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    INTRODUCC IN AL CRISTIAN ISMO I

    Prof. Gmez Navarro, ngel.

    THEODOR SCHNEIDER

    LO QUE NOSOTROS CREEMOS

    Exposicin del Smbolo de Apstoles Ed. Verdad e Imagen Salamanca, 1991.Creo en Dios Padre

    1. La fe en Dios, hoy

    Al inicio de nuestra reflexin sobre la primera frase del smbolo de los apstoles o profesin defe formulada en el bautismo cristiano, es lgico que nuestras expectativas sean elevadas. Se

    trata, nada menos, de que se realice en nosotros lo que la Carta a los efesios desea a sus lectores

    con tanta vehemencia: Que el Dios de Jesucristo, nuestro Seor, el Padre que posee la gloria,

    os infunda el espritu de sabidura y de revelacin para que lleguis a conocerle (Ef 1 , 17).

    a) La peculiaridad de la confesin cristiana de Dios.

    La continuacin de esta extensa plegaria sobre la iluminacin de Dios perfila, por lo dems, de

    un modo originario todo el esquema de la confesin cristiana de Dios: el que reconoce a este

    Dios, tiene que hablar de sus grandes gestas en Jesucristo y en el Espritu santo. El ilumin los

    ojos de vuestro corazn para que comprendis la esperanza que abre su llamamiento, el tesoro

    de la gloriosa herencia destinada a sus con consagrados y su extraordinaria potencia en favor de

    los que creemos, mediante la eficacia de su poderosa fuerza. El demostr esa poderosa fuerza

    en Cristo, al que resucit de la muerte y elev al cielo para ocupar el puesto a su derecha, por

    encima de todos los principados y potestades, poderes y dominaciones, y por encima de

    cualquier nombre que se pronuncie no slo en este mundo, sino tambin en el venidero. S, todo

    lo someti bajo sus pies y a l lo hizo, por encima de todo, cabeza de la Iglesia, que es su cuerpo,

    el complemento del que llena totalmente el universo (Ef 1, 18-23).

    La historia y el destino de Jesucristo, el Hijo del hombre, y la proximidad palpable de Dios en

    la comunidad de los discpulos ponen de manifiesto a quin se reconoce y se testifica aqu como

    fundamento y meta de nuestra conciencia cristiana: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Seor

    Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendicin de su Espritu (Ef 1, 3). Este Dios no es

    otro que el Dios nico, al que tambin los musulmanes adoran con nosotros, al que aspiran los

    adictos de las ms diversas religiones cuando buscan en la sombra y en imgenes al Dios

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    desconocido. No obstante, la novedad y la heterogeneidad de esta confesin cristiana de Dios,

    que tuvo su concrecin escandalosa en la interpretacin teolgica del destino de Jess de

    Nazaret y de su movimiento, produjo desde el principio una gran impresin: los

    seguidores de este camino (Hech 9,2) fueron juzgados y excluidos en el mbito de la fe mosaicacomo desviados e innovadores (cf.Hech 8, 3) y en el rea de la religin estatal romana y de suscultos fueron perseguidos y maltratados como ateos, como negadores de Dios. Confesar alDios cristiano, hablar como cristiano sobre Dios significa ante todo hablar de Yahv, el Dios de

    Israel, como habl Jess, que le llama Padre (Abba) de modo tan ostensible ydesacostumbrado. Este Dios es tambin el nuestro segn la experiencia de los discpulos deJess, porque se da y se entrega como el Dios uno y nico en su palabra y en su amor a todoslos hombres, y aparece tambin como Padre nuestro en su Hijo Jess y en el Espritu santo.

    Se podra presentar ahora la frase introductoria creo en Dios Padre como un smbolo, como

    un signo de identidad para responder a las expectativas de los que desean un comentario sobre

    la realidad especficamente cristiana de Dios, comenzando inmediatamente con la exposicin

    pormenorizada de la revelacin histrica de Dios tal como se decant en los escritos sagrados

    del antguo y del nuevo testamento.

    b) El obstculo del atesmo

    Sin embargo la concepcin cristiana de Dios se encuentra desde el principio y a lo largo de los

    siglos en un contexto histrico concreto que vara segn las pocas y que es factor determinante

    del pensamiento y del lenguaje sobre Dios. Es muy importante para la prctica de la fe actual y,

    sobre todo, para el testimonio misionero tener presente que la conciencia contempornea no

    cuenta ya, obviamente, con la realidad de los poderes y los seres divinos, como contaba la

    Antigedad, sino que hoy nos azota de lleno el vendaval del atesmo.

    1. Inviabilidad del lenguaje sobre Dios?- No es ste el lugar adecuado para exponer la

    historia moderna en el aspecto de alejamiento de la fe tradicional en Dios. Tampoco podemos

    intentar aqu el debate argumentativo con las diversas formas del atesmo y del agnosticismo

    actual. Pero podemos recorrer tranquilamente el paisaje bblico, caminar por las sendas

    seguras de Tierra Santa para explorar los lugares clsicos de la experiencia y del lenguaje judeo-

    cristiano sobre Dios, cuando innumerables personas se atormentan, a sabiendas u oscuramente,

    con la pregunta de si Auschwitz no es la demostracin irrefutable de la ausencia total de Dios en

    nuestra existencia humana? El lugar central del genocidio organizado burocrticamente se

    convierte as en la cifra de esos destinos humanos absurdos e inconcebibles causados por la

    maldad y la ceguera humana, que parecen ahogar en sangre cualquier posible respuesta positiva

    a la pregunta por el sentido de la vida humana. El atesmo que, segn el ltimo concilio, es uno

    de los fenmenos ms graves de este tiempo, no se est convirtiendo cada vez ms en la

    cosmovisin universal de una sociedad de las necesidades que puede criticar al Dios de

    nuestra esperanza como reflejo intil, como supuesta realizacin ilusoria de necesidades

    frustradas, como engao y como falsa conciencia? O van a dar la razn los prximos decenios

    a aquellos que suponen que el atesmo es una especie de etapa intermedia de un proceso que

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    aboca en el agnosticismo, una actitud espiritual de resignacin que, desconfiando de toda

    especulacin filosfica, no admite demostracin a favor ni en contra de la existencia de Dios y

    deja pendiente la cuestin del Absoluto con el pretexto de los estrechos lmites del conocimiento

    humano? Logra algo el pensamiento humano condenndose definitivamente, en el tema

    decisivo, a la incertidumbre? Se puede observar de hecho cmo la pregunta occidental por el

    ser del ente, que desde Platn y Aristteles ha ocupado y marcado de los modos ms dive rsos

    a la filosofa y a la teologa hasta hoy, ha alcanzado, en una consecuencia trgica, el punto dondetambin el ser de Dios se desvanece y escapa al esfuerzo intelectual serio.

    Hasta qu punto podemos decir: Dios es? Sin duda, no como una constatac in-objetiva y

    neutral al estilo de la frase El Dios que , no existe! Slo se puede hablar

    de Dios en una fe comprometida que no dice , con sujeto impersonal, sino que ve en Dios

    un y un . El que habla de Dios sin ser afectado por l, ya ha perdido en el fondo a Dios.

    En la medida en que se concibe y describe no slo el ser, sino tambin su fundamentacin

    ltima en sentido neutral-objetivo, entitativo y apersonal, en la medida en que la ausencia de un

    t en la pregunta tradicional por el ser determin el lenguaje cristiano sobre Dios (ens a se,

    summum ens, causa prima) terminolgicamente y en el contenido, la experiencia bblica personalde Dios qued cada vez ms encubierta y reprimida.

    As pudo desaparecer en una concepcin cientfico-tcnica del mundo la pregunta por la causa

    ltima o por un ser supremo; ese concepto se utiliz inicialmente como un tapa agujeros, pero

    ms tarde fue eliminado como una superestructura superflua, aadida a una naturaleza

    investigable y manipulable sin necesidad de l.

    2. La pregunta permanente sobre Dios.- Pero justamente este callejn sin salida histrico

    pone de manifiesto que la cuestin de Dios no queda abolida, que una conciencia

    antropocntrica reforzada la reflexin implacable sobre las condiciones y determinaciones de la

    vida humana, puede alumbrar una nueva aparicin de Dios en la pregunta radicalizada que el

    hombre se hace sobre s mismo. Sorprendentemente, el grito desde lo hondo se puede hacer

    or tambin all donde se encuentra con todo menos con manifestaciones elementales de la

    cuestin de Dios en figura de un combate desesperado en torno al sentido y al fin de la propia

    vida. La prensa divulg hace algn tiempo un testimonio impresionante producido en la China

    comunista. Yo no conozco ningn otro relato personal de nuestros das que en menos espacio,

    en una pura descripcin del camino personal, pero con una penetracin existencial que recuerda

    las Confesiones de Agustn, aborde concretamente, desde la propia bsqueda, todos esos

    aspectos que la teologa intenta reivindicar desde los das de Pablo hasta la actualidad como

    signos de la referencia estructural de nuestra existencia a Dios. Una teologa fundamental

    narrativa no podra ser ms exacta ni ms acertada que este historial de la joven china Pan

    Syau, del que reproduzco aqu algunos fragmentos importantes:

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    Tengo ahora 23 aos. Se suele decir que a esta edad uno hace su entrada en la vida. Mas para

    m la vida no guarda ya ningn secreto y ha perdido todo atractivo. Parece como si hubiera

    alcanzado ya el final de mi existencia. Al volver la mirada a la trayectoria que dejo atrs, veo un

    arco que pas del rojo brillante al gris plido, de las elevadas expectativas a las profundas

    decepciones; una evolucin que empez con una actitud desinteresada y desemboc en un

    egocentrismo solitario.

    Antes soaba, llena de nostalgia, con una vida humana ideal. Cuando era escolar, o contar la

    historia del mineral que se ennoblece hasta que llega a ser acero, y me hablaron del diario de Lei

    Feng. Aunque no entenda an muchas cosas, me emocionaban tanto las gestas de los hroes

    que durante la noche no poda conciliar el sueoViva como embriagada en una atmsfera de

    sacrificio y entrega. Mi diario estaba repleto de frases bellas. Yo intentaba seguir de palabra y de

    obra el ejemplo de los hroes.

    Pronto, sin embargo, sent en m un dolor secreto. Constataba, en efecto, a menudo una

    contradiccin entre lo que mis ojos vean y las ideas que me inculcabanSent progresivamente

    que el entorno no era tan atractivo como se pintaba en los libros. Yo me preguntaba: Debo creer

    a los libros o a lo que ven mis ojos? Debo confiarme a los profesores o confiar en m misma?

    Estaba llena de contradicciones. Pero como an era pequea, no era capaz de analizar estos

    fenmenos sociales. Adems, la educacin escolar me haba conferido una extraa capacidad.

    Yo haba aprendido a cerrar los ojos, a engaarme a m misma, a grabar en la memoria algunas

    citas y a refugiarme en mi mundo psquico ideal.

    Pero ms tarde este recurso no surti efecto. La vida me dio duros golpes.

    Al finalizar la enseanza secundaria muri mi abuelo. Una casa que antes estuvo llena de amor

    y afectividad qued de pronto vaca y fra. Me pasaba todo el da discutiendo de dinero. Mi madre,

    que trabajaba fuera, se negaba a ocuparse de mi manutencin

    Me sent herida Cielos! Si esto ocurre entre los parientes ms prximos, cmo sern las

    relaciones interhumanas en la sociedad! Enferm gravemente.

    Busqu la amistad. Pero una vez que comet un pequeo error, una buena amiga a la que haba

    confiado mi corazn redact por escrito todo lo que le haba dicho en la intimidad y lo refiri

    palabra por palabra al jefe. Busqu el amor. Conoca a un compaero de la brigada. Su padre

    haba sido perseguido cruelmente por la banda de los cuatro. Yo le rode del ms puro amor y

    de la ms profunda compasin. Tom mi corazn herido y le san las heridas. Cuando tuve que

    recibir tan duros golpes de fuera, el amor me procur consuelo y dicha.

    Pero quin hubiera pensado que mi amigo, una vez destruida la , se ibaa apartar de m y no me iba hacer ya ningn caso. Me sent deprimida!

    Pas dos das y noches sin comer ni dormir. Ech pestes y maldiciones. Mi corazn estaba tan

    lleno de clera y furor que amenazaba estallar. Ah, Vida, me has enseado realmente tu careta

    ms hosca y desagradable. El misterio de la vida consiste en lo que t me has mostrado? Para

    dar una respuesta a la pregunta por el sentido de la vida, observ con atencin a la gente. Fui a

    pedir consejo a ancianos de cabello blanco, busqu una leccin en nios que vivan en tugurios,

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    escuch doctos profesores, aprend cosas de trabajadores sudorosos y sucios. Ms no encontr

    una respuesta satisfactoria. Unos decan que el sentido de la vida era la revolucin. Pero esto

    me pareca a m pura palabrera y nada ms.

    Otros decan que el sentido de la vida consista en alcanzar la fama. Cmo se puede evitar

    entonces el distanciamiento de la gente ordinaria? Se dice que el buen nombre perfuma cien

    generaciones; pero tambin hay un proverbio que dice:

    Otros crean que la vida encontraba un sentido en el servicio a la humanidad. Pero este alto

    ideal difcilmente se puede conciliar con la realidad. Cuando uno choca con los jefes por una

    unidad de trabajo, cuando uno corre por calles y callejuelas barbotando denuestos por un

    pequeo asunto, se puede hablar en serio de servicio a la humanidad? Me aconsejaron que

    gozase de la vida, que comiera y bebiera, que jugara y me divirtiera, que el hombre viene desnudo

    al mundo y lo abandona con las manos vacas. Pero el sentido de la vida no puede consistir en

    venir al mundo y andar por l sin objetivo. Muchas personas me aconsejaron no cavilar ni

    romperme la cabeza. La vida es para vivirla; muchas personas no la entienden y, a pesar de todo,

    siguen viviendo. Pero yo no soy capaz de eso. , : estas dos palabrasme bullan en el cerebro, eran como un lazo puesto alrededor de mi cuello para forzarme a tomar

    inmediatamente una decisin. Estaba acostada y me revolva en la cama de un lado a otro.

    Segua pensando, cavilaba y me devanaba los sesos.

    Mis observaciones de la vida humana desdoblaron mi personalidad: por un lado me defenda

    contra la realidad trivial; por otro, nadaba a favor de la corriente.

    Se dice a menudo que cuando uno tiene una profesin se siente realizado, alegre y fuerte. No

    es ese mi caso. Yo sufro, yo lucho, me desgarro. A m me gustara mostrarme fuerte, pero s

    perfectamente lo dbil que soy. A veces pienso: qu estoy haciendo? por qu tropiezo con

    tantas dificultades? Yo tambin soy un ser humano. Tendra que vivir un matrimonio feliz, ser una

    esposa solcita y una buena madre. Para qu tanto escribir? Qu puedo ya escribir?

    Puedo cambiar la vida con todos mis folios escritos, influir en la sociedad? No lo creo. Algunos

    dicen que nuestro tiempo progresa, pero yo no logro asirme a su fuerte brazo. Otros dicen que

    este mundo tiene por delante una gran misin. Pero yo no s dnde puedo encontrar usa misin.

    El camino del hombre se va estrechando cada vez ms y yo estoy tan casada. He entrado ya en

    una iglesia catlica para ver la funcin religiosa. S, he pensado incluso raparme la cabeza y

    hacerme bonza budista. Tambin he pensado en suicidarme. Mi corazn est confuso hasta el

    extremo, repleto de contradicciones.

    Compaeros redactores, os escribo esta carta en medio de mi gran indigencia Si tenis el

    valor de publicar mi carta, me gustara que todos los jvenes de nuestro pas la leyeran. Creo

    que los corazones de la juventud me comprenden.

    3. La solucin aparente: la esencia divina de la humanidad (Ludwig Feuerbach).- Si nos

    referimos aqu a la explicacin psicolgica de la religin dada por Ludwig Feuerbach (18041872),

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    la figura clave del atesmo moderno, y recordamos brevemente el punto central de la crtica

    feuerbachiana a la idea de Dios, es nicamente para poner en claro que tenemos motivos y razn

    para estar convencidos de que la crtica moderna a la religin tampoco liquida en modo alguno

    la cuestin de Dios. La cuestin queda abierta y es lgico afrontar la fe bblica en Dios. El atesmo

    moderno en modo alguno nos deja desarmados argumentativamente. Todas las corrientes del

    atesmo actual estn influidas o dependen directamente de la reinterpretacin que hace

    Feuerbach del cristianismo y de la religin; tanto Nietzsche como el marxismo, Sigmund Freudcomo Jean-Paul Sartre.

    El intento feuerbachiano de demostrar que la religin es una ilusin parte de una clara distincin

    entre el gnero hombre y cada uno de los seres humanos. Como ensea la experiencia, los

    individuos son imperfectos, limitados y finitos; el gnero hombre, en cambio, la humanidad , es

    infinita. Toda limitacin del pensar, querer y obrar de cada ser humano queda absorbida por el

    progreso histrico de la humanidad y est superada en l. Pero cada ser tiende, en su estrechez

    de miras y en su egosmo, a mirar slo por su propia existencia. Por eso no percibe la infinitud

    de la humanidad ni su propia plenitud, sino que toma lo infinito por otro ser completamente distinto

    del ser humano. (Feuerbach hipostatiza, pues, el gnero hombre hasta el punto de presentar laesencia humanacomoun sujeto de accin, un sujeto junto a los individuos, adicional a ellos y

    con independencia de ellos). El autoengao religioso, la ilusin, consiste, segn Feuerbach, en

    tomar nuestra propia realidad como algo ajeno: transfigurar la plenitud infinita del gnero hombre

    en un ser infinito distinto del hombre. Y por hacer eso y en la medida en que lo hacemos, este

    ser divino no es sino la proyeccin de nuestro propio ser en su supuesto cielo. De ah la

    necesidad de convertir de nuevo al sujeto divino en el predicado del ser humano. En lugar de

    decir Dios es el amor, hay que decir que el amor (del hombre) es divino. El hombre est alienado

    mientras atribuya su ser a otro, a un ser contrapuesto a l.

    4. La muerte de Dios y el tema de Jess.- No necesitamos aqu dedicar un anlisis

    detenido a la absurda moda, ya desfasada, de la teologa de la muerte de Dios. Pero el hecho

    de que esa corriente pudiera articularse como direccin teolgica, como teologa, como

    lenguaje sobre Dios que cree poder declarar que ese Dios ha muerto, que no existe o que ya no

    existe, muestra a las claras hasta qu punto ha penetrado la idea de Feuerbach en el mbito del

    pensamiento teolgico cristiano. La defensa de la idea de Dios puede parecer a una mirada

    superficial como un combate en retirada, sumamente onerosa. No sera mejor la situacin del

    cristianismo en el mundo moderno si intentramos plantear directamente como tema teolgico

    central, sin el empleo del vocablo Dios, la salvacin del hombre y el mandamiento del amor deJess? Es evidente que este tema posee cierta fuerza seductora y que ha ofuscado a ms de

    uno.

    Pero el que as argumenta se basa realmente en una ilusin. No advierte, en efecto, lo poco

    que se puede aclarar y justificar lo especfico de Jess, su ejemplaridad y su pretensin, si se

    elimina la idea de Dios. Slo cabe pensar as dejando de lado elementos capitales de los escritos

    bblicos. Hay que mencionar ya aqu, al menos, los dos elementos ms importantes: Jess

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    mismo se presenta al servicio del reino de Dios, como mensajero del mismo, y esto hasta tal

    extremo y tan exclusivamente que no se ve cmo sea posible tomar en serio a Jess y su

    mensaje prescindiendo de ese punto central, para ceirse a la autoconciencia y la existencia

    humana de Jess. Relegar la cuestin de Dios significara declarar la autoconciencia del Jess

    terreno, en tanto que es verificable histricamente, como mera fantasa e ilusin. La fe en Jess

    depende de la creencia en su relacin especial con Dios.

    Pero tambin eso que suele llamarse el tema de Jess, su mensaje explcito de amor, que

    incluye a todos, mxime a los dbiles y tambin a los adversarios y enemigos, apenas deja otro

    resultado que una exigencia tica a ultranza si se intenta prescindir de la idea de Dios y de la fe

    en Dios. El mensaje de amor de Jess- esto se averigua con los recursos exegticos ms

    sencillos- es primariamente un mensaje sobre el amor de Dios a nosotros. Y el nuevo testamento

    describe nuestra respuesta como el intento de aceptar y asumir este movimiento y esta actitud

    de amor. As, pues, sin la fe en Dios el mensaje de amor cristiano perdera su verdadera raz y

    su condicin de posibilidad.

    Estas breves alusiones bastan para conocer desde el principio la estrecha correlacin existente

    entre el primero y el segundo artculo de la fe, su interconexin hasta cierto punto y, por tanto

    cmo la fe en Dios y la fe en Jess se apoyan y se interpretan mutuamente. Las objeciones

    inconscientes, secretas, subliminales, de la poca contempornea contra la fe en Dios, y tanto

    ms los diversos argumentos de la crtica a la religin desde la posicin atea apuntan, pues, al

    conjunto de la fe cristiana. Hubo un periodo de tiempo en que la teologa dialctica evanglica

    quiso hacer de la necesidad virtud e intent perfilar, con ayuda del atesmo moderno, una teologa

    radical de la revelacin: slo cuando fracase el pensamiento humano sobre Dios, cuando toda

    teologa natural y todas las demostraciones pretenciosas de la existencia de Dios hayan

    fracasado, estar preparado el terreno para la palabra pura de Dios, para el mensaje del Dios

    totalmente otro. La fe cristiana no es la religin a la que Feuerbach se refera y por eso no leafecta su crtica en el fondo. Es obvio que esta argumentacin contiene un ncleo de verdad,

    pero en el punto decisivo se muestra superficial e incurre en sospecha de ideologa de

    inmunizacin, que no admite ya ningn argumento. Y cuando esa argumentacin afirma la total

    heterogeneidad de la fe cristiana frente al resto de la experiencia religiosa, corre incluso el riesgo

    de deformar o enmascarar hechos histricos. En efecto, comenzando por los escritos bblicos,

    se puede perseguir a travs de la historia la influencia confirmadora que han ejercido las ideas

    sobre Dios y el lenguaje religioso de cada poca en la figura del mensaje cristiano. Y, sobre todo,

    ese exclusivismo no imposibilita cualquier comunicacin intelectual? Estad dispuestos siempre

    a dar razn de vuestra esperanza a todo el que os pida una explicacin (1 Pe 3, 15). Esteprincipio de teologa fundamental, de la primera carta de Pedro, dice lo esencial sobre la

    autocomprensin de la fe cristiana y de su teologa: el mensaje del Dios cristiano no es una

    doctrina esotrica para personas que no estn acostumbradas a pensar, sino que es preciso

    afrontarlo, en la medida de lo posible, a nivel argumentativo, de suerte que la dificultad para

    asentir al evangelio de Dios resida slo en la cosa misma: en la decisin de responder a esa

    exigencia y no en la desfiguracin o la tabulacin de la doctrina cristiana sobre Dios.

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    5. Qu valor tiene la tesis de la proyeccin? Cmo entender y neutralizar la objecin

    decisiva de ilusin y de proyeccin? En este contexto es un factor importante la visin que se

    tenga del hombre, de su existencia, de su realizacin vital, la idea de su apertura a la totalidad

    tanto en el plano del conocimiento como en el plano de la accin tica, y, sobre todo, la idea de

    su tendencia a la conformacin y modificacin del mundo. Cuando se caracteriza al ser humano

    como el ser abierto al mundo, se entiende que el hombre est abierto ms all de una

    determinada figura de su mundo; que es capaz de modificar esa figura, pero est referido tambina una plenitud que l no encuentra en el mundo presente. El hombre, en su apertura al mundo,

    aparece remitido a una realidad infinita que lo sustenta, que supera la limitacin de todo lo

    presente, que es diversa de todo, una realidad que es el origen de su libertad, origen de la posible

    elevacin del hombre por encima de cualquier lmite de su situacin.

    Estas reflexiones permiten enjuiciar fundamentalmente la crtica atea a la idea de Dios que se

    ha desarrollado desde Feuerbach. Pero la realidad de Dios no queda demostrada por haber

    descubierto que la esencia del hombre, la estructura de su subjetividad, presupone una realidad

    divina superior a l y a todo lo finito y que fundamenta y sustenta todo este mundo de la finitud.

    Quedara siempre la posibilidad de que el hombre est predispuesto por su naturaleza a unailusin inevitable para l. No obstante, si la formacin de la idea de una realidad divina

    supramundana se basa en el ser del hombre, entonces la formacin de esta idea sera inevitable

    aunque se tratara de una ilusin. La argumentacin atea, en cambio, afirma poder demostrar que

    la idea de Dios es una ilusin superable, derivada de la peculiaridad de una fase transitoria del

    desarrollo humano. El nervio de esta argumentacin es la demostracin de la superfluidad de la

    temtica religiosa para una concepcin adecuada del ser humano. Si esta demostracin fuese

    correcta, cualquier otro lenguaje sobre Dios perdera sentido. Pero no es, al pronto, sino una

    mera afirmacin contraria a la tesis de todas las religiones y de muchos grandes filsofos de

    todos los tiempos, incluidos Kant, Hegel y, a su modo, tambin Heidegger: la tesis de que elhombre, a la luz de la experiencia y de la reflexin desde los comienzos de la historia de la

    humanidad, es un ser fundamentalmente religioso que en sus esperanzas y anhelos y en su

    conducta busca un fundamento entitativo global que pueda ser el origen, apoyo y meta de su

    existencia. Es evidente que esto no implica an la demostracin de la existencia de Dios; pero

    est claro que tal exigencia no puede excluirse. Y si no puede excluirse, es posible en principio

    que los hombres lleguen al convencimiento de la existencia de Dios invocando una revelacin

    divina. Entonces es tarea de la teologa hacer ver que la creencia en una automanifestacin de

    Dios tiene sentido ante el fuero de la razn.

    c) La racionalidad de la fe en Dios.

    1. Ambivalencia de nuestra experiencia del mundo.- El punto de partida de nuestra reflexin

    es la ambivalencia de nuestra experiencia del mundo; la experiencia del absurdo y del error, de

    la ausencia de sentido, de la maldad y la crueldad, de las catstrofes naturales, del fracaso y la

    impotencia, va siempre acompaada de la experiencia de la belleza y la felicidad, de la alegra,

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    el entusiasmo, el amor y la fidelidad, hasta tal punto que muchas veces slo es el talante de cada

    momento o la predisposicin personal lo que hace destacar los colores claros o los oscuros. Esta

    ambivalencia es una base emprica que impulsa a formular la pregunta sobre la realidad de Dios,

    ya que en la medida en que tal experiencia puede remitir a Dios, lo pone en cuestin al mismo

    tiempo.

    Ante esta ambivalencia de nuestra experiencia del mundo, que induce y moviliza, por un lado,

    una precomprensin general de Dios y plantea, por otro, una cuestionabilidad radical, la

    argumentacin racional choca con una barrera infranqueable; tanto el atesmo como la fe en Dios

    son indemostrables e irrefutables; no se pueden fundamentar con una argumentacin radical,

    pero tampoco se pueden dejar de lado. Ambos, en efecto, constituyen una opcin, una toma de

    postura que puede aducir razones importantes a su favor, pero que tiene tambin en contra unas

    experiencias y unos argumentos de peso. Todo queda en tablas? Los platillos de la balanza

    estn en perfecto equilibrio o cabe poner sobre uno de ellos un peso adicional decisivo?

    2. La confianza bsica.- Conviene sealar a este respecto el fenmeno que la psicologa

    llama confianza primigenia o confianza bsica. Se refiere a la actitud positiva ante la vida que

    todo ser humano toma en cierto modo como punto de partida, al menos mientras no se abandone

    a una desesperacin total. En la medida en que una persona que argumenta en sentido ateo,

    intenta dar una determinada direccin a su vida, a su familia, a la sociedad, de cara a un objetivo

    que considera razonable y digno, tal persona vive espontneamente de una confianza

    fundamental en el sentido de su quehacer y su vida, y de la vida de su nacin y de la humanidad.

    Pero la cuestin es cmo fundamentar esta confianza fundamental. La opcin positiva, el s a

    la realidad implicado en la confianza fundamental no resulta infundado e inconsecuente desde

    el ngulo del atesmo? Y aquel que justifica esta confianza fundamental por la creencia en Dios

    que aparece obviamente cuestionada por la ambivalencia insalvable del mundo emprico-nopuede aducir una razn incuestionable para presuponer y confiar en el sentido de la totalidad?

    La confianza fundamental del ateo es irracional en ltima instancia.La creencia en Dios como

    confianza radical puede ofrecer la condicin de posibilidad de la realidad incierta. En ese sentido

    presenta una racionalidad radical. En el platillo de la balanza de la argumentacin atea falta al

    menos la fundamentacin de una confianza fundamental. En el platillo de la balanza de nuestra

    creencia en Dios colocamos, con la confianza fundamental, su fundamentacin. Esto no significa

    en modo alguno, como sabemos por numerosos ejemplos; que un ateo ponga menos empeo

    y menos confianza en el resultado positivo de la totalidad que un cristiano. Pero es obvio que

    el ateo no puede justificar esta apuesta, su confianza fundamental, ante su posicin atea.

    3. Amenaza permanente por parte de nosotros mismos.- De ese modo hemos puesto en

    claro, partiendo de la posicin negativa, que es razonable y tiene sentido examinar la concepcin

    de Dios propuesta en la Biblia y atender a su mensaje. En cualquier caso, debemos recordar que

    esa planta invasora, aparentemente fornea, que es el atesmo, brot en nuestro propio suelo,

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    degradado y asolado por nuestro comportamiento defectuoso: el suelo de una creencia en Dios

    alterada por formas cognitivas errneas y por unas graves deficiencias en la praxis. Y esto no es

    un mero asunto del pasado.

    En efecto, el modo de abordar nuestra fe en la teora y en la prctica induce directamente un

    riesgo de contaminacin de la creencia en Dios, en nosotros mismos y en los otros. Es

    exactamente la prudente observacin que hicieron los participantes del concilio Vaticano II: los

    cristianos comparten la culpa en la aparicin del atesmo por haber oscurecido la verdadera

    imagen de Dios con las deficiencias de su vida religiosa, moral y social. Si la especulacin

    teolgica y la vaga conciencia del entorno cristiano han deformado el lenguaje bblico, vivo y

    concreto, sobre el dominio de Dios en la historia, para convertirlo en el concepto abstracto de un

    tesmo desvado, en un lejano cuasi supery, en una figura legitimadora de las condiciones y

    los valores establecidos, esa deformacin necesita del purgatorio de Feuerbach (Arnold Ruge):

    la crisis saludable de la impugnacin atea.

    No debemos olvidar que una concrecin bienintencionada hecha por la religiosidad popular

    puede rebajar el misterio de Dios y anularlo por efecto del ridculo. En este aspecto, el trono de

    gracia, tan representado en la Edad Media tarda-el anciano rey barbudo sentado en el trono,

    sosteniendo al Hijo crucificado, y una paloma suspendida sobre la cabeza- es algo ms que un

    testimonio, a veces de gran valor artstico, de una poca pasada. Es una advertencia sobre el

    permanente riesgo que corre la fe de concebir la unidad misteriosa del Padre, el Hijo y el Espritu

    mediante un tritesmo primitivo, condicionado e influido a su vez por un determinado tipo de

    especulacin trinitaria y por la recepcin acrtica de su lenguaje, demasiado obvio, sobre lastres

    divinas personas. El misterio de la vida divina trina y una slo se puede expresar en un lenguaje

    anlogo y figurado; pero no es vlida cualquier imagen para tales efectos.

    No menos destructivos que las formas equivocadas del lenguaje teolgico y de la religiosidad

    popular es el culto a los dolos que profesa un materialismo prctico, instalado cmodamente

    en nuestras latitudes detrs de la fachada de un bienestar de apariencia cristiana. El comentario

    de Martn Lutero al primer mandamiento conserva a este respecto toda su vigencia y rigor:

    Pues la fe y Dios secorrelacionan perfectamente. Ahora bien, digo yo que aquello que ocupa

    tu corazn y conquista tu persona es en realidad tu DiosLo explicar con ejemplos cotidianos

    de conducta contrapuesta para comprenderlo mejor. Hay algunos que creen que Dios y todo lo

    dems estn de ms si poseen dinero y bienes; se entregan al dinero y lo cuidan con tanto mimo

    que no dan nada a nadie. Mira, sos tienen un dios: se llama Mammon, es decir, dinero y bienes;

    en l ponen su corazn. Es el dolo ms extendido en la tierraOtro tanto ocurre con aquel que

    cree poseer mucho saber, mucha prudencia, mucho poder, mucha libertad, muchas amistades y

    muchos honores. Tambin ese tiene un dios, mas no el Dios nico y verdadero. Esto lo puedes

    comprobar en la vanidad, seguridad y orgullo que muestran los poseedores de esos bienes y en

    la cobarda que delatan cuando les faltan o los pierden.

    Por eso repito que el sentido correcto de este fragmento es: significa tener

    algo que ocupa totalmente el corazn.

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    4. Vigilancia paradjica.- Nuestro intento de dejar hablar al Dios de la revelacin bblica y de

    hacerlo presente sin alterarlo ni denigrarlo con la manipulacin de su testimonio no es, pues,

    una empresa fcil. Adems de la disposicin a aceptar la aventura de este encuentro, se precisa

    a nivel intelectual una vigilancia en cierto modo paradjica: por una parte, la sobria tenacidad de

    un esfuerzo mental que no se conforma con ciertos saberes provisionales ni subestima la

    posibilidad de las preguntas humanas; y por otra, la honestidad de reconocer y tomar en serio el

    hecho de que el misterio divino no se ajusta a ninguna definicin, ningn concepto oargumentacin lgica, sino que brilla en todo caso a travs de todo eso como misterio inaccesible:

    La oscuridad persiste; pero se sita all donde tiene que estar con toda humildad; no en la

    renuncia al esfuerzo cognitivo, sino en el reconocimiento de sus lmitesEn lugar de rebelarse y

    erigirse a s misma como medida de todas las cosas, la razn reconoce que ella misma depende

    del misterio. Reconocer el misterio significa aceptar la arbitrariedad ilgica de los hechos y

    apreciarla como soporte de un sentido que va ms all de la lgica de la razn y de la ciencia

    con su tendencia a la universalizacin y la absolutizacin de los hechos. La razn se realiza en

    el contexto del misterio y no fuera de su mbito. Sabe que est iluminada por la opacidad de la

    penumbra divina. Aqu reside el carcter teologal de la teologa, en tanto que sta se entiendecomo racionalidad dentro de la fe. La teologa no pretende en modo alguno poner fin al misterio.

    Ella proclama su profundidad insondable. La teologa se convierte entonces en doxologa: Oh

    profundidad de la riqueza, de la sabidura y del conocimiento de Dios. Qu insondables son sus

    juicios, qu inescrutables sus caminos. Quin ha conocido el sentido de los planes de Dios? O

    quin ha sido su consejero? O quin le dio algo para que l tuviera que restiturselo? Todo viene

    de l, es por l y va hacia l. A l el honor por siempre, Amn (Rom 11, 33-36). Esto slo puede

    entenderlo el que supera el espritu de geometra y se orienta en el espritu de comprensin

    intuitiva, el que va ms all de la razn analtico-instrumental, predominante en nuestro mundo

    cientfico y tcnico, y da un margen al pensamiento sapiencial y sacramental.

    2. La experiencia plural de Dios en el pueblo de Israel

    Intentemos profundizar ms en el sentido de la primera frase del smbolo de los apstoles;

    Creo en Dios Padre. Hemos sealado ya que el texto de este enunciado fundamental habla de

    Dios como Padre de Jesucristo, que por medio de Jess se manifiesta tambin como Padre

    nuestro. Si buscamos una comprensin ms exacta de este credo bsico, nos encontramos con

    dos grandes conjuntos.

    El primer conjunto (captulo primero) aparece cuando contemplamos con los ojos del Jess

    terreno la experiencia de Dios que tuvo el pueblo veterotestamentario, el pueblo de cuya tradicin

    religiosa vive Jess; cul es el mensaje fundamental del pueblo elegido sobre su Dios vivo? A

    esta pregunta hay que aadir otra complementaria: no pone Jess su nota propia e

    inconfundible a ese mensaje israelita sobre Dios? dnde y cmo lo hace? Pero tambin esta

    pregunta se refiere a la conducta y la predicacin del Jess prepascual.

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    El segundo conjunto (captulo segundo) est determinado, en cambio, por la necesidad

    pospascual de percibir y descubrir el destino de Jess, sobre todo su muerte ignominiosa y su

    elevacin a la vida de Dios, como relevante para la imagen de Dios y para la fe en Dios. En

    efecto, la conjuncin de los trminos muerte en cruz y Dios conduce, en forma mucho ms

    radical que una teologa de la encarnacin, a un cambio drstico en la idea de Dios.

    Cuando el Jess adolescente fue iniciado y se ejercit en la fe de su pueblo, tena casi dos mil

    aos de historia detrs de s. Esta historia aparece en los libros del antiguo testamento en un

    orden cronolgico que est determinado en parte por el esquema de promesa y cumplimiento.

    Lo cierto es que la ciencia veterotestamentaria ha constatado desde tiempo atrs que la serie y

    la coordinacin de los diferentes fragmentos y elementos de la tradicin no en ltimo lugar deben

    leerse como una historia evolutiva de la creencia en Dios en el antiguo testamento. Hay que

    comprender y tomar en serio, sobre todo, la exposicin del hexateuco; es preciso tomar en serio

    los libros desde el Gnesis a Josu, es decir, los relatos bblicos desde el comienzo de la

    creacin, pasando por la expansin de la humanidad y la gnesis del pueblo de Israel hasta la

    conquista de Canan, como un testimonio creyente de la interpretacin del mundo y de la historia.

    Como el marco temporal ofrecido en esos libros no se puede tomar sin ms como un esquemahistrico-cronolgico, la exgesis actual tiende a partir, en la descripcin del desarrollo de la fe

    israelita, no de una lnea evolutiva fija al nivel de la historia de las ideas, sino de diversos campos

    de experiencia religiosa y a analizar el precipitado lingstico de tales experiencias: Yahv

    posibilita la vida en el desierto del Sina (Jue 5, 4 s; Dt 33 2; Sal 68, 8-11). Los textos conciben

    la liberacin de la esclavitud en Egipto como una nueva libertad otorgada por Dios. En los

    enfrentamientos blicos se impone la idea de que Dios crea un derecho para los suyos mediante

    la guerra: Nuestro Dios es un hroe guerrero ( Ex 15). La vida de las tribus y familias de los

    padres da origen, al margen del ambiente cultural, a la experiencia de proteccin divina, ya que

    Dios abre y mantiene el espacio vital necesario y posibilita, sobre todo, la perduracin medianteuna numerosa descendencia.

    a) Reunidos en el nombre de JHWH

    La importancia del fenmeno, desde la perspectiva de la historia de las religiones y la

    perspectiva teolgica, consiste en que las diversas races de Israel concluyeron en un nico

    tronco. El nombre de Yahv, como principio impulsor, no significa slo un sujeto susceptible de

    recibir un nombre, capaz de unir en s las numerosas experiencias, sino que pas a ser el

    fundamento de ese lenguaje religioso, y las otras experiencias impedan, por su parte, la

    congelacin del marco de experiencias sugerido con el nombre de Yahv.

    1. La zarza ardiendo: Estoy por vosotros.- Este marco de experiencias, su amplitud y

    profundidad y la capacidad asimiladora resultante se expresan de modo singular en el clebre

    relato de la zarza ardiendo (Ex 3).

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    Moiss apacentaba el ganado en la estepa de Madin, donde se haba refugiado huyendo del

    Faran. Educado en la alta sociedad egipcia, reneg de su arraigo social con su accin impulsiva

    contra la opresin brutal de que eran objeto sus compatriotas, pero dej tambin desasistido a

    su pueblo para salvar la propia vida. El relato del libro del Exodo sita en el desierto de Madin

    el encuentro con Dios junto a la zarza ardiendo. Moiss, atrado por la extraa llama, escucha

    una voz: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahn, Isaac y Jacob Conozco la situacin

    desesperada de tu pueblo, oigo su clamor, veo sus sufrimientos. Voy a liberarlos de los egipciosy llevarlos a un pas hermoso y dilatado. Y ahora escucha: Ve a Egipto, que quiero enviarte al

    Faran.

    Quin es el que afirma que conoce directamente los sucesos de Egipto? El relato lo llama

    enfticamente el Dios de su padre, el Dios de los antepasados. Es el Dios conocido desde

    antiguo, con el que tuvieron contacto los antepasados, el Dios de la tradicin, del pasado, de los

    orgenes. No es an el Dios de Moiss, el Dios del presente inmediato, el Dios de la liberacin.

    Pero ahora interpela a Moiss. Quiere liberar a Israel, y quiere hacerlo por medio de Moiss,

    Dios es ms fuerte con Moiss que sin l? Con un Moiss ya fracasado? Moiss responde;

    Quin soy yo para presentarme ante el Faran o para sacar a los israeli tas de Egipto?. Aqulreplic: Yo estar contigo. Y Moiss repuso: Si yo me presento ante los hijos de Israel y digo:

    el Dios de vuestros padres me ha enviado, y ellos me preguntan cmo se llama, qu les voy a

    contestar? a Moiss no le basta la referencia a un Dios de antao, a un Dios de los padres, del

    pasado. Ese Dios tiene un nombre? Puedo nombrarlo, hablarle? Es un interlocutor?

    Significa algo aqu y ahora?. Y Dios responde a Moiss: Yo ser el que ser.

    As dirs a los israelitas: me ha enviado a vosotros.

    La versin habitual de este pasaje es: Yo soy el que soy, y la tradicin occidental ha

    interpretado siempre el texto refirindolo al Ser absoluto, infinitamente superior al mundo y al

    hombre. Pero el texto no dice eso exactamente. Utiliza un verbo que no posee un carcter

    esttico, absoluto, sino dinmico y referencial. Significa tanto como llegar a ser, suceder,

    acontecer, comportarse. Y lo utiliza en el tiempo hebreo de la accin inacabada; abarca, pues, el

    presente y el futuro e implica directamente el ahora y el pronto. Moiss descubre, segn este

    relato, que puede dirigir la palabra, ahora, al Dios de los padres, que l est presente ahora, que

    lo estar tambin en Egipto, que estar siempre presente para Moiss y los israelitas a su

    modo y con plena libertad, pero sin lugar a dudas y de modo eficaz. El Dios de los padres es

    tambin el Dios de Moiss; el Dios de antao es el Dios de ahora, el Yo soy; el Dios del pasado

    es tambin el Dios del presente y del futuro.

    Y Moiss regresa a Egipto. Su intervencin impulsiva y espordica a favor de los hermanos

    dbiles se convierte en un compromiso fundamental para la liberacin de su pueblo. Moiss

    recupera el valor, no porque se vuelva de pronto ms fuerte que antes, sino porque confa en el

    Yo soy. Con la confianza puesta en el Yo soy, tambin el pueblo intenta el desencadenamiento

    y conquista la libertad.

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    2. Historia del pueblo con Dios.- La salida de Egipto, el suceso y su interpretacin, conformaron

    decisivamente la conciencia de los creyentes del antiguo testamento y quedaron grabados

    en su memoria. Desde que ellos se confiaron al yo estar por vosotros, hay una esperanza

    comn ligada al destino del pueblo. Yo ser, significa: Yo os salvo de la esclavitud, estoy

    con vosotros, os hago fuertes. All donde vayis, estar a vuestro lado. Yo soy el que acude

    a vosotros, soy vuestro futuro, hacia el que os encaminis, soy el que est llegando, hacia el

    que vosotros avanzis.

    Esta experiencia: Dios es Yahv, un Dios para su pueblo, confiere tambin la cohesin interna

    al ya mencionado y pequeo credo de la historia de la salvacin de Israel (Dt 26, 5 b10). Este

    texto confesional, de la poca de la amenaza asiria durante los siglos VIII y VII, comprende todo

    el arco de las tradiciones histricas de Israel desde el Gnesis hasta el segundo libro de Samuel,

    utilizando una determinada tcnica compositiva: dentro de una antigua plegaria de accin de

    gracias por la cosecha, la teologa deuteronmica insert como texto intercalado ciertas frmulas

    que de diversos fragmentos narrativos previos porque figuraban en ellos en lugar

    destacado y se podan entender como frmulas abreviadas para unos bloques de hechos ms

    amplios. La compilacin de tales frmulas enfticas dio como resultado una versin abreviadadel gran arco de acontecimientos que abarca en sentido narrativo-confesional la historia de los

    antepasados, la emigracin a Egipto, la historia del sufrimiento en este pas, la liberacin, la

    entrega de la tierra prometida y la construccin del templo como una nica accin de Yahv.

    Israel guard como un preciado tesoro este conocimiento adquirido y verificado en una

    experiencia histrica plural, e intent vivir de l: T, Seor, eres un Dios compasivo y p iadoso,

    paciente, misericordioso y fiel. Vulvete a m y s propicio (Sal 86, 15 s; cf. Ex 34, 6; Joel 2, l3 ;

    Nm 14, 18). Esta frase formula la quintaesencia de la experiencia yahvista, alrededor de la cual,

    como centro, se agrupa el variado lenguaje religioso del antiguo testamento. Dios es para

    nosotros, es un Dios para el hombre y para el mundo: esta experiencia fue el fruto del destinocomn y el patrimonio trasmitido a las siguientes generaciones: Cuando tu hijo te pregunte el

    da de maana-leemos en el libro del Deuteronomio (Dt 6, 20)-< por qu observis los

    preceptos que Yahv, nuestro Dios, os dio?>, responders a tu hijo: .

    3. La cercana misteriosa de Dios.- Hay cuatro aspectos de la misteriosa cercana de Dios que

    aparecen incluidos en la experiencia yahvista y en su formulacin e interpretacin peculiar

    en Ex 3, l4:

    1. Seguridad: .

    2. Indisponibilidad:

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    vuestra trayectoria vital en que no os guste recordar que yo quiero estar con vosotros o en que

    preferirais tener otro Dios>.

    3. Exclusividad: .

    4. Inmensidad: < Yo estoy ah y mi proximidad no conoce fronteras locales, institucionales ni

    temporales. El estar con vosotros no excluye que pueda estar tambin con vuestros enemigos.

    Mi presencia salvadora transciende la tierra donde vivs y que vosotros converts tantas veces en

    centro de vuestra vida. Ni siquiera la muerte es para m una frontera que pueda poner lmites a

    mi fuerza vital>.

    b) Dios penetra y abarca el espacio y el tiempo

    La experiencia intensiva de la comunicacin y proximidad de Dios est, pues rodeada y

    acompaada de la idea, cada vez ms clara, de que Dios puede estar siempre presente a supueblo precisamente porque no puede quedar recluido ni limitado por ningn espacio ni tiempo.

    Yahv es el que sobrepasa y abarca siempre el lugar y la hora, la patria y el extranjero, el pasado

    doloroso y el futuro prometedor. Y por eso est presente ntimamente en la vida del individuo y

    en el destino del pueblo.

    l. Supraespacial e inabarcable.- Dios no reside en el monte Horeb, sino que descendi a l

    (Ex 19, 18.20) para ofrecer su alianza. En la visin vocacional del profeta Isaas, el templo slo

    llega a contener la orla de su manto (Is 6, 1). El autor proftico de la plegaria recitada en la

    consagracin del templo pone en boca del constructor una frase que sigue siendo memorablepara nosotros:Si el cielo y los cielos de los cielos no pueden abarcarte; cunto menos esta casa

    (1 Re 8, 27). Para poder adorar a Yahv en pas extranjero no es necesario pasar de Samaria a

    Damasco, ya que Dios no est legado a esta tierra, como parece suponer Naamn, el arameo

    pagano( cf. 2 Re 5, 17). En la esclavitud del lejano Egipto, en la soledad de la regin desrtica

    del Sina, en la cultura urbana de Canan o en los ros de Babilonia, del gran exilio, Dios oye y

    ve a su pueblo. No se le puede circunscribir entre el cielo y el reino de los muertos ni entre la

    cima del Carmelo y el fondo del mar (cf. Am 9, 1-4); segn el relato de la creacin en el escrito

    sacerdotal (Gn 1, 14-18), l en su soberana csmica cuelga el sol y la luna como lmparas del

    firmamento. Los israelitas intentaron reflejar en sus plegarias esta transcendencia de Diossalvadora y desafiante al mismo tiempo:

    Sabes cundo me siento y cundo me levanto.

    Conoces mi pensamiento desde lejos; est yo

    en camino o acostado, t lo adviertes;

    familiares te son todas mis sendas Me

    rodeas por todas partes y tienes puesta sobre

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    m tu mano. Demasiado misteriosa, demasiado

    elevada es esta ciencia para m; no puedo

    abarcarla

    Adnde puedo huir de tu espritu?

    adnde escapar de tu rostro? Si subo al

    cielo, all ests t; si en el sheol me acuesto,

    all te encuentras. Si tomo las alas de la

    aurora y me poso en el extremo del mar, all

    me sostendr tu mano, tu diestra me

    asir (Sal 139)

    2. Supratemporal e inmensurable.- Yahv abarca, adems de las profundidades y las

    alturas del espacio, las generaciones y los milenios. Domina todos los tiempos y por eso nunca

    es un ser pretrito que pueda quedar desfasado. Slo el mundo tiene comienzo. Dios no. La

    existencia es una nota sustancial del ser en Yahv, hasta el punto de que el autor de Gn 1,1 no

    necesita referirse a la . El Salmo 90,2 dice

    expresamente:. La frase del versculo 4 sobre los mil aos que para Dios son da a entender figuradamente que la existencia y la vida de Yahv no

    discurren temporalmente, sino que transcienden todo tiempo terreno. En este sentido Isaas II

    llama a Dios < el primero y el ltimo> (Is 44, 6; 48, 12).

    La extensin de su ser es lo inmensurable, que rebasa todas las medidas. Pero la intensidad

    incomparable de su vida se manifiesta en esa majestad, ese esplendor, ese brillo deslumbrante

    que hace velarse el rostro a los mismos serafines celestes, comparados a los relmpagos en la

    visin de Isaas (Is 6) .

    3. Ninguna imagen le cuadra.- El conocimiento de esta misteriosa inabarcabilidad e

    inconmensurabilidad de Dios se expresa, por ejemplo, en la prohibicin de cualquier imagen en

    el culto veterotestamentario. La imagen de Dios que tiene Israel se caracteriza, como es sabido,

    por la exclusin total de una imagen en el sentido propio del trmino. Esta actitud es inusual y

    significativa, ya que las religiones que se practicaban en los pases vecinos a Israel incluan como

    algo esencial y obvio las imgenes cultuales. Ese culto y sus imgenes correspondientes se

    inspiraban en el pensamiento mitolgico, que consideraba que la naturaleza y el cosmos eran el

    hogar y el fundamento existencial de los dioses. La severa prohibicin que impone la fe yahvista

    de adorar al Dios vivo o a los dolos en una imagen hecha por mano humana viene a concretar

    la conciencia de la singularidad de Dios, de su transcendencia y de su eminencia sobre el mundo.

    Dios no puede ser captado por la facultad representativa o figurativa del hombre, ni cabe esbozar

    una imagen unitaria de su ser. Mirad, las naciones son como gotas de un cubo y valen lo que el

    polvillo de balanza. Las islas pesan juntas lo que un grano Con quin compararis a Dios,

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    qu imagen vais a contraponerle?... No sabis, no lo habis odo? El Seor es un Dios eterno

    que cre la ancha tierra. El no se cansa ni desfallece, insondable es su inteligencia con quin

    queris compararme, a quin me voy a parecer?-dice el Santo (Is 40, 15-25).

    c) La singularidad y unicidad de Dios

    1. Lenguaje de los amantes.- El mensaje sobre Yahv como el Dios singular y nico es la

    base de la fe bblica. Hemos aludido ya a esa frmula enftica, lapidaria, Yahv es nuestro Dios.

    Yahv es el Unico (Dt 6, 4), y a su relevancia en la conciencia y en la oracin diaria del israelita

    fiel. La exclamacin enftica Yahv es nico no deriva en modo alguno de la lgica

    argumentadora a nivel de filosofa de la religin; su contexto es el lenguaje de los amantes (cf.

    Cant 6, 8 s: Salomn tiene muchachas sin cuento, pero una sola es mi paloma, sin

    defecto).

    Estos textos no expresan slo (ni primariamente) la conclusin de un razonamiento humanosobre la exclusividad conceptualmente necesaria de lo divino, sino la vinculacin emocional del

    pueblo, prendado del amor de su Dios Yahv. La unicidad y singularidad de la relacin de Yahv

    con su pueblo se expresa, pues, sobre todo en esos sorprendentes textos de la Biblia que hablan

    del amor inefable de Dios, de sus deseos, su galanteo, sus celos y sus desengaos, su ira y su

    arrepentimiento (cf. Jer 2 y 3 ). Israel es la novia y la elegida de Yahv: Pues el Seor te prefiere

    a ti, y tu tierra tendr marido. Como un joven se casa con su novia, as se desposa el que te

    construy; la alegra que encuentra el marido con su esposa la encontrar Dios contigo (Is 62,

    4s). Adems de las imgenes expresivas del amor entre novios y entre esposos (y en el caso de

    infidelidad y cada de Israel, las imgenes de adulterio y de prostitucin), la ternura paternal y

    maternal sirven de comparacin para explicar la entrega peculiar de Yahv a Israel: Cuando

    Israel era nio, lo am, y desde Egipto llam a mi hijocomo los padres que levantan al lactante

    hasta sus mejillas. Me inclin hacia l y le di de comer (Os 11, 1 y4). La constante confesin de

    la unicidad de Yahv es, pues, por lo pronto y sobre todo una llamada a la fidelidad del pueblo,

    una exhortacin al estilo de vida de convivencia y reciprocidad que deriva necesariamente de la

    paternidad de Yahv para sus hijos e hijas.

    2. El celoso.- Los celos y la ira de Dios, el anuncio de la desgracia y la amenaza del castigo

    son elementos constitutivos de esa relacin singular: No siendo Yahv el motor inmvil,

    autosuficiente, de una teora filosfica, se ve afectado profundamente por lo que hace Israel. En

    virtud de su apuesta total por el bien, no puede permanecer neutral y distante cuando Israel

    degrada la libertad que l le otorga De ah su clera, ese impulso de su ser, que no est

    dispuesto a admitir la injusticia, la brutalidad, el egosmo y el endiosamiento autocomplaciente

    en nombre de los seres humanos oprimidos y alienados. Para que el bien no degenere en mal,

    se enciende la ira de Yahvla ira santa del Yahv amante, que no quiere encubrir las enormes

    injusticias con el manto de la falsa generosidad o del tibio desinters. El profeta Oseas describe

    la profundidad inefable del amor de Dios a su pueblo cuando presenta a Yahv, en monlogo

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    consigo mismo, preocupado por la supervivencia de Israel, dominando su clera y su deseo de

    exterminio y transformndolos en voluntad gratuita de perdonar a su pueblo culpable, que sin

    entrega renovada caminara a la ruina segura (Os 11, 1-11). Anotemos tambin aqu dos

    puntos: cmo la fe israelita en Yahv marc indeleblemente la conciencia del pueblo y cmo esta

    experiencia y este lenguaje sobre Dios van adquiriendo un perfil singular en el contexto del

    politesmo antiguo. Ambos aspectos permiten acceder a la visin bblica de la personalidad de

    Dios.

    3. La familia de Yahv.- Ms de 350 pasajes del antiguo testamento demuestran que la

    expresin pueblo de Dios significa pueblo de Yahv (slo hay dos excepciones: Jue 20, 2 y 2

    Sam 14, 13), y ponen de manifiesto cmo la palabra pueblo est fuertemente marcada por el

    sentido de parentesco y de linaje, de forma que en la mayora de los pasajes habra que

    traducir la expresin pueblo de Yahv por familia de Yahv.

    La conciencia de ser la familia de Yahv viene a ser, pues, el trasfondo del lenguaje sobre el

    amor celoso de Dios. Llama la atencin que el verdadero contexto de este lenguaje sea la

    plegaria y la proclamacin proftica. La conciencia de ser familia de Yahv se expresa en el

    lenguaje dirigido a Dios y procedente de Dios; dentro, pues, de la invocacin y de la llamada,

    sobre todo en las situaciones extremas: Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas

    irritado. Vulvete a nosotros Has sometido a tu familia a una dura prueba (Sal 60, 35). Por

    qu, Yahv, arde tu clera contra tu familia, que sacaste de Egipto con gran poder y mano

    fuerte?...Cesa en tu ardiente clera y arrepintete del mal que quieres hacer a tu familia (Ex 32,

    11 ss). He visto la afliccin de mi familia. Su grito de auxilio ha llegado hasta m (1 Sam 9, 16).

    La expresin familia de Yahv adquiere su verdadero tono y especial colorido por la situacin

    de pobreza y miseria, por el clamor desesperado (vg; Is 3. 12-15), tanto que en esa expresin la

    experiencia de la singularidad de Dios se convierte en una especie de evangelio del antiguotestamento: El trmino alude al misterio de la entrega divina precisamente a

    las personas indigentes, pobres y oprimidas. En frmula extrema, la , en su

    origen y en casi todo el antiguo testamento, no es un concepto eclesiolgico, sino un concepto

    soteriolgico. El nuevo testamento asume su contenido especialmente cuando Jess se entrega

    a los pobres, enfermos y socialmente marginados y los rene en un nuevo Israel. Como una

    traduccin del antiguo trmino a un lenguaje ms comprensible, Jess habla a tales personas de

    su Padre del cielo, cuyos hijos deben ser ellos y lo son ya realmente.

    4. Entre muchos dioses.- Volvemos an, brevemente, al tema del lenguaje

    veterotestamentario sobre los celos de Yahv, que slo tiene sentido en el marco politesta que

    los propios israelitas presuponan como algo obvio: Pues qu nacin grande tiene dioses tan

    cercanos como est el Seor, nuestro Dios, cuando lo invocamos? (Dt 4, 7). La peculiaridad de

    esta experiencia de Yahv y del trato con l prepar sin duda el estricto monotesmo de Israel,

    pero se expres y se abri paso ya en el marco del antiguo politesmo. Es demasiado simple

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    relegar el politesmo antiguo como mero error de una etapa cultural primitiva y no tomarlo en

    serio como reflejo de una profunda experiencia humana:

    El conocimiento de Dios desde la realidad terrena se produce siempre en el contexto de una

    experiencia intramundana concreta y nica. Esta experiencia consisti para el hombre antiguo,

    sobre todo, en el encuentro con el cosmos: el cielo estrellado, la tempestad, el mar, el sol, la luna,

    el despertar de la naturaleza en primavera, la tormenta, el parto de los animales, el nacimiento

    de un nuevo ser humano. Tambin ejercieron influencia ciertos lugares y objetos especiales;

    montes, colinas, rboles corpulentos, fuentes, ciertas piedras. En fin, algunas circunstancias y

    acontecimientos de la vida personal. Cuando una persona o un ser humano senta en tal contexto

    concreto la experiencia de la transcendencia, u ocurra que esa realidad concreta ocultaba una

    profundidad infinita y una benevolencia transcendente, esta experiencia religiosa se resolva, con

    la ocasin concreta, en la figura de una deidad. Era una experiencia del ms all. Para poder

    nombrar y adorar el ms all, ste se condensaba en la figura divina. Como tales experiencias

    eran mltiples, surgan muchas figuras divinas. Muchos dioses, por tanto. A ello hay que aadir

    que el hombre es un ser social e histrico. No vive slo en el instante, sino que recuerda lasexperiencias pasadas y conserva las presentes para el futuro. No vive slo de la experiencia

    propia, sino an ms de la experiencia de sus semejantes, que le llega a travs del lenguaje y de

    los usos e influye en l. Los grupos y sus intercambios implican tambin la comunicacin de las

    experiencias religiosas. La tradicin de las experiencias religiosas ms remotas y extraas

    acontece en la Antigedad en forma de nombres de dioses y de usos cultuales asimilables para

    la adoracin de los distintos dioses.

    Se puede afirmar, pues, con cierta razn que una deidad politesta nunca fue un ser existente,

    sino el nombre de una posibilidad concreta, entre muchas, de afrontar la transcendencia

    inaccesible de Dios, del Uno. Si tal es la esencia de un dios politesta, se comprende que esosdioses puedan cambiar, que puedan desdoblarse y reunificarse y, sobre todo, que un dios nico,

    entre los muchos dioses en los que se cree, pueda acumular de pronto todo lo divino en el

    momento en que se le adora. Entonces resulta lgico que la experiencia religiosa y el acto

    religioso se asocien casi necesariamente, en otra situacin vital o al menos en otro lugar y entre

    personas diferentes, a otro dios distinto.

    Esta es, obviamente, una descripcin de la experiencia politesta de Dios con los recursos

    conceptuales del monotesmo.

    Si este anlisis del politesmo concreto es correcto, no podemos eludir la consecuencia de que

    la sorprendente tolerancia de las religiones entre s, que llev siempre a amalgamas, al

    sincretismo, fue como una propiedad natural de la religiosidad antigua: Cada dios distinto

    puede ser un descubrimiento nuevo y enriquecedor del misterio transcendente e insondable, y

    en el acto concreto de adoracin de cada dios convergen todas las dimensiones. Ahora bien,

    qu significa el hecho de que aparezca en tal contexto un Dios intolerante, un Dios que es

    celoso de sus fieles y les prohbe adorar a los otros dioses?. Es evidente que la preocupacin

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    monoltrica de la fe israelita no se puede considerar an como el primer signo de un monotesmo

    en sentido estricto. La prohibicin absoluta, cada vez ms rigurosa y reivindicada, de la adoracin

    de otros dioses significa tambin el rechazo severo de todo intento de tantear de modo fecundo

    otros modos del encuentro con la transcendencia, la profundidad misteriosa de la realidad. Este

    precepto riguroso slo tiene sentido si la experiencia de Yahv contiene algo que falta en la

    experiencia de otros dioses. Yahv tiene que significar algo ms que el conocimiento y el

    encuentro con Dios accesible a todos en cualquier tiempo, ms que el conocimiento diverso, perosiempre igual, del lejano Dios nico traspuesto detrs de las cosas. De ese modo, la traduccin

    objetiva de los celos de Yahv dentro del lenguaje monotesta viene a ser la teora de una

    revelacin especial que se produce slo en Israel.

    d) Personalidad de Dios

    1. La revelacin como autoapertura personal.- Nos encontramos aqu ante la verdadera raz

    del concepto tardo, complicado y sutil de una revelacin especial (sobrenatural), que presenta

    clara y conscientemente la experiencia bblica de Dios como algo distinto de la eterna pregunta

    humana sobre el fundamento ltimo del ser y del atisbo (natural) de la realidad y el poder de lo

    divino que puede alcanzarse por esa va. Si hablamos en trminos de monotesmo, hay que

    decir que los celos de Yahv estn relacionados con la idea de una revelacin especial. Quiz

    haya que ir an ms lejos. La exclusividad que aqu se postula indica que lo especial tiene mucho

    que ver con el encuentro con Dios que se produce en Israel. Esa revelacin no transmite

    conocimientos nuevos sobre las profundidades de Dios. Tendran que aparecer nuevos dioses

    para llegar a ese resultado. Lo decisivo parece ser justamente el encuentro mismo con Dios

    asumido en tal punto del tiempo y del espacio Ese encuentro parece ser constitutivo de la

    .

    Si aqu, y precisamente aqu, accedi al hombre el Dios transcendente, lejano, esta experiencia

    no fue ya similar a otras y era necesario preservarla celosamente.

    Tanto la conciencia del vnculo personal, fuertemente emocional, de todos los pertenecientes

    a la familia de Yahv con aquel que puede remediar todas las necesidades, como tambin la

    firme creencia de que la existencia histrica de Yahv para su familia constituye una revelacin

    nica, especial, una comunicacin y promesa de Dios que rebasa todo atisbo mtico,

    desembocan en la certeza de que ese ser posee una personalidad. El pueblo y el individuo se

    ven reclamados, emplazados ante la responsabilidad de la accin histrica. En este encuentro

    personal reside el verdadero origen del lenguaje sobre la personalidad de Dios y del concepto

    mismo de persona: Un examen atento de la gnesis histrica de la nocin de persona muestra

    que el trmino no es en modo alguno una transferencia antropomrfica de rasgos

    humanos al ser divino, sino que el proceso es el inverso: la vida divina, su comunicacin al

    hombre, la experiencia de la divina y de su amor, el hombre como imagen de Dios y

    la idea de la eleccin preceden a la experiencia de persona y la han justificado plenamente. La

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    idea de va ligada a una experiencia concreta: la indisponibilidad e impenetrabilidad

    de Aquel que est aqu en juego.

    2. Los antropomorfismos audaces.- Este trasfondo permite descifrar y comprender los

    audaces antropomorfismos del lenguaje veterotestamentario, que tantas veces nos chocan a

    irritan a los occidentales, como cifras para expresar el trato vivo y comprometido de Yahv con

    los humanos. Al reflejar la vitalidad de Dios, expresan lo que hoy llamamos personalidad. Esta

    forma aparentemente humanizada del testimonio de fe queda preservada del malentendido

    grosero gracias a la confesin simultnea de la trascendencia de Yahv ms all del espacio y

    el tiempo. Por otra parte, el ncleo y fundamento de esa forma antropomrfica es que los hebreos

    (que no teorizaron ni forjaron el concepto de espritu o de personalidad) nunca conciben a Yahv

    como un ello, como lo infinito, sino siempre como l, como yo, como s mismo; ciertas

    propiedades personales primigenias, como el conocimiento y el saber, la voluntad y la libertad,

    no se manifiestan slo en el objeto, sino en el fenmeno del lenguaje, que es donde el antiguo

    testamento resume toda la y comunica as la palabra creadora,

    la palabra histrica y la palabra reveladora de Yahv.

    3. Situacin originaria de encuentro.- Todo esto viene a expresar un punto relevante sobre

    el origen del lenguaje bblico y sobre su lectura e interpretacin correcta: el origen del lenguaje

    bblico sobre dios reside en el suceso de un encuentro producido en medio de la realidad

    concreta de la existencia humana. La palabra Yahv acontece, sucede como accin que altera

    la vida, que arranca de lo rutinario, que se salta los procesos anteriores, que empuja al hombre

    en otra direccin y lo pone en camino para asumir un mensaje y aceptar una tarea. Mantener

    viva esta situacin originaria, abrirla una y otra vez, fue y es el verdadero objetivo de toda

    tradicin viva. Todos estos textos fueron registrados y completados, ampliados y reinterpretadosjustamente partiendo de la firme conviccin de que el Dios revelado y su palabra constituyen una

    interpretacin permanente. El que se aplica a estos textos, el que penetra en ella con docilidad,

    podr ver cmo se realiza el acontecimiento que persigue ser para l el lugar donde Dios le habla.

    El Dios-objeto como objeto histrico, cuya imagen contempla y describe desde la distancia la

    teologa bblica, se convertir para l en el Dios sujeto de la situacin proftica originaria.

    Esta vitalidad originaria, siempre renovada, de la experiencia bblica de Dios genera la

    incomparable eficacia, la capacidad de imposicin histrica de este Dios de la historia y de la

    libertad. En diversos lugares, en los ms diversos acontecimientos, el nombre de Dios, es decir,

    su ser-para-nosotros, su poder conductor, dominador de la historia, no constituye una magnitud

    fija, sino que aparece como presente y seguro e indefectible en una especie de reconocimiento

    vivo. La confesin de Yahv no es en modo alguno una mera garanta de los anhelos y deseos

    siempre idnticos del pueblo. Ejerce su funcin agitadora-salvadora e indicadora del futuro, a

    veces, justamente al poner en cuestin el modo de pensar y la conducta tradicional, censurando

    los extravos, volvindose contra el propio Israel sobre todo, mediante los profetas- y

    amenazndole con terribles castigos. De ese modo Dios, el interlocutor que promete y exige,

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    acompaa al pueblo en su camino histrico. La imagen del Dios salvador que viene en ayuda

    de los suyos, que da forma a la honda experiencia fundamental, se fue diferenciando y

    desarrollando en el curso de la historia, sobre todo en su contenido, en dilogo constante con el

    entorno. La peculiaridad y singularidad de este Dios consiste en haber salido triunfador en este

    proceso de choque constante con elementos . Todas las otras religiones

    desaparecieron en su mayor parte como fuerzas vitales concretas, mientras que sta muestra

    justamente su superioridad (ms que en aspectos de contenido) en su constante capacidad deimposicin. El poder de este Dios se manifiesta en su capacidad para asumir el dominio sobre

    nuevas esferas de la vida humana y de dar respuesta segura a las cuestiones planteadas. Esta

    visin del desarrollo y enriquecimiento en la comprensin del nombre de Dios no debe concebirse

    nicamente como un proceso histrico que deber decidir tambin sobre el futuro de este nombre

    divino de Dios. Liberando a su pueblo de la ruina y el aniquilamiento. Yahv le otorga una historia,

    un porvenir, le da confianza y seguridad y vida. Pero ese dominio de la historia ilumina y muestra

    tambin la de Dios mismo.

    e) La inefabilidad permanente de Dios

    1. Revelacin en la paradoja.- Sin embargo, las conclusiones, tan estimulantes y valiosas,

    fruto de la mltiple experiencia de una fe viva, sobre la solidez de las promesas de Dios y sobre

    su poder y fidelidad, slo podrn eludir el peligroso falseamiento de un optimismo ideolgico

    manteniendo viva la conciencia de la condicin misteriosa e inmanipulable de Dios, extremo que

    aparece expresado con igual claridad en los testimonios bblicos. La esencia de Dios incluye

    su inefabilidad abismal y su libertad sorpresiva, atributos que se contraponen polarmente a las

    afirmaciones sobre su proximidad efusiva y sobre su amor inquebrantable, desautorizando

    cualquier insistencia petulante en las promesas hechas a los antepasados. Justamente para

    que se pueda percibir en toda su fuerza iluminadora el mensaje sobre el

    Padre que se preocupa de su familia, la apertura viva y la imprevisibilidad de su trato con nosotrosen el drama de nuestra historia vital y universal csmica debe determinar de igual modo nuestrarelacin con l.

    Sobre todo en este aspecto, los valiosos testimonios de fe de Israel son irrenunciables para

    nuestro lenguaje cristiano sobre Dios. Evidentemente, tambin la vida terrena de Jess y su final

    atroz son una noticia inequvoca sobre Dios; pero el fulgor pascual qued tan ligado a todo el

    fenmeno del Hijo en laconciencia cristiana (especialmente en el campo catlico), que apenas

    llama la atencin el contrasentido (aparente) de una revelacin de Dios en la paradoja. En estesentido puede ayudarnos el recuerdo de los ocasos similares ocurridos en la historia de Israel

    y que pueden librarnos de deformar y pervertir la imagen de Dios conforme a nuestros criterios,

    deseos y planes. En cualquier caso, este misterio que es Dios nos demuestra que nuestro creo

    en Dios no puede recitarse en definitiva con palabras , sino que debemos realizarlo

    existencialmente, es decir, con nuestra vida y nuestra muerte.

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    2. El viernes santo de Israel.- El viernes santo de la fe yahvista fue lo ocurrido a Jerusaln

    el ao 587: La Biblia refiere en un captulo dramtico este acontec imiento (2Re 25). Tras un

    asedio de dos aos, el ejrcito del rey babilonio Nabucodonosor conquist Jerusaln, cuyos

    habitantes estaban muriendo de hambre. El rey de Jerusaln, cuyos habitantes estaban

    muriendo de hambre. El rey de Jerusaln, Sedecas, intent fugarse de noche con sus hijos y un

    pequeo squito, pero fue capturado en la llanura de Jeric, le condujeron a la presencia del rey

    de Babilonia y ajusticiaron a los hijos de Sedecas ante su vista. El rey de Babilonia ceg aSedecas, le ech cadenas de bronce y lo llev a Babilonia (2 Re 25, 7). Jerusaln fue saqueada

    y destruida; los babilonios (25, 9). Nebusardn, jefe de la

    guardia, se llev cautivo al resto del pueblo que haba quedado en la ciudad (25, 11). El relato

    dice acerca de los sacerdotes y del estamento dirigente de Jerusaln: < El rey de Babilonia los

    hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat> (25, 21).

    Tal fue el final de la realiza davdica. Para los judos creyentes debi de ser un impacto que

    nosotros apenas podemos imaginar Yo mantendr tu casa y tu realeza: tu trono permanecer

    por siempre, (2 Sam 7, 12.16)-

    Pero esa dinasta davdica tiene un final espantoso con Sedecas.

    Dios haba dicho a su pueblo:

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    El ataque a la fe yahvista se refleja en el destino y en las palabras de los contemporneos de

    Jeremas. Este lucha con signos y frases provocativas contra las predicciones tranquilizadoras

    de los profetas de salvacin, segn los cuales la venganza de Yahv contra Nabucodonosor se

    manifestar muy pronto y l no dejar de la mano a Jerusaln. Pero la amenaza proftica de la

    desgracia y la ruina no abre los ojos al rey, sino que le acarrea a Jeremas el destierro y la crcel,

    la soledad, el abatimiento y la lamentacin amarga.

    Lo sorprendente en estos acontecimientos y en su resultado es que la catstrofe no da al traste

    con la fe en Yahv, sino que, por el contrario, es un elemento del dilogo y de la queja ante l, y

    de ese modo la catstrofe queda integrada en la fe yahvista, que no se extingue, sino que se

    refuerza. El profeta Jeremas compra un campo en Anatot como signo esperanzador en medio

    de su desolacin personal. Y sus paisanos del exilio ven aparecer un nuevo profeta, uno de los

    mximos profetas, de nombre desconocido. Los exegetas llaman Isaas II a este pregonero que

    desde el fondo del fracaso total (y en los cantos impresionantes del siervo de Yahv) expresa la

    ms profunda conviccin de que Dios empieza de nuevo, no desde el poder, sino desde la

    impotencia.

    3. Soportando la noche oscura.- El lamento de los profetas veterotestamentarios tiene un

    paralelo existencial en la experiencia dolorosa de muchos testimonios personales de nuestro

    tiempo. Pero su misma vehemencia no impide a stos superar la amarga lejana de Dios?

    Hasta hace algunas semanas yo conoca el relato de Bchner, Lenz, nicamente de

    odasLos que conocen toda la obra literaria de Bchner saben que la violencia con que ste

    expresa el vaco existencial deriva claramente de su atesmo. Este es el tema de Lenz, como he

    visto ahoraLa novela narra la lucha del hombre turbado, contra su turbacin. Ese hombre

    parece tener necesidad de Dios despus de haber probado todo lo dems. Y cuanto ms

    desatiende a Dios, ms se le impone. Se lanza con violencia a coger de las manos al nio muerto

    y exclama con voz firme:. No se puede ir ms lejos. Slo cabe la sonrisa

    sarcstica. La naturaleza hace muecas entre bastidores, el titn tambaleante reacciona con

    nervios y echa mano del ms fro vocabulario del mundo para hacer el ms fro diagnstico:

    atesmoBchner no afirma que Dios ha muerto: nos comunica de que muerte muere Dios, todo

    Dios. Muere por su incapacidad para ayudarnosCuando Oberlin habla a Lenz sobre Dios, Lenz

    le mira Su Dios muere por no poder ayudar al

    hombre. Bchner no puede ver sufrir al hombre: eso es todo. Un Dios que no ayuda no es Dios.

    Pero si no hay Dios, slo queda el terror del vaco en el mundo del espacio y el tiempo. Y en un

    mundo donde ha desaparecido la dimensin de Dios, este yo que pareca estar en la cumbre

    queda convertido en un punto yerto, solitario, doloroso.

    Se puede afirmar que la experiencia vital recogida y guardada en el antiguo testamento sigue

    interrogando tenazmente y sigue dando que pensar, con la queja y el sufrimiento, en casos

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    como el de Lenz de Georg Bchner, que se abandona a la desesperacin? De cualquier modo,

    el sufrimiento desmedido e insoportable no es objecin contra Dios, no es demostracin de su

    muerte, en casos como el de Job, que lanza al Responsable universal duros reproches, exacerba

    el enfrentamiento con l y dialoga con l en lamentacin conmovedora:

    Ah, si pudiera pesarse mi afliccin y juntarse en la balanza mis desgracias! Porque son ms

    pesadas que la arena del mar; por eso desvaran mis palabras. Llevo clavadas las flechas del

    Todopoderoso y siento cmo absorbo su veneno, los terrores de Dios se han desplegado contra

    m(6, 2-4).

    Estoy hastiado de la vida, doy rienda suelta a las quejas, voy a desahogar la amargura de mi

    alma. Dir a Dios: ..? (10, 1-3).

    Pues sabed que es Dios quien me ha trastornado, envolvindome en sus redes. Grito

    y nadie me responde; pido socorro y no me defienden: l me ha cerrado el camino y

    no puedo avanzar, ha llenado de tinieblas mi sendero. Me ha despojado del honor, me ha quitado

    la corona de la cabeza. Ha demolido mis muros y tengo que marcharme; me ha arrancado la

    esperanza como rbol. Su ira ardi contra m, y me considera su enemigo (19, 611).

    Quiero hablarle al Todopoderoso, deseo discutir con DiosAleja de m tu mano; no me

    espantes con tu terror; despus acsame, y yo te responder; o hablar yo, y t me

    replicarsPor qu ocultas tu rostro y me miras cono enemigo? (13, 3.21-24).

    Y Job dijo: (23, 1-5).

    Estas frases son parte irrenunciable del lenguaje de fe que los cristianos compartimos con los

    judos, entre otras razones, porque ese lenguaje sigue vivo hasta nuestro presente brutal, hasta

    las cmaras de gas del genocidio organizado, y ha demostrado su solidez : Yo soy un derrotado,

    ms no un desesperado; un creyente, ms no uno que dice amn a ciegas Dios de Israel: has

    hecho todo lo posible para que yo no crea en ti. Si pensabas que ibas a conseguir apartarme de

    mi camino, te aseguro, mi Dios y Dios de mis padres, que no lo conseguirs. Puedes golpearme,

    quitarme lo mejor y lo ms querido que tengo en el mundo. Puedes torturarme hasta la muerte,

    que yo creer siempre en ti. Te querr siemprea tu pesar. Y estas son mis ltimas palabras, mi

    Dios airado: no te saldrs con la tuya. Has hecho lo posible para que no crea en ti, para que

    desespere de ti. Pero yo morir tal como he vivido, creyendo firmemente en ti (palabras desde

    el gueto de Varsovia).

    Los acontecimiento histricos y personales rompen la interpretacin obvia de la experiencia

    de Dios y la vuelven ambigua. Pero el israelita fiel no se convertir por eso en filsofo escptico.

    Su respuesta es: (Is 45, 15). La experiencia de Dios

    que tena Israel incluye tambin esta : que Dios se da a conocer de un modo que no

    se comprende. Aqu conecta la experiencia de los cristianos.

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    f) La experiencia veterotestamentaria de Dios como base de los creencia cristiana en

    Dios.

    1. Dios de la historia.- La fe en Dios que nutre a Jess y que los antepasados y los

    contemporneos le transmitieron e infundieron est determinada por la combinacin de estos

    tres aspectos: los acontecimientos histricos decisivos para Israel, la misteriosa vida de Dios

    reflejada en ellos y su ser personal manifestado de ese modo. El Dios presente en el antiguo

    testamento es un Dios revelador en la experiencia. Una experiencia hecha en y desde la

    historia de Israel y una experiencia que afect al individuo. Es una experiencia que no se

    puede inferir a modo de conclusin, sino que presupone un acontecimiento. Tales

    acontecimientos y su reflexin vienen a cuestionar las imgenes corrientes de Dios y tambin

    las teologas habituales. La teologa del Dios veterotestamentario no se produce nicamente

    por un proceso mental. El mismo moviliza el pensamiento humano, l mismo enmienda y

    revisa el pensamiento y el lenguaje humano sobre Dios. Es un Dios que slo es accesible en

    una serie de experiencias y hechos. Es siempre un misterio. El drama de estas experiencias

    histricas decisivas, que causa profunda emocin y una gozosa seguridad ante el amor divino,por una parte, y un terror agobiante ante su dureza y ante la dolorosa lucha con su justicia

    inefable, por otra, deja sedimentada en la memora del pueblo esta certeza de fe: el

    totalmente Otro se acerca al hombre por amor. Es misteriosamente inefable y, sin embargo,

    se manifiesta en su entrega viva como el Dios para su familia, en primer lugar para Israel;

    pero, adems, como el Dios para los hombres y para el mundo. Su comunicacin forma parte

    de su ser hasta el punto de constituir su nombre, es decir, su esencia: Yo soy el que estoy

    por vosotros (cf. Ex 3, 14). La revelacin bsica de Dios se puede condensar, pues, en un

    enunciado dialctico, lleno de tensiones: el Dios nico, transcendente, independiente del

    mundo e inefable, el poderoso y eterno en su autoposesin absoluta, se convirti librementeen un Dios para el mundo y el hombre, y muestra esta libre autocomunicacin como su

    verdadera esencia.

    2. Dios de los hombres.- Esta imagen de Dios determina de modo inconfundible la imagen del

    hombre: la vida del pueblo de Dios pasa a ser un camino histrico con Dios, hacia Dios y

    detrs de Dios. Es un camino ajustado a la orientacin que ofrece fundamentalmente el

    declogo, que incluye bajo el nombre divino de Yahv, en la mayora de sus preceptos, las

    formas fundamentales de una justicia y comunidad humana acorde con Dios. Dentro de esta

    revelacin, el ethos humano queda incluido en el ncleo de la idea de Dios. Por ser Dios un

    Dios para los hombres y para el mundo, la afirmacin de Dios implica siempre su afirmacin

    de los hombres. Ya no se puede decir s a Dios sin decir s a los hombres. El amor del

    hombre a Dios afecta, pues, siempre al amor de Dios al hombre. Ya no se puede contraponer

    la adoracin de Yahv a las obligaciones ante los hombres. El destino de los hombres y de la

    comunidad humana no se puede dejar de lado en esta religin. Ante este Dios, el servicio al

    hombre es tambin servicio a Dios y el servicio al mundo es servicio a Dios.

    Aqu puede radicar la razn ms profunda del hecho, ya mencionado, de que la imagen cultual

    de Dios en sentido propio estuviera severamente prohibida en Israel. No es posible plasmar la

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    esencia viva de Yahv en obras de arte producidas por el hombre. Su nica verdadera imagen

    es el hombre; y Dios mismo ide, proyect y form este icono viviente de s mismo. En este

    sentido, la misteriosa frase de Jess en el evangelio de Juan el que me ha visto a m, ha visto a

    mi Padre (Jn 14, 9) contiene en su transparencia toda una antropologa teolgica, por ser la

    consecuencia de lo implicado en el nombre de Yahv. En Jess, el hombre definitivo (cf. 1 Cor

    15, 45) y originario (cf. Col 1, 18) laimagen de Dios invisible, primognito de toda la creacin

    (Col 1, 15), el evangelio de la antigua alianza adquiere su figura definitiva e insuperable. Y estosignifica para nosotros, los cristianos de hoy (para subrayarlo una vez ms), que la revelacin de

    Dios y la concepcin de Dios en la antigua alianza, como hemos sealado brevemente no

    constituyen nicamente la base desde la que vive y acta Jess, sino que forman parte del

    contenido de la fe cristiana. La experiencia de Dios en el antiguo testamento es parte integral del

    evangelio neotestamentario.

    3. El Dios de Jesucristo

    a) La idea de Dios en Jess

    1. La problemtica histrica.- No obstante, precisamente con vistas a la idea de

    Dios tiene sentido hablar de alianza antigua y alianza nueva. Qu es lo nuevo, lo

    adicional, lo cumplido, que nos da pie y nos autoriza a hablar del evangelio de la nueva

    alianza? La verdadera fundacin de la nueva alianza se produce sin duda en su

    sangre, es d