Edhc001 Jordan

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[6] Resum Aquest article aporta una breu reflexió sobre la tasca del desenvolupament a partir d’algunes recents apor- tacions de la literatura en la matèria i l’estudi del cas espanyol. La primera part té un abast general i es troba centrada en els següents punts: el concepte de desen- volupament, la combinació adequada entre mercat i intervenció governamental, el paper de les institucions i els problemes derivats d’un desordre en el sistema internacional. La segona part analitza l’experiència del desenvolupament en Espanya, considera les seues distintes etapes i destaca les lliçons que cap aprendre de la crisi tan greu que viu el país en el present. Paraules clau: Creixement econòmic, desenvolupa- ment, crisi estructural, Espanya, Unió Europea Abstract This paper undertakes a reflection on the challen- ge of development on the basis of recent literature contributions and the study of the Spanish case. The first part covers a general view, and is focused on the following issues: the development concept, the appro- priate combination between market and government intervention, the role of institutions and the problems derived from a lack of order in the international system. The second part analyses the development process in Spain, taking into consideration its different stages and stressing the lessons that can be learned from the cu- rrent economic crisis. Key words: Economic growth, development, structural crisis, Spain, European Union La tarea del desarrollo: una reflexión a partir de la crisis en España Josep Mª Jordán Galduf Catedrático de Economía Aplicada, Universitat de València [ ASSAIG | ENSAYO | ESSAY ]

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teoria del desarrollo

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  • La tarea del desarrollo: una reflexin a partir de la crisis en Espaa | Josep M Jordn Galdufe-dhc, nm. 1 (pp. 6-21)

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    ResumAquest article aporta una breu reflexi sobre la tasca del desenvolupament a partir dalgunes recents apor-tacions de la literatura en la matria i lestudi del cas espanyol. La primera part t un abast general i es troba centrada en els segents punts: el concepte de desen-volupament, la combinaci adequada entre mercat i intervenci governamental, el paper de les institucions i els problemes derivats dun desordre en el sistema internacional. La segona part analitza lexperincia del desenvolupament en Espanya, considera les seues distintes etapes i destaca les llions que cap aprendre de la crisi tan greu que viu el pas en el present.Paraules clau: Creixement econmic, desenvolupa-ment, crisi estructural, Espanya, Uni Europea

    AbstractThis paper undertakes a reflection on the challen-ge of development on the basis of recent literature contributions and the study of the Spanish case. The first part covers a general view, and is focused on the following issues: the development concept, the appro-priate combination between market and government intervention, the role of institutions and the problems derived from a lack of order in the international system. The second part analyses the development process in Spain, taking into consideration its different stages and stressing the lessons that can be learned from the cu-rrent economic crisis.Key words: Economic growth, development, structural crisis, Spain, European Union

    La tarea del

    desarrollo:

    una reflexin

    a partir de

    la crisis en

    Espaa

    Josep M Jordn GaldufCatedrtico de Economa Aplicada, Universitat de Valncia

    [ ASSAIG | ENSAYO | ESSAY ]

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    ResumenEste artculo realiza una reflexin sobre la tarea del desarrollo a partir de algunas recientes aportaciones de la literatura en la materia y el estudio del caso espaol. La primera parte tiene un alcance general y se halla centrada en los siguientes puntos: el concepto de desarrollo, la combinacin adecuada entre mercado e intervencin gubernamental, el papel de las instituciones y los problemas derivados de un desorden en el sistema internacional. La segunda parte analiza la experiencia del desarrollo en Espaa, considera sus distintas etapas y destaca las lecciones que cabe aprender de la grave crisis que vive el pas en la actualidad.Palabras clave: Crecimiento econmico, desarrollo, crisis estructural, Espaa, Unin Europea

    1. IntroduccinCada pas recorre su propio camino en la historia, y el alcance de un ma-

    yor nivel de desarrollo econmico y social es quizs (o habra de ser) la tarea ms importante para cualquier gobierno y cualquier sociedad. Aquello que se entiende por desarrollo ha sido tradicionalmente una cuestin muy controver-tida entre los analistas y los responsables pblicos, pero sobre ella ya existe hoy un consenso bastante amplio entre los mismos. La cuestin central de debate se centra ahora en aquellas polticas que pueden impulsar (u obstruir) el desa-rrollo de los pases, tanto a nivel interno como a escala internacional, algo sobre lo que sigue habiendo una viva controversia

    El objeto de este artculo es aportar una breve reflexin sobre dicha cuestin, con carcter general y especialmente a partir de la experiencia espa-ola. Como es sabido, Espaa emergi del atraso econmico en los aos sesen-ta del pasado siglo y, tras conseguir situarse en el grupo de pases ms ricos del planeta entre mediados de los aos noventa y mediados de la dcada de 2000, en el presente se enfrenta a una grave crisis de carcter estructural. Qu lec-ciones cabe aprender de la experiencia de este pas?, qu acciones son las ms adecuadas para superar sus difciles problemas y poder proseguir (y reorientar) su proceso de desarrollo econmico y social?

    El artculo se organiza del siguiente modo. En el segundo apartado se pasa revista a algunas de las ideas ms relevantes que ha producido la literatura en materia de desarrollo en los ltimos aos. Por su parte, el tercer apartado se halla dedicado a analizar el caso de Espaa, derivando las implicaciones ms significativas de dicha experiencia para la tarea del desarrollo. Finalmente, se exponen las conclusiones esenciales en un ltimo apartado.

    JORDN, Jos M (2013) La tarea del desarrollo: una reflexin a partir de la crisis en Espaa E-DHC, Quaderns Electrnics sobre el Desenvolupament Hum i la Cooperaci, n 1, 6 21 p.

    Enviado: 2/9/2013Aceptado: 30/9/2013

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    2. Sobre el concepto y las polticas de desarrollo La historia del pensamiento econmico es la historia de las contro-

    versias entre sus distintos paradigmas y planteamientos tericos a lo largo del tiempo. De hecho, es a travs de estas controversias como ha avanzado la Eco-noma, como moderna ciencia social, en los dos ltimos siglos y medio de exis-tencia. Un amplio perodo en el que, si hemos de creer a Silvia Nasar (2012), esta disciplina ha influido notablemente en el cambio de vida de los habitantes del planeta. Segn dicha autora, la gran bsqueda de la Economa ha sido convertir a la humanidad en duea de sus circunstancias materiales, aunque ha habido y sigue habiendo grandes discrepancias sobre cmo debe hacerse esto.

    Uno de los autores ms importantes en la historia del pensamiento econmico fue Alfred Marshall, que concibi la Economa como un estudio de los requisitos materiales del bienestar (Skidelsky, 2012). l y su discpulo John M. Keynes tuvieron un papel crucial a la hora de convertir la Economa en un instrumento de conocimiento para afrontar los problemas de su tiempo. An hoy sigue teniendo vigencia la idea formulada por Keynes en 1928 de que el problema poltico de la humanidad es cmo combinar tres principios: la efi-ciencia econmica, la justicia social y la libertad individual (Keynes, 2009).

    Tras la Gran Depresin de los aos treinta del pasado siglo, con el de-sarrollo de la teora keynesiana, los gobiernos asumieron, en general, una ma-yor responsabilidad en la gestin de la economa. Se necesitaban, por tanto, estadsticas que midieran los niveles de la actividad econmica y permitieran el control de su evolucin. Y as es como se introdujeron en algn momento indi-cadores como el Producto Interior Bruto (PIB) o la Renta Nacional (RN), de gran inters tanto para la supervisin del ciclo econmico en el corto plazo, como del crecimiento econmico en el medio y largo plazo.

    Ahora bien, el crecimiento del PIB se fue identificando y confundiendo progresivamente con el aumento de la calidad de vida y el bienestar, convir-tindose en un objetivo primordial que ha sido puesto en tela de juicio en los ltimos aos. Como sealan Robert y Edward Skidelsky (2012), la finalidad de las polticas y de otras formas de accin colectiva debera ser el logro de un sis-tema que ponga el bienestar al alcance de todos, y no impulsar el crecimiento por el crecimiento.

    2.1. Crecimiento versus desarrolloDe acuerdo con Joseph E. Stigliz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi

    (2013), responsables de una comisin que fue encargada recientemente para emitir un informe sobre la medicin de las actividades econmicas y el progre-so social, el PIB es sin duda una buena medida para seguir la evolucin de la ac-tividad econmica, pero no constituye un indicador satisfactorio de los niveles de progreso social de un pas. Segn estos autores, la medicin del bienestar de una sociedad requiere, adems del PIB, de otros indicadores complementarios

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    (relacionados, por ejemplo, con la distribucin de la renta y la sostenibilidad medioambiental).

    Se entiende, pues, que con un solo indicador no se puede reflejar algo tan complejo como el desarrollo o el progreso social, sino que se requiere una variedad de indicadores; aunque cabe construir ciertamente ndices sintticos que mejoren su medida, como el ndice de Desarrollo Humano de la ONU o el ndice para una Vida Mejor de la OCDE. En todo caso, segn el informe de la co-misin presidida por Stiglitz, Sen y Fitoussi, entre las facetas clave del bienestar y la calidad de vida de un pas aparecen los siguientes: a) el nivel de vida ma-terial (renta, consumo y riqueza); b) la salud; c) la educacin; d) las actividades personales (incluido el trabajo); e) la voz poltica y la gobernanza; f ) las conexio-nes y relaciones sociales; g) el entorno medioambiental (condiciones presentes y futuras); y h) la inseguridad fsica y econmica.

    Sin duda, la comunidad acadmica ha alcanzado hoy un consenso bastante amplio sobre el concepto de desarrollo, que va desde luego ms all del concepto de crecimiento econmico. Y en este consenso han sido tremendamente relevantes las aportaciones de uno de los tres autores que se acaban de citar: Amartya Sen, Nobel de Economa en 1998 (otro de los autores citados, Joseph Stiglitz, fue galardonado tambin con el Nobel de Economa en 2001).

    Para Sen (2000), el desarrollo es un proceso de expansin de las liberta-des reales que disfrutan las personas; es decir, una ampliacin de las capacida-des de los seres humanos para vivir la vida con plenitud y creatividad. La tarea para conseguirlo implica, por tanto, una accin que tienda a eliminar los facto-res que limitan o impiden las libertades fundamentales de las personas: la falta de oportunidades econmicas, la pobreza y la tirana, las privaciones sociales sistemticas, el desprecio a los derechos humanos y la intolerancia, el maltrato del medio ambiente. La expansin de tales libertades es tanto el fin primordial como el medio principal del desarrollo.

    Como es sabido, la concepcin del desarrollo de Amartya Sen ha influi-do notablemente en los Informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que se vienen publicando desde principios de los aos noventa, y en particular en su formulacin del ndice para el Desarrollo Humano (IDH). Tales informes vienen cumpliendo una funcin catalizadora para ayudar a enmarcar el anlisis y aportar respuestas concretas a los dilemas que plantean los debates sobre las polticas de desarrollo (Jordn y Pedrajas, 2009 y 2010).

    De cualquier manera, el consenso alcanzado sobre el concepto de de-sarrollo no es totalmente compartido y, ciertamente, no se extiende a las pol-ticas que parecen ms adecuadas para alcanzar dicho objetivo. En lo que sigue, se analiza primero esta falta de consenso en los pases desarrollados, y despus se alude a otras controversias sobre el orden internacional y las polticas ms pertinentes en los pases en desarrollo.

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    2.2. Mercado versus poderes pblicosDesde el fin de la II Guerra Mundial hasta mediados de los aos se-

    tenta del pasado siglo, predomin en el mundo occidental, y especialmente en Europa, un paradigma econmico de carcter keynesiano y, de manera ms amplia, socialdemcrata. Tras la experiencia de la gran depresin de los aos treinta, se debilit la fe en los planteamientos liberales ms puros. Haba un reconocimiento generalizado de que el capitalismo, la economa de mercado, era un sistema imperfecto, propenso a la evolucin cclica y a la desigualdad social, que requera como complemento la intervencin del Estado en los mbitos de la regulacin, la estabilidad macroeconmica y la redistribucin de la renta. Se forj as un amplio consenso en la necesidad de establecer unas economas mixtas que contaran con una importante pre-sencia del Estado de Bienestar.

    En su conjunto, ello produjo unos resultados econmicos muy satisfacto-rios en los pases donde se aplic, de manera que el capitalismo puso all su capaci-dad productiva al servicio de los ciudadanos y se conjugaron con relativa armona los criterios de eficiencia, estabilidad y equidad. Ahora bien, la crisis de los aos se-tenta implic un cambio drstico en la situacin anterior. Primero el fin del sistema monetario internacional de Bretton Woods (de tipos de cambio fijos y controles sobre la circulacin de capitales) y despus las fuertes elevaciones en el precio del petrleo (en 1973-1974 y 1979-1980), crearon un difcil escenario para respon-der a una crisis esencialmente de oferta (donde se combinaban de manera muy complicada los problemas de paro e inflacin) mediante polticas keynesianas de regulacin de la demanda. Y el dficit pblico se dispar de manera general.

    El fracaso de las polticas de corte keynesiano ante la crisis de los aos setenta propici un relanzamiento de las propuestas de inspiracin liberal. Segn stas, la intervencin del Estado en la economa estaba dificultando la capacidad de respuesta de los mercados ante el cambio de circunstancias. Es decir, si los socialdemcratas haban subrayado antes los fallos del mercado, ahora los neoliberales insistan en los fallos del Estado que obstruan el nece-sario reajuste de la economa. Se entenda que el Estado haba alcanzado un tamao demasiado grande e introducido un exceso de regulaciones en detri-mento del funcionamiento de los mercados, por lo que convena una poltica tendente a reducir todas esas interferencias.

    En la prctica, hubo un notable desconcierto del paradigma keynesia-no-socialdemcrata en su respuesta a aquella prolongada crisis econmica. Ello favoreci el avance de las posiciones ms conservadoras, las cuales alcanzaron sus victorias ms sonadas en los casos de Margaret Thatcher en Reino Unido (en 1979) y Ronald Reagan en Estados Unidos (en 1980). Con estos mandatarios tom cuerpo una nueva ortodoxia liberal que inspir la aplicacin de importan-tes recortes en la funcin del Estado en la economa e impuls la desregulacin de los mercados a escala nacional e internacional.

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    De acuerdo con Jos V. Sevilla (2011), se inicia ah un proceso de declive de la socialdemocracia que ha llegado hasta nuestros das, mientras ha ido ga-nando peso (en las ideas y en las polticas aplicadas) el paradigma neoliberal. El problema es que la corriente ms conservadora de esta lnea de pensamiento (nada favorable a un consenso con otras posiciones) fue aumentando su in-fluencia, con un componente ms ideolgico que de racionalidad econmica, de manera que se ha pretendido desmontar el Estado y desregular la economa antes que construir un sistema ordenado de mercados competitivos.

    En este contexto, hubo quizs una ocasin perdida de la historia cuan-do a principio de los aos noventa se produjo la cada del comunismo y el fin de la guerra fra. Duraron entonces poco las esperanzas de que la tensa con-frontacin del perodo anterior (entre Estados Unidos y la URSS) diera ahora paso a un nuevo orden mundial construido sobre la base de la cooperacin y la interdependencia. La dcada de los noventa result marcada por el impul-so en el proceso de globalizacin, y en particular por la liberalizacin interna-cional de los mercados financieros y de capitales. Es verdad que este proceso de globalizacin ha tenido aspectos positivos (permitiendo, por ejemplo, la emergencia al desarrollo de una serie de pases y reduciendo as la pobreza en el planeta), pero tambin lo es que, al tratarse de una globalizacin fun-damentalmente econmica, sin ir acompaada de otros avances paralelos en el orden social global, ha tenido asimismo repercusiones muy negativas (au-mentando la inestabilidad financiera, los niveles de desigualdad y los retos medioambientales). El punto de vista neoliberal, que ha imperado en estas realizaciones, ha llevado a un dominio exagerado de la economa (y los mer-cados) y a una prdida de la capacidad de actuacin de los poderes pblicos, tanto a nivel nacional como internacional.

    2.3. El desorden en el sistema internacionalA pesar de los avances innegables que se han producido en las ltimas

    dcadas, vivimos todava hoy en un sistema internacional tremendamente des-ordenado que reclama una accin colectiva desde distintos frentes. La persis-tencia de la pobreza y la desigualdad, las necesidades bsicas insatisfechas, la falta de libertades humanas esenciales, la discriminacin de ciertos colectivos y las amenazas a la paz y el medio ambiente, constituyen una serie de problemas mundiales de primera magnitud a los que deben dar una respuesta adecuada las instituciones nacionales e internacionales (Jordn, 2012).

    El telogo Hans Kng (1999) ha denunciado la profunda crisis en que se hallan la poltica y la economa mundiales, y ha abogado por una tica comn que comprometa a todas las partes en pos de un mundo en paz y un sistema econmico ms justo y humano. En tal sentido, Kng reclama una po-ltica y una economa con un nuevo sentido de la responsabilidad. Una accin colectiva que interconecte el funcionamiento del mercado con el principio de la justicia social, tanto a escala nacional como internacional. Una accin

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    dirigida a: 1) encontrar soluciones a la crisis del Estado de Bienestar; 2) lograr un ordenamiento global de la competencia, la sociedad y el medio ambiente (frenando el consumo de recursos no renovables); 3) crear un marco global con fundamento tico para regular los flujos financieros y reducir los desnive-les econmicos y sociales.

    Ello es posible, a juicio de Federico Mayor Zaragoz (2011), pero para lograrlo las batallas que hay que ganar, segn este autor, no son solo econmi-cas, sino sobre todo polticas. Mayor hace una llamada para forjar alianzas con el fin de alcanzar las siguientes metas: 1) la reduccin de los medios destinados a armamento y gastos militares; 2) la refundacin de un Sistema de Naciones Unidas adaptado a la gobernacin mundial; 3) la regulacin de los flujos finan-cieros y la lucha contra la evasin fiscal y la desaparicin de los parasos fiscales; y 4) una cooperacin internacional para la promocin del desarrollo, con nfa-sis en la educacin, la atencin sanitaria, las polticas de integracin social, las estrategias en pro de las energas renovables y el fomento de la agricultura. En ese contexto, Mayor entiende que una Declaracin Universal de la Democracia podra ser ahora tan oportuna como en su da lo fue la Declaracin Universal de los Derechos Humanos.

    A la postre, es preciso transformar una globalizacin estrictamente econmica en una globalizacin social, poltica y cultural, para lo cual es esencial contar con las actuales instituciones internacionales, mejorarlas y adoptar una legalidad y una regulacin de carcter global. La ONU es hoy la principal institucin internacional, con mltiples misiones y organismos en distintos mbitos. En las dos ltimas dcadas se han llevado a cabo numero-sas iniciativas para mejorar su funcionamiento, pero todava queda mucho por hacer.

    En la accin en pro de un desarrollo humano, destaca el consenso pro-piciado por la ONU en 2000 para poner en marcha la Agenda en torno a los Objetivos de Desarrollo del Milenio con el horizonte de 2015. Una Agenda que, con sus ms y sus menos, ha ido dando sus frutos, pero que ahora ha quedado frenada por la crisis econmica internacional. En todo caso, en la Agenda del Milenio es crucial la meta de forjar una asociacin mundial para el desarrollo entre los pases ricos y los pases pobres. Al fin y al cabo, somos un sistema mundial interdependiente y el desarrollo ha de enfocarse como un proceso be-neficioso para el conjunto de la humanidad.

    2.4. Instituciones y desarrolloEn efecto, el desarrollo implica una responsabilidad compartida por

    ambos grupos de pases, los ricos y los pobres. Por un lado, los gobiernos de los pases ricos han de comprometerse ms en la mejora de la ayuda y las reglas que rigen los intercambios comerciales y los flujos financieros interna-cionales. Por otro lado, los gobiernos de los pases pobres han de compro-meterse ms en dar prioridad a sus polticas de desarrollo humano, ampliar

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    la democracia, reducir las desigualdades y cortar la corrupcin. Esta segunda responsabilidad, que atae a los gobiernos de los pases en desarrollo, es pri-mordial para que los mismos puedan avanzar por una senda de crecimiento sostenido y mejorar los niveles de vida de su poblacin, por lo que nuestro nfasis se centrar ahora en este punto.

    Los mecanismos que impulsan el desarrollo econmico de un pas no re-sultan fciles de conocer ni de aplicar, pero la experiencia ensea muchas cosas. Como indicara ya el Banco Mundial hace tiempo, la historia demuestra, sobre todo, el carcter crucial de las instituciones y de la poltica econmica, siendo una cuestin clave la accin recproca entre el Estado y el mercado. No se trata de elegir simplemente entre el uno y el otro, dado que ambos actores desem-pean funciones difciles de sustituir, sino de encontrar la mejor combinacin posible entre la eficiencia del mercado y la solidaridad social (Banco Mundial, 1991). As, por un lado, la competencia (interna y externa) resulta fundamental para estimular el espritu empresarial y el progreso tecnolgico. Pero, por otro lado, es necesaria una intervencin del Estado para crear un marco jurdico y normativo adecuado y para llevar a cabo aquellas actuaciones donde falla o resulta deficiente el mercado (como la inversin en infraestructuras y capital humano, la estabilidad macroeconmica, la prestacin de servicios pblicos bsicos o la proteccin del medio ambiente).

    Asimismo, en un estudio reciente de gran difusin, Daron Acemoglu y Ja-mes Robinson (2012) han insistido en el papel crucial que desempean las ins-tituciones en el proceso de prosperidad o empobrecimiento de los diferentes pases. De acuerdo con estos autores, unas instituciones inclusivas y abiertas, con buenas reglas para ordenar las relaciones polticas y econmicas, abonan el terreno para el desarrollo econmico de un pas. Mientras que, por el contrario, unas instituciones extractivas, que concentran el poder y los beneficios en una minora social, condenan al fracaso a cualquier sociedad.

    En definitiva, Acemoglu y Robinson sostienen que las instituciones po-lticas de un pas son un elemento determinante de su desarrollo econmico y social. Unas instituciones polticas pluralistas y suficientemente centralizadas interactan con unas instituciones econmicas que crean los incentivos ne-cesarios para que la gente ahorre, invierta e innove. En sentido opuesto, unas instituciones polticas que consolidan el poder de quienes se benefician de la extraccin econmica, aborta las posibilidades de desarrollo de un pas. La solucin a este fracaso es transformar las instituciones (polticas y econmi-cas) de carcter extractivo en otras de carcter inclusivo. Ello, desde luego, no es una tarea fcil, pero tampoco imposible. En ese sentido, la ayuda exterior al desarrollo, ms all de razones humanitarias, ser tanto ms efectiva cuanto ms contribuya a facilitar la transformacin institucional de un pas, de mane-ra que ste se dote con unas instituciones capaces de coordinar las demandas de la poblacin.

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    3. Sobre la experiencia del desarrollo en EspaaNos centramos en este tercer apartado en el anlisis del caso espaol.

    Una experiencia que invita a una cierta reflexin, pues este pas, de lograr un aparente xito en materia de desarrollo en las ltimas dcadas, ha pasado a tener un notable fracaso en la actualidad. De ello cabe desprender algunas in-teresantes lecciones para la tarea del desarrollo, especialmente con relacin al propio pas, pero tambin con un carcter ms general.

    En efecto, Espaa est viviendo en el presente la mayor crisis econmica y social desde que abandon un modelo autrquico de desarrollo a finales de los aos cincuenta del pasado siglo. El pas ha visto reducir su renta per cpita en los ltimos aos, y han aumentado enormemente su tasa de desempleo y sus niveles de pobreza. Es una sociedad que se muestra hoy decepcionada (a juzgar por diversas encuestas y distintos indicadores de confianza social) en contraste con el optimismo desbordante que exhibi entre mediados de los aos noventa y mediados de 2000. Qu razones explican esta grave crisis es-tructural? Cmo se compara la misma con otras crisis anteriores que ha vivido el pas? Qu salida se puede vislumbrar en el medio plazo?

    3.1. El despegue del desarrollo espaol Espaa era todava un pas atrasado y empobrecido a finales de los aos

    cincuenta del pasado siglo (Requeijo, 1990). La grave crisis estructural de aquellos aos solo se pudo superar mediante un cambio en su modelo de desarrollo. La solucin vino de la mano del Plan de Estabilizacin de 1959, que puso fin a veinte aos de autarqua al optar por un modelo de crecimiento abierto al exterior. Ello exigi grandes reformas institucionales y ajustes productivos internos, pero favo-reci el despegue de su desarrollo econmico al conectar el pas con un contexto internacional expansivo a lo largo de los aos sesenta y primeros setenta.

    Otra gran crisis estructural tuvo lugar entre mediados de los aos se-tenta y mediados de los aos ochenta, y exigi tambin otro gran cambio en el modelo de desarrollo espaol. El origen de la misma fue la crisis del petrleo, mencionada anteriormente, con sus dos importantes shocks de costes en 1973-1974 y 1979-1980. Una crisis de oferta de carcter internacional (la ms seria desde la Gran Depresin de los aos treinta) que exigi grandes ajustes en los sistemas productivos de los diferentes pases. En Espaa coincidi dicha crisis con la transicin poltica de la dictadura a la democracia. Al ajuste en su modelo productivo se sum, pues, la adopcin de un nuevo marco pluralista en las re-laciones sociales y polticas. La economa espaola tard bastante en recuperar la senda de crecimiento. Hicieron falta grandes reformas que fueron facilitadas por un importante consenso poltico, econmico y social (De la Dehesa, 1993). Finalmente, la entrada en la Comunidad Europea (en 1986) y un cambio posi-tivo en la coyuntura internacional favorecieron la recuperacin econmica del pas en la segunda mitad de los aos ochenta.

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    La integracin de Espaa en la Unin Europea (tal como se pas a de-nominar la Comunidad Europea desde 1992) fue un factor fundamental para el desarrollo y la modernizacin del pas (Jordn, 2003). Dicha integracin, res-paldada amplsimamente por la ciudadana espaola, promovi grandes cam-bios en el sistema productivo, en las pautas de comportamiento de los agentes econmicos y sociales, y en las propias instituciones y polticas econmicas. Los ajustes productivos implicaron algunos costes sociales sensibles en el corto plazo, pero los efectos dinmicos derivados de la integracin europea supe-raron con mucho a aquellos costes, y adems se cont con una notable ayuda estructural por parte de la UE que se ha prolongado en el tiempo. Como resul-tado de todo ello, Espaa experiment un importante impulso en su proceso de desarrollo y qued mejor preparada para afrontar los retos de la creciente globalizacin en los aos noventa.

    3.2. La aparente dcada prodigiosa (1997-2007)Antes de iniciar la larga fase expansiva previa a la crisis actual, Espaa to-

    dava experiment otra crisis econmica a principio de los aos noventa. Dicha crisis, sin embargo, no tuvo un carcter estructural (pues no plante la necesi-dad de un cambio en su modelo de crecimiento), sino ms bien coyuntural. Fue una crisis corta (se extendi entre 1991 y 1994), aunque severa, que requiri cuatro devaluaciones y diversas medidas de ajuste para reequilibrar la dinmica econmica del pas (Martnez y Pallard, 2013). Superada la misma, Espaa se prepar para acceder a la unin monetaria europea (como lo hizo en 1999) y vivi una larga etapa de crecimiento econmico que se prolong hasta 2007.

    La preparacin para formar parte de una moneda nica europea, el euro, parti de la firma del Tratado de la Unin Europea en Maastricht en 1992. Me-diante dicho tratado, la UE quiso completar el proyecto de un mercado comn con el proyecto de una moneda comn. Con ese fin, entre otras acciones, se puso en marcha una estrategia de convergencia macroeconmica y se dispuso la posterior creacin del Banco Central Europeo y la moneda nica. No fueron, desde luego, como se demostrara despus, unas reformas suficientes para ase-gurar el xito del proyecto (Jordn, 2013a), pero el lanzamiento del mismo y sus primeros aos de experiencia crearon un clima de estabilidad macroeconmi-ca y bajos tipos de inters que promovi, con carcter general, el crecimiento econmico en Europa. Cada pas, sin embargo, aprovech esta fase econmica expansiva de un modo distinto.

    Espaa recibi en este periodo unos enormes volmenes de financia-cin exterior, pero en lugar de aprovechar los mismos para llevar a cabo una transformacin (productiva e institucional) necesaria para responder a los cre-cientes retos de la economa global, el pas opt por un modelo de crecimiento dependiente en gran medida de la construccin y el sector inmobiliario, lo que lo hizo tremendamente vulnerable y prepar el camino para sufrir con poste-rioridad la gran crisis actual.

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    En efecto, tras la integracin de Espaa en la zona euro, el crecimiento econmico fue acompaado de un progresivo incremento del dficit por cuen-ta corriente. Los bajos tipos de inters alentaron un aumento de la demanda interna muy por encima de la capacidad productiva de la economa espaola, y ello llev a elevar enormemente la necesidad de financiacin externa. En 2007, el ltimo ao de la fase expansiva, la deuda total acumulada en Espaa (una deuda que era principalmente de carcter privado) ms que triplicaba el valor del PIB. Adems una buena parte de los recursos prestados se utilizaron para alimentar una demanda inmobiliaria que acab generando una gran burbuja especulativa. Finalmente, el pinchazo de esta burbuja inmobiliaria agrav la crisis econmica espaola y evidenci la gran fragilidad del sistema bancario espaol (especialmente de las cajas de ahorro).

    En otras crisis del pasado, cuando el endeudamiento acumulado alcan-zaba un montante suficientemente elevado como para afectar la confianza de los mercados financieros (y amenazaba, por tanto, el prstamo exterior), era el momento de aplicar en Espaa una poltica monetaria y fiscal contractiva (que restringa la demanda interna), junto a una devaluacin de la peseta que (al abaratar los productos espaoles en el exterior) favoreca las exportaciones; ello permita generar nuevos recursos (con los que atender el pago de la deuda) y restablecer la confianza de los mercados, al menos hasta que se produca otra crisis aos despus.

    La incorporacin a la unin monetaria europea, sin embargo, alter radi-calmente los instrumentos a disposicin de las autoridades econmicas espa-olas para hacer frente a las crisis. A cambio de los importantes beneficios de-rivados de una moneda nica, los pases de la zona euro renunciaron al uso de la poltica monetaria (que pas a ser nica y responsabilidad del Banco Central Europeo), aceptaron observar ciertas restricciones en el uso de la poltica fiscal, y desapareci la posibilidad de devaluar las antiguas monedas nacionales que haban dejado de existir. Lo apropiado era mantener la estabilidad macroeco-nmica y llevar a cabo las convenientes reformas estructurales para asegurar el desarrollo econmico del pas en el medio y largo plazo, algo que pareci quedar olvidado durante los aos de aquella aparente dcada prodigiosa.

    3.3. La gravedad de la crisis actualComo es sabido, la crisis econmica actual se inici con el estallido de

    la crisis financiera en los Estados Unidos en el verano de 2007, y su impacto recesivo alcanz a Europa, y particularmente a Espaa, en 2008 y 2009. La actividad inmobiliaria se desplom entonces, el paro subi de forma rpida e intensa, los bancos y cajas de ahorros revelaron de inmediato la debilidad de sus balances, y las finanzas pblicas acusaron en seguida la bajada de la recaudacin tributaria.

    Los gobiernos europeos, en general, trataron de responder en principio a esta situacin con unas polticas presupuestarias de carcter expansivo, lo

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    que llev a incrementar notablemente sus dficits pblicos. Quizs se pensaba que la recuperacin econmica se producira con cierta rapidez y ello permitira una gradual reabsorcin de los desequilibrios de las administraciones pblicas. Pero la crisis se alarg ms de lo esperado y la economa entr en una nueva fase recesiva a partir de 2010 con la llamada crisis de la deuda soberana. Una crisis motivada por las dificultades de financiacin de la deuda pblica de cier-tos pases (entre ellos Espaa) y que oblig a aplicar fuertes medidas de ajuste y austeridad que han tenido a su vez un fuerte impacto contractivo en la activi-dad econmica y el empleo.

    Queda clara la responsabilidad de cada pas, y en nuestro caso de Espa-a, en la forma como han evolucionado los problemas; aunque, por supuesto, tal responsabilidad no puede repartirse por igual entre sus distintos agentes econmicos y sociales. Aurelio Martnez y Vicente Pallard (2013) han analizado los pecados capitales en que incurri la sociedad espaola en ese periodo: la voracidad con la que el sector privado consumi recursos del exterior, cren-dose una enorme deuda que ahora pesa de forma drstica sobre las familias y las empresas; la falta de prudencia y profesionalidad que observ el sector bancario en sus operaciones financieras; la falta de planificacin y control de las administraciones pblicas en el uso de los recursos tributarios.

    En definitiva, la grave crisis estructural que est viviendo Espaa en la actualidad es la crisis de un modelo de crecimiento basado en buena medida en la construccin y el sector inmobiliario. Esta actividad atrajo una gran parte de los recursos financieros y los esfuerzos de inversin del pas, alejndolos de otros usos posibles que hubieran fortalecido la competitividad internacional de la economa espaola. Tambin es la crisis de una determinada forma de pensar y de vivir, pues el pas ha exhibido en este periodo una exagerada actitud de nuevos ricos. Igualmente, es una crisis institucional, reflejada en una falta de calidad de su democracia. As, segn la organizacin Transparencia Internacio-nal, Espaa lleg a tener en 2004 un ndice de transparencia de 71 (sobre un mximo de 100), pero ste baj hasta 61 en 2010 y en la actualidad se sita en 65; bastante por debajo de los ndices de transparencia de los pases nrdicos de Europa, situados entre 85 y 90, o del ndice de Alemania de 79.

    3.4. Qu solucin hay a la crisis en Espaa?La posible salida a la grave crisis estructural que padece Espaa en el

    presente requiere una combinacin de la accin a escala europea y la accin a escala nacional, esta ltima orientada, sin duda, a modificar en profundidad su modelo de desarrollo. Es decir, es necesario compaginar un impulso al creci-miento que venga del conjunto europeo, con una poltica nacional que active toda una serie de reformas estructurales para mejorar el funcionamiento de su modelo econmico y social.

    En efecto, por un lado, es necesaria una actuacin de apoyo por parte de la Unin Europea. A la postre, la crisis ha puesto de manifiesto las carencias im-

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    portantes del proyecto de integracin europea. La unin monetaria se constru-y de un modo muy incompleto y ello ha lastrado la capacidad de reaccin de la UE para luchar contra la crisis econmica, de manera que sta se ha agravado en diversos pases y ahora cunde una gran desilusin en la ciudadana respecto a las esperanzas que se tena en el proyecto europeo (Jordn, 2013b).

    La unin monetaria es el nivel ms alto de integracin econmica que ha alcanzado la UE, y la crisis econmica ha evidenciado la fragilidad de su arqui-tectura institucional. De hecho, esta debilidad ha sido un factor de inestabilidad que ha agravado la situacin econmica de la zona euro. Por ahora se han apli-cado algunas reformas al respecto, pero stas han demostrado tener un alcance limitado, por lo que es preciso completar una adecuada reforma del sistema institucional en la Unin Europea.

    En esencia, hay una falta de correspondencia entre el nivel de integra-cin econmica alcanzado en la UE y el nivel de integracin poltica necesario a este respecto. La puesta en marcha de una moneda nica y una poltica mone-taria comn tendra que haberse acompaado con unos mayores compromisos por parte de los distintos Estados miembros en los terrenos de la poltica fiscal y otras polticas econmicas. No era bastante con un Pacto de Estabilidad en materia de disciplina presupuestaria, sino que era necesario incluir tambin la coordinacin de distintas polticas estructurales y disponer de ciertos mecanis-mos financieros comunes para afrontar los problemas de una recesin. Es cierto que en el transcurso de la crisis se han creado algunos instrumentos al respecto, pero falta por hacer hacer mucho ms y dotar de una mayor democracia y legi-timidad a las instituciones europeas.

    Ahora bien, por otro lado, hay que tener presente que la principal respon-sabilidad para acometer la salida de la crisis corresponde a las propias autorida-des de Espaa, y a sus distintos agentes econmicos y sociales. En el corto y me-dio plazo, no es posible evitar los sacrificios ligados a una mayor austeridad con el fin de reducir los desequilibrios financieros pblicos y privados. Al mismo tiempo, en el medio y largo plazo, hay que hay que impulsar una serie de reformas estruc-turales para mejorar el funcionamiento del modelo de desarrollo espaol. Aurelio Martnez y Vicente J. Pallard (2013) han subrayado los campos donde son ms necesarias dichas reformas: la educacin; la inversin en investigacin, desarrollo e innovacin; las relaciones laborales; la justicia; la organizacin poltica y admi-nistrativa del Estado; el sistema fiscal y la estructura sectorial y empresarial.

    Es cierto que abordar tales reformas no resulta fcil, ni en Espaa ni en cualquier otro pas, pues previamente se necesita un cambio de mentalidad de los diferentes agentes polticos, econmicos y sociales, todos los cuales han de asumir la exigencia de un esfuerzo colectivo para poder superar los problemas de fondo del pas. Adems, una vez asumida esta exigencia, hace falta un cierto consenso poltico y social para llevar a cabo las reformas acordadas.

    De acuerdo con Guillermo de la Dehesa (2013), sera preciso establecer a modo de una segunda transicin para combatir la crisis espaola con unos

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    cambios legislativos (y constitucionales) pactados. Y Csar Molinas (2013), en lnea con los planteamientos de Acemoglu y Robinson, apunta al propio siste-ma poltico como el primer mbito que necesita de una importante reforma con el fin de refundar la democracia y sentar las bases para un buen funcio-namiento del pas.

    Observado todo esto, la propia UE ofrece a travs de la Estrategia Eu-ropa 2020 una interesante lnea de actuacin para que un pas como Espaa pueda orientar adecuadamente su desarrollo econmico en el medio y lar-go plazo. Esta estrategia, elaborada por la Comisin Europea (2010), es una propuesta de poltica econmica para reparar las debilidades estructurales del conjunto de la UE (puestas de manifiesto, por ejemplo, en sus bajos nive-les relativos de productividad, inversin en I+D y empleo), para superar con solidez la crisis actual y para afrontar sus principales desafos hacia el futuro (como son la competencia global, la presin sobre los recursos naturales y el envejecimiento demogrfico).

    Tres son las prioridades esenciales establecidas en esta estrategia: 1) alcanzar un crecimiento inteligente, mediante el desarrollo de una economa basada en el conocimiento y la innovacin; 2) lograr un crecimiento sostenible, promoviendo una economa que haga un uso ms eficaz de los recursos y sea respetuosa con el medio ambiente; y 3) conseguir un crecimiento integrador, mediante el fomento de altos niveles de empleo y la mejora de la cohesin eco-nmica, social y territorial. Tres prioridades que resultan especialmente signifi-cativas para una reorientacin adecuada del modelo de desarrollo espaol.

    4. ConclusionesEl desarrollo es un proceso de mejora de los niveles de libertad y bien-

    estar social de un pas en condiciones de sostenibilidad medioambiental. La comunidad acadmica ha alcanzado hoy un consenso bastante amplio sobre su concepto y significado, contando con la importante contribucin de Amar-tya Sen. Tambin hay un acuerdo generalizado sobre una serie de indicadores adecuados para medirlo, que van ms all del crecimiento econmico. El deba-te se mantiene ahora, sin embargo, en torno a las polticas ms apropiadas para impulsar el proceso de desarrollo, tanto a escala nacional como internacional.

    Una de las polmicas clave se centra en la combinacin conveniente que se ha de establecer entre el mercado y la intervencin gubernamental. En los ltimos tiempos, un punto de vista neoliberal algo extremo influy en un domi-nio exagerado de los mercados y en una prdida de la capacidad de actuacin de los poderes pblicos en la economa, pero la salida de crisis actual est exi-giendo, entre otras medidas, una mejor regulacin de los mercados. Por otro lado, el desorden existente en el sistema internacional est reclamando la trans-formacin de una globalizacin estrictamente econmica en una globalizacin social, poltica y cultural. En todo caso, las instituciones desempean un papel

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    crucial en el proceso de prosperidad o empobrecimiento de cualquier pas, y solo contando con unas instituciones inclusivas y abiertas se puede avanzar en el proceso de desarrollo.

    El caso de Espaa ofrece una interesante experiencia de cmo un pas emergi del atraso y logr impulsar su modernizacin y progreso social a travs del tiempo. Primero el viraje hacia un modelo de crecimiento abierto al exterior en los aos sesenta del pasado siglo, y despus la transicin hacia la democra-cia y la integracin en la Unin Europea en las dcadas siguientes, sentaron las bases para el logro de un notable nivel de desarrollo en la primera dcada del siglo XXI. Sin embargo, la grave crisis estructural que est viviendo Espaa en la actualidad tambin ensea muchas cosas.

    Entre mediados de los aos noventa y mediados de la dcada de 2000, la opcin por un modelo de crecimiento muy dependiente de la construccin y el sector inmobiliario fue un gravsimo error estratgico. Es cierto que ello condujo al pas a un periodo de expansin econmica, pero tambin lo hizo muy vulnerable y desequilibrado: aument enormemente su deuda exterior, se perjudic notablemente la sostenibilidad medioambiental y se desviaron los recursos de otras actividades productivas que hubieran fortalecido su base eco-nmica y su competitividad internacional. Adems, se quebraron los acuerdos polticos bsicos que presidieron anteriormente la construccin de la democra-cia y se debilit sensiblemente la calidad de su sistema institucional.

    En consecuencia, la superacin de la crisis exige una poltica nacional de largo alcance, ms all del apoyo que pueda recibir de la Unin Europea (la cual se halla tratando de complementar la unin monetaria con una mayor unin econmica y poltica). En lo esencial, Espaa ha de reorientar su modelo de desarrollo para afrontar los retos del entorno global, lo cual exige apostar en mayor medida por el fortalecimiento de su base productiva, la educacin, la formacin profesional, la investigacin y el desarrollo, el ordenamiento territo-rial y la calidad del medioambiente. Por otro lado, es imprescindible que mejore tambin la calidad de su democracia y su sistema institucional. Todo ello cons-tituye la tarea del desarrollo en este pas, y requiere unos mayores niveles de dilogo y consenso poltico, econmico y social. Este es el gran reto de Espaa en el presente.

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