Los Saberes Expertos y El Poder de Hacer y Deshacer Sociedad

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1 Los saberes expertos y el poder de hacer y deshacer „sociedad‟ Pablo de Marinis Instituto de Investigaciones ―Gino Germani‖, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires CONICET (Este trabajo fue publicado en 2009 en una compilación de Gabriel Gatti, Iñaki Martínez de Albéniz y Benjamín Tejerina, que llevó el título Tecnología, cultura experta e identidad en la sociedad del conocimiento, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco; el trabajo está entre las páginas 53 y 96). 1 I NTRODUCCIÓN 1 La relación de los saberes expertos con la actividad de gobierno ha experimentado a través del tiempo numerosas y significativas variaciones. Que el saber y el poder mantienen entre sí una peculiar relación 2 no constituye un asunto nuevo: ya las más antiguas reflexiones filosóficas abordaron consecuentemente este problema, y lo propio hicieron los precursores del pensamiento político y social moderno. De tal forma, este texto no puede elevar la pretensión de reconstruir ni siquiera someramente la genealogía de estas relaciones entre saber y poder (dicho de otro modo: entre conocimiento y política), sino que aspira, apenas, a describir algunas de sus más recientes y profundas transformaciones, localizándolas en unos determinados ámbitos de acción (algunas políticas educativas y de seguridad urbana), en una época (aproximadamente las últimas dos décadas), y en un lugar (Argentina). 3 La tonalidad del texto comenzará siendo abstracta y general. Así, realizando un recorrido inevitablemente superficial a través del devenir histórico de las racionalidades políticas, se presentarán algunas de las diferentes figuras y personificaciones del saber experto que han surgido en muy diversos momentos, durante, aproximadamente, el último siglo y medio. El ejercicio apunta, en definitiva, a comparar viejas personificaciones con otras encarnaciones más actuales del saber 1 Fue de inestimable ayuda el comentario crítico que Claudio Suasnábar y Leandro Stagno (ambos de la Universidad de La Plata y de FLACSO Argentina) realizaron a versiones anteriores de este texto. Gabriel Gatti fue un paciente y meticuloso editor. A todos mi agradecimiento. 2 Una relación de (por decirlo ligeramente) estratégica y mutua implicación 3 No obstante, al tratarse de tendencias globales, muchas de las cuestiones que aquí se planteen pueden tener alguna vigencia en contextos diferentes al referido.

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saberes expertos y el Estado

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    Los saberes expertos y el poder de hacer y deshacer sociedad

    Pablo de Marinis

    Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales,

    Universidad de Buenos Aires CONICET

    (Este trabajo fue publicado en 2009 en una compilacin de Gabriel Gatti, Iaki Martnez

    de Albniz y Benjamn Tejerina, que llev el ttulo Tecnologa, cultura experta e

    identidad en la sociedad del conocimiento, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad

    del Pas Vasco; el trabajo est entre las pginas 53 y 96).

    1 INTRODUCCIN1

    La relacin de los saberes expertos con la actividad de gobierno ha

    experimentado a travs del tiempo numerosas y significativas variaciones. Que el saber

    y el poder mantienen entre s una peculiar relacin2 no constituye un asunto nuevo: ya

    las ms antiguas reflexiones filosficas abordaron consecuentemente este problema, y lo

    propio hicieron los precursores del pensamiento poltico y social moderno. De tal

    forma, este texto no puede elevar la pretensin de reconstruir ni siquiera someramente la

    genealoga de estas relaciones entre saber y poder (dicho de otro modo: entre

    conocimiento y poltica), sino que aspira, apenas, a describir algunas de sus ms

    recientes y profundas transformaciones, localizndolas en unos determinados mbitos

    de accin (algunas polticas educativas y de seguridad urbana), en una poca

    (aproximadamente las ltimas dos dcadas), y en un lugar (Argentina).3

    La tonalidad del texto comenzar siendo abstracta y general. As, realizando

    un recorrido inevitablemente superficial a travs del devenir histrico de las

    racionalidades polticas, se presentarn algunas de las diferentes figuras y

    personificaciones del saber experto que han surgido en muy diversos momentos,

    durante, aproximadamente, el ltimo siglo y medio. El ejercicio apunta, en definitiva, a

    comparar viejas personificaciones con otras encarnaciones ms actuales del saber

    1 Fue de inestimable ayuda el comentario crtico que Claudio Suasnbar y Leandro Stagno ( ambos de

    la Universidad de La Plata y de FLACSO Argentina) realizaron a versiones anteriores de este

    texto. Gabriel Gatti fue un paciente y meticuloso editor. A todos mi agradecimiento.

    2 Una relacin de (por decirlo ligeramente) estratgica y mutua implicacin

    3 No obstante, al tratarse de tendencias globales, muchas de las cuestiones que aqu se planteen

    pueden tener alguna vigencia en contextos diferentes al referido.

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    experto y que, hoy por hoy, interactuando conflictivamente con otras, se han tornado

    dominantes y estratgicas para el ejercicio del poder.

    Las figuras que se sometern a comparacin sern cuatro, y funcionarn aqu

    de forma bastante similar a los famosos recursos metodolgicos que Max Weber

    denomin tipos ideales, esto es, como construcciones conceptuales abstractas que

    resultan de muy dificultoso (o imposible) hallazgo en estado puro en la realidad,

    aunque bien pueden servir para ordenarla y comprenderla.4

    Una de estas figuras, ya extinguida, es la del intelectual fundacional,

    clsico personaje paradigmtico de la era en la que fue dominante la racionalidad

    poltica liberal, durante buena parte del siglo XIX y en las primeras dcadas del siglo

    XX. Las otras tres figuras han emergido sucesivamente en distintos momentos

    histricos, y todas conservan diferentes niveles de vigencia en la actualidad. En primer

    lugar, va a hablarse aqu del cientfico puro, un individuo que practica actividades

    reconocidas como cientficas y que tiene su sede en universidades y otros centros de

    investigacin. Segundo, el ingeniero social o cuadro tcnico, una figura que fue

    caracterstica de la era del Estado de Bienestar de impronta keynesiana y que sigue

    teniendo actualmente alguna aunque ciertamente devaluada vigencia. Y, por

    ltimo, se analizar el significado de la figura de ms reciente aparicin, el llamado

    analista simblico, conocido a menudo tambin como tecnopoltico. Es

    especialmente este ltimo el que ha comenzado en los ltimos tiempos a desempear un

    rol estratgico en la planificacin, organizacin y gestin de los asuntos de gobierno,

    entrando en conflictivas vinculaciones y a la vez parcialmente desplazando en su

    importancia a los otros exponentes del saber experto.

    La comparacin entre estos cuatro tipos se har a travs de un conjunto de

    dimensiones fuertemente interconectadas. Entre ellas, se destacan las racionalidades

    polticas que invocan y por las que son promovidos, los marcos de referencia o

    inserciones institucionales que cada uno de ellos tiene, las autopercepciones que poseen

    acerca de su papel en la sociedad, la relacin que mantienen con la arena en la que se

    toman las decisiones polticas, las concepciones del conocimiento que manejan, los

    valores segn los cuales se orientan, las formaciones y titulaciones de las que disponen,

    los tipos de textos que escriben y los medios a travs de los cuales los hacen circular, las

    fuentes de su prestigio y reconocimiento, las concepciones del trabajo en las que se

    sostienen, etc. En el marco de este ejercicio comparativo el mayor nfasis estar puesto

    en obtener una descripcin de los perfiles que asume en la actualidad el rol de los

    analistas simblicos, caracterizando las tareas de traduccin de poder y autoridad que

    ellos desempean en distintos mbitos institucionales, esto es, el diseo,

    4 Vanse, por ejemplo, los diversos textos de carcter metodolgico y epistemolgico que se

    incluyen en Weber (1990) [1922].

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    implementacin y monitoreo de variadas tecnologas de gobierno. Todos estos temas

    sern abordados en la ms extensa primera parte del trabajo.

    La tarea de los analistas simblicos podra ser pensada, tambin, como un

    importante factor que contribuye al proceso (actualmente en vertiginoso curso) de

    devaluacin-desconversin-desmontaje de la realidad (y del concepto poltico y

    cientfico-social) de lo social. As, la segunda parte del trabajo se limitar a indicar,

    algo ms brevemente, algunos caminos a travs de los cuales estos procesos puedan ser

    analizados, ilustrando los desarrollos tericos (que se realizan en la primera seccin de

    esta segunda parte) con algunos ejemplos tomados de polticas desplegadas en

    Argentina en los ltimos aos, en especial, en el campo de las polticas de seguridad y

    en el de las polticas educativas (en la segunda seccin). Las comparaciones ya

    planteadas en la primera parte del texto se vern as profundizadas: en efecto, lo

    social haba sido una figura sociolgica y societal que las otras personificaciones del

    saber experto (intelectuales fundacionales, cientficos puros e ingenieros sociales)

    haban, respectivamente, fundado, racionalizado y administrado. Los analistas

    simblicos, por su parte, realizan una tarea sensiblemente diferente, y participan en la

    tarea de inventar y gestionar una serie de dispositivos institucionales ms o menos

    novedosos, o bien de redefinir y reformular viejos dispositivos.

    Al final del texto, se presentarn algunas conclusiones necesariamente breves

    y fragmentarias, que servirn tanto para cerrar provisoriamente el recorrido realizado

    como para sugerir algunas probables lneas de investigacin hacia el futuro.

    En lo que sigue, y para concluir esta parte introductoria, se realizarn dos

    breves aclaraciones conceptuales preliminares. En primer lugar, se advierte que los

    distintos conceptos aqu implicados (poder, saber, gobierno, racionalidad

    poltica, tecnologa de gobierno, etc.) no podrn desarrollarse con gran detalle aqu.

    Ms all de su evidente polisemia, por tratarse de trminos que atraviesan casi

    enteramente la historia del pensamiento poltico y social, en este texto estarn

    directamente vinculados a la obra de Michel Foucault (por ejemplo 1989; 1990; 1991),

    as como a la reelaboracin y apropiacin crtica que de ella hicieron,

    preponderantemente en el mundo acadmico de habla inglesa, los llamados

    governmentality studies (por ejemplo Dean 1999; Rose 1996; 1999).5

    En segundo lugar, se advierte que cada vez que aqu se hable de saberes

    expertos, debern tenerse en cuenta especialmente los saberes acerca de los asuntos

    sociales y polticos, an cuando ellos, por cierto, no agoten lo que pueda ser entendido

    como saber experto. En efecto, interesan aqu especialmente los saberes expertos que

    5 Otros ejemplos de esta perspectiva analtica pueden encontrarse en los diversos ensayos

    compilados en Barry/Osborne/Rose (1996). En de Marinis (1999) se presenta una sucinta

    introduccin crtica a todos estos conceptos y a sus modos de abordaje por parte de la recepcin

    anglosajona.

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    pueden ingresar, de diversas maneras, en los procesos a travs de los cuales se definen,

    se implementan y se racionalizan las polticas. As, por ejemplo, cuando aqu se haga

    referencia a un intelectual fundacional deber pensarse sobre todo en un intelectual

    humanista, escritor, publicista, jurista, historiador, filntropo, protocientfico de la

    sociedad, o bien cientfico de la naturaleza o mdico imbuido de inquietudes acerca

    de cuestiones sociales (por ejemplo, epidemilogo, criminlogo, etc.). Por otro lado,

    el cientfico puro ser, en este texto, mucho ms un socilogo o antroplogo de sede

    bsicamente universitaria que un fsico, un bilogo o un matemtico. Por dems, cuando

    se hable de cuadros tcnicos o ingenieros sociales debern los lectores representarse

    mucho ms un individuo (a menudo, tambin poseedor de una formacin y una

    titulacin universitaria) inserto como funcionario de carrera estable en las reas

    sociales de gobierno (planificacin urbana, salud, educacin, etc.) que, por ejemplo,

    un ingeniero de puentes y caminos. Finalmente, para la categora de los analistas

    simblicos, debern los lectores imaginarse mucho ms un pedagogo consultor en

    cuestiones educativas, un experto en polticas sociales, o un representante de las

    disciplinas de la gestin, el management y la organizacin, que un ingeniero de

    sonido o un director de cine.

    2 PRIMERA PARTE: UN ENSAYO DE COMPARACIN ENTRE DISTINTOS SERVIDORES DEL PRNCIPE

    En primer trmino, se intenta en este texto realizar una comparacin entre

    diferentes personificaciones del conocimiento experto. De las cuatro categoras ya

    mencionadas, dos son las que podran prestarse a una ms sencilla identificacin. Se

    trata del ingeniero social y del cientfico puro, figuras cuya sola mencin permite

    evocar alguna imagen ms o menos definida: funcionarios de Estado poseedores de un

    saber tcnico especializado, ubicados en lugares de cierta jerarqua en el escalafn, los

    primeros; agentes con formacin acadmica insertos en el sistema cientfico y

    universitario, los segundos. Las otras dos categoras (el intelectual fundacional y el

    analista simblico) requieren de algunos comentarios adicionales, antes de avanzar

    con mayor detalle en las comparaciones prometidas entre las cuatro personificaciones,

    donde se harn ms explcitos sus respectivos perfiles.

    La figura del intelectual fundacional est sin duda emparentada con las

    nociones convencionales del intelectual, surgidas entre los siglos XIX y XX: aquellos

    individuos que reclaman como fundamento de legitimidad para sus intervenciones

    pblicas una forma de pensamiento crtico, independiente de los poderes, y sustentada

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    en el uso de la razn (Neiburg y Plotkin 2004, 15).6 En otras palabras, y agregando

    otros matices a la definicin anterior, se trataba de personas que consideraban como su

    responsabilidad moral y su derecho colectivo intervenir directamente en el sistema

    poltico mediante su influencia sobre las mentes de la nacin y la configuracin de las

    acciones de sus dirigentes polticos (Bauman 1997, 9). Se habla aqu, en suma, de unas

    personificaciones portadoras de un tipo de conocimiento generalista que, quizs, no

    merezcan propiamente el nombre de saber experto. En efecto, en el debate cientfico-

    social actual suele entenderse por saber experto la especializacin o concentracin en un

    tema, campo problemtico, rea o incluso subrea disciplinaria. Por el contrario, estos

    intelectuales pudieron condensar prcticamente el conjunto de los saberes (ms o

    menos) eruditos disponibles en su poca.

    Si bien la irrupcin de estas figuras se produjo hace mucho tiempo, se hablar

    aqu en particular de las que surgieron desde el siglo XIX y tuvieron plena vigencia

    durante las primeras dcadas del siglo XX. Se trata de esos ejemplares que

    retrospectivamente despiertan nuestra curiosidad y a veces incluso tambin nuestra

    admiracin, porque (todava) podan desplazarse con gran soltura (a veces tambin,

    irreverencia) por el arte y la literatura, la economa poltica, la historia universal, la

    geopoltica, la cuestin social, la jurisprudencia, la demografa, la estadstica social y

    los ms recientes logros de las ciencias de la naturaleza, y combinaban su actividad

    propiamente intelectual centrada en la publicacin de libros y artculos y en el dictado

    de clases y conferencias, con diversas formas de la actividad poltica, la que ejercan a

    veces de manera directa (ocupando cargos de relevancia en el Estado y otras

    instituciones) y otras ms indirecta (realizando tareas propias de un Consejero del

    Prncipe ms o menos externo a las arenas decisionales).

    Por su parte, el ms reciente concepto del analista simblico fue acuado

    por el estadounidense Robert Reich, en uno de esos tpicos textos de inters general,

    preocupados por la situacin imperante en el mundo global actual, que a veces logran

    devenir best-sellers y que en las libreras suelen localizarse en los estantes de

    novedades antes que en los correspondientes a alguna disciplina o tema en particular.

    Publicado en 1991, traducido a una veintena de idiomas, este trabajo llev el ttulo de El

    Trabajo de las Naciones (1993), en clara resonancia con el famoso La Riqueza de las

    Naciones de Adam Smith. Su autor es una figura polifactica, situado propiamente en

    un espacio liminal entre la actividad acadmica y la consultora poltica, l mismo un

    excelente exponente del analista simblico, vinculado al ala liberal del Partido

    Demcrata y ministro de Trabajo durante el primer gobierno de Bill Clinton.

    Crtico de las taxonomas convencionales utilizadas por las oficinas de censos

    que, segn su opinin, no estaran a la altura de las transformaciones ms recientes de la

    6 Luego se explorar con mayor detalle el significado de esta supuesta independencia respecto de

    los poderes fcticos.

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    economa mundial, en general, y del mercado de trabajo, en particular, Reich propone

    una nueva clasificacin de las categoras laborales u ocupacionales. As, identifica tres

    categoras principales: los servicios rutinarios de produccin, los servicios en

    persona y los servicios simblico-analticos.7 En su conjunto, entre las tres

    categoras cubren ms de tres de cada cuatro puestos laborales en Estados Unidos. Por

    fuera de ellas slo quedaran los trabajadores rurales, los mineros y los empleados

    pblicos, todos ellos, segn Reich, localizados al amparo de la competencia (1993,

    183).

    Con su figura del analista simblico Reich hace referencia a un tipo de

    actividad profesional que comienza a volverse preponderante desde, por lo menos, la

    dcada del 70. El mayor impulso para su surgimiento lo habran suministrado los

    cambios que trajeron aparejadas la revolucin tecnolgica y la globalizacin de los

    mercados financieros. Entre estas actividades de servicios analtico-simblicos

    destaca el autor un conjunto de tareas relacionadas con la identificacin, solucin y

    arbitraje de problemas mediante la manipulacin de smbolos de diverso tipo (datos,

    palabras, representaciones orales y visuales). Esta categora de analistas simblicos es

    extremadamente heterognea, y abarca desde ingenieros de sistemas, biotecnlogos,

    ejecutivos de relaciones pblicas y publicidad, especialistas en desarrollo urbano,

    brokers inmobiliarios, consultores de management, de finanzas, de impuestos y de

    seguros, especialistas en organizacin y recursos humanos, planificadores estratgicos,

    asesores de imagen, headhunters, expertos en cuestiones de seguridad, consultores de

    medios de comunicacin, etc.

    No se evaluar aqu la eficacia descriptiva de esta categora de los analistas

    simblicos. La extrema heterogeneidad de actividades que caen dentro de ella conspira

    sin duda contra su univocidad y precisin, lo cual, sin duda, tambin podra ser dicho

    respecto de las dems categoras que se utilizarn en este trabajo. Sin embargo, para los

    fines que se persiguen aqu resultar ciertamente de utilidad su consideracin, puesto

    que permitir realzar algunas de las caractersticas ms importantes que asume el saber

    experto en la actualidad, en su articulacin con prcticas de poder y gobierno. Como ya

    se dijo, el alcance y significado de cada una de estas cuatro categoras (intelectual

    fundacional, ingeniero social, cientfico puro y analista simblico) deber

    quedar ms claro a medida que avance el desarrollo argumentativo de este texto, en

    particular, cuando los prometidos ejercicios comparativos (que se inician en lo que

    sigue) ya se hayan realizado.8

    7 En lo que sigue de este trabajo se desarrollar con mayor detalle la tercera de sus categoras, la del

    analista simblico. Para conocer en qu consisten las otras dos, vanse directamente los

    desarrollos de Reich (1993, 177ss).

    8 Para la caracterizacin de los perfiles del analista simblico se ha encontrado inspiracin en

    numerosos trabajos, entre los que se destacan los de Aronson (2001a y b), Brunner (1993a; 1993b),

    Tenti Fanfani (1994), Camou (1997), Centeno/Silva (1998).

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    2.1 Racionalidades polticas

    El primer aspecto que se someter a comparacin es de gran amplitud, puesto

    que remite al tipo de racionalidad poltica que cada uno de estos expertos promueve, y

    por la que en su momento fueron (o actualmente son) promovidos. As, el intelectual

    fundacional fue, por lo general,9 un portavoz de la racionalidad poltica del liberalismo,

    embarcado en la tarea de fundar nuevas instituciones, o bien de reformar viejas

    instituciones para ponerlas en sintona con los avances de los procesos de

    modernizacin poltica, econmica y cultural de los Estados y las sociedades. Este tipo

    de intelectual conceba su tarea como un ciclpeo emprendimiento en favor del

    progreso y contra el atraso, ocupando el lugar de este atraso un heterogneo

    ensamble de fuerzas sociales: las viejas clases dominantes no burguesas, los poderes

    estamentales, las organizaciones religiosas, los particularismos locales y regionales, o,

    ms ampliamente, en trminos culturales, el oscurantismo y la ignorancia.

    Por su parte, el ingeniero social es un impulsor y a la vez el hijo dilecto de las

    racionalidades polticas del keynesianismo, tambin llamadas de Estado de Bienestar

    (o, a veces, tambin denominado Estado Providencia). Se trata de un funcionario de

    un Estado que no slo se hallaba ya plenamente consolidado como unidad poltica (ese

    proceso ya se haba consumado durante la poca de la vigencia de la racionalidad

    poltica liberal), sino que tambin haba pasado a asumir un activo papel de promocin

    de la ciudadana social, un constructo que sus predecesores liberales (preocupados por

    los peligros intrnsecos al gobernar demasiado) an no haban previsto ni pretendido.

    El analista simblico, por su parte, acta, y ms an, su existencia quizs slo

    sea pensable bajo las condiciones de una racionalidad poltica neoliberal. Justamente

    esta racionalidad poltica es la que viene imprimindole su tonalidad a los procesos de

    desconversin de lo social. En esta tarea, tal como se profundizar en la segunda parte

    de este trabajo, el analista simblico desempea un rol preponderante.

    Finalmente, el cientfico puro, a su vez, ha tenido y tiene sus campos de

    actuacin bajo el imperio o vigencia de las racionalidades polticas ms diversas, debido

    a lo cual el campo de incumbencias y el sentido de su actividad han debido

    experimentar cambios significativos en el contenido y alcances de su trabajo a travs del

    tiempo.10

    9 Vale la pena insistir, una vez ms, que se trata aqu meramente de tipos ideales, y como tales

    simplemente nos indican qu dimensiones observar en la realidad, pero no son ni pretenden ser la

    realidad. Por eso, a la hora de pensar en nombres y apellidos reales como ejemplos de analista

    simblico, intelectual fundacional, ingeniero social o cientfico, muchos podrn caer

    simultneamente dentro de varias de las categoras propuestas.

    10 A primera vista, puede resultar ciertamente superficial este pequeo acpite acerca de los tipos de

    saberes expertos y su vinculacin con las racionalidades polticas. Por el momento, slo puede

    decirse esto. Su significado ms amplio se comprender mejor ms abajo.

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    2.2 Inserciones institucionales, sistemas de lealtades y autopercepciones

    Los marcos de referencia de las respectivas actuaciones de estas diferentes

    personificaciones del saber experto suministran otro importante punto de comparacin,

    sobre todo por lo que ellos pueden ilustrar acerca de las diversas lealtades y

    obligaciones que sobre tal base se construyen.

    En primer lugar, puede decirse que los intelectuales fundacionales fueron

    intelectuales del (y para el) Estado-Nacin, poniendo su tarea fundamentalmente al

    servicio de la construccin y la consolidacin de la unidad poltica bsica de la

    modernidad. Asimismo, pretendieron erigirse (y, a veces, tuvieron xito en ello) en

    portavoces del conjunto de la sociedad o, al menos, de su principales fuerzas vivas.

    De tal forma, cumplieron un papel descollante en la elaboracin de mitos de origen,

    historias nacionales y relatos identitarios fundamentales. Algunos de ellos fueron

    intelectuales independientes, es decir, una suerte de freischwebende Intelligenz

    mannheimiana, aunque otros tambin desempearon directamente roles institucionales

    de peso, de gran compromiso en el organigrama formal de la conduccin poltica de los

    Estados.

    Por su parte, los cuadros tcnicos o ingenieros sociales combinan su

    condicin de (ms o menos leales) funcionarios estatales con la de promotores y

    sostenedores fundamentales de lo social, pesado edificio que slo se sostiene (o,

    mejor dicho, pudo sostenerse) gracias a su tarea. La constitucin de lo social, o, dicho

    de otro modo, de la matriz de lo social-estatal, requiri la ereccin de un pesado

    andamiaje de organizacin burocrtica y regulacin biopoltica de las poblaciones.11

    En

    el diseo y primera puesta en marcha de estos dispositivos ya haban participado los

    intelectuales fundacionales desempeando un rol fundamental, pero la continuidad,

    expansin y consolidacin de los mismos le correspondi preponderantemente, aos o

    dcadas despus, a los ingenieros sociales.

    En contraste con estos funcionarios de base estatal, los cientficos con sede en

    universidades y centros de investigacin estn caracterizados actualmente por una

    modalidad de insercin algo ms diferenciada.12

    A un nivel inferior, tiene gran peso

    para ellos la pertenencia institucional, de ineludible mencin a la hora de firmar papers

    y de participar en eventos cientficos, donde es de rigor agregar a la informacin sobre

    el ttulo acadmico la referencia acerca de la insercin institucional (ctedra,

    11

    Acerca de lo pesado y lo liviano, lo slido y lo lquido, el hardware y el software como

    indicadores eficaces de la tonalidad dominante de los rdenes sociales hay numerosas sugerencias en

    Bauman (2002). Por otra parte, la biopoltica se ha convertido en un tema relevante del debate de los

    ltimos aos en las ciencias sociales y humanas. Entre todas las versiones disponibles - por cierto,

    bastante diferentes - aqu se prioriza la de Foucault (por ejemplo 1987; 1996; 2000).

    12 Se advierte que en este prrafo se est hablando de la actividad cientfica en la actualidad. Acerca

    de los cambios que esta actividad experiment en el ltimo siglo no podr decirse mucho aqu.

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    departamento, facultad, universidad, etc.); a niveles superiores, los cientficos estn por

    lo general incluidos en sistemas nacionales y/o en redes internacionales o globales de

    produccin y difusin del conocimiento, cada una con sus especficos requisitos de

    ingreso, condiciones de permanencia y mecanismos de evaluacin. En estos diferentes

    niveles se pone en juego un complejo sistema de lealtades, en el que entran desde las

    ms pedestres componendas microfsicas locales hasta las ms serias disputas por las

    pertenencias o los lmites disciplinarios, o, ms vaga y ampliamente, el compromiso

    con la verdad cientfica.

    Finalmente, para el caso de los analistas simblicos, el marco de actuacin o

    el campo de insercin institucional resulta complejo y diversificado, mucho ms an

    que para los cientficos e ingenieros sociales. Por un lado, pueden estar insertos en

    organismos y dependencias estatales como funcionarios contratados de forma temporal,

    es decir, una figura de insercin ocupacional muy diferente a la de los funcionarios de

    carrera o escalafn o plantilla permanente. En ese tipo de inserciones, deben interactuar

    codo a codo con los ingenieros sociales, casi siempre de manera conflictiva. Los

    analistas simblicos tambin suelen participar de espacios acadmicos o

    semiacadmicos de produccin y difusin del conocimiento, oscilando as entre las

    universidades y los think tanks.13

    En estos mbitos entran en contacto, tambin con no

    pocas fricciones, con los cientficos convencionales. Pero mucho ms directamente que

    los individuos de las otras categoras, que de algn modo tienen su sede exclusiva o

    bien en el Estado o en la universidad, los analistas simblicos participan de un mercado

    globalizado del conocimiento, y es justamente por eso que sus mbitos de insercin se

    han multiplicado en los ltimos aos. As, suelen estar tambin insertos, por ejemplo, en

    organismos internacionales de todo tipo (financieros, humanitarios, vinculados al

    sistema de las Naciones Unidas, etc.), ONG, empresas privadas, conglomerados de

    medios de comunicacin, etc. Por dems, los analistas simblicos ya no estn

    comprometidos con tareas propias de la invencin de los dispositivos institucionales

    correspondientes a la era de lo social-estatal (como sus predecesores remotos, los

    intelectuales fundacionales), ni con la promocin y sostenimiento de los mismos

    (como los ingenieros sociales), sino con su reconfiguracin-desmontaje-disolucin, o,

    dicho ms crudamente, con la gestin de su agona.14

    Resulta obvio que sobre la base de tal diversidad de anclajes institucionales

    de los analistas simblicos se erija un muy complejo sistema de lealtades. Por ejemplo,

    el consultor surgido de un think tank e inserto luego en alguna funcin en el

    organigrama formal del Estado suele establecer tensas relaciones con otras

    13

    Sobre la relacin entre think tanks y el mundo de las decisiones polticas vase Smith (1994).

    Sobre el mundo de los think tanks en Argentina vase Thompson (1994).

    14 El trmino agona de las instituciones se ha tomado de Deleuze (1995b). Lewkowicz (2004)

    apunta a lo mismo, pero su palabra clave es desfondamiento del Estado. Se trata, en amb os casos,

    de afirmaciones de peso, que deberan ser procesadas en anlisis empricos ms detallados.

  • 10

    personificaciones del saber experto. Esto se relaciona con los intereses no siempre

    coincidentes de la institucin de origen y los propios del campo de su (provisoria)

    insercin. De hecho, cada vez que esta tensin se resuelve en una u otra direccin es de

    hecho percibida como traicin por la otra parte. El mundo de la poltica institucional

    estatal y el mundo de las consultoras conforman a menudo mbitos animados por

    lgicas de actuacin, principios y valores bien diferentes. Y all cabalgan los analistas

    simblicos, en ltima instancia, quizs, ms que nada leales a s mismos (ni al aparato

    burocrtico, ni a cierto partido poltico, ni a la sociedad, ni a ciertos grupos sociales).15

    De la mano de esta diversidad de inserciones institucionales y lealtades,

    consecuentemente varan las autopercepciones de cada uno de ellos. El primero de

    nuestros personajes, el intelectual fundacional, se perciba a s mismo sobre todo como

    ciudadano, miembro activo y fundador de una Nacin o de una Repblica, o de sus

    instituciones fundamentales. A esa condicin de ciudadano de una nacin, el ingeniero

    social le agrega, por un lado, la de promotor activo de lazos solidarios de sociedad

    (cuando la racionalidad keynesiana dominaba la gubernamentalidad estatal) y, por el

    otro, su conciencia de elemento insustituible y leal de una organizacin, de engranaje de

    una maquinaria. A su vez, es habitual que los cientficos enfaticen su condicin de

    pertenencia a una determinada comunidad cientfica, la que funciona a muy diferentes

    niveles, implicando en cada caso formas asociativas diferentes, de base tanto

    subdisciplinaria o disciplinaria como nacional o internacional, etc.

    Por su parte, los analistas simblicos suelen percibirse a s mismos como

    nodos de una red en la que se articulan poderes fcticos, informacin y capital social.

    La contraparte tica de su actuacin no es, pues, la Nacin o la sociedad, ni

    tampoco tienen el mayor peso las lneas directrices del organigrama funcional del

    Estado, ni resultan de la mayor relevancia los mecanismos de aprobacin-reprobacin

    de unos colegas-pares miembros de la misma comunidad. En este caso, entonces, como

    se ver luego con mayor detalle, el otro con el que el analista simblico entra en

    contacto es sobre todo un genrico y diversificado mercado de potenciales

    consumidores de sus servicios profesionales.

    2.3 Relacin con la arena de las decisiones polticas

    Otra importante dimensin que se puede someter a comparacin entre estas

    cuatro personificaciones del saber experto es la que tiene que ver con su

    posicionamiento respecto de la arena de las decisiones polticas y, vinculado a ello, su

    15

    La posicin que aqu se defiende difiere de ciertas imgenes convencionales de los analistas

    simblicos, que suelen ser percibidos siempre y necesariamen te como agentes o representantes

    de algo o de alguien, cuando habra suficiente evidencia de que sus lealtades son cambiantes y

    pueden perfectamente ponerse al servicio de proyectos polticos sensiblemente diferentes en el lapso

    de muy pocos aos.

  • 11

    actuacin en el marco de un esquema de accin medios-fines, o bien problemas-

    soluciones.

    Tal como ya se dijo, el intelectual fundacional fue a menudo un intelectual

    independiente, politizado y crtico, preocupado por los destinos de la Nacin, un

    enrgico identificador de problemas y a menudo, tambin, un suministrador de las

    soluciones que slo l (al menos, eso es lo que l crea y a menudo haca creer a los

    dems), desde su reconocido lugar de privilegio, poda vislumbrar. Obviamente, de las

    ms intensas ilusiones a las ms profundas frustraciones haba un pequeo paso, el cual

    se daba cuando sus sabios consejos no eran escuchados por el Prncipe.16

    Legislando

    sobre acciones y opiniones ajenas,17

    esclareciendo a los gobernantes para que definan

    programticamente las metas polticas,18

    esforzndose por persuadirlos para que asuman

    y entiendan qu es lo que verdaderamente debe ser concebido y entendido como

    problemtico, los intelectuales fundacionales se localizaron en un lugar relativamente

    (aunque slo relativamente) distanciado de la arena de las decisiones polticas. Sin

    embargo, a menudo, el nivel de compromiso poltico alcanzado por estos intelectuales

    tambin implic el abandono de esa posicin distanciada de los poderes fcticos, y la

    asuncin de otro tipo de responsabilidades en la ejecucin directa de polticas y en la

    fundacin o conduccin de instituciones.

    Por su parte, el tcnico de la burocracia estatal, como engranaje de un

    aparato, se encuentra indudablemente involucrado hasta la mdula en la arena donde se

    toman las decisiones polticas. Pero tiene muy claro que ellas no son estrictamente de su

    incumbencia, y en tal sentido acepta sin resignacin y sin sensacin alguna de

    impotencia (como era el caso en los intelectuales) el trazado de una tajante divisin de

    responsabilidades entre los que deciden y los que ejecutan. En tal sentido, su tarea

    est claramente delimitada, y sobre la base de su saber tcnico, se relaciona meramente

    con la elaboracin y balance de los medios ms eficientes para lograr metas que no son

    ni deberan ser establecidas por ellos mismos.19

    16

    Lo cual suceda bastante a menudo, puesto que el Prncipe muy bien poda escuchar a otros, o a

    nadie. Max Weber fue personalmente, en gran parte de su vida pblica, un buen ejemplo de ello, lo

    cual puede leerse muy claramente en el tono entre irnico y desesperado que a menudo asumieron

    sus escritos polticos (1988) [1921].

    17 En el sentido que le da Bauman al legislador, aquella figura cuyo papel consiste en hacer

    afirmaciones de autoridad que arbitran en controversias de opiniones y escogen las que, tras haber

    sido seleccionadas, pasan a ser correctas y vinculantes (1997, 13). 18

    Porque, en un sentido estricto, de acuerdo a este esquema correspondera a los polticos el

    establecimiento de las metas, y no a los cientficos. De todos modos, estos ltimos pue den tambin

    colaborar en tal establecimiento. Hay referencias a este viejo problema en Weber (1990) [1922].

    19 As tambin lo vio prematuramente Merton (1945, 409): el poltico seala las metas - los fines, los

    objetivos- y los tcnicos, a base de conocimiento especializado, indican diferentes medios para llegar

    a estos fines. Pero no todo resulta siempre tan armnico. Otra vez, los precursores escritos polticos

    de Weber ilustran muy bien acerca de los peligros de la superposicin de incumbencias entre

    burcratas y polticos. Vase, a modo de ejemplo, Parlament und Regierung im neugeordneten

  • 12

    A su vez, el cientfico puro de base universitaria puede (o no) tener registro

    de la inmensa politicidad de su tarea y de los efectos propiamente polticos que sta

    puede producir. Pero, en lneas generales, no es se su fuerte, ni tampoco es

    prioritariamente evaluado y reconocido por lo que pueda llegar a hacer en tanto sujeto

    poltico. De tal forma, su distanciamiento formal de la arena de la poltica es en cierto

    modo aproblemtico, y cada vez que la politicidad de su accionar se hace evidente, se

    tolera que ella se realice slo en nombre de los compromisos personales o ciudadanos

    del cientfico, pero nunca poniendo en juego el compromiso (intrnseco al campo de la

    ciencia) con el elevado valor de la bsqueda de la verdad.

    En todo esto, resulta obvio que se estn introduciendo numerosos

    esquematismos. El fuerte debate que se dio en los ltimos aos entre acadmicos

    estadounidenses alrededor de la public sociology es casi ridculo visto desde Amrica

    Latina, donde las ciencias sociales han seguido, acompaado (y sufrido) los ms

    intensos avatares institucionales. Por dems, todo lo dicho en los prrafos anteriores no

    tiene el mismo alcance en las ciencias naturales y en las sociales;20

    y an dentro de las

    ltimas, las posiciones pueden ser bien diferentes, y de hecho han podido serlo

    histricamente: desde la marxiana tesis XI sobre Feuerbach (en la que se realiza una

    fuerte apuesta por la instrumentalidad de la ciencia, ponindola al servicio de un

    proyecto emancipatorio), pasando por la intencin durkheimiana de construir una

    objetiva y rigurosa ciencia de la moral, hasta las (por lo general, ledas de manera

    bastante inocente) propuestas weberianas de la neutralidad valorativa.

    Para concluir esta seccin, el caso de los analistas simblicos reviste

    comparativamente muchas ms ambivalencias que las ya mencionadas y presentes en

    las otras personificaciones del saber experto. Dada la multiplicidad de mbitos de

    insercin que estos analistas tienen, realizan constantes desplazamientos entre

    posiciones de exterioridad y de interioridad en relacin con la arena de las

    decisiones polticas, la cual, a su vez, de manera creciente, tiende a no coincidir

    exactamente con el espacio formal de las instituciones estatales. En efecto, una de las

    notas distintivas de la poca actual es el hecho de que el Estado haya dejado de ser la

    nica o principal fuente de gubernamentalidad. As, se viene manifestando en las

    ltimas dcadas una intensa redistribucin de las funciones que tradicionalmente haba

    desempeado el Estado, teniendo as lugar un complejo proceso de reasignacin de

    atribuciones e incumbencias entre el Estado y otros actores (ya sea tanto privados, como

    semipblicos, y de las llamadas organizaciones de la sociedad civil). Todo esto

    sucede en el marco del clivaje estructural del esquema bsico de agregacin y

    Deutschland, en (1988) [1921] (306-443), donde Weber deplora tanto la impotencia poltica de la

    burguesa alemana como el carcter expansivo y entrometido de la burocracia en el trazado de las

    lneas directrices de la accin poltica.

    20 Si es que, a contrapelo de la ms reciente sociologa de la ciencia, se quiere seguir sosteniendo

    esta decimonnica inconmensurabilidad entre ambas.

  • 13

    articulacin de actores sociales y polticos que la filosofa y la sociologa polticas

    vienen construyendo desde hace unos tres siglos: Estado vs. Sociedad Civil. Es a este

    fenmeno contemporneo al que ciertas perspectivas inspiradas en Foucault suelen

    referirse con el concepto de pluralizacin de modos de gobierno. Otras lneas tericas,

    por su parte, se refieren ms bien a un proceso de desdiferenciacin de campos,

    sistemas, lgicas, etc. 21

    De tal forma, a menudo, el consultor independiente se restringe al diseo

    tcnico de polticas o realiza asesoras puntuales acerca de polticas que otros disean y

    ejecutan, pero otras veces ese mismo consultor independiente desempea directamente,

    de manera simultnea, tareas de implementacin o evaluacin de estas mismas polticas,

    diseadas por l y por los equipos que integra. A esta complejidad debe agregarse otra,

    y que tiene que ver con un contexto situacional como el contemporneo, donde el

    trazado de los lmites entre lo pblico y lo privado se vuelve cada vez ms dificultoso.

    En tal sentido, en el marco de semejante desdiferenciacin y de

    pluralizacin de modos de gobierno, resulta extremadamente difcil establecer con

    claridad en qu consiste, de qu procesos y organizaciones consta la arena de las

    decisiones polticas, y cul es el papel preciso que en ella le cabe a los saberes

    expertos. Un anlisis cuidadoso de la actuacin especfica de los analistas simblicos en

    las arenas decisionales debera tomar estas nuevas complejidades en consideracin, y

    estar atento a la especificidad de las lgicas que imperan tanto en el mundo de la

    produccin de conocimientos como en el del proceso de elaboracin de polticas. As,

    no puede presuponerse de antemano la inconmensurabilidad de ambos campos, pero

    tampoco su absoluta identidad, puesto que de lo contrario no podran comprenderse ni

    las convergencias ni tampoco los cortocircuitos que efectivamente se producen.22

    Adoptando estas precauciones de mtodo, muchas imgenes convencionales

    de las relaciones entre conocimiento y poltica necesariamente se caeran. Tal es el caso

    de aquellas tradicionales visiones funcionalistas que operaban sobre la base de una

    estricta y tajante distincin entre establecer metas (como tarea eminentemente poltica)

    y arbitrar medios (como tarea intrnsecamente tcnica). Por el contrario, no es

    infrecuente observar la actuacin de unos analistas simblicos comprometidos

    21

    Ambos conceptos requeriran un desarrollo ms profundo, y aqu apenas podrn ser mencionados.

    Frente a su famoso pariente (la diferenciacin), que en la sociologa acadmica ha hecho una larga

    carrera desde Emile Durkheim en adelante, el concepto de desdiferenciacin no tiene an el lugar

    de peso que merecera. Hay apenas algunas incidentales indicaciones en Ulrich Beck, en Scott Lash

    y en algunos socilogos que trabajan en las sendas tericas abiertas por autores tan distintos como

    Norbert Elias y Niklas Luhmann. Por otro lado, el concepto de pluralizacin de modos de gobierno

    ha sido abundantemente elaborado por autores anglosajones de la perspectiva de los governmentality

    studies, por ejemplo Dean (1999); Rose (1996; 1999) y los mencionados en la nota 5.

    22 Sobre este tipo de premisas se funda el interesante modelo terico que desarrolla Wittrock (1999).

    Galeano (2004; 2005) realiza una interesante apropiacin del mismo, y lo hace funcionar en el

    anlisis de polticas de seguridad en la Argentina de los ltimos aos.

  • 14

    simultneamente con la elaboracin de medios y el establecimiento de metas, esto es,

    con la insidiosa construccin de problemas frente a los que debe hacerse algo y a la

    vez con la generacin (y venta del servicio de la elaboracin) de las posibles soluciones

    a los mismos.

    2.4 Concepciones del conocimiento

    Otro importante aspecto para la comparacin entre estas diferentes categoras

    de saber experto lo constituyen las concepciones del conocimiento que ellas promueven

    y las opciones valorativas que a ellas van asociadas. En primer lugar, tanto entre los

    intelectuales fundacionales como entre los cientficos puros predominaron y

    predominan concepciones del conocimiento como representacin, idea o smbolo, es

    decir, una nocin del conocimiento en la que se realza el valor intrnseco del mismo,

    independientemente de sus eventuales aplicaciones. Esto no quita que tambin pueda

    estar presente una fuerte impronta de instrumentalidad de los saberes, en el sentido de

    que no se conoce estrictamente porque s, sino que siempre se conoce para algo

    distinto al mero conocer, como es fundar, comprender, reformar, transformar, criticar,

    etc. Pero lo cierto es que estos conocimientos, por lo general, fueron y son considerados

    valiosos por s mismos, y no slo por lo que pudiera llegar a hacerse eventualmente con

    ellos. Es decir, los valores de la verdad y la razn se encuentran entre los ms altos

    de la escala valorativa de intelectuales y cientficos. Sin embargo, hay algunas

    diferencias importantes entre ellos: mientras en los primeros dominaba el optimismo por

    las instituciones que iban a crear o reformar (instituciones que, para ellos, estaban

    llamadas a perdurar), en los segundos suele estar presente el escepticismo propio de la

    actividad cientfica, que parte de admitir resignadamente la provisionalidad de todo

    conocimiento, que asume que nuestros saberes de hoy estn irremediablemente

    destinados a ser superados por otros saberes en un futuro indefinido.23

    En el caso del cuadro tcnico, el conocimiento es un conocimiento riguroso

    del expediente,24

    del proceso, es decir, un conocimiento concebido y construido como

    insumo de la administracin burocrtica, como acompaante y soporte necesario del

    poder. En un plano valorativo, entonces, ya no se trata en primera instancia de la verdad

    y de la razn, sino de la eficacia y de la eficiencia en el cumplimiento de las rdenes

    establecidas. Ms en concreto, en las experiencias de gobierno que estuvieron regidas

    por racionalidades polticas keynesianas, la eficacia y la eficiencia no aparecieron

    aisladas, sino puestas al servicio de valores an ms elevados que ellas, tales como la

    23

    Tambin en esto Max Weber fue precursor, cuando afirm que, para quien quiera dedicarse a la

    ciencia, la superacin de sus propios conocimientos no slo es su destino, sino tambin su propsito

    (1991, 16).

    24 El principio del atenerse al expediente ya haba sido considerado por Max Weber (1984) como

    uno de los atributos infaltables del tipo ideal del funcionario burocrtico.

  • 15

    justicia social, la solidaridad o la unidad nacional. En suma: no hay aqu ni

    escepticismo cientificista ni optimismo fundacional, sino ms bien sobriedad, ajuste a

    las prescripciones normativas y a los procedimientos establecidos en el organigrama

    formal.

    Esta apelacin al conocimiento til, eficaz y eficiente resulta especialmente

    ponderada entre los analistas simblicos, para quienes el conocimiento es

    preponderantemente una destreza, un know how, un conocimiento para, el cual

    aparece entonces potenciado mucho ms desde sus aspectos prcticos que desde su

    valor puramente representacional o asociado a la verdad (o a su desinteresada

    bsqueda).

    De cualquier forma, los analistas simblicos no pueden ser creadores de

    conocimiento siempre original y novedoso,25 sino apenas (lo que no es poco)

    responsables de la aplicacin o combinacin de conocimientos a partir de definiciones

    que ellos mismos (o quienes los contratan) realizan acerca de lo que es problemtico en

    el mundo sobre el cual se impone intervenir. As, al igual que los cuadros tcnicos,

    estn fuertemente comprometidos con una utilizacin prctica del conocimiento. Pero lo

    que para aqullos se remite explcitamente a la ejecucin de rdenes normativamente

    prescriptas y bajadas a travs de las lneas de la jerarqua funcional, o a la aplicacin

    ms o menos rutinaria de los saberes que se han demostrado eficaces en la prctica de

    gobierno, los analistas simblicos estn embarcados en un reciclaje permanente de

    saberes y competencias, en una espiral de innovacin y en una alteracin constante de

    las fronteras entre lo que debe ser entendido como problemtico y lo que no debe serlo.

    Sin embargo, la innovacin permanente resulta en los hechos imposible. De tal

    manera, como estrategia de distincin frente a otras personificaciones del saber experto,

    a menudo la tarea del analista simblico consiste apenas en simular eficazmente la

    novedad, por ejemplo a travs de la prolfica invencin de neologismos y jergas

    hperespecializadas, en la renominacin de viejos fenmenos como si fueran nuevos,

    etc.

    En suma, si los cientficos puros se instalan claramente en lo que en

    perspectivas convencionales de epistemologa y metodologa de las ciencias suele

    denominarse como contexto de descubrimiento, la prctica de los analistas simblicos

    reduce al mximo la distancia (llegando incluso a la desdiferenciacin de las fronteras)

    entre el contexto de descubrimiento y el ms tecnolgico contexto de aplicacin,

    desinteresndose casi totalmente por el contexto de justificacin. En tal sentido, ellos

    mismos (o, mejor dicho, su tarea) constituyen una interfaz entre la creacin y la

    aplicacin del conocimiento, asumiendo sin ambages el carcter provisorio del mismo,

    25

    Por el contrario, justamente la originalidad, la produccin de nuevos conocimientos, es lo que

    legtimamente puede esperarse del cientfico, o es justamente una de las cuestiones que ms se

    apreciaba de la alta y noble tarea de los intelectuales fundacionales.

  • 16

    pero partiendo a la vez de una cierta confianza en la maleabilidad del mundo y en la

    penetrabilidad del mismo ante las operaciones del saber-poder.

    Dicho todo esto acerca de sus concepciones del conocimiento, no resulta

    extrao que los analistas simblicos desprecien profundamente a las otras

    personificaciones del saber experto. En efecto, para los analistas simblicos, los

    cientficos resultan por lo general impotentes para transformar una realidad a la que,

    en el mejor de los casos, slo aspiran a conocer.26

    Por otra parte, desde su perspectiva,

    los ingenieros sociales suelen ser muy poco creativos, puesto que la inscripcin en las

    lneas burocrticas de autoridad les coarta cualquier capacidad de inventiva que

    pudieran eventualmente tener. Por su parte, los cientficos replican, y sostienen que la

    posicionalidad y el eficientismo que impera en la concepcin del conocimiento de los

    analistas simblicos los hace particularmente proclives a cambiar de topics y de

    intereses como quien cambia de vestimentas, acorde a los requerimientos que de sus

    servicios se hacen en el mercado. Por su parte, los ingenieros sociales los acusan de

    irreverentes, de desconocer las lgicas de procedimiento y las reglas de jerarqua que

    imperan en el mundo de la administracin pblica. No es casual que sobre la base de

    este tipo de valoraciones cruzadas se edifiquen relaciones poco armoniosas entre los

    analistas simblicos y otras personificaciones del saber experto en todos los espacios

    donde les toca interactuar (en dependencias gubernamentales, en universidades, en

    centros de investigacin, etc.).

    2.5 Formaciones, titulaciones, disciplinas y textualidades

    Estas diferentes personificaciones del saber experto varan tambin en lo que

    hace a las formaciones y titulaciones que tienen, a las disciplinas en las que se inscriben

    (o no), a los tipos de textos que producen y a los medios que usan para difundirlos.

    En primer lugar, se har referencia a los intelectuales fundacionales, a

    quienes les fue otorgado a menudo el mote de humanistas, o librepensadores,

    menciones cuasi honorficas adquiridas sobre la base del reconocimiento a un esfuerzo

    autodidacta, en un momento en el que el sistema universitario no estaba an del todo

    consolidado.27

    Pese a que algunos de ellos posean ttulos universitarios (en medicina,

    en jurisprudencia, etc.), en realidad su prestigio radicaba mucho ms en los libros y

    26

    Tiene indudablemente gracia Brunner (1997, 4), cuando en su defensa del anlisis simblico arremete

    contra toda forma de sociologa, acusndola de poseer un lenguaje que ha dejado de hablar. Y prosigue: Ni sus grandes categoras sistemticas, ni sus pequeos conceptos de interpretacin de la vida cotidiana, parecen sostenerse en pie frente al doble embate del Banco Mundial y la novela contempornea. Aquel

    describe y analiza ms fehacientemente los sistemas y proporciona adems manuales para actuar sobre

    ellos. Y sta representa ms ricamente que la sociologa los elementos de la vida interior y colectiva.

    27 Al menos, para disciplinas como la sociologa, la etnologa, la pedagoga, etc., cuya consolidacin

    institucional recin se dio y de manera fragmentaria entre finales del siglo XIX y comienzos del

    XX. Sobre la historia de la consolidacin institucional de la sociologa puede verse Berthelot (2003).

  • 17

    ensayos que escriban, en sus contribuciones para la prensa escrita, o en la publicacin

    de resultados de estudios sobre la realidad que ponan a disposicin de (o que les eran

    encargados por) los gobiernos.

    Los cientficos, por su parte, siguen todava realizando su actividad sobre la

    base de una formacin acadmica, y con una (en mayor o menor medida) fuerte

    inscripcin disciplinaria.28

    As, pese a ciertos desarrollos actualmente en curso,

    orientados a dotar de una orientacin por problemas a las prcticas de docencia e

    investigacin universitarias, para los cientficos sigue teniendo algn peso la exigencia

    de mantenerse dentro de ciertos cnones disciplinares. Esto se vincula indudablemente

    con el sostenimiento de las estructuras corporativas existentes desde hace mucho tiempo

    (ctedras, facultades, departamentos, etc.) sobre la base de las cuales siguen

    funcionando muchas universidades. En cuanto al tipo de textualidad que producen, el

    texto por excelencia de los cientficos ha sido y es el libro, a lo cual se agreg en

    dcadas ms recientes el paper. Hasta hace pocos aos, el formato fsico de los textos

    era el predominante, acumulable en estantes de bibliotecas y anaqueles de libreras. Ms

    recientemente, han adquirido importancia los formatos virtuales para la produccin,

    acumulacin y distribucin de textos cientficos.

    Los ingenieros sociales, a su vez, pueden disponer de un ttulo

    universitario, pero su tarea eminentemente tcnica los dispensa de la presin que

    supone estar o no estar dentro de los cnones de una inscripcin disciplinaria estricta.29

    La produccin textual de estos cuadros tcnicos es mucho menos conocida

    pblicamente que las de los cientficos e intelectuales, o incluso no es conocida en

    absoluto ms que para otros funcionarios, o para los dirigentes polticos. Suele consistir

    bsicamente en informes y memorandos de circulacin interna, que muchas veces ni

    siquiera llevan la firma de sus autores, y que se apilan en archivos que quizs no

    vuelvan a consultarse jams.

    Finalmente, los analistas simblicos, por lo general disponen de una

    formacin universitaria convencional y poseen ttulos de grado de los ms diversos. En

    algunos casos, se trata de carreras cuya inscripcin en el mundo acadmico se encuentra

    ciertamente establecida desde hace dcadas (por ejemplo, licenciaturas en sociologa,

    economa, derecho, pedagoga, historia, letras, etc.). Pero ms recientemente se ha

    disparado una variada oferta de estudios de grado que parecieran estar cortados al talle

    de las necesidades de formacin de un analista simblico. En tal sentido, suelen ser

    estudios mucho menos disciplinarios y mucho ms problemticos, mucho menos

    28

    Ms recientemente, se volvi ms frecuente la prctica de la llamada multidisciplina. Cf.

    Aronson (2003).

    29 En ciertos pases, como los latinoamericanos, caracterizados por la escasa jerarquizacin y

    organicidad de sus administraciones pblicas, es relativamente infrecuente la presencia de graduados

    universitarios entre sus cuadros. Esto vale especialmente para las posiciones de los cuadros

    inferiores, aunque no tanto para las de los cuadros medios y superiores de la pirmide jerrquica.

  • 18

    academicistas y mucho ms profesionalistas (tal es el caso de los licenciados en

    relaciones internacionales, en relaciones laborales, en relaciones pblicas, en seguridad

    pblica, analistas de gestin y organizacin de instituciones, etc.). Pero no se trata aqu

    slo de nuevas ofertas acadmicas. En ciertos casos, se producen profundas

    reorganizaciones curriculares de viejos planes de estudio, a los fines de producir

    graduados que se amolden mejor a los flexibles atributos del analista simblico.30

    Un

    buen ejemplo, en este caso, es el de algunas licenciaturas en trabajo social, que durante

    dcadas funcionaron eminentemente como escuelas de formacin de cuadros para las

    reas sociales del gobierno, y ms recientemente estn embarcadas en un proceso de

    redefinicin de sus perfiles.

    En suma, tal como se acaba de ejemplificar, son de gran importancia las

    discusiones que estn teniendo lugar actualmente en el seno de las instituciones de

    educacin superior y en los organismos estatales de ciencia respecto de lo que llaman el

    perfil de los egresados universitarios. No son slo las universidades las que se estn

    planteando actualmente si no deberan ms bien orientarse a la formacin de analistas

    simblicos, sino que muchos acadmicos de base universitaria y de formacin

    tradicional estn adoptando ellos mismos cada vez ms caractersticas que son propias

    de los analistas simblicos. Las razones para que esto suceda son variadas: por un lado,

    porque es justamente se el perfil que mayor demanda est teniendo en el mercado de

    trabajo pblico y privado: por otro lado, porque hay muy poco espacio disponible para

    la insercin ocupacional universitaria convencional, o bien porque ella resulta menos

    atractiva que otras ocupaciones, dadas sus remuneraciones por lo general bajas y su

    prestigio social ciertamente devaluado. Por eso, en especial para los graduados

    universitarios de formacin convencional, la tambin variadsima oferta de estudios de

    posgrado (por lo general en la forma de especializaciones, capacitaciones breves y

    maestras, y, en menor medida, doctorados) les ofrece la chance de reciclarse

    convenientemente segn los nuevos lineamientos que no parecen ser modas pasajeras,

    sino que quizs estn definiendo los marcos que en un futuro prximo adoptar la

    relacin entre el saber y el poder, o entre el conocimiento y la poltica.31

    Pero no se trata aqu slo de ttulos y credenciales. De los analistas

    simblicos es especialmente apreciado su saber prctico, situado, que puede

    acreditarse a travs de experiencias efectivamente realizadas en prcticas de gobierno.

    Por eso, adems de los textos que tambin publican, el Curriculum Vitae de un analista

    30

    Sin hablar expresamente de analistas simblicos, un experto weberiano, Wolfgang Schluchter

    hace referencia expresamente a estos procesos, tomando el caso de las universidades alemanas y el

    impacto que en ellas viene causando el Proceso de Bologna. All vaticina Schluchter la posible

    desaparicin de la sociologa de la oferta de las carreras universitarias. Vase el reportaje que le hace

    de Marinis (2008a, 185s).

    31 Pese a la enorme importancia de todos estos temas, aqu, lamentablemente, slo podrn ser

    mencionados. Vase, por ejemplo, Brunner (1999). Tambin Aronson (2001a).

  • 19

    simblico suele estar lleno de descripciones de cargos y de proyectos realizados, lo

    cual contrasta frente a la relativa simpleza del de un cientfico, por lo general resumible

    en los estudios cursados, los textos publicados, las investigaciones realizadas y los

    cursos dictados. En el abordaje de estos proyectos los analistas simblicos despliegan

    una visin eminentemente pragmtica de tipo transdisciplinaria, y evidencian poco o

    ningn respeto por las convencionales divisiones del trabajo cientfico. Sobre todo,

    despliegan una orientacin por problemas, problemas que a su vez ellos mismos

    elaboran y construyen, an cuando a menudo pretendan hacerlos aparecer como si

    fueran solamente demandas de la sociedad ante las que ellos simplemente toman

    posicin y aportan soluciones.32

    Lugar privilegiado para el relato de sus propias posiciones son los libros y los

    artculos en revistas especializadas, compartiendo en ello cartel con los cientficos. An

    cuando estos textos puedan estar llenos de jergas y de neologismos inventados por ellos,

    tienen la pretensin de llegar adems a otro pblico muy distinto que el que conforman

    sus propios pares. As, son muchas veces las elites polticas y dirigenciales las

    destinatarias directas de sus textos.33

    Adems de libros y artculos, el analista simblico

    que acta como consultor inserto en un think tank u organismo internacional, redacta

    solo o en equipos de trabajo unos textos que suelen llevar el rtulo de documentos de

    trabajo, recomendaciones o propuestas de polticas, anlisis prospectivos de

    escenarios, etc. Mucho ms an que en el caso de los cientficos, es habitual la difusin

    de estos textos a travs de las llamadas nuevas tecnologas de la informacin y la

    comunicacin.34

    2.6 Fuentes de prestigio y reconocimiento

    Al tema precedentemente tratado (la cuestin de las formaciones, titulaciones,

    pertenencias disciplinarias, tipos de textos, etc.) se asocia la cuestin de las fuentes de

    prestigio y reconocimiento del valor de los saberes que cada una de estas

    personificaciones del saber experto tiene.

    En el caso de los intelectuales clsicos, el reconocimiento acerca de sus

    saberes vena dado por el respeto y la admiracin que les profesaba la vasta opinin

    32

    Es obvio que existen realmente demandas de la sociedad, pero la construccin de esas demandas

    est fuertemente influenciada por el tipo de tarea que realizan quienes se dedican a producir y

    racionalizar saberes (los cientficos, pero tambin los polticos y los analistas simblicos).

    33 En esto, es significativa la diferencia con los cientficos, que en lneas generales escriben para un

    pblico que consiste, esencialmente, en sus colegas, y ms en concreto, slo en aquellos colegas que

    trabajan en la misma lnea disciplinaria o subdisciplinaria que ellos.

    34 La mayor parte de la produccin de los analistas simblicos (excepto, por supuesto, aquellos

    textos de carcter confidencial que ni ellos ni sus ocasionales mandantes desean dar a conocer) suele

    ser difundida a travs de Internet, en las pginas de las instituciones (dependencias estatales, pero

    sobre todo think tanks) en las que estn activos.

  • 20

    pblica nacional y, a menudo, internacional. El propio hecho de escuchar su consejo,

    solicitar su opinin o encargarle un informe ya era toda una muestra de reconocimiento.

    Por su parte, los cientficos puros son reconocidos fundamentalmente a

    travs de las credenciales que el propio sistema acadmico suministra (ascensos en las

    estructuras jerrquicas de las instituciones universitarias, becas, subsidios, premios,

    distinciones, etc.), as como por el reconocimiento que realizan los pares de la

    respectiva comunidad cientfica, medible, por ejemplo, a travs de indicadores de

    impacto de citas. Como puede verse, se trata de un reconocimiento interno, que tiene

    lugar al interior del propio sistema cientfico, sin necesariamente encontrar mayores

    repercusiones en otros sistemas.

    Por su parte, a los cuadros tcnicos se les reconoce (por ejemplo, a travs de

    ascensos en la pirmide jerrquica a los que se asocian aumentos en las remuneraciones)

    la lealtad demostrada al aparato burocrtico y el desempeo eficaz de las tareas

    prescriptas. Tambin se trata, en este caso, de un reconocimiento interno, realizado en

    el seno del propio Estado, es decir, un reconocimiento no validado por otras instancias,

    ni tampoco por la opinin pblica, que suele desconocer casi totalmente los

    procedimientos que imperan all adentro.

    A diferencia de estos reconocimientos realizados al interior de

    determinados sistemas (el sistema cientfico, o el aparato estatal), el trabajo de los

    analistas simblicos se somete a una diversidad de fuentes de reconocimiento y de

    marcos de evaluacin de sus saberes. As, uno de los indicadores del reconocimiento y

    prestigio alcanzado por algn analista simblico en particular es el valor de mercado

    que sus servicios pueden llegar a alcanzar. Otro indicador es la densidad de las redes de

    capital social que ellos puedan llegar a tejer, y que les puede garantizar (o no) la

    continuidad de su empleabilidad. A diferencia de los cuadros tcnicos (que en el

    mejor de los casos entran en contacto directo con sus jefes polticos), o de los cientficos

    (que casi exclusivamente entran en relaciones con otros cientficos y con agencias de

    evaluacin u organismos especficos de ciencia), estos nmades analistas simblicos,

    que oscilan entre el adentro y el afuera del Estado, la consultora independiente o la

    incorporacin a un think tank o la inscripcin en organismos internacionales, ONG,

    empresa privada, etc., estn sometidos consecuentemente a una enorme diversificacin

    del control de calidad de sus saberes.

    2.7 Concepciones del trabajo

    Otro aspecto que se presta a las comparaciones cruzadas es el que se relaciona

    con las concepciones del trabajo que estn presentes en cada una de estas

    personificaciones del saber experto. Para los viejos intelectuales, en resumidas cuentas,

    el trabajo con y para el conocimiento era sencillamente una elevada vocacin, una

    respuesta a un llamado interior o exterior, puesta esencialmente al servicio de una tarea

  • 21

    noble y justa en s misma, fundacional y transformadora. A menudo Honoratioren,

    miembros de clases acomodadas, y por ende relativamente libres de apremios

    materiales, rara vez deban inscribirse en modalidades asalariadas de trabajo y an

    cuando muchos de ellos no gozaran de efectiva independencia respecto de los poderes

    fcticos, solan percibir su tarea como elevada por encima de los pequeos y nimios

    enfrentamientos por intereses materiales.

    En la figura del cientfico de sede universitaria, por su parte, ya puede

    empezar a vislumbrarse la presencia de un concepto de trabajo entendido como

    carrera.35 La condicin de cientfico como trabajador asalariado y estable marca una

    diferencia importante respecto del tipo anterior. En efecto, paradigmticamente (an con

    diferencias importantes segn pases y posiciones dentro de los respectivos sistemas

    universitarios), los cientficos suelen tener una sede fija y principal de actividades, y se

    inscriben en un escalafn de funcionarios estables, con perspectivas formales de ascenso

    y remuneraciones salariales moduladas segn jerarqua y aos de antigedad.36

    De todos

    modos, esta descripcin no agota la diversidad de posiciones actualmente disponibles.

    En efecto, en los ltimos aos se han vuelto recurrentes en el mundo universitario las

    inserciones precarias (a tiempo parcial, con contratos a plazo definido), perfilndose

    quizs la conformacin de una situacin fuertemente diferencial: por un lado, un vasto

    proletariado universitario flexibilizado (a cargo de la mayor parte de las tareas docentes)

    y por otro, unas reducidas elites a cargo de las tareas de investigacin, con inserciones

    estables y con buena parte de los atributos de carrera que se mencionaban ms arriba.

    En especial entre los cientficos de insercin estable el compromiso

    institucional es un elemento de gran importancia. Ahora bien, este compromiso es an

    ms intenso en el caso de los cuadros tcnicos del Estado. Tambin entre ellos domina

    una concepcin del trabajo como carrera lineal, y se da la inscripcin del trabajador

    en un escalafn jerrquico ms o menos rgido, pese a los esfuerzos recientes de las

    llamadas disciplinas de la organizacin por introducir en la administracin pblica las

    pautas de flexibilidad que se han vuelto dominantes en las organizaciones privadas. Al

    igual que en el caso de los cientficos, existen escalas salariales moduladas segn

    jerarqua y antigedad, pero en el caso de los cuadros tcnicos se vislumbra (en mayor o

    en menor medida) una fuerte incidencia de las representaciones sindicales en la

    discusin y establecimiento de todas estas cuestiones. As, ms an que en los

    cientficos, predomina en su trabajo la concepcin de trabajo de por vida, estabilidad,

    continuidad, etc., todo lo cual se vuelve ms extrao an en un contexto como el actual,

    35

    Sobre el concepto de carrera y sus transformaciones ms recientes hay valiosas sugerencias de

    anlisis en Sennett (2000). Vase tambin Bauman (2000).

    36 Pero eso no es todo: la analoga entre los trabajadores industriales (alienados de sus medios de

    produccin) y los trabajadores del conocimiento (alienados de sus medios de investigacin) fue

    formulada pioneramente por Max Weber, en una de sus conferencias pronunciadas en Munich en

    1918, conocida como Wissenschaft als Beruf. Vase Weber (1991).

  • 22

    signado por grandes incertidumbres en el mercado laboral y por un crecimiento

    incontrolable de los niveles de desempleo, subempleo y diversas formas de la

    precariedad.

    Frente al panorama que an domina entre algunos cientficos y cuadros

    tcnicos estatales (signado por la estabilidad, el compromiso con una nica y

    determinada institucin, el asentamiento territorial y las relaciones salariales), contrasta

    significativamente el trabajo de los analistas simblicos. Caracteriza a esta categora de

    expertos su trayectoria ocupacional inestable, errtica, temporal, flexible,

    desterritorializada, no comprometida a largo plazo con nada ni con nadie, con

    remuneraciones variables (de ningn modo mensurables al estilo fordista de acuerdo

    con el tiempo insumido en la realizacin de una tarea especfica), con inserciones

    simultneas en diversas instituciones, etc. As, perodos de sobreocupacin pueden muy

    bien alternarse con periodos de subocupacin o directamente de desempleo; momentos

    en los que reciben cuantiosos ingresos con otros en los que no los reciben; la insercin

    (por ejemplo en el propio Estado) puede darse a tiempo parcial, desarrollando

    simultneamente la actividad privada de consultora, o la docencia a nivel superior, o

    alguna otra actividad.

    En suma, este ejercicio comparativo ha pretendido mostrar puntos de contacto

    y diferencias entre cuatro categoras del conocimiento experto. Una de ellas, la de los

    intelectuales fundacionales, se encuentra directamente ya extinguida. No existen ya (y

    quizs ya no puedan existir, ms que como excntricas curiosidades) intelectuales de

    este tipo. Pero las otras tres (los cientficos, los cuadros tcnicos funcionarios del Estado

    y los analistas simblicos) continan vigentes, siendo la ltima de stas la que empieza

    a volverse dominante y a imponerle la tonalidad a las otras. Esto se postula no slo en

    el sentido de que ya no son los ingenieros sociales los nicos que actan en el seno del

    Estado, ni son los cientficos los nicos que actan en la universidad. En ambos casos,

    estos coexisten codo a codo con los analistas simblicos. Pero, a partir de esta

    coexistencia, hay otras razones en juego que describen la creciente influencia de estos

    ltimos: all donde intervienen, la presencia de los analistas simblicos impone ciertas

    modalidades de actuacin que a veces entran en friccin y en otros casos sobrepasan y

    tienden a desdibujar o descaracterizar las de las dems personificaciones del saber

    experto.

    Se sostiene aqu, en resumidas cuentas, que lo que est en juego es un efecto

    de reordenamientos profundos en el estatuto de la produccin del conocimiento, as

    como en sus articulaciones con cuestiones de poder y gobierno. Un tema de peso, pues,

    que no resultara de ninguna manera operacionalizable planteado del modo tan

    esquemtico y general en que se lo ha hecho aqu, sino que requerira de la realizacin

    de investigaciones empricas detalladas, acotadas espacial (en ciertos mbitos

    institucionales) y temporalmente (en un periodo de tiempo reducido). Las siguientes

  • 23

    pginas, hasta el final del trabajo, pretenden apenas suministrar alguna orientacin

    conceptual para esa tarea.

    3 SEGUNDA PARTE: LOS ANALISTAS SIMBLICOS Y LA DESCONVERSIN DE LO SOCIAL

    3.1 De la invencin de lo social a su desconversin

    Hasta aqu, se han reconstruido comparativamente los rasgos principales de

    cuatro distintas personificaciones del saber experto. Para este trabajo, interesa en

    especial profundizar acerca del importante papel que la ms reciente de ellas, la de los

    analistas simblicos, viene desempeando en un proceso que actualmente est en

    curso, y que podra recibir el nombre de desconversin de lo social (de Marinis

    2005a). En lo que sigue, se ver en qu sentidos puede sostenerse esto, pero antes

    convendr realizar un breve rodeo histrico, considerando en ello el papel que jugaron

    las otras formas del saber experto que fueron abordadas ms arriba.

    En efecto, lo social, como dominio de reflexin terica y de actuacin

    prctica para individuos y colectivos, fue histricamente concebido a lo largo del siglo

    XIX tanto por cientficos de la sociedad como por una pltora de expertos y de hombres

    prcticos, interventores eficaces, todos ellos, sobre el vasto y heterogneo campo de la

    cuestin social. Nota distintiva de este concepto de lo social (y del concepto de

    sociedad, que a l estaba asociado) fue un registro bsico de una totalidad

    orgnicamente concebida, un todo constituido por partes integradas, necesariamente

    interrelacionadas entre s, un conjunto de relaciones de interdependencia, un entramado

    de relaciones entre individuos real o potencialmente semejantes en lo que se refiere a

    sus competencias para participar de la vida colectiva, una configuracin estructurada

    alrededor de una matriz bsica de moralidad y que dispona de una nocin demarcatoria

    fuerte (vinculante, legtima) de la normalidad y la normatividad (y consecuentemente,

    tambin, de una especfica delimitacin de las desviaciones y las patologas).

    Los personajes que en la primera parte del texto fueron designados como

    intelectuales fundacionales desempearon un papel destacado en el proceso de la

    invencin de lo social,37 ya sea tanto en el plano de la racionalizacin terica

    (vinculada de manera ms indirecta con las prcticas de gobierno) como en el de la

    activa invencin prctica de una serie de instituciones fundamentales del orden socio-

    37

    El concepto de la invencin de lo social procede de Donzelot (2007).

  • 24

    moral y poltico moderno: la institucionalidad democrtico-liberal con partidos polticos

    y sindicatos de masas, el servicio militar obligatorio, los sistemas de escolarizacin

    pblica, el trabajo asalariado, las polticas sociales de Estado y los sistemas de seguro

    social, los aparatos punitivos y de normalizacin de la desviacin, la familia nuclear,

    etc. As, en los discursos de estos intelectuales abundaron las taxonomas poblacionales,

    las caracterizaciones de lo problemtico, las programticas identificaciones de los

    cursos de accin a adoptar, todo esto en lenguajes cargados de disyuntivas, de

    encrucijadas, de desafos acerca de los cursos correctos e incorrectos para la accin

    poltica (normal y patolgico, salud y degeneracin, civilizacin y

    barbarie, progreso y atraso), procurando establecer higinicas demarcaciones (por

    ejemplo, entre clases laboriosas y clases peligrosas) y sentando las bases de un

    pensamiento poltico y social acerca de los grandes temas del siglo XIX y comienzos

    del XX (la ciudadana, las masas, la raza, la nacin, etc).

    Si, otra vez esquemticamente, se avanza algunas dcadas en este relato que

    pretende realzar la inmanente politicidad de los saberes expertos, y se pasa a la

    consideracin de los momentos en los cuales las racionalidades keynesianas de gobierno

    pasaron a ser las dominantes, asistimos ya a instituciones de lo social plenamente

    cristalizadas y consolidadas. La tarea de los ingenieros sociales fue fundamental para

    todo este proceso. El correlato de su actuacin, la contraparte de sus intervenciones

    realizadas desde el seno del Estado, pas a ser entonces el ciudadano social: un

    individuo normalizado, adulto, de sexo masculino, inserto plenamente en el mercado de

    trabajo, jefe de familia nuclear, etc. La tarea del ingeniero social consisti en el

    registro y racionalizacin minuciosa de las inscripciones de los individuos en todos y

    cada uno de estos dispositivos institucionales, todo ello sobre el teln de fondo de unos

    derechos de ciudadana, fundados en la figura de una sociedad nacional integrada

    orgnica y solidariamente.38

    Se deca ms arriba que todo este poderoso edificio de lo social se viene

    desplomando, desconvirtiendo, descongelando, desvaneciendo, desde hace poco ms de

    tres dcadas. Este proceso puede desagregarse conceptualmente en tres dimensiones

    fundamentales, mutuamente implicadas: el adelgazamiento del Estado, la

    reinvencin de la comunidad y la promocin de unas tecnologas del yo activo.39

    38

    Admtanse los numerosos esquematismos presentes desde el comienzo de esta seccin. Tanto la

    invencin de lo social como su consolidacin bajo racionalidades keynesianas han sido procesos

    histricos de enorme complejidad, sujetos a variaciones espaciales y temporales significativas.

    Tngase en cuenta que aqu (y tambin en lo que sigue, en lo referente a una etapa posterior,

    orientada por racionalidades neoliberales y caracterizada como desconversin de lo social) se

    pretende simplemente proponer una caracterizacin sociolgica de tendencias de conjunto, y no

    exponer un detallado relato histrico.

    39 Todos estos temas se encuentran desarrollados con mayor profundidad en de Marinis (2005a), en

    especial en los comentarios 11, 12 y 13. No se abundar aqu en referencias bibliogrficas, para las

    que simplemente se remite a aquel texto.

  • 25

    En primer lugar, por adelgazamiento del Estado debe entenderse un clivaje

    estructural en la forma que asume la articulacin de actores sociales y polticos. Quiere

    con ello hacerse referencia a la redefinicin y delegacin de funciones, tareas,

    incumbencias y atribuciones entre el Estado Nacional y otros actores sociales y

    polticos. La economizacin que el Estado realiza de sus propios medios de gobierno

    es el punto nodal de esta nueva forma de articulacin, en la cual se complejiza el

    entramado de relaciones entre lo pblico y lo privado. De tal forma, organismos

    estatales, subestatales y supraestatales, ONG, organismos internacionales financieros o

    humanitarios, agencias de consultora, think tanks, conglomerados de medios de

    comunicacin, lobbies, partidos polticos, organizaciones sociales y comunitarias de

    diverso tipo (empresariales, sindicales, profesionales, vecinales, de base tnica o de

    gnero, etc.) pasan a constituir una densa red en cuyo marco se planifican, disean,

    ejecutan y evalan polticas, planes y programas de gobierno. Esquemticamente: el

    Estado economiza, racionaliza, optimiza cada vez ms sus energas,

    aprovechndose, sirvindose de y apelando a la energa de los gobernados mismos, para

    gobernarlos ms eficazmente. Economizacin no significa entonces simplemente

    retirada, retroceso o desaparicin del Estado, no implica necesariamente menos

    Estado, sino la emergencia de otro Estado, autonomizado relativamente de otras

    numerosas entidades de gobierno, con las que sin embargo permanece vinculado a

    travs de una compleja cadena de relaciones, responsabilizaciones, empowerment y

    disempowermnent.

    La segunda dimensin de la desconversin de lo social se relaciona con lo

    que podra llamarse la reinvencin de la comunidad, un proceso que tiene lugar a

    travs de un doble juego: por un lado, desde arriba, las iniciativas de este Estado

    adelgazado apelan a las comunidades como objeto de gobierno, estimulan un

    prudencialismo40 comunitario (no social), convocan al activismo y la participacin,

    llaman a la asuncin de crecientes responsabilidades, y lo hacen abandonando un

    lenguaje social, dirigindose directamente a las comunidades; por otro lado, en esta

    operatoria de reactivacin de la comunidad hay otra vertiente que procede justamente

    desde abajo. Son individuos, son agrupamientos, son familias, son tribus las que

    construyen sus identidades y organizan sus opciones vitales manifestando un renovado

    nfasis sobre los contextos micro-morales de la experiencia, en desmedro de los ahora

    cada vez ms percibidos como distantes, abstractos y vacos conceptos de ciudadana

    social, o de pertenencia nacional, o de clase social. Asistimos, as, a un doble

    movimiento: el Estado apela a las comunidades, se dirige a ellas y de algn modo

    promueve su constitucin y su participacin en tareas de gobierno, y, por el otro lado,

    las comunidades se (auto)activan, para conformar sus perfiles identitarios, para

    40

    Sobre las nuevas formas que asume el prudencialismo vase OMalley (1996).

  • 26

    recrearlos a travs de diversidad de prcticas y articular sus demandas a autoridades de

    diverso tipo.41

    Finalmente, la tercera dimensin implicada en la desconversin de lo social

    es la que se relaciona con importantes modificaciones en el estatuto del sujeto, a su vez

    interrelacionadas con las otras dos mencionadas ms arriba (esto es, tanto las que

    describen el reacomodamiento de las funciones estatales como las que apuntan a la

    reactivacin de la comunidad como objeto de gobierno). En este nivel se ponen en

    contacto las tecnologas de gobierno sobre los otros con las tecnologas del yo

    (Foucault 1990). En resumidas cuentas, el individuo de lo social desconvertido est

    localizado en un sinnmero de nuevas encrucijadas, o de viejas encrucijadas que fueron

    significativamente alteradas. As, puede actuar como beneficiario de programas

    estatales focalizados; como vecino o miembro de comunidades o escenas

    particulares que se movilizan para la promocin y defensa de su propia territorialidad

    simblica y material; como elemento involucrado en un denso entramado de poderes

    fcticos y saberes expertos; como cliente de las cada vez ms diversificadas ofertas

    del mercado, etc. Pero rara vez aparece en escena el ciudadano social como forma de

    subjetivacin, y si lo hace, termina resultando en una retrica hueca, vaca, tomada muy

    poco en serio por las autoridades que, a su vez, tampoco se permiten prescindir del todo

    del uso de un vocabulario social, porque l sigue movilizando, an de una manera

    ritualizada y banalizada, los imaginarios polticos contemporneos. Todo este proceso

    implica un fuerte reformateo de las cualidades, de los atributos, de las ambiciones y

    de los lmites de la accin de estos individuos, al menos respecto de las formas a las que

    se haban acostumbrado a vivir durante las dcadas en las que las racionalidades

    polticas keynesianas fueron las dominantes. Es decir, lo que se promueve es la

    emergencia de un tipo subjetivo que est en condiciones de asumir las tareas de su

    autorregulacin, que sea activo, responsable, participativo, dinmico, fit, una

    suerte de entrepreneur de su propia moralidad.

    Consideradas estas tres dimensiones de la desconversin de lo social, se

    explorar en lo que sigue en el papel especfico que en ellas les cabe a los analistas

    simblicos.42

    Para ello, se retomarn algunas de las coordenadas de anlisis que se

    41 La sugerencia acerca de la centralidad de la comunidad en los procesos actualmente en curso de desconversin de lo social se ha tomado, mayormente, de los governmentality studies de inspiracin foucaultiana. Sin embargo, por una serie de razones sobre las que no se puede ahondar aqu, tambin se ha revelado necesario ir ms all de ellos. En efecto, el tema-problema de la comunidad tiene una larga tradicin en las ciencias sociales, en particular en la sociologa. Desde la redaccin de la primera versin de este trabajo hasta ahora, se ha puesto el mayor nfasis investigativo en la recuperacin del pensamiento de los clsicos de la sociologa acerca de la comunidad. Vase, por ejemplo, de Marinis (2007a y b); (2008b y c). 42

    El papel que les cupo a los cientficos puros en la invencin de lo social, as como el que les

    cabe actualmente en su desconversin, reviste tantas complejidades y ha sido histricamente tan

    cambiante que no podr ser abordado directamente en este trabajo ms que a travs de algunas

    observaciones incidentales.

  • 27

    utilizaron en la primera parte de este texto para comparar las distintas personificaciones

    del saber experto. Se ilustrarn estos desarrollos tericos con algunos ejemplos tomados

    de polticas desplegadas en Argentina en los ltimos aos, en especial, polticas de

    seguridad y polticas educativas.43

    3.2 Los analistas simblicos: el saber experto de la desconversin de lo social (a la luz de ejemplos de polticas educativas y de seguridad urbana)

    Con interesantes analogas y diferencias respecto de las sociedades del

    capitalismo avanzado, las sociedades latinoamericanas (entre ellas, la sociedad

    argentina) experimentaron a partir de los aos 70 y 80 una crisis de gobierno.44 Por

    crisis de gobierno se entiende aqu la crisis de una forma de articulacin de la vida

    colectiva en su conjunto, y no slo la de una cierta modalidad de la administracin

    estatal. En suma, se trata de una poca en la cual se verifican fuertes cortocircuitos entre

    las tecnologas de gobierno que se implementan y las racionalidades polticas que se

    invocan. As, mientras emergen retricas (real o pretendidamente) novedosas y se trazan

    nuevas lneas para el establecimiento de responsabilidades, por cierto tambin se

    producen reactivaciones de viejas cosmovisiones. Prcticas de largo arraigo se

    mantienen, o bien se reformulan sus alcances y efectos. Adems, surgen prcticas

    enteramente nuevas. De todo esto, resulta un complejo ensamblaje de ideas,