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    ESPECIALES DE CRISTIANDAD CON EL P. CERIANI: LACUNZA POR CASTELLANI Radio CristiandadSaltaral contenidoRadio CristiandadLa Voz de la Tradicin Catlica 24 horas on-line para queCristo ReineInicio60 RAZONESPROTESTANTESVOCACIONES10 OBJECIONESLIBROS

    DIGITALESDIMISIN CERIANIESPECIALES DE CRISTIANDAD CON EL P. CERIANI: LACUNZAPOR CASTELLANI

    Lunes 4 octubre 2010por Radio CristiandadPresentamos a continuacin el texto de los Especiales de Cristiandad del mes deseptiembre 2010 que realizramos junto al P. Juan Carlos Ceriani. Podrnbajarlo, tanto texto como audio, desde nuestro sitio www.cristiandadfm.comAudios para escuchar:Lacunza por Castellani 1 parte:

    Lacunza por Castellani 2 Parte:

    Anexo:Sobre el Tercer Secreto de Ftima y las mentiras que rodearon las declaraciones

    de Juan Pablo II y Benedicto XVI:EL PADRE LACUNZA

    COMENTADO POR

    EL PADRE CASTELLANI

    La finalidad del presente trabajo es presentar los comentarios del PadreLeonardo Castellani a temas o puntos importantes de la obra del Padre ManuelLacunza La Venida del Mesas en Gloria y Majestad.

    Para ello utilizo dos libros del Padre Castellani:

    El Apocalipsis de San Juan. Cuarta Edicin. Ediciones Dictio. Buenos Aires,mayo de 1977. (Se cita de ahora en ms como Apocalipsis).

    Cristo, Vuelve o no vuelve? Segunda Edicin. Ediciones Dictio. Buenos Aires,noviembre de 1976. (Se cita de ahora en ms como Cristo).

    Proporciono en cada caso primero el texto del Padre Lacunza, resaltado en rojo,y a continuacin los comentarios del Padre Catellani.

    Antes de comenzar, leamos del Padre Castellani una breve referencia a la persona

    y a la obra del Padre Lacunza:

    Lacunza fue un jesuita americano, versadsimo en la Escritura, de vida santa yasidua oracin, a quien le toc la hrrida suerte de la expulsin de Amricaprimero, y despus la extincin total de su orden por Carlos III y el PapaClemente XIV.

    La impresin de esta catstrofe fue sin duda la que suscit en su alma decristiano nuevo la admirable intuicin, inanulable por errores parciales, queforma el fondo de su obra La Venida del Mesas en gloria y majestad, clsica enexgesis, honra de la ciencia americana, que nuestro Manuel Belgrano y suhermano el embajador hicieron publicar en Londres, por puro patriotismo

    americano, como decan entonces. (Cristo, Seccin Primera: La Parusa. 12 ElAnticristo de Lacunza, pgina 44).

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    Lacunza era cristiano viejo, de sangre navarra, nacido en Capilla Sagrario deChile en 1731, formado en la Universidad de Crdoba del Tucumn, desterrado porCarlos III junto con todos sus compaeros jesuitas americanos y despussuprimido como jesuita por Clemente XIV Papa; y muerto misteriosamente en unestanque o lago de Norditalia en 1810.

    Su libro debera haber sido ya liberado del Index, pues los motivos por los

    cuales se prohibi no tienen actualmente la menor vigencia.

    Estaba concluido segn parece en 1793, y el autor se queja de que copiasprematuras incorrectas se escaparon de sus manos, y llegaron al pas delPlata, donde suscitaron expectacin y muchos adherentes; pero la edicinprinceps de la vasta obra fue hecha en Londres en 1816 en la imprenta de Wood,callejn de Poppin, calle de Fleet por obra de su tocayo Belgrano, el creadorde la bandera argentina. (Apocalipsis, Visin Veinteava: La Nueva Jerusaln,pginas 253-254).

    Los temas o puntos del Padre Lacunza comentados por el Padre Castellani quepresento hoy son los siguientes: las Cuatro Bestias; el Anticristo, cuerpo o

    individuo?; el Falso Profeta; Babilonia; el Obstculo; la Nueva Jerusaln; y alfinal, un resumen de todo.

    1) LAS CUATRO BESTIAS

    Texto del Padre Lacunza:

    Yo no puedo convenir en que el misterio de las cuatro bestias sea el mismo queel de los cuatro metales de la estatua, si a lo menos no se considera esteltimo por otro aspecto muy diverso, o no se le aade alguna circunstanciasustancial y gravsima, que lo haga mudar de especie absolutamente.

    No por eso decimos, que las cuatro bestias no simbolicen cuatro reinos, y los

    mismos reinos de la estatua, si as se quiere, pues expresamente se le dijo alProfeta en medio de la visin. Estas cuatro bestias grandes son cuatro reinos,que se levantarn de la tierra.

    Lo que nicamente decimos es que simbolizan los cuatro reinos mirados por otroaspecto diverssimo del que se miran en la estatua.

    En esta se miran los reinos solamente por su aspecto material, es decir, por loque toca a lo fsico y material de ellos mismos, sin respecto o relacin con loespiritual.

    En las bestias al contrario, se miran los reinos por el aspecto formal, esto es,

    en cuanto dicen relacin a lo espiritual, como la dicen todos por precisin.

    Ms claro; en el misterio de la estatua se prescinde absolutamente de lareligin de los reinos, ni hay seal alguna en toda la profeca de donde poderinferir alguna relacin o respecto, o comercio de los reinos mismos con ladivinidad. Slo se habla de grandezas materiales, de conquistas, de pleitos, dedominacin de unos hombres sobre otros, de fuerza, de violencia, de destrozos,de enemistades, de amistades, de casamientos, etc.; y todo ello figurado pormetales de la tierra, por s mismos fros e inertes.

    Mas en el misterio de las bestias no es as, se divisan algunas seales nadaequvocas de religin, o de relacin a la divinidad, verbi gratia, el corazn de

    hombre, que se le da a la primera bestia, las blasfemias contra el verdaderoDios, la persecucin de sus santos, la opresin y humillacin de estos mismos,el consejo en fin, y tribunal extraordinario que se junta, en que preside el

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    Anciano de das, para juzgar una causa tan grave que parece por todas sus seasuna causa de religin, que inmediatamente pertenece a Dios.

    En suma, en el misterio de la estatua solamente se habla de los reinos por laparte que estos tienen de tierra, o de terrenos, sin otro respecto o relacin,que a la tierra misma; mas en el misterio de las bestias ya se representan estos

    reinos con espritu y con vida, por el respecto y relacin que dicen a ladivinidad; pero con espritu y vida de bestias salvajes y feroces, porque esterespecto y relacin a la divinidad no se endereza a darle el culto y honor quele es debido; sino antes a quitarle este culto, y a privarle de aquel honor.

    Estas dos cosas de que vamos hablando parecen necesarias y esenciales en unreino cualquiera que sea, esto es, lo material y terreno, que es todo lo quepertenece al gobierno poltico y civil, y lo formal o espiritual, que pertenecea la religin.

    Segn esto podemos ahora discurrir, sin gran peligro de alejarnos mucho de laverdad, que estas cuatro bestias grandes y diversas entre s, no significan otra

    cosa que cuatro religiones grandes y falsas, que se haban de establecer en losdiversos reinos de la tierra figurados en la estatua. (Segunda Parte. FenmenoII. Las Cuatro Bestias del captulo VII del Daniel).

    Comentarios del Padre Castellani:

    a) La idea nueva de Lacunza que las Cuatro Fieras de Daniel no son sino cuatroreligiones falsas tiene en contra la paladina palabra del texto (Daniel, VII,17). Pero las razones del exegeta sudamericano son fuertes: la principal es queuna repeticin variante de la Estatua Dismetlica sera superflua; y adems quelas dos visiones difieren radicalmente en su final. (Apocalipsis, Excursus I:Notas Crticas a la Segunda Parte, Tomo I de Lacunza, 1., pgina 271).

    b) Los exegetas modernos ven en estas Tubas netamente Herejas, aunque varen ensu designacin. Con razn, pues patentemente forman una cadena que termina en elAnticristo; son sucesos de malagero y no de buen auspicio; y no se puedenentender en literal crudo.

    Aqu viene bien exponer un lugar paralelo en Daniel, tal como lo ve Lacunza: lasCuatro Fieras.

    El Padre Lacunza dio del Captulo VII de Daniel una interpretacin nueva peromuy plausible.

    La interpretacin antigua era que esas Cuatro Fieras que por cierto desembocan

    en laParusa y el Anticristo eran los mismos Cuatro Imperios de la Visin muyanterior de la Estatua Multicompuesta.

    Lacunza dice que son cuatro Religiones falsas o Herejas.

    Segn Lacunza, las Cuatro Fieras, el Len, el Oso, el Leopardo y el MonstruoDisforme son el Paganismo, el Islamismo, la Protesta Luterana y el Filosofismoactual, que desemboca en el Anticristo.

    Se podra objetar que el ngel que le explica, le dice: Son Cuatro Reyes, osea Poderes Polticos (Daniel, VII, 17).

    La respuesta es que esas cuatro Herejas fueron calzadas y sostenidas porPoderes polticos.

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    El Len con alas de guila figura de los dolos asirios figura bien alPaganismo. Las alas le son arrancadas, se pone de pie como un hombre y adquiereun corazn de hombre.

    El paganismo, dice Lacunza, fue convertido por los Apstoles, se humaniz, sevolvi el sustento y cimiento del Cristianismo en Roma; y en todo el mundo que

    ella dominaba.

    El Oso devorador de muchas carnes que anda con tres huesos en la boca y surgeen un canto de la otra Bestia, representa a Mahoma y el Islam, grosero,apaador y brutal.

    El Leopardo con cuatro cabezas y cuatro alas como de ave sera elProtestantismo, que domin y domina an, aunque herido cuatro grandes nacionesde Occidente. El Leopardo es el animal herldico de Inglaterra. Y le fue dadodominio, dice el Profeta Y aun dominions.

    Surge despus una Bestia o Fiera espantosa, poderosa, portentosa, de pies de

    hierro, la cual asumi y describi con ms pormenores San Juan al fin de sulibro: la Fiera de los Diez Cuernos.

    Me parece que Lacunza tiene razn en decir que si estas Cuatro Fieras sonCaldea, Persia, Grecia y Roma como son sin duda las cuatro partes dismetlicasde la Estatua que so Nabucodonosor, esta Visin sera una repeticinsuperfina que no aade nada a la otra, a no ser si acaso confusin.

    Otra razn es que la Visin de la Estatua desemboca en la Primera Venida deCristo y fundacin de la Iglesia, mas esta de las Fieras termina evidentementeen la Segunda Venida y el Anticristo.

    Finalmente Lacunza nota que, para un Profeta, las Religiones son cosas ms

    vivientes que los reinos polticos; por lo cual las figura como vivientes(animales) y a los reinos como inanimados (metales).

    Si Dios pudo prever y revelar por Daniel el Imperio de Alejandro y el de Csar,sin duda tambin pudo saber del Protestantismo y otras revoluciones religiosas.(Apocalipsis, Visin Quinta: Las Sietes Tubas. Quinta Trompeta, pginas116-118).

    2) EL ANTICRISTO, CUERPO o INDIVIDUO?

    Texto del Padre Lacunza:

    Que ha de haber un Anticristo, que ste se ha de revelar y declararpblicamente hacia los ltimos tiempos, que ha de hacer en el mundo los mayoresmales, haciendo guerra formal a Cristo, y a todo cuanto le pertenece, veis aqutres cosas ciertas en que ningn cristiano puede dudar, son clarsimas, yrepetidas de mil maneras en las santas Escrituras del antiguo y nuevoTestamento.

    Mas qu cosa particular y determinada debemos entender por esta palabraAnticristo, que es tan general y tan indeterminada, que solo significa contraCristo?, qu especie de males ha de hacer?, de qu medios se ha de valer?, sonotras tres cosas que no deben estar tan claras en las Escrituras como las tresprimeras; pues las noticias o ideas que sobre ellas nos dan los doctores son tan

    varias, tan oscuras, y tan poco fundadas, como acabamos de observar.

    Quin sabe si toda esta variedad de noticias (ciertamente increbles, y aun

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    ininteligibles) se habrn originado de algn principio falso, que se haya miradoy recibido inocentemente como verdadero? Quin sabe, digo, si todo el mal haestado en haberse imaginado a este Anticristo como a una persona singular eindividua, y en este supuesto haber querido acomodar a esta persona todas lascosas generales y particulares que se leen en las Escrituras?

    Este principio, o este supuesto (o falso, o poco seguro), me parece que es el

    que ha hecho oscuras, inaccesibles, e impenetrables muchsimas de la noticiasque nos da la divina Escritura.

    Este principio ha hecho buscar al Anticristo, y aun hallarlo y verlo con losojos de la imaginacin, donde ciertamente no est, y al mismo tiempo no verlo ono conocerlo donde est.

    Qu se sigue de todo esto? Se sigue naturalmente, que con este principio, conesta idea y con este supuesto, llegamos a leer aquellos lugares de laRevelacin, donde se nos habla de propsito del Anticristo, y no le conocemos, ynos parecen dichos lugares llenos de confusin y de tinieblas, y pasamos sobreellos sin haber entendido ni aun sospechado lo que realmente nos anuncian.

    Habiendo, pues, considerado las noticias que parten de este principio, y nohallando en ellas cosa alguna en que asentar el pie, ninguno puede tener a malque busquemos otro sistema y procuremos asentar otro principio, con el cualpuedan acordarse bien, y fundarse slidamente las noticias que nos da laRevelacin; proponindolo en cualidad de una mera consulta al examen y juicio delos interesados.

    Segn todas las seas y contraseas que nos dan las santas Escrituras, y otrasnada equvocas que nos ofrece el tiempo, que suele ser el mejor intrprete delas profecas, el Anticristo, de que estamos tan amenazados para los tiemposinmediatos a la venida del Seor, no es otra cosa que un cuerpo moral, compuestode innumerables individuos, diversos y distantes entre s, pero todos unidos

    moralmente, y animados de un mismo espritu, contra el Seor, y contra suCristo.

    Este cuerpo moral, despus que haya crecido cuanto debe crecer por la agregacinde innumerables individuos; despus que se vea fuerte, robusto y provisto conabundancia de todas las armas necesarias; despus que se vea en estado de notemer las potencias de la tierra, por ser ya stas sus partes principales, estecuerpo, digo, en este estado ser el verdadero y nico Anticristo que nosanuncian las Escrituras.

    Pelear este cuerpo Anticristiano con el mayor furor, y con toda suerte de armascontra el cuerpo mstico de Cristo, que en aquellos tiempos se hallar sumamente

    debilitado, har en l los mayores y ms lamentables estragos, y si no acaba dedestruirlo enteramente, no ser por falta de voluntad, ni por falta de empeo,sino por falta de tiempo; pues segn la promesa del Seor, aquellos das sernabreviados.

    Por tanto, se hallar nuestro Anticristo, cuando menos lo piense, en el fin ytrmino de sus das, y en el principio del da del Seor. Se hallar con Cristomismo que ya baja del cielo con aquella grandeza, majestad y potencia terrible yadmirable con que se describe en el captulo XIX del Apocalipsis, en San Pablo,en el Evangelio, en los Salmos, y en casi todos los Profetas. (Segunda Parte.Fenmeno III. El Anticristo, 3).

    Comentarios del Padre Castellani:

    a) La idea que del filosofismo de su tiempo vendra la religin del Anticristo

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    me parece justa y confirmada por este siglo y medio pasado.

    Que el Anticristo deba ser un cuerpo moral o espritu es admisible y conciliablecon el que sea tambin una persona individual que al final lo encarna yencabeza; como consta por San Pablo, la Tradicin patrstica, y varios pasajesdel Apokalypsis. Nada impide y todo pide sean las dos cosas conjugadas en uno.(Apocalipsis, Excursus I: Notas Crticas a la Segunda Parte, Tomo I de Lacunza,

    3. y 4., pgina 271).

    b) El Anticristo ser a la vez una corporacin y una persona individual que laencarnar y gobernar:

    1) Una corporacin, porque eso dice la definicin que de l formula San Juan (I,IV, 3), a saber, spiritus qui solvit Jesum, espritu de apostasa: y decirun espritu esdecir un modo de ser que informa a cantidad de personas.

    2) Un individuo, porque San Pablo lo llama: el hombre de pecado, el inicuo, elhijo de la perdicin, que contrara y se levanta contra todo cuanto se dice Dios

    o culto, hasta llegar a sentarse en el templo de Dios, presentndose como Dios(II Tesalon, II, 3-4).

    Este ltimo texto es imposible de aplicar a un cuerpo colegiado de individuos,como la masonera o el filosofismo del siglo XVIII.

    Lacunza intenta acomodarlo con innegable habilidad, pero inconvincentemente.

    Texto del Padre Lacunza:

    Todo cuanto hemos trabajado hasta aqu en recoger y unir en un cuerpo moral lasdiversas piezas de que se debe componer el Anticristo, parecer sin duda untrabajo perdido, si no respondemos de un modo natural, claro y perceptible, a

    una gravsima dificultad que se halla en la Escritura; la cual ha parecido tandecisiva en favor de la persona individua y singular del Anticristo, que este hasido en realidad todo el fundamento de la opinin comn.

    La dificultad se puede proponer brevemente en esta sustancia. El Apstol SanPablo en todo el captulo II de su Segunda Epstola a los Tesalonicenses, hablaciertamente del Anticristo, aunque no lo nombre con esta palabra expresa yformal.

    Siendo esto as, tampoco se debe ni puede dudar que hable de una personasingular; ya porque esto suena en todas sus expresiones, y su modo de hablar: ya

    porque siempre habla en singular, y nunca en plural; ya en fin, porque dice delAnticristo algunas cosas particulares; una en especial que no puede competer amuchos individuos, sino precisamente a uno solo.

    () Esto es todo lo que dice San Pablo del Anticristo, lo cual hemos reservadode propsito para lo ltimo, por examinarlo aparte con mayor atencin.

    En toda la divina Escritura, aunque se lea cien veces, y se vuelva a leer otrasmil, no hay otro lugar sino este solo, que parezca favorecer la personaindividua y singular del Anticristo, habiendo tantos otros, que claramentecombaten y destruyen esta persona singular.

    Por tanto, este solo texto, como decamos poco ha, es todo el fundamento real enque estriba, y se hace fuerte la comn opinin.

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    Dicen que este texto es claro y los otros son oscuros: lo cual aunque fuesecierto en cuanto a la sustancia, de los misterios del Anticristo (que ni aun enesto es claro), podemos decir seguramente todo lo contrario, en cuanto a launidad o pluralidad de individuos en el mismo Anticristo.

    En este punto determinado, que es lo que ahora tratamos, el texto de San Pabloes oscursimo; y los otros son tan claros, que los mayores ingenios, empeados

    formalmente en acomodarlos a una persona singular, no lo han podido hasta ahoraconseguir.

    Para responder pues, a esta gran dificultad de un modo formal e inteligible,vamos por partes.

    Dos son los puntos nicos sobre que estriba toda ella:

    Primero: San Pablo habla del Anticristo en singular, no en plural, llamndolo elhombre de pecado, el hijo de perdicin, el cual se levanta aquel perverso

    Segundo: San Pablo dice de este hombre de pecado que se sentar en el templo de

    Dios, mostrndose como si fuese Dios: luego habla de una persona individua ysingular.

    Primeramente: parece innegable y fuera de disputa, que el hablar del Anticristoen singular y no en plural, como lo hace San Pablo, precisamente por hablar ensingular, nada puede probar contra el asunto ni en provecho ni en contra.

    Tan en singular se habla ordinariamente de un cuerpo moral, compuesto de muchosindividuos, como de una sola persona: y ambos modos de hablar son igualmentebuenos.

    En la Escritura Divina tenemos de esto ejemplares sin nmero, y el mismo SanPablo nos ofrece no pocos.

    () De estos ejemplares pudiera citar con poco trabajo material dos o tresmillares, porque ste es un modo propio de hablar en toda suerte de escriturassagradas y profanas, cuando se habla de muchos que moralmente componen un todo.

    () Supongamos ahora por un momento que el Anticristo ha de ser un cuerpo moral,como lo hemos considerado, en este caso; no seran verdaderas y propsimas lasexpresiones de San Pablo? No le convendran perfectamente bien a este cuerpomoral los nombres de el hombre de pecado, el hijo de perdicin, etc.?

    Parece que s, y mucho ms que s se hablase en plural, diciendo hombres depecado, hijos de perdicin.

    () En todo esto, lejos de hallarse impropiedad alguna, digna de reparo, sehalla por el contrario una suma propiedad: ni se concibe de qu modo msnatural, ni ms propio se poda hablar de un agregado anticristiano, de muchosindividuos unidos entre s, y animados de un mismo espritu, de un mismointers, de unas mismas intenciones.

    De este modo se habla con propiedad de una religin, y de una repblica, de unamonarqua: y de este modo se habla del cuerpo mstico de Cristo, que son todoslos fieles unidos entre s y animados del espritu mismo de Cristo. Si en estecuerpo falta la unidad, qu bien podremos esperar?

    De este modo podemos discurrir, mirando con atencin todo lo que el mismo

    Apstol dice del Anticristo en el lugar citado.

    () Aunque el primer punto de apoyo sobre que estriba (esto es, el hablar el

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    Apstol del Anticristo, no en plural, sino en singular) no sea tan slido yfuerte, que baste por s solo para sustentarla, mas queda el otro punto slido yfirmsimo que parece imposible hacerlo ceder; y mientras este no cediese, todala dificultad queda en pie, y por consiguiente cae todo el grande edificio quese ha levantado hasta las nubes sobre este solo fundamento.

    Aun permitido y concedido, se podr decir, que las palabras y expresiones de que

    usa el Apstol, pueden acomodarse igualmente bien a un cuerpo moral, que a unindividuo singular; mas entre ellas hay una que no admite otro sentido que el dela persona individua y singular, y siendo esto as, sta sola debe explicar atodas las otras.

    Si sta sola habla ciertamente de una persona individua y singular, se debeconcluir legtima y evidentemente, que todas las dems hablan en el mismosentido: pues todas caminan a un mismo objeto.

    Examinemos, pues, este gran fundamento con atencin particular.

    Entre las cosas particulares que dice San Pablo del hombre de pecado, del hijode iniquidad, o del Anticristo, una es, que no solo se opondr, sino que seelevar sobre todo lo que se llama Dios, o que es adorado de tal modo, que sesentar en el templo de Dios, mostrndose como si fuese Dios.

    Este sentarse en el templo de Dios, mostrndose como si fuese Dios, solamentepuede competir a una persona individua y singular: luego el hombre de pecado, elhijo de iniquidad, o el Anticristo debe ser, segn San Pablo, un hombreindividuo, o persona singular.

    A este solo punto de apoyo se reduce el fundamento de la opinin comn.

    Ahora pregunto yo: esta parte del texto de San Pablo, o esta noticia particular,de manera que se sentar en el templo de Dios, mostrndose como si fuese Dios,es clara o inteligible en todas sus partes, o no lo es?

    Si no es perfectamente clara e inteligible, no puede servir de apoyo, ni serfundamento para afirmar una cosa tan grande, tan repugnante al sentido comn ytan opuesta a todas las ideas, que en tantas otras partes nos da del Anticristola Divina Escritura.

    No es oscuro, responden, sino claro y perceptible a todos; ni admite otrosentido literal y obvio, que el de una persona singular. Los otros lugares que

    se hallan en la Escritura, y que parece hablan de muchas personas, estos s sonoscuros, y muchos de ellos puras metforas, cuyo verdadero sentido es reservadoa Dios.

    Ahora bien, si es claro y perceptible a todos, deber ser clara y perceptible laexplicacin.

    En este supuesto, se pregunta en primer lugar, de qu templo de Dios habla SanPablo?

    O habla de templo solo espiritual, figurado y metafrico, o habla de algntemplo material y manufacto.

    Entre estos dos templos no parece que hay medio. Si habla en el primer sentido,el texto nada prueba en favor, antes prueba en contra; pues en el mismo sentidoen que se tomase la palabra templo, se deber tomar el hombre de pecado, que se

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    sienta en l, y tambin el asiento mismo, y la accin de sentarse, etc.

    Si se habla de templo material, y manufacto, se vuelve a preguntar qu temploser ste?

    Resuelven, que ser el templo mismo de Jerusaln, pues en tiempo de San Pablo nohaba en toda la tierra otro templo material de Dios.

    Se debe suponer antes de pasar a otra reflexin, que San Pablo no habla aqu deaquel mismo individuo templo que exista en su tiempo; pues en este caso hubierasido mal profeta; ni San Pablo poda ignorar que aquel individuo templo de Dios,deba destruirse en breve, as por la profeca de Daniel, captulo IX, que esbien clara, como por la profeca clarsima del mismo Cristo que dijo, hablandodel templo: no quedar aqu piedra sobre piedra, que no sea derribada.

    Conque si el Apstol habla del templo de Jerusaln, es preciso que hable de otrotemplo todava futuro. Cual es ste? Es, dicen con gran formalidad, el queedificar el mismo Anticristo, cuando ponga su corte en Jerusaln.

    ptimamente. Y esta noticia es cierta y segura? Se ha sacado de algn pblicoarchivo conocido por infalible? Sabemos que no hay otro archivo de donde sacarnoticias de futuro, que la revelacin contenida en la Biblia Sagrada. Cul es,pues, la revelacin sobre esta noticia particular? Ser acaso este mismo lugarde San Pablo, despus de entendido y acomodado al intento?

    Increble parece; mas la verdad es, que no se seala otro ni parece posiblesealarlo, porque no lo hay en toda la Biblia Sagrada; antes hay no pocos paraafirmar todo lo contrario.

    Ved aqu uno que vale por mil. El profeta Daniel, captulo IX, hablando de lamuerte del Mesas y de sus resultas, dice as: ser muerto el Cristo, y no serms suyo el pueblo que le negar. Y un pueblo con un caudillo que vendr,

    destruir la ciudad, y el santuario, y su fin estrago, y despus del fin de laguerra vendr la desolacin decretada y durar la desolacin hasta laconsumacin y el fin.

    Si la desolacin de Jerusaln, y de su templo debe perseverar hasta laconsumacin, y hasta el fin, en qu tiempo edificar este judo Anticristo laciudad y el templo que desolaron los Romanos?

    Si antes de la consumacin y del fin, falsificar la profeca, y ser sta unade sus mayores proezas.

    Si despus, ser todava mayor proeza, como es salir del infierno para edificar

    el templo, y la ciudad.No veis, Seor, con vuestros ojos la suposicin e inconsecuencia?

    () El texto de San Pablo, que es el nico fundamento, no es tan claro a favorde una persona singular, que no necesite de nuevo examen; y este examen es elque deseamos y pedimos, si bien otros autores modernos que ya he indicado, hannegado a su arbitrio, y procurado probar, que por Anticristo no se entiende unindividuo solo.(Segunda Parte. Fenmeno III. El Anticristo, 15).

    Sigue el Comentario del Padre Castellani:

    Como todo investigador genial, Lacunza camina flechado siempre a su propiaintuicin, sin mirar nada fuera de ella.

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    Lacunza abog reciamente la tesis de que el Contracristo no ser un hombreparticular, sino un cuerpo moral con unidad de doctrina y nimo aposttico;tesis que tiene antecedentes patrsticos; fue exagerada por los protestantes; yes comn en los exegetas modernos (Vase: Hallo, LApocalipse, por ejemplo).

    Le daba en rostro a Lacunza, con razn, la especie de novela exegtica que labaja antigedad nos haba trasmitido acerca del gran Emperador Judo, de la

    tribu de Dan, que reinar en Babilonia o en Jerusaln, destruir Roma ygobernar el mundo; de cuya historia escribi Maluenda un centn voluminoso,imaginativo y pintoresco, y Leonardo Lesio un interminable tratado.

    A la pregunta hombre o espritu? podemos responder: que el Anticristo ser unhombre y una persona determinada, Cornelio Alapide, en II Thessa, II, 3, lo dacomo cierto, y aun de fe. Que tambin ser un cuerpo social, un ente colectivo,un espritu objetivo, nos parece actualmente tambin cierto, por las razones enel texto aducidas. (Cristo, Seccin Segunda: El Anticristo. 8. Las Dos Bestias,pginas 35-36).

    c) Todos los Santos Padres vieron en el Anticristo o Fiera del Mar una persona

    humana, como Juliano o Antoco el misterioso Emperador Plebeyo, no undemonio o un cuerpo moral.

    Fue en el Renacimiento cuando surgi la colectivizacin de la Fiera, elAnticristo impersonal, que encontr en nuestros das su mayor sostenedor enLacunza; aunque est ya indicada en el donatista Tyconius, en el siglo IV, elcual ve en el Anticristo el conjunto de las fuerzas del Mal, encarnadas sinembargo al fin de los tiempos en un Rey perverso.

    Algunos exegetas catlicos adoptaron esa idea del movimiento, ideologa, ocuerpo moral para descartar la exgesis rabiosa de Lutero de que el Anticristoera el Papa.

    Floja defensa. Por lo dems, la exgesis protestante en masa la adopt despus,sustituyendo simplemente el Papa por el Papado; y aduciendo los dos lugares enque San Juan en sus Epstolas habla del Anticristo como de un espritu.

    Es fcil de ver que las dos cosas, un movimiento y un hombre, de suyo no seexcluyen necesariamente.

    Por lo dems, basta leer los textos del APOKALYPSIS y de San Pablo en la IIThess. para ver que all se designa evidentemente a una persona individual (Ver,por ejemplo, Newman, Tract. 35, The Antichrist)

    Segn San Pablo, hay algo que ataja la manifestacin y el triunfo (la gran

    Apostasa) del Anticristo; cuyo espritu sin embargo ya entonces est en obra;como lo nota tambin San Juan: muchos se han hecho ahora Anticristos.

    Ese algo San Pablo lo pone en neutro y en masculino, participio presente: Loque ataja y el Atajador.

    Los antiguos Padres, vieron el Obstculo en el Imperio Romano, que con suorganizacin poltica, su genio jurdico, su disciplinado ejrcito y su frreoorden externo, impeda la explosin de la Iniquidad siempre latente; y en elmasculino participio presente, al Emperador.

    As como el Katjon fue a la vez un cuerpo moral y un hombre que lo encabeza,as ser el Anticristo.

    Las razones que da Lacunza en pro del Anticristo impersonal alcanzan a probartan slo que tambin puede haber eso; o mejor dicho, que debe haberlo; pues es

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    una ley de la historia que las Cabezas o Caudillos son engendrados por unmovimiento, al cual a su vez ellos organizan e informan, en causalidadrecproca; como Hitler y el prusianismo alemn, Mussolini y el nacionalismoitaliano, Napolen y la Revolucin Francesa, y as sucesivamente.

    Cuando Lacunza o Eyzaguirre dicen el Anticristo es la Masonera por ejemplo,les bastara aadir: y su Jefe no que yo lo crea para reconciliarse con los

    textos bblicos; los cuales de otra manera quedan extraadamente distorsionados.

    Lacunza acierta en ver al movimiento del siglo XVIII llamado enciclopedismo,filosofismo o iluminismo como el movimiento ms anticristiano que ha habido enla Historia; el cual se atrevi a calificar a Cristo de El Infame. Esemovimiento universal ha llegado empeorado a nuestros das.

    Ni el culto de Satn tiene la sutil malicia y total falsificacin de la verdadque tiene esta hereja adulteradora de todo el cristianismo.

    Otros elementos del ejrcito anticrstico como la Masonera, la magia y elSatanismo no se niegan con esto.

    Es probable que el intento de Lacunza no sea excluir que esa maquinariaanticristiana tenga una cabeza lo cual es obvio sino solamente excluir laimagen novelesca y extravagante del Anticristo que se hicieron los siglosmedios.

    Lacunza no obtiene con su prolija argumentacin del Fenmeno III, prrafo XVla prueba de que el texto de San Pablo no se refiere a un hombre singular;aunque si obtiene que no es ese singular que fantase la novelstica devota dealgunos telogos del Medievo.

    No anduvo mal Tyconius en el siglo VI al ver en el Anticristo todas las fuerzasdel Mal encabezadas y como encarnadas en un Rey perverso. Es la Ciudad del

    Hombre de San Agustn, opuesta a la Ciudad de Dios, que halla finalmente su Jefey se organiza en l. (Apocalipsis, Excursus G: El Anticristo personal, pginas150-155).

    d) El Anticristo protestante

    El advenimiento del Protestantismo produjo una variacin sustancial en laexgesis del Anticristo. Lutero aplic laterrible etiqueta escatolgica al Papado, con lo cual es el primero que poneexplcitamente en el tapete las dos tesis importantes visibles en algunosPadres, como en Beatus de Libana de que:

    1. El Anticristo no es un hombre singular, sino una institucin;2. La Iglesia fundada por Jesucristo puede corromperse, y de hecho se corromperen los ltimos das.

    Por supuesto, esta ltima tesis es muy delicada para un catlico vase lacautela con que la propone Lacunza, y para muchos, omnmodamente nefanda.

    Como la propone Lutero, es hertica y contra la Escritura.

    Est ah la gran promesa de Cristo sobre las Puertas del Infierno.

    La frase Ecclesia de medio fiet, del primer comentor del Apokalipsis, San

    Justino Mrtir, se debe interpretar en el sentido de una casi extincin, no deuna corrupcin. Cuando vuelva el Hijo del Hombre, creis que hallar fe en latierra? (Lc XVIII, 8).

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    La exgesis protestante se encarniz por ms de un siglo contra el Papado,estribando fuertemente en la interpretacin del ngel de la Visin 13 delApokalipsis, o sea, la Visin de la Gran Ramera.

    Sin ninguna duda, la ciudad que el ngel all designa es Roma.

    La evasiva necesaria de esta exgesis no tiene ms remedio que referirla: o a laRoma pasada exclusivamente, o bien a una Roma futura, imaginaria y transformada;es decir, o bien a la Roma tnica, que San Pedro apellid Babilonia, o bien auna Roma renegada, sede del Anticristo, que pudo imaginar, daprs Lacunza, HugoWast.

    Lacunza liber una verdad prisionera del Protestantismo.

    Es sabido que el pretexto y el pathos que sostuvo la somera armaznheterodogmtica de Lutero y la ms rgida de Calvino fue la corrupcin de laRoma renascente y el mundanismo de la Roma papal; lo cual, es cierto, no eran

    meras calumnias, aunque tampoco era aquello que exageraban los vociferantesreformadores.

    Naufragado el dogma luterano (ver Bossuet, Histoire des Variations) y convertidoen siniestro espritu maniqueo de la sociedad capitalista el calvinismo, lo quequeda hoy del Protestantismo no es ms que ese pretexto y ese pathos que fueraantao su recndita alma.

    De modo que Chesterton pudo definir el anglicanismo como una mezcla negativa deanticlericalismo y antirromanismo, o sea, orgullo racial nrdico y furorantisacerdotal.

    Lacunza ha liberado del horror de la soberbia protestante la amarga verdad de laparbola de la cizaa, que permanece mezclada al trigo sin poder ser arrancadani por los ngeles hasta el fin del siglo.

    En esta cizaa tropez Lutero, quien quiso arrancarla y la desparram. (Cristo,Seccin Primera: La Parusa. 11 El Anticristo protestante, pginas 42-43).

    e) El Anticristo de Lacunza

    Lacunza juzg que el Anticristo era el filosofismo del siglo XVIII, en lo cualno creemos haya errado mucho, como se ver en su lugar.

    Terriblemente resentido et pour cause en su corazn y horrorizado ante losprdromos de la Revolucin Francesa; el Papa Benedicto XIV cartendose conVoltaire; y el licencioso cardenal de Bernis (Babet la Bouquetire), hechura deChoiseul y amigo de la ramera Pompadour, intrigando en Roma, no vacil enaplicar la terrible visin de la Meretriz Magna ebria de vino sacrlego yentregada a los reyes de la tierra a Roma; no la tnica pasada, sino unaRenegada futura, obtenida por prolongacin de lneas de su Roma coeva;prolongacin que por suerte no se verific.

    Digo que al hacer esto sin escndalo ni pasin de nimo, antes con bastantehumildad y prudencia libero una verdad evanglica cautiva de la teologaprotestante; porque rechcese, si place, su opinin de exegeta, no se puede

    negar la eficacia de su ciruga de apologeta.

    En efecto, al pobre protestante que no tiene ms excusa de su escisin que los

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    escndalos terribles del pasado, le contesta tranquilamente: Eso no es nada allado de lo que puede lleguemos a ver. Eso no es sino la cizaa del enemigoentre el trigo del paterfamilias, que ms bien prueba que desprueba lainstitucin divina de la Iglesia.

    Es la retortio argumenti, la gallarda manera de argumentar del Rey de losApologistas, el Africano.

    Eso args? Pues, yo os concedo eso y estotro, que es mucho ms; y en estotroest la clave de lo que os choca y ofusca.

    Es el mtodo del De Civitate Dei contra los paganos.

    El Anticristo es probablemente el filosofismo del siglo XVIII, prolongacin dela pseudorreforma protestante y precursor de esta nueva religin que vemosformndose hoy da ante nuestros ojos, llmese como se quiera (modernismo,aloguismo, antropolatra), que ser sin duda la ltima hereja, pues no se puedeir ms all en materia de herejas.

    Y el Anticristo ser tambin un hombre singular, dado que todo espritu objetivono existe ni acta sino encarnado, y todo gran movimiento histrico suscita unhombre.

    Todo gran movimiento sociolgico suscita y reviste una cabeza para ser formado;como, por ejemplo, Mussolini cre y a su vez fue criatura del nacionalismoitaliano.

    Eso es una ley histrica obvia, que expuso Carlyle en su Hero and Heroworship.

    Esta sntesis de la vieja tesis patrstica del Anticristo personal con laanti-tesis lacunziana, es bien probable, por no decir cierta.

    As pasan las cosas en la historia humana. (Cristo, Seccin Primera: La Parusa.12 El Anticristo de Lacunza, pginas 44-46).

    f) Siete Cabezas y Reinos y Diez Reyes

    Textos del Padre Lacunza:

    Figurmonos ahora de otro modo diverso al Anticristo que esperamos, o por mejordecir, tememos, no ya como un triste judo, recibido de sus hermanos por su reyy Mesas, no ya como un monarca universal de toda la tierra, ni tampoco como unapersona singular, sino como un gran cuerpo moral, compuesto de millares depersonas diversas y distintas entre s, mas todas unidas y de acuerdo para

    ciertos fines; todas animadas de aquel espritu fuerte, inquieto, audaz yterrible, que divide a Jess; todas armadas, y ya como en orden de batalla,contra el Seor, y contra su Cristo.

    En este Anticristo, as considerado, se entienden al pronto con gran facilidadtodas las cosas, que para los tiempos ltimos nos anuncian en general lasEscrituras, y se entiende en particular todo el misterio de la bestia de quevamos hablando.

    En este Anticristo se comprende bien, lo primero, la metfora de siete cabezasen una bestia; se concibe, digo, como siete cabezas diversas entre s, o sietefalsas religiones que pueden entrar en una misma idea o proyecto particular, seunirn para esto en un solo cuerpo, esto es, para hacer guerra en toda forma al

    cuerpo y Cristo, y a Cristo mismo, no en alguna parte determinada de la tierra,sino en toda ella y a un mismo tiempo.

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    Se comprende bien lo segundo, la metfora de los diez cuernos todos coronados; yse concibe sin dificultad, como diez o ms reyes, o por seduccin o por malicia,pueden entrar en el mismo sistema o misterio de iniquidad, prestando a labestia, compuesta ya de siete, toda su autoridad y potestad (Apoc. XVII, 13),ayudndola para aquella empresa del mismo modo que ayudan sus cuernos a un toropara herir y hacerse temer.

    Se concibe en fin, como una de las siete cabezas, o una de las siete bestiasunidas, puede recibir algn golpe mortal, y no obstante ser curada la llagametafrica por la caridad y solicitud, industrias y lgrimas de sus hermanas.

    Todo esto se concibe sin dificultad; y si no podemos asegurarlo con todacertidumbre, podemos a lo menos sospecharlo, como sumamente verosmil; y de lasospecha vehemente pasar a una ms atenta y ms vigilante observacin.

    Esto es lo que yo pretendo en todo este escrito, y lo que tantas veces nosencarga el Evangelio.

    Para no repetir aqu lo que queda dicho en otra parte, sera conveniente y an

    necesario leer otra vez todo el prrafo VII del fenmeno antecedente, trayendotambin a la memoria lo que dijimos sobre las cuatro bestias de Daniel.

    Estas cuatro bestias tienen una relacin tan estrecha con la bestia delApocalipsis, que ms parece identidad que parentesco.

    El misterio es seguramente el mismo sin diferencia sustancial; de modo, queaquellas cuatro una vez conocidas, nos abren la inteligencia de esta ltima; yesta ltima conocida por aquellas cuatro, las explica ms, las aclara ms, y lesda un cierto aire de viveza tan natural, que parece imposible moralmentedesconocerlas. Por consiguiente, tambin parece imposible, moralmente hablando,distinguir el un misterio del otro.

    Yo a lo menos no hallo otra diferencia, sino que el Profeta toma a las bestiascada una de por s, mirando a cada una separadamente desde su nacimiento, ysiguindola en espritu desde su tiempo hasta otro; San Juan por el contrariolas toma todas juntas, y unidas en un mismo cuerpo, como que solamente lasconsidera en el estado de madurez y perfeccin brutal, que han de tener en losltimos tiempos; pues estos ltimos tiempos son el asunto inmediato y nico desu profeca. En lo dems el Profeta y el Apstol van perfectamente conformes.

    San Juan dice, que la bestia que vio, tena siete cabezas, que es lo mismo quedecir, ni s que otra cosa se pueda decir ms natural, que a siete bestiasdiversas entre s, las vio unidas en un mismo cuerpo, y animadas de un mismoespritu.

    Daniel, aunque solo nombra cuatro, mas estas cuatro son siete en la realidad,pues la tercera que es el leopardo, se compone de cuatro; y estas cuatro con lasdos primeras, leona y oso, y con la ltima terrible hacen siete.

    San Juan dice de su bestia, que era semejante a un leopardo con boca de len ypies de oso; conque la compara al mismo tiempo, y la asemeja al len, oso yleopardo.

    Estas son puntualmente las tres primeras bestias de Daniel: mejor diremos lasseis primeras, pues en el leopardo se incluyen cuatro, escondidas y cubiertascon una misma piel, que no se conocen, si no sacaran fuera las cabezas.

    A la bestia que falta no se le halla semejanza con las otras bestias conocidas,y por eso no se le pone nombre, ni en el Apocalipsis, ni en Daniel: solo dice

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    este Profeta, que no tena semejanza alguna con las otras; y era desemejante alas otras bestias, que yo haba visto antes de ella.

    San Juan dice de su bestia, que la vio salir del mar; lo mismo dice Daniel desus cuatro bestias, y casi con las mismas palabras.

    San Juan nos representa su bestia con diez cuernos todos coronados; lo mismo en

    sustancia hace Daniel, con sola esta diferencia, que pone los diez cuernos en lacabeza de la ltima bestia, porque a sta la considera en s misma, y comoseparada de las otras; mas San Juan, que la considera unida con las otras, yformando entre todas un solo cuerpo, o una sola bestia, pone todos los diezcuernos en esta bestia, o en este conjunto, sin decirnos en particular si estntodos en una cabeza, o repartidos entre todas, o todos en cada una.

    Los diez cuernos, dice Daniel, y lo mismo dice San Juan, significan diez reyes(sea ste un nmero determinado, o indeterminado, hace poco a la sustancia delmisterio).

    Estos diez cuernos los vio Daniel en la cabeza de su ltima bestia, que esvisiblemente la que debe hacer el papel o figura principal en esta tragedia;porque si esta bestia se considera en s misma, prescindiendo de las otras, loscuernos parece que han de ser propios suyos; ella los ha de criar, y sustentar,y arraigar con grandes cuidados, como que le son infinitamente necesarios paraponer en obra sus proyectos.

    Mas cuando esta bestia se trague las otras, es decir, cuando traiga a su partidoun nmero suficiente de individuos pertenecientes a las otras bestias; cuandoles haga entrar en sus impas ideas; cuando en todas las partes del mundo hagadeclararse formalmente contra Cristo muchos gentiles, muchos Mahometanos, yprincipalmente muchsimos cristianos de los que pertenecen al falso

    cristianismo, aquellos cuyos nombres no estn escritos en el libro de la vidadel Cordero; cuando en suma, todos estos formen con ella un solo cuerpo, y seananimados de un mismo espritu (que es el estado en que los considera San Juan)entonces todos los cuernos sern comunes a todas las cabezas, o a todas lasbestias unidas; todas herirn, o espantarn con ellos; y todo aquel cuerpo deiniquidad estar como en seguro por los cuernos; ser como una consecuencianecesaria, que tiemble en su presencia toda la tierra; que se rindan sushabitadores, y que le hinquen la rodilla, diciendo: quin hay semejante a labestia? y quin podr lidiar con ella? (Segunda Parte. Fenmeno III. ElAnticristo, 7).

    Dos anotaciones (u objeciones)

    Primera anotacin: En el prrafo IV se traen aquellas palabras de la epstolaprimera de San Juan, espritu, que divide a Jess, como la propia definicin delAnticristo, y se dice, que estas palabras no suenan otra cosa en su propio ynatural sentido, que la apostasa verdadera de la religin cristiana que antesse profesaba.

    No obstante, desde el prrafo VII se empieza a hablar de una bestia de sietecabezas, como que sta es el verdadero Anticristo; mas entre estas sietecabezas, solo cinco hay a quienes pueda competir el dividir a Jess o laapostasa, pues las otras dos, que son el mahometismo y la idolatra, como notienen atadura alguna con Jess, tampoco pueden desatarlo, o desatarse de l.

    O estas dos cabezas de la bestia no vienen al caso, o no es justa la definicin.

    Respuesta: En varias partes de este fenmeno hemos advertido, que la expresin

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    dividir a Jess, no solamente la tomamos en sentido pasivo, sino tambin yprincipalmente en sentido activo.

    El dividir a Jess, en sentido pasivo ser como el fondo del Anticristo, y comola primera diligencia necesaria, para que sobre este fondo se forme todo elAnticristo; ms despus de formado enteramente, despus de unidas en un cuerpotodas sus diferentes piezas, el dividir a Jess ser principalmente en sentido

    activo, procurando desatarlo de todos cuantos se hallaren en el mundo atados dealgn modo con l, y haciendo para esto una guerra viva al cuerpo delCristianismo y a Cristo mismo.

    Por eso San Pablo pone primeramente la apostasa, y despus la revelacin delhombre de pecado, como que la apostasa es el primer paso necesario para que elAnticristo se forme enteramente y se rebele, o declare pblicamente.

    Ahora, para hacer esta guerra a Cristo con buen suceso en todas las partes delmundo, le ser absolutamente necesario al cuerpo de apstatas, fuera de lascinco cabezas que salieron de entre nosotros (I Joan. II, 19), y ya estnunidas, unir tambin otras dos ms, esto es, muchsimos individuos principales,

    que pertenecen al mahometismo y a la idolatra.Estos, aunque no se verifique en ellos el dividir a Jess pasivamente; mas loverificarn activamente; pues tambin desatarn a Jess, o procurarn desatarlo,respecto de muchsimos cristianos que entonces se hallarn entre ellos.

    As, la definicin general parece justa.

    Segunda anotacin: Las siete cabezas de la bestia del captulo XIII delApocalipsis, se explican diciendo, que simbolizan siete falsas religiones, omuchos individuos de cada una de ellas unidos moralmente en un cuerpo, yanimados de un mismo espritu contra el Seor, y contra su Cristo.

    No obstante, en el mismo Apocalipsis captulo XVII se hallan explicadas en otromodo estas cabezas: las siete cabezas que viste en la bestia, se le dice a SanJuan, son siete montes, y tambin siete reyes (Apoc. XVII, 9 y 16).

    Respuesta: En el captulo XIII del Apocalipsis se habla en general delAnticristo y de su misterio de iniquidad; mas en el captulo XVII se habla enparticular de un solo suceso perteneciente nicamente a la ciudad de Roma.

    Para aquel misterio general, y para este suceso particular, se usa de una mismametfora, por la relacin o conexin que debe tener lo uno con lo otro.

    As, no es maravilla que las cabezas de la bestia metafrica simbolicen una cosa

    en el misterio general del Anticristo y otra cosa diversa en el misterioparticular de la mujer; pues aun en este misterio particular vemos en el textomismo dos smbolos diversos de las mismas cabezas, esto es, siete montes y, almismo tiempo, siete reyes: aqu hay sentido que tiene sabidura, las sietecabezas son siete montes, sobre los que est sentada la mujer; y tambin sonsiete reyes.

    En el captulo XIII, donde no se habla de esta mujer, la cual slo al ltimo deeste misterio general vino en memoria delante de Dios, para darle el cliz delvino de la indignacin de su ira (Apoc. XVI, 19.); en este captulo, digo,queris que las cabezas de la bestia signifiquen siete montes y siete reyes?(Segunda Parte. Fenmeno III. El Anticristo, Dos Anotaciones).

    Comentarios del Padre Castellani:

    1) Algunos Padres interpretaron las Siete Cabezas como siete emperadores

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    romanos, cinco pasados, ms el que entonces imperaba, ms uno muy malo que habade venir posterior a Juan y su libro; el cual, unos dijeron era Domiciano, otrosDiocleciano, otros Nern redivivo, o Galba, o Nerva; pues hasta hoy no hayacuerdo desde dnde hay que empezar a contar, si de Julio Csar, o Augusto, oTiberio.

    Pero algunos Padres (como Andrs de Cesrea) se empearon en interpretarantitypicamente siete imperios sucesivos (como los de Daniel) desde Cristo alAnticristo; como si dijramos hoy Constantino, Carlomagno, Barbarroja, CarlosQuinto. No va con el texto; el cual los indica simultneamente.

    Desde Ireneo hasta Lacunza, pasando, por Lactancio, los principales intrpretesven aqu siete reinos y diez republiquetas de los ltimos tiempos, existiendosimultneamente. (Apocalipsis, Visin Decimosexta: La Gran Ramera, pgina 220).

    2)Los 10 Cuernos de Daniel se transforman en Siete Cabezas y 10 Cuernos sobreellas en San Juan, Conciliable: es un nmero indeterminado de poderes polticos

    que dependen de siete principales. (Apocalipsis, Excursus I: Notas Crticas a laSegunda Parte, Tomo I de Lacunza, 5., pgina 271).

    3) EL FALSO PROFETA

    Texto del Padre Lacunza:

    Esta bestia de dos cuernos, nos dicen con gran razn los intrpretes delApocalipsis, que ser el pseudo-profeta del Anticristo.

    Mas as como hacen al Anticristo una persona individua y singular, as del mismomodo conciben a su falso profeta.

    Muchos piensan que ste ser algn obispo apstata, parecindoles ver en sus doscuernos como de cordero, un smbolo propio de la mitra.

    () ste es, segn ellos, el misterio encerrado en esta metfora; ni hay otracosa que poder pensar ni sospechar. Mas los que no podemos concebir alAnticristo como una individua persona, cmo podremos concebir en esta forma asu pseudo-profeta? Los que miramos en la primera bestia un cuerpo moral, o unagran mquina compuesta de muchas piezas diferentes, cmo podremos, guardandoconsecuencia, mirar otra cosa en la segunda?

    () Esta bestia nueva, lejos de significar un obispo particular, o un hombreindividuo y singular, significa y anuncia, segn la expresin clara del mismo

    Cristo, un cuerpo inicusimo y peligrossimo, compuesto de muchos seductores: selevantarn (dice) muchos falsos profetas y darn grandes seales y prodigios

    Pues esta bestia nueva, este cuerpo moral, compuesto de tantos seductores, sersin duda en aquellos tiempos infinitamente ms perjudicial, que toda la primerabestia, compuesta de siete cabezas, y armada con diez cuernos todos coronados.

    No espantar tanto al cuerpo, o al rebao de Cristo la muerte, los tormentos,los terrores y amenazas de la primera bestia, cuanto el mal ejemplo de los quedeban darlo bueno, la persuasin, la mentira, las rdenes, las insinuacionesdirectas o indirectas; y todo con aire de piedad y mscara de religin, todoconfirmado con fingidos milagros, que el comn de los fieles no es capaz dedistinguir de los verdaderos.

    Es ms que visible a cualquiera que se aplique a considerar seriamente estabestia metafrica, que toda ella es una profeca formal y clarsima del estado

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    miserable en que estar en aquellos tiempos la Iglesia Cristiana, y del peligroen que se hallarn aun los ms de los fieles, aun los ms inocentes, y aun losms justos.

    Considerad, amigo, con alguna atencin todas las cosas generales y particularesque nos dice San Juan de esta bestia terrible, y me parece que no tendrisdificultad en entender lo que realmente significa, y lo que ser o podr ser en

    aquellos tiempos de que hablamos la bestia de dos cuernos.

    El respeto y veneracin con que miro, y debemos mirar todos los fielescristianos a nuestro sacerdocio, me obliga a andar con estos rodeos, y ciertoque no me atreviera a tocar este punto, si no estuviese plenamente persuadido desu verdad, de su importancia, y aun de su extrema necesidad.

    S, amigo mo, nuestro sacerdocio; ste es, y no otra cosa el que viene aqusignificado, y anunciado para los ltimos tiempos debajo de la metfora de unabestia con dos cuernos semejantes a los del cordero.

    Nuestro sacerdocio, que como buen pastor, y no mercenario, deba defender elrebao de Cristo, y poner por l su propia vida, ser en aquellos tiempos sumayor escndalo, y su mayor y ms prximo peligro.

    Qu tenis que extraar esta proposicin? Ignoris acaso la historia?Ignoris los principales y ms ruidosos escndalos del sacerdocio hebreo?Ignoris los escndalos horribles y casi continuados por espacio de diez ysiete siglos del sacerdocio cristiano?

    Quin perdi enteramente a los judos, sino su sacerdocio? () Ahora digo yo:este sacerdocio lo era acaso de algn dolo o de alguna falsa religin? Habaapostatado formalmente de la verdadera religin que profesaba? Haba perdido lafe de sus Escrituras y la esperanza de su Mesas? No tena en sus manos las

    Escrituras? No poda mirar en ellas como en un espejo clarsimo la verdaderaimagen de su Mesas, y cotejarla con el original que tena presente?

    S, todo es verdad; mas en aquel tiempo y circunstancias, todo esto no bastaba,ni poda bastar. Por qu? Porque la iniquidad de aquel sacerdocio, generalmentehablando, haba llegado a lo sumo. Estaba viciado por la mayor y mxima parte;estaba lleno de malicia, de dolo, de hipocresa, de avaricia, de ambicin; y porconsiguiente lleno tambin de temores y respetos puramente humanos, que son loque se llaman en la Escrituras la prudencia de la carne y el amor del siglo,incompatibles con la amistad de Dios.

    Qu tenemos, pues, que maravillarnos de que el sacerdocio cristiano pueda en

    algn tiempo imitar en gran parte la iniquidad del sacerdocio hebreo? Qutenemos que maravillarnos de que sea el nicamente simbolizado en esta bestia dedos cuernos?

    Los que ahora se admiren de esto, o se escandalizaren de orlo, o lo tuvierenpor un despropsito increble, es muy de temer, que llegada la ocasin, sean losprimeros que entren en el escndalo, y los primeros presos en el lazo. Por lomismo que tendrn por increble tanta iniquidad en personas tan sagradas,tendrn tambin por buena la misma iniquidad.

    Qu hay que maravillarse despus de tantas experiencias? As como en todostiempos han salido del sacerdocio cristiano bienes verdaderos e inestimables,que han edificado y consolado la Iglesia de Cristo, as han salido innumerables

    y gravsimos males, que la han escandalizado y afligido.

    () Consideradlo bien, y entenderis fcilmente cmo la bestia de dos cuernos

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    puede hacer tantos males en los ltimos tiempos. Entenderis, digo, cmo elsacerdocio de los ltimos tiempos, corrompido por la mayor parte, puedacorromperlo todo, y arruinarlo todo, como lo hizo el sacerdocio hebreo.Entenderis en suma, cmo el sacerdocio mismo de aquellos tiempos, con su psimoejemplo, con persuasiones, con amenazas, con milagros fingidos, etc., podralucinar a la mayor parte de los fieles, podr deslumbrarlos, podr cegarlos,podr hacerlos desconocer a Cristo, y declararse en fin por sus enemigos: se

    levantarn muchos falsos profetas, y engaarn a muchos. Y darn grandesseales. Y porque se multiplicar la iniquidad, se resfriar la caridad demuchos.

    () Si todava os parece difcil de creer que el sacerdocio cristiano deaquellos tiempos sea el nicamente figurado en la terrible bestia de doscuernos, reparad con nueva atencin en todas las palabras y expresiones de laprofeca; pues ninguna puede estar de ms.

    Decidme ahora, amigo, con sinceridad, a quin pueden competir todas estascosas, pinsese como se pensare, sino a un sacerdocio inicuo y perverso, como loser el de los ltimos tiempos?

    Los doctores mismos lo reconocen as, lo conceden en parte; y esta parte una vezconcedida, nos pone en derecho de pedir el todo. No hallando otra cosa a quepoder acomodar lo que aqu se dice de la segunda bestia (a la cual en elcaptulo XVI y XIX se le da el nombre de pseudo-profeta), convienen comnmenteen que esta bestia o este pseudo-profeta, ser algn obispo apstata, lleno deiniquidad y malicia diablica, que se pondr de parte del Anticristo, y loacompaar en todas sus empresas.

    Mas este obispo singular (sea tan inicuo, tan astuto, tan diablico, como sequisiere o pudiere imaginar) ser capaz de alucinar con sus falsos milagros, ypervertir con sus persuasiones a todos los habitantes de la tierra? Y esto enel corto tiempo de tres aos y medio? Y esto en un asunto tan duro, como es que

    todos los habitadores de la tierra tengan al Anticristo no slo por su rey, sinopor su dios? No choca esto manifiestamente al sentido comn? No pasa estofuera de los lmites de lo increble?

    Si en la Escritura Santa hubiese sobre esto alguna revelacin expresa y clara,yo cautivara mi entendimiento en obsequio de la fe; mas no habiendo talrevelacin; antes repugnando esta noticia todas las ideas que nos da la mismaEscritura, parece preciso tomar otro partido. Lo que no puede concebirse en unapersona singular, se puede muy bien concebir y se concibe al punto en un cuerpomoral, compuesto de muchos individuos repartidos por toda la tierra; se concibeal punto en el sacerdocio mismo, o en su mayor y mxima parte, en el estado detibieza y relajacin en que estar en aquellos tiempos infelices.

    No es menester decir para esto, que el sacerdocio de aquellos tiempos persuadira los fieles que adoren a la primera bestia con adoracin de latra como a Dios.El texto no dice tal cosa, ni hay en todo l una sola palabra de donde poderloinferir. Slo habla de simple adoracin, y nadie ignora lo que significa en lasEscrituras esta palabra general, cuando no se nombra a Dios, o cuando no seinfiere manifiestamente del contexto: e hizo (sta es la expresin de San Juan)que la tierra y sus moradores adorasen a la primera bestia

    As, el hacer adorar a la primera bestia, no puede aqu significar otra cosa,sino hacer que se sujeten a ella, que obedezcan a sus rdenes, por inicuas quesean, que no resistan como deban hacerlo, que den seales externas de surespeto y sumisin, y todo esto por temor de sus cuernos.

    Tampoco es menester decir, que el sacerdocio de que hablamos, habr yaapostatado de la religin cristiana. Si hubiere en l algunos apstatas formales

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    y pblicos, que s los habr, y no pocos, stos no debern mirarse como miembrosde la segunda bestia, sino de la primera.

    Bastar, pues, que el sacerdocio de aquellos tiempos peligrosos se halle ya enaquel mismo estado y disposiciones en que se hallaba en tiempo de Cristo elsacerdocio hebreo, quiero decir, tibio, sensual y mundano, con la fe muerta odormida, sin otros pensamientos, sin otros deseos, sin otros afectos, sin otras

    mximas que de tierra, de mundo, de carne, de amor propio, y olvido total deCristo y del Evangelio.

    Todo esto parece que suena aquella expresin metafrica de que usa el apstol,diciendo: que vio a esta bestia salir o levantarse de la tierra.

    Aade, que la vio con dos cuernos semejantes a los de un cordero; la cualsemejanza, aun prescindiendo de la alusin a la mitra, que reparan variosdoctores, parece por otra parte, siguiendo la metfora, un distintivo propsimodel sacerdocio, que a l solo puede competir. De manera, que as como loscuernos coronados de la primera bestia significan visiblemente la potestad, lafuerza, y las armas de la potencia secular de que aquella bestia se ha de servir

    para herir y hacer temblar toda la tierra; as los cuernos de la segunda,semejantes a los de un cordero, no pueden significar otra cosa, que las armas ola fuerza de la potestad espiritual, las cuales aunque de suyo son poco apropsito para poder herir, para poder forzar, o para espantar a los hombres;mas por eso mismo se concilia esta potencia mansa y pacfica, el respeto, elamor y la confianza de los pueblos; y por eso mismo es infinitamente mspoderosa, y ms eficaz para hacerse obedecer, no solamente con la ejecucin,como lo hace la potencia secular, sino con la voluntad, y aun tambin con elentendimiento.

    Mas esta bestia en la apariencia mansa y pacfica (prosigue el amado discpulo),esta bestia en la apariencia inerme, pues no se le vean otras armas que dos

    pequeos cuernos semejantes a los de un cordero, esta bestia tena una armahorrible y ocultsima, que era su lengua, la cual no era de cordero, sino dedragn: hablaba como el dragn.

    Lo que quiere decir esta similitud, y a lo que alude manifiestamente, lo podisver en el captulo III del Gnesis. All entenderis cul es la lengua, o lalocuela del dragn, y por esta la locuela entenderis tambin fcilmente lalocuela de la bestia de dos cuernos en los ltimos tiempos, de la cual se dice,que como habl el dragn en los primeros tiempos, y enga a la mujer, ashablar en los ltimos la bestia de dos cuernos, o por medio de ella el dragnmismo.

    Hablar con dulzura, con halagos, con promesas, con artificio, con astucias, conapariencias de bien, abusando de la confianza y simplicidad de las pobres ovejaspara entregarlas a los lobos, para hacerlas rendirse a la primera bestia, paraobligarlas a que la adoren, la obedezcan, la admiren, y entren a participar o aser iniciadas en su misterio de iniquidad.

    Y si algunas se hallaren entre ellas tan entendidas que conozcan el engao, ytan animosas que resistan a la tentacin (como ciertamente las habr) contrastas se usarn, o se pondrn en gran movimiento las armas de la potestadespiritual, o los cuernos como de cordero, prohibiendo que ninguno puedacomprar, o vender, sino aquel que tiene la seal, o el nombre de la bestia.stas sern separadas de la sociedad y comunicacin con las otras, a stas nadie

    les podr comprar ni vender, si no traen pblicamente alguna seal de apostasa:porque ya haban acordado los judos, dice el evangelista, que si algunoconfesase a Jess por Cristo, fuese echado de la sinagoga (Joan. IX, 22).

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    Aplquese la semejanza.(Segunda Parte. Fenmeno III. El Anticristo, 11 La bestia de dos cuernos).

    Comentario del Padre Castellani:

    Nada impide que la propaganda sacerdotal del Anticristo (Lacunza, Pieper) estencabezada por un obispo apstata (Solovief) o incluso un Antipapa; as sucede

    en la historia humana: cuerpo pide cabeza. (Apocalipsis, Excursus I: NotasCrticas a la Segunda Parte, Tomo I de Lacunza, 7., pgina 272).

    4) BABILONIA

    Texto del Padre Lacunza:

    Dos cosas principales debemos conocer aqu:

    Primera: Quin es esta mujer sentada sobre la bestia?

    Segunda: De qu tiempos se habla en la profeca, si ya pasados o todava

    futuros?Cuanto a lo primero, convienen todos los doctores que la mujer de que aqu sehabla es la ciudad misma de Roma, capital en otros tiempos del mayor imperio delmundo, y capital ahora, y centro de unidad de la verdadera Iglesia cristiana.

    En este primer punto como indubitable, no hay para que detenernos.

    Cuanto a lo segundo hallamos solas dos opiniones en que se dividen los doctorescristianos:

    La primera sostiene, que la profeca se cumpli ya toda en los siglos pasados en

    la Roma idlatra y pagana.

    La segunda confiesa, que no se ha cumplido hasta ahora plenamente; y afirma, quese cumplir en los tiempos del Anticristo en otra Roma todava futura, muysemejante a la antigua idlatra y pagana, pero muy diversa de la presente, comoveremos luego.

    El punto es el ms delicado y crtico que puede imaginarse.

    Por una parte, la profeca es bastantemente terrible y admirable por todas suscircunstancias. As los delitos de la mujer, que claramente se revelan, como el

    castigo que por ellos se anuncia, son innegables.Por otra parte, el respeto, el amor, la ternura, el buen concepto y estimacincon que siempre ha estado esta misma mujer, abolida la idolatra, respecto desus hijos y sbditos, hace increble e inverosmil, que de ella se hable, o queen ella puedan jams verificarse tales delitos, ni tal castigo.

    Pues en esta constitucin tan crtica, qu partido se podr tomar?

    Salvar la verdad de la profeca es necesario; pues nadie duda de suautenticidad.

    Mas tambin parece necesario salvar el honor de la grande reina, y calmar todos

    sus temores.

    Como ella no ignora, lo que est declarado en la Escritura de la verdad (Dan. X,

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    21); como esto que est expreso en la Escritura de la verdad, la debe o la puedeponer en grandes inquietudes, ha parecido conveniente a sus fieles vasalloslibrarla enteramente de este cuidado.

    Por tanto, le han dicho unos por un lado, que no hay que temer, porque laterrible profeca ya se verific plenamente muchos siglos ha en la Roma idlatrao pagana, contra quien hablaba.

    Otros, no pudiendo entrar en esta idea, que repugna al texto y al contexto, lehan dicho no obstante, por otro lado, que no hay mucho que temer; pues aunque laprofeca se endereza visiblemente a otros tiempos todava futuros; mas no severificar en la Roma presente, en la Roma cristiana, en la Roma cabeza de laIglesia de Cristo, sino en otra Roma infinitamente diversa, en otra Roma,compuesta entonces de idlatras e infieles, los cuales se habrn hecho dueos deRoma, echando fuera al Sumo Sacerdote, y junto con l a toda su corte, y a todoslos cristianos.

    En esta Roma as considerada se verificarn (concluyen llenos de confianza) los

    delitos y el castigo anunciado en esta profeca.() Con qu fundamento se asegura, que el imperio romano volver a ser lo quefue, que Roma, nueva corte del imperio romano, volver a la grandeza, majestad ygloria que tuvo antiguamente; que las cabezas de este imperio residentes en Romasern tnicos o idlatras; que desterrarn de Roma la religin cristiana eintroducirn de nuevo el culto de los dolos; que Roma ya idlatra se unir conel Anticristo, rey de los judos, y favorecer sus pretensiones; que diez reyes,en fin, o por odio del Anticristo antes de ser vencidos o de mandato suyodespus de vencidos, harn en Roma aquella terrible ejecucin?

    No es esto, propiamente hablando, fabricar en el aire grandes edificios? No

    podr pensar alguno sin temeridad, que todos estos modos de discurrir son unapura contemplacin y lisonja, con apariencia de piedad?

    Diris, acaso, lo primero, que todo esto se hace prudentemente por no darocasin a los herejes y libertinos a hablar ms despropsitos de los que suelencontra la Iglesia romana; mas esto mismo es darles mayor ocasin, y convidarlosa que hablen con menos sinrazn, ponindoles en las manos nuevas armas, yprovocndolos a que las jueguen con ms suceso.

    La Iglesia Romana, fundada sobre piedra slida, no necesita de lisonja, o depuntales falsos y dbiles en s para mantener su dignidad, su primaca sobretodas las Iglesias del orbe, y sus verdaderos derechos, a los cuales no se opone

    de modo alguno la profeca de que hablamos.

    Acaso diris lo segundo, que este modo de discurrir de la mayor parte de losdoctores sobre esta profeca, es tambin prudentsimo por otro aspecto: puestambin se endereza a no contristar fuera de tiempo y de propsito, a lasoberana o madre comn, mas por esto mismo deba decirse con humildad yreverencia, la pura verdad.

    Lo que parece prudencia, y se llama con este nombre, muchas veces merece ms elnombre de imprudencia, y aun de verdadera traicin y tirana.

    Por esto mismo, digo, deban sus verdaderos hijos y fieles sbditos procurar

    contristar a la soberana madre comn en este punto, y deban alegrarse de verlacontristada, si por ventura viesen alguna seal de contristacin: no porque oscontristasteis, sino porque os contristasteis a penitencia como deca San Pablo

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    a los de Corinto.

    Esta contristacin, que es segn Dios, no puede causar sino grandes y verdaderosbienes; porque la tristeza que es segn Dios engendra penitencia estable parasalud; mas la tristeza del siglo engendra muerte.

    Cualquier siervo, cualquier vasallo, cualquiera hijo har siempre un verdadero

    obsequio y servicio a su seor, a su soberano, a su padre o madre, encontristarlos de este modo; y cualquier seor o soberano, o padre o madre, queno hayan perdido el sentido comn, debern estimar ms esta contristacin, quetodas las seguridades vanas, fundadas nicamente en suposiciones arbitrarias, yconocidamente inverosmiles e increbles.

    Con la noticia anticipada del peligro, podrn fcilmente ponerse a cubierto, yevitar el perecer en l, mas si por no contristarlos, se les hace creer, que nohay tal peligro, la ruina ser inevitable, y tanto mayor cuanto menos se tema.

    () Consolada con estas reflexiones, parece muy posible y muy fcil, que sedescuide en algn tiempo, y que resfriada la caridad, d lugar a pensamientos

    indignos de su dignidad, sin hacer mucho escrpulo en cometer aquellos mismosexcesos de que el texto habla; no teniendo por fornicacin, lo que no es enrealidad. Oh que consecuencia!

    () Lejos est por ahora la pisima y prudentsima madre de indignarse contraquien le dice, con suma reverencia y con ntimo afecto, la pura verdad. Estosera indignarse contra Dios mismo.

    Mucho menos deber indignarse si considera, que aqu no se habla de modo algunode Roma presente, sino solamente de Roma futura, que es puntualmente de la quehabla la profeca.

    No tenemos razn alguna para temer que la ctedra de la verdad sea capaz de

    pronunciar aquella estulticia, que deca Jerusaln a sus profetas: habladnoscosas que nos gusten, ved para nosotros cosas falsas (Isai. XXX, 10); ni muchomenos de dar aquella sentencia inicua que dieron los sacerdotes y profetascontra Jeremas (de quienes l se queja por estas palabras): Y hablaron lossacerdotes y los profetas a los prncipes, y a todo el pueblo, diciendo:sentencia de muerte tiene este hombre, porque ha profetizado contra esta ciudad,como lo habis odo con vuestras orejas (Jerem. XXVI, II).

    Oh cuntos males, ms que ordinariamente pudieran haberse evitado, y pudieranevitarse en adelante, si los que conocen una verdad no la ocultasen odesfigurasen por una contemplacin, o respeto, o piedad conocidamente mal

    entendida: y si a lo menos no se empeasen tanto contra la verdad!No ignoramos que muchos de aquellos que llama el Evangelio hijos de lainiquidad, por odio de la Iglesia romana, a quien haban negado la debidaobediencia, han abusado monstruosa e imprudentemente de este lugar de laEscritura Santa.

    Pero qu cosa hay, por verdadera y por santa que sea, de que no se puedaabusar?

    Los malos hijos en lo que han dicho de Roma sobre esta profeca, han dichoinjurias, calumnias e invectivas; han mezclado con infinitas fbulas una u otraverdad poco bien entendidas; han avanzado cosas que no es posible que ellos

    mismos creyesen.

    Mas todo esto, qu hace ni qu puede hacer al asunto presente?

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    Porque algunos han oscurecido algunas verdades, mezclndolas violentamente confbulas y errores, por eso no deber ya trabajarse en sacar en limpio estasmismas verdades? Por eso no se podr ya separar lo precioso de lo vil? Por esodeberemos negarlo todo, pasndonos enteramente al extremo contrario? Mayormentecuando estos insensatos aplicaban a la Roma presente con calumnias, lo que solose puede entender con verdad de la Roma futura.

    Lo que decimos de los delitos de la mujer, decimos consiguientemente de sucastigo.

    Roma, no idlatra, sino cristiana; no cabeza de un imperio romano, soloimaginario, sino cabeza del cristianismo, y centro de unidad de la verdaderaIglesia de Dios vivo, puede muy bien, sin dejar de serlo, incurrir alguna vez yhacerse rea delante de Dios mismo del crimen de fornicacin con los reyes de latierra, y de todas sus resultas.

    En esto no se ve repugnancia alguna, por ms que muevan la cabeza susdefensores.

    Y la misma Roma en este mismo aspecto, puede recibir sobre s el horrendocastigo de que habla la profeca. No es menester para esto que sea tomada de lostnicos; no es menester para esto, que vuelva a ser corte del mismo imperioromano, salido del sepulcro con nuevos y mayores bros; no es menester para estoque los nuevos emperadores destierren de Roma la religin cristiana eintroduzcan de nuevo la idolatra.

    Todas estas ideas extraas, todas estas suposiciones imaginarias, son enrealidad unas vanas consolatorias, que no pueden ser sino de sumo perjuicio paraRoma, si se fa en ellas.

    El gran trabajo (y trabajo digno de llanto inconsolable) es que la profeca secumplir, segn parece por esto mismo, quiero decir, porque nuestra buena madrese fiar ms de lo que debiera de palabras consolatorias, no queriendo advertirque nacen solamente del respeto y amor de sus fieles sbditos, los cuales hanmirado, y miran como un punto de piedad y aun de religin, el beatificarla atodas horas, y de todos modos.

    Oh si nos fuese posible decirle al odo, de modo que aprovechase!, aquellaspalabras que deca Dios a su antigua esposa, hablo solamente en este puntoparticular: Pueblo mo, los que te llaman bienaventurado, esos mismos teengaan, y malean el camino de tus pasos (Isai, III, 12).

    No seora, no madre nuestra: no caeris otra vez en el delito de idolatra. Noes esta ciertamente la fornicacin, que aqu se os anuncia; no os debe dar estocuidado alguno, est muy lejos de vos, no menos que del texto y contexto de todala terrible profeca.

    Vuestra fe no faltar, y en esto os dicen la verdad todos vuestros doctores;pero mirad, seora, que sin faltar vuestra fe, puede muy bien faltar algn davuestra fidelidad; sin faltar vuestra fe, puede muy bien verificarse en vosalgn da otra especie de fornicacin tan metafrica como la fornicacin de losdolos de la primera esposa de Dios, mas no menos abominable en sus divinosojos, ni menos peligrosa para vos, ni menos funesta para vuestros fieles hijos,ni tampoco menos digna de castigo, y de un castigo tanto mayor cuanto sonmayores vuestras obligaciones, y mayor el honor y grandeza verdadera a que os ha

    sublimado vuestro esposo, el cual habindose ido a una tierra distante pararecibir all un reino, y despus volverse, os confi y encomend tanto el

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    gobierno de su casa, y el verdadero bien de su gran familia.

    Si en esto os descuidis algn da, por atender a vos misma, y cuidar de otragrandeza, que ciertamente no os compete, podis temer, seora, con gran razn,que caiga sobre vos infaliblemente todo el peso de la profeca; mas t por la feests en pie: pues no te engras por eso, mas antes teme. Porque si Dios noperdon a los ramos naturales, ni menos te perdonar a ti; escriba San Pablo a

    los Romanos.

    Cuando el Mesas se dej ver en Jerusaln, es cosa cierta, que no hall en todaella dolo alguno. Este delito abominable de la antigua Jerusaln estaba yacorregido, enmendado y purgado suficientemente.

    Adems de esto, el culto externo, o el ejercicio externo de la religin estabacorriente: el sacrificio continuo, la oracin a sus tiempos, los ayunosprescriptos, las fiestas solemnes, el sbado, etc. todo se observabaescrupulosamente; haba en ella muchos justos; toda la ciudad en suma, era y sellamaba con propiedad la santa ciudad, pues este nombre le da el Santo Evangelio

    aun despus de la muerte del Mesas (Mat. XXVII, 53).Con todo eso, Jerusaln estaba entonces en tan mal estado en los ojos de Dios,que el Mesas mismo llor sobre ella, y no solamente la hall digna de suslgrimas, sino tambin de aquel terrible anatema que fulmin contra ella enforma de profeca: vendrn das contra ti, en que tus enemigos te cercarn detrincheras, y te pondrn cerco, y le estrecharn por todas partes. Y tederribarn en tierra, y a tus hijos, que estn dentro de ti, y no dejarn en tipiedra sobre piedra

    Esta profeca del hijo de Dios se verific plenamente pocos aos despus, ni fuenecesario para su perfecto cumplimiento que la ciudad volviese a la antiguaidolatra, ni que fuese tomada por algunos prncipes tnicos, que desterrasen de

    ella la verdadera religin, y substituyesen el culto de los dolos. Nada de estofue necesario.

    Jerusaln fue castigada, no por idlatra, sino por inicua; no por sus antiguosdelitos, sino por aquellos mismos que el Seor la haba reprendido mximamenteen su sacerdocio, los cuales se pueden ver en los Evangelios que bien clarosestn.

    La semejanza, pues, corre libremente por todas partes sin embarazo alguno, y laexplicacin por s misma se manifiesta.(Segunda Parte. Fenmeno III. El Anticristo, 14 La mujer sobre la bestia).

    Comentarios del Padre Castellani:a) Cuando la estructura temporal de la Iglesia pierda la efusin del Espritu yla religin adulterada se convierta en la Gran Ramera, entonces aparecer elHombre de Pecado y el Falso Profeta, un Rey del Universo qu ser a la vez comoun Sumo Pontfice del Orbe, o bien tendr a sus rdenes un falso Pontfice,llamado en las profecas el Pseudoprofeta.

    Lase bien este pargrafo: no dice que la Iglesia perder la fe, como tampoco laSinagoga haba perdido la fe del todo cuando la Primera Venida. En la ctedrade Moiss Haced, pues, todo lo que os dijeren. La Gran Apostasa predicha porCristo y San Pablo puede entenderse, sin exageracin, de una manera ortodoxa.(Cristo, Seccin Segunda: El Anticristo. 8. Las Dos Bestias, pgina 35).

    b) Qu ciudad es sta finalmente? No lo s yo: no calzan sus notas distintivasa las actuales urbes.

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    Las notas con que Juan la dibuja son:

    una ciudad capitalista con un poder mundial;

    un puerto de mar

    y la cabeza o centro de una religin falsificada, idoltrica o poltica.

    No calzan ahora estas tres notas a ninguna puede ser Roma o Londres o NuevaYork o Pars o Mosc, dice Newman.

    La ltima falta empero a Nueva York; la cual no es actualmente la Papisa de unfalso culto, ni parece se encamine a eso; aunque quin sabe! nada es imposible.

    Esta hereja mxima que dijimos est en estado de emulsin en el ambienteactual, slo necesita de un cristal base para precipitar y cristalizarrpidamente en forma abierta y organizada: un genio religioso, por ejemplo.

    Volviendo a nuestras urbes capitalistas, Newman apunt la idea de que laBabilonia arrasada poda designar todas las grandes urbes de Europa ms BuenosAires consideradas como una unidad malfica; idea que recoge el poeta PaulClaudel en su librito, por lo dems lamentable, Introduction LApokalypse, yel filsofo Josef Pieper en su denso y asentado estudio sobre el fin del tiempo.

    No repugna esta hiptesis; con tal de excluir a Buenos Aires.

    El ngel que adoctrina a San Juan designa evidentemente a Roma, la Ciudad delos Siete Montes; pero que Roma sea tambin la ltima Babilonia designada, nilo dice ni parece probable; aunque no faltan intrpretes, como Auberlen, Swete,Benson y Lacunza que supongan una Roma futura pervertida, capital delAnticristo.

    No es peligroso decir esto, por ser llevar agua al molino de Lutero, el cualafirm Roma era claramente segn el texto la Gran Ramera, y por ende el Papa erael Anticristo?

    Todo es peligroso; y sobre todo la verdad, para quienes no la aman; pero Luterohablaba de la Roma Papal de su tiempo; y los intrpretes susodichos hablan deuna futura Roma apstata y depravada, que reduzca a las catacumbas otra vez a laIglesia, como en tiempos de Pedro y Pablo.

    Lo cual tampoco es imposible, aunque no parezca probable. (Apocalipsis, VisinDecimosexta: La Gran Ramera, pginas 221-223).

    c) Y vi a la Mujer ebria de la sangre de los Santos y la sangre de los Mrtiresde Jess y me asombr con grande asombro al verla.

    Lacunza ha propuesto de estos versillos una exgesis ingeniosa que pareceplausible:

    Texto del Padre Lacunza:

    Nadie nos dice lo que significa en realidad, y propiedad, la embriaguez de lamujer, que a San Juan se hizo tan notable: vi aquella mujer embriagada de lasangre de los santos, y de la sangre de los mrtires de Jess.

    Solamente nos acuerdan por toda explicacin, que en Roma se derram antiguamentemucha sangre de Cristianos, y suponen que ser lo mismo cuando vuelva a seridlatra, y se una en amistad con el Anticristo.

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    Mas esto basta para llamarla ebria? Lo que produce la ebriedad, y la ebriedadmisma, son acaso dos cosas inseparables? No puede concebirse muy bien la unasin la otra?

    Cierto que si no hay aqu otro misterio, la palabra ebria parece la cosa msimpropia del mundo. Yo no puedo creer, ni tengo por creble, que la profeca

    solamente hable de lo material de Roma, o de sus piedras y tierra que recibieronla sangre de los mrtires; pues la ebriedad no puede competer a una cosainanimada, aunque est llena de lo que causa la ebriedad.

    Mas se podr llamar propiamente ebria de vino, si sus habitadores hacen de estevino un uso inmoderado y excesivo, de modo que produzca en ellos aquel efectoque se llama embriaguez; esto es, que los desvanezca, que los turbe, que lesimpida el uso recto de su razn.

    Lo mismo, pues, decimos a proporcin de la ebriedad de la sangre de los santos,que repar San Juan en la mujer. Esta ebriedad metafrica no puede consistir

    precisamente en que haya dentro de Roma mucha sangre de santos, sino en que sushabitadores hagan de esta sangre un uso inmoderado y excesivo; en que estasangre se les suba a la cabeza y los desvanezca, los desconcierte, los turbe; enque esta sangre los llene de presuncin, de nimia confianza, de vana seguridad:y por buena consecuencia los llene de insipiencia, de temeridad, o tambin desomnolencia y descuido, que son los efectos propsimos de la ebriedad.

    La misma profeca explica estos efectos, y esta vana seguridad de la mujer, lacual embriagada de la sangre de los santos, y al mismo tiempo sumergida engloria y delicias, deca dentro de s: Yo estoy sentada reina, y no soy viuda, yno ver llanto. Y por esta misma seguridad vansima (prosigue la profeca),vendr sobre ella todo lo que est escrito: por esto en un da vendrn sus

    plagas, muerte, y llanto, y hambre, y ser quemada con fuego, porque es fuerteel Dios que la juzgar.

    En este sentido, que parece nico, estuvo ebria en otros tiempos Jerusaln lacual era entonces nada menos que lo que es ahora Roma, la ciudad santa, y lacorte o centro de la verdadera Iglesia de Dios. Estuvo ebria, digo, no solamentede la sangre de sus profetas y justos, que ella misma haba derramado, como siesta sangre la debiese poner en seguro, e impedir el condigno castigo, quemereca por sus delitos.

    As la reprende Dios por sus Profetas de esta confianza inordenada, y sumamente

    perjudicial, que la haca descuidar tanto de s misma, y multiplicar los pecadossin temor alguno, dicindoles: Pues qu, puede el Seor aplacarse con millaresde carneros, o con muchos millares de gruesos machos de cabro? (Mich. VI, 7)Por ventura comer carnes de toros? o beber sangre de machos de cabro (Ps.XLIX, 13)?

    Y por lo que toca a la confianza inordenada y vana de la sangre de sus profetasy justos, el mismo Mesas se explic bien claramente, cuando les dijo: Ay devosotros que edificis los sepulcros de los profetas, y adornis los monumentosde los justos! Y decs: si hubiramos vivido en los das de nuestros padres, nohubiramos sido sus compaeros en la sangre de los profetas llenad vosotros lamedida de vuestros padres (Mat. XXIII. 29, 30, et 32).

    Es claro que el Seor no condena aqu la piedad de los que edificaban yadornaban los monumentos de los profetas y justos, sino su nimia confianza enestas cosas, como si con ellas quedasen ya en plena libertad para ser inicuos

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    impunemente. As, concluye el mismo Seor dicindoles, que no obstante estasangre y estos monumentos de tantos profetas y justos, vendrn infaliblementesobre ellos todas las cosas que estn profetizadas.(Segunda Parte. Fenmeno III. El Anticristo, 14 La mujer sobre la bestia).

    Sigue el Comentario del Padre Castellani:

    La exgesis comn los interpreta del furor persecutorio con que la Roma de Nerny Domiciano derramaba sangre de cristianos.

    Eso puede andar del typo; pero el antitypo?

    La sangre no emborracha, no produce euforia ni ufana. Los Romanos salantristes del Anfiteatro despus de aquellas orgas de sangre y muerte, nos diceTertuliano

    La Mujer Perdida se glorifica a s misma ahora, con la sangre de los mrtires ylas loas de los Santos; se ufana y emborracha con ellas. Exactamente como dijoCristo a los judos: vuestros padres mataron a los Profetas, y vosotros les

    levantis monumentos, y os ufanis con sus nombres, diciendo: si hubiramosvivido entonces, no hubisemos matado a los Profetas; y ahora estis fraguandodar muerte al ltimo y mayor de todos los Profetas.

    La religin adulterada hace gala de la fama de los antiguos santos muertos; ypersigue a los santos vivos.

    La misa cantada en Barcelona de Havelock Ellis! El actual modernismoreligioso se apropia de las glorias terrenas de la Religin: de las catedralesgticas y romnicas (); y en una palabra, toda la aadidura del Reino deDios, que la Cristiandad suscit. Tambin es de ellos la espiritualidad, lafraternidad y el humanismo. (Apocalipsis, Visin Decimosexta: La GranRamera, pgina 216).

    d) El hecho de que la Ramera est cabalgando la Fiera no significa forzoso quela quiera; la oprime y se sirve de ella, como ahora el Capitalismo al Comunismo.

    Indica eso s que son de igual ralea. Y expresamente lo dice San Juan: que losdiez Cuernos y la Fiera i odiant Fornicariam et destruent eam odian ydestruirn a la Forneguera.

    Posiblemente, del Comunismo saldr el Anticristo, sin ser l mismo comunista masegolatrista; y el Comunismo destruir a Babilonia, la ciudad capitalista. LaUrbe Prostituida est investida del falso cristianismo; el cual el Anticristoincorporar a su propio sacrlego sistema por medio del Pseudoprofeta.

    (Apocalipsis, Excursus I: Notas Crticas a la Segunda Parte, Tomo I de Lacunza,6., pgina 272).

    5) EL OBSTACULO

    Texto del Padre Lacunza:

    Este cuarto reino o imperio de hierro, empez a formarse desde el quinto siglode la era cristiana, con la irrupcin, que llaman de los brbaros, los cualescomo un torrente impetuoso y universal, inundaron, y arruinaron todas lasprovincias del imperio romano; o, siguiendo la semejanza de que usa la profeca,as como el hierro doma y quebranta todas las cosas por duras que sean, as estamultitud innumerable de gentes unas por el oriente, otras por el occidente, casi

    nada dejaron que no quebrantasen domasen, y desmenuzasen: Y el cuarto reino sercomo el hierro. Al modo que el hierro desmenuza, y doma todas las cosas, as

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    desmenuzar, y quebrantar a todos estos.

    Este es el primer distintivo. En consecuencia, pues, de este destrozo casiuniversal, estas mismas gentes se dividieron entre s todo el terreno, yformaron entre todas un reino o imperio del todo nuevo, diferentsimo de losotros tres.

    Cul es este? Es el mismo que actualmente vemos, y que hemos visto muchossiglos ha. Y este es el segundo distintivo. El reino ser dividido.

    Un reino ser dividido; un reino de muchas cabezas, un reino compuesto de muchosreinos particulares, todos independientes, un reino cuyas partes confinan entres, como los dedos en los pies, comercian entre s, se comunican, se ayudanmutuamente; pero jams se unen de un modo que formen una misma masa. En unapalabra: estas partes componen un todo, y al mismo tiempo conservanescrupulosamente su divisin, y su total independencia.

    Los tres primeros reinos de la estatua, aunque compuestos de diferentes partes,o de diferentes pueblos y naciones, todas ellas se reunan bajo una sola cabeza,

    o fsica o moral, a quien reconocan, y a cuyas rdenes se movan. El reinocuarto no es as. Se compone, es verdad, de muchas partes diversas entre s, demuchos reinos, repblicas, principados y seoros; pero cada cual es aparte esuna pieza, que se mueve por s misma con movimiento particular; es absoluta eindependiente, reconoce su cabeza propia y peculiar.

    No obstante esta divisin, no obstante este movimiento part