MUESTRA COLECTIVA de los espacios de creación literaria Cultura UCA

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Las obras que se presentan a través de esta muestra, pertenecen a estudiantes y colaboradores de la Universidad Centroamericana. Los trabajos se desarrollaron en el marco de los Espacios de Creación Literaria que se facilitan a través de la Coordinación de Cultura y se presentaron en el IV Festival de Literatura UCA 2015, enmarcado en el 55 Aniversario de la UniversidadLos Espacios de Creación Literaria, tienen el objetivo de fomentar el intercambio crítico entre las y los participantes, además de proporcionar la oportunidad de desarrollar la escritura a partir de dinámicas de trabajo y ejercicios creativos. Sumando al trabajo de creación literaria, se destinaron algunas sesiones al aprendizaje del encuadernado artesanal japonés (watoji). La publicación de este material es única en tanto combina su divulgación a través de Parafernalia Ediciones Ditigales con medios artesanales como el watoji. En cada uno de los trabajos se escucha el propio estilo de sus creadores, diversos y diversas en sus búsquedas y afinidades.

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  • Espacios de creacin literaria

    Muestra colectiva

    PARAFERNALIA ediciones digitales

  • Espacios de creacin literaria

    Muestra colectiva

    PARAFERNALIAediciones digitales

  • CC BY-NC-ND

    Alexander Reyes

    Gabriel H. Vega

    Gelena Garca

    Melissa Lpez Gaitn

    O.S. Sndigo

    Cindy Pavn

    Ana Yilian Giroud

    Kimberly Jimnez

    Yereling Nohem Ruiz

    Mara Jos Montiel

    Claudia Johana Fernndez

    Ciudad de Managua, Agosto 2015

    Ilustraciones de Lourdes Mayorga

    Diseo y diagramacin Alberto Snchez Arguello

    Esta obra est publicada bajo licencia creative commons

    para ms informacin: http://creativecommons.org/licenses/

    PARAFERNALIAediciones digitales

  • MUESTRA DE LOS ESPACIOS DE CREACIN

    L I T E R A R I A D E L A U N I V E R S I D A D

    CENTROAMERICANA UCA

    Coordinacin de Cultura

    Agosto 2015

    Sobre este compendio

    Las obras que se presentan a travs de esta muestra,

    pertenecen a estudiantes y colaboradores de la

    Universidad Centroamericana.

    Los trabajos se desarrollaron en el marco de los Espacios

    de Creacin Literaria que se facilitan a travs de la

    Coordinacin de Cultura y se presentaron en el IV Festival

    de Literatura UCA 2015, enmarcado en el 55 Aniversario

    de la Universidad

    Los Espacios de Creacin Literaria, tienen el objetivo de

    fomentar el intercambio crtico entre las y los participantes,

    adems de proporcionar la oportunidad de desarrollar la

    escritura a partir de dinmicas de trabajo y ejercicios

    creativos.

    Sumando al trabajo de creacin literaria, se destinaron

    algunas sesiones al aprendizaje del encuadernado

    artesanal japons (watoji). La publicacin de este material

    es nica en tanto combina su divulgacin a travs de

    Parafernalia Ediciones Ditigales con medios artesanales

    como el watoji.

    En cada uno de los trabajos se escucha el propio estilo de

    sus creadores, diversos y diversas en sus bsquedas y

    afinidades.

    Leer este material es una importante oportunidad para

    aproximarse al trabajo de escritores y escritoras

    emergentes.

    Lourdes Mayorga

    Facilitadora de los Espacios de Creacin Literaria

  • Participantes y Obras

    Alexander Reyes

    Donde se esconde la huella

    Hacha de papel

    El baile de la alegra

    Gabriel H. Vega

    En el bus

    Gelena Garca

    Rostro

    Melissa Lpez Gaitn

    La farsa: La verdad detrs de la apariencia

    O. S. Sndigo

    La mujer de atrs

    Cindy Pavn

    Los perros del guitarrista

    Ana Yilian Giroud Mendoza

    Un galpn abandonado

    Kimberly Jimnez

    Camilo

    Yereling Nohem Ruiz Cruz

    Pap coyote y los coyotitos

    Mara Jos Montiel

    Arrinconada

    Claudia Johana Fernndez Aguilar

    Destino

  • Alexander Reyes

    (Managua, Nicaragua, 1995)

    Soy poeta y actualmente estudio

    Administracin de Empresas.

    Fuera de mi mbito profesional

    dedico mi tiempo a la lectura de

    poesa, filosofa y ensayos

    literarios. Soy activo en mi

    proceso de creacin.

  • Donde se esconde la huella

    Qu culpa tienen las huellas que nunca

    pisaste?

    Ninguna.

    Y si en otra vida tus huellas

    son las que me persiguen.

    Adnde me esconder?

    Hacha de papel

    Bajo el corte de la yugular del rbol,

    astilla el color prpura,

    y poco a poco,

    el monasterio llora un alma ausentada,

    predestinando un sueo,

    horror de mano dura y azote de cantos.

    Hay voz muda en las races del papel?

    Acaso no subrayan los trazos

    arquitectnicos el verde?

    De cuando en cuando,

    el filo restante, rebana un tiesto,

    molde de letras, embrujadas por el apellido

    Baudelaire

    y perdidas por el zumo de los dioses.

  • El baile de la alegra

    El marcapaso de las notas,

    delgadas en un solo redondel,

    dicta las modalidades

    al son de una nefasta queja que zambulle

    un grito,

    ya est de nuevo el baile de un lado para

    otro,

    agitando sus facetas indignadas por ser un

    respiro.

    Al momento,

    cae un trazo al bloque cubierto de una sola

    tinaja

    que marca el ritmo de las noches mudas.

    Las cuerdas se deslizan entre los dedos

    cortando el hilo de punto de partida.

    Y un cuerpo sin flautas repite el prototipo de

    las vocales,

    llam al fuego,

    artillero que amonesta

    el cannico baile enraizado en la dulce

    clave

    de papel,

    esperando medio vuelco nauseabundo al

    gordo soplo de cntaras iluminadas,

    calladas al son que no se puede ver,

  • y que la bulla torteada en rodajas de

    gramos gigantescos

    yergue debajo del regazo, cerca del sol a

    sol.

    Hasta entonces,

    el amorfo canto que no acalla

    al reino indeleble de los salmos,

    brota una espina cubierta de las primeras

    jvenes

    que no estn constituidas de ficcin

    ni capullos negros,

    el Cautiverio las toca en la sinfona,

    y regresa la infancia plural del poema.

  • Gabriel H. Vega

    Matagalpino, de San Pedro de

    Metapa (Honor a San Pedro

    Nolasco). Del ao 68. Eclogo de

    la Escuela de la UCA, de la

    Sociedad de Poetas de la Piedra y

    Malaclogo de la Estacin

    Biolgica.

  • En el bus

    Ah est

    pausa

    El sol de frente

    Sus ojos, fogonazos en lumbre

    Ensueo, sal y agua

    En calmo arrebato

    Cunto ama

    En la cara

    Ese incmodo cierzo

    Confundido con la calma

    El agua, la sal y el ensueo!

    Ah

    pausa

    Atadura de tiempos

    Crcel de coordenadas obligadas

    Cabalgadura de 4 puntos imaginarios,

    Etreos

    Supremos, abundantes

    La brisa le balancea con cadencia de aos

    En madera a torno, suave, melanclica

    Espantada, una que otra idea se escurre

    Asomada a su crneo

    Zumbar de abejas en el fondo de un

    barullo!

  • La cabeza aeja, coronada de mustio

    musgo

    Y una araa, bicho diminuto

    Tejiendo hilos finsimos, blancos en su boca

    Crecindole un sueo

    Eterno, silencioso ()

    Es la era en que las canas callan

    Son otros estos das, no son los suyos

    Los suyos eran vidos de escucha

    Es la hora del silencio en los labios resecos

    Nadie consulta los lbregos ojos

    ()

    Las maquinitas en las manos aplacan las

    dudas

    Y pensar, tanta ignorancia alzada en la era

    de la comunicacin! pausa

    () El azul infinito disuelve sus ojos

    sedientos de altura

    Hambreados de odo la vista retenida en

    la retina

    Le salva del estorbo que atesta los ojos

    Reinar sobre la calma involuntaria es su

    oficio

    l o ella vive el drama de un rollo

    Que poco a poco hace ms agua

    Portentosa madre del sarro cada vez ms

    actual

    Cada vez ms de este tiempo criminal

  • Gelena Garcia G.

    Estudiante de Enseanza del

    Ingls en la UCA. Actualmente su

    trabajo se enfoca en la creacin

    potica a partir de la observacin.

  • Rostro

    La rata en su hueco

    destroza el papel

    para cubrir el frio,

    se esconden en el los infelices

    en multitud,

    se esconden en l las cicatrices

    en amplitud,

    se ocultan las tiras de los trapos de las

    putas.

    En el bochorno, en el viento, en el fro,

    el cuartucho de zinc

    vislumbrar sus rostros

    cansinos, cenizos y grises,

    en un abrazo gritan

    llamando a la hmeda lluvia

    que corre al otro lado de la esquina.

    Con su magro rostro

    pasan al lado del rechoncho y risueo

    busto.

    En la esquina

    con su bonita fachada

    sonre

    un grupo

  • con el mismo rostro;

    los otros lloran a raudales

    queriendo un pequeo atisbo de esa luz,

    pero siguen del otro lado

    con sus descoloridas sabanas

    que se rompen en pedazos por el hedor.

    El perro callejero que roe el hueso,

    desesperado

    persigue su cola

    para engaar al hambre y las tripas

    chillantes

    soando con otro lado

    de personas con rostros iguales,

    vidas ficticias, estmagos llenos y cmodas

    camas.

    Caminando aprendieron a sufrir,

    los otros no tienen nada que decir.

    Del otro lado hay risas

    con matices de perfume de flores plsticas

    no hay palabras en l,

    y del otro lado

    solo est el cuartucho sarroso

    que grita, que reclama, que suea y existe.

  • Melissa Lpez Gaitn

    Nac el 14 de Septiembre de

    1991. Soy comunicadora social y

    feminista y a travs de mi trabajo

    lucho para que la realidad de las

    mujeres tenga equidad. Soy

    amante de la redaccin de relatos

    cortos.

  • La farsa: La verdad detrs de la apariencia

    El agua caliente sala a chorros de la

    regadera. Toallas blancas con las iniciales P.

    F. adornaban el lujoso cuarto de bao y

    cermica que reflejaba su aspecto como un

    espejo. Quien dira que los caminos del seor

    te hacen vivir como una celebridad, si todos lo

    supiramos quisiramos ser el papa.

    S, todo inici ah, en el bao. Mientras el

    pap pensaba: Qu podra ser un buen

    regalo para el sacerdote Gonzli Aemilius?.

    Tena una semana de andar preguntando a su

    personal ms cercano que regalarle al

    sacerdote uruguayo pero nadie haba tenido

    una idea que le agradara al papa. Hasta ese

    da en el que el agua caliente y meditar bajo la

    ducha lograron la revelacin.

    Sali corriendo del bao, mientras dos

    seoras, recias y con uniformes blancos y

    lneas rosas ordenaban su cama. Asusto a

    todos los que preparbamos el desayuno,

    para que esa maana estuviera a su altura.

    Unos pensaban que andaba mal del

    estmago, otros que haba chispeado la

    ducha como sucedi hace dos semanas en la

  • que los gritos del papa resonaron en la Casa

    de Santa Marta pero no era as.

    El pap se encontr conmigo: Marcus sal y

    cmprame un ipad modelo A1460, retina de

    32 Gb, con tecnologa inalmbrica bluetooth

    4.0, adems conexin wifi, 4G y chip A6X

    dual dijo sin respirar o bueno eso pareca.

    Guauu! Me imaginaba que el papa no se

    equivocara con mi nombre por tanta gente

    que trabaja para l pero lo que jams imagin

    es que saba tanto de aparatos tecnolgicos.

    Como ordene respond. En seguida me

    dispuse a cumplir la orden y como es de

    imaginarse no me cost encontrar un ipad

    ms cuando deca que era para el Papa

    Francisco.

    Regres con el encargo, sub a la habitacin y

    se lo entregu al Papa. Lo abri y el silencio

    llenaba la habitacin, soy nuevo trabajando

    ac no quiero decir cualquier tontera que lo

    incomode. De ese tiene mi sobrino es el

    mejor, lo va a disfrutar Papa. Dije con una

    enorme sonrisa, como la del gato sonriente

    que sale en el cuento de Alicia en el pas de

    las maravillas. l se volte y dijo que no era

    para l sino para el sacerdote uruguayo. Sin

  • embargo, ya no le pareca tan ingeniosa la

    idea. Pero ah podra andar una biblia

    electrnica, con efecto de sonido y todo eso,

    replique.

    Sin embargo, no segua de acuerdo, dej en

    una mesa de noche el aparato y se dirigi a la

    capilla donde se estaba por realizar la misa

    matutina. Lo tendr que regresar?, Se lo

    quedara?, Se habr molestado conmigo?

    la cabeza se me llen de interrogantes, me

    decid a esperar que pasaba por la tarde.

    Ya cuando el sol bajaba su intensidad, el

    Papa regres a descansar. Ser que mis

    interrogantes tendran una respuesta.

    Pregunt que haca con el ipad. Con firmeza

    dijo, regrsalo. En ese momento record las

    bragas con las que sala Bridget Jones en la

    pelcula y que estaban autografiadas por su

    coprotagonista Hugh Grant y por las que

    pagaron 3,000 euros. O la prueba de

    embarazo de la cantante Britney Spears. La

    gente sin duda se vuelve loca por los objetos

    de los famosos. Mmm y el Papa es una figura

    pblica. No tard mucho en proponrselo.

  • Papa Francisco: y porqu no le graba su

    nombre al ipad y para que tenga ms

    importancia lo bendice?, l hizo una cara

    desconcertada: para qu querra Gonzli

    un aparato de estos que ni uno sabe usar y

    peor con mi nombre?. Papa, es ms que

    obvio, usted es una figura pblica podran

    hacer una subasta y el dinero donarlo a la

    caridad. En esos momentos comenc a

    explicarle las subastas inslitas que hacan

    los famosos y como haba gente que no le

    importaba la cantidad pero la pagaban por ser

    de ellos.

    Finalic la explicacin y no sonaba tan

    descabellado. S!, me dijo, te encargars

    de los preparativos. Grabarle el nombre del

    Papa no dilat mucho, cuando lo volv a tener

    en mis manos, bendecirlo era la segunda

    fase. Y le corresponda al Papa.

    Tomamos fotos para corroborar que si lo

    haba bendecido. Luego se hizo una llamada

    al sacerdote uruguayo para que estuviera al

    tanto de todo.

    Los medios de la farndula y de noticias

    nacionales e internacionales estaban como

  • hienas, esperando algo saliera mal para

    hacer un escndalo. Las presentadoras

    enfrente de la Casa Santa Marta, con esas

    risas que caracterizan a las hienas en las

    caricaturas, uno de los mamferos con la

    mordida ms fuerte de todos, esperaban con

    ansias la subasta que emocion a los

    feligreses catlicos.

    El Papa interrumpi mis pensamientos llenos

    de sarcasmo. En ese momento record que

    se nos haba olvidado lo ms importante: el

    precio y a quien se donara el dinero. Ser

    que todo lo tendr que pensar yo?. Le

    propuse al Papa que la subasta se llevara a

    cabo en Uruguay era lo ms correcto despus

    de todo ah viva la persona del obsequio. La

    cantidad la puso el Papa Francisco, tendra el

    precio de 40 mil dlares.

    Son el telfono, era Gonzali Aemilius quien

    l lam para proponer le a l mx imo

    representante de la iglesia catlica hacer la

    donacin al Liceo Francisco Paysand en

    Uruguay. El Papa no se opuso.

    El 14 de Abril se dio la subasta con xito y

    para el da siguiente el Papa me segua

  • llamando Marcus. Qu va de Alejandro a

    Marcus?. Cuando me llame debera recordar

    la cancin de la cantante controversial, bueno

    una de tantas, Lady Gaga con Alejandro,

    Alejandro.

    La realidad es que si no se acordaba de mi

    nombre menos se acordara de que uno de

    sus servidores haba dado la idea de la

    subasta Del ipad bendecido por el Papa

    Francisco.

  • O. S. Sndigo

    Soy estudiante de Comunicacin

    Social. Nac en Camoapa, Boaco,

    el 11 de septiembre de 1995.

  • La mujer de atrs

    Tena todo listo: en mi bolso haba guardado

    toda la ropa que haba trado para poder

    sobrevivir con mi pap en este viaje, adems

    de los productos de uso diario, por supuesto,

    y me haba puesto las botas de hule, pues

    haba mucho lodo. bamos a abandonar

    nuestro paseo a causa de una gripe rebelde

    que me haba molestado desde haca tres

    das, hacindose cada vez ms fuerte y con

    consecuencias extremas.

    No tenamos, pues era un lugar remoto,

    pastillas para mis fiebres. Revis lo que haba

    empacado, una vez ms, y no faltaba nada;

    incluso, hice una revisin mental, pero no

    encontr que algo me faltara. Todo ese

    proceso complejo de revisin y re-revisin lo

    haba aprendido de mi pap, desde una vez

    que dej las llaves de mi cuarto en el suyo y l

    se llev las llaves de su cuarto al cuarto de

    quin-sabe-quien, y lo l lam para

    preguntarle, pero no me contest, y cuando

    volvi, no hizo ms que propiciarme

    tremenda apaleada.

  • Me haba despertado a las cinco de la

    madrugada, porque l me haba dicho que el

    viaje era a las seis; as tendra una hora para

    baarme y alistar las pertenencias que no

    haba alistado la noche anterior porque me

    era imposible, pues tena que usarlas el

    mismo da que las alistara. Al salir de la casa,

    tom mi bolso y record que se me haba

    olvidado algo que deba solucionar

    inmediatamente: mi vejiga estaba a punto de

    reventar. As que me puse a orinar detrs de

    la camioneta mientras imaginaba que una

    mujer se suba a la cabina: iba a ser un buen

    viaje. Mi pap estaba esperndome desde

    haca ya diez minutos, as que me apresur:

    me sub el zper y abord la camioneta en el

    puesto del copiloto, donde la mujer no estaba.

    Mi pap iba a mi orilla, l conduca.

    La primera vez que cre mirarla a los ojos, a

    travs del retrovisor, me sent abrumado: su

    ceo fruncido me avis de su preocupacin.

    Quizs vi en mis ojos, los ojos del diablo,

    mucho antes de que este se la llevara; al fin y

    al cabo estaba yo leyendo El infierno, de

    Dante. Ella pareca estar preocupada, y yo

    estaba feliz, aunque tambin un poco celoso,

    porque haba algo diferente en mi pap: l no

  • sola dirigirme la palabra, y yo no sola

    escuchar su silencio inoportuno, pues lo

    reemplazabafuera con msica o con las

    imgenes recreadas de las brujas con los

    ojos fruncidos y las cabezas volteadas hacia

    atrs. Sin embargo, este da, l me dirigi la

    palabra, y yo lo escuch:

    Quers comer algo?

    Def in i t i vamente quer a . No hab a

    desayunado. Pero l nunca haca eso, nunca

    preguntaba. Fue entonces cuando comenc

    a sospechar de la misteriosa imagen de la

    mujer de atrs, y me fij en su rostro. Era

    alguien con un perfil casi perfecto: sus

    mejillas febriles no eran hundidas, pero su

    maquillaje oscuro las haca parecer as, sus

    ojos eran del color de la canela y estaban al

    margen de la lnea de su rostro que slo era

    sobrepasada por su nariz, la cual era tan

    respingada que apuntaba hacia el noreste, y

    sus labios, que eran amorfos y estaban llenos

    de una pintura del color de la sangre ms pura

    que yo hubiera visto o imaginado. Acaso

    sera esta mujer una de las tantas con las que

    mi pap se haba echado? Puse ms

    atencin a su rostro.

  • haberlo visto antes!

    Lo que quiera la seoracontest.

    Qu seora? pregunt mi pap

    Su broma me pareci en absoluto graciosa.

    Era deducible, de su respuesta, que quera

    que yo pensara que ella no era una seora,

    que no era otra de sus seoras. Pero yo era

    ms astuto que l y haba descubierto su

    plan. Decid no contestarle, porque si lo

    haca, iba a caer en su trampa de verme como

    un tonto ante l y su astucia, y si no lo haca,

    entonces l iba a notar mi desagrado hacia su

    burlesca pregunta retrica.

    Al parecer la seora no quiso nada, porque l

    nunca se detuvo; y, a pesar de que no se

    detuvo, sigui actuando de forma extraa, y

    yo segu sorprendindome. Me mostr el

    Lago Rosa, que quedaba a diez metros de la

    carretera y que estaba rodeado de rboles

    tan gigantes como mi estupefaccin en ese

    momento a causa del cambio que esa mujer

    produca en mi pap. Siempre me haba

    sorprendido el hecho de que, en verano, un

    pequeo lago se tornara de color rosado,

  • pero l nunca se haba mostrado dispuesto a

    contarme por qu. Esta vez, me dijo que

    haban muchas teoras alrededor de ese lago

    metamorfoseado, pues en invierto era tan

    verde como la hez de las vacas que beban de

    l, despus de haberlo orinado y cagado.

    El lago era, en verano, la pana con agua en la

    que los mejores soldados que sobrevivan a

    las batallas de los cien dioses se lavaban las

    ca ras y en juagaban las espadas

    ensangrentadas despus de haber degollado

    a algunos, y despus de que algotros les

    cortaran los rostros, si acaso no los

    decapitaban tambin, puesto que era el nico

    lugar, en todo el llano de los dioses, del que el

    agua no se iba con el calor irritante del sol

    veraniego.

    Haban pasado tres horas desde que

    partimos. Mi pap no le haba dirigido la

    palabra a la misteriosa imagen de la mujer en

    la parte de atrs del piloto, pero s a m. Yo

    tampoco quera hablarle a ella. No ahora que

    haba confirmado que no era ms que una de

    las amiguitas de mi pap; sin embargo, no

    dejaba de pensar en el impacto que ella tena

    en l. Gracias a ella l me haba hablado, y

  • ahora se respiraba ms tranquilidad.

    El aire acondicionado estaba congelando mis

    manos, y mi garganta se me habra

    desgarrado de no ser porque mi pap sac un

    cuchillo de debajo de su asiento. Mis manos

    no eran las nicas heladas ahora, pues pude

    observar la expresin que se pint en el rostro

    de la mujer, y no fue grata: palideci al ver el

    cuchillo. Querra vomitar? Pensara que

    bamos a matarla? El viaje era digno de

    causar ganas de vomitar, pues los muchos

    vericuetos escabrosos y las muchas curvas

    estremecedoras hacan que el estmago de

    uno se revolviera con una facilidad casi

    asible. Mi pap detuvo la camioneta, se baj e

    inclin su asiento hacia delante, y,

    repentinamente, dirigi la punta del cuchillo

    hacia donde estuvieran los pies de la mujer

    con tal fuerza que le habran quedado unas

    heridas semejantes a las de Jesucristo.

    Yo me estremec, pues no crea a mi pap

    capaz de atacar a la mujer de esa manera.

    Cuando levant el cuchillo, sin embargo,

    pude ver que lo haba ensartado en una

    naranja y que comenzaba a pelarla para

    drmela. Aquel sabor agridulce habra de

  • saciar mi sed, y habra de proliferar los

    molestos efectos de la gripe.

    Es que andaba alegre el hombre! Cuando se

    baj a orinar, a unas cinco horas de haber

    partido, lo hizo en un lugar estratgico: frente

    a un corral de piedras.

    As podra sacar el nido de oropndola que

    estaba entre sus piernas, mientras admiraba

    a las vacas, y a los bfalos y toros que

    caminaban con ellas.

    Imagin que su objetivo era mostrrmelos,

    as que tambin baj. Yo haba planeado

    mostrarle mi odio hacia esa mujer, odio que

    era alimentado por el amor, literalmente:

    entre ms amor me demostraba l con las

    pequeeces que estaba haciendo y que

    nunca haca, ms odio surga en m hacia la

    misteriosa mujer de atrs, porque no me crea

    cunta influencia tena sobre l. La odiaba

    porque vino a remover esos sentimientos que

    ya estaban sepultados en el corazn de un

    muerto insepulto, porque su imaginario rostro

    perfecto me haca imaginarme cuntas

    noches de placer habra tenido mi pap con

    ella, y cuntas noches habra pasado mi

  • mam revolcndose en su tumba, como una

    de las tantas lombrices ftidas que su

    cadver produca, y sobre todo la odiaba

    porque tena en su rostro esa expresin de

    miedo, miedo a m, miedo a que yo

    descubriera su secreto oculto que sus poros

    me gritaban y que sus miradas repentinas me

    susurraban.

    Cuando nos subimos nuevamente a la

    camioneta, faltaba media hora para dejar a la

    mujer en la venta de la esquina donde yo

    comprara una botella de agua. Mi pap,

    mientras, iba tan feliz que tarareaba y silbaba

    alguna de las tantas canciones de guerra que

    se le venan a la mentefuera Cristo de

    Palacagina, Adelita, o El solar de Monimb.

    Yo trataba de figurrmelo vestido todo de

    verde militar, con el pelo enmaraado y largo

    y una gorra cubrindolo, y un bigote tan

    grande, negro y crespo como su pelo y el pelo

    de su pecho, y, por supuesto, una AK-47

    entrecruzada en la espalda, y una guitarra

    colgada de su hombro derecho, como lo

    haba visto en una de las fotos que se haba

    tomado con el comandante Ortega, despus

    del triunfo de la revolucin que alguna vez

  • pareci utpico. Ambos estbamos felices, yo

    sonrea y l chiflaba. Yo miraba por el

    retrovisor y l por el vidrio para no atropellar

    nada, pero yo cre mirar, otra vez, los ojos de

    esa fiera de atrs, y mi sonrisa no dur

    mucho. Acaso sabra ella que yo saba lo

    que no quera ella que yo supiera? No luca

    tan inteligente como para, si quiera,

    imaginrselo.

    Llegamos. Me baj y me di cuenta de que

    haca rato habamos entrado ya en el

    pavimento, y las piedras de los vericuetos no

    penetraban ms mis botas de hule, ni el lodo

    las ensuciaba pues ya no haba. Fui a

    comprar la botella de agua que tanto ansiaba,

    para mi sed corporal y para la fiebre por la que

    pasaba.

    Pude percibir que mi imaginario de la mujer se

    baj de la camioneta instantneamente

    despus de m, pero no le segu el paso, pues

    no la cre merecedora de eso. Sin embargo,

    cuando iba a montarme, vi que estaba detrs

    de la camioneta, como cuando un hombre

    orina, y me volvi a ver mientras levantaba su

    mano para decir adis. Lo que iba a pasar

    est de ms decirlo: la ignor y me sub a la

  • camioneta. Mi pap volvi a verme y esper a

    que hiciera algn comentario, o que me

    pidiera agua, pero nada de eso pas, ni si

    quiera segua chiflando. Agarr la palanca,

    meti retroceso y presion el acelerador de

    una forma tan brutal que sent como si

    pasramos sobre un gran reductor de

    velocidad, pero pasbamos sobre la cabeza

    de la mujer de atrs; se escuch, afuera, un

    crujido. Mientras l frenaba bruscamente,

    tambin haca el cambio: de retroceso a

    primera; otro crujido y otro sobresalto, y la

    cabeza de la mujer habra quedado

    destrozada para siempre. Reaccion:

    Quin era esa mujer?

    Qu mujer? insisti, esta vez

    grunmejor dej esas porqueras ah,

    porque tenemos que lavar las llantas de la

    camioneta en la quebrada.

    El hombre alegre se haba ido el diablo, junto

    con la misteriosa mujer de atrs, mientras yo

    no poda evitar ms sus silencios inoportunos

    ni sus ruidos, pues acababa de recordar que

    mi Divina comedia se me haba quedado.

  • Cindy Pavn

    Cu rso e l t e rce r ao de

    Comunicacin Social en la

    Universidad Centroamericana.

    Tengo 19 aos y vivo en Catarina,

    Masaya, Nicaragua. Desde el ao

    pasado he participado en los

    espacios de literatura de la UCA.

  • Los perros del guitarrista

    Como todo fiel amigo, Caniche me esperaba

    todos los das a las doce en punto afuera de la

    escuela. Son el timbre y sal corriendo de la

    seccin a encontrarme con l, que al verme,

    ladraba y mova la cola como loco.

    Iba por la calle 43 con aquel perro, que

    siempre las pulgas lo hacan un guitarrista,

    cuando record las palabras que me dijo mi

    madre antes de partir a clases: - Cuando

    salgas de clase te vens directo para la casa!

    No te quedes babeando como pendejo

    mirando esos tucos de cuerdas que vende

    don Cipriano! Caniche y yo, obedecimos por

    esta vez. No nos quedamos afuera de la

    vitrina contemplando las decenas de

    guitarras slo para que no me castigara y me

    dejara ir donde mi vecino a jugar.

    -Por qu mi mam no lo entiende?- le dije a

    Caniche mientras caminamos a paso rpido

    para la casa. El pareci responderme un no

    lo s con dos ladridos.

    Algn da Caniche te tocare una cancin

    con m guitarra, algn da me comprare mi

  • guitarra, algn da Caniche, algn da- El

    perro movi la cola y seguimos caminando.

    Mi madre esperaba que fuera el tpico hombre

    de corbata y saco, que yo repudiaba. Qu

    bueno que muri de clera y no de un paro

    cardaco al verme dejar la universidad, por ir a

    ayudar a don Cipriano con su tienda a cambio

    de clases de guitarra y por un 20 % de mi

    pago mensual.

    Mi Caniche, muri dos meses despus que mi

    madre, por un infeliz alcohlico que lo

    atropell cuando iba cruzando la calle. An

    muerto yo le cumplira la promesa que le hice.

    Se lo mereca, despus de todo l era el

    nico que mova su cola, cuando hablaba de

    guitarras.

    Trabaj alrededor de seis meses en la tienda

    de don Cipriano, pero todava no tena lo

    suficiente para comprarme un tuco de cuerda,

    como deca mi madre.

    Por la monotona, don Cipriano adopt

    conmigo un cario de padre:

  • - Clemente, he visto como te has esforzado y

    admir tu pasin!- me dijo mientras le quitaba

    el polvo a las guitarras que nunca se

    vendieron.

    - Slo dejo que mi pasin me gue, no quiero

    vivir reprimido toda mi vida- le dije.

    - Eres digno de admiracin, sos un tpico

    modernista, un artista incomprendido. Yo no

    podra vivir de algo que slo me llene el alma,

    y deje mi billetera vaca! En cambio vos

    naciste para esto. Esas guitarras que estas

    limpiando nunca se vendieron, agarra la que

    ms te gusta, prefiero que las uses vos, antes

    de que se pudran en la esquina de esta

    tienda.- me dijo

    Agarr la guitarra sin fijarme en cual. Le di las

    gracias, lo abrac fuerte y por poco casi lloro.

    Me apresure a terminar de limpiar para llegar

    de inmediato a mi casa. En mi cuarto me

    puse como un manitico obsesivo.

    Practicaba en las madrugadas y en la noche

    lo que don Cipriano me enseaba. En

    ocasiones no cenaba por practicar, y otras

    porque no tena nada que comer. Pero eso no

    me importaba, yo slo pensaba en tocar.

  • Mis dedos sufrieron por dos meses, pero

    finalmente logr combinar las notas con una

    elegancia teatral.

    Al poco tiempo que aprend a tocar y

    componer, don Cipriano muri. No tena

    familiares, y me dej a m su tienda, yo no

    quise seguir con el negocio y lo clausur.

    Todas las noches antes de acostarme,

    agarraba mi portafolio, me sentaba en el

    suelo y comenzaba a componer. En las

    madrugabas tomaba mi guitarra y practicaba.

    Los perros de las vecinas aullaban cada vez

    que me escuchaban, eran mis coristas

    preferidos y se acoplaban a mis melodas

    increblemente. Me hacan recordar a mi

    caniche cuando mova su cola.

    Al cabo de unos meses, me senta un

    desgraciado, haba logrado conseguir mi

    guitarra, convertirme en guitarrista, pero mi

    Caniche todava no tena su cancin que le

    promet tocarle.

    La noche en que muri el perro fue un viernes

    18 de mayo de 1996 cuando tena 18 aos.

    Cuando cumpl los ocho mi madre lo haba

  • llevado a la casa para que la cuidara de los

    vagos, tuvimos una conexin de inmediato.

    Le compuse su cancin.

    Cuando ya estaba lista sal a tocar al parque.

    Necesitaba un tiempo al aire libre para tocar

    la cancin que nunca escuchara mi perro.

    El parque era un lugar muy solitario. La gente

    nunca se sentaba en las bancas, slo

    pasaban de largo y ni los nios lloraban por

    quedarse.

    Me sent en la banca y mis dedos aun ms

    apasionados tocaron con excitacin las

    cuerdas de la guitarra. Tena los ojos

    cerrados, para no llorar. Cunto extraaba a

    ese perro!

    Un ladrido me desconcentr y abr los ojos y

    dej de tocar. Un perro que arrastraba su

    cadena, corra hasta donde estaba yo. Su

    dueo vena detrs de l, Yo segua tocando.

    El perro se sent en frente de m y comenz a

    mover su cola. A lo largo observe que venan

    dos ms.

  • El parque no quedaba muy largo de mi casa, y

    mir que mis 4 vecinos bulliciosos de todas

    las madrugaba corran hacia la msica.

    Qued impactado. Tena una docena de

    perros en frente de m y ninguno de ellos se

    mostraba los colmillos. Me quedaron viendo,

    como dicindome que empezara a tocar.

    Yo muy obediente, volv a cerrar los ojos para

    acordarme de mi Caniche, y toque su

    cancin. Los perros comenzaron a aullar, abr

    los ojos porque senta que si no los miraba los

    estaba despreciando. No eran mis perros

    pero los sent de mi propiedad.

    Todos con sincronizacin movan la cola igual

    como lo haca mi Caniche. Y desde entonces

    todos los das por la tarde lleg al parque a

    tocarle la cancin de mi Caniche a todos los

    perros de la calle.

  • Ana Yilian Giroud Mendoza

    Soy una joven impaciente de

    dieciocho aos, curiosa y

    soadora. Escribo desde hace

    aos pequeas ideas con el

    sueo de ser algn da una gran

    escritora. Cubana de nacimiento y

    terrestre por condicin."

  • Un galpn abandonado

    Con un fuerte estruendo y miles de pedazos

    en el piso fue como acab el jarrn de

    porcelana china que haba sido una de las

    pertenencias ms queridas de la seora Greg

    tras habrselo tirado ella a su marido, el seor

    Greg. Ella (llena de furia) y l (confundido y

    aturdido ante la actitud de su esposa) estaban

    ah de pie en el pasillo sin hacer otra cosa que

    mirarse tras el impulso de Jane, dejando bien

    lejos el bullicio que se atisbaba por los

    cristales de aquel apartamento gris.

    Haca un ao y siete meses que la pareja viva

    como si el otro no existiera. Siete meses sin

    comunicarse, sin saber lo que el otro haca.

    Lo peor del caso era que estaban atados a

    ese inmenso apartamento de Nueva York,

    donde ambos pasaban todas las horas del

    da, ella porque nunca trabaj, l porque se

    jubil antes de tiempo por el estrs; gozaban

    del dinero que fue ganando James a lo largo

    de su carrera como abogado. Los rencores

    del pasado, la esterilidad de James, los

    adulterios de Jane, la obsesin de James de

    que Jane no trabajara. Una pareja que tena

    tanto amor, tanto amor que se apag

  • lentamente con el correr de los aos, de los

    problemas, la monotona. Entonces lo dijo.

    Fuerte, claro, convencido, pero tranquilo y

    pausado:

    Quiero el divorcio fue lo nico que escuch

    Jane.

    No prest atencin al resto de cosas que dijo

    su marido, solo pens. Ella baj la cabeza,

    soltando el jarrn que tena en la mano

    acabando parecido a como termin el otro.

    No senta pena, no senta rabia. Nada de eso.

    Al escuchar esas palabras se sinti libre por

    primera vez en los casi treinta aos que

    tenan juntos. Era increble como ella haba

    cambiado en esos aos. Ya no era la misma

    chica jovial que les sonrea a todos. Esa chica

    se haba convertido en una seora que ya no

    senta emocin por la vida, se senta

    deprimida a todas horas, atada a un montn

    de pastillas contra la ansiedad y el vaco.

    Dnde hay que firmar? dijo para callarlo de

    una vez.

    A la semana firmaron los papeles, luego de

    haber pasado a visitar a varias amistades

  • buscando su ayuda para pasar los trmites

    pertinentes con la mayor brevedad posible.

    Todos se asombraron. Los vieron como

    siempre, sonrientes y alegres, pero esta vez

    las sonrisas no eran falsas como en los

    ltimos tiempos. Jane no solo estaba

    sonriendo con sus labios, tena algo ms. Un

    brillo en la mirada, en todo su ser. Estaba feliz

    y se senta as.

    James, por su parte, estaba decidido. Al

    obtener el divorcio se ira a Barcelona, ciudad

    de mucha cultura, un centro de inspiracin

    convertido en ciudad. Quera conocer el

    Mediterrneo, pensaba que este le inspirara

    a escribir libros y se convertira en todo un

    Hemingway del siglo XXI, con los habanos y

    los barcos, y el aura de conocedor del mundo,

    de persona culta, ese misticismo que se crea

    en la mente popular de quienes no tienen ms

    que hacer sobre la vida, las pasiones de los

    escritores. Antes de ir a Barcelona, estara un

    tiempo en Lisboa. Su familia materna

    provena de Portugal y quera conocer esa

    tierra de la que su abuela le contaba para

    conciliar el sueo a la hora de dormir.

  • Al fin el da lleg, el da en que oficialmente

    cada uno ira por caminos diferentes. Jane se

    haba maquillado, cosa que haba dejado de

    hacer en caso de que no fuera estrictamente

    necesario por una reunin social. Labios

    rojos, un collar sencillo y aretes a juego.

    Cartera en mano despeda a James, quien se

    iba ese mismo da a Lisboa. En la separacin

    acordaron que ella se quedara con el

    apartamento, y que tendra derecho a la mitad

    del dinero que l tena. Ella pensaba vender el

    apartamento y mudarse a otro que no le

    recordara su vida fallida con su ex marido. Se

    lo comprara en un buen barrio, algo as

    bohemio y disfrutara la vida. Saldra. Ya sus

    cosas las tena preparadas y se mudara con

    su nueva adquisicin en amante, Viktor, un

    joven pintor que solo quera divertirse y pintar,

    y vea a la madura Jane de cuarenta y cinco

    aos como su musa. La bolsa de pastillas se

    quedaba en el bao del dormitorio. Era lo

    nico que ella dejara en el apartamento gris

    de cristales.

    Fue un vuelo sin contratiempos. Haba

    mandado a comprar una casa a unos

    kilmetros de la ciudad en el tiempo que

    estuvo en el hotel. Estara un buen tiempo en

  • el lugar para aprender portugus y espaol.

    Quera caer bien en Barcelona y saba muy

    bien cmo proceder ante la sociedad. l se

    haba cansado de la ciudad y el bullicio, por

    eso prefiri comprar una casa alejada. La

    casa, o ms bien la pequea mansin, estaba

    en muy buenas condiciones, mejor de lo que

    haba pensado James.

    El terreno perteneci a un pintor que muri

    por causas desconocidas, los vecinos

    pensaban que la casa estaba embrujada ya

    que desde el pintor ocurrieron sucesivas

    muertes, como la de su sobrina. Ella pas a

    ocupar la residencia a la muerte de su to,

    estaba embarazada de unos meses y vino

    con su esposo. Le cost mucho adaptarse al

    lugar, le daban fiebres seguidas, mucha tos.

    Nadie saba porque, en especial porque la

    casa estaba en un lugar caluroso. Finalmente

    muri y su esposo se qued cuidando al nio.

    Ellos murieron por una peste que, adems,

    mat a los sirvientes. Pas unos aos vaca y

    se mud una familia de ocho personas.

    Cuando buscaban quienes trabajar ah nadie

    quera. Todos ellos amanecieron ahorcados

    al poco de vivir ah, lo curioso era que no

    haba ninguna soga cerca de ningn cuerpo.

  • Los lugareos decan que el fantasma del

    pintor estaba molesto con su sobrina por

    haberse mudado a su refugio y haberse

    casado en contra de la voluntad de toda su

    familia con un hombre pobre. James no era

    supersticioso, por eso no le importaron los

    chismes y los dramas y cuentos sobre

    fantasmas y la casa embrujada.

    De repente son un telfono al otro lado del

    mar despertando a dos cuerpos confundidos

    que estaban envueltos uno con el otro. La

    mujer se sent en la cama tapando su cuerpo

    con las sabanas y contest el celular.

    Mientras Viktor le haca cosquillas por la

    espalda y la besaba, ella escuchaba una voz

    muy conocida que le deca:

    Jane! Disculpa que te despierte, es que

    estoy emocionado y no saba a quin llamar.

    James? dijo ella, le sorprendida de que su

    ex marido la llamara.

    S, soy yo. Te despert? Lo siento. No me

    vas a creer. Me mud a Portugal y compr

    una casa a unos kilmetros de la ciudad. La

    casa decan que estaba embrujada pero

  • sabes como soy y la compre de todas

    maneras l se senta sobreexcitado con lo

    que deba contarle a Jane, estaba hablando

    muy rpido en un tono alto y alegre Llevo

    dos das en ella y me parece un lugar bello

    Al grano, James dijo ella tajante, lo conoca

    de sobra cuando estaba as emocionado. Se

    puso igual cuando consigui su primer trabajo

    en Nueva York.

    Oh s. Bueno, tena un galpn abandonado

    con una coleccin de automviles. Nadie

    saba que estaba aqu. Segn me dijo un

    perito que vino a verlo es una coleccin

    multimillonaria. No aguanto la emocin.

    Y qu hars? pregunt ella, feliz por l.

    Bueno tras una pausa hacindose el

    importante continuo - Hablar con la prensa

    esta tarde para que investiguen de quienes

    era, y con la polica. Por ley me pertenecen,

    no?

    Tu eres el abogado, no yo. Te deseo mucha

    suerte en eso, quisiera seguir durmiendo que

    aqu es de noche. Me siento muy alegre por ti.

    Y sabes que me puedes ver como una amiga,

  • pero me gustara no hablarte por un tiempo.

    Creme que estoy algo aburrida de ti.

    Llmame en un par de meses. Bueno, un

    gusto hablarte.

    La coleccin de automviles nunca se supo a

    quien perteneci. La polica investig

    detenidamente, pero nada encontr. Las

    suposiciones de la prensa tambin eran en

    vano. Como no se encontr un dueo que lo

    reclamara, James se qued con todo. Dej su

    sueo de escritor tan rpido como le lleg y se

    centr en criar autos. No saba cmo, pero

    ese sera su nuevo sueo.

    Todas las tardes se fuma un habano en lo que

    revisa el peridico y piensa en qu gastar el

    dinero que tiene y el que tendr cuando

    empiece a criar autos.

    Los lugareos ven esa residencia como

    maldita, no les gusta acercarse mucho.

    Aunque respetan a James, es el primero de

    varios que no ha parecido en el primer ao de

    vivir ah. Por ahora, quien sabe si la suerte le

    sonreir tanto siempre como le ha pasado

    con los autos o si morir pronto.

  • Kimberly Jimnez

    Tengo 19 aos de edad. Estudio

    Comunicacin Social en la

    Universidad Centroamericana

    (UCA). He participado en varios

    t a l l e r e s d e l i t e r a t u r a . Y

    actualmente pertenezco al grupo

    de Creacin Literaria que

    promueve la Coordinacin de

    Cultura de la UCA.

  • Camilo

    Con pasos lentos se dirigi a la casa del sabio

    Grillo que viva en las orillas de un riachuelo,

    rodeado de flores silvestres y pequeas

    rocas. Su cuerpo gordo y anillado no le

    permita avanzar. Camilo la oruga ya se

    senta fatigado y cansado de esa manera de

    vivir por eso decidi visitar al Sabio grillo.

    Cuando estaba a punto de hablar, el Grillo

    dijo:

    - Qu quieres joven oruga?

    - Joven? Yo no me siento as- respondi.

    El Grillo toc sus antenas y asever:

    - Por lo que veo ya estas cansado de ser

    oruga.

    - S esa es la verdad -prosigui Camilo- los

    quinces das de mi existencia han sido largos

    sobre la tierra, cada vez que crezco vuelvo a

    mudar la piel -comenz a decir Camilo con

    voz angustiosa y quejosa- Las piedras a

    veces lastiman mi piel y lo peor es que los

  • otros insectos se burlan de m.

    - Mmm! -dijo el Grillo como si ya conociera lo

    que Camilo la oruga buscaba- Entiendo, no

    slo t has venido aqu para que les diga cul

    es su destino sin embargo quisiera saber

    Cul es tu sueo joven oruga?.

    Camilo qued en silencio y no porque no

    supiera la respuesta sino porque ya lo haba

    pensado durante muchas maanas

    iluminadas por el sol y rodeado de nubes.

    - Bueno, seor Grillo lo que quiero es lo

    siguiente: Quiero tocar las nubes y dormirme

    en ellas, traspasarlas de un lado a otro!.

    Dejarme caer en las flores cuando llega la

    noche y por la maana alimentarme de sus

    dulces nctares y cuando llegue el final de

    mis das quiero ser parte del aroma de las

    rosas!

    Luego de decir todo lo que aspiraba con

    suspiros y ojos agrandados, Camilo bajo su

    mirada y agreg:

    - Pero no s cmo.

  • El Grillo se qued impresionado del

    ambicioso sueo que tena Camilo pero en su

    interior ya saba cul era el costo de ese gran

    anhelo por lo que decidi ser directo con l:

    - Para hacer ese sueo realidad debes saber

    que slo una oruga valiente, segura y sin

    miedo puede lograrlo porque el camino que

    debes emprender es duro y despiadado. Si

    logras pasar esa ruta llena de obstculo

    alcanzars tu sueo de ser una admirable

    mariposa monarca.

    Camilo solo se acerc y exclam:

    - Dime! Cul es el camino? Qu debo

    hacer?

    Debido a la firmeza de Camilo, el Grillo le

    respondi:

    - Tienes que cruzar el riachuelo y luego de

    cruzarlo vers, un nico rbol que no tiene

    nada de hoja en sus ramas solo cuelgan de

    ella unos pequeos frutos verdes, alrededor

    de l hay jazmines y claveles pero en lo ms

    cercano hay el surco de rosas ms rojas y

    apasionadas y olorosas de la regin. No hay

    otras rosas como estas! Son capaces de

  • enamorar el corazn de cualquier doncella -

    Indic el Grillo, pero tambin aadi una

    advertencia- tienes que subir al rbol y

    construir tu capullo en la rama ms alta de all

    y esperar durante nueve o catorce das, lo

    que la naturaleza diga eso se har y hasta

    entonces tu sueo ser real.

    Camilo dej la conversacin y no perdiendo

    tiempo, esa misma tarde emprendi el viaje.

    Cruz con dificultad el riachuelo porque la

    corriente trat de llevrselo pero logr pasar.

    Al pasar la orilla, distingui rpidamente el

    rbol y se dej llevar por la emocin pero

    cuando estuvo frente a l, se asombr y se

    decepcion. El rbol era inmedible e

    inalcanzable para su diminuto cuerpo pero

    record lo que lo llev hasta all.

    Salud a las flores y comenz a escalar. La

    piel se le desgarraba con la dureza del rbol,

    dudo por instantes pero vi al cielo y sigui la

    travesa. De repente, la lluvia empez a caer

    y se deslizaba sin avanzar. Se detuvo y llor

    sin parar pero decidi seguir.

    Termin la primera noche y descans en la

    mitad del rbol en un pequeo agujero que

  • haba. La oscuridad lo aterr mas por el

    agotamiento se durmi.

    Al da siguiente, el toc toc de un pjaro

    carpintero lo despert y sin pensar volvi a

    escalar.

    -Las nubes me esperan -pens Camilo-.

    Sin darse cuenta Ya haba llegado!

    Emprendi la construccin de su crislida y

    al llegar el atardecer ya estaba dentro de ella.

    Estando all slo sinti calor, fro pero tambin

    dolor porque ya no sera el Camilo de hace

    quince das.

    Los das pasaban. Uno, dos, tres y hasta

    llegar al da catorce. La pupa se empez a

    romper. El sol brillaba con candor y las flores

    se abran con esplendor. Era la magia de la

    primavera que reciba a Camilo que yaca en

    las alturas dejndose llevar por las

    indomables olas de vientos.

    Camilo ya no era una oruga, gorda y

    desagradable sino una hermosa mariposa

    Monarca que se perda en la inmensidad de

    las nubes blancas y torcidas.

  • Vol y vol! Camilo nunca se detuvo hasta

    reposar en una rosa que vi cerrar sus alas.

  • Yereling Nohemi Ruiz Cruz

    Mi frase es 'escribo lo que pienso,

    porque pienso para escribir'.

    Tengo 19 aos de edad, soy

    estudiante de Comunicacin

    Social de la UCA. Me gusta

    escribir y actualmente estoy

    enfocada en la Literatura Infantil.

  • Pap coyote y los coyotitos

    En una gran colina llamada Msica, vivan:

    Pap Coyote, Mam Coyote y los 5 Coyotitos.

    Todas las tardes Pap Coyote lleva a los

    coyotitos a cantar al lago Eco. Todos los

    coyotitos se reunan en fila para cantar las

    vocales juntos: Aaaaaaa, Eeeeeee, Iiiiiii,

    Oooooo, Uuuuuu.

    Mam Coyote escuchaba a los coyotitos

    cantar, todos los das a las 5:00 de la tarde,

    sin embargo a Pequeo Coyote le costaba

    mucho pronunciar la U, por lo que pap

    coyote le enseaba: Pequeo Coyote cant

    conmigo Uuuuuuuuuuu. Y el coyotito

    cantaba con l: Uuuuuuuuuuuuuuuuu.

    Al otro lado de la montaa, viva el seor Sol,

    quien acostado sobre una gran roca deseaba

    poder dormir. Pero el canto desafinado de

    pequeo coyote se lo impeda.

    El Seor Sol enojado mirando al cielo deca:

    ir y robare la U de Pequeo Coyote y as

    podr dormir. A la noche siguiente cuando

    todos los Coyotes estaban dormidos, el

    Seor Sol se dirigi a robar la U de Pequeo

  • Coyote.

    As que caminando sigilosamente entre los

    coyotes el Seor Sol tom de una vez la U de

    coyotito. Pap y Mam Coyote junto a los

    c o y o t i t o s s i g u i e r o n d u r m i e n d o

    tranquilamente.

    Hasta que en la tarde siguiente, todos en fila

    empezaron a cantar sus letras. El primero

    canto la Aaaaaa, el segundo la Eeeeeee, el

    tercero la Iiiiii, el cuarto la Ooooo y cuando

    llego el turno de pequeo coyote nada sali

    de su boca. Intento una, dos, tres, cuatro

    veces y ningn sonido sali de su boca.

    De repente se escucharon unos ronquidos,

    gruuuuu, gruuuuuuuuu,gruuu era el seor

    sol que dorma pacficamente por haber

    robado la U del coyotito. A s paso una

    semana. Pero una noche Pap y Mam

    Coyote salieron a recuperar la voz de su hijo.

    Caminando entre el sendero que conduca a

    la casa del Seor Sol, vieron abrazando la U

    de Pequeo Coyote, caminaron hacia l en la

    oscuridad de la noche y de un solo jaln le

    arrebataron la voz de coyotito y como el sol

  • roncaba tan fuerte no se di cuenta de la

    presencia de coyotes.

    Rpidamente Pap Coyote puso la U en la

    boca de pequeo coyote. Como todos los

    das reunidos en el lago Eco, los coyotitos

    empezaban a cantar. Todos en sus puestos

    cantaron:

    Aaaaa, Eeeeeeee, Iiiiii, Oooooo y esta vez la

    voz de coyotito sali con todas sus fuerzas:

    UUUUUUUUUUUUUUUUuuuuuuuuuuuuuu

    uu!.

    Cantaron hasta cansarse y el Seor Sol

    aprendi a dormir con el canto de los coyotes.

  • Mara Jos Montiel

    Soy estudiante de ltimo ao de

    la carrera de Comunicacin

    Soc ia l en la Un ivers idad

    Centroamericana (UCA), gan el

    primer lugar del concurso

    ETECOM Nicaragua 2014 y soy

    escritora de historias de vida para

    la ONG Clnica Verde.

  • Arrinconada

    5:00 a.m.

    El sol hace su deslumbrante aparicin,

    lentamente se deja ver con mayor claridad y

    mostrndose cada vez ms fuerte ante el

    pequeo poblado del norte del pas. Todos en

    la zona se desperezan presurosos con la

    mente clara de la lista de actividades que

    esperan por ser completadas.

    Mientras las rutinas continan su diario

    ejercicio de interminables repeticiones, otros

    hechos, ms individualizados, se desarrollan

    en algunos hogares medios excntricos, a

    veces maniticos.

    5:30-6:30 a.m.

    Recin despiertos todos en la diminuta

    casucha destartalada, armada de maderas

    viejas y pedazos de zinc descarado, empez

    el correteo, que los cipotes a la de un lado

    para otro en gritos y saltos, la mam al trabajo

    y el marido de mantenido echado en una

    hamaca amarrilla con rojo.

    Los dos chavalos hechos un solo revoltijo en

    el suelo de tierra hmeda, peleaban por una

    chibola que se haba encontrado ayer en la

  • calle, mientras pedan limosna a la salida de

    la iglesia de Ftima, se llamaban Jos Daniel

    y Antonio de 5 y 4 aos. En tanto la mam,

    Ana, andaba hecha un estropajo, tratando de

    dejarlo todo bien limpio y ordenado, y adems

    buscando se formas de fiarle a la de la

    pulpera el mismos puado de frijoles, arroz y

    el pltano para llenar. Y mientras el marido,

    David, totalmente relajado en su hamaca de

    manila.

    Ana sali y los dos nios tras ella.

    Jugueteando en el camino, -Jos, Jos! Una

    rana, una rana-, grit Antonio mientras

    tomaba un palo para pinchar al sorprendido

    animal, y entonces la mam grit, -Shh

    cllense chavalos!, comprtense-. Y as, con

    dilogos similares, poco a poco el trio se

    alejaba.

    7:00 a.m.

    David segu en la misma posicin desde hace

    horas, despierto y atento, pero inamovible, la

    comodidad de su hamaca pareca amarrarlo

    a un mismo sitio. De repente, hace un

    movimiento rpido y se calza los pies con un

    par de chanclas negras, permanece sentado

    unos minutos, con las manos cubrindole la

  • cara, y de una vez por todas se pone en pie.

    7:10 a.m.

    Los pasos de David resuenan suavemente en

    la casucha de apenas tres habitaciones, ms

    por culpa de las chanclas que por poseer

    pisadas firmes. Mientras camina lleva

    consigo un chilillo bien pelado y una

    expresin de sombra determinacin. Lleva

    un pantaln de tela azul que fue recortado

    para convertirlo en shorts, las piernas

    peludas y el dorso desnudo, tambin repleto

    de pelo, sumado a la tez canela y una

    abundante barba, le dan una apariencia de

    descuido y de varios das de juerga. Se dirige

    haca una de las habitaciones.

    Mueve el pedazo de tela vieja que las hace de

    divisin, y entra en un cubculo oscuro y fro.

    En una esquina se dibuja la silueta de un

    cuerpecito contrado, con la cabeza gacha

    envuelta entre los brazos y las piernas

    recogidas, dando la impresin de un bulto

    ms entre tanto cochambre.

    David agit el chilillo unas cuantas veces al

    aire, luego fuertemente lo dej caer en la

    palma de su mano, y se relami ante el dolor y

  • el placer que experimentaba ante aquella

    imagen de carcelero y encarcelado. El

    cuerpecito se movi compulsivamente y

    sollozos apagados llenaron la habitacin.

    7:30 a.m.

    Rosita de 12 aos es arrastrada del brazo a

    una silla en el medio de la habitacin, es

    David quien la sienta y amarra, el nuevo

    marido de su mam. Con el chilillo la

    amenaza a la vez que le dice si te pones

    durate va ir peor, prtate bien niita chula!-

    le arranca los pocos trapos que trae encima y

    la toca sin ninguna clase de pudor o

    delicadeza.

    Rosita, con el rostro descompuesto, aprieta

    los ojos para evitar la realidad, lagrimas tras

    lagrimas se libera de su cuerpo y recuerda.

    Una tarde en un parque pequeo con dos

    pares de columpios y un resbaladero, un

    seor de gorra roja vende raspados en una

    esquina y un hombre, muy parecido a ella,

    compra un par y los lleva a la banca amarilla

    donde est rosita esperando. Lanza gritos

    que ella misma ahoga antes de poder ser

    escuchados, siente como es tomada con

    brusquedad y odia, al mundo, a su madre, a

    su padre, todos se han olvidado de ella.

  • Fluidos lagrimones continan brotando de

    esos ojos hoy vacos, los labios apretados, el

    rostro con gesto de haber recibido un golpe

    que la ha dejado sin aire, la imagen de la

    perdicin y la desesperanza. Tantas veces

    vindose en lo mismo y sufriendo cada vez

    ms intensamente.

    8:00 a.m.

    -Oye David Ests ah?-, se oye una voz

    desde afuera, -Si Alberto, ya voy, te estaba

    esperando- contesta David alzando la voz,

    mientras mantena cubierta la boca de Rosita,

    -vos cuidado decs o haces algo- le murmulla

    amenazante.

    Deja a la muchachita y se rene con el recin

    aparecido, hablan de cualquier cosa, y de

    repente una pregunta fuera de lugar- Listo?-

    pregunta David con gesto muy serio, -Vos

    sabes que si hermano- contesta Alberto justo

    cuando una risa agria aparece en su rostro,

    seguido de su legua relamiendo el par de

    desquebrajados labios.

    Ambos hombres caminaron hacia una de las

    habitaciones, uno de ellos se desabrochaba

    el pantaln, el otro preguntaba -y los

    dems?-.

  • Claudia Johana Fernndez

    Aguilar

    Estudiante de Derecho en la

    Universidad Centroamericana

    UCA

  • Destino

    Se despert temprano, quera ver el sol

    asomarse en el horizonte que luego se le ve

    erguirse en el cielo mostrando su imponente

    presencia que difcilmente es opacada, an

    en un da en que transitan multitud de nubes

    en el espacioso cielo.

    No ms! Se dijo dentro de s mismo; urga

    ver venir algo nuevo: una idea, un sonido o

    un sentimiento que acabara con la rutina.

    Cansado de esperar en su interior algo que lo

    motivara, que le pusiera fuerza y vigor a su

    persona para seguir su destino.

    Todava no se haba incorporado cuando

    surgi una rfaga de pensamientos de lo que

    podra cambiar su rumbo. Se sent sobre el

    colchn suave y acogedor, estir las piernas

    en direccin al suelo, puso el pie derecho, se

    asegur que fuera el derecho por lo de aqul

    refrn hay que levantarse con pie derecho'',

    afirm luego en el piso el pie izquierdo sobre

    sus chinelas que como bien ordenado haba

    dejado junto a la cama la noche anterior un

    poco antes de acostarse, corri hacia el bao

    se ase y procur derramar bastante agua

  • sobre su cara para que la frescura le invadiera

    no solo su cuerpo sino su ser interior.

    Finalmente estaba frente a la imagen de un

    sol naciente que vena de abrazar a otro

    cont inente pero seguro de desear

    ardientemente calentar a este, perseverante

    en su faena, digno de tomarse como ejemplo,

    una estrella que no ha menguado su fulgor,

    que ampara en el frio, que da vida, que hace

    producir.

    Despus de apreciar la naturaleza que solo la

    mano de Dios pudo crear, no hay ms que

    decir sino el hacer brillar el talento que Dios

    dio desde el nacimiento tanto al hombre como

    a la mujer para que tenga en su haber la forma

    de sobresalir en esta vida y darse a s mismo y

    a los dems como que si hoy fuera su ltimo

    da.

  • PARAFERNALIAediciones digitales

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    Esta obra se divulga bajo licencia

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    de forma artesanal bajo un nmero

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