Burocracia a domicilio - Uniandes
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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
Burocracia a domicilio
Una mirada etnográfica a la política social contra la pobreza
extrema en Chía
Monografía de Grado para optar a título de Antropóloga
Por: Yenny Guzmán Moyano
Código 200910140
Director: Pablo Jaramillo Salazar
Bogotá, junio de 2013
2
Agradecimientos
En primer lugar, quiero agradecer a los funcionarios de la Alcaldía de Chía, a los
funcionarios de la ANSPE y a los representantes del Operador J.A. Zabala & consultores
asociados S.A.S. por abrirme las puertas y permitirme llevar a cabo mi trabajo de campo
que fue la materia prima de lo que presentaré a continuación. En especial quisiera
agradecerle al Secretario de Desarrollo Social de Chía, Diego Romero, por su apoyo y
colaboración a lo largo del proceso y a Ángela Bernal, delegada municipal para la
Estrategia Unidos, por permitirme acompañarla en su trabajo diario.
Quiero dar un agradecimiento muy especial a las Cogestoras del Programa ZOLIP,
Red Unidos en Chía, Esperanza, Carolina y Gina, pues sin ellas este trabajo no habría sido
posible. Gracias por su tiempo, dedicación y confianza. Gracias por brindarme la
oportunidad de acompañarlas en sus travesías diarias, en las cuales no solo conseguí
material para este trabajo sino que pude compartir con ellas una enseñanza de vida.
También debo darle las gracias a mi director de tesis, Pablo Jaramillo, por todos los
consejos, comentarios y permanente acompañamiento. Gracias por guiarme y enseñarme.
Por otro lado, quiero darle las gracias a mi familia que ha sido mi apoyo
incondicional, especialmente a mis padres, por su paciencia e interés en mi investigación.
Muchas gracias por sus palabras de ánimo cuando lo necesitaba. Asimismo, debo agradecer
a Natalia por su tiempo y dedicación en la construcción de este texto. Por último, no me
alcanzan las palabras para agradecerle a Iván por el tiempo que dedicó en leer y volver a
leer todos los borradores de este texto, por ayudarme a poner en palabras cada una de mis
ideas. Solo él sabe lo importantes que fue para mí en este proceso. Muchísimas gracias
3
Contenido
Pág.
Resumen 4
Palabras clave 4
Glosario de siglas y abreviaciones 5
INTRODUCCIÓN 6
CAPÍTULO I un acercamiento a ZOLIP 13
CAPÍTULO II manejo y control del tiempo 24
CAPÍTULO III entre lo público y lo privado 33
CAPÍTULO IV intimidad, cordialidad, hospitalidad y status 41
CAPÍTULO V Conclusiones 51
Bibliografía 54
4
Resumen:
Esta investigación analiza las relaciones sociales entre funcionarios (cogestores) y
familias beneficiarias que se gestan al interior de la implementación del programa social
Zonas Libres de Pobreza Extrema (ZOLIP). Partiendo de una concepción crítica de
burocracia y sus elementos característicos, se aborda la interacción burocrática entre estos
actores como una relación entre individuos, no estática ni monolítica. Se profundiza el
análisis en las dimensiones espacial y temporal de la relación burocrática, sugiriendo que el
control y definición de estas dimensiones no está en manos de una sola de las partes, sino
que se encuentra en constante pugna.
Abstract:
This dissertation analyzes the social relations that are created within the
implementation of the program called Extreme Poverty Free Zones (ZOLIP by its initials in
Spanish), between officers (co-managers) and beneficiary families. From a critical
conception of bureaucracy and its characteristic elements, it addresses the bureaucratic
interaction between these actors as a relationship between individuals, not static or
monolithic. It develops the analysis in the spatial and temporal dimensions of the
bureaucratic relationship, suggesting that the control and definition of these dimensions is
not only in the hands of one of the parties, but is in constant contest.
Palabras clave:
Pobreza extrema, política social, burocracia, tiempo, espacio, relaciones burocráticas.
5
Glosario de siglas y abreviaciones
ANSPE: Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema
CCT: Conditional Cash Transfer
DNP: Departamento Nacional de Planeación (Colombia)
DPS: Departamento para la Prosperidad Social
IFI: Instituciones Financieras Internacionales o International financial institutions
LB: Logros Básicos
NPS: Nueva Política Social
PDZP: Programa para el Desarrollo de Zonas Prioritarias (México)
PTC: Programa de Transferencias Condicionadas
SEDESOL: Secretaría de Desarrollo Social (México)
SISBEN: Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales
ZOLIP: Zonas Libres de Pobreza Extrema
6
INTRODUCCIÓN
Desde los años 80 la forma de hacer política social en América Latina se ha
transformado de manera drástica (Brodersohn, 1999). La crisis económica que se presentó
junto con la violencia desatada a lo largo del continente generó que los problemas sociales
se empeoraran a un punto crítico, creció el desempleo, y los niveles de pobreza alcanzaron
niveles preocupantes especialmente en áreas urbanas. Esto se tradujo en una caída de los
niveles de consumo de la población latinoamericana (Molyneux, 2007, págs. 15-16)
(Brodersohn, 1999, págs. 2-3).
Como respuesta a esta crisis, los gobiernos vieron la necesidad de intervenir el
sector social para mejorar las condiciones socioeconómicas de la población y así estabilizar
las economías nacionales (Molyneux, 2007, pág. 16). Desde entonces en toda
Latinoamérica ha recobrado gran importancia la política social en la agenda nacional,
especialmente lo concerniente a programas contra la pobreza extrema. Estas políticas
sociales se caracterizan porque todas son intervenciones financiadas mediante impuestos,
-o recursos de organismos internacionales1- y lideradas por organismos públicos,
orientadas a la lucha contra la pobreza y la vulnerabilidad, es decir, enmarcadas en la
asistencia social (Barrientos, 2012, pág. 70).
Partiendo de este creciente interés en lo social, Colombia implementó un programa
que hace parte de las Nuevas Políticas Sociales que surgieron, denominado Zonas Libres de
Pobreza Extrema (ZOLIP), que es liderado por la Agencia Nacional para la Superación de
la Pobreza (ANSPE) en compañía con las administraciones departamentales y municipales.
1 Estados fuertemente endeudados de América Latina cayeron bajo la presión de las instituciones financieras
internacionales (IFI) a través de "préstamos basados en políticas" (Molyneux, 2007, pág. 15).
7
El objetivo de esta política social es mejorar las condiciones de vida de las familias en
situación de pobreza extrema y en situación de desplazamiento, a través del fortalecimiento
y la construcción de capacidades para promover su propio desarrollo, brindando educación,
formación en oficios y oportunidades laborales. (Universidad Pontificia Bolivariana, 2006).
ZOLIP se basa en una focalización geográfica y por evaluación individual2 de la
población vulnerable3 como los programas de transferencia condicionada (PTC)
4. Estos
últimos han sido una de las alternativas más populares de las nuevas políticas sociales y se
han implantado en casi toda Latinoamérica (Molyneux, 2007) (Fiszbein & Schady, 2009,
pág. 1). “Los PTC son programas que transfieren dinero, por lo general a hogares pobres,
con la condición de que esos hogares lo inviertan específicamente en el capital humano de
sus hijos” ya sea en salud o educación (Fiszbein & Schady, 2009, pág. 1). ZOLIP se
diferencia de los PTC porque no se basa en una ayuda económica direccionada a un único
aspecto sino que, partiendo de una pretensión integral, se enfoca en múltiples aspectos,
como Ingresos y trabajo, Nutrición, Habitabilidad, Dinámica familiar entre otros.
Aunque los funcionarios de la ANSPE afirman que la estrategia Unidos y el
programa ZOLIP, son únicos a nivel mundial. (Programa institucional de la ANSPE, “esto
está pasando” http://www.youtube.com/user/anspextrema). Encontramos que existen
programas similares que están siendo aplicados en otros países latinoamericanos, como por
ejemplo: la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL) de México lidera el Programa para
2 Este mecanismo de focalización se basa en la evaluación de la condición personal frente a los criterios de
inclusión del programa (DNP, 2007). En este caso el mecanismo de focalización es la encuesta SISBEN,
específicamente denominada focalización proxy means test –individual basada en subsistencia- (Bottia,
Cardona, & Medina, 2008) 3 El concepto de focalización será desarrollado más ampliamente en el primer capítulo.
4 PTC o CCT (por sus siglas en inglés Conditional Cash Transfer) (FAMILIAS EN ACCIÓN, Colombia;
México, PROGRESA -actualmente Oportunidades-; SUPERÉMONOS, Costa Rica)
8
el Desarrollo de Zonas Prioritarias (PDZP)5; En Chile, el programa Puente brinda un
acompañamiento personalizado a la familia (que pertenecen al sistema Chile Solidario) por
parte de un profesional o técnico a través de un sistema de visitas periódicas en cada
domicilio6. De esta manera, vemos como ZOLIP hace parte de un nuevo diseño de política
social que está adquiriendo importancia en el plano continental, lo cual hace su estudio y
análisis relevante para relacionarlo con estos fenómenos más amplios.
En la actualidad ZOLIP está siendo aplicado en 22 municipios de Colombia
(ANSPE, 2013A). Chía es una de esas municipalidades, cuya administración implementó
ZOLIP con el objetivo de reducir el porcentaje de la población en extrema pobreza a
niveles cercanos al 0% (Alcaldía Municipal de Chía, 2012).
En el diseño e implementación de ZOLIP, se presenta un hecho novedoso respecto
al manejo y diseño de políticas públicas que se han manejado en el país. Los beneficiarios
del programa son visitados en sus casas por los funcionarios y contactados vía telefónica
para informarles de las ofertas institucionales a las cuales pueden acceder. Lo que quiere
decir, que en esta ocasión es el Estado el que se acerca a la persona y no la persona la que
tiene que buscar al Estado en los espacios institucionales.
A partir de este cambio que se presenta en la dinámica burocrática para acceder al
aparato estatal, la presente investigación pretende describir las interacciones y las
dinámicas que tienen lugar entre los funcionarios (Co-gestores) y las familias beneficiarias
en el marco de este nuevo espacio de institucionalidad. Entendiendo la interacción
burocrática entre estos actores como una relación entre individuos, pretendo argumentar
5 http://www.sedesol.gob.mx/es/SEDESOL/Informacion_del_Programa_PDZP
6 http://www.chilesolidario.gob.cl/sist/sist2.php, http://www.chilesolidario.gob.cl/preg/07_preguntas.php
9
que ésta no es estática ni monolítica sino que por el contrario consta de una intrincada
relación construida entre sus partes. Profundizaré en el análisis de las dimensiones
espacial y temporal de la relación burocrática, sugiriendo que el control y definición de
estas dimensiones no está en manos de un sola de las partes, sino que se encuentra en
constante pugna y es apropiado, disputado e incluso fragmentado por los actores.
Debido a que la relación que se establece entre el cogestor y la familia es una
relación dada en el plano burocrático donde un cliente interactúa con un funcionario con el
objetivo de llevar a cabo un trámite determinado en beneficio del cliente; es importante
definir el concepto de burocracia para entender y caracterizar la relación que es el foco
central de esta investigación.
En el campo de las ciencias sociales la burocracia ha sido uno de los fenómenos más
estudiados y debatidos (Nieto García, 2002, pág. XXI). De la producción académica al
respecto, es de resaltar la descripción precursora dada por Max Weber. Para Weber la
burocracia es una forma de organización humana basada en la racionalidad con la finalidad
de garantizar la máxima eficiencia posible en la búsqueda de sus objetivos (Nieto García,
2002, pág. XXIV). De los postulados de Weber se han desprendido múltiples
interpretaciones de lo que es la burocracia en distintos campos. Respecto a lo que me atañe
en esta investigación, quisiera partir del siguiente postulado que propone Nieto García
(2002, pág. XL) respecto a la burocracia en el ámbito del Estado (“burocracia pública”): La
organización burocrática ha sido utilizada por el Estado moderno (burocracia pública)
como elemento esencial para la organización de la realidad social y por tanto para la
afirmación de la soberanía del Estado moderno. Desde el punto de vista de la definición
10
anterior los elementos característicos de la burocracia serían la racionalidad, la eficiencia, el
orden y el control.
Estudios posteriores como el de Handelman (1976), el de Navaro-Yashin (2007) y
el de Herzfeld (1992) han debatido esta definición contribuyendo a la desesencialización de
los conceptos propuestos por las definiciones clásicas de burocracia. En buena parte de su
producción académica, Navaro-Yashin controvierte elementos principales con los que se
relaciona la burocracia como el orden y la racionalidad planteando que no todas las
prácticas administrativas tienen estas características. Estos elementos, según la autora,
pertenecen a una caracterización ideal de burocracia que en la práctica no necesariamente
operan (Navaro-Yashin, 2007, pág. 80). Analizando el caso del manejo y expedición de
documentos de identidad en Gran Bretaña y ambos lados de la frontera en Chipre, Navaro-
Yashin aborda el documento de identidad no como una evidencia burocrática sino a manera
de un papel que es percibido o experimentado como un fenómeno cargado afectivamente.
De tal manera, para Navaro-Yashin (2007), en el documento está involucrada la afectividad
de sus portadores, son ellas quienes lo llenan de sentido.
En el presente texto, pretendo contribuir a esta línea de análisis crítico frente a la
burocracia, siguiendo la deconstrucción de los elementos tradicionalmente asociados al
escenario burocrático, privilegiando específicamente una perspectiva antropológica y
basada en la observación de las relaciones sociales.
En primera instancia, esta perspectiva me permite partir de una nueva definición de
la burocracia, en término de Herzfeld (1992) como un tipo de ritual que “está constituido
por secuencias modeladas y ordenadas de palabras y actos... cuyo contenido y disposición
11
se caracterizan en mayor o menor grado por la formalidad (convencionalidad), la
estereotipia (rigidez), la condensación (fusión) y redundancia (repetición)” (Herzfeld,
1992, pág. 18).
Por otra parte, en lo que atañe a las relaciones sociales, Handelman (1976) rebate la
posicion clásica de que las interacciones que se generan entre un funcionario (oficial) y un
cliente –como las familias- tienen como único fin llevar a cabo el trámite burocrático y por
lo tanto no influyen en los términos de un posible contacto futuro (Handelman, 1976, págs.
223,224). Para él, las relaciones entre funcionarios y clientes son posibles, y de hecho
reales. En este caso en concreto el funcionario estatal que tiene una relación directa con las
familias es el cogestor, es quien los visita periódicamente. Entre estos dos actores se
establece una relación periódica donde intercambian información y en muchos casos llegan
a estimarse.
Complementando a Handelman (1976), el trabajo de Michael Herzfeld (1992)
plantea que las relaciones sociales que se desarrollan durante el ejercicio burocrático tienen
una gran importancia. De la lectura de su libro “The social production of indifference”
entiendo que el ver a los funcionarios (burócratas) como intrínsecamente malos o
ineficientes, es una visión estereotipada de la relación que permite a ambas partes, de la
misma forma, restar responsabilidad propia cuando no se llega a los objetivos esperados,
haciendo responsable a un ente difuso como lo es el “sistema”, el “gobierno” o las “leyes”.
Por tanto, es de vital importancia alejarse de ver “al sistema” como actor y determinador de
las relaciones. En cambio, ver a los funcionarios y beneficiarios como parte activa en la
construcción y determinación del futuro de los logros.
12
Partiendo de esta conceptualización, la presente investigación busca analizar las
relaciones que se generan dentro de este protocolo ritualizado que son las visitas que
realizan las cogestoras a las familias. El método etnográfico me brindará los detalles y
profundidad necesario para estudiar la relación social en cuestión y las dimensiones en las
cuales transcurre.
En el primer capítulo, caracterizaré de manera general el programa ZOLIP,
concentrándome en tres conceptos, corresponsabilidad, empoderamiento e intrusión en la
vida privada como elementos principales del programa. En el segundo y tercer capítulo, me
concentraré en analizar cómo se ven modificadas las categorías de tiempo y de espacio,
respectivamente, entre los sujetos (cogestores y familias beneficiarias).
En el cuarto capítulo profundizaré en el análisis en las relaciones que se presentan
entre los actores, en específico los cambios que se producen en la posición de status y tipo
de relación entre ambos sujetos. Partiendo de los conceptos de hospitalidad y reciprocidad
presentados por los autores Herzfeld (1992) y Graeber (2011) respectivamente.
Las palabras: promoción, senda a la prosperidad, operador social, programa,
estrategia, cogestor, familia beneficiaria, entre otras, son utilizadas para describir y
caracterizar el programa según los términos propios de las personas que lo desarrollan. Así,
estas palabras serán utilizadas en el presente texto como categorías etnográficas, y serán los
términos que utilizaré al referirme a la realidad social bajo análisis.
Por último quisiera mencionar que este escrito se basa en los resultados obtenidos
en el trabajo de campo que se realizó con autorización de las autoridades municipales
13
competentes. El cual comprendió observaciones y acompañamiento prolongado a las
principales ejecutoras del programa (las cogestoras) durante alrededor de dos meses y
medio. Mi motivación para realizar esta investigación surgió de una idea personal como
investigadora de interesarme en las problemáticas de mi realidad más próxima.
Capítulo I. Un acercamiento a ZOLIP
En el año 2000, Colombia junto con los demás países miembros de las Naciones
Unidas aprobaron la Declaración del Milenio. En esta se establecieron los ocho Objetivos
de Desarrollo del Milenio7. El objetivo número uno es Erradicar la pobreza extrema y el
hambre. Para el 2015, Colombia estableció como meta reducir al 28,55% la población por
debajo de la línea de pobreza. Según la página oficial del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo de Colombia (PNUD Colombia), para el 2010 el porcentaje de personas
en pobreza extrema es del 37,20%. Lo cual indica que en cinco años Colombia tenía la
meta de reducir más de 8 puntos los niveles de pobreza extrema.
Para cumplir con este objetivo, en el año 2011 por medio del decreto número 4160,
se creó la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE) adscrita al
Departamento para la Prosperidad Social (DPS)8. Una de las líneas de trabajo que tienen la
ANSPE para cumplir con la reducción de la pobreza extrema es el programa ZOLIP. Él
cual consiste en determinar un área geográficamente delimitada (municipio, corregimiento,
7 Objetivos de desarrollo del Milenio, PNUD Colombia,
http://odm.pnudcolombia.org/index.php?option=com_content&view=article&id=345&Itemid=56 8 Mediante el Decreto número 4155 de 2011, la antes llamada la Agencia Presidencial para la Acción Social
y la Cooperación Internacional (Acción Social) se transforma en Departamento Administrativo para la
Prosperidad Social (DPS).
14
vereda o barrio) en la que se realiza una intervención intensiva de la estrategia Unidos9.
Con el objetivo de acelerar la reducción de los porcentajes de la población en pobreza
extrema, en el territorio determinado, a niveles cercanos a cero en periodos de intervención
de dos a tres años. Y de esta manera, como se establece en el programa, promover a las
familias hacia la “senda a la prosperidad” (ANSPE, 2013A).
El definir una población específica hace parte de los nuevos elementos de la policía
social, conocido como focalización (Ravallion, 2007). Este término se refiere a la
focalización como modalidad de intervención pública que busca asegurar que un
programa/proyecto se concentré en una determinada población objetivo delimitada a partir
de ciertos criterios (Brodersohn, 1999, págs. 7,9). En el caso de ZOLIP como lo
mencionamos anteriormente, se basa en dos tipos de focalización, la primera a partir de
evaluación individual, la encuesta SISBEN10
; y la segunda es de tipo geográfico, ya que se
delimitan municipios o regiones donde se aplicará el programa.
Este trabajo de intervención social es liderado por un operador social (denominado
de esta forma en el diseño de la política). El cual es contratado por la ANSPE para que
ejecute el programa ZOLIP en las zonas determinadas. En este caso, J.A. Zabala &
consultores asociados S.A.S. es el encargado de la implementación del programa en Chía.
Este operador contrata directamente a los cogestores y se encarga de hacer el seguimiento a
9 “UNIDOS es la segunda fase de la Red JUNTOS que promueve la innovación social, la participación
comunitaria, y el abordaje de trampas de desarrollo local bajo el marco de la convergencia regional”
(ANSPE, 2012). 10
EL SISBEN es el sistema de información a cargo del Departamento Nacional de Planeación por el cual el
“Gobierno Nacional identifica a las familias potenciales beneficiaras de los programas sociales”. El formato
de aplicación es una encuesta. la familia debe solicitar que se le realice en la oficina del SISBEN de su
municipio y esperar a que el encuestador les haga la visita a la vivienda. Posteriormente se pública el puntaje
en la página del SISBEN. Los puntajes más bajos de SISBEN son los que hacen parte del programa Unidos y
la estrategia ZOLIP. El puntaje del SISBEN está asociado al nivel de vulnerabilidad.
15
sus labores. En este punto, cabe abrir la pregunta para futuras reflexiones sobre ¿cómo el
Estado delega a terceros su responsabilidad de asistencia a la población? ¿Cuál es el
alcance del agente privado en el desempeñando funciones públicas? ¿Se reduce el papel
de las agencias públicas a la supervisión?
La población objeto de ZOLIP no son sujetos aislados sino unidades familiares.
Como por ejemplo la familia de Claudia, una mujer de 28 años que ha sacado sus dos hijos
adelante sola. Ella trabaja informalmente en un piqueteadero 6 días a la semana, pues se
retiró muy pequeña del colegio y no aprendió ni a escribir ni a leer. Claudia vive en la
vereda la Balsa, con sus hijos y su novio en una habitación de la casa arrendada por su
Padre. Al momento de conocerla lo que más resalta es el orgullo que siente por haber
sacado a sus hijos adelante y haber logrado un núcleo familiar al menos estable. Claudia,
sus hijos, sus hermanos y su padre son considerados en situación de pobreza extrema y por
tanto incluidos en la red Unidos programa ZOLIP (segmento del diario de campo del 11 de
marzo de 2013).
Según el exdirector de la ANSPE, Samuel Azout, “se considera pobre extrema la
persona que tenga ingresos mensuales por debajo de cien mil pesos ($100.000 COP). Sin
embargo, las personas que pertenecen a la Red Unidos y, en las zonas determinadas, a
ZOLIP son vinculadas a partir de una base de datos que suministra el Departamento
Nacional de Planeación a la ANSPE, proveniente de la encuesta SISBEN, con las familias
que se encuentran categorizadas como pobres extremas” (ANSPE, 2012). Por tanto, las
familias no se inscriben a este programa, ni tampoco tienen que mostrar algún interés en ser
parte. Sino que son seleccionadas para éste desde una institucional centralizada de
16
información como lo es DNP (Departamento Nacional de Planeación)11
. Después de que
una familia es seleccionada para hacer parte del programa, se le entrega la información de
contacto a una cogestora asignada, la cual debe contactarse con la familia para hacerle
saber que se encuentra incluida en el programa y programas las visitas de acompañamiento.
Fotografía 1, Descripción de los Logros Básicos según su dimensión.
Tomada por Yenny Guzmán
Según el proyecto, los Logros Básicos (LB) constituyen el conjunto de condiciones
mínimas deseables que una familia en pobreza extrema debe alcanzar para considerar que
han superado esta situación y son los elementos a tener en cuenta para considerar si una
familia se encuentra en condición de pobreza extrema o no. Las dimensiones de los LB son
los siguientes: 1) Identificación, 2) Ingresos y trabajo, 3) Educación y Capacitación, 4)
11
La población víctima no requiere tener puntaje de SISBEN para ser parte del programa. El único requisito
es que se encuentren inscritas en el Registro Único de Población Desplazada (RUPD)
17
Salud, 5) Nutrición, 6) Habitabilidad, 7) Dinámica familiar, 8) Bancarización y Ahorro, 9)
Apoyo para garantizar el Acceso a la Justicia.
Estos logros básicos son los mismos que se tienen para todas las personas que hacen
parte de la estrategia Red Unidos. La diferencia de ZOLIP radica, en que ésta última aplica
de manera más intensiva el acompañamiento a las familias, para que de esta forma sean
promovidas hacia –en las palabras del diseño del programa- la “senda de la prosperidad”
(superar la pobreza extrema en los términos que lo establece el programa) en un menor
tiempo (ANSPE, 2013A).
Los cogestores, son las personas que tienen el contacto directo con las familias
beneficiarias. Su trabajo consiste en acompañar de manera personalizada, guiar y motivar a
las familias en el cumplimiento de los logros (ANSPE, 2013B). En palabras de Samuel
Azout “darles las herramientas que requieren para promover a estas familias de su
situación actual de pobreza extrema” (ANSPE, 2012). Los cogestores manejan entre 100 y
120 familias cada una. El programa en Chía cuenta con cuatro cogestoras, cada una maneja
y visita alrededor de 95 familias. Las cogestoras deben visitar a las familias alrededor de
cada 35 o 40 días. En estas visitas, las cogestoras revisan con la familia el cumplimiento de
los logros que se tenían como tarea y hablan acerca de los problemas de las familias y cómo
superarlos, como por ejemplo: dialogar si tienen diferencias entre ellos o buscar ayuda con
las autoridades competentes en caso de necesitarlo.
18
Fotografía 2, Cogestora en camino a una visita. Tomada por Yenny Guzmán
Como vemos en la imagen, las cogestoras llevan un chaleco azul con el logo de
Unidos, portan una gorra y una maleta del mismo color azul también marcadas con el logo
de Unidos. La mayoría de las cogestoras caminan de casa en casa para realizar las visitas,
así que utilizan zapatos cómodos y pantalón. En el morral, llevan un computador portátil
19
donde pueden consultar las bases de datos donde aparecen las familias y una carpeta grande
de hojas en la cual está la información de contacto de las familias (una hoja por familia).
Gina es cogestora del programa ZOLIP en Chía desde hace 2 años. Es una mujer
joven que alterna sus prácticas de contaduría pública los fines de semana con sus visitas en
moto a las familias. Al llegar a la casa de una familia, Gina toca la puerta y saluda, “Buenas
doña Anita, ¿cómo le ha ido? ¿Podría robarle unos minuticos?” En la primera visita que
Gina le hizo a Doña Anita, tardaron más de hora y media contestando las preguntas
reglamentarias del inicio en el programa. Este proceso se llama Levantamiento de Línea
Base pues permite a la cogestora identificar los principales aspectos a solucionar por la
familia para salir de su condición de pobreza extrema. Las preguntas que se realizan
abordan temas relativos a los logros básicos mencionados anteriormente. Gina, entre otras
pregunta número de cédula, nivel educativo, EPS, alfabetización, alimentación diaria, cómo
resuelven sus problemas familiares y si tienen algún ahorro, para todos los integrantes de la
familia. Luego de identificar los principales problemas las cogestoras junto con la familia
priorizan cinco indicadores a trabajar para la siguiente visita12
.
Para cumplir con los logros del programa, éste se diseña desde tres pilares:
empoderamiento, corresponsabilidad y acompañamiento. En primer lugar el
Empoderamiento quiere decir que las familias son las que deciden cuál es su camino o plan
para salir de la pobreza. “Son las familias quienes deciden cuáles son sus prioridades para
cumplir los logros y cómo cumplirlos” (ANSPE, 2013B). Es decir, los funcionarios y
12
Cuando empecé mi trabajo de campo la gran mayoría de familias ya habían sido visitadas por lo menos una
vez, así que nunca pude presenciar una primera visita de levantamiento de línea base. Sin embargo, esta
descripción es una reconstrucción a partir de las visitas realizadas y las conversaciones con las cogestoras
acerca de esta primera visita.
20
cogestores les presentan distintas alternativas por ejemplo para cumplir con el logro de
educación (técnicos, capacitaciones, etc.) y son las familias quienes deciden cuál de las
opciones les interesa más. Claro, su capacidad de decisión es limitada ya que se reduce a las
opciones que les presenta la oferta institucional.
El empoderamiento, no es nuevo en las políticas sociales. Molyneux (2007) lo
identifica como uno de los principios que definen las nuevas políticas sociales contra la
pobreza desde los años ochenta. Esta autora define el empoderamiento como: “el que los
pobres ganen más voz y presencia en las tomas de decisiones que afectan sus vidas”
(Molyneux, 2007, pág. 11). Este nuevo enfoque se basa en una crítica de la filantropía
tradicional que se basa en políticas “asistencialista” que ven a los “beneficiarios” como
recipientes pasivos de caridad. Por el contrario, Las nuevas políticas sociales sitúan a los
“usuarios” como actores (con intereses y responsabilidades) activos y empoderados capaces
de formular sus propias necesidades y participar en el establecimiento de prioridades y la
ejecución de proyectos de desarrollo (Molyneux, 2007, pág. 11).
Como segundo elemento encontramos la Co-responsabilidad. Este elemento
consiste en que son las familias las encargadas de trabajar para salir de su situación de
pobreza. El Estado, en cabeza, de los cogestores solo brinda apoyo y las herramientas
necesarias (como educación, documentación, acceso a salud, oportunidades laborales, etc.)
para lograr salir de la pobreza y estrategias para no volver a caer en ella. Pero son las
personas vinculadas las que tienen que trabajar activamente para la consecución de los fines
que se trazaron con el elemento anterior (empoderamiento).
21
La co-responsabilidad o auto-ayuda también es uno de los principios de las nuevas
políticas sociales. Este concepto ganó importancia en los años 80 cuando el Estado fue
identificado como la mayor causa de fracaso de los programas de desarrollo al alimentar la
“cultura de la dependencia” (Molyneux, 2007, pág. 11). De esta crítica, surgió el interés de
concentrar las políticas sociales contra la pobreza en buscar estrategias para alentar a las
personas que se encuentran en esta condición a que se ayuden a ellos mismos, sin caer en la
dependencia del Estado (Molyneux, 2007, pág. 11). Deepa Narayan (2000, pág. 65) señala
que la dependencia es uno de los aspectos básicos de la forma en que los pobres definen la
pobreza. Debido a su falta de poder y voz se ven dependientes de múltiples actores como el
Estado, organizaciones internacionales, personas con recursos y poder, entre otros.
Hablando específicamente de la dependencia estatal, Deepa Narayan (2000, pág. 100-101)
identifica como uno de los problemas de esta dependencia que cuando las comunidades o
personas pobres dependen mucho de la prestación de servicios de las instituciones públicas,
son vulnerables al mal funcionamiento del gobierno los pobres son los que más sufren, ya
que sin recursos ni poder están mal preparados para hacer frente a una eventual situación de
crisis.
Como último elemento identificamos el acompañamiento Para tener un control
centralizado de los logros que han alcanzado las familias, los cogestores mantienen una
base de datos (en un computador personal) que actualizan en cada visita a las familias,
donde registran la situación de la familia respecto a los logros. Esta información llega a una
base de datos en las oficinas de la ANSPE donde se le hace seguimiento al proceso de todas
las familias que tienen acompañamiento en el país (ANSPE, 2012).
22
Fotografía 3, Visualización del programa en el computador de una cogestora. Tomada por
Yenny Guzmán
Esta base de datos tiene información detallada acerca de múltiples aspectos de la
vida privada de estas familias que se consideran importantes para evaluar su progreso hacia
la “senda de la prosperidad”. Desde su estado civil, el cumplimiento del servicio militar,
el nivel de educación de los padres y de los hijos hasta información acerca de presencia de
violencia intrafamiliar, riesgo de drogadicción, alcoholismo entre otros. La base de datos es
un archivo gigante en Excel donde cada fila es una persona y cada columna es un logro, en
la casilla de intersección se anota si la persona tiene cumplido o no el logro
correspondiente. Las cogestoras cuentan con un programa en el cual ingresando el número
de folio ven un cuadro donde aparecen en rojo los logros no cumplidos y en verde los que
ha cumplido la familia. En ese sentido ellas tienen la facultad de definir los cambios en la
situación de la familia. Como resultado de la posesión y estudio de toda esta información
por parte de una institución pública, podríamos pensar que el Estado se aproxima a la esfera
23
más íntima de la persona y de tal manera podría adquirir un considerable grado de control
sobre la vida de las personas que se encuentran en la base de datos.
Luego de mostrar qué es ZOLIP, cómo funciona y su influencia de las Políticas
sociales a nivel continental, vemos que la elección de sus unidades familiares y la forma
como se realiza la primera visita se derivan con los tres pilares antes mencionados. El tipo
de preguntas, el sitio de lugar de reunión (la casa de la familia) y los cinco indicadores a
trabajar en cada visita son seleccionadas en acompañamiento, corresponsabilidad y en
busca del empoderamiento de estas familias. Este nuevo lugar de encuentro donde
interactúan cogestoras y familias afecta mutuamente el tiempo y el espacio de los actores.
Siendo así importante analizar cómo el control de estos elementos se ve influenciado.
Estos elementos se han tenido en cuenta en distintos estudios que se relación con el tema de
la burocracia. Herzfeld (1992) los identifica como elementos susceptibles de control en la
relación entre burócrata y cliente. Handelman (1976, pág. 223-224) hace su análisis de la
relación entre burócrata y cliente teniendo en cuenta el tiempo como el elemento a través
del cual discurre la relación burocrática y cómo cambia la relación a medida que el tiempo
pasa. Finalmente, Hage (2009) trabaja la dimensión temporal a partir del análisis de la
categoría de espera en diferentes contextos, argumentando cómo la espera es una
construcción cultural protagónica en el escenario burocrático.
24
Capítulo II. ¿El tiempo de quién? Una dimensión en constante
pugna.
Desde el principio de mi investigación me encontré con el manejo y control del
tiempo en la burocracia. En un primer lugar, fue mi tiempo el que se vio determinado por
todas las personas de la administración municipal, del operador social y de la ANSPE que
debían autorizar, lo que ellos denominaron, mi intervención. Luego de la aprobación, mi
tiempo de investigación fue controlado por las cogestoras, ya que debía disponer del tiempo
que ellas tuvieran para realizar las visitas. Muchas veces me quedé sin realizar trabajo de
campo porque aunque teníamos programado que las iba a acompañar a hacer visitas, les
programaban una reunión sin previo aviso. Después de haber acompañado exitosamente a
las cogestoras en sus visitas a las casas de las familias, descubrí que mi tiempo no era el
único que se veía controlado por una causa externa.
Una de las características más destacadas del sistema burocrático estatal es la
anteriormente mencionada, espera o tiempo. Esas largas filas para solicitar algo o hacer una
reclamación, los días enteros esperando para reclamar un documento urgente, son
manifestaciones frecuentes de incidencia de la burocracia en nuestras vidas y son de
especial relevancia a la hora de analizar las relaciones burocráticas.
Herzfeld (1992, pág. 162) señala que la supresión o pérdida de relevancia del
tiempo es una de las características de la interacción burocrática. Debido a que
constantemente a las personas que buscan la ayuda o servicio que presta la institución
burocrática se les dice que deben volver en otro momento, “vuelva mañana”. Esto
adormece el propio sentido del tiempo. Si una persona quiere recibir la ayuda no tiene
25
ninguna otra alternativa más que obedecer y regresar de nuevo, de esta forma el burócrata
controla el tiempo del cliente y el sentido del mismo (Herzfeld, 1992, pág. 163). Cuando
esperamos, lo que esperamos esta por fuera de nuestro control, se nos sale de las manos, y
podemos "sólo esperar" para lo que queremos que suceda (Hage, 2009, pág. 2). “Esperar
puede, definir las relaciones de clase y estatus en el sentido más evidente de “¿quién espera
a quién?", que también significa: ¿quién tiene el poder de hacer parecer su tiempo como
más valioso que el tiempo de otra persona?” (Hage, 2009, pág. 2) En el caso de ZOLIP,
indagar ¿quién controla el tiempo de quién? ¿Quién hace esperar a quién? nos dará pistas
en nuestro objetivo de analizar la relación entre cogestora y familia.
A partir de la descripción del programa ZOLIP hecha en el primer capítulo, se
entiende que el dominio del tiempo que tiene el burócrata sobre el cliente se ve afectado o
disminuido por el hecho de que no son las familias las que deben buscar y esperar la
disponibilidad del burócrata, sino es el burócrata (la cogestora) el que busca la
disponibilidad de la familia. Lo que hace que éstas tengan más poder de decisión frente al
uso de su propio tiempo.
Como quedó registrado en mi diario de campo del 22 de febrero de 2013 y del 11 de
marzo de 2013, Carolina lleva trabajando 5 meses como cogestora. De las cinco cogestoras
de Chía fue la última en ser contratada, todas sus compañeras llevan mínimo un año
vinculadas como cogestoras13
. Carolina ha tenido que contactar a todas las familias que le
asignaron - más o menos 96. Me cuenta que se ha gastado mucho dinero llamando a las
familias para organizar las visitas. Muchas veces no le contestan, le dicen que no pueden o
13
Semanas después de haber concluido el trabajo de campo con Carolina decidió renunciar a su trabajo como
cogestora.
26
le dan evasivas14
. En una ocasión, día entre semana, de todas las visitas que Carolina
programó realizar (4) ninguna se llevó a cabo, debido a que, aunque la señora estaba en la
casa, estaba muy ocupada y no podía atender a Carolina; solo los niños pequeños se
encontraban en la casa; la señora había salido a una cita médica aunque era muy probable
encontrarla en la casa; y por último, aunque el estudio del horario de la familia indicaba que
iban a estar en la casa no había nadie. Este problema para organizar las visitas ha hecho que
Carolina tenga que salir algunos sábados y domingos a hacer visitas. Es relevante
mencionar acá que esta dificultad para concertar las visitas obligó a Carolina a relegar sus
demás actividades y obligaciones, haciendo que finalmente tuviera que renunciar a su
trabajo para cumplir con sus trabajos de la Universidad.
Parece ser que Carolina no dominaba el tiempo del que disponen las familias para
las visitas. Esto genera que sea Carolina la que vea su tiempo condicionado y determinado
al tiempo que decidan dedicarle las familias.
Aunque, como se vio anteriormente, el tiempo de la cogestora está controlado
principalmente por la disponibilidad de las familias, esto no significa que pierda el control
del tiempo por completo. En primer lugar debido a que la frecuencia de las visitas, la
duración y muchas veces fecha exacta, no depende de lo que quiera la familia sino del día
que programe la cogestora para ir y el tiempo con el que disponga para cada visita. Muchas
veces hay familias que no se visitan en dos meses, ya que las cogestoras tienen que
priorizar a familias con determinadas características para hacer las visitas. En ese sentido,
14
Comparando las familias que le corresponde visitar a Carolina con las familias que tienen otras cogestoras,
las de Carolina fueron las más evasivas y distantes, podría pensar que es debido a que Carolina es la tercera
cogestora que hace visitas a estas familias en menos de un año. Lo cual hace que el acompañamiento no sea
constante.
27
es posible sugerir que las relaciones cogestora-familia se desenvuelven en un tiempo
industrial (Thompson, 1979).
El tiempo industrial se refiere a un cambio en la representación interna del tiempo
característica de las sociedades industriales. Las sociedades industriales maduras de todo
tipo se distinguen porque administran el tiempo y por una clara división entre “trabajo” y
“vida” (Thompson, 1979, pág. 288)15
, para ilustrar lo anterior, nos podemos referir a Gina
y Esperanza quienes separaban claramente su tiempo laboral de su tiempo personal así no
tengan un horario especificado para cumplir con las visitas ellas imponen el horario laboral
que la mayoría de personas cumplen (tiempo industrial) para llevar a cabo sus visitas de
cierta manera imponiendo también ese horario de visitas a las familias. Estas dos cogestoras
específicamente, estuvieran haciendo visita o no, tomaban su hora de almuerzo todos los
días alrededor de la una de la tarde y terminaban su trabajo diariamente alrededor de las 5
de la tarde. Asimismo, intentaban no trabajar los fines de semana. Durante una entrevista (3
de mayo de 2013), Esperanza menciona: no, mi tiempo no se ve afectado, generalmente mi
tiempo es la disponibilidad precisamente que yo tengo para el trabajo, para cumplir con lo
que toca hacer.
Debido a que muchas personas se reusaban a las visitas de las cogestoras,
Carolina al igual que sus compañeras optó por hacer la mayoría de visitas sin acordarlas
previamente. Es decir, luego de conocer el horario de las familias llega a la casa sin previo
aviso. Esta decisión refleja un intento por retomar el control por el tiempo. Las visitas se
convierten en una disputa por el control del tiempo donde, por un lado, para las familias
prima su disponibilidad y, por otro lado, las cogestoras que habitan un tiempo industrial
15
El tiempo industrial también hace referencia a que el tiempo adquiere un valor monetario, por tanto el
tiempo no pasa sino que se gasta (Thompson, 1979, pág. 247).
28
priorizan su tiempo laboral. Esta lucha trae inconvenientes para ambas partes, pues muchas
veces las familias no están y las cogestoras pierden su tiempo o si la familia está, son
abordadas por alrededor de una hora sin haberles preguntado respecto a su disponibilidad.
Además de analizar el tiempo de las visitas, considero importante analizar la
dimensión temporal respecto a otro elemento; el tiempo de las ayudas. Es decir, la espera
que debe hacer el cliente (que en este caso son las familias) para recibir algún tipo de ayuda
de parte del Estado.
Respecto a este punto, encontré que se presentan dos casos distintos. El primer caso
es la oferta institucional16
establecida y casi permanente. Este tipo de ayudas son las que el
municipio o algunas instituciones como el SENA prestan de manera cuasi permanente a las
familias que hacen parte de la Red Unidos programa ZOLIP. Este tipo de ayudas se
encuentran disponibles para su utilización periódicamente como educación gratuita,
controles médicos para los niños y asistencia para documentación (libreta militar, cédulas,
etc.) la cual es casi inmediata y en cabeza de las cogestoras. Es decir, de estar disponible la
opción, lo único que se necesita para acceder a la oferta es tener la remisión que hace la
cogestora. A principio de este año, las cogestoras hicieron bastantes remisiones para cupos
de jardín y colegios para los niños que hacen parte del programa.
16
La oferta son las herramientas, bienes, oportunidades o capacitaciones a las que pueden acceder a las
familias. Esta oferta es creada por Inversión Social Privada o por algún ente público (como el municipio,
ICBF, SENA, etc.)
29
Fotografía 4, Formato de remisión. Tomada por Yenny Guzmán
Sin embargo, cabe aclarar que esta oferta es limitada. Por ejemplo, en el caso de
educación se les garantiza cupos para colegio y jardín en el municipio, pero no en el
colegio de preferencia de la familia, sino en el que la alcaldía encuentre disponibilidad. Se
ofrecen capacitaciones o técnicos del SENA pero en un horario prestablecido (si es en las
horas de la mañana y la persona trabaja no puede acceder), además la variedad de los
cursos es reducida debido a que comúnmente solo tienen uno o dos programas para
escoger. En el caso la señora Marlene, a quien en el pasado se le había recomendado ir a un
taller en el cual la asesoraban y le daban “tips” para hacer su hoja de vida, no pudo asistir
ya que ninguno de los dos horarios se acomodaba al momento en que ella entraba a su turno
en el restaurante El Corral. Lo anterior genera que, aunque las ayudas se presenten de
30
manera casi permanente, haya familias a las cuales no les interesa o no pueden acceder a
esta oferta porque no se les ajusta a sus necesidades y tiempo específico.
El segundo tipo de oferta son las que denomino “promesas”, y se trata de ayudas de
difícil realización que conllevan a largas esperas por parte de las familias. Sin embargo,
este tipo de ayudas son las que más les interesa a las familias. Esperanza dice: las familias
cumplen y medio les interesa el programa para que cuando salgan estas ayudas las tengan
en cuenta. Esto pasa especialmente con la oferta de habitabilidad, lo que se refiere a
subsidio o entrega de viviendas y con una campaña que se hizo en noviembre del año
pasado para regalarles a los niños entre 7 y 12 años computadores personales. Ambas
ofertas llevan contándoselas a las familias desde el año pasado y hasta el día de hoy
ninguna de estas ayudas ha llegado.
A pesar de lo anterior, en los diarios de campo registré en varias ocasiones como
las cogestoras les recuerdan a las personas que asistan a las reuniones que se hacen los
jueves, que estén pendientes de la radio de Chía para que se enteren que es lo que tienen
que hacer para recibir la ayuda; manteniéndolos en una espera constante. Este hecho hace
que respecto a estas ayudas los burócratas sigan manteniendo control sobre el tiempo de los
clientes. Las cogestoras les piden obediencia, asistiendo a las reuniones de los jueves,
escuchando la radio, llamando a la cogestora para enterarse, y complimiento (de los demás
logros, especialmente el de ahorro) a las familias con la promesa de una ayuda venidera
(Herzfeld, 1992, pág. 163)17
.
17
Esta espera de las ayudas promesa ha sido mencionada por Hage (2003) al hablar de que el Estado como
una máquina de distribución de la esperanza. Esta visión puede sonar ingenua si no se considera que Hage
habla de esperanza no solo en el sentido positivo del termino (como confianza del porvenir), sino también en
31
De lo anterior se desprende que las cogestoras mantienen cierto control sobre el
tiempo de las familias respecto a las ayudas. Sin embargo, el análisis de esta dimensión en
la relación burocrática no estaría completo hasta analizar la dependencia desde la otra cara
de la relación. Como es evidente a partir de lo mencionado anteriormente en este capítulo,
al ganar control las familias de su propio tiempo, las cogestoras deben amoldar el suyo a los
horarios que sean adecuados para las familias. Muchas veces tienen que madrugar,
trasnochar, trabajar fines de semana y hasta perder tiempo en ir a las casas de las familias
para no encontrar a nadie.
Aparte del control que pueden ejercer las familias también se encuentran
determinadas por sus superiores. En primer lugar, comúnmente tienen reuniones sin aviso
que las obliga a no organizar ni comprometer mucho su tiempo a futuro y a poder cambiar
sus planes cada vez que lo necesiten. A finales de mes puede que estén toda la semana
dando informes sobre la gestión y trabajo que han realizado a largo del mes. Sobre este
aspecto Esperanza comenta: “Y este mes tenemos unas metas re altas, por lo que se perdió
trabajo los meses pasados imagínate yo tengo como ochenta y pico familias y tengo que
hacer (supuestamente) 115 visitas este mes” (segmento del diario de campo del 30 de abril
de 2013). Es decir Esperanza tenía que presentar informes de 115 visitas en el mes aunque
no tuviera las suficientes familias para realizarlas, siendo esta una meta irrealizable.
En segundo lugar, las cogestoras también son dependientes de sus superiores
respecto a los tiempos de las ayudas. Ellas son el último eslabón en la jerarquía burocrática
de esta institución y aunque son las personas encargadas de conocer la situación personal de
las familias, no tienen una decisión directa respecto a las ayudas que pueden ofrecer y el
el negativo, cercano a Nietzsche y a Spinoza, quienes asocian con un aplazamiento de la vida citado por
(Jaramillo, 2012, pág. 47), una imposibilidad de alcanzar las expectativas por sí mismos.
32
tiempo de espera para ellas. Las cogestoras solo transmiten a las familias lo que los
funcionarios por encima de ellas deciden ofrecer, lo cual hace que ellas también estén a la
espera de estas ofertas y su tiempo sea dependiente de las decisiones de sus superiores.
“Con Carolina llegamos a una casa donde nos abrieron dos niñas pequeñas, al ver a
Carolina con el chaleco azul de red Unidos le preguntaron cuándo iban a llegar los
computadores que tanto habían prometido, Carolina les dijo que ni ella misma sabía… toca
esperar a ver qué pasaba” (segmento del diario de campo del 5 de marzo de 2013).
De esta manera podemos ver cómo en este caso en concreto, el tiempo no es un
elemento que se encuentre indiscutiblemente bajo el control de un solo actor, sino que se
fragmenta y se disputa. Vemos cómo el control de tiempo pasa de una mano a la otra
dependiendo de las familias, las cogestoras y los superiores de éstas. La definición de esta
categoría juega con sus dimensiones verticales (jerarquía) y horizontales pues no hay una
relación unilineal entre la decisión o la orden del superior, la forma en que acatan esta
orden las cogestoras y la forma en que las familias se atienen a esta definición. Por el
contrario, los superiores administran el tiempo de las cogestoras y el tiempo de las familias
en forma de promesa. Mientras que cogestora y familias se debaten entre quién se atiene al
tiempo de quién. El dinamismo que caracteriza el tiempo que hemos analizado no se acopla
a la definición de burocracia clásica, por el contrario nos muestra su complejidad y
dificultad por darle una caracterización general. Queda abierta la reflexión acerca de si el
Estado como forma general de organización social estaría quedándose corto al no
comprender la complejidad con la que las personas experimentan el tiempo en su faceta
burocrática. La categoría de tiempo no es la única que se ve afectada o modificada en esta
relación, en el siguiente aparte analizaremos la dimensión del espacio.
33
Capítulo III. Entre lo público y lo privado, el espacio como
escenario de apropiación.
La intervención del programa ZOLIP en las casas de las familias se ve justificada
por una condición de vulnerabilidad de las familias que ha sido “diagnosticada” por el
Estado a través de la encuesta SISBEN. Pero ¿a qué hace referencia el estar en una posición
de vulnerabilidad? según el boletín 34 “una aproximación a la vulnerabilidad” (2007)
presentado al Departamento Nacional de Planeación (DNP) por la investigadora Lina María
Castaño Mesa, define la vulnerabilidad “como la inseguridad y sensibilidad del bien-estar
(well-being) de los individuos, hogares y comunidades en situaciones de cambio” (Castaño
Mesa, 2007, pág. 5). Esta definición se da a partir del modelo económico de exposición al
riesgo (Lampis, 107-121) (Rodríguez Salazar, 2009). En otras palabras, la institución
pública considera vulnerable a una persona en este caso si se encuentra en riesgo de caer en
la pobreza. Por lo tanto, el riesgo de caer en la pobreza es calculable a partir del análisis de
determinados factores ubicados en una fórmula -Riesgo = f (perturbación, exposición al
peligro, capacidad del sistema para manejar el shock)- que predice la probabilidad que
tiene una persona de no educarse, de no contar con servicio de salud y no contar con los
medios adecuados de sustento, entre otros (Castaño Mesa, 2007, pág. 6).
Según los planteamientos del modelo de exposición al riesgo, los individuos, las
familias, los hogares y las comunidades son responsables de sus propios riesgos (Dean,
1999). En ese sentido, las personas que efectivamente pueden gestionar su propio riesgo
pueden ser catalogadas como ciudadanos activos mientras que, por el contrario, los grupos
en alto riesgo como los pobres extremos (población objeto) requieren intervención en la
34
gestión de riesgos18
ya que no son capaces de controlar y monitorear los riesgos por sí
mismos (Dean, 1999). En consecuencia, estos grupos en alto riesgo necesitarían a actores
institucionales que sirvan como tutores en la superación de dicho riesgo; guías que les
“enseñen” como superar su situación y proporcionen herramientas para no volver a él,
como lo explica Gina al preguntarle qué representa ella para las familias: soy,...., como el
apoyo en su lucha diaria, como un guía en los procesos que tienen que hacer en el proceso
de salir de la pobreza extrema. (Fragmento entrevista 2 de mayo de 2013)
Aunque oficialmente el programa ZOLIP es mostrado como un programa
intervencionista, éste actúa por medio de tutores, las cogestoras constituyen guías y capital
humano para enseñar a estas familias a cumplir los objetivos del programa. Es por eso que
no dan órdenes sino recomendaciones, no imponen sino que sugieren y dan consejos. Como
lo explica Gina:
Yo si les digo que es importante que mantengan las cosas limpias, su casa aseadita.
En algún momento hable con una familia y ellos siempre olían muy mal porque no se
bañaban y el esposo le pegaba. Entonces yo le decía usted se ha puesto a pensar porque él
es así por qué busca otras cosas en la calle, siempre al hacerlos reflexionar el por qué
pasan las cosas, entonces yo le decía entonces puede ser que él quiere verla a usted como
la conoció todos los días peinándose maquillándose, hacerla ver a ella el error que está
cometiendo, de esa manera lo hago porque entrar y decirle oiga y por qué no barre y por
qué no tiende la cama no me parece. (Fragmento entrevista 2 de mayo de 2013)
18
El riesgo nunca se va a disipar del todo se pueden tomar medidas para hacer que se reduzca pero siempre
existirá la posibilidad de que se presente (Dean, 1999).
35
Esta orientación o acompañamiento tiene lugar en la casa familiar, por lo que es
importante analizar cómo el espacio se ve modificado por las relaciones entre las
cogestoras y las familias y cómo estás se ven afectadas por el espacio.
A la hora de hablar del espacio no podemos referirnos a una categoría binaria
definida por lo privado y por lo público. Entre estas dos nociones no existe una línea
definida y clara que divida lo que hace parte de cada esfera. La división es porosa, los
espacios públicos pueden ser privatizados real o simbólicamente (García Canclini, 1996) y
los espacios privados pueden volverse públicos. De modo que la definición de espacio está
entre la negociación entre lo privado, lo público –tradicionalmente asociado al ámbito
político- y lo colectivo. En ese sentido el espacio no es político solo en su dimensión
pública, sino que lo personal puede ser también político dependiendo de la acción (o
decisión) de los sujetos al trazar la división. Como lo menciona Rancière –refiriéndose al
proceso democrático- (2006 pág. 89), la acción de sujetos que, trabajando sobre el
intervalo entre identidades, reconfiguran las distribuciones de lo privado.
En el marco del programa ZOLIP, el acompañamiento familiar que realizan las
cogestoras (como representantes del Estado), visitando a las familias en sus casas, el
programa difumina los límites entre el espacio privado y el público y establece una nueva
división. Esto puede hacer que parte de la casa de la familia se convierta en un espacio
burocrático.
Las cogestoras deben visitar periódicamente a las familias en sus casas, pues si se
encuentran en otro lugar la reunión no es considerada como “visita” por parte del programa.
En los momentos que compartí con la cogestora Esperanza, contamos cuántas visitas
36
habíamos hecho en un día, le dije que cinco, incluyendo a la señora que habíamos visto en
una cafetería para darle una remisión para el colegio de uno de sus hijos. Esperanza me
contestó que eso no contaba como visita porque no había sido efectuada en la casa y no se
habían revisado los logros en el sistema. Así, el lugar y la rutina están claramente definidos
para lo que se considera una visita.
Fotografía 5, Esperanza durante una visita. Tomada por Yenny Guzmán
Como lo reflejan mis diarios de campo: Luego de saludar, la cogestora se sienta
algunas veces en una silla que tengan en la casa o también muchas veces el sitio de reunión
es el dormitorio por tanto se sienta en una cama, abre su computador portátil y empieza a
37
preguntarle a la persona por cada logro. ¿Y en qué curso están los niños?, ¿están
vacunados?, ¿lavan las frutas y verduras antes de consumirlas? Y así sucesivamente. De
la misma manera ocurre cuando las personas van a la casa social a hablar con la Dra.
Ángela, la delegada municipal para la estrategia Unidos. Ángela los saluda amablemente,
se sienta frente a su computador, busca la familia en la base de datos y empieza a revisar
logro por logro para saber cuáles le falta a la familia por cumplir (fragmentos diarios de
campo del 5 y 6 de diciembre de 2012). De esta manera vemos que el protocolo o el
encuentro burocrático no se modifican en su forma ni en su contenido así éste se presente
en un nuevo escenario.
Al llegar a hacer una visita, las cogestoras tienen en un computador portátil un
programa donde pueden revisar los logros cumplidos y los que están por cumplir de cada
familia. La cogestora inicia abordando cada uno de los logros y sus correspondientes
indicadores: 1) Identificación; pregunta entre otras por la tenencia de la libreta militar o de
la tarjeta de identidad. 2) Ingresos y trabajo, pregunta acerca de su continuidad en el
trabajo, los ingresos que reciben. 3) Educación y Capacitación, indaga acerca de cómo les
va a los niños en el colegio y motiva a los integrantes a realizar capacitaciones y talleres 4)
Salud, 5) Nutrición, averigua si la familia lava las frutas y las verduras, hierbe el agua y de
sus hábitos alimenticios.6) Habitabilidad, pregunta si siguen teniendo dificultades por
ejemplo con las inundaciones, si repararon los daños, si siguen durmiendo todos en una
habitación. 7) Dinámica familiar, vuelven a preguntar cómo resuelve la familia los
problemas que se les presentan; 8) Bancarización y Ahorro, indagan si han hecho un ahorro
e insisten en la importancia de tener un ahorro. 9) Apoyo para garantizar el Acceso a la
Justicia, preguntan si conocen los servicios que presta la casa de justicia de Chía. Luego de
38
abordar cada uno de los indicadores las cogestoras intentan fijar unos compromisos para la
siguiente visita o hablarles respecto a la necesidad de cumplir algunos indicadores como,
ahorrar, solucionar los problemas en la casa, etc. (reconstrucción a partir de los diarios de
campo de las visitas).
De tal manera, cabe plantear que aunque el encuentro se lleve a cabo en un espacio
privado no por eso significa que el hecho se convierta en algo cercano a la esfera privada de
la familia y por lo tanto susceptible de ser gobernado por ésta. Por el contrario, al llevarse a
cabo el encuentro protocolizado, lo público irrumpe dentro de la esfera privada. La casa o
la habitación (muchas veces el dormitorio) termina convirtiéndose, durante las visitas, en
otro espacio burocrático ya que, el contenido de la visita y quien la dirige, no cambia
nunca, el cogestor es el que dirige y maneja la visita sin importar el espacio en el que se
encuentra.
Sin embargo, el control del espacio detentado por la cogestora es en ocasiones
intermitente debido a que los quehaceres domésticos propios de la esfera privada de la
familia, pueden irrumpir el control que lleva la cogestora. El estar pendiente del almuerzo
en la cocina, la llegada de los niños del colegio o la hora de darle las onces al bebé, son
eventos que se interponen en la rutina de las cogestoras y que no tendrían lugar si el
encuentro se llevara a cabo en el espacio institucional. “La señora Ana Judith se levanta de
su silla al escuchar a su bebé llorar en la habitación contigua. Carolina queda en mitad de
una pregunta que le había formulado. Nos quedamos sentadas en silencio mientras oímos
como Ana Judith le canta a su hijo para calmarlo” (fragmento diario de campo 11 de marzo
de 2013).
39
Por lo tanto, la visita se lleva a cabo en un espacio negociado donde ambos actores
se intercambian el control de la dimensión espacial. La cogestora influye, la mayor parte
del tiempo, en el “tono” y mantiene la supuesta linealidad del encuentro, hasta el momento
en que las actividades del hogar deban ser realizadas, lo cual suspende el discurrir de la
visita y entrega el dominio del espacio a la familia; configurando un intercambio
permanente.
El espacio privado también es transformado por la irrupción de lo público en un
sentido menos material. Me refiero a que el lugar de vivienda de una familia puede
contener múltiples significados para quienes lo habitan, pero ante el programa se ve
reducido a algo medible y cuantificable. Ese espacio donde las familias residen y
comparten es reducido a números y valores con los que cumplen o no. Los términos los
impone el diseño del programa y le atribuye a un valor a cada uno dentro de una base de
datos. Así por ejemplo define cuales son los materiales “adecuados” para la construcción
(como por ejemplo las paredes en ladrillo, el piso en cemento, baldosa o madera), el que las
áreas estén separadas.
Así este espacio lleno de significados es apropiado y transformado por el lenguaje
burocrático en algo susceptible de ser cuantificado. Esta nueva conceptualización del
espacio no le pertenece a quien lo habita sino que será estudiada y observada por diferentes
funcionarios que probablemente nunca conozcan. De esta manera la persona pierde
privacidad sobre su espacio y se convierte en un elemento más dentro del informe del
funcionario burocrático. Este hecho junto con que el “ritual” de la visita, se sigue
pareciendo a lo que sucedería en un espacio típicamente burocrático, la recepción y
solicitud de documentos, la relación mediada por el computador, la firma de un formato de
40
desistimiento o una solicitud para cupo de un colegio. Todos estos elementos hacen que los
habitantes de la casa donde se adelanta el encuentro sean “transportados” al ambiente
burocrático donde cobra validez el diagnóstico adelantado por el programa.
Fotografía 6, papeleo durante una visita. Tomada por Yenny Guzmán
Retomando, la puesta en marcha del programa ZOLIP niega una dimensión binaria
del espacio y por el contrario nos muestra cómo un mismo espacio puede ser privado o
público en distintos momentos (cuando está o no está el cogestor, durante las visitas o en
41
las interrupciones). Es decir, podría pensarse que la propia casa, un espacio privado por
excelencia se convierte en un espacio burocrático donde se difuminan los limites entres lo
privado y lo público. Resta entonces analizar las interacciones y las dinámicas que tienen
lugar entre los funcionarios (Co-gestores) y las familias beneficiarias en el marco de este
nuevo espacio de institucionalidad. Tema del que nos encargaremos en el último acápite.
Capítulo IV. Intimidad, cordialidad, hospitalidad y status.
En ZOLIP, la relación no se establece en un espacio claramente dominado por el
cogestor, lo que nos lleva a analizar si el hecho de que se establezca una relación por fuera
del espacio institucional y se vea desplazada a un espacio más personal puede modificar el
principio en el cual se sustenta esta relación (jerarquía), los términos en que ésta se lleva y
la identidad de cada parte de la relación frente a la otra. En otras palabras, ¿es la relación
entre cogestoras y familias una relación jerárquica?
Comúnmente en las relaciones entre el Estado y los sujetos se teje una relación
jerárquica, pues involucra un poder “soberano” (detentado por el Estado), lo que
automáticamente hace que ésta no sea horizontal. Es por esto que la relación entre Estado y
pobres extremos no se basa en el principio de la reciprocidad sino que tiende a trabajar bajo
la lógica del precedente (Graeber, 2011, pág. 109). En otras palabras, la ayuda o
“generosidad” unilateral del Estado con las familias se trata como un modelo de lo que se
espera después. Para ilustrar este concepto, Graeber (2011, 109) plantea el siguiente
ejemplo: si le das a un mendigo una moneda un día cualquiera y días después vuelves a
encontrarte con él, es poco probable que el mendigo te dé una moneda (en gesto de
42
reciprocidad). Por el contrario, lo más probable es que el mendigo espere que tú le des otra
moneda. En el caso que nos incumbe ahora, las familias esperan que si el Estado les ayuda
o les brinda algún recurso en una oportunidad, lo vuelva a hacer en el futuro sin el riesgo de
que la familia se sienta en deuda, ya que es una obligación que adquiere el Estado.
Para que esta relación funcione de la manera que describimos anteriormente y se
genere la obligación de “dar”, es necesario que se base en el principio de la jerarquía. Es
decir, que un lado de la relación se sepa superior al otro y que este último también se
identifique como inferior frente al primero. Así, toda vez que las líneas de superioridad e
inferioridad están claramente dibujadas y aceptadas por todas las partes como el marco de
una relación, y las relaciones son lo suficientemente continuas, se verán reguladas por una
red de hábito o costumbre (entregar donaciones todos los años) (Graeber, 2011, págs. 110-
111).
Los términos, (el lenguaje, los gestos, los requerimientos, etc.) en los cuales se
desarrolla la relación generalmente son establecidos por el representante estatal o burócrata
que atiende a estas personas en su oficina. Al respecto, Herzfeld (1992, pág. 170) plantea
que en una relación entre burócrata y cliente, cuando el cliente llega a la oficina del
funcionario, éste puede hacerlo pasar, recibirlo amablemente y ofrecerle un café. O en otro
caso, lo puede dejar esperando de pie, luego sermonearlo durante dos horas, y decirle que
vuelva la semana siguiente con los papeles mejor organizados. En ambos casos, es el
burócrata que establece la primacía del espacio oficial en el tiempo personal (como ya lo
mencionamos en los capítulos anteriores). En este espacio burocrático la posición del
funcionario frente al cliente está claramente definida. Por lo tanto, el cliente es el que
43
necesita algo del funcionario (posición inferior) y el funcionario es el que tiene el poder de
ayudar al cliente en los términos que él considere y que le sean posibles (posición superior).
A través de las visitas y conversaciones con las cogestoras durante el trabajo de
campo, pude constatar que las cogestoras no son las que poseen los recursos económicos
que las familias necesitan, es decir no son las directamente responsables de brindarles
ayudas, sino que cumplen una función de intermediación entre el Estado y la familia.
Entonces, cabe afirmar que la posición de la cogestora frente a la familia no necesariamente
es la misma que la que asume el Estado frente a la población vulnerable que pretende
administrar. La posición de superioridad en la que se ubica la figura de la cogestora está
dada por el conocimiento y control de la información que tienen las cogestoras respecto al
programa (know-how), a la oferta y respecto al poder de decisión que tienen frente a qué
familias puedan acceder a la oferta que se presenta. Como lo dice Gina: mira que lo ven a
uno como algo más arriba de ellos pero a nivel de conocimiento, que tenemos acerca del
programa y en lo que los llevamos. No como decir no es que ella tiene más plata o es la
doctora. (Fragmento entrevista 2 de mayo de 2013)
La relación entre cogestoras y familias, que en su mayoría son de mujer a mujer, se
caracterizan por una relación construida con base a criterios de hospitalidad, cordialidad e
intimidad. Por lo general a las familias les alegra mucho las visitas, son muy amables y
cordiales con las cogestoras y usualmente les ofrecen frutas, jugos o un dulce durante sus
reuniones. Algunos pocos casos, les sirven almuerzo, las llaman para el cumpleaños y para
navidad. Como quedó apuntado en el diario de campo, Doña Anita, pertenece a esta gran
mayoría. La cogestora de Doña Anita también es Esperanza. Doña Anita es boyacense,
mamá de un niño de ocho años y por el momento desempleada, está haciendo un curso para
44
búsqueda de empleo (TU) que Red Unidos está patrocinando. Al ver a Esperanza, Doña
Anita sonríe feliz, la abraza y la llena de besos. Nos invita a entrar a su habitación (vive
junto a su esposo y su hijo en una habitación arrendada). Se disculpa y se apena por el
desorden que tiene mientras sigue diciéndole a Esperanza lo mucho que se alegra en verla.
Mientras Esperanza le hace las preguntas del formato, Doña Anita nos cuenta los problemas
que ha tenido para ir al curso de TU porque no tiene con quien dejar el niño (diario de
campo del 4 de marzo de 2013).
Este aparte nos muestra cómo para las familias, las cogestoras entran a jugar un papel
central en sus vidas más allá del programa ZOLIP. La persona que recibe la visita concibe a
la cogestora como una amiga a la cual se alegran de ver y recibir en su casa, sin embargo,
persiste la sensación de que es jerárquicamente superior y por lo tanto se esfuerzan por
mostrar la mejor imagen posible de ellas y de su casa. De allí que se sientan apenadas o se
disculpen cuando llega la cogestora sin previo aviso. Sin embargo, para la cogestora esta
relación no significa lo mismo. Como Gina lo explica: no pues ellos lo consideran a uno su
amigo pero de ahí a que yo les cuente mi vida he intercambiemos no, tal vez porque yo soy
como más no sé yo no le cuento mi vida tan fácil. Igual tengo claro que son relaciones
laborales, uno no puede mezclar lo laboral con lo personal (Fragmento entrevista 2 de
mayo de 2013). Es así como la relación que se establece no significa lo mismo para ambas
partes, aunque ambos utilicen las mismas convenciones de hospitalidad.
Ya que la cogestora llega a ser vista como una amiga, la relación se establece
pretendiendo ser una amistad y adquiere un carácter íntimo. Entendiendo intimidad como,
una relación que se basa en conocimientos específicos que solo una persona posee y de
atenciones particulares que solo una persona brinda, conocimientos y atenciones que no son
45
abiertamente accesibles a terceros (Zelizer, 2009, pág. 38). Una muestra del nivel de
conocimientos específicos que se comparten, fue plasmado en el diario de campo del 7 de
marzo de 2013, entre Marlene cabeza de una familia y Carolina, cogestora. El esposo de
Marlene tiene problemas con la bebida y en una de sus borracheras intento abusar a uno de
sus hijos. Ante lo cual ella decidió tomar acciones legales. Durante la visita Marlene le
cuenta a Carolina la respuesta que le dieron: la Comisaría de Familia no me ayudó. Le
dieron la razón a él. Yo pedí una medida de protección para los niños y ¿sabe qué me
respondieron? que toda persona en estado de embriaguez es cariñosa. Yo fui dos días a que
me atendieran los niños pedí permisos y no me atendieron y a él si le recibieron la demanda
(por no dejarle ver a los niños) y me dijeron que también podía demandarme por calumnia.
(…) mi hijo menor ha cambiado mucho porque dice que la culpa es mía, es muy difícil
hablar con él.
El hecho de que las familias compartan historias como la anterior muestra la
confianza y el nivel de intimidad que se construyó entre las familias y la cogestora. Sin
embargo, aunque hay un mínimo de intimidad bilateral es en su mayor parte de la familia
hacia la cogestora y no en sentido contrario. Es decir, aunque cogestoras como Carolina o
Esperanza cuentan un mínimo de sus historias de vida, como por ejemplo que tienen hijos,
que estudiaron o que anoche les tocó trasnochar haciendo un informe, no comparten
aspectos profundos de su vida personal como lo hace la familia (tomado de las entrevistas
del 3 y 17 de mayo de 2013). Esto se debe a lo que mencionamos anteriormente en el
sentido de que las cogestoras mantienen la idea de la separación entre su vida laboral y
personal mientras que para las familias las funcionarias hacen parte de sus experiencias
diarias.
46
Sin embargo, no todas las familias actúan de la misma manera frente a las visitas que les
hacen las cogestoras, pues para algunas familias la relación también se atiene a los límites
del programa. Es el caso de la señora Paola:
“La señora Paola, una mujer muy joven, madre de tres hijos y recicladora de basura,
abre la puerta, Esperanza la saluda y le pregunta si podemos pasar un momentico a hacerle
unas pregunticas, la señora Paola nos hace seguir y nos sentamos en el comedor. Ella se
sienta al lado de Esperanza sin decir mayor cosa. Esperanza le pregunta sobre los papeles
del esposo para la libreta militar, ella le empieza a contar que ha sido imposible encontrar el
registro. Luego de hacerle las preguntas de rutina Esperanza le da las gracias por su tiempo
y se disculpa por despertarla, la señora Paola solo sonríe y le abre la puerta para que
salgamos”(Fragmento diario de campo 6 de mayo de 2013).
Como el caso de la señora Paola, hay familias que no se preocupan por tener gestos
hospitalarios o de agradecimiento con la cogestora, tampoco sienten vergüenza de que
llegara sin avisar y la casa esté desordenada. Sencillamente dejan que la cogestora haga su
trabajo sin extenderse en la conversación y esperan a que termine y se vaya.
Podríamos pensar que esto se debe a que las familias ven en las visitas de las
cogestoras únicamente el cumplimiento de las obligaciones laborales de estas últimas. Las
ofertas (ayudas) que les proporcionen solo hacen parte del deber que tienen las cogestoras
como representantes del Estado, de ayudar a las familias a salir de su pobreza extrema. Al
estar incluidos en el programa, el Estado adquiere una responsabilidad o una deuda para
con las familias y las cogestoras aparecen como garantes de su cumplimiento. Así en
muchas familias piensan que las cogestoras tienen una obligación de facilitar el acceso a la
47
ayuda, lo cual nos lleva a pensar que el principio de jerarquía, también sería la base de esta
relación. Esto quiere decir, que algunas familias del programa se identifican con una
posición de “inferioridad” frente a las cogestoras y en ese sentido aceptan la desigualdad
que existe entre ambas partes y esperan que se les adjudique su ayuda.
La mayoría de personas que establecen una relación basada en intimidad,
hospitalidad y cordialidad, se constituye un nuevo espacio donde la familia tiene agencia
respecto a los términos en los que se establece la interacción. Como podemos observar
Doña Anita actúa de manera muy diferente a como actúa la Señora Paola19
y por tanto la
relación se establece de manera distinta. Doña Anita es muy amable y hospitalaria con su
cogestora.
En cuanto a los regalos o detalles que tienen las familias con las cogestoras, como lo
explica Gina: yo pienso (que me regalan esas cosas) porque están agradecidas por algo,
uno significa algo para ellos algo importante para ellos (Fragmento entrevista 2 de mayo
de 2013). Las familias se sienten agradecidas por las cosas que hace la cogestora, aunque
sea parte de su trabajo, y sienten la necesidad de retribuir en algo. Según Herzfeld (1992,
pág. 172) los regalos se ofrecen a las personas con quienes se tiene una relación ambigua.
En este caso la relación es ambigua porque aunque por fuera de su rol como cogestoras
Esperanza, Gina y Carolina son iguales a cualquier integrante de la familia, debido a las
gestiones y ayuda que puede ofrecer, las familias quedan en una posición de deuda, de
desventaja moral (Graeber, 2011, pág. 119). La deuda, expresada mediante la gratitud y el
afán por ser hospitalarios, los hace diferentes y los aleja. En parte porque durante el tiempo
19
Como vemos la cogestora reacciona a las distintas formas de interacción de las familias. Así se refiere a la
que siente más cercana de doña y usando diminutivo mientras que a la otra le da un trato más formal e
impersonal.
48
que la deuda sigue pendiente de pago, la lógica de la jerarquía se afianza (Graeber, 2011),
en este caso la cogestora se afianza en una posición moral superior a la familia, por lo que
se ofrecen regalos para tratar de nivelar esta diferencia.
A primera vista parece que no hay diferencia entre los dos tipos de familias que
desarrollamos, ya que en ambos casos, las cogestoras se encuentran en una posición
superior a la familia. Sin embargo sí hay una diferencia, pues el grupo donde la relación no
excede los límites del programa, acepta su posición de inferioridad. Por el contrario, en las
familias hospitalarias la desigualdad de posición no es aceptada sino que se espera algún
día poder saldar la deuda, (aunque es probable que nunca pueda ser retribuida) y quedar de
nuevo como iguales (Graeber, 2011). Esos pequeños gestos, de dar una fruta o una
chocolatina equivalen a reconocer la deuda y hacer una especie de “abono” a esa deuda
moral que se tiene (Graeber, 2011, págs. 119-120). En beneficio a este abono la familia
queda en una posición más cercana a la cogestora por lo tanto puede esperar también cierto
“pago” por esos favores, como por ejemplo que las cogestoras los llamen primero para
informarles de las ayudas. Por el contrario, las familias del primer tipo no ven la necesidad
de gestionar sus ayudas.
Herzfeld (1992, pág. 171) explica esto, contando su experiencia en Grecia, donde en
los coffehouses lo recibían con tanta amabilidad que él se sentía mal, los que lo atendían le
respondían diciendo “algún día nosotros iremos a América” aunque la realización del viaje
era poco probable la implicación es clara: como destinatario de tanta hospitalidad y
generosidad, ahora está en desventaja moral, y los anfitriones tienen la intención de
mantenerlo allí, porque eso es, probablemente, la única manera que tienen de revertir
temporalmente el desequilibrio jerárquico entre ellos.
49
Existe un segundo elemento que quisiera tener en cuenta y es el lenguaje en el que
se establece la relación. Como he observado a través del trabajo de campo, tanto cogestoras
como familias mantienen una gran cordialidad y protocolo durante las visitas. Las
cogestoras siempre piden permiso para entrar a la casa y “robarles unos minuticos” a las
familias, siempre se refieren los unos a los otros como señor, señora, doña o don. Allí,
cobra sentido lo sugerido por Graeber (2011) cuando propone que estas formalidades
pretenden insistir en la igualdad de las personas que interactúan. Por ejemplo, se pretende
que nadie está dando órdenes a nadie. Esperanza le dice a una joven: “bueno piensa lo del
bachillerato muñeca, para tener casa bonita hay que esforzarse, y no es un regaño es un
consejo” (segmento diario de campo 4 de marzo de 2013). Así mismo siempre preguntan
¿podría robarle unos minuticos? y entre ellos siempre se refieren con respeto como lo
explica Gina “yo no pude decirle a una persona mayor pues, Ernesto o Pablo siempre la
señora, el señor yo siempre soy así con ellos” (Fragmento entrevista 2 de mayo de 2013).
Lo mismo ocurre de las familias a los cogestores: “En la casa de la señora Mónica nos
recibió su hija quien a cada cosa que decía Esperanza le respondía, si señora, no señora,
mientras trataba de organizar el desorden que había en la sala donde estábamos” (cita del
diario de campo del 7 de mayo de 2013).
Graeber (2011) afirma que en la actualidad nos tratamos como reyes feudales a los
que se les debe pleitesía; dando las gracias cada vez que hacen algo por uno; El dar las
gracias significa el reconocer una deuda por lo que realizó la persona para mí y por tanto
aceptando la posición de inferioridad moral en la que quedo. Sin embargo, inmediatamente
la deuda es perdonada mediante una frase de respuesta, (no hay por qué, de nada, a sus
órdenes) estableciendo de nuevo la igualdad. Así en la vida diaria y claramente durante las
50
visitas de las cogestoras a las familias se renueva constantemente la posición de igualdad
entre los interlocutores mediante las formas acartonadas que utilizamos para referirnos a los
otros.
Para resumir, podemos decir que la relación que se establece entre cogestor y
familia está basada en el principio de la jerarquía. Sin embargo, las personas pueden o no
identificarse y aceptar su posición de inferioridad moral. De aceptarlo la relación es
claramente jerárquica y la labor de la cogestora es vista simplemente como un
cumplimiento de su deber y por tanto no genera ningún tipo de débito. En el caso de no
aceptarlo, se aspira a conseguir la (casi imposible) igualdad algún día y mientras tanto por
medio de gestos de gratitud se va abonando a su pago. Por último, es de resaltar la
insistencia de las funcionarias (en todos los casos) y de las familias en mantener aunque sea
la ficción de igualdad por medio de un lenguaje protocolario en el cual se expresan
mutuamente gratitudes por pequeños favores hechos (como recibir la visita) e
inmediatamente la liberación de esta deuda moral mediante la respuesta (de nada, no hay de
qué).
Finalmente podríamos afirmar que la relación burocrática que se establece entre cogestora y
familia no cabe en los términos de burocracia clásica ya que las posiciones de los actores se
modifican o se complejizan durante su interacción. Por medio del lenguaje o símbolos
(como los regalos) se oculta la relación jerárquica que subyace entre las partes haciéndolos
parecer como iguales.
51
Capítulo V. CONCLUSIONES
A lo largo de este trabajo hemos analizado la relación que se establece entre
cogestora y familia. En un primer momento describí a ZOLIP como parte de la corriente de
las Nuevas Políticas sociales en Latinoamérica identificando tres elementos esenciales, el
empoderamiento, la corresponsabilidad y el acompañamiento. El hecho novedoso de
ZOLIP es que traslada el acompañamiento a los hogares de la familia (fenómeno que
también ocurre en políticas similares en otros países de Latinoamérica) por lo cual
ahondamos en cómo este cambio de contexto afectaba la relación que se establece entre la
cogestora y la familia.
Como primer elemento analizamos la dimensión temporal, llegando a la conclusión
de que el control del tiempo no es detentado por un actor en específico sino que este
elemento pasa de mano en mano, es disputado, controvertido y hasta fragmentado. El hecho
de que las familias deban estar en su casa para realizar las visitas hace que no pierdan
tiempo laboral o que no se tengan que atener al tiempo de atención en una oficina
adquiriendo cierto nivel de control. Sin embargo, las cogestoras por su lado también buscan
controlar el tiempo, visitando a las familias sin avisar y reproduciendo la lógica del tiempo
industrial en sus horarios. Respecto a las ofertas (o ayudas) ambas partes se ven
condicionados por los superiores de las cogestoras que son quienes deciden el tipo y el
momento de éstas, haciendo así que el control del tiempo se divida o controle por distintos
actores en distintos escenarios siendo una dimensión en disputa.
El segundo elemento que tuvimos en cuenta en nuestro análisis fue el espacio, el
escenario donde se lleva a cabo la interacción en este caso es la casa de las familias,
concluimos que, al igual que el tiempo, el dominio o control del espacio también es un
52
hecho mediado que puede ser controlado por cualquiera de las partes, pero que en términos
generales durante la visita de la cogestora, la línea entre el espacio privado y el espacio
público se difumina, ya que es apropiado por la cogestora en términos burocráticos. Sin
embargo, su control es interrumpido cuando emerge la cotidianidad del hogar.
Por último, el análisis se refiere exactamente a los términos en los que se establece
la relación entre estos dos actores. Concluimos que aunque ambas partes reconocen a la
cogestora como jerárquicamente superior, se establece una relación de “amistad” entre
ambas partes. Existe cierto grado de intimidad entre los actores, en mayor medida de la
familia hacia la cogestora que hace posible la “amistad” que se crea. Esta supuesta amistad
junto con el sentimiento de deuda de parte de las familias hacia la cogestora, incentiva una
actitud más hospitalaria y un lenguaje basado en la cordialidad para mantener la idea o
“simulación” de igualdad.
En conclusión, vemos cómo este nuevo escenario nos da pistas acerca de la
complejidad de las relaciones que se gestan al interior del fenómeno de la burocracia. Y
como las categorías y elementos clasificados tradicionalmente en el concepto weberiano
como parte esencial del concepto burocracia, vienen y van dependiendo de la situación
haciendo de las personas muchas veces un papel distinto al que se supone que deben
asumir, el funcionario público como el controlador y el detentador de poder frente a quien
recibe la ayuda. Esta relación burocrática esta mediada por conflictos, disputas,
contradicciones y simulaciones que hacen de su realidad algo más complejo.
Quedan preguntas abiertas y espacio para trabajos complementarios. Como por
ejemplo el rol femenino dentro de la política, ya que las cogestoras son en su mayoría
53
mujeres y la relación se desarrolla principalmente con las mujeres de la casa. Permanece
igualmente la pregunta respecto a las connotaciones que tiene el agrupar a distintos tipos de
personas y grupos en el término homogenizante de familia, ¿Qué significa referirnos
siempre a una familia cuando es con individuos con los que tratamos? También sería
interesante complementar este análisis con un estudio de los elementos tecnocráticos que
tiene este programa, el diseño de la política y todo el entramado que es aplicado. De igual
manera es importante integrar a este análisis nuevas aproximaciones etnográficas que
arrojen luces sobre lo que sucede en los hogares de las familias antes y después de la visita
o de la implementación del programa en general. Por ultimo sería interesante relacionar
ZOLIP con los programas similares que están siendo aplicados en otros países.
54
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