Cristología - Final

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CRISTOLOGÍA 11. Cristología bíblica: a. El mesianismo en Israel (267). En el Antiguo Testamento se describe una relación singular entre Yahveh e Israel: relación personal entre un Padre y un hijo. La relación filial es representada, mediada y realizada por el mediador profético, real o sacerdotal, que es «hijo de Dios» en un sentido especial. El Hijo de Dios es mediador mesiánico del reino escatológico de Dios en cuanto que es un miembro de este pueblo y le puede representar. Debe proceder, «según la carne», de Israel. Es el sucesor, hijo y germen de David (Rom 1,3; 9,5; Mt 1,16; Lc 1,32; Heb 1,5; Ap 5,5; cf. Is 11,10). En él se lleva a cabo vicariamente y con causalidad originante la consumación escatológica de la alianza y, a una con ella, de la relación paternal-filial de Yahveh con Israel (cf. 2Sam 7,13s.; Ez 34,23s.; «Pondré al frente de ellas un solo pastor que las apaciente: mi siervo David. El las apacentara y el será su pastor. Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será prínc1Pe en medio de ellas»). b. Jesús y el AT (267-268). En Jesús se cumplen las promesas que Yahvéh había hecho a Israel. En la persona de Jesús como representante de Israel, en su proclamación y en su destino hasta la muerte en cruz y el acontecimiento definitivo de su resurrección por el Padre se revela su misión (= función) de Hijo de Dios (cf. Rom 1,3). Y así llega también a su plenitud la relación Padre-Hijo entre Dios y su pueblo. Todos los hombres participan, en virtud de su fe en Jesús y de su comunión fraterna con él, en la relación filial al Padre en el Espíritu Santo (cf. Gal 4,4-6; Rom 8,15.29; Jn 1,13 et passim). De ahí que Jesús sea el «sumo sacerdote y mediador de la alianza nueva y eterna» (cf. 1Cor 11,25; Heb 8,6.13), que ha llevado a cabo, «de una vez para siempre» (efápax), con su propia sangre, «la redención eterna» (Heb 9,12; cf. Rom 3,25; 2Cor 5,20). El mediador de la alianza escatológica es, a la vez, el mediador único entre el único Dios y la totalidad de todos los hombres llamados a la salvación (cf. 1Tim 2,4s.). Él es el mediador de toda la creación, tanto en su origen como en su consumación (Jn 1,3; Heb 1,2; 1Cor 8,6; Col 1,16; Ef 1,10). En esta «plenitud de los tiempos» (Me 1,15; Gal 4,4; Ef 1,10; Heb 1,2) revela Dios también el alcance universal de la filiación de Israel (Rom 1,3; 9,5; Act 3,25) como sacramento (= instrumento y signo) — orientado hacia la universalidad— de la votación de todos los hombres a la participación de la relación filial de Jesús con el Padre. 1

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CRISTOLOGA

11. Cristologa bblica:

a. El mesianismo en Israel (267).En el Antiguo Testamento se describe una relacin singular entre Yahveh e Israel: relacin personal entre un Padre y un hijo. La relacin filial es representada, mediada y realizada por el mediador proftico, real o sacerdotal, que es hijo de Dios en un sentido especial. El Hijo de Dios es mediador mesinico del reino escatolgico de Dios en cuanto que es un miembro de este pueblo y le puede representar. Debe proceder, segn la carne, de Israel. Es el sucesor, hijo y germen de David (Rom 1,3; 9,5; Mt 1,16; Lc 1,32; Heb 1,5; Ap 5,5; cf. Is 11,10).

En l se lleva a cabo vicariamente y con causalidad originante la consumacin escatolgica de la alianza y, a una con ella, de la relacin paternal-filial de Yahveh con Israel (cf. 2Sam 7,13s.; Ez 34,23s.; Pondr al frente de ellas un solo pastor que las apaciente: mi siervo David. El las apacentara y el ser su pastor. Yo, Yahveh, ser su Dios, y mi siervo David ser prnc1Pe en medio de ellas).

b. Jess y el AT (267-268).En Jess se cumplen las promesas que Yahvh haba hecho a Israel.

En la persona de Jess como representante de Israel, en su proclamacin y en su destino hasta la muerte en cruz y el acontecimiento definitivo de su resurreccin por el Padre se revela su misin (= funcin) de Hijo de Dios (cf. Rom 1,3). Y as llega tambin a su plenitud la relacin Padre-Hijo entre Dios y su pueblo. Todos los hombres participan, en virtud de su fe en Jess y de su comunin fraterna con l, en la relacin filial al Padre en el Espritu Santo (cf. Gal 4,4-6; Rom 8,15.29; Jn 1,13 et passim). De ah que Jess sea el sumo sacerdote y mediador de la alianza nueva y eterna (cf. 1Cor 11,25; Heb 8,6.13), que ha llevado a cabo, de una vez para siempre (efpax), con su propia sangre, la redencin eterna (Heb 9,12; cf. Rom 3,25; 2Cor 5,20).

El mediador de la alianza escatolgica es, a la vez, el mediador nico entre el nico Dios y la totalidad de todos los hombres llamados a la salvacin (cf. 1Tim 2,4s.). l es el mediador de toda la creacin, tanto en su origen como en su consumacin (Jn 1,3; Heb 1,2; 1Cor 8,6; Col 1,16; Ef 1,10).

En esta plenitud de los tiempos (Me 1,15; Gal 4,4; Ef 1,10; Heb 1,2) revela Dios tambin el alcance universal de la filiacin de Israel (Rom 1,3; 9,5; Act 3,25) como sacramento (= instrumento y signo) orientado hacia la universalidad de la votacin de todos los hombres a la participacin de la relacin filial de Jess con el Padre.

La automedicacin prometida en el nombre de Yahveh (Yo soy el que soy Ex 3,14) en la concrecin histrica inmanente de la existencia de Dios se ha hecho realidad escatolgica en el nombre de Jess.

c. Origen y transmisin de la fe en Cristo (279-286).Jess de Nazaret como figura histrica: Jess de Nazaret fue un hombre inserto en el mbito de la historia, no en la esfera del mito o de la leyenda religiosa. Vivi, hasta cumplir los treinta aos de edad, en la pequea localidad de Nazaret, en Galilea, recibe el nombre de Jess de Nazaret. Jess es el hijo de Mara (el hecho de haber nacido de mujer demuestra que es verdadero hombre). Al ser adoptado por Jos, esposo de Mara, de la que naci Jess, el Cristo y Mesas, Jess se inscribe en la lnea de la promesa del esperado Mesas real (= Hijo de Dios), de la descendencia de David. Naci en Palestina, entre el ao 7 y el 4 a.C. Se le tena por carpintero (te,ktwn tkton: artesano, carpintero).

El contenido de su mensaje y de sus acciones fue el establecimiento del seoro de Yahveh, del reino de Dios (basilei,a tou/ qeou/). Proclamo la cercana inminente de este reino. Muri en cruz, probablemente el da 7 de abril (14-15 de nisn) del ao 30, tras haber sido condenado a la pena capital por el gobernador romano Poncio Pilato.

El origen judo de Jess y las concepciones de la fe: El origen judo de Jess reviste inters no tanto por razones tnicas cuanto ms bien teolgicas.

El centro de sus convicciones lo constitua Yahveh, el Dios de Israel, el Dios que libro de la esclavitud de Egipto, el Dios de la alianza y de las promesas mesinicas, el Dios y Salvador. Al proclamar el reino de Dios, Jess no fundaba una religin nueva. Lo que pretenda era cumplir radicalmente las ms hondas intenciones mesinicas y escatolgicas de la autorevelacin historicosalvfica de Dios. Este Dios a quien Jess se dirige como Abba y de quien se siente Hijo no es otro sino el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.

El acontecimiento pascual como encendido de arranque de la repercusin histrica de Jess de Nazaret:

La comunidad de los que crean en l afirmaba que ella misma era producto de la eficacia de un hombre que continuaba viviendo y actuando.

En opinin de sus adversarios, aquella muerte tenia para ellos alcance teolgico. Constituya la prueba de que Jess era un impostor, de que se haba arrogado injustamente la pretensin de ser el mediador escatolgico y el consumador del reino de Dios. Era un criminal merecedor de la pena de muerte, y por eso fue colgado del madero de la cruz, lo que le converta en un maldito de Dios (Dt 21,23; Gal 3,13).

La fe inicial de los que lo segua se desmorono tras la catstrofe del viernes de pasin. Pero al cabo de muy corto espacio de tiempo, al resucitarle de entre los muertos, el Padre mismo habra testificado en su favor y le habra exaltado a su diestra como Seor y Salvador (es decir, le habra otorgado el ejercicio del seoro divino en la Basilea).

Su primer reflejo en la frmula de confesin: Dios le ha resucitado de entre los muertos (Rom 4,24; 10,9; Act 2,32; Mt 28,7). Esta confesin cristolgica bsica se vio enriquecida, ya desde fechas muy tempranas de la tradicin, con la frmula de la significacin salvfica de la muerte, sepultura y resurreccin de Jess. Cristo muri por nuestros pecados segn las Escrituras fue sepultado, y al tercer da resucito segn las Escrituras y se aparecido a Cefas y a los Doce (1Cor 15,3-5).

Forman tambin parte de ella enunciados sobre la preexistencia de Jess, el Hijo del Padre eterno, sobre su misin bajo la figura de la carne, su autntica existencia humana, su muerte expiatoria vicaria para la fundacin de la nueva alianza, la resurreccin por el Padre en virtud del poder del Espritu y con la fuerza de Dios y tambin, en fin, la espera de la nueva venida de Jess como juez y consumador al final de los tiempos y el establecimiento de la basileia (del reino) del Padre, el Hijo y el Espritu.

Es el Padre mismo quien est presente en el mundo bajo forma humana. La resurreccin de Jess es, por tanto, el punto culminante de la autorevelacin del Dios y Padre de Jess y, a la vez, de Jesucristo como Hijo del Padre.

Dios habra revelado en el pasado su nombre como Yo soy el que soy (Ex 3,14). Ahora vincula esta presencia histrica y salvfica al nombre de Jess. Jess es el nombre nico, dado y revelado por Dios, por medio del cual es posible la salvacin, es decir, la comunin con el poder salvfico de Dios.

En el nombre Jess se revela el nico nombre de Dios: Padre, Hijo y Espritu Santo. La nica posibilidad de referirse a la figura histrica de Jess y a su pretensin de ser el mediador salvfico definitivo de la basileia del Padre es a travs de los testigos del acontecimiento pascual.

En el acontecimiento pascual ha revelado Dios su identidad relacional con Jess de Nazaret y ha abierto, al mismo tiempo, a los discpulos, en el Espritu Santo, la posibilidad de participar en la comunin del Padre y del Hijo en ese mismo Espritu.

d. El Anuncio del Reino y la relacin con el Padre.

El centro de la predicacin: la proclamacin del reino escatolgico de Dios (283)El centro en torno al cual se organiz la actividad pblica de Jess en hechos y palabras (praxis soteriolgica) y la concepcin de s exclusivamente orientada a Dios (medianidad, filiacin divina), fue la proclamacin del reino, ya cercano, de su Padre, abierto al futuro. Se ha cumplido el tiempo (el kairs). El reino de Dios est cerca. Convertos y creed al evangelio.

Fuera de la tradicin de los evangelios, el concepto de basileia pasa a un segundo plano. El reino de Dios establecido a travs de las acciones de Jess abarca los siguientes aspectos: nueva alianza; reconciliacin; justificacin del pecador, liberacin y libertad; salvacin; santificacin; redencin; perdn de los pecados; koinona (comunin) con el Padre y el Hijo en el amor del Espritu; vida eterna; paz (shalom); renacimiento para una vida nueva; nueva criatura en Cristo y en el Espritu; banquete nupcial del Cordero; creacin del nuevo cielo y la nueva tierra; nuevo paraso.

El teocentrismo de la basileia (283-286)La basileia no se refiere a un territorio de dominio o soberana poltica intramundana.

Tampoco se puede confundir con una comunin de sentimientos (en el sentido de un espiritualismo que huye del mundo o de una intimidad sin relacin con la historia).

El reino de Dios como consumacin de la historia de la alianza de Israel

El reino de Dios acontece en el aqu y el ahora de la predicacin de Jess. l, como proclamador y mediador del reino de Dios, lleva a cabo, al mismo tiempo, en representacin del pueblo, la aceptacin humana de la alianza con actitud obediente frente al Padre y con fidelidad a su misin. La basileia no debe ser entendida estticamente como un estado mstico o moral del alma, ni tampoco como una estructura de poder sociolgica o polticamente perceptible.

El reino de Dios no llega en medio de pompas externas y smbolos de rango y posicin social generados por la voluntad humana de configuracin. Se le experimenta como poder liberador y vivificador del Espritu de Dios.

Aunque Jess no defini el concepto, es claro que el reino de Dios tiende a la plena implantacin histrica de la voluntad salvfica de Yahveh. El hombre solo puede reaccionar a la llegada de la realidad personal de Dios en el mundo mediante los actos personales de la fe, la conversin y el amor. El mandamiento supremo de amar a Dios con todo el corazn y al prjimo como a s mismo (Mt 22,34-40) desborda con mucho los lm1Tesde una tica del deber apoyada en una autoridad divina. Este reino es originariamente experimentable en la realizacin personal del hombre

Presente y futuro de la basileia

La basileia no puede entenderse su venida al modo de una especie de movimiento fsico de Dios desde el mundo superior del cielo o desde un ms all espaciotemporal en direccin a la tierra.

El lenguaje apocalptico sirve de ropaje y de ilustracin plstica de las afirmaciones escatolgicas el reino de Dios solo puede tener su centro en una relacin personal con Dios, establecida en el mundo como reino indestructible del amor. Desde este nivel personal pueden interpretarse tambin las condiciones histricas, sociales y materiales de su implantacin en la forma existencial creada del ser humano.

En la venida de Dios al mundo mediada por Jess, el mismo Jess cualifica al mundo como lugar de la realidad de la salvacin (cf. la plenitud de los tiempos). Es en la referencia a las dimensiones de su existencia en el presente, en el pasado y en el futuro donde el creyente lleva a cabo la unidad de su relacin personal a Dios en la yuxtaposicin plural del espacio y en la sucesin en el tiempo.

La finitud de la existencia creada implica que en la muerte se produzca una transposicin de la comunin personal con Dios ya lograda hacia la modalidad de su consumacin. En las acciones simblicas y en los hechos poderosos de Jess se re vela Dios como salvacin eterna del hombre en medio del mundo. Con todo, la basileia solo alcanza su forma definitiva plena en una historia abierta cuando a travs de la obediencia de Jess hasta la muerte en cruz su mediador abre, en los niveles intrahistricos, la posibilidad de su asimilacin plena, concretamente en la historia de fe de sus discpulos en el sendero de su seguimiento de Jess.

Entre los objetivos de la misin reveladora del Hijo de Dios y mediador del reino divino no entraba la revelacin de la fecha cronolgica del ultimo juicio: En cuanto al da aquel o la hora, nadie lo sabe, ni los ngeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre (Me 13,32).

Testimonio de que Jess tena la certeza de que el Padre establecera escatolgicamente el reino y la basileia y le revelara a l como mediador una sentencia suya autentica pronunciada durante la cena de despedida anterior a su muerte: Os aseguro que ya no beber ms del producto de la vid hasta el da en que lo beba nuevo en el reino de Dios (Me 14,25).

La prctica del reino de Dios de Jess (286-287)Las obras poderosas y las acciones simblicas (los milagros) de Jess

Jess no solo proclamo el evangelio de la basileia (especialmente en sus parbolas), sino que revel tambin el poder Salvador de Dios en sus propias acciones salvficas (cf. Mt 4,23-25). Los hechos milagrosos y los signos poderosos de Jess no son sino la dimensin prctica de la afirmacin del reino de Dios por venir y ya venido (soteriopraxis). Del mismo modo que en la palabra humana de Jess se transmite la palabra de Dios, as tambin se transmite en sus acciones la voluntad salvfica del Padre. Si yo arrojo los demonios por el dedo de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros (Lc 11,20; Mt 12,28).

Se da, por tanto, una conexin entre la eficacia de las curaciones de Jess y la respuesta personal del hombre creyente (el milagros se da en el encuentro entre Dios y el hombre). Las curaciones milagrosos de Jess son acciones poderosas y signos de la grandeza de Dios (Lc 9,43a).

Desde el punto de vista histrico no existe la menor duda de que Jess euro efectivamente a personas enfermas y expulso a los demonios por la dynamis (poder-fuerza) y el pneuma (espritu) de Dios (Lc 5,17).

Los llamados milagros de la naturaleza, han sido configurados por los evangelistas desde la perspectiva de la resurreccin de Jess por obra del Padre. Persiguen el propsito de dar testimonio de Jess como autor de la vida. En Juan, los milagros son signos de la revelacin de la gloria (= de la divinidad) del Hijo nico del Padre.

Reunificacin y restablecimiento del pueblo de la alianza

Jess no fue fundador de una nueva religin. Uno de los contenidos de su misin era la reunificacin del pueblo de Dios disperso y escindido. La llamada de los doce discpulos como representantes de las doce tribus de Israel y, por tanto, de la totalidad del pueblo de la alianza. El destino de la basileia se cumple en la cruz y la resurreccin de Jess, se modifica tambin a la vez la comunidad prepascual de los discpulos. A esta asamblea del pueblo de Dios escatolgico tienen acceso todos los pueblos.

La relacin filial de Jess con Dios como origen de la proclamacin de la basileia (288-291)El teocentrismo de Jess (la relacin Abba)

Lo que le importaba era el reino del Padre. Pero el teocentrismo de su proclamacin acontece en la persona del mediador. Saba que l era el Hijo por antonomasia del Padre. Desbordaba el marco de las concepciones religiosas judas de aquella poca: aquel poder y autoridad de misin que reclamaba para s, y que reclamaba de tal modo que la actitud que se tomara frente a l, es decir, la fe en su evangelio y la disposicin a su seguimiento personal, resultaban ser factores decisivos para la relacin de los hombres con Dios.

Esta es una de las ipsissima verba Iesu (mismsimas palabras de Jess).

El intento por eliminarle y destruir su reclamacin de poder y autoridad como enviado se basaba en el presupuesto de que el mismo se haba presentado como Hijo del Dios bendito (Me 14,61) y Mesas y rey de Israel (Me 15,32). Se ha conservado en su forma aramea: Abba (Me 14,36; Gal 4,6; Rom 8,15).

La proclamacin de Jess como Hijo del Padre formulada en la confesin de la Iglesia a partir de la experiencia pascual tiene, por consiguiente, su fundamentum in re en el modo con que el Jess prepascual se dirige al Padre, as como Israel se diriga a Yahvh. Jess daba a Dios el ttulo de Abba de una manera exclusivamente suya y de que Dios ocupaba el centro de su predicacin.

La relacin filial con Yahveh (el cristocentrismo de Dios)

Lo anterior refleja el hecho de que previamente Dios se ha dirigido a l como a su Hijo. Es el, en su persona, el lugar donde se configura la identidad de la palabra divina, manifestada en su biografa, con la figura del mediador humano.

Todo me lo ha confiado mi Padre. Y nadie conoce quien es el Hijo, sino el Padre; ni quien es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiere revelrselo. En este concepto de Hijo se ha introducido un nivel de significacin que desborda esencialmente las denominaciones paleotestamentarias que califican a los reyes, sacerdotes y profetas de hijos de Dios.

La paternidad de Dios respecto de su Hijo no es algo que le venga aadido ms tarde, temporal y accidentalmente, a la divinidad de Dios, de tal modo que fuera de y antes de su revelacin seria el Dios unitario del tesmo moderno. La esencia de Dios se realiza relacionalmente, pues Dios es siempre la vida que se da paternalmente y es filialmente recibida, a la vez que se media en el Espritu Santo.

Jess de Nazaret, el smbolo del ser-para de Dios

El hombre Jess de Nazaret es la forma existencial histrica del fin de los tiempos de la existencia divina en favor de su pueblo. Orgenes defini esta situacin con la expresin de que Jess es la auvtobasilei,a, es decir, el reino de Dios en su persona (Comm, in Mt. 14,7). Jess es la autoexposicin que se realiza y se torna concreta y visible en el curso de la historia del reino de Dios como salvacin para todos los hombres.

La mesianidad de Jess (291-294)El debate en torno al secreto de Mesas

Uno de los problemas bsicos de la cristologa es determinar si el Jess histrico tiene en realidad algo que ver con la fe de la comunidad postpascual, que le testificaba y confesaba como el Hijo del Padre, el Mesas y Seor. La escena del bautizo en el Jordn no es una llamada dirigida a Jess, sino su proclamacin publica como Mesas.

Jess ensena como quien tiene autoridad, no como los letrados. Es el quien llama, por su propia y personal eleccin, a los discpulos y convierte a los Doce en representantes del pueblo de Dios que quiere reunir para la basileia. Recurre, ms all de la autoridad de Moiss, a la voluntad originaria de Dios. Se presenta como el intrprete de Dios. No suplica al Padre que perdone los pecados. Los perdona el mismo, con su propia autoridad. Y muchos gestos ms de Jess.

En esta sorprendente conducta de Jess a travs de sus hechos y sus palabras se percibe claramente su reclamacin de autoridad y el secreto de su misin. Por tanto, el interrogante sobre su persona debe formularse as: Quin es, pues, este?. De la conducta de Jess se desprende, en todo caso, que aqu hay uno que es ms que Jons y Salomn. Algunos crean que era Juan Bautista o Elas (cf. Mal 3,23) o alguno de los profetas, o el Profeta por antonomasia (cf. Dt 18,15.18). Pero los discpulos confiesan: Tu eres el Mesas (= el Hijo de Dios vivo, Mt 16,16).

En su proceso tena que abordarse inevitablemente el tema de la mesianidad. El sumo sacerdote le pregunta: Eres t el Cristo, el Hijo del Bendito?. La respuesta de Jess es una Revelacin de su secreto personal: Lo soy. Y veris al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo entre las nubes del cielo (Me 14,61s.). Fue precisamente este ttulo de gloria, propio de Jess ya desde el principio, el que concito contra el aquel odio de las autoridades religiosas de su tiempo que acabar por llevarle a la muerte (Me 2,7).

La paradoja de los padecimientos del Mesas

En el bando de los adversarios fueron el oportunismo, las intrigas polticas y la incredulidad religiosa las que llevaron a Jess a la cruz. Visto desde Jess, es su obediencia a la voluntad del Padre la que provoca la irrupcin final del reino de Dios. Abba Padre, todo te es posible: aparta de m este cliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que quieres tu. Los discpulos solo podan percibir esta conexin, ya sugerida por los actos y la conducta del Jess prepascual, tras la experiencia del Viernes de Pasin y de Pascua (cf. Me 8,31: Y comenz a ensenarles que el Hijo del hombre deba sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres das. En su proexistencia se hace manifiesto el ser-para de Dios.

En aquella pasin se revela el sentido de su misin, cuando en la obediencia del Hijo a la voluntad del Padre se lleva a cabo el establecimiento del reino de Dios: El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.

La consumacin de la proexistencia de Jess en la muerte en cruz (294-298)Todos los testimonios neotestamentarios concuerdan en que la muerte en cruz de Jess fue un hecho histrico. Jess fue injustamente condenado y sufri la afrentosa muerte en cruz (mors turpissima crucis). Este gnero de ejecucin de una sentencia capital se reservaba, en la legislacin romana, a los crmenes polticos y a los esclavos carentes de derechos.

El significado salvfico de la cruz de Jess

Los testigos neotestamentarios atribuyen a la muerte en cruz de Jess una importancia salvfica universal. Cristo muri por (hyper) nuestros pecados (1Cor 15,3). Esta afirmacin no tiene nada que ver con una instrumentalizacin de Jess que habra tenido que ser inmolado en el altar de los sacrificios para aplacar la clera de un Dios mitolgicamente concebido. El elemento determinante es aqu la unidad de accin del Padre y del Hijo.

La entrega del Hijo es la revelacin del ser-para del Padre. Esta entrega tiene su correspondencia y encuentra su figura histrica en la autoentrega libre y espontnea del Hijo al Padre para implantar el reino de Dios como magnitud definitivamente aceptada por los hombres. El cuarto canto del ebed (Siervo) de Yahveh proporciona un contexto de comprensin en el que puede captarse, en la fe, la significacin salvfica de la pasin y muerte de Jess.

Tena el Jess prepascual clara conciencia de la significacin salvfica de su muerte?

Hay muchas posturas al respecto. Pero nos quedamos con lo siguiente: La muerte de Jess no aconteci a consecuencia de un fracaso en el plan salvfico divino. Tampoco llego como una condicin, caprichosamente impuesta desde el exterior, aadida a la predicacin de la basileia, una condicin sin la que Dios no estara dispuesto a reconciliarse con los hombres.

Tampoco en el caso de Jess estaba fijado de antemano bajo que modalidad concreta tomara forma su entrega confiada, con la que pona su vida en manos de Dios Padre, y la implantacin y actualizacin de Dios como salvacin de todos los hombres. Jess no pudo contemplar anticipadamente, desde su conciencia humana, su futuro ni poseerle como un contenido objetivo consciente. La libertad creada solo puede moverse hacia el futuro y solo puede constituirse en el campo del desafo de su propio porvenir. Pero la conciencia humana de Jess estaba profundamente marcada por su relacin al Padre.

Un anlisis psicolgico sugiere la conclusin de que es muy posible que Jess supiera que morira de muerte violenta, viendo las respuestas violetas de sus adversarios ante las palabras y gestos de Jess. Jess conoca el cruento destino que haba amenazado repetidas veces a los profetas en Jerusaln. El destino del Bautista tambin lo conoci. Aun admitiendo que los anuncios de la pasin y las profecas sobre la resurreccin de Jess de los evangelios (Me 8,31-33; 9,30-32; 10,32-34) fueron elaborados literariamente a la luz del Viernes y de Pascua, no se les puede negar un ncleo prepascual bsico.

Esta fuera de toda duda que, en el cumplimiento de su misin de implantar la basileia en su persona en obediencia al Padre, Jess comprendi y acepto activamente el horizonte Salvador de su muerte. Saba que no se hundira en la muerte en vano y puso enteramente su vida en manos del Padre. La confianza sin lm1Tesde Jess en el Padre es el origen de la significacin salvfica de su muerte en la cruz.

e. El Misterio Pascual.

El kerygma pascual (testimonio y confesin) (298-301).

El foso infranqueable entre el Viernes Santo y Pascua

El Viernes de pasin significaba el colapso y desmoronamiento definitivo de su fe en Jess como mediador escatolgico del reino de Dios. Estaba en vigor el principio: Maldito el que cuelga del madero (Dt 21,23; cf. Gal 3,15; Act 5,30). Tan solo el poder soberano de Dios puede salvar este foso absoluto entre la muerte y la vida. Por tanto, la accin de Dios en favor de Jess crucificado, en virtud de la cual le introduce en su propia vida eterna, es tambin y a la vez el origen de la fe pascual.

A la luz de los acontecimientos de Pascua los discpulos comprendieron que lo nico que se haba desmoronado haba sido su relacin de fe con Jess y no la unidad de misin y revelacin entre Jess y Dios. Da Dios a conocer su unidad con Jess y le reconoce como a su Hijo y heraldo escatolgico de la basileia. En la resurreccin revela Dios su nombre, a saber: El que ha resucitado a Jess de entre los muertos (Gal 1,1; Rom 4,24; 2Cor 4,14; Ef 1,20; Col 2,12).

Mediante su paso por la cruz y en virtud de la resurreccin, el Hijo se convierte en el portador del reino divino del Padre del fin de los tiempos (cf. Flp 2,9.11; 1Cor 15,28; Act 2,32.36; 5,30s). A travs del testimonio de los discpulos se les abre a los destinatarios de su predicacin una va de acceso al acontecimiento pascual y a la persona de Jess de Nazaret resucitado.

La presentacin del acontecimiento pascual en la tradicin confesional

Las primeras confesiones de fe: Dios ha resucitado a Jess de entre los muertos (1Tes1,10; Gal 1,1; 1Cor 15,15; Rom 4,25; 10,9; Act 2,32; Ef 1,20; Col 2,12); ha resucitado (1Tes4,14); retorno a la vida (Rom 14,9; 1Pe 3,18): ha sido exaltado a la derecha del Padre (Flp 2,9; Act 2,33; 5,31); ha sido glorificado (Jn 7,39; 12,16; 17,1); ha pasado al Padre (Jn 13,1.3). Se le aade a veces la esperanza de su nueva venida.

Se cita, en calidad de primer testigo, a Simn Pedro. Siguen los Doce, todos los dems apstoles y finalmente Pablo y otros discpulos. En directa conexin con ello figura la afirmacin de la significacin salvfica de la muerte y resurreccin de Jess. La misin de los discpulos para dar testimonio y para formar el pueblo de la nueva alianza integrado por judos y paganos.

Formula breve del credo protoapostlico transmitida por Pablo se remonta a tres o cuatro aos despus del acontecimiento pascual: Cristo muri por nuestros pecados segn las Escrituras, fue sepultado y al tercer da resucito segn las Escrituras, se apareci a Cefas y despus a los Doce (1Cor 15,3-5; cf. Lc 24,34).

El kerygma pascual esta testificado en el Nuevo Testamento en dos contextos de transmisin. Se distingue entre:

1. Los relatos de las apariciones pascuales de Jess a los discpulos. Esta tradicin est centrada en Galilea, adonde haban huido los seguidores de Jess tras la prisin y muerte del Maestro.

2. Los relatos sobre el sepulcro vaco, que apuntan a Jerusaln como su lugar de origen.

Al lector del Nuevo Testamento se le ofrecen los acontecimientos en su secuencia temporal y lgica: muerte y sepultura de Jess; visita de las mujeres al sepulcro; mensaje pascual de los ngeles; apariciones del resucitado a sus discpulos; origen de la fe pascual; testimonio y misin de los apstoles y fundacin de la Iglesia como pueblo de Dios de la nueva alianza. En Jn puede percibirse claramente que la muerte en cruz de Jess es ya su exaltacin al Padre y su glorificacin. Pero le son necesarias las apariciones pascuales para llevar a los discpulos a la fe.

En los sinpticos no se proponen la reproduccin protocolaria de un suceso externamente imperceptible a travs de los testigos presentes en el mismo. Lo que intentan es dar testimonio del acontecimiento de la accin salvfica de Dios en Jess, valindose para ello de los recursos literarios ya conocidos en el Antiguo Testamento (por ejemplo, en el shema, de la revelacin, un ngel, dos ngeles) para retransmitir la revelacin de Dios en obras y palabras.

La historicidad de la experiencia pascual y la trascendencia del acontecimiento de Pascua. (301-303)La resurreccin de Jess es un acontecimiento para el que no hay analogas ni paralelos. El empleo de las formulas teofnicas veterotestamentarias (cf. Ex 3,2) indica claramente que las apariciones pascuales son acontecimientos que se inscriben en el mbito de la revelacin.

De donde se sigue la problemtica de como poder traducirlo al mbito del conocimiento y del lenguaje humano de tal modo que la resurreccin de Jess no se diluya en categoras cosificadas ni se desvanezca en conceptos espiritualizados.

Una cmara de filmacin no habra podido captar las imgenes y el sonido del acontecimiento de la resurreccin, que en su ncleo bsico es la consumacin de la relacin personal del Padre con el Hijo hecho hombre en el Espritu Santo, ni tampoco las apariciones de Jess a sus discpulos. Dado que fueron las apariciones pascuales las que desencadenaron la fe pascual, son ellas el factum (hecho) histricamente comprobable del que surgi esta fe de los discpulos. La fe de los discpulos es el signo histricamente verificable que remite al acontecimiento pascual, un signo a travs del cual se hace accesible este mismo acontecimiento.

El horizonte de comprensin teocntrico de la fe pascual. (303-306)La autorrevelacin del Seor resucitado (las apariciones pascuales)

La resurreccin de Jess no significa que se haya alejado de la tierra para instalarse en un piso superior supraterrenal del cosmos o en un trasmundo metafsico (F. Nietzsche). La cercana o la distancia del hombre respecto de Dios no pueden medirse segn categoras espaciales o temporales, sino primariamente en categoras personales. Para una definicin ms precisa del carcter realista de la resurreccin de Jess es de la mxima importancia el anlisis de la formula ofthe (w;fqh) aplicada a las cristofanas. Se trata de un terminus technicus de la revelacin de Dios, de Jesucristo y del Espritu Santo y, en sentido trasladado, tambin de Elas y Moiss en el episodio de la transfiguracin de Jess. Se aplica asimismo para las revelaciones de los signos del acontecimiento salvfico del fin de los tiempos (cf. Me 9,4; Mt 17,3; Lc 1,11; Act 2,3; 7,2.26.30.35; 9,17.31; 13,31; 16,9; 26,16; 1Tim 3,16; Heb 9,28; Ap 19,19,12,1 et passim).

Se evita, a ciencia y conciencia, esta frmula cuando se habla, por ejemplo, de los santos que, tras la muerte de Jess en la cruz, resucitaron y se les aparecieron a muchos (Mt 27,53).

Aqu es Jess mismo el sujeto que se da a conocer a los discpulos. No se pone al alcance de la vista al modo de las cosas accesibles a la experiencia natural. Es necesario que sea el mismo quien tome la iniciativa de abrirse al conocimiento de los discpulos.

La modalidad existencial del Seor resucitado

A esta problemtica se la designa con el lema del sepulcro vaco. Estn aqu implicados, por un lado, el tema de la historicidad de los evangelios pascuales y, por el otro, la pregunta sistemtica de la corporeidad del Seor resucitado.

El sepulcro vaco en la tradicin pascual

Pedro se establece una relacin entre la accin resucitadora de Dios en favor de Cristo y la existencia corpreo-espiritual de Jess, que tambin incluye una accin divina sobre su cuerpo muerto: el profeta, previendo el futuro, afirmo de la resurreccin de Cristo que no sera abandonado al hades ni su carne experimentan la corrupcin (Act 2,31; cf. Sal 16,10). En los evangelios pascuales sinpticos, y a diferencia de Jn, el descubrimiento del sepulcro vaco es anterior a los relatos de las apariciones de Jess.

Pero tampoco para los sinpticos es el sepulcro vaco prueba de la resurreccin. Es, ms bien, una seal que despierta la atencin de los discpulos y les lleva al encuentro con el Seor resucitado. La accin poderosa de Dios en favor de Jess debi afectar tambin a su cuerpo. De haberse comprobado que el cadver segua en el sepulcro, se producira una irreductible contradiccin con la proclamacin pascual.

La corporeidad pneumtica de Cristo resucitado

A la pregunta de cmo puede ser posible una resurreccin corporal responde Pablo a los corintios que muere un cuerpo corruptible y es resucitado en la incorruptibilidad. Se siembra soma psichikn, se resucita en un soma pneumatikn (lCor 15,44).

La poderosa accin del Padre significa la revelacin escatolgica de Jess como Hijo del Padre y portador histrico del reino de Dios. Incluso muerto, su cuerpo participa, a travs de la mediacin de su alma humana, en la unidad de la Persona de la Palabra divina de Dios. Y as, su corporeidad plena en la eternidad es la seal y el medio de la comunin de los hombres con la Trinidad divina.

Jess se ha convertido, precisamente en virtud de su corporeidad terrena y transfigurada, en el smbolo real del nuevo cielo y la nueva tierra de la basileia escatolgica.

La resurreccin de Jess como exaltacin a la derecha del Padre. (306-307)La exaltacin de Jess a la derecha del Padre se identifica con el acontecimiento de la resurreccin. Pero aqu, las expresiones acerca de la exaltacin acentan el aspecto de que el Mesas comparte el trono con Dios (cf. Sal 110,1-4). Pablo y Juan renuncian a exponer esta idea a travs de imgenes. Cuanto al contenido, ambos dicen lo mismo cuando haban de la unidad de la accin soteriolgica del Padre y del Hijo. La marcha de Jess al Padre le lleva al cielo. La expresin no se refiere a un lugar espacial situado ms all del mundo, sino a la comunin de vida de Jess con el Padre y al ejercicio compartido del reinado divino del Padre y del Hijo.

Lucas no entiende la ascensin de Jess al cielo (Act 1,9-11) como un movimiento fsicamente comprobable, sino como un acontecimiento de la revelacin. La nube, la sombra (cf. Lc 1,35) tras la que se oculta la luz gloriosa de Dios, significa el lmite de la experiencia mundana natural frente a la experiencia trascendental del poder y de la presencia de Dios en el mundo transmitida por la fe (cf. Ex 13,21).

La presencia actual del Seor exaltado en el Espritu Santo. (305-306)La misin salvfica universal que el Padre encomienda a Cristo est presente, en el Espritu Santo, en los actos bsicos de la proclamacin de la doctrina, del testimonio, de la celebracin del bautismo y de la cena, de la comunin, la oracin y el seguimiento llevados a cabo en la Iglesia instituida por Cristo.

Jesucristo acta en el momento presente por medio de la Iglesia y se hace personalmente experimentable en el ejercicio de la comunin eclesial de los discpulos (cf. Mt 18,20). Sigue desempeando en la Iglesia su ministerio real, proftico y sacerdotal y es tambin abogado e intercesor cabe el Padre. Est sentado a la derecha del Padre y aboga por nosotros* (Rom 8,34; cf. Col 3,1; Act 2,23; Heb 7,25; 1 Jn 2,1).

Por Cristo han sido definitivamente vencidos todos los poderes y potestades hostiles a Dios, incluida la muerte como enemigo ultimo del hombre. Y entonces, el Seor resucitado entregara su reino al Padre: Y Dios ser todo en todos (1Cor 15,28) y Cristo todo en todos (Col 3,11).

El descenso de Cristo al reino de los muertos. (307-308)Algunos pocos pasajes neotestamentarios haban de la solidaridad salvfica de Jess con los muertos del mundo subterrneo (el sheol, el hades), es decir, de su bajada o descenso a la regin de los muertos (cf., entre otros, Ef 4,9 y 1Pe 3,19; 4,6).

La actividad salvfica de Jess y su destino mesinico incluyen su marcha a la muerte. Llega, pues, a la regin de los muertos, que llevan una existencia alejada del espritu vivificante de Yahveh. Jess padeci realmente la muerte (cf. 1Cor 15,4; Act 2,29:... como David fue sepultado).

Cristo, en virtud de la muerte que padeci por nuestros pecados, fue a predicar a los espritus encarcelados (1Pe 3,19s.). Porque se ha anunciado el evangelio aun a los muertos, precisamente para que, condenados en carne segn hombres, vivan en espritu segn Dios (1Pe 4,6).

Segn ella, con su predicacin Jess llevo a los justos de las pocas pasadas la salvacin del reino de Dios y derroto al pecado, al alejamiento de Dios y a la muerte como los ms encarnizados enemigos del hombre. La expresin descensus ad inferos apareci hacia el 370 d. C. en el Apostolicum. En el nicenoconstantinopolitano se tradujo el descensus por fue sepultado.

La revelacin plena del reino de Dios en la nueva venida de Jess en el juicio final. (308-309)Ya la ms antigua comunidad judeo-palestina cristiana peda en la oracin a su Seor Jess resucitado y exaltado: Marana tha Seor nuestro, ven! (1Cor 16,22; cf. Rom 13,12; Flp 4,5; 1Pe 4,7; Sant 5,8; Ap 22,20). El reino de Dios escatolgico iniciado por Jess existe ahora bajo su forma humilde y oculta. Se est a la espera de la revelacin de su gloria.

La comunidad espera la segunda venida de Jess, resucitado por Dios de entre los muertos, y su reaparicin como juez que viene del cielo, donde se sienta en el trono a la derecha del Padre (Flp 3,20; 2Tes 1,7; Col 3,1; Act 3,20s.), para librarnos de la ira venidera (1Tes1,9s.). El da del Seor, el da de la ira y del juicio final, es ahora el da de la salvacin (Is 13,6; 49,8; Ez 30,2s; Os 14,15; Joel 2,1-11; Sof 1,14; Mal 3,2.17).

Se aade la esperanza de la resurreccin general (2Mac 7,9.14; 12,43), que alcanza su concrecin ltima en la resurreccin de Jess. La escatologa de la resurreccin esta internamente determinada por la cristologa. Jesucristo es la causa de la resurreccin, al final de los tiempos, del gran nmero de los que con l y despus de l son resucitados por Dios para la vida eterna (Flp 3,10s.; 1Cor 15,20; Col 1,18; Act 26,33).

De todas formas, el Nuevo Testamento no presenta una aclaracin ms precisa de la relacin entre la escatologa individual y la general,-ni tampoco una reflexin acerca del tiempo intermedio. La unidad de vida con Jesucristo no excluye, sino que incluye, la plenitud y consumacin del cuerpo humano en la resurreccin general de los muertos.

En su nueva venida re vela Jess su ministerio de mediador salvfico de la basileia. Entonces todos reconocern el triunfo de Dios sobre el pecado y la muerte, cuando el Hijo, en el que se sintetiza, como en el nuevo Adn, toda la humanidad, se someta al Padre, para que Dios sea todo en todos (1Cor 15,28). Todos tendrn que comparecer ante el tribunal de Cristo (Rom 14,10; 2Cor 5,10) cuando Cristo, el Redentor y Salvador, el Mesas y Seor (Lc 1,11), sea conocido y reconocido por todos como juez de vivos y muertos (Act 10,42) instituido por Dios y como Hijo del Padre.

f. El origen divino de Jess.

El misterio personal de Jess; la filiacin divina (309-313)El testimonio bblico

El testimonio bblico, considerado en su conjunto, entiende que la mediacin salvfica de Jess se fundamenta en su relacin singular y exclusiva con Dios, su Padre. La pregunta soteriolgica Quin es el para nosotros hunde sus races en aquella otra, cristolgica, Quin es el?.

El Hijo, o la Palabra expresan que Jess tiene su origen en la esencia y la vida interna de Dios. El cuadro adjunto (pg 310) indica la incomparabilidad, singularidad, exclusividad e insuperabilidad de la relacin entre Jess y Dios, fundamentada en la misma esencia divina: Mi Hijo amado; Dios ha enviado/glorificado a su Hijo; E1 Hijo de su amor; E1 Padre se revela en su Hijo; Su Hijo es la vida eterna; E1 es el Hijo unignito del Padre; E1 Hijo del Padre.

Antiguo Testamento, hijo de Dios se refiere a la funcin propia del Mesas e hijo de David en el establecimiento del reino de Dios (Sal 2,7; 110).

Es, en cambio, distinto el uso que se hace del ttulo de Hijo para designar la relacin personal de Jess con Dios, su Padre (cf., p. ej., Rom 1,3: E1 evangelio de Dios... acerca de su Hijo...).

Es parte constitutiva de la esencia de la paternidad de Dios la realidad llamada Hijo o Palabra, con la que se relaciona el Padre y por la que se re vela, en la encarnacin, por mediacin de la humanidad de Jess.

La frmula Hijo de Dios es utilizada especialmente por Pablo y Juan para sealar la unidad esencial del Hijo con Dios, su Padre (la filiacin divina metafsica o la trascendencia de Cristo).

Evolucin errnea o explanacin consecuente?

La crtica ms antigua a la filiacin metafsica de Jess se fundamenta en la sospecha de que la exaltacin religiosa de los discpulos, al recurrir a interpretamientos dependientes de las concepciones de aquel tiempo o de la filsofa helenista, ha elevado al simple rab judo Jess a la categora de Dios, o incluso de un segundo Dios, junto a Yahveh (tal como afirman el judasmo postbblico, el islam, el arrianismo, la crtica de la religin, la Ilustracin, el materialismo, la teologa de la religin pluralista y, no en ultimo termino, las diversas sectas cristianas neoarrianas). Esta objecin contra el testimonio bblico sobre Cristo, y ms an contra la explanacin del dogma cristolgico, parte de dos presupuestos errneos.

1. Jess no fue en modo alguno un simple maestro religioso judo, sino que se entendi a s mismo y as puede comprobarse histricamente como mediador del reino de Dios, un reino que tiene su origen precisamente en su relacin a Dios Padre en virtud de su condicin de Hijo.

2. Ni en el Nuevo Testamento ni en el dogma cristiano se eleva al hombre Jess a la categora de substancia divina. Nunca se mezcla a la naturaleza humana con la divina.

Ya en la fuente de los logia Q hay alusiones a la trascendencia de Cristo (Jess como el Cristo, el Seor, la Sabidura, el Mesas/Hijo de Dios, el Hijo del hombre). La multiforme variedad del proceso de formacin de las confesiones cristolgicas es el resultado de la experiencia pneumtica bsica histrica y postpascual de la unidad de la revelacin de Jess con Dios, que tiene su origen en la unidad de vida interior de Dios Padre e Hijo. No existen contradicciones objetivas entre los diversos enfoques cristolgicos del Nuevo Testamento. Todos ellos expresan el nico misterio de diferentes maneras.

La relacin fundamental Abba de Jess y su autopresentacin como el Hijo

La confesin postpascual de Jess como el Hijo del Padre se basa en el conocimiento de que se refiri a s mismo como Hijo. Cuando Jess reconoce a Dios como su Padre (discursos-Abba) y cuando Dios reconoce a Jess como a su Hijo en el acontecimiento de la resurreccin, concurren aqu y se agavillan las experiencias prepascuales y pascuales de los discpulos.

Todos los enunciados predicativos sobre Jess son explicaciones o ampliaciones de la protoexperiencia de la relacin Padre-Hijo entre Dios y Jess: Mesas, hijo de David, siervo de Yahveh, el Profeta, el Justo, el Seor, la Sabidura de Dios, el Hijo de Dios y el titulo utilizado exclusivamente por Jess de Hijo del hombre. Para articular a travs del lenguaje esta experiencia en la reflexin postpascual, el predicado de Hijo era ms adecuado que ningn otro.

Puesto que Jess de Nazaret es, sin duda alguna, un hombre real y verdadero y no una esencia divina revestida de apariencia humana, se plantea la pregunta cristolgica bsica de cmo puede unirse al Hijo (o la Palabra), que forma parte de la esencia interna de Dios, pero conservando al mismo tiempo su plena naturaleza humana y su humanidad. Queda as formulado el problema de la cristologa, en el sentido de que se plantea la pregunta acerca de la unin de la naturaleza humana y la naturaleza divina de Cristo.

Tres concepciones bsicas de la unidad humano-divina de Cristo: preexistencia, encarnacin, concepcin pneumtica (313-321)Las tres concepciones cristolgicas bsicas, la de Pablo, la de Juan y la de los Sinpticos, testifican, cada una de ellas a su propia manera, la unidad relacional de la naturaleza humana de Jess con el Logos e Hijo del Padre eterno. La autorrelacionalidad interna y el enfrente dialogal de Dios en la relacin originaria del Padre y el Hijo aparecen aqu como su mutuo punto de referencia. La doctrina cristolgica de la preexistencia y, a una con ella, tambin la de la encarnacin y la fe en que Jess fue concebido por obra del Espritu no dice otra cosa del hombre y el profeta Jess de Nazaret sino que aquel ser y estar-aqu-para presente en Yahveh (desde la eternidad) se ha revelado definitivamente en el hombre Jess de Nazaret. Pero como este Jess de Nazaret no fue una marioneta de Dios, sino una persona histrica real y concreta.

Qu significa la preexistencia del Hijo?

La preexistencia no significa el modo de ser celeste del hombre Jess, ni la existencia antecedente de su alma antes de su concepcin y nacimiento como hombre.

Tampoco significa la preexistencia ideal del mediador salvfico en las ideas eternas de Dios. No se la puede poner tampoco en la misma lnea que el modo de ser despus de la existencia terrestre. Esta postexistencia se refiere a la exaltacin del hombre Jess a la derecha del Padre. La preexistencia es un enunciado que se refiere a la divinidad del Logos/Hijo. La subsistencia relacional del Hijo del Padre eterno se presenta como la portadora de la naturaleza humana de Jess asumida en el tiempo y en la historia.

Jess y la sabidura preexistente. Ya en Pablo aparece una interpretacin de la unidad de Jess con Dios en el sentido de una identificacin de la sabidura divina con Jess. El Antiguo Testamento proporciona el trasfondo para una cristologa-sofa o una cristologa de la encarnacin cuando habla de una especie de encarnacin de la sabidura identificada con Dios.

La preexistencia del Hijo en Pablo. Pablo expresa la unidad de Cristo con Dios cuando aplica en sentido posesivo el predicado Hijo a Dios. Aparece as la formula bsica Dios y su Hijo. La relacin filial al Padre es el origen de la misin del Hijo bajo la forma de la carne (Rom 8,3). Cuando vino la plenitud de los tiempos, envi Dios a su Hijo, nacido de mujer... a fin de que recibiramos la adopcin filial. Y prueba de que sois hijos es que Dios envi a nuestros corazones el Espritu de su Hijo, que clama: Abba, Padre! (Gal 4,4-6).

En el himno a Cristo prepaulino, transmitido por Pablo, el sujeto de los enunciados es Jesucristo (Flp 2,6-11). Tiene la misma condicin que Dios Padre. Un solo sujeto, portador de dos modos existenciales y de los dos niveles de la humillacin y la exaltacin (cf. tambin 2Cor 8,9). Es deuteropaulina la idea de que la significacin salvfica de Jess como mediador de la creacin, redentor, reconciliador y fundador de la paz tiene su origen en la unin y compenetracin interna del Padre y el Hijo.

La preexistencia en la carta a los hebreos. Tambin segn la Carta a los hebreos es la preexistencia presupuesto de la mediacin de Jesucristo (Heb 1,1-4). En virtud de su filiacin, el Hijo se sita en el mismo piano divino que Dios Padre. Solo en la unidad del Padre y del Hijo se lleva a cabo la singularidad del ser y de la accin de Dios. En esta posesin plena de la esencia^ divina sostiene (el Hijo) el universo con su poderosa palabra (Heb 1,3). Pero para poder ser autor de la salvacin de los hombres (cf. Heb 2,10),el Hijo del Padre debe hacerse hermano de todos ellos. Acepta, por consiguiente, las condiciones de la existencia humana y se expone al poder del pecado, del sufrimiento, de la enfermedad y de la muerte (Heb 2,14s.).

La denominacin directa de Jess como Dios. De lo hasta ahora dicho se desprende claramente que Theos designa la Persona del Padre. De ah que solo en muy raras ocasiones se llame Dios al Hijo, para evitar una mezcla o confusin entre ambos. Y as, en el himno de alabanza puede Pablo hablar perfectamente de Jesucristo como el que est por encima de todo, Dios bendito para siempre (Rom 9,5). Los cristianos podemos aguardar la aparicin gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo (Tit 2,13; cf. 2Pe 1,1). Asimismo, el apstol Toms puede dirigirse al Seor resucitado con aquel Seor mo y Dios mo! (Jn 20,28). El Hijo de Dios ha venido al mundo para que conozcamos al Dios verdadero y tengamos en Jesucristo la vida eterna. Pues l es el verdadero Dios y vida eterna (lJn 5,20; cf. Jn 17,3).

La encarnacin del Logos

En el Evangelio de Juan se identifica al Hijo de Dios preexistente con la Sabidura o con la Palabra de Dios. El concepto de sofa es sustituido por el de palabra (logos) de Dios, pero el marco de referencia no es el concepto de logos de la filosofa helenista, que acepta la existencia de una razn divina que penetra la totalidad del universo. Empalma con la idea paleotestamentaria de la palabra poderosa (dabar) de Dios. Los LXX traducen este concepto clave de la palabra de Dios por logos.

Es, por tanto, absolutamente seguro que el Prlogo (del Evangelio de Juan) no se deriva de fuentes gnsticas, sino que se inserta en el contexto de la tradicin intracristiana/juda. Las afirmaciones cristolgicas ms sealadas del cuarto evangelio, como 1,1: ... y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios o 10,30: El Padre y yo somos una sola cosa, marcan el objetivo y la consumacin de la cristologa neotestamentaria. Solo es posible salvar la infinita distancia entre Dios y el hombre si el mismo Dios asume, en su Palabra eterna y en su Hijo, la existencia humana y se hace carne (= hombre).

La divinidad del Hijo/Palabra es el presupuesto de la encarnacin de Dios y de la mediacin escatolgica salvfica de Jesucristo: Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros Dios nadie lo ha visto jams; el Hijo nico, Dios, el que est en el seno del Padre, l es quien lo dio a conocer. (Jn 1,14-18; cf. Heb 2,14; Prov 8,31; Sab 9,10; Bar 3,38).

La negacin de la venida del Hijo de Dios en carne es la seal inconfundible de un espritu anticristiano y hostil a Dios (cf. lJn 4,2s.; 2Jn 7). Para evitar una errnea interpretacin del concepto carne perfectamente posible en la antropologa dicotmica del helenismo a partir del siglo IV se habl de una humanizacin de Dios. Deben utilizarse en sentido analgico las denominaciones con que se designan las relaciones de origen en Dios (engendrar, nacer, proceder y espirar). La naturaleza humana de Jess no es engendrada por el Padre en sentido biolgico o sexual. Esta naturaleza llega a la existencia mediante el acto de la encarnacin.

La concepcin del hombre Jess por obra del Espritu y su nacimiento de la virgen Mara

Mateo y Lucas a diferencia de este planteamiento desde arriba, la cristologa de los Sinpticos se inicia con la humanidad de Jess. Solo de manera indirecta e implcita se deduce, a partir de sus obras y de su poder divino, la ntima conexin de su persona con Dios Padre. Pneuma y dynamis son aqu sinnimos del poder creador de Dios (cf. Lc 24,49: espritu = poder de Dios). El predicado Hijo trasciende su significacin funcional. Se le emplea para indicar la unidad de accin de Jess con Dios. Esta unidad se fundamenta, en virtud de la actuacin de Dios y de su autorrevelacin, en el mediador salvfico escatolgico, que est unido con el Padre en el origen y en la existencia humana de Jess, en su biografa como hombre y en su consumacin humana por el Espritu de Dios. Los relatos del bautismo de los Sinpticos fundamentan definitivamente la mesianidad de Jess en el hecho de que estaba lleno del Espritu. Precisamente por eso se puede proclamar a Jess como el Hijo amado del Padre.

El enunciado cristolgico. El relato bblico de la concepcin de Jess en la virgen Mara por obra del Espritu no pretende describir una curiosidad biolgica. En la perspectiva de los gneros literarios, en Lc 1,26-38 hay una homologa cristolgica y no, como a menudo se afirma, una leyenda, un midrash, y mucho menos un mito.

Este nuevo gnero literario de homologas de Cristo, creado por la Iglesia (Schiirmann, Das Lukasevangelium HThK III/l, 20s.) en las prehistorias de Lc (y Mt), alude al acontecimiento singular e incomparable de que la existencia humana de Jess no se debe a la mediacin de la accin creadora de Dios a travs de dos causas, como ocurre en la generacin natural del varn y la mujer.

El mediador humano de la basileia no puede ser engendrado por personas humanas (ni siquiera a travs de las dos causas). Solo puede ser concebido. Su madre no le engendra en colaboracin con un varn, sino que simplemente le concibe, le recibe, es decir, no como esposa, sino como virgen. El acento principal del relato-confesin del nacimiento recae en el enunciado sobre Jess. Es el Immanuel (Mt 1,23). Recibe el trono de David (Lc 1,32). El reino de Dios que est llamado a proclamar no tendr fin (Lc 1,33). La interconexin de la relacin ntima entre Dios y Jess solo se descubre a travs de la fe. Pero esto no excluye, sino que incluye, que Dios acta realmente en el mundo y determina las condiciones materiales de su existencia. Y as, la concepcin de Jess tiene su causa en la accin dinmico-pneumtica de Dios.

Una concepcin virginal o incluso la preexistencia del Mesas desbordaba las posibilidades conceptuales del Antiguo Testamento. A la palabra de Dios, que crea y elige, de la que surge el mundo en toda su dimensin existencial y en todo el alcance de su capacidad natural, nada le es imposible.

Sabiendo bien cules son las condiciones naturales de la generacin humana, pregunta Mara: Cmo puede ser, pues no conozco varn? (Lc 1,34). La respuesta que recibe no es la explicacin fisiolgica de un arbitrario suceso milagroso (en el sentido de una infraccin de las leyes naturales). Solo puede salir al encuentro de su llamada a ser la madre del Seor mediante la fe y la libre disposicin a asumir esta tarea a partir de la palabra revelada de Dios. El pneuma y la dynamis de Dios que la cubrirn con su sombra no son causas creadas categoriales sujetas a verificacin emprica.

En la homologa cristolgica de los autores neotestamentarios no se trata de la descripcin de una relacin tegama entre Yahveh y Mara. Se excluye la generacin sexual por Dios, aunque no por razones de decoro, y menos an por hostilidad al cuerpo. Al contrario, la sexualidad es expresin de la causalidad creada. Pero Yahveh no es una criatura. Acta sobre las criaturas, pero no de manera creatural. La causa trascendental del origen de la vida de Jess en Mara sin intervencin de varn no admite una comprobacin o verificacin con medios empricos. Lo nico que puede comprobarse es su repercusin en la criatura, en cuanto que se ha producido una concepcin sin intervencin de un hombre. Por eso, el origen pneumtico de la vida de Jess es causa y su concepcin virginal es seal de su relacin filial con el Padre, inmediatamente fundada en Dios.

La conexin entre la cristologa de la preexistencia y la cristologa neumtica. La cristologa de la encarnacin y la cristologa de la humanidad de Jess parten de problemticas distintas. Pero se encuentran cuando intentan expresar la unidad de la divinidad y la humanidad de Cristo. En inmediata conexin con la tradicin neotestamentaria, a una vinculacin de las dos perspectivas: Uno es el mdico de la carne y a la vez del espritu, engendrado e ingnito, Dios aparecido en la carne, vida verdadera en la muerte, de Mara y a la vez de Dios, doliente e incapaz de sufrimiento, Jesucristo, Nuestro Seor.(Ignacio, Ef 7,2)

La confesin de la Iglesia. En el credo aparecen unidas y en inmediata sucesin la encarnacin y la concepcin de Jess, por obra del Espritu, en la virgen Mara. Creemos en Jesucristo que, en virtud de la encarnacin, ha asumido la naturaleza humana y como hombre fue concebido por obra del Espritu Santo y naci de la virgen Mara. El magisterio de la Iglesia rechazo no solo las interpretaciones espiritualizantes o simblico-metafricas de la concepcin virginal de Jess en Mara por obra del Espritu Santo sino tambin, como es obvio, su inteleccin en el sentido de una teogamia.

La concepcin por obra del Espritu es necesaria para la unin de la naturaleza humana de Jess con la Palabra divina y para la inclusin inmediata de esta naturaleza en la relacin filial del Logos con el Padre.

g. Diversas tradiciones cristolgicas del NT (lo extraje de apuntes de Biblia).

I) Evangelio de Marcos

Jess, el Hijo de Dios (cf. 8, 29; 9, 41; 12, 35; 13, 21; 14, 61; 15, 32; 3, 11; 5, 7; 15, 39). Este ttulo confirmado en la transfiguracin aparece como la cumbre de la fe a la que Marcos quiere llevar a sus lectores. Lo dice en la introduccin (1,1) y lo proclama el centurin al pie de la cruz (15,39). En efecto, la novedad del evangelista est en vincular a Jess de forma especial y nica a esta realidad divina que comparte de forma filial. Ser Hijo, pues, implica tener una relacin de carcter servicial y cordial y de manera nica e ntima con Dios, cuyo poder comparte y con su voluntad se identifica, realiza, proclama y defiende. Por ello, esta situacin trae consigo una misin a los hombres, entre los que Jess realiza la voluntad de Dios. Esta filiacin divina es reconocida adems por los mismos demonios (1,24; 3, 11; 5, 7). Ahora bien, el verdadero sentido que Marcos atribuye a la realidad de Hijo de Dios se desprende del aadido con que una voz celeste, por dos veces, precisa el sentido de la figura del Ungido glorioso tomada del Salmo 2.

Jess, el Evangelio y el Evangelizador que proclama el Reino de Dios. Jess se presenta como el evangelizador que proclama y trae el Reino, destinado especialmente a los pobres, a los que sufren y son desplazados de la estructura social de los reinos humanos: leprosos, pecadores, endemoniados y paralticos. De esta forma, Jess sale al encuentro de las expectativas del pueblo. Y desde esta clave, el Reino de Dios, conforme a lo anunciado en el Antiguo Testamento, significa para Jess el ejercicio de la soberana divina sobre toda la vida e historia de todos los hombres. En definitiva, con su vida Jess se consagra a la proclamacin del Reino de Dios y los pobres son los destinatarios privilegiados de esta accin evangelizadora. Desde esta perspectiva, el Evangelio mismo ser posteriormente Jess, muerto y resucitado.Jess, el Mesas y el secreto mesinico. Para unir los relatos sobre la vida pblica de Jess con el Kerygma de la pasin, Marcos se sirve del motivo del secreto mesinico. Jess revela con sus actitudes que es el Mesas ungido en el bautismo, pero lo hace en secreto. Expulsa a los demonios, pero prohbe que se hable de ello (1, 34); cura a un leproso, pero le indica que no se lo diga a nadie (1, 44); a los espritus inmundos que son expulsados de sus vctimas se les conmina que no revelen a Jess (3, 12). De esta manera, el secreto mesinico sirve para unir la exposicin de la actividad terrena de Jess con el kerygma de la cruz y la resurreccin pues, la revelacin de Dios ha tenido lugar en la cruz de Cristo y en la resurreccin de entre los muertos. Este pensamiento cristolgico determina toda la exposicin de la actividad pblica de Jess. En este mbito, dicho secreto pone de relieve que Jess tiene conciencia de ser Mesas; pero, segn su designio, quiere llevar a sus discpulos a este reconocimiento de una manera progresiva y calma a partir del momento de la pasin. En esta clave, Marcos se esfuerza por respetar el desarrollo gradual de la fe en los discpulos, subrayando a grandes rasgos su incomprensin, de acuerdo con el testimonio de Pedro.Jess, el Hijo del hombre. Con este ttulo, el evangelista logra conciliar el seoro de Jess (2, 10.28), y su condicin gloriosa (8, 38; 9, 9) con la humillacin (8, 31; 9, 12.31; 10, 33), con el servicio a sus hermanos, a todos los hombres (10, 45) y con el ser entregado en manos de los hombres (9, 31; 10, 33; 14, 21bis). En definitiva, Marcos utiliza este ttulo para presentar a Jess como un hombre especial, capacitado con un poder divino de salvacin que se manifiesta en el perdn de los pecados, las curaciones, las liberaciones de los legalismos, etc.Jess, el que lleva a cabo acciones por la gente. Desglosamos este aspecto a travs de los siguientes apartados:El maestro que ensea. Esta funcin est ligada al magisterio de Jess. Marcos muestra al Seor como el que ensea a todos los hombres (unas 20 veces). Cuando ve a las multitudes siguindolo al desierto, sin tener de comer, Jess se apiada de ellas y se pone a ensearles (4, 38; 6, 34; 9, 38; 10, 35; 13, 1; 14, 14). Sin embargo, el Evangelio de Marcos recoge pocos discursos de Jess. Con este hecho, puede que intente decirnos que Jess ensea ante todo con su manera de vivir y obrar.El mdico. En las controversias de Cafarnam (2, 1-3, 6), Jess aparece como el mdico, lo que se ilustra por su constante actividad curativa a favor de su pueblo. Pero, sobre todo, y a cada paso, el Evangelio remarca su actividad de exorcista con la que seala su constante enfrentamiento y triunfo sobre los demonios presentes en la vida de los hombres.El pastor. En dos ocasiones, Marcos atribuye a Jess el ttulo de Pastor. Implcitamente en el primer texto: vio una gran muchedumbre y se compadeci de ella, porque eran como ovejas sin pastor (6, 34); y explcitamente en el restante: herir al Pastor y se dispersarn las ovejas (14, 27-28).Jess, Dios oculto en su humanidad. Marcos muestra el carcter divino de Jess que vive una autntica existencia humana, que acaba en un fracaso revelador (15, 39). Este aspecto se sirve de diversos motivos y temas: el nombre con el que le designa es Jess (81 veces). Adems, Marcos presenta las reacciones humanas de Jess: indignacin (1, 41), tristeza (3, 5), maravillacin (6, 6), accin de dormir en medio de la tempestad (4, 38), sentimientos de espanto y abatimiento (14, 33.35), entre otros.

II) Evangelio de Mateo

Jesucristo, Mesas de Israel e Hijo de David. Este ttulo es usado por la gente que aclama a Jess (21, 9.15) mientras que las autoridades lo rechazan (21, 15-16). Tambin lo usa la muchedumbre que reaccina de forma positiva ante el poder de Jess implorando su miser1Cordia y considerndolo, al mismo tiempo, Seor (9, 27-28; 12, 23; 15, 22. 25; 20, 30-33). En definitiva, el ttulo Hijo de David confirma el carcter judeocristiano de Mateo. Sin embargo, el evangelista busca evitar las interpretaciones triunfalistas y meramente humanas que puedan afirmarse a partir de estos ttulos, dado que tambin seala cmo el mismo Israel rechaz al Mesas que se le envi (2, 1-12. 11-12). Es ms, este empecinamiento en rechazar a Jess no es para nada menor. Todo lo contrario, dur an despus de su muerte (27, 62-66. 28, 11-15).Jess, Hijo de Dios. ste es el ttulo ms importante de Jess dado que constituye el misterio ntimo de su persona. l es sobre todo el Hijo de Dios (2, 15) que cumple el destino de Israel y que ser proclamado por el Padre como su Hijo (3, 17)Jess, Seor. Se trata de una expresin en vocativo, siempre en contexto de respeto, de solicitud de ayuda y de fe. Nunca est en boca de los adversarios ni como designacin narrativa en tercera persona. Jess es interpelado como Seor por los discpulos (8, 21. 25; 26. 22), por Pedro (14, 28. 30; 16, 22; 7, 4) y por quienes recurren a l con confianza de que puede curarles (8, 2.6.8. 9, 28). En definitiva, el tono de respeto, confianza y autoridad est presente en la invocacin de Seor que hace referencia directa a Jess resucitado, Seor presente y actuante con poder en la Iglesia y que un da se manifestar glorioso como juez definitivo.Jess, el Emmanuel. La presencia de Dios como Padre se ha realizado de forma plena y definitiva en Jess, el Emmanuel, el Dios con nosotros anunciado por Isaas (1, 23). Especficamente, esta caracterstica asume los siguientes rasgos:

Jess, hijo obediente. La obediencia del querer divino se ve transparentada de forma absoluta en la actuacin de Jess manifiesta en la secuencia palabra-accin. Es ms, las primeras palabras que l pronuncia, en el relato del bautismo del Jordn, tienen por objetivo el sealar que es conveniente cumplir toda justicia (3, 15). De esta manera, Jess cumple la justicia de Dios y la lleva a su plenitud. En otras palabras, toda la vida de Jess es la realizacin completa del querer divino.

Jess, hijo solidario. Ya en la montaa de la tentacin (4, 1-12), en la solidaridad de Jess con todos los carenciados de la existencia, se manifiesta el querer divino. All, l rechaza la propuesta del demonio, que le sugiere usar su condicin filial como privilegio en beneficio propio. Curiosamente, a lo largo del evangelio de Mateo, en los dos primeros mbitos, Jess realiza acciones similares a las incluidas en la propuesta del demonio: la doble multiplicacin de los panes (14, 13-20 y 15, 32-39) y su caminar sobre las aguas (14, 22-33). En efecto, el origen de estas acciones reside en la profunda compasin de Jess por las multitudes hambrientas y por el peligro que corren sus discpulos.

Jess, Maestro de la comunidad. Mateo presenta a Jess como un maestro, como el nico Maestro y el nico verdadero Rab (cf. 23, 8. 10). A lo largo del Evangelio, podemos descubrir que la forma de presentacin de las escenas de este tinte remarca que los dilogos entre los personajes no tienen un sentido espontneo y dan impresin de cierto desorden. En casi todos ellos podemos hablar de una separacin neta entre Jess, por una parte, y el grupo de oyentes (discpulos, gentes) por otra. Esto nos lleva a afirmar que el carcter nico de la enseanza de Jess se pone de manifiesto en las palabras de 11, 28, donde se da una total identificacin del Hijo con su Padre: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, as como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Por ello, las palabras de Jess ocupan el mismo lugar de las palabras de Dios, como se desprende del final del Sermn de la Montaa (7, 24-27) y del final del mismo evangelio: ensendoles a cumplir todo lo que yo les he mandado (28, 20).

Jess, el Hijo del Hombre. El Hijo del Hombre es quien recibe la soberana de parte de Dios y ocupa el trono de Dios para juzgar. Dicho ttulo es aplicable tambin a Jess a quien Dios le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (28, 18).III) Evangelio de Lucas

La identidad mesinica de Jess: este aspecto lo podemos descubrir en la lectura de cada uno de los apartados anteriores. Y explcitamente se encuentra reflejado tambin en los ttulos que Lucas atribuye a Jess. Estos expresan una cristologa especfica, probablemente postpaulina. Los ms importantes son:

Jess, el Seor: este ttulo viene dado a Jess ya desde su infancia (1, 43-2, 11) y recorre casi toda la obra lucana con el valor especfico de trascendencia, de un ser divino que posee pleno poder y que es reconocido y celebrado como tal. Adems, el mismo se encuentra vinculado con el ttulo Jess, Hijo de David que hace referencia a las caractersticas humanas terrenas (humanas) del Seor.Jess, Rey: se subraya aqu tambin la realeza de Jess ya desde su infancia y, no obstante, su humillacin final. Es heredero del trono de David (1, 31-33); ms grande que Salomn (11, 31) y an ms que David (20, 41-44). Se sentar a la derecha como prnc1Pe heredero al trono (22, 69).

Jess, el Profeta: este parece ser el aspecto teolgico que ms interes a Lucas, quiz por toda su implicancia veterotestamentaria. En esta clave, Lucas ve y quiere proponer a Jess como el primer servidor de la Palabra encargado de revelar a Dios (7, 16-39; 24, 19), caracterstica tpica de la vocacin proftica. Profundizando la perspectiva proftica con la que Lucas envuelve a Jess, sta supera a todos los precedentes personajes bblicos, dado que l posee la plenitud del Espritu de Dios porque es el Hijo de Dios por naturaleza.

Jess Salvador: he aqu el eje central de la misin de Jess, en quien la humanidad puede iniciar el xodo hacia la patria definitiva. Este adjetivo era empleado, muchas veces, por los polticos y gobernantes de la poca que se presentaban como salvadores de las situaciones deshumanizantes de sus pueblos. Con esto, quiz Lucas quiera afirmar que tales salvadores eran inapropiados e inconsistentes, usurpadores de este ttulo. Lucas contrapone as la figura de Jess como el nico y verdadero salvador de los hombres.

IV) Evangelio de Juan

Sin dudas, la pregunta cristolgica es capital en todos los Evangelios; pero en el Ev Jn, dada la centralidad de la persona de Jess, reviste una indiscutible y hasta quizs mayor relevancia. La cristologa, en el Cuarto evangelio, sigue siendo su principio unificador y el punto de convergencia de toda la exposicin jonica. Esta concentracin cristolgica ms densa en el Cuarto evangelio puede deberse, entre otros, a los siguientes aspectos:

La ausencia de otra temtica central: los sinpticos giran en torno a la amplia presentacin y preocupacin por el tema del Reino. Jess predica el Reino, lo ilustra con parbolas, muchos de sus gestos los interpreta como signos de la irrupcin del Reino y no deja de exhortar a los hombres a entrar en l. El enraizamiento del mensaje del Reino en la vida de Jess convierte, paradjicamente, estas obras en menos cristolgicas que el Cuarto evangelio en el que, con excepcin de Jn 3,3-8, esta tematizacin est ausente. La concentracin de toda la predicacin de Jess en su misma persona, le da al Ev Jn un nfasis cristolgico de primer orden. En Jn el predicador (Jess) pasa a ser predicado por s mismo.

Jess utiliza la frmula Yo soy: primero, para indicar la identidad de su persona con los diversos smbolos e imgenes veterotestamentarias (man, luz, pastor, vida, puerta, camino, etc.) que apuntan a la poca mesinica como poca de la plenitud. Pero adems, enigmticamente sin predicado, con claras connotaciones de estar apropindose del nombre divino (cfr. 8,21.24.28).

El inters por la persona de Jess. La cristologa de Jn presenta un inters y una profundizacin notables en la identidad de Jess. El inters por la persona de Jess es lo que mueve a sus interlocutores a acercarse a l: tanto los discpulos del Bautista (1,37-42), como Nicodemo (3,1-2), los galileos (4,45), los samaritanos (4,40-42), los mismos judos (8,25.53), los griegos (12,20-22) y hasta los romanos (19,9). Fundamentalmente quieren saber de dnde es, cul es su origen De dnde eres? (cfr. 1,38; 7,27-28; 8,14; 9,29-30; 19,9; etc.). Esta pregunta, es entonces, una pregunta por su identidad ltima. Hay fragmentos del Ev Jn que lo debate largamente (cfr. 5,19-47; 6,41-48; 7,14-25; 8,48-58; 9,16-34; etc.). El carcter explcito de esta pregunta constituye un trazo fundamental de la cristologa jonica, que no tiene paralelos en los otros evangelios.

La amplia aceptacin de Jess, junto a las tantas confesiones de fe, por parte de los mltiples interlocutores que acogen su enseanza, lo descubren por sus signos o lo siguen, es tambin un aspecto importante de la presentacin cristolgica del cuarto evangelio. Entre otros, algunos discpulos (del Bautista 1,35-51 y propios 2,11-12; 16,27), muchos judos en la primera Pascua (2,23-25), Nicodemo (3,1-12), muchos samaritanos (4,39-42), la familia del funcionario real (4,53), Simn, en nombre de los Doce (6,68-69), el ciego de nacimiento (9,35-38), Marta (11,27), Toms (20,28). Y no es un aspecto de la realidad de Jess la que es objeto de la confesin de fe sino toda la persona de Jess la que arrastra la adhesin y la confesin de sus interlocutores.

La intencionalidad del Eplogo: la gran preocupacin de Juan es la persona de Cristo. El Evangelio est orientado hacia la persona de Cristo, y a travs de l, hacia el Padre. Lo dice en el eplogo: Juan escribi su obra para que ustedes crean que Jess es el Cristo, el Hijo de Dios.... Esta filiacin, no ha de entenderse en sentido amplio (todo hombre es hijo de Dios). Jess, el Hijo, es igual al Padre (ya demostrado por el uso de la frmula Yo Soy). Lo explica al indicar las razones por lo que los enemigos persiguen a Jess para condenarlo: se haca igual a Dios, llamndolo su propio Padre (5,18); debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios (19,7).

La mayor recurrencia del nombre Jess. Juan usa el nombre de Jess de una forma parecida al uso que se da en la carta a los Hebreos y con una frecuencia mucho mayor que los otros evangelios: Mt 150 veces, Mc 81, Lc 89 y Jn 237. No es determinante, pero se trata de un indicio significativo.

V) Carta a los Hebreos

A la pregunta que se impona, para los cristianos, sobre la relacin entre Cristo y el sacerdocio, el autor de la carta a los Hebreos ha dado una respuesta sustanciosa. Ms all de ciertas apariencias negativas, ha sabido profundizar en el problema y llegar a una respuesta positiva: Cristo es sacerdote y gracias a l estamos en comunin con Dios. Esta respuesta positiva ha tenido una importancia decisiva para el desarrollo de la fe cristiana, ya que ha permitido instituir una relacin constructiva con toda la tradicin cultual del Antiguo Testamento, que tanto lugar ocupa en la revelacin bblica. Pero hay que sealar que la respuesta del autor no ha sido simplista.

En vez de aplicar, sin ms ni ms, al misterio de Cristo el concepto antiguo de sacerdocio, ha profundizado en su sentido hasta conseguir renovarlo radicalmente. De un culto forzosamente externo e ineficaz se ha pasado a un ofrecimiento personal perfecto. De aqu se deriva una nueva perspectiva para el culto cristiano, que tiene que asumir toda la realidad de la existencia y transformarla, gracias a la unin con el sacrificio de Cristo, en una ofrenda de obediencia filial a Dios y de entrega fraternal a los hombres.

Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, consideren a Jess, el Apstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe (Heb 3,1).

12. Historia del dogma y cristologa sistemtica:

a. Temas y etapas fundamentales de la elaboracin dogmtica. (322-324 y 264-265)Sntesis de los temas y de las etapas de la historia de los dogmas cristolgicos A primera vista, la evolucin de los dogmas teolgicos en el campo de la cristologa, la Trinidad y la pneumatologa de los primeros siglos produce la impresin de que se trat de un proceso sumamente complejo y desordenado. Pero resulta relativamente fcil descubrir un hilo conductor si se establece una conexin entre las tres principales perspectivas de la cristologa y el desarrollo global, a saber:

1. La cuestin concerniente a la verdadera divinidad de la Palabra divina que nos sale al encuentro en Jess de Nazaret en cuanto hombre.

2. La afirmacin de que Jess posee una plena, verdadera e Integra naturaleza humana, que solo es imaginable con un cuerpo humano real y un alma racional humana dotada de voluntad que garantiza la unidad del compositor corpreo-espiritual de la naturaleza humana y puede, a la vez, realizar (a referencia trascendental a Dios.

3. Finalmente, la difcil pregunta de la unidad de ambas naturalezas en la persona / hipostasis / subsistencia del Logos o Hijo eterno del Padre.

Las posiciones herticas proporcionaron con frecuencia a la evolucin del dogma cristolgico ocasin para clarificar los conceptos. Se han dado tres clases de herejas cristolgicas a lo largo de todo el cristianismo:

I. Las que niegan (docetismo gnstico), mutilan (apolinarismo) o limitan (monofisismo, monotelismo y monenergetismo) la naturaleza humana de Cristo.

II. Las que niegan la naturaleza divina del Logos en Jess y suprimen tambin, por tanto, el misterio de la Trinidad (ebionismo, adopcionismo, el judeo-cristianismo hertico que marco con su impronta la imagen de Jess del islam y, sobre todo, el arrianismo del siglo iv y el sozianismo del siglo XVI, as como, por supuesto, las concepciones filosficas del empirismo, el positivismo y el agnosticismo desde la poca de la Ilustracin del siglo XVM).

III. Las que no asumen la unin hiposttica, sino solo una aceptacin o adopcin de Jess como Hijo (adopcionismo dinmico). Entran en este apartado las teoras que solo admiten una unin de tipo moral (cristologa de la prueba, nestorianismo), o la afirmacin de que haba, en realidad, dos hijos, el Hijo natural del Padre en la Trinidad y el hombre Jess, adoptado como hijo. Tienen puntos de contacto con estas ideas las teoras de la moderna teloga del sentimiento (por ejemplo en Schleiermacher).

I) La confesin de Cristo en la Patrstica

La Iglesia primitiva cultivo la teologa de la encarnacin (aunque no como contrapuesta a la teologa de la cruz o de la resurreccin). Los debates en torno a las condiciones objetivas y formales de la exposicin teolgica del acontecimiento Cristo hicieron palpable la necesidad de distinguir dos categoras (naturaleza y persona) para poder expresar en un estricto lenguaje teolgico la unidad humano-divina de Jess.

La unidad de toda naturaleza espiritual depende de dos factores, a saber, del hecho de su existencia individual en virtud de una accin del Dios creador que forma la persona y del conjunto de las condiciones bajo las que una existencia individual se realiza y se consuma en el curso de la historia (alma y cuerpo).

Al servicio de esta visin bsica estn los conceptos cristolgicos centrales:

Griegoousa (usa) / physis (fisis), etc.Hypstasis / prosopon

Latnessentia/substancia (secunda)substancia prima / subsistentia / persona

Espaolesencia/naturalezaPersona / acto esencial individualizador

La frmula clsica del dogma cristolgico dice:

Nuestro Seor Jesucristo es la Persona nica de la Palabra divina que subsiste eternamente en la naturaleza del Logos y temporalmente en la naturaleza humana asumida (una persona en dos naturalezas).La cristologa patrstica mantena una estrechsima conexin con la soteriologa. Puede afirmarse lo siguiente: Solo si el Logos es verdaderamente Dios y se ha hecho verdaderamente hombre, hemos sido redimidos y participamos, como hombres, de la gracia de Dios (Atanasio, incarn. 54: pues se hizo hombre para que nosotros nos divinizramos).

En virtud asimismo del inters soteriolgico debe afirmarse la plena naturaleza humana de Jess (cf. Gregorio de Nacianzo, ep. 101: Lo que no ha sido asumido no ha sido redimido: quod non est assumptum, non est sanatum).

II) La cristologa en la Escolstica

Las Edades Medias latina y bizantina recibieron el dogma de Cristo de la Iglesia antigua. En la Escolstica latina se registr una asimilacin creadora de la tradicin, especialmente en lo referente a una inteleccin conceptual ms rigurosa del misterio de la unin hiposttica (Toms de Aquino y Juan Duns Escoto). Tambin aqu fue determinante la orientacin soteriolgica. Hasta la Baja Edad Media no se produjo una escisin entre la especulacin sobre la unin hiposttica y la soteriologa. Los reformadores destacaron de nuevo la finalidad soteriolgica de toda la cristologa. Se mostraron escpticos frente a la cristologa abstracta y acentuaron la ntima conexin entre la cristologa y la problemtica de la justificacin.

III) Crisis y prueba de la cristologa en la Ilustracin europea.

Bajo los condicionamientos modernos de una filosofa subjetiva se consolido la tendencia a contraponer la cristologa de base ontolgica a una va de acceso a travs de la antropologa psicolgica. La concepcin desta de la divinidad no permita ya llegar hasta la realidad de la actuacin de Dios en la historia, ni tampoco hasta la de la encarnacin. El desplazamiento de la perspectiva desde la ontologa a la psicologa de la personalidad implicaba una inversin de la problemtica. Ahora la pregunta ya no era cmo se une el Logos con una naturaleza humana, sino como puede entenderse a s mismo un hombre concreto, en su conciencia emprica, cuando forma una unidad con Dios. Hace aqu acto de presencia el moderno dualismo cognitivo, escindido en ideas atemporales eternas y acontecimientos accidentales contingentes.

Solo una reflexin epistemolgica y ontolgica fundamental podra recuperar de nuevo el horizonte cognitivo de los enunciados cristolgicos. Fue aqu determinante una comprensin de la realidad de carcter histrico-trascendental. nicamente desde este horizonte resulta comprensible la autocomunicacin del Dios trascendente a travs de una actuacin en la historia.

b. Las herejas y controversias de los 7 primeros siglos (324-355).

Primeras formaciones cristolgicas (324-326)En algunos escritos de inspiracin judeocristiana se subraya la divinidad de Jess desde los supuestos del monotesmo bblico. Se le contempla unido a Dios Padre en virtud de una relacin singular. Se interpreta la filiacin desde un punto de vista historicosalvfico funcional, aunque siempre fundamentado en el ser de Dios.

Jess, el Nombre de Dios

Jess es, en su persona y en su biografa, el Nombre de Dios, es decir, la manifestacin de la esencia divina en la historia (cf. Ex 3,14; Is 7,14; Mt 1,23; 28,19; Act 4,12; Jn 17,6).

Jess, el siervo de Yahveh

Se descubre a Jess como hijo de David y siervo de Yahveh. l es la alianza, el inicio de la comunin con Dios por la gracia o la ley divina instalada en el centro de la realidad del mundo.

Jess, el angelos de Dios

Empalmando con las teofanas paleotestamentarias bajo la figura del ngel de Yahveh, se entiende a Jess como el angelos de Dios por antonomasia (que no debe ser confundido con los ngeles de naturaleza creada).

Jess, el pneuma de Dios en la carne

Del mismo modo que el Antiguo Testamento entenda el pneuma y la sophia como modos de actuar de Dios, tambin ahora se interpreta al hombre Jess como el modo de la presencia encarnada de la voluntad salvfica divina. Debe tenerse en cuenta que en Pablo y Juan el pneuma designa tambin a un portador autnomo de la autocomunicacin divina distinto del Padre y del Hijo. Aqu no hay, por tanto, una identificacin del Logos con el pneuma.

Si no se mantiene esta diferencia, puede desembocarse en el binitarismo. Lactancio (inst. 304/13), por ejemplo, identificaba al Hijo con el Espritu Santo. Dios habra engendrado, adems, un Tercero. Pero este, cegado por la envidia al Hijo, habra cado en pecado y se le confunde, por consiguiente, con el diablo (ibdem, 2,9).

Ante la posibilidad de esta errnea interpretacin modalista o binitarista, a lo largo del siglo n se fue abandonando el esquema pneuma-sarx en beneficio del logos-sarx, ms adecuado al contenido y ms cercano a la Biblia. Ya no se puede decir, de forma indistinta, que Dios se ha encamado en la sophia o en el logos. Ha sido la hipostasis de la Palabra eterna, distinta del Padre y del Espritu Santo, la que se ha hecho carne (Jn 1,14).

b) La negacin de la divinidad de Cristo (adopcionismo) (326)El ebionismo surgi en los crculos judeocristianos del siglo II. En el bautismo en el Jordn habra descendido el Espritu sobre Jess y de este modo, y a travs de l, se habra manifestado Dios. Pero Jess seria simplemente un hombre a quien Dios confi una misin reveladora. La conexin entre Dios y el hombre se habra producido en virtud de una especie de adopcin. Pensaban los ebionitas que era posible salvaguardar el monotesmo bblico. Es una cristologa de adopcin esencialista.

En el siglo III aparecen ideas parecidas en Teodoto Curtidor, de Bizancio, y en el obispo Pablo de Samosata, que fue condenado en un snodo de Antioqua del 268 como hereje porque afirmaba que Cristo era un hombre normal (purus homo) en el que habito la Palabra eterna del mismo modo que el templo es la morada de Dios. Este sistema recibe la denominacin de monarquianismo dinmico. En l se destaca sobre todo la unidad y la unicidad (monarqua) de Dios Padre. Por consiguiente, Dios solo puede estar presente en Jess en forma de dynamis (fuerza / poder).

Fotino de Sirmio (muerto el 376) enseno un adopcianismo radical, segn el cual Jess fue un simple hombre, externamente unido (a modo de adopcin) con el Logos en recompensa por sus mritos y por su acrisolada obediencia (fotinianos y tambin homuncionistas).

Un cierto Cerinto afirmaba que el hijo natural de Mara y Jos ya que se consideraba imposible un nacimiento virginal habra superado a todos los dems hombres en prudencia y sabidura. En el bautismo del Jordn, habra descendido sobre l un principio divino, Cristo, en forma de paloma. Pero este principio Cristo le habra abandonado en la hora de su pasin. Por tanto, en la cruz solo padeci Jess, pero no el principio divino.

c) La negacin de la verdadera humanidad de Cristo (docetismo y gnosis) (326-327)Bajo la denominacin de docetismo se agrupa una gavilla de tendencias que tienen como comn punto de coincidencia la negacin de la realidad plena de la naturaleza humana de Cristo. Ya en los escritos de Juan aparecen enfrentamientos con las primeras dudas, de ndole gnstico-docetista, sobre si realmente Cristo ha venido en carne (1 Jn 4,2s.; 2Jn 7; cf. Heb 2,14).

Puede establecerse una conexin entre el docetismo y la gnosis. Esta gran corriente religiosa y especulativa, que ejerci una notable influencia en la sensibilidad cultural romano-helenista de los siglos I y II, es totalmente inconciliable con las creencias cristianas.

La visin fundamental de la gnosis se apoya en la contraposicin dualista entre un mundo espiritual y divino por un lado, y el mundo material, el mundo de ac, por el otro. El hombre puede escapar a este mundo material inferior y malo si mediante un movimiento del conocimiento especulativo (= gnosis) se libera de sus ataduras materiales y vuelve a explorar y tantear sus orgenes espirituales trascendentales en la esfera de lo divino. Ahora bien, esta auto liberacin por el conocimiento es una postura radicalmente contraria a la concepcin cristiana, que atribuye exclusivamente a Dios la accin liberadora y ensena que el mundo material y sensible es bueno y que, por tanto, Dios puede estar presente tambin en la realidad histrica del hombre Jess.

Los gnsticos pudieron incorporar a su visin fantstica del universo, a modo de decorado, algunos elementos procedentes de las ms diversas religiones (sincretismo: conjunto de enseanzas filosficas, teolgicas, de diversas culturas y pueblos). El Jess histrico seria el ropaje externo del Cristo trascendente e impasible o de la idea especulativa de Cristo. En el momento de su muerte, este Cristo se habra despojado de la envoltura del cuerpo de Jess. La resurreccin significa, en esta concepcin, la inmortalidad de la idea de Cristo, con independencia del Jess histrico, que estaba sujeto a la corrupcin y se disolvi en la materia. En la cruz, Cristo o el Logos solo sufri aparentemente (dokein=aparentar, parecer, ser apariencia).

Tambin Marcion (89-160) defendi un dualismo radical. Este famoso hereje del siglo II contrapona al Dios del Antiguo Testamento, a quien interpretaba errneamente como el demiurgo creador de la materia mala, el Dios bueno del amor del Nuevo Testamento. Segn el, Cristo solo habra tenido un cuerpo aparente. En la cruz y resurreccin habra liberado a los hombres del poder del Dios vengativo. Por medio del bautismo, y a travs de una ascesis hostil a la materia, pueden los cristianos escapar a esta creacin frustrada. Pero aqu la redencin solo alcanza a las almas, sin que los cuerpos se vean afectados por ella.

d) La crtica filosfica a la encarnacin (328)El filsofo pagano Celso opona a una verdadera encarnacin la tesis de la inmutabilidad de Dios. Orgenes menciona esta grave objecin en su escrito Contra Celsum (IV, 5.18): O bien Dios se mud realmente, como los cristianos afirman, a un cuerpo mortal y quedo as sujeto a los padecimientos lo que es absolutamente imposible, o no se mud, sino que simplemente hizo creer a los espectadores que haba cambiado, con lo que les habra inducido a error, lo que le convertira en mentiroso y sera contrario a su divinidad.

e) La cristologa eclesial hasta el concilio de Nicea (328-331)-Los primeros tanteos de una doctrina sobre la unidad de sujeto de Dios y el hombre en Jesucristo.

Frente a la gnosis y el docetismo, la Iglesia catlica de los siglos n y m afirmo inequvocamente que el Logos aade a su divinidad una verdadera humanidad, que recibi de la virgen Mara un cuerpo verdadero y natural, una verdadera naturaleza humana, igual a la que Dios ha otorgado al hombre en la creacin.

Aunque en virtud de su propia naturaleza Dios es impasible y no puede ser esencialmente afectado por la oposicin del mundo finito, se ha convertido libremente, mediante la asuncion de una naturaleza humana sometida al sufrimiento, en sujeto y portador del nacimiento del hombre Jess, de sus padecimientos, de su muerte, su sepultura y su resurreccin. De donde se concluye que, respecto de Jesucristo, debe hablarse tanto de su ser humano (secundum id quod est homo) como de su ser divino (secundum id quod est Deus).

La condicin previa, dada en el mismo Dios, de su autorrevelacin en el Hijo, es que, al igual que el Padre, tambin el Hijo es eterno (Ireneo, haer. 11,30,9). Aqu se est anunciando ya la doctrina de la unin personal de Cristo en su doble modo existencial, como Dios y como hombre.

Tertuliano preparo el terreno para la terminologa que permiti pasar de la primitiva cristologa bblica de los dos niveles y los dos estados (=los estados de Cristo) a la posterior doctrina de la unidad de las dos naturalezas en la persona del Logos.

En Oriente no adquiri hasta mucho ms tarde carta de naturaleza la distincin entre persona y substancia. Durante mucho tiempo se utilizaron como sinnimos los trminos de hypostasis y ousia.

-El trmino homoousia

Dado que el sabelianismo negaba la diferencia de las personas divinas, cuando se hablaba de la igualdad esencial del Logos con el Padre podra parecer que se defenda la identidad de las hipostasis de ambos.

Homoousia se detecta por vez primera en las doctrinas emanacionistas gnsticas. Aqu designa la igualdad de cosas que son diferentes en razn de su materia. En un contexto completamente diferente, se le emplea, en sentido teolgico, para sealar la igualdad del Padre y del Hijo en lo concerniente a la esencia divina, salvando siempre la diferencia de su independencia personal como Padre e Hijo. Pero para ello se requera una diferenciacin conceptual en la que ousia significa la esencia e hypostasis la persona.

-La cristologa eclesialprenicena del Logos

En el siglo hi, la terminologa era ya clara: L