigos y se quedó ahí jugando y se le fue el tiempo,

ya ves como es de inconsciente. -

La mamá se asomó por la ventana donde hasta hace media hora

estaba Jacinto asomado y no vio al niño por ahí cerca, así que

empezó a gritar - ¡Jacinto! ¡Jacinto! ¿Dónde estás? - mientras tanto

Anselmo tomaba su abrigo del perchero y su teléfono celular - Voy a

salir a la calle a buscarlo, llámame si el niño regresa. - ¿Qué dices?

¡Yo también voy contigo! - contestó Julia mientras corría a ponerse

su suéter.

El matrimonio recorrió todas las calles cercanas a las suyas

Page 12: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

preguntando a todos los transeúntes por su hijo - Disculpe ¿ha visto

por aquí a un niño de diez años? Es como de esta estatura y tiene el

pelo y los ojos negros - No señora, lo siento, no he visto ningún niño

por aquí. Buena suerte, espero de corazón que lo encuentre. -

Caminaron una y otra vez por los alrededores, no lo encontraron y

tampoco nadie lo había visto, no se sabía nada de él. Julia y Anselmo

comenzaron a desesperarse, pero tenían que conservar la calma

para poder pensar con claridad así que optaron por volver a su casa

no fuera a ser que Jacinto hubiera regresado en lo que ellos andaban

como locos buscándolo por la calle.

Cuando llegaron a su edificio se encontraron con Doña Carlota la

portera - Señores ¿qué sucede? Los veo muy agitados - les preguntó

y Julia le respondió - Lo que pasa es que estamos buscando al niño,

hace como una hora lo dejamos salir un ratito de la casa y no volvió

entonces salimos a buscarlo ¿de casualidad usted no lo ha visto por

aquí? -

Doña Carlota se puso a hacer memoria - Hmm, pues la última vez

que lo vi fue hace más de una hora, venía bajando las escaleras con

una bolsa y un plato con agua en la mano y me saludó "buenas

noches Doña Carlota, voy aquí a la esquina a darle de comer al gatito

del farol" y yo nada más le contesté "está bien hijo." Luego me asomé

por curiosidad a la esquina y ahí lo vi parado debajo del farol

supongo que llamando al gatito para que bajara. -

Julia interrumpió a la anciana - Y díganos ¿de casualidad no vio a

alguien o algo por ahí que le pareciera extraño? - la mujer se quedó

pensativa - Pues, pensándolo bien, si hubo algo raro... mire van a

decir que estoy loca, pero me quedé observando el farol y nunca vi al

gato que decía Jacinto que estaba ahí. Después entré a hacer unas

Page 13: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

cosas a mi casa y cuando salí ya no vi al niño. -

Los dos señores se inquietaron aún más, pero sabían que así no iban

a encontrar ninguna solución - Bueno Doña Carlota, cualquier cosa

que sepa del niño por favor háganoslo saber de inmediato - le dijo

Anselmo. - Así lo haré señor, no se preocupe - Gracias de todos

modos y buenas noches - Buenas noches. -

De vuelta en casa Julia y Anselmo no hacían más que dar vueltas en

la sala como leones enjaulados - Hay que dar parte a las autoridades

- propuso Julia - No creo que ahorita sea buena idea, tienen que

pasar al menos 48 horas para que lo den por desaparecido de lo

contrario no van a investigar nada- tienes razón, no nos queda de

otra que esperar. -

Pasaron toda la noche sin poder dormir y a la mañana siguiente

Anselmo pidió permiso en su trabajo para ir con su esposa a pegar y

repartir volantes con la foto de Jacinto y el teléfono de la casa a toda

la gente que pasara por la calle por si alguien lo reconocía pero

nadie llamó ni vio a su hijo.

Cuando por fin transcurrieron las 48 horas acudieron a la estación

de policía a denunciar la desaparición de Jacinto. El detective los

interrogó y tomó nota de los detalles que ocurrieron en la noche en

que el niño había desaparecido - No se preocupen señores, haremos

todo lo que esté a disposición nuestra para encontrar a su hijo. - No

sabe cuánto se lo agradecemos - contestó Julia mientras salía con su

esposo del lugar.

Durante el resto del día estuvieron igual de nerviosos y preocupados

que los días anteriores pensando en dónde pudiera estar Jacinto. Por

la tarde una señora que había agarrado uno de los volantes que

Page 14: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

repartieron llamó diciendo que había visto a un niño dormido

debajo de un puente peatonal que se parecía mucho al de la foto.

Ni tardos ni perezosos Julia y Anselmo salieron en dirección al

puente. Al llegar inmediatamente vieron al niño pero cuando se

acercaron se dieron cuenta de que no era Jacinto sino otro que se le

parecía bastante. Julia se echó a llorar y su esposo la abrazó - No

debemos perder las esperanzas, mejor volvamos a casa. -

Iban caminando por la esquina del farol doblando en dirección hacia

la entrada de su edificio cuando notaron que debajo del farol estaba

Ana Luisa una señora joven que vivía sola en el edificio que estaba

en contraesquina en un departamento exactamente a la altura del

suyo con su hija que era dos años menor que Jacinto. Se le veía muy

angustiada deteniendo a los peatones para preguntarles algo, en

cuanto se acercaron un poco más pudieron escuchar mejor lo que

les decía - Por favor, si llegan a verla avísenme, vivo en ese edificio

en el número 32. Se los agradeceré infinitamente. -

Se acercaron hacia Ana Luisa y en cuanto ella los vio corrió

desaforada a hablar con ellos - ¡Ay vecinos, qué bueno que los veo!

¿De casualidad no han visto a mi niña Silvia? - los dos se voltearon

a ver extrañados - No, no la hemos visto ¿le pasó algo? - preguntó

Julia. Ana Luisa tomó aire y explicó su situación - Verán, ayer como a

eso de las ocho de la noche me dijo que quería venir a esta esquina

porque veía arriba del farol a un gato que no dejaba de maullar y

quería ayudarlo a bajar, la verdad es que no le presté mucha

atención y le dije que fuera pero que tuviera cuidado y desde

entonces no ha regresado a la casa. -

Los señores Mercado se pusieron pálidos al escuchar eso y Anselmo

tuvo que explicarle que desgraciadamente ellos también estaban

Page 15: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

pasando por algo similar - Vecina, no lo va a poder creer, pero

nuestro Jacinto también está desaparecido desde hace varios días y

estamos muy preocupados - Ana Luisa se asustó mucho al escuchar

eso - ¡Ay vecinos, cuánto lo siento! Pero eso significa que hay que

estar alertas, tal vez haya algún secuestrador de niños rondando por

estos lugares. -

- Vecina... - la interrumpió Julia - La noche en que desapareció

nuestro hijo también fue porque salió a dar de comer a un gato que

estaba trepado en este farol. - Ana Luisa se quedó petrificada al oír

eso - ¿¿Un gato en el farol dice?? - Sí - respondió Julia. La joven

madre se quedó pensativa - Esto es muy extraño ¿no le parece? - Así

es, muy pero muy extraño. No sé usted, pero yo nunca vi ni escuché

al gato en cuestión. - Así es - continuó Anselmo - nosotros

preguntamos a Doña Carlota nuestra portera y ella nos dijo lo

mismo, que la última vez que ella vio a Jacinto estaba solo debajo del

farol. -

Ana Luisa se quedó pensativa - Ahora que lo pienso, yo tampoco

escuché al gato maullar y eso se me hace muy raro ya que por lo

general los maullidos de los gatos se suelen escuchar muy fuerte. -

Los tres se quedaron estupefactos pensando en todo ese misterioso

asunto, pero les costaba creer que en eso estuviera implicado algo

sobrenatural ¿cómo podía ser que una especie de gato fantasma se

llevara a los niños de la calle como si fuera el flautista de Hamelin?

Tenía que haber una explicación lógica, sólo que no la encontraron.

Pasaron los días, las semanas y los meses y ni los señores Mercado

ni la señora Ana Luisa volvieron a saber nada de sus niños. La policía

continuaba investigando el caso sin ningún éxito y lo peor para los

padres era tener que seguir con sus vidas y aquella incertidumbre

Page 16: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

con respecto al paradero de sus hijos.

Todas las noches Julia y Ana Luisa se asoman por la ventana y se

quedan estáticas por horas mirando hacia el farol encendido con la

esperanza de que algún día el gato, el destino o quien sea que les

haya arrebatado a sus hijos les traiga de vuelta a Silvia y a Jacinto.

Page 17: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

El letrero de neón

Rodrigo tiene 36 años y es uno de los arquitectos más reconocidos

en su ciudad, a pesar de que tiene una esposa joven, bonita e

inteligente sostiene una aventura con Berenice, una de sus colegas

de trabajo la cual es una manipuladora que solamente anda con él

buscando su propio beneficio. Un día a altas horas de la noche iban

los dos juntos en el auto de Rodrigo saliendo de una fiesta, estaban

ya pasados de copas y querían buscar un lugar para dar rienda

suelta a sus pasiones.

Rodrigo manejó hasta salir a carretera ya que quería que estuvieran

lo más alejados posible de la ciudad para evitar que algún conocido

de ambos los viera y al pasar por una zona que prácticamente estaba

despoblada Berenice lo tomó por el hombro y le dijo - ¡Hey,

espérate! - ¿Qué pasa? - preguntó él sorprendido - Hay un motel muy

cerca de aquí - ¿Cómo lo sabes? - Por el letrero de neón que

acabamos de pasar. - Entonces Rodrigo se echó en reversa y vio el

gran letrero iluminado en luces de neón de varios colores que

parpadeaban "Motel Edén" y abajo una flecha señalando su

ubicación doblando a la derecha.

- ¡Muy bien! - asintió el arquitecto mientras prendía las luces para

indicar que iba a doblar por el lado derecho hacia la calle donde se

encontraba el motel, pero esa calle estaba prácticamente desierta,

había puro edificio cerrado y abandonado y no había más que un

solo poste que daba una raquítica luz que no alcanzaba a alumbrar

toda la calle.

Rodrigo redujo la velocidad para que él y su acompañante pudieran

Page 18: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

ubicar el sitio exacto donde se encontraba el motel. Voltearon por

todos lados hasta que dieron con el lugar el cual estaba refundido

hasta el final de la oscura y solitaria calle. Se acercaron hasta la

entrada desde la cual daba la impresión de que ese sitio no estaba

más en funcionamiento, la pintura ya estaba descarapelada y el

letrero de la entrada no estaba encendido.

- Este lugar está abandonado, mejor vámonos a otro lado - le dijo

Berenice algo asustada - Tranquila, hay luces encendidas afuera de

las habitaciones así que debe de haber alguien adentro y si no qué

importa si está abandonado, así será más divertido - dicho entró con

el automóvil en cuanto lo estacionó se bajaron para ir a la recepción

a pedir un cuarto.

Tal como lo había imaginado Berenice no había nadie en ese lugar, la

recepción estaba vacía y no había otros carros estacionados a parte

del de ellos y le volvió a entrar temor - Rodrigo, es en serio, te digo

que acá hay algo que no me gusta, por favor volvamos al auto y

marchémonos de aquí. - ¡Por favor, cálmate! - reprendió Rodrigo a la

mujer mientras tomaba la llave de la habitación 6 - Ven, vamos a

entrar a un cuarto a ver si así te calmas un poco. -

En cuanto abrieron la puerta de aquella habitación buscaron el

interruptor para encender la luz porque estaba todo muy oscuro y

no podían ni ver donde pisaban pero éste no funcionaba y Berenice

se volvió a poner nerviosa - ¿Rodrigo, estás loco? ¡Por el amor de

Dios! ¡Vámonos de aquí! - él ya había perdido la paciencia y jaló a

Berenice y la sacudió con violencia - ¡Escúchame bien! Aquí vamos a

hacer lo que yo... - No terminó de completar la frase porque de la

nada apareció una mano grande que le tapó la boca mientras que

con la otra lo jalaba con una fuerza casi sobrehumana.

Page 19: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

- ¿Rodrigo? ¿Rodrigo estás ahí? ¡Rodrigo contéstame por favor! - al

no obtener respuesta alguna Berenice se asustó aún más de lo que

ya estaba y se quedó paralizada del miedo, no podía ver nada y no

escuchaba nada más que su propia respiración entrecortada. Su

instinto de supervivencia le decía que tenía que salir de ahí

corriendo lo más rápido que le dieran las piernas, trató

desesperadamente de encontrar la manigueta de la puerta a tientas

en la oscuridad cuando percibió una sombra que se movía en la

habitación.

- ¿Rodrigo eres tú? ¡Por favor no me asustes! - Berenice sintió la

sangre congelarse por el miedo al ver que la presencia que estaba

ahí con ella no era su acompañante y se acercaba a ella de modo

amenazante. Siguió tentando la pared y cuando por fin sintió la

manigueta de la puerta entre sus dedos la abrió y salió corriendo

hacia el estacionamiento donde habían dejado el auto.

Mientras corría notó que las pocas luces encendidas se apagaban y

escuchaba unos pasos detrás suyo que trataban de darle alcance

pero no se atrevió a mirar atrás para ver el rostro de su perseguidor.

En cuanto llegó al auto trató de abrir la puerta del conductor pero

no pudo ya que Rodrigo le había puesto seguro y las llaves se

habían perdido junto con él. Siguió tratando en vano de abrir el auto

hasta que vio en el cristal de la ventana el reflejo de aquel que la

venía persiguiendo que por fin ya le había dado alcance. No tuvo

oportunidad de defenderse pues él la tomó fuertemente de las

muñecas y Berenice sólo tuvo oportunidad soltar un grito ahogado

que nadie escuchó y se perdió en medio del silencio de la oscuridad.

Una semana después; Humberto, Catalina, Rubén y Josefina; dos

parejitas de jóvenes preparatorianos que aún no cumplían la

Page 20: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

mayoría de edad andaban "echando el rol" hasta altas horas de la

noche por la carretera cerca del motel en el auto de Humberto con la

música a todo volumen, bebiendo cerveza y fumando.

Humberto ya manejaba zigzagueando de lo borracho que estaba y

antes de que se siguiera de largo Rubén lo hizo detener bruscamente

el auto - ¡Hey voltea! - le dijo mientras señalaba el letrero de neón -

¡Mira! Todavía está en funcionamiento el motel Edén, creí que lo

habían cerrado hace ya varios años - Yo también pensaba que ya no

existía más - comentó Humberto mientras asomaba la cabeza por la

ventanilla.

Catalina que iba en el asiento de atrás con Josefina le echó los brazos

al cuello a Humberto y le dijo - ¡Vamos para allá! - a Josefina también

le gustó la idea y trató de sonsacar a Rubén - Si chicos, vamos a

divertirnos un ratito - Humberto y Rubén se miraban pensativos y al

final accedieron - Está bien, además nuestros papás nos la van a

armar si volvemos a casa apestando a alcohol y a cigarro y ahí

podemos darnos un baño y enjuagarnos la boca. -

Dicho esto se encaminaron hacia el dichoso motel en cuanto lo

divisaron detuvieron el auto enfrente y contemplaron el exterior

con asombro- ¿¿Es este cuchitril?? - preguntó Humberto bastante

desilusionado - Eso parece y no sé a ti pero me da la impresión de

que está abandonado - contestó Rubén igual de desanimado. A

Catalina tampoco le gustó el lugar pero no tenían otra opción - Sólo

hay que asomarnos a la recepción a ver si hay alguien y pedimos un

cuarto para ducharnos y si no con la misma nos vamos - Eso me

parece una mejor idea - afirmó Josefina.

- Esta bien pues, andando - dijo Humberto mientras les hacía señas a

los demás para que bajaran del auto. Los jóvenes observaban

Page 21: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

desconcertados aquel lugar, todo estaba oscuro y el ambiente

generaba desconfianza - Yo creo que mejor nos vamos, esto está más

muerto que el Titanic bajo el océano - dijo Josefina - los demás

estaban por darle la razón hasta que Catalina divisó el auto de

Rodrigo que se había quedado ahí en el estacionamiento - ¡Miren,

ahí hay un auto! Eso quiere decir que hay alguien. - Pero que raro, a

excepción de la oficina de recepción todo está oscuro - comentó

Rubén.

- No sé ustedes, pero a mí este lugar me está empezando a dar miedo

- dijo Catalina con la voz que le temblaba - Tranquila - le dijo

Humberto - Vamos a la recepción y si no hay nadie allí que nos

atienda, nos vamos enseguida - Bien, pero hay que sacar nuestros

celulares para tener algo de luz - Tienes razón ¿por qué no se nos

ocurrió antes? - contestó Josefina mientras buscaba su teléfono en

su bolsa.

En cuanto todos encendieron sus celulares lo primero que hicieron

fue alumbrar el suelo para poder ver donde pisaban. Mientras iban

avanzando hacia el interior Rubén notó que en el suelo había unas

manchas extrañas - ¡Oigan, miren esto! - les dijo mientras iba

alumbrando el pavimento - Los demás también apuntaron con sus

celulares hacia las manchas y caminaron para averiguar de dónde

provenían, conforme avanzaban notaban que éstas se hacían cada

vez más grandes y que los llevaban hacia el auto que estaba ahí

estacionado.

- No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que esas manchas

son de sangre seca - volvió a hablar Catalina con la voz temblorosa -

Yo creo que tienes toda la razón - le contestó Josefina mientras se

abrazaba al brazo de su amiga. Cuando llegaron hasta el auto

Page 22: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

notaron que las manchas en el suelo se detenían ahí donde estaba la

puerta del conductor.

Con sus teléfonos celulares trataron de alumbrar lo mejor posible el

interior del auto y lo único que pudieron ver fue la ventanilla toda

salpicada de sangre - ¡¡AHHHHHHHHHH!! - gritaron todos al

unísono - ¿Pe...pero qué de...demonios pa...pasó aquí? - preguntó

Rubén tartamudeando por el miedo - No sé, pero tenemos que

averiguar lo que hay adentro del carro - dijo Humberto decidido.

- Pues adelante, abre tú la puerta, yo no quiero saber nada - le dijo

Catalina y Humberto abrió la portezuela con mucho temor y en

cuanto lo hizo todos se quedaron mudos de asombro al ver lo que

había ahí, Rubén sólo atinó a decir - ¡¡¿Pe.. pero que mi...mierd..?!! -

Adentro estaban los cadáveres de Rodrigo y Berenice sentados en

los asientos. A ambos los habían degollado y abierto por la mitad

dejando un horripilante salpicadero de sangre y vísceras por todo el

auto.

Todos quedaron en shock por la grotesca escena que contemplaron,

Humberto y Josefina vomitaron por causa del olor nauseabundo,

Catalina y Rubén los tomaron del brazo para ayudarlos a caminar -

¡Hay que salir de aquí! - de repente escucharon una voz macabra por

detrás del auto que les decía "¿Quieren hacerles compañía?" al oír

eso salieron corriendo despavoridos sin tiempo de voltear atrás.

En cuanto todos se subieron al auto Humberto arrancó y pisó el

acelerador a fondo para alejarse de ese sitio lo más rápido posible.

En cuanto volvieron a la ciudad trataron de tranquilizarse un poco

para poder pensar claramente - Tenemos que dar parte a la policía -

dijo Catalina mientras los demás asentían con la cabeza ya que

todavía no podían articular bien las palabras por el susto.

Page 23: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

En cuanto llegaron a la estación de policía el teniente Márquez

procedió a escuchar las declaraciones de cada uno de los jóvenes -

Muy bien jovencitos, cuéntenme bien ¿cómo empezó todo? - Pues

verá - contestó Humberto mientras tomaba un poco de aire - todo

comenzó cuando divisamos el letrero de neón en la carretera...-

Después de una hora cuando todos los muchachos terminaron de

rendir sus declaraciones varias patrullas partieron hacia el motel

para comenzar con las investigaciones. Cuando los patrulleros que

iban hasta enfrente llegaron a la mitad de la carretera se pusieron a

tratar de atar cabos sueltos - Esto es muy raro - comentó uno de los

oficiales a su compañero - Ese motel tiene más de cinco años que

dejó de funcionar, pensaba que a éstas alturas todos por aquí lo

sabían. - Pues yo he pasado varias veces por la carretera de noche y

nunca he visto el letrero de neón encendido. Definitivamente hay

mucho que investigar. -

Cuando estaban pasando ya casi a la altura del motel el patrullero

que iba conduciendo se detuvo bruscamente - ¿Qué pasa?

preguntó su compañero muy sorprendido - ¿Por qué te detienes así

de..? - no terminó de formular su pregunta porque el otro policía le

señalaba con el dedo que viera algo allá arriba, era el letrero de neón

encendido.

Page 24: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Criptozoología

A las afueras de aquella ciudad se había terminado de construir un

nuevo fraccionamiento con casas bonitas y amplias, áreas de

esparcimiento, un pequeño parque con juegos infantiles y

andadores para trotar y practicar ciclismo.

Entre las personas que han comprado casa en este lugar está Norma

una joven abogada soltera que deseaba poder tener su casa propia

para independizarse totalmente de sus padres. En cuanto le

entregaron su nueva casa y terminó de arreglarla y amueblarla

decidió hacer una pequeña reunión en su jardín con sus compañeros

de trabajo y también invitó a sus amigos de toda la vida: Alicia, Jaime

y Federico, mejor conocido por los amigos como "Quico Sabiondo".

Cuando empezó a oscurecer todos los invitados se despidieron de

Norma y sólo se quedaron sus tres amigos quienes iban a dormir ahí

en su casa. La noche era estupenda y el cielo estaba despejado y se

podían contemplar muy bien las estrellas en el firmamento y estar

encerrados adentro sería prácticamente un desperdicio, así que

decidieron salir todos al patio trasero a platicar.

- ¿Pero están locos? - los reprendió Alicia - Afuera está haciendo un

frío de la cachetada, nos vamos a morir de pulmonía. - Tranquila -

respondió Jaime - vamos a prender una fogata, además tenemos

whisky, vodka, café y chocolate caliente para no congelarnos.

Alicia no se equivocaba, afuera la temperatura había descendido

hasta los 5 grados centígrados, ya que la temporada era fría y

además el fraccionamiento estaba construido cerca de la sierra. Los

chicos prepararon la fogata mientras Norma y Alicia sacaban cuatro

Page 25: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

banquitos de la cocina para poder sentarse alrededor del fuego.

Cuando todos se acomodaron contemplaron los alrededores de la

casa y Alicia le preguntó a Norma - Oye ¿y no te da un poco de miedo

vivir aquí sola tan apartada de la civilización? - La casa de Norma

estaba ubicada en la última calle de la colonia, detrás de su casa no

había nada sólo árboles y más atrás los montes que únicamente

estaban poblados por animales salvajes - Pues la verdad no, este

sitio es genial. Aquí puedo estar tranquila lejos del barullo de la

ciudad. -

Jaime tomó un sorbo de vodka e hizo una propuesta - hablando de

miedo ¿qué les parece si contamos historias de terror? - Federico

hizo una mueca y respondió - ¿No te parece que ya estamos algo

grandes para éstas cosas? - ¡Ay Quico Sabiondo! ¡Aliviánate! - le dijo

Alicia - Nada más es para divertirnos un poco. - A mí me parece

buena idea - asintió Norma al mismo tiempo que movía la cabeza - A

ver Jaime, ya que tú fuiste el de la idea por qué no empiezas a

contarnos algo - Está bien - contestó Jaime al mismo tiempo que se

acercaba un poco a la fogata para calentarse - ¿Alguna vez han

escuchado hablar de la extraña criatura que vive allá en los montes?

- preguntó al mismo tiempo que señalaba hacia los cerros que

rodeaban la casa - Norma, Alicia y Federico lo miraron con los ojos

totalmente abiertos y esa expresión le bastó a Jaime para entender

que no sabían de qué les estaba hablando.

- Es una vieja leyenda, desde hace varios años hay algunos

campesinos que afirman que por aquí vive un animal extraño de

esos cuya existencia nunca ha sido comprobada. - Federico tomó un

sorbo de vodka y lo interrumpió - una criatura criptozoológica

quieres decir - Alicia frunció el ceño y miró a Quico confusa - ¿¿una

Page 26: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

criatura cripto qué?? - criptozoológica - le repitió él - Bueno, se

conoce como criptozoología a la pseudociencia que se encarga de

investigar y tratar de probar la existencia de todas aquellas criaturas

y seres que se han considerado mitológicos como el Yeti, el

monstruo del lago Ness, entre otros. - Jaime, Alicia y Norma se

quedaron pasmados con la explicación de Federico - ¡Vaya! Si que

eres una enciclopedia viviente - le dijo Alicia en tono sarcástico.

- Bueno ¿me van a dejar continuar de contar o no? - vociferó Jaime

algo irritado - Adelante, prosigue - dijo Federico mientras le daba

otro sorbo a la botella - Gracias, bien como les decía; hay algunos

hombres de campo que dicen que han visto por estos rumbos una

especie de bestia muy extraña. Hay diferentes versiones, pero la

mayoría afirma que es una criatura humanoide sin pelo que camina

encorvada en dos patas, tiene una cabeza pequeña, extremidades

cortas y brazos muy largos y una cola también larga y fuerte como

de lagarto, ah y unas poderosas garras como las de los grandes

felinos. -

Alicia emitió un suspiro que denotaba fastidio - Por favor ¿a quién

quieres engañar? Eso te lo acabas de sacar de la manga, te basaste

en la criatura de la película "Splice", sé más original. - ¿Cuál es esa

película? - preguntó Federico - Alicia volvió a responder con fastidio

- Una donde sale el actor ese narizón que le gusta a Norma, no me

acuerdo como se llama - todos se echaron a reír y Norma le

respondió a Quico - el protagonista es Adrien Brody, el que salió en

la de "El pianista" - Lo siento, pero sigo sin saber quien es, no soy

cinéfilo - contestó Federico.

Jaime volvió a exasperarse y carraspeó para llamar la atención -

Bueno, en vista de que prefieren hablar de películas ya no les voy a

Page 27: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

contar nada. - dijo mientras se levantaba de su asiento - ¡No seas

payaso! - le gritó Alicia mientras lo jalaba del brazo para obligarlo a

sentarse otra vez - Ya, termina de contarnos - él se sentó y prosiguió

- Bueno, hay diversas teorías acerca del origen de esa criatura

extraña. La primera es de que probablemente se trate de un antiguo

ser que llegó a la Tierra antes de que apareciera el ser humano, algo

así como el Cthulhu. -

- Interesante - comentó Norma mientras tomaba café de su termo

caliente y Jaime continuó con su relato - y la otra teoría es que se

trate de una nueva especie que fue el resultado de un experimento

en un supuesto laboratorio secreto oculto entre la espesura del

bosque - ¡Wow! Como en "Los sabuesos de Baskerville" el segundo

capítulo de la segunda temporada de Sherlock - comentó Alicia

extasiada.

- ¿Cuál es esa serie? Nunca la he visto - preguntó Norma muy

interesada - Es una de la BBC, tienes que verla, sale el papacito de

Benedict Cumberbatch - Federico las interrumpió algo molesto -

Bueno ¿van a dejar que Jaime nos termine de contar o van a seguir

hablando de los actores británicos que les gustan? - La tercera es la

vencida - protestó Jaime por la nueva interrupción - Norma tomó la

palabra - A ver ya, al próximo que vuelva a interrumpir se va a

quedar a dormir aquí afuera sin cobija. -

Jaime pudo continuar con su relato tranquilo - Si bien lo del

laboratorio secreto es una leyenda urbana, dicen los campesinos de

por aquí que al tratar de adentrarte en el bosque aparecen

alambradas y letreros de "No pasar", "Peligro", "Propiedad privada"

y frases por el estilo. Cosa que les parece extraña, ya que nunca han

visto a otras personas ni mucho menos vehículos transitar por esos

Page 28: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

lugares. -

En ese momento todos se quedaron quietos y en silencio pensando

hasta que la tranquilidad de la noche fue interrumpida por un ruido

entre los arbustos del patio - ¿Oyeron eso? - preguntó Alicia algo

asustada. Norma se quedó petrificada y respondió con la voz algo

cortada- Ha..hay algo a...ahí entre las plantas - después de eso, todos

se levantaron de un salto de sus asientos y corrieron a juntarse

todos atrás de la fogata viendo hacia los arbustos.

Jaime tomó un pedazo de leña que todavía no había sido echado al

fuego y lo acercó a la fogata para encenderlo a modo de antorcha y

con los dientes que le castañeaban preguntó ¿Q-q-quién a-anda

a-ahí? - el ruido se hizo cada vez más sonoro y de entre los arbustos

saltó algo que hizo gritar a todos como locos y salir corriendo hacia

el interior de la casa.

- ¡Esperen! ¡No se pongan histéricos! - les gritó Norma mientras los

jalaba de la ropa - Miren, no es nada más que un mapache - los

demás voltearon y en cuanto vieron al animal suspiraron de alivio -

¡Vaya susto que nos diste, amigo! - dijo Jaime mientras aventaba la

rama que había prendido a la fogata - ¡Jajajaja! Hubieras visto la

cara que pusiste - le dijo Federico burlándose - Pues déjame y te

digo que tú también traías una cara bastante cómica, Quico

Sabiondo. -

- La verdad es que todos nos asustamos - dijo Alicia aún tomando

aire para reponerse del susto - Bueno, yo creo que mejor apagamos

el fuego y nos vamos a dormir, ya es bastante tarde - sugirió Norma -

Me parece buena idea - contestó Federico mientras tomaba el cubo

de agua para apagar la fogata - Tienes razón, mejor nos vamos a

descansar, ya fue bastante ajetreo por esta noche - dijo Jaime

Page 29: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

mientras todos se dirigían adentro.

A la mañana siguiente se despertaron todos hasta al mediodía por el

desvelo, bajaron a la cocina y ahí encontraron a Norma que se había

levantado un poco más temprano - ¡Buenos días Norma! - la saludó

Alicia primero. Norma no contestó el saludo y salió de la cocina en

dirección hacia el comedor, abrió la cortina de la enorme ventana

que hacía a la vez de una puerta de cristal para poder salir hacia el

patio de atrás.

- ¿Te pasa algo? - le preguntó Jaime mientras los demás la miraban

sorprendidos y ella respondió bastante molesta- No sé quién haya

sido el chistoso o la chistosa que haya querido gastar una broma,

pero va a tener que limpiar todo el cochinero que me dejó ahí en el

hall - dijo señalando hacia afuera donde había una parte

pavimentada con un bonito mosaico y bajo techo con sillones de

mimbre para sentarse a descansar por las tardes.

- Pero ¿de qué estás hablando? - preguntó Alicia - De esto - contestó

Norma al mismo tiempo que abría la puerta y les hacía señas a los

demás para que la siguieran afuera. Ahí les mostró unas huellas

extrañas de lodo que había en el piso del hall. Todos se quedaron

mirando al suelo extrañados sin saber que decir - ¿Y bien? -

preguntó Norma - Alicia fue la única que contestó - Tal vez fue el

mapache que nos pegó el sustote anoche. -

Federico se acercó a examinar de cerca las huellas - No, estas huellas

no pueden ser de mapache, son demasiado grandes. - Ya sé que esas

huellas no son del mapache, otro animal más grande cuyo nombre

empieza con "J" seguro las dejó ahí - Jaime se acercó y respondió

nervioso pero muy serio a la vez - Norma , reconozco que soy

bastante bromista pero por el amor de Dios te juro que yo no hice

Page 30: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

esto. -

Todos se quedaron viendo a las huellas que venían desde los

arbustos que daban hacia la parte despoblada de la casa hasta la

puerta de cristal - Parecen huellas como de puma o de algún otro

felino grande - comentó Alicia - Pues en esta zona no hay pumas ni

felinos grandes que yo sepa - le contestó Federico y todos se

volteaban a ver entre ellos sin decir ni una sola palabra.

Page 31: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

¿Qué hay allá en el patio trasero?

El terreno más amplio de una de las calles del centro corresponde a

un orfanato público llamado "La Esperanza" donde viven varios

niños huérfanos a cargo de Doña Lucía la directora, la señora

Mariana la cocinera y Don Antonio el viejo conserje. De todos los

niños que están en ese lugar Ramón, Óscar y Neftalí de 8, 7 y 6

años respectivamente son de los más traviesos y juguetones y se

llevan muy bien con Julián el mayor de todos los internos que tiene

catorce años.

En el orfanato los chicos la pasan muy bien, ya que los encargados

los tratan como si fueran sus propios hijos y los consienten dándoles

mucho tiempo libre, lo que más les gusta es salir al patio a jugar a las

escondidas, la gallina ciega y otros juegos clásicos, ya que el

terreno tiene muchas áreas verdes con árboles para jugar, es un

"patio que parece no tener fin" como dicen ellos, pero Doña Lucía y

los demás siempre les advierten con severidad: "No se les ocurra

jugar por el patio trasero", "Si los sorprendo jugando en el patio de

atrás los voy a castigar, por favor sean obedientes."

Los niños siempre acatan esa estricta orden sin refunfuñar ni

cuestionar nada, pero un día en que Ramón, Neftalí y Óscar estaban

jugando a las cartas con Julián decidieron preguntarle qué sabía él al

respecto - Oye, tú que eres el mayor de todos los niños que

estamos aquí ¿podrías respondernos una pregunta? - preguntó

Ramón - eso espero, anda dime - le respondió Julián alegremente -

¿Por qué nunca nos dejan ir a jugar al patio de atrás? ¿Qué hay ahí?

¿Por qué siempre que nos acercamos por ahí nos regañan y

Page 32: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

gritonean? - el mayor del grupo se quedó pensativo un momento

mientras los otros niños lo miraban ansiosos - Pues, la verdad es que

yo tampoco sé mucho al respecto, pero les voy a contar una

anécdota de cuando yo tenía más o menos la edad de ustedes. -

- En ese entonces tenía otros dos amigos que eran unos años

mayores que yo, se llamaban Marco y Fernando. Bueno, pues una

vez estábamos jugando a los encantados muy cerca del patio de

atrás entonces Doña Lucía escuchó nuestros gritos y se dirigió hacia

nosotros molesta pero a la vez nerviosa y nos dijo: "Niños, no anden

jugando por aquí, mejor vayan a la parte de enfrente" Marco le

preguntó el por qué y ella sólo contestó "por favor, no hagan

preguntas y obedezcan" nos fuimos para el patio delantero pero

jugar ahí no era igual de divertido ya que casi no hay árboles ni

otros sitios para esconderse, pero no tuvimos otra opción. -

Neftalí interrumpió a Julián un momento - Vaya, entonces desde que

eras niño también te prohibían andar correteando por ahí - Así es,

pero esa no es toda la historia. Mis amigos eran muy inquietos y

ese mismo día se les ocurrió la grandiosa idea de ir a explorar la

parte prohibida en la noche cuando todos estuvieran dormidos. Yo

les dije: - ¡Están locos! Si nos llegan a descubrir nos vamos a meter

en un lío muy gordo - Fernando me reprendió - ¡Ay Julián! No seas

aguafiestas, vas a ver que nos vamos a divertir - Marco también trató

de convencerme - no te preocupes, tomaremos muestras

precauciones ¿o qué? ¿Acaso tienes miedo? - y ante la insistencia de

ellos no me quedó de otra que aceptar. -

Julián hizo una pequeña pausa, tomó aire y continuó - preparamos

una mochila con galletas por si nos daba hambre y también

conseguimos tres lámparas sordas y a las nueve de la noche que era

Page 33: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

la hora en que nos mandaban a dormir y se apagaban todas las luces

salimos de nuestro cuarto tratando de no hacer ruido. Para nuestra

buena suerte la señora Mariana había olvidado cerrar la puerta de la

cocina con llave y pudimos salir derechito al patio de atrás sin

ningún problema. -

- ¿Y luego que pasó? - preguntó Ramón ansioso - Ahorita nos va a

contar, no interrumpas - le gritó Óscar algo molesto mientras le

daba un coscorrón - No se enojen, por favor - los regañó Julián -

Bien, en cuanto salimos al patio encendimos nuestras lámparas y

comenzamos a caminar en dirección hacia la zona prohibida. No

recuerdo exactamente cuánto tiempo estuvimos ahí pero a mí me

pareció que hubiera sido toda la noche. En todo el tramo que

habíamos recorrido no vimos nada extraño, sólo veíamos árboles, se

escuchaban los grillos, uno que otro búho que ululaba y demás

típicos ruidos de la noche. -

- ¿Y si mejor nos regresamos? - les propuse a los demás - Aquí no

hay nada interesante - Marco me hizo segunda - tienes razón, la

verdad no entiendo ¿qué hay de malo y peligroso por acá? -

Fernando que movía su lámpara para arriba y para abajo nos

interrumpió con un grito - ¡Hey, miren allá! - Los dos nos acercamos

corriendo para ver lo que él nos señalaba mientras alumbrábamos

con las lámparas y fue ahí donde la vimos. -

Ramón, Neftalí y Óscar se quedaron viendo a Julián con los ojos

abiertos a más no poder - ¿Qué? ¿Qué fue lo que vieron? -

preguntaron casi al unísono - Pues ahí había un área pavimentada

de no más de un metro cuadrado y en medio había una piedra

enorme y pesada. Los tres nos quedamos observándola mientras

nos hacíamos muchas preguntas - ¿para qué habrán puesto esa

Page 34: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

piedra ahí? - les dije a los demás y ellos sólo menearon la cabeza en

señal negativa.

Todos nos acercamos para ver mejor la piedra y llegamos a la

conclusión de que tal vez la habían puesto para tapar un viejo pozo

para que alguno de los niños no fuera a caer por ahí, entonces a

Fernando se le ocurrió una idea - Hay que quitar la piedra y ver que

hay ahí debajo - A mí no me pareció y le dije - Pero está muy pesada

- ¡No seas tonto! La levantamos entre los tres - me reprendió

Fernando y después de eso escuchamos las voces de Doña Lucía y

Don Antonio que nos buscaban y en cuanto nos encontraron nos

acomodaron la regañiza más grande de nuestras vidas.

- ¿Tanto así se enojaron? - preguntó Óscar bastante asombrado - Así

es, es más incluso hasta nos dieron unas buenas bofetadas y nos

castigaron por dos meses enteros sin salir a jugar afuera. En serio,

nunca habían castigado a nadie de esa forma. - Bueno, entonces creo

que lo mejor será mantenernos lo más alejados posible del patio de

atrás si no queremos meternos en problemas - dijo Ramón mientras

todos guardaban las cartas y se preparaban para irse a dormir.

Tres meses después llegó el Año Nuevo y después el Día de Reyes y

en esa fecha Doña Lucía acostumbraba hacer regalos modestos a los

niños. A Julián le dio un balón de fútbol y él decidió estrenarlo

saliendo afuera a jugar con sus amigos - ¡Vengan! Vamos a echar una

cascarita - les dijo mientras salían al patio de enfrente.

Se pusieron a jugar los cuatro y en un momento determinado del

juego a Óscar le tocó hacer saque de meta y pateó el balón con tanta

fuerza que lo mandó bien lejos en dirección al norte - ¡Si serás

imbécil! - le gritoneó Ramón - Sepa la bola hasta donde fue a caer el

balón, a lo mejor hasta llegó a romperle la ventana a algún vecino. -

Page 35: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

¡No me llames imbécil, pedazo de idiota! - le respondió Óscar

bastante enojado.

- ¡Basta! Dejen de pelear - les dijo Julián - El balón debe de andar en

cualquier parte del patio, mejor vamos a buscarlo. - Dicho esto los

cuatro empezaron a recorrer el patio en busca del balón pero no lo

encontraron por ahí cerca - Pues por aquí no está, yo insisto en que

fue a dar fuera del orfanato - comentó Ramón - O tal vez, fue a dar

hasta el fondo del patio de atrás - Yo creo que eso es lo más probable

- afirmó Julián algo desanimado.

- Bueno, entonces vamos a tener que ir allá a buscarlo - propuso

Óscar - ¿Al patio prohibido? Pero nos van a castigar si vamos para

allá - dijo Neftalí algo asustado y Ramón interrumpió - Ahorita Doña

Lucía no anda por aquí, hay que aprovechar, vamos, buscamos el

balón y con la misma regresamos ¿y quién se va a dar cuenta que

anduvimos por ahí ? - Está bien, pero será mejor que nos apuremos

porque ya no tardará en oscurecer - comentó Julián mientras se

adentraban corriendo entre los árboles.

Los chicos recorrieron toda la zona hasta que llegaron casi a los

límites de la propiedad y fue ahí cuando Neftalí por fin encontró el

balón - ¡Miren ahí está! - les gritó a los otros mientras les señalaba el

sitio donde había ido a parar y cuando todos los chicos posaron sus

miradas en el balón se quedaron mudos pues éste estaba justo al

lado de la gran piedra de la que Julián les había hablado antes.

- Voy por el balón y volvemos enseguida - dijo Julián mientras se

acercaba a recogerlo, en cuanto lo tuvo en sus manos notó que sus

amigos seguían ahí observando fijamente a la piedra sin moverse -

¿Qué les pasa? - les preguntó y sólo Ramón le respondió - Hay que

remover la piedra - ¿Pero, qué dicen? - Por favor Julián, por fin

Page 36: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

tenemos la oportunidad de conocer el patio trasero a donde siempre

nos prohíben jugar y luego más lo que nos platicaste la otra vez,

estamos seguros de que es por lo que se encuentra debajo de esa

piedra que no nos permiten venir para acá y tenemos mucha pero

mucha curiosidad por saber qué demonios hay ahí debajo ¿tú no? -

Óscar se unió a la suplica de Ramón - Sí Julián, por favor ¿o qué no te

quedaste con la curiosidad de haber podido levantar la piedra con

tus amigos esa vez y descubrir el misterio? - Julián se quedó

pensativo un momento y luego les dijo - está bien, pero vamos a

darnos prisa. A ver, a la cuenta de tres hay que empujar la piedra

todos juntos ¿va? - ¡Va! - respondieron los otros tres a coro y

colocaron todas sus manos encima de la piedra para comenzar a

empujarla al escuchar la orden de Julián - Bien ¿ya estamos todos

listos? A la 1, a las 2 y a las 3.... -

Pusieron todas sus fuerzas para tratar de empujar la piedra, pero

ésta estaba tan pesada que apenas lograron remover la mitad, pero

eso fue suficiente para notar que debajo había un hoyo muy oscuro y

profundo que despedía un olor muy desagradable a drenaje y

podredumbre. - ¿Y bien? ¿Esto es todo? ¿Por esta cloaca apestosa

nos prohíben venir por aquí? - exclamó Ramón - La verdad no

entiendo nada - contestó Julián - bien, ya matamos el gusano ahora

regresemos la piedra a su lugar y vayámonos. -

Cuando todos se disponían a empujar la piedra otra vez escucharon

los más gruñidos aterradores que jamás habían escuchado los cuales

provenían de lo más profundo del hoyo y los chicos empezaron a

temblar y empujaron la piedra lo más rápido que les dieron sus

fuerzas y salieron corriendo de allí. Desde ese día siempre tienen

horribles pesadillas por las noches y los cuatro sueñan más o menos

Page 37: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

lo mismo: se encuentran caminando por el patio de atrás donde está

la piedra y sienten como una garra poderosa los jala del tobillo y

trata de llevárselos consigo adentro del hoyo y despiertan

sobresaltados con el corazón latiendo a mil por hora.

No se atreven a comentar con ninguno de los mayores acerca de sus

pesadillas pues temen recibir una buena y merecida reprimenda por

haberlos desobedecido. Y ahora cuando salen afuera a jugar fútbol lo

hacen siempre en el patio de enfrente con mucho cuidado de no

mandar otra vez el balón hacia el patio trasero.

Page 38: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

El árbol del olvido

Todavía lo recordaba perfectamente como si hubiera sido ayer, era

el año de 1999 cuando Gabriela tenía 11 años y estudiaba el sexto

año de la educación primaria. Ella siempre decía que ese había sido

el mejor año de su vida ya que había vivido cosas maravillosas en

compañía de sus mejores amigas Laura, y dos hermanas gemelas no

idénticas que se llamaban Griselda y Graciela las cuales conocía

desde el primer año.

Del grupo de amigas las que más destacaban eran Griselda y

Graciela por su excelente desempeño académico, casi siempre eran

representantes de la escuela en los concursos de aprovechamiento

escolar y obtenían los primeros lugares, además de que destacaban

en varios deportes, danza y otras actividades artísticas.

Como las cuatro amigas vivían muy cerca de un parque

acostumbraban reunirse allí todas las tardes a platicar, su sitio

favorito era un viejo árbol grande que estaba algo alejado donde

podían hablar tranquilamente sin que nadie las molestara. En el

verano del 99 terminaron la primaria y se tuvieron que separar ya

que se inscribieron en escuelas diferentes.

Al empezar la secundaria aumentaron las tareas y obligaciones,

hicieron otras amistades y poco a poco dejaron de llevar a cabo sus

reuniones en el parque hasta que sin que se dieran cuenta ya habían

perdido el contacto por completo y no volvieron a saber de nadie.

Quince años después, Gabriela se encontraba en su casa de noche

metida en su cama ya en pijama y con su laptop encendida sobre las

piernas para revisar sus correos electrónicos y sus cuentas de redes

Page 39: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

sociales. En cuanto inició sesión en Facebook se encontró con una

nueva solicitud de amistad - Veamos de quién se trata - murmuró

para sí mientras hacía click sobre el ícono y vio que la solicitud era

de Laura Iturralde su vieja amiga de la primaria de la que llevaba

años sin saber nada, se alegró mucho e inmediatamente confirmó la

solicitud.

En cuanto la agregó a su lista de amigos notó que en ese momento

Laura estaba en línea y ni tarda ni perezosa le envió un mensaje

para poder conversar con ella después de tanto tiempo:

- ¡Hola Laura! :) ¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti! ¿Cómo has

estado?

- ¡¡Hola Gaby!! Estoy muy bien, me alegro mucho de que hayas

aceptado mi solicitud de amistad, pensaba que a lo mejor después

de tantos años ya ni te ibas a acordar de mí.

- Nooo ¿cómo crees? Si bien nos dejamos de ver por mucho tiempo

no podría olvidar a una de las mejores amigas que he tenido en la

vida tan fácilmente ;)

- Pues te voy a confesar, me acordé de ti hace unos días porque me

contactó por acá Luis Alberto, uno de nuestros compañeros de la

primaria, porque él y otros con los que mantiene contacto quieren

hacer una reunión de ex alumnos de la generación del 99.

- Pues eso me parece estupendo, sería bueno volver a vernos y

recordar viejos tiempos.

- Por lo último que me dijo Luis parece que logró contactar a casi

todos los ex compañeros y todos están de acuerdo. La reunión será

el próximo fin de semana a las 6 de la tarde en el salón del Hotel

Page 40: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Principal ¿vas a venir, verdad?

- ¡Claro que sí! ¿Cómo me lo voy a perder?

- ¡Muy bien! Cualquier cosa me mandas un mensaje por acá, si tardo

en contestarte es porque luego ando muy ocupada que ni tiempo de

revisar el Facebook tengo.

- Ok, no te preocupes, primeramente Dios nos estaremos viendo el

fin de semana. Ya tengo ganas de volver a verte :)

- Yo también, ahora si me disculpas me voy a desconectar porque

tengo mucho sueño y mañana hay que madrugar.

- Sí claro, no te preocupes, yo también me voy a ir a dormir ¡Buenas

noches y hasta el sábado!

- ¡Buenas noches, nos veremos!

Después de que Laura se desconectó, Gabriela se disponía a apagar

su laptop cuando se acordó de algo que se le había escapado

preguntarle a su amiga - ¡Rayos! No le pregunté si ha sabido algo de

Griselda y Graciela, ojalá que también las haya logrado contactar y

vayan a la reunión. -

Se debatía entre si dejarle o no un mensaje a Laura nada más para

preguntarle por las otras dos amigas del grupo, pero pensó que

mejor se esperaba hasta hablar con ella personalmente el fin de

semana y entonces guardó su laptop, apagó la luz y se dispuso a

descansar.

El sábado Gabriela llegó puntual al Hotel Principal donde se iba a

llevar a cabo la reunión. Al entrar al salón inmediatamente encontró

a Laura sentada en una mesa platicando con otros de los

Page 41: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

compañeros y en cuanto vio venir a Gabriela se levantó para

saludarla con un fuerte abrazo - ¡Gaby! ¡Qué alegría volver a verte

después de tanto tiempo! ¡Estás muy guapa! - ¡Muchas gracias! Tú

también te ves muy bien, estás casi igualita. -

Después de saludar a todos los demás que estaban ahí en la mesa,

Gabriela se sentó al lado de Laura para poder platicar mejor -

Pues como te comenté por el chat, Luis Alberto logró que los

compañeros vinieran, dice que no fue fácil localizarlos a todos pero

ya ves... - le dijo mientras señalaba con la mirada a las otras mesas.

Gabriela también volteó para ver si veía por ahí a Griselda o a

Graciela pero no las encontró y entonces le preguntó a Laura - ¿No

lograron contactar con Griselda y Graciela? El otro día se me olvidó

preguntarte por ellas - Laura le lanzó una mirada confusa y extraña -

Perdón pero ¿de quiénes me estás hablando? - Gabriela contestó aún

más sorprendida - ¿Cómo que de quiénes te hablo? De Griselda y

Graciela Montero, las gemelas que eran parte de nuestro grupo. No

me digas que no te acuerdas de ellas, si eran muy amigas de

nosotras. -

Laura miró a Gabriela aún más confundida, pero aún así trató de

hacer memoria - Hmm, reconozco que nunca fui muy buena para

memorizar nombres, pero la verdad que no tengo ni la menor idea

de quienes sean esas hermanas que dices - Laura ¿me estás jugando

una broma, verdad? No es posible que ya no recuerdes a las gemelas,

nos sentábamos las cuatro en los lugares de atrás del salón y la

maestra siempre nos amenazaba con mandarnos a cada una a

sentarnos separadas a las cuatro esquinas si no dejábamos de

parlotear. -

Patricia, otra de las compañeras que estaba sentada ahí en la mesa

Page 42: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

con ellas alcanzó a escuchar un poco de lo que estaban hablando -

Perdón que me meta, pero me pareció escuchar que decían que

faltaban dos de las compañeras y me quedé con la curiosidad, según

yo aquí están todos. -

- Paty ¿tú si te acuerdas de las gemelas Montero, verdad? - le

preguntó Gabriela bastante desconcertada, Patricia sólo se quedó

pensando mientras murmuraba - ¿Unas gemelas de apellido

Montero? Hmm, no me suena ¿estás segura que quedaban en

nuestro salón? - Claro que sí, se llamaban Griselda y Graciela; de

hecho ahorita que recuerdo tú y las otras siempre decían que eran

las gemelas más disparejas que jamás habían conocido, ya que

Griselda era de cabello negro rizado y Graciela rubia con los cabellos

bien lacios, nada que ver la una con la otra. -

Patricia y Laura nada más veían a Gabriela como bicho raro pero a la

vez sentían mucha curiosidad al no poder recordar a esas otras

compañeras - Mira, ahí está Luis Alberto; él tenía memoria de

elefante, hay que llamarlo para preguntarle - comentó Laura al

mismo tiempo que le hacía una seña a Luis para que fuera hacia su

mesa.

- Oye Luis, fíjate que Gaby nos comenta que había dos hermanas

gemelas en nuestro grupo que no vinieron a la reunión, pero

nosotras por más que tratamos de ubicarlas no las recordamos -

Luis Alberto se quedó pensativo un momento - Pues la verdad yo

tampoco me acuerdo de ningunas hermanas gemelas, pero vamos a

ver - dijo al mismo tiempo que sacaba una hoja de su bolsillo - Pude

conseguir en la escuela una copia de la lista de asistencia de nuestro

grupo, así que tienen que estar aquí ¿cuál era su apellido? -

- Montero, Griselda y Graciela Montero - contestó Gabriela - A ver

Page 43: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

fíjate, aquí están los compañeros de apellidos con M: Márquez Juana,

Martínez Ramiro, Méndez Patricia, Mendiola Pablo, Mendoza Tania,

Montes Silvia, Navarro Francisco... hmm, no hay nadie de apellido

Montero; puedes verlo por ti misma - le dijo Luis Alberto al mismo

tiempo que le pasaba la lista y Gabriela la volvió a repasar desde el

principio - La verdad es que no lo entiendo ¿cómo es que nadie del

salón se acuerda de ellas y que no figuren en la lista? tiene que haber

algún error. -

- Bueno amiga- interrumpió Laura - a lo mejor te confundiste, tal vez

conociste a esas gemelas por otro lado, en otra escuela y tu mente

está revolviendo las cosas - No Laura, te juro por mi vida que no

estoy equivocada. Griselda y Graciela eran compañeras y amigas

nuestras, eran muy aplicadas y siempre estaban en el cuadro de

honor; todos los años las mandaban a representar a la escuela en

los concursos locales y nacionales de aprovechamiento y siempre

obtenían los mejores lugares. No es posible que ninguno de ustedes

las haya olvidado tan fácilmente. -

Luis, Patricia y Laura no dejaban de lanzar miradas extrañas a

Gabriela así que ella comprendió que no tenía caso hablar más del

asunto y mejor cambió de tema. Después que terminó la reunión

Laura se ofreció a llevarla de vuelta a su casa y en el camino

volvieron a tomar el tema - Oye Gaby ¿qué te parece si vamos a

desayunar juntas mañana? La verdad es que me dejaste con la

curiosidad respecto a esas gemelas, no sé, de repente tuve un

recuerdo muy vago de que por ahí había otras niñas que platicaban

con nosotras, pero no logro pensar claramente. -

- Está bien - asintió Gabriela - ¿Mañana a qué hora? - A las diez de la

mañana en el café que está cerca del parque ¿te parece bien? - ¡Por

Page 44: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

supuesto! - Bueno, entonces nos veremos mañana, que pases buenas

noches - dijo Laura - Buenas noches - contestó Gabriela mientras

bajaba del auto y se dirigía hacia el interior de su casa.

Al día siguiente Gabriela llegó al café a la hora que había acordado

con su amiga. Laura ya estaba ahí esperándola - Hola, buenos días -

Buen día - respondió Gabriela mientras tomaba asiento - En cuanto

terminemos de desayunar lo primero que haremos será ir a la

escuela a investigar, ahí deben de tener registros y fotografías de

todos los alumnos que han pasado por ahí, seguramente ahí

obtendremos respuestas - Espero que sí - dio Gabriela mientras

tomaba un pequeño sorbo de café.

En cuanto pagaron la cuenta salieron de la cafetería con dirección

hacia la escuela - No tiene caso llevar el auto, está muy cerca,

podemos ir caminando - comentó Laura - Podemos cortar camino si

atravesamos el parque - sugirió Gabriela - ¡El parque! - comentó

Laura muy emocionada - ya tiene mucho tiempo que no camino por

ahí, de niñas solíamos pasar casi todas las tardes jugando ahí. -

Además, estando ahí tal vez Laura pueda recordar algo más. - pensó

Gabriela para sus adentros.

Entraron al parque y caminaron por el sendero de piedra que aún se

conservaba muy bien - ¡Cuántos recuerdos! - exclamó Laura

mientras observaba en derredor. Siguieron caminado hasta que

llegaron a la zona donde casi terminaba el parque y fue ahí donde se

encontraron cara a cara con el enorme y viejo árbol que aún seguía

en pie- ¡Este árbol! - volvió a exclamar Laura - Sí, era nuestro sitio

preferido ¿te acuerdas? - le preguntó Gabriela.

- Claro ¿cómo me voy a olvidar? pero mira... - ¿qué pasa? - Lo han

cercado, ya no se puede pasar ni mucho menos treparlo. Las dos se

Page 45: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

acercaron hasta donde la valla de metal les permitía y entonces

notaron que habían puesto también una placa - Esto no estaba antes

- comentó Laura - veamos que dice. - Las dos se acercaron a leer:

"Árbol del olvido" Se le bautizó así porque cuenta una leyenda popular

que las personas que logran subir hasta la copa del árbol serán

olvidadas para siempre por la gran mayoría de sus amigos y

conocidos."

Se quedaron ahí quietas y calladas por largo rato contemplando su

querido árbol, hasta que Gabriela pronunció palabra - Ahora lo

recuerdo... en el último mes de clases las cuatro quisimos trepar

hasta la última rama, a la mitad del camino tú y yo nos acobardamos

pero Graciela y Griselda lo lograron. -

Page 46: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Amigo lector:

Tu opinión, ya sea positiva o negativa, es muy importante para mí ya

que gracias a eso puedo ir creciendo y mejorando cada día así que si

tienes alguna opinión con respecto a este libro no dudes en dejar tus

comentarios. Muchas gracias por leerme.

Puedes seguirme en mis páginas de redes sociales:

Facebook: https://www.facebook.com/lilithcohen87

Twitter: https://twitter.com/LaBoheme1987

Tumblr: http://laboheme1987.tumblr.com

Page 47: Otros cuentos de otras calles - Lilith Cohen

Este libro fue distribuido por cortesía de:

Para obtener tu propio acceso a lecturas y libros electrónicos ilimitados GRATIS hoy mismo, visita:

http://espanol.Free-eBooks.net

Comparte este libro con todos y cada uno de tus amigos de forma automática, mediante la selección de cualquiera de las opciones de abajo:

Para mostrar tu agradecimiento al autor y ayudar a otros para tener agradables experiencias de lectura y encontrar información valiosa,

estaremos muy agradecidos si"publicas un comentario para este libro aquí".

INFORMACIÓN DE LOS DERECHOS DEL AUTOR

Free-eBooks.net respeta la propiedad intelectual de otros. Cuando los propietarios de los derechos de un libro envían su trabajo a Free-eBooks.net, nos están dando permiso para distribuir dicho material. A menos que se indique lo contrario en este libro, este permiso no se transmite a los demás. Por lo tanto, la redistribución de este libro sín el permiso del propietario de los derechos, puede constituir una infracción a las leyes de propiedad intelectual. Si usted cree que su trabajo se ha utilizado de una manera que constituya una violación a los derechos de autor, por favor, siga nuestras

Recomendaciones y Procedimiento de Reclamos de Violación a Derechos de Autor como se ve en nuestras Condiciones de Servicio aquí:

http://espanol.free-ebooks.net/tos.html