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Universidad Veracruzana

Instituto de Investigaciones Psicológicas

Especialidad en Psicología Comunitaria

LA PSICOLOGÍA, LOS PROCESOS COMUNITARIOS Y LA

INTERDISCIPLINARIEDAD.

HACIA UNA PROPUESTA ALTERNATIVA.

María Clemencia Castro.

Universidad de Guadalajara.

Primera edición 1993.

Así las cosas, se considera que el camino que deben seguir los psicólogos ha de ser otro,

distinto a los presentados hasta el momento. La nueva propuesta ha quedado ya

sugerida por la temática enunciada como punto fundamental en las últimas líneas del

capítulo anterior, y según se analizó, parece estar ausente en los trabajos de los

psicólogos.

Se trata de preocuparse, en primer lugar, por entender qué son los procesos

comunitarios, las problemáticas inherentes a ellos, su importancia social, política,

cultural, económica y humana, las posibilidades de intervención de los agentes externos,

la necesidad de la interdisciplinariedad, entre otros muchos interrogantes. Después de

esto, si cabe plantearse cuál puede ser el aporte de la psicología.

Tal como creemos que ocurren en los dos siguientes capítulos del presente trabajo,

curiosamente desde el momento mismo en que intentan comprender estos temas

sugeridos como fundamentales, los psicólogos comienzan a realizar valiosas

contribuciones a su conocimiento.

Procedamos ahora a formular algunas consideraciones centrales sobre los procesos

comunitarios y sobre las posibilidades del trabajo interdisciplinario para después, sobre

esa base, precisar la propuesta en cuanto a la labor del psicólogo.

PROCESOS COMUNITARIOS: ABORDAJES1.

Algunas consideraciones iniciales.

1 Este apartado es una versión corregida de mi artículo "Abordajes en el trabajo comunitario", impreso en Documentos 02, PRIACUN, Bogotá, 1988 y presentado en el Primer Seminario Taller sobre Participación Comunitaria y Liderazgo, organizado por el Proyecto Experimental de Desarrollo Regional Usme, U:N: DRI, Bogotá, 1988

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En lo que al trabajo comunitario se refiere, en primer lugar, es importante destacar la

existencia de una terminología empleada comúnmente por quienes se vinculan a él. Es

el caso de términos tales como “comunidad”, “participación de comunidad”, “desarrollo

comunitario”, “trabajo interdisciplinario”, “metodología participativa”, “investigación

participativa” y aún las expresiones de “investigación acción” e “investigación acción

participativa”.

La utilización común de estos términos suele hacer pensar, que tiene igual significado

para todos y, por lo mismo, de entrada tiende a suponerse la unidad en las

concepciones, orientaciones e intereses y en las formas de acción. Los cierto es que

muchos de estos términos pueden tener distinta connotación, reflejo de formas

diferentes de concebir y asumir el trabajo comunitario, con frecuencia genera múltiples

dificultades y conflictos.

En segundo lugar, es necesario señalar que en los trabajos comunitarios promovidos por

agentes externos o en los cuales ellos participan, pueden encontrarse muy diversos

intereses, como son: presentación de servicios, asesoría, investigación, realización de

prácticas académicas, promoción de la comunidad, impulso de una institución, un grupo

político, un programa, unas ideas, un credo, etc.

Por lo general ya sea en las concepciones formuladas o en la práctica misma, se

privilegia alguno o algunos de dichos intereses. Esto llega a ser determinante pues

define el sentido del trabajo e introduce un sesgo que orienta sus perspectivas más allá

inclusive de las pretensiones explícitamente planteadas.

También entre los miembros de una comunidad encontramos diversos intereses,

compartidos o no, que de hecho inciden en la dinámica comunitaria y en sus

posibilidades de desarrollo.

Por lo anterior, se hace necesario explicitar los intereses en relación con el trabajo

comunitario, a fin de precisar con claridad los propósitos y las orientaciones

fundamentales que se constituyen en ejes del trabajo y a partir de los cuales se articulan

otros intereses.

De manera general, pueden formularse dos tipos de intereses orientadores:

Un primer tipo remite al predominio que tengan, en las concepciones y en las

practicas, los intereses propios y específicos de los agentes externos. Esto puede

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llamarse interés externo. También es el caso de miembros de una comunidad

cuyos intereses son personales y ajenos a la colectividad.

El segundo tipo está referido al privilegio que desde un comienzo se da a la

comunidad y a su proceso. Este puede denominarse interés interno2.

Como ya se ha planteado, no existen intereses únicos ni un solo tipo de interés, pues en

la práctica en los trabajos comunitarios convergen múltiples intereses. Lo decisivo es

cuál o cuáles de esos intereses y, en ultimas, cuál tipo de interés es el orientador.

Abordajes en el trabajo comunitario.

En la actualidad existe abundante documentación sobre el trabajo con comunidades.

Muchos materiales están dedicados a la presentación y sistematización de experiencias,

otros se interesan especialmente por la formulación de propuestas metodológicas, y

algunos avanzan en fundamentaciones teórico-conceptuales. En la revisión de estos

materiales y de las experiencias que se conocen se encuentran presentes de manera

explícita, diversos planteamientos y concepciones sobre el trabajo comunitario.

Las consideraciones expuestas anteriormente sobre los intereses orientadores son un

punto de partida para avanzar en una sistematización de las modalidades en el trabajo

comunitarios. A partir de esos intereses orientadores es posible organizar y dar

coherencia a las diversas concepciones y formas de intervención en cuanto a sus

aspectos más generales y relevantes, proponiendo dos gandes aproximaciones. Cada una

de estas posee una consistencia interna y, desde sus diversas perspectivas, puede

clarificarse el sentido mismo del trabajo y de la terminología utilizada. Por sus

particularidades, se ha optado por denominarlas abordaje externo y abordaje interno, en

cuanto estén orientados a privilegiar intereses externos o internos a la comunidad y a su

proceso, respectivamente.

A fin de facilitar la presentación y la contrastación de estos dos abordajes, para cada uno

de ellos se hará referencia explícita a los siguientes aspectos: la concepción de

comunidad, los propósitos o intereses, la metodología, la concepción sobre el desarrollo

2 En este mismo sentido encontramos la distinción planteada por G. Hoyos en términos de acción estratégica y acción comunicativa para caracterizar el tipo de participación de los agentes externos en el trabajo comunitario. Véase Hoyos G. “Rol e influencia de los agentes externos en los procesos comunitarios”, Documentos 03. PRIAC-UN, Bogotá, 1989. También véase, Hoyos G. “Herramientas filosóficas de conocimiento para la compresión y el manejo de conflictos”, en La Universidad de la Enseñanza y acción comunitaria”, Universidad de Colombia, Bogotá, 1991. Un esbozo más temprano para diferenciar las aproximaciones al trabajo comunitario puede encontrarse en Bonfiglio, G., Desarrollo de la comunidad y trabajo social, Celats, Lima, 1982.

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comunitario y sobre la participación de la comunidad, el papel de los agentes externos y

el carácter de la iniciativa. Por último, se harían algunas observaciones de conjunto

sobre alcances, limitaciones y dificultades propios de cada abordaje.

1. El abordaje externo en el trabajo comunitario.

Desde la perspectiva del abordaje externo, la comunidad es entendida como un grupo

amplio de personas que poseen algún o algunos rasgos comunes. Esta idea permite que

los criterios considerados para definir una comunidad sean circunstancias o

características permanentes u ocasionales de muy diversa índole, por ejemplo, lugar de

residencia, ubicación geográfica, condiciones socioeconómicas, sexo, edad, ocupación o

problemáticas particulares de cualquier tipo.

Así, se llega a utilizar el término comunidad para hacer referencia a grupos como

"comunidad" del barrio X, la "comunidad" de alumnos de un colegio, la "comunidad" de

artistas o la "comunidad" de madres, tan disímiles en sus características como en su

composición y aún en su tamaño.

Este uso amplio del término es posible, pues en última instancia la cuestión consiste en

precisar uno o más rasgos, y a partir de esta delimitación, se considera conformada de

hecho la comunidad por las personas que perticipen en ellos. Por lo mismo, el criterio de

pertenencia, es decir, el que permite definir a las personas como miembros de la

comunidad, está determinado de manera automática por la posesión del rasgo

seleccionado.

De este modo, la comunidad y la pertenencia a ella se definen atendiendo a criterios

arbitrariamente formulados, los cuales se determinan por necesidades o requerimientos

ajenos a la dinámica misma de la colectividad. El reconocimiento, el sentido y la

conciencia de pertenencia por parte de los mismos miembros son, para este caso,

secundarios. Por ello bien puede hablarse de externalidad en la definición de comunidad

dada desde este abordaje.

En cuanto a los propósitos últimos formulados desde esta aproximación, destaca

fundamentalmente el mejoramiento de las condiciones de un grupo, en especial a partir

de la resolución de problemas particulares que permitan aliviar situaciones o acomodar

a las personas a condiciones de vida "mejoradas", hasta donde sea posible, sin pretender

transformaciones sociales de fondo.

El desarrollo comunitario es identificado con el desarrollo de programas, los cuales

pueden asumir diversas modalidades o la combinación de varias de ellas. Entre las más

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comunes destacan la prestación de servicios, la capacitación y los programas

preventivos.

Desde esta perspectiva se hace fundamental comprometer a la población con los planes

y programas de acción previstos, a fin de asegurar su realización y aprovechamiento.

Aparecen así otros objetivos no siempre enunciados de manera explícita pero de igual o

mayor importancia, tales como generar actitudes positivas hacia los programas y las

instituciones o motivar para la utilización o aprovechamiento de un servicio.

Dentro de este abordaje externo se habla comúnmente de una metodología participativa

caracterizada por cuatro etapas: la investigación diagnóstica, el diseño de la

intervención, la puesta en práctica de la propuesta y la evaluación. Para comprender

más claramente el carácter que asume esta metodología, es conveniente precisar el

papel que tienen tanto los agentes externos como los miembros de la comunidad3.

Esos agentes externos pueden ser personas independientes, de fuera de la comunidad,

pero con frecuencia se trata de otras vinculadas a instituciones que trabajan en

representación de éstas. Es posible, también, encontrar personas de la misma

colectividad asumiendo frente a ella una distancia que las coloca en el papel de agentes

promotores de este abordaje externo.

De esta manera, la participación de la comunidad queda restringida significativamente:

consiste en aportar la información requerida, ser usuario o beneficiario de los servicios y

programas instrumentados o colaborar en la ejecución de algunas tareas. En el mejor de

los casos se le permite el papel activo en la puesta en marcha de programas.

Es muy importante que estas dos últimas modalidades de participación sean asignadas

especialmente algunos individuos, los llamados líderes, quienes se busca sirvan como

impulsores de los programas o como mediadores entre las instituciones y la comunidad.

Así, encuentra toda la tendencia, que ha logrado consolidarse, caracterizada por

entender el trabajo comunitario básicamente como detección y capacitación de líderes.

3 Una caracterización semejante sobre el papel de los agentes externos, ilustradora de su problemática en relación con las instituciones y las comunidades, puede verse en Villareal. N. Y Andrade, M. E. “Los profesionales y la participación comunitaria”. Revista de Trabajo Social, Procesos y Políticas Sociales, núm 23, Bogotá, 1985. El desarrollo de las etapas propuestas por la metodología participativa es adelantado en este abordaje fundamentalmente por los agentes externos, con argumentos referidos a su conocimiento, experiencia y objetividad, o en últimas a su autoridad. Ellos se consideran los más indicados para elaborar el diagnóstico de necesidades y problemas, definir las prioridades y elaborar la propuesta de intervención correspondiente, controlar la realización del plan propuesto y asumir la evaluación del programa adelantado.

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En algunas ocasiones se permite una forma muy particular de lo que podría

denominarse participación restringida. Dentro de ésta, una vez determinados los

diagnósticos y los programas o propuestas de acción por parte de los agentes externos se

promueve el seguimiento de las etapas de la metodología participativa por parte de la

comunidad y se orienta e induce a ésta etapa para que llegue a las mismas conclusiones.

En este caso lo que ocurre, más exactamente, es un simulacro de participación.

Es característico de este abordaje que las iniciativas sean externas a la comunidad.

Generalmente obedecen a intereses, políticas y estrategias. Cuando median algunas

consultas a la comunidad o se reciben demandas de parte suya, estas son reformuladas a

fin de adecuarlas a las pretensiones y posibilidades de los mismos agentes externos o de

las instituciones que ellos representan. Por esto, muchas problemáticas importantes

quizá dejan de ser atendidas.

Cabe destacar que este es el abordaje más frecuentemente encontrado en los trabajos

comunitarios, en la medida en que les permite actuar de manera consistente conforme a

los intereses específicos de los agentes externos. Además, facilita y agiliza el trabajo,

pues en lo fundamental el desarrollo de los programas está bajo su dirección y control.

Se hace posible, así, una optimización de los recursos y obtener los resultados en el corto

plazo.

Pero este abordaje encuentra pronto sus dificultades en la limitada colaboración de la

comunidad y en la apatía, así como en la frecuente resistencia a los programas y a los

cambios muchas veces propuestos en ellos, situaciones que la misma participación

restringida se encarga de mantener. Además, la búsqueda de solución a problemáticas

tan complejas, como las que agobian a las poblaciones a las que generalmente se

enfocan los programas comunitarios, es una labor inacabable cuando se pretende lograr

a través de la intervención sobre aspectos puntuales. Estas problemáticas requieren ser

comprendidas y abordadas en las múltiples dimensiones y determinaciones, las cuales

remiten a situaciones más generales, que a su vez son generadoras de nuevos

problemas.

Es importante aclarar que el énfasis en las metodologías activas y participativas hecho

en este abordaje, y sobre lo cual se insiste cada vez mas, es encubridor de sus

pretensiones y alcances reales. Lo cierto es que no se trata de promover la participación

y organización de las comunidades con miras a posibilitar su autonomía ni a dinamizar

procesos sociales. Se pretende mas bien, habilitarlas para actuar conjuntamente con los

agentes externos, en condiciones que reproducen la tradicional division de trabajo entre

quienes piensan, planean y deciden, por un lado, y quienes “participan” colaborando en

la ejecución de los programas por otro. En ultima instancia, la comunidad es asumida

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como objeto de intervención, por ellos muchas posibilidades de acción de la comunidad,

presentes a nivel de potencialidades, quedan de paso excluidas.

2. El abordaje interno en el trabajo comunitario

Desde el punto de vista del abordaje interno se considera que la comunidad, en sentido

pleno, no existe por el solo hecho de ser definida externamente. Se trata mas bien de un

proceso interno referido a su propia dinámica. Requiere en lo fundamental del

reconocimiento de que sus miembros van forjando una identidad de intereses y de la

posibilidad d expresar una voluntad y un poder colectivo que se traduzca en unidad de

acción.

En este sentido puede decirse mas propiamente, que una comunidad se va construyendo

a partir del reconocimento que va haciendo de sí y de sus posibilidades. Es decir, la

constitución de la comunidad no es un hecho determinado externamente, sino un

proceso a lo largo del cual se van unificando intereses, generando y fortaleciendo

vínculos y se va avanzando en la cohesion, en la consistencia interna y en la fuerza de la

comunidad, así como en la estructuración de una conciencia colectiva4.

El propósito central planteado desde este abordaje es, entonces, la promoción de la

comunidad. Se trata concretamente, de contribuir a la generación de procesos

educativos y organizativos al interior de las comunidades que hagan posible su

participación activa y plena en la reflexión sobre su situación, sus necesidades y

problemas en la formulación de propuestas y en la ejecución de acciones, lo que les

permite avanzar colectivamente en la comprensión y transformación de su entorno

social.

El desarrollo comunitario es entendido como el desarrollo de la comunidad. Importa,

claro está, avanzar en la resolución inmediata de problemas y necesidades, y en general,

contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de la gente, pero eso no es lo

esencial. Lo que interesa de manera especial es dinamizar la capacidad de la comunidad

para asumir colectivamente y de manera autónoma, consciente, reflexiva y crítica el

curso de su propio destino. Esta capacidad se logra mediante el fortalecimiento de los

vínculos a través de las interacciones concretas y de los avances en la transformación del

mundo material y social. De este modo, las diversas actividades y proyectos adelantados

conjuntamente cobran un nuevo sentido cuando adquieren es perspectiva comunitaria.

En cuando la metodología, las opciones planteadas son las metodologías activas y/o

participativas prioritariamente dichas, o sea aquellas que buscan promover la

4 Esta concepción dinámica de la comunidad puede verse también en autores como Esteva, G. La comunidad y sus promotores de desarrollo, Comunicación Social, México, mimeo, 1975.

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participación activa de la comunidad tanto en el estudio y la comprensión de sus

problematicas, como en la planeación de propuestas de acción, su ejecución, la

evaluación de los resultados y la reflexión y elaboracion sobre el proceso seguido5.

Es probable que una participación así entendida no se presente desde un principio, más

bien, esta se va logrando a lo largo de un proceso. Puede esperarse, así mismo, que se

manifiesten tipos muy distintos de participación y frecuentes conflictos en la búsqueda

individual y colectiva de nuevas formas de actuar y relacionarse.

Por otra parte, desde este abordaje no interesa promover únicamente la vinculación

activa de unas cuantas personas (por ejemplo los llamados líderes), se busca involucrar

de manera comprometida a todos los miembros de la colectividad. En el caso de

personas que son objeto de especial reconocimiento por los otros, lo importante es

favorecer su capacidad de apoyo a la promoción de los procesos colectivos y no

estimular su desarrollo con fines eminentemente personales.

Además, no se trata de una vinculación de tipo individual sino, prioritariamente, de

promover formas de participación colectiva y organizada. Así, a medida que avanza la

experiencia conjunta, y a través de ella, la comunidad va cualificando las formas de

participación, involucrando organizadamente a un número cada vez mayor de personas

de la comunidad.

Por lo tanto, debe comprobarse que este tipo de participación tiene en sí misma una

función educativa y organizativa determinante en el proceso comunitario.

En cuanto a los agentes externos, se espera su inserción en el proceso de la comunidad

en calidad de promotores del mismo. Su papel puede definirse alrededor de los

siguientes aspectos: propiciar el análisis de las necesidades y los problemas comunes,

promover forma colectivas de enfrentarlos y resolverlos, enriquecer las formas de

participación organizada que expresen y la vez faciliten el proceso comunitario,

socializar la información y el conocimiento que poseen, promoviendo el intercambio de

saberes, contribuir a la reflexión, el seguimiento y el desarrollo del proceso comunitario,

promover y apoyar el establecimiento de redes de comunicación, asumir la actitud de

respeto y compromiso frente a la comunidad y a su proceso.6

5 Estos propósitos se encuentran claramente formulados en las distintas opciones metodológicas participativas planteadas para el trabajo comunitario y popular. Cabe destacar entre ellas: la educación popular, la investigación participativa (IP), la investigación acción participativa (IAP) y la sistematización de la experiencia. 6 En este mismo sentido va la caracterización sobre el papel de los agentes externos formulados por Esteva G., en el artículo citado.

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En este abordaje las iniciativas pueden surgir de la misma comunidad, lo que sucede con

mayor frecuencia a medida que ésta avanza en su desarrollo. También pueden ser

promovidas externamente, cosa que suele ocurrir en los periodos iniciales. Lo

importante en estos casos es que las iniciativas externas se den con el fin de promover el

proceso comunitario y vayan cediendo lugar lo más pronto posible a las iniciativas

internamente planteadas.

El abordaje interno abre, fundamentalmente, posibilidades para un desarrollo

autónomo que trascienda a las comunidades mismas, que les permita participar

activamente, no sólo en su propia transformación, sino también en procesos más

generales de transformación social. Posibilita además, la constitución de formas

organizativas cada vez más amplias y consolidadas, las cuales pueden desempeñar un

papel importante en la dinamización de estos procesos sociales.

Por ello más que de límites, debe hablarse de dificultades encontradas cuando se trabaja

desde la perspectiva de este abordaje. La confianza en la capacidad y en las posibilidades

de la comunidad no implica que sea fácil dinamizar su desarrollo y mucho menos que

ella se logre a corto plazo. Es además, un proceso expuesto a múltiples dificultades,

problemas y conflictos de índole tanto externa como interna.

Entre los problemas más comunes cabe destacar la apatía, la pasividad y el sentimiento

de impotencia, presente en muchos grupos poblacionales. Por otra parte es muy

frecuente la tendencia a reproducir roles y esquemas propios de formas verticales de

relación entre los mismos miembros de la comunidad, al igual que relaciones de

sumisión y dependencia respecto a los agentes externos. Todo esto contribuye a generar

formas de participación muy restringidas, pero en la medida en que se reconoce esto,

puede ser objeto de reflexión y de transformación.

Estos son sólo algunos de los obstáculos que se suelen encontrar en los trabajos

comunitarios y que tienden a ser más críticos en los grupos social y económicamente

menos favorecidos. Superar estas dificultades requiere de los agentes promotores del

proceso una gran creatividad e iniciativa para apoyar búsquedas colectivas para lograrlo.

En particular, se debe comprender que los procesos avanzan paulatinamente, saber

reconocer y valorar esos adelantos y compartirlos con la misma comunidad.

Por otra parte, la complejidad del proceso comunitario difícilmente permite responder a

pretensiones externas que exijan resultados evidentes a corto plzo. Esta situación es

motivo de frecuentes problemas con los agentes externos y con las instituciones, y

muchas veces lleva a sacrificar el proceso mismo en beneficio de la ejecución de acciones

y programas.

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Consideraciones adicionales.

A partir de lo expuesto se espera que puedan comprenderse claramente las dos grandes

aproximaciones al trabajo comunitario y las implicaciones de cada una de estas

opciones.

Es importante tener en cuenta que en la práctica de los trabajos comunitarios no

siempre es posible distinguir tan nítidamente uno u otro abordaje. Con frecuencia lo que

se presenta es una mezcla de éstos, con las dificultades que implica combinar enfoques

contrarios. Ello ocurre, especialmente, en muchos trabajos que se plantean a partir de

las ideas de lo que aquí se ha llamado abordaje interno, pero el peso de la tradición, las

presiones externas y la excesiva iniciativa de los agentes externos, entre otros motivos,

los ubican en la perspectiva de un abordaje externo.

El desarrollo de la propuesta que se quiere presentar al psicólogo se apoya básicamente

en la caracterización del trabajo comunitario formulada desde el abordaje interno,

reconociendo de antemano que para asumirlo se requiere suficiente claridad sobre el

mismo y fuerza para afrontar las dificultades que conlleva.

LA INTERDISCIPLINARIEDAD.7

La revisión de literatura sobre interdisciplinariedad muestra que se trata de una

discusión vigente, de importancia contemporánea en los medios científicos, académicos

y profesionales. En torno a ella hay puntos de vista diversos. Es, además, una discusión

no acabada sobre la cual es posible aportar desde las reflexiones y experiencias de los

trabajos comunitarios.

Se hace entonces pertinente avanzar una serie de precisiones y comentarios sobre la

interdisciplinariedad, en lo que respecta a su definición y a algunos aspectos que

subyacen. En tanto se reconocen diversidad de formulaciones, más que pretender

proponer una adicional se considera importante destacar algunos puntos que permitan

comprender la dimensión de la temática y aportar a su discusión.

Sobre la definición de interdisciplinariedad.

En términos generales, los tabajos sobre interdisciplinariedad se ubican en el contexto

de la búsqueda de vínculos, encuentros y cooperación entre dos o más disciplinas. La

diversidad de relaciones posibles entre disciplinas y de puntos de referencia ha dado

lugar a distintas aproximaciones. En la mayoría de los escritos los esfuerzos por

7 Este capítulo forma parte de mi trabajo "Reflexiones sobre la interdisciplinariedad", cuya primera versión fue impresa en Documentos 06, PRIAC-UN Bogotá, 1990.

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formular nuevas definiciones van desde algunas muy generales hasta clasificaciones

detalladas sobre diversas formas de interdisciplinariedad. A la vez, esta amplitud de la

temática ha permitido en ciertos medios el uso indistinto del término y, aún más, la

banalidad del mismo.

Podrían distinguirse dos grandes tendencias:

Algunos autores usan el término interdisciplinariedad para referirse, en general, a las

relaciones entre dos o más disciplinas, a partir de lo cual suelen postular diversos modos

de eses relaciones. A manera de ejemplo, podemos citar la clasificación que hace H.

Heckhausen8 de interdisciplinariedad: indeterminada, auxiliar, compuesta,

suplementaria, unificadora y pseudointerdisciplinariedad.

En esta misma perspectiva se ubican los planteamientos formulados por Pérez y otros9,

quienes presentan el trabajo interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario

como formas de la interdisciplinariedad.

Otros autores avanzan en la precisión del tema introduciendo una gran distinción entre

tres términos: multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. En

esta segunda tendencia tampoco es posible encontrar unidad, entre otras cosas, porque

para algunos se trata de formas esencialmente distintas de relación entre las

disciplinas10, mientras que para otros corresponde a niveles de complejidad de dicha

relación11.

Es por consiguiente una tarea ambiciosa pretender sintetizar una definicón precisa

sobre cada uno de estos tres términos y, por lo mismo, es conveniente sugerir el estudio

de algunos textos sobre el tema12. Sin embargo, para facilitar una aproximación a ellos,

de manera muy amplia, puede plantearse de la siguiente diferenciación:

8 Heckhausen, H. ¿Qué es la interdisciplinariedad". Boletín Sociedad Colombiana de Epistemología, vol. II, 8-9, diciembre de 1982. 9 Pérez. E. De y otros. Apuntes sobre interdisciplinariedad, Documentos 04. PRIAUC, Bogotá, 1989. 10 Por ejemplo, Gusdorf G. "Pasado, presente y futuro de la investigación interdisciplinaria", en L Apostel, Interdisciplinariedad y ciencias humanas, Tecnos, Madrid, 1983. 11 Por ejemplo, Piaget. J. "The epistemology of interdisciplinary relathionships", en CERI (Center for Educational Research and Innovation), Interdisciplinary: Problems of techning research in universities, OECD. Paris, 1972. 12 Además de los autores ya citados véase los siguientes: Apostel L. Op. Cit. Bourguignon. O. "Transdisciplinarité de Iápproche de Y objet et articulation du psychologique et du social", Bolletin de Psychologie, Y. XXXVI, núm. 360, 1982-1983, CERI, op. Cit. Follari. R. Interdisciplinariedad. Los avances de la ideología, UNAM, México, 1982, Piaget, J. "Problemas generales de la investigación interdisciplinaria y mecanismos comunes", en tendencias de la investigación en las ciencias sociales, alianza, Madrid, 1975, Sills, D. Notas sobre el origen del término interdisciplinariedad, Sociología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1986.

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La multidisciplinariedad, a veces llamada pluridisciplinariedad13, se refiere más a cierto

vínculo en el cual especialistas de distintas disciplinas trabajan juntos conservando cada

uno su especialidad. Plantea una relación que puede estar dada por aportes o préstamos

de métodos y conocimientos de una disciplina a otra, por la subordinación de unas

disciplinas a otras o por la suma de conocimientos enunciados a partir de una y otra

disciplina (lo que algunos llaman yuxtaposición de disciplinas).

Una modalidad muy conocida de multidisciplinariedad está dada por la constitución de

grupos de personas de diferentes disciplinas, donde cada especialista por separado

precisa sus áreas de estudio e intervención, así como sus métodos de trabajo,

atendiendo a criterios disciplinarios. Posteriormente se comunican unos a otros sus

avances y resultados. En el mejor de los casos se definen en común metodologías

generales para tratar un tema o problema y luego cada disciplina por separado, procede

a precisar su intervención.

La transdisciplinariedad pretende la construcción de una teoría general que abarque o

englobe diversas disciplinas a partir de una lógica del conocimiento y un método

universal de análisis. Ejemplo de ello son el estructuralismo genético, la teoría de

sistemas o el materialismo dialéctico. Se da lugar, así, a la constitución de una nueva

ciencia integradora (metaciencia) y a la adopción de un lenguaje que reúne el universo

del discurso de saberes (metalenguaje).

El término trandisciplinariedad es también empleado en las ciencias humanas para

referirse al hecho de que varias disciplinas científicas se interesen simultáneamente en

el abordaje de un problema14.

La interdisciplinariedad queda, entonces, reservada para hacer referencia

particularmente a una forma de cooperación estrecha entre disciplinas, que implica una

apertura recíproca y la comunicación entre campos del saber. Dentro de esta idea

general se distinguen dos aproximaciones:

1. La interdisciplinariedad entendida como la interacción entre disciplinas, que implica

la reciprocidad de los intercambios y el mutuo enriquecimiento. Esto comprende las

nuevas disciplinas que puedan surgir de dicho intercambio, es decir, la conformación

de nuevos objetos teóricos a partir de disciplinas previas (por ejemplo, la biofísica y

la bioquímica).

13 Gusdorf, G. Artículo citado. 14 Bourguignon, O. Artículo citado.

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Debe destacarse que esta concepción de la interdisciplinariedad está apoyada en las

disciplinas. Su propósito se refiere al abordaje de tópicos relevantes a ellas y se

orienta en especial a propiciar sus desarrollos o a la creación de nuevas disciplinas.

2. La interdisciplinariedad entendida como la organización de un esfuerzo colectivo

alrededor de un problema común, dando lugar a una intercomunicación contínua y a

una acción conjunta entre miembros de distintas disciplinas.

Es propio de esta aproximación privilegiar problemas concretos de importancia social.

Su propósito fundamental es avanzar en la comprensión de la interdependencia de los

factores involucrados en un problema y participar colectivamente en su intervención.

Para ello es posible apoyarse en los saberes de las disciplinas, en un esfuerzo por

articular los puntos de vista parciales propios de cada una, a la vez requiere capacidad

para sobrepasarlos, esto es, relativizar las teorías de las disciplinas y reconocer la

especificidad y limitación de las miradas.

Se trata, así, de personas que enfrentan colectivamente un problema de la realidad, esto

requiere tomar distancia (descentrarse) de la propia disciplina para preocuparse por el

problema desde una perspectiva más general. Es, por consiguiente, una cooperación

orgnánica que involucra más a personas que a disciplinas, inclusive, puede plantearse

que el punto de encuentro es la realidad misma y no las disciplinas.

Esta unidad de esfuerzos permite avanzar en la conceptualización, la interpretación y la

acción conjunta, apoyándose en lo fundamental en criterios de racionalidad, en la

universalidad de las problemáticas y en la independencia respecto de las disciplinas. Por

otra parte, quien pone entre paréntesis su disciplina puede regresar a ella, con el

enriquecimiento generado por el trabajo interdisciplinario y aportar al desarrollo de su

campo del saber.

Otros problemas.

A continuación se destacan algunos tópicos de interés para la discusión, cuya

profundización no se adelanta aquí, pero se sugiere como conveniente para avanzar en

la precisión sobre la interdisciplinariedad.

Un problema encontrado en los escritos sobre interdisciplinariedad es que con

frecuencia las formulaciones están referidas a las disciplinas entendidas como cuerpos

teóricos de las ciencias, omitiendo la referencia a las profesiones. En otros casos el

término disciplina parece incluir a unas y a otras. Su distinción y el establecimiento de

relaciones entre ellas harían un aporte a la comprensión de la interdisciplinariedad.

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En lo que respecta a los propósitos, puede reconocerse, en general, una pretensión de

búsqueda de unidad, con diferencias importantes. Para algunos éste remite a la unidad

de saberes especializados generada por desarrollos articulados de las disciplinas, hasta

llegar a formas como la mencionada transdisciplienariedad. Para otros la unidad estaría

dada por la realidad misma, y la interdisciplinariedad buscaría en su caso la

aproximación más exhaustiva para comprenderla y abordarla.

La pretensión de interdisciplinariedad tiene su problemática particular, cuando ésta se

da al interior de espacios regidos hegemónicamente por el desarrollo de saberes

especializados, tal como ocurre en las universidades en su forma tradicional. Esta

situación conlleva la tendencia a privilegiar los intereses y las perspectivas disciplinarias

y dificulta el avance de trabajos de colaboración estrecha, como lo sugiere la última

perspectiva de interdisciplinariedad expuesta anteriormente. Más bien tiende a

favorecer la idea de interdisciplinariedad como agregado de saberes disciplinarios. Por

lo mismo, hay autores que inclusive consideran indispensable para el desarrollo de la

interdisciplinariedad, la creación de nuevos espacios distintos de la organización

tradicional regulada por disciplinas y profesiones15.

Otro problema importante en esta discusión, y de particular relevancia para las

instituciones académicas, se refiere a las formulaciones en el sentido de que la

interdisciplinariedad debe ser pos-disciplinaria, es decir, debe tener lugar después de

avanzar suficientemente en la formación disciplinaria. Debido a esto tiende a ubicársela

en los niveles superiores de la formación disciplinaria y profesional o a nivel de

posgrado.

Por último, en general, es necesario reconocer la dificultad del trabajo interdisciplinario,

especialmente como se lo define en el numeral 2. Se trata de una compleja labor,

resultado de un trabajo en común entre especialistas de distintas disciplinas, en cuya

base destaca el aspecto actitudinal, de apertura y disposición a la comunicación y a la

construcción conjunta. Requiere, además, superar múltiples obstáculos y dificultades

provenientes de la formación académica tradicional apoyada en una clara separación de

los saberes.

A manera de conclusión

El distinguir los términos multidisciplinariedad, transdisciplinariedad e

interdisciplinariedad es realmente un adelanto en el tratamiento del tema. A partir de

ello se aclara que el término interdisciplinariedad está empleado más propiamente para

15 Follari, R. Op. Cit

Page 15: La psicol..

15

referirse a un modo específico de relación entre disciplinas y no a culquiera de sus

formas posibles.

La idea de interdisciplinriedad presentada en el numeral 2, es especialmente interesante

para quienes se vinculan a trabajos de apoyo en procesos comunitarios. Dentro de ella es

posible pensar en una participación desinteresada, en relación con la disciplina o

profesión, en la promoción de las comunidades y en el abordaje de sus problemáticas.

Queda, también, la posibilidad del influjo de estos avances como contribuciones al

desarrollo de la disciplina o profesión.

Finalmente, además del problema de su definición y de las consideraciones que

subyacen a las distintas formulaciones, el tema de la interdisciplinariedad está asociado

a otros cuya discusión es conveniente adelantar. De manera particular, la amplitud del

asunto, la diversidad de concepciones y las dificultades que introduce el tipo de

problemas abordados requieren, por parte de quienes se vinculen a trabajos llamados

interdisciplinarios, explicitar y precisar su carácter y contribuir, así, a su clarificación.

CONCLUSIONES.

Después de haber adelantado un análisis detallado sobre los diversos abordajes en el

trabajo comunitario y sobre la interdisciplinariedad, interesa proponer la vinculación de

los psicólogos a la promoción de procesos comunitarios orientados desde lo que se ha

definido como el abordaje interno16.

Desde este punto de vista, se busca la contribución del psicólogo al desarrollo

comunitario, entendido como el desarrollo de procesos tanto organizativos como

educativos que favorezcan y se apoyen en formas de participación activa de las

comunidades, en una perspectiva democrática y de autogestión. Todo ello como proceso

generador de comunidad, referido en particular a su dinámica interior, en cuanto a la

unidad de intereses, la fuerza de los vínculos, la cohesión, la consistencia interna, el

reconocimiento de su propia existencia y de sus protencialidades y su sentido de

pertenencia.

Así mismo, se refiere a sus posibilidades hacia el exterior, en cuanto a su capacidad de

acción y a su poder transformados, no sólo de sí mismo (a nivel individual, grupal y

colectivo), sino también del entorno social y material.

Esta aproximación demanda del psicólogo una apertura a la comprensión y apoyo a los

procesos comunitarios, creando nuevas exigencias en el ejercicio profesional. Por una

parte, no permite llevar soluciones preelaboradas ni hace pertinente las formas 16 Véase el capítulo cuarto de este trabajo.

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16

tradicionales de ejercicio de la psicología, caracterizadas comúnmente por la aplicación

mecánica de conocimientos psicológicos, técnicas y soluciones acabadas susceptibles de

ser utilizadas en cualquier caso. Requiere, más bien, la formulación de alternativas

metodológicas e innovaciones en el abordaje de las problemáticas. Más aún, hace

necesaria una actitud investigativa que permita avanzar en la comprensión de los temas

y dé lugar a la elaboración de nuevos conocimientos sobre ellos, así como a nuevas

posibilidades para su intervención17. Por otra parte, propicia el comprender la

interrelación de factores involucrados en los procesos comunitarios y evidencia la

dificultad, y en muchas ocasiones la imposibilidad, de aislar los aspectos

específicamente psicológicos. Por ello se hace necesaria una apertura al trabajo

interdisciplinario, en el sentido de una aproximación conjunta con otras disciplinas para

el abordaje integral de los procesos y problemas tratados18.

De esta manera, es posible brindar aportes desde el conocimiento psicológico,

articulándolos a las comprensiones formuladas desde otras perspectivas por las demás

disciplinas. Esto permite, igualmente, un retorno a la disciplina psicológica,

enriqueciendo con las contribuciones producto del esfuerzo colectivo.

Se abren así dos niveles posibles y complementarios de participación del psicólogo y la

psicología:

1. En primer nivel está la contribución al enriquecimiento de la dinámica de los

procesos comunitarios, al análisis y la comprensión de sus desarrollos y dificultades,

de manera especial, el estudio y apoyo a las transformaciones, individuales, grupales

y colectivas, que van teniendo lugar a lo largo del proceso. Es ésta una participación

a nivel más global de promoción y acompañamiento de los procesos, donde debe

destacarse el aporte explicativo y dinámizador en la búsqueda de articulación entre

lo macro y lo micro.

2. En un segundo nivel está una posibilidad más puntual, referida a la vinculación del

psicólogo a aspectos particulares de los procesos, al abordaje de temas específicos de

interés para éstos y al desarrollo de proyectos y programas propuestos

conjuntamente con la comunidad. Cuando se trabaja en esta segunda opción, es

absolutamente necesario tener una visión de conjunto para articular estrechamente

las labores al proceso en el sual se inscriben, evitando así que las intervenciones se

reduzcan a acciones aisladas.

17 Castro, M. C. Sánchez, Y. Y Torrado, M. C. El sentido de las pácticas profesionales en psicología de la educación. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, mimeo, 1989. 18 Opción desarrollada en este escrito en el capítulo sobre la interdisciplinariedad, numeral 2.

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17

De manera particular, puede destacarse el aporte del psicólogo a los procesos

comunitarios en cuanto a la comprensión e intervención de asuntos tales como: las

formas de organización, los tipos de participación existentes o generados en el proceso y

los obstáculos para ésta, las interacciones establecidas a nivel individual, grupal o

colectivo, las formas de liderazgo y su incidencia en la dinámica comunitaria, las

interacciones con los agentes externos y en general con el mundo social, los tipos de

conflictos y sus modos de manejo y resolución, las características individuales, grupales

y colectivas, sus potencialidades y las transformaciones que van teniendo lugar, las

formas como se asumen y enfrentan las situaciones y problemas de la vida cotidiana, de

manera especial, las representaciones sociales, vivencias y sentidos que subyacen a sus

vínculos con la vida material y social.

Otra contribución que puede destacarse es la posibilidad de vincular lo individual y lo

colectivo. En un primer sentido, dado que lo individual, a nivel de su interioridad, sus

imágenes, sus características, su estructuración, involucra necesariamente a los otros a

través de éstos al mundo material y social. En un segundo sentido, teniendo en cuenta

que es posible abordar muchas situaciones y problemas individuales a través de lo

grupal y lo colectivo19. Y por último, reconocimiendo que no es individualmente, sino

como grupo y como colectivo que las gentes pueden enfrentarse mejor a sus situaciones

tan adversas a todo nivel como las que viven amplios sectores de la población.

Una contribución adicional tiene que ver con los agentes externos ligados a los trabajos

comunitarios. Se trata de manera particular de aportar a la comprensión de la dinámica

de los equipos de trabajo, sus nexos con la o las instituciones a las cuales están

vinculados, sus interacciones con la comunidad, su papel en los tabajos comunitarios, el

intercambio de saberes, sus estilos de comunicación, sus conflictos y formas de

resolverlos, sus representaciones sociales y las incidencias de éstas en el trabajo

comunitario.

En la idea de trabajar en una perspectiva participativa que articule la investigación y la

acción, se considera pertinente la vinculación del psicólogo a la vida cotidiana de la

comunidad, así como a las formulaciones y al desarrollo de proyector comunitarios. Es

de esperarse que, a través de esa forma de aproximarse, se vayan haciendo las

contribuciones sugeridas20. De este modo, a la vez que el psicólogo se acerca a la

comunidad y participa en sus procesos, puede comprenderla y enriquecerla con sus

aportes.

19 Castro. M. C., op. cit. 1983. 20 Además de las metodologías participativas sugeridas en la nora 9, la etnología y la observación, participante son opciones posibles pra este tipo de tabajos, G. Hoyos hace tmbién una propuesta para el científico social en términos de descontextualización e intervención en la comunidad, para una posterior recontextualización. Véase. Hoyos. G. Artículo citado, 1989.

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18

Lo anterior implica un acercamiento a los individuos en sus prácticas comprendidas en

su dinámica propia, entendida en su contexto particular (familiar, grupal, comunitario,

etc.) y referida a factores contextuales más generales de tipo social, político, cultural,

ideológico y económico21.

Requiere, así mismo, asumir a los individuos como sujetos activos capaces de participar

en su propia transformación, así como en el cambio de otros individuos y de su entorno.

Esto supone, a la vez, relativizar las posibilidades de la intervención profesional y

cuestionar el papel directivo del psicólogo, en tanto supuesto poseedor del conocimiento

y del poder sobre los otros. Es una posición cercana a ciertos enfoques psicológicos, tales

como el psicoanálisis en su postura ética frente al sujeto y a su saber22.

Guardadas las diferencias teóricas, es cercana también a la psicología humanista en su

propuesta no directiva, que formula para el terapeuta y el educador el papel de

facilitador de los procesos de las personas23. Pero no puede decirse que corresponda a

todas las aproximaciones psicológicas, y mucho menos a las tendencias que han

caracterizado al ejercicio profesional tradicional, desde las cuales se tiende a asumir a

los individuos como objetos de intervención.

A partir de lo anterior, se considera más propio hablar de psicología y procesos

comunitarios si de rotulaciones se trata y no de psicología comunitaria, social

comunitaria, educativa comunitaria, etc. De manera general, se refiere a las múltiples

contribuciones de la psiclogía a la comprensión, enriquecimiento y dinamización de los

procesos comunitarios y de los aspectos en ellos involucrados, entre los cuales destacan

las interacciones y los sentidos que les subyacen.

Queda claro, entonces, que no se trata de una nueva área ni de una derivación de las

existentes y tampoco de una psicología o enfoque psicológico. Es, por el contrario, una

problemática que debe ser comprendida y abordada en función de su especificidad. En

cuanto a ello interroga y requiere el aporte general de la psicología al estudio e

intervención de problemas y procesos sociales que involucran a amplios sectores de la

población.

21 El desarrollo de esta mirada integradora, para el caso de la psicología de la educación, puede verse en: Gilly, M. "Psychologie de Y education: discipline appliquée uo fondamentale?, Bolletin de Psychologie, t. XXXV, núm. 353, 1982-1983. 22 Véase, por ejemplo, L01acan. J. El seminario de Jacques Lacan, libro 1, Los escritos técnicos de Freud, 1953-1954, Barcelona, Paidós, 1978. 23 Rogers, C. Libertad y creatividad en la educación. Buenos aires, Paidós, 1979. Véase, tembién, El proceso de convertirse en persona, Barcelona, Paidós, 1984.

Page 19: La psicol..

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