Alma y Cuerpo en La Sexta Meditación de Descartes

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    Universitas Philosophica, Bogot (Colombia) - Vol. 3 NI 6, Junio de 1986

    ALMA Y CUERPO EN LA SEXTA MEDITACION METAFISICA

    DE DESCARTES: UNA LECTURA ESPECULATIVA*

    Juan Jos Botero C.*

    RESUMEN

    Pienso, como algunos autores, que el problema de la relacin alma/cuerpo

    (espritu/cuerpo, mente/cuerpo) no es en realidad un autntico problema filo-

    sfico. Pero esta es una conclusin

    a

    la que se llega, entre otras consideraciones,

    tras un examen atento de algunas de las formas ms importantes de plantear y

    tratar el asunto. El texto que sigue hace parte de ese examen y aborda uno de

    esos planteamientos clsicos. La manera de hacerlo consiste en asumir el punto

    de vista especulativo e interpretar el camino seguido por Descartes como parte

    del itinerario que el espritu sigue en su bsqueda de las verdades fundamenta-

    les para re-encontrarse en la coherencia absoluta consigo mismo. Ms que un

    homenaje a Hegel, la adopcin de ese punto de vista obedece ala conviccin de

    que la argumentacin de Descartes se encuentra precisamente orientada en la

    perspectiva del idealismo especulativo. Pero no justificar esta conviccin en

    este trabajo.

    Al considerar que el problema alma/cuerpo no es un autntico problema

    filosfico no estoy sugiriendo que no sea considerado como tal hoy en da por

    algunos filsofos. Basta contemplar algunas de las corrientes de avanzada en

    materia de psicologa, filosofa del lenguaje o en la llamada teora de la inteli-

    gencia artificiar para darse cuenta de que all se sigue considerando, a pesar de

    todo, un problema de esta ndole.

    Una primera versin en francs de este texto fue presentado en 1980 en un Seminario sobre Descartes en la

    Universidad de Lovaina. Agradezco al profesor C. Troisfontaines sus comentarios, algunos de los cuales

    llevaron a alguna modificacin del texto original y a decidir su publicacin. (Me baso en la edicin de las

    Meditaciones

    publicada por Presses Universitaires de Frances, Pars, 1956, que trae los textos francs y

    latino).

    Universidad Javeriana.

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    Mi trabAjo se propone presentar, desde la perspectiva terica indicada, y

    siguiendo el hilo del discurso de la VI Meditacin Metafsica, la concepcin

    cartesiana de la unin del alma y el cuerpo como constitutivos esenciales de lo

    que l denomina el Yo . La afirmacin del 'yo

    no es slo afirmacin de la

    espiritualidad sino que lo es tambin, simultneamente, de la corporalidad.

    Expuesta mi interpretacin del pensamiento de Descartes sobre este asunto,

    propongo algunos comentarios que intentan resaltar las caractersticas propias,

    la novedad y, en cierta forma, la actualidad de la fundamentacin cartesiana de

    la unidad del hombre.

    1. LA UNION DEL ALMA Y EL CUERPO, SEGUN DESCARTES

    1.1.

    Introduccin

    Para mostrar la unin substancial del alma y el cuerpo, Descartes sigue en la VI

    Meditacin un camino preciso y riguroso que contina el orden de todas las meditaciones.

    precedentes.

    Se debera primero que todo, en efecto, hablar de la existencia de cuerpos y de cosas

    materiales en general, que quedan hasta aqu entre parntesis , para que el problema de

    la unin del alma y el cuerpo pueda incluso ser planteado. De hecho, se trata de un

    problema que surge solamente en su momento, y que tiene, por decirlo as, su lugar

    preciso en el orden de razones que siguen las Meditaciones. Es por esto que es importante

    ir a su encuentro, seguir el camino a lo largo del cual surge como una necesidad de la

    argumentacin, o ms bien como una necesidad de los conceptos ya adquiridos.

    El problema, en efecto, no es, hablando rigurosamente, probar la existencia efectiva de

    mi cuerpo y de las cosas materiales en general, sino el que el espritu adquiera la verdad

    de su conformidad consigo mismo, cosa que no est todava adquirida puesto que an

    queda la duda metafsica sobre la materialidad que, a pesar de todo, es pensada, imagi-

    nada y sentida por el espritu. El camino no es el de un espritu, supuesto de antemano

    como verdadero y conforme consigo mismo, que intentara probar que lo que no es l es

    tambin verdadero. Es ms bien aquel de un espritu que, conforme a su naturaleza

    experimentada en el cogito

    como verdad-evidencia (identidad substancial e inmediata

    de l-pensamiento- y del ser-presencia-), trata de re-conducirse a s mismo, a travs de

    todas sus modalidades y formas-de-ser que no estn en l bajo el modo de la verdad-

    evidencia del cogito, a

    la verdad de la conformidad de todos esos modos de ser con su

    naturaleza, consigo mismo. Las ideas, las imaginaciones y los sentimientos que concier-

    nen ami cuerpo y a las cosas materiales en general, son modalidades de mi pensamiento

    cuya especificidad consiste en que ellas no han encontrado su justificacin en el

    cogito,

    sino que el espritu tiene una tendencia natural , que pertenece a su naturaleza propia, a

    referir dichas modalidades a lo que, no estando presente por el

    cogito,

    es considerado

    como ajeno a l mismo. Por consiguiente, para que el espritu pueda alcanzar su verdad y

    su conformidad consigo mismo, es indispensable que las modalidades del pensamiento

    que remiten a ste a la materialidad, sean tambin verdaderas, lleguen a ser captadas en

    el cogito y, en consecuencia, que mi cuerpo y las cosas materiales existan, es decir, se

    hagan

    presentes en el pensamiento. Seguiremos los pasos de Descartes en este camino.

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    1.2. La posibilidad

    Mi espritu tiene, desde la V Meditacin, la idea clara y distinta (la evidencia) de la

    esencia de las cosas materiales en tanto que objetos de las dem ostraciones geomtricas.

    Ahora bien, esta evidencia, habiendo sido as alcanzada por el espritu, excluye la

    contradiccin, y las cosas de las que el espritu tiene esta idea son entonces posibles. Pero

    esta posibilidad no concierne sino a la relacin con el pensamiento, con la facultad de

    conocer, y no a la existencia efectiva.

    Descartes es consciente de la insuficiencia de tal concepto de posibilidad, concepto que

    ser empleado particularmente por K ant ms tarde y al que H egel har la crtica. H abla

    entonces de la posibilidad como m odo de ser que no es presencia, puesto que no es m s

    que un a idea subjetiva, pero que tiene una relacin con la existencia porque es po sible

    para D ios. Esta posibilidad, claro est, es una idea m a y ella permanece entonces en el

    interior de m i pensamiento, pero lo que constituye su relacin con la existencia no es su

    carcter no-contradictorio, es decir un atributo para mi pensamiento, sino la relacin

    ontolgica que es establecida entre m i pensamiento, don de la idea est presente, y, Dios,

    donde m i pensamiento tiene su fundamento. A hora b ien, puesto que el espritu humano

    no es en s infinito, no es Dios, sino que slo tiene en l su fundamento, la idea de la

    existencia de m i cuerpo y de las cosas materiales no puede darme m s que una posibili-

    dad, y no su efectividad.

    1.3. Probabilidad

    El espritu humano no slo tiene ideas acerca de la materialidad; l la

    imagina tambin.

    En la imaginacin, el espritu no est, por decirlo as, solo en su elemento. C uando imagina

    form as geom tricas, debe referirse de una m anera o de otra a una cierta presencia de la

    forma imaginada. Ahora bien, esta presencia no est en l sino en virtud de una cierta

    fuerza de la que ciertamente no tendra necesidad si se aplicara a cosas que dep enden de

    l solo.

    Es claro que en el cogitoel espritu pudo, l solo, alcanzar la presencia de s a s, y que no

    tuvo necesidad de ninguna otra cosa para pensarse ni para alcanzar las evidencias

    puramente espirituales. Esto quiere decir que puesto que el espritu imagina , debe tener

    en l,

    cuando imagina una relacin a alguna cosas que no le pertenezca esencialmente

    ms que en ese modo de ser, es decir, como imaginacin. Lo que puede as ser-con

    cuando imagina, si existe, podra ser un medio para el espritu de reconocerse como

    verdadero cuando se aplica a im aginar cosas corporales, puesto que esa sera la forma de

    explicarsecmo imagina. Y entonces, ese modo de ser del espritu que para ser verdadero

    supone la existencia de un cuerpo al que debe estar substancialmente unido, si es

    verdadero en ese mom ento, es tambin verdadero cuando imag ina las cosas corporales, y

    por tanto stas existen efectivamente.

    Pero, claro est, esta argumentacin no da al espritu la certeza de su verdad en su

    relacin con la m aterialidad. Esa relacin no es sino probab lemente verdadera : est

    todava blio el modo del condicional. Sigue siendo, pues, un

    problema para el espritu.

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    1.4.

    Los sentidos

    Adem s de las formas geom tricas, el espritu imagina tambin cualidades que son

    para l m s confusas y que dependen d irectamente del contacto de la sensibilidad con la

    materialidad.

    En el transcurso de la relacin inmediata y natural del hom bre con el mundo, el espritu

    crey captar verdades no reflexionadas que se le presentaban bajo la forma de ideas

    sensibles: el espritu tom de su sensibilidad la idea de estar ligado a un cuerpo, situado

    entre otros cuerpos a cuyo contacto senta ciertos sentim ientos; este cuerpo era capa z

    tambin de hacer llegar al espritu apetitos y pasiones, as como ideas que atribuan a las

    cosas exteriores cualidades y cantidades. Esas ideas sensibles eran ante todo para el

    espritu el ndice de una exterioridad radical que subsista independientemente de la

    razn, exterioridad que sera la causa de esas ideas y que se impon a segn los rasgos

    especficos de las ideas sensibles en el espritu. Para el espritu, la relacin inmediata con

    el mund o m aterial era inmediatamente la conciencia de su limitacin y de su dependen-

    cia, pero tambin la de una cierta solidaridad con la materialidad, dado que el senti-

    m iento del cual el espritu

    sabe

    depende de esta solidaridad.

    Pero esta relacin inm ediata es sacudida por la reflexin del espritu qu e

    duda. De un

    lado, el espritu que reflexiona se descubre m uchas veces en el error cuando se abandona

    a su relacin ingenua con la materialidad y hace juicios irreflexivos sobre la base de ideas

    sensibles. De otro lado, los sentimientos que le llegan en los sueos, que no hacen relacin

    a ninguna exterioridad, llevan al espritu a d udar de aq uellos que le llegan cuando est

    despierto. Finalmente, la posibilidad de un Dios engaoso actuando a la hora de la

    formacin de las ideas sensibles, hace vacilar la confianza del espritu en su relacin

    inmediatamente sensible con su cuerpo y con las cosas materiales en general.

    1.5. La

    distincin real

    La relacin de ex terioridad del espritu con la m aterialidad estaba fundada p rincipal-

    men te sobre el hecho q ue las ideas sensibles se imp onan al espritu independientem ente

    de su querer y que no podan estar en l ms que por la sensibilidad. Ahora bien, la

    reflexin conduce al espritu a encontrar que esta independencia no tiene necesaria-

    men te su fundam ento en la exterioridad, y que l podra estar tam bin en una relacin

    verdadera si esas ideas fuesen causadas por algn modo de ser, todava no reflexionado,

    del pensamiento.

    Pero u na vez qu e el espritu, tratando de superar por la reflexin sus relaciones ms o

    menos inmediatas consigo mismo y con las cosas, ha llegado ya a la verdad de su

    Presencia a s en el

    cogito

    slo se encuentra como verdadero cuando accede a la

    evidencia como m odo de su ser en el cual concibe de una m anera clara y distinta, es decir,

    en una relacin inmediata al ser. Ah ora bien, puesto que esta presencia a s del espritu

    humano en el pensamiento est fundada sobre la realidad infinita

    cuyo concepto es

    inmediatam ente presencia a s, es decir Dios, el mo do de ser del espritu en la evidencia

    encuentra la garanta de su verdad en su asiento sobre el fundamento divino. Dicho de

    otra manera, la evidencia es para el pensamiento tambin un fundam ento ontolgico,

    garantizado por D ios, que pone las cosas en el ser. Po r consiguiente, cuando la relacin

    que el espritu, en tanto que p ensamiento y no-extensin, tiene con el cuerpo, en tanto

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    que extensin y no-pen sam iento, se pone en la evidencia como una relacin de exteriori-

    dad, el espritu encuentra que hay all una relacin verdadera y no una ilusin. As, el

    espritu puede poner en verdad el concepto de la distincin real entre l, en tanto q ue

    pensamiento, y el cuerpo.

    Esta distincin real, en tanto que relacin de exterioridad, debe ser explicada. La

    exterioridad no puede existir ms que entre dos substancias que son, dice Descartes,

    cada una de ellas una substancia completa. El pensamiento es el modo de ser ms

    verdadero (aquel que tiene m s realidad , segn Descartes) de la substancia espiritual,

    mientras que la extensin posee los mismos caracteres en relacin a la substancia

    corporal. Sin embargo, la relacin de exterioridad que ha sido encontrada verdadera por

    el espritu entre esas dos substancias no es por el mom ento m s que una relacin en el

    espritu, o en el pensamiento, que debe todava, para ser del todo real, ser encontrada por

    el espritu en la efectividad. La distincin real entre el alma y el cuerpo permanece

    hipottica hasta tanto el espritu no se haya encontrado en verdad en lo que concierne a

    la existencia de cuerpos m ateriales. Todo lo que l tiene, por el momen to, es la evidencia

    de que si m i cuerpo existe, l es en m realmente distinto del pensam iento, aunque le est

    tambin estrechamente unido .

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    El cuerpo

    El pensamiento y la extensin son pues los dos conceptos cuya existencia ha sido

    trada a la verdad por el cogito.Son conceptos claros y distintos y en ellos el espritu se

    encuentra como en dos substancias diferentes.

    La extensin, en tanto que ella no es el pensamiento, realizar su concepto en las

    substancias corporales, mientras que el pensamiento lo realizar en la sub stancia espiri-

    tual. El espritu encuentra en el concepto de corporalidad, que no es por el momento ms

    que bajo el modo de la posibilidad, todo lo que tiene que ver con la extensin, y en el

    concepto de alma encuentra todo aquello que remite al pensamiento (inteligencia,

    voluntad). Pero en ste, todo lo que el espritu tiene

    en verdad es activo, mientras que las

    ideas de la corporeidad no tienen al espritu como fuente. Ahora bien, en el sentimiento el

    espritu conoce activamente lo que ha recibido pasivamente, a saber, las ideas sensibles

    las cuales no teniendo al espritu como fuente puesto que no presuponen el pensamiento

    (mi pensamiento), tienen forzosamente que tener una causa activa en aquello que el

    espritu tienen como distinto de l, es decir, tienen la causa o bien en el cuerpo, o bien en

    Dios.

    D icho de otro modo las ideas sensibles hacen que el espritu se presente com o teniendo

    una relacin con la fuente de esas ideas, es decir, con aquello en donde tienen una

    realidad diferente a la que tienen en el espritu a saber: o bien una realidad formal si ellas

    provienen de los cuerpos, o bien una realidad eminente, si provienen de Dios.

    Aqu, el espritu estara tentado de atribuir a las ideas sensibles una causalidad

    absoluta o eminente, puesto que parecera ms difcil admitir que tengan su causa en lo

    que el espritu mismo ha encontrado como no-pensamiento. Sin embargo, si les atribu-

    yera esta causalidad se encontrara inmediatamente frente a la necesidad de situarse en

    una relacin con el absoluto sobre la cual no tiene ningn indicio, mientras que su

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    relacin con la materialidad, en donde tiene a pesar de todo una inclinacin natural a

    encontrar la fuente de las ideas sensibles, lo colocara en la causalidad de los cuerpos y, en

    consecuencia, la verdad del espritu que se relaciona efectivamente con cuerpos exterio-

    res realmente existentes. Las ideas sensibles, pues, tienen un fundamento doble: se

    encuentran en el pensamiento, que las conoce, pero tienen una realidad formal en los

    cuerpos que las han causado. Esta conclusin se basa en la relacin del espritu con su

    fundamento, Dios, que pone las verdades en el ser y no puede ser engaoso; no deriva,

    pues, de los conceptos de pensamiento o de corporeidad.

    1.7. La

    unin

    El problema para el espritu, ahora, es resolver la dificultad puesta por esta causalidad

    de los cuerpos sobre l, teniendo en cuenta que ya haba encontrado la distincin real

    entre las dos substancias.

    La relacin de exterioridad con el cuerpo en la cual el espritu se encuentra en verdad

    ahora que tiene plena confianza en la existencia de los cuerpos, es para l la adquisicin

    de la certeza de su diferencia real y efectiva con respecto a los cuerpos. Pero esta

    exterioridad es un modo de accin de los cuerpos sobre el espritu, pues de otra manera

    las ideas sensibles, que son el nudo de la relacin, no existiran y no habra entonces

    ninguna relacin. Ahora bien, el espritu no puede testificar esta accin ms que si la

    relacin de exterioridad es a la vez una relacin de unidad. La exterioridad es para el

    espritu aquello que ha encontrado en s una vez que ha tenido la evidencia de s y de la

    esencia de los cuerpos y que esta evidencia ha encontrado su verdad fundamental en

    Dios. pero esta exteriorid d

    se ha revelado en el pensamiento como puramente esencial

    al espritu, mientras que en el sentimiento ha sido ms bien experimentada por l como

    unin.

    Habr que considerar entonces de cerca la naturaleza de ese sentimiento.

    1.8. La

    prctica

    En el examen que el espritu realiza sobre lo que los sentidos le aportan, se descubre

    doblemente implicado: de una parte, las ideas sensibles le permiten relacionarse verda-

    deramente con las cosas materiales y con su cuerpo; pero, por otra parte, esa relacin no

    es, en lo que concierne slo a los sentidos, una relacin terica, sino prctica.

    En efecto, lo que l aprehende por los sentidos, dada la distincin real encontrada

    anteriormente, no concierne a la inteligibilidad que slo el pensamiento puede alcanzar,

    sino a ciertos rasgos que tienen que ver con su carcter fmito e intrnsecamente depen-

    diente de la realidad material. Ahora bien, el espritu encuentra que de esos rasgos

    dependen la existencia y el mantenimiento del cuerpo al que l se siente inmediatamente

    ligado. En consecuencia, las ideas sensibles, que no tienen en ellas, en tanto que pura-

    mente sensibles, nada que pueda pertenecer al concepto del pensamiento, estn en el

    espritu como una relacin de ste consigo mismo, no en tanto que espritu solo, sino

    en

    tanto que espritu unido a un cuerpo.

    Lo que l encuentra en s, en otras palabras, es su

    unin substancial con un cuerpo, unin cuyo mantenimiento en el ser necesita de las

    ideas sensibles, en lo que toca al cuerpo.

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    La unin del espritu al cuerpo toma as la forma de la finalidad, segn un concepto que

    la hace necesaria para que el espritu pueda encontrarse en la coherencia consigo mismo

    en su relacin de exterioridad con la materialidad yen su aspecto pasivo en la creacin de

    ideas sensibles. Ella es finalidad porque soporta una legalidad en su ser puramente

    material, legalidad que tiene su fundamento en el querer de Dios, que pone la verdad

    como tal. El sentimiento, o la idea sensible, tiene pues los dos lados del compuesto

    espritu-cuerpo como pertenencia del yo (compuesto) a dos substancias relamente

    distintas; y el yo aparece al espritu, pues, como condicionado en un ser por un objetivo

    que no es otra cosa que l mismo en tanto que compuesto.

    De este modo el espritu puede alcanzar la entera verdad tambin en la unin del alma y

    el cuerpo. La

    distincin real

    de esas dos substancias hace que la relacin del espritu con

    su cuerpo y las cosas materiales en general no permanezca en la incoherencia, sino que

    alcance la verdad; pero la unin

    entre ellos es para el espritu la superacin de su relacin

    inmediatamente exterior

    con la materialidad, en una nueva substancia. En ella, los dos

    lados de la relacin forman una identidad nueva en el modo de la finalidad. Sin embargo,

    lo que queda de paradjico aqu es que, en la tercera substancia, esos dos componentes

    siguen estando, a pesar de todo, en la relacin de exterioridad. Cmo puede el espritu

    encontrarse en verdad en el caso de una substancia que est compuesta de dos substan-

    cias que se niegan mutuamente?

    1.9. La

    contradiccin

    En el camino recorrido, el espritu ha encontrado la verdad de su relacin con la

    materialidad como una relacin de exterioridad. Pero tiene ahora tambin como verda-

    dero el que esta exterioridad, en el caso de la relacin con su cuerpo, es en realidad una

    unin substancial, y que esta unin es no solamente una garanta de su primera verdad,

    sino sobre todo una garanta de su propio ser en tanto que

    yo.

    Esta unin, a decir verdad,

    es de hecho posible gracias a que las dos substancias que la componen son realmente

    distintas, pues de otro modo no sera una unin sino una confusin en la que la una se

    perdera en la otra. Bien entendido, la conciencia que el espritu tiene de la unin no

    reposa sobre la necesidad del concepto de unin, porque la unin es simplemente sentida

    y experimentada . El espritu no posee en s mismo otra evidencia que la del fundamento

    de la veracidad de ese sentimiento; no posee, pues nada que pueda explicar el concepto

    interno de esa unin. Pero la contradiccin no se encuentra all, puesto que para el yo es

    tan vlida su relacin con el cuerpo, que le da la certeza de su unin substancial, como su

    relacin con el pensamiento, que le da certezas bajo la forma de la evidencia. La contra-

    diccin se encuentra ms bien al interior del espritu, para quien su relacin de exteriori-

    dad con el cuerpo es tan verdadera como lo es la superacin de esta exterioridad en la

    unin.

    El espritu vuelve a encontrar aqu todo lo que le es caracterstico. En tanto que es

    relacin con la sensibilidad, se encuentra verdadero en el sentimiento de la unin,

    experimentada en el transcurso de la prctica cotidiana. Yen tanto que es relacin a s en

    el pensamiento, se sabe verdadero en el concepto de la distincin real entre l y el cuerpo.

    Por lo dems, es aqu en donde se encuentra casi toda la explicacin del

    error:

    en

    ocasiones, el espritu va ms all de la evidencia y confunde, mezclndolas, las propieda-

    des de cada una de las substancias. All est tambin la fuente de los errores intrnsecos

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    de los sentidos, los cuales no pueden acceder al modo de la evidencia, que pertenece al

    pensamiento, pero tienen en ellos la legalidad requerida para que el espritu pueda

    utilizarlos: cuando, accidentalmente, esta legalidad no se cumple, los sentidos se extra-

    van de su verdadera existencia y se vuelven engaosos.

    Ahora bien, tanto la distincin real como la unin substancial del alma y el cuerpo son

    para el espritu verdades fundadas sobre la verdad absoluta, aquella que es el SER por

    excelencia. As, al espritu le basta con remitirse al pensamiento cuando tiene que

    vrselas con la distincin, y referirse al sentimiento en el caso de la unin, sabiendo como

    verdad que tanto el uno como el otro tienen su

    fundamento

    en Dios, para quien la

    contradiccin es superada en la finalidad. Porque tambin es cierto para el espritu que,

    en ltima instancia, la finalidad no es una ilusin, sino que es realizada a lo largo de cada

    existencia.

    Esta finalidad que el espritu encuentra en el yo le revela la condicin humana a la que

    pertenece, tanto como su cuerpo. En ese caso, sera mejor que el espritu se reconciliase

    con su corporeidad para que la unin pueda adquirir para l, a pesar de su aparente

    incoherencia, un sentido que, entre otras cosas, no sera necesariamente el de la resig-

    nacin.

    2. COMENTARIOS A LA POSICION DE DESCARTES

    La argumentacin de Descartes, concebida como el itinerario del espritu en busca de

    la verdad como conformidad consigo mismo, sugiere algunos comentarios:

    2.1. Primero que todo, es evidente que el cogito constituye una adquisicin definitiva de

    la Filosofa Occidental. Hegel dice de Descartes, a ese respecto, que l es el fundador

    de la filosofa moderna (Enc. par. 64). En efecto, el

    cogito expresa la verdad del

    pensamiento y del ser en su inseparabilidad. No se trata, como Descartes mismo lo

    hace notar (Resp. a las 2as. Ob), de un silogismo, sino de un acto que es a la vez

    epistemolgico y ontolgico, y que no debe ser escindido porque el ser es en el

    pensamiento y el pensamiento piensa por el ser.

    En ese sentido, la evidencia

    buscada por el espritu en las Meditaciones sobrepasa toda consideracin meto-

    dolgica y constituye para l un verdadero itinerario metafsico. Pero, a la vez, ese

    itinerario es el mismo del espritu que no se encuentra en verdad sino cuando est

    en acuerdo consigo mismo, una vez que las dudas han sido superadas por la

    evidencia.

    Este doble encausamiento del espritu est fundado sobre lo que constituye la

    primera verdad, a saber, el concepto de la esencia ms real de todas,que contiene en

    ella misma todas las realidades, y entre ellas, tambin la realidad de la existencia.

    Como se ve claramente en la VI Meditacin, toda la verdad del espritu que llega a

    travs de la recuperacin metdica de s a la perfecta coherencia consigo mismo,

    est fundada metafsicamente sobre esta primera verdad. El alcance y la significa-

    cin de esta fundamentacin de la unidad del pensamiento y el ser, que se expresa

    en el Cogito , es lo que debera examinarse.