El apocalipsis según Leonardo Castellani

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CAFÉ ¡ ! CAMARADAS ARRIBA FALANGE ESPAÑOLA BOLETÍN DE NOTICIAS Y OPINIONES AÑO 1 Nº 96 BUENOS AIRES NOVIEMBRE DE 2008 EL APOCALIPSIS SEGÚN LEONARDO CASTELLANI Padre ALFREDO SÁENZ S. J. PADRE L. CASTELLANI PADRE ALFREDO SÁENZ

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  • ACERCA DE LAOLIGARQUA Y

    EL BIEN COMNJOS ANTONIO PRIMO DE RIVERA

    CAF !CAMARADAS ARRIBA FALANGE ESPAOLABOLETN DE NOTICIAS Y OPINIONES AO 1 N 96 BUENOS AIRES NOVIEMBRE DE 2008

    EL APOCALIPSISSEGN

    LEONARDOCASTELLANI

    Padre ALFREDO SENZ S. J.

    PADRE L. CASTELLANI PADRE ALFREDO SENZ

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 2

    ELAPOCALIPSIS

    SEGNLEONARDO

    CASTELLANIPadre Alfredo Senz S. J.

    ELAPOCALIPSIS

    SEGNLEONARDO

    CASTELLANIPadre Alfredo Senz S. J.

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 20083Introduccin En nuestro libro El fin de los tiem-

    pos y seis autores modernos (Aso-ciacin pro-cultura occidental, A.C.,Guadalajara 19962, 402 pgs.), expu-simos el pensamiento sobre estetema en los escritores Dostoiewski,Soloviev, Benson, Thibon, Pieper yCastellani. En esta breve obra presen-te reproducimos slamente el ltimocaptulo, que expone lo que el P. Leo-nardo Castellani nos dice acerca delas ultimidades de la historia.

    Los cuatro primeros pensadoresaludidos, Dostoievski, Soloviev, Ben-son y Thibon, se expresaron preva-lentemente mediante el recurso lite-rario, sin dejar de lado, por cierto, lascosas que de los tiempos postreros seleen en el Apocalipsis. En lo que tocaa Josef Pieper, investig el mismo temadesde el punto de vista filosfico-teo-lgico. El P. Castellani, que cita frecuen-temente a algunos de los autores nom-brados, apelar a los dos expedientes,el del novelista y el del telogo. Lo queen algunas de sus obras nos lo dicede manera novelada, lo reitera en otrasde modo ms sistemtico.

    Para muchos, seala nuestro autor,el Apocalipsis es un libro enigmtico,prcticamente hermtico, y por consi-guiente resulta intil leerlo. Pero cues-ta pensar que Dios haya legado a suIglesia una revelacin tan impresionan-

    te Apocalipsis significa descubri-miento, develacin, sabiendo que re-sultara inaccesible al entendimiento dela mayora. Un enigma insoluble es locontrario de una revelacin. Castella-ni se abocar a su interpretacin, conla ayuda de la gran tradicin patrsticade la Iglesia, y de autores ms recien-tes como Newman, Billot, Benson yPieper. Los Padres vieron mucho, sinduda, pero en cierto modo nosotrospodemos ver ms, encaramados so-bre sus hombros y con la experienciade los hechos que ya han sucedido oque se van volviendo predecibles.

    Por otra parte, el mundo actual semuestra ansioso de atisbar el futuroque la historia le depara. Nada de ex-trao, ya que semejante inquietud sesuele acrecentar en las pocas tempes-tuosas y preadas de amenazas. Adnde se dirige el acontecer histrico?,se preguntan todos. De ah el pulularde falsas profecas, de apariciones in-slitas, de pronsticos peregrinos.Por eso hoy se vuelve ms apremian-te que nunca poner sobre el tapete elgran tema de la esjatologa. A decirverdad, algunas de las interpretacio-nes que nos ofrecer el genial Cas-tellani son muy personales y no es-tamos obligados a hacerlas nuestras.Con todo, sus intuiciones resultanfrecuentemente brillantes y, segndecamos, se respaldan en el aval degrandes pensadores.

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 4I. El Apocalipsis

    y la Teologade la Historia

    Un primer aspecto que estudianuestro autor es la relacin del Apoca-lipsis con lo que se ha dado en llamarel sentido teolgico de la historia.

    1. Typo y Antitypo

    Entre los discursos de Cristo queconsigna el Evangelio se encuentrael denominado Discurso Esjatolgi-co. All el Seor anunci que haciael fin de los tiempos estallara unagran tribulacin, tras la cual l reapa-recera, lleno de poder y majestad. Enel transcurso de dicho sermn, en-contramos esta afirmacin tan cate-grica como desconcertante: Enverdad os digo que no pasar estageneracin sin que todas estas co-sas sucedan. El cielo y la tierra pasa-rn, pero mis palabras no pasarn(Mc 13, 30-31). Aquellos que lo oanmurieron y, sin embargo, no lleg elanunciado fin de los tiempos. Seequivoc Cristo? Castellani juzgaque ac se esconde la clave que ex-plica el sentido de la interpretacinproftica. Toda profeca se desen-vuelve en dos planos y se refiere a lavez a dos sucesos: uno prximo, lla-mado typo, y otro remoto, llamado

    antitypo. El profeta describe sucesoslejansimos, para los cuales hasta laspalabras resultan deficientes, peroproyectndolos analgicamente des-de sucesos cercanos. El profeta seinterna en la eternidad desde la puertadel tiempo y lee por transparencia tras-cendente un suceso mayor indescrip-tible en un suceso menor prximo; esel modo que existe tambin analgi-camente en los grandes poetas.

    De este modo Isaas profetiz laredencin de la humanidad en la li-beracin del pueblo judo del cauti-verio babilnico, as como San Juandescribi la Segunda Venida en ladestruccin de la Roma imperial, y elmismo Cristo previo el fin del mundoen la cada de Jerusaln. Cuando,pues, dijo no pasar esta generacinsin que... se refera a la vez a losapstoles all presentes, con referen-cia al typo, que es el fin de Jerusa-ln; y tambin a la descendencia delos apstoles, con referencia al anti-typo, el fin del mundo. Los apstolesvieron el fin de Jerusaln, la Iglesiaver el fin del mundo. As lo puso enclaro un gran telogo, el CardenalBillot, en su libro La Parousie, dondeafirma que el profeta ve el futuro leja-no e inescrutable a la luz o por trans-parencia de un suceso cercano, tam-bin futuro, pero ms inteligible y ob-vio. O, si se quiere, en el caso del Apo-calipsis, percibiendo el vidente los

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 20085tiempos propiamente parusacos,profetiza en esquema todos sus pro-legmenos y su germinacin histri-ca latente en las tres primeras visio-nes que resumen cabalmente la his-toria de la Iglesia en forma simbli-ca: el Mensaje a las Siete Iglesias, losSiete Sellos y las Siete Tubas.

    El mismo San Juan afirma en elApocalipsis que la Parusa palabragriega que aplicada a Cristo signifi-ca su presencia justiciera en la his-toria humana est cerca. Lo hacedesde el comienzo, cuando titula ellibro Revelacin de Jesucristopara manifestacin de lo que ha desuceder pronto (Ap 1, 1), hasta elfinal, donde reiteradamente le hacerepetir a Cristo: Mira, vengo pron-to (Ap 22, 7.12.20).

    Digamos una vez ms que Cristono se equivoc. Porque, como sea-la Castellani, este vengo prontopuede ser entendido de tres modos.Ante todo trascendentalmente, encuanto que el perodo histrico de losltimos das, o sea el tiempo que co-rre de la Primera a la Segunda Veni-da ser muy breve, cotejado con laduracin total del mundo. Segn unaantigua tradicin judeo-cristiana,este siglo, es decir, el tiempo queva desde Adn al Juicio Final, tendrauna duracin de siete milenios, a se-mejanza de los siete das de la crea-cin: dos milenios corresponden a la

    Ley Natural, dos milenios a la LeyMosaica, dos milenios a la Ley Cris-tiana, siendo el ltimo milenio el delos tiempos finales, el domingo dela historia, la poca parusaca de losnuevos cielos y de la nueva tierra.As, pues, en un sentido trascenden-tal, Cristo pudo decir con verdad quesu Segunda Venida estaba cerca.

    En segundo lugar, la promesavengo pronto puede ser entendidamsticamente, en el sentido de quetodos debemos considerarnos prxi-mos al juicio en razn de la muerte,que puede sobrevenir en cualquiermomento, resultando siempre sor-presiva e inesperada para las expec-tativas e ilusiones humanas. La pe-dagoga de Cristo en el Evangelio fuesiempre alertar sobre el carcter im-previsto que tiene la muerte paracada uno de los hombres: Necio,esta misma noche morirs. Lo quehas juntado, para quin ser? (Lc12, 20). Y no slo respecto de loshombres individuales sino tambinen un sentido ms universal: Comosucedi en los das de No dijo Je-ss, as ser tambin en los das delHijo del hombre. Coman, beban, to-maban mujer o marido, hasta el da enque entr No en el arca; vino el dilu-vio y los hizo perecer a todos... Lomismo suceder el Da en que el Hijodel hombre se manifieste (Lc 17, 26-27.30). Lo sensato ser, pues, pensar

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 6que el fin est siempre cerca, paratener aceite en el candil, como lasvrgenes prudentes.

    Por fin la expresin vengo pron-to puede ser interpretada literalmen-te. Porque ese pronto de Cristo, unpresente justiciero, se cumpli alpoco tiempo en la destruccin deJerusaln, y luego en el derrumbe delImperio Romano, los dos typos delfin del siglo, o sea, el trmino del ci-clo. Se cumpli en su primera fasepara los contemporneos del Seor,y se cumplir quiz en su forma ple-naria para nosotros, que pensamosmenos en los fines ltimos que losprimeros cristianos, siendo que es-tamos ms cerca que ellos.

    2. El estilo proftico

    Hay exgetas que han interpreta-do la totalidad del Apocalipsis en unsentido alegrico, lo que se presta alas ms fabulosas fantasas. SanAgustn y Santo Toms dejaron unaregla de oro para la interpretacin delas Escrituras en general, y es quetodo lo que en ellas se puede enten-der en sentido literal, debe ser ascomprendido. Por cierto que literalno se contrapone a simblico. ElApocalipsis es un conjunto de smbo-los plsticos, segn se estila en todaslas literaturas primitivas. Como sabe-mos, smbolo es una cosa o imagen

    concreta de algo que no se ve; porejemplo, el anillo del obispo repre-senta su autoridad. Alegora, en cam-bio, es una imagen concreta de unconcepto abstracto, como la barqui-lla del poema de Lope representa lavida humana. Las visiones del Apo-calipsis son, por cierto, metafricas,y no pueden entenderse en un senti-do literalsimo, pero s en un senti-do literal-simblico. En razn de lateora del typo y el anti-typo, dichosentido es doble. As la Primera Bes-tia puede significar simultneamen-te a Nern y al Anticristo, la Mujercalzada de luna a la Iglesia y al pue-blo de Israel, la Gran Ramera a laRoma Pagana y a la ciudad que serla capital del Anticristo...

    El tema central del Apocalipsis esla persecucin de los fieles y el triun-fo final de Cristo y de la Iglesia. Entorno a dicho asunto se concentranlas diversas visiones, que se desen-vuelven tanto en el cielo como en latierra y su tiempo histrico, con laayuda de smbolos plsticos, comola Bestia, la Mujer Coronada, la GranRamera, los Dos Testigos. Su gne-ro literario tiene algo de polifona: losespectculos celestiales se conjugancon las diversas intervenciones de Diosen las vicisitudes religiosas de la histo-ria humana. La contemplacin del Tro-no divino abre la trama del texto sagra-do, le confiere un marco litrgico en

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 20087toda su extensin, y la clausura en laltima visin de la Jerusaln celes-tial. Mientras tanto, los hombres sedebaten en el devenir de la historia.Y as el autor de este drama divinose mueve continuamente del cielo ala tierra y otra vez al cielo, hasta quela tierra y el cielo quedan unidos ycomo compenetrados, nuevos cielosy nueva tierra, la Jerusaln Celeste.

    La gran dificultad para penetrar enel sentido del Apocalipsis es su esti-lo. No debe ser interpretado, sealaCastellani, como si se tratase de unahistoria lineal, sino segn las leyespropias del hablar proftico. Como sesabe, en el Apocalipsis encontramosdiversos septenarios: el de las Igle-sias, que examina los diversos esta-dios de la historia de la Iglesia; el delas Trompetas o Tubas, que recorrelas sucesivas herejas que se han idomanifestando en el curso de los si-glos, hasta la ltima; el de los Sellos,que describe la curva del progreso yde la decadencia del cristianismo enel mundo; el de las Copas o Redo-mas, que preanuncia las calamidadesde los tiempos postreros, los casti-gos de Dios a la Gran Apostasa. Di-chos septenarios siguen un mtodorecapitulatorio, es decir, en algnmomento el escritor detiene su rela-to y vuelve atrs en una nueva visin;cuando se acerca a la Parusa, reco-mienza en una inesperada perspec-

    tiva, o desde un punto ms cercanoa ella. La marcha no es as recta nilineal, sino en espiral. Es el mismotema general visto desde diferentesenfoques, sinfonizado por visionesque lo van explicando cada vez ms,hasta la visin de la Jerusaln celes-tial, que es el objeto y trmino de lasotras. Como dice San Victorino mr-tir, autor del siglo III: No hay quebuscar en el Apocalipsis el orden[cronolgico] sino el sentido. Y SanAgustn: Con muchas palabras re-pite la misma cosa, cuando procuradecir lo mismo de otra manera. Porlo que no hay que perder de vista elsentido de la imagen total.

    3. Los signos de los tiempos

    De lo que se trata es, fundamen-talmente, de percibir los signos de lostiempos. Como Castellani le hacedecir al protagonista de su novelateolgica Los papeles de BenjamnBenavides: La Venida Segunda esimprevisible y es previsible a la vez...Es imprevisible desde lejos y en cuan-to al tiempo exacto; pero a medida quese aproxime se ir haciendo... no dircierta, pero s, como dicen, inminen-te. Se oler en el aire, como las tor-mentas; pero no por todos, cierta-mente, sino por muy pocos.

    Le pasa al Apocalipsis lo que a to-dos los libros profticos, que slo se

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 8vuelven claros a medida que se vancumpliendo las profecas. Es naturalque habiendo pasado dos mil aosdesde la Primera Venida, y encontrn-donos nosotros ms cerca del fin dela historia, estemos ms capacitadospara entender mejor las cosas relati-vas a las ultimidades. Por eso algu-nos autores de los tiempos recienteshan logrado inteligir los hechos conms claridad que los mismos Padresde la Iglesia, si bien en continuidadcon ellos. Cuando una profeca secumple, entonces todos aquellos quela guardan en su corazn creyente, ysolamente ellos, ven con claridad queno poda ser de otra manera.

    Al igual que Pieper, Castellani ob-serva cmo algunas de las cosasanunciadas en el Apocalipsis, queantao pudieron parecer irrealizablesy hasta ridculas, hoy se las ve comoperfectamente posibles. Hace slo unsiglo Renn se permita burlarse delapstol Juan y de su imaginacinoriental delirante y desmesurada,tan diferente del sereno equilibrio yelegante compostura de la imagina-cin griega. Un ejrcito de doscien-tos millones de hombres!, dice consorna, aludiendo a Ap 9, 16. Puesbien, en la ltima guerra ha habidocerca de doscientos millones de com-batientes, contando los obreros de lasfbricas de armas. Ciudades enterasque se derrumban en un instante y se

    convierten en ruinas! Fuego quecae del cielo! Todo ello es hoy facti-ble con las bombas nucleares. Laimagen de la Bestia que se ve entodo el mundo! Hoy es posible porla televisin satelizada. Renn pala-dea con gusto los absurdos deJuan, imposibles de aceptar en laedad del Progreso, de la Civilizaciny de la Ciencia Moderna.

    La percepcin de los signos delos tiempos resulta, pues, insosla-yable para entender tanto la com-plejidad como el cumplimiento delApocalipsis que, al decir de SanAgustn, abarca todos los aconte-cimientos grandes de la Iglesia,desde la primera venida de Cristohasta el fin de este siglo, en queser su segunda venida. Una granprofeca que engloba lo que se hadado en llamar el tiempo de la Igle-sia, es decir, el tiempo que correentre la Ascensin de Cristo enque un ngel anunci a los discpu-los el Retorno del Seor hasta suSegunda Venida, con el acentopuesto en el trmino. O, como es-cribe Castellani: El Apokalypsis esuna profeca referente a la Segun-da Venida de Cristo (dogma de feque est en el Credo) con todocuanto la prepara y anuncia, que esni ms ni menos que el desarrollar-se en continua pugna de las DosCiudades, la Ciudad de Dios y la del

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 20089Hombre. Por el hecho de que di-cha Segunda Venida se basa en elSermn Esjatolgico de Cristo y ensu exgesis autntica hecha porJuan bajo la inspiracin del Espri-tu Santo, el Apocalipsis constituyela cspide y clave de todas las pro-fecas del Antiguo y Nuevo Testa-mento, as como de la Metafsica dela Historia de la Iglesia; y del Mun-do por extensin. Lo que explicaque ningn libro de la Escriturahaya tenido tantos comentaristas ydado lugar a tantas extravagancias.

    Nosotros afirmamos que el Me-sas ya ha venido contra lo quesostienen los judos, de modo quelas profecas mesinicas ya se hancumplido en su primera parte, perotambin afirmamos que han de rea-lizarse de manera plenaria y ms es-plndida en su segunda venida.Afirma San Juan que Cristo es o wnkai o hn kai o ercomenod (Ap 1, 8),el que es, el que era y el que va avenir. Con la expresin el que es, elnombre mismo que Dios se dio caraa Moiss, se alude, escribe Caste-llani, a la existencia eterna de Dios;al decirse el que era, se quiere sig-nificar la existencia temporal deCristo, que tuvo principio y trmi-no en la tierra; y con la frmula elque vendr, el que est por venir, elerjmenos, se hace referencia alfuturo de quien est vinindose.

    II. Las reluctancias frenteal Apocalipsis

    Tal es la gran enseanza del Apo-calipsis. Por eso quizs en el Advien-to, al celebrarse la Expectativa de laPrimera Venida del Seor, se comien-za por recordar y expectar la Se-gunda, pues si sta no existiera, encierta manera la Parusa quedaratrunca. El Apocalipsis nos recuerdaque este mundo terminar. Pero di-cho trmino se ver precedido poruna gran tribulacin, y una granapostasa, tras las cuales sucederel advenimiento de Cristo y de suReino, que no ha de tener fin.

    La llegada del Seor, decamos,ser precedida por cataclismos, pri-mordialmente csmicos. En su Dis-curso Esjatolgico, el Seor dice quehabr en diversos lugares hambresy terremotos..., el sol se oscurecer,la luna no dar su resplandor, y lasestrellas caern del cielo (Mt 24,7.29). El sol en la Escritura represen-ta a veces la verdad religiosa; la luna,la ciencia humana; las estrellas figu-ran a los sabios y doctores. Pregn-tanse los exgetas si aquellos sig-nos en el cielo tan extraordinarios,sern fsicos o metafricos; si hayque tomar esas palabras como sm-bolos de grandes trastornos y per-turbaciones morales, o si efectiva-mente las estrellas caern y la luna

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 10se pondr color sangre. Castellanipiensa que las dos cosas; porque alfin y al cabo el universo fsico no estseparado del universo espiritual, y es-tas dos realidades, materia y espritu,que se nos muestran como separadasy aun opuestas, en el fondo no son sinodos caras de una misma realidad.

    Pero ms all de tales seales enla tierra y en el cielo, Cristo dio tressignos troncales de la inminencia desu Segundo Advenimiento: la predi-cacin del Evangelio en todo el mun-do (cf. Mt 24, 14), el trmino del vasa-llaje de Jerusaln en manos de losGentiles (cf. Lc 21, 24), y un perodode guerras y rumores de guerras(Mt 24, 6). Los tres signos parecenhaberse cumplido. El Evangelio hasido traducido ya a todas las lenguasdel mundo y los misioneros han re-corrido los cinco continentes. Jeru-saln, que desde su ruina el ao 70ha estado sucesivamente bajo el po-der de los Romanos, Persas, rabes,Egipcios y Turcos, ha vuelto a ma-nos de los Judos con la consiguien-te implantacin del Estado de Is-rael. Y en lo que toca a las guerras,nunca existi antes en el mundo unasituacin semejante a la de las lti-mas dcadas, en que la guerra, se-gn dijo Benedicto XV en 1919 pa-rece establecida como institucinpermanente de toda la humanidad.Estos sntomas no son an el fin,

    pero estn como preludiando el finque ser el Reinado Universal del An-ticristo, quien perseguir a todo el quecrea de veras en Dios, hasta que fi-nalmente sea vencido por Cristo.

    Bien seala Castellani que todo elmundo, o casi, acepta que Cristo haexistido, ha nacido en Beln. TantoRousseau como Renn, tanto losmodernistas como los judos lo reco-nocen como un gran hombre de nues-tra raza, y en cierto modo como Dios,sin concretar mucho si ese modo esel de Arrio, el de Nestorio, el de Maho-ma, o el de Dante y Toms de Aquino.Pero lo que distingue a los verdade-ros cristianos es su fe en la SegundaVenida. Hoy da ser verdadero cris-tiano es desesperar de todos los re-medios humanos y renegar de todoslos pseudosalvadores de la Humani-dad que desde la Reforma ac surgencontinuamente con panaceas univer-sales, escribe Castellani.

    A semejanza de Pieper, sostieneCastellani que frente al trascenden-tal tema del sentido de la historia,se han dado dos posiciones igual-mente falsas, o mejor, dos actitudesheterodoxamente profticas: unaagorera y otra eufrica, que puedenejemplificarse con facilidad en la ac-tual literatura social o filosfica.

    La primera de ellas podra enun-ciarse as: Todo es intil, no se pue-de hacer absolutamente nada. Dicha

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200811tesitura es advertible en el existen-cialismo ateo, as como en diversasobras al estilo de El ocaso de Occi-dente de Spengler, quien documen-t con admirable erudicin el estadode nimo del pesimismo radical:nuestra civilizacin ha llegado al tr-mino de su devenir, al agotamientosenil e irreversible, contra lo cual nohay nada que hacer. Una posicinsemejante la encontramos en LuisKlages, Benedetto Croce, y tantosotros, que desahucian al Occidentede manera implacable, extendiendoel certificado de defuncin al acon-tecer histrico.

    La otra posicin, de euforia atolon-drada e infantil, es la ms generali-zada. Quizs haya encontrado sumejor expresin en la teora espejis-ta del Progreso Indefinido, que tantavigencia tuvo en el siglo pasado, yque se opone tan directamente a lapalabra de Cristo de que el final in-traterreno ser catastrfico, de queuna terrible lucha preceder comoagona suprema la resolucin del dra-ma de la Historia. Oigamos si no loque deca Renn: El Anticristo hacesado de alarmarnos. Nosotros sa-bemos que el fin del mundo no esttan cerca. Operar por medio del froen centenares de centurias, cuandoel planeta Tierra haya agotado los re-cursos de los senos del viejo Sol paraproveer a su curso. Y tras mostrar

    su admiracin por las leyes del pro-greso de la vida, slo vea en estemundo brotes y yemas de un granrbol que se va elevando por siglossin fin. Por eso, concluye, el Apo-calipsis no puede dejar de regocijar-nos. Simblicamente expresa elprincipio fundamental de que Diosno tanto es, cuanto que llegar aser. Lo que dice Renn, el padredel modernismo, no es por cierto loque dice Cristo, quien nos habl deuna tribulacin como no se ha vistootra en el mundo, de guerras terri-bles, pestes, terremotos, y de unaaccin desatada de Satans.

    Detengmonos un tanto en estasegunda posicin, tan francamenteoptimista. El mundo ha vivido ya cien-tos de millones de aos, afirman sussostenedores, y por lo tanto puedepensarse que seguir existiendocientos de siglos ms. Todas las difi-cultades por las que pasamos, nopueden ser sino una especie de gri-pe, que necesariamente pasar paradejar al organismo ms sano y msrobusto. No son dolores de agonasino de parto. La Ciencia y la Civiliza-cin convertirn a este mundo en elEdn del Hombre Emancipado. Estaidea est muy impregnada en el am-biente, y con ella podemos tropezarpor doquier, en forma de argumentoo de espectculo. Es la gran Esperan-za del Mundo Moderno, posedo del

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 12espritu de la tierra, el mesianismodel Progreso o milenarismo de laCiencia, sobre el que tantospseudo-profetas de hoy escriben p-ginas tan brillantes. No hacen sinocumplir lo que preanunciaba SanPedro: Sabed que en los ltimosdas vendrn hombres llenos de sar-casmos, guiados por sus propiaspasiones, que dirn en son de burla:Dnde queda la promesa de su Se-gunda Venida? Pues desde que mu-rieron los padres [los fieles de la pri-mera generacin], todo sigue comoal principio de la creacin (2 Pe 3, 3-4). Los hombres, como en los dasde No, comern, bebern, harnnegocios, sin abrigar la menor dudasobre la continuidad indefinida delmundo. Por eso, como dice Castella-ni, la ltima hereja ser optimista yeufrica, mesinica. Ser como elresumen de todas las anteriores.

    Nuestro autor insiste en este pun-to, capital para la inteligencia de suobra: la enfermedad mental especfi-ca del mundo moderno es pensar queCristo no vuelve ms. En base aello, y tras declarar que el cristianis-mo ha fracasado, el mundo inventasistemas, a la vez fantsticos y atro-ces, para solucionar todos los proble-mas, nuevas Torres de Babel en or-den a escalar el cielo. Pululan los pro-fetas que dicen: Yo soy. Aqu estoy.ste es el programa para salvar el

    mundo. La Carta de la Paz, el Pactodel Progreso, la Liga de la Felicidad,la Una, la Onu, la Inam, la Unesco.Mrenme a m! Yo soy! Y as, ence-rrndose en su inmanencia, negan-do explcitamente la Segunda Veni-da de Cristo, lo que el mundo hace,en el fondo, es negar su Mesianismo,negar el proceso divino y providen-cial de la historia. Con retener todoel aparato externo y la fraseologacristiana, falsifica el cristianismo,transformndolo en una adoracindel hombre; o sea, sentando al hom-bre en el templo de Dios, como si fue-se Dios. Exalta al hombre como si susfuerzas fuesen infinitas. Promete alhombre el reino de Dios y el parasoen la tierra por sus propias fuerzas.Esto se llam sucesivamente filoso-fismo, naturalismo, laicismo, pro-testantismo, catolicismo liberal, comu-nismo, modernismo, corrientes diver-sas, por cierto, pero que confluyenahora en una religin que todava notiene nombre. Todos los cristianosque no creen en la Segunda Venida deCristo se plegarn a ella. Y ella les harcreer en la venida del Otro, como lla-m Cristo al Anticristo: Porque yo vineen nombre de mi Padre y no me reci-bisteis; pero otro vendr en su propionombre y a se lo recibiris (Jn 5, 43).

    De ah la importancia de ese dog-ma que recitamos en el Credo, casicomo de paso: Y de nuevo vendr

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200813con gloria a juzgar vivos y muertos.Un dogma bastante olvidado y nadameditado. Su traduccin es sta: elmundo no continuar desenvolvin-dose indefinidamente, ni acabar porazar, o por un choque csmico, sinopor una intervencin directa del Crea-dor. El Universo no es un procesonatural, como piensan los evolucio-nistas o naturalistas escribe Caste-llani, sino que es un poema gigan-tesco, un poema dramtico del cualDios se ha reservado la iniciacin, elnudo y el desenlace; que se llamanteolgicamente Creacin, Redenciny Parusa. El da en que el Seor as-cendi, dijeron los ngeles: ste queos ha sido llevado, este mismo Jess,vendr tal como le habis visto subiral cielo (Act 1, 11). De donde conclu-ye nuestro autor: El dogma de la Se-gunda Venida de Cristo, o Parusa, estan importante como el de su PrimeraVenida, o Encarnacin.

    Por eso San Pablo dijo: El tiem-po es corto (1 Cor 7, 29), recordan-do las enseanzas de Cristo sobre lavigilancia que es preciso mantenerfrente a la muerte, el ladrn noctur-no, dirigida ahora no ya solamentea los particulares sino a toda la his-toria, as como a sus grandezas ca-ducas y sus ilusiones de pervivenciaterrena y de progreso indefinido.Lo preocupante es que muchos cris-tianos consienten a dicha tentacin.

    Porque, como escribe Castellani,la seal ms cierta de la aproxima-cin del Anticristo ser cuando laIglesia no querr ocuparse de l,conforme dice San Pablo: cuandodigan, henos aqu en plena paz yprosperidad, entonces sbito ven-dr la pataleta (1 Tes 5, 3).

    III El Apocalipsis comodrama

    Entremos ahora en el contenidomismo del Apocalipsis. El libro sagra-do nos expone un drama impresio-nante, el de la secular lucha entre elbien y el mal, ahora llegada a su cul-minacin, y por ende radicalizada. ElP. Castellani lo escruta con toda lainteligencia y la inspiracin del te-logo y del poeta que es a la vez.

    Detengmonos con l en losprincipales personajes los drama-tis person, que actan, a vecesbajo la forma de smbolos, en estedrama teolgico.

    1. Cristo y el Dragn

    En el teln de fondo aparecen losdos grandes protagonistas, por asdecirlo. Ante todo Cristo, el Seor dela Historia. Porque no es otro que elSeor, el Kyrios, el Cordero, quienabre el libro sellado, manifestandoas su dominio plenario sobre los

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 14acontecimientos histricos. l es elLiturgo que preside en el cielo el ma-jestuoso culto de los ancianos, losngeles y los seres vivientes. Es tam-bin el Guerrero, montado sobreblanco corcel, con su tnica salpica-da en la sangre de su martirio victo-rioso, que galopa seguido por losejrcitos de los cielos, tambin encaballos blancos, y en cuyo musloest grabado su nombre: Rey de Re-yes y Seor de Seores.

    Frente a Cristo, el Dragn, el de-monio, el abanderado de las fuerzasdel mal. Aquel que al comienzo notrepid en gritar Non serviam, enca-beza ahora la rebelin decisiva y ter-minal, escoltado en la demanda pordos auxiliares: la Bestia del Mar, queser el dominador en el plano polti-co (en la Escritura el mar simbolizael orden temporal) y la Bestia de laTierra, que llevar a cabo la falsifica-cin del cristianismo (la tierra es elsmbolo de la religin); ambas Bes-tias en estrecha conexin y alianza.

    Consideremos ahora los persona-jes subalternos.

    2. La Primera Bestia

    Y ante todo la Primera Bestia oAnticristo. Con cierto facilismo secrey reconocer al Anticristo en losenemigos concretos de la Iglesia quese iban presentando a lo largo de la

    historia. El mismo Juan dio pie a ellocuando en su primera carta dijo queel Anticristo ya estaba en el mundo,as como que haba ya en l muchosanticristos (cf. 1 Jn 2, 18), denun-ciando as la analoga entre los mal-vados de su tiempo, y el ltimo ymayor enemigo venturo del Seor.

    Los primeros sealados como ta-les fueron los emperadores romanosque desencadenaban persecucio-nes. As algunos Padres vieron alAnticristo en la persona de Nern oDiocleciano. No se equivocaban deltodo al afirmar tal cosa. Pero recor-demos lo que dijimos acerca de lossentidos literales, uno inmediato yotro mediato. El emperador paganopoda ser el typo del Anticristo.Pero su antitypo estaba an porvenir al fin de los tiempos.

    De manera semejante, en el bajoMedio Evo se lo crey encarnado enMahoma, ya que el dominio tan ex-tendido del imperio mahometano re-present para la Cristiandad un pe-ligro que no pareca ofrecer salidaalguna. Esta idea cobra hoy nuevavigencia a raz de la conjetura de al-gunos autores, principalmente Be-lloc, que afirman la posibilidad deque el Islam pueda renacer comoImperio Anticristiano, ms podero-so y temible que antes.

    Con el advenimiento del Protestan-tismo se produjo una extraa variacin

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200815en la exgesis del Anticristo. Luteroaplic la terrible etiqueta esjatolgi-ca al Papado. Sobre la base de que laIglesia puede corromperse, y de he-cho se corromper en los ltimosdas, tesis muy delicada, y que debeentenderse con cautela en atencina la indefectibilidad que Cristo le haprometido, Lutero, interpretando di-cha tesis de manera hertica, creyver en el Papa la Gran Ramera de quehabla el Apocalipsis.

    Castellani parece sostener unasuerte de manifestacin gradual delAnticristo. Las Siete Trompetas delApocalipsis, que simbolizan sietegrandes jalones herticos en la his-toria de la Iglesia, aludiran a sietesucesivos Anticristos, en el sentidoen que habla Juan en su epstola,precursores del ltimo, al cual pre-paran sin saberlo, acumulativamen-te. A medida que se aproximan alHombre de Pecado, las herejas vancreciendo en fuerza y malignidad. Laprimera trompeta representara elarrianismo; la segunda, el Islam; latercera, el Cisma Griego; la cuarta, elProtestantismo. Aqu se produce unaespecie de parntesis, que se puedeadvertir tambin en los otros Septe-narios antes de la ltima terna; unguila vuela por lo alto del cielo yamenaza: Ay, ay, ay de los habitan-tes de la tierra... (Ap 8, 13). Es el avi-so de que la catstrofe se avecina.

    La quinta trompeta sera la Revolu-cin francesa, con su Enciclopedis-mo. La sexta, el enfrentamiento de losContinentes, la guerra como institu-cin permanente. Y as llegamos a losumbrales del fin, de la poca en quese atentar directamente contra elprimer mandamiento, la poca delodio formal a Dios, el pecado y here-ja del Anticristo.

    a. El Obstculo y la aparicin del An-ticristo

    Pero antes de la manifestacin delAnticristo deber ser quitado de enmedio un misterioso Obstculo, deque habla San Pablo: El misterio dela iniquidad ya est actuando. Tanslo que sea quitado de en medio elque ahora le retiene, entonces semanifestar el Impo (2 Tes 2, 7-8).A qu se refiere el Apstol? Ante-riormente haba predicado con tantovigor en Tesalnica sobre el Misteriode Iniquidad, anunciando su llegadacomo inminente, que los tesalonicen-ses pensaron que lo mejor era dejar-se estar, ya que el Fin del Mundo sevena encima. Entonces Pablo lesescribi dicindoles que, segn lohaba predicho Cristo, no se saba niel da ni la hora precisa, dado quetodava estaba en pie El-Que-Ataja, elKatjon, y por ende era necesarioperseverar en la arduidad de la fe.

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 16Castellani se detiene, y con razn,

    en este tema tan misterioso comoapasionante. Hay algo que ataja odemora la aparicin del Anticristo.San Pablo lo llama el katjon, el obs-tculo, que se concreta en el katjos,es decir, un ser obstaculizante. Has-ta que dicho katjon no sea quita-do de en medio no se manifestar elHombre sin Ley. Cul es este enig-mtico Obstculo? Algunos Padresde la Iglesia pensaron que el Kat-jon (en neutro, lo obstaculizante) erael Imperio Romano ya cristianizado,que asentado sobre cuatro colum-nas, el ejrcito, la familia, la religiny la propiedad privada, impeda elestallido de la Iniquidad siempre alacecho; y el Katjos (en masculino,el obstaculizante) era el Emperador.Pero acaso no acabamos de decirque los antiguos consideraban elImperio Romano como el hbitat dela Bestia, dado que diez Emperado-res consecutivos haban perseguidomortalmente a los cristianos? As es,pero a partir de la conversin deConstantino, las cosas haban cam-biado sustancialmente, y de estemodo se poda ver en el Imperio, oen lo que de l restaba, la garantadel orden cristiano, como lo procla-m sin ambages el Papa San LenMagno en el siglo V. Mucho ms ade-lante, en el siglo XIII, Santo Tomsafirmara algo semejante, creyendo

    ver en la Cristiandad medieval la con-tinuacin del Imperio Romano. Dealguna manera ese Imperio, mal obien, permaneci hasta hace poco.Para Castellani el Imperio Romano,bautizado en Constantino, restaura-do en Carlomagno, triunfante en Car-los V, fue decapitado en 1806 por elsable de un soldado victorioso queencarnaba los principios de la Revo-lucin francesa. Francisco I de Aus-tria habra sido el ltimo Emperadorde los Romanos. As pues, a su jui-cio, histricamente hablando, el Im-perio muri a principios del siglo pa-sado. No sera mejor decir que des-apareci con la Primera Guerra Mun-dial, y la consiguiente cada de lastres ltimas grandes monarquascristianas, la de Austria, la de Alema-nia y la de Rusia? Pero sta es unaopinin nuestra, no de Castellani.

    Sea lo que fuere, las migajas o loque resta de ese Imperio habran im-pedido hasta el presente la aparicinformal del Anticristo, el cual, en sumomento, restaurar dicho Imperio,pero a su modo, calcndolo en aque-llas viejas estructuras. Ser la Ciudaddel Hombre de San Agustn, opuestaa la Ciudad de Dios, que hallar fi-nalmente su concrecin visible y po-ltica en la historia.

    Algunos autores han pensado queel katjon era la misma Iglesia, cuyapresencia constitua el ltimo obst-

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200817culo para la manifestacin del Anti-cristo. As opina San Justino, el pri-mer comentador del Apocalipsis, se-gn el cual Ecclesia de medio fiet,la Iglesia ser sacada de en medio.La interpretacin es un tanto atrevi-da. Es claro que no se la puede en-tender como si se tratase de una ex-tincin de la misma Iglesia sino deuna grave decadencia de la misma.Su estructura temporal ser arrasa-da; fornicar con los reyes de la tie-rra (Ap 17, 2), al menos una parteostensible de ella, y la abominacinde la desolacin entrar en el lu-gar santo: Cuando veis la deso-lacin abominable entrar adondeno debe, entonces ya es (Mt 24,15). Tambin San Victorino aplicel katjon a la Iglesia la Iglesiaser quitada, dice, pero en elsentido de que volvera a la oscu-ridad, a las catacumbas, perdien-do todo influjo en el orden social.

    En su novela Juan XXIII (XXIV) escribe Castellani que Iglesia sedice en tres sentidos: Hay la Iglesiaque es el proyecto de Dios y el idealdel hombre, y est comenzada en elcielo, la Esposa, a la cual San Pa-blo llama sin mancha, una; hay laIglesia terrenal, donde estn el trigoy la cizaa mezclados para siempre,pero se puede llamar santa por suunin con la de arriba por la gracia,dos; y hay la Iglesia que ve el mun-do, el Vaticano, que trata con el

    mundo; que est quiz ms unida conel mundo que otra cosa, y que des-acredita al todo.

    b. La figura del Anticristo

    Dejemos el Obstculo y vayamosahora a la figura misma el Anticristo,segn lo presenta el P. Castellani.Quin ser el que asuma ese terri-ble papel? Inicialmente los Padresconsideraron que se trataba de unapersona concreta e individual. A par-tir del Renacimiento surgi la idea deun Anticristo colectivo e impersonal.Ambas cosas son admisibles. Ser,por cierto, una atmsfera, un espri-tu que se respira en el ambiente, es-pritu de apostasa, segn la descrip-cin que de l formula San Juan (cf. 1Jn 4, 3), un modo de ser que se vuel-ve corporativo, informando a unamultitud de personas. Pero tambinser un individuo, porque San Pablolo llama el hombre impo, el ini-cuo, el hijo de la perdicin, quiense levanta contra todo lo que lleva elnombre de Dios, que llega incluso asentarse en el Santuario de Dios y pro-clamar que l mismo es Dios (cf. 2Tes 2, 3-4). Esto no parece poder apli-carse a un cuerpo colegiado de indi-viduos, como podra ser la masone-ra o el filosofismo del siglo XVIII.

    Las dos cosas son, pues, verda-deras, y perfectamente conciliables.Pareciera ser una ley de la historia

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 18que siempre un gran movimientocolectivo suscita un jefe que lo co-manda, as como un gran dirigentepoltico da forma y cohesin a lamultitud que lo sigue. Ningn es-pritu ambiental existe ni actasino encarnado. Todo gran movi-miento histrico engendra un cau-dillo. Ambos se crean mutuamente,en causalidad recproca.

    El nombre de Anticristo lo in-vent San Juan. San Pablo lo deno-min nomos, el sin ley (cf. 2 Tes2, 8). Cristo lo llam el Otro enaquel texto que ya hemos citado:Porque yo vine en nombre de miPadre y no me recibisteis; pero Otro vendr en su propio nombre y a sele recibiris (Jn 5, 43).

    Dice el Apocalipsis que la cifra delAnticristo ser 666 (cf. Ap 13, 18). Engriego, la palabra Bestia, que esel nombre que le da San Juan, sedice theron. Si esta palabra sevierte al hebreo, y se suman los n-meros de cada letra segn su lugaren el abecedario de dicha lengua, elresultado es 666.

    De qu nacionalidad ser el Anti-cristo? Dostoievski lo hace ruso,habindolo pintado con los rasgos deStavroguin en su novela Demonios,que comentamos meses atrs. Bensonlo imagina norteamericano, bajo elnombre de Felsenburgh, como lo vi-mos en su momento. Segn algunos

    Padres y exgetas antiguos, ser ju-do, para mejor emular a Cristo, suanttesis, que tambin lo fue. El cuer-no pequeo que en la profeca deDaniel crece casi de golpe (cf. Dan 7,8.20), podra ser el reino de Israel,comenzando el Anticristo por cons-tituirse en Rey de los Judos, quie-nes se le sometern con gozo, cre-yndolo el Mesas esperado, hastaque los desengae cruelmente, puesllegado a la cspide, perseguir a to-das las religiones que no se le some-tan de manera absoluta, incluida lade sus padres (cf. Dan 11, 37). Re-cordemos que algo semejante ima-ginaba Soloviev en su Breve relatosobre el Anticristo. Esta ltima adju-dicacin se ha visto coloreada en laleyenda popular, hasta llegarse a de-talles nimios: sera de la tribu de Dan,hijo de una monja juda conversa yde un obispo, cuando no del demo-nio, directamente. No tendra ngel dela guarda. Nacera provisto de dien-tes y blasfemando. Adquirira conrapidez fantstica todas las ciencias.Describen su corte, sus mujeres, susmaldades felinas, etc. Pero todo estoes leyenda y pura imaginacin, queno debe ser tomado en serio.

    En realidad el Anticristo no se pre-sentar como un personaje siniestro, laperversidad encarnada. Ser, por cier-to, demonaco, pero no aparecer tal,sino que har gala de humanitarismo

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200819y de humanismo; se fingir virtuoso,aunque de hecho sea cruel, soberbioy mentiroso; anunciar quizs la res-tauracin del Templo de Jerusaln,pero no ser en beneficio de los ju-dos sino para entronizarse l y reci-bir all honores divinos, quizs comoHijo del Hombre, como autnticoMesas, como el fruto ms perfectode lo humano, soberbiamente divi-nizado. Porque el Anticristo no secontentar con negar que Cristo esDios y Redentor, sino que se erigiren su lugar, cual verdadero Salvadorde la humanidad. Tratar incluso deparecerse a Cristo lo ms posible.Ser el simio de Dios, el mono deCristo. Encarnar la hipocresa sus-tancial de los fariseos del siglo I, queno slo eran tenidos como santos,sino que ellos mismos se crean ta-les. Juntar presuntas virtudes yun inmenso orgullo.

    c. El poder y la obra del AnticristoLa eclosin del Anticristo ser ful-

    gurante, si bien a partir de modestosorgenes. Juntando lo revelado porSan Juan sobre la Bestia que salidel mar (cf. Ap 13, 1) con lo que Da-niel nos relata de su sueo (cf. Dan7), los antiguos escritores eclesisti-cos entendieron que en la consuma-cin del mundo, cuando el Orden Ro-mano se encontrase destruido, habradiez reyes (o varios reyes, como in-terpreta San Agustn), a quienes la

    Escritura llama los diez cuernos(cuerno significa Poder), que proven-drn, por cierto, del Imperio Roma-no, de su desmembramiento. El An-ticristo ser el undcimo rey, queal parecer emerger histricamentecomo el superviviente de una luchaentre otros reyes. Un cuerno peque-o, dice el profeta (cf. Dan 7, 8), osea, un rey oscuro y plebeyo, quequiz crecer de golpe, en medio delos dems y a la vez como al margende ellos, porque es el undcimo, elapndice, fuera del nmero perfecto.Vencer a tres reyes (cf. Dan 7, 24), esdecir, a los principales, o los ms cer-canos, y los otros se le sometern.Empezar como reino pequeo, se-ala Daniel (cf. 7, 8), y despus logra-r el dominio sobre los restantes, con-virtindose en otro Reino, desco-munal y distinto de los dems, cabe-za de una confederacin de naciones.

    El Anticristo llevar a cabo una sn-tesis mundial de todos los adversa-rios del cristianismo, tanto en elOriente como en el Occidente. En sulibro sobre el Apocalipsis dice Cas-tellani que lograr realizar una espe-cie de contubernio entre el capitalis-mo y el comunismo. Ambos buscanlo mismo, el mismo Paraso Terrenalpor medio de la tcnica, en ordena la deificacin del hombre. La ideo-loga que los une es comn: la de lainmanencia, el paraso en la tierra, el

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 20hedonismo sin lmite. La sombradoctrina del bolchevismo escri-be no ser la ltima hereja, sino suetapa preparatoria y eufrica, mesi-nica. El bolchevismo se incorpora-r, ser integrado en ella. Esta amal-gama del Capitalismo y el Comunis-mo en una unidad englobante serjustamente la hazaa del Anticristo.Se arrodillarn ante l todos los ha-bitantes de la tierra (Ap 13, 8).

    En su libro Los papeles de Benja-mn Benavides aade Castellani unaobservacin curiosa, y es la posibleintegracin, en esta amalgama pol-tica, del mahometismo. Basndoseen una afirmacin que hizo el condede Maistre, a saber, que el protes-tantismo vuelto sociniano, no se di-ferencia ya fundamentalmente delmahometismo, nuestro autor sostie-ne que el Occidente se est musul-manizando, especialmente los Esta-dos Unidos, cuyo pueblo, lejos de seramoral o inmoral, tiene una religin,pero ella corresponde, rasgo a ras-go, al mensaje de Mahoma. Los dog-mas son comunes: el capitalismo yla esclavitud de los muslimes; la po-ligamia y el divorcio; la guerra santay la defensa de la democracia; lacreencia comn en un Dios inaccesi-ble, lejano y desconocido; el recha-zo de la Encarnacin y, en general,del misterio; el naturalismo; la faltade sacramentalismo; el primado de

    la accin; el fatalismo y el culto de-terminista a la Ciencia. Por lo de-ms, el mahometismo no carece desemejanzas con el comunismo: am-bos buscan edenizar la tierra porla violencia. Son tres lneas que pue-den reunirse un da: tienen un ladoy los ngulos adyacentes iguales,qu digo?, tienen que encontrarsenecesariamente, el da que les salgaun padre, as como nacieron de unamisma madre... Qu madre? LaSinagoga. Esas tres religiones sonherejas judas.

    Sea lo que fuere de tales hipte-sis, lo importante es que el Misteriode Iniquidad, encamado en un cuer-po poltico dotado de inmensos po-deres, se encarnar en aquel Hom-bre de satnica grandeza, plebeyogenial y perverso, de maldad refina-da, a quien Satans comunicar supoder y su acumulada furia. Bien haescrito Donoso Corts: En el mun-do antiguo la tirana fue feroz y aso-ladora; y sin embargo, esa tiranaestaba limitada fsicamente, porquelos Estados eran pequeos y las re-laciones universales imposibles detodo punto. Seores, las vas estnpreparadas para un tirano gigantes-co, colosal, universal, inmenso... Yano hay resistencias ni fsicas, ni mo-rales. Fsicas, porque con los buquesy las vas frreas no hay fronteras,con el telfono no hay distancia... Y

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200821no hay resistencias morales, porquetodos los nimos estn divididos ytodos los particularismos estnmuertos. Recordemos aquel Felsen-burgh de Benson, y su fulguranteacceso al trono del mundo. En tornoa l se reunirn todos los que Caste-llani llama los oneworlders, o seamundounistas, los que hoy susten-tan el Nuevo Orden Mundial.

    Una vez que haya tomado las rien-das del poder en sus manos, el Anti-cristo se abocar a su obra, que alos ojos del mundo aparecer comobenfica. No en vano es el CuartoCaballo del Apocalipsis, que reem-plazar a los tres primeros: al Caba-llo Blanco, desde luego, que repre-senta el Orden Romano, el Katjon ;y luego al Rojo y al Negro, que sim-bolizan, respectivamente, la Guerray la Caresta.

    Acabar con la guerra, ante todo,cumpliendo el anhelo ms profundode la humanidad, que es la paz uni-versal, una paz sacrlega y embuste-ra, por cierto, la paz del mundo, es-tigmatizada por Cristo. Castellaniopina que esta concordia mundialla lograr sobre todo a travs del co-mercio. Porque el comercio moder-no, escribe, tiene algo de satnico.El capitalismo se enriquece autom-ticamente, no expone nada; el oroengendra oro, como si fuese unacosa viva, y ello parece invencin de

    Satans. El comercio es hoy lo msimportante en las relaciones interna-cionales; lo dems, naciones inclui-das, parecieran ser epifenmenos, aldecir de Marx.

    El Anticristo solucionar igual-mente los problemas econmico-so-ciales, ofreciendo no slo abundan-cia sino tambin igualdad, aunquesea la de un hormiguero. Corregiras la plana a su Rival, consintiendoa las tres tentaciones que antao Je-ss se obstinara en rechazar: Di queestas piedras se conviertan en pan,y dar de comer al mundo entero; t-rate del Templo abajo, para que to-dos te aplaudan, y adquirir renom-bre universal por los medios de co-municacin; todos los reinos de latierra son mos y te los dar si meadorares (cf. Mt 4, 1-11), y los reci-bir. Es lo que vio con tanta clari-dad Dostoievski en su Leyenda delGran Inquisidor. Las Tentaciones,rechazadas por Cristo, han queda-do como suspendidas en el aire,hasta que, desaparecido el Katjon,sean formalmente aceptadas por elVicario del Dragn.

    Tratar asimismo de destruir loque queda de Cristiandad, pero apro-vechando sus despojos. Los escom-bros del orden pblico, los restos dela tradicin cultural, los mecanismose instrumentos polticos y jurdicossuprstites, todo ello ser utilizado

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 22en la construccin de la nueva Ba-bel, la grande e impa confederacinmundial. Cmo, si no, podra levan-tarse en tan poco tiempo?

    Perseguir sobre todo duramentea la Iglesia y matar a los profetas,porque ver en ellos a quienes de-nuncian su superchera, los aguafies-tas de la felicidad colectiva, los pro-fetas de desgracias. Pero los susti-tuir enseguida por profetas merce-narios, dispuestos a cantar la ma-durez de los tiempos, los encantosdel viento de la historia, los maa-nas venturosos. Fomentar con pre-dileccin el espritu de inmanencia,en razn de lo cual aborrecer es-pecialmente a quienes pongan enguardia a la gente dndoles a co-nocer las profecas del Apocalipsis.Y, como es obvio, no querr ni orhablar de la Parusa.

    Porque no hay que olvidar que lafigura del Anticristo no es primordial-mente poltica, sino teolgica. Ello sehace evidente por las metas que laEscritura le atribuye: 1) negar queJess es el Salvador Dios (cf. 1 Jn 2,22); 2) ser recibido en lugar de Cris-to por la humanidad (cf. Jn 5, 43); 3)se autodivinizar (cf. 2 Tes 2, 4); 4)suprimir, combatir o falsificar lasotras religiones (cf. Dan 7, 25). Suproyecto es, pues, prevalentementeteolgico. El Misterio de Iniquidad,que el Anticristo encarna, se resume

    en el odio a Dios y la adoracin delhombre. Porque, paradojalmente,aquel cuya boca proferir blasfemiascontra todo lo divino (cf. Ap 13, 5-6),por otro lado pretender hacerse ado-rar como Dios (cf. 2 Tes 2, 4). Ello serlo ms grave. Castellani advierte cmolos tiempos modernos le estn hacien-do la cama al Anticristo, propagandosin descanso la Idolatra del Hombrey de las obras de sus manos.

    d. La sede del Anticristo

    Un ltimo aspecto relativo a la Pri-mera Bestia es la cuestin de la sedey mbito de su gobierno. Algo de ellonos lo deja traslucir el mismo Apo-calipsis, cuando habla de aquellamujer siniestra, que llama la GranRamera (cf. Ap 17, 1). Con este nom-bre se designa a Babilonia, la Mere-triz Magna. Es la Ciudad del Mundo,que el Apocalipsis muestra como di-vidida en tres partes (cf. Ap 16, 19).Castellani aventura que podran serEuropa, Norteamrica y Rusia. Trta-se de una Urbe concreta o un con-junto de urbes, que ha logrado con-quistar el poder mundial: La mujerque has visto es la Gran Ciudad, laque tiene la soberana sobre todoslos Reyes de la tierra (Ap 17, 18).

    San Juan dice que vio escrito en sufrente la palabra misterio (cf. Ap 17,5), y testifica el asombro que dicha

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200823visin le provoc. Lleva, sin duda,aquel nombre para indicar que cor-poriza el Misterio de Iniquidad. Es laciudad moderna, desacralizada, lai-cista y socialdemcrata, que comen-zando en el Humanismo, desembo-c en el Protestantismo y el Enciclo-pedismo de los llamados filsofosdel siglo XVIII, o sea en el naturalismoreligioso, que se contina a travs delos actuales intentos de homogenei-zacin internacional en la inmanencia.Babilonia es el marco ciudadano dela adoracin idoltrica del hombre yel consiguiente odio a Dios, la sedede la Ciudad del Hombre que luchacontra la Ciudad de Dios.

    La capital del Anticristo ser ungran emporio econmico, cabeza deun Imperio sacro falsificado, es de-cir, de un imperialismo. Babilonia sepresenta en el Apocalipsis con losrasgos de una ciudad capitalista,martima y corrompida. Los merca-deres de toda la tierra se enriquecie-ron con su lujo desenfrenado, diceel texto sagrado (Ap 18, 3). San Juannos la describe como una urbe tec-nocrtica, encandilante con el res-plandor de sus luces, el oro y las jo-yas que la cubren, poblada de comer-ciantes. Al decir capitalista no se ex-cluye el designio sovitico, ya que elcomunismo es un capitalismo de Es-tado, hijo dilecto del Capitalismo Tec-ncrata Liberal, hijo putativo, si se

    quiere, ya que estamos entre rame-ras, pero hijo al cabo.

    Mas lo principal de Babilonia, y loque la hace especialmente ramera y madre de rameras, es su proyectode carnalizar la religin, legalizandoas los planes del Anticristo. Ciudadadltera, la llama el Apocalipsis, ex-presin a que frecuentemente recu-rre la Escritura para designar el aban-dono del Esposo divino en favor delos amantes terrenos; amazona des-prejuiciada: Vi una mujer, cabalgan-do la Bestia color escarlata... se lla-ma Babilonia la Grande, madre de lasrameras y de las abominaciones dela tierra (Ap 17, 3.5), con la que for-nicaron los reyes de la tierra y todaslas naciones se embriagaron con elvino de su fornicacin (Ap 18, 3).Segn el lenguaje escriturstico, es-pecialmente de los profetas Isaas,Jeremas y Zacaras, fornicar sig-nifica idolatrar, sustituir a Dios, elesposo de Israel, por un dolo. For-nicar con los reyes de la tierra esponer a los poderes polticos en lu-gar del Dios vivo y trascendente;embriagarse es mostrarse satisfe-cho, petulante y glorioso. O, si sequiere, fornicar es poner la religinal servicio de la poltica del Anticris-to, amalgamar el Reino y el Mundo,inmanentizar la fe y la doctrina.

    Tal ser la sede del Anticristo. Du-rante cunto tiempo reinar en ella?

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 24Casi todos los comentaristas le atri-buyen a su gobierno una duracin detres aos y medio. As parece insi-nuarlo el profeta Daniel (cf. 7, 25), ylo confirma el Apocalipsis al decir quese le dio poder de actuar durantecuarenta y dos meses (Ap 13, 5; cf.tambin 11, 2).

    A su trmino, la Gran Babiloniacaer de golpe, se desplomar estre-pitosamente (cf. Ap 18, 2.9-24), sus-citando el llanto de los mercaderesde la tierra (Ap 18, 11). Llorarn por-que ya nadie negociar su mercan-ca, sus piedras preciosas.

    3. La Segunda Bestia

    Como ya lo hemos sealado enconferencias anteriores, junto al An-ticristo, el Apocalipsis nos presentaotro personaje fundamental, un Pseu-doprofeta. Es la Segunda Bestia, elbrazo derecho del Anticristo en sufustico intento. Tambin l se pare-cer a Cristo: Hablaba como el Dra-gn, pero tena dos cuernos como decordero (Ap 13, 11). Si la PrimeraBestia sali del mar (cf. Ap 13, 1), stasurge de la tierra firme (cf. Ap 13, 11),es decir, del mbito religioso, y supropsito ser que todo el mundoadore al Anticristo: Hizo que toda latierra y sus habitantes adoraran a laPrimera Bestia (Ap 13, 12).

    El Apocalipsis lo presenta dotadode poderes taumatrgicos, con capa-cidad para realizar grandes porten-tos (Ap 13, 13). No sern verdade-ros milagros, pero tampoco merosjuegos de prestidigitacin. Delante detodos har bajar fuego del cielo, se-duciendo con sus prodigios a todoslos hombres (cf. Ap 13, 13-14). Pre-gntase Castellani si la Segunda Bes-tia ser la Tcnica actual, como aven-tura Claudel. O si tiene razn Pieperal afirmar que encarnar la propala-cin pblica y sacerdotal de los pro-yectos del Anticristo, siendo algo ascomo el Primer Ministro del Empera-dor, a cargo de todo lo que se refierea la Propaganda. Sabemos el poderque hoy tiene la propaganda para cre-tinizar a las masas.

    A juicio de nuestro autor, la prin-cipal labor que llevar a cabo estaSegunda Bestia ser la adulteracinde la religin. Las Dos Bestias repre-sentaran as el poder poltico, la pri-mera, y el instinto religioso del hom-bre, la segunda, vueltos ambos con-tra Dios. Lo afirma de manera termi-nante: Cuando la estructura tempo-ral de la Iglesia pierda la efusin delEspritu y la religin adulterada seconvierta en la Gran Ramera, enton-ces aparecer el Hombre de Pecado y el Falso Profeta, un Rey del Univer-so que ser a la vez como un SumoPontfice del Orbe, o bien tendr a sus

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200825rdenes un falso Pontfice, llamadoen las profecas el Pseudoprofeta.No que la Iglesia perder la fe, peros se ver gravemente afectada. To-das las energas del demonio esta-rn concentradas en pervertir lo quees especficamente religioso. Al de-monio no le interesar matar, sinocorromper, envenenar, falsificar.

    Lo que Castellani expone en suslibros teolgico-exegticos, lo hadesarrollado tambin, y de manerainsuperable, en sus novelas. Entreellas, quisiramos destacar Su Majes-tad Dulcinea, a nuestro juicio una desus obras cumbres, donde, retoman-do la trama de la novela de Bensonque hemos comentado anteriormen-te, imagina los sucesos del Apoca-lipsis, pero aplicndolos a nuestrapatria. Tambin all reaparece la figu-ra siniestra de Juliano Felsenburgh.Mas lo que all se describe con plu-ma maestra como sabemos, cons-tituye uno de los temas recurrentesen el pensamiento de nuestro autores la corrupcin en el interior de laIglesia. A diferencia de los catlicosfieles, una minora cada vez ms exi-gua, la mayor parte de los cristianosadhiere a la corriente poltica domi-nante, la poltica del Seor del Mun-do, que no es otro que Felsenburgh,de cuyo Imperio somos una de lascolonias. Digamos entre parntesisque en esta materia del Gobierno

    Mundial, Castellani fue un verdaderoprofeta, llegando a predecir hasta elenvo de tropas argentinas para ope-raciones ordenadas por el Poder queejerce la hegemona universal. Puesbien, en nuestra patria se va forman-do en ciertos lugares una Iglesia fal-sa, que bajo el nombre de Neocatoli-cismo, Movimiento Vital Catlico oVitalismo Cristiano, llega incluso ainficionar ciertos espacios de poderde la Iglesia de Cristo y como sea-lara S. Po X en su condena al Moder-nismo, socava las races mismas dela fe, y operando desde dentro,confunde al pueblo cristiano, al mis-mo tiempo que acosa duramente alos catlicos fieles, de modo seme-jante a como ocurri en tiempos deArrio o de otras grandes herejas.

    Es la Iglesia de Monseor Pan-champla, obeso obispo a las rdenesdel poder imperante, rodeado de susquito de eclesisticos serviles. Enun acto pblico se concret solem-nemente la unin de la Iglesia y delEstado, del poder espiritual y tempo-ral, conciliados cordialmente porobra de la Razn y la Vida por prime-ra vez en la historia de los pueblos,como clam el Locutor oficial. Y as,la religin adulterada supli pblica-mente a la de Cristo. Como la Iglesiadeca Extra Ecclesiam nulla salus,escribe Castellani, esta Contra-Igle-sia o Pseudo-Iglesia predica: Fuera

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 26de la democracia no hay salvacin.Trtase, como se ve, de una autnti-ca defeccin, o ms propiamente, deuna hereja o nueva religin. Que-da el lenguaje, pero vaciado de sen-tido; quedan los viejos ritos, pero fal-sificados. El misterio de iniquidad,que consiste en la inversin mons-truosa del movimiento adoratoriohacia el Creador en hacia la creatu-ra se ha verificado del modo mscompleto posible, sin suprimir unosolo de los dogmas cristianos..., so-lamente con convertirlos en mitos,es decir, en smbolos de lo divinoque es lo humano.

    En la ficcin de Castellani coexis-ten dos Papas, el verdadero, LenXIV, que reside ocultamente en Jeru-saln; y el falso, pero oficial, CecilioI, con sede en Roma. Cuando aosms tarde Cecilio I muere, es elegidopara sucederlo el propio Juliano Fel-senburgh, quien rene as todos lospoderes. Mas la Iglesia no ha muer-to, ya que los catlicos fieles tienensus Patriarcas e Inspectores clandes-tinos, que a la muerte de Len XIVeligen a Juan XXIV.

    En fin, como puede verse, Su Ma-jestad Dulcinea es una novela teo-lgica acerca del fin de la historia. Es-tos tiempos son muy buenos dice suprotagonista, el Cura Loco, que no esotro que el mismo Castellani, por-que son eficacsimos para hacernos

    renegar de lo que Cristo llam elmundo. Dejemos, por el momento,la consideracin de esta novela, lo-cal y universal a la vez.

    Estima Castellani que el mundo seencuentra ya suficientemente ablan-dado y caldeado para recibir al Pseu-doprofeta del Apocalipsis, al que des-de hace tiempo est preanunciandola predicacin de los falsos profe-tas, contra los cuales tan insisten-temente nos precavi Cristo (cf. Mt24, 14.24), y cuya aparicin es otrade las seales predichas: Pseudo-profetas a bandadas.

    Anteriormente hemos sealadoque para nuestro autor las Siete Igle-sias a las que se envan sendos men-sajes (cf. Ap 1-3) son tipos simbli-cos de siete pocas del devenir his-trico de la Iglesia. Cuando el viden-te se dirige a las primeras Iglesias lasimpele a purificarse, pero cuando lle-ga a las postreras, Filadelfia y Laodi-cea, el haz penitencia se truecasbitamente en he aqu que vengopronto (Ap 3, 11), y despus: miraque estoy a la puerta y llamo (Ap 3,20). Quizs estemos en esos momen-tos terminales, en los tiempos quecorresponden a la Iglesia de Laodi-cea, una Iglesia tibia, ni fra ni calien-te, con barnices de cristianismo, conropajes de fe catlica, pero signadapor el convencionalismo y la rutina.Una Iglesia a la que Dios amenaza

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200827con vomitar de su boca. No dice: tevomitar sino comenzar a vomi-tarte (Ap 3, 16), amenaza que, segnCastellani, corresponde a la granapostasa anunciada por Pablo y elmismo Cristo. Por suerte el vmitono se consumar. Los que resistan ohagan penitencia se salvarn. Ser lapoca de la parbola de la cizaa.Cuando llega el tiempo de la siega escuando la cizaa se parece ms altrigo. Por eso Cristo, al ver el mundofuturo desde aquel montculo de Je-rusaln desde donde se divisaba elTemplo, profetiz la Gran TribulacinFinal, as como la decadencia de laIglesia en su fervor, e incluy en laprofeca parusaca, como typo de ella,la cada de la Sinagoga y el Templo,sobre todo en razn del farisesmoque corrompi a la Sinagoga y es elmayor mal de la Iglesia actual. De ahlas palabras que el vidente dirige a laIglesia de Laodicea: Porque t dices:rico soy, me he enriquecido, nada mefalta. Y no te das cuenta de que eresun mendigo, digno de compasin,pobre, ciego y desnudo (Ap 3, 17).

    Tal ser el papel especialmenteencomendado al Pseudo-profeta. ElApocalipsis nos muestra el Temploprofanado, no destruido. La religinse mantendr, pero adulterada; susdogmas, conservados en las pala-bras, sern vaciados de contenido yrellenados de sustancia idoltrica.

    Tambin el Templo perdurar, porqueno hay que destruir los templos sinola fe. El Templo servir para que allse siente el Anticristo, hacindoseadorar como Dios (2 Tes 2, 4). Es laabominacin de la desolacin, comodijo Daniel (9, 27) y repiti Cristo (cf.Mt 24, 15). Al parecer, Daniel designa-ba con esa expresin un altar paganoque Antoco Epifanes haba erigido enel Templo de Jerusaln. Trtase de unhebrasmo que significa la peor in-mundicia, la ltima basura. Los is-raelitas lo usaban para designar elsacrilegio supremo: los dolos pues-tos en el templo de Dios. Pero Caste-llani se esmera por dejar en claro quela corrupcin de la Iglesia no ser to-tal. A ello tender sin duda el intentodel Pseudoprofeta. Lograr, s, queel Atrio y las Naves sean conculca-dos. Pero el Tabernculo o SanctaSanctrum restar preservado.

    Cmo se concretar esta adulte-racin del cristianismo? De la mane-ra que antes hemos sealado, es de-cir, consintiendo la Iglesia, ella tam-bin en su sector adltero, se en-tiende, a las tres tentaciones deldesierto que en su momento Cristosupo rechazar. Una Iglesia abocada alo temporal, polarizada en ello, en laadquisicin de los bienes terrenos, enla distribucin abundante de pan. Heaqu la primera tentacin. Una Iglesiaen busca de renombre, que emplea

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 28sus poderes religiosos para alcanzarprestigio y ascendiente, que reempla-za la contemplacin por la agitacinburocrtica. Tal la segunda tentacin.Y la tercera: una Iglesia al servicio delos que son poderosos, buscando elreino en este mundo, con los mediosms eficaces, que son hoy los sat-nicos. La acusacin de Dostoievskida, ahora s, en el blanco.

    A este naturalismo religioso oaloguismo, Castellani lo sintetizaas: Es el ideal de la Aadidura an-tes que el Reino, o la Aadidura sinel Reino, o el Reino Milenario desdeya y sin Cristo, es decir, el cristianis-mo expurgado de la cruz de Cristo yde su Segunda Venida.

    La parte corrupta de la Iglesiapuesta al servicio del Anticristo. Heah el gran logro de la Primera Bes-tia. El Pseudoprofeta ser el que ac-te, es decir, ritualice el proyectodel Anticristo, el que lleve a cabo supropaganda sacerdotal. El Apoca-lipsis resume su quehacer en tresiniciativas. Ante todo, organizar laveneracin colectiva de la PrimeraBestia, imponiendo la adoracin ido-ltrica de su icono nefando, so penade terribles persecuciones (cf. Ap 13,12.14-15). En segundo lugar realiza-r increbles prodigios en favor delAnticristo, haciendo llover fuego delcielo, si es necesario (cf. Ap 13, 13),y sobre todo haciendo hablar a la

    imagen de la Bestia (cf. Ap 13, 15).Hoy es ello factible, como dijimos,merced al apabullante progreso de latcnica. La Bestia podr hablar unda, y a travs de la televisin ser vis-to y odo por multitudes reunidas enplazas y templos, todo un universoexaltado. Y finalmente inventar unamuerte y una resurreccin amaadade la Bestia (cf. Ap 13, 3.12), para queemule la de su Adversario divino.

    Dicho triunfo slo ser factible conla ayuda del sector adltero de la Igle-sia. Bien escribe Castellani: El mun-do quiere unirse y actualmente elmundo no se puede unir sino en unareligin falsa. O bien las naciones serepliegan sobre s mismas en na-cionalismos hostiles, o bien se re-nen nefastamente con la pega deuna religin nueva, un cristianismofalsificado; el cual naturalmente odia-r de muerte al autntico. Slo la re-ligin puede crear vnculos suprana-cionales. La unificacin del mundose realizar por el terror y por la men-tira, por el terror poltico y por la men-tira de la falsa religin, o de un cris-tianismo falsificado.

    4. Las Tres Ranas

    Ya tenemos varios de los perso-najes del drama: el Dragn, el Anti-cristo, el Pseudoprofeta. No ser,nos preguntamos, la nueva trinidad,

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200829el simiesco y satnico remedo de laTrinidad divina: el Dragn emulandoal Padre, el Anticristo al Verbo, y elPseudoprofeta al Espritu Santo?

    El Apocalipsis nos informa que lostres personajes son fecundos: Y vique de la boca del Dragn, de la bocade la Bestia y de la boca del Pseudo-profeta salan tres espritus inmun-dos en forma de ranas. Son tres es-pritus demonacos, obradores deprodigios, y se encaminan donde losreyes de toda la tierra para convocar-los a la gran batalla... Los convoca-ron en el lugar llamado en hebreoArmagedn (Ap 16, 13-14.16).

    En estas Tres Ranas, eruptadaspor el Dragn, el Anticristo y el Pseu-doprofeta, Castellani cree ver el libe-ralismo, el comunismo y el modernis-mo, en cuya conjuncin o alianza al-canza su plenitud el viejo naturalis-mo que, como lo sealamos, es en elfondo el gran proyecto del Anticris-to. Tres herejas que parecen ranasporque son vocingleras, saltarinas,pantanosas y tartamudas, dice.

    Muchos creen que el liberalismoest en las antpodas del comunis-mo. Nada ms lejos de la realidad yaque, como lo demostr fehaciente-mente Dostoievski, el segundo, eseespritu batracio que sale de la bocade la Bestia, es hijo del primero. Tan-to el liberalismo como el marxismotienen todas las caractersticas de

    una religin. Pero por si ello no que-dara claro, el modernismo, que a losojos de Castellani es el fondo comnde aquellas dos ideologas contra-rias, aunque no contradictorias, al-gn da las copular estrechamentepor obra del Pseudoprofeta. El cu-cu del liberalismo es liber-tad, libertad, libertad; el cu-cudel comunismo es justicia social;el cu-cu del modernismo, dedonde nacieron los otros y los reuni-r un da, podramos asignarle ste:Paraso en la tierra; Dios es el Hom-bre; el hombre es Dios.

    El Modernismo es la hereja supre-ma. Segn deca Po X, las engloba atodas, es como su encrucijada. Serla ltima hereja, porque en materiade falsificacin del cristianismo noparece posible ir ms all. Pudeseimaginar acaso una idolatra ms exe-crable, una apostasa ms perfectaque la adoracin del hombre en lu-gar de Dios, y eso bajo formas cris-tianas, mantenindose incluso el ar-mazn exterior de la Iglesia? En sunovela Los papeles de Benjamn Be-navides pone Castellani un ejemplotpico de dicha actitud de espritu.Alude all a un libro de los modernis-tas donde se habla con emocin de laMisa cantada: es un espectculo im-ponente, se lee en el mismo, no hayque dejar esa egregia conquista delpatrimonio cultural de la Humanidad,

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 30sino procurar que se conserve y per-feccione... podada, eso s, de la pe-quea supersticin que ahora la in-forma, a saber, la presencia real deCristo en el Sacramento. Con lo quela ceremonia, concluye Castellani,queda vaca, o mejor, queda va-ca hasta que otro ocupe el lugar deCristo en el Sacramento.

    He aqu las tres herejas, que aldecir de nuestro autor, se van a unirpor las colas cosa admirable, dadoque las ranas no tienen cola contra loque va quedando de la Iglesia de Cris-to, un da que quiz no est lejano.

    5. El Pequeo Resto

    En los tiempos del Anticristo, elseoro del demonio ser tremendo,le hace decir Castellani al judo Be-navides, y se desatar en todas lasdirecciones: en operaciones esotri-cas y nefandas de magia y espiritis-mo; en el poder abrumador de laciencia moderna, que ya se ha vuel-to capaz de arrojar fuego del cielo conla bomba atmica y hacer hablar auna imagen mediante la televisincombinada con la radio; en la tiranaimplacable de la maquinaria poltica;en la crueldad de los hombres rebel-des y vueltos fieras en la tierra; enla seduccin sutil de los falsos doc-tores que usarn el mismo cristianis-mo contra la cruz de Cristo, una parte

    del cristianismo contra otra, y a Je-ss contra su Iglesia.

    La opcin por Cristo o por el Anti-cristo se har universal e ineludible.La sola profesin de fe cristiana pon-dr a los fieles en situacin de marti-rio. El poder poltico ms totalitario yuniversal que haya existido, revesti-do de religiosidad falsa, hostigar alos fieles, persiguindolos a sangrey fuego. La mayora caducar, demodo que la apostasa cubrir almundo como un diluvio. Bien decaSan Pablo que Cristo, s, volvera,pero primero tiene que venir la apos-tasa (2 Tes 2, 3). Los que resistansern poco numerosos, los contados144.000 de que habla el texto sagra-do (cf. Ap 7, 4), un pequeo resto,perdido en el ocano de las multitu-des apstatas. Esos pocos no po-drn comprar ni vender (Ap 13, 17;14, 1), ni circular, ni dirigirse a losdems a travs de los medios de co-municacin, ahora en manos del po-der poltico. Cualquier intento deemigracin se tornar impensable, yaque el mundo entero ser una inmen-sa crcel, sin escape posible. Sloquedar refugiarse en el desierto(cf. Ap 12, 14).

    Los que permanecern fieles se-rn los que no se ensuciaron conmujeres (Ap 14, 4), es decir, con laMujer, la Ramera. Hombres lmpidos,en cuya boca no se encontr mentira

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200831(Ap 14, 5), hombres lcidos y valien-tes, verdaderos baluartes en mediode un huracn, acosados por la trai-cin y el espionaje. En las novelasSu Majestad Dulcinea y Juan XXIII(XXIV), Castellani los imagina cualguerreros de Cristo, nueva Caba-llera, al modo de las antiguas rde-nes religioso-militares; los cristba-les, los llama, la resurreccin deDon Quijote. Sean combatientes,sean pacientes, poco les ser con-cedido. Vern el Templo hollado porlos impos, vern cmo la jerarquadel Pseudoprofeta mercenarios envez de pastores ensea una religinnueva. Para colmo, Dios guardarsilencio y parecer endurecer susodos a las splicas de los hroes.Aparecern como derrotados (cf. Ap13, 7). Satans y sus ministros lesdirn con sorna: Dnde est vues-tro Dios?, y ellos callarn.

    Porque lo exterior siempre es se-cundario. Lo ms dramtico sern lostormentos interiores que experimen-tarn los que se obstinen en su fide-lidad. Se vern sometidos a nochesoscuras interminables, a conflictosde conciencia desgarradores, que enmuchos casos no se resolvern enesta vida. Habr quienes debern lu-char, con sangre en el alma, duranteaos y aos, sin resultado aparente,contra tentaciones supremas, su-friendo el bofetn de Satans (2 Cor

    12, 7), sin la ayuda de la gracia sensi-ble; porque el sol se oscurecer, laluna se volver color de sangre, ycaern las estrellas del cielo... (Ap6, 12-13). Nadie podra aguantar siCristo no volviese pronto.

    Los primeros mrtires debieronluchar contra los emperadores, losltimos contra el mismo Satans.Por eso sern mrtires mayores. Nisiquiera sern reconocidos comomrtires, agrega San Agustn, yaque se los condenar como delin-cuentes ante las multitudes, vcti-mas de la propaganda. La llamadaopinin pblica estar en favor deesta persecucin.

    Sern contados, decamos, losque resistan. Porque las situacionesde herosmo, sobre todo de heros-mo sobrehumano, son para pocos. Elmismo Cristo dijo que cederan sifuera posible, los mismos escogi-dos (Mt 24, 24). Mas no es posibleque caigan los escogidos. Un ngelha comenzado a marcar sus frentescon el nombre del Cordero y de suPadre (cf. Ap 14, 1), y Dios ordena sus-pender los grandes castigos hastaque estn todos sealados, abrevian-do la persecucin por amor de ellos.

    Su nico apoyo sern las profe-cas escribe Castellani. El Evange-lio Eterno (es decir, el Apocalipsis)habr reemplazado a los Evangeliosde la Espera y el Noviazgo; y todos

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 32los preceptos de la Ley de Dios secifrarn en uno solo: mantener la feultrapaciente y esperanzada... Los fie-les de los ltimos tiempos slo sesalvarn por una caridad inmensa,una fe heroica y la esperanza firmeen la prxima Segunda Venida.

    Acompaarn en su resistencia aeste pequeo resto dos personajesmisteriosos, los llamados Dos Testi-gos (cf. Ap 11, 1 ss.). No se sabe decierto quines sern. Para algunos,Enoc y Elas, para otros, Moiss yElas. En el Apocalipsis aparecencomo dos grandes y santos paladi-nes, que defendern a Cristo, y ten-drn en sus manos poderes prodigio-sos. El Anticristo les har la guerra,los vencer y los matar (Ap 11, 7).Sus cadveres quedarn expuestosfrente al Santo Sepulcro. Pero luegode tres das y medio el Seor los re-sucitar (cf. Ap 11, 11).

    Hemos considerado ya varios delos personajes del drama apocalp-tico: el Dragn, la Primera y la Se-gunda Bestia, los fieles heroicos ylos dos testigos.

    Compendiemos lo dicho hasta actranscribiendo un texto donde Caste-llani nos ha dejado una especie deretrato del Anticristo, junto con unadescripcin de su modo de gobierno:

    El Anticristo no ser un demoniosino un hombre demonaco, tendrojos como de hombre levantados

    con la plenitud de la ciencia humanay har gala de humanidad y huma-nismo; aplastar a los santos y aba-tir la Ley, tanto la de Cristo como lade Moiss; triunfar tres aos y me-dio hasta ser muerto sine manu, nopor mano de hombre; har imperarla abominacin de la desolacin, osea, el sacrilegio mximo; ser sober-bio, mentiroso y cruel, aunque se fin-gir virtuoso; fingir quiz reedificarel templo de Jerusaln para ganarsea los judos, pero para s mismo loedificar y para su dolo Maozm ; ido-latrar la fuerza bruta y el poder bli-co, que eso significa Maozm, forta-lezas o munimentos... pero l serateo y pretender l mismo recibirhonores divinos; en qu forma no losabemos: como hijo del hombre,como verdadero Mesas, como En-carnacin perfecta y Flor de lo huma-no soberbiamente divinizado...

    Fingir quiz haber resucitado deentre los muertos; usurpar fraudu-lenta la personalidad de un muertoilustre? O restaurar un Imperioantiguo ya muerto? Reducir a la Igle-sia a su extrema tribulacin, al mis-mo tiempo que fomentar una falsaIglesia. Matar a los profetas y ten-dr de su parte una manga de profe-toides, de vaticinadores y cantoresdel progresismo y de la euforia de lasalud del hombre por el hombre, hie-rofantes que proclamarn la plenitud

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200833de los tiempos y una felicidad nefan-da. Perseguir sobre todo la interpre-tacin y la predicacin del Apokalyp-sis; y odiar con furor aun la men-cin de la Parusa. En su tiempo ha-br verdaderos monstruos que ocu-parn sedes y ctedras y pasarn porvarones pos religiosos y aun santosporque el Hombre del Delito tolerarun cristianismo adulterado.

    Abolir de modo completo la San-ta Misa y el culto pblico durante 42meses, 1.260 das. Impondr por lafuerza, por el control de un estadopolicaco y por las ms acerbas pe-nas, un culto malvado, que implicaren sus actos apostasa y sacrilegio; yen ninguna regin del mundo podrnescapar los hombres a la coaccin deeste culto. Tendr por todas partesejrcitos potentes, disciplinados ycrueles. Impondr universalmente elreino de la iniquidad y de la mentira,el gobierno puramente exterior y tir-nico, una libertad desenfrenada deplaceres y diversiones, la explotacindel hombre, y su propio modo de pro-ceder hipcrita y sin misericordia.Habr en su reinado una estrepitosaalegra falsa y exterior, cubriendo lams profunda desesperacin...

    La caridad heroica de algunos fie-les, transformada en amistad hasta lamuerte, sostendr en el mundo los is-lotes de la fe; pero ella misma estarde continuo amenazada por la traicin

    y el espionaje. Ser virtuoso ser uncastigo en s mismo, y como una es-pecie de suicidio...

    6. La Mujer Coronada

    En el captulo 12 del Apocalipsisse habla de otra mujer: Un signomagno apareci en el cielo. Una mu-jer vestida de sol y la luna debajode sus pies. Y en su cabeza unacorona de doce estrellas. Y gesta-ba en su vientre y clamaba con losdolores de parto y con el tormentode dar a luz (12, 1-2). Los exgetashan aplicado este texto, algunos ala Santsima Virgen, otros a la Igle-sia o a Israel. A la Santsima Virgenno parece cuadrarle del todo, almenos directamente, por lo de losdolores de parto, de que careci,si bien no deja de ser legtimo apli-crselo figurativamente, como lohace la liturgia y el arte cristiano.

    Ser aplicable a la Iglesia? As lohan entendido algunos comentaris-tas segn los cuales aquella mujersimboliza a la Iglesia de los ltimostiempos, cristianos y judos conver-tidos, que tantas veces los Profetasrepresentaron con los rasgos de unamujer, a la que se promete el perdnde su infidelidad, la purificacin ple-naria y el Desposorio final. Sin em-bargo, no parece convenirle plena-mente, aunque s por extensin.

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 34Para otros, figura al Israel de Dios,

    que da a luz un hijo varn (Ap 12,5). As lo interpreta Castellani, en lainteligencia de que dicho texto se re-fiere a la conversin final de los ju-dos, preanunciada por San Pablo ylos profetas. Cuando lleguen los tiem-pos postreros, los judos, cuya san-gre corre por las venas de Mara, yde cuya estirpe naci la Iglesia, vana concebir a Cristo por la fe expre-sin usual en las Escrituras y lo vana dar a luz con grandes dolores. Enel Calvario le gritaron: Si eres Hijode Dios, baja de la Cruz y creeremosen ti (Mt 27, 40.42), y all l les dir:Creed en m y bajar de la Cruz,escribe nuestro autor.

    Por lo general, la tradicin catli-ca ha visto en la Parturienta a la Igle-sia y a la Sinagoga a la vez, pues en-tre ellas hay continuidad a los ojosde Dios. Si San Juan vio acaso a Ma-ra en ese extrao cuadro que nostraza, fue porque Mara resume a laIglesia y a la Sinagoga, siendo comoes la corona de ambas.

    Recordemos que antes se nos ha-bl de otra mujer, la Fornicaria, oGran Ramera, que simbolizaba laBabilonia pecadora, o tambin la re-ligin pervertida, entregada a los po-deres temporales. Segn Castellani,las dos mujeres del Apocalipsis, laProstituta, que cabalga la Bestia roja,y la Parturienta, vestida del sol de la

    fe, pisando la luna del mundo, repre-sentan la religin en sus dos polosextremos, la religin corrompida y lareligin fiel. Una prostituta no se dis-tingue esencialmente de una mujerhonesta. Sigue siendo mujer, no sevuelve bestia, si bien San Juan ladescribe montada sobre la Bestia.Las dos mujeres son hermanas, na-cidas de una misma madre, la reli-gin, o mejor, el instinto religioso,inerradicable en el ser humano. Re-presentan las Dos Ciudades de SanAgustn, en el paroxismo de su en-frentamiento teolgico.

    De manera concisa escribe nues-tro autor: El significado concreto yya esjatolgico de las Dos Mujereses ste, segn parece: la Mujer Ce-lestial y Afligida es el Israel de Dios,Israel hecho Iglesia; y concretamen-te el Israel convertido en los ltimostiempos; la Mujer Ramera y Blasfe-ma es la religin adulterada ya for-mulada en Pseudo Iglesia en los lti-mos tiempos, prostituida a los Pode-res de este mundo y asentada sobrela formidable potencia poltica y tir-nico imperio del Anticristo.

    La mujer vestida de sol sera, pues,Israel, que finalmente entrar en laIglesia. El proceso histrico fue segnsigue. Al comienzo, los judos recha-zaron al Mesas. Pero dicho rechazono dej de ser providencial ya que,como escribe San Pablo, la cada de

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200835los judos trajo la salvacin a los gen-tiles (Rom 11, 11). Dios permiti laobcecacin de los judos para que elEvangelio, por ellos repudiado, fueratrasladado a los Gentiles. As las na-ciones se convirtieron, estableciendola Cristiandad. Al fin de los tiempos,tras la apostasa de las naciones, losjudos acabarn por convertirse, tra-yendo con dicha conversin inmen-sos bienes a todos. Por eso escribiSan Pablo: No quiero, hermanos, queignoris este misterio: el endureci-miento parcial que sobrevino a Israeldurar hasta que entre la totalidad delos gentiles, y as, todo Israel ser sal-vo, como dice la Escritura (Rom 11,25-26). Por lo que concluye el Aps-tol: Si su reprobacin ha sido la re-conciliacin del mundo, qu ser sureadmisin? (Rom 11, 15).

    En su libro sobre las Parbolas delEvangelio, Castellani relaciona con laimagen de la Parturienta lo que dijoJess en la ltima Cena: La mujerque da a luz, sufre porque le lleg lahora; pero cuando ha dado a luz unnio, ya ni se acuerda de su trance,porque nacido es un hombre para elmundo (Jn 16, 21). A su juicio, laspalabras del Seor se refieren de al-gn modo al retorno glorioso de Cris-to. Desde el nacimiento carnal de Je-ss tal sera el hombre nacido parael mundo, comienza la larga preezde la Humanidad hacia el nacimiento

    del Cristo integral. El pueblo judo lodar a luz con dolores de parto.

    El Signo Grande se relacionara,as, con los dos nacimientos de Cris-to typo y antitypo, y principalmen-te con su segundo nacimiento inte-gral en la totalidad de su Cuerpo,que acaecer en los tiempos paru-sacos. La Parturienta simbolizaraal Israel que dio a luz a Cristo dosveces; la primera por Mara Santsi-ma; la otra, futura an, por su anun-ciada conversin a Cristo. De estemodo los judos, a cuya raza perte-neci Mara, van a concebir a Cris-to de nuevo por la fe, y lo van a dara luz, por la pblica y dolorosa pro-fesin de esa misma fe.

    En qu momento se convertirnlos judos? Los Santos Padres tienendos opiniones al respecto. Segn al-gunos, ocurrir antes de que aparez-ca el Anticristo. Otros, por el contra-rio, sostienen que los judos sern losprimeros adeptos del Anticristo, aquien reconocern como al Mesasesperado, constituyendo su escoltay guardia de corps, segn aquelloque dijo el Seor: Yo vine en nom-bre de mi Padre y no me recibisteis;pero Otro vendr en su nombre y ase lo recibiris (Jn 5, 43). Slo a lavista de la Segunda Venida de Cris-to, los judos se convertirn. Mira-rn a quien traspasaron, preanun-ci el profeta Zacaras (12, 10).

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 36Es sentencia frecuente de los Pa-

    dres que dicha conversin se debe-r principalmente a la predicacin deElas. El mismo Jess dijo: Cierta-mente, Elas ha de venir a restaurar-lo todo (Mt 17, 11; cf. Mc 9, 11). Jun-to con Elas, volver Enoc, el otroTestigo, posiblemente a predicar a losGentiles.

    Apoyndose en Billot, Castellanicree detectar en la actualidad ciertosindicios de una posible conversinde los judos. Por ejemplo, la propa-gacin del sionismo, merced alcual los israelitas han recobrado elardor cvico y las virtudes guerreras,de que el mundo los crea incapaces.Una lengua muerta ha sido resucita-da, hecho nico en el mundo; en laUniversidad de Jerusaln se habla enla lengua sacra de la Biblia. Asimis-mo se produjo su retorno a TierraSanta: el trmino de la dispersin delos judos por el mundo, que no fuesino castigo de su infidelidad, puedeser tambin el preludio de su conver-sin. Hay profecas alusivas en Ez 37,21; Am 9, 11-12; Bar 2, 34-35.

    Sigamos con el texto del Apocalip-sis. Cuando la Mujer estaba por dar aluz, un fiero Dragn rojo se detuvodelante de ella con la intencin dedevorar a su hijo; pero el hijo varn(Ap 12, 5), apenas nacido, fue llevadoal Trono de Dios para regir a todas lasnaciones con el cetro mesinico. El

    Dragn, lleno de furia, persigui a lamujer, mas el Seor le dio dos alascomo de guila, con que vol al de-sierto donde sera alimentada duran-te 1260 das (cf. Ap 12, 13-14). La so-ledad significa quizs el abandono ydesprecio de los nefitos por partede los judos no convertidos y delingente mundo apstata que los ro-dea. Al fracasar en su intento, el Dra-gn se fue a hacer guerra a los otrosde su semilla (Ap 12, 17). Parecierasuponerse que hay dos grupos dehijos de la Mujer, los judos con-vertidos, y nosotros, los cristianos dela gentilidad; los judos nefitos y loscristianos viejos.

    Del Dragn se dice que con sucola arrastr la tercera parte de lasestrellas del cielo y las precipit so-bre la tierra (Ap 12, 4). Para explicareste texto recurre Castellani a un te-logo del siglo V, llamado Teodoreto,segn el cual las estrellas del cieloque sern arrastradas a la tierra porel Dragn, representan a los varo-nes brillantes, prncipes no slo po-lticos mas tambin eclesisticos,doctores y religiosos, que en lostiempos finales perdern la fe, y sepondrn al servicio del Anticristo;apstatas inmanentes, los ms pe-ligrosos de todos.

    A continuacin, el texto sagradodescribe un combate en las alturas:Y prodjose una guerra en el cielo.

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 200837Mikael y sus ngeles salieron a gue-rrear con el Dragn (Ap 12, 7). Heaqu otro personaje de este dramasagrado, una figura que si bien apa-rece fugazmente, no por ello su ac-cin resulta menos contundente, lade Mikael, empeado en lucha gran-diosa con el Dragn y sus adlte-res de la tierra. Se juntan aqu dosbatallas, muy separadas en el tiem-po. En la primera, que se desarrollaen las alturas, el ngel arroja al Dra-gn del cielo a la tierra (cf. Ap 12,9). All el demonio recobra el alien-to e instaura su reino por medio delAnticristo. Entonces los que searrodillen ante la Bestia gritarn:Quin como la Bestia? Y quinpodr luchar contra ella? (Ap 13,4). Grito siniestro, que se enfrentacon el grito de San Miguel. Comose sabe, Mikael significa Quincomo Dios?. Mikael es un nombrey un clamor. Son dos gritos que seconfrontan: Quin como la Bes-tia? y Quin como Dios?. Cuan-do la victoria del Anticristo y de suPseudoprofeta parezca ineluctable,en aquel tiempo se levantar [denuevo] Mikael, Prncipe de nuestropueblo, como profetiz Daniel (12,1). La lucha en el cielo ser dobla-da de una ltima lucha religiosasobre la tierra.

    IV. La victoria de Cristo yel Milenio

    Mientras tanto, sobre la tierra, el

    Anticristo tiene los das contados. ElApocalipsis nos describe la victoria deCristo y la instauracin de su Reino.He aqu la sucesin de los hechos.

    1. El Caballero del BlancoCorcel

    En el clmax de la persecucin, enel pice mismo de la Gran Apostasay la tribulacin ms espantosa de lahistoria, cuando los fieles estn casipor desfallecer, segn las palabrasdel mismo Cristo: Cuando venga elHijo del hombre, acaso hallar fesobre la tierra? (Lc 18, 8), llegarinesperadamente el momento de lavictoria, de la victoria no ltima sinopenltima, que cerrar el primer com-bate esjatolgico.

    Entonces vi el cielo abierto, y ha-ba un caballo blanco; el que lo mon-ta se llama Fiel y Veraz; y juzga,y combate con justicia (Ap 19, 11).Es Cristo que viene para deponer asu Adversario. Y los ejrcitos delcielo prosigue el texto, vestidos delino blanco puro, le seguan sobrecaballos blancos (ibd. 14). Ya lohaba anunciado el profeta al decir:Vendr el Seor Dios mo y todoslos santos con l (Zac 14, 5), lo que

  • CAF! - AO 1 N 95 - Buenos Aires - NOVIEMBRE DE 2008 38San Judas refrend en su epstola:He aqu que viene el Seor, con mi-les de santos suyos (1, 14).

    Luego, leemos en el texto del Apo-calipsis, el ngel, de pie sobre el sol,llam a todas las aves que volabanpor lo alto del cielo, invitndoles acomer carne de reyes, carne de ca-ballos y de sus jinetes (Ap 19, 17-18). En su libro sobre las Parbolas,Castellani relaciona este texto conuna extraa frase que se encuentraen el libro de Job: Donde est elcuerpo se juntan las guilas (38, 27).Varias interpretaciones se han dadode estas ltimas palabras. Nuestroautor prefiere, siguiendo a San Beda,Santo Toms y Maldonado, aplicar-las al mundo de los ltimos das,cuerpo muerto y descompuesto, apesar del tremendo poder poltico ymilitar que lo rige; ese mundo homo-geneizado por obra del Anticristo,contra el cual se lanzarn repentina-mente, con la subitaneidad de un re-lmpago, las potencias espiritualesdel Cosmos los ngeles para ha-cerlo pedazos. Si se trata de una pre-diccin de dos acontecimientos su-cesivos, typo y antitypo, veamos loque acaece en ambos. En el primero,las guilas, que seran las divisio-nes romanas, confluyeron de todaspartes a Jerusaln, segn lo relataJosefo, para ocupar cruentamente lacapital de los judos. En el segundo,

    el objetivo ser la gran ciudad capi-talista, imperial y sacrlega, sede dela Bestia. Cuando ese mundo aps-tata est hecho cadver, desechadala fe cristiana que le dio siglos de viday es