Correo No 40

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Información, análisis y debate l N o . 40, julio-agosto 2015 La esperanza inquebrantable de las Comunidades Cristianas de Base

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Revista de divulgación del pensamiento sandinista

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Información, análisis y debate l No. 40, julio-agosto 2015

La esperanza inquebrantable de las Comunidades Cristianas de Base

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Correo es una publicación bimestral del colectivo de comunicadores

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sumario

año 7 - número 40 - julio-agosto 2015

Consejo de Dirección:Carlos Fonseca Terán

Gustavo PorrasOrlando Núñez

Scarlet Cuadra WatersWilliam Grigsby Vado

Articulistas:

Aída A. Alemán Aldo Díaz LacayoArnaldo Zenteno

Equipo Tortilla con SalJorge Capelán

Producción:Marialuisa Atienza

Félix Suárez NarváezDiseño y diagramación:

Heriberto Morales Sandoval

Editorial: El amor social es la clave de un auténtico desarrollo

El sacrificio de la columna Jacinto Hernández

Rumbo a Nueva Guinea

Comunidades Eclesiales de Base, fuente de esperanza

El sandinismo y la revolución por la segunda independencia

Violencia racista en EEUU

La experiencia socialdemócrata en Suecia del Hogar del Pueblo

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editorial

El amor social es la clave de un auténtico desarrollo

El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia hu-mana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cam-biar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de

habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común. Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos.

Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas.

El clima es un bien común, de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con mu-chas condiciones esenciales para la vida humana. Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan. Numerosos estudios científi-cos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana. Al concentrarse en la atmósfera, impiden que el calor de los rayos solares refle-jados por la tierra se disperse en el espacio.

Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo.

Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se han re-basado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza.

Los excluidos son la mayoría del planetaEl agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la

vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. Las fuentes de agua dulce abastecen a sectores sanitarios, agropecuarios e industriales. El acceso al agua potable y segura es un derecho huma-no básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a los pueblos más pobres.

Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental del actual modelo de desarrollo, y de la cultura del descarte en la vida de las personas.

No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y econó-micos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como

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una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar.

La inequidad no afecta sólo a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera "deuda ecológica", particularmente entre el Norte y el Sur, relaciona-da con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcio-nado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países. Las exportaciones de algunas materias primas para satisfacer los mercados en el Norte industrializado han producido daños locales, como la contaminación con mercurio en la minería del oro o con dióxido de azufre en la del cobre.

La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contami-nación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial.

Otros son los caminos para un futuro felizLa gente ya no parece creer en un futuro feliz, no confía ciegamente en un mañana mejor a partir de las con-

diciones actuales del mundo y de las capacidades técnicas. Toma conciencia de que el avance de la ciencia y de la técnica no equivale al avance de la humanidad y de la historia, y vislumbra que son otros los caminos funda-mentales para un futuro feliz.

Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. La ciencia y la tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar desde el comienzo hasta el final de un proceso diversas intenciones o posibilidades, y pueden configurarse de distintas maneras.

La falta de preocupación por medir el daño a la naturaleza y el impacto ambiental de las decisiones es sólo el reflejo muy visible de un desinterés por reconocer el mensaje que la naturaleza lleva inscrito en sus mismas estructuras. Cuando no se reconoce en la realidad misma el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con discapacidad –por poner sólo algunos ejemplos–, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza. Todo está conectado. Si el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en domi-nador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona.

Esta situación nos lleva a una constante esquizofrenia, que va de la exaltación tecnocrática que no reconoce a los demás seres un valor propio, hasta la reacción de negar todo valor peculiar al ser humano. Pero no se puede prescindir de la humanidad. No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada antropología. No puede exigirse al ser humano un compromiso con res-pecto al mundo, si no se reconocen y valoran al mismo tiempo sus capacidades peculiares de conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad. Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un "tú" capaz de conocer, amar y dialogar sigue siendo la gran nobleza de la persona humana.

El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor. El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad. Por eso, la Iglesia propuso al mundo el ideal de una "civilización del amor". El amor social es la clave de un auténtico desarrollo: "Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico, cultural–, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción". En este marco, junto con la importancia de los pequeños gestos cotidianos, el amor social nos mueve a pensar en grandes estrategias que detengan eficazmente la degradación ambiental y alienten una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad. Cuando alguien reconoce el llama-do de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica.

No todos están llamados a trabajar de manera directa en la política, pero en el seno de la sociedad germina una innumerable variedad de asociaciones que intervienen a favor del bien común preservando el ambiente natural y urbano. Por ejemplo, se preocupan por un lugar común (un edificio, una fuente, un monumento aban-donado, un paisaje, una plaza), para proteger, sanear, mejorar o embellecer algo que es de todos. A su alrededor se desarrollan o se recuperan vínculos y surge un nuevo tejido social local. Así una comunidad se libera de la

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indiferencia consumista. Esto incluye el cultivo de una identidad común, de una historia que se conserva y se transmite. De esa manera se cuida el mundo y la calidad de vida de los más pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar una casa común que Dios nos ha prestado. Estas acciones comunita-rias, cuando expresan un amor que se entrega, pueden convertirse en intensas experiencias espirituales.

El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor frater-no sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.

Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre super-ficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente.

Oración por nuestra tierraDios omnipotente,que estás presente en todo el universoy en la más pequeña de tus criaturas,Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,derrama en nosotros la fuerza de tu amorpara que cuidemos la vida y la belleza.Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanassin dañar a nadie.Dios de los pobres,ayúdanos a rescatara los abandonados y olvidados de esta tierraque tanto valen a tus ojos.Sana nuestras vidas,para que seamos protectores del mundoy no depredadores,para que sembremos hermosuray no contaminación y destrucción.Toca los corazonesde los que buscan sólo beneficiosa costa de los pobres y de la tierra.Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,a contemplar admirados,a reconocer que estamos profundamente unidoscon todas las criaturasen nuestro camino hacia tu luz infinita.Gracias porque estás con nosotros todos los días.Aliéntanos, por favor, en nuestra luchapor la justicia, el amor y la paz.

(*) Papa Francisco. Extractos de su Encíclica "Laudato Si", publicada el 24 de mayo de 2015.

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testimonio

El sacrificio de la columna Jacinto HernándezDurante la ofensiva final contra la Dictadura So-

mocista, centenares de ciudadanos de todo el mundo se integraron a los distintos frentes de

guerra como combatientes guerrilleros. La agrupación más conocida, por su número y su bravura, fue la Briga-da Internacionalista Victoriano Lorenzo, bajo el mando del médico Hugo Spadafora (Comandante Ramón), ex viceministro de Salud del gobierno del General Omar Torrijos. Muchos de sus integrantes cayeron en comba-te, como Víctor Efraín Rojas (Macho), Olmedo Alonso Álveo (Coco), y los caídos en La Florcita, Ostayos, El Naranjo, La Calera, Colina 155, Nueva Guinea, Rivas y Orosí. Hubo voluntarios panameños en los Frentes Oriental, Occidental, Norte y Sur de Nicaragua.

La Brigada adoptó el nombre del líder indígena y ge-neral revolucionario Victoriano Lorenzo, asesinado en 1903, que luchó contra las injusticias que cometían las autoridades conservadoras en contra de los istmeños y por ello se le considera como un héroe nacional de Panamá. Fue fundada a finales de agosto de 1978 y el 26 de septiembre de ese año se incorporó a los frentes de guerra en Nicaragua, bajo la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

El 27 de septiembre del mismo año se inicia la selec-ción y preparación de la brigada. Posterior a una misa en la Iglesia de Don Bosco, en la capital panameña, los voluntarios fueron reunidos en un estadio. Spadafora junto al doctor Jorge Aparicio, entrevistaron a todos los candidatos, sin importar raza, posición social, color o sexo. Se seleccionaron los primeros en ir a la línea de combate. Entre los elegidos hubo dos mujeres, Amelia (Gerónima Mineros) y Jossy (Aída Alemán). Siete de los voluntarios integraron la vanguardia de la Briga-da: Jossy, El Tigre (José Murillo), Caballo Loco (Anto-nio Hagan), Barbita (Pedro Pablo López), Pelé (Alexis Noriel Martínez), Ciego (Saint George) y Geño (Rogelio González). En la mañana del 28 de septiembre fueron trasladados en avión a un campamento guerrillero sandinista. Ahí ya estaban otros panameños como Coclé, Santa María, Vladimir, y Águila. El traslado del resto de voluntarios de la brigada tardó un mes.

Los primeros combatientes panameños caídos fueron Oso (Oriel Sánchez Oribarra) y Davinchi (José Moreno). Más tarde también cae en heroico combate, Diablo

(Rubén Darío Salvatierra). A medida que la guerra fue entrando en su fin, los heroicos hermanos panameños lucharon hasta agotar sus municiones, dejando así una cuota de sangre en las filas de la historia de Nicaragua.

Más tarde, los mandos guerrilleros asignaron a Jossy y otros combatientes panameños al naciente Frente Nororiental Carlos Roberto Huembes, bajo el mando de Oscar Benavides, Iván Montenegro y Adol-fo García, cuya base principal de operaciones estaba en las selvas colindantes a Nueva Guinea. Eran 157 guerrilleros, incluyendo otras dos heroicas mujeres: Yelba María Antúnez (Verónica), segoviana, y Martha Cruz Conrado (Susana), jinotepina, capturada y vejada salvajemente en Toro Bayo. Las tres guerrilleras empu-ñaban un poderoso fusil Fal, de fabricación belga.

Emilio Mena (Chacalote), quien estuvo en ese fren-te guerrillero, recuerda que el 17 de mayo de 1979, la Oficina de Leyes y Relaciones Públicas de la Guardia Nacional informó que a las 7:30 de la mañana de ese día, en el lugar conocido como "Paso de la Yegua", lograron dar muerte a Iván Montenegro Báez (Ernes-to), Oscar Benavides (Rosendo), Yelba María Antúnez (Verónica), José Noel Navas Ríos (Bienvenido), José Manuel Rodríguez (Miguel) y Frank Sirias Tenorio (El Mono). Todos militaban en la columna Jacinto Her-nández. El mismo comunicado daba razón de cómo en el sector de Toro Bayo sometieron a Carlos Gálvez, profesor y sociólogo de origen hondureño que había jurado lealtad a la causa sandinista. También cayó en combate el guerrillero y doctor Luis Felipe Moncada. Todos ellos, según la Guardia, fueron enterrados en el mismo lugar donde fueron muertos.

"En Punta Gorda y en camino a Puerto Cabezas –recuerda Chacalote– fuego enemigo acabó con la existencia física de los guerrilleros costeños Peter Fe-rrera Robinson e Iván Dixon Brautigam. A ese mismo destino se sumaron Braulio Mejía (Rubén) y Enrique Zepeda (Rafael), ambos, internacionalistas de origen costarricense. Sucumbieron por esa misma época, en el combate de El Pajarito, dos combatientes paname-ños miembros de la brigada Victoriano Lorenzo: René Castillo Quintero (Tortuguita) y Juan de Dios Borga (Juancho), a quienes abatió un francotirador de la Guardia Nacional".

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El combatiente Humberto Salazar, conocido como Choncito, recuerda que las fuerzas guerrilleras habían detectado movimientos de la EEBI (Escuela de Entre-namiento Básico de Infantería) y optaron por tender-les una emboscada que estalló con metralla, granadas y gritos de "Patria Libre o Morir", a eso de las 5 de la tarde de aquel 5 de mayo. Según Choncito, hubo un traidor: "Chico Garand", un ex guardia somocista que servía como escolta del comandante Oscar Benavides, uno de los tres jefes de la columna. Choncito asegura que el sujeto vendió toda la información de los movi-mientos de la columna guerrillera, al coronel Pavón, asentado en Nueva Guinea.

Desde el 5 hasta el 17 de mayo, hubo doce infernales días en aquellas montañas, que cobraron muchas va-liosas vidas de jóvenes revolucionarios y la misma EEBI sufrió más de 100 bajas mortales. Choncito dice que los combates abarcaron entre otras las comunidades de Toro Bayo, Santa Rosa, Los Ángeles, La Leona y La Chancha. Las acciones bélicas iniciaron el 5 de mayo y se prolongaron hasta el 17 de ese mismo mes en 1979. "Fueron doce días de turquiadera con la Guardia, que andaba al mando del mayor Franklin Montenegro, de la EEBI y un teniente coronel coreano. El 5 de mayo fue duro. Nosotros no íbamos a combatir en Nueva Gui-nea, íbamos para el lado de Chontales, pero chocamos con la guardia en la comarca de "El Chacalín", lugar conocido como "La Somoza" y ahora conocida como Colonia Carlos Fonseca Amador".

El general retirado Humberto Ortega, uno de los nue-ve dirigentes del FSLN en la Insurrección Final, escribe en "La epopeya de la insurrección", que "en Chonta-les, pocos meses antes de julio, se crea el Frente Sur-Oriental Roberto Huembes". Agrega que "en el sur, para quitar presión del enemigo sobre Estelí, la Columna "Jacinto Hernández" parte desde la antigua fortaleza española de la Inmaculada Concepción, en las riberas del río San Juan, rumbo a Nueva Guinea. Entonces, el Estado Mayor de la G.N. implementa una maniobra rá-pida, profesional y eficiente, al abandonar el cerco que en La Nueva-Estelí ejercen sobre los insurrectos, para agrupar sus fuerzas en el muy distante sur con 1,500 soldados, montando un férreo cerco en las zonas llanas de Nueva Guinea a la columna guerrillera que contrario al plan original penetra en esas llanuras. En la prime-ra semana de mayo orientamos a Germán Pomares y al Zorro Francisco Rivera la urgencia de reagrupar las fuerzas del norte para maniobrar en dirección a Mana-gua con el objetivo inmediato de quitar presión a la co-lumna "Jacinto Hernández", que está cercada en Nue-va Guinea; pero no se puede hacer nada, porque ya el mando de la columna es aniquilado, ellos perecen junto

con otros 125 combatientes repeliendo heroicamente el cerco en el cual cayeron al tratar de avanzar antes de tiempo por Nueva Guinea-El Rama-Managua".

Rosario Antúnez, la madre de la heroína Yelba An-túnez, recuerda que hacia mayo de 1979 ella y otros compañeros integrados al FSLN, se habían trasladado "a una casa de seguridad en Tegucigalpa donde yo era la responsable en cuanto a darles de comer, lavar la ropa, cuidar heridos. Y ahí es donde me cuentan de la muerte de mi hija Yelba. Eso es un golpe que no cual-quiera lo resiste. Pasé con una psicosis terrible. A los dos meses triunfa la revolución y nos mandan a traer a todos. Nosotros estamos cruzando la frontera a Ni-caragua a la una de la madrugada del 22 de julio. Se imagina lo que yo sentía al escuchar esa canción que decía "la tumba del guerrillero, ¿dónde, dónde, dónde está? Su madre está preguntando nadie le responde-rá". Muerta en llanto venía. Alegre por el triunfo pero triste por mi hija.

Dos meses después el papá de Iván Montenegro, un comandante guerrillero de Managua que cayó en el mismo combate con Yelba María, me contactó y me dijo que sabía dónde la Guardia había enterrado a mi hija. Nos fuimos con él a Nueva Guinea y desenterra-mos a seis incluyendo a Iván y Yelba. También desente-rramos a Oscar Benavides, un comandante guerrillero de Estelí, y a un niño de 12 años. Yo pensaba que solo iba a encontrar los huesos, pero mi hija estaba ente-ra. Viera qué grande que se me había hecho. Yelba fue una de miles de jóvenes que hicieron el último sacrifico por la revolución. Por eso yo quiero la causa Sandinista más que mi propia vida. Ahí está invertida la sangre de tantos jóvenes. Jóvenes que creyeron en nosotros, y creyeron en un mundo mejor".

De aquella columna lograron sobrevivir un puña-do de guerrilleros como Emmett Lang Salmerón (El Mariachi), Emilio Mena (Chacalote), José Abraham Rojas Moreno (El Zorro), Marlon Moreira Guillén (Yodo), Gerardo Álvarez Chamorro (Mauricio), Edin Manuel Mairena (Rufino), Álvaro González Cerrato (Antolín), Bayardo Obregón López (La Gallina), Car-los Bello Solís (Cazamoscas), Porfirio Jalima (Hugo), Aida Alemán (Jossi) y Manuel Antonio Chavarría (El Chino), Víctor Lorenzo (El Coco), el panameño co-nocido como Furia, Humberto Salazar (Choncito), Otilio Martínez González (Oty), Guillermo Tejada (René), Guillermo Peña (El Gato), Enrique Carrión (El Chamaco), Billy El Gringo, Wolfgang Meyer (Lobo), Monchito y Marcio Díaz (Oronte).

A continuación publicamos un relato inédito de la combatiente panameña Aída Alemán, conocida como Jossy, sobreviviente de aquellos combates.

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Jossy (Aida A. Alemán)* _________

Mi primer contacto con los sandinistas fue en 1978 a través del Comité Panameño de So-lidaridad con Nicaragua (que presidía el es-

critor panameño Rogelio Sinán), que estaba ubicado en la Casa del Periodista en Panamá.

Me involucré por inquietud personal a raíz de la toma del Palacio Nacional. Un día, al salir de la universidad, probablemente el 24 de agosto de ese año, me trope-cé de frente con una caravana de guerrilleros y presos políticos nicaragüenses que celebraban su libertad y la humillación al tirano.

Fui estudiante de uno de los planteles de vanguardia del país, el Instituto Nacional de Panamá. Yo era estudiante uni-versitaria, estaba en la carrera de periodismo, con apenas 18 años. Me inscribí con la idea de ir atender a los heridos en algún hospital, pero tenía la certeza que no me llamarían, que todo sería solo parte de mis locas ideas de siempre. Como era pe-riodo de exámenes semestrales me concentré en estudiar y pa-sar mis materias.

Pero... ¡me llamaron! y me sentí feliz. Pude hablar con el doctor Hugo Spadafora (Comandante Ramón), que fue muy sencillo y claro en explicar lo que haríamos. Me agradó mucho su plática y la confianza con la que me ha-

bló. Pasé varias entrevistas con el doctor Spadafora, y el 27 de septiembre de 1978 fue el día escogido para enviar la tropa a Nicaragua. Ese día me vi en medio de muchas personas, casi todos varones, y fue cuan-do conocí a Amelia, la otra panameña. El doctor Spa-dafora seleccionó un grupo de 7 personas y de ahí fui enviada a la base 1, hacienda Santa Rosa, en Orosí, Costa Rica.

En la base 20 Ernesto "Chato" Medrano volví a ver a Domingo, Carlos (Chacalote), Antolín, Porfirio, Hugo, Águila, René Castillo Quintero (Tortuguita), Juancho Culuca, Miguelito, y otros panameños, a quienes había conocido en mi primer entrenamiento en la base 10.

Porfirio me llevó personalmente a conocer la base y me presentó a los demás. Las noches eran tan oscuras en el campamento, tan oscuras que era difícil verse la mano, había que andar con lámparas de mano hasta que la vista se acostumbrara a tal oscuridad. Encontré un lugar donde dormir, había una hamaca y me quedé ahí; era del otro lado del río, cerca de Porfirio. Esa pri-mera noche sentí miedo por lo oscura y húmeda noche que estaba viviendo.

Ese domingo habían organizado equipos de fútbol y salían a un lugar cercano a jugar. Chacalote me había invitado y yo gustosa acepté ir, pero Porfirio me advir-tió que me arrastrarían por todo el campo, porque era un lugar muy lodoso y en lugar de jugar me podían las-timar. Eran muy rudos los muchachos al jugar y Porfirio no quería que fuera con ellos así que preferí quedarme en la base sin hacer nada, platicando con algunos com-pas que no fueron a jugar.

Cuando llegaron del partido de futbol, venían lle-nos de lodo y agitados. Carlos (el Chacalote) me vio y con su sonora voz, desde la entrada del campamento me preguntó:

– Y vos Jossy, ¿por qué no fuiste con nosotros a ju-gar futbol?

Le dije que sabía que me iban a pasear en el lodo. No pudo contener la risa y me dio un golpe de cariño que fue lo suficientemente duro como para hacerme tambalear, y luego me dio un abrazo que parecía querer partirme en dos. Pero todo eso era normal en Chacalote, quien para mí, era el pequeño Bam-Bam de la base; no conocía su fuerza y por respeto y su ternura, lo aprecié mucho.

El primer día de entrenamiento fue bueno; nos lla-maron a formación, nos presentaron, también nos distribuyeron en las escuadras, (como siempre, a la escuadra médica). Luego pasamos al entrenamiento cuyo instructor resulto ser Antolín, experto en impartir clases de maltrato físico. El número de ejercicios y la forma en que se debían que hacer, parecía una prácti-ca de tortura. Pasamos al aseo diario y luego a tomar desayuno y aprendí "quien presta sus cosas, a pedir se queda". Lo primero que perdí fue la cuchara, pues la presté y no retornó jamás. También los abrelatas, los platos y los recipientes de lata para beber fresco.

Durante mis primeros días me llamó mucho la aten-ción, algo que ocurría diariamente en esa base a la hora de la comida. No era de gusto para todos, pues se trataba de la comida, pero me parecía cómico. Estos eran las inapreciables e impredecibles sorpresas que usualmente venían incluidas en las bebidas.

Rumbo a Nueva Guinea

Jossy (Aída Alemán)

testimonio

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No era que esas sorpresas se incluían en el agua del río que usábamos para cocinar, pero fueron la risa de todos, cuando por primera vez las descubrí. No tenía idea que era lo que me querían decir cuando ofrecían el fresco y preguntaban:

– ¿Querés tu fresco con sorpresa o sin sorpresa?Yo pensaba que se trataba de tomar el refresco con

"el chingaste" o afrecho de avena, que era nutritivo y hasta apetitoso. A pesar que las cabezas de muchos compañeros se movían negativamente, para que yo no aceptara la sorpresa en el refresco, siempre termi-né accediendo a recibirla.

– Pues sí, claro, con sorpresa. ¿Cuál es la sorpresa, compa?

– ¡Ah, compita! Eso lo sacas vos, es algo especial.– A ver pues, dame con sorpresa y bastante sorpresa.Me fue desagradable ver las sorpresas flotando en

mi vaso: eran renacuajos (guarisapo o gusarapo) den-tro del fresco de avena. La segunda vez ya no quise la sorpresa, pero siempre se colaban y aprendí a quitar-los y beber mi refresco sin asco. Hubo uno que otro compa que discutió con los que cocinaban por las sor-presitas en el fresco, pero era temporada de crías y ha-bían muchas en el río.

También eran rutinarias las peleas por los abrelatas o cuchillos. Diariamente nos daban por comida arroz, frijoles, plátano y unas latas de atún o sardina. El pro-blema siempre fue tener que abrirlas y nadie tenía abre-latas. Yo tenía una abrelata que salió en mi "ración C" en Base 10, lo usaba amarrado a mi cuello, tal como me aconsejó Marcos (Marvin Gaitán Nicaragua, conocido en el Comando Rigoberto López Pérez bajo el nombre de José Francisco Gaitán Muñoz, caído en La Florcita, Rivas en 1978), y no lo prestaba para no perderlo. Total, un día se lo presté a Porfirio, en quien más confiaba, y "de mano en mano, se perdió un elefante"... nadie supo quién lo tenía y se perdió.

El doctorcito MoncadaEse primer día lo iniciamos con la escuela de prime-

ros auxilios. El encargado era el médico de la base, un hombrecito de baja estatura, muy inteligente y serio. Tenía por seudónimo José, aunque siempre le decía-mos "el doctorcito" (Luis Felipe Moncada). Ese día, la clase no tenía nada que yo no hubiera aprendido en los otros campamentos; la única novedad eran los cabestrillos de aire que me parecían poco adecuados a la zona. Al médico no le parecía bien la idea que hubiera compañeras en la base, parecía molestarle. Siempre andaba enojado o alterado por alguna razón, a tal punto que no podíamos preguntarle si podíamos organizar los botiquines o los medicamentos. Inme-diatamente se alteraba y decía que ya lo había hecho y que no tocáramos nada, que no era nuestro. Muchas

veces me acerqué a él para pedirle permiso para ha-cer otra cosa porque según él, tenía todo bajo control. Nunca se opuso, pero siempre se enojó de vernos a Verónica y a mí formando en la escuadra médica.

Después de la clase de prime-ros auxilios –que no tomó más que una hora– pasamos a la di-vertida clase de táctica. Digo divertida porque teníamos a un norteamericano de nombre "Bi-lly", quien decía que había sido soldado en las guerras de Viet-nam y de Corea. Le habían en-cargado explicar tácticas vietna-mitas, camuflaje, etc. Las clases eran interesantes, pero el único problema era que nadie enten-día inglés, solo dos compañeros costeños podían entender lo que él decía. Uno de estos compañe-ros de la Costa Atlántica, era Iván Dixon Brautigam a quien con ca-riño Chacalote lo llamaba "man-tequilla de maní" (por el color de su piel). Este era el encargado de las traducciones y de las clases de castellano para "el gringo"; el otro compañero costeño era Peter (Peter Ferrara Robinson), quien también contribuyó en la traduc-ción de las clases.

Después del almuerzo, pasa-mos a una formación general y los Internacionalistas fuimos pre-sentados a los demás. Éramos de muchas nacionalidades: hondu-reños, costarricenses, paname-ños, venezolanos, colombianos, estadounidenses, mexicanos, alemanes y un español, todos fraternizando amiga-blemente y compartiendo una causa justa. Yo no pude conocer a muchos de ellos, ni siquiera me di cuenta cuando se fueron. Pero sí pude notar que nos queda-mos los que estábamos dispuestos a luchar o morir: el norteamericano, los ticos, el hondureño, el alemán, un venezolano (Douglas), los panameños y el español. Los demás no supe para dónde se fueron o si se quedaron en la base, pues pasaba todo el día ocupada entrenán-dome y no tenía tiempo para otra cosa.

Todos los días había entrenamiento especial para quienes irían a formar el Frente Este del Atlántico y yo quise ir con ellos y ser parte de ese movimiento. Pero tenía que entrenar con ellos y Porfirio decía que no era conveniente para mí ir en esa misión. Aun así, no me

Susana (Martha Cruz Conrado)

Verónica (Yelba María Antúnez)

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importó y comencé a prepararme para tal misión para compartir ese momento histórico.

Ese entrenamiento era muy duro; consistía en hacer 150 a 300 abdominales y remos, más de 75 pechadas en cada uno de los tres estilos, 300 po-lichinelas, 150 ranitas o más, 150 sentadillas y el fabuloso "pensamiento del diablo", que consistía en levantar el cuerpo del piso apoyado en los codos y la punta del pie, sosteniendo la cabeza entre los puños. Era terrible, pero no era el peor de los ejercicios. Pasábamos todo el día entrenando y me pregunté qué tanto iba a so-portarlo sin quejarme. Mi ac-titud era desafiante: yo tenía que ir en esa marcha, yo tenía que morir luchando y me pre-paraba para eso.

Días después hicieron la elección de los compañeros

que formarían parte de la Columna Jacinto Hernández. Eligieron a Susana y Verónica, pero no a mí; eso me molestó grandemente, ya que entrenaba diariamente y Verónica no lo hacía. Yo era mucho más fuerte que Verónica y sabía que merecía ir. Me acerqué al jefe de la base, Domingo, y le pedí que me llevara con él, que yo tenía que ir. No me rechazó, pero me dijo que fuera a entrenar con Chacalote. Lo había evitado en todo mo-mento; sabía que con Chacalote, no tendría derecho a sentirme cansada. Era un entrenamiento mucho más difícil, eran ejercicios fuertes y sin tregua. Para quienes no participarían en la caminata, esos ejercicios eran in-descriptiblemente difícil, nada comparados a lo que pasábamos con Antolín.

Me decidí a entrenarme con Chacalote, soporté todo lo que tenía que soportar, hice todo cuanto él decía que hiciéramos. Las ranitas incontables a su haber, los polichinelas hasta que nuestros brazos cayeran. Sudar era poco, mantener el orden de todo el entrenamiento era también tarea difícil, pues a Chacalote le gustaba vernos hacer los ejercicios parejos. El peor de todos los ejercicios era el "tronco". Teníamos que levantar un tronco entre 6 personas y hacer sentadillas y todo tipo de ejercicios coordinadamente con el tronco en los brazos sin dejarlo caer. Era agotador pasar el tronco de un hombro al otro. Ya al final del entrenamiento pasá-bamos en grupos de 6; si el tronco se resbalaba y caía al suelo, nos hacía recomenzar todo, para terminar po-niéndolo con cuidado en el suelo.

El esfuerzo físico era tan extenuante, que en el caso de nosotras las mujeres, solo Susana y yo nos ejercitábamos; de vez en cuando llegaba Verónica, hacía alguno que otro ejercicio y se iba. Pero todo valía la pena, el esfuerzo y el dolor por un momen-to histórico en el que participaríamos, al ser los pri-meros del Frente Sur en entrar al país. Mis brazos se hicieron fuertes y duros, lo suficiente para poder car-gar y caminar igual que los compañeros.

Las noches eran el mejor momento para descansar y contar chistes o adivinanzas de una "champa a otra". Tuve una linda amistad con un hondureño llamado "Chicón" (Carlos Gálvez) era muy alto y fuerte, profe-sor de sociología en de la Universidad de Tegucigalpa. Me gustaba platicar con él porque siempre me ha-cía hablar de mi niñez, aunque sabiendo que no fui muy feliz, pero que amaba a mis padres. A su lado me sentía protegida por una muralla a quien miraba como hermano. Era mi consejero, me daba la razón cuando era verdadera y pues fue mi mejor amigo. También amplié mi amistad con Porfirio (Wilberto Cano), Antolín, Hugo Jalina, Chacalote (Emilio Mena) y otros compañeros de la base.

El día que apareció Rufino en la base, me inundó de alegría volver a verlo. Era un viejo amigo conocido y apreciado de Base 1. Junto con Rufino también llega-ron Edwin y Salomón, dos primos de Marcos (Marvin Gaitán Nicaragua). Porfirio se tomó la molestia de platicarles sobre mí y Marcos. Salomón estuvo poco tiempo, fue enviado a otro lado y Edwin se quedó inte-rrogándome sobre su primo a lo cual intercambiamos mucha información que desconocíamos sobre él.

Pocas mujeresLas muchachas de la base eran pocas, entre ellas

estaba Susana (Martha Cruz Conrado) con quien me costó mucho hacer amistad. Era una mujer muy reser-vada, y siempre estaba ocupada haciendo algo o reu-nida con los otros compañeros; no me dio paso para confraternizar con ella. Débora era la enfermera de la base; estaba embarazada y no tenía humor para socia-lizar. Verónica (Yelba María Antúnez) era una chiquilla de apenas 15 años, con el temple de una vieja militante y la debilidad de una niña. Fue violada a los 13 años, golpeada y encarcelada en Honduras; era hija de la profesora Rosario Antúnez, activista política del Fren-te Norte en Ocotal, comenzó a cultivar su conciencia política desde los 10 años. Amelia era la otra paname-ña que llegó después de mí; estaba siempre en la co-cina ocupada. Estaba embarazada, pero era cordial y amistosa, jamás negó una plática o una ayuda moral a nadie, menos a mí. Siempre estuvo dispuesta a cui-dar de todos, estaba llena de vida y plena en cariño, su amor de madre era excelente. Como hermana y amiga

Rosendo (Oscar Benavides Lanuza)

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era lo mejor que nos podía pasar en la base. Creo que lo único que no me gustaba era verla comer cebollas del mismo modo que comía un mango, pero eso era parte de los antojos que le daba el embarazo.

Finalmente yo era la última de las mujeres de la base que siempre estaba respetuosamente dispuesta a pla-ticar y a sociabilizar con los compas, no negué mi ca-riño a mis hermanos. Después llegaron una mexicana y una alemana que no duraron mucho tiempo, porque no las volví a ver más.

La incomodidad en la base, aparte del lodo, la hume-dad y las pérdidas de los útiles, lo hacían personas que se infiltraban en el área para espiar o porque accidental-mente entraban en la zona. Muchos de los aparecidos eran informadores de la GN, y estaban espiando para saber el número de combatientes, los lugares de postas, posibilidades de infiltración etc. Desafortunadamen-te para ellos, fueron capturados y ajusticiados para no poner en peligro la tranquilidad y la seguridad del cam-pamento. Problemas como esos no hubo muchos, solo recuerdo la llegada de un hombre, era un informador, no quedó más que eliminarlo para retornar a la tranquilidad, después no supe de otros infiltrados.

Claro que no siempre hubo trabajo y entrenamientos; también teníamos un día para relax. Ese día era cada domingo, cuando los muchachos iban a jugar fútbol; otros ocupábamos el día para lavar, escribir a la familia, limpiar el arma, revisar el equipo o simplemente leer.

Mincho, el más ingenuoEl punto ameno usualmente lo hacían Mincho (Ro-

nald Paniagua Gaitán) y Chinandega (Omar Morales Camacho), quienes diariamente discutían por cual-quier asunto sin importancia. Tenían la cualidad de no poder estar juntos, porque de una forma u otra nos ha-cían reír a todos con sus ridículas discusiones.

Mincho era un muchacho muy tranquilo, llevadero pero se irritaba por todo, era también algo distraído, aun tratando de poner la cara seria, daba la impresión de no quererse enojar con los demás. Por su parte, Chinandega parecía ser un chico muy listo, cómico e inteligente, le gustaba abusar de la nobleza de Mincho y de todo el que pudiera caer en sus manos. Parecía disfrutar el cargo de hacer enojar a Mincho cada vez que lo miraba.

Lo más curioso de ambos, era ver a Chinandega mo-lestar a Mincho cuando trataba de cruzar el puentecito para ir a su champa. Debajo de puentecito había un gran charco de lodo y hubo la necesidad de poner unas ramas de árbol para no caer en el lodazal. Chinandega gustaba hablarle a Mincho en el preciso momento que cruzaba y por la distracción de Mincho al responderle en medio del puente, terminaba cayendo en el lodo. Eso nos hacía reír mucho, porque era una broma que se hizo

diaria. Mincho nunca pudo cruzar bien, hasta se nos hizo costumbre prepararnos para oír a Chinandega llamar a Micho cuando estaba cerca del puentecito:

– Vos Jossy, ¿querés ver que tumbo a Mincho otra vez al lodo? Mirá que tonto es.

– ¡Que malo eres! Dejalo, siempre lo haces caer y luego se pone furioso contra todos.

– ¡Eh! ¡No jodás! Es de viaje retonto, ya vas a ver que se cae de nuevo.

Yo no soportaba la risa porque sabía que Mincho lo miraría para luego caer al lodo.

– Mincho, Mincho mira vos –gritaba Chinandega al ver a Mincho que cruzaba cuidadosamente el puente-cito y le respondía:

– No jodás maje, vas a ver que ahora no me voy a caer, no voy a mirar, no tengo nada que verte.

– Que mires jodido, mira lo que tengo –insistía Chi-nandega mientras reía a carcajadas.

Pero la curiosidad era más grande que el temor a caer en el lodo. De pronto levantaba la vista para ver qué le mostraba Chinandega e inmediatamente resbalaba o pisaba con inseguridad y caía en el fango, haciéndonos reír. Para finalizar la broma, Chinandega solía decirle:

– ¡Te fijas que sos menso maje! Vos Mincho, ¿te das cuenta que sos el más maje de la base?

– No jodás maje. Un día de estos te voy a cachim-bear –respondía Mincho muy enojado, porque estaba enlodado y Chinandega repetía:

– Vení cachimbeame Mincho. No haces nada, sos tonto. Vení aquí te espero, pero mirá Mincho, cruzá el puentecito otra vez para que me cachimbiés. Apurate Mincho, no jodás que me haces perder el tiempo, vení cachimbeame.

Entre muchas otras, esa era una de las peleas dia-rias que daban el toque de jocosidad y alegría entre los compañeros. Muchas veces Mincho lograba pasar sin que Chinandega supiera y le gritaba del otro lado del puente con la alegría de haber alcanzado una gran meta, pero esa alegría era momentánea, algo incohe-rente tenía que decirle Chinandega y Mincho volvía a caer en sus bromas.

Habían personas con cualidades especiales, entre ellos Carlos o Chacalote, con sus sonoras carcajadas; Juancho Culucas, con su saludo "ra-flá"; Asdrúbal que a todo el mundo le decía; "vos sí que sos zángano" y su hablar campesino; Furia, con su temible voz de ultra-tumba; El Mono con su risa pícara; Chamaco, demasia-do parlanchín y astuto; el Pollo con sus chifladas ideas; Rafael con su mal genio; Tony mejor conocido como Chicha Fresca escondiéndose de Chacalote; Mauricio con sus chistes crueles que daban ganas de llorar pero que nos gustaban a pesar de todo; Oty y Jorge como la cigarra, cantando y tocando la guitarra; la eterna ri-validad entre Bienvenido y Alfonsito; Domingo con sus

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consejos y meditaciones; Verónica con su frasecita las-timera "dame vos"; Chicón con chistes y adivinanzas; en fin esas cualidades especiales hacían el día alegre, lleno de bromas, canciones y le daban ese sabor de juventud a la base. Pero a pesar de todo eso, no nos dejábamos de preocupar por la misión a la que iríamos y nos preparábamos políticamente para poder hablar con el campesinado.

Enfermedades hubo muy pocas; particularmente, a mí me dio gripe varias veces y en cierta ocasión el cuerpo me quedó marcado como si alguien hubiera usado un látigo para flagelarme, tenía hematomas en todo el cuerpo y eso debido a mala circulación, según me dijo el médico. También tuve hemorragias nasales, estreñimiento y alguno que otro malestar ficticio que tenía cada sema-na para tomar un día de descanso. Verónica siempre estuvo enfermita, aunque ya parecía normal verla de-cir que se sentía bien, aun sabiendo que tenía proble-mas de coagulación. La más sana de todas las compa-ñeras era Susana, ella era un roble, hermosa y callada. Amelia usualmente pasaba en la zona de abastos con sus malestares de embarazo comiendo cebollas. Ra-fael vivía con una extraña enfermedad incurable, pero que no lo limito a ir con nosotros. Los demás no sufrían de nada o al menos no decían, creo que los compas go-zaban de excelente salud.

Ernesto y RosendoMe puse muy contenta cuando vi llegar a Ernesto

(Iván Montenegro) a la base. Cuando me vio, se ale-gró y platicó conmigo sobre Marcos. Entre otras cosas también platicamos de las otras bases, la razón por la cual salí de Base 10 (Monteplata), por qué no me deja-ban ir al pueblo a curarme y a saber sobre mi familia, etc. Fue la primera vez en meses que Ernesto platicó conmigo tan abiertamente y apoyó la razón por la cual me salí de base 10 y me dijo que olvidara lo que ha-bía pasado, porque él se hacía responsable de mí. En la plática también estuvo Rosendo (Oscar Benavides Lanuza) con quien nunca platiqué en Base 1, pero me sentí bien de tener a Ernesto en la base porque sabía que él me incluiría en la caminata. Entre uno y otro tema que tocamos ese día, Ernesto me preguntó con mucha curiosidad:

– Mira vos Jossy, aparte de Marcos, ¿quién de los Co-mandantes te gusta?"

– ¡Chocho, clase de pregunta, compa! Nadie, ningu-no de esos grandotes.

– Decime jodida, andá. ¿Te gusta Daniel Ortega, como a todas las demás chavalas?

– Nada que ver conmigo, yo tengo mejor gusto, (me reí pícaramente) mi amor platónico es Humberto Ortega.

– Vos sos loca, a ese maje qué le mirás, porque guapo no es.

– Me vale que sea guapo; se mira inteligente y eso es lo que me atrae de él.

Rosendo miró a Ernesto, en forma de extraña y me dijo:

– Jossy ¿sabías que el comandante Humberto es casado?

– Supongo que sí. Además yo soy muy chavalita para él; yo solo dije que me gusta o sea que me atrae, no dije que lo quiero para mí, uno de esos amores que no pasan de ser platónico nada más.

Ernesto inquirió rápidamente:– Lo que querés decir es que sos fans de Humberto,

no estás enamorada de él, pero creo que sos la única, porque todas dicen que les gusta Daniel.

– ¡No ombé! No es así. Lo admiro sí, pero no miro la belleza física, sino el modo como se proyecta, como hombre político y militar. Bueno ya me voy porque me están haciendo sonrojar.

Rosendo tenía un paquete de caramelos y me dio algunos, los tomé y me fui a platicar con Porfirio. Esa plática escondía algo del cual no me quería enterar y no era mi intención estar revelando cosas íntimas a Er-nesto, porque no tenía mucha confianza con Rosendo.

Días después de la llegada de Ernesto y Rosendo, en una reunión de Comandantes, se consideró que ya estábamos lo suficientemente entrenados para la marcha y se dio la distribución de las escuadras. Cada combatiente se acomodó en la escuadra que mejor le convenía y a otros los escogieron por su valor, di-namismo etc. A la pequeña Verónica la pasaron a la escuadra médica y a mí me dijeron que no estaba pre-parada para ir, que me tenía que quedar en la base. Mi decepción fue tan grande y tuve que usar muchos ar-gumentos, entre ellos las lágrimas, con Ernesto, para mostrarle que tenía el derecho de ir más que cualquier otro combatiente.

Fue la segunda vez que me rechazaban para la cami-nata, pero estaba vez le mostré todo el esfuerzo que hice al entrenarme y argumenté cuanto pude. Ernes-to no pudo decir que no, pero trató de darme razones para que no fuera, porque supuestamente él no quería que me expusiera demasiado. Argumenté que estaría donde él estuviera, para que no pasara lo que pasó en Base 10. Finalmente, cansado de mis lágrimas y mis argumentos, cambió de parecer y me envió a la escua-dra médica; pese a que no era mi idea de estar con el doctorcito, me sentí muy contenta.

El jefe de la escuadra médica era José (doctor Luis Felipe Moncada) quien como siempre, no estaba muy contento de tener mujeres en su escuadra. Siempre se le miraba muy seguro con Mincho, El Tico y Chinan-dega, pero al saber que Verónica y yo fuimos orde-nadas a integrarnos a su escuadra, le causó un gran enojo contra nosotras y buscó excusas para hacernos

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renunciar al viaje. Nos decía que sería muy peligroso, que tendríamos que velar por nosotras porque nadie nos cuidaría y que no estábamos bien entrenadas.

Domingo por su parte admitió que no era un buen lugar para nosotras, menos para Verónica que era una niña de 15 años débil físicamente. Pero como ella era un gran elemento para el trabajo político, la aceptaba en la columna. Conmigo, la excusa era que yo supuestamente no estaba bien entrenada y necesitaba más tiempo para ir con ellos. Domingo ignoraba que yo era de otra base y que el entrena-miento y el tiempo ya los tenía. De todos modos no quiso contradecir la orden de Ernesto y aceptó que fuéramos. No había más discusión, yo era la hijita de Ernesto y por eso me tenía que ir con mi padre político a donde él fuera. El doctor procuró no dar-nos el entrenamiento médico requerido para poder atender a los compañeros.

Preparando condicionesYo no tenía ningún problema. No había ninguna ex-

cusa para que no me dejaran ir, me preparé en todo lo necesario al igual que Susana. Verónica y ella serían las únicas mujeres y yo no podía permitir que me vieran débil, cuando tenía las mismas fuerzas y los mismos deseos de luchar, vencer o morir.

En esa semana el torturador entrenamiento se hizo más difícil y en una de las arengas matutinas se nos distribuyeron las mochilas o los sacos de ma-terial plástico con bambadores (redes en que los indios transportaban sus productos hechos de me-cates de cabuya, son alargadas como los nidos de las oropéndolas) para algunos. Agrupé todos los ar-tículos que había que llevar, para ir teniendo todo ya en orden para el día que iniciaríamos el viaje de ida sin retorno pero a triunfar.

Estos artículos que portaríamos en nuestras mochi-las eran, los obligatorios: 1 mochila o un saco de tejido plástico con bambadores; 1 botiquín de primeros auxi-lios (lo portaríamos nosotros en la escuadra médica); 2 piezas de ropa civil, pantalón y camisa (por si era necesario salir a los pueblos); 1 uniforme completo; 1 par de botas; 1 un plato de metal con cuchara; 1 hama-ca, (era pedazo de tela de lona); 1 pedazo de colcha para protegerse del frío; 1 pedazo de plástico negro, para usarlo de techo o de capote en la lluvia; 1 pedazo largo de mecate de vinil, para amarrar la hamaca; su-ficientes municiones para nuestro fusil personal, 1 ra-ción de alimentos (sopa de tomate, azúcar, sal, carne ahumada, tuna, sardina, galletas, arroz, avena, leche condensada entre otros); 1 equipo de limpieza para el fusil (lubricante, baqueta y pieza de tela de algodón); 1 equipo de pesca (cuerda y anzuelo); artículos per-sonales (un cuaderno, pasta dental, papel higiénico,

equipo de aseo personal, desodorante sin olor, ropa interior, calcetines, un som-brero para la lluvia y el sol), y toallas sanitarias y tampo-nes para las mujeres. Entre los artículos que teníamos que llevar obligatoriamen-te había municiones an-tiaéreas, municiones de ametralladoras, piezas del mortero, cables, cápsulas detonantes, obuses, dina-mita, medicamentos.

Los artículos que nos de-cían de no llevar, para no tener carga de más, eran los que Verónica y yo por-tábamos: una botellita de champú y un acondiciona-dor; una gran lata de Nivea, un espejito, fotos de la fami-lia, un cepillo para el cabello, dos navajillas de afeitar, libros con la historia del Frente Sandinista, lima para las uñas, carta de los familiares, un abrigo militar, otro uniforme, varios paquetes de ci-garrillos, tres sostenes, dos camisetas y cinco calzones y otros objetos que poco a poco fueron quedando ente-rrados en el camino.

Un día antes de la partida, llegó el Comandante Cero (Edén Pastora Gómez) y el Comandante Víctor Tirado López, entre otras personalidades del Frente. También llego María (Violeta Jiménez), Doc y otros compañeros que ya me eran conocidos.

15 escuadras, 3 comandantesPor fin, llegó el ansiado día de la caminata; hubo

una gran arenga de despedida de los diferentes co-mandantes. Se nos entregaron 500 córdobas a cada combatiente, por si había la necesidad de usar dinero al llegar a un pueblo. Se repartieron también porcio-nes de carne ahumada y raciones de comida. Se nos anunció que seriamos los pioneros del Frente Este del Atlántico, columna Jacinto Hernández; casi 120 combatientes divididos en 15 escuadras, 3 Coman-dantes: Domingo (Adolfo García Barberena), Rosendo (Oscar Benavides Lanuza) y Ernesto (Iván Montene-gro Báez), un médico (Luis Felipe Moncada), 5 en-fermeros, 3 baquianos, 2 bueyes y un caballo. El día anterior a la despedida, ya había salido la escuadra de exploradores con los baquianos.

El 27 de Marzo de 1979 a las 2 de la tarde, salimos de Base 20 (Ernesto "Chato" Medrano), a formar un nuevo frente de guerra y preparar políticamente a los

Ernesto (Iván Montenegro Báez)

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campesinos de Zelaya Sur para así dar inicio a la insu-rrección final que era la meta del Frente Sandinista.

Este primer día fue sumamente agotador pero tran-quilo; estaba el clima caluroso, no hubo problemas de ningún tipo en las primeras horas de caminata. Apenas tenía 4 horas de haber salido y ya no soportaba mi mo-chila, por lo que retiré algunas cosas que no eran nece-sarias, como mi champú y acondicionador, una loción para la piel, etc. Esos eran los artículos que no tenía que llevar, pero pensé que podía con ellos, lastimosamente fueron una gran carga. El peso me agotaba y me dejaba sin respirar y la deshidratación me tenía desesperada. Pasaba constantemente bebiendo pequeños sorbos de agua, sabía que si tomaba más de lo que debía, termi-naría vomitando como pasó a muchos, especialmente a Emmett y Verónica.

Hubo un momento en el que subimos una gran mon-taña que parecía interminable por el calor y el cansan-cio. Muchos quedamos cansados y tirados por todas partes, allí pasamos la primera noche. En la cima ha-bía un galerón donde hubo la necesidad de meternos cuando comenzó a llover; yo me salí para refrescarme con la lluvia y para ver el impresionante paisaje del río San Juan. Nos acompañaron en la despedida, los Co-mandantes Cero (Edén Pastora) y Víctor Tirado López.

Domingo filmó con su cámara el momento histórico, "la cruzada del río San Juan"; no podíamos escaparnos de ser filmados uno por uno y pasamos por delante de la cámara, saludando o riendo antes de embarcarnos en las canoas. Cada combatiente recibió una fraternal despedida de la mano de los Comandante Cero y Víctor Tirado, quienes nos decían:

– Nos veremos en Managua en el búnker, decía el Comandante Cero.

– ¡Hasta pronto compañeros!, fue la frase triste de despedida de Tirado López.

Fueron zarpando una a una las canoas con los compa-ñeros. Cuando tocó el turno a la escuadra médica, casi daba el pie para atrás. Me asustaba la idea de montarme en una canoa, a la cual le faltaban unas pulgadas para hundirse. No me quedó más que acceder a montarme a la canoa, pese a mi temor. Cruzamos de una orilla a otra rápidamente, aunque en mi mente el tiempo se ex-tendió lentamente; estuve temblando de miedo hasta que llegué a la orilla. Nunca antes había estado en una canoa y menos en una que estaba por hundirse en un río donde habían tiburones; me parecía una locura pero eran órdenes que yo tenía que acatar y no discutir.

Una vez ya en tierra pasamos por un cocotal en donde tuvimos que hacer parada para esperar a los demás compañeros. Aprovechamos la espera para sentarnos a comer coco y recuperar las fuerzas. Sabía que una vez dentro del territorio que yo no conocía, no había otra opción que vencer o morir. Ya no era un

ser viviente o una mujer más en el planeta. En esos momentos estando del otro lado del río San Juan, nos habíamos convertido en una idea armada y esa era mi única razón de estar en Nicaragua. Por último, me en-cogí de hombros y me dije "amanecerá y veremos. No me volveré a preocupar más en vivir o morir".

Calor y mucho pesoLa caminata continuó una vez llegó la última canoa.

El clima cambió bruscamente del otro lado del río, dejó de ser casi frío y seco, entonces se hizo caluro-so, sofocante y húmedo. En el camino alcanzamos un segundo cerro, que tuve mucha dificultad para subir por el peso de la mochila. Fui socorrida por Chacalote, quien pasaba en esos momentos y nuevamente con su acostumbrada delicadeza, me empujó para hacerme llegar más rápido.

Entonces me dio hambre y el olor de la carne me tentaba constantemente. No dude en comer un buen pedazo, con la excusa que no se fuera a descomponer por el calor. No quería que el jefe de mi escuadra supie-ra que ya me estaba comiendo la carne y menos que Verónica se diera cuenta porque me regañaba.

Me las ingenié para ponerla en la mochila del Mincho que iba delante de mí y sin que él se diera cuenta que andaba mi carga. Me preguntó que si yo le registraba su mochila a lo que me negué y le dije que estaba cerran-do los broches que tenía abiertos; me creyó y continuó caminando. Más adelante, en una parada, descubrió mis objetos y los tiró al piso muy enojado, pero no hubo problemas; él continuó caminando delante de mí pero "chiveándose" constantemente que yo no fuera a meter nada para hacerle la mochila más pesada.

Nuestra primera baja fue Raúl (Raspa coco) que es-tando muy cansado dicen que se dislocó un tobillo y fue enviado para la Base 20; también los primeros fundidos o cansados por deshidratación fueron Verónica, quien bebió mucha agua y la puso a vomitar y Emmett Lang, quien era poseedor de una muy buena condición física, pero por causa del calor y la deshidratación se desmayó.

Las montañas eran cada vez más difíciles de pasar, eran más altas y más cerradas. Delante de la columna iba una escuadra de exploración comandada por Rufino, quienes nos dejaron el camino listo, pero aun así era di-fícil la pasada. La humedad y los lodazales dificultaban el ascenso y descenso de las montañas. Esa fue la razón por la que al cuarto día me resbalé en uno de los cerros cuyo descenso era muy dificultoso. Recuerdo que rodé vertiginosamente montaña abajo y al detenerme sentí un golpe seco en la boca y en el costado. Era mi fusil que se metió entre mis costillas y del golpe me rompió los labios. En ese preciso momento escuché el traquear de mis costillas y no me podía mover, estaba boca aba-jo con la mochila en la espalda. Nadie bajó a ver si aún

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estaba viva o no. Pero de pronto sentí como la tierra temblaba y había mucho polvo: era "Chacalote al resca-te". Bajó rápido para ver cómo estaba, me volteó con su notable delicadeza, sacó de mis costillas mi fusil, y me preguntó mientras reía:

– ¡Chocho Jossy! ¡Clase descachimbada que te diste! ¿Estás bien?

– ¡Ay, ay! ¡No! ¿Cómo creés? Me duele todo. ¡Quíta-me la mochila por favor!

– No te movás, que voy a revisar si te rompiste algo más que la vida.

– No jodás, no me rompí nada, solo un poquito la boca, y creo que mis costillas están rotas ¡ay ay!

– Espere jodida. Que no te movás te digo. Voy a mandar a buscar al médico,

– ¡A la gran puta, me jodí toda! ¡Y cómo duele esta vaina!

Chacalote comenzó a gritarle a los que estaban arri-ba que mandaran a buscar al médico. A mi jefe de es-cuadra no le dio la gana de bajar para saber si estaba bien, pero tuvo que hacerlo porque Chacalote lo man-dó a buscar. Chacalote le comentó que seguramente tenía las costillas rotas. El doctor me revisó y confirmó que tenía dos costillas rotas debajo del seno derecho (dichosamente tenia sostén y camiseta debajo de mi camisa, eso ayudó a que no pasara una situación ver-gonzosa). Mis dientes estaban en buen estado aunque un labio algo partido. Me recomendó que retornara a la base, pero me negué, yo sabía que quería deshacer-se de mí y de Verónica.

Sin fusil y sin macheteChacalote envió mi mochila como carga para los

bueyes, porque no podía cargar nada. Me vendó las costillas con esparadrapo para que no me causara dolor caminar, me inyectó un analgésico y me dio pastillas para tomar cada 4 horas. La parte negativa de mi estado lo causó el hecho que me quitaran el fusil y me armaron con un machete. Supongo que con la intención que tuviera algo para defenderme, pero fue incómoda la situación, porque en mi mo-chila estaba mi hamaca, mis alimentos y mis obje-tos personales, todo iba con los bueyes que llevaba "Chico Garand". No podía quejarme porque Chicón fue quien me asistió con algo de alimentos y me acomodó debajo de su hamaca, así no me quedaba a la intemperie.

Las pastillas que me recetó el médico para el do-lor eran analgésicas y tomaba de 10 a 12, (Winasorb, paracetamol) al día para aliviar el dolor porque me lastimaba mucho. Pasé mucho trabajo. Muchos se negaron a darme ayuda en esa dificultad. Tal fue el caso de Antolín, quien se enojó con Chicón porque el compartía su comida conmigo.

Un día Chacalote me dio una daga muy bonita que le pertenecía; no me negué a llevarla pues me hubiera servido de algo, porque me habían quitado el mache-te, pero no supe en que momento la perdí. Mataron un chancho de monte y la escuadra de Antolín obtuvo manteca, la que pusieron en una botella que Antolín me pidió que llevara.

Otra vez acepté ayudarlos porque creí que me deja-rían cocinar con ellos. Me hice disponible, pero al día siguiente nadie compartía nada conmigo. Como Chaca-lote notó que yo llevaba la botella, les dijo que era mejor que me dieran la manteca porque yo era quien la lleva-ba. Usé el aceite para freír mi pedazo de carne de puer-co y el de Verónica en un plato de lata, no tenía idea de la fragilidad de estos platos en el calor y se rompió dejan-do colar el aceite en la tierra. El grupo se enojó contra mí; Susana, Alberto y Chamaco no paraban de hablar por qué no les di el aceite y lo usé. Chicón y Chacalote les explicaron que era justo lo que hacían y más nadie dijo nada. Verónica y yo nos quedamos sin nada, había mucha oposición contra nosotras, siempre nos hacían malos gestos o nos decían que mejor nos retornáramos.

Combate contra mosquitosNuestro primer combate fue uno de hostigamien-

to, nos dejaron varias bajas. El enfrentamiento fue con los mosquitos pápalo moyo que nos dejaron a todos como que estábamos enfermos de viruela. Nuestra piel estaba llena de manchas rojas minús-culas en grandes cantidades, cualquier zona del cuerpo expuesta fue atacada sin compasión. Estos mosquitos son trasmisores de una enfermedad con-tagiosa llamada Leishmaniosis o lepra de montaña, bien sea cutánea, visceral o mus cutánea; muchos de nuestros compañeros estaban contagiados por

Al frente, Antolín, Marcos y Hugo, tres de los integrantes del comando Rigoberto López Pérez, y después de la Columna Jacinto Hernández.

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esa enfermedad. Chacalote la había desarrollado en la muñeca de la mano derecha, Domingo en el pómulo izquierdo, el doctor en la frente, otros en las piernas y brazos y yo la adquirí posteriormente, cuando nos retiramos, cerca del ojo izquierdo. Lu-ché contra esos mosquitos y busqué como proteger-me. Cada noche antes de dormir me ponía calceti-nes en las manos, bajaba mi boina hasta las orejas y cerraba mi camisa bien, no me quitaba las botas por si había problemas y dormía con la cara tapada; de ese modo dominé esa situación y no me contagié sino hasta el final.

Durante esta travesía el Chico Garand tuvo la delica-deza de llevarme una mochila más liviana; en ella puso algunos artículos de necesidad femenina y el resto lo repartió o enterró para no dejar huellas según dijo. Mi nueva mochilita contenía mi hamaca, parte de mi co-mida, el mecate para mi hamaca, ropa interior y otros artículos no tan pesados. También me dio una carabi-na M2 con una muy pequeña dotación de 20 tiros.

Me inquieté por el hecho de no tener suficiente mu-niciones con que defenderme, pensé que seguramente moriría de la forma más tonta y sin luchar. Traté de pre-guntarle a Domingo, pero siempre estaba muy ocupado y no me pudo responder, entonces me acerqué a pre-guntarle a Ernesto qué hacer con ese problema:

– Vos Ernesto ¿sabés? Me dieron una carabina con 20 tiros ¿qué esperan que haga? ¿Batear las balas del ene-migo para defenderme cuando se acabe la dotación?

– Mirá Jossy, tené paciencia jodido. En el primer combate que tengamos con los genocidas, recupera-mos un Galil bien deacachimba y mirá que te prometo que será para vos, tendrás el honor de usar el primer Galil recuperado ¿qué más querés?

– ¡No jodás, que fácil lo decís!, si hay combate antes de que recuperes el Galil, me gasto las 20 balas que ten-go, les digo a los GN: "señores, no tengo balas que espe-ren un ratito". O les digo que se pongan uno a uno para dispararles las 20 balitas o termino tirándoles piedras.

– ¡A la gran puta! ¡no seas babosa, chavalita! Para que jodidos querés un fusil y dotación de balas, si no podes cargar nada por tu fractura. Tené calma, ya ven-drá el momento, no te andés sublevando por nada, hay cosas más importantes.

Era cierto que había cosas más importantes que mi vida; también era cierto que yo no podía cargar mucho y había otros en peores condiciones que yo. Me que-dé callada porque estaba por explotar de enojada, no quería morir fácilmente quería tener el honor de luchar hasta mi último suspiro como muchos otros comba-tientes o bien como Marcos hizo.

Cuando se fue terminando la ración de comida, que estaba supuesta para 15 días y que solo duró una sema-na, hubo la necesidad de mandar a alguien a los pueblos

o a la casa de los campesinos para conseguir comida y quien siempre se ofrecía era "Chico Garand". Teníamos dinero y con eso comprábamos gallinas, puercos o frijo-les, azúcar, sal y cuando podíamos tortillas.

La peor escuadraNuestra escuadra médica era la peor de todas. El jefe

(Luis Felipe Moncada) estaba en total desacuerdo con todo lo que Verónica y yo hiciéramos. Sus críticas eran negativas y fuertes, su oposición contra nosotras era de-vastadora. Se mostraba apático, nos ignoraba y por lo re-gular solía decir que éramos inútiles, que no sabía porque habíamos ido con ellos. Como jefe de escuadra nunca encendía un fuego para hacer comida con nosotras; más bien nos apartaba y nos corría como gallinas. Todo lo compartía con Chinandega, El Tico y Mincho. La desunión de nuestra escuadra era tremenda, Chicón notó todo lo que pasaba contra nosotras y nos dijo que siguiéramos en la fila, pero que fuéramos con él, para ayudarnos en todo lo que pudiera y fue lo que exactamente nos vimos en la necesidad de hacer. Verónica buscaba a Antolín y yo a Chicón, para sentirme más segura y protegida.

Traté siempre de compartir todo lo que podía con los compañeros, lo había aprendido en las otras bases y lo puse en práctica; aunque no siempre era efectiva, al menos dejé buenos recuerdos en la memoria de mu-chos de ellos.

En algunas ocasiones encontrábamos "cuzuseras", lugares donde ponían maíz a fermentar para hacer bebidas alcohólicas. Cada vez que encontrábamos al-guna yo ponía maíz en las bolsas de mi camisa, en mi boina y le repartía a todos los que podía para que nadie sintiera hambre. Así, muchas veces guardé pedazos de yuca, plátano o sal, siempre había algo que compartir con los compañeros para que no tuvieran hambre.

La siguiente baja en la columna Jacinto Hernández, fue nuestro querido compañero Billy "el gringo", quien se cayó y se dislocó el tobillo del pie izquierdo. Lla-maron a la escuadra médica y el doctor solo llamó a Chinandega para que lo ayudara. Nos ignoró a Verónica y a mí. Como no supimos que hacer, nos alejamos del área pero tuvimos que soportar las críticas y regaños del compañero Antolín, quien se enojó mucho contra nosotras. Le explicamos lo que pasaba con el doctor, El Tico, Chinandega y Mincho; él se dio cuenta rápido que la situación era tensa contra nosotras. Nos senti-mos ofendidas porque no era nuestra culpa que el doc-tor no nos quisiera en la escuadra. Verónica se enojó y pidió traslado para otra escuadra pero Antolín no le permitió el cambio y ella se soltó a llorar. Esa noche hubo una fuerte discusión hasta que Antolín dijo que si continuaba llorando y portándose así, la dejaría per-dida en la montaña. Verónica continuó llorando hasta quedarse dormida en la hamaca de Antolín.

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El doctor le puso a Billy una férula plástica de aire para inmovilizar el pie. Pero la montaña no era el lu-gar adecuado para su uso, lógicamente se desinfló tan pronto apoyó el pie en el suelo y hubo que ayudar al gringo a caminar. Billy era de gran estatura y fuerte, pero Antolín nos mandó a soportarlo para que cami-nara. Yo no tenía problemas, pero la pobre Verónica no podía ayudarlo, era mucho más pesado que noso-tras. El doctor y Chinandega menos podían, eran de baja estatura y delgados. No quedó otra opción que pedirle a los compañeros de la vanguardia que lo ayu-daran. Después de 2 días no lo vi más, fue como si la tierra se lo hubiera tragado. El escaso recuerdo que tenia de Billy eran las pocas palabras que aprendió en castellano. Todo lo que aprendió fueron malas pala-bras y algunas que otras frases como: "quiero más", "chocho compita", "frijoles en bala", "la tortilla en el comal", "gracias". Lo más jocoso era su terrible acento norteamericano.

Tuvimos una parada en la casa de una familia cam-pesina donde compramos maíz, frijoles y nos pidieron a Verónica y a mí que fuéramos a preparar tortillas. Yo no sabía hacer tortillas, pues en mi país ese no es plato básico y nunca había tratado. Contábamos con la ayuda de las compañeras Susana y Verónica quienes manejaban muy bien ese asunto, terminaron rápida-mente de hacerlas y cocinarlas. Las ayudé siguiendo las explicaciones que me dio Verónica, pero no salieron en ningún momento redondas y menos en buen esta-do, así que me dediqué a distribuirla a los compañeros. Nunca había visto a nadie hacer tortillas y puedo de-cir que Verónica se miraba muy bonita preparándolas, con sus manitos chicas, pero con gran adiestramiento y agilidad.

Alimentos escasosCominos y nos quedamos descansando un rato;

luego continuamos haciendo pequeños períodos de descanso de solo 30 minutos porque no había tiem-po. Dormíamos entre 3 a 5 horas diarias, usualmente estábamos extremadamente cansados, a pesar del estricto entrenamiento. Cada día los alimentos eran menos, solo nos quedaba pinol (maíz tostado y moli-do) y teníamos que tomarlo con sal. Se me hacía tan desagradable pero con hambre, ¡fue pasable! Muchas veces al pasar por alguna milpa, recolectábamos algu-nas mazorcas que comía crudas; también yuca cruda, plátanos o guineos verdes, guapinol, ojoche (almen-dra de la montaña) y todo lo que se pudiera comer.

Abrí mi mochila para analizar los pocos medica-mentos que tenía y encontré vitaminas de todo tipo y calcio, el cual compartí con todos los compañeros que miraba. El médico se enojó con nosotras, por es-tar repartiendo las vitaminas innecesariamente, tal

como él nos dijo, especialmente la vitamina C. Enton-ces, para incomodarnos mucho más, el médico nos dio pastillas anticonceptivas, con la idea de proteger-nos de embarazos. No me cabía en la cabeza que él estuviera pensando que nosotras estábamos activas sexualmente cuando no había tiempo para nada. Nos dimos cuenta que no había razón para usarlas, que era una burla o mejor dicho una ofensa de parte del doctor dándonos esas pastillas. Al día siguiente las estuvimos repartiendo como vitamina, ya que nos habían quitado los medicamentos. Para que los mu-chachos se sintieran bien, comenzamos a dárselas

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y ellos inocentes la tomaron, muchos dijeron sentir más ánimos y más fuerzas. El doctor Moncada me preguntó si tomaba las pastillas, yo le dije que no las necesitaba y que las repartí a los compañeros. Nue-vamente se enojó tanto que su frente se puso roja de coraje, pero salí rápido de los dos paquetes que me dieron; nadie enfermó, ni paso nada malo y todos di-jeron estar con ánimos para caminar.

El primer enfrentamientoLa primera vez que nos enfrentamos con la Guardia

Nacional de Somoza, fue en un chagüite o platanar. Esto ocurrió cuando una patrulla de la Guardia Nacio-nal tropezó accidentalmente con nuestra retaguardia. Estábamos descansando, unos platicando, otros lim-piaban sus armas y alguno que otro cocinaba tranqui-lamente porque no parecía que fuera a ocurrir nada en el momento. Román estaba cocinando unos plátanos en una lata tapada, pero por acumulación de vapor re-ventó y el vapor caliente le quemó la cara, dejándolo prácticamente ciego por el momento. Me lo llevé a la escuadra médica donde lo curamos y nos hicimos car-go de él, ya que no podía ver.

Cada quien estaba en una actividad diferente, pue-do decir que algo distraídos y descansados, cuando súbitamente comenzó el enfrentamiento entre los compas de la retaguardia y la Guardia Nacional. El tableteo de las metrallas y el zumbido de las balas confundían a los compañeros que fueron a tomar po-sición. Por mi parte, no medí la velocidad con la que quité mi hamaca y arreglé mis cosas, para ir a tomar posición, pero si recuerdo haber visto a Román pedir auxilio y preguntar quién estaba pasando a su lado mientras apuntaba con su arma dispuesto a disparar. Le hablé y le dije que se calmara, que era yo; lo tomé de la mano y lo monté en mi espalda para poder ca-minar más rápido y sacarlo del área de batalla.

Me entristeció mucho saber que nadie se acordó de Román. Ninguno de los compañeros de él y menos los de la escuadra médica. Al llegar a un lugar más se-guro, lo dejé con Verónica y me fui a buscar cualquier otro herido para ayudarlo. Ernesto y Rosendo llega-ron para avisar que todo había pasado y nos pidieron volver a formar para continuar; hubo una pequeña arenga en la que se anunció que llegaríamos a Verdún (una colonia de Nueva Guinea) muy pronto y se nos animó a resistir.

Ese día en medio del combate, mientras recogía mis pertenencias con apuro, dejé olvidada una camisa con dos tacos de dinamita. Cuando fui a dejar a Román me encontré con Oty y me devolvió la camisa junto con un gran consejo:

– Jossy, cuando esto pase, no te desesperes por irte rápido. Mira lo que encontré en el camino. Acordate

que "el pánico es nuestro peor enemigo". Primero cal-mate y ubicá al enemigo y después actuá.

– Gracias. Casualmente lo venía a buscar, porque no supe dónde quedó la dinamita, pero era más impor-tante sacar a Román.

Ese consejo me sirvió por siempre, pues el ataque no era en nuestro lado y aprendí que debía tener calma o de lo contrario podía perder la vida o quitársela a otro accidentalmente.

Cerco enemigoCuando nos retiramos de la zona, para algunos fue

todo un despelote. Nadie quería cargar con Román y lo tuve que llevar conmigo. Mi mochila se abrió y mis pertenencias comenzaron a caer, se regaron las car-tas de mis padres, así como algunas fotos que tenía guardadas. Me distraje y no vi por donde se fue la co-lumna quedándome perdida con Román al hombro. En tanto, me encontré a Chinandega que también estaba desorientado y nos pusimos a caminar con la idea de reencontrar a los compañeros.

Luego de un rato, encontramos en camino de vuel-ta a la columna, que afortunadamente no se había ido sin nosotros. Por dicha no hubo bajas ese día, todos nos volvimos a encontrar y continuamos caminando. Nuestro objetivo había cambiado y teníamos que lle-gar inminentemente a Nueva Guinea, ya que la Guar-dia Nacional, nos había detectado y cercado.

Pasaron dos días sin ninguna novedad, caminamos día y noche porque no queríamos continuar en el cerco y menos ser aniquilados, la GN estaba detrás de noso-tros y eso era muy peligroso. Ernesto tenía un radio de frecuencia internacional portátil y escuchaba las noti-cias de Radio Sandino en la clandestinidad.

Una noche acampé cerca de Ernesto y de Rosendo, que estaban escuchando Radio Sandino. Escuché a Ernesto decir con aire de triunfador:

– ¡Jodido! Si ya somos noticia. Están hablando de no-sotros, debemos sentirnos orgullosos que ya saben que somos el "Frente Este del Atlántico Jacinto Hernández".

Así decía con muchos aspavientos. Rosendo estaba cerca y sonreía junto con Ernesto. Parecían compartir el mismo orgullo. Me acerqué y les dije muy enojada que vieran la situación que vivíamos:

– ¡Vaya, que valiente orgullo hay que tener! De qué nos vale ser noticia, de qué vale ese orgullo si nos es-tamos muriendo de hambre y tenemos a la Guardia en los talones. Vale verga ser noticia, cuando somos carne de cañón. A ver ¿dónde están los buzones de ali-mentos que tanto me decías? ¿y dónde está la prepa-ración política que decían haber hecho antes que en-tráramos? No jodás Ernesto, comamos orgullo mejor.

Se levantó muy enojado por mi sarcasmo y se volvió violentamente contra mí, con la mirada ardida y me dijo:

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– ¡Qué sabes vos chavala! No tenés ni idea de lo que es la guerra y menos a lo que has venido. Mejor callate antes que te calle yo mismo.

– Vení cállame vos, jodido. Comé orgullo porque nos están matando por tu orgullo, ese orgullo nos va a dejar con muchos muertos. ¡Vení jodido, te estoy esperando, para que me calles! –le repliqué desafiante.

Rosendo disimuladamente me hizo seña de callarme y quedarme tranquila, me dio un caramelo que tenía en la bolsa y le obedecí, porque de todas formas Er-nesto era mi superior y lo quería suficiente como papá para respetarlo y por eso deje de argüir. Pero me ofen-día su escándalo por la noticia. A mí me preocupaba la situación de los compañeros, la falta de alimentos, municiones, apoyo militar y vitaminas. No me quedo otro recurso que seguir escuchando los mensajes que El Danto (Germán Pomares) nos mandaba por medio de la Radio Sandino.

La situación de los compañeros era cada vez peor; cada día había menos de comer y no podíamos ca-zar porque el sonido de los balazos podía alertar al enemigo. Un día, los comandantes fueron a una casa a comprar comida, mandaron hacer frijoles y cocinar un chancho y mientras se cocinaba, espera-mos en una montaña aledaña. Al llegar los frijoles cocidos, llegó con ellos la GN Somocista y tuvimos otro enfrentamiento.

Los compañeros se apuraron en tomar posiciones y olvidamos repartir los frijoles. En mi paso hacia la posición que me destinaron encontré un saco de frijoles cocidos en el piso y rellené las bolsas de la camisa, mi pantalón y mi boina, recordando que los compañeros no habían comido y fui a buscarlos para repartir los frijolitos. Muchos lograron recibir peda-zos de carne de puerco y otros solo alcanzamos a recibir grasa, pero de eso pude repartir a los compas que encontraba en mi camino.

Cuando el combate terminó, supimos de las bajas: Tony o Chicha Fresca (Miguel Muñiz) fue uno de los muer-tos. A los heridos Varguitas, Rafael y El Mono, hubo que cargar con ellos. Eso se convirtió en una verdadera carga para los muchachos que estaban ya padeciendo de ham-bre, sed y cansancio. Por cada herido, para ayudarlos, perdíamos de dos a cuatro combatientes; eso nos ponía en peligro porque no queríamos dejar tirados a nuestros hermanos, pero no podíamos cargar con ellos.

El secreto de RafaelAl día siguiente en la tarde, hubo otro enfrentamien-

to. Nos dimos cuenta que nos hostigaban con la idea de hacernos bajar y gastar nuestras municiones. El ago-tamiento era extremo y la debilidad de nosotros nos hacía blanco de la GN. Pero nuestros ideales eran más grandes y tan inmensos, el orgullo de ser sandinistas era

mucho más grande que el océano. Aun cansados, conti-nuábamos cada día más activos.

Uno de eso pocos días en los que pudimos descan-sar un largo rato, recuerdo que fue la primera vez que me acerqué a Rafael; era un chico de muy mal carácter, siempre insultaba, ofendía o maldecía y por eso, era re-chazado por los compañeros, pero ese día le pregunté:

– ¡Chocho Rafa! Estamos claveados. La verdad estoy muy cansada ¿y vos?

– yo también Jossy. Pero de aquí enterate que solo saldremos muertos.

– Decime algo, ¿por qué me tratas tan mal? ¿Te hice algo malo o te sientes mal por mi culpa?

Rafael me miró y sonrió serenamente, me abrió su corazón y me comentó que tenía la mala costumbre de juzgar a las personas sin tratarlas y que por eso se por-taba así conmigo. Hicimos las pases. De pronto estalló un enfrenamiento. Rafael me miró y me dijo con mu-cho cariño, que lo esperara que ya volvía para decirme algo importante. Me quedé sentada en el mismo lugar y le prometí que lo esperaría allí sin moverme. Ese día Rafael no retornó jamás. Murió sin que yo supiera qué iba a decirme.

Los enfrentamientos eran diarios y en cualquier mo-mento del día. La Guardia ya nos conocía, sabía nues-tros nombres, sexo, nacionalidad, número de heridos, la falta de alimentos, municiones, etc. Necesitábamos un gran milagro para salir de ese lugar antes de ser ani-quilados. Los combates eran constantes.

Estábamos en una milpa cuando fuimos atacados por francotiradores, helicópteros y una lluvia de mor-teros que no nos dejaba avanzar. Así aprendí que cuan-do escuchaba dónde caía el primer mortero, podía an-ticipar dónde caerían los otros aproximadamente. Los

Columna Jacinto Hernández, masacrada en Nueva Guinea. Identificado Ma-nuel Mairena "Juancito", segundo de derecha a izquierda de boina y camiseta.

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helicópteros llevaban soldados con ametralladoras de alto calibre y pasaban todo el día patrullando la zona.

En el combate en la zona del Pajarito, tuvo el tur-no de morir "Tortuguita" (René Castillo Quintero), un panameño de baja estatura, ex pugilista, decente, generoso, luchador y amigable. Chamaco lo sacó mal herido de la línea de fuego, tenía un tiro en la cabeza y otros en el pecho. Se estaba muriendo cuando lo re-cibimos. Chacalote llamó al médico desesperado, pi-diéndole que hiciera algo para salvarlo. Al llegar el doc-tor vio que su pulso estaba descendiendo rápidamente por causa de una hemorragia cerebral; ya no se podía hacer nada por él, tenía que irse y dejarnos la huella de su sangre. Tortuguita hizo mucho por nosotros cuando el médico le habló y le dijo que no lo podía ayudar, que iba a morir, que descansara en paz. Él cerró los ojos como si comprendiera, volteó la mirada y sin decir una palabra, nos dijo: "Hasta la victoria final. Patria Libre" y yo respondí en voz baja "O morir".

Ese día también murió Juancho Culucas (Juan de Dios Borga) otro panameño y junto con ellos fueron cayendo otros héroes de la Patria Sandinista.

Mientras, esperábamos que la columna retornara del combate para enterrar a Tortuguita, el primer cadáver recuperado de nuestra columna. Me senté en el camino mirando a Tortuguita ya muerto, viendo cada una de sus heridas, el gesto yerto de su rostro, su sangre espumo-sa con un extraño perfume de paz que aun borbotaba de sus heridas. Preguntándome qué pensaría en ese momento antes de morir. El olor a muerte inundaba el camino. No sé si fue por nervios pero Verónica se puso a llorar y yo comencé a reír desenfrenadamente, tanto

que me ordenaron alejarme de donde estaba Tortugui-ta. Cuando me alejaba en el camino, un helicóptero que sobrevolaba comenzó a disparar; escuché a un compa gritarme "¡al piso!", entonces pude sentir los tiros que removían la tierra y como pude tomé el cuerpo de Tor-tuguita y me protegí con él. No me pasó nada gracias a Tortuguita que me protegió, pero comencé a tener más cuidado de no estar en los caminos. Me levanté con el uniforme manchado de sangre y continué riendo sin po-der contenerme. Furia se llevó el cadáver y no fui a ver dónde lo enterraron, me sentía triste por él y me prohi-bieron ver cuando lo enterraran por el estado de nervios en el que me encontraba.

Miedo a morir y a despertarNuestros días en combate tenían un horario, usual-

mente el hostigamiento era en la mañana, los morte-ros en la tarde, la aviación al caer la noche, morteros nuevamente a la medianoche y alguna que otra em-boscada en la madrugada. No era importante aniqui-larnos en el momento sino causar bajas físicas, como trabajo psicológico que nos estaban haciendo y que nos afectó mucho. Daba miedo dormir y daba miedo despertar, sabiéndonos allí en esos combates.

Pasamos días enteros caminando y combatiendo, cargando a los heridos y disminuyendo la carga, así como dejando a los animales.

Tuve que cargar el fusil de Julio o Chacalote Dos (Julio Mejía) para ayudarlo, porque estaba muy cansado lle-vando día y noche a los heridos. Román volvió a tener vista y le retorné su FAL, aunque luego no supe si esta-ba vivo, ni cuándo murió.

La necesidad de abandonar a los bueyes fue ur-gente, porque el paso era más lento con ellos. Susa-na tuvo que cargar la ametralladora 30 por unos días hasta que se fundió de cansancio. Como nadie quería llevar la ametralladora, yo me sentí aun con algo de fuerzas para ayudar y me ofrecí a cargarla por 3 días, que parecieron una eternidad por el peso y el cansan-cio que tenía. Oty se enojó mucho, porque yo andaba cargando la ametralladora y me dijo que era una ba-bosa que nadie la quería cargar y que yo estaba muy cansada para llevarla. Traté de explicarle lo que pasó y le dije que lo hacía porque esa arma nos salvaría la vida; aun así no dejó de regañarme sin tomar en cuenta mis explicaciones. Era formidable saber que al menos algunos de todos los que iban en la columna se preocupaba por los otros, tal es el caso de Chaca-lote, quien siempre anduvo de un lado a otro. Hizo la caminata 5 veces más que cualquier otro compañero, jamás dejó abandonado a nadie.

Recuerdo que en cierta ocasión Chinandega estaba muy cansado y tirado a un lado del camino, cuando yo pasé por su lado me dijo:

Frente Oriental Carlos Roberto Huembes en La Gateada, Chontales, julio de 1979. De izquierda a derecha: Miguel Guzmán, Horacio Cuadra, Luis Carrión, Gerardo Arce y Miguel Cruz.

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–" ¡Chocho compita! Mire yo no soy machista, pero estoy cansado. ¿Me lleva la mochila?

– ¡Come mierda jodido! ¡Más cansada estoy yo, no jodás!

– Pero mire compita, ayúdeme, no soy machista".Chacalote estaba cerca y se lanzó una carcajada,

ante tal descaro de Chinandega.Me di cuenta que mi padre Ernesto, se había olvida-

do de mí; no sé qué ocurría en su cerebro y no entendía porque Rosendo nunca decía nada como para ponerlo en su lugar. Hubo días que no comimos nada. No he podido olvidar la voz suplicante de Domingo en las casas de los campesinos pidiendo un poco de comida para nosotros. Parecía un padre desesperado por el hambre de sus hijos. La voz de Domingo clamando por alimentos era como el sonar de las campanas que no se puede olvidar. Lo escuché suplicante decir:

– Por amor de Dios, señores, ¡ayúdennos! Necesita-mos alimentos. Quizás algo de frijoles o algunas galli-nitas, cualquier cosa que tengan. Podemos pagarlas. ¡Por favor abran la puerta y ayúdennos!

Muchas veces le respondían, en otras no había na-die pues ya la Guardia había pasado y asesinado a los campesinos o simplemente por miedo se iban de la zona. Esas súplicas no las olvidé durante toda la jor-nada a Nueva Guinea y aun no las olvido, porque fue doloroso escucharlas.

Hambre y alucinacionesLas alucinaciones por el cansancio se hacían comu-

nes entre todos. La primera vez que me ocurrió fue mientras ascendíamos a una montaña; ya teníamos 3 días de caminar sin parar y yo portando la ametralla-dora calibre 30 y el fusil de Julio. Recuerdo haber visto una luz muy intensa, la noche era oscura y esa luz daba la impresión que nos acercábamos a un pueblo. Estaba tan cansada que puse en práctica caminar dormida y para no perder el camino ni a la fila, le ponía al com-pañero que iba delante de mí un pedazo de corteza de árbol descompuesta, que se pone fluorescente en la noche y con eso me dirigía por el camino. Pero no ne-cesité eso esa noche. Mis ojos se mantuvieron abier-tos. Pensé que era un pueblo y me repetí muchas veces como si fuera una letanía:

– Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; si morimos nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.

Esa luz semejaba el sol de la libertad o la llegada a Nueva Guinea. De tanto pensar y repetir mentalmente esa frase de Sandino, al parecer la dije en voz alta y "el Nafre" (Pedro Pablo Meneses), que venía detrás, dijo:

– Vea compita. Entiendo su mensaje, pero sabés, ese no es el sol de la libertad, ni es un pueblo, es la Luna que viene despuntando.

– ¿Qué decís? Yo que creí que era un pueblo, que es-tábamos llegando al famoso Verdún.

– No compita, para nada. Aún estamos muy lejos, nos faltan como 3 días de camino para llegar a Verdún.

Caí sentada de la decepción: no había pueblo, no era el sol de la libertad, era la Luna y tendríamos una no-che iluminada, lo cual no era bueno pues nos podían ver desde lejos. Aprovechamos esa noche para des-cansar un poco. Nos dijeron que nos metiéramos a 10 metros de donde estábamos y lo hice pero me senté en un mal lugar, un nido de garrapatas. No me di cuen-ta hasta el día siguiente que al despertar sentí muchos granitos en la piel. Estaba llena de esos animalitos en los brazos. Oty y Verónica me ayudaron a quitármelos uno a uno; por dicha no tenía en otras áreas porque cargaba "Asuntol", un poderoso veneno contra las ga-rrapatas que siempre ponía a mis botas y pantalón.

Los días de hambre eran más y las caminata intermina-ble y faltaba de tiempo para solicitar comida a la comuni-dad. El cansancio, los heridos, el descontento en la tropa, eran algunos de los males que se fueron acumulando en cada combatiente. Muchas veces recibimos dos cuchara-das de azúcar en la mañana como el único alimento para todo el día y los pocos alimentos que se conseguían eran para los heridos y las mujeres. Yo no podía comer sola sabiendo que aquellos que combatían más que yo no recibían nada y compartí mi ración con los demás. Para mí no era ningún mérito alcanzado, ni tenia porque ser privilegiada de recibir alimentos y los otros compañeros no. Aunque algunos me dijeran que hacía mal, daba parte de lo que tenía para ayudar a los muchachos. Consideré que aún tenía fuerzas y mientras no me fallaran podía so-portar un poco más, lo único era que estaba muy delgada pero aun podía caminar. Yo aún tenía el aliento, pero los que estaban en peor situación, cansados y aun luchando por llevar la delantera, recibían un poco de lo que podía darles. Era fácil para mi seguir caminando hasta que me eliminaran o yo me quitara la vida, pero en aquél mo-mento mi vida dependía de ellos y por eso los ayudé.

Encontré mi tubo de pasta dental y lo sacrifiqué com-partiéndolo con mis compañeros; al menos sirvió de ali-mento para aquellos que estaban cerca. Oty tenía otro tubo de pasta dental que comí con aquellos que aún eran menores de edad, Verónica, Alfonsito y Bienveni-do. No podíamos pensar en otra cosa que no fuera en el cansancio que teníamos y el hambre.

Las horas de posta eran activas, porque de otro modo nos podíamos dormir de pie. Verónica y yo hi-cimos postas dentro de los campamentos y no en los límites. Como pude busqué la forma de acomodar mi fusil y recostarme en algún árbol porque no soportaba estar de pie. Mis calcetines de tanta humedad habían horadado la planta de mis pies y eso me daba mucho dolor. Hubo días que no pudimos sacarnos el agua de

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las botas o cambiar nuestros calcetines y entre el pie de atleta y las medias formando parte de la piel del pie, nos hacía muy dolorosa la caminata.

Trampa en la retaguardiaEn uno de los combates de la vanguardia de la co-

lumna, mi jefe de escuadra nos mandó a Verónica y a mí a cuidar la retaguardia. Me atrincheré en un árbol caído cerca de un riachuelo, pero noté que no había nadie cerca, que los muchachos se habían ido. De pronto vi que venía Furia caminando con el caballo muy rápido y me preguntó:

– Oye Jossy ¿y vos que hacés? Ajá ¿la Verónica tam-bién?

– Nuestro jefe de escuadra nos mandó a cubrir la re-taguardia.

– Pero que hijueputa ese maje. Si esto ya no es la re-taguardia, están solas aquí. Yo vine a dejar el caballo que está fundido y no me voy a quedar porque la guardia viene por allí precisamente. Les van a quebrar el culo a ustedes acá. ¡Como se le ocurrió mandarlas solas!

– ¡Juelagranputa! ¿Y qué hacemos entonces? ¿Los con-tenemos o qué? Porque si nos vamos, nos castigarán.

– No, pa’l carajo. Ya váyanse corriendo a la van-guardia y avisen que nos van atacar por este lado. Si tu jefe de escuadra te pregunta por qué no estás en tu puesto, mándalo a la mierda y decile que yo te man-dé a la vanguardia. ¿Ok?

– Está bien. Ya nos vamos a decirles. ¿Te das cuen-ta Verónica, qué malo es el doctor? Nos mandó a quedarnos para que la columna se fuera y nos deja-ran botadas, eso sería morir como babosas. Él no nos quiere, pero le diré a Ernesto lo que él hizo.

– Si vámonos antes que la guardia aparezca. Ese jo-dido nos la pagará. Pobrecito el caballo.

Fue triste saber las malas intenciones del médico (Luis Felipe Moncada) quien era nuestro jefe de es-cuadra, al enviarnos a morir estúpidamente y dejarnos abandonadas. Si Furia no hubiera pasado nos hubiéra-mos quedado allí, fácil presa de la Guardia Nacional. Nos hubieran asesinado cruelmente, del modo que yo no quería morir, todo por culpa del egoísmo de nuestro jefe. Verónica estaba mucho más débil que yo, por eso me adelanté y corrí rápido hasta la vanguardia para avisar que nos iban atacar la retaguardia. Nadie me preguntó por qué no estaba en retaguardia, era como si nadie hubiera sabido lo ocurrido, pero fue la última vez que creí en las órdenes del médico. Los compañe-ros se desplegaron y se dirigieron a la retaguardia lo más rápido posible para contener al enemigo y darnos tiempo de continuar caminando.

Me puse a platicar con otros compañeros que se que-jaban constantemente que los comandantes no daban la retirada. Me acerqué al Comandante Domingo y le

pregunté por qué no se daba la orden de retirada. Él de-cía no saber y que solo quedaba pedirle a Dios que el Frente Norte hiciera un milagro para dirigir la atención de la GN a otro lado y poder salir con vida o al menos lle-gar al pueblo y poder hacer algo cada uno de nosotros por salvar nuestra vidas. Ya no habían escuadras defini-das, cada quien se formaba donde fuera porque no ha-bía tiempo. Pasábamos todo el tiempo combatiendo, únicamente existían vanguardia y retaguardia.

Cerca de mí se formaron Alfonsito (Sergio Ramírez Martínez), Bienvenido (José Noel Navas Ríos) y Beto (panameño). Alfonsito, me comentó que tenía planea-do al llegar a Verdún recuperar un auto para que nos fuéramos a su casa en Masaya. Pese a las diferencias que hubo entre Bienvenido y él, ese día estaban más unidos que nunca, en el plan estábamos los tres. Pa-recía ser muy buen plan, me prometió comer rico en su casa y descansar, era como si no pasara nada en su ciudad. Olvidamos algunos detalles importantes: los retenes, los soldados, que ninguno de los tres conocía-mos la carretera a Masaya, pero sobre todo no sabía-mos conducir un auto y el plan cayó. La moral también cayó y quedó solo como un sueño de hambre y des-esperación. Como quiera, esos planes fueron nuestro alivio momentáneo, nuestra única esperanza, la única luz al fondo del abismo.

Huir o morirLa madre naturaleza no me descuidó ese mes

(menstruación). Fui a cambiarme. Era de noche y no se miraba mucho. Sin darme cuenta dejé olvidado un abrigo que tenía. Todo parecía normal cuando de pronto sentimos un ataque por la retaguardia que fue rápido y sin bajas. Ya había perdido la cuenta de los muertos y los heridos, también de aquellos que to-maron la decisión de retirarse. Con tantos combates diarios era difícil darse cuenta quienes morían o se iban. En la escuadra en la que estaba, tenía a Beto con los oídos reventados por causa de una granada; Alfonsito en estado extremo de nervios, muy peligro-so para todos y por eso le prohibieron ir a combatir, para que no cometiera errores; Bienvenido, desorien-tado, no supo dónde quedarse.

Fue la primera vez que Oty (Otilio Martínez Gonzá-lez) se acercó para decirme que nos fuéramos porque nos iban a matar a todos. Pude notar que Oty estaba nervioso y no creí conveniente retirarme con ellos; le pedí que me dejara pensarlo para desviar su idea de fugarnos en mal momento. Me imaginé que si nos íba-mos sería peor que quedarnos a morir.

Bienvenido y Alfonso andaban tan nerviosos como muchos otros compañeros. Me confiaron que tenían miedo porque sabían que nos iban a matar y que jamás llegaríamos a Verdún. Les comenté de los planes de Oty

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de irnos y ambos quisieron irse conmigo. Verónica ya no estaba cerca de mí, no supe donde andaba para decirle que nos fuéramos juntas y Susana se miraba desanima-da y deprimida, casi por perder la razón. Yo no sabía que hacer por ellos, no tenía idea que decirles o alentarlos, yo misma no soportaba más la situación y también te-nía temor de morir horriblemente. Se habían agotado mis oraciones y mis promesas a Dios, ya no sabía si era capaz de cumplir con todo lo que prometí, me sentía en un estado de letargo, me costaba mucho pensar y reac-cionar con la rapidez de los demás.

Una y otra vez entre todos pedimos que se diera la retirada, porque no iríamos a ningún lado, cada vez es-tábamos más en la planicie, lo que era más cómodo para un cerco de aniquilamiento.

Ernesto insistía en decir que no era tiempo para eso y Rosendo no nos apoyaba, ni retomaba el mando. Por su parte, Domingo no tenía casi ningún mando y se miraba imposibilitado de hacer algo por todos nosotros. Muchos compañeros habían comenzado a irse desde antes, entre ellos recuerdo al Pollo ,un chico de Masaya, que dijo:

– ¡No jodás compa! Mejor que digan que "aquí corrió el Pollo cobarde", que "aquí quedó el Pollo valiente".

Y se fue en una noche mientras combatíamos. La re-tirada hubiera sido una forma poco original pero efecti-va de romper el cerco y salvar nuestras vidas. Era tonto morir dentro del cerco. Esa idea y la desesperación de los compañeros, me hizo pensar en la posibilidad de retirarme o quitarme la vida para no ser capturada. La inseguridad me embargaba y no sabía si debía retirar-me, en quién podía confiar para irme o si tal vez debía quedarme a morir como heroína.

Ernesto y Rosendo parecían haber perdido la razón. Decían que no teníamos que desmoralizarnos, que estábamos muy cerca de Verdún. Todos los días, escu-chaba el mismo nombre y era como decir que en pocos días caminando llegaríamos a París. Había comenzado a detestar ese lugar sin conocerlo, porque nunca llegá-bamos. Siempre era la misma frase:

– Falta poco para llegar a Verdún. Allí si vamos a te-ner apoyo y de allí a Managua. Así solía decir Ernesto.

Pero no llegábamos nunca. Por causa de la falta de preparación política de la zona, la muerte de todos era inminente. Cabe mencionar que la zona de Nueva Gui-nea, era una zona altamente somocista. Nos metimos en la boca del lobo.

Los mensajes de El DantoRadio Sandino pasaba los mensajes desde el Fren-

te Norte que nos hacía El Danto (Comandante Ger-man Pomares Ordóñez) quien nos solicitaba que nos apresuráramos en llegar a Nueva Guinea, que ya tenía tomado Estelí, pero que no iba a poder resistir mucho tiempo.

El Danto, como bien se le conocía a ese Comandante, era nuestro apo-yo en esos momentos de desespera-ción. Tenía que hacer más para poder ayudarnos a salir, pero él esperaba que nosotros llegáramos más rápido para apoyarlo en la toma de las ciu-dades del norte. Entonces el Frente sur ya había tomado su descanso y arranca con la ofensiva final, atacan-do Peñas Blancas, El Naranjo, Sapoá, etc. Pero ninguna de esas acciones disminuyó la presión del cerco, el cual fue peor cada día.

El Frente Central actúa y se inicia la insurrección final. La columna Ja-cinto Hernández era noticia, como decía Ernesto. Pero éramos la noti-cia de no poder ayudar a los otros Frentes; noticia de cómo nos estaban aniquilando. De cómo tuvimos que salir uno a uno en desbandada de aquel cerco en el que íbamos hacia la muerte. Éramos noticia el Frente Este del Atlántico pues era un fracaso del Frente Sandinista.

Durante la caminata, me daba un poquito de tiem-po para apuntar algunas cosas, entre ellas un horario de los combates diarios y de la forma cómo éramos atacados. Puedo jactarme de lo fiable de este horario. Hasta hubiera podido decir que de haber sido somo-cista, la Guardia Nacional se basaba en mi horario para atacarnos.

8:00 am -10:00 am. = enfrentamiento de infantería, por la vanguardia o retaguardia

12:00 m 1:00 pm = ataque con morteros y con he-licópteros

2:00 pm a 4:00 pm. = bombardeos con aviones6:00 pm a 8:00 pm = morteros otra vez8:00 pm en adelante = enfrentamientos, morteros o

emboscadas, helicópteros, etc.Domingo nos llevó la buena nueva: que un campe-

sino de la zona se ofreció voluntariamente a llevarnos a Verdún. Según decía "estábamos a la vueltecita". Ya conocía esa frase y sabía que faltaba mucho camino para llegar a Verdún. A pesar de todo sentí deseos de correr para llegar rápido a ese lugar.

Esa noche llegamos a un potrero y cuando cruzá-bamos el río, caímos en una emboscada. Las ráfagas de balas cruzaban de un lado al otro. Yo estaba en la orilla y me tiré al suelo para protegerme. De pronto, sentí algo frío y resbaladizo dentro de mi camisa. Grité del susto, temiendo que fuera una serpiente, pero me di cuenta que era un reptil. A lo lejos escuché a René (Guillermo Tejada) preguntar si estaba bien. Me quité la camisa y como pude retorné con los demás que iban

Choncito (Humberto Salazar)

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a la retaguardia y me senté debajo de un árbol a pre-guntar por los compañeros de la vanguardia: Rufino, Oty, Porfirio, Hugo, Mauricio y los demás.

Me dijeron que los compas de la primera escuadra todos habían caído en el río. No pude más y estallé en llanto. Sentí que había perdido una parte de mí. Un gru-po de hermanos queridos habían muerto y no los po-día ver. No supe cuánto tiempo pasó mientras lloraba y llegaban los muchachos poco a poco. Aparecieron Oty, Hugo y Jorge y me dijeron que no hubo bajas; fue de gran felicidad saber que nadie cayó en esa emboscada.

La idea del suicidioSe quedaron consolándome y me dijeron que Por-

firio estaba bien que no le había pasado nada. Ya no podía contenerme más y tuve el valor de hablarle de lo triste que me sentía y que creía que lo mejor que podía hacer era quitarme la vida, pues así no sería carga de nadie, que ya no podía más con la presión que teníamos. Que quería suicidarme porque me ate-rraba la idea de ser capturada y vejada al modo de la GN de Somoza. Le dije lo que el doctor nos había hecho ese día, de dejarnos solas en retaguardia y que estaba segura que solo Ernesto y ellos me estimaban lo suficiente, que ya no miraba una razón más para continuar en la marcha, no quería caer en manos de la Guardia y prometí que me quitaría la vida. Hugo, Alberto, Oty y William, el hijo de Sandino, me miraban desmoralizados, pero a la vez, le insistían a Oty que me dejara y se fueran en ese momento.

La idea de suicidarme nacía de las terribles historias que contaban los compañeros en las bases, sobre mu-chachas que habían sido capturadas, violadas y ase-sinadas. La compañera Doris Tijerino, a quien yo más admiraba, había vivido eso en carne propia y no quería que eso me pasara. Pensé muchas veces que tenía que suicidarme para no morir así, estaba sicológicamente destrozada. Oty me alentó a seguir adelante y a no pensar en quitarme la vida. Se sentó a explicarme lo que pasó en el río y me decía que tenía que tener valor para poder irnos antes y para eso él quería que me cal-mara, porque los compañeros cerca de mí estaban de-primidos. Cuando comenzaron a llegar las escuadras desaparecidas, me sentí más tranquila. Eso calmó mi depresión momentáneamente.

Unos minutos después, Domingo dijo que tenía-mos que buscar la forma de cruzar el cerco. Llama-ron a Coco (Víctor Lorenzo), ex guardia panameño, quien se puso a la disposición y con el mortero al es-tilo vietnamita (sin bípode) disparó 2 morteros que cayeron en el nido de ametralladoras que nos había emboscado, o al menos cerca. Fueron dos tiros cer-teros bien usados y que me hizo recordar que Dios existía y le di gracias por haber dirigido los morteros

hacia el enemigo. Domingo aún no estaba seguro que el cerco estuviera roto y nos mandó a formarnos en punta de lanza con 5 metros de distancia entre uno y el otro y nos dijo:

– Compañeros: vamos a salir de aquí de algún modo. Hay que romper el cerco y si siguen las órdenes todo saldrá bien. Únicamente corran hacia adelante y no paren por nada. Cuiden sus flancos y buena suerte al cruzar. No se detengan si alguno cae.

Era un acto de sobrevivencia el que hacíamos. Había que desplazarse rápido y no mirar atrás. Así no vería-mos quiénes morían o quiénes quedaban atrás. Cuan-do se nos dio la orden, corrimos sin parar y logramos romper el cerco, según nos dijo Domingo. Después caminamos por varias horas sin descansar hasta pudi-mos dormir brevemente por unas horas.

La retiradaDurante ese período de caminata, Oty, Hugo, y William,

se formaron cerca de mí y platicábamos mucho de cuándo nos retiraríamos y por qué había que hacerlo. Rosendo (Oscar Benavides) presintió que pasaba algo entre nosotros, se acercó y me dijo muy delicadamente:

– Oye Jossy.– ¿Qué?– Estás muy visitada ¿o crees que ignoro qué es lo

que pasa entre ustedes? Yo sé que pasa algo allí. Te tengo vigilada. Ojo, mucho ojo o le digo a tu papa.

– ¿Qué pasa de qué? ¡No jodás! Yo no sé qué te traes vos conmigo, pero ellos son compañeros que no se sienten bien y los cuidamos aquí. Además me vale lo que pensás, andá decile a Ernesto (Iván Montenegro Báez), no me importa.

– Te voy a estar vigilando. Veo que mucho viene ese Oty a verte, eso es que quiere con vos. Es más, lo voy a mandar lo más lejos para que no te visite, verás que ya le digo a Ernesto que lo ponga en la punta.

– No jodás vos. Hacé lo que querrás, no estoy ha-ciendo nada malo y no hay tiempo para lo que te ima-ginás y decile a Ernesto lo que querrás, vos sos tapudo.

– ¡Cuidadito chavalita vaga! No te enerves conmigo, quedita, pero no te lancés que te estrellás. Veremos qué opina tu papa Ernesto de ese tipo.

Rosendo se fue y yo me fui a buscar a Oty para co-mentarle que sospechaban algo, pero no estaban muy seguros. Rosendo me dijo que tenía en mente mandar-lo a la punta de la columna, porque parecía que sabía que nos iríamos o pensaba mal de los dos.

Por segunda vez en la noche los muchachos me pi-den que me fuera con ellos, pero los volví a plantar y les dije que no. Jorge y William (el hijo de Sandino), le dijeron que se fueran sin mí pero, Oty no quiso y por segunda vez me explicaba por qué teníamos que irnos. Me aterraba la idea al deshonroso título de desertora;

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no podía dejar atrás a Ernesto, Verónica, Bienvenido, ni a Alfonsito, y pensaba que del mismo modo que nos emboscaron esa noche, podíamos caer torpemente en otra emboscada y morir. Desistí de irme y me quedé en la fila con los demás compañeros.

Verónica y SusanaAl día siguiente, cuando estábamos planeando una

emboscada para la GN, Oty ya no pudo esperar más por mí. Me tomó de la mano y casi arrastrándome, me dijo con firmeza:

– Si no nos vamos ahora, nos van a matar, ¿eso que-rés? Yo no quiero morir así ¿y vos? Pero tampoco me puedo ir sin vos.

– No, claro que no quiero morir así, pero tengo mie-do a lo que pase después.

– No pasara nada, todos saldremos de aquí y el Frente nos asignará otras bases. La vida cambiará. Ven conmigo y finge que nos vamos a emboscar juntos. Hugo y los otros están allá. ¡Seguime!

– Está bien. Ya voy, aunque te confieso que tengo miedo morir en el intento.

– Lo sé, yo también. Pero si no nos vamos hoy, nos van a matar de todas formas. Tenemos que arriesgarnos ahora o será tarde después. Jossy en-tiende que es mejor morir en el intento que morir sin arriesgarse.

– Está bien. Vamos, yo te sigo, pase lo que pase yo te sigo, pero Verónica y Susana, ¿qué pasará con ellas?

– Vamos a buscarlas pues, pero hoy nos vamos y es una orden mía.

El nerviosismo se había apoderado de mí; sabía que lo que hacíamos era una locura, pero Oty me tenía asi-da de la mano fuertemente y no me soltaba. De pron-to, me encontré con Verónica y le dije que nos fuéra-mos juntas, le supliqué que no se quedara, pero ella tomó una actitud muy soberbia y me dijo:

– ¿Irme yo? ¿y para dónde? Yo me iré cuando los Co-mandantes den la orden.

– Verónica entendé: no darán la orden porque no quieren verse como fracasados. Domingo está enojado con ellos. Es necesario retirarse y ellos no quieren, ¿te querés morir aquí?

– No, pero hasta que ellos den la orden, yo me que-do. De otro modo, yo no me iré con nadie.

– Bueno, como querrás. Buena suerte en el camino. Te quiero mucho Verónica, te voy a extrañar.

– Yo también te quiero. Andate con Dios.Le dije a Oty que buscáramos a Susana. En el cami-

no la encontré decepcionada y nerviosa, con una leve esperanza de vida casi extinguiéndose en sus manos. Cuando le dije que nos iríamos, ella con la mirada ate-rrada y triste aceptó ir con nosotros y retirarnos con tiempo. Recuerdo que le dije:

– Susana vámonos, Oty, Alberto, Hugo, William y yo nos vamos. Es mejor irnos porque nos van a matar de todos modos y seria cruel morir así.

– Sale Jossy, yo me iré con ustedes; esto no tiene fin, más que aniquilarnos y yo no quiero morir. Voy a decir-le a Antolín que me emboscaré con ustedes.

– No, no le digas nada. Se va a enojar con vos, mejor vámonos.

Desesperada por ir tras esa utópica posibilidad de salir con vida, la tomé fuertemente de la mano del mismo modo que Oty me sostenía la mía. Él le ex-plicó que no era necesario decirle a Antolín, que solo viniera con nosotros y punto, pero ella insistía en ir a buscar a Antolín su jefe de escuadra. Le dijimos que Alberto iría con nosotros y eso le dio ánimo para aco-plarse al grupo, ya que alguien de su escuadra estaba de nuestro lado.

Pero siempre hay quien desvía del camino verdade-ro a quienes lo necesitan. Entonces se apareció Cha-maco, gran hablador, quien no me agradaba por su forma egoísta de ser. Él se puso a argumentar con ella, diciéndole que no podía ir con nosotros a otro lado, que tenía que estar con su escuadra y que se apurara a emboscarse con ellos.

Susana me apretó la mano en espera que la detuviera y me quedara a su lado, pero Chamaco tiró con fuerza y me la arrancó de las manos. Susana me miró de lejos y me dijo "lo siento" con mucha tristeza y en ese mo-mento sentí que un pedazo de mi vida se deshacía ante tanta desesperación. Ese pedazo de mí eran Verónica y Susana. Oty sintió mucho que ellas no fueran con noso-tros, pero me dijo que seguramente saldrían con Anto-lín, que por eso se la llevó el Chamaco.

No pudimos hacer nada, fue una lástima que se fue-ra de esa forma. Susana murió de forma horrible en las manos de la Guardia Nacional, del mismo modo al que

Martha Cruz Conrado, "Susana" con integrantes de la columna Jacinto Hernández

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yo le tenía miedo morir. Le sobrevivió un hijo que no la volvió a ver más, que no supo cuán heroica fue la vida de su madre. Chamaco salió bien y ahora vive en USA, Antolín salió junto con Chacalote, quien lo ayudó a salir con vida de ese temible lugar.

Verónica también murió, y con ella murieron los comandantes Ernesto (Iván Montenegro) y Rosen-do (Oscar Benavides Lanuza) también Miguelito, El Mono y Bienvenido. Murieron por no poder decidir cuándo salir. Verónica y Susana, murieron quizás por-que no hubo quién se preocupara por ellas y las to-mara con fuerza de la mano y las sacara con vida del mismo modo que a mí.

Me quedó el calor de la mano de Susana en las mías y sus lágrimas en el corazón de cada uno de nosotros que la conocimos. Fue la primera vez que la vi tan humana y tan mujer como yo, pues siempre fue dura e inflexi-ble, gran guerrera digna de admirar. También me llevé la soberbia de Verónica, que no quiso entender que era tiempo para irse y vivir para ver su tierra libre. Ella es-peró mucho de los comandantes que se la llevaron a la tumba. Quizás era tiempo para ella de volver de donde salió, "los ángeles no viven en la tierra para siempre".

Después de salir de la montaña, supimos de la muer-te de Susana, que fue torturada y violada, y por último quemaron su cuerpo. Fue cruel saber eso porque ella no merecía morir de tal modo. La vida era para ella y para compartirla con su hijo en una patria Libre. Veró-nica, Bienvenido y Miguelito, según el parte de guerra, murieron en una casa que fue emboscada. Eran me-nores de edad como muchos otros que luchaban en el país por la misma causa.

Ernesto y Rosendo murieron con ellos en la misma casa emboscada; ambos eran antiguos luchadores del FSLN, nadie merecía morir de ese modo. Mucho tiempo después me entere por medio del Comandan-te Edén Pastora, quien me dio una larga explicación sobre lo ocurrido en Nueva Guinea.

Según Pastora, Iván Montenegro y Oscar Benavides, junto con Verónica, Bienvenido, Miguelito (José Manuel Rodríguez) y El Mono (Frank Sirias Tenorio), fueron cap-turados por la guardia, interrogados y se les trató de hacer comprender políticamente sobre la situación del Frente y la Guardia somocista. Me cuenta Edén que Er-nesto, pasó horas platicando hábilmente de política con un oficial de la Guardia, pero este se cansó de escuchar-lo y lo acribilló a balazos. De la forma que fuera, no hu-bieran salido nunca con vida de las manos de la Guardia Nacional, pero insisto, no tenían que morir así.

Estos fueron los que no debieron morir, según la ver-sión de Chacalote, en una publicación que hiciera sobre la Columna Jacinto Hernández: Adolfo García Barbere-na (Domingo, capturado por la Guardia, torturado y ani-quilado cruelmente); Martin Valverde (Carlitos); Felipe Joya (Lucas); Omar Morales Camacho (Chinandega); Miguel Muñiz Alvarado (Chicha Fresca o Tony); José Ma-nuel Rodríguez (Miguel); Mario Ramón Corea (Denis); Elio Cuarezma Fuentes (Pico); Ronald Paniagua Gaitán (Mincho); Héctor Mariano Maradiaga (Evertz); Miguel Torrez Lazo (Quedito o Moisés); José Elías López Ortiz (Hans); Silvio Parrales Calero (Isidro o Silvio); Gilberto Zepeda Alfaro (Chino San); Marvin Gaitán Nicaragua (Marcos); Luis Trujillo Garay (Luisito); Enrique López Obando (Jou); Benito López Vega (El lento); Jacinto; Edwin Gaitán Muñoz (Edwin), primo de Marcos; Sergio Ramírez Martínez (Alfonsito); José Noel Navas (Bienve-nido); Mustafá; Wilberto Cano Gaitán (Porfirio); Manolo el poeta; Manuel Loredo Pravia (La Gata Tobías); Martha Cruz Conrado (Susana); Yelba María Antúnez (Verónica); René Castillo Quintero (Tortuguita) panameño; Juan de Dios Borga (Juancho Culuca o Lagarto Juancho) pana-meño; Enrique Zepeda (Rafael); Braulio Mejía (Rubén); Peter Ferrara Robinson (Peter); Iván Dixon Brautigam (Marcos o Mantequilla de maní); doctor Luis Felipe Mon-cada (José); profesor Carlos Francisco Gálvez (Chicón), hondureño; Frank Sirias Tenorio (El Mono); Iván Mon-tenegro Báez (Ernesto); El Tico; Oscar Benavides Lanu-za (Rosendo); Francisco Sirias Tenorio (Miguel); y otros tantos que escapan de mi memoria.

Muchos de ellos murieron tratando de salir de ese infierno en el que caímos, hecho por las sangrientas manos de la Guardia Nacional, pero pusieron color a la bandera roja y negra del Frente Sandinista y ofrecie-ron su sangre para abrir los caminos de la Insurrección Final que hizo nacer a la nueva Nicaragua, la patria de la juventud libre y revolucionaria.

De esta heroica acción revolucionaria sobrevivimos algunos, de los cuales varios ya han fallecido, se han adelantado en el camino. Algunos de los que no estoy segura si salieron con vida son: Douglas, venezolano; el Vasco, Billy el gringo y otros que lamentablemente ya no recuerdo sus seudónimos. Todos fuimos partíci-pes de un evento histórico por una patria nueva, con una nueva mentalidad de libertad.

(*) Parte de las memorias inéditas de Jossy (Aída A. Alemán), internacionalista panameña, ahora

residente en Ottawa, Canadá.

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Arnaldo Zenteno* ________________

La vida de las personas y de los diversos gru-pos y movimientos se define en gran medida o fundamentalmente por lo que se ama apa-

sionadamente y por la esperanza que nos mueve e impulsa a seguir adelante sin detenernos. En el caso de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), sin duda estas se definen por su amor apasionado a Jesús, a los pobres y a su causa: la del Reino de Dios y todo esto vivido en iglesia, en un nuevo modo de ser iglesia, y encarnados en la situación concreta de nuestro pue-blo. La esperanza inquebrantable de las CEB radica en la presencia de Jesús en nuestra historia, en su fuerza de resucitado y en la victoria de la vida sobre la muerte y la opresión.

Para estudiar el caminar de nuestras CEB partimos de un hecho y de varias preguntas claves. Este es el he-cho: en qué contexto y con qué enfoque nacen las CEB.

En el contexto latinoamericano y en concreto en Nicaragua, las CEB son una expresión viva del pueblo de Dios y de ese impulso profundamente evangélico transformador del Concilio Vaticano II y esto vivido de cara al dolor y opresión sin límite de nuestros pue-blos, y de cara a su anhelo más profundo de libera-ción y justicia. Este anhelo se concreta en Nicaragua en el proceso revolucionario. La iglesia latinoameri-cana en Medellín, en las CEB y en la Teología de la Liberación, expresa, profundiza y concreta lo que el Papa Juan XXIII inspiradamente llama Iglesia de los Pobres. Por los años 60 nacen las CEB en Brasil, Perú, Panamá, Nicaragua, etc. En Nicaragua nacen en tiempos de la dictadura somocista, se desarrollan en la lucha profética y se consolidan encarnadas en el proceso revolucionario.

Ese es el hecho frontal (de la fuente), su origen. Y estas son algunas de las preguntas que nos hacemos:a) Lo que vale para el proceso revolucionario de

Nicaragua, o sea que el pueblo participa o par-ticipó como sujeto histórico ¿vale también para las CEB? ¿En ellas y a través de ellas participa-mos como sujetos en la iglesia y en la transfor-mación social?

b) ¿Cuál es el aporte de las CEB como portadoras de la misión profética de la iglesia?

c) En el contexto de la guerra inmisericorde que im-puso la administración Reagan ¿cómo encarnan

Comunidades Eclesiales de Base, fuente de esperanza

las CEB el principio de misericordia y la defensa de la vida y la opción por los pobres?

d) Y en tiempo de los gobiernos neoliberales, con su empeño de ir desmantelando el proceso revolu-cionario y ante el crecimiento del hambre, miseria y opresión del pueblo, ¿qué aportamos las CEB a la esperanza del pueblo, y a mantener vivos los anhelos y los logros de la revolución?

En el caminar de las CEB y en nuestra reflexión, un presupuesto básico es la opción por los pobres y esta opción implica la defensa de los derechos y dignidad del pueblo en la sociedad y en la iglesia. ¿Cómo vivi-mos las CEB esa opción? Y si lo popular es una dimen-sión esencial de la iglesia y del Reino, ¿cómo las CEB somos una concretización vital de esa dimensión? Si hablamos del cristianismo popular y de la fe vivida dentro del proceso revolucionario, ¿las CEB somos una expresión significativa de ese cristianismo popular, de esa fe vivida, de esa opción por los pobres y su causa?

Esto que venimos diciendo puede expresar simple-mente ideas o teorías. En este escrito queremos ir a los hechos concretos. A través de nuestras experien-cias y reflexiones en las CEB y en entrevistas con al-gunos hermanos de las comunidades, trataremos de responder a esas preguntas desde el humilde caminar de las CEB.

Para elaborar nuestro artículo hemos reflexionado según el esquema tradicional de las Comunidades: el

historia

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Ver–Juzgar–Actuar. Pero ya, al redactarlo, pensamos que es mejor dar una visión cronológica señalando el contexto histórico las etapas principales donde se han ido desarrollando las Comunidades. Esto permitirá dar a conocer mejor su realidad. En una primera parte nos detenemos hasta 1989. Allí vamos describiendo nues-tro caminar y al final recogemos de manera sintetiza-da el Aporte de las Comunidades al proceso Liberador de Nicaragua. También lo hacemos para conservar viva nuestra Memoria Histórica. En una segunda par-te muy breve, de un modo sintético vemos cómo han evolucionado las CEB y su compromiso revolucionario al comienzo de los años 90, o sea en tiempo del "triun-fo" de los gobiernos neoliberales con Violeta de Cha-morro y Arnoldo Alemán.

Primera etapa 1966–1989Nicaragua es tierra de

dolor por los más de 100 mil muertos de la gue-rra de liberación y de la defensa de la agresión y ha sido tierra de espe-ranza por el triunfo revo-lucionario y por los diez años (1979–89) en que enfrentamos con digni-dad y fuimos venciendo la renovada agresión del Imperio. Nicaragua tam-bién irradia esperanza por la participación acti-va de los cristianos –y de las CEB en concreto– en este proceso liberador en que el pueblo se va ha-ciendo sujeto histórico. Nosotros como Comuni-dades Eclesiales de Base,

estamos dentro de todo ese proceso de nuestra pa-tria. Sus gozos, alegrías, tristezas y esperanzas son también nuestros.

Nuestras Comunidades están enraizadas en el Evangelio. Nacieron en 1966 en tiempos muy crueles de la dictadura somocista. En esos años el Evangelio y el Éxodo nos iluminaron y nos dieron fuerzas para arriesgar nuestras vidas y buscar la liberación que Dios nuestro Padre quiere para sus hijos. En este caminar nos impulsaron también las conclusiones de los obis-pos de América Latina reunidos en Medellín. Allí pro-fundizamos en nuestro compromiso y denunciamos las injusticias que se cometían contra los desampara-dos, contra la viuda y el huérfano. Mateo 25 e Isaías 58 eran vida en nuestras Comunidades. Unimos la acción

comprometida y las celebraciones. Ser cristiano es no quedarse con los brazos cruzados, sino trabajar y aún entregar la vida por la justicia.

A nivel urbano, las CEB de Nicaragua nacen motiva-das por la experiencia de San Miguelito, en Panamá. El apoyo e inquietud inicial proviene de un sacerdo-te español el Padre José de la Jara y de una religiosa MaryknoII, la hermana Estela Cope y de los matrimo-nios nicaragüenses que establecen la relación con las Comunidades de Panamá. Las Comunidades nacen en los barrios orientales de Managua, concretamente en la Parroquia San Pablo.

Al comenzar la lucha final contra la Dictadura So-mocista, vivimos varias etapas. Por ejemplo, la pas-toral familiar. Por la situación política tan urgente fue durante un breve período y luego muchos miembros de las CEB se dedicaron exclusivamente a las tareas políticas. En esta etapa pre–insurreccional, las Comu-nidades se caracterizan por arriesgarse sin medida. De esta etapa inicial queremos destacar la importan-cia de la participación de los matrimonios (no sólo mujeres) y de la intensidad de la vida espiritual y de las relaciones interpersonales en los retiros, cursillos y convivencias.

A partir de la Biblia, concientización y compromi-so político por la liberación del pueblo en contra de la dictadura. La lectura clave fue el Éxodo. En esta etapa la formación fue muy intensa. Lo fundamental para todas las comunidades del campo y de la ciudad, fue tener la Biblia en sus manos y en sus corazones y comprometerse. A nivel Campesino, las CEB de la zona Norte (por ejemplo el Bloque Intercomunitario) nacen en relación y con el aporte de los Delegados de la Palabra de Honduras.

Se trabajó mucho profundizando en la formación, reflexión y oración–celebración bíblica que iluminaba nuestra realidad, y que fue motivando más nuestro compromiso. En la formación hubo dos dinamismos complementarios. Uno partía de la Biblia y luego se analizaba la realidad para llegar al compromiso. Otro partía del análisis de la realidad y este análisis se ilumi-naba con la Palabra de Dios y desembocaba también en el compromiso. Como comunidades participamos proféticamente, por ejemplo, en protestas por el cos-to de los pasajes de buses urbanos y de la leche y sobre todo por la violación de los derechos humanos en la Costa Caribe. Fuimos tomando compromisos un tanto clandestinos, obligados por la represión. Los templos en los que trabajamos sirvieron informar las noticias a traveés de lo que llamaron que llamamos Periodismo de Catacumbas que sirvió para informar, concientizar, llamar a las protestas y convocar al pueblo. En este tiempo los obispos no impulsaron las CEB, pero tam-poco impidieron nuestro trabajo.

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Oración y místicaLas Comunidades participamos en el proceso de

concientización popular. En esta etapa anterior a la insurrección, participamos en los Comités de Defensa Civil, en tareas para atender la salud, y fue muy impor-tante la fuerte e intensa oración y la mística que tenía-mos las comunidades del campo y de la ciudad, que nos permitió dar nuestro aporte en medio de la repre-sión somocista.

En la insurrección, con la ayuda de Dios Padre, ex-pusimos nuestra vida a todos los peligros. Muchos de nuestros hijos y miembros de las CEB dieron su vida. To-dos nosotros los acompañamos en el peligro y fuimos su apoyo en la lucha. En los días más crueles de la gue-rra nuestras casas fueron casas de seguridad, y allí esta-ban también los botiquines de salud para los heridos de guerra. En nuestras iglesias se almacenaron alimentos y preferíamos morir antes que denunciar o echar de cabe-za a los muchachos combatientes. Además, muchos de estos muchachos eran hijos de los adultos de las Comu-nidades. Algunas gentes de las CEB eran colaboradores del Frente Sandinista (FSLN), otras no. Pero todos tra-bajamos en esta misma línea de liberación.

El Evangelio nos sostuvo, porque nadie tiene mayor amor que el que da la vida. En todo este ca-minar, la Biblia y la eucaristía han sido nuestra luz y fortaleza para ir siendo buenos samaritanos e ir-nos comprometiendo hasta dar la vida. En estos años estuvimos muy unidos con los sacerdotes que arriesgaron su vida para dar asilo, alimentos y alien-to a los demás, y con ellos celebramos en nuestra fe, el dolor, el amor, la lucha y la esperanza de todo nuestro pueblo. Toda esta etapa se vivió dentro del seno de todo el pueblo.

Al comenzar la insurrección, cada uno de los miembros de las Comunidades hizo un discerni-miento para ver si se iba a la clandestinidad y a la lucha directa o si permanecía en los barrios o comar-cas prestando los servicios que hemos mencionado. Este discernimiento se hizo en ambiente de profun-da oración comprometida.

En julio de 1979, el amanecer dejó de ser una tenta-ción y las Comunidades nos alegramos inmensamente con todo el pueblo del que somos parte. Nuestra ale-gría fue una transfiguración. Las CEB participamos en la alegría de la reconstrucción de nuestro país y muy especialmente en la aventura audaz y tan fructuosa que fue la Cruzada de Alfabetización en 1980, en las Jornadas Populares de Salud, en los cortes de café, en los comités de barrio (CDS), etc.

Después del triunfo, como Jesús y con Jesús bajamos del Monte de la Transfiguración para seguir caminan-do cargados con la cruz y luchando por la construcción de una nueva Nicaragua. Es cierto que unos se fueron

cansando y quisieron regresar a los ajos y cebollas de Egipto o quedarse en la gloria del triunfo. Pero con la mayor parte del pueblo seguimos caminando.

La cruz es duraLas CEB hemos estado muy presentes y activas en

este proceso, impulsados por el compromiso que he-mos descubierto en el Evangelio. La cruz es dura pero caminamos con Jesús libertador. Recogemos estas palabras de las entrevistas que fuimos haciendo: "Mu-chos de nosotros trabajamos en la Vigilancia Revolu-cionaria (Nehemías 4,7) en el tiempo que esto era bien peligroso. Y Felipe y Mary Barreda, hermanos nuestros de las Comunidades de Estelí, fueron secuestrados y asesinados mientras cortaban café. Muchos de no-sotros sufrimos el dolor de los hijos y otros parientes caídos o secuestrados en la guerra. En todo este ca-minar de la guerra prolongada y de tanto desgaste, la Biblia y la Eucaristía y en especial el testimonio de los jóvenes y de las madres de los caídos nos han seguido sosteniendo".

Como muchos animadores pasan tiempo comple-to a cumplir tareas revolucionarias, se debilitaban las Comunidades. No se plantea a tiempo cómo suplirlos.

Los conflictos con la Jerarquía comienzan en 1980 con el distanciamiento al final de la Cruzada de Alfa-betización. En 1981 el problema se centra en los sacer-dotes con cargos en el gobierno. En 1981 y 1982 hay conflictos y desautorización para varios sacerdotes y religiosas que trabajan con las Comunidades. El mo-mento más crítico fue el de la primera visita del Papa Juan Pablo II. El eje del conflicto fue nuestro compro-miso con el proceso revolucionario.

Tanto en la situación de la guerra de agresión como en los gobiernos del FSLN, y los de Chamorro y Ale-mán, las Comunidades se encarnan en las diversas si-tuaciones y dan respuestas muy concretas. Y al mismo tiempo siguen con su vida cotidiana. Cada Comuni-dad tiene fielmente su reunión semanal en donde sus miembros se encuentran fraternalmente, oran y can-tan con alegría, analizan la coyuntura y la reflexionan especialmente a la luz de la Biblia y sacan sus compro-misos concretos. Y también platican de los problemas concretos familiares o personales que les afligen o de sus alegrías.

Cada Domingo, las Comunidades participan en la eu-caristía o en la celebración de la Palabra. En Managua todos los lunes –desde 1980–81 se tiene el Encuentro Comunitario en que participan una o dos personas de cada Comunidad y más miembros de la Comunidad donde rotativamente se realiza la reunión. Una vez al mes se tiene un retiro o un taller. Y una vez al mes hay reunión de coordinadores para tratar asuntos más delicados o para tomar decisiones. Allí se planean,

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por ejemplo, algunas acciones importantes como la celebración de Semana Santa o de Navidad, las celebraciones de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el saludo de los cristianos a la Revolución. Además, cada Comunidad tiene los servicios o ministerios que elige, como comisión de visita a los enfermos, apoyar a alguno de los proyectos sociales por la vida, como son las ollas para niñas–niños desnutridos, medicina natural o grupos de alto riesgo social. Y algo muy se-mejante pasa en las diversas regiones del campo y de la ciudad con las modalidades propias de cada lugar y situación.

Antes de 1979, por la misma situación bajo la dicta-dura, no había una coordinación general de las Comu-nidades de Managua ni coordinación alguna nacional o regional. Había consejos parroquiales. Aunque las CEB de Managua nacen en 1966, es hasta 1979–1980 que nace la coordinación CEB. En esta coordinación participan laicos, religiosas y sacerdotes, pero la coor-dinación de cada Comunidad la llevan los laicos. El Bloque Inter–Comunitario en Chinandega, se organi-za como movimiento de laicos con asesoría de algún sacerdote dominico. En Estelí en esta etapa inicial los sacerdotes participan activamente, pues en las parro-quias se asume expresamente la línea de las CEB. En el perfil de Diócesis se toma como prioridad las CEB y esto es apoyado por un curso del sacerdote brasileño José Marins y su equipo.

Desde 1982, los obispos separan a los sacerdotes y religiosas que estaban con las CEB. En torno a la visi-ta del Papa, se agudiza el conflicto. Pero una opción clara de nuestras Comunidades, fue no entramparse en el conflicto intraeclesial–eclesiástico, sino siempre poner en primer lugar nuestro compromiso cristiano al servicio de nuestro pueblo.

Ante la situación política, y debido al debilitamiento de las Comunidades, del no–crecimiento y del conflic-to que vivíamos, nos hicimos las siguientes preguntas:(1) ¿Cuál es la identidad y el aporte propio de las CEB

al proceso revolucionario de Nicaragua?(2) ¿Cómo podemos hacer en verdad la síntesis entre

Fe y Política, entre cristianismo y revolución?(3) ¿Cómo podemos atender los tres niveles reales

(masivo, las CEB, militantes políticos ligados a las CEB) que se dan en nuestros barrios?

(4) En lo eclesial, ¿cómo deberíamos actuar según los distintos tipos de parroquias donde estamos ubi-cados?

(5) También a la luz de la experiencia, ¿qué relación conviene que tengamos con los organismos de masas y con el FSLN en general? ¿Cómo saber conservar nuestra identidad y nuestro profetismo?

(6) ¿Qué relación conviene tener con el movimiento ecuménico?

(7) ¿Qué presencia evangelizadora vamos a tener en los barrios y asentamientos nuevos?

(8) ¿Cómo comportarnos adulta y cristianamente en el conflicto eclesial y como crecer en la comunión eclesial en medio del conflicto político–religioso?

Estas preguntas son muy importantes. En ese mo-mento decíamos que una pregunta clave era sobre la identidad de las Comunidades y su aporte en el pro-ceso revolucionario. Dentro de esta pregunta estaba incluida también, las síntesis fe–política, fe–vida en la situación concreta en el proceso nicaragüense.

En enero de 1983 se reflexionó sobre esas pregun-tas y se trató de reanimar a las Comunidades. Allí se señalaron también retos concretos (enumeramos algunos):1. Crecimiento de las comunidades2. Formación de los coordinadores y asesores3. Relación con otros grupos cristianos comprometi-

dos y con las organizaciones populares4. Relación con los grupos cristianos de Solidaridad

de Centroamérica5. Articulación CEB a nivel nacional y con otros gru-

pos y Centros6. Manejar maduramente el conflicto eclesial con la

Jerarquía7. Fortalecer la espiritualidad especialmente con

Ejercicios y Retiros para ahondar en la experiencia de Dios, en el compromiso por el Reino en esta si-tuación concreta.

Por último, en estas reflexiones se dijo que la base de toda la coordinación, es la vida concreta de las Comu-nidades en cada barrio, comarca o población. Sin esto y sin una relación viva de las Comunidades, no tendría sentido la relación con los otros sectores organizativos. Las CEB deberían ser siempre fermento y sal.

A raíz de las preguntas formuladas antes, se dieron algunos pasos para ir dando una respuesta más eficaz:a) Se fortalece la coordinación a nivel de las regio-

nes, y esto tanto en el campo como en las ciuda-des por ejemplo en Estelí, Managua, Chinandega (el Bloque) y Matagalpa.

b) Se fortalece la formación. A la necesidad vital de formación se responde especialmente de dos ma-neras: se participa en las Semanas de Teología y en los talleres que organizan distintos centros con apoyo de teólogos como Pablo Richard, Frei Betto, Javier Saravia y Jorge Pixle; y por otro lado, las Comunidades de Managua crean una escuela permanente de formación de cuadros cristianos de base o de formación de animadores. Las áreas de formación son: análisis de la realidad, formación teológica y métodos concretos de trabajo. Desde el comienzo se trata de formación–acción y se pro-yecta el trabajo en los asentamientos nuevos.

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c) Espíritu misionero: desde el comienzo las Comu-nidades llevan su mensaje a otros barrios y a otras ciudades y comarcas compartiendo la alegría de la experiencia de ser Comunidades. De Managua se fue a León para dar inicio a las Comunidades de esa ciudad y en Managua se empezó a ir a los barrios o asentamientos nuevos. Aquí se empezó a realizar una pastoral integral llevada en un 90% por los seglares. Y algo semejante pasa en Chinan-dega, Matagalpa, Estelí, etc., donde las CEB se van multiplicando. En lugar de quedar entrampa-dos en el conflicto intraeclesial preferimos forta-lecer la dimensión misionera de las CEB y nuestro compromiso de anunciar la Buena Nueva. Y hasta la fecha sigue en pie un equipo misionero, y espe-cialmente en Semana Santa y Navidad junto con unos 40 Jóvenes de las CEB y religiosas vamos en misión a Matagalpa, Tola, Posoltega.

Pastoral en tiempo de guerraHablar de pastoral de la Iglesia de los Pobres, es ha-

blar del corazón de las CEB: su misión de anunciar y encarnar el Evangelio en la situación concreta que va-mos viviendo. En las CEB solemos identificarlo como la evangelización integral, liberadora. En tiempos de la guerra vivimos la misión profética de anuncio, de consuelo y de denuncia. Como CEB queremos ser un eco del amor y pasión con que las CEB hemos vivido el anuncio del Evangelio en una situación tan crítica como el de la guerra y su dolor tremendo con tantas muertes y tanta destrucción. Pero también ese hecho tiene otro aspecto muy positivo: el amor, la entrega, la esperanza en tiempos de la guerra.

También en torno a la guerra se agudizó el conflicto intraeclesiático, dado que un sector de la iglesia o se unió a la política de la administración norteamericana o al menos permaneció callada ante sus crímenes. Las Comunidades con otros cristianos comprometidos y con el movimiento ecuménico, hemos denunciado proféticamente esos crímenes.

Entre 1979 y 1980 vivimos la "luna de miel" y la alegría del triunfo de la Revolución de los Pobres. Como dice el Salmo: nos parecía soñar y que ya estábamos en la Tie-rra Prometida. La tarea básica era participar–colaborar en la construcción de la nueva Nicaragua. Si en el tiem-po de la lucha contra la dictadura somocista, el pasaje e inspiración principal fue el Éxodo y el camino de libe-ración, ahora era el tiempo de que hombres y mujeres nuevas, construyéramos la nueva sociedad en la que los fusiles se habían convertido en arados, y pastaban juntos el león y el cordero (Isaías) y este caminar se vela como la construcción del cielo nuevo y la tierra nueva de que nos hablan Isaías y el Apocalipsis. A nivel pastoral, lo central era Celebrar esta nueva realidad y motivar a

los cristianos y especialmente a los cristianos de las CEB y a sus familias para que participaran activamente en la creación de esta nueva sociedad. En síntesis, se trataba de una pastoral de celebración y una pastoral de partici-pación en la construcción de la nueva Nicaragua.

Vino la guerra implacable de larga duración y de desgaste: poco tiempo, se vivió la luna de miel. Pronto terminó ese sueño. Regresó la guerra… y las bandas de asaltantes se fueron transformando en un ejército. Des-de el inicio, regresa la muerte, el dolor. Y simultánea-mente se fue fortaleciendo el conflicto eclesial, que re-percute también en la pastoral. Ante esta realidad, nos preguntamos: ¿cómo vivir estos tiempos turbulentos según el Espíritu de Jesús?, ¿cómo encontrar y revelar a Dios en medio, de la violencia e inseguridad?, ¿cómo llegar a todos en medio de una sociedad profundamen-te dividida?, ¿cómo, bajo el Espíritu Santo, responder como iglesia al llamado que nos hace el Padre a entre-garnos a los hermanos en medio de este mundo ator-mentado?, ¿cómo ser fieles al proyecto que sentíamos más cercano o en más sintonía con el Reino de Dios?, ¿cómo vivir y luchar junto al pueblo, como iglesia, en medio del conflicto eclesial, y siendo rechazados o mar-ginados por una parte de nuestra propia iglesia? Esas eran algunas de las preguntas que más nos golpeaban.

Y ante tanto dolor y sufrimiento este era nuestro anhelo: saber actuar creyente y amorosamente en

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medio de la violencia desbordada, irradiar compasión y consuelo que humaniza; dar esperanza y consuelo a las víctimas inocentes de una guerra cruel; ser cons-tructores de la paz en medio de la guerra.

¿Qué hicimos en concreto? Unos cuantos ejemplos:

a) Presencia en las zonas de guerra. La primera opción pastoral ha sido la de no irse, no huir sino seguir pre-sentes en las zonas de guerra. En esto son admira-bles muchos Delegados de la Palabra, animadores de comunidades, sacerdotes y religiosas que han permanecido fieles en medio de tanto peligro de secuestro y de la muerte. Los Equipos Pastorales de Jalapa, Waslala, Paiwas, Limay, etc., son ejemplos de ese amor fiel al pueblo en medio de la guerra.

b) La visita del Papa fue una experiencia tan dura, tan dolorosa. Es una herida que todavía no sana. Se es-peraban dos cosas sencillas y fundamentales: que rezara por la paz condenando la guerra y que reza-ra por los caídos. ¿Cómo se trabajó pastoralmente esa visita? Publicamos casi cien mil ejemplares de cuatro folletos populares muy gráficos de evangeli-zación. Abrimos un espacio en los medios de comu-nicación social y durante un mes el pueblo expresó sus mensajes al Papa en poemas, canciones, cartas. Dialogamos con el FSLN para plantearle nuestra visión y expectativas sobre la visita del Papa y la de ellos para evitar la confrontación. Después de la vi-sita del Papa –tan dolorosa– nuestra pastoral tuvo estos ejes: el consuelo, que el pueblo expresara su

dolor, analizar la situación. Y en ese contexto refor-zamos el compromiso de seguir caminando.

c) Pastoral de consuelo. Ante las muertes de cada día, el consuelo. En verdad, cada día había muertos y todos los días las madres esperaban con angustia la noticia de la muerte de sus hijos. Ante esta rea-lidad, se fue organizando una pastoral de acompa-ñamiento con las madres. Y dada la religiosidad del pueblo y el derecho que tiene a ello, se les acom-pañó, en especial a las celebraciones de los caídos. Esta pastoral con las madres a nivel más general se fortaleció desde 1986. Y en 1989 tuvimos una ce-lebración con más de dos mil 500 madres de hijos caídos en la guerra. Y en especial en Matagalpa, el proyecto integral de las madres tenia propósitos sociales: un conjunto habitacional, comedores en colectivo, molinos, etc., la formación cristiana bí-blica y las celebraciones eucarísticas. Y las madres con su fortaleza, al estar de pie y seguir luchando, nos fortalecen a todos. Son en verdad la madre de los Macabeos y María al pie de la cruz.

d) La Vigilancia Revolucionaria y Nehemías. Ante las amenazas y peligros de la situación de guerra y de los asaltantes, se organizó la vigilancia en las ca-lles y se hizo un folleto de reflexión y celebración a partir de la experiencia bíblica de Nehemías.

e) Con los muchachos movilizados en el Servicio Mi-litar. A petición de sus madres tuvimos celebracio-nes para despedir a los movilizados y orar con ellos al irse a la montaña o para recibirlos a su regreso y orar por los caídos. Eran celebraciones muy hondas y llenas de símbolos. Algunas veces fuimos a zonas de guerra a realizar la celebración con ellos y sus madres, en las visitas que ellas les hacían.

Hay muchos otros ejemplos, pero los que hemos expuesto dan una idea de la pastoral que realizamos. A esta pastoral hemos querido caracterizarla como la encarnación del evangelio pastoral de acompaña-miento, de consuelo, de fortaleza y de esperanza.

La Insurrección EvangélicaEn una situación de guerra tan injusta y de tanto atro-

pello a los derechos humanos, sería traicionar el Evange-lio, no vivir profundamente su esencial dimensión profé-tica. Eso se expresó en la vida de cada día al denunciar los abusos en los barrios o comarcas (abusos de parte de particulares, de la Contra, del gobierno o del FSLN). Y lo vivieron y expresaron heroicamente los equipos pasto-rales de las zonas de guerra. Además de esa experiencia cotidiana, se hicieron varios signos proféticos de anuncio y denuncia más generales y clamorosos:

a) El Ayuno por la Paz y la Vida, comienzo de la Insu-rrección Evangélica (1985). Un grupo de madres de

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muchachos movilizados en el Servicio Militar hizo un ayuno como denuncia de la "ayuda" del gobier-no norteamericano con sus millones para la guerra y como petición para que eso no fuera aprobado (1984). Después, el padre Miguel D’Escoto nos convocó a un ayuno más general. Él mismo ayunó 30 días, y se hicieron ayunos por sectores de la po-blación y de varios días por todo el país.

El ayuno –hasta nuestros días– se ha convertido en un estilo para expresarnos proféticamente. ¡Cuántos ayunos se hicieron frente a la embaja-da norteamericana! Y luego Hedeki Sasamori, un japonés budista, nos interpeló con sus ayunos de 30 y aun 40 días con los que se sumó a nuestro cla-mor. Esto lo vivió acompañado y en el seno de las Comunidades Cristianas. Y en tiempo de los go-biernos neoliberales, muchos sectores del pueblo se lanzan dolorosamente a huelgas de hambre, casi como el único camino para ser escuchados.

b) El Viacrucis por la Paz y por la Vida, 315 km de Jalapa a Managua (1986). Una expresión masiva de religiosidad popular que recogía y transfor-maba una expresión de la religiosidad popular fue el viacrucis que con el Nazareno recorrió la mitad de Nicaragua. Un elemento muy impor-tante del viacrucis fue el hecho de realizarlo en pleno respeto a la dinámica propia de la religiosi-dad popular. Pero al mismo tiempo lo abrimos a la dimensión más comunitaria, social e histórica. En sus 15 días de recorrido el viacrucis convocó a unas 10 mil personas.

Esta pastoral de tiempos de guerra que aquí apenas hemos esbozado, quería ser nuestra expresión o ma-nifestación de un rostro nuevo de iglesia (comunitaria, fraterna, encarnada y comprometida con la paz y con la vida) En medio de muchas fallas y limitaciones, cier-tamente realizó su misión de acompañamiento y fue sencilla manifestación de este nuevo modo de ser igle-sia, Iglesia de los Pobres.

Hicimos otras acciones significativas:

lEn 1985 y 1986 realizamos vigilias muy creativas ante la embajada norteamericana. En una de ellas expresamos nuestro Anuncio y denuncia con una representación del Apocalipsis y colocamos las cruces de los hijos caídos. En 1987 caminamos de Ocotal a Dipilto, a pocos kilómetros de la fronte-ra con Honduras. La vigilia y caminata estuvieron encabezadas por 500 madres de muchachos caídos y terminamos con la celebración eucarística en el santuario al aire libre de la Virgen de Guadalupe.

lMarcha Ecuménica por la Paz y por la Vida. En oc-tubre de 1987 caminamos ocho días por zonas de guerra de Nueva Guinea. Esta marcha la realizamos

30 personas de las Comunidades y 30 hermanos evangélicos; se nos unieron muchos habitantes de la zona. En las celebraciones masivas (cultos, cele-braciones de la Palabra y Eucaristía) participamos ecuménicamente. Esa caminata fue muy impor-tante porque se entró en una zona en que sola-mente había contras y el Ejército se había retirado dejando un espacio para que se pudieran desalzar los que quisieran. Entramos con pura fe, por amor al pueblo y para rezar por la paz, no desde la tran-quilidad de Managua, sino desde la cruel realidad de la zona de guerra.

lDimensión Ecuménica. Desde la Caminata a Nue-va Guinea, comienza una relación más intensa con los Hermanos Evangélicos y nace un –Movimiento Ecuménico por la Paz, la Vida y la Reconciliación. No se busca avanzar en el ecumenismo basándo-se únicamente en diálogos y reflexiones que son necesarias, sino que prioritariamente se hacen ecuménicamente acciones por la Paz y la Vida.

lAyuno–Oración y celebración con los Heridos de guerra. En enero de 1988 ayunamos tres días ante la Embajada Norteamericana como denuncia pro-fética y luego fuimos en procesión con huérfanos y con discapacitados de guerra y madres de Mu-chachos caídos hasta el Hospital Militar. Cierta-mente los símbolos más fuertes fueron la realidad y los testimonios de los heridos y de un médico. Con las madres de Matagalpa visitamos, acompa-ñamos y celebramos con los heridos del hospital de Apanás en zona de guerra. Un año nos acom-pañó el Obispo Dom Pedro Casaldáliga.

lVigilia en la Frontera con Honduras. En 88 junto con un monje budista, evangélicos y católicos rea-lizamos una Vigilia por la Paz y por la Vida en la Frontera, en Las Manos.

La Insurrección Evangélica ha marcado una nueva etapa en la vida de las Comunidades y nos ha dinami-zado. En síntesis ¿qué fue la Insurrección Evangélica? Sus objetivos fueron rebelarse frente a la muerte de los pobres, fruto de la agresión; despertar la dimen-sión profética de nuestra iglesia; anunciar la paz y por la vida y denunciar la muerte. También quisimos repa-rar el pecado de omisión que habíamos cometido por-que aunque denunciábamos la agresión del gobierno norteamericano, guardábamos silencio ante la mani-pulación de lo religioso que hacía Reagan para justifi-car esa agresión.

Esta Insurrección Evangélica tuvo iniciativas nue-vas propias y autónomas que generaron un nuevo dinamismo y una nueva espiritualidad: el ayuno y la oración son gestos proféticos de denuncia y anuncio y son acciones típicamente cristianas y que están en consonancia con la religiosidad de nuestro pueblo.

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Son acciones también históricas y evangélicas que se vinculaban direc-tamente a la situación de guerra que vivimos. Este nuevo dinamismo contrarrestó evangé-licamente el silencio frente al asesinato de madres, ancianos, ni-ños, hombres y mujeres civiles. La Insurrección Evangélica fortaleció el encuentro de las CEB con hermanos de las iglesias evangélicas. Nos unió la acción por la defensa de la vida del pobre. Y además hubo una relación expresa con organismos no–cristianos y con muchos cristianos que no esta-ban en las CEB.

La insurrección evangélica tuvo como símbolo un ocote encendido y un mensaje: queremos ser una igle-sia viva que anuncia el Evangelio, se compromete con su pueblo, lucha por la paz y por la vida y denuncia y repudia el terrorismo del gobierno norteamericano contra el pueblo de Nicaragua.

Desde 1982, en la Semana Pastoral, empiezan los esfuerzos para articularnos a nivel nacional. En 1983 a raíz de un retiro espiritual se forma el equipo promotor (de la articulación) en el que participan dos institucio-nes evangélicas, la Conferencia de Religiosos (CON-FER), los centros de estudio CEPA, CAV, IHCA, UCA; las CEB de adultos y de jóvenes, y dos movimientos estudiantiles revolucionarios. Una vez al mes, se am-plían las reuniones con las representaciones de Estelí y de León, y de Managua se unieron otros grupos como las Escuelas Radiofónicas.

En 1985, a raíz de la Insurrección Evangélica, y en concreto del Ayuno que promovió el padre D’Escoto, tuvimos un retiro con el apoyo del obispo brasile-ño Dom Pedro Casaldáliga y del padre César Jerez (q.e.p.d.), rector de la UCA. En ese retiro decidimos rehacer y reforzar la articulación del equipo promo-tor con la participación de campesinos de Tola, Ma-tagalpa. Así se formó la Comisión Nacional Provisio-nal (de la Articulación) que con los aportes de todos, elaboró el marco de referencia, objetivos, líneas prioritarias, metas, y propuesta de organización .Y todo esto dentro del espíritu de la Insurrección Evangélica. De allí salió un año después la Comisión

Nacional Permanente, que luego se transformó en la actual Cristianos Nicaragüenses por los Pobres. (El libro "Una esperanza para la iglesia" narra en de-talle los orígenes, el caminar y el momento actual de la CNP hasta1999 y se habla expresamente de las CEB de cada una de las regiones del país).

Saludos a la RevoluciónEntre 1981 y 1983 se realizan encuentros de las co-

munidades cristianas del campo y la ciudad. A partir de 1983, por iniciativa de las Comunidades, se realiza el saludo de los cristianos a cada aniversario de la revo-lución. Ese año participamos apenas 400 personas de Managua. Pero en 1986 participamos más de 10 mil en Matagalpa y lo mismo pasó en 1989 en el X aniversario de la revolución. Para estos encuentros se elaboró ma-terial propio, se reflexionó y se celebró en las Comuni-dades por todo el país, en el mes previo al encuentro.

Cada Saludo tiene un tema central. Por ejemplo: "Cristo Señor de la Vida, fortalece nuestra esperanza frente a la agresión", "La Eucaristía en la vida y espe-ranza del pueblo", "Iglesia Misionera construyendo la paz, el hombre y la mujer nuevos", "María Madre for-jadora del Hombre Nuevo y de la esperanza del pue-blo", "Fe Cristiana y Participación Ciudadana". Estos saludos son un momento muy fuerte y masivo que organizamos las Comunidades y en el que participan los miembros de las Comunidades y aquellos que han pertenecido a las Comunidades, aunque no sigan en la vida cotidiana de las mismas. Son una expresión con-creta, pública de nuestro compromiso cristiano con el proceso revolucionario de un cambio estructural con-forme a la Justicia.

Por más de 10 años, estos saludos se hicieron a nivel nacional. Actualmente se realizan simultáneamente los saludos en cada Región y se hace así por el costo del transporte que implica la movilización a nivel na-cional. El saludo de los cristianos a la revolución sigue adelante cada año. Y es expresión de reconocimiento de la presencia de Dios en nuestra historia y una rea-firmación de nuestro compromiso con la causa de los pobres. Los lemas indican el espíritu de estos saludos y la coyuntura que estamos viviendo. Estos son algunos de los lemas: "Hoy, Señor, tenemos hambre de traba-jo, techo, pan y tierra para los pobres"; "En el marco de los 500 años, seguimos resistiendo y luchando con esperanza"; "Ante tanta angustia y tanto dolor, com-partamos con amor"; "Compartir el pan de cada día compartir, el pan de la esperanza".

Participación en la elaboración de la Nueva Consti-tución (1984–85). Otra expresión de nuestro compro-miso fue la reflexión–concientizadora y la participa-ción en el proceso electoral y en la elaboración de la Constitución. En el texto definitivo de la Constitución

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y especialmente en el Prólogo quedaron a la letra va-rias de las propuestas de las Comunidades sobre la Educación, las Libertades religiosas, Defensa de la Vida, etc. En el Prólogo se nombra a Dios por su pre-sencia en nuestra Historia y se habla de los cristianos que por su Fe en Dios han participado en el proceso de Liberación.

Prioridades al final de esta etapa (1985–89). En un pequeño escrito expresamos nuestro sentir sobre las Comunidades y sobre nuestras prioridades: "Las CEB somos un grupo de Cristianos de la Base que vivimos nuestra fe y compromiso cristiano encarnado en la vida del pueblo y de acuerdo al momento histórico. Que-remos ser sal y fermento. Nuestras actividades son concretización de nuestro compromiso reconociendo a Dios presente en el proceso de transformación de Ni-caragua nos queremos comprometer a acompañar y servir al pueblo en a) Organizarnos mejor en la coordi-nadora CEB. b) Capacitar mejor a las–los Animadores CEB. c) Atender pastoralmente los Barrios Nuevos, los Jóvenes y las madres de nuestros Héroes y Mártires; y d) Participar y promover obras de Promoción Social y Desarrollo Comunitario".

En la preparación del Encuentro Latinoamericano de las CEB, enumeramos nuestros aportes de manera sintética:a) El aporte fundamental es motivado por nuestra

Fe, dar la vida o estar dispuestos a darla y arries-garlo todo.

b) El hecho mismo de existir como cristianos revolu-cionarios participando en el proceso.

c) El mantener la palabra profética, el reconocer la presencia de Dios en nuestra historia y por lo mis-mo de Jesús muerto y resucitado, el ser testigos de la esperanza del amor preferencial de Dios por los pobres, y de su pasión –y nuestra pasión– por la justicia, por la paz y por la vida.

En el Encuentro Latinoamericano de las Comunida-des, se tomó como símbolo característico del aporte Evangelizador de las CEB en Nicaragua, el Ocote en-cendido, símbolo de la Insurrección Evangélica.

Proyectos sociales por la vidaAlgo muy propio de las Comunidades y que se dio

a partir de los años 90, como una continuidad de los compromisos asumidos en los tiempos de la guerra, son los Proyectos Sociales por la Vida que empiezan a surgir en 1990. En los años 80 las CEB no teníamos pro-yectos sociales, sino que queríamos que desde nuestra fe, el compromiso se concretara en las acciones libe-radoras y en los compromisos sociales que iban bro-tando en la nueva Nicaragua como la cruzada de alfa-betización, las brigadas de vacunación, las brigadas de corte de café etc. Pero después de 10 años de guerra,

con tanta pobreza resultante, con la política neoliberal que agudizaba la pobreza de los más pobres, sentimos el desafío de ir realizando proyectos con los más po-bres y vulnerables, proyectos que fueran concientiza-dores y de organización, en los cuales el propio pueblo es sujeto y no simple beneficiario.

Estos proyectos se han fortalecido como señal de nuestro compromiso con la Vida y de la solidaridad con nuestro pueblo. Los ejemplos más significativos son los Proyectos de Medicina Preventiva y Natural y los Cen-tros de Nutrición Infantil (olla común para niños/as des-nutridos/as). Ante la descomposición social, promovi-mos los proyectos con los grupos de alto riesgo social y en particular con adolescentes y los/as niños/as trabaja-dores/as (NATRAS), con las madres adolescentes, y con las adolescentes y jóvenes en situación de prostitución. Y la Casa Hogar para adolescentes que han sufrido todo tipo de violencia. En el campo además están algunas cooperativas y la agricultura alternativa.

Es importante ver el alcance y el sentido de estos proyectos. En la línea de nutrición, hay centros de nu-trición infantil en Tola y Matagalpa. Entre 1990–95 en las doce ollas de Managua comían diariamente más de 800 de niños/as menores de 6 años y unas 120 ma-dres embarazadas y lactantes. Estos proyectos tie-nen como primer objetivo despertar la solidaridad y en cada uno de ellos hay de 10 a 15 personas volunta-rias. Se da una comida especialmente nutritiva a los niños–as y se capacita a las mamás en nutrición. En lo organizativo, todo esto funciona a base de comisio-nes, con una junta directiva. Además se van realizan-do pequeños proyectos sociales para la promoción de las mamás.

Algo semejante podemos decir con NATRAS. Todos estos niños trabajadores en la calle, ahora estudian primaria o secundaria y una mini-carrera técnica. Ade-más tienen el desarrollo de talentos, deportes, for-mación integral, y desde hace unos 4 años tienen un proyecto laboral para los mayores de elaboración de aguas y de helados pasteurizados.

El Proyecto Samaritanas con las Muchachas en Prostitución y madres Adolescente se atiene a unas 200 mujeres en la parte de salud y salud reproductiva, autoestima, ayuda psicológica, formación y capacita-ción. Y se tiene también la parte preventiva para sus hijos e hijas. Se trabaja en redes y por ejemplo hace años junto con otros organismos hicimos una campa-ña en 43 municipios en contra de la indiferencia ante la explotación sexual de niños y niñas y adolescentes y esto como parte de un consorcio con 8 organizacio-nes. Se atiende especialmente lo referente a sus De-rechos de cara a la Policía y a las autoridades en gene-ral. Y obviamente se trabaja también con sus familias. Las adolescentes que están en Casa Hogar estudian

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primaria y secundaria y una mini-carrera técnica en la escuela que tenemos en San Judas. Ellas tienen en la casa atención personalizada y psicológica. Las adoles-centes participan en la UCA y en otras organizaciones en diversos talleres de formación para su desarrollo y formación integral.

Conclusión¿Qué conclusión sacaremos de todo lo que venimos

diciendo? Pensamos que a lo largo de estas páginas se muestra que las CEB con su modesto caminar, con sus propias realizaciones, con sus limitaciones, pero también con su gran esperanza y generosidad dan una respuesta positiva a las preguntas básicas que hi-cimos al principio. Podemos afirmar que las CEB son una expresión viva de nuestro pueblo como sujeto en nuestro proceso revolucionario y en nuestra misma iglesia. Y las CEB son también una concretización vital de la Opción Preferencial por los Pobres, del poten-cial evangelizador y del compromiso cristiano por la transformación de Nicaragua en justicia y hermandad. Claramente en la vida propia de las CEB, en la coordi-nación, en las decisiones, iniciativas y realizaciones, el pueblo, los laicos de la base, no son objeto o destina-tarios, sino sujetos muy creativos. En nuestras CEB las coordinadoras –en su mayoría mujeres– son gente de la base; los ministerios o servicios no están clericaliza-dos. Los responsables del trabajo pastoral integral en los asentamientos nuevos son los laicos miembros de la Escuela de Formación, etc.

La creatividad, la participación activa de las CEB, se muestra en las canciones (especialmente en el cam-po), en la riqueza simbólica de las celebraciones, en las iniciativas para enfrentar la crisis económica, en los ta-lleres de reflexión teológica popular y en los compro-misos concretos en nuestros barrios y comarcas.

La Insurrección Evangélica es una clara manifesta-ción del compromiso cristiano revolucionario y de un modo de ser iglesia, iglesia profética comprometida vitalmente con la vida, con la causa de los pobres, con la causa de la justicia.

La profundidad de la encarnación de nuestra fe y compromiso con nuestro pueblo, se manifiesta espe-cialmente en las situaciones límites: en el arriesgar y dar la vida, y en vivir con ánimo y esperanza, y creatividad en medio de la crisis económica y de la guerra de des-gaste, y dentro también del conflicto político–religioso. Todo esto se concentra en lo que hemos llamado pasto-ral de esperanza en medio de la guerra. Como cristianos revolucionarios, nosotros las CEB, humildemente que-remos encarnar dos palabras claves de la Biblia: "nadie tiene mayor amor que el que da la vida" y "Esperar con-tra toda esperanza (o desesperanza)".Y todo lo que he-mos ido compartiendo es una concretización del amor

apasionado a nuestro pueblo, a la causa de los pobres, a la construcción del Reino de Dios hoy en Nicaragua.

Todo nuestro caminar y especialmente en nuestras celebraciones principales a lo largo del año, nos ha acompañado la vida, el testimonio y la interpelación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. A ese nivel, he-mos tenido también la referencia explícita de otros obispos comprometidos como monseñor Leónidas Eduardo Proaño Villalba (ecuatoriano), la presencia por veces de los obispos mexicanos ya fallecidos Ser-gio Méndez Arceo y Samuel Ruiz y muy especialmen-te de Dom Pedro Casaldáliga, todos ellos muy com-prometidos, y unidos a ellos explicitábamos también la comunión eclesial en tiempos del conflicto intrae-clesiástico en Nicaragua. Y con nosotros han cami-nado otras muchas personas tanto religiosas, como sacerdotes y laicos que no son de las CEB, pero que nos han acompañado en este proceso.

Ciertamente nuestro Dios está presente, muy presente en el caminar de nuestra querida Nicara-gua. Muchas veces se habla de milagros y nosotros pensamos que el milagro principal de estos años que vamos compartiendo es que la pequeña Nica-ragua haya podido resistir al imperio en las cinco trincheras en que fue atacada y es milagro de Dios –es un regalo– el que nosotros vivamos nuestra fe encarnada en el Evangelio.

Lo que vivimos en las Comunidades como cristia-nos comprometidos es una Gracia de Dios a la que humildemente queremos responder. El que haya sido posible y haya sido una realidad nuestra humil-de participación como cristianos, como sujetos en el proceso revolucionario, es una gran alegría y ha sido también una gran esperanza para nuestro pue-blo y todos los pueblos hermanos. Por eso desde el amor y del dolor, y desde la esperanza de nuestro pueblo, decimos de todo corazón Gracias Señor, y hacemos una plegaria: que como comunidades si-gamos encarnando el Evangelio al interior de este proceso –con todos los riesgos y desafíos que tiene– y que esto lo hagamos por amor a Jesús y por amor a nuestro pueblo. Creemos que Jesús nos llama a hacer que nuestra iglesia este insurreccionada evan-gélicamente, que sea testigo fiel de la Justicia, de la ternura y del amor de Dios nuestro Padre, presente en nuestra historia, en el caminar de este pequeño pueblo de buena voluntad, luz y esperanza para los pueblos hermanos.

Como nos invita la Carta a los Hebreos: Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada nos pue-da conmover; ya que es digno de toda confianza aquel que se comprometió (Heb10,23)

En medio de tantas dificultades, dolores, masa-cres de los seres queridos, de tantas esperanzas y de

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tantas frustraciones y de tantas luchas de estos 36 años, es impresionante la perseverancia y la fuerza de estos pobres que están en las Comunidades. Eso es una gracia de Dios y por lo mismo aún en medio del dolor, se vive con alegría. Como decía hace poco Dom Pedro Casaldáliga: sean esperanzados y espe-ranzadores. Quiero terminar este escrito dándole gracias a Dios, por esa gracia y ese don humilde que son las CEB y junto con ustedes quiero pedirle al Se-ñor para que en nuestras CEB al igual que monseñor Romero tengamos siempre como nuestra primera

preocupación irnos identificando cada día más con Jesús radicalizándonos en su Evangelio para que así nos mantengamos siempre fieles a la Opción por los Pobres y crezcamos más en su amor apasionado y en su inquebrantable esperanza. Todo eso, vivido con alegría al servicio de nuestro pueblo y como señal de una iglesia en verdad comprometida con los pobres.

* Sacerdote jesuita, miembro del Equipo Animador de las Comunidades Eclesiales de Base.

José Marins es un sacerdote brasileño conside-rado un experto en Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y desde hace cuarenta años visita dis-

tintos países del mundo para animar, acompañar y res-paldar esta actividad eclesial que surgió en la década del cincuenta en Brasil. Desde allí se fue extendiendo a otros países de América Latina y luego a los otros con-tinentes. Marins nació en 1932 y estudió teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma; entre 1973 y 1979 fue consultor del Pontificio Secretariado para la Unidad de los Cristianos. En esta entrevista, el padre Marins explica los orígenes de las CEB.

¿Cómo surgieron las primeras CEB?En Brasil nacieron en 1958 en la diócesis de Pará,

donde el obispo –después cardenal Agnelo Rossi–, convocó a un equipo de catequistas para encontrar-se una vez por semana con feligreses que no conta-ban con sacerdote e inició la primera etapa de las CEB. La experiencia se trasladó luego a Natal, donde el obispo convocó a través de la radio popular a la fe-ligresía e inició el Movimiento Popular de Base, que utilizó el método de Paulo Freire para evangelizar a su feligresía, creando unas 300 CEB. Otras experien-cias muy importantes se hicieron en San Pablo de Pontengy, una parroquia del nordeste brasileño y en el estado de Ceará donde se formaron CEBs en torno a la ciudad de Fortaleza.

Cuando en 1968 se celebró la Conferencia general del episcopado en Medellín, Colombia, los obispos brasileños presentaron esta experiencia, y se redac-tó el documento dedicado a las CEB. La iniciativa se retomó en Puebla, México, en 1979 y en el 2007 en Aparecida, donde tuvo un rol destacado.

¿Cuáles son las características principales de las CEB?

En alguna medida se manejan como parroquias, a nivel diocesano.

Inspiradas en el Concilio Vaticano II¿Son como pequeñas

parroquias?Pero con un modelo

diferente. La parroquia tiene raíces medieva-les mientras que las CEB se inspiran en el Concilio Vaticano II. Mi parroquia por ejemplo tenía 50.000 católicos, pero yo solo podía lle-gar a 2.000. Es decir que 48.000 solo venían para bautizarse, tomar la primera comunión, casarse y pedir el res-ponso a su muerte. En-tonces se acordó crear una instancia menor, pero como Iglesia, no como movimiento. Y esa co-munidad está ligada a la parroquia. Pero no son grupos de asistencia parroquial. Es una instancia que busca acercar a la gente que perdió contacto con la estructura eclesial. Entonces llega a la gen-te que habitualmente no va a misa, no participa de la actividad parroquial. Son grupos que se reúnen semanalmente, unas quince, veinte o treinta per-sonas. Pero la CEB es la gente. Son amigos entre ellos, unidos, la lectura de la Biblia es muy fuerte, y especialmente el texto de la misa del Domingo. Y también estudian un Evangelio; por lo general em-piezan con San Marcos, luego siguen Lucas, Mateo y Juan en ese orden.

Como no hay sacerdotes para acompañar a cada comunidad entonces se da a un grupo de laicos la misión canónica para presidir el encuentro de los bautizados de esa área.

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Estas comunidades a su vez tienen gestos con sus ve-cinos que son muy bien recibidos. Como por ejemplo, llevarles cenizas el miércoles de ceniza o ramos bendi-tos el Domingo de ramos. Y no se les piden dinero, ni se los invita a participar de alguna reunión y no buscan hablar sobre temas religiosos. Les dicen: "Queremos estar unidos con ustedes y si alguna vez necesitan de algo, somos una comunidad de su Iglesia Católica. Us-tedes reciben la visita de los Testigos de Jehová, de los mormones y nosotros somos de su Iglesia".

Estas comunidades se preocupan también por aquellas personas que atraviesan necesidades: sufri-mientos, ancianos que están solos, niños cuyos pa-dres no saben auxiliarlos. Porque no es sólo de tipo económico la ayuda, también tiene que ver con la soledad o la ignorancia.

¿Cuál es la actitud de los párrocos ante la presen-cia de las CEB?

La mayoría de los curas están preocupados por lo devocional y el bautismo. Los curas salen del semi-nario con una mentalidad sacramental, devocional y un poquito de doctrina. Y la doctrina siempre es de arriba para abajo. Él sabe, él enseña y la gente aprende. Y el laico es siempre dependiente del cura.

¿Y en Brasil donde están ubicadas?En muchas partes. La Conferencia Episcopal cada

cuatro o cinco años realiza una investigación para conocer su desempeño. La última vez se detectaron

90 mil CEB, que es el número que existió en las úl-timas décadas. En los últimos años hay una articu-lación latinoamericana integrada por los países que cuentan con la mayor cantidad de CEB. En ese or-den figuran primero Brasil, luego México y le siguen Honduras y El Salvador. En Guatemala se dio un fuerte crecimiento que se detuvo por la guerra civil. En Nicaragua también está presente. En Argentina y Paraguay están en mejores condiciones porque tie-ne articulación con el episcopado. Chile se mantiene y en Colombia es poco el movimiento.

En el Caribe están presentes en Haití y en la Repú-blica Dominicana, mientras que en Cuba se las cono-ce como Casa misión, y en La Habana hay unas 400. En las Antillas inglesas hay una presencia en Jamaica y Antigua. Como también hay comunidades en Mar-tinica y Guadalupe, en las Antillas francesas.

En Argentina tengo entendido que casi la mitad de las diócesis argentinas cuentan con CEB. Sé que hay en La Rioja, Quilmes y Bahía Blanca, pero tam-bién en otras partes.

¿En qué otros continentes existen CEB?En África inglesa hay seis países y fueron los pa-

dres de Maryknoll los que acompañaron su creci-miento. El área francesa está más ligada al Congo. Y en el área portuguesa, están Mozambique, Guinea Bissau y Angola. Y en este país, hay un argentino, el padre Musante que se fue a misionar después de ha-ber cumplido los 70 años.

En Asia también hay un buen número, porque las Conferencias Episcopales alentaron esta iniciativa, pero surgen con diferentes nombres. Filipinas es el país que tiene el mayor número, pero también exis-ten en Corea del Sur, en Singapur, y en Australia.

En Europa son los alemanes los que demostra-ron interés en instaurar las CEB. Para ello viajaron a algunos países de América Latina e invitaron a sa-cerdotes y laicos para que explicaran en Alemania, como se crearon estas comunidades. Y también se dan en España, Italia y Francia.

Están presentes también en los Estados Unidos, pero hay dos variantes: una la de habla inglesa, que curiosamente utiliza una palabra en español. Se llama Buenavista. Los de habla hispana tuvieron un desarrollo muy importante hasta 1985, cuando se realizó el tercer encuentro de las comunidades de habla hispana. Después se incorporaron comu-nidades de países de otros continentes, pero los hispanos constituyen la mayoría porque son unos 26 millones.

* Tomado de Vida Nueva Cono Sur, No. 13.

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Aldo Díaz Lacayo _______________

El Frente Sandinista tiene el mérito de haber rescatado al General Augusto C. Sandino y de haber hecho y continuar haciendo la revolución

conforme a su legado histórico –mérito en realidad de Carlos Fonseca y de los cuadros primigenios que le apoyaron en ese esfuerzo descomunal. La guerra de liberación de Sandino y la de su hija la Revolución San-dinista, también de liberación, constituyen entonces un solo corpus político-ideológico, no por capricho de la dirigencia revolucionaria ni por azar. Decisión tan deliberada como impulsada por la propia historia. Por-que en América Latina y El Caribe la lucha de liberación nacional obedece desde siempre al mismo objetivo histórico: derrotar también para siempre la forzada dependencia del imperialismo –del norteamericano desde la Independencia. Objetivo sin plazos tempora-les porque es estratégico. Igual fue anteriormente du-rante trescientos años respecto a España y en menor medida respecto a Inglaterra. Objetivo, pues, difícil.

Pueblos marginados por sobrexplotados y sobre-oprimidos, históricamente rezagados, enfrentados a imperios de larga data, con amplios dominios colonia-les universales, dueños de la tecnología de cada época y sobre-armados. Objetivo difícil pero no imposible, porque lo imperios actúan a contrapelo de la historia de la liberación humana. No tienen la razón. Los pue-blos siempre se imponen, aunque generalmente sin lograrlo de una sola vez. Así sucedió durante la revo-lución por la primera independencia nuestramericana. Persiguiendo la soberanía plena quedaron reducidos a la soberanía política. Doscientos años de rezago.

Porque la permanencia del Estado es el objetivo pri-mario de la lucha liberacionista. Dicho de otra manera, conservar la independencia política como sustento de la lucha estratégica por la independencia plena (políti-ca económica social cultural) ha sido el objetivo funda-mental de las revoluciones de liberación nacional. Pre-cisamente este es el cimiento de la unidad ideológica Sandino-Revolución, del corpus sandinista. Tendencia histórica de la región (y de los países del Sur) como ya se dijo, que coloca en la misma línea a los líderes fundacionales de cada etapa en sus distintas parcia-lidades, porque solo representan las especificidades propias de cada nación en cada época.

El sandinismo y la revolución por la segunda independencia

Es por esta razón que se puede hablar con propiedad de la incidencia de cada revolu-ción pos-independentista, este caso del sandinismo (Sandino-Revolución), en la actual revolución por la segunda in-dependencia de América Latina y El Caribe. Doscientos años de lucha, como ya se indicó, con extraordinarios repuntes cuali-tativos durante el siglo XX –México, Nicaragua/Sandino, Guatemala, Boli-via, Cuba, Nicaragua/FSLN, y la actual revolución por la segunda independencia, como la primera, liderada por Venezuela.

Todas estas revoluciones han aportado al avance sostenido de la liberación de la región, en distinto grado, dependiendo de la respectiva coyuntura histórica. Y la actual por la segunda independen-cia se encuentra inserta en una coyuntura universal de cambio de estadio his-tórico abierto desde entonces por la revolución por la segunda independencia. Esto es lo extraordinario, lo que anuncia un salto sustantivo, quizás definitivo, porque también la primera independencia se dio en una coyuntura semejante. Ésta a caballo entre la mo-narquía absoluta y el liberalismo, y la actual entre el absolutismo del capital y el nuevo socialismo –peor aún frente a un imperio erigido por sí mimo en espurio Estado-universo. "Una sola nación un solo imperio", es su consigna.

Conviene pues recordar que la revolución por la primera independencia de la región (1810) tuvo como base ideológica el liberalismo doctrinario francés (ningún otro), que reivindica los derechos humanos de los individuos como pueblo-nación con la garan-tía plena del Estado. Un Estado en consecuencia con soberanía plena para organizar conforme a su propia historia la sociedad-nación, sin interferencias exter-nas de ninguna clase. Un Estado fuerte internamente

ideología

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y frente a terceros Estados. Base inicial de la lucha de liberación nacional –aunque esta expresión nacería posteriormente.

Corpus político-ideológico sandinistaUn estado jamás realizado en la región, reducida a

una precaria independencia política, como ya se dijo. Doblemente precaria, además. Porque ha sido abso-lutamente dependiente del imperio desde la primera independencia. Y después porque como para todos los pueblos las condiciones subjetivas suelen responder a la estabilidad-desarrollo de la economía, con un alto repunte después de la segunda guerra mundial. Solo compensado desde entonces este efecto ilusorio por la brutalidad represiva de las dictaduras que impuso el im-perio en América Latina y El Caribe para atarla aún más ideológicamente, en contra del llamado comunismo.

Les ha resultado pues difícil a los movimientos re-volucionarios de la región aprovechar las históricas condiciones objetivas de marginación explotación po-breza y miseria, hacer conciencia en sus respectivos pueblos. Cuba lo logró anticipadamente. Las condicio-nes subjetivas se habían desarrollado aceleradamente en respuesta al enseñoramiento de las dictaduras a lo largo de sesenta años, a partir de la llamada guerra hispanoamericana (1898). Un éxito revolucionario que favoreció las condiciones subjetivas en el resto de la región, también doblemente: por el ejemplo y por el

incremento de la represión interna en cada país, siem-pre en poder de dictaduras desalmadas, para contener el nuevo impulso revolucionario regional.

Nicaragua fue el segundo pueblo en lograr la libe-ración. Múltiples factores incidieron en el éxito revo-lucionario, que tuvieron la virtud de favorecer el desa-rrollo dialéctico del círculo virtuoso mayor represión/mayor conciencia popular. Además del ya mencionado ejemplo de la revolución cubana y la represión (entie-rro encierro destierro) de la larga dictadura somocista, entre aquellos factores conviene señalar el más o me-nos exitoso intento del imperialismo de mediatizar el movimiento revolucionario regional, favoreciendo la democracia representativa anticomunista, el triunfo electoral de la socialdemocracia y socialcristianismo –organizaciones políticas de posguerra nacidas en Europa asociadas al anticomunismo militante. El so-mocismo se convirtió entonces en blanco de esos go-biernos para (otra vez) mediatizar el movimiento revo-lucionario nicaragüense, para cooptar a Nicaragua en la militancia anticomunista.

En aquellas condiciones nació, se desarrolló y triun-fo la revolución sandinista, sobre la experiencia frus-trante de treinta años de lucha, desde el asesinato a traición del General Sandino. Fue un acierto de Carlos Fonseca asumir que Sandino es el camino, la ruta de la aplicación de los principios universales de la revolución social a la realidad nicaragüense. Estructurar esta ruta con el invaluable apoyo de los cuadros originarios que le acompañaron sería su tarea fundamental.

Enriquecerían estos cuadros fundadores el pensa-miento de Sandino adaptándolo a esas nuevas condicio-nes, tomando el ejemplo de las revoluciones socialistas triunfantes y de las que se encontraban en marcha de orientación socialista con visos de triunfo. Para iluminar aún más el camino solamente, sin comprometerse con las formas que habían adoptado o estaban adoptando. Comprometiéndose solo con la estructura ideológica, los principios fundamentales de la revolución socialista. Un revolución propia, como debía ser, y como deben ser todas las revoluciones. Sin calco ni copia al decir de José Carlos Mariátegui (el genial revolucionario peruano fallecido que vivió entre 1894 y 1930). Sería la primera con esa naturaleza en América Latina. México no logró consolidar esa primacía.

Así nacería el Programa Histórico del Frente Sandi-nista, con todas sus reivindicaciones: políticas sociales económicas culturales. Asumido por el pueblo al triun-fo de la revolución, empezando por la recuperación de la riqueza nacional creadora de capital originario. También tomarían cuerpo de pueblo el Ejército y la Policía revolucionarios y desde luego el partido de la revolución. Triunfantes también durante diez años de guerra dizque encubierta impuesta por el imperio, y

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triunfantes en la negociación de la paz sin la participa-ción del imperio. La primera revolución con esta capa-cidad estratégica.

Corpus de Augusto C. SandinoAplicar los principios fundamentales de la revolu-

ción universal fue una tarea facilitada por Sandino. El nacionalismo antimperialista del General Sandino, ex-presado en la forma radical de defender la soberanía con las armas en la mano, se encarnaría en el pueblo con Romántica utopía pero con conciencia emergen-te –no es una contradicción, esta es la naturaleza de la juventud. Sandino sería proyectado en Nicaragua y frente a la región y el mundo como el máximo héroe antimperialista del siglo XX. El primero en derrotar al imperio con un ejército de campesinos mal armados, sin avituallamientos regulares pero con conciencia de liberación. Así despertaría Sandino la conciencia hu-manista en el resto del mundo, incluso en buena parte del pueblo norteamericano.

Herencia directa de Sandino es el salto a la región de su pensamiento antimperialista. Tuvo la capaci-dad de visualizar con sesenta años de anticipación (1929-1989) la naturaleza unilateral del imperialismo norteamericano. Así lo dice con todas sus letras en su Plan de realización del Supremo sueño de Bolívar: "… el capitalismo norteamericano ha llegado a la última etapa de su desarrollo, transformándose, como con-secuencia, en imperialismo [tesis leninista] (…) no atiende a teorías de derecho y de justicia, pasando sin respeto alguno por los inmovibles principios de independencia de las fracciones de nacionalidad la-tinoamericana…"

Es decir, Sandino advirtió la naturaleza unilateral del imperialismo nada menos que para convocar al latinoa-mericanismo militante. Nacionalidad latinoamericana, la llamó. Una categoría implícita en el corpus bolivaria-no pero explicitada por él después de doscientos años del Congreso Anfictiónico, convocado por Bolívar y realizado en Panamá en 1826. Convocatoria más allá del discurso, decidiéndose por una alianza institucional después de reflexionar sobre las otras formas de unidad política regional. Lo dice explícitamente en su Plan:

"Quizás los hombres de ideas avanzadas y universa-listas pensarán en que nuestros anhelos encontraron en la extensión geográfica limitada por el Río Bravo al Norte y el Estrecho de Magallanes en el Sur de nuestra América. Pero mediten ellos en la necesidad vital que tiene nuestra América Latina de realizar una Alianza previa a una Confederación de los veintiún Estados que la integran, asegurando de este modo nuestra libertad y nuestra Soberanía interiores, amenazadas por el más voraz del imperialismo…": otra vez Bolívar. Cómo aprovecharía este principio el Frente Sandinista

en la búsqueda de la paz traducido en el Grupo de Con-tadora, el de Apoyo a Contadora, Esquipulas II, antece-dentes de los actuales esfuerzos unitarios regionales.

No era nueva la relación de seguridad estratégica latinoamericanismo/anti-imperialismo. Había sido planteada un año antes en una pregunta, tam-bién a los Gobernantes de América, cuyo eco aún re-tumba en la región como un trueno seco. Pregun-tó-pregunta el General Sandino: "¿Acaso piensan los gobiernos latinoame-ricanos que los yanquis solo se contentarán con la conquista de Nicaragua? ¿Acaso a estos gobiernos se les habrá olvidado que de veintiuna repúblicas americanas han perdido ya seis su soberanía?" Y da la lista de esas repúblicas, que hoy día han sido substituida por otras con mayor grado de "conquista" imperial, para usar el calificativo de Sandino.

Pero no se quedaría el antimperialismo del General Sandino circunscrito a las fronteras regionales. Simul-táneamente descubriría que la lucha es a nivel mun-dial. Internacionalista. Tendría oportunidad de explici-tarlo en su carta a Henri Barbusse (escritor, periodista y militante comunista francés) del 6 de febrero de 1930: "con los mejores propósitos de que nuestra lucha con-tra el imperialismo yanqui en Nicaragua tome el ca-rácter de lucha antimperialista en una firme acción re-volucionaria de masas a escala continental y mundial, de acuerdo con las resoluciones del Congreso Mundial Antimperialista de Frankfurt". Cuán productivo fue el internacionalismo para la Revolución Sandinista. Lo-gró la más amplia solidaridad popular universal, y la de no pocos gobiernos más allá de la región.

Finalmente, el Constitucionalismo. Una categoría fundamental del corpus político-ideológico del Ge-neral Sandino que poco se menciona. Mejor, que se excluye totalmente. Baste recordar que su regreso a Nicaragua a integrarse a la guerra constitucionalista estuvo motivado precisamente en la demanda cons-titucional de reivindicar la Presidencia de la República para el Vicepresidente, después del golpe de Estado de 1925, conocido como el Lomazo. Su demanda de respeto absoluto a la Constitución de la República vie-ne pues desde el inicio de su lucha, reiterándola recu-rrentemente en múltiples cartas y documentos.

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Corpus de la revolución sandinistaEste es el corpus revolucionario de Sandino reivin-

dicado plenamente por el Frete Sandinista de Libe-ración Nacional. Lo fueron asumiendo sus cuadros primigenios en la medida que lo iban rescatando. Con asombro de hallazgo nacional, coincidente con sus ideales, con el inconsciente colectivo nicaragüense, que también empezó a aflorar en ellos. Nicaragua se les presentó entonces, a Carlos y sus allegados, inmen-samente rica en términos de lucha revolucionaria, de corpus político-ideológico histórico.

Empezando con Nicarao-Diriangén y continuando con muchos otros hasta llegar a Zeledón, Sandino desbrozó el camino para la nueva etapa revoluciona-ria abierta por la revolución cubana. La tarea de los fundadores del Frente fue adecuar ese corpus a las condiciones propias de esta nueva etapa como vehí-culo de aplicación de los principios fundamentales de la teoría revolucionaria universal. Se orientaron ple-namente. Avanzaron por lo menos el cincuenta por ciento del camino.

El primer gran hallazgo fue reivindicar la riqueza na-cional como propiedad estatal, como ya se dijo, que para Sandino era el Canal. Consciente sin embargo de que las condiciones de su época demandaban exten-der su propiedad a América Latina y el mundo, pero no su producto. "Nicaragua, mi Patria, recibiría los im-puestos que en derecho y justicia le corresponden, con lo cual tendríamos suficientes ingresos para cruzar de ferrocarriles todo nuestro territorio y educar a nuestro pueblo en verdadero ambiente de democracia efecti-va, y así mismo seamos respetados y no nos miren con el sangriento desprecio que hoy sufrimos".

A igual conclusión llegó el Frente Sandinista para la economía en general: asumió la economía mixta. Un concepto categórico amplio que convierte al Estado

en eje rector de la economía nacional en función el desarrollo social, alrededor del cual giran todas las formas de propiedad –democratizándola al máximo en las ya descritas nuevas condiciones. La propiedad pública, que genera capital originario para el desarro-llo y/o para cubrir los costos de los servicios sociales básicos administrados por el Estado, y luego todas las demás formas de propiedad: privada, asociativa, cooperativa, comunitaria, comunal, familiar. Revolu-ción ciento por ciento.

Y es que en primer lugar los cuadros dirigentes del Frente Sandinista se percataron de que las nuevas condiciones no permitían llevar a cabo en Nicaragua una revolución socialista. Decidieron entonces darle una orientación socialista. Hacer de la organización socialista del Estado un objetivo de mediano o incluso largo plazo, trabajando mientras tanto en medio de una economía capitalista democratizada, con paráme-tros políticos apropiados para avanzar en el objetivo socialista. Así nació el principio de pluralismo político. Otro concepto categórico que condiciona la función política como subsidiaria del proyecto revolucionario de nación. Todos los partidos-ideologías trabajando por consenso alrededor de este proyecto.

Estos dos principios categóricos de organización social determinaron a su vez la política exterior del sui generis del Estado revolucionario. La conclusión consecuente fue la política de no alineamiento in-ternacional. Otro concepto categórico en el campo de las relaciones internacionales. Relaciones respe-tuosas y de ser posible amistosas y productivas con todos los Estados de la comunidad internacional, independientemente de su definición ideológica, pero asociándose de manera estratégica en todos los campos (político económico social cultural, ideológi-co) con los que habiendo triunfado luchan por con-servar su propia liberación, y con los movimientos que persiguen alcanzarla en sus respectivos Estados. Integrándose en consecuencia a las organizaciones que los agrupan –dentro del sistema de naciones uni-das o por derecho propio, reconocidas como tales en el marco el derecho internacional.

En el centro de todo esto está el concepto histórico de democracia. En todos los ámbitos como correspon-de a una revolución de orientación socialista, incluso el político. Dando en este último ámbito un sustantivo salto cualitativo, que sería histórico, completando la decadente democracia representativa con la partici-pativa. Involucrando al pueblo en la toma de decisio-nes y políticas del Estado. Estimulando orientando y dirigiendo la organización popular en todos los secto-res sociales. Convirtiendo al pueblo en sustentación efectiva de la democracia política, en su fundamento. Así nace el partido revolucionario. Mejor aún: así se

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convierte el movimiento revolucionario (político-mili-tar) en partido revolucionario, sin dejar de ser movi-miento. Sin apoltronarse.

Obviamente es el hombre-pueblo el principio y fin de la revolución sandinista (de toda revolución social). Los conceptos categóricos de economía mixta, plu-ralismo político, no alineamiento internacional, de-mocracia participativa, todo el andamiaje del nuevo Estado revolucionario es hombre-pueblo. Había que concluir pues con una Constitución Política que ga-rantizara todos sus derechos: civiles políticos sociales económicos culturales. Humanos, la suma de todos ellos. ¿Qué revolución puede avanzar y preservarse sin garantizar plenamente estos derechos? Dicho de otra manera, el capitalismo se sustenta en la violación permanente y de ser posible absoluta de los derechos humanos. Por eso la Constitución revolucionaria de-bía garantizar su preservación y permanencia. Aquí el Frente Sandinista también estrecha la mano del Gene-ral Sandino. Son uno solo, como se dice al principio.

En su nueva etapa, a partir del año 2007 hasta la fe-cha, y producto de la conservación del poder popular a lo largo de los diecisiete años que estuvo fuera del go-bierno, el Frente Sandinista logró dar otro salto cualita-tivo en materia de objetivos revolucionarios. En efecto, la Constitución reformada incluye como principios bási-cos del Estado nicaragüense, además de los originarios de la revolución, los valores cristianos, los ideales socia-listas, la solidaridad (artículo 5). Base programática de la revolución sandinista en su segunda etapa.

La segunda independenciaTodo el corpus político-ideológico sandinista (de

Sandino y de la revolución sandinista) está presente plenamente en la revolución por la segunda indepen-dencia de América Latina y El Caribe. De los pueblos-naciones que la dirigen, incluido desde luego Nicara-gua, y de los que están intentándolo –los progresistas de las otras naciones que luchan por dar el salto en medio de un estado de desarrollo capitalista fuerte-mente enraizado.

Porque la revolución por la segunda independencia estalla en medio de una coyuntura de ruptura del equi-librio estratégico mundial producido por la caída del llamado socialismo real, asumida como derrota defini-tiva la idea socialista por Los Estados Unidos, Europa, y sus neocolonias. Surge así el unilateralismo. Único Estado-único imperio, es la consigna. El imperio des-truye entonces el derecho internacional y empieza a usar la fuerza como recurso de sobrevivencia.

Simultáneamente sin embargo el imperio único también empieza a convocar a todos los pueblos del mundo a buscar cómo restablecer el equilibrio a tra-vés de un nuevo sistema. Así es la dialéctica. Porque

la implosión del socialismo real al mismo tiempo que produce la estampida mundial de la izquierda socialis-ta universal, descalificándola automáticamente como alternativa revolucionaria, impulsa-obliga a los pue-blos del Sur a buscar la nueva opción.

Aquí surgen los principios liberacionistas para restablecer el equilibrio perdido. Así lo exigen las condiciones. Aquí salta también la historia de la pri-mera independencia. El corpus político-ideológico del pueblo venezolano y su líder el Libertador Bo-lívar. Porque igual que la primera, la segunda esta-llaría también en Caracas. Ahí se fue acumulando y agudizando la contradicción latinoamericana con el neoliberalismo. Ahí estallaría.

Pero no solo salta el corpus bolivariano, también re-surge el de Augusto C. Sandino y de la revolución cu-bana y con su corpus martiano-marxista, como ante-cedentes inmediatos. Salta pues la historia de América Latina y El Caribe, y con ella la necesidad de reescri-birla, contextualizándola mejor con la experiencia de doscientos años y el hallazgo de miles de documentos, pacientemente rescatados en la región durante ese largo intervalo histórico. Salta pues la historia nues-tramericana como base y orientación de la nueva re-volución independentista. Como lucha regional contra el nuevo imperio.

Igual que la primera, en efecto, esta revolución por la segunda independencia lo es para la región, aun-que la historia convencional no registra así la primera –logró confiscar y falsificar su registro original, em-pezando por Bolívar y su corpus político-ideológico. Al contrario esa historia la registra como revolución independentista de y para parcialidades. Nación por nación. Aquí arranca este espantoso déficit cívico his-tórico, con incidencia variable en cada parcialidad, de-pendiendo del grado de entrega-enajenación al impe-rio que profundiza el sentimiento de parcialidad.

El Estado-región prefigurado y pronto concretado contractualmente por los libertadores (Tratado de Unión Liga y Confederación Perpetua, firmado en el Congreso Anfictiónico) fue roto por el naciente im-perialismo norteamericano, inoculando por todos los medios la falsa idea de la independencia por parciali-dades. Falsa idea asumida conceptualmente por la oli-garquía de cada parcialidad como medio de enraiza-miento y preservación. Uniéndose al imperio. Objetivo imperialista facilitado por la muerte (asesinato, según nuevos indicios) del Libertador Bolívar, líder único y teórico de aquella revolución. Exactamente igual lo está haciendo ahora el imperialismo con la actual re-volución por la segunda independencia.

"Revolución por la segunda independencia para la región" es entonces la afirmación axiomática que requería y requiere concientizarse con urgencia y

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plenamente. Para erradicar para siempre del imagi-nario popular regional la falsa idea de que aquella independencia (1810) lo fue de parcialidades. Para retomar el camino de la primera independencia. Este sería el objetivo de Hugo Chávez Frías.

Hugo Chávez FríasPorque Hugo Chávez surge como expresión de la

contradicción neoliberalismo/región. Con consciencia del déficit de la parcialidad. Sabiendo que sin concien-cia popular de pertenencia regional integral (latinoa-mericano-caribeña, con independencia de la cultura imperial colonizadora), la revolución por la segunda in-dependencia corre el riesgo de reducirse nuevamente a independencia política limitada. Conoce la historia.

Chávez asume entonces el liderazgo único de esta revolución apropiándose el corpus político-ideológico histórico de nuestramérica, como ya se dijo. Logra darle cuerpo unitario más o menos contractual a tra-vés de la creación y desarrollo de ALBA (núcleo de la segunda independencia, igual que Colombia del Liber-tador), PETROCARIBE, UNASUR, CELAC, y TELESUR como expresión mediática de la revolución y del cam-bio de estadio histórico. Pero va mucho más allá.

Su perspicacia estratégica en efecto le permite a Hugo Chávez vislumbrar nítidamente la coyuntura universal del cambio de estadio histórico. Surge tam-bién como líder universal. Como expresión de la con-tradicción neoliberalismo/universo. Logra visibilizar y explotar la contradicción unilateralidad/multilatera-lidad. Relanza la unidad Sur/Sur, y logra un salto im-presionante en la relación estratégica Este/Sur, en las relaciones de la región con Rusia, China, Irán, princi-palmente. Levanta un muro ideológico de contención frente a la agresión universal del neoliberalismo.

Porque con audacia revolucionaria, inconcebible en ese momento de desorientación ideológica, Chávez propone el socialismo como alternativa al cambio de estadio histórico, y desde luego como modelo de organización social para el nuevo Estado-región. Un nuevo socialismo. Propio. Reivindicando las catego-rías fundamentales del socialismo universal pero de-jando a un lado las categorías políticas del llamado socialismo real. Involucrando a la región y al mundo. Labor descomunal. Las condiciones son propicias. Na-die lo detiene.

El Imperio-Estado-Universo decide entonces matar a Hugo Chávez. Lo mata de muerte natural. Para pro-vocar un reflujo revolucionario en la región y debilitar la lucha por el cambio de estadio histórico. Evitarlo es responsabilidad del actual liderazgo Este/Sur y de to-dos los pueblos del mundo.

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Violencia racista en EEUUnuestramérica

La noche del pasado miércoles 17 de junio en Charles-ton, Carolina del Sur, Estados Unidos, un grupo de fe-ligreses negros se encontraban en la iglesia metodista

Enmanuel, una vieja iglesia con una larga historia. Los feli-greses practicaban ritos religiosos de leer y estudiar la Biblia. De pronto, entró un joven blanco, nadie lo vio, y en segundos mató a nueve feligreses, sí a nueve, incluyendo al pastor de la iglesia. Conmoción inmediata en la comunidad negra y al difundirse rápidamente la noticia, conmoción nacional.

Durante una hora, Dylan Roof –de 21 años y antece-dentes por drogas– asistió al oficio en la iglesia. Luego, se levantó y disparó a todos los presentes. "He venido aquí a matar negros", gritó. Tras su matanza, Roof logró huir de las inmediaciones de la iglesia Madre Emanuel y la policía, el FBI y otras agencias federales iniciaron la caza al hom-bre. Carson Cowles, un tío del joven agresor, lo reconoció en las imágenes de vídeo que publicaron las autoridades, en las que se veía a Roof entrando en el templo. El joven, detenido hace tres meses por posesión de drogas, tenía un retrato suyo en las redes sociales vestido con una cazadora con la bandera de la Sudáfrica del apartheid y la de Rho-desia (actual Zimbabue) bordadas. Estos dos regímenes son muy admirados en Estados Unidos por los grupos de odio que promueven la supremacía blanca.

El autor fue detenido casi inmediatamente porque dejó a propósito una mujer para ser identificado. No quería esca-par sino ser atrapado para divulgar su mensaje. El objetivo también ha sido aterrorizar. Solo así se explica que dejase escapar a una mujer. "Le perdonó la vida. Te voy a salvar, para que cuentes lo que pasó", le dijo a la mujer, según se supo al día siguiente. Su foto recorrió el país y el mundo: es un joven blanco de 21 años, peinado hacia un lado y con esa insolencia que recuerda las fotos de los jóvenes nazis con la actitud desafiante de "la raza superior".

Al ser interrogado por el Fiscal declara: "los negros se están apoderando del mundo". La comunidad negra y toda la nobleza que hay en la sociedad norteamericana reaccionan con ira, pero pacíficamente. La iglesia se llena de flores y constantemente llegan peregrinos.

Un estudio difundido por "Mother Jones" indica que desde 1982 se han producido al menos 70 tiroteos contra la po-blación negra a lo largo del país, con matanzas desplegadas en 30 estados, desde Massachusetts hasta Hawai. Treinta y tres de estos tiroteos en masa han ocurrido desde 2006 -siete sucedieron solo en 2012. Un estudio reciente de esta base de datos realizada por investigadores de Harvard determinó que estas matanzas han ido en aumento.

Mother Jones ha reunido datos detallados durante más de tres décadas de estos casos y los ha incluido en un mapa, incluyendo información del perfil de los tiradores, los tipos de armas que usan y la cantidad de víctimas heridas o ase-sinadas. Estos son datos compilados de 66 casos desde 1982 al 2012.

Armas: De las 143 armas que poseen los asesinos, más de tres cuartas partes fueron obtenidas legalmente. El arsenal incluía docenas de armas de asalto y pistolas semi-automáticas con cargadores de alta capacidad. Así como Jeffrey Weise utilizó una Glock calibre 40 para masacrar a estudiantes en Red Lake, Minnesota, en 2005, también lo hizo James Holmes, junto con un rifle de asalto AR-15, con el que disparó a sus víctimas en un cine a oscuras. En Newtown, Connecticut, Adam Lanza esgrimió un fusil de asalto semiautomático Bushmaster 223, y con eso masacró a 20 niños de la escuela y seis adultos.

Los asesinos: Más de la mitad de los casos de tiroteo involucraron la escuela o en el lugar de trabajo (12 y 20, respectivamente); los otros 30 casos ocurrieron en lugares que incluyen centros comerciales, restaurantes y edificios religiosos y gubernamentales.

Cuarenta y cuatro de los asesinos eran hombres blancos. Sólo hubo una mujer. La edad media de los asesinos era 35, aunque el más joven de ellos tenía tan sólo 11 años de edad. La mayoría tenía problemas mentales y muchos dieron muestras de estos antes de salir a matar.

Los tiroteos masivos representan sólo una pequeña porción de la violencia global con armas en los Estados Unidos.

* Con datos de un artículo escrito por José Torres para Cubadebate.

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Colectivo Tortilla con Sal __________

En el ataque terrorista contra la revista "Charlie Hebdo" del 7 de enero 2015, doce personas mu-rieron asesinadas en el centro de Paris, capital

de Francia. Luego hubo una campaña internacional de condena bajo el lema "Yo soy Charlie" que movilizó en muchas manifestaciones solidarias a cientos de miles de personas en toda Europa y Norte América. Por con-traste, como señaló Ajamu Baraka, escritor estadouni-dense, activista de derechos humanos y veterano del Movimiento de Liberación Negro, no hubo ninguna campaña de "Yo soy Charleston" después del asesinato de nueve personas en la Iglesia Emmanuel de esa ciu-dad en el estado de Carolina del Sur, Estados Unidos.

Este doble rasero racista, aunque existe muy clara-mente en los países de la Unión Europea, es mucho más evidente en Estados Unidos. Es evidente que opera en contra de todas las minorías étnicas, pero más que todo contra las personas afrodescendientes. Fue por ese mo-tivo que en el 36 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, el Presidente Comandante Daniel Ortega comentó sobre "el pensamiento ultraconser-vador, guerrerista, racista, que está allí incubado en las raíces del Imperio". Daniel llamó a "no violar los Dere-chos Humanos del Pueblo norteamericano. No asesinar jóvenes negros simplemente porque son de piel negra".

Una cifra muy citada, basada en un estudio de 2013 de los ataques y asesinatos racistas en Estados Unidos, es que en promedio matan a una persona afrodescen-diente cada 28 horas. Esta realidad escalofriante ocu-rre en un contexto de la militarización de la policía en todo el país, justificado por la guerra sin fin contra el terrorismo con todas sus nefastas secuelas. Ha sido muy claro desde hace mucho tiempo que el rostro doméstico de las agresivas guerras estadounidenses imperialistas en ultramar, es la represión doméstica de los derechos económicos y civiles de la mayoría de su población, una mayoría cada vez más empobrecida.

Al escribir este artículo, la más reciente atrocidad ha sido la inexplicable muerte súbita el pasado 13 de julio de Sandra Bland, una joven activista del movimiento "Las Vidas Negras Sí Importan" (Black Lives Matter). Sandra, vivaz, talentosa, inteligente, fue detenida el día diez de julio por un policía blanco en una pequeña ciudad en Texas, por motivo de una infracción menor de tránsito. Tres días más tarde la sacaron muerta de su celda de detención con el cuento que se había sui-cidado. Sandra acababa de mudarse a Texas desde Illi-nois para empezar un nuevo trabajo.

Asesinatos cotidianosEl episodio recuerda los tiempos de la tiranía del

apartheid en Suráfrica cuando decenas de personas

negras detenidas desarrollaron el desafortunado há-bito de lanzarse a la muerte desde los pisos altos de los edificios de oficinas policiales. Nadie cree la versión policial de la muerte de Sandra porque es parte de un patrón histórico de violencia racista en Estados Unidos que ha llegado a ser mucho más visible en años recien-tes gracias al uso masivo del Internet y de las redes sociales. Entre los casos recientes de asesinatos más notorios están los siguientes:l Trayvon Martin, de 17 años, fue asesinado la noche

del Domingo 26 de febrero 2012 por un vigilante comunitario blanco, George Zimmerman de 28 años, quien alegó que su víctima lo había atacado. Zimmerman, más alto y corpulento que el joven Trayvon Martin, lo mató con una pistola de 9 mm, a solo 60 metros de la casa de la novia del mucha-cho, a quien estaba visitando. Como resultado de la presión de la familia de Martin, hubo un juicio en el que Zimmerman fue exonerado por "falta de evidencias" en su contra y en conformidad con la ley de auto-defensa de Florida. Pero originalmen-te la policía no había arrestado a Zimmerman y no habría existido un juicio sino ha sido por la deter-minación de la familia de Trayvon Martin.

lMichael Brown era otro joven de 18 años. Michael fue asesinado en agosto de 2014 por los disparos de un oficial de policía blanco, Darren Wilson, de 28 años, quien lo mató con doce disparos después de detenerlo como sospechoso de haber robado poco antes una caja de puros en una tienda. Brown no llevaba un arma. No está claro que ocurrió. El testimonio de Wilson al gran jurado que examinó el caso en la fase administrativa, antes de llevar-lo a juicio, fue contradicho por el testimonio del compañero de Michael Brown, quien insistió que Wilson fue el agresor desde el inicio del incidente. Las autoridades de San Luis, Missouri, decidieron que no hubo evidencia para llevar el oficial Wilson a juicio. Lo que está claro es que Wilson disparó múltiples veces a Brown y que el muchacho no es-taba armado.

lEric Garner, de 43 años, murió en julio de 2014 al ser arrestado en Nueva York por el oficial de policía blanco, Daniel Pantaleo, de 29 años. En el curso del arresto, Garner gritó once veces que no podía respirar debido a que el brazo del oficial rodeaba con fuerza su cuello, como parte de las técnicas de control ejercido por Pantaleo y sus colegas. Los oficiales llamaron a una ambulancia. Una hora después Eric fue declarado muerto en el hospital. El patólogo dijo que la muerte de Eric Garner es un homicidio. El gran jurado que examinó el caso decidió que Pantaleo no es culpable y el caso no se llevó a juicio. Garner murió porque ni los policías

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ni los paramédicos le ayudaron a volver a respirar. Por el contrario, alegaron que pensaban que esta-ba respirando de manera normal.

lTamir Rice, de 12 años, fue asesinado el 22 de noviembre 2014 por un policía blanco, Timothy Loehmann, de 26 años. Tamir jugaba con una pis-tola de juguete en un parque cerca de dónde vivía en la ciudad de Cleveland. Loehmann y otro oficial respondieron a una denuncia de que había un jo-ven armado de una pistola en el parque. Mataron a Tamir dos segundos después de haber llegado al lugar. No le brindaban primeros auxilios y arresta-ron a la hermana de Rice, esposándola cuando ella intentó ayudar a su hermano. Tamir Rice murió al día siguiente. El procurador de Cleveland ha re-chazado la recomendación de un juez de enjuiciar a Loehmann por homicidio y dice que el caso será examinado por un gran jurado para determinar si se lleva a juicio.

lFreddie Gray, de 25 años, murió a manos de un grupo de policías en la ciudad de Baltimore el 12 de abril 2015. Los policías arrestaron a Gray por-que huyó al ver dos agentes que hacían una patru-lla rutinaria. Testigos alegaron el uso de violencia excesiva por parte de los oficiales tanto durante el arresto como al subir a Freddie al vehículo que lo llevó a la estación de policía. Una hora después de su arresto, Gray entró en coma. Murió siete días después de su arresto. Tenía tres vertebras fractu-rada, y su columna fue cortada en un 80% a nivel del cuello.

lAiyana Jones, de 7 años, murió el 16 de mayo 2010 durante un asalto por un equipo especial de la policía de la ciudad de Detroit. Los policías alla-naron la casa de la familia de Aiyana para buscar a su padre bajo la sospecha de estar involucrado en un homicidio. Joseph Weekley, el oficial que lide-ró el equipo policial al entrar al apartamento de la familia de Aiyana, hizo un solo disparo que mató a la niña. Weekley alegó que la abuela de Aiyana intervino de tal manera que el disparo se desvió. La abuela de Aiyana lo niega. Weekley fue llevado ante los tribunales, pero las autoridades declara-ron que no era procedente enjuiciarlo.

Estos casos son solo algunos ejemplos entre muchí-simos más, de una realidad enraizada a lo largo de si-glos de historia del comercio de seres humanos entre África y las Américas, y su esclavitud por las élites pro-pietarias de las tierras para la producción de algodón, de todo tipo de cultivo agrícola, de minas y de otro tipo de empresas. Es una historia de abuso criminal y explotación genocida cuyo único paralelo es la historia del exterminio de los pueblos indígenas de las Améri-cas. Las muertes en años recientes de tantas personas

afrodescendientes recuerda que la cultura y sociedad de los países occidentales no han logrado erradicar sus métodos de violencia criminal con los cuales han cons-truido su imperdonable historia genocida de racismo y opresión.

Nefasta ideologíaEl movimiento Black Lives Matter es otro intento

más de parte de los/las afrodescendientes de Estados Unidos de buscar cómo hacer los cambios estructu-rales que finalmente le permitan la igualdad de dere-chos. Para el escritor afrodescendiente Ta-Nehisi Coa-tes, en Estados Unidos "destruir el cuerpo negro es tradicional, es herencia". Coates insiste en la realidad de la violencia como la esencia del sistema de vida y de la historia de Estados Unidos. Como corolario de esa violencia, Coates explica que el miedo que lógicamen-te lo acompaña, es omnipresente.

Cita algunas palabras de la doctora Mabel Jones, madre de un amigo, Prince Jones, asesinado por la policía en Virginia, cerca de la ciudad de Washington, hace muchos años. De acuerdo con Coates, Mabel "es-taba muy ansiosa de saber si su hija tendría un hijo, porque ella no iba a poder protegerlo de la violencia habitual que había asesinado a Prince. Ella comparaba a Estados Unidos con la Roma imperial, diciendo que los días de gloria de este país habían pasado desde hace mucho tiempo. Y aun esos días de gloria están manchados porque se construyeron sobre las muer-tes de los demás. Ella decía que no podemos entender que estamos abrazando nuestras propias muertes".

Coates está entre los exponentes más elocuentes del legado de Malcolm X, el legendario luchador ra-dical que inspiraba el movimiento del Poder Negro (Black Power), asesinado el 21 de febrero de 1965. En muchos sentidos, Malcolm se opuso a Martin Luther

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King porque King pregonaba la no violencia como la estrategia más poderosa para alcanzar la igualdad. En cambio, Malcolm insistió que frente a la violencia en-raizada y estructural era imperativo resistir en todos los sentidos. De todas maneras, tanto King como Mal-colm murieron asesinados.

Es innegable que los presidentes de Estados Unidos, desde Abraham Lincoln y la mayoría de sus suceso-res, abogaron abierta o tácitamente por la suprema-cía blanca. Desde Lincoln, esa nefasta ideología no se ha erradicado entre las élites políticas norteamerica-nas, ni con la elección de un presidente negro, Barack Obama, quien sirve como fachada para políticas que siguen marginando a las minorías étnicas de Estados Unidos. La reciente ola de asesinatos de personas afrodescendientes representa otra fase de la larga his-toria de represión contra esa etnia en Estados Unidos.

Las características del fenómeno de la violencia racista ahora son un poco diferentes al período de los años 60, poco después de la implementación de las leyes anti-discriminatorias. Por ejemplo, solo la matanza de Charleston es comparable con la embos-cada y asesinato en 1963 de James Chaney, Andrew Goodman y Michael Schwerner, tres activistas de los derechos civiles en Meridien, Mississippi. Otros casos fueron la bomba que mató a cuatro niñas de la Igle-sia Bautista de la Calle 16 en Birmingham, Alabama en 1964, el asesinato en 1963 de Medgar Evers, dirigente de la Asociación para el Avance de los Pueblos de Color (NAACP), o del mismo Martin Luther King en 1968.

Hay tantos casos de aquellos años. En 1964 asesinaron a dos adolescentes, Henry Hezekiah Dee y Charles Eddie Moore, en Mississippi, y en Alabama asesinaron a Viola Liuzzo por transportar activistas de los derechos civiles. En 1966 una bomba incendiaria mató a al dirigente de la NAACP, Vernon Dahmer. La mayoría de estos asesinatos y ataques fueron ejecutados por miembros de la organi-zación terrorista de la supremacía blanca, el Ku Klux Klan, que se formó después del fin de la Guerra Civil en Estados Unidos, en 1865. En aquel entonces, los miembros del Ku Klux Klan mataron a miles de personas negras durante más de una década. Luego disminuyó su actividad, solo para resurgir con más fuerza y millones de miembros en la década de 1920. Volvió a decaer hasta 1950 cuando empezó su campaña contra todas las organizaciones a favor de la igualdad de derechos para la gente afrodes-cendiente. Una cifra horrorosa es que entre 1877 y 1950 ocurrieron más de 4 mil linchamientos documentados; seguramente la cifra verdadera de los incidentes de lin-chamiento no documentados erá mucho peor.

Desde aquel tiempo, el Ku Klux Klan se ha manteni-do con una membresía reducida pero siempre activa. Aparte de esa organización, existen muchos otros gru-pos de odio racial en Estados Unidos que abiertamente

publican su veneno racista en Internet, protegidos por las leyes de la libertad de expresión. Los ataques de te-rrorismo racial recrudecen con mayor o menor frecuen-cia desde los años 60, quizás el período más intenso de conflicto racial en Estados Unidos durante los últimos cincuenta años. Durante los años 90, hubo varios inci-dentes de incendios provocados contra iglesias de la comunidad negra, junto con casos como el salvaje ase-sinato de James Byrd, en Jasper, Texas, a quien los racis-tas arrastraron atado a una camioneta hasta su muerte.

Recientes casos similares incluyen el asesinato de la misma manera de Brandon McCelland en 2008, el de Anthony Hill y el de Theresa Ardoin, a quienes sus asesinos los mataron primero y luego arrastraron sus cuerpos atados a la parte trasera de sus vehícu-los. Después de la masacre en la Iglesia Emanuel de Charleston, hay temor de que se está abriendo una nueva fase todavía más activa de la violencia racista en Estados Unidos. Por ejemplo, en once días desde el 17 de junio, quemaron once iglesias de la comunidad afrodescendiente. Casi todos estos incidentes parecen haber sido incendios provocados y en varios se pintó las letras KKK en las paredes de las iglesias afectadas.

Dada toda esta historia y los terribles acontecimien-tos recientes, la comunidad afrodescendiente y otras minorías étnicas se sienten asediadas y violentadas por un sistema de represión policial y jurídica, y ata-cados también por organizaciones del terrorismo ra-cista. El historiador Gerald Horne piensa que en Esta-dos Unidos es una sociedad fundada y desarrollada en base de la ideología de la supremacía blanca.

Cuando la comunidad negra se organizó en grupos de autodefensa en los años 60, el gobierno introdujo el llamado Programa de Contra-Inteligencia (COINTEL-PRO) diseñado para desbaratar las organizaciones de auto-defensa de la comunidad afrodescendiente. Víc-timas de ese programa incluyeron cientos de activistas asesinados o falsamente acusados de delitos violentos y encarcelados injustamente de por vida. Hay muchos casos de injusticia como los Angola Tres, Romaine FitzGerald, Mumia Abu Jamal, Eddie Conway, Mutulu Shakur, Marilyn Buck. La lista es larga.

Sistema de opresión institucionalizadoLos datos están a la vista de este sistema de repre-

sión racial policial-jurídico y de terrorismo racista:lEl número de propietarios blancos dueños de sus ca-

sas es 2.5 veces mayor que los afrodescendientes. La tasa relativa de personas que tienen su propia casa ha cambiado muy poco durante más de 30 años, los blancos aventajan a los negros por más de 30%.

l12% parte de la población empleada es afrodes-cendiente, pero apenas el 1% de los altos gerentes de las empresas más grandes es de esa minoría.

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lEl ingreso medio de las familias afrodescendien-tes es 63% del ingreso de las familias blancas.

lLa cifra de desempleo entre la gente afrodescen-diente es el doble de la población blanca.

lEs seis veces más probable que un hombre negro sea encarcelado antes que uno blanco.

En este amplio contexto negativo social y económi-co, no es descabellado que escritores como Abayomi Azikiwe comenten que "la Policía representa el Esta-do capitalista racista. Su tarea principal es defender la propiedad privada y el estatus quo nacional de la opre-sión de clase". Este análisis está fundamentado en la historia económica de Estados Unidos porque, como ha demostrado el historiador Edward Baptist, la es-clavitud fue mucho más que un sencillo sistema para aprovechar la mano de obra de sus víctimas.

Baptist ha demostrado como la esclavitud estable-cida en la primera parte del Siglo XIX para permitir la acumulación primitiva del capitalismo norteamerica-no y promover el auge industrial y comercial en Gran Bretaña en base al procesamiento del algodón. Baptist anota que "hasta la década de 1830, el 80% del algodón usado por la industria textil británica provenía del sur de Estados Unidos". En efecto, los cuerpos de los esclavos del sur de Estados Unidos eran la base para un sistema de créditos y derivados financieros que construyó el im-perio británico e hizo posible el imperio yanqui.

Raíces históricas del racismoLos mercados norteamericanos e internacionales

vendieron y compraron esclavos para sostener el ma-sivo comercio del algodón y luego su mano de obra fue hipotecada para crear bonos financieros que en su turno sirvieron como colateral para otros préstamos. Siguiendo el mismo patrón de la fe ciega en la bene-volencia del mercado que condujo a la crisis de 2008, este sistema financiero basado en la esclavitud colap-só en la década de 1830. Y fue esto que en gran parte impulsó el expansionismo estadounidense que termi-nó con la conquista de México y las aventuras de los filibusteros en América Central.

La campaña de William Walker en Nicaragua tuvo tanto que ver con urgentes motivos financieros concre-tos como con su ideología imperialista racista. El fracaso del sistema financiero estadounidense basado en la es-clavitud forzó a los esclavistas a resolver sus dificultades por dos métodos. Uno, intensificar la explotación de los esclavos para que produjeran cada vez más algodón. Y, como escribe Baptist, "el segundo método de aumentar los ingresos fue buscar nuevos territorios, tanto con el fin de aumentar la cantidad de tierras en cultivo como con la esperanza de provocar un nuevo auge".

Vale la pena mencionar esta historia porque expli-ca mucho de las raíces históricas del racismo contra

los afrodescendientes en Estados Unidos, igual que el profundo racismo que se expresa abiertamente en ese país contra la población de origen indohispano. Ese ra-cismo no es un fenómeno que se rectifica con las refor-mas. Es un fenómeno inherente al sistema económico del capitalismo norteamericano y europeo. La actual ola de represión policial-jurídica y de terrorismo racis-ta es un reflejo de esa persistente realidad.

El escritor Abayomi Azikiwe piensa que "desde la cima alcanzada por el Movimiento por los Derechos Ci-viles, la clase dominante ha librado una campaña para revertir todos los logros ganado entre 1940 y 1970. Hoy la Ley de Derechos de Votación ha sido vaciado de las provisiones para su implementación y en muchos de los Estados se han desbaratado todos los programas de acción afirmativa diseñados a corregir las injusticias en la educación, la vivienda, el empleo y los derechos de la mujer. Los objetivos finales de la autodeterminación, de la liberación nacional, de justicia y de igualdad socio-económica no van a lograrse sin el socialismo".

Por su parte, Ajamu Baraka piensa que "la lucha en Estados Unidos tiene que ser ubicado en el contexto anti-colonial. Si no, nos encontraremos mendigando al Estado colonial a violar la misma lógica de su propia existencia al pretender que se va a acabar con la bru-talidad policial y los asesinatos por el Estado. El Estado colonial es en serio cuando busca proteger el poder de los blancos capitalistas coloniales mientras nosotros nos enredamos en el lenguaje del reformismo liberal que exige "justicia" e "imputabilidad". Esas demandas sirven en un sentido de transición, si aceptamos que se trata precisamente de eso, transición. La justicia y la li-beración auténtica solo vendrán con una auténtica des-colonización, cuando el poder revolucionario esté en las manos de los nuevamente autodeterminados, grupos sociales, clases y pueblos, ahora todavía oprimidos.

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Las rebeliones y el movimiento contra el te-rrorismo de la policía en Estados Unidos no hicieron más que amplificar el grado de vio-

lencia que el Estado invoca para mantener el orden en las ciudades. Al hacerlo, se demuestra también la debilidad anémica de la recuperación económica de Estados Unidos y la forma espectacular en el que los negros fueron excluidos de la nueva "abundancia".

Por ejemplo, la región de Baltimore, donde Fred-die Gray fue procesado, arrestado y finalmente ase-sinado por la policía, es una de las más pobres de toda la ciudad:• 21% están desempleados;• 25% de los edificios son abandonados y están en

condiciones deplorables• La esperanza de vida es de seis años menos que

en el resto de la ciudad;• 55% de las familias viven con menos de 25.000

dólares al año;• Oficialmente, el 30% vive en la pobreza;• La tasa de mortalidad infantil es dos veces más

alta que la de la ciudad en su conjunto.• La tasa de desempleo negro se encuentra todavía

en un 11%, mientras que para los blancos se redu-jo a 5%.

• La pobreza, a nivel nacional, ha alcanzado el 30% de los negros.

• El 33% de los niños negros viven en la pobreza, pero esta cifra es del 55% para los niños negros menores de 5 años.

• Tal vez el indicador más revelador del extremo racismo de la sociedad estadounidense y las con-

secuencias sociales que produce, se puede me-dir por el hecho de que la tasa de suicidios de los niños negros (entre 5 y 11 años) se ha duplicado en los últimos 20 años, mientras que en los niños blancos es una estadística casi imperceptible.La pobreza y la desigualdad de los habitantes de

Sandtown, en Baltimore, es un indicador de lo que es la vida urbana y en las periferias de las grandes ciu-dades para millones de afroamericanos que han sido relegados el mundo de los bajos salarios y el trabajo precario. Walmart (la empresa de supermercados más grande del mundo) ha sustituido a las mensajerías como mayor empleador de negros estadounidenses. Mientras que el gobierno de Obama hace gárgaras con la recuperación de la economía de Estados Unidos, la mayoría de los negros rara vez la experimentan.

En otras palabras, independientemente de los criterios, los afroamericanos de EEUU tienen una menor calidad de vida que las de los blancos. Este es el legado de la esclavitud tanto en el Sur como en el Norte, en un país que, históricamente, ha confinado a los negros en los barrios más pobres, en las peo-res condiciones de vivienda, así como en las peores escuelas y puestos de trabajo, y con los salarios más bajos. Esta historia de la discriminación racial inten-cional continúa hoy en la forma de vida de los ne-gros, aunque el racismo contra los negros ya no es legal o socialmente aceptable. Aunque el racismo ya no es jurídicamente admisible en Estados Unidos, lo sigue siendo en gran medida en el trabajo, en el ac-ceso a los "buenos empleos" y a los recursos necesa-rios para mejorar las condiciones de vida.

Mientras tanto, se infiere que la pobreza en las co-munidades negras es debido a que los negros son perezosos, irresponsables, y viven de la asistencia so-cial. Por eso, se establece las condiciones para que los barrios negros experimenten una mayor supervisión y control por parte de las "fuerzas de seguridad". Esto se combina con décadas de "guerra contra las drogas" (aunque el consumo de drogas iguales tiene sanciones diferentes, dependiendo del tipo de fármaco; la droga de "los pobres" es la que se castiga con más dureza) al igual que con los cientos de estrategias de encarcela-miento de miles de jóvenes negros y latinos, hombres y mujeres, para frenar posibles disturbios, mientras que se atiza el racismo contra los negros. Esto, entre otras razones, explica porque las comunidades negras son estigmatizadas en Estados Unidos.

Hoy en día, hay un presidente negro, una fiscal ge-neral negra (Loretta Lynch) por no hablar de los miles

El legado de la esclavitud

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de funcionarios y representantes electos en las ciuda-des y estados del país. El Congreso tiene 43 miembros negros, la cifra más alta en la historia estadounidense. Obviamente, una capa de negros fue completamente absorbida e integrada por el capitalismo norteameri-cano, al igual que el presidente, que puede ser el más vehemente cuando se trata de denunciar a los afroa-mericanos pobres y a las clases laboriosas.

La alcaldesa afroamericana de Baltimore, Stepha-nie Rawlings-Blake (ejerce el cargo desde 2010), dijo poco antes de la rebelión: "muchos de los que se encuentran aquí, en la comunidad negra, se han vuelto complacientes ante los crímenes de negros contra otros negros (…) mientras que muchos de nosotros sostenemos las protestas así como deve-nimos en cara activa ante la mala conducta policial, muchos son también los que dan la espalda cuando somos nosotros a los que nos matan". Ella, al igual que Obama, obviamente se refiere a los jóvenes de la rebelión negra como "matones" y "criminales", dos palabras que nunca han sido utilizadas por los funcionarios blancos de Ferguson. Es decir, vemos como funcionarios y representantes negros electos contribuyen a estigmatizar la vida de los afroameri-canos en términos que sus colegas blancos podrían utilizar con impunidad. Ellos hacen a los propios negros responsables de su destino a través de una retórica que enfatiza la cultura, la moral y la irres-ponsabilidad de los negros como fuente de la des-igualdad; es un discurso que esconde la cuestión central: el racismo y el capitalismo.

La brecha que se está ampliando entre la elite ne-gra y la clase obrera negra, ha vuelto importante la cuestión de la solidaridad de clase en el movimien-to. Históricamente, el movimiento negro siempre fue entendido a través de líneas de clase debido a la naturaleza general del racismo estadounidense. Pero mientras que un gran número de funcionarios y representantes fueron elegidos para gobernar ciu-dades y suburbios donde viven los trabajadores ne-gros, se profundiza el antagonismo que revela la no-ción de solidaridad entre todos los negros. Cuando la alcaldesa de Baltimore movilizó al ejército para ocupar los barrios negros -al tiempo que permite a los blancos ir y venir libremente, haciendo caso omi-so de la ley marcial impuesta a los negros-, la idea de que nos encontramos todos dentro, en el mismo lado de la barrera, explota por la lucha.

El silencio del movimiento obrero y la división ra-cial persistentes en la sociedad estadounidense y en la percepción de la policía, hace que los trabajado-res blancos no sean vistos como el aliado natural de los negros en la lucha contra la policía.

Más allá de los afectadosLas denuncias sobre la violencia policial, resulta-

do del activismo del movimiento de rebelión, tienen la capacidad de erosionar aún más la actitud de la clase obrera blanca sobre el racismo y sobre la "apli-cación de la ley".

Para que tal cosa suceda y continúe teniendo un efecto, el movimiento debe crecer. Debe extender-se más allá de los negros que son los más afectados. Se debe involucrar a otros sectores de la clase obre-ra que también sufren de racismo y los ataques de la policía; latinos, árabes, musulmanes, trabajadores indocumentados, mujeres negras y transexuales, también sufren el abuso policial aunque a menudo pase desapercibido, debido a la propensión de la violencia dirigida contra los hombres negros.

El movimiento Occupy, principalmente blanco, sin embargo, mostró la rapidez con que el Estado puede pasar de utilizar el racismo para justificar la expansión de su poder para "mantener el orden" y

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York a Cleveland o Detroit, de Washington, capital de la nación, a Chicago, Memphis, Atlanta o Bir-mingham, desde Nueva Orleans a Los Ángeles que no esté exonerada por la muerte gratuita de negros inocentes. No es más un fenómeno seccional. El tér-mino "sección" se refiere, en la historia de Estados Unidos, para reclamar "el derecho de los estados" en contra de las autoridades federales, sobre todo antes de la Guerra Civil (1861-1865), cuando los esta-dos del sur se batían impedir cualquier interferencia del Estado federal en la "institución" de la esclavitud o para exigir la devolución de los esclavos fugitivos hacia el Sur, a sus "dueños".

Anteriormente, el método tradicional de lincha-miento era la cuerda. Hoy en día es la bala del oficial de policía. Para un americano, la policía es el go-bierno (o el Estado), sin duda alguna, su figura más representativa. Nosotros sostenemos que las prue-bas sugieren que la muerte de negros se convirtió en una política de seguridad (o policíaca) en Estados Unidos y que la política de seguridad es la expresión más práctica de la política del gobierno".

(*) Extractos de un artículo de Keeanga-Yamattha Taylor, publicado el 22 de mayo en

A l’encontre – La Breche.

retomar, enseguida, sus nuevas tecnologías de se-guridad contra cualquier amenaza al sistema polí-tico. Occupy había representado una amenaza tal, por lo que fue objeto de una enorme violencia y del abuso de la policía. Además, se debe hacer un esfuerzo concertado para involucrar a los trabaja-dores organizados en el movimiento, ya que los trabajadores negros también representan un nú-mero desproporcionadamente alto de sindicaliza-dos. Podemos imaginar las futuras acciones en el lugar de trabajo contra la brutalidad policial y los asesinatos. Pero deben ser organizadas y defen-didas, sobre todo cuando los organismos oficiales del movimiento sindical estadounidense siguen en relativo silencio sobre cuestiones de racismo y violencia policial. Esta es la base sobre la que un movimiento mucho más amplio contra el terroris-mo de la policía puede ser organizado para dar ba-talla. Pero esto debe ser parte de una estrategia. Es sólo una de las funciones que debe cumplir la izquierda organizada en los próximos meses.

Durante los siglos XIX y XX, la mayor parte de la violencia contra los negros se llevó a cabo en el campo, antes de la migración negra de los años 1920 y 1930. En la actualidad, no hay una sola ciu-dad importante de Estados Unidos, desde Nueva

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Jorge Capelán ___________________

En este artículo abordaremos la experiencia del Estado de Bienestar de Suecia, conocido en ese país escandinavo como el Hogar del

Pueblo, por ser la expresión más acabada de un con-junto de medidas tendentes a reformar el capitalismo las que fueron aplicadas en Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental en el período que abarca desde los años 30 hasta los años 80 del siglo pasado. Estas medidas partían de la premisa de que era posible evi-tar, e incluso superar, las crisis cíclicas del capitalismo apuntalando el consumo y la demanda en períodos de recesión por medio de la inversión pública y de progra-mas sociales que mantuviesen girando la rueda de la acumulación de capital.

Ya sea en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Cuba o cualquiera de los países que reivindican las banderas del socialismo en el Siglo XXI en nuestra América, los mecanismos de redistribución de la riqueza por me-dios indirectos como los impuestos, se encuentran a la orden del día a medida que ganan terreno dos con-vicciones: la primera, que la construcción de las alter-nativas post-capitalistas o socialistas no se realizan en un vacío, sino en un orden económico y político domi-nado por el mercado mundial capitalista, capaz de de-terminar seriamente todo tipo de iniciativas políticas nacionales contrarias a su lógica de acumulación; la segunda convicción, es que sin un desarrollo adecua-do de las fuerzas productivas, de la tecnología y de la riqueza material de la sociedad, es imposible avanzar hacia la superación del capitalismo.

Estas mismas convicciones animan planteamientos como de China en cuanto a un "socialismo de merca-do", o el vietnamita, cuyos caracteres tal vez muchos cuestionen como retrocesos hacia el capitalismo pero que ha sabido combinar el crecimiento económico y el desarrollo en un marco de justicia y derechos sociales, lo que presenta grandes diferencias con el modelo de política económica neoliberal. Incluso experiencias de desarrollo socialista, como la de Corea del Norte, en la actualidad se ven obligadas a revisar muchos de sus presupuestos.

Si vamos a Europa, donde recientemente han co-menzado a perfilar alternativas políticas contra el ré-gimen neoliberal de la Unión Europea –como Syriza en

La experiencia socialdemócrata en Suecia del Hogar del Pueblo

Grecia y Podemos en España–, el punto de partida es el de la recuperación de las viejas políticas económi-cas del Estado de Bienestar socialdemócrata. No es el propósito de este texto discutir acerca por qué de este giro en el énfasis de las políticas de las izquierdas, solo constatamos el renovado interés actual por las políti-cas socialdemócratas cuando los viejos partidos que las llevaron a la práctica abrazan diversas variantes del neoliberalismo. Estas medidas económicas reformis-tas, englobadas bajo la etiqueta de "keynesianismo" (del economista británico John Maynard Keynes, 1883-1946), surgieron como una manera de dar respuesta a las crisis del capitalismo en el Siglo XX, especialmente a partir del crash de la bolsa de 1929.

Las políticas inspiradas en el keynesianismo se im-plementaron en todos los países del centro imperial a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. A ni-vel económico, el motor tras este tipo de políticas era reactivar la economía global devastada por la contradicción periódicamente catastrófica entre una enorme capacidad productiva y una posibilidad de compra cada vez menor de las grandes masas de tra-bajadores/consumidores con salarios tan deprimidos que no podían consumir los bienes que ellos mismos producían con su trabajo. A nivel político, el objetivo

nuestromundo

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de las estas políticas era contener el avance del blo-que de países socialistas encabezados por la disuelta Unión Soviética (URSS), así como el de los pueblos del Tercer Mundo que llevaban a cabo una serie de exitosas experiencias liderada por movimientos de liberación nacional. Se pretendía demostrar que sin cuestionar el sistema, las clases trabajadoras podían acceder a mejoras sustanciales de sus niveles de vida de manera más rápida y eficaz que a través de revolu-ciones socialistas, expuestas a las intervenciones del propio imperialismo, a bloqueos y guerras económi-cas, políticas y militares.

Nuestro interés en el estudio de esta experiencia es avanzar en la comprensión de cuáles elementos de la misma pueden ser aprovechados para la construcción de alternativas post-capitalistas y/o socialistas, a partir de las realidades actuales del siglo XXI; así como de las contradicciones que desde el punto de vista de las cla-ses populares están implícitas en este tipo de políticas. Por esa misma razón, es que en particular nos interesa el modelo del Estado de Bienestar Sueco, ya que éste tuvo como uno de sus principales actores al que en su momento fue considerado como el movimiento obre-ro mejor organizado del mundo (por el altísimo nivel de afiliación a los sindicatos), y que durante varias dé-cadas tuvo expresas pretensiones de constituirse en una vía al socialismo.

Hogar del puebloEn 1928, en una sesión del parlamento, el líder so-

cialdemócrata Per Albin Hansson pronunció su famo-so "Discurso del Hogar del Pueblo", en el que formuló este concepto fundamental del Estado de Bienestar en su país: "La base del hogar es lo común y el senti-miento de comunidad. El buen hogar no conoce pri-vilegiados ni rezagados, no conoce niños mimados ni entenados. Allí el uno no mira desde arriba al otro, nadie trata de sacar ventajas a costa de los demás, el fuerte no oprime ni saquea al débil. En el buen hogar reinan la igualdad, la consideración, la cooperación y el espíritu de servicio. Aplicar esto al gran hogar del pueblo y la ciudadanía, significaría derribar todos los muros que hoy en día dividen a los ciudadanos en privi-legiados y rezagados, dominantes y dependientes, ri-cos y pobres, potentados y desamparados, saqueado-res y saqueados. La sociedad sueca todavía no es ese buen hogar de los ciudadanos. Aquí, por cierto, reina la igualdad formal, la igualdad en derechos políticos, pero en lo social todavía existe la sociedad de clases, y en lo económico impera la dictadura de los pocos. A veces las diferencias son tremendas: mientras que una parte vive en la abundancia, muchos tienen que andar de puerta en puerta por un bocado de pan, y el pobre se angustia pensando en el mañana amenazado

por la enfermedad, el desempleo o alguna otra trage-dia. Para que la sociedad sueca se convierta en el buen hogar de los ciudadanos se deben remover las diferen-cias de clase, se debe desarrollar la protección social, debe ocurrir una nivelación económica, los asalariados también deben acceder a una cuota de la administra-ción de la economía, la democracia debe implemen-tarse aún en lo social y lo económico".

Durante el siglo XX, entre las décadas de 1930 y 1970, Suecia pasó de ser una de las economías más po-bres de Europa a una de las más ricas del mundo –al menos en términos relativos. Desde mediados del si-glo XIX hasta inicios de la década de 1920, en unos 70 años, 1 millón y medio de suecos (de una población de entre 3.5 y 5 millones) había tenido que emigrar hacia los Estados Unidos por el hambre. En los años 60 del siglo pasado, unas 3 décadas después de iniciado el ca-mino hacia la construcción del "Hogar del Pueblo", la mayoría de los trabajadores pudo tener un vehículo y una televisión, vivir en un apartamento decente, tener acceso casi gratuito a la salud y pensión para todos y todas. Fenómenos como la mendicidad y la indigen-cia, la falta de vivienda o el analfabetismo fueron erra-dicados. Se hizo efectiva, o al menos así lo pareció, la igualdad de oportunidades en un sistema que ofrecía créditos para estudio fuertemente subvencionados y donde el lema y viejo sueño socialista de "seguridad de la cuna a la tumba" se había hecho realidad, o al menos así lo parecía.

De haber tenido una presencia bastante marginal en el concierto europeo por casi 200 años, el pueblo sueco pasó a ser universalmente conocido por su prag-matismo, por su racionalismo, por su apego, e incluso paternidad, sobre instituciones democráticas como el ombudsman o defensor del pueblo, las políticas con-sensuadas, la independencia de poderes y la organiza-ción de la sociedad civil bajo la forma de "movimientos populares". De Suecia se dice que es un país pequeño, que no ha estado en guerra por 200 años, que de su relativa pequeñez, con duro esfuerzo, disciplina y sen-tido de la importancia de hacer compromisos ha logra-do alcanzar unos envidiables niveles de desarrollo sin invadir ni bombardear a nadie.

En los años setenta del siglo pasado, cualquier súb-dito sueco andando por el mundo era visto como por-tador de valores como la lucha por los derechos de los negros en Estados Unidos, la oposición a la gue-rra del Vietnam o a la dictadura de Pinochet en Chile. Suecia y sus habitantes llegaron también a ser sinóni-mos de liberación de la mujer, así como de liberación en el plano sexual.

Esta es una visión ideologizada de Suecia, populari-zada tanto en variantes socialdemócratas como libe-rales de ese país escandinavo. Sin embargo, contiene

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mucho de verdad. Es cierto que este país ha sufrido una transformación dramática de su situación en los últimos 100 años, y que mucho de esa transformación ha tenido que ver con las políticas socialdemócratas de Estado de Bienestar; pero también la mayoría de esos avances, se han revertido de una manera que hace irreconocible a la Suecia de hoy en día compara-da con la de hace 25 o 30 años atrás.

Empecemos cuestionando el primer mito, que des-cribe a Suecia como un pequeño y pacífico país: en la conceptualización de la experiencia del Estado de Bienestar de los países de Europa Occidental, es de suma importancia tener en cuenta sus posiciones dentro del orden de poder mundial, lo que es espe-cialmente relevante para entender el caso de Suecia. El marxista y ex-dirigente comunista sueco C. H. Her-mansson no dudaba en caracterizar a su país como imperialista. El hecho de que la renta de un país pro-venga de la explotación y el saqueo de otros, marca cualquier tipo de política redistributiva que lleve a cabo. ¿Qué riquezas redistribuye un país imperial, si en gran medida esas riquezas son producto de la ex-plotación de otros pueblos?

La Suecia de hoy en día, con más o menos 10 millo-nes de habitantes, es el principal exportador per cá-pita de armas en el mundo. Lógicamente, su exporta-ción es pequeña comparada con la de los productores con grandes economías, pero se trata de armas avan-zadas, como aviones de quinta generación, lanchas artilladas, bombas de racimo, etcétera. Técnicamen-te, Suecia tiene prohibido exportar armas a dictadu-ras o a países que estén en guerra –un compromiso difícil de cumplir en la práctica y que ha sido violado en varias ocasiones, no solo ahora en el siglo XXI, sino también en el XX.

120 siglos de historiaSuecia, un país cuya historia se remonta a los albores

del neolítico hace 12 mil años, siempre ha sido un país volcado hacia el exterior y con constantes relaciones (amistosas o no) con otros pueblos vecinos (y no tan vecinos). Su primer centro de poder político importante se formó en el siglo V antes de Cristo y en el siglo VI de nuestra era la población logró asentarse en esta parte de la península escandinava, con un clima muy poco hospitalario, pero con una ubicación estratégica que permitía un control total del Mar Báltico, el nodo cen-tral de las relaciones entre Eurasia y el sureste y el norte de Europa. Entre los siglos IX y XI se desarrolló la civili-zación vikinga, extraordinarios y temidos marinos que combinaban la agricultura y el comercio con el saqueo, llegando incluso a explorar partes de Norteamérica (mucho antes que los españoles), la actual Turquía en el oriente e incluso la fundación de lo que hoy es Ucrania.

A Suecia le tocó construir la entidad política escan-dinava más poderosa durante largos períodos de la historia –una lucha por la hegemonía que a menudo tuvo que dirimir militarmente. Entre 1611 y 1718, Sue-cia tuvo el rango de Gran Potencia europea. Cuando alcanzó su mayor extensión, su territorio, además del actual, abarcaba partes de lo que hoy son Noruega, Finlandia, Rusia, los países bálticos, Polonia y Alema-nia. Durante este período, el Estado sueco se convirtió en órgano independiente del poder de la Corona. Asi-mismo, alcanzó un gran desarrollo cultural, con la fun-dación de varias universidades y gimnasios y jugó con la idea de convertirse en una potencia colonial, al com-prar, en 1638, la colonia de Nueva Suecia entre lo que hoy son los estados de Delaware, Pennsylvania, New Jersey y Maryland, en la costa Este de Estados Unidos.

Asimismo, se sientan las bases de una ideología del pueblo sueco como pueblo amo de otros pueblos, su-perior a los demás por mandato divino: en la década de

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1670 el rey Carlos XI destinó una suma millonaria para financiar Atlantis, un voluminoso trabajo del científico Olof Rudbeck (el viejo), conocido por sus aportes a la clasificación de las especies, precursor del sistema de-sarrollado por su compatriota Karl von Linné. En la obra que le había encargado el rey Carlos, Rudbeck "demos-tró" que la raza sueca era descendiente de una civiliza-ción de superhombres que en épocas remotas había habitado la mítica isla de La Atlántida. Según Atlantis, gran parte de la producción de los grandes genios de la filosofía griega se refería a Suecia, especialmente el continente mítico descrito por Platón. Olof Rudbeck, que a los 23 años de edad realizó la hazaña de descu-brir el sistema linfático del cuerpo humano, encaró la tarea de propagandista e ideólogo de la corona sueca con la misma seriedad con la que encaraba su actividad científica y produjo un trabajo que durante unos siglos sirvió de mito fundacional de la "raza sueca".

Sin embargo, Suecia contaba con escasa población y demasiados enemigos. La modernización de Rusia bajo el emperador Pedro el Grande, vino a dar al tras-te con las ambiciones imperiales de la corona sueca al derrotarla en las batallas de Poltava y Perevolochna. Suecia se convertiría en uno de los países más pobres de Europa y tardaría casi dos siglos, hasta la década de 1870, en recuperar el PIB per cápita que había alcanza-do en su época de esplendor, alrededor de 1700.

Por lo general, se presenta a Suecia como un país con un alto desarrollo de las instituciones y con una ciuda-danía propensa a la negociación. Esta es una verdad con importantes modificaciones, cierta para el período marcado por la llegada de la socialdemocracia al poder con sus compromisos de clase con la burguesía (de los que hablaremos más adelante), hasta el fin definitivo del modelo del "Hogar del Pueblo" al llegar al Siglo XXI.

Lucha de clasesEste "Hogar del Pueblo" socialdemócrata surge en

realidad de una prolongada y a ratos cruenta lucha de clases. Las ideas de la Revolución Francesa llegaron a Suecia cuando el terreno aún no estaba maduro. El rey Gustavo III era cada vez más impopular, especialmen-te al tratar de recuperar el poder perdido a punta de guerras que costaban muchos muertos. Sin embargo, había tomado a tiempo algunas reformas que desmo-vilizaron a las masas campesinas mientras que por me-dio de la represión le impedía a los estudiantes más ra-dicales de universidades como la de Uppsala expresar su solidaridad con la naciente República francesa. La nobleza, lógicamente, no quería ni oír hablar de revo-lución. En aquellas épocas no eran raras las rebeliones campesinas, con decapitaciones de nobles incluidas. En realidad, la nobleza le tenía bastante miedo al cam-pesinado que como en el resto de Europa, también se levantó a mediados del siglo XIX.

A pesar de lo retrógrado de la oligarquía nobilia-ria, desde fines del siglo XVII y hasta inicios del XIX, comenzaban una serie de procesos que anunciarían la entrada de Suecia en el orden capitalista. Hubo un proceso de concentración de la tierra que llevó a que los campesinos menos rentables la perdieran y pasaran a trabajar como peones en las fincas de los campesinos ricos. "La Paz, las Vacunas y la Papa", como decía el bardo Isaías Tegnér, hicieron milagros en un país en el que la gente se moría de hambre: en-tre 1810 y 1850 –escribe el historiador Håkan Blomk-vist– la población sueca pasó de 2.4 a 3.5 millones de personas a causa del acceso a alimentos, mejores condiciones de salud y la ausencia de guerras. Sin embargo, en 1840 el número de campesinos sin tierra era 4 veces el de 100 años antes.

A mediados del siglo XIX, Suecia era un país pobre en el que el 90% de la gente vivía de la agricultura. En tales condiciones de pobreza, que obligaron a cerca de una quinta parte de la población a emigrar, surgieron fuertes movimientos sociales nutridos por la miseria en el campo y la ciudad, así como por toda clase de radicalismos y de ideas liberales. Fue así como surgie-ron el movimiento contra el alcohol, el de las iglesias libres (en contraposición a la estatal Iglesia Sueca) y el movimiento por los derechos de la mujer. Estas luchas y contradicciones obligaron a la burguesía a adoptar reformas como la educación universal (1842), las pri-meras leyes de igualdad entre el hombre y la mujer (1845), los derechos de la mujer soltera (1858) y la li-bertad religiosa (1860).

La irrupción de la clase obrera en el umbral del siglo XX alteró el panorama político del país, en el que a los partidos conservador, liberal y campesino se sumó la socialdemocracia. Esto obliga a la burguesía a adoptar

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una serie de reformas social-liberales como el sufragio universal (1908), el seguro a la vejez (1913), el sufra-gio femenino y la jornada de 8 horas, ambas medidas adoptadas en 1918, en una situación en la que el as-censo al poder de los bolcheviques en Rusia provocó olas de pánico en la burguesía sueca y en todas las bur-guesías europeas.

El partido socialdemócrata, heredero tanto de las ideas de Marx como de elementos propios del bagaje político-ideológico de la sociedad sueca, desde la mo-ral protestante hasta el social-liberalismo, se formó en 1889, llegando al poder por primera vez unos 30 años más tarde y estableciendo una hegemonía política prácticamente absoluta unas 4 décadas después, en-tre 1932 y hasta 1976.

Un socialdemócrata como Anders Johansson –in-vestigador y ex alto funcionario en distintas adminis-traciones de su partido, con una perspectiva cercana a lo que podríamos denominar como una izquierda socialdemócrata– distingue diferentes fases de desa-rrollo del modelo del Estado de Bienestar sueco: la fase de surgimiento en el período 1880-1938, marca-do por constantes y agudos conflictos laborales. Un hito fundamental de este período sería la conquista, en 1918, del derecho al voto universal. Otros auto-res marxistas de raigambre antiimperialista, como Mikael Nyberg, insisten en el temor de los industria-listas en Suecia ante la posibilidad demasiado real de un "desarrollo bolchevique" al calor de la Revolución de Octubre (1917).

Desarrollo imperialistaEnte 1920 y 1925 se sucedió una serie de gobiernos

débiles, de minoría, tres de ellos encabezados por el líder socialdemócrata Hjalmar Branting, y otros con alianzas ente la socialdemocracia y el partido liberal.

A lo interno de esta fase de surgimiento, Johansson distingue especialmente una fase de organización, tanto de la clase trabajadora como de los capitalistas, que iría del 1900 al 1930, teniendo un giro abrupto en 1931 con los Sucesos de Adalen: a mediados de mayo de 1931, en el valle de Adalen, cerca de Junsele, cin-co trabajadores fueron asesinados por militares bajo el mando de la policía durante la represión contra un prolongado conflicto sindical. Esta masacre dividió a Suecia en dos: izquierda y derecha. Es importante ha-cer notar que ya para 1930 la industria supera en peso a la agricultura.

En este momento debemos hacer un alto para resal-tar dos acontecimientos: La división de la socialdemo-cracia, y el carácter imperialista de la Suecia moderna.

Al igual que entre todos los partidos de la antigua socialdemocracia europea, una parte del movimiento decidió romper con el partido y sumarse a la corriente

inspirada en la triunfante Revolución Bolchevique en Rusia. Estaban en juego temas como la solidaridad con la naciente Unión Soviética, la cuestión de la su-peditación o confrontación con las propias burguesías nacionales de los países capitalistas occidentales, así como temas relacionados con el apoyo al colonialismo europeo versus la autodeterminación de los pueblos en las antiguas colonias. Desde el momento de la di-visión del movimiento obrero, el Partido Comunista de los Trabajadores (más tarde, Partido de Izquierda Comunista) se convertirá en un aliado y competidor por la izquierda de los socialdemócratas en el poder, en los primeros años cosechando importantes canti-dades de votos e impulsando medidas para radicalizar el proceso, mientras que en otras etapas, como du-rante la Segunda Guerra Mundial o la posterior Guerra Fría, fue perseguido, vigilado y/o demonizado por sus supuestos o reales contactos con los países del Bloque Socialista.

Más o menos en este período, Suecia empieza a convertirse en un país imperialista en el sentido moderno. C. H. Hermansson ha investigado a pro-fundidad el carácter imperialista de Suecia. Gracias a su estudio de las estadísticas económicas del país, Hermansson ha mostrado que a inicios del siglo XX Suecia pasó de ser principalmente un importador de capitales a ser un exportador –carácter económico central para definir una orientación imperialista, que es el segundo fenómeno que analizaremos en este desvío del análisis de Johansson.

Según Hermansson, "en el mercado capitalista, Sue-cia participa en la lucha entre cárteles, trusts, ramas de la producción, empresas transnacionales y estados im-perialistas", todo esto independientemente del hecho de que el país escandinavo durante períodos históricos relativamente breves, haya llevado adelante una polí-tica exterior progresista –algo que habría que matizar, tanto en lo que respecta a la influencia de la OTAN en el marco de la Guerra Fría como en su actuación opor-tunista durante la Segunda Guerra Mundial que le va-lió importantes ganancias económicas.

Alrededor de 1910, la importación de capitales (por ejemplo, préstamos en el extranjero para financiar obras como la construcción del ferrocarril; colocación en forma de bonos en el extranjero de deuda tanto del Estado y las Comunas como de la industria; compra de bosques, tierras y otros recursos por capitales fo-ráneos) comenzó a verse superada por la exportación de los mismos (por ejemplo, inversiones en el extran-jero, préstamos en otros países, etcétera). Según Her-mansson, este desarrollo de la economía imperialista en Suecia tiene sus raíces en dos grandes fenómenos: el desarrollo industrial alcanzado por el país durante el siglo XIX y la concentración de la banca.

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Durante la década siguiente, el capitalismo sueco se convierte de manera definitiva en un capitalismo monopolista. En esos días, el príncipe de las finanzas (y de los famosos fósforos de seguridad), Ivar Krueger comienza a instalar fábricas en otros países (espe-cialmente a países fronterizos con la URSS) a los que les ofrecía créditos a cambio dEl Monopolio sobre el mercado de cerillos. Ya para 1930, las empresas sue-cas tenían muchas filiales en el extranjero, por ejem-plo: La SKF (cojinetes) tenía sucursales en 31 países; la LM Eriksson (telefonía) en 21; la Tändsticksbolaget del propio Krueger tenía filiales en 31; Alfa Laval (equipos de industria pesada) en 11, AGA (gases industriales) en 20 y ASEA (electricidad), en 13 países.

Relaciones con los nazisAunque hoy en día está claramente subordinada

en última instancia a la agenda atlantista de EEUU, la orientación política y económica de Suecia ha sido de siempre imperialista por interés propio: Suecia se declaró neutral durante la Segunda Guerra Mundial para poder comerciar tanto con los aliados como con la Alemania Nazi, a la que proveyó de importantes cantidades de acero y otros bienes necesarios para la guerra, y a cuyas tropas dio paso libre por su territorio para la invasión de Noruega. Tras el fin de la guerra, Suecia se plegó en muchos sentidos a las políticas de la OTAN, a pesar de que formalmente hasta el día de hoy no se haya integrado a la Alianza Atlántica. Rela-cionado con ese carácter imperialista, tenemos una vigencia de ideas racistas arraigadas en todas las ca-pas de la sociedad. Hoy en día, el tercer partido más grande de ese país es el xenófobo y neofascista de los "Demócratas de Suecia", y la mayoría de los partidos, de una u otra forma, durante los últimos 25 años han experimentado un proceso de creciente retroceso hacia posiciones xenófobas y racistas.

Este fenómeno no es nuevo, ni entre la aristocracia ni entre las clases populares: el padre de la reina Silvia de Suecia, Walter Sommerlath, fue un miembro acti-vo del partido Nazi, y el rey Carlos Gustavo XVI es el nieto de Carlos Eduardo, Duque de Sachsen-Coburg y Gotha, el primer noble en apoyar abiertamente al movimiento nazi y uno de los personajes clave para el ascenso al poder de Hitler en Alemania.

A partir de la década de 1920, el nazismo se convir-tió en un fenómeno de masas, con expresiones tanto a la "derecha" como a la "izquierda". Durante el gobier-no de unidad entre socialdemócratas y burgueses im-plementado en los años de la Segunda Guerra Mundial se instalaron campos de internamiento, pero no para elementos nazis, que se movían con bastante libertad en la Suecia neutral, sino para anarquistas, comunistas y otros antifascistas. Si la desnazificación de Europa

tras la guerra dejó mucho que desear, la de Suecia fue prácticamente inexistente: los sectores de la élite que tuvieron lazos con los nazis simplemente cambiaron de intereses y de discurso, y nadie les pidió que asu-miesen eventuales responsabilidades. Incluso, si hoy en día salen a la luz revelaciones en este terreno sobre el rey, la reina o cualquier otra persona poderosa, no llegan a mayores.

La experiencia del Estado de Bienestar u Hogar del Pueblo de este país escandinavo fue un modelo en el que las clases trabajadoras arrebataron importan-tes conquistas a la burguesía, pero también fue una alianza entre los trabajadores y su propia burguesía nacional que permitió la sobrevivencia de un proyec-to imperialista de nación que las élites habían estado construyendo durante cientos de años –y que aún hoy en día siguen construyendo. La socialdemocracia en el poder jamás puso seriamente en cuestión la orienta-ción y el carácter de este proyecto, más bien se plegó a él. Por ejemplo, jamás intentó seriamente abolir la monarquía con la explicación de que ésta solo cumplía un papel decorativo y protocolario.

En vano podemos buscar en el Hogar del Pueblo sueco políticas plurinacionales similares a las de la Autonomía de la Costa Caribe de Nicaragua o la nue-va definición revolucionaria del Estado boliviano. No fue sino hasta el año 1995, ya prácticamente feneci-do el modelo socialdemócrata, que Suecia aceptó la creación de un parlamento de la minoría étnica lapo-na, la verdadera población originaria de ese país que habita en las norteñas regiones polares. Éste parla-mento carece de poderes efectivos en lo relativo a la política económica de la región sobre la que legisla. Tampoco se intentó seriamente abolir el capitalismo: "lo que es bueno para (la multinacional capitalista productora de automóviles) Volvo es bueno para el país", se volvió un dicho muy común en la Suecia del Estado de Bienestar.

Trinidad suecaEntre 1900 y 1945 la economía sueca crecía a un

ritmo de unos 100 millardos de coronas por década, pero entre 1945 y e inicios del Siglo XXI ha venido creciendo a un promedio de unos 500 millardos cada 10 años, para un repunte dramático en las gráficas económicas. Tres factores explican ese crecimien-to: haber evitado las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y haberse lucrado del conflicto; el período de políticas socialdemócratas entre 1938 y 1982 garantizó la construcción de una base material, cultural e institucional sobre la que desarrollar una economía altamente productiva y, por último, el he-cho de que el capitalismo sueco haya logrado inser-tarse exitosamente en la estructura de gobernanza

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occidental global, desde las Naciones Unidas hasta el FMI y el Banco Mundial, etcétera.

Según el marxista Mikael Nyberg, "el modelo sueco estaba formado por una Trinidad del Estado, los sindi-catos y la gran empresa". Como lo señala el autor, "el modelo no se caracterizó por nacionalizar el capital. Las nacionalizaciones solo se dieron en algunos secto-res como los correos y teléfonos, el ferrocarril, las vías férreas y las minas –esta última, una nacionalización realizada por la burguesía a inicios del siglo XX. Por el contrario, la filosofía del Partido Socialdemócrata (SAP) era la de intervenir en la economía para pro-mover el crecimiento y distribuir más justamente la riqueza o, como se acostumbra decir en Suecia, ‘hacer crecer la galleta para poder repartirla’".

A pesar de esto, la clase trabajadora logró controlar una parte importante de los recursos: Por ejemplo, el consorcio PROCORDIA, de propiedad pública, con-trolaba buena parte de los servicios y del sector finan-ciero, para no mencionar la empresa hidroeléctrica Vattenfall. Asimismo, los fondos de pensiones y de la seguridad social tenían un peso muy importante en las finanzas públicas. Hoy en día, la mayoría de esos re-cursos han sido privatizados según un plan planteado por la derecha ya en 1986.

Tanto antes como después de llegar al poder, la so-cialdemocracia favoreció las cooperativas. KF, la coo-perativa de consumo más grande del país, fue fundada en 1899. En la época de oro del Hogar del Pueblo, los supermercados Konsum de esta cooperativa ofrecían toda una gama de productos de la canasta básica bajo la marca genérica de "azul y blanco", adquiridos exclu-sivamente por su calidad y necesidad, a precios solida-rios y sin sacar ganancia. Hoy en día, KF, en la práctica, y a pesar de tener unos 3.4 millones de miembros, ha tenido que retroceder ante la pérdida de poder con respecto al capital.

Asimismo, la socialdemocracia promovió diversos tipos de cooperativas, una de las pocas partes del modelo que aún siguen en pie en la actualidad, ya sea como una forma de sobrevivencia económica para sec-tores medios y bajos de la clase trabajadora o también como parte de diversas iniciativas de privatización de actividades del sector público. Recientes estudios indi-can que entre 1998 y 2008 las empresas cooperativas aumentaron en un 47% mientras que las Sociedades Anónimas solo lo hicieron en un 23%. En 2012 existían 40,000 cooperativas.

Derechos socialesDesde el punto de vista de los derechos de los traba-

jadores, el Hogar del Pueblo significó enormes avances. Por ejemplo: seguros por enfermedad; atención mé-dica total o casi gratuita; medicinas subvencionadas;

educación general gratuita y educación universitaria fuertemente subvencionada; masificación de prees-colares fuertemente subvencionados; derecho remu-nerado de los padres y madres a quedarse en la casa para cuidar de hijos enfermos y recién nacidos; trans-porte público subvencionado; educación de adultos y enseñanza gratuita del idioma sueco a los inmigran-tes; ayudas sociales para personas que se encontra-ban bajo el nivel de pobreza, así como ayudas para los desempleados y un desempleo muy bajo.

Otros ejemplos son haber garantizado el derecho a una vivienda digna, con alquileres subvencionados, tanto a través de campañas masivas de construcción de viviendas populares como a través de ayudas direc-tas a grupos de interés (jóvenes, inmigrantes, pensio-nistas, padres y madres solos) para el pago de los alqui-leres. En los años 60 se llevó adelante el denominado "programa del millón" que consistió en la construcción de al menos un millón de viviendas en los suburbios de las ciudades bajo un concepto integral que ponía al alcance de la población todos los servicios básicos y oficinas públicas más importantes. Eso hizo mucho para mejorar la calidad de vida de una población que tenía a unas pocas cuadras de su casa todo tipo de fa-cilidades, desde correos y supermercados hasta insta-laciones deportivas y culturales, así como servicios de policía, del seguro social, estaciones de buses, metro y trenes, centro de salud u hospital, escuela o colegio, etcétera. Un sistema de lavandería compartida entre los vecinos de un mismo edificio puso a disposición de la gente eficientes máquinas para lavar, secar y pren-sar la ropa, evitando el derroche y el alto costo que

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implicaría instalar esos equipos en cada uno de los de-partamentos. Así, el vecino que deseaba lavar su ropa simplemente reservaba una hora en la "cabaña de la-var la ropa". Este sistema se practica aún hoy en día. Es importante destacar el modelo de gestión democráti-ca implementado, en el que las asociaciones de inquili-nos regularmente negociaban el valor de los alquileres y otros temas, como las inversiones, con las empresas comunales de viviendas. Hoy, con la imposición de la lógica neoliberal de que todo debe ser rentable, el po-der de negociación de los inquilinos se ha deteriorado enormemente.

Las leyes de protección del empleo blindaron efec-tivamente el empleo de los trabajadores mientras el movimiento obrero tuvo la fuerza suficiente: No se podía despedir a un trabajador por cualquier capricho del patrón, y cualquier cambio importante en la or-ganización del trabajo le daba derecho al sindicato a exigir la renegociación de los términos del contrato del trabajador. Hoy, con la "informalización" del mer-cado laboral, este marco de protección se ha vuelto totalmente ineficaz.

Mención aparte merece el logro del "Complemen-to General de Jubilación" (Allmänna Tilläggspension,

ATP) un sistema más justo de fondo de jubilaciones que garantizaba una pensión general y obligatoria fi-nanciada por los empleadores en relación al ingreso de toda la vida y administrado por una directiva designa-da por el Estado y representantes de los patrones y de los trabajadores. Entre otras cosas, este sistema com-putaba los 15 mejores años de ingreso del asalariado. Aunque las mujeres que no tenían suficientes años co-tizados todavía tenían problemas para sobrevivir con esta jubilación, el nuevo sistema benefició a la gran mayoría de los asalariados: anteriormente, la pensión general era muy baja y significaba un descenso muy importante del ingreso al momento de jubilarse. Con el nuevo sistema, incluso a los inmigrantes se les con-taban los años laborados en su país de origen para cal-cular el monto de su pensión sueca. El sistema de ATP se acabó en 1998 con la privatización de las pensiones y su conversión en fondos especulativos registrados en la Bolsa de Valores. Hoy en día, más de la mitad de los pensionistas de sexo femenino en Suecia vive por debajo del nivel de pobreza de la Unión Europea, con ingresos de entre 500 y 800 euros al mes, según cifras oficiales conocidas a finales del año pasado.

Tiempo libre como derechoOtro logro del Estado de Bienestar en Suecia fue la

creación de un sistema de Universidades Populares, subvencionadas por el Estado y financiadas por prés-tamos estudiantiles también fuertemente subvencio-nados, que dieron acceso a miles de jóvenes de los sec-tores populares a carreras técnicas y humanísticas de corta duración pero de alta calidad, desde asistentes so-ciales y masajistas hasta periodistas, músicos y cineas-tas. Un mérito importante de este sistema y de otros similares implementados en el terreno de la educación de adultos fue el de garantizar un grado importante de pluralismo dentro de un marco social común. Lo ante-rior se aplica también al sistema de escuelas comunales de música y el desarrollo del deporte a nivel masivo, que elevaron enormemente la capacidad del país en esas áreas. Además, este tipo de alternativas educativas, culturales y deportivas contribuyó a superar las barreras entre jóvenes y adultos, entre padres jóvenes e hijos, entre personas del campo y la ciudad, etcétera.

Por primera vez en la historia, todo el pueblo sue-co, hasta los de ingresos más bajos, pudieron salir de vacaciones y gozar del tiempo libre como un dere-cho. En primer lugar, los convenios colectivos garan-tizaban a los trabajadores al menos cinco semanas pagas de vacaciones al año. Una ley de paso por las propiedades le permitió a todo el que desease hacer camping salir a recorrer el país sin temer que el due-ño de alguna tierra los sacase escopeta en mano. Una red de "hogares para peregrinos" (un sistema muy

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usado aún hoy en día) ofrecía a los turistas alojamien-to muy barato y una cocina colectiva donde preparar los alimentos en casas especialmente acondiciona-das. Grandes grupos de trabajadores y de familias de clase media baja pudieron comprarse una casita en el campo o en la playa para pasar los fines de sema-na gracias a préstamos solidarios. Otra actividad que se masificó durante el sistema del Hogar del Pueblo fueron los lotes con alquileres bajísimos en tierras co-munales en las afueras de las ciudades, para que la gente se pudiese dedicar a la agricultura los fines de semana, combinando el hobby de cultivar verduras o plantar flores con el de mejorar el consumo domésti-co. En el año 2013, un 23% de la población no podía costearse unas vacaciones sin renunciar a otro gasto vital, según datos de la propia Unión Europea.

Otro elemento a destacar del modelo del Estado de Bienestar fue la socialización de la televisión y la radio, financiada, no a través de impuestos, sino de tarifas cobradas a todas las personas que tenían un aparato de radio o televisión –un sistema vigente aún hoy en día. La justificación de este modelo es la de que supuestamente garantiza un mayor compromi-so de parte de los medios públicos hacia los intereses de la ciudadanía que directamente los financia. Hasta 1990, en Suecia no habían radios ni estaciones de te-levisión privadas. Asimismo, había un amplio sistema de radios de cercanía en el que organizaciones popu-lares podían difundir sus mensajes. Este sistema aún funciona, aunque fuertemente mercantilizado. En cuanto a la prensa escrita, se implementó un siste-ma de ayuda a las publicaciones con una tirada de más de tres mil ejemplares, así como una ayuda a las revistas culturales. Este tipo de ayudas contribuyó a mantener un sano pluralismo ideológico en la socie-dad, dando lugar a voces que difícilmente podrían subsistir bajo condiciones de mercado estrictamente capitalista. Hoy en día ese sistema está totalmente politizado y todo tipo de puntos de vista de izquierda, antiimperialistas y antirracistas están sujetos a fuer-tísimas presiones.

Otros monopolios estatales como el de las farmacias y el de la venta de licor jugaron un papel importante en el cuido de la salud del pueblo: en el caso de las far-macias, garantizando el acceso subvencionado a mé-dicamentos de calidad, y en el segundo, centralizando el expendio de licor gravado con altos impuestos. La empresa estatal de expendio de bebidas alcohólicas to-davía funciona, pero su monopolio es seriamente desa-fiado a partir del ingreso de Suecia a la Unión Europea.

Durante algunas décadas del siglo XX, la mayoría del pueblo sueco pudo experimentar la libertad de te-ner a su alcance la posibilidad de desarrollarse como personas: con la libre disponibilidad de medios para

planificar su vida y la de su descendencia; tanto hom-bres como mujeres pudieron plantearse proyectos de vida individuales, cosa que hasta ese entonces sólo había estado reservada a las élites. Entre la década de los años 50 hasta entrados los 80, la ilusión de la eventual desaparición de las clases sociales parecía una realidad a los ojos de muchos.

La política fiscalEl Hogar del Pueblo se financió principalmente de

los impuestos. ¿Cómo funcionaba ese financiamiento?En primer lugar un impuesto del 52% a las empresas,

que por mucho tiempo estuvo vigente hasta que con la reforma fiscal de 1990-91 fue reducido, primero al 40% y luego al 30%, mucho más bajo que el promedio de la Unión Europea y de los países de la OCDE, que en esos momentos andaba por el 37%. Entre 1994 y 2008, la tasa de impuestos bajó al 28%, en 2009 al 26.3% y en 2013 al 22%, bastante por debajo del promedio de la OCDE y uno de los más bajos entre los países de-sarrollados. Un estudio del programa de noticias Rap-port, publicado hace unos años, indicaba que una de cada tres grandes empresas en Suecia no pagó nada o muy poco de impuestos en 2010, a pesar de haber tenido grandes ganancias.

Otro impuesto importante fueron las denominadas "deducciones a los empleadores" (arbetsgivaravgif-ter), un 36% por encima del sueldo total que se paga-ba a los trabajadores, y que era destinado a financiar el fondo del sistema de pensiones del ATP, el seguro general de salud, y las cajas de desempleo, es decir, partes del sistema de seguros sociales, que además recibía financiamiento del Estado y de los intereses ganados por el capital propio.

Aparte de ese impuesto se aplicaba el Impuesto so-bre la Renta, es decir, un impuesto progresivo, lo que significa que aumentaba porcentualmente entre más alto era el ingreso de la persona: Así, por ejemplo, to-dos los ingresos que en 1982 (último año del Estado de Bienestar clásico) eran menores de 7,800 coronas (un ingreso muy bajo) pagaban 0.00 de impuesto; los ingresos entre 7,800 y 70,100 coronas (el ingreso del grueso de los asalariados) pagaban 4%; los ingresos entre 70,100 y 124,800 coronas (sectores medios) pa-gaban 20%, y así hasta llegar a los ingresos mayores de 350,000 coronas, que pagaban 50%. Hay que acla-rar que no era a todos los ingresos de las personas al que se aplicaba la misma tasa de impuestos, sino que a cada intervalo del ingreso de la persona se le aplicaba la tasa establecida en la ley.

Otro impuesto, proporcional y no-progresivo, ocu-pó la mayor parte de los impuestos cotizados por la enorme mayoría de los trabajadores: el impuesto co-munal, que giraba en torno al 30% del ingreso parejo

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para todos los habitantes de la comuna, independien-temente de su nivel de ingresos. En Suecia existe un muy alto grado de municipalización de la gestión pú-blica, buena parte de la cual es gestionada por las co-munas. Se trata de educación, transporte, agua, man-tenimiento de calles, bibliotecas, centros de salud, etcétera; la mayoría de estas actividades en realidad estaban normadas en la Ley del Reino, de modo que la escuela, la salud y muchos otros servicios tuviesen un nivel de calidad parejo en todo el país.

Este sistema funcionó en tanto hubo una hegemo-nía socialdemócrata y unos sindicatos fuertes, pero a medida que los mecanismos de redistribución del in-greso –tanto entre grupos sociales como entre comu-nas– se fueron debilitando, también fueron aumen-tando las diferencias entre comunas "ricas" y "pobres", y entre las que tenían mayor proporción de habitantes de medios y altos ingresos y aquellas en las que predo-minaban sectores de bajos ingresos. Hoy en día este sistema ha derivado en procesos de segregación social y étnica muy agudos, tanto a lo interno de las comunas como entre comunas.

Por último, los ingresos fiscales del Estado se com-pletaban con el regresivo Impuesto al Valor Agrega-do o MOMS, por sus siglas en sueco. Al aplicarse al consumo privado, este impuesto penaliza a los gru-pos sociales con menor poder adquisitivo, que en conjunto pagan un porcentaje mucho mayor de sus ingresos que los contribuyentes de altos ingresos. En 1976 el MOMS era del 17.65% en Suecia, un nivel medio si se compara lo que en ese año se cobraba en el resto de los países de Europa. 30 años más tarde, en 2006, el MOMS llegaba al 25%, o sea, al nivel más

alto de toda la Unión Europea, solo compartido con Dinamarca, Noruega y Austria.

Otro elemento central de la política del Estado de Bienestar tuvo que ver con los sueldos. Se le denominó "Política Salarial Solidaria" cuyas bases se establecieron tras un pacto en 1938 entre la so-cialdemocracia y la derecha, llamado el Tratado de Saltsjöbad.

Esta política tenía dos grandes elementos: el prime-ro, la denominada "política activa para el mercado de trabajo", que consistía en priorizar los esfuerzos para ayudar a trabajadores y empleadores a encontrarse a través de los programas de la Oficina del Trabajo, la ca-pacitación de la fuerza laboral y la subvención de em-pleos en el sector público y privado. Este tipo de accio-nes se priorizaban ante las acciones de la denominada "política pasiva" para el mercado laboral como, por ejemplo, el seguro que devenga un desempleado (que sin embargo, también surgió por esos años).

El segundo elemento de la política salarial solida-ria fueron las negociaciones centrales ente la central sindical LO y la patronal. En estas negociaciones, las distintas uniones del sindicato llevaban posiciones y estrategias coordinadas previamente. Lo cierto es que durante los años 50 y 60 del siglo pasado se produjo un fuerte crecimiento económico y se logró el pleno empleo, aunque no por ello los sindicatos dejaron de plantear fuertes demandas salariales. Para la década de los años 60, el modelo pasó de ser uno de partes a convertirse en un modelo de sociedad (cada vez más corporativo).

La derrota del modeloAún con esta política económica innegablemente

positiva para las clases trabajadoras, una creciente mayoría del pueblo sueco eligió en las urnas regalar a la burguesía todo lo que antes había logrado arreba-tarle. Para entender cómo y por qué eso sucedió tene-mos que recurrir a los análisis de otros pensadores más allá de los de la socialdemocracia más o menos oficial. Por ejemplo, el del investigador Mikael Nyberg, para el cual el modelo del Hogar del Pueblo fue atacado por arriba y también desde abajo.

Que el modelo fuese atacado desde arriba no debe-ría ser motivo de sorpresa: durante la edad de oro del Hogar del Pueblo sueco, el crecimiento económico fue extraordinario: de unos 450 millardos de coronas a me-diados de la década de 1940, a más de 1500 millardos a inicios de los 70. Durante ese período, varias empresas multinacionales suecas se posicionaron firmemente en el mercado mundial, desde los automotores y las tele-comunicaciones (Volvo, Ericsson) hasta el armamento (Bofors) muebles (IKEA) y hasta los cerillos (Swedish Match). En realidad, fue gracias al Hogar del Pueblo que

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Suecia se pudo convertir en una nación imperialista en el sentido moderno de la palabra. Pero, por esa misma razón, el Estado de Bienestar debía ser sacrificado en el altar del capitalismo monopolista.

Como lo muestra el trabajo del historiador económi-co Rodney Edvinsson, con estadísticas de las cuentas nacionales suecas desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, la cuota de beneficio neta (es decir, las ganancias netas divididas entre los salarios) bajó des-de un 40% en la década de 1940 a un 10% a inicios de la década de 1970. Esto quiere decir que por cada corona invertida, los grandes capitalistas sacaban 10 centavos de ganancia, lo que no quiere decir que fuesen más pobres que antes, dado que las sumas que manejaban eran fabulosas, habida cuenta del crecimiento de la economía sueca. Esta caída en la tasa de beneficios te-nía que ver tanto con la mayor inversión de capital en la producción industrial como con el alza de los sala-rios promovida por el modelo del Estado de Bienestar.

Sin embargo, el modelo también fue atacado desde abajo porque en aspectos importantes había aumen-tado la sumisión de los trabajadores al capital. En el invierno de 1969 tiene lugar una huelga salvaje (es de-cir, no respaldada e ilegal) en la mina de Kiruna, en el norte del país, uno de los bastiones de la clase obrera sueca. Estos obreros, que pronto recibieron apoyo en centros de trabajo de todo el país, se levantaron con-tra el sistema de producción fordista implementado en la industria, que dividía el proceso de trabajo en actividades cronometradas bajo un sistema de pago a destajo que aumentaba fuertemente la intensidad de la jornada laboral.

Los años 60 y 70 vieron el nacimiento de una izquier-da crítica, nacida en gran parte de las camadas de jó-venes de extracción trabajadora que habían logrado tener acceso a la universidad, gracias a las políticas del Estado de Bienestar socialdemócrata. Estos jóvenes, quienes logran desarrollar proyectos de vida propios, de formas que eran prácticamente impensables para los jóvenes de generaciones anteriores, comenzaron a cuestionar desde muchas perspectivas el modelo de sociedad alcanzado: algunos cuestionaron la hipocre-sía tras el imperialismo de los poderes económicos; otros, el materialismo y el consumismo inherentes al planteamiento keynesiano basado en el consumo; otros, la insostenibilidad ecológica del modelo, mien-tras que otros grupos señalaban que las estructuras de opresión de género no se habían desmontado con solo que las mujeres pudieran trabajar y hubieran obtenido una serie de derechos. Este espíritu de cuestionamien-to también estuvo presente en los sindicatos y en sec-tores de la socialdemocracia.

En 1975-76, los sindicatos proponen que el 20% de las ganancias extraordinarias de las empresas más

productivas (es decir, con mayores componentes de maquinaria y con uso de fuerza de trabajo más cali-ficada, y por tanto, beneficiarias de una renta extra con respecto al resto de las unidades de producción) fuesen transformadas en emisiones de bonos de fondos para ser controlados por los propios traba-jadores. Obviamente, esta propuesta, denominada "Fondos de los Asalariados" o Löntagarfonderna, fue rechazada por la patronal y la derecha que la llama-ron "socialismo de fondos".

El sello de Olof PalmeEste debate fue uno de los elementos que condujo a

la derrota electoral de la socialdemocracia en 1976 –el mismo año en el que el Banco Central de Suecia otorgó el premio nobel de Economía al padre del neolibera-lismo, Milton Friedman. El debate siguió y en 1983, la patronal SAF organizó una manifestación de unas 75 mil personas (una cifra multitudinaria para la cultura política sueca) en contra de los fondos. Por esa misma época, los sindicatos se dividen y negocian por separa-do, lo que inicia la división entre sindicatos "ricos" de la industria y sindicatos "pobres" del sector de los ser-vicios públicos. Unos años más tarde, a inicios de los años 90, la SAF deja de lado el "modelo corporativo", retirándose de una serie de direcciones de entes pú-blicos relacionadas con el mercado del trabajo, como Arbetsmarknadsverket (AMV). Se instauraba así el mercado de trabajo de los empleadores.

Todo el mundo recuerda a la Suecia de los años 70 y 80 como la tierra del gran Olof Palme, que se solidari-zó con nuestra revolución nicaragüense y con tantos procesos de liberación nacional a lo largo y ancho del Tercer Mundo, y sobre todo su oposición valiente a la

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guerra de Vietnam y su condena al golpe de Estado en Chile en 1973.

Muchos latinoamericanos, especialmente de países de América del Sur, lograron salvar sus vidas por el compromiso de diplomáticos como Harald Edelstam, que no dudó en condenar en sus propias narices a Pi-nochet y su pandilla de asesinos en los días en los que llenaban el Estadio Nacional de Santiago de tortura-dos y asesinados. Edelstam, cuya valiente acción salvó la vida de muchos militantes del MIR chileno, de los Tupamaros uruguayos, de los Montoneros y del PRT argentinos y de muchas otras guerrillas, no fue visto con buenos ojos por el cuerpo diplomático sueco a su regreso al país, como tampoco fue visto con buenos ojos por las grandes empresas, como la Ericsson y la SKF, preocupadas por el daño que semejante apego a los principios podría causar para sus futuros negocios con los genocidas.

Socialdemocracia corrompidaEn su obra Kapitalet.se, el marxista Mikael Nyberg

describe cómo desde hacía años la oligarquía capita-lista sueca venía discutiendo una serie de problemas del capitalismo occidental con sus pares de Europa Occidental, Norteamérica y Japón en el marco de or-ganizaciones "no partidistas" como el Instituto Aspen y, más tarde, la Comisión Trilateral de Nelson Rocke-feller. En esas reuniones y seminarios a menudo se invitaba a representantes selectos de los sindicatos y del partido socialdemócrata. Fue así que se fue creando una red de contactos y de intereses comu-nes, y el proceso de corrupción de la socialdemocra-cia se fue acelerando.

Paralelamente, la patronal fue construyendo toda una red de organismos de la "sociedad civil" que promovían la idea de que el amplio sector público se había convertido en un peso muerto para el desarrollo del espíritu empren-dedor de los capitalistas suecos. Viejas organizaciones como la Asociación de Contribuyentes, aún existente hoy en día, fueron revitalizadas y otras nuevas fueron crea-das hasta la fundación, en 1978, del poderoso tanque de ideas Timbro (por cierto, a su vez uno de los fundadores, en el siglo XXI, del tanque de ideas argentino de ultrade-recha CADAL, especializado en la guerra sicológica con-tra Cuba, Venezuela y el ALBA).

Indudablemente, el partido socialdemócrata sueco sufrió un avanzado proceso de cooptación y corrup-ción que lo llevó a abandonar cada una de sus políti-cas originales, adaptándose cada vez más al modelo neoliberal. Desde 1976 hasta nuestros días, coalicio-nes de derecha han llegado al gobierno por períodos más o menos cortos pero en general muy turbulentos (1976-1982, 1991-1994, 2006-2014), implementando ataques cada vez más brutales al sector público y a

los derechos de los trabajadores. Sin embargo, los go-biernos socialdemócratas (con el apoyo de la izquierda y del partido verde), fueron incapaces de revertir los daños causados y más bien se dedicaron a la labor de hacerlos permanentes a través de la gestión del mo-delo cuya orientación estaba siendo definida por la derecha.

Al mismo tiempo, con el tiempo fueron ganando legitimidad discursos contra los extranjeros como los de la organización Bevara Sverige Svenskt, que en los años 80 eran abiertamente señalados como neofascistas. En los años 90, el partido de descon-tentos de derechas Nueva Democracia legitimó los discursos abiertamente racistas, y la organización Bevara Sverige Svenskt mutó en el actual partido de los Demócratas de Suecia, la tercera fuerza política del país. En realidad, lo que ha tenido lugar en Sue-cia ha sido una derechización de toda la sociedad, así como el renacimiento de tendencias que se creía habían sido superadas.

Conciencia popular minadaEl tipo de cambios que estaba teniendo lugar en

el modelo del Hogar del Pueblo fue advertido por muchos cuadros y activistas sindicales, tanto dentro como fuera de la socialdemocracia, pero esas voces críticas fueron a la larga neutralizadas. En 1976 Palme, probablemente más preocupado por otros temas, no estaba muy convencido de la importancia de dar la batalla por los Fondos de los Asalariados. Cuando la socialdemocracia retornó al poder en los años 80, cre-yó en los análisis de su ministro de finanzas Kjell-Olof Feldt –que para ese entonces ya era un convertido al neoliberalismo.

Los ejes utilizados para minar la conciencia de clase del pueblo sueco fueron variados. El tema de la crisis fue una de las armas estratégicas más importantes. Con el pretexto de la Crisis del Petróleo de 1973, o con cualquier otro pretexto, se fue implantando la idea de que el pueblo sueco estaba viviendo por encima de sus recursos, que el sector público consumía cada vez más y que los supuestos productores, es decir los capitalis-tas, no daban abasto ante semejante derroche.

La campaña por crear una "conciencia de crisis" en el pueblo sueco no se detuvo ante nada, ni siquiera vaciló en falsificar las cuentas públicas para producir un dé-ficit prácticamente inexistente. El eje de la "crisis" ha sido tan efectivo para desmovilizar al pueblo desde los años 70 a esta parte, que siempre ha sido utilizado por los promotores de las políticas neoliberales a pesar de que las cifras consistentemente muestren ganancias fabulosas en manos de las empresas.

El tema de los impuestos altos fue otra de las cons-tantes: a menudo se insistía en el "efecto marginal", es

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decir en la diferencia –a veces abrupta– entre un esca-lón impositivo y el siguiente (algo que solo afectaba a los ricos pero que se presentaba como un problema de todo el mundo). Otro eje empleado era el de las "re-glas complicadas" que por lo general se traducían en propuestas para no pagar impuestos, o para ir minan-do los derechos laborales. Este último eje ha sido una constante del discurso neoliberal desde entonces.

Los argumentos políticos e ideológicos sobre el tema de la libertad individual también fueron una constante ("los suecos ya son adultos para decidir por ellos mismos qué hacer con su dinero y no que lo ma-neje el Estado"). De hecho, el economicismo promo-vido por la socialdemocracia (y facilitado por la propia clase capitalista) tuvo un efecto de desclasamiento en muchos sectores del proletariado sueco. Mucha gen-te, acostumbrada a niveles muy altos de consumo, y numerosas veces con unas pocas acciones de la em-presa en la que trabajaba, comenzó a dejar de verse a sí misma como trabajadora y empezó a identificarse con los valores y los discursos de la burguesía.

Otro eje utilizado para desmontar las políticas de se-guridad social fue el de que "el trabajar debía de repor-tar beneficios" con el engañoso supuesto de que había gente que vivía como reyes a costa de la ayuda social que era más alta que los salarios. Eso era falso, como también era falso que los más pobres eran los que más recursos públicos disfrutaban. En realidad era al revés, y cada persona fuera de un nivel de subconsumo apor-taba mucho más a la sociedad (en demanda de bienes y servicios, en generación de empleo, etcétera) que si no recibiese ninguna ayuda.

También manejaron el eje de la corrupción del sec-tor público –una verdadera campaña de demonización de lo público, silenciando siempre la corrupción de la empresa privada, que de hecho era muy ducha en el arte de triangular capitales en el extranjero para no pagar impuestos.

Cuando esos elementos no bastaban, se echaba mano a la demagogia, como cuando el político liberal Bengt Westerberg en los años 1980 prometía una habi-tación propia a todos los viejitos en los hospitales cuan-do claramente no había plata para hacerlo. Y si eso no funcionaba, siempre quedaba el odio visceral a Olof Pal-me, así como el levantar el fantasma de la invasión Rusa. El político de derecha Carl Bildt, que llegó a ser Primer Ministro y canciller, comenzó su carrera inventando una invasión de submarinos rusos en los años 80. Resulta-ron ser focas u otro animal marino, aún no se sabe bien, pero rusos no fueron. Hace unos años, en medio de la fiebre antirrusa que recorre a Europa, Suecia revivió la historia, que causó furor durante unas semanas aunque después, como 30 años antes, no se lograse encontrar el menor rastro de submarino. Y si todo eso no parecía

suficiente, sospechamos con mucho fundamento que el terrorismo podía ser una opción: al menos ese es el úni-co sentido creíble que se puede inferir del asesinato de Olof Palme una fría noche de un 28 de febrero de 1986 en Estocolmo. El crimen ha sido prescrito y la verdadera mano ejecutora (¿la CIA? ¿el Mossad? ¿la ultraderecha local? ¿todas ellas?) permanece oculta en las sombras.

Crear ciudadanía, la claveLa experiencia del Hogar del Pueblo sueco, como

la de otras experiencias de izquierda o cercanas al socialismo, pone de relieve la importancia de los fac-tores políticos, culturales e ideológicos para la supe-ración del capitalismo. Sin crear una ciudadanía que sepa identificar los verdaderos intereses en pugna tras cada coyuntura de negociaciones o conflictos de carácter económico o político, es muy fácil que la burguesía retome su "natural" versión del orden de cosas, es decir, que la sociedad sea arrastrada al ca-pitalismo salvaje.

Un elemento fundamental de esta experiencia nos indica que el proyecto de nación debe ser controlado por las clases populares si lo que se pretende es tras-cender el capitalismo. En el caso de Suecia, vemos que el partido socialdemócrata jamás intentó cuestionar seriamente el proyecto nacional de las élites más allá de una redistribución del ingreso. En casos como el de Nicaragua, la burguesía nacional, por su carácter dependiente, jamás ha sido capaz de articular un pro-yecto más o menos coherente, esa ha sido la labor de las clases populares lideradas por el Frente Sandinista. Sin embargo, la experiencia del modelo del Estado de Bienestar sueco muestra la importancia de garantizar

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que los liderazgos sindicales, sociales y políticos le den cada vez más protagonismo a los sectores populares.

Otra lección del Hogar del Pueblo sueco es que algu-nas expresiones de cultura política antidemocráticas y antipopulares, que en un período histórico se creen superadas, muchas veces en realidad se encuentran en estado letárgico, esperando renacer tan pronto las condiciones así lo permitan. Esa es la naturaleza del capital, que no se detiene ante nada ni nadie al recla-mar su cuota de ganancia. En este sentido, el control del Estado es fundamental: la socialdemocracia jamás logró sanear las Fuerzas Armadas de elementos ultra-derechistas, partidarios del fascismo y del nazismo.

La experiencia socialdemócrata del Hogar del Pue-blo demuestra asimismo que es posible combinar un proceso de crecimiento sostenido con altos niveles de justicia social y democratización de la economía. Es comprensible que la dirigencia socialdemócrata haya querido evitar una sangrienta guerra civil con la bur-guesía por el control del poder económico, pero al mis-

mo tiempo fue profundamente ingenua al pensar que el impasse logrado con el Tratado de Saltsjöbad y otros compromisos iba a durar para siempre. La cuestión de los Fondos de los Asalariados de 1976 tenía que ser planteada, pero ya las condiciones para resolverla se habían perdido. Era obvio que la burguesía no estaba dispuesta a ceder.

Qué hubiese pasado si no hubiera ocurrido la divi-sión entre socialdemócratas y comunistas en Suecia y en el resto de Europa Occidental, y de esta manera la humanidad se hubiese salvado de la debacle de la Segunda Guerra Mundial, es algo que cabe preguntar-se desde nuestro Siglo XXI. Sin embargo, se trata de especulaciones de limitado valor. Lo cierto es que la experiencia socialdemócrata aporta una serie de ele-mentos útiles para nuestros esfuerzos actuales por abolir el capitalismo aunque su alcance sea insuficien-te y sus bases históricas se hayan agotado en la me-dida en que el capital hoy en día esté sumido en una lógica especulativa y no-productiva.

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Debemos erradicar este sistema. Nuestros padres no tienen para comprarnos libros ni cuadernos; estudiamos en el piso".

"Grillo" era su seudónimo, su nombre de combate. Por su palabra agitadora, antisomocista y antiimperialista, por su acción revolucionaria, es detectado por el enemigo y perseguido.

El 27 de abril de 1979, el Grillo estaba reunido con otros revolucionarios. Al salir, un criminal somocista "cucaracha", después de dispararle en la cabeza, lo atropelló con su ve-hículo. Días después, el 2 de mayo de 1979, Luis Alfonso Velásquez, destacado agitador y dirigente estudiantil, en-ciende nuevamente el ánimo de sus compañeritos al levan-tar éstos sus gritos de protesta por tan cobarde asesinato.

Me es imposible calificar este indecible asesinato. Es impo-sible contener las lágrimas de rabia y en mis sentimientos se impone con nitidez la justicia. Sólo las hienas somocianas, las bestias a sueldo de la Dictadura pudieron cometer tan espan-toso crimen. ¡Ni siquiera lo dejaron enterrar en paz!

Su palabra agitadora era expresión de su firme convicción revolucionaria y de su fidelidad a los principios sandinistas.

Su figura pequeña y menudita estaba siempre presente en las principales jornadas de combate libradas por nues-tro pueblo para derrocar a la cruel tiranía somocista.

Viene de contraportada ___________________________ Hermano Luis, compañero, hijo menor de Sandino: to-davía no asimilo la dimensión de tu incomparable ejemplo: Sólo sé que por tu sangre también tenemos que vencer.

*Colección Juan de Dios Muñoz - Series Biográficas Populares. Editado por la Secretaría Nacional de

Propaganda y Educación Política del FSLN. Managua, abril 1980.

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Luis Alfonso, el GrilloJulio López C.* __________

De entre la multitud, que se había hecho presente al acto del 21 de febrero de 1979 –para gritar

como un coro de miles de voces "Sandino Vive"– el niño se abrió paso con autoridad hasta alcanzar la tarima y me dijo: "Com-pañero, yo soy del Movimiento Estudiantil de Primaria y necesito tomar la palabra". Yo me quedé sorprendido y aprovechando que un conjunto interpretaba una canción, me acosó con exigencias y explicaciones: "yo tengo que hablar", me repetía. Le ex-pliqué, apurado, que había un programa que yo tenía que respetar... consulté y todo el mundo estuvo de acuerdo: el niño tenía que hablar.

No me dejó otras alternativa que presentarlo, darle el micrófono y dije: "Compañeros, con nosotros un hijo de Sandino que no quiere dar su nombre y me impone que le dé la palabra". Hasta hoy sé su nombre: Luis Alfonso Velásquez Flores. Tenía 9 años.

Vestía un pantaloncito rojo, raído, como gritando sus orígenes proletarios y una camisa que había sido amari-lla, desteñida por el uso. Su insistencia era tenaz y firme: "Compañero, es necesario que se apure y me dé la palabra, pues yo no puedo andar muy tarde y por aquí andan sapos que me pueden detectar". El diario La Prensa, al anunciar su vil asesinato, publica su foto en ese acto.

"Compañero: tenemos que luchar, tenemos que seguir lu-chando contra la dictadura militar". Ese era el alma de su mensaje. La multitud sorprendida era atravesada por la aguda y firme voz del niño dirigente y entre los multitudi-narios aplausos, hábil y discretamente desapareció.

Su presencia es inolvidable. Su carita fina y su mirada redondeaban una expresión que exigía respeto y no admi-ración. Me persuadió que no le gustaba que lo vieran como niño; más bien imponía el "compañero".

Es imposible escribir sobre su tierna y preciosísima san-gre. Solamente quiero trasmitir a los lectores esos segun-dos de su vida que yo vi. Y desde lo alto de los edificios de la UNAN –unas semanas más tarde- por última vez escu-ché su voz, que decía: "Muerte al somocismo", la multitud reconoció su voz, le aplaudió, pero esta vez no habló.

"Compañeros, ya es tiempo de despertar, podemos ver a los niños campesinos, durmiendo en tapesquitos de madera y comiendo tortilla con sal, y por eso les hablo, que luchemos para que haya Patria Libre".

Así hablaba Luis Alfonso Velásquez Flores, niño már-tir de la Revolución Popular Sandinista, quien es, efec-tivamente, una de las figuras más extraordinarias y

excepcionales surgidas en la lucha revo-lucionaria nicaragüense.

Luis Alfonso nace el 31 de julio de 1969 en un hogar muy humilde de Managua. Sus padres son Daniel Velásquez y Valen-tina Flores de Velásquez. Comenzó sus estudios de primaria a los cuatro años y llegó hasta el tercer grado en el Colegio "Máximo Jerez", que hoy lleva su nombre.

A los ocho años, como consecuencia de la situación económica de su hogar, abandona sus estudios y se dedica de lleno a la actividad revolucionaria y a fecundar con su ejemplo la semilla revo-lucionaria que hoy germina en todos los niños sandinistas.

En 1977 y con 8 años de edad, participa en las tomas de las iglesias y colegios regando papeletas, actúa como correo y recoge dinero y comida para los que permanecen ocupando las escuelas e institutos.

En ese mismo año trabaja en la campaña "Navidad sin presos políticos" y hace llamados de atención a la juventud para que se una a la lucha revolucionaria.

En el barrio Riguero hace "pintas", se integra a las mo-vilizaciones y, sobre todo, dedica sus esfuerzos a propa-gandizar la necesidad de la insurrección. En las tomas de barrios participa haciendo pancartas, pañuelos rojinegros y recogiendo dinero para la elaboración de las bombas.

A la par de estas tareas, que podríamos calificar de se-milegales, realiza labores clandestinas de apoyo a los in-surgentes armados, como vigilancia y cubrir las retiradas lanzando bombas a los tenebrosos vehículos de los BECAT (Batallones Especiales Contra Ataques Terroristas), patru-llas élites de la Guardia Nacional.

Sus cuadernos escolares son hoy un elocuente testigo de esa conducta y de su pensamiento revolucionario; en sus páginas y acompañados de gráficos, encontramos con su letra infantil las consignas con las que agitaba en sus actividades de masas: "Por el derrocamiento de la Dicta-dura Militar, Movimiento Pueblo Unido"; "Bendito el vientre de una madre que parió un hijo sandinista"; "Tener espíritu consciente, es tener espíritu revolucionario".

Luis Alfonso fue un destacado dirigente estudiantil. Fue partícipe en la organización y fundación del Movimiento de Estudiantil de Primaria (MEP), del que fue destacado líder, y por muchos meses estuvo vinculado al Movimiento Estudiantil de Secundaria (MES).

Son orígenes llenos de gloria, de combatividad y heroís-mo. De preocupación constante por el destino de sus com-pañeros de lucha y de los demás niños: "Estamos como animalitos, en condiciones infrahumanas.

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