Libertatis Nuntius Instrucción Sobre La Teologia de La Liberación

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El lugar de encuentro de los Católicos en la red www.es.catholic.net Libertatis Nuntius, Instrucción sobre la Autor: Congregación para la Doctrina de la Fe Libertatis nuntius Instrucción sobre algunos aspectos de la 'teología de la liberación Congregación para la Doctrina de la Fe 6 de agosto de 1984 El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación. En los últimos años esta verdad esencial ha sido objeto de reflexión por parte de los teólogos, con una nueva atención rica de promesas. La liberación es ante todo y principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lógicamente reclama la liberación de múltiples esclavitudes de orden cultural, económico social y político, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstáculos que impiden a los hombres vivir según su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a las consecuencias es una condición indispensable para una reflexión teológica sobre la liberación. Si te interesa tener el documento completo en su versión para imprimir, puedes descargarlo en tu escritorio dando un click aquí. Índice General INTRODUCCIÓN I. UNA ASPIRACIÓN II. EXPRESIONES DE ESTA ASPIRACIÓN III. LA LIBERACION, TEMA CRISTIANO IV. FUNDAMENTOS BíBLICOS V. LA VOZ DEL MAGISTERIO VI. UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DEL CRISTIANISMO VII. EL ANÁLISIS MARXISTA VIII. SUBVERSIÓN DEL SENTIDO DE LA VERDAD Y VIOLENCIA IX. TRADUCCIÓN 'TEOLÓGICA' DE ESTE NÚCLEO X. UNA NUEVA HERMENEÚTICA XI. ORIENTACIONES CONCLUSIÓN © 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Página 1/8

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Instrucción sobre algunos aspectos de la 'teología de la liberaciónCongregación para la Doctrina de la Fe6 de agosto de 1984

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    Libertatis Nuntius, Instruccin sobre la Autor: Congregacin para la Doctrina de la Fe

    Libertatis nuntius Instruccin sobre algunos aspectos de la 'teologa de la liberacin Congregacin para la Doctrina de la Fe 6 de agosto de 1984

    El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberacin. En los ltimos aos esta verdadesencial ha sido objeto de reflexin por parte de los telogos, con una nueva atencin rica de promesas. La liberacin es ante todo y principalmente liberacin de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su trmino es lalibertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lgicamente reclama la liberacin de mltiples esclavitudes de ordencultural, econmico social y poltico, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstculos que impidena los hombres vivir segn su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a lasconsecuencias es una condicin indispensable para una reflexin teolgica sobre la liberacin.

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    ndice General

    INTRODUCCIN I. UNA ASPIRACIN II. EXPRESIONES DE ESTA ASPIRACIN III. LA LIBERACION, TEMA CRISTIANO

    IV. FUNDAMENTOS BBLICOS

    V. LA VOZ DEL MAGISTERIO

    VI. UNA NUEVA INTERPRETACIN DEL CRISTIANISMO VII. EL ANLISIS MARXISTA VIII. SUBVERSIN DEL SENTIDO DE LA VERDAD Y VIOLENCIA IX. TRADUCCIN 'TEOLGICA' DE ESTE NCLEO X. UNA NUEVA HERMENETICA XI. ORIENTACIONES

    CONCLUSIN

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    Libertatis nuntius Instruccin sobre algunos aspectos de la 'teologia de la liberacin' Congregacin para la Doctrina de la Fe 6 Agosto 1984

    INTRODUCCIN El Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberacin. En los ltimos aos esta verdadesencial ha sido objeto de reflexin por parte de los telogos, con una nueva atencin rica de promesas. La liberacin es ante todo y principalmente liberacin de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su trmino es lalibertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Lgicamente reclama la liberacin de mltiples esclavitudes de ordencultural, econmico social y poltico, que, en definitiva, derivan del pecado, y constituyen tantos obstculos que impidena los hombres vivir segn su dignidad. Discernir claramente lo que es fundamental y lo que pertenece a lasconsecuencias es una condicin indispensable para una reflexin teolgica sobre la liberacin.

    En efecto, ante la urgencia de los problemas, algunos se sienten tentados a poner el acento de modo unilateral sobre laliberacin de las esclavitudes de orden terrenal y temporal, de tal manera que parecen hacer pasar a un segundo planola liberacin del pecado, y por ello no se le atribuye prcticamente la importancia primaria que le es propia. Lapresentacin que proponen de los problemas resulta as confusa y ambigua. Adems, con la intencin de adquirir unconocimiento ms exacto de las causas de las esclavitudes que quieren suprimir, se sirven, sin suficiente precaucincrtica, de instrumentos de pensamiento que es difcil, e incluso imposible, purificar de una inspiracin ideolgicaincompatible con la fe cristiana y con las exigencias ticas que de ella derivan.

    La Congregacin para la Doctrina de la Fe no se propone tratar aqu el vasto tema de la libertad cristiana y de laliberacin. Lo har en un documento posterior que pondr en evidencia, de modo positivo, todas sus riquezas tantodoctrinales como prcticas.

    La presente Instruccin tiene un fin ms preciso y limitado: atraer la atencin de los pastores, de los telogos y de todoslos fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de desviacin, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implicanciertas formas de teologa de la liberacin que recurren, de modo insuficientemente crtico, a conceptos tomados dediversas corrientes del pensamiento marxista.

    Esta llamada de atencin de ninguna manera debe interpretarse como una desautorizacin de todos aquellos quequieren responder generosamente y con autntico espritu evanglico 'la opcin preferencial por los pobres'. Deninguna manera podr servir de pretexto para quienes se atrincheran en una actitud de neutralidad y de indiferenciaante los trgicos y urgentes problemas de la miseria y de la injusticia. Al contrario, obedece a la certeza de que lasgraves desviaciones ideolgicas que seala conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres. Hoy msque nunca, es necesario que la fe de numerosos cristianos sea iluminada y que stos estn resueltos a vivir la vidacristiana integralmente, comprometindose en la lucha por la justicia, la libertad y la dignidad humana, por amor a sushermanos desheredados, oprimidos o perseguidos. Ms que nunca, la Iglesia se propone condenar los abusos, lasinjusticias y los ataques a la libertad, donde se registren y de donde provengan, y luchar, con sus propios medios, por ladefensa y promocin de los derechos del hombre, especialmente en la persona de los pobres.

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    I. UNA ASPIRACIN 1. La poderosa y casi irresistible aspiracin de los pueblos a una liberacin constituye uno de los principales signos delos tiempos que la Iglesia debe discernir e interpretar a la luz del Evangelio (1) .Este importante fenmeno de nuestrapoca tiene una amplitud universal, pero se manifiesta bajo formas y grados diferentes segn los pueblos. Es unaaspiracin que se expresa con fuerza, sobre todo en los pueblos que conocen el peso de la miseria y en el seno de losestratos sociales desheredados.

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    2. Esta aspiracin traduce la percepcin autntica, aunque oscura, de la dignidad del hombre, creado 'a imagen ysemejanza de Dios' (Gen 1, 26-27), ultrajada y despreciada por las mltiples opresiones culturales, polticas, raciales,sociales y econmicas, que a menudo se acumulan.

    3. Al descubrirles su vocacin de hijos de Dios, el Evangelio ha suscitado en el corazn de los hombres la exigencia yla voluntad positiva de una vida fraterna, justa y pacfica, en la que cada uno encontrar el respeto y las condiciones desu desarrollo espiritual y material. Esta exigencia es sin duda la fuente de la aspiracin de que hablamos.

    4. Consecuentemente, el hombre no quiere sufrir ya pasivamente el aplastamiento de la miseria con sus secuelas demuerte, enfermedades y decadencias. Siente hondamente esta miseria como una violacin de su dignidad natural.Varios factores, entre los cuales hay que contar la levadura evanglica, han contribuido al despertar de la conciencia delos oprimidos.

    5. Ya no se ignora, aun en los sectores todava analfabetos de la poblacin, que, gracias al prodigioso desarrollo de lasciencias y de las tcnicas, la humanidad, en constante crecimiento demogrfico, sera capaz de asegurar a cada serhumano el mnimo de los bienes requeridos por su dignidad de persona humana.

    6. El escndalo de irritantes desigualdades entre ricos y pobres ya no se tolera, sea que se trate de desigualdadesentre pases ricos y pases pobres o entre estratos sociales en el interior de un mismo territorio nacional. Por una parte,se ha alcanzado una abundancia, jams conocida hasta ahora, que favorece el despilfarro; por otra, se vive todava enun estado de indigencia marcado por la privacin de los bienes de estricta necesidad, de suerte que no es posiblecontar el nmero de las vctimas de la mala alimentacin.

    7. La ausencia de equidad y de sentido de la solidaridad en los intercambios internacionales se vuelve ventajosa paralos pases industrializados, de modo que la distancia entre ricos y pobres no deja de crecer. De ah, el sentimiento defrustracin en los pueblos del Tercer Mundo, y la acusacin de explotacin y de colonialismo dirigida contra los pasesindustrializados.

    8. El recuerdo de los daos de un cierto colonialismo y de sus secuelas crea a menudo heridas y traumatismos.

    9. La Sede Apostlica, en la lnea del Concilio Vaticano II, as como las Conferencias Episcopales, no han dejado dedenunciar el escndalo que constituye la gigantesca carrera de armamentos que, junto a las amenazas contra la paz,acapara sumas enormes de las cuales una parte solamente bastara para responder a las necesidades ms urgentesde las poblaciones privadas de lo necesario.

    Notas

    1. *Texto latino original en Acta Apostolicae Sedis 76 (1984) 876 ss. Cf. Concilio Vaticano II, Constitucin pastoralGaudium et spes, n. 4.

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    II. EXPRESIONES DE ESTA ASPIRACIN 1. La aspiracin a la justicia y al reconocimiento efectivo de la dignidad de cada ser humano requiere, como todaaspiracin profunda, ser iluminada y guiada.

    2. En efecto, se debe ejercer el discernimiento de las expresiones tericas y prcticas, de esta aspiracin. Pues sonnumerosos los movimientos polticos y sociales que se presentan como portavoces autnticos de la aspiracin de lospobres, y como capacitados, tambin por el recurso a los medios violentos, a realizar los cambios radicales quepondrn fin a la opresin y a la miseria del pueblo.

    3. De este modo, con frecuencia, la aspiracin a la justicia se encuentra acaparada por ideologas que ocultan opervierten el sentido de la misma, proponiendo a la lucha de los pueblos para su liberacin fines opuestos a laverdadera finalidad de la vida humana, y predicando caminos de accin que implican el recurso sistemtico a laviolencia, contrarios a una tica respetuosa de las personas.

    4. La interpretacin de los signos de los tiempos a la luz del Evangelio exige, pues, que se descubra el sentido de laaspiracin profunda de los pueblos a la justicia, pero igualmente que se examine, con un discernimiento crtico, lasexpresiones, tericas y prcticas, que son datos de esta aspiracin. 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 3/8

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    III. LA LIBERACION, TEMA CRISTIANO

    1. Tomada en s misma, la aspiracin a la liberacin no puede dejar de encontrar un eco amplio y fraternal en elcorazn y en el espritu de los cristianos.

    2. As, en consecuencia con esta aspiracin, ha nacido el movimiento teolgico y pastoral conocido con el nombre de'teologa de la liberacin', en primer lugar en los pases de Amrica Latina, marcados por la herencia religiosa y culturaldel cristianismo, y luego en otras regiones del Tercer Mundo, como tambin en ciertos ambientes de los pasesindustrializados.

    3. La expresin 'teologa de la liberacin' designa en primer lugar una preocupacin privilegiada, generadora delcompromiso por la justicia, proyectada sobre los pobres y las vctimas de la opresin. A partir de esta aproximacin, sepueden distinguir varias maneras, a menudo inconciliables, de concebir la significacin cristiana de la pobreza y el tipode compromiso por la justicia que ella requiere. Como todo movimiento de ideas, las 'teologas de la liberacin'encubren posiciones teolgicas diversas; sus fronteras doctrinales estn mal definidas.

    4. La aspiracin a la liberacin, como el mismo trmino sugiere, toca un tema fundamental del Antiguo y del NuevoTestamento. Por tanto, tomada en s misma, la expresin 'teologa de la liberacin' es una expresin plenamente vlida:designa entonces una reflexin teolgica centrada sobre el tema bblico de la liberacin y de la libertad, y sobre laurgencia de sus incidencias prcticas. El encuentro de la aspiracin a la liberacin y de las teologas de la liberacin noes pues fortuito. La significacin de este encuentro no puede ser comprendida correctamente sino a la luz de laespecificidad del mensaje de la Revelacin, autnticamente interpretado por el Magisterio de la Iglesia (2) .Notas

    2. Cf. IDEM, Constitucin dogmtica Dei Verbum, n. 10

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    IV. FUNDAMENTOS BBLICOS

    1. As, una teologa de la liberacin correctamente entendida, constituye una invitacin a los telogos a profundizarciertos temas bblicos esenciales, con la preocupacin de las cuestiones graves y urgentes que plantean a la Iglesiatanto la aspiracin contempornea a la liberacin como los movimientos de liberacin que le hacen eco ms o menosfielmente. No es posible olvidar ni un solo instante las situaciones de miseria dramtica de donde brota la interpelacinas lanzada a los telogos.

    2. La experiencia radical de la libertad cristiana (3) constituye aqu el primer punto de referencia. Cristo, nuestroLiberador, nos ha librado del pecado, y de la esclavitud de la ley y de la carne, que es la seal de la condicin delhombre pecador. Es pues la vida nueva de gracia, fruto de la justificacin, la que nos hace libres. Esto significa que laesclavitud ms radical es la esclavitud del pecado. Las otras formas de esclavitud encuentran pues en la esclavitud delpecado su ltima raz. Por esto, la libertad en pleno sentido cristiano, caracterizada por la vida en el Espritu, no podrser confundida con la licencia de ceder a los deseos de la carne. Ella es vida nueva en la caridad.

    3. Las 'teologas de la liberacin' tienen en cuenta ampliamente la narracin del Exodo. En efecto, ste constituye elacontecimiento fundamental en la formacin del pueblo elegido. Es la liberacin de la dominacin extranjera y de laesclavitud. Se considera que la significacin especfica del acontecimiento le viene de su finalidad, pues esta liberacinest ordenada a la funcin del pueblo de Dios y al culto de la Alianza celebrado en el Monte Sina (4) .Por esto laliberacin del xodo no puede referirse a una liberacin de naturaleza principal y exclusivamente poltica. Por otra partees significativo que el trmino liberacin sea a veces reemplazado en la Escritura por el otro, muy cercano, deredencin.

    4. El episodio que origin el xodo jams se borrar de la memoria de Israel. A l se hace referencia cuando, despusde la ruina de Jerusaln y el Exilio a Babilonia, se vive en la esperanza de una nueva liberacin y ms all en la esperade una liberacin definitiva. En esta experiencia, Dios es reconocido como el Liberador. El sellar con su pueblo unaNueva Alianza, marcada con el don de su Espritu y la conversin de los corazones (5) . 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 4/8

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    5. Las mltiples angustias y miserias experimentadas por el hombre fiel al Dios de la Alianza proporcionan el tema avarios salmos: lamentos, llamadas de socorro, acciones de gracias hacen mencin de la salvacin religiosa y de laliberacin. En este contexto, la angustia no se identifica pura y simplemente con una condicin social de miseria o conla de quien sufre la opresin poltica. Contiene adems la hostilidad de los enemigos, la injusticia, la muerte, la falta.Los salmos nos remiten a una experiencia religiosa esencial: slo de Dios se espera la salvacin y el remedio. Dios, yno el hombre, tiene el poder de cambiar las situaciones de angustia. As los 'pobres del Seor' viven en unadependencia total y de confianza en la providencia amorosa de Dios (6) .Y por otra parte, durante toda la travesa deldesierto, el Seor no ha dejado de proveer a la liberacin y la purificacin espiritual de su pueblo. 6. En el Antiguo Testamento los Profetas, despus de Ams, no dejan de recordar, con particular vigor, las exigenciasde la justicia y de la solidaridad, y de hacer un juicio extremadamente severo sobre los ricos que oprimen al pobre.Toman la defensa de la viuda y del hurfano. Lanzan amenazas contra los poderosos: la acumulacin de iniquidadesno puede conducir ms que a terribles castigos. Por esto la fidelidad a la Alianza no se concibe sin la prctica de lajusticia. La justicia con respecto a Dios y la justicia con respecto a los hombres son inseparables. Dios es el defensor yel liberador del pobre.

    7. Tales exigencias se encuentran en el Nuevo Testamento. An ms, estn radicalizadas, como lo muestra el discursosobre las Bienaventuranzas. La conversin y la renovacin se deben realizar en lo ms hondo del corazn.

    8. Ya anunciado en el Antiguo Testamento, el mandamiento del amor fraterno extendido a todos los hombres constituyela regla suprema de la vida social (7) .No hay discriminaciones o lmites que puedan oponerse al reconocimiento detodo hombre como el prjimo (8) .9 La pobreza por el Reino es magnificada. Y en la figura del Pobre, somos llevados a reconocer la imagen y como lapresencia misteriosa del Hijo de Dios que se ha hecho pobre por amor hacia nosotros (9) .Tal es el fundamento de laspalabras inagotables de Jess sobre el Juicio en Mt 25,31-46. Nuestro Seor es solidario con toda miseria: toda miseriaest marcada por su presencia.

    10. Al mismo tiempo, las exigencias de la justicia y de la misericordia ya anunciadas en el Antiguo Testamento, seprofundizan hasta el punto de revestir en el Nuevo Testamento una significacin nueva. Los que sufren o estnperseguidos son identificados con Cristo (10) .La perfeccin que Jess pide a sus discpulos (Mt 5,18) consiste en eldeber de ser misericordioso 'como vuestro Padre es misericordioso' (Lc 6,36). 11. A la luz de la vocacin cristiana al amor fraterno y a la misericordia, los ricos son severamente llamados a su deber(11) San Pablo, ante los desrdenes de la Iglesia de Corinto, subraya con fuerza el vnculo que existe entre laparticipacin en el sacramento del amor y el compartir con el hermano que est en la necesidad (12) .12. La Revelacin del Nuevo Testamento nos ensea que el pecado es el mal ms profundo, que alcanza al hombre enlo ms ntimo de su personalidad. La primera liberacin, a la que han de hacer referencia todas las otras, es la delpecado.

    13. Sin duda, para sealar el carcter radical de la liberacin trada por Cristo, ofrecida a todos los hombres, ya seanpolticamente libres o esclavos, el Nuevo Testamento no exige en primer lugar, como presupuesto para la entrada enesta libertad, un cambio de condicin poltica y social. Sin embargo, la Carta a Filemn muestra que la nueva libertad,trada por la gracia de Cristo, debe tener necesariamente repercusiones en el plano social.

    14. Consecuentemente no se puede restringir el campo del pecado, cuyo primer efecto es introducir el desorden en larelacin entre el hombre y Dios, a lo que se denomina 'pecado social'. En realidad, slo una justa doctrina del pecadopermite insistir sobre la gravedad de sus efectos sociales.

    15. No se puede tampoco localizar el mal principal y nicamente en las 'estructuras' econmicas, sociales o polticasmalas, como si todos los otros males se derivasen, como de su causa, de estas estructuras, de suerte que la creacinde un 'hombre nuevo' dependiera de la instauracin de estructuras econmicas y sociopolticas diferentes. Ciertamentehay estructuras inicuas y generadoras de iniquidades, que es preciso tener la valenta de cambiar. Frutos de la accindel hombre, las estructuras, buenas o malas, son consecuencias antes de ser causas. La raz del mal reside, pues, enlas personas libres y responsables, que deben ser convertidas por la gracia de Jesucristo, para vivir y actuar comocriaturas nuevas, en el amor al prjimo, la bsqueda eficaz de la justicia, del dominio de s y del ejercicio de las virtudes(13) .Cuando se pone como primer imperativo la revolucin radical de las relaciones sociales y se cuestiona, a partir de aqu,la bsqueda de la perfeccin personal, se entra en el camino de la negacin del sentido de la persona y de su 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 5/8

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    trascendencia, y se arruina la tica y su fundamento que es el carcter absoluto de la distincin entre el bien y el mal.Por otra parte, siendo la caridad el principio de la autntica perfeccin, esta ltima no puede concebirse sin apertura alos otros y sin espritu de servicio.

    Notas

    3. Cf. Gal 5,1 s

    4. . Cf. Ex

    5. . Cf. Jer 31,31-34; Ex 36,26

    6. s. Cf. Sof 3,12

    7. ss. Cf. Dt 10,1

    8. -19. Cf. Lc 10,

    9. -37. Cf. 2 Co

    10. 8,9. Cf. Mt 25,31-46; Act 9,4-5; Co

    11. 1,24. Cf. Sant

    12. ,1 ss. Cf. 1 Cor 1

    13. ,17-34. Cf. Sant

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    V. LA VOZ DEL MAGISTERIO

    1. Para responder al desafo lanzado a nuestra poca por la opresin y el hambre, el Magisterio de la Iglesia,preocupado por despertar las conciencias cristianas en el sentido de la justicia, de la responsabilidad social y de lasolidaridad con los pobres y oprimidos, ha recordado repetidas veces la actualidad y la urgencia de la doctrina y de losimperativos contenidos en la Revelacin.

    2. Contentmonos con mencionar aqu algunas de estas intervenciones, los documentos pontificios ms recientes:Mater et magistra y Pacem in terris, Populorum progressio, Evangelii nuntiandi. Mencionemos igualmente la Carta alCardenal Roy, Octogesima adveniens.

    3. El Concilio Vaticano II, a su vez, ha abordado las cuestiones de la justicia y de la libertad en la Constitucin pastoralGaudium et spes.

    4. El Santo Padre ha insistido en varias ocasiones sobre estos temas, especialmente en las Encclicas Redemptorhominis, Dives in misericordia y Laborem exercens. Las numerosas intervenciones recordando la doctrina de losderechos del hombre tocan directamente los problemas de la liberacin de la persona humana respecto a los diversostipos de opresin de la que es vctima. A este propsito es necesario mencionar especialmente el Discurso pronunciadoante la XXXVI Asamblea general de la O.N.U. en Nueva York, el 2 de octubre de 1979 (14) .El 28 de enero del mismoao, Juan Pablo II, al inaugurar la III Conferencia del CELAM en Puebla, haba recordado que la verdad sobre elhombre es la base de la verdadera liberacin (15) .Este texto constituye un documento de referencia directa para lateologa de la liberacin.

    5. Por dos veces, en 1971 y 1974, el Snodo de los Obispos ha abordado temas que se refieren directamente a unaconcepcin cristiana de la liberacin: en la de justicia en el mundo y el de la relacin entre la liberacin de lasopresiones y la liberacin integral o la salvacin del hombre. Los trabajos de los Snodos de 1971 y de 1974 llevaron aPablo VI a precisar en la Exhortacin Apostlica Evangelii nuntiandi los lazos entre evangelizacin y liberacin opromocin humana (16) .6. La preocupacin de la Iglesia por la liberacin y por la promocin humana se ha manifestado tambin mediante la 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 6/8

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    constitucin de la Comisin Pontificia Justicia y Paz.

    7. Numerosos son los Episcopados que, de acuerdo con la Santa Sede, han recordado tambin la urgencia y loscaminos de una autntica liberacin cristiana. En este contexto, conviene hacer una mencin especial de losdocumentos de las Conferencias Generales del Episcopado latinoamericano en Medelln en 1968 y en Puebla en 1979.Pablo VI estuvo presente en la apertura de Medelln, Juan Pablo II en la de Puebla. Uno y otro abordaron el tema de laconversin y de la liberacin.

    8. En la lnea de Pablo VI, insistiendo sobre la especificidad del mensaje del Evangelio (17) ,especificidad que deriva desu origen divino, Juan Pablo II, en el discurso de Puebla ha recordado cules son los tres pilares sobre los que debeapoyarse toda la teologa de la liberacin autntica: la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia, la verdadsobre el hombre (18) .Notas

    14. ,14-26. Cf. AAS 71 (1979) 1 15. -1160. Cf.

    16. b. 196. Cf Pablo VI, Exhortacin apostlica Evangelii nuntiandi, 25-33: AAS 68 (197 17. ) 23-28. C 18. . ib. 32. Cf. AAS 71 (197 Regresar al ndice

    VI. UNA NUEVA INTERPRETACIN DEL CRISTIANISMO 1. No se puede olvidar el ingente trabajo desinteresado desarrollado por cristianos, pastores, sacerdotes, religiosos olaicos que, impulsados por el amor a sus hermanos que viven en condiciones inhumanas, se esfuerzan en llevar ayuday alivio a las innumerables angustias que son fruto de la miseria. Entre ellos, algunos se preocupan de encontrarmedios eficaces que permitan poner fin lo ms rpidamente posible a una situacin intolerable.

    2. El celo y la compasin que deben estar presentes en el corazn de todos los pastores, corren el riesgo de serdesviados y proyectados hacia empresas tan ruinosas para el hombre y su dignidad como la miseria que se combate, sino se presta suficiente atencin a ciertas tentaciones.

    3. El angustioso sentimiento de la urgencia de los problemas no debe hacer perder de vista lo esencial, ni hacer olvidarla respuestade Jess al Tentador (Mt 4, 4): 'No slo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca deDios' (Dt 8, 3). As, ante la urgencia de compartir el pan, algunos se ven tentados a poner entre parntesis y a dejarpara el maana la evangelizacin: en primer lugar el pan, la Palabra para ms tarde. Es un error mortal el separarambas cosas hasta oponerlas entre s. Por otra parte, el sentido cristiano sugiere espontneamente lo mucho que hayque hacer en uno y otro sentido (19) .4. Para otros, parece que la lucha necesaria por la justicia y lalibertad humanas, entendidas en su sentido econmico ypoltico, constituye lo esencial y el todo de la salvacin. Para stos, el Evangelio se reduce a un evangelio puramenteterrestre.

    5. Las diversas teologas de la liberacin se sitan, por una parte, en relacin con la opcin preferencial por los pobresreafirmada con fuerza y sin ambigedades, despus de Medelln, en la Conferencia de Puebla (20) ,y por otra, en latentacin de reducir el Evangelio de la salvacin a un evangelio terrestre.

    6. Recordemos que la opcin preferencial definida en Puebla esdoble: por los pobres y por los jvenes (21) .Essignificativo que la opcin por la juventud se haya mantenido totalmente en silencio. 7. Anteriormente hemos dicho (cfr. IV, 3) que hay una autntica 'teologa de la liberacin', la que est enraizada en laPalabra de Dios, debidamente interpretada.

    8. Pero, desde un punto de vista descriptivo, conviene hablar de las teologas de la liberacin, ya que la expresin 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 7/8

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    encubre posiciones teolgicas, o a veces tambin ideolgicas, no solamente diferentes, sino tambin a menudoincompatibles entre s.

    9. El presente documento slo tratar de las producciones de la corriente del pensamiento que, bajo el nombre de'teologa de la liberacin' proponen una interpretacin innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana quese aparta gravemente de la fe de la Iglesia, an ms, que constituye la negacin prctica de la misma.

    10. Prstamos no criticados de la ideologa marxista y el recurso a las tesis de una hermenutica bblica dominada porel racionalismo son la raz de la nueva interpretacin, que viene a corromper lo que tena de autntico el generosocompromiso inicial en favor de los pobres.

    Notas

    19. ) 188-196. Cf. Gaudium et spes, 39; Po XI, Encclica Quadragesimo anno: AAS 23 20. (1931) 207. Cf. 1134-1165 21. y 1166-1205. Cf. Documentos de

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    VII. EL ANLISIS MARXISTA 1. La impaciencia y una voluntad de eficacia han conducido a ciertos cristianos, desconfiando de todo otro mtodo, arefugiarse en lo que ellos llaman 'el anlisis marxista'.

    2 Su razonamiento es el siguiente: una situacin intolerable y explosiva exige una accin eficaz que no puede esperarms. Una accin eficaz supone un anlisis cientfico de las causas estructurales de la miseria. Ahora bien, el marxismoha puesto a punto los instrumentos de tal anlisis. Basta pues aplicarlos a la situacin del Tercer Mundo, y en especiala la de Amrica Latina.

    3. Es evidente que el conocimiento cientfico de la situacin y de los posibles caminos de transformacin social es elpresupuesto para una accin capaz de conseguir los fines que se han fijado. En ello hay una seal de la seriedad delcompromiso.

    4. Pero el trmino 'cientfico' ejerce una fascinacin casi mtica, y todo lo que lleva la etiqueta de cientfico no es de pors realmente cientfico. Por esto precisamente la utilizacin de un mtodo de aproximacin a la realidad debe estarprecedido de una examen crtico de naturaleza epistemolgica. Este previo examen crtico le falta a ms de una'teologa de la liberacin'.

    5. En las ciencias humanas y sociales, conviene ante todo estar atento a la pluralidad de los mtodos y de los puntosde vista, de los que cada uno no pone en evidencia ms que un aspecto de una realidad que, en virtud de sucomplejidad, escapa a la explicacin unitaria y unvoca. 6. En el caso del marxismo, tal como se intenta utilizar, la crtica previa se impone tanto ms cuanto que el pensamientode Marx constituye una concepcin totalizante del mundo en el cual numerosos datos de observacin y de anlisisdescriptivo son integrados en una estructura filosfico-ideolgica, que impone la significacin y la importancia relativaque se les reconoce. Los apriori ideolgicos son presupuestos para la lectura de la realidad social. As, la disociacinde los elementos heterogneos que componen esta amalgama epistemolgicamente hbrida llega a ser imposible, detal modo que creyendo aceptar solamente lo que se presenta como un anlisis resulta obligado aceptar al mismotiempo la ideologa. As no es raro que sean los aspectos ideolgicos los que predominan en los prstamos quemuchos de los 'telogos de la liberacin' toman de los autores marxistas.

    7. La llamada de atencin de Pablo VI sigue siendo hoy plenamente actual: a travs del marxismo, tal como es vividoconcretamente, se pueden distinguir diversos aspectos y diversas cuestiones planteadas a los cristianos para lareflexin y la accin. Sin embargo, 'sera ilusorio y peligroso llegar a olvidar el ntimo vnculo que los une radicalmente,aceptar los elementos del anlisis marxista sin reconocer sus relaciones con la ideologa, entrar en la prctica de lalucha de clases y de su interpretacin marxista dejando de percibir el tipo de sociedad totalitaria a la cual conduce esteproceso (22) .8. Es verdad que desde los or 2004 Catholic.net Inc. - Todos los derechos reservados Pgina 8/8