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Foro Internacional ISSN: 0185-013X [email protected] El Colegio de México, A.C. México Conde, Gilberto EL CALLEJÓN SIN SALIDA: INSURRECCIÓN, REPRESIÓN, IDEOLOGÍA Y GUERRA CIVIL EN SIRIA Foro Internacional, vol. LIV, núm. 3, julio-septiembre, 2014, pp. 577-607 El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=59940021003 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Conde, Gilberto

EL CALLEJÓN SIN SALIDA: INSURRECCIÓN, REPRESIÓN, IDEOLOGÍA Y GUERRA

CIVIL EN SIRIA

Foro Internacional, vol. LIV, núm. 3, julio-septiembre, 2014, pp. 577-607

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Foro Internacional 217, LIV, 2014 (3), 577-607

EL CALLEJÓN SIN SALIDA: INSURRECCIÓN, REPRESIÓN, IDEOLOGÍA Y GUERRA CIVIL EN SIRIA

Gilberto Conde

Aux yeux des idéologues et des idéologisés, rien au monde n’est neutre ni objectif, et toute critique, dussent-ils en admettre le bien fondé au plus profond de leur for intérieur, est une prise de parti contre eux. Mais, pour celui qui a choisi de ne pas appliquer deux poids et deux mesures à la recherche de la vérité et à l’appréciation de la justice, il n’est d’autre ressource que de se résigner à l’incompréhension et à la calomnie, voire à l’injure.

Maxime Rodinson1

Introducción

Un año después de sus inicios en marzo de 2011, la crisis siria se había tornado particularmente compleja. Tras llegar la insurrec-ción popular a un punto muerto, había escalado para transformar-se en un enfrentamiento bélico. Más aún, se había transformado en una complicada combinación de conflictos simultáneos. Aparte de la insurrección popular, la guerra civil y la guerra confesional, ocurría un conflicto que involucraba la intervención prácticamente abierta de grandes potencias y de potencias medias regionales. Aunque las causas de esto son múltiples, influyeron ciertas decisio-

1 Maxime Rodinson, “Préface”, en Rizkallah Hilan, Culture et développement en Syrie et dans les pays retardés, París, Anthropos, 1969, p. xiii.

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nes de algunos actores particulares. De hecho, la propia diversidad de aspectos del conflicto sirio constituyó un factor importante para que se llegara a una situación en la que ninguna de las partes era capaz de vencer militarmente a la otra.

En este artículo se intenta analizar el curso de los acontecimien-tos con el objetivo de dejar de manifiesto cómo se han articulado los diversos niveles del conflicto. Esto puede ayudar a comprender por qué la partida ha sido tan difícil de definir en un sentido u otro a pesar de la evidente catástrofe humanitaria que ha ocasionado en Siria. Cualquier esfuerzo de resolución del conflicto debe tomar en cuenta esta complejidad.

Los grupos rebeldes, que planteaban el movimiento en tér-minos pacíficos, de unidad del país y su población y de no inter-vención, crecieron enormemente durante 2011. A pesar de sus esfuerzos, terminó por emerger una guerra y, más aún, tomó cariz interreligioso. A una situación ya compleja se le agregó un conflicto regional y mundial por el control de Siria que se entendía como una lid por el control del Medio Oriente. El antagonismo desarrollado en el país se ha caracterizado por la aparición recurrente de situa-ciones de empate. Lo que no ha cesado, sin embargo, es el aumen-to masivo de víctimas mortales, de desplazamiento de poblaciones que se convierten en refugiados internos o externos, de destruc-ción material de las ciudades y de la infraestructura.

La complejidad del tema ha llevado a delimitar el alcance del presente artículo. Se analiza únicamente su primera fase del conflicto para entender cómo se llegó a la primera serie de empates técnicos entre los rebeldes y el régimen, con lo que la guerra civil se tornó difícilmente evitable. Aunque en el texto se esbozan los elementos que contribuyeron a tornar más compleja la situación con la inclu-sión de los otros aspectos de conflicto, se dejará para otra ocasión el estudio detallado de la aparición de la guerra sectaria y de la guerra internacional por Siria y el Medio Oriente.

En el documento se argumenta que las protestas que aparecie-ron en Siria a mediados de marzo de 2011 y que tomaron dimen-siones masivas en cuestión de días constituyeron un movimiento popular esencialmente endógeno. En los primeros momentos de las movilizaciones, las autoridades sirias tuvieron la alternativa

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entre, por un lado, responder con reformas radicales, so riesgo de perder el poder, total o parcialmente, o, por otro lado, desatar una fuerte represión que les dejara la posibilidad de aplastar el movi-miento popular, a pesar de los enormes y previsibles costos que esta opción implicaba.

A partir de entonces, el gobierno y los opositores chocaron en diversos frentes. Las manifestaciones enfrentaron la represión a manos de las fuerzas de seguridad del Estado y de grupos violen-tos ligados a éste. Asimismo, se estableció una fuerte batalla por la hegemonía cultural sobre la sociedad siria entre diversos grupos opositores y el Estado.2 Exiliados políticos e intelectuales sirios se asociaron con grupos de rebeldes dentro del país para atraer apo-yo en el interior y el exterior de Siria. Paralelamente, se formó otro agrupamiento de opositores que buscaba encontrar una ter-cera salida. El enfrentamiento ideológico llevó a una situación en que la oposición se encontraba dividida, aunque mantenía la de-lantera moral.

Mientras tanto, el régimen respondía con una estrategia que incluía varios elementos: producir un discurso orientado a mante-ner un grado importante de legitimidad entre sectores de la pobla-ción, quizás minoritarios; establecer un proceso de diálogo con el sector de la oposición que estaba dispuesto a negociar, aunque su propia actitud parecía predestinarlo al fracaso; reprimir sistemáti-camente al movimiento pacífico con el objetivo aparente de oca-sionar su desgaste y frustración, y que no le quedara más opción que mermar sus propios planteamientos básicos.

Sin embargo, la insurrección popular, que se había expresado por medio de manifestaciones pacíficas masivas durante gran parte

2 Gramsci explicaba en sus Cuadernos de la cárcel que las clases dominantes, incluso en regímenes dictatoriales, producen una hegemonía cultural, mediante una ideología dominante, que les permite mantenerse en el poder. Los movimien-tos de oposición, si desean conquistar el poder, están obligados a desarrollar una contrahegemonía, ejercer un liderazgo alternativo, capaz de unir a diversos secto-res de la sociedad frente al grupo dominante. Véase A. Gramsci, Selections from the Prison Notebooks of Antonio Gramsci, trad. del italiano y edición de Quintin Hoare y Geoffrey Nowell-Smith, Nueva York, International Publishers, 1971 [1927-1935], pp. 55-60, 397-411.

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de 2011, terminó por ceder la iniciativa a diversas fuerzas armadas opositoras. En medio de la represión ejercida por el régimen, ha-bía aparecido una oposición armada que encontró aceptación en-tre la población que apoyaba la revolución. Este fenómeno, sin embargo, tuvo un efecto paradójico: fortalecía al Estado al dar sus-tento y credibilidad a los elementos discursivos que acusaban a la rebelión de violenta. Las fuerzas represivas lo utilizaron como justi-ficación para responder mediante un uso aún mayor de la violencia contra la población, además de combatir a los insurgentes.

A pesar de que los alzados tuvieron éxitos militares importan-tes durante un periodo, a mediano plazo llegaron a una situación de empate técnico con el régimen. La militarización de la rebelión también contribuía a que la oposición pacífica llegara a una situa-ción de estancamiento frente al Estado a pesar de los avances que les permitían mostrar la posibilidad de construir un tipo distinto de Siria, como el establecimiento de lo que llamaban zonas liberadas.

La internacionalización del conflicto fue incapaz de romper la situación de empate. Desde los primeros momentos, la subleva-ción armada contó con el apoyo logístico, material y diplomático de otros países de la región y del mundo. No obstante, una carac-terística peculiar del impasse es que las fuerzas del régimen tam-bién veían sus mermas materiales compensadas por el apoyo de otros países y la colaboración de grupos armados no estatales o extranjeros.

En el presente artículo se rastrean estas evoluciones con el ob-jetivo de comprender cómo se transitó de la insurrección a la gue-rra civil. También se busca entender la lógica de la lucha ideológica entre las oposiciones y el régimen. La comprensión de estos ele-mentos contribuyen a verter luz sobre los motivos por los que los sirios llegaron a un callejón sin salida y por lo tanto a la prolonga-ción de la guerra civil.

El artículo se divide en tres apartados además de esta introduc-ción y de las conclusiones. En el primero se rastrean los orígenes de la rebelión con el propósito de entender cuál fue su lógica y en torno de qué elementos sus participantes más explícitos armaron su planteamiento ideológico contra el régimen con el cuadro de agravios. En el segundo se analiza cómo la oposición pintó un cua-

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dro estratégico en la lucha por la hegemonía cultural. En el terce-ro se estudia cómo la dinámica de violencia generada por el Estado y la consecuente guerra civil contribuyeron a resquebrajar el plan-teamiento estratégico de la oposición. Aún así, el régimen fue inca-paz de vencer a la oposición, pero ésta tampoco logró derrocar al gobierno, con lo que el proceso quedó en un impasse.

1. Los difíciles inicios de la insurrección pacífica

Las movilizaciones masivas aparecieron en Siria tras el ejemplo de las manifestaciones en otros países árabes a inicios de 2011. Aunque, desde por lo menos febrero de 2011, algunos grupos de activistas habían intentado desatar movilizaciones en Damasco exigiendo cambios, su éxito había sido limitado. Las manifesta-ciones masivas en Siria no dieron inicio sino hasta mediados de marzo, cuando las autoridades arrestaron y torturaron a un gru-po de adolescentes por trazar leyendas políticas sobre los muros de la ciudad de Deraa. El texto que inscribieron y que les valió el arresto dice mucho de lo que estaba en curso. Pintaron la misma consigna que, cantada en las calles de Túnez y de Egipto, había llevado al derrocamiento de los presidentes de esos dos países: “el pueblo quiere que caiga el régimen”.3

Entre tanto, las autoridades sirias habían pasado del orgullo de no haber sido afectadas por la ola de movilizaciones de ese año en numerosos países árabes al asombro y de inmediato a reprimir sistemáticamente las manifestaciones de protesta en el país. Así, mientras salían a las calles a protestar cientos de miles en otros países árabes, pero pocos en Siria, el presidente Bashar Al-Asad presumía ante la prensa internacional de la estabilidad en su país. Según sus afirmaciones, su gobierno estaba más a tono con su población que los gobiernos de otros países árabes.4 Sin embargo,

3 P. G. Pinto. “Yallah Irhal Ya Bashar: violencia, protestas y fragmentación so-cial en el levantamiento sirio”, en L. Mesa Delmonte (comp.), El pueblo quiere que caiga el régimen: Protestas sociales y conflictos en África del norte y en Medio Oriente, Méxi-co, El Colegio de México, 2012, pp. 353–379.

4 B. Asad, “Interview With Syrian President Bashar al-Assad”, The Wall Street

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un par de semanas después, tras el estallido de las movilizaciones en Deraa y después de algunos titubeos, Asad respondió ofrecien-do algunas reformas modestas, pero asegurando que, aunque había gente sincera en las manifestaciones, había un grupo de conspiradores que buscaba derrotar a su gobierno. La sedición, argüía, buscaba utilizar el elemento sectario para debilitar a Siria, con lo que esperaban eliminar el último obstáculo que entorpecía la realización de los planes israelíes. Ofrecía reformas, pero las mis-mas y al mismo ritmo que habían sido definidas seis años atrás en el congreso de su partido, el Ba‘ath.5

Sin lugar a dudas la motivación directa de los pobladores de Deraa para manifestarse era el arresto de los muchachos por la pin-tada. No obstante, rápidamente afloraron otras demandas, como el fin a la corrupción o el derecho a comprar y vender tierras.6

La represión gubernamental fue otro factor que encendió los ánimos en Siria. El 18 de marzo las fuerzas del orden entraron a la ciudad de Deraa y dieron muerte a cinco manifestantes. En el lap-so de una semana, la represión violenta del Estado iba en aumen-to, pero también las manifestaciones masivas.7

Existía una colección de agravios sufridos localmente, y el con-texto regional de movilización contribuyó enormemente a facilitar el estallido. Túnez y Egipto ofrecieron un ejemplo que mostraba las posibilidades de cambio en sociedades cercanas. Tampoco se puede descartar que, con lo que sucedía en Libia, algunos sirios hayan pensado en la posibilidad de que intervinieran potencias extranje-ras en contra del gobierno de Damasco. Después de todo, las prime-ras movilizaciones masivas en Siria, y la respuesta de Asad, se daban al mismo tiempo en que los países de la Organización del Tratado

Journal, 31 de enero de 2011, en http://online.wsj.com/article/SB10001424052748703833204576114712441122894.html

5 B. Asad, “President al-Assad Delivers Speech at People’s Assembly”, Syrian Arab News Agency (sana), 30 de marzo de 2011, en http://www.sana.sy/eng/21/ 2011/03/30/pr-339334.htm

6 K. Marsh, Syria: Four Killed in Deraa as Protests Spread Across South, The Guardian, 23 de marzo de 2011, en http://www.guardian.co.uk/world/ 2011/mar/ 22/syrian-protests-troops-kill-deraa

7 J. P. Filiu, Je vous écris d’Alep : Au cœur de la Syrie en révolution, París, cde, 2013.

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del Atlántico Norte (otan) –la misma que, liderada por Estados Unidos, ha representado a los países capitalistas occidentales desde poco después de la Segunda Guerra Mundial– intervenían en Libia y facilitaban la acción rebelde contra Muamar Gadafi, que sería de-puesto pocos meses después.8

Como ya se vio, las autoridades atribuyen una gran importan-cia a una supuesta conspiración para explicar las movilizaciones. Es natural que un régimen recurra a ese tipo de argumentos para ex-plicar tanto la rebelión popular como la represión gubernamental. Un par de años después, cuando hubo manifestaciones generaliza-das de protesta en Turquía, las autoridades de ese país esgrimieron un discurso similar. Décadas atrás, durante las movilizaciones de 1968 en México, voceros del Estado mexicano dibujaron un cua-dro con elementos análogos. Aunque hubiera existido tal conspira-ción, otros factores tuvieron un peso mucho mayor. Una población difícilmente se moviliza masivamente si no se siente agraviada por un régimen. Es decir, si no hubieran existido las condiciones polí-ticas, sociales y económicas para el estallido de lo que cada vez más se fue convirtiendo en una insurrección popular, ninguna provoca-ción extranjera habría tenido posibilidades de éxito.

Las libertades políticas, restringidas durante la época del Man-dato francés, después de la Primera Guerra Mundial, sufrieron fuertes limitaciones durante la época republicana. Desde el esta-blecimiento de la República Árabe Unida (rau), con la unifica-ción de Egipto y Siria a finales de la década de 1950, el presidente Gamal Abdel Naser instauró un sistema de partido único. Aunque

8 Bajo la cobertura de una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la otan estableció una zona de prohibición de vuelos sobre Libia (N. Watt, E. MacAskill, I. Black, E. Pilkington y L. Harding, “Libya: UN Security Coun-cil Backs No-Fly Zone and Air Strikes”, The Guardian, 18 de marzo de 2011, en http://www.theguardian.com/world/2011/mar/17/libya-un-security-council-air). La Organización fue más allá del mandato del Consejo y empleó su fuerza aérea para quebrar la capacidad militar de las fuerzas armadas libias. Esto fue ob-vio desde el primer día de ataques, como se puede apreciar, por ejemplo, en C. McGreal, I. Black, T. Helm y K. Willsher, “Allied Strikes Sweep Libya as West Inter-venes in Conflict”, The Guardian, 20 de marzo de 2011, en http://www.theguar-dian.com/world/2011/mar/19/libya-air-strikes-gaddafi-france

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la medida fue revocada tras la disolulción de la república en 1961, el partido Ba‘ath dio un golpe de Estado dos años después e intro-dujo una ley de emergencia que limitaba las garantías individuales y las libertades políticas.

El golpe de Estado de Hafez Al-Asad de 1970 formalizó estas limitaciones. El artículo 8 de la constitución de 1973 establecía que el Partido Ba‘ath era el partido dirigente de la sociedad, aunque aceptaba la existencia de otros partidos que se integraran a un Frente Patriótico, en el marco del cual se toleró la existencia de varios partidos con un estatuto subordinado.

La represión azotó a todos los que desafiaran la autoridad de los círculos más influyentes del poder. Los servicios de inteligencia arrestaron a numerosos integrantes del propio partido del gobier-no por sostener posiciones distintas a las del presidente o la direc-ción local del partido. Los que habían dirigido el gobierno entre 1966 y 1970 pasaron más de veinte años en prisión. A los anterio-res, partidarios de Michel Aflaq, el fundador del partido, les aguar-dó un destino similar o el exilio.9

Por supuesto, los militantes de otras corrientes políticas sufrie-ron experiencias similares. El gobierno arrestó a miles de miem-bros y simpatizantes de los Hermanos Musulmanes durante finales de la década de 1970 e inicios de la de 1980.10 Es verdad que una serie de grupos suníes radicales había lanzado la lucha armada contra el régimen sirio con apoyo de las autoridades iraquíes y jordanas, que gozaban del apoyo de Estados Unidos. Recuérdese que entonces Iraq estaba en guerra con Irán y el gobierno de Damasco apoyaba al de Teherán. No obstante, la movilización islamista había culminado con una insurrección popular en la ciudad de Hamma que el régimen aplastó por medio de la avia-ción, con lo que destruyó la ciudad y causó la muerte de muchas personas que no habían participado en la movilización. Se desco-noce el número exacto de muertos, pero algunas versiones ha-blan de diez mil.

9 E. Kienle, Ba‘th v. Ba‘th: the Conflict between Syria and Iraq, 1968-1989, Lon-dres, I. B. Tauris, 1990.

10 M. Seurat, L’État de barbarie, París, Éditions du Seuil, 1989.

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Durante la década de 1980, el Partido de Acción Comunista (pac), conformado por jóvenes radicalizados de todo el país, tam-bién fue severamente reprimido. Cientos, si no es que miles, de sus miembros fueron arrojados a prisión, donde algunos perma-necieron hasta dieciséis años.11 Militantes de muchos otros gru-pos, de izquierda, nacionalistas o islamistas, también resintieron la represión.12

La cuestión religiosa-comunitaria en Siria es muy compleja y constituye uno de los elementos socio-culturales que están detrás del conflicto. Sin embargo, se trata de un asunto extremadamente espinoso que difícilmente logra consensos en Siria. Una parte de la población árabe suní, particularmente la que se ha radicalizado en términos del discurso islamista, ve con malos ojos que el presi-dente y no pocos de sus allegados más cercanos dentro del aparato de Estado provengan de la comunidad alawí.13 El tema, aunque tiene un trasfondo político evidente, toca algunas cuerdas muy sensibles de la subjetividad comunitaria en Siria.14

A pesar de la limitación de las libertades, el régimen había logra-do mantener un cierto grado de legitimidad. La ideología sociali-zante del nacionalismo árabe y del Ba‘ath, con el establecimiento de un cierto grado de Estado de bienestar, era un elemento importante

11 El autor del presente texto entrevistó a varios miembros o exmiembros del pac entre 2000 y 2003 que habían permanecido en prisión durante cuatro, ocho y 16 años.

12 Seurat, op. cit.13 Loc. cit. Véase además el equilibrado análisis de N. v. Dam, The Struggle for

Power in Syria: Politics and Society under Asad and the Bath Party, 4a ed., Londres, I. B. Tauris, 2011.

14 Con mucha frecuencia, los medios de comunicación internacionales di-bujan la situación en Siria como si el enfrentamiento fuera entre la comunidad suní en su conjunto contra la comunidad alawí, también de forma colectiva. Es importante aclarar que ni todos los suníes están contra el régimen ni todos los alawíes están con él. Sin embargo, es indudable que Hafez Al-Asad, desde su llegada al poder en 1970, y su hijo Bashar han integrado a muy numerosos alawíes a los aparatos de seguridad y de gobierno para fortalecer su poder. Esto ha sido un factor importante en exacerbar una visión sectaria, confesional, de las contracciones sociales y políticas en Siria, claramente identificada por Seu-rat, op. cit.

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de su aparato ideológico.15 Existían servicios gratuitos de salud de cierta calidad, educación pública, condiciones favorables para el campesinado, derechos laborales.

Bashar Al-Asad llegó al poder en 2000 e introdujo una serie de cambios que tuvieron efectos contradictorios, es decir, que le gran-jearon simpatías a la vez que animadversión. Las reformas se cen-traron en los terrenos político y económico. En cuanto al primero, liberó a miles de presos políticos, dio ciertos márgenes de libertad de prensa –casi inexistente durante el gobierno de su padre–, y permitió, dentro de ciertos límites, el accionar de algunos grupos que el régimen sabía que se componían de opositores. Parte de la apertura, conocida en su momento como Rabi‘ Dimashq (la Pri-mavera de Damasco), fue efímera. El régimen mandó clausurar los numerosos clubes de discusión abiertos en 2000, a los que asis-tían cientos de sirios entusiastas de poder debatir abiertamente las carencias y debilidades del país. A partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001, las autoridades empezaron de nuevo a arres-tar a miembros de grupos independientes.16

Lo más importante, sin embargo, fue la introducción de medi-das neoliberales, en un proceso que se aceleró después de 2003. Sus efectos fueron diversos. Mientras algunos individuos y grupos se enriquecían, se mermaba la legitimidad del régimen.17 La efi-ciencia económica neoliberal experimentada durante los primeros diez años de gobierno del presidente Bashar Al-Asad aportó un sentimiento de aprobación entre la burguesía y la pequeña bur-guesía urbanas, independientemente de su afiliación religiosa o étnica. Antes, a pesar del discurso socialista del partido en el poder, la ineficiencia económica y la corrupción, aparte de cierta dosis de

15 Véase el artículo 13 de la Constitución siria de 1973 en República Árabe Siria, Constitución, 1973, en http://www.servat.unibe.ch/icl/sy00000_.html El peso de la ideología es reconocido incluso por un estudioso del factor sectario en la política siria: N. v. Dam, op. cit.

16 El autor conoció a un miembro de Activistas Anti-Globalización en Siria que pasó un año en prisión sin haber cometido ningún crimen, que no fuera ser uno de los organizadores de este grupo independiente.

17 M. Provence, “Unraveling the Syrian Revolution”, Regions & Cohesion, vol. 2, núm. 3, 2012, pp. 153-165.

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aislamiento económico, ya habían llevado a un grado importante de empobrecimiento de amplios sectores de la población.18

Sin embargo, la situación fue bastante diferenciada en otros sectores. Durante el régimen del Ba‘ath, el campesinado había go-zado de importantes ventajas mediante inversiones de capital, sub-sidios a insumos y apoyo a los precios.19 El sostén estatal había contribuido a limitar el éxodo rural. Sin embargo, mientras que 48% de los habitantes del país vivían en el campo en 2000, diez años después sólo 44% permanecía en las zonas rurales a pesar de las mayores tasas de fertilidad de las campesinas.20 Sin embargo, Siria se vio afectada por una fuerte sequía entre 2006 y 2010 que agravó las condiciones de pobreza extrema de entre dos y tres millones de personas.21 A pesar de algunos apoyos, el sector agrícola tuvo una contracción de cerca de 10% en 2007 y de 9% en 2008. El creci-miento de cerca de 7% en 2009 de la actividad fue insuficiente para contrarrestar la enorme caída de los dos años anteriores.22

Por otro lado, las privatizaciones y las reformas económicas que facilitaban la apertura de nuevos negocios llevaron a un aumento de la ostensión de la riqueza en las ciudades sirias que también

18 R. A. Hinnebusch, Syria: Revolution from Above, Londres, The Contemporary Middle East, Routledge, 2002; y V. Perthes, The Political Economy of Syria Under Asad, Londres y Nueva York, I. B. Tauris, 1997.

19 H. Batatu, Syria’s Peasantry: The Descendants of its Lesser Rural Notables, and their Politics, Princeton, Princeton University Press, 1999; y R. Hinnebusch, “Syria: From ‘Authoritarian Upgrading’ to Revolution?”, International Affairs, vol. 88, núm. 1, 2012, pp. 95-113.

20 Population Division of the Department of Economic and Social Affairs of the United Nations Secretariat, World Population Prospects: The 2010 Revision and World Urbanization Prospects: The 2011 Revision Monday, 2 de diciembre de 2013, en http://esa.un.org/unpd/wup/unup/p2k0data.asp

21 Integrated Regional Information Networks (irin), “Syria: Drought Pushing Millions into Poverty”, Humanitarian News and Analysis, irin, Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (ocha), 9 de septiembre de 2010, en http://www.irinnews.org/report/90442/syria-drought-pushing-millio ns-into-poverty

22 Véase el reporte, escrito con elogios al régimen, de Fondo Monetario Inter-nacional (fmi), “Syrian Arab Republic: 2009 Article IV Consultation – Staff Re-port; and Public Information Notice on the Executive Board Discussion”, fmi, marzo de 2010, en http://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2010/cr1086.pdf

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perjudicó la legitimidad del régimen. Las reformas estructurales, la reducción de subsidios y el crecimiento económico sostenido a par-tir de 2000, le granjearon al gobierno sirio la satisfacción del Fondo Monetario Internacional.23 En relación proporcionalmente inver-sa, los sectores más desfavorecidos por las reformas y por la sequía perdían su apego a la hegemonía cultural del régimen. El contraste de su condición con la del famoso magnate y primo del presidente, Rami Majluf, o de otros nuevos ricos que se paseaban por las calles de Damasco y Alepo en automóviles de lujo, era profundamente subversivo.

En conclusión, sectores muy grandes de la población siria te-nían muchos motivos, sociales, económicos y políticos, para sentir deseos de cambio. La corrupción, la falta de oportunidades econó-micas, el crecimiento de los contrastes sociales, la merma de las ventajas que el régimen quiso o pudo otorgar en el pasado se com-binaban con la idea de que pequeños grupos se beneficiaban de manera exclusiva del aumento evidente de la riqueza para causar una desazón creciente con el gobierno. Esto coincidió con el desa-rrollo espontáneo y veloz de las movilizaciones populares en otros países árabes para dar la impresión de que en Siria también era posible realizar cambios importantes, incluso derrocar al régimen. La represión aparentemente injustificada contra los habitantes de Deraa y la negativa del gobierno a realizar reformas profundas fue-ron la gota que derramó el vaso.

2. La lucha por la hegemonía cultural

Durante la primavera de 2011 se dio una lucha encarnizada entre el Estado sirio y lo que de manera genérica se ha dado a llamar “la oposición”. Ésta buscaba conquistar y aquél conservar lo que po-dríamos llamar la hegemonía.24 Se trató de una feroz lucha ideoló-

23 fmi, op. cit.24 La guerra en Siria se ha agudizado a tal grado, que se podría pensar que ha

perdido importancia la hegemonía o el liderazgo social. Gramsci hacía notar que las cuestiones de liderazgo –que utiliza como equivalente de hegemonía– de un sector que domina o aspira a dominar al resto de la sociedad, es fundamental en

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gica que se dio en las manifestaciones callejeras, en las declaraciones a los medios de comunicación, en las redes sociales, en los muros, en los templos, así como en los cafés y en todo tipo de conversacio-nes.25 Sin embargo, como se ha visto y se verá más adelante, esta lucha de ideas se acompañó, incluso durante los primeros días, y de manera creciente, de un violento combate armado.

Lo que inició como simples manifestaciones de protesta se fue tornando cada vez más en una insurrección popular abierta. Ante esta situación, el régimen debía sopesar sus opciones. Visiblemen-te, quienes toman las decisiones calcularon que dar un viraje para emprender un proceso radical de reformas y renovación corría el riesgo de desencadenar una dinámica similar a la de Túnez, Egipto o Libia, y que los podía llevar a perder el poder. Por los aconteci-mientos posteriores, podemos considerar que la estrategia adopta-da por el régimen consistió en hacer todo por quebrar la base de legitimidad de la rebelión. Adoptó una estrategia de represión y de negociación limitada que aparentemente buscaba favorecer la división de los insurrectos. Simultáneamente, el régimen realizó acciones que le permitieran ganar cierto apoyo, activo o pasivo, entre algunos sectores de la sociedad.

Los rebeldes, aunque carecían de una estrategia unificada,26 trataban, quizás empíricamente, de encauzar su actuar y su discur-so según líneas que les permitían contrarrestar los ataques ideoló-gicos del régimen y atraer a sectores aún mayores de la población. La lucha ideológica sucedió en torno de ciertos elementos clave: el carácter violento o no de la rebelión; la representación del conjun-to de la sociedad, no sólo de un grupo religioso o étnico; la defensa

una lucha social, ya que la dominación necesariamente se debe acompañar del ejercicio del liderazgo. Gramsci, op. cit., pp. 55-60.

25 Véase una discusión más detallada acerca de este proceso ideológico du-rante el primer año de la Revolución Siria en G. Conde, “Framed between Change and Stability: Syria between People’s Revolution and Regime Survival”, Regions & Cohesion, vol. 2, núm. 3, invierno, 2012, pp. 118-138.

26 Simplemente no tenían estrategia, según G. Achcar, “Syria: Militarization, Military Intervention and the Absence of Strategy”, Al-Akhbar English, 18 de no-viembre de 2011, en http://english.al-akhbar.com/content/syria-militarization-military-intervention-and-absence-strategy

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de Siria frente al imperialismo estadounidense, Israel y los otros enemigos de Siria.

En otras palabras, la lucha por la hegemonía se dio ante todo en torno de elementos de subjetividad que podían ser importantes para el grueso de los sirios, más que según algunas de las causas concretas y directas de la revuelta, como la corrupción, la pobreza, el desempleo y el monopolio del poder. Estos elementos eran fun-damentales, sin duda, y nunca desaparecieron de la arena ideoló-gica. No obstante, fue el régimen el que logró imponer su propia agenda de debate. Los rebeldes no tenían mucha alternativa. De-bían demostrar su probidad a quienes ya estaban con ellos tanto como a la parte de la población que aún no abrazaba la rebelión.

Para entender la naturaleza de lo que estaba ocurriendo, es importante entender que el movimiento dentro del país, por su carácter espontáneo, carecía de una dirección unificada organiza-da. Los Comités Locales de Coordinación (clc), formados en mayo, por ejemplo, no pretendían convertirse en la conducción de las movilizaciones. Más aún, no eran los únicos comités de coordina-ción que se establecerían. Estos grupos, sin embargo, ayudaban a articular los planteamientos centrales de las movilizaciones. Aun-que en ellos participaban algunos jóvenes con alguna tradición militante en la oposición, la gran mayoría no tenía ninguna expe-riencia política o de organización previa.27

Los clc ayudaron a articular el discurso de las movilizaciones en torno de tres aristas principales que se conocieron como los “tres no de la revolución”: no a la violencia, no al sectarismo religio-so y no a la intervención extranjera. Se trataba de tres ejes discursi-vos que parecían tener un papel clave en aumentar la legitimidad del movimiento de protesta, mejorar su capacidad para atraer nue-vos sectores de la sociedad y restarle legitimidad al Estado. De su lado, el régimen acusaba al movimiento de estar infiltrado por gru-pos armados, de sostener una agenda confesional y sectaria y de estar dirigido desde gobiernos extranjeros.

27 Véase, por ejemplo, H. Abbas, “The Dynamics of the Uprising in Syria”, Jaddaliyya ezine, 19 de octubre de 2011, en http://www.jadaliyya.com/pages/in-dex/2906/the-dynamics-of-the-uprising-in-syria

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Para los que participaban en las movilizaciones era importante demostrar que la violencia provenía del Estado, no de ellos. Esto ponía en evidencia que las acciones violentas, vinieran de donde vinieran, no eran vistas con buenos ojos por la población. De esa forma los manifestantes hacían frente a las transmisiones televisi-vas que buscaban dar sustancia a las afirmaciones de Bashar Al-Asad en el sentido de que entre los manifestantes había un grupo de conspiradores armados.

Mientras que las autoridades aseguraban que los insurrectos buscaban dividir al país y que no toleraban la diversidad religiosa, los manifestantes subrayaban que esto era falso. Sin embargo, el tema del sectarismo religioso había surgido desde las primeras ma-nifestaciones importantes de marzo de 2011. Cuando la Guardia Republicana tomó Deraa en marzo de 2011, los manifestantes can-taban “no a Irán, no a Hezbolá, queremos a un musulmán devoto”.28 Con esta consigna, daban a entender que Bashar Al-Asad, de deno-minación religiosa alawí, no era un verdadero musulmán. En otras palabras, afloraba lo que podía convertirse en un conflicto religioso. El régimen esperaba atraer a sectores de la población que temían que el país cayera en una guerra religiosa. El asunto era tan pro-blemático para las movilizaciones, que los grupos que articularon los planteamientos del movimiento insurreccional insistieron en que la cuestión religiosa sectaria no debía ser parte de la movili-zación, y, por el contrario, manifestaban su rechazo al sectarismo religioso. Una de las consignas que se volvieron más populares fue la de “wáhid, wáhid, wáhid, al-sha’ab al-suri wáhid” (uno, uno, uno, el pueblo sirio es uno).29 En los videos que montaban en YouTube, subrayaban que el movimiento tenía participantes de todos los grupos religiosos del país. En efecto, era notoria la participación de ciudadanos y grupos provenientes de todas las

28 T. Badran, “Syria’s Assad No Longer in Vogue: What Everyone Got Wrong About Bashar al-Assad”, en The New Arab Revolt, Council on Foreign Relations/Foreign Affairs, Nueva York, 2011, pp. 210-214 (apareció originalmente en Foreign Affairs, 25 de marzo de 2011).

29 M. Kahf, “‘One, One, One, the Syrian People Are One’”, The Guardian, 28 de mayo de 2011, en http://www.theguardian.com/commentisfree/2011/may/28/ syrian-alawites-protests

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comunidades religiosas, incluidos distinguidos alawíes, drusos y cristianos.30 Uno de los voceros de los clc, Omar Idlebi, llegó a afirmar, en septiembre de 2011, que aunque en Siria hay una gran diversidad religiosa, no hay sectarismo.31

No obstante, el miedo a los conflictos interreligiosos estaba presente desde mucho tiempo antes de que el sectarismo se con-virtiera en característica evidente del proceso. En realidad, los te-mores al respecto estaban presentes desde antes del estallido de la insurrección. El régimen suele explotar estos temores apoyándose en la memoria, aún muy fresca, de acontecimientos terribles como la masacre de cadetes alawíes en Alepo en 1979 y los ataques con bombas dirigidos por grupos islamistas suníes contra integrantes de diversas comunidades minoritarias entre ese año y 1982. En diferentes periodos, el gobierno de los Asad ha utilizado el tema para presionar a los grupos minoritarios a reunirse tras de sí. Por ejemplo, se esmera en recordarles las experiencias de ataques sec-tarios de que fueron víctimas en el pasado con el propósito de azuzar el miedo. A algunos sectores suníes favorecidos por el régi-men y que sintieron mejorar su suerte bajo el régimen del Ba‘ath durante los últimos años, particularmente comerciantes, tampoco les entusiasmaba el levantamiento.32

La cuestión de la intervención extranjera también era un asunto delicado que tenía eco entre sectores importantes de la población. La larga historia de injerencia extranjera, particular-mente occidental, en Siria y el resto de los países árabes no se olvi-daba al inicio del levantamiento.33 Por otro lado, cualquiera podía

30 Para el caso de los alawíes, véase el manifiesto de varios líderes comunita-rios, citado por I. Leverrier, “Les Alaouites pris en otage par le régime syrien”, Un oeil sur la Syrie. Études sur la Syrie et revue comentée de l’actualité syrienne, blog de Le Monde, 26 de mayo de 2011, en http://syrie.blog.lemonde.fr/2011/05/26/les-ala ouites-pris-en-otage-par-le-regime-syrien/

31 O. Idlebi, “Muqabalat ‘Omar Idlebi”, entrevista realizada por Rima Marwush, Al-Akhbar, 1 de octubre de 2011, en http://www.al-akhbar.com/node/ 22610

32 G. Al-Mufleh, “The ‘Silent Bloc’… Acquiescing to Tyranny Willingly or Out of Fear”, Arab Reform Brief (Arab Reform Initiative), núm. 55, 7 de febrero de 2011, en http://www.arab-reform.net/IMG/pdf/Silent_Bloc_-_Syria.pdf

33 Véanse numerosos ejemplos la mencionada injerencia occidental en los

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imaginar que los rebeldes albergarían esperanzas de una interven-ción estadounidense que les ayudara a deshacerse del régimen de Bashar Al-Asad. El involucramiento militar de las fuerzas de la Or-ganización del Tratado del Atlántico Norte (otan), con el objetivo de deponer a Muamar Gadafi, el gobernante de Libia, representa-ba un precedente insoslayable.34

Los rebeldes, pacíficos y no sectarios, rechazaban asimismo la intervención extranjera. Esta postura, de principio, contrarrestaba la acusación gubernamental. Explicaban que era el propio régi-men el que había colaborado repetidamente con Estados Unidos e incluso con Israel al mantener tranquilo el frente sirio en la con-frontación con el Estado sionista desde el armisticio que siguió a la guerra de 1973.35

En resumen, los participantes en la rebelión tuvieron que en-frentarse al régimen en una encarnizada lucha ideológica en la que buscaba mantener y agrandar la base de quienes los apoyaban. Lo que estaba en juego era ampliar la contrahegemonía a expen-sas de la del Estado, la cual, a pesar de estar mermada, conservaba cierto poder de atracción dentro de comunidades importantes y dentro del propio aparato represivo del Estado. Es importante re-conocer, sin embargo, que al adoptar los tres no, la oposición cayó en un campo de debate escogido por el Estado, con lo que se de-bilitaba relativamente el planteamiento de las reivindicaciones ori-ginales de la acción colectiva.

Los movimientos que se organizaban dentro del país, como los clc, intentaron ampliar la influencia del movimiento de pro-testa (hegemonía). No sólo ayudaron a ampliarla mediante la formulación de los planteamientos estratégicos del movimiento; también buscaron involucrar a otros actores que le dieran una

capítulos 2 y 3 de G. Conde, Turquía, Siria e Iraq: entre amistad y geopolítica, México, El Colegio de México, 2013.

34 Como se recordará, bajo la cobertura de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, las fuerzas de la otan, encabezadas por las de Es-tados Unidos, Gran Bretaña y Francia, establecieron una zona de prohibición de vuelos sobre Libia a mediados de marzo de 2011. A partir de entonces, bombar-dearon diariamente el país norteafricano hasta la muerte del líder libio.

35 Conde, “Framed between Change…”.

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mayor proyección al movimiento y ayudaran a darle una dimensión que mejorara su capacidad para lograr los objetivos estratégicos. Bus-caron aliarse con otros grupos de sirios opositores, dentro y fuera del país, aunque esto implicaba otro nivel de desafío, como se verá en el apartado siguiente.

Tres meses después de iniciada la insurrección popular, el con-flicto entre el Estado y los manifestantes había llegado a un primer impasse. Para septiembre, la lucha armada ya se estaba convirtiendo en un elemento central del conflicto. A lo largo de 2012, la posibi-lidad de guerra civil se hizo realidad. En este apartado nos propo-nemos analizar por qué se llegó a la guerra civil, cómo la guerra civil y sus características afectó los planteamientos básicos de la re-volución siria y cuáles fueron las consecuencias de esto en profun-dizar el empate de fuerzas entre la insurrección y el régimen.

El Estado decidió hacer frente a las movilizaciones y a su anda-miaje discursivo, no sólo manteniendo y reforzando su propio dis-curso o mediante convocatorias a negociaciones que sabía que no serían atendidas más que por unos cuantos, sino por medio del ejercicio sistemático de la represión violenta.36 Ante las manifesta-ciones esencialmente pacíficas que se organizaron durante los pri-meros meses de la insurrección, las fuerzas de seguridad del Estado o los grupos paramilitares intervinieron con lujo de violencia. La agresiva estrategia del régimen logró dividir a la oposición, sacar a los manifestantes pacíficos de las calles, mantener su propio cam-po lo suficientemente unido para garantizarle su permanencia en el poder y hacer desdibujar la superioridad ética del grueso de la insurgencia. En este proceso se revela con toda claridad el sentido de la frase clausewitziana de que la guerra es la continuación de la política por otros medios. La importancia fundamental de la bata-lla ideológica se hizo evidente.

Como se ha señalado, los rebeldes se apoyaban en la superio-ridad ética que les otorgaban los “tres no”. La brutalidad del Esta-

36 H. Abbas considera que el movimiento había adoptado “los tres no” como su base moral y política. Mientras tanto, el régimen buscaba hacerlos cambiar en cada una de estas posiciones, particularmente para “jalar al levantamiento a la are-na del conflicto militar, en el que el régimen goza de un poder absoluto”. Abbas, “The Dynamics of the Uprising...”.

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do arrastró a la rebelión al terreno de las armas, lo que paradójicamente le permitió al primero hacer parecer que se frac-turaba uno de los principios éticos de la segunda. Es decir, el régi-men, por medio de su propia violencia, procuró que los manifestantes faltaran a sus planteamientos básicos, confiado en su ventaja difícilmente equiparable en el terreno militar. La pre-gunta que se imponía, naturalmente, era si se podía vencer al Es-tado sirio por una vía que no fuera la de las armas.37

Los servicios de seguridad del Estado se dedicaron a cazar a los activistas no violentos.38 El asesinato de manifestantes podía ocu-rrir en el momento mismo de las movilizaciones o después. La ca-cería la realizaban agentes de cuerpos regulares del ejército o de las agencias de información (mujabarat), pero también de los gru-pos de vagos y criminales contratados por estas últimas para orga-nizarlos en cuerpos paramilitares conocidos como shabbiha.

Es verdad que el objetivo evidente de esta táctica era descabe-zar al movimiento. Sin embargo, era previsible que estas acciones tuvieran otros efectos. Generaban frustración entre los que protes-taban pacíficamente. La rabia ante el asesinato impune de sus ca-maradas se duplicaba ante la evidente falta de éxito de las manifestaciones pacíficas, en claro contraste con lo que sus pares habían logrado poco antes en Túnez y Egipto.

Desde el verano de 2011, el equilibrio de fuerzas había llegado a un punto muerto. En junio, el gobierno organizó manifestacio-nes masivas de apoyo a Bashar Al-Asad en las cinco principales ciudades del país, similares a otras organizadas antes. Incluso la prensa occidental reconocía que sectores de las minorías religio-sas del país, así como de las clases medias y acomodadas, seguían apoyando al régimen.39

37 Véase una explicación elocuente acerca de la imposibilidad estratégica de derrocar al régimen sirio por una vía que no fuera la militar en G. Achcar, “Syria: Militarization, Military...”.

38 P. Harling y S. Birke, “Beyond the Fall of the Syrian Regime”, The Middle East Research and Information Project (MERIP), 24 de febrero de 2012, en http://www.merip.org/mero/mero022412,

39 A. Shadid, “Thousands Turn Out for Assad”, The New York Times, 21 de junio 2011, en http://www.nytimes.com/2011/06/22/world/middleeast/22syria.html

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Mientras se desarrollaban la lucha estrictamente política y la represión del régimen, algunos desertores del ejército y de la poli-cía empezaron a reunirse en Turquía, donde organizaron lo que vendría a llamarse el Ejército Libre Sirio (els). Números crecien-tes de integrantes de los servicios de seguridad desertaban, ya que se negaban a combatir y reprimir a sus conciudadanos desarma-dos.40 Cuando salió a la luz en julio de 2011, el els se planteó como un grupo armado para defender a los manifestantes pacíficos.41 Muy pronto, sin embargo, empezó a realizar acciones ofensivas.

Los grupos de opositores pacíficos eran muy numerosos, y también ellos empezaron a coaligarse para hacer frente de mane-ra organizada al régimen. En septiembre, los más proclives a nego-ciar con el gobierno conformaron la Coordinación Nacional por el Cambio Democrático. En su fundación participaron intelectua-les radicados dentro del país, así como partidos políticos de oposi-ción al régimen que habían estado activos desde hacía décadas. Incluía partidos de izquierda y nacionalistas árabes, así como kur-dos. Sin embargo, a excepción probablemente del kurdo Partido de la Unidad Democrática, fueron incapaces de colocarse a la ca-beza de las masivas movilizaciones iniciadas en marzo de 2011.

Grupos involucrados en las movilizaciones, como el kurdo Mo-vimiento Futuro, o los que habían surgido de las protestas mismas, como los clc, se asociaron con sirios radicados en el exterior y establecieron el Consejo Nacional Sirio (cns). Después de todo, para hacer frente a un Estado tan sólido como el sirio era necesa-rio ampliar al máximo el número de participantes en las moviliza-ciones. También consideraron necesario aliarse con organizaciones opositoras e intelectuales sirios en el exilio que estuvieran dispues-tos a ayudar a la rebelión. El Consejo se fundó en Estambul el 2 de octubre de 2011 con la participación de los Hermanos Musulma-nes, organización islamista con un conocido historial de lucha

40 En junio de 2013, el autor del presente artículo conoció en Erbil, Iraq, a un oficial de policía de la ciudad siria de Hasake porque sus superiores le ordenaron vejar en la calle a mujeres para intentar así obligar a sus familiares varones a apa-recer y poderlos arrestar.

41 “Syrian Army Colonel Defects forms Free Syrian Army”, Asharq Al-Awsat, 1 de agosto de 2011, en http://www.aawsat.net/2011/08/article55245595

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contra el gobierno de Hafez Al-Asad, así como con otros exiliados por motivos políticos, entre los que se encontraban intelectuales de izquierda, nacionalistas y liberales. La simpatía por el Consejo era visible en las manifestaciones organizadas ese mes en las calles sirias.

De inmediato dieron inicio fuertes debates entre las dos prin-cipales alianzas de grupos opositores, el Consejo y la Coordinación Nacional y el eje inicial del debate giró en torno del primer no de la Revolución siria, el relativo a la violencia. Fue un debate un poco extraño, porque ambos frentes apoyaban el carácter pacífico de la rebelión. El Consejo incluso lo tenía inscrito en su programa político.42 No obstante, también apoyaba la existencia del Ejército Libre Sirio, aunque le pedía que se limitara a realizar acciones de defensa de los manifestantes. Sin embargo, la represión se hacía cada vez más intensa. Durante cierto tiempo, el els acotó su actuación, pero pronto emprendió operaciones ofensivas con-tra el ejército sirio.

Para finales de 2011 e inicios de 2012, la revolución ya se había militarizado. Se multiplicaron las deserciones del ejército sirio, in-cluyendo las de varios generales. El els realizó algunas acciones espectaculares y empezó a tomar cierta ventaja en algunos lugares, como Homs. En la calle, el Ejército Libre había pasado a ser más popular que el Consejo Nacional Sirio. La población estaba harta de soportar la represión sin que hubiera ninguna respuesta eficaz contra el régimen.43 En marzo de 2012, el ejército realizó una ope-ración de gran envergadura y retomó a sangre y fuego el barrio de Baba Amr de Homs, donde se concentraban fuerzas rebeldes. El inicio de la guerra civil era ya evidente en toda su crudeza.

Dado el contexto descrito, es poco sorprendente que los mani-festantes hayan terminado por apoyar la vía armada. No obstante,

42 El snc busca “conservar, proteger y mejorar el carácter pacífico de la revo-lución popular siria”. Véase Consejo Nacional Sirio, “SNC Political Program”, Syrian National Council webpage, noviembre de 2011, en http://www.syriancouncil.org/en/component/k2/item/136-snc-political-program.html

43 R. Abouzeid, “Syria’s Opposition: What if We Offered Assad Immunity?”, Time Magazine, 18 de diciembre de 2011, en http://content.time.com/time/world/article/0,8599,2102752,00.html

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es menester observar que su primer principio fundamental se vio fracturado. Hay que decir, además, que muchos de los grupos po-líticos o de base evitaron tomar las armas, aunque muchos sí otor-garon su apoyo moral, material o logístico a los grupos armados. Otros mantuvieron esencialmente la postura inicial de que la revo-lución debía de ser pacífica.

El segundo no de la revolución empezó a verse afectado por la llegada de voluntarios islamistas de otros países. Poco después del final de la lucha en Libia, el líder del Grupo de Combate Islámico de este país se dirigió a Turquía para ofrecer apoyo logístico y de voluntarios al Ejército Libre Sirio.44 Llegaron combatientes de mu-chos otros países, incluso occidentales. De Iraq llegó un contin-gente importante que constituyó el Frente Al-Nosra en enero de 2012. Esta organización estaba ligada a la red Al-Qaeda; expresa-ba, desde sus primeras acciones, su propósito de vengar la muer-te de sunitas en manos del régimen.45 Otro grupo llegado de Iraq es el Estado Islámico de Iraq y de la Gran Siria (Da‘ash, por su nombre en árabe, isis o isil por su nombre en inglés). Pero sur-girían muchos más, como los agrupados en el Frente de Libera-ción Islámica de Siria o el Frente Islámico de Siria (que en noviembre de 2013 se unirían en el Frente Islámico, con la venia de Arabia Saudita).

Dada su eficacia militar y sus ricas fuentes de financiamiento, los grupos armados islamistas se extendieron rápidamente, con sirios y con un flujo constante de combatientes a menudo ya entre-nados en otros frentes, en ocasiones a expensas del els.46 Para inicios de 2014, estas organizaciones se contaban por decenas, si

44 R. Sherlock, “Leading Libyan Islamist met Free Syrian Army Opposition Group”, The Telegraph, 27 de noviembre de 2011, en http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/africaandindianocean/libya/8919057/Leading-Libyan-Islamist-met-Free-Syrian-Army-opposition-group.html

45 afp, “Islamist Group Claims Syria Bombs ‘to Avenge Sunnis’”, Al-Arabiya News, 21 de marzo de 2012, en http://english.alarabiya.net/articles/2012/03/21/ 202177.html

46 S. Birke, “How Al-Qaeda Changed the Syrian War”, The New York Review of Books, 27 de diciembre de 2013, en http://www.nybooks.com/blogs/nyrblog/ 2013/dec/27/how-al-qaeda-changed-syrian-war/

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no es que por centenas47 y recibían apoyo material o logístico de gobiernos y donadores individuales de diferentes países, incluyen-do Arabia Saudita y otros del Golfo –como Qatar, Kuwait y Bahréin– o de Turquía y Libia.48

Aunque la consigna de “wáhid, wáhid, wáhid, al-sha’ab al-suri wáhid” sigue teniendo sentido para muchos opositores, particular-mente los de los movimientos políticos y de base, no cabe duda de que el sectarismo religioso ha marcado la imagen que muchos si-rios (y extranjeros) tienen de la oposición. Las acciones extremistas y sectarias de los grupos yihadistas como Da‘ash o el Frente Al-Nos-rah –como la ejecución de individuos por el simple hecho de ser de confesión religiosa alawí49 o de otros por supuestamente violar la shari‘a, o ley islámica– se han convertido en un pesado lastre para la rebelión. La visibilidad adquirida por estos grupos ha sido enor-me, al grado de que muchos observadores internacionales han perdido de foco las atrocidades cometidas por las fuerzas del régi-men y de sus aliados, que probablemente han sido mayores.

Los opositores han explicado con frecuencia que el régimen de Bashar Al-Asad tiene un alto grado de responsabilidad en el desarrollo del aspecto sectario de la guerra civil. Las fuerzas armadas y paramilitares realizaron ataques contra blancos espe-cíficamente suníes en Homs y otras localidades, lo que, argumen-tan, tendría por consecuencia evidente el atizar reacciones sectarias. Más aún, afirman que cuando el régimen liberó presos políticos

47 Véase un mapa interactivo con datos aproximados acerca de algunos de los grupos más conocidos en B. Atassi and M. Haddad, “Interactive: Mapping Syria’s Rebellion: Al Jazeera Examines the Military and Political Opposition Groups Trying to Overthrow President Bashar Al-Assad”, Al Jazeera in English, 19 de julio de 2013, en http://www.aljazeera.com/indepth/interactive/2013/07/201371885523 45899.html

48 Chanel 4 News, “Syria Interactive: Rebel Groups Fighting Assad’s Regime”, Chanel 4 News, Gran Bretaña, 24 de enero de 2014, en http://www.channel4.com/news/2014-interactive-syria-files-rebel-groups-weapons-funds

49 Véase, por ejemplo, el caso del ataque a pueblos Alawíes en los alrededores de Latakia en Human Rights Watch, “‘You Can still See their Blood’ Executions, Indiscriminate Shootings, and Hostage Taking by Opposition Forces in Latakia Countryside”, Human Rights Watch, octubre de 2013, en http://www.hrw.org/si-tes/default/files/reports/syria1013_ForUpload.pdf

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como un gesto de supuesta buena voluntad para tratar de calmar los ánimos al inicio de la rebelión popular, también liberó a desta-cados miembros de Al-Qaeda y de otros grupos islamistas radicales que tenían una conocida postura sectaria.50

No obstante, es imposible negar que se ha dado una alianza, aunque sea tácita, de intereses y no de principios, entre los oposi-tores en general y los grupos islamistas más radicales. Aparte del ya visto involucramiento occidental y regional con estas organizacio-nes, muchos activistas sirios, incluso laicos, llegaron a creer que la participación de combatientes suníes de diferentes rincones del mundo era un mal necesario para deshacerse del régimen de Ba-shar Al-Asad.51 El segundo no de la revolución siria, el rechazo al sectarismo religioso, también se ha visto mermado.

El tercer eje de la revolución, el del no a la intervención ex-tranjera, fue objeto de debates dentro de la oposición pacífica des-de por lo menos octubre de 2011. El debate fue muy intenso, aunque quizás un poco desplazado. Uno de los dirigentes de la Coordinación, Haytham Manaa, consideraba que cualquier inter-vención extranjera violaría la soberanía del país y llevaría a su des-trucción.52 En el otro extremo del espectro, los dirigentes del Ejército Libre pedían que fuerzas extranjeras bombardearan posi-ciones estratégicas del Ejército Sirio, establecieran una zona de prohibición de vuelos y crearan corredores humanitarios.53

En cuanto al Consejo Nacional Sirio, aparecían dos posiciones que no eran contradictorias. Omar Idlebi, de los clc, expresaba su

50 R. Spencer, “Syria’s Duplicity over Al-Qaeda Means West Will not Trust Assad”, The Telegraph, 20 de enero de 2014, en http://www.telegraph.co.uk/news/worldnews/middleeast/syria/10585394/Syrias-duplicity-over-al-Qaeda-means-West-will-not-trust-Assad.html

51 Entrevista del autor con activista de la solidaridad con el pueblo sirio en Estambul, Turquía, junio de 2013.

52 E. Khoury, “Foreign Intervention: Debating the Taboo of the Syrian Oppo-sition”, Al Akhbar English, 29 de octubre de 2011, en http://english.al-akhbar.com/print/1182

53 “L’Armé syrienne libre réclame des frappes aériennes étrangères ciblées”, Le Monde, 24 de noviembre de 2011, en http://www.lemonde.fr/proche-orient/article/2011/11/24/l-armee-syrienne-libre-reclame-des-frappes-aeriennes-etran-geres-ciblees_1609076_3218.html

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oposición total a la intervención extranjera, aunque admitía que, con las acciones violentas del gobierno, “la cuestión de la inter-vención empezaba a plantearse”.54 Para los principales portavoces del Consejo, Burhan Ghalioun y Basama Kodmani, las potencias extranjeras no estaban dispuestas a intervenir militarmente, y el debate mismo era una desviación respecto de los asuntos funda-mentales.55

Efectivamente, como se vería durante los dos años siguientes, las potencias extranjeras, particularmente Estados Unidos, no es-taban dispuestas a realizar una intervención militar directa en el país, pero sí querían interferir. Entrometerse, con ayuda a cuenta-gotas, era una cosa y otra muy diferente era ayudar a derrocar al régimen sirio. Las potencias extranjeras se conformaban con con-tinuar con su injerencia, mientras asistían al espectáculo de cómo el régimen destruía a los manifestantes pacíficos y cómo la resis-tencia intentaba lograr avances. Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Turquía han financiando y ofrecido apoyo logístico a las organizaciones armadas contra el régimen sirio,56 pero dicho apoyo ha sido insuficiente para derro-car a un régimen que, a su vez, ha contado con el respaldo del gobierno ruso, del iraní y del partido libanés Hezbolá.

Lo importante, pues, no era tanto que la intervención se fuera a producir, sino qué posturas percibía la población y qué grupo iba adquiriendo mayor hegemonía. Se trataba de un dilema tremendo. Mientras que la intervención directa era improbable, los manifes-tantes, dada la implacable agresividad del régimen y sus paramilita-res, la deseaban con ansias para que, tal como había ocurrido en

54 “LCC: Syrian Muslim Brotherood Speaks for itself on Turkish Intervention”, Al Akhbar English, 17 de noviembre de 2011, en http://english.al-akhbar.com/print/1597

55 Khoury, art. cit.56 Véase, por ejemplo, E. Schmitt, “C.I.A. Said to Aid in Steering Arms to Syrian

Opposition”, The New York Times, 21 de junio de 2012, en http://www.nytimes.com/2012/06/21/world/middleeast/cia-said-to-aid-in-steering-arms-to-syrian-re-bels.html y M. Hosenball, “Exclusive: Obama Authorizes Secret U.S. Support for Syrian Rebels”, Reuters, 1 de agosto de 2012, en http://www.reuters.com/article/ 2012/08/01/us-usa-syria-obama-order-idUSBRE8701OK2012 0801

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Libia, los ayudara a liberarse de la tiranía. Emile Khoury lo resumió con elocuencia: si los grupos dirigentes no decían nada al respecto, quedaban mal con su base, pero si apoyaban la (improbable) inter-vención, quedaban mal con muchos sirios (y no sirios) que se opo-nían radicalmente a cualquier intervención.57

Con su estrategia de violencia avasalladora, el régimen logró debilitar el planteamiento de los tres no de la revolución. Este de-bilitamiento fue un obstáculo para darle continuidad a la superio-ridad moral de la rebelión. Sin duda, el lance era sumamente difícil de resolver. Era imposible seguir manifestándose pacíficamente ante un régimen que asesinaba sistemáticamente a los manifestan-tes desarmados. Era inevitable que hubiera reacciones sectarias cuando el Estado las promovía con sus propias acciones. Era previ-sible que llegarían combatientes del exterior a luchar en Siria con una agenda religiosa y sectaria. También era inimaginable que los manifestantes mantuvieran una posición invariablemente inde-pendiente y no se dejaran ilusionar de que alguna fuerza extranje-ra vendría a salvarlos del régimen de Bashar Al-Asad y sus matones.

Conclusiones

El drama sirio se debe comprender en varios niveles de conflicto que se entrelazan y que no deben confundirse si se quiere entender algo. Ocurrió, sin lugar a dudas, una insurrección popular real, le-gítima, que lucha por sacudirse a un régimen que mata, encarcela y está dispuesto a destruir el país antes que perder el poder o siquie-ra compartirlo. También se desarrolla una guerra civil con compo-nentes más complejos. La guerra resulta de la represión violenta del Estado. La simpatía de las manifestaciones por los grupos arma-dos se deriva de la incapacidad de producir cambios significativos por métodos pacíficos que reflejen el sentir de una muy grande proporción de la población siria. No se puede negar, sin embargo, que también se está desarrollando una guerra confesional con financiamiento extranjero y combatientes islamistas suníes que

57 Khoury, art. cit.

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llegan de todos los rincones del mundo con su propia agenda, bas-tante independiente de como las primeras manifestaciones enmar-caban los agravios del pueblo sirio, aunque ingenuamente éstos hayan pensado que los podían utilizar contra su opresor local sin sufrir consecuencias mayores. Igualmente, se está desarrollando un conflicto geopolítico entre potencias grandes y medianas que utili-zan a la población siria como intermediario para dirimir sus con-flictos. Los opositores sirios también creyeron que podían utilizar los recursos que éstas les ofrecían para lograr sus objetivos, pero la realidad ha sido mucho más compleja, porque estas potencias sólo buscan proteger y hacer avanzar sus propios intereses, que no nece-sariamente están ligados a los de la población siria.

Los activistas que ayudaban a coordinar la rebelión popular pacífica hicieron todo lo que estaba en sus manos por ampliar la base de la rebelión –en otras palabras, aumentar su hegemonía– para elevar sus posibilidades de victoria, pero cada alianza con otros grupos les mermaba su esperanza de fragmentar la alianza gubernamental. El drama sirio se ha agudizado porque la estrate-gia violenta del Estado ha llevado al resquebrajamiento de los principios estratégicos de la oposición, lo que le ha dificultado ganar la hegemonía –o el liderazgo– en más sectores de la so-ciedad siria. La conquista de la hegemonía cultural era importan-te para debilitar más al régimen y poder derrocarlo. Es verdad que el régimen ha logrado mantener dividida a la oposición y ha podi-do mantener unificado el bloque social que lo apoyaba, ya fuera por coincidencia de intereses, miedo a un futuro incierto o temor a la represión. Sin embargo, también ha mostrado su incapacidad para imponerse sobre la oposición.

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