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NARRATIVA POLICIAL MARTA ELENA CASTELLINO

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NARRATIVA POLICIAL

MARTA ELENA CASTELLINO

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Leonardo Castellani

y el “policial teológico”

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Resulta significativo el caso de Leonardo Castellani quien, siguiendo la lección del maestro indiscutido Chesterton, afirmaba que “una alta lección de teolo-gía [...] es lo único que se puede sacar de un crimen”. Así, toda la construcción literaria se convierte en un ejercicio de exploración teológica; porque lo que da la razón última del texto, que asume en este caso la estructura policíaca, es el planteamiento de la lucha eterna entre el Bien y el Mal. Es que el misterio del mal en el mundo, visto a través de los crímenes con-cretos que cometen ciertos hombres es tanto un enig-ma policíaco como un enigma psicológico y psiquiá-trico como un misterio teológico.

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Jerónimo del Rey, Cide Hamete (h), Leonardo Castellani...

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Leonardo Castellani

La personalidad de Leonardo Castellani se recorta con perfil y valores propios en el con-texto de una promoción literaria que puede calificarse como excepcional en el desarrollo de la cultura argentina: la “Generación del ‘24”, a la que pertenecen, entre otras desta-cadísimas figuras, Jorge Luis Borges, Rober-to Arlt, Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez...

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Castellani escritor: variados campos

Teología y exégesis: El Evangelio de Jesu-cristo; Las parábolas de Jesucristo; La Iglesia Patrística y la Parusía; El rosal de Nuestra Señora, etc.

Filosofía y afines: Crítica literaria; La crítica de Kant; Elementos de metafísica; Freud en cifra; Psicología humana, etc.

Creación: Historias del Norte Bravo; El nuevo gobierno de Sancho; Canciones de Militis; Su Majestad Dulcinea; Camperas, etc.

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Textos policiales de Castellani Las nueve muertes del Padre Metri (1942); Las

muertes del Padre Metri (1952). Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas

(1944). El enigma del fantasma en coche (1958). Los crímenes de Ducadelia y otros cuentos del

trío (1959). Algunos relatos del “trío” aparecidos enJauja. Elementos policiales presentes en otras o-

bras, como Juan XXIII (XXIV) o Los papeles de Benajmín Benavides.

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Bibliografía

Barcia, Pedro Luis. “Bibliografía de Leonardo Castellani”. En: El Gato Negro; Revista de narrativa policial y de misterio Nº 7. Buenos Aires, dic. 1996.

Castellino, Marta. “La narrativa policial de Leonardo Castellani: teoría del ‘fantasma’” (inédito).

Ferro, Jorge. “El género policial”, Revista del Instituto de Investigaciones históricas Juan Manuel de Rosas nº 36.

Gallardo, Juan Luis. Leonardo Castellani. Randle, Sebastián. Castellani.

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La importancia de los aportes del Padre Castellani a la consolidación de la vertiente argentina de es-te género ha sido ampliamente reconocida por es-critores por cierto poco sospechados de comulgar ideológicamente con él. Así, para Rodolfo Walsh, Las nueve muertes del Padre Metri (1942), junto con Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), de Borges y Bioy y La espada dormida (1944) de Manuel Peyrou constituyen en nuestras letras el inicio de una producción que ha ido creciendo en calidad; del mismo modo, para Walsh, Las nueve muertes... constituiría el mejor libro del género en la Argentina.

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También la crítica ha sentado ciertas ba-ses o aproximaciones a la narrativa poli-cial de Castellani: su adscripción a lo que podríamos denominar la “ortodoxia” del género policíaco; la manifiesta influencia de Chesterton “por razones confesio-nales” (Jorge Rivera) y el costado teoló-gico de toda su obra literaria, narrativa policial incluida.

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Claves de su obra

Autobiografismo.

Profundidad teológica.

Intertextualidad (obras de otros autores y propias).

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Leonardo Castellani: síntesis biográfica

1. Formación (1899-1935).

Leonardo Luis Castellani Contepomi nace en Reconquista, (Santa Fe, Argentina) el 16 de noviembre de 1899. Pierde a su padre –perio-dista y maestro librepensador- en la niñez, muerto en una reyerta política “por defender principios éticos”; también pierde en su niñez el ojo izquierdo, que será reemplazado por u-no de vidrio. Fue el mayor de cuatro herma-nos.

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Síntesis biográfica

Termina el bachillerato en en el Colegio de La Inmaculada, Santa Fe, y en 1918 ingresa al no-viciado jesuita de Córdoba. Estudia letras, filo-sofía y teología en Santa Fe, luego en Buenos Aires y comienza a escribir (Camperas). Vistas sus grandes dotes intelectuales, es enviado en 1929 a Europa a proseguir sus estudios. Es or-denado sacerdote (1931), y se doctora en Filo-sofía y Teología en la Gregoriana de Roma, Después estudia Psicología en la Sorbona de París. Tras unos meses en Alemania, en 1935 vuelve a Argentina.

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Síntesis biográfica

Primera etapa (1935-1946)

Desde su regreso a Europa y hasta 1946 trabaja en docencia y periodismo; escribe más de 12 li-bros y traduce la primera parte de la Suma Teo-lógica de Santo Tomás. De esta época son los cuentos reunidos en Historias del Norte Bravo, Martita ofelia y otros cuentos de fantasmas, Las muertes del Padre Metri; ensayos y artículos reu-nidos en Las canciones de Militis, Crítica litera-ria, El nuevo gobierno de Sancho.

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Síntesis biográfica

Participa activamente en revistas y diarios (Criterio, La Nación, Cabildo, Tribuna) e in-cursiona en política, llegando a ser incluido en la lista de diputados del partido naciona-lista en 1946. Estas actividades y sus actitu-des críticas hacia la educación y las estruc-turas sociales, políticas y religiosas comien-zan a ocasionarle dificultades.

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Leonardo Castellani

La crisis: Manresa (1946-1949)

Sus superiores religiosos lo presionan para que abandone la Compañía de Jesús (la or-den jesuita); se niega, y las sanciones y pre-siones van en aumento. Viaja a Europa para intentar aclarar su situación, sin éxito. Es re-cluido en Manresa (España) durante dos a-ños, mientras su salud física y psíquica se derrumba.

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Síntesis biográfica

Al borde de una neurosis y en medio de una profunda crisis espiritual, consigue huir y vuel-ve en 1949 a Buenos Aires. Es entonces expulsado de la Compañía y suspendido co-mo sacerdote. Tiene entonces 50 años, su salud decaída, el alma lastimada en lo más profundo, difamado, con su carrera intelectual tronchada y sin me-dios de vida.

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Leonardo Castellani Segunda etapa (1950-1969)

Es acogido por el obispo de Salta, donde vive entre 1950 y 1951, enseñando y escribiendo. Vuelve en 1952 a Bs As, y dicta cursos de filo-sofía y conferencias varias. El período más difí-cil de su vida ha pasado, y aunque las heridas no cerrarán nunca, comienza a ordenar sus pa-peles e inicia una nueva etapa en su produc-ción intelectual, que se revelará aún más pro-ductiva y profunda que la primera.

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Síntesis biográfica

En este tiempo escribe El Apocalipsis de San Juan, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, El ruiseñor fusilado / El místico, Los papeles de Benjamín Benavídes, El Evangelio de Jesucristo, Las parábolas de Cristo, Su Majestad Dulcinea, Juan XXIII (XXIV); La resurreccion de Don Quijote... En 1966 el Papa Juan XXIII le restituye el mi-nisterio sacerdotal. En 1967 funda la revista Jauja, que dirige hasta su cierre, en 1969.

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Leonardo Castellani El ocaso (1969-1981)

El fin de la revista coincide con el fin de una dé-cada en que mueren otras esperanzas. Caste-llani, sin dejar de ser un referente entre los sec-tores más tradicionales del catolicismo, y una fi-gura destacada del nacionalismo argentino, se aparta cada vez más de la actividad política y, en general, de la sociedad. Volcado a su interio-ridad religiosa, su actividad se limita a escribir libros y dar conferencias.Muere el 15 de marzo de 1981 en Buenos Aires.

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Su obra, amplia y rica por sus temas y por su calidad, aborda variados ámbitos: filosofía, teo-logía, exégesis, ensayo, crítica, novela, cuento, poesía, hagiografía, etc., y se vertebra en una concepción católica y tradicional del mundo, u-nida a una poderosa invención creadora, y a un dominio admirable de la lengua, que lo con-vierten en uno de los grandes exponentes de la literatura argentina contemporánea.

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Leonardo Castellani

Relatos “criminales”

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Novela criminal será aquella que “se centra en alguna manifestación criminal”, entendiendo por tal “toda infracción grave de las leyes” que origi-na tanto un proceso deductivo como una perse-cución, ya que “la averiguación de la identidad del culpable de un hecho supone igualmente u-na persecución indefinida en cuanto que en prin-cipio el perseguidor desconoce contra quién va dirigida”. Del mismo modo, la persecución puede cambiar de objeto, pasando a ser el criminal quien persigue al héroe y dando origen a la de-nominada “novela de la víctima”.

Salvador Sánchez de Parga. Los mitos de la novela criminal.

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Castellani y lo policial

“La enorme boga de la novela policial será una calamidad, pero es un hecho”

Leonardo Castellani

Acerca de las causas de ese éxito nos dice nuestro escritor: “Se puede hacer un poco de filosofía buena sobre la razón porque nuestra época se apasiona si-guiendo las laberínticas aventuras de un caco y un chafle, que es la misma por la cual el siglo XV se a-pasionó por los libros de caballerías, el XVI por la novela picaresca y el XVII y XVIII por la pastoril”.

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De todos modos, es oportuno reiterar, en pro de una precisión aún mayor, que Leonardo Caste-llani inaugura en nuestras letras esa variante del policial que podríamos denominar “teológico”, tal como el que aporta, para las letras anglosajones, Gilbert Keith Chesterton. De este modos se es-tablece una perfecta continuidad con el resto de su obra: teológica, filosófica, psicológica o exe-gética.

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Leonardo Castellani

Las muertes del Padre Metri

Los crímenes de Ducadelia y otros cuentos del trío

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El Padre Metri y Ducadelia

Cuentos publicados en La Nación en la década del ’30.

Una primera versión: Las nueve muer-tes del Padre Metri (1942).

Las muertes del Padre Metri (1952), que agrega dos cuentos y algunos poe- mas.

El crimen de Ducadelia y otros cuentos del trío (1959) ¿primer tomo?.

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La clave autobiográfica

en la narrativa policial castellaniana

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La clave autobiográfica El Chaco santafesino, lugar de arraigo de sus

abuelos inmigrantes. Convivencia con los aborígenes. Las lacras de la política. Las memorias familiares: el recuerdo del

“Padre Metri”. Conflctos familiares. Conflictos con su Orden. “Escritor, profesor y sacerdote”. “Ermitaño

urbano”.

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El Chaco santafesino

Una zona inhóspita: “tierras tropicales, de calores infernales, clima húmedo, zona in-festada de bichos e insectos de todas cla-ses, de truhanes cristianos y [...] de salva-jes, abipones y mocovíes” que será luego escenario de varias de sus ficciones “crimi-nales”.

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El Chaco santafesino

Una región áspera, sacudida por la violencia y el conflicto entre indios y colonos: “En el monte habló de nuevo, una, dos, tres, cuatro, hasta doce veces, toda la carga de un rifle automático, seguido de un lejano tintineo. Como si fuese una horrenda respuesta, reso-nó entonces por los cuatro extremos del pue-blo a la vez la gritería ensordecedora, sañu-da, terrorífica del malón”.

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La “política criolla”

Pero no es la crueldad del indio la única cau-sa desencadenante de la violencia; por el contrario, las notas negativas que inficionan el ambiente –“ambición, codicia, despotismo, venganzas y revueltas sin término”- se deben en buena parte a la acción del hombre blan-co, cuando no a las luchas de partido y los vi-cios de la denominada “política criolla”.

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La “política criolla”

“el vicio capital que mantenía al Norte en es-tado constante de motín, inseguridad, inquie-tud, esterilizándolo todo; el apetito del poder por el poder; la sensualidad del ordeno y man-do; la odiosa insubordinación y caciquismo”. Injusticia que de suyo genera violencia, caldo de cultivos de crímenes reales y “literarios” que expresan con veracidad tal ambiente (el asesinato político).

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El Padre Metri

Fray Ermete (o Demetrio) Constanzi –el “Pa-dre Metri”- misionero del Chaco santafesino, “fraile jeromiano, profesor de teología en Fié-sole, misionero exclaustrado, párroco de San José de Flores, fundador de los Lanceros de San Antonio y cura de San Antonio de Obli-gado”, personaje histórico –amigo de su a-buelo- que suministra la base la creación del detective literario y con el que el autor, en cierto modo, se identifica.

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Conflicto con un familiar

“Mi primer año [en el Colegio de la Inmacula-da] fue duro, sobre todo por la persecución y enemistad de un compañero de la 2da Bri-gada, que para mejor era mi pariente y con-terrunio. Me ayudó al comienzo, porque era más avispado que yo, pero en pago quería convertirme en lo que los escolares ingleses llaman ‘flag’- o sea su esclavo indigno”.

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Conflicto con la Superioridad de la Orden Jesuita

Las alternativas de ese conflicto, de esa lucha –sorda por momentos y declarada y abierta en otros- que enfrentó a Castellani con la superioridad de su Orden (el Padre General Janssens, el Padre Travi...) y la jerarquía Vaticana (el Cardenal Montini, futuro Paulo VI) aparece como trasfondo más o menos explícito de algunos pasajes de la ficción policial castellaniana.

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Así como la violencia y la injusticia impregnan su infancia a través de las memorias familia-res de sus antepasados colonos en un medio inhóspito, y el brutal atentado contra su padre, esa misma violencia y esa misma injusticia, sólo que bajo un disfraz “civilizado” y en apa-riencia legal (melifluas cartas de admonición de sus superiores, decretos y rescriptos de la autoridad eclesiástica, no debidamente funda-dos) condicionan su vida adulta.

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Varios cuentos del Padre Metri son posterio-res a su destierro en Manresa (1947-1949) y los de Ducadelia corresponden a su etapa de “ermitaño urbano” (como él mismo se califica). Vive en un pequeño departamento en la calle Caseros y se sostiene gracias a sus clases, a sus colaboraciones periodísticas y, en pequeña parte, gracias a sus libros.

“Ermitaño urbano”

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“Ermitaño urbano”

Luego de peregrinar por el interior del país –como ya se dijo- se establece en Buenos Aires, en un departamento situado en la calle Case-ros, cerca de la Plaza Constitución (domicilio similar al que “El Trío” formado por Ducadelia y sus adláteres habita, en el volumen de cuentos homónimo). Celebra misa en la Parroquia del Tránsito de la Santísima Virgen “ante multitud de fieles que acuden a escuchar sus homilía”.

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“Ermitaño urbano”

A esta etapa de su vida corresponde con propie-dad la denominación de “Ermitaño Urbano” que el propio Castellani se atribuyó a sí mismo, agre-gando las iniciales E.U. a su nombre y apellido. Como comenta el mismo Gallardo: “Durante mu-cho tiempo me llenaron de curiosidad esas ini-ciales agregadas a los apellidos paterno y ma-terno [Castellani Contepomi]. Por fin supe qué significaban. Ermitaño Urbano (acaso no sea éste el lema que mejor defina a Castellani pero, si él mismo lo eligió, respetemos su decisión”.

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Castellani y el periodismo

Esta actividad constituye otra faceta insos-layable de su personalidad, quizás la que le brindó mejores medios de subsistencia en tiempos difíciles: Castellani fue un periodista profesional (aportaba a la Caja de Jubilacio-nes en tal carácter) y a lo largo de su vida pu-blicó centenares de artículos (en La Prensa; La Nación, Clarín, etc.) donde fue desarro-llando esa nerviosa y aguda apologética que, junto con su sentido del humor terminó con-formando su estilo tan característico.

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Castellani y el periodismo

Además, le brindó un clima –el de las redaccio-nes- propicio para el desarrollo de sus dotes de agudo polemista y que fue crisol también de grandes amistades, como la que lo unió a Lau-taro Durañona y Vedia. Ambiente, personajes y discusiones que constituyen la materia de al-gunos relatos, como “Un brujo en la cárcel”, de Las muertes del Padre Metri, que comienza con una animada discusión: acerca de un tema tan polémico como la pena de muerte.

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Retrato

Sin dudas, Castellani era todo un personaje, un cura fuera de lo común. Juan Luis Gallardo lo evoca del siguiente modo: “Si hemos de descri-bir a nuestro escritor, es natural empezar por sus cejas. Cejas imposibles de omitir, desme-suradas, hirsutas, ya tordillas cuando yo lo conocí, en los años medios de la década del ’50. Bajo sus cejas había un ojo de vidrio (que uno no sabía cuál era, me dijeron que el iz-quierdo)”.

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Retrato

Como una de las causas (insignificante en sí) de su conflicto con la Orden se menciona su vestimenta, especialmente el cinto de policía con que ceñía su sotana: “dejando de lado la reglamentaria faja de la Compañía. Todo el mundo así lo recuerda y decenas de fotogra-fías dan fe de este cura con aires de miliciano”; aspecto físico que tanto Metri como Ducadelia reiteran: “Un cura gaucho [...] botas, capa, pipa y el cinto sobre la sotana, cosas todas que destacaban su altura, su porte y su singulari-dad”.

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“Alto, ancho de hombros, el pelo al rape [...] Nunca vi a Castellani vestido de paisano corriente. Originales sus fachas, por cierto: distintas habitualmente de las pres-cripciones establecidas para un clérigo. Pero que nun-ca obedecieron a un afán por disimular su condición de tal pues jamás pretendió recatarla y, por el contra-rio, la tuvo en mucho, la defendió con uñas y dientes. Solía andar de corbata y sotana, ceñida ésta por un gastado cinturón de oficial del Ejército. Este atuendo constituía la contrafigura del ‘clergyman’ que es un traje civil con cuello eclesiástico: se trata de un traje eclesiástico con cuello civil. Tocábase con una boina negra de amplio vuelo, tejida a crochet. Fumaba en pi-pa. En sus últimos años, corto de fondos, se presenta-ba en mi estudio jurídico con un batón que alguien la había regalado, fondo verde y dibujos dorados: así, tranquilamente, viajaba en el colectivo [...] desde el barrio de Constitución, donde vivía”.

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Este retrato puede confrontarse con el de los protagonistas de las dos colecciones de cuentos

mencionadas

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Los detectives castellanianosLos dos investigadores de Castellani: son “seriales”, en el sentido de que dan unidad a sendas colecciones de cuentos y se han ligado a la persona del autor lle-gando incluso a confundirse con él en más de una o-casión. Además, en el caso de Ducadelia, tiene un a-yudante, o mejor dicho dos: el indio San Pablo, oca-sional acompañante de Metri en el volumen anterior y Alarcón. Juntos forman el famosos “trío” de investi-gadores privados, con lo que la narrativa de Caste-llani también refleja la evolución sufrida por el perso-naje, desde el detective aficionado, más o menos oca-sional, de la clásica novela de enigma (como es el ca-so de Metri) al profesional que hace de la persecución del criminal su oficio (Ducadelia y socios).

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Los detectives castellanianos

Los investigadores castellanianos pueden ser analizados en relación con un paradigma pre-existente y también en toda su rotunda origi-nalidad, que los hace personajes entrañables y memorables para el lector. Y precisamente, la impresión de realidad, de vida auténtica que los singulariza está en directa proporción con su autenticidad: recreación literaria de Fray Demetrio Constanzi, el Padre Metri, misionero del Chaco santafesino, o alter ego de su autor

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Profundidad teológica

en la narrativa policial castellaniana

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Leonardo Castellani y el policial

Sus ficciones policiales vendrían a ser una suerte de contracara de sus escritos filosó-fico-teológico-apologéticos, porque el proble-ma religioso que explora es, en última instan-cia, el del Mal en el mundo, la existencia real y tangible de ese “Misterio de Iniquidad” que tiene como analogado inferior el pobre secre-to de los crímenes humanos corrientes.

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Castellani se acerca a ellos con el interés de un estudioso, a la vez que con el horror de un católico, en “búsqueda de certezas metafísicas y morales más que impresiones digitales, in-formes incompletos”. Para ello la narrativa po-licial se ofrece como un instrumento idóneo; es innegable que a nuestro autor le atraen tanto la resolución intelectual del enigma, al exponer los complejos mecanismos del alma humana, secretos de perversidad que interesan tanto al psicólogo como al sacerdote, quizás por moti-vos no tan diversos. Llega así a la invención de una modalidad policial propia, que pode-mos denominar “el policial teológico”.

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Intertextualidad

en la narrativa policial castellaniana

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Leonardo Castellani y el policial

Es indudable que Castellani fue un gran afi-cionado a la literatura policial. Al respecto, Jor-ge Ferro afirma que: “Su gusto como lector que-da registrado en numerosas referencias disper-sas, con mayor o menor grado de explicitación [...] Así por ejemplo en los abigarrados “Peris-copios” de Jauja, la revista que el Padre publicó y dirigió durante los años 1967, 68 y 69, nos encontramos con diversas alusiones al género”.

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Esta afición por el género también puede dedu-cirse de su propia obra, en la que abundan los “guiños” al lector igualmente familiarizado con este tipo de literatura. Así por ejemplo, en el cuento “El fusil que tira solo”, en el que se dilu-cida un misterio construido según el reiterado esquema del “cuarto cerrado”, se alude a un li-bro clásico de la literatura policial: las Memorias de Gaboriau, jefe de policía de París.

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De esta obra, el Padre Metri afirma que está “[...] lleno de crímenes raros, pero que después pare-cieron sencillos. Una vez un tipo mató a otro dis-parando desde una ventana una pistola que es-taba en la mesa, por medio de un doble hilo de seda invisible que enrolló al gatillo y retiró des-pués tirando de un cabo, para hacer creer en un suicidio”. De más está decir que este solución in-geniosa prefigura la que el propio Castellani dará a este enigma del “fusil que tira solo”.

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Del mismo modo, podríamos suponer que “Mon-tevideo su cerro” está construido sobre el modelo de “El misterio de Marie Roget”, de Edgar Alan Poe, en tanto la investigación se realiza no por observación directa sino a través de artículos pe-riodísticos y diversos relatos escritos del hecho criminal y la protagonista es una mujer cuyas “fugas” recuerdan en las de la infortunada Marie.

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La referencia se hace explícita cuando el Padre Metri, a propósito del policía que lle-va a cabo la investigación, afirma: “Este Prendes lee demasiado novelas policiales. Apostaría que ha leído a Poe”, ya que su-giere la posibilidad de un asesino no huma-no, como en “Los crímenes de la calle Mor-gue”, del autor norteamericano.

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Igualmente, “La cara sin cuerpo” trae a la memo-ria, hasta cierto punto, el misterio del “Jardín ce-rrado” de Chesterton. Pero quizás el caso más interesante sea el de “Un brujo en la cárcel”: la apuesta que el Padre Metri realiza (salir sin ayu-da de una celda de alta seguridad de la Peniten-ciaría) y los ardides que emplea para llevar a ca-bo su propósito reconocen precedentes literarios, confesos por el propio autor en una nota al pie: “El argumento de este cuento no es mío; lo han tratado varios autores, Jacques Foutrelle, Henry Wimpley..., y está in nuce en una colección de antiguos cuentos árabes, quizá Las mil y una noches”.

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En efecto, Jacques Foutrelle (1875-1912) creó un curioso detective que, según su au-tor, había reunido en sí todas las letras del alfabeto, ya que además de las que figura-ban en su nombre, poesía los títulos de Ph. D., Ll. D., F.R.S., M.D., M.D.S. “y otros mu-chos que ni él recordaba. Resumiendo, el profesor Augustus S.F.X. Van Dusen era un sabio y su hobby era pensar. Por eso sus amigos le llamaban The Thinking Machine”.

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Se dedicaba a resolver por medio del razo-namiento crímenes misteriosos y su más co-nocida aventura se titula El preso de la celda número 13, en la que logra salir, por medio del pensamiento, de la celda de los condena-dos a muerte de la prisión de Chisholm, para ganar una apuesta, y explica luego los proce-dimientos por los que consigue su propósito.

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El relato castellaniano sigue el mismo esque-ma: a través de once capitulillos se da cuenta de la curiosa apuesta que se entabla entre el Padre Metri y varios periodistas, que da co-mo resultado su encierro en la celda número 0. En realidad, el origen de la apuesta es la discusión acerca de la justicia de las penas que se aplican a los criminales, tema que a-parece también en otros cuentos, y de allí deriva a la humorística aventura.

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A pesar de las dificultades que la empresa en-cierra, el fraile declara, en su pintoresca jerga: “Yo me ha escapao de una tumba. ¡Yo me ha escapao de un campamento de indio toba, con perro alrededore, pérrose, pérrose toba, máze de dieze. Yo soy profesore de teoloquía, bisog-na pensare un poco, bisogna saber pensare ¡bisogna pensare fino!” (igual que el personaje de Foutrelle). De todos modos, los métodos le pertenecen al Padre Metri y son congruentes con su investi-dura, con su carácter y con su propia capacidad inventiva, tal como se pone de manifiesto en la explicación que cierra el cuento.

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Acerca del policial, Castellani cita asimismo la opinión de un jesuita, Messac, autor de una tesis doctoral en la Sorbona, titulada La methode scientifique et le detective novel (París, Plon, 1930), en el sentido de que el género -con Conan Doyle, Poe o Leroux- ha su-perado el folletín y ha entrado en la lite-ratura. Y la obra maestra esperada por la na-rrativa policíaca, a juicio de Castellani, adviene con la saga del Padre Brown, de Gilbert Keith Chesterton.

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En cuanto a la preceptiva estricta del relato poli-cial chestertoniano, el Padre Castellani la recons-truye en un alarde imaginativo. Los puntos salien-tes son:

-“un misterio lo más misterioso posible, con una solución lo más simple posible”.

-“un detective privado protagonista, un criminal tremendo antagonista, un confidente íntimo (y dejar siempre mal a la policía)”.

-lo demás de communi, “materia novelable lo más fina posible, caracteres, peripecias, apuntes de paisajes, notas psicológicas, ideas filosóficas, costumbres, ambientes ¡y paradojas!. It's all”.

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Pero lo que singulariza la obra de Chesterton (y también la de Castellani) es la intención a-pologética: “Esta misión me ha dado el Señor de explicar el catecismo a la merry England” y “¿Por qué no puedo yo, apologista católico, enseñar el Catecismo también en Scotland Yard?”.

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Esta referencia al gran autor inglés es interesante porque plantea una suerte de parentesco espiritual y arroja luz sobre la narrativa del propio Castellani, sobre su concepto de “lo policial”: “Los razona-mientos de Chesterton sobre la cosa más seria del mundo, la Ortodoxia -es decir la fe católica- son verdaderas razones y no juegos de palabras, pero son razones bailadas; es decir, juegos de ideas.Porque jugar no es necesariamente engañar. El hombre cuando juega finge, pero el niño al jugar hace una cosa importante y seria [...] Se puede ju-gar con fantasmas y jugar con cosas. Dios jugó con cosas cuando hizo el mundo [...] Y al hombre le es dado jugar con las ideas, fantasmas de las cosas”.

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Y en la referencia a los fantasmas, podemos comenzar a vislumbrar la punta de la madeja. Porque justa-mente ése es el título con que Cas-tellani (intencionadamente) designa a varios de sus cuentos y a su no-vela policial, vale decir, a sus relatos de enigma.

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La “teoría del fantasma”

Martita Ofelia y otros cuentos de fan-tasmas.

El enigma del fantasma en coche.

Psicología humana.

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MartaStutz

Sospechoso

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El “fantasma”En Martita Ofelia... el Padre Castellani hace refe-rencia a “un caso criminal que parece una ver-dadera historia de fantasmas”. ¿Qué lo lleva a hacer esta relación? Indudablemente, lo huidizo del criminal, que “escapó demoníacamente a esa ínfima sanción y vindicta social que es la pobre justicia de la Justicia humana” y “hoy está vivo y en libertad”. Pero hay también algo más, que roza la esencia incomprensible del crimen en sí, de es-te crimen, cualquier crimen de esa magnitud que “tiene refinamientos blasfemos de dolor deses-perante, fulgores sulfúreos de sacrilegio, y como obra de arte del diablo, añade y combina rasgos absurdos y grotescos”.

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Tras las huellas de “Jack el Destripador”

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El “fantasma”

Así como en sus lecciones de Psicología no desdeña Castellani hablar de la perver-sidad tanto como de la santidad, por el im-perativo de mostrar la naturaleza humana en su totalidad, las novelas policíacas vendrían a ser la contracara de sus escri-tos filosófico-teológico-apologéticos.

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El “fantasma” Es que la perversidad tiene su origen en la psicolo-gía humana, pero en los casos realmente aberrantes -piensa Castellani- hay algo más (recordemos, por ejemplo, la referencia que hace a un “sexual-maníaco que yo llamo espiritado” en un sentido quizá apro-ximado al de “poseído”); la misteriosa presencia de lo demoníaco, que potencia los fallos de la humana naturaleza caída: “Nuestra lucha no es contra la car-ne y la sangre, sino contra las tinieblas éstas, las po-testades invisibles que pueblan la región del aire y nos envenenan desde que nacemos”.“Lo demoníaco existe en el mundo: yo lo he topado. Los psicólogos lo llaman perversidad o satanismo, poco importa el nombre”. Leonardo Castellani. Psicología humana,

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El “fantasma”

Para el optimista Chesterton, la razón y el buen sentido asistidos por la fe, siempre triun-fan. Para el argentino, la razón humana puede llegar sólo hasta el umbral del misterio; para llegar a penetrarlo hace falta el salto de la fe. Y aquí ingresa nuevamente el fantasma, obje-to de credibilidad discutida, como encarnación del mal, como quintaesencia de malignidad.