Leyendas de Santiago Del Estero

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Leyendas de Santiago del Estero

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El crespn

El crespn es un pjaro del tamao de un gorrin. Tiene la cola larga y las alas cortas. Se lo ve en tiempos de la cosecha del trigo, y su canto otorga cierta tristeza al paisaje...

En el monte santiagueo, en un ranchito viva una mujer anciana con dos nietos, Crespn y Crespina, ellos eran hermanos mellizos, un da la seora se le antoj comer ashpa mishqui( miel debajo de la tierra).

Ella sabia que lejos en el monte donde hay animales salvajes estaba ese dulce. Ese monte era detener miedo, por eso nos les aviso, pero ya muy enferma les pidi ese dulce. Crespina no dijo nada teniendo miedo de perderse en el monte, pero la viejita solo con eso se iba curar, todo eso acordndose al hermano le avis, ste la abraz, la bes a la abuela la bendicin pidindole en el monte se perdi.

Lo que se fue en la maana no vino hasta la noche la viejita ya haba fallecido. Crespina solo quedndose en el rincn de su rancho se qued dormida y soando se despert, gritando se fue al monte llamndolo por su nombre "Crespn, crespn!".

Todo el da y toda la noche lo haba buscado y as andando pensaba "si yo fuera pjaro volando ira a buscar a mi hermano!". Ya con mucho miedo se subi a un rbol, ah se quedo dormida, comenz a gritar " Crespn, crespn!", ya transformada en pjaro comenz a volar.

Por eso en el monte se escucha un silbido que dice "Crespn, crespn!".

La Telesita

Conocida en toda la provincia como alma milagrosa...

Cierta vez, en los montes deSANTIAGO DEL ESTERO, habitaba una jovencita Telesfora Castillo, Telesita para quienes la conocan y la queran.

Viva sola, sin que se le conociera familia ni casa donde habitar. Suponan que era muy pobre ya que se presentaba vestida casi en harapos y descalza. Llevaba cantarito de agua sobre su cabeza en algunas oportunidades y en otras un poco de lea .

De tanto en tanto apareca atrada por los ecos de la msica. Amaba la msica y la danza, se apartaba del grupo de gente y sola bailaba acompaando los compases de la msica, dando golpes sobre su cantarito, bailaba marcando los pasos de la danza con pies tan leves que pareca no tocar la tierra.

Cuando amaneca y la fiesta llegaba a su fin, todos vean a la telesita regresar al bosque, hasta que hubiera otra.

Cuando se hizo otro baile, Telesita no acudi a la fiesta, todos advirtieron su ausencia. Fue intil que pusieran la msica fuerte, esperando que as viniera.

Todos preocuparon, inquietos y afligidos los hombres salieron a buscarla, internndose en el bosque nocturno. Recin al otro da hallaron su cuerpo sin vida, quemado junto al fogn al que seguramente se arrimaba para pasar la noche.

Sachayoj (Madre de los montes, de la selva...)

Divinidad protectora del monte, muy celosa de sus dominios. Espesa barba del monte le sirve de ropaje...

Divinidad protectora del monte, muy celosa de sus dominios. Espesa barba del monte le sirve de ropaje.

Cubre todo su cuerpo y hasta le cuelga del ala del sombrero. Esta apariencia le resulta til para ocultarse con facilidad en la espesura. Madre cariosa para con sus criaturas es ella quien provee de los instrumentos necesarios para subsistir.

Ella da las espinas para defenderse de hombres y animales o les obsequia delicados perfumes para que puedan dispensarlo al viento, a la noche, a los senderos.

Frente al hombre, en cambio, es impecable. Con las luces del alba llega el hachero. Runa joven, manos nuevas que vienen a pelearle al monte. Elige un tronco maduro de tiempo y cuando prepara el hacha siente que alguien, all cerca, a comenzado ya la faena.

Lo busca... en el monte resulta demasiado grande el silencio para un hombre solo. Los golpes que parecan cercanos lo llevan a la espesura. Cambian de lado, como si los ruidos caminaran sobre el viento o saltaran sobre golpes de brisa. Cuando est por cesar en su bsqueda el hachero siente el eco ms cercano que nunca. Se desorienta el hombre. Ahora no sabe si es orgullo o miedo y contina la bsqueda.

Llega el medioda. A dnde esta? No encontr a nadie y se siente perdido. Lo encierra la maraa y le resulta difcil encontrar el sendero. Sachayoj no insiste. El hacha del hombre esta quieta de cansancio, rabia y miedo. La diosa utiliza el mismo procedimiento cuando llegan los meleros.

Con ruidos muy prximos los mete en la espesura despistndolos totalmente sin que lleguen a encontrarse con nadie. En otras oportunidades se hace sentir como animal que huye distrayendo a los chaschis.

El ochido lejano atrae a los hombres que imaginan un len empacado por los bichos... pero nunca encuentran nada. Al contrario, en ms de una ocasin, lamentan haber regresado sin alguno de los perros, quizs el ms guapo, el ms baqueano.

Lamenta el hombre la desgracia mientras entre las ramas de la tusca se agranda una sonrisa verde, culpable y cmplice: Sachayoj.