Santa Rafaela María

Amar y más amar.

Rafaela veía el mundo como la casa familiar de los hijos de Dios, el lugar en que estos

deben encontrarse y tratarse como hermanos.

Servir a los hijos de Dios, trabajar porque, a su vez, los hijos conozcan y amen a este Padre, fue el objeto único y último de toda

su actividad.

Rafaela María vivió el tiempo suficiente para ver consolidada su

obra. Fue una mujer de su tiempo, que, en una espléndida

madurez personal intuía la llegada de un tiempo nuevo,

abierto a múltiples expectativas.

• El corazón de Rafaela era muy grande y así quería que fuesen todas sus Hermanas.

• Seguía sacando toda la fuerza de sus ratos de oración delante de Jesús. Y se alegraba muchísimo cada vez que se enteraba de que se abrían nuevas casas en distintos países, uno de ellos en Argentina, entre otros. Tenía un corazón universal.

A su hermana, que también sufrió como ella, le decía: "Hagámonos santas. Haciendo eso, nadie hace

más por el Instituto que nosotras"...

• Así, borró los límites entre los países y continentes, llevando su puro y eterno amor por Dios tan lejos como pudiese, con el fin de hacer del mundo “La casa familiar de los hijos de Dios”.

Rafaela María utilizó su amor como medio y modo de extender a Cristo por cuan rincón hubiese.

“Amar y más amar porque el amor todo lo vence y adorarte

con mi vida y con mi voz...”

“Somos un cuerpo enviado en misión al servicio de tu Reino;

fieles, Jesús, despierto el corazón al dolor de tu Pueblo... Aquí estoy, con toda mi fragilidad, dispuesta a seguirte hasta el

final”

Santa Rafaela María

Nuestro ejemplo a seguir.