ENSAYO 16 Sordo Freire Jose Tesis Condicion Fisica Personas Mayores

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UNIVERSIDADE DA CORUÑA DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN FÍSICA Y DEPORTIVA EVALUACIÓN DEL ESTADO AFECTIVO Y DE LA CONDICIÓN FÍSICA EN PERSONAS MAYORES TRAS LA REALIZACIÓN DE UN PROGRAMA DE ACTIVIDAD FÍSICA Tesis Doctoral presentada por: JOSÉ ANTONIO SORDO FREIRE Directores: Carlos Mª Agrasar Cruz Profesor Titular del INEF de Galicia Francisco Camiña Fernández Profesor Titular del INEF de Galicia A Coruña, 2007

Transcript of ENSAYO 16 Sordo Freire Jose Tesis Condicion Fisica Personas Mayores

UNIVERSIDADE DA CORUÑA

DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN FÍSICA Y DEPORTIVA

EVALUACIÓN DEL ESTADO AFECTIVO Y DE LA

CONDICIÓN FÍSICA EN PERSONAS MAYORES TRAS LA

REALIZACIÓN DE UN PROGRAMA DE ACTIVIDAD

FÍSICA

Tesis Doctoral presentada por:

JOSÉ ANTONIO SORDO FREIRE

Directores:

Carlos Mª Agrasar Cruz Profesor Titular del INEF de Galicia

Francisco Camiña Fernández

Profesor Titular del INEF de Galicia

A Coruña, 2007

D. Carlos Mª Agrasar Cruz, Doctor en Educación Física y D. Francisco Camiña

Fernández, Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, ambos profesores

titulares del INEF de Galicia, como Directores de la Tesis Doctoral titulada

“EVALUACIÓN DEL ESTADO AFECTIVO Y DE LA CONDICIÓN

FÍSICA EN PERSONAS MAYORES TRAS LA REALIZACIÓN DE UN

PROGRAMA DE ACTIVIDAD FÍSICA”, realizada por el doctorando D. José

Antonio Sordo Freire, informan favorablemente dicho trabajo de investigación y

lo avalan para su presentación y defensa pública, por cuanto el tema, la

metodología seguida y las fuentes bibliográficas consultadas, son de gran interés y

actualidad y responden a las exigencias de la investigación que se presenta para la

obtención del Título de Doctor.

Fdo.: Dr. Carlos Mª Agrasar Cruz Fdo.: Dr. Francisco Camiña Fernández

A Coruña, 21 de Mayo de 2007

AGRADECIMIENTOS

• A mis directores de tesis, Dr. Carlos Mª Agrasar Cruz y Dr. Francisco

Camiña Fernández, por su dedicación y sus sabios consejos,

imprescindibles para la realización de esta tesis.

• Al Dr. José C. Millán Calenti, por su dedicación, apoyo y guía en los

momentos más complejos de la tesis.

• A Francisco Tenreiro, por su contribución, su ayuda sin límites y por

tantas noches de insomnio compartidas.

• Al Doctor Carlos Piñeiro, por su constante e inestimable apoyo y su forma

de entender el cuidado de la salud.

• A Agustín Tenreiro, por su identificación y entrega profesional en el

programa de actividad física.

• A José Mª Cancela, Manuel Gandoy y Francisco Castillo, por sus

sugerencias y reflexiones.

• A José Luis Tuimil, Elena Sierra y Jorge Dopico, por su confianza y

aliento en los momentos más complicados.

• A todos mis “jóvenes” amigos que han participado en el programa, por la

alegría y buen humor que nos transmitieron en todo momento.

• Al Patronato Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Ferrol, por su

apoyo decidido al programa y las facilidades prestadas en todo momento.

• A la Asociación de Vecinos de los barrios de La Graña, A Cabana y Brión,

por su implicación en la promoción y desarrollo del programa.

• Al Centro de Atención Primaria de Serantes, por acoger con la mejor

disposición este trabajo.

• A los miembros del Grupo de Investigación de “Actividade Física na

Terceira Idade” del INEF de Galicia, por su colaboración desinteresada en

el desarrollo de esta tesis.

• A mis compañeros del Centro de Formación y Recursos, del I.E.S. Ricardo

Carballo Calero y del Club O´Parrulo Ferrol Fútbol Sala, por su ánimo y

apoyo.

A mis padres, por los valores en los que me han educado.

A mi mujer, Teresa, por su amor, su estímulo constante y su comprensión durante todos estos años.

La persona mayor ha de tomar una actitud positiva en la vida, y la primera de

estas actitudes básicas es aprender a ser uno mismo, aprender a saber vivir

consigo mismo, a conocerse tal y como uno es, con sus dimensiones reales,

espaciales, temporales, corporales, espirituales.

José Mª Cagigal (Oh Deporte!, Anatomía de un gigante)

Índice

I

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN................................................................................................................. 3

1.1 APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A LA VEJEZ Y SU RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD

FÍSICA………………………………………………………………………...………...8 1.2 LA VEJEZ EN LA EPOCA CONTEMPORANEA .................................................................... 21 1.3 DEMOGRAFÍA DE LA ANCIANIDAD. ................................................................................ 33 1.4 CALIDAD DE VIDA EN LAS PERSONAS MAYORES............................................................. 46 1.5 LA DEPRESIÓN EN LAS PERSONAS MAYORES. ................................................................. 53

1.5.1 Depresión mayor....................................................................................................... 56 1.5.2 Distimia. ................................................................................................................... 56 1.5.3 Síntomas de la depresión. ......................................................................................... 57 1.5.4 Diagnóstico clínico. .................................................................................................. 60

1.6 INSTRUMENTOS DE MEDICIÓN. ...................................................................................... 68 1.6.1 Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage. .......................................................... 68

1.6.1.1 Interpretación de la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage.............................. 69 1.6.1.2 Propiedades psicométricas. ......................................................................................... 70

1.6.2 Philadelphia Geriatric Center Morale Scale. ............................................................ 71 1.7 ACTIVIDAD FÍSICA EN LA TERCERA EDAD. ..................................................................... 73

1.7.1 La resistencia aeróbica y el sistema cardiovascular en la tercera edad..................... 79 1.7.2 La fuerza en la tercera edad. ..................................................................................... 85 1.7.3 El equilibrio en la tercera edad. ................................................................................ 90 1.7.4 La flexibilidad en la tercera edad.............................................................................. 94 1.7.5 La velocidad y la coordinación en la tercera edad.................................................... 97 1.7.6 Metabolismo energético y envejecimiento. .............................................................. 99

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS. ................................................................................. 103

2.1 OBJETIVOS................................................................................................................... 104

3. MATERIAL Y MÉTODOS.............................................................................................. 107

3.1 SUJETOS ESTUDIADOS.................................................................................................. 107 3.1.1 Descripción de la muestra....................................................................................... 108

3.1.1.1 Edad de la muestra.................................................................................................... 109 3.1.1.2 Nivel de estudios. ..................................................................................................... 110 3.1.1.3 Estado civil. .............................................................................................................. 110 3.1.1.4 Domicilio. ................................................................................................................. 111 3.1.1.5 Convivencia. ............................................................................................................. 111 3.1.1.6 Actividad laboral. ..................................................................................................... 112

Índice

II

3.1.1.7 Consumo de tabaco................................................................................................... 112 3.1.1.8 Consumo de alcohol. ................................................................................................ 112 3.1.1.9 Retribuciones económicas. ....................................................................................... 113

3.2 PRUEBAS REALIZADAS A LOS SUJETOS......................................................................... 114 3.2.1 Estado afectivo. ...................................................................................................... 114 3.2.2 Condición física...................................................................................................... 115 3.2.3 Mejoras autopercibidas por los sujetos................................................................... 116

3.3 MÉTODOS. ................................................................................................................... 117 3.3.1 Periodización del programa. ................................................................................... 117 3.3.2 Predictores de calidad de vida. ............................................................................... 118 3.3.3 Condición física...................................................................................................... 118

3.3.3.1 Medida del índice de masa corporal (IMC). ............................................................. 120 3.3.3.2 Medida del equilibrio................................................................................................ 122 3.3.3.3 Medida de la agilidad. .............................................................................................. 123 3.3.3.4 Medida de la flexibilidad (flexión del tronco adelante desde sentado). .................... 124 3.3.3.5 Medida de la fuerza. ................................................................................................. 125

3.3.3.5.1 Fuerza máxima de prensión de las manos. .......................................................... 125 3.3.3.5.2 Fuerza máxima extensora de los miembros inferiores......................................... 127 3.3.3.5.3 Medida de la fuerza resistencia abdominal.......................................................... 128

3.3.4 Análisis estadístico. ................................................................................................ 129 3.3.5 Protocolo de Intervención....................................................................................... 129

3.3.5.1 Primer mesociclo. ..................................................................................................... 131 3.3.5.2 Segundo mesociclo. .................................................................................................. 134 3.3.5.3 Estructura de los microciclos. ................................................................................... 135 3.3.5.4 Estructuración de las sesiones................................................................................... 136 3.3.5.5 Pautas de progresión. ................................................................................................ 137 3.3.5.6 Seguimiento médico ................................................................................................. 139

4. RESULTADOS. ................................................................................................................. 143

4.1 ASISTENCIA AL PROGRAMA. ........................................................................................ 143 4.2 VALORACIÓN DEL ESTADO AFECTIVO. ......................................................................... 144

4.2.1 Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage. ........................................................ 144 4.2.1.1 Resultados por Ítem en la Escala de Yesavage. ........................................................ 148

4.2.2 Escala de Filadelfia................................................................................................. 178 4.2.2.1 Resultados por ítem de la Escala de Filadelfia. ........................................................ 181

4.3 VALORACIÓN DE LA CONDICIÓN FÍSICA. ...................................................................... 197 4.3.1 Peso. ....................................................................................................................... 197 4.3.2 Talla. ....................................................................................................................... 198 4.3.3 Índice de masa corporal. ......................................................................................... 199 4.3.4 Equilibrio. ............................................................................................................... 201

Índice

III

4.3.5 Agilidad. ................................................................................................................. 202 4.3.6 Flexibilidad............................................................................................................. 204 4.3.7 Fuerza máxima de prensión. mano derecha............................................................ 205 4.3.8 Fuerza máxima de prensión. mano izquierda. ........................................................ 207 4.3.9 Fuerza Máxima Extensora de miembros inferiores. ............................................... 208 4.3.10 Fuerza resistencia abdominal.................................................................................. 210

4.4 MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR LOS SUJETOS DE LA MUESTRA. .................................. 215 4.4.1 Actividades de la vida diaria. ................................................................................. 216 4.4.2 Agilidad. ................................................................................................................. 217 4.4.3 Movilidad-flexibilidad............................................................................................ 217 4.4.4 Estabilidad-equilibrio. ............................................................................................ 217 4.4.5 Fatiga-resistencia. ................................................................................................... 217 4.4.6 Coordinación. ......................................................................................................... 218 4.4.7 Fuerza. .................................................................................................................... 218 4.4.8 Circulación sanguínea............................................................................................. 218 4.4.9 Sueño. ..................................................................................................................... 218 4.4.10 Volumen corporal. .................................................................................................. 219 4.4.11 Dolor....................................................................................................................... 219 4.4.12 Mareos. ................................................................................................................... 219 4.4.13 Tensión arterial. ...................................................................................................... 219 4.4.14 Depresión................................................................................................................ 220 4.4.15 Estado de ánimo...................................................................................................... 220 4.4.16 Niveles de glucosa en sangre.................................................................................. 220

5. DISCUSIÓN....................................................................................................................... 229

5.1 ASISTENCIA AL PROGRAMA. ........................................................................................ 229 5.2 ESTADO AFECTIVO....................................................................................................... 231 5.3 PARÁMETROS ANTROPOMÉTRICOS. ............................................................................. 235 5.4 EQUILIBRIO. ................................................................................................................ 237 5.5 AGILIDAD. ................................................................................................................... 243 5.6 FLEXIBILIDAD.............................................................................................................. 244 5.7 FUERZA. ...................................................................................................................... 246

5.7.1 Fuerza máxima de prensión. ................................................................................... 246 5.7.2 Fuerza máxima extensora de los miembros inferiores............................................ 248 5.7.3 Fuerza resistencia abdominal.................................................................................. 250

5.8 CALIDAD DE VIDA........................................................................................................ 251 5.9 MEJORAS AUTOPERCIBIDAS. ........................................................................................ 259

6. CONCLUSIONES. ............................................................................................................ 269

Índice

IV

7. PERSPECTIVAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN................................................... 275

8. BIBLIOGRAFÍA. .............................................................................................................. 279

9. ANEXOS. ........................................................................................................................... 323

9.1 ARCHIVO MUSICAL. ..................................................................................................... 323 9.2 CUESTIONARIOS Y FICHAS DE REGISTRO. ..................................................................... 325

Índice

V

ÍNDICE DE TABLAS. Tabla 1. Temperamentos entre los cuales están repartidos los hombres.

Hipócrates (460-377 a.C.).................................................................... 13

Tabla 2. Datos de Población. Fuente INE varios años. ....................................... 29

Tabla 3. Percepción del estado de salud en adultos y mayores expresado en porcentajes de población...................................................................... 31

Tabla 4. Percepción del estado de salud según edad y sexo (Encuesta Nacional de Salud, 2003. Resultados expresados en población absoluta y en porcentajes de población). ................................................................... 32

Tabla 5. Evolución de la población total y de los mayores de 64 años en España y en Galicia ............................................................................................. 33

Tabla 6. Proyecciones de población total y mayor de 64 años en España.......... 35

Tabla 7. Proyecciones de población total y mayor de 64 años en Galicia .......... 36

Tabla 8. Proyecciones de población total y mayor de 64 años en la comarca de Ferrol.................................................................................................... 37

Tabla 9. Evolución de la población total y de los mayores de 64 años en el Ayuntamiento y la comarca de Ferrol entre el 1998 y el 2005. ........... 38

Tabla 10. Comparativa de la tasa vegetativa por mil habitantes en España, Galicia, Ayuntamiento y comarca de Ferrol. Datos INE Galicia, España. ................................................................................................. 39

Tabla 11. Indicadores demográficos de interés (Galicia Ayuntamiento y Comarca de Ferrol).............................................................................................. 40

Tabla 12. Distribución porcentual de los grandes grupos de edad en las cuatro provincias gallegas en los últimos años............................................... 42

Tabla 13. Relación entre la población española y extranjera en los últimos años en la Comunidad Autónoma gallega y comparativa con el mismo segmento de población para toda España............................................ 44

Índice

VI

Tabla 14. Esperanza de vida al nacer, por sexo (España y Galicia). Elaboración propia. (Fuentes: INE e IGE consultados en su última actualización. Agosto 2006)......................................................................................... 45

Tabla 15. Elementos fundamentales y factores que determinan la calidad de vida y el bienestar de la población. Basado en San Martín y Pastor (1990).................................................................................................... 49

Tabla 16. Factores que influencian la salud y la calidad de vida. Basado en Belando y Sarlet (1986)........................................................................ 51

Tabla 17. Criterios de clasificación de las depresiones. ...................................... 54

Tabla 18. Síntomas y signos de la depresión. (Modificada de Blazer, 1993 por González-Abraldes, Balo y Gómez, 2006)............................................ 59

Tabla 19. Síntomas de criterio diagnóstico para episodio depresivo mayor (unipolar) según el DSM-IV. ................................................................ 62

Tabla 20. Mayores de 65 años con diagnóstico de depresión en España. Elaboración propia. Datos de la Encuesta Nacional de Salud (INE, 2003)..................................................................................................... 66

Tabla 21. Descripción de la muestra de sujetos. ................................................ 109

Tabla 22. Distribución de la muestra por rangos de edades.............................. 109

Tabla 23. Nivel de estudios realizados. .............................................................. 110

Tabla 24. Estado civil. ........................................................................................ 110

Tabla 25. Domicilio actual. ................................................................................ 111

Tabla 26. Convivencia. ....................................................................................... 111

Tabla 27. Estado laboral actual. ........................................................................ 112 Tabla 28. Consumo de tabaco............................................................................. 112

Índice

VII

Tabla 29. Consumo de alcohol. .......................................................................... 113

Tabla 30. Nivel de ingresos económicos............................................................. 113

Tabla 31. Componentes, factores y pruebas de la batería ECFA-INEFG. ........ 119

Tabla 32. Descripción de las pruebas empleadas de la batería ECFA-INEFG. 119

Tabla 33. Planificación del primer mesociclo del programa. ............................ 132

Tabla 34. Planificación del segundo mesociclo del programa........................... 134

Tabla 35. Características del protocolo de actuación........................................ 139

Tabla 36. Asistencia al programa. Faltas........................................................... 143

Tabla 37. Resultados de la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage......... 144

Tabla 38. Análisis estadístico descriptivo de la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage: valoración inicial y final. .................................................. 146

Tabla 39. Resultados de la Escala de Filadelfia. ............................................... 178

Tabla 40. Análisis multidimensional de la Escala de Filadelfia. ....................... 180

Tabla 41. Evolución del peso. ............................................................................. 197

Tabla 42. Evolución de la talla. .......................................................................... 198

Tabla 43. Evolución del índice de masa corporal. ............................................. 200

Tabla 44. Evolución del equilibrio. .................................................................... 201

Tabla 45. Evolución de la agilidad..................................................................... 203 Tabla 46. Evolución de la flexibilidad. ............................................................... 204

Tabla 47. Evolución de la fuerza máxima de prensión de la mano derecha. ..... 206

Índice

VIII

Tabla 48. Evolución de la fuerza máxima de prensión de la mano izquierda.... 208

Tabla 49. Evolución de la fuerza máxima extensora de los miembros inferiores............................................................................................. 209

Tabla 50. Evolución de la fuerza resistencia abdominal.................................... 210

Tabla 51. Análisis estadístico descriptivo de la condición física. ...................... 213

Tabla 52. Cuadro Resumen de los parámetros analizados. ............................... 214

Tabla 53. Número de aspectos percibidos como mejorados tras el programa de ejercicio. ............................................................................................. 215

Tabla 54. Mejoras autopercibidas por los sujetos.............................................. 216

Tabla 55. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – I. ........................ 221

Tabla 56. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – II........................ 222

Tabla 57. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – III. ..................... 223

Tabla 58. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – I. ....................... 224

Tabla 59. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – II....................... 224

Tabla 60. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – III. .................... 225

Índice

IX

ÍNDICE DE FIGURAS. Figura 1. Medición de la talla. ............................................................................121

Figura 2. Medición del peso ................................................................................121

Figura 3. Medición del equilibrio........................................................................123

Figura 4. Medición de la agilidad. ......................................................................124

Figura 5: Medición de la flexibilidad. .................................................................125

Figura 6. Medición de la fuerza de prensión de manos.......................................126

Figura 7. Medición de la fuerza extensora de los miembros inferiores. .............127

Figura 8. Medición de la fuerza-resistencia abdominal......................................129

Figura 9. Faltas de asistencia al programa. .......................................................143

Figura 10. Resultados de la Escala de Depresión Geriátrica deYesavage. ........145

Figura 11. Resultado de las mujeres al ítem número 1 de la Escala de

Yesavage............................................................................................148

Figura 12. Resultado de los hombres al ítem número 1 de la Escala de

Yesavage............................................................................................148

Figura 13. Resultado de las mujeres al ítem número 2 de la Escala de

Yesavage............................................................................................149

Figura 14. Resultado de los hombres al ítem número 2 de la Escala de

Yesavage............................................................................................149

Figura 15. Resultado de las mujeres al ítem número 3 de la Escala de

Yesavage............................................................................................150

Figura 16. Resultado de los hombres al ítem número 3 de la Escala de

Yesavage............................................................................................150

Figura 17. Resultado de las mujeres al ítem número 4 de la Escala de

Yesavage............................................................................................151

Figura 18. Resultado de los hombres al ítem número 4 de la Escala de

Yesavage............................................................................................151

Figura 19. Resultado de las mujeres al ítem número 5 de la Escala de

Yesavage............................................................................................152

Índice

X

Figura 20. Resultado de los hombres al ítem número 5 de la Escala de

Yesavage............................................................................................152

Figura 21. Resultado de las mujeres al ítem número 6 de la Escala de

Yesavage............................................................................................153

Figura 22. Resultado de los hombres al ítem número 6 de la Escala de

Yesavage............................................................................................153

Figura 23. Resultado de las mujeres al ítem número 7 de la Escala de

Yesavage............................................................................................154

Figura 24. Resultado de los hombres al ítem número 7 de la Escala de

Yesavage............................................................................................154

Figura 25. Resultado de las mujeres al ítem número 8 de la Escala de

Yesavage............................................................................................155

Figura 26. Resultado de los hombres al ítem número 8 de la Escala de

Yesavage............................................................................................155

Figura 27. Resultado de las mujeres al ítem número 9 de la Escala de

Yesavage............................................................................................156

Figura 28. Resultado de los hombres al ítem número 9 de la Escala de

Yesavage............................................................................................156

Figura 29. Resultado de las mujeres al ítem número 10 de la Escala de

Yesavage............................................................................................157

Figura 30. Resultado de los hombres al ítem número 10 de la Escala de

Yesavage............................................................................................157

Figura 31. Resultado de las mujeres al ítem número 11 de la Escala de

Yesavage............................................................................................158

Figura 32. Resultado de los hombres al ítem número 11 de la Escala de

Yesavage............................................................................................158

Figura 33. Resultado de las mujeres al ítem número 12 de la Escala de

Yesavage............................................................................................159

Figura 34. Resultado de los hombres al ítem número 12 de la Escala de

Yesavage............................................................................................159

Figura 35. Resultado de las mujeres al ítem número 13 de la Escala de

Yesavage............................................................................................160

Índice

XI

Figura 36. Resultado de los hombres al ítem número 13 de la Escala de

Yesavage............................................................................................160

Figura 37. Resultado de las mujeres al ítem número 14 de la Escala de

Yesavage............................................................................................161

Figura 38. Resultado de los hombres al ítem número 14 de la Escala de

Yesavage............................................................................................161

Figura 39. Resultado de las mujeres al ítem número 15 de la Escala de

Yesavage............................................................................................162

Figura 40. Resultado de los hombres al ítem número 15 de la Escala de

Yesavage............................................................................................162

Figura 41. Resultado de las mujeres al ítem número 16 de la Escala de

Yesavage............................................................................................163

Figura 42. Resultado de los hombres al ítem número 16 de la Escala de

Yesavage............................................................................................163

Figura 43. Resultado de las mujeres al ítem número 17 de la Escala de

Yesavage............................................................................................164

Figura 44. Resultado de los hombres al ítem número 17 de la Escala de

Yesavage............................................................................................164

Figura 45. Resultado de las mujeres al ítem número 18 de la Escala de

Yesavage............................................................................................165

Figura 46. Resultado de los hombres al ítem número 18 de la Escala de

Yesavage............................................................................................165

Figura 47. Resultado de las mujeres al ítem número 19 de la Escala de

Yesavage............................................................................................166

Figura 48. Resultado de los hombres al ítem número 19 de la Escala de

Yesavage............................................................................................166

Figura 49. Resultado de las mujeres al ítem número 20 de la Escala de

Yesavage............................................................................................167

Figura 50. Resultado de los hombres al ítem número 20 de la Escala de

Yesavage............................................................................................167

Figura 51. Resultado de las mujeres al ítem número 21 de la Escala de

Yesavage............................................................................................168

Índice

XII

Figura 52. Resultado de los hombres al ítem número 21 de la Escala de

Yesavage............................................................................................168

Figura 53. Resultado de las mujeres al ítem número 22 de la Escala de

Yesavage............................................................................................169

Figura 54. Resultado de los hombres al ítem número 22 de la Escala de

Yesavage............................................................................................169

Figura 55. Resultado de las mujeres al ítem número 23 de la Escala de

Yesavage............................................................................................170

Figura 56. Resultado de los hombres al ítem número 23 de la Escala de

Yesavage............................................................................................170

Figura 57. Resultado de las mujeres al ítem número 24 de la Escala de

Yesavage............................................................................................171

Figura 58. Resultado de los hombres al ítem número 24 de la Escala de

Yesavage............................................................................................171

Figura 59. Resultado de las mujeres al ítem número 25 de la Escala de

Yesavage............................................................................................172

Figura 60. Resultado de los hombres al ítem número 25 de la Escala de

Yesavage............................................................................................172

Figura 61. Resultado de las mujeres al ítem número 26 de la Escala de

Yesavage............................................................................................173

Figura 62. Resultado de los hombres al ítem número 26 de la Escala de

Yesavage............................................................................................173

Figura 63. Resultado de las mujeres al ítem número 27 de la Escala de

Yesavage............................................................................................174

Figura 64. Resultado de los hombres al ítem número 27 de la Escala de

Yesavage............................................................................................174

Figura 65. Resultado de las mujeres al ítem número 28 de la Escala de

Yesavage............................................................................................175

Figura 66. Resultado de los hombres al ítem número 28 de la Escala de

Yesavage............................................................................................175

Figura 67. Resultado de las mujeres al ítem número 29 de la Escala de

Yesavage............................................................................................176

Índice

XIII

Figura 68.Resultado de los hombres al ítem número 29 de la Escala de

Yesavage............................................................................................176

Figura 69. Resultado de las mujeres al ítem número 30 de la Escala de

Yesavage............................................................................................177

Figura 70.Resultado de los hombres al ítem número 30 de la Escala de

Yesavage............................................................................................177

Figura 71. Resultados de la Escala de Filadelfia................................................178

Figura 72. Resultado de las mujeres al ítem número 1 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................181

Figura 73. Resultado de los hombres al ítem número 1 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................181

Figura 74. Resultado de las mujeres al ítem número 2 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................182

Figura 75. Resultado de los hombres al ítem número 2 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................182

Figura 76. Resultado de las mujeres al ítem número 3 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................183

Figura 77. Resultado de los hombres al ítem número 3 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................183

Figura 78. Resultado de las mujeres al ítem número 4 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................184

Figura 79. Resultado de los hombres al ítem número 4 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................184

Figura 80. Resultado de las mujeres al ítem número 5 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................185

Figura 81. Resultado de los hombres al ítem número 5 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................185

Figura 82. Resultado de las mujeres al ítem número 6 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................186

Figura 83. Resultado de los hombres al ítem número 6 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................186

Índice

XIV

Figura 84. Resultado de las mujeres al ítem número 7 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................187

Figura 85. Resultado de los hombres al ítem número 7 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................187

Figura 86. Resultado de las mujeres al ítem número 8 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................188

Figura 87. Resultado de los hombres al ítem número 8 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................188

Figura 88. Resultado de las mujeres al ítem número 9 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................189

Figura 89. Resultado de los hombres al ítem número 9 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................189

Figura 90. Resultado de las mujeres al ítem número 10 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................190

Figura 91. Resultado de los hombres al ítem número 10 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................190

Figura 92. Resultado de las mujeres al ítem número 11 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................191

Figura 93. Resultado de los hombres al ítem número 11 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................191

Figura 94. Resultado de las mujeres al ítem número 12 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................192

Figura 95. Resultado de los hombres al ítem número 12 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................192

Figura 96. Resultado de las mujeres al ítem número 13 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................193

Figura 97. Resultado de los hombres al ítem número 13 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................193

Figura 98. Resultado de las mujeres al ítem número 14 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................194

Figura 99. Resultado de los hombres al ítem número 14 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................194

Índice

XV

Figura 100. Resultado de las mujeres al ítem número 15 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................195

Figura 101. Resultado de los hombres al ítem número 15 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................195

Figura 102. Resultado de las mujeres al ítem número 16 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................196

Figura 103. Resultado de los hombres al ítem número 16 de la Escala de

Filadelfia. ..........................................................................................196

Figura 104. Evolución del peso. ..........................................................................197

Figura 105. Evolución de la talla. .......................................................................199

Figura 106. Evolución del índice de masa corporal. ..........................................200

Figura 107. Evolución del equilibrio...................................................................202

Figura 108. Evolución de la agilidad. .................................................................203

Figura 109. Evolución de la flexibilidad. ............................................................205

Figura 110. Evolución de la fuerza de prensión de la mano derecha. ................206

Figura 111. Evolución de la fuerza de prensión de la mano izquierda...............208

Figura 112. Evolución de la fuerza extensora de los miembros inferiores. ........209

Figura 113. Evolución de la fuerza resistencia abdominal .................................211

Índice

XVI

Índice

XVII

ÍNDICE DE ABREVIATURAS 1RM Una repetición máxima. ABVD Actividades básicas de la vida diaria. ACSM Siglas en inglés de la Academia Americana de Medicina

del Deporte. AIVD Actividades instrumentales de la vida diaria. AVD Actividades de la vida diaria. BOE Boletín Oficial del Estado. CIE-10 Clasificación Internacional de Enfermedades, décima

versión. CIS Centro de Investigaciones Sociológicas. CVRS Calidad de vida relacionada con la salud. DSM-III Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos

mentales, tercera edición. DSM-IV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos

mentales, cuarta edición. ECFA Batería para la evaluación de la condición física en

ancianos. EGREPA European Group for Research into Elderly and Physical

Activity FC Frecuencia cardíaca. GDS Siglas en inglés de la Escala de Depresión Geriátrica de

Yesavage. HDL Lipoproteína de alta densidad (colesterol). IGE Instituto Galego de Estatística. IMC Indice de masa corporal. IMSERSO Instituto de Migraciones y Servicios Sociales. A partir del

2004 Instituto de Mayores y Servicios Sociales. INE Instituto Nacional de Estadística. INEFG Instituto Nacional de Educación Física de Galicia. INSERSO Instituto Nacional de Servicios Sociales. LDL Lipoproteína de baja densidad (colesterol). M Microciclo. n Número de sujetos. OMS Organización Mundial de la Salud. p Indice de correlación de Pearsons. PGC Philadelphia Geriatric Center. PIB Producto interior bruto. SOVI Seguro obligatorio de vejez e invalidez. TA Tensión arterial. WHO Siglas en inglés de la Organización Mundial de la Salud. WHOQOL Organización Mundial de la Salud, Calidad de Vida.

Índice

XVIII

Índice

XIX

ÍNDICE DE ANEXOS.

8.1 Archivo musical 323

8.2 Cuestionarios y fichas empleados 325

Autorización de consentimiento informado 325

Cuestionario personal 327

Escala de Barthel 329

Escala de Lawton 331

Indice de Katz 333

Mini-examen cognitivo de Lobo 335

Escala de depresión geriátrica GDS de Yesavage 337

Escala de satisfacción Filadelfia 339

Ficha de registro para la valoración de la condición física 341

Índice

XX

Introducción

1

1. INTRODUCCIÓN

Introducción

2

Introducción

3

1. INTRODUCCIÓN. En las diferentes épocas históricas, el concepto de vejez se menciona de forma reiterada en numerosos tratados y escritos de épocas diferentes tanto en la cultura occidental y oriental, si bien con perspectivas diferentes y casi siempre contradictorias. Ejemplo de ello en la civilización occidental es la obra De Senectute (Cicerón, 45-44 a.C.), así como en la cultura oriental se pueden citar el Mahabharata, texto que recoge la épica popular antigua de los hindúes, o los Upasinshades, textos litúrgicos de gran valor filosófico en la India, tal y como recoge el antropólogo Carl Diem (1966). La vejez ha sido considerada desde la antigüedad bajo un paradigma dicotómico, en ocasiones venerada y respetada, o por el contrario, siendo objeto de rechazo y temor, más allá de la simple indiferencia. En las sociedades primitivas, las connotaciones económicas y sociales determinaban una consideración bien diferente en función de la capacidad de recursos para la supervivencia de la comunidad. Así, en aquellos pueblos en los que no existen dificultades para el abastecimiento del alimento, la vejez suele ser objeto de respeto, culto y homenaje, mientras que en los pueblos donde escaseaba el alimento, los individuos de cierta edad se convertían en una amenaza para garantizar el sustento, por lo que según la tradición, debían autoexcluirse o en el peor de los casos, eran abandonados a su suerte cuando no eliminados, aunque este hecho no implica necesariamente que no se fuese respetuoso e inclusive temeroso para con los ancianos. En los textos clásicos se refrenda esta dualidad, en donde, por un lado, se

reverencia al anciano, y por otro se le menosprecia. Así, Cicerón en su obra De

Senectute da gran valor a la experiencia adquirida con los años, que se traduce en

la sabiduría propia de la vejez cuando nos dice:

TEMERITAS EST FLORENTIS AETATIS, PRUDENTIA SENECTUTIS “La temeridad es propia de la juventud;

la prudencia, de la ancianidad” (Cicerón., De Senectute. 6, 20).

Un popular refrán africano recogido por Blanchar y Cheska (1986) dice:

Introducción

4

“cuando un viejo muere, muere una biblioteca” Por el contrario, Terencio en el siglo II a.C. se inclina hacia una consideración

más pesimista de la senectud:

SENECTUS IPSA EST MORBUS “La vejez por sí misma es una enfermedad”

( Terencio: Formión. 575)

La mitología siempre ha servido de referente para el hombre en su afán por

encontrar explicación a las cosas cuando éste no obtenía respuestas concluyentes

y satisfactorias a sus interrogantes. En relación con la actividad física y el deporte,

ocurre un hecho similar, pues ya en la Grecia clásica se veneraba a los vencedores

de las gestas atléticas (tal y como sucede en la sociedad actual) y los ancianos se

constituían en verdaderos transmisores de las grandes hazañas deportivas

ocurridas otrora y participaban en la organización de los eventos deportivos

(Blanchard y Cheska, 1986):

“una importante función de los más viejos es la retransmisión de los

mitos. Los mayores recuerdan los grandes encuentros y los grandes

atletas, sea de primera mano, sea a través de los relatos de sus

propios mayores, manteniendo de esta forma la continuidad

histórica y preservando el recuerdo de los héroes, la profundidad

simbólica y el recuerdo de la expresión comunitaria, que permiten a

los jóvenes valorar su sociedad y valorarse a sí mismos”

La necesidad de mantener un nivel físico adecuado como fuente de salud,

asociado a un buen desempeño de las funciones orgánicas, es un valor reflejado

ya en épocas remotas en las diferentes civilizaciones orientales y occidentales, en

las cuales se hacía referencia a la necesidad de mantenerse activo durante toda la

vida.

Es nuestro deseo natural el llegar a viejos, disfrutar de una larga y fructífera vida,

pero existe un cierto temor hacia la incapacidad física o mental que la senectud

Introducción

5

puede acarrear. Simone de Beauvoir (1989) recoge esta aseveración en su obra

“La Vejez” cuando dice “... nos negamos a reconocernos en el viejo que

seremos”. Este hecho es motivo de numerosas preocupaciones que desembocan en

actitudes de diversa índole para retrasar en lo posible los efectos de este ocaso que

ha de llegar ineludiblemente.

El envejecimiento, como proceso estrictamente biológico, se inicia ya tras

abandonar el seno materno, aunque se reconozca que nuestras tres primeras

décadas de la vida se centren en la evolución del ser. Pero no siempre

consideramos nuestra evolución hacia la ancianidad de forma positiva, sino más

bien todo lo contrario; así, en las diversas definiciones del proceso de

envejecimiento se da la circunstancia de que la mayoría de éstas enfatizan el

significado peyorativo de ese proceso:

“El envejecimiento es una disminución de la capacidad de adaptación” (Verzan, F.),

“El envejecimiento es la disminución, irreversible con el paso del tiempo, del organismo o de alguno de sus miembros de adaptarse a su entorno...” (Hunt, G.H.).

*Según Verzán, F. y Hunt, G. Tomado de Febrer (1996), p. 19.

La propia Real Academia Española de la Lengua, al definir el concepto de vejez,

establece tres referencias: 1. Calidad de viejo; 2. Edad senil, senectud; 3.

Achaques, manías, actitudes propias de la edad de los viejos. En esta última

acepción se enfatiza la concepción despectiva de la vejez, como también entre los

sinónimos de este término encontramos los siguientes: ocaso, decrepitud,

vetustez, declive, senilidad.

Estos ejemplos de numerosas definiciones acerca de este proceso, generalmente

considerado “involutivo”, pueden sin embargo tomar un enfoque diferente que

nos proporciona una nueva visión del mismo. J. Ajuriaguerra (citado por Mañós,

1998) afirma:

Introducción

6

“cada persona envejece en función de cómo haya vivido. Por lo

mismo, el envejecimiento es un proceso diferencial. Es decir, si a

lo largo de la vida una persona ha sido activa, creativa, sociable,

autónoma, equilibrada, etc., al llegar a la vejez continuará

siéndolo”.

Si algún valor resulta especialmente estimado en los mayores, es el de la salud.

Existe una gran preocupación no sólo ante los efectos estéticos del

envejecimiento, sino también hacia los funcionales, y esto se debe a la visión

genérica que cada individuo interioriza con respecto a la vejez. La Organización

Mundial de la Salud define el concepto de salud ya desde su creación (WHO,

Acta Fundacional, 1948) como “el estado de completo bienestar físico, mental y

social, y no la mera ausencia de enfermedad”. Rodríguez Marín (1995) avanza

más allá de esta definición al considerar la salud como “el nivel más alto posible

de bienestar físico, psicológico y social, y de capacidad funcional, que permitan

los factores sociales en los que vive inmerso el individuo y la colectividad”.

El concepto de salud es, pues, un concepto dinámico y cambiante, cuyo contenido

depende de las condiciones históricas, culturales y sociales de la comunidad.

Tomar en consideración únicamente la pérdida de capacidades que puede acarrear

el proceso de envejecimiento, predetermina la idea que tendremos de este período,

y consecuentemente asociamos a ella sinónimos tales como decrepitud, declive,

vetustez, etc.; mientras que bajo una perspectiva basada en valores como respeto,

admiración y reconocimiento para con los que han llegado a esta etapa de nuestra

madurez, nos conduce al empleo de términos como senectud, longevidad,

veteranía, ancianidad, o simplemente vejez.

En cuanto al concepto de actividad física, Sánchez Bañuelos (1996) la define

desde una perspectiva funcional y biológica como “el movimiento corporal de

cualquier tipo producido por la contracción muscular, y que conduce a un

incremento sustancial del gasto energético de la persona”.

Introducción

7

Siguiendo esta concepción, la realización del ejercicio físico constituye una parte

fundamental dentro del estilo de vida activo que la Organización Mundial de la

Salud recomienda para mantener una condición física saludable, y a través del

mismo que “las disminuciones físicas propias de la edad y la reducción de la

actividad física en el curso del ciclo vital podrían atenuarse mediante un aumento

de la actividad física”. (Blanchar y Cheska, 1986).

Seguramente, el hombre no posee nada excepto un breve préstamo de su propio

cuerpo, y es precisamente este concepto el que nos introduce en la necesidad de

abordar la actividad física como herramienta de gran utilidad para tratar de dar

calidad de vida a esta última etapa de la ontogénesis, pues de todas las estrategias

para mejorar la capacidad funcional del anciano, la más sencilla y de mayor

utilidad es la práctica diaria de la actividad física (Mayán y Núñez, 1996).

Por otro lado, la condición física relacionada con la salud, se puede definir como

el estado caracterizado por la habilidad de realizar las tareas cotidianas con vigor,

y por tener el perfil y las capacidades encontradas en aquellas personas con un

bajo riesgo de desarrollar prematuramente enfermedades relacionadas con la

inactividad física (Pate, 1988).

Tradicionalmente, la actividad física ha sido considerada una fuente de salud,

aunque falta de criterio por no existir a veces normas claras sobre el modo de

llevarla a cabo (Sánchez Bañuelos, 1996), por lo que todavía es necesario

desarrollar programas de intervención aplicando el método científico, para

determinar de que manera debe llevarse a cabo y así conseguir los efectos

deseados.

Introducción

8

1.1 APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A LA VEJEZ Y

SU RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD FÍSICA.

Son pocas las referencias acerca del tipo de actividad que realizaban los ancianos

en las sociedades prehistóricas, aunque en todo caso sí conocemos el carácter

utilitario de sus actividades, como la celebración de danzas y rituales destinados a

obtener el favor de los dioses o de los elementos que consideraban sobrenaturales

como la luna, el sol, las estrellas, etc.

Durante el Paleolítico, la economía depredadora, basada en la caza, pesca y

recolección, determinó la existencia de una sociedad agrupada en clanes,

formados por veinte o veinticinco individuos unidos por lazos de sangre. El

liderazgo del clan lo detentaba un individuo que basaba su poder en la fuerza, el

valor, la habilidad para la caza y la defensa del grupo en general.

Estos grupos nómadas que basaban su actividad en la búsqueda de alimento,

debían afrontar largos desplazamientos en los cuales los ancianos no solían

sobrevivir, al quedar rezagados del grupo durante el trayecto. La esperanza de

vida, en condiciones de supervivencia tan difíciles, no era superior a los

veinticinco años.

El papel de los ancianos cambia radicalmente durante el Neolítico. Este período

constituye la primera revolución de la humanidad: el paso de la economía

exclusivamente depredadora a una economía productora, basada en la agricultura

y la domesticación de animales, trajo consigo tales cambios en la vida humana

que justifican el empleo del término revolución.

La economía productora permitió al hombre tener el control sobre el

abastecimiento de alimentos sin riesgo para su vida; abandonar el nomadismo y

convertirse en sedentario, construyendo poblados próximos a las tierras de cultivo

donde la vida en comunidad era más segura y solidaria.

Introducción

9

Pero uno de los cambios más importantes afectó a la dieta. No sólo había menos

riesgo de pasar hambre, sino una mayor variedad de alimentos (leche, cereales,

etc.). La aparición de la “cocina del hervido” permitió preparar alimentos como

caldos y papillas muy apropiados para los más débiles, niños y ancianos. El

sedentarismo y los cambios en la dieta justifican el enorme aumento de la

población y de la esperanza de vida en las zonas que daban el salto a la economía

agrícola y ganadera.

Los cambios en la economía trajeron una nueva forma de organización social,

abandonándose el clan y haciendo su aparición la familia monogámica y extensa

(Fullola y Gurt, 1985). También aparece una nueva forma de organización del

poder, ya que no tenía sentido un liderazgo personal basado en la fuerza física; y

los poblados neolíticos eran gobernados por un grupo de ancianos, que basaban su

poder en la sabiduría y la experiencia para resolver problemas que afectaban a la

comunidad. Esto explica que durante el Neolítico comience el protagonismo de

los ancianos y el respeto hacia ellos por parte de todos los miembros de la

sociedad.

Las sociedades antiguas no dividían la vida en etapas como hacemos nosotros. La

vida comienza con la incorporación a las tareas colectivas de trabajo y termina

con la muerte. Puesto que no hay edad para el retiro, no hay vejez reconocida

como tal en los textos. En ese caso, ¿cómo delimitar la categoría “viejos”?.

En la sociedad china, los ancianos han disfrutado de una situación de enorme

privilegio. En esta colectividad patriarcal, se anhelaba tener más años para ser

digno de consideración y respeto. A la cultura china pertenecen las más antiguas

referencias que existen sobre deporte, llegando hasta el punto de ser la mayor

influencia sobre las actividades físicas en el continente asiático. Pero es a partir

del siglo V a.C. cuando la propia cultura china comienza a recibir el influjo de la

vecina India. Se extiende el yoga en China cuando ya llevaba un milenio

desarrollándose en la India. Esta tendencia medicinal de la gimnasia es

característica tanto de China como de la India (Blanchar y Cheska, 1986). Ya en

Introducción

10

aquellos tiempos se conocía un sistema de danzas con propiedades curativas,

acuñándose en este momento la idea del valor profiláctico de los ejercicios físicos.

Un ejemplo de ello lo constituye la danza giratoria (Ta -Yuo) a la que se le

asignan beneficios para mejorar la circulación sanguínea, o las “danzas

especiales” que se practicaban en la India para la anemia, la hinchazón de pies,

etc.

El ejercicio físico formaba parte de la costumbre popular, y se encontraba

asociado también a los ritos religiosos, ejemplo de ello es la prescripción de

caminar alrededor del templo en la religión budista para las ancianas anémicas. Es

casi seguro que la ciencia gimnástica fue casi al principio una gimnasia medicinal,

siendo el Kong-fu el origen de todo sistema de gimnasia inventado en China, el

cual fomenta la activación de todos los procesos corporales, al incluir gran

variedad de ejercicios respiratorios, múltiples ejercicios en la posición de sentado,

de pie, tumbado en decúbito supino y decúbito prono, existiendo incluso una

gimnasia para la lengua.

Con todo, el Kong-fu adolece de la enorme diversidad de movimientos que

idearon los monjes Tao. La antigua gimnasia con marcado carácter medicinal, se

caracteriza, tanto en China como en la India, por la escasez de acciones y

combinaciones de saltos, lo que la convertía en idónea para su práctica a cualquier

edad. Hacia el año 200 d. C., un médico chino de la dinastía de los Han, Hua-To,

ideó un sistema de ejercicios basado en la imitación de los movimientos de cinco

animales (el tigre, el ciervo, el oso, el mono, las aves), cuyo objetivo era el de

estimular la circulación para sudar, fortalecer la salud y despertar el apetito.

Otro ejemplo lo constituye la gimnasia Siao-lao, fundada por P’u Ch’u-Kuan

anterior al siglo V a.c., destinada a los más viejos y débiles, siendo por ello de

baja actividad para no fatigarlos en demasía (Blanchar y Cheska, 1986).

Bodhidharma, abad del templo Shao-lin desde el año 502, idea un sistema de 18

ejercicios o “arhats” basados en el tradicional yoga hindú para combatir la vida

Introducción

11

excesivamente sedentaria de los monjes Shao-lin, en el que se establecen

ejercicios de autotensión, flexiones de rodillas, ejercicios de brazos, etc, con el fin

de evitar la debilidad muscular.

En la cultura hindú, se consideraba que era igualmente perjudicial estar siempre

sentado como estar siempre andando. Esta civilización poseía un gran

conocimiento del cuerpo, como se recoge en el Ayur-veda, y el Mahabharata,

textos épicos que recogen la cultura popular y la antigua cultura física, y que se

basan en los textos litúrgicos o Upasinshades que enseñan que un cuerpo fuerte

asegura la fortaleza del alma y que la duración de la juventud se extenderá de los

16 a los 70 años. En la doctrina hindú se concede más importancia a la fuerza vital

que a la perfección exterior del cuerpo, premisa que desemboca en la aparición

del Yoga-asanas, de notable efecto sobre el metabolismo, la fuerza, la salud y la

longevidad, y cuyos métodos de trabajo son válidos aún hoy día.

Entre los siglos VIII y VI a.C. correspondientes a la Grecia arcaica, los ancianos

tienen un peso específico. Las polis griegas eran gobernadas por un consejo de

ancianos o “gerusias” donde se les escucha y se les pide consejo. Esta

gerontocracia va perdiendo poder hacia el siglo V a.C. con la llegada de la

democracia, período clasificado históricamente como la Grecia clásica.

En Esparta no se produce este paso a la democracia, por lo que la “gerusia”

continúa detentando el poder, no siendo un mero órgano consultivo como ocurre

en Atenas, y los ancianos miembros de la misma solían ser antiguos militares que

gozaban por ello de gran prestigio social. Es en esta civilización donde el anciano

posee el mayor status entre el mundo heleno.En la Grecia antigua se identifica a

los ancianos con valores como experiencia, conocimiento, sabiduría y prudencia,

lo cual debe ser considerado con la importancia adecuada, pues era ésta una

sociedad en la que se exalta la juventud, la belleza y la fuerza, en la que el

cuidado del cuerpo formaba parte de una cultura donde surge lo que hoy se

conoce como el ideal de cuerpo atlético.

Introducción

12

“Gera”, “Gerón”, palabras que designaban en Grecia la edad avanzada, significan

también el privilegio de la edad, el derecho de la ancianidad (Beauvoir, 1989). Se

establecieron leyes que protegían a los ancianos, y se crearon por primera vez

instituciones caritativas destinadas al cuidado de ancianos necesitados tal y como

describe Minois (1989): “en el pritaneo de Atenas se repartía comida gratuita a

los ciudadanos viejos que habían servido al estado, e incluso se podía llegar a

alimentarlos durante el resto de su vida”.

Diversos autores clásicos como Sófocles (497-406 a.C.), Eurípides (480-406 a.C.)

y Aristófanes (445-385 a.C.) realizan una ácida crítica de la vejez. Así,

Aristófanes (257-180 a.C.) ridiculiza a los ancianos en su obra “Las Avispas”, al

considerarlos como “irascibles y quejosos de sus males”.

Platón (427-347a.C.), en su obra “La República” efectúa alabanzas de la vejez,

edad en la que se alcanza un estado de gran armonía y el nivel más elevado para la

capacidad de juicio, y concluye afirmando que esta etapa es consecuencia de las

anteriores, reflexión vigente en pleno siglo XX.

Aristóteles (384-322 a.C.), contrariamente a Platón define a los ancianos como

desconfiados, inconstantes y cínicos, y califica a la vejez como “maldición

divina”; en sus obras “Retórica” y “De Generatione Animalium” califica a la

vejez como una enfermedad, aunque matiza esta definición como enfermedad

“natural”.

Es en esta etapa donde por primera vez no se considera a la vejez como premio o

castigo de los dioses. Entre los ancianos griegos, ya anteriormente al siglo V antes

de Cristo, se reconocía la necesidad de la actividad física para gozar de buena

salud. Puesto que se recomendaba respirar aire fresco, comer adecuadamente,

tomar las bebidas apropiadas, hacer suficiente ejercicio y dormir el tiempo

suficiente, premisas en vigor hoy día.

Los espartanos eran célebres por las máscaras y los disfraces que lucían en los

Introducción

13

cortejos públicos, y por la agilidad y resistencia de que hacían gala en los

festivales públicos de danza, sorprendiendo a los visitantes de la ciudad con las

coreografías improvisadas por grupos de jóvenes, adultos y ancianos desnudos en

las plazas públicas (Mandell, 1986).

Hipócrates (460-377 a.C.), siguiendo a Empédocles (490-430 a.C.), formula las

primeras hipótesis médicas sobre las causas del envejecimiento, desarrollando la

teoría de los cuatro humores, cuyo equilibrio asegura la buena salud. Estos

humores corresponden a los cuatro elementos cósmicos, y el predominio de cada

uno de ellos origina uno de los cuatro temperamentos entre los cuales están

repartidos los hombres (Tabla 1):

Elementos cósmicos

Propiedades Humores correspondientes

Temperamentos correspondientes

Aire Caliente y húmedo

Sangre Sanguíneo

Tierra Fría y seca Bilis negra Melancólico Fuego Caliente y seco Bilis amarilla Colérico Agua Fría y húmeda Flema Flemático

Tabla 1: Temperamentos entre los cuales están repartidos los hombres. Hipócrates (460-377 a.C.)

Hipócrates consideraba el proceso de envejecimiento como una pérdida de calor y

de humedad; el cuerpo se vuelve frío y seco. Cada individuo recibe al nacer cierta

cantidad de energía o calor interno, e irá envejeciendo a medida que va

disminuyendo la energía disponible. Esto sucede de forma diferente en cada

individuo, y aunque la vejez no constituye por si misma una enfermedad,

predispone para las enfermedades, ya que el cuerpo es menos resistente. Apunta

como principales dolencias de la vejez las dificultades respiratorias, el catarro

crónico, la tos, los dolores de articulaciones y de riñones, la apoplejía, los

vértigos, los insomnios, los cólicos, el debilitamiento de la vista y del oído y las

enfermedades nasales. Por todo ello, Hipócrates recomienda realizar un régimen

alimenticio moderado y ejercicio físico, al mismo tiempo que aconseja tomar

baños calientes y beber vino para contrarrestar la pérdida de calor y humedad

Introducción

14

(Minois, 1989). En su obra “Regimen”, escrita probablemente alrededor del 400

a.C., Hipócrates menciona la importancia del ejercicio:

“Comiendo solamente no se mantiene el hombre adecuadamente, él debe

también realizar ejercicio. Por el alimento y el ejercicio, mientras posea

ambas calidades, trabaja para producir salud. Para ello es la naturaleza del

ejercicio, para emplear ese material, no así de la comida y la bebida para

provocar buenas deficiencias. Y es necesario, como aparece, discernir el

poder de varios ejercicios, tanto el ejercicio natural como el artificial, para

conocer cual de ellos tiende a incrementar la carne y cual a disminuirla; y

no sólo esto, sino también la proporción entre ejercicio y volumen de

comida, la constitución del paciente, su edad, la época del año, los cambios

de los vientos, la situación de la región en la que reside, y la constitución del

año”.

Ya en la época romana, al estudiar su organización social, vemos que la estructura

familiar está encabezada por el padre de familia (pater familias), con poder

ilimitado e indivisible (patria potestas) sobre su cónyuge (mater familias), sus

hijos, sus esclavos (servi) y su ganado, así como sobre toda propiedad. Con la

muerte del pater familias se extingue la patria protestad y los hijos pasan a ser

libres, dueños de sus vidas y de los bienes correspondientes. La preservación del

orden doméstico (disciplina potestas) la realiza el padre mediante la autoridad

(sapientia), madurez de juicio (consilium) e integridad (probitas). A la

descendencia se la educa en el ejemplo de los mayores (mos maiorum), humildad

(modestia) y veneración (reverentia), que son las virtudes que deben presidir la

relación de las generaciones jóvenes con los mayores; a las primeras se les exige,

además, obediencia (obsequium), respeto (verecundia) y pureza (pudciti,

integritas morum). Tales normas de comportamiento constituyen a su vez la base

de la disciplina militar, y en su conjunto, formarán la estructura familiar del

occidente europeo.

Introducción

15

La época romana es fecunda en testimonios referentes al vigor de la vejez. Carl

Diem (1966), citando a Suetonio (70-146 d.C.), nos cuenta como el emperador

Augusto (63 a.C.-14 d.C.) hubo de dejar la esgrima y la doma de caballos debido

a su edad para limitarse a dar unos paseos a caballo, luego jugar un poco a pelota

y cerrar su programa de ejercicios con una carrera y algunos saltos.

Plinio (23-79 d.C.) relata su admiración hacia un hombre de 77 años que

practicaba con regularidad ejercicios atléticos como el pedestrismo, de reconocido

valor higiénico en la época, y el juego de pelota. (Diem, 1966).

Galeno de Pérgamo (131-201 d.C.), en su obra “De Sanitate Tuenda”, expone la

teoría de que existen dos clases de enfermedades: las que son inevitables e

incurables, cuya causa es intrínseca y se encuentra en el mismo proceso

generativo, y las que pueden ser evitadas y cuidadas, que provienen de causas

extrínsecas. La vejez se relacionaria con las enfermedades inevitables. Sin

embargo, la enfermedad es para Galeno algo que va en contra de la naturaleza, y

por consiguiente, la vejez no es una enfermedad, sino un proceso natural. Galeno

contemplaba un doble valor del ejercicio físico, ya que por un lado resultaba

eficaz para la evacuación de los excrementos, y por otro para la producción y

buen funcionamiento de las partes del cuerpo.

Muchos emperadores romanos fueron activos deportistas, como el ya citado

Augusto. Cesar (100-44 a.C.) era un excelente jinete y nadador, y Tiberio (42

a.C.-37 d.C.), sucesor de Augusto, poseía gran habilidad en la monta, y aún en

edad avanzada, hasta poco antes de su muerte, participaba en los juegos de sus

tropas, lanzando él mismo las jabalinas para demostrar la fuerza de su cuerpo

resistente y robusto.

La doctrina cristiana introduce los preceptos de la Ley de Dios, predicando el

concepto de caridad y asistencia a los desvalidos, los ancianos, etc. lo que

posteriormente ha dado lugar a la creación de los asilos de ancianos o

“gerocomios” por toda la geografía mundial bajo la tutela de distintas órdenes

Introducción

16

religiosas. Los ancianos, sin distinción de edad ni sexo, son recogidos en los

hospitales, alojados temporalmente en los monasterios, pero no se prestará

especial atención a la vejez (Minois, 1989).

El cristianismo sienta sus bases sobre la fe, el alma, el paraíso más allá de la

muerte; se rompe el principio de la autoridad del pater familias por el de la

autoridad divina. En la Edad Media, la Iglesia ejerce una enorme presión social,

condenando el orgullo de la vida terrenal, predicando la humildad, la bondad y la

necesidad de buscar solamente la salud del alma despreciando al cuerpo,

considerado como un “harapo terrenal”, con lo que se abandonan los ideales

griegos de la formación integral del hombre, en donde la actividad física jugaba

un papel esencial. Los obispos y los reyes publicaron en este período histórico

numerosos edictos o decretos prohibiendo la práctica de juegos y actividades

deportivas. Pretendían con ello que el hombre dedicase el tiempo malgastado en

esas prácticas lúdicas a trabajos de utilidad (Gillet, 1971). Las autoridades

eclesiásticas autorizaban la celebración de este tipo de manifestaciones populares

en la celebración de la Navidad y la Pascua.

A comienzos del siglo VII, Isidoro de Sevilla, en el libro V de sus “Etimologías”,

divide la vida humana en siete partes, estableciendo la juventud de los 28 a los 50

años, la madurez de los 50 a los 70 años y la vejez a partir de los 70 años. Estos

criterios se mantendrán vigentes prácticamente hasta el Renacimiento (Minois,

1989).

La sociedad feudal tiene sus orígenes en el siglo VIII, época en la que el hombre

de edad desempeña en ella un papel desdibujado, pues para tener un feudo es

imprescindible ser capaz de defenderlo con la espada. Los viejos que no tenían

familia o en el caso de que ésta no pudiese hacerse cargo de ellos, eran socorridos

por el señor feudal o por el monasterio; los monjes disponían de enfermerías en

donde se recogía a enfermos e indigentes. Una gran parte de los viejos se veía

obligada a mendigar, siendo ésta la etapa de la historia en la que se da el nivel

más elevado de mendicidad. En la alta Edad Media, debido a las numerosas

Introducción

17

epidemias que atacaban más a los jóvenes y niños, se produjo un incremento del

porcentaje de ancianos en la pirámide de población (Minois, 1989).

A finales de la Edad Media, la burguesía prospera, se dedica al comercio y la

banca acumulando riquezas y propiedades. Los ancianos que gozasen de una

buena situación económica eran respetados, y si bien la vejez continúa sin ser

especialmente valorada, se considera, para un cristiano convencido, el momento

de asegurar su salvación (Beauvoir, 1989).

La imagen del anciano va a ser la de un adefesio para testimoniar la decrepitud de

la creación y la vanidad del mundo terrenal. San Agustín citado por Minois (1989)

añade “se querría unir la belleza con la vejez, siendo ambos deseos

contradictorios; si llegáis a viejos no esperéis conservar la belleza, que huirá al

ver que la vejez se acerca, pues no se puede ver convivir en una misma persona la

fuerza de la belleza y las lamentaciones de la vejez”.

El médico persa Ibn Sina (980- 1037), conocido como Avicena en occidente

recomendaba “El arte de mantener la salud consiste en guiar al cuerpo hacia la

duración natural de su vida...no es el arte de evitar la muerte o de asegurar la

máxima longevidad posible para el ser humano”.

El Renacimiento retoma los valores clásicos de los griegos y surge la corriente de

pensamiento que conocemos por Humanismo, basada en el neoplatonismo, que

desecha las ideas pregonadas por Aristóteles. En general, los humanistas han sido

críticos con la vejez, retomando en ocasiones las ideas, los diálogos de clásicos

griegos y romanos como Plauto, Horacio, Ovidio, Aristófanes, etc. Un dicho

humanista resalta el disfrute del mundo material sobre lo espiritual “...es

preferible ser viejo menos tiempo que serlo antes de tiempo”. Erasmo (1466-

1536), al igual que Montaigne (1533-1592), consideran que la vejez nos hace caer

de nuevo en la infancia (Minois, 1989).

Introducción

18

El humanismo recurre de forma algo confusa y desordenada a la medicina, la

alquimia, la filosofía, la religión, para tratar de encontrar las causas de la vejez, a

fin de eliminarla o al menos, aplazarla. Al final, los resultados no ivan más allá de

algunos consejos dietéticos e higiénicos que permitían encontrarse mejor en la

vejez, lo cual resulta un pobre resultado en comparación con el fin perseguido.

Leonardo Da Vinci (1452-1519) realizó estudios precursores de la moderna

gerontología, llevando a cabo numerosas disecciones y prestando especial

atención a los cambios anatómicos que ocurren con el paso del tiempo desde la

infancia hasta la vejez. Sus extraordinarias dotes de observación le llevaron a

describir cambios ateroescleróticos y metabólicos que forman parte de la

patología del envejecer. Así, según Da Vinci, el envejecimiento se debe a que los

vasos sanguíneos, al aumentar el grosor de sus paredes, restringen el paso de

sangre, con la consiguiente falta de nutrición, lo cual destruye la vida de los

ancianos sin que sufran fiebre, extinguiéndose poco a poco en una lenta muerte.

Luigi Cornaro (1468-1566), considerado como el pilar de los higienistas,

aseguraba que el máximo de salud y felicidad se puede conseguir cuidando bien y

con sensatez de uno mismo. En su “Tratado de la salud y de la longevidad

seguido de los medios infalibles para alcanzarlas”, recomendaba la moderación

tanto en el beber y el comer como en las emociones. Cornaro afirmaba además:

“mejor salud, y vejez más adecuada, sino más agradable o retardada, son casi el

resultado seguro de evitar el exceso de grasas, de reducir las tensiones y de hacer

ejercicio con regularidad” (Barash, 1994).

Dos personajes sobresalen en el marco de la actividad física, en el siglo XVI:

Cristóbal Méndez, médico formado en la Universidad de Salamanca, establece en

su obra principios noveles que darán lugar siglos después a la medicina del

deporte, aconsejando realizar ejercicio moderado a las personas melancólicas y

prescribiendo ejercicios para hombres delicados de salud. Gerónimo de

Mercurialis (1530-1606), versado en las enseñanzas de Galeno, publica “De Arte

Introducción

19

Gymnastica” (1569) en donde recomienda la prescripción de ejercicios especiales

para individuos convalecientes, débiles y pacientes viejos.

André du Laurens (1558-1609), canciller de la universidad de Montpellier y

médico de la corte, publica en 1599 el “Discurso sobre la preservación de la vida:

sobre las enfermedades de melancolía, catarros y vejez”, en donde retomando las

teorías de Hipócrates, Galeno, Avicena, y Celso, atribuye el proceso de

envejecimiento a la evolución divergente de los cuatro elementos, y a la

acumulación de excrementos que provienen de la alimentación; demuestra

además, mediante disección de cadáveres, que el corazón no disminuía de tamaño

con la edad (Minois, 1989).

Francis Bacon (1561-1621) aconseja, para cuidar los espíritus que gobiernan el

cuerpo y no envejecerlos prematuramente, no cometer excesos, no excitarse,

preservarse de los rayos del sol, vivir al aire libre, bañarse, comer alimentos

dulces pero no ácidos, seguir un régimen estricto, no abusar de cosméticos, hacer

ejercicio físico, pero sin exagerar ni buscar batir marcas. Bacon recomienda tener

pequeñas preocupaciones de vez en cuando, pues “…la pena y la preocupación,

sin miedo y no demasiado importantes, prolongan la vida,...”, así como un

pequeño ataque de cólera bien dosificada de vez en cuando es muy bueno para

fortalecer el corazón.

En Francia, el siglo XVII fue especialmente duro para con los viejos; la sociedad

era autoritaria, absolutista, y los adultos que la regían no concedían lugar a los

individuos que no pertenecían a la misma categoría que ellos, y entre los que se

encontraban los viejos y niños. La mayoría de los adultos fallecía entre los 30 y

40 años, y la decadencia era rápida a causa de la dureza del trabajo, la deficiente

alimentación y la mala higiene (Beauvoir, 1989). Mientras, en Inglaterra, era tal el

grado de miseria, que en 1603, la reina Isabel aprueba la Ley de los pobres

mediante la cual el gobierno impone tributos especiales con el fin de

responsabilizarse de los indigentes y recoger a los viejos en los asilos.

Introducción

20

George Cheyne, en su obra “Un ensayo sobre la salud y la larga vida” publicada

por primera vez en 1724 en Londres, recomienda caminar como el ejercicio más

natural y montar a caballo como el ejercicio más saludable.

En Alemania, Guts Muths (1759-1893), precursor de la gimnasia moderna, nunca

dejó de practicar ésta con sus alumnos hasta su muerte a los 80 años; a su vez,

Wilhem Hufeland (1767-1836) pública “Macrobiótica o arte de prolongar la

vida” en 1796, donde denomina a la gimnasia como “la mejor medicina”.

En el siglo XVIII, la población incrementa la expectativa de vida al mejorar la

higiene, lo cual favoreció la longevidad, si bien este progreso afecta

preferentemente a las clases privilegiadas que, a pesar de los excesos

gastronómicos y la falta de actividad, viven 10 años más que los trabajadores en

condiciones de miseria. Los progresos técnicos permiten que la vida sea más

confortable para la burguesía, la cual creó una ideología que revalorizó la vejez, a

la vez que el auge de la filantropía supone una mejora en la atención a los

desfavorecidos, entre ellos los ancianos.

En el siglo XIX, la explosión demográfica que tiene lugar, unida a los progresos

de la ciencia, revierten en el estudio de la vejez para tratar de conseguir un

verdadero conocimiento sobre la misma, y desechar los mitos existentes. Un

ejemplo de ello lo constituye la obra de Quetelet “Sur l´homme et le development

de ses facultés”, donde, ya en 1835, afirma que la fuerza muscular voluntaria

disminuye con la edad. Sin embargo, la presión social que ejercen los criterios

económicos no se traducen en una mejora de las circunstancias para las personas

de edad avanzada, sino que opuestamente, en este siglo, nunca fueron tan penosas

sus circunstancias. Envejecer supone no poder seguir desarrollando las labores,

por lo que las condiciones de miseria obligaban a los hijos a deshacerse de sus

progenitores en los lugares de acogida al no poder mantenerlos.

Introducción

21

El poeta Jean Giraudoux (1882-1944) escribe “El deporte consiste en transmitir

al cuerpo alguna de las más importantes potencias del espíritu: la energía, el

valor, la paciencia. Es la antípoda de la enfermedad” (Diem, 1966).

1.2 LA VEJEZ EN LA EPOCA CONTEMPORANEA

A finales del siglo XIX y principios del XX, comienzan a crearse los sistemas de

pensiones, con intención de cubrir las necesidades futuras de los trabajadores al

finalizar su período productivo. La evolución de la atención sanitaria y la mejora

de las condiciones de vida desembocan en un notable incremento de la esperanza

de vida, a la vez que se produce un alarmante descenso de la natalidad en los

países desarrollados. Ambos factores originarán a finales del siglo XX una crisis

en los planteamientos del sistema de pensiones.

En 1909 aparece el término “geriatría” por vez primera en la literatura médica

cuando Nascher publica en el New York Medical Journal el artículo Geriatrics:

“The diseases of the old age and their treatment”, en el que solicitaba una

medicina específica, distinta a la tradicional para los pacientes ancianos. En los

años 40 se inicia realmente la práctica de la geriatría en el Reino Unido, definida

como “la rama de la medicina que se ocupa no sólo de la prevención y asistencia

de la enfermedades que presentan las personas de edad avanzada, sino también

de su recuperación funcional y de su reinserción en la comunidad”, mientras que

en España se funda en 1948 la Sociedad Española de Gerontología.

Ese mismo año se crea la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recoge

como uno de sus postulados actuales que las personas mayores de 50 años pueden

beneficiarse de los efectos positivos del ejercicio para mejorar su salud (WHO,

Directrices de Heidelberg, 1996).

En general, podemos situar el comienzo en la aplicación de programas de

intervención gerontológica en los países desarrollados a partir de la II Guerra

Mundial, pero eran intervenciones en casos de extrema necesidad y las soluciones

Introducción

22

pasaban generalmente por la institucionalización de las personas fuera de su

ámbito, en asilos, hospitales y psiquiátricos.

En 1965 se promulga la Ley 193/1963 de bases de la Seguridad Social, que fija en

65 años la edad de la jubilación (cáp. VII, art. 150.1.a). En los años 60, la

atención de las personas mayores en algunos países europeos se va incrementando

y, a la vez, ganando en calidad pues progresivamente se va produciendo un

cambio conceptual en la filosofía de atención a las personas mayores y

paulatinamente es la sociedad la que se adapta a las necesidades de este colectivo,

por lo que van surgiendo políticas de aplicación de recursos en el campo de los

servicios sociales comunitarios.

En España este cambio se va introduciendo con cierto retraso, sirva como dato el

que la geriatría existe como especialidad autónoma, con formación específica

desde 1978. En la década de los años 80, se va mejorando la atención a los

ancianos, y poco a poco van asumiendo en mayor medida las Comunidades

Autónomas competencias que antes eran del Ministerio aunque posteriormente se

van implicando también Diputaciones y Ayuntamientos. Los programas que se

van implantando, tienen como objetivo principal evitar el desarraigo y buscar la

integración y la participación social de las personas mayores en un entorno que

les resulte lo más habitual posible, pero a veces es difícil el que pueda seguir

conviviendo en su domicilio habitual.

Hoy en día se acepta como una obligación el que la sociedad debe destinar los

recursos suficientes para hacer frente a las necesidades del colectivo de personas

mayores que tan notablemente se ha incrementado y que va a continuar

haciéndolo en los próximos años, teniendo en cuenta además el fenómeno del

“envejecimiento del envejecimiento”, esto es, que el colectivo de población que

supera los 80 años continuará incrementándose. Debemos tener en cuenta

también, que en la Guerra Civil y en la postguerra, la natalidad descendió (entre

1936-1941) afectando este descenso a la década de los años 40; estas

generaciones cumplirán 65 años a partir del año 2001, por lo que se incrementará

Introducción

23

en menor porcentaje el número de personas que entrarán a formar parte del grupo

de edad entre 65-80 que los mayores de 80 años, aún cuando la tasa de mortalidad

como es lógico, sea mayor en éstos; por otra parte, la estimación de crecimiento

es en los próximos 20 años, para el grupo de personas de más de 85 años, del

80%, mientras que en igual período el grupo de edades de entre 20 y 34 años

puede retroceder en casi un tercio de sus efectivos; además, las cifras de personas

centenarias también se han incrementado de forma notable pues si en los años 80

se superaban las 2000 personas (aunque a veces resulta complicado establecer a

ciencia cierta su edad por las dificultades administrativas de la época en que

nacieron), en el año 2000 vivían 5.702 centenarios y se espera un incremento

continuado en los próximos años (IMSERSO, 2003).

Un colectivo tan elevado de personas mayores y con una esperanza de vida cada

vez mayor, hace previsible que las situaciones de dependencia se multipliquen,

pues es una característica asociada al incremento de la edad.

La Organización Mundial de la Salud en 1980 define la dependencia como la

”restricción o ausencia de la capacidad de realizar alguna actividad en la forma

o dentro del margen que se considera normal”; posteriormente, en 1998, el

Consejo de Europa (Comité de Ministros del Consejo de Europa, 1998) define el

término “dependencia” con la siguiente afirmación: “son personas dependientes

quiénes, por razones ligadas a la falta o a la pérdida de capacidad física,

psíquica o intelectual, tienen necesidad de una asistencia y/o ayuda importante

para la realización de las actividades de la vida diaria”; podemos afirmar que la

dependencia en la vida diaria toma realmente entidad cuando se necesita de

manera sistemática la ayuda de otra persona.

Destacar el hecho de que estas situaciones de dependencia se dan en mayor

medida en mujeres, lo cual es fácil de entender si vemos que presentan una

expectativa de vida superior a la de los varones; así en España, en el año 2004,

éstos tenían una esperanza de vida al nacer de 77,2 años es decir 6,6 años menos

que las mujeres, pues éstas disfrutaban ya de 83,8 años como media en el mismo

Introducción

24

año 2004 (INE, 2006), siendo España uno de los países de la Unión Europea con

una mayor esperanza de vida al nacer.

En 1999, la población de personas mayores de 65 años en Galicia era de 838.293,

de las cuales 132.361 presentaban alguna discapacidad para las actividades de la

vida diaria, esto es, el 15,79% del total, de los cuales 39.913 eran varones,

representando el 30,15% del total de los casos, y respecto a las mujeres, éstas

representan el 69,85% del total, que se corresponde a 92.448 casos (INE, 1999).

Estos datos referidos a la población gallega corroboran la afirmación de que la

población dependiente española con 65 o más años es sobre todo una población de

mujeres, pues en 1992 eran el 62% de la población mayor dependiente y en los

próximos años se prevé mantener la misma tendencia (Defensor del pueblo,

2000).

Es destacable el hecho de que el colectivo de mujeres suele tener mayor presencia

en el grupo de edad de más de 80 años y, lógicamente, el vivir más años les

acarreará mayores problemas de dependencia. Por ello el informe del Defensor

del Pueblo (2000) propone los siguientes principios:

1. Principio de envejecer en casa.

2. Principio de integración de recursos sociales y sanitarios.

3. Principio de protección integral mediante una protección social universal

de la dependencia.

4. Principio de coordinación de recursos entre los diferentes niveles de

gobierno.

5. Principio de colaboración y complementariedad entre el sector público y el

sector privado.

A la hora de ocuparse del cuidado de las personas mayores existe un gran

desequilibrio en esta tarea, pues en un 83% de los casos son las mujeres las que se

ocupan de estos cuidados y además en un 61,5% de los casos manifiestan no

Introducción

25

recibir ayuda de nadie (Defensor del Pueblo, 2000). En este sentido es importante

destacar el hecho de que las personas que asumen el cuidado de los mayores con

problemas de dependencia, suelen experimentar graves problemas derivados del

estrés originados por asumir dichos cuidados a la par que seguir atendiendo sus

tareas habituales.

La atención a los mayores, como una parte que es del sistema público de Servicios

Sociales, tiene su base en la Constitución Española (1978) y en concreto en su

artículo 50 que dice textualmente:

“los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y

periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante

la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares

promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán

sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio.”

Así, a la hora de aplicar la política de servicios sociales con los mayores, podemos

considerar como un referente en su momento el Plan Gerontológico Nacional

(INSERSO, 1993) que trata de incorporar los cinco principios de las Naciones

Unidas adoptados en su Asamblea General celebrada el 16 de diciembre de 1991,

que son los principios de: dignidad, independencia, autorrealización, participación

y cuidados asistenciales. Éstos constituyen los principios básicos de las Naciones

Unidas a favor de las personas mayores, y así en el Plan Gerontológico Nacional

también se concebía la intervención con los mayores en cinco grandes áreas:

1. Pensiones.

2. Salud y asistencia sanitaria.

3. Servicios sociales.

4. Cultura y ocio.

5. Participación.

Introducción

26

A pesar del desarrollo del Plan Gerontológico Nacional, debemos ser objetivos y

reconocer que, al igual que en otros campos, la atención a los mayores presenta

una desigualdad enorme entre las distintas Comunidades Autónomas como se

pone de manifiesto en el informe del Defensor del Pueblo del año 2000.

Resulta obvio con los datos referidos que, para mejorar la cantidad y calidad de la

atención a las personas mayores, se deben dedicar más recursos económicos a este

capítulo, aún reconociendo que en autonomías como la catalana la asistencia a los

mayores es mejor en cuanto a planificación y calidad, pero debemos incrementar

la inversión económica en relación al PIB. Sólo de esta forma se podrá en el

futuro resolver el problema de la protección y cuidado de los mayores y en

especial de los dependientes. España gastó en 1999 el 8,2% del PIB en atender las

prestaciones de protección social a la vejez y, aunque no resulta suficiente, se

puede destacar el dato de que ha sido uno de los países de la Unión Europea

donde más se ha incrementado durante la década de los 90, (más del 40%).

A la hora de analizar el poder adquisitivo de las personas mayores en el año 2002,

un dato que nos puede orientar es que el importe medio mensual de las pensiones

de viudedad suponía 370 euros, sin tener en cuenta las pensiones del ya derogado

Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI) que tenían una cuantía de 240

euros, cuando ese mismo año el importe medio de una pensión de jubilación del

régimen general era de 605 euros (IMSERSO, 2003).

En Galicia, las cuantías de las pensiones son inferiores, tanto las de jubilación

como las de viudedad. Sirva como dato comparativo que, para el mismo año 2002,

el Salario Mínimo Interprofesional aprobado en Consejo de Ministros el 27 de

diciembre del 2001 para el año 2002 era de 442,20 euros, (Real Decreto

1466/2001); no debemos pasar por alto el hecho de que en los últimos años se han

incrementado tanto las pensiones de viudez, como las de menor cuantía y el

Salario Mínimo Interprofesional por encima de los Índices de Precios al Consumo

de dichos años.

Introducción

27

Por otra parte, merece destacarse el dato de que en el 62,9% de los hogares en los

que viven mayores no se dispone de calefacción, cuando en las residencias de

mayores se recomienda tener una temperatura de 20º; sin embargo, un dato que

puede ser de vital importancia a la hora de abordar el problema económico que se

plantea en ocasiones para cubrir las necesidades de cuidados que precisan las

personas mayores, es que el 82,1% de los mayores de 65 años son dueños de la

vivienda en la que viven, y esta propiedad puede ser la que aporte el capital de

dinero necesario para los últimos años de su vida, en la que los ingresos por

medio de las pensiones son muy bajos y las entidades financieras están ya

promocionando productos como la hipoteca inversa, en la cual por medio de la

vivienda le garantizan unas cuantías económicas mientras viva, a cambio de

quedarse con la vivienda a su fallecimiento.

Debemos tener siempre presente que el aumento de la esperanza de vida en las

sociedades modernas es consecuencia del estado del bienestar, en el que la

medicina preventiva es también una potente aliada que explica la tendencia

prolongada en el tiempo que presentan las pirámides de población, en las que se

ve como cada año se van incrementando tanto la esperanza de vida, como el

número de personas que poseen edades avanzadas. Esto se ve claramente si

analizamos de forma breve como ha sido la evolución de la población española a

lo largo del siglo XX, puesto que mientras se ha duplicado la población en

general, los octogenarios se han triplicado, y el grupo de personas mayores ha

crecido casi 7 veces y continuará en aumento hasta superar el 31% en el año 2050

(Abellán et al., 2002; Sancho, 2002).

No debemos olvidar que esta situación, aunque puede ser percibida como un

problema, es en realidad un triunfo de la sociedad del bienestar que ha hecho

posible una esperanza de vida impensable hace unas décadas, pero que

evidentemente presenta unas consecuencias. Debemos tener presente para analizar

este problema en todas sus dimensiones el hecho de que la estructura de la familia

va sufriendo variaciones; existen más hogares monoparentales, y los vínculos

familiares pueden no ser lo suficientemente fuertes para que se asuma la carga que

Introducción

28

representa el cuidado de la propia familia. Por otra parte, la mujer, como ya

hemos resaltado, tiene casi todo el peso en esta difícil tarea, puesto que, a la vez

que se incorpora en mayor medida al mundo profesional y en ocasiones fuera de

su entorno, este hecho le dificulta, y en ocasiones le imposibilita, el hacerse cargo

del cuidado de los mayores como sucedía antes casi en exclusiva (Fernández-

Ballesteros, 2000; Rodríguez, Monserrat, 2002). Aunque los hombres van

avanzando en su dedicación a estas tareas, se estima en un 86,6% los casos de

personas mayores dependientes cuya atención recae sobre la familia (Defensor del

Pueblo, 2000) cuando es el Estado el que debe aportar soluciones que garanticen

el acceso de toda la población a los cuidados que necesitan; en este sentido la Ley

de Dependencia nace para reconocer y apoyar el trabajo de las personas

cuidadoras, llegando a convertirlo en una actividad laboral en si misma.

En un estado de bienestar ésta sería la situación lógica, pero todo ello debería

comenzar con la creación de las plazas necesarias en centros de atención a

personas mayores. Este número de plazas, en España, está muy por debajo de las

que poseen los países europeos de nuestro entorno, siendo el índice de cobertura

muy inferior a la media de la Unión Europea que supera el 7% en diferentes tipos

de plazas residenciales (Pacolet et al., 1999) mientras que en España sólo

alrededor del 3% de los mayores de 65 años son usuarios de residencias (Abellán

et al., 2002; Cantalapiedra, 2002; Sancho, 2002). Sería positivo que estos centros

fuesen equipamientos abiertos donde pudieran establecerse relaciones de

cooperación y amistad entre diferentes colectivos (Bazo et al., 2006), puesto que

de esta forma las relaciones sociales dejarían de ser casi exclusivamente entre

iguales como ocurre en la actualidad de forma habitual.

En la sociedad española en general, la familia viene haciéndose cargo del cuidado

de los mayores supliendo de esta forma al Estado en este cometido. En la

siguiente tabla podemos ver la evolución de plazas residenciales en España en el

período que abarca desde 1975 hasta el año 2000.

Introducción

29

Evolución de Plazas Residenciales en España(1975-2000)

Año Población ≥65 años Plazas Ratio

1975 3.757.754 55.000 1,46

1988 4.961.456 106.488 2,15

1994 5.761.767 163.338 2,83

1998 6.196.300 198.352 3,20

2000 6.739.559 213.398 3,17

Tabla 2. Datos de Población. Fuente INE varios años.

La atención a las personas mayores tiene que romper con el aislamiento y la

inactividad que asedian hoy a un gran número de ancianos, y como consecuencia

de ello aumentan considerablemente los cuadros depresivos y paranoides (Bazo et

al., 2006); además, esta atención ya no tiene sólo como objetivo el aumento de la

esperanza de vida, si no que poco a poco se va imponiendo el pensamiento de que

lo verdaderamente importante es la calidad de vida. Por tanto, el verdadero

objetivo es alargar en el tiempo la esperanza de vida, pero cuando ésta lleva

asociada una calidad de vida buena o aceptable, disminuyendo el período de vida

en el cual los padecimientos y achaques ya no permiten mantener tanto un estado

de salud aceptable, como las redes sociales y afectivas que tanto influyen en el

mismo.

Este es el modelo de envejecimiento en una sociedad que aspira a disfrutar del

estado del bienestar, sin menospreciar la dimensión subjetiva propia que todo ello

lleva aparejado, pues lo fundamental es la percepción que uno mismo siente de su

proyecto vital, de lo cualitativo de sus vivencias (Rojas, 1997; Rojas 1999).

Es destacable que el porcentaje de personas que perciben su salud como mala o

muy mala es de solamente un 20,5% y los que la perciben como buena o muy

buena representan el 50,2% en el grupo de los mayores de 65 años; para las

personas de 80 y más años, el porcentaje es del 37,9% para los que perciben

buena o muy buena su salud y son el 24,1% los que la perciben como mala o muy

mala en la encuesta de 1998 (CIS, informe nº 2279, 1998). Más recientemente, en

Introducción

30

la encuesta del 2003, según se adjunta en la tabla 4, se obtienen cifras que

empeoran los resultados anteriores, pues son el 23,5% los mayores de 65 años que

manifiestan tener mala o muy mala salud y tan solo el 35,03% los que perciben

tener buena o muy buena salud. Los hombres presentan datos más optimistas que

las mujeres pues afirman tener buena o muy buena salud el 41,9%, mientras que

para las mujeres el porcentaje se reduce al 29,96%; esta variación en los

resultados puede explicarse bien por la provisionalidad de los datos o por el

incremento de edad media de estas poblaciones, pues en los últimos años se han

incrementado en mayor medida las poblaciones de más edad y en general se

constata como la percepción de salud va empeorando ligeramente con el paso de

los años.

En un análisis más detallado de la Encuesta Nacional de Salud del año 2003,

vemos que no es lineal la percepción de salud. Esta percepción suele ser más

positiva en las ciudades más grandes, también cuando los encuestados tienen un

mayor nivel de estudios y cuando están ocupados respecto a los inactivos o

parados; también la cualificación laboral tiene su influencia ya que existe una

peor percepción de salud entre los obreros con más baja cualificación laboral.

Introducción

31

PERCEPCIÓN DEL ESTADO DE SALUD EN ADULTOS Y MAYORES

Muy bueno Bueno Regular/aceptable Malo Muy malo

Cuadro de hogares de la Unión Europea, año 1995 (INE 1999)

45-64 años 10,7% 41,6% 30,2% 13,5% 2,5%

≥ 65 años 4,6% 25,0% 34,1% 27,7% 7,0%

Encuesta nacional de salud, 1997

45-64 años 7,9% 49,9% 30,8% 8,9% 2,6%

≥ 65 años 5,6% 36,6% 39,6% 14,9% 3,4%

Encuesta INSERSO-CIS nº 2279, 1998

≥ 65 años 17,6% 32,6% 39,3% 17,1% 3,4%

80 o más 5,7% 32,2% 38,1% 21,4% 2,7%

Tabla 3. Percepción del estado de salud en adultos y mayores expresado en porcentajes de población.

Introducción

32

Encuesta Nacional de Salud 2º trimestre 2003

Total

población

Muy

bueno

Bueno Regular Malo Muy

malo

Ambos sexos

≥65

años

6.896.306

242.112

3,51%

2.173.618

31,52%

2.859.983

41,47%

1.188.950

17,24%

431.642

6,26%

65-74

años

3.971.233

174.859

4,40%

1.351.015

34,02%

1.681.198

42,33%

582.732

14,67%

181.429

4,57%

≥75

años

2.925.073

67.253

2,30%

822.603

28,12%

1178.785

40,30%

606.218

20,72%

250.213

8,55%

Hombres

≥65

años

2.926.930

172.695

5,90%

1.053.728

36,00%

1.174.819

40,14%

371.549

12,69%

154.137

5,27%

65-74

años

1.815.987

131.841

7,26%

686.764

37,82%

736.393

40,55%

184.885

10,18%

76.104

4,19%

≥75

años

1.110.943

40.854

3,68%

366.964

33,03%

438.426

39,46%

186.664

16,80%

78.033

7,02%

Mujeres

≥65

años

3.969.376

69.417

1,75%

1.119.890

28,21%

1.685.163

42,45%

817.402

20,59%

277.505

6,99%

65-74

años

2.155.246

43.018

2,00%

664.251

30,82%

944.804

43,84%

397.848

18,46%

105.326

4,89%

≥75

años

1.814.130

26.399

1,45%

455.639

25,12%

740.359

40,81%

419.554

23,13%

172.179

9,50%

Tabla 4: Percepción del estado de salud según edad y sexo (Encuesta Nacional de Salud, 2003. Datos provisionales. Resultados expresados en población absoluta y en porcentajes de población).

Introducción

33

1.3 DEMOGRAFÍA DE LA ANCIANIDAD.

La evolución de la población total en España y en Galicia en los últimos 30 años

ha sido diferente, pues mientras la población española ha pasado de 35.484.455 en

1975 alcanzando los 42.935.001 en el 2005 (lo cual nos da un incremento de

7.450.546, equivalente a un 21 % en los mismos períodos), la población de

Galicia era de 2.749.323 y pasa a ser de 2.762.198 habitantes, incrementándose la

población en tan sólo 12.875 habitantes, lo que representa un 0,47 %. A su vez,

analizando la población mayor de 64 años, vemos que en 1975 ésta representaba

un 10.45% sobre el total de la población española, mientras que en Galicia

representaba el 12.46% (Tabla 5: Evolución de la población total y de los

mayores de 64 años en España y en Galicia).

España Galicia

Años Población total ≥65 años %≥ 65 años Población total ≥ 65 años %≥ 65 años

1975 35.484.455 3.707.934 10,45 2.749.323 342.590 12,46

1981 37.636.201 4.230.355 11,24 2.811.912 377.890 13,44

1986 38.484.642 4.681.655 12,16 2.844.472 415.994 14,62

1991 38.874.573 5.359.908 13,79 2.731.669 445.763 16,32

1996 39.430.933 6.101.512 15,47 2.742.622 502.672 18,33

1998 39.639.388 6.407.373 16,16 2.724.544 525.798 19,30

1999 39.802.827 6.555.751 16,47 2.730.337 540.458 19,79

2000 40.049.708 6.705.609 16,74 2.731.900 552.904 20,24

2001 40.476.723 6.838.160 16,89 2.732.926 568.783 20,81

2002 40.964.244 6.950.706 16,97 2.737.370 579.658 21,18

2003 41.663.702 7.043.920 16,91 2.751.094 585.977 21,30

2004 42.345.342 7.143.808 16,87 2.750.985 586.458 21,32

2005 42.935.001 7.225.993 16,83 2.762.198 587.137 21,26

Tabla 5: Evolución de la población total y de los mayores de 64 años en España y en Galicia.

Para el año 2005, en el caso de la población española, los mayores de 64 años

Introducción

34

representaban el 16.83% y en Galicia el 21.26%, es decir, cuando en 1975 había

una diferencia porcentual del 2.01% a favor de Galicia, en el 2005 la diferencia es

del 4.43%. Así pues, Galicia no incrementa su población en relación a la media

estatal y sin embargo aumenta muy por encima de la media estatal la población de

los mayores de 64 años.

Debemos destacar el dato metodológico de que en el censo de 2001, a diferencia

del de 1991, se elimina el concepto de transeúnte y, consiguientemente, el

concepto de población de hecho, sustituyéndolo por el de población vinculada que

estima mejor la carga de población que recibe un municipio.

Las perspectivas de envejecimiento progresivo de la población española en los

próximos años se presentan como una tendencia generalizada (Tabla 6), según los

datos obtenidos de los estudios de proyecciones demográficas del Instituto

Nacional de Estadística (I.N.E, 2007). A la hora de establecer cálculos de

proyecciones de población, se debe considerar la diversidad de factores que

influyen en su comportamiento y que suponen, por tanto, un notable grado de

incertidumbre sobre el devenir de los flujos migratorios de entradas y salidas de

población. Así el Instituto Nacional de Estadística mantiene dos escenarios o

hipótesis de trabajo: una primera en la que se considera previsible un gran

aumento de las cifras de inmigrantes, y un segundo escenario en el que se estiman

unos flujos de inmigrantes más reducidos, pues para el período 2007-2059 las

entradas totales serían de 5,8 millones de personas, aunque ambos escenarios

comparten hasta el 2006 las previsiones de cálculo.

El escenario que se escoge para realizar las proyecciones es el 1º de los que

presenta el INE en el cual las entradas netas de extranjeros en España evolucionan

según la tendencia más reciente hasta el año 2010, año a partir del cual se

mantienen constantes. El total de entradas en España durante el periodo 2007-

2059 se eleva a 14,6 millones de personas, lo cual representa un 251,7% respecto

al segundo escenario en el cual el total de las entradas de extranjeros en el mismo

periodo sería de 5,8 millones de personas. Nos parece más verosímil el escenario

Introducción

35

que cuenta con mayor número de entradas pues vemos a diario cual es la

tendencia a incrementarse de los flujos migratorios, e incluso los problemas que

ello genera, las fechas de referencia se toman a 1 de enero de cada año.

Años 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Población total 43.483.912 43.995.097 44.468.541 44.906.328 45.311.954 45.686.498 46.055.829

≥65 años 7.306.131 7.404.260 7.527.073 7.650.269 7.785.480 7.930.771 8.084.582% sobre total 16,80 16,83 16,93 17,04 17,18 17,36 17,55

Incremento último año 80.138 98.129 122.813 123.196 135.211 145.291 153.811

En % 1,10 1,33 1,63 1,61 1,74 1,83 1,90

Años 2013 2014 2015 2016 2017 Población total 46.418.431 46.772.984 47.118.532 47.454.500 47.780.709

≥65 años 8.241.501 8.393.093 8.546.232 8.703.858 8.857.956 % sobre total 17,75 17,94 18,14 18,34 18,54

Incremento último año 156.919 151.592 153.139 157.626 154.098

En % 1,90 1,81 1,79 1,81 1,74

Tabla 6: Proyecciones de población total y mayor de 64 años en España.

Así vemos que en la población total española, el porcentaje de población mayor

de 64 años, oscila entre el 16.80% sobre la población total previsto para el año

2006 y siempre en una progresiva alza, y llega a alcanzar el 18.54% previsto para

el año 2017, (es de resaltar que en el año 2003, España era el 7º país del mundo

con más porcentaje de población envejecida y de mantenerse la tendencia en el

2050 llegará a ser el más envejecido); las cifras todavía se superan ampliamente

en el caso de la Comunidad Autónoma de Galicia, en donde el envejecimiento

progresivo es especialmente más importante en las proyecciones demográficas

que se realizan para la población gallega, pues el porcentaje de mayores de 64

años previsto para el 2006 es del 21.50% de la población total y presentando la

misma tendencia de alza progresiva, que alcanzará el 23.92% para el año 2017

(Tabla 7).

Introducción

36

Años 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Población total 2.720.934 2.726.766 2.732.305 2.737.433 2.742.129 2.746.352 2.750.028≥65 años 584.977 589.472 594.498 602.625 610.516 619.739 627.987% sobre total 21,50 21,62 21,76 22,01 22,26 22,57 22,84Incremento último año 7.391 4.495 5.026 8.127 7.891 9.223 8.248En % 1,26 0,76 0,85 1,35 1,29 1,49 1,31

Años 2013 2014 2015 2016 2017

Población total 2.753.045 2.755.468 2.757.173 2.758.201 2.758.527 ≥65 años 633.731 642.463 649.859 655.460 659.716 % sobre total 23,02 23,32 23,57 23,76 23,92

Incremento último año 5.744 8.732 7.396 5.601 4.256 En % 0,91 1,36 1,14 0,85 0,65

Tabla 7: Proyecciones de población total y mayor de 64 años en Galicia.

Esta problemática es todavía mas grave para las proyecciones estimadas sobre la

población en la comarca de Ferrol (que comprende los municipios de Ares,

Cedeira, Fene, Ferrol, Moeche, Mugardos, Narón, Neda, San Saturnino, Somozas

y Valdoviño), pues el porcentaje de mayores de 64 años sobre el total de

población para el año 2006 será del 22.44%, de un total estimado de 159.957

habitantes, presentando asimismo la tendencia de alza progresiva tanto nacional

como autonómica, pero llegando a alcanzar el 25.43%, sobre un total de 155.576

habitantes en el año 2017, lo cual además nos hace ver con claridad una pérdida

de población entre el 2006 y el 2017 de 4.381 habitantes en el total de población

para todos los grupos de edades (Tabla 8).

Esta tendencia de pérdida de población se viene constatando desde la pasada

década en la comarca de Ferrol, pues en 1998 tenía una población mayor de 64

años del 19.06% sobre un total de 166.592 habitantes y en el 2005 dicha

población es del 21.91% sobre un total de 163.669 habitantes, lo cual evidencia

una disminución de 2.923 habitantes. Paralelamente, se incrementa el porcentaje

de personas mayores, como se comprueba al realizar una lectura más detallada de

los datos de alguno de los Ayuntamientos de la comarca. En concreto, éste es el

Introducción

37

caso de Moeche, que tiene un 37,4% de mayores de 64 años, o el de Cerdido con

un 34% o San Saturnino con un 32%, para el mismo año 2005.

Años 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Población

total 159.957 159.568 159.189 158.821 158.455 158.086 157.713

≥ 65 años 35.892 36.027 36.222 36.784 37.172 37.551 38.032% sobre

total 22,44 22,58 22,75 23,16 23,46 23,75 24,11

Incremento último año 412 135 195 562 388 379 481

En % 1,15 0,37 0,54 1,53 1,04 1,01 1,26

Años 2013 2014 2015 2016 2017 Población

total 157.325 156.922 156.494 156.047 155.576

≥65 años 38.376 38.804 39.168 39.393 39.568 % sobre

total 24,39 24,73 25,03 25,24 25,43

Incremento último año 344 428 364 225 175

En % 0,90 1,10 0,93 0,57 0,44

Tabla 8: Proyecciones de población total y mayor de 64 años en la comarca de

Ferrol.

La pérdida de población absoluta es todavía mayor en el Ayuntamiento de Ferrol,

que tenía en 1981 y 1986 una población total de 87.691 y 86.154 respectivamente

y en 1998 se redujo a un total de 82.548 habitantes; en el 2005 tenía 77.155, lo

cual evidencia una pérdida de 10.536 habitantes en 24 años. En un corto espacio

de tiempo de 8 años(1998-2005) se produjo una pérdida de 5.393 habitantes,

incrementándose también el porcentaje de mayores de 65 en este período, pues

pasa del 18.93% en 1998 al 21.94% en el año 2005 (Tabla 9). Estos datos son

verdaderamente abrumadores para describir la realidad demográfica de Ferrol en

los últimos años.

Introducción

38

Ayuntamiento de Ferrol 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005

Población total82.548 81.991 81255 80.347 79.520 78.764 77.859 77.155

≥ 65 años 15629 16092 16364 16667 16884 17036 16977 16930% sobre total

18,93 20,15 20,14 20,74 21,23 21,63 21,80 21,94

Comarca de Ferrol 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005

Población total166.592 165.744 164.108 162.261 160.969 164.489 163.853 163.669

≥ 65 años 31.753 32.868 33.616 34.477 35.086 35.778 35.798 35.863% sobre total

19,06 19,83 20,48 21,25 21,80 21,75 21,85 21,91Tabla 9: Evolución de la población total y de los mayores de 64 años en el

Ayuntamiento y la comarca de Ferrol entre el 1998 y el 2005.

Estas tendencias marcadas de envejecimiento de la población resultan todavía más

evidentes cuando analizamos la tasa vegetativa (número de nacimientos menos

número de defunciones por 1000 habitantes).

La tasa vegetativa para la población española se mantiene en cifras positivas,

aunque en 1975 era de 10,40 y en el 2005 es de sólo 1,81.

En los casos de la población gallega, tanto de la comarca y el Ayuntamiento de

Ferrol, las cifras son negativas, alcanzando en el año 2004 el -4,4 para la comarca

de Ferrol y el -4,9 para el Ayuntamiento de Ferrol, siendo para la población

gallega del -3,02 (Tabla 10).

Es importante hacer referencia a algunos indicadores que ponen de manifiesto la

gravedad de la situación, pues la edad media de la población, tanto en Galicia

como en la comarca y Ayuntamiento de Ferrol, presentan una evolución

ascendente con el paso de los años alcanzando en el año 2005 los 43,9 años para

la población gallega y 44,6 años, tanto para el Ayuntamiento de Ferrol como para

su comarca (Tabla 11), aunque destacan dentro de la tónica general de la comarca

los Ayuntamientos de Moeche con 52,2 años, Somozas con 49,5 años y San

Introducción

39

Saturnino con 50,1 años de media también para el año 2005.

Años

Tasa vegetativa España

Tasa vegetativa Galicia

Tasa vegetativa Comarca Ferrol

Tasa vegetativa Ayuntamiento

Ferrol 1975 10,40 6,58

1979 8,33 5,53

1981 6,35 3,88

1986 3,33 -0,25

1991 1,50 -2,11

1993 1,18 -2,19

1996 0,28 -3,80

1998 0,12 -3,55 -4 -3,4

1999 0,23 -3,91 -4,3 -3,9

2000 0,92 -3,51 -5 -4,8

2001 1,14 -3,32 -4,4 -4,3

2002 1,22 -3,35 -4,2 -4

2003 1,36 -3,47 -4,7 -4,6

2004 1,94 -2,92 -4,4 -4,9

2005 1,81 -3,02

Tabla 10. Comparativa de la tasa vegetativa por mil habitantes en España, Galicia, Ayuntamiento y comarca de Ferrol. Datos INE Galicia, España.

Más claramente se presenta el índice de envejecimiento, esto es, la relación

existente entre la población mayor de 64 años y la población menor de 20 años,

expresada mediante la fórmula:

Población mayor de 64 años Índice de Envejecimiento = Población menor de 20 años

x 100

Este índice de envejecimiento presenta repetidamente una tendencia al alza que

llega a alcanzar en el año 2005 la cifra de 130,4 para el caso de la población

gallega, 144,7 para el Ayuntamiento de Ferrol, y 148,1 para la comarca de Ferrol

(Tabla 11), aunque algunos Ayuntamientos de la comarca de Ferrol presenten en

el mismo año índices de envejecimiento de 334,8 en Moeche o de 303,4 en

Introducción

40

Somozas.

GALICIA 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Edad media población 42,1 42,4 42,8 43,1 43,3 43,6 43,9 % ≥ de 65 años viudos 33,2 ------ 32,68 34,74 33,67 33,07 -----------

- ≥65 años que viven solos

15,85 19,48 20,46 19,93 20,13 ---------

INDICES Envejecimiento 102 108,7 116,3 121,9 125,6 128,3 130,4 Sobreenvejecimiento 11,5 11,7 11,9 11,9 12 12,4 12,7 Dependencia senil 32,9 33,3 34 34,5 34,5 34,3 34

FERROL AYUNT. 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Edad media población 42,4 42,7 43,2 43,6 43,9 44,3 44,6 INDICES Envejecimiento 108,4 116,7 124,7 131,3 137,5 140,8 144,7 Sobreenvejecimiento 9,7 9,7 10,1 10,3 10,6 11,1 11,4 Dependencia senil 31,5 32,2 33,1 33,9 34,5 34,8 34,9

FERROL COMARC. 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Edad media población 42,7 43,1 43,7 44,1 44 44,3 44,6 INDICES Envejecimiento 111,2 121,5 133,1 141,7 141,3 145,1 148,1 Sobreenvejecimiento 10,1 10,1 10,4 10,4 10,6 10,9 11,3 Dependencia senil 31,8 32,7 33,8 34,7 34,6 34,6 34,6 Tabla 11. Indicadores demográficos de interés (Galicia Ayuntamiento y Comarca

de Ferrol).

También el índice de sobreenvejecimiento, que representa la relación entre la

población mayor de 84 años y la población mayor de 64 años, expresada mediante

la fórmula:

Población mayor de 84 años Índice de Sobreenvejecimiento = Población mayor de 64 años

x 100

A su vez éste índice presenta la misma tendencia a incrementar su valor, llegando

a alcanzar en el año 2005 para el conjunto de la población gallega la cifra de 12,7,

siendo de 11,4 para el Ayuntamiento de Ferrol y de 11,3 para la comarca de Ferrol

(Tabla 11), aunque en algunos de los Ayuntamientos de esta comarca como son

San Saturnino y Somozas tienen, respectivamente, unos valores de 15,1 y 13,8

Introducción

41

para el 2005.

Lógicamente, esta situación va a tener su reflejo en otro indicador demográfico

como es el índice de dependencia senil (que expresa la relación entre la población

mayor de 64 años y la población potencialmente activa es decir, la comprendida

entre 20 y 64 años), siendo su fórmula:

Población mayor de 64 años Índice de Dependencia Senil = Población entre 20 y 64 años

x 100

Dicho índice de dependencia senil presenta unas cifras elevadas, siendo en todos

los casos por encima de 34 (Tabla 11), destacando el Ayuntamiento de Moeche

con 72,6, Somozas con 53,9 y San Saturnino con 56,4, datos todos ellos del año

2005.

Otro dato a recalcar en la situación sociofamiliar es el porcentaje de personas

mayores de 64 años que viven solas. Así, en el año 2004 alcanza la cifra de

20,13% sobre el total de población de más de 64 años, cuando el porcentaje en el

año 2000 era del 15,85%, destacando también el porcentaje de viudas/os mayores

de 64 años que representan en el año 2004 el 33,07% de su grupo de edad, siendo

mayoritariamente mujeres. Estos dos aspectos, el vivir solos y ser viudos, pueden

coincidir en gran parte de los casos (Tabla 11).

En lo que se refiere a la evolución de la población por grupos de edad en los

últimos años, en la Comunidad Autónoma gallega (Tabla 12), para el grupo de

menores de 16 años, Lugo y Ourense presentan los menores porcentajes de

población, siendo la provincia de Pontevedra la que presenta los más altos. En el

caso del Ayuntamiento de Ferrol, con 11,41% en el año 2005, se sitúa en una zona

intermedia entre el de Galicia, de 12,26%, y el de las provincias de Lugo y

Ourense de 10,34% y 10,45%, respectivamente.

Introducción

42

Grupos de edad 2000 2001 2002 2003 2004 2005

Coruña 13,13 12,57 12,46 12,35 12,23 12,13

Lugo 11,69 11,26 10,88 10,68 10,51 10,34

Ourense 11,61 11,25 10,95 10,73 10,63 10,45

Pontevedra 14,73 14,33 14,05 13,93 13,86 13,78

Galicia 13,28 12,82 12,6 12,46 12,36 12,26Ayuntam.Ferrol 12,05 11,65 11,51 11,36 11,37 11,41

< 16 años

España 16,10 15,82 15,66 15,59 15,57 15,58

Coruña 67,87 67,88 67,59 67,55 67,61 67,74

Lugo 61,61 61,52 61,49 61,55 61,74 62,03

Ourense 61,48 61,33 61,17 61,21 61,31 61,49

Pontevedra 68,39 68,37 68,33 68,33 68,37 68,49

Galicia 66,4 66,37 66,23 66,24 66,32 66,49Ayuntam.Ferrol 67,81 67,61 67,26 67,01 66,83 66,65

Entre 16 a 64 años

España 67,16 67,28 67,37 67,50 67,56 67,59

Coruña 19 19,55 19,95 20,1 20,16 20,12

Lugo 26,7 27,22 27,63 27,77 27,75 27,63

Ourense 26,91 27,42 27,88 28,06 28,06 28,06

Pontevedra 16,87 17,31 17,61 17,74 17,77 17,73

Galicia 20,32 20,81 21,18 21,3 21,32 21,26Ayuntam.Ferrol 20,14 20,74 21,23 21,63 21,80 21,94

≥ 65 años

España 16,74 16,89 16,97 16,91 16,87 16,83Tabla 12. Distribución porcentual de los grandes grupos de edad en las cuatro

provincias gallegas en los últimos años.

Para el estrato de población de 16 a 64 años, sobresalen también las provincias de

Lugo y Ourense con 62,03% y 61,49%, respectivamente, siendo éstos muy

inferiores a la media gallega con un valor de 66,49% y a la del Ayuntamiento de

Ferrol con un 66,65%, datos todos ellos para el año 2005.

En el caso de los mayores de 64 años, la provincia de Pontevedra presenta el

Introducción

43

menor porcentaje de población, con un 17,73%, despuntando Lugo con una valor

de 27,63% y Ourense con un 28,06%, muy por encima de La Coruña con un

20,12% y de la media de Galicia con un 21,26% y del Ayuntamiento de Ferrol

con un 21,94%. Se observa en definitiva, que la provincia de Pontevedra tiene una

población más joven, y que las provincias de Lugo y Ourense son las que

presentan un envejecimiento mayor de la población, afectadas además por una

mayor dispersión poblacional y un mayor éxodo desde los núcleos rurales a los

urbanos (Tabla 12).

Debemos tratar con la importancia que se merece a la hora de analizar la

población gallega, el efecto que tiene y tendrá en el futuro la población extranjera

que vive en esta comunidad, puesto que en el año 1998 la población de

extranjeros residentes en la Comunidad Autónoma gallega era de 19.693

personas, lo cual representaba un 0,72% de los 2.724.544 de población total, (el

porcentaje de extranjeros en España en el mismo año era del 1,60%).

El porcentaje de población extranjera se ha ido incrementando sucesivamente año

tras año tanto en España como en la comunidad gallega y alcanza la cifra de

69.363 en el año 2005 sobre un total de 2.762.198 habitantes de Galicia, lo que

supone un 2,51% sobre la población total gallega. Es necesario recalcar que en el

periodo 1998–2005 se ha incrementado el volumen de extranjeros en casi 3,5

veces, y aún siendo una cifra muy importante, no somos una comunidad autónoma

receptora de emigrantes, puesto que la media nacional en este año 2005 es de

8,46% es decir, más del triple que en Galicia (Tabla 13).

Introducción

44

Años

Población

total Españoles Extranjeros % extranjeros. en Galicia

% extranjeros.en España

1998 2.724.544 2.704.851 19.693 0,72% 1,60%

1999 2.730.337 2.708.550 21.787 0,8% 1,86%

2000 2.731.900 2.706.298 25.602 0,94% 2,28%

2001 2.732.926 2.699.868 33.058 1,21% 3,33%

2002 2.737.370 2.694.908 42.462 1,55% 4,73%

2003 2.751.094 2.697.286 53.808 1,96% 6,24%

2004 2.750.985 2.692.598 58.387 2,12% 7,02%

2005 2.762.198 2.692.835 69.363 2,51% 8,46%

Tabla 13. Relación entre la población española y extranjera en los últimos años en la Comunidad Autónoma gallega y comparativa con el mismo segmento de

población para toda España.

La evolución de la esperanza de vida al nacer en España y en Galicia, mantiene

una diferencia a favor de las mujeres, pues si en 1975 los varones tenían una

esperanza de vida en España de 70,4 años, las mujeres tenían 76,19 años, lo cual

representa una diferencia de años a su favor de 5,79; para la población gallega, la

esperanza de vida en el caso de los varones es de 69,95 años, siendo para las

mujeres de 76,17 años, es decir, existe una diferencia de 622 años a favor de las

mujeres. En general, la esperanza de vida ha ido creciendo a lo largo de los años y

así en el año 2005, los varones en España tenían una esperanza de vida de 77,43

años y las mujeres de 84,03 años, resultando una diferencia a favor de las mujeres

de 6,6 años de vida, mientras que en Galicia, para los varones era de 74,71 años y

para las mujeres 82,36 años, lo cual arroja un saldo favorable a las mujeres de

7,65 años. En las proyecciones para los próximos años, las cifras son muy

parecidas, con ligeros incrementos a las del año 2005. Como podemos advertir,

observando estos datos, la evolución de la esperanza de vida tiende a ser más

elevada en España de lo que lo es en Galicia (Tabla 14), si bien la diferencia no es

muy grande, pudiendo ser el menor nivel socioeconómico lo que justificaría esta

diferencia que presenta la Comunidad Autónoma gallega.

Introducción

45

España Galicia

Años Varones Mujeres Diferencia Varones Mujeres Diferencia

1975 70,40 76,19 5,79 69,95 76,17 6,22

1980 72,52 78,61 6,09 72,01 78,31 6,3

1985 73,27 79,69 6,42 72,49 79,51 7,02

1990 73,37 80,43 7,06 72,93 80,28 7,35

1995 73,24 81,18 7,94 73,93 81,6 7,67

2000 74,14 81,88 7,74 76 83 7

2005 77,43 84,03 6,6 74,71 82,36 7,65

2010 78,34 84,79 6,45

2015 79,23 85,54 6,37

2020 79,84 86,04 6,2

Tabla 14. Esperanza de vida al nacer, por sexo (España y Galicia). Elaboración propia. (Fuentes: INE e IGE. Marzo 2007).

Los datos empleados para el análisis demográfico han sido extraídos de las bases

de datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2007) y del Instituto

Galego de Estatística (IGE, 2007), consultados para su última actualización en

marzo de 2007.

.

Introducción

46

1.4 CALIDAD DE VIDA EN LAS PERSONAS MAYORES.

El concepto de calidad de vida (Quality of life) nace en la década de los 60 y se le

atribuye a J.K. Galbraith, que en el año 1958 propugna que el avance de la

sociedad no se mida exclusivamente bajo criterios mercantilistas, sino en función

de los diferentes condicionantes que afectan a la vida humana como son las

prestaciones sociales, el medio ambiente, la supresión de desigualdades, etc.,

(Galbraith, 1999) Es éste el nacimiento de una tendencia por parte de los distintos

investigadores sociales por superar el estrecho marco de análisis de bienestar

imperante hasta ese momento y que hacía referencia básicamente a cuestiones

económicas (Prior y De la Poza, 1990).

El término calidad de vida no existe como tal para la Real Academia Española de

la Lengua, aunque paradójicamente es recogido en algún otro diccionario, como el

Diccionario Didáctico de Español (De las Heras, Rodríguez, 1994) que lo define

como “conjunto de condiciones que hacen la vida más agradable”.

La calidad de vida como concepto tiene una definición imprecisa, y la mayoría de

investigadores que han trabajado en este campo, está de acuerdo en que no existe

una teoría única que la defina y explique. El término calidad de vida no tiene

sentido sino es en relación con un sistema de valores. Calidad de vida y los

términos que le han precedido en su genealogía ideológica nos remiten a una

evaluación de la experiencia que de su propia vida tienen los sujetos. Tal

evaluación no es un acto de razón, sino más bien un sentimiento. Lo que mejor

designa la “calidad de vida”, es la calidad de la vivencia que de la vida tienen los

sujetos. Esta percepción es individual, diferente y personalizada para cada sujeto,

aún tratándose del mismo contexto (Rueda, 2000).

López Aranguren (1992) define la calidad de vida como “el conjunto de

cualidades que hacen satisfactoria y amable la vida, que proporcionan sino tanto

como felicidad, sí contento, satisfacción”. Belando y Sarlet (1997) identifican en

Introducción

47

el bienestar y la compañía ese conjunto de cualidades, entendiendo como

bienestar no solo la salud física y psíquica sino también la calidad moral de vida,

tener la “conciencia tranquila”, y la calidad estética de la propia vida referida al

espacio vital de cada uno (vivienda, medio ambiente, corporalidad). Se incluyen,

además, aquellas condiciones de carácter temporal que suponen un cierto nivel de

recursos económicos (tiempo de trabajo y tiempo de ocio). La compañía alude al

amor, a la amistad y a la solidaridad recíproca.

Levi y Anderson (1980) señalan que un alto nivel de vida objetivo (ya sea por los

recursos económicos, el hábitat, el nivel asistencial o el tiempo libre), puede ir

acompañado de un alto índice de satisfacción individual, bienestar o calidad de

vida, pero esta concordancia no es biunívoca. Para ellos, por encima de un nivel

de vida mínimo, el determinante de la calidad de vida individual es el ajuste o la

coincidencia entre las características de su situación y las expectativas y

necesidades del individuo, tal y como él mismo las percibe.

También podríamos situar la calidad de vida en términos absolutos como un mito

inalcanzable.

La calidad de vida puede también ser definida como la percepción del individuo

sobre su posición en la vida, dentro del contexto cultural y el sistema de valores

en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones.

Es un concepto extenso y complejo que engloba la salud física, el estado

psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias

personales y la relación con las características sobresalientes del entorno (OMS

WHOQOL, 1996).

Este concepto no debe ser considerado como algo estático, sino que es un proceso

continuo de desarrollo apropiado en el cual la relación entre las metas trazadas y

los logros conseguidos se encuentran implicados (Setién, 1993).

Introducción

48

San Martín y Pastor (1990) consideran el concepto calidad de vida más global que

el de nivel de vida, modos de vida o bienestar y agrupan los elementos que

conforman la calidad de vida en varios niveles:

1.- Elementos objetivos y materiales necesarios e indispensables para la

vida del hombre.

2.- Formas de distribución de los alimentos que satisfacen las necesidades.

3.- Sistemas de valores culturales e interrelaciones entre las culturas

existentes.

4.- Valores y bienes inmateriales necesarios para el desarrollo mental e

intelectual.

5.- Formas y elementos que relacionan el bienestar individual, familiar y

social con los sistemas sociales de producción de bienes y servicios

materiales que ofrecen a la sociedad.

6.- Elementos subjetivos que mediatizan la percepción de los valores y de

los elementos que conforman la calidad de vida, la cual a su vez

condiciona los sentimientos de satisfacción y de bienestar social e

individual.

Dentro de estos niveles, diferencian entre elementos fundamentales y factores que

influyen en la calidad de vida y el bienestar, tal y como se aprecia en la Tabla 15:

Introducción

49

Elementos Fundamentales en la calidad de

vida y bienestar. Factores que determinan la calidad de

vida y bienestar. 1. Elementos del ambiente social. 1. Aspectos del ambiente físico-

biológico. 2. Igualdad-desigualdad de oportunidades

y grado de participación de la población en los asuntos sociales y comunitarios.

2. Bienes y servicios disponibles.

3. Percepción objetiva y subjetiva de la calidad de la vida y del bienestar por parte del individuo y la comunidad.

3. Seguridad de las personas.

4. Situación de salud individual y colectiva.

4. Accesibilidad física, geográfica, económica, cultural, educacional, artística, empleo, vivienda, etc.

5. Desarrollo de la personalidad, cultura y educación.

5. Reposo, deporte, vida cultural y artística.

6. Trabajo y empleo, la calidad de estos y sus riesgos.

6. Nivel de vida de la comunidad.

7. Situación económica, personal-familiar en relación con el costo de vida.

7. Otra información.

8. Modos o estilos de vida.

Tabla 15. Elementos fundamentales y factores que determinan la calidad de vida y el bienestar de la población. Basado en San Martín y Pastor (1990).

Debemos de tener en cuenta que la edad resulta clave para evaluar el concepto de

calidad de vida. Algunos estudios coinciden en que la edad empeora las

valoraciones de calidad de vida (Alonso et al., 1998; Kind et al., 1998).

Durante la celebración de la Conferencia Internacional de Salud de Nueva York

de 1946, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1946) establece la siguiente

definición de salud: “La salud consiste en un estado de completo bienestar físico,

psíquico y social y no solamente en la ausencia de enfermedad”. Así pues,

entiende el problema de la salud como un concepto global y en el que habrán de

tenerse en cuenta todos los aspectos del ser humano, si bien debemos de tener en

cuenta que los conceptos de salud y enfermedad varían de unas culturas a otras,

pero no debemos pensar que salud se identifica obligatoriamente con calidad de

vida, como tampoco el bienestar psicológico o la felicidad, aún sabiendo que la

felicidad, el bienestar psicológico o material y la propia salud nos conducirán

Introducción

50

seguramente a desarrollar una calidad de vida muy satisfactoria (Reig Ferrer,

2000).

La gente feliz vive más tiempo (Deeg, 1989), afirmación que se complementa con

el hecho de que la gente infeliz manifiesta estar en peor estado de salud

comparativamente (Argyle, 1997); así, la felicidad modifica la salud subjetiva y

objetivamente, ya que la salud es uno de los predictores más potentes de felicidad.

La salud relacionada con la calidad de vida (CVRS) es un constructo que abarca

la influencia del estado de salud en la calidad de la vida diaria (Kaplan y Bush,

1982), y que puede verse afectada por diversos elementos (Tabla 16). Este

constructo, también multidimensional, se refiere a la dimensión cognitiva, social,

física, emocional, productividad personal e intimidad del individuo (Schumaker

et al., 1990). Así, entre los diversos factores que favorecen la salud y la calidad de

vida en la vejez, podemos incluir la realización de actividad física (Rejesky et al.,

1996; Belando y Sarlet, 1997), tal como se cita en la Tabla 16.

La productividad es la capacidad para realizar las actividades de la vida diaria,

encontrandose evidencias de que incluso entre las personas mayores con

afecciones sobre su salud, la actividad física mejora su habilidad para la

realización de dichas actividades (U.S. Department of Health and Human

Services, 1996). Un amplio porcentaje de la población mayor de 65 años suele

padecer algún tipo de enfermedad, discapacidad o molestia y la realización de

actividad física parece mejorar el bienestar psicológico.

Uno de los aspectos con los que se relaciona la calidad de vida es con la

ocupación del ocio. González Millán, (1998) identifica trabajo, ocio y salud como

las tres áreas que van a determinar la calidad de vida, y que la realización de

actividad física es una de las opciones escogidas por las personas mayores para

ocupar su tiempo libre de forma saludable (Dantas, 1994).

Introducción

51

Factores de riesgo para la salud. Factores que favorecen la salud y la calidad de vida en la vejez.

Soledad. Aburrimiento.

Sedentarismo.

Estrés.

Enfermedad (hipertensión,

osteoporosis, diabetes, artrosis,

etc.).

Hábitos tóxicos (tabaquismo,

alcoholismo, automedicación y

sobremedicación).

Hipernutrición e hiponutrición.

Obesidad.

Sueño y descanso.

Ejercicio físico.

Chequeos periódicos.

Termalismo.

Alimentación.

Sexualidad.

Higiene personal.

Higiene de la vivienda.

Prevención de accidentes

domésticos.

Participación sociolaboral.

Actividad intelectual. Filosofía

de vida positiva.

Tabla 16. Factores que influencian la salud y la calidad de vida. Basado en Belando y Sarlet (1997).

Es posible añadir a estas tres áreas la relación afectiva con uno mismo y con los

demás, lo cual nos acercaría entonces al concepto de la felicidad (González

Millán, 1998).

De todas las áreas o componentes que se podrían incluir como parte de la calidad

de vida, la actividad física influye de forma indirecta sobre las siguientes:

1. Salud Mental y procesos cognitivos.

2. Depresión y Ansiedad.

3. Estrés.

4. Relaciones Sociales.

5. Autoestima y autoconcepto.

6. Ocio y tiempo libre.

7. Autonomía.

Introducción

52

Generelo (1998) incide en el hecho de que la práctica de actividad física influye

minimizando el efecto de los factores degradantes de la calidad de vida

(sedentarismo, estrés, agresividad, etc.), de manera que el ejercicio, al mejorar la

condición física, actúa como moderador del declive producido por la edad

(Camiña et al., 1998).

La calidad de vida es, fundamentalmente, lo que la gente hace y como

experimenta lo que hace (Reig Ferrer, 2000), y considerando como el objetivo de

la atención a la persona mayor la prevención o reducción de la discapacidad y la

mejora de su calidad de vida (Burns et al., 1997), el ejercicio es un agente de

cierta importancia en el mantenimiento de la salud, como medida para retrasar los

efectos del envejecimiento originados por el sedentarismo. No existe ninguna otra

medida preventiva capaz de ejercer algún tipo de acción sobre un número tan

considerable de factores relacionados con la salud (Marcos Becerro, 1994).

Introducción

53

1.5 LA DEPRESIÓN EN LAS PERSONAS MAYORES.

Cuando se analiza la calidad de vida en las personas mayores y se observa la

prevalencia que presenta la sintomatología depresiva en estas edades, se

consideran como factores predisponentes para ello abundantes situaciones, que en

ocasiones no podemos evitar que acompañen a nuestros mayores, entre las que

podemos destacar los cambios biológicos normales que se producen con el

envejecimiento; agravados en ocasiones por procesos neurodegenerativos o

enfermedades físicas que llegan incluso a causar estados de dependencia temporal

o permanente.

Al mismo tiempo conviven situaciones de soledad, viudez y muerte de seres

queridos en su entorno de relaciones, llegando a generar en ocasiones una falta de

apoyo social en su entorno habitual, lo que facilita el que con frecuencia exista

mayor sintomatología depresiva en las personas mayores, aunque su diagnóstico

es a veces difícil de establecer con exactitud, y así surge la relación entre la

sintomatología depresiva y la edad avanzada.

Autores como Franco et al. (2001) afirman que la asociación entre la depresión y

la edad avanzada se convierte en un problema distinto a la depresión en otras

edades, y para ello se basan en que las personas ancianas presentan en general

mayores síntomas de tipo somático, no teniendo porque existir unos antecedentes

familiares al respecto; y además los tratamientos, en general, pueden no ser todo

lo efectivos que resultan en otras edades, siendo frecuente el que aparezcan

episodios depresivos de repetición, alternándose con períodos libres de

sintomatología depresiva; por ello se afirma que la depresión en la tercera edad

tiende a ser más crónica que en adultos jóvenes (Alexopoulos y Chester, 1992;

Callahan et al., 1994; Cole y Bellavance, 1997).

Introducción

54

Según la Organización Mundial de la Salud, el 25% de los mayores de 65 años

padecen algún tipo de trastorno psiquiátrico siendo la depresión el más frecuente

hasta la edad de 75 años (De la Serna, 1996).

La clasificación de los trastornos de los estados de ánimo es un tema en el cual

todavía existen debates. Los dos sistemas de clasificación más importantes son la

décima versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10)

(OMS, 1992), que representa la clasificación de la Organización Mundial de la

Salud y por otra parte, existe la clasificación de la cuarta edición del Diagnostic

and Statistical Manual for Mental Disorders (DSM-IV) (American Psychiatric

Association, 1995); siendo ésta la que más se utiliza en investigación. Para

clasificar los trastornos afectivos se utilizan diferentes criterios (Vallejo, 2000)

como nos muestra la Tabla 17.

Criterios de clasificación de las depresiones

Etiología Orgánicas, endógenas, psicógenas.

Bioquímic

a

Serotoninérgicas, noradrenérgicas.

Edad Infantojuveniles, adulto, tardías.

Síntomas Inhibidas, agitadas, ansiosas, psicóticas, catatónicas,

melancólicas.

Intensidad Mayores, menores.

Evolución Bipolares, monopolares.

Episodio único, recidivantes, crónicas.

Tabla 17. Criterios de clasificación de las depresiones.

Los criterios serán de carácter etiológico, evolutivos (como pueden ser la edad de

inicio, la recurrencia o la cronicidad, la presencia de bipolaridad), descriptivos si

existe presencia de síntomas específicos o de patrones clínicos, según la respuesta

al tratamiento o dependiendo de los hallazgos biológicos. Sin embargo, los

criterios más frecuentemente utilizados en la actualidad son la polaridad, la

intensidad, la recurrencia y la cronicidad.

Introducción

55

Atendiendo al criterio de la polaridad, los trastornos sólo depresivos que

presentan los pacientes a lo largo de su vida, se clasifican como trastornos

afectivos unipolares (o monopolares), mientras que los que presentan episodios de

manía (euforia) y depresivos se clasificarían como trastornos bipolares.

Otro criterio que se utiliza en la actualidad es de la intensidad, por el cual las

depresiones se dividen en mayores y menores (distimia).

La evolución es otro criterio importante ya que las depresiones pueden cursar de

forma episódica, es decir, con episodios discretos que generalmente se asocian a

depresiones mayores, o de forma crónica y fluctuante, lo que nos puede sugerir el

diagnóstico de que estamos ante una distimia.

Cuando la evolución es episódica, puede ser de un solo episodio único a lo largo

de su vida y lógicamente se aplica este criterio cuando es la primera vez que

aparece o puede que exista una evolución recidivante o recurrente en la cual se

van sucediendo episodios de repetición.

Los trastornos depresivos en la clasificación DSM-IV, que es la más utilizada en

investigación, se dividen según la intensidad y curso (episódico o crónico) en

trastorno depresivo mayor y distímico.

En cuanto al trastorno depresivo mayor, se organiza según el número de episodios

(primero o único y recidivante para el caso de las recaídas), y según la intensidad

que presenta podemos distinguir leve, moderado o grave; también debe apreciarse

si hay síntomas psicóticos, aunque hay estudios que sugieren que la presencia de

síntomas psicóticos puede ser una categoría específica; debemos saber que la

clasificación es un modelo conceptual en constante evolución que lo único que

pretende es ayudarnos a mejorar en el conocimiento sobre este tipo de trastornos.

Introducción

56

1.5.1 DEPRESIÓN MAYOR.

En el caso de las depresiones unipolares, los estudios epidemiológicos se han

realizado utilizando el concepto de depresión mayor, y de acuerdo con esta

definición, la prevalencia a lo largo de la vida se sitúa alrededor del 5%, si bien

existen cifras que sitúan la prevalencia entre el 2,9% y el 8,6% en los estudios

realizados en la comunidad, utilizando criterios diagnósticos DSM-III y una

entrevista estructurada.

Existen también otros estudios que partiendo de otros criterios diagnósticos que

no resultan tan estrictos, obtienen cifras de prevalencia a lo largo de la vida del

20% al 25% para el caso de las mujeres y entre el 7% y el 12% para los hombres.

La prevalencia puntual se ha estimado entre un 5% y un 9% para las mujeres,

mientras que para los hombres se estima entre el 2% y el 3% (Urretavizcaya y

Benlloch, 2003).

1.5.2 DISTIMIA.

La distimia es una depresión crónica de intensidad leve, prácticamente

subsindrómica, y para cuyo diagnóstico es preciso constatar una evolución de al

menos 2 años de presencia continuada de sintomatología. La prevalencia a lo

largo de la vida utilizando para ello entrevistas estructuradas, se sitúan alrededor

del 3%, aunque existen estudios con cifras del 2% y del 4%.(Urretavizcaya y

Benlloch, 2003).

Debemos destacar el dato de que se estima que la mitad de los pacientes con

distimia son candidatos a padecer alguna vez un episodio de depresión mayor de

forma superpuesta a su estado depresivo crónico habitual, agravándose pues la

sintomatología durante ese período. Debemos resaltar el hecho de que, tanto la

depresión mayor como la distimia, se presentan con mayor frecuencia en las

Introducción

57

mujeres, en una relación que dobla al número de casos que se presentan en

hombres.

1.5.3 SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN.

Los síntomas más frecuentes de la depresión fueron categorizados por Beck

(1967) como síntomas emocionales, cognitivos, físicos y volitivos, siendo

establecida una modificación posterior en la que se distinguen síntomas afectivos,

síntomas cognitivos, síntomas somáticos y conductuales (Blazer, 1993).

En cuanto a los síntomas afectivos, el más común en la depresión es el desánimo o

la tristeza, aunque también existen otros síntomas afectivos como la anhedonia,

tendencia al llanto, sensación de vacío, irritabilidad, sentimientos de incapacidad,

desesperanza, sentimientos de soledad, etc.

En cuanto a los síntomas cognitivos, podemos destacar la baja autoestima, el

pesimismo, la actitud rumiativa, la autocrítica y el autorreproche, así como las

ideas sobrevaloradas o delirantes y el enlentecimiento cognitivo. En general,

producen en las personas que presentan depresión, distorsiones y

conceptualizaciones que no son reales, tanto para el caso de uno mismo como

para el entorno que nos rodea, a la vez que afectan a la atención, concentración y

memoria, existiendo un enlentecimiento cognitivo que se traduce en una

sensación de confusión e indecisión.

En cuanto a los síntomas somáticos es frecuente encontrarnos con pérdida de

apetito y de peso, fatigabilidad, astenia, alteraciones del sueño, constipación,

pérdida de la libido, dolor, inquietud, etc. Este tipo de síntomas, que son muy

frecuentes en las depresiones en general, se acentúan más en el caso particular de

los ancianos, en los que a veces es difícil de apreciar si estamos ante un proceso

somático, o de depresión, o de ambos a la vez.

Introducción

58

También resulta lógico que la frecuencia e intensidad de los síntomas somáticos

aumente en función de la gravedad de la depresión.

Entre los principales síntomas conductuales destacan: la pérdida de motivación, el

deseo de aislamiento social y los impulsos suicidas a los que frecuentemente se

acompaña una sensación subjetiva de vacío.

En ocasiones, los casos de depresión grave, es posible que sean diagnosticados

por una simple inspección. La apariencia, la actividad psicomotora, que en

ocasiones presenta retardo, la agitación y determinadas conductas características

la delatan.

El retardo psicomotor conlleva un enlentecimiento de los gestos, de los

movimientos, de la marcha, siendo su mayor expresión el retardo motor; también

se produce un incremento de la latencia de respuesta con tendencia al mutismo,

sucediéndose conductas tanto de retardo como de agitación psicomotora, así como

conductas de negativismo.

Entre estas conductas destacan: el rechazo de comida, bebida, la presencia de

rigidez, de actitudes beligerantes y agresivas, pudiendo a veces la depresión ser

una de las causas que provocan caídas al suelo en los ancianos. En la Tabla 18

aparecen de forma agrupada el conjunto de síntomas y signos que suelen

acompañar a la depresión.

Introducción

59

Síntomas de la depresión (modificada de Blazer, 1993).

Síntomas. Signos.

Emocionales.

Abatimiento y tristeza. Disminución de la satisfacción de la vida. Pérdida de intereses. Llanto. Irritabilidad. Sensación de vacío. Miedo y ansiedad. Sentimientos negativos para si mismo. Preocupaciones. Desesperanza. Sensación de fracaso. Soledad. Inutilidad. Cognoscitivos.

Baja autoestima. Pesimismo. Autoacusaciones y críticas. Rumiación de problemas. Pensamientos suicidas. Ideas delirantes de inutilidad, de comportamiento imperdonable, nihilistas, somáticas. Alucinaciones auditivas y visuales. Dudas sobre valores y creencias. Dificultad de concentración. Mala memoria. Físicos.

Anorexia. Astenia. Trastornos del sueño. Estreñimiento. Pérdida de la libido. Dolor. Inquietud. Volitivos.

Pérdida de motivación o parálisis de voluntad.

Aspecto.

Postura inmóvil. Expresión triste. Falta de cooperación. Retraimiento social. Hostilidad. Suspicacia. Confusión y obnubilación de conciencia. Variaciones diurnas de humor. Aspecto desaliñado. Crisis de llanto o gemidos. Ulceraciones ocasionales en la córnea por disminución del parpadeo. Pérdida de peso. Impactación fecal. Psicomotor.

Bradilalia. Movimientos lentos. Gesticulación minimizada. Marcha lenta y torpe. Mutismo. Estupor o semicoma. Cesación de la masticación o deglución. Disminución o inhibición del parpadeo. Actividad motora continuada. Retorcimiento de manos. Autolesiones cutáneas. Marcha incesante. Sueño inquieto. Comportamiento anormal o inapropiado. Amagos o intentos suicidas. Negativismo. Brotes de agresividad.

Tabla 18. Síntomas y signos de la depresión. (Modificada de Blazer, 1993 por González-Abraldes, Balo y Gómez, 2006).

Introducción

60

1.5.4 DIAGNÓSTICO CLÍNICO.

A la hora de realizar el diagnóstico, existen patrones sintomáticos que nos

orientan hacia un tipo determinado de depresión. Algunos síntomas, o conjunto de

síntomas, pueden tener variaciones en cuanto a su intensidad y ser más frecuente

su aparición en un tipo determinado de depresión, aún sabiendo que ninguno de

los signos y síntomas que se describen son patognomónicos de la depresión.

El concepto de depresión mayor proviene de la depresión endógena, si bien, en la

depresión mayor el concepto es más amplio y heterogéneo, en el cual tienen

cabida probablemente diferentes tipos de depresiones, entre las que destaca la

melancólica.

Cuando aplicamos el concepto de depresión mayor nos estamos refiriendo en

realidad a una mayor intensidad de la melancolía; los principales síntomas serían

tres: humor deprimido con anhedonia, enlentecimiento psicomotor y

pensamientos relacionados con una baja autoestima.

El humor deprimido es aquel en el que se da un sentimiento de tristeza vital que

no está ligado a una pérdida afectiva y se da de forma autónoma,

independientemente de las circunstancias ambientales que rodean a la persona;

además, este humor deprimido puede presentar una gran variabilidad a lo largo

del día, que generalmente se manifiesta en un empeoramiento del humor matutino

así como anhedonia (incapacidad para obtener y experimentar placer) que en

ocasiones se puede ver acompañada de pérdida de interés, anergia, tendencia al

llanto, irritabilidad y ansiedad psíquica.

En cuanto al enlentecimiento psicomotor, podemos decir que se caracteriza por la

aparición de una velocidad de pensamiento menor, apareciendo tiempos de

latencia excesivos en las conversaciones, al mismo tiempo que tiende a realizar de

forma más breve las respuestas cuando se dialoga, apareciendo también en casos

cansancio, astenia y motricidad reducida. En casos de gravedad puede alcanzarse

Introducción

61

el estupor depresivo, y, aunque es poco frecuente, se dan casos en los que se

puede manifestar como una depresión agitada.

La baja autoestima es la culpable de que existan sentimientos de inutilidad e

incapacidad, manifestaciones de pesimismo hacia el futuro o hacia

comportamientos del pasado, que podrían incluso llegar a convertirse en ideas

deliroides de culpa; también las ideas hipocondríacas pueden llegar a convertirse

en deliroides, como ocurre en el síndrome de Cotard, cuando dice que está

podrido por dentro, pudiendo aparecer ideas relacionadas con el suicidio y la

muerte como forma de descanso, pudiendo convertirse a veces en una seria

amenaza para su vida.

La depresión melancólica usualmente presenta alteraciones del sueño y del

apetito, que pueden provocar pérdida de peso; otra característica son las

variaciones de humor a lo largo del día acompañadas habitualmente de otros

síntomas físicos, tales como sequedad de boca, cefaleas, estreñimiento,

palpitaciones y molestias somáticas inespecíficas.

El diagnóstico de depresión mayor se debe realizar cuando está presente, al

menos, gran parte de la sintomatología anterior. En la tabla 19, se muestran de

forma esquemática los criterios del DSM-IV para el diagnóstico de la depresión

mayor.

Introducción

62

Esquema de los síntomas que forman parte del criterio diagnóstico para

episodio depresivo mayor (unipolar) según el DSM-IV.

A. Presencia de la sintomatología durante al menos dos semanas de forma

continuada. Cambio respecto al funcionamiento previo.

Cinco de los siguientes síntomas, entre los cuales debe estar necesariamente

el 1 o el 2.

1. Humor deprimido.

2. Marcada pérdida de interés o placer.

3. Pérdida o aumento de peso, o pérdida o aumento de apetito.

4. Insomnio o hipersomnia.

5. Enlentecimiento o agitación psicomotora.

6. Fatiga o pérdida de energía.

7. Baja autoestima o sentimientos exagerados de culpa.

8. Dificultad en concentrarse, pensar o tomar decisiones.

9. Pensamientos de muerte, ideación o intento autolítico.

B. No cumplen criterios para un episodio mixto(síntomas maníacos y depresivos

presentes de manera conjunta).

C. Los síntomas poseen significación clínica o causan un deterioro en el

funcionamiento del individuo.

D. No son debidos a sustancias o enfermedades físicas.

E. No atribuibles o explicables por la presencia de duelo.

Debe cumplir los criterios A, B, C, D, E.

Tabla 19. Síntomas de criterio diagnóstico para episodio depresivo mayor (unipolar) según el DSM-IV.

Introducción

63

Como se recoge en la tabla 19, es necesaria la presencia de cinco síntomas para el

diágnostico de la depresión mayor, entre los cuales deben estar necesariamente el

humor deprimido o una marcada pérdida de interes o placer.Debe descartarse

también que la sintomatología sea debida a duelo, al consumo de sustancias o a

enfermedades físicas.

En el caso de las depresiones unipolares, la edad de inicio más frecuente está entre

los treinta y los cuarenta años, siendo el pico de máxima incidencia entre los

cuarenta y los sesenta años (Goodwin y Jamison, 1990; Menchón y Urretavizcaya,

2000).

La duración de los episodios es parecida e incluso algo mayor que en los

episodios depresivos bipolares. Cuantos más puros sean los síntomas depresivos,

menor será su duración y, por el contrario, si se presentan signos atípicos como la

hipocondría, síntomas paranoides, rasgos neuróticos, ansiedad o enfermedades

físicas, la duración será más prolongada.

También se da con frecuencia la relación de que cuanto más tardía es la edad de

aparición del trastorno depresivo, la duración de los episodios tiende a ser mayor.

En el caso de los unipolares, no presentan tanta recurrencia como los bipolares;

además, el intervalo entre episodios suele ser mayor y los episodios disminuyen

en número siendo el caso más frecuente el del episodio único. Se constata que a

cada episodio de recurrencia que sucede hay más probabilidad de que se repita

con el tiempo, y a partir del tercero son casi seguras las recurrencias; el número de

episodios puede disminuir si existe un tratamiento antidepresivo de forma

mantenida en el tiempo.

Alrededor del 20% de los depresivos unipolares presentan una remisión

incompleta al cabo de un año y, de no tratarse, podrían llegar al 50% los casos de

cronicidad; además, debemos tener en cuenta que entre el 30% y el 50% de los

Introducción

64

pacientes con demencia, desarrollan un cuadro depresivo en algún momento de la

enfermedad.

Al existir una alteración de la psicomotricidad que es una de las características del

síndrome depresivo, especialmente en el caso de las depresiones endógenas, y que

se manifiesta por el enlentecimiento psicomotor, pudiendo conducir a la acinesia

en cuadros de estupor depresivo; este cuadro presentaria una hipotonía general

que incluye una facies triste, abandono personal, desinterés por las relaciones

sociales y actitudes de aislamiento, pudiendo presentar inquietud psicomotriz, que

incluso llega a la agitación para los cuadros con predominio de ansiedad.

La exploración de la actividad motora es uno de los apartados que debe atenderse

en los protocolos de diagnóstico del paciente con depresión aguda y crónica, pues

son síndromes que llevan asociada una afectación de la motricidad.

En el apartado de las distimias se incluyen muchas de las depresiones que

anteriormente se denominaban neuróticas (Gastó et al., 1993). Una característica

fundamental para afirmar que estamos ante un caso de distimia es el que exista

una duración de más de dos años con humor deprimido, si bien no se acompaña de

sintomatología deliroide ni de graves alteraciones cognitivas.

La sintomatología no es tan intensa como en el caso del episodio depresivo mayor

o el melancólico y, en cuanto a su curso, no es de forma episódica sino que lo

hace de forma crónica. La distimia es probablemente una categoría heterogénea

que incluye diversos tipos de depresiones que tienen como característica común

una prolongada evolución (Menchón y Vallejo, 1999).

Aunque la depresión está considerada como uno de los trastornos psiquiátricos

más comunes en las personas mayores, no es reconocida como causa de

morbimortalidad (Penninx et al., 1998; Koening et al., 1997), si bien hay estudios

que avalan el hecho de que la depresión en estas edades disminuye la calidad de

vida, genera un mayor riesgo de suicidio y una mayor mortalidad y que, en

Introducción

65

general, aumenta la demanda de servicios sanitarios (Penninx et al., 1998; Avorn,

1998; Callahan et al., 1994; Callahan y Wolinsky, 1995; Unützer et al., 1997).

Entre la población mayor de 65 años que vive en la comunidad se presenta, en

general, una menor prevalencia de la depresión, alrededor del 1% ó 2% inferior

que entre los adultos menores de 65 años. En el caso de las distimias, en la

población mayor de 65 años, su prevalencia es de un 2%, aunque si analizamos el

caso de la población anciana que vive institucionalizada, se presenta una

prevalencia que puede alcanzar el 20% ó 30%, excluyendo los pacientes con

trastornos cognitivos.

Si se aplicase el criterio de subsíndrome depresivo o depresión subclínica, es

decir, cuando existe presencia de síntomas depresivos sin que se lleguen a cumplir

los criterios de depresión mayor o distimia, se estima que a nivel comunitario

entre el 13% y el 27% de las personas mayores presentan síntomas psiquiátricos y

en el caso de los ancianos institucionalizados afectarían a un 50%, siendo de

utilidad en estos pacientes psicoterapias breves y tratamientos farmacológicos con

antidepresivos (Lebowitz et al., 1997). Si tomamos las cifras de la Encuesta

Nacional de Salud del año (INE, 2003), que figuran en la Tabla 20, observamos

que el número de personas pertenecientes al grupo de mayores de 65 años que

presentan un diagnostico de depresión sería del 9,89% del total, que se

correspondería con 688.100 casos. El porcentaje de mujeres afectadas es del

13,47%, que resulta muy superior al de los hombres (5,05%) para los mismos

rangos de edad. Sin embargo, la edad no es un factor que incremente los

porcentajes de diagnósticos positivos de depresión, puesto que las mujeres que

tienen entre 65 y 74 años presentan una prevalencia del 14,70%, y las mayores de

75 años sorprendentemente presentan un 11,93%. En el caso de los hombres, la

prevalencia es del 4,93% para el grupo de edad de 65 a 74 años y del 5,24% para

los mayores de 75 años.

Introducción

66

Mayores de 65 años con diagnóstico de depresión en España.

Total población Población con depresión

Ambos sexos

≥ 65 años 6.957.300 688.100 (9,89%)

65-74 años 3.978.700 413.100 (10,38%)

≥75 años 2.978.600 275.000 (9,23%)

Mujeres

≥ 65 años 3.998.600 538.600 (13,47%)

65-74 años 2.220.700 326.500 (14,70%)

≥75 años 1.777.900 212.100 (11,93%)

Hombres

≥ 65 años 2.958.600 149.500 (5,05%)

65-74 años 1.758.000 86.600 (4,93%)

≥75 años 1.200.600 62.900 (5,24%)

Tabla 20. Mayores de 65 años con diagnóstico de depresión en España. Elaboración propia. Datos de la Encuesta Nacional de Salud (INE, 2003).

Así, podemos afirmar que los principales factores de riesgo para sufrir una

depresión serían:

Historia familiar de depresión.

Ser mujer.

Presentar enfermedades médicas y neurológicas.

Presentar incapacidad.

El abuso de sustancias tóxicas.

El consumo de algunos fármacos.

Haber sufrido episodios previos de depresión o intentos de suicidio.

Pérdida de un familiar o amigo próximo.

Falta de apoyo social.

Problemas económicos.

Introducción

67

Afirmamos sin temor a equivocarnos que en las personas mayores se van a dar

con seguridad varios de estos factores de riesgo simultáneamente y, en general, en

las personas ancianas con depresión van a predominar los síntomas de tipo

somático o físico sobre los de tipo psíquico, como sería alteraciones del humor,

tristeza, etc. Es importante destacar el hecho de que en esta población anciana es

más complicado el diagnóstico, puesto que los síntomas de la depresión

acompañan a los fenómenos propios de su envejecimiento, enfermedades

crónicas, consumo de fármacos y cambios funcionales secundarios al

envejecimiento. Más de la mitad de las personas con enfermedad de Parkinson y

alrededor del 25% de los enfermos de cáncer padecen también depresión (Millán

y Lodeiro, 2006). Por todo lo anterior se considera que la depresión está

infradiagnosticada, tanto a nivel comunitario como hospitalario e institucional y

deben tenerse en cuenta las terapéuticas farmacológicas y psicosociales que los

estudios han demostrado efectivas para mejorar su calidad de vida (San José et al.,

1999).

Introducción

68

1.6 INSTRUMENTOS DE MEDICIÓN.

1.6.1 ESCALA DE DEPRESIÓN GERIÁTRICA DE YESAVAGE.

La Escala de Depresión Geriátrica, cuyas siglas en inglés son GDS, es uno de los

instrumentos de autoinforme para la evaluación de la depresión en personas

mayores que cuenta con una mayor proyección. Fue diseñada por Brink y

Yesavage entre los años 1982 y 1983, su diseño fue orientado para la evaluación

del estado afectivo en los ancianos, pues está construida específicamente para esta

población; además, reduce las cuestiones relativas a la salud física, que producen

en los ancianos muchos falsos positivos debido a la mayor prevalencia de quejas

somáticas reales y tratando de que no afecten a esta valoración de forma

sobrevalorada los síntomas anteriores, que son precisamente menos importantes,

pero muy presentes en el paciente geriátrico.

La versión original de 30 ítems fue desarrollada a partir de una batería de 100

ítems de la cual se seleccionaron los que se correlacionaban más con la

puntuación total y obtenían una fiabilidad test-retest mayor; por el contrario, se

eliminaban los ítems que se referían al contenido somático. En España, el primero

que la tradujo al castellano fue Perlado (1987) y quien realizó los primeros

estudios de validación fue González (1988), realizándose posteriormente

sucesivos estudios de validación (Montorio, 1994; Izal y Montorio, 1993; Izal y

Montorio, 1996; Montorio e Izal, 1996).

El cuestionario consta de respuestas dicotómicas si/no, y aunque la idea original

era que fuese autoadministrado, se aplica normalmente con un entrevistador que

debe poseer formación sobre este instrumento. En todo momento, el entrevistador

debe tener un papel neutro y no realizar interpretaciones sobre los ítems aunque

sea preguntado sobre alguno de ellos, para evitar sesgos de respuestas

generalizadas en un sentido. Las respuestas se disponen de forma aleatoria en

Introducción

69

cuanto al sentido. El marco temporal referido en la aplicación del cuestionario es

el actual o el pasado inmediato (la semana previa).

En general, es un cuestionario que se enfoca a los aspectos cognitivo-

conductuales relacionados con las características específicas de la depresión en

los ancianos.

1.6.1.1 INTERPRETACIÓN DE LA ESCALA DE DEPRESIÓN

GERIÁTRICA DE YESAVAGE.

Respecto a la interpretación de la escala, cada ítem se valora con un 0 o con un 1,

siendo el caso de la respuesta que coincide con el estado depresivo el que recibe

un punto y así, a mayor puntuación, mayor estado depresivo.

Para la versión de 30 ítems, que es la que vamos a utilizar, las puntuaciones de

corte que se proponían en la escala original eran:

No depresión 0-9 puntos

Probable depresión 10-19 puntos

Depresión establecida 20-30 puntos.

El modelo que hemos empleado en nuestro estudio es el adaptado por Izal y

Montorio para la población española, en el cual se proponen estas interpretaciones

de los resultados:

* Normal: entre 0–10 puntos.

Se establece el punto de corte en 11 puntos, diferenciándose dos grados ٭

de depresión:

Introducción

70

Moderadamente deprimido entre 11-14 puntos.

Severamente deprimido entre 15-30 puntos.

* Cuando se obtiene una puntuación superior a 11 puntos, se debe realizar

una valoración más profunda.

1.6.1.2 PROPIEDADES PSICOMÉTRICAS.

Esta versión de 30 ítems presenta una elevada consistencia interna y elevados

índices de correlación con otras escalas, como las de Hamilton (1990) y Zung

(1986), así como una buena validez predictiva. Se establecieron dos posibles

puntos de corte: así, se señala como valor de referencia una puntuación igual o

superior a 11 para afirmar que existe un criterio de depresión, y un valor igual o

superior a 14 para reafirmar un estado de depresión importante, confirmado a

través de estudios realizados en la población española, tanto en el medio

comunitario como en hospitales de día.

Así, podemos concluir categóricamente que la escala GDS proporciona una

información valiosa sobre los síntomas depresivos en la vejez, y sus propiedades

generales son adecuadas, sobre todo cuando nos referimos a la fiabilidad. Es una

escala estable en el tiempo, siendo de gran utilidad en el diagnóstico de la

sintomatología de los estados depresivos, pues ayuda tanto a proporcionar una

medida basal como también nos proporciona información sobre la evolución de la

persona. Se convierte así en una herramienta de utilidad para comprobar la

evolución y el efecto de los tratamientos que se prescriban en cada caso, sin

olvidar que el diagnóstico para la depresión debe ser clínico. Además debemos

tener en cuenta que, en los mayores que presenten algún tipo de demencia, la

GDS no tiene igual fiabilidad, pues es posible que la persona pueda llegar a perder

la capacidad de reconocer sus propios síntomas.

Introducción

71

La frecuencia que se aconseja para utilizar la escala GDS es la semestral y el

tiempo estimado para su aplicación estaría entre los 5 y los 10 minutos.

1.6.2 PHILADELPHIA GERIATRIC CENTER MORALE SCALE.

La Escala de Estados de Ánimo PGC Morale Scale (en adelante, Escala de

Filadelfia), la concibió Lawton (1972b) y es una herramienta muy importante para

la medición multidimensional del bienestar subjetivo dirigido a los ancianos, pues

asigna una puntuación a la sensación que estas personas mayores perciben de su

calidad de vida.

En un principio, Lawton la diseñó con 22 ítems, todos ellos de respuesta

dicotómica y en ella se podían analizar 6 factores:

Sugerencia.

Actitud hacia el propio envejecimiento.

Satisfacción con el status quo.

Agitación.

Optimismo.

Insatisfacción con la soledad.

Morris y Sherwood (1975) propusieron suprimir 5 ítems dejándola en un total de

17, pero tan sólo identificaban 3 factores:

Agitación.

Actitud hacia el propio envejecimiento.

Insatisfacción con la soledad.

Introducción

72

Lawton (1975) aplicó la escala de 17 ítems a la población del PGC así como a 824

sujetos pertenecientes a un estudio sobre la vivienda y, como resultado de estos

trabajos, pasó a recomendarse la escala de 17 ítems.

Después de varios estudios, Kane y Kane (1993) también proponen

definitivamente la escala de 17 ítems.

En lo que se refiere a la validación de la Escala de Filadelfía para la población

española, ésta la realiza Montorio en 1990 reduciendola finalmente a 16 ítems,

mediante los cuales se obtiene una puntuación total que se correlaciona con el

bienestar subjetivo o psicológico.

Esta valoración se realiza de forma estructurada por medio de cuatro dimensiones

según Montorio:

A través del componente cognitivo-afectivo, que comprende aspectos

como la no aceptación del cambio frente a la actitud positiva hacia el

envejecimiento.

A través del afecto positivo, que comprende los términos opuestos de

insatisfacción y satisfacción vital de la persona.

A través del afecto negativo, que comprende la agitación entendida como

ansiedad frente a la tranquilidad.

A través de la aprensión, que engloba los factores anergia/miedos frente a

seguridad/energía.

Es de destacar la brevedad del cuestionario y lo sencillo que resulta de aplicar,

siendo además aceptado de buen grado y esto sucede, sobre todo, porque las

cuestiones están diseñadas especialmente pensando en la población anciana,

aspecto que no sucede con otros instrumentos que no fueron diseñados

Introducción

73

específicamente para los mayores; pero debemos poner de manifiesto también las

reticencias que se plantean hacia las escalas morales por su contenido ideológico

y en las cuales además es difícil establecer comparaciones entre los resultados

obtenidos cuando los sujetos tienen diferencias de edad importantes; también se

pueden generar confusiones en la medición del estado de ánimo, pues dentro de la

escala se incluyen ítems que hacen referencia a las causas posibles de bajo estado

de ánimo, como pueden ser el estado de salud o la frecuencia de contacto con los

familiares. Debido a esto, Montorio elimina el ítem “veo a mis amigos y parientes

con frecuencia”, seguramente para evitar sesgos de este tipo.

1.7 ACTIVIDAD FÍSICA EN LA TERCERA EDAD.

Hazzard ha definido la gerontología preventiva como: “el estudio y la puesta en

práctica de aquellos elementos relacionados con el estilo de vida, con el control

del medio ambiente y con el cuidado de la salud que pueden maximizar la

longevidad con la mejor calidad de vida posible a nivel tanto individual como

colectivo” (Hazzard, 1999).

En esta definición, la actividad física puede ser una potente herramienta para

favorecer el mantenimiento de la independencia funcional del anciano durante el

mayor tiempo posible, mejorando la esperanza de vida libre de discapacidad y,

por todo ello, su calidad de vida. También es un dato en este sentido, el hecho de

que en el polo opuesto, la inactividad física es considerada como un factor de

riesgo asociado al envejecimiento, que va a favorecer la aparición de gran

cantidad de enfermedades como pueden ser la coronariopatía, obesidad, diabetes,

aterosclerosis, artrosis, varices, ansiedad, depresión, estreñimiento, hemorroides,

osteoporosis (Fries, 1992).

La Organización Mundial de la Salud en su “World Health Report 2002” estima

que los estilos de vida sedentarios son una de las diez causas fundamentales de

mortalidad y discapacidad en el mundo (WHO, 2002); también en el Global

Introducción

74

Burden of Disease Study que trata sobre la carga global de enfermedad, (Murray,

López, 2002) se estima que la inactividad física representa la octava causa de

muerte en el mundo y supone un 1% de la carga total de enfermedad, medida

como años de vida ajustados por discapacidad.

Se han constatado efectos beneficiosos provocados por la práctica de actividad

física al reducirse tanto la aparición de algunas enfermedades como la rapidez de

su progresión. Esto sucede en el caso de la insuficiencia coronaria (Cinquegrana

et al., 2002; Houston et al., 2002; Leon, 1985; Norris, Clayton y Everitt, 1990), la

insuficiencia cardiaca (Akashi et al., 2002; Adamapoulos et al., 2002), la

hipertensión arterial (Rheaume et al., 2002), el ictus cerebral (Lee y Blair, 2002),

la diabetes mellitus tipo 2 (Kirwan et al., 2001), la osteoporosis (Karlsson, 2001;

Venth, 2002) y el cáncer de colon (Fairey et al., 2002; Wannamethee, Shaper,

Walker, 2001).

También se comprueba una menor incidencia de factores de riesgo cardiovascular,

como son el perfil lipídico (ACSM, 1990; Durstine et al., 2001; Fahlman et al.,

2002; Fujino et al., 2002; Higuchi, et al., 1989; Kostka, Lacour, Bonnefoy, 2001;

Senti et al., 2001; Van der Eems, Ismail, 1985; Kokkinos, Holland, Narayan,

1995), la presión arterial, la tolerancia a la glucosa (Kraemer et al., 2002;

Lehmann et al., 2001) o la sensibilidad a la insulina (Derouich, Boutayeb, 2002).

Además, el ejercicio físico produce efectos positivos sobre funciones orgánicas

generales como la inflamación (Abramson, Vaccarino, 2002; Adamopoulos et al.,

2002), la inmunidad (Akashi et al., 2002; Simonson, 2001) o la distribución de los

depósitos de grasa (Togo et al., 2000); en cuanto al aspecto psicológico, induce a

un estado de mayor optimismo (Chen, Millar, 1999), una menor ansiedad (Rohan,

1994; Hale, Koch, Raglin, 2002), y una mejora en el sueño nocturno (Rohan,

1994).

También se ha constatado en mujeres de mediana edad que, realizando actividad

física moderada con una duración semanal de entre 60 y 150 minutos, se

Introducción

75

conseguía una disminución significativa del riesgo de presentar síntomas de

carácter depresivo y que además esta relación entre el incremento de la actividad

física y la disminución de los síntomas depresivos era independiente del nivel

inicial de salud física y psicológica. Es por ello que se aconsejan niveles bajos de

actividad física en mujeres de mediana edad como estrategia para prevenir los

síntomas depresivos en este grupo de población (Brown et al., 2005).

Es por otra parte significativa la existencia de una alta comorbilidad entre los

desórdenes afectivos y los problemas crónicos de salud, cardíacos, cáncer y

diabetes (Australian Institute of Health and Welfare, 2004). Además, en el año

2020, la depresión puede ser el 2º factor en importancia entre las causas de

discapacidad (WHO, 2001).

Así, podemos afirmar que todos estos cambios que propicia la actividad física,

van a favorecer una mayor calidad de vida, una disminución de la morbi-

mortalidad de forma global y no sólo cardiovascular, siendo esto aplicable a

cualquier edad (Lee y Skerrett, 2001). Debemos destacar, por otro lado, el hecho

de que los beneficios que se obtienen de la práctica del ejercicio físico son

acumulables si éste se desarrolla en pequeñas dosis a lo largo del día, no siendo

necesario realizarlo todo de una sola vez (Thomas et al., 2001), lo cual es muy

importante en el caso de los ancianos o de individuos en débiles condiciones de

salud.

Aunque no existen datos suficientes sobre si el ejercicio físico regular puede

modificar el proceso de envejecimiento, sí es posible conseguir con él una mejor

condición física del anciano, que contrarreste el declive fisiológico secundario

fruto de la suma de envejecimiento y sedentarismo (Ashworth, Reuben, Benton,

1994; Evans y Campbell, 1993). En la misma línea de estos autores, Bortz (1989)

afirma que el ejercicio físico minimiza los cambios biológicos del envejecimiento.

El ejercicio físico, además de minimizar los cambios fisiológicos asociados con el

envejecimiento, contribuye a mejorar la salud psicológica y el bienestar,

Introducción

76

incrementa la longevidad y disminuye el riesgo de las enfermedades crónicas que

afectan a las sociedades industrializadas; es también útil como tratamiento

primario o adjunto para algunas enfermedades crónicas, reduce los efectos

secundarios adversos de algunos tratamientos médicos y es, además, una

herramienta positiva en el tratamiento y prevención de la discapacidad (Fiatarone,

2004).

Rohan (1994) atribuye los siguientes efectos al ejercicio físico practicado de

forma regular: aumento de la fuerza muscular y la flexibilidad, mejora de la

capacidad para el ejercicio, disminución de la mortalidad de origen vascular,

reducción de la FC y la TA, reducción de la pérdida de masa ósea; también mejora

el perfil lipídico y el metabolismo de los carbohidratos, disminuye el porcentaje

de grasa corporal y favorece el control del peso, disminuye la depresión, mejora la

sensación de bienestar y la percepción de la propia imagen.

También disminuye a largo plazo la morbimortalidad y, en consecuencia, la

dependencia física y el consumo de recursos humanos. (Fries et al., 1994; Rohan,

1994; Hakim et al., 1998; Paffenbarger et al., 1986).

Otros autores como (Lee et al., 1995; Schwartz y Buchner, 1994) afirman que el

ejercicio físico mejora la expectativa de vida en uno o dos años; por todo ello, los

programas de ejercicio físico de forma regular deben ser incluidos como un

elemento básico en cualquier programa destinado a mejorar la salud de los

ancianos, puesto que los programas han de ser adaptados a la situación funcional

de las personas a las que va dirigido (Fiatarone et al., 1990).

El ejercicio físico sería positivo incluso en el caso de ancianos frágiles, definiendo

a éstos como a aquellos sujetos que por sus condiciones clínicas, mentales o

sociales se encuentra en situación de equilibrio muy inestable, con grandes

probabilidades de ingresar en una institución de por vida (Fernández-Ballesteros,

2000; Rubio et al., 1998). Entre un 10-20% de los mayores de 65 años y hasta un

Introducción

77

46% de los mayores de 85, podrían encuadrarse en este subgrupo (Abizanda et al.,

1998).

Por todo ello, se considera al ejercicio físico como una parte fundamental de las

actividades preventivas a desarrollar con los ancianos, buscando sobre todo

prevenir el deterioro funcional y una vez que éste se ha producido, tratar de

recuperarlo teniendo como objetivo principal que el anciano pueda permanecer en

su domicilio con el mayor grado de independencia posible (Frame, 1999).

Por otra parte, debemos de tener en cuenta que la pérdida de músculo esquelético

que lleva asociado el envejecimiento, llamada sarcopenia, va a provocar una gran

pérdida de fuerza (Evans, 1999), convirtiéndose así en una gran aliada en el

camino que llevaría al anciano hacia la fragilidad, puesto que se considera la

sarcopenia asociada a un riesgo 3 o 4 veces mayor de presentar incapacidad

(Walston y Fried, 1999; Baumgartner, Koehler, Gallagher, 1998; Ley-Acosta,

2001). El ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza, además de mejorar la

capacidad funcional, pueden revertir o disminuir la sarcopenia,

independientemente de la edad y del grado de fragilidad (Ävila-Funes y García-

Mayo, 2004), si bien el trabajo que va a combatir de forma más efectiva la

sarcopenia, deteniéndola o revertiéndola, va a ser el trabajo de fuerza (Evans,

1999; Evans, 1997).

En el siglo XXI, el ocio va a ocupar previsiblemente un espacio de años mayor en

relación a los años vividos. Además, la edad de cese en la actividad laboral se

adelanta, y estamos siendo testigos de multitud de casos en nuestro entorno en los

que se adelanta incluso hasta 15 años la jubilación antes de la edad reglamentada

de 65 años. Esto sucede en sectores en reconversión debido a crisis de diversa

índole, como la construcción naval, la agricultura y ganadería, la minería, la pesca

o los ajustes de plantillas en grandes empresas (Banca, Endesa, Telefónica, etc.).

Sería deseable que parte de este ocio se ocupase con actividades físicas que les

ayudarían a mejorar sus diversas capacidades y sobre todo, a que el proceso

Introducción

78

involutivo tenga lugar de una forma más lenta; incrementar el nivel de actividad

física mejoraría la calidad de vida de las personas mayores, lo cual también

desahogaría en parte los servicios médicos, puesto que se incidiría positivamente

en multitud de enfermedades que tienen una gran prevalencia y son causa

invalidante. Por ello, cada vez más, las sociedades modernas realizan esfuerzos

por incrementar el nivel de práctica deportiva de la población en general, puesto

que además está demostrado que los gastos médicos se reducen

considerablemente cuando los ancianos se mantienen activos (WHO, 1998a).

Este incremento de los niveles de actividad física va a resultar beneficioso para la

sociedad en general, que debe realizar un gran esfuerzo económico para atender

las demandas presentes y futuras en cuanto a atención social de nuestros mayores.

Vencer la inercia al sedentarismo que se da, sobre todo, en aquellos que no han

practicado en edades anteriores ningún tipo de actividad física, es una labor que

deben asumir las entidades públicas, fundamentalmente los Ayuntamientos,

aunque con la ayuda de las Diputaciones y de entidades de carácter autonómico,

así como también las Universidades, Fundaciones de carácter social, iniciativas

del sector privado que también deben tener un peso importante.

Un referente en lo que se refiere a las competencias para la práctica deportiva de

las personas mayores se recoge en el artículo 43 de la Constitución Española

(1978) que dice:

1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud.

2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a

través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios.

La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.

3. Los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación

física y el deporte. Asimismo, facilitarán la adecuada utilización del ocio.

Introducción

79

La interpretación que se puede hacer de la práctica deportiva idónea que las

autoridades deben fomentar, es la que se refiere a las actividades recreativas, el

deporte para todos y, en general, los programas de actividades físicas enfocadas

hacia la salud; en la misma línea, es un hecho destacable que entre los objetivos

de “salud para todos en el año 2010” (WHO, 1998a), la Organización Mundial de

la Salud incluya la reducción de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, así

como el aumentodel número de individuos que realizan actividad física moderada

de forma regular, en la misma línea de autores que aconsejan establecer consensos

en los mensajes sobre salud pública sobre medidas higiénico-sanitarias, tanto en

cuestiones alimentarias como de actividad física (Eden et al., 2002; Pate et al.,

1995; Saltin y Pilegaard, 2002).

La actividad física puede ser un indicador de la calidad de vida en los ancianos,

puesto que el desarrollar una mayor carga de actividad física permite llevar una

vida más independiente y, probablemente, optimizar el estado físico del individuo

(Martín, Moreiras, Carvajal, 2000).

1.7.1 LA RESISTENCIA AERÓBICA Y EL SISTEMA

CARDIOVASCULAR EN LA TERCERA EDAD.

El consumo máximo de oxígeno (VO2max), índice de la función cardiovascular

máxima, disminuye del 5 al 15% por cada década, después de la edad de 25 años

(Heath et al., 1981). Las disminuciones tanto en el volumen máximo eyectado

(volumen sistólico) como en la diferencia arteriovenosa de O2 contribuyen a la

reducción del VO2max asociada con la edad (Fleg et al., 1995; Ogawa et al., 1992;

Rodeheffer et al., 1984; Stratton et al., 1994).

La frecuencia cardíaca máxima disminuye una media de 6 a 10 latidos/minuto por

década de vida, lo cual hace disminuir el rendimiento cardiovascular asociado a la

edad (Fleg et al., 1995; Ogawa et al., 1992; Pollock et al., 1997; Stratton et al.,

Introducción

80

1994). La mayoría de los estudios, con algunas excepciones, indican que los

adultos mayores tienen menores volúmenes de eyección durante el ejercicio

máximo (Ogawa et al., 1992; Stratton, 1994), presentando además un llenado

diastólico en reposo y durante el ejercicio, más reducido en comparación con

adultos jóvenes, quizás a causa de una reducción de la función ventricular (Levy

et al., 1993; Miller et al., 1986). Además, la contractibilidad del ventrículo

izquierdo parece estar reducida en los ancianos durante el ejercicio máximo

comparado con los adultos jóvenes (Fleg et al., 1995).

La presión sanguínea y la resistencia vascular sistémica son también más altas

durante el ejercicio máximo en ancianos que en adultos jóvenes (Fleg et al.,

1995). Tanto hombres como mujeres ancianas muestran cualitativamente una

similar respuesta cardiovascular al ejercicio máximo. De este modo, los hombres

al igual que las mujeres ancianas presentan un volumen diastólico final, un

volumen de eyección, y una respuesta vascular sistémica, más elevados durante el

ejercicio máximo (Fleg et al., 1995; Rodeheffer et al., 1984).

Las respuestas cardiovasculares de las personas mayores al ejercicio submáximo

son cualitativamente, y en la mayoría de los casos, cuantitativamente similares a

las de los adultos jóvenes. La frecuencia cardíaca para un mismo porcentaje de

VO2max es más baja en los ancianos que en adultos más jóvenes (Fleg et al., 1995;

Ogawa et al., 1992; Rodeheffer et al., 1984).

Los ancianos tienen también más bajos volúmenes de eyección que los adultos

jóvenes para una misma intensidad absoluta y relativa de ejercicio (Ogawa et al.,

1992; Stratton et al., 1994). Las presiones sanguíneas son generalmente más altas

tanto para los rangos de trabajo absolutos como relativos en ancianos en relación

con adultos jóvenes (Ogawa et al., 1992; Stratton et al., 1994). Esos incrementos

de la presión sanguínea con la edad son más drásticos en mujeres (Ogawa et al.,

1992). La resistencia total periférica, es generalmente más alta en los ancianos

que en los jóvenes, para los mismos rangos de trabajo absoluto y relativo,

especialmente en las mujeres ancianas (Ogawa et al., 1992).

Introducción

81

Sin embargo, los ancianos obtienen el mismo incremento, aproximadamente del

10-30% en el VO2max con el entrenamiento de resistencia prolongado, al igual que

los adultos jóvenes (Hagberg et al., 1989ª; 1989b; Kohrt et al., 1991; Seals et al.,

1984d). Como sucede en los adultos, la magnitud del incremento en el VO2max en

los ancianos es también dependiente de la intensidad del entrenamiento, puesto

que con una intensidad de entrenamiento ligera, se producen mínimos cambios o

ninguno (Hagberg, 1989a; Seals et al., 1984d; Seals et al., 1991).

El incremento del VO2max inducido por el entrenamiento en los ancianos, era

atribuido originariamente de forma exclusiva a un incremento de la diferencia

arteriovenosa máxima de O2 (Seals et al., 1984d), pero ahora parece demostrado

que en los hombres ancianos se consiguen otras adaptaciones cardiovasculares

que contribuyen al incremento del VO2max inducido por el entrenamiento (Ehsani,

1991; Forman et al., 1992; Schulman et al., 1994; Seals et al., 1994; Spina et al.,

1993a; Stratton et al., 1994).

Otros estudios también refieren mejoras en las propiedades del llenado diastólico

tanto en reposo como en ejercicio en hombres ancianos con el entrenamiento

(Forman et al., 1992; Levy et al., 1993; Spina et al., 1996). Esas mejoras apuntan

claramente en sentido contrario a los efectos que se producen con el

envejecimiento.

Además la rigidez arterial parece ser más baja en ancianos entrenados en

resistencia o en individuos con mejor condición física (Vaitkevicius et al., 1993),

posiblemente por una reducción de la postcarga, lo que ayuda a incrementar su

volumen máximo de eyección.

En contraste, mientras las mujeres ancianas obtienen los mismos incrementos que

los hombres ancianos en el VO2max con el entrenamiento, estos VO2max

incrementados parecen ser únicamente el resultado de una mayor diferencia

arteriovenosa de O2, pues no ha sido demostrado que como consecuencia del

Introducción

82

entrenamiento se produzcan mejoras inducidas sobre la masa ventricular

izquierda, el gasto cardíaco, el volumen sistólico, o el volumen diastólico final

durante el ejercicio máximo (Spina et al., 1996; Spina et al., 1993a). Además, las

características del llenado diastólico del ventrículo izquierdo no se ven mejoradas

con el entrenamiento en mujeres ancianas (Spina et al., 1996).

De cualquier modo, algunas evidencias indican que el entrenamiento con ejercicio

intenso y prolongado, puede producir las mismas adaptaciones cardiovasculares

centrales en mujeres, adaptaciones que son evidentes en los hombres ancianos

(McCole et al., 1997). El mantenimiento de altos niveles de entrenamiento tiene

como resultado un menor rango de pérdida de VO2max en relación con las

disminuciones asociadas a la edad en los ancianos (Kasch et al., 1993; Rogers et

al., 1990b; Spina et al., 1996).

Por otro lado, el nivel del VO2max declina en los atletas entrenados en resistencia

sobre los 70 años, y parece ser similar al de los adultos sedentarios,

probablemente como un resultado de su incapacidad para mantener el mismo

estímulo de entrenamiento que cuando eran más jóvenes (Pollock et al., 1997).

Debido a que la enfermedad cardiovascular es la mayor causa de muerte en

hombres y mujeres ancianos, el efecto del entrenamiento de resistencia sobre los

factores de riesgo cardíaco es de primordial importancia. Estudios transversales y

de intervención en adultos ancianos indican consistentemente que el

entrenamiento de resistencia está asociado con menores niveles de insulina

plasmática estimulada por glucosa, así como una mejor tolerancia a la glucosa (si

estaba previamente afectada) y una mejor respuesta insulínica (Hersey et al.,

1994; Kirwan et al., 1993; Seals et al., 1984ª; 1984b; Stevenson et al., 1995;

Tonino, 1989).

Los adultos ancianos no obtienen las mismas mejoras en los descensos de niveles

de insulina y en la eficacia de la insulina realizando ejercicio agudo que los

adultos jóvenes; de cualquier manera, esto puede ser debido a sus capacidades

Introducción

83

disminuidas para el ejercicio y al resultado de un menor gasto calórico durante el

ejercicio agudo, así como un menor número de días de ejercicio para mejorar los

niveles de insulina y su eficacia en ancianos (Cononie et al., 1994; Rogers et al.,

1988). Mejoras en el metabolismo de la glucosa y la insulina son evidentes en

ancianos antes de que se produzcan cambios en el peso o en la composición

corporal.

El ejercicio de resistencia parece disminuir la presión sanguínea en el mismo

grado en adultos y en ancianos hipertensos (Hagberg et al., 1993; Hagberg, 1990),

aunque no hay estudios que directamente apunten a esta cuestión. Un estudio en

ancianos hipertensos muestra que el entrenamiento al 50% del VO2max reduce la

presión sanguínea tanto o más que el entrenamiento al 70% del VO2max (Hagberg

et al., 1989b). En un segundo estudio en ancianos hipertensos, entrenados entre el

40-50% del VO2max, redujeron su presión sanguínea, aunque un entrenamiento al

50-60% del VO2max incrementó la reducción de la presión sanguínea algo más

(Seals, Reiling, 1991). Parece entonces lógico afirmar, que el entrenamiento de

intensidad ligera o moderada es efectivo para disminuir la presión arterial en

ancianos hipertensos.

Los datos disponibles, generalmente, suelen concluir que los ancianos mejoran

sus perfiles de lipoproteínas plasmáticas con el entrenamiento. Sin embargo, esos

cambios pueden ser secundarios a las reducciones de los depósitos de grasa

corporal inducidas por el ejercicio siendo las mejoras generalmente similares a las

que se producen en adultos jóvenes (Katzel et al., 1995; Seals et al., 1984ª; 1984c;

Stevenson et al., 1995).

La composición corporal es también mejorada con el entrenamiento de resistencia

en una forma similar en ancianos y adultos. El cambio más consistente es una

reducción entre el 1% y el 4% en el porcentaje de tejido adiposo general con el

entrenamiento en ancianos, aunque se mantenga el peso corporal (Hagberg,

Graves et al., 1989; Hagberg, Montain et al., 1989; Seals et al., 1984c). También,

un estudio refiere que la grasa intraabdominal puede disminuir alrededor del 25%

Introducción

84

en hombres ancianos que perdieron sólo 2.5 kg de peso corporal con el

entrenamiento (Schwartz et al., 1991). Este descubrimiento es especialmente

importante para los hombres ancianos, pues la grasa intraabdominal es el depósito

de grasa corporal que más se incrementa con la edad y además se asocia con otros

factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.

Pacientes ancianos con enfermedad cardiovascular parecen obtener las mismas

adaptaciones beneficiosas con el entrenamiento al igual que los pacientes jóvenes

(Baylor et al., 1988; Lavie et al., 1993; Williams et al., 1985). Esos cambios

incluyen disminuciones en la frecuencia cardíaca en reposo y durante el ejercicio

submáximo.

Los datos disponibles indican que hombres y mujeres mayores con enfermedad

cardiovascular responden al entrenamiento con adaptaciones similares (Ades et

al., 1992). Pacientes mayores con enfermedad cardiovascular también parecen

mejorar un número de factores de riesgo cardiovascular con el entrenamiento,

incluyendo reducciones en el peso corporal, grasa corporal, y niveles de colesterol

plasmático LDL y triglicéridos, así como aumentos de los niveles plasmáticos de

colesterol HDL (Ades et al., 1988; Lavie et al., 1993; Williams et al., 1985).

Introducción

85

1.7.2 LA FUERZA EN LA TERCERA EDAD.

El declive de la masa y la fuerza muscular relacionado con el envejecimiento está

bien documentado en la literatura (Landers, Hunter, Wetzstein, Bamman

Wiensier, 2001; Akima et al., 2001). Los hombres y mujeres mayores de 60 años

han mostrado que pierden masa muscular a un ritmo anual de 0,5%-1%, mientras

que el declive de la fuerza muscular llega hasta el 20%-40% entre la tercera y la

octava décadas de vida (Aloia et al., 1991).

La masa muscular total, disminuye alrededor del 50% entre los 20 y los 90 años

(Tzankoff y Norris, 1978). Aproximadamente, una reducción del 30% de la fuerza

sucede entre los 50 y los 70 años de edad, habitualmente parece que las pérdidas

de fuerza muscular son más dramáticas después de los 70 años. Mediante

tomografía computerizada de músculos se muestra que, después de los 30 años,

hay una disminución del área de sección de los músculos, afectando a la densidad

muscular, y al aumento de la grasa intramuscular. Esos cambios son más

pronunciados en las mujeres (Imamura et al., 1983). La atrofia muscular puede ser

resultado de una gradual y selectiva pérdida de fibras musculares. El número de

fibras musculares en la sección media del vasto externo, en autopsias, es

significativamente más bajo en hombres ancianos (edades 70-73 años) comparado

con hombres jóvenes de edades entre 19 y 37 años (Lexell et al., 1983). La

disminución es más acusada en las fibras musculares de tipo II (Larsson, 1983), y

ello se relaciona directamente con las disminuciones de fuerza según se avanza en

edad.

La reducción de la fuerza muscular es un componente principal del

envejecimiento normal. Datos del estudio Framingham (Jette y Branch, 1981)

indican que el 40% de la población femenina entre los 55 y 64 años y el 45% de

las mujeres entre 65 y 74 años, así como el 65% de las mujeres entre 75-84 años

eran incapaces de levantar 4.5 kg. Además, altos porcentajes de mujeres en esta

Introducción

86

población refieren que eran incapaces de realizar algunos aspectos de las tareas

cotidianas caseras.

Se ha demostrado que la fuerza isométrica y dinámica del cuádriceps aumentan

hasta la edad de los 30 años y disminuye después de los 50 años (Larsson, 1982).

La fuerza del cuádriceps en un grupo de hombres y mujeres ancianos saludables

de 80 años estudiados en el Copenhagen City Heart Study (Danneskoild-Samsoe

et al., 1984) resultó ser un 30% menor que el estudio realizado con una población

de hombres y mujeres de 70 años (Aniansson y Gustafsson, 1981). Tanto los datos

de estudios transversales como de estudios longitudinales indican que la fuerza

muscular disminuye aproximadamente un 15% por cada década hasta la 6ª y la 7ª

década y cerca de un 30% posteriormente (Danneskoild-Samsoe et al., 1984;

Harries y Bassey, 1990; Larsson, 1978; Murray et al., 1985).

Aunque hay algunas indicaciones de que la función muscular se ve reducida

conforme se avanza en edad, la pérdida mayoritaria de fuerza resulta de una

disminución de la masa muscular asociada con la edad.

La disminución de la fuerza muscular asociada con la edad tiene consecuencias

importantes relacionadas con la capacidad funcional. Una correlación

significativa entre la fuerza muscular y la velocidad preferida para caminar ha

sido estudiada para ambos sexos (Bassey et al., 1988). Se vio la existencia de una

fuerte relación entre la fuerza del cuádriceps y la velocidad habitual de paso en

hombres y mujeres débiles con una edad aproximada de 86 años e

institucionalizados (Fiatarone et al., 1990).

En los últimos años, se ha prestado más atención a las pérdidas por

envejecimiento en los niveles de potencia muscular, es decir, a la velocidad con la

que los músculos son capaces de generar la fuerza, para comprender mejor las

consecuencias que tiene en el nivel de independencia funcional en los adultos

mayores (American Collage of Sports Medicine, 2002; Foldvari et al., 2000),

puesto que en muchas actividades de la vida diaria, como son subir escaleras,

Introducción

87

levantarse de una silla, caminar, o estabilizar en ocasiones la posición del cuerpo,

requieren de unos niveles de potencia muscular suficientes en los grupos

musculares de los miembros inferiores. Teniendo en cuenta que el declive de la

potencia muscular es mayor que el que se produce en la fuerza absoluta, debemos

de trabajar con tareas que impliquen mejoras de la potencia muscular, buscando

con ello incrementos en el nivel de independencia para muchas actividades de la

vida diaria.

En ancianos y mujeres frágiles, la potencia de piernas fue altamente

correlacionada con la velocidad al caminar, contabilizando por encima de un 86%

de la varianza en la velocidad de paso (Bassey et al., 1992). La potencia de

piernas, que representa una medida más dinámica de la función muscular, puede

considerarse un predictor habitual de la capacidad funcional en los muy ancianos.

Esto sugiere que, con edad avanzada y niveles de actividad muy bajos en

pacientes institucionalizados, la fuerza muscular es un componente crítico de la

capacidad para caminar, resultando así clave para su independencia funcional.

Se ha demostrado que la fuerza muscular aumenta como respuesta al

entrenamiento entre el 60 y el 100% de 1RM (MacDougall, 1986). El

entrenamiento de fuerza da como resultado un incremento de la masa muscular, y

este incremento del perímetro es producto de un aumento del contenido de

proteínas contráctiles. Está claro que, cuando la intensidad del ejercicio es baja,

solo se alcanzan incrementos moderados en personas mayores (Aniansson y

Gustafsson, 1981; Larsson, 1982).

Algunos de estos estudios han demostrado que, dando un adecuado estímulo de

entrenamiento, mujeres y hombres ancianos muestran similares o mayores

ganancias de fuerza en comparación con individuos jóvenes como resultado del

entrenamiento de fuerza. Duplicar o triplicar la fuerza muscular puede

conseguirse en un período de tiempo relativamente corto (3-4 meses) en las fibras

reclutadas durante el entrenamiento en esta población (Frontera et al., 1990;

Frontera et al., 1988).

Introducción

88

El entrenamiento de altas cargas parece tener un profundo efecto anabólico en las

personas mayores. El entrenamiento de fuerza progresivo mejora el balance de

nitrógeno, y en aquellos sujetos en los que las tomas de proteínas son limitadas,

esto puede significar la diferencia entre pérdida continuada o mantenimiento de

los almacenes de proteínas (principalmente los músculos). Un cambio en la

alimentación, o quizás de determinados nutrientes, en individuos que inician un

programa de entrenamiento de la fuerza puede afectar a la hipertrofia muscular

(Meredith et al., 1992).

El entrenamiento de fuerza puede ser una importante ayuda para la pérdida de

peso en las personas mayores. Incrementos significativos en la ratio del

metabolismo basal con el entrenamiento de la fuerza, han sido asociados con un

incremento significativo en la toma energética requerida para mantener el peso

corporal en ancianos (Campbell et al., 1994). El incremento del gasto energético

incluye un incremento del metabolismo basal y del coste energético del ejercicio

de fuerza. El entrenamiento de fuerza es, de este modo, una forma efectiva para

incrementar los requerimientos energéticos, disminuir la masa grasa, y mantener

al organismo metabólicamente activo en ancianos saludables. Además de este

efecto sobre el metabolismo energético, el ejercicio de fuerza también mejora la

acción de la insulina en las personas mayores (Miller et al., 1994).

Se ha demostrado que la realización periódica de ejercicio aeróbico tiene efectos

positivos en la salud ósea en mujeres saludables posmenopáusicas (Gutin y

Kasper, 1992; Nelson et al., 1991), pero el ejercicio anaeróbico y concretamente

los efectos de un programa de entrenamiento intenso de la fuerza, actúa sobre la

densidad ósea en personas mayores, lo cual puede compensar la típica

disminución ósea asociada a la edad, manteniendo o incrementando la densidad

mineral y el contenido total mineral del hueso (Nelson et al., 1994). De cualquier

forma, además de estos efectos sobre el hueso, el entrenamiento contra resistencia

también incrementa la masa muscular y la fuerza, el equilibrio dinámico, y sobre

todo, el nivel de condición física.

Introducción

89

Todos esos resultados pueden dar lugar a una reducción en el riesgo de fracturas

por osteoporosis. En contraste, los tratamientos tradicionales farmacológicos y

nutricionales para prevenir la osteoporosis tienen la capacidad de mantener o

disminuir la pérdida de masa ósea, pero no la capacidad para mejorar aspectos

fundamentales como el equilibrio, la fuerza, la masa muscular, o la disponibilidad

motriz.

La capacidad para adaptarse a niveles incrementados de actividad física se

mantiene en la población de mayores y, por tanto, las estrategias para preservar o

incrementar la masa muscular en las personas mayores deberían ser aplicadas.

Así, con el incremento de la fuerza muscular, aumentan los niveles de actividad

espontánea, tanto en ancianos saludables e independientes como en hombres y

mujeres frágiles. El entrenamiento de la fuerza, además de sus positivos efectos

sobre la acción de la insulina, la densidad ósea, el metabolismo energético y el

estado funcional es, por tanto, un aspecto importante que se debe cuidar en el

diseño de las sesiones cuando queremos incrementar los niveles de actividad

física en la tercera edad.

Introducción

90

1.7.3 EL EQUILIBRIO EN LA TERCERA EDAD.

Existe un progresivo interés sobre el papel del ejercicio como modalidad

terapéutica para mejorar la estabilidad postural y la flexibilidad en adultos

ancianos. La estabilidad postural es un término pobremente definido, que

significaba un pequeño o ningún riesgo de pérdida del equilibrio dinámico

mientras se permanece de pie durante una actividad dinámica. Las mediciones de

la estabilidad dinámica no son siempre las apropiadas para todos los movimientos.

La estabilidad postural se ve afectada por alteraciones en los sistemas sensoriales

y motores, así como en otros sistemas, incluyendo ganglios basales, el cerebelo, y

sistemas perceptivos que interpretan y transforman la información sensorial que

se recibe. Los sistemas vestibular, visual y somatosensorial muestran cambios con

el envejecimiento y puede, por lo tanto, producir un feedback disminuido o

inapropiado a los centros de control postural. De forma similar, los efectores

musculares pueden carecer de la capacidad de responder apropiadamente a los

disturbios en la estabilidad postural. La asunción de que el ejercicio puede

mejorar la estabilidad postural está basada en la teoría de que las respuestas de

todo sistema pueden ser mejoradas incluso con decrementos en componentes

individuales.

Evidencias de que la estabilidad postural declina con la edad han sido presentadas

por diversos autores (Era y Heikkinen, 1985; Hasselkus y Shambes, 1975; Pykkö

et al., 1988; Sheldon, 1963; Woollacott y Shumway-Cook, 1990). La idea

principal que impulsa a la mejora de la estabilidad postural es que ésta conducirá

directamente a la reducción de caídas entre las personas mayores. Aunque existen

estudios que contradicen esta asociación (Ory et al., 1993, Overstall et al., 1977),

a la vez también otros autores han mostrado que el riesgo de caídas es

multifactorial y que la estabilidad postural es sólo un componente dentro del perfil

de riesgo (Tinetti et al., 1995ª, 1995b). Mientras que este posicionamiento trate

Introducción

91

sólo de ejercicio, es importante que todo programa para la reducción de caídas

considere los factores de riesgo más importantes, incluyendo medicación

(particularmente sedantes), estado cognitivo, hipotensión postural, factores

medioambientales, visión y disfunción de las extremidades inferiores. No

obstante, una pobre estabilidad postural ha sido asociada con frecuentes caídas

(Lord et al., 1995), por lo cual, la mejora de la estabilidad postural es claramente

un valioso logro en la prevención de caídas.

La medición más definitiva de la estabilidad postural sería la frecuencia de caídas,

aunque no se emplee en estudios experimentales. Caminar es, en ocasiones,

considerado como una tarea de estabilidad dinámica en el entrenamiento y la

evaluación de la condición física en personas mayores (Lord et al., 1996a, b).

Los estudios realizados para la prevención de caídas en ancianos refieren un 30%

de reducción de éstas mediante programas de ejercicio que incidan sobre la

mejora de la marcha, el equilibrio y la fuerza, dirigidos a grupos seleccionados; en

dichos programas se incluye prevención de lesiones específicas, y

acondicionamiento del medio ambiente eliminando barreras que pudieran

favorecer las caídas (Campbell et al., 1999; Pujiula, 2001; Johnson y Binney,

2003; Jitramontree, 2001; Finnísh Medical Society Duodecim, 2002; Gillespie et

al., 2001); también exclusivamente con programas de ejercicio físico se reducen

las caídas en los mayores (Day et al., 2002; Wolf et al., 1996; Gillespie et al.,

2003), y en relación a los contenidos idóneos en un programa de ejercicio físico

con objeto de influir en la reducción de caídas, serían posiblemente beneficiosos

los que abordaran de forma precisa el fortalecimiento muscular y el

reentrenamiento del equilibrio (Gillespie et al., 2003).

Es importante hacer notar que al aplicar programas de intervención que incluían

entrenamiento de la coordinación/equilibrio, ejercicio aeróbico y entrenamiento

de fuerza, no es siempre posible discernir cuáles de los componentes del programa

de ejercicio conducen a observar cambios en la estabilidad postural. El

entrenamiento específico en el mantenimiento de la estabilidad postural desde la

Introducción

92

perspectiva de su alteración ha sido también satisfactoriamente empleado de

forma aislada respecto de otros componentes (Hu y Woollacott, 1994a).

Mientras que muchos estudios han examinado los efectos del ejercicio en la

estabilidad postural, solo unos pocos investigadores han seguido examinando los

efectos subsecuentes en la frecuencia de caídas durante la vida diaria. La

participación en programas de intensidad ligera ha sido eficaz para reducir

significativamente el número de caídas comparado con grupos control no

ejercitados asignados aleatoriamente en relación al grupo de ejercicio, no

experimentando lesiones por caída que requiriesen atención médica (MacRae et

al., 1994; Tinetti et al., 1994; Wolf et al., 1996).

En un meta-análisis de los séptimos juegos FICSIT, (Province et al., 1995), el cual

examinaba el rol del ejercicio en la fragilidad de las personas mayores, la

asignación a un grupo de ejercicio fue asociada con una disminución del riesgo de

caída, indicando un gran efecto beneficioso de los tratamientos con ejercicio. Los

diferentes tipos de ejercicios que se prescriben son, sin embargo, extremadamente

variados en su naturaleza, e incluyen otros componentes no referidos al ejercicio.

Mejoras en los test de equilibrio en comunidades de mayores, fueron obtenidas

después de participar en un programa de caminar, danza, ejercicio de fuerza, Tai-

chi, flexibilidad y ejercicios de estiramiento (Jarnlo, 1991; Judge et al., 1993a;

Wolf et al., 1996), mientras que los sujetos que realizaban solo ejercicios de

flexibilidad no mostraron las mismas mejoras.

El entrenamiento en tareas específicas para influir sobre los sistemas sensoriales

involucrados en el mantenimiento de la estabilidad postural también tienen como

resultado mejoras de la estabilidad en las personas mayores (Hu y Woollacott,

1994a). Además, los sujetos entrenados se caían con menor frecuencia bajo

condiciones de privación sensorial y permaneciendo de pie sobre una pierna, que

el grupo control.

Introducción

93

Otros estudios demostraron que un número de las mediciones de la estabilidad

postural se mejoran con programas de ejercicio a largo plazo (Lord et al., 1996b;

Lord et al., 1995).

Estudios realizados en poblaciones de ancianos, demostraron que los practicantes

de ejercicio, tras entrenamiento intensivo (3 veces por semana durante 3 meses),

obtenían mejoras significativas, comparado con los no practicantes. En cuanto a

los contenidos, se incidía sobre diferentes aspectos del control del equilibrio.

Estas mejoras obtenidas fueron mantenidas durante 6 meses usando un programa

de Tai-chi (Wolfson et al., 1996). Pero también existen estudios que concluyen

que con el ejercicio no se producen mejoras sobre la estabilidad postural o que

éstas no son significativas (Crilly et al., 1989; Lichtenstein et al., 1989).

Hay todavía muchas cuestiones que quedan y deben ser respondidas considerando

la eficacia de las diferentes formas de ejercicio como estrategia para la prevención

de caídas en diferentes grupos de individuos ancianos (Chodzko-Zajko y Moore,

1994; Tinetti, 1994).

Debemos tener presente que las causas de las caídas no son las mismas para todos

los mayores; al menos, entre un tercio y la mitad de todas las caídas que sufren los

adultos mayores que viven en su domicilio, pueden atribuirse a factores de riesgo

extrínsecos o del entorno (Rubenstein y Josephson, 1992; Tinetti, Speechley,

Ginter, 1988). Entre los adultos que viven en residencias, pocas veces se producen

caídas por factores del entorno y es mucho más probable que sea por causa de

factores intrínsecos como debilidad muscular, alteración cognitiva, efectos

secundarios de fármacos, enfermedad, que constituyen las razones primarias más

frecuentes del aumento de caídas en este grupo de ancianos (Lipsitz, Jonsson,

Kelley, Koestner, 1991).

Debido a la naturaleza multifacética de la mayoría de los programas de

intervención, no es todavía posible identificar con certeza los mecanismos

específicos por los cuales la estabilidad postural ha sido mejorada. Sin embargo,

Introducción

94

parece que hay suficientes evidencias que aconsejan recomendar la difusión de un

programa de ejercicio que incluya entrenamiento del equilibrio, ejercicio de

fuerza, caminar, y control del peso, que debería ser incluido como parte de una

intervención multifacética para reducir el riesgo de caídas, mientras que la

frecuencia e intensidad óptima de los programas queda todavía sin identificarse

claramente, pues hay un número de estudios que han mostrado efectos positivos

significativos sobre la estabilidad postural con un amplio rango de intervenciones

distintas.

1.7.4 LA FLEXIBILIDAD EN LA TERCERA EDAD.

La flexibilidad es un término general que abarca el rango de movimiento de una o

múltiples articulaciones y la habilidad para realizar tareas específicas. El rango de

movimiento de una articulación depende primariamente de la estructura y función

del tejido óseo, muscular y conectivo, y otros factores como son el dolor y la

capacidad para generar suficiente fuerza muscular. El envejecimiento afecta tanto

a la estructura de esos tejidos como a su función, en términos de rango específico

de movimiento articular y flexibilidad en la realización de tareas motoras gruesas.

Aunque el declive del grado de movilidad articular y flexibilidad muscular sea

inevitable, el ritmo al que se produce es específico de cada articulación (Bell y

Hoshizaki, 1981).

La base de las intervenciones para mejorar la flexibilidad a través del ejercicio,

consiste en que las propiedades del tejido conectivo o muscular puedan ser objeto

de mejora, se pueda reducir el dolor articular y los patrones de reclutamiento

motor puedan ser optimizados. Los cambios en el hueso y en el músculo con la

edad indican que el entrenamiento de fuerza tiene un efecto protector sobre el

contenido total mineral y promueve un incremento de la masa muscular y la

fuerza. Los tejidos blandos restantes que pueden afectar a la flexibilidad incluyen

cambios en el colágeno, el cual es el principal componente del tejido conectivo

fibroso que forma los ligamentos y tendones.

Introducción

95

Los cambios causados por el proceso de envejecimiento en la estructura muscular

también provocan un aumento de la rigidez muscular y de la resistencia a la

tracción; el aumento del colágeno muscular (muy resistente al estiramiento) con el

envejecimiento y la degeneración de las fibras de elastina (menos resistentes al

estiramiento) contribuyen a este aumento de la rigidez muscular (Holland,

Tanaka, Shigematsu, Nakagaichi, 2002).

Es evidente que la flexibilidad declina con la edad, y que el máximo rango de

movimiento ocurre en la mitad y finales de la década de los 20 para hombres y

mujeres respectivamente (Bell y Hoshizaki, 1981, Hagberg et al., 1993). Por otra

parte, dos estudios que examinaron la articulación del tobillo y 6 movimientos

cervicales en ancianos mostraron que los rangos de movimientos declinan

significativamente con la edad en ambos sexos (Kuhlman, 1993; Nigg et al.,

1992). De cualquier modo, no hay diferencias en relación con la edad en el rango

de movimiento del tobillo que hayan sido evidenciadas, aunque si existían

diferencias de géneros entre los hombres y las mujeres observados (Seals et al.,

1991).

Otro estudio realizado por Bandy y Sanders (2001) afirmaba que las mujeres con

edades entre 55 y 85 años perdían hasta el 50% de la movilidad articular del

tobillo, mientras que en el caso de los hombres las pérdidas eran de

aproximadamente el 35% y apuntaban esta reducción del grado de movilidad de

los tobillos, como uno de los factores que podía aumentar el riesgo de caídas en

adultos mayores.

Con el objetivo de establecer los valores normativos poblacionales, el estudio

realizado por Roach y Miles (1991) indicó la existencia de pérdidas en los rangos

activos de movimiento de la cadera y la rodilla que fueron asociados con un

incremento de la edad en un estudio cruzado sobre ambos sexos.

En contraste con las intervenciones descritas anteriormente acerca de mejorar la

estabilidad postural, las intervenciones designadas a mejorar la flexibilidad han

Introducción

96

carecido frecuentemente de un amplio número de sujetos en los estudios en los

estudios realizados.

Un programa de entrenamiento de la flexibilidad es definido como un programa

de ejercicios planificado, deliberado y regular para incrementar progresivamente

el rango disponible de una articulación o conjunto de articulaciones. El efecto de

un programa de flexibilidad puede ser cuantificado por cambios en el rango de

movimiento articular y los valores estandarizados de movilidad.

Diversos estudios han demostrado mejoras significativas en el rango de

movimiento de varias articulaciones (cuello, hombro, codo, muñeca, cadera,

rodilla y tobillo) en personas mayores que participaron en un programa de

ejercicio regular (Hubley-Kozey et al., 1995; Leslie y Frekany, 1975, Lesser,

1978, Morey et al., 1991a,b; Munns, 1981). También obtuvieron mejoras

significativas en las tareas de movilidad (incluyendo 26 tareas con

desplazamiento, propiocepción, y tareas de equilibrio) como resultado de la

aplicación de programas de ejercicio físico.

Algunos autores han especulado que las mejoras señaladas fueron clínicamente

relevantes cuando se compararon con los rangos de movimiento requeridos para

las actividades de la vida diaria, como sucede con la posición de los distintos

segmentos corporales en tareas como caminar, superación de escaleras y sentarse

en una silla. Otras investigaciones no encontraron asociación entre el ejercicio y

la flexibilidad, señalando que la actividad física valorada mediante un

cuestionario no fue relacionada con el rango de movimiento del hombro, codo,

cadera y rodilla en hombres y mujeres ancianos (Walker et al., 1994).

Adicionalmente, un programa de ejercicio con movimientos terapéuticos lentos no

consiguió mejoras significativas en la flexibilidad rotacional del tronco en

ancianos (Gutman et al., 1977).

Existen también investigaciones que estudian las intervenciones para mejorar la

flexibilidad en las personas mayores, a pesar de que existen disminuciones en los

rangos de movimiento articular en esas edades; han orientado sus intervenciones

Introducción

97

sobre un pequeño grupo de ancianos saludables, cuyas duraciones oscilaban entre

6 semanas y 2 años, y la evidencia preponderante es que la flexibilidad puede ser

incrementada por el ejercicio en las personas mayores saludables.

Es también frecuente que los ejercicios de flexibilidad sean un componente

habitual de los programas de ejercicio para individuos en los cuales su movilidad

general es reducida.

Es frecuente la recomendación de que actividades como caminar, danza aeróbica,

y estiramientos, las cuales han sido mostradas como unos contenidos de trabajo

para la mejora del rango de movimiento articular, sean incluidos en un programa

de ejercicio general para las personas mayores; parece probable que varias

aproximaciones diferentes, incluso con programas de corta duración, puedan tener

un efecto beneficioso sobre la flexibilidad. La exacta relación entre la dosis de

trabajo y la respuesta obtenida está aún por determinar, al igual que una relación

directa de los beneficios que sobre las actividades de la vida diaria objetivamente

son debidos a una mejora de la flexibilidad en las personas mayores.

1.7.5 LA VELOCIDAD Y LA COORDINACIÓN EN LA TERCERA

EDAD.

La influencia del deterioro de la conducción del estímulo nervioso con la edad,

supone una disminución en el tiempo de reacción no superior al 4%. Influyen

también factores como el deterioro articular o la pérdida de masa muscular

(Wrigth y Shepard, 1978).

La velocidad de respuesta ante señales disminuye progresivamente con la edad. El

enlentecimiento de la respuesta es más acusado si se debe realizar una tarea

compleja (Lupinacci et al., 1993), o si debe distinguir entre varias señales

(Charness, 1991; Era, Jokela, Heikkinen, 1986; Stelmach, 1994). El nivel de

condición física parece influir en el desarrollo de tareas que requieren un mayor

Introducción

98

esfuerzo de procesamiento (Chodzko-Zajko, 1991). Se ha visto que el aumento de

la velocidad de reacción es menor en individuos activos que han realizado un

entrenamiento aeróbico durante largo tiempo (Era, Jokela, Heikkinen, 1986;

Whitehurst, 1991). También es destacable el que los individuos con mejor

condición física parecen ejecutar mejor las tareas que requieren una mayor

demanda espacio-visual (Shay y Roth, 1992).

Las disminución de la capacidad para procesar información y otros mecanismos

(codificación, entrada y salida de información, retroalimentación, comparación,

selección) es la principal causa de un enlentecimiento de la respuesta en las

personas mayores (Spirduso, 1995).

Se ha demostrado que los mayores que permanecen más activos, tienen mejores

tiempos de reacción, tanto simples como complejos, que aquellos que son

sedentarios (Dustman, Emmerson, Shearer, 1984), pero aún no está claro si el

ejercicio es la causa o una simple consecuencia de una función cerebral mejorada.

Un incremento del VO2max del 20% al 30% durante varios meses de ejercicio

aeróbico ha sido asociado con mejores resultados en test de rendimiento mental,

no siendo así con individuos que habían desarrollado sólo ejercicios de fuerza y

flexibilidad (Dustman et al., 1994) o programas de yoga (Blumenthal, Emery,

Madden, Schniebolk et al., 1991), existiendo evidencias de que la realización de

ejercicio dinámico mejora el riego sanguíneo cerebral (Jorgensen, Perko, Secher,

1992).

Introducción

99

1.7.6 METABOLISMO ENERGÉTICO Y ENVEJECIMIENTO.

El gasto energético diario disminuye progresivamente a lo largo de la vida adulta

(Mcgandy et al., 1966). En individuos sedentarios, el principal determinante del

gasto energético es la masa libre de grasa (Ravussin et al., 1986), la cual

disminuye con la edad alrededor del 15 % entre la 3ª y la 8ª década de vida,

contribuyendo a un menor metabolismo basal en ancianos (Cohn et al., 1980). La

eliminación de creatinina en 24 horas está muy relacionada con el metabolismo

basal en todas las edades (Tzankoff y Norris, 1978). Las encuestas nutricionales

en individuos con una edad aproximada de 65 años muestran una muy baja

ingesta calórica (1400 kcal/día; 23 kcal/kg/día). Estos datos indican que la

preservación de la masa muscular y la prevención de la sarcopenia pueden ayudar

a prevenir la disminución del gasto metabólico.

Han sido demostrados incrementos en el peso corporal una vez superados los 60

años, y aumentos de la masa grasa corporal relativa asociados a la edad. El

incremento de la grasa corporal es consecuencia de varios factores, pero el

principal es una disminución del gasto metabólico y de los niveles de actividad,

conjuntamente con una ingesta que no acompaña esa necesidad calórica

disminuida (Roberts et al., 1992).

Además del metabolismo energético, las alteraciones musculares relacionadas con

la edad pueden contribuir a la mayor parte de los cambios asociados con ésta,

como la reducción de la densidad muscular (Bevier et al., 1989; Sinaki et al.,

1986; Snow-Harter et al., 1990), la insulinodependencia (Kolterman et al., 1980),

y la capacidad aeróbica (Fleg y Lakatta, 1988).

Por esas razones, las estrategias para mantener, mejorar o amortiguar la pérdida

de la masa muscular con la edad avanzada, y de la fuerza en los ancianos,

independientemente de su estado físico, pueden ser claves para incrementar la

Introducción

100

autonomía e independencia funcional, disminuyendo la prevalencia de muchas de

las enfermedades crónicas asociadas con la edad avanzada.

Justificación y Objetivos

101

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS

Justificación y Objetivos

102

Justificación y Objetivos

103

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS.

La evolución demográfica de la población hacia sociedades más envejecidas

favorecerá y justificará la necesidad de poner en marcha nuevos recursos dirigidos

a este grupo de edad, entre los que se incluyen la actividad física, no sólo para el

mantenimiento de los niveles más adecuados en relación con una condición física

saludable, sino también para ocupar una parte del tiempo de ocio a través de ésta,

con la importancia del establecimiento implícito de relaciones sociales que

conlleva este tipo de programas, demostrándose también a través de distintas

investigaciones que, de la participación en programas de actividad física, también

se derivan mejoras en el estado afectivo de las personas, sobre todo en relación a

la depresión (Taylor et al., 1985; Gitlin et al., 1992; Chen y Millar 1999; Brown et

al., 2005).

La instauración de nuevas políticas de promoción de la salud promulgadas por la

OMS (WHO Directrices de Heidelberg, 1996) justifica sobradamente la necesidad

de investigar los numerosos aspectos que se incluyen en la realización de

actividades físicas para los mayores e instaurar pautas fundamentadas

científicamente para su adecuada aplicación y, de esta forma se generalice su

realización contribuyendo a mejorar su calidad de vida a través del más

económico de los tratamientos posibles, el ejercicio físico, no existiendo además

ninguna otra medida preventiva capaz de ejercer algún tipo de acción sobre un

número tan considerable de factores relacionados con la salud (Marcos Becerro,

1994).

Justificación y Objetivos

104

2.1 OBJETIVOS.

El objetivo general de este trabajo es determinar si la participación en un

programa de actividad física de larga duración produce beneficios en las personas

mayores sobre el estado afectivo y la condición física. Esta hipótesis general se

desglosa en los siguientes objetivos:

Analizar si se producen variaciones en el estado afectivo.

Determinar si existen variaciones en los parámetros antropométricos.

Constatar posibles mejoras en la capacidad del equilibrio.

Verificar los cambios obtenidos en los distintos parámetros de fuerza

estudiados en diferentes segmentos corporales.

Demostrar mejoras en la agilidad.

Determinar la evidencia de mejoras en la flexibilidad del tronco.

Evidenciar la existencia de mejoras autopercibidas referidas por los

sujetos tras la realización del programa de actividad física.

Material y Métodos

105

3. MATERIAL Y MÉTODOS

Material y Métodos

106

Material y Métodos

107

3. MATERIAL Y MÉTODOS.

3.1 SUJETOS ESTUDIADOS.

El presente trabajo ha sido realizado entre septiembre de 1998 y febrero de 1999

en Galicia (España), en el área de Ferrolterra, siendo todos los sujetos

seleccionados, usuarios del Centro de Atención Primaria de Serantes y con

domicilio en las áreas de La Graña, La Cabana, Brión, Serantes y Santa Marina.

Se realizó una divulgación previa del programa en el Centro de Atención Primaria

de Serantes, tanto en la consulta del propio centro como en la que existe en la

asociación de vecinos de La Graña, así como también se convocaron a una

presentación conjunta con el médico de familia, los profesores que impartirían el

programa y en representación del Patronato Municipal de Deportes, el propio

concejal de deportes, existiendo además una colaboración con dicho patronato que

consistía en la cesión gratuita de las instalaciones del pabellón municipal de A

Malata.

Se consideraron los siguientes requisitos de inclusión en la muestra objeto de

estudio:

1. Cumplir 64 años en el año 1999.

2. Ser independiente para las actividades de la vida diaria (en adelante AVD),

valorada mediante:

• Indice de Barthel (Mahoney, Barthel, 1965) de actividades básicas de

la vida diaria (en adelante ABVD).

• Indice de Katz (1963) de actividades básicas de la vida diaria (ABVD).

Material y Métodos

108

• Escala de Lawton (1972a) de actividades instrumentales de la vida

diaria (en adelante AIVD).

3. No presentar deterioro cognitivo, evaluado con el Mini-examen cognitivo de

Lobo (Lobo et al., 1979).

4. Certificado de aptitud expedido por su médico de familia para la realización

de la actividad física incluida en el programa.

5. Consentimiento informado aceptando participar en el programa.

Los sujetos fueron seleccionados entre los voluntarios que cumplían los anteriores

requisitos, y que aceptaron participar en el programa de actividad física tras

conocer sus características principales: objetivos, duración, contenidos de trabajo,

profesorado encargado de impartirlo, grado de colaboración con la Universidad de

A Coruña, con el Patronato Municipal de Deportes de Ferrol, todo ello expuesto

en la divulgación que se realizó previamente.

El programa se llevó a la práctica en el Pabellón municipal de A Malata (Ferrol).

3.1.1 DESCRIPCIÓN DE LA MUESTRA.

El número de personas que inició el programa fue de 47, de los cuales 32

(68,09%) fueron mujeres y 15 (31,91%) hombres. Por motivos de enfermedad

(gripe y neumonía), se perdieron dos sujetos de la muestra inicial, siendo 45 el

total de individuos que han finalizado el presente programa.

Material y Métodos

109

3.1.1.1 EDAD DE LA MUESTRA.

La edad media para las mujeres fue de 70,38 y de 70,4 para los varones, siendo la

edad media del total de la muestra de 70,38 años (Tabla 21). Si consideramos

solamente la muestra que finalizó el estudio, la media de edad fue para el grupo

de las mujeres de 70,17 años y para el total de la muestra de 70,24 años.

MUESTRA Nº Casos % Media Edad Mediana Edad

Hombres 15 31,91 70,4 70

Mujeres 32 68,09 70,38 69

TOTAL 47 100 70,38 69

Tabla 21. Descripción de la muestra de sujetos.

En relación con la distribución de la muestra por rangos de edades (Tabla 22), en

el intervalo entre 65 y 74 años, que agrupa a dos rangos de edades (65-69 y 70-74

años) se situó el mayor número de sujetos, con un total de 35, que correspondió a

un 74,47 % sobre el total.

En cuanto a las mujeres, un 53,13% se situó en el grupo más numeroso que

corresponde al rango 65–69 como puede verse en la tabla 22, lo que supuso un

36,17 % sobre el total de la muestra. En cuanto a los hombres, el grupo más

numeroso fue el de 70–74 años (46,67 %), que equivalió a un 14,9 % de la

muestra total.

MUESTRA Mujeres % Mujeres % Total Hombres % Hombres % Total <65 2 6,25 4,26 1 6,67 2,1365 - 69 17 53,13 36,17 6 40,00 12,7770 - 74 5 15,63 10,64 7 46,67 14,975 - 79 7 21,88 14,9 0 0,00 0,0080 - 84 1 3,13 2,13 1 6,67 2,13

Tabla 22. Distribución de la muestra por rangos de edades.

Material y Métodos

110

3.1.1.2 NIVEL DE ESTUDIOS.

El nivel de estudios realizados por la población femenina se tradujo en un 46,87%

de sujetos sin estudios y un 50% con estudios primarios, siendo un 3,12%

solamente las que cursaron estudios de nivel medio. Con relación a la población

masculina, un 26,66% no había cursado estudios, un 53,33% alcanzaron estudios

primarios, y un 19,99 realizaron estudios de nivel medio. En ambos sexos, se da la

circunstancia de que ninguno de los sujetos había adquirido formación

universitaria (Tabla 23).

Ninguno % Primarios % FP1- B.Elem. % FP2-

B. Sup. %

Mujeres 15 46,87 16 50 1 3,12 0 0

Hombres 4 26,66 8 53,33 1 6,66 2 13,33

Tabla 23: Nivel de estudios realizados.

3.1.1.3 ESTADO CIVIL.

El estado civil predominante en el grupo de estudio es el de viudedad, con un

50%, en contraste con los hombres, que suponían un 13,33%. También es

destacable el hecho de que el 80% de los hombres estaban casados,

aproximadamente el doble que en las mujeres, con un 40,62% (Tabla 24).

Soltero/a % Casado/a % Viudo/a. % Separado/a-Divorciado/a %

Mujeres 1 3,12 13 40,62 16 50 2 6,25

Hombres 0 0 12 80 2 13,33 1 6,66

Tabla 24. Estado civil.

Material y Métodos

111

3.1.1.4 DOMICILIO.

La residencia habitual, tanto en mujeres como en hombres, era la vivienda propia,

con un 87,5% y un 93,33% respectivamente. De los sujetos que residían en otro

domicilio, las mujeres duplicaban a los hombres con un 12,5% frente a un 6,66%

(Tabla 25).

Domicilio Propio % Domicilio de Hijos

o Familiares %

Mujeres 28 87,5 4 12,5

Hombres 14 93,33 1 6,66

Tabla 25. Domicilio actual.

3.1.1.5 CONVIVENCIA.

Al analizar con quien convivía cada sujeto, encontramos que ningún hombre vivía

sólo, cuando así lo hacía un 37,5% de las mujeres. También es de destacar que en

un 46,66% de los hombres existía relación de convivencia con otros familiares

que no eran ni el cónyuge ni los hijos, en contraste con un reducido 3,12% de

mujeres en esa situación (Tabla 26).

Mujeres % Hombres %

Solo 12 37,5 - -

Cónyuge 13 40,62 4 26,66

Hijos 5 15,62 4 26,66

Otros familiares 1 3,12 7 46,66

Otros pensionistas 1 3,12 - -

Tabla 26. Convivencia.

Material y Métodos

112

3.1.1.6 ACTIVIDAD LABORAL.

Cabría esperar que todos los integrantes de la muestra fuesen ya jubilados, debido

a la edad marcada como criterio de inclusión (≥ 64 años en el año de finalización

del estudio), sin embargo, un 9,38% de las mujeres permanecía todavía en activo,

mientras que la totalidad de los hombres ya se había integrado en la franja de

población jubilada (Tabla 27).

En activo % Jubilado/a %

Mujeres 3 9,38 29 90,62

Hombres 0 0 15 100

Tabla 27. Estado laboral actual.

3.1.1.7 CONSUMO DE TABACO.

El consumo de tabaco entre los sujetos de la muestra era muy reducido, con un

porcentaje de no fumadores del 90,62% para las mujeres y un 93,33% en el caso

de los hombres (Tabla 28).

Mujeres % Hombres %

Fumador/a 3 9,37 1 6,66

No fumador/a 29 90,62 14 93,33

Tabla 28. Consumo de tabaco.

3.1.1.8 CONSUMO DE ALCOHOL.

Aún siendo ligeramente mayor en comparación con el consumo de tabaco, el

consumo de alcohol reflejaba unos porcentajes moderados, ya que un 87,5% de

las mujeres y un 86,66% de los hombres estaban en el grupo de los no

consumidores de bebidas alcohólicas (Tabla 29).

Material y Métodos

113

Mujeres % Hombres %

Consumidor/a 4 12,5 2 13,33

No consumidor/a 28 87,5 13 86,66

Tabla 29. Consumo de alcohol.

3.1.1.9 RETRIBUCIONES ECONÓMICAS.

Las diferencias salariales entre hombres y mujeres eran acentuadas, hasta el punto

de que ningún hombre percibía un salario o pensión menor de 300 euros

mensuales, cuando entre las mujeres el 15,62% no recibía ningún ingreso, y en el

6,25% éstos eran menores de 300 euros. Destacó también el dato de que ninguna

mujer recibía ingresos superiores a los 900 euros cuando esto sí sucedía en el 20%

de los hombres (Tabla 30). Estas diferencias tenían su origen tanto en el hecho de

que en las pensiones de viudez se reduce en gran medida el salario sobre el

percibido con anterioridad, como también en el de que las mujeres de estas

edades, no solían realizar trabajos remunerados con cotización a la Seguridad

Social.

Mujeres % sobre mujeres Hombres % sobre

hombres

Sin ingresos 5 15,62 0 0

Hasta 300 euros/mes 2 6,25 0 0

De 301 a 600 euros/mes 22 68,75 5 33,33

De 601 a 900 euros/mes 3 9,37 7 46,66

De 901 a 1200 euros/mes 0 0 3 20

Tabla 30. Nivel de ingresos económicos.

Material y Métodos

114

3.2 PRUEBAS REALIZADAS A LOS SUJETOS.

En cuanto a la calidad de vida o grado de percepción de la felicidad por parte de

los mayores, se valoró el estado afectivo.

3.2.1 ESTADO AFECTIVO.

Se procedió a realizar una valoración gerontológica integral de la persona mayor

aplicando los instrumentos que se emplean de forma más habitual en el campo de

la Gerontología, por haber demostrado una efectividad en relación con el estado

de percepción de felicidad (Abizanda et al., 2000).

La medición del estado afectivo se realizó mediante la aplicación de dos escalas:

La Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage (Yesavage et al., 1983),

por ser el único autoinforme construido específicamente para personas

mayores, que además, no mide estados de humor pasajeros (Brink et al.,

1985).

También se aplicó la Escala de Filadelfia (Lawton, 1972b) adaptada a la

población española por Montorio (1994) por tener una alta fiabilidad,

según establecen Camiña et al. (2000a), al obtener una puntuación de

0.8096 en el coeficiente Alpha de Cronbach, en un estudio realizado en

el año 1996 con un programa de actividad física en el medio acuático, y

que supera al obtenido por el propio Montorio.

Los datos obtenidos en nuestro estudio fueron estudiados de forma individual,

valorando las respuestas de cada ítem, y realizando también una agrupación de

dichos ítems de acuerdo con Morris y Sherwood (1975), al igual que la

interpretación realizada por Gómez Arques (2005) en su Tesis Doctoral

Material y Métodos

115

“Operativización de los estilos de vida mediante la distribución del tiempo en

personas mayores de 50 años”. Dicha agrupación de factores se corresponde con:

Agitación (que comprende los ítems 4, 6, 11, 12, 15, 16).

Actitud hacia el propio envejecimiento (ítems 1, 2, 5, 7, 9).

Insatisacción con la soledad (ítems 3, 8, 10, 13, 14).

Es preciso recordar que todos los ítems son de respuesta dicotómica, excepto el nº

7 cuyo enunciado es: “¿según se va haciendo mayor, las cosas son mejor, peor,

igual que lo que usted pensó que serían?. Pero su interpretación se haría también

de forma dicotomica: una respuesta se considera en sentido positivo si es “igual”

o “mejor” y en sentido negativo cuando la respuesta es “peor”.

3.2.2 CONDICION FÍSICA.

Por otro lado, la condición física de los individuos fue evaluada mediante una

batería específica para la valoración de la condición física en personas mayores;

nos referimos a la batería para la evaluación de la condición física en ancianos del

Instituto Nacional de Educación Física de Galicia, (en adelante ECFA-INEFG),

validada por Camiña et al. (2000b) que valora:

1) Parámetros antropométricos: índice de masa corporal (en adelante IMC).

2) Equilibrio.

3) Agilidad (golpeo de placas).

4) Flexibilidad.

5) Fuerza.

Los encargados de realizar las mediciones de esta batería fueron alumnos

pertenecientes al grupo de investigación en Tercera Edad del INEF de Galicia,

con experiencia previa en la aplicación y recogida de datos de la batería ECFA-

INEFG.

Material y Métodos

116

3.2.3 MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR LOS SUJETOS.

La percepción de las mejoras experimentadas por los sujetos, en cuanto a

capacidades físicas, eficiencia de tareas de la vida cotidiana o mejoras en su

estado de ánimo, fueron valoradas mediante entrevistas individualizadas, con una

pregunta de carácter abierto cuyo enunciado era:

“¿Desde que realiza el programa de actividad física, ¿se encuentra igual,

mejor o peor que antes?”.

Las entrevistas fueron realizadas con una periodicidad quincenal, siguiendo un

modelo de entrevista privada, a fin de que las respuestas no fuesen mediatizadas

por influencias externas; la pregunta se realizó de forma abierta, para no

establecer categorías previas que pudiesen provocar que sus respuestas se

direccionasen de forma predeterminada, de esta forma las respuestas que son

afirmativas, es decir en los casos en que el sujeto percibía variaciones en uno u

otro sentido, se tabularían, tratando de establecer categorías en función de las

respuestas dadas. Estimamos que, de esta forma, existe más libertad de los sujetos

para expresar esas modificaciones, si es que se producen, y como consecuencia,

más fiabilidad que con el empleo de cuestionarios dirigidos a aspectos concretos.

Material y Métodos

117

3.3 MÉTODOS.

Los individuos que acudieron con intención de realizar el programa, fueron

evaluados a fin de que reuniesen los requisitos específicos de inclusión ya citados,

es decir:

- Cumplir 64 años en el año 1999.

- No presentar deterioro cognitivo.

- Independientes en la realización de AVD y AIVD.

- Certificado de aptitud de su médico de familia.

- Consentimiento informado de participación en el programa para, a

continuación, y ya pertenecientes al grupo experimental, realizar la

valoración de:

1) Estado afectivo.

2) Estado de satisfacción.

3) Estado de condición física.

De acuerdo con los requisitos señalados anteriormente se realizó la selección de la

muestra.

3.3.1 PERIODIZACIÓN DEL PROGRAMA.

El programa se llevó a cabo durante 4 días a la semana (lunes, martes, jueves y

viernes), no estableciéndose nunca más de 2 días seguidos de programa, con el fin

de disminuir los riesgos de sobrecarga que pudieran existir. El horario se adaptó a

las necesidades del grupo, según sus preferencias, para facilitar la planificación

cotidiana de sus tareas, siendo los horarios como siguen:

o Primer turno, de 11.00 a 12.00 horas.

o Segundo turno de 12.00 a 13.00 horas.

Material y Métodos

118

3.3.2 PREDICTORES DE CALIDAD DE VIDA.

Los instrumentos de medida de estos predictores fueron aplicados por su médico

de familia, con lo que se pudo favorecer un mayor grado de sinceridad y evitar los

sesgos que podrían existir con un entrevistador que no fuese de plena confianza

para los sujetos de la muestra.

Para el estado afectivo, se aplicó la Escala de Depresión Geriatrica. GDS.

Yesavage (Yesavage et al., 1983), en la cual se toma como valor de referencia

igual o superior a 11 (11-14) para afirmar que existe un criterio de depresión y un

valor superior a 14 (15-30) para reafirmar un estado de depresión importante.

Para evaluar la calidad de vida utilizamos la Escala de Filadelfia (Lawton, 1972b)

adaptada por Montorio (1994) para la población española.

La aplicación temporal de estas escalas se llevó a cabo en dos momentos del

programa: en la evaluación inicial y en la final.

3.3.3 CONDICIÓN FÍSICA.

Para evaluar la condición física se ha utilizado la batería de la condición física en

Ancianos del Instituto Nacional de Educación Física de Galicia, ECFA-INEFG

(Camiña, et al., 2000b), cuyos componentes y pruebas se recogen en la Tabla 31.

Esta batería se aplica a fin de evaluar los siguientes ítems: composición corporal,

equilibrio, agilidad, flexibilidad, fuerza máxima y fuerza resistencia, para lo que

utiliza las siguientes pruebas: índice de masa corporal (en adelante, IMC),

equilibrio estático monopodal con visión, golpeo de placas, flexibilidad del

tronco, fuerza máxima de prensión, fuerza máxima de extensión de los miembros

inferiores, y fuerza resistencia abdominal, respectivamente.

La batería ECFA-INEFG contempla también la evaluación de la resistencia

Material y Métodos

119

cardiorrespiratoria a través de la prueba de caminar 2 kilómetros, la cual se ha

desestimado en el presente estudio debido a que un elevado número de los sujetos

participantes padecían problemas cardiorrespiratorios, por lo que considerando su

condición inicial de sedentarios y bajo consejo de su médico se optó por no incluir

dicha prueba.

Componente Factor Prueba

Morfológico Composición corporal. IMC (talla, peso).

Equilibrio. Equilibrio estático monopodal con visión.

Agilidad. Golpeo de placas. Motor

Flexibilidad. Flexibilidad del tronco.

Fuerza máxima. Fuerza máxima de prensión.

Fuerza máxima de extensión de los MMII. Muscular Resistencia.

Fuerza-resistencia abdominal (flexiones del

tronco a ritmo lento).

Cardio-

respiratorio

Resistencia

cardiorrespiratoria.

Prueba submáxima de predicción del V02 max

(caminar 2 km).

Tabla 31. Componentes, factores y pruebas de la batería ECFA-INEFG.

La batería ECFA-INEFG está compuesta por diferentes ítems que evalúan la

condición física en ancianos, como podemos observar en la Tabla 32: Prueba Evaluación

• Cuestionario personal Cuestionario Autoadministrado

• IMC (talla, peso) IMC (kg/m2)=peso/talla2

• Equilibrio estático monopodal Equilibrio del flamenco (intentos en 1 minuto)

• Agilidad Golpeo de placas

• Flexibilidad del tronco Flexión del tronco adelante (sentado)

• Fuerza máxima de prensión Dinamometría isométrica de la prensión manual.

• Fuerza máxima del tren inferior Dinamometría isométrica de la extensión de ambos miembros inferiores

• Fuerza resistencia abdominal (flexiones de tronco a ritmo lento)

Encorvadas en 3 minutos a 25 ciclos/minuto

Tabla 32. Descripción de las pruebas empleadas de la batería ECFA-INEFG. Algunas de estas pruebas han sido utilizadas en baterías anteriores y otras han

Material y Métodos

120

sido modificadas o adaptadas en función de los criterios establecidos en el

proceso de diseño y de validación.

La batería se aplicó a la muestra realizando un estudio longitudinal con el

siguiente esquema:

1. Valoración inicial el primer día.

2. Valoración final transcurridas 16 semanas de trabajo.

Las siete pruebas de la batería (Tabla 32) se aplican en el siguiente orden:

1. Medición de la composición corporal.

2. Equilibrio sobre un pie (flamenco).

3. Agilidad (golpeo de placas).

4. Flexibilidad (flexión anterior del tronco).

5. Fuerza máxima de prensión bimanual.

6. Fuerza máxima del tren inferior.

7. Fuerza resistencia abdominal.

3.3.3.1 MEDIDA DEL ÍNDICE DE MASA CORPORAL (IMC).

El IMC es un número que pretende determinar, a partir de la estatura y el peso, el

rango más saludable de peso que puede tener una persona; se calcula dividiendo la

masa expresada en kilogramos entre la talla al cuadrado expresada en metros.La

talla se midió en posición vertical con una cinta métrica a modo de tallímetro de

pared con una precisión de 0,1 centímetro y el peso se midió con una báscula

digital marca “Soëhnle”con una precisión de 0,1 kilogramos (ver Figuras 1 y 2).

Material y Métodos

121

Figura 1. Medición de la talla.

Figura 2. Medición del peso.

Material y Métodos

122

3.3.3.2 MEDIDA DEL EQUILIBRIO.

El objetivo de esta prueba es valorar el equilibrio estático general, sobre un

terreno plano y estable, utilizando un soporte fijo (pared, espalera, barra, etc.) y

un cronómetro marca Casio HS-30W. El examinado, descalzo y vestido con ropa

cómoda, parte de la posición vertical con apoyo monopodal, ojos abiertos y sujeto

a un soporte, con el miembro inferior libre flexionado hacia atrás y sujeto con la

mano del mismo lado por el empeine del pie. La rodilla de la extremidad que

soporta el peso estará extendida, y la planta del pié completamente en contacto

con el suelo.

A continuación el sujeto suelta el soporte e intenta mantener la posición inicial el

mayor tiempo posible, hasta completar un minuto en equilibrio. El examinador

pone en funcionamiento el cronómetro cada vez que el examinado suelta la mano

del soporte y se mantiene en equilibrio (ver Figura 3) y lo detiene cuando lo

pierde, realizando repeticiones sucesivas hasta alcanzar el minuto. Cuando el

sujeto pierde el equilibrio o realiza más de 15 intentos en los primeros 30

segundos, se considera que no supera la prueba, dándose por finalizada la misma

y anotando un 0 (cero). En caso de superar la prueba, se anota el número de

intentos realizados para mantener el equilibrio durante el minuto.

Material y Métodos

123

Figura 3. Medición del equilibrio.

3.3.3.3 MEDIDA DE LA AGILIDAD.

Con esta prueba se trata de valorar la agilidad. Utilizamos un cronómetro y una

mesa de altura graduable con dos planchas de goma de 20 cm de ancho, fijadas

horizontalmente a ella y a una distancia de 60 cm una de la otra (los centros

estarán a una distancia de 80 cm), colocándose una placa rectangular (10 x 20 cm)

entre ambas planchas. El examinado se situaba sentado justo delante de la mesa

con ésta a la altura umbilical, con los pies ligeramente separados, la mano no

dominante en el centro de la placa rectangular, y la mano dominante la situaba

sobre el disco del lado opuesto (ver Figura 4). La prueba consistió en mover la

mano del extremo de una plancha a la otra lo más rápidamente posible,

asegurándose de tocar las planchas con toda la mano. Se realizaba a un ritmo de

25 ciclos (50 golpeos) que debían ser contados en voz alta por el examinador; se

realizaba el test dos veces y se anotaba el mejor resultado expresado en segundos

y décimas de segundo. Si el ejecutante fallaba al tocar una plancha debía realizar

un golpe extra hasta alcanzar el número de golpeos requeridos. La prueba se

Material y Métodos

124

cuantifica multiplicando por 10 la cifra de segundos y décimas de segundo

empleadas.

Figura 4. Medición de la agilidad.

3.3.3.4 MEDIDA DE LA FLEXIBILIDAD (FLEXIÓN DEL TRONCO

ADELANTE DESDE SENTADO).

El objetivo es valorar la flexibilidad de los músculos de la parte posterior de la

extremidad inferior. Es necesario un cajón de 35 cm de largo, 45 cm de ancho y

32 cm de alto, con una regla móvil de 70 cm, con precisión de 0,5 cm en la parte

superior, situado sobre una superficie antideslizante con una pared lisa y

perpendicular al suelo. El examinado se sienta descalzo, tocando la pared con la

cabeza, la espalda y la cadera (ángulo de 90º en la articulación de la cadera) y las

extremidades inferiores extendidas y juntas. Se coloca el cajón por el costado más

amplio en contacto con los pies (ángulo de 90º en la articulación del tobillo), y se

extienden las extremidades superiores hacia adelante, colocando una mano sobre

la otra, en pronación, a la altura de la regla (ver Figura 5). Desde esta posición

inicial debe flexionar el tronco hacia delante (sin flexión de rodillas) con un

movimiento suave y progresivo, deslizando sus manos sobre la regla, para llegar

Material y Métodos

125

con la punta de los dedos lo más lejos que pueda y exhalando el aire poco a poco

a lo largo de este movimiento. Se anota la distancia máxima que el sujeto es capaz

de aguantar al menos durante 2 segundos, con una precisión de 0,5 cm, separando

la cabeza y la espalda de la pared. Esta prueba se aplicó 2 veces, con un tiempo de

reposo intermedio de más de 10 segundos y se escogió la distancia de mayor

desplazamiento.

Figura 5: Medición de la flexibilidad.

3.3.3.5 MEDIDA DE LA FUERZA.

La valoración de esta variable se realizó mediante tres pruebas: fuerza máxima de

prensión en ambas manos, fuerza extensora de miembros inferiores y fuerza

resistencia abdominal (Tabla 32).

3.3.3.5.1 FUERZA MÁXIMA DE PRENSIÓN DE LAS MANOS.

Se valoró la fuerza máxima e isométrica de los músculos flexores de los dedos en

ambas manos mediante un dinamómetro de prensión manual adaptable, con

precisión hasta 0,5 kilogramos, graduado a la distancia adecuada a la mano del

examinado, que se sitúa de pie y coge con una mano el dinamómetro en línea con

el antebrazo. El brazo ejecutante está extendido lateralmente al cuerpo sin tocarlo

manteniendo la palma paralela al muslo (ver Figura 6). La prueba consistió en

Material y Métodos

126

flexionar los dedos de la mano con la máxima fuerza posible durante 3 segundos,

manteniendo la posición del dinamómetro con relación al antebrazo, sin ninguna

flexión, extensión o rotación de la mano. Se permitió un intento para

familiarizarse con el dinamómetro.

El examinado realizó dos intentos con cada mano alternativamente, con un

descanso mínimo de un minuto entre el primer y segundo intento. Se anotaron los

cuatro intentos (dos con cada mano) con precisión de 1 kilogramo redondeado por

exceso. Se eligió el mejor resultado obtenido con cada mano.

Figura 6. Medición de la fuerza de prensión de manos.

Material y Métodos

127

3.3.3.5.2 FUERZA MÁXIMA EXTENSORA DE LOS MIEMBROS

INFERIORES.

El objetivo de esta prueba es valorar la fuerza máxima e isométrica de los

músculos extensores del tren inferior. Se utiliza una plataforma y un dinamómetro

de extensión adaptable en su longitud, con precisión hasta 0,5 kilogramos

graduado a la distancia adecuada (haciendo coincidir el maneral con la parte

superior de la rótula), para que el examinado mantenga el tronco vertical y una

flexión de rodillas de aproximadamente 120º. El examinado se sitúa de pie sobre

la plataforma, con el tronco vertical y con los brazos extendidos a lo largo del

cuerpo, las manos están en pronación agarrando el maneral (ver Figura 7). Tras la

señal, debía tratar de extender los miembros inferiores con la máxima fuerza

posible durante 3 segundos, sin mover el cuerpo sobre la plataforma ni flexionar

los brazos. Se permitió un intento de ensayo para familiarizarse con el

dinamómetro. El examinado realizó dos intentos, con un tiempo mínimo de

recuperación de un minuto, y se anotó el mejor intento con precisión de 0,5

kilogramos.

Figura 7. Medición de la fuerza extensora de los miembros inferiores.

Material y Métodos

128

3.3.3.5.3 MEDIDA DE LA FUERZA RESISTENCIA ABDOMINAL.

El objetivo es valorar la fuerza-resistencia de la musculatura abdominal. Se

emplea el siguiente material para la misma: una superficie plana, blanda y

antideslizante, cinta adhesiva de 8 cm de ancho con una textura fácilmente

reconocible al tacto, un metrónomo y una colchoneta. La cinta adhesiva se fija de

banda a banda lo ancho de la colchoneta, a una altura de 1/3 del largo de la misma

(ver Figura 8).

El examinado se acuesta a lo largo de la colchoneta, en posición supina, con las

rodillas en flexión de 90º, las plantas de los pies y la cabeza tocando la

colchoneta. Los miembros superiores estirados al costado del cuerpo, y las palmas

de las manos estarán en contacto con la colchoneta. La punta del dedo índice de

cada mano se hace coincidir con el costado de la cinta adhesiva más próximo a la

cabeza. Tras la orden, el examinado levanta la cabeza y casi simultáneamente la

parte superior de la espalda, encorvando el tronco y al mismo tiempo, deslizando

los dedos hasta sobrepasar la cinta adhesiva en cada flexión, retornando entonces

a la posición de inicio. Este movimiento se repite 25 veces por minuto, siguiendo

el ritmo indicado por el metrónomo (50 señales por minuto) que indican las

sucesivas posiciones, inicial y final, de cada ciclo de movimiento. La prueba

finaliza cuando el examinado no puede continuar, no realiza correctamente el

ejercicio o llega a completar 75 repeticiones (3 minutos). Se permitieron 2

intentos previos para conocer la prueba, su ritmo y la distancia de desplazamiento.

En caso de realizar el movimiento requerido de forma incorrecta, se debía corregir

al examinado un máximo de 2 oportunidades. En el caso de que persistiese la

incorrección, se detenía la prueba.

Material y Métodos

129

Figura 8. Medición de la fuerza-resistencia abdominal.

3.3.4 ANÁLISIS ESTADÍSTICO.

Para el análisis de los datos se ha empleado el paquete estadístico SPSS versión

12.0. Se confrontaron las medias obtenidas en ambas valoraciones (inicial y final)

mediante la aplicación de la t de Student Fisher para muestras relacionadas,

estableciéndose el valor de p menor o igual a 0,05. Se exceptúa la prueba de

resistencia abdominal, que fue analizada mediante la prueba no paramétrica de

Wilcoxon, puesto que el protocolo de realización de dicha prueba establece un

límite superior de 75 repeticiones.

3.3.5 PROTOCOLO DE INTERVENCIÓN.

Mediante el presente proyecto, se pretendía demostrar que la práctica habitual de

ejercicio físico en personas mayores les permite incrementar sus capacidades

físicas, e influye positivamente sobre su estado afectivo, con la repercusión que

esto conlleva en su nivel de calidad de vida.

Material y Métodos

130

El diseño del programa de actividad física se realizó tras proceder a la revisión de

diversos protocolos para la prescripción de ejercicio en personas mayores. Los

diferentes autores revisados (American College of Sports Medicine, 1998, 1991;

Ortega y Pujol, 1997; Heyward, 1996; Rodríguez, 1995; Ticó, 1995; Serra et al.,

1994; Ortega, 1992) establecen pautas generales que delimitan los criterios y tipos

de actividades a incluir en estos programas, entre los que señalamos:

• Duración mínima del programa entre 16 y 20 semanas.

• Frecuencia mínima de 3 sesiones semanales.

• Duración de cada sesión no inferior a los 15 minutos ni superior a los 60

minutos.

• Adecuada alternancia entre los días de trabajo y los de descanso.

• Adecuada sucesión de los tipos de actividades y su localización muscular.

• Actividades adaptadas a las circunstancias de cada sujeto.

Siguiendo estos criterios, la duración total del programa se estableció en 16

semanas de trabajo de 4 sesiones cada una (excluidas las dedicadas a tomas de

datos), siendo aplicado durante 19 semanas, dividiéndose en 2 mesociclos de 9

semanas el primero (Tabla 33) y 10 semanas el segundo (Tabla 34).

El programa fue impartido en todo momento por 3 monitores de forma

simultánea, con el fin de mantener una atención lo más individualizada posible,

para minimizar los riesgos y establecer un óptimo control en la ejecución de cada

tarea.

Cada mesociclo constaba de diferentes microciclos de trabajo, siendo la duración

de cada microciclo (M) de una semana, así pues se realizaron un total de 58

sesiones de trabajo, estructuradas de la siguiente forma:

1er Mesociclo: organizado en 4 fases de desarrollo.

Material y Métodos

131

Fase 1. – 2 microciclos destinados a realizar la evaluación inicial.

Fase 2. – 2 microciclos para la familiarización con el programa de todos los

participantes.

Fase 3. – 2 microciclos con el objetivo de consecución de la adherencia al

programa.

Fase 4. – 3 microciclos en los que se consolida y mantiene la adherencia a la

actividad.

2º Mesociclo: organizado en 2 fases de desarrollo.

Fase 5. – 9 microciclos en los que se llevaron a cabo el desarrollo específico del

programa.

Fase 6. – 1 microciclo en el que se realiza la evaluación final de los diferentes

items que aborda el programa de actividad física.

Se llevaron a cabo dos tomas de datos a lo largo del programa, una valoración

inicial con fecha 08/10/98, y una evaluación final a día 03/02/99.

3.3.5.1 PRIMER MESOCICLO.

La duración fue de 9 semanas (Tabla 33), e incluye una primera fase de 2 semanas

en las que se realiza la toma inicial de datos, referido al estado afectivo, calidad

de vida y condición física.

Material y Métodos

132

PERIODIZACIÓN Actividad Física en un Grupo de Ancianos. Octubre 98 – Febrero 99

MESOCICLO 1. Octubre - Noviembre FASE 1 FASE 2 FASE 3 FASE 4

2 Semanas 2 Semanas 2 Semanas 3 Semanas

M1

M2

M3

M4

M5

M6

M7

M8

M9

28-2/10

5-9/10 12-16/10 19-23/10 26-30/10 2-6/11 9-13/11 16-0/11 23-27/11

TOMA INICIAL

DE DATOS

FAMILIARIZACIÓN

CONSECUCIÓN DE

ADHERENCIA

CONSOLIDACIÓN Y

MANTENIMIENTO ADHERENCIA

• Evaluación inicial de los diferentes ítems

• Conseguir que cada participante se sienta seguro y confiado realizando la actividad.

• Crear lazos entre los miembros del grupo.

• Consolidar la dinámica del grupo.

• Potenciar aspectos lúdicos.

• Potenciar progresivamente la autonomía del grupo en la realización de las actividades.

• Posibilitar la retroalimentación de las mejoras conseguidas.

Tabla 33. Planificación del primer mesociclo del programa.

La segunda fase, de familiarización, con una duración de 2 semanas (7 sesiones),

pretendía conseguir que cada participante se sintiese seguro y confiado realizando

la actividad, que se creasen lazos entre los miembros del grupo, sobre todo los que

no se conocían anteriormente, y por último, integrar de forma lúdica, cordial y

motivante en el grupo a las personas más aisladas que apenas tenían relaciones

sociales.

Para ello, se realizaron actividades sencillas, utilitarias y sobre todo lúdicas, se

empleó la música como un refuerzo motivacional, siendo una música alegre de

ritmos muy marcados y que les resultase familiar. Se trabajó con situaciones de

reproducción de modelos, pues su disposición motriz todavía no les permitía el

nivel de autonomía suficiente para trabajar de forma más independiente.

En esta fase, ha sido muy abundante la información que se les ofreció sobre

pautas correctas de trabajo según la problemática de cada uno; es por ello que

siempre estaban presentes en cada sesión dos o tres profesores, ya que de otra

forma sería imposible abordar correctamente el trabajo con un grupo de estas

Material y Métodos

133

características; también fue en esta fase donde se hizo necesario realizar más

reajustes en el trabajo pues es donde, de verdad, se observaba si las tareas estaban

siendo idóneas o necesitaban adaptarse.

Durante la fase tercera de consecución de la adherencia, con una duración de 2

semanas (8 sesiones), se pretendió consolidar la dinámica del grupo, potenciar los

aspectos lúdicos, reforzar la motivación en la práctica de actividad física,

explicando en todo momento para que servían las tareas que realizabamos y que

beneficios nos producían, y conseguir mejoras a corto plazo que ellos percibiesen

y por tanto reforzasen la adherencia al programa que se les ofrecía.

Para ello, se trabajaban tareas con objetivos a corto plazo y de carácter utilitario,

al mismo tiempo que se buscaba ampliar las relaciones sociales, empleando

situaciones grupales variadas siempre que fuese posible.

Se favorecía en lo posible la autonomía de los participantes, que cada vez fueron

realizando un papel más activo tanto en el apartado de trabajo, llevando el control

del ritmo y número de repeticiones, así como en las adaptaciones que precisaban a

veces en muchas tareas, siendo también el grupo el encargado de elaborar

materiales para trabajar en las sesiones, como tobilleras de arena o mancuernas

con botellas rellenas de arena de distintos tamaños.

Durante la cuarta fase, de consolidación y mantenimiento de la adherencia, que

tuvo una duración de 3 semanas (12 sesiones), se pretendió potenciar

progresivamente la autonomía del grupo en la realización de las actividades

físicas, aumentar en todo lo posible la percepción de las mejoras conseguidas,

mejorando así el feed-back en la práctica de actividad física y conseguir el

acondicionamiento inicial necesario para afrontar el programa pendiente de forma

satisfactoria, con el mínimo de riesgos posibles.

Para ello, se fueron introduciendo actividades y tareas cada vez más complejas

aunque siempre dentro de sus posibilidades, además de facilitarles información

sobre aspectos básicos de salud (tipos de ropa y calzado, aspectos posturales,

Material y Métodos

134

prevención de accidentes domésticos) que con poco esfuerzo les reportarían

mejoras en su calidad de vida y que se asociaban con los ejercicios utilitarios

desarrollados en las sesiones.

3.3.5.2 SEGUNDO MESOCICLO.

La duración fue de 9 semanas (Tabla 34), e incluyó la quinta fase del programa, es

decir, la fase de desarrollo así como la toma final de datos.

PERIODIZACIÓN Actividad Física en un Grupo de Ancianos. Octubre 98 – Febrero 99

MESOCICLO 2. Diciembre - Febrero FASE 5 FASE 6

9 Semanas 1 Semana

M10

M11

M12

M13

M14

M15

M16

M17

M18

M19

30-4/12

7- 11/12

14-18/12

21-24/12

28-31/12

4-8/1 11-15/1

18-22/1

25-29/1

1-5/2

DESARROLLO

TOMA FINAL DE DATOS

• Establecer como hábito dentro de un estilo de vida saludable la realización de actividad física de forma periódica.

• Evaluación final de los diferentes ítems.

Tabla 34. Planificación del segundo mesociclo del programa.

En esta fase de desarrollo se pretendió establecer como hábito, dentro de un estilo

de vida saludable, la realización de actividad física de forma periódica, la

consecución de la plena autonomía del grupo en las actividades que se iban

proponiendo de forma sucesiva, conseguir una mejora en los estados de ánimo

adversos a través del ejercicio físico así como progresos importantes en la

condición física e incrementar sus niveles de calidad de vida, potenciando su

autonomía motriz y disminuyendo las repercusiones de problemas físicos y

enfermedades que venían padeciendo.

Para ello, se realizaron en esta fase situaciones más creativas, donde ellos podían

decidir a veces sobre aspectos como: tareas a realizar, material a emplear,

músicas, etc. El dominio que tenían en muchas tareas permitió potenciar los

Material y Métodos

135

aspectos creativos y lógicamente se incrementó el trabajo con respecto a las fases

anteriores, disminuyendo los tiempos pasivos y de las recuperaciones.

La sexta y última fase del programa correspondió a la toma final de datos, con una

duración de 1 semana, en la que se pretendió realizar una correcta evaluación final

de los diferentes aspectos objeto del estudio y que previamente habían sido

observados en la evaluación inicial.

Se emplearon los mismos instrumentos de medición ya utilizados en la evaluación

inicial y los evaluadores externos fueron de nuevo los mismos que anteriormente:

el médico de familia de los sujetos y un grupo de alumnos del INEF de GALICIA

especializados en la aplicación de la batería de condición física (ECFA-INEFG).

Posteriormente se aplicó a los datos obtenidos en las distintas variables, el

tratamiento estadístico descrito en el apartado 3.3.4.

3.3.5.3 ESTRUCTURA DE LOS MICROCICLOS.

Cada uno de los 16 microciclos de trabajo se estructuró en 4 sesiones de

entrenamiento, de forma que nunca se acumulaban las cargas de trabajo de forma

continuada 3 días seguidos, y que tampoco existiesen más de 3 días consecutivos

de ausencia de carga, excepto que no pudiese ser posible por causas ajenas al

desarrollo del programa. De esta forma, se esperaba obtener una progresión

adecuada minimizando los riesgos posibles.

Los dos primeros microciclos tuvieron, pues, un objetivo introductorio: de

presentación de este proyecto y de entablar relaciones entre todos los

participantes, pues bastantes no se conocían entre sí y el clima afectivo que se

crease de inicio podría afectar en gran parte a los resultados de esta investigación,

sobre todo en lo referente a adherencia en la práctica y en la calidad y cantidad de

Material y Métodos

136

apoyos que se generaron en el propio grupo, lo cual resultó vital para disminuir

los niveles de depresión, que constituía uno de nuestros objetivos.

Hay que destacar la utilización de refuerzos motivacionales de forma periódica,

como fueron las sesiones de vídeo y diapositivas donde ellos se veían trabajando.

Cada 15 días se realizaba una sesión de vídeo o proyección de las diapositivas, de

asistencia opcional y que no interfería en el normal desarrollo de las sesiones, al

desarrollarse en un horario diferente a éstas.

3.3.5.4 ESTRUCTURACIÓN DE LAS SESIONES.

Se diferenciaron 4 partes en cada sesión:

• Una primera parte introductoria con una intensidad baja y progresiva, que

incluía principalmente: ejercicios respiratorios, movilidad articular,

flexibilidad (sin rebotes) y activación. La duración aproximada estaba

entre 6 y 10 minutos. Se utilizaban apoyos musicales la mayoría de las

veces, y las tareas se planteaban tanto de forma individualizada como en

grupos diversos.

• Una segunda parte de tonificación y resistencia muscular en la que se

desarrollaban también tareas de movilidad articular, isometría,

auxotónicos con gomas, circuitos, coordinaciones diversas, empujes,

lanzamientos, lastres y ejercicios utilitarios. La duración varió desde los

10 minutos al principio hasta los 30 minutos en las clases más avanzadas,

en función de los objetivos previstos.

• Una tercera parte de mejora aeróbica, con ejercicios de desplazamientos de

todo tipo, individual y en grupo, bailes, juegos, siempre en la medida de

las posibilidades de cada sujeto; la duración osciló entre 10 y 25 minutos

Material y Métodos

137

en función de los objetivos de la clase y de los criterios de progresión

establecidos.

• Una cuarta parte, que era la parte final con ejercicios para asegurar la

vuelta a la calma, sin problemas de adaptación, incidiendo en contenidos

de equilibrio, respiración, estiramientos suaves, tareas estáticas y

ejercitación de la memoria. En general, se utilizaban todo tipo de tareas de

baja intensidad, con duración variable, dependiendo principalmente del

objetivo establecido en la clase y sobre todo del esfuerzo realizado en las

anteriores partes de la misma, teniendo una duración aproximada de unos

8 minutos.

Al disponer de una hora en las sesiones, se podían presentar las tareas de una

forma más lenta y, sobre todo, nos permitía dedicar más tiempo a las

informaciones de forma individualizada, introducir más pausas si eran necesarias,

sin que el tiempo activo de trabajo se resintiese por todo ello. Se comenzó con 30

minutos en la primera sesión, y se incrementó progresivamente hasta llegar a 1

hora de actividad en la tercera semana.

3.3.5.5 PAUTAS DE PROGRESIÓN.

En las primeras semanas se dedicaba más tiempo a las partes inicial y final de

cada sesión. Se establecían más pausas, pues era necesario aportar más

información, de forma individual en ocasiones, por lo que el tiempo activo de

trabajo era inferior.

Conforme se avanzaba en la realización del programa, se dedicaba más tiempo a

las dos partes centrales de la sesión y menos a la inicial y final. A partir de ese

momento se requería de menos pausas o se disminuía su duración, con lo que se

conseguía un incremento del tiempo de trabajo activo.

Material y Métodos

138

En los dos primeros microciclos se utilizaron muchas situaciones de trabajo en

grupo enfatizando su aspecto más lúdico; ante todo, los sujetos debían tener la

sensación de disfrutar con el programa de actividad física, pues, en caso contrario,

nada de lo que se pretendía demostrar sería posible.

Para el control de la intensidad de las actividades, se aplicó el criterio de que

durante la realización de las mismas todos pudiesen seguir conversando (Ortega,

1992), es decir, que cada sujeto realizase la actividad con un nivel de esfuerzo que

le permitiese mantener la capacidad para hablar percibiendo un nivel de

intensidad confortable.

Durante el desarrollo de las sesiones prácticas se llevaron a cabo medidas para

fomentar la adherencia al programa (proyección quincenal de diapositivas y

vídeos tomadas de las sesiones) obteniendo así un reducido número de faltas (ver

Tabla 36 en Resultados).

Se propuso un protocolo de trabajo (Tabla 35) en el cual se abordaban los

aspectos fundamentales, teniendo presente siempre que, no se debe de establecer

un protocolo totalmente cerrado cuando se trabaja con sujetos de estas edades,

pues es aquí donde se da una mayor diferencia entre la edad biológica y

cronológica, a la vez que deben ser considerados los cambios propios asociados al

envejecimiento de forma individualizada para el diseño de las sesiones.

Material y Métodos

139

Duración: 30 minutos mínimo - 1 hora máximo

Frecuencia: 4 sesiones semanales (Lunes-Martes-Jueves-Viernes)

Intensidad: Moderada (que puedan hablar durante la ejecución)

Supervisión: 3 profesores en cada sesión (24 sujetos por turno)

Partes de la Sesión y Contenidos

1- Calentamiento (6-10 minutos)

2- Tonificación (10-30 minutos)

3- Actividades dinámicas y

cardiovasculares (10-25 minutos)

4- Vuelta a la calma (8 minutos)

Activación Flexibilidad Movilidad Articular Ejercicios respiratorios

Circuitos Ejercicios utilitarios Empujes Lanzamientos Lastres Movilidad Articular Isometría - Auxotonía

Bailes Combinación de tareas Desplazamientos Juegos

Ejercicios de memoria Equilibrio Estiramientos Respiración

Conductas a orientar

• Alternancia de trabajos dentro de la sesión y entre sesiones. • Adaptar los ejercicios a las posibilidades de cada sujeto. • Observar si se produce disnea o dificultad para hablar durante la práctica y reorientar. • Incidir en aspectos lúdicos. • Emplear abundancia de refuerzos positivos. • Favorecer interacción del grupo. • FACILITAR ESTRATEGIAS PARA SOLUCIONAR TAREAS PROPUESTAS.

Tabla 35. Características del protocolo de actuación.

3.3.5.6 SEGUIMIENTO MÉDICO

Con el fin de estar correctamente informados, cada uno o dos días se establecía un

contacto con su médico de familia, a fin de reorientar convenientemente los

programas de trabajo en algunos casos, y sobre todo, ajustar el trabajo en todo

momento a sus niveles de salud, teniendo siempre presentes sus patologías.

De esta manera, se controlaban y reajustaban por parte del médico, las pautas de

medicación que fuesen necesarias para cada sujeto, considerando su nueva

Material y Métodos

140

situación como practicante habitual de actividad física, con especial atención a los

individuos con diabetes insulinodependientes.

Resultados

141

4. RESULTADOS

Resultados

142

Resultados

143

4. RESULTADOS.

4.1 ASISTENCIA AL PROGRAMA.

En cuanto a la asistencia al programa, ésta ha sido muy elevada, puesto que de las

58 sesiones totales de que ha constado el programa, (excluidas las sesiones

dedicadas a las valoraciones inicial y final), las mujeres sólo han faltado por

diversos motivos una media de 6,33 sesiones, lo que representa el 10,91% de las

sesiones totales, es decir, asistieron como media el 89,09%, mientras que en el

caso de los hombres, asistieron como media el 87,02% del total de las sesiones,

por lo que las faltas en los hombres fueron el 12,98%, lo que representó en la

práctica 7,53 sesiones; la mayoría de las faltas fueron motivadas bien por

enfermedad o bien por asistir a consultas médicas (Tabla 36).

Media %

Mujeres 6,33 10,91

Hombres 7,53 12,98

Totales 6,73 11,60

Tabla 36. Faltas de asistencia al programa.

Figura 9. Faltas de asistencia al programa.

6,337,53

6,73

10,91

12,9811,6

0

2

4

6

8

10

12

14

Mujeres Hombres Totales

Falta

s

Media %

Resultados

144

4.2 VALORACIÓN DEL ESTADO AFECTIVO.

4.2.1 ESCALA DE DEPRESIÓN GERIÁTRICA DE YESAVAGE.

En cuanto a la valoración del estado afectivo al inicio del estudio, la muestra

presenta una media inicial de 10,17 puntos en la Escala de Depresión Geriátrica

de Yesavage, siendo la media final alcanzada de 7,33 puntos; así pues, se constata

una disminución de un 27,92%.

Es significativo el hecho de que el grupo de las mujeres sea el que alcanza una

puntuación inicial más alta con una media de 11,20 al inicio del programa y 7,77

al final, es decir, una disminución del 30,62%, siendo el grupo en el que se

aprecia una modificación mayor en el aspecto afectivo de forma positiva. Los

hombres inician el programa con una puntuación media de 8,13 puntos y lo

finalizan con 6,47 puntos, lo cual representa una variación porcentual del 20,42%

(Tabla 37).

Media Mujeres Media Hombres

Toma Inicial 11,20 8,13

Toma Final 7,77 6,47

Variación -3,43 -1,66

% Variación -30,62 -20,42

p 0,000 0,085 (ns) Tabla 37. Resultados de la Escala de Depresión Geriátrica deYesavage.

Resultados

145

11,2

8,137,776,47

0

2

4

6

8

10

12

Media Mujeres Media Hombres

Punt

uaci

ón M

edia

Toma InicialToma Final

Figura 10. Resultados de la Escala de Depresión Geriátrica deYesavage.

En la Escala de Yesavage, siguiendo los criterios de interpretación anteriormente

descritos, constatamos que en la valoración inicial (Tabla 38):

El grupo de los sujetos que padecen depresión severa (puntuaciones entre

15-30) está integrado por 12 sujetos, cuya puntuación media es de 18,83,

de los cuales 10 son mujeres, con una puntuación media de 18, y 2 son

hombres, con una puntuación media de 23.

El grupo de los moderadamente deprimidos (puntuaciones entre 11-14),

está integrado por 9 sujetos que alcanzan una puntuación media de 12,78,

de los cuales 7 son mujeres con una puntuación media de 12,71, y 2 son

hombres con una puntuación media de 13.

El grupo que obtiene una puntuación considerada como normal

(puntuación entre 0-10), está formado por 24 sujetos con una puntuación

media de 4,87; de ellos, 13 son mujeres y 11 son hombres y las

puntuaciones medias alcanzadas fueron de 5,15 y 4,55 respectivamente.

En la valoración final (Tabla 38) realizada al término del programa de actividad

física, se obtuvieron los siguientes resultados:

Resultados

146

Los grupos de sujetos severamente deprimidos pasa a estar integrado por 5

personas que obtienen una puntuación media de 18,4, de los cuales 2 son

mujeres, con una puntuación media de 20, y 3 son hombres que alcanzan

una media de 17,33.

A su vez, el grupo de los moderadamente deprimidos está formado por 7

sujetos que obtienen una puntuación media de 11,86, de los cuales 6 son

mujeres y 1 es un hombre, en los que las puntuaciones medias alcanzadas

son de 11,83 y 12, respectivamente.

El grupo de los sujetos que obtienen resultados que se interpretan como

normales en esta prueba es de 33, y la media alcanzada de 4,7, de los

cuales 22 son mujeres y 11 son hombres con unas puntuaciones medias de

5,55 y 3, respectivamente.

ANÁLISIS ESTADISTICO DESCRIPTIVO. ESCALA DE YESAVAGE

VALORACIÓN INICIAL VALORACIÓN FINAL

TOTAL MUJERES HOMBRES TOTAL MUJERES HOMBRES

SEVERAMENTE DEPRIMIDOS

(15-30)

12

26,67%

10

33,33%

2

13,33%

5

11,11%

2

6,67%

3

20%

MODERADAMENTE DEPRIMIDOS

(11-14)

9

20%

7

23,33%

2

13,33%

7

15,56%

6

20%

1

6,67%

NORMAL (0-10)

24

53,33%

13

43,33%

11

73,33%

33

73,33%

22

73,33%

11

73,33%

Tabla 38. Análisis estadístico descriptivo de la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage: valoración inicial y final.

Resultados

147

Tomando como punto de referencia los valores mayores de 14 en la Escala de

Yesavage, al principio son 12 los casos con igual o mayor puntuación, mientras

que, tras finalizar el programa, son 5 casos los que alcanzan o superan la

puntuación mencionada, es decir, disminuyen en un 41,67%. Si se establece el

valor 11 como punto de corte, vemos que al principio existen 21 casos con una

puntuación igual o superior, siendo al final del programa solamente 12 casos, lo

cual representa una disminución porcentual del 42,85%.

Resultados

148

4.2.1.1 RESULTADOS POR ÍTEM EN LA ESCALA DE YESAVAGE.

Ítem número 1: “¿está básicamente satisfecho con su vida?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 16,67% (n = 5) y en los

hombres un 6,67% (n = 1) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 10% (n = 3) negativa para las mujeres y de un 0% (n = 0) para los

hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 1 - MUJERES

16,67%10,00%

83,30%90,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos DespuésPositivos

Figura 11. Resultado de las mujeres al ítem número 1 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 1 - HOMBRES

6,67%0,00%

93,33%100,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 12. Resultado de los hombres al ítem número 1 de la Escala de Yesavage.

Resultados

149

Ítem número 2: “¿Ha renunciado a muchas de sus actividades e intereses?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en

los hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) negativa para las mujeres y de un 6,67%

(n = 1) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 2 - MUJERES

33,33% 36,67%

66,67% 63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 13. Resultado de las mujeres al ítem número 2 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 2 - HOMBRES

33,33%

6,67%

66,67%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 14. Resultado de los hombres al ítem número 2 de la Escala de Yesavage.

Resultados

150

Ítem número 3: “¿Siente que su vida está vacía?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 46,67% (n = 14) y en

los hombres un 20% (n = 3) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n = 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 3 - MUJERES

46,67%36,67%

53,33%63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 15. Resultado de las mujeres al ítem número 3 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 3 - HOMBRES

20,00%13,33%

80,00%86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 16. Resultado de los hombres al ítem número 3 de la Escala de Yesavage.

Resultados

151

Ítem número 4: “¿Se encuentra a menudo aburrido?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 56,67% (n = 17) y en

los hombres un 26,67% (n =4) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 23,33% (n = 7) negativa para las mujeres y de un 20% (n

= 3) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 4 - MUJERES

56,67%

23,33%

43,33%

76,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 17. Resultado de las mujeres al ítem número 4 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 4 - HOMBRES

26,67%20,00%

73,33%80,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 18. Resultado de los hombres al ítem número 4 de la Escala de Yesavage.

Resultados

152

Ítem número 5: “¿Tiene esperanza en el futuro?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 50% (n = 15) y en los

hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 26,67% (n=8) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n= 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 5 - MUJERES

50,00%

26,67%

50,00%

73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 19. Resultado de las mujeres al ítem número 5 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 5 - HOMBRES

33,33%

13,33%

66,67%

86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 20. Resultado de los hombres al ítem número 5 de la Escala de Yesavage.

Resultados

153

Ítem número 6: “¿Tiene molestias (malestar, mareo) por pensamientos que no pueda sacarse de la cabeza?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 50% (n= 15) y en los

hombres un 40% (n = 6) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 13,33% (n = 4) negativa para las mujeres y de un 26,67% (n = 4) para

los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 6 - MUJERES

50,00%

13,33%

50,00%

86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 21. Resultado de las mujeres al ítem número 6 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 6 - HOMBRES

40,00%

26,67%

60,00%

73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 22. Resultado de los hombres al ítem número 6 de la Escala de Yesavage.

Resultados

154

Ítem número 7: “¿Tiene a menudo buen ánimo?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 26,67% (n = 8) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 6,67% (n = 2) negativa para las mujeres y de un 26,67%

(n = 4) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 7 - MUJERES

26,67%

6,67%

73,33%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 23. Resultado de las mujeres al ítem número 7 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 7 - HOMBRES

13,33%

26,67%

86,67%

73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 24. Resultado de los hombres al ítem número 7 de la Escala de Yesavage.

Resultados

155

Ítem número 8: “¿Tiene miedo de que algo malo le esté pasando?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en

los hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 10% (n = 3) negativa para las mujeres y de un 20 % (n =

3) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 8 - MUJERES

33,33%

10,00%

66,67%

90,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 25. Resultado de las mujeres al ítem número 8 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 8 - HOMBRES

13,33%20,00%

86,67%80,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 26. Resultado de los hombres al ítem número 8 de la Escala de Yesavage.

Resultados

156

Ítem número 9: “¿Se siente feliz muchas veces?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 26,67% (n = 8) y en los

hombres un 20% (n = 3) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 6,67% (n = 2) negativa para las mujeres y de un 6,67% (n = 1) para los

hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 9 - MUJERES

26,67%

6,67%

73,33%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 27. Resultado de las mujeres al ítem número 9 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 9 - HOMBRES

20,00%

6,67%

80,00%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 28. Resultado de los hombres al ítem número 9 de la Escala de Yesavage.

Resultados

157

Ítem número 10: “¿Se siente a menudo abandonado?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 13,33% (n = 4) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 10% (n = 3) negativa para las mujeres y de un 0% (n = 0)

para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 10 - MUJERES

13,33% 10,00%

86,67% 90,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 29. Resultado de las mujeres al ítem número 10 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 10 - HOMBRES

13,33%

0,00%

86,67%

100,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 30.Resultado de los hombres al ítem número 10 de la Escala de Yesavage.

Resultados

158

Ítem número 11: “¿Está a menudo intranquilo e inquieto?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 53,33% (n = 16) y en

los hombres un 20% (n = 3) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) negativa para las mujeres y de un 33,33%

(n = 5) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 11 - MUJERES

53,33%

36,67%46,67%

63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 31. Resultado de las mujeres al ítem número 11 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 11 - HOMBRES

20,00%

33,33%

80,00%

66,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 32.Resultado de los hombres al ítem número 11 de la Escala de Yesavage.

Resultados

159

Ítem número 12: “¿Prefiere quedarse en casa que acaso salir y hacer cosas nuevas?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 43,33% (n = 13) y en

los hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 43,33% (n = 13) negativa para las mujeres y de un 46,67%

(n = 7) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 12 - MUJERES

43,33% 43,33%

56,67% 56,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 33. Resultado de las mujeres al ítem número 12 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 12 - HOMBRES

33,33%

46,67%

66,67%

53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 34.Resultado de los hombres al ítem número 12 de la Escala de Yesavage.

Resultados

160

Ítem número 13: “¿Frecuentemente está preocupado por el futuro?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 46,67% (n = 14) y en

los hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 23,33% (n = 7) negativa para las mujeres y de un 26,67%

(n = 4) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 13 - MUJERES

46,67%

23,33%

53,33%

76,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 35. Resultado de las mujeres al ítem número 13 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 13 - HOMBRES

33,33%26,67%

66,67%73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 36.Resultado de los hombres al ítem número 13 de la Escala de Yesavage.

Resultados

161

Ítem número 14: “¿Encuentra que tiene más problemas de memoria que la mayoría de la gente?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en

los hombres un 26,67% (n = 4) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 26,67% (n = 8) negativa para las mujeres y de un 6,67%

(n = 1) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 14 - MUJERES

33,33%26,67%

66,67%73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 37. Resultado de las mujeres al ítem número 14 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 14 - HOMBRES

26,67%

6,67%

73,33%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 38.Resultado de los hombres al ítem número 14 de la Escala de Yesavage.

Resultados

162

Ítem número 15: “¿Piensa que es maravilloso vivir?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 16,67% (n = 5) y en los

hombres un 6,67% (n = 1) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 6,67% (n = 2) negativa para las mujeres y de un 0% (n = 0) para los

hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 15 - MUJERES

16,67%6,67%

83,33%93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 39. Resultado de las mujeres al ítem número 15 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 15 - HOMBRES

6,67%0,00%

93,33%100,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 40.Resultado de los hombres al ítem número 15 de la Escala de Yesavage.

Resultados

163

Ítem número 16: “¿Se siente a menudo desanimado y melancólico?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 50% (n = 15) y en los

hombres un 26,67% (n = 4) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 26,67% (n = 8) negativa para las mujeres y de un 26,67%

(n = 4) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 16 - MUJERES

50,00%

26,67%

50,00%

73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 41. Resultado de las mujeres al ítem número 16 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 16 - HOMBRES

26,67% 26,67%

73,33% 73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 42.Resultado de los hombres al ítem número 16 de la Escala de Yesavage.

Resultados

164

Ítem número 17: “¿Se siente bastante inútil en el medio en el que está?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 6,67% (n = 2) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 6,67% (n = 2) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n = 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 17 - MUJERES

6,67% 6,67%

93,33% 93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 43. Resultado de las mujeres al ítem número 17 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 17 - HOMBRES

13,33% 13,33%

86,67% 86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 44.Resultado de los hombres al ítem número 17 de la Escala de Yesavage.

Resultados

165

Ítem número 18: “¿Está muy preocupado por el pasado?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 16,67% (n = 5) y en los

hombres un 20% (n = 3) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 13,33% (n = 4) negativa para las mujeres y de un 6,67% (n = 1) para

los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 18 - MUJERES

16,67% 13,33%

83,33% 86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 45. Resultado de las mujeres al ítem número 18 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 18 - HOMBRES

20,00%

6,67%

80,00%

93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 46.Resultado de los hombres al ítem número 18 de la Escala de Yesavage.

Resultados

166

Ítem número 19: “¿Encuentra la vida muy estimulante?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 36,67% (n = 11) y en

los hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 40% (n = 12) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n = 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 19 - MUJERES

36,67% 40,00%

63,33% 60,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 47. Resultado de las mujeres al ítem número 19 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 19 - HOMBRES

13,33% 13,33%

86,67% 86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 48.Resultado de los hombres al ítem número 19 de la Escala de Yesavage.

Resultados

167

Ítem número 20: “¿Es difícil para usted poner en marcha nuevos proyectos?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 66,67% (n = 20) y en

los hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 46,67% (n =14) negativa para las mujeres y de un 40%

(n = 6) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 20 - MUJERES

66,67%

46,67%

33,33%

53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 49. Resultado de las mujeres al ítem número 20 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 20 - HOMBRES

46,67%40,00%

53,33%60,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 50.Resultado de los hombres al ítem número 20 de la Escala de Yesavage.

Resultados

168

Ítem número 21: “¿Se siente lleno de energía?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 13,33% (n = 4) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 13,33 (n = 4) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n = 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 21 - MUJERES

13,33% 13,33%

86,67% 86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 51. Resultado de las mujeres al ítem número 21 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 21 - HOMBRES

13,33% 13,33%

86,67% 86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 52.Resultado de los hombres al ítem número 21 de la Escala de Yesavage.

Resultados

169

Ítem número 22: “¿Siente que su situación es desesperada?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 16,67% (n = 5) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 3,33% (n = 1) negativa para las mujeres y de un 6,67%

(n = 1) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 22 - MUJERES

16,67%

3,33%

83,33%

96,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 53. Resultado de las mujeres al ítem número 22 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 22 - HOMBRES

13,33%6,67%

86,67%93,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 54.Resultado de los hombres al ítem número 22 de la Escala de Yesavage.

Resultados

170

Ítem número 23: “¿Cree que mucha gente está mejor que usted?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 60% (n = 18) y en los

hombres un 53,33% (n = 8) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 46,67% (n = 14) negativa para las mujeres y de un 53,33%

(n = 8) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 23 - MUJERES

60,00%

46,67%40,00%

53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 55. Resultado de las mujeres al ítem número 23 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 23 - HOMBRES

53,33% 53,33%46,67% 46,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 56.Resultado de los hombres al ítem número 23 de la Escala de Yesavage.

Resultados

171

Ítem número 24: “¿Frecuentemente está preocupado por pequeñas cosas?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 53,33% (n = 16) y en

los hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 43,33% (n = 13) negativa para las mujeres y de un 40%

(n = 6) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 24 - MUJERES

53,33%43,33% 46,67%

56,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 57. Resultado de las mujeres al ítem número 24 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 24 - HOMBRES

46,67%40,00%

53,33%60,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 58.Resultado de los hombres al ítem número 24 de la Escala de Yesavage.

Resultados

172

Ítem número 25: “¿Frecuentemente siente ganas de llorar?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 60% (n = 18) y en los

hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 56,67% (n = 17) negativa para las mujeres y de un 13,33%

(n = 2) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 25 - MUJERES

60,00% 56,67%

40,00% 43,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 59. Resultado de las mujeres al ítem número 25 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 25 - HOMBRES

33,33%

13,33%

66,67%

86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 60.Resultado de los hombres al ítem número 25 de la Escala de Yesavage.

Resultados

173

Ítem número 26: “¿Tiene problemas para concentrarse?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 23,33% (n = 7) y en los

hombres un 13,33% (n = 2) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 13,33% (n = 4) negativa para las mujeres y de un 20%

(n = 3) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 26 - MUJERES

23,33%13,33%

76,67%86,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 61. Resultado de las mujeres al ítem número 26 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 26 - HOMBRES

13,33%20,00%

86,67%80,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 62.Resultado de los hombres al ítem número 26 de la Escala de Yesavage.

Resultados

174

Ítem número 27: “¿Se siente mejor por las mañanas al levantarse?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 60% (n = 18) y en los

hombres un 66,67% (n = 10) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 60% (n = 18) negativa para las mujeres y de un 60%

(n = 9) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 27 - MUJERES

60,00% 60,00%

40,00% 40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 63. Resultado de las mujeres al ítem número 27 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 27 - HOMBRES

66,67%60,00%

33,33%40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 64.Resultado de los hombres al ítem número 27 de la Escala de Yesavage.

Resultados

175

Ítem número 28: “¿Prefiere evitar reuniones sociales?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en

los hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 10% (n = 3) negativa para las mujeres y de un 26,67%

(n = 4) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 28 - MUJERES

33,33%

10,00%

66,67%

90,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 65. Resultado de las mujeres al ítem número 28 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 28 - HOMBRES

33,33%26,67%

66,67%73,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 66.Resultado de los hombres al ítem número 28 de la Escala de Yesavage.

Resultados

176

Ítem número 29: “¿Es fácil para usted tomar decisiones?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 36,67% (n = 11) y en

los hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 43,33% (n = 13) negativa para las mujeres y de un 20%

(n = 3) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 29 - MUJERES

36,67%43,33%

56,67%63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos Figura 67. Resultado de las mujeres al ítem número 29 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 29 - HOMBRES

46,67%

20,00%

53,33%

80,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 68.Resultado de los hombres al ítem número 29 de la Escala de Yesavage.

Resultados

177

Ítem número 30: “¿Su mente está tan clara como lo acostumbraba a estar?”. La respuesta negativa en el caso de las mujeres fue, de un 40% (n = 12) y en los

hombres un 33,33% (n = 5) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) negativa para las mujeres y de un 20%

(n = 3) para los hombres.

Escala Yesavage Pregunta Nº 30 - MUJERES

40,00% 36,67%

60,00% 63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos Después Negativos Antes Positivos Después Positivos

Figura 69. Resultado de las mujeres al ítem número 30 de la Escala de Yesavage.

Escala Yesavage Pregunta Nº 30 - HOMBRES

33,33%

20,00%

66,67%

80,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

Antes Negativos DespuésNegativos

Antes Positivos Después Positivos

Figura 70.Resultado de los hombres al ítem número 30 de la Escala de Yesavage.

Resultados

178

4.2.2 ESCALA DE FILADELFIA.

Tomando los datos de la Escala de Filadelfia, en la valoración inicial, la muestra

en el grupo de mujeres obtiene una media inicial de 7,57 puntos, siendo la media

final de 8,57 puntos, un 13,21% mayor. El grupo de los hombres, inicia el

programa con 10,27 puntos de media, y lo concluye con 10,40 puntos, un 1,27%

mayor (Tabla 39).

Media Mujeres Media Hombres

Toma Inicial 7,57 10,27

Toma Final 8,57 10,40

Variación +1 +0,13

% Variación +13,21 +1,27

p 0,040 0,872 (ns) Tabla 39. Resultados de la Escala de Filadelfia.

7,578,57

10,27 10,4

0

2

4

6

8

10

12

Mujeres Hombres

Punt

uaci

ón M

edia

Media InicialMedia Final

Figura 71. Resultados de la Escala de Filadelfia.

En la Escala de Filadelfia, tambien apreciamos que si bien se produce una mejora

tanto en el grupo de las mujeres que pasan de una puntuación inicial de 7,57 a

8,57 al final (+13,21%), como en el de los hombres que pasan de 10,27 al inicio a

10,40 al final (+1,27); esta mejora tan solo resulta significativa en el caso de las

Resultados

179

mujeres (p = 0,040), pues en el caso de los hombres, (p= 0,872) no tiene

significación.

Constatamos que de las 30 mujeres, en 8 de los casos no varían las puntuaciones

de partida, en 8 casos empeoran y en 14 mejoran; en el caso de los hombres, de

los 15 sujetos, en 2 casos obtienen iguales puntuaciones, 7 empeoran y 6 mejoran.

En relación con los factores o dimensiones de la escala (Tabla 40) vemos que:

En el factor agitación, sobre una puntuación máxima de 6 puntos, las mujeres

obtenían 2,57 puntos al principio y pasaban a 2,87 al final, lo cual representa un

aumento del 11,67%, mientras que los hombres iniciaban el estudio con 3,53

puntos y lograban 3,47 al final, es decir una disminución del 1,7%.

En el factor actitud hacia el propio envejecimiento, sobre una puntuación

máxima de 5 puntos, las mujeres alcanzaban al inicio una puntuación de 2,23

puntos, logrando al final 2,77 puntos, lo que representa un aumento del 24,22%;

en los sujetos varones se comienza el estudio con una puntuación de 3,33 siendo

esta misma puntuación la que se alcanza al final.

En el factor insatisfacción con la soledad, sobre una puntuación máxima de 5

puntos, las mujeres al comienzo del estudio parten con una puntuación de 2,77

alcanzando al final 2,93 puntos, lo cual representa un incremento del 5,78%; al

mismo tiempo los sujetos varones comienzan con 3,4 puntos y alcanzan al final

3,6 puntos, lo que representa un aumento en la puntuación del 5,88%.

Resultados

180

ANÁLISIS MULTIDIMENSIONAL DE LA ESCALA DE FILADELFIA

AGITACIÓN

ACTITUD HACIA EL

PROPIO

ENVEJECIMEINTO

INSATISFACCIÓN CON

LA SOLEDAD

INICIA

L FINAL INICIAL FINAL INICIAL FINAL

MUJERES 2,57 2,87

(+11,67%) 2,23

2,77

(+24,22%) 2,77

2,93

(+5,78%)

HOMBRES 3,53 3,47

(-1,7%) 3,33

3,33

(0%) 3,4

3,6

(+5,88%)

Tabla 40. Análisis multidimensional de la Escala de Filadelfia.

Resultados

181

4.2.2.1 RESULTADOS POR ÍTEM DE LA ESCALA DE FILADELFIA.

Ítem número 1: “¿A medida que se va haciendo mayor se ponen las cosas peor para usted?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 36,67% (n = 11) y en los

hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 46,67% (n =14) positiva para las mujeres y de un 53,33%

(n = 8) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 1 - MUJERES

36,67%46,67%

63,33%53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 72. Resultado de las mujeres al ítem número 1 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 1 - HOMBRES

46,67% 53,33% 53,33% 46,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 73. Resultado de los hombres al ítem número 1 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

182

Ítem número 2: “¿Tiene usted tanta energía como el año pasado?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en los

hombres un 60% (n = 9) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 70% (n = 21) positiva para las mujeres y de un 60% (n = 9) para los

hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 2 - MUJERES

33,33%

70,00% 66,67%

30,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 74. Resultado de las mujeres al ítem número 2 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 2 - HOMBRES

60,00%40,00% 40,00%

60,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 75. Resultado de los hombres al ítem número 2 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

183

Ítem número 3: “¿Se siente usted solo?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 60% (n = 18) y en los

hombres un 73,33% (n = 11) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 70% (n = 21) positiva para las mujeres y de un 100%

(n = 15) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 3 - MUJERES

60,00%70,00%

40,00%30,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 76. Resultado de las mujeres al ítem número 3 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 3 - HOMBRES

73,33%

100,00%

26,67%

0,00%0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 77. Resultado de los hombres al ítem número 3 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

184

Ítem número 4: “¿Le molestan ahora más las cosas pequeñas que antes?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 50% (n = 15) y en los

hombres un 66,67% (n = 10) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 60% (n = 18) positiva para las mujeres y de un 60%

(n = 9) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 4 - MUJERES

50,00%60,00%

50,00%40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 78. Resultado de las mujeres al ítem número 4 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 4 - HOMBRES

66,67% 60,00%

33,33% 40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 79. Resultado de los hombres al ítem número 4 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

185

Ítem número 5: “¿Siente que conforme se va haciendo mayor es menos útil?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 56,67% (n = 17) y en los

hombres un 60% (n = 9) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 50% (n = 15) positiva para las mujeres y de un 60% (n = 9) para los

hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 5 - MUJERES

56,67% 50,00% 43,33% 50,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 80. Resultado de las mujeres al ítem número 5 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 5 - HOMBRES

60,00% 60,00%

40,00% 40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 81. Resultado de los hombres al ítem número 5 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

186

Ítem número 6: “¿A veces está tan preocupado que no puede dormir?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 40% (n =12) y en los

hombres un 53,33% (n = 8) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 53,33% (n = 16) positiva para las mujeres y de un

66,67% (n = 10) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 6 - MUJERES

40,00%53,33% 60,00%

46,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 82. Resultado de las mujeres al ítem número 6 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 6 - HOMBRES

53,33%66,67%

46,67%33,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 83. Resultado de los hombres al ítem número 6 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

187

Ítem número 7: “¿Según se va haciendo mayor, las cosas son mejor, peor, igual que lo que usted pensó que serían?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 70% (n = 21) y en los

hombres un 60% (n = 9) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 73,33% (n = 22) positiva para las mujeres y de un 66,67% (n = 10)

para los hombres, en este ítem con tres respuestas posibles se toma como

valoración negativa cuando la opción escogida de respuesta es la de peor.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 7 - MUJERES

70,00% 73,33%

30,00% 26,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 84. Resultado de las mujeres al ítem número 7 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 7 - HOMBRES

60,00% 66,67%

40,00% 33,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 85. Resultado de los hombres al ítem número 7 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

188

Ítem número 8: “¿A veces siente que la vida no merece la pena ser vivida?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 60% (n = 18) y en los

hombres un 86,67% (n = 13) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 63,33% (n = 19) positiva para las mujeres y de un 93,33%

(n = 14) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 8 - MUJERES

60,00% 63,33%

40,00% 36,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 86. Resultado de las mujeres al ítem número 8 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 8 - HOMBRES

86,67% 93,33%

13,33% 6,67%0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 87. Resultado de los hombres al ítem número 8 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

189

Ítem número 9: “¿Ahora es usted tan feliz como cuando era más joven?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 40% (n = 12) y en los

hombres un 73,33% (n = 11) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 30% (n = 9) positiva para las mujeres y de un 66,67%

(n = 10) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 9 - MUJERES

40,00%30,00%

60,00%70,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 88. Resultado de las mujeres al ítem número 9 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 9 - HOMBRES

73,33% 66,67%

26,67% 33,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 89. Resultado de los hombres al ítem número 9 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

190

Ítem número 10: “¿Tiene muchas razones por las que estar triste?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 36,67% (n = 11) y en los

hombres un 80% (n = 12) antes de comenzar el programa, siendo a la finalización

de éste del 46,67% (n = 14) positiva para las mujeres y de un 66,67% (n = 10)

para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 10 - MUJERES

36,67%46,67%

63,33%53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 90. Resultado de las mujeres al ítem número 10 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 10 - HOMBRES

80,00%66,67%

20,00%33,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 91.Resultado de los hombres al ítem número 10 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

191

Ítem número 11: “¿Tiene miedo de muchas cosas?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 53,33% (n = 16) y en los

hombres un 73,33% (n = 11) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) positiva para las mujeres y de un 60%

(n = 9) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 11 - MUJERES

53,33%36,67%

46,67%63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 92. Resultado de las mujeres al ítem número 11 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 11 - HOMBRES

73,33%60,00%

26,67%40,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 93.Resultado de los hombres al ítem número 11 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

192

Ítem número 12: “¿Se siente más irascible que antes?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 33,33% (n = 10) y en los

hombres un 53,33% (n = 8) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 53,33% (n = 16) positiva para las mujeres y de un 66,67%

(n = 10) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 12 - MUJERES

33,33%

53,33%66,67%

46,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 94. Resultado de las mujeres al ítem número 12 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 12 - HOMBRES

53,33%66,67%

46,67%33,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 95.Resultado de los hombres al ítem número 12 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

193

Ítem número 13: “¿La mayor parte del tiempo la vida es dura y difícil?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 40% (n = 12) y en los

hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 33,33% (n = 10) positiva para las mujeres y de un 33,33%

(n = 5) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 13 - MUJERES

40,00% 33,33%

60,00% 66,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 96. Resultado de las mujeres al ítem número 13 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 13 - HOMBRES

46,67%33,33%

53,33%66,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 97.Resultado de los hombres al ítem número 13 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

194

Ítem número 14: “¿Cómo está de satisfecho con su vida ahora?”Satisfecho, no satisfecho. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 66,67% (n = 20) y en los

hombres un 86,67% (n = 13) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 86,67% (n = 26) positiva para las mujeres y de un 93,33%

(n = 14) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 14 - MUJERES

66,67%86,67%

33,33%13,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 98. Resultado de las mujeres al ítem número 14 de la Escala de Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 14 - HOMBRES

86,67% 93,33%

13,33% 6,67%0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 99.Resultado de los hombres al ítem número 14 de la Escala de Filadelfia.

Resultados

195

Ítem número 15: “¿Se toma las cosas a pecho?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 50% (n = 15) y en los

hombres un 53,33% (n = 8) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 46,67% (n = 14) positiva para las mujeres y de un 40%

(n = 6) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 15 - MUJERES

50,00% 46,67% 50,00% 53,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 100. Resultado de las mujeres al ítem número 15 de la Escala de

Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 15 - HOMBRES

53,33%40,00% 46,67%

60,00%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 101. Resultado de los hombres al ítem número 15 de la Escala de

Filadelfia.

Resultados

196

Ítem número 16: “¿Se altera o disgusta fácilmente?”. La respuesta positiva en el caso de las mujeres fue, de un 30% (n = 9) y en los

hombres un 46,67% (n = 7) antes de comenzar el programa, siendo a la

finalización de éste del 36,67% (n = 11) positiva para las mujeres y de un 53,33%

(n = 8) para los hombres.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 16 - MUJERES

30,00% 36,67%

70,00% 63,33%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 102. Resultado de las mujeres al ítem número 16 de la Escala de

Filadelfia.

Escala de Filadelfia Pregunta Nº 16 - HOMBRES

46,67% 53,33% 53,33% 46,67%

0,00%

20,00%

40,00%

60,00%

80,00%

100,00%

AntesPositivos

DespuésPositivos

AntesNegativos

DespuésNegativos

Figura 103. Resultado de los hombres al ítem número 16 de la Escala de

Filadelfia.

Resultados

197

4.3 VALORACIÓN DE LA CONDICIÓN FÍSICA.

En cuanto a la valoración de la condición física, constatamos los siguientes

resultados para las diferentes variables estudiadas.

4.3.1 PESO.

En relación con la evolución del peso en mujeres, éste se estableció en 69,87

kilogramos de media al inicio del programa y 69,73 kilogramos de media al final.

A su vez, los hombres comienzan con una media de 79,27 kilogramos y

concluyen con una media de 78,76 kilogramos (Tabla 41).

Peso Medio Inicial

Peso Medio Final

Variación %Variación p

Mujeres 69,87 69,73 -0,14 -0,20 0,685 (ns)

Hombres 79,27 78,76 -0,51 -0,64 0,324 (ns)

Tabla 41. Evolución del peso.

Figura 104. Evolución del peso.

En el grupo de las mujeres, de un total de 30 sujetos, 16 (53,33%) disminuyen su

peso una media de 1,54 kg, siendo el rango de valores entre los que varían estas

69,87

79,27

69,73

78,76

64

66

68

70

72

74

76

78

80

Mujeres Hombres

Kilo

gram

os

Peso Medio InicialPeso Medio Final

Resultados

198

disminuciones de peso de -0,10 y -3,20 kg, mientras que 1 sujeto (3,33%) no

presenta variación respecto a la valoración inicial, y 13 (43,33%) aumentan de

peso una media de 1,58 kg, situándose este aumento en el rango de valores

comprendidos entre 0,40 y 4,70 kg de incremento.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 9 (60%) disminuyen su

peso una media de 1,7 kg, situándose la disminución entre los valores 0,7 y 2,7

kg, mientras que 2 sujetos (13,33%) no presentan variación en su peso y 4

(26,67%) presentan un aumento medio de 1,92 kg, situándose los valores de los

incrementos entre 0,1 y 3,8 kg.

4.3.2 TALLA.

Se observó una inapreciable variación en la talla tanto en hombres como en

mujeres. El porcentaje de variación para las mujeres fue de 0,06%, siendo la

media inicial de 151,60 cm y la final de 151,70 cm. Asimismo, en los hombres, se

registró una variación inapreciable del 0,006%, situándose la media inicial en

164,85 cm y la final en 164,86 cm (Tabla 42).

Media Inicial Media Final

Variación % Variación p

Mujeres 151,60 151,70 0,10 0,06 0,289 (ns)

Hombres 164,85 164,86 0,01 0,006 0,961 (ns)

Tabla 42. Evolución de la talla.

Resultados

199

Figura 105. Evolución de la talla. Se observa que en el grupo de las mujeres, de un total de 30 sujetos, 4 (13.33%),

aumentan su talla 1 cm, mientras 24 (80%) se mantienen con la misma talla y 2

(6,67%) disminuyen 1 cm.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 3 (20%) incrementan la

talla 1cm, mientras 10 (66,67%) se mantienen con la misma medida que al inicio

del programa y 2 (13,33%) disminuyen 1 cm su estatura.

4.3.3 ÍNDICE DE MASA CORPORAL.

El índice de masa corporal obtenido sufrió una pequeña reducción al finalizar el

programa tanto en mujeres (-0,30%) como en hombres (-0,79%), la cual es

ligeramente superior en éstos. De esta forma, se obtuvo una media inicial en las

mujeres de 30,40 kg/m2 y una final de 30,31 kg/m2. Para los hombres se partió de

una media inicial de 29,12 kg/m2, para alcanzar al término del estudio una media

final de 28,89 kg/m2 (Tabla 43).

151,6

164,85

151,7

164,86

140

145

150

155

160

165

170

Mujeres Hombres

Cen

tímet

ros

Talla Media InicialTalla Media Final

Resultados

200

Media Inicial Media Final

Variación % Variación p

Mujeres 30,40 30,31 -0,09 -0,30 0,580 (ns)

Hombres 29,12 28,89 -0,23 -0,79 0,313 (ns)

Tabla 43. Evolución del índice de masa corporal.

Figura 106. Evolución del índice de masa corporal.

En el grupo de las mujeres, de un total de 30 sujetos, 16 (53,33%), presentan una

mejoría al disminuir su IMC una media de 0,69 kg/m2, el rango de estas

disminuciones está comprendido entre 0,05 y 1,39 kg/m2; no existen mujeres que

presenten igual valor que al inicio del programa y 14 (46,67%) presentan un

empeoramiento al haber aumentado una media de 0,63 kg/m2, estando

comprendidos los valores de sus incrementos individuales entre 0,16 y 2,09

kg/m2.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 10 (66,67%) presentan una

disminución media en el IMC de 0,63 kg/m2, estando comprendidas las

disminuciones entre los valores de 0,18 y 1,14 kg/m2; 1 sujeto (6,67%) presenta

30,4

29,12

30,31

28,89

28

28,5

29

29,5

30

30,5

31

Mujeres Hombres

kg/m

2 IMC Media InicialIMC Media Final

Resultados

201

los mismos valores al inicio y al final del programa, y 4 sujetos (26,67%)

incrementan su IMC una media de 0,66 kg/m2, estando comprendidos estos

incrementos entre los valores 0,04 y 1,27 kg/m2.

4.3.4 EQUILIBRIO.

En la prueba de equilibrio comprobamos que se produjo una disminución del

número de intentos necesarios para realizar dicha prueba. El grupo de las mujeres

necesitaban al inicio del programa una media de 5,91 intentos y finaliza el

programa necesitando sólo 3,54 intentos, lo cual representa una disminución de

2,37 intentos, es decir, un 40,10% menos.

En el grupo de los hombres, que comienzan con una media de 4,64 intentos,

superaron la prueba al término de la programación con una media de 3,18

intentos, la variación en este caso es de 31,47% menor respecto a la medición

inicial.

Es de destacar que hay 4 mujeres y 2 hombres que realizan con éxito la prueba al

final del programa, cuando al inicio no eran capaces de superarla, por lo que en

ambos casos se pasa del 80% que superan la prueba al inicio del programa al

93,33% que lo consiguen al final, lo que representa una mejora en este aspecto del

13,33% sobre el total de la muestra (Tabla 44).

Número de Intentos al Inicio

Número de Intentos al Final

Número de Intentos de Diferencia

% Variación p

Mujeres 5,91 3,54 -2,37 -40,10 0,001

Hombres 4,64 3,18 -1,46 -31,47 0,248 (ns)

Tabla 44. Evolución del equilibrio.

Resultados

202

5,91

4,64

3,54 3,18

0

1

2

3

4

5

6

7

Mujeres Hombres

Nº d

e In

tent

os

Media InicialMedia Final

Figura 107. Evolución del equilibrio.

En el grupo de las mujeres, de un total de 22 casos, 17 (77,27%) incrementan su

rendimiento en la prueba, disminuyendo el número de intentos necesarios para

superar la prueba, al emplear una media de 3,35 intentos menos, estando los

valores de estas disminuciones comprendidos entre 1 y 8 intentos; 3 casos

(13,64%) presentan igual rendimiento que al inicio del programa y 2 (9,09%)

empeoran su rendimiento al incrementar en 2,5 el número de intentos necesarios

para superar la prueba (siendo respectivamente estos incrementos de 1 y 4).

En el grupo de los hombres, de un total de 11 casos, en 5 de ellos (45,45%)

mejoran en esta cualidad al disminuir el número de intentos necesarios en 4,8,

estando comprendidas estas disminuciones entre 3 y 7 intentos; 4 sujetos

(36,36 %) necesitan los mismos intentos que al inicio del programa para superar

la prueba y 2 (18,18%) empeoran su rendimiento al necesitar una media de 4

intentos más que al inicio, estando los incrementos del número de intentos

comprendidos entre 1 y 7.

4.3.5 AGILIDAD.

Con respecto a la valoración de la agilidad, se observó una mejora representada

por la reducción del tiempo medio empleado para realizar la prueba. Las mujeres

pasaron de un valor de 230,47 que se correspondería con un tiempo de ejecución

de 23,04 segundos al inicio del estudio, a un valor de 157,63 al finalizar,

Resultados

203

mejorando un 31,60%, rebajándose pues el tiempo necesario a 15,76 segundos,

mientras que los hombres evolucionaron de una puntuación de 180,00, es decir,

18 segundos al comienzo, a 136,67 al final, que se correspondía con un tiempo de

13,66 segundos, lo que equivale a una mejora del 24,07% (Tabla 45).

Media PuntuaciónInicial

Media Puntuación

Final

Diferencia en Tiempo % Variación p

Mujeres 230,47 157,63 -7,28 s -31,60 0,000

Hombres 180,00 136,67 -4,34 s -24,07 0,000

Tabla 45. Evolución de la agilidad.

Figura 108. Evolución de la agilidad.

En el grupo de las mujeres, de un total de 30 sujetos, 29 (96,67%) presentan

incrementos en su nivel de agilidad, disminuyendo el tiempo empleado en realizar

la prueba un valor medio de 7,55 segundos, lo cual traducido a la puntuación de la

escala de valoración de la prueba, representa 75,48 puntos. Dichas disminuciones

están comprendidas entre 1,7 y 26 segundos; ninguna presenta igual valor que al

inicio del programa mientras que 1 mujer (3,33%) disminuye su rendimiento al

aumentar el tiempo de ejecución para la prueba en 4 segundos.

230,47

180157,63

136,67

0

50

100

150

200

250

Mujeres Hombres

Punt

uaci

ón (s

x 1

0)

AgilidadMedia Inicial

AgilidadMedia Final

Resultados

204

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 14 (93,33%) mejoran el

rendimiento al diminuir el tiempo de ejecución una media de 4,66 segundos

estando comprendidos los valores individuales de descenso entre 1,6 y 12,4

segundos; ningún individuo presenta igual valor que al inicio del programa y 1

hombre (6,67%) presenta un descenso en el resultado al incrementar el tiempo de

ejecución en 0,2 segundos.

4.3.6 FLEXIBILIDAD.

Con respecto a la prueba de flexibilidad, vemos que las mujeres obtenían una

media al principio del programa de 13,73 cm pasando al final de éste a una media

de 18,67 cm, lo que suponía una mejoría del 35,97% con respecto a la primera

medida; también se constató un incremento en la media inicial en el grupo de los

hombres, pues pasaron de 16,53 cm a 18,77 cm al final, es decir, un 13,55% de

aumento del nivel de flexibilidad (Tabla 46).

Distancia en

Centímetros al Inicio

Distancia en Centímetros al

Final

Diferencia en Centímetros % Variación p

Mujeres 13,73 18,67 4,94 35,97 0,000

Hombres 16,53 18,77 2,24 13,55 0,028

Tabla 46. Evolución de la flexibilidad.

Resultados

205

Figura 109. Evolución de la flexibilidad.

En el grupo de las mujeres, las 30, que representan el 100% de la muestra,

mejoran su rendimiento una media de 18,67 cm, estando comprendidos estos

incrementos entre los valores de 7 y 34 cm.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 9 sujetos (60 %) mejoran su

rendimiento al incrementar su resultado una media de 4,61 cm, estando

comprendidos estos incrementos entre los valores 1 y 7,5 cm; mientras que 1

sujeto (6,67%) presenta la misma valoración que al inicio del programa y 5

(33,33%) la empeoran, al disminuir su rendimiento en la prueba una media de 1,6

cm, estando comprendidas estas disminuciones entre los valores 1 y 2 cm.

4.3.7 FUERZA MÁXIMA DE PRENSIÓN. MANO DERECHA.

En relación con la Fuerza Máxima de prensión de la mano derecha, se reflejó en

los datos obtenidos que las mujeres, a diferencia de los hombres, obtienen un

rendimiento mayor a la finalización del estudio, pues iniciaron el mismo con

19,13 kg de media, para alcanzar al término del programa 20,37 kg, la diferencia

fue del 6,48%. Los hombres, por el contrario, lo iniciaron con una media de 39,67

13,73

16,5318,7718,67

02468

101214161820

Mujeres Hombres

Cen

tímet

ros

FlexiblidadMedia Inicial

FlexibilidadMedia Final

Resultados

206

kg, y obtienen al final del programa una media de 38,5 kg, es decir, una

disminución del 2,94% (Tabla 47).

Media Inicial Media Final Diferencia en kg % Variación p

Mujeres 19,13 20,37 1,24 6,48 0,043

Hombres 39,67 38,50 -1,17 -2,94 0,217 (ns)

Tabla 47. Evolución de la fuerza máxima de prensión de la mano derecha.

Figura 110. Evolución de la fuerza de prensión de la mano derecha. En el grupo de las mujeres, de un total de 30 sujetos, 17 (56,67 %) incrementan su

rendimiento una media de 3,38 kg, estando comprendidos estos incrementos entre

los valores 0,5 y 8,5 kg; al tiempo que existen 3 casos (10%) en los que se

obtienen los mismos resultados que al inicio del programa y 10 casos (33,33%) en

los cuales se disminuye el rendimiento en una media de 2,05 kg, estando

comprendidas estas disminuciones entre los valores de 1 y 3 kg.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 7 (46,67%) mejoran su

rendimiento una media de 1,71 kg, estando comprendidos los incrementos entre

los valores 0,5 y 2,5 kg; ningún sujeto presenta igual valoración que al inicio del

19,13

39,67

20,37

38,5

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

Mujeres Hombres

kilo

gram

os

Media InicialMedia Final

Resultados

207

programa, al mismo tiempo que en 8 casos (53,33%) se disminuye el rendimiento

una media de 3,69 kg estando esta disminución comprendida entre los valores de

0,5 y 10 kg.

4.3.8 FUERZA MÁXIMA DE PRENSIÓN. MANO IZQUIERDA.

En el test que mide la fuerza máxima de prensión de la mano izquierda, las

mujeres obtuvieron una puntuación al inicio de 17,48 kg y al final de 19,31 kg, lo

que representaba una mejoría de 1,83 kg, es decir, un 10,47% más. En el grupo de

los hombres, que presentaron una valoración inicial de 36,07 kg y una valoración

final de 36,10 kg, la modificación fue muy escasa, siendo el incremento del 0,08%

(Tabla 48).

En el grupo de las mujeres, de un total de 29 sujetos, 20 (68,97%) incrementan los

resultados una media de 3,67 kg; dichos incrementos están comprendidos entre

0,5 y 15 kg, al tiempo que 3 sujetos (10,34%) presentan igual resultado que al

inicio del programa y 6 (20,69%) presentan una disminución de su rendimiento en

una media de 3,41 kg; estando comprendida esta disminución entre los valores 1 y

9,5 kg.

En el grupo de los hombres, de un total de 15 sujetos, 8 (53,33 %) aumentan su

rendimiento una media de 2,06 kg, dichos incrementos están comprendidos entre

los valores 0,5 y 7,5 kg, manteniendo el mismo resultado que al inicio 1 sujeto

(6,67%) y 6 (40%) disminuyen su rendimiento una media de 2,67 kg, estando

estas disminuciones comprendidas entre 0,5 y 7,5 kg.

Resultados

208

Media Inicial Media Final Diferencia en kg % Variación p

Mujeres 17,48 19,31 1,83 10,47 0,029

Hombres 36,07 36,10 0,03 0,08 0,969 (ns)

Tabla 48. Evolución de la fuerza máxima de prensión de la mano izquierda.

Figura 111. Evolución de la fuerza de prensión de la mano izquierda.

4.3.9 FUERZA MÁXIMA EXTENSORA DE MIEMBROS INFERIORES.

En relación con la Fuerza Máxima Extensora de los miembros inferiores, se

verificó un incremento de la misma, tanto en la población femenina como

masculina a la conclusión del período de estudio. En la primera toma de datos, las

mujeres obtuvieron una media de 40,06 kg, y en la toma final un resultado de

62,53 kg, lo que supone una diferencia del 56,09%. Los hombres iniciaron el

estudio con un resultado de 108,50 kg de media, y lo concluyeron con 135,88 kg,

es decir, con un incremento del 25,23% (Tabla 49).

17,48

36,07

19,31

36,1

0

5

10

15

20

25

30

35

40

Mujeres Hombres

Kilo

gram

os

Media InicialMedia Final

Resultados

209

Media Inicial Media Final Diferencia en kg % Variación p

Mujeres 40,06 62,53 22,47 56,09 0,000

Hombres 108,50 135,88 27,38 25,23 0,001

Tabla 49. Evolución de la fuerza máxima extensora de los miembros inferiores.

Figura 112. Evolución de la fuerza extensora de los miembros inferiores.

En el grupo de las mujeres, el 100% de ellas (26) presentan una mejoría en el

resultado al aumentar una media de 22,47 kg, estando comprendidos estos

incrementos entre los valores de 5 y 42 kg; no existiendo ninguna que empeore su

rendimiento o permanezca igual que al inicio del programa.

En el grupo de los hombres, de un total de 13 sujetos, 12 (92,31%) presentan

mejoras al incrementar su resultado una media de 30,12 kg; este incremento está

comprendido entre los valores 5,5 y 60,5 kg; ninguno de los hombres presenta

igual valor que al inicio y 1 sujeto (7,69 %) presenta una disminución en el

resultado de 5,5 kg (-4,56%) con respecto a la valoración inicial.

40,06

108,5

62,53

135,88

0

20

40

60

80

100

120

140

160

Mujeres Hombres

Kilo

gram

os

Media InicialMedia Final

Resultados

210

4.3.10 FUERZA RESISTENCIA ABDOMINAL.

En la prueba de fuerza resistencia abdominal, al ser una prueba donde no se

pueden superar las 75 repeticiones, se toma como criterio no tomar en cuenta en el

estudio a los sujetos que obtienen las repeticiones máximas al principio y, por

tanto, ya no tienen posibilidades de incrementar su rendimiento. De las 24

mujeres que realizan las valoraciones inicial y final, se excluyen por dicha causa 6

casos, si bien reseñamos que en uno de estos casos al final se produce una

disminución en el rendimiento al realizar 72 repeticiones, lo cual representa una

disminución del -4%; igual ocurre en el grupo de los hombres, donde se toman

como muestra 7 sujetos del total de 14 que realizan la prueba de fuerza resistencia

abdominal, puesto que los otros 7 parten con el número máximo de repeticiones.

En el grupo de las mujeres se produjo una elevación de la media resultante, que

pasó de 26,39 repeticiones al inicio a 74,39 repeticiones al final. Así pues, se

produjo un aumento del 181,89% en el número de repeticiones que fueron capaces

de realizar al término del programa. También mejoró el grupo de los hombres, que

pasó de 37 repeticiones como media al comienzo a 70,29 al final, apreciándose

pues un incremento del 89,97% (Tabla 50).

Número de

Repeticiones al Inicio

Número de Repeticiones al

Final

Diferencia de Repeticiones % Variación Z*

Mujeres 26,39 74,39 48 181,89 0,000

Hombres 37 70,29 33,29 89,97 0,018

Tabla 50. Evolución de la fuerza resistencia abdominal.

*Valor Z de la prueba para muestras apareadas de Wilcoxon (distribución no normal).

Resultados

211

26,3937

74,39 70,29

0

20

40

60

80

Mujeres Hombres

Rep

etic

ione

s

Media inicial

Media final

Figura 113. Evolución de la fuerza resistencia abdominal

En el grupo de las mujeres, de un total de 24 casos, 18 (75%) incrementan su

nivel de rendimiento una media de 48 repeticiones, las cuales representan el 64%

sobre el número de repeticiones máximo que se puede alcanzar en la prueba,

estando estos incrementos comprendidos en el rango de valores de 22 y 71

repeticiones; 5 casos (20,83%) presentan el mismo número de repeticiones que

realizaban al inicio del programa, que son las máximas que se pueden alcanzar en

la prueba (75), y 1 (4,17%) presenta una disminución de su rendimiento en 3

repeticiones, lo cual representa una disminución del -4%.

En el grupo de los hombres, de un total de 14 casos, en 7 (50%) se incrementa su

nivel de rendimiento una media de 33,29 repeticiones, que representan un 44,39%

sobre el número máximo de repeticiones que se pueden alcanzar; los 7 sujetos

restantes (50%) presentan igual rendimiento que al inicio del programa, puesto

que no pueden mejorar por tener ya el máximo rendimiento en la prueba como

punto de partida.

Si analizamos tan sólo los sujetos que tenían margen de mejora desde la

evaluación inicial hasta el máximo número de repeticiones posibles, sin tener en

cuenta a los que ya obtenían el máximo resultado de partida, vemos que:

Resultados

212

Las mujeres obtuvieron una media inicial de 38,54 repeticiones (51,39% sobre las

posibles) y en la evaluación final alcanzaron 74,39 repeticiones (99,19% sobre el

máximo logro posible). Así pues, si analizamos la mejora de los resultados sobre

el máximo rango de mejora posible, el 100% de este grupo de mujeres obtuvieron

un incremento con el programa del 98,75% sobre la máxima mejora posible, si

bien hay un caso en el grupo que partía de las repeticiones máximas (75), y que

pasa luego a obtener 72 repeticiones, lo cual representa una disminución de -4%.

En el caso de los hombres, ninguno empeora su resultado, y si analizamos los

resultados solamente de aquellos que tienen posibilidades de mejora, vemos que

lo consiguen el 100% (7 sujetos). Al inicio, obtienen una media de 37 repeticiones

(49,33% sobre las máximas posibles), siendo al final de 70,29 repeticiones

(93,72% sobre el máximo logro posible), por lo que, de la máxima mejora que les

era posible obtener a este grupo, obtienen un incremento del 87,61%.

.

Resultados

213

ANÁLISIS ESTADÍSTICO DESCRIPTIVO DE LA CONDICIÓN FÍSICA

MUJERES

PESO TALLA IMC EQUILIBRIO AGILIDAD

MEJORAN

16(53,33%) 4(13,33%) 16(53,33%) 17(77,27%) 29(96,67%)

SIN VARIACIÓN

1(3,33%) 24(80%) 0 3 (13,64%) 0

EMPEORAN 13(43,33%) 2(6,67%) 14(46,67%) 2(9,09%) 1(3,33%)

Nº CASOS 30 30 30 22 30

HOMBRES

PESO TALLA IMC EQUILIBRIO AGILIDAD

MEJORAN 9(60%) 3(20%) 10(66,67%) 5(45,45%) 14(93,33%)

SIN VARIACIÓN

2(13,33%) 10(66,67%) 1(6,67%) 4(36,36%) 0

EMPEORAN 4(26,67%) 2(13,33%) 4(26,67%) 2(18,18%) 1(6,67%)

Nº CASOS 15 15 15 11 15

MUJERES

FLEXIBILIDAD FMMD FMMI FMEMMII ABDOMINAL

MEJORAN

30(100%) 17(56,67%) 20(68,97%) 26(100%) 18(75%)

SIN VARIACIÓN

0 3(10%) 3(10,34%) 0 5(20,83%)

EMPEORAN 0 10(33,33%) 6(20,69%) 0 1(4,17%)

Nº CASOS 30 30 29 26 24

HOMBRES

FLEXIBILIDAD FMMD FMMI FMEMMII ABDOMINAL

MEJORAN 9(60%) 7(46,67%) 8(53,33%) 12(92,31%) 7(50%)

SIN VARIACIÓN

1(6,67%) 0 1(6,67%) 0 7(50%)

EMPEORAN 5(33,33%) 8(53,33%) 6(40%) 1(7,69%) 0

Nº CASOS 15 15 15 13 14

Tabla 51. Análisis estadístico descriptivo de la condición física.

Resultados

214

Evolución General del Estado Afectivo y la Condición Física

Mujeres Hombres

% Mejora p % Mejora p

Estado Afectivo ( Yesavage) -30,62 0,000 -20,42 0,085 ns

Estado Afectivo (Filadelfia) +13,21 0,040 +1,27 0,872 ns

Peso -0,20 0,685 ns -0,64 0,324

ns

Talla 0,06 0,289 ns 0,006 0,961

ns

IMC -0,30 0,580 ns -0,79 0,313

ns

Equilibrio -40,10 0,001 -31,47 0,248 ns

Agilidad 31,60 0,000 24,07 0,000

Flexibilidad 35,97 0,000 13,55 0,028 Fuerza Máx. Prensión Mano Dcha. 6,48 0,043 -2,94 0,217

ns Fuerza Máx. Prensión Mano Izqda. 10,47 0,029 0,08 0,969

ns Fuerza Máx. Extensora de los Miembros Inferiores 56,09 0,000 25,23 0,001

Fuerza-Resistencia Abdominal 181,89 0,000* 89,97 0,018*Tabla 52. Cuadro Resumen de los parámetros analizados.

*Valor Z de la prueba para muestras apareadas de Wilcoxon

(Distribución no normal).

Resultados

215

4.4 MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR LOS SUJETOS DE

LA MUESTRA.

Los resultados obtenidos en este trabajo han puesto de manifiesto una mejora

global autopercibida por los sujetos de la muestra. La media de aspectos que

perciben mejorar cada uno de los sujetos de la muestra es de 4,62, siendo la media

de las percepciones de mejora en las mujeres de 5 y en los hombres de 3,87 (Tabla

53).

MEDIA DEL NUMERO DE ASPECTOS PERCIBIDOS COMO MEJORADOS TRAS LA PARTICIPACIÓN EN EL PROGRAMA DE EJERCICIO FÍSICO

MUJERES 5

HOMBRES

3,87

TOTAL

4,62

Tabla 53. Número de aspectos percibidos como mejorados tras el programa de ejercicio.

A continuación, se realiza un análisis pormenorizado de estos aspectos percibidos

por los sujetos de la muestra, cuyo resumen se recoge en la Tabla 54, siendo los

resultados detallados por cada sujeto, los contenidos en las tablas 55 a 60.

Resultados

216

CUADRO RESUMEN DE LAS MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR LOS SUJETOS

Total muestra Mujeres Hombres

casos %

muestra Nº

casos %

mujeres Nº

casos %

hombresAVD 28 62,22 20 66,67 8 53,33 Agilidad 31 68,89 19 63,33 12 80 Movilidad-flexibilidad 19 42,22 13 43,33 6 40 Estabilidad-equilibrio 11 24,44 9 30 2 13,33 Fatiga- resistencia 23 51,11 14 46,67 9 60 Coordinación 3 6,67 1 3,33 2 13,33 Fuerza 11 24,44 9 30 2 13,33 Circulación 11 24,44 9 30 2 13,33 Sueño 14 31,11 13 43,33 1 6,67 Volumen-corporal 2 4,44 2 6,67 0 0 Dolor 23 51,11 19 63,33 4 26,67 Mareos 5 11,11 3 10 2 13,33 Tensión arterial 4 8,89 3 10 1 6,67 Depresión 5 11,11 3 10 2 13,33 Estado de ánimo 12 26,67 9 30 3 20 Glucosa 2 2 0 0

Tabla 54. Mejoras autopercibidas por los sujetos.

4.4.1 ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA.

Es un aspecto en el que manifiestan mejorar en diversas tareas el 62,22% de los

sujetos de la muestra (n=28), siendo en el grupo de las mujeres el 66,67% (n=20)

y para el grupo de los hombres el 53,33% (n=8). En este grupo de los hombres, las

mejoras están ligadas fundamentalmente a la mejora de los desplazamientos tanto

Resultados

217

en llano como en la superación de pendientes, mientras que las mujeres añaden a

los aspectos anteriores, la realización de tareas domésticas habituales.

4.4.2 AGILIDAD.

Los sujetos de la muestra que perciben una mejora en esta cualidad son el 68,89%

(n=31), siendo en el caso de las mujeres del 63,33% (n=19) y para los hombres

del 80% (n=12).

4.4.3 MOVILIDAD-FLEXIBILIDAD.

En este apartado cuantificamos las mejoras descritas por un 42,22% (n=19) de los

sujetos de la muestra, siendo en el caso de las mujeres del 43,33% (n=13) y para

los hombres del 40% (n=6).

4.4.4 ESTABILIDAD-EQUILIBRIO.

El conjunto de la muestra que percibe una mejoría en esta cualidad es el 24,44%

(n=11) siendo esta mejoría en el 30% de los casos para el grupo de las mujeres

(n=9) y el 13,33% de los casos para los hombres (n=2).

4.4.5 FATIGA-RESISTENCIA.

Los individuos de la muestra que manifiestan mejorar en esta cualidad eran el

51,11% de los casos (n=23) siendo el 46,67% para el grupo de las mujeres (n=14)

y el 60% para el de los hombres (n=9).

Resultados

218

4.4.6 COORDINACIÓN.

Refieren haber mejorado en este aspecto un 6,67% de los casos (n=3) siendo el

3,33% (n=1) en el grupo de las mujeres y el 13,33% para el grupo de los hombres

(n=2).

4.4.7 FUERZA.

En este apartado manifiestan percibir mejoras el 24,44% de los sujetos de la

muestra (n=11), correspondiendo en el grupo de las mujeres el 30% de los casos

(n=9) y el 13,33% (n=2) en el grupo de los hombres.

4.4.8 CIRCULACIÓN SANGUÍNEA.

Un 24,44% (n=11) de la muestra cree haber mejorado su circulación,

correspondiendo en el grupo de las mujeres el 30% (n=9) y el 13,33% en el grupo

de los hombres (n=2).

4.4.9 SUEÑO.

El porcentaje de individuos del total de la muestra que manifiesta mejorar en los

aspectos relacionados con el sueño alcanza el 31,11% (n=14) siendo para el grupo

de las mujeres el 43,33% (n=13) y para el grupo de los hombres el 6,67% (n=1).

Resultados

219

4.4.10 VOLUMEN CORPORAL.

El 6,67% de las mujeres (n=2) manifiestan sentir una reducción en cuanto a su

volumen corporal, independientemente de la variable peso; en los hombres no se

aprecia ningún caso.

4.4.11 DOLOR.

El 51,11% de los sujetos de la muestra (n=23) manifiestan haber mejorado o que

les han desaparecido episodios de dolores que padecían de forma habitual,

apreciándose que la media de las zonas corporales en las que se apreciaba esta

mejoría era de dos, para el grupo de las mujeres esto sucede en el 63,33% de los

casos (n=19) siendo para el grupo de los hombres en el 26,67% de los casos (n=4)

4.4.12 MAREOS.

El 11,11% (n=5) de los sujetos de la muestra dice haber mejorado en este aspecto,

en el grupo de las mujeres apreciaban mejoría en el 10% de los casos (n=3) y en

el grupo de los hombres en el 13,33% (n=2).

4.4.13 TENSIÓN ARTERIAL.

Del total de la muestra, el 8,89% (n=4) tienen la tensión arterial más baja, siendo

para el grupo de las mujeres el 10% (n=3) y para el grupo de los hombres el

6,67% (n=1), aunque es preciso aclarar que el control de este parámetro no se

realizó de forma sistemática en todos los sujetos de la muestra.

Resultados

220

4.4.14 DEPRESIÓN.

Los sujetos de la muestra perciben mejora en este apartado en el 11,11% de los

casos (n=5), siendo los datos para el grupo de las mujeres del 10% (n=3) y para el

de los hombres del 13,33% (n=2).

4.4.15 ESTADO DE ÁNIMO.

La muestra de sujetos percibe una mejoría en el estado de ánimo en el 26,67% de

los individuos (n=12) siendo en el grupo de las mujeres el 30% (n=9) y para el

grupo de los hombres el 20% (n=3).

4.4.16 NIVELES DE GLUCOSA EN SANGRE.

En el grupo de las mujeres, en las 2 personas que padecen diabetes se constatan

descensos en sus niveles de glucosa en sangre y esto sucede porque tenían

controles diarios.

Resultados

221

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LAS MUJERES - I

SUJETOS AVD AGILIDAD MOVILIDAD-FLEXIBILIDAD

ESTABILIDAD-EQUILIBRIO

FATIGA- RESISTENCIA COORDINACIÓN

1 Subir escaleras sin dolor, no entra en

función el marcapasos

2 Subir escaleras Mejora Mejora 3 Hombro Mejora

4

Poner calcetines en equilibrio, usar el

timbre del autobús, tareas del hogar

Mejora Mejora Mejora

5 Atarse el mandil, subir

escaleras, recoger cosas del suelo

Mejora Mejora

6 Mejora Mejora 7 Mejora

8 Caminar, y subir cuestas Hombros Mejora subir

cuestas

9 Bajar cuestas, hacer calceta, disminuye

medicación Mejora

10 Camina mejor, friega sin apoyo Brazo

izquierdo Posición más

erguida

11 ducha mejor Mejora Hombros

12 Subir cuestas, cuidar

nieto pc, más nervio y energía

Mejora Mejora

13 14 Friega mejor Mejora manos 15

16 Mejora memoria, camina mejor

Mejora piernas, y

brazos Mejora Mejora

17 Mejora subir escaleras mejora Mejora 18 mejora Mejora Mejora

19 Mejora Mejora brazos, y piernas Mejora

20 Mejora caminar Mejora Mejora Mejora 21 Hombro

22 Mejora Hombros y piernas

23 Mejora tareas domesticas

Mejora vuelta cama

Mejora brazo Mejora

24 Mejora autonomía e independencia Mejora

25 Mejora al caminar y el

riego, menor medicación

Mejora Hombro izquierdo Mejora Mejora

26 Mejora brazos

Mejora brazo izquierdo

27 Batir huevos Mejora Mejora brazos

28 Desaparecen calambres

29 Disminuye medicación Mejora Mejora

30 Mejora tareas domesticas

Mejora brazos, y piernas

Mejora Mejora

Total 20 19 13 9 14 1

Tabla 55. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – I.

Resultados

222

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LAS MUJERES - II

SUJETOS FUERZA CIRCULACIÓN SUEÑO PESO VOLUMEN-CORPORAL DOLOR

1 Mejora cuestas Desaparecen calambres Mejora Desaparece en

rodillas y piernas

2 Mejora cuestas

3 Desaparece en sacro, mejora en rodillas y

cadera

4 Mejora Desaparece rodillas y espalda

5 Mejora cuestas

6 Disminuye Desaparece rodilla 7 Disminuye lumbago

8 Mejora cuestas Mejora Disminuye rodillas

9 Mejora cuestas Mejora Mejora Disminuye

medicación

10 Desaparece en espalda al fregar

11 Disminuye 4 kg Disminuye en

espalda y cuello

12 Mejora Mejora, y desaparecen calambres, y mejora

varices Mejora

13 Mejora Desaparece en

hombro, cadera y pierna derecha

14 Mejora Disminuye Desaparece en espalda y manos

15 Disminuyen calambres sin medicación. Disminuye en las

rodillas

16 Mejora Mejoran piernas brazos, y

desaparecen calambres nocturnos.

Mejora Desaparece en las rodillas al caminar

17 Mejora cuestas Mejora

18 Mejora Desaparece en rodillas, y columna

19 20

21 Mejora Desaparece espalda y disminuye en hombro

22 Desaparece rodillas

23 Mejora brazo

derecho Disminuye

2 Kg.

24 Mejora Mejora brazo derecho

25 Mejora Desaparece dolor piernas y brazos, hombro izquierdo

26

27 Mejora brazos Mejora Disminuye en brazos y columna

28 Mejora 29 Mejora 30

Total 9 9 13 2 2 19

Tabla 56. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – II.

Resultados

223

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LAS MUJERES - III

SUJETOS MAREOS TENSIÓN ARTERIAL DEPRESIÓN ESTADO

DE ÁNIMO GLUCOSA

NUMERO DE ASPECTOS

MEJORADOS POR SUJETO

1 5 2 4 3 3 4 6

5

Desaparece vértigo sin

medicación.

Mejora tensión arterial sistólica y

diastólica Disminuye

7

6 Disminuye Mejora 6 7 2 8 6 9 Mejora Mejora 8 10 4 11 Disminuye 6 12 Mejora 7 13 Mejora Mejora 4 14 5 15 2 16 8 17 Mejora 6 18 Desaparece 6 19 3 20 4 21 3 22 3 23 6 24 Mejora 5 25 Mejora 8 26 2 27 6 28 Disminuye Mejora 4 29 Mejora 5 30 Mejora Mejora 6

Total 3 3 3 9 2 Media 5

Tabla 57. Mejoras autopercibidas por el grupo de mujeres – III.

Resultados

224

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LOS HOMBRES - I

SUJETOS AVD AGILIDAD MOVILIDAD-FLEXIBILIDAD

ESTABILIDAD-EQUILIBRIO

FATIGA- RESISTENCIA COORDINACIÓN

1 Desplazarse, subir pesos Mejora Mejora Mejora en

piernas, y brazos 2 Camina mejor Mejora 3 Mejora Hombros

4 Incorporarse sólo Mejora Hombros Mejora

5 Mejora caminar

6 Camina más Mejora Hombros Mejora 7 Camina mejor Mejora Hombros Mejora Mejora

8

Mejora en piernas, y

brazos Mejora Mejora

9 Subir

escaleras, y caminar

Mejora Mejora

10 11 Mejora Mejora 12 13 Mejora Mejora Mejora

14 Mejora

desempeño de tareas

Mejora Mejora

15 Mejora Mejora Mejora Total 8 12 6 2 9 2

Tabla 58. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – I.

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LOS HOMBRES - II

SUJETOS FUERZA CIRCULACIÓN SUEÑO PESO VOLUMEN-CORPORAL DOLOR

1 Mejora Disminuye 2 kg

2 Mejora 3

4 Disminuye 2 kg

Desaparece en piernas, rodillas,

y cadera

5 Mejora riego

cardíaco (según revisión médica)

Desaparece en el pecho

6 7 8

9 Mejora

para subir cuestas

10 11

12 Desaparece en

brazo derecho y lumbar

13

14 Mejora Desaparece en piernas y brazos

15 Total 2 2 1 2 0 4

Tabla 59. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – II.

Resultados

225

MEJORAS AUTOPERCIBIDAS POR EL GRUPO DE LOS HOMBRES - III

SUJETOS MAREOS TENSIÓN ARTERIAL DEPRESIÓN ESTADO

ÁNIMO GLUCOSA

NUMERO DE ASPECTOS

MEJORADOS POR SUJETO

1 Desaparece al girar 7

2 3 3 2 4 6

5

Disminuye medicación

para la hipertensión

a la mitad

4

6 4 7 5 8 3

9 4 10 Mejora Mejora 2 11 Mejora Mejora 4

12

Desaparecen mareos por problemas cervicales

2

13 Mejora 4 14 5 15 3

Total 2 1 2 3 0 Media 3,87

Tabla 60. Mejoras autopercibidas por el grupo de hombres – III.

Resultados

226

Discusión

227

5. DISCUSIÓN

Discusión

228

Discusión

229

5. DISCUSIÓN.

5.1 ASISTENCIA AL PROGRAMA.

Uno de los aspectos más importantes en todos los programas de actividad física

dirigidos a personas mayores es el de la participación y adherencia al programa.

En nuestro caso, en lo que se refiere a la asistencia al programa, la consideramos

muy alta, habida cuenta de que trabajamos con una población de una edad media

de 70,38 años y que presenta pluripatología; además, debemos tener en cuenta que

el programa se desarrolló durante el invierno. También es un dato a tener en

cuenta el que sólo una minoría poseía vehiculo propio, siendo la distancia media

desde los domicilios al pabellón de A Malata de aproximadamente 2 kilómetros,

lo cual en muchas ocasiones añadía al trabajo realizado otros 4 kilómetros para

desplazarse, trayectos que solían hacer en grupo; en ocasiones se establecían redes

de apoyo entre los propios vecinos, y de éstos con los monitores, para facilitar los

traslados cuando el tiempo era malo; todo ello contribuía a aumentar el nivel de

relaciones sociales entre los participantes.

En nuestro trabajo de investigación, consideramos un éxito el nivel de asistencia

al programa, puesto que representó el 88,40% sobre el total de las 58 sesiones de

las que constaba el mismo (excluidas las sesiones para las tomas de datos inicial y

final). Creemos, por tanto, que han dado un resultado óptimo las medidas de

fomento de la adherencia, como eran las sesiones que cada 15 días visionaban los

dos turnos de trabajo, sobre diapositivas y vídeos tomados en sus sesiones

prácticas, así como las celebraciones en días señalados (Navidad, fin de año,

Reyes), donde se unían los dos grupos de trabajo y se realizaba una fiesta, a la que

en ocasiones asistían algunos familiares y en cuanto al programa de actividad

física se realizaban tareas relacionadas con el baile, también su médico trataba de

estar presente aunque solo fuese para saludarlos.

Discusión

230

El trabajo con poblaciones de personas mayores necesita de una valoración

diferenciada de la que se realiza en las personas adultas, ya que esta valoración ha

de abarcar, no solamente los aspectos biológicos, sino también los psicológicos y

sociales; así, identificando los factores de riesgo, podemos determinar las

limitaciones y restricciones para la práctica de ejercicio físico de un sujeto

evitándose de esta forma lesiones, siendo también clave la detección de las

contraindicaciones para la práctica de actividad física, esencial para evitar

accidentes durante las sesiones, que en ocasiones podrían incluso llegar a poner

en riesgo la vida de los sujetos (Agrasar, 2004).

En este sentido, creemos que ha jugado un papel principal el contacto permanente

con su médico de familia D. Carlos Piñeiro (lo es del 100% de la muestra), pues

además de proporcionarnos datos para que en todo momento reajustásemos las

cargas y los tipos de trabajo a sus variables estados de salud, a la vez nos permitía

conocer posibles cambios en la medicación que pudiesen influir sobre las

variables objeto de estudio, cosa que no ha sucedido con ninguno de los sujetos de

la muestra, aunque sí existen sujetos que disminuyen sus medicaciones sobre todo

en patologías que refieren dolores crónicos.

Además, cuando asistían a la consulta, recibían refuerzos en forma de consejo de

práctica de ejercicio físico por parte de su médico, a la vez que intercambiaban

información sobre la participación en el programa, destacando además el papel

básico que jugó tanto en la captación de sujetos para la muestra de este estudio,

como en las tomas de datos inicial y final que realizó, sobre todo teniendo en

cuenta los lazos afectivos que le unían con los participantes, pues en algunos

casos hacía más de 10 años que les venía atendiendo.

Destacar también el dato de que la mortalidad de la muestra inicial se redujo a tan

solo 2 personas (de sexo femenino) de las 47 que iniciaron el programa, lo cual

representa un 95,74% que finalizaron el estudio, con respecto a la muestra inicial,

siendo la causa de abandono en ambos casos la hospitalización por cuadros que no

presentaron relación con el programa.

Discusión

231

En cuanto a la validez interna, aunque no hay grupo control, la muestra de sujetos

se filtró para no incluir individuos con deterioro cognitivo u otro tipo de patología

que los invalidara para la realización de ejercicio físico. Sin embargo, no es una

muestra “escogida” en términos atléticos o de salud, ya que no se ha seleccionado

a mayores activos o entrenados, sino por el contrario a sujetos que presentaban

casi todos ellos múltiples patologías. Recordamos que se estimó como bastante

dura la realización de la prueba de resistencia de 2 kilómetros en el interior del

pabellón de deportes.

Finalmente, como indica González (1998), existe una dificultad para generalizar

los resultados de una investigación cuando los sujetos han participado en ella de

forma voluntaria, ya que ello puede suponer que existe una actitud más positiva

hacia el trabajo desarrollado (predisposición positiva que no tienen otros

individuos); pensamos que esto es casi imposible de eliminar, sobre todo teniendo

en cuenta que se ha trabajado con una muestra de individuos pertenecientes a una

generación que generalmente no han realizado ningún tipo de ejercicio físico en

su vida.

5.2 ESTADO AFECTIVO.

Los estudios realizados en el ámbito de la atención primaria de salud, aplicando la

Escala de Yesavage muestran diferentes resultados en función del punto de corte

elegido. García Serrano (2001) aplicando la versión extensa de la escala antes

citada, encuentra una prevalencia de depresión del 16% para un punto de corte de

15. Cerdá et al. (2001) hallan una prevalencia del 22,6% para el mismo punto de

corte. Hervás (2003) encuentra valores más bajos para sujetos que viven en su

propio domicilio (8,9%), valores claramente inferiores a los de sujetos

institucionalizados (29,4%).

Discusión

232

La presencia de cuadros depresivos en personas mayores disminuye la calidad de

vida, aumenta las enfermedades físicas y acorta la esperanza de vida (Monforte et

al., 1998). Se eleva el riesgo de muerte prematura, no sólo por el incremento

posible de los suicidios, sino por aparición de enfermedades somáticas (Pulska et

al., 1998).

En relación con la actividad física y su influencia sobre el estado afectivo, los

resultados obtenidos muestran una mejora no significativa (-20,42%, p = 0,085

para la Escala de Yesavage y +1,27%, p = 0,872, para la Escala de Filadelfia) en

el grupo de los hombres, probablemente debido al hecho de que su estado afectivo

era mejor al comienzo del programa, como reflejan las puntuaciones iniciales en

los test de valoración afectiva, por lo que era de esperar una mejora limitada.

En el grupo de mujeres se constató una mejora significativa importante (-30,62%,

p = 0,000 para la Escala de Yesavage y +13,21%, p = 0,040 para la Escala de

Filadelfia). Estas mejoras confirman los resultados de estudios previos, en los

cuales la actividad física permite obtener beneficios en el estado afectivo

(Stephens, 1988; Camacho et al., 1991; Moore et al., 1999), aún sin encontrar

relación causal entre los niveles de actividad y la disminución de la depresión.

Esto refleja que la actividad física puede ser un método efectivo para mantener la

habilidad funcional y reforzar la sensación de bienestar. Pierce y Pate (1994)

reportan disminuciones en las sensaciones de tensión, depresión y fatiga

relacionadas con un aumento de la autopercepción del bienestar físico en personas

que han participado en programas de ejercicio físico intenso.

Otros estudios han relacionado la influencia de practicar actividad física y la

disminución de la ansiedad (Vanfraechem-Raway, 1994; Rohan, 1994; Hale,

Koch, Raglin, 2002), y también con mejoras en el sueño nocturno (Rohan, 1994).

Weyerer (1992) encontró una asociación entre la depresión y la disminución en la

práctica de ejercicio, si bien este estudio fue realizado únicamente en zonas

rurales. Tsutsumi et al. (1998) encontraron que el entrenamiento de fuerza, tanto

de alta intensidad como de moderada intensidad, incrementaba la sensación de

Discusión

233

optimismo y disminuía la ansiedad en un grupo de mujeres ancianas (con una

media de 68,5 años). Tabernero y Márquez (1996) concluyen que la participación

en programas de actividad física produce alteraciones del estado afectivo global,

con reducciones de parámetros como la tensión y la ansiedad.

Los datos obtenidos permiten confirmar que la mejora del estado afectivo

producido por la realización de actividad física será mayor en aquellos individuos

que presentan niveles más elevados de depresión, aún cuando algunas

investigaciones mencionan la posibilidad de que ciertas mejoras psicológicas

obtenidas a través del ejercicio en poblaciones clínicas de ansiosos y depresivos

pudieran deberse a las propias expectativas de mejora de los sujetos con la

práctica de la misma, que a los beneficios reales obtenidos (Taylor et al., 1985).

Este argumento puede justificar en parte las mejoras psicológicas y de percepción

de bienestar en personas mayores (Gitlin et al., 1992), como también sucede en

nuestro estudio.

También Chen y Millar (1999) encuentran que la práctica de ejercicio físico

induce entre otras mejoras de carácter psicológico, estados de mayor optimismo.

En la misma línea se constata que, en mujeres de mediana edad, la realización de

actividad física moderada con duraciones semanales de entre 60 y 150 minutos

tenían una disminución del riesgo de presentar sintomatología depresiva (Brown

et al., 2005), por lo que aconsejan niveles bajos de actividad física en las mujeres

de mediana edad como una estrategia adecuada para prevenir los síntomas

depresivos en este grupo de población que además suele tener mayor índice de

esta problemática.

La salud psicológica se asocia positivamente con la capacidad de realización de

las actividades de la vida diaria, y éstas a su vez se correlacionan también

positivamente con las puntuaciones obtenidas en la Escala de Filadelfia;

consecuentemente, la salud psicológica en los mayores está directamente asociada

con la capacidad de realizar una vida independiente, y ésta necesita que

Discusión

234

regularmente se realice ejercicio para poder mantener esta independencia

(Yasunaga y Tokunaga, 2001).

La relación entre sexo y valoración de estado de salud es estrecha. Las mujeres

suelen percibir peor su estado de salud a todas las edades, especialmente cuando

superan los 50 años. Y esto se repite a lo largo del tiempo y en diferentes

sociedades en distintos países. Entre las mujeres mayores (entre 65 y 80 años), las

percepciones positivas disminuyen considerablemente mientras que aumentan las

negativas. Tras este factor actúa realmente la viudez, la soledad (mayor entre las

mujeres) y los menores ingresos económicos; el nivel de instrucción también es

otro de los factores que explican estas diferencias entre ambos géneros, por lo que

el sexo como factor determinante en las valoraciones en la vejez merece ser

cuestionado (Abellán, 2003).

Sin embargo, otros trabajos han concluido que las mujeres son las más afectadas

por los trastornos afectivos en general, y en ancianos esta diferencia se incrementa

(De Beurs, Beekman, Deeg et al., 2000; Stordal y Bjartveit, 2001; Ambo, Meguro,

Ishizaki et al., 2001). Otros estudios apuntan hacia un acercamiento en la

prevalencia de trastornos afectivos en relación al sexo, donde se van igualando en

función de la edad (López, 2001). Los hombres sin hijos, divorciados, viudos o

que nunca habían contraído matrimonio, obtenían unas tasas significativamente

más altas de depresión y soledad comparados con mujeres en parecidas

circunstancias (Zhang y Hayward, 2001).

El apoyo social parece desempeñar un importante papel en moderar el impacto de

los eventos vitales estresantes sobre la salud en general, encontrándose una tasa

de mortalidad (para todas las causas) más elevada entre las personas con escaso

apoyo social (Prince, Harwood et al., 1997). Gran parte de estas diferencias de

género pueden deberse al hecho de que la vejez en la mujer puede que sea menos

deseable por estar más relacionada que en el hombre con problemas de viudez,

económicos o de soledad, y al vivir más años, padecerá en mayor medida el

Discusión

235

deterioro cognitivo y la dependencia debido a la enfermedad (Arber y Ginn,

1996).

Como han sugerido otras investigaciones (Roth, Bachtler, Fillingim, 1990;

McAuley y Courneya, 1994; Turner, Rejesky, Brawley, 1997), los beneficios

psicológicos inducidos por la actividad física no se deben sólo a los cambios en

las funciones fisiológicas, sino a las demandas y expectativas sociales, al impacto

del entorno donde se desarrolla la actividad y, en definitiva, a un conjunto de

variables psicosociales. Desde el punto de vista de la adherencia a los programas

de ejercicio, la sensación de bienestar psicológico es un elemento importante a

tener en cuenta en la prescripción, valoración, y seguimiento de los programas de

actividad física en personas mayores.

5.3 PARÁMETROS ANTROPOMÉTRICOS.

En cuanto a los resultados de las variables peso, talla e índice de masa corporal

(IMC), no se producen cambios significativos. La modificación de la talla es poco

probable que suceda a estas edades. Conforme se avanza en edad, se produce una

disminución de la talla debido a la alteración postural y a la compresión de los

discos intervertebrales, si bien Camiña (1996) obtiene aumentos en la talla con la

aplicación de un programa de actividad física en el medio acuático a expensas de

la descompresión de los discos intervertebrales y de una corrección postural. En el

caso opuesto, Fred et al. (1999) certifican variaciones en la talla no significativas

con una disminución media de 2 centímetros en la talla tras analizar el efecto de

33 años de práctica de ejercicio aeróbico.

En cuanto a la variable peso, estudios previos no han encontrado variaciones

significativas con la aplicación de programas de actividad física. Treuth et al.

(1995) no encontraron cambios significativos en el peso tras la aplicación de un

programa para el desarrollo de la fuerza, aunque observaron una disminución del

tejido adiposo intraabdominal, analizado mediante tomografía computerizada.

Discusión

236

Fred et al. (1999) observaron una disminución no significativa del peso de 3 kilos

de media. Esto se puede entender si se tiene en cuenta que para modificar la

variable peso sería necesario establecer además de la realización de un programa

de actividad física un control de la ingesta calórica y el gasto calórico total diario

de los sujetos (Reed et al., 1991), excediendo este planteamiento del ámbito del

presente estudio; es por ello por lo que en nuestro estudio no encontramos

diferencias significativas en esta variable.

Hemos realizado una comparación de nuestros resultados con los datos obtenidos

en el estudio “La prescripción del ejercicio físico para personas mayores. Valores

normativos de la condición física” realizado por Camiña, Cancela y Romo (2001),

aplicando la misma batería de condición física en un grupo de 851 sujetos (159

hombres y 692 mujeres), con unas edades comprendidas entre 65 y 90 años, todos

ellos pertenecientes a la Comunidad Autónoma de Galicia. Debemos aclarar que

la comparación de nuestros datos se realiza con el grupo de edad de 70 a 75 años

del estudio antes citado debido a que las edades medias de nuestra muestra eran

de 70,38 en el caso de las mujeres y de 70,40 para los hombres.

Así, observamos que el IMC en los hombres estaría, al inicio, dentro del nivel

catalogado como “malo”, que sería el comprendido entre 30,6 y 28,9 kg/m2 y al

final, estaría dentro del nivel establecido como “medio”, que sería el comprendido

entre los valores 28,9 y 27,9 kg/m2, aún cuando la variación es insignificante

(disminuye 0,23 kg/m2, lo cual representa un escaso -0,79%).

En el grupo de las mujeres, estarían tanto al inicio como al final dentro del grupo

catalogado como de nivel de condición física “malo”, que abarcaría entre los

valores 33,3 y 29,3 kg/m2.

Considerando la evolución de las variables peso y talla, a partir de las cuales se

obtiene el índice de masa corporal (IMC), se explica que no se produzcan

diferencias significativas en esta variable, como sucede en el estudio de Taunton

et al. (1996), en el cual tras la aplicación en un grupo de mujeres de entre 65 y 75

Discusión

237

años de un programa de actividad física fuera del agua enfocado a la mejora de la

resistencia cardiovascular, la fuerza y la flexibilidad, durante 12 semanas, con una

frecuencia de 3 días a la semana y 45 minutos por sesión, no obtuvo diferencias

significativas entre las valoraciones inicial y final del IMC.

Tampoco Fred et al. (1999) certificaron variaciones significativas en el IMC tras

su estudio sobre los efectos del ejercicio aeróbico tras 33 años de práctica. Sí

existen estudios que evidencian reducciones en el porcentaje del tejido adiposo

general entre un 1% y un 4% con el entrenamiento de resistencia en ancianos,

aunque se mantenga el peso corporal (Hagberg, Graves et al., 1989; Hagberg,

Montain et al., 1989; Seals et al., 1984c). También Schwartz et al. (1991)

encuentran reducciones de la grasa intraabdominal en hombres ancianos de

alrededor del 25%, cuando sólo habían reducido por el entrenamiento su peso

corporal en 2,5 kilogramos. Nosotros trabajamos con las variables talla, (que

salvo una corrección postural parece muy difícil establecer mejoras a través del

ejercicio físico) y el peso, que depende más si cabe de la ingesta calórica; por todo

ello, lograr modificaciones en el IMC, seguramente pasaría por establecer

cambios de hábitos alimenticios y por programas de actividad física de mayor

duración.

5.4 EQUILIBRIO.

Respecto a la variable equilibrio, en el grupo de mujeres se produce una mejora

significativa, pues valorando el número de intentos necesarios para superar la

prueba, se refleja una disminución del 40,10% (p = 0,001). Es además destacable

el hecho de que en la prueba de equilibrio, al inicio del programa, un 80% (24

sujetos) del grupo de mujeres es capaz de superarla con éxito, mientras que tras el

desarrollo de la actividad, un 93,33% (28 sujetos) concluye favorablemente la

prueba.

En el grupo de hombres, el número de intentos necesarios se reduce de forma no

significativa, al disminuir un 31,47% (p = 0,248), sin embargo, al igual que en el

Discusión

238

grupo de mujeres, se incrementa el número de sujetos que es capaz de finalizar la

prueba con éxito pues también pasa de un 80% (12 sujetos) al inicio, al 93,33%

(14 sujetos) en la valoración final. Mejoran, pues, en este aspecto un 13,33%,

tanto los hombres como las mujeres, si bien este porcentaje de sujetos por no

finalizar las dos valoraciones, se excluye en el análisis de las mejoras obtenidas en

la variable equilibrio, mejoras que serían mucho mayores en caso de integrar a

este grupo.

Respecto a la comparación con el estudio realizado por Camiña, Cancela y Romo

(2001) en la cualidad de equilibrio, tanto los hombres como las mujeres estarían

encuadrados según los datos de la evaluación inicial, dentro del nivel de

condición física “medio” (definido entre los valores 6,4 y 3,9 para los hombres y

6,5 y 4,6 para las mujeres), pasando al final del programa de condición física al

nivel de “buena” condición física (definido por los valores de 3,9 y 2,0 para los

hombres y 4,6 y 2,0 para las mujeres).

En un estudio desarrollado por Durante Molina y Hernando Galiano (1994) se

comprobó una mejora del 33% de los sujetos que no presentaban incapacidad

funcional, aumentando hasta el 40% en los sujetos que presentaban discapacidad

funcional. Estas diferencias con nuestros resultados pueden atribuirse a que el

trabajo citado se llevó a cabo en personas cuya edad era superior a los 74 años,

llegando en algunos casos a los 97 años.

Las evidencias indican que, en general, la estabilidad postural empeora con la

edad (Era y Heikkinen, 1985; Hasselkus y Shambes, 1975; Pykkö et al., 1988;

Sheldon, 1963; Woollacott y Shumway-Cook, 1990), si bien existen autores que

afirman que la mejora de la estabilidad postural no conduce a la disminución del

riesgo de caídas en las personas mayores (Ory et al., 1993; Overstall et al., 1977).

Otros afirman que el riesgo de caída es multifactorial, por lo que la estabilidad

postural es sólo un componente más dentro del perfil de riesgo de sufrir caídas

(Tinetti et al., 1995a, 1995b), si bien una pobre estabilidad corporal se asocia con

caídas frecuentes (Lord et al., 1995). Province et al. (1995) constatan a través de

Discusión

239

un meta-análisis que la realización de ejercicio físico disminuye el riesgo de

caídas.

Las mejoras en cuanto a la prueba del equilibrio podrían tener su origen en las

mejoras que se producen en la prueba de fuerza extensora de miembros inferiores,

pues diversos trabajos basados en la mejora de la fuerza en personas mayores han

encontrado mejoras significativas en el equilibrio, como en el caso de Ferrucci et

al. (1997), que en su análisis de la fuerza en 1002 mujeres de 65 o más años,

relacionaron que las que presentaban mejores niveles de fuerza también tenían

mejor equilibrio.

De igual modo, Rooks et al. (1997), con un programa para personas mayores de

entre 65 y 95 años, aplicado durante 10 meses, y con una frecuencia de 3 sesiones

por semana, constatan que se producen mejoras en el equilibrio. Los mismos

autores, con un programa de 16 semanas aplicado a dos grupos con diferente tipo

de entrenamiento, (fuerza o caminar), encontraron mejoras significativas con

ambos tipo de ejercicio (68% y 51% para cada tipo de entrenamiento

respectivamente). Lord y Castell (1994) muestran aumentos significativos del

equilibrio también con un programa de ejercicio de tan sólo 10 semanas.

Brown y Holloszy (1993) con un programa de actividad física a través de

actividades de carácter aeróbico (caminar, jogging, ciclismo) para personas

mayores de entre 60 y 72 años, y con una frecuencia de 4 sesiones semanales de

45 minutos durante un año, también encontraron mejoras significativas en el

equilibrio. Otros trabajos obtienen mejoras en esta cualidad en programas de larga

duración de 52 o más semanas de aplicación (Lord et al., 1993; 1995).

Buchner et al. (1997), por el contrario, no encontraron mejoras significativas en el

equilibrio ni la estabilidad del paso con un programa de flexibilidad y fuerza

dirigido a 105 personas de entre 68 y 85 años, de 3 sesiones semanales de 1 hora

de duración durante 26 semanas.

Discusión

240

En cuanto a los tipos de ejercicio, los programas basados específicamente en el

entrenamiento del equilibrio, se muestran más efectivos en la mejora de dicho

parámetro y consecuentemente, en reducir los riesgos de sufrir caídas (Hu y

Woollacott, 1994; Judge et al., 1994; Province et al., 1995), aunque también se

muestran efectivos en la mejora del equilibrio los programas de

acondicionamiento genérico, como es nuestro caso, o los programas para la

mejora de la fuerza.

Mills (1994) tampoco obtuvo mejoras significativas en esta cualidad tras aplicar

un programa de ejercicio aeróbico, a pesar de que los sujetos de su estudio habían

mejorado un 22% en el test de equilibrio.

Igualmente, Judge et al. (1993) no consiguieron mejoras significativas en un

grupo de mujeres entre 62 y 75 años, con un programa combinado de ejercicios de

fuerza, control postural y caminar aplicado durante 3 sesiones semanales, a pesar

de haber obtenido una disminución del 17% en el desplazamiento del centro de

gravedad medido en una plataforma de fuerzas.

Woollacott y Tang (1997) sugieren que la utilización de una amplia variedad de

ejercicios puede aumentar el repertorio de respuestas de equilibrio, y que la

coordinación de los diferentes segmentos corporales, ante múltiples acciones

posturales y movimientos, pueden contribuir a la elaboración de una respuesta

motora más adecuada ante un desequilibrio.

En cuanto al tiempo de duración del programa, existen estudios que empleando un

tiempo total de intervención relativamente corto, han alcanzado mejoras

significativas en algunas medidas de equilibrio (Johansson y Jarnlo, 1991; Judge,

Lindsey et al., 1993; Stumpfhauser y Lavacek, 1997). En el caso de Johansson y

Jarnlo (1991) tras cinco semanas de programa, mejoraron algunos aspectos, tanto

en el equilibrio estático como en el dinámico.

Discusión

241

En el estudio de Judge, Lindsey et al. (1993), tras doce semanas de entrenamiento

con dos programas diferentes, uno específico centrado sobre el ajuste postural y la

flexibilidad, y otro de fuerza y flexibilidad, no hallaron mejoras en la prueba de

equilibrio estático sobre doble apoyo.

También en el estudio de Stumpfhauser y Lavacek (1997), después de 10 semanas

de entrenamient,o encontraron mejoras muy significativas en la prueba de

equilibrio estático; Requena Sánchez-Garrido (2001) en su Tesis Doctoral

“Ejercicio físico y equilibrio en personas mayores: efectos de un programa de

ejercicio específico”, constata que 4 meses de intervención con un programa

específico de ejercicio de equilibrio, fueron suficientes para producir mejoras

significativas en el equilibrio dinámico, pero no en el equilibrio estático. En este

último, fueron necesarios 8 meses para apreciar mejoras estadísticamente

significativas.

En cuanto a los sujetos activos versus inactivos, es un hecho demostrado que los

participantes activos muestran mejores resultados en el equilibrio que los

participantes inactivos (Brown y Mishica, 1982; Rikli y Busch, 1986; Manchester

et al., 1989). Sin embargo, faltan estudios que demuestren a qué velocidad se

produce este deterioro en la capacidad de equilibrio entre las personas que no

realizan ejercicio físico.

En cuanto a las diferencias entre ambos sexos, aunque éste se considera un factor

diferencial en el rendimiento del equilibrio estático (Stones, Stones, Kozma,

1987) y en el equilibrio dinámico (Gabell y Nayak, 1984; Winter, Patla, Frank,

Walt, 1990), en nuestro estudio verificamos que al inicio los hombres obtienen un

resultado un 21,49% superior a las mujeres, y al final los hombres las superan en

sólo un 10,17%. Si analizamos la mejora que se produce en ambos sexos, mientras

las mujeres mejoraron su resultado de forma significativa en un 40,10%, los

hombres mejoraron en un 31,46%, pero dicha mejora no resulta significativa.

Discusión

242

Estos porcentajes de mejora que encontramos, en los cuales las mujeres mejoran

en mayor medida que los hombres, vienen a confirmar los estudios que afirman

que los sujetos con peores mediciones iniciales son los que presentan mayor grado

de mejora (Büchele et al., 1984; Judge, Lindsey et al., 1993; Seidler y Martin,

1996).

También existen evidencias en un estudio con participantes con edades

comprendidas entre 50 y 82 años, en el cual no se encontraron diferencias entre

sexos en las pruebas de equilibrio estático con ojos abiertos y cerrados (Stones y

Kozma, 1987), al igual que sucede con los estudios de Gehlsen, y Whaley (1990),

y el de Weimar, Williams, Clark, Vrongistinos, Zhong y Wang (1998), que

tampoco encuentran diferencias en el equilibrio estático entre hombres y mujeres

realizado con uno o dos apoyos.

Recordamos que siendo las edades medias de los sujetos de la muestra que

tomaron parte en el estudio de 70,38 años en las mujeres y 70,4 años en los

hombres, dicha edad coincide con la edad que según el estudio de Ledin et al.

(1990) realizado con población americana, afirmaba que en la edad de 70 años se

marcaba el punto de inflexión a partir del cual la función del equilibrio mostraba

los mayores deterioros.

No siempre es posible discernir cual es el grado de eficacia de las diferentes

formas de ejercicio físico que nos conduzcan a mejoras en la estabilidad corporal,

ya que hay muchas cuestiones por aclarar (Chodzko-Zajko y Moore, 1994;

Tinetti, 1994). De igual forma que una vez constatadas estas mejoras, al tener la

estabilidad una componente múltiple y los programas de trabajo una naturaleza

multifacética (como era nuestro programa), no podemos definir claramente en que

proporción es responsable cada cualidad física estudiada ni cada trabajo

programado, resultando difícil por todo ello, la comparación de los resultados

obtenidos entre los diferentes programas empleados en otras investigaciones, pero

sí que un programa de actividad física multifacético va a mejorar el equilibrio. Es

de destacar que en esta

Discusión

243

prueba no existe relación entre las tareas realizadas durante las sesiones y el

ejercicio que se toma como test, por lo que no se produce mejora por aprendizaje

de la prueba, lo cual hubiese restado veracidad a los resultados obtenidos.

5.5 AGILIDAD.

Al comparar las puntuaciones obtenidas en esta prueba con el estudio

anteriormente citado realizado por Camiña, Cancela y Romo (2001), las mujeres

al inicio estarían dentro del nivel de condición física “malo” (comprendido entre

23,6 y 21,5 segundos empleados), pasando al final a estar dentro del grupo de

nivel de condición física “buena” comprendido entre 18,5 y 15,3 segundos. En el

caso de los hombres, estarían encuadrados al inicio dentro del nivel de condición

física “malo” (comprendido entre 20,8 y 18,0 segundos), con un tiempo medio

empleado de 18,0 segundos, pasando al final del programa a obtener el nivel de

condición física “bueno”, comprendido entre los valores de 16,7 y 13,6 segundos.

En cuanto a la evolución de la variable agilidad, vemos que, tanto en hombres

como en mujeres, se produce un gran incremento siendo éste de un 31,60% (p =

0,000) para las mujeres y de un 24,07% en los hombres (p = 0,000). Estos

resultados confirman la mejora de esta cualidad física a través del programa de

trabajo aplicado. Otros autores han obtenido incrementos significativos en esta

cualidad en la misma línea de los trabajos de Lord y Castell (1994), Lord et al.

(1993) y Rikli y Edwards (1991).

En general, los individuos con mejor condición física también parecen ejecutar

mejor aquellas tareas que requieren una mayor demanda espacio-visual (Shay y

Roth, 1992), y también las que precisan un mayor esfuerzo de procesamiento

(Chodzko-Zajko, 1991), siendo pues la respuesta más lenta cuanto más compleja

Discusión

244

es la tarea a realizar (Lupinacci et al., 1993). Se ha demostrado que los mayores

que permanecen más activos tienen mejores tiempos de reacción (tanto simples

como complejos) que aquellos que son sedentarios (Dustman, Emmerson,

Shearer, 1984), pero no está claro si el ejercicio es la causa de ello o una

consecuencia de una función cerebral mejorada.

Se ha visto que el aumento de la velocidad de reacción era menor en individuos

activos que habían realizado un entrenamiento aeróbico durante largo tiempo

(Era, Jokela, Heikkinen, 1986; Whitehurst, 1991), aunque también existen

evidencias de que la realización de ejercicio dinámico mejora el riego sanguíneo

cerebral (Jorgensen, Perko, Secher, 1992; Rogers, Schroeder et al., 1990;

MacRae, 1989).

Un incremento del VO2max del 20% al 30% obtenido durante varios meses de

ejercicio aeróbico ha sido asociado con mejores resultados en test de rendimiento

mental, no siendo así con individuos que habían desarrollado sólo ejercicios de

fuerza y flexibilidad (Dustman et al., 1994) o programas de yoga (Blumenthal,

Emery, Madden, Schniebolk et al., 1991). Por todo ello, se confirma plenamente

que los programas de actividad física en personas mayores provocan aumentos en

su nivel de agilidad, independientemente del nivel inicial que presenten.

5.6 FLEXIBILIDAD.

Al comparar las puntuaciones obtenidas en esta prueba de flexibilidad con el

mismo estudio realizado por Camiña, Cancela y Romo (2001), las mujeres se

encuadrarían al inicio dentro del nivel de condición física “malo” (que estaría

comprendido entre los valores 11,4 y 17,0 cm.), pasando al final del programa al

nivel de condición física “medio” (que estaría comprendido entre los valores 17,0

y 22,2 cm.). En el caso de los hombres, al inicio estarían dentro del nivel de

condición física “medio” (comprendido ente 13,0 y 18,0 cm.), pasando al final del

Discusión

245

programa al nivel de condición física “bueno” (comprendido entre 18,0 y 22,2

cm).

De igual modo, las mediciones efectuadas en cuanto a la flexibilidad demuestran

que se producen incrementos significativos en ambos sexos, produciéndose el

mayor incremento en el grupo de mujeres con un 35,97% (p = 0,000), mientras

que para los hombres el aumento supone un 13,55% (p = 0,028). Podemos

constatar a la vista de los resultados obtenidos, que se puede incrementar el nivel

de flexibilidad y en concreto, el de la flexibilidad del tronco en las personas de

edad a través de la participación en programas de actividad física. Esta afirmación

se ve confirmada en los estudios de Mills (1994), el cual encontró diferencias

significativas con mejoras para los niveles de flexibilidad de los tobillos y la

rodilla derecha. Brown y Holloszy (1993) obtuvieron mejoras significativas en

esta cualidad con un trabajo dirigido a la mejora de la fuerza muscular. Morey et

al. (1991) reflejan incrementos de un 11% en los niveles de flexibilidad (p < 0,05)

a través de un programa de actividad física de ejercicios aeróbicos, flexibilidad y

fuerza.

Rikli y Edwards (1991) constataron mejoras significativas (p < 0,05) en diversas

cualidades con un programa de 3 sesiones semanales incluyendo la flexibilidad,

medida con la prueba empleada en el presente estudio.

Diversos estudios también demostraron mejoras significativas en el rango de

movimiento de diferentes articulaciones (columna cervical, hombro, codo,

muñeca, cadera, rodilla y tobillo) en personas mayores que participaron en un

programa de ejercicio regular (Hubley-Kozey et al., 1995; Leslie y Frekany, 1975;

Lesser, 1978; Morey et al., 1991; Munns, 1981). Resaltar que Gutman et al.

(1977) aplicando un programa de ejercicios que empleaba movimientos

terapéuticos lentos, no consiguieron mejoras significativas en la flexibilidad

rotacional del tronco en ancianos.

Discusión

246

De todos modos, no debemos obviar que los rangos de movimiento declinan

significativamente con el paso de los años en ambos sexos (Kuhlman, 1993; Nigg

et al., 1992), al igual que afirman Roach y Miles (1991) que atribuyen las pérdidas

de los rangos activos de movimiento de la cadera y la rodilla, en un estudio

transversal en ambos sexos, a los incrementos de la edad.

5.7 FUERZA.

El desarrollo de un programa de trabajo de fuerza con personas mayores que

carecen de experiencia previa en este tipo de entrenamiento, hace aconsejable

llevar a cabo un programa de actividad física general, antes de iniciarse en el

programa de fuerza específico. Los ejercicios deben ser realizados con la máxima

amplitud del recorrido articular, siendo conveniente realizar ejercicios de

flexibilidad antes o después del programa (Cancela, 2004).

5.7.1 FUERZA MÁXIMA DE PRENSIÓN.

Al comparar las puntuaciones obtenidas en esta prueba con el estudio realizado

sobre una muestra de personas mayores pertenecientes a la población de la

Comunidad Autónoma de Galicia (Camiña, Cancela y Romo, 2001), debemos

destacar el hecho de que, en este último estudio, la prueba de fuerza máxima de

prensión se realizó solamente con la mano dominante, mientras que en nuestro

estudio se aplicó en ambas manos, lo cual dificulta el estudio comparativo.

Las mujeres, al inicio del programa de actividad física, en la prueba de fuerza

máxima de prensión manual con la mano derecha, comparando nuestros datos con

los del estudio anterior realizados con la mano dominante, estarían en un nivel de

condición física “medio” (comprendido entre los valores de 17,5 y 20,1 kg),

pasando al final de nuestro estudio al nivel de condición física “bueno”,

comprendido entre los valores 20,1 y 23,0 kg.

Discusión

247

En cuanto a la fuerza máxima de prensión con la mano izquierda, comparado con

la mano dominante al inicio del programa, las mujeres estarían encuadradas

dentro del nivel de condición física “malo” (comprendido entre los valores 14,7 y

17,5 kg), pasando al finalizar el programa a estar dentro del nivel de condición

física “bueno” (comprendido entre 17,5 y 20,1 kg).

En los hombres,los resultados obtenidos en la fuerza máxima de prensión de la

mano derecha, comparados con los datos de la mano dominante obtenidos en el

grupo de mayores de la población gallega, estarían al inicio y al final dentro del

nivel de condición física “bueno” (comprendido entre los valores 35,7 y 41,2 kg),

obteniéndose resultados muy parecidos para la mano izquierda.

Por tanto, en la fuerza máxima de prensión de la mano derecha, las mujeres

aumentan su rendimiento un 6,48% (p = 0,043) en tanto que los hombres

empeoran un 2,94% siendo éste un resultado no significativo (p = 0,217). Para la

misma prueba, con la mano izquierda, el grupo de mujeres acrecienta su fuerza un

10,47% de forma significativa (p = 0,029) mientras que se observa un

estancamiento en el grupo de los hombres con un ligero incremento no

significativo del 0,08 %.

Sipila et al. (1991) también encontraron mejoras en la fuerza de prensión tras un

programa de entrenamiento con mayores de entre 70 y 81 años, con tres grupos

diferentes (fuerza, velocidad y resistencia). Skelton et al. (1995), obtuvieron un

4% de mejora (p =0.05) con un programa de 12 semanas para mujeres de 75 o

más años con un trabajo realizado con gomas elásticas y pesas de arroz de 1-1,5

kilogramos; el entrenamiento se basaba en 3 series de 8 repeticiones en 3 sesiones

a la semana de una hora de duración (una bajo supervisión y dos sesiones en su

domicilio).

La ausencia o disminución de la realización de actividad física provoca

disminuciones en el nivel de fuerza de prensión que pueden ser de hasta un 32%

(Rantanen et al., 1997).

Discusión

248

La disminución del nivel de fuerza en la mano derecha y la ausencia de

variaciones de la misma en la mano izquierda en el grupo de hombres, podría ser

debida a que el programa aplicado no estaba diseñado para una mejora específica

de la fuerza en dichos segmentos corporales, y a que sus niveles iniciales para esta

prueba de fuerza ya partían de unos valores elevados en relación con los valores

propios para su edad.

5.7.2 FUERZA MÁXIMA EXTENSORA DE LOS MIEMBROS

INFERIORES.

En la prueba de fuerza máxima extensora de los miembros inferiores, se constatan

incrementos significativos en el grupo de mujeres, siendo el porcentaje de mejora

del 56,09% (p = 0,000), mientras que en el grupo de los hombres, se produce una

mejora significativa del 25,23% (p = 0,001).

Así, estableciendo una comparativa con el estudio anteriormente mencionado, que

aporta datos normativos sobre la población gallega, las mujeres estarían al inicio

encuadradas en un nivel de condición física “malo” (comprendido entre los

valores 33,9 y 43,0 kg), y tras la aplicación del programa, pasarían a pertenecer al

grupo de “buen” nivel de condición física (comprendida entre los valores 52,1 y

65,4 kg). En el caso de los hombres, al inicio del programa estarían dentro del

nivel de condición física “bueno” (comprendida entre los valores 105,9 y 118,8

kg), pasando al final del programa a poseer el nivel de condición física “muy

bueno”, que comprende los resultados superiores a 118,8 kg.

Frontera et al. (1990) también certifican importantes mejoras en la fuerza de

miembros inferiores (207% para 1 RM y 10% a 60º), tras 12 semanas de

entrenamiento de fuerza basado en un trabajo que consistía en realizar 3 series de

8 repeticiones por sesión, y 3 sesiones semanales al 80% de RM.

Discusión

249

En esta línea, Fiatarone et al. (1990) señalan extraordinarias mejoras en los

niveles de fuerza del cuádriceps (174% +/- 31%) para un grupo de ancianos de 90

años de edad media residentes en un geriátrico, tras 8 semanas de trabajo con

resistencias de alta intensidad. Estos altos porcentajes no se obtienen en nuestro

estudio, puesto que el programa aplicado no se basa específicamente en la

aplicación de ejercicios para la mejora de la fuerza.

Nosotros, para la realización de las tareas de fuerza, empleamos ejercicios con el

propio peso, muñequeras, tobilleras, pequeñas pesas de fabricación casera, con

botellas rellenas de arena, y también gomas elásticas al igual que Mikesky et al.

(1994) con las que obtuvieron mejoras de hasta un 82% (p<0,001) en el desarrollo

de la fuerza del tren inferior.

Otras investigaciones como la de Morganti et al. (1995), en colectivos de menor

edad (39 mujeres de 59,5 años de media), muestran mejoras del 35,1% con sólo 2

días de actividad física a la semana durante un año, pero sus resultados son

inferiores a los que nosotros reflejamos para el subgrupo de mujeres.

Sin emplear ejercicios de alta intensidad, Taaffe et al. (1996) obtienen

incrementos de un 41,5% (p < 0,05) en la fuerza extensora del cuádriceps, que se

elevan hasta el 59,4% si se aplican ejercicios de alta intensidad.

Autores mencionados previamente en el análisis de otras cualidades certifican la

mejora de la fuerza extensora del tren inferior, tanto en plazos cortos de trabajo

inferiores a 12 semanas (Lord y Castell, 1994) como tras doce meses de ejercicio

(Lord et al., 1993).

Discusión

250

5.7.3 FUERZA RESISTENCIA ABDOMINAL.

Es destacable el hecho de que, en la valoración de la fuerza-resistencia abdominal,

todos los sujetos de la muestra obtuvieron mejoras significativas. Las mujeres

obtienen el mayor porcentaje de mejora, con un 181,89% (z = 0,000), alcanzando

los hombres un incremento del 89,97% (z = 0,018). Según estos valores, queda

reflejado que la capacidad de la fuerza es susceptible de mantenerse y/o

mejorarse, sobre todo en aquellos segmentos corporales que reciben una menor

demanda en las tareas cotidianas, como es el caso de la mano izquierda. La

circunstancia de que dentro del grupo de mujeres se sitúen los sujetos de la

muestra que obtienen niveles más bajos inicialmente, podría atribuirse a que no

suelen desempeñar habitualmente tareas que demanden un gran nivel de esta

capacidad.

En esta prueba de fuerza resistencia abdominal, las mujeres al inicio del programa

estarían encuadradas dentro del nivel de condición física “medio” (comprendido

entre 36,0 y 47,0 repeticiones), pasando al final al grupo de nivel de condición

física “bueno” (comprendido entre 47,0 y 75,5 repeticiones). Los hombres, tanto

al inicio como al final del programa, estarían dentro del nivel de condición física

“bueno” (comprendido entre 51,0 y 75,0 repeticiones), aunque debemos recordar

que el máximo resultado que se puede alcanzar en esta prueba es de 75

repeticiones.

El ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza, además de mejorar la

capacidad funcional, pueden revertir o disminuir la sarcopenia,

independientemente de la edad y del grado de fragilidad (Ävila-Funes y García-

Mayo, 2004), si bien el trabajo que va a combatir de forma más efectiva la

sarcopenia, deteniéndola o revertiéndola, va a ser el trabajo de fuerza (Evans,

1999; Evans, 1997).

Discusión

251

Taunton et al. (1996), al comparar los beneficios de actividades físicas realizadas

en el agua y fuera de ella, certifican entre estos beneficios, una mejora

significativa de la fuerza-resistencia de la musculatura abdominal.

Sipila et al. (1991) ratifican que, con la práctica de actividad física, aún incidiendo

en diferentes aspectos (fuerza, velocidad o resistencia), los niveles de fuerza

mostrados para diversas variables, entre ellas las pruebas de fuerza abdominal,

son mayores en las personas de edad activas que en aquellas que no realizan

ningún tipo de ejercicio. A pesar de encontrar valores más elevados de fuerza en

los sujetos sometidos a programas de fuerza y velocidad, recomiendan la

participación en programas combinados que incidan en las tres cualidades

anteriormente mencionadas, puesto que también reflejan que las personas que

participan en el grupo de entrenamiento de la resistencia muestran excelentes

valores de fuerza en relación con su masa corporal.

Otros autores (Sandler et al., 1991; Rantanen et al., 1994; 1997; 1998) certifican

con sus estudios que los niveles de actividad física tienden a mejorar el nivel de

fuerza en las personas mayores, y que el nivel de actividad física diaria que se

realiza es una de las variables más importantes que explica valores superiores con

relación a personas sedentarias de su misma edad.

Las actividades dirigidas al desarrollo de la fuerza-resistencia, producen además

mejoras del bienestar psicológico de las personas mayores (Melillo et al., 1996;

Hallinan y Schuler, 1993).

5.8 CALIDAD DE VIDA.

Los niveles iniciales obtenidos en todos los registros evaluados, tanto en el estado

afectivo como en la condición física, son inferiores en las mujeres con respecto a

los hombres. La excepción fue el IMC, pero este ítem también traducía una peor

Discusión

252

situación inicial de partida para ellas, si bien esta variable no presentó cambios

significativos.

Para las personas mayores, el bienestar físico, las relaciones interpersonales y el

bienestar emocional, serían las dimensiones más importantes de la calidad de vida

(Schalock, DeVries, Lebsack, 1999).

La participación en programas de actividad física ayuda a mejorar la calidad de

vida en las personas mayores, facilitando el que se mantengan con un estilo de

vida independiente y activo, resultando clave el efecto del ejercicio físico sobre la

fuerza, el equilibrio y la resistencia cardiovascular para reducir el riesgo de

caídas, minimizar las enfermedades y mantener una gran independencia (Gill et

al., 1995).

La incidencia que la realización de actividad física y, en concreto, el programa

que aquí se propone, tiene sobre diversos aspectos que afectan a la calidad de vida

de forma directa (estado afectivo, condición física) e indirecta (ocio, relaciones

sociales, participación comunitaria, etc.), coincide con la concepción global de

otros estudios que apoyan el argumento de la mejora de la calidad de vida a través

de la modificación de los elementos que pueden considerarse como parte de este

constructo. Lamb (1984) afirma que existe evidencia de que un plan de ejercicio

bien concebido es provechoso para la salud de las personas de edad.

La práctica sistemática de la actividad física aumenta la calidad de vida de las

personas mayores y la falta de ella conduce a una disminución de su salud en su

totalidad (Pessi, 2002). Mantener un nivel de actividad física es vital para la salud

y la autonomía en los ancianos, estando directamente asociada a su calidad de

vida (Marcia Regina, 2003). Cuanto peor es la percepción de las personas

mayores sobre su estado de salud, menor es su calidad de vida (Goncalves, 2001).

El ejercicio físico realizado regularmente puede retrasar la aparición de algunos

de los síntomas que acompañan a ciertas enfermedades crónicas, manteniendo la

capacidad funcional que permite al anciano realizar las tareas de la vida diaria,

Discusión

253

paliando los cambios registrados en la composición corporal y contribuyendo de

esta forma a mantener la autonomía y la calidad de vida (Berlin y Colditz, 1990;

Kromhout et al., 1990).

El ejercicio es el único método probado y seguro que puede mantener la condición

física, siendo los ancianos el grupo de población que resulta más beneficiado con

este tipo de actividad, siendo el trabajo en grupos o en familia el óptimo para

favorecer la permanencia en los programas. De esta forma, mediante la práctica

continua de ejercicio, mejorará la funcionalidad e independencia, al mismo

tiempo que será beneficioso también para el estado de ánimo y la calidad de vida

del paciente anciano (Ávila-Funes y García-Mayo, 2004).

También existe una relación entre el estilo de vida saludable y calidad de vida; en

un estudio realizado en Pensylvania sobre más de 1700 personas, seguidas durante

más de 30 años (desde los 43 a los 75 años), se encontró que aquellas con estilos

de vida más saludables (en concreto, menor exposición al tabaco, mejor IMC y

mayor nivel de actividad física), no solo vivían más años, sino que, en ellas la

aparición de la incapacidad funcional se retrasaba unos cinco años de media (Vita,

Terry, Hubert, Fries, 1998).

Asimismo, Buchner et al. (1992) reflejan resultados con grandes beneficios para

la salud en las personas mayores, al incrementar los niveles de fuerza, capacidad

aeróbica, equilibrio y marcha, mejorando así el estado funcional. Rousseau (1989)

afirma que una actividad física regular retarda el descenso de la capacidad física,

mejora la calidad de vida y aumenta la capacidad funcional, incidiendo en que la

práctica de ejercicio por parte de las personas mayores conllevaría una reducción

de los costes sanitarios.

Otras investigaciones (Brown, 1992; Hooke, 1992) sugieren que existe una

relación positiva entre actividad física y bienestar psicológico en las personas de

edad al influir sobre el retraso y mejora de la pérdida de memoria, reducción del

Discusión

254

estrés emocional y la ansiedad, aumento de la sensación de bienestar, habilidad

para relajarse y la mejora de la autoimagen.

En este sentido, se ha argumentado que los efectos positivos de la actividad física,

ya sea aeróbica o anaeróbica, puntual o continuada, son debidos al contexto social

del ejercicio, a su significación personal, al entorno físico en el que se desarrolla,

o a una combinación de todos ellos (Roth, Bachtler, Fillingim, 1990). En esta

línea, Rejeski (1985) sugiere que estas variables psicológicas y sociales tienen una

mayor incidencia cuando el ejercicio es de baja o moderada intensidad.

Siguiendo la teoría de la actividad que defienden Fernández-Ballesteros, Moya,

Iñiguez y Zamarrón (1999), en la que justifican la ejercitación de aquellas

capacidades que no se han perdido, para su mantenimiento óptimo, afirman que

las personas mayores para estar satisfechas con sus vidas, tienen que pensar que

son necesarias a los demás; que la sociedad aún los necesita y argumentan en este

sentido que el ejercicio realizado de forma continuada, el ajuste social y las

actividades productivas que requieran compromiso y responsabilidad, pueden

contrarrestar el deterioro que produce el envejecimiento.

Bruce et al. (1994) concluyeron que los síntomas depresivos y la incapacidad

física pueden iniciar un descenso en la salud física y psíquica de las personas

mayores y, consecuentemente, repercutir sobre su calidad de vida, por lo cual la

prevención o reducción de los síntomas depresivos debe ser considerada un

importante punto de intervención en la salud de los mayores. Newsom y Schulz

(1996) confirman que la falta o disminución de los apoyos sociales es un

importante factor para la disminución de satisfacción por la vida y el aumento de

los síntomas depresivos encontrados en poblaciones ancianas.

La actividad física puede también incrementar el bienestar psicológico de las

personas mayores, independientemente del estado de condición física

cardiorrespiratoria (Brown y Wang, 1992; King et al., 1989; Landers y

Petruzzello, 1994; Martinsen y Stephens, 1994; McAuley y Rudolph, 1995).

Discusión

255

Al observar en un estudio longitudinal la relación de antecedentes y

consecuencias de la práctica de actividades físicas entre personas mayores

(Wolinsky et al., 1995), se constató que los sujetos practicantes tenían pocas

limitaciones en las extremidades inferiores, mejor percepción de su estado de

salud, más relaciones de amistades y mayor control sobre su salud, aunque ésta no

suponía una preocupación para ellos.

Así, podemos afirmar que los cambios que propicia la actividad física, van a

favorecer una mayor calidad de vida y una disminución de la morbi-mortalidad de

forma global (Lee y Skerrett, 2001). El ejercicio físico puede modificar el proceso

de envejecimiento mejorando con ello la condición física en los ancianos, y

contrarrestando el declive fisiológico secundario causado tanto por el

envejecimiento propio como por el sedentarismo (Ashworth, Reuben, Benton,

1994; Evans y Cyr-Campbell, 1997). En la misma línea de estos autores, Bortz

(1989) afirma que el ejercicio físico en todo caso contribuye a minimizar los

cambios biológicos del envejecimiento.

También Fiatarone (2004) afirma que el ejercicio físico, además de minimizar los

cambios fisiológicos asociados con el envejecimiento, contribuye a mejorar la

salud psicológica y el bienestar, incrementando la longevidad y disminuyendo el

riesgo de las enfermedades crónicas que afectan a las sociedades industrializadas,

resultando útil a la vez como tratamiento primario o adjunto para algunas

enfermedades crónicas, reduciendo los efectos secundarios adversos de algunos

tratamientos médicos, siendo una herramienta positiva en el tratamiento y

prevención de la discapacidad.

A la práctica de ejercicio físico, se le atribuyen también disminuciones a largo

plazo en la morbi-mortalidad y en consecuencia en la dependencia física y la

ocupación de recursos humanos (Fries et al., 1994; Rohan, 1994; Hakim et al.,

1998; Paffenbarger et al., 1986).

Discusión

256

Laukkanen et al. (1995) al estudiar a los sujetos con edades comprendidas entre

75 y 80 años, de la población de Jyvaskyla en Finlandia, concluyen que la

dificultad para moverse dentro y fuera de casa, así como una baja velocidad al

caminar y la pérdida de fuerza muscular estaban directamente relacionadas con un

aumento del riesgo de morir durante los cinco años de seguimiento posterior del

estudio.

El ejercicio físico mejora la expectativa de vida, que se amplía en uno o dos años,

por lo que los programas de ejercicio físico realizado de forma regular deberían

ser incluidos como un elemento básico en cualquier programa destinado a mejorar

la salud de los ancianos (Lee et al., 1995; Schwartz y Buchner, 1994).

Se considera el ejercicio físico como una parte fundamental del conjunto de las

actividades preventivas a desarrollar con los ancianos, con el fin de prevenir el

deterioro funcional y, una vez que éste se ha producido, tratar de recuperarlo,

teniendo como objetivo principal que el anciano pueda permanecer en su

domicilio con el mayor grado de independencia posible (Frame, 1999).

El componente subjetivo de la calidad de vida, entendido a través de conceptos

como bienestar y satisfacción, implica el estudio de la valoración de la salud

desde la perspectiva del propio individuo, con el fin de obtener un diagnóstico de

su estado general de salud. Este diagnóstico quedará matizado por las

características socioeconómicas de la población (Abellán, Fernández-Mayoralas,

Rodríguez, Rojo, 1992), constatándose que el principal factor de desigualdad en la

percepción de la propia salud es el nivel de instrucción (Fernández-Mayoralas,

Abellán, Rodríguez, Rojo, 1993). En nuestro estudio las mujeres presentaban un

nivel de instrucción inferior respecto al de los hombres, lo cual podría explicar su

peor percepción de su estado de salud.

Entre los autores que afirman que la percepción de la calidad de vida en las

mujeres es más negativa que en los hombres están Castellón y Alexandre (1997),

así como Iglesias de Ussel, López, Díaz (2001). Entre los parámetros que

Discusión

257

componen el concepto de calidad de vida, encontramos que la salud es el más

importante en la escala de valoración de los mayores de ambos sexos; asimismo,

es donde se encuentran las diferencias más destacables entre géneros (Castellón y

Alexandre, 1997).

Dentro de los indicadores del estado de salud de las personas mayores se incluyen

la capacidad para realizar las actividades diarias (Abellán, 2000; Puga, 2002), los

roles sociales asumidos por hombres y mujeres (Rodríguez y Fernández-

Mayoralas, 1994) y la patología previa (Fernández-Mayoralas y Rodríguez,

1995).

La actividad física puede llegar a ser un indicador de la calidad de vida en los

ancianos puesto que, al desarrollar una mayor carga de actividad física, permite

llevar una vida más independiente y, probablemente, optimizar el estado físico del

individuo (Martín, Moreiras y Carbajal, 2000). En la misma línea, se aconseja

establecer un consenso en los mensajes sobre salud pública que aborden aspectos

sobre medidas higiénico-sanitarias, tanto en cuestiones alimentarias como de

actividad física (Eden et al., 2002; Pate et al., 1995; Saltin y Pilegaard, 2002).

En lo relativo al estado físico, puede haber consecuencias físicas negativas como,

por ejemplo, sucede por las debidas a la inactividad física que favorecen una baja

calidad de vida, pues el hecho de no ejercitar las funciones que aún se poseen,

conlleva el deterioro de éstas, llegando incluso al dolor físico (Godoy y Godoy,

1999).

Compartimos plenamente la afirmación de que “La actividad física constituye

uno de los medios más seguros de mantener la autonomía social, además de

asegurar el mantenimiento de las capacidades motrices e intelectuales, permite

una mejor adaptación psicoafectiva del anciano a su entorno familiar y social”

(Camiña et al., 2000a).

A la vista de todos los resultados, el porcentaje de mejora tanto en la condición

física como en el estado afectivo tras la aplicación de nuestro programa, es

Discusión

258

superior en las mujeres con respecto a los hombres; ello puede estar en la línea

con estudios que afirman que los individuos en peores condiciones iniciales,

serían los que podrían mejorar su situación en mayor medida (Büchele et al.,

1984; Judge, Lindsey et al., 1993; Seidler y Martin, 1996), y esta situación

desigual de partida, que afecta a las mujeres, podría ser atribuida a varias causas.

Por un lado, la situación socioeconómica de partida que, en el caso de las mujeres,

es mucho más negativa que en el de los hombres, como nos muestra la encuesta

inicial. En cuanto al nivel de ingresos económicos se dan grandes diferencias

entre las mujeres y los hombres, siempre a favor de éstos, pues mientras que en

las mujeres el 15,62% no recibe ingresos y el 6,25% recibe menos de 300 euros

mensuales, ningún hombre se encontraba en esta situación; en el nivel de ingresos

de 301 a 600 euros mensuales, se encontraban el 68,75% de las mujeres y el

33,33% de los hombres, y en los niveles más altos de ingresos, entre 601 a 900

euros mensuales, estaban el 9,37% de las mujeres por el 46,66% de los hombres.

Por último, en el nivel de ingresos mensuales de 901 a 1200 euros, no existían

mujeres siendo el 20% los hombres los que tenían esa condición.

Otra causa podría ser que ellas tenían menor nivel de estudios: así, un 46,87% sin

estudios frente al 26,66% de los hombres, siendo el doble los hombres con FP1, o

Bachillerato Elemental (6,66%) frente al 3,12% de las mujeres y mientras que el

13,33% de los hombres posee estudios de FP2, o Bachillerato Superior, ninguna

mujer los alcanza.

Otro dato que nos parece destacable es el hecho de que el 37,5 % de las mujeres

vivían solas, cuando esa situación no se daba en ninguno de los casos entre los

sujetos varones de la muestra. Además los casos de viudedad representan un 50%

de las mujeres, mientras que en los hombres sólo son viudos el 13,33%.

Discusión

259

5.9 MEJORAS AUTOPERCIBIDAS.

Como afirman Schalock, Bonham, y Marchand, (2000), los consumidores están

implicándose cada vez más en la evolución de su propia calidad de vida; por

tanto, además de emplear distintos instrumentos para medir cada una de las

variables objeto de estudio, nos planteamos saber cuál es su percepción de las

mejoras, si es que se producen, para lo que se sigue un modelo de entrevista

privada a fin de evitar que las respuestas no se vean influidas por factores

externos.

Como afirman algunos autores, la entrevista es una de las principales técnicas

cualitativas de investigación social (Duro, Francés, Ballesteros, 1999). También

como afirma Ruiz Olabuénaga (1996), la entrevista es la herramienta favorita del

investigador cualitativo y no es otra cosa que una técnica para obtener

información, mediante una conversación.

La subjetividad que se genera con la entrevista es su principal característica y

también su principal limitación (Castellón y Romero, 2004). A través de

indicadores subjetivos (Castellón y Alexandre, 1997), podemos centrarnos en la

calidad de vida subjetiva, partiendo de que ésta es un elemento clave en el

envejecimiento de forma satisfactoria, el cual se apoya en el grado de satisfacción

y bienestar percibido (Rubio, Alexandre, Cabezas, 1997).

En nuestro estudio, hemos tratado de determinar la percepción de las mejoras con

una sola pregunta:

“¿Desde que realiza el programa de actividad física,

se encuentra igual, mejor o peor que antes?”.

La media de aspectos en los cuales mejoran los sujetos de la muestra estudiada es

de 4,62, pero si analizamos lo sucedido por sexos, rápidamente observamos que

las mujeres aprecian mejoras en más aspectos (valor medio de 5) que los hombres

Discusión

260

(valor medio de 3,87). Recordemos que estos campos en los que se tabularon las

respuestas no eran preconcebidos y surgieron al tratar de ordenar las respuestas

efectuadas.

Nos parece un hecho destacado el que no ha existido ninguna respuesta que

expresara un sentido negativo de haber empeorado en algún aspecto, ya que todos

manifiestan haber mejorado a lo largo de la asistencia al programa de actividad

física.

También en el estudio desarrollado por Durante Molina y Hernando Galiano

(1994) se obtuvo una mejora del 50% del total de participantes que manifestaron

encontrarse mejor al finalizar el programa de gimnasia y un 20% de los sujetos

encontrarse mucho mejor; las diferencias con nuestros resultados, como ya

citamos, pueden atribuirse a que el trabajo anterior se llevó a cabo en personas

cuya edad era superior a los 74 años, llegando en algunos casos a los 97 años.

Como resumen, destacaremos el hecho de que las mujeres tienen una percepción

mayor de la mejoría conseguida a través del ejercicio físico. Es difícil determinar

con exactitud por qué sucede esto, pero el hecho de que comiencen el programa

con una situación inicial peor, pudiera resultar determinante como ya hemos

reiterado, pues este programa de actividad física representa para ellas un gran

apoyo social y afectivo, y además partían con unos menores niveles de condición

física.

Puede resultar más fácil apreciar mejoras, pero no debemos perder de vista el

hecho de que algunos aspectos en los cuáles aprecian mejora, tienen un carácter

más subjetivo, como puede ser la depresión o el estado de ánimo, y otros más

objetivos, como pueden ser la movilidad, el equilibrio, la regulación de la tensión

arterial, el sueño, etc.; pero sería cada uno, de forma individual, el que tendría la

respuesta con respecto a la importancia que cada aspecto tiene en la mejora de su

calidad de vida. Como afirma Abellán (2003), la autopercepción del estado de

Discusión

261

salud es un sencillo y buen indicador de la satisfacción vital, más incluso que el

número de enfermedades diagnosticadas.

Considerando que la salud es algo más que la ausencia de enfermedad y que las

emociones positivas son también algo más que la ausencia de emociones

negativas, es posible plantear la utilidad de las emociones positivas para prevenir

enfermedades, para reducir la intensidad y duración de las mismas y también para

alcanzar niveles elevados de bienestar subjetivo (Mora et al., 2004; Lyubomirsky,

King, Diener, 2005).

Experimentar emociones positivas es siempre algo agradable y placentero a corto

plazo y tendría otros efectos beneficiosos más duraderos, en la medida en la que

ello prepara a los individuos para tiempos futuros más duros (Fredrickson et al.,

1998; Fredrickson 2001). La alegría, por ejemplo, anima a jugar en el sentido

amplio de la palabra, a extender los límites, a ser creativo, y ello permite el

desarrollo y el entrenamiento de habilidades físicas, psicológicas, intelectuales y

sociales. Todas estas habilidades conceptualizadas como recursos, pueden llegar a

ser muy valiosas en momentos de escasez y de conflicto, en los que disponer de

velocidad, de resistencia, de amigos, de capacidad de innovación, etc., puede ser

la diferencia entre vivir o morir (Frijda, 1986).

El descenso del nivel de depresión que se consigue con el ejercicio físico en los

cuadros depresivos menores favorece el rendimiento intelectual y laboral, las

relaciones sociales y la tolerancia al estrés (Caspersen et al., 1985; Shepard, 1989;

Dishman, 1985).

Según un estudio de seis meses de duración realizado por Chulián et al. (2001),

con una muestra que presentaba una edad media de 67,56 años y que en un 81%

eran de sexo femenino, el 97% de los sujetos sentía que su salud mejoraba cuando

realizaba ejercicio físico. Dichos resultados confirman los obtenidos por otros

investigadores (Armadans et al., 1998; Martínez, García, 1994; Lehr, 1994).

Discusión

262

Diversos estudios realizados con sujetos adultos de mediana edad, han indicado

una relación positiva entre la práctica de ejercicio físico y la mejora de la

autoestima (Marsh y Sonstroem, 1995), así como con la aparición de estados

emocionales positivos, que aumentan el bienestar psicológico del individuo,

reduciendo la ansiedad o el estrés, y mejorando el funcionamiento cognitivo

(Etnier, Salazar, Landers, Petruzzello, Han, Nowell, 1997).

La participación en un programa de educación física beneficia de manera

determinante el desarrollo de la autoimagen y autoestima de las personas

mayores. Estos patrones de conducta que se establecen, favorecen el aumento de

los recursos propios fomentando así la autonomía e independencia y, en

consecuencia, mejorando la calidad de vida y contribuyendo a alcanzar en estas

edades un estado de mayor bienestar (Echevarria, 1999).

En cuanto a las mejoras autopercibidas, es de resaltar que 23 sujetos refieren

sentir mejora de algún tipo de dolor tras la realización del programa, dándose

incluso algún caso en el que se disminuye la medicación por esta razón; además,

localizan la desaparición o mejoría del dolor en una media de dos zonas

corporales. La causa de esta mejoría podría ser un aumento de las beta-endorfinas

con el ejercicio, que produce un aumento del umbral del dolor, alcanzando una

sensación de bienestar que se prolonga unas 3-5 horas después de finalizada la

actividad. Por ello, es por lo que se le atribuye al ejercicio regular una mejora en

el estado psicológico del individuo (Stephens, 1988; Folkins, Sime, 1981).

Debemos de destacar el hecho de que 5 sujetos que padecían mareos refieren

ahora una mejoría de los mismos.

También destacaremos el hecho de que 14 sujetos manifiestan que duermen y

descansan mejor, cuando antes tenían serios trastornos del sueño; alguno incluso

ahora puede tomar café, cuando antes no podía dormir y tenía absolutamente

prohibida su ingesta. También hay casos que pudieron prescindir de la medicación

adicional que necesitaban a veces para dormir. Nuestros resultados coinciden con

Discusión

263

los estudios realizados por Rohan (1994) en los cuales se constata una mejora en

el sueño nocturno.

En cuanto a las mejoras circulatorias apreciadas, en 5 personas desaparecen los

calambres nocturnos que tenían con frecuencia y que les impedían dormir. En

otras ocasiones, no se les duermen los dedos al calcetar como les sucedía antes,lo

cual les obligaba a interrumpir esta actividad. En cuanto a los problemas

varicosos de los miembros inferiores, refieren mejoras importantes, si bien al estar

varios días sin realizar ejercicio físico les empeoran de nuevo, según ellos mismos

manifiestan, lo cuál es perfectamente comprensible.

Es de resaltar la existencia de una percepción de mejora del estado de ánimo,

puesto que un total de 11 personas refieren dicha mejoría, coincidiendo nuestros

resultados con los obtenidos por Chen y Millar (1999). También encuentran una

mejoría en el estado psicológico que induce a un estado de mayor optimismo y a

una menor ansiedad (Rohan, 1994; Hale, Koch, Raglin, 2002). En nuestro trabajo,

creemos que pudo ser debido en gran parte a que en las sesiones se intentaba

trabajar con una metodología lo más lúdica posible, a través de juegos y múltiples

situaciones que favorecían las relaciones sociales, así como el empleo de músicas

como valses, pasodobles, cha-cha-chas, mambos, jotas, polkas, etc., que les eran

familiares pues generalmente son melodías populares de sus años de juventud o

canciones de moda, que favorecen la activación y el movimiento, y que emplean

instrumentos que les motiven como sucede con el acordeón, buscando ante todo la

adherencia, que es el factor fundamental para tener la continuidad en la práctica

que nos permita obtener los resultados esperados.

La utilización de la música en las sesiones de actividad física con personas

mayores es aconsejable a causa de la gratificación y sociabilidad que pueden

derivarse; la música tiene la virtud de provocar en las personas unas sensaciones,

unos sentimientos, y tiene efectos emotivos e intelectuales. Su utilización en el

trabajo de grupo favorece una relación de total integración con éste, a la vez que

Discusión

264

favorece el control de la intensidad en la actividad física, dependiendo del tipo de

música que se utilice (Pont, 1996).

Los estados subjetivos que aparecen durante y después de una actividad física, es

decir, que están directamente inducidos por el ejercicio, se muestran como

posibles indicadores de la adecuación de la actividad física prescrita, del bienestar

conseguido y, de este modo, de la posible adherencia no solo al ejercicio

continuado, sino también a un estilo de vida físicamente más activo (Dishman,

1986). Así, los estados positivos de ánimo inducidos por el ejercicio favorecen el

mantenimiento en la práctica, mientras que los estados de ánimo negativos

asociados a un programa de actividad física no satisfactorio favorecen su

abandono (Dishman, 1991). También Marsh (1990) vincula la satisfacción

experimentada por practicar algún tipo de ejercicio físico, con el nivel de

participación y con la adherencia a programas de actividad física.

Se ha establecido una relación entre los estados de ánimo positivos y los

acontecimientos de carácter social que rodean a la práctica de actividad física

colectiva, aspecto éste último que adquiere una especial relevancia en personas

mayores (Clark y Watson, 1988).

No debemos olvidar que el presente trabajo tiene como objetivo verificar las

mejoras de condición física, depresión y calidad de vida, logradas tras la

aplicación de un programa específico de actividad física dirigido a un grupo de

ancianos, y así, uno de los aspectos que nos preocupa es la calidad de vida

percibida por el sujeto, entendiendo que resulta fundamental el que el propio

individuo mejore su autoeficacia y, por tanto, perciba incrementos en sus

capacidades físicas, en la eficiencia de tareas que debe realizar en su vida

cotidiana, o mejoras en su estado de ánimo.

En los grupos de mayor edad, el incremento del autoconcepto físico puede influir

en la percepción de salud incluso más que la propia actividad física realizada

(Parkatti et al., 1998; Campos, Huertas, Colado et al., 2003).

Discusión

265

La autoeficacia es probablemente dependiente de los cambios experimentados por

la práctica reiterada de una actividad física, al facilitar la valoración continuada de

los logros de ejecución (Bandura, 1977; McAuley, 1985).

Investigaciones en esta línea han hallado que la eficacia percibida afecta a la

sensación de fatiga, al bienestar psicológico y a la distensión psicológica. Una

menor distensión psicológica y un mayor bienestar durante la práctica de la

actividad física se relacionan con una mayor percepción de la autoeficacia

valorada con posterioridad al ejercicio (McAuley, Shaffer, Rudolph, 1995), siendo

este último aspecto especialmente importante en este grupo de edad ya que,

generalmente, no han realizado ningún tipo de actividad física regular durante un

período prolongado de tiempo y las mejoras en la autoeficacia se relacionan

positivamente con la adherencia a los programas de ejercicio y con el grado de

satisfacción experimentada (Emery y Blumenthal, 1990).

Tanto en el diseño como en la evaluación de los programas de actividad física

para personas mayores se debe tener en cuenta no sólo la pertinencia de un

determinado tipo de ejercicio y su pauta de aplicación (intensidad, frecuencia y

duración), sino también la valoración subjetiva que, en términos de autoeficacia,

bienestar psicológico y autoestima, realizan los participantes en estos programas

(Wolinsky, 1995; Cancela, 2000; Gracia et al., 1999).

Siendo conscientes del componente subjetivo que ello puede entrañar, no se puede

negar que los sujetos deben ser activos en la vivencia de su salud y, por tanto, al

final esta vivencia que el sujeto tiene resulta determinante para poder sentirse bien

consigo mismo aunque se presenten los problemas propios de la edad.

En general, podemos afirmar que las mejoras autopercibidas por los sujetos que

tomaron parte en nuestro estudio coinciden en lo fundamental con los resultados

de las apreciaciones subjetivas de los participantes en el programa de intervención

en el medio acuático desarrollado por Camiña (1996) en su Tesis Doctoral

Discusión

266

“Actividad física y bienestar en la vejez. Un programa de intervención en el

medio acuático”.

Aunque en nuestro programa el trabajo tenía una duración de 16 semanas, y se

desarrollaba en seco, y que la duración del programa de intervención en el medio

acuático fue de 9 meses, precedido de otro estudio de igual duración que sirvio

para realizar el diseño definitivo de los test, de los ejercicios, y de entrenamiento

para la toma de datos. En este estudio de Camiña (1996) se obtuvieron mejorías

ya desde los 3 meses, si bien éstas fueron mayores al final del programa, mientras

que en nuestro estudio comenzaron a detectarse mejoras ya en la primera

entrevista realizada a las 4 semanas de comienzo del programa.

La experiencia de emociones positivas predice un elevado nivel de bienestar

subjetivo, entendido éste como el promedio de emociones positivas y negativas

(Diener, Sandvik, Pavot, 1991), lo cual también aumenta la probabilidad de

sentirse bien en el futuro (Fredrickson, 2001; Fredrickson y Joiner, 2002) por lo

que es posible asignar un papel protagonista a las emociones positivas, como

mínimo, en el cuidado de la salud y en el logro de estados subjetivos de bienestar.

Conclusiones

267

6. CONCLUSIONES

Conclusiones

268

Conclusiones

269

6. CONCLUSIONES.

1. La aplicación de un programa de actividad física en grupo y adaptado para

las personas mayores produce mejoras en el estado afectivo sobre los

niveles de depresión.

2. Estas mejoras en el estado afectivo son más relevantes en aquellos

individuos que presentan niveles más elevados de depresión previos a la

realización del programa, y que generalmente coincide con los sujetos de

la muestra de sexo femenino.

3. Las mejoras obtenidas en los distintos parámetros de condición física

objeto de este estudio fueron siempre superiores en las mujeres respecto a

los hombres.

4. El programa de actividad física no produce cambios, por sí solo, sobre los

parámetros antropométricos estudiados (peso, talla e IMC).

5. En la capacidad de equilibrio, se constatan mejoras, si bien en el caso de

las mujeres resultan significativas, y en el de los hombres no llegan a ser

significativas; además tanto en mujeres como en hombres un 13% de

sujetos que no conseguía finalizar la prueba al comienzo del programa,

pueden realizarla tras el programa de actividad física.

Conclusiones

270

6. Se comprueban mejoras significativas en la agilidad, siendo de un 31,60%

en el caso de las mujeres y del 24,07% en el caso de los hombres

7. Se producen mejoras significativas en la flexibilidad del tronco para

ambos sexos, siendo destacable la mejoría en el sexo femenino, en un

35,97%.

8. En cuanto a los distintos parámetros de fuerza se concluye que se

producen mejoras significativas en las personas de sexo femenino en todas

las pruebas realizadas, sobre esta cualidad física medida sobre los distintos

segmentos corporales; fuerza máxima de prensión de la mano derecha,

fuerza máxima de prensión de la mano izquierda, fuerza máxima

extensora de miembros inferiores, y fuerza resistencia abdominal.

9. En los sujetos de la muestra de sexo masculino se producen mejoras

significativas en la fuerza máxima extensora de miembros inferiores y

la fuerza resistencia abdominal, pero no se evidencian mejoras en cuanto

a la fuerza máxima de prensión de la mano derecha y a la fuerza

máxima de prensión de la mano izquierda.

10. Las mejoras sobre la calidad de vida en las personas mayores que realizan

actividad física de forma regular es mayor en aquellas que tienen una peor

condición física o un estado afectivo con niveles elevados de depresión,

que, en el caso de este estudio, este perfil se corresponde con las mujeres.

11. La percepción de los sujetos sobre su condición física es que tras la

participación en el programa, existen AVD que pueden realizarse con más

fluidez, o realizar algunas que antes no podían conseguir.

Conclusiones

271

12. En relación con el tipo de influencia de la práctica de actividad física

sobre la calidad de vida en las personas de edad, podemos concluir que la

realización de actividad física de forma regular mejora la calidad de vida

de las personas mayores.

13. Los sujetos que participaron en este programa de actividad física

percibieron mejoras en relación con diferentes aspectos que resultan

determinantes en la mejora de su calidad de vida, siendo superiores estas

percepciones de mejora en el grupo de las mujeres.

Conclusiones

272

Perspectivas futuras de investigación

273

7. PERSPECTIVAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN

Perspectivas futuras de investigación

274

Perspectivas futuras de investigación

275

7. PERSPECTIVAS FUTURAS DE INVESTIGACIÓN. Uno de los objetivos de cualquier trabajo de investigación debe ser la apertura de

nuevas líneas de estudio que permitan avanzar en el conocimiento de aspectos

relacionados, en este caso, con la actividad física y sus beneficios en las personas

mayores.

Al evaluar los resultados de nuestro trabajo de investigación, creemos que se han

abierto varios cauces relacionados fundamentalmente con las percepciones que los

sujetos participantes en este progama de actividad física tienen sobre aspectos

claves que afectan a su calidad de vida, dentro de los cuales el ejercicio físico

pensamos que puede tener una influencia capital.

Un primer aspecto a destacar es el entorno en el que se ha desarrollado este

trabajo y que es el de una comarca que tiene unos elevados índices relacionados

con el envejecimiento de su población, dentro de una Comunidad Autónoma, que

por sí misma, ya presenta unas tasas enormemente elevadas si la comparamos con

el resto de las Comunidades Autónomas. En este sentido, creemos que deben

ponerse en práctica un mayor número de iniciativas que incrementen el nivel de

actividad física en mayores, pero en su propio entorno, lo cual redundaría en una

reducción de los costes sanitarios y de los cuidados que precisan las personas

mayores, tanto válidas como dependientes.

La aprobación de la Ley de Dependencia hace más necesaria, si cabe, una mayor

colaboración entre el sistema sanitario, las entidades públicas y privadas que

desarrollan los programas de atención a los mayores y los profesionales de la

actividad física, pues de ello se puede derivar una mejor optimización de los

recursos y mejorar así el estado funcional de nuestros mayores.

Perspectivas futuras de investigación

276

Las investigaciones en actividad física con personas mayores pensamos que

deberían tener un enfoque hacia la mejora de los aspectos prácticos de la vida

diaria y, en concreto, de las actividades instrumentales de vida diaria.

Dentro de los resultados de nuestra investigación se han puesto de manifiesto que

existen mejoras autopercibidas por los sujetos en cuanto a la mejora del sueño.

Este es un aspecto en el que debería profundizarse porque es un trastorno con

mucha prevalencia en las personas mayores, que obliga a recurrir a medicación de

forma casi permanente, cuando la actividad física puede tener un papel

favorecedor en la mejora de dichos trastornos.

Otra de las mejoras autopercibidas por los sujetos se correspondió con la

disminución de los episodios de dolor, que habitualmente padecían, sobre todo, a

nivel músculo-esquelético y que afectaban a una gran mayoría de las personas de

este grupo de edad. El carácter subjetivo del dolor, y su modificación en función

de parámetros diversos, entre los que se incluye el estado de ánimo, hace difícil

cuantificar las consecuencias de la intervención de la actividad física sobre el

dolor. En este sentido, sugerimos la realización de investigaciones cualitativas que

aborden la relación entre actividad física y dolor.

También creemos que deberían realizarse intervenciones que aunasen el papel de

la actividad física con programas formativos de apoyo sobre estilos de vida

saludables, en los que se aportasen hábitos que mejorasen el nivel de autocuidado

en las personas mayores.

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Anexos

320

Anexos

321

9. ANEXOS

Anexos

322

Anexos

323

9. ANEXOS.

9.1 ARCHIVO MUSICAL.

Abril, D. (1997). Acordeón para bailar. [Grabación sonora]. León. DCL. Junkera, K. (1998). Bilbao 00.00 h. [CD1- 48’15”]. [CD2 –61’45”] La Musgaña. 1997. La Musgaña en concierto. [CD1- 61’47”]. Madrid. Resistencia. Membrives, F. (1998). Acordeón. Recuerdos de España [Grabación sonora].Barcelona. Knife Music. Membrives, F. (1998). Tiempo de Acordeón. Vol. I. [Grabación sonora].Barcelona. Knife Music. Milladoiro (1989). A Galicia de Maeloc. O berro seco. [CD – 75’08”]. Madrid. Dial Discos. Vidal Tolosa, R. (1989). 12 Pasodobles. [Grabación sonora]. Madrid.CBS. VV.AA: (1995). El Pasodoble. [Grabación sonora]. Barcelona. HORUS. VV.AA: (1998). Hora de Acordeón 2. [Grabación sonora]. Barcelona. KOKA

Music.

Anexos

324

Anexos

325

9.2 CUESTIONARIOS Y FICHAS DE REGISTRO.

Autorización de consentimiento informado.

CONSENTIMIENTO INFORMADO YO, DON/DOÑA............................................... CON DNI Nº..........................

DECLARO MI INTENCIÓN DE PARTICIPAR LIBREMENTE EN EL

PROGRAMA DE ACTIVIDAD FÍSICA QUE SE DESARROLLARÁ EN EL

PABELLÓN DE A MALATA, CON UNA DURACIÓN DE 16 SEMANAS,

ESTE PROGRAMA FORMA PARTE DE UN PROYECTO DE TESIS

DOCTORAL DEL DEPARTAMENTO DE CIENCIAS DE LA SALUD I,

CUYO OBJETIVO ES DEMOSTRAR LAS MEJORAS EN LA CALIDAD DE

VIDA DE LAS PERSONAS MAYORES A TRAVÉS DEL EJERCICIO.

Ferrol, a 2 de Octubre de 1998

Anexos

326

Anexos

327

Cuestionario Personal.

1) Ciudad:

2) Edad:

3) Sexo

1 Hombre

2 Mujer

4/) Estudios realizados.

1 Ninguno

2 Primarios.

3 FP 1 o Bachillerato Elemental

4 FP2 o Bachillerato Superior

5 Título universitario grado medio (diplomado)

6 Licenciado o más

5) Estado civil.

1 Soltero/a

2 Casado/a

3 Viudo/a

4 Separado/a o divorciado/a

5 Unido/a

6) Está jubilado.

1 Si

2 No

7) Nivel de ingresos.

Anexos

328

1 Sin ingresos

2 Hasta 300 euros/mes

3 De 301 a 600 euros/mes

4 De 601 a 900 euros/mes

5 De 901 a 1200 euros/mes

6 Más de 1200 euros/mes

7 Ns/Nc

8) ¿Donde vive usted actualmente?

1 Domicilio propio

2 Domicilio de sus hijos u otros familiares

3 En una residencia

4 En un hospital

5 En un asilo

9) ¿Con quién convive usted?

1 Solo

2 Con esposa/o

3 Hijos

4 Otros familiares

5 Con otros pensionistas

6 Otros

10) Es usted fumador.

1 Si

2 No

11) Es consumidor de alcohol.

1 Si

2 No

Anexos

329

Escala de Barthel. 10 Independiente: Capaz de usar cualquier instrumento. Come en un tiempo razonable

5 Ayuda: Necesita ayuda para contar Alimentación

0 Dependiente 5 Independiente: Se lava completo en ducha o baño, o se aplica la esponja por todo el

cuerpo. Entra y sale del baño. Puede realizarlo todo sin estar una persona presente Baño

0 Dependiente 10 Independiente: Se viste, se desnuda y se ajusta la ropa. Se ata los zapatos, se pone

braguero o corsé, si es preciso 5 Ayuda: Necesita ayuda, pero al menos la mitad de las tareas las realiza en un

tiempo razonable Vestido

0 Dependiente 5 Independiente: Se lava la cara, las manos, los dientes, etc. Se afeita y maneja el

enchufe, si usa máquina eléctrica Aseo personal 0 Dependiente 10 Continente: No presenta episodios de incontinencia. Si necesita enemas o

supositorios se arregla por sí solo 5 Incontinente ocasional: Presenta episodios ocasionales. Necesita ayuda en el uso de

sonda o colector Deposición

0 Incontinente 10 Continente: No presenta episodios de incontinencia. Si necesita sonda o colector

atiende a su cuidado solo 5 Incontinente ocasional: Presenta episodios ocasionales. Necesita ayuda en el uso de

sonda o colector Micción

0 Incontinente 10 Independiente: Usa el retrete, bacinilla o cuña. Se sienta o levanta sin ayuda

(aunque use barras de apoyo). Se limpia y se quita y se pone la ropa sin ayuda 5 Ayuda: Necesita ayuda para mantener el equilibrio, limpiarse o ponerse y quitarse

la ropa Uso del retrete

0 Dependiente 15 Independiente: No necesita ninguna ayuda. Si usa silla de ruedas, lo hace

independientemente 10 Mínima ayuda: Necesita una mínima ayuda o supervisión. 5 Gran ayuda: Es capaz de sentarse, pero necesita mucha asistencia para el traslado

Traslado sillón-cama

0 Dependiente 15 Muletas, prótesis o andador de muestras 10 Ayuda: Puede caminar al menos 50 metros, pero necesita ayuda o supervisión 5 Independiente en silla de ruedas: Propulsa su silla de ruedas, al menos 50 metros Deambulación

0 Dependiente 15 Independiente: Es capaz de subir y bajar escaleras sin ayuda o supervisión, aunque

use instrumentos de ayuda como muletas o bastones o se apoye en la barandilla 10 Ayuda: Necesita ayuda o supervisión Escalones

5 Dependiente

Anexos

330

Anexos

331

Escala de Lawton. Capacidad para usar el teléfono Utiliza el teléfono por iniciativa propia 1 Es capaz de marcar bien algunos números familiares 1 Es capaz de contestar al teléfono, pero no de marcar 1 No utiliza el teléfono 0 Compras Realiza todas las compras necesarias independientemente 1 Realiza independientemente pequeñas compras 0 Necesita ir acompañado para realizar cualquier compra 0 Totalmente incapaz de comprar 0 Preparación de la comida Organiza, prepara y sirve las comidas por sí solo adecuadamente 1 Prepara adecuadamente las comidas, si se le proporcionan los ingredientes 0 Prepara, calienta y sirve las comidas, pero no sigue una dieta adecuada 0 Necesita que le preparen y sirvan las comidas 0 Cuidado de la casa Mantiene la casa solo o con ayuda ocasional (para trabajos pesados) 1 Realiza tareas ligeras, tales como lavar los platos o hacer las camas 1 Realiza tareas ligeras, pero no puede mantener un adecuado nivel de limpieza 1 Necesita ayuda en todas las tareas de la casa 1 No participa en ninguna labor de la casa 0 Lavado de ropa Lava por sí solo toda la ropa 1 Lava por sí solo pequeñas prendas 1 Todo el lavado de ropa debe realizarlo otro 0 Uso de medios de transporte Viaja solo en transporte público o conduce su propio coche 1 Es capaz de coger un taxi, pero no usa otro medio de transporte 1 Viaja en transporte público cuando va acompañado de otra persona 1 Utiliza el taxi o automóvil sólo con ayuda de otros 0 No viaja en absoluto 0 Responsabilidad respecto a su medicación Es capaz de mantener su medicación a la hora y dosis correcta 1 Toma la medicación si la dosis es preparada previamente 0 No es capaz de administrarse su medicación 0 Manejo de sus asuntos económicos Se encarga de sus asuntos económicos por sí solo 1 Realiza las compras de cada día, pero necesita ayuda en las grandes compras, bancos

1

Incapaz de manejar dinero 0

Anexos

332

Anexos

333

Índice de Katz. Lavado No recibe ayuda (entra y sale de la bañera por si mismo, si ésta es su forma habitual de bañarse)

Recibe ayuda en la limpieza de sólo una parte del cuerpo (p.ej. espalda o piernas)

Recibe ayuda en el aseo deuna parte de su cuerpo o ayentrar y salir de la bañera

Vestido Coge la ropa y se viste completamente sin ayuda

Sin ayuda, excepto para atarse los zapatos

Recibe ayuda para coger la ropa o ponérsela, o permanece parcialmente vestido

Uso del retrete Va al retrete, se limpia y se ajusta la ropa sin ayuda (puede usar bastón, andador o silla de ruedas). Puede usar orinal o bacinilla por la noche, vaciándolo por la mañana

Recibe ayuda para ir al retrete, limpiarse, ajustarse la ropa o en el uso del orinal

No va al retrete

Movilización Entra y sale de la cama. Se sienta y se levanta sin ayuda (puede usar bastón o andador)

Entra y sale de la cama, se sienta y se levanta de la silla con ayuda

No se levanta de la cama

Continencia Controla completamente ambos esfínteres

Incontinencia ocasional Necesita supervisión. Usa sonda vesical o es incontinente

Alimentación Sin ayuda Ayuda sólo para cortar el

pan Recibe ayuda para comer o es alimentado parcial o completamente usando sondas o fluidos intravenosos

Valoración A. Independiente en todas las funciones. B. Independiente en todas, salvo en una de ellas. C. Independiente en todas, salvo lavado y otra más. D. Independiente en todas, salvo lavado, vestido y otra más. E. Independiente en todas, salvo lavado, vestido, uso del inodoro y otra más. F. Independiente en todas, salvo lavado, vestido, uso del inodoro, movilización y otra más. G. Dependiente en las seis funciones. Otras. Dependiente al menos en dos funciones, pero no calificable como C, D, E o F.

Anexos

334

Anexos

335

Miniexamen Cognitivo (Lobo). Orientación Puntos “Dígame el día ...... Fecha ..... Mes .......... Estación .......... Año .....” “Dígame el hospital (o el lugar) ....................................... Planta ............. Ciudad ......................... Prov ............................. Nación .............................”

Fijación “Repita estas tres palabras: Peseta-Caballo-Manzana” ( Repetirlas hasta que las aprenda) Concentración y cálculo “Si tiene 30 pesetas y me va dando de 3 en 3. ¿Cuántas le van quedando?” “Repita estos números: 5-9-2” (hasta que los aprenda) Ahora hacia atrás

Memoria “¿Recuerda las tres palabras que le he dicho antes?” Lenguaje y construcción Mostrar un bolígrafo “¿Qué es esto?”. Repetirlo con el reloj “Repita esta frase”: “En un trigal hay cinco perros” “Una manzana y una pero son frutas ¿Verdad? ¿Qué son el rojo y el verde?”. ¿Qué son un perro y un gato?” “Coja un papel con la mano derecha, dóblelo y póngalo encima de la mesa” “Lea esto y haga lo que dice”, CIERRE LOS OJOS “Escriba una frase” “Copie este dibujo”: (*Un punto en cada respuesta correcta) Puntuación Total

Nivel de Conciencia (Marcar):

Anexos

336

Anexos

337

Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage (GDS). 1 ¿Está básicamente satisfecho con su vida? SI NO

2 ¿Ha renunciado a muchas de sus actividades e intereses? SI NO

3 ¿Siente que su vida está vacía? SI NO

4 ¿Se encuentra a menudo aburrido? SI NO

5 ¿Tiene esperanza en el futuro? SI NO

6 ¿Tiene molestias (malestar, mareo) por pensamiento que no pueda sacarse de la cabeza? SI NO

7 ¿Tiene a menudo buen ánimo? SI NO

8 ¿Tiene miedo de que algo malo le esté pasando? SI NO

9 ¿Se siente feliz muchas veces? SI NO

10 ¿Se siente a menudo abandonado? SI NO

11 ¿Está a menudo intranquilo e inquieto? SI NO

12 ¿Prefiere quedarse en casa que acaso salir y hacer cosas nuevas? SI NO

13 ¿Frecuentemente está preocupado por el futuro? SI NO

14 ¿Encuentra que tiene más problemas de memoria que la mayoría de la gente? SI NO

15 ¿Piensa que es maravilloso vivir? SI NO

16 ¿Se siente a menudo desanimado y melancólico? SI NO

17 ¿Se siente bastante inútil en el medio en el que está? SI NO

18 ¿Está muy preocupado por el pasado? SI NO

19 ¿Encuentra la vida muy estimulante? SI NO

20 ¿Es difícil para usted poner en marcha nuevos proyectos? SI NO

21 ¿Se siente lleno de energía? SI NO

22 ¿Siente que su situación es desesperada? SI NO

23 ¿Cree que mucha gente está peor que usted? SI NO

24 ¿Frecuentemente está preocupado por pequeñas cosas? SI NO

25 ¿Frecuentemente siente ganas de llorar? SI NO

26 ¿Tiene problemas para concentrarse? SI NO

27 ¿Se siente mejor por las mañanas al levantarse? SI NO

28 ¿Prefiere evitar reuniones sociales? SI NO

29 ¿Es fácil para usted tomar decisiones? SI NO

30 ¿Su mente está tan clara como lo acostumbraba a estar? SI NO

Anexos

338

Anexos

339

Escala de Satisfacción Fi1adelfia (Lawton, 1972) Adaptación: 1. Montorio. Departamento Psicología Biológica y de la Salud. Facultad Psicología, Universidad autónoma de Madrid A continuación le voy a leer unas frases. Me gustaría que me dijera si son aplicables a usted. Si esta de acuerdo con ellas, responda Si, y en el caso de que no sean aplicables a usted, responda NO 1/¿A medida que se va haciendo mayor se ponen las cosas peor para usted Si No

2/¿Tiene usted tanta energía como el año pasado?. Si No

3/ ¿Se siente usted solo? Si No

4/¿Le molestan ahora más las cosas pequeñas que antes? Si No

5/¿Siente que conforme se va haciendo mayor es menos útil? Si No

6/¿A veces esta tan preocupado que no puede dormir? Si No

7/¿Según se va haciendo mayor; las cosas son MEJOR___ PEOR____ IGUAL____

que lo que usted pensó que serían?

8/ ¿A veces siente que la vida no merece la pena ser vivida? Si No

9/¿Ahora es usted tan feliz como cuando era más joven? Si No

10/¿Tiene muchas razones por las que estar triste? Si No

11/ ¿Tiene miedo de muchas cosas? Si No

12/ ¿Se siente más irascible que antes? Si No

13/¿La mayor parte del tiempo la vida es dura y difícil? Si No

14/¿Cómo está de satisfecho con su vida ahora? SATISFECHO___ NO SATISFECHO

15/ ¿Se toma las cosas a pecho? Si No

16/ ¿Se altera o disgusta fácilmente? Si No

Escala de Filadelfia.

Anexos

340

Anexos

341

Ficha de registro para la valoración de la condición física.

342