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M. ROMÁN Y J. PALACIOS / ACCIÓN PSICOLÓGICA, julio 2011, vol. 8, n. o 2, 99-111. ISSN: 1578-908X 99 SEPARACIÓN, PÉRDIDA Y NUEVAS VINCULACIONES: EL APEGO EN LA ADOPCIÓN SEPARATION, LOSS AND NEW BONDS: ATTACHMENT IN ADOPTION Maite RoMán Jesús P alacios Centro: Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Facultad de Psicología. Universidad de Sevilla. Resumen La integración de niñas y niños en nuevas familias a través de la adopción permite el de- sarrollo de vínculos emocionales con unos nue- vos padres, pero es un proceso que también im- plica separación y pérdida de los antiguos cuidadores. La investigación sobre adopción nos ofrece una oportunidad única para el estudio del apego, al mismo tiempo que la teoría del apego nos ayuda a entender uno de los más im- portantes procesos implicados en la adopción. En el trabajo que aquí presentamos se hace un recorrido por las principales evidencias empí- ricas sobre el apego en adoptados, abordando también el fenómeno de la sociabilidad indis- criminada. La investigación nos demuestra que los adoptados pueden construir relaciones de apego con sus padres adoptivos y que pueden hacerlo de forma segura, pero también nos in- dica que la influencia de la adversidad temprana mediará en este proceso, y que la recuperación del apego será más rápida en el plano conduc- tual que en el representacional. Abstract Children’s integration into new families through adoption creates a context in which new emotional bonds can be developed, but it is a process that also implies separation and loss. Adoption offers a unique opportunity for the study of attachment, and at the same time, attachment theory helps us better to understand one of the most important processes implied by adoption. This article summarizes the main em- pirical findings about attachment in adopted children, including indiscriminate friendliness. Research has shown that adopted children can build secure attachments with their adoptive parents, but the available evidence also shows that the influence of past adversity will mediate the process and that emotional recovery will happen earlier at the behavioural level than at the representational one. Palabras clave: adopción, conductas de ape- go, modelos internos de apego, sociabilidad in- discriminada, institucionalización, maltrato Key words: adoption, attachment behav- iours, internal working models of attachment, indiscriminate friendliness, institutionalization, child abuse and neglect. Introducción Generalmente, niños y niñas crecen en ho- gares que proporcionan una atención sensible y adecuada a sus necesidades a través de inte- racciones afectivas y estimulantes. Sin embargo, las experiencias tempranas de algunos menores se ven marcadas por la negligencia, el maltrato y el abandono, situaciones de desprotección que culminan con la separación de los niños y niñas Artículo recibido: 18/07/2011 Artículo aceptado: 26/07/2011 08_Apego y adopción 08/11/11 13:19 Página 99

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M. ROMÁN Y J. PALACIOS / ACCIÓN PSICOLÓGICA, julio 2011, vol. 8, n.o 2, 99-111. ISSN: 1578-908X 99

SEPARACIÓN, PÉRDIDA Y NUEVAS VINCULACIONES: EL APEGO EN LA ADOPCIÓN

SEPARATION, LOSS AND NEW BONDS: ATTACHMENT IN ADOPTION

Maite RoMán

Jesús PalaciosCentro: Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación.

Facultad de Psicología. Universidad de Sevilla.

Resumen

La integración de niñas y niños en nuevasfamilias a través de la adopción permite el de-sarrollo de vínculos emocionales con unos nue-vos padres, pero es un proceso que también im-plica separación y pérdida de los antiguoscuidadores. La investigación sobre adopción nosofrece una oportunidad única para el estudiodel apego, al mismo tiempo que la teoría delapego nos ayuda a entender uno de los más im-portantes procesos implicados en la adopción.En el trabajo que aquí presentamos se hace unrecorrido por las principales evidencias empí-ricas sobre el apego en adoptados, abordandotambién el fenómeno de la sociabilidad indis-criminada. La investigación nos demuestra quelos adoptados pueden construir relaciones deapego con sus padres adoptivos y que puedenhacerlo de forma segura, pero también nos in-dica que la influencia de la adversidad tempranamediará en este proceso, y que la recuperacióndel apego será más rápida en el plano conduc-tual que en el representacional.

Abstract

Children’s integration into new familiesthrough adoption creates a context in whichnew emotional bonds can be developed, but itis a process that also implies separation andloss. Adoption offers a unique opportunity for

the study of attachment, and at the same time,attachment theory helps us better to understandone of the most important processes implied byadoption. This article summarizes the main em-pirical findings about attachment in adoptedchildren, including indiscriminate friendliness.Research has shown that adopted children canbuild secure attachments with their adoptiveparents, but the available evidence also showsthat the influence of past adversity will mediatethe process and that emotional recovery willhappen earlier at the behavioural level than atthe representational one.

Palabras clave: adopción, conductas de ape-go, modelos internos de apego, sociabilidad in-discriminada, institucionalización, maltrato

Key words: adoption, attachment behav-iours, internal working models of attachment,indiscriminate friendliness, institutionalization,child abuse and neglect.

Introducción

Generalmente, niños y niñas crecen en ho-gares que proporcionan una atención sensibley adecuada a sus necesidades a través de inte-racciones afectivas y estimulantes. Sin embargo,las experiencias tempranas de algunos menoresse ven marcadas por la negligencia, el maltratoy el abandono, situaciones de desprotección queculminan con la separación de los niños y niñas

Artículo recibido: 18/07/2011Artículo aceptado: 26/07/2011

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de sus familias biológicas con el objetivo deofrecerles un entorno de desarrollo más favo-rable. En muchos de esos casos, los menoresson adoptados por nuevas familias que los es-peran dispuestos a ofrecerles todo lo que nece-siten. A partir de ese momento, una de las tareasmás importantes a desarrollar será la formacióny el desarrollo de vínculos emocionales hastaese momento inexistentes. Pero la historia pre-via de estos niños y niñas no desaparece a lallegada al nuevo hogar y el proceso de vincula-ción con sus nuevos padres y madres se verá enparte mediado por esas experiencias tempranas.

En este trabajo queremos destacar la opor-tunidad que la investigación sobre adopción su-pone para el estudio del apego, dado que la sin-gularidad de la discontinuidad en los contextosde crianza que implica nos permite analizar laevolución de los procesos de vinculación deadoptados y adoptantes. Al mismo tiempo, que-remos resaltar que la teoría del apego se con-vierte en un excelente marco desde el que en-tender las relaciones afectivas implicadas en laadopción. Para ello, abordaremos los trabajosempíricos más relevantes que han explorado lasrelaciones entre apego y adopción y trataremosde extraer las principales conclusiones derivadasde ellos.

Niños y niñas adoptados

El estudio de los niños y niñas adoptadospermite explorar la repercusión de la adversidadtemprana (en forma de maltrato, negligencia,institucionalización y abandono) y las posibili-dades de recuperación, ofreciendo oportunida-des únicas para la investigación psicológica.

La investigación sobre adopción se ha ex-tendido vertiginosamente en los últimos años ylas directrices que han guiado estos trabajoshan ido madurando desde sus inicios, a media-dos del siglo veinte, hasta la actualidad. Palaciosy Brodzinsky (2010) han identificado tres ten-dencias históricas en las investigaciones sobreadopción, la primera centrada en las diferenciasen el ajuste de adoptados y no adoptados, la se-gunda relativa a la recuperación tras la adver-sidad inicial, y la tercera, que va más allá de los

resultados, centrada en los procesos y factoresimplicados en el ajuste de los adoptados.

La vida previa a la adopción se encuentramuy ligada a dos tipos de experiencias que in-fluyen en el desarrollo infantil. Por una parte,son muchos los niños y niñas adoptados quehan sufrido algún tipo de maltrato (principal-mente, negligencia), lo cual introduce una dis-torsión de las relaciones emocionales básicas yafecta de forma muy negativa al desarrollo. Porotra parte, la mayoría de los niños y niñas adop-tados, sobre todo, en el caso de la adopción in-ternacional, han permanecido durante un tiem-po en un centro de acogida, que en ningún casopuede ofrecer la atención o el cuidado que ofre-ce una familia adecuada. Estas experiencias demaltrato e institucionalización se convierten enfactores de riesgo para el desarrollo infantil.

A la llegada a las familias adoptivas, el de-sarrollo de muchos niños y niñas se encuentraafectado en los aspectos físico, cognitivo y emo-cional, siendo elevado el porcentaje de los me-nores que presentan limitaciones severas (Pala-cios, Román y Camacho, 2011; Palacios,Sánchez-Sandoval y León, 2005). Los datos denumerosos trabajos empíricos ponen de mani-fiesto que las personas adoptadas están más re-presentadas en los servicios de salud mental,tendiendo además a presentar más dificultadesy problemas de comportamiento que las noadoptados (Sánchez-Sandoval, 2002; Van IJzen-doorn, Juffer, y Klein Poelhuis, 2005).

La investigación también ha demostrado losbeneficios que implica la adopción, así comola extraordinaria capacidad de mejora de losmenores, especialmente en los primeros añostras la llegada a las familias, aunque tambiénha revelado la persistencia de algunas limita-ciones a lo largo del tiempo y una recuperaciónmás completa en algunas áreas de desarrolloque en otras (Palacios et al., 2011; Román,2007; Rutter y Sonuga-Barke, 2010; Van IJzen-doorn y Juffer, 2006).

La investigación sobre apego es mucho máslimitada en el campo de la adopción que las in-vestigaciones centradas en el desarrollo físico,cognitivo o en problemas de conducta, a pesarde la pertinencia de esta perspectiva para el es-tudio de las personas adoptadas y sus vincula-ciones afectivas. Probablemente, una de las ra-

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zones es de tipo metodológico, ya que general-mente los procedimientos de evaluación del ape-go requieren un entrenamiento y una acredita-ción previa para su uso. No obstante, losestudios realizados hasta el momento permitentener una visión relativamente amplia sobre elproceso de vinculación emocional de los niñosy niñas adoptados hacia sus padres y madres.

Apego y adopción

La adopción implica una discontinuidad enla trayectoria de cuidado que conlleva la sepa-ración y pérdida de figuras de referencia, y elestablecimiento de nuevas relaciones de apego.La adopción pone fin a situaciones de privación,maltrato e institucionalización y supone la lle-gada a un contexto familiar mucho más idóneoen el que se encuentra la oportunidad de esta-blecer de forma estable nuevas relaciones basa-das en la protección, el afecto, la estabilidad yla sensibilidad. Sin embargo, las experienciastempranas de vinculación pueden influir en lasrelaciones que se establezcan posteriormente ylos modelos internos de apego desarrollados araíz de sus experiencias previas mediarán en laforma de percibir, interpretar y comportarse delos niños y niñas con sus nuevos cuidadores.

La negativa influencia de la experiencia deinstitucionalización sobre el desarrollo emocio-nal no puede dejar de ser mencionada. Por suscondiciones estructurales, una institución nopuede ofrecer el tipo de vinculación selectiva,íntima y estable que el contexto familiar haceposible (Berástegui y Gómez, 2009; Hodges,1996). Las necesidades básicas de los menoressuelen ser atendidas de forma razonablementeadecuada en los centros de acogida, pero la res-puesta a sus necesidades psicológicas suele sermucho más limitada. En muchos casos, las altasratios de niños y niñas por cuidador, los múlti-ples cambios del personal encargado, las míni-mas interacciones con adultos y la limitada im-plicación emocional de los cuidadoresrepercuten en el déficit de la atención emocionalde los menores. Como señalara Hodges (1996),en los niños y niñas institucionalizados que sonatendidos por diferentes cuidadores, la relaciónde apego se organiza alrededor de un estilo decuidado general, más que organizarse alrededor

de los comportamientos y respuestas de perso-nas particulares, como ocurre con las interac-ciones parentales de los niños y niñas que cre-cen en familias.

Por otra parte, los menores que han esta-blecido relaciones de apego con adultos quelos han rechazado o ignorado han ido desarro-llando modelos internos de apego caracteriza-dos por expectativas negativas sobre los adul-tos (como amenaza de desprotección einseguridad) y sobre sí mismos (como indignosde amor y protección). Estos modelos internosde apego permiten anticipar la conducta deladulto y regular su propio comportamiento(Román y Palacios, 2010). Por ejemplo, si lasconductas de apego, como la proximidad a lafigura de referencia, conllevan el rechazo o laagresión por parte del adulto, el menor apren-de a minimizar esa conducta y a evitar, en lamedida de lo posible, la proximidad con esafigura. Dada su tendencia a la estabilidad, losmodelos internos de apego tienden a automa-tizarse, poniendo en marcha los comporta-mientos que resultan más adaptativos en esecontexto de adversidad y rechazo.

Estas experiencias previas pueden hacer queal llegar a sus nuevas familias adoptivas los ni-ños y niñas sigan desarrollando conductas queantes les fueron útiles, pero que ahora carecende sentido o son simplemente desadaptativas(por ejemplo, la desconfianza o la agresión). Lasrelaciones previas han dejado una determinadavisión de uno mismo y de los demás en lo quese refiere a la reciprocidad, la valía o las expec-tativas, que puede llevar al menor a percibir lanueva situación y las nuevas relaciones comoamenazantes. Pero los modelos internos de ape-go son operativos y pueden actualizarse, aunqueno sea una tarea fácil ni rápida (Hodges, Steele,Hillman, Henderson y Kaniuk, 2005). El efectode las experiencias previas sobre el sistema deapego puede crear barreras que dificulten la cre-ación de la nueva relación de vinculación entreadoptados y adoptantes.

La investigación sobre apego y adopción estodavía escasa, aunque para encontrar sus orí-genes debemos remontarnos a principios de losaños 50, cuando Bowlby (1951) elaboró un in-forme para la Organización Mundial de la Saluden el que advertía de los efectos de la institu-

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cionalización y el potencial daño emocional quepodía provocar. Unas décadas más tarde, Tizarddirigió uno de los estudios pioneros en la ex-ploración de las relaciones de apego en niños yniñas adoptados con experiencia de institucio-nalización (Hodges, 1996; Hodges y Tizard,1989; Tizard y Hodges, 1978). En esta investi-gación se evaluó a niños y niñas que se habíanllevado al menos hasta los 2 años de edad aco-gidos en instituciones británicas, realizándoseposteriormente seguimientos después de quemuchos de ellos hubieran sido adoptados o hu-bieran vuelto con sus familias biológicas. En elestudio se describió cómo la mayoría de los ni-ños y niñas que habían sido adoptados eran ca-paces de formar relaciones de apego con susnuevos padres adoptivos en el primer año trasla adopción, aunque también se mostró la per-sistencia a largo plazo de los efectos de la insti-tucionalización sobre el sistema de apego de losadoptados. Estas investigaciones de carácterfundamentalmente descriptivo fomentaron elinterés por el estudio del apego en niños y niñascon trayectorias discontinuas de cuidado.

A partir de estos estudios pioneros, la inves-tigación sobre el apego en las personas adopta-das tomó dos direcciones. Una de ellas ha ex-plorado los cambios que se producen en lasconductas de apego tras la adopción. La otra seha centrado más en los aspectos representacio-nales del apego (los modelos internos). A conti-nuación se hace un recorrido por las principalesinvestigaciones sobre estas cuestiones en los úl-timos años, recorrido que se cerrará con unareferencia a la problemática de la sociabilidadindiscriminada que afecta a algunas personasadoptadas.

Las conductas de apego de los niños yniñas adoptados

Las principales investigaciones que han abor-dado el estudio de las conductas de apego de losadoptados lo han hecho principalmente a travésde la situación del extraño y del procedimientoAttachment Q-set. Una de las primeras investi-gaciones sistemáticas se llevó a cabo en los añosochenta por Singer, Brodzinsky, Ramsay, Steir yWaters (1985), que aplicaron en Estados Unidosla situación del extraño a niños y niñas de adop-

ción nacional para observar las conductas deapego cuando tenían entre 13 y 18 meses, ha-llando que el 52% de los adoptados había desa-rrollado un apego de estilo seguro, sin que lasdiferencias en la comparación con un grupo nor-mativo fueran significativas. Resultados simila-res se encontraron posteriormente en varios es-tudios holandeses que examinaron la incidenciadel estilo de apego seguro a través de la situacióndel extraño en niños y niñas que habían sidoadoptados antes de que hubieran cumplido unaño, sin hallar diferencias al compararlos conmenores procedentes de muestras normativas(Juffer y Rosenboom, 1997; Van Londen, Juffery Van IJzendoorn, 2007).

Un estudio llevado a cabo por Veríssimo ySalvaterra (2006) se centró en el análisis de laseguridad en las conductas de apego a través dela aplicación del Attachment Q-set (AQS) de niñosy niñas de adopción nacional en Portugal que te-nían edades comprendidas entre los 10 y los 69meses en el momento del estudio. En esta inves-tigación tampoco se encontraron diferencias enla seguridad de las conductas de apego de losadoptados comparados con un grupo control.

En un estudio reciente llevado a cabo en laUniversidad de Sevilla, se examinó el apego en40 niños y niñas de adopción internacional pro-cedentes de la Federación Rusa que tenían en-tre 4 y 8 años y que llevaban una media de 3años con sus familias adoptivas. Este grupo secomparó con niños y niñas que se encontrabanen centros de acogida españoles y con otro gru-po de menores que no habían pasado por el sis-tema de protección y que vivían con sus fami-lias biológicas españolas. Entre otros aspectos,se evaluaron las conductas de apego a travésde una entrevista derivada del AQS (Interviewmeasure of attachment security), encontrándoseque la seguridad en las conductas en los niñosy niñas adoptados era similar a la mostradapor los menores del grupo control y significa-tivamente superior a la de los de centros deacogida, corroborándose que los adoptados soncapaces de establecer con sus nuevos padresrelaciones de apego marcadas por la seguridad(Román, 2010).

Otras investigaciones, sin embargo, sí en-contraron diferencias entre las conductas deapego de adoptados y no adoptados. Marco-

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vitch et al. (1997) evaluaron a un grupo de 56niños y niñas adoptados en Canadá proceden-tes de instituciones rumanas a través de la si-tuación del extraño cuando tenían entre 3 y 5años, encontrando que el estilo de apego segu-ro era menos frecuente entre los adoptados(30%) que en un grupo normativo (42%). Enla misma línea, O’Connor et al. (2003) exami-naron el estilo de apego en niños y niñas adop-tados en el Reino Unido procedentes de Ru-manía cuando tenían 4 años a través de unasituación de separación-reunión y hallaron queel 33.3% de los que habían sido adoptados conedades comprendidas entre los 6 y los 24 mesespresentaba un estilo de apego seguro con suspadres adoptivos. En la investigación de Vorriaet al. (2003, 2006) se estudió el apego de niñosy niñas institucionalizados en Grecia y poste-riormente fueron de nuevo examinados cuandotenían 4 años de edad, después de que hubie-ran sido adoptados. Los resultados mostraronque la seguridad de las conductas de apego delos adoptados era inferior en comparación conun grupo normativo.

En Canadá, Chisholm dirigió un estudio lon-gitudinal con niños y niñas adoptados que ha-bían pasado un tiempo en las desfavorables ins-tituciones rumanas (Chisholm, 1998; Chisholm,Carter, Ames, y Morison, 1995). Los resultadosde la primera evaluación, con una edad mediade 30 meses, revelaron a través de la entrevistaderivada del AQS (Interview measure of attach-ment security) que el grupo que había sufridouna deprivación más prolongada en las institu-ciones rumanas mostraba conductas de apegocon los padres adoptivos menos seguras que losniños y niñas de adopción temprana o que losde un grupo control. En el seguimiento de estosmenores, cuando tenían entre 4 y 9 años, Chis-holm (1998) encontró que la seguridad del ape-go de los que habían permanecido más tiempoen las instituciones rumanas (periodos igualeso superiores a 8 meses) aumentaba significati-vamente, dejando de ser significativas las dife-rencias anteriormente encontradas con los gru-pos de comparación. Sin embargo, el estudiotambién ponía de manifiesto que los resultadosde la segunda evaluación estaban relacionadosde forma significativa con los de la primera, demanera que los niños y niñas con puntuacionesinferiores en seguridad del apego al inicio del

estudio seguían mostrando puntuaciones másbajas un tiempo después.

Van den Dries, Juffer, Van IJzendoorn, y Ba-kermans-Kranenburg (2009) llevaron a cabo unmetanálisis cuyos resultados concluyen que elapego seguro es menos frecuente en los niños yniñas adoptados que en los niños y niñas demuestras normativas, ya que el 47% de los adop-tados presenta apego seguro con sus padresadoptivos, frente al 62% hallado en el metaná-lisis realizado con muestras normativas (Van IJ-zendoorn, Schuengel ,y Bakermans-Kranen-burg, 1999), aunque estas diferencias parecenestar moderadas por la edad en el momento dela adopción.

Menos explorado en los estudios con adop-tados ha sido el apego desorganizado. En la in-vestigación holandesa de Van Londen et al.(2007), por ejemplo, se encontró que el 36% dela muestra de niños y niñas adoptados antes delos 12 meses de edad presentaba este tipo deapego. El metanálisis de Van den Dries et al.(2009) halló una incidencia del apego desorga-nizado del 31% entre los adoptados, lo cual su-pone el doble del porcentaje esperado en mues-tras normativas (Van IJzendoorn et al., 1999).

La distribución de los estilos de apego en ni-ños y niñas adoptados es comparable con la delos niños y niñas en acogimiento familiar (Cole,2005; Stovall-McClough y Dozier, 2004; Van denDries et al., 2009). Sin embargo, entre los me-nores institucionalizados (Vorria et al., 2003;Van den Dries et al., 2009; Zeanah, Smyke,Koga, Carlson y The BEIP Project, 2005) y losmaltratados (Barnett, Ganiban y Cicchetti, 1999;Carlson, Cicchetti, Barnet y Braunwald, 1989;Lyons-Ruth y Jacobvitz, 1999; Van IJzendoornet al., 1999) se encuentra una menor incidenciadel estilo de apego seguro y una sobrerrepre-sentación del apego desorganizado en compa-ración con los adoptados.

Respecto a los factores que se han encon-trado relacionados con las conductas de apegode los niños y niñas adoptados, la investigaciónha constatado la influencia de las privacionestempranas sobre las conductas de apego con lospadres adoptivos. Por una parte, la experienciade maltrato previa a la adopción se ha mostradorelacionada con una mayor inseguridad en lasconductas de apego con los padres adoptivos

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(Groze y Rosenthal, 1993). Por otra parte, losefectos negativos de la institucionalización sobreel apego también han sido corroborados por di-versos estudios (por ejemplo, Zeanah et al.,2005). Algunos estudios de niños y niñas adop-tados procedentes de Rumanía coinciden en quelos menores que han pasado más tiempo insti-tucionalizados suelen mostrar más inseguridaden sus conductas de apego con los padres adop-tivos (Chisholm et al., 1995; O’Connor et al.,2003), e incluso se ha encontrado una relaciónsignificativa entre los estilos de apego de los ni-ños y niñas con sus cuidadores en la institucióny la seguridad de las conductas de apego queposteriormente desarrollaban con sus padresadoptivos (Vorria et al., 2006). La investigaciónmeta-analítica no ha encontrado diferencias sig-nificativas cuando se han comparado adopcio-nes nacionales con internacionales, ni al com-parar casos de adopción interracial con los queno lo son (Van den Dries et al., 2009).

El papel de la edad en el momento de laadopción también debe ser mencionado. Vanden Dries et al. (2009) hallaron en su metanáli-sis que la edad de adopción es un moderadorsignificativo en la seguridad en las conductasde apego de los adoptados, de forma que cuan-do la adopción se produce antes del primer año,los niños y niñas suelen mostrar estilos tan se-guros como los no adoptados, mientras que losadoptados con más edad (y, por tanto, expuestosdurante más tiempo a los efectos negativos delas privaciones temprana) tienen un riesgo máselevado de presentar inseguridad en la relaciónde apego con los padres adoptivos. En esta mis-ma dirección, estudios en el ámbito del acogi-miento familiar encontraron que los niños y ni-ñas que llegaron a las familias cuando teníanmás de un año mostraban un proceso de for-mación y consolidación del apego más lento(Stovall-McClough y Dozier, 2004).

Tras la adopción, la cantidad de tiempotranscurrido con la familia adoptiva no se haencontrado directamente relacionada con la se-guridad en el apego con los padres adoptivos(Chisholm et al., 1995; Van den Dries et al.,2009), aunque el estudio longitudinal de Chis-holm (1998) mostró que la seguridad en las con-ductas de apego de los niños y niñas adoptadoscon más edad había mejorado tras un tiempoen la familia adoptiva. Asimismo, la organiza-

ción del ambiente del hogar de la familia y eluso de materiales de aprendizaje estimulantesy apropiados a la edad se han encontrando re-lacionados con el apego con nuevas figuras decuidado (Cole, 2005).

Finalmente, algunos estudios han encontra-do que la seguridad en las conductas de apegode los adoptados se relaciona con un mayor de-sarrollo cognitivo (Chisholm, 1998; Judge, 2004;Tizard y Hodges, 1978) y una mejor adaptaciónconductual, en el sentido de menor frecuenciade problemas de conducta y mayor presenciade comportamientos prosociales (Chisholm,1998; Judge, 2004; Marcovitch et al., 1997; Ro-mán, 2010).

Los modelos internos de apego de losniños y niñas adoptados

La investigación sobre modelos internos deapego en niños y niñas adoptados es infrecuen-te. Una de las investigaciones más relevantes eneste terreno ha sido el estudio longitudinal rea-lizado por el equipo dirigido por Hodges enLondres. En él se estudiaron las representacio-nes mentales examinadas a través de las histo-rias incompletas en una muestra de 63 niños yniñas de adopción tardía en el Reino Unido(adoptados entre los 4 y los 8 años) que habíansufrido maltrato previo a la adopción. Esos me-nores fueron comparados con 48 niños y niñasque habían sido adoptados antes de los 12 me-ses y que no habían sufrido maltrato previo. To-dos tenían entre 4 y 8 años en el momento dela primera evaluación, llevada a cabo poco tiem-po después de que los de adopción tardía llega-ran a sus familias adoptivas. Los resultadosmostraron que los menores de este grupo, com-parados con los de adopción temprana, presen-taban más indicadores de evitación y de desor-ganización, con representaciones más negativasde adultos y niños, y una mayor presencia deagresión en las narrativas (Hodges y Steele,2000; Hodges et al., 2003, 2005). Los hallazgosen evaluaciones posteriores revelaron que lasdiferencias entre los dos grupos no habían dis-minuido (Hodges et al., 2005).

En el estudio llevado a cabo por Román etal. (Román, 2010; Román, Palacios, Moreno y

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López, en revisión) con niños y niñas adoptadosprocedentes de la Federación Rusa, además delas conductas de apego, se analizaron los mo-delos internos a través de las historias incom-pletas. Como se incidió en el apartado anterior,tres años después de su adopción, las conductasde apego de estos niños y niñas eran tan segurascomo las del grupo sin relación alguna con elsistema de protección. Las cosas resultaron serdiferentes en lo relativo a las representacionesde apego, pues los resultados de este estudio re-velaron que los modelos internos de apego deestos menores reflejaban diferencias significa-tivas respecto al grupo control, siendo inferiorla presencia de indicadores de seguridad en lasrepresentaciones mentales de apego y superiorla de indicadores de inseguridad, evitación y de-sorganización. Las diferencias entre los modelosinternos de apego de los menores adoptados ylos de los menores de centros de acogida no re-sultaron significativas, aunque los indicadoresde los modelos internos de los adoptados se si-tuaban en un nivel intermedio entre las repre-sentaciones de los menores de centros de aco-gida y las del grupo control.

En la investigación de Vorria et al. (2006)con niños y niñas que habían estado institucio-nalizados en Grecia y que posteriormente habí-an sido adoptados, se exploraron también losmodelos internos de apego cuando los menorestenían 4 años de edad mediante el procedimien-to de historias incompletas. Los resultados re-velaron que los adoptados mostraban menor re-solución en las historias y representaciones másevitativas y menos coherentes y prosociales quelos niños y niñas de un grupo control que vivíancon sus familias biológicas.

Dentro del ámbito del acogimiento familiar,Nowacki, Roland, Bovenschen y Spangler (2009)exploraron las representaciones de apego de ni-ños y niñas de 5 años acogidos en Alemania,encontrando que los menores en acogimientofamiliar muestran niveles significativos de de-sorganización en sus narrativas.

En un sentido contrario a las investigacionesanteriores, Euillet, Spencer, Troupel-Cremel,Fresno y Zaouche-Gaudron (2008) estudiaronen Francia la calidad de las representacionesmentales de apego en niños y niñas de adopciónnacional y en acogimiento familiar a partir de

historias incompletas cuando tenían una mediade 4 años. Los resultados del estudio concluye-ron que la mayoría de los niños y niñas evalua-dos (70% de los acogidos y 60% de los adopta-dos) mostraban representaciones de apegoseguras.

En los estudios con niños y niñas maltrata-dos se ha encontrado representaciones mentalesde las figuras adultas e infantiles más negativasy una mayor presencia de agresión, negligenciay abuso (Shields, Ryan, y Cicchetti., 2001; Toth,Cicchetti, Macfie, Maughan. y VanMeenen,2000). Respecto a la influencia del maltrato enlas representaciones mentales de los menoresadoptados, Hodges et al. (2005) encontraron di-ferencias asociadas al nivel de abuso sufrido,de forma que, los niños y niñas que habían vi-vido una mayor adversidad previa a la adopciónpresentaron en sus narrativas más agresión porparte de los adultos, que ignoraban con más fre-cuencia a los niños y niñas cuando éstos los ne-cesitaban, así como mayor presencia de mate-rial sexual, respuestas mágicas/omnipotentes ycontenido estrafalario.

En el ámbito de la institucionalización, Kat-surada (2007) examinó en Japón a través delprocedimiento de historias incompletas las re-presentaciones mentales de apego de niños yniñas institucionalizados que tenían entre 4 y 6años, encontrando una mayor desorganizacióne inseguridad en sus narrativas en comparacióncon un grupo control. Respecto a la repercusiónnegativa de la experiencia institucional sobrelos modelos internos de apego años después dela adopción, en el estudio de Román et al. (enrevisión) se encontró que el inicio más tempra-no y la mayor prolongación de la instituciona-lización disminuían la seguridad y aumentabanla inseguridad en las representaciones mentalesde apego de los menores varios años despuésde la adopción, lo que refleja el efecto a largoplazo de la adversidad previa a la adopción so-bre los modelos internos de apego.

Las investigaciones de Eulliet et al. (2008) yde Román (2010) no encontraron que el efectode la edad a la llegada a las familias adoptivassobre las representaciones mentales de apegofuera significativo. Sin embargo, en el estudiolongitudinal británico dirigido por Hodges, losniños y niñas que fueron adoptados con más

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edad mostraron representaciones de apego másnegativas en la evaluación de las historias in-completas en comparación con los niños y niñasde adopción temprana (Kaniuk, Steele y Hod-ges, 2004), aunque cabe señalar que los menoresde adopción tardía de esta investigación tam-bién habían sufrido maltrato, mientras que losde adopción temprana no habían pasado poresa experiencia.

En el estudio de Román et al. (Román, 2010;Román et al., en revisión) se ha encontrado quelos niños y niñas de adopciones múltiples pre-sentaban menos indicadores de inseguridad yde desorganización que los menores de adop-ciones simples, reflejando el papel protector so-bre el desarrollo emocional de los hermanos enla adopción. Es posible que el desarrollo de unavinculación significativa con un hermano bio-lógico que se mantiene en medio de la discon-tinuidad del contexto de cuidado que se produceen la adopción introduzca cierta estabilidad queamortigua el efecto negativo de la adversidadprevia sobre las representaciones mentales deapego.

Respecto a la evolución de los modelos in-ternos de apego, aunque la literatura ha eviden-ciado cierta estabilidad temporal de las repre-sentaciones mentales de apego cuando elcontexto se mantiene estable, la limitada inves-tigación longitudinal en muestras adoptivas re-vela ciertas evidencias de cambio en los modelosinternos de apego con el tiempo en la familiaadoptiva. Volviendo al estudio británico dirigidopor Hodges, en la segunda evaluación, realizadaun año después de la primera, se encontró unadisminución de los indicadores de evitación yun aumento de los indicadores de seguridad en-tre los niños y niñas que habían sufrido mal-trato (Hodges y Steele, 2000; Hodges et al.,2003), cambios que se reafirmaban en una ter-cera evaluación llevada a cabo otro año despuésy que fueron de mayor magnitud y más rápidosentre los más pequeños que entre los mayores(Hodges et al., 2005; Kaniuk et al., 2004). A pe-sar de estas mejoras en las representacionesmentales de apego, los indicadores de inseguri-dad y de desorganización permanecían establesuno y dos años después de la primera evalua-ción (Hodges y Steele, 2000; Hodges et al., 2003,2005). Como señalan atinadamente los autores,la consolidación de los contenidos positivos

frente a la estabilidad de los negativos perfilaun cuadro en el que las representaciones de ape-go positivas parecen no reemplazar sin más alas negativas, sino más bien competir con ellas.En la misma línea, los resultados del estudiocon niños y niñas de adopción internacional deRomán et al. (Román, 2010; Román et al., enrevisión) mostraban que los indicadores de se-guridad de los modelos internos de apego cam-biaron más temprana y fácilmente que los deinseguridad y desorganización, corroborando laheterogeneidad y complejidad de la reestructu-ración de las representaciones mentales de ape-go de los niños y niñas tras la adopción.

Diversas investigaciones en el ámbito de laprotección infantil han encontrado representa-ciones mentales de apego más seguras con elaumento de la edad, tanto en el contexto de laadopción como del acogimiento familiar (Min-nis, et al., 2006; Román, 2010). En ambos estu-dios se ha constatado una relación significativaentre la seguridad de las representaciones men-tales de apego y el desarrollo cognitivo. Igual-mente, los modelos internos de apego tambiénse han encontrado relacionados con la adapta-ción conductual en estudios con niños y niñasadoptados (Hodges et al., 2005; Román, 2010).

Sociabilidad indiscriminada enlos niños y niñas adoptados

En la investigación longitudinal iniciada porTizard (Hodges, 1996; Hodges y Tizard, 1989;Tizard y Hodges, 1978), en la que se estudió aniños y niñas institucionalizados en el ReinoUnido que posteriormente fueron, en muchoscasos, adoptados, se encontró que un númerosignificativo de los menores mostraba una faltade desconfianza o cautela hacia los desconoci-dos. Este fenómeno, conocido como apego de-sinhibido o sociabilidad indiscriminada, se ca-racteriza por la tendencia a desarrollarrelaciones no selectivas, caracterizadas porcomportamientos amistosos y superficiales condesconocidos, y a no angustiarse ante situacio-nes de separación o pérdida. Se trata de un fe-nómeno que ha acaparado una gran atencióndentro del estudio de niños y niñas que han te-nido una experiencia de institucionalización

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temprana (Rutter, Kreppner y Sonuga-Barke,2009; Zeanah, Smyke y Dumitrescu, 2002).

En el estudio canadiense dirigido por Chis-holm et al. (Chisholm et al., 1995; Chisholm,1998) se examinaron los comportamientos típi-cos de la sociabilidad indiscriminada en los me-nores adoptados cuando tenían edades com-prendidas entre el año y medio y los seis añosde edad, y posteriormente, cuando tenían entrecuatro y nueve años, a través de un cuestionarioaplicado a los padres adoptivos. También elequipo británico de O’Connor y Rutter (O’Con-nor y Rutter, 2000; O´Connor et al., 2003; Rutteret al., 2007) utilizó una escala para padres adop-tivos con el fin de examinar comportamientosde tipo desinhibido en los menores adoptadosa los 4, 6 y 11 años. Los resultados de ambasinvestigaciones mostraron que la incidencia desintomatología de este tipo de trastorno de ape-go era mayor entre los niños y niñas adoptadosque habían vivido periodos más prolongados eninstituciones rumanas, que en aquellos que ha-bían sido adoptados con menor edad (y que,por tanto, habían estado menos tiempo institu-cionalizados) y que en los menores de gruposnormativos. O’Connor y Rutter (2000) señalan,no obstante, que los resultados de su estudiotambién revelan que aproximadamente el 70%de los menores que habían estado expuestos aprivaciones severas durante más de dos años noexhibían una sintomatología grave en esta pro-blemática.

En el estudio de Román (2010) se encontróque los comportamientos de tipo desinhibidoeran frecuentes en el momento de la adopción,aunque se halló que habían disminuido signi-ficativamente unos años después. Sin embar-go, este estudio mostró una relación signifi-cativa entre los comportamientos desinhibidosque los niños y niñas mostraban años despuésde la adopción y los que presentaban en el mo-mento de la llegada a la familia. En esa mismalínea, diversas investigaciones han mostradocierta persistencia de los comportamientos detipo desinhibido un tiempo después de laadopción (Chisholm, 1998; Hodges, 1996; Rut-ter et al., 2007).

Existe una amplia evidencia empírica sobrela relación entre la sociabilidad indiscriminaday la experiencia de institucionalización (por

ejemplo, O’Connor y Rutter, 2000). Chisholm etal. (Chisholm, 1998; Chisholm et al., 1995) plan-tearon la posible función adaptativa que el des-pliegue de un comportamiento especialmenteamistoso con los nuevos cuidadores podría te-ner para los niños y niñas institucionalizados,ya que aumentaría la probabilidad de recibiruna mayor atención por parte de los cuidadoresen un ambiente con limitadas posibilidades deinteracción. Por tanto, como concluye Rutter etal. (2007), la sociabilidad indiscriminada podríaconstituir una respuesta adaptativa a una situa-ción social anormal, respuesta que luego semantiene en el tiempo a pesar de resultar ya in-necesaria o incluso inadecuada.

El DSM-IV incluye el apego desinhibido osociabilidad indiscriminada como una de lasdos modalidades de trastorno reactivo de apego(la otra modalidad es el apego inhibido). Peroese concepto está ahora mismo en revisión, engran parte como consecuencia de que se ha ob-servado que algunos niños y niñas adoptadospresentan tanto síntomas conductuales de apegodesinhibido, como indicadores claros de apegoseguro. Lo que se discute, pues, es si la llamadasociabilidad indiscriminada es o no en todos loscasos un trastorno de apego, pues bien pudieraconsiderarse simplemente un problema de so-cialización que no obstaculiza la formación deapegos seguros. Una buena revisión del estadode la polémica puede encontrarse en Rutter,Kreppner y Sonuga-Barke (2009).

Conclusiones

El estudio sobre el apego en la adopción estálleno de interés y ha demostrado que los niños yniñas que no han tenido la oportunidad de for-mar relaciones de vinculación adecuadas en latemprana infancia siguen siendo capaces de or-ganizar su sistema de apego alrededor de nuevoscuidadores. Muchos estudios no han encontradodiferencias en la seguridad de las conductas deapego entre adoptados y niños y niñas de gruposnormativos. Sin embargo, la mayoría de las in-vestigaciones que han examinado los modelosinternos de apego de los adoptados muestran re-presentaciones más negativas que en los menorespertenecientes a grupos normativos. Parece claro,pues, que la adopción supone una oportunidad

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única para la recuperación del desarrollo emo-cional tras la adversidad temprana, especialmen-te desde la perspectiva de las conductas de apego,aunque con un efecto más progresivo y limitadoen el plano representacional.

La adversidad temprana puede afectar deforma negativa al desarrollo del vínculo de ape-go con los padres adoptivos. El momento de ini-cio y la duración de la institucionalización, laexperiencia de maltrato, y la edad en el momen-to de la adopción influyen en el apego años des-pués de la adopción. Otros aspectos, como laadopción múltiple, parecen ser factores protec-tores para el desarrollo de un apego seguro conlos padres adoptivos. El apego con los padresadoptivos, tanto en lo conductual como en lorepresentacional, también se ha encontrado re-lacionado con el desarrollo cognitivo y con laadaptación conductual.

La investigación ha demostrado que la insti-tucionalización puede aportar soluciones a algu-nos problemas y proteger frente al maltrato y lanegligencia, pero no puede solventar de formaeficaz las carencias afectivas. Por el contrario, lavida en la familia adoptiva y, sobre todo, la cali-dad de las interacciones en ese contexto familiarfavorecen la construcción de una base segura deapego en los niños y niñas adoptados, al que con-tribuye también el estilo de apego de los adop-tantes como contexto de recuperación emocional(Palacios, Román, Moreno y León, 2009).

La sociabilidad indiscriminada afecta a al-gunos niños y niñas adoptados, se relaciona fun-damentalmente con una institucionalizaciónprolongada y en ocasiones se prolonga en eltiempo, pero se trata de un concepto que nece-sita más investigación para seguir comprendien-do su naturaleza como trastorno de apego ocomo problema de socialización compatible conel apego seguro.

La investigación ha mostrado los beneficiosde la adopción y la capacidad de los modelosinternos de apego para actualizarse tras el cam-bio de contexto de cuidado, aunque también re-fleja la complejidad de la reestructuración delos mismos y la persistencia de algunas dificul-tades, cuya presencia no significa que esos mo-delos no vayan a cambiar, sino que necesitanmás tiempo para su recuperación. La lecturaque los adoptantes hagan sobre el origen y sig-

nificado de los comportamientos y expectativasde los niños y niñas, así como el tipo de inte-racción que establezcan con ellos, será funda-mental para proporcionar una base segura deapego. Para que esa lectura sea correcta, muyfrecuentemente necesitarán orientación y acom-pañamiento profesionales antes, durante y des-pués de la adopción.

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