la insoportable levadad de la industrializacion

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>>Mariano Féliz / Profesor (UNLP), Investigador (CIG-IdIHCS-CONICET/UNLP). Miembro del Centro de Estudios para el Cambio Social. Militante del Frente Popular Darío Santillán. Correo electrónico: [email protected] // Blog: marianfeliz.wordpress.com 2 La insoportable levedad de la industrialización >> Juan Grigera Doctor por la Universidad de Buenos Aires · Docente e investigador de la UNQuilmes · Docente de la Universidad Nacional de La Plata 3

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  • >>Mariano Fliz / Profesor (UNLP), Investigador (CIG-IdIHCS-CONICET/UNLP). Miembro del Centro de Estudios para el Cambio Social. Militante del Frente Popular Daro Santilln. Correo electrnico: [email protected] // Blog: marianfeliz.wordpress.com

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    La insoportable levedadde la industrializacin

    >> Juan GrigeraDoctor por la Universidad de Buenos Aires Docente e investigador de laUNQuilmes Docente de la Universidad Nacional de La Plata

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  • Resulta indudable que la economa argentina desde la crisis de 2001 a esta parte ha registrado una expansin importante, ms all de cierta desaceleracin en el perodo posterior a la crisis mundial de 2008. Este escenario de crecimiento econmico sostenido nos ha planteado a las izquierdas un problema poltico diferente al que en-frentramos en los aos 90. En este artculo voy a revisar brevemen-te algunas de las caracterizaciones sobre la acumulacin en la pos-convertibilidad para presentar una interpretacin alternativa.

    En primer lugar revisaremos tanto el discurso oficialista que sos-tiene que a partir de 2003 el fin de las polticas del Consenso de Wash-ington dieron lugar a otro modelo de desarrollo al que identifican como un rgimen de acumulacin productiva con inclusin social, haciendo frecuentemente eje en la reindustrializacin como un objetivo prioritario de las nuevas polticas estatales y un xito por el que se explica tanto la recuperacin econmica como la creacin de empleo.

    Luego presentaremos dos visiones crticas a ese relato kirchnerista de la posconvertibilidad. Por un lado, una perspectiva que enfoca su crtica al modelo actual sealando los lmites del tipo de crecimiento del perodo, reconociendo que hubo crecimiento industrial pero des-tacando que no existi un cambio estructural respecto de los 90, es decir que no hubo desarrollo. Por otro, identificamos otra critica, que se extiende a todos los gobiernos progresistas de la regin, segn la cual la acumulacin en Argentina se ha estructurado crecientemen-te alrededor de actividades extractivas en un proceso de reprimari-zacin que algunos han llegado a llamar Consenso de los Commo-dities.

    Concluiremos sealando que estas tres visiones de la posconvertibi-lidad descansan todas sobre un mito fundante que les es comn, un

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    conjunto de supuestos ideolgicos y tericos sobre el rol de la indus-tria en el capitalismo contemporneo que resulta en todos los casos anacrnico y falaz. Este artculo entonces desenmascar la gram-tica industrialista que agita la sintaxis del kirchnerismo y tambin de sus crticas populistas para plantear la necesidad de una construc-cin terica y poltica alternativa e independiente.

    El rgimen de acumulacin productiva con inclusin social

    Un eje central del relato de la gestin kirchnerista es que sta est realizando desde 2003 un proceso de desarrollo econmico con in-clusin social y haciendo un enorme esfuerzo en la reindustrializa-cin del pas, para revertir la desindustrializacin de la dictadura.1 El viceministro de Economa Axel Kicillof sostuvo por ejemplo que estamos industrializando a tasas inditas en la historia la econo-ma nacional [...] El PBI industrial per cpita se ubic un 92,5 por ciento por encima del alcanzado en 2002 y en un 35,9 por ciento por encima del mximo alcanzado durante la convertibilidad en 2007. Quiere de-cir que hemos dado vuelta la estructura productiva argentina.2 Esta supuesta reconfiguracin del tejido productivo habra posicionando a la industria como dinamizadora de la produccin y el empleo (Co-lombo, 2013) fundamentalmente a partir de la poltica activa de tener un dlar caro, es decir un tipo de cambio competitivo que recom-puso la capacidad de sustituir importaciones en sectores intensivos en mano de obra y de algunas exportaciones (Narodowski y Panigo, 2010: 16).

    As, estos dos elementos compondran condiciones para un super-vit comercial que acompaado de una reestructuracin de la deuda externa redundara en supervit de cuenta corriente, superando (as de sencillamente) las histricas crisis de balance de pagos de los ci-clos de stop & go durante la ISI. Otros aciertos de este modelo que sus

    1 La Nacin, 14 de noviembre de 2012.2 Versin taquigrfica de la reunin plenaria de tres comisiones del Senado de la Nacin, 17 de abril de 2012

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    defensores suelen citar incluyen aumentos en la productividad in-dustrial, en la participacin de las MOI (Manufacturas de Origen In-dustrial) en las exportaciones y recomposicin salarial desde el 2002.

    La mayor parte de estos argumentos son de una debilidad conside-rable. Las exageraciones en que algunas afirmaciones caen al com-parar con los aos de crisis y no con la dcada del 90 as lo muestran y conforman un aspecto ms de los problemas derivados de una falta de historizacin de la posconvertibilidad, esto es, de evitar identifi-car perodos y ciclos de recuperacin, crecimiento y crisis, excluir ar-bitrariamente al ao 2002 del perodo del modelo (Grigera y Eskena-zi, 2013), entre otros elementos tales como el debate cualitativo sobre ese empleo creado (Marticorena, 2013). Lo cierto es que las rupturas en las caractersticas del sector industrial con la dcada anterior son notablemente menos agudas de lo que este diagnstico sostiene. Por ejemplo, la participacin de la industria en el PBI creci un modesto punto porcentual entre 2002 y 2004 (paso de 15,4% a 16,8% en valores constantes) pero adems para 2008 se ubicaba nuevamente por de-bajo de los guarismos de 1997 (en valores corrientes estos se aseme-jan antes y despus de la convertibilidad con excepcin del perodo de crisis y recuperacin, 1998-2005, probablemente debido a cambios en los precios relativos durante la devaluacin).3 Los niveles de inver-sin, la elasticidad empleo-producto y el peso relativo de las distintas ramas tampoco presentan cambios significativos, en una estructura productiva nacional indudablemente dominada (como toda econo-ma contempornea) por el sector servicios. En la creacin de empleo (una caracterstica fundamental y polticamente sensible distintiva respecto de los 90) el aporte de la industria manufacturera es noto-riamente menor que en el sector servicios y en la construccin y prc-ticamente insignificante despus del ao 2007.

    Reconociendo estos elementos, el colectivo CENDA intent en 2008 una versin algo ms elaborada del argumento segn el cual la pos-convertibilidad tena un crecimiento industrial novedoso. All inten-taron identificar un conjunto de ramas industriales dinmicas, esto es que haban mostrado un crecimiento por encima del creci-

    3 Datos de INDEC.

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    miento promedio del sector. De este modo encontraron un carcter distintivo para la posconvertibilidad en el patrn de ramas dinmi-cas, en tanto difera de aquel de la convertibilidad: distintas ramas textiles, vidrio, calzado y electrodomsticos, entre otras de an me-nos impacto (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino, 2010). El resultado tampoco result ser estable, en tanto esas poco promi-sorias ramas tampoco continuaron creciendo dinmicamente des-pus de 2007.

    Reindustrializacin, pero sin desarrolloSi en esa apretada sntesis de quienes sostienen la existencia de un

    proceso de reindustrializacin pueden verse algunas fisuras, tam-bin es cierto que otro conjunto de autores han coincidido en encon-trar auspicioso el crecimiento del sector manufacturero (durante al-gunos aos por encima del promedio anual del PBI) pero destacando los lmites del mismo antes que sus bondades.

    As, por ejemplo, estos encuentran que la reindustrializacin es acotada cuantitativa y cualitativamente, en tanto no se ha conver-tido en vertebradora del crecimiento, carece de amplitud en la dis-tribucin por ramas y encadenamientos hacia adelante o hacia atrs, por tanto tecnolgicamente dependiente, y no constituye sus-tantivos aportes al crecimiento del empleo (Azpiazu y Schorr, 2010). Estas crticas al modelo sostienen que la poltica arancelaria tiene ob-jetivos cortoplacistas (de reaccionar ante las tensiones en la balanza comercial) antes que un necesario diagnstico estratgico que com-bine la proteccin con el subsidio y el control de un plan de inversin a largo o mediano plazo. Los problemas no resueltos en la estructura productiva del pas y la superficialidad en el grado de sustitucin de importaciones junto con las presiones inflacionarias apuntan, en esta crtica, a la insuficiencia del tipo de cambio competitivo como medida de poltica econmica y a la demanda urgente de un plan industrial que contemple y subsane estas deficiencias.

    Esta crtica puede incluir otros elementos, tales como los efectos li-mitados de la distribucin del ingreso, las presiones clsicas sobre la balanza de pagos, los niveles altos de extranjerizacin y la ausencia de una burguesa nacional virtuosa que lidere el proceso. En suma,

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    a pesar de reconocer cierto grado de reindustrializacin, este cre-cimiento no se conforma en un modelo de desarrollo tal como sera esperado.

    Estas tribulaciones, cabe decirlo abiertamente, provienen de una tensin puramente terica. La industrializacin es para estos autores un tipo-ideal que debiera ser la locomotora del crecimiento y el n-cleo ordenador de las relaciones socioeconmicas (Schorr, 2011) y sin embargo comprueban (una y otra vez) que no lo es. Adelantemos que las paradojas de la reindustrializacin no integrada (tales como la falta de integracin vertical o creacin de empleo) no son ms que las caractersticas estructurales de la industria en el capitalismo mun-dial contemporneo y la utopa de una poltica que pueda transfor-mar el desarrollo efectivo del sector con el tipo ideal propuesto (con o sin plan industrial) no es ms que un ejercicio anacrnico y volun-tarista destinado al error.

    Reprimarizacin y extractivismoA su vez, otra fuente importante de crticas a los patrones de acu-

    mulacin durante la posconvertibilidad proviene de aquellos que identifican una tendencia en los gobiernos progresistas latinoameri-canos inclinada a favorecer distintos tipos de actividades extractivas (tales como la minera y el petrleo, pero tambin la explotacin soje-ra o el uso intensivo de recursos naturales).

    Este modo de acumulacin extractivo, extractivismo o neoex-tractivismo consistira en un retorno a la prctica colonial de extrac-cin de recursos naturales pero ahora signado por una escala mucho mayor, signada por novedades tecnolgicas (como la minera a cielo abierto o los agronegocios) y la redistribucin limitada de una por-cin de la renta para ganar consenso social (Gudynas, 2009). A pesar de ser en muchos casos el producto de la maduracin de inversiones anteriores y de cambios en la legislacin introducidas durante las re-formas neoliberales, el aumento del precio de los commodities desde 2000 habra intensificado esta tendencia al punto que en la etapa actual del capitalismo [...] prevalece un proceso de acumulacin por desposesin opuesto a lo que tradicionalmente constitua el proceso de acumulacin expansiva de capital (Giarracca, 2012: 202).

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    Esta tesis, adems de denunciar el carcter expropiatorio de esta extraccin, se nutre del marco dependentista al afirmar que los pa-ses de la periferia se han (re)convertido en dadores predominantes de materias primas y que el tercer mundo una vez ms se inserta en el mercado mundial como oferente de espacios y territorios rurales para la extraccin de hidrocarburos, minerales, biodiversidad y alimentos bajo la clsica divisin internacional del trabajo denunciada en los 50 y 60 (Prada Alcoreza, 2012; Svampa, 2012). A su vez, la tesis del extractivismo ha funcionado efectivamente como diagnstico para un amplio marco de movimientos de protesta y resistencia a la insta-lacin de mineras, explotacin petrolera, a la expansin de las fron-teras agrarias y otros conflictos en torno a la utilizacin del territorio y los bienes comunes.

    Este tipo de diagnstico, sin embargo, sobredimensiona la impor-tancia de las exportaciones del sector primario en general y la im-portancia del mismo en la dinmica de acumulacin en particular. A pesar de su innegable valor explicativo para enclaves especficos, como caracterizacin general del perodo es insuficiente. El peso re-lativo del sector minero e hidrocarburfero es an menor que el del sector manufacturero en el PBI y en el caso de las exportaciones guar-da una estructura casi idntica a la de los 90 si tomamos en cuenta los cambios en los precios relativos. Por un lado, es desmesurado has-ta el absurdo generalizar la acumulacin por desposesin conside-rndola dominante respecto de otros mecanismos de acumulacin. A su vez, la reiteracin exclusiva en denunciar la violencia explcita en algunos casos de expropiacin no hace sino naturalizar los dere-chos de propiedad sobre los que se funda la explotacin. Ms an, por momentos el extractivismo combina las conclusiones del depen-dentismo (y su estrecha concepcin de desarrollo y modernizacin como una forma especfica de industrializacin) con la ms reciente ultraconservadora literatura de la maldicin de los recursos (Sa-chs, Collier, Acemoglu o Robinson), afirmando por ejemplo que una economa basada exclusivamente en la explotacin de recursos na-turales profundiza el subdesarrollo y genera democracias de baja calidad (Giarracca, 2012: 232).

    Las actividades extractivas son criticadas porque el capital extrac-tivo es extranjero, porque no genera vnculos locales (no est inte-grado), porque genera poco empleo y est orientado a la exportacin

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    antes que a la demanda interna. Esta crtica al modelo de la poscon-vertibilidad basada recapitula la visin romntica de la industria y al carecer de una visin holstica del capitalismo no logra conformar una crtica integral del mismo.

    La desindustrializacin y la utopa industrialistaEste recorrido por los principales posicionamientos en torno a los

    patrones de acumulacin en la Argentina despus de la convertibi-lidad nos muestran un ncleo comn que las izquierdas anticapita-listas debemos poner en cuestin. Cul es ese mito fundante que recorre todos estos diagnsticos? Una utopa industrialista, utopa que ha forjado la agenda poltica de un sinnmero de movimientos en el ltimo medio siglo. Si se trat en algn momento de una utopa po-sible el desarrollo del capitalismo la ha convertido en una incmoda anacrona.

    Un primer elemento comn que subyace tanto a la defensa de la reindustrializacin como a su crtica es la caracterizacin segn la cual la economa argentina entre 1976 y 2001 estuvo signada por un plan de desindustrializacin. Este plan se conform como un mito segn el cual se planific la interrupcin voluntaria de la ISI y a la consecuente agresin a la manufactura. El mito que embelleca el paraso perdido del desarrollo industrial nacional y ocultaba la uni-dad clasista del programa de reformas victimizando as los victima-rios (la burguesa terrorista unificada).

    A su vez, esta peculiar versin de la desindustrializacin enmas-car como elecciones espontneas (de alguna oscura fraccin de la burguesa contra otra) las enormes transformaciones histricas e irreversibles del sector industrial en todo el mundo y los intentos de respuesta en este pas (es decir, de la enorme reestructuracin capi-talista emprendida en ese ciclo tambin en Argentina). Este diagns-tico fue prcticamente hegemnico entre los sectores que resistieron al ciclo neoliberal y es de este modo que reindustrializar devino en el programa poltico inmediato de un amplio sector que persigue re-vertir las consecuencias devastadoras de esa avanzada de clase que fueron la dictadura, el alfonsinismo y el menemismo.

    La dupla desindustrializacin/reindustrializacion, en suma, con-

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    funde en primer lugar la naturaleza del proceso de desindustrializa-cin. La mayor parte de los rasgos de la desindustrializacin en Ar-gentina son comunes a todas las economas nacionales en el mundo, tales como la sistemtica expulsin de trabajadoras y trabajadores como consecuencia de aumentos sostenidos en la productividad y la tercerizacin de tareas, el abandono de la estrategia de integracin vertical en favor de una internacionalizacin de la produccin segn lo que se ha dado en llamar cadenas globales de valor, la relocali-zacin de tareas de baja calificacin en procesos de maquiladoras y una declinacin relativa del producto industrial en el PBI merced a cambios en los precios relativos (Grigera, 2011).

    Los crticos de la reindustrializacin aciertan en sealar que lo sucedido entre 2002 y 2005 no debe confundirse con un proceso de cre-cimiento del sector manufacturero pues responde a una coyuntura particular de devaluacin y alta capacidad ociosa acumulada y des-tacan con razn que las caractersticas estructurales de la industria actual son aquellas forjadas durante los 90. De este modo sealan el nudo de su propio problema interpretativo, enredndose, como en No se culpe a nadie en su propio pulver azul para caer doce pisos: si el actual crecimiento industrial se funda en la reestructuracin pro-ductiva de la dcada pasada (por ejemplo inversiones en bienes de ca-pital y cierre de algunas ramas), entonces la desindustrializacin difcilmente haya sido la destruccin sistemtica del sector manu-facturero. Por esto tambin no debe sorprendernos que las ramas dinmicas sean las mismas antes y despus de 2001 ni que este cre-cimiento no se traduzca en un crecimiento significativo del empleo. Tampoco es de esperar que de origen a mejoras en la distribucin del ingreso o a un desarrollo integrado. Estos lmites no responden a la falta de un plan industrial, pues difcilmente el estado pueda suplantar las caractersticas estructurales de la manufactura en el ca-pitalismo contemporneo.

    El ideario extractivista tambin comparte (en muchos casos) esa es-peranza en un desarrollo industrial no devastador al denunciar la reprimarizacin o la maldicin de los recursos naturales como el mayor problema del desarrollo argentino y retomar los argumentos de la dependencia, insistiendo en sealar el lugar que ocupa este pas en la divisin internacional del trabajo. El cambio en la direccin de los trminos del intercambio por su lado debilita el viejo argumento

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    segn el cual industrializarse era una necesidad para salir del crculo vicioso del intercambio desigual. Por otro, la crtica a los proceso de acumulacin originaria reiterados resulta un tanto paradjica cuan-do va de la mano de una agenda desarrollista (pues, en cualquier caso, el desarrollo capitalista la presupone). Sobredimensionando el carcter expropiatorio, adems, profundiza la escisin de los conflic-tos en torno a los avances del capital hacia nuevos territorios respecto de los conflictos capital-trabajo tradicionales.

    ConclusionesEn este recorrido por las explicaciones progresistas sobre que ha

    sucedido con la industria y la acumulacin de capital hemos identi-ficado un ncleo comn en el relato kirchnerista y en sus crticas.

    En el fantasma de la industrializacin como promesa de un desa-rrollo inclusivo se identifican los tres relatos presentados en este art-culo. Se basan en esa fantasa y en la ausencia de una perspectiva que ponga en el centro el problema de clase y explotacin y que reconozca el rol de la industria manufacturera en el crecimiento econmico y el lugar de Argentina en el mercado mundial.

    En el nmero anterior de Batalla de Ideas Adrin Piva (2012) esboz los rudimentos de ese camino que resulta notoriamente ms frutct-fero en trminos tanto de explicacin de la dinmica del capitalismo local como de las alternativas polticas que se abren para la izquierda anticapitalista y para la clase trabajadora. En otras palabras, tanto el ejercicio de criticar con profundidad los supuestos tras la utopa in-dustrialista como intentar explicar la deriva de la acumulacin en los ltimos veinte aos no hacen sino renovar la necesidad de luchar por una emancipacin de las y los explotados frente a la barbarie de este sistema.

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    Juan Grigera

    Bibliografa Azpiazu, Daniel y Schorr, Martn (2010), Hecho en Argentina. Indus-

    tria y economa, 1976-2007, Buenos Aires: Siglo XXI - FLACSO.

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    Colombo, Emiliano (2013), La mejora del tejido productivo: los de-safos que vienen. Pagina/12, 9/9/2013 http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-228596-2013-09-09.html

    Giarracca, Norma (2012), Tres paradojas para repensar la polti-ca. En G. Massuh, ed. Renunciar al bien comn. Buenos Aires: Mar Dul-ce, pp. 191236.

    Grigera, Juan (2011), Desindustrializacin, agresin a la manu-factura o reestructuracin capitalista? En A. Bonnet, ed. El pas invi-sible. Debates sobre la Argentina Reciente. Buenos Aires: Pea Lillo / Edicio-nes Continente, pp. 81101.

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    Gudynas, Eduardo (2009), Diez tesis urgentes sobre el nuevo ex-tractivismo. Contextos y demandas bajo el progresismo sudameri-cano actual en AAVV: Extractivismo, poltica y sociedad, CAAP/CLAES, Quito.

    Marticorena, Clara (2013), Relaciones laborales y condiciones de trabajo en la industria manufacturera durante la posconvertibili-dad. En J. Grigera, ed. Argentina despus de la convertibilidad (2002-2011). Buenos Aires: Imago Mundi.

    Narodowski, P. y Panigo, D., 2010. El nuevo modelo de desarrollo nacional y su impacto en la Provincia de Buenos Aires. Cuadernos de Economa, Nro 75.

    Piva, Adrin (2012), Los lmites econmicos de una lgica polti-ca, Batalla de ideas, Nro 3, pp. 100-115.

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    NataliaNota adhesiva

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    Prada Alcoreza, Ral (2012), El crculo vicioso del extractivismo. En G. Massuh, ed. Renunciar al bien comn. Buenos Aires: Mar Dulce, pp. 157189.

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