Artes Visuales en Rafaela - Ricardo Peirone

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1 ARTES VISUALES EN RAFAELA Ricardo Peirone Américo Tosello Año 2009

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ARTES VISUALES EN RAFAELA Ricardo Peirone Américo Tosello Año 2009

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INDICE PROLOGO Reflexiones de Fortunato E. Nari Algunas precisiones iniciales Propósitos Rafaela, contextualización de Horacio Meloni Calderón CAPITULO I Nuestra plástica entre 1908 y 1959 Eduardo Ambrosio Chiarella Cayetano Flores Góngora Blanca Cossettini Ilda Mercedes Chiarella Miguel Flores Leticia Adriana Robert Jesús Gil Echeverría Pedro Giacaglia El Grupo del Litoral El Grupo SETÚBAL Ricardo Carlos Merlo CAPITULO II Taller Municipal de Pintura Orígenes y primeras gestiones Actividades del Taller Antecedentes del Liceo de Bellas Artes La escultura y el Taller Municipal Las primeras muestras CAPITULO III

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Centro de Plásticos Rafaelinos Centro de Arte Los objetivos de Centro de Arte La revista institucional Las Ferias de Arte y Artesanías Integrantes y autoridades Balance final. Disolución de Centro de Arte Centro de Artistas Plásticos Rafaelinos Profesor Ricardo Merlo CAPITULO IV El Taller Municipal de pintura Ernesto Fertonani La incorporación de Roberto Favaretto Forner CAPITULO V Continuación de la tarea: El Liceo Municipal El Liceo Municipal hoy Los Talleres libres El Profesorado en Arte El Ómnibus Cultural Programas de extensión Museo Municipal de Artes Visuales Dr Urbano Poggi Obras de arte que integran la colección del Museo Los visitantes del Urbano Poggi Berni para niños, un punto de referencia Otros aportes CAPITULO VI Referencias más recientes La cerámica Un ceramista rafaelino radicado en Rincón La fotografía y la historieta Foto Cine Club Rafaela Museo de la fotografía Roberto Formento: vocación, trabajo y creatividad. La historieta: concepto

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Cómo se estructura una historieta Nuestra plástica en el contexto provincial y nacional Punto y aparte Bibliografía consultada

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PROLOGO Reflexiones de Fortunato E. Nari En esta circunstancia … ¿cuál podría ser una palabra, una oración inicial de acercamiento a este apreciado mensaje? Tal vez atrevernos a decir que el ser humano es esa criatura que, no sabemos por qué, insistentemente, procura realizar un acto de creación, esto es hacer aparecer en el mundo algo que aún no está en él. Es ese ser que busca inspirarse lo más libre y profundamente posible en lo que ya existe. Esto es que trata de modificar a su gusto la realidad conocida, y quizá, a veces y aún más allá de lo alcanzable, se empecina en perfeccionarla…o destruirla. Esto es lo primario. Que luego el filósofo se pregunte cuál es la razón de este fermento que envuelve a la criatura en un halo de expectativa entre recorridos de angustia y horas de felicidad. Los pintores, los dibujantes y los escultores, desde largas centurias y caminatas anteriores a nuestra era, procurando integrar la belleza de la naturaleza exterior con la desconocida pero presentida belleza interior de cada protagonista, pintaron en la piedra de las cavernas, y tallaron y modelaron con los pocos elementos que llegaron a contener en la calidez creadora de sus manos. Esto seguramente les permitió ir descubriendo e inventando lo que no tenían y necesitaban, materiales e instrumentos que les sirvieran para expresar sus emociones y el misterio de la vida. ¿Y por qué no decir además que siempre se trató y se trata de ir revelando que si nos sentamos sobre una roca en medio del paisaje es para llenarnos de más vida, que nos sumergimos en un arroyo para llenarnos de más vida, que cantamos, que damos un abrazo, que leemos un buen libro para llenarnos de más vida y a la vez agregar más vida en el mundo de cuyas dimensiones íntimas somos responsables? Y tiempo después, ya el hombre convertido en pensador, en estudioso, en investigador, en procura de comprender y superar las épocas precedentes, desplegando los interrogantes que ya en un principio sobrevenían y que siempre seguirán asomando por todas partes, se pudo a darnos la explicación de todo lo real y hasta de todo lo soñado. Esto significa que, llegado el momento entramos a competir en un universo precedido por cierta creciente e inagotable energía, algo que nos permitimos definir como energía intelectual.

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¿Qué razón podría tener Ricardo Peirone para volver a encarar -luego de años- el compromiso de sumirse en la investigación y la realización de un libro dedicado a dar a luz el resultado de esas investigaciones? Sencillamente decidió ocupar parte de sus años productivos en participar lo más plenamente posible de la vida comunitaria, solucionando, apuntalando, creando, desde la función pública, y también desde su ocupación privada y desde el centro de sus inquietudes culturales. De modo que entre tanto quehacer logra hacer ver que ente nosotros, al margen de los bienes que proporcionan las actividades del mercado, aparecen con bienvenida insistencia otras misiones humanas dignificadoras, que, sin embargo, no suelen ser plenamente valoradas. Este libro es el aporte de su generosa voluntad y de su inteligencia, para contribuir a disipar la generalizada y vulgar amenaza de una cierta displicencia desactivadora. Es una amistad de muchos años la que me vincula con quien se ha hecho cargo de la segunda edición de este trabajo. De modo que gracias a esta circunstancia, pude llegar a tener una idea del sentido de su quehacer como persona apasionada por el universo de la pintura, capaz de dar satisfacción a su vocación como pintor desde sus años más jóvenes. No fue sorpresa para mí comprobar que él, un vecino de Rafaela dedicado en profundidad y por años a participar activamente de serios compromisos políticos y culturales que le han brindado una amplia gama de experiencias, manifieste su idoneidad en la investigación, la historiografía y las letras. Preguntándole a Peirone acerca del origen de este trabajo, titulado “Las artes visuales en Rafaela”, realizado en sus orígenes a partir del trabajo en común con el Dr. Américo Tosello, otro hombre de bien vinculado a la cultura y, en su caso, a la justicia, me ofreció una clara y completa información. -Hace ya muchos años (me lo refirió por escrito y yo lo transcribo aquí para que pueda contarse con la mejor información y para que se aprecie la precisión y la elegancia de su prosa), en los días finales de 1981, tres personas con vocación por la plástica se preguntaban por qué razón estas actividades eran concebidas casi como si fuesen prescindibles o como un elemento meramente decorativo…Desde finales de los cincuenta, en el ámbito público local, muy tímidamente al principio, se iba asumiendo que la enseñanza de las artes visuales constituía un aporte de valor a la comunidad y no la mera traslación de técnicas a personas -individualmente- con el propósito de “adornar” sus virtudes. Sin embargo, siempre estaba rondando el fantasma de que dichas actividades eran propias de gente especial o de elite. Había que hacer algo, aunque pareciese poco para logar mayor difusión; lo grave era la inacción… al abrigo de ella las distancias se harían, con el transcurso del tiempo aún más importantes. Así fue que Previderé (Fito) plantea hacer un

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audiovisual con los principales referentes de la plástica local para hacer conocer en las escuelas e instituciones educativas que lo requirieran; resulta obvio que sería él quien aportase las fotografías de los trabajos y de los protagonistas, en tanto Tosello y Peirone debían escribir el guión. Durante varios meses se recorrieron hogares buscando datos, haciendo reportajes, obteniendo fotografías, llevando las grabaciones al papel… en fin, un trabajo tedioso pero hecho con mucha alegría y confianza. Luego se confeccionó un guión definitivo, para media hora de proyección sobre la nutrida base informativa recopilada. El audiovisual se proyecto por primera vez, con una asistencia de público que la desbordó, en la Biblioteca Sarmiento, promediando el año 1982. Pero el resto del material no podía desperdiciarse; fue así que Miguel Tiraboschi, entonces a cargo de la Dirección Municipal de Cultura, aceptó publicar el material completo: se distribuyeron ejemplares entre los autores, educadores, bibliotecas, centros culturales y entre todo aquel que manifestase algún interés. Luego de más de un cuarto de siglo, faltando ya Américo Tosello, el otro ‘escribidor’ (Peirone) decide completar muchos aspectos de la edición original, corregir datos e incorporar la impronta de los años que habían transcurrido. Respecto de todas estas actividades hay que hacer una más que medulosa desmitificación: no son distracciones, pasatiempos o terapias, son lenguajes expresivos y se los debe respetar como tales. Nuestra sociedad asumió, afortunadamente, una valoración positiva respecto a estas propuestas. No obstante, aún hoy, cuando se hacen referencias al esfuerzo creador de bienes y servicios útiles para la vida comunitaria, queda la sospecha de que estas tareas -las del trabajo artístico o literario- no siempre son las que se reputan “útiles” para vivir. Pareciera, a veces, que se retorna a aquella teoría del “adorno” de un personalidad, sin más. En suma: aquí está presente la voluntad de darle, a cada expresión plástica, el lugar que necesita dentro del cuerpo social común. Ante la correctísima firmeza de esta explicación, no cabe más que felicitar al creador de este nuevo aporte que enriquecerá felizmente el caudal de nuestras bibliotecas y de la historia de la cultura rafaelina, augurándole un buen éxito de amplio nivel entre lectores y estudiosos como obra de lectura y de consulta. Queden en el voto de esta exteriorización incluídos todos los colaboradores mencionados por Ricardo Peirone en este libro. Fortunato E. Nari Rafaela, julio de 2008

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ALGUNAS PRECISIONES INICIALES

La tarea de escribir –hace casi tres décadas- un breve bosquejo de nuestras artes visuales tuvo que ver con la escasa y dispersa información con que contábamos acerca del tema. En 1981 empezamos a recabar datos; a recorrer sitios en los cuales nos proporcionaron elementos; comenzamos a visitar a los protagonistas o a sus familiares para escuchar opiniones, recibir información y a la vez, imágenes. El primer resultado fue -conjugando esfuerzos entre Adolfo Previderé, Américo Tosello y quien escribe estas líneas- la generación de un audiovisual con un guión que, ni más ni menos, era este ensayo, pero –obviamente- mucho más breve. Ese audiovisual se encuentra hoy en la biblioteca Sarmiento del Centro Empleados de Comercio de Rafaela. Luego, la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Rafaela, entonces a cargo del Profesor Miguel Tiraboschi editó por primera vez el trabajo escrito en forma completa. De modo tal que esta es la segunda oportunidad en la cual se da a conocer, pero con elementos adicionales que tienen relación con el desarrollo de nueva infraestructura, nuevos actores y otros enfoques propios de los últimos veinticinco años.

En esta etapa, hemos pretendido otorgar relevancia a algunos hechos trascendentes dentro de la vida de estas disciplinas en la Ciudad de Rafaela: la magnífica sede del Museo de Bellas Artes; el Museo de la fotografía en su lugar definitivo; la notable expansión e incidencia del Liceo Municipal; la incorporación de las Ferias artesanales a la consideración ciudadana a partir de una Institución que hoy ya no está: Centro de Arte. Hemos incorporado, antes de abordar el tratamiento del tema específico -gracias a la oportuna sugerencia de María Delfina Barreiro, integrante del Centro de Investigaciones Históricas de nuestra Ciudad- la identificación del espacio y del tiempo en el cual se desarrollaron las vidas y los trabajos objeto de análisis. La redacción del referido “marco histórico” fue solicitada al Profesor Horacio Meloni Calderón, quien acudió a nuestro requerimiento planteando su visión que respetamos y reconocemos. En su conjunto, la actualización de este trabajo, desea ser -sin grandilocuencia- un homenaje tan simple como sentido, a recordados fogoneros: Américo Tosello y Nelson Rosetti. Por último, nuestras palabras son un ejercicio de reiterada gratitud: la de tantos “buscadores” -en la dirección que Picasso daba a aquello de ‘yo no busco…, encuentro’- a un buen maestro, Don Ernesto Fertonani. Ricardo Peirone

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PROPOSITOS

En el desarrollo del presente trabajo está -esencialmente- la voluntad de hacer conocer puntos de vista, opiniones y también diversos modos de encarar el hecho artístico. Está presente también, dentro de la búsqueda, la investigación histórica, tanto del perfil de los autores, como del fruto de sus trabajos. De hecho, el objetivo esencial ha sido poner de relieve las manifestaciones artísticas de cada época –en nuestra ciudad y su zona- buscando las individualidades y sus expresiones más características. Seguramente, en virtud de otras miradas, faltarán a esta cita múltiples rasgos dignos de mención. No obstante, creemos posible considerar todo cuanto se repute enriquecedor a la hora de analizar temas tan poco frecuentados por la curiosidad, aún de quienes tenemos esta vocación. Eso si, opinamos que –al menos- la actitud creativa debe estar fundada en principios estéticos y conceptuales, respaldados –al mismo tiempo- por una historia de trabajo.

Nuestras fuentes han sido múltiples y variadas: los archivos de cada

protagonista o de sus familias; los libros y fotografías; la tradición oral, los dibujos, las esculturas, los reportajes…, pero fundamentalmente las vivencias de cada testigo y actor de nuestra comunidad.

Hemos puesto sumo cuidado en no convertir el trabajo en un

conglomerado de datos; hubo cotejo, depuración de elementos, búsqueda de antecedentes, y luego recopilación, ordenamiento y comentario de todo lo reunido.

Existe el propósito de buscar las raíces de unas de las tantas

maneras de expresión de una sociedad, en un ámbito poco explorado: las artes visuales, analizadas como un conjunto armónico en el contexto de nuestra ciudad. Consecuentemente con ello, mostrar a la comunidad que estas expresiones no son ni deben ser patrimonio de un grupo reducido, sino parte integrante de las innumerables formas que adopta la cultura de un pueblo.

Si logramos ese objetivo creemos posible abordar y conseguir otro más importante aún: acortar las distancias entre los que se expresan a través del arte y los que no, tratando de que ambos se influyan recíprocamente.

Los primeros, apreciando el entorno para captar situaciones, formas,

colores, expresiones de la vida y así recrearlos por diversos medios: escultura, pintura, grabado, fotografía…, aprendiendo a no subestimar a los observadores, haciendo que éstos no solamente vayan hacia los autores y sus trabajos, sino logrando que el vínculo se establezca a la inversa.

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Los segundos, comprendiendo que la plástica tiene códigos, formas y lenguajes propios.

Desde esta identificación, es posible esforzarse en la gimnasia que ayuda a conocer el espíritu que rodea a cada expresión concreta. Es posible también -aunque no lo parezca- que los que se autodefinen despojados de conocimientos en estas cuestiones, emprendan caminos hacia la transformación de la materia con sentido creativo.

La historia universal de las expresiones visuales nos enseña

muchísimo acerca de cuanto decimos; las mismas herramientas han servido para diferentes fines: como profesión de religiosidad; como expresión de sentimientos mundanos y prosaicos; como testimonios fieles y acabados de hechos históricos; como provocación para lograr reflexiones en los observadores; en suma: como medios para alcanzar fines valiosos de acuerdo al criterio de cada autor.

Con las manifestaciones de la plástica en esta ciudad ocurre

exactamente lo mismo. De hecho, las distintas épocas históricas marcan una diferenciación en los objetivos de quienes las frecuentaron. Pero dentro de ellas es necesario percibir las individualidades, los caminos y las búsquedas, a veces solitarias y empecinadas.

Decíamos más arriba que la práctica de las artes visuales constituye

-simplemente- una actividad diferente dentro de la vida comunitaria. No es trabajo de elegidos ni de inspirados, solamente de gente con ese perfil expresivo.

Como en cualquier otra disciplina, la única verdad está en el trabajo

continuo de quienes sienten que es un modo de decir algo, empleando para ello las mejores técnicas que hayan podido adquirir y la máxima honestidad intelectual de la que sean capaces.

Las artes visuales son parte de la cultura de una comunidad,

máxime cuando definimos a la cultura como algo más que la simple amalgama de conocimientos y destrezas. Máxime cuando creemos que la cultura es el conjunto de actividades transformadoras de los hombres influyéndose unos con otros.

Como nos dice acertadamente Humberto Eco en “La definición del

arte” , “El arte dice siempre algo sobre el mundo en el que vivimos, aunque no hable de temas históricos o sociológicos.” (1)

Un hombre forjando un trozo de metal, ahuecando una madera,

construyendo su vivienda, ciertamente tiene una actitud creadora. Quien lo hace con sentido artístico también crea, se expresa, “dice”

algo -en el sentido que Eco le da al verbo decir- interactuando permanentemente con las actividades transformadoras de otros hombres y con la naturaleza en sus múltiples expresiones.

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Graciela Maturo, en su trabajo “El hombre y su expresión en América

Latina” nos dice que “podríamos definir la cultura como el espacio espiritual en que el hombre vive y se hominiza. Decir espiritual no significa excluir las actividades materiales, el trabajo, las relaciones de producción, los modos de organización familiar y política. Todo lo contrario, es el modo particular de encarar todas estas actividades de acuerdo con una concepción determinada del mundo, lo que da su fisonomía a la cultura. Por ello, la cultura no es sólo pensamiento sino totalidad de experiencia, creación, conocimiento y creencia en torno de determinados valores compartidos por un grupo humano.” (2)

Quien otorga contenido artístico está recreando, está volviendo a

plasmar. Cuando alguien pinta una puerta en un papel o en un trozo de lienzo, la reconstruye: es la misma puerta…, pero –a la vez- es otra, única, irrepetible, propia, como una criatura. Cuando alguien dibuja una moldura, cuando alguien define en un papel, cuando alguien esculpe, talla, graba, modela, está reproduciendo la materia y expresando la vida real.

Todos los seres que generan, que transforman, que re-crean,

hacen cultura. Lo hacen en diversos planos, no necesariamente coincidentes, y es posible que muchas veces en franca divergencia, pero que en la vida real se necesitan entre si y también se influyen.

En nuestro medio diversos aspectos de la vida cotidiana actúan sobre

la plástica; muchas veces resulta difícil verlo o advertirlo; sin embargo, tarde o temprano, observaremos que los aspectos identificadores del hombre en sociedad: la religión, el trabajo, la historia, aparecerán rescatadas, recreadas en un soporte cualquiera, en una tela estirada sobre un bastidor, en un pedazo de madera o de arcilla, en un hierro trabajado.

Cada uno de nosotros apreciamos y tomamos como riqueza implícita

en los objetos o en los símbolos de nuestra sociedad, aquellos aspectos que nos aportan…, y de algún modo –a la vez- aportamos y enriquecemos.

Continuando con la referencia al trabajo de Maturo, citado

precedentemente, “Un eje viviente de la cultura es indudablemente el lenguaje hablado, la palabra que conlleva el espíritu de una comunidad, sus valores de vida, su modo particular de relacionarse con el mundo, con Dios, con las otras comunidades. Pero existen también otros sistemas de signos que constituyen lenguajes y expresan también esos valores de vida: las costumbres, los ritos, el vestido, las fiestas, etc.. Ninguna de estas manifestaciones es comprensible en forma aislada sino en mutua referencia en torno a un centro de sentido que las organiza. Ese centro que implícitamente ordena la vida de una comunidad, se expresa en un corpus de símbolos y mitos que constituyen su patrimonio espiritual.”

“El símbolo es representado por gestos, imágenes o palabras que

remiten a imágenes, las que se constituyen a su vez en nudo de significaciones

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que son aceptadas más allá del nivel consciente puesto que impregnan toda la esfera del vivir y el hacer comunitario. […] Todo lo que denominamos arte está impregnado, en los orígenes de la cultura, de una carga semántica que lo liga indudablemente a la vida religiosa y a la totalidad de las creencias y prácticas de los pueblos.” (3)

Si a partir de estas reflexiones también nos animamos a expresarnos a través de los símbolos que constituyen el lenguaje artístico, habremos contribuído a alcanzar el objetivo que fue impulso en el inicio.

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RAFAELA, contextualización Si el arte es parte de la cultura de una comunidad y la cultura es -como se apunta en las páginas introductorias- totalidad de experiencia, creación, conocimiento y creencia en torno a determinados valores compartidos por un grupo humano, cabe preguntarnos: ¿cuáles son los valores que compartimos? ¿cómo se construyen? ¿qué factores espaciales, temporales y sociales intervienen en ese proceso?. La investigación acerca de la forma de ver el mundo por parte de una comunidad remite a su pasado, a su devenir histórico. No se trata de una tarea sencilla porque implica analizar una compleja urdimbre de relaciones en la que estamos insertos. Una trama de origen secular en cuyo desarrollo se interrelacionan variados sectores, desde el más cercano y conocido nivel de la ciudad hasta los más lejanos y complicados componentes del contexto nacional y mundial. Toda periodización es incompleta y hasta arbitraria, pero no deja de ser una herramienta útil para abordar el estudio de un proceso histórico. En la conformación de los valores de nuestra comunidad, proponemos tres etapas que consideramos relevantes: un primer período que se extiende desde fines del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX; un segundo tramo que abarca desde los años treinta hasta los noventa de dicha centuria; y un tercer momento que, partiendo de estos últimos llega hasta nuestros días. “Era sólo la pampa salvaje…” En el primer verso de nuestra “Marcha de Rafaela”, compuesta por los maestros Mario Vecchioli y Remo Pignoni, nos pone en contacto, no sólo con los orígenes de nuestra localidad, sino también con las líneas directrices del pensamiento europeo decimonónico, que pretende implantar la civilización en aquellos sitios del orbe que considera dominados por el salvajismo o la barbarie. Un pensamiento que tiene el progreso como estandarte y que se esparce durante el siglo XIX como -y con- regueros de pólvora por todos los continentes en busca de mercados donde conseguir materias primas y descargar, tanto la incesante producción de sus fábricas, como los excedentes de población que el mismo fenómeno de expansión del capitalismo provoca. Un pensamiento que en 1845 Sarmiento desarrolla desde su exilio chileno en su genial Facundo y que las elites locales imponen algunas décadas más tarde a lo largo y ancho del país. En ese contexto nace Rafaela, como parte de un proyecto de colonización diseñado por un europeo que pretende ofrecer nuevas oportunidades a otros desheredados del viejo continente y por qué no también

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expandir sus negocios. Lo que resulta indudable es que la matriz ideológica que da origen a nuestra localidad es de factura europea. El trabajo como virtud cardinal, la negación del ocio (de allí el origen de la palabra negocio), la exaltación del ahorro y de la figura del gringo, conforman un núcleo de valores que se plasma en un imaginario colectivo. Una identidad cuya representación se aproxima a la de un pequeño pero preciado enclave europeo en la vastedad de la pampa argentina, que con el tiempo cristalizará en la figura de una perla o de de una isla. Una identidad construída a partir de un proceso de diferenciación del criollo, considerado –tal como lo hace Sarmiento- como un ser holgazán y pendenciero incapaz de entender la cultura del trabajo. Al tiempo que la tierra fructifica e incorpora tres vías férreas, se estructura un núcleo urbano que pretende satisfacer los requerimientos de la actividad agrícola. Modestos talleres dedicados, primero a la reparación y luego a la fabricación de herramientas agrícolas, comienzan a proliferar, convirtiéndose en precursores de una industria metalmecánica que alcanza un notable dinamismo. De esta forma, la joven comunidad rafaelina transita los inicios del siglo XX como un pequeño engranaje de una aceitada maquinaria económica dirigida desde los centros de poder mundial que, en sociedad con los sectores económicos determinantes en cada país, promueven la exportación de manufacturas, capitales y personas, mientras impulsa la importación de materias primas y alimentos. De manera paradójica, hacia 1913, cuando los europeos se encaminan hacia el desastre de la primera guerra mundial -que pone un abrupto final a la ilusión del progreso indefinido- y la República Argentina vive el canto del cisne de una estructura política excluyente, el sueño de la colonia que desea convertirse en ciudad se hace realidad: Rafaela, la orgullosa localidad del centro oeste santafesino que reivindica su origen gringo, obtiene la declaración que certifica su vocación de progreso, su confianza en el porvenir. “Y el augurio corrió por los aires… ‘’ El desarrollo del siglo XX confirma el presagio de prosperidad expresado en la segunda estrofa de la “Marcha de Rafaela”. No obstante, hacia 1930 -como en casi todo el mundo- esa premonición se encuentra frente a una durísima prueba. El fenómeno que tiene su epicentro en Wall Street hace crujir los cimientos de la estructura capitalista, sumiéndola en un período de crisis y depresión que cuenta entre sus efectos más importantes la interrupción del comercio mundial, la expansión del desempleo y la indigencia. De manera inesperada, los países periféricos se ven librados a su suerte y deben empezar a elaborar muchos de los productos que acostumbran importa. Este proceso de industrialización por sustitución de importaciones desencadena profundos cambios sociales, políticos y culturales. En Argentina se dan tranformaciones demográficas sustanciales a raíz de la migración de un importante contingente de personas que, con la esperanza de encontrar nuevas oportunidades, se dirigen desde el interior

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hacia las ciudades fabriles de la zona pampeana. El peronismo se convierte en la expresión política de ese numeroso y poco conocido sector obrero; con este movimiento, una ideología de sesgo nacional, popular, se instala centralmente en la escena e intenta concluir con aquella matriz de pensamiento acuñada en la Europa decimonónica, representada por el conservadurismo político. El empleo industrial se convierte en uno de los ejes de la agenda estatal como medida fundamental para alejar el fantasma de la crisis y se consolida a lo largo de las siguientes décadas como el engranaje primordial dentro del modelo de acumulación capitalista. Una vez más, Rafaela no escapa a esa lógica. A lo largo de esta etapa experimenta una notable expansión de su sector metalmecánico, que atrae a un número importante de personas procedentes de las zonas rurales de Santa Fe y -en menor medida- de las provincias de Santiago del Estero y Chaco. Con un crecimiento de la población cercano al 50 %, registrado durante el período intercensal 1947-1960, Rafaela se consolida como la tercera localidad en importancia de la Provincia, confirmando aquel promisorio augurio de sus pioneros. “Aquí estás, aquí estás Rafaela… “ A 127 años de su formación, la ciudad que brota de la imaginación de Guillermo Lehmann se aproxima a los 100 000 habitantes. Desde 1960 no deja de crecer a un ritmo superior al 20 % en cada período intercensal, ni siquiera a partir de 1990, cuando en un clima de recesión generalizada, el incremento poblacional del país no superó el 11 %. Este último dato resulta por lo menos curioso. En momentos que el capitalismo obtiene una hegemonía incontrastable y las prescripciones del Consenso de Washington -ajuste fiscal, privatizaciones, apertura irrestricta a las importaciones- se esparcen por el mundo, dejando en nuestro país devastadoras consecuencias -desindustrialización, desempleo, enorme incremento de la pobreza- Rafaela registra, según el Relevamiento socioeconómico del año 1996, más de 400 establecimientos industriales. Mientras se entroniza el neoliberalismo y el rol de los estados nacionales se desdibuja inexorablemente, los municipios reciben una sobrecarga de demandas económicas y sociales. La contracción de las actividades económicas en las zonas rurales aledañas y en localidades cercanas que se ven notablemente perjudicadas por la paralización de las actividades de los ferrocarriles -como San Cristóbal y Laguna Paiva- determina un importante movimiento migratorio que tiene como destino principal, en la zona centro oeste de la Provincia de Santa Fe, a la ciudad de Rafaela. Entre 1991 y 2001 la población registra un aumento que supera las 15 000 personas; nuevas necesidades habitacionales, educativas y sanitarias se presentan en una comunidad que presencia, con asombro, el fenómeno de su vertiginosa expansión. Muchos sectores hacen oir sus voces preocupadas; algunas -quizás las más conservadoras- se expresan de modo condenatorio ante la llegada

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masiva de personas que buscan en la ciudad oportunidades para vivir con dignidad. Mientras para algunos se trata de una cuestión de supervivencia, para otros, el fenómeno del crecimiento demográfico representa una amenaza concreta a la identidad colectiva. En esta delicada coyuntura se produce la decidida intervención del Gobierno Municipal que procura la integración de los nuevos habitantes a la sociedad local, sin descuidar la preservación de las características culturales más preciadas de la comunidad. Al tiempo que brinda asistencia social y gestiona planes de viviendas, desarrolla una importante obra educativa a través de la difusión de la historia local en las escuelas primarias, la recuperación de los museos, histórico, de bellas artes y de la fotografía y la organización de eventos, con la intención de incorporar a miles de nuevos habitantes sin afectar la identidad cultural rafaelina. Crecer sin cambiar de identidad, tal el dilema de una ciudad que tiene al progreso como mandato histórico y a la inclusión social como un imperativo ético. Los dilemas no tienen respuestas unívocas; mejor dicho, no tienen respuestas definitivas. Sin embargo, poseen una cualidad relevante: movilizan a quienes los padecen, los llevan a pensar, a desarrollar la creatividad y a salir a buscar nuevos enfoques, ideas y soluciones. Tal es el proceso de construcción de la cultura, una labor constante, dinámica, inagotable, que requiere de nuestra pasión, interés y compromiso desde el lugar que nos toque ocupar en la sociedad: política, ciencia, educación, trabajo, arte. Manos a la obra. Prof. Horacio Meloni Calderón

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CAPITULO I

NUESTRA PLASTICA ENTRE 1908 Y 1959 Hemos buscado hitos dentro de las artes visuales de la Ciudad:

nombres de autores, circunstancias, trabajos, sin considerar por ello que agotamos la historia; al contrario, solamente intentamos mostrar cómo se fue jalonando una actividad valiosa entre muchas otras, en nuestro medio.

Queremos esbozar ideas, plantear interrogantes sin que existan pretensiones de otro orden. No vamos a definir cuestiones artísticas desde un punto de vista filosófico o conceptual, sino que –con toda simpleza- intentaremos mostrar cómo aquellas han sido y son analizadas y vividas por sus protagonistas con todos los matices que hemos podido capturar.

Para ubicarnos en el tiempo son necesarias las referencias cronológicas aunque prioritariamente ponemos el acento en el pensamiento y en la comprensión del hecho artístico por parte del protagonista. Desde ya que la obra realizada por este último y sus reflexiones son los mejores testigos.

Comenzaremos pues con Eduardo Chiarella, uno de los primeros y

concluiremos con los jóvenes que aprenden en nuestro Liceo Municipal de Artes Visuales Miguel Flores, tanto en los Talleres libres como en el Profesorado de Arte. Mención especial merece la enseñanza de estas disciplinas en las escuelas y en cada rincón de la Ciudad donde hay un taller, ya fuere público o privado.

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EDUARDO AMBROSIO CHIARELLA

Este plástico y docente nació en Chiávari, Génova, Italia, en el año

1875, emigrando a la Argentina y radicándose en Rafaela en el año 1908 en donde desarrolló diversas actividades, desde las deportivas, artísticas, educativas, y hasta políticas.

Realizó sus estudios de pintura en el Liceo de Bellas Artes de Génova. Luego, ya en la Argentina y a requerimiento del Ministerio de Educación

de la Provincia de Santa Fe, rindió las equivalencias o exámenes de competencia para poder cubrir la cátedra de Profesor de Dibujo en la Escuela Normal Domingo de Oro de Rafaela. Lo hizo desde que comenzó a funcionar hasta que logró su jubilación en el año 1944.

Meses antes de que Rafaela fuera declarada ciudad –el 24 de octubre de 1913- se llamó a concurso para dotar de escudo oficial al Municipio, siendo galardonado el diseño presentado por Chiarella, quien recibió por premio una medalla de oro y la suma de cien pesos nacionales; esta suma de dinero fue donada a la Escuela Normal para instituir una beca de estudio.

Nuestro recordado artista tuvo una vida activa en los medios de comunicación ciudadana. Se desempeñó como director, habiendo sido fundador, en Il Bersaglieri; luego, como dibujante o colaborador en El Grillo que dirigió Don Máximo Ghione. También en El liberal de Camilo Simonetta , en El Censor de Pedro J. Rivas. Todas estas publicaciones pueden ser consideradas verdaderamente como algunas de las raíces del periodismo rafaelino.

Su máxima expresión como dibujante rayó a gran altura en la revista “Luz y Sombra” dirigida por Emilio Galassi. Solía utilizar el seudónimo de “El Cairo”.

En toda ocasión que hubo alguna muestra plástica en Rafaela, Chiarella la prestigió con trabajos de real valía utilizando diversas técnicas y materiales: óleo, pastel, guache, carbón.

Junto con todas estas actividades, Chiarella tuvo una natural inclinación y participación en los inicios del teatro en Rafaela, al lado de otros entusiastas. Desde su Italia había traído fundamentos técnicos como para incursionar en esta materia y es así que asumió la dirección de un cuadro filodramático en el que se alternaban como actores Jerónimo Danza, Menichelli, Cossettini, Briglia y otros.

Dos cuadros filodramáticos que lo tuvieron a Chiarella como director, fueron Ermete Saccone y José Podestá, formado este último como un merecido homenaje al iniciador del Teatro Nacional, Don Pepe Podestá.

Su dedicación a esta actividad lo llevó a escribir en el año 1922, la obra La maestrita rural que puso en escena en el entonces teatro Vittorio Emmanuelle II.

Sin lugar a dudas, la vida de Don Eduardo Chiarella fue muy intensa en favor del arte y la cultura de la Ciudad.

Murió en Rafaela el 15 de Julio de 1945.

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CAYETANO FLORES GÓNGORA Fue uno de los primeros que se dedicaron a las tareas artísticas en

nuestra Ciudad, contemporáneamente con Chiarella. Cayetano Flores nació en Almería, provincia de Andalucía, España, a

la vera del Mediterráneo, el 8 de septiembre de 1887. A los catorce años –1901- comenzó a estudiar dibujo, pintura,

escenografía, especializándose particularmente en la técnica para la confección de vitrales o vitraux, concurriendo a la Escuela de Bellas Artes de Granada.

En 1910, cumplidos sus veintitrés años, llega a nuestro país radicándose en Rafaela, en donde ese mismo año contrae enlace con doña Ana María Ibáñez Pérez.

Interesante resulta detallar la obra realizada por Flores en vitrales y en pintura mural.

Uno de sus primeros trabajos fue encomendado por don Carlos Mariano Saavedra Lamas para la ornamentación de la casa de estancia ubicada en la localidad de Mariano Saavedra, en nuestra provincia.

Admite en el estudio que monta en su casa particular a numerosos alumnos que encuentran en las enseñanzas del maestro, respuestas a sus inquietudes por el dibujo y la pintura, al propio tiempo que da nacimiento a la que sería una de las primeras empresas de pintura y decoración instalada en la zona.

Mostrando gran oficio en su concepción y factura, diseña telones y ornamentación en los cines Colón y Avenida –hoy desaparecidos- de nuestra ciudad, destacándose como dato histórico que el Colón era dirigido en aquel entonces por la Empresa Max Glussmann.

Realiza igualmente trabajos de ornamentación en la Sociedad Italiana de Humberto Iº y en las Iglesias Católicas de Vila y Presidente Roca, aplicando la técnica del vitraux en la composición de imágenes religiosas en dichos templos y en algunos de otra zona.

Pero no solamente, en este aspecto, dedica sus esfuerzos al arte religioso, sino que diseña altares y los ejecuta, restaura imágenes de aquel carácter y pinta murales, entre los que se cuentan los de la Iglesia Catedral San Rafael de Rafaela, debiendo lamentarse que ninguno de ellos se conserve en la actualidad; ambos estaban ubicados a los costados -derecha e izquierda- de la nave central, recordando al autor una placa en el mismo templo. Estos murales fueron ejecutados inicialmente siendo cura Párroco el Reverendo Padre Emiliano Cerdán, y continuados en tiempos del sucesor de éste, el Presbítero José Marozzi que luego se convirtiera en Obispo de la Ciudad de Resistencia, capital del Chaco.

Años después, él mismo y una de sus hijas, Betty, realizaron las tareas de restauración de las imágenes de dicho templo.

Como decorador y vitralista –oficios principales de don Cayetano- recuérdanse trabajos que aún perduran, por ejemplo, en la casa ocupada actualmente por el Centro Comercial e Industrial del Departamento Castellanos, entonces propiedad de la familia Lorenzatti; en la de don Tobías Colombo y en la de Reinaldo Ripamonti, amén de otras muchas.

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El local que ocupara la mueblería Scossiroli, en la Avenida Santa Fe, conserva aún vitrales de aquellos tiempos, realizados mediante el uso de la técnica de la grisalla por Cayetano Flores.

Los materiales y buena parte de intercambio de conocimientos técnicos provenían de la casa Buxadera de la ciudad de Rosario. El Sr Buxadera, amigo personal de Flores, era uno de los principales propietarios de un taller de “vitraux” en el país; en él conoció la técnica e hizo aprendizajes quien luego llegaría a ser una de las máximas expresiones de la plástica argentina: el maestro Antonio Berni.

Flores también incursionó en la práctica de dorado a la hoja con laminillas de oro, tarea en la que le ayudaban sus hijos Antonio y Miguel, a quienes, al igual que a sus hijas, inició en los conocimientos del oficio.

Su Empresa de pintura y decoración realizó trabajos en la ciudad de Santa Fe destacándose los del Palacio Municipal, Sanatorio de Niños, entonces Sanatorio Meana, Escuadrón de Seguridad Montada del Parque del Sur y el viejo edificio de Tribunales de la ciudad de Rosario.

Como hecho anecdótico cabe destacar que Cayetano Flores incursionó en la radiotelefonía en nuestra Ciudad, todavía muy joven como comunidad, llegándole a apasionar tanto como su trabajo principal. Así junto con los señores Gilli y Moyano crean la emisora “G4-Rafaela” que funcionó en el domicilio de Flores en calle Alem 323.

Este hobby comienza a desarrollarse por los años 1926/28, al mismo tiempo que su actividad como decorador, muralista y creador de vitrales

Volviendo a su actividad artística, corresponde destacar que uno de sus trabajos de mayor envergadura fue la pintura mural de la Iglesia Parroquial de San Carlos Centro, tarea que le demandó más de dos años completos de labor a partir del año 1950.

Antes de ello había decorado el chalet de la estancia “Las Mercedes” del Sr. Olasso y Olasso, en el distrito Soledad de nuestra Provincia.

Con posterioridad al trabajo de San Carlos, encara la ejecución de los vitrales para su propia casa en la ciudad de Santa Fe en donde fijó su residencia hasta el día de su muerte.

Sus últimas realizaciones, antes de alejarse de la actividad artística, fueron, aquí en Rafaela, la decoración total del denominado castillo de Foti, ubicado en Bulevar Lehmann y Ernesto Salva y la ornamentación de la Capilla y casa de estancia de la familia Webber, en la localidad de Progreso, Provincia de Santa Fe.

Don Cayetano inició en la misma senda de su oficio a varios de sus hijos, dos de ellos mencionados anteriormente, es decir, Miguel y Betty.

Agreguemos que su natural cercanía y aprecio por la música lo llevó a inculcar la misma educación a todos ellos.

La de Cayetano Flores fue una vida proficua, dedicada con exclusividad a la producción artística y a su familia, con logros que hoy perduran y afirman su memoria, falleciendo en la ciudad de Santa Fe el 28 de junio de 1972, a los ochenta y cinco años de edad.

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BLANCA COSSETTINI La historia de nuestra Ciudad es una pequeña muestra de la historia de

la inmigración europea de fines del siglo XIX. La unificación de Italia y las luchas, en especial en el norte y centro de la península, sumadas al hambre, empujaron a miles de italianos en dirección de América. La Argentina fue uno de los destinos más preciados en aquellos años.

Antonio Cossettini, friulano, director de escuelas, emigra en 1886; había nacido en Aviano en 1864. El Friuli limita al norte con Austria, al este con Eslovenia, al sur con el Adriático y al oeste con la región del Véneto (Italia).

Albina Bonillo, piamontesa, a quien Antonio conoce en la Colonia San Carlos, departamento Las Colonias de nuestra Provincia, será la esposa y compañera del maestro hasta el final de sus días.

En San Carlos, Don Antonio funda la primera escuela bilingüe -italiano/español- de una serie que incluye las de Gálvez, San Jorge y Rafaela.

El matrimonio tendrá siete hijos: Marta (1890-1980), Florentina (1892-1970), Blanca (1896-1985), Olga (1898-1987), Gastón (1901-1981), Leticia (1904-2004) y Leo (1908-1992). Los dos primeros nacidos en San Carlos; los cuatro siguientes, en San Jorge; y el último, en Rafaela.

La casona ubicada en calle Alem esquina Pueyrredón, hoy inexistente, fue adquirida por Antonio Cossettini en 1927, para ubicar su última escuela: el Instituto Colonial Italo Argentino; dicha casa, enorme, estaba ubicada en medio de un parque con añosos árboles siempre colmados de pájaros.

Anteriormente, el mencionado establecimiento privado de enseñanza había funcionado en un solar ubicado frente a la Escuela Alberdi, en la esquina de Sarmiento y Pueyrredón, que finalmente adquirieron las familias Rosso y Acastello, ambas provenientes de Raconighi, Piamonte.

Si se miraba hacia el norte desde la Sociedad Italiana -Pueyrredón 262- vecina inmediata a la casona que albergó inicialmente al Instituto de Cossettini, se podía ver -gracias al descampado de entonces- el viejo caserón adonde se mudaron escuela y familia de Don Antonio. (4)

En la parte oeste del mismo se leía “Instituto Colonial Italo-Argentino”; hacia el sur se ubicaba la casa de familia propiamente dicha.

Según nos dice Augusto Bianco en su trabajo “La escuela Cossettini, cuna de democracia”, “los alumnos acuden de zonas lindantes con el Chaco y Santiago del Estero” […] “La escuela contaba con todos los adelantos de la época: laboratorio, brújula, higrómetro, linterna mágica, pantógrafo, herbario, caleidoscopio, banda de musica.”

“El Instituto […] impartía conocimientos primarios, contabilidad, idioma y música. Tenía un pequeño gabinete de aparatos eléctricos para experimentos, cancha de deportes y salón de esgrima.”

“Marta, Florentina y Blanca se desempeñaron como maestras. Marta sacaba los chicos al campo a pintar, cosa que nadie hacía en esa época. Florentina fue una intuitiva, conmovedora con los pequeños. Blanca, con estudios de música y dibujo, tenía un taller para niños y adolescentes. Los niños pintaban como niños: Blanca los dejó niños.” (5)

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Se podrían recordar las palabras de Picasso, respecto de si mismo: ‘a los doce años dibujaba como Rafael…, pero me llevó toda una vida para aprender a hacerlo como los niños…”; es obvio que Picasso estaba aludiendo a la libertad y a la falta de fronteras limitantes de la capacidad creadora, atributos que solamente se encuentran en “estado puro” en la niñez. Hasta el último día en el que Blanca Cossettini dio clases en esa casa, antes de mudarse definitivamente al Barrio Alberdi, en la Ciudad de Rosario, los niños y jóvenes que concurrían a aprender dibujo y pintura, pueden recordar que siempre se utilizaron modelos del natural: era muy común trabajar debajo de la galería cubierta de glicinas o en el inmenso salón de ventanas bajas que hacía ochava sobre Pueyrredón. Ocasionalmente se usaba algún torso de yeso para aprender nociones elementales de la figura humana. En el patio, mirando desde la galería, o desde los ventanales, había un sinnúmero de plantas con flores, que constituían –en si mismas- un modelo permanente para los alumnos de Blanca.

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ILDA MERCEDES CHIARELLA

Hija de Eduardo A. Chiarella nació en la localidad de Brickmann el 2 de

enero de 1907, heredando la vocación artística del padre. Buena parte de su vida la dedicó a la enseñanza; fue profesora de

dibujo y pintura desde 1933 hasta 1939 en la Escuela Industrial de Señoritas, pasando luego a la Escuela Mixta de Oficios y Secretariado Comercial, hasta su retiro producido en el año 1957.

Indagando acerca de la labor artística de Ilda Chiarella, encontramos su participación en el Primer Salón Departamental de Pintura, Escultura y Caricatura, organizado por la Comisión de Cultura de la Municipalidad de Rafaela, en el año 1957, en el local de calle San Martín en donde luego funcionaría el Museo Histórico Municipal. El jurado integrado por nuestros conocidos Miguel A. Flores y Ricardo Supisiche, otorgó el primer premio a Ilda M. Chiarella por su trabajo Rafaela antigua, 1905; el segundo premio a Elizabeth Grossi por su acuarela “Flores”; un tercer premio para el óleo de Marco Antonio Terragni, “Rincón de Rafaela” y una mención para el óleo de Felipe González, “Un camino al canal”.

Un viejo catálogo de aquellos años, da cuenta de la organización por parte del Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Fe, con el auspicio de la Municipalidad y del Centro Ciudad de Rafaela, de una jornada artística en la que intervinieron artistas invitados, tales como Antonio Berni, Gustavo Cochet, Carlos Uriarte, Julio Vanzo, Enrique Estrada Bello, Juan de Dios Mena, Francisco Puccinelli, Benito Quinquela Martín, Sergio Sergi, Raúlk Schurjin, Ricardo Supisiche y entre los rafaelinos: Olimpia Aimaretti, Elda Cremona, Eduardo Chiarella, Jesús Gil Echeverría, Ricardo Merlo, Carlos Mifia, M. Piovano, Leticia Robert e Ilda Chiarella. La muestra se presentó en esta ciudad y cabe recordar como trabajos expuestos por Ilda Chiarella, los óleos Tedeum y Come brucia.

Muchos rafaelinos habrán podido apreciar en el recinto del Museo Histórico Municipal, un óleo de grandes dimensiones, precisamente de la señorita Chiarella, representando el cruce de la Plaza 25 de Mayo por el Tranvía de vapor que hacía el recorrido Rafaela-San Francisco, pasando por Presidente Roca, Vila, Fraga, Ramona, Marini y vuelta por Ramona-Fraga hasta la ciudad cordobesa antes citada. El trabajo fue encomendado por el entonces Intendente, Dr Urbano Poggi –uno de los primeros coleccionistas de pinturas en nuestra ciudad- para el Museo Histórico. La autora se prestó a realizar el trabajo sin cargo, recibiendo en reconocimiento una medalla de oro. Sus títulos de Dibujo y Pintura los recibió en la Academia Particular Reynares, revalidándolos en el Ministerio de Educación de Santa Fe para acceder a las Cátedras mencionadas.

Ilda Mercedes Chiarella falleció en Rafaela el 10 de noviembre de 1976.

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MIGUEL FLORES

Su nombre permanece desde hace muchos años en cada una de sus obras y en la denominación del Liceo Municipal de Bellas Artes de Rafaela.

Rafaelino, nacido en 1914, aprendió de su padre Cayetano Flores Góngora, “...las primeras lecciones de dibujo y pintura, en clases ajustadas a horarios rigurosos, dictadas de conformidad a las enseñanzas estrictamente clasicistas que había recibido del maestro, quien era, además, severo en la corrección de las ejercitaciones o trabajos realizados por el joven alumno...” tal como nos lo narra Don Emilio P. Comtesse en la muestra que se realizó en su homenaje -año 1972- en una de las Salas del Centro Ciudad de Rafaela. (6)

Concurre a la Escuela Provincial de Bellas Artes Juan Mantovani de la ciudad de Santa Fe egresando en el año 1952, para acceder luego, por concurso, al dictado de clases en la cátedra de Dibujo y Color en la Escuela Municipal de Artes Manuel Belgrano; se desempeñó como profesor de Cultura Visual -para alumnas de danzas- en el Liceo de Santa Fe; y fue profesor de la Universidad Nacional del Litoral, en la Escuela Técnica Superior y en la Escuela Superior del Profesorado, ambas dependientes de aquella.

Estudió pintura con el artista rosarino Herrero Miranda, quien brindó innumerables aportes a plásticos santafesinos de esa generación.

Formó parte del Grupo Setúbal al que hacemos referencia en este trabajo con mayor amplitud, siendo su cofundador en el año 1959.

La pintura de Miguel Flores es testimonio claro de paisajes y formas de vida; de personajes y colores; de luces, todos ellos presentes en el litoral fluvial de nuestra provincia.

Pedro Giacaglia –otro exponente de la plástica nacido en esta ciudad– dio una exacta síntesis en un artículo publicado en el diario El Litoral de Santa Fe: “Miguel Flores, testimonio en un río...” […] “... Entrar en Santa Fe es enfrentarse con el río. Esa masa que bordea la ciudad en laguna y en río con aguas quietas y aguas bravas. Como un dios colérico rebalsa sus orillas e inunda extensas zonas. Como un dios bondadoso irriga mansamente el litoral. Entrar al taller de Miguel Flores es volver a sentir la presencia del río. En los dibujos, en las tintas y pinturas que se superponen en las paredes, caballetes y carpetas. En todas estas obras, el agua dice claramente del deseo de hacer eterno un momento de orilla y pajonal...”. “Es que Flores se radicó en Santa Fe y enseguida sintió la necesidad de espejar sus emociones en esa quietud. Es que ahí radica eso que podríamos llamar encantamiento del río. Atrae ese paisaje y nos hace sentir al hombre y al mundo que lo rodea . En esas orillas están los personajes que siempre le interesaron: hombres, mujeres y chicos, cada uno en su tarea, unidos a canoas, pajonales y a un cielo inmenso, completaron el armado final de la escena. Y allí quedó atrapado el pintor. Fue la necesidad de un paisaje así que lo hizo penetrar poco a poco, sin apuros, en ese mundo de serenidad y lucha”. “Es que el río tiene silencio, y Flores necesitaba de ese lenguaje mudo. Se rompe el silencio con palabras de pajas bravas, vientos, gritos de animales y golpeteos de olas contra camalotes y juncos. Comprendo perfectamente esta preferencia, pues el río tiene, repito, una magia que sentimos muy hondo los que para vivir

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necesitamos un alimento de soledad en compañía de un personaje así delineado. Se suceden los dibujos en ágiles y precisas manchas, donde se ve a las claras que, no obstante el deseo de síntesis, aun es necesario algo de lo realmente figurativo. Allí, en pocas y necesarias líneas aún descubrimos la canoa pegada al barro orillero, el horizonte del río y el hombre pescador, nutriero o recolector de pajas y juncos. Otras son las piedras; y hasta el árbol cercano al río también nos habla de su comunicación con ese paisaje”.

“Flores no puede escapar a la trampa que le han impuesto el pajonal y el río y si alguna vez intentara huir de ella, deberá llevar, como en el bíblico mensaje, la trampa a cuestas. Es su mundo, su paisaje, figurativo o no, será siempre el mismo, que lo siente, lo recuerda y hasta lo sufre”. (7)

Resumiendo y dando forma de poesía a la descripción de esa actitud como creador de la naturaleza, Don Emilio P. Comtesse, nos dejó su testimonio:

“Todo lo vio con su fervor de artista. Las formas y colores le inundaron los ojos “ y la pasión creadora le floreció en las manos. “ Asimiló con amoroso empeño “ esfumadas auroras neblinosas, “ erguidos mediodías iluminados, “ la nostalgia de atardecidas soledades “ Sauces y ceibos diagramando orillas, “ y ubajays, curupíes y garabatos. “ Sufridas mujeres pescadoras “ y rústicos moradores de la costa “ le confiaron sus vidas de leyenda “ en rudo deambular entre canoas y rancho; “ y adivinó la identidad de cielo y río “ de horizontes de peces y pájaros” (22 de junio de 1978) Volviendo a la cronología de su vida, podemos señalar que, entre los

premios más importantes obtenidos figuran: 5º lugar en el Salón Anual “Rosa Galisteo de Rodríguez” (pintura, 1959); Premio Extraordinario “Intervención Federal” en el 32º Salón Artistas Plásticos Santafesinos (pintura, 1958) ; 2º Premio Salón Departamento Castellanos (pintura, 1960); 2º Premio Salón del Litoral de Entre Ríos (pintura, 1961); 1º Premio Salón Obra Social de la Universidad Nacional del Litoral (pintura, 1965).

Su participación en muestras colectivas e individuales en el país fue constante, y con el Grupo Setúbal expuso en Santa Fe, Rafaela, San Cristóbal, Salta y Buenos Aires. En el exterior participó en la muestra “Teatro de los 21” que se realizó en México, Honduras y Guatemala.

El nombre de nuestro Liceo Municipal de Bellas Artes fue impuesto en 1973 a instancias de Don Nelson Rossetti, quien recuerda que Miguel Flores fue el principal impulsor para la creación de una Escuela Taller de Artes Visuales en esta ciudad.

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Precisamente él fue quien -impedido personalmente de dar clases por razones de salud- recomenzó a dos plásticos santafesinos: Armando César Godoy y Ernesto Fertonani, para actuar como profesores, siendo finalmente contratado este último.

Su pensamiento, expuesto alguna vez públicamente, respecto de la enseñanza de las artes visuales a través de escuelas específicas es claro. “ ...las Escuelas de Artes han aportado una generación numerosa de jóvenes, entre los cuales unos pocos – pero firmes valores- participarán sin duda en la cimentación de una pintura nuestra, con miras a proyectarse internacionalmente”.

No dejaremos de mencionar sus preferencias dentro de la plástica nacional, pues solía decir. “Haciendo omisión de los jóvenes, me interesan Victorica y Diomede por su honestidad, enseñanzas y vocaciones puras; Herrero Miranda es mi maestro predilecto.” Hay pintores que sienten el tema social, la realidad de los objetos, otros, los encuentros de planos en complicadas o sencillas abstracciones; algunos no pueden substraerse de los temas eternos: el amor, la inocencia, el mito, los trabajos. Miguel Flores busca el camino de lo pequeño y olvidado, recreándolo en ocres, verdes y grises; a través de ellos vuelve siempre a sus costeras, a los pajonales, al río. Fue su vida, sin duda alguna, una permanente identificación con el arte que se apagó el 21 de enero de 1968, en la Ciudad de Córdoba.

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LETICIA ADRIANA ROBERT Quizás muchos recuerden una modesta casita, ubicada al final de un

extenso pasillo de calle Falucho Nº 39, donde Leticia Robert enseñó Dibujo y Pintura a cientos de chicos de toda la ciudad.

Había nacido en la localidad de Esperanza el 11 de agosto de 1905, trasladándose con su familia a la Capital Federal cuando contaba con doce años de edad, ingresando dos años más tarde a la Academia Nacional de Bellas Artes. Fueron sus maestros, entre otros, el escultor Antonio Cibelino, Vicente Pastorino en Pintura y Dibujo, Germán Loustalau en Historia del Arte, Amado Puyau, en escultura y el Arq. Daniel Iribarne, que le enseñó perspectiva y de quien ella guardó siempre un afectuoso recuerdo de admiración por su inteligencia, sencillez y don de gentes.

Leticia Robert llegó a Rafaela en 1924, con diecinueve años, dedicándose a la enseñanza del dibujo y la pintura por un lapso de cuarenta años.

Luego, ya finalizado su largo trajinar por la docencia, fue a vivir a la Provincia de Buenos Aires abandonando por completo su dedicación a toda actividad vinculada con lo que fue su expresión y medio de vida durante casi medio siglo. Ella misma nos lo hizo saber en 1981: “...hace años que no trabajo más, vivo apaciblemente en el campo...”. Sus preferencias pictóricas recalaron en Diego Ruiz de Velásquez, considerándolo “…el mejor pintor de todos los tiempos”; y, de igual modo, sus mayores inclinaciones hacia pintores argentinos son para Fernando Fader y Luis Cordiviola. De los Plásticos argentinos contemporáneos, su admiración estuvo dirigida hacia Raquel Forner, Gastón Jarry, y los muchos que cultivaron las artes visuales con honestidad y profundo respeto por si mismos y por los espectadores. En cuanto a los estilos, no vaciló en manifestar sus preferencias por el impresionismo, agregando: “…quiero dedicar unas palabras especiales para el desdichado Conde de Toulouse-Lautrec”, formidable acuarelista, a quien debemos agradecer todo “su talento y fervor dedicados al arte, como una forma inteligente de olvidar su desdicha”. Durante su vida en Rafaela, la profesora Robert, con una modalidad particular, supo trasmitir a niños y jóvenes todo lo que conocía sobre arte, dedicando sus mejores años al sostenimiento del vínculo con estas expresiones. Es necesario reseñar -aunque sea brevemente- el paso de una mujer que contribuyó a la difusión y a la formación dentro de las disciplinas del dibujo y la pintura; hacerlo es un reconocimiento. Leticia Robert, en una carta que nos enviara en ocasión de la primera edición de este trabajo, nos manifestó su convicción acerca de que muchos rafaelinos han de tener un recuerdo de sus días en Rafaela, a partir de la conservación de un dibujo o de una pintura de su autoría. (8) De su dedicación y cariño existen hoy numerosos testigos en esta ciudad.

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JESUS GIL ECHEVERRIA

Vivió en nuestra ciudad desde el año 1934. Era vasco, habiendo nacido el 23 de enero de 1909 en Mandigorría,

provincia de Navarra. Recorrió varios países antes de llegar a nuestra patria, entre ellos Bélgica, Francia y Brasil. Prácticamente no cursó estudios de Pintura o Dibujo, salvo un breve tiempo en Francia; su tarea fundamental la desarrolló en la producción de motivos y confección de miniaturas. Al escribir estas páginas, sus familiares nos han acercado un catálogo del año 1939, en donde se anuncia una exposición de pinturas de Gil Echeverría, figurando doce miniaturas realizadas al temple, sobre un total de cuarenta y dos trabajos. El acto se llevó a cabo en el Centro Ciudad de Rafaela, Teatro Vittorio Emanuele II. Otras muestras de importancia que merecen señalarse fueron las realizadas en Bahía Blanca,1945; Paraná, 1950 y Santa Fe, 1953. En este última ciudad, sus obras fueron expuestas en el Museo Provincial de Bellas Artes. El Museo de Artes Visuales Urbano Poggi cuenta con una obra de importancia de Gil Echeverría. Luego de los años vividos en Rafaela, su residencia –junto a su familia- fue la Ciudad de Santa Fe.

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PEDRO GIACAGLIA Rafaelino, aunque desde principios de la década del 70 se radicó en una pequeña localidad cercana a Rosario -Roldán- rodeada de campo y tranquilidad. Trabajó en lo que significa todo para él: pintura, dibujo; también en cerámica. Sus palabras definen lo que piensa de Rafaela, su paisaje, la plástica del litoral, los recuerdos de tantos años... -Hace diez años que vivo en Roldán [dicho esto en 1982]; aquí tengo mi actual taller y me encuentro muy cómodo con este paisaje campesino, un poco parecido a Rafaela... con este clima, con esta extensión, con esta amplitud, que es lo que también necesito ver; es decir, no podría pintar hoy en un departamento, necesito otra vez volver a mi infancia, a ese recuerdo de mis cosas, de Rafaela, ese campo tan grande , esa extensión que tiene... uno mira y puede mirar el cielo, el campo...” (9)

“Desde que recuerdo he pintado, he hecho cosas. En primer grado, por ejemplo, obtuve un primer premio en un concurso sobre el ahorro... vaya a saber uno por qué razón inventé yo algo así como una historieta... porque el chico ahorraba... con pequeños dibujos; hasta no hace mucho tiempo anduvo por allí ese cartón, porque era un rollo grande; me acuerdo que me dieron un premio... ¡cuánto tiempo hace!, que consistía en una libreta de ahorro con un peso y un cinturón de cuero. Desde bastante antes de los siete años comencé a pintar y hacer cosas en barro... sobre todo con barro. No las cocinaba en hornos pues – por supuesto- no tenía, pero juntaba tierras, o arcillas y mezclándolas con agua hacía la masa, terminaba los cacharros, los pintaba, tomando como base un diccionario donde copiaba grafías y símbolos de la pintura de nuestros indios...”.

“Pasados los once años, esa vocación se diluyó un poco; vinieron las salidas, los bailes, el amor... hasta que retomé lo que de chico había iniciado. Pero volvamos a Rafaela... yo fui muy amigo de Miguel Flores, de Mery Flores, ella era mi profesora de piano un tiempo; del padre, don Cayetano; los recuerdo a todos, a toda la familia, pero si tengo que decir un nombre, te diría el del padre por lo que hablaba de música, le importaba la música porque nos hacía conocer el arte; Mery, por la música... y Miguel fue –en alguna medida- una guía mía en aquella época. Él era mayor que yo y tenía una visión particular de la plástica...”

“Hacia esos años, como toda persona, tuve que salir a trabajar y mi vida se fue para Ceres, sin perder la relación con Rafaela, con esta gente y con mucha gente más, por supuesto, con quienes hacíamos dibujo, con quienes hacíamos cosas. La época de Ceres fue muy linda también aunque al cabo de unos años vine a Rosario, donde sí, ya tomé la pintura como una razón muy importante”.

“Haciendo un esbozo de mi pintura, de los materiales y temas... puedo decir: materiales, los comunes, óleo, acrílico, son los que más uso. Luego, lógicamente, uno les agrega elementos, los aplasta, los alisa, les agrega mil cosas, pero básicamente son esos; óleo y acrílico. En cuanto a los temas, vos sabrás que vivo frente al río... se me fue metiendo de a poco el río Paraná, lo he recorrido una y otra vez ... como todo elemento cambiante, brinda mil imágenes:

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con viento, calmo, con sol, en las diferentes estaciones, por la noche. De allí que lo haya tomado desde el principio en esas variaciones: desde la figuración a la abstracción…; pero también me interesa el ser humano, sus pasiones, sus caprichos, su rostro, sus ojos, sus manos, el amor; también me importaron mucho, en un tiempo las cosas quietas: las flores... mis flores eran para Hiroshima, para Vietnam, para la luna, para los astronautas... y ahora retomo esas flores, pero para otra cosa. Yendo a tomar apuntes, a través del campo, por esta zona, pasé muchas veces por un cementerio de estos viejos que hay acá: vaya uno a saber por qué un día venía de vuelta de tomar apuntes, no sé si por el sol, la hora, o qué, me detuve en el cementerio, me quedé viendo ese lugar, esas paredes blancas, esa soledad, quizás haya pensado que, como todos, algún día tendré que irme, no sé, pero luego de mirar, mirar, mirar, comencé a hacer una serie de los cementerios, con todas las imágenes que de él pude tomar... y allí puse las flores, entre cruces de hierro, abandonadas, entre la maleza, que es donde en realidad crecen, sin que nadie se lo proponga...; entre ese abandono, esa aparente soledad, siempre hay una flor que crece...”.

“Ese es, de algún modo, mi momento actual”. Haciendo un alto en el tema, le pedimos a Pedro Giacaglia que hable de

la pintura del litoral, del litoral mismo. “El litoral es el río...; quienes pintamos miramos hacia el río, hacia su

tierra, hacia las lagunas, el arenal, el campo... y los pintores que miramos todo eso sin querer, tenemos un parecido. No quiero decir que somos todos iguales; quiero decir, partimos de lo mismo, aunque nos expresemos en direcciones diversas. Diez pintores que hacen una manzana, quizás la recreen cada uno a su modo, pero no podrán convertir la manzana en pera, uva u otra cosa: no se da aquí un caso como el de Mondrian, quien abstrae de tal modo las formas reales que llega a un cuadrado, o rectángulo de colores. Supisiche o Matías Molina, mis predilectos, tienen alguna coincidencia, es verdad, porque miran el mismo paisaje, lo mismo que López Claro, que -aunque radicado en Buenos Aires, ha hecho mucho por la pintura del litoral...”

“Hoy también me intereso por la pintura española, de Goya a nuestros días; estoy trabajando mucho con eso, en vías de poder irme dentro de un tiempo, al menos, un año, para estudiar a todos los pintores actuales de ese país, a la gente que está trabajando.

“De nuestra pintura actual me interesan -siempre voy a pensar en ellos- Buttler, Raquel Forner, Lino Eneas Spilimbergo, Carlos Alonso, Pettorutti...; de los rosarinos, soy amigo desde que llegué, de Uriarte; también conozco y soy amigo, de Herrera Miranda, Gambartes, Grela, García Carreras, todos ellos, excepcionales desde cualquier punto de vista”.

“Y dentro del litoral, vuelvo a Rafaela “...” . “Entre quienes han hecho incontables sacrificios por la enseñanza de las artes plásticas y la enseñanza en general, son las hermanas Cossettini. Aquí, en Rosario la he frecuentado mucho -en mi época de Rafaela era regente de la Escuela Normal- a Olga Cossettini. También a Leticia, su hermana, que era maestra.

“Leticia hizo pintura, cerámica, ha escrito muchos libros para las escuelas ; fueron creadoras de la Escuela Activa, de modo que tienen un material espléndido para la infancia; ha trabajado mucho con los niños.

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“También Blanca Cossettini tenía un Taller en la escuela de Alem y Pueyrredón, por donde pasaron cientos de rafaelinos, o por donde comenzaron a aprender pintura tantos..., en esa casa con muchas plantas, habitaciones espaciosas, ventanas enormes a la calle, balcones bajos, casa que ya no existe...”

“Casa que ya no existe..., miren ustedes, cuando los vi llegar me acordaba de un cuento de Unamuno, que dice que los hombres iban a Burgos a ver la Catedral y los ojos de Julia Yánez...; cuando los vi llegar, me dije, cuando vuelva a Rafaela, ¿qué voy a mirar?... la fuente de la Plaza principal, que me gustaba tanto de chico; la placita honda, la placita Sarmiento, el barrio Villa Rosas, las avenidas con casuarinas que llevan al cementerio, cuántas cosas... cuántos ojos de amigos para recordar...; ¡cuántos ojos de amigos, no solamente los de Julia Yánez, sino los de incontables amigos que hace tanto que ya no veo...!”.

Al menos les ha escrito o los ha frecuentado a través de la correspondencia...

“Sí es cierto, en mis horas de trabajo siempre hay lugar para una carta, para unas líneas, no solamente enviadas, sino recibidas...”.

Entre sus horas de trabajo, dijo usted, ¿cuántas horas trabaja por día...?

“Bien, yo trabajo por la mañana en el Banco Nación, lo hago desde hace cuarenta años; me jubilo ahora, a fines de marzo... tengo casi sesenta años. Al mediodía vengo a Roldán. En mi tarea específica comienzo haciendo dibujos, tintas; luego me dedico al color, hago cerámica y sobre el final, vuelvo al color; leo mucho, sobre todo pintura; ahora, en particular, acerca de la plástica española desde Goya hasta nuestros días”.

“Son siete horas, o más, de trabajo, todos los días, hasta las veintidos. No creo en los milagros de la inspiración, creo en el trabajo. Marco Denevi, la vez pasada, al visitarme, me manifestó que se `ataba al galeón´ -la máquina de escribir- ocho horas por día; hay que comprender cómo produce Denevi: ocho horas diarias trabajando en la máquina de escribir”.

“Quien pinta, hace música, literatura, o lo que fuere tiene que trabajar mucho sobre su obra... hasta el último día, con constancia... hay tanto para hacer, para aprender... sobre todo eso; hay que ser humilde, nunca se sabe lo que se aprenderá al día siguiente. Cada cuadro nuevo que se nos presenta delante nuestro, que nos emociona, nos está diciendo algo distinto; el aprendizaje es infinito...”.

Para finalizar, a quién, o a quiénes, considera Usted creadores de valía dentro de la plástica litoraleña.

“Herrero Miranda. “No solamente en la plástica del litoral, sino –a mi juicio- el más grande

creador de la plástica argentina en estos últimos tiempos; lamentablemente, murió joven, a los cincuenta años. Sumamente cambiante, pero con talento. Pasaba de una etapa a otra con facilidad increíble, pero siempre bien. Hay quienes cambian y son un desastre; Herrero Miranda, no. De él aprendimos todos en Rosario, en Santa Fe, en nuestro país”.

El final de la tarde, en ese pueblo cercano a Rosario -casi en el campo-

indica también el final de la conversación con un rafaelino que integró el Grupo

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Litoral de la Ciudad de Rosario, nacido en nuestra Ciudad en 1922 y fallecido en Roldán en 1997.

Una plaza de esa localidad -que lo adoptó como hijo- lleva su nombre.

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EL GRUPO DEL LITORAL Forma parte de la presente Crónica, toda vez que al mismo se incorporó

como integrante -en la Ciudad de Rosario- Pedro Giacaglia. No obstante su escasa influencia directa en las artes visuales de Rafaela,

es necesario que quienes frecuentamos estas disciplinas le dediquemos una atención más que generosa. Decimos esto en virtud de cuanto ha sedimentado de su trabajo en la vida pictórica, especialmente en la Provincia de Santa Fe y en las provincias del litoral argentino.

El Grupo nació alrededor de 1950 en Rosario por iniciativa de Leónidas Gambartes; fueron sus integrantes los pintores Francisco García Carrera (1914-1976), Domingo Garrone, Juan Grela, Gutiérrez Almada, Oscar Herrero Miranda (1918-1968), Minturn Zerva (1896-1964), Alberto Pedrotti (1898-1980), Hugo Ottmann (1920-1998), Carlos Enrique Uriarte (1910-1995) y Ricardo Warecki.

Después del fallecimiento de Domingo Garrone y de la desvinculación de Zerva, se incorporaron Pedro Giacaglia (1922-1997), Froilán Ludueña (1913-1959) y Arturo Ventresca.

No nos corresponde a nosotros realizar juicios de valor acerca de los mencionados autores; no obstante, no agregamos nada nuevo al decir de la extraordinaria calidad e incidencia de muchos de ellos en la renovación de la pintura argentina en la segunda mitad del siglo XX, no desmentida -antes bien ratificada- por el transcurso de los años hasta nuestros días.

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EL GRUPO SETUBAL A diferencia del Grupo Litoral de Rosario, este nucleamiento formado en

la Ciudad de Santa Fe ha tenido notoria influencia entre quienes han desarrollado y desarrollan actividades plásticas en nuestro medio.

Las influencias se dan por conductas, costumbres, geografía, hechos, conciencia colectiva de las comunidades…, pero en este caso se da especialmente a partir de una especial relación entre artistas plásticos provenientes de Santa Fe que han hecho escuela, directa o indirectamente en Rafaela; por lo tanto, no es extraño, antes bien razonable, que santafesinos de la capital hayan influído en nuestra forma expresiva y en nuestras inclinaciones artísticas de la manera en que lo han hecho.

Y como corolario de lo anterior, no es raro que artistas plásticos de nuestra ciudad hayan tenido y tengan una relación tan estrecha con otros de Santa Fe. Destacamos en este aspecto –dentro del Grupo Setúbal- a tres hombres que han estado ligados a Rafaela: Domenichini, Flores y Fertonani.

Cierto es que el primero de ellos, José Domenichini, aún residiendo en Rafaela, no desarrolló en ésta actividades plásticas. Los otros dos nombres son Miguel Flores y Ernesto Fertonani. Los dos están ligados al nacimiento y desarrollo del Taller Municipal de Pintura, tema que se tratará más adelante.

Por entonces, el Grupo Setúbal estaba integrado -nombrados alfabéticamente- por los pintores: José Domenichini, nacido en Italia en 1903, naturalizado argentino en 1931, quien obtuvo su título de Dibujo y Pintura en la Academia Dante Alighieri –Santa Fe-, con la dirección del profesor Juan Cingolani, en 1930; Armando César Godoy, nacido en Santa Fe en 1920, egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes; Ernesto Fertonani, nacido también en Santa Fe en 1920, egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes en 1945, restaurador y dibujante del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, docente en el Taller Municipal de pintura de Rafaela, luego Liceo Municipal de Bellas Artes. También fue docente en la Escuela Juan Mantovani de Santa Fe; Miguel Flores de quien hemos hablado extensamente en otro capítulo; Matías Molina, nacido en Santa Fe en 1911, habiendo obtenido el título de Profesor de Dibujo en la Escuela Provincial de Bellas Artes en 1945; Jorge Planas Viader, nacido en Buenos Aires en 1920, egresado de la Escuela Provincial de Bellas Artes, Santa Fe en 1955, restaurador en el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe, docente en Arte; Ricardo Supisiche, santafesino nacido en 1912, autodidacta en pintura, habiendo aprendido Dibujo en la Academia Reynares, Santa Fe, perfeccionándose con el maestro Sergio Sergi, docente en Arte. Siete integrantes, siete exponentes destacados de la plástica capitalina.

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Comenzaron a reunirse el 11 de mayo de 1959 a partir de la necesidad de cambiar opiniones, valoraciones sobre lo que cada uno de ellos hacía, como preparación para exponer en conjunto. Las reuniones se efectuaron en los distintos talleres de los integrantes del Grupo, en la misma ciudad de Santa Fe.

A partir de ese mismo año efectuaron presentaciones en distintas ciudades del país que permitieron el conocimiento de la pintura litoraleña.

Una acertada semblanza del grupo fue realizada por la Profesora Nanzi Vallejo, en ocasión de la muestra “Homenaje a los auténticos Maestros santafesinos”, realizada a partir del 6 de febrero en el Museo Sor Josefa Díaz y Clucellas de la Ciudad de Santa Fe. La caracterización e historia del grupo y de sus integrantes fue publicada por el Diario El Litoral en su edición del 30 de enero de 2009; la reproducimos en virtud de lo que luego proyectó hacia nuestra Ciudad, como espíritu y enseñanza concreta de las artes plásticas.

Dice la Profesora Vallejo: “La historia nos da testimonio elocuente del

interés del hombre en constituir agrupaciones, asociaciones, corporaciones en pos de objetivos comunes más allá de las etnias y geografías. Declaraciones y manifiestos dan cuenta de sus preocupaciones comerciales, sociales, religiosas, políticas y también estéticas. En nuestro país, las primeras manifestaciones grupales referidas al arte estuvieron dirigidas en disidencia contra la Academia y datan de la segunda década del siglo XVIII.”

“Santa Fe, junto con Córdoba, Buenos Aires y Tucumán, demostraron preocupación en el área de las artes visuales y se manifestaron con hechos que las diferenciaron del resto del país. Particularmente, en nuestra ciudad, el 11 de mayo de 1959, un conjunto de artistas aunados bajo el nombre que lleva la emblemática laguna santafesina, conformaron el Grupo Setúbal cuyos miembros fundadores fueron Ricardo Supisiche, Matías Molinas, Ernesto Fertonani, Jorge Planas Viader, José Domenichini, Miguel Flores y Armando César Godoy. Expresaron en el manifiesto su propósito de llegar al ´conocimiento y sentimiento del público´. Imaginaron ´un grupo abierto a todas las inquietudes pictóricas aspirando a su progresiva expansión´ y a la vigencia de ´un equipo para la investigación de los temas técnicos y estéticos´.”

“Fueron artistas que representaron el medio, miraron el río sin olvidar los habitantes y personajes del entorno. El soporte -papel, tela o cartón- sirvió para transformar el paisaje, lo inmortalizaron ´con honor y compromiso´” “Ernesto Fertonani, decidido colorista, creó espacios de definido orden compositivo donde ubicó sus paisajes urbanos y rurales y sus personales figuras; Matías Molinas cuyo paisaje litoral es sintetizado por una personalísima paleta rica en ocres, verdes y amarillos. Ricardo Supisiche, pintor de atmósferas, aprehende el espíritu de la isla y sus habitantes transformándolo en paisaje universal; Miguel Flores traductor subjetivo del hombre y el paisaje litoraleño transmitió la atmósfera de la región, dramática y solitaria; Jorge Planas Viader logró una sensación casi fantástica e irreal de sus planteos pictóricos a través de su procedimiento predilecto, el pastel, que

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manejó con soltura; José Domenichini y Armando César Godoy incursionaron por otras orientaciones estéticas que excluyen la representación figurativa.”

“Un invitado de honor del Grupo Setúbal fue Oscar Elías Gigena. Los acompañó en una de sus exposiciones de 1959, dato que nos permite valorar nuevamente su obra. Gigena testimonia su pensamiento a través de sus figuras indígenas, sus costumbres y tradiciones.”

“Fue relativamente breve la permanencia como grupo, solamente dos años de trabajo conjunto. Quizás otras urgencias o historias personales diluyeron este encuentro de voluntades donde coexistieron abstractos y figurativos. Fueron artistas que enriquecieron décadas de nuestra historia de la plástica santafesina y dejaron su impronta, no solamente en el taller, reflejada en la obra patrimonio de todos los santafesinos, sino también en instituciones señeras en una labor pedagógica que aún hoy recuerdan sus innumerables alumnos.” (10)

Reiterando lo manifestado por la profesora Vallejo en la ajustada

descripción que acabamos de reproducir, digamos que “no meramente por la diversidad de tendencias el Grupo carece de la cohesión necesaria. Y es así como en 1961, en la Galería Van Riel, ofrecen la penúltima muestra colectiva de sus trabajos”, según las palabras de Jorge M. Taverna Irigoyen. (11)

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RICARDO CARLOS MERLO

Un exponente de la talla en madera y de la escultura rafaelina ha sido -

sin lugar a dudas- y lo sigue siendo nuestro Ricardo Carlos Merlo, nacido en Italia, en la ciudad de Torino, cuando se inauguraba el siglo XX . Llegó al país en 1924, luego de encontrarse en su patria natal con don Luis Santi, quien le dio noticias de esta joven República Argentina, y con más precisión, de esta Rafaela donde podría obtener buenos logros artísticos y laborales.

Cursó estudios en las Escuelas de Don Bosco de su ciudad natal, cumpliendo tres cursos para obtener el título de Profesor de Dibujo, con adjudicación de dos premios. En la Academia de San Carlos de Torino cursó la Escuela Técnica recibiendo el título de Profesor Superior en “Ornato Superior”, siguiendo dos años de plástica que lamentablemente tuvo que abandonar para alistarse en la primera guerra mundial como combatiente.

Habiendo llegado a Rafaela comenzó de inmediato su tarea de eximio tallista, ganado prestigio en la ciudad y zona de influencia, dejando la huella de sus trabajos en “una de cada tres casas...”, al decir de su hijo Lorenzo. Y si bien el desempeño de su oficio era el principal quehacer, no descuidó el verdadero trabajo artístico, incursionando en algunas obras realizadas con yeso, despertando y apuntalando firmemente su vocación escultórica en potencia que le llevó a decir, “...soy escultor rafaelino...”; es que aquí, al calor de su hogar, rodeado del cariño de sus hijos y el constante aliento de su esposa, Merlo, el artista bueno y soñador acarició la virgen y nativa madera poniendo mucho amor y creación en los rasgos que iban naciendo al filo de sus formones y gubias.

En el año 1935 se incorporó a la cátedra de Dibujo en el Colegio Nacional de Rafaela, la que desempeñó con gran cariño y dedicación hasta cumplir sus setenta años de edad. Al respecto vale recordar una anécdota contada por su hijo: “Al producirse una vacante en la cátedra de Dibujo en el Colegio Nacional, el diputado de la Nación Dr Camilo Muniagurria, le ofreció a mi padre hacerlo nombrar como profesor, siendo así que al poco tiempo llegó la designación. Mi padre se presentó al Colegio y el Rector, Dr. Baliño, le pidió la exhibición de los títulos habilitantes; presentó los obtenidos, recibiendo como contestación que los mismos no tenían valor en nuestro país y por lo tanto –mientras no fueran revalidados- no podía darle posesión del cargo. Mi padre se fue a la Capital Federal y ya en la Academia Nacional de Bellas Artes, se encontró con el Director Pío Collivadino, a quien explicó su problema. Este le dio a entender que, para revalidar el título a la brevedad, debía tener mucho dinero y muchos amigos…, los que obviamente y para tal finalidad no tenía.

Sin embargo, Collivadino recordó que mi papá había obtenido un premio en la Academia Nacional y por lo tanto le indicó que volviera tranquilo a Rafaela, ya que él le escribiría al rector del Colegio.

“Papá -cuenta su hijo Lorenzo- volvió a casa y a los pocos días el Dr. Baliño lo llamó. Ya en su presencia el rector se disculpó y le comentó que

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Collivadino le había escrito destacando que era un honor para Rafaela contar con un profesor de dibujo de la talla de Merlo quien por haber obtenido un premio nacional, de acuerdo con un Decreto del Gobierno, que estaba en vigencia –le daba número y fecha- podía dar clases aunque sus títulos fueran extranjeros. En consecuencia, de inmediato le dio posesión del cargo y así comenzó su largo ciclo de enseñanza”. (12)

Su obra artística supo de importantísimos galardones: la máxima recompensa a la que podía aspirar un artista de la Provincia, Medalla de Oro en el XI Salón del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, por su talla directa en madera “El líder”, símbolo de “...hombre de pueblo que sintetiza la esperanza de los que luchan un mañana libre de odios y rencores” (La Opinión, 15 de agosto de 1934); Premio Estímulo logrado en el III Salón del Litoral con su talla directa en madera “Canto a la Patria” recia, vigorosa cabeza; Medalla de Oro “Cincuentenario de Rafaela” por la Plaqueta a Guillermo Lehmann; Primer premio por una maqueta del mástil a la bandera nacional a emplazar en la plaza 25 de Mayo, obra que fue ejecutada en el centro de nuestro paseo principal, aunque no concluída en su totalidad. Lamentablemente, dicho mástil debería estar perdurando en memoria de Merlo pero fue destruído totalmente al decidirse el emplazamiento, en el mismo lugar, de la estatua ecuestre del General Don José de San Martín.

Es obvio señalar que siempre es posible encontrar una solución entre lo que incuestionablemente se pretende incluir y lo que ya estaba. Las soluciones no tienen que ver con el reemplazo sino con la integración, máxime como en este caso que se trataba de la obra única e irrepetible de un artista galardonado.

Otros premios de importancia fueron, el primer premio en el Salón Municipal de Santa Fe, en 1945 y primer premio en el Salón del Centro Ciudad de Rafaela en 1947.

Su producción artística se expresa a través de la confección de innumerables bustos en bronce, tales como los del maestro Benito Anduiza, de Martín Oliver, o de Hipólito Yrigoyen; de placas artísticas de Sarmiento y de José Garibaldi, emplazada –esta última- en la calle del mismo nombre en Rafaela; trabajos en las sedes sociales de la Sociedad Italiana de Ceres y en la institución homónima de Ataliva; mástiles en Egusquiza, Tacural, San Vicente y Humberto Iº.

Entre sus tallas más notables, según la crónica publicada por “Castellanos” de Rafaela -en aquellos años era semanario- el 2 de agosto de 1947, se encuentran Yrigoyen, Frenesí (quebracho blanco), El Líder (viraró), Mimosín, Pregonero, Luciano F. Molinas. (13)

Merece también una mención la talla en madera El canillita admitida en el XIII Salón de Arte de Santa Fe, representando la cabeza con el “...grito del vocero del periodismo que surge nítido, claro, de la contracción de sus labios...”. (14)

Por último, el 24 de octubre de 1941, con motivo del 25º aniversario de la fundación de la Escuela Normal, se inauguró en su sede un busto de Domingo de Oro, magníficamente ejecutado por don Ricardo; la obra y su pedestal -revestido en mármol sanjuanino- fueron donados por el Sr. Julio Longedo y su esposa Matilde Forte.

Por sobre todas las cosas, Merlo era de carácter afable, humilde, ameno en su conversación, amigo sincero, siempre tocado de traje con su simpático

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moñito negro de lazo suelto y su sombrero del tipo `chambergo´ que lo tornaba inconfundible a la vista de todos quienes lo cruzaban por la calle.

Su trabajo artístico ha merecido los más elogiosos comentarios por parte de lo críticos de arte, cuyas publicaciones fueron hechas por los principales diarios porteños. Fue sin duda un ejemplo de constancia y perseverancia en el quehacer que delineaba su innata vocación artística. “Ricardo Merlo, entre el silencio de la ciudad, va haciendo su personalidad como escultor. Poco a poco el entusiasta artista fue trazando sus perfiles en nuestro medio ante la indiferencia de los más…; el escaso aliento no desanimó el alma del artista y su templado carácter fue salvando escollo tras escollo, con la misma facilidad con que moldeaba el quebracho chaqueño…, hasta culminar con el triunfo más rotundo” . (15) El diario La Razón, de la Capital Federal, publicó el 13 de julio de 1934, reproducciones fotográficas de sus obras Posando -mujer arrodillada, desnuda, con ambos brazos caídos al costado- y del trabajo premiado en el XI Salón del Rosa Galisteo, El líder. El epígrafe de ambas fotos afirma que “…cuenta Rafaela con un notable escultor cuyos trabajos presentados en la ciudad de Santa Fe han merecido los más elogiosos comentarios de los entendidos. Sus dos obras, ejecutadas en madera de viraró, talla directa, han tenido un éxito de público y crítica, lo que hace presumir que Rafaela, puede enorgullecerse de contar con un verdadero artista”. Don Benito Quinquela Martín, uno de los grandes de la plástica nacional, ha dicho: “En Buenos Aires, después de la muerte de Riganelli, no hay quien trabaje la madera como este hombre” . (16) Obviamente, don Ricardo no necesitaba imprescindiblemente de estos elogiosos conceptos, pues el verdadero mérito del artista está en el contenido de sus obras. Ese potente contenido, sumado a una técnica impecable, es el que ha perdurado en el tiempo; afirmamos -sin exageraciones- que nadie hasta ahora pudo alcanzar tales logros en nuestra ciudad, constituyéndose en un dignísimo precursor de la escultura rafaelina.

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CAPITULO II

TALLER MUNICIPAL DE PINTURA Orígenes y primeras gestiones La inquietud por la plástica existió desde el mismo inicio de la Colonia Rafaela; hubo personas que de una u otra forma trataron de volcar en niños y adolescentes sus conocimientos en la materia y hemos descripto su trabajo y su influencia en páginas anteriores. Pero a partir de cierto momento, de determinadas circunstancias y de voluntades específicas, el Taller Municipal de Pintura toma cuerpo. Fue cuando la Comisión de Cultura Municipal, integrada por los señores Urbano Poggi, Nelson Rossetti, Mario Vecchioli, Ariel Abdala, Remo Pignoni y Fortunato Nari, deciden encarar la difusión de la enseñanza de las artes plásticas a través del concurso de un artista de trayectoria reconocida. Señalemos que Blanca Cossettini fue parte de esta Comisión durante un tiempo breve; su dimisión planteó la convocatoria al profesor Abdala que la integró de allí en adelante. La inquietud señalada anteriormente tuvo una razonable acogida oficial, comprometiéndose la Municipalidad a contribuir con el pago de la remuneración mensual. Mientras tanto, Miguel Flores opinó que la persona capaz de responder a las aspiraciones planteadas era el pintor santafesino Ernesto Fertonani, que a la vez era docente en la Escuela Provincial de Bellas Artes Juan Mantovani de la ciudad de Santa Fe. Esta circunstancia permitió, por añadidura, un acercamiento a algunos artistas plásticos de la capital de la provincia, concretándose aquí en Rafaela exposiciones y charlas, de las que recordamos, entre otras, la que fue brindada por Ricardo Supisiche en el local de la Sociedad Italiana.

Los autores santafesinos con los cuales se establecen vínculos se nucleaban en el Grupo Setúbal; al mismo pertenecían tanto Flores como Fertonani tal como lo hemos señalado en páginas anteriores.

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ACTIVIDADES DEL TALLER

No obstante que todas estas gestiones fueron concretadas con la mayor diligencia y rapidez en los últimos meses del año 1959, a través de los medios de difusión se invitó quienes estuvieran interesados, desde los doce años y sin límite de edad a partir de allí, a inscribirse. Casi de inmediato el profesor Fertonani comenzó con las clases de Taller. Corría entonces el mes de octubre y el Sr. Virgilio Cordero, director de la Escuela Normal Domingo de Oro, cedió instalaciones de la Escuela, a la que concurrieron unos noventa alumnos, curiosos por conocer una nueva propuesta dentro de las artes visuales. Obvio, los locales cerrados que se podían conseguir en ese entonces, resultaban pequeños frente al entusiasmo de tantos postulantes, por lo que las primeras clases se dictaban en los amplísimos corredores de la Escuela Normal. Las clases se impartían los sábados por la tarde en el horario de 14 a 18, concretándose lo que era un verdadero Taller activo. Las primeras clases sirvieron para dejar bien claro qué era lo que esencialmente se buscaba: los alumnos aprenderían a dibujar en primera instancia tomando modelos del natural, preferentemente utensilios, muebles, molduras, objetos diversos, generalmente compuestos y estructurados como naturalezas muertas, siguiendo distintas técnicas para el uso de los materiales. En la cuarta o quinta clase se comenzaba con el conocimiento de los pigmentos a utilizar en pintura: óleo y témpera; como en el caso anterior se utilizaban modelos del natural. Este modo de encarar el trabajo no fue del agrado de muchos alumnos que llegaron con la idea de copiar una lámina -bella y efectista en su imaginación- y por ello desertaron casi enseguida, al igual que otros que no tenían un verdadero interés y solamente acudían por el efecto que siempre provocan las novedades. Así, al final de noviembre, el grupo se redujo sensiblemente, quedando unos veinte o veinticinco alumnos apenas. No obstante, esos escasos y fugaces dos meses de actividad fueron el inicio de otro modo de enfocar las artes visuales -no solamente en cuanto hace a enseñanza y aprendizaje- ya que sirvieron para despertar inquietudes que habrían de concretarse en los años siguientes. En los inicios de 1960 se postularon unos cuarenta alumnos que nuevamente concurrían sábado tras sábado a la Escuela Normal. Allí se siguió practicando dibujo y pintura bajo la dirección de Ernesto Fertonani, quien a su vez impartía nociones referidas al uso de los colores, importancia de los pigmentos, escalas, valores, con dos materiales y sus respectivas técnicas casi de manera excluyente: témpera y óleo; ocasionalmente se utilizaba la acuarela. Varios años después comienza a utilizarse el acrílico, por otra parte

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un material más moderno y también más práctico y funcional en múltiples aspectos. Al promediar el año ya el grupo se había reducido sensiblemente a unos diez o doce alumnos; no obstante, el Taller se mantuvo por la firme decisión de los alumnos deseosos de aprovechar, tanto la oportunidad que les brindaba el Municipio, como la esforzada concurrencia del maestro Fertonani. Dígase en honor a la verdad que el Profesor concurría todos los sábados, viajando desde Santa Fe, por la paga de $ 6.000 mensuales, durante muchos años, sin claudicaciones. Para tener una idea, esa cifra equivalía a unos 73 dólares estadounidenses. Se trabajó en la Escuela Normal hasta el año 1961 inclusive, para ocupar en 1962 y 1963 un local precario pero bienvenido, en la Escuela de Educación Técnica Guillermo Lehmann, merced a la buena disposición del Director, Antonio Poupeau. En este lugar, las más de las veces se trabajaba en exteriores, dado a que la luz en el interior no era del todo buena en relación a la actividad para la que se usaba, particularmente durante el invierno. En el año 1964, la Directora del Colegio Nacional Profesora Beatriz Zóbboli de Camacho cedió el Salón destinado a la Biblioteca, que por entonces estaba desocupado. En los años siguientes, 1965 y 1966 se utilizó la casa de la familia Paviolo, sita en el Bulevar Lehmann al 200, adquirida por el Centro Ciudad de Rafaela, en donde se podían dejar permanentemente los caballetes, telas, cartones, pinturas y modelos. A partir de ese momento se hacía posible concurrir a trabajar durante la semana, ya que el Centro -a partir de la bonhomía y comprensión de B. Juan Lasserre, facilitaba la llave de entrada. Desde ya que al construirse el actual Teatro Lasserre, del Centro Ciudad de Rafaela, fue menester desalojar el local. El nuevo sitio conseguido mediante no pocas gestiones fueron dependencias sitas en los altos del edificio del Cuerpo de Bomberos zapadores, Avenida Santa Fe, contiguas a la Jefatura de Policía, por unos meses, hasta que el Municipio facilitó un salón en calle Moreno casi esquina Lehmann. La construcción era muy vieja y estaba en condiciones precarias, pero sus dimensiones eran razonables; allí el Taller Municipal de Pintura estuvo durante un escaso año y medio…, luego, ¡¡¡nuevamente la mudanza!!!, pero muy cerca ahora, una habitación más pequeña en Bulevar Lehmann 117, frente al monumento, precisamente, de Don Guillermo Lehmann. Hoy allí se encuentra emplazado el Palacio Municipal. El salón estaba ubicado unos metros a la izquierda de la que es -en el actual edificio- puerta de ingreso del personal municipal. Se puede decir que, en términos generales, siempre se contó con una razonable buena voluntad del Departamento Ejecutivo Municipal, que contribuyó con la paga de Ernesto Fertonani, más allá de las administraciones de distinto signo que se sucedieron y –obvio- de sus diferentes conceptos respecto de la actividad plástica en particular; actividad que, por aquellos años y en la esfera de lo público, tenía casi la calificación de prescindible y marginal. También hay que señalar como dato destacable el aporte de locales brindados generosamente por las personas y entidades ya mencionadas.

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Los primeros seis años fueron sacrificados, ya que cada sábado se debía concurrir al lugar de clases acarreando todos los elementos necesarios para el desarrollo de las mismas: caballete, cartones o telas, caja de pinturas, modelos, etc., lo que representaba una carga adicional y para nada simpática, máxime que al término de la tarde había que regresarlos, cada uno a sus casas…, sin contar el hecho de que las pinturas –cuando se trabajaba al óleo- estaban frescas. Pero todo esto no alcanzaba para lograr la deserción de los más entusiastas en el propósito de aprender. Así entonces, de modo paulatino, comenzaron también las primeras satisfacciones, porque los trabajos eran aceptados y algunos premiados en Salones Anuales de Ceres, Esperanza, Artistas Plásticos Santafesinos -en la propia Ciudad de Santa Fe-, Reconquista y Rafaela. De toda esa década que va desde los inicios hasta la creación del Liceo Municipal de Bellas Artes, se pueden mencionar –entre otros- como activos concurrentes al Taller de pintura, a Sara Peretti de López, Norma Fenoglio, Claire Cristiani, Elda Emmert, Ana María González, Miren M. De Molinaro, Noemí Fourcade, Nélida G. de Vottero, Ana María Vottero, Ada Macario, Antonia Sarasín, María C. Terragni, Susana Ambroggi, Mabel Sapienza, Mirta Giacaglia, Angela Zbrun, María Cristina Tosello, Norma Anghilante, Sirley Húbeli, Felicitas Húbeli, Beatriz Rivolta, Ana María Visconti, Edita Turino, María del Carmen Aimetta, Delia Zunino, Susana Ré, María Esther Galiano, Lermo Rafael Balbi, Miguel Angel Fornero, Américo Tosello, Adolfo Santiago Previderé, Emilio Comtesse, Hugo Andretich, Ricardo Miguel Peirone, Hugo Birchner, Carlos Solari, Marcos Ibáñez, Osvaldo Colombo, María Delfina Barreiro, Rodolfo Bianciotti, Liana Friedrich, Norma Giampieri y algunos otros que escapan a nuestra memoria. Antecedentes del Liceo de Bellas Artes En el año 1965 la actividad de los autores rafaelinos había despertado inquietudes en la entidad Amigos de Rafaela y es así que su Presidente, don Irineo Storero acompañado por el Dr. Arnaldo Ambroggi y el Dr. Américo Tosello, entrevistaron al entonces Ministro de Cultura y Educación de la Provincia, Dr. Ricardo Arribillaga, pretendiendo la creación de una Escuela o Liceo de Bellas Artes para esta ciudad. Ello estaba fundado en razones sociales, culturales y educativas acordes con el desarrollo de la Ciudad y su enorme zona de influencia. Se pretendía dar mayor formalidad a la estructura de enseñanza de las artes visuales para otorgar título habilitante, comprensivo de distintas incumbencias a jóvenes de Rafaela y también de localidades vecinas. Lamentablemente, en relación a aquella gestión la Dirección General de Cultura de la Provincia emitió un dictamen desfavorable acerca del pedido, por considerar impracticable la creación a nivel provincial, sugiriendo de alguna manera procurar el interés municipal en pro de la iniciativa. Entonces nada se pudo concretar, pero sin ninguna duda todos los intentos descriptos, sumados a la actividad propia del Taller municipal habrían de constituirse en bases sólidas para el actual Liceo.

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Los antecedentes acumulados dentro de este terreno tenían que competir con múltiples necesidades, siempre urgentes, de una Ciudad en pleno crecimiento. Pero aquellos, finalmente, jugaron a favor de la entidad oficial que hoy tenemos y que, sin lugar a dudas, tiene una creciente jerarquía en la formación profesional dentro de las artes visuales. La escultura y el Taller Municipal Durante el año 1968 una nueva actividad se agregó al Taller de Pintura: la escultura, bajo la dirección del Profesor Roberto Favaretto Forner. Se reunió casi de inmediato un buen número de cultores, entre los cuales debemos mencionar especialmente a María R. Allara, Eduardo Carignano, Alicia Bonessa, Duval Ruiz Díaz, Gualberto Sáiz, Héctor Ravasio, Alicia Sánchez y Roberto Grazzioli; este último continúa plenamente con su actividad como escultor y también como restaurador de monumentos y de ornamentación artística, tanto de edificios públicos como de viviendas o instituciones privadas con alto valor arquitectónico. La importancia de esta última tarea reside en que, en la Ciudad y en la amplia zona de influencia, se han perdido estos oficios de alta especialización, referidos a la preservación de edificaciones con fuerte contenido artístico. Las primeras muestras De alguna manera, el Taller Municipal de Pintura y Escultura fue prodigando un grupo de ejecutantes que poco a poco cosecharon reconocimientos. Así fue que comenzaron a organizarse muestras en Rafaela y localidades vecinas. Una de las primeras, si no la primera, del Taller, fue la invitación especial del Centro Cultural de San Francisco, Córdoba; de manera que entre el 20 y el 26 de agosto de 1966 se llevó a cabo una muestra de pinturas del Elda Emmert, Norma Fenoglio, Sara Peretti, Lermo Balbi, Emilio Comtesse, Adolfo Previderé y Américo Tosello.

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CAPITULO III CENTRO de PLÁSTICOS RAFAELINOS

La actividad sabatina constante que se desarrollaba en el Taller Municipal comenzó a dar sus primeros frutos, traducidos en la aceptación de trabajos en los Salones de Artes Visuales de la región. De allí surgió la necesidad de agruparse en una entidad capaz de brindar suficiente representatividad a todos los activos cultores de la plástica rafaelina. En dependencias de la casa de Bulevar Lehmann, adquirida a los Paviolo por el Centro Ciudad de Rafaela, los rafaelinos que concurrían al Taller, en una tarde de otoño de 1965, con todas las expectativas que esas decisiones llevan consigo, nació el Centro de Plásticos Rafaelinos. Lamentablemente, se ha extraviado el libro de actas donde se iban anotando todas las deliberaciones y decisiones tomadas; tampoco existe ya el archivo de la correspondencia que testimoniaba el vínculo con otros centros de iguales características. No obstante, afirmados en lo que algunos actores de esos días recuerdan, se puede expresar que aquella tarde de sábado - sin poder precisar el día exacto- se barajaron varios nombres, algunos de corte poético y sugerente, otros muy sencillos, hasta que por fin, una votación secreta dio como resultado la elección del nombre precitado. Se redactaron en muy poco tiempo los Estatutos y, entre los propósitos declarados, estaba la consecución de un Liceo de Bellas Artes en esta ciudad, por el cual el Centro debía bregar sin descanso, como igualmente, mantener y avivar los lazos de amistad, solidaridad y cordialidad; propugnar y propiciar la práctica activa de las artes plásticas en sus múltiples manifestaciones… ; lo que se ha colocado en negrita fue publicado en el libro del cincuentenario del diario La Opinión; allí mismo, y posiblemente por no haber sido proporcionados por los actores directos de aquellos años, se han deslizado errores de fecha y lugar de fundación del Centro de Plásticos rafaelinos. Solamente a título de referencia histórica, mencionamos que su primer presidente fue el Dr Américo A. Tosello con la secretaría de Ana María González. Como tesorero se desempeñaba Miguel Fornero. Se encontraban también entre los fundadores, ajustándonos al recuerdo de los protagonistas de aquellos días: Lermo Rafael Balbi, Miren M. de Molinaro, Sara Peretti, Beatriz Rivolta, Hugo Andretich, Ana María Visconti, Nélida G. de Votero, María del Carmen Aimetta, Emilio Pablo Comtesse, Elda Emmert, Noemí Forcade, Martha Ida Baravalle y algunas otras personas acerca de las cuales, lamentablemente, se han perdido las referencias. Justo es destacar que los propósitos de aquella Entidad fundada, fueron cumplidos en gran parte y en la medida de las posibilidades de hacer. Es destacable la colaboración de diferentes administraciones municipales y la comprensión de muchas personas identificadas con estas

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inquietudes, inclusive el concurso de agrupaciones ciudadanas como la citada Amigos de Rafaela que en dos ocasiones visitaron a las autoridades educativas provinciales. El Centro Plásticos Rafaelinos llevó las pinturas de sus asociados a las ciudades de San Francisco, Córdoba, Sunchales, San Cristóbal; las expuso en varias ocasiones en la ciudad de Rafaela colaborando con entidades como el Club Atlético de Rafaela en ocasión de realizarse las famosas 500 Millas del año 1966, según catálogo archivado. Sus asociados estuvieron presentes con trabajos en diferentes secciones, pero muy especialmente en pintura, en las exposiciones y certámenes anuales de Artistas Plásticos Santafesinos de la Ciudad capital de la Provincia, Esperanza, Ceres, Universidad Nacional del Litoral, Reconquista y San Justo. En ellos fueron aceptados u obtuvieron distinciones, Sara Peretti, Martha Baravalle, Norma Fenoglio, Claire Cristiani, Lermo Rafael Balbi, Miguel Angel Fornero, Adolfo Previderé, Emilio Comtesse, Sirley Húbeli, María del Carmen Aimetta, Beatriz Rivolta y Ana María Visconti y quienes han escrito la presente crónica. Con el correr del tiempo la agrupación fue disolviéndose y –en la práctica- desapareció como entidad activa.

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CENTRO DE ARTE Esta Entidad nació en la Asamblea celebrada el 21 de noviembre de 1982, en el Centro Cultural Municipal -Sala Sociedad Italiana- impulsada por un grupo de pintores, dibujantes, grabadores, gente del ambiente de las artes visuales, de la literatura, que alentaban el propósito de reflotar un agrupamiento que los representara, pero con un criterio de mayor amplitud, dando cabida a diversas disciplinas y expresiones, no necesariamente ceñidas a la plástica. En la Asamblea de fundación, la Comisión Provisoria Organizadora ya había concretizado el apoyo inicial de más de un centenar de cultores y simpatizantes comprometidos a asociarse a la nueva entidad, cuestión que se llevó a cabo de inmediato. Ocurre que, en ocasión de la guerra de Malvinas, abril de 1982, en nuestra Ciudad se había convocado a los autores locales, en parte con la anuencia de la dirección del Liceo Municipal de Artes Visuales y en parte espontáneamente, para que donaran como mínimo una obra para realizar un remate público y destinar el producido al Fondo de ayuda a los soldados de aquel conflicto. Luego de conocidas –en aquel momento- las circunstancias penosas en el manejo de las ayudas y -sumado a ésto- la posterior derrota de nuestro país en el conflicto bélico, se decidió que el destino de los fondos sería el Hospital Regional Jaime Ferré con el propósito de reinstalar el equipo de oxígeno en la Sala de neonatología, cuestión que se cumplió con escrupulosa diligencia. Tales fueron las razones por las cuales Centro de Arte concitó rápidamente tantas adhesiones. Los objetivos del Centro de Arte Es muy sencillo conocerlos: basta reproducirlos a partir del primer boletín propio de la Entidad, dos hojas tamaño oficio dobladas por la mitad. En la tapa del mismo se lee: Nuestra propuesta para este año y manifiesta: “Durante las dos últimas reuniones del año 1982 y en la primera del corriente, 1983, se ha definido la propuesta de trabajo que ahora exponemos, no solamente a los asociados, sino también a los que no lo son y a las instituciones rafaelinas con las que ya hemos comenzado a relacionarnos con notable rapidez. “La propuesta queremos llevarla adelante con quienes tengan el mismo espíritu de unidad que pregonamos; si alguien la lleva a cabo porque ya está en su cronograma de trabajo, nos sentiremos plenamente identificados con esa acción pues es beneficiosa para la comunidad. Si se nos pide colaboración, la brindaremos, y queremos que –de ser posible- todas

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las actividades sean encaradas en conjunto con otros rafaelinos no pertenecientes a nuestra Institución. “Ya se han dividido las cuatro Comisiones de trabajo; ellas son: Música; Plástica; Cursillo acerca de la cultura en nuestro país; Teatro, Cine y Literatura. Quien quiera participar de ellas directa o indirectamente, puede escribir a nuestra casilla de correo, o bien concurrir a nuestras reuniones, en Pueyrredón 262, los primeros y cuartos lunes de cada mes, a las 21:30. “Las tareas programadas son: MUSICA Realización de cuatro encuentros musicales a lo largo del año, cada uno con una especialidad:

1. Música contemporánea 2. Música clásica 3. Música folklórica, incluyendo tango 4. Canto coral PLASTICA

Realización del Salón Provincial de Artes Visuales, incluyendo fotografía, con la reaparición del Salón de Artistas Plásticos Rafaelinos. Se plantea volver a instituir los premios Miguel Flores y Ricardo Merlo, así como la institución del Premio Adhemar Mascotti en fotografía. Se formuló el planteo de un premio con características muy especiales, subsidiando por un año a un alumno del Liceo en sus estudios de una disciplina plástica […] Feria de Arte y Artesanías en un lugar céntrico, con períodos predeterminados, con inscripción previa y sometiendo a la venta la totalidad de los artículos expuestos. Difusión del audiovisual Crónica para una historia de las artes visuales en Rafaela, así como también la cartilla adjunta y sus complementos, en preparación. CURSILLO ACERCA DE LA CULTURA EN NUESTRO PAIS Dado el éxito de concurrencia al Debate [llevado a cabo en 1982 en la Biblioteca Sarmiento, sobre este mismo tema], se encarará la organización de un cursillo con personalidades de nuestro medio durante varias jornadas, otorgando certificados de asistencia. El tema central [estará referido –precisamente- a la problemática de la Cultura en nuestro país] y cada uno expondrá acerca de sus puntos de vista, planteamientos y soluciones posibles al problema cultural argentino. CINE, TEATRO y LITERATURA

1. Proyección de cine del Litoral; se mencionan películas tales como Tire dié o Los inundados. Se plantea una charla con cartilla ilustrativa, historiando y graficando la evolución de ese lenguaje plástico en la zona.

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2. Exposición oral de escritores de nuestro medio. El teatro de

Fortunato Nari, la poesía de Mario Vecchioli y la narrativa de Lermo Balbi, entre los reconocidos en nuestro medio y en nuestro país. Rescate de la multiplicidad de autores locales no conocidos todavía.

3. Acerca del tema teatro no hubo definición, quedando como posibilidad la realización de encuentros o charlas para ilustrar acerca de la evolución del género en el Río de la Plata.

“En la ambiciosa propuesta pueden superponerse actividades con las que se desarrollan en otras Instituciones con trayectoria en el ámbito de nuestra cultura. Nuestro propósito es el de ampliar y apoyar ese trabajo, ofreciéndonos como colaboradores.” (17)

La revista institucional De inmediato comenzó a editar una pequeña revista, que imprimía la Municipalidad de Rafaela y que se repartía gratuitamente entre los asociados. El primer número de la publicación fueron dos hojas tamaño oficio dobladas por la mitad y abrochadas, que se insertaron como un “suelto” en la Revista cultural Punto, en el número que apareció a mediados de 1983; Los principales impulsores de Punto -que tiraba 500 ejemplares y circulaba desde junio de 1981 en el ambiente cultural de la Ciudad- fueron Silvana Zimmermann, José Inwilkelried y Danilo Monti. Los dos primeros mencionados fueron también fundadores de Centro de Arte. La revista de este nuevo agrupamiento fue compartida con otras Instituciones rafaelinas, a saber: desde el Nº 6 (julio/agosto de 1984) con el Foto Cine Club Rafaela; desde el Nº 13 (setiembre/octubre de 1985), con Escritores Rafaelinos Agrupados-ERA; y desde el Nº 19 (setiembre/octubre de 1986), con los Talleres de Arte Popular. En ese momento la publicación, sin el concurso de ninguna publicidad, contaba con 30 páginas interiores, tapa y contratapa y tenía una más que aceptable impresión. Se financiaba íntegramente con la cuota societaria de Centro de Arte y con aportes de papel del Foto Club y de los Escritores Rafaelinos. La última salida de la publicación de Centro de Arte fue el Nº 35, aparecido en julio de 1989, a seis años de sus primeros pasos. Las Ferias de Arte y Artesanías Centro de Arte tuvo la particularidad de impulsar por primera vez en la Ciudad la realización de las Ferias de Arte y Artesanías; los ámbitos más frecuentes fueron la Recova Ripamonti, la Placita Honda y la Plaza 25 de mayo.

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La convocatoria fue siempre notoriamente exitosa, con participación de decenas de expositores y de miles de personas circulando en cada realización, derivando en un excepcional modo de participación plural y festivo. A partir de dichos eventos se incorporaron muestras de pinturas, dibujos, grabados de autores locales, que también estaban a la venta. Se logró la participación –en algunas oportunidades- de músicos locales. Siempre discutió, la Entidad, acerca del valor de las Ferias como motivador de la participación espontánea, no estructurada. En el Nº 5 de la Revista Centro de Arte, páginas 6 a 8, se hace un análisis más que preciso respecto de la incidencia de esta propuesta como hecho cultural ciudadano: “Podríamos comenzar diciendo que […] nuevamente un importante número de habitantes de nuestra querida Rafaela nos ha dicho que si. Si, eso es parte del análisis; pero solamente una parte, y quizás no la que globaliza […] nuestros objetivos. Hay muchos otros elementos a considerar: es nuestra obligación detenernos luego de cada […] acontecimiento generado por Centro de Arte para reflexionar y crecer junto a esa reflexión, acerca de lo que va […] quedando […] junto a quienes nos apoyaron y apoyan permanentemente. “En primer lugar, reconocemos como elementos fundamentales, como un logro de esta tercera Feria:

a. la participación masiva de quienes comparten nuestra vida de Ciudad; participación que se ha dado […] en todos los niveles sociales, que amalgamó a muchos al mismo tiempo, en el objetivo de una fiesta. Si, una fiesta donde la cultura no fuera un hecho desprendido de las vivencias cotidianas sino […] el producto de tantos pensamientos, deseos, desvelos de una sociedad. […] No hubo cultura como algo especial sino el paseo dominguero –en familia- […] sabiendo, como hemos manifestado alguna vez, que cada uno de nosotros es parte viva de la transformación. Y la transformación es precisamente el motor de la cultura.

b. El apoyo, hasta ahora sin convertirse –en muchos casos- en participación directa y activa, de multiplicidad de Instituciones. Veamos: veintitrés grupos humanos que han adquirido formas organizativas diversas, objetivos diferentes, pero que comparten la tarea diaria de modelar esta sociedad –esto es cultura, precisamente- apoyaron la tercera Feria. Instituciones educativas, políticas, religiosas, gremiales, han dicho sí a esta forma de comunicación colectiva; es un hecho auspicioso pues marca un punto común, un punto de unidad -a veces tan lejano, o aparentemente lejano- alrededor de la tarea de compartir y solidarizarse -ambos valores también son integrantes de nuestro criterio de cultura-; ese apoyo quedó [escrito] en una hoja donde explicamos brevemente nuestros deseos y objetivos y en la que –al pie- se detallan las Instituciones firmantes.

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c. La integración definitiva de la música, de un programa radial

en vivo, de pintores, dibujantes y fotógrafos rafaelinos que marca una voluntad de acercamiento por la que tanto bregamos; una voluntad de búsqueda de aquellos con quienes queremos y debemos comunicarnos con otros códigos y lenguajes, aunque vulgarmente los mismos no parezcan los “normales”. […] A veces nos deslumbramos porque las diversas actividades del Centro reúnen a muchos amigos, o porque despiertan apoyos, o porque –como en cada Feria- se reúnen y desfilan millares de personas. Pero hay que profundizar y desmenuzar otros aspectos: 1. La participación del público no supera en muchos casos el

nivel de espectadores frente a quienes trabajan; nuestro objetivo -siempre planteado- es que no haya una gran cantidad de espectadores frente a unos pocos actores. Se plantea que todos seamos actores, no potencialmente sino de manera efectiva…, ¿cómo?, pues preguntando, llevando un instrumento y tocando, aunque no fuere sobre el escenario; llevando una cámara para fotografiar, vendiendo la revista del Colegio, o del grupo cultural, religioso o social, sintiendo ésto como un aporte a la cultura y a la formación colectiva; mostrando y vendiendo libros –como tan bien lo hicieron los Escritores Rafaelinos Agrupados en la segunda Feria […]. No agotaríamos la lista descriptiva de formas y maneras, pero es nuestro deseo invitarlo a Usted, amigo del Centro a que agote las formas.

2. Las adhesiones a esta Tercera Feria deben convertirse a partir de la Cuarta en un ejercicio de la unidad en el trabajo concreto: cada grupo humano se da su forma de organización para defender y promover intereses, gustos e inquietudes en la sociedad; cada grupo humano, a través de esas organizaciones o instituciones intermedias tiene mucho para decir. Y lo tiene en el plano de la cultura, que engloba otros planos, que los integra en su seno. Bien, la Feria debe ser, a partir de la organización comunitaria, ya, una forma de expresión de las múltiples facetas de esta sociedad, de su gente, de sus formas de decir y de obrar. Debemos invitar a todos quienes nos apoyaron y aquellos que circunstancialmente no pudieron brindarnos su adhesión […] a que nos den sus ideas, que las charlemos en común, que las ejecutemos, luego de sintetizarlas, y después digamos que la Feria es resultado del deseo y del trabajo colectivo.

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“Creemos, entonces, que sobre las bases de: la participación masiva en concurrencia [de vecinos], del crecimiento [en la cantidad] de dibujantes, pintores, fotógrafos, artesanos, músicos [en la tercera Feria fueron] 10 dibujantes, y pintores, 43 artesanos, 6 bandas musicales y 1 solista; de las múltiples adhesiones y apoyos recibidos…, sobre esas tres bases humanas fundamentales hay que crecer. “Crecer buscando: unidad de ideas y de trabajo; participación total, antes, durante y después de la Feria. Participación y solidaridad entre Instituciones, feriantes y entre los miles de rafaelinos que, con habitualidad, se dan cita en nuestros domingos de Feria.” (18) Integrantes y autoridades Lo integraron, desde sus inicios y en algunos casos hasta su desaparición definitiva –en marzo de 1990- entre otros: Américo Tosello, Nelson Rosetti, Silvana Zimmermann, Analía Cortassa de Lorenzetti, Ricardo Peirone, Mario Rossini, Héctor Sierra, Adolfo Previderé, María Beatriz Crespo, Sergio Ambroggi, Horacio Rosetti, Mirta Castelli, Betty Flores de Beltramino, Marta Bustamante, Nancy Zurverra, José Inwilkelried, Roberto Grazzioli. Su primer Presidente fue Ricardo Peirone, le sucedió Silvana Zimmermann y -finalmente- ocupó ese lugar el Dr Américo Tosello. Balance final. Disolución de Centro de Arte Para el 8 de diciembre de 1989 se convocó a una Asamblea con el propósito de hacer un balance de todo lo realizado durante 7 años, decidir la continuidad o no y –eventualmente- elegir autoridades; la Asamblea fue convocada para efectuarse en Necochea 84, sede del Centro Comercial e Industrial que facilitaba sus instalaciones. Sobre un padrón de más de 300 socios, la concurrencia fue escasa y el ánimo menor aún, con lo cual, lejos de elegir autoridades, se estableció la necesidad de disolver la Entidad. En los primeros días de 1990 se hizo la entrega de los libros de actas, material bibliográfico y audiovisual a la biblioteca Sarmiento para que allí quedaran en custodia. A lo largo de siete años se fueron cumpliendo la mayoría de los propósitos estatutarios: Charlas y debates públicos acerca de la realidad cultural local, provincial y nacional. Cursillo y audiovisual sobre las artes visuales rafaelinas que se difundió en múltiples establecimientos escolares. Presentación en Rafaela de la Cantata La Forestal. Presentación de eventos con Música de Cámara de la Escuela Superior de Música de Santa Fe. Realización de trece Ferias de Arte y Artesanías, con participación, en algunas de ellas, de conjuntos de música local. Presentación del Chango Farías Gómez en el Instituto Superior del Profesorado de Rafaela y del Cuchi Leguizamón en el Teatro Lasserre.

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Reinicio de los salones anuales para plásticos rafaelinos, con los premios Miguel Flores en pintura, Ricardo Merlo en escultura y Adhemar Mascotti en fotografía. Certámenes provinciales de artes visuales: se llevaron a cabo dos salones con ese alcance. Edición hasta el Nº 35 de la Revista Centro de Arte, en conjunto con Escritores rafaelinos Agrupados, Foto Cine Club Rafaela y Talleres de arte Popular. Junto a varios números de la Revista, se entregaron obras de autores locales luego de la realización de sorteos entre los asociados. Se bregó en forma constante ante las autoridades municipales de entonces, para que el Complejo Museológico permaneciera en el sitio donde actualmente está -en la vieja Residencia Ripamonti- al igual que la Biblioteca Municipal Lermo Balbi. También se pidió permanentemente por una sede definitiva para el Museo de Bellas artes y para el Museo de la fotografía, cuestiones que se concretaron años más tarde, desaparecida ya la Entidad.

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CENTRO de ARTISTAS PLASTICOS RAFAELINOS Profesor RICARDO MERLO Comenzó sus actividades en el año 1996, adoptando el nombre del ilustre artista rafaelino al que nos hemos referido en otro capítulo de este trabajo. Es justo el homenaje que se le tributa a este extraordinario tallista y docente nacido en Torino, capital del Piamonte. La obra El líder, de Merlo, es la que identifica a la institución que actualmente nuclea a los artistas plásticos de la Ciudad de Rafaela. La Entidad, a partir del primer año de vida, comenzó a publicar un suplemento cultural -realizado con el aporte de los diferentes autores locales- donde se publicaron las actividades referidas a las artes visuales, calendarios de salones y muestras locales, nacionales e internacionales. Se incluyeron además, comentarios sobre diversas temáticas, teniendo siempre como eje central las artes plásticas, con el objetivo de documentar lo que ocurría en Rafaela y los acontecimientos nacionales e internacionales. Los pintores, dibujantes, grabadores, escultores, ceramistas, se vieron representados por los objetivos de la joven institución y sumaron sus respectivos aportes; esto permitió un mayor enriquecimiento no solamente individual sino también grupal para brindar y compartir con la comunidad rafaelina. Se llevaron a cabo -durante más de una década de vida- muestras de autores locales y nacionales, individuales o de conjunto, charlas y seminarios de formación teórica y práctica, actividades conjuntas con otras instituciones. El objetivo principal, además de la representación de los autores locales, ha sido y continúa siendo el crecimiento artístico como hacedores, como espectadores, como miembros de una sociedad empeñosa y trabajadora; también es objetivo inalterado el fomento y el estímulo de las artes visuales desde los diferentes ámbitos de la Ciudad, ya fuere el Museo de Bellas Artes, los Centros culturales, las galerías de arte o instituciones de diverso carácter y composición social. El Centro de Artistas Plásticos rafaelinos Ricardo Merlo integra desde su creación, la Comisión para la promoción de la cultura, desde la cual se impulsan diferentes proyectos de interés para la vida comunitaria. La sede social está ubicada en instalaciones contiguas al depósito de obras de propiedad del Museo Municipal de Bellas Artes, sin cargo ni condicionamientos, desde el inicio mismo de sus actividades. Su primera presidenta fue Betty Flores de Beltramino. La Comisión Directiva actual, a partir del mes de diciembre de 2008, está compuesta por María Angélica Amongero como Presidenta; María Delfina Barreiro como Vicepresidente; Claudia Bertoneri de Serniotti, Secretaria; Ricardo Peirone, Tesorero; Ana Laura García, Prosecretaria y Oscar Pautasso,

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Protesorero. Como Vocales titulares se desempeñan: Adolfo Previderé, Julia Ingaramo, Mabel Sepliarshy, Delia Sosa y Beatriz Signorini; como Vovales suplentes, Rocío Granero, Marcela Grosso, Analía Adorni y Juan Ellena. CAPITULO IV

EL TALLER MUNICIPAL DE PINTURA Ernesto Fertonani La enseñanza de la plástica en nuestra ciudad y, a la vez, los criterios de valoración de la misma, se modificaron a partir de la apertura del Taller Municipal de Pintura. Esos criterios nuevos fueron aportados fundamentalmente por quien durante años se desempeñó como maestro, don Ernesto Fertonani. Antes de su irrupción hubo quienes –con otros criterios, pero con sacrificio y tesón- enseñaron a cientos de rafaelinos los elementos iniciales de diferentes disciplinas -en particular del dibujo y la pintura-, tales como Blanca Cossettini y Leticia Robert, entre otros. Ernesto Fertonani nos expone en una larga conversación, carente de formalidades, sus concepciones acerca del arte, de la enseñanza artística y de su experiencia en Rafaela. (19) “Los comienzos fueron difíciles…, aunque llegaba a Rafaela con mucha ilusión, pues quería aportar mi granito de arena ya que fue ahí en donde cursé mi escuela primaria hasta tercer grado…” Reiteró que los comienzos fueron tremendos para él porque al segundo o tercer sábado de clases le invadió la desilusión al ver que los alumnos, numerosos al principio, iban desertando rápidamente, “…me iban quedando pocos, cada vez menos, hasta llegar al final del año con un pequeño grupito…” Naturalmente al comenzar la actividad del Taller, Fertonani insistió en que él “…quería venir con su verdad… es decir…, solamente enseñar un poco de pintura…”, porque él muchas veces había visto en Santa Fe, “a chicas que llegaban con una foto o una postal y una tela grande en donde la iban a copiar…”, y agregaba: “yo creo que eso era perder el tiempo porque de ese modo no se aprende pintura”. Recuerda que a lo largo de los años alternaron el Taller en varios lugares y hasta en las calles y plazas, pero el comienzo fue en las galerías de la Escuela Normal; “…yo partía de la enseñanza que nos dieron en la Escuela de Bellas Artes de Santa Fe: el criterio que quise inculcar fue el de la libertad que podía dar la pintura…” […] pero “primeramente saber qué es pintura, lo que es muy difícil. No es solamente dar y poner color, sino

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relacionar colores y formas…, o forma y materia…, de este modo lo siento, lo comprendo y lo transmito”. Nos dice que a la “forma y a la materia” hay que desarrollarlas, ya sea en un rectángulo, en un cuadrado, pero hay que organizarlas –forma y materia- para que tengan contenido, y eso es lo difícil de la pintura. “Todas las cosas tienen un contenido pero hay que saberlo hallar, hay que sentirlo, y para sentirlo es necesario tener sensibilidad educada, o mejor dicho, ella se va educando con el tiempo… para captar el mensaje que nos trae el artista”. “El Taller de pintura ayudó a esos propósitos, porque allí estaba la libertad, lo contrario sucede cuando el trabajo se ciñe a un programa educativo pues entonces el alumno se encasilla”; “…cuando en el Taller digo: quiero hacer tal cosa, lo hago…, sin encasillamientos”. Fertonani aclara entonces que con ello no quiere significar que el Taller esté por encima de otras formas de enseñanza, sino que en estas últimas -por ejemplo un Liceo, una Escuela Superior de Bellas Artes- se va en busca del título que permita defenderse en la vida. Entonces, en tales casos, el objetivo principal es ese, sin menoscabo por la calidad artística de quien estudia. Pero cuando verdaderamente se quiere aprender pintura, sin otros imperativos, “...lo mejor que hay es un Taller...”, pues allí uno aprende con quien quiere, con quien le puede dar información, con quien pueda ayudarlo, llevándolo de la mano. Huelga señalar que el Taller siguió existiendo a través de los años con su maestro Fertonani porque, como él manifiesta, “...veía un material humano bueno... y con ese material había que hacer algo... aunque para conseguirlo, el trabajo se hacía difícil, muy difícil...”. Sonriente, agrega que después de veinte años, los frutos “...han sido el resultado de un esfuerzo, no solo mío, sino de mucha gente que ha intervenido. Yo puse mi granito de arena en la enseñanza de la pintura, muchos la comprendieron, otros no. Hoy veo que Rafaela está bien conceptuada entre todos aquellos que llevan a cabo expresiones artísticas”. Luego de esta introducción, donde el pintor santafesino desgrana rápidamente algunas ideas y hechos principales de su tránsito por nuestra ciudad, comienza a profundizar los conceptos que siempre lo guiaron en la práctica y en la enseñanza de la pintura. “Pintar no es hacer colorcitos lindos, sin relación entre sí; pintar es construir un trabajo, es asentar un trabajo; ¿cómo se hace eso?; tenemos un plano , blanco, negro, gris, y allí debemos organizar una serie de líneas y de valores; es la forma más sencilla y elemental de aprender a pintar. Es lo que yo les enseñaba a ustedes en Rafaela; así me hubiera gustado que me hubiesen enseñado a mi pues de esa forma no hay inhibiciones, hay libertad... jugamos con la línea. El concepto es jugar con la línea”. -Sacar la línea a pasear, como diría Paul Klee... “Claro, sacarla a pasear, trabajar con gusto, con eso se evitan todas las inhibiciones y es la única manera de aprender. Porque alguien puede decir ‘esa botella no me va a salir’, la botella va a salir después de cien o doscientos dibujos de la misma botella, de la misma manzana o de lo que sea,

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hasta de un cuadrado. A un cuadrado hay que saberlo dibujar muy bien; hacer la figura de un cuadrado con cuatro líneas es sencillo pero que el cuadrado tenga contenido, no. “Para ello hay que saber dibujar. Y si se quiere dibujar, hay que saber manchar. Yo deseo que el cuadrado no sea solo una figura, sino que tenga contenido, que sea expresivo, que tenga un mensaje. “El mensaje es algo espiritual; por ejemplo no se puede pintar la guerra con colores bonitos; allí la línea tiene que ser torturada, el color tiene que ser torturado, porque eso no es nada bello, es triste. Al pintar la guerra, Burri incorporó vendas, sangre a su trabajo; no hizo nada figurativo, pero el drama de la guerra aparecía en ese trabajo abstracto; ninguna otra representación gráfica podía dar ese mensaje , podía transmitir lo que transmitía Burri; ese es el mensaje plástico.” “De allí la importancia de la materia. Por ejemplo Policastro pintó una vieja pobre, de una pobreza total. Hasta de su propia vejez trasunta la pobreza. Pero la misma se transmite plásticamente, no ‘literariamente’. En Policastro la materia es torturante... El color es sucio, pero está bien puesto. El color es relativo a lo que se quiere decir en cada situación”. “El trabajo tendrá contenido cuando haya contenido dentro del que pinta. Hay pintores hábiles, muy hábiles pero carecen de la capacidad para transmitir algo..., su línea, su color no son plásticos..., son muy buenos ilustradores…, como informadores; digamos que dibujan, pintan bien para esos fines, vale decir para ilustrar, para informar, pero no para transmitir”. “Juan Gris decía siempre, ‘para pintar hay que saber lo que es la pintura’, más allá de que la misma sea o no figurativa, más allá de que esté o no bien hecho. Hay cosas bien hechas como representaciones más o menos acabadas de lo que se ve; hay cosas de ese tipo que no dicen nada; su mensaje no es plástico. Y cuesta comprender eso, es difícil entenderlo. Porque la plasticidad, lo que dice un trabajo, no puede explicarse: se lo ‘siente’ o no... nos emocionamos o no frente a un cuadro. Cuando se pretenden explicar las emociones, éstas pierden el carácter de tales.” “Un trabajo que es capaz de transmitir algo, perdura a través del tiempo... cambiaron los hechos que los motivaron, las circunstancias históricas pero el mensaje permanece, porque es plástico. Es como si dijésemos que quien se expresó de ese modo sacó algo de adentro y lo puso en ese trabajo...; para sacar ese algo de adentro hay que tenerlo previamente…; luego, ello perdurará a través de los años.” “Es necesario, además, que en aquello que se plantea, exista unidad, equilibrio, armonía, coherencia... quizás sea esa la clave de la perdurabilidad; en esto debemos aprender de la naturaleza…; ¿hay algo más armónico que la naturaleza? ...no; y de ella debemos ‘tomar’. En la naturaleza las relaciones son armónicas; cada cosa se relaciona con la otra en equilibrio y con recíproco “respeto”.

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“Dentro de un trabajo las reglas de oro son las mismas: solamente debemos descubrirlas de la naturaleza. La enseñanza también debe hacerse a partir de la naturaleza.”

LA INCORPORACION DE ROBERTO FAVARETTO FORNER

Hemos mencionado a un tallista excepcional dentro de esta crónica, don Ricardo Merlo. Con el paso del tiempo, la escultura y las técnicas afines, carecieron de la cantidad de exponentes que dieron la pintura y el dibujo. Pero a partir del año 1968 se agrega una nueva actividad dentro del mismo Taller Municipal: la enseñanza del modelado, de la escultura y del tallado. El local inicial fue una pieza contigua a la que en ese momento ocupaba el taller de pintura, sobre bulevar Lehmann, casi exactamente donde hoy se encuentra la puerta de acceso al Palacio Municipal para uso del personal y funcionarios. Su primer maestro fue el escultor santafesino Roberto Favaretto Forner. Profesor de Artes Visuales desde 1964, nacido en la ciudad de San Justo, provincia de Santa Fe el 10 de febrero de 1939, ha realizado cursos de perfeccionamiento en nuestro país y como Becario del Fondo Nacional de las Artes en Europa con maestros tales como Tavela, Marchese y Albertazzi. Su tarea docente se ha desarrollado en el Liceo Municipal de Esperanza y en el Liceo de la Ciudad de Suardi; también en la escuela Normal Nº 8; hacia 1969 se desempeña como Dibujante Restaurador en el Museo de Estudios Etnográficos de Santa Fe. Fue también jefe de Restauraciones del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe, durante más de treinta años, junto con el Dr. Agustín Zapata Gollán, restaurando el material indígena y español exhumado de las ruinas de Santa Fe la Vieja en Cayastá. Jefe de Cátedra de Escultura en el ciclo del Profesorado Medio y Superior de la Escuela de Artes Visuales “Juan Mantovani” de Santa Fe y Curador de Museos y Salas de Exposiciones. Fue profesor titular de Escultura en las escuelas de Artes Visuales de Entre Ríos y Santa Fe, y durante varias décadas ejerció como profesor titular del Liceo Militar General Belgrano y en numerosos institutos superiores. Tal como hemos señalado más arriba, en su formación influyeron diferentes becas de estudio, de las que fue beneficiario tanto en nuestro país como en varias naciones de Europa: Bélgica, Francia, Italia y España, entre otras.

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Realizó más de cien exposiciones individuales y más de quinientas colectivas. Obtuvo más de setenta premios en el país y en el extranjero, entre ellos, quince primeros premios del Fondo Nacional de las Artes y varios adquisición de organismos oficiales, museos e instituciones privadas. Uno de los principales reconocimientos obtenidos cuando apenas había iniciado su tarea docente en nuestra Ciudad, fue el Trofeo de Honor de la Dirección de Cultura de la Provincia de Santa Fe “Juan de Garay”. Pero, para nosotros los rafaelinos, hay una distinción otorgada a Favaretto Forner que nos resulta familiar: el Primer premio en el concurso de Murales para la plaza 25 de Mayo. El mismo, construído en el sector oeste de dicho paseo público, a escasos metros de la calle Colón, entre Rivadavia y bulevar Roca, constituye una forma expresiva hasta ese momento desconocida aquí, cuya finalidad es perpetuar la historia rural de nuestra zona, a partir de sus aspectos económicos y sociales más elocuentes: la siembra, el labriego, las herramientas, los animales de tiro, la ambición de progreso, la imaginación siempre puesta en un futuro promisorio que no se obtiene graciosamente sino que se edifica todos los días. Últimamente recibió importantes distinciones y galardones de orden municipal, provincial y nacional por su trayectoria artística, cultural y pedagógica. Fue invitado por la Presidencia de la Nación, para exponer en el Salón Blanco de la Casa Rosada, Buenos Aires, junto a Cristina Longoni y Norma Guastavino; al aire libre, en el Ente Puerto de Santa Fe y el Monumento de la Hermandad con Italia en una plaza de San Justo, Santa Fe. Roberto Favaretto fue miembro de la Sociedad de Artistas Plásticos de Santa Fe y de la Sociedad de Grabadores Santafesinos. Presidió también el Centro de Graduados de la Escuela de Artes Visuales de Santa Fe. Otras obras de importancia Entre las obras del artista se pueden destacar monumentos en Bélgica o Italia y, en nuestro país, en Buenos Aires, Resistencia, Córdoba y otras ciudades. En Santa Fe: a Sebastián Gaboto (Sancti Spiritu), a Carlos Monzón; Hospital de Niños de Santa Fe, monumento a Carlos Chaplin detrás de la Universidad Tecnológica; monumento al Inmigrante en la Plaza Italia frente a la Legislatura Provincial; al Dr Agustín Zapata Gollán en las Ruinas de Cayastá y al fundador de la Facultad de Ingeniería Química, Ingº Damianovich, entre otras.

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CAPITULO V

CONTINUACIÓN DE LA TAREA: El LICEO MUNICIPAL

Nada surge porque sí, sin antecedentes, sin elementos previos en los cuales vaya incubándose. Justamente ese es el caso del Liceo Municipal de Bellas Artes “Miguel Flores”. ¿Cuáles son los elementos previos que dieron vida al Liceo Municipal?. Los antecedentes se deben buscar en toda la actividad del viejo Taller Municipal de Pintura con el maestro Fertonani a la cabeza; luego, en el enriquecimiento logrado con la incorporación del taller de escultura; por último, es justo reconocer la constancia de los fundadores y primeros integrantes del Centro de Plásticos de la Ciudad. Precisamente, apoyándonos en la letra de las normas, digamos que el Decreto-Ordenanza nº 3407 de diciembre de 1969, en virtud del cual se creó el Liceo, enuncia en uno de sus considerandos que “durante varios años ha funcionando un Taller Libre de Bellas Artes cumpliendo una eficaz labor en la enseñanza y en la formación artística de la juventud”. El Liceo que se crea por decreto, toma la forma de una Escuela de Artes Visuales con el dictado regular de cursos, programas aprobados en cada asignatura, título habilitante para desempeñarse como Profesor de Artes Visuales y un término claro para tales cursos: cuatro años de duración. Por otro lado, se propone desde sus inicios no solamente impartir la enseñanza de “pintura, dibujo, modelado, xilografía, grabado, tallado, escultura, idiomas”, sino también la de “cualquier otra asignatura que fuere conveniente incorporar para beneficio de la cultura popular.” Asimismo “la Dirección organizará exposiciones, festivales y concursos, haciendo intervenir a los alumnos del Liceo para estimular la creación artística y difundir las obras realizadas”. Pasados los años, el Liceo conservó su infraestructura, sus materias, pero dejó de otorgar el título mencionado en párrafo anterior y cesó en su exigencia de cursar un determinado número de años para lograrlo. Toma nuevamente, en esencia, la calidad de Taller libre, pero con materias definidas, atención permanente e infraestructura sólida y estable. En el caso de los Talleres Libres, el incentivo no es el Título habilitante, como suele ser en los Liceos, Profesorados y Escuelas de Bellas Artes. No se quiere significar con esto que tal objetivo sea incorrecto o perjudicial, sino que cuando se transforma en el incentivo excluyente se abandonan las motivaciones de profunda raíz artística o creadora; estas motivaciones son las que inducen a los jóvenes a permanecer en Escuelas o Liceos de artes visuales. Cuando el deseo fundamental no es la graduación, la actividad se desarrolla con mayor libertad y como complemento de otras tareas, a partir

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de las cuales el concurrente se vincula a actividades diferentes de las artes plásticas. El funcionamiento de los Talleres Libres dio comienzo nuevamente en 1977, incorporándose a las disciplinas enumeradas en el Decreto de creación del Liceo, otras tales como: Teatro, 1977; Música, 1978; Cerámica, 1978 e Integración Cultural en 1979. Con anterioridad –y desde 1975- comenzó a funcionar el Taller de Fotografía, aunque esta disciplina haya sido caracterizada por algunos -en especial por aquellos años- como rival de las formas tradicionales de expresión artística. Se debe destacar que muchos de los que se iniciaron en el Taller de Pintura, desde 1960 en adelante, o que estuvieron relacionados con el viejo Centro Plásticos Rafaelinos, han sido los que mantuvieron durante largos años iniciales, junto a un creciente número de alumnos, la vigencia de estas actividades. Como docentes, hay que mencionar a Don Emilio Pablo Comtesse, ya desaparecido, que transmitía sus conocimientos de teatro; a Adolfo Previderé que enseñaba fotografía; a Norma Fenoglio a cargo de los contenidos de arte creador infantil y a Marta Baravalle ocupándose de guiar el aprendizaje de las técnicas de la cerámica. Señalamos por último que oficialmente se impuso el nombre de Miguel Flores al Liceo, por Decreto nº 3918 del 30 de abril de 1973. También fue por Decreto-ordenanza Nº 4550 del 5 de agosto de 1976 que se estructuró orgánicamente el Liceo Municipal. El Liceo Municipal hoy Es un organismo dependiente de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rafaela. En sus orígenes funcionó en calle Pueyrredón, en el Centro Cultural Municipal (Sociedad Italiana) y hoy su sede es calle San Martín 551. Cuenta hoy con más de quinientos alumnos. Los mismos están agrupados en talleres infantiles, de adolescentes y de adultos. También, los talleres especiales de los que participan chicos con capacidades diferentes. Los talleres libres Se puede concurrir a los talleres libres de dibujo y pintura, modelado, plástica, cerámica, escultura, grabado, teatro, títeres, tallado en madera, explorando la expresión, el niño y los museos y literario. La actividad en los talleres es sumamente enriquecedora, ya que permite una construcción libre, aún cuando está guiada por un docente. El tallerista puede crecer y participar activamente en la construcción socio cultural de su medio. El intercambio, la crítica, la participación y la creación son los factores que permiten un desarrollo de los sujetos como totalidad, integralmente. Este aspecto es más difícil de construir en otros espacios donde la fragmentación de los contenidos a veces actúa en sentido contrario.

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En el taller la obra se plasma desde distintas expresiones, con distintas miradas que logran un resultado. En el hecho artístico intervienen siempre los elementos plásticos relacionados con las historias de los sujetos, con las percepciones de su realidad. Una sinopsis de la organización de los talleres es la que exponemos a continuación: Talleres infantiles Taller de Plástica Taller Explorando la Expresión Taller de Modelado Taller Experimental Taller de Títeres Taller de Teatro Talleres de adolescentes Taller Literario Taller Dibujo y Pintura Taller de Plástica Taller de teatro y de títeres Talleres de adultos Taller de Dibujo y Pintura Taller Literario Taller de Grabado Taller de Cerámica Taller de Tallado en Madera Taller de Escultura Talleres Especiales, para el desarrollo de actividades con niños con capacidades diferentes. El Profesorado de arte en artes visuales Comenzó a dictarse en el año 2004 a partir de un Convenio entre el Ministerio de Educación de nuestra Provincia y la Municipalidad de Rafaela. La Provincia de Santa Fe dictó el Decreto Nº 1767 el 24 de marzo de 2004; la Legislatura santafesina tomó conocimiento y ratificó el Decreto del Ejecutivo provincial en las sesiones de ambas Cámaras, llevadas a cabo el 11 de agosto de 2005 en la Ciudad de Santa Fe. Esta propuesta educativa se integra al Instituto Superior del Profesorado Nº 2 "Joaquín V. González" y quienes egresan lo hacen con el título de grado de Profesor de arte en artes visuales; el mismo les posibilita trabajar como docentes desde el nivel inicial hasta el nivel medio.

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El Ómnibus cultural El Liceo también interviene en seis barrios de la ciudad con propuestas específicas, a partir del Ómnibus Cultural Municipal. Dichos barrios son, hoy, Belgrano, Villa Podio, Antártida Argentina, Mora, Barranquitas y Monseñor Vicente Faustino Zaspe. El Omnibus itinerante trabaja en cada barrio aproximadamente por espacio de un mes, dependiendo de las inquietudes de los participantes; son alrededor de seiscientos los chicos y jóvenes que se acercan a los talleres barriales de manera consecuente. Programas de extensión Por último, a partir de un programa de extensión a la comunidad, participa en diversos proyectos, tales como los referidos a pinturas murales o a intervenciones artísticas en la paseos públicos; son ejemplos de cuanto referimos los murales cerámicos realizados conjuntamente con alumnos de la Escuela 25 de mayo en la Plaza del Soldado Argentino. Asimismo, organiza eventos o participa en los mismos, relacionándose con diversas Instituciones provinciales o nacionales. Organiza anualmente un Concurso Literario Provincial del cual participan narradores o poetas de distintas localidades de la provincia, algunas de ellas muy pequeñas que no contarían con otros ámbitos de expresión. Participa en muestras o salones organizados por otros Liceos de la provincia. Concurre a festivales o encuentros dentro y fuera de la provincia con teatro y títeres. De esta forma, el Liceo estrecha lazos e intercambia experiencias que fortalecen su vida como Institución definitivamente inserta en la actividad comunitaria.

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MUSEO MUNICIPAL DE BELLAS ARTES DOCTOR URBANO POGGI

El hecho de contar con un lugar permanente para la exposición de trabajos en nuestra ciudad es relativamente nuevo. También es cierto que han surgido Galerías de exposición y venta de obras artísticas; pero estas últimas tienen otro carácter, pues las muestras son temporarias, entre quince o veinte días, excepcionalmente más; cambiantes, porque constantemente se exponen trabajos de pintores, escultores, ilustradores, ceramistas, en fin, de artistas de diferentes sitios del país; y finalmente, porque uno de los propósitos -además de difundir distintas disciplinas dentro de las artes visuales- es la venta de los trabajos. En cambio, el Museo tiene en exhibición una cantidad de obras permanentemente; no existe, como finalidad, la venta; y va formando paulatinamente, a partir de la donación o de la compra, una pinacoteca que es patrimonio de la ciudad. Esto último lo diferencia de las colecciones particulares. Desde 1964 la Comisión Asesora del Museo Histórico de Rafaela, a través de la Junta de Promoción Artística y Cultural, organiza una serie de de exposiciones de artistas plásticos y charlas relacionadas con estas disciplinas; Miguel Ballesteros, Carlos Enrique Uriarte, Hugo Ottman, Ramoneda, Mario Antonio Gargatagli, entre otros, exponen sus trabajos. Comienzan a organizarse, al mismo tiempo, los Salones Regionales de Artes Visuales, cuyos premios adquisición se destinan a construir el patrimonio del futuro Museo de Bellas Artes. Paralelamente, la Comisión Asesora solicita un subsidio al Fondo Nacional de las Artes y organiza actos benéficos para obtener fondos con el propósito de terminar la Sala que -en los altos del Museo Histórico- ocupará el Museo. Específicamente, el Museo Municipal de Bellas Artes se creó en virtud del Decreto nº 3366 del 20 de octubre de 1969 y comenzó a funcionar en el sitio indicado en el párrafo anterior, calle San Martín 555, entre Ciudad de Esperanza y Tucumán. El nombre le fue impuesto el 31 de agosto de 1976 por Decreto nº 4573 y recuerda a uno de los primeros coleccionistas de trabajos artísticos de la ciudad, el médico Urbano Poggi, que fuera -asimismo- Intendente de Rafaela. Él donó obras valiosas a la institución. Además de pinturas de autores locales, es posible apreciar en su sobrio edificio definitivo de calle Sarmiento, cuadros de autores nacionales de valía, tales como el primer trabajo donado, un óleo de Carlos P. Ripamonte, titulado La máquina, datada en 1946. Precisamente, fue con esta obra que se inició la colección estable del Museo, en virtud de la donación efectuada por el doctor Poggi. El 26 de octubre de 1969 se inaugura oficialmente con un acto en el cual se

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recibe la obra de Ripamonte. En el mismo evento, la Comisión Asesora del Museo Histórico donó un trabajo del rafaelino Pedro Giacaglia, adquirido en memoria de un colaborador de la Comisión -fallecido- Don Virgilio Milessi. Como parte del mismo acto, se entregaron los premios del 3er Salón Regional de Artes Visuales y se habilitó la muestra de trabajos enviados al mismo. En 1973, con el retorno de las Instituciones democráticas luego del gobierno de facto impuesto en 1966, el Museo de Bellas Artes debió ceder su ámbito para que funcione el Concejo Municipal; desde entonces, diversas exposiciones de autores locales, provinciales y nacionales, de las que el Museo Urbano Poggi fue organizador, se llevaron a cabo en distintos ámbitos de la Ciudad: Centro Cultural Municipal, Salón Blanco de la Jefatura de Policía y Museo Histórico Municipal. En agosto de 1995, la Ordenanza Nº 2807 permitió la desafectación del edificio donde funcionaba el Mercado Municipal para ser destinado al Museo de Bellas Artes Urbano Poggi y al Centro Cultural de exposiciones fotográficas y medios audiovisuales –Museo de la fotografía-; a principios de 1997 comienzan las obras luego de la autorización otorgada por el Concejo al Ejecutivo Municipal. El 19 de julio de 1998 se inauguran las salas del Complejo; las mismas fueron dotadas de excelente tecnología, en cuanto refiere a iluminación y montaje. El Museo Urbano Poggi se ha convertido en un insoslayable punto de referencia dentro de las artes visuales de la Ciudad y de una importante Región de la Provincia. Obras de arte que integran la colección del Museo A las que se mencionaron como iniciadoras de la colección, deben agregarse muchas más. Poco tiempo después de la creación del Museo, el Fondo Nacional de la Artes donó un trabajo de Juan B. Castagnino, pintado en 1944, titulado Mujer. Otros trabajos para mencionar, de indudable valor artístico, son: Ofrendas de la tierra, óleo de Rodolfo Schenone, 1972; Paisaje, óleo de Luis Cordiviola, 1951, donado por el hijo del artista; Imagen Azul, óleo de Ricardo Supisiche, donado por la familia Poggi; Paisaje, óleo de Ernesto Fertonani, 1965, premiado por la Municipalidad de Rafaela; Vuelo del tiempo, de Armando César Godoy, témpera de 1971 premiado también por la Municipalidad; Niña y personajes aves, xilografía de Oscar Esteban Luna, 1968; Naturaleza, de Miguel Ballesteros, óleo de 1967; Composición, técnica mixta de Roberto Favaretto Forner, 1972; Don Moisés el violinista, lápiz de A. Gramajo, 1926; Saatyagraha-I, tinta color de Artemio Alisio; Paisaje, óleo de A. Gavazzo; Tensión, de César López Claro, técnica mixta sobre tela, 1975; Sin título, de Teresio Fara, óleo sobre tela, 1965; Sin título, óleo sobre tela, de Eugenia Cincioni, pintado en 2003; La Reja, óleo sobre madera, pintado por Ernesto Fertonani en 1961; Sin título, de Pérez Celis, serigrafía en papel, donada en el año 2000 por el autor; Sin título, acrílico sobre tela de Miguel Ocampo, donada en 2002 por el autor; Pareja, de Juan Manuel Sánchez, acrílico sobre tela del año 1997, donada por el

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autor; Las amigas, de Juana Elena Diz, óleo sobre tela, 2003, donada por Juan Manuel Sánchez; Espera, de Ricardo Supisiche, óleo sobre tela de 1971, donada por María Clara Supisiche, hija de autor; Si, todo se lo llevan, acrílico sobre tela de Eduardo Lascano, Premio adquisición de la Bienal Nacional de Pintura año 2005; Sin título, de Miguel Taverna Irigoyen, témpera sobre papel, donación del Dr Jorge Taverna Irigoyen; Paisaje, óleo sobre tela de Fernando Prada, 1989, donación del autor; Nos miran, tinta de Mele Bruniard, 1970, donación de la autora; Andino I, acrílico, Hugo Irureta, 1er premio de la Bienal Nacional de Pintura 2007; Retrato de mujer, de Leopoldo Presas, carbonilla sobre papel, donación de la familia Poggi; Sin título, de la santafesina Miryam Robbiano, una técnica mixta sobre madera, donada por María Delfina Barreiro; El señor del equilibrio, de Alberto Delmonte, óleo sobre tela fechado en 1997 y donado por el autor unos años después. Entre los autores rafaelinos, mencionamos varias obras de Miguel Flores donadas por sus familiares: Vivencias, La caracola, Restos de rancho, Atardecer y Bajante; Naturaleza, de Sara Peretti, óleo; Naturaleza muerta, de Américo Tosello, óleo de 1963; un trabajo de Jesús Gil Echeverría, Otoño en el parque, donado por el Centro Ciudad de Rafaela; Manos arriba, lápiz color, de 1998, de Nicolás Sara; Arboles caídos, de Alicia Lorenzatti, 1998; la notable obra de Ricardo Merlo, El funcionario, escultura vaciada en bronce, donación de su hijo Lorenzo. Finalmente, hay trabajos de autores tales como nuestro coterráneo Pedro Giacaglia, la santafesina Zulma Electra Palacín y muchos más, entre los que podemos mencionar a Dalmacio Rojas, Maggi Lezama, E. Liotta, Pedro Alberti, Omar Brachetti, Rosa Lezama, Hipólito Vieytes, Manuel Martínez, Leonardo Petruccelli, Nora Patrich, Blas Vidal, Marco Otero, Ramón Ayala Cidade, Juan Lecuona, Edgardo Murillo, Leandro Kohan y Eduardo Serón. No hemos agotado la lista: aquellos que hemos nombrado nos dan la pauta de un caudal pictórico importante, al alcance de quien tenga, simplemente, el deseo de recorrer parte de la pintura argentina en una colección pública y abierta a todos.

Los visitantes del Urbano Poggi El trabajo de difusión y las diversas propuestas didácticas

realizadas a los establecimientos educativos de la Ciudad, han permitido lograr un crecimiento sostenido de la concurrencia al Museo de Bellas Artes, alcanzándose el pico máximo en 2003 con la muestra Berni para niños.

Las estadísticas anuales indican los visitantes a los dos Museos en forma indistinta: al de Bellas Artes y al de la Fotografía que, como bien se sabe, funcionan en salas contiguas y en un mismo cuerpo edilicio.

Veamos año tras año desde el momento de su inauguración:

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Año Visitantes Período 1998 2.271 desde 19 de julio a diciembre 1999 6.326 de marzo a diciembre 2000 7.079 de marzo a diciembre 2001 7.454 de febrero a diciembre 2002 8.781 de febrero a diciembre 2003 16.006 de febrero a diciembre 2004 6.947 de marzo a diciembre 2005 14.385 de febrero a diciembre 2006 6.106 2007 4.436 Es preciso formular varias aclaraciones referidas a las estadísticas

expuestas: a) En el año 2003 se llevó a cabo Berni para niños-las infancias que

Berni vió, que -hasta el día de la fecha se ha constituído en la muestra emblemática para el Museo en su nuevo edificio.

b) La incidencia de los paros docentes del año 2004 que, obviamente, redujeron el caudal de visitas de niños y adolescentes.

c) En el 2007, durante los meses de marzo, abril y mayo, el Museo se abrió al público los días hábiles y domingos, habilitando solamente el hall y la sala I. Las salas II y III y el Museo de la fotografía se encontraban en reparación.

Berni para niños: un punto de referencia La muestra designada con ese nombre, llevada a cabo entre el 11 de abril y

el 25 de mayo de 2003, fue un punto de referencia en cuanto a la participación del público, en especial del universo al cual estaba dedicada prioritariamente, los niños y los adolescentes.

En 43 días de exhibición Berni para niños logró reunir a más de diez mil niños, adolescentes y adultos, lo que determina un promedio de 230 visitantes diarios.

Se realizaron 185 visitas guiadas para alumnos de nivel inicial, medio y terciario de las escuelas de Rafaela y de la Región, en turnos matutinos, vespertinos y nocturnos, con un promedio de siete contingentes diarios.

Colaboraron voluntariamente más de cien personas para mejorar el servicio que la muestra prestó dentro de un ámbito de excelencia; esas personas eran estudiante universitarios, terciarios, docentes, actores, alumnos de escuelas secundarias y un grupo muy numeroso de integrantes del Voluntariado para la Defensa Civil de Rafaela.

Aproximadamente 15 personas trabajaron por turno, mañana y tarde, para atender a las escuelas con los diversos menús de juegos que se ofrecían según las edades de los visitantes.

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El desarrollo de esta iniciativa dejó aspectos invalorables en cuanto a su contribución con la siembra de una mayor identificación con dichas expresiones en Rafaela.

Quienes ingresaban a la muestra no eran solamente observadores, sino

esencialmente parte de la misma; todos debieron recibir capacitación previa para ser partícipes de cuanto se les iba a ofrecer, en una franja de edad de entre 5 y 12 años

El Museo atendió el pedido de Escuelas medias e Institutos terciarios para las visitas de grupos de estudiantes y educadores, creando un recorrido nuevo; en el mismo se reflexionó acerca del aspecto social y la vigencia del arte de compromiso, haciendo un paralelo entre el pasado y el presente a partir de la observación de las obras. En todo momento el juego complementó la información que recibían los niños para pensar.

Los alumnos secundarios que realizaron la pasantía lograron experimentar el valor agregado de un trabajo en equipo con fundamento en dos pilares: el conocimiento exhaustivo de toda la información vinculada con la muestra y, a la vez, la participación en un dispositivo que necesitaba de todos para el correcto funcionamiento de la propuesta.

Los voluntarios cumplieron con su objetivo: experimentar el trabajo con niños y adolescentes en el espacio de un Museo de Bellas Artes; y el Museo, al mismo tiempo, afrontó la responsabilidad de adaptarse a los diversos grupos de colaboradores amalgamando puntos de vista y criterios distintos.

Berni para niños, las infancias que Berni vió, pasó por Rafaela para

esparcimiento, alegría y enseñanza-aprendizaje de un notable grupo poblacional: nada menos que un diez por ciento de la población fue partícipe del hecho artístico-lúdico; tal porcentaje es sumamente significativo ya que debemos considerar que fueron 43 días de muestra ininterrumpida que no solamente atrapó el interés de quienes visitaron el Museo de Bellas Artes, sino también a las 110 personas que trabajaron involucrándose en el proyecto.

Otros aportes Se han producido desde el crecimiento en calidad del ámbito de exposición. Al Museo de Bellas Artes de nuestra Ciudad han llegado artistas de

jerarquía notoria, tales como Juan Manuel Sánchez y el Grupo Espartaco, Carlos Alonso o Miguel Ocampo, para citar solamente a algunos entre tantos creadores. En casi todos los casos las muestras fueron desarrolladas con esfuerzo local.

Todos ellos hicieron del diálogo con el público -con los visitantes, estudiantes y docentes- un hábito más que saludable.

Sus obras, sus enseñanzas y sus presencias, constituyeron un aporte de enorme significación para consolidar el acervo cultural de la comunidad rafaelina y de la zona.

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CAPITULO VI

REFERENCIAS MAS RECIENTES

Rápidamente, hemos ido desgranando los pasos que han dado las diferentes manifestaciones plásticas en nuestra ciudad a través del tiempo. A los nombres que se han ido citando en razón de haber participado en algunos nucleamientos, o en eventos que fuimos describiendo, hoy le podríamos agregar -afortunadamente- muchos más. La mayoría de ellos han abrevado en el viejo Taller Municipal de Pintura, e inclusive siguen siendo docentes en el Liceo Municipal. Pero hubo quienes acopiaron conocimientos con otros profesores, con otros modos de mirar la plástica, con otros objetivos respecto de la misma. Si hiciéramos una enumeración detallada nunca alcanzaríamos a agotar los nombres que la realidad ofrece…, sencillamente porque no nos es posible aprehender todas las realidades de las artes visuales hoy en Rafaela; y en la descripción, aunque pudiéramos hacerla con extrema minuciosidad, seguramente faltaría alguien. Con un solo nombre no mencionado ya estaríamos incursos en una falta de equidad. Hay que manifestar que muchos de los autores locales, en diversas ocasiones, ya fuere por su empuje personal, por la claridad de sus búsquedas, por el mérito de sus propuestas artísticas, nos han llenado de orgullo aquí en la propia Rafaela y en otros sitios del país. En cada uno de esos casos, algunos sin vinculación con las actividades del viejo Taller Municipal, o del actual Liceo, no puede dejar de mencionarse toda una labor de años. En algunos de ellos, tanto o más prolongada y proficua que la de los que revistaron durante los primeros años. La cerámica Actividades nuevas que adquirieron importancia y merecen destacarse, son una característica de los últimos tiempos; es ese el caso de la cerámica. Durante muchos años concurrieron al Taller de esa especialidad un grupo tan nutrido como laborioso: Valeria de Gazer, Ana María Visconti; Angelina de Uriarte; Beba de Parola; Silvina Stratinar, Osvaldo Barrios, Gloria de Gariglio, Juan Scarpellini, Marta Bianco, Danila Sara Denardi. Esa actividad continúa hasta el día de hoy con la impronta trazada por los autores que realizan muestras individuales o colectivas o participan de certámenes competitivos. Precisamente, en el reciente Salón del Rosa Galisteo de Rodríguez (Ciudad de Santa Fe, mayo de 2008), la ceramista y

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docente del Liceo Municipal, Claudia Bertoneri de Serniotti, obtuvo el Premio adquisición “Diario El Litoral” , convirtiéndose en una de las distinciones más importantes obtenida por una ceramista de la Ciudad. Un ceramista rafaelino radicado en San José de Rincón Hermenegildo Lucero nació en la ciudad de Rafaela, pero está radicado en San José del Rincón. Por decisión personal nunca ha participado en salones competitivos. Y siempre vivió en lugares alejados de los centros urbanos. “Rafaela es mi principio. La cocina de nuestra casa: el tragaluz en el techo y la inquietud que me producía permanecer solo en ese lugar. El gallinero. Contaba mi madre que solía pararme detrás del alambrado a llamar a los pollitos: pi-pi, pi-pi, Pipi, el sobrenombre que porto tuvo ese origen. La lluvia, el bulevar Lehmann inundado, la pérgola en el cantero central con jazmines y enredaderas. El primer desnudo: unos mecánicos que se duchaban en un baño con luz amarilla; la rural de madera brillante que estacionó el cantor Antonio Tormo en la puerta del hotel; las 500 millas: la pista de tierra rojiza, húmeda y prolija, el ruido de los autos de carrera, la gente, los nombres de Fangio, Gálvez, Blanco, Cataudela…” (20) "Creo firmemente que el ser humano es capaz de crear, pero la concreción de la obra de arte sólo está en manos del artista. Una cosa es la actitud y otra la capacidad que tiene alguien para transferir a la obra un momento, cargarlo de emoción, darle un contenido de verdad; eso es tarea del artista. Escribir un poema no lo escribe cualquier persona; puede, sí, versificar o plasmar alguna emoción; pero escribir y concretar un trabajo poético sólo podrá hacerlo si es un poeta, si tiene oficio y talento", afirma el artista en una entrevista realizada por Juan Carlos Rodríguez. "A la disciplina de la cerámica le he dedicado, por gusto o por íntima necesidad, la vida. El barro como materia constituye para mí una posibilidad expresiva, si no absoluta, casi sin límites. Trabajar, conservar una incontenible ansiedad cada vez que abro la puerta del horno, renueva la `desconfianza' maravillosa de que algo nuevo y necesario para la vida pueda surgir tibio, como un niño recién nacido, en el amor deseado de la madre", dice Hermenegildo Lucero en una publicación de la colección Creadores Santafesinos. (21)

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LA FOTOGRAFIA y LA HISTORIETA En estos últimos años se han generado situaciones y hechos importantes para destacar. El primero de ellos es el crecimiento de muestras colectivas e individuales, no solamente en nuestra ciudad, sino en Santa Fe y Buenos Aires. Al mismo tiempo, la participación de autores locales en dichas muestras y la exitosa vinculación con Salones y Concursos Nacionales y Provinciales. El segundo, es la creación de mayores posibilidades de mostrar lo que se hace, ya sea en galerías privadas, en el Museo de Bellas Artes, en Instituciones Educativas, Colegios y Escuelas y también en numerosos locales comerciales que incorporan -crecientemente- obras genuinas y no meras copias como productos artísticos. El tercero, es la irrupción de dos manifestaciones innovadoras, tal vez polémicas en la concepción de muchos cultores, pero tan importantes como las demás por el valor que agregan al crecimiento estético; ellas son la fotografía y la historieta. La inclusión de ambas expresiones artísticas en esta Crónica tiene dos propósitos: primero, tenerlas en la misma consideración que a las expresiones tradicionales; segundo, recibir el aporte que deriva de la solvencia de sus trabajos. No queremos significar que estas dos manifestaciones sean recientes en nuestro medio. En el caso de la fotografía, para ilustrarnos, diremos simplemente que el Foto Cine Club Rafaela tiene más de cincuenta años de vida. Decimos, por otra parte, que han cobrado auge y peso propio y ocupan un territorio que antes solamente ocupaban las disciplinas reputadas tradicionales dentro de las artes visuales. Para algunos, la fotografía -podríamos decir lo mismo de la historieta- son complementos de la pintura, el dibujo, el grabado, disciplinas que acompañan la vida del hombre desde hace miles de años. Para otros, simplemente, una competencia. Hay quienes las definen como meras técnicas. Y, por fin, hay quienes sostienen que son formas que tienden a superar a las anteriormente citadas, ya sea por su capacidad de comunicación masiva, por el desarrollo tecnológico constante o por lo directo e impactante de su mensaje. Observemos de qué manera define Le Corbusier la irrupción de la fotografía en la vida del hombre y en las artes: “La pintura que ha llegado hasta nosotros, en general, es historia registrada y documentada gráficamente. Esto es lógico, por la sencilla razón de que no existía ningún órgano o mecanismo con que pudiera lograrse lo que permitía el manejo habilidoso del pincel.”

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“La pintura jugó un papel muy importante durante miles de años: por un lado, constituyó archivos documentales al perpetuar un sermón o un discurso, vertiendo en forma más o menos hermética, un pensamiento, una doctrina, haciendo de un acontecimiento fugaz un hecho permanente. Pero, al mismo tiempo, e independientemente de esas tareas utilitarias, la pintura, -y tal es el fundamento y su destino- plasmó figuras cargadas de lirismo. Cuando la pintura es buena, este lirismo es específicamente alcanzado con formas diversas hasta el infinito: pura armonía plástica. Pero el móvil definido de la pintura y las artes, era entonces, conmover los corazones sensibles –y sanos- y producir en ellos una sensación poética. Hoy estamos saturados de imágenes; la Cámara fotográfica, una máquina impasible, ha ido más allá de la retina humana; ella no teme ni al frío ni al calor y nunca está cansada. En consecuencia, tiene la ventaja de ofrecer una visión excepcional a tal extremo que sus productos son una revelación para nosotros. Nos permiten introducirnos en misterios cósmicos vedados para nuestras desnudas posibilidades humanas. “Nos encontramos sumergidos en imágenes: en el cine, en las revistas, en los diarios. ¿No es de esta manera, entonces, que se cumple actualmente una gran parte del trabajo que antes correspondía a la Pintura?.” (22) ¿Cuáles son las imágenes, cuáles los elementos que nuestra región aporta para ser recreados en un papel, en una tela, en cualquier otro elemento; además, cuál es la forma más apta para ‘volver a crear’ esa realidad hoy? “A mí me interesaría saber qué es lo que caracteriza a esta zona... en la plástica en general, incluída la fotografía. “Por ejemplo, Santa fe o Rosario tienen el inmenso río , la canoa, el ambiente costero... y…, ¿cuál es el ambiente de Rafaela?, ¿qué es lo que caracteriza a esta zona?, la llanura, el campo... pero se me ocurre que no es tan simple como parece, el hecho de captar y transmitir tamaña sencillez…” . Tales son las preguntas que se hacía, casi como si fueran cuestionamientos, Américo Tosello, dialogando con Adolfo Previderé, uno de los cultores de las artes visuales en nuestra Ciudad, tanto en pintura como en fotografía. Las reflexiones de este último hurgan en el misterio de la enorme cantidad de imágenes que pueden plasmarse en un entorno aparentemente huérfano de ellas: “A pesar de que nos da una sensación de no poder tomar nada de aquí, pues solamente vemos cielo y tierra, verde y azul, consciente o inconscientemente se refleja siempre el paisaje que uno vive; lo digo por lo que me sucede a mí –por ejemplo- en fotografía, decididamente voy a buscar al hombre... porque “el paisaje” está conformado y es mucho más rico en los seres humanos. “Creo que en esta zona es la gente uno de los factores fundamentales... en cuanto al entorno, se lo refleja hasta en el color, sin

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quererlo; aquí se pinta con más saturación, producto de que el mismo paisaje no produce reflexiones. Este es un paisaje en el que el verde del campo absorbe mucha luz... por eso tenemos esos azules tan profundos que no se ven en otros lugares. Aquí el cielo es de un azul profundo. En lugares tales como La Pampa jamás se ven cielos de esta intensidad. “Cierta vez comprobé lo que Soldi decía de la luz de Buenos Aires: manifestaba que era plateada; no lo creí hasta que cierto día en una plaza de la Capital, tal como él lo manifestaba, aprecié una tonalidad plateada en la atmósfera a plena luz del día; esa tonalidad no se da para nada en esta zona. Soldi opinaba que se debía al reflejo de los rayos de luz en el Río de la Plata... yo lo comprobé también en la fotografía color, en las transparencias; tienen otro tono las fotos que se sacan en Buenos Aires; inclusive a tal punto es cierto eso, que en los procesos de fabricación de las películas fotográficas de color, uno encuentra, en la misma marca de película fabricadas en Alemania, respecto a las fabricadas en Estados Unidos o Méjico, que no son iguales, porque están hechas con distinta sensibilidad para adaptarse a la zona en la que se están utilizando. “Los europeos tienen películas con más saturación porque, digamos, el paisaje en sí es muy falto de color; ese tipo de películas al que me estoy refiriendo tienen más contraste, con lo que hacen que el paisaje sea más intenso. “Nosotros usamos las películas que se fabrican en Estados Unidos que tienen una dominante de color parecida a la nuestra. “Pero eso existe: la diferencia en el color, en la luz, aún cuando nos parezcan imperceptibles. Desde aquel día le tengo un respeto enorme a Soldi…, desde el punto de vista de su capacidad para captar elementos vitales de un ambiente, en este caso, la luz. “Nosotros, acá, de alguna manera en forma espontánea, representamos colores, tonos de luz, sin darnos cuenta, pues a eso no lo razonamos, pero lo reflejamos...” (23) Así opina Adolfo Previderé, a quienes hemos mencionado en este trabajo relacionado con el Taller Municipal de Pintura y con el Centro Plásticos Rafaelinos; nadie ignora sus logros en fotografía. Algunos, los más importantes son: Tercer premio Fundación Gillette en el primer Concurso de Fotos Deportivas Publicadas (1978); Mención en el Salón Internacional de Rosario (1979); Mención Honorífica en el Nikon Photo Countest Internacional (1980); realización exclusiva del Almanaque Eveready, año 1981. También en 1981, en el Salón Nacional de la Federación Argentina de Fotografía (FAF), el 1er premio Cóndor FAF; Premio Concurso Fotográfico Parisiennes “El rugby en acción” (1983); Mención Coca Cola en las Artes y las Ciencias (1984); participación en el Salón Internacional de Polonia (1985); Medalla El Gaucho en el Salón Internacional de la Peña Fotográfica Rosarina (1986); dos Menciones de Honor en el Salón Nacional de la FAF (1997); Primer premio, primera mención especial y segunda mención especial, en la disciplina fotografía, en el Salón Anual de Artes Visuales organizado por la Municipalidad de Rafaela (2000); Mención de honor en la sección Fotografía Digital en el Salón Nacional de la FAF (2001); Semifinalista en el Hasselblad Masters

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Competition (2008). Tres fotografías de su autoría integran la fototeca del Museo Nacional de Bellas Artes. Es necesario destacarlo, su actividad en expresiones tradicionales de la plástica, no es menos meritoria. Participa desde 1966 en Salones y Concursos, obteniendo premios provinciales y nominaciones para muestras de carácter nacional. “El hombre forma parte del paisaje acá y en cualquier lugar del mundo –acota Previderé-; su ‘última instancia’ es lo verdaderamente importante; a tal punto que un mismo espacio se transforma con la presencia del ser humano; por eso es provechoso salir a recorrer, hablar con la gente, conocerla: allí uno se encuentra con cosas insólitas; yo lo he decidido así, no para el caso de la pintura pero sí para la fotografía. “Para la pintura estoy buscando otra cosa; quizás inconscientemente, en ella estoy procurando el color de mi entorno, por eso digo que aún sin proponérmelo estoy pintando esta Rafaela... ahora bien, si logro comunicarlo ya es otra cosa; pero creo que no deberíamos preocuparnos tanto por lo telúrico o por lo que nos identifica..., el acto de pintar, la manifestación a través de ese medio, es universal; si la misma traduce aquello, tanto mejor; yo estoy seguro de que -tarde o temprano- Rafaela se verá reflejada. Si eso no llega, no creo que sea un factor acerca del cual preocuparse. “El paisaje no nos da demasiadas posibilidades tal vez, pero el hombre sí.” Tosello inquiere nuevamente acerca de si “todo lo planteado hasta aquí es producto esencialmente de la experiencia adquirida en la práctica fotográfica” “Llega un momento en que estos conceptos son válidos para todas las expresiones visuales. Ellas están íntimamente relacionadas; no creo que haya separaciones. Para cada disciplina hay cuestiones de forma, digamos, de medios; pero el contenido..., con la fotografía lo que quiero decir me lo posibilita mejor el ser humano, con la pintura tal vez busco decirlo de forma completamente diferente..., pero en el fondo ambas apuntan a lo mismo.” Hasta aquí las definiciones. Habrá lugar para enriquecer o enmendar lo aseverado con el concurso de nuevas miradas, ideas y propuestas de quienes trabajan.

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FOTO CINE CLUB RAFAELA El 6 de agosto de 1952 nació la idea de crear el Foto Club Rafaela; las tareas relativas a su constitución fueron llevadas a cabo por Telmo Berzero, Roberto Lencioni y Aldo Storino con el objetivo de reunir en una misma Entidad a todos los aficionados a la fotografía, tanto de la Ciudad como del Departamento Castellanos. Fue fundado el 27 de agosto de ese mismo año por Santiago Citroni, Telmo Berzero, Angel Colombo, Dante Lacertoza, Roberto Lencioni, Mario Platini, Juan Prime, Aldo Storino, Carlos Wilde, Eduardo Remonda y Adhemar Mascotti. La Entidad comienza con las actividades dentro del campo de la fotografía y en 1956 extiende su campo de acción después de aceptar el ofrecimiento del Cónsul de Francia en la Ciudad de Rosario para la proyección de películas documentales de carácter cultural. De esta manera, el cine ingresaba como actividad de la institución y -por consiguiente- se adoptó la denominación de Foto Cine Club Rafaela. El de nuestra Ciudad es uno de los Foto Club más antiguos de la Argentina y está afiliado a la Federación Argentina de fotografía. A lo largo de su historia ha organizado ciclos de audiovisuales, charlas, conferencias, muestras de autores locales, nacionales e internacionales; además, ha colaborado con establecimientos escolares en la difusión de las técnicas fotográficas y en la realización de cursos anuales destinados a la formación de fotoaficionados.

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MUSEO DE LA FOTOGRAFIA El 23 de octubre de 1987, por iniciativa del Foto Cine Club Rafaela se inaugura el Museo de la Fotografía, el primero creado en nuestro país y uno de los primeros de América Latina. En su mayoría, el material con el que cuenta, proviene de préstamos y donaciones realizadas por familias de nuestra Ciudad y de la Región. La ordenanza Nº 2807 de 1995 estableció que el sitio ocupado por el entonces Mercado Municipal, sobre calle Sarmiento 530, debía convertirse en sede del Museo de Bellas Artes Urbano Poggi y en el Museo de la Fotografía de la Ciudad. Luego de desalojado por completo el solar del Mercado, comenzaron las obras de reconversión. El domingo 19 de julio de 1998 fue inaugurada la sala nueva del Museo de la Fotografía –Centro Municipal de Exposiciones Fotográficas y Medios Audiovisuales- junto a las modernas instalaciones del Museo de Bellas Artes. Desde esa fecha en adelante fueron habilitadas numerosas muestras de real jerarquía de conocidos autores locales, nacionales e internacionales, tales como Raúl Cottone, Fredi Guthmann, Csaba Herke, Annemarie Heinrich, Samuel Rimathe, Franck Rodick, Grete Stern y The Sunday Photo Group. Ambas estructuras son hoy un verdadero motivo de atracción, no solamente para quienes están cercanos a estas expresiones, sino para los visitantes de nuestra Ciudad, ya estuvieren de paso hacia otros destinos o participando de eventos culturales, sociales o de negocios.

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ROBERTO FORMENTO Vocación, trabajo y creatividad Llegados a este punto, hemos indagado la trayectoria de quien fuera el más destacado historietista que tuvo nuestra Ciudad: Roberto Formento. Nacido en Rafaela el 16 de octubre de 1953. Comenzó a dibujar, según sus propias palabras, alrededor de los cuatro o cinco años, siendo una vocación que persistió y se fortaleció a través del tiempo. El gusto y la pasión por la historieta surgieron gracias a un regalo de cumpleaños que le hicieron sus padres; el regalo consistió en una enorme cantidad de revistas de historietas provenientes de una tradicional compraventa llamada Librolandia, que hoy está en otro lugar y con otro nombre. Entre las mismas se encontraban varios números de Superman, personaje que fue su héroe de la niñez y al cual dibujaba sin cesar. Dejaba de estudiar para dibujarlo; al cabo de un tiempo advirtió que no trabajaba tan mal y al comenzar la escuela secundaria se propuso que cuando terminase la misma intentaría ser dibujante de historietas. Al concluir Perito mercantil, año 1971, se presentó en la Editorial Columba de Buenos Aires con una carpeta de dibujos bajo el brazo; según mucha gente, Roberto ya era un excelente dibujante…, pero ocurrió que el director del arte vio sus dibujos y le dijo que eran bonitos, luego desapareció tras una puerta, volviendo al cabo de un rato con varios originales. Se los mostró mientras le decía: su trabajo es muy artístico, pero usted tiene que hacer esto, ¿entiende?. Formento estaba de pie, miró esos dibujos que no le pertenecían, se sentó y pensó que tendría que aprender a dibujar nuevamente: la diferencia de calidad entre sus trabajos y aquellos originales ajenos era realmente abismal. Empezó publicando en una revista de segunda categoría en el año 1972. La publicación se llamaba Aventuras y entregaba historietas de ciencia ficción que él mismo escribía. Mientras trabajaba en Aventuras hacía muestras y viajaba con ellas todos los meses a la Editorial Columba donde las corregían. En 1973 -al cabo de casi dos años- mediante telegrama, la Editorial le comunica que lo aceptaban como dibujante; a fines de 1973 publicó su primer trabajo en la revista D’ Artagnan y dejó de trabajar en Aventuras. En el año 1973 trabajó para la revista TOP que tuvo poca vida: el único trabajo realizado jamás fue publicado.

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A fines de 1974 presentó muestras en Record, Editorial que trabaja en combinación con ITALIA; esta vez aceptaron mis trabajos de inmediato. Dibujó entonces en las revistas SKORPIO, CORTO MALTES, TIT BIF y GUNGA DIN que se publicaban en la Argentina y luego en Italia, continuando siempre con D´Artagnan; entre las dos Editoriales realizó trabajos de todo tipo (policial, cow-boys, ciencia ficción, aventuras románticas). El año 1976 fue una época para la cual hacía falta “tener cuatro manos”, según sus propias expresiones, porque aparecieron varias editoriales extranjeras en busca de dibujantes argentinos. Trabajó entonces para la Fleetway de Inglaterra y la de Mrwel Comics de Estados Unidos pero ninguno de los trabajos prosperó debido a dificultades con los intermediarios argentinos. En D´Artagnan realizó varios episodios en color de El Mayor Murdock y una serie de once episodios llamada Savannah Boyd. También dibujó policiales unitarios. Realizó, para editoriales italianas, trabajos de Ciencia ficción, cow-boys y aventuras; para esta editorial escribió una serie de argumentos de ciencia ficción. En Rafaela realizó ilustraciones para el diario La Opinión y obtuvo un espacio fijo para una historieta en la revista Cartel. También trabajó para la revista institucional de SanCor Coop. Ltda.. La historieta: concepto Para hablar de la historieta es necesario saber que es un fenómeno de muy reciente aparición, podemos decir que la historieta propiamente dicha data de 1904 más o menos. No obstante, la idea básica quizás se remonta a pinturas rupestres de la prehistoria y, desde luego, podemos considerar que aún se encuentra en desarrollo. Sus posibilidades como medio de comunicación social son sencillamente enormes. La historieta, desde este punto de vista, es un terreno prácticamente inexplorado, pero es una realidad y ya nadie puede ignorarla, por ello se la ha incluido en Cursos de Sociología en muchas universidades famosas del mundo. En nuestro país la Historieta se encuentra en los programa oficiales de educación, en casi todos los niveles. Esto constituye el reconocimiento total de la historieta por parte de entidades oficiales que antes la descalificaban tachándola de literatura marginal. Lo que estuvo ocurriendo históricamente era un aprovechamiento parcial del medio ya que todo se reducía a proporcionar un esparcimiento pasatista a los lectores, con el objetivo de vender y obtener pura rentabilidad, como en cualquier negocio. Pero desde hace ya muchos años a esta parte, se han podido apreciar trabajos de notable nivel literario y artístico, contribuyendo en la ubicación de la historieta como medio de información y también como vehículo instructivo. No olvidemos que en

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nuestro país se conoce la historia de los Estados Unidos de Norteamérica mucho mejor que la nuestra gracias al aluvión de historietas norteamericanas que se han venido publicando en décadas en nuestra patria; este es un claro y concreto ejemplo de poder de la historieta como medio de comunicación masivo. A diferencia de las Artes plásticas, la Historieta puede llegar a millones de personas, esto es gracias a la técnica de la imprenta, mientras que las artes plásticas, reacias a utilizar este tipo de difusión, se ven reducidas a un pequeño grupo de personas; para decirlo en pocas palabras, cualquiera puede tener y coleccionar historietas de calidad artística, pero no cualquiera puede comprar una pintura de un maestro. Desde luego podrá decirse que la historieta puede deformar el lenguaje o algunos conceptos; eso ocurre en todos los medios masivos -televisión, cine, radio- pero cabe aclarar que todos estos medios por sí mismos son neutros, como cualquier herramienta, todo depende de la forma de usarlas; si se pretende algo de excelente valor artístico, o si se busca hacer lo contrario, con el único propósito de reducir los costos y maximizar los beneficios. Un ejemplo muy cercano a la historieta es el cine: hay grandes obras y junto a ellas pululan infinidad de malas películas. Cómo se estructura una historieta La historieta está constituída por dos partes: el argumento y el dibujo; por lo tanto –generalmente- son dos los creadores que intervienen; hay algunas excepciones en las que el dibujante es a la vez argumentista y guionista. La historieta es “literatura dibujada”, es decir, se ilustra un argumento o historia por medio de dibujos. Por lo tanto, por naturaleza, la historieta tiene que formar parte de las artes visuales. Como la forma de presentarse al público no es la tradicional, de un cuadro enmarcado, etc.., mucha gente del ambiente artístico la rechaza como parte integrante. Otro antecedente contundente es observar analíticamente las primeras manifestaciones artísticas del hombre, por ejemplo los dibujos rupestres de la Cueva de Altamira: allí podemos ver que los bisontes y animales dibujados por nuestros antepasados en la Edad de Piedra se representaban en secuencias casi cinematográficas, tal cual es la historieta actualmente; y si buceamos en muchas culturas antigüas encontraremos dibujos de secuencias contando una historia muy parecida a las historietas. Creemos válido asegurar que estas manifestaciones son lejanas precursoras de la historieta que llega a nuestras manos en la actualidad. Hasta podríamos atrevernos a decir que arte e historieta nacieron juntos, y más aún si tenemos en cuenta que la historieta está formada por una secuencia de dibujos que bien podrían representar una totalidad de dibujos artísticos. Estimamos que no se debe separar la historieta del arte, más aún si tenemos en cuenta que grandes maestros de la pintura, como Toulouse Lautrec alternaban la pintura puramente artística con el diseño de carteles publicitarios; es -verdaderamente- uno de los creadores de los afiches publicitarios tal como los conocemos actualmente.

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En la apreciación que nos dejaba Roberto Formento al analizar estos temas, la historieta rompe con los esquemas tradicionales a partir de los cuales se manejó el arte por siglos; de allí que -según él- los artistas tomen esto como una invasión agresiva hacia ellos; o bien, que se esté tratando de darle mayor importancia a la historieta que la que verdaderamente corresponde, toda vez que si la asimilamos a una expresión del arte, sus características son diametralmente distintas a la pintura o a la escultura. También exponía otro argumento utilizado contra la historieta: la afirmación de que su dibujo es tan solo habilidad y técnica. Desde luego, por las características de extensión, forma de impresión y distribución, se hace necesaria la habilidad y un minucioso estudio de la técnica a utilizar. Esto hace que el medio sea más complejo de lo que aparenta y el dibujante debe convertirse en un estudioso y por ende trabajar para perfeccionarse a cada momento, lo que lo lleva –si tiene constancia y talento- a crear un estilo propio y particular. Este perfeccionamiento a través de los años convierte al dibujante en un creador ya que, poco a poco, va dejando atrás el dibujo totalmente realista para convertir las imágenes en formas más expresivas, sin importar mucho si la forma corresponde completamente a la realidad. Este fenómeno es idéntico al que señalamos en otro capítulo para la pintura. Hugo Pratt, uno de los grandes de la historieta mundial, es el más claro ejemplo de creatividad en este medio: comenzó con un dibujo incipiente donde -a juicio de Oesterheld, su más asiduo guionista- jamás respetaba los guiones y muchas secuencias las cambiaba completamente para ‘hacer más rápido’; ese incipiente dibujo evolucionó en la más extraordinaria de las formas hasta convertirse en la inigualada creación actual donde los claroscuros casi han desaparecido y con una asombrosa economía de líneas consigue una total expresividad y comunicación del mensaje. Otro caso paradigmático, invocado como ejemplo a seguir por Formento, es Alberto Breccia, aunque aquí ya desde muy joven se evidenciaba una creatividad innata. Breccia utilizó técnicas tales como el ‘collage’, la deformación de las figuras, escenarios abstractos y variadas técnicas mixtas. Cada plancha realizada por Breccia puede tranquilamente encuadrarse y colgarse de una pared como una pintura tradicional. En muchas partes del mundo y en nuestro país también, han surgido Editoriales menos comprometidas con la difusión masiva con objetivos utilitarios, interesadas en lograr la jerarquía que merece la historieta; dichas Editoriales conocen claramente que esos niveles de excelencia solamente se logran publicando trabajos hechos a conciencia y dejando libertad absoluta a los creadores, ya fuere el argumentista o el dibujante. Sin embargo el hacer historietas de alto nivel, como sucede en los trabajos artísticos con técnicas tradicionales -pintura, grabado, escultura- hay una evidente resistencia del público que se niega en gran medida a pensar e interpretar lo que tiene delante de sus ojos. De todas maneras, con una buena tarea en favor del incremento de los conocimientos

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del público, las llamadas historietas de vanguardia se van integrando y extendiendo. Actualmente a la historieta se la denomina como ‘literatura dibujada’, convirtiéndose -junto a la fotonovela- en objeto de serios estudios por parte de sociólogos y cientistas sociales. Son ellos los que concluyen en ubicar a la historieta en un lugar preponderante dentro la cultura de masas, precisamente por su inserción en los grandes medios de comunicación y -dentro de los mismos- por la relación estrecha que se ha establecido con los lectores. En las últimas décadas, esta moderna expresión de las artes visuales se ha extendido y consolidado en todo el mundo, dando lugar al surgimiento de extraordinarios dibujantes. Nuestro país es cuna de varios de ellos, a los que podemos considerar dentro de la pléyade de grandes de la historieta mundial. Es obligación referirse a ellos, dado que fueron los que el historietista rafaelino ponderaba desde el punto de vista técnico y a los que invocó como “que, en cierta forma, fueron mis maestros”. Formento mencionó con notoria convicción al “inconmovible de los rostros suaves y bonitos, Ernesto García Seijas, dibujante de Helena, del cual todos los dibujantes jóvenes y no tan jóvenes, tuvimos que copiar sus rostros durante largo tiempo; también, el que despierta más mi admiración: Juan Zanotto, debido a sus trabajos de Ciencia Ficción con un moderno y depurado estilo; al igual que Lucho Olivera, el creador de Nippur de Lagash quien se está convirtiendo en un extraordinario realizador de ciencia ficción con sus dibujos rarísimos. Un gran creativo, y muy joven, es Gustavo Trigo; sus dibujos son muy particulares, sobre todo, la utilización de los blancos y negros. Luego tenemos a Juan Arancio que junto a Roume constituyen el mejor dúo que conozco sobre dibujos gauchescos. Ricardo Villagrán, Lalia y alguien de excepcional buen gusto como es Enrique Breccia, hijo del gran Breccia. No debo olvidarme de esa extraordinaria persona que fue mi maestro personal; me refiero a Miguel Angel Repetto. Toda esta gente tiene un nivel internacional largamente reconocido.” “La lista de creadores extranjeros es larga también, pero el mejor dibujante que existe, desde todo punto de vista, es el español Víctor de la Fuente, no muy conocido en nuestro país. Su conocimiento de la técnica, la perspectiva y la minuciosidad del dibujo, es simplemente sin igual.” “En cuanto a los demás debemos dividir dos estilos bastante marcados, por un lado los dibujantes norteamericanos que trabajaron y trabajan bajo gigantescos sindicatos que nuclean la producción para luego distribuirlos a lo largo del mundo; aquí podemos apreciar una línea predominante comercial; sus máximos exponentes son: Alex Raymond, Milton Caniffa, Stan Drake, Frank Godwin, Frazetta, Hogarth y muchos más. Es difícil su elección, o emitir juicio de quien fue o es mejor, dada su cantidad y pareja calidad en el trabajo.” “La otra línea es la europea con una concepción completamente diferente y revolucionaria ya que aquí por sobre todo prevalece el aspecto puramente creativo; los mejores, a mi juicio son: Fernando Fernández, Ortiz, Hernández Palacios, Esteban Moroso, de España;

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los italianos Dino Bataglia, Toppi, Aldo Di Genaro; de Francia, Brocal, Remohí, Moebius y muchos más de quienes desgraciadamente no podemos conocer sus trabajos en nuestro país.” (24) Solamente resta decir que no hubo nadie hasta el día de hoy, que haya desarrollado esta faceta de las artes visuales como lo ha hecho Beto Formento. De su mano han surgido las ilustraciones para guiones elaborados por gente de la talla de Guillermo Saccomanno, Luis Ferreyra, Marcelo Griet o Diego Oliveira. Su partida definitiva, con apenas 37 años, se produjo el 23 de octubre de 1990.

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NUESTRA PLASTICA EN EL

CONTEXTO PROVINCIAL Y NACIONAL

Es difícil hacer valoraciones sobre toda la actividad plástica de la ciudad y ubicarla con precisión en el contexto de una provincia, y más aún en el de nuestro país. Con los nombres que hemos dado al principio y las referencias de sus logros, ya tenemos un panorama aproximado. En el caso de quienes se expresan por medio de diferentes caminos –siempre en el campo de la plástica- nos habíamos inclinado a reseñar sin detalles minuciosos los premios obtenidos, exposiciones efectuadas, agrupamientos a los cuales pertenecieron. Pero no creímos que ello fuera suficiente para decir cuál es la repercusión de cada uno y del conjunto. Sí creemos que los galardones y las muestras son indicadores que permiten aproximarnos a cada creador y a su perfil, pero no constituyen los elementos determinantes. Hoy, como ayer, la situación de los autores del interior es compleja y no exenta de notorias dificultades. Los creadores de nuestra ciudad están comprendidos en esta definición. En ocasión de una muestra retrospectiva de Miguel Flores en la Manzana de las luces, Buenos Aires, hace ya un cuarto de siglo, el crítico santafesino Taverna Irigoyen escribía en el catálogo: “Por complejas circunstancias, no pocos artistas del interior del país –a pesar de desarrollar una labor tesonera, rigurosa, con visos de originalidad- deben trabajar silenciosamente, casi bajo una total carencia de ecos, cuando no dentro de un cono de penumbras. “Esta realidad a la que escapan muy pocos elegidos, es casi una característica de este gran país nuestro; injustamente concentrado en posibilidades y perspectivas en una urbe gigante. “Así es como, fuera de su tiempo inicial, son reconocidos y valorados en un plano de ‘actualidad’ creadores que durante largos años han llevado adelante con dignidad y alta coherencia, lenguajes expresivos de indiscutible interés. El por qué y el cómo de sus olvidos no es fundamental desentrañar aquí, pero así como ciertas obras han quedado postergadas a la estimación del gran público y la crítica –Timoteo Navarro, Julio Vanzo, Medardo Pantoja, Carlos Giambiaggi, Enrique Estrada Bello, Luis A. Lobo de la Vega, Mario Gargatagli, Alberto Pedrotti, Francisco García Carrera, Augusto Schiavoni, Miguel Angel Guzman, Froilán Ludueña y tantos más- así también de pronto, se las descubre e intenta reubicar -las más de las veces extemporáneamente- en el lugar y con las jerarquías debidas.” (25) Pasados los años, muchas cosas siguen igual.

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No obstante, resulta verdaderamente útil acercarnos al punto de vista que tenían -para evaluar la actividad específica- algunos autores locales. “Creo que el movimiento hoy es mucho más numeroso que años atrás, y la actividad es mucho más grande de lo que la gente cree, de lo que nosotros mismos creemos, asegura Adolfo Previderé; hay mucha gente que en este momento trabaja en la ciudad, y –a veces- quienes no están directamente vinculados a esto no lo conocen, o lo conocen a medias. Es necesario hacer ver que en Rafaela hay una historia de la plástica, de las artes visuales. También es bueno que se difunda que Rafaela está mucho mejor ubicada culturalmente de lo que se cree. “No tenemos idea de la trascendencia de muchas actividades comparada con ciudades iguales o mayores. […] “Rafaela tiene una producción que sorprende a la gente que nos mira desde afuera…, tomando la actividad fotográfica, por ejemplo, en otros sitios no llegan ni siquiera por asomo al nivel de nuestra ciudad…, y en la plástica en general tampoco. “Ahora bien, sería importante conocer si estamos bien encaminados. No digo: si pintamos bien o mal individualmente, no; digo si estamos bien encaminados en cuanto a la proyección; no si cada uno dibuja bien o mal, si hace bien o no lo que hace, me refiero a la inserción en otros espacios geográficos y de opinión, a eso me refiero…” Américo Tosello opinaba acerca de Rafaela en dos momentos, los años 40 y los 80, en el siglo pasado: “Yo creo que Rafaela está muy bien encaminada; no digo bien, sino muy bien; yo vine a vivir aquí en 1940, tenía 22 años…, no digo que no había nadie que trabajase en esto; había evidentemente; quizás no en pintura, pero al menos en talla, en dibujo… “Por lo que conocí, se trataba de individuos aislados, incluso algunos desconocidos por la gente; no había un movimiento plástico de la ciudad; solamente personas con una vocación a la que cultivaban, autodidactas, o que habían estudiado en otro lugar y hacían aquí; realizaban lo que podían sin la trascendencia que merece una actividad artística. Era común oír, “mando a los chicos a música, a dibujo, a danza, a lo que fuere...” pero sin una meta artística, sin el criterio de despertar, alentar o apuntalar una vocación, de orientarla; no digo que no había expresiones plásticas...las había, meritorias, aunque individuales, aisladas. “[…] Rafaela no tenía ningún movimiento cultural en cuanto a artes plásticas se refiere…, no quiero involucrar dentro de esta opinión a las actividades desplegadas tanto por el Centro Ciudad de Rafaela como por otras entidades del ámbito cultural. Recién -y eso que ya hemos superado los cien años de vida ciudadana– en el año 1959, cuando se crea el Taller Municipal de pintura, Rafaela comienza a generar un movimiento; porque al haber una continuidad, todos tomaron un poco de conciencia; quienes sintieron vocación, de alguna manera fueron trabajando y surgió todo lo que hoy tenemos. Faltarán muchas precisiones, pero hoy estamos seguros que la plástica -como totalidad- en Rafaela ha despegado, está bien encaminada; vemos a un buen

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grupo en fotografía, con trascendencia..., hay premios nacionales importantes; en dibujo, pintura, escultura, cerámica, hay gente que, como cuando estábamos en el viejo Taller Municipal, participa de certámenes regionales, provinciales y sus obras son aceptadas... Siempre hay distinciones, como en aquel entonces: la sola aceptación de un trabajo en un certamen ya constituía un importante honor. En aquellos años –quince o veinte atrás- ocurría lo mismo, no porque fuésemos nosotros, sino porque había algo…, algo se hacía porque se trabajaba, porque se empujaba. Y en estas disciplinas, de cien o doscientas personas que se están dedicando, es posible que trasciendan dos o tres... y bien, solamente dos o tres pero de Rafaela, de un movimiento general de nuestra ciudad. Lo importante no es ver si llegan muchos a ser grandes figuras; en esto, lo importante es que todos esos cultores transmiten -donde fuere- lo que conocen, llevan a todos los rincones de la ciudad lo que aprendieron, aún inconscientemente, sin proponérselo.” Adolfo Previderé acota: “lo que ocurre es que carecemos de la fuerza suficiente para expresarnos; si somos tantos quienes nos manifestamos, si cada uno, lo que hace individualmente lo hace bien o muy bien, es el momento de ver si podemos tener más fuerza como conjunto; porque debemos fortalecer esa voz que tuvimos y que tenemos como Centro, como plásticos”. “Y el momento es importante –manifiesta Tosello- porque hoy los lugares de exposición, de muestras, se llenan de personas. Van los que siempre fueron y los que no. Hay predisposición y por ello es importante hacer conocer todas estas manifestaciones.” Norma Fenoglio, que fuera Directora de Cultura de la Municipalidad de Rafaela, opinó, a partir de su experiencia, que “…quienes han contribuido mucho a esta difusión son los directores y maestros de las Escuelas primarias y secundarias que incentivan a los alumnos para estudiar o participar en concursos o muestras. Ellos son la base de algo mayor.” “Es importante que nos nucleemos todos –insiste Previderé- porque individualmente es imposible lograr el objetivo de llegar a los demás; nuclearnos porque me parece que llega el momento en que la actividad plástica debe ser una sola. “A partir de todo esto que estamos haciendo nos iremos ubicando, tal vez, como movimiento, no en beneficio de cada uno de nosotros, sino de la ciudad, para que ella trascienda...” El profesor Miguel Tiraboschi, Director de Cultura de la Municipalidad de Rafaela en 1982, que ayudó a la publicación del presente ensayo por primera vez, opinaba en aquel momento: “El Centro de Plásticos Rafaelinos tiene que volver a ser lo que fue, en el sentido de que, lo que hay ahora en la Municipalidad, para la ciudad, es obra de ustedes, no nuestra. Tiene que volver a ser lo que fue y creo que es más fácil ahora que en la

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década del 60, donde hubo que comenzar de cero; ahora hay toda una historia; ustedes comenzaron siendo tres o cuatro, digámoslo así , que se juntaban para buscar quién podía venir a darles una mano para corregir los errores...; incluso ahora hay posibilidades concretas, más allá de toda esta estructura, de difusión de actividades; “Hoy la situación económica le ha hecho pensar a todo el mundo de qué manera se difunde lo que se tiene a bajo costo. Existe la posibilidad de acercarnos a toda la zona, en nuestra provincia y también a todo el Gran Buenos Aires; pero es necesario que se piensen cosas con sencillez para que se den los frutos que esperamos”. (26) Después de un cuarto de siglo, en mayo de 2008, la Secretaria de Cultura de la Municipalidad de Rafaela, Gabriela Culzoni, expresa una visión propia de los años que transcurrieron y que ayudaron a madurar conceptos acerca de este espacio. La actividad se ha enriquecido y propone otros puntos de vista, en especial desde la responsabilidad pública. Así entonces nos manifiesta que “el trabajo del artista fue por mucho tiempo una tarea de carácter individual, muy personal, que propulsaba una idea del hombre creativo como personaje bohemio, aislado del mundo. “Las concepciones actuales hablan de un artista que abandona de alguna manera la soledad del taller, para trabajar en cooperación con otros artistas desde una postura más comprometida con la realidad. La creación del Profesorado de Artes se alinea con esta nueva concepción, generando un lugar de encuentro, reflexión y producción plástica. “Nuestra ciudad contaba con galerías, museos, centros culturales alternativos y talleres; ahora también cuenta con un espacio de formación metódica y profesional. Las nuevas generaciones de artistas tienen el desafío de seguir experimentando en el campo visual, incorporando un marco teórico y crítico a sus prácticas. La sinergia que producen los encuentros entre artistas, y entre el trabajo intuitivo y el pensamiento, es lo que irá construyendo una imagen visual local cada vez más fuerte. “La institucionalización de la enseñanza artística es la que legitima el valor de la creatividad en una sociedad y la que asegura la continuidad y desarrollo de las formas plásticas. “Las formas renovadas invitan a una observación renovada, y en este esfuerzo de comprensión de interioridades la sociedad crece”. (27) Tal es la visión de quien tiene a su cargo –desde la vida pública- las tareas relativas a la difusión, apoyo, coordinación y aprendizaje de las artes visuales dentro de nuestra comunidad. Dejando de lado el optimismo sin fundamentos, hoy es posible decir que, lentamente, con avances y retrocesos, sin construcciones teóricas pretenciosas, pero con firmeza, y defendiendo cuanto se hace aquí, nuestra ciudad está consolidando el lugar ganado ya hace años con trabajo, constancia y humildad. Ganado por quienes deben realizar otras actividades para vivir, para costearse los elementos con los que se expresan: papeles, bastidores, telas, marcos, cámaras, material fotográfico, arcilla, gubias…, lo que fuere menester. Lugar ganado por quienes quitan horas a otras tareas más convenientes desde el punto de vista económico.

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Estos autores, anónimos las más de las veces, sin trascendencia mediática, sin halagos ni notoriedades, estas personas que tienen como expresión las artes visuales, los que fueron muy pocos hace ya décadas, hoy solamente desean continuar y aportar a su comunidad desde una perspectiva tan singular. La búsqueda está centrada en el respeto que merecen todos los hacedores, sea cual fuere el lugar de trabajo y las responsabilidades que asuman dentro de nuestra sociedad..

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PUNTO y APARTE

Como lo hemos dicho al principio, este trabajo no ha tenido la pretensión de abarcarlo todo. Nuestro propósito ha sido buscar algunas pistas valederas para analizar el desarrollo de las artes visuales en una ciudad de algo más de un siglo; y también para su divulgación. Todo lo expuesto puede corroborarse en los archivos particulares de aquellos a los que hemos mencionado, o de sus familiares. Deseamos recibir todos los enfoques que se estimen pertinentes; también sería importante completar temas, capítulos y ensayar otros caminos para el análisis. Fueron estos mismos propósitos los de la primera edición, en ocasión del Centenario de Rafaela y como sencillo homenaje a tantos hacedores que se expresan por medios artísticos. Por idénticas razones hemos tratado de completar y mejorar el contenido en esta segunda edición. Hubo documentos de interés para el desarrollo de determinados temas y que tomamos especialmente; hemos recurrido también a notas periodísticas de diarios locales, provinciales y nacionales; a entrevistas realizadas personalmente a los propios autores, a familiares, amigos, allegados. Generosamente nos han facilitado catálogos de exposiciones, individuales o colectivas. En tanto hubo necesidad de precisar algunos conceptos nos hemos ocupado de remitirnos a publicaciones más medulosas relativas a este mismo tema. Desde ya esperamos los aportes de quienes tengan como objetivo principal cooperar en la construcción de la memoria y del capital cultural de nuestra comunidad. Huelga reiterar que no hubo criterio selectivo al escribir; por el contrario: sentimos de verdad aquello de que en el arte, como en la vida, todos somos protagonistas. De modos diversos, pero protagonistas al fin.

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BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Artes Plásticas y Cultura Nacional, Moneta, Porto y Rollie, Buenos Aires, Ediciones la cebolla de vidrio, 1984. Bauhaus, 1919-1933, Bauhaus archiv/Magdalena Droste, Berlín, Ed. Bauhaus-Archiv Museum für Gestaltung, TASCHEN GmbH, 2006. Breve historia de la pintura argentina contemporánea, María Laura San Martín, San Pablo (Brasil), Editorial Claridad, 1993. César López Claro/Retrospectiva, 1923-2000, Catálogo del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, diciembre de 2000. Cómo ver un cuadro, Córdoba Iturburu, Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1962. Creadores santafesinos, colección dirigida por Domingo Sahda, Edición Graficando, Virginia Ferraris, Santa Fe, 1999. De la prehistoria al “op art”, Cayetano Córdoba Iturburu, Buenos Aires, Editorial Atlántida SA, 1967. De lo espiritual en el arte, Vasili Kandinsky, Buenos Aires, Paidós, 2006. El hombre y su expresión en América Latina, Graciela Maturo, Buenos Aires, Propedéutico Interprovincial Franciscano, 1990. Estética después del fin del arte, Ensayos sobre Arthur Danto, Arthur C. Danto, Dominique Chateau y otros, Madrid , Antonio Machado libros SA, 2005. Historia crítica del Arte Argentino, Asociación Argentina de críticos de Arte, Buenos Aires, Telecom Argentina SA, 1995. Historia de la belleza, Humberto Eco, Milán, Editorial Lumen SA, 2004. Historia de la pintura moderna, Herbert Read, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1988.

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Historia social de la literatura y del arte, tomos I, II y III, Arnold Hauser, Barcelona, Editorial Labor SA/ Guadarrama, 1980. Inmigración en la Argentina, José Panettieri, Buenos Aires, Ediciones Macchi SA, 1970. Inmigración y colonización en la Argentina, Gastón Gori, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1986. La Ciudad , allá lejos, Salvador García, Santa Fe, Imprenta Lux, 1991. La definición del arte, Humberto Eco, Barcelona, Editorial Planeta-De Agostini S.A., 1985. La Escuela Cossettini, cuna de Democracia, Augusto Bianco, Santa Fe, Ediciones AMSAFE-Colección Historias de vida, 1996. La historia del arte, E. H. Gombrich, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2007. La inmigración en la Argentina, Juan A. Alsina, Buenos Aires, Imprenta calle México, 1898. La nueva visión, principios básicos del Bauhaus, Laszló Moholy-Nagy, Buenos Aires, Ediciones Infinito, 1997. La pintura al fresco, Carlos A. Aschero, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968. La situación actual de las artes visuales, Le Corbusier y otros, Buenos Aires, Ediciones 3, 1963. Los primeros modernos, Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX, Laura Malosetti Costa, Buenos Aires, Fondo de cultura económica SA, 2007. Manifiestos y textos del futurismo, F. T. Marinetti y otros, Buenos Aires, Editorial Quadrata, 2007. Nuevas tendencias de la pintura, Aldo Pellegrini, Buenos Aires, Muchnik Editores SA, 1967. Punto y línea sobre el plano, Vasili Kandinsky, Buenos Aires, Paidós, 2003. Primera reunión de arte contemporáneo, diversos autores, Santa Fe, Edición de la Universidad Nacional del Litoral, 1957.

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Summa Artis, Historia General del arte, Antología, tomos I al XVI, autores varios, Pozuelo de Alarcón (Madrid), Espasa Calpe SA, 2004. Supisiche, Taverna Irigoyen, Buenos Aires, Ediciones Rubbers, 1979. Técnicas de la Pintura, Juan Carlos Castagnino y otros, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1976. Teoría de los colores, F. Pérez-Dolz, Barcelona, Sucesor de E. Meseguer Editor, 1954.

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CITAS

(1) UMBERTO ECO, La definición del arte, p. 245. (2) GRACIELA MATURO, El hombre y su expresión en América Latina, p. 6.

(3) GRACIELA MATURO, Op. cit., pp. 6/7.

(4) SALVADOR GARCIA, La Ciudad, allá lejos, p. 19.

(5) AUGUSTO BIANCO, La escuela Cossettini, Cuna de democracia, pp.

11 a 15.

(6) EMILIO P. COMTESSE, Catálogo muestra homenaje a Miguel Flores, Centro Ciudad de Rafaela, 1972.

(7) PEDRO GIACAGLIA, Diario “El Litoral”, Ciudad de Santa Fe, edición del día domingo 17 de marzo de 1963. (8) Carta de Leticia A. Robert a Don Américo A. Tosello, año 1982.

(9) Charla de Pedro Giacaglia -en su casa de Roldán- mantenida con María Beatriz Crespo y Ricardo M. Peirone, año 1982.

(10) NANZI VALLEJO, Diario “El Litoral”, Ciudad de Santa Fe, edición del 30 de enero de 2009. (11) JORGE TAVERNA IRIGOYEN, Supisiche, 2da. Edición, Galería Rubbers, p. 29, 1979.

(12) Conversación grabada de Américo A. Tosello con Lorenzo Merlo, hijo de Don Ricardo, año 1982.

(13) CASTELLANOS, editado en ese entonces como semanario, Rafaela, 2 de agosto de 1947.

(14) EL LITORAL, Ciudad de Santa Fe, edición del 16 de julio de 1936.

(15) LA OPINION, Rafaela, edición del 16 de abril de 1934.

(16) LA OPINION, Rafaela, edición del 14 de abril de 1961.

(17) BOLETIN del CENTRO DE ARTE, Nº 1, 1983.

(18) BOLETIN del CENTRO DE ARTE, Nº 5, Mayo/junio, 1984.

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(19) Conversación grabada: Profesor Ernesto Fertonani con Adolfo Previderé, Américo Tosello y Ricardo Peirone, en la casa de Fertonani, Santa Fe, 1982.

(20) EL LITORAL, Ciudad de Santa Fe, edición del 20 de enero de 2007. (21) CREADORES SANTAFESINOS, Colección dirigida por Domingo Sahda, Santa Fe.

(22) LE CORBUSIER y otros, La situación actual de las artes visuales, Ediciones 3, Buenos Aires, 1963. (23) Conversación grabada: Adolfo Previderé con Américo Tosello. (24) ROBERTO FORMENTO: respuesta a un cuestionario para el presente trabajo, 1981. (25) J. M. TAVERNA IRIGOYEN, Catálogo muestra retrospectiva de Miguel Flores, Manzana de las luces, Buenos Aires. (26) Prof. MIGUEL TIRABOSCHI, ex Director de Cultura, Municipalidad de Rafaela: respuesta a un cuestionario para el presente trabajo, 1982.

(27) Profª GABRIELA CULZONI, Secretaria de Cultura, Municipalidad de Rafaela: respuesta a un cuestionario para el presente trabajo, 2008.