LA CUESTION JUDIA EN EL BUSCON
Click here to load reader
-
Upload
leonor-taiano -
Category
Documents
-
view
1.119 -
download
3
description
Transcript of LA CUESTION JUDIA EN EL BUSCON
1
Introducción
La vida del buscón llamado don Pablos es una magnifica
pieza literaria relacionada con la historia y sociología de la España
del siglo XVII. Su autor Francisco de Quevedo y Villegas
pertenecía a una familia que se distinguió desde sus orígenes por el
coraje con el que defendían la identidad cristiana de España. Según
la etimología popular su primer apellido nace del mote “Yo soy
aquel Que- Vedó el que los moros entrasen, y desde aquí se
tornasen, porque así lo quise yo”1grabado en el escudo de armas de
Diego González de Igueña, antepasado del autor, que en el siglo
VIII colaboró con Alfonso I para evitar el ingreso de los moros en
Campóo.
Francisco de Quevedo tuvo el honor de integrar la orden de
caballería de Santiago, donde pudo defender a la Corona en
repetidos afrontamientos. Además, fue cortesano y su linaje era sin
duda alguna de puros cristianos viejos, privilegios que ciertamente
le crearon prejuicios sociales en relación a aquellos que no
pertenecían a su casta, principalmente cuando se refiere a la
burguesía, a quienes considera arribistas. La mentalidad del autor se
transmite en cada página de la obra que en su totalidad posee un
carácter segregacionista.
Para poder analizar la obra, hemos creído importante
remarcar el contexto espacial e histórico en el que se mueve el autor
y algunos hechos anteriores al mismo que han llevado a la sociedad
española a crear la división entre cristianos viejos y nuevos. El
1.Vid. Andrés Rodríguez Fernández, El Mayorazgo de Lope González de Quevedo y Hoyos,
Grupo Editor Altamira, Altamira, 1972, p. 38.
2
Buscón es una novela que gira entorno a temas como la Inquisición,
la herejía, la pureza sanguínea, representando una condena (desde el
punto de vista de Quevedo) de la degradación de la sociedad
española, la cual a pesar de los estatutos de limpieza de sangre ha
permitido la intromisión de los conversos en ministerios que
conciernen solamente a los españoles. Para Quevedo el cristiano
nuevo es un “Buscón”, una persona que hurta linajes por medio de
engaños y astucia. Aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa
aaiaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaa aaaa aaaa aaaa
Proveniencia de las ideas castizas de Quevedo aaaa aaaaaaaa
aaaa aaaaaa aaaa aaaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa
aaaaaa Para conocer la fuente de las ideas anti-conversas del autor,
hemos considerado importante iniciar nuestra tesis con un estudio del
anti-judaísmo en España, que posteriormente dio lugar al anti-
conversionismo. Por ello, en el primer capítulo nos hemos dedicado
enteramente al estudio de los judíos en España desde sus orígenes
antes de la época romana hasta llegar al famoso decreto de expulsión
que condujo a muchos a una conversión obligatoria y que y que trajo
como consecuencia los famosos estatutos de limpieza de sangre. Aaa
aaaaaaa Las diferentes hipótesis sobre la presencia de los judíos en
épocas tempranas aparecen en muchas ocasiones como
justificaciones para demostrar su permanencia en la península antes
del asesinato de Jesús, como explicamos en el primer capítulo de
nuestra tesis. Estas justificaciones son comunes ya que el judaísmo
era considerado por los cristianos un riesgo para la seguridad de la
religión. Por ello, desde la legitimización del cristianismo los
eclesiásticos se empeñaron en hacer ver las otras religiones como
ilícitas. El primer capítulo se dedica justamente a encontrar las
causas de este enfrentamiento entre catolicismo y judaísmo, las
3
eventuales treguas que se produjeron entre las dos religiones, los
concilios, las leyes y los edictos que trataron “la cuestión judía”, la
situación de los hebreos en los diferentes reinos, la relación entre el
anti-judaísmo y la Inquisición, la expulsión, los judeoconversos,
elementos necesarios para enmarcar la posición anti-judía del autor.
Aaaaaa Después de haberle ofrecido al lector toda la información
necesaria sobre el origen de ciertas ideas segregacionistas circulantes
en España, que dieron lugar a la expulsión de algunos de sus
ciudadanos y a la formación de una sociedad estamental, nos
dedicamos a profundizar la situación española del siglo XVII, en el
que las condiciones económicas, al contrario que en el período de los
Reyes Católicos, se encuentran en una gravísima crisis con lo cual la
Corona se ve obligada a negociar con los judeoconversos para poder
obtener créditos que alivien su adversidad. Es así que muchos
burgueses de origen converso se acercan a la Corona y en algunos
casos compran títulos nobiliarios. En el segundo capítulo nos
dedicamos al estudio de estos eventos y a su reflejo en la obra. En
esta parte de nuestra tesis, exponemos la finalidad del autor del
Buscón de enseñarnos una sociedad pan-conversa, que se está
apoderando de la sociedad española propagándose en todos los
sectores sociales, desde los más bajos hasta los más altos.
Aaaaaaa En el tercer capítulo, retomamos el tema de la sociedad
estamental española con la finalidad de demostrar que en la escala
social de Quevedo tanto el burgués como el marginal pertenecen al
sector de los pícaros y que la única cosa que los diferencia es la
condición económica que permite al primero acceder a la compra de
los títulos nobiliarios. Este capítulo inicia con las jerarquías sociales
existentes dentro de los estamentos españoles y la modificación que
Quevedo propone de esta sociedad estamental. Asimismo hemos
4
indagado sobre el uso del tratamiento de respeto “Don” y la
imposibilidad de atribuirlo a una persona de origen popular como
Pablos, concluyendo que para Quevedo, como para los
conservadores, las transformaciones que se anuncian en el siglo XVII
son censurables de una sociedad al revés, carnavalesca, en la que el
vulgo lleva la mejor parte. Aaaa aaaa aaaa aaa
aaaaaConjuntamente a los elementos históricos, sociológicos y
económicos de trascendental importancia para entender determinados
componentes del Buscón, hemos considerado oportuno profundizar
un factor que gira alrededor de la novela desde sus primeras páginas
y que está relacionado con la tradición popular española, con sus
creencias y prácticas supersticiosas: la asimilación bruja-judía, que
por añadidura pasó a la mujer conversa. En el cuarto capítulo nos
hemos dedicado a buscar las raíces de esta asimilación, investigando
sobre algunos tratados de la iglesia católica que hablan de
demonología y su eventual trascendencia en la tradición popular
española. Hemos buscado las razones que han producido la
deformación del término Sabbat y la influencia de estas
concepciones particulares en algunos personajes de la literatura
española y del Buscón en particular. Aaaa aaaa aaaa aaaaaaaaaaa
aaaaaa Nuestra tesis es un análisis del Buscón desde tres puntos de
vista: histórico, económico-político y demo-antropológico, puesto
que consideramos que sólo a través de estas disciplinas es posible
enfocar la postura ideológica anti-semita. Por ello hemos tratado de
eliminar cualquier tipo de análisis subjetivo tratando de presentar de
la manera más clara posible determinados hechos históricos que son
aludidos directa o indirectamente dentro de la novela por medio de
algunos personajes o escenarios. Aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa aaaa
aaaaaa El Buscón es una obra con un riquísimo contenido político-
5
económico ya que su autor, además de ser un hombre de letras, era
un personaje político. Por ello nuestro estudio ha tratado de dirigirse
hacia las disciplinas que de manera más eficaz podrían establecer los
diferentes elementos que han servido de base para la elaboración de
la obra, que demuestra ser una crítica profunda de las ambiciones de
ascensión social que se vislumbraban en el siglo XVII de parte de
algunos sectores considerados manchados.
6
Capítulo I.
Los Judíos En España
La vida del Buscón llamado don Pablos es un libro que
refleja transparentemente la mentalidad española del siglo XVII.
Francisco de Quevedo introduce en la historia del protagonista su
apreciación de lo que significa ser un “cristiano nuevo”. Si bien es
cierto que este libro es lleno de subjetividad y desprecio hacia la
figura del converso, no podemos negar que nos sirve como
testimonio de los hechos que acontecieron como secuela de la
conversión constreñida de los hebreos españoles, que trajo consigo
fenómenos que son tratados mordazmente en la obra, como el
cambio de apellidos, el arribismo social, etc.
La novela gira principalmente entorno a dos conceptos: el de
cristiano nuevo y el de cristiano viejo. Para poder entender la
trascendencia de ambos, es necesario conocer la historia de los
judíos en España, la relación entre cristianismo y judaísmo, la
identificación nacionalista del español con el cristiano, el edicto de
expulsión de los judíos, la situación del converso y los estatutos de
limpieza del sangre, aspectos que sarán tratados en este capítulo.
1.1.La Tradición Sefardí y la Antigua Tarsis.
La tradición oral hebreo-española supone que la presencia
judía en la península remonta a tiempos remotos. Para muchos esta
hipótesis fue creada con la finalidad de demostrar que los judíos
españoles no estuvieron comprometidos con el asesinato de Jesús.
Para otros resulta probable si se toman en consideración dos
7
factores relacionados entre ellos. El primero sería la temprana
presencia fenicia en la península y el segundo las relaciones que
existieron entre los israelitas y los fenicios (quienes en aquella
época mantenían relaciones comerciales en la península Ibérica e
incluso habían fundado algunas ciudades importantes como Gades,
actual Cádiz, en el 1100 a.C.).
De este período de tradición oral resaltan sobre todo dos
creencias: la primera relaciona la llegada de los judíos con el
periodo salomónico, la cual identifica España con la famosa Tarsis
mencionada en los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Reyes y
Jonás. Según esta creencia los judíos llegaron a España en naves
para establecer relaciones comerciales con los fenicios; en cambio
la segunda afirma que la llegada de los judíos data del año 587 a.C.
como consecuencia de la destrucción de Jerusalén por
Nabucodonosor.
1.2. Los Judíos en la Hispania Romana
Más allá de las leyendas que hacen remontar la presencia
judía al periodo salomónico, parece mucho más razonable la
suposición que los primeros asentamientos judíos hayan tenido
lugar después de la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70
d.C.(guerras judías), ya que la guerra contra Roma y la
desaparición del templo originaron la diáspora hebrea por el
mediterráneo, que pudo alcanzar España en el siglo I. Además, si
bien es cierto que durante el esplendor del imperio Romano el
judaísmo era visto con antipatía (a causa de ciertos principios
característicos de la religión, como el monoteísmo, la circunci-
8
sión, el Sabbat), gozaba del estatuto de Religio Licita1, condición
que le habría permitido la propagación. De todos modos, esta
consideración de la llegada hebrea a partir de la época romana no
excluye una posible presencia judía ya en las colonias
mercantiles fenicias.
A nivel de fuentes concretas, el periodo romano es mucho
más creíble que el anterior, ya que existen algunas pruebas útiles
para demostrar una efectiva presencia judía en la península durante
esta época, como las inscripciones trilingües de Tarragona y
Tortosa, el ánfora hebrea de Ibiza, y sobre todo un documento de
grande utilidad para nuestro estudio datado entre el 301 y el 324. Se
trata del Concilio de Elvira2, que ha sido estudiado en España desde
el punto de vista de dos tradiciones diferentes: para la tradición
católica es significativo porque representa el primer concilio
cristiano de la península; para los judíos constituye el primer
documento que manifiesta su exclusión de parte de lo que después
será la España cristiana propiamente dicha. Para nuestro estudio es
importante porque sirve para demostrar la gestación de los hechos
que llevarán a la creación de los estatutos de la limpieza de sangre y
al grande sectarismo que caracterizó a la sociedad española. Aaa
aaaaaa El Concilio de Elvira fue el primer concilio celebrado por la
iglesia cristiana en la Hispania Romana. Tuvo lugar en la ciudad de
Elvira, su datación es incierta pues se cree que oscile entre el 300 y
1. Vid. Solomon Grayzel, "The Jews and Roman Law", en Jewish Quarterly Review,1968, p.
95
2. Vid. José Fernández Ubiña, El Concilio De Elvira Y Su Tiempo, Ediciones Miguel
Sánchez, Granada, 2005, pp.27-39.
9
el 324 d.C. Vale la pena resaltar que este lapsus de tiempo lo
relaciona con dos hechos importantes: el primero es la persecución
de Diocleciano3, el segundo es el Edicto de Milán4 firmado en el
año 313. Al concilio acudieron los representantes cristianos más
importantes de España, entre ellos el famoso obispo Osio de
Córdoba5. El objetivo principal de este concilio era aquel de asentar
las bases de la iglesia cristiana en España. Sus actas constan de
ochenta y un cánones, todos ellos de carácter disciplinar, que tratan
de temas variados como el matrimonio, la idolatría, los ayunos, el
bautismo, la excomunión, los cementerios, la usura, las vigilias, la
misa, las relaciones con los paganos, judíos y herejes. Los cánones
dedicados a los hebreos son cuatro: el canon dieciséis trataba de la
prohibición de contraer matrimonios mixtos con mujeres judías,
visto que la consecuencia de este hecho habría sido la excomunión
por cinco años; El canon cuarenta y nueve prohibía a todo cristiano
de hacer bendecir su casa por un hebreo. El castigo por un acto
semejante era la excomunión perpetua. El canon cincuenta
amenazaba con la excomunión de cinco años a todo cristiano que se
sentase a comer en la misma mesa que un judío. El canon setenta y
ocho amenazaba con cinco años de excomunión a cualquier
cristiano que fuese descubierto en actos de adulterio con una
hebrea.
3.Vid. Robert Andrew Barker, Compendio de la Historia Cristiana, Editorial Mundo Hispano,
El Paso, 2003, p. 26.
4. Ibídem.
5.Vid. Victor Cyril De Clercq, Ossius of Cordova: A Contribution to the History of the
Constantinian Period, Catholic University of America Press, Washington, 1954, pp.87-104.
10
1.3. Los Judíos durante el dominio visigodo
Inicialmente los visigodos adoptaron el cristianismo arriano6,
que les había sido exigido por el emperador de Constantinopla en el
siglo IV para permitirles ocupar las tierras del Danubio. No
mostraron inicialmente ningún interés por perseguir a los judíos. A
decir verdad el primer documento en el que se nombran a los judíos
corresponde al periodo de Alarico II (484-507). Se trata de un
cuerpo legislativo que data del 506, promulgado en Tolosa e
intitulado Breviarium Alaricianum7. Este documento imponía
algunas restricciones para los judíos, entre ellas la prohibición de
los matrimonios mixtos, de la edificación de nuevas sinagogas, el
veto de poseer esclavos cristianos, pero al mismo tiempo les
admitía el restauro de las sinagogas ya existentes y la mantención
de sus propios tribunales para resolver asuntos religiosos y algunos
asuntos civiles. Se piensa que estas leyes nunca fueron aplicadas
con verdadera severidad y que la efectiva persecución de los
hebreos durante la dominación visigoda empezó con la conversión
de Recadero (586-601) al catolicismo.
En el año 589, el rey Recaredo abjuró el arrianismo y se
convirtió al catolicismo, llevando a cabo la unificación religiosa
entre visigodos e hispanorromanos, unión que le servía para fortale-
6. Vid. José Orlandis, Historia del Reino Visigodo Español, Rialp Ediciones, Madrid, 1988, pp.
59-73.
7.Vid. John George Phillimore, Introduction to the Study and History of the Roman Law,
Elibron Classics, Londres, 1994, p.234.
11
fortalecer su reino. De este modo, durante todo el siglo VII la
monarquía visigoda en estrecha colaboración con la iglesia católica
adoptó una actitud combativa contra las comunidades judías, que a
partir de ese momento se convirtieron en una minoría. En el reinado
de Sisebuto las leyes anti-judías aumentaron. El monarca trató de
evitar toda forma de proselitismo judío castigándolo con la pena de
muerte y estableciendo que los hijos nacidos de una unión judío–
cristiana fuesen educados como cristianos. Asimismo liberó a todos
los cristianos de cualquier relación de dependencia de los judíos, los
cuales se vieron obligados a desprenderse de sus esclavos y
servidores cristianos. Las medidas anti-judías de Sisebuto fueron
aprobadas por el concilio de Toledo del año 633, provocando dos
efectos en las comunidades judías: la conversión y el exilio hacia
África.
La situación de los conversos no era absolutamente fácil.
Víctimas de desconfianza por el hecho de ser considerados cristianos
a la fuerza, sufrieron persecuciones bajo el dominio de Sisebuto (612-
621). En el año 638, durante el reinado de Chintilla (636-639), se
decretó que en su reino no podían vivir súbditos que no profesaban el
catolicismo. Los judíos se vieron obligados a hacer un juramento
especial intitulado placitum, en el que rechazaban públicamente su
antigua religión. De la misma forma, durante el Reinado de
Recesvinto les fue impuesta la pena de muerte por lapidación o en la
hoguera.
En el año 694, durante el reinado de Egica (687-702), el XVII
Concilio de Toledo8 dictaminó la esclavitud de los judíos y conversos
12
8.Vid. Marta López-Ibor Marta; Los judíos en España, Anaya, Madrid, 1990, pp. 219-
232
que habitaban en el dominio visigodo, acusándolos de conspirar
contra el poder:
[…] se esforzaron con atrevimiento tiránico por arruinar a la
patria y a todo el pueblo […] Este atrevimiento cruel y
asombroso debe ser castigado con duras penas [… ]; quisieron
usurpar para si el trono real […] por medio de una conspiración.
Y habiendo sabido en nuestra asamblea de este crimen infausto
por sus mismas confesiones, decretamos que en fuerza de este
nuestro decreto sufran un castigo irrevocable, a saber: que según
el mandato del piadosísimo y religiosísimo príncipe nuestro, el
Rey Egica, que, encendido por el celo del Señor e impelido por el
fervor de la santa fe no sólo quiere vengar la injuria irrogada a la
cruz de Cristo, sino que también pretende evitar con todo rigor la
ruina de su pueblo y de su patria[…] privados de todos sus bienes
y confiscadas todas sus cosas[…] serán dispersados por todas las
partes a través de todas las provincias de España, sometidos a
perpetua esclavitud, entregándoles al servicio de aquellos a los
que el rey ordenare, y no podrán bajo ningún pretextos recuperar
de ningún modo su estado de hombres libres, mientras
permanezcan en la obstinación de su infidelidad […] De su
estado de hombres libres, mientras permanezcan en la obstinación
de su hombres libres, mientras permanezcan en la obstinación de
su infidelidad […]Decretamos también que por elección de
nuestro príncipe, se designen algunos de los esclavos cristianos
de los mismos judíos […] Respecto de sus hijos de uno y de otro
sexo, decretamos que, a partir de los siete años, no tengan el
mismo techo ni trato con sus padres”9
13
9. El texto ha sido extraído del libro de Joseph Pérez, Los Judíos en España, Marcia Pons
Historia, Madrid, 2005, p. 89.
Es difícil entender verdaderamente cuales pudieron ser las
causas de tanta represión. Los judíos no representaban realmente un
riesgo para el dominio visigodo. Históricamente no se conocen
revueltas encabezadas por los judíos, con la excepción del dudoso (no
se sabe si haya sido auténtico o supuesto) complot contra Egica, que
sirvió como pretexto al XVII concilio de Toledo apenas mencionado.
Tal vez la segregación judía tenía una base religiosa, visto que en
aquel periodo fueron escritos algunos tratados que inculcaban este
celo, como el De Fide Catholica contra Judaeos10 o el De nativitate
Chisti ex Isaiae testimoniis11 de Isidoro de Sevilla, o Historia
Wambae12, del converso Julián de Toledo. Igualmente los concilios de
Toledo respaldaron las medidas discriminatorias de la autoridad civil
y en algunas ocasiones las inspiraron.
A pesar de las duras medidas que se tomaron contra ellos, los
judíos lograron sobrevivir, acaso por la falta de cohesión política de
los visigodos, generalmente involucrados en luchas internas. Los
ataques al judaísmo generaron una fractura grande entre las
comunidades judías y cristianas.
1.4. Los Judíos en el Al- Ándalus.
La invasión musulmana representó inicialmente una liberación
para los judíos, que según el histórico Sánchez Albornoz
constituyeron la quinta columna para la invasión musulmana13. En
14
10.Vid. Eloy Benito Ruano, Tópicos y Realidades de la Edad Media, Real Academia de
Historia, Madrid, 2000, p. 184.
11. Ibídem.
el Al-Ándalus se les concedió el rango de dhimmis, es decir de
protegidos, ya que eran considerados al igual que los cristianos
“gente del libro”. El Corán admitía la libertad de cultos a los
pueblos que tenían un texto revelado, como era el caso de los judíos
y cristianos que tenían la biblia y eran llamados por los
musulmanes “hijos de Abraham”. No sufrieron de persecuciones
visto que el ejercicio de su religión era tolerada a cambio del
pagamento de impuestos especiales (la dhima), sin embargo, los
dhimmies tenían que llevar vestidos, sombreros y cabalgaduras
diversas de los musulmanes, pero se les garantizaba la vida, la
libertad de culto, la propiedad de sus bienes y una cierta autonomía,
puesto que podían tener sus propios tribunales y leyes. Los judíos
estaban organizados en Aljamas. Cada Aljama era una entidad
jurídico-administrativa que constaba de tres elementos:
1. La autoridad civil representada por un Consejo de
Ancianos que se ocupaba de los asuntos internos, del cobro de los
impuestos y de la representación ante el Gobierno Real.
2. Los Tribunales para juzgar las demandas, contiendas,
quejas, procesos criminales y transgresiones religiosas, que se
basaba en el derecho talmúdico.
3. La Sinagoga donde estaba la escuela talmúdica. Los
rabinos eran quienes interpretaban la ley y se ocupaban de la
enseñanza para los niños.
12.Vid. Juan García Atienza, Guía judía de España, Alletana Editores, Madrid, 1997, p.35.
13.Vid. Claudio Sánchez-Albornoz, La España musulmana según los autores islamitas y cristianos medievales, Espasa-Calpe, Madrid, 1978, p. 82.
15
Además es importante recordar que cada Aljama poseía su
propio cementerio que por razones de salubridad se situaba
extramuros.
El clima de tolerancia fue visto positivamente por los judíos
que colaboraron con las invasiones musulmanas en diferentes
ocasiones. En Granada, por ejemplo, recibieron la custodia de la
ciudad, mientras que los invasores continuaban su avance hasta
Toledo. El poder en Al-Andalus era representado por el califato. El
califa Abd Ar-Rahman III hizo de Córdoba la capital cultural del
oeste14. Este periodo fue muy próspero para algunos judíos, que
estudiaron árabe y fundaron prósperas comunidades en Sevilla,
Granada y Córdoba. Durante el califato los judíos podían preservar
sus ritos y tradiciones y asimismo desempeñar posiciones
importantes en la administración del Califato. Hasday Ibn Shaprut,
médico personal y ministro del Califa, fue el judío más importante
de la época. Tuvo a cargo misiones diplomáticas como el
recibimiento de Juan de Gorze, enviado del emperador alemán Otto
I, y negoció tratados con los embajadores de Constantino VIII de
Bizancio.
La aparición de los reinados de Taifas (1031-1086) corresponde
al florecimiento cultural de los judíos-españoles15, que se
perfeccionaron en sectores relacionados con las actividades
intelectuales, administrativas, mercantiles, poéticas y literarias. Mu-
14. Vid. Elías Teres, «Linajes árabes en Al-Andalus», en AI-Andalus, Madrid-Granada, XXII, 1957, p. 57.
16
15.Vid. José Manuel Cuenca Toribio, Andalucía: Historia de un pueblo, Alianza, Madrid, 1984, p. 242.
chos de ellos trabajaban como consejeros, médicos y políticos en
determinados reinados, principalmente en Ibn Nagrela de Granada.
Fue con las invasiones almorávides y sucesivamente con los
almohades que los judíos fueron víctimas de persecuciones, por lo
que comenzaron a buscar refugio en los reinos cristianos del norte
(Castilla y Aragón), en Oriente y en el norte de África concluyendo
el ciclo de La Edad de Oro de Al-Ándalus.
Resumiendo, históricamente el Al-Ándalus ha sido dividido en
dos etapas:
1. La primera inicia en el año 756 y termina en el 1086. En esta etapa
la dinastía de los Omeyas tiene a España bajo su autoridad,
inicialmente bajo la forma de los emiratos, después con el califato y
sucesivamente con los reinos de Taifas, que eran pequeños emiratos
constituidos a continuación de la caída del califato. Es este el periodo
que se considera como el periodo de oro para los sefardís.
2. La segunda etapa inicia a partir del año 1086 y termina en el año
1232 con la reconquista de Toledo y con el inicio de las invasiones
africanas. Como la anterior, esta etapa se divide también en partes, la
primera parte es marcada por la presencia de los almorávides (1086-
1145), la segunda por los almohades (1146-1232). Ambas
migraciones impusieron la pureza de costumbres, demostrándose
intolerantes con los judíos, segregándolos como un pueblo de
segunda clase. Los almohades les obligaron a usar indumentarias de
color azul para diferenciarlos de los musulmanes. Esta situación
intolerante produjo, como hemos ya mencionado, la huida de los
17
judíos a los reinos cristianos(Castilla y Aragón), Egipto, Italia y
Provenza.
1.5. Los judíos en los reinos cristianos
El destino me ha conducido a una tierra en la que mis
pensamientos y deseos tiemblan de temor, una gente de labios
balbucientes y habla impenetrable, al ver sus caras decae mi
rostro[…] son hombres salvajes necesitados de un poco de
ciencia16.
Mosé ben Ezra.
El pensamiento de Mosé ben Ezra sirve para demostrar la
apreciación que tenían los judíos de los reinos cristianos, sinónimo
de atraso, tanto a nivel intelectual como a nivel económico. Quizás
es esta apreciación la que nos explica porque durante los siglos
altomedievales las comunidades judías en Cataluña y León eran
casi inexistentes, pues comenzaron a crecer solo a inicios del siglo
XI como producto de la reactivación económica peninsular,
principalmente en la ruta del Camino de Santiago y con la conquista
de Toledo; a pesar de esto, en el año 974 en el fuero de Castrogeriz
se encuentra una disposición según la cual la persona que cometiese
un crimen contra un judío pagaría de la misma manera que si
cometiese un crimen contra un cristiano. En el año 1090 en la carta
Inter chistianos et judaeos promulgada por el rey de Castilla y León
Alfonso VI se daban los mismos derechos a los judíos y a los
cristianos17. Estos documentos nos sirven como testigos de la
existencia, aunque minoritaria, de ciudadanos hebreos en los reinos
cristianos. En la primera etapa, en la que la presencia judía colabora
para los avances territoriales, la situación jurídica de los judíos fue
muy favorable. Los fueros (fuero de Sepúlveda, de Cuenca, de Te-
18
16. El texto ha sido extraído del libro de Roberto Guzmán Leal, Historia de la Cultura,
Editorial Porrúa, México, 1983, p. 136.
17. Vid. Joseph Pérez, op.cit., p. 198.
ruel) reconocían la igualdad de derechos entre los judíos y los
cristianos. La llegada de los almohades coincide con el periodo de
reconquista cristiana y es a partir del año 1146 que se comienza a
sentir la presencia sefardita más ampliamente en los reinos
cristianos, pues como sabemos durante los siglos XII y XIII los
desplazamientos de los conquistadores cristianos hacia el sur
ocasionaron que una numerosa población judía que se encontraba
bajo el dominio musulmán pasase a los reinos cristianos, recibiendo
franquicias y privilegios reales. Como con los musulmanes, los
judíos se prestaron como colaboradores de los cristianos en el
gobierno y administración territorial. Muchos judíos, como fue el caso
de Joseph ben Salomón, adelantaron a Alfonso VIII dinero para
financiar la expedición que iba a culminar con la victoria de las Navas
de Tolosa en 1252. La presencia judía en los reinos cristianos fue muy
útil pues, como muestra la reflexión de Mosé ben Ezra, los reinos
cristianos eran culturalmente inferiores al nivel al que estaban
acostumbrados los judíos, y solo a partir del siglo XIII tanto en
Castilla como en Aragón empezaron a surgir en el seno de la
población cristiana personas capacitadas para ejercer las tareas y las
funciones sociales que habían sido ocupadas por los judíos.
La posición de los judíos se ve afectada con las decisiones tomadas en
el IV Concilio de Letrán18, donde se recomienda la separación de los
judíos y los cristianos. Los sefarditas se vieron obligados a vivir en
19
barrios apartados del resto de la población, e vitando la comunicación
principalmente nocturna entre estos y los cristianos. Las juderías eran
18. Vid. Juan Francisco Rivera Recio, “Personajes hispanos asistentes en 1215 al IV
Concilio de Letrán”, en Hispania Sacra 4, 1951, pp. 335-355.
cercadas por murallas con muy pocas puertas, que se cerraban después
del Ave María. Los hebreos podían salir de la judería los días
laborables, pero debían permanecer encerrados los domingos y los
días de fiestas religiosas. Los judíos debían llevar una señal para poder
ser reconocidos, no podían realizar matrimonios mixtos, no podían
ejercer la medicina y les era prohibido reunirse en las Sinagogas. El
objetivo de estas medidas era el de acabar con la “perfidia judía”, que
consistía en el ahínco que demostraban en negar lo evidente, es decir
que Jesús era el Mesías anunciado.
Durante el reinado de Alfonso X se redactaron entre los
años1282 y 1293 una serie de leyes escritas, que prohibían a los
judíos poseer heredamientos, obligándoles a vender aquellos que ya
tenían en el plazo de un año. Al mismo tiempo les permitían
practicar la usura. La presencia de los judíos era consentida con la
condición que ellos viviesen en cautiverio y fuesen la remembranza
a los hombres de quienes crucificaron a Cristo. El culto judío era
permitido, pero todo tipo de proselitismo era eliminado con la pena
de muerte, no obstante se podían leer libros del Talmud, respetar el
Sabbat y las fiestas Mosaicas. Las siete partidas presentaban
algunas medidas discriminatorias para con los judíos, como la
exclusión de ciertos cargos públicos, de sentarse a la mesa con
cristianos, de tener sexo con cristianos, la obligación de llevar una
señal distintiva. La posición de Alfonso X era confusa, ya que de
una parte creó leyes que simulaban una adhesión a los dictámenes
20
eclesiásticos, de otra estas medidas nunca fueron llevadas a la
práctica efectivamente19. Muchos judíos gozaban de un buen status.
19. Vid. Miguel Ángel Ladera Quesada, Lecturas sobre la España histórica, Real
Academia de Historia, Madrid, 1998, p.59.
Entre ellos destacaban Nahmánides de Gerona y Salomó Adret de
Barcelona. La colaboración judía era tan necesaria en estos años de
avance territorial que la Corona acató las disposiciones anti-judías
de la iglesia pero jamás las puso verdaderamente en práctica . Si bien
es cierto que para los monarcas cristianos los judíos eran
colaboradores, para el pueblo, víctima de la tradición religioso–
popular, eran deicidas, responsables de la muerte de Jesús y tenían
que convertirse para poder eximir su grande yerro. El anti-judaísmo
doctrinal alimentó una serie de rumores sobre la maldad de los
judíos.
A partir de los años ochenta del siglo XIII comenzó a
deteriorarse la situación de los judíos españoles y al mismo tiempo
aumentaba el anti-judaísmo en la sociedad. En la Corona de Aragón
el Privilegio General20 otorgado por Pedro III en 1283 les prohibió el
ejercicio de cargos públicos, situación a la que no se llegó en
Castilla. Si bien en las cortes eran cada vez más frecuentes las
peticiones de estamento popular contra los judíos, parece que en
aquel momento la monarquía no había tenido ningún tipo de interés
hacia su puesta en práctica.
Durante los años setenta del siglo XIII, la iglesia católica instigaba a
las masas hablándoles insistentemente de la ya mencionada “perfidia
judía” y de la necesidad de erradicarla de la sociedad cristiana para
evitar su contaminación, argumento que se fue incrementando con el
tiempo y que dio lugar a muchas injusticias y discriminaciones.
21
Las dificultades del siglo XIV agravaron las tensiones sociales.
El antisemitismo de las oligarquías urbanas y de las masas populares
20. Vid. Marie de Menaça, Histoire Politique des Juifs d’Espagne au Moyen-âge,
Université de Nantes, Nantes, 1993, p. 196.
cristianas puso a los judíos en el centro de las acusaciones de la
centuria: fueron difamados de propagar pestes, de envenenar el agua.
Además, las actividades de los judíos como arrendadores,
recaudadores o prestamistas crearon situaciones de tensión
permanente. Durante este siglo las persecuciones y violencias contra
los hebreos se acrecentaron en toda la península. El concilio de
Zamora (1312) pidió a la Corona la aplicación de las medidas anti-
judías que habían sido sugeridas por la iglesia. En Cataluña en 1348,
durante la epidemia de la peste negra, se desató el rumor de que
fueron los judíos a iniciarla envenenando las aguas, lo que produjo el
asalto de muchas juderías catalanas.21 Las gravísimas secuelas de la
guerra de los dos Pedros (1356-1365) en las comarcas fronterizas
entre Castilla y Aragón y la guerra civil castellana en la que la
propaganda anti judía se utilizó contra Pedro I el Cruel, acusado de
ser filo-judío por su hermanastro Enrique de Trastámara, provocando
la enemistad de las masas castellanas contra los judíos. En 1391 se
marcó efectivamente el cisma existente entre los judíos y los
cristianos, comenzaron las crueles matanzas en las juderías de
Castilla, Cataluña y Valencia. Las predicaciones del arcediano de
Sevilla Ferrán Martínez sirvieron para encender la furia cristiana que
asaltó las juderías de Sevilla, Córdova, Valencia y Barcelona.
Numerosas ciudades fueron teatro de abusos, denuestos y crímenes
contra los judíos. El aborrecimiento hacia ellos crecía no solo por
razones religiosas, sino también económico-sociales que los
22
connotaban como estafadores por ser usureros. El antisemitismo dejó
de ser un fenómeno popular y se extendió a los sectores sociales más
21. Vid. Joseph Pérez, op.cit, p. 218.
altos. Las autoridades no sabían cuales eran las medidas propicias
que se debían tomar por lo que los hebreos estaban totalmente
desprotegidos. Desaparecieron muchas juderías, la Corona trató de
reconstruirlas pero los intentos fueron inútiles, pues la cólera de
masa no tenía frenos. Los judíos empezaron a desplazarse a lo largo
de las diferentes regiones españolas, por lo que a partir de este
período se dispersaron en varias localidades que hasta entonces no
habían tenido habitantes judíos. Vicente Ferrer comenzó sus
predicaciones en las juderías iniciando la llamada “la era bautismal”
que dio lugar a muchas conversiones.
Entre el 1413 y el 1414 se efectuó la disputa de Tortosa por
iniciativa del papa Benedicto XIII, disputa que constituyó
principalmente un discurso dialéctico entre los cristianos y los
judíos.22 La finalidad era la de convertir a los judíos de la Corona
aragonesa. Entre los participantes judíos constaban algunos
intelectuales expertos en teología, lingüística y filosofía. Los más
importantes eran el famoso lingüista y filósofo Profiat Durán(Efodi)
y el rabino Yosef Albo de Soria. La Iglesia Católica en cambio
contaba con la presencia de Vicente Ferrer, Jerónimo de Santa Fe,
converso cuyo verdadero nombre era Josué Lorquí. El argumento
principal de la disputa era “la llegada del Mesías”. La disputa no
tuvo ninguna conclusión positiva, ya que los judíos y los cristianos
tenían una definición diferente de la función del Mesías. Los
representantes judíos más significativos la abandonaron. Yosef Albo
23
y el rabino gerundense Durán se negaron a suscribir la cédula. Los
judíos comprendieron que la disputa no les portaría ninguna solución
22. Vid. Paul Johnson, La Historia de los Judíos, Editorial Javier Vergara, Barcelona, 2004,
pp. 269-277.
por lo que en diciembre de 1414 decidieron abandonarla. Las
consecuencias de la misma se podrían resumir principalmente en tres
hechos: el primero fue la Bula Papal anti-judía del Papa Benedicto
XIII, cuya finalidad era acelerar la destrucción del judaísmo; la
segunda fue una conversión de masa que creó un nuevo sector social,
“el de los conversos” o “cristianos nuevos”. La tercera fue la
continuación mucho más activa de las predicaciones de Vicente
Ferrer en las juderías.
El 26 de febrero de 1449 Álvaro de Luna, favorito de Juan II de
Castilla, exigió que se cobrase un impuesto de un millón de
maravedís en Toledo. El encargado de la recaudación fue el converso
Alfonso Cota. El pueblo de la ciudad, instigado por el alcalde mayor
y copero del rey Pedro Sarmiento, irrumpió en la casa de Cota,
saqueó sus bienes, incendió su casa y destruyó la judería la
Magdalena. El 5 de Junio de 1449 en una asamblea en el
ayuntamiento de Toledo se decretó la “sentencia–estatuto”23 que
permitía expulsar a todos los judíos de los puestos importantes de
Toledo (concejales, alcaldes, jueces). Como consecuencia de la
sentencia-estatuto catorce conversos fueron despedidos de cargos
oficiales en Toledo.
En 1459 las ideas de Alonso de Espina, confesor de Enrique IV,
se hacen conocer a través del Fortalitium fidei, en el que denunció el
peligro que para la cristiandad suponían judíos y los falsos conversos
24
(a quienes calificaba de herejes) y propuso como solución la
expulsión de los primeros y el establecimiento de la Inquisición para
23. Vid. Benito Ruano, Los orígenes del problema del converso, Real Academia de Historia,
Madrid, 2001, pp. 24-31.
los segundos. Las conclusiones de Espina fueron que los judíos,
legítimos responsables de las catástrofes sucedidas en Europa,
antepasados de los cristianos nuevos, habían traspasado a estos su
“espíritu del mal”. En su tratado se distinguían tres tipos de
conversos (los sinceros, los oportunistas y los forzados) 24.
En el año 1461 los franciscanos también se demostraron
preocupados por los efectos que podrían producir las relaciones entre
los conversos y los cristianos viejos, por lo que requirieron a Alonso
de Oropesa, general de los Jeronimitas, que les ayudase a estimar el
mal existente en estas relaciones. Oropesa escribió el tratado Lumen
ad Revelationem Gentium25, en el cual concluía que la iglesia era una
sola y que si se hallaban problemas era por la no existencia de una
autoridad suprema capaz de juzgar las acusaciones que pesaban
contra los conversos, concluyendo que si los culpables eran
castigados el pueblo renunciaría a actos violentos. Después de su
análisis socio-teológico, Oropesa pidió el establecimiento de la
Inquisición en nombre del Rey para poder controlar los problemas
socio-religiosos presentes en la península. Consiguiendo la
autorización de Pio II en 1462, la Inquisición debía ejecutar un papel
de interventor entre las relaciones de todos los cristianos, pero como
sabemos sirvió solo para manipular la mentalidad española anti-
judía, y fue esta institución la que legitimó la expulsión de los judíos
temiendo su mala influencia para los conversos, al mismo tiempo
25
que miraba con desconfianza los cristianos nuevos considerados
herejes.
24. Vid. Paul Johnson, op.cit, p. 272-275.
25. Vid. Juan García Atienza, op.cit., p. 212.
Al comienzo del reinado de los Reyes Católicos se iniciaba una
etapa de tranquilidad para los judíos (fue gracias al apoyo del
converso Andrés de Cabrera y del judío Abraham Senior que Isabel
fue declarada reina a la muerte de Enrique IV), que ocuparon cargos
relevantes en la corte, como fue el caso de Isaac Abravanel o de
Abraham Senior26. Las leyes protegían la vida y actividad de los
judíos (después de algunos incidentes acaecidos en Trujillo, Isabel
firmó un documento en el que declaraba que las Aljamas estaban
bajo su protección) hasta que la Corona cedió a las presiones
eclesiásticas que insistían sobre el riesgo que constituían “los falsos
conversos”. En 1476 se estableció el Tribunal de la Inquisición en
Sevilla. En 1478 los reyes católicos pidieron a Sixto IV la concesión
de una Inquisición pontificia, no episcopal, para la Castilla, petición
que fue concedida. En 1480 el Tribunal de la Inquisición era
totalmente controlado por los dominicos. En 1483 se nombró
Inquisidor General al confesor de los Reyes Fray Tomás de
Torquemada. El Tribunal de la Inquisición comenzó a perseguir
duramente a los judíos y a todo converso con sospechosas tendencias
judaizantes27. Los hebreos eran obligados a escuchar las
predicaciones de los dominicos en las sinagogas. Las juderías fueron
cercadas para garantizar la no comunicación entre judíos y cristianos.
A través de las indagaciones de la Inquisición se descubrió que
muchos conversos iban a reunirse con sus familiares judíos para
26
celebrar con ellos sus fiestas, asistir a la sinagoga y rezar oraciones
judías.
26. Vid. Salvador de Madarraga, Vida del muy magnífico señor Don Cristóbal Colón,
Editorial Subamericana, Buenos Aires,1940, p.206.
27. Vid. Luis Suárez Fernández, Los Reyes Católicos, RIALP, Barcelona, 2005, p.49
En 1483 se ordenó la expulsión de los judíos andaluces. La
presión que ejercía la Inquisición sobre los Reyes Católicos
pidiéndoles que separaran definitivamente a los conversos de los
judíos condujo al decreto de expulsión del 31 de marzo de 1492, en
el que se daba un plazo de tres meses para dejar el país a todos los
judíos que no quisieran convertirse al cristianismo. Antes de salir
tuvieron que liquidar sus deudas con particulares y con la Corona,
vendieron sus bienes a precios bajos, emigraron hacia Portugal, el
norte de África, Italia y el imperio Otomano.
Con el decreto de expulsión la mayor parte de los judíos
españoles dejaron la península iniciándose una dispersión que los
llevó en muchas ocasiones a la ruina económica. La situación para
los judíos que se convirtieron no fue mejor pues el proceso de
asimilación social fue arduo. La consecuencia de este decreto fue la
salida de los judíos convencidos y la segregación social de los
conversos28.
1.6. Los Estatutos De Limpieza De Sangre
Después de las conversiones forzosas a las que fueron sometidos
los judíos que querían permanecer en España, algunos de ellos
gozaban de amplias posibilidades laborales y de una buena inserción
social. Este “bienestar de los conversos” comenzó a preocupar a los
27
españoles, por lo que comenzaron a ser más fuertes las diferencias
entre cristianos nuevos y viejos. El concepto de cristiano nuevo se
relacionaba con el criptojudaismo, lo que permitía legitimar los esta-
28. Vid. Fidel Fita, “El decreto de expulsión” en Boletín de la Real Academia de Historia,
Tomo 5, 1984, p. 362.
tutos de sangre. La sociedad cristiana vieja temía que una total
asimilación de los conversos produjese un cataclismo en las
jerarquías sociales españolas. Era pues necesario establecer una
definición exacta de dos conceptos que estarán a la base de la
sociedad ibérica y de la introducción de los estatutos de limpieza:
cristiano viejo, cristiano nuevo.
Como sabemos la influencia de la iglesia católica en las
decisiones de la Corona española era absoluta durante el reinado de
los reyes católicos. La manipulación de Fray de Torquemada influyó
de manera determinante para la firma del decreto de expulsión. En el
reinado del imperador Carlos V, el problema de los conversos
aumentó hasta conducir a la firma de los “estatutos de limpieza de
sangre”29 ideados por el sacerdote y amigo del emperador Juan
Martínez Silíceo (paradójicamente de origen converso cuyo
verdadero nombre era Fernando Guijarro) quien, contrario al
nombramiento que el papa Pablo III hizo al converso Fernando
Jiménez, escribió una carta al mismo pidiéndole que anulara el
nombramiento en la catedral de Toledo y sucesivamente se decidió a
redactar un estatuto en el que se excluyeran a los cristianos nuevos.
El 23 de julio de 1547, por veinticuatro votos a favor y diez en
28
contra, se aprobaron los estatutos. La decisión quedaba a partir de
ese momento en manos del papa y del emperador.
Silíceo presentó a Carlos V una documentación en cinco partes
bien diferenciadas, en las que mediante razones históricas, referen-
29. Vid. Andrés Valladares Salgado, Estatutos de limpieza de sangre, Alianza, Madrid,
1972, p. 31.
cias bíblicas y de autoridades eclesiásticas se justificaban las
motivaciones que inducían a aprobar los estatutos, que serán
ratificados posteriormente por el papa Pablo IV en 1555 y por
Felipe II en 1556, siendo aplicados principalmente en los Colegios
Mayores de Castilla, en ciertas órdenes religiosas (dominicos,
franciscanos, jerónimos), en la Inquisición, en las órdenes
militares(estatuto de la orden de Santiago 1555), en hermandades y
municipios. Para poder acceder a estas instituciones era necesario
certificar la “pureza de Sangre” mediante la “prueba de sangre” en la
que informantes de las instituciones correspondientes examinaban
los linajes del interesado, verificando la genealogía del candidato
para decidir si era o no admisible a integrar determinada entidad, sin
embargo ocurría que muchas veces el linaje de un candidato era
manipulado de modo que un cristiano nuevo podía figurar como
viejo y viceversa. Durante mucho tiempo España ha tratado de
justificar su antisemitismo argumentando que este no se refería a
pretendidas características raciales sino ideológicas. Esta tesis es
falsa visto que, si bien es cierto que la discriminación usa como
fondo el contexto religioso, el hecho de declarar un grupo de
personas inferior a otro y de crear para definirlos palabras
discriminatorias como “marranos” demuestra que detrás del social-
29
religioso existían sin duda alguna razones racistas, y esto se verá
reflejado a lo largo de toda la lectura del Buscón.
Como habíamos precisado anteriormente la finalidad de este
capítulo es la de relacionar la historia de los judíos en España con el
contexto situacional del Buscón. El antisemitismo quevediano no fue
una anomalía aislada, más bien fue un fenómeno social de la época,
del cual Quevedo es solamente un espejo. Algunos de los hechos que
hemos estudiado serán aludidos indirectamente en la obra, sea a
través de la utilización de determinados apellidos, sea a través de la
creación de algunos hechos, que a continuación analizaremos.
30
Capitulo II.
Intereses de casta detrás de la posición anti-conversa deIntereses de casta detrás de la posición anti-conversa de
Quevedo en El Buscón.Quevedo en El Buscón.
La discriminación racial en España comenzó a ser muy fuerte
a partir del siglo XV. Tanto por motivos religiosos como sociales, se
inició la persecución de las minorías, siendo el mayor impulso para
su propagación la Inquisición. La España del siglo XVI era una
nación sectaria, donde se aplicaban de manera estricta los estatutos de
limpieza de sangre, ya mencionados en el primer capítulo, que
representaban un obstáculo para la movilidad social. A pesar de ello,
hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, algunos miembros
de las castas impuras, como la familia Coronel del Buscón, lograron
escalar socialmente. Muchos conversos eran parte de una nueva
burguesía mercantil, necesaria para las actividades imperiales de la
Corona. Algunos judíos, junto con los banqueros genoveses, eran los
principales financiadores de la economía española y por ello pudieron
comprar la hidalguía.
Como consecuencia de la grave situación económica dejada
por su padre, el reino de Felipe III inició con un gran número de
problemas financieros, con lo cual se vio obligado a pactar con los
31
judíos portugueses (quienes realizaban actividades financieras
relacionadas con el comercio, el tráfico de esclavos y las actividades
bancarias) para poder cubrir las pérdidas económicas de la Corona.
2.1. El déficit de la Corona
“podemos con verdad decir que cuando S.M. falleció acabó su real
persona y juntamente su patrimonio real todo”1
Estas son las palabras con las que Rodrigo Vázquez de Arce
explicaba a Felipe III el estado en que se encontraban las finanzas a
la muerte de su padre Felipe II. La monarquía se hallaba en un
fuerte desequilibrio entre los ingresos y los gastos contraídos. La
evolución del déficit se había incrementado en los últimos años del
reino de Felipe II. Un balance de finales de 1598 estimaba un
desequilibrio de 1,6 millones de ducados, al que habría que sumar
las cantidades entregadas a los hombres de negocios responsables
de la bancarrota de 1596, cuyas condiciones se habían pactado en el
llamado “medio general”, arreglo alcanzado con los acreedores en
1597, que fue ratificado en 1598 y que, en la práctica, hipotecaba la
hacienda extraordinaria del monarca formada por las remesas
llegadas de Indias, las Tres Gracias y los Servicios Ordinario y
Extraordinario con un monto total estimado de cuatro millones de
ducados. Esto servía para respaldar las cantidades destinadas a
cubrir los gastos en Flandes, 4,5 millones; en Castilla, 2,7 millones
y 120.000 ducados, que entraban bajo el epígrafe de donativo
gracioso, lo que significaba en la realidad, la práctica inexistencia
32
de hacienda extraordinaria libre hasta pasado año y medio. El
monarca y sus más estrechos colaboradores (entre ellos el Duque de
Lerma) eran conscientes de la situación crítica de la Corona, que
1. Frase citada en el artículo de James Alexander Robertson, “After the death of Philip II”,
en The Hispanic American Historical Review, 59, 1979, p.138.
tenía hipotecadas todas sus rentas. Por otro lado, la existencia de
algunos conflictos que desde la década de 1580 habían aumentado
la sublevación de las que luego serían Provincias Unidas, la guerra
hispano-inglesa (1585-1604) y el conflicto hispano-francés (1595-
1598) condicionaban la política de la Corona.
Inicialmente la única alternativa que se presentaba para
Felipe III era aquella de pactar con el Reino congregado en Cortes,
hecho que produjo un debate intenso entre los consejeros de Lerma.
Por ello abogaban por esquivar a las Cortes y acudir a remedios
financieros diferentes por medio de los arbitrios(impuestos con los
que se arbitraban los fondos para cubrir los gastos públicos), que
iban desde la solicitud de “donativos voluntarios” hasta el más
socorrido de la acuñación de la moneda, un recurso que, aunque
generaba importantes ingresos a la Tesorería Regia, que obtenía un
lucro considerable entre el valor facial de la moneda y el costo de
producirla, causaría un aumento del inflación2.
Corona y Reino comenzaron a verse como dos cosas
distintas, mientras la primera buscaba incrementar los ingresos de
forma rápida, por medio de arbitrios, la segunda insistía en la
importancia de la Hacienda como base de la economía a largo
plazo.
El 12 de Abril de 1600, Felipe III se presentó en la sede de
las reuniones y pidió a los procuradores una ordenanza definitiva al
33
término de la sesión. Tras muchas discusiones por parte de los
procuradores y después de proponer diferentes medidas para
favorecer la economía del Rey, se decidió aprobar un servicio por un
2. Vid. James Casey, España en la Edad Moderna, Universidad de Valencia, Valencia,
2001, p.122.
valor de dieciocho millones de ducados, pagaderos en seis años, que
se financiarían aplicando una sisa sobre el vino, que equivaldría a
1/8 de la cantidad adquirida. Se acordaron igualmente que en el
caso no fuese suficiente, la sisa se extendería también al aceite. La
concesión de dinero tenía como contrapartida distintas limitaciones
a su aplicación, pues se otorgaba para ser destinado al sustento del
estado y dignidad de la Corona así como a la defensa de estos
Reinos. Con esta condición era evidente que la política exterior
quedaba fuera de la financiación. Aun había más posiciones
impuestas y todas ellas de gran calado: el monarca no firmaría
asientos con banqueros, fueran nacionales o extranjeros, a no ser a
través del Rey y del Reino. Este pacto parecía satisfacer a las dos
partes: de un lado la Monarquía conseguía el ansiado dinero y del
otro el Reino adquiría un mayor protagonismo y asentaba las bases
jurídicas para limitar la actuación impositiva de la Corona sin su
concurso3.
Si bien es cierto que las “negociaciones” del Rey habían sido
importantes, no eran suficientes para alcanzar su objetivo y el de su
Privado el Duque de Lerma, que deseaban mostrarse fuertes también
en el frente interior. Si no era capaz de allegar más fondos, los
adversarios políticos se renovarían para amenazar las precarias
condiciones alcanzadas con tanto esfuerzo. Ramírez de Prado, uno de
los hombres de confianza del Rey, planteó que si no se alcanzaba el
34
éxito con la hacienda y no se conseguían buenos resultados en los
frentes de guerra, los rivales tendrían argumentos para atacar la
gestión del nuevo equipo de gobierno. Por ello se comenzaron a ma-
3. Vid. Juan E. Gelabert González, La Bolsa del Rey. Rey, Reino y Fisco en Castilla(1598-
1648), Crítica, Barcelona, 1997, pp.35 -37.
quinar nuevas estrategias que aportasen más caudal a las necesitadas
arcas de la hacienda regia, buscando nuevos modelos de contribución
al esfuerzo común por parte de todos los territorios de la Monarquía
Hispánica. Es en este momento que sea Felipe III sea el Duque de
Lerma comenzaron a pensar en Portugal e instrumentaron una serie
de medidas para conseguir que las rentas generadas en aquel
territorio sirvieran para aumentar los recursos financieros de la
Corona. Entre estas medidas es importante referir la constitución en
la Corte de un organismo hacendístico denominado Junta de
Hacienda4, formada por cinco ministros castellanos y tres
portugueses. Simultáneamente y para no dejar nada fuera de control,
se creaba en Lisboa una junta análoga, integrada sólo por castellanos
y que en el organigrama portugués recibió la denominación de Junta
de los Contos5.
2.1.1 La incongruencia entre la situación jurídica y económica
de los conversos portugueses.
Como asegura Jesús Carrasco Vásquez: “Portugal era la cuna de un
colectivo muy dinámico que había sido capaz de tejer una amplia red
comercial por todo el mundo y de generar los suficientes excedentes
de capital para convertirse en arrendatarios de las rentas de la Corona
35
lusa, es decir los judeoconversos”.6 La capacidad económica de los
conversos portugueses era ampliamente conocida en aquel tiempo.
4. Vid. Ferrán Soldevila, Historia de España, Ediciones Ariel, Barcelona, 1973, p.221.
5. Ibídem.
6. Cf. Jesús Carrasco Vázquez, “El relevante papel económico de los conversos portugueses en la
privanza del Duque de Lerma(1600-1606)”, en Actas del XXV Encuentro de La Asociación Portuguesa
de Historia Económica y Social, Évora, 2005, p. 8.
Incluso de ella se hacía eco el Duque de Lerma, quien en una carta al
archiduque-cardenal Alberto de Austria habla del sustento que los
mercaderes portugueses daban a la economía europea. Las
autoridades sabían que la economía de los conversos portugueses
podía jugar un papel relevante si se les daba un mayor protagonismo
del que hasta la fecha habían alcanzado durante el reinado de Felipe
II. Por otra parte, algunos judío-portugueses, como los Gómez de
Elvás, Rodríguez de Évora y Veiga, Jiménez Aragón, Núñez Correa,
veían con buenos ojos la unión Ibérica, ya que, aunque la situación
económica de los conversos lusos era destacada, no sucedía lo
mismo con su situación jurídica, que los relegaba a ciudadanos
privados de elementales derechos, como el ejercicio de cargos
públicos, a ello se añadía la prohibición expresa de abandonar
Portugal, algo que la unión Ibérica aliviaría, al permitirles pasar a
Castilla con mayores privilegios de aquellos que gozaban en ese
momento7.
En 1599, dos mercaderes luso conversos, Jorge Rodríguez
Solís y Rodrigo Andrade de Évora, ofrecieron a la Corona 1.700.000
ducados con la finalidad de obtener el famoso premio del perdón
general, pero las reacciones de algunos miembros del Clero, del
Consejo de Portugal y de algunos Gobernadores impidió que se
obtuviese un acuerdo basándose en ideologías nacionalistas y
36
ofreciendo 800.000 ducados que nunca se hicieron efectivos. Por
medio de su capital, los conversos controlaban a la Corona. De
hecho, en el 1601 lograron conseguir dos cartas-patente: la primera
abolía las trabas para su emigración (negociada por un precio de
7. Vid. Modesto Lafuente y Zamalloa, Historia General de España, Urgoiti Editores,
Pamplona, 2005, p. 296.
170.000), la segunda prohibía injuriales8.
En 1604, un acuerdo, que legalmente fue un indulto y no un
perdón general, dio satisfacción a las partes enfrentadas, partidarios
y detractores, y suponía a la Corona recaudar 1.700.000 ducados,
que pagarían los conversos. La cantidad se entregaba en concepto de
indemnización por la pérdida de las confiscaciones, que dejarían de
producirse al decretarse el indulto. Obsérvese que quien pagaría
realmente esta cantidad serían las arcas inquisitoriales, puesto que
eran ellas las receptoras directas de las incautaciones que se hacían
en nombre de la Corona y que servían para sostener el aparato
inquisitorial. De ahí el rechazo frontal al acuerdo por parte del
Inquisidor General. El compromiso alcanzado también suponía la
condonación de la deuda atrasada por préstamos realizados a Juan
III. El acuerdo recibió un fuerte impulso no sólo por el interés de las
arcas regias sino también porque los conversos supieron engrasar la
maquinaria de las voluntades de los personajes con capacidad para
tomar decisiones. El monto que el rumor hizo circular ascendió a
100.000 cruzados, de los cuales el Duque de Lerma recibió la mitad.
Como hemos mencionado anteriormente, el colectivo
converso portugués se encontró en un determinado momento con la
oportunidad de negociar con la “arruinada” Corona9. Ambas partes
tenían suficientes razones para buscarse. Finalmente los financieros
37
lisboetas pasaron a Castilla y se responsabilizaron de los ingresos
fiscales de la Corona, conviniendo contratos sobre las más
importantes figuras impositivas de la hacienda castellana. Así el
8. Vid. Juan E. Gelabert González, op.cit., p. 64.
9. Vid. José Andrés Gallego, Historia General de España y América, RIALP Ediciones,
Madrid,1981, p. 697.
converso Juan Núñez de Correa contrató de 1604 a 1613 la renta de
la Avería; Pedro Gómez Reinel (próspero negrero) se responsabilizó
del Almojarifazgo Mayor y el Almojarifazgo de Indias; los hermanos
Diego y Andrés Suárez obtuvieron el contrato de los Almojarifazgos
de Canarias (1601-1610); a Pedro de Baeza se le confió el control de
las rentas de los Puertos Secos y Diezmos de la Mar; Pablo Serra y
Manuel Freitas hicieron el contrato de los derechos aduaneros
cobrados en las aduanas erigidas en la frontera entre Castilla y
Aragón.
Como podemos ver, en el siglo XVII los conversos
portugueses comenzaron a sustentar la economía de la Corona. Con
lo cual algunos españoles iniciaron a temer por su participación a
las ventajas de la misma. Quevedo era uno de estos personajes.
Muchas veces se ha hablado de una postura anti judía en la
producción quevediana, que por numerosos críticos ha sido
interpretada como un profundo orgullo de clase. Es importante
recordar que los Quevedo eran una familia que había buscado desde
siempre una posición segura en la Corona, por lo tanto el ingreso de
nuevos sectores sociales no sólo los incomodaba, sino que también
los preocupaba. El desprecio de Quevedo por los conversos servía
para disfrazar su turbación, ya que sentía que el espacio ganado por
su familia a través de generaciones se encuentra en peligro y como
38
no podía embestir directamente contra los conversos portugueses
(protegidos por la Corona), arremetía contra aquellos nacidos en
España. La posición anti-conversa de Quevedo era una medida
desesperada, pues pensaba que reviviendo los preceptos
establecidos en España por varios siglos, lograría salvar su posición
social. Es por esto que en su obra era omnipresente la figura del
converso como escoria. En su obra satírica, Quevedo intentaba
recordar los preceptos establecidos por la España católica del siglo
XV. Su obra era una crítica de las políticas de la Felipe III, quien
permitió la incorporación de descendientes conversos en los
cenáculos de la corte.
La sociedad española conservadora vio con desconfianza la
posibilidad de una mutación del sistema jerárquico basado en el
estamento. Por eso pregonaba por el inmovilismo de clases como
base de la seguridad social. El Buscón insiste en demostrar que en
una sociedad que prefiere a quienes tienen la sangre limpia el
espacio para los conversos y sus descendientes es solamente el
mundo del hampa.
La obra de Quevedo se inmortalizó, porque fue escrita en un
momento en el que el sistema social tiende a verse afectado por la
aspiración de ascenso social de los conversos. Este fenómeno es
tratado en toda la novela. Pablos, en su afán de mejorar de condición,
utilizará todos los medios necesarios para alcanzarla. Sobre todo los
más sórdidos. El pensamiento de Quevedo que relaciona al converso
con el ruin era común a todos los españoles cristianos de los siglos
XVI y XVII. Por ello El Buscón es un buen instrumento para analizar
la sociedad española de aquel entonces. El concepto que “la mala
sangre se hereda” es fundamental para entender la intención
quevediana. Los conversos eran cristianos sólo de nombre, pues se
39
pensaba que detrás de su supuesta conversión existiesen prácticas
criptojudías que serán asociadas también a la brujería. Los vicios eran
genéticamente heredados, por ello del producto de un ladrón y una
bruja no podía venir un caballero.
2.2. El Buscón: Reflejo de las aspiraciones de una sociedad pan-
conversa.
La obra gira entorno al mundo de los conversos. Los
personajes son en su conjunto de baja calaña (visto que poseen la
mácula sanguínea), incluso aquellos que aparentemente provienen
de un mejor origen, como es el caso de don Diego Coronel. Todos
los personajes en El Buscón tienen una conducta soez. Don Diego
traiciona a Pablos dos veces. Una de ellas es cuando induce a llamar
Poncio Pilatos a Poncio Aguirre, la otra es cuando lo deja al
descubierto delante a Ana Coronel. Don Pablos es un arribista,
capaz de hacer cualquier cosa por mejorar socialmente. Sus padres
son dos delincuentes. Domine Cabra es un avaro dispuesto a dejar
“morir de hambre” a un pupilo con tal de no gastar. Don Toribio es
un falso hidalgo, que como Pablos miente para poder subir de clase
social. El tío de Don Pablos es un hombre que puede asesinar a la
propia sangre sin remordimientos. La obra en su totalidad no
presenta ni siquiera un personaje noble: los compañeros de escuela,
de universidad, de la corte, de la cárcel, son todos personajes viles
(y son todos conversos).
2.2.1. El proceso de formación de la vileza de Pablos.
40
2.2.1.1.La infancia.
Yo, señor, soy de Segovia. Mi padre se llamó Clemente Pablo,Yo, señor, soy de Segovia. Mi padre se llamó Clemente Pablo,
natural del mismo pueblo; Dios le tenga en el cielo. Fue, talnatural del mismo pueblo; Dios le tenga en el cielo. Fue, tal
como todos dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos suscomo todos dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos sus
pensamientos, que se corría de que le llamasen así, diciendo quepensamientos, que se corría de que le llamasen así, diciendo que
el era tundidor de mejillas y sastre de barbas[… ] estuvo casadoel era tundidor de mejillas y sastre de barbas[… ] estuvo casado
con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta decon Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de
Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no eraAndrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era
cristiana vieja […]cristiana vieja […]1010..
En el íncipit del Buscón, Pablos mete en evidencia su origen
converso y su condición social baja, que constituye algo común en
la picaresca, como en efecto se puede comprobar en el íncipit del
Lazarillo de Tormes. Pero entre Lazarillo y Pablos existe una gran
diferencia: el protagonista del Buscón posee aspiraciones de
caballero, lo que constituye la innovación de la obra con respecto a
la picaresca. Las ganas de medro social de Pablos se exteriorizan
por primera vez cuando el pequeño no ha dejado aún el ambiente
reducido del hogar:
Metílos en paz, diciendo que yo quería aprender virtud
resueltamente e ir con mis buenos pensamientos adelante; y
así, que para esto me pusiesen a la escuela, pues sin leer ni
escribir no se podía hacer nada11.
La decisión de ir a la escuela constituye en el niño su primer
eslabón en el proceso formativo que el quiere iniciar para aprender
el honor y la virtud que lo convertirían en un caballero y de hecho
vemos que el crío es considerado el alumno más destacado por
parte del maestro. Pero el mundo de la escuela se verifica un
41
verdadero fracaso para Pablos. Sus compañeros lo vejan
constantemente, hasta llegar al límite de las humillaciones con el
10. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.73.Me referiré a las ediciones
de La vida del Buscón simplemente por el nombre del editor. Los datos completos se hallan
en la Bibliografía.
11. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 13.
episodio del Rey de Gallos, en el que Pablos decide abandonar la
escuela para siempre y meterse en el papel de sirviente de Don
Diego.
“Viéndome, pues, con una fiesta revuelta, un pueblo
escandalizado, los padres corridos, mi amigo descalabrado
y el caballo muerto, determíneme de no volver más a la
escuela ni a casa de mis padres, sino de quedarme a servir
a don Diego […]12”.
La vergüenza experimentada por Pablos, le permite darse
cuenta verdaderamente de su posición de inferioridad. Su decisión de
abandonar la escuela tiene un significado muy importante, pues el
infante experimenta por primera vez una fuerte sensación de
desengaño social que le causa grande dificultad y lo hace decidirse
por el abandono de sus estudios. Cuando Pablos dice “…aunque no
sabía bien escribir, para mi intento de ser caballero lo que se requería
era escribir mal…”13 en realidad está racionalizando su frustración.
Podemos decir que la segunda etapa que marca el aprendizaje de
vida de Pablos está marcado por la racionalización, que sería la
manifestación de aquel sentimiento de inferioridad que Parker
propone14.
42
Entre Pablos y Don Diego existía inicialmente una relación
de amistad, en la que Pablos era aquel que beneficiaba mayormente a
Diego. Por el contexto que nos presenta el Pablos narrador, el
niño Pablos es un personaje clave en la vida de Diego, es un apoyo
12. Francisco de Quevedo, El Buscón , ed. Alan Francis, p.30.
13. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.113.
14. Cf. Alexander Parker, “The Psychology of the Pícaro in El Buscón” en Modern Language
Review, XLII, 1947, pp. 58-69.
intelectual para su formación. Ello explicaría el porque los padres de
Diego aceptaron “con gran gusto”15 la presencia del pequeño de bajo
origen en casa y porque lo envía junto a su hijo al pupilaje de Cabras
y posteriormente a Alcalá de Henares. Pero cuando Pablos comienza
a demostrar sus primeras picardías la familia Coronel lo aparta
totalmente, como veremos más adelante.
“[…] Dábale de lo que almorzaba, y no le pedía de lo que él
comía; comprábale estampas, enseñabále a luchar, jugaba con
él al toro y entreteníale siempre”16.
Cuando el padre de Don Diego decide enviar a su hijo al
pupilaje del dómine Cabra, envía también a Pablos para que asista a
su hijo. Es durante este pupilaje que Pablos conocerá el hambre. Para
poder contrarrestarla, Pablos y Don Diego fingirán un dolor de
“tripas”17, que como estrategia resultará un desacierto pues ambos
recibirán “sendas gaitas”18 de parte de la tía del Dómine Cabra. Si en
la escuela Pablos se ha dado de su posición de inferioridad, al
abandonarla desarrolla un mecanismo de racionalización. El pupilaje
significa para Pablos la experiencia dolorosa de los efectos perversos
43
que puede producir la avaricia y de hecho esta estancia termina con
una muerte:
“[…]Murió el pobre mozo, enterramosle muy
pobremente por ser forastero[...]19”.
11
15. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 112
16. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.24
17. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.121
18. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p.119.
19. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Jauralde Pou, p.101.
2.2.1.2. El primer cambio espacial significativo de Pablos
A nivel espacial, el paso de Pablos por Alcalá de Henares
representa su primera gran salida y será este el lugar en el que
verdaderamente comenzará a iniciarse como pícaro. Es aquí que
Pablos se afirmará sobre aquello que él mismo negaba
anteriormente “la vileza”20 y donde iniciará a despreciar a los
conversos y al mismo tiempo a si mismo.
Desde el inicio de su viaje, el narrador nos da a entender que
Alcalá es en cierto modo un escenario de predilección para los
conversos, sean judíos sean moros. De hecho, la primera persona
que Pablos nos describe es un “morisco ladrón” propietario de una
venta de viveros21.
De sangre infectada es también el dueño de la casa donde
van a vivir Pablos y su patrón Don Diego, definido por Pablos
como uno de la raza de aquellos que “creen en Dios por cortesía o
sobre falso”22.
2.2.1.3. ¿Por qué don Diego Coronel va a estudiar a Alcalá?¿Por qué don Diego Coronel va a estudiar a Alcalá?
44
Como sabemos, Pablos va a Alcalá de Henares para
continuar con su función de sirviente de Don Diego. La presencia
de los conversos en Alcalá no corresponde solamente a los sectores
de baja calaña, pues muchos conversos destacaron en la universidad
por su gran intelecto, entre ellos Pablo Coronel (1480, Segovia - 30
20. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 37.
21. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 104.
22. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 135.
de septiembre de 1534, Parral, Segovia), judío converso,
especializado en estudios talmúdicos, catedrático de Sagradas
Escrituras, encargado de la traducción de la parte hebrea junto a
Alfonso de Zamora y Alfonso de Alcalá (de origen converso
también ellos) de la Biblia Complutense, que además fue
coordinada por el converso Diego López de Zúñiga, grande
humanista. Es posible que la intención de Quevedo al dar al padre
de don Diego los apellidos Coronel de Zúñiga haya querido
recordar la grande influencia que estos conversos tuvieron en
Alcalá, a pesar de los estatutos de sangre, y que esta influencia
continua, pues ahora Don Diego frecuenta Alcalá y lleva consigo
incluso a su criado, igualmente de origen converso23.
Aunque, como hemos visto, en Alcalá los estudiantes
conversos habían destacado como intelectuales, en El Buscón los
profusos estudiantes conversos tienen una conducta despreciable,
son protervos y gregarios. Por su condición de criado Pablos es
víctima de humillaciones llegando incluso a recibir “las toses y los
gargajos”24 de sus colegas. Es por ello que comienza a ampliar en
Alcalá su deseo de asimilación a la casta de los limpios y su
45
desprecio hacia la propia casta. Es de los conversos que aprenderá
una de las más grandes lecciones de su vida de pícaro: aquella de
ser “bellaco con los bellacos”25.
La fase en Alcalá se cierra con la separación de Pablos y
Diego. Ambos han recibido cartas que los obligan a volver a Sego-
23. Vid. Elena Hernández Sandoica, Universidad, poder económico y cambio social, Consejo de
Universidades, Madrid, 1990, p.109.
24. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 63.
25. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 149.
via. Pablos debe volver para cobrar su herencia, pues su padre ha
muerto y su madre será sentenciada por la Inquisición dentro de
poco; Diego, en cambio, es forzado por el padre, que ha sabido de
las ocurrencias de Pablos y, enfadado, obliga al hijo a regresar a
Segovia.
“[…] Porque si hasta ahora tenía como cada cual mi piedra“[…] Porque si hasta ahora tenía como cada cual mi piedra
en el rollo, ahora tengo mi padre. Declaréle cómo habíaen el rollo, ahora tengo mi padre. Declaréle cómo había
muerto tan honradamente como el más estirado, cómo lemuerto tan honradamente como el más estirado, cómo le
trincharon y le hicieron moneda, cómo me había escrito mitrincharon y le hicieron moneda, cómo me había escrito mi
señor tío, el verdugo, de esto y de la prisioncilla de mama,señor tío, el verdugo, de esto y de la prisioncilla de mama,
que a él, como a quien sabía quién yo soy, me pudeque a él, como a quien sabía quién yo soy, me pude
descubrir sin vergüenza”descubrir sin vergüenza”2626. .
2.2.2. El Regreso A Segovia
En su inesperada partida a Segovia, Pablos tiene en mente un
solo proyecto: recoger la herencia de sus padres para irse a un
territorio donde nadie conozca su origen. En este viaje de regreso a
casa, conoce a algunos personajes que Quevedo ha introducido para
46
retratar el escenario de la época. Quevedo somete a Pablos a la
experiencia de transitar por amplios sectores de la sociedad española,
en los que han tenido o tienen alguna competencia los miembros de
su casta, que le proporcionan la información suficiente para entender
el desengaño encontrado por aquellos que en su vida han osado
buscar el ascenso social a pesar de tener mala sangre.
26. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 134.
2.2.2.1. El Arbitrista
A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII comenzó
a usarse la palabra “arbitrista”. En un principio era un término
aplicado literalmente a aquél que proponía proyectos, esquemas o
arbitrios para contribuir a la restauración política del Imperio
español. Con el tiempo la palabra “arbitrista” tomó una
consideración negativa. Se llegó incluso a despreciar a los que
profesaban tales métodos. Fernández de Navarrete habla de las
“perjudiciales quimeras de los arbitristas”27. Caxa de Leruela
difamó la “sofistería de los arbitristas”28. Una imagen aún más clara
de la mala prensa que tenían estos personajes se puede observar en
Quevedo, que les cambió el nombre por el de “barbitristas”29 y
escribió que “el Anticristo ha de ser arbitrista”30.
El arbitrista del Buscón ha ideado la manera de ganar
Ostende secando el mar con esponjas. La idea desatinada del
arbitrista en la sátira de Quevedo sirve para apuntar contra la
infausta influencia de los arbitristas (en la mayoría conversos) sobre
la política económica de la Corona. Es decir, este personaje permite
47
al autor del Buscón arremeter contra la burguesía mercantil que
iniciaba a tomar importancia en las disposiciones de la Corona:
“Yo me iba entreteniendo por el camino considerando en estas
cosas, cuando pasado Torote, encontré con un hombre en un ma-
Aa
27. Cf. Pedro Fernández de Navarrete ,Conservación de Monarquías, ed. Michael D. Gordon,
Biblioteca de Autores españoles Madrid, 1982, p 321.
28. Cf. Miguel Caxa de Leruela, Restauración de la abundancia de España, ed. Jean Paul LeFlem,
Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1975, pág. 60
29. Cf. Francisco de Quevedo, Los Sueños, ed. José Álvarez Vázquez, Alianza, Madrid, 1983, p.215.
30. Cf. Francisco de Quevedo, La hora de Todos, ed. Luisa López Grigera, Castalia, Madrid, 1975,
p.19.
cho de albarda, el cual iba hablando entre sí con muy gran
prisa y tan embebecido, que aun estando a su lado no me veía.
Saludéle y saludóme; preguntéle dónde iba, y después que nos
pagamos las respuestas, comenzamos luego a tratar de si
bajaba el turco y de las fuerzas del Rey. Comenzó a decir de
qué manera se podía conquistar la Tierra Santa y cómo se
ganaría Argel, en los cuales discursos eché de ver que era loco
repúblico y de gobierno.
Proseguimos en la conversación, y venimos a dar de una cosa
en otra, en Flandes. Aquí fue ello, que empezó a suspirar y a
decir:
Más me cuestan a mí esos estados que al Rey, porque ha
catorce años que ando con un arbitrio que, si como es
imposible no lo fuera, ya estuviera todo sosegado”31.
El arbitrista va presentando durante catorce años arbitrios al
Rey con la condición que este a cambio le conceda una
encomienda, que el piensa conseguir porque ostenta una “ejecutoria
muy honrada”32. Como es sabido, con los estatutos de sangre los
conversos supuestamente estaban excluidos de los contratos
públicos y no podían emigrar a la Indias. Con el arbitrista de origen
converso, Quevedo aborda la poca seriedad que en aquel periodo
48
tenían los estatutos de sangre y la manipulación del sector converso
en los oficios de la Corona.
2.2.2.2.El maestro de esgrima
Dentro de la galería de los peculiares personajes que llena-
31. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.135.
32. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.171.
ban el Madrid de Felipe IV nos encontramos con Luis Pacheco de
Narváez (de origen converso). Este hombre, nacido en Baeza en
1570, había cursado la carrera de las armas, llegando a ser sargento
mayor en las islas Canarias, más concretamente en Fuerteventura y
Lanzarote. En 1624, propuesto por el teniente de armas Sebastián
Sánchez, se convirtió en maestro mayor de esgrima e instructor de
matemáticas de Felipe IV. Tal cargo llevaba aparejada la potestad
de ser el examinador de los postulantes a ser maestros en el arte de
manejar la espada, y, a la postre, Maestro Mayor del Reino.
Discípulo del gran Jerónimo de Carranza, fundador de la escuela
española, intentó llevar la esgrima a la categoría de ciencia,
ampliando y modificando los principios geométricos que
caracterizaban esta escuela.
Pero Pacheco de Narváez es conocido comúnmente por su
enemistad irreconciliable con Quevedo. Comienza la historia en
1608, según cuenta Pablo Antonio de Tarsia, en la casa del
presidente de Castilla, en aquel entonces el Conde de Miranda.
Entre las personas que allí se encontraban estaban el poeta y el
maestro de armas. Acababa de ver la luz la obra de este último Cien
conclusiones sobre las armas y se charlaba acerca de su contenido.
49
Quevedo, hombre dado a porfiar, objetó que se afirmaba en la obra
que un determinado lance era imparable y sin posibilidad de
respuesta, siendo tal falso y totalmente demostrable. La
concurrencia les invitó a que probasen con las armas en la mano
quien tenía la razón. Pacheco se mostró remiso, arguyendo que la
ciencia que emanaba del libro era incontestable de todo punto y que
en esa reunión se estaba para hablar y no para usar la espada. Pero
la presión de la concurrencia hizo que los dos acabasen
desenvainando. El lance terminó inmediatamente con un golpe de la
espada de D. Francisco en el sombrero del maestro, descubriéndole
y dejándole en vergüenza ante toda la reunión33.
Quevedo se burla varias veces en sus escritos del esgrimidor,
pero especialmente y de la manera más clara y perfectamente
identificable en el capítulo primero del libro segundo del Buscón:
[…]lejos vi una mula suelta y un hombre junto a ella a pie,
que mirando a un libro hacía unas rayas que medía con un
compás. Daba vueltas y saltos a un lado y a otro, y de rato
en rato, poniendo un dedo encima de otro, hacía con ellos
mil cosas saltando34.
La burla a los sistemas geométricos utilizados por el maestro
para esgrimir, evitando la línea recta, son constantes en todo el
texto:
[…]Al fin me determiné, y llegando cerca, sintióme, cerró
el libro, y al poner el pie en el estribo, resbalósele y cayó.
Levantéle, y díjome: -No tomé bien el medio de proporción
para hacer la circunferencia al subir”, “Preguntóme si iba a
Madrid por línea recta o si iba por camino circunflejo”, ,” -
Pues, en verdad, que por lo que yo vi hacer a V. Md. en el
campo denantes, que más le tenía por encantador, viendo
los círculos. -Eso -me dijo- era que se me ofreció una treta
por el cuarto círculo con el compás mayor, continuando la
espada para matar sin confesión al contrario, porque no diga
50
quién lo hizo y estaba poniéndolo en términos de
matemática”,” me advirtió con grandes voces que hiciese un
ángulo obtuso con las piernas, y que reduciéndolas a líneas
paralelas me pusiese perpendicular en el suelo35.
Aaa
33. Cf. Pablo Antonio de Tarsia, Vida de Don Francisco de Quevedo y Villegas,
Universidad Castilla-La Mancha, Madrid, 1997, p. 127.
34. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.172.
35. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.139.
En la escena de la posada de Rejas, donde han de pernoctar
el extravagante personaje y Don Pablos, parece salir a relucir el
famoso lance por varios motivos: el esgrimidor intenta demostrar la
infalibilidad de su ciencia utilizando dos cucharones, en vez de
espadas, y acaba siendo humillado y puesto en ridículo por un bravo
“mulatazo”36 que dice tener el certificado de esgrimidor, y ser fiel
defensor de la Destreza del maestro Carranza.
Por si quedase alguna duda sobre la identidad de la persona
caricaturizada en este episodio nos encontramos con que el huésped
de la posada le pregunta a Don Pablos si su extraño acompañante es
indio por no entender su jerigonza. Aquí juega Quevedo con un
doble sentido: por un lado tenemos lo absurdo del discurso
matemático/geométrico y por otro, según Rubén Soto Ribera37, una
alusión a la estancia en la islas Canarias de Pacheco, que habría
influido en su acento y forma de hablar.
Los Ataques a Pacheco serán presentes en otras obras, como
los Sueños y Discursos, en concreto en el Sueño del Juicio Final
donde aparece un maestro de esgrima que no sabe como se va en
línea recta al infierno:
51
-Maestro de esgrima examinado, y de los más diestros del
mundo.
Y sacando otros papeles de un lado, dijo que aquellos eran
los testimonios de sus hazañas. Cayéronsele en el suelo
por descuido los testimonios y fueron a un tiempo a
levantarlos dos diablos y un alguacil y él los levantó pri-
Aa
36. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p.55.
37. Cf. Rubén Soto de Ribera, El divino Figueroa en El Buscón de Quevedo”, en Revista de
Estudios Hispánicos, Vol. 30, Nº 2, 2003, pp. 105-113.
primero que los diablos. Llegó un ángel y alargó el brazo
para asirle y meterle dentro, y él, retirándose, alargó el
suyo y dando un salto dijo:
-Esta de puño es irreparable, y si me queréis probar yo daré
buena cuenta.
Riéronse todos, y un oficial algo moreno le preguntó qué
nuevas tenía de su alma; pidiéronle no sé qué cosas y
respondió que no sabía tretas contra los enemigos de ella.
Mandáronle que se fuese por línea recta al infierno, a lo
cual replicó diciendo que debían de tenerlo por diestro del
libro matemático, que él no sabía qué era línea recta;
hiciéronselo aprender y diciendo: “Entre otro”, se arrojó38.
2.2.2.3. El Clérigo Poeta
Sobre el personaje del clérigo poeta existen dos hipótesis,
según Rubén Soto Ribera este personaje es una caricaturización de
un amigo de Pacheco, el sacerdote Bartolomé Cairasco de Figueroa39.
La segunda hipótesis es aquella de Idalia Cordero según la cual el
personaje sería un alusión a Góngora40.
a. La Hipótesis de Rubén Soto Ribera
52
Para Rubén Soto Ribera, Quevedo no sólo ataca en este libro
al ya enemigo irreconciliable, sino que arremete contra todo lo que le
rodea, así convierte en objetivo de sus dardos a Bartolomé Cairasco
de Figueroa, que era amigo de Pacheco. En los capítulos
38. Francisco de Quevedo, Los Sueños, ed. Julio Cejador y Frauca, Espasa-Calpe, Madrid,
1954, p.38.
39. Cf. Rubén Soto de Ribera, Art. Cit., p. 118.
40. Cf. Idalia Cordero, El Buscón o la vergüenza de Pablos y la ira de Don Francisco, Editorial Playor,
Madrid, 1987, p. 166.
segundo y tercero del segundo libro aparece otro personaje objeto
de burla: el sacristán de Majadahonda, criatura ignorante, sucia,
pretenciosa, y pésimo poeta. Son varias las claves, según Rubén
Soto Ribera, para deducir que el personaje reflejado es el canario
Figueroa, el Divino, pero una de las más claras se encuentra en la
parte en que el sacristán dice:
[…]pues, oiga v. m. un pedacito de un librillo que tengo
hecho a las once mil vírgenes, adonde a cada una he
compuesto cincuenta octavas41.
Eso da la impresionante cifra de quinientas cincuenta mil
octavas. Aparte de esta barbaridad, confiesa tener “una comedia que
tenía más jornadas que el camino de Jerusalén”42, cuyo borrador es de
“hasta cinco manos de papel”43 y encima es irrepresentable, porque
titulándose el Arca de Noé intervienen en ella multitud de animales.
También había escrito a una enamorada novecientos un sonetos.
Resulta que Cairasco de Figueroa, al que no hay que confundir con
Francisco de Figueroa, también poeta coetáneo, tiene en su haber el
ser el autor del Templo militante, triumphos de virtudes, festividades y
vidas de santos, también conocido como Flor Sanctorum, y que
consta, ni más ni menos, que con quince mil octavas, en las que se
53
recoge la vida de los santos que componen el santoral y que le llevó
siete años el escribirla.
De la misma manera se considera que hay una intención de
insultar a Pacheco, haciendo que este es la mula sobre la que cabalga
el sacristán. Esto está apoyado en que en la obra del esgrimidor, en su
principio, aparece una carta de Cairasco. Esta carta habría sido el ve-
41. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.145.
42. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.111.
43. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.180.
hículo usado por el canario para introducirse en el ámbito culto de
Madrid, es decir, habría usado el libro como mula y por tanto a su
autor.
b. Hipótesis de Idalia Cordero
Para Idalia Cordero, quien hace una fusión del clérigo y del
ermitaño, ambos personajes representan una alusión directa al poeta
cordobés Góngora y sería la respuesta a un soneto suyo en el que
satiriza a Quevedo en su labor de traducción del Anacreonte,
llamándolo “verdugo de vocablos”44. Idalia Cordero examina la
aportación gongorina a las Flores De Poetas Ilustres, encontrando
que los poemas de inicios del autor responden ya a los rasgos
criticados por Quevedo (dedicados a la amada indiferente,
enmarcados en un ambiente pastoril, la naturaleza que se hace eco de
los interminables lamentos del amante desdeñado). Pero hay más:
Cordero considera que el personaje del clérigo, que pertenece a un
“género de Sabandijas que llaman poetas son nuestros prójimos, y
cristianos aunque malos”45, sirve para dar a entender el origen
54
converso de Góngora, cuya familia durante más de un siglo fue
asediada por el fantasma de la impureza de sangre. La crítica
recuerda que Quevedo en más de una ocasión había aludido al origen
impuro de Góngora que incluso ha sido inmortalizado a través de
frases como “Yo te untaré mis versos con tocino porque no me
muerdas, Gongorilla”46.
44. Vid. Jaime Oliver Asín, Iniciación al estudio de la lengua española, Editorial Heraldo de
Aragón, Aragón, 1939, p. 253.
45. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 148.
46. Vid. Emiliano Aguado, Francisco de Quevedo, Nuevas Editoriales Unidas, Madrid, 1962, p. 217.
Según Idalia Cordero, Quevedo ironiza las posturas
gongorinas. Góngora hecho clérigo a temprana edad descubre pronto
su vocación por la poesía y por las damas, escribiendo sobre sus
amoríos con mucho desenfado. Su contrapartida en El Buscón cuenta
con una extensa producción poética entre los cuales 901 sonetos y 12
redondillas, dedicados a las piernas de la mujer que ama Sólo que
van en “profecía de conceptos”47 porque, por respeto a las órdenes
que profesa, no ha osado nunca contemplar aquellos miembros que
han dado origen a su inspiración.
En 1587 el obispo Francisco Pacheco tildó la obra de Góngora
de no ser tan espiritual como debiera, a lo que él contesta
argumentando que era a causa de su poca teología, pues es tan poca,
que ha considerado mejor ser condenado por liviano que por hereje48.
Idalia Cordero encuentra en la copla al “señor san corpus Christie”49
la respuesta de Quevedo al alarde de ignorancia de su enemigo.
La característica de ermitaño del personaje quevediano sirve
para Idalia Cordero a ironizar la temática de la soledad presente entre
los elementos esenciales de la poesía culta del poeta cordobés desde
sus inicios. Tanto en las Soledades como en las flores el poeta busca
refugio en la naturaleza para dar curso libre a sus quejas de amor.
55
Es difícil establecer cual de las dos hipótesis es la más
cercana a la efectiva intención del autor. Lo que podemos alegar sin
47. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Félix Herrera Salgado, p. 109.
48. Vid. María Cristina Quintero, Poetry as play: Gongorismo and the comedia, John Benjamin,
Amsterdam,1991, p.49.
49. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.178.
lugar a dudas es que el personaje del clérigo poeta sirve para reflejar
la poca seriedad de los cristianos nuevos que integran el clero
español. El personaje de Quevedo, más allá de las posibles alusiones
a contemporáneos del autor, refleja junto con Cabra la facilidad con
la que los conversos podían integrar el Clero, desconociendo las
bases de la religión católica y no poseyendo los requisitos sanguíneos
para integrarlo.
2.2.2.4. El soldado fanfarrón
Es el personaje que alega que ha estado en la corte seis meses
pretendiendo una bandera, tras veinte años de servicio y haber
perdido su sangre en servicio del rey, mostrándole las cicatrices a
Pablos, a quien le parecen más de incordios y sabañones que de
heridas recibidas en campo de batalla:
[…]me enseñó otras dos señales, y dijo que eran balas, y yo saqué
por otras dos mías que tengo que habían sido sabañones […]50.
La imagen de este personaje es la de un farsante que jura todo
el tiempo por Dios. Para Lázaro Carreter este personaje derivaría del
capitán del Guzmán de Alfarache, quien se quejaba del deplorable
56
estado de la milicia y de las dificultades que encontraba en la corte
un hombre de bien que quisiese hacerse valer por sus obras51.
La característica principal de este personaje es su cinismo. El
soldado fanfarrón es un escéptico, aprovechado y pobre, que cubre
50. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Fernando Lázaro Carreter, p.124.
51. Cf. Fernando Lázaro Carreter, “Originalidad del Buscón”, en Francisco de Quevedo, Ed. G.
Sopbejano, Tauras, Madrid, 1978, pp.128-129.
un tipo humano existente en la época: el individuo que se quiere
hacer pasar por quien no es.
2.2.2.5. El Mercader Genovés
El último tipo humano con el que se encuentra Pablos en su
viaje a Segovia es el mercader genovés. Este personaje, que es uno
de los pocos del que no se habla de un origen converso, representa
sin embargo un sector que Quevedo veía como peligroso: el de los
mercantilistas. Es un agregado más a la aristocracia genovesa de
negocios internacionales, género de operaciones que traía consigo,
como tantos otros, la mancha de impureza, que se pretendía diluir
bajo el peso de un caudal que en parte se empleaba en fórmulas de
ostentación, como en el caso de este genovés “que subía el puerto
con un paje detrás, y él con su guardasol, muy a lo dineroso”52.
La prevención hacia los mercaderes y el dinero mercantil en
el Siglo De Oro obedecía a varias causas: su enriquecimiento a través
de oscuros tratos económicos con metales preciosos, a su vez
considerados como envilecedores en si mismos; su proximidad a los
usureros, factores, asentistas, prestamistas y cambistas; la mala
57
prensa de las ferias y cambios; el odio hacia diversos grupos
mercantiles nacionales.
Quevedo, además de reprocharles su enorme poder y su nueva
posición social, adquiridos recientemente a despecho de su ser
plebeyos y de lo mecánico de sus actividades, les acusa de
enriquecimiento desordenado que no tenía límites ni éticos ni
económicos. Por ello, el mercader es tildado de estafador y ladrón,
52. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 69.
como lo son varios oficios y profesiones que viven a costa del
prójimo (escribanos, barberos, sastres, zapateros), instalados en los
intersticios de un sistema comercial y burocrático altamente
complejo y desarrollado. La usurpación y la rapiña son contemplados
como los dos conductos para el enriquecimiento:
Topamos con un ginovés, digo con uno destos antecristos de
las monedas de España, que subía el puerto con un paje
detrás, y él con su guardasol, muy a lo dineroso. Trabamos
conversación con él; todo lo llevaba a materia de maravedís,
que es gente que naturalmente nació para bolsas. Comenzó
a nombrar a Visanzón, y si era bien dar dineros o no a
Visanzón, tanto que el soldado y yo le preguntamos que
quién era aquel caballero. A lo cual respondió, riéndose:
Es un pueblo de Italia, donde se juntan los hombres de
negocios, que acá llamamos fulleros de pluma, a poner los
precios por donde se gobierna la moneda53.
La crítica en torno al Buscón ha reparado poco en dicha
figura. Los que han comentado la función del conjunto de estos
tipos humanos dentro de la novela han entendido que el autor
emplea dicho recurso para demostrar la claridad mental del
58
protagonista, capaz de juzgar el vicio ajeno y, por consiguiente, de
hacerse responsable de sus propios actos delictivos.
Para los españoles conservadores, los genoveses fueron la
antesala de la ruina de la Corona, que se obtendrá efectivamente
53. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.195.
cuando serán sustituidos en las finanzas por los banqueros judío-
portugueses. Quevedo ataca todas las posibilidades de mercantilismo
que conoce pero, a diferencia de los personajes anteriores, el
mercader genovés es una grande lección para Pablos (y para el
lector) pues le enseña que el dinero es arma indispensable de triunfo
en esta sociedad en la que le ha tocado vivir.
El primer crítico que tomó verdaderamente en consideración el
personaje del mercante genovés fue Jenaro Taléns, quien dice que la
aparición de este personaje sirve de contraste sutilísimo con el
mundo que ha ridicularizado en los cinco individuos anteriores y
refuerza su idea de la necesidad del dinero54.
2.2.3. El Ingreso A Segovia
El ingreso a Segovia de Pablos está marcado por la
Inquisición, institución muy relacionada a su familia. Como sabemos
tanto su padre como su madre han sido condenados por ella, y su tío
es verdugo de la Inquisición. Este reingreso de Pablos en Segovia le
sirve para recordar su pasado y revivir la sensación de vergüenza
familiar:
holgué mucho de ver tantos hombres de bien en mi pueblo
[…] estando en esto, oí al precursor de la penca hacer de
garganta, y a mi tío de las suyas, Venía una procesión de
59
desnudos, todos descaperuzados, delante de mi tío[…] Yo,
que estaba notando esto con un hombre a quien había dicho,
preguntando por él que yo era un gran caballero, veo a mi
buen tío que, echando en mí los ojos por pasar cerca-,
arremetió a abrazarme llamándome sobrino. Penséme morir
A___________________________________________________________
54. Cf. Jenaro Taléns, "La vida del Buscón, novela política", en Novela picaresca y práctica
de la transgresión, Júcar, Madrid, 1975. 43-106.
de vergüenza, no volví a despedirme de aquel con quien
estaba55.
Como sabemos Pablos es hijo de un barbero–ladrón y de una
bruja. Además el otro miembro de la familia, Alonso Ramplón, es un
verdugo. La vergüenza de Pablos hacia la figura del tío es en alguna
manera justificada pues, aunque el oficio de verdugo es pagado por el
erario público, es considerado una profesión tan infamante como la
de sus padres. Los verdugos en el siglo XVII son obligados a vivir en
una casa marcada y apartada de la ciudad, deben vestir capa blanca y
guantes amarillos. Ser verdugo, como ser converso, implican la
exclusión social.
La causa por la que Pablos ha ido a Segovia es su herencia,
pero este regreso le servirá para recordar y sus recuerdos más el
presente lo ayudarán a decidir:
Salíme de casa; entretúveme en ver mi tierra toda la tarde,
pase por la casa de Cabra, tuve nueva de que ya era muerto, y
no cuidé de preguntar de qué, sabiendo que hay hambre en el
mundo56.
Este fragmento de la narración de Pablos es significativo.
Segovia es su tierra, es el lugar donde están sus raíces y sus
60
recuerdos. El verdadero problema es que estas raíces y recuerdos lo
rebajan. Todos las reminiscencias relacionadas con Segovia son
negativas, su tierra es desde su infancia el lugar del cual debe
escapar.
55.Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.161.
56. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.203.
Segovia es para Pablos, como para Quevedo, la cuna del
hampa. Si tomamos en consideración todas las situaciones y
personajes que están relacionados con ella desde el inicio de la
obra vemos que la ciudad está rodeada de un aura negativa. Para
el protagonista representa principalmente la infamia y las
privaciones: “Dios sabe cual estaba de ver la infamia de mi tío”57.
El poco tiempo que Pablos aloja en Segovia junto a su tío
Alonso Ramplón está marcado por la vergüenza y la suciedad (la
cena en casa de Ramplón). Es este bajo mundo el que lo induce a
huir. El personaje principal que anhela ser caballero abandonará
su tierra porque: “Con estas vilezas e infamias que veía yo, ya me
crecía por puntos el deseo de verme entre gente principal y
caballeros”58.
Después de la cena en la casa de su tío, en la que todos se
emborrachan y defecan, Pablos decide iniciar otro viaje, esta vez
hacia la corte, donde comenzará su vida de Buscón.
2.2.4. La Corte
En el trayecto hacia Madrid, Pablos se topa con un solo
tipo humano más, el que le abrirá las puertas de la corte al
pretendiente de caballero. Este personaje es Don Toribio
61
Rodríguez Vallejo Gómez de Ampuero y Jordán, quien se
presenta como “un hidalgo hecho y derecho, de casa de solar
montañés”59. Para Américo Castro la alusión a dicho lugar de pro-
57. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.198.
58. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 143.
59. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.173.
cedencia pone de manifiesto su deseo de que se le vincule a la
casta los limpios60, condición de la cual Don Toribio se siente
orgulloso si no fuera porque ha llegado a la triste conclusión de
que “sin pan y carne no se sustenta buena sangre”61. Además
reconoce que “no puede ser hijo de algo el que no tiene nada”62.
2.2.4.1. ¿Es verdaderamente limpia la sangre de don Toribio?
En el Diálogo de los pajes, Diego de Hermosilla dirá que
más de un converso, apartándose hasta cincuenta leguas de su
naturaleza, se armó luego de esos nombres de los hidalgos y
caballeros más principales que había en los lugares donde tales
conversos se bautizaban63. La falsa hidalguía era un hecho no poco
frecuente en España. Tanto es así que a principios del siglo XVI los
municipios se hacían cargo de distinguir entre hidalgos y pecheros
mediante la confección de padrones. Pero en aquellos lugares donde
éstos no existían, a la hora de repartir un pecho a los nobles
tronados les temblaban las carnes de miedo ya que probar su
condición había de costarles dineros que no tenían:
Lo primero ha de saber que en la corte hay siempre el más
necio y el más sabio, más rico y más pobre, y los extremos de
todas las cosas; que disimula los malos y esconde los buenos,
62
y que en ella hay unos géneros de gentes como yo, que no se
les conoce raíz ni mueble, ni otra cepa de la que decienden los
60. cf. Américo Castro, "Escepticismo y contradicción en Quevedo", en Humanidades, 18,
1928, pp. 11-17.
61. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Fernando Lázaro Carreter, p. 151.62. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 209.63.Vid. Beatríz Carceles, Hidalgos & hidalguía dans l'Espagne des XVIe-XVIIIe, CNRS, París,
1989.
tales. Entre nosotros nos diferenciamos con diferentes
nombres; unos nos llamamos caballeros hebenes, otros,
güeros, chanflones, chirles, traspillados y caninos 64.
Estas palabras del supuesto caballero arruinado, parecen la
confirmación de lo que Hermosilla nos había planteado, el
problema de la falsificación del linaje, que será mucho mas obvio
en las siguientes palabras:
Qué diré del mentir? Jamás se halla verdad en nuestra boca:
encajamos duques y condes, unos por amigos y otros por
deudos65.
El mundo de farsantes, que tratan de cambiar el orden
estamental de España, para Quevedo está relacionado con los
conversos, destacados por su capacidad de mentir, pues continúan
siendo judíos a pesar de haber sido bautizados y se fingen nobles
cuando son marranos. La sociedad española se encuentra en una fase
de transformación, en la que son los conversos quienes se apoderarán
de todo delante de la impotencia de los cristianos viejos. La sátira de
Quevedo es indudablemente un aviso.
63
Don Toribio se presenta a Don Pablos como un hidalgo
arruinado y le enseña los diferentes trucos para sobrevivir en la corte.
Pero este personaje es otro de los tantos con un origen incierto en la
obra de Quevedo. Sus apellidos no indican necesariamente un origen
64. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 211.
65. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 178.
noble (Rodríguez, Vallejo, Gómez) y además uno de ellos (Jordán)
podría relacionarlo con los judíos. Don Toribio es una adelanto del
embaucador que será Pablos en el futuro. Es quien dará a Don Pablos
la mayor lección de vida, la de la sobrevivencia por medios
ingeniosos para compensar la falta de los medios sanguíneos y
económicos:
es nuestra abogada la industria; pasamos las más veces los
estómagos de vacio, que es un gran trabajo traer la comida en
manos ajenas. Somos susto de los banquetes, polilla de los
bodegones y convidados por la fuerza. Sustentámonos así del aire,
y andamos contentos. Somos gente que comemos un puerro, y
representamos un capón66.
Estos hidalgos de la “industria” descubren ante los ojos de
Pablos los diferentes artificios para vivir de las apariencias de lo
que, según Pablos, alguna vez fueron (aunque el texto nos da a
entender lo contrario). Para Pablos, él y los caballeros tenían en
común el deseo de fingir (ellos fingen por conservar su pasado
“real” y el trata de deshacerse del suyo):
[…] y para que me tuviesen por hombre de partes y conocido, no hacía
sino quitar el sombrero a todos los oidores y caballeros que pasaban, y,
64
sin conocer a ninguno, les hacía cortesías como si los tratara
familiarmente67.
Pablos llega a estrenarse en su papel de buscón, adquiere vestimentas de
caballero de la industria, se lanza solo a la calle y en una tienda de telas se en-
66. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.212.
67. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.195.
encuentra con “dos de las que piden prestado sobre sus caras, tapadas de medio
ojo, con su vieja y pajecillo”68. El aprendiz de buscón consigue que aquellas
damas acepten el ofrecimiento de unas telas que él enviará por la noche con un
paje suyo. El tal paje lo es pero de otro amo que compraba en la tienda contigua.
Para reforzar el engaño, Pablos pasea a las damas delante de la casa más
suntuosa diciendo que es suya y por primera vez se cambia de nombre, usando el
de Álvaro de Córdoba.
2.2.4.2.La cárcel y su salida
La experiencia de la cárcel nos obliga una vez más a contemplar la
trayectoria de vida del pícaro. El curso de su vida está marcado por
dos grandes salidas: la primera de acompañante de don Diego, en la
que por su condición de criado debió someterse a las burlas
humillantes de sus compañeros de Alcalá; la segunda, en compañía
de don Toribio y sus secuaces. Pero en esta ocasión se invierten los
papeles de la salida anterior. En su estancia en prisión Pablos
sobornará alguaciles y carceleros, moviéndoles a condolerse de un
“hombre de bien”69 y a beneficiar la causa del hidalgo desgraciado,
que “por engaño, había incurrido en delito”70. Mientras los otros
sufren el curso normal de encarcelamiento, Pablo intenta desligarse
de todo aquello que pueda poner en evidencia su verdadero origen,
empleando el dinero recién adquirido. Don Pablos, igual que
65
Quevedo, es consciente que para poder tener un espacio respetable
en España es necesario tener por lo menos una de las características
requeridas por la sociedad: ser cristiano viejo (sociedad estamental) y
68. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.131.
69. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 214.
70. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.239.
tener dinero (sociedad encaminada al mercantilismo). El dinero abre
las puertas de la casta a quien lo posee (Don Diego). Es por ello que
Don Pablos en esta ocasión se hace pasar por un hombre que posee
los dos requisitos: la sangre y el bolsillo. Pablos soborna al carcelero,
consiguiendo en más de dos ocasiones comer en la casa de éste. En
una ocasión llega dicho señor sumamente molesto con el
aposentador, quien le ha dicho que su mujer es marrana: “Vale dios
que no me podrá decir que soy judía como el, que, de cuatros que
tiene, los dos son de villano, y los otros ocho son de maravedís , de
hebreo […] que si yo lo oyera, que yo le acordara que tiene las
espaldas en el aspa de san Andrés”71. El procedimiento de la mujer
del carcelero es el de revertir el proceso, es decir de acusar de impura
a la persona que la está acusando, en este caso sacándole en cara su
pasado familiar en la Inquisición. Pablos, que conoce bien este tipo
de mecanismos de compensación porque los ha experimentado
durante toda su vida, aporta en la discusión palabras determinantes: “
voto a dios que el bellaco que tal dijo es un judío, puto y cornudo”72,
conquistándose el aprecio de estas gentes, siendo mejor comido y
servido.
Pablos ha dejado Segovia para alejarse de todo aquello que le
puede asimilar a sus padres y demás familiares, pero es lejos de
66
Segovia que inicia verdaderamente su asimilación a los de su linaje.
Ahora, como su padre en muchas ocasiones, conoce la cárcel.
Al salir de la cárcel, nuestro protagonista se marcha a vivir en
una posada, donde se hace pasar por don Ramiro de Guzmán. Acre-
71. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.203.
72. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, 209.
ditándose de rico, planifica beneficiarse de una moza de la posada,
que pretende “para deleite”73. Busca amigos que vayan a preguntar
por él, identificándolo como hombre de negocios rico, que hizo tres
asientos con el Rey.
En una ocasión se encierra en su habitación y recurre a la
treta de contar en voz alta una y mil veces el pequeño caudal que
posee para seguir fomentando en los de la posada la impresión de
hombre adinerado. Pero resulta que una noche, intentando ir a la
habitación de la hija del huésped, cae sobre el tejado del escribano,
vecino de la posada. Preso de este (que lo confunde con un ladrón)
determina rogarle por Jesucristo que lo deje libre, pero
“considerando lo que paso con ellos vivo”74 desiste de la idea. La
experiencia con la posada de Alcalá le ha enseñado que cuando se
está en posición de desventaja, la más mínima alusión a la casta de
los manchados podría acarrearle graves consecuencias. El escribano
cede al falso prestigio de su detenido que, como declaraba el
portugués, era considerado por todos un hombre “muito fidalgo”75.
A partir de su salida de Segovia, Pablos intenta hacerse pasar
por lo que no es: Álvaro de Córdoba, Ramiro de Guzmán, iniciando
con esta nueva fase su periodo de estafador de honras. La afrenta de
la caída, lo lleva a decidirse a dejar la posada. Para no pagar hace que
67
lo vengan a buscar unos falsos oficiales del santo oficio, que emplean
mucho secreto en el descargo de su función. Como es natural, el
73. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, 209.
74. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 120.
75. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 255.
huésped pide el embargo de la deuda contraída, a lo que los
enviados responden que aquéllos eran bienes de la Inquisición
(evento similar al de Alcalá en el que logra obtener pollos del ama
valiéndose de la Inquisición).
2.2.5. A la búsqueda de un matrimonio por conveniencia, Don
Diego-Judas
Al salir de la posada, Pablos se ha fijado su próxima meta,
que consiste en efectuar un matrimonio por conveniencia. Para ello
se compra un vestido de lujo que le permita ostentar ser rico y
yendo por el Prado, se topa con las señoras que acompañan a dos
sobrinas casaderas y que se interesan por hacer el motivo de su
estancia en la corte. Pablos asume un tercer nombre falso: Felipe
Tristán. Les dice que huye de unos padres que lo quieren casar “con
mujer fea, necia y mal nacida, por el mucho dote”76 y que el prefiere
“una mujer limpia en cueros que una judía poderosa”77. En su deseo
por asimilarse a la casta de los limpios usa como instrumento el
repudio de los miembros de la casta mercantil, que aunque son feos,
necios y mal nacidos, hacen sentir su fuerza a través del caudal
económico. Para Pablos es importante la imagen de rico y de
68
limpio. Su mensaje llega a las tías de las muchachas, quienes al
escuchar su discurso reaccionan de la siguiente manera:
ay, señor , y como le quiero bien! No se case sino con su gusto
y mujer de casta, que le prometo que, con ser yo no muy rica,
no he querido casar mi sobrina, con haberle salido ricos casa-
a
76. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.217.
77. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 116.
casamientos, por no ser de calidad. Ella pobre es…, pero no
debe nada a nadie en sangre78.
Por su parte, las dos jóvenes no sienten ningún reparo en pedirles
algo de merendar a los dos que acompañan a Pablos. Este ve ahí la
ocasión de trabar amistad con una de ellas, Anica, y la invita a
merendar al día siguiente. Y “como el dinero ha dado en mandarlo
todo”79, consigue que le preparen “mucho que merendar caliente y
fiambre, frutas y dulces”80. El aspirante a caballero lleva toda la
pretina llena de papeles “como memoriales”81 y se disculpa
diciendo que está ocupado “con negocios de su majestad y cuentas
de mi mayorazgo”82. La estrategia de Pablos iba a pedir de boca
hasta que se presenta en escena don Diego, quien resulta ser primo
de la pretendida dama. No bien ve a Pablos, destaca el enorme
parecido existente entre éste y “un criado que se llamaba Pablillos,
hijo de un barbero del mismo lugar”83 y como si fuera poco su
desastre “su madre fue hechicera, su padre ladrón y su tío verdugo,
y él es más ruin hombre y el más mal inclinado que Dios tiene en el
mundo”84. La tía de la joven, lejos de preocuparse por esta, exhibe
una premura sospechosa en su deseo de casar a su sobrina con el
69
desconocido galán. No sólo inventa una antigua relación de amistad
entre don Felipe Tristán y su marido, sino que luego le asegura al
78. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Juan Luís Rodríguez Bravo, p. 121.
79. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 221.
80. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.226.
81. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 264.
82. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 226.
83. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Félix Herrero Salgado, p. 192.
84. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Fernando Lázaro Carreter, p. 229.
sobrino que el matrimonio que ahora se concierta es cosa “no sólo
acertada, sino de mucha honra para todo su linaje”85. Pero Pablos no
puede con la vergüenza: ¿Qué sentiría yo oyendo decir de mí, en mi
cara, tan afrentosas cosas?86.
No obstante tan mal comienzo, el estafador de honras no
abandona su plan. Se apropia momentáneamente de un caballo y le
pasea la calle a Anica. Quiere mostrarse galante y como “no sabía
las mañas del caballo ni era buen jinete”87 cae en un charco como en
el “rey de gallos”88. A la afrenta de la caída se le suma la
intervención violenta del letrado, dueño del animal, todo ello a la
vista de don Diego y de la dama:
Consintió, subí en el caballo y di dos vueltas calle arriba y calle
abajo sin ver nada, y al dar la tercera asomóse doña Ana. Yo que
la vi y no sabía las mañas del caballo ni era buen jinete, quise
hacer galantería: dile dos varazos, tiréle de la rienda; empínase y,
tirando dos coces, aprieta a correr y da conmigo por las orejas en
un charco89.
70
Don Diego no descansará hasta haber averiguado la verdadera
identidad del pretendiente de su prima. Y por una de esas
casualidades tan necesarias a los efectos de la réplica que
supone El Buscón, el antiguo compañero y amigo de Pablos se
85. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Félix Herrero Salgado, p. 194.
86. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 231.
87. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 265.
88. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 228.
89. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 17.
encuentra con un antiguo compañero de ambos, el licenciado
Flechilla, que lo pone al tanto de las intenciones de Pablos. Entonces
don Diego pide a los dos caballeros que acompañan a su antiguo
criado, que le “magullasen los cascos”90 a nombre suyo. Al final,
Pablos queda sometido a un doble castigo. El que le manda infligir
su antiguo amo con el mensaje adjunto de “!Así pagan los pícaros
embustidores mal nacidos!”91 y el que le hubieran infligido a su
antiguo amo por un asunto de faldas, si no llega a haber trocado
capas con su antiguo criado.
2.2.5.1. ¿Cuál es la función de los Coronel en la obra?
El apellido Coronel era el de una importante familia segoviana
conversa, ya que descendía del poderoso judío Abraham Sénior92.
Este, a finales del siglo XV, había ido por su pie a la pila con sus
hermanos e hijos, tomando entonces el apellido Coronel y viniendo a
llamarse Fernán Pérez Coronel. Los Reyes Católicos, para
recompensarle por los servicios que les había prestado, le
concedieron una ejecutoria de hidalguía y un regimiento en Segovia.
71
A tal familia pertenecían, en época de Carlos V, los dos célebres
predicadores, teólogos y humanistas erasmistas, Antonio y Luis
Núñez Coronel93, así como el ya mencionado maestro Pablo
Coronel94, que intervino en la redacción de la Biblia Complutense y
fue catedrático en Alcalá y Salamanca.
90. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p.270.
91. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 184.
92. Vid. Elías Hiam Lindo, The History of the Jews of Spain and Portugal, Longman, Brown,
Green & Longmans Editions, Londres, 1848, pag 270.
Como los prejuicios de limpieza conducían los conversos a
procurar disimular la “mancha” de sus orígenes, uno de los parientes
de Fernán Pérez Coronel (tal vez un hijo suyo) abandonó Segovia y
se estableció en Hita, no lejos de Guadalajara. Andando el tiempo,
los Coroneles de dicho lugar lograron pasar por cristianos viejos y
hasta uno de los vástagos de esa rama consiguió ser, a principios del
siglo XVII, alto representante del Santo Oficio y otro, a mediados del
mismo siglo, comisario de la Inquisición de Toledo95.
La ascendencia judía de los Coronel es también aludida en el
Cronicón de Valladolid96 y a ella refiere también fray Domingo de
Valtanás en su obra Apología. sobre ciertas materias morales en que
hay opinión97, publicada en 1556. Lo mismo ocurre en el Floreto de
anécdotas y noticias diversas98, recopilado a mediados del siglo XVI
por un fraile dominico. Por otra parte, como consecuencia de la
importancia de esa familia segoviana, que tenía sus casas principales
en la antigua judería, esta pasó a llamarse “barrio de los Coroneles”99.
72
Aunque los Coronel lograron inserirse en algunas
instituciones españolas, como la misma Inquisición, en las actas
de la Orden De Caballería De Santiago no consta el nombre de
ningún Coronel, pues, como se sabe, la Orden de Santiago era
una de las pocas que respetaba
93. Antonio Domínguez Ortiz, Los judío-conversos en España y América, Ediciones Istmo,
Madrid, 1971. P. 162.
94. Ibídem.
95. Ibídem.
96. Vid. José Gómez-Menor, Cristianos nuevos y mercaderes de Toledo, librería Gómez-Menor, Toledo,
1970, p. XXVI.
97. Vid. Américo Castro, De la edad conflictiva: Crisis de la cultura española en el siglo XVII, Taurus,
Madrid, 1972, p.79
98. Ibídem.
99. Vid. Agustín Redondo, "Del personaje de don Diego Coronel a una nueva interpretación del Buscón",
en Actas del V Congreso Internacional de Hispanistas, Université de Bordeaux, Burdeos, 1977, pp. 701.
una de las pocas que respetaba los estatutos de limpieza de sangre.
Siendo de origen converso, los Coronel no podían anhelar hacer parte
de una orden, cuya sangre se los prohibía100.
En la segunda mitad del siglo XVI, a partir de 1556, había en la
Corte un médico regio que se llamaba Luis Coronel101; como hemos
mencionado en este capitulo, la profesión de médico se encontraba
entre aquellas profesiones características de los conversos. Por fin, a
principios del siglo XVII, el apellido Coronel había de verse
públicamente infamado, pues en el auto de fe celebrado en la Catedral
de Santiago el 11 de junio de 1617 salió como judaizante una tal
Catalina Coronel102.
La familia Coronel era una de las pocas familias conversas
con mayores privilegios de Castilla, y salvo por algunas
contrariedades, es posible afirmar que había logrado inserirse en la
sociedad española. Pero la intención al mencionarles es evidente: El
hecho de escoger como “representante de la nobleza” a don Diego,
73
cuyo apellido señalaba la impureza de sangre, demostraba la
pérdida de identidad que estaba surgiendo en España, ya que tanto
Quevedo como los demás españoles estaban al corriente que el
apellido Coronel era un apellido cambiado.
Cuando Don Diego hacer notar a Pablos que lo ha
reconocido, le echa en cara su condición social y las profesiones de
sus padres, pero nunca lo ataca de converso (pues es un trato
genético que ambos comparten). Diego en varias partes de la novela
100. Vid. Florentino Pérez Embid, Enciclopedia de la Cultura española, 1962, Editora Nacional,
Madrid, p 260.
101. Vid. Agustín Redondo, art. Citado, p. 701.
102. Ibidem.
da a entender su falta de nobleza, como en el episodio de Poncio de
Aguirre en el que no asume la responsabilidad de su actuación y es
Pablos quien paga por él. Y después cuando Pablos, utilizando la
capa de Don Diego, recibe una paliza. En la hipocresía de Don
Diego, el autor ha querido insinuar que Don Diego también es un
mal nacido y que ningún Coronel debe ser asociado a la
aristocracia, ya que están usurpando una nobleza que no le
corresponde. Los Coronel son tan ladrones como los antepasados de
Pablos, incluso peores, puesto que son “ladrones de linaje”.
2.2.6. Un eco del personaje de su madre antes de la degradación
total
Las heridas que recibe Pablos son curadas por una mujer que
parece una proyección de su madre, llamada “Tal de la Guía”103, que
se “echaba a dormir con ella y con cuantos querían”104. Era la que
74
“trataba con en botes sin ser boticaria, y si la untaban en las manos,
se untaba y salía de noche por la puerta del humo”105. En presencia
de Pablos, la vienen a prender por “amancebada”106 y aquel recuerda
el tenerla “asida otros dos, tratándola de alcahueta y bruja”107. Esta
mujer, como su madre, ostenta la triple fama de alcahueta, hechicera
y bruja.
Pablos también recuerda a los que se burlaban de ella,
haciéndole saber que ya tenían “plumas los señores alcaldes”108 para
103. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 243.
104. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.232.
105. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p.128.
106. Íbidem.
107. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Juan Luís Rodríguez Bravo, p.134.
108. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 248.
sacarla a la vergüenza pública. Y una vez libre de toda implicación
en el caso, nuestro protagonista espera ansioso el momento de poder
ejercer de espectador partícipe de aquel humillante desfile: “no tenia
otro cuidado sino el de levantarme a tiempo que la tirase mi
naranja”109 Estamos, pues, ante una ejecución simbólica de la madre.
2.2.6.1. El manipulador de apariencias cambiando vertiginoso
de disfraz y de escenario.
Una vez en condiciones de valerse por sí solo, y sin dinero
alguno que le permita continuar la trayectoria que acaba de abocarlo
al fracaso, Pablos se dedica a recorrer los ámbitos picarescos.
Pablos mendigo
Impúsome en la voz y frases doloridas de pedir un pobre
que entendía de la arte mucho, y así comencé luego a
ejercitarlo por las calles. Cosíme sesenta reales que me
sobraron en el jubón, y con eso me metí a pobre fiado en mi
buena prosa. Anduve ocho días por las calles, aullando en
75
esta forma, con voz dolorida y realzamiento de plegarias:
“¡Dalde, buen cristiano, siervo del Señor, al pobre lisiado y
llagado; que me veo y me deseo!”110.
Esta fase de la vida de Pablos es el resultado de la
inflexibilidad de las estructuras sociales. Pablos ahora forma parte
de los indigentes, una clase que en el siglo XVII presentaba algunas
variedades. Entre ellos se destacaban los pobres de solemnidad (que
piden a las puertas de las iglesias o conventos), los minusválidos,
los pícaros, etc. Con Don Pablos, Quevedo asimila la mendicidad a
la delincuencia, aunque en realidad es la rígida estructura social que
favorece la creación de bolsas de marginación al impedir la posi-
109. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 245.
110. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.236.
posibilidad de promoción.
Después de que las malas cosechas y las epidemias
intensificaron la miseria de los menos favorecidos, estos se dirigieron
a las grandes ciudades como Sevilla o Madrid para intentar vivir de
la caridad pública. Dedicados a la mendicidad, algunos lo
consideraban un estado accidental hasta que un golpe de fortuna les
premiara con un trabajo con el que ganarse el sustento. Aquellos que
no podían trabajar por razones de enfermedad, edad o mutilación
tenían el derecho de pedir limosna, constituyendo una clase de
mendicidad reconocida y socialmente bien vista, que contaba con el
beneplácito del párroco local para pedir en la población y en seis
leguas a la redonda111.
En este periodo abundaban también los falsos mendigos
(como el mismo Pablos), que constituyen el estadio más bajo de la
práctica picaresca, junto con los falsos peregrinos. Los falsos
76
mendigos simulaban enfermedades o heridas y tanto más ganaban
cuanta más pena podían dar. Su ámbito de actuación fundamental
eran los paseos y las iglesias. Necesitados y vagos, remediaban su
hambre con la "sopa boba" de los conventos. Los pícaros podían ser
"de cocina" (pinches auxiliares de cocinero), "de costa"
(merodeadores de playas y puertos) y "de jabega" (timadores de
incautos). Normalmente robaban lo justo para comer,
distinguiéndose del rufián en su carácter cínico y amoral y en la
ausencia de violencia para lograr sus fines. El origen del pícaro
parece estar en el oficio de esportillero (aquél que transporta un
producto en espuertas), oficio que aprovechaban para sisar algo de
111. Vid. Ruth Mackay, Lazy, Improvident People : Myth And Reality in the Writing of
Spanish History, Cornell University Press, Ithaca, pp.56.
mercancía con qué comer. A principios del siglo XVII se cuentan
en España más de 150.000 vagabundos112.
Pablos actor y autor de la legua.
Camino de Toledo y por arte de esa “casualidad” que tan
bien maniobra Quevedo, nuestro derrotado protagonista se
encuentra con otro antiguo compañero de Alcalá, miembro de una
compañía de farsantes. Por el dinero que Pablos lleva se le acoge en
el grupo. Le cae en gracia una actriz a la que intenta atraer “llevado
por el deseo de amor y gozarla”113 y se topa con que la acompaña su
marido, quien cede gustoso el puesto a Pablos.
Pablos, que se hallaba “con algún natural para la poesía”114,
conocedor de Garcilaso se dedica a escribir “y con esto y la farsanta
77
y representar pasaba la vida”115. Dentro de poco se hace conocido
de los “mosqueteros y chusma vulgar”116. Es entonces cuando
comienza a ganar dinero respondiendo a comisiones, tal y como lo
había hecho el clérigo poeta disparatero y explotador de pobres.
Dentro del nuevo oficio también alcanza la condición de “rico y
prospero, y tal, que casi aspiraba a ser autor”117. Pero se deshace la
compañía cuando el autor va a la cárcel por deudas. Los
compañeros de Pablos quieren buscarle alguna compañía, pero nos
explica el narrador que como practicaba el oficio “ por necesidad y
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
112. Vid. Manuel de Montoliu, El alma de España: y sus reflejos en la literatura del siglo de oro, Editorial Cervantes, Madrid, 1942, p.291.114. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 255.114. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p.134.115. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 242. 116. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Juan Luís Rodríguez Bravo, p. 140.117. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Fernando Lázaro Carreter, p. 261.
y no por gusto”118 cuando se vio con dinero decidió dejar la
compañía.
En realidad esta fase sirve para dar a notar la eterna
degradación de Pablos. En el Siglo de Oro había dos tipos de
cómicos. Los de las compañías “de Título”119 (las oficiales y
autorizadas por la Corona), que gozaban de prebendas reales y
vivían con cierta dignidad, y los de las compañías “de la legua”120,
formadas por personas sin clara vocación ni aptitudes, a las que los
avatares de la vida les habían llevado a “enrolarse” en una aventura
ambulante de pueblo en pueblo para poder subsistir. Pablos, que ha
ya experimentado la cárcel y la mendicidad, continua su formación
de pícaro probando todas las formas posibles de degradación. La
profesión que ejerce en este momento de su vida sirve para
asociarlo con un oscuro pasado, producto de su manchado linaje.
78
Los “cómicos de Título” cobraban un sueldo por su labor,
actuaban en grandes ciudades y gozaban de fama y del aplauso de
los cortesanos. Los “cómicos de la legua” eran llamados así porque
no se les permitía acampar a menos de una legua de los pueblos,
eran considerados maleantes, sus compañías estaban algunas veces
llenas de fugitivos de la justicia, de frailes o clérigos que habían
escapado del rigor monacal, de hombres de oscuro pasado que a
cada paso que daban hacia el próximo pueblo perdido de España
118. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p.134.119. Vid. Hugo A. Rennert, The Spanish Stage in the Time of Lope de Vega, Dover, Nueva
York, 1963, p. 225.
120. Vid. David Erland Vassberg, The Village and the Outside World in Golden Age Castile:
Mobility and migration in everyday rural life, Cambridge University Press, Cambridge, 1996,
p. 169.
borraban un poco más las huellas sospechosas de su oscuro pasado.
Vagabundos, fugitivos, delincuentes o, simplemente, pobres que
para poder llevarse algo a la boca aceptaban travestirse y
ridiculizarse ante el auditorio más vil del pueblo. En el siglo XVII
la moral intransigente de la Iglesia les negó incluso los sacramentos
y prohibió que fueran enterrados dignamente y en sagrado. Los
cómicos eran perseguidos y vilipendiados.
Pablos galán de monjas
En esta fase de la vida de Pablos, Quevedo satiriza un aspecto que
Cristóbal de Castillejo había ya tratado en “ Diálogo de mujeres”121,
obra misógina que habla del vicio de la carne de las monjas, causado
por el hecho de que entraron en el convento cuando aún eran muy
79
niñas. Eso las mantenía en un estado permanente de pasión amorosa;
su tendencia al acicalamiento y galanteo que las asociaba con los
galanes de monjas.
Cuando Pablos entiende que saldría de “mala vida con no ser
farsantes”122 no se le ocurre otra cosa que dar en “amante de red, como
cofia, y por hablar más claro, en pretendiente de Anticristo, que es lo
mismo que galán de monjas”123. Lo del anticristo podría muy bien
tener que ver con la creencia de entonces de que dicho enemigo de
Cristo y de su iglesia nacería de un clérigo y de una monja. Pero es
que hay más. Victorio Agüera sostiene que “Quevedo equipara el
galán de monjas al judío”124. Aaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
121. Cf. Cristóbal de Castillejo, Diálogo de mujeres, ed. Rogelio Reyes Cano, Castalia, Madrid, 1986,
p.27.
122. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.245.123. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Félix Herrero Salgado, p.217.124. Cf. Victorio Agüera, "Dislocación de elementos picarescos en El Buscón", en Estudios literarios de
hispanistas norteamericanos dedicados a Helmut Hatzfeld, Hispam, Barcelona,1974, p. 362.
Pablos rufián
Estamos a punto de entrar en el último “ámbito picaresco” de los
plenamente descritos por Pablos: el de la criminalidad. En Sevilla
vuelve a hacer acto de presencia la casualidad en la vida del
protagonista. Otro antiguo compañero alcalaíno, Mata, aparece
convertido en tendero de cuchilladas, oficio en el que no le iba mal. Se
produce la consabida iniciación en el grupo con una cena análoga a la
de Segovia en casa de Alonso Ramplón.
Tomando un pan con las dos manos, el amigo de Pablos se
permitirá decir: “por esta, que es la cara de Dios, por aquella luz
que salió por la boca del ángel, que si vucedes quieren, que esta
noche hemos de dar al corchete que siguió al pobre tuerto”125. Y
80
luego con el vino dirá: “Así como bebemos este vino hemos de
beberle la sangre a todo acechador”126. Estamos plenamente
inmersos en un ambiente de parodia bíblica, relacionada con la
versión carnavalesca de la existencia, a la que el autor supo
imprimir su sello particular. Existencia que finalmente como dice
M. Molho “se convierte en una fiesta de la agresividad no de la
manifestación del instinto vital, sino al contrario de una vida dando
muerte, o de la muerte misma”127. Y si en la cena en casa de su tío
Don Pablos se mantiene física y anímicamente al margen, en ésta
participará plenamente bebiendo como todos y brindando para
intervenir en la caza del corchete que mató a un compañero que ni
siquiera conocía. Aaaaa aaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaa aaa
aaa
125. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p. 278.
126. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 255.
127. Cf. Maurice Molho, Semántica y poética. Góngora, Quevedo, Crítica, Barcelona, 1977, p.124.
Huye un alguacil y mueren dos corchetes a manos de Pablos
y sus compañeros. Buscan asilo eclesiástico y al poco tiempo no les
falta ni la compañía de las “ninfas”128. El narrador recuerda aquella
vida como “mejor que todas”129.
Para Victorio Agüera el hacerse miembro de una banda de
criminales equivale a hacerse judío militante130. Agüera toma en
consideración el trasfondo de ideología política de su autor. Si
inicialmente su crítica puede parecer un poco tajante, visto el linaje
de la mayoría de los personajes, más el poder que algunos judíos
están tomando, tendremos que concluir que es acertada.
Para Juventino Caminero, Quevedo nunca se para a considerar
individuos dentro de la casta despreciada131. Para él no existen los
matices, los conversos son la summa de la maldad destructora y de
81
toda una cultura occidental orientada en el cristianismo. Pablos, por
el contrario, es un pobre diablo que no mueve más hilos que los de
esa reducida banda de criminales, a la que se impone por esa
superioridad de ingenio de que siempre ha hecho despliegue. Según
Quevedo, un converso que supera en talento a los malos equivale a
un rabí.
Pero se alarga mucho la estancia en sagrado y Pablos declara “
que no soy tan cuerdo, sino de cansado, como obstinado
pecador”132. Decide pasar a Indias, como explica desde su fracaso
128.Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Manuel Durán, 1978, p.127129. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 145.130. Cf. Victorio Agüera, art. citado, p. 363.131. Cf. Juventino Caminero, “El léxico hebraico y su significación en la obra de Quevedo”, en Letras de Deusto, 9, 1979, pp. 53.132. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Félix Herrero Salgado, p.229.
consumado:
La justicia no se descuidaba de buscarnos; rondábanos la
puerta, pero, con todo, de media noche abajo, rondábamos
disfrazados. Yo que vi que duraba mucho este negocio y más
la fortuna en perseguirme, no de escarmentado, que no soy tan
cuerdo, sino de cansado, como obstinado pecador, determiné,
consultándolo primero con la Grajal, de pasarme a Indias con
ella y ver si mudando mundo y tierra mejoraría mi suerte. Y
fueme peor, como V. Md. verá en la segunda parte, pues nunca
mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y
costumbres133.
82
José Manuel Blecua y Edward M. Wilson134 fueron los
primeros que vieron en ese final uno de los aforismos del propio
Quevedo en sus lágrimas del Hiermemías Castellanas que dice así:
Necio es quien siendo malo y vicioso peregrina por ver si
muda con los lugares las costumbres. El que así lo hace, está,
si peregrina, en otra parte, pero no es otro[…] La jornada ha de
ser del que es al que debe ser y fuera razón que hubiera sido.
Al que castiga Dios en Jerusalén por malo también le castigará
donde fuere, y así, es bien mudar de vida no de sitio135.
Está claro aquí que se alude a un desplazamiento horizontal,
en el espacio geográfico, que es el mismo concepto de
desplazamiento que va a tener Pablos a la hora de explicar su
fracaso. Porque esa defectuosa mudanza de lugar a que alude el
133. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.280.
134. Cf. José Manuel Blecua & Edward Wilson, “Lágrimas de Hieremias Castellanas” en CSIC Anejo 55 de
la RFE, Madrid, 1953, p. CXXXI.
narrador está precedida de indicios. Pablos cree que su fracaso
radica en su condición de “obstinado pecador” y que de nada le
servirá cambiar de sitio si ha seguido siendo malo de siempre.
Constance H. Rose ve la materialización de la estampa del judío
errante por el cambio de escenario geográfico y de disfraz que
efectúa Pablos sin convicción alguna136.
La función de Pablos en la novela es la de poner en
evidencia el bajo origen del converso en general. Quevedo piensa
en todos los tipos de lectores posibles, y sabe que un lector incauto
no sería capaz de reconocer en algunos personajes como Cabra,
Coronel, Toribio la imagen del converso. Es el pícaro Pablos quien
83
se muestra incuestionablemente como converso, desde las primeras
líneas de la novela. Por medio de Pablos y de su familia, el autor
inserta en la obra las creencias populares que dominan el imaginario
colectivo de el populacho español, que por ignorancia y
manipulación de la iglesia asimila a los conversos con la mala
sangre.
El deseo de ir a la corte de Pablos es una alusión directa a las
aspiraciones de los mercantes portugueses que anhelaban mejorar su
situación pactando con la corte. La única diferencia entre Pablos y
estos mercantes es que ellos poseen dinero y Pablos no. Esta
característica es aquella que aleja a Pablos de su meta, pues sus
pensamientos son altos como aquellos de los mercantes pero, aunque
el siglo XVII se presenta como una sociedad de mutaciones, estas
mutaciones basadas en los recursos económicos nunca le darán
espacio.
136. Francisco de Quevedo, Obras Completas, ed. Marcelino Menéndez y Pelayo, p.209.
137. Cf. Rose, Constance Hubbard, "Pablos' Damnosa Heritas", en Romanische Forschungen, 82, 1970,
p.95.
Capítulo III
El siglo XVII y la ventura de los pícaros burgueses.
En el capítulo segundo estudiamos algunas de las causas que
produjeron la inestabilidad de los estamentos españoles en el siglo
XVII. Nos referimos de manera principal a la crisis económica de la
Corona, que originó un acercamiento del sector burgués
representado esencialmente por los conversos portugueses, y la
indignación que esto causó en la nobleza. En este capítulo
hablaremos preponderantemente de la analogía que el autor
establece entre el sector burgués y el de los marginados. Para ello
tomaremos en cuenta algunas producciones del autor ajenas al
84
Buscón en las que prevalece el concepto del burgués como pícaro
con ventura que se diferencia de los marginados por su dinero.
3.1. La sociedad estamental tradicionalista.
A pesar de que el siglo XVII se presentaba como un siglo de
transición, los estamentos eran teóricamente vigentes, dividiendo a
los españoles en seis tipos de ciudadanos1 como indicaremos a
continuación:
1.El Rey, monarca absoluto, constituía el componente más
importante de la sociedad.
2.La Nobleza hereditaria, casta que tenía algunos
privilegios otorgados por el rey, como la exención del pago de los
impuestos. Vivía principalmente de las rentas. Esta clase que estaba
dividida a su vez en tres escalones: Los Grandes, Los Caballeros y
Los Hidalgos.
Los Grandes eran aquellos nobles que ostentaban un título
1. Vid. Antonio Domínguez Ortiz, Las Clases privilegiadas en la España del Antiguo
Régimen, Itsmo, Madrid, pp. 58-76.
como los duques, marqueses y condes. A este sector pertenecían
generalmente los asesores cercanos del Rey como el duque de
Lerma o el Duque de Olivares.
Los Caballeros, sector social al que pertenecía Francisco de
Quevedo, eran aquellos que por su sangre limpia y por
determinadas dotes habían podido integrar las órdenes militares más
importantes de la época, como las de Calatrava, Santiago,
Alcántara. A estos caballeros correspondía el tan deseado
tratamiento distintivo de don.
Los Hidalgos eran el escalón más bajo de la nobleza. En el
siglo XVII muchos de ellos vivían en un gran estado de pobreza,
85
poseían el privilegio de exoneración de tributos, pero no podían
anteponer a su nombre el tratamiento distintivo “Don”.
3. La Clerecía, casta que vivía principalmente de las rentas,
los diezmos, las limosnas de los fieles, etc. Se encontraba dividida
en dos grupos: los seglares y los monásticos.
Los seglares, eran aquellos clérigos que podían tener contacto
con el mundo (cardinales, arzobispos, obispos, sacerdotes en
general). Era el sector de la iglesia que se caracterizaba por la
constante generación de intelectuales y por la habilidad de
acercamiento a la Corona.
Los Monásticos teóricamente eran aquellos sacerdotes que
vivían aislados del mundo, pero en España se encargaban de los
procesos de la Inquisición.
4.La Burguesía constituía el cuarto sector social en la
orden jerárquica de la España conservadora. La integraban los
profesionales o mercantes que trabajaban por sueldo o cobraban
intereses. Muchos burgueses adinerados lograron comprar
ejecutorias de nobleza para aparentar títulos nobiliarios. Este sector
lo constituían los banqueros, mercaderes, jueces, escribanos,
médicos y burócratas en general y estaba formado principalmente
por judíos conversos.
En el Buscón, la burguesía es agredida a través de muchos de
los personajes como hemos indicado en el capítulo anterior.
Quevedo en su obra no ha dejado entre renglones ninguno de los
aspectos que le parecen primordiales para encasillar a la burguesía
como una clase de bribones. La compra de las ejecutorias de
nobleza es mencionada indirectamente a través de la familia
Coronel, que ha utilizado este apellido para hacerse pasar como
integrante de un sector social al que no pertenecía. La semejanza
86
que Quevedo desea establecer entre los marginados y los burgueses
degrada a los últimos al más bajo sector del estamento español,
colocándolos a un nivel más bajo que el de los mismos villanos.
5.Los Villanos, sector formado por aquellos que laboraban
la tierra por sueldo, es decir los campesinos o labradores que se
dividían en dos categorías:
Los Pecheros. Sector de los villanos que pagaban impuestos,
poseían algunas propiedades y tenían las capacidades económicas
para contratar subalternos.
Los labradores de campo. Sector iletrado que sentía mucho
orgullo de sus orígenes de cristianos viejos, se vanagloriaban de no
poseer sangre impura como los judíos.
6. Los Marginados, es decir aquellos que vivían al margen
de la sociedad y que se dedicaban a las actividades infames. Este
sector se dividía en los siguientes sub-grupos:
Los mendigos. Frecuentemente ambulantes que se dedicaban
a pedir limosna y que se dividían en pobres de solemnidad,
minusválidos y mendigos-pícaros.
Los moriscos. Aunque eran nominalmente cristianos desde
el final de la reconquista en 1492, como los hebreos muchos
moriscos continuaron practicando su religión.
Los gitanos. Nómadas que viajaban por toda España,
principalmente en el sur, que tenían fama de ladrones y hablaban
una jerga especial.
Los esclavos africanos, que servían en las casas de los
nobles, hablaban un lenguaje típico. Eran considerados inferiores
por el color de su piel.
87
Las prostitutas y las brujas. Tipo de mujeres que por los
problemas económicos de aquel entonces abundaban en todo el
imperio.
Los pícaros, que en sí resumían todas las categorías
anteriores, eran los desdichados que practicaban cualquier tipo de
actividad ruin para la sobrevivencia. Podían alternar actividades
pero siempre se quedaban en el sector marginal. La mayor parte de
los pícaros eran huérfanos, rufianes o soldados heridos, personas
que usaban la astucia para subsistir.
3.2. El sistema social sugerido por Quevedo.
Quevedo propone implícitamente por medio del Buscón un
reordenamiento de los estamentos2, reduciendo la escala social a
cinco categorías divididas de la siguiente manera:
1. Rey
2. Nobleza
3. Clero
4. Villanos
5. Pícaros.
Al quinto sector de la escala de Quevedo pertenecen tanto
los burgueses como los marginados. Las razones de esta idea
quevediana se radican en que ambos viven de la industria, ambos
tratan de escalar socialmente y, sobre todo, ambos tienen origen
judío. La única diferencia existente entre los burgueses y los
marginados es económica, pero a nivel de las costumbres y del
linaje son totalmente iguales. Es por esto que Diego y Pablos
pueden ser amigos en la infancia. A lo largo de toda su producción
Quevedo ha demostrado una clara tendencia a definir a los
88
burgueses como pícaros, como demuestra la letrilla satírica VII
(versos 9-11):
Pícaros hay con ventura
de los que conozco yo
y pícaros hay que no[…]3.
Para Quevedo los burgueses son los “pícaros con ventura”,
pero esta ventura no les permite diferenciarse de gran manera de los
“pícaros sin ventura”, es decir de los marginales. El mensaje de
Quevedo es común a todos los aristócratas de la época, que veían a
la burguesía (sector social que estaba aventajándose con la Corona a
causa de sus facultades económicas y de su empeño en la industria)
con suspicacia, Quevedo propone en su novela una sociedad de
pícaros, algunos de ellos, como los Coronel, han tenido ventura,
otros, iniciando por Pablos, continúan a ser miserables porque
pícaros sin ventura.
2.Vid. Manuel Durán, Francisco de Quevedo, Edaf, Madrid, 1978, p. 22.
3. Francisco de Quevedo, Poemas escogidos, ed. José María Blecua, Castalia, Madrid, 1974, p.218.
Los Coronel son un tipo de pícaros difícil de reconocer,
pues han sabido imponerse ante la Corona (Abraham Senior) y ante
las letras (Pablo Coronel) con suficiente habilidad. Han logrado
camuflarse hasta rendirse imprescindibles. Para Quevedo estos
“pícaros” son los más peligrosos pues han conseguido medrar
socialmente.
Los “pícaros sin ventura” como Pablos son aquellos que
deben resignarse a la vida gallofa y que, aunque infinidad de veces
89
tratan de imitar a los venturosos, no llegan a ascender socialmente,
pues por una extraña razón sus máscaras no funcionan.
La vida de Pablos está formada por una serie de hechos que
le dan a entender cual es su posición en la sociedad. El personaje
fracasa constantemente en su búsqueda de estabilidad económica y
social. Como muchos burgueses busca el progreso social, pero a
diferencia de estos no posee los medios para comprar una ejecutoria
de nobleza.
Ya he caído en las cuentas de las ejecutorias,
después de que, hallándome en ayunas un día, no
me quisieron dar sobre ella en un bodegón dos
tajadas; pues, ¡que no tiene letras de oro!4.
Pablos está rodeado de pícaros que representan un modelo para él,
quien se atreve a anhelar cosas que la sociedad estamental le ha
imposibilitado. Pretende alcanzar sus “pensamientos de caballero”5
por medio de la estafa y el robo. En la corte, al abrigo del
anonimato de la gran urbe, toma el disfraz de caballero, finge ser
4. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 209.
5. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 12.
dueño de casas, coches y caballos, aunque siempre es descubierto y
maltratado. Desde la percepción de Quevedo el personaje principal
no es el único tramposo, sólo el más desgraciado. Toda la sociedad
no aristocrática está dominada por el fraude, como lo declara el
mismo padre del personaje principal: “Quien no hurta en el mundo,
no vive”6.
90
3.3. La industria como sinónimo de arribismo.
En el Buscón la “industria” es sinónimo de picardía, se
desarrolla en determinados ámbitos sociales (los burgueses y los
marginados) por medio de distintas actividades. Pablos desde
pequeño estuvo en contacto con la misma, pero quien
verdaderamente lo sumergirá en sus aguas será el caballero
chanflón Don Toribio, que como el mismo narrador nos informa,
pertenecía al grupo de los “caballeros del industria”7. Iniciarse en la
industria no es una tarea fácil, pues requiere de claves necesarias
para operar en cada complejo social utilizadas por los pícaros, que
requieren el conocimiento de gestos, jergas y ademanes, es decir la
asimilación de determinados códigos, cuya finalidad es la mejora
social del pícaro. Quien desde el inicio se demuestra como un ser
ingenioso capaz de sobrevivir a base del engaño.
En el Buscón industria e ingenio son dos términos que están
estrechamente relacionados. El primero encierra los procesos que se
sustentan en la capacidad de creación artificiosa con un fin práctico,
el segundo consiste en el decir y hacer propiamente dichos, es decir
6. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 78.
7. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 80.
el segundo es una consecuencia del primero. El contexto de la vida
pícara recibe la connotación de traza empleada con el fin de obtener
algún provecho a través de medios que pueden resultar ilícitos. La
industria es un recurso que los marginales utilizaban para combatir
la propia miseria y que para el aristocrático Quevedo estaba
relacionada con los medios más ruines. Don Pablos posee un anhelo
de mejora que está destinado a fracasar, está bloqueado por una
91
genealogía que lo induce a utilizar mañas alternativas para avanzar,
es decir, debe contar solamente con su industria, término que para
Quevedo tiene un significado negativo pues encierra el engaño y la
innoble astucia. Pablos sirve de modelo de un tipo de individuo que
el autor desprecia porque, a pesar de ser marcado por su origen vil,
desea mejorar socialmente usando para ello “la industria” del
artimaña.
Pablos, a pesar de estar familiarizado con la industria por
sus progenitores, inicialmente es víctima de la industria de los otros.
La escuela, el pupilaje de Cabras, la primera estancia en Alcalá se
demuestran para el personaje como un verdadero suplicio hasta que
decide asumir definitivamente la conducta de “bellaco con los
bellacos”8 y se inicia en la industria asociándose con su ama, con
quien aprenderá a realizar robos menores a la despensa. Terminará
con su total degradación que lo convertirá en un asesino fugitivo,
pero entre estos dos hechos se encuentran algunos acontecimientos
que han marcado la actividad industriosa del protagonista: la noticia
de la muerte de su padre y el alejamiento del servicio de Don Diego
cambian el rumbo industrioso de Pablos, quien decide emplear su
8. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 149.
herencia como sustento que le permita convertirse en caballero. El
pícaro de Quevedo utiliza el patrimonio familiar para renegar a su
familia. Para ello irá a la corte donde ninguna persona lo conoce y
será asesorado en la industria por los caballeros chanflones. La
industria es el factor común de la corte. El ambiente urbano se
presta a un tipo de anonimato que permite destacarse por el ingenio
sin tener que explicar el pasado. Para Quevedo sin embargo, el
92
anonimato de la corte sirve solamente para facilitar las estafas,
burlas y robos. La corte es el lugar en el que muchos pícaros pueden
encontrar la ventura, por ello en la corte su personaje aprenderá
solamente las tretas del aparentar:
“Apartámonos; y una noche, para confirmarlas más en mi
riqueza, cerréme en mi aposento, que estaba dividido del suyo
con sólo un tabique muy delgado, y sacando cincuenta escudos
estuve contándolos en la mesa tantas veces que oyeron contar
seis mil escudos[…]”9.
La industria de Pablos lo conduce a la decadencia, su
intento de escalar socialmente a base del matrimonio le causan una
vergüenza tan grande que renuncia definitivamente a sus anhelos de
ascendencia social y se empeña en una nueva “industria”: la de la
sobrevivencia más allá de cualquier escrúpulo, pasando por la
mendicidad, la seducción de monjas, el asesinato y la fuga, usando
un ingenio pernicioso en la lucha por la sobrevivencia. En esta
etapa de degradación el personaje entrará en contacto con los
9. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Juan Luís Rodríguez Bravo, p. 114.
sectores más despreciables de la época, con los que aprenderá el
arte de suplicar, de adular, de robar y de matar.
Pablos comienza a dominar rápidamente el mundo del
hampa y aprende a manejar eficientemente la “jacarandina”10, pero
extrañamente tampoco en este sector puede disfrutar de un ascenso
puesto que cuando comete el homicidio comienza a ser perseguido
por la justicia y debe cambiar lugar obligatoriamente, donde según
93
el mismo personaje le fue peor pues no cambió de vida y continuó a
buscar la sobrevivencia de modo industrioso.
3.4. El sarcasmo de la fusión Don + Pablos
El título de “Don” constituía en el siglo XVII un clasificador
de estratificación social que podía ser aplicado sólo a los caballeros
y al que, como hemos mencionado al inicio del capítulo, ni siquiera
los hidalgos podían aspirar. El propósito del autor es evidente:
otorgando irónicamente a Pablos el título de “Don” ataca la
sociedad española en transformación, describiéndola como un
mundo del absurdo, de tendencias encontradas. Pablos no es
solamente un converso hijo de delincuentes. Su nombre mismo
indica un origen bajo que automáticamente se convierte en un
antítesis del título que se le antepone.
La primera persona que estableció una hipótesis sobre la
función del nombre Pablos en la novela fue el alemán Andreas
Stoll, quien sugirió que el nombre Pablos correspondía al plural de
Pablo y que servía para demostrar que el antihéroe de la novela
10. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 146.
representaba un grupo humano común en el siglo XVII: “el
conversos arribistas”. Por ello el nombre venía expresado al
plural11. No obstante la tesis del alemán sea muy elaborada como
análisis psicológico de las intenciones del autor, presenta grandes
despistes en relación al uso de los nombres en el siglo XVII, pues el
nombre Pablo en este periodo presentaba algunas variantes12, entre
94
las que se encuentra lógicamente “ Pablos” que era un nombre
utilizado principalmente por los sectores populares.
Pablos es consciente de la connotación rústica de su
nombre, por ello cuando le es posible opta por cambiarlo,
escogiendo nombres y apellidos relacionados con la nobleza, como
Álvaro de Córdoba, Ramiro de Guzmán. Pero en estos apellidos el
autor también quiere transmitir un mensaje, pues aunque se trata de
apellidos que inicialmente correspondían a la nobleza, en el siglo
XVII habían sido adquiridos por muchos burgueses de origen
converso que deseaban aparentar señorío, hecho que salió a la luz
en el llamado Libro Verde 13. Las artimañas de Pablos son una
alusión a las tretas de los burgueses que van de los cambios de
apellidos a la compra de ejecutorias de nobleza para aparentar
títulos nobiliarios que el linaje les negaba. Como hemos ya
propuesto anteriormente, con la imagen del pícaro converso el autor
arremete contra la burguesía que está ganando terreno en relación a
11. Cf. Andreas Stoll, “Scarron Als Ubersetzer Quevedo. Studien Zur Rezeption Des Pikaresken
Romans El Buscón, en Frankreich, Colonia, 1970, pp.12-17.
12. Vid. Tibón Gutierre, Diccionario etimológico comparado de los nombres propios de
persona, Unión Tipográfica editorial hispanoamericana, México, 1956, p.208.
13. Vid. William Monter, Frontiers of Heresy: The Spanish Inquisition from the Basque Land to
Sicily, Cambridge University Press, Cambridge, 1990, p 103.
la Corona. La asimilación burgués–pícaro se basa en el hecho que
ambos sectores necesitan del capital de terceros para sustentarse.
Para Quevedo el médico, el barbero, la bruja, el notario y el ladrón
pertenecen a un mismo sector social y el único factor que los separa
es el dinero, que permite a los primeros fingir lo que no son. Los
cambios de valores que sufría la sociedad del siglo XVII eran para
el autor una especie de carnaval, una representación al revés del
95
orden del universo. En el Buscón en muchas ocasiones tenemos la
impresión de vivir en un mundo de inversiones paródicas. Quevedo
insiste en determinados hechos como la presencia de conversos en
la Universidad de Alcalá, a pesar de los estatutos de sangre; a la
presunta hidalguía de Don Toribio, de quien no se conocen sus
antepasados; a la aceptación en el clero de cristianos nuevos como
Cabra. Las jerarquías se han trastornado, presentando anomalías de
todo tipo que se revelan como dificultades para los nobles que
vivían de rentas fijas, superados por la corriente alcista de los
sectores considerados inferiores por el estamento.
El único modo que Quevedo encuentra para atacar a la
burguesía que estaba prosperando era el de acercarlos por una
cuestión de sangre al sector de los marginados. A través del Buscón,
el autor insinuaba a los burgueses conversos que estaba al tanto de
su pasado y que, aunque ellos han sido afortunados pues pertenecen
al grupo de los “pícaros con ventura”, existe un grupo social
representado por Pablos que, aunque no ostenta bienes económicos
que lo acerquen a la Corona, comparte con los burgueses la mala
sangre.
Quevedo no le ofrece ninguna oportunidad al Buscón para
escalar socialmente. Por experiencia de casta sabe que cuando un
converso tiene dinero es un individuo peligroso pues sabe como
hacer para comprar su nobleza y para acercarse a la Corona.
Cuando Pablos es elegido “rey de Gallos”14 el autor no le da lugar a
la confusión. Ya desde el inicio de la representación se demuestra
como “fariseo en paso”15 y termina con “una fiesta revuelta, un
pueblo escandalizado, los padres corridos, amigo descalabrado y el
caballo muerto”16. Don Pablos es un converso que debe conservar
su puesto de marginal para mantener el orden social español.
96
Desde la apreciación del autor todos los cambios sociales se
pueden traducir en la clave de un mundo revuelto, donde lo inferior
suplanta a lo superior. El motor del ascenso social es el dinero, que
como Quevedo sabe es un “poderoso caballero”17 que ocasiona
trastornos equiparables a los del mundo al revés:
Que su limpieza exagere,
porque anda el mundo al revés,
quien de puro limpio que es
comer el puerco no quiere;
que lagarto rojo espere,
el que aún espera al Señor 18.
El contenido de la letrilla satírica I (versos 22-27) se
relaciona de alguna manera con algunos argumentos tratados en el
Buscón. En el segundo capítulo cuando hablamos del Buscón como
una obra pan – conversa, nos referimos al empeño de Quevedo en
presentar a los judíos como avaros (Cabra), usureros (Merluza), in-
14.Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Samuel Gili Gaya, p. 17.
15. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Domingo Ynduráin, p. 111.
16. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 89
17. Luís Astrana Marín, Ideario de Don Francisco de Quevedo, Biblioteca Nueva, Madrid,
1940, p. 185.
18. Francisco de Quevedo, Obras de Don Francisco de Quevedo, Textos clasificados y
anotados por Luis Astrana Marín, Aguilar, Madrid, 1932.
teresados al dinero (Los Coronel), arribistas (Pablos), simuladores
(el arbitrista). En toda su obra Quevedo insiste en proponer como
factor de desorden al poder que se le daba al dinero de los
burgueses, por lo que se empeña en las alusiones al “dinerismo”19
de los conversos que produjo cambiamientos bruscos en la
estabilidad social de entonces. La enseñanza de Quevedo es clara,
son los conversos que alteran el armonía española. La concepción
97
conversa del adelanto basado en la actividad mercantil y en la
capacidad monetaria significaban para los nobles un
resquebrajamiento de su posición de privilegiados sociales, una
subversión del orden impuesto provocada por aquellos de sangre
impura.
19. Vid. Francisco de Quevedo, Obras Jocosas de Don Francisco de Quevedo, Librería de
Ramos, Madrid, 1821, p.181.
Capitulo IV
Aldonza de San Pedro, la identificación de la bruja con la
mujer judía en las tradiciones populares españolas.
Después de haber hecho un análisis de los diversos factores
históricos, sociales y económicos que pueden haber influido de una
98
manera u otra en la mentalidad segregacionista de Quevedo y su
marcada posición anti-conversa, hemos considerado necesario
analizar las características antropológicas que han originado la
asimilación de la mujer hebrea con la bruja. Asimilación que,
explotada por Quevedo a lo largo de la obra, encontraba una grande
acogida en la tradición popular española. En este capítulo
trataremos de explicar el origen de esta tradición, la función que la
iglesia ha tenido en su propagación y el modo como la literatura
española la ha utilizado agregándole las características de alcahueta
y prostituta. Además, estudiaremos la connotación del nombre
Aldonza en el refranero español, las posibles causas que pueden
haber causado la elección de los apellidos de la madre del Buscón y
las posibles razones que han obligado su cambio en la edición de
1626.
4.1. El estereotipo de la bruja en el mundo cristiano
Según Norman Cohn, el estereotipo negativo de la bruja tiene
estrechos puntos de contacto con las imágenes adjudicadas
históricamente a herejes y a judíos. Para Cohn, puede incluso
remontarse a la caracterización que los escritores grecolatinos
hacían de los cristianos acusados de antropofagia, infanticidio y
promiscuidad sexual. Algunas expresiones como Synagoga Satanae
o la utilización de la palabra Sabbat” para indicar una reunión de
Brujas serían pruebas suficientemente concretas para afirmarlo1.
La tesis de Cohn explicaría la función de Aldonza de San
Pedro en la novela, es decir la madre del protagonista sería el
ejemplo palpable de la asimilación de los judíos-conversos a la
brujería y a la herejía. El autor nos transmite una creencia de la
época, que sin embargo es el resultado de creencias que remontan a
épocas anteriores al siglo XVII.
99
En el mundo cristiano la brujería ha sido relacionada
directamente con la adoración al demonio, aunque en realidad se
basaba en la intención de la iglesia católica de eliminar cualquier
sustrato de otras religiones presentes en Europa antes de la
cristianización. Durante la edad moderna, en Europa se desató una
obsesión por combatir cualquier práctica ceremonial lejana del
cristianismo. Para esto se crearon muchas medidas de represión que
desembocaron en lo que se llamó “La caza de brujas”2, persecución
que sirvió como base para la cacería de muchas mujeres (en algunos
casos también hombres y algunos animales) de parte de la iglesia y
la justicia civil. El objetivo principal de la búsqueda era el de
encontrar los diferentes conspiradores que con la ayuda del
demonio querían acabar con la cristiandad. Para ello se examinaban
las evidencias que podían indicar que una persona ejercitaba la
brujería, se la convocaba a un proceso en el que era juzgada por
teólogos y juristas y, si encontrada culpable, era sometida a fuertes
1. Cfr. Norman Cohn., Los demonios familiares de Europa, versión española de Oscar
Cortés Conde, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 56.
2. Vid. Salvador Rodríguez Becerra, La Religiosidad Popular, Anthropos Editorial,
Madrid, 1989, p. 131.
condenas. A toda aquella persona acusada se le atribuía de haber
establecido un pacto con el diablo. Por ello, se buscaba en su cuerpo
alguna marca que permitiese identificar este pacto, mediante el cual
se había comprometido a rendir culto al diablo a cambio de algunos
poderes sobrenaturales.
La supersticiosa lucha del demonio con las fuerzas divinas se
tradujo en una lucha del cristianismo contra las otras religiones. A
partir del siglo XV se comenzaron a difundir las ideas de la
100
existencia de diversas sectas de brujas, que se organizaban para
luchar contra las fuerzas de Dios. Esta idea nació al mismo tiempo
que en España se daban lugar las persecuciones de los judíos y
herejes, lo que produjo una asimilación de los dos hechos y la
consecuente asociación del judío con la brujería.
El pueblo judío fue víctima de grandes calumnias. Como
mencionamos en el primer capítulo, a los judíos se les acusó de
haber originado la peste negra, además se decía que eran los
responsables de las sequias y hambrunas que se habían producido en
la península Ibérica, sus mujeres fueron acusadas de practicar
conjuros. El antisemitismo de la obra de Quevedo es el reflejo de su
época.
4.1.2. Los Tratados de la Iglesia Católica para explicar la
demonología
La iglesia católica preparó una serie de tratados con el
objetivo de enunciar la influencia del demonio en el mundo. En
estos tratados se definió el rol y las características de la bruja. La
idea de que las brujas o servidoras del demonio se diseminaban por
el mundo causando males llevó al papa Inocencio VIII a dictar en
1484 la bula Summis Desiderantes Affectibus3, en la cual la
Iglesia apoyaba la persecución de todas aquellas personas
sospechosas de prácticas de hechicería. Además autorizaba a la
orden de los Hermanos Predicadores a actuar contra aquellos
sospechosos de practicar la magia. Dos sacerdotes dominicos
especializados en asuntos de hechicería publicaron un texto con
todo lo referente a la brujería y a la demonología de la época,
llamado Malleus Malleficarum4. En este tratado filosófico-
escolástico publicado en 1486 por los inquisidores dominicos
101
Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, se establecían algunas de las
características de las brujas: que tenían capacidad de volar, se
encontraban durante la noche con el diablo y otras brujas durante
el Sabbat o el aquelarre, hacían pactos con el diablo, tenían
relaciones sexuales con animales, podían transformarse en
animales, manipulaban hierbas para preparar pociones, etc. En el
libro se afirmaba además que el no creer en la existencia de las
brujas fuese equivalente al delito de herejía “Hairesis maxima est
opera malleficarum non credere”5. El Malleus Malleficarum
constituyó el fundamento para la caza de brujas que se dio en
Europa durante la edad Moderna, por lo que representa una pieza
importantísima para la comprensión del pensamiento de aquel
entonces y, en nuestro caso, para entender el significado de
algunas características que presenta Aldonza de San Pedro y su
anunciado fin, puesto que la brujería era castigada con la
hoguera. Los inquisidores y los jueces eclesiásticos veían en la
bruja una aleada del demonio que organizaba un complot contra
la religión católica.
3. Vid. Julio Caro Baroja, Las Brujas y su mundo, Alianza, Madrid, 1969, p. 140.
4. Vid. Jesús Callejo, Breve Historia de la Brujería, Ediciones Nowtilus, Madrid, 2006, p. 159.
5. Ibidem.
En la madre de Pablos, Quevedo ha integrado todos los
componentes necesarios para revivir las creencias de las tradiciones
populares. Aldonza es capaz de crear pociones, pues como todas las
brujas posee conocimientos de herboristería, es capaz de volar y
principalmente es de origen converso. La profesión de la madre del
pícaro es un particular que la superstición española otorgaba a los
judíos y que después de la expulsión pasó a los judíos conversos:
102
“¡Cómo a mi sustentado!” – dijo ella con grande cólera, que le
pesaba que yo no me aplicase a brujo_: “yo os he sustentado a
vos, y sacádoos de las cárceles con industria, y mantenídoos en
ellas con dinero. Si no confesábabes, ¿ era por vuestro ánimo o
por las bebidas que os daba? ¡Gracias a mis botes! Y si no
temiera que me habían de oír en la calle, yo dijera lo de cuando
entré por la chimenea y os saqué por el tejado”6.
4.1.3. El Sabbat
Entre los años 1330 y 1340 aparece por primera vez el
término “Sabbat” en los procesos inquisitoriales de la zona de
Carcassone, Tolosa, para denominar las reuniones de brujas, en las
que éstas se abandonaban al demonio en forma de macho cabrío y
donde confeccionaban e ingerían todo tipo de brebajes, algunos de
cuyos componentes provenían de la profanación de cadáveres que
efectuaban durante sus habituales incursiones por cementerios. A
partir de entonces la gente común comienza a llamar Sinagoga a
aquella reunión misteriosa con la intención de equipararla a la
asamblea de los impopulares judíos7.
6. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 80.
Los “Sabbat” eran ceremonias pre-cristianas, que envolvían
una serie de tradiciones pertenecientes a muchas civilizaciones,
como son la judía (aún vigente), la celta, la teutónica, etc. En el
judaísmo el Sabbat corresponde al día de reposo, que es el sábado,
en el que se debe absolutamente adorar a Dios y están
rigurosamente prohibidos los trabajos.
En las diferentes culturas germánicas, los Sabbat servían
para recordar la naturaleza cíclica de la vida, los ciclos solares de la
103
rueda del año, celebrar la vida de las diferentes divinidades. Un
trato común de los diferentes Sabbat de la tradición germánica era
la concepción del tiempo como un sistema constante guiado por un
determinado Dios o Diosa.
En la tradición Celta, que ha influenciado de manera
importante la cultura popular española, los Sabbat marcaban los
momentos de plantación y las estaciones. Según sus creencias, estas
ceremonias representaban el momento en el cual las divinidades
estaban en el centro de su poder.
Los Sabbat sobrevivieron secretamente en algunas personas
que no lograron desprenderse de la propia tradición para adoptar
nuevas prácticas de origen foráneo. Por ello cuando eran
descubiertos venían castigados con penas muy severas, incluso con
la muerte. La iglesia católica buscaba eliminar todos los vestigios
que podían haber dejado las religiones anteriores: todo aquel que
era descubierto en prácticas religiosas ajenas al cristianismo venia
juzgado por hereje. Las deidades no cristianas fueron identificadas
con el demonio y cada imagen que recordase al paganismo era con-
7. Vid. Elena Lourie y David Niremberg, Jews, Muslims, and Christians in and around the
crown of Aragon, ed. Harvey J. Hames, BRILL, Leiden, 1986, p.150.
siderada maléfica. Entre los dioses que fueron demonizados se
encuentra el Dios Astado de Europa8, divinidad pagana a quien se
convirtió en el anti-dios de la Cristiandad ( el macho –cabrío). El
diablo de muchas “brujas” era en esencia un residuo cultural,
tergiversado por la teología cristiana.
Víctimas de grandes persecuciones, los “paganos” comenzaron
a esconderse. La mayor parte de ellos se reunían durante la noche,
104
iniciaron a celar el contenido de sus tradiciones en leyendas
infantiles, historias populares, rimas infantiles, y cuentos de hadas ,
continuaban a efectuar secretamente sus rituales. La represión de la
iglesia era fuerte, pero no bastaba para exterminarles, con lo cual el
catolicismo se vio obligado a decretar fiestas cristianas que
coincidiesen con los Sabbat paganos para asimilarlos. De este modo
el nacimiento de Jesús fue fechado cerca del tiempo de nacimiento
de los dioses solares paganos; el día de San Juan fue establecido en
modo de hacerlo coincidir con el Sabbat Celta que celebraba el
verano, etc.
Para el pueblo inculto del siglo XVII, el término Sabbat
indicaba la ceremonia de los adoradores del demonio. En él las
brujas y brujos se reunían en un banquete enorme con el diablo,
dando lugar a grandes orgias. El aspecto sexual de las reuniones de
brujas recuerda indirectamente algunos rituales de las culturas
europeas anteriores al cristianismo, las cuales celebraban
protocolares dedicados a la fertilidad por medio de relaciones
sexuales. Como hemos mencionado precedentemente, para el pue-
8. Vid. Margaret A. Murray, The God of the Witches, Oxford University Press, Nueva York, 1970,
p.96.
blo español esta relación carnal que llevaba a sellar el pacto
demoniaco era llamada “Sabbat” y el lugar donde se reunían las
personas que lo celebraban lo denominaban “Synagoga Satanae”,
puesto que estas reuniones fueron atribuidas a los judíos conversos
al cristianismo, seguramente por la xenofobia que reinaba en
España en aquel tiempo.
105
4.2. Antecedentes Literarios y Populares de Aldonza de San
Pedro
Aldonza de San Pedro no es solamente una bruja. Es una
alcahueta y cuando joven una prostituta. Además presenta una
astucia cínica que en algunas ocasiones espeluzna a Don Pablos.
Estas características de Aldonza tienen sus orígenes en algunos
personajes anteriores de la literatura española como indicaremos a
continuación.
4.2.1. Antecedentes pre-picaresca.
4.2.1.1. El cinismo de La trotaconventos.
En el Libro del Buen Amor, la alcahueta representada por
Urraca la trotaconventos, mujer anciana que ayuda al protagonista a
obtener sus diferentes conquistas, auxiliándole y aconsejándole para
facilitarle el camino hacia la presa, es un personaje que, como la
madre de Pablos, posee una cierta cínica sabiduría popular.
Cuando el Arcipreste solicita de la alcahueta sus servicios, ella
le aclara, entre otras cosas, la siguiente:
D’aqueste oficio byvo, non he de otro cuidado;
Muchas veces entristesco por el tiempo pasado,
Porque non m’es gradesçido nin me es galardonado9.
El personaje al igual que Aldonza está consciente del papel
ingrato que desempeña dentro de la sociedad: vive del oficio de
conciliar voluntades y se le estima mientras es útil; luego, en el
mejor de los casos, se le olvida. La Trotaconventos es un personaje
que deja entrever una ley de compensación natural que hace
tolerable la convivencia en un mundo de débiles y poderosos.
La desaparición de la vieja alcahueta supone para su cliente la
ruptura de un equilibrio natural. Tanto es así que con este
acontecimiento se termina el segundo libro: la muerte de la vieja
simboliza la extinción del loco amor. Juan Ruiz vislumbró una
106
situación social de explotación reciproca en la que, en última
instancia, el pobre en este caso representado por la Trotaconventos
lleva las de perder por sus servicios que, aunque indispensables,
acarrean el oprobio de esa misma sociedad a las que sirve.
¡Ay muerte! ¡muerta sseas, muerta é malandante!
Matásteme mi vieja: ¡Matasses a mí enante!10.
En cambio en el Buscón, la desaparición de Aldonza de San
Pedro es considerada desde el punto de vista del narrador como
una oportunidad que le permite archivar su pasado. La
diferencia entre Pablos y el Arcipreste es evidente. Tanto el uno
como el otro están al tanto de las actividades de las alcahuetas,
pero mientras la relación trotaconventos-arcipreste es una
relación de beneficio mutuo, la relación Aldonza- Pablos es una
relación impuesta por la sangre.
9. Juan Ruíz, Libro de buen amor, ed. Y notas de Julio Cejador y Frauca, Madrid, clásicos
castellanos, 1970, p.215.
10. Ibídem, p.278.
4.2.1.2. La hechicera urbana Celestina y el reflejo de los
miserables de su época
La dimensión del personaje de Celestina es mucho mayor
que la de la Trotaconventos. El personaje de Rojas representa a
la hechicera urbana, que constituye uno de los tipos reales de la
época, formando parte de aquellos ciudadanos que se mueven en
un mundo de magia, de bajeza, de lujuria. Representando todas
107
las características de los miserables de su tiempo, ha sido sacada
a la vergüenza publica tres veces (emplumada como la madre de
Pablos), sin que ello haya mermado su selecta clientela de la que
tanto se vanagloria ahora en la vejez. Y si bien es cierto que en
el momento presente ya no se halla en la cumbre de su fortuna,
aún existen señores poderosos como Calisto dispuestos a vaciar
su bolsa a cambio de sus servicios. En la Celestina la
explotación recíproca ya tratada en el Libro de Buen Amor se
presenta de manera mucho más evidente. Los desposeídos de
Rojas emplean aquella manera de la Trotaconventos con tal
astucia que ponen en entredicho la inteligencia del señor
poderoso. El sector desheredado en la obra de Rojas elabora
sobre las bases de determinadas creencias de época toda una
filosofía del dar, con la que acortan un poco la brecha que
separa el mundo de aquel que tiene y aquel que nada posee.
Dentro de este mundo de desfavorecidos aparece la figura
alcahueta-bruja, quien usará diferentes pericias para satisfacer
los apetitos de una sociedad que la ha formado y que necesita de
ella.
Celestina es uno de los personajes más sugestivos de la
literatura española, representa un elemento subversivo dentro de
la sociedad, en la que como Aldonza, propaga el goce sexual y
la magia. En sus años juveniles, al igual que la madre de Pablos,
fue una meretriz, actualmente se dedica a actuar como alcahueta
utilizando su experiencia para manipular a los demás.
4.2.1.3. La Lozana Andaluza, otra conversa bruja y alcahueta
Cuando vino vuestra merced, estaba diciendo el modo que
tengo de tener para vivir, que quien veza a los papagayos a
108
hablar, me vezará a mí a ganar. Yo sé ensalmar y encomendar y
santiguar cuando alguno está aojado, que una vieja me vezó,
que era saludadera y buena como yo. Sé quitar ahítos, sé para
lombrices, sé encantar la terciana, sé remedio para la cuartana y
para el mal de la madre. Sé cortar frenillos de bobos y no
bobos, sé hacer que no duelan los riñones y sanar las renes, y
sé medicar la natura de la mujer y la del hombre, sé sanar la
sordera y sé ensolver sueños, sé conocer en la frente la
fisonomía y la quiromancia en la mano, y pronosticar11.
El título completo de la novela es Retrato de la Lozana
andaluza, escrita por Francisco Delicado y publicada en Venecia en
1528. La obra narra la vida de la conversa Aldonza quien, después
de quedar huérfana de padre y madre, se fue a vivir a Sevilla con
una tía suya. Allí conoce a un joven mercader genovés, con quien
escapa a Cádiz y al que acompaña en sus viajes por el
Mediterráneo. Los hijos nacidos de esta unión los envía a Marsella
11. Francisco Delicado, La Lozana Andaluza, ed. Bruno Damiani, Castalia, Madrid, 1969,
p.171.
a vivir con el abuelo, que quiere bien a sus nietos pero rechaza los
amores de su hijo. Por eso cuando los amantes llegan a Marsella
manda apresar a su hijo y dar muerte a Aldonza, quien logra salvar
su vida escapando en un barco que la lleva a Liorna. Desde allí se
marcha hacia Roma, lugar en el que se desarrolla la esencia de la
trama, en la que Aldonza comienza a manipular a los hombres,
vender afeites y recetas para mujeres, etc. La protagonista conoce
innumerables amantes, que llenan la narración de descripciones
diversas sobre costumbres, oficios, engaños, infidelidades y modos
109
diversos de mal vivir. Lozana prospera actuando como hechicera,
alcahueta, comadrona y cortesana, pero la vida de engaño, de
lujuria y de brujería termina cansando a la lozana, quien decide
retirarse junto con su criado Rampín a Lípari. La novela en general
describe la vida de los bajos fondos de Roma durante el primer
tercio del siglo XVI, especialmente en las vivencias de los judíos
españoles que se trasladaron a Roma después de la instalación de la
Inquisición.
El personaje de la Lozana es aquel que presenta más
características en común con la madre de don Pablos: la primera
es el nombre Aldonza (nombre que tiene una connotación
especifica), la segunda es que ambas mujeres son de origen
converso y la tercera trata las profesiones pues ambas son
prostitutas, alcahuetas y brujas.
4.2.2.La función de la madre en la novela picaresca .
En la novela picaresca la relación del pícaro con su madre
influencia el desarrollo del personaje principal y sus acciones
dentro de la novela. La madre del pícaro es una mujer un poco
rara dentro de los esquemas comunes de la sociedad española de
aquel entonces, pues mientras la función de la mujer se resumía
principalmente al cuidado de la familia, la madre del pícaro
amplía este cuidado más allá de las paredes del hogar,
convirtiéndose, como la Celestina, la Lozana y la misma
Trotaconventos, en seres de la “industria” capaces de aportar un
sustento económico, aunque proviene de medios censurados por
la sociedad, como son la prostitución, el robo, el adulterio. En el
caso de Aldonza de San Pedro tenemos que añadir a estas
110
“ocupaciones” la alcahuetería y la brujería, es decir la madre del
pícaro pone siempre en entredicho la “honra” y la “virtud”. Todas
las madres de los pícaros presentan como trato en común la falta
de una figura masculina que cumpla la función de guardián de su
honra. Ni siquiera el hijo será capaz de defender el buen nombre
de su madre, pues es el primero que insiste en la falta de honra de
su madre para explicar la vileza a la que está condenado desde su
nacimiento.
4.2.2.1. La madre de Lázaro
La madre de Lázaro destaca por su oficio de prostituta y moza de
mesón. Al principio, Antona Pérez parece ayudar a su esposo a
hurtar en el molino donde trabajaba. Al quedarse viuda, y
siguiendo su filosofía de “arrimarse a los buenos por ser uno
dellos”12, se trasladó a la ciudad y “metiese a guisar de comer a
ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos
del Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentan-
12. Anónimo, Lazarillo de Tormes, ed. Francisco Rico, Cátedra, Madrid, 1989, p.15. Todas
las citas del Lazarillo pertenecen a esta edición, por lo que me limito a señalar el número de
la página entre paréntesis.
do las caballerizas”(p.12). En estas líneas, quizás se esté
insinuando que la madre ejercía de establera, es decir, un tipo de
prostituta de baja categoría y cuyos clientes eran los mozos de
mulas. Más tarde, una vez que la separan de Zaide, su amante
entra a servir en el mesón de la Solana “padesciendo mil
importunidades” (p.21).
En una ocasión, el esclavo negro Zaide, amante de Antona,
denomina a su hijo “hideputa”(p.17) en un contexto que, en
principio, podría llevar a pensar en una interjección admirativa y
111
aun muestra de afecto. Sin embargo, en este caso concreto la
exclamación podría solamente considerarse en el sentido literal del
término tal como comenta Fra Molinero: “la madre de su hijo es,
ante la sociedad, una mujer viuda que ha vendido sus favores
sexuales para obtener beneficios materiales. La prostitución es una
manera de ganarse la vida, y no va a ser Antona el único caso
dentro de la picaresca”13.
4.2.2.2. La madre de Guzmán
Guzmán describe a su madre como una “gallarda, grave,
graciosa, moza, hermosa, discreta y de mucha compostura”14. Sin
embargo, esta dama se deja seducir por el futuro padre de Guzmán
dando lugar al “confuso nacimiento”15 de Guzmán. El personaje
materno sirve como referencia al pícaro para generalizar sobre la mala
13. Cf. Baltasar Fra Molinero, “El negro Zaide: marginación social y textual en el Lazarillo”,
en Hispania, 76.1, 1993, p. 23.
14. Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache. Ed. José María Picó, Cátedra, Madrid, 1987, p. 126.
15. Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, ed. Joaquín Saula Palomir, Ediciones Castilla,
Madrid, 1953, p.47.
naturaleza de las mujeres. Aunque la madre del Guzmán se
diferencia de la madre de Pablos y de Lázaro porque pertenecía a
una familia que gozaba de cierta bonanza económica, es la
responsable de la concepción bastarda del protagonista, que le
pesará toda su vida. Al mismo tiempo el origen converso de la
madre será fuente de preocupación por el linaje para el Guzmán, del
mismo modo que lo es para Pablos.
4.2.3. Antecedentes del personaje en el saber popular español
112
[…] Se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza
labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo
enamorado[…] Llamábase Aldonza Lorenzo[…]y, buscándole un
nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se
encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla
“Dulcinea del Toboso” porque era natural del Toboso […]16.
La razón por la que Don Quijote optó cambiar el nombre de
Aldonza Lorenzo es la misma por la cual Francisco Delicado lo
escogió para su personaje principal y por la que Quevedo lo usó
para nombrar a la madre de don Pablos. El nombre Aldonza, tiene
una connotación negativa en el refranero popular español. Refranes
como “A falta de moza buena es Aldonza”17 demuestran que el
nombre sirve para indicar una mujer de fáciles costumbres.
El personaje de Quevedo posee los atributos del nombre.
Incluso en la narración de don Pablos la mala reputación de la
16. Miguel de Cervantes y Saavedra, Don Quijote de la Mancha, ed. Alberto Blecua, Editorial
Planeta, Barcelona, 1998, p.36.
17. Cf. Luis Martínez Kleiser, Refranero general ideológico español, Real Academia
Española, Madrid, 1953, p 446.
madre es una de las causas principales de sus desventuras:
[…]hasta que un día un muchacho se atrevió a decirme a
voces hijo de una puta y hechicera; lo cual me lo dijo tan
claro- que aún si lo dijera turbio no me pesara- agarré
una piedra y descalabréle. Fuime a mi madre corriendo
que me escondiese, y contéla el caso todo, a lo cual me
dijo: “Muy bien hiciste: bien muestras quien eres; sólo
anduviste errado en no preguntarle quien se lo
dijo”[…]18.
113
Como hemos visto en capítulos anteriores, los nombres y los
apellidos juegan un papel importantísimo en el Buscón. Si tomamos
en cuenta que con el nombre Pablos el autor ironizaba sobre la
combinación converso-caballero, que con el apellido Cabra
recordaba la inserción de criptojudíos en el clero, que con el
apellido Coronel nos demuestra la penetración de los conversos
acomodados en la aristocracia, es lógico pensar que el nombre
Aldonza, que tiene un vínculo preciso con algunos conceptos
expresados a manera de refranes en la tradición popular española,
encierre una significación específica que permite al lector reconocer
desde el principio la función del personaje en la obra
2.3. Los Apellidos De Aldonza
Mi madre, pues, no tuvo calamidades. Un día,
alabándomela una vieja que me crió, decía que era tal su
agrado, que hechizaba a cuantos la trataban. Sólo diz que se dijo no
sé qué de un cabrón y volar, lo cual la puso cerca de que la die-
18. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p. 82.
sen plumas con que lo hiciese en público. Hubo fama que
reedificaba doncellas, resucitaba cabellos encubriendo canas.
Unos la llamaban zurzidora de gustos, otros, algebrista de
voluntades desconcertadas, y por mal nombre alcagüeta. Para
unos era tercera, primera para otros, y flux para los dineros de
todos[…]19.
La madre de don Pablos no es solamente una prostituta, como
hemos ya mencionado es también una alcahueta y una bruja que,
114
según se conoce por medio del tío verdugo de don Pablos, terminará
siendo condenada en manos del santo oficio. El narrador insiste en
describirnos un personaje que posee todas las características
definidas como sospechosas por la Inquisición ( la adoración del un
macho cabrío, la profanación de tumbas para robar los huesos, la
capacidad de volar, etc.).
[…]. Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de
Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal.
Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja.
Aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus
pasados, quiso esforzar que era descendiente de la letanía.
Tuvo muy buen parecer, y fue tan celebrada, que , en el
tiempo que ella vivió, casi todos los copleros de España
hacían coplas sobre ella20.
La crítica ha visto en los apellidos de Aldonza lo que el
propio narrador nos insinúa en el texto, es decir que los apellidos de
19.Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Alan Francis, p.17.
20. Francisco de Quevedo, El Buscón, ed. Pablo Jauralde Pou, p.74.
Aldonza indican un origen converso, pero esta no es la única
finalidad del autor, pues en las tradiciones populares españolas los
tres santos presentes en sus apellidos están relacionados con la
hechicería. Aunque las brujas eran asociadas con el demonio,
paradójicamente invocaban el nombre de Dios y de sus santos para
sus conjuros. Algunos de los santos más nombrados en los
diferentes conjuros son San Juan, San Cristóbal, San Pedro, Santa
Brígida, Santa Ana21.
115
Pero tal vez la elección de los apellidos de Aldonza fue
probablemente el único descuido de nuestro autor en su intención
de asociar a la judía con la bruja, pues aunque la brujería en España
haya sido asociada principalmente a los judíos, la “santería”
española esconde de cierto modo algunos rezagos celtas existentes
en las tradiciones paganas de la península, de modo que la
veneración a Santas como Brígida o Ana sirven de conexión con
rituales que involucraban diosas celtas y no poseen ninguna
relación con creencias judías22. Quevedo nos quiere indicar que
Aldonza proviene de un linaje converso y al mismo tiempo nos
mete en alerta que los santos que sus anteriores han escogido son
aquellos utilizados para los conjuros, pero olvida que la costumbre
de disfrazar divinidades con nombres de santos no es una costumbre
de los monoteístas judíos, probablemente por esto en la edición de
1626 el editor cambió los apellidos de Aldonza, como estudiaremos
más adelante. Quevedo nos da a conocer la realidad española, pero
21.Vid. Francisco José Flores Arroyuelo, El diablo en España, Alianza, Madrid, 1885,p. 162.
22. Vid. Pedro Ciruelo, Reprobación de las supersticiones y hechicerías, ed. A. Vernon.
Ebersole, Albatros Hispanófila, Valencia, 1978, p. 123.
ha relegado un pormenor muy importante, que si bien la bruja ha
sido relacionada en la España del siglo XVII con la mujer judía, es
un arquetipo de civilizaciones anteriores, en que determinadas
mujeres eran consideradas portadoras de cualidades mágicas23. Si en
Grecia existía la pitonisa, en el mundo germánico la mujer tenía
conexión con la naturaleza y era conocedora de sus secretos,
características que le daban el don de hechicera. Estas creencias
pre-cristianas han dejado su sustrato cultural en el folclore español,
116
principalmente en los sectores más bajos carentes de verdaderos
fundamentos culturales, que adaptaban los mitos del pasado
convirtiéndolos en la superstición del presente.
El cambio de apellido de Aldonza en la edición de 1626
Yo, señor, soy de Segovia: mi padre se llamó Clemente Pablo,
natural del mismo pueblo -Dios le tenga en el cielo-. Fue, tal
como todos dicen, de oficio barbero; aunque eran tan altos sus
pensamientos, que se corría de que le llamasen así, diciendo que
él era tundidor de mejillas y sastre de barbas. Dicen que era de
muy buena cepa, y, según él bebía es cosa para creer. Estuvo
casado con Aldonza Saturno de Rebollo, hija de Octavio de
Rebollo Codillo y nieta de Lépido Ziuraconte. Sospechábase en el
pueblo que no era cristiana vieja, aunque ella, por los nombres de
sus pasados esforzaba que descendía de los del triunvirato
romano24.
23. Vid. Riane Eisler, Sexos, Mitos y política del cuerpo, Editorial Pax México, México,
2000,p.175.
24.Francisco de Quevedo, el Buscón, ed. Américo Castro, Ediciones de la lectura, Madrid,
1911, p.12.
En la edición del Buscón de 1626 el personaje de Aldonza de
San Pedro cambió su apellido por Aldonza Saturno de Rebollo. Las
razones de este cambio no son totalmente claras. Sin embargo,
considerando el contexto histórico en el que ha sido escrita la obra,
hemos pensado en dos hipótesis que podrían explicar la elección de
los nuevos apellidos:
1. Por medio del nuevo apellido de Aldonza, Quevedo ha
querido recordar La Fraternitas Saturni o Hermandad de Saturno25,
117
fraternidad secreta que nació en Alemania durante los primeros
años del 1600, que contaba con algunos secuaces que se reunían
clandestinamente por toda Europa. Se dice que eran un grupo de
personas que se congregaban para practicar la magia, dividía en
magia demoniaca y magia sexual.
2. La segunda posibilidad, más factible, es que Quevedo a
través de Saturno haya querido recordar una de las características
que eran atribuidas a las brujas: la antropofagia26.
Las brujas compartían con los judíos la desconfianza de parte
de los españoles. Es por esto que las características que se atribuían
a las primeras eran proyectadas en los segundos. De esta manera la
antropofagia era considerada una industria común a ambos sectores.
Si queremos tomar en consideración datos históricos que confirmen
nuestras palabras basta recordar el proceso del Santo Niño de La
Guardia, en el que se quemaron algunos judíos y conversos
acusándolos de haber crucificado un niño para después comerle el
25.Vid. Stephen Edred Flowers, Fire and Ice: Magical teachings of Germany’s secret occult
order, St. Paul Minnesota, Llewellyn, 1990, p. 48.
26.Vid. Julio Caro Baroja, op. cit., p. 219.
corazón. La propuesta de relacionar a Saturno antropófago con las
brujas constituiría un elemento clave para recordarnos algunos
eventos en los que a los conversos terminaron siendo procesados
por antropófagos y una manera de restablecer algunas de las
creencias en las que se basaba el antisemitismo español.
Conclusión del Capítulo
El tono de desdén del autor con respecto a sus personajes es
evidente. Quevedo ha elegido todo tipo de arma útil que sirva para
118
demostrar la inferioridad de aquellos que tienen más incidencia en
la vida mercantil: “los conversos”.
Si en el capítulo segundo hemos demostrado que por medio
de la obra Quevedo criticaba los arbitristas, los falsos caballeros y
toda persona con deseos de introducirse en un circulo social que por
siglos pertenecía solo a los viejos cristianos, en el tercero hemos
señalado la analogía que el autor establece entre el sector de los
burgueses y el de los marginados por la sangre que corre en las
venas de ambos. En este capítulo hemos querido señalar como
Quevedo manipuló las tradiciones populares de la época para
insistir en la distancia existente entre cristianos viejos y nuevos.
Quevedo basa su obra en la jerarquía social existente en
España a partir del siglo XV, pero la modifica fusionando a los
burgueses con los pícaros, insinuando que el dinero de los
mercantilistas conversos no es suficiente para hacerlos subir de
escalón social, pues estos por su sangre manchada se encuentran
mucho más cerca del sector de los marginados que de el de los
privilegiados.
Aldonza, la mujer fácil del refranero y el estereotipo popular
de la mujer judía se han mancomunado para crear a Aldonza de San
Pedro, una mujer sin escrúpulos destinada a morir en manos de la
iglesia. Aldonza de San Pedro es un personaje esencial para el
estudioso del Buscón. A través de ella se llega al eje antropológico
de la obra, que consiste en el rechazo del converso y su
identificación con el pícaro porque no es considerado típicamente
español.