Flaneurs Cine

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Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012 ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012 Página 1 Actas on-line: http://www.revistalatinacs.org/12SLCS/2012_actas.html Retratos de flanêurs. Andar sin rumbo en el cine contemporáneo Marta Pérez Pereiro. Universidade de Santiago. [email protected] Resumen: Esta comunicación se constituye como unos primeros apuntes sobre un tema en el que espero poder profundizar, para pasar de este estado incipiente a una genealogía de flanêurs más exhaustiva. La idea de vincular al flanêur, una figura nacida en el XIX, por tanto, con una convivencia exigua con el medio audiovisual, y la representación en imágenes de su mito, relacionado con figuras liminares y la idea del movimiento como motor del relato, implica la búsqueda de personajes y cineastas no apegados a ningún estilo determinado. La presencia del inadaptado y la inadaptada ha sido una constante en la crisis de la imagen-acción y su paso a la imagen-movimiento descrita por Gilles Deleuze, de manera que el cine contemporáneo presenta un catálogo extenso de figuras que pueden identificarse con este paseante solitario, tanto como personaje como creador. Palabras clave: flanêur, flanêuse, cine, Benjamin, Deleuze, wanderlust, huella, aura El flanêur, el caminante solitario de la modernidad, padecía un vicio que parece erradicado en este tiempo de automoción y transporte colectivo. Wanderlust o sauntering son términos asociados a este deambular desde que Walter Benjamin definiera por primera vez a esta figura oculta en la muchedumbre. El diccionario Webster, en su edición de 1850, recogía la acepción de wanderlust, palabra que deriva del alemán, como “el deseo fuerte e innato de vagar o viajar por ahí”. Sauntering, por su parte, era la palabra escogida por Henry David Thoreau en su ensayo Caminar (2010) para referirse a la acción de deambular, a pie, tal y como recoge la etimología del término, como los peregrinos que pretextaban ir a Tierra Santa y vagaban por los campos sin ocupación alguna. El flanêur se muestra como un personaje con una inclinación natural al movimiento, pero, al contrario que el peregrino a Tierra Santa o del propio Thoreau de Walden, su espacio no es la naturaleza sino las avenidas en construcción de las incipientes ciudades europeas del XIX. Walter Benjamin, autor que sistematiza por vez primera el retrato del flanêur, lo identifica con los bohemios, de los que recoge una definición de L’Ambigu Comique de 1843:

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Los paseos en el cine

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    Retratos de flanurs. Andar sin rumbo en el cine contemporneo

    Marta Prez Pereiro. Universidade de Santiago. [email protected]

    Resumen: Esta comunicacin se constituye como unos primeros apuntes sobre un tema en el que espero poder profundizar, para pasar de este estado incipiente a una genealoga de flanurs ms exhaustiva. La idea de vincular al flanur, una figura nacida en el XIX, por tanto, con una convivencia exigua con el medio audiovisual, y la representacin en imgenes de su mito, relacionado con figuras liminares y la idea del movimiento como motor del relato, implica la bsqueda de personajes y cineastas no apegados a ningn estilo determinado. La presencia del inadaptado y la inadaptada ha sido una constante en la crisis de la imagen-accin y su paso a la imagen-movimiento descrita por Gilles Deleuze, de manera que el cine contemporneo presenta un catlogo extenso de figuras que pueden identificarse con este paseante solitario, tanto como personaje como creador.

    Palabras clave: flanur, flanuse, cine, Benjamin, Deleuze, wanderlust, huella, aura

    El flanur, el caminante solitario de la modernidad, padeca un vicio que parece erradicado en este tiempo de automocin y transporte colectivo. Wanderlust o sauntering son trminos asociados a este deambular desde que Walter Benjamin definiera por primera vez a esta figura oculta en la muchedumbre. El diccionario Webster, en su edicin de 1850, recoga la acepcin de wanderlust, palabra que deriva del alemn, como el deseo fuerte e innato de vagar o viajar por ah. Sauntering, por su parte, era la palabra escogida por Henry David Thoreau en su ensayo Caminar (2010) para referirse a la accin de deambular, a pie, tal y como recoge la etimologa del trmino, como los peregrinos que pretextaban ir a Tierra Santa y vagaban por los campos sin ocupacin alguna. El flanur se muestra como un personaje con una inclinacin natural al movimiento, pero, al contrario que el peregrino a Tierra Santa o del propio Thoreau de Walden, su espacio no es la naturaleza sino las avenidas en construccin de las incipientes ciudades europeas del XIX. Walter Benjamin, autor que sistematiza por vez primera el retrato del flanur, lo identifica con los bohemios, de los que recoge una definicin de LAmbigu Comique de 1843:

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    Entiendo por bohemios esa clase de individuos con una existencia que es un problema, una fortuna que es un enigma, que no tiene residencia estable, ningn lugar reconocido al que ir, que no encuentran gusto en ningn sitio y que uno encuentra en todas partes (Benjamin, 2008:432).

    Los bohemios, que proliferan en la segunda mitad del XIX, no tenan oficio y hacan gala de su ociosidad como una virtud. Podan prescindir de ejercer un oficio en el arranque de la Revolucin Industrial y, por tanto, de la divisin del trabajo, y su mayor deseo era permanecer en movimiento continuo. La ocupacin del flanur es esa errancia que deriva del tedio que como

    Una afeccin de naturaleza urbana, sera la enfermedad propia del paseante (flanur), que ya no es capaz de procesar la vida metropolitana como un todo, sino como un complejo mltiple y fragmentario de sensaciones (Rbade Villar, 2012:97).

    El embotamiento de los sentidos del caminante solitario proviene de la multitud de estmulos de la ciudad que l, sin embargo, rechaza como un animal asctico (Benjamin, 2008:422) para poder permanecer sin ataduras a personas o bienes materiales. El flanur transitaba un mundo que ya no existe, si entendemos que la ciudad ha sido invadida por el no-lugar, descrito por Marc Aug a lo largo del siglo pasado, ya que asiste a un nuevo modo de crear espacios. Con todo, el caminante rechaza todo lo que este mundo tiene de nuevo, brillante y consumible, es decir, permanece al margen de la incipiente sociedad de consumo. Tal y como indica Benjamin, el flanur no puede resistirse a desafiar a este nuevo mundo y el control que sobre l ejercen las autoridades, de manera que los muros con el Prohibido fijar carteles son su escritorio (2008:428). Prefiere las ruinas, los letreros y las esquinas. Podra decirse que el flanur es el equivalente a un graffitero sin obra, que no desea ser visto ni dejar huella, pero no puede evitar mirar a travs del enrejado o de las grietas de los muros. En este sentido, una de las dimensiones ms interesantes del flanur es su vivencia del espacio, que es precisamente lo que lo relaciona con el cine como modo de representacin. Benjamin entenda que la experiencia fundamental del flanur era lo que denominaba la vulgarizacin del espacio. Este espacio, cualquiera que sea dentro de la red urbana, deja de ser sublime por su presencia no reverente. Se convierte as en un sospechoso al tiempo que, por esta vulgarizacin, este espacio se haga representable. La presencia de esta figura que Benjamin relaciona con el detective o el periodista, profesiones que funcionan en los mrgenes define lo transitorio en un momento en el que empiezan a generarse las condiciones de representacin mecnica de la figura humana en el paisaje urbano a travs de la fotografa. Las primeras imgenes de Niepce y Daguerre necesitaban tantas horas de exposicin que los paseantes de las ciudades que retratan no son ms que manchas fantasmagricas en las calles. La presencia del flanur queda bien representada, en su intento de invisibilidad, por ese desdibujamiento, que Baudelaire explica casi con un aforismo: estar en el centro del mundo y permanecer oculto al mundo (op. cit. Benjamin, 2008:446).

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    En la literatura, la figura del flanur aparece representada de forma cannica en los escritos de Robert Walser y su sucesor natural W. G. Sebald, particularmente en relatos como El paseo (2012), donde se ponen en juego todas las condiciones, casi atmosfricas, de la actividad preferente del caminante. Walser es retratado como el escritor-flanur prototpico en el librito de Sebald que sirve como homenaje:

    Las huellas que Robert Walser dej en su vida fueron tan leves que casi se han disipado. () En ninguna parte pudo establecerse, nunca tuvo la ms mnima posesin. No tuvo casa jams, ni una vivienda duradera, ni un solo mueble y, en su guardarropa, en el mejor de los casos, un traje bueno y otro menos bueno. De lo que necesita un escritor para ejercer su oficio ni tena casi nada que pudiera llamar propio (Sebald, 2007:11).

    Lo mismo que Walser, que fallece incluso como flanur, dejndose sepultar por la nieve del camino, Edgar Allan Poe, Nikolai Ggol o incluso Rosala de Castro1 intentar retratar al hombre que pasa inadvertido en la multitud. Existe un hilo conductor entre estas figuras que acaban atacando a la propia narrativa que deriva de una novela en una miscelnea de miradas, de manera que en obras como las Almas muertas (2009) de Ggol

    el personaje principal, el yo, apenas aparece en este libro en primera persona, sino que queda apartado o escondido entre la multitud de los dems transentes (Sebald, 2007:39).

    Cualquier escrito sobre el flanur es, adems, el resultado de una experiencia personal, en la que la mirada y el conocimiento de primera mano de las condiciones de vida del personaje son fundamentales. A este respeto, Ggol y Walser comparten

    La falta de hogar, lo horriblemente provisional de su existencia, su prismtico cambio de talante, el pnico, el sombro humor, impregnado de un negro dolor de corazn, la interminable profusin de papelitos y precisamente la invencin de todo un pueblo de pobres almas, de un cortejo de mscaras que prosigue sin cesar, con fines de mistificacin autobiogrfica (Sebald, 2007:39).

    El simple hecho de caminar se convierte en otros autores en motivo nico de escritura, como en caso ya mencionado de Thoreau2, pero como una forma de vida, no como un deseo de dejar testimonio de los lugares por los que se 1 Las condiciones de la modernidad, entre ellas el conjunto de experiencias sensibles

    asociadas al urbanismo y la sociedad de masas, aparecen descritas en la literatura en lo que Rbade Villar (2012) describe como un fenmeno de carcter global. 2 No deja de resultar curioso que conferencias como Caminar, que tantas veces pronunci en

    vida David Henry Thoreau, se hayan transformado en el paso al siglo XXI en memorias como De qu hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami (2010), un cambio de velocidad del autor que afecta necesariamente a los ritmos narrativos y la manera de representar el propio movimiento de los personajes.

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    transita. De este modo se aleja de la idea del viajero que necesita levantar acta de su trnsito, y del turista, que vive de manera vicaria el lugar para demostrar la autenticidad de la experiencia y, por extensin, de su propia vida. Guy Debord (2008) enunciaba desde el Situacionismo que en la Sociedad de Espectculo las vacaciones equivalan a nuestro autntico yo, el de las fotografas en las que ya la figura humana aparece perfectamente perfilada gracias a la tcnica. En la explicacin, citada casi hasta el exceso, que Paul Bowles us para definir a Port, uno de los personajes de El cielo protector (2000), se resume la diferencia que desde la literatura de viajes se aplica a viajero y turista:

    No se consideraba un turista. l era un viajero. Explicaba que la diferencia reside, en parte, en el tiempo. Mientras que el turista regresa deprisa a su casa al cabo de unos meses o semanas, el viajero, que no pertenece ms a un lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud de un punto a otro de la tierra (Bowles, 2000:10).

    La variable tiempo, la duracin del viaje, se aade de este modo a la ecuacin que empezaba a configurar la experiencia vulgarizadora del espacio que describiera Benjamin. El desplazamiento est marcado por las coordenadas de un tiempo no finito en un espacio urbano, y constituye la experiencia innata y primordial del flanur. Apartado de la muchedumbre que es el ms reciente laberinto e inescrutable laberinto en el laberinto de la ciudad (Benjamin, 2008:449)-, el flanur se convierte en un observador a distancia y, al tiempo, vive embriagado por la empata como modo de relacin con el otro: La fantasmagora del flanur: leer en los rostros la profesin, el origen y el carcter (Benjamin, 2008:433). Estas dos cuestiones, la representacin del movimiento y la cuestin de la mirada del flanur, son los elementos esenciales sobre los que se funda un acercamiento a la representacin de esta figura en el cine. La pregunta pertinente, en este punto, es si el caminar de esta figura parcialmente oculta en la muchedumbre es representable en imgenes, tal y como la literatura, descrita aqu en pocos ejemplos, ha conseguido trasladar las sensaciones de su errancia. Si la opcin cinematogrfica ms plausible es la adaptacin de estos relatos, existe ya una respuesta desde la crtica cannica cuando Andre Bazin (1999) en su artculo Por un arte impuro reflexionaba sobre la escasa aproximacin de los autores cinematogrficos a la literatura de vanguardia y, en cambio, el apego a relatos convencionales, perfectamente representables con el esquema aristotlico de la accin. El reto de un posible cine del flanur es jugar narrativamente con una historia que arranca in media res, al no tener datos sobre el origen del personaje, y que no implica un final, sino una desaparicin. Asimismo, la imposibilidad de concentrar su mirada en un nico punto ofrece, al mismo tiempo, la posibilidad de un relato en mosaico y la dificultad intrseca de establecer un hilo narrativo.

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    1. El caminante sin rumbo en el cine. El personaje del flanur Desde las primeras fantasas de Melis, el viaje ha sido un motivo recurrente en el cine. El cine de la modernidad, particularmente, ha estado plagado de errantes que transitan los arrabales de las ciudades. A pesar de la idea de aristocracia y seriedad que aparece asociada su imagen, existe un personaje que se puede identificar con la forma fsica y moral ms acabada del flanur. Charlot es un flanur legtimo tanto en la marca autobiogrfica de su creador, Charles Chaplin, que fue un nio de la calle en el Londres en el trnsito del siglo XIX al XX3, como en su carcter vagabundo. Charlot es la figura inadaptada por excelencia, que fracasa cada vez que intenta someterse a las normas sociales y a integrarse en la clase obrera que parece ser la que le corresponde. Al igual que los personajes de Walser o Ggol, esa condicin de outsider demanda la flexibilidad necesaria por las condiciones que impone una vida en la calle, sometida a constantes cambios. De ah el nacimiento del humor en el flanur como la forma ltima de relativizacin. El humor como correccin social, tal y como lo entenda e filsofo contemporneo del flanur, Henri Bergson (1999), tambin es un ingrediente esencial de las pelculas protagonizadas por Charlot. Bergson es el creador de lo que se denomina teora de la incongruencia segn la cual el origen de la comicidad est en la falta de adecuacin al contexto. La inadaptacin al medio de Charlot es ms que obvia: se escenifica en los gags fsicos, que son su marca identitaria junto con su caracterizacin, y en los problemas que su contacto con los otros siendo l el otro, el extrao, para ellos genera constantemente. Desde la mirada allea del vagabundo, la sociedad releva as toda su crueldad y contradicciones. A pesar de sus intentos de formar parte del mundo, Charlot siempre fracasa, de manera que,

    Individualista y anrquico, el vagabundo no duda en dinamitar el mundo en el que poco antes pretenda integrarse: sintindose rechazado, lo destruye para partir, habitualmente solo, en busca de nuevas aventuras (Riambau, 2000:29).

    De este modo, las historias de este flanur, que aparece por vez primera en Kid Auto Races at Venice [Carreras de autos para nios/Carreras sofocantes] (1914), carecen de principio y final. Simplemente, vemos al personaje, eternamente descontextualizado, en una sucesin de gags que aspiran a ser olvidados en la siguiente entrega. En el mejor de los casos, Charlot acaba con la chica, pero siempre es expulsado del lugar normativo, en el que se produce la divisin del trabajo. Andr Bazin ejemplifica con la clsica patada del vagabundo hacia atrs su posicin moral:

    3 Al igual que Chaplin, que reconoce como propia la vida en la calle cuando nio, otros

    retratistas de vagabundos han usado su experiencia como referencia para la ficcin. Tal es el caso de Charles Dickens, quien es retratado por G. K. Chesterton como un experto en el ritmo de las calles de Londres, derivado de su infancia de vagabundo, tal y como recoge Benjamin (2008).

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    Por un lado, a Charlot no le gusta () afrontar directamente las dificultades; prefire atacarlas por sorpresa volvindoles la espalda. Por otro, y sobre todo cuando no existe una utilidad precisa (aunque sea de simple venganza), esa patada hacia atrs expresa a la perfeccin la constante preocupacin de Charlot de no sentirse ligado al pasado, ni de arrastrar nada tras l (2000:21-22).

    The tramp [Charlot vagabundo] (1915) simboliza, ya desde el propio ttulo, la condicin de flanur de Charlot, su origen y destino inciertos, que, a modo de bucle, representa una carretera por la que entra y sale del film. Tambin la empata con los desamparados -en este caso, una chica acosada por ladrones-y la capacidad de renuncia a sus deseos que suele terminar con el acto final de desaparicin. A medida que avanza el siglo, los caminantes, cada vez menos a medida que cobran protagonismo los riders del cine americano, se convierten en smbolo de la alienacin de la vida en la ciudad, las condiciones que imponen el capital y los conflictos armados globales. La Segunda Guerra Mundial es el punto de inflexin de lo que Gilles Deleuze (1994) denomina la crisis de la imagen-accin y su transformacin en la imagen-movimiento. El neorrealismo, ms como estilo que como escuela, es el ejemplo que Deleuze pone para hablar de este cambio de paradigma, la puesta en escombros definida por la falta de continuidad, la no-clausura y la forma-vagabundeo como narrativa, que presenta espacios cualesquiera, cncer urbano, tejido indiferenciado, terrenos baldos (1994:295). Y entre las ruinas, el secreto y los universos sociales paralelos hay un inters por retratar el mundo del hampa, de la delincuencia y la corrupcin, cobran un especial protagonismo las figuras solitarias. La forma-vagabundeo es el modo de mostrar el paisaje y al personaje perdido en l, en una suerte de spleen que borra los lmites entre interior y exterior:

    Un diagrama de itinerarios fsicos y sntomas mentales. Sin duda, Antonioni es el cineasta que mejor expres esa errancia del sujeto en relacin con la indeterminacin del universo urbano, esa contigidad entre ambientes y personajes que se explicita mediante una triple ecuacin entre el espacio psquico interior, el espacio arquitectnico y el espacio del encuadre (Font, 2002:311).

    El Neorrealismo y los sucesivos movimientos asociados tienen un amplio catlogo de seres inadaptados que funden su angustia con el paisaje. En los desiertos y las ciudades vacas de Wim Wenders, como en su paradigmtica Paris-Texas (1984), en el espacio borroso de Theo Angelopoulos y su bsqueda de un lugar al que pertenecer, como en Topio stin omichli [Paisaje en la niebla] (1988) o en la tetraloga de Michelangelo Antonioni, -compuesta por LAvventura [La aventura] (1960), La notte [La noche] (1961), L'Eclisse el eclipse] (1962), e Il Deserto rosso [El desierto rojo] (1964) que representa la profunda incomunicacin en la sociedad contempornea. En cierto sentido podra decirse que, ms que flanurs cuyo deseo de movimiento es innato, estos personajes huyen y no caminan. Ms que wanderlust, sufren de angustia y su condicin de errantes no es natural sino que est forzada por las circunstancias.

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    Por otra parte, resulta curioso, cuando menos, observar que muchas de estas figuras perdidas en el paisaje neorrealista, sobre todo en el caso de Antonioni, son mujeres. Benjamin no enuncia de modo directo la posibilidad de que la mujer sea una caminante sin rumbo, sino que la nica mencin se refiere a una hipottica compaera del flanur, de la que ignoramos si tiene casa o se mueve en la ciudad como l. Ms explcito al respecto es Thoreau, quien en Caminar se refiere al confinamiento de las mujeres al indicar que estn an ms recluidas que los hombres y duda de que puedan soportarlo en absoluto (Thoreau, 2010). Janet Wolff (1985) acu la denominacin flanuse para referirse a una imposibilidad, la de la mujer que puede pasear sin destino evidente en la ciudad del XIX. Segn la autora,

    Las mujeres slo aparecen () a travs de sus relaciones con hombres en la esfera pblica y a travs de rutas ilegtimas o excntricas en este ruedo masculino, esto es, en su rol de prostituta, viuda o vctima de un crimen (Wolff, 1985:4).

    Es la mujer que camina, que hace la calle, en una metfora que hace pensar que es la prostituta la que crea la ciudad cada noche. Lo que transita la flanuse es un camino construido sobre el secreto, sobre ese mundo oculto del que habla Deleuze como parte de la crisis de la imagen en el siglo XX. La prostituta sera, en cierta medida, la flanuse por definicin a no ser porque, a diferencia de su correlato masculino, para quien la ociosidad es su actividad, ella est trabajando, aunque quede expulsada de las categoras aceptadas por el capitalismo. Al contrario que el flanur, quien desea no ser visto, la mujer no puede estar en la calle sin exponerse, sin convertirse en objeto de consumo. Laura Mulvey (1989) divide precisamente a las mujeres en el cine en dos modelos: la mujer negociable (madre, esposa, hija) y la mujer consumible (prostituta, vampira). Si la primera est confinada al hogar y su cuidado, la segunda parece conseguir un cierto estatuto de movilidad. La mayora de films que retratan a la mujer consumible, sean estrictamente comerciales o ms prximos al cine de autor, exponen de modo sinttico el paso de una mujer independiente a mujer negociable en dos escenarios bsicos: el amor, que la transforma, o el castigo por esta autonoma. En cuanto al primero de los supuestos, no hay film que trace de un modo ms sinttico la transicin de la mujer independiente, pero consumible, a una esclava por amor que Morocco [Marruecos] (1931), la primera pelcula hollywoodiense del tndem Joseph von Stenberg-Marlene Dietrich. La ltima escena del film muestra a Amy Jolly (Marlene Dietrich) siguiendo por el Shara al soldado Tom Brown (Gary Cooper), de la legin extranjera, en una suerte de destino fatal pero inevitable. En lo que respecta al segundo supuesto, el entusiasmo por la libertad que experimenta Nana, la prostituta de Vivre sa vie [Vivir su vida] (1962), de Jean-Luc Godard, se convierte en esclavitud conforme avanza la pelcula para terminar en una tragedia sbita e inexplicada. Tambin sabemos que la mujer morir, -pues Agns Varda nos lo muestra al principio de su film-, en Sans toit ni loi [Sin techo ni ley] (1985), donde la hippie Mona viaja por Francia con su mochila. En su periplo ir encontrando la incomprensin y marginacin por

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    parte de todas las clases sociales. Varda retrata la dignidad de una mujer que no desea trabajar ni establecerse, aunque la interpretacin que de su actitud hace el resto de personajes sea la arrogancia y la falta de adecuacin de Mona al sistema. En cualquiera de estos casos, el personaje, sea hombre o mujer, se adapta a la forma-vagabundeo de los denominados gegrafos (Font, 2002), cineastas como Win Wenders, Andrei Tarkovsky o Abbas Kiarostami, que emplean el paisaje como metfora y reducen la figura humana a un punto en el horizonte. Con todo, y al contrario que en el Neorrealismo, el cine de los gegrafos no busca mostrar la huella del flanur sino el sentido metafsico de su viaje. En este punto, resulta pertinente recordar la diferencia que establece Benjamin entre lo material y lo inmaterial de la experiencia:

    Huella y aura. La huella es la aparicin de una cercana, por lejos que pueda estar lo que dej atrs. El aura es la aparicin de una lejana, por cerca que pueda estar lo que la provoca (2008:450).

    El flanur, como un espejismo, una imagen apenas entrevista en un cristal, slo puede aparecer en el plano como una ausencia. La que propone, por ejemplo, Chris Marker en sus films errantes. El protagonista de Sans Soleil (1983) es el cineasta ficcional Sandor Krasna que escribe cartas a una mujer desconocida, la voz en off del film. Las imgenes se encadenan en esa forma-vagabundeo enunciada por Deleuze sin que medie un hilo narrativo ms all del relato de las cartas de Krasna. El cineasta-flanur, a diferencia del errante del XIX, se traslada de continente a continente para mirar, desde la distancia que procura el objetivo de la cmara, y descubrir que, caminantes o no, todos los hombres son iguales. Aunque la actividad cinematogrfica es casi nmada, acostumbrada al cambio constante de escenario, apenas se pueden consignar ejemplos de esta categora, el cineasta-flanur, sin hablar de figuras singulares como las del propio Marker, Jonas Mekas, la ya citada Agns Varda o Chantal Ackerman, quienes ponen en imgenes una mirada particular, entre la multitud, traspasada por la experiencia propia, a veces inequvocamente autobiogrfica, y que actualiza, en cierta medida, el mito del flanur como un observador solitario, de origen y destino inciertos, y sentido moral inapelable.

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