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INTRODUCCIÓN FILOSOFÍA MODERNA Se trata de adquirir un nuevo conocimiento que impulse el control de la naturaleza, la clave filosófica. Hemos de partir del escepticismo que negaba la posibilidad de obtener un conocimiento seguro por lo que convendría suspender toda forma de juicios. En Francia durante los siglos s.XVI y s.XVII resurge el escepticismo de la mano del filósofo Montaigne que influenciará en Descartes. Estas aportaciones dieron lugar a la consolidación de la ciencia moderna cuyas características principales son: 1. Nueva imagen del Universo: heliocéntrico, homogéneo y mecanicista. 2. Sustitución de la descripción cualitativa del cosmos con una descripción cuantitativa. La nueva ciencia se inspira en la deducción lógica y en las matemáticas que serán el referente para la filosofía racionalista cuyas características son: 1. Confianza plena en la razón frente a los sentidos que será autónoma y autosuficiente y ya no estarán al servicio de la fe. 2. Los sentidos (como fuente de conocimiento) ocupará un papel secundario ya que, frente a la razón que se apoya en la intuición y en la deducción llegan verdades indiscutibles (el todo más que las partes). Estos sentidos suministran información confusa. 3. El nuevo método está basado en las matemáticas (deducción). 4. Ideas innatas presentes en todos los seres humanos. (ideas innatas: ideas que conocemos al margen de los sentidos. Ideas universales.) 5. Subjetivismo: el hombre no conoce más que su propio pensamiento (privado). Nadie puede acceder a los contenidos mentales de otros y no puede evitar pensar algo más allá de esos contenidos. Intuición: elemento conocimiento. Conocimiento intelectual inmediato para captar ideas claras que no ofrecen duda.

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INTRODUCCIÓN FILOSOFÍA MODERNA

Se trata de adquirir un nuevo conocimiento que impulse el control de la naturaleza, la clave filosófica. Hemos de partir del escepticismo que negaba la posibilidad de obtener un conocimiento seguro por lo que convendría suspender toda forma de juicios.

En Francia durante los siglos s.XVI y s.XVII resurge el escepticismo de la mano del filósofo Montaigne que influenciará en Descartes. Estas aportaciones dieron lugar a la consolidación de la ciencia moderna cuyas características principales son:

1. Nueva imagen del Universo: heliocéntrico, homogéneo y mecanicista.2. Sustitución de la descripción cualitativa del cosmos con una descripción cuantitativa.

La nueva ciencia se inspira en la deducción lógica y en las matemáticas que serán el referente para la filosofía racionalista cuyas características son:

1. Confianza plena en la razón frente a los sentidos que será autónoma y autosuficiente y ya no estarán al servicio de la fe.

2. Los sentidos (como fuente de conocimiento) ocupará un papel secundario ya que, frente a la razón que se apoya en la intuición y en la deducción llegan verdades indiscutibles (el todo más que las partes). Estos sentidos suministran información confusa.

3. El nuevo método está basado en las matemáticas (deducción).4. Ideas innatas presentes en todos los seres humanos. (ideas innatas: ideas que

conocemos al margen de los sentidos. Ideas universales.)5. Subjetivismo: el hombre no conoce más que su propio pensamiento (privado). Nadie

puede acceder a los contenidos mentales de otros y no puede evitar pensar algo más allá de esos contenidos.

Intuición: elemento conocimiento. Conocimiento intelectual inmediato para captar ideas claras que no ofrecen duda.

Deducción: tipo de reflexión que se realiza desde las matemáticas. Proceso o razonamiento en el que hacemos derivar una verdad de otra por mediación procesualmente y cartesianamente conexiones entre ideas simples.

La otra corriente es el empirismo que representa una línea de pensamiento fundada en Inglaterra (Hume, Locke…). Las tesis principales pueden resumirse de la siguiente forma:

1. Defensa de la experiencia sensible como origen del conocimiento y criterio de certeza.2. La mente es una página en blanco.3. El modo de saber lo van a constituir las ciencias empíricas.4. En cuanto al método de conocimiento, los empiristas se basan en la observación,

inducción y análisis de hechos.

DESCARTES

La imagen cartesiana: representación gráfica de los saberes.

Ramas: todas las ciencias de Descartes que se reducen a tres (medicina, mecánica y moral) Tronco: física.

Raíces: metafísica.

El resultado de este proceso de clasificación de los saberes culmina en una concepción del saber o de ciencia universal llamada por él: “mathesis universales”.

Teoría del conocimiento

Tenemos que partir de conceptos ya mencionados con anterioridad como son:

1. El concepto de intuición: la intuición cartesiana es la sencillez asociada a la claridad (resulta manifiesto para toda mente abierta).

2. Distinción: precisar con exactitud lo que contiene algo.

Intuición cartesiana: es un conocimiento de principios que destaca por su rapidez. En la intuición captamos de forma inmediata sin error, los conceptos simples que surgen de la razón.

Deducción cartesiana: es una serie de sucesivas intuiciones apoyadas en la memoria. Se trata de un conocimiento de consecuencias de aquellos principios que captamos con la intuición.

Descartes inicia la constitución de su método en una obra que se denomina El discurso del método.

En el método cartesiano encontramos cuatro reglas:

1. Evidencia: “no admitir como verdadero cosa alguna que no supiese con evidencia que lo es; se trata de evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentan tan clara y distintamente a mi espíritu que no hubiese ocasión de ponerlo en duda”.

2. Análisis: “dividir cada una de las dificultades de examinar en cuantas partes fuera posible y cuanto requiriese su mejor solución”. En el análisis captamos ideas simples por la intuición pero si queremos captar con la misma precisión ideas complejas que no sean tan evidentes como las simples, tendemos a descomponerlas en sus elementos más simples y estos serán captados por la intuición.

3. Síntesis: “conducir ordenadamente mis pensamientos empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente hasta el conocimiento de lo más complejo e incluso suponiendo un orden entre los que no se proceden naturalmente” Una vez descompuestas las ideas complejas en sus partes más simples (intuición), debemos volver a recomponerlas por medio de la síntesis. El sujeto, las interpreta como la suma de intuiciones parciales y así puede percibir intuitivamente su conexión.

4. Enumeración y revisión: “hacer en todo unos recuentos y una revisiones generales que llegase a estar seguro de no omitir nada”. Se trata de tener una intuición general del método y una evidencia simultánea del conjunto.

Para aplicar este método a la filosofía es necesario partir de cero y poner en duda las elaboraciones metafísicas. Descartes no admitirá, como los escépticos, la imposibilidad de que haya algún conocimiento verdadero y así su duda inicial, actividad, la provisionalidad hasta encontrar una verdad de la que no podamos dudar, desde la que empezar a reescribir la filosofía.

Pero: ¿Cómo se llega a esa verdad indudable, tan clara y distinta que nos permite convertirla en la piedra de toque del edificio de la filosofía? Descartes, en su obra Las meditaciones metafísicas plantea una situación de experiencia personal en relación al conocimiento: escepticismo y confusión en un principio y después se propondrá en primer lugar, averiguar si efectivamente hay algo verdadero en el mundo, aplicando un método basado en la duda. La primera meditación de su obra la va a dedicar a examinar los motivos de duda que podrían afectar a sus conocimientos:

1. La desconfianza en los sentidos: cuando el ser humano parte de los sentidos como principal recurso a la hora de elaborar sus conocimientos; ahora bien, cualquiera puede darse cuenta de que a veces las percepciones sensitivas fallan.

2. Sueño y vigilia: ahora mismo podemos estar seguro de que los sentidos no nos están engañando, de que no estamos siendo víctimas de ninguna confusión sensitiva. Pero incluso en estos casos Descartes encuentra motivos para la duda. ¿Cómo podemos estar seguros de que no estamos soñando? Podríamos estar en un sueño profundo y realista que lo confundiéramos con la vigilia. Por eso debemos poner entre paréntesis no solo los datos que nos transmite los sentidos, sino también los propios pensamientos.

3. Existencia del genio maligno que esté interviniendo siempre en nuestras operaciones mentales de tal forma que haga que confundamos constantemente lo falso y lo verdadero. Pero el culpable ya no es Dios, sino un genio maligno.

En la segunda meditación, Descartes constata la situación en la que se encuentra viéndose obligado a dudar de todo. Descartes se da cuenta sin embargo, que hay algo que permanece incuestionable a lo largo del proceso: la propia duda. Deduce que si al menos hay duda, hay pensamiento, se existe, hay existencia, al menos en tanto que mente o sustancia pensante y lo recoge en su sentencia “cogito, ergo su” (pienso, luego existo).Esta proposición se presenta con total claridad y distinción, de modo que resiste todos los motivos de duda y goza de absoluta certeza.

Descartes seguirá avanzando deductivamente en el análisis de la mente que piensa. ¿Qué es lo que hay en el pensamiento? Contenidos mentales, es decir, ideas de tres tipos:

1. Adventicias: proceden del exterior por lo que están sometidas a la misma duda que la existencia de cualquier objeto externo. No pueden ser usadas en el avance del proceso deductivo.

2. Facticias: son las que yo mismo género usando ideas adventicias por lo que también quedan sometidas a dudas.

3. Innatas: aunque no proceden del exterior no han sido producidas por el sujeto, es decir, proceden de Dios. Descartes analiza dos de estas ideas: idea de infinito e idea de percepción y argumenta que no pueden ser causadas por el hombre dado que es finito y por lo que imperfecto; solo pueden haber sido causadas por un ser que sea a su vez infinito y perfecto (Dios).

Descartes una vez demostrada la existencia de Dios y dado que Dios no puede ser imperfecto se convertirá en garantía de tanto que mi percepción de la realidad como mis ideas no sean erróneas constantemente sino más bien correctas. De esta forma el sujeto se asegura la certeza del mundo de la realidad externa a mí, de la misma manera que he descubierto como verdadera la proposición.

Metafísica.

Descartes va a continuar empleando el término escolástico de sustancia que lo podemos definir como aquello que necesita de nada más que ella para existir. A partir de esta definición, la conclusión es que solo Dios es sustancia puesto que el resto de las criaturas necesitamos de Dios para existir. De ahí que Descartes diga que el concepto de sustancia no se aplique del mismo modo a Dios que a las criaturas y por lo tanto haya dos tipos de sustancias:

1)

a) Sustancia infinita: es la garantía de todo el sistema cartesiano (Dios).

b) Sustancia finita: almas y cuerpo. No necesitan más para existir excepto Dios. Por lo tanto una sustancia finita no necesita para existir de ninguna otra sustancia finita de la misma categoría; el alma no necesita del cuerpo para existir de aquí que la antropología cartesiana también sea dualista, ahora bien teniendo en cuenta una serie de problemas que se derivan de esta posición.

2) La sustancia pensante: es el ser humano. Principalmente nos referimos a su mente porque es de lo único que estamos seguros, no del cuerpo que percibimos de los sentidos.

3) Sustancia extensa: accedemos a ella por los sentidos pero porque nos lo garantiza Dios que no nos engaña. La extensión es su propiedad o atributo. Las restantes cualidades de la materia son cualidades subjetivas. La materia en ese mundo físico es continua y por tanto Descartes negará la existencia de átomos y vacío. Dios crea la materia y la conserva impulsando el movimiento en forma de torbellino. Esta concepción se denomina mecanicista, no tuvo mucha vigencia y rápidamente fue sustituida por la física de Newton.

Todos los fenómenos naturales (la formación del universo…) se van a explicar por principios racionales. Tres principios fundamentales:

1. Principio de inercia: cada cosa depende de sí mismo, continúa en su estado de reposo/movimiento y nunca cambia si no es por la acción de otra cosa.

2. Principio de la dirección del movimiento: todo cuerpo en movimiento tiende a continuar su movimiento en línea recta.

3. Principio del choque y conservación de la cantidad de movimiento: si un cuerpo empuja a otro, no puede darle ningún movimiento. Si él no pierde la misma cantidad del suyo puede restárselo si el suyo no aumenta en la misma cantidad.

Por otro lado, Descartes dice que a cada sustancia fuera del mundo físico, la corresponde un atributo; el atributo constituye la esencia de la sustancia, se identifica con ella, cada tipo de sustancia tiene un solo atributo. A cada atributo le corresponden distintos modos, aquellas cualidades cambiantes como es el caso del movimiento y la figura en el caso de la sustancia extensa y entendimiento y voluntad en el caso de la sustancia pensante. Solamente en el caso de Dios, no existen los modos porque como es perfecto no tiene la necesidad de cambiar.

Antropología.

El ser humano en Descartes es necesariamente un ente porque eso es de lo que estamos seguros. Sin embargo del cuerpo, que percibimos por los sentidos, no estamos seguros. El pensamiento es el alma, una sustancia espiritual, cuyo único atributo es el pensamiento (juzgar, razonar, imaginar, querer, sentir… son formas de pensar). Descartes llama al alma “sustancia pensante”. El cuerpo es extensión, que es su único atributo. La concepción del hombre en Descartes será en consecuencia dualista. Si el alma y el cuerpo son sustancias, no se necesitan mutuamente para existir. Tampoco se ve como el puro pensamiento y la pura extensión están unidos. Este problema va a recibir en la historia de la filosofía el nombre de: “el problema de la comunicación de las sustancias”. El hombre consta de cuerpo y alma pero predomina el alma.

El cuerpo humano, está sujeto al mecanicismo de la materia, está gobernado por leyes físicas. El alma es pensamiento, nada material puede afectarle directamente, por tanto el alma no está sometido a leyes y es lo que permite al hombre es escindirse del resto de elementos de la

naturaleza y por tanto ser libre. Aunque estas dos sustancias están aparentemente separadas, Descartes defiende que el alma está unida al cuerpo. Más tarde localizará la unión en la glándula pirial (hipófisis), situado en una zona concreta del cerebro. Esta es una posible dificultad (la comunicación cuerpo/alma) ya que como él mismo explica, nada espiritual tiene extensión y por tanto el alma no debería localizarse en ningún lugar.

Otro problema que surge es el de explicar la interacción entre ambas sustancias. Pues ¿Cómo es posible que cuando el cuerpo se ve afectado por un incidente, el alma siente dolor, y viceversa? Descartes tiene claro que el alma es lo que siente, no el cuerpo, lo que percibe sensaciones (deseo, tristeza, alegría…). La solución cartesiana a este problema, pasa por afirmar que la información sensitiva llega a la glándula pirial viajando por sangre, cuando llega se registra en el alma y del mismo modo las actividades que se producen en el alma tienen repercusión.

El dualismo cartesiano tiene repercusiones a la hora de explicar que el ser humano es libre, porque si es cierto que el cuerpo se rige por leyes naturales (mecánicas), el alma es libre y controla las acciones del cuerpo. El cuerpo como mecanismo puede ser estudiado y experimentado científicamente, de hecho los animales que carecen de alma son pues máquinas autómatas.

Teología.

Tenemos un yo “cogito” cuya naturaleza sirve en pensar. Lo podemos llamar mente o alma. Además tenemos un criterio de verdad y certeza y también unas ideas en la mente. Estas ideas son de diversos tipos. Pero el problema sigue siendo igual. ¿Cómo superar el mero subjetivismo? ¿Cómo pasar del orden de las esencias, de las ideas, al orden de las existencias, de las entidades reales?

Descartes analiza la procedencia de cada una de las clases de ideas unas proceden del sujeto y otras parecen tener un origen externo; no obstante sabemos que hay otras que están en la mente, como ocurre por ejemplo con la idea de un ser perfecto e infinito. Es a partir de aquí cuando Descartes, presentará tres pruebas cuya conclusión será la existencia de Dios:

1. Cuando concebimos una idea, la concebimos con sus propiedades esenciales: la idea de triángulo la concebimos como figura de tres lados y tres ángulos y la suma de sus ángulos es igual a dos ángulos rectos; ahora bien, en la idea de triángulo la existencia real se presenta solo como posible. En cambio al analizar la idea de Dios (idea de ser perfecto), nos damos cuenta de que lleva implícita, necesariamente, la existencia real, ya que la suma perfección de Dios exige que carezca de la perfección de la existencia. Del mismo modo que no se podría pensar una montaña sin su valle correspondiente y que la razón humana no es capaz. La razón humana no es capaz de pensar en Dios si no es como existente.

2. Prueba de la infinitud: entre las ideas innatas del yo se encuentra la idea de infinito. Esta idea es efecto de alguna causa pero no ha podido venir de mí mismo ya que es un ser finito y por lo tanto limitado e imperfecto (el hecho de dudar es un signo de limitación en mi saber). La idea de infinito que hay en mí, necesita una causa

adecuada. Entre causa y efecto debe haber proporción. Una causa no puede ser inferior a su efecto y esa causa solo puede ser una sustancia infinita, tiene que haber producido en la idea de un ser infinito. Esa sustancia es Dios.

3. Argumento de la causalidad aplicada al yo: cuando yo me analizo a mí mismo me descubro un ser finito e imperfecto: hay una perfección más grande en el conocer que en el dudar. Si yo me hubiera hecho a mí mismo me habría dotado de aquellas perfecciones que soy capaz de concebir como por ejemplo omnipotente, omnisciente… Así pues es evidente que no me he creado a mí mismo sino que he sido creado por el ser que tienen las perfecciones y del que yo tengo la idea.

Como consecuencia de estas reflexiones, Descartes piensa que hay que concluir que el yo no es la única idea (una realidad existente) sino que además hay otra: Dios.

Ética.

Como no podía ser de otra forma también Descartes afirma que el fin del hombre es la consecución de la felicidad. Por eso es tan importante la ética como cualquier otra parte de su filosofía.

La moral cartesiana es provisional dado que la moral definitiva solo podrá ser obtenida como fruto último del sistema filosófico cartesiano. A cualquier persona le bastará para vivir felizmente las siguientes máximas:

1. Es necesario tener una actitud de cautela, de procedencia, muy acorde con el espíritu de su epistemología: puesto que la realidad que lo circunda es cambiante y muy pocas cosas son estables, Descartes decide obedecer a las leyes y costumbres de su país. También ser fiel a su religión y seguir las opiniones más moderadas y comúnmente aceptadas.

2. Descartes propone actuar decididamente una vez toma la decisión de hacerlo siguiendo lo más probable como si se tratase de algo muy verdadero y cierto dado que no hay nada seguro. De este modo se evitaría siempre la indecisión.

3. Está inspirada en la moral estoica: en lugar de intercambiar el orden del mundo y destino, debemos adaptarnos a ello pero también vencer las pasiones y vivir en la creencia de que lo único que hay que podemos tener bajo control son nuestros propios pensamientos.

4. Se trata de escoger la mejor de las ocupaciones posibles y Descartes escogió para él, el hecho de consagrar su vida al cultivo del pensamiento.

A modo de conclusión, la ética cartesiana apunta hacia una línea de conducta basada en la moderación. También encontramos una tendencia intelectualista (intelectualismo socrático). (Si hay algo que es malo nos es imposible realizarlo de lo contrario estaríamos actuando por ignorancia). También en coincidencia con la filosofía escolástica, Descartes considera que la felicidad es la finalidad de la vida humana.

HUME

Filósofo empirista.

Se le conoce por su escepticismo moderado:

o Critica al concepto de causalidad.

o Critica a la idea de sustancia.

Empirismo:

o La experiencia sensible es el origen de todo nuestro conocimiento y del criterio de certeza.

o La mente es una página en blanco y carece de idea innata.

o Modelo de saber: ciencia empírica-> física.

o Método de conocimiento-> inducción y observación en contra de la deducción cartesiana.

Teoría del conocimiento.

La diferencia entre empirismo y racionalismo es que ésta última afirmaba que la razón es la fuente de todo conocimiento mientras que los empiristas afirmaban que la fuente y el límite de nuestro conocimiento, la va a construir la experiencia.

La conclusión inmediata es que no van a existir ideas innatas y que cualquier información procede siempre de la experiencia sensible. Cuando nacemos la mente es como una página en blanco en la que no hay nada impreso. Esta página se va llenando con los contenidos que aporta la experiencia sensible. Hume va a diferenciar entre dos tipos de contenidos mentales:

Las impresiones.

Las ideas.

Las impresiones son contenidos mentales más fuertes y las ideas son contenidos mentales más debilitados. La relación existente entre las impresiones y las ideas va a ser la misma que lo original y la copia. Todas nuestras ideas son copias de nuestras impresiones (percepciones) que son más intensas.

Hume sostiene que las matemáticas se basan en impresiones sirviéndose de ejemplo a la impresión de semejanza. El papel secundario del conocimiento lo tendrían las ideas y éstas serían el resultado de las impresiones. El criterio de certeza será el siguiente: una afirmación será verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión y falsa si no se da esa correspondencia.

La diferencia entre ellas es su grado de intensidad.

Las impresiones se clasifican en dos tipos:

Impresiones de sensación: son aquellas que derivan de las percepciones sensibles y se corresponde con la acción de nuestros sentidos (tacto, vista…).

Impresiones de reflexión: son el resultado de la percepción de una idea, como, por ejemplo sentimos desagrado.

Por otra parte las impresiones también pueden clasificarse en simples o complejas.

Impresiones simples: son como la percepción por los sentidos.

Impresiones complejas: perciben algo más que un simple estímulo.

Las ideas también se dividen en simples o complejas ya que la mente combina de múltiples formas impresiones que nos llegan a través de los sentidos. Las ideas simples son la copia de una impresión simple como por ejemplo la idea de sonido; pero también estas ideas complejas como copia de impresiones complejas o pueden ser resultado de combinaciones de contenidos mentales previos, por ejemplo, la idea de unicornio surgiría de combinar la idea de cuerno con la de caballo, idea que a su vez deriva de ambas impresiones. La forma en que los seres humanos combinamos estas ideas es universal, es decir, existe una tendencia común en los hombres al combinar las ideas en función de leyes: semejanza, contigüidad en el espacio y tiempo, causa y efecto.

Lo importante es que nuestras impresiones o ideas complejas pueden ser descompuestas hasta llegar a unidades mínimas o indivisibles que constituyan la materia prima del conocimiento; por ejemplo: cuando recordamos a un viejo amigo por una imagen suya, actúa la semejanza o, si alguien menciona lo limpia que está la clase, inmediatamente la compararemos con el resto de las clases.

La ley de asociación es como el cemento que opera de forma automática e inconsciente como una tendencia natural para asociar estímulos. Según Hume, las tres leyes explicarían cualquier forma de interpretación de la realidad y es que cualquier elaboración intelectual que llevamos a cabo está relacionada con algunas de estas leyes de asociación.

Otra cuestión importante en la teoría del conocimiento de Hume es la distinción entre las verdades de razón y las verdades de hecho. Cualquier afirmación puede dividirse en uno de estos campos de verdad.

Las verdades de razón: son propias de las matemáticas y la lógica. La característica de esta verdad es que se captan intuitivamente por lo tanto se presentan como una visión ante el intelecto por lo que no necesitan someterse a ninguna comprobación empírica. Es un tipo de afirmación que dependerá de la actividad de la razón y no de la experiencia. Son verdades eternas.

Las verdades de hecho: son a posteriori. Necesitan de la experiencia. Lo contrario a un hecho en principio siempre posible por lo que debemos encontrar este hecho en la experiencia para determinar su veracidad o falsedad. No hay ninguna contradicción en la proposición de “el sol no saldrá mañana”.

Relaciones de ideas Cuestiones de hecho

Ámbito de las CC.FF Ámbito de las cosas, hechos, de la vida, naturaleza

Podemos alcanzar certeza demostrativa Podemos alcanzar certeza vital

Ámbito de la no contradicción Lo contrario de cualquier cuestión de hecho es concebible. NO IMPLICA CONTRADICCIONES.

Alcanzamos certeza racional Alcanzamos creencia

Crítica al principio de causalidad.

Hume afirma que la relación de causa y efecto es la forma habitual de investigar las verdades de hecho. Las regularidades que observamos en la naturaleza y sirven para poder explicar los fenómenos propios de la naturaleza se basan en esta ley. Si en la experiencia nos encontramos que un hecho siempre va ligado a otro acabamos por concluir que un hecho causa al otro, diríamos que es su efecto. Las causas y los efectos por lo tanto no pueden ser descubiertos por la razón sino por la experiencia. Hume se pregunta en que consiste la relación de la causalidad y, concluye que cuando pensamos en términos de causa y efecto en lo que estamos pensando en realidad es en una conexión necesaria entre la causa y el efecto de tal modo que conocida la causa, la razón puede deducir el efecto que se producirá y viceversa, conocido el efecto, la razón puede remontarse a la causa que lo produce. Para Hume deberíamos preguntarnos de que impresión deriva la idea de causa y Hume encuentra tres impresiones:

Continuidad: inmediata si estamos ante una cadena de hechos y también sea experimentable.

Prioridad temporal: de la causa sobre el efecto.

Conexión necesaria: es la más importante. Sin embargo es la única no experimentable.

Recordamos que el criterio de certeza para Hume con el que determina si una idea es verdadera es que haya una impresión que le corresponda. ¿Hay alguna impresión que corresponde a la idea de conexión necesaria? No, por lo tanto no es adecuado su uso para hablar por ejemplo de fenómenos que aún no han sucedido.

Para explicar lo que oculta detrás de causalidad, Hume nos pone un ejemplo muy claro: si vemos como chocan dos bolas de billar, observamos el movimiento de la primera bola y su impacto sobre la segunda que se pone entonces en movimiento automáticamente. El observador espera el movimiento de la segunda bola al ver en la primera su marcha, porque a partir de sus experiencias con bolas de billar, supone que existe una conexión necesaria entre la causa y el efecto (2ª bola). Pero como hemos dicho con anterioridad, a la idea de conexión necesaria no le corresponde ninguna impresión sensible. Lo único que observamos es la sucesión entre el movimiento de la primera bola y el movimiento de la segunda bola; también tenemos una impresión sensible de la prioridad de la causa sobre el efecto. [El movimiento de la primera bola de billar en su impacto sobre la se observa antes de que se produzca el movimiento pero por ninguna parte encontramos una impresión que se corresponda a la idea

de impresión necesaria por lo que hemos de concluir que la idea de esa conexión necesaria entre causa y efecto, Hume lo describa como ILUSORIA y surge en la idea de subjetividad del observador].

El hecho de que estemos tan convencidos de que la segunda bola se va a poner necesariamente en movimiento al recibir el impacto de la primera, es el resultado de nuestras experiencias previas. El hábito o la costumbre al haber observado siemrpe que los dos fenómenos se producen uno a continuación del otro produce en nosotros el convencimiento de que esa sucesión es imprescindible. Pero las creencias son en realidad sentimientos o instintos, no actos de razón.

El principio de causalidad solo es válido cuando lo aplicamos a sucesos de los que tenemos impresiones, esto quiere decir que solo tiene valor del pasado dado que los fenómenos que pueden ocurrir en el futuro solo es una creencia no un hecho por muy racional que podamos considerarlo; es razonable pensar que las bolas de billar que sean impactadas, se moverán, de hecho Hume nos invita a vivir como si realmente fuésemos capaces de deducir en el modo en el que van a suceder las cosas, pero si somos rigurosos, desearíamos tener en cuenta que el futuro no tiene por qué comportarse igual que el pasado; no obstante, si cambiaran las leyes de la física a lo mejor la segunda bola de billar dejaría de comportarse tal y como esperamos que se comporte.

Surge según Hume la idea de NECESIDAD que no se encuentra en los objetos mismos sino en la observación de una repetición de un número suficiente de casos semejantes sucedidos en el pasado. Si cada vez que vemos el rayo, oímos luego el trueno, lo único que podemos saber empíricamente es que el trueno ha estado siempre unido al rayo en todas las experiencias pasadas pero siempre existirá la posibilidad de que falle la sucesión de esos hechos pero aún esos casos no se han dado.

Que exista una buena razón para creer que un hecho se desarrollará de una determinada forma, no significa que se trate de una verdad a priori porque siempre es posible que el curso de los acontecimientos cambie, por esta razón la aplicación que ha hecho hasta ahora la metafísica de este principio del conocimiento de entes, objetos de los que no tenemos ninguna experiencia sensible, no es legítima, por ejemplo: la demostración de la existencia de Dios en Santo Tomás no sería válida para Hume.

Metafísica.

Los problemas fundamentales para la metafísica han sido tradicionalmente el mundo, el alma o la mente y Dios. Hume se va a ocupar de estas tres sustancias en su obra Las investigaciones sobre el conocimiento humano llegando a conclusiones bien distintas de la metafísica tradicional cartesiana. A la crítica del principio de causalidad se une la crítica de la idea de sustancia, lo que llevará a Hume a cuestionar el uso que se ha venido haciendo la filosofía anterior de los tres anteriores hechos.

Hume empieza por analizar lo que se oculta tras la idea de sustancia: empieza por su etimología procedente del latín substantia. Se traduce como fundamento de la realidad, lo que está debajo, lo que permanece, es decir, lo subsistente.

Para indagar sobre la validez de la idea de sustancia, recurre al criterio de certeza (una idea es verdadera si le corresponde una impresión). Si no encontramos ninguna impresión en la experiencia que le corresponda. Tenemos que considerarla falsa. Si indagamos en cualquier fenómeno, podremos apreciar lo que Aristóteles llamaba accidentes, pero si eliminamos estos accidentes, surge la primera pregunta ¿nos queda algún sustrato? No hay ninguna impresión que corresponda a la idea de sustrato ya que esta idea no contiene nada sensible por lo tanto nos encontramos con un concepto vacío y de acuerdo con el criterio de certeza, es un concepto falso porque no se le corresponde ninguna impresión.

La idea de sustancia es un producto del sujeto que observa la realidad; nuestra tendencia natural es integrar un objeto que permanece todas las cualidades de lo que tenemos una impresión sensible. Si observamos una mesa, vemos su forma, color, tacto y generamos la ilusión; la ilusión de que todas esas cualidades tienen un sustrato común que es la sustancia mesa pero a la que no le corresponde ninguna impresión.

Desde esta crítica le resultará fácil a Hume llegar a la conclusión de que los conceptos de que la metafísica tradicional son conceptos vacíos. Veamos la crítica que realiza Hume:

El mundo res extensa cartesiana y quedaba garantizada su existencia a partir de la demostración de la existencia de Dios que nunca permitiría que me engañase a contemplar los fenómenos de la naturaleza. Pero Hume no acepta en absoluto esta garantía y afirma que si analiza la cuestión con rigor no tenemos por qué deducir del hecho de que tenemos percepciones que a estas les corresponda cuerpos que tienen una existencia independiente de la misma. No tenemos reparo a la hora de deducir que nuestras percepciones están causadas por los objetos con los que concuerdan en su totalidad y que tienen una existencia separada de nosotros. Pero la realidad es que estamos encerrados en nuestro mundo (solipsismo) y no podemos ir más allá de él. Todo lo que percibimos son nuestras impresiones e ideas por lo que resulta inevitable.

Descartes llama res cogitan a una sustancia espiritual que dotaba de identidad al ser humano frente a la materia. Hume rechaza mantener la creencia en el alma desde el punto de vista del conocimiento. Desde el mismo momento en el que se hace la crítica a la idea de sustancia. No existe ese sustrato que daba cohesión a todos nuestros contenidos mentales que supuestamente permanecía inmutable a pesar de que los contenidos mentales son diferentes en cada momento. Si aplicamos una vez más el criterio de certeza, nos encontramos con que no hay ninguna impresión sensible de la que puede proceder la idea de yo, siempre idéntico a sí mismo. Por el contrario, las impresiones que tenemos no describen un mundo mental en constante cambio, más bien una sucesión de instante atomizado que solo a través de una ilusión encuentran un nexo de unión. Hume observa que aquello que llamamos mente o alma, es solo la unificación ficticia de todas nuestras percepciones; lo que nos lleva a pensar en ese yo permanente es el hecho de que observamos una enorme semejanza entre cada uno de esos yoes atómicos puesto que se suceden uno detrás de otro. La memoria nos permite recordar impresiones pasadas que nos recuerdan a impresiones de nuestro yo presente por lo que decidimos atribuir ambas a un sujeto al que adjudicarle artificialmente las cualidades de continuidad y persistencia. Además estos cambios son tan graduales que nos resulta imposible percibirlos de un momento a otro.

Existencia de Dios.

No es demostrable racionalmente. No existe ninguna impresión sensible que corresponda a la idea de sustancia divina y por otra parte tampoco es correcto aplicar el principio de causalidad para deducir su existencia a partir de la experiencia sensible de sus supuestos efectos remontándonos desde ellos hasta Dios como causa y origen de los mismos.

Para Hume, la metafísica no ha sido nunca una ciencia sino un vano deseo de penetrar en lo impenetrable y por lo tanto los conceptos sobre los que se ha edificado esa filosofía no son otra cosa que ficciones de nuestra imaginación.

Ética.

La ética de Hume aparece desarrollada en la obra Investigaciones sobre los principios de la moral. Hume va a huir del racionalismo para explicar que la moral no descansa sobre la razón sino sobre el sentimiento.

Cuando se nos presenta un dilema moral y juzgamos algo como bueno o malo, para Hume, no lo hacemos por una operación racional sino que lo que nos mueve en nuestra vida moral es el sentimiento y esta postura se conoce como EMOTIVISMO MORAL y consiste en confiar en los sentimientos como fundamento de la conducta humana. En realidad si buscamos las cualidades de bueno o malo en los objetos, jamás nos encontraremos.

Hume afirma que la moralidad no se ocupa del hábito del ser sino del deber ser: no pretende describir lo que es sino prescribir lo que es. Así de la simple observación y análisis de los hechos, no se podrá deducir nunca ningún juicio moral. Hay un paso ilícito y conduce a la llamada FALACIA NATURALISTA:

1. Todos los sistemas éticos que han intentado derivar del estudio de la realidad, de lo que es un código de normas, dan un paso ilícito hacia lo que hay que hacer: el paso de lo que es a lo que ha de ser como si fuera la consecuencia lógica. La razón no puede determinar nuestra actuación porque no puede descubrir que acción es buena o mala sino que es el sentimiento el que nos inclina a realizar las obras que aprueba el sentimiento y a omitir las que desacuerda.

2. Trata de igualar lo bueno con una propiedad natural, de esta forma ha sido equiparado falazmente como lo deseado, lo que satisface un deseo, pero lo bueno no es ninguna cualidad objetiva a la que podamos acceder a través de la razón. En realidad lo que se esconde detrás de esta propiedad de los objetos son las propias valoraciones del observador y lo que está detrás de estas valoraciones es el sentimiento de agrado o desagrado que nos producen los hechos, los objetos o las personas, pero esa desaprobación o agrado se encuentra en nosotros, no en el objeto analizado.

Estas observaciones parecen conducirnos una vez eliminada la posibilidad de que la valoración moral depende de categorías racionales, objetivas y universales: directamente al relativismo moral. Sin embargo, esto no es así porque Hume da por supuesto que la naturaleza humana es común y constante y que esos sentimientos se desprenden de esa naturaleza común que hace que a todos nos causa agrado o rechazo el mismo tipo de hecho. Y es que lo bueno despierta

una sensación de agrado y es valorado por todos los seres humanos puesto que esta sensación despierta una especie de instinto o sentimiento universal. Cabe preguntarse por tanto por la aprobación o reprobación general de un hecho que lo convierte en bueno o malo porque será un producto social resultado de una convención y es que para Hume uno de los factores más importante a la hora de juzgar una conducta como buena es su utilidad. Las conductas socialmente beneficiosas serán entonces interpretadas como buenas y surgirá el sentimiento opuesto ante conductas que sean moralmente reprobables.

La originalidad del pensamiento ético de Hume está en la importancia que concede en las pasiones situándolas por encima de la razón. El hombre no es una máquina calculadora sino es que es movido por las emociones. Hume concede importancia al sentimiento de simpatía a nuestra propensión a sentir empatía por lo deseado o poniéndose a una visión pesimista del hombre.

En Hume encontramos una idea de placer desinteresado, el sentimiento moral no es el placer hedonista que nos procura beber un vaso de vino ni tampoco el placer estético que nos suscita la contemplación de un cuadro lo que caracteriza el sentimiento es un placer desinteresado.

Política.

El concepto protagonista de la filosofía política de Hume es la utilidad como base de organización de la sociedad. Para Hume el estudio de la política se basa en el análisis de hechos y le otorga un carácter empírico y que lleva a que la filosofía política se puede clasificar junto a disciplinas como la física.

Hume huye de los principios de justicia abstractos pues entienden que el análisis debe hacerse pegado en la realidad y a cada caso particular. Para Hume el mejor sistema político será el que mejor se ajuste a cada nación pero atendiendo a sus peculiaridades y por tanto la mejor decisión política que se puede adoptar será la que resulte más útil para los ciudadanos.

Por otra parte su filosofía política es naturalista. Hume no admitirá las teorías contractualistas según la cual los individuos antes de formar un pacto social vivían en un estado de naturaleza previo a cualquier forma de organización política. Para Hume este estado previo no existe ya que los individuos poseen una tendencia natural a unirse en sociedad que surge del instinto sexual.

ROUSSEAU

Antropología.

Este autor no siente interés por la metafísica ni la teoría del conocimiento. Los temas que más le preocupan son más prácticos en consonancia en el siglo en el que vive: la política, la sociedad, la moral o la ética que es donde se centran sus reflexiones.

La idea fundamental de su filosofía moral y política es la bondad innata del ser humano y el papel negativo de la sociedad. El hombre es bueno por naturaleza lo que ocurre es que la sociedad lo corrompe. El paso del estado natural a la sociedad ha provocado la decadencia del ser humano.

El hombre en el estado de naturaleza es libre y feliz porque tenía todo en cuanto necesitaba; no había ocasión para el conflicto puesto que se encontraba en un contexto de sobreabundancia, por el contrario la sociedad lo transforma en un esclavo, en un ser desgraciado movido exclusivamente por intereses egoístas.

Rousseau idealiza el Estado “del BUEN SALVAJE” primitivo. Se trata de un mito que se había difundido por la literatura francesa a partir del siglo XVI cuando empiezan a llegar a Europa las crónicas y relatos basados en los contratos con pueblos primitivos como consecuencia de los grandes descubrimientos geográficos.

Rousseau tiene nostalgia por esa primitiva Edad de Oro. Esta idea inspiraría a algunos autores románticos.

Las artes, las letras y las ciencias son los responsables de la degradación moral de los individuos y en este sentido tienen su origen en su estricta relación con diferentes vicios por ejemplo: la astronomía dice que nace como consecuencia de askdks, la aritmética se hizo a causa de la avaricia y la física de la curiosidad. Lo que para los enciclopedistas era progreso para Rousseau era retroceso y corrupción. El hombre moderno depende para su felicidad del arte de la técnica y esto le ha convertido en un ser limitado y débil que ya no es autosuficiente.

Los filósofos ilustrados que mantenían la convicción de que el progreso intelectual económico y social contribuía a la felicidad humana. Estos filósofos se enfrentaron a veces con verdadera dureza a Rousseau de querer reconducir al hombre a su etapa animal. Pero la destrucción del idílico estado de naturaleza tiene su origen en un hecho concreto: la aparición de la propiedad privada. Ella constituye el orden de las desigualdades de las personas y es también el origen de los males de la sociedad. <<El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir “Esto es mío” y encontró a la gente lo bastante simple como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad>>

Sin embargo, este episodio es inevitable y además no es posible retroceder a este estado de naturaleza en el que los individuos tenían a su disposición lo poco que necesitaban para vivir; la situación es irreversible por lo que lo único que estaría en nuestras manos es la reforma de la sociedad mediante un pacto que garantiza los derechos de los miembros de la sociedad.

La educación es el medio para conseguir llevar a cabo las reformas sociales. Rousseau teoriza acerca de la educación en la obra Emilio a partir de un optimismo antropológico radical. El ser humano es bueno por naturaleza por lo que hay que dejar actuar a la naturaleza. La educación de Emilio debe tener lugar lejos de lo férreo control institucional. Se intentará desarrollar los sentidos y los sentimientos antes de la razón. Se trata de un sistema de educación “negativa”

que trata de salvaguardar la inocencia del niño; por lo tanto se apuesta por una educación flexible y abierta que incentiva la espontaneidad y la conciencia crítica así como la empatía y la capacidad para cooperar con los demás. Además el objetivo de la educación es fusionar la moral con la política formando miembros de una comunidad capaces de reprimir su individualismo y de pensar en términos colectivos. Se trata en definitiva de formar ciudadanos antes que consumidores o trabajadores.

Esparta y Roma son los dos modelos de comunidad que inspiran: pequeñas sociedades dotadas de una fuerte homogeneidad gracias a una educación que fomenta el amor a la patria y el sentimiento de fraternidad.

Ética.

Rousseau afirma que la distancia entre el ser humano y el animal está en que el ser humano es libre. No es uno con la naturaleza en el sentido de que sus actos vengan dados en función del instinto. Rousseau también se aleja en esta visión del hombre de los materiales quienes entendían que el ser humano estaba sometido a las mismas leyes que el resto de la naturaleza.

La libertad del hombre es el punto de partida para afirmar que el ser humano es un ser moral capaz de tomar decisiones responsable de ellas. ¿Qué es lo que determina entonces sus decisiones? La ética se niega a admitir que el hombre se mueva por intereses egoístas en su relación con los otros. Por el contrario en la descripción del hombre primitivo que realiza en Discurso sobre el origen de la desigualdad define al salvaje como un ser sencillo cuyas acciones están dirigidas en muchas ocasiones por la compasión hacia otro hombre. Sobre ese sentimiento de empatía y no solo sobre la razón se fundamenta la cuestión de moral en el estado de naturaleza. Este instinto de conservación que Rousseau llama “amor de sí” no se puede traducir como egoísmo porque tiene una consecuencia inmediata. Esta capacidad innata será enemiga de la crueldad. Así si el hombre es primitivo es bueno no es porque sea racional dado que estaría limitado en su moralidad dado que se apoyaría exclusivamente en sus sentimientos. Esta tesis es compartida con Hume (emotivismo moral). Persuade del espíritu de sociedades como la espartana, reclama la solidaridad y los vínculos comunitarios despegados frente a la desintegración capitalista de la sociedad que convierte a los individuos en seres aislados y egoístas. Rousseau por el contrario tomando Roma como ejemplo, defenderá la cohesión social y el patriotismo.

El interés humano nunca conduce al conflicto sino a la cooperación con los demás. Para el autor los intereses contrapuestos han surgido solamente en una determinada etapa de la historia y como consecuencia de las durísimas condiciones de competencia en la sociedad capitalista en la que prevalece la desigualdad económica.

Así, la ética se convierte en política, no solo hay separación entre política y moral, sino es la política la que se convierte en rectora de la vida y la que va a fijar los cánones morales y a los que deben someterse los individuos.

Finalmente encontramos también un componente estoico en la ética de Rousseau; se trata de permanecer en el lugar que nos ha asignado el destino de aceptar resignadamente el papel que nos otorgó la fortuna.

Política.

Los políticos liberales utilizaban el concepto de estado de naturaleza para marcar la diferencia con los hombres como miembros de la sociedad. Era pues, una simple hipótesis no histórica que servía como como ideal contrafráctico, como un espejo en el que mirarse para reflexionar sobre los fallos de la sociedad y de paso servía para legitimar el orden político al que se oponía un estado irracional en el que el hombre era víctima del egoísmo y reinaba la ley del más fuerte.

Para los liberales, el Estado es la garantía de la seguridad personal de que la libertad de los otros no interfiera con la libertad propia y el derecho a conservar las propiedades.

El estado de naturaleza no existe ni es posible volver a él, pero si es posible corregir la sociedad corrigiendo los fallos. Rousseau elabora una teoría sobre el origen y la constitución de un nuevo tipo de sociedad basada en el contrato social. Mediante el contrato cada asociado deja sus derechos en manos de la sociedad, no en manos de individuos particulares y espera que los restantes miembros hagan lo mismo. Cada individuo se despide de sus intereses particulares para pensar en términos de colectividad confundiéndose el individuo con el todo.

La voluntad general se convierte en la depositaria de la soberanía, es decir, se divide o hace lo que hace la sociedad, que en ningún caso puede cederse a uno en particular. El soberano para Rousseau es el pueblo constituido en asamblea y movido por la voluntad general. Si los individuos entregasen la soberanía a una tercera persona, se entiende que renunciarían a la propia responsabilidad. La soberanía por este motivo es intransferible. El pueblo no puede escoger representantes, solo diputados que son administradores y no pueden llevar a cabo ningún acto cerrado. Toda ley que el pueblo no haya ratificado directamente es nula. La tarea del legislador es la de iluminar al pueblo para que este actúe conforme al interés común. La voluntad general se concreta en la capacidad de aprobar leyes que son sagradas porque representan la soberanía del pueblo. Las leyes solamente son válidas si se corresponden con la voluntad general; de otro modo serían solo decretos a servicios de intereses particulares.

La voluntad general tampoco debemos entenderla como la suma de voluntades sino una realidad que surge de la renuncia de cada uno a sus propios intereses a favor de la colectividad. La suposición que se oculta tras la idea de voluntad general es la existencia de un bien común que es distinto a los intereses particulares de los intereses objetivos. Si los ciudadanos están debidamente informados, no debe haber manipulación y dkjhafd el voto de la mayoría tendrá que expresar de forma inevitable la voluntad general. Por lo tanto aquel que se niegue a obedecer la voluntad general será obligado a ello por todo cuerpo social; esto no significa otra cosa que obligarle a ser libre, si alguien vota algo en contra del interés general es porque su voluntad estará siendo interferida por oscuros intereses privados. El individuo debe tener conciencia de su error y se le debe obligar a corregirlo.

Las formas concretas de organizar el poder pueden ser varias: democracia, aristocracia y monarquía. En la democracia el pueblo se gobierna a sí mismo. La soberanía y el gobierno se identifican. Este sería el gobierno ideal que Rousseau plantea para comunidades pequeñas en las que fuese posible que los ciudadanos tuviesen una participación directa en la política. Pero este ideal es poco realizable. Es realista y platea como mejor solución una monarquía

parlamentaria, pero siempre que ésta sea expresión de voluntad popular para estados grandes y con mucha riqueza.

En el estado de naturaleza no había más desigualdad que la natural que consistía en la diferencia de habilidades y talentos tanto físicos como intelectuales. El problema para Rousseau es que en la sociedad, la propiedad privada y las leyes perpetúan esas desigualdades y las legitima. Incluso se produce la paradoja de que los individuos con mayor talento natural se encuentran en una posición más desfavorecida en la sociedad confirmando así una injusticia fragante. Rousseau rechaza la doctrina de las issez-faire porque está convencido de que la libertad de empresas no redunda en beneficio colectivo sino que el individuo se enriquece siempre a costa de sus semejantes, los cambios propios de la sociedad capitalista han desplazado valores tradicionales como la solidaridad por otros valores individualistas como el egoísmo de carácter empresarial.

En el planteamiento de Rousseau encontramos una fuerte nostalgia de la antigüedad cuando los hombres eran buenos, sencillos y felices. Desde entonces todo ha ido a peor, a medida que los individuos y sociedades se sostificaban. El cuerpo político comienza a morir desde su nacimiento porque nace contaminado con estas contradicciones.

Las relaciones de igualdad y libertad que sostenían entre si artesanos y productores independientes se van resquebrajando y dejan paso a la servidumbre de la relación salarial. Las personas se transforman en ese contexto de sociedad capitalista en mercancías. Sin embargo, Rousseau no va a demonizar la propiedad como tal; diferencia entre la propiedad del productor que posee un pequeño taller o un lote de tierra, y la propiedad privada basada en el trabajo asalariado. Rousseau condena este último tipo de propiedad porque se fundamenta en la explotación del trabajo, en la desigualdad social y en la cosificación del ser humano. Se trata más bien de poner un límite a la desigualdad que ningún ciudadano sea tan rico para poder comprar a otro ni ninguno tan pobre como para verse obligado a venderse como mano de obra. El gobierno además de salvaguardar la propiedad tal como pensaban los teóricos liberales, debe cargarse de mantener la igualdad haciendo uso de la ley.

Rousseau se opone al cosmopolitismo del siglo XVIII y a la homogeneidad de las costumbres que acaba por empobrecer a los pueblos y les va a provocar una pérdida de autenticidad.

La constitución de la idea de nación francesa fue uno de los logros fundamentales de los revolucionarios franceses y se debe a la teoría política entre otras de Rousseau.

La religión es un elemento social que somete a debate. Es partidario de una religión natural llamado deísmo. Rousseau expone su concepción de la religión en un texto incluido en una obra llamada Emilio. Este texto se llama “Profesión de la fe del vicario saboyano”. Rousseau es contrario a una religión positiva; considera buena la revelación divina y por tanto los milagros y aborrece toda la organización eclesiástica, aunque siente admiración por el mensaje evangélico. Su religión no es punto de razonamiento alguno sino más bien nace de un sentimiento de admiración ante la armonía y percepción que encontramos en la naturaleza.

Se deben tomar aquellas religiones que a su vez toleren a las demás y siempre que sus dogmas no contengan algo contrario a los deberes y derechos de los ciudadanos. Pero el Estado y no la

Iglesia es el único órgano de salvación colectiva e individual dado que en el Estado se cumple todas las potencialidades humanas.