Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

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Año 9, No. 2, 2013. MEMORIAS DE UN HERPETÓLOGO CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES. El caso del MURCIÉLAGO VAMPIRO EL ARTE DE LA GUERRA (III) Hibernación ¿CÓMO ES AFECTADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO? LA BIOLOGÍA SINTÉTICA Y LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA JOHN JAMES AUDUBON & THE BIRDS OF AMERICA ¿ESPECIALIZACIÓN O INTEGRACIÓN? LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALES

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Herreriana es una revista semestral y gratuita de divulgación de las ciencias y las matemáticas, que se edita desde el Área Académica de Biología del Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México.Son bienvenidas contribuciones de cualquier parte que sigan el formato y las normas editoriales.Ésta es la nueva época de Herreriana!

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Año 9, No. 2, 2013.

MEMORIAS DE UN HERPETÓLOGO

CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES. El caso del

MURCIÉLAGO VAMPIRO

EL ARTE DELA GUERRA (III)

Hibernación¿CÓMO ES AFECTADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO?

LA BIOLOGÍA SINTÉTICAY LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA

JOHN JAMES AUDUBON& THE BIRDS OF AMERICA

¿ESPECIALIZACIÓN O INTEGRACIÓN?

LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALES

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Índice

Memorias de un Herpetólogo

Hibernación, ¿Cómo es Afectada porel Cambio Climático?

Control de Especies Indeseables: El Caso del Murciélago Vampiro

La Biología Sintética y la Conservación de la Naturaleza

John James Audubon & The Birds of America

Especialización o Integración

La Biogeografía de Islas en la Conservación de Refugios o Áreas Naturales

El Arte de la Guerra III

Editorial

Normas Editoriales y Directorio

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Año 9, No. 2, 2013.

Foto: David Crespo

DIRECTORIOEDITORA GENERAL

Consuelo Cuevas Cardona

EDITORES ASOCIADOS

Ulises Iturbe Acosta

Katia A. González Rodríguez

CONSEJO EDITORIAL

Jesús Martín Castillo Cerón

Consuelo Cuevas Cardona

Katia A. González Rodríguez

Ulises Iturbe Acosta

Gerardo Sánchez Rojas

DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO

Eddier Montiel

ISSN 1870-6371

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MEMORIAS DE UN HERPETÓLOGO

Aurelio Ramírez-Bautista

Profesor-Investigador, Laboratorio de Ecología de Poblaciones, Área

Académica de Biología, ICBI, UAEH.

Foto: Eddier Montiel A mediados de los años 70 ingresé a la carrera de Biología en Xalapa,

Veracruz, y mientras fui estudiante me parecieron interesantes

algunos grupos de vertebrados, en los que curiosamente no se incluían

los anfibios y reptiles. Entre el séptimo y octavo semestre debía cursar

la materia “Biología de Campo”, en la cual debía seleccionar un tema

de investigación. Sin embargo, por la escasa información que se tenía

en mi universidad, salí al campo en búsqueda de un tema que me

convenciera para el desarrollo de mi tesis. Visité un cultivo de caña de

azúcar y un cafetal en la zona de Las Ánimas. Ésta era una hacienda

muy grande que hoy en día se ha convertido en fraccionamientos para

personas pudientes. Recuerdo que los trabajadores me presentaron

al encargado, quien me comentó que tenían graves problemas con la

plaga de un roedor, la rata de campo (Liomys salvini). Estos roedores

estaban destruyendo varias hectáreas de cultivos de la caña de azúcar,

así que inmediatamente me puse a investigar cómo controlarlos.

Entre tanta búsqueda me enteré de un profesor del Instituto de

Biología de la UNAM que trabajaba con una hormona inhibitoria de

la reproducción, llamada “estradiol”, por lo que con mis pocos ahorros

me fui a la ciudad de México en busca de ayuda para este trabajo.

Sin embargo, este profesor de nombre Álvaro (en aquel entonces

estudiante de posgrado), no se encontraba y nadie me pudo informar

sobre él. Preocupado por regresar a Xalapa sin información, pregunté

quién me podía dar alguna pista de esta persona y me indicaron ir

con el Jefe del Departamento de Zoología del Instituto de Biología,

el doctor Raúl MacGregor, quien me atendió con una gran cortesía y

me confirmó que la persona que buscaba andaba fuera de México y

que no era personal del Instituto de Biología, sino un estudiante que

visitaba de vez en cuando a su profesor (director de su proyecto de

tesis).

Contemplando el panorama que se me presentaba, me desanimé

pero no quise regresar a Xalapa sin información para desarrollar

mi trabajo de tesis, del que en ese momento estaba convencido

trataría sobre el control de la rata de campo. El doctor MacGregor

me comentó los planes que se tenían para echar a andar un proyecto

que podría interesarme con cocodrilos (Crocodylus moreletti) en la

Estación de Biología de la Región de Los Tuxtlas Veracruz. Ese mismo

día me presentó con la persona responsable del proyecto, el doctor

Gustavo Casas-Andreu (en aquel momento curador de la colección

de anfibios y reptiles del Instituto de Biología, CNAR), quien me

explicó acerca del estudio y me informó que los cocodrilos vendrían

de Pensilvania USA, pero aún no sabía con certeza cuándo llegarían,

ya que mucho dependía de la aduana México-Estados Unidos. En esta

conversación salió otra posibilidad para trabajar simultáneamente

con un estudio sobre herpetofauna de la región. Aunque puse cara de

interés, la verdad es que nunca había escuchado esta palabra, no sabía

qué significaba, así que sin pena pregunté: ¿qué es herpetofauna?, y

el doctor Casas Andreu me contestó: “es el estudio de la riqueza de

especies de anfibios y reptiles de una región particular”. Busqué más

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Aunque puse cara de interés, la verdad es que

nunca había escuchado esta palabra, no sabía

qué significaba, así que sin pena pregunté:

¿Qué es Herpetofauna?

información al respecto, pero en aquel tiempo los medios de búsqueda

eran tan escasos que me vi muy limitado. A pesar de ello y con el

entusiasmo que tenía, acepté participar en el proyecto de los anfibios

y reptiles de la región de Los Tuxtlas Veracruz, colateralmente con el

cuidado de los cocodrilos, si es que se daba éste.

Considerando la posibilidad de que se realizaran los proyectos, tendría

la oportunidad de contar con una beca mensual de $ 2,000.00 (dos mil

pesos). Regresé a Xalapa muy motivado, y no por la beca, sino porque

realizaría mi trabajo de tesis con un proyecto de “herpetofauna”,

aunque aún no entendía el significado de este campo de la biología.

Con mis escasos ahorros fui a las librerías a buscar libros de

Zoología, porque pensé que ahí podría encontrar mas información

sobre el término herpetofauna, y en un libro encontré el término

“herpetología”, sin embargo, en nada me ayudó porque decía: “ver

Porter 1973”. El doctor Casas ya me había facilitado una parte de la

obra de Smith y Taylor (1966), llamada “Herpetology of Mexico”,

pero tampoco encontré lo que buscaba. Esto me frustró pero no me

desanimó, así que trabajé duro como dependiente en la tiendita de uno

de mis tíos, en el Mercado Jauregui de Xalapa, un hermoso mercado

con una gran dinámica en aquel tiempo, a finales de la década de los

setenta y principios de los ochentas; recuerdo que me pagaba entre

40 y 45 pesos a la semana, pero ahorré y solicité el libro de Porter. En

éste comprendí el significado de “herpetología” y de “herpetofauna”.

Tres meses después, el proyecto de los cocodrilos se aceptó, por lo

tanto también el de mi tesis. Tan pronto como los cocodrilos pasaron

la aduana, el doctor Casas-Andreu, otro estudiante (Guillermo Lara-

Góngora) y un servidor nos trasladamos a la región de Los Tuxtlas

para iniciar el trabajo de los cocodrilos y el de mi tesis. Fue aquí donde

me nació el gusto por los anfibios y reptiles sin saber lo que el destino

me deparaba, experiencias muy bonitas y otras no tanto. Así que

empecé a disfrutar al máximo este campo que encontré sin buscar y

por el azar se dio.

El inicio de la magia del trabajo en campo

Los primeros muestreos que hice sobre los anfibios y reptiles

fueron en la región de Los Tuxtlas, principalmente en la Reserva

de la Estación de Biología Tropical “Los Tuxtlas”. Recuerdo que me

despertaba muy temprano para desayunar algo y salir a colectar cerca

de la estación o caminar de 5 a 12 km; las caminatas que hacía eran

durante el día para registrar organismos diurnos y por la noche para

las especies nocturnas, como los anfibios. Éstas las hacia con mucho

cuidado, ya que en los arroyos de agua dulce podía encontrar una rana

acuática (Lithobates vaillanti) cerca de las playas, donde sabía que

los lancheros del lugar “Playa Escondida” vendían marihuana y me la

ofrecían de forma muy insistente, pero a pesar de mi edad (22 años)

pude evitar esto sin problemas. Así continué explorando los distintos

ambientes de la región, colectando los anfibios (ranas y salamandras)

y reptiles (lagartijas y serpientes) dentro de la selva de la estación y

fuera de ella, por ejemplo, en Sierra de Santa Martha. Después de los

recorridos, cuando regresaba al laboratorio de la estación, recuerdo

mi primera experiencia para la fijación de estos organismos. Antes de

sacrificarlos los observé varias veces sin poder hacerlo, literalmente

me puse a llorar y dije: “¿cómo es posible que estudio la vida de estos

animales si yo mismo se las voy a quitar?”, en ese momento pensé que

esto no era para mí. Este sentimiento se lo comenté a mi profesor,

y me dijo, “Aurelio, la ciencia es así, para conocer la biología de los

seres vivos en muchos casos se debe sacrificar, pero una vez que tú

tomas las muestras necesarias (tres ejemplares por especie) para tus

propósitos, ya no recolectarás más que no tengan un fin científico”.

Esto me animó a continuar y sólo colecté este tamaño de muestra.

En el periodo de trabajo de campo pasé por buenas y malas

experiencias, una de las malas fue debido a la alta humedad de esta

zona tropical. Resulta que me atacó un hongo en todo el cuerpo;

un día amanecí con el rostro y cuerpo desfigurado por una micosis,

así que me trasladé a San Andrés Tuxtla para ver a un médico. Para

esto tomé el camión “rojo”, que literalmente trasportaban gallinas,

puercos, iguanas y si llovía teníamos que llevar un paraguas, ya que

la parte de los techos de estos camiones estaban todos agujereados.

Una experiencia que considero buena fue en época de lluvias (julio-

septiembre) cuando el herpetólogo Richard Vogt nos invitó a

observar la comunidad de anfibios en Laguna Escondida. Durante el

viaje inició una lluvia muy fuerte con truenos y relámpagos, y de forma

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asombrosa empezaron a aumentar los niveles de agua de los arroyos, así que con cuerdas muy

resistentes nos amarramos por la cintura y otra persona nos jalaba fuera del agua para que

la fuerte corriente no nos arrastrara. Esto no fue una limitante para continuar con nuestro

objetivo de ver y escuchar a los anfibios que se encontraban en la laguna, y así fue, llegamos y

vimos a las especies concentradas, 10 o más, casi todas cantando, fue increíble ver ese paraíso

con esa fauna.

Regreso a la gran ciudad de México

Después de un año, se acercaba la fecha de dejar la estación de Biología, me invadió una gran

melancolía, dejar todo lo que había vivido en poco tiempo, a mis amigos de la región, a la familia

Sinaca y a otras familias del lugar (Laguna Escondida) con quienes conviví momentos muy

agradables. Familias que siempre me ofrecieron ayuda para acompañarme a mis expediciones,

compartieron conmigo sus ricas tortillas de comal y sus salsas riquísimas de molcajete. Esa

gente muy humilde pero con una gran bondad y un gran corazón para compartir sus escasos

recursos, lo que hizo que admirara su espontaneidad de entrega y forma de cultivar la amistad,

conducta que admiré y que extraño. Esta nostalgia se mezclaba con la de dejar a los cocodrilos.

En ese momento pensé que era indispensable para ellos, pero reflexioné y dije: “en esta vida

está comprobado que nadie es indispensable”, así que se hizo cargo de ellos otra persona; sin

embargo, al poco tiempo me enteré que los animales se murieron, las causas no las sé y no

quise preguntar, pero me invadió una gran tristeza al saber esto.

Después de dejar la selva de Los Tuxtlas, me integré a la colección de anfibios y reptiles del

Instituto de Biología de la UNAM, donde inicié el trabajo de laboratorio, ya sin un apoyo

económico, por lo que para sobrevivir acudía (con mis amigos Antonio Baxin y Miguel Torres)

al mercado de La Merced donde ayudábamos a un comerciante en su puesto de frutas. Esto se

complementaba con el enorme apoyo que recibí de dos personas que jamás olvidaré, la señora

Clara Luz Rojas Cadena, quien me dio alojamiento por una cantidad económica simbólica y

la señora Esperancita Bermúdez, encargada de la limpieza en el Departamento de Zoología

del Instituto, quien viendo mi situación económica me invitó a vivir en un cuarto que tenía,

con una renta mínima. De esta forma continué trabajando en mi tesis de licenciatura hasta

terminarla, agradeciendo a todas las personas de la colección, ya que también recibí un gran

apoyo de todo tipo, académico y económico. Por ejemplo, los maestros Rafael Martín del

Campo, Zeferino Uribe Peña, y el doctor Casas-Andreu, quienes conocían mi situación, en

repetidas ocasiones me invitaron a comer. Una anécdota que recuerdo fue cuando mi profesor

me dio unos ejemplares de una lagartija (Aspidoscelis communis) para que tomara las medidas

morfológicas y lo hice, pero al entregar los resultados, él me entregó una cantidad monetaria

que me sorprendió muchísimo, al grado de rechazarla, pero me dijo, “no seas orgulloso y

tómalo, te lo has ganado”; sabía por qué me la daba y esto lo voy a recordar siempre con un

enorme agradecimiento. Esto lo veo como una experiencia de vida, ya que así como vivimos

cosas difíciles, también hubo cosas muy agradables.

Técnico académico

Ya como biólogo, el doctor Casas-Andreu me apoyó para ingresar a la colección de anfibios

y reptiles del Instituto de Biología con una categoría de técnico académico. Ésta fue una de

las más grandes experiencias en mi carrera dentro del campo de la herpetología, ya que con

mi escaso conocimiento de campo adquirido previamente y con las especies depositadas en

esta colección, me sentí en un medio bastante cómodo. Comencé a determinar a los anfibios

y reptiles de cualquier ambiente de México, ahí llegaban ejemplares de especies de toda la

Trabajo de Campo

Trabajo de Campo

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“A ver, si eres herpetólogo, dime qué es esto…”

Casos como éste me llevó a meditar sobre el compromiso de sentirse o decirse herpetólogo...

república. La colección fue apoyada con un proyecto de CONACYT para incrementar el

conocimiento de la diversidad de anfibios y reptiles de México, en el que fui incluido para salir

a colectar en todo el país, cosa que me sirvió para ir acumulando conocimiento y experiencia

de la gran diversidad de especies que tiene nuestro territorio (detectadas hasta hoy 1,222

especies de anfibios y reptiles; Wilson et al., 2013). Sin embargo, contar con una pequeña

idea de las especies que habitan en los ambientes (tropicales, desiertos, templados, áridos) de

México fue un arma de doble filo, ya que en muchas ocasiones no me sentí cómodo frente a

mis compañeros, debido a cuestionamientos o posiblemente bromas que ellos me hacían como

“A ver, si eres herpetólogo, dime qué es esto…”; casos como éste me llevó a meditar sobre el

compromiso de sentirse o decirse herpetólogo; conocía algunos grupos y su distribución, pero

aún no me consideraba un herpetólogo, me daba miedo asumir este término, sabía muy bien

que no lo era, mi conocimiento de estos grupos era el básico, pero los estudiantes y algunos

profesores acudían a mí para que les determinara sus especies. A pesar de que me gustaba

mucho, me incomodaba, principalmente por los errores que pudiera tener. La experiencia

que estaba viviendo era suficiente, pero sabía que venía algo mejor, sólo tenía que esperar y

aprovecharla.

Las aventuras de las recolectas en todo el país

Con el apoyo económico recibido por el CONACYT para incrementar el número de especies y

de individuos de anfibios y reptiles para la colección del Instituto, se programaron las salidas

para realizar muestreos durante tres años en varios estados de la República Mexicana. En

éstas participé con el objetivo de aprender a reconocer la herpetofauna que México tiene,

lo que poco a poco se fue cumpliendo. Las salidas de campo fueron de 15 a 20 días por mes,

tiempo suficiente para detectar un gran número de especies y de organismos en los diferentes

ambientes. Uno de éstos fue en el Desierto de Sonora y de Chihuahua. Para sobrevivir en

éstos, debíamos abastecernos de suficiente alimento y agua, ya que de no hacerlo, las

consecuencias serían graves. Sin embargo, siempre hay error en los cálculos y una vez se nos

agotó el alimento y el líquido, cosa que nos preocupó, así que vimos la forma de salir pronto

del desierto, pero para continuar con esta mala situación, nos perdimos. Todos (Edmundo

Pérez Ramos, Isaac Martínez “el Morro”, y alguien más, posiblemente fue Adrián Nieto

Montes de Oca) preocupados por no saber exactamente qué vereda nos sacaría al camino

principal, decidimos tomar una al azar, y después de cinco o seis horas vimos una camioneta

de agentes judiciales. Pensamos que ya la habíamos hecho, sin embargo, al vernos

todos sucios, botas y pantalones desgarrados y con 20 días sin bañarnos,

nos confundieron con delincuentes, a pesar de que mostramos todos

los documentos personales e institucionales, así como el material

herpetológico que llevábamos. No creyeron que fuéramos biólogos

y nos tiraron al piso con las manos a la cabeza y con sus armas

(cuernos de chivo) apuntándonos, mientras otros revisaban la

camioneta y abrían las bolsas en las que estaban los ejemplares;

uno de ellos abrió una bolsa de manta que contenía culebras y al

tocarlas, asustado, pegó varios gritos. Fue hasta ese momento

que nos creyeron y sólo dijeron: “perdón muchachos, no anden

por estas tierras…” Ellos se ofrecieron a sacarnos a la carretera

federal, aunque después de lo que había pasado ya no queríamos

que lo hicieran, pero tuvimos que confiar en ellos.

Otra de las aventuras que sucedió mientras colectábamos en el sureste,

en Chetumal, Quintana Roo, fue mientras tratábamos de encontrar algunos

Un Joven Biólogo 4

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organismos. Ahí sólo pescamos millones de mosquitos que no nos

dejaron hacer gran cosa. Desesperados por esto, nos fuimos a acampar

cerca de la playa, pensando que por el aire y la brisa del mar no habría

mosquitos, pero fue peor, así que de madrugada desprendimos la

tienda de dormir y salimos de ese lugar; sin dormir, sin comer y

muy cansados nos fuimos al primer pueblo que encontramos, ahí

descansamos un poco en los asientos de un parquecito. Más tarde

buscamos otros lugares en donde colectar, ya que consideramos

que las colectas todavía eran pobres y que necesitábamos dividirnos

para buscar anfibios. Empezamos los recorridos cerca de las 20:00

horas y tuvimos suerte, pues sin darnos cuenta encontramos una

buena cantidad de anfibios. A las 4:00 de la mañana nos pusimos a

fijar los organismos, sin haber dormido ni un momento, pues de lo

contrario éstos se morían y se echaban a perder por las condiciones

del ambiente cálido. En este mismo viaje, otra noche tuvimos que

detenernos cerca de las 2:00 de la madrugada para poner nuestro

campamento en una vereda, ya como a las 6:00 de la mañana

escuchamos a dos personas que repetían varias veces “puro dormir

y dormir…”; se asomaron a la tienda de un acompañante italiano (el

doctor Mario Sala, invitado del doctor Casas-Andreu) y vieron un

colchón inflable que llevaba el invitado. Entonces le preguntaron:

“oiga, cuánto le costó esa chingadera”, pregunta que repitieron

como tres veces. Esto nos pareció gracioso, así que a partir de ese

momento llamamos al colchón “la chingadera”. El doctor Sala pensó

que en español colchón se decía chingadera, así que de regreso

al Instituto de Biología se lo entregó al doctor Casas, a quien le

pertenecía, y le dijo: “Gustavo, aquí está tu chingadera, gracias por

prestármela”. El doctor Casas nos llamó la atención por esto, aunque

de una manera tan amena, que siempre voy a recordar la anécdota

porque todo se prestaba para convivir mejor en el campo y en el

laboratorio. Así como éstas, he vivido muchísimas anécdotas muy

interesantes que me fortalecieron; aprendí que existe una gran

heterogeneidad de formas de vida, unas muy complicadas y difíciles

de entender, pero ahí están las que viven millones de mexicanos.

Campo y laboratorio

El trabajo de campo y de laboratorio son dos componentes

importantes del biólogo. Con base en esto se inicia la redacción de

un manuscrito científico. Por lo que siendo técnico de la colección

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de anfibios y reptiles, me animé a escribir mis primeras dos notas,

una para Herpetological Review y otra para Maryland Herpetological

Society. Mi primer trabajo fue un caos, principalmente por la

redacción en inglés, ya que sin tener idea de la gramática de este

idioma, me animé a escribirlos en éste, lo que fue un desastre; para mi

sorpresa no los rechazaron, pero sí me pidieron cambios importantes

en la redacción del idioma. Con esto me desanimé y dije: “jamás

voy a poder publicar en alguna revista extranjera, es decir en el

idioma inglés”. Comenté esto con el doctor Hobart M. Smith y él me

contestó: “Aurelio, tengo casi 85 años, más de 300 artículos, casi 20

libros y, si revisas mis últimas publicaciones, tienen errores que nadie

ha detectado, pero yo sí; cuando ya no escriba nada, ya no tendré

errores, lo importante de esto es darse cuenta para que cada vez sean

menos…, estas empezando, no te preocupes y sigue adelante”; así

que estos comentarios me animaron para continuar con mi trabajo y

tratar de publicar de vez en cuando.

Así continué en búsqueda de experiencia en el trabajo de campo y de

laboratorio, a pesar de mis limitaciones de todo tipo. A mediados de

los años 90 inicié mi primer manuscrito para enviarlo como artículo

a una revista científica. Así, sin pensarlo mucho, lo envié a la Revista

Herpetológica (en la que, en aquel momento, sólo publicaban los

herpetólogos más reconocidos). A pesar de la fuerte crítica por la

mala redacción en el idioma inglés, el trabajo fue publicado. En aquel

entonces, en mis primeros trabajos jamás me preocupé de si la revista

era o no indizada y menos el factor de impacto, pero los tiempos

cambiaron y hoy el sistema nos ha llevado a pensar primero en estos

factores. No estoy muy de acuerdo con esto, ya que existen trabajos

publicados en Science y Nature basados en modelos predictivos de

distribución y extinción de especies que hacen uso de bases de datos

(que hoy es muy fácil conseguirlos en línea), pero cuyos autores no

conocen a las especies en su medio natural, no saben cómo responden

éstas a los cambios de sus hábitats, método que ha sido cuestionado

por muchos biólogos, ya que como dice L. J. Vitt (2013) en su trabajo

“Caminando por los senderos de la historia natural”: existen muchos

temas que se hacen modas temporales, que se repiten por varios

biólogos, fortalecidos por la comodidad de obtener datos.

La forma de hacer investigación ha cambiado con los años. Cuando

empecé a tener noción de qué y cómo hacer investigación, me di

El doctor Aurelio Ramírez Bautista con

sus alumnos.

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Finalmente estoy

convencido que el camino

del aprendizaje y la huella del trabajo serán

los que darán el nombramiento,

entonces, es la historia que

uno hace la que define un

estatus.

cuenta de que los investigadores tenían

que someter proyectos a la CONABIO y

CONACYT. Los proyectos que contaban con

el apoyo estaban dirigidos a obtener datos de

campo, pero otros a obtener información de

las colecciones científicas. En aquel momento

no veía nada ético en solicitar bases de datos

a las colecciones, ya que la formación de las

mismas tiene una historia, como la comentada

anteriormente, además de la inversión de

dinero y esfuerzo (inversión de trabajo de

campo de varios años). Esto no se me hacía

justo y menos en la aplicación de este método

para conseguir datos. Actualmente, esto no

es un problema, es algo normal desarrollar

proyectos o artículos basados en datos

generados por otras personas e instituciones,

ya que la información está disponible en

línea. Sin embargo, el uso de estos recursos

presenta una limitante seria, como saber si

que dé un ornitólogo, un mastozoólogo

o un entomólogo que enseña Ecología de

Poblaciones, van a ser los del grupo que

maneja, aves, mamíferos o insectos.

Hoy día es importante que a los jóvenes

biólogos se les inculque la cultura de ver a

los organismos en su medio natural, ya que

así continuarán con esta misma visión a

futuro. Mis alumnos constantemente salen a

tomar sus datos de campo y, cuando puedo,

los acompaño. Hace dos meses recordé

mis inicios de trabajo de campo intensivo,

visité el Rancho Santa Elena, donde inició

su trabajo de tesis mi alumna Flor Melisa

Hernández Velasco, acompañada de otros

alumnos avanzados (Uriel Hernández Salinas

y Francisco Hernández). Llegamos al rancho

por la tarde-noche para colectar, marcar y

liberar a las ranitas (Hyla eximia e H. plicata).

Sus poblaciones son muy grandes, así que

se nos fue el tiempo y paramos de trabajar

cerca de las 4:00 de la mañana para dormir

un poco, pero nadie pudo, ya que estábamos

empapados y hacía mucho frío. Este hecho

es una buena experiencia para las nuevas

generaciones, saber dónde, cuándo y cómo

buscar a los organismos y cuándo se llega

realmente el nombre científico que tiene

un registro (organismo) corresponde al

nombre de la especie real; ¿cómo saber si la

distribución que se indica en la base de datos

es la correcta? Así como estas preguntas

aparecen muchas más con el uso de bases

de datos para escribir trabajos científicos.

Es por esto que, desde mi punto de vista, el

usuario debe conocer a las especies en su

medio natural, saber dónde y cómo viven y

cómo son sus poblaciones. Afortunadamente

existen investigadores jóvenes y estudiantes

que han generado poco a poco su propia

información de campo, claro, sin obviar el uso

de las bases disponibles cuando es necesario.

El conocimiento de lo que sucede con las

plantas y los animales en su medio natural

es necesario para nosotros los biólogos.

A los alumnos de mi clase de Ecología de

Poblaciones los llevo al campo para hacer

prácticas en los diferentes ecosistemas del

estado de Hidalgo, como ambientes áridos,

tropicales y templados. A ellos les fascina

el contacto con la naturaleza, ahí ven cómo

emplear el método de la observación,

observar por ejemplo la interacción de los

insectos con su entorno, cómo se alimentan

las aves, su hora de actividad y, por supuesto,

dónde encontrar anfibios y reptiles. Se ha

criticado que en mi clase los ejemplos que

doy con más frecuencia son los que

tratan de anfibios y reptiles, pero he

contestado: “son los ejemplos que

mejor conozco y, por lo tanto,

que mejor puedo enseñar”,

porque para sacar los

ejemplos de un libro

o de un artículo, el

propio alumno lo

puede hacer.

Los ejemplos

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al sitio indicado. Hay que aprovecharlo al

máximo, esto es lo que he aprendido durante

mi vida de trabajo de campo. Así también los

estudiantes valoran y respetan el trabajo de

los demás, valores que se verán reflejados

cuando inicien una carrera académica, con

producción y con formación de alumnos.

La formación de recursos humanos que a la

fecha he estado haciendo no ha sido nada

fácil, ya que influyen varios factores. Cada

uno de los jóvenes llega con un conocimiento

básico diferente, una forma distinta de hacer

las cosas, educación desigual, personalidades

diversas, grados diferentes de dependencia,

y con todo esto un profesor debe trabajar

y adaptarse. Sin embargo, cuando ellos ven

una disciplina y observan que ésta les puede

favorecer, la siguen, sabiendo que habrá

beneficios pero también muchos costos. Me

siento muy afortunado de contar con buenos

estudiantes, me han brindado muchas

satisfacciones, muchos de ellos ya están

publicando por ellos mismos, sometiéndose a

la discriminación de las revistas, es decir, si es

indizada, si tiene un factor de impacto alto,

características que antes no me gustaban,

pero que ellos ya ven de forma natural.

Mis experiencias en el campo y el trabajo

en laboratorio me han llevado a entender el

significado de la herpetología y el de querer

y poder llegar a ser un herpetólogo. Pero

finalmente estoy convencido que el camino

del aprendizaje y la huella del trabajo serán

los que darán el nombramiento, entonces,

es la historia que uno hace la que define un

estatus.

Finalmente, reitero que la formación que

he adquirido se gestó en la Universidad

Nacional Autónoma de México, aquí fue

el inicio de la germinación de lo que he

aprendido en lo académico y de la vida, por

todo esto doy gracias a esta institución. Si

bien ya no pude o quise continuar en ella,

agradezco todas las cosas buenas que me dio

y también las no tan buenas, que ésa es otra

historia que no mencionaré. Mi inquietud por

continuar en este campo de la herpetología

la sigo fomentando con mis alumnos de la

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo,

la que me ha abierto las puertas y ha apoyado

para continuar desarrollándome a través de

mis investigaciones de los anfibios y reptiles,

una gran experiencia de vida.

Agradecimientos

Agradezco a todas aquellas personas que tienen que ver en

mi formación académica y en el apoyo para continuar en

este campo, como Gustavo Casas-Andreu, Zeferino Uribe

Peña, Rafael Martín del Campo, L. J. Vitt, Louis Guillette,

Jr., Jack Sites. A Clara Luz Rojas Cadena y Esperancita

Bermúdez, gracias por el apoyo tan generoso; a mis

amigos, Miriam Benabib, Óscar Flores, Óscar Sánchez,

Jerry Johnson, Larry D. Wilson, Vicente Mata, Guadalupe

Gutiérrez Mayén, Edmundo Pérez Ramos, Adrián Nieto M.

de Oca, Luis Canseco, Isaac Martínez, Alberto González,

Sonia Gallina, Gerardo Ortega, Enrique Godínez, Amaya

Ruíz, por la amistad; Irene Goyenechea y Norma Manrique

por su apoyo. A mis alumnos (muchos de ellos hoy

doctores) que me han apoyado de forma significativa en

este camino académico, Xóchitl Hernández-Ibarra, Carlos

J. Balderas, Ricardo Torres, Omar Flores Ramos, Karla

Abbadie, Víctor Luja, Gabriela Dávila, Diana Pardo. A mis

alumnos actuales y pasados de la UAEH, Adrián Leyte,

Uriel Hernández-Salinas, Daniel Hernández Flores, Héctor

Uribe, Dinorah García Paredes, Raciel Cruz Elizalde,

Abraham Lozano, Christian Berriozabal, Aarón García,

Barry Stephenson, Itzel Magno, Raquel Hernández, Luis D.

Lara, Diego Escamilla; Luis Badillo, Jorge Tomás, y a todos

los que en este momento se me fueron de la mente, por las

lecciones de vida que he recibido de ellos. A Numa Pavón y

Darío Ramírez Garcés por la revisión de este manuscrito. A

Griselda Pulido y Scott Monks, gracias por su apoyo. A mi

familia, que siempre ha apoyado y comprendido mi gusto

por este campo. Finalmente, a Jesús Castillo Cerón por el

apoyo que me ha brindado y a los integrantes del Cuerpo

Académico de Ecología (CAE).

8

Page 12: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

¿Qué es la hibernación?

Durante mucho tiempo, las bajas

temperaturas en la naturaleza como

consecuencia de la llegada del invierno ha

puesto a prueba la capacidad de adaptación

de los seres vivos. Durante los meses de

invierno, algunos animales presentan

periodos de inactividad, en los que la

disponibilidad de alimento es muy limitada,

además de que puede haber abundante lluvia

y el frío es intenso; a este tipo de inactividad

se le conoce con el nombre de hibernación, la

cual puede durar meses, pero siempre termina

con la llegada del buen tiempo, en primavera.

Antes del invierno deben almacenar grasas

y carbohidratos en diferentes órganos del

cuerpo y así, a la llegada de los meses más

fríos, poder autoabastecerse sin la necesidad

de buscar alimento. La hibernación es

considerada como el sueño invernal de

algunos animales y se define como un estado

fisiológico de letargo de varios meses, en

el que la temperatura corporal permanece

por debajo de la temperatura presente en

Hibernación¿Cómo es afectada por el cambio climático?Julio César Hernández Hernández

Biólogo, egresado de la Universidad Veracruzana con especialidad en Bioconservación, y maestro en Neuroetología por el Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

situaciones normales (Neumann y Cade,

1965; Pengelley y Kelly, 1966). Pero este no

es un sueño ordinario; los latidos del corazón

se vuelven menos frecuentes, su respiración

se convierte en poco más que un suspiro

y pueden estar hasta un mes sin girarse o

cambiar su posición. Sin embargo, algunos

animales no presentan un estricto periodo

de hibernación, sino un proceso llamado

torpor, que es la reducción de la temperatura

corporal, y es usada como una estrategia para

pasar momentos de escasez de alimento en

un mismo día, a diferencia de la hibernación,

donde la reducción de la temperatura

corporal ocurre por semanas o meses (Geiser

y Brigham, 2012). Muchos murciélagos

entran en torpor durante las horas de luz y

despiertan por la noche para ir en busca de

alimento.

La temperatura de los animales que hibernan

puede disminuir a 1 o 2°C; sin embargo,

son pocos los animales capaces de una

verdadera hibernación. Tal es el caso de

los roedores, murciélagos y monotremas,

(mamíferos ovíparos cuyas crías lamen

leche de la piel, ya que carecen de pezones,

como los ornitorrincos). Estos animales

permiten que la temperatura de sus cuerpos

descienda hasta casi la del ambiente que los

rodea; estos son los verdaderos hibernantes.

Existen mamíferos que pueden considerarse

como falsos hibernadores, como es el caso

de los osos pardos (Ursus arctos) y polares

(Ursus maritimus). Estos duermen durante

el invierno en una cavidad rocosa de difícil

acceso, bajan su temperatura corporal

y su ritmo cardiaco consiguiendo así

ahorrar el 75% de su consumo energético

normal e interrumpir durante meses sus

funciones fisiológicas. Los osos no duermen

profundamente, sino que más bien sufren un

proceso llamado aletargamiento, ya que si es

sorprendido o molestado despierta y huyen.

Verdaderos hibernantes.

La hibernación se presenta en muchos

mamíferos de pequeño tamaño, roedores

como la ardilla terrestre de Perote

Foto: Armando Martínez Chacón.

9

Page 13: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

(Xerospermophilus perotensis) (Fig. 1), el

ardillón (Otospermophilus variegatus), la

ardilla de tierra (Ictidomys mexicanus), el

lirón careto (Eliomys quercinus), el hámster

dorado (Mesocricetus auratus), murciélagos

como el boreal rojizo (Lasiurus borealis),

los murciélagos de herradura (Rhinolophus

sp), el murciélago de cola peluda (Lasiurus

blossevillii), y primates como el lémur de cola

gruesa (Cheirogaleus medius), entre otros,

usan esta técnica.

Un famoso dormilón, el lirón (Glis glis)

(Fig. 2) ha revelado algunas sorpresas en la

técnica de hibernación. Al contrario de lo que

se creía, en lugar de pasar el invierno en el

hueco de un árbol, simplemente excava un

agujero en la capa de hojas muertas del suelo

del bosque. Exponerse a los elementos los

mantiene a una temperatura inferior y evita

que se despierten antes de tiempo. Incluso

así, deben moverse una vez por semana

para controlar los procesos metabólicos que

producen desgaste de energía.

Las ardillas árticas terrestres que viven en

Alaska pueden hibernar durante nueve meses

seguidos, al igual que la marmota siberiana y

la norteamericana. Aunque su temperatura

desciende, el animal continúa llevando el

control, estableciendo su termostato interno

al mínimo necesario para mantener la vida.

En América del Norte, la mayoría de las ardillas

terrestres que hibernan se caracterizan

por presentar una serie de eventos bien

definidos que incluyen la siguiente secuencia

de eventos determinada por las demandas

energéticas: salida de la hibernación,

reproducción, gestación, lactancia,

emergencia de los juveniles, acumulación

de grasas (para resistir a las condiciones

desfavorables del periodo inactivo), pre

hibernación y nuevamente la hibernación

hasta la siguiente primavera (Eisenberg,

1981; Michener, 1984). La ardilla terrestre

endémica de México, Xerospermophilus

perotensis, es un claro ejemplo. Esta ardilla

está activa durante nueve meses, el resto

del año entra en un período de hibernación

que inicia cuando el clima comienza a ser

más frío y las plantas de las que se alimenta

comienzan a escasear.

En el reino animal solo se sabe de un ave

que hiberna, una especie de chotacabras

o tapacaminos (Phalaenoptilus nuttallii),

que viven en las montañas del desierto de

Colorado y pasa el invierno en una oquedad

en la roca. Su corazón y su respiración bajan

su ritmo y su temperatura corporal llega a

pasar de 41°C a 6°C. En este estado soportan

aproximadamente cinco meses de crudo

invierno, en los que los insectos, que son su

principal fuente alimenticia, son difíciles de

encontrar.

La hibernación es un fenómeno que se da

exclusivamente en los animales de sangre

caliente (homeotermos). Sin embargo, entre

los animales de “sangre fría”, como los

sapos, ranas, entre otros anfibios, y reptiles

como las víboras, serpientes y lagartos, si

la temperatura de su entorno desciende

demasiado pierden calor corporal, quedan

Figura 1. El periodo de hibernación de la ardilla terrestre Xerospermophilus perotensis comprende aproximadamente cuatro meses, de mediados de noviembre a finales de marzo.

10

Page 14: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

inmóviles y pasan el invierno durmiendo en cuevas u oquedades.

No todos los animales emplean la estrategia de hibernación para

sobrevivir en el invierno, algunos animales deciden trasladarse hacia

lugares con climas más favorables, y a estos se les conoce como

migratorios, como es el caso de muchas especies de aves, ballenas y

peces. Así también, existen animales que viajan largas distancias para

hibernar, como la mariposa monarca (Danaus plexippus).

Estos insectos no son capaces de sobrevivir a los fríos inviernos que

ocurren en la mayor parte de los Estados Unidos y Canadá, por eso

migran hacia el sur y el oeste cada otoño para escapar de las bajas

temperaturas. La mariposa monarca viaja aproximadamente 4500

kilómetros para hibernar en los bosques de Oyamel, en el límite entre

el Estado de México y Michoacán. Otras hibernan en algunas partes

del sur de California, en árboles de eucalipto. La mariposa monarca

tiene sistemas de orientación, las cuales, según se ha considerado,

le permiten llegar al mismo sitio de hibernación cada año, tomando

como referencias el relieve del suelo, el sol, la temperatura, los vientos

y las fuerzas magnéticas que las atraen (Brower, 1999).

Efectos del cambio climático.

No es ningún secreto que el cambio climático amenaza el delicado

equilibrio natural. Los estragos del cambio climático cada vez son más

evidentes. Los glaciares se derriten, el nivel del mar aumenta, el ciclo

de las precipitaciones se altera y los animales luchan por mantener

el ritmo. El hábitat donde viven muchas especies se modifica

drásticamente, y hace que las funciones que desarrollan en cierta

época del año como la hibernación, reproducción, migración, entre

otras, se vean afectadas en su transcurso debido al adelanto de las

altas temperaturas. Las consecuencias de estos factores repercuten

de manera diferente entre las distintas especies. Sin embargo, ¿qué

efecto tendrá un entorno cambiante sobre las especies que hibernan?

Un estudio reciente llevado a cabo por un grupo de investigadores

de universidades británicas y estadounidenses, observaron como

una población de marmotas (Marmota flaviventris) (Fig. 3) está

presentando cambios en su ciclo de vida y en sus características

morfológicas. Estas marmotas viven en terrenos a una altura

aproximada de 3.000 metros en las Montañas Rocosas de Colorado,

en Estados Unidos, y están adaptadas a vivir en ambientes con un

verano corto y un largo invierno. Debido a ello, en tales circunstancias

su hibernación dura siete u ocho meses cada año. Si no logran

alcanzar el peso corporal necesario antes de la llegada de los meses

más fríos se enfrentan a un serio peligro de muerte, pues una

marmota pierde alrededor del 40 por ciento de su masa corporal

durante la hibernación. El cambio climático en la región ha generado

veranos más largos y ha provocado que las marmotas se despierten

mucho antes de lograr su periodo de hibernación, lo que les da más

tiempo para reproducirse y aumentar de peso antes del próximo

período, dando lugar a marmotas más corpulentas y robustas. Ese

mayor crecimiento ha sido debido a que el tiempo durante el que las

marmotas están despiertas ha sido cada vez más prolongado. Esto

es, al haber aumentado la temperatura ambiental, parece ser que las

marmotas no se ven obligadas a hibernar durante periodos tan largos

de tiempo. Es así como el alargamiento de la estación de crecimiento

ha dado lugar a que las marmotas nazcan antes y tengan más tiempo

para crecer hasta la hibernación. Y debido a ello, el tamaño corporal

ha aumentado en todos los individuos.

Figura 2. El período de hibernación del lirón (Glis glis) va de noviembre a finales de mayo. A veces se han encontrado varios individuos hibernando juntos. // Foto: Roberto Ragno

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Page 15: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

Estos veranos más largos también acarrean que se reproduzcan más

temprano y que sus crías sean más propensas a sobrevivir durante el

invierno siguiente, lo que ha hecho que su población se triplique desde

el año 2000. Este estudio, que comenzó en 1962 y se ha centrado en los

datos más completos recogidos entre 1976 y 2008, es el primero que

se realiza sobre cualquier especie para demostrar que un cambio en la

duración climática de las estaciones puede causar cambios en la masa

corporal y en el tamaño de la población simultáneamente. Aunque se

han observado cambios en la masa corporal de las marmotas (11%,

es decir, unos 400 gramos) y cambios en el número de su población

(25% más en 33 años), No se sabe qué podría pasar en el futuro y

los investigadores esperan descubrir cómo reaccionará la marmota

ante el cambio climático. Con estos veranos más cálidos y largos, uno

pensaría que las marmotas se ven beneficiadas con más tiempo para

crecer y alimentarse antes de que llegue el próximo invierno, por lo

que es más probable tener éxito y sobrevivir. Sin embargo, a largo

plazo el cambio climático no es una buena noticia, ya que, dentro

de poco, las temperaturas más altas se espera que vayan a reducir el

alimento disponible.

En contraste a lo anterior, un estudio realizado por biólogos de la

Universidad escocesa de Edimburgo, con las poblaciones de ardillas

colombinas (Urocitellus columbianus) de Alberta, al oeste de Canadá,

que hibernan durante ocho o nueve meses, encontraron que el

cambio climático ha provocado que la nieve de Canadá se derrita

más tarde de lo habitual, lo que a su vez ha alargado en diez días el

período de hibernación de las ardillas. Esta prolongación del período

de hibernación podría estar implicada en el descenso en los últimos

veinte años del número de individuos de estas ardillas, al no contar

con suficiente grasa para resistir tanto tiempo. Normalmente, la

mayoría de las alteraciones causadas por el cambio climático están

Referencias

•Brower, L. P. 1999. Para comprender la migración de la mariposa Monarca. Instituto Nacional de Ecología. Red para el Desarrollo Sostenible-PNUD. 85 pp.

•Eisenberg, J. F. 1981. The behavior patterns of desert rodents. 189-224 pp. In I. Prakash and P.K. Ghosh (eds). Rodents in desert environments.

Dr. W. Junk Publishers, The Hague.

•Geiser, F. and R. M. Brigham. 2012. The Other Functions of Torpor. 109-121 pp. In T. Ruf., C. Bieber., W. Arnold and E. Millesi.

(eds). Living in a seasonal world: Thermoregulatory and metabolic adaptations.

•Michener, G. R. 1984. Age, sex and species differences in the annual cycles of ground-dwelling sciurids: Implications for

sociality. 79-107 pp. In J.O Murie and G.R. Michener, (eds). The Biology of Ground-Dwelling Squirrels. University of

Nebraska Press. USA.

•Mora, A. B. X. 1996. Biología de la MM. Reserva Especial de la Biosfera de la Mariposa Monarca. INE.

•Neuman, R. L. and J. T. Cade. 1965. Torpidity in the mexican ground squirrel, Citellus Mexicanus parvidens

(Mearns). Canadian Journal of Zoology, 43: 133-140.

•Pengelley, E. T. and K. H. Kelly. 1966. A circannian rythm in hibernating species of the genus Citellus with

observations on their physiological evolution. Comparative Biochemistry and Physiology, 19: 603-617.

relacionadas con un alza en las temperaturas, en cambio, en esta

ocasión, se debe a las tormentas de nieve fuera de temporada. Según

los investigadores, este estudio demuestra que no sólo un aumento

de temperaturas provoca una respuesta del organismo al cambio

climático.

Aunque aún no existen evidencias científicas de la extinción de especies

a causa del calentamiento global, los científicos ya han observado

modificaciones en la redistribución y hábitat de muchos organismos.

Para calcular el potencial impacto del cambio climático, los científicos

han reconstruido las relaciones evolutivas o filogenéticas de un gran

número de especies de plantas, aves y mamíferos y han evaluado el

riesgo de extinción en distintos escenarios de alteraciones del clima.

El trabajo apunta a que las alteraciones climáticas impactarán en todas

las ramas. Estos impactos se sumarán a otros de origen humano como

la destrucción y la fragmentación de hábitats, la extracción excesiva

de recursos biológicos o la introducción de especies invasoras,

acciones que afectarán más a unas especies que a que a otras.

En la actualidad, el riesgo de extinción se encuentra distribuido de

forma desigual entre los grupos biológicos. Los vertebrados de

grandes dimensiones, las especies endémicas de las islas, las montañas

y algunas regiones tropicales, así como los anfibios, se encuentran

más amenazados que otros grupos. De acuerdo a las predicciones,

los efectos del cambio climático pueden ir de leves o moderados a

catastróficos, por lo que es importante la implementación de medidas

y políticas regulatorias para minimizar estos cambios. Está claro que

en la comunidad científica poco podemos hacer para disminuir de

forma directa el calentamiento global, ya que están involucrados

enormes intereses económicos y políticos; sin embargo, es nuestra

responsabilidad ante la sociedad señalarlo, evaluarlo y predecirlo.

Figura 3. Las marmotas (Marmota flaviventris) salen de la hibernación a finales de la temporada de invierno o cuando la primavera está en su totalidad, con un largo y fresco pelaje.Foto: Mark A. Chappell

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Page 16: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

El caso del MURCIÉLAGO

Alberto E. Rojas-Martínez, L. G. Juárez-Castillo,

M. Aguilar-López, O. Noguera-Cobos y Josefina Ramos-Frías

Laboratorio de Ecología de Poblaciones, Ár ea Académica de Biología, ICBI, UAEH

VAMPIRO

Los murciélagos se capturan cuando llegan a comer.

CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES.

Page 17: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

Las especies biológicas son sumamente

diversas y por sus actividades naturales

todas deben ser consideradas importantes,

pues sin ellas se altera el funcionamiento

de los ecosistemas (Begon et al., 1999).

Sin embargo todas pueden ser clasificadas

artificialmente, según los intereses humanos,

como útiles, inútiles o dañinas. Como se

puede ver, esta clasificación es insuficiente

para reflejar los beneficios o los daños que

los animales pueden generar, pues la mayoría

de las que son consideradas como inútiles

pueden generar servicios ambientales que

determinan beneficios directos e indirectos

a la sociedad humana (Begon et al., 1999).

Por una parte, nos gustaría que las especies

que dan beneficios inmediatos fueran más

abundantes, sin embargo su abundancia

tiene algunas consecuencias indeseadas.

Como ejemplo podemos considerar que

los mamíferos que han sido domesticados

(vacas, caballos, chivos, borregos, etc.),

cuando sobrepasan un cierto número se

vuelven problemáticas porque alteran los

sistemas de producción en los que están

inmersos (sobrepastoreo, compactación del

suelo, erosión, simplificación de la cubierta

vegetal, competencia con especies silvestres,

generación de residuos dañinos, etc.) y crean

daños que aumentan los costos de producción

y disminuyen los beneficios esperados.

Por otra parte, la gente quisiera que aquellas

especies que generan daños a las actividades

humanas desaparecieran o en su defecto

que sus poblaciones fueran controladas en

tamaño. En cualquiera de los casos, se genera

una polémica muy interesante, ¿pueden

los seres humanos establecer un número

adecuado para las especies que generan

beneficio y para las que generan daños?

¿Cuál puede ser el número adecuado?

En la naturaleza sabemos que el número

de los animales está controlado por la

capacidad de carga del sistema, esto es,

que cada ecosistema establece la cantidad

de individuos máxima de cada especie

(capacidad de carga del sistema; Begon et

al., 1999), misma que está controlado de

manera compleja por la cantidad de alimento

disponible, por los depredadores y por las

enfermedades. Pero además por los sistemas

de control poblacional denso-dependientes

(Begon et al., 1999), como el espacio, por

ejemplo, que al reducirse puede aumentar

el estrés entre los individuos, ocasionar que

pierdan a sus crías o aumentar su mortalidad.

Así, la lucha humana para mantener un

mayor número de animales benéficos

estriba en aumentar la capacidad de carga

de los sistemas productivos, evitando que

se manifiesten los mecanismos de control

denso-dependientes. ¿Pero qué se puede

hacer para controlar el número de una

especie que se considera indeseable? La

respuesta parece sencilla, pues consiste

en estudiar a la población de la especie de

interés y determinar los atributos de su

población (densidad, estructura de edades,

proporción sexual, condición reproductiva

y demografía), para manipularlos a nuestra

conveniencia y controlar sus poblaciones; sin

embargo esto no es sencillo. Para explicar

por qué es problemático su control vamos a

considerar el caso del murciélago vampiro.

Los murciélagos vampiro son sólo dos de las

56 especies de murciélagos que habitan en

el estado de Hidalgo (Rojas-Martínez, datos

no publicados), sus hábitos alimentarios

los obligan a comer sangre del ganado y de

cualquier animal endotermo (que produce

su calor internamente; Arellano-Soto,

2004), incapaz de rascarse el lomo con

las patas (en general animales que tienen

pezuñas). Debido a que los vampiros sólo

pueden comer sangre, han desarrollado

una serie de adaptaciones que les permiten

ser sumamente eficientes y persistentes al

alimentarse de sus víctimas. Por ejemplo,

eligen a una o a dos presas y se alimentan de

ellas cada noche sin fallar, preferentemente

abren la misma herida y su saliva contiene

un potente anticoagulante que impide que

la sangre se coagule (Acha y Szyfres, 1986).

Con estos hábitos, los vampiros generan

daños de consideración para la salud de los

animales (anemia y debilidad y predisposición

a enfermedades) y por consiguiente para la

economía de sus dueños. Adicionalmente,

debido a que los vampiros pueden contraer

la rabia, pueden contagiar a los animales de

los que se alimentan y causarles la muerte

(Arellano-Sota, 2004). Por otra parte,

controlar a estos animales es difícil, pues

al aumentar el número de animales que se

consideran benéficos para los humanos,

aumenta el número de murciélagos vampiro

que se alimentan de su sangre.

¿Cómo se controla a este tipo de murciélagos?

Los métodos de control que existen, en

general, consisten en matarlos directamente,

pero el más importante, porque en él se basan

los métodos de control modernos, consiste

en capturarlos cuando llegan a comer,

untarlos con un poderoso anticoagulante,

para liberarlos después y que puedan regresar

hasta sus refugios (Flores-Crespo, 1878).

Con esto se consigue que aproximadamente

mueran nueve murciélagos adicionales al que

fue untado, pues los murciélagos vampiro

se acicalan unos a otros en el interior de sus

refugios y comparten la sangre de la que se

alimentaron. La vaselina con anticoagulante

les provoca hemorragias internas, de manera

que así se pretende controlar al 90% de la

población.

¿Pero, qué tiene de malo este método

de control?

En general es un método que se realiza a

ciegas, pues se desconoce el número efectivo

de animales muertos y se desconoce también

si los animales provienen de refugios en los

que se congregan varios murciélagos, o si son

solitarios; igualmente se ignora la proporción

de sexos y de edades de los animales que son

envenenados al llegar a los refugios.

En el Laboratorio de Ecología de Poblaciones

(sección mamíferos), hemos estudiado a

estos murciélagos bajo la premisa de que se

deben obtener datos precisos de la dinámica

poblacional para controlarlos efectivamente.

Por ejemplo, sabemos que los programas

de control son aplicados de manera dirigida

hacia los lugares de importancia ganadera,

dejando desprotegidas las áreas en las que

no se produce ganado, pero en las que sí

existe murciélago vampiro. Con lo anterior

se provoca que los murciélagos que viven

14

Page 18: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

en los lugares en los que no hay control, re-

colonicen las zonas en las que existe mucha

comida, como son las zonas ganaderas. Al

aplicar los programas de control, se da por

hecho que se conoce el comportamiento de

los vampiros, porque se supone que son bien

conocidos. Sin embargo, ahora sabemos,

por ejemplo, que la Barranca de Metztitlán,

es una zona excluida de las campañas de

control, pero en ella habitan poblaciones

abundantes de vampiros que están en

constante crecimiento (Fig. 4). Aunque en

la barranca no existen hatos de ganado para

producción de leche y carne, existen otros

animales (chivos, borregos, cerdos, caballos

y burros) capaces de proporcionarles sangre

(Juárez, 2012). De manera que desde la

barranca, los vampiros pueden salir a re-

colonizar los lugares en los que se aplicó el

control de vampiros, ya que normalmente

pueden volar hasta 20 km alrededor de sus

refugios para conseguir alimento. Al realizar

estudios en la zona, hemos confirmado que

los vampiros habitan de manera solitaria o en

pequeños grupos en el 50% de los refugios

de la barranca y aquí se pueden reproducir

todo el año (Juárez, 2012). Además, hemos

observado que lo hacen principalmente en el

verano y que nace una sola cría por parto, que

tienen una proporción de sexos de 50% y se

reproducen por sistemas poligínicos, en los

que un macho puede formar un harem y se

aparea con varias hembras. Adicionalmente

determinamos que estos animales pueden

vivir hasta por 26 años y que la mayoría de

ellos mueren por causas naturales, antes de

cumplir los seis años de edad (Fig. 5; Juárez,

2012).

Esta información generada en el ámbito

local, puede ser utilizada para mejorar el

sistema de control actual. Por ejemplo, se

puede recomendar untar de anticoagulante

preferentemente a las

hembras pues son ellas

las que siempre están

agrupadas y se reúnen con

los machos para aparearse

y para la crianza. Por lo

tanto, el envenenamiento

de una hembra asegura el

de nueve animales más,

pues los machos pueden ser

solitarios. Adicionalmente,

el control debería ser

más intenso en el verano,

pues con ello se evitaría

que naciera una nueva

generación y se afectaría de

Los murciélagos vampiro eligen a una o dos presas y se alimentan de ellas cada noche.

En la Barranca de Metztitlán habitan poblaciones abundantes de vampiros que están en constante crecimiento.

15

Page 19: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

manera significativa a todas las clases de edad de la población. Aplicar

un programa de control de murciélago vampiro, sistemático y por

varios años conseguiría reducir las poblaciones de estos animales de

manera significativa, pues además disminuirían en la población los

individuos experimentados, que llegan a vivir hasta 26 años de edad

(Juárez, 2012) y que enseñan a los jóvenes a sobrevivir, explotando

un recurso tan peligroso como es la sangre de otros mamíferos. Sin

embargo, para lograrlo, es necesario conocer en detalle su dinámica

poblacional y destinar, como sociedad, recursos adecuados para

realizar la investigación necesaria. No se trata de llevar a la extinción a

una especie que seguramente cumple con otras funciones dentro del

ecosistema, se trata solamente de controlar sus poblaciones.

Referencias

Acha, P. y B. Szyfres. 1986. Zoonosis y enfermedades transmisibles comunes

al hombre y a los animales. Organización Panamericana de la Salud. Publicación

Científica número 503, Washington, pp. 502-526.

Arellano-Sota, C. 2004. Control of bovine paralytic in Latin American and the

Caribbean. National Institute for Livestock Research, México, 14 pp.

Begon, M., Harper, J.L. & Townsend, C.R. 1999. Ecology: Individuals,

Populations and Communities. Blackwell Scientific Publications, Oxford.

Flores-Crespo, R. 1978. La rabia, los murciélagos y el control de los

hematófagos. Ciencia veterinaria, 2: 27-69.

Juárez, C. L. G. 2012. Dinámica poblacional del vampiro Desmodus rotundus

(Chiroptera:Phylostomidae) en la reserva de la Biosfera Barranca de Metztitlán,

Hidalgo, México. Tesis de Maestría en Ciencias en Biodiversidad y Conservación.

Instituto de Ciencias Básicas e Ingeniería, Universidad Autónoma del Estado de

Hidalgo. México.

Es necesario obtener datos precisos de la dinámica poblacional.

Los murciélagos estudiados pueden vivir hasta 26 años. La mayoría mueren por causas naturales antes de cumplir seis años de edad.

16

Page 20: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

“La ingeniería genética juega con las barajas de la vida moviendo genes

entre especies; la biología sintética introduce nuevos comodines en el

paquete. La ingeniería genética está limitada a los genes que existen

en la naturaleza, la biología sintética pone al alcance la tecnología para

crear la vida que nunca ha existido ni podría existir naturalmente”–

Julian Savulescu, filósofo transhumanista, Oxford University, UK

La tarea de conservar la biodiversidad representa un reto extraordinario

que, dependiendo de diferentes situaciones, necesita aproximaciones

de distinta índole para alcanzar sus objetivos. Por tal motivo, en

2010 la Conferencia de Partes del Convenio de Diversidad Biológica

(CDB) adoptó el “Plan Estratégico para la Diversidad Biológica” para

los próximos diez años (2011-2020). En este marco, la comunidad

internacional se comprometió a salvaguardar la biodiversidad y los

beneficios ambientales que ofrece a la humanidad. Como parte del

Plan Estratégico se adoptaron 20 ambiciosos objetivos conocidos

como Metas de Aichi (Convention on Biological Diversity, 2010).

Las Metas de Aichi tienen como propósitos: a) abordar las causas de

la pérdida de biodiversidad; b) reducir las presiones directas sobre la

biodiversidad y promover su uso sustentable; c) mejorar la situación

actual de la biodiversidad, preservando la diversidad a nivel de:

ecosistemas, especies y genes; d) mejorar los beneficios que brinda

la biodiversidad a través de los servicios ambientales y e) mejorar la

aplicación de estos beneficios a través de la planificación participativa,

la gestión de conocimientos y la creación de capacidades (Convention

on Biological Diversity, 2010).

En situaciones reales, las Metas de Aichi son difíciles de llevar a

cabo debido a que requieren de un enfoque que combine diversas

técnicas y herramientas metodológicas. En la actualidad tanto los

objetivos como los arreglos institucionales que sustenta la Estrategia

de Aichi se basan en la comprensión de la biodiversidad y en las

ideas sobre las estrategias de conservación generadas a lo largo del

siglo XX. Adicionalmente, el hecho de hacer frente a las causas y

consecuencias de la pérdida de la diversidad biológica representa un

problema sumamente complejo en un entorno cambiante. A su vez,

el conjunto de amenazas de la biodiversidad constituye una serie de

“problemas perversos”. Estas problemáticas se caracterizan porque:

a) la solución depende de cómo se enmarca el problema y viceversa

(la definición del problema depende de la solución), b) las partes

interesadas tienen visiones radicalmente diferentes del problema y

diferentes marcos para la comprensión del mismo, c) las restricciones

a las que el problema está sujeto y los recursos necesarios para

resolverlo cambian con el tiempo y d) el problema nunca se resuelve

definitivamente (Rittel y Webber, 1973).

En este complicado panorama, el creciente campo de la “biología

sintética” se perfila como una aproximación atractiva e interesante

que puede ayudar en la mitigación de la pérdida de biodiversidad. De

acuerdo con la Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de

Bioética (CPEAB), la biología sintética se define como “una disciplina

científica que se basa en la síntesis química del DNA y de procesos

estandarizados y automatizables para hacer frente a las necesidades

humanas mediante la creación de organismos con características o

rasgos nuevos o mejorados’’ (Presidential Commission for the Study

of Bioethical Issues, 2010).

De acuerdo con Redford et al. (2013) la biología sintética puede

cambiar la relación entre los seres humanos y el mundo natural,

sin embargo actualmente este enfoque es desconocido dentro del

campo de la biología de la conservación. Atendiendo a esta necesidad,

la Wildlife Conservation Society organizó recientemente (del 9

al 11 de abril, 2013) una reunión en la Universidad de Cambridge,

Inglaterra, intitulada “How will synthetic biology and conservation

shape the future of nature?”. El objetivo principal fue convocar a las

comunidades de biólogos sintéticos y a los conservacionistas para

discutir las implicaciones que esta disciplina puede tener en el ámbito

de la conservación de la Naturaleza y en el desarrollo de nuevas ideas

y estrategias (Callaway, 2013). Lo anterior resulta muy importante,

ya que al parecer muchas personas pueden tener la impresión de

LA BIOLOGÍA SINTÉTICAY LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZACristian Cornejo Latorre

Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.

Mar Bermejo 195, Col. Playa Palo de Santa Rita.

La Paz, Baja California Sur 23096, México.

[email protected]

17

Page 21: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

de las poblaciones humanas. Estos nuevos desarrollos pueden tener

un impacto directo en la conservación, por ejemplo mejorando los

rendimientos agrícolas y aumentando la producción de alimentos.

Se podrán mejorar especies de interés comercial, como los árboles,

para que puedan producir una talla determinada o mayor biomasa,

reduciendo así la demanda de productos maderables en especies

nativas y evitando a su vez la deforestación. La biología sintética

también puede tener implicaciones en el desarrollo de energías

renovables y en la producción de medicamentos. Por lo tanto,

puede tener el potencial de transformar la economía planetaria y

a las sociedades humanas colocándose como una tecnología clave

en la bioeconomía emergente (Lee y Na, 2013). En el ámbito de la

conservación, es necesario abrir una discusión abierta y respetuosa

entre las diferentes comunidades académicas para evaluar los alcances

de la biología sintética. Actualmente se percibe a estas disciplinas

como muy distantes, sin embargo el trabajo que realizan ambas y

los objetivos que persiguen, pueden ser complementarios (Redford

et al. 2013). En este sentido, es urgente determinar cómo proceder

con los objetivos que se superponen en ambas. Es importante señalar

que esta discusión debe involucrar a los tomadores de decisiones, los

biólogos sintéticos, los conservacionistas y la sociedad en general.

Hay muchas preguntas en el aire que van a requerir de una

discusión larga e importante. Estos cuestionamientos van en

el siguiente sentido: ¿la biología sintética va a ayudar o a

obstaculizar los esfuerzos de conservación?, ¿puede

la manipulación genética permitir a las especies

adaptarse al cambio climático?, ¿se puede

cambiar la biología de un organismo para

que sea más productivo o para que pueda

crecer en nuevos entornos?, ¿se pueden

fabricar productos de vida silvestre,

como el marfil, en un laboratorio?,

que al impulsar los desarrollos tecnológicos de la biología sintética

con fines prácticos de conservación se está generando una suerte

de arrogancia en la que se pretenden hacer cosas fantásticas, como

traer de vuelta a los mamutes lanudos o resucitar a las palomas

mensajeras que oscurecieron los cielos de América del Norte antes

de ser erradicadas por los colonos del siglo XIX. Sin embargo, existen

muchos campos de acción donde las herramientas biotecnológicas

pueden aplicarse de una manera menos fantasiosa. En este sentido,

la biología sintética tiene el potencial para dotar a los organismos con

nuevos conjuntos de genes que les confieran nuevas habilidades, que

les permitan persistir a largo plazo en un ambiente cambiante, como

en el caso de los arrecifes de coral que pueden adquirir tolerancias

más amplias a los cambios de la temperatura del agua (Zimmer,

2013).

Actualmente se están realizado esfuerzos muy valiosos para recrear

especies extintas utilizando las herramientas de la biología sintética. A

partir de muestras biológicas colectadas previamente, se han llevado a

cabo investigaciones notables que tienen por objeto producir especies

extintas (aunque de momento sea sólo para verlas extinguirse

nuevamente). En este caso, podemos señalar los esfuerzos realizados

con la cabra montés de los pirineos (Capra pyrenaica pirenaica), una

especie exterminada directamente por causas antrópicas ocasionadas

por la cacería excesiva, organismos de esta especie fueron clonados

a partir de células crio-preservadas, pero no lograron sobrevivir

(Folch et al. 2009). Otro caso emblemático es el de la rana australiana

(Rheobatrachus silus), un anuro que se caracterizaba por incubar los

huevos en su tracto digestivo, inactivando las enzimas digestivas

mediante una sustancia producida por los huevos (Zimmer, 2013).

Los esfuerzos realizados con R. silus se enmarcan dentro del “Proyecto

Lázaro” que intenta resucitar especies extintas mediante clonación.

Hasta el momento se ha conseguido clonar algunos embriones, pero

éstos no han sobrevivido (Yong, 2013).

Por otra parte, un campo de acción sumamente importante de la

biología sintética será el desarrollo de tecnologías que

permitan satisfacer las necesidades básicas

18

Page 22: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

La extinción podría no ser permanente¿podría esta disciplina emergente recuperar

las especies que se han extinguido? (Redford

et al. 2013).

Se puede visualizar más fácilmente el cómo

la biología sintética afectará directamente

nuestras vidas, pero ¿cómo va a evolucionar

y afectar el resto de las especies del planeta?

Redford et al. (2013) identificaron cinco

temas emergentes clave, que deben ser

considerados por los conservacionistas e

instituciones como el CDB y la CPEAB: 1).

La extinción podría no ser permanente: se

deben revisar los criterios para establecer

a las especies que pueden revivirse o

ser asistidas por medio de herramientas

biotecnológicas. 2) La vida sintética

evoluciona: se debe valorar en qué medida

los organismos sintéticos podrán interactuar

con las especies existentes, estableciendo

los marcos permisivos a nivel local e

internacional. 3) La definición de “natural”

no es adecuada: se debe evaluar cómo

puede cambiar la percepción pública del

concepto “natural” y la idea de la evolución.

4) Los servicios de la naturaleza pueden

ser sintetizados: es importante determinar

cómo el diseño de organismos sintéticos

podrá generar beneficios ambientales a las

poblaciones humanas (captura de carbono,

control de contaminantes) y qué impactos

pueden tener en los ecosistemas naturales.

5) La vida sintética proporciona beneficios

privados: se debe poner atención en las

patentes de las formas de vida desarrolladas

por la biología sintética, considerando los

intereses económicos de los inversionistas

y los desarrolladores. Sobre todo, se debe

tomar en cuenta cómo equilibrar los riesgos y

las ganancias privadas frente a los beneficios

y la seguridad pública (Redford et al. 2013).

Adicionalmente, se deben considerar los

riesgos en materia de bioseguridad, los

cuales no deben ignorarse, pero tampoco

se debe aceptar el discurso que pretende

exagerarlos al repetir aquellos asociados a

la biotecnología, como si fueran novedades

asociadas a la biología sintética. En este

sentido, es importante señalar que los

desarrollos tecnológicos no son “buenos” o

“malos” per se, sino que más bien, dependen

del contexto de cómo se usen. Por ejemplo, la

energía atómica se puede usar para proveer

de energía eléctrica a una ciudad entera o

para borrarla del mapa de un solo golpe.

El informar y reflexionar cuidadosamente

sobre las nuevas tecnologías es esencial para

promover su uso adecuado.

Finalmente, no creo que la biología sintética

sea la panacea para resolver los problemas

de la conservación. Sostengo más bien que

esta disciplina tiene que llegar a sumarse

a toda la gama de estrategias que se están

realizando actualmente en materia de

conservación. En algunas situaciones el uso

de las herramientas de la biología sintética

podrá estar muy justificado y ser útil, por

ejemplo, en aquellas especies que se han

extinguido o están al borde de la extinción

debido a causas humanas (i.e. la caza furtiva

o la pérdida del hábitat); en estos casos se

deben hacer esfuerzos para recuperarlas, lo

que a su vez puede redundar en beneficios

económicos, turísticos y ecológicos, entre

otros (Kumar, 2012). Sin embargo, para que

esto ocurra es necesario contar con un fuerte

respaldo ético y político y con el apoyo a largo

plazo de diversas instituciones. Si bien la

biología sintética puede llegar a ser una cura

para ciertos “problemas perversos”, también

es cierto que la misma puede llegar a ser

una “solución malvada”, creando sus propios

problemas, algunos de los cuales pueden ser

indeseables o inaceptables en el ámbito de la

conservación de las especies, lo cual también

es importante de considerar (Zimmer, 2013).

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Page 23: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

Referencias

Callaway, E. 2013. Synthetic biologists and conservationists open talks. But worries persist about unintended consequences of tinkering with nature. Nature 496:

281.

Convention on Biological Diversity. 2010. Aichi Biodiversity Targets.Disponible en: http://www.cbd.int/sp/targets/. Fecha de consulta: 20/mayo/2013

Folch, J., Cocero, M.J., Chesné, P., Alabart, J.L., Domínguez, V., Cognié, Y., Rochea, A., Fernández-Arias, A., Martí, J. I., Sánchez, P., Echegoyen, E., Beckers e,

J. F., Sánchez- Bonastre, A y X. Vignon. 2009. First birth of an animal from an extinct subspecies (Capra pyrenaica pyrenaica) by cloning. Theriogenology 71:

1026–1034

Kumar, S. 2012. Extinction need not be forever. Nature 492: 9.

Lee, G. N y J. Na. 2013. The Impact of Synthetic Biology. Synthetic Biology 2: 210-212.

Presidential Commission for the Study of Bioethical Issues (CPEAB). 2010. New directions: the ethics of synthetic biology and emerging technologies. Disponible

en: http://bioethics.gov/cms/sites/default/f iles/PCSBI-Synthetic-Biology-Report-12.1 6.10.pdf. Fecha de consulta: 20/mayo/2013.

Redford, K. H., Adams, W y M. G. Mace. 2013. Synthetic Biology and Conservation of Nature: Wicked Problems and Wicked Solutions. PLOS Biology 11, 4: 1-4.

Rittel H. W. J y M. M. Webber. 1973. Dilemmas in a general theory of planning. Policy Sciences 4: 155–169.

Yong, E. 2013. Resurrecting the Extinct Frog with a Stomach for a Womb. National Geographic. Disponible en phenomena.nationalgeographic.com. Fecha de

consulta: 21/mayo/2013

Zimmer, C. 2013. Bringing them back to life: the revival of an extinct species is no longer a fantasy. But is it a good idea? National Geographic. Disponible en ngm.

nationalgeographic.com. Fecha de consulta: 22/mayo/2013

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Page 24: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

JOHN JAMES AUDUBON& THE BIRDS OF AMERICAManuel Becerril González

Profesor de Asignatura A, Definitivo, Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur,

Universidad Nacional Autónoma de México

John James Audubon nació en el año de 1785 en Les Cayes, Haití.

Fue uno de los naturalistas e ilustradores más famosos de todos los

tiempos. Su gran obra ornitológica The Birds of America realizada

entre 1827 y 1838 fue publicada en cuatro volúmenes, de los cuales

actualmente sólo se conservan 119 libros completos. Se calcula que

13 de ellos se encuentran en manos de coleccionistas y bibliotecas

privadas, el resto está bajo resguardo de algunas instituciones

educativas como museos, universidades, bibliotecas, así como en la

National Gallery of Art de Estados Unidos de América, la New York

Historical Society y otros sitios más en Moscú.

Entre 2010 y 2011, las casas de subastas Sotheby’s y Christie´s

vendieron una colección de obras que constan de cuatro volúmenes

con 435 láminas bellamente ilustradas a todo color bajo la técnica

acuatinta, que describen 497 especies de aves de Norteamérica.

Considerada una obra maestra de la ornitología mundial, dicho

trabajo valuado inicialmente entre 6.1 y 10 millones de dólares

alcanzó un precio récord en el mercado de $11.5 millones de dólares,

convirtiéndose en uno de los libros con el precio más alto en toda la

historia.

Las 435 acuarelas fueron pintadas en papel Whatman a escala natural,

en formato folio doble elefante, lo que hace que tengan una altura

monumental de más de un metro (137 x 109.2 cm). Su tamaño y

otras características de la obra hicieron que se culminara después de

11 años de arduo trabajo. La acuatinta y el coloreado de todas las

láminas quedó bajo la responsabilidad de Robert Havell y de su hijo

que lleva el mismo nombre.

Desde que la obra fue producida y hasta la fecha, ha habido mucha

discusión entre naturalistas, ilustradores y ornitólogos, en cuanto a las

posiciones en las que fueron plasmadas las aves que no corresponden

necesariamente a conductas y posiciones naturales. De hecho, desde un

principio la comunidad científica de Estados Unidos planteó fuertes críticas.

A pesar de que el trabajo artístico con actitud neoclásica refleja gran

habilidad para captar aves de una belleza sin igual, con un sentido

propio, perfectamente delineado y un toque extraordinario, los

editores mostraron poco interés en publicar esta obra ornitológica,

debido a que ya existía el trabajo previo de Alexander Wilson. Además,

los animales y su entorno daban una impresión un tanto dramática y,

como ya se señaló, no presentaban conductas propias de las especies.

Uno de los principales adversarios y críticos de Audubon fue George

Ord quien tenía un interés muy personal por publicar y dar a conocer

la obra de Wilson. Ord falleció sin culminar los nueve volúmenes de su

obra American Ornithology que consta de 268 ilustraciones de aves,

26 de las cuales contenían especies nuevas que no se había descrito

hasta el momento. Éste fue, dicho sea de paso, el primer libro de gran

extensión de aves americanas publicado bajo la técnica de aguafuerte

y coloreado totalmente a mano.

Las pinturas de Audubon no sólo contemplan aves alimentándose, en

cortejo, juveniles, nidos, huevos y pollos, muestran además detalles

de plantas, de vertebrados (peces, anfibios, reptiles y mamíferos) y de

invertebrados (insectos, arácnidos, gasterópodos y equinodermos).

Por otro lado, en el trabajo se puede apreciar la descripción de

especies extintas como la paloma migratoria Ectopistes migratorius y

del loro de Carolina Conoropsis carolinensis, entre otras, lo que agrega

un especial interés al trabajo.

Pese a las críticas negativas, Audubon registró y clasificó un gran

número de especies de aves de Norteamérica a principios del siglo XIX.

En 1820 el Museo del Oeste de Cincinnati reconoció sus habilidades

en el dibujo y la pintura y a partir de ese momento el artista enseñó

a dibujar y pintar retratos. Esto le permitió dedicar mayor tiempo a la

cacería y a la observación, lo que dio como resultado un gran progreso

en su técnica de dibujo y pintura. Para poder pintar, Audubon cazaba

a las aves y las mantenía de pie, sujetas con alambres.

Viajó a Londres y desembarcó en el puerto de Liverpool en 1826. La

comunidad científica inglesa lo recibió de buena forma y fue nombrado

miembro de diversas sociedades científicas, como la Sociedad Real

de Londres, la Sociedad Real de Edimburgo y la Sociedad Linneana.

Finalmente, la calidad de sus dibujos y de sus pinturas fue reconocida

y su trabajo abrió paso a nuevos artistas norteamericanos y europeos.

En 1851 el naturalista murió, fue aclamado como el ilustrador más

importante de todos los tiempos y su obra forma parte de la memoria

científica y cultural de nuestros días.

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¿ESPECIALIZACIÓN O INTEGRACIÓN?Numa P. Pavón

Profesor- Investigador, Laboratorio de Ecología de Comunidades,

Área Académica de Biología, ICBI, UAEH

Al parecer la especialización se considera como un proceso natural que

ocurre durante las etapas tempranas de formación de los estudiantes.

Durante el paso por la licenciatura comenzamos a inclinarnos por

ciertas materias que, como se dice coloquialmente, “nos gustan más”.

Como todo en la vida, también en biología en gustos se rompen

géneros y hay estudiantes que deciden elegir la zoología, la botánica,

la genética o alguna otra disciplina de las muchas que conforman a esta

ciencia. Es frecuente escuchar a los jóvenes decir: “yo estudio biología

porque siempre me han gustado los animalitos”, u otras frases como:

“desde que era niña inicié mi colección de insectos”. Bueno, aunque

debe haber el caso, aún no sé de alguien que haya dicho alguna frase

como: “estudio biología porque me intriga el proceso evolutivo en las

plantas con flores”, o acaso: “desde niño me han intrigado los flujos

de energía en los ecosistemas”. Lo cierto en todo esto es que hay

una inclinación o sesgo por gusto. Ya que pobres de aquellos que se

dedican al estudio de algo a fuerza o por compromiso. Hay una frase

muy cierta que dice “Trabaja en algo que te guste y jamás tendrás que

trabajar”.

Como ciencia la biología es muy amplia y se desglosa en tantas áreas

y disciplinas que la especialización se ha convertido en un proceso

continuo. Esto ocurre a tal grado que en muchos casos existen pocos

especialistas que estudien una especie e incluso a veces sólo hay uno

o una investigadora experta. Hay muchos ejemplos de esto, tal como

los zoólogos-entomólogos-sistemáticos de un solo grupo de los miles

que conforman a los insectos, o de ecólogos-vegetales-ecofisiólogos

dedicados a estudiar la germinación de semillas de cactáceas.

Ejemplos como los anteriores abundan, dado que hay mucho que

estudiar y pocos los decididos. Esto último ha sido una de las razones

más usadas para justificar la especialización. Otra justificación es el

manejo de la literatura sobre los diferentes trabajos que se realizan en

determinadas disciplinas. El número de publicaciones sobre un solo

tema al año puede ser muy grande.

Para ejemplificar esto, hice una pequeña revisión en un buscador

llamado Science direct. Este buscador no incluye a todas las editoriales

y por consiguiente es una muestra del universo de publicaciones. En

el ejercicio encontré 174,503 artículos relacionados con la ecología

vegetal; de este número 9,500 tienen que ver algo con la fenología

y, de éstos, 328 están relacionados con cactáceas. ¿Qué es más fácil,

revisar todos los artículos de ecología vegetal o sólo los 328 sobre

fenología de cactáceas? El manejo de la literatura es fundamental para

el desarrollo de la investigación, pues permite generar más y mejores

preguntas y por consiguiente tener mayor éxito.

El tener definida una línea de investigación implica estar al día en los

avances de esa línea, tener vínculos con otros especialistas en el tema,

lograr colaboraciones significativas, estar en la frontera y generar

nuevos conocimientos. Creo que es más fácil consolidar una línea de

investigación entre más especializada sea, es más, yo hipotetizo que lo

investigadores con mayor producción en cuanto a publicaciones son a

su vez los más especializados. Por otro lado, esto se premia. El Sistema

Nacional de Investigadores en México considera la consolidación en

un área especializada como uno de los requisitos para niveles 2 y 3. Yo

tengo el nivel 1 y en las recomendaciones que me han hecho está la

siguiente: “elija una línea de investigación y consolídela”.

Una línea representa la ruta entre dos puntos extremos, el inicio y la

meta, por lo que si establecemos nuestra meta, ya tenemos nuestra

línea. Para esto necesitamos realizar una reflexión profunda sobre

lo que queremos lograr como investigadores, cuáles son nuestras

preguntas y cómo queremos contribuir a la ciencia. Sin embargo,

en la realidad estas preguntas poco se reflexionan. Es más frecuente

que un investigador se forme con otro y, como aquellos aprendices

medievales, herede esa línea. Cuántos estudiantes de biología,

por su propia juventud, buscan arquetipos en sus profesores.

Éstos frecuentemente aprovechan la situación para clonarse o

para “empujar a los jóvenes” hacia un tema que frecuentemente el

estudiante desconocía. Un proceso no escrito, tradicional y efectivo

que ha funcionado por muchos años, pero, ¿es el mejor?

La forma de la línea puede o no ser recta. Claro está que en el primer

caso la distancia entre los dos puntos es la más corta. Así, muchos

investigadores prefieren no distraerse en meandros y sólo ver hacía

el frente, quizá como consecuencia de las evaluaciones cada vez

más exigentes por parte de las instancias académicas y/o por la

compulsión del propio investigador en llegar pronto a su meta. Sin

embargo, esto propicia que a menudo no vea más allá de su nariz.

Frecuentemente hemos escuchado la frase: “sí, es muy interesante,

pero no es lo mío”. Tal vez ocurre que salimos a recolectar hormigas y

ni idea tenemos que junto a nosotros se encuentre una posible nueva

especie de orquídea o de arácnido o incluso al caminar en nuestras

recolectas andemos pisoteando alguna evidencia fósil única. Esto

incluso es notorio cuando seleccionamos a qué conferencia asistir:

vamos sólo a las que nos interesan. Por esto, en la mayoría de los

centros académicos las conferencias tienen muy poca audiencia y

escasas preguntas.

Por otro lado, está la escala en la que nuestro objeto de estudio se

encuentra dentro de un intervalo de lo reduccionista a lo holístico. Sin

lugar a dudas la escala provoca una visión particular de las cosas y el

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Page 27: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

alcance de las preguntas. Esto hace muy compleja tanto la interacción

entre colegas como el escalamiento. Acaso lo arriba expuesto sea una

de las razones por las que el trabajo en equipo sea casi imposible y las

colaboraciones sólo se den como una suma de las partes.

¿En dónde quedaron los naturalistas curiosos que, como Darwin,

trabajaban con caracoles, con plantas insectívoras, con evolución? La

curiosidad es un valor personal que debe ser parte del perfil de un

investigador científico y no debe reprimirse. ¿Por qué no desarrollar

más de una línea de investigación a la vez o por qué no incursionar

en otra? Si un investigador decide cambiar no debe ser satanizado,

¡dejemos de estigmatizar! Muchos biólogos hablan desde hace

décadas de la necesidad de realizar una síntesis, revisar y romper

los paradigmas; sin embargo, esto no podrá lograrse desde la

especialización.

Ahora más que nunca, por la gran problemática ambiental

que sufrimos, hacen mucha falta investigadores que integren

conocimientos, cuya búsqueda sea contestar preguntas. Por supuesto

que las respuestas necesitan de conocimientos especializados,

pero no serán los especialistas los que redacten esas respuestas, es

necesario formar investigadores integrales que escojan los escenarios

adecuados para servir de modelos generadores de respuestas.

Seguro esto no es fácil y quizá aún no hay quien forme a esta clase

de investigadores. Para la integración, no se trata de generar n

capítulos, en el que cada especialista coopere con un capítulo y listo.

Para integrar es necesario tener la capacidad de reflexionar dentro de

un sistema complejo. Es mucho más que la suma de las partes. Hace

relativamente poco tiempo que surgen áreas de investigación cuyo

desarrollo es la integración, tales como la biología de la conservación,

la restauración ecológica y la ecología del cambio ambiental global.

Habrá quien diga que son especializaciones, pero no es así. Se trata

de disciplinas cuyo sujeto de estudio son problemas que se pueden

enfocar multidisciplinariamente y cuyo objetivo es generar soluciones

a esas problemáticas. En los tres casos se trata de problemas derivados

de las actividades humanas, por lo que la solución no sólo aplica al

ámbito biológico, sino además deben considerarse aspectos sociales,

económicos, políticos, religiosos, químicos, ambientales, históricos,

filosóficos y éticos. Aunque es deseable formar un grupo de trabajo

con expertos de cada disciplina, es necesario contar con el profesional

que integre. Éste necesita, sin duda, ser capaz de traducir y entender

los lenguajes de cada experto (especialista).

En esta reflexión no estoy considerando que la especialización sea

errónea o mala, sino que no debe ser la única manera de formación.

Sin lugar a dudas son necesarios los expertos, pero no sólo ellos.

Los grandes problemas que enfrenta la humanidad necesitan de

biólogos eclécticos, holísticos e integradores. Educar a los alumnos

a que es posible saber un poco de varios temas y que no hay un solo

camino. Generar proyectos de investigación basados en preguntas o

problemas, donde hay múltiples aristas. Subir y bajar de escala tanto

espacial, temporal y de complejidad. Es bien sabido que esto se ha

intentado en los estudios multidisciplinarios, pero también sabemos

que éstos no han funcionado como se esperaría, ni siquiera entre

expertos del mismo tema y lo digo por experiencia propia. Bien dice

mi madre: “dos agujas no se pican”.

Para finalizar imaginemos que tuviéramos enfrente a Charles Darwin

y le preguntáramos lo siguiente:

“Mr. Darwin, what line of scientific research are you in?Seguramente nos respondería:

Sorry, I don’t understand your question.

Foto: Laurence Livermore

24

Page 28: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

En algún momento en la década de 1980, principalmente en los

Estados Unidos se puso de moda el aplicar la teoría del Equilibrio

dinámico de la biogeografía de islas para diseñar áreas naturales

protegidas (Diamond, 1975; Simberloff, 1983; Shafer, 1990). A

pesar de que esta teoría puede ser enriquecedora y algo didáctica

(Akatov, 2013), se debe tener cuidado cuando llega a las manos

de la gente que se encarga de diseñar áreas naturales, pues no sólo

es una teoría caduca, sino inadecuada para diseñar refugios, ya que

sus simples reglas no cumplen con lo requerido para una adecuada

elección de sitios para conservar (Simberloff, 1983). Revisemos

cuál es el principio de esta teoría, veamos por qué se utilizó tanto

y analicemos por qué es inadecuado usarla para dicho fin. En el

año de 1967, un par de reconocidos ecólogos pertenecientes a las

Universidades de Pensilvania y Harvard, en los Estados Unidos, Robert

MacArthur y Edward Wilson, postularon lo que se conoce como teoría

de Biogeografía de islas, una teoría biológica muy famosa en aquellas

épocas e incluso en la actualidad y que en un sentido general explica

que “… el número de especies que se encuentran en una isla o en

un lugar aislado se debe al balance o equilibrio entre el índice de

migración y el índice de extinción…” y “…se asume como un evento

que está ocurriendo constantemente, entran, salen, desaparecen y se

remplazan individuos y especies (aunque no las mismas), pero siempre

se mantiene el equilibrio de las poblaciones…” (Shafer, 1990; Murray

et al., 2002; Akatov, 2013) (Figura 1). Dicha teoría se fundamenta en

explicar la dinámica poblacional en islas lejanas y cercanas, y en islas

grandes y pequeñas (Murray et al., 2002).

Debido al gran impacto obtenido en la comunidad científica en aquella

época y al aparente equilibrio satisfactorio obtenido de sus resultados

LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALESSergio Godínez-Cortés y Abigail Mayled González-Zúñiga

Egresados de la Licenciatura en Biología, ICBI, UAEH

y de sus postulados, muchos profesionales de la biología no tardaron

en afirmar que se podían hacer estudios de conservación de áreas

naturales utilizando dicha teoría, realizando diseños y planes para

elaborar refugios naturales en distintos tipos de hábitats, incluyendo

las ciudades (Diamond, 1975; Shafer, 1990; Akatov, 2013). Basándose

en los principios de la biogeografía de islas y al tratar de aplicar dicha

teoría a determinadas áreas continentales (terrestres) diseñados para

refugios biológicos, que según ellos son similares a las islas (Diamond,

1975; Murray et al., 2002).

La biogeografía de islas se ha utilizado principalmente para medir la

biodiversidad, hacer predicciones y tratar de comprender la relación

entre la diversidad de especies y el tamaño del área, mediante sus

Esquema que representa de manera general la teoría de la biogeografía de islas. Tomado de Murray et al., 2002.

25

Page 29: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

métodos cuantitativos; sin embargo, algunos han pensado que se

es capaz de aplicar dichas estimaciones para hacer propuestas para

preservar sitios mediante la identificación de la distribución de las

especies (Diamond, 1975; Murray et al., 2002; Akatov, 2013).

No conformes con forzar una teoría basada en áreas de tierra rodeadas

por agua en áreas de tierra fragmentadas y rodeadas por más tierra,

estos conservacionistas retomaron ideas de otras fuentes para

hacerlas pasar como resultados de la biogeografía de islas; tal es el

caso de los postulado para diseñar refugios naturales propuestos por

Simberloff en 1983, conocidos como SLOSS “single large or several

small” (una grande o muchas pequeñas) (Simberloff, 1983; Murray

et al., 2002) (Figura 2).

Para saber mejor de qué se trata, tenemos que considerar que

en todos los casos en los que se ha hecho un estudio para tratar

de conservar áreas utilizando la biogeografía de islas, se ve muy

claramente que se repiten constantemente dos supuestos que

no son propiamente surgidos de esta teoría (Diamond, 1975;

Simberloff, 1983), los cuales son:

1.- Un solo refugio grande es preferible que dos o más áreas pequeñas

con un área total igual que la grande.

2.- Para un área dada, una forma redonda es más óptima siempre.

Si bien estos dos enunciados suenan atractivos y funcionan como

estandarte para decir que la biogeografía de islas ayuda a crear áreas

naturales protegidas, esto es mentira, pues los dos supuestos, basados

en la insularidad y en el efecto de borde NO provienen de dicha teoría

(Simberloff, 1983).

Esta distorsión de principios se debe a que muchos de los biólogos

que se dedicaron a la conservación o al diseño de refugios, observaron

una similitud de los espacios terrestres insulares (aislados) destinados

para conservación con las islas (Diamond, 1975; Shafer, 1990;

Akatov, 2013). Comparación aparentemente similar, pero errónea, ya

que las reservas naturales a menudo (al no ser tan grandes como las

islas) no consideran aspectos de la biodiversidad gama ni beta para su

conservación, sino sólo alfa. Y no nada más eso, sino que las reservas

o áreas naturales, a menudo son manchas aisladas del hábitat natural

rodeadas por paisajes modificados por el ser humano, en las cuales

no se abarcan todos los componentes de la biodiversidad; ni mucho

menos se controla el mismo componente alfa en el sitio, puesto que

Foto: Ricardo Giaviti

Representación de la SLOSS (single large or several small) propuesta por Simberloff (1983), en la cual se ejemplifican los dos postulados, y complementada con la ilustración de los corredores biológicos. Tomado y editado de http://tinyurl.com/loy78ad

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algunos de los organismos escapan o entran algunos que no estaban

ahí antes, lo que no pasa en las islas, o según la biogeografía de islas,

no debería de ocurrir (Shafer, 1990; Murray et al., 2002).

Si bien las reservas naturales que se protegen actualmente

efectivamente son islas terrestres (áreas fragmentadas con efecto

de borde), su dinámica poblacional no actúa igual que la de una isla

volcánica o una isla continental, como nos lo han querido hacer ver

(Murray et al., 2002). Se pueden ver los defectos de la aplicación

de la teoría de dos formas principales posibles. Primero: ¿La teoría

de la biogeografía de islas está tan firmemente establecida como

para depender de ella y tomar decisiones tan importantes como la

conservación de áreas? No, puesto que los estudios llevados hasta

ahora son insuficientes o agregan variables a los resultados que

propician el equilibrio deseado y no la dinámica poblacional natural,

lo que conlleva a tomar decisiones equivocadas a la hora de elegir

un área para protección. Segundo: ¿Los diseños lógicos que se

recomiendan se obtienen de la biogeografía de islas? No, puesto que

los dos supuestos basados en la insularidad y en el efecto de borde

provienen del trabajo de Simberloff (1983).

Hasta estos momentos, la SLOSS (Figura 2) es lo más acertado

posible para basarnos en el diseño de refugios o áreas naturales. Y

sin embargo, aunque es muy atractivo el modelo, sólo es una utopía

más que no considera distintos aspectos variables que nos impiden

elegir el refugio idóneo, pros y contras tales como el tamaño y la

forma del área (en la actualidad muchos biólogos creen que una

forma circular es preferible que un área de cualquier otra forma; sin

embargo, a estas alturas no es posible discernir si es mejor conservar

un área grande o varias pequeñas que en su conjunto sean del mismo

tamaño que la grande, o si es necesario o no unir dichas áreas con

corredores biológicos); las catástrofes naturales (incendios, plagas,

competidores, especies introducidas, que sin lugar a dudas es preferible

que ocurran en un área pequeña, que en una sola de gran tamaño); el

costo de adquisición del área (entre más grande o exclusiva, se vuelve

más costosa); el espacio mínimo requerido para cada especie (cada

especie en particular requiere de distintas condiciones exclusivas, que

muchas veces no abarca el área protegida considerada, por lo tanto

quedan a la vez protegidas y desprotegidas); el número de hábitats

(la riqueza de cada área biológica destinada para conservación

dependerá en gran medida de los distintos hábitats que presente;

la conservación de pequeñas áreas con diferentes tipos de hábitats

presentarán mayor número de especies que una sola área grande con

un solo tipo de hábitat); el costo de mantenimiento (la manutención

y logística de organización es más barato para un solo refugio

grande que para varios pequeños de la misma área que el grande);

el flujo génico (la endogamia intensa presentada en pequeñas áreas

acarreará la extinción de la fauna, lo que preocupa a algunos, aunque

sabemos que la endogamia puede favorecer la variación y la expresión

Foto: Ricardo Giaviti

27

Page 31: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

genética escondida en los organismos) (Diamond, 1975; Simberloff,

1983; Akatov, 2013).

Al analizar éstos y muchos más datos, se puede afirmar que la

biogeografía de islas NO sirve para diseñar áreas naturales protegidas

(Simberloff, 1983); ya que si bien es un buen modelo, muchos

ecólogos de la conservación la han alterado y le han agregado distintas

variables y partes de otros postulados para que los resultados sobre

biodiversidad asemejen un equilibrio inexistente, es decir, la maquillan

para obtener los resultados deseados (Murray et al., 2002).

En un contexto simple, podemos decir que la biogeografía de islas

es una técnica inadecuada para diseñar áreas naturales o refugios. Es

una hipótesis débil y pobre que ha llevado a algunos investigadores

a ajustar el efecto de borde e insularidad al modelo de biogeografía

de islas para hacerlo autosuficiente, pero nada de eso sustenta

su diseño; es decir no está bien establecida. No se puede tratar de

resolver un problema tan complejo como lo es el diseño de un área

de conservación con una teoría que únicamente sirve para estimar

la abundancia de la biota y su modo de dispersión en una isla, que

apuesta a un falso equilibrio de sus poblaciones, sin una verificación

confiable de sus datos y sus resultados que nos indique que dichas

aproximaciones hechas a los hábitats continentales es confiable.

Simplemente no se puede pensar en una reserva como si fuera una

isla.

Incluso es triste saber que en algún momento de la historia,

la International Union for Conservation of Nature and Natural

Resources, líder internacional en conservación en la primera mitad

del siglo XX, propuso las reglas básicas para diseñar áreas naturales

protegidas basándose en la obsoleta teoría de la biogeografía de

islas (Simberloff, 1983; Akatov, 2013). Y aún en estos días, hay

profesionales en el campo que nos han engañado o hecho creer con

argumentos ecológicos que la biogeografía de islas es una herramienta

útil, cuando en realidad todavía no existe un método adecuado para

los complejos requerimientos que se necesitan para diseñar un lugar

como refugio o área de conservación (Simberloff, 1983; Shafer, 1990;

Akatov, 2013); tanto es así que el mal diseño de muchas de ellas, en

sentido metafórico, significan islas rodeadas de tierra no adecuadas

para sobrevivir, es decir, trampas naturales. Así, creemos que en la

actualidad, ningún biogeógrafo o conservacionista serio trataría

de adecuar la biogeografía de islas para designar áreas naturales de

protección biológica.

Agradecimientos. Nuestro más sincero agradecimiento a la Dra. Irene

Goyenechea Mayer-Goyenechea y al M. en C. Miguel Ángel Cabral

Perdomo, que en algún momento contribuyeron a la revisión y mejora

de este ensayo.

Referencias

Akatov, V. V. 2013. The 60th Anniversary of the equilibrium theory in island

biogeography: Problems of testing, results of field studies, and applied importance.

Biology Bulletin Reviews 3: 1-16.

Diamond, J. M. 1975. The island dilemma: lessons of modern biogeographic studies

for the design of natural reserves. Biological Conservation 7: 129-146.

Murray, K. G., Winnett-Murray, K. y L. Hertel. 2002. Species diversity, island

biogeography, and the design of nature reserves. Pp. 125-144. En: O’Donnell, M. A.

(ed.).Tested studies for laboratory teaching, Volumen 23. Proceedings of the 23rd

Workshop/Conference of the Association for Biology Laboratory Education (ABLE),

Florida.

Shafer, C. L. 1990. Nature reserves: island theory and conservation practice.

Smithsonian Institution Press, Washington, 208 pp.

Simberloff, D. 1983. Island biogeographic theory and the design of wildlife refuges.

Soviet Journal of Ecology, 13: 215-225.

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EL ARTE DELA GUERRA (III)Oscar Daniel González de la Fuente1 y Ulises Iturbe2

1 Estudiante de la Licenciatura en Biología, ICBI, UAEH, México.

2 Profesor-Investigador Asociado, Área Académica de Biología, ICBI, UAEH, México

Con esta contribución cerramos el ciclo que iniciamos hace dos

números de esta revista. Lo hacemos porque creemos haber

establecido el punto de comparación entre la obra de Sun Tzu, “El

Arte de la Guerra”, con la teoría darwiniana de la selección natural.

Las analogías resultantes son pertinentes toda vez que la teoría de la

selección natural se originó dentro de una tradición de competencia y

lucha entre los individuos, grupos sociales y naciones, que era popular

en el siglo XIX y a su vez la justificación de la sociedad capitalista

inglesa, con fuerte vocación colonizadora.

Los ejemplos que Darwin comenta en “El Origen de las Especies”

tienen su base en el conflicto biológico que se establece por la

reproducción diferencial de los organismos que compiten, debido a

que presentan diferencias individuales, y la aparición y permanencia

de las características que definen a las especies y a la preservación de

las especies mismas en un mundo silvestre que es, de hecho, salvaje.

La siguiente cita ilustra cabalmente esta perspectiva: “¿Cómo se han

perfeccionado todas estas exquisitas adaptaciones de una parte de la

organización a otra o a las condiciones de vida, o de un ser orgánico a

otro? Vemos estas hermosas coadaptaciones del modo más evidente

en el pájaro carpintero y en el muérdago, y sólo un poco menos

claramente en el más humilde parásito que se adhiere a los pelos de un

cuadrúpedo o a las plumas de un ave; en la estructura del escarabajo

que bucea en el agua, en la semilla plumosa transportada por la suave

brisa; en una palabra vemos hermosas adaptaciones donde quiera y en

cada una de las partes del mundo orgánico… Todos estos resultados…

son consecuencia de la lucha por la existencia. Debido a esta lucha,

las variaciones, por ligeras que sean y cualquiera que sea la causa de

la que procedan, si son en algún grado provechosas a los individuos

de una especie en sus relaciones infinitamente complejas con otros

seres orgánicos y con sus condiciones físicas de vida, tenderán a la

conservación de estos individuos y serán, en general, heredadas a la

descendencia, la cual a su vez también tendrá mayor probabilidad de

sobrevivir; pues de los muchos individuos de una especie cualquiera

que nacen periódicamente, sólo un pequeño número puede

sobrevivir” (Darwin, 1997).

Debilidad y fortaleza

El maestro Wang dijo: “Si un gato está en la entrada de una ratonera,

ni diez mil ratas se atreverán a salir; si un tigre guarda un vado, ni

diez mil ciervos lo podrán cruzar”. El que es capaz de hacer venir al

oponente por su propia voluntad, lo hace ofreciendo alguna ventaja.

Hay plantas que producen aromas que atraen a diversos insectos.

Cuando éstos llegan buscando el origen del aroma que confunden con

alimento, se encuentran frente a una especialización única en el reino

vegetal: la generación de trampas a partir de mecanismos simples.

Cuando el insecto es atrapado, la planta empieza a producir jugos

digestivos que disuelven a la presa y así aprovechan sus nutrientes; Foto: Glauco Umbelino

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Page 33: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

a estas fantásticas plantas insectívoras se

les conoce también por el nombre común de

plantas carnívoras.

“Y el que es capaz de impedirle que venga, lo hace hiriéndolo”.

Aquí podemos tomar por ejemplo a cualquier

serpiente venenosa, como las “serpientes de

coral” o “coralillos” (género Micrurus), los

cuales muerden a sus presas, generalmente

otras serpientes, y les inyectan veneno;

pero si se sienten amenazadas por un

potencial depredador o si se les molesta

insistentemente adoptarán una actitud

defensiva y morderán, dejando tanto una

herida, como un envenenamiento con

devastadores efectos neurotóxicos que

podría lograr que el agresor muera.

“Extremadamente sutil, el experto no deja huellas; completamente misterioso, se vuelve inaudible.De esta manera tiene al oponente a su merced”.

Pondremos como ejemplo a las serpientes

de cascabel, pues cuando uno piensa en

ellas, se hace una imagen preconcebida y

caricaturesca de estos animales haciendo

sonar el cascabel y atacando a sus presas; sin

embargo, aunque esto sea un lugar común,

no es cierto, pues sólo suenan el cascabel

cuando se sienten amenazadas y funciona

como una señal de alerta, muy eficiente,

contra posibles oponentes que en su mayoría

se asustan y alejan. Por el contrario, cuando

van a cazar, acechan y emboscan a sus presas

manteniendo el cascabel quieto mientras se

desplazan silenciosamente y se ocultan entre

la hojarasca o las rocas; así, tienen ventaja

y toman por sorpresa a sus presas, que son

generalmente roedores y otros animales de

talla relativamente pequeña.

“Pruébalo (a tu oponente) para averiguar sus puntos débiles y sus puntos fuertes”.

Hay tantos ejemplos que se pueden tomar

para este caso. Repasemos a los cocodrilos,

los cuales tienen la cualidad de ser pacientes.

Cuando les vemos, pensamos que atrapan

fácilmente a sus presas, que es algo innato

para ellos, pues son cazadores perfectos

desde que nacen. No obstante, los cocodrilos,

de manera similar a los mamíferos, tienen que

aprender cómo cazar; con intentos y fracasos;

con mucho esfuerzo aprenden cuáles son

los puntos débiles de sus presas y cuáles los

fuertes. Así, tras la experiencia formativa,

saben en qué momento es oportuno atacar

a su presa.

“Pues un ejército puede ser comparado con el agua, porque, al igual que un caudal deja las alturas para buscar los lugares bajos; un ejército evita lo fuerte y ataca lo débil”.

Del jaguar, uno de los grandes felinos

americanos, se puede decir que es un

depredador generalista, pero evita una

variedad de animales que podrían poner en

riesgo su vida. Así, caza únicamente aquellos

ejemplares que cree capaz de someter y

cuyo esfuerzo no será vano; puesto que hay

animales de gran tamaño, como las boas,

que les pueden causar bastante daño en un

combate directo o las tortugas de tierra que,

aunque lentas y poco fieras, cuentan con un

caparazón difícil de penetrar y con el que

pueden lastimarse el hocico en el intento.

“Y así como el agua no tiene un aspecto definido y adopta la forma del terreno por donde pasa; un ejército para obtener la victoria se adapta a la situación del oponente”.

Podemos ver esto en las especies exóticas

introducidas a diversos ambientes, siendo un

gran ejemplo el de los dingos en Australia. Se

sabe que estos cánidos fueron llevados allá en

algún momento por las poblaciones humanas

que colonizaron la isla hace milenios; luego,

estos animales fueron liberados o quizás

escaparon, volviéndose ferales, es decir, se

convirtieron en perros salvajes. Pareciese que

están completamente adaptados al medio

en el cual viven, aunque nunca hubo ahí

depredadores placentarios, ni ancestros que

mostraran su capacidad de adaptación a la

situación del ambiente cambiante.

“Y así, como el agua no tiene una forma estable, no hay en la guerra condiciones permanentes… De los cinco elementos, ninguno predomina constantemente; de las cuatro estaciones, ninguna dura por siempre; existen días largos y cortos, y la luna crece y mengua”.

Éste es un término fácil de abordar, puesto que

lo vemos constantemente en el medio, con los

cambios en las condiciones meteorológicas y

en el clima, a tal grado que la vida misma no ha

conservado una única forma desde su origen

en el planeta, sino que se ha diversificado en

millones de especies, en las que podemos

ver la gran variedad de adaptaciones finas y

mutuas que los organismos exhiben, que les

permiten interaccionar y alcanzar el mayor

estímulo de la vida: Alimentarse.

Referencias

Darwin, C. 1859 [1997]. El origen de las especies. Universidad Nacional Autónoma de México. México D.F.

Rebio-Godoy, M. 2003. Cascabel: la serpiente divina. ¿Cómo ves? (60):10-14

Tzu, S. [2009]. El arte de la guerra. Grupo Editorial Tomo. México, D. F.

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Page 34: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

EDITORIAL

Dicen que el filósofo Séneca dijo: “Largo es el camino de la enseñanza

por medio de palabras; breve y eficaz por medio de ejemplos”. Cuántos

de nosotros no fuimos atraídos hacia la ciencia gracias a que leímos

las biografías de grandes científicos y nos sentimos atraídos por su

ejemplo. Así, esperamos que el artículo “Memorias de un herpetólogo”

sea una fuente de inspiración para muchos jóvenes que quieran ser

biólogos. En éste, uno de los herpetólogos más reconocidos del país

platica cómo fue su encuentro con el estudio de los anfibios y los

reptiles, cómo logró formarse en esa disciplina y cómo ha continuado

con su labor hasta ver formados a nuevos profesionistas en el área.

Otra vida ejemplar fue la del John James Audubon, quien además

de ser un naturalista, estudioso de las aves, fue un artista que dejó

bellas pinturas de numerosos ejemplares, en los que se pueden

apreciar sus características, en un tiempo en que no existía la cámara

fotográfica. En aquella época, los naturalistas recorrían bosques,

estepas y desiertos para identificar y describir la biodiversidad que

iban encontrando en el planeta. Lejos estaban de imaginar que algún

día el ser humano buscaría métodos completamente innovadores,

e inimaginables en aquella época, de salvar esta biodiversidad,

como los propuestos por la biología sintética, de la que trata otro

artículo. Conservar la biodiversidad es uno de los mayores retos de

la actualidad ante los problemas que se presentan actualmente en

el planeta, como es el cambio climático. En otro artículo se describe

la manera como este fenómeno está afectando a varias especies de

animales que hibernan. Aunque todavía se discute, cada vez hay más

evidencias de que el calentamiento global se debe a las alteraciones

ambientales provocadas por el ser humano. Una de estas alteraciones

se describe en el artículo que trata de cómo el aumento del ganado

ha tenido como consecuencia el acrecentamiento de las poblaciones

de murciélagos vampiro, una relación que estábamos lejos de

sospechar. Por razones como ésta es que es necesario observar a la

naturaleza de una manera integral, como se señala en el artículo que

pone a discusión la especialización que ha tenido la ciencia frente a la

integración que debe haber para tener panoramas más completos de

lo que ocurre en la naturaleza. La falta de integración es uno de los

aspectos que ha llevado a considerar la biogeografía de islas como un

método para elegir áreas naturales protegidas, lo que se discute en

otro de los artículos. Finalmente, se presenta la tercera parte de una

secuencia que ha tratado de establecer puntos de comparación entre

la obra de Sun Tzu, “El Arte de la Guerra”, con la teoría darwiniana de

la selección natural. Esperamos que lo disfruten.

Consuelo Cuevas Cardona

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Page 35: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

Guía para colaborar en Herreriana, revista de divulgación de la ciencia:

1. Las colaboraciones a entregar pueden ser de varios tipos:

a). Artículos informativos sobre cualquier área de la ciencia, en especial de

la biología, o de la metaciencia (filosofía de la ciencia, historia de la ciencia,

sociología de la ciencia y política científica, entre otras).

b). Narraciones sobre experiencias propias. Por ejemplo, anécdotas sobre lo

ocurrido durante algún trabajo de campo, sobre cómo surgió el interés por la

ciencia o cómo se eligieron los temas de estudio.

c). Refexiones en torno al quehacer científico.

d). Entrevistas o pláticas sostenidas con científicos.

e). Entrevistas con estudiantes o investigadores.

f). Reportes de sucesos o eventos ocurridos en los centros de trabajo.

g). Cuentos que ayuden al lector a saber más acerca de algún fenómeno científico

o recreaciones biográficas.

2. El tamaño del escrito deberá ser menor a 10 cuartillas en doble espacio, en texto corrido (sin

justificar), letra Times New Roman, 12 puntos.

3. Los textos deberán estar redactados en un lenguaje que pueda ser entendido por la población

en general, sin palabras técnicas. Se sugiere echar mano de toda la imaginación y creatividad

literaria posibles.

4. Los dibujos, gráficas y fotografías deberán remitirse en archivos por separado en formato

RAW o JPG (300 dips).

5. Los pies de figura de las ilustraciones se mandarán al final del texto y en orden correspondiente.

6. Los textos enviados sin las características arriba mencionadas no serán dictaminados.

7. Las colaboraciones deberán enviarse al correo: [email protected]

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO

Mtro. Humberto Veras GodoyRector

Mtro. Adolfo Pontigo LoyolaSecretario General

Dr. Sócrates López PérezCoordinador de la División de

Investigación y Posgrado

Lic. Jorge Augusto del Castillo TovarCoordinador de la División de

Extensión de la Cultura

Mtro. Jesús Ibarra ZamudioCoordinador de la División de Docencia

Lic. Alfredo Dávalos MorenoDirector de Comunicación Social y

Relaciones Públicas

Dr. Orlando Ávila PozosDirector del Instituto de Ciencias Básicas

e Ingeniería

Mtro. Carlos Domínguez GonzálezSecretario del Instituto de Ciencias Básicas

e Ingeniería

Mtro. Jesús Martín Castillo CerónJefe del Área Académica de Biología

Colabora enHerreriana

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Page 36: Herreriana, año 9 No. 2 octubre 2013

Año 9, No. 2, 2013.

Hyla euphorbiacea, Santa Catarina, Acaxochitlan, Hidalgo. Fotografía de Uriel Hernández Salinas