El Proceso Por Franz Kafka

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ElProceso

Por

FranzKafka

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Ladetención

Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido unamañana sin haber hecho nada malo. La cocinera de la señora Grubach, sucasera, que le llevaba todos los días a eso de las ocho de la mañana eldesayunoasuhabitación,nohabíaaparecido.Eralaprimeravezqueocurríaalgo semejante. K esperó un rato más. Apoyado en la almohada, se quedómirando a la ancianaquevivía frente a su casayque le observaba conunacuriosidad inusitada. Poco después, extrañado y hambriento, tocó el timbre.Nadamáshacerlo,seoyócómollamabanalapuertayunhombrealquenohabía visto nunca entró en su habitación. Era delgado, aunque fuerte deconstitución,llevabauntrajenegroajustado,que,comociertaindumentariadeviaje, disponía de varios pliegues, bolsillos, hebillas, botones, y de uncinturón;todoparecíamuypráctico,aunquenosesupiesemuybienparaquépodíaservir.

—¿Quién es usted?—preguntó Josef K, y se sentó de inmediato en lacama.

Elhombre,sinembargo,ignorólapregunta,comosisetuvieraqueaceptartácitamentesupresencia,yselimitóadecir:

—¿Hallamado?

AnnametienequetraereldesayunodijoK,eintentóaveriguarensilencio,concentrándose y reflexionando, quién podría ser realmente aquel hombre.Peroéstenoseexpusopormuchotiempoasusmiradas,sinoquesedirigióalapuerta,laabrióunpocoyledijoaalguienquepresumiblementesehallabadetrás:

QuierequeAnnaletraigaeldesayuno.

Se escuchó una risa en la habitación contigua, aunque por el tono no sepodía decir si la risa provenía de una o de varias personas. Aunque eldesconocido no podía haberse enterado de nada que no supiera conanterioridad,ledijoaKconunaentonaciónoficial:

—Esimposible.

—¡Es lo que faltaba! —dijo K, que saltó de la cama y se puso lospantalones con rapidez—. Quiero saber qué personas hay en la habitacióncontiguaycómolaseñoraGrubachmeexplicaesteatropello.

Aldeciresto,sediocuentadequenodeberíahaberlodichoenvozalta,yde que, al mismo tiempo, en cierta medida, había reconocido el derecho avigilarlequesearrogabaeldesconocido,peroenesemomentonolepareció

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importante.Entodocaso,asíloentendióeldesconocido,puesdijo:

—¿Noprefierequedarseaquí?

—Niquieroquedarmeaquí,nideseoqueustedmesigahablandomientrasnosehayapresentado.

—Se lo he dicho con buena intención dijo el desconocido, y abrióvoluntariamentelapuerta.

Lahabitacióncontigua,enlaqueKentrómásdespaciodeloquehubieradeseado,ofrecía,almenosaprimeravista,unaspectomuyparecidoalde lanoche anterior. Era la sala de estar de la señora Grubach. Tal vez esahabitación repleta demuebles, alfombras, objetos de porcelana y fotografíasaparentabaesamañanatenerunpocomásdeespaciolibrequedecostumbre,aunqueeraalgoquenoseadvertíaalprincipio,comoelcambioprincipal,queconsistíaen lapresenciadeunhombresentadoal ladode laventanaconunlibroenlasmanos,delque,alentrarK,apartólamirada.

—¡Tendría que haberse quedado en su habitación! ¿Acaso no se lo hadichoFranz?

—Sí,¿quéquiereusteddemí?—preguntóK,quemiróalternativamentealnuevo desconocido y a la persona a la que había llamado Franz, que ahorapermanecíaenlapuerta.Atravésdelaventanaabiertapudoverotravezalaancianaque, conuna auténtica curiosidad senil, permanecía asomada con lafirmeresolucióndenoperdersenada.

—QuieroveralaseñoraGrubach—dijoK,hizounmovimientocornosiquisieradesasirsedelosdoshombres,que,sinembargo,estabansituadoslejosdeél,ysedispusoairse.

—No—dijoelhombredelaventana,arrojóellibrosobreunamesitayselevantó.Nopuedeirse,ustedestádetenido.

—Asíparece—dijoK—.¿Yporqué?preguntóacontinuación.

—No estamos autorizados a decírselo. Regrese a su habitación y espereallí. El proceso se acaba de iniciar y usted conocerá todo en el momentooportuno.Meexcedoenmisfuncionescuandolehablocontantaamabilidad.Pero espero que no me oiga nadie excepto Franz, y él también se hacomportado amablemente con usted, infringiendo todos los reglamentos. Sisigueteniendotantasuertecomolaquehatenidoconelnombramientodesusvigilantes,entoncespuedeseroptimista.

Ksequisosentar,peroahoracomprobóqueentodalahabitaciónnohabíaniunsolositioenelquetomarasiento,exceptoelsillónjuntoalaventana.

YaveráquetodoloquelehemosdichoesverdaddijoFranz,queseacercó

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conelotrohombrehastadondeestabaK.ElcompañerodeFranzlesuperabaenalturaylediounaspalmadasenelhombro.AmbosexaminaronlacamisadelpijamadeKydijeronquesepusieraotrapeor,queellosguardaríanésa,así como el resto de su ropa, y que si el asunto resultaba bien, entonces ledevolveríanloquehabíantomado.

—Es mejor que nos entregue todo a nosotros en vez de al depósito—dijeron—, pues en el depósito desaparecen cosas con frecuencia y, además,transcurrido cierto plazo, se vende todo, sin tener en consideración si elprocesoha terminadoono. ¡Yhayquever loqueduran losprocesosen losúltimostiempos!Naturalmente,eldepósito,alfinal,abonaunreintegro,peroéste, en primer lugar, es muy bajo, pues en la venta no decide la sumaofertada,sinoladelsobornoy,ensegundolugar,esosreintegrosdisminuyen,según la experiencia, conforme van pasando de mano en mano y vantranscurriendolosaños.

K apenas prestaba atención a todas esas aclaraciones. Por ahora no leinteresaba el derecho de disposición sobre sus bienes, consideraba másimportanteobtenerclaridadenloreferenteasusituación.Peroenpresenciadeaquellagentenopodíareflexionarbien,unodelosvigilantes—podíatratarse,enefecto,devigilantes—,quenoparabadehablarporencimadeélconsuscolegas, le propinó una serie de golpes amistosos con el estómago; noobstante,cuandoalzólavistacontemplóunanariztorcidayunrostrohuesudoysecoquenoarmonizabaconuncuerpotangrueso.¿Quéhombreseranésos?¿Dequéhablaban?¿Aquéorganismopertenecían?KvivíaenunEstadodeDerecho,entodaspartesreinabalapaz,todaslasleyespermanecíanenvigor,¿quién osaba entonces atropellarle en su habitación? Siempre intentabatomarlo todo a la ligera, creer en lo peor sólo cuando lo peor ya habíasucedido,notomarningunaprevisiónparaelfuturo,nisiquieracuandoexistíauna amenaza considerable. Aquí, sin embargo, no le parecía lo correcto.Ciertamente,todosepodíaconsiderarunabroma,sibienunabromagrosera,que sus colegas del banco le gastaban pormotivos desconocidos, o tal vezporqueprecisamenteesedíacumplíatreintaaños.Eramuyposible,alomejorsólo necesitaba reírse ante los rostros de los vigilantes para que ellos rierancon él, quizá fueran los mozos de cuerda de la esquina, su apariencia erasimilar,noobstante,desdelaprimeramiradaquelehabíadirigidoelvigilanteFranz, había decidido no renunciar a la más pequeña ventaja que pudieraposeer contra esagente.Por lodemás,Kno infravaloraba elpeligrodequemástardesedijeraquenoaguantabaningunabroma.Seacordósinquefuerasucostumbreaprenderdelaexperienciadeuncasoinsignificante,enelque,adiferencia de sus amigos, se comportó, plenamente consciente, conimprudencia, sin cuidarse de las consecuencias, y fue castigado con elresultado. Eso no debía volver a ocurrir, al menos no esta vez; si era unacomedia,seguiríaeljuego.

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Aúnestabaenlibertad.

—Permítanme —dijo—, y pasó rápidamente entre los vigilantes paradirigirseasuhabitación.

—Parecequeesrazonable—oyóquedecíandetrásdeél.

Encuantollegóasuhabitaciónsededicóasacarloscajonesdelescritorio,todo en su interior estabamuy ordenado, pero, a causa de la excitación, nopodía encontrar precisamente los documentos de identidad que buscaba.Finalmenteencontrólospapelesparapodercircularenbicicleta,yaqueríairaenseñárselos a los vigilantes cuando pensó que esos papeles eraninsignificantes, por loque siguióbuscandohastaque encontró supartidadenacimiento. Cuando regresó a la habitación contigua, se abrió la puerta deenfrente y apareció la señora Grubach. Sólo se vieron un instante, pues encuantoreconocióaKparecióconfusa,pidiódisculpasydesapareciócerrandocuidadosamentelapuerta.

—Peroentre—esloúnicoqueKtuvotiempodedecir.

Ahora se encontraba en el centro de la habitación, con los papeles en lamano.Continuómirandohacialapuerta,quenosevolvióaabrir,yleasustólallamadadelosvigilantes,quienespermanecíansentadosfrenteaunamesitaalladodelaventanaabierta.ComoKpudocomprobar,seestabancomiendosudesayuno.

—¿PorquénohaentradolaseñoraGrubach?—preguntóK.

—No puede—dijo el vigilantemás alto—.Usted está detenido.—Pero¿cómopuedoestardetenido,ydeestamanera?

—Yaempiezausteddenuevo—dijoelvigilante,e introdujoun trozodepaneneltarrodelamiel—.Norespondemosaesetipodepreguntas.

—Pues deberán responderlas. Aquí están mis documentos de identidad,muéstrenmeahoralossuyosy,antetodo,laordendedetención.

—¡Cielo santo! —dijo el vigilante—. Que no se pueda adaptar a susituación actual, y que parezca querer dedicarse a irritarnos inútilmente, anosotros, que probablemente somos los que ahora estamosmás próximos austedentretodosloshombres.

Asíes,créalo—dijoFranz,quenose llevó la tazaa los labios,sinoquedirigió a K una larga mirada, probablemente sin importancia, peroincomprensible. K incurrió sin quererlo en un intercambio de miradas conFranz,peroagitósuspapelesydijo:

Aquíestánmisdocumentosdeidentidad.

—¿Yquénosimportananosotros?—gritóahoraelvigilantemásalto—.

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Se está comportando como un niño. ¿Qué quiere usted? ¿Acaso pretende alhablar con nosotros sobre documentos de identidad y sobre órdenes dedetención que su maldito proceso acabe pronto? Somos empleadossubalternos, apenas comprendemos algo sobre papeles de identidad, notenemosnada que ver con su asunto, excepto nuestra tarea de vigilarle diezhoras todos los días, y por eso nos pagan. Eso es todo lo que somos. Noobstante,somoscapacesdecomprenderquelasinstanciassuperiores,acuyoservicioestamos,antesdedisponerunadetencióncomoéstasehaninformadoafondosobrelosmotivosdeladetenciónysobrelapersonadeldetenido.Nohayningúnerror.Elorganismoparaelquetrabajamos,porloqueconozcodeél,ysóloconozcolosrangosmásinferiores,nosededicaabuscarlaculpaenla población, sino que, como está establecido en la ley, se ve atraído por laculpa y nos envía a nosotros, a los vigilantes. Eso es ley. ¿Dónde puedecometerseaquíunerror?

—Noconozcoesaley—dijoK.

—Puespeorparausted—dijoelvigilante.

—Sólo existe en sus cabezas —dijo K, que quería penetrar en lospensamientos de los vigilantes, de algún modo inclinarlos a su favor o irganandoterreno.Peroelvigilanteselimitóadecir:

—Yasentirásusefectos.

Franzseinmiscuyóenlaconversaciónydijo:

—Mira,Willem,admitequenoconocela leyy,almismotiempo,afirmaqueesinocente.

—Tienesrazón,peronosepuedeconseguirquecomprendanada—dijoelotro.

K ya no respondió. «¿Acaso—pensó— debo dejarme confundir por lachácharadeestosempleadossubalternos,comoellosmismosreconocenserlo?Hablandecosasquenoentiendenenabsoluto.Suseguridadsólosebasaensunecedad.Unpardepalabrasque intercambieconunapersonademinivelytodoquedaráincomparablementemásclaroqueenunaconversaciónlargaconéstos».Paseódeun ladoaotrode lahabitación, seguíaviendoenfrentea laanciana,queahorahabíaarrastradohastaallíaunapersonaaúnmásanciana,alaquemanteníaabrazada.Kteníaqueponerpuntofinalaeseespectáculo.

—Condúzcanmehastasusuperior—dijoK.

—Cuando él lo diga, no antes—dijo el vigilante llamadoWillem—. Yahora le aconsejo —añadió— que vaya a su habitación, se comporte contranquilidad y espere hasta que se disponga algo sobre su situación. Leaconsejamosquenosepierdaenpensamientosinútiles,sinoqueseconcentre,

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pues tendráquehacer frente agrandes exigencias.Nonosha tratadocon labenevolenciaquemerecemos.Haolvidadoquenosotros,quienesquieraqueseamos,almenosfrenteaustedsomoshombreslibres,yesadiferencianoesninguna nimiedad. A pesar de todo, estamos dispuestos, si tiene dinero, asubirleunpequeñodesayunodelacafetería.

Knorespondióalaofertaypermanecióunratoensilencio.Talveznoleimpidieranqueabrieralapuertadelahabitacióncontiguaoladelrecibidor,talvezésafuera lasoluciónmássimple, llevarlotodoalextremo.Perotambiéneraposiblequeseecharansobreély,unavezenelsuelo,habríaperdidotodalasuperioridadque,enciertamedida,aúnmanteníasobreellos.Porestarazón,prefirióaesasoluciónlaseguridadquetraeríaconsigoeldesarrollonaturaldelosacontecimientos,y regresóasuhabitación,sinqueniélni losvigilantespronunciaranunapalabramás.

Se arrojó sobre la cama y tomó de la mesilla de noche una hermosamanzanaquehabíareservadolanocheanteriorparasudesayuno.Ahoraerasuúnicodesayunoy,comocomprobóaldarleelprimermordisco,resultaba,sinduda,muchomejorqueeldesayunoquelehubierapodidosubirelvigilantedela sucia cafetería. Se sentía bien y confiado.Cierto, estaba descuidando susdeberesmatutinosenelbanco,perocomosupuestoerarelativamenteelevadopodríadisculparseconfacilidad.¿Deberíadecirlasverdaderasrazones?Pensóen hacerlo. Si no le creían, lo que sería comprensible en su caso, podríapresentaralaseñoraGrubachcomotestigooalosdosancianosdeenfrente,queahoramismoseencontrabanencaminohacialaventanadelahabitaciónopuesta.AKlesorprendió,aladoptarlaperspectivadelosvigilantes,quelehubieranconfinadoenlahabitaciónylehubierandejadosolo,puesallíteníamúltiplesposibilidadesdequitarselavida.Almismotiempo,sinembargo,sepreguntó,estavezdesdesuperspectiva,quémotivopodríatenerparahacerlo.¿Acasoporqueesosdosdealladoestabanallísentadosysehabíanapoderadodesudesayuno?Habríasidotanabsurdoquitarselavida,queél,auncuandohubiese querido hacerlo, hubiera desistido por encontrarlo absurdo. Si lalimitación intelectual de los vigilantes no hubiese sido tan manifiesta, sehubiera podido aceptar que tampoco ellos, como consecuencia del mismoconvencimiento, consideraban peligroso dejarlo solo. Que vieran ahora, siquerían, cómo se acercaba a un armario, en el que guardaba un buenaguardiente, cómo se tomaba un vaso como sustituto del desayuno y cómodestinabaotroparadarsevalor,peroesteúltimosólocomoprecauciónparaelcasoimprobabledequefueranecesario.

Enese instante leasustó tantouna llamadade lahabitacióncontiguaquemordióelcristaldelvaso.

—Elsupervisorlellama—dijeron.

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Sólo había sido el grito lo que le había asustado, ese grito corto, seco,militar,delquejamáshubieracreídocapazaFranz.Laordenfuebienvenida.

—¡Por fin! —exclamó, cerró el armario y se apresuró a entrar en lahabitacióncontigua.Allíestaban losdosvigilantesque leconminaronaquevolvieraasuhabitación,comosifueraalgonatural.

—¿Pero cómo se le ocurre? —gritaron—. ¿Cómo pretende presentarseante el supervisor en mangas de camisa? ¡Le dará una paliza y a nosotrostambién!

—¡Al diablo con todo!—gritó K, que ya había sido empujado hasta elarmario ropero—. Cuando se me asalta en la cama no se puede esperarencontrarmeentrajedeetiqueta.

—Noleservirádenadaresistirse—dijeronlosvigilantes,quienes,siemprequeK gritaba, permanecían tranquilos, con cierto aire de tristeza, lo que leconfundíay,enciertamedida,lehacíaentrarenrazón.

—¡Ceremoniasridículas!—gruñóaún,perocogióunachaquetadelasillay lamantuvo un rato entre lasmanos, como si la sometiera al juicio de losvigilantes.Ellosnegaronconlacabeza.

—Tienequeserunachaquetanegra—dijeron.

Karrojólachaquetaalsueloydijo:

—Aúnnosepuedetratardelavistaoral.

Losvigilantes sonrieron,peronocambiarondeopinión:—Tieneque serunachaquetanegra.

—Si eso contribuye a acelerar el asunto, me parece bien—dijo K, queabrióelarmario,buscóunbuen ratoentre los trajesypor finsacósumejortrajenegro,unchaquéqueporsueleganciahabíacausadoimpresiónentresusamigos. A continuación, sacó también una camisa y comenzó a vestirsecuidadosamente. Creyó haber logrado un adelanto al comprobar que losvigilanteshabíanolvidadoqueseasearaenelbaño.Losobservabaparaversise acordaban, pero naturalmente no se les ocurrió; sin embargo,Willem noolvidóenviaraFranzalsupervisorconlanoticiadequeKseestabavistiendo.

Unavezvestidotuvoqueatravesar,pocospasospordelantedeWillem,lahabitación contigua, ya vacía, y entrar en la siguiente, cuya puerta, de doshojas, estaba abierta. Esta habitación, como muy bien sabía K, había sidoocupadahacíapocotiempoporunamecanógrafaquesolíasalirmuytempranoatrabajaryllegabatardeporlasnoches,yconlaqueKapenashabíacruzadoalgunaspalabrasdesaludo.Ahoralamesilladenochehabíasidodesplazadadesde la cama hasta el centro de la habitación para servir de mesa deinterrogatorio, y el supervisor se sentaba detrás de ella. Tenía las piernas

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cruzadasyapoyabaunbrazoenelrespaldodelasilla.Enunadelasesquinasde la habitación había tres jóvenes que contemplaban las fotografías de laseñorita Bürstner, colgadas de la pared. Del picaporte de la ventana, quepermanecía abierta, colgaba una blusa blanca. En la ventana de enfrente seencontrabandenuevolosdosancianos,perolareuniónhabíaaumentado,puesdetrás de ellos destacaba un hombre con la camisa abierta, mostrando elpecho,quenoparabaderetorcerypresionarconlosdedossuperillapelirroja.

—¿JosefK?—preguntóelsupervisor,talvezsóloparacaptarsuatencióndispersa.

Kasintió.

—¿Le han sorprendido mucho los acontecimientos de esta mañana?—preguntó el supervisor y, como si fueran elementos necesarios para elinterrogatorio,desplazóconambasmanosalgunosobjetosquehabíasobrelamesilla:unavela,unacajadecerillas,unlibroyunacerico.

—Así es —dijo K, y le invadió una sensación de bienestar por haberencontrado al fin a un hombre razonable con el que poder hablar sobre suasunto.Cierto,estoysorprendido,perodeningúnmodomuysorprendido.

—¿Nomuysorprendido?—preguntóelsupervisor,ypusoahoralavelaenelcentrodelamesilla,mientrasagrupabaelrestodelosobjetosasualrededor.

—Es posible que no me interprete bien —se apresuró a especificar—.Quiero decir… —aquí K se interrumpió y buscó una silla—. ¿Puedosentarme?—preguntó.

—Noeslonormal—respondióelsupervisor.

—Quierodecir—dijo ahoraK sinmáspausas—quemeha sorprendidomucho, pero como llevo treinta años en elmundo y he tenido que abrirmecaminosoloenlavida,estoyendurecidocontratodotipodesorpresas,asíquenolastomoporlatremenda.Especialmenteladehoy,no.

—¿Porquénoespecialmenteladehoy?

—Noquierodecirqueloconsideretodounabroma,paraellomeparecendemasiado complicadas todas lasprecaucionesque sehan tomado.Tendríanqueparticipartodoslosinquilinosdelapensiónytambiéntodosustedes,esomeparece rebasar los límites deunabroma.Por esonoquierodecir que setratadeunabroma.

—Enefecto—dijoelsupervisorysededicóacontarlascerillasquehabíaenlacaja.

—Por otra parte—continuó K, y se dirigió a todos, incluso le hubieragustado que los tres situados ante las fotografías se hubieran dado la vuelta

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paraescucharle—,porotraparteelasuntonopuedeserdemuchaimportancia.Lodeduzcoporquehesidoacusado,peronopuedoencontrarningunaculpapor laquemepudieranhaber acusado.Pero eso también es secundario.Laspreguntasprincipalesson:¿Quiénmehaacusado?¿Quéorganismotramitamiproceso?¿Esustedfuncionario?Ningunotieneuniforme,anoserquesutraje—y sedirigió aFranz—sepuedadenominarununiforme, aunque amímeparecemásbienuntrajedeviaje.Reclamoclaridadenestascuestionesyestoyconvencidodeque,unavezquehayansidoaclaradas,nospodremosdespediramablemente.

Elsupervisorderribólacajadecerillassobrelamesa.

—Usted se encuentra en un grave error —dijo—. Estos señores, aquípresentes,yyo,carecemoscompletamente,enloqueserefiereasuasunto,deimportancia, más aún, apenas sabemos algo de él. Podríamos llevar losuniformesreglamentariosysuasuntonohabríaempeoradounápice.Tampocopuedo decirle si le han acusado, o mejor, ni siquiera sé si le han acusado.Usted está detenido, eso es cierto, no sémás. Es posible que los vigilanteshayan charlado de otra cosa, pero eso sólo es una charla.Aunque no puedaresponderasuspreguntas,sílepuedoaconsejarquepiensemenosennosotrosy en lo que le pueda ocurrir y piensemás en símismo.Y tampoco alardeetantodesuinocencia,estropealabuenaimpresiónqueda.Tambiéndeberíasermásreservadoalhablar,casitodoloquehadichohastaahorasepodríahaberdeducido de su comportamiento aunque hubiera dicho muchas menospalabras,además,noresultamuyfavorableparasucausa.

Kmirófijamentealsupervisor.¿Acasorecibíaleccionesdeunhombrequeprobablementeeramásjovenqueél?¿Lereprendíanporsusinceridad?¿Ynoibaasabernadadesudetenciónnidelquelahabíadispuesto?Seapoderódeélciertaexcitación,fuedeunladoaotro,siempreycuandonadaninadieseloimpedía, se subió lospuñosde la camisa, se tocóel pecho, se alisó el pelo,pasó al lado de los tres señores, dijo «esto es absurdo», por lo que éstos sevolvieron y le contemplaron con amabilidad, pero serios, y, finalmente, separóantelamesadelsupervisor.

—ElfiscalHastereresunbuenamigomío—dijo—,¿lepuedollamarporteléfono?

—Porsupuesto—dijoelsupervisor—,peronoséquésentidopodríatenerhacerlo,anoserquequisierahablarconéldealgúnasuntoparticular.

—¿Quésentido?—gritóK,másconfusoqueenojado—.¿Pero,entonces,quiénesusted?Ustedpretendeencontraralgúnsentidoyprocededelamaneramás absurda. Esto es para volverse loco. Estos señores me han asaltado yahoraestánaquísentadosopaseanalrededorymeobliganacompareceranteusted como si fuera un colegial. ¿Qué sentido tendría llamar a un fiscal si,

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comoindicanlasapariencias,estoydetenido?Bien,nollamaréporteléfono.

—Pero hágalo—dijo el supervisor, y extendió la mano en dirección alrecibidor,dondeestabaelteléfono—,porfavor,llame.

—No,yanoquiero—dijoK,yseacercóalaventana.Desdeallípodíaveralaspersonasdeenfrente,quienesahora,alverapareceraKenlaventana,sesintieron algo perturbadas en su papel de tranquilos espectadores. Losancianos querían levantarse, pero el hombre que estaba detrás de ellos lostranquilizó.

—¡Allíhayunosmirones!—gritóKhaciaelsupervisorylosseñalóconeldedo—.¡Fueradeahí!

Los tres retrocedieron inmediatamente unos pasos, los dos ancianos secolocaron,incluso,detrásdelhombre,queconsuanchocuerpolostapaba.Porlosmovimientosdesubocasepodíadeducirqueestabadiciendoalgo,aunqueincomprensible desde la distancia. Pero no llegaron a desaparecer del todo,másbienparecíanesperarel instanteenquepudieranacercarsea laventanasinsernotados.

—¡Gente impertinente y desconsiderada! —dijo K al volverse hacia lahabitación. El supervisor probablemente asintió, almenos así lo creyóK aldirigirleunamiradade soslayo.Aunque tambiéneraposiblequenohubieraescuchado, pues había extendido una de sus manos en la mesa y parecíacomparar losdedos.Losdosvigilantesestabansentadosenunbaúlcubiertocon un paño decorativo y frotaban sus rodillas. Los tres jóvenes habíancolocado lasmanos en las caderas ymiraban alrededor sin fijarse en nada.Habíaunsilenciocomoelquereinaenunaoficinavacía.

—Bien, señores—dijoK, pues le pareció que él era quien lo soportabatodosobresushombros—,desuactitudsepuedededucirquehanconcluidoconmiasunto.Soydelaopinióndequelomejorseríanopensarmássobresisu actuación está justificada o no y terminar el caso reconciliados, con unapretón de manos. Si comparten mi opinión, entonces, por favor…—y seacercóalamesadelsupervisoralargándolelamano.

Elsupervisorelevólamirada,semordióellabioymirólamanoextendidadeK.AúncreíaKqueelsupervisorlaestrecharía,peroésteselevantó,cogióunsombreroqueestabasobre lacamadelaseñoritaBürstneryse locolocócuidadosamenteconlasdosmanos,comohacelagentecuandosepruebaunsombreronuevo.

—¡Qué fácil le parece todo a usted! —dijo a K mientras se ponía elsombrero. Deberíamos terminar el asunto con una despedida conciliadora,¿ésaessuopinión?No,no,asínofuncionanlascosas,yconestotampocoleestoydiciendoquesedesespere.No,¿porquéhacerlo?Ustedestádetenido,

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nada más. Eso es lo que tenía que comunicarle, he cumplido mi misión ytambién he visto cómo ha reaccionado. Con eso es suficiente por hoy, yapodemos despedirnos, aunque sólo por el momento. Usted querrá ir albanco…

—¿Albanco?—preguntóK—.Penséqueestabadetenido.

Kpreguntóconciertoconsuelo,puesaunquesuapretóndemanosnohabíasidoaceptado,desdequeelsupervisorsehabíalevantadosesentíamuchomásindependientedeaquellagente.Queríaseguirlesel juego.Teníalaintención,enelcasodequesefueran,deirdetrásdeelloshastalapuertayofrecerlessudetención.Poresorepitió:

—¿Cómopuedoiralbanco,siestoydetenido?

—¡Ah, ya! —dijo el supervisor, que había llegado a la puerta, me haentendidomal,ustedestádetenido,cierto,peroesonoleimpidecumplirconsusobligacioneslaborales.Debeseguirsuvidanormal.

—Entonces estar detenido no es tan malo —dijo K, y se acercó alsupervisor.

—Nohedichonadaquelodesmienta—dijoéste.

—Pero tampoco parece que haya sido necesaria la comunicación de ladetención dijo K, y se acercó más. También los otros se habían acercado.Todossehabíanreunidoenunpequeñoespacioalladodelapuerta.

—Eramideber—dijoelsupervisor.

—Undeberbastantetonto—dijoKinflexible.

—Puede ser —respondió el supervisor—, pero no vamos a perder eltiempo con conversaciones como ésta. He pensado que querría ir al banco.Como usted está al tanto de todas las palabras, añado: no le obligo a ir albanco, sólo he supuesto que quería hacerlo. Para facilitárselo y para que sullegadaalbancosealomásdiscretaposible,hemantenidoaestostresjóvenes,colegassuyos,asudisposición.

—¿Cómo?—gritóK,ymiróasombradoalostres.

Aquellos jóvenes tan anodinos y anémicos, que él aún recordaba sólocomo grupo al lado de las fotografías, eran realmente funcionarios de subanco, no colegas, eso era demasiado decir, y demostraba una laguna en laomnisciencia del supervisor, aunque, en efecto, se trataba de funcionariossubordinados del banco. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Hasta quépuntohabíaconcentradolaatenciónenelsupervisoryenlosvigilantes,quehabía sido incapaz de reconocer a esos tres: al torpe Rabensteiner, siempreagitandolasmanos,alrubioKullych,conlosojoscaídos,yaKaminer,consu

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sonrisainsoportable,productodeunadistrofiamuscularcrónica.

—¡Buenosdías!—dijoK,pasadounrato,yofreciósumanoalosseñores,que se inclinaron correctamente—.No les había reconocido.Bien, entoncesnosvamosjuntosaltrabajo,¿no?

Lostresjóvenesasintieronsolícitosysonriendo,comosihubieranestadoesperandoesemomentodurantetodoeltiempo,sólocuandoKechódemenossusombrero,quesehabíaquedadoensucuarto,seapresuraron,unodetrásdelotro,arecogerlo,deloquesepodíadeducirciertaperplejidad.Kpermanecióen silencio y vio cómo se alejaban a través de las dos puertas abiertas, elúltimo,naturalmente,eraelindiferenteRabensteiner,quesehabíalimitadoaadoptarunelegantetrotecorto.Kaminerleentregóelsombrero,yKtuvoquedecirseexpresamente,loque,porlodemás,eranecesarioconfrecuenciaenelbanco, que la sonrisa de Kaminer no era intencionada, que en realidad eraincapazdesonreírintencionadamente.Enelrecibidor,laseñoraGrubach,quenoaparentabaningunaconcienciaculpable,abriólapuertadelacalleatodoelgrupo,yK,comomuchasveces,sequedómirandolacintadesudelantal,queceñíainnecesariamentesupoderosocuerpo.Unavezfuera,K,conelrelojenlamano,yparanoaumentarelretrasodemediahora,decidióllamarauntaxi.Kaminerseacercócorriendoaunaesquinapara llamarauno,peromientraslos otros dos aparentemente intentaban distraer a K, Kullych señalórepentinamentelapuertadeenfrente,enlaqueacababadeaparecerelhombreconlaperillapelirroja,quienquedóalgoconfuso,yaqueahorasemostrabaentodasuestatura,por loqueretrocedióhastalaparedyseapoyóenella.Losancianos aún estaban en las escaleras. K se enfadó con Kullych por haberllamado la atención sobre el hombre al que ya había visto antes y al queinclusohabíaesperado.

—No mire hacia allí —balbuceó, sin darse cuenta de lo llamativa queresultabaesaformadeexpresarsecuandosedirigíaapersonasmaduras.Perotampocoeranecesarianingunaexplicación,puesacababade llegarelcoche,asíquesesentaronypartieron.Eneseinstante,Kseacordódequenosehabíapercatadodelapartidadelsupervisorydelosvigilantes,elsupervisorlehabíaocultadoalostresfuncionariosyahoralosfuncionarioshabíanocultado,asuvez, al supervisor. Eso no denotabamucha serenidad, así queK se propusoobservarse mejor. No obstante, se dio la vuelta y se inclinó por si todavíaexistíalaposibilidaddeveralsupervisoryalosvigilantes.Perorecuperóenseguidasuposiciónoriginalsinnisiquierahaber intentadobuscaraalguien,reclinándose cómodamente en uno de los extremos del asiento del coche.Aunquenoloaparentaba,habríanecesitadoahoraalgodeconversación,perolosseñoresparecíancansados.Rabensteinermirabahacialaderecha,Kullychhacia la izquierdaysóloKaminerestabaasudisposiciónconsusmuecas,yhacerunabromasobreellas,pordesgracia,loprohibíalahumanidad.

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ConversaciónconlaseñoraGrubach.LaSeñoritaBürstner

En esa primavera, K, después del trabajo, cuando era posible —normalmentepermanecíahasta lasnueveen laoficina—,solíadarunpaseoporlanochesolooconalgúnconocidoyluegoseibaaunacervecería,dondese sentaba hasta las once en una tertulia compuesta en su mayor parte porhombres ya mayores. Pero había excepciones en esta rutina, por ejemplocuando el director del banco, que apreciaba su capacidad de trabajo y suformalidad, le invitaba a una excursión con el coche o a cenar en su villa.Además,unavezalasemanaibaacasadeunamuchachallamadaElsa,quetrabajaba de camarera en una taberna hasta altas horas de la madrugada yduranteeldíasólorecibíaenlacamaasusvisitas.

Aquellanoche,sinembargo—eldíahabíatranscurridoconrapidezporeltrabajo agotador y las numerosas felicitaciones de cumpleaños—, K queríaregresardirectamenteacasa.En todas laspequeñaspausasdel trabajohabíapensadoenello.Sinsaberconcertezaporqué,leparecíaquelosincidentesdeaquellamañanahabíancausadoungrandesordenenlaviviendadelaseñoraGrubach y que su presencia era necesaria para restaurar de nuevo el orden.Unavezrestaurado,quedaríasuprimidacualquierhuelladelincidenteytodovolvería a los cauces normales. De los tres funcionarios no había nada quetemer,sehabíanvueltoasumirenelgrancuerpodefuncionariosdelbanco,tampoco se podía notar ningún cambio en ellos. K les había llamado confrecuencia, por separadoo engrupo, a sudespacho, sóloparaobservarlosysiempreloshabíapodidodespedirsatisfecho.

Cuandollegóalasnueveymediadelanochealacasaenquevivía,Kseencontró en la puerta con un muchacho que permanecía con las piernasabiertasyfumandoenpipa.

—¿Quién es usted?—preguntó K en seguida y acercó su rostro al delmuchacho,puesnoseveíamuchoeneloscuropasillodeentrada.

—Soyelhijodelportero,señor—respondióelmuchacho,sesacólapipadelabocayseapartó.

—¿Elhijodelportero?—preguntóK,ygolpeó impacienteconelbastónenelsuelo.

—¿Deseaalgoelseñor?¿Debotraeramipadre?

—No, no dijo K. En su voz había un tono de disculpa, como si elmuchachohubierahechoalgomaloyélleperdonara.Estábiendijo,ysiguió,peroantesdesubirlasescaleras,sevolvióunavezmás.

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Habría podido ir directamente a su habitación, pero como quería hablarconlaseñoraGrubach,llamóasupuerta.Estabasentadaaunamesacosiendouna media. Sobre la mesa aún quedaba un montón de medias viejas. K sedisculpóalgoconfusoporhaberllegadotantarde,perolaseñoraGrubacheramuyamableynoquisooírningunadisculpa:siempreteníatiempoparahablarconél, sabíamuybienqueerasumejorymásquerido inquilino.Kmiró lahabitación, había recobrado su antiguo aspecto, la vajilla del desayuno, quehabía estado por la mañana en la mesita junto a la ventana, ya había sidoretirada. «Las manos femeninas hacen milagros en silencio pensó, élprobablementehabría roto toda lavajilla, en realidadni siquierahabría sidocapaz de llevársela». Contempló a la señora Grubach con ciertoagradecimiento.

—¿Porquétrabajahastatantarde?—preguntó.

Ambosestabansentadosa lamesa,yKhundíadevezencuandounadesusmanosenlasmedias.

—Hay mucho trabajo —dijo ella—. Durante el día me debo a losinquilinos,perosiquieromantenerelordenenmiscosassólomequedanlasnoches.

—Hoylehecausadountrabajoextraordinario.

—¿Porqué?—preguntóconciertavehemencia;el trabajodescansabaensuregazo.

—Merefieroaloshombresqueestuvieronaquíestamañana.

—¡Ah, ya!—dijo, y se volvió a tranquilizar—. Eso no me ha causadomuchotrabajo.

Kmiróensilenciocómoemprendíadenuevosulabor.«Pareceasombrarsedequelehabledelasuntopensó,noconsideracorrectoquehabledeello.Másimportante es, pues, que lo haga. Sólo puedo hablar de ello con unamujermayor».

—Algodetrabajosíhacausado—dijo—,peronosevolveráarepetir.

—No,nosepuederepetir—dijoellaconfirmándoloysonrióaKcasicontristeza.

—¿Locreedeverdad?—preguntóK.

—Sí—dijoellaenvozbaja—,peroantetodonoselodebetomarmuyenserio. ¡Las cosas que ocurren en elmundo!Como habla conmigo con tantaconfianza,señorK,leconfesaréqueescuchéalgodetrásdelapuertayquelosvigilantes tambiénmecontaronalgunascosas.Setratadesufelicidad,yesomeimportamucho,más,quizá,deloquemeincumbe,puesnosoymásquela

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casera.Bien,algoheoído,peronopuedodecirqueseaespecialmentemalo.No.Usted, es cierto, ha sido detenido, pero no como un ladrón.Cuando sedetiene a alguien como si fuera un ladrón, entonces es malo, pero estadetención…,meparecealgopeculiarycomplejo,perdónemesidigoalgunatontería,hayalgocomplejoenestoquenoentiendo,peroquetampocosedebeentender.

—Nohadichoningunatontería,señoraGrubach,yomismocompartoalgosuopinión,pero juzgo todoconmás rigorqueusted,yno lo tomoporalgocomplejo,sinoporunanadería.Mehanasaltadodeunmodoimprevisto,esoes todo. Si nada más despertarme no me hubiera dejado confundir por laausencia de Anna, me hubiera levantado en seguida y, sin tener ningunaconsideraciónconnadiequemesalieraalpaso,hubieradesayunado,porunavez,enlacocinaymehubieratraídoustedeltrajedemihabitación,entonceshabríanegociadotodobreveyrazonablemente,nohabríapasadoamayoresyno hubiera ocurrido nada de lo que pasó. Pero uno siempre está tandesprevenido.Enelbanco,porejemplo,siempreestoypreparado,allínomepodría ocurrir algo similar, allí tengo a un ordenanza personal; el teléfonointernoyeldemidespachoestán frenteamí,en lamesa;nocesade llegargente, particulares o funcionarios; además, y ante todo, allí estoy siempresumidoenel trabajo, loquememantienealerta,allí seríaunplacerparamíenfrentarme a una situación como ésa. Bien, pero ya ha pasado y tampocoquiero hablarmás sobre ello, sólo quería oír su opinión, la opinión de unamujer razonable, y estoy contento de que coincidamos. Pero ahoramedebedarlamano,unacoincidenciaasísetienequesellarconunapretóndemanos.

«¿Medarálamano?Elvigilantenomeladio»—pensó,ymiróalamujerde unmodo diferente, con cierto aire inquisitivo. Ella se levantó, porque éltambién se había levantado, y se mostró algo turbada, ya que no habíaentendidotodoloqueKhabíadicho.Acausadeesaturbacióndijoalgoquenoqueríahaberdichoyqueestabacompletamentefueradelugar:

—No se lo tome muy en serio, señor K—dijo con voz temblorosa y,naturalmente,olvidódarlelamano.

NosabíaqueselotomabatanenseriodijoK,repentinamenteagotadoalcomprobarlainutilidaddetodoslosbeneplácitosdeaquellamujer.

Yadesdelapuertapreguntó:

—¿EstáencasalaseñoritaBürstner?

—No—dijo laseñoraGrubach,ysonrióconsimpatíaaldaresabreveyseca información. Está en el teatro. ¿Desea algo de ella? ¿Quiere que le déalgúnrecado?

—Sóloqueríaconversarunpococonella.

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—Lamentablemente no sé cuándo regresará; cuando va al teatro suelellegartarde.

—Daigual—dijoK,einclinólacabezahacialapuertaparairse—,sóloqueríadisculparmeporhabersidoelcausantedequeocuparansuhabitaciónestamañana.

—Eso no es necesario, señor K, usted es demasiado considerado, laseñorita no sabenadadenada, había abandonado la casamuy temprano, yaestátodoordenado,ustedmismolopuedecomprobar.

AbriólapuertadelahabitacióndelaseñoritaBürstner.

—Gracias, lo creo —dijo K, pero fue hacia la puerta abierta. La lunailuminabalaoscurahabitación.Loquepudoverparecíaenorden,nisiquieralablusacolgabaenelpicaportede laventana.Losalmohadonesde lacamaalcanzabanunaalturallamativa:sobreelloscaíalaluzdelaluna.

—La señorita viene con frecuencia muy tarde por la noche dijo K, ycontemplóalaseñoraGrubachcomosifueraresponsabledeesacostumbre.

—¡Ah,lagentejoven!—dijolaseñoraGrubachconuntonodedisculpa.

—Cierto, cierto—dijoK—,perono sedeben extremar las cosas.—No,claroqueno—dijolaseñoraGrubach—.Tienemucharazón,señorK.Talveztambién en este caso. No quiero criticar a la señorita Bürstner, ella es unamuchacha buena y amable, ordenada, puntual, trabajadora, yo aprecio todoeso,peroalgoesverdad:deberíasermásprudenteydiscreta.Estemesyalahevistodosvecesconunhombrediferenteencallesapartadas.Paramíresultamuydesagradable;esto,pongoaDiospor testigo, sólose locuentoausted,pero es inevitable, tendré que hablar sobre ello con la señorita. Y no es loúnicoenellaqueconsiderosospechoso.

—Está equivocada—dijo K furioso e incapaz de ocultarlo—, usted hainterpretadomalelcomentarioquehehechosobrelaseñorita,noqueríadecireso. Es más, le advierto sinceramente que no le diga nada, usted estácompletamente equivocada, conozcomuybien a la señorita, nada de lo queustedhadichoesverdad.Porlodemás,talvezheidodemasiadolejos,nolequieroimpedirquehaganada,dígaleloquequiera.Buenasnoches.

—SeñorK…—dijolaseñoraGrubachsuplicante,yseapresuróairdetrásdeKhastalapuerta,queélyahabíaabierto,porelmomentonoquierohablarcon la señorita, naturalmenteque antesquieroobservarla, sólo austed leheconfiadoloquesabía.Alfinyalcabointentomantenerdecentelapensiónenbeneficiodetodoslosinquilinos,éseesmiúnicoafán.

—¡Decencia!—gritóKatravésdelarendijadelapuerta,siquierequelapensióncontinúesiendodecente,deberíaecharmeamíprimero.

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A continuación, cerró la puerta de golpe e ignoró un suave golpeteoposterior.

Puesto que no tenía ganas de dormir, decidió permanecer despierto ycomprobar a qué hora regresaba la señorita Bürstner. Tal vez fuera aúnposible, por muy improcedente que resultara, intercambiar con ella algunaspalabras.Cuandoestabaen laventanayse frotaba losojoscansados llegóapensarencastigaralaseñoraGrubachyenconvenceralaseñoritaBürstnerparaqueambosrescindieranelcontratodealquiler.Peropocodespuéstodolepareció terriblemente exagerado e, incluso, alimentó la sospecha contra élmismodequequeríairsedelaviviendaporelincidentedelamañana.Nadapodríahabersidomásabsurdoy,antetodo,másinútilymásdespreciable.

Cuando se cansódemirar por la ventana, ydespuésdehaber abiertounpocolapuertaquedabaalrecibidorparapoderveratodoelqueentraba,seechó en el canapé. Permaneció tranquilo, fumando un cigarrillo, hasta lasonce.Peroapartirdeesahorayanoloresistiómás,asíquesefuealrecibidor,comosi alhacerlopudieseacelerar la llegadade la señoritaBürstner.Noesque deseara especialmente verla, en realidad ni siquiera se acordaba de suaspecto, pero ahora quería hablar con ella y le irritaba que su tardanza leprocurase intranquilidad y desconcierto al final del día. También la hacíaresponsabledenohaberidoacenarydehabersuprimidolavisitaprevistaaElsa.Noobstante,aúnsepodíaarreglar,puespodíaira la tabernaenlaqueElsa trabajaba. Decidió hacerlo después de la conversación con la señoritaBürstner.

Habíanpasadode las once ymedia cuandooyópasos en la escalera.K,quesehabíaquedadoensimismadoensuspensamientosypaseabahaciendoruidoporelrecibidor,comosiestuvieraensupropiahabitación,seescondiódetrásdelapuerta.EralaseñoritaBürstner,queacababadellegar.Despuésdecerrar la puerta de entrada se echó, temblorosa, un chal de seda sobre susesbeltos hombros. A continuación, se dirigió a su habitación, en la que K,comoeramedianoche,yanopodríaentrar.Porconsiguiente,teníaquedirigirlela palabra ahora; por desgracia, había olvidado encender la luz de suhabitación,porloquesuaparicióndesdelaoscuridadtomaríalaaparienciadeun asalto y se vería obligado a asustarla. En esa situación comprometida, ycomonopodíaperdermástiempo,susurróatravésdelarendijadelapuerta:

—SeñoritaBürstner.

Sonócomounasúplica,nocomounallamada.

—¿Hayalguienahí?—preguntólaseñoritaBürstner,ymiróasualrededorconlosojosmuyabiertos.

—Soyyo—dijoKabriendolapuerta.

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—¡Ah,señorK!—dijolaseñoritaBürstnersonriendo—.Buenasnochesyletendiólamano.

—Quisierahablarconustedunmomento,¿melopermite?

—¿Ahora?—preguntólaseñoritaBürstner—.¿Tienequeserahora?Esunpocoextraño,¿no?

—Laestoyesperandodesdelasnueve.

—¡Ah!,bueno,heestadoenelteatro,ustednomehabíadichonada.

—Elmotivopor el quequierohablar conusted es algoqueha sucedidoestamañana.

—Bien,notengonadaencontra,exceptoqueestoyagotada.Vengaunparde minutos a mi habitación, aquí no podemos conversar, despertaremos atodosyesoseríamuydesagradableparamí,ynoporlasmolestiascausadasalosdemás,sinopornosotros.Espereaquíhastaquehayaencendidolaluzenmihabitaciónyentoncesapaguelasuya.

AsílohizoK,luegoesperóhastaquelaseñoritaBürstnerleinvitóenvozbajaaentrarensuhabitación.

—Siéntese—dijo,yseñalóunaotomana;ellapermaneciódepiealladodelacamaapesardelcansanciodelquehabíahablado.Nisiquierasequitósupequeñosombrero,adornadoconunramilletedeflores.

—Bueno,¿quédeseausted?Tengocuriosidadporsaberlo—dijo,ycruzóligeramentelaspiernas.

—Tal vez le parezca—comenzó K— que el asunto no era tan urgentecomoparatenerquehablarloahora,pero…

—Siempreignorolasintroducciones—dijolaseñoritaBürstner.

—Bien, esome facilita las cosas—dijoK—.Suhabitación ha sido estamañana,enciertomodopormiculpa,unpocodesordenada.Lohicieronunosextrañoscontramivoluntady,comohedicho,tambiénpormiculpa.Poresoquisierapedirleperdón.

—¿Mihabitación?—preguntó la señoritaBürstner, y en vez demirar lahabitacióndirigióaKunamiradainquisitiva.

—Así ha sido—dijo K, y por primera vez semiraron a los ojos—. Lamaneraenquehaocurridonomerecelapenacontarla.

—Peroesprecisamentelointeresante—dijolaseñoritaBürstner.

—No—dijoK.

—Bueno, tampoco quiero inmiscuirme en los asuntos de los demás, si

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ustedinsisteenquenoesinteresante,noobjetarénada.Aceptosusdisculpas,sobretodoporquenoencuentroningunahuelladedesorden.

Diounpaseoporlahabitaciónconlasmanosenlascaderas.Separófrentealasfotografías.

—Mire —exclamó—, han movido mis fotografías. Eso es algo de malgusto.Asíquealguienhaentradoenmihabitaciónsinmipermiso.

K asintió y maldijo en silencio al funcionario Kaminer, que no podíadominarsuabsurdaeincultavivacidad.

—Esextraño—dijo laseñoritaBürstner—,meveoobligadaaprohibirlealgoqueustedmismosedeberíaprohibir:entrarenmihabitacióncuandomehalloausente.

—Yoleaseguro,señoritaBürstner—dijoK,acercándosealasfotografías—, que yo no he sido el que las ha tocado. Pero como no me cree, deboreconocer que la comisión investigadora ha traído a tres funcionarios delbanco,deloscualesuno,alquecuandosemepresentelaprimeraoportunidaddespedirédelbanco,probablementetomólasfotografíasenlamano.SíañadióK,yaquelaseñorita lehabía lanzadounamiradainterrogativa,estamañanahuboaquíunacomisióninvestigadora.

—¿Porusted?—preguntólaseñorita.

—Sí—respondióK.

—No—exclamóella,yrio.

—Sí,sí—dijoK—,¿creequesoyinocente?

—Bueno,inocente…—dijolaseñorita—.Noquieroemitirahoraunjuiciotrascendente, tampoco le conozco, en todo caso debe de ser un delito graveparamandarinmediatamenteaunacomisióninvestigadora.Perocomoestáenlibertad—deduzcoporsutranquilidadquenosehaescapadodelacárcel—,nohapodidocometerundelitosemejante.

—Sí—dijoK, pero la comisión investigadora puede haber comprobadoquesoyinocenteonotanculpablecomohabíansupuesto.

—Cierto,puedeser—dijoellamuyatenta.

—Veusted—dijoK—,notienemuchaexperienciaenasuntosjudiciales.

—No, no la tengo—dijo la señorita Bürstner—, y lo he lamentado confrecuencia, pues quisiera saberlo todo y los asuntos judiciales me interesanmucho. Los tribunales ejercen una poderosa fascinación, ¿verdad? Pero esmuyprobablequeperfeccionemisconocimientosenesteterreno,pueselmespróximoentroatrabajarenunbufetedeabogadoscomosecretaria.

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—Eso está muy bien —dijo K—, así podrá ayudarme un poco en miproceso.

—Podría ser —dijo ella—, ¿por qué no? Me gusta aplicar misconocimientos.

—Selodigoenserio—dijoK—,oalmenoseneltonomedioenbromamedioenserioqueustedhaempleado.Elasuntoesdemasiadopequeñocomoparacontrataraunabogado,peropodríanecesitaraunconsejero.

—Sí,perosiyotuvieraqueserelconsejero,deberíasaberdequésetratadijolaseñoritaBürstner.

Ahíestáelquid,queniyomismolosé.

—Entonceshaestadobromeandoconmigo,—dijoellamuydecepcionada—,hasidoalgocompletamente innecesarioelegirunahora tan intempestiva—ysealejódelasfotografías,dondehacíaratoquepermanecíanjuntos.

—Perono,señorita—dijoK—,nobromeoenabsoluto.¡Quenomequieracreer! Le he contado todo lo que sé, inclusomás de lo que sé, pues no eraningunacomisióninvestigadora,lehedadoesenombreporquenosabíacómodenominarla. No se ha investigado nada, sólo fui detenido, pero por unacomisión.

LaseñoritaBürstnersesentóenlaotomanayriodenuevo:

—¿Cómofueentonces?—preguntó.

—Horrible —dijo K—, pero ya no pensaba en ello, se había quedadoabsortoenlacontemplacióndelaseñoritaBürstner,que,conlamanoapoyadaen el rostro, descansaba el codo en el cojín de la otomana y acariciabalentamentesucaderaconlaotramano.

—Esoesdemasiadogeneral—dijoella.

—¿Qué es demasiado general? —preguntó K. Entonces se acordó ypreguntó:

—¿Lepuedomostrarcómohaocurrido?—queríaanimaralgoelambienteparanotenerqueirse.

—Estoymuycansada—dijolaseñoritaBürstner.

—Vinomuytarde—dijoK.

—Ypara colmo terminahaciéndome reproches:me lomerezco, puesnodeberíahaberledejadoentrar.Tampocoeranecesario,comosehacomprobadodespués.

Eranecesario,ahora locomprenderá—dijoK—.¿Puedodesplazardesu

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camalamesilladenoche?

—Pero, ¿qué se le ha ocurrido? —dijo la señorita Bürstner—. ¡Porsupuestoqueno!

—Entoncesnoselopodrémostrar—dijoKexcitado,comosilecausaranundañoenorme.

—Bueno,si lonecesitaparasurepresentación,desplacelamesilla—dijolaseñoritaBürstner,yañadiópocodespuésconvozdébil:

—Estoytancansadaquepermitomásdelodebido.

Kcolocólamesillaenelcentrodelahabitaciónysesentódetrás.

—Debe imaginarse correctamente la posición de las personas, es muyinteresante.Yosoyelsupervisor,allí,enelbaúl,sesientanlosdosvigilantes,al lado de las fotografías permanecen tres jóvenes, en el picaporte de laventana cuelga, lo quemenciono sólo de pasada, una blusa blanca.Y ahoracomienzalafunción.Ah,semeolvidabalapersonamásimportante,yoestabaaquí, ante lamesilla. El supervisor estaba sentado con toda comodidad, laspiernas cruzadas, el brazo colgando sobre el respaldo, tamaña grosería. Yahora comienza todo de verdad. El supervisor me llama como si quisieradespertarmedel sueñomásprofundo,esdecirgrita,pordesgracia tengoquegritarparaquelocomprenda,aunquesólogritóminombre.

LaseñoritaBürstner,queescuchabasonriente,sellevóeldedoíndicealoslabios para evitar que K gritase, pero era demasiado tarde, K estaba tanidentificadoconsupapelquegritó:

—¡JosefK!

Aunque no lo hizo con la fuerza con que había amenazado, sí con lasuficientecomoparaqueelgrito,unavezemitido,seexpandieralentamenteporlahabitación.

En ese instante golpearon la puerta de la habitación contigua; fuerongolpesfuertes,cortosyregulares.LaseñoritaBürstnerpalidecióysepusolamanoenelcorazón.Ksellevóunsustoenorme,puesllevabaunratoenelquesólohabíasidocapazdepensarenelincidentedelamañanayenlamuchachaantelaqueloestabarepresentando.Apenassehabíarecuperado,saltóhacialaseñoritaBürstnerytomósumano.

—No temaustednada—le susurró—,yo loarreglaré todo.Pero, ¿quiénpuedeser?Aquíalladosóloestáelsalónynadieduermeenél.

—¡Oh, sí! —susurró la señorita Bürstner al oído de K—, desde ayerduermeunsobrinodelaseñoraGrubach,uncapitán.Ahoramismonoquedaningunahabitación libre.Tambiényo lohabíaolvidado. ¡Cómose leocurre

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gritarasí!Soymuyinfelizporsuculpa.

—Nohayningúnmotivo—dijoK,ybesósufrentecuandoellasereclinóenelcojín.

—Fuera,márchese—dijo ella, y se incorporó rápidamente—,márchese.Quéquiere,élescuchadetrásdelapuerta,loescuchatodo.¡Nomeatormentemás!

—Nome iré—dijoK—hastaque sehaya calmado.Venga a la esquinaopuestadelahabitación,allínonospuedeescuchar.

Ellasedejóllevar.

—Piensequesetratasólodeunacontrariedad,peroquenoentrañaningúnpeligro.YasabecómomeadmiralaseñoraGrubach,queeslaquedecideenesteasunto,sobre todoconsiderandoqueelcapitánessobrinosuyo.Secreetodoloqueledigo.Además,dependedemí,puesmehapedidoprestadaunagrancantidaddedinero.Aceptarétodassuspropuestasparaunaaclaracióndenuestro encuentro, siempre que sea oportuno, y le garantizo que la señoraGrubach las creerá sinceramente y así lo manifestará en público. No tengaconmigo ningún tipo de miramientos. Si quiere que se difunda que la hesorprendido, así será instruida la señora Grubach y lo creerá sin perder laconfianzaenmí,tantoapegometiene.

LaseñoritaBürstnercontemplabaelsueloensilencioyunpocohundida.

—¿Porquénovaacreerse laseñoraGrubachque lahesorprendido?—añadióK.Anteélveíasupelorojizo,separadoporunaraya,holgadoen laspuntasyrecogidoenlapartesuperior.Creyóqueleibaamirar,peroella,sincambiardepostura,dijo:

—Discúlpeme,meheasustadotantoporlosgolpesrepentinos,noporlasconsecuenciasquepodríatraerconsigolapresenciadelcapitán.Despuésdesugrito estaba todo tan silencioso y de repente esos golpes, por eso estoy tanasustada.Yoestabasentadaalladodelapuerta,losgolpesseprodujeroncasiamilado.Leagradezcosusproposiciones,peronolasacepto.Puedoasumirlaresponsabilidad por todo lo que ocurre enmi habitación y, además, frente acualquiera. Me sorprende que no note la ofensa que suponen para mí sussugerencias, por más que reconozca sus buenas intenciones. Pero ahoramárchese, déjeme sola, ahora lo necesito muchomás que antes. Los pocosminutosqueustedhabíapedidosehanconvertidoenmediahoraomás.

Ktomósumanoyluegosumuñeca.

—¿Nosehabráenfadadoconmigo?—dijoél.

Ellaretirósumanoyrespondió:

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—No,no,soyincapazdeenfadarme.

Kvolvióatomarsumuñecayella,estavez,loaceptó,perolecondujoasíhastalapuerta.Élestabafirmementedecididoairse,peroalllegaralapuerta,como si no hubiera esperado encontrarse allí con semejante obstáculo, sedetuvo, loque la señoritaBürstneraprovechóparadesasirse,abrir lapuerta,deslizarsehastaelrecibidory,desdeallí,decirleaKenvozbaja:

Ahoraváyase,selopidoporfavor.Mireellaseñalólapuertadelcapitán,pordebajodelacualasomabaunpocodeluz,haencendidolaluzynosestáespiando.

Ya voy—dijo K, salió, la estrechó en sus brazos y la besó en la boca,luegoávidamenteportodoelrostro,comounanimalsedientoqueintroducelalenguaenelanheladomanantial.Finalmentelabesóenelcuello,alaalturadela garganta: allí dejó reposar sus labios un rato. Un ruido procedente de lahabitacióndelcapitánleobligóamirar.Yamevoydijoél,quisollamarlaporsu nombre de pila, pero no lo sabía. Ella asintió cansada, le dejó lamano,mientrassevolvía,paraquelabesara,comosinoquisierasabernadamásyseretiró,encogida,asuhabitación.PocodespuésKyacíaensucama.Sedurmiórápidamente,aunqueantesdedormirsepensóunpocoensucomportamiento.Estaba satisfecho, pero se maravilló de no estar aún más satisfecho. SepreocupóseriamenteporlaseñoritaBürstneracausadelcapitán.

Primeracitaciónjudicial

AK lehabíancomunicadopor teléfonoqueeldomingopróximo tendríalugarunacortavistapara la instrucciónprocesalde sucausa.Sé le advertíaque esas vistas se celebraban periódicamente, aunque no todas las semanas.Tambiénlecomunicaronquetodosteníaninterésenconcluirelprocesolomásrápidamente posible; sin embargo, las investigaciones tenían que serminuciosasentodoslosaspectos,aunque,almismotiempo,elesfuerzounidoa ellas jamásdebía durar demasiado.Precisamente por estemotivo se habíaelegido realizar ese tipode citaciones cortasy continuadas.Sehabíaoptadopor el domingo como día de la vista sumarial para no perturbar lasobligacionesprofesionalesdeK.Sepresumíaqueélestaríadeacuerdo,perosipreferíaotrafechaseintentaríasatisfacersudeseo.Lascitacionespodíantenerlugar tambiénpor lanoche,peroKnoestaría lo suficientemente fresco.Asípues, y mientras K no objetase nada, la instrucción se llevaría a cabo losdomingos. Era evidente que debía comparecer, ni siquiera era necesarioadvertírselo. Le dijeron el número de la casa: estaba situada en una calleapartadadelossuburbiosenlaqueKjamáshabíaestado.

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Una vez oído el mensaje, K colgó el auricular sin contestar; estabadecididoaireldomingo:contodaseguridaderanecesario;elprocesosehabíapuestoenmarchayteníaquedejarclaroqueesacitacióndebíaserlaúltima.Aúnpermanecíapensativojuntoalaparato,cuandoescuchódetrásdeéllavozdelsubdirector,quequeríallamarporteléfono.Kleobstruíaelpaso.

—¿Malas noticias? —preguntó el subdirector sin pensar, no para saberalgo,sinosimplementeparaapartaraKdelteléfono.

—No,no—dijoK,queseapartóperonosealejó.

El subdirector cogió el auricular y, mientras esperaba la conexióntelefónica,sedirigióaK:

—Una pregunta, señor K, ¿le apetecería venir a una fiesta que doy eldomingoenmivelero?Nosreuniremosunbuengrupoyencontraráconocidossuyos,entreotrosalfiscalHasterer.¿Quierevenir?¡Venga,anímese!

K intentó prestar atención a lo que decía el subdirector. No carecía deimportanciaparaél,puesesa invitacióndel subdirector,conelquenuncasehabía llevado bien, suponía un intento de reconciliación de su parte y, almismotiempo,mostrabalaimportanciaqueKhabíaadquiridoenelbanco,asícomo lo valiosa que le parecía al segundo funcionario más importante delbanco su amistad o, al menos, su imparcialidad. Esa invitación suponía,además, una humillación del subdirector, pormás que la hubiera formuladoporencimadelauricularmientrasesperabalaconexióntelefónica.PeroKsevioobligadoaocasionarleunasegundahumillación,dijo:

—¡Muchasgracias!Peropordesgraciaeldomingonotengotiempo,tengouncompromiso.

—Esunapena—dijoelsubdirector,queseconcentróensuconversacióntelefónica. No fue una conversación corta y K permaneció todo el tiempopensativoalladodelteléfono.Cuandoelsubdirectorcolgó,Kseasustóydijoparadisculparsupasivapermanenciaallí:

—Meacabandellamarporteléfono,tendríaqueiraalgúnsitio,peroseleshaolvidadodecirmelahora.

—Pregunteusted—dijoelsubdirector.

—Noestanimportante—dijoK,aunqueasídejabasinfundamentosuyadébil disculpa anterior. El subdirector habló todavía sobre algunas cosasmientrasseiba,Khizounesfuerzopararesponderle,perosólopensabaenquelomejorseríaireldomingoalasnuevedelamañana,puesésaeralahoraenquetodoslosjuzgadoscomenzabanatrabajarlosdíaslaborables.

Eldomingoamaneciónublado.Kselevantómuycansado,yaquesehabíaquedadohastamuy tardepor lanocheenuna reunióndesu tertulia.Casi se

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había quedado dormido. Deprisa, sin apenas tiempo para pensar en nada nipararecordarlosdistintosplanesquehabíahechodurantelasemana,sevistióysaliócorriendo,sindesayunar,haciaelsuburbioindicado.Curiosamente,yaunqueapenasteníatiempoparamirarasualrededor,seencontróconlostresfuncionariosrelacionadosconsucausa:Rabensteiner,KullychyKaminer.LosdosprimerospasaronpordelantedeKenuntranvía,Kaminer,sinembargo,estaba sentado en la terraza de un café y se inclinó con curiosidad sobre labarandilla cuando K pasó a su lado. Todos miraron cómo se alejaba y sesorprendieron por la prisa que llevaba. Era una suerte de despecho lo quehabíainducidoaKanocogerningúnvehículoparallegarasudestino,puesquería evitar cualquier ayuda extraña en su asunto, por pequeña que fuera;tampoco quería recurrir a nadie ni ponerle al corriente de ningún detalle;finalmentetampocoteníaganasdehumillarseantelacomisióninvestigadoracon una excesiva puntualidad. No obstante, corría, pero sólo para llegaralrededordelasnueve,aunquetampocolehabíancitadoaunahoraconcreta.

Habíapensadoquepodría reconocer la casadesde lejosporalgún signo,que,sinembargo,nosehabíapodidoimaginar,oporciertomovimientoantelapuerta.PeroenlacalleJulius,queeraenlaquedebíaestar,yencuyoiniciopermanecióKunrato,sólosealineabanaambosladoscasasgrisesdealquiler,altasyuniformes,habitadasporgentepobre.Enaquellamañanadedomingoestabantodaslasventanasocupadas,hombresencamisetaseapoyabanenlosantepechosy firmabano sosteníancuidadosamenteentre susbrazosaniños.En otras ventanas colgaba la ropa de cama, sobre la que de vez en cuandoaparecíaporun instante la cabezadesgreñadade algunamujer.Se llamabanunosaotrosatravésdelacalle:unadeesasllamadasprovocórisassobreK.Repartidas con regularidad, a lo largo de la calle se encontraban, algo pordebajodelnivelde laacera,algunas tiendasa lasquesedescendíaporunasescalerasyenlasquesevendíandistintosalimentos.Seveíacómoentrabanysalían mujeres de ellas: otras permanecían charlando ante la puerta. Unmercader de fruta, que pregonaba su mercancía y circulaba sin prestaratención,casiatropellaaK,tambiéndistraído,consucarro.Enesemomentocomenzóasonarungramófonodeunmodocriminal:eraunviejoaparatoquesindudahabíaconocidotiemposmejoresenunbarriomáselegante.

Kavanzólentamenteporlacalle,comosituvieratiempoocomosieljuezde instrucción le estuviera viendo desde una ventana y supiera queK iba acomparecer. Pasaban pocosminutos de las nueve.La casa quedaba bastantelejos,eraextraordinariamenteancha,sobretodolapuertadeentradaeramuyelevada y amplia. Aparentemente estaba destinada a la carga y descarga demercancías de los distintos almacenes que rodeaban el patio y que ahorapermanecían cerrados. En las puertas de los almacenes se podían ver losletreros de las empresas. K conocía a alguna de ellas por su trabajo en elbanco. Aunque no era su costumbre, permaneció un rato en la entrada del

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patiodedicándoseaobservardetenidamentetodoslospormenores.Cercadeélestabasentadounhombredescalzoque leíaelperiódico.Dosmuchachossecolumpiabanenuncarro.Unaniñadébil,conlacamisadelpijama,estabaalladodeunabombadeaguaymirabahaciaKmientraselaguacaíaensujarra.En una de las esquinas del patio estaban tendiendo un cordel entre dosventanas,delquecolgabalaropaparasecarse.Unhombrepermanecíadebajoydirigíalaoperaciónconalgunosgritos.

Ksevolvióhacialaescaleraparadirigirsealjuzgadodeinstrucción,perose quedó parado, ya que aparte de esa escalera veía en el patio otras tresentradasconsusrespectivasescalerasy,además,unpequeñocorredoralfinaldelpatioparecíaconduciraunsegundopatio.Seenojóporquenadielehabíaindicadoconprecisión la situaciónde la saladel juzgado.Lehabían tratadocon una extraña desidia o indiferencia, era su intención dejarlo muy claro.Finalmentedecidiósubirporlaprimeraescaleray,mientraslohacía,jugóensu pensamiento con el recuerdo de la máxima pronunciada por el vigilanteWillem,queeltribunalseveatraídoporlaculpa,deloquesepodíadeducirque la sala del juzgado tenía que encontrarse en la escalera que K habíaelegidocasualmente.

Al subir lemolestaron losnumerososniñosque jugabanen laescalerayque, cuando pasaba entre ellos, le dirigíanmiradasmalignas. «Si tengo quevenirotravezsedijo,tendréquetraercaramelosparaganármelosoelbastónparagolpearlos».Cuando lequedabapocopara llegar al primerpiso, sevioobligado a esperar un rato, hasta que una pelota llegase, finalmente, a sudestino; dos niños, con rostros espabilados de granujas adultos, le sujetaronpor laspernerasde lospantalones.Si hubieraqueridodesasirsede ellos, lestendríaquehaberhechodañoyéltemíaelgriteríoquepodíanformar.

La verdadera búsqueda comenzó en el primer piso. Como no podíapreguntar sobre la comisión investigadora, se inventó a un carpinteroapellidadoLanzelnombreseleocurrióporqueelcapitán,sobrinodelaseñoraGrubach, se apellidaba así, y quería preguntar en todas las viviendas si allívivía el carpintero Lanz, así tendría la oportunidad de ver las distintashabitaciones.Peroresultóquelamayoríadelasveceserasuperfluo,puescasitodas las puertas estaban abiertas y los niños salían y entraban. Por reglageneral eran habitaciones con una sola ventana, en las que también secocinaba.Algunasmujeres sosteníanniñosdepechoenunodesusbrazosytrabajaban en el fogón con el brazo libre. Muchachas adolescentes,aparentementevestidassóloconundelantal, ibandeunladoaotrocongrandiligencia.Entodaslashabitacioneslascamaspermanecíanocupadas,yacíanenfermos, personas durmiendo o estirándose. K llamó a las puertas queestaban cerradas y preguntó si allí vivía un carpintero apellidado Lanz. Lamayoría de las veces abrían mujeres, escuchaban la pregunta y luego se

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dirigíanaalguienenelinteriordelahabitaciónqueseincorporabaenlacama.

—Elseñorpreguntasiaquíviveuncarpintero,untalLanz.

—¿CarpinteroLanz?—preguntabandesdelacama.

—Sí—decíaK, a pesar de que allí indudablemente no se encontraba lacomisióninvestigadorayque,porconsiguiente,sumisiónhabíaterminado.

Muchos creyeron que K tenía mucho interés en encontrar al carpinteroLanz,intentaronrecordar,nombraronauncarpinteroquenosellamabaLanzu otro apellido que remotamente poseía cierta similitud, o preguntaron alvecino, incluso acompañaron aK hasta una puerta alejada, donde, según suopinión,posiblementevivíaunhombreconeseapellidocomosubinquilino,odondehabíaalguienquepodíadarunamejorinformación.Finalmente,yanofue necesario que siguiese preguntando, fue conducido de esa manera portodos los pisos. Lamentó su plan, que al principio le había parecido tanpráctico.Antes de llegar al quinto piso, decidió renunciar a la búsqueda, sedespidiódeunjovenyamabletrabajadorquequeríaconducirlehaciaarriba,ybajó las escaleras. Entonces se enojó otra vez por la inutilidad de toda laempresa.Asíquevolvióasubirytocóalaprimerapuertadelquintopiso.Loprimeroquevioen lapequeñahabitaciónfueungranrelojdepared,queyaseñalabalasdiez.

—¿ViveaquíelcarpinteroLanz?—preguntó.

—Pase,porfavor—dijounamujerjovenconojosnegrosyluminosos,quelavabaeneseprecisomomento ropadeniñoenuncubo,señalandohacia lapuertaabiertaquedabaaunahabitacióncontigua.

Kcreyóentrarenunaasamblea.Unaaglomeracióndelagentemásdispar—nadieprestóatenciónalqueentraba—llenabaunahabitacióndemedianotamañocondosventanas,queestaba rodeada, casi a la alturadel techo,porunagaleríaquetambiénestabacompletamenteocupadaydondelaspersonassólo podían permanecer inclinadas, con la cabeza y la espalda tocando eltecho.K,paraquienelaireresultabademasiadosofocante,volvióasalirydijoalamujer,queprobablementelehabíaentendidomal:

—Hepreguntadoporuncarpintero,poruntalLanz.

—Sí—dijolamujer,paseusted,porfavor.

La mujer se adelantó y cogió el picaporte: sólo por eso la siguió; acontinuacióndijo:

—Despuésdequeentreustedtengoquecerrar,nadiemáspuedeentrar.

—Muyrazonable—dijoK,peroyaestádemasiadolleno.

Noobstante,volvióaentrar.

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Acababa de pasar entre dos hombres, que conversaban junto a la puertaunodeelloshacíaunademánconlasmanosextendidashaciaadelantecomosiestuvieracontandodinero,elotrolemirabafijamentealosojos,cuandounamanoagarróaKporelcodo.Eraunjovenpequeñoydemejillascoloradas.

—Venga,vengausted—ledijo.

K se dejó guiar. Entre lamultitud había un estrecho pasillo libre que ladividíaendospartes,probablementeendosfaccionesdistintas.EstaimpresiónseveíafortalecidaporelhechodequeK,enlasprimerashileras,apenasveíaalgún rostro,ni a laderechani a la izquierda,que sevolvierahacia él, sóloveía las espaldas de personas que dirigían exclusivamente sus gestos ypalabras a los de su propio partido. La mayoría de los presentes vestía denegro,conviejasy largaschaquetassueltas,de lasqueseusabanendíasdefiesta.EsaformadevestirconfundióaK,que,sino,hubieratomadotodoporunaasambleapolíticadeldistrito.

EnelextremodelasalaalqueKfueconducido,habíaunapequeñamesa,ensentidotransversal,sobreunatarimamuybaja, tambiénllenadegente,y,detrásdeella,cercadelbordedelatarima,estabasentadounhombrepequeño,gordoyjadeante,que,eneseprecisomomento,conversabaentregrandesrisasconotro—quehabíaapoyadoelcodoenelrespaldodelasillaycruzadolaspiernas—,situadoasusespaldas.Aveceshacíaunademánconlamanoenelaire,comosiestuvieraimitandoaalguien.AljovenquecondujoaKlecostótransmitirsumensaje.Dosvecessehabíapuestodepuntillasyhabíaintentadollamarlaatención,peroningunodelosdearribasefijóenél.Sólocuandounodelosdelatarimareparóeneljovenyanunciósupresencia,elhombregordosevolvióhaciaélyescuchóinclinadosuinforme,transmitidoenvozbaja.Acontinuación,sacósurelojymirórápidamenteaK.

—Tendríaquehabercomparecidohaceunahoraycincominutos—dijo.

Kquisoresponderalgo,peronotuvotiempo,puesapenashabíaterminadodehablarelhombre,cuandoseelevóunmurmullogeneralenlapartederechadelasala.

—Tendríaquehabercomparecidohaceunahoraycincominutos—repitióelhombreenvozmásaltaypaseórápidamentesumiradaporlasala.Elrumorse hizo más fuerte y, como el hombre no volvió a decir nada, se apagópaulatinamente. En la sala había ahora menos ruido que cuando K habíaentrado.Sólolosdelagaleríanocesabanensusobservaciones.Porloquesepodíadistinguirentrelaoscuridadyelpolvo,parecíanvestirpeorquelosdeabajo.Algunoshabíantraídocojines,quehabíancolocadoentrelacabezayeltechoparanoherirse.

K había decidido no hablar mucho y observar, por eso renunció a

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defendersedelosreprochesdeimpuntualidadyselimitóadecir:

—Esposiblequehayallegadotarde,peroyaestoyaquí.

Asuspalabrassiguióunaovaciónenlapartederechadelasala.

«Gente fácil deganar»pensóK, al que sólo le inquietó el silencio en laparte izquierda, precisamente a sus espaldas, y de la que sólo había surgidoalgúnaplausoaislado.Pensóquépodríadecirparaganárselosatodosdeunavez o, si eso no fuera posible, para ganarse a los otros al menostemporalmente.

—Sí—dijoelhombre—,peroyoyanoestoyobligadoainterrogarle—elrumorseelevó,peroestavezeraequívoco,pueselhombrecontinuódespuésdehacerunademánnegativocon lamano—,aunquehoy loharécomounaexcepción.No obstante, un retraso como éste no debe volver a repetirse.Yahora,¡adelántese!

Alguien bajó de la tarima, por lo que quedó un sitio libre queKocupó.Estabapresionadocontralamesa,lamultituddetrásdeéleratangrandequetenía que ofrecer resistencia para no tirar de la tarima la mesa del juezinstructoro,incluso,almismojuez.

El juez instructor,sinembargo,nosepreocupabaporeso,estabasentadomuy cómodo en su silla y, después de haberle dicho una última palabra alhombrequepermanecíadetrásdeél,cogióunlibrodenotas,elúnicoobjetoque había sobre la mesa. Parecía un cuaderno colegial, era viejo y estabadeformadoporeluso.

—Bien—dijoeljuezinstructor,hojeóellibroysedirigióaKconuntonoverificativo:

—¿Ustedespintordebrochagorda?

—No—dijoK—,soyelprimergerentedeungranbanco.

EstarespuestadespertórisastansincerasenlapartederechadelasalaqueK también tuvo que reír. La gente apoyaba las manos en las rodillas y seagitaba tanto que parecía presa de un grave ataque de tos. También rieronalgunos de la galería. El juez instructor, profundamente enojado, comoprobablementeera impotente frentea losdeabajo, intentó resarcirsecon losde la galería. Se levantó de un salto, amenazó a la galería, y sus cejas seelevaronespesasynegrassobresusojos.

La parte de la izquierda aún permanecía en silencio, los espectadoresestaban en hileras, con los rostros dirigidos a la tarima y, mientras los delpartido contrario formaban gran estruendo, escuchaban con tranquilidad laspalabrasqueseintercambiabanarriba,inclusotolerabanqueenunmomentouotro algunos de su facción se sumaran a la otra. La gente del partido de la

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izquierda,que,porlodemás,eramenosnumeroso,enelfondoqueríasertaninsignificante como el partido de la derecha, pero la tranquilidad de sucomportamiento les hacía parecer más importantes. Cuando K comenzó ahablar,estabaconvencidodequehablabaensusentido.

—Supregunta,señor juez instructor,desisoypintordebrochagorda—aunqueenrealidadnosetratabadeunapregunta,sinodeunaaperaafirmación—, es significativa para todo el procedimiento que se ha abierto contramí.Puedeobjetarquenosetratadeningúnprocedimiento,tienerazón,puessólosetratadeunprocedimientosiyoloreconozcocomotal.Porelmomentoasílo hago, en ciertomodo por compasión.Aquí no se puede comparecer sinoconesaactitudcompasiva,siunoquieresertomadoenconsideración.Nodigoqueseaunprocedimientocaótico,pero leofrezcoestadesignaciónparaquetomeconcienciadesusituación.

Kinterrumpiósudiscursoymiróhacialasala.Loqueacababadedecireraduro,másdeloquehabíaprevisto,peroeralaverdad.Sehabíaganadoalgunaovación, pero todo permaneció en silencio, probablemente se esperaba contensiónlacontinuación, talvezenelsilenciosepreparabaunairrupciónquepondríafinatodo.Resultómolestoqueenesemomentoseabrieralapuerta.Lajovenlavandera,queprobablementehabíaconcluidosutrabajo,entróenlasalayapesarde todasuprecaución,atrajoalgunasmiradas.Sóloel juezdeinstrucciónleprocuróaKunaalegríainmediata,puesparecíahaberquedadoafectadoporsuspalabras.Hastaesemomentohabíaescuchadodepie,pueseldiscursodeKlehabíasorprendidomientrassedirigíaalagalería.Ahoraquehabíaunapausa, sevolvió a sentar, aunque lentamente, como si noquisieraquenadie loadvirtiera.Probablementeparacalmarsevolvióa tomarel librodenotas.

—Noleayudaránada—continuóK—,tambiénsucuadernilloconfirmaloquelehedicho.

Satisfecho al oír sólo sus sosegadas palabras en la asamblea, K osóarrebatar, sin consideración alguna, el cuaderno al juez de instrucción. Locogióconlaspuntasdelosdedosporunadelashojasdelmedio,comosiledieraasco,detalmodoquelashojaslaterales,llenasdemanchasamarillentas,escritasapretadamenteporambascaras,colgabanhaciaabajo.

—Éstas son las actas del juez instructor—dijo, y dejó caer el cuadernosobrelamesa.Sigaleyendoenél,señorjuezinstructor,deeselibrodecuentasnotemonada,aunquenoestéamialcance,yaquesólopuedotocarloconlapuntadedosdedos.

Sólopudoserunsignodeprofundahumillación,oasísepodíainterpretar,que el juez instructor cogiera el cuaderno tal y como había caído sobre lamesa,lointentaraponerenordenysepropusieraleerenéldenuevo.

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LosrostrosdelaspersonasenlaprimerahileraestabandirigidosaKcontaltensiónqueélloscontemplóunratodesdearriba.Eranhombresmayores,algunosconbarbablanca.Esposiblequeésosfueranlosmásinfluyentesenlaasamblea,lacual,apesardelahumillacióndeljuezinstructor,nosaliódelapasividad en la que había quedado sumida desde queKhabía comenzado ahablar.

—Loquemehaocurrido—continuóKconvozalgomásbajaqueantes,buscando los rostros de la primera fila, lo que dio a su discurso un aire deinquietud—,loquemehaocurridoesunasuntoparticulary,comotal,nomuyimportante, pues no lo considero grave, pero es significativo de unprocedimientoqueseincoacontraotrosmuchos.Aquíestoyenrepresentacióndeellosynosólodemímismo.

Habíaelevado lavoz involuntariamente.Enalgún lugaralguienaplaudióconlasmanosalzadasygritó:

—¡Bravo!¿Porquéno?¡Otravezbravo!

Losancianosdelasprimerasfilasseacariciaronlasbarbas,peroningunose volvió a causa de la exclamación. Tampoco K le atribuyó ningunaimportancia,seguíaanimado.Yanocreíanecesarioquetodosaplaudieran,lebastaba con que la mayoría comenzase a reflexionar sobre el asunto y quealguno,devezencuando,sedejaraconvencer.

—No quiero alcanzar ningún triunfo retórico —dijo K, sacandoconclusionesdesureflexión—,tampocopodría.Esmuyprobablequeélseñorjuez instructor hable mucho mejor que yo, es algo que forma parte de suprofesión. Lo único que deseo es la discusión pública de una irregularidadpública.Escuchen: fui detenido hace diez días,me río de lo quemotivómidetención,peroesonoesalgoparatratarloaquí.Measaltaronporlamañanatemprano, cuando aún estaba en la cama. Es muy posible —no se puedeexcluir por lo que ha dicho el juez instructor— que tuvieran la orden dedetener a un pintor, tan inocente como yo, pero me eligieron a mí. Lahabitación contigua estaba ocupada por dos rudos vigilantes. Si yo hubierasidounladrónpeligroso,nosehubieranpodidotomarmejoresmedidas.Esosvigilantes eran, por añadidura, una chusma indecente, su cháchara erainsufrible,sequeríandejarsobornar,sequeríanapropiarcontrucosdemiropainterior y de mis trajes, querían dinero para, según dijeron, traerme undesayuno,despuésdehabersecomidocondesvergüenzainusitadaelmíoantemis propios ojos.Y eso no fue todo.Me llevaron a otra habitación, ante elsupervisor.Eralahabitacióndeunadama,alaqueapreciomucho,ytuvequevercómoesahabitación,pormicausaaunquenopormiculpa,fueensuciadaenciertomodoporlapresenciadelosvigilantesydelsupervisor.Nofuefácilguardarlacalma.Noobstante,loconseguí,ypreguntéalsupervisorcontoda

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tranquilidad—si estuviera aquípresente lo tendríaque confirmar—porquéestaba detenido. ¿Y qué respondió ese supervisor, al que aún puedo versentado en el sillón de lamencionada dama, como la personificación de laarroganciamásestúpida?Señores,enel fondono respondiónada, talveznisiquiera sabía nada, me había detenido y con eso quedaba satisfecho. Perohabía hecho algo más, había introducido a tres empleados inferiores de mibancoenlahabitacióndeesadama,queseentretuvieronentocarydesordenarunas fotografías, propiedad de la dama en cuestión. La presencia de esosempleadostenía,sinembargo,otrafinalidad,sumisión,comolademicaserayladelacriada,consistíaendifundirlanoticiademidetenciónparadañarmireputacióny,sobretodo,paraponerenpeligromiposiciónenelbanco.Peronohanconseguidonada.Hastamicasera,unapersonamuysimple—quisieramencionaraquísunombrecomotimbredehonor,laseñoraGrubach—,hastalaseñoraGrubachtuvolasuficientecapacidaddejuicioparacomprenderquesemejante detención no tenía más importancia que un plan ejecutado poralgunosjóvenesmalvigiladosenunacallejuela.Lorepito,loúnicoquemehaproporcionadotodoestohansidocontrariedadesyunenojopasajero,pero¿nohubierapodidoteneracasopeoresconsecuencias?

CuandoK dejó de hablar ymiró hacia el silencioso juez de instrucción,creyónotarqueéstelehacíaunsignoconlamiradaaalguiendelamultitud.Kserioyprosiguió:

—Eljuezinstructoracabadehaceraalguiendeustedesunaseñalsecreta.Parecequeentreustedeshaypersonasquesedejandirigirdesdeaquíarriba.No sé si esa señal debe despertar ovaciones o silbidos, pero, al descubrir atiempo el truco, renuncio a averiguar el significado del signo. Me escompletamente indiferente y autorizo públicamente al señor juez instructorparaqueimpartasusórdenesasusempleadosasalariadosdeahíabajodevivavoz y no con signos secretos, que diga algo como: «ahora silben» o «ahoraaplaudan».

Acausadesuconfusiónodesuimpaciencia,eljuezinstructornocesabade removerse en su silla. El hombre que estaba detrás, y con el que habíaconversado anteriormente, se inclinó de nuevo hacia él, ya fuese parainsuflarle valor o para darle un consejo.Abajo, la gente conversaba en vozbaja,peroanimadamente.Losdospartidos,queenunprincipioparecíanteneropiniones contrarias, se mezclaron. Algunas personas señalaban a K con eldedo, otras al juez instructor. La neblina que había en la estancia era muymolesta,inclusoimpedíaqueelpúblicomásalejadopudieraverconclaridad.Tenía que ser especialmentemolesto para los de la galería, quienes, no sinantes lanzarmiradas temerosas de soslayo hacia el juez instructor, se veíanobligadosapreguntaralosparticipantesenlaasambleaparaenterarsemejor.Lasrespuestastambiénsedabanenvozbaja,disimulandoconlamanoenla

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boca.

—Yatermino—dijoK,ycomonohabíaningunacampanilla,dioungolpeconelpuñoenlamesa;debidoalsusto,lascabezasdeljuezinstructorydelconsejerosesepararonporuninstante—.Todoesteasuntoapenasmeafecta,asíquepuedojuzgarlocontranquilidad.Ustedespodránsacar,suponiendoquetenganalgúninterésenestesupuestotribunal,algunaventajasimeescuchan.Les suplico, por consiguiente, que aplacen sus comentarios paramás tarde,puesapenastengotiempoymeirépronto.

Nadamás terminar de decir estas palabras, se hizo el silencio, tal era eldominio queK ejercía sobre la asamblea.Ya no se lanzaron gritos como alprincipio,yanoseaplaudiómás,parecíanconvencidosoestabanenvíasdeserlo.

—No hay ninguna duda —dijo K en voz muy baja, pues sentía ciertoplaceralpercibirlatensaescuchadetodalaasamblea;deesesilenciosurgíaun zumbidomás excitante que la ovaciónmás halagadora, no hay ningunadudadequedetrásdelasmanifestacionesdeestetribunal,enmicaso,pues,detrás de la detención y del interrogatorio de hoy, se encuentra una granorganización.Unaorganizaciónque,nosólodaempleoavigilantescorruptos,a necios supervisores y a jueces de instrucción, quienes, en elmejor de loscasos, sólomuestranunamodesta capacidad, sinoauna judicaturade rangosupremo con su numeroso séquito de ordenanzas, escribientes, gendarmes yotrosayudantes,sí,esposiblequeinclusoempleeaverdugos,notengomiedodepronunciarlapalabra.Y,¿cuáleselsentidodeestaorganización,señores?Sededicaadetenerapersonasinocentesyaincoarprocedimientosabsurdossinalcanzarenlamayoríadeloscasos,comoelmío,unresultado.¿Cómosepuedeevitar,dadoloabsurdodetodoelprocedimiento,lacorrupcióngeneraldelcuerpodefuncionarios?Esimposible,nisiquieraeljuezdelmáselevadoescalafónlopodríaevitarconsupropiapersona.Poresomismo,losvigilantestratanderobarlaropadelosdetenidos,poresoirrumpenlossupervisoresenlasviviendasajenas,poresoenvezde interrogara los inocentes seprefieredeshonrarlos anteuna asamblea.Losvigilantesmehablaronde almacenesodepósitosa losquese llevan lasposesionesde losdetenidos;quisieravisitaralguna vez esos almacenes, en los que se pudren los bienes adquiridos conesfuerzodelosdetenidos,oalmenoslapartequenohayasidorobadaporlosempleadosdeesosalmacenes.

Kfueinterrumpidoporungriteríoalfinaldelasala;sepusolamanosobrelosojosparapodervermejor,pueslaturbialuzdiurnaintensificabaelblancode la neblina que impedía la visión. Se trataba de la lavandera, a la queKhabía considerado desde su entrada como un factor perturbador. Si eraculpable o no, era algo que no se podía advertir. K sólo podía ver que unhombreselahabíallevadoaunaesquinacercanaalapuertayallíseapretaba

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contraella.Peronoeralalavanderalaquegritaba,sinoelhombre,queabríala boca y miraba hacia el techo. Alrededor de ambos se había formado unpequeño círculo, los de la galería parecían entusiasmados, pues se habíainterrumpidolaseriedadqueKhabíaimpuestoenlaasamblea.Kquisoenunprimer momento correr hacia allí, también pensó que todos estaríaninteresadosenrestablecerelordeny,almenos,expulsaralaparejadelasala,perolaspersonasdelasprimerasfilaspermanecieroninmóvilesensussitios,ninguna hizo el menor ademán ni tampoco dejaron pasar a K. Todo locontrario, se lo impidieronviolentamente.Los ancianos rechazabanaKconlosbrazos,yunamano—Knotuvotiempoparavolverse—lesujetóporelcuello.Kdejódepensaren lapareja; leparecíacomosisu libertadsevieraconstreñida,comosilodedetenerlefueraenserio.Sureacciónfuesaltarsinmiramientosdelatarima.Ahoraestabafrentealamultitud.¿Acasonohabíajuzgado correctamente a aquella gente? ¿Había confiado demasiado en elefecto de su discurso? ¿Habían disimuladomientras él hablaba y ahora quehabía llegado a las conclusiones ya estaban hartos de tanto disimulo? ¡Quérostros los que le rodeaban! Pequeños ojos negros semovían inquietos, lasmejillas colgaban como las de los borrachos, las largas barbas eran ralas yestabantiesas,siselascogíaeracomosisecogiesengarrasynobarbas.Bajolas barbas, sin embargo—y éste fue el verdadero hallazgo de K—, en loscuellos de las chaquetas, brillaban distintivos de distinto tamaño y color.Todos tenían esos distintivos. Todos pertenecían a la misma organización,tantoel supuestopartidode la izquierdacomoelde laderecha,ycuandosevolvió súbitamente, descubrió los mismos distintivos en el cuello del juezinstructor, que, con las manos sobre el vientre, lo contemplaba todo contranquilidad.

—¡Ah!—gritóK, y elevó los brazos hacia arriba, como si su repentinodescubrimientonecesitaseespacio—.Todosvosotrossoisfuncionarios,comoyaveo,vosotrossoislabandacorruptacontralaquehehablado,hoyoshabéisapretado aquí como oyentes y fisgones, habéis formado partidos ilusorios yunohaaplaudidoparaponermeaprueba.Queríaisponerenprácticavuestrasmañasparaembaucarainocentes.Bien,nohabéisvenidoenbalde.Almenososhabréisdivertidoconalguienqueesperabaunadefensadesuinocenciaporvuestra parte. ¡Déjame o te doy!—gritóK a un anciano tembloroso que sehabía acercado demasiado a él—. Realmente espero que hayáis aprendidoalgo.Yconestoosdeseomuchasuerteenvuestraempresa.

Tomó con rapidez el sombrero, que estaba en el borde de lamesa, y seabrió paso entre el silencio general, un silencio fruto de la más completasorpresa, hacia la salida. No obstante, el juez instructor parecía haber sidomuchomásrápidoqueK,puesyaleesperabaantelapuerta.

—Uninstante—dijo.

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K se detuvo, pero no miró al juez instructor, sino a la puerta, cuyopicaporteyahabíacogido.

—Sólo quería llamarle la atención, pues no parece consciente de algoimportante—dijoeljuezinstructor—,dequehoysehaprivadoasímismodelaventajaquesuponeelinterrogatorioparatododetenido.

Krioantelapuerta.

—¡Pordioseros!—gritó.Osregalotodoslosinterrogatorios.

Abriólapuertayseapresuróabajarlasescaleras.Detrásdeélseelevóungranrumorenlaasamblea,otravezanimada,queprobablementecomenzóadiscutirloacaecidocomoloharíanunosestudiantes.

Enlasaladesesiones.Elestudiante.Lasoficinasdeljuzgado

Durante la semana siguiente K esperó día tras día una notificación: nopodíacreerquehubierantomadoliteralmentesurenunciaaserinterrogadoy,alllegarelsábadoporlanocheynorecibirnada,supusoquehabíasidocitadotácitamenteenlamismacasayalamismahora.Asípues,eldomingosepusoen camino, pero esta vez fue directamente, sin perderse por las escaleras ypasillos;algunaspersonasqueseacordabandeéllesaludaron,peroyanotuvoque preguntarle a nadie y encontró pronto la puerta correcta. Le abrieroninmediatamentedespuésdellamary,sinnisiquieramiraralamujerdelaotravez, que permaneció al lado de la puerta, quiso entrar en seguida a lahabitacióncontigua.

—Hoynohaysesión—dijolamujer.

—¿Porquéno?—preguntóKsincreérselo.Perolamujerleconvencióalabrirlapuertadelasala.Realmenteestabavacíayeneseestadosemostrabaaúnmásdeplorablequeelúltimodomingo.Sobrelamesa,queseguíasituadasobrelatarima,habíaalgunoslibros.

—¿Puedo mirar los libros?—preguntó K, no por mera curiosidad, sinosóloparaaprovecharsuestanciaallí.

—No—dijo lamujer, y cerró lapuerta—.Noestápermitido.Los librospertenecenaljuezinstructor.

—¡Ah,ya!—dijoK,yasintió—,loslibrossoncódigosyespropiodeestetipo de justicia que uno sea condenado no sólo inocente, sino tambiénignorante.

Asíserá—dijolamujer,quenolehabíacomprendidobien.

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—Bueno,entoncesmeiré—dijoK.

—¿Debocomunicarlealgoaljuezinstructor?—preguntólamujer.

—¿Leconoce?—preguntóK.

—Naturalmente—dijolamujer—.Mimaridoesujierdeltribunal.

Kadvirtióquelahabitación,enlaquelaprimeravezsóloviounbarreño,ahoraestabaamuebladacomoelsalóndeunaviviendanormal.Lamujernotósuasombroydijo:

—Sí, aquí disponemosdeviviendagratuita, pero tenemosque limpiar lasaladesesiones.Laposicióndemimaridotienealgunasdesventajas.

—Nomesorprendetantolahabitación—dijoK,quemiróalamujerconcaradepocosamigos—,comoelhechodequeustedestécasada.

—¿Hace referencia al incidente en la última sesión, cuando le molestédurantesudiscurso?—preguntólamujer.

—Naturalmente —dijo K—. Hoy ya pertenece al pasado y casi lo heolvidado,peroentoncesmepusofurioso.Yahoramedicequeesunamujercasada.

—Mi interrupción no le perjudicó mucho. Después se le juzgó de unamaneramuydesfavorable.

—Puede ser —dijo K, desviando la conversación—, pero eso no ladisculpa.

—Los que me conocen sí me disculpan —dijo la mujer—, el que meabrazóme persigue ya desde hace tiempo. Puede que no seamuy atractiva,peroparaélsílosoy.Aquínotengoprotecciónalgunaymimaridoyasehahecho a la idea; si quiere mantener su puesto, tiene que tolerar esecomportamiento, pues ese hombre es estudiante y es posible que se vuelvamuy poderoso. Siempre está detrás de mí, precisamente poco antes de queustedllegara,salíaél.

—Armonizacontodolodemás—dijoK—,nomesorprendeenabsoluto.

—¿Ustedquieremejoraralgoaquí?dijolamujerlentamenteyconuntonoinquisitivo, como si lo que acababa de decir fuese peligroso tanto para ellacomoparaK—.Lohededucidodesudiscurso,queamípersonalmentemegustómucho.Pordesgracia,meperdíelcomienzoyalfinalestabaenelsueloconelestudiante.Estoestanrepugnante—dijodespuésdeunapausaytomólamanodeK.—¿Creeustedquepodrálograralgunamejora?

Ksonrióyacaricióligeramentesumano.

—Enrealidad—dijo—,nopretendorealizarningunamejora,comousted

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sehaexpresado,ysiustedselodijeraaljuezinstructor,sereiríadeustedolacastigaría. Jamás me hubiera injerido voluntariamente en este asunto y lasnecesidadesdemejoradeesta justicianomehabríanquitadoel sueño.Peromehevistoobligadoainterveniralserdetenido—puesahoraestoyrealmentedetenido—,ysóloenmidefensa.Perosialmismotiempopuedoserleútildealgunamanera, estaréencantado,yno sóloporaltruismo, sinoporqueustedtambiénmepuedeayudaramí.

—¿Cómopodría?—preguntólamujer.

—Porejemplo,mostrándomeloslibrosquehaysobrelamesa.

—Pues claro —exclamó la mujer, y lo acompañó hasta donde seencontraban.

Setratabadelibrosviejosyusados;lacubiertadeunodeellosestabarotaporlamitad,sólosemanteníagraciasaunastirasdepapelcelo.

—Quésucioestátodoesto—dijoKmoviendolacabeza,ylamujerlimpióelpolvoconsudelantalantesdequeKcogieraloslibros.

K abrió el primero y apareció una imagen indecorosa: un hombre y unamujersentadosdesnudosenuncanapé;laintenciónobscenadeldibujanteeraclara,noobstante,sufaltadehabilidadhabíasidotannotoriaquesóloseveíaa un hombre y a unamujer, cuyos cuerpos destacaban demasiado, sentadosconexcesivarigidezy,debidoaunaperspectivaerrónea,apenasdistinguiblesen su actitud. K no siguió hojeando, sino que abrió la tapa del segundovolumen: era una novela con el título: Las vejaciones que Grete tuvo quesufrirdesumaridoHans.

—Éstossonloscódigosqueaquíseestudian—dijoK—.Loshombresqueleenestoslibrossonlosquemevanajuzgar.

—Leayudaré—dijolamujer—.¿Quiere?

—¿Puederealmentehacerlosinponerseenpeligro?Ustedhadichoquesuesposodependemuchodesussuperiores.

—Apesar de todo quiero ayudarle—dijo ella—.Venga, hablaremos delasunto.Sobreelpeligroquepodríacorrer,nodigaunapalabramás.Sólotemoal peligro donde quiero temerlo. Venga conmigo —y señaló la tarima,haciendoungestoparaquesesentaraallíconella.

—Tieneunos ojos negrosmuybonitos—dijo ella después de sentarse ycontemplarelrostrodeK—.Mehandichoqueyotambiéntengoojosbonitos,perolossuyoslosonmuchomás.Mellamaronlaatenciónlaprimeravezquelevi.Fueronelmotivoporelqueentréenlaasamblea,loquenohagonunca,yaque,enciertamedida,meestáprohibido.

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«Asíqueeseso—pensóK—,seestáofreciendo,estácorruptacomotodoa mi alrededor; está harta de los funcionarios judiciales, lo que escomprensible,ysaludaacualquierextrañoconuncumplidosobresusojos».

Kselevantóensilencio,comosihubierapensadoenvozaltaylehubieseaclaradoasíalamujersucomportamiento.

—Nocreoquepuedaayudarme—dijoél—.Parapoderhacerlorealmente,debería tener relaciones con funcionarios superiores.Perousted sólo conoceconseguridadalosempleadosinferioresquepululanaquíentrelamultitud.Aéstos los conocemuybien, y podrían hacer algo por usted, eso no lo dudo,pero lo máximo que podrían conseguir carecería de importancia para eldefinitivo desenlace del proceso y usted habría perdido el favor de variosamigos.No quiero que ocurra eso.Mantenga la relación con esa gente,meparece,además,queleresultaalgoindispensable.Nolodigosinlamentarlo,pues, para corresponder a su cumplido, le diré que usted tambiénmegusta,especialmentecuandomemiraconesatristeza,paralaque,porlodemás,notieneningúnmotivo.Ustedpertenecea lasociedadqueyocombato,perosesiente bien en ella, incluso ama al estudiante o, si no lo ama, al menos loprefiereasuesposo.Esosepodríadeducirfácilmentedesuspalabras.

—¡No!—exclamóella,permaneciendosentadaycogiendolamanodeK,quiennopudoretirarlaatiempo—.Nopuedeirseahora,nopuedeirseconunaopinióntanfalsasobremí.¿Seríacapazdeirseahora?¿Soytanpocovaliosaparaustedquenomequierehacerelfavordepermaneceraquíunrato?

—No me interprete mal —dijo K, y se volvió a sentar—, si es tanimportante para usted queme quede, lo haré encantado, tengo tiempo, puesvineconlaesperanzadequehoysecelebraseunareunión.Conloquelehedicho anteriormente, sólo quería pedirle que no emprendiese nada en miproceso. Pero eso no la debe enojar, sobre todo si piensa que a mí no meimportanadaeldesenlacedelprocesoyque,encasodequemecondenaran,sólo podría reírme. Eso suponiendo que realmente se llegue al final delproceso,loquedudomucho.Másbiencreoqueelprocedimiento,yaseaporpura desidia u olvido, o tal vez por miedo de los funcionarios, ya se hainterrumpido o se interrumpirá en poco tiempo. No obstante, también esposiblequehagancontinuarunprocesoaparenteconlaesperanzadelograrunbuensoborno,peroseráenvano,comomuybienpuedoafirmarhoy,yaquenosobornaréanadie.Siempreseríaunaamabilidaddesupartecomunicarlealjuez instructor,oacualquierotroque legustepropagarbuenasnoticias,quenuncalograrán,nisiquieraempleandotrucos,enloquesonmuyduchos,quelos soborne. No tendrán la menor perspectiva de éxito, se lo puede decirabiertamente.Porlodemás,esmuyposiblequeyalohayanadvertido,peroenel caso contrario, tampocome importamuchoque se enteren ahora.Así losseñorespodríanahorrarseeltrabajo,yyoalgunasincomodidades,lascuales,

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sinembargo, soportaréencantado, si almismo tiemposuponenunamolestiaparalosdemás.¿Conoceustedaljuezinstructor?

—Claro —dijo la mujer—, en él pensé al principio, cuando ofrecí miayuda.Nosabíaqueeraunfuncionarioinferior,perocomoustedlodice,serácierto. Sin embargo, pienso que el informe que él proporciona a losescalafones superioresposeealguna influencia.Yélescribe tantos informes.Usteddicequelosfuncionariossonvagos,notodos,especialmenteestejuezinstructor no lo es, él escribe mucho. El domingo pasado, por ejemplo, lasesiónduróhastalanoche.Todossefueron,peroeljuezinstructorpermanecióenlasala;tuvequellevarleunalámpara,unapequeñalámparadecocina,puesno tenía otra, no obstante, se conformó y comenzó a escribir en seguida.Mientras, mi esposo, que precisamente había tenido libre ese domingo, yahabía llegado, así que volvimos a traer los muebles, arreglamos nuestrahabitación, vinieron algunos vecinos, conversamos a la luz de una vela, ensuma,nosolvidamosdeljuezinstructorynosfuimosadormir.Derepentemedesperté,debíadesermuytarde,alladodelacamaestabaeljuezinstructor,tapandolalámparaparaquenodeslumbraseamiesposo.Eraunaprecaucióninnecesaria,miesposoduermetanprofundamentequenoledespiertaningunaluz.Casigritédelsusto,peroeljuezinstructorfuemuyamable,mehizounaseñalparaquemecalmaseyme susurróquehabía estado escribiendohastaesemomento,quemetraía la lámparayquejamásolvidaríacómomehabíaencontradodormida.Conestosóloquierodecirlequeeljuezinstructorescribemuchos informes, especialmente sobre usted, pues su declaración fue, contodaseguridad,elasuntoprincipaldelasesióndominical.Esosinformestanlargos no pueden carecer completamente de valor.Además, por el incidenteque lehe contado, puedededucir que el juez instructor se interesapormíyque, precisamente ahora, cuando se ha fijado en mí, podría tener muchainfluenciasobreél.Además,tengoaúnmáspruebasdequeseinteresapormí.Ayer,atravésdelestudiante,queessucolaboradoryconelquetienemuchaconfianza,me regalóunasmediasde seda, alparecercomomotivaciónparaque limpie y arregle la sala de sesiones, pero eso es un pretexto, pues esetrabajoesmideberyporesolepaganamiesposo.Sonmediasmuybonitas,mire—ellaextendiólaspiernas,selevantólafaldahastalasrodillasytambiénmirólasmedias—.Sonmuybonitas,perodemasiadofinas,nosonapropiadasparamí.

Derepenteparódehablar,pusosumanosobre ladeK,comosiquisieratranquilizarleymusitó:

—¡Silencio,Bertoldnosestámirando!

Klevantólentamentelamirada.Enlapuertadelasaladesesioneshabíaunhombrejoven:erapequeño,teníalaspiernasalgoarqueadasyllevabaunabarba rojizay rala.K loobservóconcuriosidad,eraelprimerestudiantede

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esa extraña ciencia del Derecho desconocida con el que se encontraba, unhombre que, probablemente, llegaría a ser un funcionario superior. Elestudiante,sinembargo,nosepreocupabaenabsolutodeK,selimitóahaceruna seña a lamujer llevándoseundedo a la barbay, a continuación, se fuehacialaventana.LamujerseinclinóhaciaKysusurró:

—No se enoje conmigo, se lo suplico, tampocopiensemal demí, ahoratengo que irme con él, con ese hombre horrible, sólo tiene que mirar esaspiernas torcidas. Pero volveré en seguida y, si quiere, entonces me iré conusted,adondeustedquiera.Puedehacerconmigoloquedesee,estaréfelizsipuedo abandonar este sitio el mayor tiempo posible, aunque lo mejor seríaparasiempre.

Acarició la mano de K, se levantó y corrió hacia la ventana.Involuntariamente,K tratóde coger sumanoenel vacío.Lamujer lehabíaseducidoy,despuésdereflexionarunrato,noencontróningúnmotivosólidopara no ceder a la seducción.La efímera objeción de que lamujer lo podíaestar capturando para el tribunal, la rechazó sin esfuerzo. ¿Cómo podríahacerlo?¿Acasonopermanecíaéltanlibrequepodíadestruir,almenosenloqueaélconcernía,todoeltribunal?¿Nopodíamostraralgodeconfianza?Ysu solicitud de ayuda parecía sincera y posiblemente valiosa. Además, nopodía haber una venganza mejor contra el juez instructor y su séquito quequitarleesamujeryhacerlasuya.Podríaocurrirqueundíaeljuezinstructor,despuésdehaber trabajadoconesfuerzoen los informesmendaces sobreK,encontrase por la noche la cama vacía de la mujer. Y vacía porque ellapertenecía a K, porque esa mujer de la ventana, ese cuerpo voluptuoso,flexible y cálido, cubierto con un vestido oscuro de tela basta, sólo lepertenecíaaél.

Despuésdehaberahuyentadodeesamaneralasdudascontralamujer,laconversación en voz baja que sostenían en la ventana le pareció demasiadolarga, así que golpeó con un nudillo la tarima y, luego, con el puño. Elestudiantemiróun instantehaciaKsobreelhombrode lamujer,peronosedejóinterrumpir, inclusoseapretómáscontraellaylarodeóconlosbrazos.Ellainclinólacabeza,comosileescucharaatentamente,elestudiantelabesóruidosamenteenelcuello,sindetener,aparentemente,laconversación.Kvioconfirmadalatiraníaqueelestudiante,segúnlaspalabrasdelamujer,ejercíasobreella,selevantóyanduvodeunladoaotrodelahabitación.Pensó,sindejardelanzarmiradasdesoslayoalestudiante,cómopodríaarrebatárselalomás rápido posible, y por eso no le vino nada mal cuando el estudiante,irritadoporlospaseosdeK,quearatosderivabanenunpataleo,sedirigióaél:

—Si está tan impaciente, puede irse. Se podría haber ido mucho antes,nadie lehubieraechadodemenos.Sí, talvezdebierahaberse idocuandoyo

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entréy,además,atodaprisa.

En esa advertencia se ponía de manifiesto la cólera que dominaba alestudiante,perosobre todosalíaa la luz laarroganciadel futurofuncionariojudicialquehablabaconunacusadoporelquenosentíaningunasimpatía.Ksedetuvomuycercadeélydijosonriendo:

—Estoy impaciente, eso es cierto, pero esa impaciencia desaparecerá encuantonosdejeenpaz.Noobstante,siustedhavenidoaestudiar—heoídoqueesestudiante—,estaréencantadodedejarleelespaciosuficienteymeiréconlamujer.Porlodemás,tendráqueestudiarmuchoparallegarajuez.Noconozcomuybienestetipodejusticia,perocreoqueconesosmalosdiscursosqueustedpronunciacontantodescaroaúnnoalcanzaelnivelexigido.

—Nodeberíanhaberdejadoquesemoviesecontantalibertad—dijocomosiquisieradarunaexplicaciónalamujersobrelaspalabrasinsultantesdeK—.Hasidounerror.Selohedichoaljuezinstructor.Almenosseledeberíahaberconfinadoensuhabitaciónduranteel interrogatorio.El juez instructores,aveces,incomprensible.

—Palabrasinútiles—dijoK,yextendiósumanohacialamujer—.Vengausted.

—¡Ah,ya!—dijoelestudiante—,no,no,ustednoselaqueda—yconunafuerza insospechada levantó a la mujer con un brazo y corrió inclinado,mirándolatiernamente,hacialapuerta.

NosepodíaignorarqueenesaacciónhabíaintervenidociertomiedohaciaK,noobstanteosóirritarmásaKalacariciaryestrecharconsumanolibreelbrazodelamujer.Kcorrióunosmetrosasulado,prestoaecharsesobreély,sifueranecesario,aestrangularlo,perolamujerdijo:

—Déjelo,nolograránada,eljuezinstructorharáquemerecojan,nopuedoir con usted, este pequeño espantajo —y pasó la mano por el rostro delestudiante,—estepequeñoespantajonomedeja.

—¡Yustednoquiereque la liberen!—gritóK,ypuso lamano sobre elhombrodelestudiante,queintentómorderla.

—No—gritó lamujer, y rechazó aK con ambasmanos—, no, ¿en quépiensausted?Esoseríamiperdición.¡Déjele!¡Porfavor,déjele!Loúnicoquehaceescumplirlasórdenesdeljuezinstructor,mellevaconél.

—Entoncesquecorratodoloquequiera.Austednolaquierovolveravermás—dijoKfuriosoante ladecepcióny ledioalestudianteungolpeen laespalda;elestudiantetropezó,pero,contentopornohabersecaído,corrióaúnmás ligero con su carga. K le siguió cada vez con mayor lentitud, era laprimeraderrotaquesufríaanteesagente.Eraevidentequenosuponíaningún

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motivoparaasustarse,sufrióladerrotasimplementeporqueélfuequienbuscóla lucha.Sipermaneciera en casay llevara suvidahabitual, seríamilvecessuperioraesagenteypodríaapartardesucaminoconunapatadaacualquieradeellos.Yseimaginólaescenatanridículaqueseproduciría,siesepatéticoestudiante, eseniñoengreído, esebarbudodepiernas torcidas, se arrodillaraantelacamadeElsaylesuplicaragraciaconlasmanosentrelazadas.AKlegustó tanto esta idea que decidió, si se presentaba la oportunidad, llevar alestudianteacasadeElsa.

Kllegóhastalapuertasóloporcuriosidad,queríaveradóndesellevabaala mujer; no creía que el estudiante se la llevara así, en vilo, por la calle.Comprobóqueelcaminoeramuchomáscorto.Justofrentealapuertadelaviviendahabíaunaestrechaescalerademaderaqueprobablementeconducíaal desván, pero como hacía un giro no se podía ver dónde terminaba. Elestudiante se llevó a la mujer por esa escalera; ya estaba muy cansado yjadeaba,pueshabíaquedadodebilitadoporlacarrera.LamujersedespidiódeKconlamanoyalzóloshombrosparamostrarlequeelsecuestronoeraculpasuya, pero el gesto no resultaba muy convincente. K la miró inexpresivo,comoauna extraña, noquería traicionar ni que estabadecepcionadoni quepodíasuperarfácilmenteladecepción.

Los dos habían desaparecido por la escalera; K, sin embargo, aúnpermaneció en la puerta. Se vio obligado a aceptar que lamujer no sólo lehabía traicionado, sinoque le habíamentido al contarle que el estudiante lallevabaconeljuezinstructor.Éstenopodíaesperarsentadoeneldesván.Laescalerademaderatampocoaclarabanada,almenosaprimeravista.EntoncesK advirtió una pequeña nota al lado de la escalera, fue hacia allí y leyó lassiguientespalabrasescritasconletrainfantilytosca:«Subidaalasoficinasdeljuzgado». ¿Aquí, en el desván de una casa de alquiler se encontraban lasoficinas del juzgado?No era un lugar que infundieramucho respeto; por lodemás,era tranquilizanteparaunacusado imaginarse la faltademediosqueestaban a disposición de un juzgado que albergaba sus oficinas donde losinquilinos,pertenecientesalasclasesmáspobres,arrojabantodossustrastosinútiles. No obstante, tampoco se podía excluir que dispusiera del dinerosuficiente,peroqueelcuerpodefuncionariossearrojasesobreélantesdequelodestinasenalosfinesjudiciales.Esoera,segúnlasúltimasexperienciasdeK, inclusomuyprobable;parael acusado, sinembargo, semejante roboa lajusticia,sibienresultabaalgoindigno,eramástranquilizadorquelapobrezareal del juzgado. También le parecía comprensible que se avergonzaran decitaralencausadoeneldesvánparaelprimerinterrogatorioyqueseprefirieramolestarleensupropiavivienda.LaposiciónenlaqueKseencontrabafrenteal juez, sentado en el desván, se podía caracterizar del siguiente modo: Kdisfrutabaenelbancodeungrandespachoconsuantedespachoyunenormeventanal que daba a la animada plaza. No obstante, él carecía de ingresos

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extraordinarios procedentes de sobornos omalversaciones y no podía hacerqueelordenanzaletrajeraunamujeraldespachosobreelhombro.PeroaesoKpodíarenunciar,almenosenestavida.

Kaúnpermanecíafrentealanota,cuandounhombrebajóporlaescalera,miróatravésdelapuertaenelsalóndelavivienda,desdedondetambiénsepodíaverlasaladesesiones,yfinalmentepreguntóaKsinohabíavistohacíapocoaunamujer.

—Ustedeselujierdeltribunal,¿verdad?—preguntóK.

—Sí —dijo el hombre—, ah, ya, usted es el acusado K, ahora lereconozco, sea bienvenido —y extendió la mano a K, que no lo habíaesperado.

—Hoy no hay prevista ninguna sesión —dijo el ujier al ver que Kpermanecíaensilencio.

—Ya sé —dijo K, y contempló la chaqueta del ujier, cuyos únicosdistintivosoficiales eran, junto aunbotónnormal, dosbotonesdoradosqueparecíanhabersidoarrancadosdeunviejoabrigodeoficial.Haceunratohehabladoconsuesposa,peroyanoestáaquí.Elestudianteselahallevadoaljuezinstructor.

—¿Sedacuenta?—dijoelujier—,unayotravezselallevandemilado.Hoy es domingo y no estoy obligado a trabajar, pero sólo para alejarme deaquí me mandan realizar los recados más inútiles. Por añadidura, no memandanmuylejos,detalmodoquesiempreconservolaesperanzadeque,sime doy prisa, tal vez pueda regresar a tiempo. Así que corro, tanto comopuedo, grito sin alientomimensaje a través del resquiciode la puerta en elorganismo al queme hanmandado, tan rápido que apenasme entienden, yregreso también corriendo, pero el estudiante se ha dadomás prisa que yo,además él tiene que recorrer un caminomás corto, sólo tiene que bajar lasescaleras. Si no fuese tan dependiente hace tiempoque habría estampado alestudiantecontralapared.Aquí,juntoalanota.Sueñoconhacerloalgúndía.Leveoahí,aplastadoenelsuelo,losbrazosextendidos,laspiernasretorcidasytodoalrededorllenodesangre.Perohastaahorasólohasidounsueño.

—¿Nohayotraposibilidad?—dijoKsonriendo.

—Nolaconozco—dijoelujier—.Yahoraesaúnpeor,antesselallevabaasucasa,peroahora,comoyoyapresagiaba,selallevaaljuezinstructor.

—¿No tiene su mujer ninguna culpa?—preguntó K. Se vio obligado arealizaresapregunta,tantoleespoleabanloscelos.

—Puesclaro—dijoelujier—,ellaesinclusolaquetienemásculpa.Ellase lohabuscado.En loqueaél respecta, corredetrásde todas lasmujeres.

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Sólo en esta casa ya le han echado de cinco viviendas en las que se habíadeslizado. Por lo demás,mimujer es lamás bella de toda la casa, y yo nopuedodefenderme.

—Sitodoescomoustedlocuenta,entoncesnohayotraposibilidad—dijoK.

—¿Porquéno?—preguntóelujier—.Cadavezqueelestudiante,que,porcierto,esuncobarde,tocaseamimujerhabríaquepegarletalpalizaquenoseatrevieraahacerlomás.Peronopuedo,yotros tampocomehacenel favor,puestodostemensupoder.Sólounhombrecomoustedpodríahacerlo.

—¿Porquéyo?—preguntóKasombrado.

—Austedlehanacusado,¿no?

—Sí —dijo K—, pero entonces debería temer con más razón que unaacción así pudiera influir en el desarrollo del proceso o, al menos, en lapreinstrucción.

—Sí, es verdad—dijo el ujier, como si la opinión deK fuese tan ciertacomo la suya—, pero aquí, por regla general, no se conducen procesos sinningunaperspectivadeéxito.

—Nosoydesuopinión—dijoK—,peroesonomeimpediráqueajustelascuentasdevezencuandoalestudiante.

—Lequedaríamuyagradecido—dijoelujierconciertaformalidad,peronoparecíacreermuchoenlarealizacióndesumayordeseo.

—Tal vez —prosiguió K— haya otros funcionarios que merezcan lomismo.

—Sí,sí—dijoelujiercomosifueraalgoevidente.EntoncesmiróaKconconfianza, comohastaesemomento, apesarde laamabilidad, aúnnohabíahecho,yañadió—:Unoserebelasiempre.

Pero la conversación parecía serle ahora un poco desagradable, pues lainterrumpióaldecir:

—Ahoratengoquepresentarmeenlasoficinas.¿Quierevenirconmigo?

—Notengonadaquehacerallí—dijoK.

—Podríaverlasoficinasdeljuzgado.Nadiesefijaráenusted.

—¿Hay algo quemerezca la pena?—preguntóK algo indeciso, aunqueteníaganasdeir.

—Bueno—dijoelujier—,penséquepodríainteresarle.

—Bien—dijoK—,iré—ysubiólasescalerasmásdeprisaqueelujier.

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Estuvoapuntodecaersenadamásentrar,pueshabíaunescalóndetrásdelapuerta.

—Notienenmuchaconsideraciónconelpúblico—dijoél.

—Notienenconsideraciónalguna,—dijoelujier—sinomire lasaladeespera.

Era un largo corredor en el que había puertas toscamente labradas queconducíanalosdistintosdepartamentosdeldesván.Aunquenohabíaningunaentrada directa de luz, no estaba completamente oscuro, pues algunosdepartamentosnoestabanseparadosdelcorredorporunapared,sinoporunasrejasdemaderaque llegabanhastael techo,a travésde lascualespenetrabaalgodeluzysepodíavercómoalgunosfuncionariosescribíanosimplementepermanecíanen las rejasobservandoa lagentequeesperabaenel corredor.Habíapocagenteesperando,probablementeporqueeradomingo.Dabanunapobre impresión. Todos vestían con cierto descuido, aunque la mayoría, yafueseporlaexpresióndesusrostros,porsuactitud,porlabarbacuidadaoporotrosdetalles,parecíanpertenecera lasclasesaltas.Comonohabíaperchas,habían colocado los sombreros debajo del banco, probablemente siguiendouno el ejemplo de otro. Cuando los que estaban sentados más cerca de lapuertavieronaKyalujier,selevantaronparasaludar.Comoelrestovioquese levantaban, se creyeron obligados a hacer lo mismo, así que se fueronlevantando conforme pasaban los dos.Nunca permanecieron completamenterectos, las espaldas estaban encorvadas, las rodillas ligeramente flexionadas,parecíanmendigos.Kesperóalujier,queveníaalgoretrasado,yledijo:

—Quéhumilladosparecen.

—Sí —dijo el ujier—, son acusados, todos los que usted ve aquí sonacusados.

—¿Sí?—dijoK—.Entoncessonmiscolegas.

Sedirigióalmáspróximo,unhombrealtoydelgado,conelpelocanoso.

—¿Quéestáesperandoaquí?—preguntóKconcortesía.

Lainesperadapreguntaledejóconfuso,ysuactitudsevolviómáspenosapor el hecho de parecer un hombre demundo, que en otro lugar, sin duda,hubierasabidodominarseyalquelecostabarenunciaralasuperioridadquehabíaadquiridosobrelosdemás.Allí,sinembargo,nosabíaresponderaunapregunta tan simple, y se limitaba a mirar a los demás como si estuvieranobligadosaayudarleocomosinadiepudiesereclamarunarespuestasindichaayuda.Entoncesintervinoelujierparatranquilizaryanimaralhombre:

—Esteseñorsólolepreguntaaquéestáesperando.Responda.

Lavozfamiliardelujiertuvomejorefecto.

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—Espero…—comenzó, pero no pudo seguir. Era probable que hubieseelegidoeseiniciopararespondercontodaexactitudalapregunta,peroahoranosabíacontinuar.

Algunosdelosqueesperabansehabíanaproximadoyrodeabanalgrupo.Elujiersedirigióaellos:

—Vamos,vamos,dejenelcorredorlibre.

Retrocedieronunpoco,peronohastasussitios.Mientrastanto,elhombreal que le habían preguntado se había serenado y respondió incluso con unasonrisa:

—Haceunmesquepresentéunas solicitudesdepruebaparami causayesperoaqueseconcluyasutramitación.

—Parecetomarsemuchasmolestias—dijoK.

—Sí—dijoelhombre—,setratademicausa.

—Notodospiensancomousted—dijoK—.Yo,porejemplo,tambiénsoyun acusado, pero, pormás que desee una absolución, no he presentado unasolicitud de prueba ni he emprendido nada similar. ¿Cree usted que eso esnecesario?

—No lo sé con seguridad —dijo el hombre completamente indeciso.ProbablementecreíaqueKleestabagastandounabroma,poresolehubieragustado repetir, por miedo a cometer un nuevo error, su primera respuesta,peroantelamiradaimpacientedeKselimitóadecir:

—Enloqueamíconcierne,hepresentadosolicitudesdeprueba.

—Ustednosecreequeyoseaunacusado—dijoK.

—Oh,porfavor,claroquesí—dijoelhombre,yseechóaunlado,peroenlarespuestanohabíaconvicción,sinomiedo.

—¿Entoncesnomecree?—preguntóK,y lecogiódelbrazo, impulsadoinconscientemente por la actitud humillada del hombre, como si quisieraobligarleaquelecreyese.Aunquenoqueríacausarledañoalguno,encuantole tocó ligeramente, el hombre gritó como siK en vez de con dos dedos lehubiese agarrado con unas tenazas ardiendo. Ese grito ridículo terminó porhartaraK.Sinosecreíaqueeraunacusado,muchomejor.Quizáletomabapor un juez.Ypara despedirse lo cogió conmás fuerza, lo empujó hacia elbancoysiguióadelante.

—Lamayoríadelosacusadossonmuysensibles—dijoelujier.

Detrás de ellos, todos los que habían estado esperando se arremolinaronalrededor del hombre, que ya había dejado de gritar, y parecían preguntarle

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detalladamentesobreelincidente.AlencuentrodeKvinoahoraunvigilante;alqueidentificóporelsable,cuyavaina,almenosporelcolor,parecíahechadealuminio.Ksequedóasombradoyquisotocarlaconlamano.Elvigilante,quehabíavenidoporelruido,preguntóacercadeloocurrido.Elujiertratódetranquilizarlo con algunas palabras, pero el vigilante declaró que preferíacomprobarlo personalmente, así que saludó y siguió adelante con pasosrápidosperocortos,posiblementeporculpadelagota.

Kyanosepreocupódeél,nidelagente,sobretodoporqueunavezquehabíallegadoalamitaddelcorredor,violaposibilidaddedoblaraladerecha,atravésdeunumbralsinpuerta.Hablóconelujierparacomprobarsiéseeraelcaminocorrectoyésteasintió,porloquetorció.Leresultabamolestotenerqueirdospasospordelantedelujier,podíadespertarlaimpresióndequeeraconducidocomoundetenido.Porestarazón,esperabaconfrecuenciaalujier,pero éste siempre se quedaba atrás. Finalmente, K, para terminar con esasensacióndesagradable,ledijo:

—Bien,yahevistocómoesesto;ahoraquisierairme.

—Peroaúnnolohavistotodo—dijoelujierconnaturalidad.

—Tampocoloquierover todo—dijoK,querealmentesesentíacansado—.Quieroirme,¿cómosellegaalasalida?

—¿No se habrá perdido? —dijo el ujier asombrado—. Vaya hasta laesquina,luegotuerzaaladerecha,atravieseelcorredoryencontrarálapuerta.

—Venga conmigo—dijo K—.Muéstreme el camino, si nome perderé,aquíhaytantospasillos…

—Sólo hay un camino —dijo el ujier ahora lleno de reproches—. Nopuedoregresarconusted;tengoquellevarunrecadoyyaheperdidomuchotiempoporsuculpa.

—¡Acompáñeme!—repitióK,estavezconuntonomáscortante,comosihubieradescubiertoalujierenunamentira.

—Nogriteasí—susurróelujier—, todoestoestá llenodedespachos.Sino quiere regresar solo, acompáñeme un trecho o espéreme aquí hasta quehayacumplidomiencargo,entoncesleacompañaréencantado.

—No,no—dijoK—,noesperaréaquí,yustedvendráahoraconmigo.

Knohabíamiradoen torno suyoparacomprobardónde sehallaba, sóloahora,cuandounadelasmuchaspuertasquelerodeabanseabrió,miróasualrededor. Una muchacha, que había salido al oír el tono elevado de K, lepreguntó:

—¿Quédeseaelseñor?

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Detrás,enlalejanía,sepodíaverenlasemioscuridadaunhombrequeseaproximaba.Kmiróalujier.ÉstehabíadichoquenadiesefijaríaenKyahoraveníandospersonas,pocomássenecesitabaparaquetodoslosfuncionariosse fijasen en él y pidieran una explicación de su presencia. La únicaexplicacióncomprensibleyaceptableerahacervalersucondicióndeacusado:podía aducir quequería conocer la fechade supróximo interrogatorio, peroésaeraprecisamente laexplicaciónquenoqueríadar, sobre todoporquenoera toda laverdad,pues sólohabíavenidoporpuracuriosidado, loqueeraimposibledeaducircomoexplicación,paracomprobarqueel interiordeesajusticiaeratanrepugnantecomoelexterior.Yparecíaqueconesasuposicióntenía razón, no quería adentrarse más, ya se había deprimido losuficientemente con lo que había visto. Ahora no estaba en condiciones deencontrarseconunfuncionariosuperior,comoelquepodíasurgirdetráscadapuerta;queríairsey,además,conelujier,osolosinohabíagiramanera.

Peroquedarse allímudo sería llamativoy, en realidad, lamuchachay elujier ya le miraban cómo si se estuviera produciendo en él una extrañametamorfosisquenoqueríanperdersedeningúnmodo.YenlapuertaestabaelhombrequeKhabíavistoenlalejanía:semanteníaaferradoalapartedearriba del umbral y se balanceaba ligeramente sobre las puntas de los pies,comounespectadorimpaciente.Lamuchacha,sinembargo,fuelaprimeraenreconocerqueelcomportamientodeK teníacomocausaun ligeromalestar,asíquetrajounasillaylepreguntó:

—¿Noquiereustedsentarse?

K se sentó en seguida y apoyó los codos en los brazos de la silla paramantenermejorelequilibrio.

—Estáunpocomareado,¿verdad?—lepreguntó.

Su rostro estaba ahora cerca del suyo,mostraba la expresión severa quetienenalgunasmujeresenlomejordesujuventud.

—Nosepreocupe—dijoella—,aquínoesnadaextraordinario,casitodospadecenunataquesemejantecuandovienenporprimeravez.¿Ustedvieneporprimeravez?Bien,noesnadaextraordinario,ya ledigo.Elsolcaesobreeltejadoylamaderacalienteprovocaesteairetanenrarecido.Ellugarnoeselmásadecuadoparainstalardespachos,pormásventajasqueofrezcaenotrossentidos.Peroenloqueconciernealaire,losdíasenquehaymuchagente,yesoocurreprácticamentetodoslosdías,setornacasiirrespirable.Siconsidera,además,queaquísecuelgaropaparaqueseseque—esalgoquenosepuedeprohibir a los inquilinos—, entonces no se sorprenderá de haber sufrido unligeromareo.Perouno llegaa acostumbrarsemuybienaeste aire.Sivieneporsegundaoterceravez,apenasnotaráesteambienteopresivo.¿Sesienteyamejor?

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Knorespondió,leparecíaalgolamentabledependerdeaquellaspersonasacausadeesadebilidadrepentina;porañadidura,alconocerlosmotivosdesumareo,nosesintiómejor,sinounpocopeor.Lamuchachalonotóenseguiday, para refrescar a K, asió un gancho que colgaba de la pared y abrió unpequeño tragaluz, situadoprecisamente encimadeK.Pero cayó tantohollínque la joven tuvoquecerrarlode inmediatoy limpiar lamanodeKconunpañuelo,puesKestabademasiadocansadocomoparaocuparsedesímismo.Le habría gustado permanecer allí sentado hasta que hubiera recuperado lasfuerzassuficientesparairse,yesoocurriríaantessinosepreocupabandeél.Peroenesemomentoañadiólamuchacha:

—Aquínopuedequedarse,interrumpimoselpaso.

Kpreguntóconlamiradaaquiéninterrumpíanelpaso.

—Lellevaré,silodesea,albotiquín.

—Ayúdeme, por favor—le dijo ella al hombre de la puerta, que ya sehabíaacercado.PeroKnoqueríaquelollevaranalbotiquín,precisamenteesoera lo que quería evitar, que lo siguieran adentrando en las oficinas; cuantomásavanzase,peor.

—Ya puedo irme —dijo por esta razón, y se levantó temblando,acostumbradoalacómodasilla.Peronopudomantenersedepie.

—No, no puedo—dijo moviendo la cabeza y volvió a sentarse con unsuspiro.Seacordódelujier,queapesardetodolepodríaconducirfácilmentehacialasalida,peroparecíahaberseidohacíatiempo.Katisbóentrelajovenyelhombre,quepermanecíandepieanteél,peronopudoencontraralujier.

—Creo—dijoelhombre,quevestíaelegantemente:sobretodollamabalaatención un chaleco gris que terminaba en dos largas puntas—, creo que laindisposición del señor se debe a la atmósfera de estas estancias; sería lomejor,yprobablemente loqueélpreferiría,quenose le llevasealbotiquín,sinofueradelasoficinas.

—Asíes—exclamóK,quedelaalegríahabíainterrumpidoalhombre,mesentirémuchomejor,tampocoestoytandébil,sólonecesitounpocodeapoyo,nolescausarémuchasmolestias,elcaminonoeslargo,condúzcanmehastalapuerta, me sentaré un rato en los escalones y me recuperaré, nunca hepadecido este tipo de mareos, yo mismo estoy sorprendido. También soyfuncionario y estoy acostumbrado al aire de las oficinas, pero aquí esmuymalo,ustedmismolohadicho.¿Tendríanlaamabilidaddeacompañarmeuntrecho?Estoyalgomareadoymepondrépeorsimelevantosinayuda.

Levantóloshombrosparafacilitarlesquelecogieranbajolosbrazos.Peroelhombrenosiguiósusindicaciones,sinoquesemantuvotranquilo,conlas

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manosenlosbolsillosyrioenvozalta.

—Ve—le dijo a lamuchacha—, he acertado.Al señor no le sienta denestaraquí.

Lamuchacha rio tambiénydioungolpecitocon lapuntadeldedoenelbrazodelhombre,comosisehubiesepermitidounabromapesadaconK.

—Pero,¿quépiensa?—dijoelhombreentrerisas—.Yomismoconduciréalseñorhastalasalida.

—Entoncesestábien—dijolamuchachainclinandouninstantesubonitacabeza—.No ledémucha importancia a la risa—dijo la jovenaK,que sehabía vuelto a entristecer, miraba fijamente ante sí y no parecía necesitarninguna explicación; este señor, ¿puedo presentarle? —el hombre dio supermiso con un gesto—, este señor es el informante. Él da a las partes queesperantodalainformaciónquenecesitany,comonuestrajusticianoesmuyconocida entre la población, se reclama mucha información. Conoce larespuestaatodaslaspreguntas.Sialgunatieneganas,puedeprobar.Peronosólo posee ese mérito, otra de sus virtudes es su elegante forma de vestir.Nosotros, esdecir los funcionarios,opinamosqueel informante, comoeselprimero en tratar con las partes, debe vestir con elegancia para dar unaimpresióndigna.Losdemás,comopuedecomprobarconmigo,nosvestimosmuymalypasadosdemoda.Notienesentidogastarmuchoenvestir,yaqueestamoscasitodoeltiempoenlasoficinas,inclusodormimosaquí.Perocomohe dicho, creemos que el informante tiene que vestir bien. Como no habíadinero disponible para ropa elegante en nuestra administración, que en estesentidoesalgopeculiar,hicimosunacolecta—enlaquetambiénparticiparonlosacusados—ylecompramosesebonitotrajeyotros.Ahoraestápreparadoparadarunabuenaimpresión,peroloestropeatodoconsurisayasustaalagente.

—Asíes—dijoelhombrecontonoburlón—,peronoentiendo,señorita,porquélecuentaaesteseñortodasnuestrasintimidades,omejor,leobligaaoírlas, pues no creo que tenga ganas de conocerlas. Mire si no cómopermaneceahísentadoocupadoensuspropiosasuntos.

Knoteníaganasdecontradecirle.Laintencióndelamuchachapodíaserbuena, tal vez pretendía distraerle para darle la posibilidad de recuperarse,peroelmedioelegidoerainadecuado.

—Quería aclararle el motivo de su risa —dijo la muchacha—, erainsultante.

—Creoquemeperdonaríapeoresofensasacambiodequelecondujeraalasalida.

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Knodijonada,nisiquieramiró,dejóqueamboshablaransobreélcomosifuese un objeto, incluso lo prefería así. Pero de repente sintió la mano delinformanteenunodesusbrazosyladelajovenenelotro.

Arriba,hombredébil—dijoelinformante.

—Se lo agradezco mucho a los dos—dijo alegremente sorprendido, selevantólentamenteyllevóélmismolasmanosajenasalaszonasenquemásnecesitabasuapoyo.

—Parece—musitólajovenaloídodeK,mientrasseacercabanalcorredor—comosifueramuyimportanteparamíhablarbiendelinformante,perosóloquierodecirlaverdad.Notieneuncorazónduro.Noestáobligadoaconducirhasta la salida a las partes que se ponen enfermas y, sin embargo, lo hace,como puede ver. Ninguno de nosotros es duro de corazón, sólo queremosayudar,perocomofuncionariosjudicialesdamoslaimpresióndeserdurosdecorazónydenoquererayudaranadie.Yosufroporeso.

—¿Quiere sentarse aquí un poco? —preguntó el informante: ya seencontrabanenelcorredor,precisamenteanteelacusadoconelqueKhabíahabladoanteriormente.Kseavergonzóanteél, sehabíamantenido tanrectoen su presencia y ahora se tenía que apoyar en dos personas, con la cabezadescubierta, pues el informante balanceaba su sombrero con los dedos,despeinadoyconlafrentebañadadesudor.Peroelacusadonopareciónotarnada,permanecíahumilladoanteelinformante,quenisiquieralomiró,comosiquisierapedirperdónporsumerapresencia.

—Ya sé—se atrevió a decir el acusado—,quehoynopuedo recibir losresultadosdemissolicitudes.Noobstante,aquíestoy,hepensadoquepodíaesperar,esdomingo,tengotiempoynoestorbo.

—No debe disculparse —dijo el informante—, su esmero es digno deelogio; aunque está ocupando inútilmente un sitio, no le impediré seguir eltranscursodesuprocesomientrasnomoleste.Cuandosehavistogentequehadescuidado vergonzosamente su deber, se aprende a tener paciencia conpersonascomousted.Siéntese.

—Cómo sabe hablar con los acusados—susurró lamuchacha aK. Ésteasintió,perosesobresaltócuandoelinformantelepreguntódenuevo:

—¿Noquieresentarseaquí?

—No—dijoK,noquierodescansar.

Lodijocondecisión,peroenrealidadlehabríavenidomuybiensentarse.Se sentía mareado, como si estuviera en un barco en plena tormenta. Leparecíaoírcómoelaguadelmargolpeabalasparedesdemadera,comosidelfondodel corredor llegase el bramido de una catarata, y luego sintió que el

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corredor se balanceaba y le dio la impresión de que los acusados subían ybajaban.Latranquilidaddelamuchachaydelhombrequeleacompañabanleparecía,enesasituación,completamenteincomprensible.Dependíadeellos:siledejaban,caeríaalsuelocomounatabla.Lanzabanmiradaspenetrantesaunlado y a otro, K sentía sus pasos regulares, pero no los podía imitar, puesprácticamente le llevabanenvilo.Finalmente,notóque lehablaban,peronoentendíaloquedecían,sóloescuchabaunruidoqueloabarcabatodo,atravésdelcualsepodíadistinguirloquepodríaserelsonidodeunasirena.

—Hablen más alto—musitó con la cabeza inclinada, aunque sabía quehabían hablado con voz lo suficientemente alta. De repente, como si sehubiesederrumbadolaparedanteél,sintióunacorrientedeairefrescoyoyóquedecíanasulado:

Alprincipioqueríasalir,luegoselerepitemilvecesqueéstaeslasalidaynosemueve.

Knotóquesehallabaenlapuertadesalida,quelamuchachaacababadeabrir.Lepareciócomosileregresarantodaslasfuerzasdeunavez.Parasentirunanticipodelalibertad,bajóunodelosescalonesysedespidiódesdeallídesusacompañantes,queeneseinstanteseinclinabansobreél.

—Muchas gracias —repitió, estrechó las manos de ambos y las dejócuandocreyóverqueellos,acostumbradosalairedelasoficinas,difícilmentesoportabanelairefrescoquesubíaporlaescalera.Apenaspudieronresponder,ylamuchachatalvezsehubieracaídosiKnohubiesecerradolapuertaatodaprisa.Kpermanecióunmomentoensilencio,seatusóelpeloconayudadeunespejo de bolsillo, se puso el sombrero, que habían dejado en el siguienteescalón—el informante lohabíaarrojadoalsuelo—ybajó lasescaleras tanfrescoyconpasos tan largosquecasi tuvomiedodelcambio repentinoqueacababadeexperimentar.Suestadodesalud,porotro ladosiemprebastantebueno,jamáslehabíaprocuradounasorpresasemejante.¿Acasopretendíasucuerpohacerunarevolucióneincoarleunnuevoproceso,yaquesoportabaelotrocontantoesfuerzo?Nodescartódeltodolaideadeveraunmédico,peroloquesíseafianzóensumentefueelfirmepropósito—enestoélmismosepodíaaconsejar—deemplearmejorlasmañanasdelosdomingos.

Elazotador

CuandoK,unadelasnochessiguientes,pasóporelpasilloqueseparabasudespachodelasescaleras—estavezseibaacasaunodelosúltimos,sóloen el departamento de expedición quedaban dos empleados en el pequeño

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radio luminoso de una bombilla—, oyó detrás de una puerta, que siemprehabíacreídoquedabaauntrastero,aunquenuncalohabíaconstatadoconsuspropios ojos, una serie de quejidos. Se detuvo asombrado y escuchódetenidamenteparacomprobar si sehabíaequivocado.Duranteun rato todoquedóensilencio,perolossuspiroscomenzarondenuevo.Alprincipiopensóen traer a uno de los empleados—tal vez necesitara un testigo—, pero leinvadióunacuriosidadtanindomablequeélmismoabriólapuerta.Setrataba,como había supuesto, de un trastero. Detrás del umbral se acumulabanformularios inservibles y frascos de tinta vacíos. Pero también había treshombres inclinados en un espacio de escasa altura. Una vela situada en unestantelesiluminaba.

—¿Quéhacenaquí?—preguntóK,precipitándoseporlaexcitación,peronoenvozalta.Unodeloshombres,queparecíadominaralosotrosyquefueel primero que atrajo su atención, estaba embutido en una suerte de trajeoscuro, que dejaba al aire el cuello hasta el pecho y todo el brazo. Norespondió.Perolosotrosdosgritaron:

—¡Señor!Nostienenqueazotarporquetehasquejadodenosotrosanteeljuezinstructor.

Yahora comprobóKque, en efecto, se tratabade losvigilantesFranzyWillem.Eltercerososteníaunlátigoparaazotarlos.

—Bueno— dijo K, y los miró fijamente—, no me he quejado, sólo hedicholoqueocurrióenmihabitación.Ydesdeluegonooscomportasteisdeunamanerairreprochable.

—Señor—dijo Willem, mientras Franz intentaba protegerse del tercerodetrásdeél—,siustedsupieralomalquenospagan,nosjuzgaríamejor.Yotengoque alimentar a una familia yFranz quiere casarse; uno intenta ganardinerocomopuede,sóloconel trabajonoesposible,nisiquieraconelmásfatigoso:amímetentósufinaropablanca.Porsupuestoqueestáprohibidoque losvigilantesactúenasí,es injusto,peroes tradiciónque la ropablancapertenezca a los vigilantes, así ha sido siempre, créame. Además, es muycomprensible, pues ¿qué significan esas cosas para una persona tandesgraciadacomoparaserdetenida?Noobstante,sieldetenidohabladeellopúblicamente,laconsecuenciaeselcastigo.

—No sabía lo que me estáis diciendo. Tampoco he reclamado ningúncastigoparavosotros;paramíesunacuestióndeprincipios.

—Franz—sedirigióWillemalotrovigilante—,¿notedijequeelseñornohabíareclamadoquenoscastigasen?Yahasoídoquenisiquierasabíaquenosteníanquecastigar.

—No te dejes conmover por esos discursos—dijo el tercero a K—, el

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castigoestanjustocomoinevitable.

—Noleescuches—dijoWillem,ysecallósóloparallevarrápidamentelamano,queacababaderecibirunazote,alaboca—,noscastigansóloporquetúnoshasdenunciado,enotrocasononoshubierapasadonada,inclusosisehubiera sabido lo que habíamos hecho. ¿Se puede llamar a esto justicia?Nosotrosdos,ysobretodoyo,somosvigilantesdesdehacemuchotiempo.Túmismo reconocerás que, mirado desde la perspectiva del organismo querepresentamos, hemos vigilado bien. Habríamos tenido posibilidades deascender, con toda seguridad en poco tiempo habríamos llegado a serazotadores,comoéste,quetuvolasuertedenoserdenunciadopornadie,puesuna denuncia semejante es muy rara. Y ahora, señor, todo está perdido,tendremosquetrabajarenpuestosaúnmássubordinadosqueeldelserviciodevigilanciay,además,recibiremosunosespantososydolorososazotes.

—¿Puedecausareselátigotantodolor?—preguntóK,yexaminóellátigoqueelazotadorsosteníaanteél.

—Nostendremosquedesnudar—dijoWillem.

—¡Ah,ya!—dijoK,ycontemplómásdetenidamentealazotador.Estababronceadocomounmarineroyteníaunrostrolozanoyferoz.

—¿Hayalgunaposibilidaddeahorrarleslosazotes?—lepreguntóK.

—No—dijoelazotador,sacudiendolacabezasonriente—.Quitaoslaropaordenóalosvigilantesy,acontinuación,ledijoaK:

—Notienesquecreertetodoloquetedicen.Sumentesehadebilitadoporelmiedoalosazotes.Loqueéste—yseñalóaWillem—tehacontadosobresu posible carrera es completamente ridículo. Mira lo gordo que está, losprimeros azotes se perderán en la grasa. ¿Sabes por qué se ha puesto tangordo? Tiene la costumbre de comerse el desayuno de todos los detenidos.¿Acaso no se ha comido también el tuyo? Ya lo dije. Pero un hombre consemejanteestómagojamáspodrállegaraserazotador,esoesimposible.

—Hay azotadores así —afirmó Willem, que acababa de soltarse elcinturón.

—¡No!—dijoelazotador,quelerozóelcuelloconellátigocausándoleunsobresalto—.Notienesqueescucharloquedecimos,sinodesnudarte.

—Te recompensaría bien, si los dejaras marchar—dijo K, sin mirar alazotador— esos negocios se cierran mejor con los ojos cerrados y sacó lacartera.

—Tú quieres denunciarme también a mí —dijo el azotador—, yprocurarmetambiénunosazotes.

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—No, sé razonable—dijoK—, si hubiese querido que azotasen a estoshombres, no trataría ahorade liberarlos del castigo.Simplemente cerraría lapuerta,noquerríavernioírnadaymeiríaamicasa.Sinembargo,nolohago,sinoquepretendoseriamenteliberarlos.Sihubierasospechadoquelosibanacastigar, no hubiera mencionado sus nombres. No los considero culpables,culpableeslaorganización,culpablessonlosfuncionariossuperiores.

—Asíes—dijeronlosvigilantesyrecibierondeinmediatounlatigazoensusdesnudasespaldas.

—Situvierasaunjuezamerceddetulátigo—dijoK,ybajóellátigoqueyaseelevabaotravez—,noteimpediríaqueloazotases,todolocontrario,tedaríadineroparamotivarte.

—Lo que dices suena creíble—dijo el azotador—, pero yo nome dejosobornar.Mipuestoeseldeazotador,asíqueazoto.

ElvigilanteFranz,quesehabíamantenidoreservadohastaesemomento,tal vez con la esperanza de que la intercesión deK tuviera éxito, se acercóahoraaK,sólovestidoconlospantalones,ysearrodillóanteélcogiéndolelamano.Acontinuación,musitó:

—Si no puedes lograr que nos remitan a los dos el castigo, al menosintentaliberarmeamí.Willemesmayorqueyo,menossensibleentodoslossentidos, incluso recibió hace un par de años una pena de azotes, yo, sinembargo, aún no he perdido el honor, fueWillem, mi maestro tanto en lobuenocomoenlomalo,quienmeindujoaactuarasí.Abajo,enlapuertadelbanco,esperamiprometida,sientotantavergüenza—ysecósurostrollenodelágrimasenlachaquetadeK.

—Yanoesperomás—dijoelazotador,tomóellátigoconambasmanosyazotóaFranz,mientrasWillemrumiabaenunaesquinaymirabaahurtadillas,sinatreverseagirarlacabeza.EntoncesseelevóungritoprocedentedeFranz,ininterrumpidoeintenso;noparecíahumano,másbienparecíageneradoporuninstrumentodetortura,resonóportodoelpasillo,setuvoqueescucharentodoeledificio.

—¡Nogrites!—exclamóK.Nosepudocontenerymientrasmirabatensoen la dirección en la que deberían venir los empleados, empujó aFranz, nomuyfuerteperolosuficientecomoparaquecayeraalsueloyallísearrastrara,convulso,conayudade lasmanos.Peroniaunasípudoevitar losazotes,ellátigo supo encontrarle también en el suelo;mientras él se agitaba bajo losgolpes,lapuntadellátigobajabaysubíaconperfectaregularidad.Yentoncesaparecióenlalejaníaunodelosempleados,ydospasosdetrás,elsegundo.Ksalióycerrólapuertaatodaprisa,seacercóaunapequeñaventanaquedabaalpatioylaabrió.Elvigilantedejódegritar.Paranodejarquelosempleados

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seacercaran,gritó:

—¡Soyyo!

—Buenasnoches,señorgerente—lerespondieron—,¿haocurridoalgo?

—No,no—respondióK—,essólounperroenelpatio.

Comolosempleadosnosemovíanañadió:—Puedenseguirconsutrabajo.

Paranocontinuarconlaconversación,seinclinóporlaventana.Cuando,transcurrido un rato,miró por el pasillo, ya se habían ido. K, sin embargo,permanecióenlaventana,noseatrevíaavolveraltrasteroytampocoqueríaregresar a casa. Se limitó a contemplar el patio cuadrado que tenía ante él;alrededorhabíaoficinas,todaslasventanasestabanoscuras,sólolasmásaltasrecibían el reflejo de la luna.K se esforzó por discernir una de las oscurasesquinasdelpatio,enelquehabíadoscarretasdemano.Leatormentabanohaberpodidodetenerlosazotes,peronoeraculpasuyanohaberlologrado.SiFranz no hubiese gritado —cierto, tuvo que hacerle mucho daño, pero endeterminadosmomentosdecisivoshayque saberdominarse—,sinohubieragritado,Khabríaencontradocontodaseguridadunmedioparaconvenceralazotador. Si todos los empleados inferiores eran canallas, ¿por qué iba aconstituir una excepción el azotador, que, además, ejercía el cargo másinhumano?Khabíaobservadomuybiencómo lehabíanbrillado losojosalver losbilletes.Posiblementesehabía tomadoenserio lode losazotesparasubirunpocolasumadelsoborno.YKnohabríaahorradomedios,realmentehubiera querido liberar a los vigilantes. Si había comenzado a combatir lacorrupcióndeesajudicatura,eraevidentequetambiénteníaqueintervenirenese ámbito. Pero en elmomento en el que Franz había comenzado a gritar,todohabíaacabado.Knopodíapermitirquelosempleados,yquiénsabequéotraspersonas,vinieranylesorprendierantratandoconlostiposdeltrastero.Nadie podía reclamar de K semejante sacrificio. Si se hubiera propuestohacerlo,hubierasidomuyfácil,Ksehabríadesnudadoysehabríaofrecidoalazotador como sustituto. Ciertamente, el azotador no hubiera admitidosemejante cambio, pues sin obtener beneficio alguno habría tenido queincumplirseriamentesudebery,muyprobablemente,porpartidadoble,puesK,mientras permaneciera sujeto al procedimiento, debía ser inviolable paratodos losempleadosdel tribunal.Esposible,noobstante,queenese terrenohubieradisposicionesespeciales.Pero,entodocaso,Knopodíahaberhechootracosaquecerrarlapuerta,aunquenisiquieraasíhabíaalejadodeltodoelpeligro.QuealfinalhubieratenidoqueempujaraFranzeraalgolamentableysólosepodíadisculparporsuestadodeexcitación.

Oyóen la lejanía lospasosde losempleados.Parano llamar laatencióncerrólaventanayavanzóendirecciónalaescaleraprincipal.Permanecióunrato escuchando al lado de la puerta del trastero. Silencio.El hombre podía

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habermatado a azotes a los vigilantes, estaban sometidos a su poder.K yahabíaextendidolamanoparacogerelpicaporte,perosearrepintió.Eratardeparaayudaranadieylosempleadosteníanqueestaralllegar.Noobstante,sepropuso hablar del asunto e intentar que castigasen convenientemente a losculpables reales, es decir, a los funcionarios superiores, que aún no habíantenidoelvalordepresentarseanteél.Mientrasbajabalaescalinatadelbanco,observócuidadosamentealospaseantes,peronohabíaningunamuchachaenlascercaníasquepudieraestaresperandoaalguien.LaindicacióndeFranz,deque su prometida le estaba esperando, no eramás que unamentira, si biendisculpable,cuyoúnicoobjetivohabíasidodespertarunamayorcompasión.

El día siguienteK siguió pensando en los vigilantes. Como no se podíaconcentrar en el trabajo, decidió obligarse a permanecer más tiempo en elbancoqueeldíaanterior.Cuandopasóporeltrasteroparairseacasa,abriólapuertacomosifueraunacostumbre.Quedódesconcertadoantelainesperadaescena que se mostró ante sus ojos. Todo estaba exactamente igual que lanocheanterior,cuandoabriólapuerta.Losformulariosylosfrascosdetintaseacumulaban detrás del umbral; el azotador con el látigo; los vigilantes,completamentevestidos;lavelasobreelestante.Losvigilantescomenzaronaquejarseygritaron:

—¡Señor!

Kcerrólapuertadeinmediatoylagolpeóconlospuños,comosisóloasípudieraquedarcerradadel todo.Albordede las lágrimas se fueavera losempleados,quetrabajabantranquilamenteconunamulticopistaypermanecíanabsortosensuactividad.

—¡Ordenad de una vez el trastero! —gritó—. La inmundicia nos va allegaralcuello.

Losempleadossemostrarondispuestosahacerloaldíasiguiente.Kasintióconlacabeza.Nopodíaobligarlesarealizareltrabajotantarde,comohabíaprevistoantes.Sesentóunrato,parateneralosempleadoscerca,desordenóalgunas copias, queriendo dar la impresión de que estaba examinando algo,perocomprobóquelosempleadosnoseatreveríanasalirconél,asíquesefueacasacansadoyconlamenteenblanco.

Eltío.Leni

Unatarde,cuandoKestabaocupadoabriendolacorrespondencia,eltíodeK, Karl, un pequeño terrateniente de la provincia, se abrió paso entre dosempleadosquellevabanalgunosescritosyentróeneldespacho.Kseasustó

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menosde la llegadadel tíode loque lehabíaasustado la simple ideadesuposiblevisita.Eltíoibaavenir,deesoestabasegurodesdehacíaunmes.Yaalprincipiohabía creídoverlo, cómo le alcanzaba lamanoderecha sobre elescritorio,algo inclinado,consusombrerode jipijapaen lamano izquierda,mostrandounaprisadesconsideradayarrollandotodoloqueseleponíaensucamino.Eltíosiempreteníaprisa,puesleperseguíaelinfelizpensamientodequeensuestanciadeundíaenlaciudadteníaquetenertiempopararealizartodoloquesehabíapropuesto,sinperdersetampococualquierconversación,negociooplacerqueocasionalmentepudierasurgirle.EntodoelloteníaqueayudarleK, pueshabía sido su tutor y estabaobligado; además le teníaquedejardormirensucasa.Klesolíallamar«elfantasmarural».

Inmediatamente después de saludarse —no tenía tiempo para seguir lainvitacióndeKysentarseenel sillón—, lepidióaKsipodíanconversarasolas.

—Es necesario —dijo, tragando con esfuerzo—, es necesario para mitranquilidad.

K hizo salir a los empleados del despacho con instrucciones de que nodejaranpasaranadie.

—¿Qué ha llegado a mis oídos, Josef? —exclamó el tío en cuanto sequedaron solos. A continuación, se sentó sobre la mesa y, sin verlos, pusovariospapelesdebajoparasentarseconmáscomodidad.

Knorespondió:sabíaloquevendríaacontinuación,pero,repentinamenterelajadoaldejarelfatigosotrabajo,seapoderódeélunaagradablelasitud,porlo que se limitó amirar por la ventana hacia la calle de enfrente, de la quedesdesusitiosólosepodíaverunapequeñaesquina,lapareddesnudadeunacasaentredosescaparatesdetiendas.

—¡Y te dedicas a mirar por la ventana! —exclamó el tío alzando losbrazos. ¡Por amor al Cielo, Josef ¡Respóndeme! ¿Es verdad? ¿Puede serverdad?

—Querido tío —dijo K, y salió de su ensimismamiento—, no sé quéquieresdemí.

—Josef—dijoel tíoadvirtiéndole—,siemprehasdicholaverdad,por loquesé.¿Acasotengoquetomartusúltimaspalabrascomounmalsigno?

—Supongo lo que quieres —dijo K sumiso—. Probablemente has oídohablardemiproceso.

Asíes—respondióeltío,asintiendoconlacabezalentamente—,hetenidonoticiadetuproceso.

—¿Quiéntelohadicho?—preguntóK.

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—Emamelohaescrito—dijoeltío—.Notieneningúntratocontigo,pordesgracianotepreocupasmuchodeella,sinembargosehaenterado.Hoyherecibidolacartayhevenidodeinmediato.Porningúnotromotivo,puesmeparecemotivosuficiente.Tepuedoleerlapartedelacartaqueserefiereati.

Sacólacartadelbolsillo.

—Aquíestá.Escribe:«HacetiempoquenoveoaJosef,haceunasemanaestuve en el banco, pero Josef estaba tanocupadoquenomedejaronverle.Estuve esperando casi una hora, pero tuve que irme a casa porque tenía laleccióndepiano.Mehubieragustadohablarconél,esposiblequesepresenteotraoportunidad.Paramicumpleañosmeenvióunagrancajadebombonesdechocolate, fuemuy atento y cariñoso. Semeolvidó escribíroslo, pero ahoraquemepreguntáis,lorecuerdo.Losbombonesnoduranmuchoenlapensión,apenastieneunoconcienciadequelehanregaladobombones,cuandoyasehanacabado.EnloqueconcierneaJosefosqueríadeciralgomás.Comooshe mencionado, en el banco no me dejaron entrar a verle porque en esemomentoestabatratandoalgoimportanteconunhombre.Despuésdeesperartranquilamente durante un buen rato, pregunté a un empleado si la reuniónduraríamuchomás.Élcontestóquepodríaser,puesprobablementeteníaquever con el proceso que se había incoado contra el gerente. Pregunté quéprocesoysinoseequivocabaymerespondióquenoseequivocaba,queeraunprocesoy,además,grave,peroquenosabíamás.Aélmismo legustaríaayudaralgerente,puesleconsiderabaunhombrebuenoyjusto,peroquenosabríacómoempezar,sólodeseabaquepersonasinfluyentesloapoyaran.Eramuyprobablequeestoocurriera,ytodoterminaríabien,peroporahora,comose,desprendíadelmalhumordelseñorgerente, lascosasnoibannadabien.Porsupuesto,nodimuchaimportanciaaestainformación,intentétranquilizaral sencilloempleado, le aconsejéquenohablasedeelloconotrosy lo tuvetodoporrumoresinfundados.Sinembargo,talvezfueraconvenientequetú,querido padre, le visitaras la próxima vez que vinieras, a ti te será fácilaveriguaralgoy,sirealmentefueranecesario,podríasintervenirconalgunosdetusinfluyentesamigos.Ysinoresultanecesario,queserálomásprobable,al menos le darás a tu hija la oportunidad de abrazarte, lo que le alegrarámucho».

—Unaniñaencantadora—dijoeltíoalterminardeleerlacartaysesecóalgunaslágrimasquebrotabandesusojos.

Kasintió.Acausadetodoslosproblemasquehabíatenidoenlosúltimostiempos,habíaolvidadoporcompletoaEma,inclusosehabíaolvidadodesucumpleaños y la historia de los bombones había sido sólo una fábula paraprotegerlefrenteasus tíos.Eraalgoenternecedor,Ynisiquierase lopodríapagarcon lasentradasparael teatroque,apartirdeahora,pensabaenviarlecon regularidad,peronose sentíaconberzasparavisitarlaen lapensión,ni

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tampocoparasostenerunaconversaciónconunaniñadediecisieteañosqueaúnacudíaalinstituto.

—Y ¿qué dices tú ahora? —preguntó el tío, que daba la impresión dehaberloolvidadotododebidoasuexcitaciónyparecíaleerlacartadenuevo.

—Sí,tío—dijoK—,esverdad.

—¿Es verdad? —exclamó el tío—. ¿Qué es verdad? ¿Cómo puede serverdad?¿Quétipodeproceso?¿Noseráunprocesopenal?

—Unprocesopenal—respondióK.

—¿Yestásaquísentadotantranquilomientras tienesunprocesopenalalcuello?—gritóeltío,queibaelevandocadavezmáseltonodevoz.

—Cuantomástranquiloesté,mejorparaeldesenlace—dijoKcansado—.Notemasnada.

—¡Eso nome puede tranquilizar!—gritó el tío—. Josef, querido Josef,piensaen ti, en tusparientes, ennuestrobuennombre.Hastaahorahas sidonuestro orgullo, no puedes convertirte en nuestra vergüenza. Tu actitud—ymiróaKconlacabezaligeramenteinclinada—,tuactitudnomegusta,asínosecomportaningúnacusadoinocentequeaúnposeefuerzas.Dimeenseguidadequésetrataparaquepuedaayudarte.¿Acasosetratadelbanco?

—No—dijo K, y se levantó—. Hablas demasiado alto, querido tío, elempleadoestáseguramentedetrásdelapuertayoyetodoloquedecimos.Estoesmuydesagradableparamí.Esmejorquenosvayamos.Contestaréatodastus preguntas lomejor quepueda.Sémuybienque soy responsable ante lafamilia.

—Exacto—exclamóel tío—,exacto,dateprisa,Josef,dateprisa—.Aúntengoquedarunosencargos—dijoK,yllamóporteléfonoasusustituto,queentró poco después. El tío, en su excitación, señaló con la mano a K paraindicarqueésteeraelquelehabíallamado,deloquenaturalmentenohabíaningunaduda.K,quepermanecíadetrásdelescritorio,aclaróenvozbajaasusustituto,unhombrejoven,que,sinembargo,escuchabaconseriedad,todoloque tenía que hacer en su ausencia, mostrándole distintos escritos. El tíomolestabaalpermanecerallídepie,conlosojosmuyabiertosymordiéndoseloslabios;aunqueenrealidadnoescuchaba,laimpresióndequelohacíaeramuy incómoda.Luegocomenzóapaseardeun ladoaotrode lahabitación,deteniéndose un rato ante la ventana o ante un cuadro y pronunciandoexpresiones como: «Me es completamente incomprensible» o «ahora dimeadóndevaa iraparar todoesto».Elhombre jovenhacíacomosinonotasenada, escuchó tranquilamente las instrucciones deK, anotó algunas cosas ysalió,despuésdehaberrealizadounaligerainclinaciónanteK,asícomoante

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eltío,que,sinembargo,levolviólaespalda,miróporlaventanaycerrólosvisillos.Apenassehabíacerradolapuerta,eltíoexclamó:

—Alfinsehaidoesepelele,ahorapodemosirnos.¡Yaerahora!

Pordesgracia,nohuboningúnmedioparaqueel tíodejaselaspreguntassobre el proceso cuando pasaban por el vestíbulo del banco, donde seencontrabanalgunosfuncionarios,entreelloselsubdirector.

—Bien, Josef—comenzó el tío, mientras saludaba con inclinaciones decabezaalospresentes—,dimeahoraabiertamentequétipodeprocesoes.

K hizo algunos gestos para que no dijera nada, sonrió un poco y sólocuandollegaronalaescalinataexplicóaltíoquenohabíaqueridohablarantelagente.

—Hashechobien—dijoeltío—,peroahorahabla.

Escuchóconlacabezainclinada,fumandouncigarrilloconnerviosismo.

Antetodo,tío,nosetratadeunprocesoanteuntribunalordinario.

—Malo—dijoeltío.

—¿Qué?—dijoK,ymiróaltío.

—Esoesmalo,segúncreo—repitióeltío.

Estaban al comienzo de la escalinata que conducía a la calle. Como elporteroparecíaescuchar,Ksellevóaltíohaciaabajo.Elanimadotráficodelacallelosacogió.Eltío,quesehabíaasidodelbrazodeK,yanoquisohablarcontantaurgenciasobreelproceso,inclusoanduvieronunratoensilencio.

—Pero, ¿cómo ha podido ocurrir? —preguntó finalmente el tío, y sedetuvo tan súbitamente que los que venían detrás le tuvieron que esquivarasustados—. Esas cosas no surgen así, de repente, se van preparando conmuchotiempodeantelación,hatenidoquehabersignos.¿Porquénomehasescrito?Ya sabes que hago todo lo que puedo por ti, en ciertamedida sigosiendo tu tutor, y hasta hoy he estado orgulloso de serlo. Por supuesto queseguiré ayudándote, aunque ahora que el proceso está enmarcha, serámuydifícil.Lomejorseríaquetetomarasunaspequeñasvacacionesytevinierascon nosotros al campo. Estás un poco delgado, ahora lo noto. En el camporecuperarás las fuerzas, eso será bueno, pues te esperan grandes esfuerzos.Además, así eludirás al tribunal. Aquí disponen de todos los medioscoercitivos y los pueden aplicar automáticamente. En el campo tienen quedelegarenunórganoointentarinfluirsobretiporcorrespondencia,telégrafooteléfono.Esodebilita,naturalmente,losefectos.Aunquenotelibera,almenostedaunrespiro.

—Mepuedenprohibirsalirdelaciudad—dijoK,queparecíaentraralgo

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enelprocesomentaldeltío.

—Nocreoquelohagan—dijoeltíopensativo—,contupartidanosufrenunapérdidaexcesivadepoder.

—Yopensaba—dijoK,y tomóa su tíodelbrazopara impedirleque sedetuviera—queledaríasmenosimportanciaqueyo,yahoracomprueboquetúmismolotomascomoalgomuyserio.

Josef—exclamó el tío, e intentó desasirse para detenerse, peroK no ledejó—, estás cambiado, siempre has tenido una gran inteligencia, ¿yprecisamenteahoranolaempleas?¿Acasoquieresperderelproceso?¿Sabesloqueesosignifica?Esosignificaque tesuprimirán,ya todos tusparientescontigo o, al menos, quedarán humillados, a la altura del suelo. Josef,concéntrate. Tu indiferencia me desespera. Al verte así se puede creer elrefrán:«Procesoincoado,procesoperdido».

—Querido tío—dijoK, es inútil excitarse. Excitándose no se ganan losprocesos.Dejaquemeguíetambiénpormisexperiencias,delmismomodoenque respeto las tuyas,pormásquealgunasvecesmeasombren.Comodicesquetambiénlafamiliaquedaráafectada—loquenopuedoentender,peroesunasuntosecundario—,seguirétusconsejos.Peronoconsiderounaestanciaen el campo como algo ventajoso, pues significaría reconocer mi culpa ypodría entenderse como una huida. Además, aquí, es cierto, me puedenperseguirmejorperotambiénpuedoactuareinfluirenelasunto.

—Cierto —dijo el tío en un tono reconciliador—, sólo te hice esaproposiciónporqueveíaquepeligrabatodoelasuntocontuindiferenciaymeparecía que la única salida viable era tomarlo todo en mis manos. Pero siquieres llevar túmismo el asunto y con todas tus fuerzas, será desde luegomuchomejor.

—Entoncesestamosdeacuerdo—dijoK—.¿Tienesalgúnconsejosobreloquepodríahacer?

—Aúntengoquemeditaralgosobreelasunto—dijoeltío—.Comosabes,vivoininterrumpidamenteenelcampodesdehaceveinteañosyasísepierdeel instintopara estas cosas.Mis contactos congente importante, que tal vezconozcanmejorestosasuntos, sehandebilitadoconel tiempo.Enelcampoestoy algo solo. Precisamente uno lo nota cuando se producen este tipo deincidentes.Además,todoestohasidoinesperado,pormásquedespuésdelacarta de Ema sospechase algo, que se convirtió en certeza nada más verte.Peroesonotieneimportancia,lomásimportanteesnoperdereltiempo.

Mientrashablabahabíahechoseñasaun taxi,poniéndosedepuntillas,ycuandoésteparó,subió,ledijounadirecciónalconductoreintrodujoaKenelinterior.

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—Vamos a hacer una visita al abogado Huld —dijo el tío—, fuimoscompañeros de colegio. ¿Conoces el nombre? ¿No? Esmuy extraño. Tienegranfamacomodefensoryabogadodelospobres.Yotengomuchaconfianzaenélcomopersona.

—Me parece bien todo lo que emprendas —dijo K, aunque la maneraprecipitadadeactuardeltíolecausaraciertomalestar.Noeramuyagradablevisitaraunabogadoparapobressiendounacusado.

—Nosabía—dijo—queenunasuntoasísepodíaconsultaraunabogado.

—Pues claro, naturalmente, ¿por qué no?Y ahora cuéntamelo todo paraqueestébieninformadodeloquehaocurrido.

Kselocomenzóacontar,sinsilenciarnada.Sucompletasinceridadfuelaúnicaprotestaquesepudopermitircontralaopinióndeltíodequeelprocesoeraunagranvergüenza.Elnombrede laseñoritaBürstner lomencionósólounavezydepasada,peroesono influyóen la sinceridadde su exposición,puesellanoteníaningunarelaciónconelproceso.Mientrashablaba,mirabaporlaventanillayobservabacómoseacercabanalossuburbiosenlosquesehallabanlasoficinasdeljuzgado.Selodijoasutío,peroéstenocreyóquelacoincidenciafuesedignadesertenidaencuenta.Elcochesedetuvoanteunacasa oscura. El tío llamó a la primera puerta de la planta baja. Mientrasesperaban,sonrió,hizorechinarsusgrandesdientesymusitó:

—Las ocho, una hora inusual para recibir a los clientes.Huld nome lotomaráamal.

En la mirilla de la puerta aparecieron dos grandes ojos negros, quecontemplaron durante un rato a los huéspedes y desaparecieron. La puertapermaneciócerrada.EltíoyKseconfirmaronmutuamentehabervistolosdosojos.

—Unacriadanuevaque tienemiedoa losextraños—dijoel tíoy llamóotra vez. Volvieron a aparecer los ojos, parecían tristes, pero podía ser unailusiónproducidapor la llamadegasqueardíaporencimadesuscabezasyqueapenasalumbraba.

—¡Abra!—gritóeltíogolpeandolapuertaconelpuño—,somosamigosdelseñorabogado.

—Elseñorabogadoestáenfermo—susurróalguienasusespaldas.Enunapuertaalotroladodelpasillohabíaunhombreenbataqueeraelquesehabíadirigidoaellosconvoztanbaja.Eltío,queyaestabaenfurecidoporlaespera,sediolavueltabruscamenteygritó:

—¿Enfermo?—ysefuehaciaélconactitudamenazadora,comosielotrofueselamismaenfermedad.

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—Ya les han abierto—dijo el hombre, señaló la puerta del abogado, seajustólabataydesapareció.

Era cierto, habían abierto la puerta, una muchacha —K reconoció enseguida los ojos oscuros, un poco saltones— permanecía con un delantalblancoenelvestíbuloymanteníaunavelaenlamano.

—Lapróximavezabraantes—dijoel tío envezde saludar,mientras lamuchachahacíaunaligerainclinacióndecabeza.

—Vamos,Josef—dijoaK,quepasólentamentealladodelamuchacha.

—Elseñorabogadoestáenfermo—dijola joven,yaqueel tíosedirigiódirectamentehaciaunapuertasindetenerse.Kaúncontemplabaasombradoalamuchacha, cuando ella se volvió para impedir la entrada.Tenía un rostroredondocomoeldeunamuñeca,peronosólolaspálidasmejillasylabarbillaposeíanunaformaredondeada,sinotambiénlassienesylafrente.

—Josef—volvióallamareltíoy,acontinuación,lepreguntóalajoven:

—¿Eselcorazón?

—Creoquesí—dijoella,habíatenidotiempoparaavanzarconlavelayabrirlapuertadelahabitación.Enunadelasesquinas,aúnnoiluminada,seelevódelacamaunrostroconunalargabarba.

—Leni,¿quiénviene?—preguntóelabogado,que,deslumbradoporlaluzdelavela,aúnnohabíapodidoreconoceralosvisitantes.

—SoyAlbert,tuviejoamigo—dijoeltío.

—¡Ah!,Albert—dijoelabogado,ysedejócaersobrelaalmohada,comosiesavisitanonecesitaseningunaatenciónespecial.

—¿Tanmalestás?—preguntóeltío,ysesentóalbordedelacama—.Nolocreo.Esunadetusrecaídas,peropasarácomolasanteriores.

—Es posible —dijo el abogado en voz baja—, pero es peor que otrasveces.Respirocondificultad,noduermoyvoyperdiendofuerzasdíaadía.

—Vaya—dijoel tío,ypresionósusombrerode jipijapacontra la rodilla—, son malas noticias. ¿Te están cuidando bien? Esto está tan triste, tanoscuro.Hapasadoyamuchotiempodesdelaúltimavezqueestuveaquí,peroantesestoeramásagradable.Tampocotupequeñaseñoritaparecemuyalegre,otalvezdisimula.

Lamuchachapermanecíaconlavelacercadelapuerta.ParecíafijarsemásenKqueenel tío,auncuandoésteserefirióaella.Kseapoyóenunasillaqueélmismohabíadesplazadohastalasproximidadesdelajoven.

—Cuandoseestátanenfermocomoyo—dijoelabogado—,hayquetener

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tranquilidad,amínomeparecetriste.

Despuésdeunapequeñapausaañadió:

—YLenimecuidamuybien,esmuybuena.

El tío, sin embargo, no se dejó convencer. Tenía un prejuicio contra laenfermerayaunquenoreplicónadaalenfermo,persiguióconmiradaseveraalamuchachacuandoésta seacercóa lacama,dejó lavelaen lamesilladenoche,se inclinósobreelenfermoy lesusurróalgomientras learreglaba laalmohada.Eltíoprácticamenteabandonótodaconsideraciónhaciaelenfermo,selevantó,estuvopaseandodeunladoaotrodetrásdelaenfermerayaKnolehubieraasombradoque lahubieracogidopor la faldaparaapartarlade lacama. K, sin embargo, lo contemplaba todo con tranquilidad. Incluso laenfermedaddelabogadoeraalgoquenoleveníamal,nohabíapodidooponernadaalaactividadqueeltíohabíadesarrolladoporsucausa,peroelfrenoqueexperimentaba ahora ese celo, sin intervención alguna deK, lo tomó comoalgo positivo. Entonces el tío, tal vez sólo con la intención de ofender a laenfermera,dijo:

—Señorita,porfavor,déjenosunmomentoasolas,tengoquetratarconmiamigounasuntopersonal.

La enfermera, que se había inclinado aún más sobre el enfermo yprecisamenteenesemomentoalisaba la sábana,volvió lacabezaydijocontodatranquilidad,quecontrastabaconelsilenciofuriosoylaverborreadeltío:

—Ya ve, el señor estámuy enfermo, no puede hablar de ningún asuntopersonal.

Probablementehabíarepetidolaspalabrasdeltíosóloporcomodidad,peropor alguna persona ajena se podría haber tomado como una burla. El tío,naturalmente,secomportócomosilehubieranacuchillado.

—Tú,condenada—logródecirconvozguturalycasiincomprensibleporlaexcitación.

Kseasustó,aunquehabíaesperadounareacciónsemejante,asíquecorrióhacia él con la intención de taparle la boca con las manos. Felizmente, elenfermo se incorporó detrás de la muchacha. El rostro del tío se tornósombrío, como si se estuviera tragando algo repugnante, y dijo algo mástranquilo:

—Porsupuestoqueaúnnohemosperdidolarazón;si loquereclamonofueraposible,nolohabríadicho.Porfavor,váyase.

Laenfermeraestabadepiealladodelacama,mirandoaltío,yconunadesusmanos,comocreyóadvertirK,acariciabalamanodelahogado.

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—PuedesdecirloquequierasenpresenciadeLeni—dijoelenfermoconuntonodesúplica.

—Nomeconcierneamí—dijoeltío—,noesmisecreto.

Y se dio la vuelta, como si no pensara participar enmás negociaciones,peroconcedieraunperiododereflexión.

—Entonces,¿aquiénconcierne?—preguntóelabogadoconvozapagada,yvolvióaecharse.

—Amisobrino—dijoeltío—,lohetraídoconmigo.

Selopresentó:

—GerenteJosefK.

—¡Oh!—dijoelenfermoconsúbitavivacidad,y leextendió lamano—,disculpe,nohabíaadvertidosupresencia.

—Retírate, Leni—dijo a la enfermera, que ya no se opuso, y le dio lamanocomosisedespidieraporlargotiempo.

—Asíquenohasvenidoahacerunavisitaaunenfermo—dijofinalmenteal tío, que se había acercado ya reconciliado—, vienes por motivosprofesionales.

Eracomosilaideadeunavisitadeenfermohubieseparalizadohastaesemomentoalabogado, tanfortalecidoaparecíaahora.Permanecióapoyadoenelcodo,loqueteníaqueserbastantefatigoso,ytiróunayotravezdeunpelodesubarba.

—Parece—dijoeltío—quetehasrecuperadoalgodesdelasalidadeesabruja.

Seinterrumpióymusitó:

—Apuestoaqueestáescuchando—ysaltóhacialapuerta.Perodetrásdelapuertanohabíanadie.Eltíoregresó,peronodecepcionado,sinoamargado,puescreíaverenelcomportamientorectodelamuchachaunamayormaldad.

—Nolaconoces—dijoelabogado,sinprotegermása laenfermera.Talvezsóloqueríaexpresarconelloquenonecesitabaprotección.Peroprosiguióenuntonomásinteresado:

—Enloqueserefierealasuntodetuseñorsobrino,meconsideraríafelizsimis fuerzas bastasenpara una tarea tan extremadamente difícil;me temo,sinembargo,quenobastarán,pero tampocoquierodejarde intentarlo;sinopuedo, siempre será posible solicitar la ayuda de otro. Para ser sincero, elasunto me interesa demasiado como para dejarlo pasar y renunciar a todaparticipación.Simicorazónnolosoporta,almenosencontraráaquíunabuena

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ocasiónparafallardeltodo.

Knocreyócomprenderniunasolapalabradeloquehabíadicho.Miróaltíoparaencontrarunaexplicación,peroésteestaba sentadoen lamesilladenoche,delaqueseacababadecaersobrelaalfombraunfrascodemedicinas.Conlavelaenlamano,eltíoasentíaaloquedecíaelabogado,semostrabadeacuerdo en todo y miraba de vez en cuando a K como si requiriera unconsenso similar. ¿Acaso había hablado ya el tío con el abogado acerca delproceso?Peroesoeraimposible,todoloacaecidohablabaencontra.Porestacausa,dijo:

—Noentiendo.

—¿Acasoleheinterpretadomal?—preguntóelabogadotanasombradoyconfuso como K—. Tal vez me he precipitado. ¿Sobre qué quería hablarconmigo?Creíaquesetratabadesuproceso.

—Naturalmente—dijoel tío,queentoncespreguntóaK—:Pero¿qué tepasa?

—Sí,pero,¿dequémeconoceycómosabedemiproceso?—inquirióK.

—¡Ah, ya! —dijo el abogado sonriendo—, soy abogado, trato conmiembrosde los tribunales,sehabladedistintosprocesos,sobre todode losmás llamativos, y cuando afectan al sobrino de un amigo se quedan en lamemoria.Noesnadaextraño.

—Pero¿quétepasa?—volvióapreguntarleeltío—.Estásmuynervioso.

—¿Ustedtienetratoconlosmiembrosdelostribunales?—preguntóK.

—Sí—dijoelabogado.

—Hacespreguntasdeniño—dijoeltío.

—¿Conquiénvoya tratar sinoescongentedemigremio?—añadióelabogado.

SonótanirrebatiblequeKfueincapazdecontestar.«UstedtrabajaenlasestanciasdelPalaciode justiciaperonoen lasdeldesván»,hubieraqueridodecir,peronoseatrevió.

—Tieneque tenerencuenta—continuóelabogado,comosi leestuvieraexplicandoalgoevidenteysuperfluo—quedeesetratosacomuchasventajasparamis clientes y, además, enmúltiples sentidos, pero de eso no se puedehablar. Naturalmente estoy algo impedido a causa de mi enfermedad; noobstante sigo recibiendo visitas de buenos amigos de los tribunales y meenterodealgunascosas.Esposiblequemeenteredemuchomásdeloquesepuedenenteraralgunosquegozandelamejorsaludysepasantodoeldíaenlostribunales.Precisamenteahoratengounavisitaentrañable—yseñalóhacia

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unadelasesquinas.

—¿Dónde?—preguntóKdeunmodoalgogroseroporlasorpresa.Miróasu alrededor con inseguridad, la luz de la vela no llegaba hasta la paredopuesta.Y realmente algo comenzó amoverse en la esquina.A la luzde lavela,queahoraeltíososteníaenalto,sepodíaveraunseñorbastantemayorsentadofrenteaunamesita.Eracomositodoesetiempohubieraaguantadolarespiración para permanecer inadvertido. Ahora se levantó algo molesto,insatisfecho por haber acaparado la atención. Era como si quisiera evitar,moviendo las manos como pequeñas alas, cualquier presentación o saludo,comosinoquisieramolestaralosdemásconsupresenciaycomosisuplicasequeledejarandenuevoenlaoscuridadyenelolvido.Peroyanoselopodíanconsentir.

—Noshabéissorprendido—dijoelabogadocomoexplicaciónehizounaseñaalseñorparaanimarleaqueseaproximara,loqueéstehizolentamente,dudando,mirandoalrededoryconciertadignidad.

—El señor jefe de departamento judicial…, ¡ah!, perdón, no les hepresentado.Aquími amigoAlbertK, aquí su sobrino, el gerente JosefK, yaquíelseñor jefededepartamento.Bien,pueselseñor jefededepartamentohasidotanamabledehacermeunavisita.Elvalordeunavisitaasísólopuedeserapreciadoporalguienquesepalocargadodetrabajoqueestáelseñorjefede departamento. No obstante ha venido, y conversábamos tranquilamente,tantocomolopermitíamidebilidad.NohabíamosprohibidoaLeniquedejaraentrar a visitantes, pues no esperábamos a ninguno, pero opinábamos quedebíamospermanecersolos;entoncesseoyerontusgolpes,Albert,yelseñorjefededepartamentoseretiróconsusillónaunaesquina,peroahorapareceque tenemosunasuntoparadiscutirencomúnypuedevolverconnosotros.Señor jefe de departamento dijo con una inclinación y una sonrisa sumisa,señalandounasillaenlacercaníadelacama.

—Pordesgraciasólopodrépermanecerunosminutos—dijoamablementeel jefededepartamento, se sentócómodamenteen la sillaymiróel reloj—,pues el trabajo me llama. Pero tampoco quiero perder la oportunidad deconoceraunamigodemiamigo.

Inclinóligeramentelacabezahaciaeltío,quienparecíamuysatisfechoporsunuevoconocido,satisfacciónque,sinembargo,nosupomanifestar,yaque,por su naturaleza, era incapaz de mostrar ningún sentimiento de sumisión,limitándose a acompañar las palabras del jefe de departamento con una risaconfusa. ¡Una visión horrible! K podía contemplarlo todo tranquilamente,puesnadiesepreocupabadeél.Eljefededepartamento,comoparecíaqueerasucostumbre,tomólapalabra.Elabogado,porsuparte,cuyadebilidadinicialparecíaquesólohabíaservidoparaexpulsaralanuevavisita,escuchabacon

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atención,conlamanoeneloído;eltío,quemanteníalavela—labalanceabasobre sumuslo y el abogado lemiraba frecuentemente con preocupación—habíasuperadosuconfusiónpreviayseguíaencantadolamaneradehablardeljefe de departamento y los movimientos ondulados de manos con que ésteacompañaba a sus palabras. K, que se apoyaba en la pata de la cama, eracompletamenteignoradoporeljefededepartamento,probablementecontodaintención,ypermaneciócomomerooyente.Además,nosabíadequéestabanhablandoysededicóapensarenlaenfermera,eneltratotanmaloquehabíarecibido del tío y llegó a considerar si no había visto ya al jefe dedepartamento,talvezenlaasambleadurantesuprimeracomparecencia.Siseequivocaba,eljefededepartamentohabríaarmonizadoperfectamenteconlosparticipantesdelasprimerasfilas,aquellosancianosconsusbarbasralas.

En ese preciso momento todos se quedaron escuchando pues se habíaproducidounruidocomoelquehacelaporcelanaalromperse.

—Voyaverquéhapodidoocurrir—dijoK,ysalió lentamente,comosiquisieradar laoportunidaddeque ledetuvieran.Apenashabíaentradoenelvestíbulo e intentaba orientarse en la oscuridad, cuando unamano pequeña,muchomáspequeñaqueladeK,seposósobrelasuya,aúnenelpicaporte,ycerrósuavementelapuerta.Eralaenfermera,quehabíaestadoesperandoallí.

—No ha ocurrido nada—susurró ella—, he arrojado un plato contra laparedparasacarledelahabitación.

Kdijoalgoconfuso:

—Tambiényohepensadoenusted.

—Muchomejor—dijolaenfermera.Venga.

Llegaronaunapuertaconuncristalopaco.Laenfermeralaabrió.

—Entre—dijoella.

Eraeldespachodelseñorabogado.Porloquesepodíaapreciaralaluzdela luna, que sólo alumbraba con intensidad un espacio rectangular del suelobajodosgrandesventanas,losmuebleseranantiguosypesados.

—Vengaaquí—dijolaenfermera,yseñalóunoscuroarcónconformadeasientoprovistodeunrespaldodemaderalabrada.

Cuando K se sentó, miró a su alrededor: era una habitación amplia yelevada, laclienteladelabogadode lospobres sedebíadesentirperdida.Kcreyóapreciar lospequeñospasos con losque losvisitantes se acercabanalpoderoso escritorio. Pero poco después lo olvidó y sólo tuvo ojos para laenfermera,queestabasentadajuntoaélycasilepresionabacontraunodelosbrazosdelarcón.

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—Pensé—dijoella—quevendríaconmigosinnecesidaddellamarle.Hasido muy extraño. Primero me estuvo mirando al entrar casiininterrumpidamenteyluegomedejóesperando.Porlodemás,llámemeLeniañadió rápida e inesperadamente, como si no quisiera desperdiciar ni unsegundodeesaconversación.

—Encantado—dijoK—.Peroenloqueconcierneasuextrañeza,Leni,sepuedeexplicarfácilmente.Enprimerlugar,teníaqueescucharlachácharadelosdosancianosynopodíasalirsinmotivoalguno;ensegundolugar,soymásbientímido,yusted,Leni,noteníaelaspectodepoderserconquistadaenuninstante.

—No ha sido eso —dijo Leni, que apoyó el brazo en el respaldo ycontemplóaK—,loquepasaesquenolegustéalprincipioyprobablementetampocolegustoahora.

—«Gustar» no expresaría bien lo que siento —dijo K, eludiendo unarespuestadirecta.

—¡Oh!—exclamóellasonriendo,yganógraciasalasúltimaspalabrasdeKciertasuperioridad.Porestacausa,Kpermanecióunratoensilencio.Comoya se había acostumbrado a la oscuridad de la habitación, pudo distinguiralgunosobjetos.Enconcreto,lellamólaatenciónungrancuadroquecolgabaaladerechadelapuerta.Seinclinóparaverlomejor.Enélestabaretratadounhombre con la toga de juez, sentado en un sitial, cuyos adornos doradosdestacabanintensamente.Loinsólitoeraqueesejueznoestabasentadoenunaactitud digna y reposada, sino que presionaba con fuerza el brazo izquierdocontraelrespaldoycontraelbrazodelsitial,mientrasmanteníalibreelbrazoderecho,cuyamanoseaferrabaalotrobrazodelasientocomosienelinstantesiguiente fuera a saltar con un giro violento para decir algo decisivo opronunciaruna sentencia.Se suponíaque el acusadoestaba al iniciodeunaescalera,delacualsólosepodíanver lospeldañossuperiores,cubiertosconunaalfombraamarilla.

—Talvezseaéstemijuez—dijoK,yseñalóelcuadroconeldedo.

—Yo le conozco —dijo Leni, que también miró el cuadro—, viene amenudo de visita. El retrato lo pintaron cuando era joven, pero jamás hapodido parecerse al del cuadro, pues es muy bajito. Sin embargo, se hizoretratarconesaestaturaporqueesmuyvanidoso,comotodoslosdeaquí.Peroyotambiénsoyvanidosayestoymuyinsatisfechapornogustarleausted.

K sólo respondió a este último comentario atrayendo a Leni hacia él yabrazándola:ellareclinóensilenciolacabezaensuhombro.Acontinuación,Klepreguntó:

—¿Quérangotiene?

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—Esjuezdeinstrucción—dijoella,tomólamanodeK,conlaqueéllaabrazabayjugóconsusdedos.

—Otra vez sólo un juez instructor —dijo K decepcionado—, losfuncionariossuperioresseesconden,peroélestásentadoenunsitial.

—Esoestodouninvento—dijoLeni,poniendoelrostroenlaManodeK,enrealidadestásentadoenunasilladecocina,cubiertaunaviejamantaparacaballerías.Pero¿tienequepensarsiempreenelproceso?añadiólentamente.

—No, no, en absoluto —dijo K—, incluso creo que pienso demasiadopocoenél.

—Ése no es el error que está cometiendo —dijo Leni—. Usted esdemasiadoinflexible,almenosesoesloqueheoído.

—¿Quién ha dicho eso?—preguntó K. Sintió su cuerpo en su pecho ycontemplósumatadepelooscuro.

—Revelaría demasiado si se lo dijera—respondióLeni—.Por favor, nopregunte nombres, pero rectifique su error, no sea tan inflexible. No haydefensaposiblecontraestajudicatura,hayqueconfesar.Hagalaconfesiónenla próximaoportunidadque se le presente. Sólo así tendrá la posibilidad deescapar, sóloasí.Noobstante, le será imposible sinayuda.No temaporesaayuda,yoselaprestaré.

—Ustedsabemuchodeestajusticiaydetodaslastrampasnecesariasparamoverse en ella—dijoK, y, como se apretabamucho a él, decidió sentarlasobresusrodillas.

—Asíestoybien—dijoella,yseacomodóunpocolafalday lacamisa.Luegopusolasmanosentornoasucuello,seinclinóunpocohaciaatrásylocontemplóduranteunrato.

Ysinoconfieso,¿nomepodráayudar?—preguntóKdeprueba.Reúnoayudantes femeninos—pensó con asombro—, primero la señorita Bürstner,luego la esposa del ujier y por último esta pequeña enfermera, que parecesentirunaincomprensibleatracciónhaciamí.¡Sesientaenmisrodillascomosifuesesulugarpreferido!»

—No—respondióLeniysacudiólentamentelacabeza—.Enesecasonopodría ayudarle. Pero está claro que usted no quiere mi ayuda usted esobstinadoynosedejaconvencer.¿Tieneunaamante?—preguntódespuésdeunratodesilencio.

—No—dijoK.

—¡Oh,sí!—dijoella.

—Sí, claro que sí —dijo K—. La he negado y, no obstante, llevo una

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fotografíasuya.

Siguiendo su petición, lemostró la fotografía, que ella estudió hecha unovillo sobre sus rodillas. Era una fotografía al natural: la tomaronmientrasElsabailabaunadanza trepidante,comolasque legustababailarenel localdonde trabajaba; su falda volaba a su alrededor agitada por sus giros yapoyabalasmanosenlascaderas,almismotiempomirabasonriendohaciaunladoconelcuelloestirado.Nosepodíareconocerenlafotoaquiéndirigíaesasonrisa.

—Sehaceñidodemasiadoelcorpiño—dijoLeni,yseñalóellugardondese podía apreciar—.Nome gusta, es torpe y vulgar. Tal vez sea con usteddulce y amable, eso se podría deducir de la fotografía.Mujeres tan altas yfuertes no saben amenudo otra cosa que ser dulces y amables; pero, ¿seríacapazdesacrificarseporusted?

—No—dijoK—,niesdulceniamable,nitampocosesacrificaríapormí.Aunque hasta ahora no he reclamado de ella ni lo uno ni lo otro. Y no hecontempladolafotografíacontantodetenimientocomousted.

—Entoncesnotienemuchaimportanciaparausted—dijoLeni—,noessuamante.

—Síloes—dijoK—,novoyadesmentirloahora.

—Bueno, pormucho que sea su amante—dijoLeni—, no la echaría demenossilaperdieraolasustituyeraporotra,porejemplopormí.

—Cierto —dijo K sonriendo—, eso sería posible, pero ella tiene unaventajafrenteausted,nosabenadadelprocesoysisupieraalgo,nopensaríaenconvencermeparaquecondescendiera.

—Esonoesningunaventaja—dijoLeni—.Sino tienemásventajas,noperderélaesperanza.¿Tienealgúndefectocorporal?

—¿Undefectocorporal?—preguntóK.

—Sí—dijoLeni—,yotengounpequeñodefecto,mire.

Estiró los dedos corazón e índice de sumano derecha y unamembranallegabaprácticamentehastalamitaddeldedomáscorto.Laoscuridadimpidióver a K lo que quería mostrarle, así que ella llevó su mano hasta el sitioindicadoparaqueéllotocara.

—Quécaprichodelanaturaleza—dijoK,yañadiómientrasmirabatodalamano—:Quégarratanhermosa.

Leni contempló con orgullo cómoK abría y cerraba asombrado los dosdedoshastaque,finalmente,losbesóligeramenteylossoltó.

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—¡Oh!—exclamóellaenseguida—.¡Mehabesado!

Ayudándoseconlasrodillas,trepóporelcuerpodeKconlabocaabierta;Klamiróconsternado,ahoraqueestabatancercanotóquedespedíaunoloramargoyexcitante,comoapimienta;atrajosucabeza,seinclinósobreellaylamordióybesóenelcuello,luegomordiósupelo.

—Lahasustituidopormí—exclamabaella—,ve,¡lahasustituidopormí!

Sus rodillas resbalaron y cayó hasta casi tocar la alfombra lanzando unpequeñogrito.Klaabrazóparasujetarla,peroellaloatrajo.

—Ahorameperteneces—dijoella.

—Aquítieneslallavedelacasa,vencuandoquieras—fueronsusúltimaspalabrasyunbesoalazarlealcanzóenlaespaldamientrassealejaba.Cuandosaliódelacasacomprobóquecaíaunafinalluvia,queríallegaralamitaddela calle para poder ver a Leni en la ventana, pero de un automóvil, queesperabacercadelacasa,yqueKnohabíaadvertido,salióeltío,lecogiódelbrazo y le empujó contra la puerta de la casa, como si quisiera apuntalarlecontraella.

—¡Pero cómohas podidohacerlo!—gritó—.Has dañadogravemente tucausacuandoya ibaporelbuencamino.Teocultasconesacosa suciaque,además, es la amante del abogado y permaneces ausente durante horas. Nisiquiera buscas una excusa, no, ni disimulas, sino que abiertamente correshaciaellay tequedasconella.Ymientras tantonosotrospermanecemosallísentados,tutío,queseesfuerzaporti,elabogado,alquehayqueganarseparaque te defienda y, sobre todo, el jefe de departamento, ese gran señor, quedominatucasoensuestadoactual.Queríamoshablarsobrecómosetepodíaayudar,yoteníaquehablarcuidadosamenteconelabogadoyluegoésteconeljefededepartamentoyalmenostendríasquehabermeapoyado.Envezdeesopermanecesausente.Al finalyanosepuedeocultar, sonhombreseducados,nohablandeello,meguardanconsideración,perollegaunmomentoenqueya no lo pueden tolerar, y como no pueden hablar del caso, enmudecen.Hemos permanecido allí sentadosminutos yminutos sin decir una palabra,escuchandosiveníasono.Todoenvano.Finalmente,eljefededepartamento,que ha permanecido más tiempo del que quería, se ha levantado y se hadespedido de mí, compadeciéndome y sin poder ayudarme. Luego esperóamablementeuntiempoenlapuertaysefue.Naturalmente,yoestabafelizdequesehubieraido,yanopodíanirespirar.Alabogadolehasentadomuchopeor, el pobre hombre no podía hablar cuando me despedí de él.Probablemente has contribuido a que sufriese una recaída y así aceleras lamuertedelhombredelquedependes.Ymedejasamí,atutío,aquí,bajolalluvia,mira,estoyempapado,heesperadohoras.

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Elabogado.Elfabricante.Elpintor

Unamañanadeinvierno—fueracaíalanieveylaluzeramortecina—,Kestabasentadoensudespacho,exhaustoapesardeencontrarseenlasprimerashoras de la mañana. Para protegerse de los funcionarios inferiores, habíaencargadoasuordenanzaquenodejasepasaranadie;pusocomoexcusaqueestabamuyocupado.Peroenvezdetrabajar,girabaensusillón,desplazabalentamentedistintosobjetossobreelescritorioy,sinsermuyconscientedeloquehacía,terminóporextenderelbrazosobrelamesaypermanecerinmóvilconlacabezainclinada.

El proceso ya no abandonaba sus pensamientos. Con frecuencia habíaconsiderado laposibilidadde redactarunescritodedefensayPresentarlo altribunal.Enélincluiríaunacortadescripcióndesuvidayaclararía,respectoacada acontecimiento importante, por qué motivos había actuado así, si esaforma de actuar, según su juicio actual, era reprochable o no, y lasjustificaciones que se podían aducir en uno u otro caso. Las ventajas de unescrito de defensa con un contenido similar, en comparación con la simpledefensaatravésdelabogado,porlodemástampocolibredeobjeciones,eranindudables. K no sabía lo que el abogado emprendía; en todo caso no eramucho, hacía unmes que no le llamaba y en ninguna de las visitas previastuvo la impresión de que ese hombre pudiera alcanzar algo. Ni siquiera lehabía preguntado apenas nada. Y, sin embargo, había tanto que preguntar.Preguntar era, sin duda, lo principal. K tenía la sensación de que élmismopodía plantear todas las preguntas necesarias del caso. El abogado, por elcontrario, en vez de preguntarle, contaba cosas él mismo o permanecía ensilencio, inclinándose sobre el escritorio—tal vez por su dureza de oído—,tirándosedeunpelodelabarbaymirandofijamente laalfombra,esposiblequehaciaellugarenelquehabíanyacidoKyLeni.Devezencuandolehacíaalguna vacía advertencia, como se hace con los niños. Palabras tan inútilescomoaburridas,queKnopensabapagarniconuncéntimocuandoleenviaralacuentafinal.Unavezqueelabogadocreíahaberlehumilladolosuficiente,comenzaba, como de costumbre, a infundirle un poco de ánimo. Según lecontaba,élhabíaganadoya totaloparcialmentemuchosprocesos similares,procesosque, sibiennohabíansido tandifícilescomoel suyo,almenossehabíanpresentadoigualdedesesperanzados.Teníaunalistaconesosprocesosensucajón—aldecirlogolpeteabaenunodeloslateralesdelamesa—,peropor desgracia no podía mostrar el material, pues se trataba de un secretooficial.Naturalmente,decía,todasuexperienciarevertíaenfavordeK.Habíacomenzadoatrabajardeinmediatoyelprimerescritojudicialyacasiestabaredactado. Su importancia consistía en que al ser la primera impresión que

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daba ladefensa,amenudodeterminabaesencialmenteelposteriordesarrollodel procedimiento.No obstante, por desgracia, se veía obligado a advertirleque a veces ocurría que los primeros escritos presentados al tribunal no seleían. Simplemente se agregaban a las actas y se estimaba queprovisionalmente era más importante el interrogatorio y la observación delacusado que todas las alegaciones realizadas por escrito. Si el solicitantemostraba apremio, se aducía que antes de la sentencia definitiva se reuniríatodoelmaterial,incluidaslasactasrespectivas,yseexaminaríantambiénlosprimeros escritos. Lamentablemente, esto no ocurría siempre así, el primerescrito se solía traspapelar o simplemente se extraviaba y, aunque seconservasehastaelfinal—estolohabíasabidoelabogadosóloporrumores—,apenasseleía.Todoesoeralamentable,peronocarecíadejustificación.Kno debía sacar la falsa conclusión de que el procedimiento no era público,podía ser público, si el tribunal lo consideraba necesario, pero la ley noprescribía su publicidad.Como consecuencia de esto, los escritos judiciales,ante todo el escrito de acusación, eran inaccesibles para el acusado y ladefensa,porconsiguientenosesabíaconexactitudaquésedebíareferir,enconcreto, el primer escrito, así que éste sólo podía contener por casualidadalgoquefueraimportanteparalacausa.Datosexactosyaptosparaservirdeprueba se podían elaborar con posterioridad, cuando los interrogatorios delacusadohicieranaparecerconmásclaridadloscargosqueseleimputabanopermitieran deducirlos con mayor precisión. Naturalmente, bajo estascondiciones, la defensa se encontraba en una situaciónmuy desfavorable ydifícil.Pero tambiénestoeradeliberado.En realidad, la leynopermitíaunadefensa,sólolatoleraba,noobstante,inclusorespectoalsextolegaldelquesepodía deducir una tolerancia, existía una fuerte disensión doctrinal. Porconsiguiente, estrictamente hablando, no podía haber ningún abogadoreconocido por los tribunales, todos los abogados que comparecían ante esetribunal eran abogados intrusos. El gremio consideraba esta situaciónindignanteysiK,ensupróximavisitaalosjuzgados,sefijabaeneldespachode losabogados, locomprobaría.Probablementequedaríahorrorizadoalverenquécondicionessereuníaallílagente.Yalaestanciaestrechamostrabaeldesprecioquela justicia teníaporesegremio.Laluzsólopenetrabaporunaclaraboya, situada a tal altura que si alguien queríamirar por ella tenía quebuscarauncolegaparasubirseasusespaldas.Porañadidura,elhumodeunachimeneacercanaleentraríaporlanarizyledejaríalacaranegra.Enelsuelode esa estancia —sólo para añadir un ejemplo más del estado en que seencontrabaaquello—,había,desdehacíamáseleunaño,unagujero,no tangrande como para que un hombre pudiese caer por él, pero sí lo suficientecomoparapodermeterunapierna.Eldespachodelosabogadosestabaenelsegundo piso, si alguien se hundía, la pierna aparecía en el primer piso,precisamenteenelcorredordondeesperanlosacusados.Noexagerabaaldecir

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queenloscírculosdeabogadosesasituaciónseconsiderabavergonzosa.LasquejasalaAdministracióndeJusticianohabíantenidoelmásmínimoéxito,loúnicoque sehabíaconseguidoeraque seprohibiera severamenteque losabogadoscambiasenalgoenlahabitaciónasumiendoellosmismosloscostes.Pero también esta forma de tratar a los abogados tenía un fundamento. Sequería impedir ladefensaysepretendíaquetodorecayesesobreelacusado.No era un mal criterio, pero sería un error deducir que en esa justicia losabogados no servían para nada. Todo lo contrario, en ningún lugar eran tannecesarios. El procedimiento no sólo no era público, sino que tambiénpermanecía secreto para el acusado. Naturalmente, todo lo secreto que eraposible,peroeraposibleensumayorparte.Elacusadotampocoteníaaccesoalosescritosjudicialesydeducirdelosinterrogatorioselcontenidodeelloseramuy difícil, sobre todo para el acusado, confuso y lleno de preocupaciones.Aquíescuandodebíaactuarladefensa.Porreglageneral,ladefensanopodíaestarpresentedurantelosinterrogatorios,asíqueseveíaobligadaapreguntaralacusado,sieraposibleenlamismapuertadeldespachodeljuezinstructor,acercadelinterrogatorioeintentardeducirdeesosinformes,lamayoríadelasveces muy vagos, la información conveniente. Pero esto no era lo másimportante,puesasínosepodíaaveriguarmucho,aunque,sibieneracierto,una persona competente averiguaría más que otra que no lo era. Lo másimportante eran las relaciones personales del abogado, en ellas consistía lacalidaddeladefensa.Kyahabíasabidoporpropiaexperienciaquelosrangosinferioresdeesaorganizaciónjudicialnoerandeltodoperfectos,queenellosabundaban los empleados corruptos y aquellos que olvidaban fácilmente elcumplimientodeldeber,porloquelaseveraconfiguraciónjudicialmostrabaalgunas lagunas. Aquí es donde la gran masa de abogados encontraba sucampodeactuación,aquísesobornabayseespiaba,nohacíamuchotiempo,incluso,seprodujeronrobosdeactas.Nosepodíadudarquedeesamanerasepodían conseguir resultados sorprendentemente favorables para el acusado,aunque sólo momentáneos. Los pequeños abogados los aprovechaban parahacerse publicidad y vanagloriarse, pero para el posterior transcurso delprocesonosignificabanadaonadabueno.Loqueafindecuentasposeíamásvalor eran las buenas y sinceras relaciones personales y, además, con losfuncionariossuperiores,conloquesólosehacíareferenciaalosfuncionariossuperioresdelosgradosinferiores.Graciasaestasrelacionessepodíainfluireneldesarrollodelproceso,alprincipiodeunavera inapreciable,más tardecon mayor claridad. Esto lo conseguían muy pocos abogados, y aquí laelección deK semostrabamuy acertada. Tal vez sólo uno o dos abogadospodían poseer unas relaciones similares a las suyas. Estos abogados, sinembargo,noseocupabandelosclientespresenteseneldespachodeabogadosynoteníannadaqueverconellos.Yprecisamenteesacircunstanciaeralaquefortalecíavínculoconlosfuncionariosjudiciales.Nisiquieraeranecesarioque

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elDr.Huldacudieraalostribunales,queesperaseallíalacasualaparicióndeljuez instructor y que consiguiese algún éxito, dependiendo del humor delmagistrado,onisiquieraeso.No,Kyalohabíapodidover,losfuncionarios,y, entre ellos, algunos superiores, se presentaban por su propia voluntad,ofrecían espontáneamente alguna información, clara o fácilmenteinterpretable, hablaban sobre el posterior desarrollo del proceso, sí, inclusohabíacasosenquesedejabanconvenceryadoptabanencantadoslospuntosdevista ajenos.No obstante, tampoco se podía confiarmucho en ellos en esteúltimoaspecto.Pormuypositivaque fuesesuopiniónpara ladefensa,nadaimpedía que regresasen a su despacho y al día siguiente emitiesen unasentenciacompletamentecontrariaymuchomásseveraparaelacusadoquelapensada en un primer momento, de la que, sin embargo, afirmaban estarconvencidos del todo. Contra esto no hay defensa posible, pues lo que handicho en confianza sólo se ha dicho en confianza y no admite ningunaconsecuenciapública,nisiquieraenelcasodequeladefensanoseesforzaraenmantenerelfavordelosseñores.Porotraparte,resultabaciertoqueestosseñoresnoseponíanencontactoconladefensa,naturalmenteconunadefensaespecializada, por amor al género humano o por sentimientos de amistad,tambiénellos,enciertamanera,dependíandeella.Aquísalíaalaluzunodelosdefectosdeunaorganizaciónjudicialqueestablecíalaconfidencialidaddeltribunal.A los funcionarios les faltabaelcontactocon lapoblación,para losprocesos habituales estaban bien dotados, un proceso así prácticamenteavanzaba por sí mismo y sólo necesitaba un pequeño empujón de vez encuando,peroenloscasosmássimplesoenlosmásdifícilessemostrabanconfrecuenciaperplejos.Comoestabansumidosnocheydíaenlaley,carecíandelsentidoparalasrelacioneshumanasyenalgunoscasosloechabandemenos.Entoncesacudíanalosabogadosparatomarconsejoydetrásdeellosveníaunempleadoconesasactasque,enrealidad,sesupone,sontansecretas.Enesaventana había visto a algunos señores, de los que jamás se hubiera podidoesperar una actitud así, mirando hacia la calle desconsolados, mientras elabogadoestudiabalasactasparadarleunbuenconsejo.Porlodemás,enesassituaciones se podía comprobar la enorme seriedad con que esos señores setomaban su trabajo y cómo se desesperaban cuando topaban conimpedimentosque,porsunaturaleza,nopodíansuperar.Suposicióntampocoerafácil,selesharíaunainjusticiasisepensasequesuposiciónerafácil.Laestructura jerárquicade laorganización judicial era infinitayni siquiera eraabarcableparaelespecialista.Elprocedimientoenlosdistintosjuzgadosera,por regla general, también secreto para los funcionarios inferiores, porconsiguiente jamás podrían seguir los asuntos que trataban en las fasessubsiguientes;lascausasjudicialesentrabanensuámbitodecompetenciassinque supieran de dónde venían y luego seguían su camino sin que supieranadóndeiban.Asípues,estosfuncionariosnopodíansacarningunaenseñanza

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delestudiode lasdistintasfasesprocesales,de lasdecisionesyfundamentosde lasmismas.Sólopodíanocuparsedeaquellapartedelprocesoque la leylesatribuíaydel resultadodesu trabajosabíanconfrecuenciamenosque ladefensa,que,porreglageneral,permanecíaencontactoconelacusadohastael final del proceso. También a este respecto podían conocer a través de ladefensaalguna informaciónvaliosa.SiK todavía seasombraba, teniendoencuentatodolodicho,delairascibilidaddelosfuncionarios—todosteníanlamismaexperiencia—,queconfrecuenciasedirigíanalaspartesdeunmodoinsultante, debía considerar que todos los funcionarios estaban irritados,incluso cuando parecían tranquilos. Era natural que los abogados sufrieranmuchoporesacircunstancia.Secontaba,porejemplo,unahistoria,que,segúntodoslosindicios,podíaserverdadera:Unviejofuncionario,unseñorbuenoysilencioso, había estudiado una noche y un día, sin interrupción —estosfuncionarios eran más diligentes que nadie—, un asunto judicial bastantedifícil,especialmentecomplicadodebidoalosdatosconfusosaportadosporelabogado. Por la mañana, después de un trabajo de veinticuatro horas,probablementenomuyfecundo,sefuehacialapuertadeentrada,permanecióallíemboscadoyarrojóporlasescalerasatodoslosabogadosquepretendíanentrar. Los abogados se reunieron al pie de las escaleras y discutieron quépodían hacer. Por una parte, no tenían ningún derecho a entrar, así que nopodían emprender acción judicial alguna contra el funcionario y, además,teníanque cuidarsemuchodeponer al cuerpode funcionarios en su contra.Porotraparte,comonohaydíaperdidoeneljuzgado,teníanlanecesidaddeentrarrealmente,sepusierondeacuerdoenintentarcansaralfuncionario.Unayotravezmandaronaunabogadoquevolvíaaserarrojadoescalerasabajoalofrecer una resistencia meramente pasiva. Todo esto duró alrededor de unahora; entonces el hombre, ya viejo, debilitado por el trabajo nocturno,realmentefatigado,regresóasudespacho.Losdeabajonoseloqueríancreer,asíqueenviaronaunoparaquemirasedetrásdelapuertaycomprobaraqueyanoestaba.Sóloentoncesentraron,peronoseatrevieronniarechistar.Pueslos abogados—y hasta el más ínfimo de ellos podía abarcar, al menos enparte, las circunstancias que allí prevalecían— no pretendían introducir niimponerningunamejoraenelfuncionamientodelostribunales,mientrasquecasi todos los acusados—y esto era lo significativo—, incluso gente muysimple,empezabanapensarnadamásentrarenproposicionesdemejorayasídesperdiciabaneltiempoylasenergías,quepodríanemplearmuchomejordeotramanera.Locorrectoeraadaptarsealascircunstancias.Aunenelsupuestodeque a alguien le fuera posiblemejorar algunosdetalles—aunque sólo setratabadeunasupersticiónabsurda—, loúnicoquehabríaconseguido,enelmejor de los casos, sería mejorar algo para asuntos futuros, pero se habríadañadoextraordinariamente a símismo,pueshabría llamado la atencióndelcuerpo de funcionarios, siempre vengativo. ¡Jamás había que llamar la

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atención! Había que esforzarse por comprender que ese gran organismojudicial en cierta manera estaba suspendido, como si flotara, y si alguiencambiaba algo en su esfera particular podía perder el suelo bajo los pies yprecipitarse, mientras que el gran organismo, para paliar esa pequeñadistorsión, encontrar fácilmente un repuesto en otro lugar —todo estáconectado— y permanecería así invariable o, lo que era aúnmás probable,todavíamáscerrado,másatento,mássevero,másperverso.Asíquelomejorera ceder el trabajo a los abogados envezdemolestarlos.Los reprochesnoservíandenada,sobretodocuandonosepodíancomprenderlosmotivosquelos generaban, y no se podía negar que K, con su actitud frente al jefe dedepartamento,habíadañadomuchosucausa.Aesehombretaninfluyente,quepertenecíaaaquellosquepuedenhaceralgoporél,yahabíaquetacharlodelalista. Desoía incluso las menciones más fugaces del proceso y, además,intencionadamente.En algunas cosas los funcionarios se comportaban comoniños.Confrecuenciasepodíanofenderporpequeñeces—ylaactituddeK,pordesgracia,noquedabaencuadradaenestacategoría—,yentoncesdejabandehablarinclusoconbuenosamigos,losevitabanylosperjudicabanentodolo que podían. Pero de pronto, sorprendentemente, sin un motivo que loexplicase, se les hacía reír con una broma, fruto de la desesperación, y sereconciliaban.El tratoconelloseraalmismotiempodifícilyfácil,nohabíareglas.Avecesresultabaasombrosoqueunavidanormalalcanzaseparapoderabarcar tanto y obtener aquí algún éxito laboral.Había, por supuesto, horassombrías, como las que tiene cualquiera, en las que se creía no haberconseguido nada, en las que a uno le parecía que un proceso, con buenasperspectivasdesdeelprincipiohastaelfinalyconunbuenresultado,podríahaberllegadoalamismaconclusiónsintrabajoalguno,mientrasotrosmuchossehabíanperdidoapesardetodoelesfuerzo,delasmuchasidasyvenidas,delospequeñoséxitosaparentes,sobre losqueunotantosealegraba.Entoncestodoparecíainseguroyunonoosaríanegar,incluso,queprocesosconbuenasexpectativas se habían descarrilado precisamente por la ayuda prestada.Tambiénesoeraunacuestióndeconfianzaenunomismo,yesaconfianzaeraloúnicoquequedaba.Aestosataques—sóloeranpequeñosataques,caídasdeánimo,nadamás—estabanexpuestoslosabogadoscuando,derepente,selesquitaba un proceso que habían llevado durante mucho tiempo ysatisfactoriamente.Estoeralomásenojosoquelepodíaocurriraunabogado.No era el acusado el que le quitaba el proceso, eso no sucedía nunca, unacusadoquehabíanombradoaunabogadoteníaquequedarseconélocurrieraloqueocurriese.¿Cómopodríadefendersesolosiyahabíapedidoayuda?Esonosucedía,aunquepodíaocurriralgunavezqueelproceso tomaseuncursoque el abogadoyanopudiese seguir.Entonces al abogado se le privabadelproceso,delacusadoydetodolodemás.Enestasituaciónyanopodíaayudarlasmejoresrelacionesconlosfuncionarios,puesnisiquieraellossabíanalgo.

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El proceso había entrado en una fase en la que ya se podía prestar ayudaalguna. De él se ocupaban ahora juzgados accesibles, donde el acusado nopodía ser localizado por su defensor. Un día el abogado llegaba a casa yencontraba sobre la mesa todas las anotaciones y datos reunidos con tantoesfuerzo y con tantas esperanzas. Se los habían devuelto, pues no poseíanvaloralgunoenlanuevafaseprocesal,erandesperdicios.Perotampocohabíaquedarporperdidoelproceso,enabsoluto,almenosnohabíaningúnmotivodecirqueavalaseesasuposición,loúnicoqueocurríaesqueyanosesabríanadadelproceso.Afortunadamente,estoscasoseranexcepcionalesy,aunenel supuestodeque el procesodeKpudiera convertirse enunode ellos, porahora estaría muy lejos de una fase semejante. Todavía quedaban muchasoportunidadesparaeltrabajodelabogadoydequeéllasaprovecharía,deesoKpodíaestarseguro.Elescrito,comolehabíamencionado,aúnnohabíasidoentregado, tampoco había prisa,muchomás importantes eran las entrevistasintroductoriascon los funcionariosdecisivosyéstasyasehabíanproducido.Con distinto éxito, había que reconocerlo. Por ahora era mejor no revelardetalles, pues K podría ser influido desfavorablemente por ellos, ya fueradespertandoenéldemasiadasesperanzasoprovocándoleangustia;sísepodíadecir, sin embargo, que algunos se mostraronmuy favorables y dispuestos,mientras que otros semostraronmenos favorables, pero tampoco se habíannegado a ayudar. El resultado, por consiguiente, muy satisfactorio, aunquetampoco se podían sacar conclusiones, pues todas las vistas preliminarescomenzaban así y sólo el posterior transcurso del proceso podía mostrar elvalordeesasvistas.Entodocaso,aúnnohabíanadaperdidoysifueraposibleganarsealjefededepartamento—yahabíaemprendidoalgoenesesentido—,entonces todo era, como dirían los cirujanos, una herida limpia y se podíaesperarconfiadoeldesarrolloposteriordelproceso.

En discursos como éste el abogado era incansable. Se repetían en cadavisita.Siemprehabíaprogresos,peronuncapodíacomunicardequéprogresossetrataba.Setrabajabasincesarenelprimerescrito,peronuncaseterminaba,loqueenlasiguientevisitaresultabaunagranventaja,puesprecisamentelosúltimostiempos,loquenosepodíahaberprevisto,habíansidodesfavorablespara entregarlo. Si K algunas veces, agotado por el discurso, añadía que,teniendoencuentatodaslasdificultades,parecíaqueelasuntoibamuylento,se le replicabaqueno iba nada lento, pero queya habrían avanzadomuchomás si K se hubiera dirigido al abogado en el momento oportuno. Pordesgracia, había descuidado esa medida y un descuido así traería másdesventajas,ynosólotemporales.

LaúnicainterrupciónbienhechoraenesasvisitaseralaaparicióndeLeni,quesiempresabíaarreglárselasparatraereltéalabogadoenpresenciadeK.Luego permanecía detrás de K, aparentaba contemplar cómo el abogado seservía y sorbía inclinado el té, con una suerte de avaricia, y dejaba que K

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cogiesesumanoensecreto.Reinabauncompletosilencio.Elabogadobebía,KestrechabalamanodeLeniyLeniseatrevíaavecesaacariciarsuavementeelcabellodeK.

—¿Aúnestásaquí?—preguntabaelabogado,despuésdehaberterminadodebeber.

—Queríallevarmeelservicio—decíaLeni,seproducíaunúltimoapretóndemanos,elabogadosesecabalabocaycomenzabaahablaraKconnuevasenergías.

¿Eraconsueloodesesperaciónloquequeríaconseguirelabogado?Knolosabía,noobstanteprontotuvoporseguroquesudefensanoestabaenbuenasmanos.Esposibleque todo loqueelabogadocontabafueseverdad,aunqueestaba claro que siempre quería permanecer en un primer plano y quemuyprobablemente jamás había llevado un proceso tan grande como, según suopinión, era el de K. Lo más sospechoso, sin embargo, eran las supuestasrelacionesconlosfuncionarios,delasquenodejabadevanagloriarse.¿AcasodebíanserempleadossóloenbeneficiodeK?Elabogadojamásseolvidabade indicar que siempre se trataba funcionarios inferiores, es decir defuncionarios en puestos muy dependientes, y cuyo ascenso podría verseinfluido por ciertos cambios en el proceso. ¿No podrían estar utilizando alabogadoparaconseguircambiosque,porsupuesto,siempreseríancontrariosalacusado?Probablementeno lohicieranen todos losprocesos,cierto,peroseguroquehabíaprocesosen losquepodíanconseguirventajasa travésdelabogado,pues les interesabamantener incólumesubuennombre.Sieraasí,¿dequémodopodríanintervenirenelprocesodeK,elcual,comoaclarabaelabogado,eraunprocesomuydifícileimportanteyhabíallamadolaatenciónen los tribunales desde el principio? No era muy difícil sospechar lo queharían.Sepodíandescubriralgunasseñalesdeestoenelmerohechodequenisiquiera se había entregado el primer escrito, a pesar de que el proceso yaduraba meses y según las indicaciones del abogado se encontraba en losinicios,loque,naturalmente,eramuyadecuadoparaadormeceralacusadoymantenerlodesamparado,hastaque,derepente,seabalanzabansobreélconlasentenciao,almenos,conlacomunicacióndequelainvestigación,concluidaensuperjuicio,sehabíatrasladadoaestanciassuperiores.

Era absolutamente necesario que K actuara por su propia cuenta.Precisamenteenmomentosdegrancansancio,comoenesamañanainvernal,cuando todo pasaba inerte por su cabeza, ese convencimiento le parecíairrefutable. El desprecio que había sentido en un principio hacia el procesohabía desaparecido. Si hubiera estado solo en el mundo, habría podidodesdeñar fácilmente el proceso, aunque estaba seguro que en ese caso nohabríahabidoproceso.Peroeltíolehabíallevadoalabogado,habíainteresesfamiliares que contaban.Suposiciónno era por completo independiente del

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curso del proceso, él mismo había mencionado imprudentemente el asunto,con una inexplicable satisfacción, a conocidos, otros se habían enterado através de fuentes desconocidas, la relación con la señorita Bürstner parecíavacilarconformealcursoque tomabaelproceso,enresumen,yano tenía laeleccióndeaceptarorechazarelproceso,estabametidoenéldellenoyteníaquedefenderse.Siestabacansado,peorparaél.

Peroporahoranohabíamotivoparaunapreocupaciónexagerada.Habíasabido ascender en el banco, en relativamente poco tiempo, a una posiciónelevada, ymantenerse en ella reconocido por todos. Sólo tenía que emplearestascapacidades,quelehabíanposibilitadosuéxito,enelprocesoynohabíadudadequetodosaldríabien.Antetodo,siqueríalograralgo,eranecesariorechazardeantemanocualquierpensamiento sobreunaposibleculpabilidad.Nohabíaculpaalguna.Elprocesonoeraotracosaqueungrannegocio,comoél mismo los había cerrado anteriormente con ventaja para el banco, unnegocioenelcual,comoeralaregla,amenazabandistintospeligros,que,sinembargo, se podían evitar. Para alcanzar este objetivo, no podía perder eltiempo pensando en una posible culpa, sino aferrarse al pensamiento delbeneficiopropio.Consideradodesdeestaperspectiva, tambiénera inevitableprivaralabogadodesudefensa,aquellamismanochesifueraposible.Segúnloquelehabíacontado,seríaalgoinusitadoe,incluso,insultante,peroKnopodía tolerar que sus esfuerzos en el proceso tropezasen con impedimentosquepodíanprovenirdesupropioabogado.Unavezquehubieraprescindidodelabogado,tendríaquepresentarelescritodeinmediatoeinsistirtodoslosdías para que lo tuvieran en cuenta. Para alcanzar este objetivo no seríasuficientequeKsequedarasentadocomolosdemásenelcorredorycolocarasusombrerobajoelbanco.Élmismo,lasmujeresoalgúnmensajerotendríanqueperseguiralosfuncionariosparaobligarlosasentarseenlamesa,envezdemiraratravésdelasrejashaciaelcorredor,yasípresionarlosparaestudiarel escrito de K. No había que cejar en estos esfuerzos, todo tenía que serorganizado y vigilado, la justicia tenía que toparse, por fin, con un acusadoquesabíahacervalersusderechos.

Aunque K tenía la esperanza de aplicar este método, la dificultad deredactarelescrito le resultaba insuperable.Hacíaunasemanahabíapensadoconunsentimientodevergüenzaqueenalgúnmomentoseveríaobligadoaredactarélmismoeseescrito,pero jamáshubieracreídoquepudiera ser tandifícil.Recordócómounamañana,cuandoestabadesbordadoporel trabajo,lodejórepentinamentetodoaunladoytomóuncuadernoeintentóbosquejarun escrito judicial para ponerlo a disposición del abogado, y cómoprecisamenteeneseinstanteseabriólapuertadeldespachocontiguoyentróelsubdirectorriendo.FuemuydesagradableparaK,aunque,naturalmente,elsubdirectornosehabíareídodesuescrito,delquenosabíanada,sinosobreun chiste bursátil que acababa de oír, un chiste que necesitaba, para

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comprenderse,deundibujo,queelsubdirector,inclinadosobrelamesadeKyconsulápiz,trazóenelcuadernodestinadoalaredaccióndelescrito.

PeroKyanoconocíalavergüenza,elescritoseteníaqueredactar.Sinoencontrabatiempoparaescribirloenlaoficina,lotendríaquehacerensucasaporlasnoches.Silasnochesnobastaban,tendríaquetomarunasvacaciones.Loquenopodíahacereraquedarseamediocamino,esoeralomásabsurdoyno sólo en elmundo de los negocios, sino en todos los ámbitos. El escritojudicialsignificabauntrabajointerminable.Noeranecesarioteneruncaráctermiedosoparallegaracreerqueeraimposibleterminarunescritosemejante.Ynoporperezaoastucia, loquesinduda impedíaa losabogadosconcluir suredacción,sinoporqueteníaquerecordaryexaminarconcienzudamente,todasuvida,sintenerconocimientodelaacusaciónydesusposiblesampliaciones.Y,porañadidura,quétrabajotantriste.Talvezfueraadecuadoparaocuparaun anciano senil en los días vacíos de su jubilación. Pero, ahora que Knecesitaba invertir toda su capacidad mental en su trabajo, ahora que cadaminuto pasaba raudo —ya que se encontraba en plena promoción yrepresentaba un serio peligro para el subdirector—, y ahora que, como unhombre joven,deseabadisfrutar las cortas tardesy lasnoches, precisamenteahorateníaquecomenzararedactareseescrito.Otravezsuspensamientossetornaronenquejas.Casisinadvertirlo,sóloparaponerlesfin,apretóelbotóndeltimbrequeseoíaenelantedespacho.Mientraslopresionabamirólahora.Eranlasonce,habíantranscurridodoshoras;consusreflexioneshabíaperdidountiempopreciosoyestabamáscansadoqueantes.Detodosmodos,tampocohabía perdido el tiempo del todo. Había tomado decisiones que podían sermuy valiosas. El empleado trajo además del correo dos tarjetas de visitapertenecientes a dos señores que ya esperaban a K desde hacía un tiempo.Precisamentesetratabadeimportantesclientesdelbancoalosquenoselesdebería haber hecho esperar en ningún caso. ¿Por qué habían venido en unmomentotanpocopropicioyporqué,parecíanpreguntarseaquellosseñoresdetrásdelapuertacerrada,porquéempleabaellaboriosoKelmejormomentopara hacer negocios en asuntos particulares? Cansado por el tiempotranscurridoycansadoporloqueseleavecinaba,Kselevantópararecibiralprimero.

Eraunseñorpequeñoyalegre.LamentóhabermolestadoaKenuntrabajoimportanteyK lamentópor supartehaberhechoesperar al fabricante tantotiempo. Pero esa disculpa la expresó de un modo tan maquinal, con unaacentuacióntanfalsa,queelfabricante,sinohubieraestadotansumidoensusasuntosdenegocios,lohabríaadvertido.Envezdeeso,sacóatodaprisa,detodossusbolsillos,cuartillasllenasdecifrasytablas,lasextendióanteK,leaclaró algunos detalles y corrigió un pequeño error de cálculo que le habíallamado la atención al supervisarlo superficialmente, luego recordó aK quehacíaunañohabíacerradoconélunnegociosimilaryañadiódepasadaque

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esta vez había otro banco que se interesaba en el proyecto. Finalmente, secallóparaoír laopinióndeK.Éstehabíaseguidoalprincipiolaexplicacióndelfabricante, tambiénélhabíareconocidola importanciadelnegocio,pero,pordesgracia,nopormuchotiempo,prontoperdióelhilo,selimitóaasentircon lacabezaa lasaclaracionesdel fabricantey,pocodespués,omitióhastaeso,dedicándosesimplementeacontemplarlacabezacalvainclinadasobreelpapel y a preguntarse cuándo se daría cuenta el fabricante de que todos susesfuerzoseraninútiles.Cuandosecalló,Kcreyóenunprincipioqueesosóloocurría para darle la oportunidad de reconocer que era incapaz de escucharnada.Pordesgracia,notóenlamiradatensadelfabricante,quienparecíaestarpreparadoparacualquiereventualidad,quelaentrevistadenegociosteníaquecontinuar.Asíqueinclinólacabeza,comosiselehubieraimpartidoaordenycomenzóadesplazarel lápizpor lospapeles,deteniéndoseunlugaruotroycontemplando fugazmente alguna cifra. El fabricante supuso que teníaobjeciones, era posible que las cifras no cuadraran, tal vez no fueran lodecisivo, en todo caso el fabricante tapó los papeles con la mano y,aproximándosemásaK,comenzóadarunaideageneraldelnegocio.

—Esdifícil—dijoKfrunciendoloslabiosyreclinándosecontraelbrazodesusillón,yaquelospapeles,loúnicointeligible,estabantapados.Inclusomiródébilmentehaciaarribacuandoseabriólapuertadeldespachocontiguoyapareció,algoborroso,comosiestuvieradetrásdeunvelo,elsubdirector.Kya no pudo reflexionar más, simplemente auspició el resultado, que seríasatisfactorioparaél.Pueselfabricanteselevantódeunsaltoyseapresuróasaludar al subdirector. K, sin embargo, hubiese querido que se hubieralevantado diez veces más rápido, ya que temía que el subdirector pudieradesaparecer.Erauntemorinútil,losseñoressesaludaronyseacercaronjuntosa lamesadeK.El fabricantesequejódequehabíaencontradopoco interésporpartedelgerentehacia elnegocioy señalóaK,que,bajo lamiradadelsubdirector,seinclinódenuevosobrelospapeles.Cuandoambosseapoyaronenlamesayelfabricanteintentóganarsealsubdirector,aKlepareciócomosidoshombres,cuyaestaturaélseimaginóexagerada,estuvierandiscutiendosobreél.Lentamente,elevandolosojosconprecaución,intentóenterarsedeloqueocurríaarriba,tomóalazarunpapeldelamesa,lopusoenlapalmadelamano y lo elevó poco a poco, mientras se levantaba, hacia los señores. Alhacerlonopensóennadaconcreto,sóloteníalaimpresióndequeasíeracomotendría que comportarse si hubiera terminado su gran escrito judicial quefinalmente le aliviaría de toda carga. El subdirector, que prestaba granatenciónalfabricante,mirófugazmenteelpapel,peronololeyó,puesloqueeraimportanteparaelgerentenoloeraparaél,selimitóacogerlodelamanodeKydijo:

—Gracias,yalosé—ylovolvióacolocartranquilamenteenlamesa.

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Klomiródesoslayoconamargura.Elsubdirector,sinembargo,nolonotóo, en el caso de haberlo notado, le produjo un efecto positivo, pues rio confrecuencia, confundió al fabricante con una réplica aguda, le sacó de laconfusiónhaciéndoseasímismounreprochey,finalmente,leinvitóairasudespachoparaterminarallíelasunto.

—Esunnegociomuyimportante—ledijoalfabricante—,yaloveo.Yalseñor gerente —y al hacer esta indicación siguió hablando sólo con elfabricante— le gustará con toda certeza que le privemos de él. El asuntoreclama una reflexión cuidadosa. El gerente parece hoy, sin embargo,sobrecargado de trabajo, aún espera gente desde hace horas en elantedespacho.

K tuvo la suficiente serenidad para apartar la mirada del subdirector ydirigirle una sonrisa amable pero rígida al fabricante, aparte de eso noemprendió nada, se apoyó con las dos manos en el escritorio, como undependiente de comercio detrás del mostrador, y contempló cómo ambosseñores recogían, mientras conversaban, todos los papeles de la mesa ydesaparecían en el despacho del subdirector.Antes de salir, el fabricante sevolvió y le dijo que no se despedía, que informaría naturalmente al gerentesobreeléxitodelaentrevistayqueaúnteníaquecomunicarlealgo.

Al fin estaba solo. No pensó en recibir al resto de los clientes. Eraagradable pensar que la gente del antedespacho creería que aún estabahablandoconelfabricante,asínoentraríanadie,nisiquieraelordenanza.Fuehacia la ventana, se sentó en el antepecho, asió el picaporte con lamano ycontemplólaplaza.Aúncaíalanieve,nohabíaaclarado.

Asípermaneciómucho tiemposin saber loque realmente lepreocupaba,sólodevezencuandomirabaasustadoporencimadelhombrohacialapuertadelantedespacho,dondecreíahaberoídoerróneamenteunruido.Perocomonadievenía,sefuetranquilizando.Acontinuación,entróenellavabo,selavóconaguafríayvolvióalaventanaconlacabezamásdespejada.Ladecisióndeasumirsupropiadefensaleparecíaahoramásarduadeloprevisto.Desdequehabíatraspasadoladefensaalabogado,elprocesolehabíaafectadopoco,lohabíaobservadodesde la lejaníay, aunqueapenas sehabía logradonada,habíapodidocomprobar, siemprequehabíaquerido, cómoestaba el asunto,retirándose cuando lo creía oportuno. No obstante, si asumía su propiadefensa, tendríaquededicarseplenamentealproceso,eléxitosupondríaunacompletaydefinitivaliberación,peroparaalcanzarlatendríaqueexponerseapeligros mayores. Si quedaba alguna duda, la visita del subdirector y delfabricante se la había aclarado. ¡Cómo se había quedado sentadocompletamentesumidoensudecisióndedefenderseasímismo!¿Hastadóndepodríallegar?¡Quédíasleesperaban!¿Lograríaencontrarelcaminoquellevaaunbuenfin?¿Acasonosignificabaunadefensacuidadosa—ycualquierotra

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cosa era absurda— la necesidad de aislarse al mismo tiempo de todo lodemás? ¿podría superarlo con éxito? ¿Y cómo podría llevarlo a cabo en elbanco?Nosetratabasólodelescrito,paraloquequizáhubieranbastadounascortas vacaciones, aunque solicitar ahora unas vacaciones supondría unaempresaarriesgada,setratabadetodoelproceso,cuyaduracióneraimposibledeprever.¡QuéimpedimentohabíasidoarrojadorepentinamenteenlacarreradeK!

¿Yahorateníaquetrabajarparaelbanco?Miróhaciaelescritorio.¿Ahoratendríaquedejarpasaralosclientesparaentrevistarseconellos?¿Teníaquepreocuparsepor losnegociosdelbancomientrassuProcesoseguíasucurso,mientrasarriba,en labuhardilla, los funcionarios judiciales se sentabanantelos escritos de su proceso? ¿No parecía todo una tortura, reconocida por lajusticia,yqueacompañabaalproceso?¿Ysetendríaencuentaenelbancoala hora de juzgar su trabajo la situación delicada en la que se encontraba?Nunca jamás.Suproceso tampocoera tandesconocido,aunquenoestuvieramuy claro quién sabía de él y cuánto. Aparentemente el rumor no habíallegadohastaelsubdirector,sinoyasehabríavistoclaramentecómoésteloutilizabacontraK,sinespíritudesolidaridadysinlamásmínimahumanidad.¿Yeldirector?Cierto,mostrabasimpatíahaciaK,ysihubiesesabidoalgodelproceso habría querido ayudarle aligerándole el trabajo, pero no hubieraintervenido, pues ahora que se había perdido el equilibrio formado por Kquedaba sometido a la influencia del subdirector, quien se aprovechaba delestado de debilidad del director para fortalecer su propio poder. ¿Qué podíaesperarentoncesK?Eraposiblequecontantareflexiónestuvieradebilitandosu capacidad de resistencia, pero también resultaba necesario no hacerseilusionesyverlotodoconlamayorclaridadposible.

Sinunmotivoespecial,sóloparanotenerquevolveralescritorio,abriólaventana.Seabríacondificultad,teníaquegirarelpicaporteconambasmanos.Alabrirsepenetróunabocanadadenieblamezcladaconhumoqueseextendiópor toda la habitación, acompañada de un ligero olor a quemado. Tambiénpenetraronalgunoscoposdenieve.

—Un otoño horrible—dijo el fabricante detrás deK, que había entradodesdeeldespachodelsubdirectorsinqueKlohubieseadvertido.Kasintióymiró, inquieto, la cartera del fabricante, de la que parecía querer sacar lospapeles para comunicarle los resultados de su entrevista con el subdirector.PeroelfabricantesiguiólamiradadeK,golpeósucarteraydijosinabrirla:

—Quiereoírquétalhaido.Nohaidomal.Casillevoelnegociocerradoenlacartera.Unhombreencantador,elsubdirector,peronadainocente—yrioestrechandolamanodeK,intentandoquetambiénélriera.PeroaKlepareciósospechosoqueelfabricantenoquisieramostrarle lospapelesynoencontrónadadivertidalainsinuacióndelfabricante.

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—Señorgerente—dijoel fabricante—, le sientamaleste tiempo.Parecedeprimido.

—Sí —dijo K y se llevó una mano a la sien—, dolores de cabeza,preocupacionesfamiliares.

—Ya lo conozco —dijo el fabricante, que era un hombre siempre conprisasynopodíaescuchartranquilamenteanadie—,cadaunotienequellevarsucruz.

K había dado un paso involuntario hacia la puerta, como si quisieraacompañaralfabricante,peroéstedijo:

Aún tengo algo que decirle al señor gerente. Temo importunarleprecisamentehoyconesto,peroyaheestadodosvecesaquíysiempreloheolvidado.Sisigoaplazándolo,alfinalyanotendráningúnsentido.Yseríaunapena,porqueesmuyprobablequemiinformaciónseavaliosa.

AntesdequeKhubiese tenido tiempopara responder,el fabricantese leacercó,legolpeóligeramenteconeldedoenelpechoydijovozbaja:

—Ustedestáprocesado,¿verdad?

Kretrocedióyexclamó:

—¿Selohadichoelsubdirector?

—No,no—dijoelfabricante—,¿dedóndepodríasaberloelsubdirector?

—¿Yusted?—dijoKrecuperandoalgoelsosiego.

—Yomeenteroaquíyalládealgunacosarelativaalostribunales—dijoelfabricante—,precisamentedeesoqueríahablarle.

—¡Tantagenteestáencontactoconlostribunales!—dijoKconlacabezainclinada y llevó al fabricante hasta la mesa. Se sentaron como antes y elfabricantecontinuó:

—Pordesgracianoesmucholoquelepuedodecir.Peroenestascosasnose debe despreciar nada por mínimo que sea. Por lo demás, siento ciertainclinaciónaayudarle,aunquemiayudaseatanmodesta.Hastaahorahemossido buenos compañeros de negocios, ¿verdad? K quiso disculparse por sucomportamiento en la entrevista de ese día, pero el fabricante no toleróningunainterrupción.Pusolacarterabajoelbrazoparamostrarqueteníaprisaydijo:

—Hesabidoalgodesuprocesoa travésdeun talTitorelli.Esunpintor,Titorelliessólosunombreartístico,desconozcosunombreverdadero.Vienedesdehacemuchotiempoamidespachoytraealgunoscuadrosporlosqueledoy—es casi unmendigo— alguna limosna.Además, son cuadros bonitos,

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paisajes y cosas parecidas.Estas compras—ya nos habíamos acostumbradoambos a ellas— se producían con cierta regularidad y sin perder el tiempo.Pero durante un periodo sus visitas se hicieron tan frecuentes que le hicealgunaobjeción,entoncesconversamos,meintereséporcómopodíasubsistirsólopintandoymeenteré,paramisorpresa,dequesusprincipales ingresosprocedían de los retratos. Me dijo que trabajaba para los tribunales. Lepregunté para qué tribunal en concreto y entonces me contó acerca de esajusticia.Sepuedefigurarmisorpresaaloírloquemecontaba.Desdeesedíacadavezquemevisitameenterodealgunanovedadconcernientealtribunalyasímehagounaideadelasunto.Titorellies,sinembargo,bastantehabladorya veces tengo que pararle los pies, y no sólo porque miente, sino tambiénporqueunhombredenegocioscomoyo,abrumadodetrabajo,tampocopuedeocuparseencosasajenas.Peroestoseadichosólodepaso.HepensadoqueTitorelli, tal vez, podría serle de alguna ayuda, conoce a muchos jueces yaunquenotengamuchainfluencia,almenospodríadarlealgúnconsejosobrecómo se puede encontrar a gente influyente. Y aunque estos consejos,considerados en sí mismos, no sean decisivos, creo que, en su posesión,puedenadquiriralgunaimportancia.Ustedescasiunabogado.Yosuelodecirsiempre:elgerenteKescasiunabogado.Oh,nomepreocupoenabsolutoporsuproceso.¿Quiere iraveraTitorelli?Conmi recomendaciónhará todo loque seaposible.Creoquedeberíavisitarlo.No tieneque serhoy, en algunaocasión.Porsupuesto,tengoqueañadir,noestáustedobligadopormiconsejoavisitarle.No, si creequepuedeprescindirdeTitorelli, esmejordejarlodelado.TalvezyatengaunplanyTitorellipuedaestropearlo.No,entoncesnovaya. También cuesta algo de superación aceptar consejos de un tipo así.Comoustedquiera.Aquítienemicartaderecomendaciónyaquíladirección.

Ktomódecepcionadolacartayselaguardóenelbolsillo.Enelcasomásfavorable, la ventaja que podría obtener de la recomendación sería muchomenorquelosdañosocasionadosporelhechodequeelfabricantesehubieraenteradodelprocesoydequeelpintorsiguieraextendiendolanoticia.Apenassesentíacapazdeagradecerleelconsejoal fabricante,queyasedirigíaa lapuerta.

—Iré—dijoél,aldespedirsedelfabricanteenlapuerta—,o,comoestoymuyocupado,leescribiréparaquevengaamidespacho.

—Ya sabía—dijo el fabricante—que encontraría lamejor solución.Noobstante, penséque evitaría invitar al bancoa tipos comoesteTitorelli parahablardelproceso.Tampocoresultamuyventajosoponercartasenmanosdeesagente.Peroestoysegurodequeusted lohapensadomuybienysabe loquetienequehacer.

Kasintióyacompañóalfabricantehastaelantedespacho.Peroapesardesutranquilidadaparente,estabahorrorizado.QueescribiríaaTitorellisólolo

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había dicho para mostrar de alguna manera al fabricante que apreciaba surecomendaciónyquereflexionaríasobrelasposibilidadesdeentrevistarseconél,perosirealmentehubieseconsideradovaliosasuayudanohubieradudadoenescribirle.Noobstante,habíareconocidolospeligrosqueencerrabahacerlograciasalamencióndelfabricante.¿Podíaconfiartanpocoensuinteligencia?Si era posible que invitara con una carta explícita a un hombre de dudosareputaciónparavisitarleenelbanco,yallí,sóloseparadosporunapuertadeldespacho del subdirector, pedirle consejos acerca de su proceso, ¿no seríaposible, incluso muy probable, que hubiera ignorado otros peligros o seestuvierametiendo de cabeza en ellos?No siempre iba a estar alguien a suladoparaadvertirle.Yprecisamenteahora,cuandoteníaquehaceracopiodetodas sus fuerzas, tenían que asaltarle esas dudas sobre su capacidad paraprestar atención. ¿Comenzarían a producirse en el proceso las mismasdificultadesqueyateníaenlarealizacióndesutrabajo?Nopodíacomprendercómohabía sidocapazdepensarenescribir aTitorelli e invitarle avenir albancoparahablardelproceso.

Aún sacudía la cabeza ante semejante disparate, cuando el empleado seacercó hasta él y le indicó a tres señores que esperaban sentados en elantedespacho.Yaesperabandesdehacíamuchotiempo.Ahora,aprovechandola ocasión, se levantaron para intentar hablar con K. Como recibían untratamiento tan desconsideradopor parte del banco, tampoco ellos quisierontenerningunaconsideración.

—Señorgerente—dijounodelosqueesperaban.PeroKlehabíapedidoalempleadoque le trajeraelabrigo.Mientras leayudabaaponérselo,dijoalastrespersonaspresentes:

—Discúlpenme,señores,pordesgracianotengotiempoderecibirles.Lespido perdón, pero tengo que terminar un negocio urgente y debo salir deinmediato.Yahanvisto todoel tiempoquemehan tenidoocupado.¿Seríantan amables de venir mañana o cuando puedan? ¿O quizá prefieren quetratemos el asunto por teléfono? Tal vez prefieran informarme ahorabrevementeyyolesdaréunarespuestadetalladaporescrito.Lomejorsería,sinembargo,quevinieranotrodía.

EstasproposicionesdeKdejaronaaquelloshombres,quehabíanesperadoinútilmente tanto tiempo, tan asombrados que se miraron mutuamente sindecirpalabra.

—Entonces, ¿estamos de acuerdo? —preguntó K, y se volvió hacia elempleado,quetraíasusombrero.AtravésdelapuertaabiertadeldespachodeK se podía ver que nevaba con fuerza.K se subió el cuello del abrigoy seabrochóelúltimobotón.

Eneseinstante,elsubdirectorsaliódesudespacho,mirósonriendocómo

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K,conelabrigopuesto,tratabaconlosseñores,ypreguntó:

—¿Sevaya,señorgerente?

—Sí—dijoKenderezándose—.Tengoqueterminarunnegocio.

Peroelsubdirectoryasehabíavueltohacialosseñores.

—¿Ylosseñores?—preguntó.Yaesperandesdehacetiempo.

—Ya nos hemos puesto de acuerdo—dijoK. Pero los señores ya no secallaron,rodearonaKyexplicaronquenohabríanesperadotantashorassisusasuntos no fueran importantes y no fuera necesario tratarlos confidencial ydetalladamente. El subdirector les prestó atención, contempló a K, quesosteníaelsombreroenlamanoylequitabaelpolvo,ydijo:

—Señores, hay una solución muy fácil. Si no tienen nada en contra,asumiréencantadolasgestionesdelseñorgerente.Susasuntos,naturalmente,debensertratadosenseguida.Somoshombresdenegociosysabemosvalorarensu justamedidael tiempode loshombresdenegocios. ¿Quierenentraraestedespacho?—yabriólapuertaqueconducíaasuantedespacho.

¡CómoselasarreglabaelsubdirectorparaapropiarsedetodoaloqueKseveía obligado a renunciar! ¿Acaso no renunciaba K a más de lo que eranecesario?Mientrasseapresurabaavisitarconpocaseinciertasesperanzasaunpintordesconocido,suprestigioallísufríaundañoirreparable.Habríasidomuchomejorquitarseelabrigoyganarsealosdosseñoresqueaúnesperaban.Klohabría intentadosienese instantenohubiesevistoalsubdirectorensudespacho, buscando en los anaqueles de libros, como si todo fuera suyo.CuandoK, irritado por la intrusión, se aproximó a la puerta, el subdirectorexclamó:

—Ah,aúnnosehaido—yvolvióelrostro,cuyasarrugasnoparecíanserhuellasdelaedadsinounsignodefuerza,ycomenzódenuevoabuscar.

—Buscolacopiadeuncontrato—dijo—,que,segúnelrepresentantedelaempresa,tendríaqueestarensudespacho.¿Noquiereayudarmeabuscar?

Kdiounpaso,peroelsubdirectordijo:

—Gracias,yaloheencontrado—yregresóasudespachoconunpaquetedeescritos,quenosóloconteníalacopiadelcontrato,sinomuchomás.

«Ahora no le puedo hacer sombra —se dijo K—, pero cuando logrearreglarmisdificultadespersonales,élseráelprimeroenenterarseyademásconamargura».

Tranquilizadoconestospensamientos,encargóalempleado,quemanteníaabiertaparaéllapuertadelpasillo,queledijeraaldirector,sisepresentabalaocasión,quehabíasalidoarealizarunagestión.Luegoabandonóelbancocasi

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felizdepoderdedicarseconexclusividadasuasunto.

Fuedirectamenteaveralpintor,quevivíaen losarrabales,precisamenteen la dirección opuesta a donde se encontraba el juzgado en el que habíaestado. Era un barrio aúnmás pobre, las casas eranmás oscuras, las callesestabanllenasdesuciedad,queseacumulabaalrededordelanieve.Enlacasaen que vivía el pintor sólo estaba abierta una hoja de la puerta, en la otrahabíanabiertounagujero,atravésdelcual,cuandoKseaproximó,fluíaunarepugnantesustanciaamarillayhumeante,delaquehuyóunaratametiéndoseenuncanalcercano.A lospiesde laescalerahabíaunniñobocaabajoquelloraba,pero sus sollozosapenas seoíanporel ruidoensordecedor reinante,procedentedeun tallerdehojalatería, situadoen laparteopuesta.Lapuertadeltallerestabaabierta,tresempleadosrodeabanunapiezaylagolpeabanconmartillos.Unagranplanchadehojalatacolgabadelaparedyarrojabaunaluzpálidaquepenetrabaentredosdelosempleadoseiluminabalosrostrosylosmandiles.Ksólodedicóunamiradafugazaesecuadro,queríasalirdeallílomásprontoposible,hacerunpardepreguntasalpintoryregresaralbancoenseguida. Si alcanzaba elmás pequeño éxito, ejercería un buen efecto en sutrabajoenelbanco.Alllegaraltercerpisotuvoqueirmáslento,lefaltabalarespiración;lospeldaños,asícomolasescaleras,eranexcesivamentealtosyelpintordebíadevivirenelático.Elaire tambiéneramuyopresivo,nohabíahuecoenlaescalera,sinoqueésta,muyestrecha,estabacerradaaambosladospor muros, en los que sólo de vez en cuando había una pequeña ventana.Precisamente en elmomento en el queK sedetuvoparadescansar, salieronvarias niñas de una vivienda y, riéndose, adelantaron a K. Las siguiólentamente,alcanzóaunadelasniñasquehabíatropezadoysehabíaquedadorezagadaylepreguntó,mientraslasdemásseguíansubiendo:

—¿ViveaquíunpintorllamadoTitorelli?

Laniña,deapenastreceañosyalgojorobada,legolpeóconelcodoylemiródesoslayo.Nisujuventudnisudefectocorporalhabíanimpedidoquesecorrompiese. Ni siquiera le sonreía, sino que lanzaba a K miradasprovocativas.Khizocomosinohubieranotadosuactitudypreguntó:

—¿ConocesalpintorTitorelli?

Ellaasintióypreguntóasuvez:

—¿Quéquiereusteddeél?

AKleparecióventajosoobteneralgodeinformaciónsobreTitorelli.

—Quieroquemehagaunretrato—dijoél.

—¿Un retrato?—preguntó ella, abriódesmesuradamente laboca,golpeóligeramente a K con la mano, como si hubiera dicho algo sorprendente o

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desacertado, se levantó sinmás su faldita y corrió todo lo rápido que pudodetrásde lasotrasniñas, cuyogriterío se fueperdiendoconforme subían.Kvolvió a encontrarse con las niñas en el siguiente rellano. Aparentementehabían sido informadas por la jorobada y le esperaban.Estaban colocadas aambosladosdelaescalerayseapretaroncontralaparedparaqueKpudierapasarcómodamenteentreellas.Selimpiabanlasmanosensusdelantales.Susrostros,asícomosuformaciónenfila,indicabanunamezcladeinfantilismoyperdición.Arriba,alfinaldelahileradeniñas,quesejuntaronpordetrásdeKy rieron, estaba la jorobada, que había tomado el liderato. K tenía queagradecerle haber encontrado con rapidez el camino correcto.Quería seguirsubiendo,peroellalemostróundesvíoqueconducíaalaviviendadeTitorelli.Laescaleraque tuvoque tomareraaúnmásestrecha,muylarga,singirosyfinalizabadirectamenteantelapuertacerradadeTitorelli.Esapuerta,provistadeunapequeñaclaraboyay,porestacausa,mejoriluminadaquelaescalera,estabahechade tablas ensambladas sinblanquear, en lasqueestabapintadocon un pincel grueso con pintura roja el nombre de Titorelli. Cuando K,acompañadodesuséquito,llegóalamitaddelaescalera,lapuertaseabrió,probablementedebidoalruidodelosnumerosospasos,yaparecióunhombreenpijama.

—¡Oh! —gritó, al ver cómo se acercaba tal cantidad de gente ydesapareció.LajorobadaaplaudiódealegríayelrestodelasniñasempujaronaKparaquesubieseconmayorrapidez.

Aúnnohabían llegado,cuandoelpintorabrió lapuertadel todo invitóaentraraKconunaprofundainclinación.Alasniñas,sinembargo,lasrechazó.Nolasquisodejarpasarpormásqueselosuplicaron.Sólolajorobadalogródeslizarse hasta el interior pasando por dejo de su brazo, pero el pintor lapersiguió, lacogióporlafalda, lasacudióaunladoyaotroylapusoenlapuertaconlasotrasniñas,que,mientraselpintorhabíaestadoausente,nosehabían atrevido a cruzar el umbral.K no sabía qué pensar, parecía como sitodo fuese una broma. Las niñas estiraron los cuellos y dirigieron al pintoralgunas burlas, que K no entendió y de las que también se rio el pintor.Mientras, la jorobada estuvo a punto de escaparse de sus manos. Luego elpintorcerró lapuerta,se inclinóunavezmásanteK, leestrechó la imanoydijo:

—PintorTitorelli.

Kseñalólapuerta,detrásdelacualseoíaalasniñassusurrar,ydijo:

—Parecequelequierenmuchoenlacasa.

—¡Ah,esaspordioseras!—dijoelpintor,que intentóenvanoabrocharseel último botón de la camisa del pijama. Estaba descalzo y llevaba puestosunos pantalones de lino amplios y amarillentos, que estaban ajustados a la

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cinturaconuncordel,cuyoslargoscabossebalanceabandeunladoaotro.

—Esaspordioseras sonunaverdadera carga—continuó, dejóde intentarabrocharseelbotón,pueshabíaterminadoporarrancarlo,acercóunasillaparaKycasileobligóasentarse.

—Hacetiempopintéaunadeellas,aunquenoestabaentrelasqueustedhavisto,ydesdeesavezmepersiguentodas.Cuandoestoysoloentransiselopermito,perocuandomevoysiempreentraalguna.Sehanhechounallavedelacerradurayselaprestanunasaotras.Nosepuedeimaginarlopesadasqueson.Unavezvineconunadamaparapintarla,abrí lapuertaconmi llaveyencontréalajorobadapintándoseloslabiosderojoconelpincel,mientrassushermanaspequeñas,alasqueteníaquevigilar,andabanportodalahabitaciónensuciándolo y revolviéndolo todo. O regreso, comome ocurrió ayer, tardeporlanoche—lesuplicoque,enconsideraciónaello,perdonemiestadoyeldesorden de la habitación—, quiero irme a la cama y de repente noto unpellizcoenlapierna,mirodebajodelacamaysacoaunadeesaspordioseras.Noentiendoporqué lahan tomadoconmigo,pues intentorechazarlas,ya lohavistousted.Naturalmentequeestorbanmi trabajo.Sinohubieranpuestogratuitamenteamidisposiciónesteestudioyamehabríamudadohacetiempo.

Precisamente en esemomento se oyó a través de la puerta una vocecitasuaveytemerosa:

—Titorelli,¿podemospasarya?Elpintornorespondió.

—¿Yotampoco?—preguntóotradelasniñas.

—Tampoco—dijoelpintor,seacercóalapuertaylacerróconllave.

K, mientras tanto, se había dedicado a examinar la habitación, jamáspodría haberse imaginado que aquel cuartucho pudiera recibir el nombre deestudio.Apenassepodíandardospasosalolargoyaloancho.Todo,suelo,paredesy techo,erademadera,entre las tablashabía resquicios.FrenteaKestabasituadalacama,cubiertaconmantasdedistintocolor.Enmediodelahabitación,sobreuncaballete,habíauncuadrocubiertoconunacamisa,cuyasmangasllegabanhastaelsuelo.DetrásdeKestabalaventana,perolanieblanopermitíavermásquelanieveacumuladaeneltejadodelacasadeenfrente.

El ruido de la llave al girar recordó a K que quería irse lo más prontoposible.Asíquesacódelbolsillolacartadelfabricante,seladioalpintorydijo:

—Me lahadadounconocido suyoy, siguiendo su consejo,hevenidoavisitarle.

El pintor leyó la carta fugazmente y la arrojó sobre la cama. Si elfabricantenohubierahabladodelpintorcomodeunconocidosuyo,comoun

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pobre hombre dependiente de sus limosnas, se hubiera podido creer queTitorelli no conocía al fabricante o no se acordaba de él. Por añadidura, elpintorpreguntó:

—¿Deseacompraralgúncuadrooquierequelehagaunretrato?

Kmiróconasombroalpintor.¿Quéesloquehabíaescritoelfabricanteenlacarta?Khabíaconsideradoevidentequeel fabricante informaríaalpintorenlacartadequeKsóloteníainterésenpreguntaracercadesuproceso.¿Sehabía precipitado al venir de unmodo tan rápido e irreflexivo? Pero ahorateníaqueresponderalpintor.Mientrasmirabahaciaelcaballete,dijo:

—¿Estátrabajandoenuncuadro?

—Sí—dijoelpintor,yarrojólacamisa,quecolgabasobreelcaballete,enla cama, sobre la carta—. Es un retrato.Un buen trabajo, pero aún no estáterminado.

LaocasiónerapropiciaparaqueKhablasesobreel tribunal,pues,segúntodas las apariencias, se trataba del retrato de un juez. Además, era muysimilaralquehabíaeneldespachodelabogado.Noobstante,eraotrojuez,unhombre gordo con barba poblada y negra que le cubría por completo lasmejillas,peroeldeldespachodelabogadoeraunretratoalóleo,mientrasqueésteeraalpastel,porloquelafiguraaparecíaimprecisaydifuminada.Todolodemás era similar, pues también aquí el juez quería que lo pintaran en elmomentode incorporarseconactitudamenazadora, aferrandocon fuerza losbrazosdelsitial.

«Esunjuez»,hubieraqueridodecirKdeinmediato,perosecontuvoyseaproximó al cuadro como si quisiera estudiar algunos detalles. No pudoaclararselapresenciadeunagranfiguradetrásdelsitial,asíquelepreguntóalpintorsobresusignificado.

—Tengoquetrabajarmásenella—respondióelpintor,cogióunlápizparapintar al pastel y realzó un poco el contorno de la figura, pero sin queapareciesemásprecisaparaK.

—Eslajusticia—dijofinalmenteelpintor.

—Ahoralareconozco—dijoK.Ahíestálavendayaquílabalanza.Peroposeealasenlostalonesyestáenmovimiento.

—Sí —dijo el pintor—, pero la tengo que pintar así por encargo, enrealidadrepresentaalmismotiempoalajusticiayaladiosadelavictoria.

—Noesunabuenacombinación—dijoKsonriendo—.Lajusticiadeberíaestarquieta,sinooscilaríalabalanzayentoncesnoseríaposibleunasentenciajusta.

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—Metengoqueadaptaralosgustosdemicliente—dijoelpintor.

—Sí, claro —dijo K, que no había querido molestar al pintor con suindicación—.Hapintadolafiguratalycomoaparecedetrásdelsitial.

—No—dijoelpintor—,nohevistoni la figuranielsitial, todoespurainvención,peromeindicaronquéesloqueteníaquepintar.

—¿Cómo? —preguntó K, y fingió que no comprendía del todo lo quedecíaelpintor—.Perosetratadeunjuezsentadoenunsitialdejuez.

—Sí—dijo el pintor—, pero no es ningún juez supremo y jamás se hasentadoenunsitialasí.

—¿Y, no obstante, se hace pintar en una actitud tan solemne? Parece elpresidentedeuntribunalsupremo.

—Sí,losseñoressonvanidosos—dijoelpintor—.Perotienenpermisodesus superiores para pintarse así. A cada uno de ellos se le prescribe conexactitud cómo se le tiene que retratar. Por desgracia, en el cuadro no sepueden apreciar los detalles del traje y del sitial, la pintura al pastel no esadecuadaparaestetipoderetratos.

—Sí—dijoK—,esextrañoquelohayatenidoquepintaralpastel.

—Asílohaqueridoeljuez—dijoelpintor—,esparaunadama.

Lacontemplacióndelcuadroparecíahaberinfundidoganasdetrabajarenel pintor. Se subió las mangas de la camisa, cogió unos lápices K observócómobajolapuntatemblorosadellápizibasurgiendoalrededordelacabezadeljuezunasombrarojizaque,adoptandounaformaestrellada,llegabahastalos bordes del cuadro. Paulatinamente, juego de sombras que rodeaba lacabeza se convirtió en una suerte de adorno honorífico. La figura querepresentabaalajusticiaquedódeunatonalidadclara,yesaclaridadlahacíaresaltar,peroapenasrecordabaaladiosadela justicia,aunquetampocoaladelavictoria,másbienseparecíaaladiosadelacaza.Ksesintióatraídoporeltrabajodelpintormásdeloquehubiesequerido.Alfinal,sinembargo,sehizo reproches por haber permanecido allí tanto tiempo y no haberemprendidonadaenloreferenteasuasunto.

—¿Cómosellamaesejuez?—preguntóderepente.

—Noselopuedodecir—respondióelpintor.Sehabíainclinadohaciaelcuadro y descuidaba claramente a su huésped, al que, sin embargo, habíarecibido con tanta consideración.K lo atribuyó a un cambio de humor y seenojóporquedebidoaesacausaestabaperdiendoeltiempo.

—¿Esustedunhombredeconfianzadeltribunal?—preguntó.

Elpintordejóellápizaunlado,seirguió,sefrotólasmanosymiróaK

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sonriente.

—Bueno,vayamosalgrano—dijoél.Ustedquieresaberalgodeltribunal,como consta en su carta de recomendación, y ha comenzado a hablar sobremiscuadrosparahalagarme.Peronolotomoamal,ustednopuedesaberqueparamíesoesunaimpertinencia.¡Oh,porfavor!—dijoenactituddefensiva,cuandoKquisoobjetaralgo,ycontinuó:

—Por lo demás, usted tiene razón con su indicación, soy un hombre deconfianzadeltribunal.

Hizounapausa,comosiquisieradejarle tiempoaKparaadaptarsea lascircunstancias. Se oyóotra vez a las niñas detrás de la puerta.Era probablequeseestuvieranpeleandopormiraratravésdelojodelacerradura,aunquetambiéneraprobablequepudieranveratravésdelosresquicios.Kdecidiónodisculparse, pues no quería que el pintor cambiase de tema, pero tampocoqueríaqueelpintorseufanaseysecreyerainalcanzable,asíquepreguntó:

—¿Esunpuestoreconocidooficialmente?

—No—dijoelpintorbrevemente,comosiconesapreguntaleimpidiesecontinuarhablando.PeroKnoqueríaquesecallaseydijo:

—Bueno, con frecuencia ese tipo de puestos no reconocidos son másinfluyentesquelosotros.

—Éseesmicaso—dijoelpintor,yasintióconlafrentearrugada—.Ayerhabléconelfabricantesobresuproblema,mepreguntósinoqueríaayudarle,yo respondí: «Puedevenir ami casa si quiere», y ahora estoy encantadodepoder recibirle tan pronto. Parece que el asunto le afecta bastante y nomeextraña.¿Nodeseaquitarseanteselabrigo?

AunqueKteníaprevistoquedarsemuypocotiempo,aceptódebuengradola proposición del pintor. El aire de la habitación le resultaba opresivo, confrecuencia había dirigido su mirada asombrada hacia una estufa de hierro,situadaenunaesquina,yquecontodaseguridadestabaapagada.Elbochornoen la habitación era inexplicable. Mientras se quitaba el abrigo y sedesabrochabalachaqueta,elpintorledijoconuntonodedisculpa:

—Tengo que tener la habitación templada. Se está muy confortable,¿verdad?Lahabitaciónestámuybiensituada.

K no dijo nada, no era el calor lo que le molestaba, sino el aire, tanenrarecido que dificultaba la respiración; era ostensible que hacía muchotiempo que no ventilaban la habitación. Esta sensación desagradable seintensificó, ya que el pintor le invitó a sentarse en la cama, mientras él sesentabaenlaúnicasilladelahabitación,frentealcaballete.Además,elpintorinterpretómal por quéK quería permanecer al borde de la cama, ya que le

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pidióquesepusieracómodoy,comoKdudase,seacercóélmismoylepusoenmediodelacamaconlosalmohadones.Acontinuación,regresóasusillaylehizolaprimerapregunta,cuyoefectofuequeKolvidasetodolodemás:

—¿Esustedinocente?—preguntó.

—Sí —dijo K—. La respuesta a esta pregunta le causó alegría,especialmente porque la respondió ante un particular, es decir sin asumirresponsabilidadalguna.Nadiehastaesemomento lehabíapreguntadodeunmodotandirecto.Paradisfrutardeesaalegría,añadió:

—Soycompletamenteinocente.

—Bien—dijo el pintor, bajó la cabeza y pareció reflexionar.De repentesubiólacabezaydijo:

—Siustedesinocente,entonceselcasoesmuyfácil.

LamiradadeKsenubló, ese supuestohombredeconfianzadel tribunalhablabacomounniñoignorante.

—Miinocencianosimplificaelcaso—dijoK,que,apesardetodo,tuvoque reír, sacudiendo lentamente la cabeza—. Todo depende de muchosdetalles, en losque el tribunal sepierde.Al final, sin embargo,descubreuncomportamientoculpabledondeoriginariamentenohabíanada.

—Sí,cierto,cierto—dijoelpintor,comosiKestorbaseinnecesariamenteelcursodesuspensamientos—.Peroustedesinocente.

—Bueno,sí—dijoK

—Esoesloprincipal—dijoelpintor.

Nohabíamaneradeinfluirenélconargumentosencontra;apesardesuresolución, K no sabía si hablaba así por convicción o por indiferencia. Kquisocomprobarlo,asíquedijo:

—Usted conoce estemundo judicialmuchomejor queyo, yono sémásque lo que he oído aquí y allá, aunque lo oído procedía de personas muydistintas. Todos coinciden en que no se acusa a nadie a la ligera y que eltribunal, cuando acusa a alguien, está convencido de la culpa del acusadoyqueesmuydifícilhacerqueabandoneeseconvencimiento.

—¿Difícil?—preguntóelpintor,yelevóunamano—.Nuncaselepuededisuadir.Sipintaseatodoslosjuecesaquíenlapared,unoalladodelotro,yustedsedefendieseanteellos,tendríamáséxitoqueanteuntribunalreal.

—Sí—dijoKparasímismoyolvidóquesólohabíaqueridosondearunpocoalpintor.

Unadelasniñasvolvióapreguntaratravésdelapuerta:

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—Titorelli,¿seirápronto?

—¡Callaos!—gritó el pintor hacia la puerta—, ¿acasonoveis que estoyhablandoconesteseñor?

Perolamuchachanoquedósatisfechaconesarespuesta,asíquepreguntó:

—¿Levasapintar?

Ycuandonorecibiórespuestadelpintor,añadió:

—Porfavor,nopintesaunhombretanfeo.

A estas palabras siguió una confusión de exclamaciones incomprensiblesaunque aprobatorias. El pintor dio un salto hacia la puerta, la abrió unresquiciosepodíanverlasmanosextendidasdelasniñasenactituddesúplica,ydijo:

—Si no os calláis, os arrojo a todas por la escalera. Sentaos aquí, en elescalón,ycomportaosbien.

No debieron de seguir sus instrucciones, así que tuvo que impartirlesórdenes.

—¡Aquí,enelescalón!

Sóloentoncessecallaron.

—Disculpe—dijoelpintorcuandoregresó.

Kapenas sehabíavueltohacia lapuerta,habíadejadoa sudiscreciónsiqueríaprotegerleycómo.Tampocosemoviócuandoelpintorseacercóhastaélyseinclinóparadecirlealgoaloído:

—Tambiénlasniñaspertenecenaltribunal.

—¿Cómo?—preguntóK,que inclinóel rostroymiróalpintor.Éste,sinembargo,sesentódenuevoyañadiómedioenseriomedioenbroma:

—Todopertenecealtribunal.

—Nolohabíanotado—dijoKbrevemente.

La indicación general del pintor al señalar a las niñas quitaba a lainformación toda su carga inquietante.No obstante,K contempló un rato lapuerta, detrásde la cualpermanecían lasniñas, ya calladasy sentadas en elescalón.Unadeellashabíaintroducidounapajitaporunadelasranurasentrelastablasylametíaysacabalentamente.

—Por lo que parece aún no se ha hecho una idea del tribunal—dijo elpintor,quehabíaestiradolaspiernasygolpeabaelsueloconlaspuntasdelospies—.Nonecesitaráserinocente.Yomismolesacarédelproblema.

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—¿Ycómopretende conseguirlo?—preguntóK—.Hacepocoustedmehadichoqueeltribunalesinaccesibleacualquiertipodeargumentación.

—Inaccesible a cualquier argumentaciónque se plantee ante él—dijo elpintor, y elevó el dedo índice como si K no hubiese percibido la sutildiferencia—.Peroesareglapierdesuvalidezcuandoseargumentaaespaldasdeltribunaloficial,esdecirenlosdespachosdelosasesores,enlospasilloso,porejemplo,aquí,enmiestudio.

LoqueelpintoracababadedecirnoleparecióaKtandescabellado,todolo contrario, coincidía con lo que le habían contado otras personas. Inclusoparecía otorgar muchas esperanzas. Si los jueces se dejaban influir tanfácilmenteporsusrelacionespersonales,comoelabogadohabíamanifestado,entonces las relaciones del pintor con los vanidosos jueces eran muyimportantes y de ninguna manera se podían menospreciar. En ese caso elpintor se adaptaba perfectamente al círculo de ayudantes que Kpaulatinamente iba reuniendo a su alrededor.Unavezhabían elogiado en elbanco su talento organizador, aquí, en una situación en la que dependíaexclusivamente de sí mismo, había una buena oportunidad para ponerlo aprueba.El pintor observó el efecto que su aclaración había ejercido enK ydijo,nosinciertotemor:

—¿Nolellamalaatenciónquehablocasicomounjurista?Esporeltratoininterrumpido con los señores del tribunal, que tanto me ha influido. Porsupuesto,sacomuchosbeneficiosdeello,peroel impulsoartísticosepierdeenparte.

—¿Cómoentróencontactoconlosjueces?—preguntóK.Queríaganarseprimerolaconfianzadelpintor,antesdetomarloasuservicio.

—Muyfácil—dijoelpintor—,heheredadomiposición.Yamipadrefuepintorjudicial.Esunpuestohereditario.Nosenecesitannuevaspersonasqueejerzan el oficio. Para pintar a los distintos grados de funcionarios se hanpromulgadotantasreglassecretasy,además,tancomplejas,quenosepuedendominarfueradedeterminadasfamilias.Porejemplo,ahí,enelcajón, tengolosapuntesdemipadre,quenoenseñoanadie.Sóloelque losconoceestácapacitadoparapintaralosjueces.Aunenelcasodequelosperdiera,guardoen la memoria tal cúmulo de reglas que nadie podría aspirar a ocupar mipuesto.Los juecesquierenque se lespintecomosepintóa los juecesenelpasado,yesosólolopuedohaceryo.

—Esoesdignodeenvidia—dijoK,quepensóensupuestoenelbanco.Suposición,porconsiguiente,esinalterable.

—Sí, inalterable—dijo el pintor, y alzó los hombros con orgullo—.Poresomismomepuedoatreverdevezencuandoaayudaraalgúnpobrehombre

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quetieneunproceso.

—Y,¿cómolohace?—preguntóK,comosinofueraélaquienelpintorhabía llamadopobrehombre.Elpintor, sinembargo,nosedejó interrumpir,sinoquedijo:

—En su caso, por ejemplo, ya que usted es completamente inocente,emprenderélosiguiente.

AKlecomenzabaaresultarmolestalarepetidamencióndesuinocencia.Leparecíaqueelpintor,conesasindicaciones,hacíadependersuayudadeunresultadopositivodelproceso, encuyocaso la ayudacareceríade cualquiervalor.Apesardeestaduda,Ksedominóynointerrumpióalpintor.Noqueríarenunciarasuayuda,estabadecidido,ademásleparecíaqueesaayudanoeramás cuestionable que la del abogado. K incluso la prefirió, pues era másinofensivaysinceraqueestaúltima.

Elpintorhabíaacercadolasillaalacamaycontinuóconvozapagada:

—He olvidado preguntarle al principio qué tipo de absolución prefiere.Haytresposibilidades,laabsoluciónreal,laabsoluciónaparenteylaprórrogaindefinida. La absolución real es, naturalmente, la mejor, pero no tengoninguna influencia para lograr esa solución. Aquí decide, con todaprobabilidad,lainocenciadelacusado.Comoustedesinocente,podríaconfiarenalcanzarla,peroentoncesnonecesitaríanimiayudaniladecualquierotro.

Esta gama de posibilidades desconcertó al principio a K, luego dijotambiénenvozbaja,comohabíahabladoelpintor:

—Creoquesecontradice.

—¿Por qué? —preguntó el pintor con actitud paciente, y se reclinósonriente.

Esa sonrisa despertó en K la impresión de que no se proponía cubrircontradicciones en las palabras del pintor, sino en el mismo procedimientojudicial.Noobstante,continuó:

—Hace poco comentó que el tribunal es inaccesible para todo tipo deargumentación, después ha limitado la validez de ese principio al tribunaloficialyahoradice,incluso,queelinocentenonecesitaayudaalgunaanteeltribunal. Ahí se produce una contradicción. Además, antes ha dicho que sepuede influir personalmente en los jueces, pero ahora pone en duda que sepuedallegaralaabsoluciónreal,comoustedlallama,medianteunainfluenciapersonal.Ahíseincurreenunasegundacontradicción.

—Esascontradiccionessonfácilesdeaclarar—dijoelpintor—.Aquíestáhablandodedoscosasdistintas,deloquela leyestableceydeloqueyoheexperimentado personalmente; no debe confundir ambas cosas. En la ley,

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aunqueyonoloheleído,seestableceporunapartequeelinocentetienequeser absuelto, pero por otra parte no se establece que los jueces puedan serinfluidos. No obstante, yo he experimentado lo contrario. No he sabido deningunaabsoluciónreal,peroheconocidomuchasinfluencias.Esposiblequeenloscasosqueheconocidonosedieralainocenciadelacusado.Pero,¿noesacasoimprobablequeentantoscasosnohayaniunosoloenelqueelacusadohayasidoinocente?Yacuandoeraniñoescuchabaamipadrecuandocontabaalgo de los procesos, también los jueces hablaban sobre procesos cuando levisitabanensuestudio,ennuestrocírculonosehablabadeotracosa,siempreque tuve la oportunidad de ir a los juicios, siempre la aproveché, hepresenciado innumerables procesos y he seguido sus distintas fases, tantocomo era posible y, lo debo reconocer, no he conocido ninguna absoluciónreal.

—Asípues,ningunaabsolución—dijoKcomosihablaseconsigomismoy con sus esperanzas—. Eso confirma la opinión que tengo del tribunal.Tampocoporesapartetienesentido.Unúnicoverdugopodríasustituiratodoeltribunal.

—Nodebegeneralizar—dijoelpintorinsatisfecho—,sólohehabladodemisexperiencias.

—Eso basta —dijo K—, ¿o acaso ha oído de absoluciones en otrostiempos?

—Ha debido de haber ese tipo de absoluciones—respondió el pintor—.Peroesdifícilconstatarlo.Lassentenciasdefinitivasdeltribunalnosehacenpúblicas, ni siquiera son accesibles para los jueces, por eso sólo se hanconservado leyendas sobre casos judiciales antiguos. Estas leyendas, en sumayoría, contienen absoluciones reales, se puede creer en ellas, pero no sepueden demostrar.No obstante, no se deben descuidar, contienen una ciertaverdad, y son muy bellas, yo mismo he pintado varios cuadros que tienencomotemaesasleyendas.

—Simples leyendas no pueden hacerme cambiar de opinión—dijoK—,¿acasosepuedeninvocaresasleyendasenjuicio?

Elpintorrio.

—No,nosepuede—dijo.

—Entonces es inútil hablar de ellas —dijo K. Quería aceptarprovisionalmente todas las opiniones del pintor, aun en el caso deconsiderarlas improbables o que contradijeran otros informes. Ahora nodisponíadel tiempoprecisoparaanalizar todoloqueelpintorhabíadichoyconstatarlo o refutarlo de acuerdo con la verdad. Se daría por satisfecho silograsequeelpintor leayudase inclusodeunamaneranodecisiva.Asíque

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dijo:

—Dejemos entonces la absolución real. Usted mencionó otras dosposibilidades.

—La absolución aparente y la prórroga indefinida. Sólo hay estas dosposibilidades—dijoelpintor—.Pero,¿noquierequitarselachaquetaantesdequecontinuemos?Parecequetienecalor.

—Sí—dijoK,quehastaesemomentosólohabíaprestadoatencióna lasexplicacionesdelpintor,peroqueahora,alrecordárseleelcalor,sintiócómoelsudorbañabasufrente—.Elcalorescasiinsoportable.

ElpintorasintiócomosientendieseperfectamenteelmalestardeK.

—¿Nosepuedeabrirlaventana?—preguntóK.

—No—dijoelpintor—.Noesmásqueunvidriofijo,nosepuedeabrir.

Ahora se daba cuenta K de que todo el tiempo había alimentado laesperanza de que el pintor, o él mismo, se levantaría y abriría la ventana.Estabainclusopreparadopararespirarlanieblaatodopulmón.Lasensacióndeestarallíencerradoleprodujounmareo.Golpeóligeramentelacamaconlamanoydijoconvozdébil:

—Esunambienteopresivoeinsano.

—¡Oh, no! —dijo el pintor en defensa de su ventana—. Precisamenteporquenosepuedeabrirmantienemejorel calorqueunaventanadoble.Siquieroairear,loquenoesmuynecesario,puespenetraairesuficienteporlosresquiciosdelastablas,puedoabrirunadelaspuertasoambas.

K,consoladounpocoporesaexplicación,miróentornoparadescubriresasegundapuerta.Elpintorlonotóydijo:

—Estádetrásdeusted.Latuvequetaparconlacama.

AhoravioKlapequeñapuertaenlapared.

—Esto es muy pequeño para ser un estudio —dijo el pintor, como siquisierasaliralpasodeunacríticadeK—.Tuvequeinstalarmecomopude.La cama, justo delante de la puerta, está, naturalmente, en unmal lugar. Eljuez al que estoy retratando, por ejemplo, entra siempre por la puerta de lacama y le he dado una llave para que cuando no esté yo en casa puedaesperarme. Pero suele venir por la mañana temprano, cuando aún duermo.Naturalmenteme despierta siempre del sueñomás profundo cuando abre lapuerta.Leperderíaelrespetoatodoslosjuecessioyeralasmaldicionesconlasquelerecibocuandosesubeamiramatantemprano.Lepodríaquitarlallave,peroconesosóloconseguiríaenojarle.Todaslaspuertasdeestacasasepodríansacardesusquiciossinhacermuchosesfuerzos.

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Mientras hablaba el pintor, K pensaba si se debía quitar la chaqueta,finalmente reconocióquesino lohacíasería incapazdepermanecerallípormás tiempo, así que se la quitó y la puso sobre sus rodillas para podérselaponer en cuanto terminara la conversación. Apenas se había quitado lachaqueta,unadelasniñasgritó:

—¡Yasehaquitadolachaqueta!—yseoyócómotodasseapresurabanamirarporlasrendijasparacontemplarelespectáculo.

—Lasniñas—dijoelpintor—creenquelevoyapintaryqueporesosedesnuda.

—¡Ah, ya!—dijoK poco animado, pues no se sentíamuchomejor queantes aunque estuviera sentado en mangas de camisa. Casi de mal humorpreguntó:

—¿Cómodenominólasotrasdosposibilidades?

Yahabíaolvidadolasexpresionesqueelpintorhabíaempleado.

—La absolución aparente y la prórroga indefinida —dijo el pintor—.Usted elige. Ambas se pueden lograr con mi ayuda, naturalmente no sinesfuerzo, la diferencia en este sentido radica en que la absolución aparenterequiereunesfuerzointermitenteyconcentrado,mientrasquelaprórroga,unomásdébil,perocontinuado.Bien,comencemosporlaabsoluciónaparente.Sieligieseésta,escribiréenunpapelunaconfirmacióndesuinocencia.Eltextopara una confirmación así lo he heredado demi padre y resulta irrefutable.Con esa confirmación hago una ronda con los jueces que conozco. Porejemplo,comienzohoyporlanocheconeljuezalqueestoypintando,cuandovengaalasesión.Lepresentolaconfirmación,leaclaroqueustedesinocenteymehagogarantedesuinocencia.Peronosetratadeunagarantíasuperficialoficticia,sinorealyvinculante.

EnlamiradadelpintorhabíaunairedereprocheporelhechodequeKlecargaseconesaresponsabilidad.

—Seríamuyamabledesuparte—dijoK—.¿Yeljuez,enelcasodequelecreyera,tampocomeabsolveríarealmente?

—Comoya ledije—respondióelpintor—.Pero tampocoes seguroquetodosmecrean,algúnjuezreclamará,porejemplo,queleconduzcahastaél.Entoncesnolequedaráotroremedioquevenir.Enunsupuestoasí,sepuededecirque lacausaestácasiganada,especialmenteporqueantes le informarédecómotienequecomportarseanteeljuez.Peorresultaconaquellosjuecesque no me atienden desde el principio, esto también puede ocurrir. Nosveremosobligadosarenunciaraellos,aunquenofaltenalgunosintentos,peropodemos permitirnos ese lujo, que unos cuantos jueces aislados no son

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decisivos. Si consigo un número suficiente de firmas de jueces en estaconfirmaciónde inocencia, entoncesvoyaver al juezque lleva su caso.Esposiblequetengayasufirma,enesesupuesto, todovaunpocomásrápido.Engeneralyanohaymuchosmásimpedimentos,hallegadoelmomentoparaqueelacusadotengaunagranconfianza.Esextraño,perocierto, lagenteseencuentra en esa fase más confiada que después de la absolución. Ya nonecesario esforzarsemás. El juez posee en la confirmación de inocencia lagarantíadeunnúmerodejuecesypuedeabsolversinpreocuparse.Asílohará,sinduda,parahacermeunfavoramíyaotrosconocidos,despuésderealizaralgunasformalidades.Ustedsaledelámbitotribunalyeslibre.

—Entoncessoylibre—dijoKindeciso.

—Sí—dijoelpintor—,perosólolibreenaparienciao,mejordicho,libreprovisionalmente.La judicatura inferior, a la que pertenecenmis conocidos,noposeeelderechoaotorgarunaabsolucióndefinitiva,estederechosóloloposee el tribunal supremo, inalcanzable para usted, para mí y para todosnosotros. No sabemos lo que allí pasa y, dicho sea de paso, tampoco loqueremos saber. Nuestros jueces carecen del gran derecho a liberar de laacusación,peroentresuscompetenciasestáladepoderdesprenderledeella.Eso quiere decir que si obtiene este tipo de absolución, queda liberadomomentáneamente de la acusación, pero pende aún sobre usted y puedesuceder,sillegalaordendesdearriba,queentreenvigordeinmediato.Comotengo tan buenos contactos con el tribunal, puedo decirle también cómo serefleja exteriormente en los reglamentos de laAdministración de Justicia ladiferenciaentreunaabsoluciónrealyotraaparente.Encasodeunaabsoluciónreal,sedebenreunirtodaslasactasprocesales,desaparecenporcompletodelprocedimiento,todosedestruye,nosólolaacusación,sinotambiéntodoslosescritosprocesales,incluidalaabsolución.Enlaabsoluciónaparenteocurredeunmodoalgodiferente.Noseproduceningunamodificaciónmásdelasactas,aellasseañadenlaconfirmacióndeinocencia,laabsoluciónyelfundamentodelaabsolución.Porlodemás,lasactascontinúanenelproceso,setrasladan,como exige el continuo trámite administrativo, a los tribunales supremos,vuelvealosinferiores,yoscilaentreunosyotrosconmayoromenorfluidezEsos caminos son impredecibles. Considerado desde el exterior, se podríallegaralaconclusióndequetodosehaolvidadohacetiempo,quelasactassehan perdido y que la absolución es completa. Un especialista no lo creerájamás.Nosepierdenlasactas,eltribunalnoolvida.Undía—nadieloespera—,unjuezcualquieratomaelacta,leprestapocodeatención,compruebaquela acusación aún está en vigor y ordena la detención inmediata. He dado aentenderqueentre laabsoluciónaparenteylanuevadetencióntranscurreunlargoperiododetiempo,esposibleyconozcoalgunoscasos,perotambiénesposiblequeelabsuelto llegueasucasade los tribunalesyyaallí leesperenunos emisarios para detenerle de nuevo. Entonces, por supuesto, se ha

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terminadolavidaenlibertad.

—¿Yelprocesocomienzaotravez?—preguntóKincrédulo.

—Así es —dijo el pintor—, el proceso comienza de nuevo, y tambiénexiste laposibilidad, comoalprincipio, deobteneruna absolución aparente.Hayqueconcentrarotraveztodaslasfuerzasynorendirse.

LoúltimolodijoelpintorprobablementeguiadoporlaimpresióndequeelánimodeKsehabíahundido.

—Pero, ¿no resulta más difícil obtener la segunda absolución que laprimera? —preguntó K, como si quisiera anticiparse a alguna de lasrevelacionesdelpintor.

—Nosepuededecirnada seguroal respecto—dijo elpintor—.¿Quieredecirsieljuezsepuedeverinfluidodesfavorablementeensusentenciaporlaprimera detención? No, ése no es el caso. Los jueces ya han previsto ladetención en el momento de dictar la absolución. Esa circunstancia apenastieneefecto.Perootrosmuchosmotivospuedeninfluirahoraenelhumordeljuezyensuenjuiciamiento jurídicodelcaso,y losesfuerzosse tendránqueadaptaralasnuevascircunstancias,siendonecesario,porsupuesto,actuarconlamismafuerzaydecisiónqueantesdelaprimeraabsolución.

—Peroesa segundaabsolución tampocoesdefinitiva—dijoK,ygiró lacabezaconactitudderechazo.

—Porsupuestoqueno—dijoelpintor—,alasegundaabsoluciónsiguelatercera detención; a la tercera absolución, la cuarta detención, Esto estáimplícitoenelmismoconceptodeabsoluciónaparente.

Kpermanecióensilencio.

—Laabsoluciónaparentenoleresultamuyventajosa,¿verdad?—dijoelpintor—. Tal vez prefiera la prórroga indefinida. ¿Desea que le are en quéconsistelaprórrogaindefinida?

Kasintióconlacabeza.

Elpintorsehabíareclinadocómodamenteenlasilla,sucamisadelpijamaestabaabiertayserascabaelpechoconlamano.

—Laprórroga—dijoelpintor,ymiróunmomentoantesícomosibuscaralaspalabrasadecuadas—,laprórrogaconsisteenqueelprocesosemantienedeunmododuraderoenunafasepreliminar.Paralograrloesnecesarioqueelacusadoyelayudante,sobretodoelayudante,permanezcacontinuamenteencontacto personal con el tribunal.Repito, aquí no es necesario gastar tantasenergías como para lograr una absolución aparente y, sin embargo, sí esnecesarioprestarunamayoratención.Nosepuedeperderdevistaelproceso,

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hayqueiraveraljuezcompetenteenperiodosdetiemporegularesy,además,en ocasiones especiales, y hay que intentar mantenerlo contento. Si no seconocepersonalmentealjuez,sepuedeintentarinfluirenélatravésdeotrosjueces, sin por ello renunciar a las entrevistas personales. Si no se descuidanada a este respecto, se puede decir con bastante certeza que el proceso nopasará de su primera fase. El proceso, sin embargo, no se detiene, pero elacusadoquedacasitanasalvodeunacondenacomosiestuvieralibre.Frentea la absolución aparente, la prórroga indefinida tiene la ventaja de que elfuturo del acusado es menos incierto, evita los sustos de las detencionesrepentinasynotienequetemer,precisamenteenaquellosperiodosenquesuscircunstanciassoninapropiadas,losesfuerzosylasirritacionesquecuestanellogrodelaabsoluciónaparente.Noobstante,laprórrogatambiénposeeciertasdesventajasparaelacusadoquenosedebensubestimar.Ynopiensoenqueaquíelacusadonuncaeslibre,puestampocoloes,enunsentidoestricto,enlaabsolución aparente. Se trata de otra desventaja. El proceso no se puededetenersinque,almenos,hayamotivosaparentesparaello.Porlotanto,ydecara al exterior, tiene que suceder algo en el proceso. Así pues, de vez encuando se tomarán algunas disposiciones, se interrogará al acusado, serealizarán algunas investigaciones, etc. El proceso debe girar dentro de losestrechos límites a los que se le ha reducido artificialmente. Eso producealgunasmolestiasalacusado,que,sinembargotampocodebeimaginarsequesontanmalas.Todoesdecaraalexterior;losinterrogatorios,porejemplo,sonmuycortos,cuandosetienepocotiempoo,simplemente,nosetienenganasdecomparecer,sépuedefaltarpresentandounadisculpa,inclusoconalgunosjuecessepuedenfijardeantemanolasfechasdedeterminadasformalidades,se trata,endefinitiva,yaqueunoesunacusado,depresentarseanteel juezcompetentedevezencuando.

Ya durante las últimas palabras K se había colocado la chaqueta en elbrazoysehabíalevantado.

—¡Sehalevantado!—gritaronenseguidaalotroladodelapuerta.

—¿Yasequiere ir?—preguntóelpintor tambiénlevantándose—.Seguroque es el aire viciado por lo que se va. Me resulta muy desagradable. Mequedabanmás cosas por decirle, tenía que haber abreviado. Espero quemehayacomprendido.

—¡Oh,sí!—dijoK,alqueledolíalacabezaporelesfuerzorealizadoparaescuchar. No obstante esta confirmación, el pintor se lo resumió otra vez,comosiquisieraqueKsellevaseconsigoalgúnconsuelo.

Ambosmétodostienenencomúnqueimpidenunacondenadelacusado.

—Perotambiénimpidenlaabsoluciónreal—dijoKenvozbaja,comosiseavergonzasedehaberlodescubierto.

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—Hacomprendidoelmeollodelasunto—dijoelpintorconrapidez.

K puso la mano en el abrigo, pero no podía decidirse a ponérselo. Lehubieragustado recogerlo todoy salir a respirar el aire fresco.Tampoco lasniñaslemotivabanavestirse,pormásquedesdeelprincipiosegritaranentreellasqueseestabavistiendo.ElpintorintentóconocerelestadodeánimodeK,asíquedijo:

—Nosehadecididorespectoamisproposiciones.Loapruebo.Lomismole hubiera desaconsejado que se decidiera en seguida. Las ventajas y lasdesventajassonnimias.Hayquevalorarlotodoconexactitud.

—Levolveréavisitarpronto—dijoK,quecondecisiónrepentinapusolachaqueta, seechóelabrigosobre loshombrosyseapresuróhacia lapuerta.Lasniñas,aladvertirlo,comenzaronagritar.

—Perodebemantenersupalabra—dijoelpintor,quelehabíaseguido,sino,mepresentaréensubancoypreguntaréporusted.

—Abra la puerta—dijo K, al notar cómo las niñas hacían fuerza en elpicaporte.

—¿Acasoquierequelasniñaslemolesten?Salgamejorporlaotrapuerta—yseñalólapuertasituadadetrásdelacama.

Kestuvodeacuerdoyretrocedióhastalacama.Peroelpintor,envezdeabrirlapuerta,semetiódebajodelacamaypreguntódesdeallí:

—¿Noquiereveruncuadroquelepodríavender?

K no quería ser descortés, el pintor se había portado bien y le habíaprometidoseguirayudándole,ademásKsehabíaolvidadodehablarsobrelarecompensa por la ayuda, por este motivo no pudo zafarse y dejó que lemostraraelcuadro,aunque temblasede impacienciaporsalirdelestudio.Elpintor sacó de debajo de la cama un montón de cuadros sin enmarcar tanllenos de polvo que, cuando el pintor sopló sobre el primero, K estuvo untiemposinpoderrespirarniverbien.

—Un paisaje de landa —dijo el pintor, y alcanzó el cuadro a K.Representabaunosárbolesdébiles,muyalejadosentresí,rodeadosdehierbaoscura.Ensegundoplanoseveíaunpolicromocrepúsculo.

—Muybonito—dijoK—,locompro.

Ksehabíaexpresadocontalbrevedaddeunaformaimpensada.Poresosealegrócuandoelpintorenvezdetomarloamal,levantóotrocuadrodelsuelo.

—Aquítieneuncontrasteconelanterior—dijoelpintor.

Se habría concebido como un contraste, pero no había la más mínima

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diferencia conel anterior, ahí estaban los árboles, lahierbay enel fondoelcrepúsculo.PeroaKnoleimportaba.

—Sonpaisajesmuybonitos—dijo—.Se loscompro.Loscolgaréenmidespacho.

—Parece que el motivo le gusta. Casualmente tengo un tercer cuadrosimilar.

No era similar, más bien se trataba de un paisaje idéntico. El pintoraprovechabalaoportunidadparavendercuadrosviejos.

—Tambiénlocompro—dijoK—.¿Cuántocuestanlostrescuadros?

—Yahablaremosdeeso—dijoelpintor—.Ahoratieneprisa,perovamosapermanecerencontacto.Por lodemás,mealegraquelehayangustadoloscuadros.Ledarétodoslosquetengodebajodelacama.Todossonpaisajesdelanda, ya he pintado muchos. Hay personas que les tienen cierta aversiónporque sonmelancólicos, otros, sin embargo, entre los que usted se cuenta,aman precisamente esa melancolía. Pero K ya no tenía ganas de oír lasexperienciasprofesionalesdelpintorpedigüeño.

—Empaqueteloscuadros—exclamó,interrumpiendoalpintor—,mañanavendrámiordenanzaylosrecogerá.

—No es necesario —dijo el pintor—. Creo que podré conseguir quealguienseloslleveahora.

Finalmente,saliódedebajodelacamayabriólapuerta.

—Súbasealacama—dijoelpintor—,lohacentodoslosqueentran.

K tampoco habría tenido ninguna consideración si el pintor no hubiesedicho nada. En realidad ya tenía puesto un pie encima de la cama, peroentoncessequedómirandohacialapuertaabiertayvolvióaretirarelpie.

—¿Quéeseso?—preguntóalpintor.

—¿De qué se asombra? —preguntó éste, asombrado a su vez—. Sondependenciasdeltribunal.¿Nosabíaqueaquíhabíadependenciasjudiciales?Estetipodedependenciaslashayenprácticamentetodaslasbuhardillas,¿porquéhabríandefaltaraquí?Tambiénmiestudiopertenecea lasdependenciasdeltribunal,ésteeselquelohapuestoamidisposición.

K no se horrorizó tanto por haber encontrado allí unas dependenciasjudiciales,sinoporsuignoranciaenasuntosrelacionadoscontribunal.Segúnsu opinión, una de las reglas fundamentales que debía regir la conducta detodo acusado era la de estar siempre preparado, no dejarse sorprender, nomirar desprevenido hacia la derecha, cuando el juez se encontraba a suizquierda, y precisamente infringía esta regla continuamente. Ante él se

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extendíaunlargopasillo,porelquecorríaunairefrescoencomparaciónconel del estudio. A ambos lados del pasillo había bancos, como en la sala deespera de las oficinas judiciales competentes para el caso de K. Parecíanexistir reglas concretas para la construcción de las dependencias. En esemomento no había mucho tráfico de personas. Un hombre permanecía casitendido,habíaapoyadolacabezaenelbancoysehabíacubiertoelrostroconlasmanos.Parecíadormir.Otroestabaalfinaldelpasillo,enunazonaoscura.K se subió a la cama, el pintor le siguió con los cuadros. Al poco tiempoencontraron a un empleado de los tribunales. K reconocía a todos estosempleadosporelbotóndoradoquellevabanensusgajesnormales,juntoalosotros botones usuales. El pintor le encargó que acompañase a K con loscuadros.Kvacilabaalcaminaryavanzabaconelpañueloen laboca.Yaseencontrabancercadelasalida,cuandolasniñasirrumpieronfrenteaellos,asíqueKnisiquierasepudoahorraresasituación.Habríanvistocómoabríanlaotrapuertayhabíancorridoparasorprenderlos.

—Ya no puedo acompañarle más —exclamó el pintor sonriendo yresistiendoelembatedelasniñas—.¡Adiós!¡Ynotardemuchoendecidirse!

K ni siquiera le miró. Al salir a la calle tomó el primer taxi que pasó.Deseaba deshacerse del empleado, ese botón dorado se le clavabacontinuamente en el ojo, aunque a cualquier otro ni siquiera le llamara laatención.Elempleado,servicial,quisosentarseconK,peroésteloechóabajo.Kllegóalbancoporlatarde.Habríaqueridodejarseloscuadrosenelcoche,perotemiónecesitarlosenalgúnmomentoparajustificarseanteelpintor.AsíquepidióquelossubieranasudespachoYlosguardóenelúltimocajóndesumesa.Allíestaríanasalvodelacuriosidaddelsubdirector,almenosdurantelosprimerosdías.

ElcomercianteBlock.Krenunciaalabogado

Por fin sehabíadecididoKa renunciar a la representacióndel abogado.Lasdudasacercadeloacertadodedichamedidanosepodíaneliminar,peroelconvencimiento de la necesidad de ese paso terminó por prevalecer. Ladecisión,eneldíaqueKteníaquevisitaralabogado,lehabíacostadotiempoyesfuerzo,trabajóconexcesivalentitudytuvoquepermanecermuchashorasensudespacho.PasabandelasdiezdelanochecuandoKsepresentóantelapuerta del abogado.Antes de llamar pensó si no seríamejor romper con elabogado por teléfono o por escrito, pues la entrevista tendría que ser porfuerza desagradable. Pero K decidió mantenerla, de otro modo el abogadoaceptaríaladecisióndeKconalgunaspalabrasformalesoconsilencio,yK,

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salvoloqueLenilepudieradecir,desconoceríasureacciónantelamedidaylas consecuencias que, según la opinión nada despreciable del abogado, esepaso tendría para K. No obstante, si K estaba sentado frente al abogado,aunqueéstenoquisieradecirmucho,almenospodríadeducirbastantedesusgestosydesuactitud.Tampocosepodíaexcluirqueleconvencieseparaqueelabogadocontinuaseconladefensayqueélrenunciaseasudecisión.

Comosiempre, laprimerallamadaa lapuertaquedósinrespuesta.«Lenipodría ser más rápida» —pensó K. Pero resultaba una ventaja que no seinmiscuyeranlosvecinos,comohabitualmente,yafueseelhombreenbataocualquier otro.MientrasK tocaba el timbre por segunda vez,miró hacia lapuertavecina,peropermaneciócerrada.Finalmenteaparecierondosojosenlamirilla de la puerta, pero no eran los deLeni.Alguien abrió la puerta, perosiguióapoyándoseenella,ygritóhaciaelinterior:

—¡Esél!—yabriódeltodo.

Khabíaempujadotambiénlapuerta,puesyahabíaescuchadolallavedela cerradura en la puerta de al lado.Cuando la puerta se abrió, se precipitóhaciadentroylediotiempoavercómoLeni,alaquehabíandirigidoanteselgritode advertencia, corríapor el pasillovestida conuna simple camisa.Sequedómirándolaunratoyluegosevolvióhaciaelquehabíaabiertolapuerta.Eraunhombrepequeñoydelgado,conbarba,ysosteníaunavelaenlamano.

—¿Estáempleadoaquí?—preguntóK.

—No—respondióelhombre—,elabogadomedefiende,estoyaquíporunasuntojudicial.

—¿Sinchaqueta?—preguntóK,yseñalóconunmovimientodelamanosuformainapropiadadevestir.

—¡Oh,disculpe!—dijoelhombre,y se iluminóa símismocon lavela,comosiadvirtieseporprimeravezsuestado.

—¿Leni es suamante?—preguntóKbrevemente.Habíaabiertoalgo laspiernas, las manos, que sostenían el sombrero, permanecían en la espalda.Sóloporposeerunbuenabrigodeinviernosesintiósuperioraaquellafiguraesmirriada.

—¡Oh,Dios!—dijo,yalzólamanoanteelrostroenunaactituddefensiva—,no,no,¿cómopuedepensareso?

—Parecequedice laverdad—dijoKsonriendo—,noobstante,venga lehizounaseñaconelsombreroydejóquefuerapordelante.

—¿Cómosellama?—preguntóKmientrascaminaban.

—Block, soy el comercianteBlock—dijo, y al hacer su presentación se

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volvió,peroKnodejóquesedetuviera.

—¿Essuapellidodeverdad?—preguntóK.

—Claro—fuelarespuesta—,¿porqué?

—Pensé que tenía razones para silenciar su apellido—dijoK. Se sentíalibre,tanlibrecomoelquehablaenelextranjerocongentedebajacondición,guardaparasítodoloqueleafectaysólohablaindiferentedelosinteresesdelos demás, elevándolos o dejándolos caer según su gusto.K se paró ante lapuerta del despacho del abogado, la abrió y gritó al comerciante, que habíacontinuado:

—¡Notandeprisa!Ilumineaquí.

K pensó que Leni podía haberse escondido allí, por lo que obligó alcomercianteabuscarportodaslasesquinas,perolahabitaciónestabavacía.Kdetuvoalcomercianteanteelcuadrodeljuezcogiéndoleporlostirantes.

—¿Leconoce?—preguntó,yseñalóconeldedohaciaarriba.

Elcomercianteelevólavela,miróguiñandolosojosydijo:

—Esunjuez.

—¿Un juez supremo?—preguntó K, y se puso al lado del comerciantepara observar la impresiónque le causaba el cuadro.El comerciantemirabaconadmiración.

—Esunjuezsupremo—dijo.

—Ustednotienemuchacapacidaddeobservación—dijoK—.Entretodoslosjuecesdeinstruccióninferiores,éleselinferior.

—Ahorameacuerdo—dijoelcomerciante,ybajólavela—,yotambiénloheoído.

—Naturalmente—exclamóK—,loolvidé,claroquelohabráoído.

—Pero, ¿por qué?, ¿por qué? —preguntó el comerciante, mientras sedirigíahacialapuertaempujadoporK.Yaenelpasillo,dijoK:

—¿SabedóndesehaescondidoLeni?

—¿Escondido?—dijoelcomerciante—.No,peropuedeestarenlacocinapreparandounasopaparaelabogado.

—¿Porquénolohadichoenseguida?—preguntóK.

—Yo quería conducirle hasta allí, pero usted mismo es el que me hallamado —respondió el comerciante, algo confuso por las órdenescontradictorias.

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—Ustedsecreemuyastuto—dijoK—.¡Llévemeentonceshastaella!Kno había estado nunca en la cocina, era sorprendentemente grande y estabamuybienamueblada.Elhornoeratresvecesmásgrandequelosnormales;delresto podía ver muy poco, pues la cocina sólo estaba iluminada por unapequeñalámparasituadaalaentrada.FrentealfogónseencontrabaLeniconun delantal blanco, como siempre, y cascaba huevos en una olla puesta alfuego.

—Buenasnoches,Josef—dijomirándoledesoslayo.

—Buenasnoches—dijoK,yseñalóunasillaenlaqueelcomerciantesedebíasentar,loqueéstehizosinvacilar.K,sinembargo,seaproximóaLenipordetrás,seinclinósobresuhombroypreguntó:

—¿Quiénesesehombre?

LenirodeólacabezadeKconunamanomientrasconlaotradabavueltasalasopa,luegoleatrajohaciasíydijo:

—Es un hombre digno de lástima, un pobre comerciante, un tal Block.Míralo.

Amboslemiraron.ElcomercianteestabasentadoenlasillaqueKlehabíaasignado. Había apagado la vela, ya innecesaria, e intentaba presionar elpabiloconlosdedosparaevitarquehumease.

—Estabasencamisa—dijoK,girandolacabezahaciaelfogón.Ellacalló.

—¿Estuamante?—preguntóK.

Ellaquisocogerlaolla,peroKtomósusmanosydijo:

—¡Responde!

Ellamusitó:

—Venaldespacho,teloexplicarétodo.

—No—dijoK—,quieroqueloaclaresaquí.

Ellaleabrazóyquisobesarle,peroKseresistióydijo:

—Noquieroquemebesesahora.

—Josef—dijoLeni,ymiróalosojosdeKsuplicanteperoconsinceridad—,¿noestaráscelosodelseñorBlock?Rudi—dijoahoravolviéndosehaciaelcomerciante—,ayúdameydejalavela,miracómosospechademí.

Se podría haber pensado que no prestaba atención, pero seguíaperfectamentelaconversación.

—Noséporquétienequeestarceloso—dijosinsaberquéresponder.

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—Yotampocolosé—dijoK,ycontemplóalcomerciantesonriendo.Lenirioenvozalta,seaprovechódeldescuidodeKpararodearseconsubrazoysusurró:

—Déjalo,yaveslaclasedehombrequees.Lohetomadounpocobajomiprotecciónporqueesunbuenclientedelabogado,porningúnotromotivo.¿Ytú?¿Quiereshablarconelabogado?Hoyestámuyenfermo,perosiquieresteanuncioahoramismo.Porlanochetequedasconmigo,¿verdad?Hacetiempoque no vienes, el abogado ha preguntado por ti. ¡No descuides el proceso!Tambiényotengoquecomunicartealgoquehesabidohacepoco.Peroahoraquítateelabrigo.

Ella leayudóaquitárselo, también lecogióelsombrero, luegoregresóycomprobócómoibalasopa.

—¿Quieresqueteanuncieahoraoprefieresquelelleveprimerolasopa?

—Anúnciameprimero—dijoK.

Estaba enojado.Enunprincipio tenía planeadohablar conLeni sobre laposibilidadderenunciaralabogado,perolapresenciadelcomerciantelehabíaquitado las ganas. Ahora, sin embargo, consideraba el asunto demasiadoimportante como para que ese comerciante bajito pudiera interferir en él deunamaneradecisiva,asíquellamóaLeni,queyaestabaenelpasillo,yledijoqueregresara.

—Llévale primero la sopa—dijo—, tiene que fortalecerse para nuestraentrevista,lovaanecesitar.

—¿Ustedtambiénesunclientedelabogado?—dijoelcomercianteenvozbajadesdesuesquinasóloparaconfirmar.

—¿Quéleimportaaustedeso?—dijoK.

PeroLeniintervino:

—Quierescallarte.Bueno,entonceslellevoprimerolasopa—dijoLeniaKysirviólasopaenunplato—.Perotemoqueseduerma;encuantocome,seduerme.

—Loquevoyadecirlelemantendrádespierto—dijoK.

—Queríadaraentenderquepretendíadecirlealgomuyimportante,queríaqueLenilepreguntaraquéeraparaluegopedirleconsejo.Peroellaselimitóacumplir las órdenes. Cuando pasó a su lado con el plato, le dio un golpecariñosoymusitó:

—En cuanto se haya tomado la sopa, te anuncio, así te tendré conmigoantes.

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—Ve—dijoK—,ve.

—Sémásamable—dijoella,ysevolvióalllegaralapuerta.

Kmirócómoseiba.Sudecisióndedespediralabogadoeradefinitiva.EramejornohaberhabladoantesconLeni.Ellaapenas teníaunavisióngeneraldel caso, le habría desaconsejado ese paso, probable mente hubieraconvencidoaKparanodarlo,habríaseguidodudando,permaneceríainquietoy,finalmente,habríatenidoquetomarlamismadecisión,pueserainevitable.Perocuantoantes la tomara,másdaños se ahorraría.Talvezel comerciantepudieradeciralgoalrespecto.

Ksevolvió;apenaslonotóelcomerciante,quisolevantarse.

—Permanezcasentado—dijoK,ypusounasillaasulado—.¿Esunviejoclientedelabogado?preguntóK.

—Sí—dijoelcomerciante—,desdehacemuchosaños.

—¿Cuántosañoshacequelerepresenta?—preguntóK.

—Noséquéquieredecir—dijoelcomerciante—,enasuntos jurídicosyde negocios tengo un negocio de granos—,me asesora desde que asumí elnegocio, hace casi veinte años, pero en mi proceso, a lo que ustedprobablementeserefiere,desdesuiniciohacemásdecincoaños.Sí,hacemásde cinco años—añadió, y sacó una cartera—. Lo tengo apuntado aquí, siquiereledoylasfechasprecisas.Esdifícilmantenerlotodoenlamemoria.Miprocesoesposiblequeduremás,comenzópocodespuésde lamuertedemimujer,ydeesoyahacemásdecincoaños.

Kseacercóaúnmásaél.

—Así que el abogado también se hace cargo de asuntos jurídicosordinarios—dijoK.

Esa conexión entre ciencias jurídicas y tribunal le pareció muytranquilizadora.

—Cierto—dijoelcomerciante,ysusurróaK:Sediceinclusoqueesmáshabilidosoenlascuestionesjurídicasqueenlasotras.

Pero inmediatamente pareció lamentar lo dicho, puso una mano en elhombrodeKydijo:

—Lesuplicoquenometraicione.

Klediounosgolpecitosamistososenelmusloydijo:

—Nosepreocupe,nosoyningúntraidor.

—Élesmuyvengativodijoelcomerciante.

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—Noharánadacontraunclientetanfiel—dijoK.

—¡Oh, sí! —dijo el comerciante—, cuando se excita no conocediferencias.Además,nolesoytanfiel.

—¿Porquéno?—preguntóK.

—¿Puedoconfiarlealgo?—preguntóelcomercianteindeciso.

—Creoquepuede—dijoK.

—Bien,leconfiaréunaparte,perousteddebedecirmeasuvezunsecreto,asíestaremosenlasmismascondicionesanteelabogado.

—Es usted muy precavido —dijo K—, le diré un secreto que letranquilizará por completo. Así que, ¿en que consiste su infidelidad con elabogado?

—Yotengo…—dijoelcomercianteindeciso,enuntonocomosiestuvieraconfesandoalgodeshonroso—,ademásdeéltengootrosabogados.

—Esonoestanmalo—dijoKunpocodecepcionado.

—Aquísí—dijoelcomercianterespirandocondificultad,aunquedespuésdelaspalabrasdeKtuvomásconfianza—.Noestápermitido.Yloquenosetolera bajo ninguna circunstancia es tener otros abogados intrusos junto alabogado propiamente dicho. Y eso es precisamente lo que yo he hecho,ademásdeéltengocincoabogados.

—¡Cinco!—exclamóK, elnúmero ledejóasombrado. ¿Cincoabogadosademásdeéste?

Elcomercianteasintió:

—Ahoramismoestoyentratosconelsexto.

—Pero,¿paraquénecesitatantosabogados?—preguntóK.

—Losnecesitoatodos—dijoelcomerciante.

—¿Melopuedeexplicar?

—Encantado —dijo el comerciante—. Ante todo no quiero perder elproceso, eso es evidente. Así, no puedo omitir nada que me sea útil. Auncuandoenuncasoconcretolasesperanzasdeutilidadseanmuypequeñas,nolas puedo rechazar. Por consiguiente, he invertido todo lo que poseo en elproceso. Por ejemplo, he sacado todo el dinero de mi negocio; antes lasoficinas demi negocio ocupaban toda una planta, ahora basta una pequeñaestanciaenlapartetraseradelacasa,enlaquetrabajoconunaprendiz.Estereplieguenosehadebidoexclusivamentealacarenciadedinero,sinotambiéna ladrástica reducciónde la jornada laboral.Quienquierehaceralgopor su

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proceso,puedeocuparsemuypocodetodolodemás.

—Entonces, ¿usted mismo trabaja en los juzgados? —preguntó K—.Precisamentesobreesoquisierasaberalgomás.

—Precisamente sobre eso le puedo informar muy poco —dijo elcomerciante—.Alprincipio lo intenté,pero lo tuvequedejar.Esdemasiadoagotadorynoesunaactividadqueprocuremuchoséxitos.Trabajarynegociarallí al mismo tiempo me resultó imposible. Simplemente estar sentado yesperarsuponeunesfuerzoagotador.Yaconoceustedeseaireopresivodelasoficinas.

—¿Cómosabequeheestadoallí?—preguntóK.

—Yoestabaprecisamenteenlasaladeesperacuandoustedpasó.

—¡Quécasualidad!—exclamóK, tan absorbidopor la conversaciónquehabíaolvidado lo ridículoque lehabíaparecidoalprincipio el comerciante.¡Entoncesmevio!Estabaenlasaladeesperacuandopasé.Sí,yopaséporallíunavez.

—Noestantacasualidad—dijoelcomerciante—,estoyallícasitodoslosdías.

—Tendréque irmás—dijoK—,perono seré recibidocon tantodecorocomoaquellavez.Todosselevantaron.Pensaronqueyoeraunjuez.

—No—dijoelcomerciante—,enrealidadsaludábamosalujier.Nosotrosyasabíamosqueustederaunacusado.Esasnoticiassedifundenconrapidez.

—Asíqueyalosabía—dijoK—,entoncesmicomportamientoledebiódeparecer,talvez,arrogante.¿Nohablaronsobreello?

—No —dijo el comerciante—. Todo lo contrario. No son más quetonterías.

—¿Quesontonterías?—preguntóK.

—¿Por qué pregunta eso? —dijo el comerciante enojado—. Parece noconocera lagentedeallíy talvez lo interpretasemal.Debetenerencuentaqueenestetipodeprocedimientossehablademuchascosasparalasqueyanobastaelsentidocomún,unoestádemasiadocansadoyconfuso,asíquesecaeenlassupersticiones.Hablodelosdemás,peroyonosoymejor.Unadeesassupersticioneses,porejemplo,quemuchospuedenpresagiarelresultadodelprocesomirandoelrostrodelacusado,especialmenteporlaformadeloslabios. Esas personas afirman que por sus labios deducen que usted serácondenadoenbreve.Repito, esuna superstición ridículayen lamayoríadelos casos refutada por los hechos, pero cuando se vive en esa compañía esdifícildeshacersedeesasopiniones.Piensesólolafuerzaconquepuedeobrar

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esasuperstición.Ustedsedirigióaunodelosacusados¿verdad?Élapenaslepudoresponder.Haymuchascausasparaquedarconfusoenunasituaciónasí,pero una de ellas era sus labios. Luego contó que creía haber visto en suslabioselsignodesupropiacondena.

—¿Enmis labios?—preguntóK, sacó un espejo y se contempló—.Nonotonadaespecialenmislabios,¿yusted?

—Yotampoco—dijoelcomerciante—.Nadaenabsoluto.

—Quésupersticiosaeslagente—exclamóK.

—¿Acasonolodije?—preguntóelcomerciante.

—¿Hablanmuchoentreustedes?¿Intercambiansusopiniones?—preguntóK—.Hastaahoramehemantenidoapartado.

—Porreglageneralnoconversanentreellos—dijoelcomerciante—,nosería posible, son demasiados. Tampoco hay intereses comunes. Cuandoalgunavezsurgeenungrupolacreenciaenuninteréscomún,resultaalpocotiempo un error.No se puede emprender nada en común contra el tribunal.Cadacasoseinvestigaporseparado,eseltribunalmásconcienzudo.Asípues,encomúnnosepuedeimponernada.Sólounindividuolograalgoensecreto.Sólo cuando lo ha logrado, se enteran los demás. Nadie sabe cómo haocurrido.Asíquenohaynadaencomún,unoseencuentradevezencuandoconotroenlasaladeespera,peroallísehablapoco.Lassupersticionesvienenyademuyantiguoysedifundenporsímismas.

—Yo vi a los señores en la sala de espera—dijo K—, y su espera meparecióinútil.

—Esperar no es inútil —dijo el comerciante—, inútil es actuar por símismo.Ya le he dicho que yo, además de éste, tengo a cinco abogados. Sepodría creer—yomismo lo creí al principio—, que podría delegar en ellostodoelasunto.Esoseríafalso.Lespodríadelegarlomismoquesituvieraaunsoloabogado.¿Noloentiende?

—No—dijoK,ypusosumanoenladelcomercianteparaapaciguarleeimpedirquesiguiesehablandocontantarapidez—,peroquisierapedirlequehableunpocomásdespacio,soncosasmuyinteresantesparamíynolepuedoseguirmuybien.

—Estábienquemelorecuerde—dijoelcomerciante—,ustedesnuevo,unnovatoporasídecirlo.Suprocesollevaenmarchamedioaño,¿verdad?Heoídodeello. ¡Unproceso tan joven!Yo,sinembargo,he reflexionadosobretodasestascosasmilveces,paramísonlomásevidentedelmundo.

—¿Estácontentodequesuprocesoyaestétanavanzado?—preguntóK,aunque no quería preguntar directamente cómo le iban los asuntos al

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comerciante.Perotampocorecibióunarespuestaclara.

—Sí, llevo arrastrando mi proceso desde hace cinco años —dijo elcomerciantehundiendo lacabeza—,noesun logropequeño—ysecallóunrato.

KescuchóunmomentoparasabersiLenivenía.Porunapartenoqueríaqueviniese,puesaúnlequedabamuchoporpreguntarynoqueríaencontrarsecon ella enmedio de una conversación tan confidencial; por otra parte, sinembargo,leenojabaquepermanecieratantotiempoconelabogadoapesardesupresencia,muchomásdeltiemponecesarioparaservirunasopa.

—Recuerdo muy bien—comenzó de nuevo el comerciante, y K prestótodasuatención—cuandomiprocesoteníalamismaedadqueelsuyoahora.Enaqueltiemposóloteníaaesteabogado,peronoestabamuysatisfechoconél.

«Aquímevoyaenterardetodo»—pensóK,yasintióinsistentementeconla cabeza, como para animar así al comerciante a que revelase todo lo quetuvieraimportancia.

—Mi proceso—continuó el comerciante—no progresaba, se llevaban acabo pesquisas, yo estuve presente en todas, reuníamaterial, presenté todosmislibrosdecontabilidadanteeltribunal,loque,comomeenterédespués,nohabíasidonecesario,visitéunayotravezalabogado,presentóvariosescritosjudiciales…

—¿Variosescritosjudiciales?

—Sí,cierto—dijoelcomerciante.

—Eso es importante paramí—dijoK—, enmi causa aún trabaja en elprimer escrito. Todavía no ha hecho nada. Ahora veo que me descuidavergonzosamente.

—Que el escrito judicial no esté terminado se puede deber a múltiplescausasjustificadas—dijoelcomerciante—.Porlodemás,enloquerespectaamisescritosresultóquenohabíantenidoningúnvalor.Yomismoheleídounode ellos gracias a un funcionario judicial. Era erudito pero sin contenidoalguno. Ante todo mucho latín, que yo no entiendo, también interminablesapelaciones generales al tribunal; adulaciones a determinados funcionarios,que, aunque no eran nombrados, cualquier especialista podía deducirfácilmente de quién se trataba; un elogio de sí mismo del abogado,humillándose como un perro ante el tribunal y, finalmente, algo dejurisprudencia. Las diligencias, por lo que pude comprobar, parecían habersidohechascontodocuidado.Tampocoquierojuzgarenbaseaellaseltrabajodel abogado; además, el escrito que leí no era más que uno entre muchos,

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aunque,entodocaso,ydeesoquierohablarahora,nopercibíelmáspequeñoprogresoenmicausa.

—¿Quéprogresoqueríaustedver?—preguntóK.

—Sus preguntas sonmuy razonables—dijo el comerciante sonriendo—,raras veces se pueden ver progresos en este procedimiento. Pero eso no losabíaalprincipio.Soycomerciante,yantañoloeramásqueahora;yoqueríaverprogresostangibles,todoteníaqueaproximarsealfinalo,almenos,tomarelcaminoadecuado.Envezdeesosólohabíainterrogatorios,casisiempreconelmismocontenido.Lasrespuestasyalasteníapreparadas,comounaletanía.Varias veces a la semana venían ujieres ami negocio, ami casa o a dondepudieranencontrarme,esoeraunamolestia—hoy,conelteléfono,esmuchomejor—, además, se empezaron a difundir rumores sobre mi proceso entreamigosdenegociosy,especialmente,entremisparientes,sufríaperjuiciosportodaspartes,peronohabíaelmásmínimosignodequesefueraaproducirenun tiempo prudencial la primera vista. Así que fui a ver al abogado y mequejé.Élmediolargasexplicaciones,perorechazócondecisiónhaceralgoenmifavor,nadieteníapoder,segúnél,parainfluirenlafijacióndelafechadelavista. Insistir sobreelloenunescrito, comoyopedía,eraalgo inauditoynosllevaríaalosdosalaruina.Yopensé:«Loqueesteabogadoniquierenipuede,esposiblequeotroabogado loquieraypueda».Asíquebusquéotroabogado.Selovoyaanticipar:nadiehaimpuestoosolicitadolafijacióndelavista principal, eso es imposible, con una excepción de la que le hablaré acontinuación.Respecto a esepunto el abogadonomehabía engañado.Perotampoco tuveque lamentar habermedirigido aotro abogado.Yahabráoídoalgo sobre los abogados intrusos a través del Dr. Huld, él se los habrápresentado como seres bastante despreciables y así son en la realidad. Perocuando habla de ellos y se compara siempre omite un pequeño detalle.Denominaalosabogadosdesucírculolos«grandesabogados».Esoesfalso,cada cual puede llamarse, naturalmente, si le place, «grande», pero en estecaso sólo deciden los usos judiciales. Este abogado y sus colegas son, sinembargo,lospequeñosabogados,losgrandes,delosquesóloheoídohablarya losquenohevistonunca,estánenun rangocomparablementesuperioralqueocupanéstosrespectoalosdespreciablesabogadosintrusos.

—¿Los grandes abogados? —preguntó K—. ¿Quiénes son? ¿Cómo sepuedeestablecercontactoconellos?

—Asíqueustedaúnnohaoídohablardeellos—dijoel comerciante—.Apenashayunacusadoquedespuésdehaberconocidosuexistencianosueñelargotiempoconellos.Peronosedejeseducirporlaidea.Yonoséquiénesson los grandes abogados y no tengo ningún acceso a ellos. No conozconingún caso en el que se pueda decir con seguridad que han intervenido.Defiendenaalgunos,peronosepuedelograrsudefensaporpropiavoluntad,

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sólo defienden a los que quieren defender. Sin embargo, los asuntos queaceptanyatienenquehaberpasadodelasinstanciasinferiores.Porlodemás,esmejornopensarenellos,puesdeotromodo todas lasentrevistascon losotros abogados, todos sus consejos y ayudas, aparecerán como algocompletamente inútil, yo lo he experimentado, a uno le entran ganas dearrojarlotodoporlaborda,irseacasa,meterseenlacamaynoquerersabernadamásasunto.Peroesosería,unavezmás,unagrannecedad,tampocoencamasepodríagozarpormuchotiempodetranquilidad.

—¿Ustednopensóentoncesenlosgrandesabogados?—preguntóK.

—Nopormucho tiempo—dijo el comerciante, y sonrió otra vez—, porsupuesto no se les puede olvidar por completo, la noche es especialmentefavorable para que surjan esos pensamientos. Pero en aquellos tiempos sólopretendíaéxitosinmediatos,asíquefuiaveralosabogadosintrusos.

—Qué bien estáis sentados los dos juntos —exclamó Leni, que habíaregresadoconelplatodesopa.

Realmenteestabansentadosmuycercaelunodelotro,alhacerelmínimomovimientopodríangolpearsemutuamenteconlacabeza.Elcomerciante,queademás de su pequeña estatura se mantenía encorvado obligó a que K seinclinaraparapoderoírloquedecía.

—Un momento todavía —gritó K, rechazando a Leni y agitandoimpacientelamanoqueaúnteníasobreladelcomerciante.

—Queríaquelecontasemiproceso—dijoelcomercianteaLeni.

—Sigue, sigue contando—dijo ella.Hablaba al comerciante con cariño,pero también algo despectivamente. A K no le gustó. Como acababa dereconocer,esehombreposeíaunvalor,almenosteníaexperienciasquesabíacomunicar.EraposiblequeLenilejuzgarainjustamente.MiróaLenienojadocuandoella lequitó lavelaalcomerciante,quehabíasostenidoenalto todoese tiempo, le limpió lamano con el delantal y se arrodilló a su lado pararasparalgodeceraquelehabíacaídoenelpantalón.

—Quería hablarme de los abogados intrusos —dijo K y, sin máscomentarios,diounapalmadaenlamanodeLeni.

—¿Qué quieres?—preguntóLeni, le devolvió la palmada y continuó sutrabajo.

—Sí, de los abogados intrusos—dijo el comerciante y se pasó lamanosobrelafrente,comosireflexionara.

Kquisoayudarleydijo:

—Ustedqueríateneréxitosinmediatosyporesobuscóabogadosintrusos.

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—Ah,sí,ciertodijoelcomerciante,peronocontinuóhablando

«Es posible que no quiera hablar delante deLeni» pensóK.Dominó suimpacienciaporoírelrestoynolepresionómás.

—¿Mehasanunciado?—preguntóaLeni.

—Naturalmente —dijo ella—, te está esperando. Deja a Block, con élpuedeshablarmástarde,sequedaráaquí.

Kaúndudaba.

—¿Quierequedarseaquí?—preguntóalcomerciante.Queríaoírsupropiarespuesta.NolegustabaqueLenihablasedelcomerciantecomosiestuvieraausente.EsedíaestaballenodeoscurosreprochescontraLeni.PerootravezfueLenilaquerespondió:

—Duermeaquíconfrecuencia.

—¿Duermeaquí?—preguntóalcomerciante.Khabíacreídoqueesperaríaallí hasta que él cumpliese rápidamente con el trámite de hablar con elabogado,luegopodríancontinuarjuntosyhablarlotodosinmolestias.

—Sí—dijoLeni—,notodossoncomotú,Josef,quetepresentasaveralabogadocuandoquieres.Nisiquieraparecesasombrartedequeelabogadoterecibaalasoncedelanocheyapesardesuenfermedad.Aceptastodoloquehacentusamigosporticomoalgoevidente.Bien,tusamigoso,almenos,yo,lohacemosencantados.Noquieroningúnotroagradecimiento,ytampocolonecesito,salvoeldequemequieras.

«¿Quetequiera?»—pensóKenelprimermomento,luegolepasóporlacabeza: «Bien, sí, la quiero». Sin embargo, al responder ignoró sus últimaspalabras:

—Merecibeporquesoysucliente.Sifuesenecesarialaayudadeextraños,deberíaestarmendigandoacasapaso.

—¿Quémalestáhoy,verdad?—preguntóLenialcomerciante.

«Ahorasoyyoelausente»—pensóK,ycasiseenojaconelcomerciantealasumirésteladescortesíadeLeniydecir:

—El abogado también le recibe por otros motivos. Su caso es másinteresantequeelmío.Además,suprocesoestáenlaprimerafase,esdecir,nohaavanzadomucho,poresoalabogadolegustaocuparsedeél.Mástardeserádiferente.

—Sí, sí —dijo Leni, y contempló al comerciante sonriendo—. ¡Cómobromea! No le creas nada—dijo Leni volviéndose a K—. Es tan cariñosocomohablador.A lomejor es por esoque el abogadono le puede soportar.

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Sólo le recibe cuando está de buen humor. Me he esforzado mucho porcambiarlo,peroes imposible.HayvecesenqueanuncioaBlocky le recibetresdíasdespués.Sicuandolollamanoestápreparadoparaentrar,entoncesestá todo perdido y hay que anunciarle de nuevo. Por eso le he permitidodormiraquí,yahaocurridoque leha llamadoenplenanoche.AhoraBlocktambiénestápreparadodenoche.Peropuedeocurrirqueelabogado,siresultaqueBlockestáaquí,cambiedeopiniónycancelelavisita.

K miró con gesto interrogativo al comerciante. Éste asintió y dijoabiertamente, como antes había hablado con K, quizá algo confuso por lavergüenza:

—Sí,unoterminavolviéndosedependientedesuabogado.

—Sólo se queja para guardar las apariencias —dijo Leni—, le encantadormiraquí,comohareconocidoantemímuchasveces.

Ellaseacercóaunapequeñapuertaylaabriódegolpe.

—¿Quieresverdóndeduerme?—preguntó.

K fue hacia allí y vio desde el umbral un recinto bajo y sin ventanas,ocupado por completo por una cama estrecha. Sólo se podía subir a ellaescalandoporlapatadelacama.Enlacabecerahabíaunhundimientoenlapared, allí se podían ver, ordenados escrupulosamente, una vela, un tintero,unaplumayunospapeles,probablementeescritosdelproceso.

—¿Duermeenlahabitacióndelacriada?—preguntóKvolviéndosehaciaelcomerciante.

—Leni lahaarregladoparamí—respondióelcomerciante—.Dormirenellaesmuyventajoso.

K lo contempló un rato. La primera impresión que había recibido delcomerciante era, probablemente, la correcta. Tenía experiencia, pues suprocesodurabayamuchotiempo,perolahabíapagadomuycara.Derepente,Knosoportópormástiempolavisióndelcomerciante.

—¡Llévateloa la cama!—legritó aLeni,quepareciónoentenderle.Él,sinembargo,queríairaveralabogadoy,consurenuncia,liberarsenosólodeél, sino también de Leni y del comerciante. Pero antes de que llegase a lapuerta,elcomerciantesedirigióaélenvozbaja:

—Señorgerente.

Ksevolvióenojado.

—Haolvidadosupromesa—dijoelcomerciante,queseestiróensusitioymiróaKsuplicante—.Metienequedecirunsecreto.

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—Esverdad—dijoK,yacaricióligeramenteaLeniconunamirada.Ellaprestó atención a lo que iba a decir—. Escuche, aunque ya no es ningúnsecreto.Voyaveralabogadoparadespedirle.

—¡Ledespide!—gritóelcomerciante,saltóde lasillaycorrióalrededordelacocinaconlosbrazosenalto.

Unayotravezgritaba:

—¡Despidealabogado!

LeniquisoacercarseaK,peroelcomerciantese interpusoensucamino,porloqueledioungolpeconelpuño.Aúnconlamanocerrada,corriódetrásde K, pero éste le llevaba ventaja. Acababa de entrar en la habitación delabogado, cuando Leni logró alcanzarle. K cerró la puerta, pero Leni lamantuvo abierta con el pie, le cogió del brazo e intentó sacarle.Kpresionótanto sumuñeca que se vio obligada a soltarle lanzando un quejido. No seatrevióaentrardeinmediatoenlahabitación.Kcerrólapuertaconllave.

—Leesperodesdehacetiempo—dijoelabogadodesdelacama,dejóunescrito, que había estado leyendo a la luz de una vela, sobre la mesilla denocheysepusolasgafas,conlasquemiróaKconojospenetrantes.Envezdedisculparse,Kdijo:

—Meiréenseguida.

ElabogadoignorólaspalabrasdeK,porquenosuponíanningunadisculpa,ydijo:

—Lapróximaveznolerecibiréaunahoratanavanzada.

—Noimporta—dijoK.

Elabogadolelanzóunamiradainterrogativa.

—Siéntese—dijo.

—Comoguste—dijoK,ytrajounasillahastalamesilladenoche.

—Meparecequehacerradolapuertaconllavedijoelabogado.

—Sí—dijoK—,hasidoporLeni.

Noteníalamenorintenciónderespetaranadie.Peroelabogadopreguntó:

—¿Havueltoaseratrevida?

—¿Atrevida?—preguntóK.

—Sí—dijo el abogado, y al reír sufrió un ataque de tos, pero continuóriendoencuantoselepasó.

—Ustedhabránotadoyasuosadía—dijo,ydiounosligerosgolpecitosen

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la mano de K, que, confuso, la había apoyado en la mesilla de noche,retirándolaahoradeinmediato.

—Noleda importancia—dijoelabogadocuandoKsequedócallado—,mucho mejor. Si no hubiera tenido que disculparme ante usted. Es unapeculiaridaddeLeni,queyaleheperdonadohacemuchotiempoydelaqueno hablaría si usted no hubiera cerrado la puerta con llave.A usted sería aquienmenosse ledeberíaexplicaresapeculiaridad,perocomomemira tanconsternado,loharé.EsapeculiaridadconsisteenqueLeniencuentraguaposala mayoría de los acusados. Se encapricha de todos, los ama, al menosaparentemente todos le corresponden; para entretenerme, cuando le doypermiso,me cuenta algo. Paramí no es ninguna sorpresa, como para ustedpareceserlo.Cuandosetienelaperspectivavisualadecuada,seencuentraque,efectivamente, la mayoría de los acusados son guapos. Se trata, en ciertamanera,deunfenómenocientíficobastanteextraño.Acausadelaaperturadelproceso no se produce, naturalmente, una alteración clara y apreciable delaspecto exterior de una persona. Pero tampoco es como en otros asuntosjudiciales,aquílamayoríamantienesuformadevidahabitualy,sitienenunbuenabogadoquecuidedeellos,elprocesoapenaslesafectará.Sinembargo,los que poseen una dilatada experiencia son capaces de reconocer a losacusados entre una multitud. ¿Por qué?, preguntará. Mi respuesta no lesatisfará.Losacusadossonlosmásguapos.Nopuedeserlaculpalaquelosembellece, pues—y aquí tengo que hablar como abogado— no todos sonculpables; tampocopuedeser lapenafutura laque leshaceguapos,puesnotodosseráncastigados;porconsiguiente,setendríaquedeberalproceso,que,dealgúnmodo,lesmarca.Aunquetambiénhayquereconocerqueentretodoselloshayalgunosquesedistinguenporunabellezaespecial.Pero todossonguapos,inclusoBlock,esegusanomiserable.

Cuando el abogado terminó de hablar, K estaba tranquilo, incluso habíaasentido con la cabeza a sus últimas palabras, confirmando así su antiguaopinión de que el abogado siempre intentaba confundirle con informacionesgeneralesajenasalcasoy,así,evitabadarrespuestaalacuestióndesihabíarealizadoalgoensufavor.ElabogadonotóqueKestabadispuestoaofrecerlemásresistenciaquedecostumbre,puessecallóparadaraKlaposibilidaddehablar.NoobstantepreguntóalverqueKmanteníasusilencio:

—Peroustedhavenidoavermeconunaintenciónespecial,¿verdad?

—Sí—dijoKytapóunpocolavelaconlamanoparapodervermejoralabogado—,queríadecirlequerenuncioapartirdeldíadehoyasusservicios.

—¿Leheentendidobien?—preguntóelabogado,seincorporóenlacamayseapoyóconunamanoenlaalmohada.

—Creoquesí—dijoK,queestabasentadomuyrecto,comosiestuvieraal

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acecho.

—Bien,podemosdiscutireseplan—dijoelabogadotranscurridounrato.

—Yanoesningúnplan—dijoK.

—Puedeser—dijoelabogado—,perotampoconosvamosaprecipitar.

Utilizó la primera persona del plural, como si no tuviera la intención dedesprendersedeKycomosiquisieraseguir siendo, sinosudefensor, sí, almenos,suconsejero.

—Noesprecipitado—dijoK,yselevantólentamente,poniéndosedetrásde la silla, lohepensadomuchoy,quizá,demasiado tiempo.Ladecisiónesdefinitiva.

—Almenospermítamedecir algunaspalabras—dijo el abogado,que sequitó la manta y se sentó en el borde de la cama. Sus piernas desnudas,cubiertas de pelo blanco, temblaban de frío. Le pidió a K que le diera unamantaquehabíasobreelcanapé.Klellevólamantaydijo:

—Seexponeinútilmenteaunenfriamiento.

—Elmotivoeslosuficientementeimportante—dijoelabogado,mientrascubríalapartesuperiordelcuerpoconlamantadelacamayluegolaspiernascon lamantaque lehabía llevadoK—.Su tío esmiamigoy también lehecogidocariñoausted.Loreconozcoabiertamente.Nonecesitoavergonzarmedeello.

Esos discursos enternecedores del viejo eran inoportunos para lasintenciones de K, pues le obligaban a dar una aclaración detallada, que élhubiera querido evitar. Además, le confundían, aunque nunca lograban quecambiasededecisión.

—Le agradezco mucho la amable opinión que tiene de mí —dijo—,tambiénreconozcoquehallevadomiasuntotanbiencomolehasidoposibley con lamayor ventaja paramí.No obstante, en los últimos tiempos se haafianzadoenmílaconviccióndequenoessuficiente.Porsupuestoquejamásintentaré convencerle, a usted, a un hombre mucho más experimentado ymayor que yo. Si lo he intentado alguna vez, le ruego queme perdone. Elasunto,comousteddice,eslosuficientementeimportanteyestoyconvencidodequeesnecesarioactuarconmásenergíasenelprocesode lasquesehanempleadohastaahora.

—Lecomprendo—dijoelabogado—.Ustedesimpaciente.

—No soy impaciente —dijo K algo irritado, y ya no cuidó tanto suspalabras—.Ustedpudonotar,cuandovinelaprimeravezacompañadodemitío, que el proceso no me importaba mucho. Si no me lo recordaban con

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insistencia, lo olvidaba por completo. Pero mi tío se empeñó en que leencargasemidefensa,asílohice,perosóloparaseramableconél.Yapartirdeesemomentocreíquesoportarelprocesoseríaaúnmásfácilparamí,puesalencargaralabogadoladefensa,lacargadelprocesorecaeríasobreél.Peroocurriótodolocontrario.Nuncaantesdequeustedasumieramidefensatuvetantaspreocupacionesacausadelproceso.Cuandoestabasolonoemprendíanadaafavordemicausa,peroapenaslosentía; luego,sinembargo,dispusede un defensor, todo estaba dispuesto para que algo ocurriera, yo esperabacada vezmás tenso sus diligencias, pero no se produjeron. Eso sí, de ustedrecibí informaciones acerca del tribunal que no hubiera podido recibir deotros.Peroesonomepuedebastarcuandoelproceso,aunqueseaensecreto,meafectacadavezmás.

Khabíaapartadolasillaypermanecíadepieconlasmanosenlosbolsillosdelachaqueta.

—Desdeunpuntodevistapráctico—dijoel abogadoenvozbajaycontranquilidad—,yanoseproducenadaesencialmentenuevo.Ustedestáahoraante mí del mismo modo en que estuvieron muchos otros acusados en lamismafasedelproceso,ytambiéndijeronlomismo.

—Entoncestodosesosacusados—dijoK—teníanlamismarazónqueyotengo.Esonorefutamisideas.

—Yo no pretendía refutar su opinión —dijo el abogado—, sólo queríaañadirquehabíaesperadodeustedunamayorcapacidaddejuicio,sobretodoporque le he permitido hacerse una mejor idea de la judicatura y de miactividadqueaotros.Y,sinembargo,ahorapuedocomprobarque,apesardemisesfuerzos,nometienemuchaconfianza.Nomeloponemuyfácil.

¡CómosehumillabaelabogadoanteK!Sinconsideraciónalgunaalhonordesugremio,queenestepuntoesdelomássensible.Y,¿porquélohacía?Según las apariencias era un abogado muy ocupado y, además, un hombrerico,ensucasonosetratabanidegananciasnidelapérdidadeuncliente.Porañadidura, estaba enfermo y tenía que pensar en reducir su trabajo. Noobstante, se aferraba aK. ¿Por qué? ¿Acaso era por el tío, o consideraba elprocesodeKtanextraordinarioquepodríadistinguirseyafueseanteKo—laposibilidadnosepodíaexcluir—antesusamigosdeltribunal?Desuactitudno se podía deducir nada, por muy desconsiderada que fuese su miradaescrutadora. Se podría decir que esperaba con un gesto intencionadamenteneutralelefectodesuspalabras.EntodocasoparecióinterpretarelsilenciodeKdeunmododemasiadofavorable,yaquecontinuó:

—Habrá notado que tengo un bufete grande pero que no empleo apasantes.Anteseradistinto,hubountiempoenquetrabajabanparamíjóvenesjuristas, hoy trabajo solo.En parte se debe a queme he ido restringiendo a

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asuntoscomoel suyo,enpartedebidoalprofundoconocimientoquehe idoacumulando acercade esta judicatura.Penséqueun trabajo así no se puededelegar en nadie, que al hacerlo traicionaría al cliente y la tarea que habíaasumido. La decisión de realizar todo el trabajo por mí mismo tuvoconsecuencias naturales: tuve que renunciar a casi todos los casos y sóloaceptar los que tenían un interés especial para mí. A fin de cuentas haysuficientescriaturas,ymuycercadeaquí,quesearrojansobrecadamendrugoque yo rechazo. Aun así me puse enfermo por el exceso de trabajo. Noobstante, no me arrepiento de mi decisión. Es posible que hubiera debidorechazar más casos de los que rechacé, pero que lo he dado todo en losprocesos que he asumido es algo que ha resultado necesario y ha sidopremiadoconéxitos.Unavezencontrémuybienexpresadaenunescrito ladiferenciaentrelarepresentacióndemiclienteenasuntosjudicialesnormalesylarepresentaciónenestetipodeasuntos.Decía:«Unodelosabogadosllevaasuclientedeunahebradehilohasta lasentencia,elotrosubeasuclientesobresushombrosylollevaasí,sinbajarlo,hastalasentenciae,incluso,másallá de ella». Así es. Pero no era del todo cierto cuando dije que jamás helamentado asumir este trabajo tan pesado. Cuando usted, en su caso, seequivocademaneratangarrafal,sóloentoncesescuandololamento.

Kno sólono sedejó convencer, sinoque se fueponiendocadavezmásimpaciente.Creyópercibireneltonodelabogadoloqueleesperaríasicedía:comenzaríandenuevolosconsuelos;serepetiríanlasmencionesacercadelaredacción avanzada del escrito judicial, acerca del estado de ánimo de losfuncionarios,perotambiénsobrelasdificultadesqueseoponíanaltrabajo.Ensuma, todo eso, ya conocido, se tendría que repetir hasta la saciedad paraembaucaraKconesperanzasinciertasyatormentarleconamenazaslarvadas.Teníaqueimpedirlodefinitivamente,asíquedijo:

—¿Quéemprenderíasimantuviesemirepresentación?

Elabogadoaceptóesapreguntahumillanteycontestó:

—Continuarconlasdiligenciasyainiciadas.

—Yalosabía—dijoK—.Cualquierpalabramásresultasuperflua.

—Harétodavíaunintento—dijoelabogado,comosiloqueirritabaaKleafectaraenrealidadaél—.Tengolasospechadequeustedhasidollevadoasufalsoenjuiciamientodemitrabajoyasucomportamientoporelhechodeque, a pesar de ser un acusado, se le ha tratado demasiado bien o, mejorexpresado,conaparenteindulgencia.Tambiénestoúltimotienesumotivo.Amenudoesmejorestarencadenadoque libre.Peroquieromostrarlecómosetrataaotrosacusados,talvezseacapazdeaprenderunalección.VoyallamaraBlock,abralapuertaysiénteseaquí,juntoalamesilladenoche.

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—Encantado—dijoK,ehizoloqueelabogadolehabíapedido.Siempreestabadispuestoaaprenderalgo.Peroparaasegurarse,preguntó:

—Pero, ¿se ha enterado de que le he retirado definitivamente miconfianza?

—Sí—dijoelabogado—,perohoymismopuederectificar.

Seacostó,setapóconlamantahastalabarbillaysevolvióhacialapared.Entonces llamó. Al poco rato apareció Leni, intentó apreciar con miradasfugaces qué había ocurrido. Que K permaneciera tranquilo al lado de lamesilladenochedelabogado,eraunsignopositivo.HizounaligeraseñaconlacabezaaK,quelacontemplórígido,ysonrió.

—TraeaBlock—dijoelabogado.

Envezdesalirdelahabitaciónparatraerlo,seacercóalapuertaygritó:

—¡Block! ¡El abogado te llama!—luego se pusodetrás deK, ya que elabogado continuabamirando hacia la pared y no se preocupaba de nada.Apartir de ese momento estuvo molestando a K, pues se inclinó sobre elrespaldo de su silla y acarició, con sumo cuidado y suavidad, su pelo ymejillas. Finalmente,K intentó impedírselo al coger una de susmanos, queella,despuésderesistirsealgo,dejóensupoder.

Block llegó en seguida, pero se quedó esperando en la puerta: parecíareflexionar si debía entrar o no.Elevó las cejas e inclinó la cabeza como siestuvieraesperandoaqueserepitieselaordendelabogado.Khabríapodidoanimarleaentrar,perohabíadecididoromperdefinitivamentenosóloconelabogado, sino con todo lo que había en casa, así que permanecióimperturbable. Leni tampoco habló. Block notó que nadie, en principio, leechaba,porloqueentródepuntillas,conlosmúsculosdelrostrotensosylasmanos a la espalda, en una posición artificial. Dejó la puerta abierta paraposibilitarunaretirada.NomiróaK,sinoquesuvistasiempresedirigióalamantabajolaqueseencontrabaelabogado,alquenisiquierapodíaverporlaposturaadoptada.Peroentoncesseoyósuvoz:

—¿Blockaquí?—preguntóelabogado.

Esapregunta,quelecogióporsorpresacuandoyahabíaavanzadounbuentrecho,lecausóelmismoefectoqueungolpeenelpechoyotroenlaespalda,setambaleó,permanecióprofundamenteinclinadoydijo:

—Asuservicio.

—¿Qué quieres? —preguntó el abogado—. Vienes en un momentoinoportuno.

—¿Nomehallamado?—preguntóBlock,másasímismoquealabogado,

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ypusolasmanoshaciaadelante,comoparaprotegerse,disponiéndoseasalircorriendo.

—Te he llamado —dijo el abogado—, pero vienes en un momentoinoportuno y tras una pausa añadió: —Siempre vienes en un momentoinoportuno.

Desde que el abogado comenzó a hablar, Block ya no miraba hacia lacama, más bien se quedó como petrificado en una esquina y se dedicabaexclusivamenteaescuchar,comosilavisióndelquehablabaledeslumbrasetanto que no pudiese soportarlo. Pero escuchar al abogado era difícil, puesseguíadecaraalaparedyhablabadespacioyrápido.

—¿Quierequemevaya?—preguntóBlock.

—Bueno,yaqueestásaquí—dijoelabogado—,¡quédate!

SepodíacreerqueelabogadonohabíasatisfechoeldeseodeBlock,sinoquelehabíaamenazadoconazotarle,puesBlockcomenzótemblar.

—Ayer estuve con el tercer juez, mi amigo, y la conversación terminócentrándoseenti.¿Quieressaberloquemedijo?

—¡Oh!,porfavor—dijoBlock.

Comoelabogadonocontinuóhablando,Blockrepitióotravezsusúplicayseinclinócomosisepropusieraarrodillarse.EntoncesKsedirigióaél:

—¿Quéhaces?—exclamó.

Leniintentóquenointerviniera,poresoKcogiótambiénsuotramano.Nolas apretaba precisamente con amor. Ella se quejaba e intentaba liberar lasmanos.PeroporculpadelaexclamacióndeK,elabogadocastigóaBlock:

—¿Quiénestuabogado?—preguntóelDr.Huld.

—Usted—dijoBlock.

—¿Quiénmás?—preguntóelabogado.

—Nadiemás—dijoBlock.

—Entoncesnoobedezcasanadiemás.

Block reconoció la situación, dirigió aKmiradasmalignas y sacudió lacabeza.Si se hubieranpodido traducir esos gestos en palabras, habrían sidogravesinsultos.¡ConesehombrehabíaqueridohablaramigablementeKsobresucausa!

—Yano temolestarémás—dijoK reclinadoen la silla—.Arrodíllateoponteacuatropatassiquieres,hazloquetedélagana,amínomeimporta.

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PeroBlockteníasentidodelhonor,almenosfrenteaK.Selanzóhaciaélconlospuñosenaltoygritó,tantocomoeracapazdehacerloenlacercaníadelabogado:

—Nomehableasí,esonoestápermitido.¿Porquémeinsulta?Y,además,aquí, enpresencia del señor abogado, donde ambos, ustedyyo, sólo somostolerados por caridad.Usted no esmejor que yo, pues usted también es unacusado y tiene un proceso. Si a pesar de ello sigue siendo un señor, yotambién, y aún más digno que usted. Y quiero que se dirija a mí comocorresponde. Si se cree que es un privilegiado al estar sentado ahí y poderescuchar tranquilamente, mientras yo, como usted dice, me pongo a cuatropatas, le recuerdo la vieja máxima judicial: «Para el sospechoso es mejormoversequesentarse,pueselquecansapuedehacerlo,sinsaberlo,sobreunabalanzayserpesadosegúnsuspecados».

K no dijo nada, se limitó amirar asombrado, con ojos inmóviles, a esehombreperturbado.¡Quécambioshabíaexperimentadoenlasúltimashoras!¿Sería acaso el proceso el que le confundía de esa manera, y el que no ledejaba reconocer dónde estaba el amigo y dónde el enemigo? ¿No se dabacuentadequeelabogadolehumillabaintencionadamenteyquenopretendíaotracosaqueufanarsedesupoderanteKyasí,talvez,someterlo?SiBlocknoeracapazdedarsecuenta,ositantotemíaalabogadoqueeseconocimientonoleayudabaennada,¿cómoeraposiblequerepentinamentese tornasetanastutouosadocornoparaintentarengañaralabogadoyocultarlequeteníaasu servicio a otros abogados? ¿Y cómo osaba atacar a K, que en cualquiermomentopodíarevelarsusecreto?Peroseatrevióamás,seacercóalamesadelabogadoycomenzóaquejarsedeK:

—Señorabogado—dijo—,¿haoídocómomehatratadoesehombre?Sepuedencontarlashorasdesuprocesoyquieredarmelecciones,amí,queyallevocincoañosdeproceso.Inclusomeinsulta.Nosabenadaymeinsulta,amí, que he estudiado, tanto como mis fuerzas lo han permitido, lo que esdecencia,deberyloquesonusosjudiciales.

—Notepreocupes—dijoelabogado—yhazloqueteparezcacorrecto.

—Cierto—dijoBlock, como si élmismo se animase y, después de unacortamiradade soslayo, se arrodilló juntoa la cama—.Yamearrodillo,miabogado—dijo.

Pero el abogado calló. Block acarició cuidadosamente lamanta con unamano. Leni, liberándose de las manos de K, rompió el silencio que ahorareinaba:

—Mehacesdaño.Déjame.MevoyconBlock.

Se fue hacia él y se sentó al borde de la cama. Block se alegró.

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Inmediatamentelesuplicópormediodesignosenérgicosqueleayudaseanteel abogado. Parecía necesitar urgentemente la información del abogado,aunque tal vez sóloparadejarse explotar por el restode los abogados.LenisabíamuybiencómoganarseaHuld,señalólamanodelancianoyfruncióloslabioscomoparadarunbeso.Sinpensarlo,Blocklediounbesoenlamanoyrepitió el beso a petición de Leni. Pero el abogado seguía callado. Leni,entonces,seacercóaél,suesbeltafigurasehizovisiblealestirarsesobrelacama,yacariciósurostroinclinadasobresulargopeloblanco.Esoleobligóacontestar.

—Estoy dudando en decírselo —dijo el abogado y se pudo ver cómosacudió ligeramente lacabeza, talvezparasentirmejor lascariciasdeLeni.Block escuchaba con la cabeza humillada, como si al escuchar estuvieseincumpliendounmandamiento.

—¿Porquédudas?—preguntóLeni.

Kteníalaimpresióndequeescuchabaunaconversaciónestudiada,queyasehabía repetidocon frecuenciay se seguiría repitiendoenel futuro.Blockeraelúnicoparaelquenoperderíasunovedad.

—¿Cómosehaportadohoy?—preguntóelabogadoenvezderesponder.

AntesdequeLenilecontestase,miróhaciaBlockyobservóunratocómoelevabalasmanosentrelazadasenactituddesúplica.Finalmente,ellaasintió,sevolvióhaciaelabogadoydijo:

—Haestadotranquiloyhasidodiligente.

Un viejo comerciante, un hombre con toda una barba, suplicaba a unamuchachaparaquedieraunbuentestimoniodeél.Pormásquesereservasesus pensamientos reales, nada podía justificarle ante los ojos de suscongéneres.Casidegradabaalespectador.Knocomprendíacómoelabogadopodía pensar en ganárselo con semejante representación. Si no hubieseprescindidoantesdeél, lohabríahechoalcontemplaresaescena.Ésoseran,pues, los resultados del método empleado por el abogado, al que K, porfortuna, no había estado expuesto mucho tiempo. El cliente terminaba porolvidarsedelmundoyesperabaarrastrarsehastael finaldelprocesoporesecaminoerróneo.Esoyanoerauncliente,esoeraelperrodelabogado.Siéstelehubieraordenadometersedebajode la camacomo si fuerauna casetadeperro,yladrardesdeallídentro,lohubierahechoconplacer.Kescuchótodocon actitud reflexiva e inquisidora, como si le hubieran encargado queretuviera todo lo dicho para presentar una denuncia y un informe en unainstanciasuperior.

—¿Quéhahechodurantetodoeldía?—preguntóelabogado.

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—Le he encerrado en el cuarto de la criada —dijo Leni—, dondenormalmenteduerme,paraquenomemolestasemientrastrabajaba.Devezencuando le observé por la claraboya para ver qué hacía. Ha estado todo eltiempo arrodillado al pie de la cama, con los escritos que le has dejadoabiertos,ynohaparadodeleerlos.Esomehacausadounabuenaimpresión.Además,laventanadaaunpozodeventilación,porloqueapenastieneluz.QueBlock,noobstante,leyera,mehamostradoloobedientequees.

—Mealegraoírlo—dijoelabogado,pero,¿seenterabadeloqueleía?

Block, durante esa conversación, movía continuamente los labios,aparentementeformulabaasílasrespuestasqueesperabadeLeni.

—Aesonopuedoresponderconseguridad—dijoLeni—.Loúnicoquesées que le he visto leer concentrado. Ha leído durante todo el día la mismapáginayalleerhaseguidolaslíneasconeldedo.Siemprequelehemirado,suspirabacomosi la lectura le costaseungranesfuerzo.Losescritosque lehasdejadoson,conseguridad,difícilesdeentender.

—Sí—dijo el abogado—, sí que lo son.No creoque los entienda.Sólotienen que darle una idea de lo dura que es la lucha que yo dirijo en sudefensa.Y¿paraquiéndirijoesaduralucha?Esridículodecirlo,paraBlock.También tiene que aprender lo que eso significa. ¿Ha estudiado sininterrupción?

—Casisininterrupción—respondióLeni—,unavezpidióagua.Lediunvasoatravésdelaclaraboya.Alasocholedejésaliryledialgodecomer.

BlockmiróaKdesoslayo,comosiseestuvieracontandoalgohonorablede él y también tuviera que impresionar a K. Ahora parecía tener buenasesperanzas,semovíaconmáslibertady,derodillascomoestaba,segirabaaunladoyaotro.Perosólosirvióparaquesenotasemássuconfusiónaloírlaspalabrassiguientesdelabogado.

—Le alabas —dijo el abogado—, pero precisamente eso es lo que meimpidehablar.El jueznosehamanifestadodeunmodo favorable,ni sobreBlocknisobresuproceso.

—¿Nohasidofavorable?—preguntóLeni—.¿Cómoesposible?

Block le dirigió a Leni una mirada tensa, como si le atribuyese lacapacidaddeconvertirenpositivaslaspalabraspronunciadasporeljuez.

—Nada favorables —dijo el abogado—. El juez, incluso, se mostródesagradablemente sorprendido cuando comencé a hablar deBlock «Nomehable de Block», dijo. «Pero es mi cliente», dije yo. «Deja que abusen deusted»,dijoél.«Nocreoquesucausaestéperdida»,dijeyo.«Dejaqueabusende usted», repitió él. «No lo creo», dije yo, «Block sigue su proceso con

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diligencia. Prácticamente vive en mi casa para estar al corriente. No seencuentraamenudouncelosemejante.Cierto,noesunapersonaagradable,tiene malos modales y es sucio, pero desde una perspectiva meramenteprocesal, es irreprochable».Dije irreprochable y exageré intencionadamente.Élrespondió:«Blockesastuto.Haacumuladomuchaexperienciaysabecómoretrasarelproceso.Perosu ignoranciaesmuchomásgrandequesuastucia.Quédiríasisupieraquesuprocesonisiquierahacomenzado;quenisiquierasehadadolaseñalparaelcomienzodelproceso».Tranquilo,Block—dijoelabogado, pues Block había comenzado a levantarse sobre sus insegurasrodillasyparecíaquererunaexplicación.Eralaprimeravezqueelabogadosedirigía directamente a Block. Le miró desde arriba con los ojos cansados,aunquenofijamente.Blockvolvióaarrodillarselentamente.

—Esa opinión del juez no tiene para ti ninguna importancia —dijo elabogado—.Noteasustesporcadapalabraqueoigas.Sisevuelvearepetir,notedirénadamás.Nosepuedecomenzarningunafrasesinquemirescomosise fuera a pronunciar tu sentencia definitiva. ¡Avergüénzate antemi cliente!Tambiéntúquebrantassuconfianzaenmí.¿Quéquieres?Aúnvives,aúnestásbajomiprotección. ¡Esunmiedoabsurdo!Has leídoenalgunaparteque lasentencia definitiva, en algunos casos, pronuncia de improviso, emitida poruna boca cualquiera en unmomento arbitrario. Eso es verdad, con algunasreservas,pero tambiénesverdadque tumiedome repugnayqueenél sóloveounafaltadeconfianzaenmí.¿Quéhedicho?Mehelimitadoarepetirlaopinióndeunjuez.Yasabesquelasopinionesmásdistintasseacumulanenelproceso hasta lo inextricable. Ese juez, por ejemplo, acepta el inicio delproceso en una fecha diferente a lamía.Una diferencia de opiniones, nadamás.Enunadeterminadafasedelprocesosedaunaseñalconunacampanillasegún una vieja costumbre. Según la opinión de este juez a partir de eseprecisomomentoescuandoseiniciaelproceso.Ahoranotepuedodecirtodoloque sepuedeobjetar a esaopinión.Tampoco lo entenderías, te basta consaberquehaymuchoquehablaencontra.

Confuso, Block pasaba la mano sobre la manta, el miedo a lasdeclaracionesdel juez lehizoolvidarprovisionalmentesusumisiónfrentealabogado.Sólopensabaenélmismoynocesabadedarvueltasalaspalabrasdeljuez.

—Block—dijo Leni con un tono admonitorio, y le tiró un poco haciaarribadelcuellodelachaqueta—,dejalamantayescuchaalabogado.

Enlacatedral

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Khabíarecibidoelcometidodeenseñaralgunosmonumentoshistóricosaunbuenclienteitalianodelbanco,quevisitabalaciudadporprimeravez.Eraunaobligaciónque, enotro tiempo,hubiera consideradounhonor,peroqueahora,cuandoapenaslograbaconesfuerzomantenersuprestigioenelbanco,asumíacondesagrado.Cadahoraquenopodíapermanecereneldespacholepreocupaba. Por desgracia, tampoco podía aprovechar como antes sus horaslaborales,pasabamuchotiempoaparentandoquetrabajaba.Sinembargo,suscuitas se hacían más grandes cuando permanecía ausente de su despacho.Imaginabaqueel subdirector, siempreal acecho, entrabaen sudespacho, sesentabaasumesa,registrabasuspapeles,recibíaalosclientesconlosqueK,desdehacíaaños,sosteníainclusounarelacióndeamistad,lesenemistabaconél,descubríafallos,queK,duranteeltrabajo,cometíasindarsecuentayyanopodíaevitar.Siseleencargabarealizarunasalidadenegociosoirsedeviaje,aunque fuese como una distinción—semejantes encargos se habían hecho,casualmente,muy frecuentes en los últimos tiempos—, siempre sospechabaqueselequeríaalejardeldespachoparaexaminarsutrabajoo,simplemente,porquecreíanquepodíanprescindirdeél.Podríahaberrechazadotodosesosencargos sin mayores dificultades, pero no se atrevió, pues, aunque sustemores no estuvieran justificados, un rechazo significabauna confesióndelmiedo qué sentía. Por este motivo aceptaba los encargos con aparenteindiferencia,inclusollegóasilenciarunserioenfriamientoantesdeemprenderun agotador viaje de negocios de dos días, para no correr el peligro de quesuspendieran el viaje a causadelmal tiempootoñal.Cuando regresóde eseviaje con furiosos dolores de cabeza, supo que le habían encomendado queacompañasealdía siguientealhombredenegocios italiano.La tentacióndenegarseporunasolavezfuemuygrande,ademásnosetratabadeunencargovinculadoasutrabajo,pormásqueelcumplimientodeesedebersocialfueselosuficientementeimportante,aunquenoparaK,quesabíamuybienquesólosepodíamantenerconéxitoslaboralesyquesinololograba,noposeeríaelmenor valor, por mucho que llegara a embelesar, de forma inesperada, alitaliano. No quería que le apartaran del trabajo ni siquiera un día, pues elmiedodequelodejasenatráserademasiadogrande,unmiedoqueél,comoreconocía,eraexagerado,peroeraunmiedoqueleasfixiaba.Enestecaso,sinembargo,eracasiimposibleencontrarunaexcusaaceptable.ElconocimientoqueKteníadelalenguaitaliananoerabueno,perobastabaparauncasoasí.Lo decisivo, sin embargo, era que él poseía ciertos conocimientos artísticosadquiridos hacía tiempo y conocidos en el banco, si bien se exageraban unpocoporelhechodequeK,aunquesólopormotivosdenegocios,habíasidomiembrodelaAsociaciónparalaConservacióndelosMonumentosUrbanos.Elitaliano,comohabíansabidoatravésdefuentesdistintas,resultabaserunamantedelarte,asíquelaeleccióndeKeraalgoevidente.

Eraunamañanafríaytormentosa.K,enojadoporeldíaqueleesperaba,

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llegó a su despacho a las siete para, almenos, trabajar algo antes de que lavisitaseloimpidiese.Estabamuycansado,puestoquehabíapasadopartedela noche estudiando algo de gramática italiana. La ventana, junto a la que,últimamente,permanecíasentadocondemasiadafrecuencia,letentabamuchomás que lamesa, pero resistió y continuó el trabajo. Por desgracia, al pocotiempo entró el ordenanza y anunció que el director le había enviado paracomprobarsielgerenteyaseencontrabaensudespacho.Lepidióquefuesetanamabledeacudiralasaladerecepción,dondeyaseencontrabaelseñordeItalia.

—Yavoy—dijoK,semetióunpequeñodiccionarioenelbolsillo,cogióun folleto turístico y, a través del despacho del subdirector, entró en el deldirector.Sealegródehabervenidotantempranoalaoficinaypoderestaryadispuesto, lo que nadie podía haber esperado. El despacho del subdirectorpermanecía,naturalmente,aúnvacío,comoen lomásprofundode lanoche,tal vez el ordenanza también le había buscado, aunque en vano. CuandoKentró en la salade recepción, se levantaron losdos señoresde sus cómodossillones.Eldirectorsonrióamable,parecíamuycontentodelallegadadeK.Le presentó en seguida, el italiano estrechó con energía la mano de K y,sonriendo, dijo algo de madrugadores; K no entendió muy bien a quién serefería, además era una palabra extraña, que K sólo pudo comprendertranscurridorato.Respondióconalgunasfraseshechas,queelitalianoescuchósonriente,mientras,algonervioso,acariciabasupobladobigotegrisazulado.El bigote parecía perfumado, uno casi se veía tentado a acercarse y olerlo.Cuando todos se sentarony comenzaron a hablar,Knotó congrandisgustoque apenas entendía al italiano. Cuando hablaba tranquilo, le entendía casitodo, pero ésos eran momentos excepcionales la mayoría de las veces laspalabras manaban a borbotones de su boca y parecía sacudir la cabeza deplacer cuando esto ocurría. Mientras hablaba lanzaba frases enteras en undialectoextraño,queparaKnoteníanadadeitaliano,peroqueeldirectornosólocomprendía,sinoquelohablaba,loqueKtendríaquehaberprevisto,yaque el italiano era originario del sur de Italia, en donde el director habíaresididoalgunosaños.Kreconocióquelaposibilidaddecomprenderseconelitalianoséhabíareducidodrásticamente,puessufrancéstambiéneradifícildeentender. Por añadidura, el bigote ocultaba los labios, así que al siquiera sepodíaleerenellosparaaveriguarquéeraloqueestabadiciendo.Kcomenzóaprever situaciones incómodas, provisionalmente renunció a entender alitalianoenpresenciadeldirector,queleentendíatanfácilmente,hubierasidounesfuerzoinnecesario,asíqueselimitóaobservarmalhumoradocómoéstedescansaba tranquilo y semihundido en el sillón, cómo estiraba de vez encuandosuchaquetabiencortadaycómounavez,elevandoelbrazoyagitandolasmanos,IntentabaexplicaralgoqueKnopodíacomprender,apesardequenoperdíadevistasusmanos.Alfinal,K,quepermanecíaausente,siguiendo

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mecánicamente la conversación, empezó a sentir el cansancio previo y sesorprendió a símismo, para su horror, aunque felizmente a tiempo, cuando,guiado por su confusión, pretendía levantarse, darse la vuelta y marcharse.Pero transcurrido un rato el italianomiró el reloj y se levantó. Después dedespedirse del director, se acercó a K y, además, tanto, que K tuvo quedesplazar el sillón para podersemover. El director, que por lamirada deKreconoció la situación apurada de éste frente al italiano, se inmiscuyó en laconversación de un modo tan inteligente que pareció como si simplementeañadiera algunos consejos, mientras en realidad lo que estaba haciendo eratraduciraKtodoloqueelincansableitalianodecíaconsufluidezproverbial.K se enteró así de que el italiano aún debía terminar algunos negocios, quesóloteníapocotiempoyquenopretendíavisitartodoslosmonumentos.Másbienhabíadecididovisitar—siKdabasuaprobación,enélrecaíaladecisión— sólo la catedral, pero detenidamente. Él se alegraba mucho de poderrealizaresavisitaencompañíadeunhombretaneruditoyamable—conestaspalabras estaba haciendo referencia a K, que prescindía de las palabras delitalianoeintentabaoír lasdeldirector—,asíquelepedía,si leparecíabien,que se encontraran transcurridas dos horas, alrededor de las diez, en lacatedral. Creía poder estar allí a esa hora. K respondió algo adecuado, elitaliano estrechó primero la mano del director, luego la de K, y se dirigió,volviéndosecontinuamenteysinparardehablar,hacialapuertaseguidoporambos. K permaneció un rato con el director, que ese día parecía enfermo.CreyótenerquedisculparseanteK—estabanjuntosenuntratodeconfianza—,alprincipiohabíaprevistoacompañarélmismoalitaliano,peroluego—noadujoningúnmotivo—sedecidióporenviaraK.Sinoentendíaalitaliano,no tenía por qué asustarse, con un poco de práctica lo comprenderíamejor,peroqueenelcasodequenolohiciera, tampocopasabanadamalo,paraelitalianonoera importanteque leentendieran.Por lodemás,el italianodeKera sorprendentemente bueno y él cumpliría sumisión a la perfección. ConestaspalabrassedespidiódeK.El tiempoqueaún lequedaba loempleóenaprender algunos términos complejos que necesitaba para su guía por lacatedral,sacándolosdeldiccionario.Erauntrabajomuypesado,elempleadole trajo la correspondencia, algunos funcionarios vinieron con algunaspreguntasy,alveraKocupado,sequedaronesperandoenlapuerta,peronosemovieronhastaqueKlesatendió.Elsubdirectortampocoperdiólaocasióndemolestar,pasóvariasvecesporsudespacho,lequitóeldiccionariodelasmanosy lohojeó sin intenciónalguna, inclusoclientes emergíancuando laspuertas se abrían en la semioscuridad del antedespacho y se inclinabanindecisos,yaquequeríanllamarlaatención,peronoestabansegurosdequelesveían.TodoesogirabaentornoaKcomosiélfueseelcentro,mientrasélpensabaenlaspalabrasqueibaanecesitar,lasbuscabaeneldiccionario,lasapuntabay las pronunciaba para, a continuación, aprendérselas dememoria.

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No obstante, su buena memoria de los viejos tiempos parecía haberleabandonado, algunas veces se puso tan furioso con el italiano por haberleobligadoaeseesfuerzoqueenterróeldiccionarioentrepapelescon lafirmeintención de no prepararse más, aunque luego comprendía que no podíapermanecermudoconelitalianoantelasobrasdearteenlacatedral,asíque,aúnmásfurioso,volvíaacogereldiccionario.

Precisamentealasnueveymedia,cuandosedisponíaasalir,recibióunallamadaporteléfono.Leniledeseóbuenosdíasylepreguntósobresuestado.K ledio lasgraciasa todaprisay leadvirtióqueenesemomentonopodíaconversar,queteníaqueiralacatedral.

—¿Alacatedral?—preguntóLeni.

—Puessí,alacatedral.

—¿Porquéprecisamentealacatedral?—preguntóLeni.

Kintentóexplicárselobrevemente,peroapenashabíacomenzado,cuandoLenileinterrumpióbruscamente:

—Teestánacosando.

K no toleró una compasión que él ni había requerido ni esperado. Sedespidiócondospalabrasy,mientrascolgabaelauricular,enparteparasí,enpartedirigiéndosealamuchacha,queyanolepodíaoír,

—Sí,meestánacosando.

Miró el reloj, corría el peligro de llegar tarde. Decidió desplazarse enautomóvil,enelúltimomomentosehabíaacordadodelfolletoturístico,puesno había tenido la oportunidad de entregárselo al italiano, así que pensó enllevárselo.Lomanteníasobrelasrodillasytamborileabaenélconlosdedos.Lalluviasehabíaapaciguado,peroeldíaerahúmedo,fríoyoscuro,podríanverpocoenel interiorde lacatedraly,además,acausade lahumedadydeunalargapermanenciadepieelresfriadodeKempeoraríacontodaseguridad.

Laplazadelacatedralestabasolitaria.Krecordóqueyaensuinfancialehabía llamado la atenciónque todas las casas de esapequeñaplaza siempretenían lascortinascerradas.Conese tiempo,sinembargo,eracomprensible.Tampocoparecíahabernadieenelinteriordelacatedral.Anadieselepodíaocurrirvisitarsuinteriorenundíaasí.Kpaseóporambasnaveslaterales,sóloencontróaunaancianaenvueltaenunmantónyarrodilladaanteunaimagende la Virgen María. Desde lejos, sin embargo, vio cómo un sacristán cojodesaparecía por una puerta. K había sido puntual, precisamente al entrartocaronlasonce,elitaliano,sinembargo,aúnnohabíallegado.Kregresóalapuertaprincipal,permanecióallíunratoindecisoy,finalmente,diounavueltaentornoalacatedralbajolalluviaparacomprobarsielitalianonoleestaba

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esperandoenalgunapuertalateral.Noloencontróporningunaparte.¿Acasoeldirectorhabíaentendidomal lahora?¿Cómosepodíacomprenderbienaese hombre? Fuera lo que fuese, K tenía que esperar como mínimo mediahora. Como estaba cansado, quiso sentarse, volvió a entrar en la catedral,encontró en uno de los escalones un trozo de tela, que parecía de unaalfombra, lo llevó con la punta del pie hasta un banco cercano, se envolvióbienensuabrigo,sesubióelcuelloysesentó.Paradistraerseabrióelfolleto,lohojeóunpoco,perotuvoquedejarlopuessehizotanoscuroque,cuandomiróhaciaarriba,apenaspudodistinguirnadaenlanavecercana.

En la lejaníabrillabaungran triángulocompuestoporvelas.Knopodíadecirconcertezasilohabíavistoantes.Talvezlasacababandeencender.Lossacristanes son silenciosos, es un rasgo profesional, así que no se les nota.CuandoKsevolviócasualmente,vio,nomuylejosdedondeseencontraba,cómoardíaunciriograndeygrueso,adosadoaunacolumna.Pormuybelloque fuera, era insuficiente para iluminar las imágenes que colgaban en lastinieblas de las capillas laterales, en realidad contribuía a aumentar esastinieblas.

Era almismo tiempo razonableydescortésque el italianono sehubierapresentado.No se podría haber visto nada, se tendrían que haber limitado abuscaralgunasimágenesconla linternadeK.Paracomprobarquéesloquelesesperaba,Kseacercóaunacapillalateral,subióunpardeescaloneshastallegar a un bajo antepecho demármol e, inclinado sobre él, iluminó con lalinternaelcuadrodelaltar.Laluzcontinuaoscilóinquietante.LoprimeroqueK,másquever,adivinó,fueungrancaballeroconarmadura,representadoenuno de los extremos del cuadro. Se apoyaba en su espada, que manteníafirmementesobreunsuelodesnudo,anoserporunasbriznasdehierbaaquíyallá. Parecía observar con atención un incidente que tenía lugar ante él.Eraasombrosoquesemantuvieraenesaposiciónynoseaproximara.Talvezsumisiónconsistía envigilar.K,quehacía tiempoquenocontemplabaningúncuadro, permaneció ante él un buen rato, aunque se veía obligado a guiñarcontinuamentelosojos,puesnosoportabalaluzverdedelalinterna.Cuando,acontinuación,desplazólaluzhaciaelrestodelcuadro,pudoverunaversiónusualdelentierrodeCristo;porlodemás,setratabadeuncuadromoderno.Seguardólalinternayvolvióasusitio.

Era inútil seguir esperandoal italiano; fuera, sinembargo,debíadeestarcayendounchaparrón,ycomoenel interiornohacía tanto fríocomohabíaesperado,decidiópermanecerdentro.Cercadeélestabaelpúlpito,debajodelpequeñoyredondotornavozhabíadoscrucesdoradasquesecruzabanensusextremos. La parte exterior del pretil y el espacio que la unía a la columnasustentadora estaban adornados con hojas verdes esculpidas, que querubinesmanteníanensusmanos,unosconactitudvivaz,otros,reposada.Kseacercó

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al púlpito y lo examinó por todas partes, el grabado de la piedra eraextremadamente cuidadoso, la profunda oscuridad que reinaba entre losespaciosvacíosdel follajepétreoy laque seextendíadetrásdeésteparecíaatrapada, como si estuviera retenida; K introdujo su mano en uno de esosespacios vacíos y palpó la piedra, nunca había tenido conocimiento de laexistenciadeesepúlpito.Enesemomentonotócasualmentequeunsacristánpermanecía detrás de un banco cercano, vestido con una chaqueta negracolganteyarrugada,sosteniendounacajitaderapéyobservándole.

«¿Quéquiereesehombre?—pensóK—.¿Acaso leparezcosospechoso?¿Oquerráunalimosna?»CuandoelsacristánvioqueKleobservaba,señalóconlamanoderecha—entredosdedosaúnsosteníaunapulgaradaderapé—haciaunadirecciónincierta.Sucomportamientoerainexplicable.Kesperóunrato,peroelsacristánnocesódeseñalarlealgoconlamanoeinclusollegóareforzarsusgestosconunmovimientodecabeza.

«¿Qué querrá?»—se preguntóK en voz baja.No se atrevía a gritar allídentro.Sureacciónfuesacarsucarterayacercarsealhombre.Peroéstehizode inmediatoungestode rechazo con lamano, alzó los hombrosy se alejócojeando.ConunpasosemejanteKhabíaintentadoimitarcuandoeraniñoeltrote de un caballo. «Un anciano senil—pensóK—.Su inteligencia apenasllegaparaayudarenlaIglesia.Separacuandoyomeparoyacechaporsisigoandando».KsiguiósonriendoalancianoportodalanavelateralhastallegaralAltarMayor,elancianonoparabadeseñalarlealgo,peroKnosevolvía.Esosgestossóloteníanlaintencióndeapartarledesushuellas.Finalmenteledejó,noqueríaasustarlo,tampocoqueríaahuyentarlodeltodo,porsiacasoveníaelitaliano.

Cuando entró en la nave principal para buscar el sitio en el que habíadejado el folleto, descubrió muy cerca de una columna casi adosada a losbancosdelcorodelaltarunsencilloypequeñopúlpitolateral,hechodepiedradesnudayblanca.Eratanpequeñoquedesdelejosparecíaunahornacinaaúnvacía, destinada a albergar una estatua. El sacerdote, con toda seguridad,apenas podría retroceder un paso desde el pretil. Además, el tornavoz, sinningúnadorno,estabasituadoaunaalturaescasayseinclinabatantoqueunhombre de mediana estatura no podía permanecer recto en el interior delpúlpito, sino que debía agacharse y apoyarse en el pretil. Parecía diseñadoespecíficamente para atormentar al sacerdote, era incomprensible para quépodíanecesitarseesepúlpito,yaqueseteníaelotro,másgrandeydecoradocontantoprimor.

AKnolehubierallamadolaatenciónesepequeñopúlpito,sinohubieradescubierto una lámpara fijada en la parte superior, como las que se suelencolocarpocoantesdeunsermón.¿Sepronunciaríaahoraunsermón?¿Enlaiglesiavacía?Kmiróhacialaescaleraque,bordeandolacolumna,conducíaal

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púlpito y que era tan estrecha que no parecía para uso humano, sinosimplementedeadornoparalacolumna.Peroalpiedelpúlpito,Ksonriódeasombro,seencontraba,efectivamente,unsacerdote.Apoyabalamanoenlabarandilla,preparadoparasubir,ymirabaaK.Entoncesasintiólevementeconlacabeza,porqueKsepersignóeinclinó,loquedeberíahaberhechoantes.Elsacerdote tomó un poco de impulso y subió al púlpito con pasos cortos yrápidos.¿Realmenteibaapronunciarunsermón?¿Acasoelsacristáncarecíadetanpocosentidocomúnquelehabíaqueridoconducirhastaelsacerdote,loque,envistadelaiglesiavacía,eranecesario?Además,poralgúnladohabíaunaancianaantelaimagendelaVirgenMaríaquetambiéntendríaquehabervenido.Y,siseibaapronunciarunsermón,¿porquénohabíasidoprecedidoporelórgano?Peroéstepermanecíaensilencioybrillabadébilmenteenvueltoenlastinieblas.

Kpensósinodeberíaalejarsedeprisa,olohacíaahoraoyanotendríaotraoportunidad, debería permanecer allí durante todo el sermón; en la oficinahabíaperdido tanto tiempo;yano estabaobligadoa esperarmás al italiano.Mirósureloj,eranlasonce.Pero,¿realmenteseibaapronunciarunsermón?¿PodíaKrepresentaratodalacomunidaddefieles?¿Ysifueseunextranjeroquesólopretendíavisitar la iglesia?Enel fondoasíera.Eraabsurdopensarquesepodíapronunciarunsermón,ahora,alasoncedelamañana,enundíalaborableyconuntiempotanhorrible.Elsacerdote—setratabasindudadeun sacerdote, unhombre joven con el rostro lisoyoscuro—parecía subir aapagarlalampara,quealguienhabíaencendidoporerror.

Peronofueasí.Elsacerdote,enrealidad,examinólaluz,laajustóysediolavueltalentamentehaciaelpretil,apoyándoseenélconlasdosmanos.Asípermaneció un rato y miró, sin mover la cabeza, a su alrededor. K habíaretrocedidoun trechoyseapoyabaconelcodoenelbancodedelante.Conojos inseguros, sin poder determinar exactamente el lugar, vio cómo elsacristán,algoencorvado,seponíaadescansarpacíficamentecomosihubieraterminado su cometido. ¡Qué silencio reinaba ahora en la catedral! Pero Kteníaqueromperlo,nopretendíaquedarseallí.Sieraundeberdelsacerdotepredicaraunahoradeterminadasinconsideraciónalascircunstancias,quelohiciera, tambiénpodría cumplir su cometido en ausencia deK, su presenciatampococontribuiríaaaumentarelefecto.Ksepusolentamenteencaminoyfuetanteandoelbancodepuntillas.Llegóalanavecentralyprosiguiósinquenadie le detuviera, sólo sus pasos ligeros resonaban continuamente bajo lasbóvedasconunritmoregularyprogresivo.K,conscientedequeelsacerdotepodíaestarobservándole,sesentíaabandonadomientrasavanzabasoloentrelosbancosvacíos.Lasdimensionesde lacatedral leparecíanahora rayarenloslímitesdelosoportableparaelserhumano.Cuandollegóalsitioquehabíaocupado anteriormente, cogió el folleto sin detenerse. Apenas había dejadoatrás el banco y se acercaba al espacio vacío que le separaba de la salida,

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cuandoescuchóporprimeravezlavozdelsacerdote.Eraunavozpoderosayejercitada. ¡Cómoseexpandiópor lacatedral,preparadapara recibirla!Peronoeraalacomunidaddefielesaquienllamaba,suvozresonóclara,nohabíaescapatoriaalguna,exclamó:

—¡JosefK!

Ksedetuvoymiróalsuelo.Aúneralibre,podíaseguiryescaparporunade laspequeñasyoscuraspuertasdemadera,quenoestaban lejos.Peroesosignificaría o que no había entendido o que había entendido pero no queríahacer ningún caso. Si se daba la vuelta, se tendría que quedar, pues habríaconfesado tácitamente que había comprendido muy bien su nombre y quequeríaobedecer.Sielsacerdotehubiesegritadodenuevo,Khabríaproseguidosucamino,perocomotodopermanecióensilencio,volvióunpocolacabeza,puesqueríaverquéhacíaelsacerdoteenesemomento.Seleveíatranquiloenelpúlpito,sepodíaadvertirquehabíanotadoelgirodecabezadeK.HubierasidounjuegoinfantilsiKnosehubiesedadolavueltaporcompleto.Asílohizo,yelsacerdotelellamóconunaseñaldelamano.Comoyatodoocurríaabiertamente,avanzó—lohizoenparteporcuriosidadyenparteparatenerlaoportunidadde acortar su estancia allí—conpasos largos y ligeros hasta elpúlpito.Separóantelosbancos,peroalsacerdoteleparecíaqueladistanciaera aún demasiado grande. Estiró la imano y señaló con el dedo índice unasiento al pie del púlpito. K siguió su indicación y, al sentarse, tuvo quemantenerlacabezainclinadahaciaatrásparapoderveralsacerdote.

—TúeresJosefK—dijoelsacerdote,yapoyóunamanoenelpretilconunmovimientoincierto.

—SídijoK.Pensócómoenotros tiemposhabíapronunciado sunombrecon entera libertad, pero ahora suponía una carga para él, también ahoraconocíasunombregentealaqueveíaporprimeravez.Québelloeraquelepresentaranyluegoconoceralagente.

—Estásacusado—dijoelsacerdoteenvozbaja.

—Sí—dijoK—,yamelohancomunicado.

—Entoncestúeresalquebusco—dijoelsacerdote—.Yosoyelcapellándelaprisión.

—¡Ah,ya!—dijoK.

—Hehechoquetetrajeranaquíparahablarcontigo—dijoelsacerdote.

—No lo sabía —dijo K—. He venido para mostrarle la catedral a unitaliano.

—Deja lo accesorio—dijo el sacerdote—. ¿Qué sostienes en la mano?¿Unlibrodeoraciones?

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—No—respondióK—,esunfolletoconlosmonumentoshistóricosdelaciudad.

—Déjaloaunlado—dijoelsacerdote.

K lo arrojó con tal fuerza que se rompió y un trozo con las páginasdobladassedeslizóporelsuelo.

—¿Sabesquetuprocesovamal?—preguntóelsacerdote.

—Tambiénamímeloparece—dijoK—.Meheesforzadotodoloquehepodido, perohasta ahora sin éxito.Además, aúnnohe concluidomiprimerescritojudicial.

—¿Cómoteimaginaselfinal?—preguntóelsacerdote.

Al principio pensé que terminaría bien—dijoK—, ahora hayveces quehastayomismolodudo.Nosécómoterminará.¿Losabestú?

—No—dijoel sacerdote—,pero temoque terminarámal.Teconsideranculpable. Tu proceso probablemente no pasará de un tribunal inferior. Tuculpa,almenosprovisionalmente,seconsideraprobada.

—Peroyonosoyculpable—dijoK—.Esunerror.¿Cómopuedeserunhombreculpable,así,sinmás?Todossomossereshumanos,tantoelunocomoelotro.

—Esoescierto—dijoelsacerdote—,peroasísuelenhablarlosculpables.

—¿Tienesalgúnprejuiciocontramí?—preguntóK.

—Notengoningúnprejuiciocontrati—dijoelsacerdote.

—Te lo agradezco —dijo K—. Todos los demás que participan en miprocesotienenunprejuiciocontramí.Ellosseloinspirantambiénalosquenoparticipanenél.Miposiciónescadavezmásdifícil.

—Interpretas mal los hechos —dijo el sacerdote—, la sentencia no sepronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente ensentencia.

—Asíes,entonces—dijoK,yagachólacabeza.

—¿Qué es lo siguiente que vas a hacer en tu causa? —preguntó elsacerdote.

—Quiero buscar ayuda —dijo K, y elevó la cabeza para ver cómo elsacerdote juzgaba su intención—. Aún quedan posibilidades que no heutilizado.

—Buscasdemasiadolaayudadeextraños—dijoelsacerdoteconuntonode desaprobación—, especialmente demujeres. ¿Acaso no te das cuenta de

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quenoeslaayudaverdadera?

—Algunasveces,inclusoconfrecuenciapodríadartelarazón—dijoK—,pero no siempre. Las mujeres tienen mucho poder. Si pudiera convencer aalgunas mujeres de las que conozco para que trabajen en común para mí,podría abrirme paso. Especialmente en este tribunal, que parece constituidopormujeriegos.Muéstraleunamujeraljuezinstructoryarrollarálamesayalosacusadosparallegarhastaella.

El sacerdote inclinó la cabeza hacia el pretil, ahora parecía como si eltornavoz le presionase hacia abajo. ¿Pero qué tiempo podía estar haciendofuera? Ya no era sólo un día nublado y lluvioso, parecía noche profunda.Ninguna de las vidrieras era capaz de iluminar con un pobre resplandor lososcurosmuros.YprecisamenteenesemomentoelsacristáncomenzóaapagartodaslasvelasdelAltarMayor.

—¿Estásenfadadoconmigo?—preguntóKalsacerdote—.Esposiblequenoconozcaseltipodetribunalenelqueprestasservicio.

Norecibióningunarespuesta.

—Sonsólomisexperiencias—dijoK.

Arriba,enelpúlpito,todopermaneciósilencioso.

—Notehequeridoofender—dijoK.

EntoncesgritóelsacerdotehaciaK:

—¿Acasoeresciego?

Gritócon ira,pero tambiéncomoalguienquevecaeraotroy,debidoalsusto,gritasinvoluntaddehacerlo.

Ambossecallaronunrato.ElsacerdotenopodíareconoceraK,abajo,enla oscuridad,mientras queK podía ver claramente al sacerdote gracias a lapequeñalámpara.¿Porquénobajaba?Nohabíapronunciadoningúnsermón,sino que se había limitado a darle algunas informaciones, que a él, si lasconsideraba con detenimiento, antes le podrían dañar que beneficiar. Noobstante,aK leparecía indudable labuena intencióndel sacerdote,noseríaimposiblequepudieranllegaraunacuerdosibajaba,tampocoeraimposibleque recibiera de él un consejo decisivo y aceptable, que le mostrara, porejemplo,nocómosepodíainfluirenelproceso,sinocómosepodíasalirdelproceso, cómo se podía vivir al margen de éste. Esa posibilidad tenía queexistir,Khabíapensadomuchoenellaenlosúltimostiempos.Sielsacerdoteconocía esa posibilidad, a lo mejor se la decía si se lo pedía, aunqueperteneciera al tribunal, y a pesar de que K, al atacar al tribunal, hubieseheridosussentimientosylehubieraobligadoagritar.

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—¿No quieres bajar?—dijo K—. No vas a pronunciar ningún sermón.Bajaconmigo.

—Yapuedobajar—dijoelsacerdote,parecíalamentarsugrito.Mientrasdescolgabalalámpara,dijo:—Primeroteníaquehablarcontigoguardandolasdistancias,sinomedejoinfluirfácilmenteyolvidomimisión.

K le esperó abajo, al pie de la escalera. El sacerdote le ofreció lamanomientrasbajabalosúltimosescalones.

—¿Mepodríasdedicarunpocodetutiempo?

—Tantocomonecesites—dijoelsacerdote,y ledio la lámparaaKparaqueéstelallevase.Nisiquieratancercaperdiósuactitudensolemnidad.

—Eresmuyamableconmigo—dijoK.

Comenzaronarecorrerlanavelateralunoalladodelotro.

—Eres una excepción entre todos los que pertenecen al tribunal. En titengomás confianza que en cualquiera de los demás.Contigo puedo hablarabiertamente.

—Noteengañes—dijoelsacerdote.

—¿Enquépodríaengañarme?—preguntóK.

—Te engañas en lo que respecta al tribunal—dijo el sacerdote—, en laintroducciónalaLeysehaescritosobreesteengaño:

«AntelaLeyhayunguardiánqueprotegelapuertadeentrada.UnhombreprocedentedelcamposeacercaaélylepidepermisoparaaccederalaLey.Peroelguardiándicequeenesemomentonolepuedepermitirlaentrada.Elhombrereflexionaypreguntasipodráentrarmástarde».

—Esposible—respondeelguardián,peronoahora.

«ComolapuertadeaccesoalaLeypermaneceabierta,comosiempre,yelguardiánsesitúaaunlado,elhombreseinclinaparamiraratravésdelumbralyverasíquéhayenelinterior.Cuandoelguardiánadviertesupropósito,ríeydice:

»—Si tanto te incita, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Ten encuenta, sin embargo, que soy poderoso y que, además, soy el guardiánmásinsignificante.Antecadaunadelassalaspermaneceunguardián,elunomáspoderosoqueelotro.Lamiradadelterceroyaesparamíinsoportable.

»El hombre procedente del campo no había contado con tantasdificultades.LaLey, piensa, debe ser accesible a todosy en todomomento,peroalconsiderarahoraconmásexactitudalguardián,cubiertoconsuabrigodepiel,alobservarsuenormeyprolongadanariz,labarbanegra,fina,larga,

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tártara,decidequeesmejoresperarhastaquerecibaelpermisoparaentrar.Elguardiánledauntabureteydejaquetomeasientoenunodelos ladosdelapuerta.Allípermanecesentadodíasyaños.Hacemuchosintentosparaqueleinvitenaentrarycansaalguardiánconsussúplicas.Elguardiánlesometeamenudo a cortos interrogatorios, le pregunta acerca de su hogar y de otrascosas,perosonpreguntasindiferentes,comolasquehacengrandesseñores,yalfinalsiemprerepetíaquetodavíanopodíapermitirlelaentrada.Elhombre,quesehabíaprovistomuybienparaelviaje,utilizatodo,porvaliosoquesea,parasobornaralguardián.Ésteloaceptatodo,peroalmismotiempodice:

»—Sóloloaceptoparaquenocreasquehasomitidoalgo.

»Durantelosmuchosañosqueestuvoallí,elhombreobservóalguardiándeformacasiininterrumpida.Olvidóalosotrosguardianesyésteleterminópareciendo el único impedimento para tener acceso a la Ley. Los primerosaños maldijo la desgraciada casualidad, más tarde, ya envejecido, sólomurmurabaparasí.Sevuelvesenil,ycomohasometidodurantetantotiempoalguardiánaunlargoestudioyaescapazdereconoceralapulgaenelcuellodesuabrigodepiel,porloquesolicitaalapulgaqueleayudeparacambiarlaopinióndelguardián.Porúltimo,suvistasetornadébilyyanosaberealmentesioscureceasualrededorosonsólolosojoslosqueleengañan.Peroahoraadvierteenlaoscuridadunbrilloqueirrumpeindelebleatravésdelapuertade laLey.Yanovivirámuchomás.Antesdesumuerteseconcentranensumentetodaslasexperienciaspasadas,quetomanformaenunasolapreguntaquehastaahoranohabíahechoalguardián.Entoncesleguiñaunojo,yaqueno puede incorporar su cuerpo entumecido.El guardián tiene que inclinarsehacia él profundamente porque la diferencia de tamaños ha variado enperjuiciodelhombredelaprovincia.

»—¿Quéquieressaberahora?—preguntaelguardián—.Eresinsaciable.

»—Todos aspiran a la Ley—dice el hombre—. ¿Cómo es posible quedurantetantosañossóloyohayasolicitadolaentrada?

»Elguardiáncompruebaqueelhombrehallegadoasufiny,paraquesudébiloídopuedapercibirlo,legrita:

»—Ningúnotropodíahaberrecibidopermisoparaentrarporestápuerta,puesestaentradaestaba reservada sólopara ti.Yomevoyahoraycierro lapuerta».

—El centinela, entonces, ha engañado al hombre —dijo K en seguida,fuertementeatraídoporlahistoria.

—No te apresures—dijo el sacerdote—,no asumas la opinión ajena sinexaminarla. Te he contado la historia tal y como está escrita. En ella no sehablaenningúnmomentodeengaño.

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—Peroestáclaro—dijoK—,ytuprimerainterpretacióneracorrecta.Elvigilante le ha comunicado el mensaje liberador sólo cuando ya no podíaayudarennadaalhombre.

—Pero él tampoco preguntó antes—dijo el sacerdote—, considera quesóloeraunvigilanteycomotalsehalimitadoacumplirsudeber.

—¿Porquépiensasquehacumplidoconsudeber?—preguntóK—.Noloha cumplido. Su deber consistía en rechazar a los extraños, pero tenía quehaberdejadopasaralhombreparaquienestabadestinadalaentrada.

—Notieneselsuficienterespetoalaletraescritaycambiaslahistoria—dijo el sacerdote—. La historia contiene dos explicaciones importantes delvigilante respectoa la entradaa laLey,unaalprincipioyotraal final.Unadice: «que no podía permitirle la entrada», y la otra: «esta entrada estabareservada sólo para ti». Si entre ambas explicaciones existiese unacontradicción,tútendríasrazónyelvigilantehabríaengañadoalhombre.Perono existe ninguna contradicción. Todo lo contrario, la primera explicación,incluso, indica la segunda. Se podría decir que el vigilante se excede en elcumplimientodesudeberalplantearlaposibilidaddeunafuturaentrada.Enesemomentosuúnicodeberparecíaconsistirennoadmitiralhombre.Y,enefecto,muchosintérpretessemaravillandequeelvigilantehayapronunciadosemejante indicación, pues parece amar la precisión y cumpleescrupulosamenteconsudeber.Noabandonasupuestoentantosañosysólocierralapuertaenelúltimomomento,siendoconscientedelaimportanciadesu misión, pues dice: «soy poderoso». Además, tiene respeto frente a sussuperiores, pues dice: «soy el guardiánmás insignificante».Cuando se tratadelcumplimientodeldeber,noadmiteruegosnisedejaablandar,puessedice:«cansa al guardián con sus súplicas». Tampoco es hablador, pues durantetodoslosañossóloplantea,comoestáescrito,preguntas«indiferentes».Nosedejasobornar,puesdicesobreunregalo:«sóloloaceptoparaquenocreasquehasemitidoalgo».Finalmente,suaspectoexternoindicauncarácterpedante,por ejemplo la gran nariz y la larga y fina barba tártara. ¿Puede haber unvigilantemásfielasudeber?Peroenelvigilantesemezclanotroscaracteresesencialesque resultanmuy favorablesparaquien solicita la entrada,yque,además,indicanlaposibilidad,manifestadaensuanteriorinsinuación,dequeenelfuturopodríairmásalládeloqueledictaeldeber.Noobstante,nosepuedenegarqueesalgosimpley,enrelaciónconesteatributo,presuntuoso.Sitodaslasmencionesquehacereferentesasupoderysobreelpoderdelosdemás vigilantes, cuya visión, como él reconoce, le es insoportable, sonciertas,entoncesmuestra,enlamaneraconquelasemite,quesusideasestánafectadaspor su simplezayarrogancia.Los intérpretes aducen:«El correctoentendimiento de un asunto y una incomprensión de éste no se excluyenmutuamente».Entodocaso,sedebereconocerqueesasimplezayarrogancia,

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pormuydifuminadasqueaparezcan,debilitanlavigilanciadelaentrada,sonlagunasenelcarácterdelvigilante.Aestoseañadequeelvigilante,segúnsutalantenatural,pareceamable,nosiempreactúacomosiestuvieradeservicio.Alprincipiodiceenbromaque,apesardelmantenimientodelaprohibición,le invita a entrar, pero, a continuación, no le incita a entrar, sinoque, comoestá escrito, le da un taburete y le deja sentarse al lado de la puerta. Lapacienciacon laque,durante tantosaños,soporta laspeticionesdelhombre,los pequeños interrogatorios, la aceptación de los regalos, la nobleza con laque permite que el hombre a su lado maldiga en voz alta su desgraciadodestino, del que hace culpable al vigilante, todo eso indica el talantecompasivo del vigilante. No todos los vigilantes habrían actuado así. Y, alfinal,se inclinaprofundamentehaciaelhombreparadarle laoportunidaddeplantear una última pregunta. Sólo deja traslucir una débil impaciencia—elvigilante sabe que todo ha acabado—, cuando dice: «Eres insaciable».Algunosintérpretescontinúan,incluso,estalíneaexegéticayafirmanquelaspalabras «eres insaciable» expresan una suerte de admiración, que, porsupuesto, tampoco está libre de altivez. Pero así la figura del vigilanteadquiereunperfildistintoalquetúlehasatribuido.

—Túconoceslahistoriaconmásdetallequeyoydesdehacemuchomástiempo—dijoK.

Permanecieroncalladosunrato.LuegoKpreguntó:

—¿Entoncescreesquenoengañóalhombre?

—No me interpretes mal —dijo el sacerdote—, sólo te menciono lasdistintasopinionessobrelaleyenda.Nodebesfiartetantodelasopiniones.Laescrituraesinvariable,ylasopiniones,confrecuencia,sólosonexpresióndela desesperación causada por este hecho. En este caso hay, incluso, unaopiniónsegúnlacualprecisamenteelvigilanteeselengañado.

—Ésaesunainterpretaciónquevademasiadolejos—dijoK—.¿Cómolafundamentan?

—Lafundamentaciónsebasaenlasimplezadelcentinela.ÉldicequenoconoceelinteriordelaLey,sinosóloelcaminoqueunayotraveztienequerecorrer ante la entrada. Las ideas que posee del interior se consideraningenuasysecreequeélmismotemeaquelloquetambiénquierehacerqueelhombre tema. Sí, incluso él tienemásmiedo que el hombre, pues éste sóloquiereentrar,aundespuésdehaberoídoquehayvigilantesmáspoderosos;elcentinela,sinembargo,noquiereentrar,almenosnosedicenadasobreello.Otros,porelcontrario,afirmanqueélhatenidoqueestarenelinterior,puesfueadmitidoparaponersealserviciodelaLeyyesosólopuedeocurrirenelinterior. A esto se responde que una voz procedente del interior pudonombrarlevigilanteyque,porconsiguiente,esposiblequenohubieseestado

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enelinterior,almenosnoenlapartemásinterna,yaqueélmismodicequenoresistelamiradadeltercercentinela.Además,tampocoseinformadequedurantetodosesosañoshayamencionado,apartedesureferenciaalosotrosvigilantes,algodelinterior.Esposiblequelotuvieraprohibido,peronosenosdice nada de esa prohibición.De todo esto se deduce que no sabe nada delaspecto que presenta el interior ni de su importancia y que, por lo tanto,permaneceallíengañado.Perotambiénestáengañadorespectoalhombredelaprovincia,puesessusubordinadoynolosabe.Queéltrataalhombrecomosifueraunsubordinado,sereconoceenmuchosdetalles, fácilesderecordar.Peroquerealmenteseaunsubordinadodeberíaderivarse,segúnesaopinión,con la misma claridad. Ante todo es libre el que está por encima del quepermanece sujeto. Ahora bien, el hombre es el que realmente está libre, élpuedeiradondequiera,sóloleestáprohibidalaentradaalaLeyy,además,sóloporunapersona,porelcentinela.Sisesientaeneltaburetealladodelapuertayallípasatodasuvida,lohacevoluntariamente,lahistorianohabladeninguna obligación. El centinela, sin embargo, está obligado por su cargo apermanecerensupuesto,nosepuedealejar;según lasapariencias, tampocopuedeirhaciaelinterior,nienelcasodequeasíloquisiera.Además,aunqueestáalserviciodelaLey,sóloprestasuservicioanteesaentrada,esdecir,enrealidadestá al serviciode esehombre, el únicoal queestádestinadadichaentrada. También desde esta perspectiva está subordinado a él. Se puedesuponerque,atravésdemuchosaños,sólohaprestadounservicioinútil,puesse dice que llega un hombre maduro, es decir, que el centinela tuvo queesperarmuchotiempohastaquepudocumplirsuobjetivoy,además,tuvoqueesperar tanto tiempo como quiso el hombre del campo, que vinovoluntariamente.Perotambiénelfinaldesuservicioquedadeterminadoporlamuertedelhombre,asíquepermanecesubordinadoaélhastasufallecimiento.Yunayotravezseacentúaqueelcentinelanosabenadadeeso.Noesnadaextraordinario, pues, según esta interpretación, el centinela es víctimade unengañomuchomayor,elquehacereferenciaasuservicio.Alfinalhabladelaentradaydice:«Ahoramevoyy lacierro»,peroalprincipio sediceque lapuerta que da acceso a la Ley permanece abierta, como siempre, así quesiempreestáabierta,siempre,conindependenciadelavidadelhombreparaelqueestádestinadaesaentrada,porconsiguienteelvigilantenopodrácerrarla.Aquídivergen lasopiniones.Unoscreenqueelcentinela,conelanunciodeque va a cerrar la puerta, sólo pretende dar una respuesta o acentuar suobligación; otros piensan que en el último momento quiere entristecer alhombreeimpulsarleaquesearrepienta.Muchoscomentadorescoincidenenquenopodrácerrarlapuerta.Opinan,incluso,quealmenosalfinal,tambiénenloquesabe,permanecesubordinadoalhombre,pueséstevecómosurgeelresplandor de laLey,mientras que el centinela permanece de espaldas y nomencionanadaquehagasuponerquehaadvertidoalgunatransformación.

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—Esta última interpretación está bien fundada —dijo K, que habíarepetido para sí, en voz baja, algunos de los pasajes de la aclaración delsacerdote—.Estábienfundada,ycreotambiénqueelcentinelaestáengañado.Pero al aceptar esto no me he apartado de mi primera opinión, ambas secubrenparcialmente.Noesalgodecisivosielcentinelaveclarooseengaña.Yodijequehanengañadoalhombre.Sielcentinelaveclaro,sepodríadudar,perosielcentinelaestáengañado, suengañose transmitenecesariamentealhombre.Elcentinelanoes,enesecaso,unestafador,perosí tansimplequedeberíaserexpulsadoinmediatamentedelservicio.Tienesqueconsiderarqueelengañoqueafectaalcentinelanoledaña,perosíalhombre,yconcrueldad.

—Aquí topas con una opinión contraria —dijo el sacerdote—. Muchosdicenque la historia nootorga a nadie el derecho a juzgar al centinela.Seacualsealaimpresiónquenosdé,esunservidordelaLey,estoes,pertenecealaLey, por lo que es inaccesible al juicio humano.Tampoco se puede creerqueelcentinelaestésubordinadoalhombre.Estarsujeto,porsuservicio,alaentradadelaLeyesincomparablementemásimportantequevivirlibreenelmundo.ElhombrevienealaLey,elcentinelayaestáallí.LaLeyhasidolaquelehapuestoasuservicio.DudardesudignidadsignificadudardelaLey.

—Yo no comparto esa opinión —dijo K moviendo negativamente lacabeza, pues si se aceptan sus premisas hayque considerar que todo lo quedice el vigilante es verdad. Pero eso es imposible, como tú mismo hasfundamentadocontododetalle.

—No—dijoelsacerdote—,nosedebetenertodoporverdad,sólosetienequeconsiderarnecesario.

—Tristeopinión—dijoK—.Lamentiraseelevaafundamentodelordenmundial.

Kdijo estaspalabras comoconclusión,peronoeran su juiciodefinitivo.Estaba demasiado cansado para poder abarcar todas las posibilidades queofrecía la historia, además conducía a razonamientos inusuales, a paradojas,másadecuadasparafuncionariosjudicialesqueparaél.Esahistoriatansimplesehabíatornadoenalgoinforme,queríasacudírseladeencimayelsacerdote,queahoramostróunagrandelicadezadesentimientos, lo toleróyrecibióensilenciolaúltimaindicacióndeK,aunquecontodaseguridadnocoincidíaconella.

Siguieron andando un rato en silencio. K se mantenía muy cerca delsacerdote,sinsaberdóndeseencontrabaporlastinieblasquelesrodeaban.Laveladelalámparahacíatiempoquesehabíaapagado.UnavezbrillóanteélelpedestaldeplatadeunSanto,perovolvióasumirseenlaoscuridad.Paranodependerporcompletodelsacerdote,Klepreguntó:

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—¿Nonosencontramoscercadelasalidaprincipal?

—No—dijoelsacerdote—,estamosmuylejos.¿Quieresirteya?

Aunqueenesemomentonopensabaenello,Krespondióenseguida:

—Esverdad,tengoqueirme.Soygerenteenunbanco,meesperan,sólohevenidoparaenseñarlelacatedralaunhombredenegociosextranjero.

—Bien—dijoelsacerdote,yestrechólamanodeK—,entoncesvete.

—Nopuedoorientarmebienaquíenlaoscuridad—dijoK.

—Ve a la izquierda, hacia el muro—dijo el sacerdote—, luego síguelohastaqueencuentresunasalida.

Elsacerdotesólosehabíaseparadodeélunospasos,cuandoKgritó:

—¡Porfavor,espera!

—Espero—dijoelsacerdote.

—¿Noquieresnadamásdemí?—preguntóK.

—No—dijoelsacerdote.

Alprincipiohas sido tanamableconmigodijoK,yme lohasexplicadotodo,peroahoramedespidescomosinoteimportasenada.

—Tienesqueirte—dijoelsacerdote.

—Bien,sí—dijoK—,compréndelo.

—Comprendeprimeroquiénsoyyo—dijoelsacerdote.

—Túereselcapellándelaprisión—dijoK,yseacercóalsacerdote.

No necesitaba regresar tan pronto al banco como en un principio habíacreído.Podíapermaneceraúnallí.

—Yopertenezcoaltribunal—dijoelsacerdote—.¿Porquédeberíaquereralgodeti?Eltribunalnoquierenadadeti.Tetomacuandollegasytedespidecuandotevas.

Elfinal

La noche anterior al día en que cumplía treinta y un años—serían lasnuevedelanoche,tiempodesilencioenlascalles—,doshombresllegaronala vivienda de K. Vestían levitas, sus rostros eran pálidos y grasientos, yestabantocadosconchisterasfirmementeencajadas.Despuésdeintercambiar

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algunas formalidades ante la puerta de la casa, repitieron las mismasformalidades,peroconmásceremonia,antelapuertadeK.Aunquenadielehabía anunciado la visita,K, poco antes de la llegada de aquellos hombres,habíapermanecidosentadoenunasillacercadelapuerta,tambiénvestidodenegro, poniéndose lentamente sus guantes, en una actitud similar a cuandoalguienesperahuéspedes.Se levantóen seguidaycontemplóa loshombresconcuriosidad.

—¿Leshanenviadopararecogerme?—preguntó.

—Loshombresasintieron,unodeelloshizounaseñaasucompañeroconlachisteraenlamano.Kreconocióquehabíaesperadounavisitadistinta.Fuehacia la ventana y contempló una vez más la calle oscura. Casi todas lasventanas de la calle de enfrente también estaban oscuras, enmuchas habíancorrido las cortinas. En una de las ventanas iluminadas se podía ver cómojugaban dos niños detrás de unas rejas, se tocaban con las manos, aúnincapacesdemoversedesussitios.«Viejosactoresdesegundafilaesloqueenvíanpararecogerme»—pensóK,ymiróasualrededor,paraconvencerseotra vez de ello—. «Buscan librarse de mí de la forma más barata». K sevolvióderepenteypreguntó:

—¿Enquéteatroactúanustedes?

—¿Teatro?—preguntóunode loshombresconun ticen lacomisuradellabio, volviéndose hacia su compañero para buscar consejo. El otro hizogestosmudos,comoelqueluchacontraunserfantasmal.

—No están preparados para que se les pregunte —se dijo K, y fue arecogersusombrero.

Yaenlaescaleraqueríancogerledelosbrazos,peroKdijo:

—Cuandoestemosenlacalle,noestoyenfermo.

No obstante, en cuanto llegaron a la puerta le agarraron de un modoinauditoparaK.Manteníanloshombrosjustodetrásdelossuyos,nodoblabanlos brazos, sino que los utilizaban para rodear los brazos de K en toda sulargura,pordebajoagarrabanlasmanosdeKconunamañadecolegio,peroestudiadaeirresistible.Kibamuyrectoentreambos,ahoralostresformabantal unidad que, si alguien hubiese golpeado a uno de ellos, todos habríansentido el golpe. Constituían una unidad como sólo la materia inanimadapuedeformar.

K, bajo la luz de las farolas, intentó a menudo contemplar mejor a susacompañantesdeloquelohabíahechoenlapenumbradesuvivienda,apesardequelaformaenquelollevabandificultabaesaoperación.«Alomejorsontenores»—pensóalmirar susdoblespapadas.La limpiezade sus rostros le

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dabaasco.Viocómolamanolustrosarestregóelrabillodelojo,frotóellabiosuperior,rascólasarrugasdelabarbilla.

CuandoKloadvirtió,sedetuvo,asíquelosotros tambiénsedetuvieron.Seencontrabanalbordedeunaplazasolitaria,adornadaconjardines.

—¡Por qué les han enviado precisamente a ustedes! —gritó más quepreguntó.

Loshombresnosupieronquécontestar,selimitaronaesperarconelbrazolibrecolgando,comoenfermeroscuandoelenfermoquieredescansar.

—Nosigo—dijoKparaprobarlos.

A eso no necesitaron contestar, apretaron las manos de K e intentaronmoverledesusitio,peroKseresistió.

«No necesitaré más mi fuerza —pensó K—, la emplearé toda ahora».Recordó a las moscas que intentan escapar con las patitas rotas del papelencolado.

—Losseñoresvanatenertrabajo—sedijo.

AnteellosaparecióenesemomentolaseñoritaBürstner,quesalíapor laplaza de una calle lateral. No era seguro que fuese ella, aunque se parecíamucho.PeroaKno le importabasi loeraono, sólo tomóconcienciade loinútildesuoposición.Nohabíanadadeheroicoenofrecerahoraresistencia,en poner dificultades a esos hombres, o en intentar disfrutar de la vidaaparente que aún le quedaba mediante una defensa. Así que reanudó sucamino y sintió algo de la alegría de sus acompañantes por haberlo hecho.Toleraron que determinase la dirección y él eligió seguir el camino de laseñorita,ynoporquelaquisieraalcanzar,noporquelaquisieraverelmayortiempo posible, sino simplemente para no olvidar la advertencia que ellasignificabaparaél.

«Loúnicoquepuedohacer—sedijo,ylasincronicidaddesuspasosconlos de sus acompañantes confirmó sus pensamientos—, lo único que puedohacer es mantener el sentido común hasta el final. Siempre quise ir por elmundoconveintemanosy, además, conunobjetivonoautorizado.Eso fueincorrecto,¿acasoesnecesarioquedigaquenisiquieraunprocesodeunañoha logradohacermeaprenderalgo?¿Acasodebopartircomounserhumanoobcecado?¿Sepuededecirdemíquequiseterminarelprocesoensuinicioyque ahora, cuando termina, quiero comenzarlo de nuevo?No quiero que sedigaeso.Estoyagradecidodequemehayanasignadoparaestecaminoaestoshombresneciosysemimudos,ydequesemehayapermitidoqueyomismomedigalonecesario».

La señorita, mientras tanto, había doblado por una calle perpendicular,

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peroKyapodíaabandonarla,asíquesedejóconducirporlosacompañantes.Los tres,enperfectaarmonía,atravesaronunpuentea la luzde la luna.Loshombres permitían que K hiciera los pequeños movimientos que deseaba.Cuandoquisogirarunpocohacialabarandilla,loshombrestambiéngiraron,quedandotodosdefrente.Elagua,brillanteytemblorosaalaluzdelaluna,sebifurcabaanteunapequeñaisla,encuyasorillascrecíanarbustosyunaespesaarboleda. Por debajo de ellos, invisibles, se extendían caminos de arena,formandopequeñasplayasen lasqueK,enalgúnverano, sehabía tumbadoparatomarelsol.

—En realidad, no quería pararme —dijo K a sus acompañantes,avergonzadoporsubuenadisposiciónhaciaél.Unodeellos,aespaldasdeK,pareció hacerle al otro un reproche por la equivocación, luego siguieronadelante.

Pasaronporalgunascallesempinadas,enlasque,máslejosomáscerca,vierona algunospolicías.Unodeellos, conunbigotepoblado, se acercóalgrupo con la mano en la empuñadura del sable, probablemente le resultósospechoso. Los hombres se detuvieron, el policía iba a abrir la boca, peroentonces K empujó a sus acompañantes hacia adelante. Se volvió confrecuencia para comprobar si el policía les seguía. Pero en cuanto doblaronuna esquina y perdieron de vista al policía, K comenzó a correr. Susacompañantestuvieronquecorrerconélperdiendoelaliento.

Así, salieron rápidamente de la ciudad, que, en esa dirección, limitabaprácticamentesintransiciónconelcampo.Cercadeunacasadepisos,comolas de la ciudad, había una pequeña cantera, abandonada y desierta.Allí separaron,yafueseporqueeselugarhabíasidosudestinodesdeelprincipio,yaporqueestuvierandemasiadoagotadosparaseguirandando.DejaronlibreaK,que,mudo, se limitó a esperar.Losdoshombres sequitaron las chisterasy,mientras inspeccionaban con lamirada la cantera, se secaron el sudor de lafrente conunpañuelo.La luz de la luna iluminaba todo el escenario con lanaturalidadytranquilidadqueningunaotraluzposee.

Después de intercambiar algunas cortesías sobre quién debería hacersecargo de las próximas tareas—aquellos señores parecían haber recibido elencargosinquelesasignaransusrespectivascompetencias—,unodeellosseacercóaKylequitólachaqueta,elchalecoy,finalmente,lacamisa.Ktemblóinvoluntariamente, por lo que uno de los hombres le dio una palmadatranquilizadora en la espalda. A continuación, dobló cuidadosamente lasprendas, como si se fueran a utilizar otra vez, aunque no en un periodoinmediato.ParanoexponeraKalairefríodelanoche,letomóbajosubrazoyanduvoconéldeun ladoaotro,mientrasel compañerobuscabaun lugarapropiadoenlacantera.Cuandolohuboencontrado,hizounaseñayelotroacompañó a K hasta allí. Estaba cerca del corte, al lado de una piedra

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desprendida. Los hombres sentaron a K en el suelo, le apoyaron contra lapiedra y reclinaron su cabeza.Apesar del esfuerzoqueponíanyde toda laayudadeK,suposiciónquedabaforzadae inverosímil.Unode loshombrespidióalotroqueledejaseaélbuscarunaposturamejor,perotampocologrónada. Finalmente, dejaron aK en una posición que ni siquiera era lamejorentre todas las que habían probado. Entonces uno de los hombres abrió sulevitaysacódeuncinturónquerodeabaalchalecouncuchillodecarnicerolargo,afiladoporambaspartes;lomantuvoenaltoycomprobóelfiloalaluz.Denuevocomenzaronlasrepugnantescortesías,unoentregabaelcuchilloalotroporencimade lacabezadeK,yelúltimose lodevolvíaalprimero.Ksabíaquesudeberhubieraconsistidoencogerelcuchillocuandopasabademanoenmanosobresucabezayclavárselo.Peronolohizo;envezdeeso,giró el cuello, aún libre, y miró alrededor. No podía satisfacer todas lasexigencias, quitarle todo el trabajo a la organización; la responsabilidad poreseúltimoerrorlasoportabaelquelehabíaprivadodelasfuerzasnecesariasparallevaracaboesaúltimaacción.Sumiradarecayóenelúltimopisodelacasaquelindabaconlacantera.Delmismomodoenqueunaluzparpadea,asíseabrieronlasdoshojasdeunaventana.Unhombre,débilydelgadopor laalturaylalejanía,seasomóconunimpulsoyextendiólosbrazoshaciaafuera.¿Quién era? ¿Un amigo? ¿Un buen hombre? ¿Alguien que participaba?¿Alguien que quería ayudar? ¿Era sólo una persona? ¿Eran todos? ¿Eraayuda?¿Habíaobjecionesquesehabíanolvidado?Seguroque lashabía.Lalógica es inalterable, pero no puede resistir a un hombre que quiere vivir.¿Dónde estaba el juez al que nunca había visto? ¿Dónde estaba el tribunalsupremo ante el que nunca había comparecido? Levantó lasmanos y estirótodoslosdedos.

Perolasmanosdeunodeloshombresaferrabanyasugarganta,mientrasqueelotroleclavabaelcuchilloenelcorazón,retorciéndolodosveces.Conojos vidriosos aún pudo ver cómo, ante él, los dos hombres, mejilla conmejilla,observabanladecisión.

—¡Como a un perro! —dijo él: era como si la vergüenza debierasobrevivirle.

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