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El Mollete Literario Marzo 15, 2017, Número 43, Tercera Época Director: Carlos Ramírez indicadorpolitico.mx [email protected] Por Paul Martínez / pág. 12 Ilustración: Brenda Olvera. Técnica: Mixta

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El Mollete LiterarioMarzo 15, 2017, Número 43, Tercera ÉpocaDirector: Carlos Ramírez

indicadorpolitico.mx [email protected]

Por Paul Martínez / pág. 12

Ilustración: Brenda Olvera. Técnica: Mixta

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El Mollete Literario

La “otra” cultura en la Ciudad de MéxicoLa centenaria Ciudad de México no sólo tiene malas noticias para sus

sufridos moradores o intrusos llamados “población flotantes”, que se “des-cuelgan” de los municipios conurbados del vecino Estado de México. La se-ñorial urbe tiene una enorme y larga tradición cultural, en la cual se funden todo tipo de manifestaciones artísticas.

Sí, la gran metrópoli no sólo es la número uno a nivel mundial en museos y teatros, también tiene una rica propuesta de vanguardia cultural, como los performace, que se presentan en escenarios originales y hasta con la degus-tación de algún elixir del dios Baco.

Tal es el caso del performance “El Segundo Errante”, el cual se presentó en la calle Madrid número 3, colonia Tabacalera, en una de las casonas que se mantiene en pie después de las múltiples sacudidas por los sismos de 1985. Es una obra en tres actos, que integra a los presentes y los hace comprender, las realidades del ser humano.

Como el caso anterior, hay una gran variedad de revelaciones culturales en la gran ciudad, tanto en las colonias Roma, Condensa e Hipódromo, vie-jas casonas son convertidas en antros de cultura y contracultura. Lo mismo se exhiben experimentales performance, como galerías de escultura y pintu-ra con nuevos conceptos. Se lee poesía, circulan o intercambian libros y se recupera música perdida, como la andina, en las viejas peñas de los años 70.

Esa es la otra manifestación cultural de la gran metrópoli, la cual se rebe-la ante los estereotipos que han pretendido fijar corrientes y manifestaciones de la cultura “formal”. Por eso capitalinos inconformes en lo cultural, le han dado fuerza a estas nuevas formas de disfrutar de la cultura.

Escribir es un oficio que se aprende escribiendo..

Simone de Beauvoir

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Las Crónicas súbitas del “jefe” MACPor El Bolillo escéptico

MartesPor PIG

Bob Dylan y su NobelPor Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

Alas: Definir la diferenciaPor Paul Marínez

UNESQue la feminidad y la masculinidad se entretejan en voz altaPor Canuto Roldán

29 añosPor Luis Villalón

Errante

Lunes de libros con El Imparcial

Mtro. Carlos RamírezPresidente y Director [email protected]

Lic. José Luis RojasCoordinador General Editorial

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Monserrat Méndez PérezJefa de Edición y Diseño

Consejo Editorial+

René Avilés Fabila

Wendy Coss y LeónCoordinadora de Relaciones Públicas

Raúl UrbinaAsistente de la Dirección General

El Mollete Literario es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A. y el Centro de Es-

tudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de res-ponsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma,

Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Reserva 15670.Certificación en trámite por la Asociación Interactiva para el

Desarrollo Productivo, A. C.

El Mollete Literario

ÍndiceEditorial

El escritor se mira Por Luy

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El Mollete Literario

Las Crónicas súbitas del “jefe” MAC

Por El Bolillo escéptico

Para quienes conocimos a Marco Aurelio Carballo en aquel ya lejano 1977, en las primeras oficinas del naciente diario Uno-

másUno de la calle de Miguel Ángel 94, siempre recordaremos su creatividad y el ímpetu de escri-bir, al realizar su actividad literaria, misma que mantuvo hasta el último día de su vida.

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El Mollete Literario

Nos hizo esperar cerca de ocho años, para ver la aparición de su libro Morir de Periodismo (2008), que de acuerdo a sus propias palabras, decía que era un hí-brido entre crónica novelada y novela, en la cual trató de contar historias de la fundación de UnomásUno que van de 1977 hasta su salida en 1980. Dos años después presentó Ultimas Noticias (2010) su trabajo como escritor y la combina-ción del esfuerzo periodístico desarrolla-do en las revistas: Siempre!, Punto y aparte, El Búho y Gente Sur.

Si bien creíamos que el “jefe” MAC, quien nos dejó en agosto de 2015, para reunirse con esa redacción del UnomásUno en el “cielo” —si es que existe— y en la que allá también se encuentran; Manuel Becerra Acosta, Carlos Ramón Narváez, José Cornejo, René Ortega, Amalia Frías Santillán, y una veintena más de fundadores de aquel UnomásUno de 1977, ya no nos deleitaría con sus crónicas noveladas y sus novelas, pues no.

Y el “jefe” MAC —como era cono-cido entre los amigos—, ya está de nue-vo entre nosotros y sus lectores asiduos, pues el pasado 4 de marzo la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, presentó en la FIL Minería 2017 el libro Crónicas súbi-tas, la aparición es gracias a Paty Zama

—cofundadora de UnomásUno—su viu-da, quien seleccionó los textos que com-ponen el libro y en la que se presenta una serie de historias que nos llevan a conocer episodios de un México que ya se fue quizás para no volver, desde una visión muy personal de MAC.

En este libro, MAC nos acerca en sus relatos a personajes como René Avi-lés Fabíla, José Saramago, Elena Ga-rro, Rafael Ramírez Heredia, así como sus periplos con periodistas y cronistas contemporáneos como René Cardona, Abelardo Martín, Miguel Reyes Razo y Fernando Macías Cué

Además, Crónicas súbitas, nos con-duce a través de sus remembranzas en los ámbitos político, cultural y social, es una lectura obligada para los jóvenes que estudian las carreras de periodismo y comunicación, así como también para los nuevos periodistas.

Durante la presentación estuvieron sus amigos y compañeros entre ellos los periodistas Gonzalo Álvarez del Villar, Juditn Álamo, Roberto Fuentes Vivar, Gilberto Meza, Armando Rojas Aréva-lo entre otros.

Los escritores David Marín del Campo y Oscar Palacios fueron los pre-sentadores de Crónicas súbitas y exaltaron la acuciosidad, el espíritu libre y crítico de MAC.

En la producción literaria de MAC destacan cinco libros de rela-tos y ocho novelas: Polvos ardientes de la Segunda Calle (1990), Crónica de no-vela (1992), Mujeriego (1996), Vida real del artista inútil (1999), Muñequita de barrio (1999), Diario de un amor inten-so (2000), Novios en la barra y otras mini-turbocrónicas (2003), así como de Mamá estaba loca y otras turbocrónicas (2004) y de Soconusquenses. Crónicas y semblan-zas (2008). Morir de periodismo (2008) y Ul-timas Noticias (2010).

Además, recibió el Premio Chiapas de Literatura Rosario Castellano 1994, el Premio Nacional de Periodismo y de Información en el género de Entrevista 1997-1998, el Premio Nacional de Pe-riodismo José Pagés Llergo 1998 en el género de Crónica y el Premio Nacional de Novela Luis Arturo Ramos 2010.

Fue colaborador de los semana-rios Siempre! y Punto y aparte de Xalapa; de las revistas mensuales. El Búho y Gente Sur, y de los diarios La Prensa, del Distri-to Federal; Diario del Sur, de Tapachula, Chiapas, y de El Heraldo de Chiapas, de Tuxtla Gutiérrez, así como de la revista electrónica “Este Sur”. Cofundador de UnomásUno y primer jefe de redacción de 1977-1980.

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El Mollete Literario

Cuando gustoso dio el primer trago a su cerve-za, Raúl se sintió realizado al encontrar por primera vez un empleo que le permitiera una

cernanía casi íntima con la música, su más grande afi-ción después del alcohol. Luego de un par de pruebas psicométricas sin importancia, Francisco, el reclutador de la tienda de discos, llamó para darle la buena nueva y extender algunas indicaciones a grosso modo: «No te preocupes por los detalles, te mando un correo y ya con eso queda confirmado. Bienvenido a la empresa». A Raúl le gustaba beber en exceso, razón por la que no había trabajado en años aun cuando sus padres lo empujaban literalmente a las calles para hacerlo.

Por Uriel Arteaga Apolinar “Pig”

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El Mollete Literario

El logro profesional ameritaba un festejo emblemático, por lo que las doce cervezas en su refrigerador se antoja-ban insuficientes. Necesitaba una celebración a la altura de las circunstancias y luego de esa celebración muy a la altura de sus circunstancias, con la mente repleta de reta-zos de recuerdos, el cuerpo reclamando reposo y la mente exigiendo un poco de responsabilidad, decidió enfrentar su destino. No se bañó, el contacto con el agua le hubie-ra provocado una pulmonía inmediata. Intentó emular el uniforme de la tienda: pantalón gris y playera azul marino, aunque dudó un instante si la combinación o los colores eran los correctos.

De camino al lugar que le proveería de dinero y nuevos conocimientos musicales, se encerró en el desastroso pen-samiento que solo una persona que sufre de resaca puede elucubrar: «al final, a la gente no le importa el olor de quien lo atiende, están empecinados por hallar el disco que buscan, checar el precio, largarse y presumir la compra en redes sociales. Además, las tiendas de discos suelen oler a limpiador para pisos, una combinación de fragancia fres-ca con cloroformo. Es fácil confundir el hedor estomacal de brandy con el Cloralex. No suma ni resta que quien atienda sea un sujeto desconocido que apesta a cerveza, fritangas, ron, vodka y cebolla», meditó con el estoicismo de un vagabundo.

Interrumpiendo sus cavilaciones filosóficas, intentó re-cordar lo memorizado en una de sus pruebas de confianza: reportarse al llegar, checar la entrada, asegurarse de la im-pecabilidad de su uniforme (no tratar de emularlo), dar un primer vistazo a los pasillos para asegurarse de que todo estuviera en orden y deambular por la zona hasta que el primer cliente asomara sus narices en el terreno.

Tembloroso y con los ojos secos por el desvelo se diri-gió a Madero 51 para iniciarse en el mundo de las ventas directas. Entró a la tienda evitando el contacto con sus nuevos compañeros. No se reportó ni checó la entrada, argumentaría que por tratarse de su primer día de trabajo había olvidado hacerlo. El supervisor, un sujeto con esca-sa voz de mando, retraído en su oficina y en lo que des-de ahí podía inspeccionar, no reparó en los movimientos irregulares de Raúl. Los otros vendedores se percataron de su extraño comportamiento, pero, confiados en su uni-forme y la sonrisa que mostraba cada que lograban verle

el rostro, prefirieron no llamar la atención del supervisor: «Debe ser uno de los nuevos que están a prueba, anda nervioso, denle chance».

Mientras observaba con asco los discos de ba-chata y “cumbia calma-dita” intentó recordar los detalles de su fiesta: cer-veza una tras otra hasta emancipar el cuerpo de la mente; resbalón con el vómito del baño y fraca-sado intento de baile con Ramiro, el transexual del bar La Emparejadora; segunda caída al inten-tar librarse del brazo de Ramiro luego de darse cuenta de que no era mujer; una desastrosa llegada a casa acompa-ñada de la tercera, cuar-ta y quinta caída. Lanzó una risa sonora plagada de vergüenza. Nadie en su nuevo empleo lo co-nocía, así que podía dar-se el lujo de burlarse de sí mismo.

El paso lento de los minutos acentuaba su deplorable estado físico y anímico. Un poco de adrenalina podría ser-virle, mas los clientes eran escasos, casi nulos. Quién diablos quiere comprar discos a las diez de la mañana. Na-die se despierta con los

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El Mollete Literario

Ilustración: Brenda OlveraTécnica: Mixta

billetes en la mano y al primer clamor del gallo sale disparado a com-prar un cd de su banda favorita. Empezaba a odiar su empleo, a los clientes que no llegaban, a la música, al alcohol, aunque en ese momento su único pensamiento es-taba centrado en beber una cerveza para con-trarrestar su estado.

Con la resaca inva-diendo cada centímetro de su cuerpo y con un hambre atroz que con-vertía su estómago en un hervidero de sensaciones (había gastado todo su dinero en la juerga y no tenía ni para una bolsa de cacahuates), declinó en la misión: no habían transcurrido dos horas y decidió escapar del en-cierro. Se acercó a la sa-lida, volteó a ver a cada uno de los escasos clien-tes, a sus nuevos compa-ñeros y al supervisor que había tenido el buen gus-to de salir de su oficina. Todos lo observaban con extrañeza.

Todos saben que una persona con resaca cree poseer la capacidad de volverse invisible en los momentos determinan-tes de su vida, cree pa-sar desapercibido de las miradas de los demás y,

peor aún, cree que la fragancia que exhala puede con-fundirse con el fresco aroma del ambiente en el que se encuentra. Raúl tragó saliva (aunque de inmediato fue atacado por un reflujo intestinal asesino), abrió hasta donde pudo los ojos, heroicamente se quitó la playera, la lanzó hacia donde se encontraba la caja y gritó con todas las fuerzas que le permitía una garganta mártir del cigarro: «Váyanse a la mierda, no quiero su puto traba-jo; me caga la música y me caga el alcohol».

Se dio la vuelta y comenzó a caminar sin reparar en las miradas de los transeúntes que ocupaban las calles. Derrotado y con la cabeza baja fue a casa. Sus padres se sorprendieron al verlo de vuelta tan pronto, sin playera, y aunque no les entusiasmó verlo en el estado en el que se encontraba, sonrieron creyendo que por tratarse del primer día, como en el colegio, la jornada había con-sistido solamente en recibir instrucciones. Sin cruzar mirada ni palabra, Raúl se dirigió a su habitación y se encerró.

Ahí, en la escasa intimidad que le permitían las cuatro paredes, permitió la liberación de toda la carga que su cuer-po había reprimido durante la mañana. Se dejó caer en la cama, aunque al instante se reincorporó para prender su pc, abrir el correo y escribir una breve pero sincera carta de arrepentimiento: ofrecer disculpas y obsequiar su puesto a alguien con más responsabilidad. Antes de redactar re-visó su bandeja y se topó con un correo de Francisco que le estrujó las entrañas: «Hola, Raúl. Nos vemos el martes en Génova 76 listos para conocer tu potencial. Sé puntual. Disculpa los inconvenientes pero el lunes estaremos de viaje, así que el martes nos vemos con toda la actitud. Bienvenido de nuevo».

Una dirección equivocada, un día equivocado. Un mar-tes... Ahora también le cagaba el nombre de ese puto día de la semana. Con furia lanzó el monitor de la computadora lejos de sí y antes de que el pánico se apoderara de él bajó a la cocina, abrió el refrigerador y destapó una cerveza. Dio un largo sorbo y su alma descansó: el cartón de cervezas estaba completo.

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El Mollete Literario

Bob Dylany su Nobel

Por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

“¿Son mis canciones literatura?”. Tras la aprobación del Premio Nobel de Li-teratura, el propio Robert Allen Zim-

merman (su admiración por el poeta Dylan Thomas le llevó a adoptar el seudónimo de Bob Dylan) se manifestó así. En ese momen-to, muchos consideraron a Leonard Cohen como un candidato más acorde, puesto que él declaró que nación con la ambición de ser escritor. La polémica está servida; si el mismo premiado se lo cuestiona, ¿qué no dirán los demás? Nuestra intención es pre-sentar todas las voces que han expuerto algo significativo al respecto.

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El Mollete Literario

He aquí las opiniones de los que se expresaron a favor de la concesión del premio: “El Nobel de este año está justi-ficado y es merecido. Este premio signi-fica una necesaria apertura conceptual, en un sentido antiacadémico y moder-no”, lo sentencia el poeta Juan Bufill. “A ver si recordamos que la poesía de los trovadores toda fue escrita para ser cantada. Y nadie lo discute”, indica Pere Gimferrer. Otro escritor, Joan-Lluís Lluís, recalca: “Me satisface enorme-mente porque así que sea un poco más fácil defender que la canción no es solo un estilo musical sino un género literario completo». Lorenzo Silva ha indicado que él no dirá que no tenga mérito li-terario o que no merezca recibir el Pre-mio. Y Jaume Subirana está convencido de que “a veces está bien aceptar que la literatura puede ser (y quiere ser) más cosas que lo que nosotros creemos o de lo que nos gusta”.

Jennifer Croft afirma: “Como tra-ductora de Tokarczuk al inglés, y exes-tudiante de Yevtushenko (ambos candi-datos al premio) no estoy indignada. En mi opinión, Dylan es la elección perfec-ta para el premio de este año”. Confiesa que lo descubrió hace unos pocos años y añade: “Para que la literatura sirva de algo, debe alcanzar a sus lectores y

oyentes. Y eso es justo lo que hace Bob Dylan”.

“Dylan es uno de los más grandes bardos y juglares norteamericanos del siglo XX y sus palabras han influido en varias generaciones de hombres y mu-jeres de todo el mundo”, afirma el poe-ta estadounidense Allen Ginsberg. Él y Gordon Ball (profesor de la Universidad de Virginia) crearon ya en 1996 un co-mité para promover su candidatura a este premio. Además, en un documen-tal de Martin Scorsese, No Direction Home, el retrato de Dylan se concibe como el de un hombre poseído por el hecho literario.

Sus traductores están convencidos de que ha conseguido una síntesis muy difícil entre tradiciones musicales y lite-rarias. Exceptuando lo bíblico, que es un elemento central que está ya desde sus primeras canciones, y Shakespea-re, las distintas lecturas que Dylan va haciendo en cada época aparecen en sus canciones: lo absorbe todo. Empie-za por Rimbaud, después Petrarca, decenas y decenas de citas tomadas del blues y del country… “dylan roba con descaro por todos los la-dos, hasta de los titulares de los diarios, y no lo oculta, son apropiaciones más que alusiones”, añade José Moreno.

Y aquí quienes están más que mo-lestos por el galardón:

“Con lo que cuesta que se asimile buena literatura con esfuerzo intelec-tual, va la academia y bendice la playlist como género literario”, es la valoración del novelista Enrique de Hériz. La escri-tora Care Santos tiene claro que Dylan es todo (cantautor, músico, compositor de canciones) excepto escritor. Esta opi-nión también la comparte Mario Vargas Llosa, quien ve la decisión de este año de la Academia sueca como una frivo-lización de la cultura. Y Darío Villa-nueva piensa que “es un gran artista de la canción, sus letras son eficaces, pero literariamente muy poco sofisticadas”. “Más que un premio parece un auto-premio, el que la Academia Sueca se ha dado a sí misma, en forma de golpe de efecto mediático”, opinión del escritor y periodista Ernest Farrés Junyent. Pero además añade: “Que es un premio a la palabra es evidente. No lo es a la fusión de lenguajes. No lo es a un intérprete. Lo es a un autor de textos, o sea, a un escritor. Pero Bob Dylan es una estrella del rock”.

La academia sueca ha justificado el galardón así: “Su obra se ha caracteri-zado por una nueva expresión poética”. “Un gran poeta en la tradición en lengua

“El Nobel de este año está justificado y es merecido. Este premio significa una ne-cesaria apertura conceptual en el sentido antiacadémico y moderno”, lo sentencia el poeta Juan Bufill.

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El Mollete Literario

inglesa, muy original” y que durante 54 años “ha seguido actuando y reinven-tándose a sí mismo, creando una nueva identidad”. A su vez, subraya su “pro-funda influencia en la música contem-poránea” y lo define como “icono”. También destaca sus trabajos litera-rios experimentales, como Tarántu-la y la colección Writings and drawings.

El crítico, historiador literario y miembro de la Academia desde 1997, Horace Engdahl agrega: “Gra-cias a su obra, ha cambiado nuestra idea de qué puede ser la poesía y cómo funciona”. Otro miembro de la Academia, Per Wastberg, sostuvo que “es probablemente el más grande poeta vivo”.

Otro punto a tener en cuenta es la relación del músico con los distintos y numerosísimos premios que le han con-cedido hasta el momento. En los dos únicos discursos que dio tras haber re-cibido el Tom Paine Award (en 1963) y el Musi Cares Person Of The Year (en 2015) surgió el escándalo. En el prime-ro porque sacó a colación al muchacho que asesinó a Kennedy y en el otro por-que se preguntaba por el trato especial que le daban los críticos, al meterse con él. En 1970 recogió el nombramiento de la Universidad de Princeton como

Doctor Honoris Causa en Música, pero se sintió tan incómodo que reflejó su sentimiento en una canción “Day Of The Locusts”. En Francia aprovechan sus giras por el país para asegurarse de que comparezca: la Orden de las Artes y las Letras (1990) y La legión de ho-nor (2013). Sí que ha recogido muchos más premios y en la mayoría no hizo más que cantar. Pero también es verdad que no ha asistido a multitud de cere-monias, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2007, entre otros, (pues se encontraba en Nebraska).

Además, Dylan ha sido reconocido con distintos galardones, entre ellos el premio Pulitzer, otorgado por la Uni-versidad de Columbia, los periódi-cos Washington Post y New York Times y la agencia Reuters, por “su profundo im-pacto en la música y la cultura popular americana, gracias al poder poético de sus composiciones”.

Quizá necesitemos valorar los co-mentarios de Carlos Vargas para en-tender mejor al músico. Afirma que no acepta el Premio no porque sea descor-tés y arrogante, sino porque “él es quien es”, tal como lo mencionó Wästberg, en el mayor diario sueco. “Hay que pro-fundizar en la obra lírica de Dylan y en su historia de vida para poder leer

entre líneas y entender que él es el me-nos interesado en recibir un premio de este género y procedencia, ya que, de aceptar el premio transitaría hacia el reconocimiento del establishment y esto es contra lo que ha lidiado y censurado desde que escribe sus letras, sus poemas, su literatura de contracultura. Dylan nunca se identificó ni se identifica con lo conservador, tuvo inquietudes desde niño por el cine y la música. Aprendió por su cuenta a tocar la guitarra. Leyó y lo influyó de manera muy importante el libro, llevado al cine Bound for Glory, de Woody Guthrie, fue un estilo de vida para Bob Dylan. Creemos que en él los premios no forman parte de su esen-cia”. Hay que matizar que estas pala-bras fueron escritas antes de que Dylan se pronunciara sobre la aceptación del premio. Y chocan, y mucho, si tenemos en cuenta todo lo que ha recibido.

Hasta aquí nuestra intención de po-ner en la palestra todas las partes para que luego cada uno saque sus conclusio-nes. En esta sociedad en la que vivimos todo es susceptible de ser criticado; un premio de este renombre (cuando decli-na asistir a la ceremonia, pero se embol-sa el jugoso dinero), más.

Publicado con autorización de los autores

“Más que un premio parece un auto-premio, el que la Academia Sueca se ha dado a sí misma, en forma de golpe de efecto mediático”, opinión del escritor y periodista Ernest Farrés Junyent.

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El Mollete Literario

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“¿Tú escribes? Nosotros escribimos”.

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El Mollete Literario

Alas: Definir laPor Paul Martínez

[email protected]@sparringloto

Augusto Monterroso dice en su Decálogo del escritor que lo que puedas decir con cien palabras lo debes decir con cien, lo

que puedas decir con una lo debes decir con una, y nunca, por ningún motivo, se deben decir cosas con cincuenta palabras. El arte de escribir, según Monterroso, estribaría en decir las cosas con las palabras adecuadas.

diferencia

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El Mollete Literario

Esta máxima a menudo ignorada, sobre todo por aquellos que recién comenzamos en el oficio de decir las cosas, se ve cumplida a cabalidad en el cuento sobre el que hablaré en esta ocasión.

Alas es un cuento brevísimo de Enrique Anderson Imbert, sobra hablar aquí sobre la maestría de Im-bert en el ejercicio de la cuentística, así que me remitiré a simplemente citar el cuento completo, para en adelante esbozar una posible lectu-ra del mismo.

AlasYo ejercía entonces la medicina en Hu-

mahuaca. Una tarde me trajeron un niño descalabrado; se había caído por el preci-picio de un cerro. Cuando para revisarlo le quité el poncho vi dos alas. Las examiné: estaban sanas. Apenas el niño pudo hablar le pregunté:

—¿Por qué no volaste, m’hijo, al sentirte caer?

—¿Volar? —me dijo— ¿Volar, para que la gente se ría de mí?

Pocas cosas son tan complicadas de definir como aquellos conceptos que se encuentran fundamentados en la percepción. Paradójicamente es en

estos conceptos sobre los cuales basa-mos la mayor parte de nuestras rela-ciones como miembros de la misma especie. Pensamos en la Libertad, el Amor, el Odio, la Justicia, etcétera, como valores y sentimientos sobre los cuales fundamentamos nuestras socie-dades, son sin embargo, conceptos so-bre los que pesa un subjetivismo que a menudo de tan extenso nos resulta incomprensible.

En tanto seres sociales comparti-mos universos reales e imaginarios, cualquier ejemplar de la especie podría contarnos de manera más o menos comprensible, salvando las fronteras del idioma, la historia del universo que habitamos.

Al mismo tiempo, a menudo nos resulta incomprensible lo que sienten aquellos que departen con nosotros un mismo tiempo y espacio. Es enton-ces cuando recurrimos a la literatura.

Al intentar comprender aquello para lo que las palabras en su sentido lógico nos resultan insuficientes, apela-mos a la metáfora, a la posibilidad de que las palabras digan más de lo que dicen.

¿Qué dice además de lo que dice el cuento de Imbert? No es necesario un esfuerzo demasiado grande para dar-nos cuenta de que el ejercicio de Imbert debe leerse en sentido absolutamente metafórico, de otra manera resultaría definitivamente incomprensible, no hay

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El Mollete Literario niños con alas ni médicos que al obser-varlos asuman con pasmosa naturalidad el hecho.

¿Qué es entonces lo que Imbert co-munica cuando hace aparecer a un niño con alas en una pequeña provincia de Argentina? La primera relación que me viene a la cabeza al imaginar el perso-naje de Imbert es la del ángel, Chevalier en su diccionario de símbolos, presenta al ángel como un ser intrínsecamente relacionado con lo divino, un ser inter-mediario, también acude a Rilke, quien los define como “la criatura en la cual aparece la transformación ya realizada de lo visible y lo invisible que nosotros cumplimos”, en un sentido más cerca-no a lo humano encontramos a Ícaro, personaje que al construir sus alas se ve liberado, y presa de ellas mismas llevado a la caída y muerte.

En general podríamos afirmar que en un sentido simbólico, la presencia de un ser alado, en este caso el niño descalabrado, anuncia un principio de transformación, visibiliza la transición del deseo en acto cumplido. Llama la atención que Imbert, emulando al Íca-ro, involucra la caída como signo tras-cendente. Ícaro cae y muere ahogado, el

niño sólo se descalabra, pero es su caída lo que lo expone frente al médico, la caí-da lo hace visible.

La visibilidad, Rilke lo menciona, resulta fundamental en este caso. Lo trascendente de la historia que nos na-rra Imbert no tiene tanto que ver con el hecho de que el niño se haya desca-labrado, niños descalabrados hay por montones, sino que al ser examinado por el médico sus alas sean visibles, es decir, que se establezca una notable diferencia entre éste y todos los demás niños descalabrados del mundo.

Llegamos aquí a tocar uno de los nudos fundamentales del cuento de Im-bert; la Diferencia, que por un lado hace que la historia del niño sea digna de ser contada, pero que al mismo tiempo, y esto lo descubrimos al final del cuento, resulta para el niño mucho más dolorosa que cualquier caída.

¿Volar, para que la gente se ría de mí? Ser diferente a la gente produce en el niño un dolor superior a cualquier caída. Con un gesto de ingenuidad aparente, Imbert nos pone delante de una para-doja de la condición humana. Pretende-mos la individualización, exacerbamos la idea de que se debe ser “uno mismo”

evitando en la medida de lo posible cualquier parecido con el otro, sin em-bargo, al modo en que la gente del cuento se ríe, nosotros no dejamos de presentar una violenta resistencia contra aquellos que son diferentes.

No será difícil encontrar similitud entre el niño alado de Imbert y los negros, los jotos, los musulmanes, los migrantes, las mujeres, los gordos, los indígenas y un largo etcétera de perso-najes que al no responder a la noción de normalidad se han visto obligados a permanecer invisibles, so pena del es-carnio público.

Así, aunque las sociedades moder-nas pretendemos pasar por sociedades incluyentes en las que cualquier expre-sión del ser debiera estar considerada como válida, la realidad es que al en-contrarnos frente a la diferencia del otro nuestra primera reacción sea, casi siempre, la de establecer un juicio que a menudo termina en una valoración peyorativa.

La diferencia entonces, se asume como un valor deseado pero sobre el cual permanece una constante amenaza.

¿Qué nos dice el médico de Imbert con su frialdad al encontrar las alas del

“La aspiración de las sociedades moder-nas sigue siendo la de producir individuos, donde cada uno tenga la posibilidad de ser en toda su expresión, sin embargo todavía estamos lejos de alcanzar este ideal...”.

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El Mollete Literarioniño? La recepción que hace-mos de la diferencia en el otro, es el segundo motor del texto. Imbert nos presenta a un mé-dico poco usual. Un médico quién al observar la di-

ferencia del niño no insiste en devolverlo a la normalidad, sino por el contrario, pregunta con ex-trañeza, por qué no ha utilizado esa di-ferencia para salvarse del dolor, por qué no se ha curado a sí mismo.

Si bien no existe una simbología ex-presa sobre el médico, al menos Chevalier quien es mi fuente de consulta no la pre-senta, sí se expone una simbología sobre lo que la medicina representa. La medicina según los registros de Chevalier, se presen-ta entre los indios de la pradera como la fuerza esencial que preside la adquisición de la sabiduría… para los atapasco (Ca-nadá) es el arte de obtener el espíritu pro-tector… para los griegos el conocimiento

y dominio de la fuente de la vida.De las concepciones anteriores, po-

dríamos inferir que la representación del médico está directamente relaciona-da con aquel que conoce y administra el conocimiento. Para las sociedades modernas, quien conoce y administra el conocimiento queda de antemano li-gado al concepto de autoridad, quien a través de su opinión legitima un hecho o situación.

El médico de Imbert, ya se men-cionó con anterioridad, asume una actitud en extremo calmada ante el hecho de la visualización del ángel, asume la diferencia como una situa-ción “normal”, pareciera decirnos

que de antemano todos somos o ten-demos hacia la diferencia y que en buena medida, esa diferencia es la medicina que necesitamos.

En la búsqueda de una posible con-clusión que responda a la pregunta ge-neradora de estas reflexiones, ¿qué es la diferencia? Podríamos aventurar una respuesta que al menos ilumine de ma-nera parcial el concepto.

Enrique Anderson Imbert propone un juego de significados.

La aspiración de las sociedades modernas sigue siendo la de producir individuos, donde cada uno tenga la posibilidad de ser en toda su expre-sión, sin embargo todavía estamos lejos de alcanzar este ideal, mientras tanto aquel que enfrente la tarea de ser dife-rente tendrá que asumirla con la con-ciencia de que será doloroso, se verá escarnecido en el espacio público, aun así, la fortaleza que del hecho de ser diferentes podamos extraer, es el medio para alcanzar esa transformación que anhelamos.

La diferencia es una aspiración, un deseo, un dolor y al mismo tiempo, la medicina necesaria para curarlo.

Ilustración: Brenda OlveraTécnica: Mixta

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El Mollete Literario Uno viene a dar a estas líneas para escuchar pedazos de mujer en la garganta,en apellidos. Pero una no se oye, una se ve nítidaaunque fugaz como palabra escrita y olvidada.

Así, una busca pronunciarsepara encontrar los pedazos de hombre que la habitany entonces la pregunta voraz como los sexos dilatados se yergue, se ahonda,anida,y una es unoen cada línea.

UNESQue la feminidad y la masculinidad se entretejan en voz alta

Por Canuto Roldá[email protected]

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El Mollete Literario

VENIDAS Y LLEGADAS

Para recolectar fantasmas del pasado y darles voz de manera colectiva, descansen en paz

Vengo a morir junto a ti los huecos de la noche, donde se requiebran y se esconden tus manos en mis piernas y te llevas todas las palabras.

Vengo a morir junto a ti la noche de palabras, donde se muestran y se pierdenmis labios en tu lengua y me quedas solo tú.

Vengo a morir junto a ti, como un desierto onduleante adentrándose en tus ojos.

Vengo a verte, a perder todo lo que mi nombre ha sido estos días de naufragionoctambulanteen tu boca.

Vengo hasta ti como una herida de lengua,como una visión inauditaque no sabe cómo llamarse.

Llegas a míhiriente y malsonante en cada poro.

Llegas a mílengua bífida, palabra disfrazada,puñal a mis espaldasdoblando la patita en cada frase.

Llegas a mícomo un discurrir gerundio entre tus nalgas,una quejumbre honda de imperativos,un maldecir constante desde el deseado ardor.

Llegas a mícomo un dictado abusivo,silencioso,plenilunio entre tus piernas,maremoto que por fin llega a la costaporque prendes fuego a mis recuerdosy eres humo que danza entre mis manos.

Porque eres la forma de entonar mi vozy la tesitura de mi nombrevengo hasta ticon un ritual de labios,con la vigilia de mis porosporque un día cualquieranos van a sepultar.

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Ana duerme apacible a mi lado

Estoy consciente de mis órganos internos

Los siento enfermando mansamente

A los 29 años puedo percibirme muriendo

Siempre he estado al tanto de mi muerte

Pero nunca la había experimentado tan pesada

Hundo la palma en el abdomen y puedo palpar mi caducidad

Me levanto por tercera vez de la cama a orinar en un frasco contiguo

Una vez más sólo un chisguete tímido, no tiene olor

El cuarto hundido en mi pestilencia; meados camuflados

Estoy enfermo de sentirme funcionando

Cada vena segregando sangre, cada órgano, cada proteína

Soy tan real que es asfixiante

Me doy vuelta y la abrazo, me oculto de mí en su cuerpo

Se siente tan viva, sus hormonas hierven, queman

No la puedo imaginar muriendo

Es un ecosistema, una estrella sin fin

Es inmune al cáncer y a mierda nihilista

El amor me mantiene ajeno a esta cadena perpetua

29 años

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Penaré eternamente en esta corrupta y sucia ciudad

Ciudad de México será mi sepultura colorida e hipócrita

Ya no tengo metas en la vida, la superación personal me resulta risible

Tratar de ganar un salario digno me crea una suerte de ignominia y apatía

Abandoné el Ulises y La Montaña Mágica en pro del Facebook

Mi arte se convierte en cliché hinchado, un viejo mugroso jugando al punk

En 30 años habré desaparecido por completo, no quedará rastro de mí

No habrá ofrenda de vasectomías ni gemidos de amantes extranjeras

No habrá una mascota fiel a mi tumba ni cortejos insulsos No habrá libros ni álbums, ni una propiedad intestada

No habrá ni una brizna de esta puta mente alienada

Sólo espero que me recuerdes en besos hediondos a cerveza barata.

Ilustración: Brenda Olvera

Técnica: Acuarela

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Segundo Errante transcurrió en Madrid 3, Col. Tabacalera, en una de las casonas que se mantiene en

pie después de las múltiples sacudidas en la Ciudad, luego del 85. A las 8:35 pm son pocos los que están en la pequeña sala de techos elevados tomándose su primer mezcal. La vecindad de las escaleras derruidas ya ha sorprendido a los asistentes con su típica arquitectura mexicana: en ruinas. Como se trata de un espacio reducido y la gente no se conoce aun, la sala parece un archipiélago de gente. Como una casa abunda para todos en buenos y malos recuerdos, con el errar de la noche las diferencias se abrazarían para reconstruir el colectivo desde el espacio familiar.

Acto 1David E C Valdés inaugura la noche con un angustiante recordatorio: estamos siendo observados con el

fin de prolongar la explotación laboral. El cantar de una pesadilla blanca, roja, negra y de siluetas simplifica-da decanta la pesadilla futurista en una realidad postapocalíptica donde la puerta negra y sus cien candados amenazan con detenernos en contra de los padres del sistema de afectos y erotismos reprimidos y alienados.

Acto 2El destilado se sirve una vez más mientras en la gran pared blanca del pequeño y negro escenario se

proyecta "Cuando una puta muere" Alessana Flores. Lia García se refresca entonces su vestido verde menta bajo la regadera, acompañada solo de uno de los anfitriones. Lia sale del baño y dando la espalda avanza con pasos hacia atrás, hacia donde las personas están paradas, quietas, observando a la mujer transexual que se aproxima con su vestido empapado y sus manos protegiendo, como a un recién nacido, un vaso de agua que no cae al estrecharse entre los cuerpos que Lia poco a poco ocasiona que la abracen, la acompañen en su danza y cuiden también la sed de amor que se contiene entre ella y sus parejas de baile.

Acto 3El Ahorcado y las Cervezas Únicas impregnan de alcohol las bocas de todos los presentes. La gente que

antes no se conocía ahora se abraza, abre su mirada a la mirada del otro, se congregan para profundizar la voz y el cariño, las misiones de cada quien. Martha Mega se para en la pequeña tarima negra y recoge con la sensualidad de su voz la escucha de sus alrededores. Saluda, echa un chascarrillo, prepara, y la poesía deja de ser un verso, se torna una voz que va adquiriendo cuerpo, generando un ánimo suave, espeso, embriagador. Su voz tiene la presencia y gravedad de mujeres en desbandada que seducen, luchan y ganan.

Jam-jam-jam!Conmoción, la atmósfera ha cambiado por completo. La casa anida el intercambio, la diversidad colec-

tiva. Celebramos que los rostros nuevos esta noche sean la decisión de reconstruir el hogar mediante hipno-tistas, seductores, poetas que de noche hermanan la voz. Hay un debut, un amigo nuevo sube al escenario, improvisa unas líneas, mientras David le saca ritmos a la tarima, sus palmas, sus labios rozándose con el micrófono. Pareciera que el público se vuelve íntimo y se inicia en el gremio del errar y generar nuevas rutas de intercambio afectivo.

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Lunes de libros con

Carmen de Burgos «Colombine»: Ellas y ellos o ellos y ellas

Bajo el título de Ellas y ellos o ellos y ellas se recogen ocho de entre los más de cien relatos

breves de la escritora Carmen de Bur-gos —«Colombine»— (1867-1932), una de las más activas en este género, que conoció en las décadas del 10 al 30 del siglo XX un verdadero boom edito-rial en revistas y publicaciones periódi-cas. La editora, Baby Rivero, ha hecho la selección con la pretensión de que sean representativos de los ideales de esta agitadora cultural que fue además periodista —siendo la primera mujer en España corresponsal de guerra—, ensayista, traductora y pedagoga.

Por Inmaculada Lergo Martín »Huso.Madrid, 2016. 410 páginas.

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Todos los cuentos presentados par-ten de un claro posicionamiento de «tesis», denunciando los errores e in-justicias de un modelo social cargado de convencionalismos y prejuicios, es-pecialmente respecto al papel asignado a la mujer o al matrimonio; y cuestio-nándose abiertamente también el con-trovertido tema de la homosexualidad. De Burgos, siempre activa, fue la pri-mera mujer redactora en El Diario Uni-versal (1903) donde, aprovechando el es-pacio que le proporcionaba su columna «Lecturas para la mujer», tomó la ini-ciativa —dando lugar a escándalo— de la creación del «Club de matrimonios mal avenidos», que abogaba por una necesaria ley de divorcio. Sin embar-go, el tono general en todos los relatos, y en su pensamiento, no es combativo sino conciliador, mostrando, a través de historias concretas, la infelicidad que conllevan los usos sociales de la España de su época, y defendiendo, además, la necesidad de la inclusión de la mujer en la vida activa y la importancia de que reciba una mejor educación.

Así, por ejemplo, en «El abogado», es la falta de mundo y la candidez de la protagonista lo que la conducen al destrozo de su vida, a manos, primero, del hombre que le promete reiterada-mente hacerla su esposa y, después, de un desalmado abogado que la enreda en un pleito interminable que la pro-tagonista acepta porque el hijo de am-

bos lleve finalmente un apellido. En el titulado «El artículo 438» se denuncia de forma muy concreta y explícita una legislación claramente injusta hacia la mujer, que le impide ser dueña de sus propios bienes y la mantiene atada a todas las arbitrariedades del marido. Carmen de Burgos, quien decía que le resultaba difícil el pensamiento único y llevar una vida con un camino trazado, no podía compartir un ideal femenino basado en la inmovilidad y el encierro, que no era sino la garantía de que no tuviera más mundo fuera de aquel: «Eres lo único que llena mi vida», dice con desesperación a su enamorado una de sus personajes.

Por otro lado, en «El perseguidor» se relata la historia de una viuda joven y rica que decide salir de su pueblo —cuya vida la asfixia— y más tarde de Madrid, para realizar una serie de viajes en solitario por Europa, huyen-do así de lo que —siente— sería una vida atrapada por un hogar convencio-nal. Pero le sucede que, en cada una de las ciudades por las que pasa, cree que un hombre la persigue y el pánico la invade haciéndole patente su soledad. Comprende entonces que «era el deli-rio de independencia» la que la había llevado «hasta el egoísmo» y «había creado e fantasma de su miedo», por lo que al final decide volver y aceptar a un pretendiente que la había esperado insistente y fiel, con el que consigue ser

«dichosa» al «crearse su hogar libre, sereno, sano, en el que no era la sacri-ficada».

El absurdo de unas convenciones burguesas que obligaban a mantener siempre la impostura como modelo de vida es el trasfondo de «Los huesos del abuelo», donde los descendientes del ilustre don Luciano de Campo Gran-de explotan su memoria como forma de vida y para mantener su estatus. También en el titulado «Villa María», el pundonor de tener el mejor hotel del lugar, de estar por encima de sus vecinos, propicia la ruina de una fami-lia trabajadora y honrada. Otro tema tratado es el de la homosexualidad, en el cuento que da título al libro y que se publicó por vez primera en 1917, provocando un gran revuelo. En su momento se entendió como un alegato contra la misma, aunque nuevamente se trata más bien de una exposición abierta a la reflexión sin una conclusión única: «No somos viciosos… somos do-loridos… fatalmente doloridos… ¡Y se ríen de nosotros!».

Carmen de Burgos tiene una prosa cargada de descripciones vibrantes, de imágenes novedosas, de ironía conti-nua, que aunque resulta más fresca y apetecible cuando se desprende de la necesidad de hacer denuncia explícita —quizá porque hoy algunas (solo al-gunas) ya no son necesarias, merece la pena leer.

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Jesús Maeso de la Torre: La dama de la ciudad prohibida

Cuando fallece un monarca se pone en marcha todo el proce-so de sucesión, a lo que en siglos

pasados se sumaba el dolor del pueblo y algún que otro rito que llegaba a ser ma-cabro. Así ocurrió en la China de 1723 al acaecer la muerte del emperador Kangxi.

Por Jorge Pato García

Dos de las concubinas del tercer soberano de la del dinastía Quing de-ciden compartir la muerte con él, de este modo fueron enterradas vivas en el momento en el que se dio sepultura al fallecido monarca.

Una de estas concubinas, de nom-bre Xiaomei, tiene una hermana tam-bién concubina del emperador, Lin-Shui, y que junto a ella compartía la vida dentro de los muros de la Ciudad Prohibida. Ella no entiende la deci-sión que ha tomado su hermana, una decisión que se supone basada en el amor, en la reflexión, y adoptada con total libertad. Hasta tal punto llegan la incomprensión y las sospechas, que su hermana cree que hay algo más detrás de tan terrible determinación, que

marcará su vida para siempre convir-tiéndose en el hilo conductor de esta novela histórica.

Para tratar de confirmar esas sospe-chas y de este modo resarcir el dolor y el daño que le ha causado la deci-sión de su hermana, LinShui deberá avanzar hasta más allá de los muros de la Ciudad Prohibida, saliendo del re-dil que pastorea el eunuco al servicio del emperador. Por lo tanto cambiará la comodidad de tenerlo todo por un auténtico infierno para intentar en-contrar esa respuesta. A todo esto hay que añadir la condición del linaje real al que pertenece LinShui, emparenta-da con la dinastía Tang, y, que tras la detención de toda su familia acusada del delito de traición, hizo que ella y su

hermana fuesen ofrecidas como concu-binas al emperador Kangxi.

Por último, hay otra trama de peso en esta narración, la que deriva de la lle-gada del nuevo y ambicioso emperador Yongzheng, tras cuyo ascenso al trono comienza una terrible purga dentro de los infranqueables muros de la Ciudad Prohibida. Diferentes tramas, mezcla de personajes reales con otros inventados y una descripción exhaustiva de la forma de vida dentro de los muros del palacio indican la enorme labor de documenta-ción que ha realizado el autor antes de iniciar la redacción de esta interesante novela histórica.

»Ediciones B.Barcelona. 2016

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