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letras mexicanas

OBRAS COMPLETAS DE ALFONSO REYES

XII

OBRAS COMPLETAS DE

ALFONSO REYES

XII

ALFONSO REYES

Letrasde la NuevaEspaña

letras mexicanas

Grata compañía

Pasadoinmediato

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primeraedición, 1960Segundareimpresión, 1997

Seprohíbelareproduccióntotalo parcialdeestaobra—incluidoeldiseñotipográficoy deportada—,seacualfuereci medio,electrónicoo mecánico,sin elconsentimientoporescritodeleditor.

D. R. 01960,FONDODE Cutruiu EcoNÓMICAD. R. 0 1997, FoNDoDE Cuuiji~&EcoNÓMICACarreteraPicacho-Ajusco,227; 14200México,D. F.

ISBN 968-16-0346-X(obracompleta)ISBN 968-16-1445-3(tomoXII)

ImpresoenMéxico

CONTENIDO DE ESTE TOMO

1. Grata compaíiía reúne artículos que van de 1912 a 1946. Suprimerasecciónse refiere a temaseuropeosno ibéricos;la segunda,a temasibéricos y de nuestraAmérica.

II. Pasadoinmediato recoge ensayosfechadosen 1937, 1939,1941; pero en el que da título al libro se aprovecharonpáginasde 1913, 1914, 1916. (Ver Obras completas,IV, págs.581 y 582 yapéndicenúm. 8, d y h.) Y en la “RecordacióndeUrbina”, se refun-dieron pasajesescritosen una reseñade 1918. El ordende losen-sayossehaajustado,enestareimpresión,a la estrictacronología.

III. Letrasde la NuevaEspañalleva un proemioque explicalosorígenesde estelibro, elaboradoen 1946 a instanciasde don JaimeTorres Bodet, entoncesSecretariode EducaciónPública en Méxi-co. Con estaobra puedenrelacionarse:

a) Resumende la literatura mexicana(siglos xvi-xix). México,Archivo de Alfonso Reyes,serie C, núm. 2, 1957, tambiénpreparadoa instanciasdel señorTorres Bodet, a la sazónEmbajadorde México en Francia,y que se reservapara untomo futuro donde se recojan todos los folletos de dichoArchivo.

b) introducción a las Obras Completasde Ruiz de Alarcón,tomo 1, edición al cuidado de A. Millares Carlo, México,Fondo de Cultura Económica,1957,pp. ix-xix, introducciónque no seha consideradonecesariodesprenderdel volumenenqueaparece,y menosdespuésdemis variosestudiosalarco..nianos anteriores,que dan ya toda la sustanciade estaspá-ginas. (Ver mis Obras Completas,VI, pp. 89-135, 318-328y 413-425,así como los pasajessobreAlarcón en estamismaobra,Letrasde la NuevaEspaña.)

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1GRATA COMPAÑÍA

NOTICIA

1. EDICIÓN ANTERIOR

Alfonso Reyes//GrataCompañía// Tezontie// México. 1948.

8~,224 pp.

2. OBSERVACIONES

En la presentereimpresiónse suprimeel segundofragmento delos “Recuerdosde Unamuno”, allá reproducido por error, puesconstaya en Reloj de.Sol: “Unamuno dibujante” (Obras Comple-tas, IV, pp. 390-391).Las ilustracionesde estefragmento,aunquecorrespondena aquelviejo artículo, se repiten aquí tales como seencuentranenla ediciónanteriorde Gratacompañía,a objeto dequeno se pierdan,dadasu extremacuriosidad.

Conla páginasobreUnamunoaquí conservadadebe,pues,rela-cionarseeseviejo artículoy, además,el que inmediatamentelo pre-cede: “Hermanito menor” (Obras Completas,IV, p. 389), “Sobrela nuevaFedra (ibid., pp. 117-121, así como “Mis relacionesconUnamuno” (Marginalia, 2~serie, México, 1954, pp. 49-52) y elfolleto del catedráticode Salamancadon Manuel García Blanco,Elescritor mexicanoAlfonso Reyesy Unamuno (México, Archivo deAlfonso Reyes,serieF, núm. 1, 1956).

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1. LAS “NUEVAS NOCHES ÁRABES” DE STEVENSON*

Es UN verdaderoddeite estudiara Stevenson.Es un autormúltiple y abarcatodoslos tonosde la escalaentrela pro-duccióndel inventorrománticoy la delensayista:desdeScott‘y DumashastaMontaigney Pepys. Ahoraquiero referirmeasuscuentosárabesy aunosolode susaspectos,porque,comoél mismodecía,elqueescribeun estudiocortonecesitahacerunacondensaciónlógicay eficazde susimpresiones;necesitaadoptarun puntode vista,y suprimir todaslas circunstanciasneutralesy, lo queno puedevivificar, omitirlo.

El conjunto: Stevenson—educadosobre todo en ~a es-cuela de la imitación o, parallamarlacon la sugestivapala..bra de Terencio, la contaminación—logró, en el plenodesarrollode su arteliteraria, trasfundiren susNochesára-bes, no el saborasiáticoque resultafácilmenteimitable portodo escritordueñode suestilo (y paraStevensonlo hubierasido sobremanera),sino el alma de aquellamágicaficciónoriental, suesenciay susecretoestético.

No necesitaba—escribeSidneyColvin— ser o pareceres-pecialmenteoriginal enla formay enelmododeliteraturaqueintentaba. Porla solaelecciónde asuntos,sabíasiemprepro-porcionarsey proporcionara su lector el placer de evocar,como unatonadafamiliar, algunaarmoníade evocacioneslite-rarias.

El estilo: Es verdad:el estilo, profundamenteconsidera-do —“el estilo es el hombremismo”—, se obtienepor unreflejonaturaldel temperamentoen el espejode laspalabras.Mas,digámosloasí,paraquelasuperficiede laspalabrasbri-lle como espejo y refleje, pulida, al hombreinterior, unlento trabajode depuraciónse necesita,un estudio largo yamorosode los giros y de losvocablos,un constanteinterro-

* Biblos. México. 111-1913. Ver Obras Completas,1, apénd.N9 12.

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garse. En esteconcepto,el estilo,aunapesarnuestro,cobraademány fisonomíaespeciales,correspondientesal ritmo denuestravida. Y en esteconcepto,el estilo de Stevensonestan discerniblede otro cualquieracomo él mismo lo es deotro hombre.

Mashayotra idea del estilo: el estilocomoprocedimien-to paratratar los asuntosqueel autorse propone.Así comoen el primer sentido el estilo se califica de amaneradoonatural (por másque ambospuedanser igualmentenatura-les),de enfáticoo sencillo,de fuerteo débil (cualidadestodasdel temperamento),en estesegundose lo califica de adecua-do o inadecuado:y ésta es cualidad de mera disciplina ycultura. Aquí es dondehay que exigir del escritor ductili-dad,humildadparaacatarel tono mismode sus asuntos.Yesto lo sabíahacerStevenson:acudir a la solicitación delasuntoy dar asuestilo los atavíos,únicamente,de la especieliteraria en quese empleaba,segúnel carácteren ella descu-biertopor los reiteradosproductosdel artey la experiencia.Así era posiblemudar un poco el estilo con los asuntos (yquien no lo haceno sabeescribir) a pesarde la identidadfundamentale inconsciente,apesarde seguirsiendoel mis-mo hombre,apesarde serel mismo estilo; un estilo, en elcaso,particularmenteelegantey avecessazonadocon sabro-sos regionalismos.Así, por la asimilaciónde los caracteresliterarios y humanosimpresosya desdeantesen el asunto,era posibleprovocarunaarmoníade asociaciones.

Eseestilo, pues,tan sencillo y tan apropiado—aquellodependíade esto—, ese estilo de ecos, como con justiciapodemosllamarlepor las sugestionesy recuerdosdequeestátramado;eseestilo quesigue al asuntocon la fidelidad deunasombra,esproductodel ejercicioy del estudio,del mu-cho sentir,pensary leer. No se encuentraen plano diversode la literatura ideológicay complicada:es su naturalpro-logación: es el río que se desliza en el cauce abierto poraquélla. Ocurre,considerándolo,aquelladefinición del arte,no menosexactapor provisional, que Stevensonescribióencierta carta a un joven quese proponía abrazarla carreraartística: la carreradel arte consistesolamenteen el gustoy el registro de la experiencia(“tasting and recording of

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experience”). Y éste,quees el problemadel arte, es tam-biénelproblemadel conocimiento.

Tal estilo—quees,parala novela,lo quea la crítica elde Sainte-Beuve,el máspropio paradecirlo todo— es dónexclusivo de los disciplinados. Parallegar a esto, algunostienen quepasarantespor el Sturm und Drang, la famosatormenta y tempestadideológicas. Pero Stevenson¿habránacido ya sabiendoque,segúnsu máxima, el estilo es eco-nomía? Raleighha observadoqueStevensonposeyóla rarafacultad de hablarnosde sí mismo, en sus muchosensayospersonales,sin introduciral lectoren familiaridadesincómo-das:triunfo de la disciplina,sin duda.

El espíritu: Así comoen el estilose descubreuna“exter-nalidad” sencillay elegante,tan propiaparael relato,asíenel espíritu de las historias (New Arabian Nights) una felizcombinacióndelos máscomunessentimientos,voluntariamen-te lograda,y sobretodoun conceptosencillo del mundo,pro-ducenel efectoestéticomásclásicoy puro. Porquela inven-ción no se ha de mezclarconla crítica si se quiereun efectoclásico,y elartede ficción sólose equilibracuandose asientasobreelementosideológicosno discutidosya. Si a la inven-ción ha precedidoel Sturm u.nd Drang, éstedeberáhabersecalmadoya. En estesentido, lo clásicoes lo sencillo y loinmediato. Pero a ello sólo se llega por lo complicado ylo mediato. A menosque sehayanacido griego.

Bien sé yo que a la hora presentela misma novela vahaciéndosecadavez máscrítica, y quesuparticular encantoempiezaa residir,másqueen los acontecimientosnarrados,en las ideasquecruzanpor las charlasy en las teoríaspro-puestas,ya en los diálogosde los héroes,ya en los monólo-gos del autor. Hay que citar, como ejemplo de la nuevaespecie,TheSacredFountde HenryJames,obra maestradela carenciaabsolutade asunto(en elsentidosubrayadode lapalabra),libro construidoconunaseriede conjeturasy aná-lisis psicológicosavecestorturantes.

Se produce,en cierto modo,un generalSturmundDrangde la literatura. Hay quiensuspiraya por la novelade epi-sodios,a la que tendremosquevolver. Atravesamosuno deaquellosinstantesde gestaciónen que la crítica rehacetodos

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ios moldeso, por lo menos,todoslos deshace;y hemosmez-clado los géneros.

Stevenson—auncuandoen lasedadescríticaspuedaelloparecerexcesivo,por habersedadoal término “clásico” unasignificación sagraday terrible— realizó arte clásico pormediode su“externalidad”. Yo no creoqueel cuento,en sumásrancioy espiritosoconcepto,alcancemayor perfecciónquela de un buencuentoparaniños. Distingamos:hay otrogénerode cuentos,que son propiamentenovelascortas, loscualesse rigen por leyes muy diversas. Además,se juzgageneralmentequeel cuentoparaniños llena su misión cuan-do satisfacea los niños. Y yo quierohablaraquídelcuentoparaniños quesatisfacea los hombres,auncuandopudierano satisfacera los propios niños;* del cuentoparanuestrashorasde niño, pero que todavíaes literario. Tales son loscuentosárabesde Stevenson.

Si ofrecéisa alguien que escribaun cuento de inspira-ción árabeperode asuntocontemporáneo,comenzarápor lle-nar su lenguajede arabismos(obra fácil y material), y acadapaso de su historia jurará por Alá y por los corcelesjadeantes.De mí sé decirque,auncuandono caeríaen tangroseroerror, los aspectosdel cuentoárabetradicional medominaríany acadainstantetrataríade evocarlos.Suponed,por ejemplo, quevoy a introducir en mi historia la figurade un muchachopanadero.He aquí,sin engaño,cómo os lapintaríayo:

—Era de ojos grandes;y tenía la piel atezadacomo silo hubierannutridocon dátiles. Usabaunacamisetarayadade rojo y azul, que revelabala musculaturadel bustoy de-jaba desnudoel cuello. De las ceñidasmangassalían dosfuertesmuñecas,por dondebajabael vello casihastala pri-merafalangede los dedos. Calzónsueltoy blancoqueesca-samentellegaríaa lostobillos; los piesdesnudos;unabandaroja en la cintura y un rodetede lienzo en la cabeza,cualun rudimentalturbante,adondereposala canastapor artedegraciosoequilibrio.

* Como parecehabersido el caso con la célebre isla del tesoro, a raízde su publicaciónen el periódico de HendersonOur Young Folks’ WeeklyBudget, más tarde abreviadoen Young Folks.

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Como notaréis,se tratade un personajeque,sin dejardesernacional,podría tambiénser oriental. El estilo mismode la pinturaindicaalas clarasqueel autor,preocupadoconsu tema,quiere traernosvagas evocacionesde Arabia. Losdátiles morenos,la camisetarayada,las velludasmanos,elcalzón,el turbantey hastael graciosoequilibrio, sonpalabrasllenasde finas sugestionesasiáticas. Y sin embargo,el tipodescritopuedeser de los quevemosa diario por la calle.Puesbien: yo osconfiesoquelo he descritosegúnlos graba-dos de unaenciclopediaquesolazó mi infancia. La imagenseme ha quedadoviva en el recuerdo;debajo,se leía: pana-dero árabe.

Apreciemosahora,por el contraste,de qué maneraabor-da Stevensonel problema. Uno de sus cuentosárabesco-mienzaasí:

“El Rvdo.Mr. Simon Rolleshabíasedistinguidoen lasCienciasMorales y estabanotablementeadelantadoen el es-tudio de la Teología. Su ensayoSobrela doctrina cristianade las obligacionessociales le atrajo, en el instante de supublicación,ciertafamaen la Universidadde Oxford; y eracosasabidaen los círculosclericalese ilustradosqueel jovenRolles tenía en preparaciónunaobra considerable—un fo-lio, se decía—sobrela autoridadde losPadresde la Iglesia.”

¿Quésemejanzapuedehaberentreestoy las Mil nochesy unanoche?

Y másadelante,cosastan contemporáneascomoésta:

Yo, señor—continuó el cura—, soy un recluso, un estu-diante,una criatura que vive entre frascosde tinta y foliospatrísticos.Un recientesucesoha descubiertovívidamentemilocura a mis propios ojos, y ahora trato de instruirme en lavida. Por la vida —añadió—no quiero decir las novelas deThackeray; sino los crímenes y las posibilidadessecretasde nuestrasociedad,y los principios dela sabiaconductaantelos acontecimientosexcepcionales.Soy lector paciente. ¿Pue-de ello seraprendidoenlos libros?

No busquemos,pues,en los signosexternosel arabismode los cuentosde Stevenson.Si ellos sonclásicos,dentro dela concepciónárabe, es por el procedimientode completa“externalidad”,absolutamenteepisódico;por la suaveironía

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que los adornadel principio al fin y quenos haceimaginaral autor trabajandoen susfigulinas con unasonrisa. AquíStevenson,como Jane Austen, es superior al ambienteenquecolocasus personajes,y el punto de vista cómico es elsigno de aquellasuperioridad:comode sí misma solíadecirJaneAusten,Stevensontrabajaaquísobreun diminuto trozode marfil. Su ironía es la mismaquesenotaen muchoslu-garesde los cuentosárabes.Tocalevemente,y de un modoelemental,la psicologíade suspersonajes,prefiriendosuge.rirla con imágenesvisuales:con los folios y los frascosdetinta del Rvdo. Mr. Rolles; conel ajedrezy las afeminadasmanerasde Harry Hartley; conla flauta de FrancisScrym-geour.Estoproducerapidez,facilita el fluir delcuento.

Sin paradojapuededecirsequeestecuentoescuentosinideasy, entendiéndolobien, sin sentimientos.No llegaanin-guna novedad ideológica,y nunca rebasaaquel límite deemociónindispensableparamanteneren el lector un interésvivo y flexible (nuncatrágico y asolador). En las más si-niestrasescenasdel Club del Suicidio no falta unasonrisaoportunaquevengaa ponernospor encimadel cuento mis-mo. Trátase,pues,de un cuentoobjetivo queva creandoele-gantessituacionesescénicasy desarrollandouna intriga pu-ramenteexterior. El cuentoárabees un cuento físico.

Comparemosahora: Un hombre,en el cuartode un ho-tel —cuentaStevenson——,se halla sentadoal borde del lechoy contemplacon miradafija y amargael baúl adondellevaoculto un cadáverque el acasopusoen susmanos. ¡ Impo-sible abandonarlosin riesgo! Y piensaqueva aviajar todala tierra, con la funestacarga,hastaque el polvo vuelva alpolvo. En las Noches tradicionales,un Califa, pobrementevestidocon los haraposde un pescador,estásentadoen elsuelo y dorandoal fuego un pescado.Hierve el aceite;y ala vez que el Califa vuelve el pescadoen la sartén,se pre-gunta, con agudacuriosidad, ¿quiénespodrán seraquelloshuéspedeshermososparaquienesél, disfrazándose,ha con-sentidoen servir de cocineroy paraquienessuviejo guar.dián ha encendido,sin su permiso, las ochentaantorchasyochentaarañasdel palacio?

En Stevenson:Un empellón,y un malaventuradomucha-

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choquesalede unapuertahastamediacalle. Un portazo. Elmuchac~holleva las ropasdesgarradas,y signosde maltratosrecientesen todo el cuerpo. Su amale habíaencargadolle-varacierto puntounacajitacuyo contenidoél ignoraba.Sin-tiéndoseperseguido,huye,saltaunabarda,caeen un jardín:la caja ha derramadosobrela yerbauna rica colección dediamantes. No falta un viejo bribón que le robe la mitaddel tesorosuponiendo,fundadamente,queel muchachomis-mo es un ladrón. Arrójalo despuésa las calles de Londresconunainjuria y un puntapiéy, cuandoel muchachose ponea andar,va goteandodiamantesde los destrozadosvestidos,con escándalode la vecindad. En las Nochestradicionales:El bellísimoAlí-Nur se ha resueltoal fin avenderasuescla-vaDulce-Amiga;lahacepregonaren elmercado.Al instantese ofrece a comprarlael visir Ben-Saui,poderosorival delpadre de Alí-Nur, cuya solapresenciahace que los merca-deresdesistande ofrecerposturasmayores. Alí-Nur, enton-ces,se apoderaviolentamentede suesclavay la reprendeenpúblico,con el fin de hacercreerque aquelloes unameracomedia,fingida paracastigara Dulce-Amiga. Ben-Sauiseirrita y dice quesutrato vaen serio. Losmercaderesse cam-bian guiños elocuentesque significan: “Apoyemos a Alí-Nur.” Alí-Nur caesobreel visir, lo arroja al suel.oy lo ma-gulla. Y el gozo de los mercaderesse derramaen un rumorde desahogo.

Al instante,y apesarde la profundadiferenciaentrelosepisodios,se descubrela unidad de tratamiento. Hay algopictórico y plástico en amboscasos. Ambas obrashansurgi-do de un mismo arte, sin quererentrar en apreciacionesdemérito relativo: de un arte que parecepreferir, paratodoslos motivos patéticoso risueños,los soloselementosvisibles,y combinarlosen bellosequilibrios. La intriga se desarrollacon la sanaregularidadde un juego mecánico. Aun cuandosonríanlos ligeros, he de definirlo en la mejor forma queencuentro:es un artecinematográfico.

Stevensonpudo,penetradoya de esteespíritu,y aunha-biendorenunciadoa lo maravilloso(lo maravilloso,he aquíun muroqueescondeel secretoverdaderodel cuentoárabe),escribircuentoscontemporáneosde inspiraciónarábica. Los

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efectosmaravillososestánsustituidospor un procedimientomásmoderno y elaboradode la intriga, y por la virtud deexcentricidadque el autor poseía. Pues Stevenson,comodecíanen sutiempo, parecía,graciasa su sutilezade duen-de, másbien queunacriaturahumana,uno de aquelloses-píritus de aire y fuego de los árabes.Era como ha de serel típico narradorde historias:fantástico,audazy amigo deviajes y aventuras. Los dulces samoanoslo veneraroncasibajo el nombre de Tusitalia, quequieredecir,en su dialec-to, El Narrador de Historias.

México, JV—1912.

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II. “ORTODOXIA”, DE CHESTERTON*

Yo —DICE Qiestertonal comenzarsulibro Ortodoxia—es-cribíunaseriede ensayoscontralas doctrinasmásala modasobreel valor de la existenciay de la conducta,y a todaslasdeclaré“herejías”en el sentidomásamplio de la palabra;atodaslas desechépor considerarlasperniciosasy disolventes.Los críticos me objetaronentoncesquecomenzaríana tomaren serio mis censurasuna vez que yo mismo me hubieraarriesgadoa formular, por mi cuenta,unainterpretaciónpo-sitivade lavida: semejantereto no podíasermástemerariotratándosede mf, queestoysiempremásquedispuestoa es-cribir un libro. Y, en efecto,me sentéa escribir, y de aquíla presenteobra.Comola mayoríade mis contemporáneos,loque menosme figuraba yo era ser ortodoxo. Había yorecorridotodoslos caminosdela paradojareligiosa,y al tér-mino de mi viaje me encontréconquehabíavenido a pararnadamenosque en la Iglesia Romana. No de otro modoaquelpiloto que,habiendoequivocadoel rumbo,arribó a lavieja Inglaterrafigurándosequehabíadescubiertounanuevaisla del Mar del Sur. ¡Oh grataemociónde llegar a lo des-conocido,lleno de sobresaltos,y de descubrirapoco, entrelágrimasde regocijo,queno hemoshechomásqueregresara la casapaterna!

La obra de chestertones unaautobiografíaespiritualenque,por caminoscaprichosos,nosva describiendolas peque-ñasexperiencias,las decepcionesy las meditacionesqueaca-baronpor precipitaren suánimola necesidadde volver a laortodoxia; o mejordicho, quele volvieron aella sin haberseél percatado.No esunaobrade optimismo en el valor másmodestodel término,sinounaobrade optimismoheroico. Heaquícómopuedeformularsesu pensamiento:

—Quien amael mundo, debeprocurar reformarlo. Elamor a las cosastales como son conduceal “conservatis-

* El imparcial, Madrid, 1917.

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mo”, y serconservador,en el torrentede la existencia,es irhacia atrás. Aun para ser conservadorhay que reformar:reformandoa diario un óbjeto es como se lo hace durar;abandonarloa sí propioesdejarquelo devoreel tiempo.

Y he aquísu posiciónfrente a los optimistasy los pesi-mistas vulgares:

—Los optimistas son como esos funcionariospúblicosque se creenobligadosa mentir paraocultar los erroresdela administracióna que sirven: para ellos todo está bien,exceptuandoa los pesimistas.Por su parte, los pesimistasson comoconsejerosqueabusasende suderechode censuraparacon la vida; se les ha pedidoconsejo, las fuerzas delreclutamiento estánen sus manos, y ellos las aprovechanparadisuadir al ciudadanoy alejarlo de su bandera.(Por-que la lealtad de la vida es como la lealtad militar: antesde escoger,ya estamos—juramentados—bajo el pabe-llón del mundo.) Paraesospesimistasvulgares todo estámal, conexcepciónde ellos mismos. Conviene,evitandolosdos extremos,insistir en quetodo estámal, pero todo puedellegar a estarbien: eso ha hecho siemprela Europarevo-lucionaria, huyendo del conformismo sedentariodel Asiacomo del mayor de los males. Hay quepredicar,pues,a lassociedades,la necesidadde unareforma constante,la vidasiemprealerta,la perenneposibilidadde perderse;en suma:el dogmadel PecadoOriginal y de la Caída.

Y compáreseesto con los procedimientosdel gobiernoinglés, fundadosen la psicologíanacional: allí el recluta-miento,la propagandamilitar, se hanhechoal revésqueenlos otros pueblos:en vez de ofrecervictorias fáciles, se hainsistidoen la probabilidadde la derrota. Así, los zepelinessobreInglaterrahansido el medio mejorde propaganda.

Chestertonno sigue una línea sistemática,sino que vaconsiderandoaspectosdistintos de la vida, y haciendo,pordecirlo así,brotar unachispade ortodoxiade todaslas pie-drasde la calle: teoríasde la humildady del orgullo, de lafe y de la desconfianzaen sí mismo,valor de lo maravillo-so en la educaciónde la conciencia,y enseñanzasextraídasde los cuentosde hadas para los niños, definición de lalocura y de la cordura,simbolizaciónde la noción del peca-

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do mediantela noción de la locura, tesisdel milagro, co-mentariossobrela vida de Cristo, soluciónpaganaal pro-blema de la conductafundadaen el equilibrio o “términomedio”, paradójicasolución cristiana que permite arder,lado a ladoy sin contrariarse,a las pasionesopuestas:ver-dade~aselvade ingenio por la quesoplaunaráfaga de in-quietud. Y todo con unagracia abundantey cierto aire debuenacompañíaque se descubreen el estilo ligero.

La novedadcon queabordalos asuntoses siempreunagratasorpresa,y paralos lectoresestragados,un verdaderoalivio. ¡ Qué cosa es oírlo empezarel estudiode la “EraVictoriana” inglesacon estaspalabras!:

—De dos modospuedeintentarseunasecciónen la his-toria literaria: o bien como se corta un queso Gruy~re,yateniéndosea las masasy los agujerosque resulten,o biencomo se corta la maderaa lo largo del hilo, siemprequese creaqueexiste tal hilo.

- . - O emprenderen estostérminosel estudiode GeorgeBernardShaw:

—La ideaque se tiene de Shaw es la de un señorcapazde escribirun prólogo enormeparauna comediadiminuta.Y en efecto,Shaw es un hombremuy “prefatorio”, en quienel comentarioprecedesiempreal hecho. Es lo del Evange-lio: en el principio era el Verbo. A su tiempo, llegaremosa la Encarnación;pero,en el principio, era el Verbo.

Hombre de temperaturafilosófica, Chesterton,fiel a sufundamentaleducaciónperiodística, procura traer pronta-mentesus discusionesal terrenode lo cotidiano,lo callejero:en vez de aludir a la génesislejana de una doctrina, aludeal último poeta de Londres que la ha proclamadoen susversosy, siemprequepuede,acude,parailustrar sus ideas,a la última polémica literaria o al último acontecimientodequehablael Times.

Novelistaen quien la novela policiacacobra trascenden-cia metafísica,es un Stevensonmásnerviosoqueel antiguoy másadecuadoal gustode los contemporáneos.En El hom-bre que fue Jueves,describe las persecucionesy sorpresasde la mentecoordinadora,a caza, por los alrededores’delTámesis, de la mente disgregadora.Escritor de múltiple

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actividad, interviene siempre en toda campañaintelectualde Europa,y es un GeorgeBernard Shawcon menosacritu-des y más sonrisasqueel otro.

Hay, en Londres,quien no puedepasarlasin leer, en elperiódicode la semana,las últimashumoradaso las últimasafirmacionesde Chesterton. Él es como la pila eléctricaquealimentaa miles de lámparas.Tienefamade gran co-medor,y suobesidad—a queél suelealudir en suslibros—es ya famosa.

1917.

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III. “EL HOMBRE QUE FUE JUEVES”,DE CHESTERTON*

GILBERT KEITH CHESTERTONesun dibujantecómicode sin-gularísimas dotes: ha ilustrado libros de Monkhouse, deClerihew,de Hilaire Belloc. Es un oradorqueabordalo mis-mo el problemade las pequeñasnacionalidadesqueel de laposibilidaddel milagroy lapocafe queen él tienenalgunosmodernossacerdotes.Es un político queha adoptadoel im-pecableprocedimientode vivir en unaEdadMedia conven-cional, parapodercensurartodo lo quepasaen susiglo. Esun gastrónomofamoso,segúncreohaberleído en algunapar-te y me parececonfirmarlo el ritmo sanguíneo,entreconges-tionado y zumbón, de su pensamiento;anti-vegetarianoypartidariode la buenacerveza;anti-sufragistay enemigodequenadiese le metaen casa—ni el inspectorde la luz eléc-trica—, hombresaludableno pervertidoen higienista,y hu-manosin ser “humanitarista”. Es un escritorcapazde ha-cersetolerary aundesearpor un periódicocuyas ideasatacainvariablementeen sus artículos(tal le acontecióduranteal-gún tiempo en The Daily News). Paramuchoslondinenses,lasnotasquepublicabaChestertonen TheIllustrated LondonNewserantan indispensablescomoel día de camposemanal;y suspolémicasen TheNew Witnessson unaalegríaparaelcontrincante,cuandoéste es un hombrede talento. Comoautorteatralde unasolaobra (Magia), Chestertonha tenidocierto éxito. En su juventudhizo crítica de arte, y sobrelospintoresWatts y Blakeha publicadodos libros tan indispen-sablescomoinútiles. Es poeta,verdaderopoeta,de un modovalientey personal.Lamentono poder traducir aquísus ba-ladassobreel aguay el vino, temamuy españoly muy me-dieval,por lo mismo quees de todo tiempo y todo país. Lacanciónde Noé tieneeste seductorestribillo:

* Prólogo a mi traducción de esta obra, Madrid, Editorial Saturnino Calleja,S. A., 1922.

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No me importa dónde llegue el agua,

siempre que no llegue hasta el vino.

Subaladacontralos‘vendedoresde comestibleses de unaradianteactualidad.Ha escrito innumerablesprólogosy pe-queñosensayos,cuyacoleccióncompletano ha podido reuniraúnel Museo Británico. Disertacon agradosobretodo autoren quienencuentraunaconfirmaciónde suspropiasideas,yaun sobreenemigosde talla gladiatoria, como GeorgeBer-nardShaw,que lo obliguen a combatircon respeto. Ante losdemásenemigos,Chestertonadoptaal instanteuna actitudinsecticida. Es, además,filósofo y apologistacristiano. Esnovelista. En susnovelas,las figurasde mujer sonpoco im-portantes. Suspersonajestienen,de preferencia,los cabellosrojos,azafranados.Es exuberante.Quierea todacostahacermilagros. Es, en todo, un escritorpopular.

Siemprecombativo, de una combatividadalegrey tre-menda,tiene un buenhumory unagracia de hombregordo,unarisamadurade cincuentón. Su cararedonda,suscabellosenmarañadosde rorro, inspiranunasimpatíainstantánea.Aveces,entre el chisporroteode sus frases,lo estamosviendogesticular.

Paraser un escritor popular hay que conformarse conios idealesde la época. Perohay dosmanerasde conformar-se con ellos: unaconsisteen defenderlos;otra, la mejor, enatacarlos,siemprequeseaconlos argumentosconvencionalesde la época.Así lo haceChesterton.Se vuelve contralas teo-ríasheréticasen nombrede las convenienciasy el respetoalo establecido;sí, pero con ímpetude aventura,poéticay noprosaicamente.Ataca las herejías,sí, pero en nombrede larevolución. De aquísuéxito. Su procedimientohabitual,sumecánicade las ideas,estáen procurarsiempreun contraste:si hayquedefenderla seguridadpública,no lo haceponién-doseal lado de la policía, sino, en cierto modo,al lado delmotín. Si, por ejemplo,hay que demostrarla convenienciade publicarla segundaedición de un libro (véaseel segundoprólogo de The Defendani), no alegarála utilidad de laobra, sino el absolutoolvido en que ha caído la primeraedición. CuandoescribesobreGeorgeBernardShaw,comien-za con estaspalabras:“La genteacostumbradecir queestá

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de acuerdoconShaw,o que no lo entiende. Yo soy el únicoque lo entiende,y no estoyde acuerdocon él.” La PequeñaHistoria de Inglaterra comienza,máso menos:

Yo no sénadade historia. Perosé que hastahoy no se haescrito la historia desdeel punto de vista del hombre de lacalle, del pueblo,del lector. Y éseserá mi punto de vista.

Y concede,en el desarrollodela vida inglesa,muchamásimportanciaa los civilizadoresromanosque a los bárbarosy peleonesescandinavos;y muchamásimportanciaa los gre-mios popularesde laEdad Media quea las modernasorga-nizacionesdel poder colonial y del capitalismobritánico. Yla sociedadlectorade nuestrotiempo, en virtud de unaéticay unaestéticaque no voy aanalizaraquí,aplaudeeste méto-do de sorpresas.

Además,hay que darsecuentade que las sorpresasdeChestertonson las sorpresasdel buensentido, y que Ches-terton entraen fuego cuandoestabahaciendomucha,muchí-sima falta, algo de buensentidoen las letrasde su país. Enefecto:la literaturainglesacomenzabaa cansarsedel grupode excéntricosque,en los últimos añosdel siglo xix, habíasucedido a los grandes“victorianos”. Chestertonse asomaal mundoconuna impresiónde aburrimiento. Los paradojis-tas ya no sobresaltananadie. Chestertonse vuelvehacia lasvirtudes infantiles,hacia los atractivosevidentesy democrá-ticosde lavida. He aquísuspalabras:

Los añosquevan de 1885 a 1898 fueron como lasprime-ras horasde la tardeen unacasarica, llena de salonesespa-ciosos; quiero decir, el momentoanterior al té. Entoncesnose creía en nada,salvo en las buenasmaneras.Y la esenciade las buenasmanerasconsisteen disimularel bostezo. Y elbostezopuededefinirsecomo un aullido silencioso.

Aquella genteimposible se quejabade que la primaverafuera verdey las rosasrojas. Chestertonlos llamó blasfe-mos,reivindicó parasí el derechode regocijarseante las ma-ravillas del mundo(un derechoquesólo debeejercersecuan-do no se es bobo,un derechopeligrosísimo),y se entregódesde entoncesabiertamentea las alegríassencillas de la

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calle y del aire libre. (Con malicia, naturalmente.Paraen-contrardivertidoel mundono bastaproponérselo.)

En apariencia,Chestertones un paradojista.Pero,apocoleerlo, descubrimosquedisimula,bajoel brillo de la parado-ja, toda una filosofía sistemática. Sistemática,monótona,cien vecesrepetidaconpalabrasy pasajesmuy semejantesatravésde todossus libros. No es en el fondo un paradojista.No nieganingún valor aceptadopor la gran tradición popu-lar; no rechaza—al contrario—el honradolugarcomún;nointentarealmentedesconcertaralhombresencillo. Gustamásbien de volver sobrelas opinionesvulgaresy las leyendas,parahacerver lo quetienende razonable. No es un parado-jista. Bajo el aire de la paradoja,hace que los estragadoslectores del siglo xx acepten,a lo mejor, un preceptodelCódigoo unaenseñanzadel Catecismo.El contraste,el siste-ma de sorpresas,que es suprocedimientomental,es tambiénsuprocedimientoverbal. Poseeunalenguaingeniosa,pinto-resca,llena de retruécanosasumanera:sube,baja,salta,rizael rizo encaramadopeligrosamenteen una palabra,y a lapostreresultaqueha estadodefendiendoalgunanocióneter-na y humilde: la Fe, la Esperanza,la Caridad. En bocadeSyme, personajede una de sus novelas,poneunasentenciaqueexplicamuy biensu situación. La paradoja,dice Syme,tienela ventajade hacernosrecordaralgunaverdadolvida-da. Y en otra ocasión,Chestertonse ha definido a sí mismocomoun apóstolde las verdadesa medias. Es decir, comoun apóstolde la exageración.Y en verdad,Chesterton,másque un paradojista,es un exagerado. Hace años, ArnoldBennett,en NewAge, seenfrentócon Chesterton,asumiendounasolemnidadalgoasnal,y le dio unasdos o tres coces. Enresumen¿dequélo acusaba?De exageración:estepecadillograciosoque, si no entraal Cielo, tampocoha merecidoelInfierno; estepecadomenorquetambiénpuedeserla atmós-fera del Limbo. Pero la exageraciónes un métodocrítico,un método del conocimiento. Sainte-Beuverecuerdaque elfisiólogo, para mejor estudiarel cursode unavena,la inyec.ta, la hincha. No temblemos:la exageraciónes el análisis,la exageraciónes el microscopio,es la balanzade precisión,sensiblea lo inefable.

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¿Cuálesel sistemade Chesterton?El quehayaleído suespléndidolibro Ortodoxiaconocela evoluciónde la filosofíareligiosade Chesterton. A través de todaslas herejíasmo-dernas,y creyendodescubrirunanovedad,se encuentraunbuendía convertidoal catolicismoapostólicoromano,comoel que,creyendodescubriruna isla del Mar del Sur, toca undía la nativaplaya, de la quese imaginabatan lejos.

Y se da entoncesel casoextraordinariode un expositorde la doctrina católicaque, en vez de valersede los argu-mentosadustos,se vale de los argumentosalegres,como sisuvino religioso se resintierade losodrespaganos.El juglarmedievaladoraba,asu manera,a lavirgen,haciendolo me-jor quesabía:susjuegos de saltimbanqui. Así, en Chesterton—estenuevo Padrede la Iglesia— la sorpresahumorísticasustituyeala parábolacristiana. Habla de las verdadesmásantiguasde la Iglesia, pero con el mismo tono de voz delquedescribelos ritos misteriososde la isla reciéndescubier-ta en el Mar del Sur. Así en Chesterton—estesalteadordela propia bodega—aprendemosa gustar otra vez el vinode nuestrosabuelos. Él confiesaalegrementehaberdescu-bierto el Mediterráneo. Y lo mejor del caso: nos convencede que el Mediterráneoestabaotra vez por descubrir. Escomouno de suspersonajes,queteníaaventuras,amorosas.- -

con su mujer legítima. Entiendela vida.El paganismo,segúnChesterton,proponea todoconflicto

unasoluciónde falso equilibrio: el justo medio de Aristóte-les. El paganismoes conciliación, o mejor dicho, transac-ción. Cierra los ojos a las debilidadeshumanas,paraevitar,al menos,queestallenen malesirremediables;paraver si secomponensolas con eseoptimismo rutinario de la naturale-za.Peroel cristianismoesguerradeclaraday franca,y dondequieraaparececomo unaespadaqueparteen dos. El cristia-nismo,vieneadecirChesterton,es la filosofía de la izquier-da. El cristianismoresuelvelos conflictos haciendoluchardirectamentelas dos fuerzasextremasy antagónicas,paraque se salve lo queha de salvarse;haciendochocarel bieny el mal; haciendoarder—lado a ladoy sin transición—elfuego blanco del Cielo y la llama roja del Infierno. Hay,pues,que combatir.

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El paganismoponía el ideal humano en una pretéritaEdadde Oro. El Cristianismo,en unafutura salvación. Parael cristianismoel mal está en el pasado,estáen el pecadooriginal; y el bien, en el porvenir. Abandonarsees declinarhacia atrás. Estamoscorriendo diariamenteun grave peli-gro: hay queesforzarsepor vivir al paso de la vida, hayquerevolucionarhastaparaserconservador,porquelascosastienden,espontáneamente,adegenerarde su especie.

Tal es,a grandesrasgos,el sistemacatólicoy revolucio-nario de Chesterton,graciosamentematizadocon una necesi-dad imperiosadel milagro, con una sed fisiológica de cosassobrenaturales.Pero,periodistaal fin, procura traer siem-pre sus discusionesa la temperaturade la calle; y en vez dedar a las ideasfilosóficas el nombrecon que las designalaEscuela,les daelnombremásfamiliar. No hablade tal tesiskantiana,sino de tal tesisdefendidael otro día por el edito-rialista del Times. ¿Esestoun defecto?

En todo caso,cuandotodos los valoresdogmáticosde laobrade Chestertonhayansido discutidos—suortodoxia,queacabapor admitir, con cierta amonestaciónprevia, algunasheterodoxiascristianasen su seno,su antisocialismoespecial,su democraciacaprichosa,supolítica algo díscola,susteoríashistóricasy críticas—,Chesterton,el literato, quedaráileso.Suslibros seguiránsiendobellos libros, su vigorosaelocuen-cia seguirácautivando. Susrelámpagosbíblicos, su alegríavital, su naturalezaabundantehacende esteperiodista,pormomentos,un inspirado.

Un reparoa su estilo: Chestertonpadecede abundanciacalificativa, se llena de adjetivos y adverbios. Y como nodesistede convertirla vida cotidianaen unaexplosiónconti-nua de milagros, todo para él resulta “imposible, gigantes-co, absurdo,salvaje,extravagante”. Pone en aprietosal tra-ductor. Estono quieredecir queChestertonuse las palabrasal azar. Al contrario:capítulosenterosde su obrasondiscu-sionessobreel verdaderosentido de tal o cual palabra:porejemplo, sobrela diferencia entre “indefinible” y “vago”,entre“místico” y “misterioso”. Y construyetoda una histo-ria de las desdichashumanassobrela ininteligencia de talotra palabra,por ejemplo: “contemplación”.

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En El hombrequefueJueves,encontramos,comoen sín-tesis, todaslas característicasde Chesterton:la facilidadpe-riodísticaparatrasladara la calle unadiscusiónde filoso-fía; la preocupaciónde la idea católica,simbolizadaen unalámparaeclesiásticaqueelDr. Renarddescolgaráde supuer-taparaofrecerlaalos fugitivos; elprocedimientode sorpresay contrasteempleadocon regularidady monotoníaen todoslos momentosde la novela: comoque la novela puederedu-cirse a siete contrastessucesivos,a siete sorpresasque nosdanlos sietepersonajesdeprimerplano,todosaparentescons-piradores,y todosen realidadagentesde la policía quemu-tuamentese vigilaban sin saberlo. También encontramosaquíal crítico de arteo, por lo menos,al hombreparaquienlos coloresde la tierra (sobretodo los que tiendenal rojo)realmenteexisten:la novela,comoen unaalucinacióno ver-daderapesadilla,sedesarrollasobreun fondode crepúsculosencendidos,en un ambientede maticesy tonos que parecenengendradospor los cabellosradiantesde Rosamunda,bajoaquelcielo de azafrán,en el barrio de las casasrojas, en eljardín iluminadopor farolillos decolores. El polemistatam-poco podíafaltar: la novelamisma esunapolémica. Syme,héroecaballeresco,casi puedeconsiderarse—con una ima-gen que sería muy del gusto de Chesterton— como unmatadorde dragones,como unatransformaciónmodernadela leyenda de San jorge. Y en fin, para que nada falte,tambiénencontramosaquíunacaricaturade la personadelautor. ¿A quiénpertenecen,sino a Chesterton,esacaraenor-me, esacomplexiónextraordinariadel personajeDomingo?¿Por qué le da Chestertoncualidadessobrenaturalesa suDomingo? Porqueen él incorporasufiebre anhelosade mi-lagros. CuandoDomingova a lomosdel gigantescoelefante,se sientequele tieneenvidia;o mejor, queél—Chesterton—goza al describir aquellaescenacomo si hiciera recuerdospersonales. ¿Recuerdos?Sin duda: recuerdosde lo quenuncaha pasado,pero queestá,simplemente,en la prolon-gacióndela propiaconducta.Si Chestertonse atreviera—nome cabeduda—andaríapaseandopor Londres,por AlbanyStreet,por Piccadilly, alomosdel elefantedel JardínZooló-gico. Chestertontrata la personafísica de Domingo con un

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amor de auto-retrato. La acaricia, la plasma,hastaque ladejaredonda,redonday elástica,redonday ligera, como unbalón, comoun globo. Domingo, al igual de Chesterton,estálleno de la alegríade rodar y de rebotar. Ya se ha advertidoesteamor (este“amor propio”) de Chestertonpor los gigan-tonesque figuran en dos o tresde susmejoresnovelas.

El hombreque fue Jueveses unanovela policial, perounanovelapoliciaco-metafísica—verdaderasublimacióndelgénero. Otro tanto pudieradecirsede todaslas novelasdeChesterton(con excepcióndel ciclo del PadreBrown, don-de, en la primera parte al menos,hay otro elementotras-cendental:elcrimencreadopor elambiente)- El perseguidory el perseguidocobranunasignificacióninesperada,acabanpor convertirseen principios eternosdel universo. Peroporfortuna nuncase pierde,por entreel laberinto de episodiosmáso menossimbólicos—simbólicos siempre—,estesenti-miento cómico que legitima la introducción de elementosinverosímilesen el relato, y que permite al autorsaltar fan-tásticamentedel sucesohumildeal comentariotrascendental,sin perderel ritmo delbuenhumor.

El maestrode Renanconcebíael mundocomo un colo-quio entreel Padre,el Hijo y el Espíritu Santo,de cuyaspalabrasva brotandoel universo,evocadode las tinieblas.Otros entiendenel mundo como un organismodivisible enpartesy en funciones,como un tratado divisible en capítu-los. Otroslo entiendencomounamelodíainfinita, impulsolírico desarrolladoen el tiempo. Chestertonlo concibecomounanovela de policía, como una cazallena de peripecias,entre dos nocioneselementales;con la posibilidad—claroes— de una inexplicable,de una temerosaconciliación,queestámásallá de la inteligenciade los hombresy sólo cabeen la de los ángeles.

En estanovela policial del universo,no hay delincuen-te, no hay delito. Dos fuerzasinocentes,casi amándose,secombaten.A vecescreemosque se transformanla unaen laotra, y hay como un tornasol dinámico en que los átomosde la razóngiran, incendiados.De aquíunahondainquie-tud poética;de aquíesaíntima necesidadde gritar o cantarquesorprendemosen el corazónde todaslas cosas.

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Perono se ahuyenteel poco aficionado a las discusionesabstractas.Los héroesde la novelason tambiénhombresdecarney hueso,y sólo al final se diluyen en unaalegoríain-mensa,tan inmensaqueesya invisible. Y si lanovelaes,poruna parte, un ensayocaprichososobreel doble equilibrio(o desequilibrio en dos pies) del mundohumano,sobrelasdostendenciasesencialesde la conducta,casi sobre dos es-tadosde ánimoo sobredospalabrasúnicas—Sí: No—, tam-biénes,por otra parte,unadivertidísimahistoria de aventu-ras,enredo,intriga; de tan fuerte carácterplástico, quenoentiendocómo los editorescinematográficosno han sacadode aquí una preciosaobra en jornadas,como entoncesseusaban.*

Y por este aspecto,la novela recuerdaa los clásicosdelescalofrío: a Poe, a Stevenson;y prolongaun génerotípicode la lengua inglesa: la aventuraenigmática; la aventuradondeel sentimientoha de vibrar, pero dondela razón hade dar de sí continuosrecursos;dondeel hombrecombatecon el cuchillo, como los marinerosde la Isla del tesoro,llenos de pavoresbíblicos y de maldiciones;pero dondeelhombreha de combatir, también,con el silogismoy el sori-tes, comoen el tratadode Lógica de JohnStuartMill.

1919.

* El Napoleón de Notting Hill parece haber inspirado algén episodio de“La moneda rota”.

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IV. PEQUEÑA CLAVE PARA LA “PEQUEÑAHISTORIA” *

ADEMÁS de las notasque acompañana estatraduccióncon-vieneque el lector no familiarizado con la historia inglesarecorralassiguienteslíneas,dondese haprocuradoextractarlos hechosabsolutamenteindispensablesparala inteligenciade la PequeñaHistoria.

La provincia de Britania. Redondeandocifras, la roma-nizaciónde la provincia de Britania abarcadel año50 a. c.al 450 de la Era vulgar. Julio Césarhizo un tanteomilitaren la Britania el año55 a. c., y al añosiguientevolvió. Laverdaderaconquistaromanacomenzóen 43 a c., bajoAulioPlautio. A principios del siglo y, la Britania quedacortadade Romapor unadoblecausa:1) La conquistade las Galiaspor los teutones;las Galias eranel caminoentreInglaterray Roma; 2) Las invasionesde saxos,anglosy jutos en In-glaterra. El rey británicoVortigern los habíallamadoparaquele ayudaranacontenerla furia de los salvajespictos deEscociay de ios piratasirlandeses;pero ios aliadosno salie-ron más de Inglaterra. Entretanto,Roma ya había dejadoallí algunassimientesde cristianismo.

La era de las leyendasy la derrota de los bárbaros. Laépocadel dominio anglosajónva de 450a 1016. Chestertonsubrayalos dos grandeshechosespiritualesde esta época:1) La enormeproducciónlegendaria,las efervescenciasdela fábula;y 2) La luchay triunfo final del cristianismocon-tra las divinidadesfuriosasde los bárbarosinvasores. Heaquí,por otra parte,los hechospolíticosquesirvende fondoa estoshechosespirituales. Los dos jefes sajones,Horsa yHengist, tratan con Vortigern y se establecenen la isla deThanet. Pocodespués,Hengistasientaen Kent sureinado.ElmisteriosoArturo, figura mítica en quien se descubrenlos

* Prólogo a la obra de G. K. Chesterton, PequeuíaHistoria de Inglaterra,traducción de A. R. Madrid, Calleja, 1920.

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rasgosde unadivinidadcéltica, combate—dicela leyenda—contra los invasoressajones,y muerea manosde ellos. Si-glos después,la figura de Arturo resurgirácomo centro delciclo bretón de leyendacaballeresca,cristianizándosecomola leyendadel Grial. En tanto,los invasorespenetrany esta-blecen centros,reinados,en el Norte (Northumbria),en elSur (Sussex),en el Este (Essex),en el Oeste (Wessex).Elcatolicismoavanzasobreellos en dos olas, que al principioparecenchocar y al fin se funden en la línea ortodoxa:1) Una ola viene del Ocidente,de Irlanda,de la catedraldeGlastonbury,dondelas primerasaguascristianasse habíanconservadosin merma.2) Otraola viene del Oriente,con lamisión romanade San Agustín. Este, en 597, convierte alos sajonesde Kent, y es el primer arzobispode Cantórbery.Propagaciónde monasteriosy granactividadconventuaLEg.berto, rey de Wessex,unifica a Inglaterra bajo su cetro.Pero,aprincipios del siglo ix, sobrevienennuevasinvasionesdanesasque amenazan“desbautizar”la tierra. En 871, el“buen sajón”, quedice Dickens—Alfredo el Grande—,de.rrota, trasde variosañosde lucha,a los danesesy hacebau-tizara su jefe Guthrum. Los danesestriunfaránal fin, puestoqueya en 1016el rey de Inglaterraes un danés—Canuto—;pero Canutogobernaráen nombre de Cristo; de suertequeel verdaderotriunfo de Alfredo —explicaChesterton—con-sisteen haberimpuestoel bautismoa los invasores.

SanEduardo y los reyesnormandos.Años 1016a1189.Era queva de la conquistanormandahastala cruzadadeRicardoCorazónde León. La transicióndel rey danésde In-glaterraal conquistadornormandode Inglaterra es la histo-ria de un pretexto diplomático que favorece una invasiónmilitar; y estoacontececonformea la diplomaciadel tiem-po, que era cierto código de honor sobrela palabra empe-ñaday los deberesde armas. He aquíla historia: Eduardoel Confesorprometiósu sucesiónal heredero,del ducadodeNormandía. Harold, otro posiblesucesorde Eduardo,ofrecerespetaraquellapromesa. Pero,a la muerte de Eduardo,sedeclararey, faltando asu palabra. Guillermo —vasallodelrey de Franciay duquede Normandía,llamado más tardeGuillermo el Conquistador—le obliga por las armasa ce-

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derle el trono, al cual se considerabacon derecho.* PeroGuillermo —advierteChesterton—fracasaen su intento dehacer de Inglaterra una monarquíaunida, a la manerade Francia. Lo heredansusenconadoshijos: primero gobier-na Guillermo II, “Rufo” o “el Rojo”, llamadotambién“Bar-barossa”;y traséste,Enrique1 o “Beauclerc”, queequivalea “fino letrado”. Y despuésInglaterrase divide en un caosfeudal, dondesobrenadan,como pueden,Estebande Bloisy EnriqueII, primero de los ocho reyesde la casaPlanta-genet.

La era de las Cruzadas. Chestertondescribeel ambientede las Cruzadas,y paseapor variasépocasde la historia in-glesa, igualmentedominadaspor la fascinaciónde Jerusa-lén. Pero se refiere, sobretodo, a la primera cruzada,lacruzadade Ricardo 1, Corazón de León, sucesorde Enri-que II. Dura estacruzadade 1190 a 1194. Es la primerexperiencia del alma inglesa hacia el conocimiento de loremoto:el principio de la epopeyanaval británica. Europaeraentoncesuna sola nación,y la Tierra Santael frente eiie-migo por conquistar. La preocupaciónde las Cruzadasdurahastalos días de Enrique VI (t en 1471).

El problema de los Plantagenets.El autor retrocedealreinadode Enrique II, que precedióa Corazónde León, yaun aludede pasoa Guillermo II, el Rojo, y sus disputasconel arzobispoAnselmo,aFulk de Anjou —quefigura bajoEnrique 1, Beauclerc—y a Estebande Blois, predecesorde Enrique II. Éste gobiernade 1154 a 1189. Entre lossucesosde sureinadosobresalela contiendaque sostuvoconTomásde Becket,arzobispode Cantórberydesde1162,quienquería imponer al monarcaciertas prerrogativaseclesiásti-cas. En 1170, los hombresde Enrique II dan muerte aBecket. La leyendalo transformaen SantoTomás de Can-tórbery. Y Chesterton,paraestudiarel carácterde estehecho,prefiere examinarlo quede él quedaen las tradicionesdelsiglo xiv, segúnel testimonioliterario de Chaucer (CuentosdeCantórbery). La muertede Becket—dice—— es el primeracto hacia el quebrantamientodel poder central en Inglate-

* Ver: A. R., Los trabajos y los días, 1945, p. 223: “Bayeux y sus histó-ricos tapices”, Obras Completas,IX, pp. 199-461.

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rra: enajenaal rey el amordel pueblo. Este descréditomo-ral de la monarquíase nota más en la épocadel segundohijo de Enrique:Juansin Tierra. (Y el autor saltaaquíelreinadode Ricardo Corazónde León, de queha tratado enel anteriorcapítulo,y en torno al cual ha construidosu“teo-ríade la cruzada”.) Juangobiernade 1199 a1216. En estetiempo, los baronesobtienende él la CartaMagna (1215),que establececonstitucionalmentelos privilegios de los no-bles y ciertas garantíasjurídicas, en detrimento del poderdespóticodel rey. Bajo Enrique III, sucesorde Juan, losbarones,capitaneadospor Simón de Montfort, exigenla con-firmación de la Carta Magnay, por la violencia, obligan alrey a acatarla. Montfort funda así una especiede poderparlamentariofrente al rey. Peroes derrotadoy muertoporlas huestesdel rey en la batallade Evesham(1265).

En la tradición poéticade ios tiemposmedios, Franciaes “la dulce Francia”; Castilla, “Castilla la gentil”; Inglate-rra, por antonomasia,“la alegre Inglaterra”. ¿Quéquieredecir la alegre Inglaterra? Aquí Chestertondisertasobrelosaspectosrisueñosde la vida medieval,y describe,especial-mente,la organizaciónde las libertadespopulares,medianteel sistemade los gremios y privilegios y susmuchasventa-jas; la apariciónde la clasecampesinay las nuevascondi-cionesde la vida rural; las propiedadescomunalesde gre-mios, parroquiasy monasterios;el gran desarrolloanónimodel arte,todo característicode los últimos siglosmedios. LaorganizacióndelParlamentoaquese refierenlas últimas lí-neasdel capítulo tuvo lugar bajo Eduardo 1 —sucesordeEnrique III— el año 1295.

La nacionalidad y las guerras conFrancia. El autor es-tudia aquílas causasquedeterminaronla formación de lossentimientosnacionalesenla Europamedievaly los primerosefectosqueestoproduceen el reinadode Eduardo1, sucesorde EnriqueIII. En 1291 se celebraen Northam un parla-mentosobrela sucesiónescocesa,y Eduardo,el árbitro, deci-de, como en la fábula, apropiarseel objeto de la disputa.Entre los pretendientes,JohnBalliol y Robert Bruce, da larazón al primero, pero recordándoleque es su vasallo. Elincipiente nacionalismoescocésacabapor irritarse ante las

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obligacionesdel vasallaje,y Escociase subleva. Wallace esel campeónde los sublevados.EntreéstosibanRobertBru-ce, el nieto (futuro rey de la Escociaindependiente),y Co-myn, sobrinode Balliol. Balliol habíasido desterradoaNor-mandía. Bajo EduardoII (1323) se firma una tregua conEscocia. Pero la causaescocesatriunfará con RobertBruce,el nieto,bajoEduardoIII (1328)- Hastaaquíel nacionalis-mo escocés. Bajo el mismo Eduardo III, que asciendealtrono en 1327, el nacionalismofrancéstiene una poderosamanifestación:en 1337, EduardoIII comienzala campañade Francia,campañaprovocadatambiénpor un conflicto depretensionesdinásticas.Las guerrascon Franciaafirman elsentimientopatriótico,queya se revelaclaramenteen la vic-toria de Azincourt (1415), bajo el rey EnriqueV. Esteabrildel sentimientopatriótico, coincide—dice Chesterton—conel octubrede la sociedadmedieval. El capítulo recorre,máso menos,el períodode 1272 a 1431,año en quemuereJuanade Arco, la heroínade Francia.

La guerra de los usurpadores. El autor retrocedeunpoco para destacarotros aspectosde la época,y luego ade-lanta algunosaños más. De suerteque el capítulo abarcadesdela monarquíade Ricardo 11(1377) hastala caídadeRicardoIII y la subida de ios Tudores (1485). Primero,unasublevacióndel pueblo,de los labriegos,y después,unaseriede usurpacionesy riñas por la corona,dancarácteralciclo. La sublevaciónaconteceen 1381,bajo RicardoII, pro-vocadapor las cargasimpuestasa la población campesinay los malesy pobrezasde la largaguerrade Francia. El reyestá dispuestoa transigir, pero el Parlamentose lo impide.El Parlamento,que habíabrotadode ios gremios del pue-blo, es ya una sectaaristocrática. El rey ya no es intoca-ble. El duque de Gloucesterse hace jefe de la oposiciónparlamentaria. El rey, en 1397, se apoderadel duque,quemuereen la prisión,castigaalos amigosde éstee inaugura,con el golpe de Estadoa que se refiere el autor, un gobiernodespótico,desconociendociertos actos anterioresdel Parla-mento. Poco después,el rey destierraa Francia a Enriquede Hereford (“Bolingbroke”), hijo del duquede Lancaster.En 1399 conduceuna expedicióna Irlanda, dejandode re-

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genteal duquede York. Enrique de Hereford vuelve deFrancia,obtienela sumisióndel duque de York, y cuandoRicardoII regresa,ha perdido el reino y se ve obligado aabdicar. El Parlamentoerige en monarca a Enrique deHereford, primer rey de la casa Lancaster,que gobiernabajo el nombre de EnriqueIV. Éste y los demásmonarcasde sucasa(EnriqueV y VI) se esfuerzanpor gobernarbajoel consejo del Parlamento. En tiempos de Enrique VI, elduquede York —que alegabapretensionesal trono— riva-liza en el poder con el condede Somerset,y estarivalidadacabapor engendrarla Guerra de las Rosas (1450.1471):la Blanca(Lancaster)contrala Roja (York). Las dos casasse disputanel trono. Con el apoyode Warwick triunfa York.Los monarcasde estacasasonEduardoIV, EduardoV y Ri-cardoIII. Contraéste se levantaEnriqueTudor,y lo derrotaen la batalla de Bosworth. (1485). En adelante,el Tudorgobiernaconel nombredeEnriqueVII.

La rebeliónde los ricos (1485.1553). Salvounaalusióna la política económicade EnriqueVII, el autor dedicaestecapítuloa los reinadosde Enrique VIII y EduardoVI. Esla épocadel Renacimientoen la cultura y de la Reformareligiosa. Comienzaa crearseuna nueva aristocraciaingle-sa. Cambianlos fundamentoseconómicosde la sociedad,enmermade las comunidadespopularesy monásticasy en be.neficio de los señores.EnriqueVIII (el rey BarbaAzul) seconstituyedefensordel Papa,ya enlo diplomáticoanteel reyde Francia,ya en lo teológicoante Lutero. En 1509,cuandoempezóa reinar,EnriqueVIII se habíacasadocon Catalinade Aragón. En 1528 sobrevieneuna crisis que divide sureinadoen dospartes:Enriquese empeñaendivorciarse,paracontraermatrimonio con Ana Bolena. El Papa, queestabaa la sazón en manosde CarlosV —sobrino de Catalina—,niega el permiso del divorcio. EntoncesEnrique VIII sedeclaracabezade la Iglesia anglicana,rompe con Romayse divorcia de propia autoridad. En cuanto al fondo, semantiene,si cabe decirlo;ortodoxo,y persiguea los lutera-nos. Confiscalos bienesde los monasteriosy clausuraéstos,por ser los últimos reductosde la autoridad papal. El le-vantamientopopularqueestapolítica produjo(Peregrinación

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de Gracia, 1537) es sofocadocon dureza. Entretanto,elrey se ha casadosecretamentecon Ana Bolena (1533), aquien despuéshacecoronarcomo reina. En 1536 mueresuprimera esposa,Catalina. Y el 19 de mayo del mismo año,haceejecutaraAna Bolena poradulterio,y al día siguientese casacon JuanaSeymour. Del primer matrimonio habíanacidoMaría; del segundo,Isabel;del tercero,Eduardo,queserásu sucesorinmediato.Juana Seymourmuere. EnriquesecasaentoncesconAna de Cleves,y apocodeshacesuma-trimonio. Se casaconCatalinaHoward,y después,la mandaejecutarpor infiel. Finalmente,se casacon CatalinaParr,quese las arregla,comoJerezarda,parasalvarse,y aunlograsobrevivira suterribleesposo.De paso,y segúnlos trancesde su política público-doméstica,ha ido desprendiéndosedesus ministrosy consejeros:Wolsey, Moro, Cromwell. Estosdosmuerendecapitados;aquél,preso. EnriqueVIII muereen 1547,y le sucedesuhijo EduardoVI, quequedabajo elprotectoradodel condede Hertford (de la casaSeymour),quien pronto se nombraduquede Somersety hacebarón asu hermanoEduardo de Seymour. Éste alcanzagran vali-mientoen la Corte, y el de Somersetlo haceejecutarpor car-gos de traición al rey. Los nobles se apoderande la tierraparamantenerlos ganados,querindenmásquelascosechas,y conesto,arruinany saqueanal pueblo. EduardoVI es yaprotestante.

Españay el cismade las naciones(1553-1603).Reina-dosde MaríaTudory de Isabel (María,hija de EnriqueVIIIy Catalina,la primeramujer; Isabel,hija de EnriqueVIII yAna Bolena,la segundamujer). María es católica, y persi-guey quemaa los protestantes;perono devuelvea la Iglesiasu antiguopoder. Suspersecucionesestáncomosimbolizadasen los nombresde los tres mártires de Oxford: Crammer,Ridley y Latimer. El primero (1489-1556) fue arzobispode Cantórbery. Él sugirió aEnriqueVIII la idea de atener-se,parasuproyectadoprimer divorcio, no a la autoridaddelPapa,sino a la opinión de los letradosde Inglaterra. Enadelante,le ayudósiempreadeshacersede susmujeres.Tra-bajódespués,bajoEduardoVI, por laReforma,y contribuyóa formarelLibro de Oracionesenlenguainglesa.El segundo

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(1485.1555)sancionó,como individuo universitario,el pri-mer divorcio de EnriqueVIII. Obispode Worcester,predicala Reforma,por lo cual sufrealgunoscastigos. Bajo Eduar-do VI renunciaal episcopadoy se dedicaa la predicaciónybeneficencia.El tercero(1500.1555),obispode Londres,im-buido en las ideasreformistas,fue capellánde Crammeryde EnriqueVIII. Quiso defenderlas pretensionesde LadyJuanaGrey al trono de Inglaterra. María Tudor hizo deca-pitar a Juana Grey en 1554. En 1558, InglaterrapierdeCalais,anteel ataquedel duquede Guisa. Bajola reinaIsa-bel, Inglaterracobraconcienciade su fuerza. Derrota a laArmada Invencible (1588), y apareceya comounapotenciacismática,al ladodeotrasnacionesdelNorte. La reinaIsabelfue llamadala ReinaVirgen, sin duda,como dice Dickens,por “el profundo disgustocon que veía que se casaralagente”.

La era de los puritanos. Desdela segundamitad del si-glo xvi, bajola reinaIsabel,comienzaacrecerel movimientopuritano,empeñadoen “purificar” a la Iglesia de los abusospapales.Bajo los Estuardos(1603 a 1688), el puritanismose desarrolla. En 1620,unapartida de puritanos (los “Pa-dres peregrinos”) embarcahacia la Nueva Inglaterra, enbuscadela libertadreligiosa:habíacomenzadola luchaentrelos Estuardosy los puritanos,de quehablaChesterton;cul-mina en la decapitaciónde Carlos1. LossucesosentreIngla-terray Escociaa que al autor se refiere, puedenresumirseasí: en tiemposde la reina Isabel, María Estuardo,la reinade los escoceses,teníapretensionesal trono de Inglaterra. ElPapa,que desconocíaa Isabel, apoyabaa María Estuardo.Éstaeraesposadelherederode Franciay contabaconel apo-yo de Francia. La situaciónse agravacuandosu esposoas-ciendeal trono francés(FranciscoII) - John Knox y otrosreformistaspropaganel protestantismoen Escociaconcierta’ferocidad. FranciscoII y María Estuardo son católicos,yenvíantropasfrancesasaEscociaparadefenderlos monas-terios. Dominado el protestantismoen Escocia,las tropasfrancesaspodrían continuar combatiendoen Inglaterra, yacasoconquistara Inglaterra. La congregaciónde los pro.testantesde Escociapidey obtieneel auxilio militar de Isa-

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bel. Muerto FranciscoII, María vuelve aEscocia. La lucha,sorda,se prolonga entrela católicaMaría y la protestanteIsabel. Los descontentosde Escociase pasana Inglaterra,donde Isabel los protege,más o menosabiertamente.Delmatrimonio de María conLord DarnleynaceJacobo,futurorey de Inglaterra. Muere Darnley; el pueblo consideraaMaría cómplicede sumuerte. Y María, queteníael defectocontrarioal de Isabel,secasaconBothwell. Los noblesesco-cesesse unenparadefenderde Bothwell aJacoboel herede-ro; y acabanporponerpresosaBothwell—quemuereloco—y a María, quees obligadaaabdicar,dejandoen el poder asu hermanoel condede Murray. María logra escapar,y serefugia en Inglaterra (1568), donde vivirá prisionera,decastillo en castillo, diecinueveaños más,tratandoen vanode defendersede las acusacionesquepesabansobreella. Entorno a ella se agita la conspiración. Hay levantamientoscatólicos,sangrientamentereprimidos. El Papay otros sobe-ranospiensanen derrocara Isabel, poniendoaMaría en sulugar. El duquede Norfolk, quedeseabacasarseconMaría,terciaen el complot,y acabaen el cadalso(1571). Y mien-trasestossucesosabríanel abismoentreprotestantesy católi-cos,llegande Paríslas nuevasde la nochede SanBartoloméy la matanzade hugonotes(1572). Finalmente,en uno detantoscomplots,María aparececlaramentecomprometida,yes juzgaday decapitada(1587)- Al añosiguiente,Isabelde-rrotaala Invencible. A Isabelsucede,en 1603,Jacobo1,hijode María Estuardo,y conél asciendenal trono de Inglaterralos Estuardos:Jacobo 1, 1603-1624,Carlos 1, 1625.1649.Tras la decapitaciónde éste,hay una interrupción,en quegobiernancon título de “Lord Protector”,Oliver Cromwellprimeroy, después,suhijo Richard;y luego,expulsadoéste,sereanudael gobiernbde los EstuardosconCarlosII, 1660-1685,y termina con JacoboII, depuestoen 1688y muertoen 1701.

El triunfo delos Whigs.1. La Restauración(1660-1688).Los EstuardosCarlosII y JacoboII. a) Supolíticareligiosa,de católicosescépticos,no comprendidapor un pueblocadavez másprotestantey, en todo caso,muy partidarioya de suIglesia nacional“anglicana”. El pueblocree ver conspira-

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cionesentodoslos centroscatólicos b) Supolítica internacio-nal, inclinadaa Francia,losconvierteen jefesde la oposiciónde suspropios gobiernos.El solo nacimientodel hijo de Ja-coboII, alofrecerla posibilidadde un herederoquecontinúela política de los Estuardos,hace que los nobles acudanaGuillermo de Orange, nieto de Carlos 1. II. La Revolu-ción. Guillermo de Orange (en el trono, Guillermo III),príncipeholandés,desembarcaen Torbay,el 5 de noviembrede 1688. JacoboII huye a Irlanda. Una hija de JacoboII,Ana,sucedeaGuillermoen 1702.A la muertedeésta,ascien-de al trono un príncipealemánde Hannover,Jorge1 (1714).El paso de Guillermo a Jorge,con la transiciónde la reinaAna, es paraChestertonel pasode la épocaen queel Parla-mentonecesitatodavía de un monarcafuerte, a la épocaenqueya le convienemejor un hombre débil en el trono. YChestertonponecomo ejemplosde la conductade los noblesde aqueltiempo a Churchill (Marlborough) y a Henry St.John (Bolingbroke). Churchill (1630-1722) representalatraición a JacoboII, la traición a ios irlandesesen Limerick(1691) y alos escocesesen Glencoe(1692). En el ministroBolingbroke (1678-1751) se encarnanla tendenciamonar-quistay la inclinación aFrancia. El examende su políticay la de Chathamnos lleva a los reinadosque siguieronalprimer Jorge:Jorge11(1727),JorgeIII (1760).Chestertonadvierteque la política inglesa,con los Whigs del siglo xviii—los aristócratasliberales—,se acercabaa Prusia.

La guerra con las grandesRepúblicas.Tras algunascon-sideracionessobreel caráctersinceramenteretóricodela épo-ca, en torno a las figuras de políticos y oradores(Nelson,Patrick Henry, Burke, Junious,Waipole), el autor hacevercómoestosWhigs—sólo liberalesen el sentidoaristocráticode la palabra—se ponenenluchacontrala Repúblicayanquiy contra la República francesa. Todo esto bajo JorgeIII,cuyo reinadova de 1760 a 1819. La declaraciónde la inde-pendenciayanqui se hizo el 4 de julio de 1776. Al llegar aNapoleón,a la guerrade Españay la colaboraciónde Ingla-terra,a los nombresde Wellington y de Nelson,el asuntodela PequeñaHistoria se nos vuelve familiar y sobratodo co-mentariocronológico.

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La aristocraciay los descontentos.Transicióndel sigloxviii al xix, que llegahastala era de la reinaVictoria. (Jor-ge III, 1760-1819; Jorge IV, 1820-1830; Guillermo IV,1830-1836;Victoria, 1837-1901.)La clasepropietarialuchacontrala aristocracia,y ambasse echanen carala situaciónde la claseobrera,la cual —a suvez— lucha como puedepor un poco de bienestar. Esto se resuelveen una guerraparlamentariaen torno a las reformasque proponeuno yotro bando. Chestertonaludeespecialmente:1) a la aproba-ción de las BasesFabriles,de 1862 en adelante,quetendíanamejorarla situacióndel obrero,encuantoa las condicioneshigiénicasdel trabajo,laedad,lashorasútiles,etc. Estemo-vimiento se prolongapor todoel siglo. 2) A la derogaciónde las Leyesde Cereales,sobreexportacióne importacióndegranos. Lasleyespararegularel comerciode cerealesdatande EduardoIII. A principios del siglo XIX, los economistasestánconvencidosde que estasregulacionesartificiales nohacenmásquesacrificarel interéscomúnal supuestointerésde algunosterratenientes.En 1836 surgeen Manchesterunmovimiento paraderogareste cuerpode leyes,y se formaal objeto una liga librecambista (Anti-Corn Law League)-Pocoapocofueronbajandolastarifasde importación(1843-1846),no sin queestocausaratrastornospolíticos y vaivenesministeriales,y para 1869 tales tarifas quedaronabolidas.Posteriormente,el partido conservadorha obtenido que seimpongan,transitoriamente,tarifas moderadas.Entretanto,el progresoindustrialhaconvertidoaInglaterraen taller delmundo. Las industriasagrícolas,ya florecientesbajo Jor-ge III, se desarrollanaún más cuando,en 1767, Brindleyunepor un canal a Manchestery a Liverpool, abriendo laera de los transportesacuáticos. (Uegó a haberunos tresmil canalesnavegables.)Hacia mediadosdel siglo xviii, laindustriadelhierro y el carbónrevolucionaal mundo,dandoa Inglaterraunaprimacíadefinitiva. JamesWatt, en 1765,transformael motor de vapor,de simple juguete,en corazónde todaindustria. Y el invento acaeceprecisamentecuandoya el trabajode manono bastabaa la demandafabril. Du-rantela guerranapoleónica,Inglaterrase alzacon el mono-polio de las industriastextiles. Todaestaprosperidad—dice

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Chesterton—sólo va aprovechandoa la oligarquía; y le pa-rece queCobbettlo previó así y trató de levantaral pueblocontra el industrialismo. Lo cual produceuna seriede in-cendiosy saqueosde granerosy talleres,que—continúaelautor—la historiacalla,y queen todo casofueron reprimi-dos. En estecuadropolítico, Irlanda,mal gobernaday ansio-sa de autonomía,es tal vez la figura máspatética,en quienel malestar cobra dignidad de reivindicaciónreligiosa. YChestertonexaminala política de Pitt, y la encuentrajustifi-cadaen susmedidasdeguerracontraNapoleón,y equivocadaen susmedidasde conciliacióncon Irlanda. ParaChesterton,Pitt es el creadorde una falsa política de seudouniónconIrlanda. FuePitt quienrealizó,en 1800, la unión de la GranBretañaconIrlanda (que ya antesse le habíaunido y vueltoaseparar).Estaunión fue el remediode Pitt contrala rebe-lión irlandesade 1798,y Pitt la logrócomprandoalos miem-brosdel Parlamentoirlandés. Irlanda, aménde los gravesmaleseconómicosquePitt vio claramente,padecíala necesi-dad:1~,de unaemancipaciónreligiosa,y 2~,de unaautono-míapolítica. De aquellaprimeranecesidadfue el portavozDaniel O’Connell (1775.1847),que,en 1829,logró el triun-fo de los católicos irlandeses(libertadreligiosa), y en 1841luchó en vanopor destruirla unión con Inglaterra. La Irlan-da católica lo llama el “Libertador”. De la segundanece-sidad (HomeRule), el instrumentofue CharlesStewartPar-nell (1846-1891),miembro de la Cámara de los Comunes(1875), que desarrollóunaestrategiade obstrucciónconti-nuaen defensade la autonomíade Irlanda. En 1886, equi-librada la proporciónentreliberalesy conservadores,da suapoyoaGladstone,provocaasí la caídade los conservadores,y obtienequese presentea la Cámaraun proyectode HomeRule paraIrlanda; pero el proyectofracasa. En todo caso,logró arrancaral ParlamentomuchosbeneficiosparaIrlan-da, y sus partidarioslo llamaban“el rey irlandéssin coro-na”. William Ewart Gladstone(1809.1898),miembro delParlamentodesde1832,con intermitencias,y primerministroen 1868,es aliadode Parneildesde1886,y en adelantesiguecombatiendopor el HomeRule de Irlanda (1893; segundofracaso). En GeorgeWyndham (1863.1913),conservador,

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ve Chestertonla continuaciónde la política de simpatíaparaIrlanda. En estematrimoniomal avenido,el irlandés—mís-tico— se subleva; el inglés —humorista—tolera y sonríe.

La vueltade los bárbaros. ParaChesterton,la Revolu-ción Francesatodavíano llegaa Inglaterra. La eravictorianafue unaera de inmovilidad, a pesarde pequeñoscambiosconscientesy cambiosinconscientesalgo másconsiderables.Tipo de los primeros: 1°El plano de reforma electoralde1832, arrancadopor el pueblo al Parlamento,quesólo au-mentó la fuerza de la clasemedia y debilitó al trabajador:“Tratamientohomeopáticode la Revolución”, dice Chester-ton. 2°En 1866,BenjaminDisraeli (condede Beaconsfield,1804-1881) extendió los beneficios de la reforma a losartesanos.Pero,para Chesterton,esto no fue más que unengañabobos:ya la claseobrera era lo bastantedébil paraque se la dejaravotar sin peligro, y ya la oligarquíahabíadescubiertoel secretode falsear con el soborno las eleccio-nes. 30 En 1884,se votó un Plande Reformade carácteryasocial,en quepor primeravez se concedíaal puebloalgo delo queen 1832 se le habíaescatimado:la plenaciudadanía;y por primeravez el puebloirlandésfue admitido represen.tativamenteen el Parlamentodel Reino Unido. Per.oChes-tertoncreever la mentirafundamentaldel nuevosistemaenel hechode queuno de los primerosactos del nuevo Parla-mento—hijo de lasreformas—fue la creaciónde numerosostalleres de pobres, que contemporáneostan ilustres comoCarlyley ThomasHood llamaban“la NuevaBastilla”. 4°LaLey sobrela Mendicidad (1834), cuyos antecedentesdatande los tiemposde la reina Isabel, y aun se remontanmásallá, y que regula la recaudaciónde fondos de caridad,esparaChestertonun sistemaen virtud del cual la pobrezaani-quila la ciudadaníay la reduceala esclavitudpráctica. Tipode cambio inconsciente:las Trade Unions, resurreccióndelgremio medieval, traen una visión nuevade las realidadessociales. La clasedominante,para resistir al socialismo,lehace concesiones:la más importante, las Leyes de Segurosdel Trabajo. Ahora bien: en esto, como en otras tenden-ciasdela.época,Chestertonadviertela dominadorainfluenciade Prusia, que ya, tras de sus triunfos sobre Dinamarca

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(1864),sobreAustria (1866) y sobreFrancia(1870-71),esomnipotente.Ya antes,la política oriental de Inglaterra lahabía llevado a favorecera Turquía contra Rusia (guerrade Crimea,1853.56),suponiendoqueRusiaera suverdade-ro enemigo. Disraelicontinúaestapolítica oriental. En 1875adquirió,paraInglaterra,los primeros derechossobreel Ca-nal de Suez. En 1876proclamóa la reinaVictoria empera.triz de la India. En el Congresode Berlín (1878), quearregló provisionalmentela cuestiónbalkánica,Disraeli ob-tuvo lo quepor el momentoparecióunaderrotade Rusia yun triunfo de Inglaterra. Pero ChestertonrecuerdaqueesteTratadode Berlín era un cuadrode pavorosasamenazasfu-turas(la guerrabalcánica:la guerraeuropea).La influenciade Alemaniase dejabasentir sobreInglaterratanto en ma-teria de reformassocialescomo en materiade cultura. Laguerra de 1914 vino a despertara la Gran Bretañade sussueñosgermanizantes.

Y el libro concluyeen un alegatopor la EdadMedia,porFrancia,por el catolicismo,y por unapolítica gremial quecontrarrestetodo socialismoa la alemana.

1920.

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Y. CHESTERTONY LA HISTORIA INGLESA *

1. A los lectoresde la traducciónespañola

EL TRADUCTOR de la PequeñaHistoria de Inglaterra podíaaventurarse,en bien del público y a solicitud del editor, aponer al frente de su traduccióny a sembraral pie de laspáginasalgunasnotasexplicativas,pero no a estropearellibro de Chestertonconvirtiéndoloen un antipático Manual.La PequeñaHistoria, por su carácterde comentario,da porconocido el sucesoque comenta,y puede resultarconfusaparalos lectoresqueno recuerdenya susnocionesde historiabritánica. Convieneno abordarla obrasin refrescaralgunosnombresy fechas,quesirvancomo de osaturao puntosfijosde referencia,y permitanpor lo mismoesasexcursionesaven-tureras,idas y venidasy confrontacionesde hechoslejanos,que forman la trama de la PequeñaHistoria.

Para tal objeto, no recomendamosla obra clásica deGreen. Sería un desacatoa Chesterton. Chestertonparecequeescribeen vistade Greencomode un fantasmaenemigo.Greendesconcertóa los jóvenesde su tiempo con unasor-presaque era signo de nuevaorientación—de desviación,diría Chesterton—en losestudiosingleses.

Era lo tradicional dedicar el primer capítuloa la des-cripción, máso menosvaga, de la vida entrelos antiguosbritánicos. Los libros de historia inglesacomenzaban,inva-riablemente,por los druidasy susociedadsacerdotal;lapie-dra encaramadaen la piedra,quedenunciaunacivilizaciónbárbaray ciclópea;las figurasritualesy simétricasde men-hires y dólmenes;la adoracióndel sol y de la serpiente,quelos primitivos detodala tierra tiendenaasociaren un mismoculto; la supersticióndel roble y del muérdago,queanunciaya el árbol de Navidad; las característicasgeneralesde larazacelta,estagranvencidade la Historia; la independenciay bravurade aquelloshombres,hábilescaballistasy diestros

* Indice,Madrid, a’ 3, 1921 y a’ 4, 1922.

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en elmanejode los carrosde guerra,por quienespudodecirJulio Césarlo quede susnietos diría Napoleóndieciochosi-glos mástarde: “~Quéabsurdagente! ¡Nuncase dan cuentade quehansido derrotados!”

Perohe aquíque,contrastandoconestasvagasnoticias,ytrastornandolos hábitosde variasgeneraciones,Green(tam-biénFreemannen su Conquistanormanda) pretendedisiparde prontolas nieblasqueocultanalos abuelosingleses,y lospresentabajola radianteluz de la historia, en un escenarioinesperado...¿Dóndediréis? No en Inglaterra,comohastaaquíera costumbre,sino enla penínsuladanesa,en la regióndel Slesvig actual.

ParaFreemann,para Green,los sajonesde aquella co-marcason los verdaderosingleses,y no los británicos de laInglaterraprehistórica. Con ayuda de la inevitable Germa-nia, de Tácito,y solicitandosuavementelos hechos,llegamosalo quedeseábamos,y logramosdescribirconrelativaabun-danciade noticiasla vida remotadel Slesvig: si hoy dehesasapacibles,casasde maderanegra,lindos pueblecitosespeja-dos en las aguas violáceas—entoncesextensionessalvajesllenas de arenalesy brezos,ceñidasa lo largo de la costapor bosquessombríos,y abiertossólo de tarde en tarde enpraderasque se deslizanhastael mar o se deshacenen pan-tanosy tremedales.

Allí habitaban,pues,los rudossajonesa quienesun díallamaría en su auxilio el monarcade la isla británicaparaqueleayudaranacombatircontralas hordasvecinas.Porqueaquellosrudossajoneserancomo unossoldadosde alquilery gentebuenaparamatarse.Contodo, se les concede—insos-pechadamente—aptitud para sustituir nadamenosque losasientosde la sólida civilización romana. ¡ Oh confusión ylaberinto!

Haciael siglo y —vienea decir en efecto Green—, lossajonesde la penínsuladanesase mudande casay, con sunacionalidadacuestascomo Eneascon el Paladióny la fa-milia, llegan a Inglaterra. Cierto que los romanoshabíanllegadoantesaInglaterra,dondeno perdieronel tiempo.Peroese antecedentele parecedesdeñablea Green. Los sajonesdaneseslimpian y barrensunuevosuelo,hastano dejaren él

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ni huellade susantiguoshabitantes.-. Y, medianteesteacro-batismohistórico, sorteamosy escamoteamosloscuatroy casicincosiglosde trasfusiónde sangreromanaporlas venasdelpueblo inglés.

No acudamosaGreen. Tampocohace falta un libro detanto aparato. Paradar gustoa Chesterton,acudamosa suautor favorito: Dickens ha escritounaHistoria de Inglaterraparalos niños, quepuedeserútil a los hombres.No es muycientífica: no trae notas,ni viene provistade fardosbiblio-gráficosni crítica de las fuentes;no estámuy al día. Perono necesitamosmás. Tampocoes fácil encontrarotra de másgratalectura. Ojeándola,nos convencemosde que Chester-ton, con preciarsede atendermása las tradicioneslegenda-rias quea los documentosoficiales, todavíaha aprovechadocon hartamoderaciónla extraordinariadensidadmitológicade la historia inglesa.

II. Chestertony el coro

Poco tiempo antes de la Guerra, los críticos de Chestertonhabíancomenzadoa quejarsede la influenciaqueejerceso-bre él Mr. Hilaire Belloc. Es ésteun gran constructorde li-bros,creadorde teoríassociales,escritorvario que recorre,con autoridad,el campo de las actividadeshumanas,desdela poesíahastala estrategia;lógico de conmovedoradiafani-dad—si es que puedela lógica, como yo lo creo, conmo-ver—, y reaccionariocatólicoquerepresentaun ánguloespe-cial, diminuto e intenso,de la opinión inglesa.

Paralos coleccionadoresde almas,no carecede atractivoelcasode estasociedadintelectualentredoshombrestandis-tintos en.apariencia.¿Elsecretode estasociedad?Chestertones realmentetan sistemáticocomo Belloc, bajo la envolturaengañosadel pa~adojista.A amboslos unela guerra. En elhorizonte espiritual del uno y del otro se dibuja, coronadapor un resplandor,la siluetade SanPedrode Roma. Un día.Belloc alargaráentratadounafeliz ocurrenciade Chesterton;otravez,seráChestertonquienabrevieenrelámpagounalentateoría de Belloc. Así, como en la parejade la Ilíada, mien-trasuno aprestael escudo,otro armala flecha.

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Y Chesterton,quees, ante todo, un arrebatado,parecíaperder con el contagiodel reaccionarioBelloc. El vino deChesterton—decíamáso menosla crítica—se avinagrasen-siblemente. De espumosoqueera, se va volviendo poco apocoacedo. ¡Y todopor discoleríapolítica! Todo por el em-peñode encontrarsistemáticamentemalo cuantohagay sueñela Inglaterramoderna,la Inglaterraprotestante.Hasta susprocedimientosartísticoscomoque se tuercenen esaatmósfe-ra de disgusto.Chesterton—hombre capaz de bailar, comoZaratustra,sobresupropiacabeza—seponíamonótono.¿Ha-bría entrado,tanpronto,en decadencia?

Perovino el año fatídico de 1914, y entoncesInglaterraaprecióla ventajade contarconescritoresdel templede Ches-terton—custodiosdel sentimientoreligioso,propulsoresde laemociónmística,enamoradosdela grantradición latina,ami-gos de Roma y de Francia,elocuentesa los ojos del pueblopor lo mismoquepiensancomoatruenosy a sobresaltos,queadoptanactitudesproféticas,que tiemblanconfuroresbíbli-cos,queinvocanelmilagro y el castigode Dios, queson—ensuma—unosverdaderoscruzados. Hombresque,a la horade la exaltaciónnacional, fecundanel sentido público conreiteradascargasde pasióny esperanza;y, fundiendoen unsímbolo todos los sentimientossagrados(y los sentimientosoportunos)recuerdan,cierto,quehubo un vencedorde Azin-court, pero que hubo también un oscuro soldado inglés, dequiencuentanlas hazañasque rompióen dos sulanza,e hizocon los dosfragmentosunacruzparaJuanade Arco. El Ches-terton de las Cartas a un viejo garibaldino reconocelos erro-res ingleses,pero sacacomo del fondo de la vida esaorgu-llosa afirmación,sin la cual ni el hombretiene dignidad nilOS pueblostienen honor. Se enfrentacon el viajantede co-mercio que,pelitaheñoy sonriente,se empeñaen romperlelas puertasde sucasa,y le dice así:

—Yo soy ese inglés queha torturadoa Irlanda, quehasido torturado por el sudafricano,queconoce sus equivoca-ciones; que se sienteabrumadopor sus faltas. Y yo le digoa usted,oh Ser Intachable,con unaverdadtan hondacomomi propia culpa y tan inmortal como el recuerdomismode mi culpa,quepor aquí,por estapuerta,ustedno pasará.

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Y los críticos coreaban:—“~ La Guerranosha devueltoaChesterton,al legítimoChesterton!”

Pero Chestertoncayóenfermo. El vuelo se interrumpióen el arranque.El público literario esperabaconinquietud.De aquelladolenciasimbólica¿cuálChestertonsaldríaven-cedor? ¿Chestertonel buenoo Chestertonel malo?

El 18 deoctubrede 1917, la casaChatto andWindus,deLondres,lanzó una nueva obra de Chesterton:la PequeñaHistoria deInglaterra,obradestinadaacorrerprofusamente,y quealcanzóen dosmesescinco ediciones. El instanteeracrítico parala nacióny parael escritor,y he aquíquela obraestabadestinada,precisamente,a exponerel conceptoquede la naciónteníael escritor. Si triunfó Chestertonel buenoo si triunfó el malo, decídaloquien tengamayor necesidadde relacionarsushábitosmentalesconlostópicosde lapugnaentreelcatolicismoy laprotesta.Aquí cambiaremosel planode la discusión,conformándonoscon el placer de entendery gustar.

La nuevaobra de Chestertonera un paso necesarioen elcaminoyaemprendido.Hastalapolíticade chesterton—po-lítica de poeta—resultaahoramásamabley máscompren-sible. Por momentosinsistemuchoen el catolicismoromano;pero,enel fondo,aunlos descreídospuedenestarconél: paraChestertonsercatólico —ademásdel punto dogmático—esalgocomo no servegetariano,ni enemigodel buenvino, nihipócrita; algo como serpersonadecente,y proceder—encuantoa educacióny cultura—de la tradición grecolatina.

SuHistoria resultatanheroicacomounanovelade caba-llería, tan hermosacomoun cuentode hadas;tan lejana decuantashistoriasse hanescritohastaaquí,comopuedeestar-lo la másaburridacátedrauniversitariade losplatanaresdelluso. ¿Queno es,en verdad,unahistoria,sino unaexposi-ción de ciertos modospersonalesde ver? (Y aunde desear,porque a veces—dicen— se olvida un tanto de los he-chos.)Puesconno ponerel libro de textoen ningunaescuelaprimaria, todo se arregla.

(Sólome quejode suestilodesmadejado;de lo poco quese cuidade atarunasideasconotras,y de lo quetarda,ave-ces,en explicacionesaccesorias.)

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III. Chestertony el espíritu de la pesadez

Chestertonabordala historia con unaarroganciade saltea-dor. Asalta la historia. Mejor dicho: entrapor la ventanaen el gabinete de la historia. “Yo no soy un especialista—dice——. Yo voy aescribirlahistoriade Inglaterra,no des-de el punto de vista de los autores,sino desdeel punto devistade los lectores;esdecir: desdelos ojos delpueblo.”

Ante esto,el crítico del SuplementoLiterario del Timesseescandaliza.Y se entablaaproximadamenteestediálogo:

—~Conque ustedabordala historia sin mástítulo queel de seruno de tantos, uno del público? Puessi por sóloestose consideraustedcapacitadoparaescribirde historia,se abren ante usted mil camposinexplorados: allí está laseductoraquímica,la astronomíaarrebatadora,la arduama-temática, la pintura misma (digo, la gran pintura: no esosdibujitos ridículosquepinta usted,de tertulia entresusami-gos). A título de hombredel público, tambiénpuedeustedconsiderarsecalificado paratomar el mandodel Ejército yla Armada. Ánimo, pues: ¡ SanJorgey ventura!

Pero Chestertoncontinúaimpertérrito:—Andan porahí unashistoriasde Inglaterraquepreten-

denserpopulares,cuandosonrealmenteantipopulares,por-que estánescritaso paraembaucaral pueblo, o sin tomarparanadaen cuentala accióndelpuebloen la vida delpaís.Green,por ejemplo, se figura que al pueblopuedeuno po-nerley quitarlenombrescomomotes. Un capítulode su his-toria se llama: “La Inglaterrapuritana.” Inglaterra nuncafue naciónpuritana. Segúnesto, Irlanda fue puritanacuan-do Cromwell obtuvovictorias militaresen tierra irlandesa;oFrancia fue hugonota cuando subió al trono Enrique elNavarro.

Nueva interrupcióndel crítico anónimo:—~Quenuncafue puritanaInglaterra?Y sin embargo,

hacia el final de la obra asegurausted quenuestropueblo,antela enseñanzade la Guerra,ha rectificado su situación,yhavueltoadondese encontrabanun día susremotosabuelos,deshaciendopara esto las “suciastelarañasde cuatrocien-tos años”.

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Y Chesterton,sin escuchar:—Donde másse nota la ausenciade sentidopopularde

esaspretendidashistorias populareses en su visión de laEdadMedia. Yo he visto en unahistoriapopularun retratodeEstebande Blois conun yelmode alabardero:un yelmo deesosque, en los deplorablescuadroshistóricos,ostentanlosalabarderosquepresenciaban,por ejemplo, la ejecucióndeMaría Estuardo. Leve error de másde cuatrosiglos. PeoraúnqueplantarleaCarlos 1 el cascode un guardiatomadode una instantáneadel Daily Sketchque representase,porejemplo, la aprehensiónde la espantablesufragista Mrs.Pankhurst.Y aúnhay más: en esosmanualestendenciososse omite metódicamentecuantoatañea la civilización medie.val —construidaabasede libertadespopulares—por temorde hacerlesaberal pueblo queun día fue pueblo; queundía—despuésde la otra derrotadelos bárbaros—el pueblo,con la creaciónde gremios y pequeñosgruposindependien-tes,comenzóla restauraciónlenta y segurade la propiedadpersonaldel pobrey de la libertad personalde las familias.En suma:lo quehoy debiéramoshacer,penade caeren loque llama mi amigo Belloc, proféticamente,el futuro Esta-do Servil.

Y el crítico, espantado:—~Demodo queusted,Chesterton,piensa máso menos

como Lenin? (Lector: exagero,pero no miento; estediálogoha existido. Chestertones, en Inglaterra, un reaccionario.Véaselo queson los reaccionariosingleses.)

—El pobre hombredel pueblo—continúaChesterton—sabevagamentequehubo unas Cartas de los barones,peroignoraquehubo otras Cartas,privilegios y derechos,de loscarpinteros,zapaterosy toneleros. La sociedadde nuestrosdíases comouna “casagrande”, junto a la cual el pueblovive, en calidadde bestia,relegadoa las dependenciasy lu-garesoscuros. Le cuentanquesuabuelofue chimpancé;quesu padrefue un semi.hombrecogido y domesticadopor loscazadoresaristocráticos;y conestoelpueblovive agradecidode la vida casi humanaque le permitendisfrutar, y con laesperanzade dejartrasde sí unadescendenciaanimal algomás evolucionada.-. ¡Ay, el pueblolo perdió todo el año

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de 1381! Entoncesel puebloinglés estabaorganizadoen po-derososgremioslocales. Un día el rey convocó a algunosrepresentantesde ios gremiosparaconsultarsuopinión sobreciertos impuestos. Los representantesasí reunidosya no sedisolvieronmás: de aquínació esacalamidadque se llamael Parlamento.El Parlamentotraicionóa los gremiospopu-laresde quehabíasurgido; se pusoal instantede parte delos ricos. Los ricos, de hecho, se habían“levantado” con-tra los pobres,contra los gremios del trabajo. Y, en 1381,lospobres,asuvez, se levantaroncontraios ricos, capitanea-dos por Wat Tyler (especiede “tejedor de Segovia”). Eraaquellala última campaña(la última, porquedel alzamientobajoEnriqueVIII, conocidocon el nombrede “Peregrina-ción de Gracia”, nuncapudo esperarsemucho); era aquellala última campañaque la sabiduríade la EdadMedia li-brabacontrala locura de los tiemposmodernos. La últimabatalla del catolicismopopular...

El crítico, sin poder contenerse:—~,Catolicismo?¿Catolicismoque acabódandomuerte

al Arzobispo de Cantórbery?Chestertonapartacon la manoel hechoestorboso(él no

tiene la culpa de que los hechosseanabsurdos),y prosigue:—El Lord Mayor de Londrestuvo queparlamentarcon

los rebeldes.Hizo venir aWat Tyler, y lo mató a traición.“~Hanmuerto a nuestroCapitán!” gritaba el pueblo. Y eljoven Rey RicardoII, casi un niño, tuvo entoncesun impul-so de inspirado,magníficamentemonárquico,digno en ver-dad del Hombre Coronadode la Edad Media: adelantósucaballo,y gritó sobrela multitud convoz de clarín: “~Yosoyvuestro Capitán!” Y él mismo encabezóel motín. Fue laúltima vez queel Rey (el gobierno)se sintió convalor paraenfrentarsea los ricos (la aristocracia)- El Reyhizo prome-sas al pueblo. No pudohacermás. El Parlamento1~obligóaquebrantarsuspromesas.El Reyestabaya sometidoaunapoderosacastasocial: ya no era el ente sobrenatural,ungidopor Dios desdesualto trono. Y así fue comoel puebloperdióparasiemprela batallaen 1381. Y, despuésde eso,me pon-go tan afligido queme importa muy poco el desarrollodelcapitalismoy el imperialismoen la Inglaterramoderna:esa

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Inglaterradesviadaque,desdeel siglo xviii, vivía imitandoaPrusiay adorandoen ella, hastaquela Guerravino a des-engañarnos.

El crítico:—De suertequeustedjuzga el siglo xviii bajola impre-

Sión sentimentalde la presenteGuerra. De suertequeusted,Chesterton.-.

Pero ya ha advertidoel lector queel crítico anónimo,apesarde susprecisiones,se equivocafundamentalmente.Seequivoca,porqueparecedar porsupuestoqueChestertonestá“contando” la historiade Inglaterra, cuando,en realidad,loquehace Chestertones “cantar” (no “contar”) la historiade Inglaterra. Inútil rectificaral quecanta,como no seaporrazonesde meraafinaciónmusical. Ya CharlesLambse que-jaba de los escoceses.No puedeuno decirles: “Me estoymuriendo de calor”, porque rectifican al punto: “Si fueraverdadquese estáustedmuriendo,no estaríaustedaquíbe-biendocerveza.”

IV. Cliestertony Roma

—Bien —decía cierto viajero americano,contemplandoelsitio de la célebrebatallade Hastings,queabrió paso,el añode 1066, ala conquistade Inglaterrapor Guillermo el Nor-mando—,bien: ya veo que estepaís no es másqueunape-queñaisla, frecuentementeconquistadaporsusinvasores.

Los primerosconquistadoresde Inglaterra,los romanos,llegarona la Isla, como quien llega al fin del mundo,a laúltimaTule,el añode 43 a. c. Ya antes,entre55 y 54, JulioCésar se habíaasomadoa aquella tierra desconocida* La

* Julius Caesar’sship arriveFrom Gaul in B. C. Fifty.Five.No doabt our cooks were better then;For the next year he carne again.Time passedtui A. D. Forty-Three.Again the Romanshere we see,For peacefui ends.Until at last, A. D. four ten,Theycali the iegions home again.Darkness descends.

Geoffrey Moss, A box of dates for children. Londres. Cobden-Sanderson,

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dominaciónromanase mantuvodesdeentonceshastaprinci-pios del siglo y, y entoncesla antiguaBritania quedócortadade Roma por la conquistateutónicade las Galiasy las inva-sionesde sajones,anglosy gentede Jutlandia. ¿Quépobla-ción encontraronlos romanos?Chestertonse declaraindife-rentea estepunto de “mera curiosidad”:

—No sabemos—vienea decir—si los británicosde en-tonces eran iberos, cimbrios o teutones;sólo sabemosquepoco tiempo despuésya eranromanos. La antiguaBritaniafue completamenteromanadurantecuatrocientosañoscaba-les: mucho menostiempo ha sido tierra de protestantes,ymuchísimomenosha sido paísindustrial. Y entiéndasequela tutelaromanano significabapostergaciónalguna,como ladel ilota bajoel espartanoo la del negro bajoel norteameri-cano,no: Roma,la ciudadmisma,era tan pequeñacon rela-ción al imperio,quesupequeñezfue la mejorgarantíade unvastoexperimentocívico.El aceroromanoera,almismotiem-po, un imán. No habíadado Roma conquistadoresa Brita-fha, cuandoya éstadabaemperadoresaRoma. Los vestigiosromanos,quede tiempoen tiempoaparecen,másqueaclararnuestroentendimientodel pasado,lo enturbianconsiderable.mente:noshacenmirar comodistantelo queestápróximo. Loimportantepara Inglaterrano es poseervestigios romanos,sino ser un vestigio romano: bajo los mantos de color denuestras flores campestres,yacen los matices del mosaicoromano.

Como se ve por estaspalabrasde Chestertonqueentresa-co y combino, insiste ésteen establecerla ascendenciaromá-nica de Inglaterra. Tal es la primeraparte de su tesis. Lasegunda—ya seadivina—seráestablecerla ascendenciacató-lica de Inglaterra. Más tarde,la irrupción del puritanismoy del protestantismole apareceráncomo unadislocacióndela historia inglesa, como una dislocación que la guerrade 1914, poniendoa Inglaterra al lado de la civilizaciónlatina, ha venidoa rectificar. Por esoel anónimodel Timesdecíaque la Historia de Chestertones un ingeniosointentoparaconvertir,en interésdel catolicismo,la pasiónpatrióticasuscitadapor la gran guerra. Ya dijo Luciano,cuando losdesu tiempose soltaronimprovisandohistoria,conmotivo del

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fracasodel ejércitode Severianoen Armenia, “que la guerraes madrede todo, como quede un golpe ha producidotantoshistoriadores”.

Chesterton,en todo caso,no es el único que trabajaporRoma. Sir Arthur Quiller-Couch,enunaseriede conferencias(Universidadde Cambridge,1913 a 1914), establecíatam-biénla ascendenciaromanade la literatura inglesa: los crea-doresde tal literatura—decía—nuncadudaron,ni pretendie-ron disimularlo,queestabanconquistandola lenguainglesapara traerla al gran cenáculoeuropeo,a la civilización deGreciay Roma.

—Si osempeñáis—dice máso menos—en mantenerquesomosun puebloteutónico (y yo lo niegorotundamente),en-tonces convendréisconmigo en que somos el único puebloteutónicoqueheredóde Romalos métodosy capacidadesdecolonizar. Miro hacia el pasado:mis ojos no descubrenelNorte, sinoelMar Mediterráneoy la luz de Italia. De la pro-sa anglosajona,de la poesíaanglosajona,nuestraprosa ynuestrapoesíaactualessólo procedenen un sentidoestricta-mentelingüístico, no espiritual.

Laspáginasde Quiller-Couchson, en lo literario, el com-plementode las que Chestertondedicaal aspectogeneralypolítico de la cuestiónromana. Quiller-Couchse queja deldesvío que los estudiosliterarios hansufrido en Inglaterradurantelos últimos treinta años,al apartarsedel precepto“antiquamexquirite matrem”, en términossemejantesa losque Chestertonempleapara quejarsede los teutonizadoresde la Universidadinglesa. Y Quiller-Couchse burla de lafacilidad con queFreemanndeclaraque“a la llegadade lossajones,los pocosromanosqueandabanpor Inglaterra jun-taron su dinero y se refugiaronen las Galias”, del mismomodo queChestertonse burla de las declaracionesde Greensobre“la esclavitudromanaque,si realmenteexistió en In-glaterra,ha de haber sido odiosa”. Después,con palabrasqueelmismoChestertonpodría suscribir,concluye:

—El celtabritánico que Romaeducó por cuatro siglosnunca fue exterminado;ni siquieralo fue el misteriosoibe-ro. Pictos,daneses,normandos,frisonesy hugonotesfrance-ses,todosestosy otros puebloshanvenidoa caerdespuésa

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Inglaterra. Y si la mezcla de sangrees unavergüenza,alprecio de ella hemoscompradola gloria del catolicismo. Ynadahay másfalso científicamente,ni másdañino desdeelpunto de vistade las arteso de la política, que la suposiciónde quepertenecemos,por la raza,a la familia teutónica. Meatrevoa afirmar que,en nuestrasangre,la parteesencialesaquellagota de púrpura queheredamosdel múrice de laRomaimperial.

(Quiller.Couch, examinando, con gracioso encarniza-miento, un pasajede Freemann—en que ésteadmitela pro-bableextinciónde los elementoscélticos primitivos,bajo elpesodela invasiónsajona—reparaen la frase:“Thewomendoubtlesswould belargelyspared”;frase,diceQuiller-Couchque, apartede serun deplorableendecasílabo,sugiereunaidea del todo aristofánica,y muy otra de la que el pobreFreemannquisoexpresar.“Comoquemerecuerda—añade—el caso de aquellajovencita de Cornualles,a la quepregun-taron si había sido algunavez bautizaday contestó,sonro-jándose:—Tengo mis razonesparasuponerque lo he sidoun poco.” Me complazco,pararegocijode Sir Arthur Quiller-Couch,en buscarlela descendenciaa la desdichadafrasedeFreemann:A. F. Pollard,en The Ilistory of Englanci: a studyin political evolution,capítuloprimero,escribe:“TheEnglishhordes—quieredecir, las anglosajonas—cannothavebeenas numerousin women as in men; and in that casesome ofthe British women would be spared.” Fraseque acusasuderivación,hastapor conservarel ritmo endecasilábicodela otra.)

Green, teutonistaextremo,afirmaqueno hay,paraun in-glés moderno, lugar más sagrado que los alrededoresdeRamsgate,donde,en el siglo y, desembarcaronlos invasoresnórdicosprocedentesdel Slesvig. Tal es —exageraGreen,desdeñandola época romana—el principio de la historiainglesa.

—Tal es —objetaChesterton,exagerandocomo de cos-tumbre—el principio del fin.

¿Cómose efectuó,en efecto,el pasode la épocaromanaa la propiamentemedieval? Había, en la antigua colonia,dos fuerzasmodeladoras:la civilización y la religión. Ha.

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bía, en la antigua sociedad,dos niveles: el de ciudadanosigualesy el de esclavosiguales. Poco apoco, el poder ecle-siásticoempiezaa crecera expensasdel poder imperial. Yla esclavitudse debilita, a la vez, con la disolucióndel Im-perio y la consolidaciónde la Iglesia. Un día el esclavoyano perteneceal ciudadanoconvertidoahoraen señorfeudal,sinoala tierra: el esclavosehatransformadoen siervo. Pue-den encerrarlo,pero no pueden“dejarlo fuera”. Su sumi-sión tiene algo de privilegio: por pertenecera la tierra, latierra casiha comenzadoapertenecerle.De aquíese intensolocalismoquecaracterizalos tiemposmediosy quees el cm-brióndelsentimientonacional. Peroesteprocesosuponíauna“descivilización”y un abandonopaulatinode las letras,lasleyes, las carreterasromanas,a la vez queunaexacerbacióncaprichosadel sentimientolocal. En los límitesdel Imperio,comoen Inglaterra,la vecindadde pueblossalvajesconvertíafácilmenteesteestadoen unabarbarie definida. La pobla-ciónlatina se agrupaenciudades(lasciudadesson másanti-guasque los condadosy pueblos) como York, Chester,Lon-dres. Lasciudadesestáncomunicadasporaquellasvenerablescarreterasque son los huesosdel esqueletode la Britania.Pero,al desmayarRoma, los huesosse quiebranal pesodela barbarie. Paradefendersede la barbarie,los británicoscompranlos servicios de las hordasrudasy combativasdelSlesvig. Éstas,llamadasacombatircontraun enemigodeter-minado,combatennaturalmentecontratodoel mundo. - - ¡ Elprincipio del fin! Un siglo de trepidacionesestrellaen milpedazosel vetusto suelo romano.

A travésdel libro, sin embargo,Chestertonconfiesaunay otra vez quela romanizaciónno fue tan intensacomo aéllehubieragustado.Un soldadoromanodel siglo ni, por ejem-plo, bienpodíano ser un romano,y ni siquieraun italiano.Así —dice—, Guillermo de Normandíafracasaen su intentode hacerde Inglaterraun orbearmoniosocomola monarquíaunida de Francia. La conquistanormandase deshaceen uncaosfeudal. Los reyes nuncalogran ser más que los baro-nes,y por eso,algunavez, los baronesse alzan a reyes. Lamisma CartaMagnaque los nobleshacenfirmar a JuansinTierra en el siglo xiii es un compromiso,una transacciónen-

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tre las mil fuerzasdel localismomedieval y el poder delcentro. Inglaterra,en todoslos siglos, aparecedesgarradaen mil partescomoloscontornosde su litoral, y en mil zonascomosutierra partidaentrecolinasy ríos. Inglaterrase con-servasiempremuy medieval,y difícilmente se pliega a lasrotundecesde la política romana. Es en suma,individualis-ta. En las lenguasromances,“yo” se escribesiempreconminúscula:en inglés, con mayúscula.Contraestapreferen-cia por la primerapersonadel singular,Romapareceoponerunamarcadapreferenciapor la primerapersonadel plural:Romatiendeaabarcarbajoun protectory complaciente“nos-otros” atodoslos pueblosqueconquista,complacenciay pro-tecciónqueestambiénorgullo. Y Chestertonpasasobreesteextremocrítico —tan delicadopara la tesisde la Inglaterraromanaquevieneconstruyendo—,sin tomar partido. No sésilo haceporestrategia,o porqueel defectode romanizaciónquede aquípudieraresultarquedacompensado,a sus ojos,por elexcesodemedievalismo.Porquenóteseque,a los ojosde Chesterton,“Roma” y “Edad Media” son dos nocionesque se confundeno se sustituyen,en unavaga síntesissub-consciente,quebienpudieraser la siluetade la Catedral.

Y es queChesterton,en el fondo, apesarde sussobresal-tadosprocedimientosde escritor,prefiereatodo la congruen-cia, la rotundezromana.Y en estepunto,es fácil quepiensede Inglaterralo quede la educaciónde su hijo pensabalaviuda de Shelley:

—Lo llevaremos—le decíaun amigoen ciertaocasión—aunaescueladondelo enseñenaconducirsede acuerdoconsuspropiasideas.

—No, gracias—repusoal instantela viuda—. Así fueeducadosu padre. Pero yo parami hijo preferiríauna es-cuela dondelo enseñarana conducirsede acuerdocon lasideasde los demás.

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VI. VERMEERY LA NOVELA DE PROUST*

ENTRELOS lectoresde Proust¿quiénalgunavez no se hapre-guntadocuálespodíanser los estudios,los descubrimientosde Swannsobrela vida y la obra de Vermeerde Delft? Elnombre de estepintor, evocandoplácidos interioresflamen-cos, vuelve de tiempo en tiempo, comoaquelley.motivo mu-sical de Vinteuil queera, casi, la sangre,la nutrición idealdel amor de Odette.

Los Goncourtnoshubierandadolas ideasdel ensayoso-bre el maestrode Delft, envueltasentrelas páginasde lanovela. Marcel Proustsabíamás. Y dejaqueel nombredelpintorandepor los entretiemposde la acciónnovelesca,comounaverdaderamaníarítmica. Nosaficionamosa sus sílabas.Lasrepetimosinteriormente:VermeerdeDelft. Odettenuncase interesóen las monografíasartísticas de Swann. Prousttampoco.Estaindiferenciacomunicatal objetividadal perso-naje,lo arrancaa tal punto de las manosde su creador,quehastanos parecequeSwann,fino amateur,gustabade Ver-meerde Delft apesarde Proust,y sin que éstepudieraevi-tarlo. Y se va adueñandode nosotrosla curiosidadde des-cubrir los pasosy los pensamientosde Swann,en esashorasde independenciaen queMarce! Proustlo deja solo, entre-gadoal examende sus papelessobreVermeerde Delft.

Es fácil figurarsequeProustescogióel nombre de Ver-meerde Delft por razónde puraeufonía. Perosólo mientrasno se conoce—siquierapor haberlaentrevistoen reproduc-cionesy en historiasde arte—la obradel maestro;obraque,por lo demás,no es fácil haberdisfrutado directamenteensupequeñatotalidad,porqueestádispersaen todoel mundo.El másleve contactoconVermeerde Delft confirma,en efec-to, la sospechade que, en la novela de Proust,todo es nece-sidad,tramavegetativae íntima, como la de las fibrillas enel tejido de la piel. La obra de Vermeerde Delft —reposo

* Social, La Habana,1923; Monterrey,n’ 14, BuenosAires, VII-1937, etc.

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y perfección—es como otra clave para la psicología deSwann. El dolor y el amor de Swann,y hastasu indolenciadivertida,se explicanmejora la vista de los cuadrosde Ver-meerde Delft. Ellos nosdanel mundosoñadoen queSwannquisieravivir:

Mo,v enfant, ma soeur,songe~ la douceur...

El caballerojudío, al contemplarla vida, va frecuente-menteauxiliado por imágenesde arte. Ya sabemosqueelrecuerdode unafrasemusicalfomentay orientasuamor. Yla mismaOdettede Crécy ¿nose ha apoderadode su ánimoen cuantoél ha creído encontrarlecierto parentescoconlasmujeresde Botticelli?

Pero conviene,además,recordarqueSwanneraun snob:

Lettersfrnw do /orm Iris narne.

Un pintor, pues,descubiertodehechoen elsigloxix, teníaque interesarleen extremo. ¿No dio Swann,en suejemplarvida, el valor de reglas de la conductaa algunasconsidera-cionesde mero esnobismoy aun—digamos—de novelería?En tantoqueOrtegay Gassetnosda elestudiosobreel esno-bismoqueno estoysegurode quenoshayaofrecido,podemosdecir quela sátirade Thackerayha crecidohastaun tamañomayor queel natural,y quepuedefundarseunafilosofía dela vida—de losestímulosde la vida—dondeThackeraysólovio un motivo pintorescode burla. No de otros modosJulesde Gaultier funda una filosofía del idealismosobre los ex-travíosimaginativosdeMadameBovary, la soñadoraprovin-ciana.* Vermeer—Bürger lo llamaba“esfinge”—, aunquemuy oscuroy difícil de penetraren su vida, por la falta dedocumentos,es todo luminosidaden su obra, y ha de habersido unagranmodaentiemposde Swann,comovolvió aserloen París hace pocos años,cuando se exhibió la admirablecabecitadel Mauritshuis del Haya. Lasteoríasde Einsteinpuedendeteneral snobrelativo (al snobde razano le arre-dran); perolos ingenuosy arrebatadoresamarillos de Ver-meerde Delft ¿aquién ahuyentan?

* Toda la teoría del bovarismo está en estaspalabras de una mujer de Gal-dós: “Rara esla que no se ha creado una representación falaz de su personapara poder vivir” (La estafetaromántica,xxvi).

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A los ojos de un hombreanalítico e inquisitivo, comoSwann,teníaqueserunatentaciónelestudiode un pintor tanadmirablecomodifícil de asirparaelbiógrafo. Pintorpuro,casisin historia,hechoparairritar aTaine. Apenassabemosde él lo esencial:quenacióy murió; secasóhacia los vein-tiún años;se llenó de hijos; llegó amaestro,y fue jefe de sugremiodosveces.No salió deDelft al parecer.No sabemossial fin fue Rembrandtsu maestro,o si Fabritiusfue su “chermaftre”. ¿O quizá másbien LeonardoBramer, aquelrem-brandtistavecino suyo? Sus cuadrosandabandisimuladoscon otrasfirmas. ¿Seráverdadque,un poco desestimadoyapretadoporlasnecesidadesde sunumerosafamilia, consen-tía en hacerpasarsus cuadrospor obrasde Hooch, Metsu,Nicolás Maesy Terborch? Cierto es que susinterioresmásbiendanideade vida cómoda,y él no era un imaginativo:élpintaba lo que veían sus ojos y, sobre todo, aquel ángulodel taller que teníauna ventanaa la izquierda. Cierto quefue maestrodel gremio. Hay además—para regocijo delerudito quedebió de serSwann—el peligro de confundirlocon su mayor,Van der Meer de Haarlem,y con su menor,Van der Meerde Utrecht. Medio siglo despuésde muerto,yapareceolvidado; hastaque,mediadoel xix, un expatriadofrancés,Thoré, comienzaa juntar las vagas noticias de suviday trabajos. Novedady misterio: ¡cuántosatractivosparaun investigador!

No sólo parael curiosode noticias: tambiénparael co-nocedorde pintura,comosin dudalo eraSwann. Nosquedande Vermeerde Delft unostreintay siete cuadros;a lo más,treintay ocho. Entreéstos,sólo hayun ejemplodeverdaderopaisaje;sóloun asuntoreligioso;sólo un retratopropiamentedicho; sólo unaescenacallejera; sólo una cocina; sólo uncuadrode temaclásico. ¿Esposiblequeseanlosúnicos?

Finalmente,lamismacalidadestéticadeloslienzosdeJanVan der Meer podíadespertar,en la sensibilidadde Swann,las excitacionesde algunaafinidad secreta.Veamos:

Mujeresflamencas,conel pañueloa la cabezay un apa-cible contentamientoen la cara,quehastaempiezaa serme-lancólico;mujerescasi sin asociaciónanecdótica,sin ambien-te queevoquela idea de la necesidado la pasión;mujeres

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apariciones,entregadasa laboresdomésticastan elementalescomo atarseun collar de perlas,leer o escribiruna carta,coger un jarro de aguao de leche, tocar instrumentosdemúsica,pesarel oro (unatareafamiliar, entonces).Y aun-queyo no he vistoel lienzodel “Ama y laCriada” (ColecciónFrick,de NuevaYork), no creoquelaseñoraestédisponiendola minuta; sino queesde noche (la luz es contrastaday ca-liente) y la señoraajustaala sirvientalascuentasdiarias. Laluz, con unaexcepciónconspicua—la “Encajera”,del Lou-vre; acasoalgún otro lienzo—, entrasiemprepor la ventanade la izquierda,junto a la cual centellea,en la sombra,unespejitode marconegro. El fondo,un muro blanco;y comodejen en libertad al pintor y no le exijan quepongaalgúnridículo Cupido a guisa de fresco, él colgaráen el muro eladornoquemásle gusta:un mapa,un mapacon panoramasminúsculostal vez. Esto, y algún tapizarrugado,y tal cofre-cillo, jarro o joya, tratadoscon miniaturismoamoroso,sonloselementosquenosquedanenla memoria. Honradacarac-terizaciónde materias:elpanes pan,vino el vino. El blancodel muro no se confundecon el blancode la leche ni conelblancode la cofia, y todos—reconocela crítica— estánhe-chosconmagiablanca;de un blancorival de los negrosqueusaFranz Hals. Y Vanzype dice: término luminar queestáentrela realidady el sueño. En el “Cristo en casade Martay María”, se venlas interrogacionesquevuelan de unosojosa otros. Imaginamosfácilmente al maestro—en su taller yvisto de espalda,como él mismo se representa—,cuando,con una señitacasi imperceptible,impone la inmovilidad asu mujer, CatalinaBolnes,y procedea transfigurarla. Por-queestearte —parausar la lenguade Clyve Bell—, siendo“representativo”,y figurándolo todo al modo realista,es ala vez profundamente“significativo”, y todo lo transfiguraen objeto de naturalezaideal: su quietud lo arrancaa cual-quier pretextode acción,a cualquierasociaciónhumanadevalor moral o novelesco.

Vermeer es un casoperfecto de “pintor a secas”. Casitodolo quede él sabemosestáen su pincel. Los renacentis-tas italianosasombran,ala vez, comohombres:unarica per-sonalidadrespiray jadeaen suscuadros.Otrospintores—no

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Vermeer—puedeninspirar al novelistade acción, por suscuadroso por su obra. (~Peroal novelistacontemplativo?)Estemundopuro de artese bañaen luz conunafacilidad in-vasora. Cazadaen luz, la muchachita,escorzaday tímida,vaaescaparse,cuandoel pintor la dejacuajada,con el pañueloazul y amarillo enredadoa la cabeza,el pendientede oreja,voluminoso,gris y claro,la mejilla hija de la caricia, los ojosdulcesbajo unacuencaabultada,y aquel labio inferior quealguienhaencontradotanmaravillosocomoaqueltulipán deDarwin.

El ejecutortestamentariode Vermeer fue Van Leeuwen-hoek, inventor del microscopio. El pintor y su amigo el sa-bio hande haberpasadomuchashorasjuntos,contemplandolas maravillasde la luz quecircula por la contexturaminu-ciosade todaslas cosas.

Y este halo de ilusión microscópica,de luz penetradahastalos átomos,¿norecuerda,acaso,elarte mismo de Mar-cel Proust? Esteprocedimientode aparicionesextáticas,quepaulatinamentela luz analiza y descifra,hastametamorfo-searlos cuerposen almas¿noes,con mucho,el procedimien-to de MarcelProust?¿Nonosha dejado,así,elnovelista,algocomoel santoy señade su obra, al deslizarentreotros nom-breselnombreen aparienciaaccesoriodeVermeerde Delft?

Swannregresaa casa,ya pasadala media noche, ago-biado de amor y celos. Ha perseguidopor todo París aOdette; la ha sometidoa torturantesinterrogatorios,prestán-dole,provisionalmente,todaslas depravacionesy perfidias.Vuelve conun ascoinmensode la vida. Quisieraun mundomejor, mássilenciosoy másinmóvil, másplenamentevisible,mássanoy robustode líneas,ajenoa la dolorosaacción,ex-traño a las inacabablesangustiasdel bien y el mal. Sobresumesa—supremacuracióny desquitedesuspasiones,espe-cie de oraciónparaun descreídoqueno saberezar—lo espe-ran las reproduccionesdesuscuadrosamados.Swannhubieraqueridopenetrarel alma de Odettecon el rayo blanco,sere-no, plácido de Vermeer de Delft.

Madrid, 29-XI-1923.

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Doce años despuésde escrito el artículo anterior, que sepublicó por entoncesen la revistaSocial, deLa Habana,apa-receen Parísun artículo de RenéHuyghe,“Affinités Electi-ves. Vermeeret Proust” (L’Amour de ¿‘Art, enerode 1936).El estudiodel autorizadocrítico es preciosoy biendocumen-tado. Y, a no serpor lo inverosímil quelacosame parece,yomismohubieracreídoquepartió de mi estudioanterior,pueses notablela semejanzade los principalespuntosde vista, yhastala quehay entreciertasexpresionesqueambosusamosigualmente.TambiénHuygheseñalala paridadentrelos mo-tivos musicalesy los motivos pictóricos que acompañanlaevolucióndel amorde Swannpor Odettede Crécy,y las razo-nes de mundanidady esnobismoque, dado el carácterdelpersonajey dadoel carácterde su creador,explicanla aten-ción haciala obradel pintor flamenco. Quieredecir, simple-mente, que yo no me habíaequivocado. Recomiendoa losaficionadosel pequeñoensayode Huyghe,quese ha dadoeltrabajode recogertodaslas alusionesaVermeer en la obrade Proust.

BuenosAires, ¡1-1936.

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VII. LA ÚLTIMA MORADA DE PROUST*

FIE IDO avivir unosdíasmásallá del Hotel Majestic, en el44 de la RueHamelin. Aquí pasóMarcel Proust los últimosañosde su vida. Aquí murió. Aquí escribiólas últimas pá-ginas de ese gran documentocontra la sociedadde su épo-ca, dondedesfilantantoshombresy tantasmujeressin cora-zón; dondetantasvecesse confundela sensibilidadcon la“nerviosidad”, dondelas enfermedadeshacenvecesde emo-ciones. Obraasfixiantey blanda,que se apoderade nosotroscon todaslas atraccionesde un vicio secreto. Cuandocerra-mos uno de aquellosgruesostomos,nos quedamoscomodes-ilusionados:despuésdel hartazgode lectura,vienen las náu-seasde la droga. Grantemaparaun moralista,el discutirhastaquépunto es honestauna lecturaquesólo incita a se-guir leyendo,y no asermejorni avivir mejor.

Proust trabajabaen el quinto piso, en un cuartito inte-rior, forradode corcho,dondeno pudoentrar, durantetresaños,la mano profana del aseo. Porqueel microbio es elcondimentoesencialde cierta cocina. El ruido sobresaltabaa Proust,como aLarnartine,como a Flaubert,como a JuanRamón. Una interrupciónen el proceso de escribir podíacausarleun colapso,como la interrupción de un procesofi-siológicoelemental. Gómezde la Sernadice que,en elestilode Proust,se oyehastael zumbidode la moscaqueandaporel cuarto.

En el Romancerohayunoscristianosque

dabancebadade díay cabalgabande noche,no por miedo de los moros,maspor las grandescalores.

Marcel Proustdormía las horasde sol (el sol en París: esteeufemismo),y trabajabasiemprede noche,no por miedo dela luz, sino de los ruidos de la ciudad. Aunque¡quién sabe!

* Valoraciones,La Plata, V-1928.

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Hayunarazade hombrescuyareligiónes inversa,y se fundatodaen la ocultacióndel sol. Ellos pretendendescenderdelos verdaderoscivilizadores,puestoque de la ocultacióndelsol nacieronel techoy la casa,la cortina y losvisillos de lasventanas,el sombrero,la sombrilla. El vecino del sexto pisoteníaencargode no hacerruido. Marcel Prousthabíadotadoa todala familia de arriba de unosbuenospies de gato,deunaszapatillasdelanasordaqueapaganel ruidode lospasos.

Tengoestosdetallesde su conserje,con quienhice buenaamistada los pocosdíasquehabitéen la casa.En la calleci-ta, de balcóna balcón,vuelan las palomas. Es unacallecitaestrechay plomiza,sin vistas al espaciolibre, dondejueguenlos ojos. Es todaparavivir de interior (asívivía Proust);paradarsecuentade queexistela callesólo por los pregonesde losvendedoresambulantes:tal el personajede Proust.

El conserjelo recuerdacomo a un hombremuy bonda-dosoy muy popularpor su caridaden el sexto piso,el pisode los humildes. De pocas palabras,pero conocido y esti-madode todos; hombrede la vecindad,del barrio, aquien,sin embargo, se veía poco; nictálope, ciego de día y sóloaventuradoavivir de noche. Solíavisitarlo RamónFernán-dez,un escritormexicanoformadoen París,descendientedeldiplomático de Manuel González. Proustdejó un hermano,quehabitabaen el 2 de la Avenue Hoche,un cirujano,cuyahija tambiénescribe; y habíatenido un secretarioqueeraaficionado a pintar, y que un año antes de la muerte deProustpartióparaM.éxico, dondeparecequevive todavía.

El conserjeme muestraun gabánusado,y me dice:—Es del secretario;lo dejóun día aquí,y nuncase acor-

dó de recogerlo.Una noche,ya muy enfermo,Proust descansóla pluma

y dijo aMadameAlbarret, la mujerquelo atendía,la esposadel chauffeurde taxi queProustusabade preferencia:

—Hoy he escritola última línea de mi obra Demain,jenc seraiplus.

A los dos días,las flores fúnebresllenabanla entradadela casay salíanhastamediacalle.

El piso en queProustvivió estáya modificado. Porque,como nadiepodíaentrar en aquelcuarto, la telarañade la

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incuria lo teníainhabitable,y hubo quereformarlotodoparavolverlo aalquilar.

El conserjeconsideraconemociónaestehombrequevie-ne del otro lado del mundo a pedirle recuerdosde MarcelProust; acariciaunavieja arcade madera,y me dice:

—El me la dio. La guardocomo unareliquia. Era unhombresanto. No se le sentíavivir, y ahora se sientetantosu ausencia...

Y yo piensoquea la sombrade Marcel Proustdebedeimportarlemuchola opinióndelconserje,porqueProustsiem-pre hizo muchocasode lo quehablabanlos criados,los la-cayos,los mozosde ascensor,los mayordomosy genteasí. Ensu obrase toma siempremuy en cuentala impresiónqueelamo causaentrela servidumbre,y las murmuracionesde es-calerasabajoparecenhaberlepreocupadode veras. A veces,en un rincón del Ritz, se quedabahastalas profundashorasde la madrugada,esperandoque lós mozosdel comedorvi-nieranacontarlelos “potins” de la genteelegante. Susper-sonajescasi se sientendeshonradoscuandoel ma~tred’h&teldel balneariono hacecaso de ellos.*

- . - Y me concentroparaoír el zumbidode la mosca deProust: la moscaviciosadel escritor,la moscareacia,queseabrevaen tinta de escribir,a cadareposode la mano.

* M. Proust, Quatre lettres... á sesconcierges. Skira, 1945. Ver tambiénG. Rivane, ¡nfluencede l’asthmesur l’oeuvre deMarcel Proust. Paris, La Nou-velle Édition, 1945.

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VIII. PROUSTY LOS GUSANOSDE CUATRODIMENSIONES *

EN suúltimo capítulo,Proustpresentaa sus personajescar-gadosde sí mismos,comosi arrastraranuna largacaudadetiempo:lastresdimensionesdelespacio,y lacuartadel tiem-po. Todos los instantesse hacenpresentes,y cadahombrees,de pronto, la sumade todoslos hombresqueha sido. Elperdidotiempo se junta, se acumula todo en un momento,desdeotro sistemade referenciaeinsteinianoen queel correry el desaparecerde lascosasse reducena quietudy aperma-nenciaconstante. Es grandela tentaciónde interpretarestavisión estéticaconformea los postuladosde la nueva física;esdecir,conformeala representaciónnuevadel mundonatu-ral. He aquí,casualmente,unaspalabrasde A. S. Edding-ton,astrónomode Cambridge,en su obra La naturalezadelmundofísico. Estaspalabrasparecenun comentariodirectodel último capítulode Proust:

Tenemos la costumbrede pensar en los hombrespres-cindiendode su duración. Cuando,hace poco, me he repre-sentadoa mí mismo en un esquemagráfico, sin duda ossorprendió,al principio, que yo hayacomprendidoen mi re-presentacióna la vez mi infancia y mi vejez. Pero es querepresentarsea un hombresin su duración es haceruna abs-tracción de igual índole que representarsea un cuerpo sin suinterior. Tales abstraccionesson habituales,y un cuerpo sinsu interior (es decir, en pura superficie) es una concepcióngeométricade todos conocida. Pero hay que distinguir entrelo quees una abstraccióny lo que no lo es. Los “gusanosdecuatrodimensiones”(los seresvivos, y en particular los hom-bres) de que venimos hablando,parecerán,a los ojos de lagente, seresterriblementeabstractos, y en verdad aquí nohay tales abstracciones,sino meramenteideas a que estamospoco acostumbrados.Lo que sí es una abstracciónes haceruna secciónen ese gusano,y representarseal hombreactualsólo en el momentopresente. Y como las seccionespueden

* Monterrey,n°6, Río deJaneiro,X-1931.

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hacerseen varios sentidos,la abstracciónserá diferentese-gún los distintosobservadores.Y cadauno de estosobserva-dores atribuirá a la secciónuna contracción de Fitz-Geraldqueno coincidirá con la percepciónde los demás. Peroel ori-gen común de todasestasdiferentes abstraccioneses el hom-breno abstracto,el hombreque duraen el tiempo.

Compárenseahoralas anteriorespalabrasconestaslíneasde Proust,en la Albertinedisparue (1, 100):

Paraentrar en nosotros,todo ser a tenido que obligarsea to-mar la forma, a plegarseal cuadro del tiempo; comosólo apa-rece antenosotrospor minutos sucesivos,nuncaha podidoen-tregarnos por sí mismo un soio aspectocadavez, una solafotografía... Como que deriva de la memoria, y la memoriadeun solo momentono estáenteradadelo queha pasadodesdela vez anterior.

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IX. GOETHEY AMÉRICA *

EN EL Calendario de Goethepara 1910, de Otto Julius Bier-baum, aseguraHerman Krüger, entreburlas y veras, quesiemprees posible escribir sobre Goethey. -. —añadiendoaquícualquiertema,porquetodosparecenhabertentadomáso menosaquellarobustacuriosidad.**Y practicandosupara-doja, Krüger escribeunapáginabrevey bien documentadasobreGoethey la aeronáutica. Seguramenteno es másatre-vido escribirsobreGoethey América,temaen el cual confie-so no conocerninguna investigaciónanterior,aunqueestoysegurode que existen. Mis contribucionesson escasísimas,pero sonde primera mano. Aquí las dossin muchaelabora-ción, comomiembrosdesarticulados,esperandoqueel tiempolas organice. A lo mejor, por buscaren los rinconesgoethia-nos,habréolvidadoalgúnpasajefundamentaly de bulto. Porlo quevalgan,he aquímis anotaciones.La mayoríaprocedende cierto apresuradísimoensayo(Rumboa Goethe) que,nosin temeridad,enviéa la revistaSur, de BuenosAires, por co-rrespondera su invitación y por no faltar a la cita delcente-nario. De entoncesacá,he añadidounascuantasreferencias.Ahora,paraponerlasen orden,reproduzcoy combinoalgunospasajesde aquel ensayo,dispensándomede indicarlos.

Hastadondealcanzo,Américaa los ojos del joven poetasólo es una palabra. Dos vecesse nombra a América en laSiella, drama de juventud, y lo mismo se pudo habernom-bradoaTurquíao Arabia: Cecilia,abandonadapor suesposoFernando,ha forjado, de acuerdocon su hija Lucía y paraexplicar su situaciónanteel mundo, la historia de queFer-nandodesaparecióen un viaje aAmérica.

* Monterrey,n°9. Río de Janeiro,VII-1932.** Aíios despuésde escrito esteartículo, encuentroen una revista argentina

la siguientenota: Probablementela aportaciónmásrara a la literaturaparaelcentenariode Goethees la disertación de Würzburg: “Los dolores de muelasdeGoethey sus dentistas.”Un capítulo deeste trabajo lleva el siguientetítulo:“Las muelasen la poesíade Goethe.” “Goethe—dice el autor—no fue única-menteel gran héroe espiritual,libre de todos los defectoshumanos.¡ No! Tam-bién tuvo doloresde muelas.. .“

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Mástarde,cuandoaquellaarmoniosanaturalezase siem-bra en Weimarcomo en sueloneutro dondeprosperarlibre.mente,comienzana abrirselos horizontes,de suertequepue-de decirse sin exageraciónque Goethe el sedentarioviajómássin salir de la Sala de Junoque cuanto habíaviajadoantes—y no era mucho—el Goetheagitado y wertherianode la primera manera. En Weimar, el laboratorio se orga-niza, y la captaciónde noticias de todo el mundo comienzaa desarrollarseen regla.Las publicacionesde todaEuropallegana la mesadel hombreilustre. Los sabiosde todoslospuntoscardinalesse las arreglanparagastarun par de díasen la cortede CarlosAugusto, aldeaversallesca.Entonces,por entreel tumulto de las demás,rompen las visiones deAmérica.

Yaparaentonces,Goethe,queleíaconasiduidadsu Mon-taigne,ha traducido,en el Diario de Tiefurt —año de 1783,n°38,hojamanuscritaquecirculabaen la cortede la Duque-sa Amalia—, las dos cancionesde caníbalesbrasileñosqueaparecenen los Ensayos (i, xxi) - Mástardelas recogeráensurevistaArte y Antigüedad(1826), corrigiendoun pocolasegundacanción, lo cual indica el interés con que las mi-raba.*

Entre los numerososhuéspedesde Weimar, algunosha-bíantenidocontactocon América. Goethelos ponía invaria-blementea contribución,con aquelsu métodocaracterísticode aprenderen la conversaciónde los entendidoslo que nopodía aprenderdirectamentesobrela naturaleza.

J.—G. Seume,poetay vagabundoquefue soldadoen Amé.rica y oficial en Rusia,apareceen Weimarpor primeravezen 1801. Suspoemas,asegurael canciller Müller, “pertur-ban la imaginaciónde Goethe”. El altivo y honradopre..ro-mánticoJuanGodofredoescribíaa la pata la llana, y el con-tenidode suspalabrascasi sólo teníavalor con referenciaala calidad de su persona. Aunquenunca llegó a entrar encombate,hizo la campañadel Canadáy tenía mucho quecontar:véasesu Vida. No unasino variasvecesy en épocasdistintaslo encontramosen la casade Goethe.

También pasó por Weimar el naturalistay bibliógrafo* \rer: A. R., “Poesíaindígenabrasilefia”, enNorte y Sur, pp. 108-111.

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norteamericanoJosephGreenCogswell, ciudadanode Bos-ton, amigo de los ilustres Bancroft y Ticknor, con quienGoethedepartióasusabor,apasionándosetanto por las cosasdel NuevoContinente,que llegó a decir asu amigo el pintorMeyer: “Si tuviéramosveinteañosmenos,ahora mismo noshacíamosala vela conrumboa laAméricadel Norte.” Cincoañosmástarde,soñandotodavíaen lo mismo,y viendocómose ha ido complicandoen Alemaniala vida de la cultura du-rantelos últimos tiempos,dice aEckermann:“Aunque qui-sieraahorairmeaAmérica,seríayademasiadotarde,porqueallá también han cambiadomucholas cosas.” (Eckermannhacedecirtextualmentea Goethe:“Allá tambiénhay ya de.masiadaclaridad.” Creo entenderquehabla, irónicamente,de la culturizaciónexcesivahechapor el racionalismo,por elllamadoprogresode las luces—Aufklárung—, puesde otromodono se entiendeque se quejede la “claridad” de Amé-rica cuandoacabade quejarsede la confusión y complica-ción de Europa.)

Yo teníasospechasde queel coronelde ingenierosW. L.von Eschwege,mineralogistaquevivió en el Brasil y en Por-tugal y amigo y frecuentadorde Goethe,no habríadejadodecontarle sus impresionesde Sudamérica.Ahora, mejor in-formadograciasalas investigacionesde F. Sommer(WilhelmLudwig vonEschwege,biografía de un alemánen el extran-jero, conmemoriassobrela historia de la civilizaciónde Ale-mania,Portugal yel Brasil en los aííos1777-1855,publicadoen alemánporelDeutschesAuslandsinstitut,Stuttgart,1928),puedoañadirqueel Barónde Eschwegeviajabapor la Ale-maniacentralafines de 1821,haciéndoseacompañarporuncriadonegro,Sebastián,quellamabala atenciónde la gente;quefue por Weimar variasveces,entre 1822 y 1824, y enWeimarse casócon unadamade la corte. Ya directamenteo ya por intermediodel médicode corteRehbein,trató conGoethela venta, primero, de siete diamantesbrasileñosy,después,de otros noventay dos parala coleccióndel GranDuque,aquien ofreció variosgranosy pepitasde oro y uncolmillo de “cobra” venenosa.Goethellegó a intimar bas-tantecon él; lo convidabaa sumesa,bebíanjuntosvinosdelRin,y elminerodeleitabaal poetaconsusnarracionesdel fa-

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buloso Brasil. Goethehastallegó, segúnsu Diario, a cam-biarsecartascon afamadosmineralogistasrespectoa las pie-drasdel Brasil queconociógraciasaEschwege;y, entresuslibros mása la mano, teníasiempreel Diario del Brasil y elCuadro geognóstico del Brasil, obrasdel propio Eschwege.Hay,pues,todo derechoapensarqueadquirióciertafamilia-ridad con la naturalezabrasileña. CuandoEschwegeparteparaLisboa,el poetale escribepidiéndolenoticias sobreal-gunaerupciónvolcánicade quehablanlas gacetas,noticiasquese aprovecharánen unamonografíacientífica, o bienso-licita de él algunasmonedasportuguesasy brasileñasparael museodel GranDuque. Mástarde,recibiráde él la reco-mendaciónde una plantabrasileñacontrael mal de la hi-dropesía.

Tambiénestuvo en Weimar C. F. von Martius, el de laFlora Brasiliensis,que vino al Brasil en 1817, misión cien-tífica costeadapor el rey de Baviera,y aquípermaneciótresaños,explorandoy estudiandola tierra en compañíade Spix.(Carvaiho,BibliothecaExotico-Brasileira,III, 331-338.)Goe-the, que se interesóvivamentepor los estudiosde Martius enasunto de botánicaamericana,aprovechóla teoría de éstesobreel desarrolloen espiral,usándolaasu modoen la edi-ción franco-alemanade la Metamorfosisde las plantas. Allíla hizo producir audazmentesus últimas conclusiones,apli-cando, como decía Buffon de Plinio, “aquella facultad depensaren grandeque tanto multiplica la ciencia”. En unprólogode 1822,anunciaconentusiasmounanuevavariedadde palmeraencontradaen el Brasil por Martius,y en 1824,hace una minuciosa reseñade la obra del sabio botánicoGeneraet speciespalmarurn., dondedeclaraque, al leer talobra y viajar sobre las hojas del libro, acabapor sentirse“compenetradocon la naturalezadel Brasil”. Más adelantehabla,en términosde verdaderaemoción,del viaje de Spixy Martius por el vastoy majestuosocontinentede América,yse refieretambiéna la Fisonomíade las plantas,de Martius.Estareseñase encuentraen las Obras de Goethepublicadaspor Ph. ReclamJun.,Leipzig, XL, 83-85, y tengo especialagradoen señalarla,porqueescapóa la diligencia del profe-sor Roquette-Pinto,de JoáoRibeiro y demásbrasileñosque

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buscabandíaspasadosel nombredel Brasil en la pluma delautordelFausto. DebolaindicaciónalprofesorA. O. Schulz,quetambiénme hacomunicadolo siguiente:en el vol. XLIVde la propia edición,entrelos Paralipomenade la teoría delos colores,Menudenciasde ciencianatural y Estudiosde mi-neralogíay geología, aparecela memoria sobreProblemasde la Geologíae intentosde solución, donde,a propósitodelorigende las montañasprimariasde la Alemaniaseptentrio-nal, leemosestaspalabras:

Por eso la montañaprimitiva es tan respetable,porqueentodosloslugarestiene el mismoaspectoy porqueno se puedendistinguir granito y gneisdel Brasil, de los cuales tengoejem.piaresen mis manos,de los del nortede Europa.

Sobrelasvisitasde Martius a Goetheen los añosde 1828,1830y 1831,hayvariasreferenciasen Eckermanny en Soret.En cuanto a la semejanzageológicay paleológicaentre loscontinentes,otro día hemos oído a Goethe disertar sobrelos troncosfosilizados,advirtiendoque lo mismo se encuen-tran en Europaqueen América,despuésde ios 21°,“dandolavueltaalmundocomoconun cinturón”. (Eck., 5.IV-1829.)

Así como poseía granitos del Brasil y conocía los dia-mantesy las monedasbrasileñas,tambiénposeía,en su pro-pia colecciónnumismática—secciónde dinastíasefímerasodesaparecidas—,unas graciosasmoneditas de Colombia yotrascon las armas de Iturbide, emperadorde México, enque se veían el cacto y el águila de Anáhuac. (Müller,8.111-1824.)

Pero no sólo las plantas,los fósiles y los objetos de mu-seo, también la obra humanaen América da asuntoa susmeditaciones.Entre sus Reflexionesy aforismossobre lasciencias naturales, encuentrouna mención de “las noventaconfesionescristianasdiferentesde NuevaYork, que todasadorana Dios y al Salvadora su modo,sin vivir en malainteligenciaunascon otras”. Así parecíade lejos,o así suce-día entonces.Y entre sus Reflexionesmorales, a propósitode “Lo accidental”y de la persistenciade los caracteresdelas razas,estaobservación:“Las nacioneseuropeas,trasplan-tadasa otra parte del globo, no se despojande su carácter

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y, al cabo de varios siglos, es fácil reconoceren la Américadel Norte al inglés,al francés,al alemán.” El 1~de septiem-bre de 1829,le hablaal joven Eckermannde las productivascoloniasnegrasquelos ingleseshanestablecidoen América,y de ciertahipocresíacon que les sacabanpartido, mientrasporotra parte,por temorde la competencia,predicabancon-tra la trata de esclavos. Müller cuenta que, otras veces,Goethedescribela colonizaciónde América entérminostalesqueJuliade Egglofsteinse sentíadeseosade hacerun viajeal NuevoMundo; y, cuandoestáde vena,entretieneasu so-ciedadconcierto relatosobrela hilanderasolitariadela Lui-siana. Y es bien conocidoel pasajede Eckermannen queelancianose declaradispuestoa soportarotro medio siglo deexistencia,si ha de ver realizadosestostres sueños:un canaldel Danubioal Rin, un canal de Suezy un canalde Panamáo cualquierotro punto de América quepermita la comuni-cacióndel Golfo deMéxico y del OcéanoPacífico. “Y muchome asombraría—añade—que los EstadosUnidos dejaranescaparla ocasiónde apropiarsesemejanteempresa.”(21-II.1827.) Un día, como no encuentraasuntode quéhablar conlos curiososque lo visitan, se ponea decir lo primero que sele ocurre sobrelos EstadosUnidos, lo cual pruebaque se leocurrían muchascosas.(Eck., 19-IV.1830.) Finalmente,en-tre sus XeniasMansas hay ésta, consagradaa los EstadosUnidos:

Tú, América, lo pasas mejorquenuestroviejo continente:ni tienescastillosen ruinas,ni tienesbasaltos,ni te turban en lo interior,al tiempo quevives,las inútiles remembranzas,las contiendasvanas.

Goza tu horacon fortuna!Y si danen poetizartus hijos,líbrelos el hado propiciodefábulasdehidalgos,bandidosy fantasmas.

Que viene a ser todo un programa“vanguardista”ofre-cido aun pueblosobreel cual no pesael estorbode las tradi-

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ciones ni la retórica acumuladapor siglos de literatura.Algún crítico llega a considerarestas palabrascomo unaanticipaciónal espíritu de Walt Whitman.

Perola verdaderainfluenciadeAmérica sobreGoethe,ala cualsólopuedoaludir aquídepasada,estárepresentadaenAlejandrode Humboldt,hombretambiénde estirpegoethia-na y amicísimodel poeta. Farinelli ha dicho muy bienqueGoetheviajó porEspañaenla personade Guillermo deHum-boldt, el hermanomayor. NosotrospodemosasegurarqueGoetheviajó por América en la personade Alejandro, elhermanomenor. Si el poetafijó en el muro de su cuartounmapade Españapara seguir la trayectoriade Guillermo,también—fiel siempreasu estilo de esquemasy representa-ciones visuales—trazó por sí mismo un diseño de las mon-tañasde América y de Europa, marcandolas líneasde lasnievesperpetuas,parapoder seguir el VoyageéquinoxialdeAlejandro. Goetheadmira a los hermanosHumboldt, cele-bra que se hayan formado a sus ojos, reconoce(y lo máshermosoes que,por su parte,Alejandroconfesabalo mismo,porquesus dos naturalezasmutuamentese fomentaban)queenun rato deconversaciónconAlejandroaprendemásqueenvarios añosde estudio. El día en que recibe cartasde Ale-jandro es paraél un día de fiesta, y cuandotiene la suertede poderretenerlounashorasen Weimar, se quedade buenánimoparatodoel mes. Casi todo unea Goethey aAlejan-dro de Humboldty casinadalos separa.A él le debecuantosabesobreColombia y Cuba y sobre el posible canal dePanamá. Alejandro recorrió durantecinco años nueve milleguasde tierra americana—en total, seisnaciones:Colom-bia, Venezuela,Cuba,Ecuador,Perú y México— y fundó lasbasesde nuestrageologíay nuestrasociología. Alejandro escomounaproyecciónde Goethehacia nuestraAmérica,y enél vislumbramosalgo de lo queGoethehubieraencontradoen nuestraAmérica.

¿QuépensaríaGoethede América?¿Quérepresentacióntendría de América este admiradorde Chateaubriandqueponía la Atala sobre su cabeza,declarándola,con Pablo yVirginia, unade las mayoresobrasde la modernaliteraturade Fráncia?

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Siemprefue América una utopía, la esperanzade unarepúblicamejor, y en seguirlo siendoestá su sentido. Porlos díasdel descubrimiento,los humanistashan desenterra-do la Atlántida de Platón,cuyaspromesasparecequevan acumplirse. La novelapolítica a lo TomásMoro es el reflejodel descubrimientoen la mente de Europa. Montaigne, aquien algo se le alcanzódel Brasil, consideracon simpatíaal autóctonoamericano,y adelantaalgunosrasgosdel “hom-bre natural” de Rousseau.Los conquistadoresmismos,aun-quecodiciosos,o teníanímpetude catequistaso, en el peorcaso,sentíanseobligadosa fingirlo: luegoreconocíanun im-pulsoespirituala la empresa.Poco después,en buscade li-bertad religiosay de otra moral más apurada,embarcabanunosperegrinosrumbo ala Américadel Norte. En la mismaEspañade ahora,el anhelohacia Américaencuentratodavíaun eco en las páginasde Emilio Castelar,de Miguel de Una-muno y, singularmente,de JoséOrtegay Gasset,quesufrey sienteaAmérica como un problemapersonal.

Goetheno podíasustraerseaesta imantacióngeneraldeAméricaqueperdurade siglo ensiglo. Américaleparecería,sin duda, tierra másabiertaque Europa, másdispuestaarecibir la obra del hombre. En todo caso, es indiscutibleque, más que en la nuestra,pensabaen la América sajo-na. Durantemucho tiempo, nuestraAmérica habíaestadoaherrojada,másque por ninguna fuerzamaterial, por unafilosofía aisladoraque creabacierto vacío a su alrededor.Cuandosobrevinola independencia,no todos podíanenten-dernosporque carecíande elementosde juicio. Goetheseacuerdadel trechodehistoria queha vivido (guerrade SieteAños, separaciónde los EstadosUnidos, RevoluciónFrance-sa, épocanapoleónica,y más tarde presenciarátodavía larevolución de Julio), y no vieneasu espíritula inmensatre-pidacióndela independenciahispanoamericana.(Eck., 25-II-1824.) La realidad política de los EstadosUnidos da unperfil másclaro,másseguro. Sustierrasson tierrasdepromi-sión para el que anhele recomenzarla vida, tras de salirmaltrechoy herido de susexperienciasen Europa.Esto sóloquieredecirque,en aquelinstante,la idea americanaparecíarefugiarseen la zonaseptentrionaldel NuevoMundo,porque

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a todosnosva tocandola vez en la gran mareadela historia.América representaba,pues —tras el fracaso de la prime-ra—, la segundasalida de Don Quijote, la segunday la de-finitiva:

Soñemosen Wilhelm Meister, dispuestoa rehacersu feli-cidad en el Nuevo Mundo. En las manosde Filina, buenacosturera,las tijerasestántemblandoa la sola idea de cortarlos vestidosparala futura colonia. Lidia se sientemaestradeprimerasletrasparalasgeneracionesquehande venir. ElgraveMontanosólopiensaenlaboreosy minas. Atrásquedanlos flaqueosy los sufrimientos,los añosde aprendizajesen-timentaly los añosde veleidososviajes. La barcase deslizarío abajo. Una leve brisa seca,en las mejillasde Félix, laslágrimasjubilosascon quefue devueltoa la vida. De pie enla proa,Wilhelm Meister—Goethe—cruzalos brazos,y lle-no de confianzaen América,contemplael horizonte.’

Notas complementarias

1. En la sección“The Editor Perenthesizes”de la revistatrimestral BooksAbroad (Norman, enero de 1933), se merecuerdaque,apropósitodel interésde Goethepor América,pudecitartambiénaquelpasajedel Tagehuchde Sulpiz Bois-seréeen que se hace decir al poeta(2 de agostode 1815):

—~Cuántono podría y deberíaaprovecharquien, duran-te los últimos cuarentao cincuenta años, hubieralogradomantenerseajeno a toda influencia exterior! ¡Qué habríaacontecidosi, haceunostreinta años,hubieseyo emigradoaAmérica en compañíade algunos amigosy nuncahubieraoídonombrarsiquieraa Kant, etc., etc.!

Y el editor no puedemenos de estremecersea la ideade que,a fines del siglo XVIII, hubieracabido a América lahonra de conferir ciudadaníaa Mr. JohnW. Goethe,que yopor mi parte,atrayéndoloa mi lengua,he llamadoya JuanLope de Goethe.

(Esto me lleva apensarque,hacealgunosaños,un gru-po de jóvenesestudiantesmexicanosdivagabasobreel pro.

1 SobreAmérica enel Wilhelm Meister, véanse,sobretodo: Años de apren-dizaje, IV, xvi; VII, iii; VIII, iii y vii, y Años de viaje, III, iii, ix, xi y xii.

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yecto,quealgúndíacruzóla mentede Nietzsche,de instalarseen Oaxaca,en buscade un clima propicioa susdolencias.Yuno de ellos concluyó así:

—No sé lo quehubierapensadoPorfirio Díaz.)2. “—6 de abril—. Es de pilares,de buenacaoba,la

litera del capitán del vapor. El vapor carguero alemán,quenos lleva al Cabo Haitiano. La litera cubrelas gavetas,llenasde mapas.En la repisadel escritorio,entregaceterosy navegadores,está Goethetodo, y una novela de Gaudy.Presidela litera el retrato de la mujer, cándiday huesuda.A un rincón, la panopliaes de una escopetade caza, dospuñales,un pistolín perrero,y dos paresde esposas—‘queuso para los marineros,a veces’. Y junto, hay un cuadrobordadode estambre,‘del estambrede mi mujer’—, quediceen letrasgóticas:

In allen Sturmen~in allen Noth,M6g er dicFi berschirmenDer treue Gott”.

Martí, Páginasde un diario (archivo de Manuel Sanguily),

La Habana, Molina y Cía., 1932.

3. “Quien no sabeexcusarni admirares ínfimo. De Ná-jera no podríadecir Goethe,comoen el libro de los prover-bios del Diván, quea la poesíala echadel mundo el poeta.Su alma eselegantey altiva.”

Martí, artículo sobre Gutiérrez Nájera, en Patria, 2&-I-1895.

(Comunicacionesde J. de J. Núñezy Domínguez, Mé-xico, MuseoNacional.) *

4. La señoraEmaArnhold, autorade un libro sobreLasrelacionesberlinesas de Goethe (Gotha, 1925), me escribede Los Ángeles,en 18 de septiembrede 1946, recordándomeel Diario de Viaje del duqueBernardoCarlos (1792-1862),hijo menordel gran duquede Weimar CarlosAugusto, quetuvo la intenciónde emigrar a los EstadosUnidos y queha-bía hechoa estepaís unavisita de 1825 a 1826. A su re-gresoa Weimar en 1826, Goethecompusoen su honor unpoemadestinadoa una lectura en la Logia Amalia (15 de

* Estastres notas,en Monterrey,n°10. Río de Janeiro, 111-1933.

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septiembrede 1826): “~Yase iza la vela! ¡Ya se hinchala vela!”, en queel poetadescribeel nacimientode una co-lonia americana,como él lo sueñay lo imagina. Me hacesaberasimismoque,segúnel Manual de Goethedel doctorJulius Zeitier (Stuttgart, 1917), un tal Horacio C. Whitetrató,por 1884,el temade Goethey América.

5. El señorVictor Wittkowski —autor de un extensoar-tículo sobreel indio brasileñoen la obra de Goethe,dondehace ver queel poetano se limitó a traducir las cancionesde los caníbalesbrasileñossobreel texto de Montaigne,sinoque añadióalgo por su cuenta—me envíade Río de Janei-ro, con cartade 30 de noviembre de 1946,unapáginaquepublicó en la prensacarioca:Um artigo de Goethesobrepal-meirase paisagensdo Brasil. Refiéreseaquíalos siguientespuntos:

1817. G. lee con interéslos escritosde Mawes sobreelBrasil y sus piedraspreciosas.

1821. G. examinaios dibujos parael Viaje brasileñodelpríncipe Maximiliano de Neuwiedy deja,en susAnales,tes-timonio de su admiraciónpor aquelloslejanosparajes.

1822. G. conoce a W. L. von Eschwege,ingeniero y di-rector de minasbrasileñas,cuyacolecciónde piedrasprecio-sas, despuésclasificaday valuada por Soret, el preceptorsuizo del príncipe herederode Saxe-Weimar,fue adquiridapor el gran duqueCarlos Augusto por intermedio precisa-mentede G., su amigo y ministro. Constanciade estasjoyasen los Analesde Goethe.

13 de septiembrede 1823: C. F. F. von Martius (1794.1868), el célebreexploradorqueen 1817 llegó al Brasil enla comitivade sabiosqueacompañabaa la princesay futuraemperatrizbrasileñaMaría Leopoldina, y allí permanecióhasta1820,y cuyaobra de viajero en compañíadel natura-lista J. B. von Spix (1781-1826) es ya clásica,visita a G.El Diario de éste traeconstanciade estavisita y de los dosfascículos de Martius sobre Generaet speciespaimarum,queel poetacomentóen una reseñade 1824.

4 de octubrede 1828: nuevavisita de Martius a G., enque le explica su teoría de la tendenciade la planta a laespiral.

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1829: G. ruegaaMartius por cartaquele expliquemásdetenidamentetal teoría,y le envíealgunamuestra,a la vezquele reitera su afición al Viaje brasileño (Munich, 1823).

Estaslecturas,y la Fisonomíade las plantas,en queMar-tius trata tambiénde las palmeras,influyeron en los dibujoscon queG. acompañasu Metamorfosisde las plantasy, engeneral, derramaronestímulos sobresu mundo de artista,poeta,etnólogo.

Recuerdael señorWittkowski aueel interés de G. por elBrasil fue simbólicamentepremiadocuando von Martius yNoesvon Esenbeckle comunicaron(21 de mayo de 1821)que una de las especiesvegetalesdescubiertaspor el prín-cipe Neuwied fue bautizada“Goethea”. Y, en el epígrafede su artículo, recuerdaotro hecho quevale por un recotio-cimiento de América: el cartel fijado por el Ejército Ame-ricano de Weimar, ordenandoque se respetela casadondevivió, trabajóy murió Goethe,“quien personificael espíritugermánicode libertad”.

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X. JUAN JACOBO SALE AL CAMPO *

ELLA decidióirse a París. Así pues,cuandoel joven Rous-seau,advertidode no sé qué presentimientos,abandonaenLyon al músicoNicolaz (a quien él llamabaLe Maftre, con-fundiendoelnombreconel oficio) y regresaapresuradamen-te a Annecy,no encuentraya en casaa MamáWarens. En-toncesse hospedaen el cuartode su brillante amigo Venturede Villeneuve, cuya gozosasuerteenvidia, a quien festejabatodoel puebloy aquien las señorasse disputaban.Y parano morirsede aburrimientoy de pena,acudeal único reme-dio queconocía:salir al campo. Aquí sobrevieneaquelepi-sodio delicadode queél nos da cuentaen sus Confesiones,y que los eruditos conocenpor el nombredel idilio de lascerezas.

Una familia entera,la familia Serand—el padre,Eloy,de la SociedadFlorimontana,archivero de la Alta Saboya,y sus dos hijos Franciscoy José—, se ha consagradoconunapacienciacariñosaa establecerlos hechosdel idilio delas cerezas,los lugares,fechas,horas,personasy otros por-menores,dandoasí el esqueletooculto al árbol cuya frondo-sidadadmirábamosen las páginasde las Confesiones.LouisCourtois,maestrosumoen cronologíarousseauniana,quedacompletadoy rectificado.

Me dejo guiarobedientementepor los hermanosSerandConsultotambiénaDufour y aotros amigos de Annecy. Elpoemaestáahí, latente. Bastadespejarlode la documenta-ción parasitariay, apoyándoseya en los hechosprecisos,to-mar la manode Rousseau.

No olvidemos que Rousseautenía dieciocho años. Susrasgoscorresponderíanmáso menosa ios que él mismo seatribuyecuandohabladesusdieciséis:“Sin serlo quellaman

* Nosotros, Buenos Aires, IV a XIJ-1934.—Revjsjade Revistas,México,27-I-1935.—Rueca,México, verano de 1944.

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un guapomozo, yo teníabuentalle, un lindo pie y unapier-na fina, aire despejado,fisonomíaanimada,boca menuda,cejasy cabellosnegros, los ojos pequeñosy algo hundidos,pero queirradiabancon fuerzael fuego que me encendíalasangre.” Grandeha de haber sido el destello de esosojoshundidos,cuando,ya viejo, encorvadoy ensombrecidode pe-nas y manías,Rousseauno podía menosde pensarque, ajuzgarpor el brillo queaúnconservabasu mirada,sin dudaen la juventud lanzaríarayos. En suma:los rasgosdel retra-to queposeeel ComandanteFavre, en Annecy, retrato quetodos los aficionadosrecuerdan. Es la hora en queDafnistodavíano sabelo quequierede Cloe. Todavíala MamáWa-rens no ha intentadola dulce providenciade poner ordenen aquellosdesarregladossentidos,tan dados a morder enel aire.

II

Tentadode la bellezade la auroray de aquellirismo deam-bulatorio, el sábado1 de julio de 1730, JuanJacobo,ma-drugador,sale de Annecy antesde las cuatrode la mañana.Apenasapuntabael sol que,en eselugar y esaépoca,asomaprecisamentea las cuatro y un minuto. La naturaleza,ves-tida de lujo desdemuy temprano,dice adiós a la primavera.Los ruiseñores,ya al final dela partitura,atacabansu últimocrescendo.Y él, sin saberlo,también se disponíaa ponertérmino a la etapamás feliz de su vida, con un recuerdotramadotodo en cosasbrillantes y transparentes,como ins-piración de la musadel rocío.

Entoncesla gentesabíaandar. Y JuanJacobosingular-mente,quefue simpregran andarín.Todavíaen sus últimosañossolíahacersus dos o tres leguasen una tarde. Y aunsospechaBudin de Saint-Pierreque se mató de una de esascaminatasa pie y sin sombrero. ¡Quéno haríaen sus añosmozos!

Un par de horas después,encontramosa Juan Jacobosiemprecaminandoy soñando,y alejándosede la villa sindarsecuenta. Los ríos buscanla cuna del valle. Y los pa-seantessolitariosqueconocensu oficio —y sobretodo cuan-do empiezanya los calores—suelenladearseala vertientede

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sombrae ir siguiendo,por entrelas lomasdel aire, el tenuecauce de frescura. Por esa calle de viento iba Rousseau.Perohay otro indicio mejor paraseguirsus pasos,y es suafición a los paisajesabruptos,a los precipicios,los torren-tes, los bosquesnegros. Es indudableque,saliendode An-necy por el caminoreal de Vigni~res,rebasóel castillo dela Peissesin sentir,y se metió por la gargantade Saint-Clairbuscando,con brújula segura,las emocionesdel abismo. En-tró por la veredaen cornisay pasó el puente. A los diezminutos, encontrósejunto al arroyo Mel~ze,que en aqueltiempotodavíase cruzabaavado. Tal vez se disponíaase-guir por la ribera derechay rumbo a Digny, solicitando elvallecito sombrío que desdeallí se descubre. En este mo-mento—nosotrossabemosahora queeranlas seis y mediade la mañana—oyó unasvocesquelo llamabanpor su nom-bre y un alegreruido de caballos.

III

La señoritade Graffenried, una joven y muy amablehijade Berna, desterradade su país por locuraspropias de suedad—tendríaa la sazón veintiún años—,habíaconocidoa JuanJacoboen casade Madamede Warens. No sabiendoqué hacerde su vida, y como se encariñarancon ella lashijas de la viuda Galley, se habíaquedadoparaacompañara la mayor,Claudina,queera todavíamáslinda queella yun añomásjoven. Se queríany estabanhechasparaquerer-se,mientrasun amanteno se atravesaraentrelas dos. Aque-lla mañanahabíansalido acaballorumbo a Thónes,castillode la familia Galley y, naturalmente,en vez de seguir laruta romántica,optaronpor la menosexpuesta:por la dere-cha del lago de Annecy,arriba de MenthonhastaBluffy, yde allí cortandopor traviesahastael mismo puentede Saint-Clair. Pasadoel cual, no hubieransabido cómo hacerparaque sus caballos tomaranel vado del Mel~ze,sin la buenafortuna quepuso a esahora, en el mismositio, al másser-vicial de los muchachosquehanandadocaminos.

Azotar los caballosera muy arriesgadoparalas damasy parael caballero. Él prefirió meterseen el agua hasta

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mediapierna, y cruzarel vado tirando las bridas del caba-llo de Mlle Galley, mientrasel otro seguíadócilmenteasucompañero.Lasmuchachasse cambiaronunamirada—esasseñasde las mujeresque los hombresno vemos nunca—ycuandoJuanJacobose despedía,lo invitaron a acompañar-las,tranquilizandosusescrúpulossobrelo quediría la señoraGalley, queni estabaen la granja de Thónesni se enteraríade nada.

Cuando,en calidad de prisionero de guerra y a grupasdelcaballode la Graffenried,tuvo queabrazarseaéstaparaseguirla marcha,el corazónle saltabaaJuanJacobo.Y ellase dio cuenta,naturalmente.Y dijo queaella, de miedo decaer, le acontecíalo mismo. Y aunqueesto, en aquellasi-tuación,parecíaunainvitación a comprobarlocon su propiamano,por nadadel mundoquisoJuanJacoboromper el en-canto frágil de la aventura. Y sus brazos siguieron bienquietosy cintos, rodeandoel talle de la linda bernesa,“aun-queala verdad—diceél paradisculparse—ibanbien apre-tados”.

A partir de este instante—observanlos hermanosSe-rand—la naturalezatodadesaparecea los ojos del sensiblemuchacho. Hay que perdonarlosi no se da cuentade lascaprichosasmontañasdondeandacabalgando,del rumor delFier que corre abajo, de los remecidosbosquesde abetos,de la primorosacaída de Morette, junto a la cual pasaronlos tres conversandoen íntima y animada compañía,comosi de toda la vida se conocieran.

A las ocho y media se desayunabanya en el castillo.Hacia las cuatro, tras de merendar,volvieron grupas. Des-puésde las seisse separaronde nuevo dondese habíanen-contrado,y JuanJacobollegó de nochea casa,por ahí muycercade las nueve,y poco antesde queregresarasu compa-ñero de cuarto,el venturosoVentura. De aquellasdiecisietehoras,cinco anduvosolo JuanJacobo,y las otrasdoce ase-guraél quele valieronpor siglos de familiaridaden su tratocon las muchachas.Si no era cuandose quedabasolo conunade las dos, porque estoembarazabaun poquillo la con-versación,dándoleun sabrosopasoforzadode queél tambiénsabíagustar ¡tan goloso de todo!

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Y ahora desandemosel camino, para entretenemosenver de cercael escenario,las figuras y sus acciones.

IV

El castillo de La Tour, en Thónes,propiedadde la viudaGalley, restauradohacía un siglo, constabade una casadedos pisosconpatio y fuente,granjay graneros,hornoy caña-mar, huerta, tierra y bosque; y al término del jardín delfrente habíauna capilla. La habitaciónde los señoresape-nasteníaen elpiso bajo dos piezasy unacocina,y en el altose completabacon cuatroalcobas,sin contar la torrecillapordondesubíala escalera.Sillas ala delfina forradasde raso;lecho con cortinas a la imperiala, de esos que recuerdantronos, en linosedaanaranjada;cuadrosen óvalos dorados;espejocon sumarquitonegro; tocadorde luna con dos cajo-nesy susdosveloneras;seissillasde nogal;tal cofre alemánconsusherrajes—componíantodala comodidadde la estan-cia. Pero los huéspedes,queveníanllenos de campo y esta-ban por el ambiente rústico, prefirieron la cocina con sulargamesa,suspobresbancosa cadaladoy, en la cabecera,el escabelde trespiesqueJuanJacoboreservóparasí. Allíhicieron desayuno,almuerzoy merienda,cocinandoellas ysirviendo él de marmitón. El granjero,como de propósito,estabaausente.

Todos los besosde las muchachasfueronpara los niñosde la granjera.Estascariciasdesperdiciadas,el joven Rous-seauparecíabeberlasen el aire. Los pecesse amana travésdel aguay sin contactos.En aquelambienteflotaba, sobre.entendida,una intención.

No hubo vino, ni manerade haberloen todos aquellospobrescontornos. En el fondo, los tres contabanun pococon el vino paramáspronto deshacerlas fronteras. Peroélles dijo que no necesitabanvino para embriagarlo,únicagalanteríade palabraquellegó apermitirse. “Aunquehallo—dice— quelas muy pícarasveíanbien queaquellagalan-tería era verdad.”

Cierto que fue necesariala conjunciónde una hora pro-picia paradevolvertodasufacilidad a aquellanaturalezade

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tímido, de perseguido. A los doce añosJuanJacobono sedecidíaa abordarla tienda de un pastelero—hazañasindudanuncavista—por miedo a que todoel barrio lo notaray lo comentara.Y mástarde,en la horrorosavejez—cuyasúnicasalegríasparecenhaber sido la música,la botánicayla compañíade Saint-Piemre--—llegará averdaderosdeliriosde agorafobia.En vano,tratandode disciplinarse,visitarálossitios másfrecuentados,paraacostumbrarseala indiferencia.¡Pobreanciano! Dijo bienSainte-Beuve:“~PobreRousseau!”

Pero aquel día de juventud todo andabasolo, todo erafácil y sencillo. Todo eracasto. Y así,estaalegríade aguaclara, este regocijo a poca costa, tuvo para él un sabordesensualidadincomparable.La palabra“sensualidad”pareceaquí inadecuada,peroes laquevino ala plumade Rousseau.

y

Como medidade economía,parte del café del almuerzoseguardó parala merienda,quehabíade sercon cremay pas-teles. Y entreunay otra cosa,paramantenerel apetitodes-pierto, se fuerona cogercerezasa la huerta. Empiezaaquíla escenaescogida. Algunos han creído ver en ella, másqueun recuerdoverdadero,la reminiscenciade cierta aguadade Baudoin—“Cerezasy enamorados”—,obraquehabíadesercélebremástarde. ¡Quémásda! Rousseau,si se inspiróen otro arte,le devolvió con crecesla deuda,provocandoasu vez, con las escenasde sus obrasy de su vida, una fron-dosaprimaverade grabadosy estampas. Sobre “el primerbeso de amor”, de La nuevaEloísa, Alexis Françoisha po-dido reunir una serie justamentecélebre. El “RousseauenSuiza,perseguidoy sin asilo” podría fundar otra semejante,aunquemenoslinda. Ved las estampasque trae Monglonden su Pre-romanticismofrancés. Y todosrecordamoshabervisto alguna ilustración que representala llegadade JuanJacoboa Berna, tras la condenacióndel Emilio. Juan Ja-cobo saltadel cocheen quehavenido huyendo,besael sueloy, nuevo Ulises, exclama:“10h cielo protectorde la virtud,loado seas! ¡Llego a una tierra de libertad!” Y es que elciudadanode Ginebraha nacidoparala estampa.Él mismo

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¿noteníaunacolecciónquegustabade hojear, junto al fue-go, allá por los añosde 1763? Estacolecciónfue vendidaen subasta,tresañosmástarde,en Inglaterra—Courtoishacontadolos pormenores—cuandoRousseau,lleno de ideastorvas,resolviódeshacersede cuantono le eraindispensable.

El idilio de las cerezasestácontadoen brevespalabras:

Yo trepéa un árbol, y les arrojabaracimos. Ellas, a tra-vés de las ramas,me iban devolviendo las semillas. Un mo-mentoen queMlle Galley recogíasu delantaly alzabala cabe-za, se me presentótan bien y tuve tal tino, que le eché unracimo porel seno. Todosreímos. Y yo decíaparamí: —~ Ay,que mis labios no seancerezas! ¡ De buenaganalos hubieratirado yo!

Porquesabréisquelos pensamientosde Rousseau,apro-vechándosede ser invisibles,ya habíanvolado, tejiendo en-tre las dos muchachastodaclasede fantasíasadúo, muy algusto de Casanova.Una, tan suelta y desterradacomo él;la otra, tandesconociday lejana, criaturade hogar, deviudarica, mimadaentretreshermanosy unahermanamenor,cria-tura queparaél —vagabundocon ribetesde mal nacido—venía a quedaral otro lado de las barrerassociales,comopoco despuésaconteceríaa los héroesde Stendhal. ProntoRousseause habíaconfesadosuspreferenciaspor Mlle Gal-ley, queera la mástierna, la más leve y suave,menuditay muy bien formada: “Para unamuchacha—explica—,elmejor momento.” Y aunquese reconoceríatambiéndichosocon alcanzara Mlle de Graffenried, más le gustaríaparaconfidentequepara amante. ¡Oh desordenadocorazón!

Y con todo, nadade lo queos figuráis llegó a suceder.En un instantede soledad,mientrasMlle GaIley bajabalosojos y él respirabacon afán, sin saber cómo, se encontróbesándolela mano. Ella retiró la manosin prisa, como laGalateaquehuye, y se le quedómirando sin enojo. Y nohubo más.

El tiempo corría. Para llegar a Annecy con la noche,hubo que cabalgarotra vez. Juan Jacobotoma su sitio, agrupasde la Graffenried,y el sol de la tarde los hañaensuoro desvaído.“La inocenciadelas costumbres—dice aquíel maestro—tiene tambiénsuvoluptuosidadquevale por la

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otra, porqueella no admiteintervalosy sabeobrarcontinua-

mente.”

VI

Sueños,todo sueños.Acudea despertarloel vulgar Ventura,recordándoleque se hanagotadolos recursos. “~E1amigode Mlle GalIeyreducidoapedir limosna!” Mme deWarensestá ausente. Se sientesolo. En la callecilla Perri~re,lasventanasde casaGaIleyestáncerradas.Nuncamásse encon-trarácon sus amigasde unahora, y sólo corresponderáconellas a travésde EstherGiraud, pobre costureradel pueblo.ClaudinaGalley, diez añosmástarde,se casaconun senadorde setentay pico, y muereantesde la apariciónde las Con-fesiones,ignorandoios sentimientosquehabíainspirado. Laotra muere recogidaen un convento,y era tal vez —perdó-nemela sombrade JuanJacobo—la quea mí, pobre peca-dor, másme interesabay me atraía. A ambaslas recuerda,pocosmesesantesde bajarél mismo a la tumba. “Puedodecir—escribe——-comoaquelprefectodel pretorioque,caídoen desgraciabajo Vespasiano,se fue tranquilamentea aca-bar sus días en el campo: setentaaños paséen la tierra, yde ellos sólo siete he vivido.” ¡Oh dulcesmemoriasde An-necy! De este idilio sólo quedaya la imagendel cuadrodeBaudoiny, en algunapartedel espacioy del tiempo,la gotade cerezade un besocaídoen unamano.

1934.

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XI. EN TORNO A LA ESTÉTICA DE DESCARTES*

ParaFranciscoRomero,filósofo que fue militar.

1. DESCARTES se plantaen mitad del mundocomo Robinsónen su isla. Paracomenzar,lo damospor perdidotodo. Du-damoscomoPirrón, como Sexto,comoMontaigne. PeroSanAgustín y San Anselmo nos tenderánla mano. Adelante.Lo primeroes hacerla cuentade los instrumentosrescatadosen estenaufragio con que empiezala vida. Lo primero esinventariarlos datos elementales,con un ánimo de descon-fianzametódica. La vida es sueño,puedeser,pero alguienla está soñando,y éste es un dato positivo. Pienso,luegoexisto: punto de partida que no puedeengañarnos,salariomínimo, sumadepuraciónhigiénica, residuoúltimo queque-da en los replieguesdel yo, despuésde lavarlo de todaslasalgas adventicias. Paraeste atletismo de la introspección,Descartestenía el entrenamientode la soledady las largashorasen la cama: al fin niño y adolescenteenfermizo, aquien se ha dejadorumiar asabory vivir de su propia sus-tancia, durantelas lentas jornadas de la crisis. Luego, losocios del cuartel;los encierrosen la “estufa” de Alemania;los arrebatosde soledadquealternancon la vida mundana.Goethe,en su Teoría de los colores, nos recuerdahastaquépunto Descartesaprovechalos privilegios de su nacimientoparaverlo todo: fiestasde la Corte,del Estado,de la Iglesiay de la Milicia; ocasionesen que se reúnen los hombres,acontecimientosnotablesde la época. Sin duda lo guiabaun secretoaviso de que todo es útil parael hombrede me-ditación.

2. Pero la introspecciónno es más que la etapaprepa-ratoria. Ahora, hay que asomarseal mundo. Ahora, hayquesujetar al mundo con la cabeza,gran pecado angélico.Comola desviaciónsentimentalnos acechaen todaslas vuel-tas del camino, un nuevoesfuerzode depuraciónnos lleva

* Escritos enhonor de Descartes,Universidadde La Plata, 1938.

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apreferir los materialescuantitativosa los materialescuali-tativos. Haremosdel mundo una armazónmatemática. Yentonces,como premio de nuestrosafanes, descubriremosque la armazón,unavez construida,sueltapor sí sola losramajes que han de revestirla: el árbol era geometría,yla geometría—finalmente—era algarismo. El número loconteníatodo, comoen semilla. No es éstauna filosofía quejuegacon la matemática,sino unamatemáticaque se atreveala filosofía. Granprecursor,Descartes,de los logísticosquehanhechoconel órganoaristotélicolo quelos físicos de hoyen día han hecho con su realidad:poblarla de nuevasdi-mensiones.

3. Pesea Pascal,resulta que el espíritu de finura y elespíritu de geometríatienen vasoscomunicantes. La sensi-bilidad es asuntode ritmo y grado, pasible de conmensura-ción. El discípulode los jesuitasde La F1~che,armadoconla dialécticade la escuelay empujadopor aquellased quelo llevabaabuscarcifras mentaleshastaen las figurasde laesgrimay del baile (la gentede su claseera ya unaaristo-craciadesencantada,amigadejolgorios y fiestas),se encuen-tra con la espadaal cinto entre los ejércitos liberales deHolanda,dondela espadase le vuelve herramientade cálcu-lo, subiendoa la dignidaddel astrolabioy la brújula. Dis-curso de las armasy las letras,páginatántos: bastacon elCogito, ergo sum; bastacon la espadaparaabrirsepasoportodo; la erudicióny la enciclopediaestánde más. Lo queimportaes una actitud; es decir,unaguardia; lo que impor-ta es un método;es decir, unaesgrima. Hora graciosade lahistoria,hora únicaaquellaen queel PríncipeMauricio deNassaualternabalasmaniobrasmilitaresconla teóricade Si-mon Stevin. El de Orangemandabapegaren las esquinas,envez de proclamaspatrióticas,problemasde física:el SeñorRector del Colegio de Breday el oficial Descartesse dete-níany se encontrabanen plena calle, trazandoen la paredesquemasy números.

4. Fue la estética,fue la músicamás especialmente,loquellevó a Descartesde la manohacia su concepciónsobrela armonía matemáticadel universo. Pitágoras,Copérnico,Kepler, Galileo y Leibniz, cadauno por su atajo,llegana la

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misma encrucijada. Cierto es que,mástarde, la espadame-tafísicapartiráen dosel universo,alos ojosde la asombradaElisabeth,princesapalatina,queve despeñarsede un ladoelcuerpoy del otro volar el alma, sin referenciaposibleentrelanecesidad,ley del cuerpo,y la libertad,ley delalma. Pero,con todo, el Tratado de las pasionesata el cuerpoal almaen el nudo de la glándulapineal; pero,contodo, la antropo-logía cartesianaadmitela constantecorrespondenciade almay cuerpo. Y, en materiaestéticasingularmente,¿cómorom-per la cadenade la sensacióny del movimiento voluntario,que esiabonael atributo extensocon el atributo pensante?(Ya se sabeque, paraDescartes,pensar,querery sentir sonla mismacosa.) ¿Echaremosmanode la constanteasistenciasobrenaturalde Dios, recursooratorio de Malebranche?Loscartesianosse pierdenen juegos verbalesy en metáforas.¿Declararemosentoncesque esta acción mutua entre almay cuerpoes sólo aparente?Dejémosloahí: trabajemossobrela apariencia,sobreel fenómeno. CuandoDescartesse ocu-pabade estética,tampocohabíavislumbradoaúnsuprofundazanja metafísica. Su metafísica, despuésde todo, no erala piezaesencialdel sistema.La atravesócomose salvaunaetapa,como las humanidadesde La FR~che,como el dere-cho, como la esgrimay la danza,como la geometríay lafísica. Lo esenciales aquellabusca,avecesdolorosa,aqueldiscursosobresí mismo que, de tiempo en tiempo, se acer-caalbarrancode MonsieurTeste:la inutilidad de comunicarel propiopensamiento.Lo esenciales el método,es decir: lamarcha. Filosofía de la exploración, filosofía de viajero:Francia, Holanda, Austria, Alemania, Italia, los paíseses-candinavos...Filosofíadel rayo de luz quese va quebrandoen refracciones. (La Dióptrica.) Fuela estética,fue la mú-sica. El filósofo que,diez añosmástarde,separarásin re-medio el cuerpoy el espíritu,afirma todavíaque “las cosassensiblesse prestanextraordinariamenteparaconocerlas su-prasensibles”.Mástarde,encontraremosqueel mundoes unjuguete mecánico,queDios lanza el resortey se aleja. Porahora,en la panteístajuventud,todo estávivo.

5. El problemase planteaasí,agrandesrasgos:Descar-tes no llegó aconstituirunaestética,unapolítica ni una mo-

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ral. En elorden dela religión,la moraly la política,Pascal,Malebranchey Spinozaparten de él a su manera,y ya searrancanfrancamentede la doctrinacartesiana,o yala aban-donansin confesarlo. En cuanto a la estética,hay que es-perar a que Krantz, en el siglo xix, se atrevaa una inter-pretacióncartesianademasiadovaga y general,o a que,ennuestrostiempos,GustaveLansonestudiela conductadel hé-roe de Corneilleala luz de la actitudcartesiana,y másbienen lo que ésta significa como testimonio del sentir clásicofrente al torrentede las pasionesy el deber de atajarlas.Peronadade estotrae precisionessobrela idea de lo belloen Descartes.A este respecto,sólo nos da vislumbres unapaginitaperdida,a los comienzosdelensayosobrela música,queaparecióen Holandapor 1618. “Antes de ocuparsepro-piamentede la música,roza la cuestiónde la esenciadelarte en general. ¿Dóndepodrá estarla causade quelas co-sasexterioresimpresionenagradablementenuestrossentidos?Su efecto,contesta,se tieneque mantenerdentro de ciertoslímites; la excitaciónno puedesuperarcierto grado. Por esoel estallido del trueno es demasiadoviolento para que unmúsicopudierautilizarlo; una luz demasiadointensasobre.excitael ojo y es imposiblequeproduzcaunasensaciónagra-dable. Además,el objeto queactúasobreel sentidono debeconfundirlo, es decir, debemostraralguna proporciónentrecadaunade suspartes,fácilmenteperceptiblepor la razón;entonceses cuandoel objeto puededespertarel sentimientode lo bello, pero estaproporcionalidadno debe ser dema-siado sencilla, porque la impresiónseríadébil y desapare-ceríaen seguida. Si oímosel mismo tono dos veces,queda-mos indiferentes;la primerasensaciónagradablela sentimoscon la octava,cuyostonosse hallanen relaciónrecíprocadeuna a dos; el agradosube de pronto al oír la quinta, queparaDescarteses la consonanciamás grata. A estose debetambiénqueno puedaserusadatan frecuentementecomolaoctava,del mismo modo que nos empachamosmucho antes,si no comemossino azúcar o golosinas,que si aplacamosnuestrahambrecon pan,apesarde quetodo el mundoreco-noceque no sabetan bien comoun dulce.” (A. Hoffmann,Descartes,trad. E. Imaz.)

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6. Analicemoslas anteriorespalabras. Ante todo, paraque la impresiónseagrata o bella, debemantenersedentrode ciertos límites: noción matemáticadel grado. Por eso,en el desarrolloestéticode ciertosinvestigadores(en la poe-sía,Góngora,Browning, Mallarméy hastael mexicanoDíazMirón, segundamanera) hay un momento en que el fenó-meno,sin perdercategoríaestética,superala belleza,se ex-tralimita, deja de serbello y, sin embargo,está todavíaenlos confinesde la escala,en los confinesdel espectro,comoel sonidoqueya no se oyeo la luz queya no se ve. Es toda-vía estética,pero ya no es necesariamentebelleza. Un para-dojista diría,por eso,queya es estéticapura. La impresiónrecibida,paraserestética,no debeconfundirnos;y paranoconfundirnos,debeofrecercierta “proporciónentresuspar-tes” (siempreel sentidomatemático),lo que la hará“fácil-menteperceptiblepor la razón”. “Razón”, aquí tiene unsignificadomuy lato, que todos entendemosen cuantoolvi-damosel vocabulariotécnicode la filosofía. Pensemos,porejemplo, en Mozart, cuyamúsica, graciasa esa proporcio-nalidadde quehablaDescartes,tiene cierto efecto “persua-sivo”. Ante una frase de Mozart que se desenvuelvey seresuelve,nossentimostentadosaexclamar:“~TieneUd. ra-zón!” Pero esta proporcionalidad“no debeser demasiadosencilla”, porque entoncescaeríamosen lo anodino, en losandio. Ni hay que abusarde los mejores efectos,porqueel demasiadodulce empalaga.Los efectosdebengraduarse,dandopausas,tiemposy espaciosparaque se evaporecadagranito deperfume. De aquíel arte,todoel arte, la “fermo-sa cobertura”,que decíael Marquésde Santillana,palabraqueparecesuperficialy es profunda. El artees un apretaren formas la materia. Podríamosdivagarlargamente.Des-cartes, aquí como en todo, cumple su función esencialdepunto de partida.

BuenosAires. 11-1937.

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XII. BREVE APUNTE SOBRELOS SUEÑOSDE DESCARTES*

AHORA quela técnicafreudianay los procedimientossonam-búlicos del suprarrealismohan puestode modael ocuparsede los sueños—al punto queDunne ha traído, de los lla-madossueñospremonitorios,nuevosargumentosparasu teo-ría del tiempo estable—es curioso recordarque Descartesno dejaba de tenersuspreocupacionesoníricas. Estabaim-presionadocon sus fantasmas;narrabasus pesadillasy seentreteníaen buscar,asu modo,los elementosde la realidadque se habíanfiltrado, por los resquiciosde la subconscien-cia, hastael reino de susimaginacionesnocturnas.

El 10 de noviembre de 1619, la ardiente crisis en quese debateDescartesse resuelveen una certezaconsoladora.El filósofo ha encontrado“los fundamentosde unacienciamaravillosa”. Así lo declaraen sus notas, aunque no sabe-mos si se refierea la GeometríaAnalítica o al nuevométodocientífico. Este descubrimientoha sido como gestadoen unanoche cargadade sueñosaugurales.Descartesnos ha con-tado tres sueñossucesivos. En los dos primeros se reflejasu desazón;el último es ya el sueño del desahogoy el ali-vio, la gotaquederramaelvaso. Al día siguiente,en efecto,su menterecobrael equilibrio y lo vemos libertarse—aquísí que “de la nochea la mañana”—de todas las incertidum-bres quevenían amargandosu vida de tiempo atrás.

Sobreel primer sueño de Descartes,dice A. Hoffmann(Descartes,trad. E. Imaz, Madrid, “Revista de Occidente”,1932):

A continuación describimosuno de estossueños,siguiendoa Baillet (1, 81 ss). Perseguido por horrorosos fantasmas,Descartes se apresura entre calles para escapara ellos. Unagran debilidad en el lado derechole obliga a caminar enco-

* Descartes.Homenajeen el Tercer Centenariodel “Discurso del Método”.Universidad de BuenosAires, 1937.

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gido y ladeadohacia la izquierda. Avergonzadopor la forzadapostura, intenta enderezarse.En ese mismo momento, unfuerte remolino lo sacudevariasveces en círculo. Con grandificultad puedesalir“adelante, pero parece que se va a caerdeun momentoa otro. Se le apareceun lugar derefugio. Jun-to al caminohay un colegio. Entraen el patio y se dirige a lacapilla a rezaruna oración. Se da cuentade queha cruzado,sin saludarle,a un conocido. Retrocedede prisa para darlealcance,pero un viento impetuosole empujahacia la capilla.Oye que le llaman en el patio por su nombre, amablemente,tratandode hacerleun favor. Y se asombrade ver que quienlo llama y sus acompañantes,que se le rodean,se mantienentiesosy derechossobresus pies, mientrasqueél sigue con suposturaencogiday vacilante,aunqueel viento seha apacigua-do mucho. Entoncesdespertó.No tenemosningúnmotivo paradesconfiarde estasu referencia... Los esfuerzosde Descartesensoñando,para conservarla dignidad y la cortesía frente alos demás,se comprendencon el caráctersuyo, queha sabidosiempreconservarel dominio de sí. Pero lo importante esqueesesueñoes imagenfiel del estado de su alma por enton-ces. Siente que el suelo se le scapa. No había salvación, nifórmula mágicaquedispersaralos malosespíritusdela duda,que antesconvocaracomplacido.

El segundosueño vino despuésde una corta tregua devigilia, y más que un sueñofue un despertar:tuvo la im-presión de que venía a sacarlo del sopor un largo trueno.Abrió los ojos, espantado,y le pareció ver correr unaschis-pasen la oscuridadde su cuarto.

En el tercer sueño,creyó ver sobresu mesauna antolo-gía, un Corpus poetarum,dondese puso a leer los versosde Ausonio: “Quo vita~sectaboriter?” ¿Cuálseráel rum-bo de mi vida, mi carrera? Apareceun hombreque le en-trega un papel escrito: Est et non, sí y no, otro pasajedeAusonio queel hombrese empeñóen mostrarleen el libro,pero que buscaronen vano. Al final del tomo, descubrió,por los adornosy viñetas,que se tratabade una edición di-ferentede la queél solíamanejar.

La nitidez del sueñocasi hacía pensara Descartesquese tratabade una visión mística. Y en verdad,siemprecon-sideró que aquellanochehabíabajado hastaél la inspira-ción celeste,orientándoloen la carrerafilosófica, en el estu-

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dio del sí y el no, del sery el no ser, y salvándolode unpasadode vacilacionesy errores,representadoen las pesa-dillas de ventarronesy truenos. Tal fue la ascensión,desdelas ciénagasconfusasdel sueñohastala superficiede la con-ciencia, de la burbujilla de la vocación.

Como se ve, no se trata de uno de aquellossueñosdeClapar~de,en quela funciónpositiva o compensadorade unanhelono satisfechoaparecea primera vista y de un modoinmediato. (Tales los de Nordenskjoldy sus compañeroscuando,en el curso de una expediciónártica, soñabanquecomíanespléndidosmanjares,recibíancartaso andabanen-tre montañasde tabaco, cosastodas de que estabanpriva-dos.) La interpretaciónsuponecierta iniciativa de partedeDescartes:él ha queridoencontrarun buen augurio en susueño,y ha revuelto los motivos de la interpretaciónhastadar con unacombinaciónfeliz. Es posiblequelos psicoana-listas considerenque no se ha equivocado;lo ignoro. Perobastasaberquesu interpretaciónejerció un bueninflujo ensu ánimo y en su conductaparacomprenderque, de ciertomodo funcional, no fue equivocada.DesdeArtemidoro has-ta Freudy sus discípulos,todoslos descifradoresde sueñosestánde acuerdoen quehay queponerseen la situaciónúni-ca del quesueña,lo que indica quenadiepuedesermejorjuez queel propio sujeto, una vez queposeasobresí mismotodoslos elementosdel caso,una vez que se dé clara cuentade lo queestápasandopor él. Freudno pide a su pacienteuna interpretacióncabal de su sueño(seríamuchoexigirle),perole pideal menosque revele,en sus particularesasocia-ciones,el valor afectivo de cada detallede su sueño. Y na-die ha negado las posibilidadesdel auto-psicoanálisis,enciertos monmentosde lucidez, lo queprecisamentetrae con-sigo esaaurade revelación,de inspiraciónsobrenaturalconquehablaDescartesde sus visiones.

Hay muchoshombresconstruidosasí,quegustande sazo-narsusvigilias conelsaborde susensueños.ThomasBrowne(1605-1682),en su Religio Medici, exclama:“1 am happyin a dream, and as contentto enjoy a happinessin a fancy,as othersin amore apparenttruth andreality.” Y Descartesdebe de haberconservadoesta costumbrea lo largo de su

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vida, cuandoencartaaBalzac,escritadoceañosdespués(15de abril de 1631), decía:

fe dors ici dix heurestoutes les nuits, et sans quejamaisaucunsoin meréveille; aprés que le sommeila longtempspro-mené monespril dansdes bois, des jardir~set des palais en-cliantés,oit j’éprouvebus les plaisirs imaginésdans les fables,je méle in,sensiblementmesréveries du jour ayeecelles de lanuit; et, quandje m’aperçoisd’étreéveillé, c’est seulementafinque mon con.tentementsois plus parfait et que mes sens ypartkipent.

BuenosAires, IX-1937.

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XIII. PRÓLOGOA BURCKHARDT *

LA VIDA de JakobBurckhardt cubre prácticamentetoda laextensión del siglo xix, cuyas experienciasfundamentalesle tocó presenciar(1818-1897). La obra de Burckhardtesuno de los legadosmás sugestivosque hemosrecibido deaquellaépoca. Estemeditadorde la historia estabasatisfe-cho de haberaprovechadoel instanteúnico. Su siglo le pa-recíaun miradorprivilegiado paracontemplarel espectáculohumano de aquella manerapanorámicaque tanto acomo-dabaa su genio. No porque creyeraen la perfectibilidadautomática,debidaal simpleamontonamientodelascenturias,ni porquecreyeraen la “supervivenciadel más apto” en elsentidohumanoy moral de la aptitud. Él mismo denuncia“la teoría del célebrey pretendidoprogreso”, que respondeanuestropoetaasegurandoque “cualquiera tiempo pasadofue peor”, teoríadeslizadaen Hegelcon cierto pudor,y cru-damenteexpuestaen Lasaulx, para quien el siglo xix vienea sercomo el esclarecimientosumo de los destinoshistóri-cos.** Tal espejismono podría embaucara un schopenhaue.rianode cepa,como Burckhardt. Él se limita aadvetirque,en sus días,se da unaconjugaciónde circunstanciaspropiciaspara los estudioshistóricos,sobre las cualessiente la nece-sidad de llamar la atenciónde sus auditores,casi por deberde catedrático.

Sobre las ventajasde su siglo, en comparacióncon épo-cas anteriores,él mismose explica. El conocimiento,dice, esahora másextensoy másaccesibley ha alcanzadoel cosmo-politismo. La cultura, no dominadaya por un punto de vistafijo, admitevaloracionesmás amplias,ecuánimesy cabales,

* J. Burckhardt, Reflexionessobre la Historia Universal. Versión deW. Roces. Epílogo de R. Marx. México, Fondo de Cultura Económica, 1943.

** Ernst von Lasaulx, oscuro discípulo de Schelling y de Giirres, aun-que carentede sentido crítico y algo pueril, puso en circulación la teoría delos ciclos históricos de Platón, Aristóteles y Polibio, que no es extraña a lascomcepcionesde Vico, de Burckhardt y de Spengler, aunque en éstosofrecemayor complejidad.

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ecuménicasen principio. El juicio sobrela personahumanay susaspiracionesse funda en un criterio historicista,es de-cir, se refiere siempreal cuadrode energíasen quese des-envolvió cadaexistencia. La misma indiferenciadel Estadoque, con o sin razón, no ve ya en las laboresteóricasunaamenazainminente,es favorablea los estudios. La filosofíase ha inclinado amorosamentehacia la historia, solicitandosucontenidoprofundo. La posturalaica no necesitaya per-der fuerzasen el frotamientocon el dogma,puesse ha con-quistado la libertad crítica. La sacudidade la RevoluciónFrancesapor sí solainvita al examendel pasadoy al intentode unanuevacoherencia,abriendocauceala investigacióndelos motivos moralesescondidosbajolos hechosbrutos, y sudocumentaciónno se ha enfriadoo perdido, segúnacontecepara los sobresaltosremotos,sino que está todavía viva ypalpitante.

Respectoa las novedadesquecruzaronsu época,fácil esrecordarlas;y aunqueBurckhardt no hizo labor de memo-rialista, nosdeja el testimonioclaro de sus reacciones,tantoen sus Cartaspóstumas(1913,1919) como en los apéndicesqueiba añadiendoasusReflexiones,y en queconsideralosproblemascontemporáneospor sus aspectospolíticos, inter-nacionales,económicos,y por sus efectossobreel arte y laliteratura,creacionessumasde la especie. En estasy otraspáginas,inspiradasdesdeluego por su visión generalde lahistoria, se fundasu involuntariay tardía reputaciónde pro-feta; que aél, en su escepticismo,le hubierahechosonreír.

Su primera educación,que empiezaen la Suiza germá-nica, acaba en la Suiza francesa,beneficiándoloasí con lamutua fecundaciónde dos lenguasy dos culturas, armoníaquecompletarámástardeen susviajes de adolescente,lo quele da una fisonomíasemejantea la de los grandesintérpre-tes de la Europatransalpina:Goethe,Shelley,Stendhal,Ro-bert Browning.*

Inercia acaso de las controversiasfilosóficas del Sete-cientos,en quevemos enfrascadoa un Leibniz, Burckhardtcomenzópor la teología. Pero no se siente nacidopara filó-sofo. Los cursos de Schelling, en Berlín, parecenhaberle

* 1. H. Nichois, prólogo a la edición norteamericana citada másadelante.

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causadocierta curiosadesazón.No es justificado inferir deaquí, comolo hace Croce, que desdeñarala filosofía, en laqueexpresamentereconoceel verdaderodominio de la gran-dezahistórica.* Durantesus cuatroañosde éstudiosen Ber-lín y en Bonn, su independencialo alejade sus compatriotas,algo limitados y convencionales,y lo acercamás bien a la“JovenAlemania”, románticay liberal, de los años40.

En plena adolescencia,le sorprendeel estremecimientodelRomanticismo,queinyectabasangreen la apreciacióndela historia y de la conducta. A la historiase fue acercandoconlas cátedrasde Grimm y de Ranke,auncuandosu juven-tud se rebelabacontra cierta flojedad e insipidez de buentono queadvertíaen éste. Él mismo,en su madurez,provo-caríaentresus discípulospreferidosalgunainquietudpare-cida, aunquefundadaen otrasrazonesy de temperaturamásamorosa.

Pronto, bajo la dirección de Kugler, se aficionó a losestudiosde arte, queya nuncaperderíade vista. El arte hade servir de piedrade toqueen todos sus análisissobrelasvicisitudeshumanas.De repente,dejaoír ciertasapreciacio-nes harto expresivassobre la importanciaque concedealcriterio estético,apreciacionesquetraslucenun pocode “amo-ralismo” heroico. Refiriéndosea los actosde conquista,ex-clama: “Estas tropelíasdebieranasumir,al menos,unaapa-rienciacandorosa,puesnadaes másdeplorableen susefectosestéticosquelas recriminacionesy los argumentosjurídicosen que sueleenvolvérselas.”En sus Reflexionesse alarga,con complacenciavisible y movido por la afición, sobre lasartesy las literaturas,cuyo destinole preocupasingularmen-te. Su paseopor la poesíaestá inspiradoen un amplio sen-tido comparatista.Y siempreque el temase atraviesa,de-fiende la independenciade la verdadartística.

Burckhardt, como otros suizos eminentes,sintió un díala necesidaddel grandeaire del mundoy, comoellos,acabótambiénen cierto retraimiento,que le permitíamayor autar-quía, vinculándolo para siempre,fuera de las estimulantesescapatoriasa Italia, en la Basileaquelo vio nacery morir,

* La historia corno hazaña de la libertad, II, ji, Trad. E. Díez-Canedo.México, Fondo de Cultura Económica, 1942.

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“la Basilea de EneasSilvio, Erasmoy los célebresimpre-sores,ConradoWitz y el joven Holbein”.* La posturaobje-tiva y panorámicade Burckhardt sin duda fue favorecidapor la circunstanciamismade tratarsede un nativo de Suiza;paísque, en el crucede las grandescorrientesculturalesdeEuropa,se mantieneal margende los inmediatosinteresespolíticos de las Potencias.Y en cuantoa la atmósferadecalvinismoortodoxoque se respirabaen Basileay a la estre-chez,quealguien ha llamado bostoniana,de la clasea quepertenecíael joven Burckhardt —cuya familia por variasgeneracioneshabíaproporcionadocatedráticosuniversitariosy ministroseclesiásticos—,es notorio que no lograron sofo-car su fuerte personalidady su índole de racional rebeldíao fundadaen la independenciadel criterio.

La crisis general,queamagabacorrersede la democraciaal cesarismo;el temor al desbordede las propiaspasiones,temorqueacasoexperimentódurantesusintervencionespolí-ticas de 1840.44;el deseode dominarmejor la épocaale-jándosede su inmediatosafanes,y en busca —como él de-cía— de aquel punto de apoyo que pedía Arquímedesyqueha de ser,porfuerza,exteriora los acontecimientos;todoaconsejabaecharseal margen,buscarunadistancia. Su ciu-dadela fue la Universidad de Basilea, la más antigua deSuiza, y quedatabadel siglo xv, cuandoel concilio ecumé-nicojuntóen aquellacatedral,porvariosaños,alEmperador,al Papay a todoslos notablesde Europa. Aquella Univer-sidad era para él un sitio placentero,que ponía aparteensu “más que dudosaestimaciónde las felicidadesterrenas”y que, segúnconfiesa,se le convirtió poco apoco en unane-cesidadmetafísica.

Cuando,en 1843, Burckhardt regresóde Alemania, laUniversidad—salvadaconheroicosesfuerzostras las tribu-lacionesque, en los años 30, despojarona Basilea de susdistritosrurales—apenascontabaconveintiochoestudiantes.El joven catedráticoteníaquecompletarsu presupuestoes-cribiendo para los periódicos. Su actitud equilibrada difí-cilmentepodíacontentaralos radicalesnacionalistasy a los

* M. D. H., en el prólogo a la traducción inglesa de Burckhardt,Re/lee.tions on HistoTy. Londres, 1943.

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intransigentescatólicos, cuyasconstantestrifulcas aparecíana Burckhardt como un “espectáculosudamericano”. La si-tuación pronto llegó a ser intolerable (1845). Decidió em-prenderel goethianoviaje de salvacióna Italia, recursoclá-sico parasacudirsede los fardos inútiles (1846). Abandonóla política.

Sobrela gentede mi índole —decía—no se puedencons-truir los Estados.En adelante,mientrasduremi vida, prefieroser un hombrede bien, solícito para los semejantesy buenapersonaprivada... No puedo cambiarmi destino,y antesdeque irrumpala barbarieuniversal(queme pareceinminente),continuarémi aristocráticoy deleitosotrabajode cultura,paraservir al menosde algo el día de la inevitable restauración...Fuerade los deberesinapelables,no quiero másexperienciascon mi tiempo,si no es la desalvaguardarcuantome seadableel patrimoniode la viejaculturaeuropea.

Su moderaciónlo habíahechoamarel sufragio limitadoy las monarquíasrestringidas,así como desconfiabade lasnuevasdemocraciasexpuestasa las reviradasdel cesarismonapoleónico. Las revoluciones,advertía a sus amigos de laAlemania liberal, “corren por su cuenta como fuerzasdela naturaleza”,y nosarrastrana dondeellas quiereny no adondenos proponíamosllegar (1847).

Con la revolución de 1848, despierta la atenciónde laépocaparael CuartoEstado,cuandoel 1789, relativamentepróximo, acababade destacarla importancia del Tercer Es-tado. En rigor, la crisis europeahabía comenzadoen juliode 1830. Se oyen los ecos a lo largo de las Reflexiones,yaen los luminososapéndices,ya en aquelpasajesobrela con-dición queaflige y exasperaa “los queviven de su trabajo”,arrastrándolosa reinvindicacionesviolentas y magnetizándo-los con la esperanzade algunaconfederaciónuniversal quecorrespondaa la interdependenciaeconómicade los pueblos.

Demócratasy proletariosvan a quedar sometidosa un te-rrible y crecientedespotismo,aunquese defiendanCon tremen-dos esfuerzos—siguediciendo el melancólicoprofeta—, puesnuestropreciososiglo no estállamado a realizar la verdaderademocracia.

Nada tendríade extrañoqueveamosrepetidoel sistemade Diocleciano,que escogíapor sí mismo como sucesoresa

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los militares más aptos (Constantino,1852). De aquí quesintiera su personalmisión, en estederrumbamientoinevita-ble, como algo muy parecidoa la de los monjes de la deca-dencia romana,conservadoresdel tesorohereditariopara eldía de la futura victoria. Tal actitud lo iba alejandode susamigos alemanes,entregadosa la embriaguezde la Alema-nia Unida. La angustialo consumíay a los cuarentaañoshabíaencanecido.

Él, que se confesabaincapazde hacernadasin el estímulode la amistad,se encontrabasoio con sus pensamientos,enmedio de una ciudad frígida, intelectualmenteajenaal hervi-dero del mundo (Nichois).

Había que resignarsea la soledadalpestrede los gran-des espíritus,en tanto que volvía a recobrarnuevo vigor enla Italia de sus amores. Y de este segundoviaje procedeelCicerone.

Después,Burckhardtse recluyeen la biblioteca de Zurichparaentregarsea susestudiossobreel Renacimientoitaliano,que al fin quedaronen una seriede ensayosfragmentarios,algunosde publicación póstuma.

Se acentúaa partir de entoncessu afán de consagrarsepor enteroal servicio de su Universidady aun de la culturade su ciudadnativa, devociónque asumeel carácterde unareligión cívica y que, en cierto modo, compensasu desvíode toda política militante. Aun rehusalas invitacionesparadar conferenciasen otras ciudades,porque ello le parecíauna deslealtad,“un robo a Basilea”. Tan amorosaconsagra-ción no podía serestéril. En todos susconciudadanoscultosse dejaba sentir, según Nietzsche asegurabamás tarde, lahuella de Burckhardt. Burckhardtera un consejeroy hastaun protector. Los estudianteslo rodeaban. La gente de le.tras y los aficionadosa las artesacudíanpor las nochesa suhumilderesidencia,en ios altosde la panadería,desdedondese divisaban el río, las montañas,la ciudad y sus puentes.La tertulia solía prolongarsehastala madrugada,y los jóve-nes se despedíande mala gana,para seguir rumiando losrecuerdosde aquellashorasprivilegiadashastaquela auroracomenzabaa dorar la puerta de San Albano. En adelante,Burckhardtes parala posteridadel PraeceptorHelvetiae.

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Cundíapor Europaaquellaprofundatransformacióndetodoslos órdenesculturalesque bien pudierafijarse hacia1860 y queBurckhardtcontemplabadesdesu Belvedere.Sonlos tiemposde Baudelaire,Mallarmé, los Goncourt,Rimbaud,Lautréamont;del Salón de los Rechazadosy la pintura deManet, Degas,Monet; de Wagnery la místicawagneriana;de las revaloracionesde la ciencia y las expansionesde laindustria;del Capital de Karl Marx. El tráfico, el ferroca-rril, encadenany sensibilizantodaslas regionesde la tierra.La circulaciónes más intensa. Es la era del lucro. Burck-hardt medita en los esfuerzosde ascetismoa que se veránobligadoslos creadoresde la cienciay del arte,parano sen-tirsearrebatadospor el torbellino de negociosde las grandesmetrópolis. Fiel asu consignade probidad,y tambiéna lastradicionessencillasde la aristocraciasuizaaquepertenecía,declinaelhonorde sucederaRankeen la cátedrade Berlíny prefiere su modestaaula. “No me convenzo—escribeen1863— de quesumergirnosen el caos nos haga mejoresomássabios. No sientola necesidadde predicarla Gran Ale-mania ni la PequeñaAlemania, pero sí de decir lo quepienso.” Celosoguardiándel tesoro,queveía avanzarla olade la barbarieal punto de presentirlos extremosdel totali-tarismo con sorprendentenitidez, se aferrabaen su sacerdo-cio de la inteligenciay la belleza,convirtiendosu modestaceldaen uno de los focos másvivos del sentimientoeuropeo,de dondepartíanlos últimos fulgores de aquel universalis-mo queevocanlos nombresde Kant, Goethe,Schiller, Hum-boldt.

Como todoslos espíritusnobles, sufre y se angustiaantela guerrade 1870 y las amanezasqueentrañaparael futuro,no sin derivar unaenseñanzasobreel sentidohistórico. Ensu famosacarta de Año Nuevo, 1870, leemos:

Lo másominosono es para mí le presenteguerra, sino laera deguerrasen queentramosy la consecuenteadaptacióndelespíritu. ¡ Cuánto,oh cuánto de lo que han amado los hom-bres cultoshabráque tirar por la bordaa título de mero lujoespiritual! . . . Piénsesesólo en la cantidadde literatura queva a quedardestruida.Lo quede aquí se salveserá porquepo-see cierta dosis de eternidad. Y cuanto en adelantese pro-duzca,si ha de alcanzarvalor permanente,tendráque surgir

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deun sobrehumanoesfuerzode verdaderapoesía...En cuantoa mi, como profesor de historia, he llegado a una conclusiónmanifiesta, y es la desvalorizaciónsúbitade los merosaconte-cimientospasados. En adelante,mi cátedra insistirá en lahistoria delas ideas,sin retenermásqueun armazónde acon-tecimientosindispensables.(Alguna de las Intempestivas,deNietzsche,pareceinspirarseen el ejemplode Burckhardt.)

El afánde lucro y el afánde poder—reflexiona Burck-hardt—se hanadueñadodel mundo,y estamareacrecienteproduciráunaerade esterilidadparala cultura. Lasguerrasse engendraránunaaotra en funestacontinuidad. Y las pro.fecíasde Burckhardt,en cartasa los amigos,corren a grifoabierto.

Desengáfíesela triste naciónalemanasi sueñaque prontopodráarrimar el mosquetey consagrarsea las artesde la pazy la felicidad. Los dospueblosmáscivilizados del Continentese han condenadoa abdicarde la cultura. Mucho de lo queinteresabay deleitabaa los hombresen julio de 1870 les resul-tará indiferenteen 1871.

El “mal bismarckiano”,el antiguo mal de la conquista,va vehiculadoahorapor las ideasnacionalistasque lo hacenmásvirulento, más insaciablequenunca, de modo que lle-garáa extinguir la confianzade los pequeñosEstados,y hu-millará y degradaráa los vencidoshastahacerlosabdicardesuderechoa la vida. La consecuencialógica de estaguerraseríaenviartropashastaBurdeosy Bayona,y ocuparduran-te muchosañostodoel territorio francéscon un millón desoldadosalemanes.¿Podránhacerlo,se atreveránahacerlo?Peroa la hazañade Prusiaesperaigual destinoquea Napo-león y a Felipe II. Tras estaguerra,“en que Alemania y

Franciahan sido derrotadaspor Prusia”, sobrevendránlamelancolíagermánica,por verseobligado el pueblo a seguiralimentandolahogueraconsupropiasustancia,y la máquinainfernal de recelosen Franciay en Rusia. Aun es de asom-brarque tardentanto en estallarlas nuevascatástrofes.LosHohenzollern,destronandoa los príncipescon quienestoda-vía la vísperabanqueteaban,handemostradoqueel antiguoderechono es respetabley estáncavandosu propia tumba.Su dinastíadurarámáso menoslo quedureunageneración.

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Las coronasdejaránel sitio a las capacidadesextraordinariasexigidaspor la enormidad del conflicto, subordinándosealSoter o salvador,el Führer, cuyafisonomía despóticaBurck-hardt prevé con tal lucidez que asegura:“Podría pintarlodesdeahora.” “El placenterosiglo xx veráotra vez al poderabsolutolevantarsuhorrible cabeza”,y además,será la erade los grandespartidospolítico-militares, de las corporacio-nes armadas.Desde1880 preveíael recrudecimientode laspersecucionescontra los judíos. La incautaItalia, engañadapor el falso sueñode erigirse en gran Potenciay en Estadomilitar centralizado,tendrá un triste despertar. La cuitadaFrancia,dondela carreradelas armas“no es ya una carreracomo en Prusia”, está corrompidapor mercenarios,monar-quistas y boulangistas. El proceso de descomposiciónsóloencontraráresistenciasque se recluten entre los peoresele-mentos,y así, por su acción y aun por la reacciónque pro-voque,arrollará las herenciashumanasmás preciosas.

Ya viejo, escribeestaspalabrasde terribleclarividencia:

Hacetiempoestoyconvencidode quemuyprontoel mundotendráque escoger entre la democracia total o un despotismoabsolutoy violatorio detodosios derechos. Tal despotismonoserá ejercido por las dinastías,demasiadosensiblesy humanastodavíapara tal extremo,sino por jefaturasmilitares de pre-tendido cariz republicano. Verdad es que cuestamucho elimaginar un mundo cuyos directores prescindanen absolutodel derecho, el bienestar,la ganancialegítima, ci trabajo, laindustria,el crédito,etc., y apliquenun régimenfundadonadamásen la fuerza. Pero a estaralea degenteha devenir apararel poder, por efecto del actualsistema de competenciasy par-ticipacionesdela masaen la deliberaciónpolítica (13 de abrilde 1882).

En la másrecienteedición de las Reflexiones,aparecenestosfragmentosadicionales:

En vez de la cultura, vuelve a estarsobreel tapetela exis-tenciaescueta.Por muchosaños,al simpleantojo delo que sellaman lasmejoras se contestarácon la referenciaa los inmen-sos dolores y pérdidassufridos. El Estado volverá a asumiren gran parte la alta tutela sobrela cultura e incluso a orien-tarla de nuevo, en muchosaspectos,según suspropios gustos.Y rio está descartadala posibilidad de queella misma le pre-gunteal Estadocómo quiereque se oriente. Ante todo, habrá

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querecordara la industriay al comercio,del modo máscrudoy constante,queno son lo fundamentalen la vida del hombre.Tal vez morirá una buenapartede todo esefollaje lujuriosodela investigacióny laspublicacionescientíficas,y también delas artes; y lo que sobrevivatendráque imponerseun dobleesfuerzo...La crisis iniciada por una causaes sopladapor elviento poderosísimode muchasotrascausas,sin que ningunode los copartícipesindividualespuedadecirnadaacercade lafuerzaqueen definitiva prevalecerá.-. Se adjudicaráal Esta-do, entresus deberessin cesarcrecientes,todoaquello que secreeo se sospechaqueno hará por sí sola la sociedad.Tengounapremonición—dice a Preen—que, aunqueparezcainsen-satez,no puedoalejar de mi mente,y es que el Estadomilitarqueseavecinava a convertirseen unagranfábrica. Esashor-das humanasde los grandescentros industriales no puedenquedarabandonadasindefinidamentea su hambrey a su co-dicia. Por fuerzasobrevendrá,si hay lógica en la historia, unrégimenorganizadoparagraduarla miseria,con uniformesyascensos,en quecadadía empiecey acabea toque de tambor.

El industrialismoinvasor,quepudoembriagarasuscon-temporáneos,le aparecedesde1870comoun monstruoapo-calíptico. La cultura, expulsadadel núcleo, seráencomen-dadaa la clase subsidiariade los intelectualesa modo deadorno sin seriedad. No de otra suerte la noblezasalvajede la EdadMedia relegabaal oscuroclero los humildesme-nesteresde rezarporla salvaciónde los hombres. Los escri-tores se verán obligadosa ser meros propagandistas;losartistas,a tratar temassin consecuencia,frenando el afánpeligrosoy aventureroquelateenelsenodetodaslas grandescreaciones.Confiemosen quelogrensalvarsealgunosascetasde la creacióndesinteresada.En ellosfunda Burckhardt su~ •1 •I

numiiaeesperanzaY la obra queaquí se publica denunciala “ilusión acús-

tica” en que la humanidadvieneviviendo por varios siglos,como paradójicaconsecuenciade la prensay la difusión delos conocimientos:la ilusión de figurarseque todo, hastalasfuerzasmateriales,se gobiernaconforMe arazónraciocinante(como lo creíanen su candorosooptimismo los hombresdela Ilustración); y señalalúcidamenteel peligro de que talesfuerzas,en cualquiermomento,se adueñendel mundo porsus propios caminos,a menosque se prevengacon tiempo

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una resistenciaespiritual. La doctrinacristianasobrela co-rrupción del hombre—declaraBurckhardt— ha llegado aextremosinsoportablesal llenarsede excrecenciasinútiles,pero reposaen un entendimientode la naturalezahumanamucho más profundo que la teoría del “buen salvaje” deRousseau.El bien sólo se logra medianteun esfuerzocons-ciente y educado. Cuando se le escapana Burckhardtalgu-nas protestascontra la palabra“democracia”, debemosen-tenderqueno van dirigidas contrael ideal democráticodelbiencomún,queera su credofundamental,sino contratodoprocedimientode abandonoa los impulsosciegos. Tal fuela ruina de Atenas,en que poco a poco los sabios quedansupeditadosa los poderosos.

Aun cuandoBurckhardt se guardaba,ante el público yen la cátedra,de extremarel horror de sus profecíasmásallá de los límites de la concienciahistórica, no es posibledisimular que, en la intimidad y en cartasa los amigos,laangustiaprofética alcanzaavecesunatemperaturaenfermi-za, llegandoahacerledudarde los beneficiosde propagarlacultura, desdeel momentoen que ésta,desviadade sus finesauténticos,sólo se encaminaa procurarel poder y el lucro.

La simple enumeraciónde los trabajos de Burckhardtmarcalos hitos desudesarrollo,caminode la resultante,queestoson las reflexiones.

Su Época de Constantinoel Gran-de (1852) estudialadecadenciade la Antigüedad, estrangulaciónde la culturapor las potenciasexacerbadasdel Estadoy la Iglesia, y leproporcionauno de los instrumentosqueha de aplicaral aná-lisis de las civilizaciones. Es su primera obra y la máspro-piamentehistóricaen el sentidotradicional del género,perodondese siente ya que el intérpreteganaterreno sobreelnarrador.

En su Cicerone (1855), vuelve al itinerario italiano a lamaneradel joven Mommsen.Bajo la aparienciade una sim-pie guíamonumental,y juzgandosegúnsus ojos, sin que lecohibanlos juicios de autoridadajenani las estratificacionesde la rutina —rasgogeneralde su mente—,construyeunainterpretaciónestéticaque se ha comparadoa la de Wólffhno a las másavanzadasde nuestrosdíasy que es uno de los

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documentosmás auténticosdel “impresionismo”. Se ha di-cho quesólo le superanWinckelmanny Ruskin. Sugustoescerteroy no se embarazaen las recetasde génerosy estilos.Suclásicoaplomo lo libra de aquellaproclividadétnicaha-cialas monstruosidadesy extrañezas.Se defiendedel arroboromántico ante el gótico, reivindica el gótico italiano. Sujuicio parte del choque intuitivo con el objeto artístico, ysabequeel efectoestéticono puedesustituirseracionalmenteo mediantepalabras(Croce)- Nietzscheescribíaasu amigoGersdorff: “Hay que levantarsey acostarseleyendoel Cice-rone de Burckhardt. Pocos libros hay que aviven tanto laimaginacióny quemejorpreparenparapenetrarlas concep-cionesartísticas.”*

A continuaciónpublicó su obra másdifundida, La cul-tura del Renacimientoen Italia (1860), obra que le diodefinitivamenteun sitio entrelos clásicosde la historia dela cultura y despejónuevasperspectivassobrelas posibili-dadesdelgénerohistórico. Cumplido yaantessudeberparacon el arte italiano, lo da aquípor conocido—lo que se leha censurado—y entracon desembarazoen la psicologíadela época. Algunos objetanla impacienciacon queabreviaeltránsitoentrelaEdadMediay elRenacimiento,dondese mo-vía mása sus anchas.Otros lamentanquepasepor alto lasbasesmaterialesdel cuadro,o que le importe el saldoana-crónicomuchomásquela cronología. Los cargosrecaento-dosfuera del contenidodel libro, cuya originalidady valorhan resaltadomáscon los años,no obstantesu desigualden-sidad y los leves deslicesdel “esteticismo”. Stendhalhabíaexpandidoel individualimo de los moralistasfrancesesenun esbozoinconexode moral social,en unasgeneralizacionesseductorasy aventurerassobrela “historia de la energía”,conejemplostomadosde Francia,Alemania,Inglaterrae Ita-lia. Burckhardtrecogeesta inspiracióny la proyectasobreItalia conunaestrategiaya metódica. Estelibro preparala

* “Ya a los veinte años había escrito sobrelas catedralessuizas,y al entraren Bonn escribió acerca de las iglesias del Rin... En 1847, a petición delautor, editó el Manual de pintura de Kugier, añadiendo una buena cantidadde material propio.” G. P. Gooch, Historia e historiadoresen el siglo xix.Trad. E. Champourcin y R. Iglesia. México, Fondo de Cultura Económica,1942, p. 576. Según Gooch,Burckhardt entiendemenosde esctilturaque dearquitectura,y sus opiniones sobre la pintura “son estimulantes”

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visión definitiva de Burckhardtsobreel bienhistórico, en re-lación siemprecon la personalidadde los hombres.

Cuarentaañosle quedabande vida. No llegó apublicarotra obra,consagradodel todo asusleccionesy conferencias.De ellas han resultadolos dos libros póstumos,Historia dela cultura griega y Reflexionessobre la historia universal,cursos ambos que tanto impresionarona Nietzsche y cuyapublicaciónBurckhardtsólo autorizó en artículo de muerte.En 1866, escribía a un correspondiente:“Ninguna de misconferenciasse imprimirá, porquecomo conferenciasnacie-ron a la vida y la impresión las perjudicaría,mostrándolascomo tapicesvueltosde revés.” Y así quedaronestasobras,en parte a medio redactar,aunquelos editorespóstumosleshan dado la articulación indispensable,con sumo respetoydiscreciónsegún todas las apariencias.

Burckhardtcomenzóa trabajaren su Cultura griega por1869 e hizo su primer lectura académicaen 1872. Apartede las razonesaducidas,se abstuvode la publicaciónpor es-crúpulo profesional. No se sentíaespecialistaen achaquesfilológicos. Sabíade sobraque, mientrasdormíansus notas,los trabajoshelenísticosiban renovandoel terreno, con ricaaportaciónde epigrafías y otros testimonios,los cualesbienpodíanrectificar sus fuentesexclusivamenteliterarias. Y enefecto,a la aparición dela obrano faltaron los celososrepa-ros. Gran pecadode Wilamowitz, imperdonablemiopía desu parteel haberseapresuradoa declarar“fuera de la cien-cia” una obra imperecederaen conjunto, cuyas direccionessigue hoy la posteridadcon veneracióny provecho. Cupo a.Burckhardt, respectoaGreciacomo respectoa Italia, la suer-te de los precursores,que provocan la impacienciade loscontemporáneosy, al igual del Cid, gananla batalla despuésde muertos.Burckardt

rechazapor completo la idealizaciún del mundo griego queCurtius habíaheredadode Otfried Müller, Goethey Winckel-mann. El hechomismo deno serespecialista,de haberseacer-cadoa Greciaya tarde,conla vistaadiestradaen otros campos,prestaa su libro una espontaneidadpococomún (Gooch).

En cuanto a las Reflexiones,que hoy aparecenpor pri-mera vez en nuestra lengua por el inteligente cuidadode

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WenceslaoRoces,procedendel curso universitario,cuyasno-tas fueron organizadaspor JakobOeri, sobrino de Burck-hardt,conel aditamentode lasconferenciasfinales. El libroaparecióen 1905.* Los capítulos i a iv son la materiadelcursouniversitario(1868-1885)eincorporanun cursoante-rior sobrela “Introducción al estudio de la historia”. En-tiendo queel capítulo iv, “Las crisis históricas”, quedóca-balmenteredactadoentrelos manuscritosde Burckhardt;elcapítulo y, “Individuo y colectividado De la grandezahis-tórica”, reúnesus tresconferenciasde 1870 en el MuseodeBasilea; y el capítulo vi, “Sobre la dicha y el infortunioen la historia”, es unaconferencialeída en el propio Museoel año 1871. Estacomplejaelaboracióndebetenerseencuen-ta al leerla obra y al juzgarla,y creano pocosproblemasaltraductor,entrela tentaciónde clarificaralgunasconfusionesdel texto,comolo hizo 5. Stelling-Michauden suversiónfran-cesa,**y el deberde conservarsefiel, incluso alas oscurida-des posiblesdel original, según lo hace la traducción quepresentamos.En cuantoala traduccióninglesaarribacitada,se ofrecemodestamentecomo un auxilio parala lecturadeltexto alemán. Hay una reciente edición norteamericana(Force anci Freedom, Nueva York, PantheonBooks Inc.,1943) precedidade un extensoestudio de JamesHastingsNichols, que aquíhemosaprovechado.En el estudiode Ni-chois encontramosestasjustaspalabras:

Sólo despuésde setentaaños estamosen condicionesdecomprenderel Continentede 1871 como Burckhardtlo inter-pretó en susdías. Burckhardtentendiódesdeentoncesnuestromundode 1941 mejorquemuchosdenosotros.

Nichois lamentael desagradodeFuetery de Crocepor ladesconfianzadeBurckhardtantelos abismosqueveíaabrirse,comoconsecuenciadel caminoquetomabanlas democracias,lo quelleva aamboscríticosa desestimarel verdaderopen-

* Hay otra nueva edición en alemán (Berna, Editorial Hallwag, 1941),complementadacon pasajesadicionalescuya inclusión seiba aplazandopor su“excesiva actualidadpolítica”, al cuidadode Werner Kigi, sucesorde Burck-hardt en la cátedrade historia de Basilea, con una interesanteintroducción,en quese declaraque estaobraes“la máspersonalde Burckhardt”,y unaas-tologia de juicios laudatoriosbien seleccionados.

* * J. Burckhardt,Considérationssur l’histoire du monde.París,Alcan, 1938.

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samientode nuestroautor, actitud queha contribuido a fal-searla imagenquede él tienenalgunos,representándolocomoun mero epicúreoirresponsabley desentendidode cuantonofuera el deleite estético. En verdad,agregaNichois, las Re-flexionessonuna“historiadelos valoresdela civilización oc-cidental” y, sin proponérselo,un tratado político al modode Platón y de Maquiavelo. Como Agustín traza el pano-ramade su época,amenazadapor la codicia de los godos,así el ensayistasuizo recogeel saldo de su tiempo cuandolos nuevosbárbarosestána las puertas.

Constaque,durantela elaboraciónde estoscursos,Burck-hardt se sintió atraído hacia cierto grupo de jóvenesalema-nes que frecuentabansu aula: Erwin Rohde,el barón vonGersdorff,elcatedráticoNietzschequeteníaunosveinticincoañosy aquien Burckhardtya doblabala edad. Le uníaconellosla tendenciaschopenh.aueriana;aunqueellos,en su juve-nil vehemencia,no se conformabandel todo conla “desespe-ración recataday discreta” del maestroy, por entrela selvade susenseñanzas,ansiabanya salir al campollano de algu-na “ilusión salutífera”que los redimieradel pesimismo.

Burckhardt establecíala estructuray la sembrabadeideasfértiles. Y antesy despuésde las lecciones,discutíaconsusjóvenesamigose iba, en cierto modo,edificandounasconclusionesde seminario. No disimulabasus inspiraciones,enesteni en ninguno de susanteriorestrabajos. Respectoalorigen de la tragediay sumisteriosarelacióncon el impulsomusical,por ejemplo, las alusionesa Nietzscheson transpa-rentes. Los cursos desentrañabanel rumbo para la Psychede Erwin Rohde (1893.94)- Nietzscherecibía estímulosdi-rectosy se sentíaconfirmadoen su aplicacióndel “principiodionisiaco”. Allí aprendióareírsede la “impasibilidadgrie-ga” y robusteciósusatisbossobreel “pathoshelénico” y sudesconfianza,en nombrede la cuítura,frente a la accióndela Iglesiay del Estado.Allí tomó pie parasu caminoaven-turado y “zigzagueante”: individualismo extremado,aristo-craciay anarquíaintelectuales,etc. Acasose debaala mismainfluenciasu paulatinadecepciónde la religión wagneriana,religión queBurckhardtno compartía.

Naturalmenteque Burckhardt y Nietzscheestabandes-

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tinadosasepararse,siguiendocadauno la declinaciónde sudestino. La separaciónno significó nunca distanciamientoamistoso. El maestroes fiel al discípulo,aquien acompañade lejoscon atenciónalgotemerosa.Y cuandove confirma-dossustemoresy recibeciertacartaen queNietzschedeclaraserFerdinandde Lesseps,se apresuraa comunicarsecon elprofesorOverbeck,quienacudea recogeraNietzscheen Tu-rín, dondeéstese encontrabaya en estadode trastornomen-tal. Nietzsche,porsuparte,sabíabienlo quese decíacuandoasegurabaque los únicoscapacesde entenderloeranBurck-hardt y Taine. El leve matiz de ironía que translucenalgu-nascartasde Burckhardtno es másque la expresiónhabi-tual de su espíritudesengañado,ante los sueñosexcesivosdeNietzsche. La armoníaqueentreambosno se fundó nuncaen el temperamento,sinoen la inteligencia.Burckhardt,hom-bre de comprobacionescientíficas,resultaríaprofeta del pe-sismo por la nitidez de susprevisionesracionales. Nietzscheserámásbien profeta de predicacionesy admoniciones,almodo del Viejo Testamento.*

Los discípulosnos handejadoalgunas“instantáneas”so-bre el catedráticoBurckhardt. Carl Spitteler habla de sufácil elocución,algofrenadaa vecespor la concienciade lagrevedadde los temas;de cómoentrabaa toda prisa, colo-cándosesiemprede pie frente al escritorioy nuncadetrás,yatacabael asuntosin preámbulos,conformea la costumbrede Basilea,queparecehabertachadolos exordiosde supro-grama. No se deteníaabuscarlas palabras,no vacilaba,nosecorregíanunca. El discursodabala impresióndeun ejer-cicio religioso, de unaplegariaporla historia. Brillante enlametáfora,agudoen la ironía,el sarcasmoy el desdén.Sinperdónparala humanalocura, pero reverenteparael dolorhistórico. Sutilísimo en la apreciaciónliteraria, que solíadisimularconnegligenciao comosin darleimportancia.Nun-ca intimidado por los “argumentosde autoridad”. RudolfMarx (a quien se debela versiónde las Reflexionespubli-cadaen la colecciónKr6ner) aseguraque la emociónsofo-

* Sobre estospuntos, me refiero a la reacia de la traducción inglesa, a lacartade Luis Araquistáin y a la respuestade Oscar Levy, editor de las traduc-cionesinglesasde Nietzsche,publicado todo ello en The TimesLiterary Sup-plement,Londres, 8 y 15 de mayo y 5 de junio de 1943.

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cabaa vecessu voz, cuandopor ejemplohablabade la Ma-donnaSixtina de Rafaelo delHermesdel Vaticano. Callabaentoncesun instante,comoparacontenerlas lágrimas,y du-ranteesossilenciossólo se escuchabael rumordel Rin. (Ap.Croce, op. cit.)

Podemosimaginarlocomo un catedráticoaquienla cáte-dra no logró encallecer,indemnea las enfermedadesprofe-sionales;generosoal punto de no desconcertarsejamásconlas objeciones,y siemprecapazde absorberlasen su vigorosoliberalismoy en su concienciatan despiertaparala comple-jidad de las cosas. Adiestradoen la Antigüedady en el Re-nacimiento,no teme,pertrechadocon tanbuenasarmas,lan-zarsea campotraviesapor las sendasdel diletantismo,únicomedio —segúnél mismo nos explica— de dominarhoy porhoy el cuadrocompletode la cultura, aunqueconvengaserexpertoen un arte determinadoy penetrarsebien de que eltrabajo intelectualno debeaspiraraserun mero goce. Pre-ocupadopor todo lo humano,no hay manifestacióndel espí-ritu quelo encuentresordo,en tantoque sus contemporáneosRiehl y Freytagno salíandel puebloalemán,quees el modode no entenderaun pueblo, auncuandoello fomenteel pa-triotismo y sirva a otros usos de propagandaextrañosa laciencia. Más atentoa los significadosquea las coordenadasde los hechos;nuncasoldadoraso de la erudición,sino capi-tán del conocimiento.Hombre sin edad,tan amigo del viejocomo del joven, por plásticagracia de la inteligencia; tanapto en la compañíacomo en el consejo;y en suma,comotenía que ser el que supo fascinar a Nietzsche. Simpáticopor naturaleza,se apoderabasin esfuerzode sus auditorios,inquietándoloscon su sinceridady su audacia,a imagendelfamoso tábano; mientras, por otra parte, suscitabaen susdiscípulosel valor de la iniciativa y aun las legítimas des-lealtadesque el verdaderomagisterio tiene la incumbenciade engendrar.Véase,en estacarta a Nietzsche,una declara-ción sobresu entendimientode la historia y una revelaciónde su temple socrático:

Mi pobrecabezanuncaha sido poderosa,comola de usted,paraxeflexionarsobrelas razonesúltimas, los propósitosy losfines deseablesde la ciencia histórica. Sin embargo, como

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maestroy conferenciante,creo poderafirmar quenuncasujetéla enseñanzaa eso que respondeal rimbombantenombre dehistoria universal,sino quesiempreconsiderémi materiacomoun asunto sintético. Me he esforzadopor ponera todos enposesiónde aquellossólidos fundamentosindispensablesparasu propia obraulterior, y sin los cualeséstacareceríade sen-tido. He hechocuantopodíaparaque se adueñasendel pasa-do, en todaslas formasy maneras,sin enfermarsecon él. Hequeridoquecosechenpor símismoslos frutos,y jamáspretendíavezareruditoso educardiscípulosen el conceptolimitado deltérmino. Sólo he deseadoquecadauno demis oyentessintiesey supieseque puedepor sí mismo buscary asir lo que a supersonalidadconviene,y quehay un deleiteen hacerlo.Nadame importa que por estoseme acuse,como es muy probable,de amateurismo.

El libro queahorase publicavieneaser, en conceptosiib por la intencióno la fecha, algo como el testamentodeBurckhardt,la última proyecciónquedibuja sobretodassusgeneralizacioneshistóricas,en un esfuerzosintéticoparecidoal de Montesquieu. Tras de investigarla historia moral delpasadohelénico,el bizantino,el italiano, paseapor otrasre-gionesy levanta“el armazónde acontecimientosindispensa-bles”. El libro se ofrece sencillamentecomo una introduc-ción paraconvidaral estudiode la historia,e infiere, de laobservaciónmisma y no de supuestosmetafísicos, algunasregularidadesfenomenalesque fundamentansu entusiasmopor la obra incansablede la libertad. No quiereser enten-dido como “filosofía de la historia” (contradicciónen lostérminos, dice él: la filosofía subordina,la historia coordi-na),porquetodavíaestáencimala sombrade Hegely pareceque todafilosofía de la historialleva unaambiciónfinalista.Estaambición,apocoque se cambienlos términosy se diga“Dios” en lugar de “Razón” o “Espíritu”, nos conduceotravez a la teodiceaagustiniana.Y nosotrosnadasabemossobreel objeto y el destino del universo, y ni siquiera convieneque lo sepamos.En efecto, una vida prevista dejaría poreso mismo de ser vida. La voluntad que nos anima tienequeadelantarciegamente,entrereto, apuestay peligro, penade desvanecerseen la certezaabsolutade lo “previvido”. Unlatido de la “evolución creadora”parececruzarestapáginade Burckardt.

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No esperemos,pues,de Burckhardtun tratadode histo-ria. Su libre ensayopersonal omite lo inexpresivo y sólodestacalo quesirveparatramarelhilo de susobservaciones.Despiertasin dudael apetitopor los estudioshistóricos,perono preparaa ellos en el sentidopropedéutico;antesda lahistoria por conocida. Y a ello se debenla originalidad yla fecundidadde las Reflexiones.

Es peligrosoreducir estelibro en unoscuantospárrafos.Ante todo, porque pierde su encanto, su jugosa vitalidad,como la caña prensada.En seguida,porqueel pensamientode Burckhardtes muy flexible y todo compendiotiende a larigidez. Finalmente,porque el mismo autor ve su materiacomounamateriafluida, aunque,paramejor examinarla,lacontemplea travésde una leve cuadrícula. Con todo, inten-taremosdar unaexposiciónde conjunto. Téngaseen cuentaquenos veremosprecisados,por unaparte,a cambiarel or-dende las tesis; por otra, a cargar un poco las tintas. Yténgaseen cuenta,además—circunstanciasquea vecesolvi-danlos comentaristas—,que, comoyalo explicamosmáspordetalle, la obraprocedede un amasijode notasparael cur-so,luegohilvanadaspor manoajenaparala lecturacorriente,y a la que se añadieronlas conferenciasúltimasqueel autordejó redactadas.Tal vez hemosperdido algunasaclaracio-nescomplementariasconfiadasa la improvisaciónoral. Enocasiones,atentoa despertarla imaginaciónhistóricade susdiscípulos,el maestrose limita a enumerarproblemas,ase-ñalar sugestiones,cuyo desarrollono se proponeo dejaparamejor ocasión. En nota al capítulo u, escribe: “Otra vezensayaremosestablecerun códigodel llamadoderechode lospueblos(a la conquista),el cual, segúnNiebuhr,consisteenrezarprimeroun Padrenuestroy luego lanzarsea la carga.”Burckhardtavanzacomoun descubridorapresurado,plantan.do banderasparalos exploradoresfuturos. El vasto camporeconocidopor él no ha entrado todavía cabalmenteen laposesiónde la historia.

Es enojosoverseen trancede cargarlas tintas,de forzarla mano al autor. A través de nuestro resumen,parecerásistemáticoen suspuntosde vista, exageradoen susinclina-ciones temperamentales.Estasinclinaciones,Burckhardtlas

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sofrenacuanto puede,en su magnoempeñode objetividadcientíficay en su acatamientoalgo escépticode los hechos.Es más:paradisiparestaofuscaciónsubjetivaescribióel en-sayo quecierra el libro, previniéndonoscontra las especiesde prejuiciosde quelevantaun minuciosoinventario:la sim-patía, la impaciencia,el finalismo, la misma devociónunila-teral por la cultura de que se sabíaafectado;pequeñobre-viario de lógicahistóricaque recuerdalos “ídolos” baconia-nos. En cuanto al sistematismo,Burckhardt lo corrige sinesfuerzo,porque era extrañoa su naturaleza.Su probidadmentalle impide escamotearlos hechosque pudieran ate-nuaro hastacontrariarsus afirmaciones.Traza un contornoconla plumay lo borra un poco conel dedo. Su claridaddevisión le presentade un golpe la imbricaciónde los fenóme-nos, con sus facetascambiantesy aun opuestas.Su conoci-miento histórico le impide caeren la monomaníasimplifica-dorade otrasépocas.Su fertilidad desataaun tiempovariosprocesosideológicos.

Con estasreservasa la vista, nos atrevemosal resumen.El bien histórico —única aspiraciónpermanenteen el

vaivén de la historia— esel florecimiento de la personahu-mana. No se tratade un desarrollolineal y progresivo,arti-ficialmentesuperpuestoal corte longitudinal y cronológico,idea que Hegel introducecomo un místico supuestoprevioen vez de probarlaporobservacióno inferencia,no. La aspi-ración es permanente;la realización, accidentaday nuncadefinitiva, apareceaquíy allá, ayero mañana,en forma deequilibrio inestable.Sólo se la puedeapreciarabriendocor-tes transversalesen el largoepisodiohumano,lo queexplicael plan de la obra. Asistimos aunaconstanteluchaprome-teica. Poreso—escribeBurckhardt—,“nuestrasreflexionestienenun carácterpatológico”. El punto de vista de Burck-hardt es una “teoría de las tormentas”.

Hay queexaminar,pues,el sucederhistórico en sus au-roras y en sus anochecidas:Grecia,Constantino,el Renaci-miento nos hanpreparadoa la tarea. Dejamos de lado lasconfusionesde orígenesy los lentos desprendimientosantro-pológicos. Ellos nosalejaríandel fenómenomaduroquepre-tendemosestudiar—las sociedadesactivasy creadoras—y

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nos llevaríanal terrenoresbaladizode lo no comprobado,alos supuestosprevios de que venimoshuyendo. La historiase estudia “in mediares” y es el único conocimientoqueno puedecomenzarsepor el principio.

Esteviaje a través de las composicionesy descomposi-ciones de las sociedadesse orienta conforme al efecto detresagenciasprincipales:el Estado,la Religióny la Cultura,tríada que no aspira al sistema, sino que sólo da un nexoa las observacionesdesperdigadas,y que correspondea laestructurade los interesesvitales como la entiendeDilthey.A falta de estareferenciaa las categoríasde valores,sería-mosvíctimas del vértigo históricoy nadaentenderíamos.Poraquíllega Burckhardtaunatipología sociológicaqueanun~cia aMax Weber (“el hombredel Renacimiento”;“el griegode la edadheroica”, etc.),y a cierta definición de estilos devida y climas de opinión; aunque—siemprelaico y siemprehistoriador—se defiendede toda“periodización” biológicao mística. Su GrandeHombre, por ejemplo,no es productode la Providencia,sino de la libertad.

Establesel Estadoy la Religión, movible la Cultura, enéstaradicael bien histórico bajo especiede libertad, que sinaquéllastampocopodríarealizarse. El Estadoes una orga-nizaciónde la fuerza, que acabapor sustentarel orden. LaReligión, sentimiento de una dependenciasobrenatural,sa-tisfacelanecesidadmetafísicadelhombreparaobtenercuan-to no puedeobtenerpor sí mismo. Con su cristalizaciónenIglesia empieza el peligro, el cual aumentaconforme nosacercamosal tipo máximo, que es el proselitismo de todaIglesia universal, siempredotadade una escatologíao doc-trina del másallá. El tipo mínimo viene a serel de ciertamanerade pensar,sin dogmas,cultos ni prescripciones,queasume,sin embargo,la importanciade secta,como el estoi-cismo entrelos antiguosy aun la misma filosofía encliclo-pédicadela toleranciaen elsiglo xviii, la cualtuvo sus adep-los y mártires,dotadosde ciertaenergíamística. Estaúltimaobservaciónanunciade lejos algunastesis recientísimas:talel libro de C. L. Becker,La “Ciudad de Dios” del sigloxviii.*

Lasdos agenciasestables,Estadoy Religión,no logranen* México, Fondode Cultura Económica,1943.

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cualquiertiempo su plenitud o mayoría de edad,sino sóloenlos “momentosfavorablesdefijación”. Ambastiendenenprincipio a la universalidad,ya política o metafísica,y tie-nen en último resultadoefectocompulsorio. Frenteaambas,y en posturadefensivay crítica, la Culturaes el movimientodel espíritu en libertad,sin sombrade afáncompulsorio;esla respuestaa nuestrasnecesidadesterrestrese intelectuales,ya en el ordenmaterial y técnico,ya en las artes,la litera-tura y la ciencia. La Cultura “es el reloj quemarcala horaen quela formay la sustanciadel Estadoy la Religiónno secubrenexactamenteentre sí”. Toda rigidez institucional lees hostil, atal punto que “los universitariosy los profesoreshancontribuidoamenudoal retardode la ciencia”. Pero lairrestañablesinceridadobliga a Burckhardta declararque,en ciertos instantes,el retardomoderadoen la marchade lacultura no es acasoun perjuicio.

Las tresagenciasse entrefluyen,se reabsorbeno disgre-gan, se enredano procuransu predominanciarespectiva,asícomoel pasadoy el presenteandanmezcladosen cadains-tante. Cuandoen su conjugaciónno hayla armoníaquega-ranticela libertad de la Cultura, sobrevienela crisis, talvez la muerte. La Cultura requiere un equilibrio indecisoy delicado, levísimavibración coloidal quesostieneel edifi-cio humano.

Ante un aciertotanexquisitoy efímero,Burckhardtmues-tra aquelladesesperaciónintelectualquepudo inquietarasusdiscípulosmás ilustres,y que sólo parecealiviarse graciasal puro deleite de vivir paradescubriry afrontarla verdad.Despuésde todo, no disimularseel peligro es condición dela varonil templanzay gran desperezode asepsiaantesde po-ner manos a la obra. Gersdorff, Nietzsche,Rohde, se hanentendidocon un guiño y siguenescuchandoal maestro.

Las anterioresinvestigacionesde Burckhardtnos sirvenpara ejemplificar y hacer visibles estas aseveracionesabs-tractas. Véaseel casode la Antigüedad. No perecióéstaporlos destrozossuperficialesdel bárbaroni por la mina sub-terráneadelCristianismo. Murió de su propiodesajuste.ElEstadose hizo un Leviatán. La purezareligiosase refugióen la ascéticay la monástica. La Iglesia, ayuna de verda-

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derafe en la mentede Constantino,se sumóa la estabiliza-ción del Estado Y entoncesel hombre agonizó,por coagu-lación del flujo vital de la Cultura.

Absorbentepor esenciade los jugos de la Cultura, la Re-ligión, al rebasarsu órbita, fija y embalsamalos antiguosdespotismosteocráticos—Egipto, Asiria, Babilonia,Persia—igual queamenazaembalsamary fijar esefuturo despotis-mo guerreroqueBurckhardtadivina en sus profecías. Perola Religión por sí sola no es másque el autor intelectual,y eldelito no seconsumaríasinla connivenciadel brazosecular, del Estado. Los pueblosen tal servidumbrese entregana la merarepetición,cercenadaen ellos la facultadviva porexcelencia,quees el rejuvenecimientoconstante.En cambio,la libertadde pensamientoqueun día disfrutaronGrecia yRoma se debió a que la Cultura era función regular de laPolis, no contaminadade aquel “virus sagrado”que ocasio-na las precipitacionesfunestas.La contaminaciónprovienede las influenciasorientales. Claudicael mundoantiguo, yen adelantese vive por referenciaa la idea sobrenatural,y segúnlos interesesde unacastahieráticaqueatacao ayu-da a los Estadosconformele seanrebeldeso sumisos.

Las reformas del Estado moderno,encaminadasa suemancipación,son bienvenidas.Peroel schopenhauerianoywagnerianodifícilmentepodríaengañarse.A susojos, el Es-tado,visto de cerca,revelasu etimología de castabrutal ysanguinaria. ¿Admitiremos,con Hegel, queel Estado tra-baja, por prescripcióndivina, parainstauraren la tierra elreinadode la moral? La moralapareceaBurckhardtcomoasuntodel fuero interno, ligado a la libertad de la Cultura.La misión suficiente (y negativa)del Estadoes fincar unatregua en los conflictos de las fuerzasdesordenadas,super-poniéndosecomounafuerzamayor:nunca,prescribirel pen-samiento. Puesla fuerza, en sí, es el mal, y su únicajusti-ficación es encadenarla brutalidadpor el temor. Engendrode la “libido dominandi”—pecadomortalverdaderosegúnPascaly La Rochefoucauld—,el Estado,entregadoasu solaley, quees “gozo vacío y desoladode imperio”, sólo aspiraal dominio y al ensanchede sus dominios. Toda la historiamodernalo demuestra:Federico II, Luis XIV, “monstruo

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mongólicomásqueoccidental”; y añadamos,Napoleón,Bis-marck y cuantoahora padecemos,que es ya unatortura sinexcelsitud,comoun dolor de muelas.

Pero la inagotableingeniosidadde la vida logra abrirrespiraderospor entre los herméticosbloques,y por esascuarteadurasse insinúaalgo de libertad con que la Culturase alimente. Es un alegato fraudulentoel atribuir los bie-nes de la Culturaal Estado,no en tales casosparticularesyfelices —quebien puedendarse—,sino por cuantoal con-cepto mismo del Estado y de su misión. Se entiende lapredilecciónde Burckhardtpor los Estadospequeños,quedejan mayor juego a la iniciativa y representanel peligromenor(atenuacióninmediata:imposiblenegarla necesidaduoportunidad de ciertasmonarquíasuniversales). TambiénaNietzschenuestrosmonstruososEstadosmodernosle resul-taráncosasde groseríay barbarie. Revolviendotalespensa-mientos,se ha dicho mástardeque Goethe,en su modestoducadode Weimar,fue el último en disfrutar la perfecciónde Europa. El honestociudadanode Basilea,hechoal can-tón suizoy con la mentepuestaen Atenas, sientemáscercadel corazónla antiguaCiudad-Estadoqueno los modernosimperios nacionales,pero su predilecciónno le ofuscaalgrado de desconocertaleso cualesbeneficiosaportadosporéstos.

Una cosaes paraBurckhardtreconocer,como historiador,los hechosacaecidos;otra, absolverlosen el tribunal de suinsobornableidealismo. La “grandezahistórica” no tieneparaélotro sentidoquela intensavida interior, auuquellevemásallá del bien y del mal convencionales,y no se la alcan-za por sólo haber sido afortunadoen las guerrasy en losbienes. La mismaacumulaciónde mediosmateriales—seadicho contra lo que hoy llamaremos“la falacia del rasca-cielos”— no facilita necesariamentelos apogeosculturales,cuyassurgentesestánen el espíritu.

Tales son las tres agenciasdel sucederhistórico. Estesucederrevelasucarácterpropio comparándolocon el suce-der natural. Aunquela historia tiene queaprendermuchode la cienciade la naturaleza—la observación,la compro-bación,el acatamientode los hechos—,tambiénse distingue

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de éstacuanto se distinguenentresí el fenómenonatural yel histórico. La naturalezatiendea la organizacióny a laconservaciónde los tipos. La historia es unaconstantemu-tación cuyo principio es el bastardeo,dondeopera siempreel fermentode libertad. La naturalezaes lentitud; la histo-ria, aceleración.Así lo declaraBurckhardt de modo expre-so e inequívoco. Importa señalarloasí, porque una auto-ridad contemporánea—quemereceel mayor respetopor sudignidad moral, artísticay científica— acabade atribuir aBurckhardtla tesiscontraria.* Tan gravedesliz nos llena deestupor. Lo atribuimos al hechode que tal juicio —segúnlo revelauna nota— se funda en un resumenajeno y noen la lecturadirectade Burckhardt. O acasoa queel autorobjetadoha adquirido el hábito de adelantarsiempre suspensamientosen sesgopolémico, como si siempretuviera unenemigoa la vista.

Ahora bien, como toda acción, esta mutabilidad de lahistoria requiereun actor. El actores el hombreen generaly, en particular, el Grande Hombre, que focaliza la fuerzacolectiva. Entrelas agenciasabstractasde quehemoshabla-do, discurre una agencia individual y concreta. ¿No veisprefigurarseaquí, a través de la metáfora lamarckiana,elpoemanietzscheanodel Superhombre?Por aquí vino a res-pirar aquellanecesidadde una“ilusión salutífera” que de.cía Erwin Rohde. Los antecedentesdeben buscarseen elPríncipemaquiavélico,queluchacontrala adversafortuna;en el Héroe gracianesco,socorrido por su estrella benéfi-ca; en el Héroe de Carlyle, en el Representativode Emer-son,en el GrandeHombre de Burckhardt.

Las actualespreocupacioneshistóricas, imbuidasde doc-trina política, considerancon cierta inquietud al héroe, te-miendo que nos retraiga al despotismoindividual y a ladeificación de los dictadores;imbuidasde doctrinaseconó-micas, lo alejan, por cuantosu idolatría puedehacerolvidarla problemáticamaterial de la historia y devolvernosa lasinterpretacionesrománticasy místicas. Y un vago resenti-miento social se sublevacontra todo privilegiado —aunquelo seaen el dolor y el martirio—, y la mediocridadno logra

* B. Croce, op, cit., p. 114.

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un consueloefectivo llamándosea sí mismo “áurea”. Losadversariosteóricosdel GrandeHombre podrán negarlesugrandeza,pero no su accióndeterminante,así seaexpresiónde aquellascausasprofundasqueellos alegan,entrelas cua-les no es menosvaliosa la sola virtud de la imaginación.

Por lo demás,la nociónde Burckhardtsobrelos GrandesHombresno tiene nadade providencialy extremosa;y detal modo queda desleídaen la sustanciacomún, que hastaadmiteen su galeríala presenciade figuras legendariasymíticas, concrecionesdel pensarhumano que procuraapo-yarse en símbolos. Cuandode personajeshistóricosse trata,no se los hace llover del cielo, sino brotar de la necesidadmultánimede los pueblos,ya como definidores,propulsoreso ejecutoresde la vagavoluntaddispersa.La épocalos críay loslanzapor incubacióny porplétora. A travésde ellos yen su carnemortal, se operanfragorosaniente“las nupciasentrelo caducoy lo nuevo”. Nupcias o divorcios.

Por de contado,la relaciónentreel GrandeHombre y lacolectividadno es una relación inmediatani ingenuamentefilantrópica. Nadie pretendacomputarlaamilímetros, sinoen sus últimos resultados,en una manerade justicia exple-tiva quemuybien puedearrollar a los individuos. De modogeneraly esquemático,en el GrandeHombreencontramosloque no somosy anhelaríamosser; ideal proyecciónque,enla realidad efectiva,mezclaextraordinariasexcelenciascongigantescosdefectos,transfiguradosen valor positivo por lamagia de la magnitud. Tampocoha de confudirsela gran-dezahistóricacon el poder,quepuedeo no acompañarla,ycontrael cual Burckhardtse mantienesiempreen unaguar-dia vigilante.

La grandezahistóricanace de la acciónpolítica, cientí-fica, artística o filosófica, término en que toda alteza seresume. Cuandounade estasacciones,expresiónde unavo-luntad colectivaque se conoce o quese ignora a si propia,encuentrauna ideao una forma nuevas,algoha mudadoenla conductadelhombre.Peroaquítenemosquecontarconlanaturaleza,cuyas vías son parsimoniosase intrincadas: nisiempretieneGrandesHombresen reservaningunasupuestaprovidencia,ni siemprelos geniosdotadoslogran florecer en

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lahistoria. Los destinosson, pues,inciertos, asícomoes efí-meroaquelequilibrio de las agenciasabstractasquepermitelos apogeossociales. La secretagestaciónnos escapay dejaen pie todoslos enigmasdel optimismo. Falta sabersi losGrandesHombreslo son de veras,salvo en el caso de esosdelegadosde la Creación:filósofos, poetasy artistas. Faltainvestigarel tipo práctico:si en ausenciade Colón,por ejem-plo, América hubieracaído sola de la ramao por obra deotro afortunado. Y sobretodo, quedael problemaplatónicoqueBurckhardtno abordaparano vendernosdeseospor rea-lidades,y queNietzscheresucitaráa su manera:¿Cómopro-vocarel nacimientode GrandesHombres?*

Inclínaseel historiador,reverente.Él no aportaningunanovedadverdadera.Narra elviaje de la grandezahistórica,sin tomarpasajeen el barco. Burckhardtcedeel paso a losapóstoles,con aquel súbito ahogoque delatabasus éxtasisestéticos.

En la aceleracióncaracterísticade la historia,cabetoda-vía distinguir los procesosgradualesy duraderosde los bo-rrascososy apresurados.Tales son las crisis, ora totales oparciales,oraverdaderaso aparentes,logradaso fracasadas:queavecesla nubesimplementepasatronando,o se diafa-nizasola,o se desflecaen tenuellovizna. Lascrisis acontecenpor emigraciones,invasiones,revoluciones,guerras. Traenconcomitanciasinterioresy espirituales,transformacionesins-titucionalesy materiales,ya benéficas,ya ruinosas. Se danlo mismo entre bárbarosque entrecivilizados, o bien porcontactosde unosy otros. (Prenunciosde la “tipología” so-ciológica contemporánea.)

La guerraes consideradaen su aspectoheroicoy en susreflejossobrela conciencianacional. No traspasamosla fron-tera de lo acontecido,ni nos entregamospor eso a los arbi-trismos sobre la posible paz perpetua. El rápido trazo delas excrecenciasy la modorra quepuedenresultarde unalarga paz, deja preparadoel ánimo a la interrogacióndeWilliam Jamessobreel “equivalentemoral de la guerra”.Pero, en conclusión,averiguamosque la guerra sólo es ga-rantía de paz futura y de mejoramientosocial cuandoes la

* Ch. Andier, Nietzsclte,sa vie et sa pensée,vol. II. lib. II!, cap. 1, § 1.

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guerra defensiva,noble y honrosa:el helenismoque se de-puraen las luchascontralos persas,los holandesesquesacu-denel yugo hispánico. Estasguerrasson siempre guerrasnacionales,no profesionaleso de gabinete,las cualesnuncaafectandefinitivamentea los pueblos.

El criterio generalde la verdaderacrisis, cualquieraqueseael movimiento en que se resuelva,está en la fusión deunafuerzaantiguay unanueva. Es de temerqueel hombre,por naturaleza,apetezcadecuandoen vez un estremecimientoarriesgado. EntoncesLamartine exclama: “La Frances’en-nuie!” Los ejércitos de la crisis se reclutan entrelos “ele-mentosascensionales”.Cunden los anhelosde un cambiobrusco. Las facilidadesdel tráfico aumentanla marchadelcontagio. Hay confusiónen la conciencia:se protestacontrael antecedenteinmediatoy, a lo mejor, el mal viene gestán-dosede muy lejos y aun radicaen zonastodavíadesconoci-das. (Así, en los primerosinstantes,la revolución mexicanano creía tener más objeto que derrocar a Porfirio Díaz.)Despuésseesclarecenlos motivos, por sumaentrelos distin-tosórdenesdeldescontento.Aunpuedensobreveniradheren-ciasextrañaso meramenteacarreadasa lomosde la crisis,ocruzamientose interferenciade motivos. Y es el desplaza-miento gradualde los “dirigentes”; y se abreel declive delterrorismo,en que la revolución devoraa sus hijos.

La resultante—hechohistóricoal cabo—trae buenado-sis de cosasimprevisiblese imprevistas,deseableso indesea.bles. Se borra la imagenutópica forjada por los iniciadores.“A la luna de miel siguen los días grisesy amargos.” Lacrisis no sale segúnprograma,sino segúnla masadel com-bustibleoscuramenteallegado. Por último, las energías,has.ta las anárquicas,derivanhaciala disciplina,en distintosgra-dos y caracteres,incluso la “restauración”,a vecesaltiva ya veces timorata. Burckhardt no olvida el caso en que lacastamilitar sustraealpueblolos beneficiosde la crisis. Res-pectoa las crisis de los puebloscultos, dotadosde plenitudde recursosy concienciamásejercitada,cedeBurckhardtauna tentaciónharto legítimay observa,mudandola voz delhistoriadorpor la del político, que ciertascrisis hubieranpodido, al menos,morigerarsey conducirse. Concluye,en

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fin, que tales padecimientosson signos de vitalidad y moto-resdel desarrollo,y quesusefectosse encaramanhastalascimasde la literatura y las arteS. Nietzscheha de aconsejar“el vivir peligrosamente”. Entretanto, Burckhardt augura:“Se alza ante nosotrosla amenazade que la crisis actual sedesateen guerrasdescomunales.”A lo largode su jornada,este fantasmalo persiguey lo acosa. El declive le parecefatal: democracia-cegueracolectiva-cesarismo-guerrastotales.Y la visión de esteporvenir lo va invadiendo,segúnél dice,amodo de unamuertequeavanzapor etapasy quepoco apocolo asfixia.

Tal es la interpretaciónque Burckhardt nos ha legadosobreel espectáculoreal de la historia. No sobrela idea dela historia,ni tampocosobrela historia deseadao deseable.Soñarque las cosaspudieranhaberocurrido de otro modoes un juego antihistoriográficoque Croce denuncianadame-nosqueenRanke,el cualsedejadecirqueLuis XVI hubieraatajadola RevoluciónFrancesaen sus comienzos,si no co-meteel error de duplicar el número de representantesdelTercerEstado;o quela fisonomíade Europaseríadiferente,si Napoleónno seobstinaen perderseen el invierno ruso. Nocreemosque estejuego hagadaño,y aun es posibleque seaútil comoejercicio de la mentey pruebaapagógica. Ciertoensayistacontemporáneonos convida a pasearpor las ave-nidasdel cielo, dondese extiendenlas perspectivasde todaslas historiasposibles.Y el inmensoPérezGaldósnosdiviertecon su personajeConfusio, queescribíauna justiciera His-toria lógico-naturalde los espaíioles,dondelas Cortesde Cá-diz fusilan a FernandoVII. Como quiera, Burckhardtsólose consintió estosescarceosen parva medida,y creemosquesólo en el casode las crisis, paramejor revelarsumecanis-mo. En cambio, el sueño premonitorio parecíauna formanaturalde suespíritu,y susvaticinios mantienenal lector enconstanteasombro.

No hace falta compartir todasy cada una de las tesisde Burckhardt (anticipémonosa la pedanteríay a la pasión)paraconfesarsusmuchassugestionesfecundas;paraadmirarsu concepciónuniversal, liberada de la imantaciónnacionaly la cronológica;para admitir su método de ataquey aná-

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lisis; o reconocersu clara visión de apogeos,decadenciasyanalogías,quetanto ayudanaentenderlas mareashistóricasy que rectificanlos candoresdel evolucionismoprogresistaylineal; o supsicologíasocial, dondela sagacidaddestellaalrojo-blanco; o su valiente aceptacióndel mundo tal comonos ha sido dado; o su reservaejemplarsobre el derechoquenos asisteparadespreciarla victoria práctica.

Su pesimismo,derivadode Heráclitoy de Schopenhauer,lo lleva a reconocerel mal como parte integrantede laeconomíadel mundo. La historia, a pesarde las ilusionesópticas,no le pareceel caminode la dicha,sino del infortu-nio; trago amargoen que se tonifica la indomabletenacidadde la vida, cuyo destinono nosha sido revelado. Las com-pensacionesson ilusorias o relativas. El bien total nuncaseentrega. “No demosal mundomásrespetodel quemerece.”Todamuertees irreparablee insustituibley, enconcepto,pre-maturasiempre. Y, entretodaslas pérdidas,la destrucciónde las grandesobrasdel arte y la poesíaes la másdesespe-rante,por lo mismo quese cebaen nuestrascreacionesmásauténticas.A la falsanoticiadel incendiodel Louvre,Burck-hardt y Nietzschese encierrana lamentarsejuntos, y desdeafuerase escuchansus sollozos. PasaTimur, asolandolospaísescon sus pirámidesde cráneosy sus murallasamasa-dasde piedra y cal y cuerposvivos. Cierto: pero la fuerzadel culto quealientaen nuestroánimo es tan esencialcomosus objetos transitorios. Sólo en los cuentos de hadas lafelicidad se equiparaa la estabilidad. La verdaderay de-finitiva redenciónestáen el conocimiento. Desdeesta cum-bre,la pesadillade la historia es tan majestuosacorno unatempestaden los mares. Por encimade nuestramiseria,elespíritu de la humanidadsigue renovandosu morada.

“Epimeteo.—~Hastadóndellega tu imperio?Prometeo.—I-Iastadondellega mi acción. Ni más arri-

ba, ni más abajo.” (Goethe,Prometeo,acto i)

México, VIII-1943.

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2

1. UN DESCUBRIDORDE AMÉRICA *

—HACE mucho,oh Boní, que quiero decírteloy no aciertoahacerlosin amargura:tu libro de memoriasCommentj’aidécouvertl’Amériqueha matadoen mí —seaenhorabuena—las últimas esperanzasque fundabatodavía mi respetohis-tórico en eso que todavía llamamosla aristocracia.

Boní de Castellane(en la intimidad, o seaparatodo Pa-rís, Boní) es flor de familias linajudas. Es lo que llamanlos madrileños“un polio bien”. Hace su ruedade pavo entorno a una rica herederanorteamericana;se casa al cabocon ella y —oh Europa incorregible— le llama descubrirla América a lo que debiera siemprellamarse abusar deAmérica.

Boní, no te creo, no me engañas.Asegurasque procu-rastela felicidad a tu mujer de América porquela rodeabasde boatoy de fiestas, y todoslos días le traías a casaempe-radoresy príncipes. Y no se teocurrepreguntartesi tusfies-tas la cansarían,y si tus príncipes,como era de suponer,se-rían unos aburridosde marca. ¿Y eres tú quien acusaaAmérica de no saber distinguir matices,de no entenderdecalidades y pagarsesólo del número? Todo le diste a tuamericana:bailes,músicas,vestidos,fuegosde artificio, jar-dines y fuentes,todo menosla felicidad íntima, quepareceque se te olvidó. Me haría falta, antes de juzgaros, leer,junto a tu libro, el quepudieraella escribir.

Boní frecuentabalos mismoslugaresquefrecuentanlosnuevosricos y los últimos arribistas. Le divertían las mis-mascosas. Hacía,en el fondo y en la superficie,la mismavida. Se creíamuy ladino, muy embaucadorde las Améri-cas. Pero se guardamuchode contaren su libro queél nosupodistinguir de un gentlemanal policía disfrazado—tanelegantecomo él, tan ingeniosocomo él, tan campeóncomo

* Revista de las Indias, Bogotá, IX-1939.

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él de polo, de tennisy de bridge—queMadamale introdujoen casa,a guisa de huéspedde categoría,para que fueradescubriendo,comolos descubrióen efecto,los mil y un líosdel marido,que ibana la cuentade la consorte. ¡Oh ironía:el detectivey elmarquésno se diferencianennada! La simu-lación sustituye y equivale al producto legítimo. Luego elproducto no era legítimo. La aristocraciamás rancia dela tierra puedellevar de la rienday servir de palafrenero,en el paddock,asujockey triunfante:el caballoestima conrazónquearriba y abajode la silla dos animalesde la mis-ma castalo acompañan.

Ya lo sospechábamos,leyendolos ricos y largoscapítu-los de Proust: esasvanidadesy ansiasestériles en que seconsumela vida de sus Duquesassin alma, sólo expertasenlamásgroseramurmuración,y muchomenosapeteciblesa lapostrequeaquellasgarzonasque,en losvestíbulosdel Hotel,entornabanlos ojos y resollabanfuerte al paso de la inci-piente Albertina.

—Boní: eresun personajede Proust,tan interesanteytan antipático como muchosotros de aquellagalería, aun-queno tocadoporel genio del incomparablemaestro.Ahoravendesen las librerías,pararebañarhastael fondo la ca-zuela,la historia de tus desavenenciasdomésticas,oh flor depríncipes;y h.acesde intérpretey guíaen Parísa las viejasnorteamericanas,paradarles gatopor liebre en las casasdeantigüedades.En tu “departamento”,dondelas paredeses-tán revestidasde sedasde colores,se te ve, comomedioasfi-xiado dentrode unabombonerade lujo, entre rígido y ador-milado —desdeaquel ataquecerebro-espinalque te señalópara siempre—,con tu fino bigotecano,tus ojos fríos y tuvago aire de ilusionista, disponiendoespejosen los murosparaduplicarvirtualmentelas dimensionesdel modestoco-medor,a cuya mesahas de sentara D’Annunzio. Eres unatriste enfermedad,y el mejor testimonio contratu casta.Y,sin embargo,hay algo —pecadorde mí— quecasi te salvaamis ojos.

¿Quées ello? Boní era un poetaen acción. Habíacon-cebido un sueño—entre balzacianoy wildiano— de arqui-tecto poeta. Queríatransformary ennoblecerlas apariencias

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del mundo,y hastacambiarlas constelacionesdel cielo, con-forme aciertosprincipios de la lógica y la decorativafran-cesa. Hay queconveniren queposeíael secretode los esti-los, y un sistemadel dibujo claro,fundadoen dos o tresideasprecisasde la simetríay el equilibrio. Véase,por ejemplo,cómo critica la abertura,en plena Avenida de Campos-Elí-seos,de la “trouée” de los Inválidos,que le pareceunades-viación inoportunaen el gran desfile de París. Verdad esque padeceBoní las clásicaslimitaciones francesas:De Ita-lia, de Españano entiendenada,y es difícil acumularmáserroreso vaciedadesquelosque,en muypocaspáginas,exhi-be cuandoquierehablarde las artesmeridionales.¿Puesnocree que las corridasde toros son unamuestrade “la cruel-dad catalana”? Amigo Enrique Díez-Canedo:estos erroresya tantas vecesrectificados (perdonemosaquella andaluzade Barcelona,en Musset) me recuerdanaquel diálogo có-mico “de los españolesquevuelvende Francia”, dondehaceustedhablara uno de suspersonajesde “las andaluzasno-chesde Barcelona”.

Pero Boní, en fin, se recobraen cuantose trata de arre-glar un jardín francés,un castillo francés,un saraoa la fran-cesa. Entoncestodo el oro del mundoes poco pararealizarel prodigio. Quisieraadecuarhastalos contornosdel paisajey el color que flota en el aire. Tanta empresade artificia-lidad, artetan heroico,requierencapitalesenormes. Y tuvoque casarsecon la americanarica para darseel gusto—ne-roniano—de iluminar cuatroo cincoveceslas nochesde Pa-rís y alfombrar el suelo de sus calles. Leve, aéreopoemaárabe;fantasíade unascuantashoras:sólo estopuedecom-pensarlaslágrimasquellorabaunamujer,presaentrela seday las plumas.

Todo lo pudiste un día, viejo Boní, mago de París.¿Quiénes ahorael nuevoBoní quearruinaconfiestasaotrarica heredera?—Y si yo lo sé, no he de ser yo quien seanticipe a la Historia.*

París, 1926.

* Cuando Boní, ya pobre, ofreció una cena a D’Annunzio, disimuló la pe-queáezde su comedorcon un gran espejomural, comolo hizo algunavez JuanRamónJiménezparasu cuartode trabajo. Ver Obras Completas.IV, p. 272.

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II. CAÍDO DEL CIELO *

LLEGÓ aMéxico sin otra misiónque la de hacerunahazaña.La bravuraesla cualidadfundamentalde los hombres.Y

por mucho quehaya bravuraen el enfrentarsedel hombreconelhombre,en cruzarlas espadasde lasvoluntadesy rom-per lanzas de miradashostiles (en la peleay en la guerraen suma), hay mayor grandezacósmica en luchar con lafuerza oscura, irresponsable,con la fuerza sin intención,lacatástrofelatentequeesperasuhoraenel senode la nube,en el pulmóndel viento, en el puño duro de la montaña,enla sirenaterriblede la ola, en la invisible cuerdade la gra-vitación que todosllevamos atadaal tobillo, como el presi-diario su cadena.

Apenashumano,tan injerto entresus dos velas, tan cen-tauro de su avión que,cuandohabla de sí mismo, se sumaa su máquinay dice siempre: NOSOTROS. Apenashumano,asistidoen las profundidadesde arriba por el alma errantede Guynemer,el primogénitode la nuevarazadel aire. Enmitad del espacio,hablay dialoga a solascon su velívolo,como el guerrerode la Ilíada conversabacon sus corceles.Ha perdido un instante la noción de su ser terrestre. Elcorazónse le ha vuelto motor del aire; sientevenir la meta-morfosis;el pavory elentusiasmode seruna fuerzanaturalcorren por sus venasy hacenbrotar alas de sus talones. Ycae sobreel campoinmenso,dondeel pastosecoardey hu-mea como paraun sacrificio, entreel trueno de la multitudque lo aclama.

Sencillo jinete, apeade la silla y compartecon su ca-ballo mitológicoel último sandwichde jamón. Después,son-ríe. Cuentaque se ha perdido en las veredasdel aire, quetodavía no hay en el cielo suficientes señalesdel TouringClub; que el firmamento mexicano tiene un gran declivehacia el Pacífico (tal vez afinidades asiáticas),y que eso

* Caras y Caretas, BuenosAires, 24-XII-1927.

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lo hizo rodar un poco al Poniente,a pesarsuyo;que tienea sumadreen un pueblecito,y que ella acepta,serena,laresponsabilidadde haberdado a luz un hijo de otra etapadel mundo; quevendráella con él a pasar la Navidad y adisfrutarde las tradicionalesposadasmexicanas(patio noc-turno con farolillos, canciones,muchachasy piñatas);y quesu madre le preparala meriendade panecilloscon jamóncadavez que él va de paseo,por unashoras,hastael otrohemisferio.

Nada acercani concilia a los hombrescomoun gran en-tusiasmo. Nada más edificante que el espectáculode unainmensavirtud. ¡Y qué inmensa,estavirtud hechade in-fancia y de aire, de sonrisa,de sencillez,de sobriedad,detransparencia,toda tramadade cosaselementalesy puras!Porquesólo a él mismoes permitido—tal comoestáel mun-do— salir por esascalles con un letrero en la gorrita quediga: No inc beseusted. No lo beséis,no lo toquéis,no loempañéis.Es flacoy leve, asibleapenas:delgadolápiz parapintar rayasen el cielo. A nuestroshermanosalados,a losnuevoshombresdel aire, toca sembrarpor la humanidadunpocode esaintenciónceleste,un pocode esamecánicamísti-ca, de ese peso hacia arriba —de esa “levitación”, diríaun teólogo—,quenos hagadeponerel afánpor lo que sóloes materiay tierragrave. ¡No losuséisparael asesinatoy laguerra!

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III. UN APUNTE SOBRE EÇA DE QUEIROZ *

¿ESCRIBIR sobreEçade Queiroz,así de improviso,prevenidocon cinco minutos de anticipación,cuandomis lecturasdesus libros datande tantosaños,y cuandovoy navegandopormares tan distantes? ¿Por qué no? Esto me devuelve lafrescaemociónde mis añosde periodista. Entoncessaltabayo de la camatodos los díascon los músculosdel alma con-traídos,si me permitísla expresiónabsurda. Habíaque es-tar con toda la concienciaalertaparacualquier asuntoqueel azar de los díaspudieratraer a temperaturade actua-lidad; habíaque tener toda la memoria movilizada, todoslos recuerdosde experienciay culturaen elprimer plano delalma; habíaquedarsetodo cadadía. ¡Admirable y varonilgimnasia que hoy envidio a mis camaradasde los perió-dicos!

Recuerdo,del hidalgo con letras, del conquistadordeOrientearmadode pluma en vez de espada,del aventurerode la imaginación(puestoqueya apenasquedabanentonces,antesdel aeroplanoy dela exacerbaciónhaciael Polo, aven-turasconla realidad),aquelojo altivo, guarecidopor el mo-nóculo,por dondesemira el país de la fantasía,y aquelojosobrio, disimulado pero valiente, por donde se captan lashumildescosascotidianas.

Veo en él la trasfusión,por la venacéltica, de la sangreálacre de Francia,y una mezcla arrebatadorade lágrimascon risasque,siendofantástica,es la representaciónmásfielde estesueño,o mejor, de estaborracheranatural en que,ciertamente,vivimos los hombres.

La amenidadde La reliquia, la psicologíamordientedelPadreAmaro o delPrimo Basilio,el patetismoaudazde LosMajas, me transportana aquellostiemposen que los nove-listas eranun poco fiscales,un poco acusadores,y veníanenvueltos,sinsaberlo,en algunavastacampañade reivindica-

* Crítica, BuenosAires, 8-V-1929.

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ciones socialestodavíaalgoindefinida. El ambientede dan-dismo, ya a lo Brummell, o ya a lo Wilde, en que aparecela figura de FradiqueMendes, hechacon aspectospropiosdel autor (o conidealespropios)y con aspectosprestadosdesu camaradabrasileño EduardoPrado,me devuelve a lasmaliciasestéticasde los días en que descubrimosqueno hayeleganciasin crueldad,y quea vecesella es compatibleconcierto bizqueode ridículo, tenuey admitido. Y todo elloacudeen montóna mi memoria,a la vezqueun rasgocurio-so quequiero contaros:el “Pacheco” de FradiqueMendestieneun antecedente—Queirozno lo conoció—en “El dienteroto” del escritorvenezolano(hoy tan callado por desgra-cia) PedroEmilio Coll.*

De timbremásfino queZola, y desdeluego de sustanciamás literaria, mucho máspegadoa la palabra;de respira-ción tan saludablecomo Flaubert, y desde luego tan ágilparamover la novela,o paraagitar ideas en las cartas,si-quiera de segundamano, estehumorista—quepuedehom-brearseconlos mejores—,cuandono aciertacon la idea másvívida, acierta al menos con el ritmo, con el gesto, con lafinta de la idea másvívida; y en su modode lanzarla frasehay siempreun “a fondo” y una prestezade tirador~deflo-rete. Lleva,por todoslos pueblos,eseresabiode catadordefronteras,esaquellamarémelancolíaconsular,al modode laque, con otro gusto, ofrece también Stendhal:esa que nosva haciendosentir las puerilidadesde los hábitosde un pue-blo contrastadoscon los de otro pueblo,y la vanidadde losquecreanbandosy ejércitosencontrados,sólo porquedifie-ren —como en Swift— sobrela manerade romperel casca-rón del huevo. “Con la muerteibérica a la espalda”—parausarla frasede Unamuno—,subióhastael nivel de los másaltos,y alcanzórealizacionesquesólo puedenlograr con me-nor esfuerzolos hijos de ambientesmásventurosos.Ya des-de la cima de su arte, dejócaerde sus manosla queconsi-dero su obra maestra:La ciudad y las sierras. El temadeestanovelaoriginalísimaes—lo diré en equívoco—el deunA rebours al revés.Jacinto—su Des Esseintes—vuelve alaguaclara de la naturalezadespuésde pasarpor toda la sin-

* Fallecidoen 1947.

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fonía de saboresartificiales queha logrado fabricar la civi-lización de los capitalistasdel siglo xix.

GuerraJunqueiro,al verlo nacera las letras,lanzó sobreél un diagnósticoseguro:

—iEste hombre! —dijo—. ¡Cuidadocon este hombre!¡ Padecela epilepsiadel genio!

BuenosAires, 8-V-1929.

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IV. KEYSERLING EN BUENOS AIRES *

FILÓsoFo periodístico, que capta rápidamentelos grandescontornosde la realidady auncoqueteaun poco con las fa-cilidades de su propia inteligencia. Después de la GranGuerra,la ya envejecidapsicologíade los pueblosha ganadonuevo prestigio. Tal vez el origen esté en Frobeniuso enFouillée. Luego vinieron los avisosde Spengler.Keyserling,por otro camino, acabade popularizaresta manerade pen-samiento.

El hombremás representativode la humanidadcontem-poránea.El valor de la renacienteIdeaOriental y suscom-promisosconel Sistemadel Occidente;la marcacrecientedelos pueblosde color y suaportacióna la sensibilidadactualdel mundo; el anti-intelectualismo,queinstauraun nuevoor-den en la filosofía, el ordenposterior a Descartes,el queJoséOrtegay Gassetllamaría el orden cordial; la transfor-mación de las sociedadescomo efecto de la nueva políticay dela nuevafísica,desdeelcasodel chauffeurhastael casode Einstein; es decir: el paisajehumanode la tierra y susposiblestransformacionesfuturas. Todo estohay en Keyser-ling. Mago sin cábalani misterios,que cree en la acción adistancia,es profeta profesional,y ha fundado escueladeprofetas y, en cierto modo, tienda de profecías. Hombrede acción, líder de ideas,quesigue de frente, sin tiempo niveleidadparadetenerseante los ataques.Con todaslas arbi-trariedadessaludablesde los apóstoles. Trae un mensajeparalos hombres,y él habla de sí mismo como de un car-tero queandarepartiendosus encomiendas.

Algo de Mayéutica. Se tratade libertarnos,simplemente.De enseñarnosa descubrir—sin libros, porque el mago nodebevalersede subterfugios—la ley profundaquecadaunolleva en el eje de su vida. El acentopasadel saberal com-prender. Y el quecomprende,crea. La sabiduríaes un peso

* Libra, BuenosAires, no i (único), 1929.

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específicodel alma,y no unasumade conocimientosallega-dos desdeafuera. El pensamientotiene queencarnaren lavida: Logos spermatikós.

Eslavo: por la figura y los reflejos,por el marco de lacara,la implantaciónde los ojos y el fruncimientopeculiarde la boca. La barba,en mangode sartén. Gigante. Fami-liar. Llano hastasubir los piesen las sillas,y sacudiry aca-riciar conlasenormesmanoshercúleasasu interlocutor,aun-queapenasacabede conocerlo. Nuncase estáquieto. Hablaaborbollonesy ríe a carcajadas.Bebe champañasin cesar,y sigue hablando. Quiereatraera la conversación,con unaafabilidadatlética,a cualquieraquepasaasu lado, aunqueseaporla calle. Acercala cara,y sonríe. Motor a todamar-cha. Una actividadde trato a lo Lenin, y unanecesidada loRasputínde acercarse,encuerpoy en alma,a todosy acadauno de los hombres. Testarudoy poseído,pero enamoradodela libertad,queparecesersu granideamística. Acerca lacara,y echael aliento. Ríe y sigue hablando,siguehablan-do. “Habla, quealgo queda.”

Iluminado. Estuvodoshorasen el Brasil. No pudo verla vegetación,pero vio a los hombres. Estásegurode cono-cer ya el Brasil. Desdela fronterade los EstadosUnidos,sintió llegar, en el viento —como Herediaen su conocidosoneto:“la fleur jadis éclose au jardin d’Amérique”—, elaromade la primaveramexicana.Esto le bastaparaenten-der a México. ¡Y predice ya la mexicanizaciónfutura detodala América del Norte!

Habla en castellanocon fluidez. Pero si encuentraelmenor tropiezo,continúaen francéso en inglés, y vuelve aatraparmásallá la frasecastellana,comoquienbajay vuel-ve asubir aun tren en movimiento. Su facilidad lingüísticaes tal, quealguiendice humorísticamenteque,habiendooídocon una oreja, mientrasseguíaconversandopor otro lado,ciertasexplicacionesde Xul-Sol sobreel neo-criollo,dominaya la nuevalenguamejor quesu inventor, a quien le habríapasadoconella lo quecon su homúnculoal Doctor Wagner,del segundoFausto:queel nuevo hijo alargalos brazos,noa su inventor que se juzgabasu padre, sino a Mefistófelesque se acercaa verlo.

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Y Keyserling dice de repente:—No, yo no creo en los demonios,porquehastahoy no

he encontradoninguno. He encontradoa algunoshombresmejoresde lo que todosdicen, y a ninguno tan malo comome lo pintaban. Pero una vez, en los EstadosUnidos, metomaronpor el Diablo, y como el Diablo fui públicamentepresentadoen un circo.

O bien cuenta,entrerisas llenas de unacamaderíacasimilitar, comunicativas,irresistibles, con llanezasde barónbáltico entrepares:

—Conocí a un hombreque recibía noticias directasdelcielo Un día me comunicó las últimas novedadesque secontabanen el cielo. ¿Sabenustedescuáleseran? Quepue-de serqueLucifer se redimaconun actode arrepentimiento;que Lucifer puederedimirse,pero no sus criaturas.

Seabienvenidoel Filósofoal Aire Libre, y queencuentrebuenosestos aires.

Buenos Aires, 1929.

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y. SOBRELA TUMBA DE GRAÇA ARANHA

1*

LA NOCHE del 26 de enero desapareció,en la personadeGraçaAranha,uno de los escritoresejemplaresde América.Maestroquequiso mantenerseen estadode graciaplástica,yser—hastael fin— maleablea las inquietudesde la últimajuventudbrasileña,lo quemásimportarecogerde sumemo-ria (ademásde las enseñanzasliterarias,sobrelas cualesnohacefalta insistir) es,precisamente,esta cordial aceptacióndel cambioconstantequehay en las cosas:este ir a horca-jadas en la vida, sin miedo a su correr y saltar continuos.A veces,estos Caballerosdel “Pánta Jooréi” —al revésdesu capitánHeráclito,queno hacíamásquelamentarsesobreestaperpetuafugametafísica—pasanfrente anosotroscan-tando jubilosamentey haciéndonoscreerquevan de fiesta.Y a la hora en que, rendidos al fin, se dejancaerdel ca-ballo, descubrimosque los mató el dolor de obligarsea unavirtud másquehumana.Hayun nomadismodel espírituquequisieraplantarla tiendaun pocomásallá cadadía; y acasoésteseaextremotanpeligroso comoel contrario,queconsis-tiría en confinarseparasiempredentro de los límites de unsolo horizonte, aunquemuy halagüeño.Es posible que lasabiduríaresidaen un justo índicede velocidad.

Y es seguroquequienesse arriesganabuscarlomerecenagradecimientoy respeto.

Por los días en que este Correo Literario ha de apa-recer,un grupo de jóvenesartistasy escritoresbrasileñossereúne, en torno a la FundaciónGraça Aranha,paraconsa-grar un recuerdoal Maestro con ocasiónde su aniversario.Puedeinterpretarseesteacto,no comola afirmaciónde talo cual programa o plataforma, no como un manifiesto deescuela—puestoque el acto congregaa gentede diversastendencias—,sino comoun rendimientoal espíritude gene-

* Monterrey, n’ 5. Río de Janeiro, VII-1931.

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rosidad,al esfuerzoporla comprensiónmásanchay valiente,al intento de libertad y belleza queno vacila anteel sacri-ficio.

Graça Aranhapusotodo su entusiasmoen la alegríaso-norade la vida y, conformea unapeculiarestética,nuncase consolóde no habernacido pagano. Cuandoel Maestrocerró los ojos, el pueblo se disponíaya a los festejosdelCarnaval,singularmentebullangueroy gozosoen Río de Ja-neiro. Y aqueldesfile de locuray de gritos —queél mismoha descritoen rasgosde fuego— cobró de pronto, paralosquesabenver y entender,el aspectode un inmensorito dio-nisiaco,sobrela tumbadelqueno queríaser llorado.

II

La tombeaime tou,t desuite te süertce.

MALLÁBM~

La tumba, Maestro Mallarmé, no se enamoraal instan-te del silencio, sino del epitafio. Toda existenciaque seextingueprocura el vehículode una expresiónparaseguircirculandoentrenosotros. Inscripción,retratoo monumento,comoen la creenciaegipcia, sirvende reclinatorio al alma,en susincursionesal reino de ios vivos. ¿Ciérranselos ojos?Se abrela biografía. El Reyha muerto:viva el Rey.

Nuestrospadresmilitares nos cuentanque,al enfrentar-noscon los grandespeligros,un rápidosumariode la propiavidaparecedesfilar a nuestrosojos, como si quisiéramosdeunavez inventariarelbotín quenos llevamosdel mundo. Esel anhelohaciael epitafio. Es el esfuerzoparasacar,final-mente,unamoraleja a nuestrafábula. Y dondeel hombreadivina queva adesaparecer,quisieracolgarsede unapala-bra parapoder saltarel abismo.

El último historiadorde los ReyesCatólicos nos da lamejor fórmula de la biografía. Toda biografía —predicaél con su ejemplo— debetrasladarsu personajede la se-gundaalaprimerapartedelLaroussemanual;es decir,debetransformarla noticia en definición. Otra vez, aquí, el epi-tafio.

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Examinemosahoralagaleríade losmaestrosamericanos.Cadauno, al morir, arroja unapalabra. Educador,legisla-dor y gramático,noble discípulo de Europa,Andrés Belloquedasintetizadoen un afánde cultura. Sarmiento,el gau-cho de las letras, concibe ya una América Americana. Lacólerasingulardel ecuatorianoJuanMontalvo, conceptistayciceronianoauntiempo,labralaestatuadela prosa. El apos-tólico Hostos,civilizador en las Antillas, sienteen alma pro-pia la dolorosagestacióndel ser americano. “~Hombresamedias,civilizacionesa medias!” gritabacon ansiedad,sem-brandoescuelas.JoséMartí ofrece a la patria el sacrificiodel mejor temperamentode escritor nacido en América, ypasapor elcielo de Cubametamorfoseadoen relámpago. Ig-nacioRamírezlevanta,en México, su trágicamáscarade in-dio, y acusade fraude a las civilizacionesquepisan sobrecarnehumana. Bálsamosereno,la filosofía moral de Rodócorresobreel dorsoherido de los pueblos. Y Rubén Darío—la más alta cumbre—alimentacon entrañasy corazónunsolo ideal, cruel y devoradorcomo pocos:la poesía.

¡Civilización! gritanunos. ¡Patria! gritanotros. ¡Belle-za! ¡Justicia! Peronotadqueninguno reclamala felicidad,porquetodosfueron mártires a sumodo,y la tradición es-piritual de nuestraAmérica es una cadenade sacrificios.Acaso tampocofalte, entrelas demás,la voz del enamoradode la muerte que acompañe,en sordina, la vieja lamenta-ción de JorgeManrique:

cualquieratiempopasadofue mejor.

Volvamos los ojos a Graça Aranha. En su existenciayen suobra,en suborracherade pensamientoy de poesía,deamor y de acción; en aquelaltivo desperezocon queresalede todaslas borrascas,el reto en el corazóny una alegríacasi agresivaen los ojos; en la afirmacióntormentosade suslibros y de sus actos ¿quéhay sino la vida, la vida a to-rrentesy a inundaciones,la vida en estruendoy catarata,lavida quese sale de madre,la vida que no cabeya en la vidamisma,mucho menosen la literaturani en las reglas del vi-vir mesurado?Puesésteseríaun epitafio: amó la vida. Esta

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sudoctrina: amarla vida. Pero no con las complacenciasyblandurasdel mero gozador,del voluptuosoo del curioso.Sino amarla vida en sutrágicadiversidad,aceptarlaen suagobiadoray santarudeza,en su alegría,en su dolor y ensuindiferencia. Nuncadecir“no” al díaquese ofrece. Acep-tar la vida muchomásallá de los límitesde lo humano,aun-queello, de paso,nos aniquile. Arrollado por la ola impe-tuosa de la vida: así veo yo a Graça Aranha. Yo diría deél, compendiándolo:—No noslo llevó lamuerte:selo llevó lavida.

Río, 27.1-1933.

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VI. LOOR A SAN MARTÍN *

AL DELIRIO del Chimborazo,de Bolívar,correspondeelsueñoprofético de SanMartín, en Mendoza. Peroentreel coro delos padresde las patrias americanas,SanMartín se destacacon fuerte perfil característico.Aunquelos monumentosloconsagranen actitud bélica, no era solamenteun guerrero,sino un organizadorde la victoria.

Sabíaque los kilómetros se hacencon milímetros, y suheroicidadestabatramadade abnegacióny de paciencia.Másque fluideces románticas,tiene durezaclásica. Un sentidosobrio de la vida, unagran sencillezde alma, unahumildadnaturalquelo ponía en el tranceorgulloso de desdeñarho-noresmilitares y grados,de renunciara la mitad de su suel-do en bien del servicio público. Porque tambiéneste SanMartín partió su capa. Lo mismopreparabaplanesestraté-gicosquemandabacomprarlas cuatro ollasquehacíanfaltaparalas cocinasde susejércitos,o el aceitede nuezque uncomercianteaprovechadortardabaen suministrarasugente.Tejía minuciosamente,hilo por hilo, el manto de la historia.Sucandor,su precisión,podríanservir de norma acualquierconducta.

Entre la abundantefauna de los que alguien ha lla-mado “cultores del floripondio”, San Martín dejaba estamáximapara suhija: “Que hablepocoy lo preciso.” Entrelos genios moralesde la humanidad,los argentinospuedenreclamarparaél un alto puesto.

La crónicanos ofreceestampasquese quedanparasiem-pre en la imaginacióny explicanmás quemuchosdiscursos.Sin contar al pintorescoy simpático Guido Spano,que de-cidió meterseen la cama por variosaños,hay dos grandesvaletudinariosen la historia argentinacuyo recuerdoes im-borrable,por cuantoda ejemplode las energíasdel espíritu

* El Suplemento,Buenos Aires, 25V~1937.

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que se sobreponeala materia:don Pedrode Mendoza,desdesu lecho de enfermo,empujacon su voluntad,con sufiebre,y hastaponiendoacontribuciónlas pasionesquecontraél semovían,la colonizaciónpor el río adentro;SanMartín cruzalos Andes en camilla, camino de la inmortalidad.

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VII. LEOPOLDO LUGONES *

No ES posible,en estaslíneas improvisadasbajo el choquede la noticia, analizarla trascendenciade la obra de Lugo-nesen las letrasamericanasy en las letrascastellanasen ge-neral, trascendenciaquepor lo demástodosconocen.**

Se adueñadel cetroconLos crepúsculosdel jardín; no losueltamás. Aun entrelos jóvenesargentinos,que se vieronen el dolorosotrancede separarsede él por motivos no lite-rarios, era voz común queen el Lunario sentimentalestabael semillerode toda la nuevapoesíaargentina.

Estealtivo criollo, queno dejabade contemplaraEspañaconrecelode caudillo insurgente,incorporacon nuevoacen-to, por su mismarobustezverbal, las tradicionesclásicaspe-ninsulares,en El libro fiel y en otros libros.

Nacido en el llamado Modernismoamericano,se ensan-cha gradualmentehastasalirsede lasescuelas,se desclasificaenun atletismocaracterísticode su fuertepersonalidad,acogetodala sustancia—desdela mortecinasedahastael bronceimplacable—,y todavíaen los últimos años lo encontramosen plenaevolución,en vidaconstante,inclinadoamorosamen-te sobrelos asuntospopularesy escribiendosencillospoemasdel tipo denuestroscorridosmexicanos,poemasimpregnadosde intensoaromafolklórico, quesabenayerbasanjuaneraya reciénordeñadaleche.

Su prosatenía a un tiempo mismo las eleganciasde lageometríafrancesa,el latigazoeléctricoamericanoal modode Martí, y el rumor de órganosecularde las catedraleses-pañolas. Talespáginassobreel imperio jesuítico del Para-guayo sobrelos oficios en Grecia,tal cuentocomo aquelso-bre la lluvia de fuego en Gomorra, son inmortales.

Maestroimpaciente,másde unavez se nosdesborda,conun anacronismode renacentistaque contrastaentreel tono

* Publicado primeramente en El Nacional, México, 27-11-1938.* * Ver, en mi Pasado inmediato, “De poesíahispanoamericana”, pp. 256Ss.

de estemismo volumen.

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medio de nuestraépoca,todaella tan ceñida en técnicasyespecialidades,y pareceentoncesquequisierapor supropiacuentareconstruirel mundo: la Ilíada, la Greciaclásica, laMétrica antiguay la moderna,las Etimologías,laMatemática,la Económica,la Botánica.-. Caudalosoderrameimperial,nuncaresignadoa sufrir márgenes;algo de atropellamientomagnífico; insaciablesed.

Hombrede la provincia, traedesdesu terruñocierto em-pujede conquistadorde capitales,reacioy díscolopor veces.E impregnadode historiapatria,suconversaciónera archivoabiertopara recorrer los pasosde la vida argentina. Felizmemoriadondelos datosse organizanprontamentehacia lainterpretaciónnacional, queera su constantetorcedor. Estafase de historiadorvivo es la menosconocida en el poetaLugones.

Su existenciahonradase escondíaen el trabajo, y huíade los relumbronesy vaciedadesen que su prestigio pudohaberloenvueltoy ahogado.Hastaes difícil, fueradesupaís,encontrarsuslibros. Se reíade las estrategiasdel éxito. Es-cribía parasaciarsesolo, encerradoen su casao en su Bi-bliotecade Maestros.

Caprichosasfobias lo alejabande los lugaresy ocasionesdondela gentese reúne,sobretodo si es aperderel tiempo:pero, allá en la pequeñatertulia de amigos,dejabafluir elmanantialde recuerdos,de meditaciones,y la ternuradisimu-ladabajoaquelairealgo nerviosoy bronco.

Su solidezfísicaeraextraordinaria.Todoslos díastirabael sabley andababuenostrechosapie, llevandoconsigoasucompañera,que lo era de todaslas horas. En aquellatercajuventud,aun se echabade menosla miel de años,la dulcetoleranciapropiade los poetasviejos y ala quenuncaquisoplegarse,siempreverdey acre,combativohastael fin, comosi acabarade saltara la palestra.

Un día cambió de odre su vino, pero su vino se resentirásiempredel dejo del odre primitivo. Sin saberloacaso,traíalos pulmoneshenchidoscon el viento de la libertad,apesardel cambiode atmósferas.Lo arrolló la ola del desconciertosocial y, como nuncaera pasivo,él quisohacerde nadador.Desdela orilla, los jóvenesvieron alejarsecontristezaal que

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añosantes(y ya no recuerdosi fue en La voz contra la rocao fue en Las montañasdel oro) habíadenunciadoa los pue-blos, con índicesevero,lo queen aquelmomentoestigmatizóbajo el nombre de “la hora de la espada”. Ni sinceridadni valor ha podidonadieescatimarle.

Y yo esperoquelo respetenlas hienas,y yo pido empeño-samentea los míos quehagamosparaestatumbael mismoesfuerzode reivindicaciónque la noble RepúblicaEspañolaha sabido hacerpara Unamuno,otra grandeencinaheridadel rayo.

México, 19-11-1938.

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VIII. RECUERDOSDE UNAMUNO *

ESTOS días,Luis A. Santullanoha contadopor ahí sabrosasanécdotasde Unamuno,y me ha puestoen venade recuerdo.

Entre otras reliquias del maestro—dibujos, monogra-mas—tengounacartade Salamanca,7 de julio de 1920,quedice así:

No conocíacasi a Juanade Asbaje (se me figura, no sépor qué, que debeser Asuaje). Ha sido paramí un descu-brimiento. Quiero glosar aquellode

Si es para vivir tan poco¿dequésirve sabertanto?

Debió decir:

Si espara sabertanpoco

¿dequésirve vivir tanto? **

Don Miguel no llegó nuncaaescribirestecomentario.Elsolo enunciadodel temaestápreñadode sugestiones.Teo-frasto,el sucesorde Aristótelesen el Liceo, aqueldeliciosoautor de los Caracteresque fue también, como su maestro,un escritor enciclopédico,vivió cien años,y se quejabadelpocotiempoquelasuertele habíaconcedidoparadesarrollarsus estudios,y de lo muchoque, en cambio, la naturalezaconcedíaaciertos animales,a ios queningunafalta les hacíaunavida larga. Góngora,porsuparte,se lamentabade tenerquemorir cuandoapenascomenzabaaver claroen sus inves-tigacionespoéticas. En estosdosejemplos—y podríanmul-tiplicarse fácilmente— la idea es la misma de Sor Juana.Pero la cuestiónqueUnamunoplanteaes muy otra, y es,enverdad,mástrágica.

El caso se le ofreció con motivo del libro de Amado

* Letras de México, I-VIII-1945.* * Cfr. Unamuno,Sor JuanaInés, hija de Eva, en la Revistade Revistas,

México, 26-IX-1920.

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Nervo, que yo le envié. De Nervo siemprefue muy amigo,ehizo un fino dibujo de su cara.

Seríacurioso juntar todoslos testimoniosde la relaciónqueUnamunotuvo con México. Su padrehabíapasadolajuventuden México, de dondese llevó algunoslibros. Entreotros,un álbumdeprohombresamericanos:Washington,Lin-coln, Juárez. La foto del Presidentemexicanoandabaentrelosprimerosrecuerdosde Unamuno. Tambiéndatabade sustreso cuatro añosla imagenvívida y patética,queél nuncaolvidaría,del fusilamientode Maximiliano representadoencierto museode figurasde cera.

Muchasvecesme dijo, y creoquelo dejóescrito,que,dehabersidomásjoven, él tambiénhubieradeseadotrasladarseaMéxico.

Lo vi en Paríspor última vez. Estabadesterrado,pero—claroestá—seguíaviviendo conla imaginaciónpuestaenSalamanca.Nos recitabasus versos sin hacercaso del trá-fago callejero: uno de sus sonetoscontrael Directorio Mi-litar de Primo de Riveraestuvoapunto de costarnosla vidaen unabocacallede los GrandesBulevares. Cerrabalos ojosantela magníficaAvenidadelObservatorio,y exclamabaconun ademánde impaciencia: “~Gredos!¡Gredos!” Andabaperdidoen su sueño.

Lo quemenosse imaginabaes quesufigura de buho,conaquellasgafas,aquelsombreroen punta, aquellabarbaencollar, aqueltraje negro,aquelcuello de pastorprotestante,aquellachaquetasin solapasque no dabasitio a la corbata,todoeseaire queToño Salazarha logradocaptaren un parde trazos, estabancreandounamodaallá por los barriosdelos artistas,en loscafésde la orilla izquierda,en la Rotonda—dondese trazóun díael primer programade la revoluciónsoviética—,en el Domo y en los Vikingos. Por todosladosnossalíanalpasoUnamunosde pega—mejorllamarlosUna-múnculos—quese contentabancon imitar las exterioridadesdel terriblemaestro,ya quelos adentrosno erafácil porqueun volcán no se remeda.

Vivía en un cuartitojunto a la PlazaMagdalena,no lejosde Hédiard,elproveedorde conservasmexicanas:chile, moledeguajolotey demásprimoresdebizantinacomplicación. Te-

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nía un ejemplarde Proustsobrela mesa,y le preocupabanosé quékantiananociónsobreel fluir del tiempo y el desfilarde los espacios,quecreíasorprenderentrelas escenasmun-danasdel novelista.

Parano perderla costumbre,hacía sus bolitas de migade pan a la hora del café. Y como le cayeraen las manosunahojade papel,se entregabaalos deleitesde la Cocotolo-gía o artede las pajaritas. Habíade sersin usarcortesni pe-gaduras,conel merousode dobleces,queaquíestabala per-feccióntécnica.Y aquelpequeñocreadordelmundodisponíasobreel mármolde la mesasus elefantes,águilas,canguros,pingüinos,en mediode la curiosidadgeneralquepocoapocolo rodeaba,obligándoleahuir de repente,y abandonara suscriaturasen manosde las chicas,modelosde Montparnasse,quese disputabanel botín. “~Monstruos!¡Monstruos!”,decíaabriéndosepasonerviosamente.Queríaestarsoloy no lo de-jaban. Queríaestarsolo y tampocoqueríaestarsolo. Almaen guerracivil, allá en lo íntimo de su serrelampagueabantodaslas tormentasde España.

Y entretirios y troyanos,un día dejaronaeste gran es-pañol sin la Españade sus pecados. Y falleció junto a suchimenea,conversandosocráticamentey sin darse cuenta.Dicen quecalló de pronto, como si se adormecieraun poco,y se vio que se le estabanquemandolas pantuflas. Ya es-tabamuerto.

México, V1I-1945.

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IX. EN MEMORIA DE ANTONIO CASO *

CUANDO la alarmade su fallecimiento corrió por la ciudad—por cierto,interrumpiendotrágicamenteuna discusióndefilósofos quea la sazónse desarrollabaen la casade SanCosme—pareció,de pronto,queaquelladesgraciasúbitanoencontrabasitio en la conciencia. No contábamoscon quetambiénAntonio Caso habíade morírsenos.Acabábamosdedejarlo en plenasalud. Muchos,de cierta maneratácita, nosreferíamosaél comoaun supuestoindispensableen todaem-presade cultura. Algunosaunlo dábamosporpresente,comoa un interlocutor invisible, en nuestrossolitarios combatescon el espíritu. Todo pensamientode amistadteníaqueevo-carloporderechopropio. Valíamosmás,porqueélnosacom-pañaba. Nos consolabaqueexistiera,queestuvieraaquí,alalcancede la mano. Y nosaflige saberqueha muertoentris-tecidoanteel espectáculodel mundo. Su partidatiene algode acusación. Con él se nos ha ido muchomásqueun hom-bre, muchomásqueun amigo: acasounaépoca,acasounaactitud de la mentey de la conducta. Hoy sólo nos quedahacervotosporquesurecuerdonosorientey vigile, amanerade centinelainsobornable.

Aquella tardelluviosa, de crudosnubarronesy ráfagasinclementes,acompañamosal cementeriolos restosdel granmexicano,quecadadía aparecerámayor y mejor, “tel qu’enlui-méme enfin l’éternité le change”.

De élhabíamosescritohaceaños:“La historiade la filo-sofía, él ha queridoy ha sabidovivirla. Con tal experienciade las ideas,y el vigor lógico que las organiza,su cátedrallegaríaaserel orgullo de nuestromundouniversitario. Suelocuencia,su eficaciamental, su naturalezairresistible, loconvertiríanen el director de la juventud.”

Antonio Casolo entendíatodo, desdelas arquitecturaseté-reasde la músicade Beethovenhastalas evidenciasciclópeas

* CuadernosAmericanos,México, V y VI-1946.

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del pincel de Diego Rivera. En el orden de su especialidad,vivió en un progresocontinuo,y aunpareceque sus propiosdiscípulosse hubierandetenidoen tal o cual etapaque élhabíasalvadoconempujeconstante. Perodejo aotros la ta-rea,hermosay abrumadora,de relatarparamañana—pueshoy todoslo saben—cuántosignifican, y no solamenteparanuestropaís,las enseñanzasdel catedrático,las obrasdel es-critor, la acción del maestroque, como Sócrates,suscitabalas vocacionesasu paso,sin inculcarni imponerotra doctri-na que la probidadmental,el arduo estudio,el amor a labellezay a la verdad,la limpieza ética, de quesiemprefuevívido ejemplo.

Me retraigoal instanteen que, rodeadoya de la fama,aunqueera todavíaun estudiantede Derecho,lo escuché,enel Ministerio de InstrucciónPública,saludareladvenimientode JustoSierra,cuyaherenciapuededecirsequeha recogidoen muchaparte.Inolvidable aquellasu presenciamagnética;inolvidable su emoción,siemprecorregida en la geometríade un pensamientoseguro;inolvidablessu hablaqueya aca-riciabao ya mordíalas palabras,sucara fuertey persuasiva,sucabelleranegray revuelta,susojostremendosque—a ve-ces— parecíanfascinadosen la contemplaciónde las ideaspuras. Inolvidable,paraquienesdisfrutamosel privilegio desu intimidad, el calorquecomunicabaanuestrosidealesna-cientes,en aquellosdíasde las campañasjuvenilesen buscade una cultura más humanay más generosa.

Evocando,mástarde,las “veladasde SantaMaría”, re-unionesinformalesdondedescubrimos,en compañíade An-tonio Caso,las dos o tres direccionesdefinitivas de nuestracarrerahumana,escribí en Madrid, allá por 1917,estaspa-labras:

¡ Adiós a las nochesdedicadasal genio, por las calles dequietud admirableo en la biblioteca de Antonio Caso,queerael propio templo de las musas! Presidelas conversacionesunenormebusto de Goethe,del que solíamoscolgar sombreroygabán,convirtiéndoloen un convidadogrotesco. Y un reloj,en el fondo, va dandolas horasque quiere;y cuandoimpor-tunademasiado,se lo hace.callar:que en la casade los filó-sofos, como en la del Pato Salvaje,no corre el tiempo. Casolo oye y lo comentatodo con intensofervor; y cuando,a las

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tres dela mañana,Vasconcelosacabade leernoslas meditacio-nesdel Buda,PedroHenríquezUreuiase oponea quela tertuliasedisuelva,porque—alega entreel generalescándalo—“ape-nascomienzaa ponerseinteresante”.A estahorade la vida de-dicamoshoy copiososrecuerdos,segurosde que fue la mejor.

Antonio Caso representatodauna era mexicana. Cam-peón de las reformasindispensablesy guardiánde las tradi-cionesesenciales,se encuentrasituadoen el punto crítico dela catástrofe. Cuandosobrevienela intensasacudidasocialque,entremuchascosasmalas,pudo derrumbarmuchascosasbuenas,le incumbeprovidencialmentela tarea del “soter”,del salvador,del continuador. A hombrescomo éstecorres-ponde,degeneraciónen generación,elevitar quese desgarrela tela,siempreentrama,de nuestraconciencianacional. Asíha de contemplarlola historia. Estaluz no puedeextinguir-se, y vivirá como fuego interno en el corazónde todos losmexicanos.Mucho tiempoha de pasarantesde queel polvose organicepara construir otra figura semejante.

Pero,junto a estosrasgosdel monumento,hay quereco-ger piadosamentelos rasgosdel hombre,del varón de virtudsencilla, del caballerocortés y delicadamenteceremonioso,del amigo cuyo encuentroera una fiesta del espíritu, delamenoconversadorlleno de eleganciasy oportunidadesfeli-ces. “Amateur d’~mes”,disfrutabacomo pocos de todo lonobley lo selecto,y sabíacelebrarlas graciascon aquellasrisotadastan suyasque llegabana cortarle el aliento. Sumero saludo, por la calle, parecíaun presentemagnífico.Siempreecharemosde menossu apretónde manos,su fértilcharla, su mesaen “Lady Baltimore”, dondese ofrecía altrato de sus amigosy sus admiradores,durantelas breveshorasque robabaa su incesantelabory a su reclusión obli-gatoria. Nos falta ya muchosu sorprendentetareade perio-dismofilosófiço, verdaderoalivio entrelas turbulenciasdeldiario. Y desdeahoraseñaloa sus comentaristasesta laborde vulgarizacióny de síntesis,jamásigualadaque yo sepa.A menosque nos transportemosal siglo en queDescartesyel Rectordel Colegiode Bredase deteníanadiscutir los pro-blemasde física que el Príncipede Orangemandabafijaren las esquinas.

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En la modestísimasala,dondeunacamacualquieray unaguamanilanticuadoalternabancon unosestantesfrágilesysobrecargados;sobreaquellamesa ahogadapor los bordesentrevarias filas de libros, que componíanuna como enci-clopediapersonaly queapenasdejabansitio paraescribir, elceniceromostrabatodavíalos despojosde su último ciga-rrillo; y comoun inesperadosímbolode mando,descansaba,allí entrelos papeles,subastóncon puño de plata, emblemade su mariscalato:el másnoble, el indiscutible.

México, 111-1946.

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X. HONOR A CASO *

EL COLEGIO Nacional ha sufrido su primera baja. El queiba al frente de todospor sus incontablesexcelencias,quisoadelantársenostambiénen la pruebadel tránsito. Se fue ines-peradamente,sin decirnosadiós,sin agoníacasi,comoen unade aquellasmísticasemigracionesde los maestrospitagóri-cos,en cabalasepsiasentimental.La pesadumbrede su par-tida recae,entera,sobre nosotros. En vano la inscripciónfuneraria de los antiguos—“Migravit ad plures”— quieredesvanecerloentrela muchedumbrede sombras.Nuestroáni-mo se sublevay lo rescata. Lo evoca nuestraimaginaciónalterada. Lo sentísaquí, al ladovuestro,en esta sala dondetodavíapalpitasu voz. La Universidady la ciudadguardanaúnel calor de sunresencia.El paísentero se levantaparareincorporaren tal nombrey autorizarcon tal modelo susmás severosideales. Nuestrosestudioshan sido afectadosen algúnórganoviviente, muy junto al corazón. Y sólo nosquedael privilegio de haberloqueridoy admirado,de habercompartidosusempeños,de habercontempladocon los ojos—en estahora de desconciertoy sangre—un ejemplo supe-rior, unade aquellasexperienciasquede vez en vez visitana los pueblos,paraqueno desesperende suspropiascapaci-dades.

Bien sé que ya se ha dejado oír, y seaen buenahora,la doctapalabrade escritoresy catedráticos,paravalórar ladoctrinay las enseñanzasdel filósofo. Pero hacefalta ma-yor distanciaparaqueapreciemos,en su generosoensanchey en su terrible hondura,la tragediade un pensamientode-cidido a mantenerla confianzaen la inteligenciay la razón,a lo largo de uno de los períodosmás turbulentosde nuestrahistoria. Bien sé que la cordialidady el entusiasmode suscompañerosy susdiscípulosvienenconsagrandodiariamente,en la conversacióny en la prensa,algunosinstantesa aquel

* Homenajede El Colegio Nacional al Maestro Antonio Caso, México,6 de junio de1946.

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caballerode las cortesíasmexicanas,cuyo solo trato era unregaloexquisito; al excitadorde vocaciones,cuyo solo con-tacto comunicabala energíafluorescente;al campeónde ladecenciay del trabajo,en quien se daba—hormigay águi-la—el raroconsorciodelaminuciosidady la grandeza.Pero—~quéfatalidad,señores!—nadade estopuededevolvernosa nuestroAntonio. No seamos,pues,desigualesa losvuelcosde la fortuna: fortalezcamosnuestroamorcomo pararetenersu imagen,imantadaanuestroreclamo. Aquí, en El ColegioNacional,quetanto le debeen sucreacióny en inspiracionesconstantes,seaAntonio Casoel ser difuso y orientador,porquien todoscontestemos:“~Presente!”

Permitidmeahora,si no oscansa,queentrepor la sendade las memorias. ¡QuémomentoparaMéxico, señores,aquélque congregabaen igual recinto a hombrescomo PorfirioParra,sabio codificador de otro sistemadel mundo; comoJusto Sierra, el ancianoflorido, roble sagradoy oracular,remecidoya por auraseternas;y al mozoAntonio Caso,fu-turo herederode la antorcha,habitadoya por la angustiasecretade la perfección,y quebrotabaa las bregasdel espí-ritu conuna inquietudde flor espinosa!

Sin embargo,algomisteriosoacontecía.El tiempogirabalentamente. Un gradualentumecimientoveníaadueñándosedel espíritupúblico —cuandoaquelmuchachoiluminado co-menzó a ejercerel oficio del tábanode Sócrates. De repen-te cundieronpor el país unoscalosfríos a que alguna vezhemosllamado“el sentimientode la etapa”. Y, de entoncesmás,aquelpredilectode la elocuencia,queuacertóauncir alas Graciasen el carro de la verdad,circula y va y viene,teje y desteje,atay desata—libro, cátedra,tribuna, perió-dico, y aunmayéuticacotidiana—,porquetenía la ambiciónde todosaber,masno la avariciade ninguno. Como encon-trara el granode oro, no se dabapunto de reposohastabrin-darloalos auditoriosy a los amigos. Nacióparahablar,paraenseñar,paradiscutir. Y aménde filosofar en el aula, filo-sofabatambiénde aquellamaneravagay libre, tanal gradode nuestragente’. Asaltabalos conocimientoscon prestezadeconquistador,y los vivía y estrujabahastasufrir deliquioscon ellos. Su actividad dispersay en ráfagasprontohabía

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de concentrarseen el comandoquemerecía. Y entoncesselo pudover, entrelas borrascasde la nave, firme al timón,y la aguja,al rumbo quesirve de lema a nuestracasa:“Li-bertadpor el saber.”Por suerte,como tanbienlo explicabadon Ignacio Chávezen su recienteoraciónuniversitaria,elsaberde Antonio Caso estabanimbadode caridad.

Hoy, cuandomerced en mucho al esfuerzode jóvenesinvestigadores,es posible ya recorrer nuestrasevolucionessociales,no sólo segúnel espectáculode las batallas,sinoasimismoen las concomitanciasde la cultura—lo quehabráde dignificar, mañana,los textos históricosen quenuestrosnietos aprendana entendera la patria y a amarlade amorintelectual—,aparecerála acciónincansabledeAntonio Casocomoun rayo vivificador y sostenido. Los últimos relampa-gueosirradiarondesdeestacasa.

Pues¿cuáles —sepamos—el principio de estacasadeestudios,tal como nos lo infundía Antonio Caso? Al ladode la enseñanzaregular,estructuradaen cursos completos,por naturalezacompendiosos,y quesólo a largo plazo reci-ben los resultadosque día por día elaboranlos talleresdelconocimiento;al lado de una enseñanzanecesariamenteso-metidaal final examende aptitud, y encaminadaa los diplo-masprofesionalesy a las prácticastan inmediatascomo limi-tadas, hay otra enseñanzamás original y más compleja, ala vez másdesinteresaday más cercanaa las fuentes,másamp~iamenteconfiada a la voluntad de la personadocente.Trátasede unaenseñanzacuyos reglamentoshan de sertanliberales,quepermitanmanifestartodaslas novedadesde lainvestigacióny aunlos tanteosde la ciencia,la cual se nutrede incesantesexploraciones;unaenseñanzaqueponga ladoa ladolos descubrimientosdel eruditoy las generalizacionesdel pensador,y quetraigaprontamenteios frutoshabidosenel cerradojardín del especialistaal disfrute generalde esaspoblacionesde la cultura que,por su curiosidado por suedad,ni puedenya frecuentarlas aulasni se contentanconla ignoranciao el atraso. Como humanidadcompleta quesomos,aquíno excluimosnada,salvo el absurdo. Estamosabiertosa todoslos estímulos,si no es a la baja irracionali-dad. Y nuestracartanos permiteel jubiloso deber,contando

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ya con las previaspreparacioneselementales,sin cortapisasde programasni burocráticastardanzas,de acudir cuantoan-tesparadar al pueblolo quees del pueblo. Puestodo cono-cimiento queolvida lo que debeal hombrey a la sociedadengendra,tardeo temprano,el crimen.

No nos engañemosrespectoal modo como se produceyconservala continuidadde la razahumana. Una verdadsóloes completacuandoesya absorbidapor las multitudes,cuan-do hablapor mil gargantas,cuando—como, fluido nervio-so— correpor el cuerposocial. Abelardo es lo que es enla historia (no en el progresoespecíficode las ideas,desdeluego) porquetuvo comodiscípuloal revolucionarioArnaldode Brescia. La cienciaes serena,claroestá;pero requiereelqueloshombresse apasionenen torno a ella; y lo demásquesuelerepetirseal respectono pasade honradaprecaucióndo-méstica. Como Atenea,su patrona,la ciencia ha nacidobajoel signoguerrero,y la paz sin objeto no podría sersu des-tino. Y en ello consistanuestragloria: quecuandotal vez elespírituhumanopadezcaun eclipse,padezcamostambiénnos-otros. La libertades nuestraenseña,y el “sottovoce” o sovozde los laboratoriosha de proclamarseaquídelantede todosy en bien de todos. Es así como entendemosnuestramisióncívica, y en esto seremosinvariables. Otras cosaspodránmudar en torno a nosotros. Nosotrosno. Porquela nociónmisma de México ha de confundirse paranosotroscon elideal y el deber.

Quienes,con El ColegioNacional—Caso entreellos—,concibieronla institución desemejanteserviciodel saberparael pueblo,adaptandoanuestrapropia índole las remotasin-tencionesqueguiabanaFrancisco1 cuandofundóel Coll~gede France,bienpuedensentirsesatisfechos.El habercontri-buido a estaempresade maneratan eminente,completaencierto modo las.realizacionesde Antonio Caso y —si valedecirlo—completasu teoríaterrestre.Y callo aquíotros doso tres nombres,porqueno quiero agredir con el incensarioaquienes,por ventura,andantodavíaen este mundo.

¡Caso! Ni la prudenciani el arrebatole faltaban,ni elencantoni la solidez,ni la austeridadni la risa —~aqué1lasu inolvidablerisaqueparecíala venganzadel alma sobrela

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materia!—,y ni la pulcritud conquesabíaconciliar las inti-midadesy los respetos.Presentesdel hadaMelusina, poseíala nitidezcon la magia. En su integraciónadmirable,y se-mejantea la músicade queeratan enamorado,aun tiempomismo construíay deleitaba:verdaderoAnfión que,con lalira, ayudaa edificar los murosde Tebas. De aquíque sufilosofía desbordelas presasdel enseñamientoescolástico,ymássemejeun temblor vital. De suertequepocos‘supieroncomoél prodigar,desdelas estrechascárcelesde la vida, las“Consolaciones”de Boecio.

Hoyesya un retratoen la galeríade los varonesilustres.Y el pincel de JoséClementeOrozco ha captado—como élsabehacerlo—aquelinstantemagnéticoen que se fruncíanloslabiosde Antonio; la cara,en todasuhíspidabravura,seentregabaa la confrontaciónde esaMedusaquees la idea;y mientrasgerminabala saetadelapalabrajusta,la ardientemiradaparecíatemplarelarco. Admiraréis,en la efigie queahorava adescubrirse,la tensiónreligiosa,el patetismopro-fético que,de pronto,animabanal muñecohumanoconaque-llas amenazasdivinasde quehablael diálogoplatónico.

La muerteha sido cruel, en estosúltimos tiempos,conlas letrashispanoamericanas,y se ha cebadosingularmenteen susportaenseñas.No es ocasiónde levantaruna lista fú-nebre,pero no resisto a la tentaciónde,mencionar,en estosmomentos,siquieralos nombresde otros doscompañerosquese nos hanido quedandoen las posadasdel camino. Hacepoco, fue nuestroEnriqueDíez-Canedo,el americanode Es-paña. Y hace todavíamenos,mientrasse redactabanestaslíneas,nuestroPedroHenríquezUreña,el dorio de América,cuya evocaciónes aquí,de veras,inevitable,por los muchosvínculosjuvenilesquelo unieronconAntonio Caso. La muer-te reclamacada día más lugar en nuestro pensamiento,yempezamosasentirnoscomo aquellaespiga de Heme, olvi-dadapor el segadoren mitad del campo.

Llegadosa la incierta orilla en queempiezana colum-brarse,por la rayadel horizonte,los erialesde la vejez,re-corremoshoy nuestrajornada,sin encontrarlecciónmásaltaque esta lealtad, de queAntonio Caso es paradigma,a unavocaciónen quese mezclabanelbien, la verdady la belleza.

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Y si, en las ofuscacionesde la posteridad,asomaun día lainevitabledudaanalítica(~hombressomosal fin, queno dio-ses!),y pretendealguien inquietar las cenizasdel maestro,queconsteporsiemprenuestrotestimoniosin reservas:—Noscabeasuscontemporáneos,noscabesingularmenteaquienesfuimos sus hermanosmenoresy lo envolvíamosen aquellaternuraqueacompañaalasembriaguecesde la adolescencia,una alegríaquesólo cedeanteel dolor de perderlo;y es elhaberpodido venerar,en Antonio Caso,unade las síntesishumanasmásexcelsasy máslegítimas. Paraélseanel bron-cey la corona.

¡Muchasgracias,señores!

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XI. EVOCACIÓN DE PEDROHENRÍQUEZ UREÑA *

DosPAÍSES de América,los dospequeños,hantenido el pri-vilegio de ofrecer la cuna,en la segundamitad del pasadosigloy en poco menosde veinteaños,ados hombresuniver-salesen las letrasy en el pensamiento.Ambos fueron inter-locutoresde talla parasostener,cadauno en su esfera,eldiálogo entreel Nuevo Mundo y el Antiguo. DespuésdelnicaragüenseRubénDarío,titán comparablea los másaltos,junto acuyo ingentey boscosoterritorio los demásdominioscontemporáneos—excelsosalgunos—resultancotos apaci-bles,nadie,en nuestrosdías,habrácubierto con los crespo-nesdesuluto mayornúmerode repúblicasqueel dominicanoPedroHenríquezUreña quien, sin exceptuara los EstadosUnidos,por todasellas esparcióla siembrade sus enseñan-zas y paseóel carro de Triptólemo.

Nativo de la hermosaisla antillana,la primada de lasIndias, la predilectade Colón; brotede unafamilia ilustreen la poesía,en laeducacióny en el gobierno; fadadodesdela primera hora por las Musas;mentalmentemadurodes-de la infancia, al punto queparecíarealizarla paradójicaproposiciónde la ciencia infusa; inmensamentegenerosoensuscuriosidadesy ensuansiadelirantede compartirlas;hom-bre rectoy buenocomopocos, casi santo; cerebroarquitec-turadomásqueningunoentrenosotros;y corazóncabal,quehastaposeíala prendasuperiorde desentendersede suspro-piasexcelenciasy escondersusternuras,convaronil denuedo,bajoel impasiblemantode la persuasiónracional,Pedro,elapostólicoPedro, representaen nuestraépoca, con títulosindiscutibles,aquellasmisiones de redenciónpor la culturay la armoníaentrelos espíritus,que en Europase cobijanbajoelnombrede Erasmo,y en Américabajoel de esegran

* Homenaje a su memoria ofrecido por la Secretaria de Educación Públicaen el Palacio de Bellas Artes, de México, el 31-V-1946. Aparece como prólo-go de las Páginas escogidasde P. H. U., Bibl. Encicl. Popular, n’ 109.

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civilizador,peregrinodel justo sabery el justopensar,quefue AndrésBello.

México reclamael derechode llorarlo por suyo. Pocos,seanpropioso extraños,hanhechotanto en bien de México.Aquí transcurriósujuventud,aquellajuventudqueno ardíaen volublesllamaradas,sino quedorabaa fuego lento su vo-luminosahornadade horasy de estudios. Aquí enseñóentresus iguales,sus menoresy sus mayores; y en corto plazo,hizo toda la carreray ganóel título de abogado. Aquí go-bernabacon intimidad y sin rumor aquellasdiminutasy su-cesivaspléyades,cuyas imágenesvan convirtiéndoseya enfocos orientadoresa los ojos de la mocedadmáspromisoria.Aquí se incorporóen las trascendentalesreformasde la edu-caciónpública. Aquí fundósuhogar. Y, al cabo,nosayudóaentendery, pormucho,adescubriraMéxico. Nuestropaísera siempreel plano de fondo en su paisajevital, la alusiónsecretay constantede todassusmeditaciones.

En calles y plazas,teatrosy escuelas,conciertosy asam-bleas, y dondequieraque se congregala gente, ya en susescritoso en susconferencias,yaenla reclusiónde loslibros,las lecturasen comúno las merascharlas,allí estabaPedro,con su interrogaciónimplacable,paradeslindarlo cierto delo dudoso,y lo que se sabe,de lo que se sospechao lo quese ignora; allí estabaél paraaquilatar la sensibilidad,laprobidad,la autenticidaddecadauno, barriendoconfirmeza,aunquesinextremos,la gangaquese vendepor oro. Artíficede la mayéutica,hacíasurgir a flor del ser las virtudesquese ignoraban;sosteníalasvoluntadesdeclinantes;trazabalasconductasdefinitivas,al grito de “Tu Marcelluseris!”

Pero sobresu fosa recientehay que decir la verdadysólo la verdad. Si hubo un almasincera,ésaes la suya. Eraun testigo insobornable,y su trato era la piedra de toque.Por suresistencia,porsuatraccióno su desvíoanteelsondeoquePedroejecutabahastael fondode las conciencias,podíanjuzgarselas calidades. Aceptabala misión patéticade en-frentar consigo mismo a cada hombre. Sólo los mejoressoportabanla prueba.Los demáshuían,escandalizados,aca-so paraentregarseaespaldassuyas—i como si así huyerande símismos!—amil conciliábulosde odio y de miseria.Di

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fícil encontrarfigura mássemejantea la de Sócrates.Hastatraía, como éste,la Atenea oculta en el Sileno,y tambiéntuvo sucicuta.

No se ha dado educadormáslegítimo. De él recogíestamáxima:—“No bastavivir parala educación,hay quesu-frir por la educación.” No sólo predicaba,no: ¡eso era lomenos! Sino interveníay colaboraba.Era, paradecirlo envulgar, “el médicoquedala recetay el trapito”. La historiade las literaturasno tuvo secretosparaél. Su memoria,un-tadade colodión, revelabaa punto los fragmentosde prosay verso;y junto a los rasgosinmortales,las másarcanasno-ticias,los másminuciososrelievesdel humanofestín poético.Se lo hojeabacomoa vivienteenciclopedia;se lo consultabacomo a consejerointachableen todoslos trancesdel oficio.Se usabay se abusabade su incansablesolicitud, y estoerasu mayor júbilo. ¡ Quién lo vio, cargandoverdaderasto-rresdelibros,cruzarla ciudadparaauxiliaral compañeroenapurosde información; o llamandoa las altashorasde lanochea la puertade algún amigo—sin miedo de perturbarsu sueñoy con sencillo y fiero repudio de las convencionessociales—,paracomunicarleal instanteel hallazgoqueaca-babade haceren las páginasde un trágico griego, de un“lakista” inglés, deun renacentistaespañol!

Todo lo dejaba,todo,paraacudir a los demás,y en ellogastógran partede su vida. Somoslegión los responsablesde que no hayadadocimaamuchosmáslibros proyectados.Y no sólo hacíasuyasnuestrasempresasliterarias: tambiénnuestrosenojosprácticosy nuestrasvicisitudesmorales. Un~día, cuandomás pobre estaba,hizo entregade sus parvosahorrosen manosde uno aquienqueríaver inconmovibleensu apartadadignidadcívica. Pero no os figuréis unade esasinquietudesefusivasy bullangueras,que a veces incomodantanto como alivian. Así como su habla era con frecuencialentay grave(salvocuriosísimosatropellamientosen quelle-gaba,al discutir, a los gritos, paradar máspuntaasusafir-maciones),elgestoerasiempreclaroy sereno;exteriormente,frío; ni espumaociosa,ni adiposidadesequívocas.Era tanveraz,tan directo que—segúnsolíamosdecirle por burla—para él, en su hábito de ignorar lo inútil, o por lo menos,

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secundario,no existíanespacioni tiempo: sólo existíala cau-sa. Era grandecon impertinenciade niño.

Allá, en sus añosheroicos,cuandotodavíalas tristes lec-cionesno habíanembotadosus aristas,soltabaunas“verda-desde a libra”, de esasquecreantemerosossilencios. Y en-tonces nos recordabaa otro personajede la Antigüedad: alescitaAnacarsis. Éste,pues,aparecióun día por Grecia, irri-tandoprovechosamentea losfilósofos conla evidenciade suscrudasobservaciones.Un tantoengreídoslosgriegosrespectoa la superioridadde susmodosy maneras,tuvieronqueha-cer un saludableesfuerzoparadar crédito asus oídos.

Los añosatenuaronun tanto aqueldespilfarroy aquellairresponsabilidadgenerosa,al irlo cercandoentrelos murosde las crecientesobligaciones. Se resignóa concentrarseunpoco, a toleraralgunassuperfluidadesde la ley cotidiana, asacrificaralgunasaficiones,y desdeluego, la epistolar.~Yano era posiblecumplir con todoslos hombresa un tiempo.Suscartas,de quequedanpor ahí volúmenes,se redujeronalmínimo indispensable,a un laconismoque contrastabaconla abundanciade otros días. Peronadafue poderosoamer-mar su vocaciónde maestro,y hastael fin siguió —otra vezcomo Sócrates—atajandoel pasoal joven Jenofonte,paradarleaquel aviso providencial: “Sígueme,si quieressaberdóndey cómo se aprendela sabiduría.”

Estabadotadode unalaboriosidadquele eranaturaleza,y ella poseíados fases:la ostensibley la oculta. Leía y es-cribía junto a la sopa,en mitad de la conversación,delante

- de las visitas, jugando al “bridge”, entrelos deberesesco-laresquecorregía—!el cuitadovivió siempreuncidoa milmenesterespedagógicos!—,de unacátedraaotra, en el trenque lo llevaba y traía entrelas Universidadesde La Platay de BuenosAires. A veces,lleguéa preguntarmesi seguíatrabajandoduranteel sueño. Y es que,en efecto,bajo aque-lla actividadvisible corría, como río subterráneo,la activi-dadinvisible, sin dudalamássorprendente.Supensamientono descansabanunca. Mientras seguíael hilo de la charla,iba construyendo,parasí, otra interior figura mental. Y alrevés,dejabacorrersu charlasin percatarse,aparentemente,de las cosasque lo rodeaban.Estaimpresiónera engañosa:

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no contabauno con su ubicuidadpsíquica. Ciertavez, JoséMoreno Villa 1~llevó al museo del Escorial. Pedro’hablótodo el tiempo de Minnesota—el clima, la Universidad,elcatedráticode literatura francesa,una profesoraque estu-diabala Divina Comedia, las reunionesdominicales en lacasade algúncolega—y no parecíaprestaratenciónalo queteníadelante. Pocodespués,al regreso,en un misteriosodes-perezoretrospectivo,dejó pasmadoa JoséMoreno Villa conun estupendoanálisisdel “San Mauricio”, del Greco.

En apariencia,padecíalas pintorescasabstraccionesdelsabio, y se hubieracreído de él quepasabajunto a las fri-volidadessin verlas. Y he aquí que, de pronto, le oíamosexplicar,en un corro de señorasporteñas,los principios queinspirabanel nuevotipo de los sombrerosfemeninos. Y loquehacíaparalas pinturasy las modas,lo hacíaparala músi-ca o los deportes,con igual facilidad queparalas letras,ysiemprecon delicadezay elegancia. Sólo anteel cine lo vi-mosretrocederfrancamente,desencantadode las historiasyno compensadoporel deleitefotográfico. A menosquealgu-nos “films” aparecidosen los últimos años hayanlogradoconvencerlo.

Y lo que es mejor todavía:el mismo trabajode elabora-ción hipnóticaparecíaoperarseen su mentecon respectoalos másrecibidosrasgosde las costumbresy a los más ar-duosconflictosde la éticao de la política. ¡‘Ay, si se hubieradecididoaescribirtodo lo quepensabay decía! Por lo me-nos, a muchos nos entregó,como en monedade vellón, elcaudalde sus reflexiones,avecesde unaoriginalidad des-concertante.Y en muchoslibros de sus compañerosy discí-pulos —los míos los primeros— poco cuestaseñalar estay la otra página queprocedende algunaspalabrasocasio-nales de Pedro.

Tal era Pedro; y quienes sólo lean mañanasus obras—afinadasen un mismo tono, aunqueexcelentesy únicasen su orden— apenasconoceránla mitad de su contenidohumanoy quién sabesi todavía menos. El queestasmara-villas os cuenta se ve en el paso honroso—tan extraordi-naria era aquellanaturaleza—de asegurarosque nadain-venta ni abulta. El recuerdomismo de nuestro amigo y

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maestrome dicta el mayor respetoparala fidelidad del re-trato. Pero la verdadesque,trasocho biencontadoslustrosde unaamistadque fue, paraambos,la máscercana,toda-vía me agobia la sorpresade haberencontradoen mi exis-tencia a un hombrede esta fábrica y de una superioridadtan múltiple. Yo bien quisieraser capazde comunicara to-dos la veneraciónde su memoria.

Algo hemosdicho del hombre. Casi nada del escritor.Pero ¿acasofuimos requeridospara aderezar,a las volan-das y en plazo perentorio,un juicio que requeriríalargosaños de preparación?Rehusaríamoscomputar ligeramentelos saldos de obra tan cumplida. Conformémonoscon re-cordaraquíalgunosaspectosprincipales.

Es ya un lugarcomúnqueel estilo de PedroHenríquezUreña acertóa vencer las disciplinasdel equilibrio dorio.Modelo de sobriedadsuficiente,muchopuedenaprenderenesteescritorantillano algunosquenostildan de “tropicales”con intención peyorativa. Hay que revisarese sobado con-cepto. No conozcopeor “tropicalismo”, en el mal sentido,nimás deplorablecharlatanería,que la de esosmalaconseja-dosquehanhechounacarrera,conprograma,estudiosy di-ploma, del artede la “bernardina”o arte de venderla mulatuerta,de la propaganday reclamocomercial en suma,pro-pia academiade Monipodio y contrastedel prócer decir es-pañol: “El buenpañoen el arcase vende”.Tropicales,cier-tosvatesqueyo me sé, queempiezanaamontonarpalabrasy no acaban,a ver qué sale—impotencia peor que el si-lencio—, como esasvisitas que no sabennunca despedirse.¡Perotropicalesnosotros—~ bah!—, cuandonadanosofendemásquelo informe, lo farragosoy lo desordenado!¡Tropi-cal el dorio de América, cuyos párrafos son estrofasquevanajustandola estructura! Y, si se quiere,tropical,sí; peroen el otro sentido: luz, limpiezay claridad del dibujo. ¡Yque la siracusanaLucía nos conservelos ojos!

El arte de esteescritorextraede la necesidadsu virtud,y suvirtud esencialconsisteencierto aplomocomoel de unagravitaciónfísica. Sin llegaral “remedo de la facundialati-na y del númerociceroniano”,aquíy allá dejabasentir elresabiode los odres“marcelinescos”en quehabíamadurado

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suvino. No era, por cierto, uno de sus menoresencantoslapericiaen la variedadsintáctica. Peroella nuncasobreveníacomo alardepostizo, sino como consecuenciade las mismasanfractuosidadesde la idea, poseídapor una expresióndeatléticamusculatura.Con todo, es notoria la tendenciahaciaunageometríacadavez másdespojada,aunpor el sesgocien-tífico que fue dominandogradualmentela obra. Ha dichoJulio Caillet-Bois: “Apenas admite elementosconjuntivosesaprosaencadenadapor dentro.”

No es fácil decirlo: intentémoslo.El molde era siempredel tamañode la idea queencerraba.Ni la hinchabaextre-mosamente,quesuenaahueco;ni menosla reducíacomoalgenio de la botella,que es enigmáticoy molesto. De estoode aquello,hayquien se confiesaorgulloso. Tambiénse con-solaba,en la fábula,el zorro de la uvas.

El adornose levolvía esencia;el adjetivo cobrabamayo-ridad de sustantivo.Los epítetoserandefiniciones. Laslla-madas“figuras”, actosde apoderamientoviril. Estilo mascu-lino, aquél, pero quesabíaofrecer,cortésmente,el brazo alas vagarosasninfas.

Aun en sus máslibres divagaciones—tan concentradaseran—,comoen su páginasobreun atardecerde Chapulte-pec; aunen suscreacionesmáspoemáticas—tan densasdehumorismo—,comoen suevocacióndeladvenimientode Dio-nysos, fue característicasuyael mantenerunatemperaturade “fantasíaracional”.

Nosha dejadodoso tresrelatosfolklóricos quenadaen-vidian,en tersura,alosmaestrosdel género,sinqueincurranpor esoen las pequeñecesdel costumbrismoforzado, lo quemuestrala amplitud del registro y el buen dominio de lavoz. Pueslos Universalesregíansumente,y jamáslos per-día de vista.

Susversos,queyo sepa,fueron cosa de la adolescenciay nuncallegó a recogerlos.Nos agradaríaexaminarlosaho-ra, dándolessusitio en el conjunto. Acasosumismamarchaalgo indecisanos resultealeccionadora.El desarrolloava-salladorde la prosalos relegaa la penumbray los intimida.

En la prosase saciaronplenamentelos propósitosdefi-nitivos del escritor. Prosainmaculadala suya, castizasin

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remilgos puristas. Ni reniegade la tradición, que parecepertenecerlepor abolengopropio, ni se desconciertaante lanovedado aun la iniciativa, porquesu pluma era tambiéninstrumentoautorizadoy parteintegrantede nuestrahabla.Y siempre,sustanciay sustancia,lo que no puedelograrsesin unamaciza voluntad de la forma. Nunca un traspiés,nuncaun falseo:el lectorcabalgatranquilo. Por el solo con-ceptoartístico, si más no hubiera,PedroHenríquezUreñaes ya uno de los escritoresmás firmes de la lengua.

Por cuantoal fondo de la obra, somosexigentescon losgigantes,olvidandoquelos sujetaronlos dioses. Quisiéramosquehubieravolcado en sus libros toda su persona:¡comosi el tiempo y las fuerzashumanasfueran infinitos! Peroestaexigenciadesmesuradaen nadadisminuyeel mérito delos libros publicados. Todo se ha dicho cuandoafirmamosquehizo adelantaren algúngradocuantosasuntosempuñaba.Erudito, explorabatierras incógnitas; intérprete,iluminabavastedades.Desutallernadasalíacomohabíaentrado.Don-dequieraquepusola mano, su impronta es imborrable.

Entre sus ensayoscríticos, algunosson insuperables:talsu Ruiz de Alarcón. En el Pérezde Oliva y otras páginassobreel Renacimientoespañol,impone la marcade suseño-río y devuelvea las épocasy a los personajeslos perfilesque se estabanborrando: los saca de la galería, los traea la animacióny a la vida. Sus resurreccioneshistóricasestánsalpicadascon aquellasangredel mártir de Nápoles,quedabaperennidadcontinuaal pasado.Sussíntesisame-ricanas tienen destellosde perfección:véaseel panoramaofrecido en Harvard; véaseesalección de métodoque es sumonografíasobrela cultura dominicana. Susbuscassobrela verdaderafisonomía de América estánllamadasa domi-nar nuestrasespeculacionesal respecto,y nuncase las pon-drá de lado, aunquellegara la hora de completarlaso re-tocarlas.

Filólogo, acotóterrenos,plantóbanderines,abrió atajos.Allí están,para quienpuedasuperarlos,sus escritosde dia-lectologíao sutesissobrela versificaciónirregular. SalvadorNovo define así la evolución de PedroHenríquezUreña,enrecienteartículo periodístico:“De la erudicióncaudalosade

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Menéndezy Pelayo,habíapasadoal conocimientocientífico,sistematizadoy modernode la escuelade MenéndezPida!.”

Tal es, a grandesrasgos,la obra de PedroHenríquezUreña. Ni la ocasiónconsienteextendersemás,ni osaremoshacerlo sin antes repasar,con amorosodetenimiento,cadauna de sus publicaciones,de suspáginas,de susfrases.

En cambio,sobre los perfileshumanosde Pedroyo po-dría explicarmeincesantemente.¡Como que con él se meha ido lo más estimablede mis tesoros! Ya no contaréconaquellaconfrontaciónque—real o figurada—más de unavez corregíamis impulsos,aconsejabamis estudios,guiabade cercao lejosmi pluma. Perdonadmequedesciendaa es-taspersonalesconfidencias. Me doy amí mismocomoejem-plo de lo que, estoy cierto, no sólo a mí me acontece,ygeneralizomi experiencia. “Yo —decía Montaigne—soymi física,soy mi metafísica.” Y sólo metraigoal argumentoa fin de mejor explicarlo quePedroha sido paramuchos,lo mismo enSantoDomingoqueen La Habana,en Minnesotao en Harvard,en México o en Montevideo,en BuenosAires oen Santiagode Chile, en Madrido en París.Así se entenderámejorestedolor másquehumanoquenosembarga.Hemossido desposeídosde algo queconfinapor los límites en quecadahombreparticular se confundeya con lo humano.

Pedromuereen el peor momento. Si Pedro se hubieramarchadounosseisañosatrás,suvalor seríael mismo,y élno habríapadecidoantelos horroresqueensombrecenla his-toria. Si noshubieravivido siquieraotros seisaños,¡cuántonoshubieraayudadoparanavegarla crisis en quehoy nau-fragamos,paraexplicarnosy dilucidarestaconfusiónquenosrodea! Desapareciócuandomásfalta nos hacía Se ha idoquien podía socorrernos. No nos consolaremosde tamañaburla del destino. Peroel justodebesaberque todo, en estevalle de crímenes,nos ha sido solamenteprestado.

México, V-1946.

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IIPASADO INMEDIATO

NoTIcIA

EDIcIÓN ANTERIOR

Alfonso Reyes//PasadoInmediato//yOtros Ensayos//ElCole-gio de México.—1941,8~,194 pp. e índice.

1. GENARO ESTRADA

EL QUE comprendea unosy a otros,y a todospuedeconci-liarlos; el que trabajapor muchosy paramuchossin que sele sientaesforzarse;el queda el consejooportuno;el queno se ofuscaante las inevitablesdesigualdadesde los hom-bres,y les ayuda,en cambio,a aprovecharsus virtudes;elfuerte sin violencia ni cólera;el risueñosin complacenciasequívocas;el puntual sin exigenciasincómodas;el queestu-dia el pasadocon precisionesde técnico,vive en el presen-te conagilidady sin jactancia,y provocala llegadadel por-venir entre precavidoy confiado; el último que pierde lacabezaen el naufragio,el primeroen organizarel salvamen-to —tal eraGenaroEstrada,granmexicanodenuestrotiempoa quien todospodíanatreversea llamar “el Gordo”.

Dotado de unasensibilidadalegrey varia; coleccionistadebuenoslibros,de manuscritosraros,de cucharillasde pla-ta, de cuadrosy muebles,de jadesy primores chinescosenquesu casaera un verdaderomuseo;lleno de aquelhumo-rismo temblorosoque comunicaa los hombresgordosotramanerade esbeltez;dueñode unapacienciasaludable,buenentendedorparainquietos y desorbitados,buenamanoparatimón, buenmúsculode alma —eraGenaroEstradaunadeesasinstitucionesde la ciudad,uno de esoshombrescentralesque hacenposiblela organizaciónde las pléyadesliterarias(el PENClub de México sólo vivió mientrasestuvoa susom-bra,y lo mismola revistaContemporáneos).Eraun padrinonatural de los libros. Y era la suya una de esasbondadessin aureolay sin excesode santidad,tan lejana de la falsaausteridady de los morbososlujos de aislamientóy tebaidas:unade esasbondadesqueandandondetodosandan,hacenlo que todos (pero siempreun poco mejor), circulan entretodos,y no pierdenun solo instanteel sentimientode su mi-sión, de su tareahumana Tan de gratacompañíasiempre,tan mensajerode buenasnoticias,tan de todaslas horas,tan

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hermanomayor,con suvibración de ternuraconteniday sutravesurade’joven elefante.

Todo en Genaroera gusto. Grantrabajador,nadahabíade angustiaen sutrabajo,sino quesiempreparecíaun pala-deo voluptuoso. Con el mismo agradoy la misma sensibi-lidad emprendíaun catálogoeruditoo reorganizabaun ar-chivopúblico, quese echabaa andarpor la ciudaden buscade una piezapara sus colecciones,o resistíauna discusióndiplomáticade doshorassobrelos diferentesolores moralesdel petróleo. A estasólida balanzadel gusto, que también’podíaservir de ética,de estéticay metafísicaen general,de-bíasin dudael no enmohecersenuncaen medio de los gravesnegociosdel Estado. Sentimientosin sensiblería,razón sindogmatismo,cordialidadsin empalago,rapidezsin nerviosi-dad,alegríasin barullo. —Siempreandamoslos mexicanossoñandocon estas fórmulas de la rotundezespiritual, delequilibrio en círculo. ¡Cuánpocoslas logran! Yo acostum-brabadecirle en bromaqueel secretode su aplomo estabaen susbien cóntadoscienkilos. Peroestehombregordonoerapor esomuy pacíficocomoel venterode Cervantes:algoteníade la abejazumbona,algo de la ardilla y, en susratosde jugueteo,hastadela bailarinarusa.

Modestomuchachocrecidoen las imprentasprovincianas,vino aMéxico cuandoel poetaEnriqueGonzálezMartínezsehizo cargodela Subsecretaríade InstrucciónPública;fue al-gún tiemposecretariodela EscuelaPreparatoria,y desdeallítomó susprimeroscontactosconlas letrasde lacapital. Hizosu apariciónen ellas con unaantologíade poetasnuevosdeMéxico no superadaaún, insuperableacasoen el sentidoenque una antologíapuedeserlo:* ejemplode método, de ex-posición, de documentación,de claridad y de tino, Estradaestabadisponiendola escena,arreglandoel ambiente,antesde lanzarsus personajes.

Entretanto,la pluma activa daba de sí colaboracionesdispersas:tal sabrosatraducciónde Renard,o trabajosdediversaíndole en quesaciabasu apetitode hombredel Re-nacimiento;estudiossobrelos criaderosde perlasen la BajaCalifornia o sobrelos ejemplaresmexicanosen los museos

* Escrito en 1937.

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de Europa,las municipalidadesen la América Española,lasordenanzasde los gremiosen la NuevaEspaña;mil noticiasde bibliografía literaria; y, en medio de todo ello, un cons-tante anhelopor coordinarel trabajo de todos, y poner deacuerdolas preguntasde uno con las respuestasdel otro.Su Visionario de la Nueva España viene a ser como unGaspar de la nochemexicano,y no creo queantesde él sehayalogradoponer a contribución, con mejor efecto, todoslos temasy motivos de nuestraimagineríacolonial, de nues-trasunutosay parsimoniosa“Edad Media”, llenade virreyes,frailes y doctores,asuntostransportadospor él aun ambien-te, si vale decirlo, de disciplinadafantasía,de ensueñoconbridas.

Funcionarioen la Secretaríade Industria,habíacontri-buido eficazmentea la reorganizaciónde aqueldepartamen-to, y comisionadoparacierta feria de Milán, habíahechosuprimerviaje aEuropa(1920). Pocodespués,pasóa prestarsusserviciosa la Secretaríade RelacionesExteriores,dondefue ocupandocargoscadavez másimportantes,y por muchotiempodesempeñóel de SubsecretarioEncargadodel Despa-cho,en tanto que llegabaasertitular de la cartera.

Madurael estiloy madurael alma; y he aquí,en el PeroGalín, unode los libros másmexicanosquesehayan escrito.El hombrede Sinaloa,que llegó justamentea México allápor los finesdelAteneoy por los comienzosde la Revolución,trae a nuestraliteratura la riquezaentrañablede la provin-cia, el sabordel condimentonacional,quesiemprelas capi-talespierdeny diluyenun poco. Y, lo quees mejor, estaobratieneal mismotiempounacalidadhumanageneral,un valorperceptibley traducibleen cualquieratierra. PorqueGenaroEstradaerahombrede letrasconsumado,atentoalos últimoslibros y a las últimas ideas que llegabande todaspartes;yasí podráun día sorprenderen México a Paul Morand,pre-guntándolesobrenovedadesde Franciaque aún no habíanllegadoaconocimientode suhuésped.

El Pero Galín es un libro queparticipade la novela ydel ensayo,dondehan podido caber—injertos preciosos—muchospedazosde realidady agunoshombresquede verasexisten,con sunombrepropio y sus oficios reales. Por todas

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sus páginasflota un buenaromaquehalagay alientaa leer.La precisión de idea y de forma causanuna impresión dealivio.

Hay en este libro dos aspectosbien discernibles: sinos inclinamosa Pero,tendremosel mundo de los anticua-rios y colonialistas,tratadoen unaforma quenoshacesus-pirar por la “Guía del Mexicanista” que hubierapodidoescribirGenaro La descripcióndel Volador (comomástar-de la rápidaevocacióndel mercadoMartínezde la Torre enel estudioqueprecedeal Diario de un escribientede Lega-ción) es una linda página,en la mejor tradición de los cua-drosenumerativosmexicanos,tradición queparte del mer-cadode Tenochtitlánpintadopor Cortés. Ahora, quesi nosinclinamosa Lota, tendremosla visión actual, cinematográ-fica, raudasin servertiginosa,del mundoentrevistopor laventanilladel tren o desdeel autoen marcha,las estaciones,las carreteras,las fronteras,las mezclasde pueblos,Los Án-geles,Hollywood, y mañana.Unospreferiránaquelloaestoo viceversa;pero yo estoy con el autor en haber queridocasarestasdos cosastan opuestas,y casarlassin chasquidoni fragorninguno,por artedel cariñoentresusdospersona-jes, quetienemásde amistadquede otra cosa. Entre uno yotro polo (“c6té de chezPero” y “cóté de chezLota”), correntodoslos maticesintermediosdel iris, y nuestroambienteque-da así definido por sus dos crisis terminales,y por aquellaondulacióndialécticaqueva de la unaa la otra. De las ma-nos de Pero Galín a las de Lota Veramanay fluye el “tem-po” mexicanoenceleridadapreciable;y lo queeraantiguallaeruditaen casade Pero Galín, llega aserasuntodecorativoultramodernoentrelas raquetasde tenis de su joven amiga.Estelibro sin pasión,desarrolladoen unaseriede cuadrosy escenasencantadorashastallegar a la sencillezcampesinadel aguaclara,ofreceentresuspocaspáginastal trabazóndemotivos mexicanos,quese sienteuno tentadode publicarlocon notasexplicativasal pie y pequeñasdisertacionesen elapéndice,no porque requieraexégesis,sino por las muchassugestionesqueprovoca. Además,al andar del tiempo, lavidapersonaldelautorhabíade encontrarciertoscaucesqueparecíanya previstosen su novela, lo que comunica,tanto

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asuvida como asunovela,unanuevasazón,al menosparasus amigosmáscercanos.

CuandoGenaroEstradallega a ser jefe de la Cancille-ría Mexicana,daanuestrapolítica internacionalunafiguraarmoniosa,juntandomiembros desarticuladosy definiendoorientaciones.Su labor se caracterizaporunaatenciónigualparatodoslos problemasaun tiempo, y poruna inspiraciónpatrióticacuyaprofundidadno puedeapreciarsetodavía,yquecuandose conozcaen todo su alcanceha de conmovera los hombresde mi país. Quedabautizadaconsu nombrela queélquisollamar “Doctrina Mexicana”,sobrela acepta-ciónautomáticade todogobiernoqueun puebloamigoquieradarse,en oposicióna la teoría clásica,la cual parecesubor-dinar en esterespectola soberaníade los pueblosal “vistobueno” de las nacionesextranjeras.Su manerade conciliarla realidadcon el ideal, durantetodasu gestión,alcanzóavecesunanitidezmentaly una delicadezamoral que no sonfrecuentes.

Salió de la Cancilleríapara serEmbajadoren España,donde,al mismotiempo queatendíaa los negocioshabitua-les, publicó unaseriede cuadernosrelativosacuestionesdeinteréscomúnentreambospaíses,y echóuna redadapor losarchivosy museos,levantandoinventariosde piezasmexica-nas y construyendoverdaderasmonografías,como las quededicóaLastablasde la Conquistade México (de que tam-bién hay algunasen el MuseoEtnográficode BuenosAiresy aun sé yo de otras que andanpor paísesescandinavos).Lasfiguras mexicanasde cera en el MuseoArqueológicodeMadrid, y comoel Genioy figura de Picassoo El arte mexi-canoen Españaqueha publicadomás tarde. A la colecciónde cuadernosde suEmbajadapertenecentambiénlos Manus-critos sobreMéxico en la BibliotecaNacional de Madrid, Eltesorode Monte Albán, El comercioentreMéxico y España,El petróleoen México y España,El petróleo en México, Elgarbanzomexicanoen España,obras suyasen parte, y enpartede autoridadesen cadamateriaespecial.

Devueltoen estosúltimos añosa la vida privada del es-critor, habíacreadounainteresantebiblioteca de obrasiné-ditas, enlacual nuevosinvestigadoreshancomenzadoaabrir

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regionesvírgenesde nuestrahistoria social. De sus manossalíanunoshilos invisibles a todoslos puntosdel horizonte:sonmuchoslos escritoresde variospaísesque se relaciona-bancon México a travésde él. Era, en nuestraAmérica,unverdaderocolonizadorcultural.

Además de las obrascitadasal paso,deja unacolecciónde estudiosdiplomáticos,entre los prólogosa los volúme-nesdel Archivo Histórico que,bajo sus cuidados,se impri-mían en la Secretaríade RelacionesExteriores,y son suyosdostomosde la seriede MonografíasBibliográficas queélhizo tambiénpublicar a su pasopor aquel Ministerio: unosobreNervo, otro de varia información,en quecampeansucuriosidady su conocimientode libros mexicanos,así comosu dominio en el oficio de maestroimpresor,queél conocíamuy de cerca. Deja una valiosaobra dispersaen prólogosde libros eruditosehistóricos:las Cartasde Icazbalceta,reco-gidas por Teixidor; el Diario del viaje de Ajofrín; los estu-dios de ZavalasobreTomásMoro en la NuevaEspaña,etc.Dejaotrasobrasdehistoriade arte:Algunospapelespara lahistoria de las BellasArtes en México;ciertos trabajossobreGoya que teníaen preparación,y de que envió la primiciaa BuenosAires (artículo recientementepublicadoen La Na-ción). Dejaunaobrapoéticaen queno haypáginaperdida,yque alcanzó algunasnotas de extremadapureza: Escalera(Tocatay fuga),Crucero,Pasoa nivel, Senderiiosa ras. Desuertequesu reinoabarcala historia, la económica,la críti-ca, la bibliografía, el libre ensayo,la novelística,la poética.

Ha muerto a los cincuentaaños,en plenalabor. Debe asu propio valer, sin compromisosextrañosa la excelenciamismade sutrabajo,la ascensióngradualquelo llevó hastalos másaltos cargos. Ni lo abatíala adversidad,granmaes-tra, ni lo engañabala veleidosafortuna. El procesode unalargaenfermedadveníade años atrásminandosu salud,yél parecíasiemprerehacersepor un desperezodel espíritu.La última cartaquede él nosha llegadonos dice queel que-branto de suorganismoera yatan grande,queno le permitíaleer ni escribir directamente;que seguíacon vivo interéslos resultadosdel Congresode Historia de América,de Bue-nos Aires; que tenía preparadosocho volúmenespara su

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bibliotecahistóricaen curso; quequeríaartículosargentinosparaunarevista mexicana. Y esperóla muertetrabajando;y sigue todavía trabajandopara su México, para su Amé-rica, en el recuerdode sus amigos,que son tantos en todaspartes,y en la perennidadde su obra: su obra de hombrebueno,de excelenteescritory de ciudadanointachable.*

BuenosAires,septiembrede 1937.

* La Nación, Sup!. dominical, Buenos Aires, 3-X-1937.

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II. PASADO INMEDIATO

EL PROBLEMA. La historiaque acabade pasares siemprelamenosapreciada.Las nuevasgeneracionesse desenvuelvenen pugna contra ella y tienden, por economíamental, acompendiarlaen un solo emblemapara de una vez liqui-darla. ¡El pasadoinmediato! ¿Hay nadamás impopular?Es, en cierto modo,el enemigo. La diferenciaespecíficaessiempreadversariaacérrima del género próximo. Procedede él, luego lo queanhelaes arrancársele Ciertadosisdeingratitud es la ley de todo progreso,de todo proceso.Cier-to error o convenciónóptica es inevitable en la perspectiva.La perspectivaes una interpretaciónfinalista. Se da porsupuestoque el primer planoes el término ideal a queve-níanaspirando,del horizonte acá, todos los planossucesi-vos. Las líneas,se supone,caminantodashacia un fin. Elfin somosnosotros,nuestroprivativo punto de vista. “Pers-pectiva” le ha llamado un joven escritor a su reseñade lasletras de México. Sumandovarias perspectivas,variossis-temasde referencia;reduciendounos a otros; teniendoencuentala relatividad de todos ellos, y su interdependenciapara un ojo omnipresenteque acertaraa mirar el cuadrodesdetodoslos ángulosala vez, nos acercaremosal milagrode la comprensión.

El pasadoinmediato, tiempo el más modesto del ver-bo. Los exagerados—los años los desengañarán—le lla-man aveces“el pasadoabsoluto”. Tampocohay para quéexaltarlocomo un “pretérito perfecto”. Ojalá, entretodos,logremospresentarloalgún día comoun “pasadodefinido”.

La etapa.El añode 1910, en que se realizael PrimerCongresoNacionalde Estudiantes,nos apareceposeídoporun sentimientosingular. Los símbolosde la cronologíaquie-ren cobrarvida objetiva. La vagasensaciónde la etapaseinsinuaen los corazonesy en las mentesparavolverse rea-lidad. El país,al cumplir un siglo de autonomía,se esfuer-

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za por llegar a algunasconclusiones,por provocarun saldoy pasar,si es posible, a un nuevo capítulode su historia.Por todaspartesse sientela germinaciónde esteafán. Cadadiferentegruposocial—y así los estudiantesdesdesusban-cos del aula— lo expresaen sulenguajepropio y reclamaparticipación en el fenómeno. Se trata de dar un sentidoal tiempo, un valor al signo de la centuria;de probarnosanosotrosmismos que algo nuevo tiene que acontecer,quese ha completadounamayoríade edad En otros tiempos,seechabaa temblarla ignoranciaa la apariciónde un corneta

- (zaquelcornetafatídico queya tomó parte,a modo de pre-sagio,o a modo de influencia telúrica, en la conquista deMéxico!). Ahora se derramapor nuestrasociedaduna ex-traña palpitaciónde presentimiento.Se celebra el PrimerCentenario,y cundenlos primeroslatidos de la Revolución.

El antiguo régimen —o como alguna vez le oí llamarcon pintorescapalabra,el Porfiriato— venía dandosínto-mas de caducidady habíadurado más allá de lo que lanaturaleza parecía consentir. El dictador había entradofrancamenteen esasendade soledadquees la vejez. Entreél y su pueblose ahondabaun abismocronológico. La vozde la calle no llegabaya hastasus oídos,tras el telón es-pesode prosperidadquetejíaparasí unaclaseprivilegiada.El problema de una ineludible sucesiónera ya angustio-so. El caudillo de la paz, de la largapaz, habíaintentadosolucionesofreciendocandidatosal pueblo. Pero no se esdictador en vano. La dictadura,como el tósigo, es recursodesesperadoque,de perpetuarse,lo mismo envenenaal quela ejerceque a los que la padecen.El dictador teníacelosde suspropias criaturasy las devorabacomo Saturno,con-forme las iba proponiendoa la aceptacióndel sentir públi-co. Y entoncesacudíaa figuras sin relieve, queno mere-cieron el acatamientode la nación. Y el pueblo, en eldespertarde un sueñoprolongado,quería ya escogerporsí mismo,queríaejercitar sus propiasmanosy sabersedue-ño de susmúsculos.

Pax. Estos gobiernos de longevidad tan característicosdel siglo —Victoria, FranciscoJosé,Nicolás— no sé quévirtud dormitiva traían consigo. Bajo el signo de Porfirio

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Díaz, en aquellosúltimos tiempos,la historia se detiene,eladvenirhaceun alto. Ya en el paísno sucedíanadao nadaparecíasuceder,sobreel plano de deslizamientode aquellarutina solemne. Los Científicos, dueñosde la Escuela,ha-bían derivado hacia la filosofía de Spencer,como otrospositivistas, en otras tierras, derivaron hacia John StuartMill. A pesarde ser spencerianos,nuestrosdirectorespo-sitivistas tenían miedo de la evolución, de la transforma-ción. La historia, es decir, la sucesiónde los hechostras-cendentespara la vida de los pueblos, parecíauna cosaremota, algo ya acabadopara siempre;la historia parecíaunapartede la prehistoria. México era un paísmaduro,nopasible de cambio, en equilibrio final, en estadode civili-zación. México era la paz, entendidacomo especiede lainmovilidad, la Pax Augusta. Al frente de México, casicorno delegadodivino, Porfirio Díaz, “Don Porfirio”, dequien colgabanlas cadenasque la fábula atribuíaal padrede los dioses. Don Porfirio, que era, para la generaciónadultade entonces,unanorma del pensamientosólo compa-rable a las nociones del tiempo y del espacio,algo comouna categoríakantiana. Atlas que sosteníala República,hastasus antiguosadversariosperdonabanen él al enemigohumano,por lo útil queera, parala paz de todos,su trans-figuración mitológica.

¡Ah, pero la historia, la irreversibilidad de las cosassiempreen marcha,consu gruñidode Nilo en crecientequeno sufremárgenesni orillas! Trabajocostó a los muchachosde entoncesel admitir otra vez —cuandola vida nacionaldio un salto de resorteoprimido— que la telahistórica estátramadacon los hilos de cadadía; que los héroesnaciona-les —sólo entrevistosen las estampasalegóricas,a caballoy saltandopor entrela orla simbólicade laureles—,podíanser nadamenosque este o aquelhumilde vecino conocidode todos,el Panchitode quien nadie hacíacaso;o el ran-chero ignorantey pletóricode razónaunqueayunode razo-nesque,como el PeroMudo del Poemadel Cid, se enredabacuandoqueríahablary sólo sabíaexplicarsecon la espada;y hastael salteadora lo RoqueGuinart,el bandidogenerosoa quien una injusticia echó fuera del orden jurídico, y un

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hondo sentimientoha enderezadopor caminosparalelosalos querecorríaDon Quijote.

¿La paz?Tambiénenvejecíala paz. Los caballerosdela pazya no las teníantodasconsigo. Bulnes, un contempo-ráneode la crisis,exclamaun día: “La paz reinaen las ca-lles y en las plazas,pero no en las conciencias.”Una cuar-teadurainvisible, un leve rendijo por donde se coló derepenteel aire de afuera,y aquellacapitosacámara,inca-paz de la oxigenación,estalló como bomba.

La inteligencia y la historia. Este sacudimiento,estedesperezo,viene naturalmenteenvuelto en una atmósferade motivos espirituales.Los hechosbélicos,políticos y eco-nómicoshan sido narradosya con varia fortuna, y esperanla criba de la posteridad. Importa recogertambiénlos he-chos de cultura que,si no fueron determinantes,fueronporlo menosconcomitantes.Porquees cierto que la RevoluciónMexicanabrotó de un impulsomuchomásque de una idea.No fue planeada.No es la aplicaciónde un cuadrode prin-cipios, sino un crecimientonatural. Los programaspreviosquedanahogadosen sutorrentey nuncapudierongobernar-la. Se fue esclareciendosola conforme andaba;y conformeandaba,iba descubriendosus razones cada vez más pro-fundasy extensasy definiendosusmetascadavez máspreci-sas. No fue preparadapor enciclopedistaso filósofos, máso menos conscientesde las consecuenciasde su doctrina,como la RevoluciónFrancesa. No fue organizadapor losdialécticosde la guerra social,comola RevoluciónRusa,entorno a las mesasde “La Rotonde”, esecafé de Parísqueera encrucijadade las naciones. Ni siquierahabíasido es-bozadacon la lucidez de nuestraReformaliberal, ni, comoaquélla,traía su código defendidopor una cohortede plu-masy de espadas.No: imperabaen ella la circunstanciayno se columbrabanlos fines últimos. Su gran empeñoin-mediato, derrocar a Porfirio Díaz, que parecíaa los co-mienzostodo su propósito,sólo fue su breveprefacio. Aunlas escaramuzasdel Norte tuvieron más bien el valor dehechosdemostrativos.Después,sus luchas de caudillos laenturbian,y la humaredade las disidenciaspersonalestieneque disiparseun poco paraquesu trayectoriapuedareanu-

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darse.Nació casiciegacomolos niñosy, comolos niños,des-puésfue despegandolos párpados.La inteligencia la acom-paña,no la produce;a vecestan sólo la padece,mientrasllega el día en que la ilumine. Peropresentarsólo algunosde susaspectosparcialeses mutilar la realidad. Consisteladignidadde la historiaen llegar al paralelismode las ideascon los hechos, rigiendo aquí para los pueblos la mismasentenciade oro que a los individuos propone la Epístolamoral: “Iguala con la vida el pensamiento.”Cuandola Re-volución va a nacer ¿quésucedeen la inteligencia, en laeducacióny en la cultura, en las masasuniversitarias,enel mundode nuestrasletras?Paratrazaralgún día estecua-dro convienerecogerdesdeahora algunosdocumentos.ElCongresoNacional de Estudiantesfue una de tantasprue-basdel tiempo, sin dudade las más elocuentes,por cuantorevela que la inquietud invadía ya hastalos gérmenesdenuestrosercultural. Su crónica particular quedaconfiadaaquienesparticiparonmásíntimamenteen sus trabajos.

Entre la vida universitariay la vida libre de las letrashubo entoncesuna trabazónque indica ya, por parte de lallamadaGeneracióndel Centenario,unapreocupaciónedu-cativay social. Estesolo rasgo la distinguede la literaturaanterior,la brillante generacióndel Modernismo,que—ésasí— soñótodavíaen la torrede marfil. Esterasgo,al mismotiempo, la relacionacon los anhelosde los estudiantesque,en 1910, resolvieron examinarpor su cuenta aquellosex-tremosque les parecíande urgenteconsideración.

Comencemospor decir algo sobreel ambienteestudian-til. Si no definirse,queseríaintrincado,y ni siquierades-cribirse,queseríafatigoso,aquelambientepuederecordarsecon dos ejemplosescogidos.Uno, la EscuelaNacional Pre-paratoria,que tenía máso menossu parangónpor los Es-tados,sirve de comúndenominadoren la basede todaslascarrerasliberalesy es la únicaqueabarcala doctrina edu-cacionalde la época;otro, la EscuelaNacionalde Jurispru-dencia,es la puntaagudaque se orientabapreferentementea la vida pública. De la primera hay que tratar in-exten-so; de la segundasólo hayquemostraruna saliente,acasouna salienteviciosa.

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Grandezay decadenciade la EscuelaPreparatoria. LaEscuelaNacionalPreparatoriatiene sugrandezay su deca-dencia. Al comenzarla segundamitad del siglo xix, tiernatodavíala República,resentidade sunerviosainfancia,hanmaduradoya los dos grandes partidos: el liberal, que seinclina hacia una nueva concepción del Estado,en quese mezclanla filosofía de los Derechosdel Hombre con elpresidencialismoy el federalismoamericanos,y el conser-vador,aquienel apegoalas normashereditariasy el anhelode conservarel cuadroya creadode interesesarrastrahastael despeñaderode unaaberraciónantinacional. Adelantalainvasión francesasus manosrojas, y llega con sus manoslavadasaquelherederosobrantede las Casas de Europa.Bajo la marejadaimperial, la Repúblicaquedareducida alas proporcionesde la carrozaen queemigrabaBenito Juá-rez. Pero, revertida la onda, triunfa para siemprela Re-pública. El país había quedadoen ruinas, era menesterrehacerlotodo. Las medidaspolíticas ofrecían alivios in-mediatos. Sólo la cultura, sólo la Escuela,puedenvincularalivios a largaduración. Benito Juárezprocurala reorga-nizaciónde la enseñanzapública, con criterio laico y libe-ral, y confía la ardua tarea al filósofo mexicano GabinoBarreda.

Discípulo de Augusto Comte, imbuido de positivismofrancés, fuerte en su concepciónmatemáticadel universo—de un universosaneadode toda niebla metafísica y detodapreocupaciónsobreel másallá—, congruentey limita-do, contentocon los datos de los sentidos,seguro—comotodoslos de su sistema—de habermatadoal dragónde lasinquietudesespirituales,acorazadoy contundente,Barreda,el maestrode la enseñanzalaica, congregóa los hombresdeciencia y creó, como prototipo de su vivero para ciudada-nos, la EscuelaNacional Preparatoria,alma inater de tan-tas generaciones,que dio una fisonomía nueva al país;puestadespuésde la enseñanzaprimaria y antesde la pro-fesionalo especial,semejanteen parteal bachilleratofran-cés,y con un programaenciclopédicoquerecorría,peldañoapeldaño,la escalacomtiana,desdela matemáticaabstrac-ta y pura hastalas complejaslucubracionessociales.

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A través de incontablesvicisitudes,la Escuela Prepa-ratoria seha venido manteniendohastanuestrosdías, acep-tandoa regañadienteslos vaivenesdel tiempo, y al fin so-metida a una verdaderalocura de transformacionesquealgún día se equilibraránparabiende todos. No tenía pordestinoel conducira la carreray a los títulos, aunquefuerapuente indispensablepara los estudios de abogados,inge-nierosy médicos;sino el prepararciudadanos—de ahí sunombre;genteaptaparaservir a la sociedaden los órdenesno profesionales.Sustituíaa las humanidadeseclesiásticas;llegabaa punto para incorporaren la educaciónlas con-quistasdel liberalismopolítico. La Revoluciónno ha logra-do todavía hacerotro tanto en la medida en que lo logróGabinoBarredaparala revolución de su tiempo.Alma matersiemprey apesarde todo loada,por sudisciplinadespojaday sobria y por sus firmes enseñamientos,parecíaconvertirasíel lemade la antiguaAcademia:“No salgade aquíquienantesno sepageometría.”

Lo que Barredaquería—explica Justo Sierra-—

eraabrir en el interior de cada uno un puertoseguro,elpuer-to de lo comprobado,de la verdadpositiva, paraque sirvierade refugio y fondeaderoa ios que no quisieranafrQntar lastormentasintelectuales,bastantemás angustiosasque las delOcéano,o a los quevolvierandesarboladosy maltrechosdelastrágicasaventurasdela ciencia,peroconel incoercibleempeñode tentar nuevasempresas,nuevosviajes de Colón en pos deconstelacionesnuevas.

La ciencia organizadametódicamente—nos decía tam-biénJustoSierra—“ha puestola razóny elbuensentidoenel fondo de nuestroserhispanolatino,meduladode imagina-ción febril y de sentimentalismoextremo”. Tierra firmetras el terremotogeneral, reductoinvulnerableen el tras-torno de la concienciapública, cuartelde verdady coheren-cia entre los camposde matanzade todas las pedagogíasmanidas:que se diga si algunavez se ha creadootra insti-tución mássabiay másadecuadaparalas necesidadesaquerespondía.

El alumno de la Preparatoria,al colgar la togapretex-ta, desembocabaen la vida adultacapazde escogersu voca-

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ción, dentro o fuera de las carrerasprofesionales;educadoya en el compendioy dueño de un microcosmo que, enpequeño,reflejabael mundo; aptoparaanotardía por día,en sucuadrante,la hora quemarcarala ciencia,y paraes-cogerpor sí mismo aquellacolección de los libros que, aldecir de Carlyle, son la verdaderauniversidadde nuestrosdías. Paraél los distintos rumbosdel conocimiento—gravepeligro de la sociedad contemporánea—no errarían yasueltosdel nexoque es la profesióngeneralde hombre;noseríanya las cienciasy las artescomolas hermanasenemi-gasdel ReyLear, sino comolas milicias de Datis el medo,queavanzabandándosela mano. Y el alumnode la Prepa-ratoriaentrabaen las bregasdel conocimientoy de la acciónprovisto del instrumentalmínimo e indispensable,con la do-tacióncompletade la mochila.

Pero todas las institucionesresbalanpor su más fácildeclive. La herenciade Barredase fue secandoen los me-canismosdel método. Hicieron de la matemáticala Sumadel saberhumano. Al lenguajede los algoritmos sacrifica-ron poco apocola historia naturaly cuantoRickert llamaríala ciencia cultural, y en fin las verdaderashumanidades.No haynadamáspobre que la historia natural, la historiahumanao la literaturaque se estudiabanen aquellaEscue-la por los días del Centenario. No alcanzamosya la viejaguardia, los maestroseminentesde que todavía disfrutó lageneracióninmediata, o sólo los alcanzamosen sus postri.merías seniles, fatigados y algo automáticos. El curiosoSánchez,mucho másquea la verdaderaZoología, se dabaa juntar anécdotassobreel folklore indígenarelativo a lafaunamexicana,anécdotasque,aunquedivertidasen sí mis-mas—y es lástimaque se hayanperdido—no pasabandeser una prolongacióndel Romande Renart o las fábulasdel coyote. Se oxidabael instrumentalcientífico. A nuestroanteojoecuatorialle faltabannadamenosqueel mecanismode relojeríay las lentes,de suertequevalía lo quevale untubode hojalata;y no valía másla Cosmografía—tremendonombre— que por entoncesnos enseñaban,bien caricatu-rizada en aquellatravesuraescolarqueenvuelve a los dosprofesoresde la asignatura:

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Quirogaledijo al “Chante”quesi eraquesola luna,y el “Chante”le respondió:—Sí es queso,perode tuna.¿Nohaquedadodudaalguna?¿Entendimos?¡Adelante!

Aunque los laboratoriosno seguíandesarrollándoseengrado suficiente,mejor libradassalían la Física y la Quí-mica—éstabajola buenadoctrina de Almaraz—;pero ten-dían ya a convertirseen ciencias de encerado,sin la cons-tante corroboraciónexperimentalque las mentes jóvenesnecesitan,fuera de lo que nos mostraba en su casaLuisLeón, amableaficionado,o de los ensayosde salesen queaprendíamosnuestropoco de reactivo y soplete. PorfirioParra,discípulodirecto de Barreda,memoriarespetableenmuchos sentidos,ya no era más que un repetidor de sutratado de Lógica, donde por desgraciase demuestraque,con excepciónde los positivistas,todos los filósofos llevanen la frenteel estigmaoscurodel sofisma;y por nadaqueríaenterarsede las novedades,ni dejarseconvencer siquierapor la hamiltoniana“cuantificación del predicado”, atisbode la futura Logística. El incomparableJustoSierra, elmejor y mayor de todos,se habíaretiradoya de la cátedraparaconsagrarsea la dirección de la enseñanza.Lo acom-pañabaen esta labor don EzequielA. Chávez,a quien poraquellos díasno tuve la suertede encontraren el aula dePsicología,que antesy despuésha honrado con su cienciay su consagraciónejemplar. Miguel Schultz, geógrafoge-neroso,comenzabaa pagartributo a los años,aunqueaúnconservabasuamenidad.Ya la tierra reclamabalos huesosde RafaelÁngel de la Peña—paladíndel relativo “que”—sobrecuya tumbapronto recitaríaManuel JoséOthón aque-llos tercetosardientesque son nuestrosFuneralesdel Gra-mático. El Latín y el Griego, por exigenciasdel programa,desaparecíanentre un cubileteo de raíceselementales,enlas cátedrasde Díaz de León y de aquelcordialísimoFran-ciscoRivas—de suverdaderonombre,ManuelPuigcerver—especiede rabino florido cuyasalaera, porqueasí lo desea-baél mismo,el recinto de todoslos juegosy alegresruidosde la muchachada.Cuandoel severo Director JoséTerrés

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lo llamó al ordenpor su excesode lenidad,bastóunabrevey algo melancólicaindicación de Rivas para que se oyera,en la clase,el vuelo de la mosca. Y el maestroRivas, quellenabael pizarrónconsusalfas y sus omegasen medio delmayor silencio,se volvió de prontocon las lágrimasen losojos: “iÉstos no son mis muchachos!—exclamó— ¡Siganalborotandocomo siempre, aunquea mí me echen de laEscuela!” En su encantadoradecadencia,el viejo y amadomaestroSánchezMármol —prosistaque pasa la antorchade Ignacio Ramírez a Justo Sierra— era la comprensióny la toleranciamismas,pero no creíaya en la enseñanzayhabíaalcanzadoaquellacima de la última sabiduríacuyossecretos,como los de la mística, son incomunicables. LaLiteratura iba en descenso,porquela Retóricay la Poética,entendidasa la maneratradicional,no soportabanya el airede la vida, y porqueno se concebíaaún el aprendizajehis-tórico —otros hastadicen “científico”— de las Literaturas,lo quevino aser precisamenteunade las campañasde losjóvenes del Centenario. Un día inventaron,para sustituirlos cursos de Literatura,no sé quécastade animal quimé-rico llamado “Lecturascomentadasde produccioneslitera-rias selectas”; y puedo asegurarosque los encargadosdesemejantestareas,por ilustres que fueran en su obra per-sonal de escritores,no tenían la menor noticia de lo quepudiera ser un texto comentado:unas vecesse entregabanavaguedadessentimentales,y otras iban frescamenteaaca-bar en claseel libro que,parasu deleitepropio, habíanco-menzadoa leer en su casa.La excepciónde Manuel Revilla(perdonémosleque casi me expulsade la claseporque meatreví acitar a Schopenhauer),quien profesóen serio estoscursos elementales,deslizandoen ellos un adarmede pre-ceptiva, fue demasiadorauda paradejarverdaderahuella.Quien quisiera alcanzar algo de Humanidadestenía queconquistarlasa solas,sin ninguna ayudaefectiva de la Es-cuela.

En tanto,por los insospechadosrinconesdel antiguo Co-legio de SanIldefonso, sorprendíamosavecesla figura fan-tasmaldel gran matemático“Chicho” Prado,alejadode laslaboresdocentesy quevivía allí por caridaddel Gobierno;

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hombreenloquecidode logaritmos,aquien, del muchovelary poco dormir, las diferencialesy las integralesle habíansecadoel cerebro,llevándolehastaunamansaenajenación;algo fugitivo y asustadizo,con supocode agorafobia;pobreratoncillo pitagóricoqueandabaroyendopor los sótanossusfunciones,sus cosenosy sus raíces. No podíamosmenosdepreguntarnossi el continuotrato con tales abstraccionesse-ría realmentelo máspráctico parala preparacióndel ciu-dadano.

Y, sin embargo,no era todavíael derrumbe de la Es-cuela Preparatoria.Los ponderososy vetustosmuros pare-cían todavía rezumar la antigua grandeza. El derumbevino después;sobrevinosingularmentecon la exóticaimpor-tación de esoque se llamaHigh School, ¡tan por debajodelo nuestro!

Los antiguospositivistas,ahora reunidosen colegio po-lítico bajo el nombrede “Los Científicos”, eran dueñosdela enseñanzasuperior. Lo extrañoes que estosconsejerosde Banco,estosabogadosde Empresas,no hayan discurridosiquierael organizaruna facultad de estudioseconómicos,unaescuelade finanzas.¿Quépudo faltarlesparaello? Niel poder, ni el conocimiento,ni los talentos,ni el interéspara estasmateriasa las queconsagraronsu vida. Acaso,siguiendoel error de régimen paternal,pensaronque loseducandoseran demasiadojóvenes para cosastan graves,propiasde varonessesudos.Acaso,sin saberloellosmismos,los inspirabaun sentimientode casta, como el que llevó aescondersus secretosa los sacerdotesegipcios. Porquenohubieranbastadoa suplir estasdeficienciasni las leccionesinteligentesy rápidasde Martínez Sobra!, ni las contadasleccionesdel competentísimoJoaquínCasasús,personalidademinentede múltiples y elegantesactividades. Lo extrañoes que aquellos creadoresde grandesnegociosnacionales(como en Europa lo eran los sansimonianosPereira,o elBarón de Mauá en el Brasil) no se hayan esforzadoporllenar materialmenteel país de escuelasindustrialesy téc-nicasparael pueblo,ni tampocode centrosabundantesdon-de difundir la modernaagricultura. Nuestropuebloestabacondenadoa trabajarempíricamentey con los más atrasa-

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dos procedimientos;a ser siemprediscípulo, empleadoosiervodel maestro,del patróno del capatazextranjeros,quevenían de afuera a ordenarle,sin enseñarle,lo que habíaquehaceren el país. No olvidamos,no, la antigua Escuelade Artesy Oficiosy la antiguaEscuelade Agricultura.Pero¿puedenaquellosintentosaisladoscompararsecon lo que sehahechodespuésy conlo quepudohacersedesdeentonces?En suma,que no se cargabael acentodonde,segúnla mismaprofesión de fe de los Científicos, debió habersecargado.Se prescindíade las Humanidades,y aúnno se llegabaa laenseñanzatécnicaparael pueblo: ni estábamosen el Olim-po,ni estábamosen la tierra,sino colgadosen la cesta,comoel Sócratesde Aristófanes.

Ayuna de Humanidades,la juventudperdíael sabordelas tradiciones,y sin quererlose iba descastandoinsensible-mente. La imitación europeaparecíamás eleganteque lainvestigaciónde las realidadesmáscercanas.Sólo algunosconservadores,desterradosde la enseñanzaoficial, se co-municabancelosamente,de padresahijos, la reseñasecretade la cultura mexicana;y así,paradójicamente,estosvásta-gosde imperialistasqueescondíanentresus reliquiasfami-liaresalgunalibrea de la efímeray suspiradaCorte, hacíande pronto figura de depositariosy guardianesde los tesorospatrios.

Un síntoma,sólo en aparienciapequeño,de aquellades-composición de la cultura: se puso de moda, precisamenteentre la clase mediaparaquien aquel sistemaescolar fueconcebido,el considerarquehabíaun cismaentrelo teóricoy lo práctico. La teoríaera la mentira,la falsedad,y perte-necíaa la era metafísica,si es queno a la teológica. Laprácticaera la realidad, la verdaderaverdad. Expresión,todo ello, de una reaccióncontra la cultura, de un amor ala másbaja ignorancia,aquella que se ignora a sí mismay en sí misma se acariciay complace. Cuandola sociedadpierdesuconfianzaen la cultura, retrocedehacia la barba-rie con la velocidadde la luz. ¿Dóndequedabaentonceselestupendopreceptocomtiano?En vanolos vitralesde la Es-cuelaPreparatoriadejabanver al trasluzcon grandesletras:“Saber paraprever, preverparaobrar.”

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Antes de seguir adelante,un franco tributo a la memo-ria del gran Ministro de InstrucciónPública, JustoSierra.Nada de lo dicho va contra estemagno organizadorde laeducaciónprimaria.Dondequieraqueintervino,hizo el bien.Ni podíaestaren todaspartes;ni era posiblequea los cen-tros universitariosllegaraotra cosaquesu correctagestiónadministrativa;ni menoshabría queexigirle el detenerporsí solo los efectosde complejísimosacarreossociales.Sabíaquela Preparatoriareclutabaa la clasemedia,pero no po-día absorberal pueblo; y por eso,parair al pueblo, quisocompletarlapor abajoen las escuelasprimarias,dondesem-bró el bien amanosllenas. De suerteque dio un pasomássobre Barreda:el que le tocabadar en su tiempo. Final-mente,tambiéncompletaríala obra por arriba, en la inves-tigación superior,poniendocomo corona a su nueva Uni-versidad—con plenaconcienciade queya la Preparatoriay las Profesionaleseraninsuficientes—aquellaEscuela deAltos Estudiosllamadaprecisamenteaserbaluartede nues-trascampañasjuveniles: la Escuelacontrala cual se agita-ron —como es natural— la ignorancia de legisladoresimprovisadosy el sectarismode los menosquepositivistas;la Escuelaque abrió al fin las puertasa las Letras y a laFilosofía, de la que procedela actual Facultad,cuyo solonombrehubiera sido incomprensibleen aquella edadven-turosa. Por si supluma no bastaraparasu gloria, es JustoSierra, en la administraciónporfiriana, la inteligencia másnoble y la voluntadmáspura. A la distanciade las jerar-quíasy los años,sesintió amigode los jóvenes,nosvio nacera la vida espiritual,nossaludócon públicasmanifestacionesde confianzay de simpatía,comprendiónuestrasrebeldíasy acasolas bendijo. En el Gabinete,era el Ministro de lujode quien se hace caso hastacierto punto porque—“cavecanem”— es poeta, y a quien el omnipotenteMinistro deHaciendaescatimatodo lo quepuedeel dinero y la autori-dad. Era el mejor: es casi el santo.

La escuelade los tribunos. A la Escuela Nacional deJurisprudencia—el otro ejemploquehemosescogidocomorecuerdode la época—sólo habráquereferirserápidamen-te para señalaralgunosvicios. Susproblemasparticulares

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no sereflejansobreel ambientedel Centenario;y aunpue-de decirseque los estudiantesde 1910 aplicancontraaque-llos vicios un primer correctivo.

Aunquelos maestrosdabanaentenderqueal paísno leconveníala plétorade profesionalesy quela patriaesperabaansiosaa las puertasde la Preparatoria,los jóvenesprefe-rían las mayorespreeminenciassociales. Al final de cursos,los preparatorianos,en su mayoría, cruzabanrápidamentela calley se inscribíanparalas carreras.No pocosoptabanpor la de abogado, la másostensibleentonces,asiento depreferenciaparael espectáculode la inminente transforma-ción social, asiento que permitía fácilmente saltar al esce-nario. La opinión lo esperabatodo de los abogados. Peroya cuandoel CongresoNacional de Estudiantes—y ésteesotro de los sentidosque tuvo aquel Congreso-los alumnosde todaslas profesionesmanifestabanpor primera vez deun modoevidentequetodosse sentíanllamadosaentendersecon los deberespúblicos.

Había otras razonespara que la carrera de las Leyesatrajeraun contingentesubido: las Leyesparecíanunaapro-ximacióna las Letras,que no teníanrefugio académico.Elmuchachoque acertabaa concordarcuatroconsonantesporlos corredoresde la Preparatoria,habíadescubiertosuvoca-ción de abogado. Con ayuda de la suertey tambiénde bue-nos valedores,era fácil que,en alcanzandoel título, no tu-viera que ejercerlo realmente sino que, en méritos a su“facilidad de palabra” (fórmula de la época),Don Porfiriolo mandaraelegir diputado por cualquier región inverosí-mil. Aquel mundo,poco diferenciado,ofrecía la disyuntivade instalarseen la plenaluz o de refugiarseen la sombracompleta. Paralo primero,hacerseprofesional,o comoaquídecimos,“profesionista” Másallá de la Preparatoria¿paraquéotra cosapodíavaler el estudio?¿Quiénse ocupabadeciencia pura?Sólo algunosbeneméritosa quienesse teníapor chiflados. Creían los hombresde entoncesser prácti-cos; pretendíanque la historia y la literatura sólo sirvenpara adornarcon metáforaso reminiscenciaslos alegatosjurídicos. Afirmaban que la poesíaera unaforma atenua-da y deglutiblede la locura, útil sólo en la juventuda títu-

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lo de ejercicioy entrenamiento,silabariode segundogradoo juegoauxilar de la mentecomo los acertijos. Y las aulasde Derechose iban llenandode jóvenesque podíanrepetirlas palabrasde RubénDarío:

¡Y pensarque no soy lo queyo hubierasido!¡La pérdidadel reino queestabaparamí!

¡Feliceslos queya de suyo nacíanorientadoshacia losúnicos caminos por aquel entoncespracticables! Algunosbogabanen las carrerasautorizadascomo pescadoresenaguasajenas. Y la verdades quemal podíahabersonadoparaentoncesla hora del laboratorioo de las Musas.Antesde eso,era imprescindibleque las escobasde Hérculesaca-baransumisericordiaen los establosde Augias. Y todavíafalta decir que, aunqueentrelos verdaderospoetas(la ra-diante pléyadedel Modernismo,de que todavía lucían losútros mayores)no sucedíaasí, los estudiantesinclinados aescribir versos propendíana confundir la materia poéticacon la oratoria. Y la facultad oratoria llevabacomo de lamanoa la Facultadde Derechodonde,en tiemposanterioresal Centenario,habíahastacursosde oratoria forense.

Desdela Constituciónde 1857, el culto a la oratoriahabíasido muy vivo en México. La gran falange liberalquedabaen el recuerdode todos,y erala cortede honor dela Democracia Mexicana: Ramírez, Prieto, Lerdo, tantosotros. Uno de los últimos supervivientesde aquellaetapa,Miguel Zamacona,habíasido un grandeorador,y los estu-diantesdecomienzosdelsiglo (esdecir,todavíaimpregnadosde siglo xix), lo saludabanpor la calle con íntimo respe-to y con noble envidia. A Bulnesse le perdonabamás deun desmán histórico porqueeraun buenorador. JesúsUrue-ta, mimo y recitadorincomparablede piezasoratoriasque,muchasveces,máseranpoemasquediscursos,teníaengolo-sinado al público, y exigente en cuanto a la perfecciónmusical de cadapárrafo.

Pero quien seguramentepuso cátedrade oratoria en laEscuelade Derecho fue el maestroJacinto Pallares,sólovivo ya por el recuerdoen los días del Centenario. Juris-consulto de primera, conocedorminuciosode los percances

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de cadaley y de la historia de cadanoción jurídica en Mé-xico, algo casuista,muy familiarizado con Renan y muyteólogo hereje,paradójico,ingenioso, epigramático,rápidoen la saetay emponzoñadoen la pelea,ni siquierale falta-bael gran recursode los oradoresrománticos:la heroicaydesaliñadafealdad.

Sin duda Pallaresdejó buena simiente en algunasna-turalezassanas,al puntoquecuestatrabajohacerde justicie-ro con su memoria. Pero es de sospecharque,en su cáte-dra, a juzgar por los testimoniosquede ella quedaban,sepreocupómás de deslumbrarque de enseñar. Hacía galade su talento,aunacostadel discípulo si ello le veníabien,y suscitabaen los oyentesun entusiasmopasajero,una irri-tación estéril, que a lo mássólo les servía parasacarestaconclusión de dudosa moral: hay que ser orador, oradora todacosta y por sobretodo; es lo único que vale en latierra. La Escuelade Derecho fue entoncesla Escueladelos Tribunos. Venteandode lejos la Revolución,los juristasoratoriosque nos precedieronsoñabancon discursosen lasbarricadas.No les tocaríaesa suerte. La Revolucióndejóatrás,con celeridadde cataclismo,las audaciasde los letra.dos. Muy pronto prescindióde ellos. Empujadapor fuerzasrealesy no verbales,fue tallandoagolpessu ideología,bienlejanade lo quehabíanimaginadosusprimerosprofetas.

Aislamiento.El loable empeñode salvar a la juventudde todacontaminacióncon las turbulenciasqueprecedierona la pazporfiriana,y el propósitodecidido—unavez logra.da la higienizaciónpositivista—de no volver a las andadasen materiade educación,tuvieronun singular efecto: crea-ron una atmósferade invernaderoy hastaunararidad decampananeumática. Habíamossuperadolas revolucionesy habíamossuperadola erametafísica.El nuevo México re-volucionario ha sido consideradocon recelopor másde ungobiernohispanoamericano,temerosode algúncontagio. Conigual receloconsiderabanentoncesa los inquietospaísesdelContinentelos hombresde la Pax Augusta. Además,no sehabíadescubiertoaúnelmediode informarsesobreel verda-dero estadocultural de tales países,obra éstade las nuevasliteraturasmuchomásque de los políticos. ¿Habríansupe-

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rado aquellasRepúblicasla era teológica y la metafísica?¿No seconocíaacasoel desarrollodel positivismoen la Ar-gentinay en el Brasil, parasólo citar doscasosilustres?Lasrelacionesinternacionalesen el Sur,en quelas rápidasy efi-cacesEmbajadasde Vasconcelosy de Caso inauguraríanlaetapacontemporánea,se manteníanen aquellasituaciónem-brionariae intermitentequepermitíaenviarun representanteal Atlántico y un representanteal Pacífico. Las relacionescomerciales,indispensablevehículo,no habíanllegadosiquie-ra a la modestasituaciónquehoy ofrecen. Lo mejor era nometerseen honduras,cony sin mayúscula.Y como tambiénse ignorabaaEspañaolímpicamente—otro aspectode nues-tra reacciónconsistióen rectificar estepunto— resultaque,alejadosde lo quemásse nos parecía,privadosde todo ele-mento lógico de comparación,carecíamosde instrumentosparainvestigarnosanosotrosmismos. En sudestierrode Ma-drid, el perspicazPablo Macedo,científico representativo,me confesóun día: “iQué engañadosvivíamos sobreel ver-daderovalor de España!”

En ciertacartade 1917 alos amigoscubanos,se hapro-curadodescribirestecarácterde la época:

Hubo un día —se dice ahí— en que mi México pareció,paralas concienciasde los jóvenes,un dón inmediato que loscielos le habíanhecho a la tierra,un paísbrotado de súbitoentredosmaresy dos ríos, sin deudascon el ayerni compro-misosconelmañana.Senosdisimulabael sentidode las expe-rienciasdel pasado,y no senos dejabaaprenderel provechosotemor del porvenir. Toda noticiade nuestra verdaderaposi-ciananteel mundoseconsiderabacomo indiscreta.Pormiedoal contagio,senosalejabadeciertaspequeñasRepúblicasrevo-lucionarias. Y teníamosun conceptoestático de la patria, eignorábamoslas tormentasque nos amenazaban.Y creíamos,o se nos queríahacercreer,quehay hombresinmortales,encuyasrodillas podíandormirselos destinosdel pueblo.*

En esacartase explicatambiéncómo la lecturade Rodócontribuyóentoncesa darnosun sentimientode solidaridad,de fraternidadconnuestraAmérica.

* A. it, “Rod6” (1917), en El Cazador, Madrid, 1921. Obras Comple-tas, III, p. 134.

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La generacióndel Centenario.Permitidmeahoraqueciteotro documentode la época,quepuedeservirnosde síntesis:

¿Cómo explicarlo? Los muchachosde mi generaciónéra-mos —digamos—desdeñosos.No creíamosen la mayoríadelas cosasen quecreíannuestrosmayores. Cierto queno tenía-mos ninguna simpatíapor Buines y su libro El verdaderoJuárez. Cierto que no penetrábamosbien los esbozosde re-valoración que algún crítico de nuestrahistoria ensayabaensu cátedraoficial, hastadondese lo consentíaaquellaatmós-fera de PaxAugusta. Pero comenzábamosa sospecharquese nos había educado—inconscientemente—en una impos-tura. A veces,abríamosla Historia de Justo Sierra, y nosasombrábamosde leer, entre líneas, atisbosy sugestionesau-daces,audacísimosparaaquellostiempos,y más en la plumade un Ministro. El Positivismomexicano se habíaconvertidoen rutina pedagógicay perdíacrédito a nuestrosojos. Nue-vos vientos nosllegabande Europa. Sabíamosque la Mate-mática clásicavacilaba,y la Física ya no se guardabamuybien de la Metafísica. Lamentábamosla paulatinadecaden-cia de las Humanidadesen nuestrosprogramasde estudio.Dudábamosde la cienciade los maestrosdemasiadobrillantesy oratorios que habían educado a la inmediata generaciónanterior. Sorprendíamoslos constantesflaqueosde cultura enlos escritoresModernistas que nos habían precedido,y losacadémicos,másviejos, no podíanya contentarnos.Nietzschenos aconsejabala vida heroica, pero nos cerrabalas fuentesde la caridad. ¡Y nuestros charlataneshabíanabusadotan-to del tópico de la regeneracióndel indio! Sabíamosque losautoresde nuestrapolítica —acasocon la mejor intención—nos habíandescastadoun poco, temerososde que el tacto decodos con el resto de la América Españolanos permitieraadivinar que nuestropequeñomundo, de hecho aristocráticoy monárquico,apenasse manteníaen un equilibrio inestable.O acasotemían que la absorciónrepentinade nuestro pasado—torvo de problemasprovisionalmenteeludidos—nos arro-jara de golpe al camino a que pronto habíamosde llegar: elde la vida a sobresaltos,el de las conquistaspor la improvi-sación y hasta la violencia, el de la discontinuidaden suma—única manerade vida quenos reservabaelporvenir, contralo que hubieranquerido nuestrosprofesoresevolucionistasyspencerianos.*

Entretanto,un nuevoplantel de escritoreshabíacrecido.Convienefijar su actitud. Cuandose hablade la modernaIi-

* A. R., El testimoniode JuanPei~a(1923), Río de J’rneiro, 1930.

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teratura mexicana —no de la exclusivamentecontemporá-nea— se alude por lo común a los prosadoresque van deJusto Sierraa JesúsUrueta,y a los poetasmayores,Gutié-rrez Nájera, Díaz Mirón, Othón, Icaza, Urbina, Nervo, laprimeraépocade Tablada,englobándolosmáso menosbajola enseñadel Modernismo. Es la segundaépocaporfiriana.En la última mitad de aquelrégimen,queabarcados litera-turas,aparecióentrenosotrosesafiebre quese apoderade lamenteamericanapor los añosde Ochenta,y vino aconfluiral fin (mensajero,RubénDarío) con la embestidade losescritoresespañolesdel Noventay Ocho. Es el períodopost-romántico. JustoSierra llama a GutiérrezNájera: “flor deotoño del romanticismomexicano”. Los escritoresde esteperíodoeran,hastaantesde la Revolución,los únicosescri-toresmexicanosconocidosen el extranjero.

Lo que se ha dicho sobrela modernaliteratura francesaes aplicableen mayor o menorgrado a todaslas literaturasmodernas:sus fuenteshan de buscarseen las pequeñasre-vistas. Cuandoen Españase levanteel índicede las revistasdel Noventay Ocho, se tendráel material indispensableparaapreciar la fuerzade arranquede la Españanueva. Vea-moslo queentrenosotrosacontece,revolviendootra vez al-gunaspáginasqueya andanen libros, y acasoretocándolasparamejor comprensión:*

Con GutiérrezNájera quedabanabiertoslos nuevosrum-bos; su órgano era la RevistaAzul. Herederade sus tim-bres, la RevistaModerna popularizóentrenosotroslos mo-dosdela poesíapost-romántica.Los escritoresquedespuntanen la primera revista florecen ya en la segunda.Pero lahora de la RevistaModernahabíapasado. Sus poetastu-vieron como cualidadescomunescierto sentimiento agudode la técnica —técnica valiente, innovadora--— y, excep-

* A. R., “Rubén Darío en México: 1. El ambiente literario”, Los dos ca-minos,Madrid, 1923. En estaspáginas se cuenta cómo, habiendo sido RubénDarío nombrado Plenipotenciario de Nicaragua para las fiestas mexicanasdelCentenario juntamentecon Santiago Argüello, la caída bajo la presión de losEstadosUnidos, del gobierno que él representaba,hizo imposible ya su llegadahasta la ciudad de México, o la hizo poco aconsejable a los ojos del gobiernode Porfirio Díaz, en vista de la efervescenciacontra Washington que se produ-jo entrenuestrosuniversitarios, efervescenciaque no dejó de manifestarse entornoa la personade Argüello, y que hubiera sido mucho másintensa si Daríollegaa apareceren la capital. Ver Obras Completas,IV, apénd. n’ 8, d, e y Fi.

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tuando a Urbina que perpetuó a su manerala tradiciónromántica,a Díaz Mirón que vivía en su torre, y a Icazacuya poesíase explicamásbiencomoun ciclo aparte,ciertoaire familiar de diabolismopoéticoqueacusaunarecipro-cidadde influenciasentreellosy su dibujanteJulio Ruelas.

Agrupábansematerialmentehablandoen redor del le-cho donde JesúsValenzuela,siempremal avenido con lasmodas,las escuelasy las costumbres,iba derrochando,des.puésdel otro, el caudalde su generosavida. Tabladado-rabasus esmaltes;Nervo soñaba,entregadoa su misticismolírico; Urueta cantabacomo una sirena. A veces llegabade la provincia Manuel JoséOthón, con el dulce fardo desus bucólicas a cuestas,lejano, distraído,extático. Othónesperael día de su consagracióndefinitiva. Es el clási-co. En la historia de la poesíaespañolaes,al mismotiem-po, una voz conociday nueva. Su versotiene, junto a lasreminiscenciasde Fray Luis, ecosde Baudelaire. Aprendióen los maestrosdefinitivos,no en los vanosdiosesde la hora.Hizo, como queríaChénier,versosantiguoscon pensamien-tos nuevos. Nervo —que no era todavíael sabio varón delos últimos años— incurrió en el pecadillo de censurareluso de los “metros viejos” en Othón. Era el duelo entreel alejandrino modernistay el endecasílabode abolengo.Othón se defendíaoponiendo,a su vez, que el alejandrinocastellanoes tan viejo como Berceo. Nervo, en suaveascen-ción durantelos últimos años,nos hacepensarque su finalera merecidocomoun premio. Pocosrealizaronal igual deél la máximaestoica:queel tránsito mortal escosatan gra-ve, quehayque meditarlo toda la vida paraacertarlounasolavez con todo decoro. Urueta, quemurió tambiéna ori-llas delPlata,llegó alláen tal estadode postraciónquenues-tros amigosargentinosno pudieron ya disfrutar en él unode los más perfectos espectáculosdel hombre parlante.Aquel poetade los sentidosera un convidado al banquetede la locura. Educabacon aladaspalabrasel gusto estéti-co de la juventud, haciéndole amar las cosasbellas y laGrecia francesa. Su influencia en la nrosamexicana sóloha reconocidopor límites la imposibilidad de seguirlo almar armoniosoen quenavega. En cuantoa don “Chucho”

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Valenzuela,su recuerdoperdurarámásquesu poesía,cuyamás amablecualidadera carecerde nombreen la Poética.A los otros los ha dispersadola vida, mientraslos iba reco-giendola muerte.

Díaz Mirón siempreestuvo solo, y siempredescontenta-dizo y febril, castigabael estro, confesándoseinferior a suideal, pero superiora lo demás. Góngoramexicanoa quienla críticaapenascomienzaa acercarse,nos deja un ejemplode fuerte arranque,nosdeja una lección de oficio, un con-sejo de frenar a Pegaso,una dolorosatortura de perfeccióny unaexacerbaciónde solitario.

Tabladaenmudecíatemporalmente,aunquesus excelen-tes donesliterarios no estabanagotadospor suerte. Despuésde un largo silencio,habíade resurgir remozado,puestoacompásde la última poesíasintéticay del epigramajaponés(tan madrigal como epigrama), inventandopor su cuentafórmulas semejantesa las de Apollinaire, paraimpresionarvisiblementea los gruposliterarios másnuevos.

A principios de 1906, Alfonso Cravioto y Luis CastilloLedón fundaronuna revista juvenil. Le pusieronun nom-bre absurdo:SaviaModerna. No sólo en el nombre,en elmaterial mismo prolongabaa la Revista Moderna. Durópoco —era de rigor— pero lo bastanteparadar la voz deun tiempo nuevo. Su recuerdoapareceráal crítico de ma-ñanacomo un santo y señaentre la pléyadeque discreta-mentese iba desprendiendode sus mayores. “La redacción—escribeRafaelLópez— erapequeñacomo unajaula. Al-gunasavescomenzaronallí a cantar.” A muchosmetrosdela tierra, sobreun edificio de seispisos, abría su inmensaventanahacia unaperspectivaexquisita:a un lado, la Cate-dral; aotro, los crepúsculosde la Alameda. Frentea aque-lla ventanael jovenDiegoRivera instalabasucaballete.Des-de aquellaaltura cayó la palabrasobrela ciudad.

En el grupo literario de Savia Moderna había los dosgénerosde escritores:los queescriben,los queno escriben.Entre los segundos,y el primero de todos,Accvedo. Decía,con Goethe, queescribir es un abuso de la palabra. Mástardeha incurrido en la letra escrita. Conversadorincom-parable,conferenciantenítido y justo. El nombrede Jesús

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Acevedo andaen nuestroslibros, pero su obra, que fuesobretodo de precursor,obra de charlas,de atisbos,de pro-mesas,no podrárecogerse.El tomo de susdisertacionesporasídecirlo oficiales,quela piedadamistosaha coleccionado,no da idea de lo que fue Acevedo; arquitectoque casi nollegó aponer piedrasobrepiedra,peroquedespertóel inte-réspor lo colonial mexicanoy encauzóen esteestudioa losquehabíande propagarloy hacerlorenaceren nuestrosesti-los actuales.El volumende artículosque de él ha podidojuntarse,hijo de los obligadosociosde Madrid —dondeestelector de los simbolistasfrancesesquiso cambiar unos díasel grafiopor la pluma—esun documentocuriosoquedescu-bre perspectivassobreaquelescritorposible. Cierto sarcas-mo, cierta maneradesdeñosa,mientrasvivió en México. Enla ausencia,se destemplóel resorte,se rindió el carácter.Acevedosufría entonceshastalas lágrimas,echandode me-nos, comoperrocallejero,el paisajede piedrade sucapitalmexicana.No quisoluchar: se dejómorir nuestropobreami-go, demasiadofino paradefenderse.*

Entrelos prosistasdobladosde poetasestabaRicardoGó-mezRobelo,queerapropia imagendelmirlo deRostand.

Ceneámel.... On est plus las d’avoir couru sur elle,

Que d’avoir tout un jour chasséla sau.terelle.La misma agilidad de su pensamientolo hacíacruel; y

además—graveofensaparael génerohumano—estabaena-moradodel genio. Como a todo aquelque ha probado lasdesigualdadesde la suerte,le tentabanlas solicitacionesdela fantasía. Ignorabacuántosvolúmenesllevan publicadosMonsieurChosey Pericoel de los Palotes,pero leíay releíaconstantementelos veinte o treinta libros definitivos. Mástardenoslo arrebatóla guerracivil y nos lo trajo un díadis-frazado de guerrillero. Los noticieros lo encontraban,enlos campamentos,traduciendoaElisabethBarrett Browning.Luego volvió a sus inquietudesartísticas,siempreun pocoestéril. Anduvo con la imaginaciónpaseandode Egipto aGrecia, y entró al fin en la vieja Aztlán. Esotérico,mago.

* A. R., “Notas sobre Jesús Acevedo”, Reloj de sol, Madrid, 1926. ObrasCompletas,IV, pp. 444-448.

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No he visto fealdadmáspatéticaque la suya,ni unavolup-tuosidadmayor parael misterio. Cuandolo enterramos,nohabíahechonada.¿Nada?¡Amar el genio! Su vida habíasido siempretrágica,y lo mástrágicoo lo másfeliz es queél nuncapareciópercatarse.

Alfonso Cravioto era el representantedel sentido litera-rio: su prosa,fluida, musical,colorida. Su vida estabacon-sagradaa la espectaciónliteraria. Habíacoleccionadolosartículos,los retratos,los rasgosbiográficosde todossuscom-pañeros. Hacía creer que poseíaen casatesoros de docu-mentación. Nadie sabíasi era o no rico, si escribíao no ensecreto.

Cuentanque escribe,y no escribe;dicenque tiene, y no gasta,

se decíaél así mismoen unascoplasquequiso hacerpasarpor anónimas,y en que desfilaban,clavadoscon la fle-chita del epigrama,todoslos del grupo. De cuandoen cuan-do, asomabaparacelebraren unaprosade ditiramboalgúntriunfo del arteo delpensamiento.Cégadoporun falso idealde perfección,nuncaempezabaa imprimir sus libros. Des-puésintervinoen la vidapública. Oradorelegantey persua-sivo, fácilmentesalíavictorioso de suscausas.De mil modosha contribuidoal desarrollode la pinturaen México, y al finnos ha dadounosversosde un “parnasismo”mexicanomuysuyo, hechosde curiosidady cultura.

Entrelos poetasestabaRafaelLópez,poetade apoteosis,fiestaplástica, sol y mármol,que despuésbuscó emocionesmás universales,tras de haberembriagadosu adolescenciaen los últimos haxix del decadentismo.EstabaManuel de laParra,musadiáfana, de nube y de luna; alma monástica,borrachade medievalismos imposibles,“ciega de ensueñoy loca de armonía”. EstabaEduardoColín, entregadoaunagestaciónlaboriosaen que se combatiríanel poetasecoy elprosadorjugoso,mástarde desembarazadoy suelto. EstabaRobertoArgüellesBringas,tan austero,ásperoa la vez quehondo,en quienla fuerzaahogabaala fuerza,y el cantosinpoder fluir brotabaa pulsaciones.Aún no venía de su pro-vincia el poetamayor, GonzálezMartínez,todo él ejemplode probidad. Y apenassalíade suinfanciaJulio Torri, gra.

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ciosamentediablesco,duendeque apagabalas luces, íncuboen huelga,humoristaheinianoquenosha dejadoalgunasdelas másbellaspáginasde prosaque se escribieronentonces;y luego, tersoy fino, tallado en diamanteconlas rozadurasdel trato, no admite más reparo que su decidido apegoalsilencio: acasono le dentreguaparaescribircuantodebieralas “cosasde la vida”, comosueledecirse,la tiraníade aquel“amo furioso y brutal” quetanto nos hacepadecer.

Y de propósitodejo parael fin a Caso,aVasconcelos,aPedroHenríquezUreña. La filosofía positivista mexicana,que recibió de GómezRobelolos primerosataques,habíadedesvanecersebajo la palabra elocuentede Antonio Caso,quien difundiría por las aulaslas nuevasvexdades.No hayuna teoría,unaafirmacióno unadudaqueél no hayahechosuyassiquieraun instante,parapenetrarlascon aquelíntimoconocimientoquees el amorintelectual. La historiade la fi-losofía,él haqueridoy hasabidovivirla. Con tal experienciade las ideas,y el vigor lógico que las organiza,su cátedrasería,mástarde,el orgullo de nuestromundo universitario.Su elocuencia,su eficaciamental,su naturalezairresistible,lo convertiríanen el director público de la juventud.

En lo privado, era muy hondala influenciasocráticadeHenríquezUreña. Enseñabaa oír, aver, apensar,y susci-tabauna verdaderareforma en la cultura, pesandoen supequeñomundocon mil compromisosde laboriosidady con-ciencia. Era, de todos,el único escritorformado,aunquenoel de másaños. No hayentrenosotrosejemplo de comuni-dady entusiasmoespiritualescomo los que él provocó. ElperuanoFranciscoGarcía Calderónescribíade él: “Almaevangélicade protestanteliberal, inquietadapor grandespro-blemas;profundoerudito en letras castellanas,sajonas,ita-lianas.” DíazMirón, quelo admiraba,le llamaba“el dorio”.

JoséVasconcelosera el representantede la filosofía anti.occidental,que alguien ha llamado “la filosofía molesta”.La mezclabaingeniosamenteconlas enseñanzasextraídasdeBergson,y en los instantesquelacóleracivil ledejabalibres,esbozabaensayosde una rara musicalidad ideológica (noverbal).

Haceveinticincoañosse dijo de él:

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Mucho esperamosde sus donesde creaciónestéticay filo-sófica, si las implacablesFurias Políticas nos lo dejan ileso.Es dogmático: Oaxaca,su Estadonatal, ha sido cunade lastiraníasilustradas(Juárez,Díaz). Es asiático: tenemosen nues-tro paísdos océanosa elección;algunosestánpor el Atlánti-co; él, por el Pacífico.*

Entretanto,la exacerbacióncrítica que padecíamosco-rroíalos moldesliterarios; los génerosse mezclabanun tantoy la invenciónpura padecía. Apenasla novela tradicionalteníaun campeónen CarlosGonzálezPeña,trabajadormfa-tigable. Teatrono había. El cuento,en manosde Torri, sehacíacrítico y extravagante.(Nuncaha publicadoél suspá-ginasde entonces:el embusteroqueprivabade existenciaalosquenombraba,el que se embriagabacon sangrede gallo,el descabezadoque traíala cabezapegaday no podíaacer-carseal fuego paraque no se le derritiera el pegamento.)Era aquélla,sobre todo, una generaciónde ensayistas,filó-sofos y humanistasautodidactos.Quién sabesi algún poetadel grupo no se hayaempobrecidoun poco, por la necesi-dad de movilizar todas sus fuerzashacia la reconstruccióncrítica en queestábamosempeñados.

Tuvimos doshermanosmayores:EnriqueGonzálezMar-tínez, tránsitoentrela generaciónpasaday la venidera,queteníade la pasada,de los Modernistaso “decadentes”,lossecretostécnicos; de los jóvenes,la seriedadartística;y desuyo, aquellamanerade castidadespiritualquehace de élun alto poeta. Y el otro hermanomayor fue Luis Urbinaque, en su rarapenetración,nos adivinó,vino hacianosotrosy se mezclóen nuestrasfilas, nos enseñóa tuteamoscon él,reconocióquepodíaadquirir algo en nuestrafrecuentación,y no tuvo empachoen abrir de nuevolos libros paraestu-diar, modestoy sencillo,en nuestracompañía.

Taleseran,al iniciar elataque,loscaballerosdel “Sturm-und-Drang”mexicano.

Uno de los nuestros,PedroHenríquezUreña,ha escrito:Sentíamosla opresión intelectual, junto con la opresión

politica y económicade que ya se dabacuentagran partedel“ A. R.. “Rubén Darío en México: 1. El ambiente literario”. Los ¿oscami-

nos, Madrid, 1923; y además, “Despedida a José Vasconcelos”, Reloj desol, Madrid, 1926 y Obras Completas,IV, pp. 301 ss.

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país. Veíamosque la filosofía oficial era demasiadosistemá-tica, demasiadodefinitiva parano equivocarse.Entoncesnoslanzamosa leer a todos ios filósofos a quienesel positivismocondenabacomo inútiles, desdePlatónque fue nuestromayormaestro,hastaKant y Schopenhauer.Tomamosen serio (¡ohblasfemia!) a Nietzsche.Descubrimosa Bergson,a Boutroux,aJames,a Croce. Y enla literaturano nos confinamosdentrode la Francia moderna. Leíamosa los griegos, que fueronnuestrapasión. Ensayamosla literatura inglesa. Volvimos,pero a nuestromodo,contrariandotoda receta,a la literaturaespañola,que habíaquedadorelegadaa las manosde los aca-démicosde provincia. Atacamosy desacreditamoslas tenden-cias de todo arte pompier: nuestroscompañerosque iban aEuropano fueron ya a inspirarseen la falsa tradición de lasacademias,sino a contemplardirectamentelas grandescrea-cionesy a observarel libre juego de las tendenciasnovísimas;al volver, estabanen actitud de descubrirtodo lo que dabande sí la tierra nativay su glorioso pasadoartístico.*

He aquí,brevementereseñadas,las principalesfasesdeaquelmovimientoque,comolo explica HenríquezUreña,nose inspiró en el afán de asaltarlos puestoseducativos,sinode renovarlas ideas.

La primera campafia. 1” En 1906, la revista SaviaMo-derna.

2~El propio año,la exposiciónde pintura de SaviaMo-derna,dondepor primeravez seexhibenlas obrasde Poncede León, Franciscode la Torre y Diego Rivera. Acababadellegar de Europaun hombre inquieto a quien debenmucholas artesmexicanas,las cultas como las populares:GerardoMurillo, el “Doctor Ati”, fue el animador. En pocosmeses,y con unoscuantosdocumentos,provocóla efervescenciadelimpresionismoy la muertesúbitadelestilopompier. La pin-tura académicase atajó de repente. La transformaciónartís-tica se operó en un abrir y cerrar de ojos. Estaexposiciónrecordadasólo por Daniel Cosío Villegas,si no me engaño,tiene unatrascendenciaen quetodavíano se ha insistido lobastante.

39 La manifestación en memoria de Gutiérrez Nájera.Por 1907, un oscuro aficionado quiso resucitarla Revista

* PedroHenríquezUreña, “La influencia de i& revolución en la vida inte-lectual de México”, Revistade CienciasJunídicasy Sociales,La Habana(pos-terior a 1924), pp. 114-115.

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Azulde GutiérrezNájera,paraatacarprecisamentelas liber-tadesde la poesíaqueprocedende GutiérrezNájera. No loconsentimos.El reto era franco, y lo aceptamos.Alzamospor las calles la banderadel artelibre. Trajimos bandasdemúsica. Congregamosen la Alamedaa la genteuniversita-ria; los estudiantesacudieronen masa. Se dijeron versosyarengasdesdeel kiosco público. Por primeravez se vio des-filar aunajuventudclamandopor los fuerosde la belleza,ydispuestaa defenderloshastacon los puños. Ridiculizamosal mentecatoquequeríacombatirnos,y enterramoscon él avariasmomiasqueandabanpor ahí haciendofigura de hom-bres. Por la noche, en unavelada, Urueta nos prestósusmejoresdardosy nos llamó “buenos hijos de Grecia”. LaRevistaAzul pudocontinuarsusueñoinviolado. No nos de-jamosarrebatarla enseña,y la genteaprendióa respetarnos.

49 La Sociedadde Conferencias.El viaje a EuropadeAlfonso Cravioto dio fin a la SaviaModerna. Acevedonoscongregóen su taller, y fundamosla Sociedadde Conferen-cias paratenertrato directoconlos públicos,parahablarconellos. El primerciclo se dio en el Casinode SantaMaría. Encadasesiónhabíaun conferenciantey un poeta.Así fue exten-.diéndosenuestraacciónpor los barriosburgueses.Hubo detodo: metafísicay educación,pintura y poesía. El é~Litofuefranco.

59 La afición de Greciaera común,si no a todoel grupo,a sus directores. Poco después,alentadospor el éxito, pro-yectábamosun ciclo de conferenciassobretemashelénicos.Fue entoncescuando,en el taller de Acevedo,sucedióciertamemorablelecturadel Banquetede Platón en quecadaunollevaba un personajedel diálogo, lectura cuyo recuerdoesparanosotrostodoun símbolo. El proyectode estasconfe-renciasno pasódeproyecto,perolapreparacióntuvo influen-cia cierta en la tendenciahumanísticadel grupo.

& Manifestaciónen memoriade Barreda. En 1908, de-cidimoshonrarla memoriade GabinoBarreda,ante los ata-ques emprendidoscontra la Escuela Preparatoriapor losconservadoresdel periódicoEl País. Hubo unasesiónen laPreparatoria;se organizóun actoteatral,unaseriede discur-sos,y los discursosresultaron—aunsin habérnoslopropues-

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to—, algo como la expresiónde un nuevosentimientopolí-tico. Fuela primeraseñalpatentede unaconcienciapúblicaemancipadadel régimen. Los maestrospositivistas,queespe-rabanuna fiestaen su honor, quedarontan atónitoscomo lagallinaquecrió los patos,y decidimosdevolverlesel dinerocon quehabíancontribuidoal alquiler de la sala. El perió-dico del régimenno pudo ocultar su sorpresaante aquellosnietosdescarriadosdel positivismoque,sin embargo,confe-sabansusolidaridadconlaobraliberal de Barreda. Losora-doresde aquelverdaderomitin filosófico —entrelos cualesse contabanhombresde generacionesanteriorescomo Dió-doro Batallay Rodolfo Reyes—se percataronde quehabíancontraídoante la opiniónun seriocompromiso.En el ordenteórico,no es inexactodecirqueallí amanecíala Revolución.Algún historiadorpolítico, Luis Manuel Rojas,lo reconoceasí. Deentoncespartelo queVicenteLombardoToledanohallamado: “El sentimientohumanistade la RevoluciónMe-xicana.”*

79 Segundociclo de la Sociedadde Conferencias,estavez en el ConservatorioNacional,porquenuestrasactivida-desse atrevenya a los teatrosde Estado.

8~En 1909,Antonio Casoda en la EscuelaPreparatoriaun cursode conferenciassobre la Filosofía Positivista,queacabade definir la actitudde la gentejoven frente alas doc-trinasoficiales.

99 A fines de ese año, fundacióndel Ateneo de la Ju-ventud,cuyavida quedaincorporadaa la historia de nuestraliteratura Las sesionespúblicasdel Ateneo,en el salón deactosde la Escuelade Derecho,se sucedenquincenalmentepor variosañosy dejanun surcoduradero.

1O~1910, el añodel Centenario. En la misma Escuelade Derecho,abrimosunaseriede conferencias,todassobreasuntosamericanos.Caso hablasobreel educadorantillanoEugenio María de Hostos; Vasconcelos,de Gabino Barre-da; HenríquezUreña,de Rodó;GonzálezPeña,de FernándezLizardi, “El PensadorMexicano”; el españolJoséEscofet—despuésdirector de La Vanguardia,de Barcelona—sobreSorJuanaInésde la Cruz; yo tratésobreManuelJoséOthón.

* UniversidadNacional, diciembre, 1930.

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La nuevaUniversidad. Esemismoaño,JustoSierracreala Escuelade Altos Estudiosy, agrupándolaa las Profesio-nales,formaun cuadrosemiautonómicoqueotravezse atrevea llamarseUniversidad,y que nadatiene de comúncon laantigua,la cual habíaentradoen agoníadesdelas reformasde GabinoBarreda.

La fundaciónde la nuevaUniversidadNacional—apre-miadapor las fiestasdel Centenario—acasono fue prepa-radasuficientementeen elordenadministrativo. En rigor, loque se fundó fue una junta coordinadoraentrelas diversasfacultadesya existentes.Y la nuevaEscuela,la de Altos Es-tudios,aunquecontabacondireccióny local, comenzóaviviren el papel. No ofrecíaprogramadefinido; no contabaconprofesoradopropio.

La Escuelade Altos Estudiosno revelóal público los finesqueiba allenar. No presentóplanesde enseñanza;no organizócarreras. Sólo actuaronen ella tresprofesoresextranjeros,dosdeellos (Baldwin y Boas) ilustresenla cienciacontemporánea,beneméritoelotro (Reiche) en los analesde la botánicaame-ricana; sehabló de la próxima llegadade otros no menosfa-mosos...Sobrevinoa pocola caídadel antiguorégimen,y laEscuela,desdeñadapor los gobiernos,huérfanade programadefinido, comenzóavivir vida azarosay a ser víctima escogidade los ataquesdel queno comprende.En tornoa ella se forma-ron leyendas:las enseñanzaseran abstrusas;la concurrencia,mínima; las retribuciones,fabulosas;no se hablabaen castella-no, sino en inglés,enlatín,en hebreo.

Las anteriorespalabrasno acabande serescritascon finintencionado.Fueronpronunciada3porHenríquezUreñahaceveinticinco años,en sudiscursosobreLa Cultura de las Hu-manidades.

La Escuelade Altos Estudiosdebíaservir asimismo decentro a los diversosinstitutos de investigacióncientíficayaexistentes. Los institutosnunca acudieronde buenaganaaldirector de Altos Estudios. Los diputados,sin conocerla Es-cuela,decíanquehablarde AltosEstudiosenMéxico (¡comosi nuncaanteslos hubiera,sólo porqueellos los ignoraban!)era vestir de frac a un pueblo descalzo. Los fanáticosdelantiguo positivismo,paraquienesla solapalabra“Universi-dad” parecíaunaofensa,explotaronesta irritabilidad dema-

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gógica y comenzarona clamarcontra una institución desti-nadaaotorgar doctorados,porqueestocrearíaunacastademandarines. ¡ Comosi no fueran títulos igualmentedestina-dosaconferirunacategoríade culturalos antiguostítulos delascarreras!

Solitario en medio a estetorbellino de absurdo,el primerdirector, D. Porfirio Parra,no lograba,aun contandocon elcariñoy el respetodela juventud,reuniren torno suyoesfuer-zosni entusiasmos.Representantede la tradicióncomtista,he-rederoprincipal de Barreda,le tocó morir aisladoentre labulliciosaactividad de la nueva generaciónenemigadel po~i.tivismo (P. H. U. Loc. cit.).

Han comenzadolos motines,los estallidosdispersos,losprimerospasosde la Revolución. En tanto, la campañadeculturacomienzaa tenerresultados.Insistamos,resumamosnuevamentesusconclusiones.La pasiónliteraria se templabaen el cultivo de Grecia, redescubríaaEspaña—nuncaantesconsideradacon más amorni conocimiento—;descubríaaInglaterra,se asomabaaAlemania, sin alejarsede la siem-pre amabley amadaFrancia. Se queríavolver un poco alas lenguasclásicasy un muchoal castellano;se buscabanlastradicionesformativas,constructivasde nuestracivilizacióny de nuestrosernacional. Rotala fortalezadel positivismo,las legionesde la Filosofía —precedidaspor la caballeríaligera del llamado antiintelectualismo—avanzabanresuelta-mente. Se habíadadounaprimer sacudidaen la atmósferacultural. En regionesmuydiferentesy enprofundidadesmuyotras,prontose dejaríasentiren todaspartesel sacudimientopolítico.

Aquella generaciónde jóvenes se educaba,como en Plu-tarco,entrediálogosfilosóficos que el trueno delas revolucio-neshabíade sofocar. Lo que acontecióen México el año delCentenariofue comoun disparoen el engañososilencio de unpaisajepolar: todo el circo deglacialesmontañasse desplomóy todas fueron cayendouna trasotra. Cadacual, asido a sutabla, ha sobrenadadocomo ha podido; y poco despuéslosamigosdispersos,en Cuba o Nueva York, Madrid o París,Lima o BuenosAires—y otros desdela misma México— re-novabanlas aventurasde Eneas,salvandoen el senolos diosesde la patria—. ¡Adiós a las nochesdedicadasal genio, por

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las calles de quietudadmirable,o en la bibliotecade AntonioCaso, que era el propio templo de las musas! Presidelasconversacionesun bustode Goethe, del que solíamos colgarsombreroy gabán,convirtióndoloen un convidadogrotesco.Y un reloj, enel fondo,va dandolas horasquequiere;y cuan-do importunademasiado,se le hace callar: queen la casadelos filósofos, como en la del Pato salvaje,no correel tiempo.Casolo oye y lo comentatodo con intensofervor; y cuandoalas tres de la madrugada,Vasconcelosacabade leernos lasmeditacionesdel Buda,PedroHenríquezUreñase oponea quela tertuliasedisuelva,porque—alega—la conversaciónapenascomienzaa ponerseinteresante.*

Convienesaberque, para esa fecha, nuestrasreunionesnocturnasdel barrio de SantaMaría comenzabana inquietaral gendarme.Lo que nos llenabade orgullo, recordándonosa los poetas“lakistas”, que salíanal campopara charlar asus anchas,que se hacíanpor eso sospechosos,y de quienesdicen los testimoniospoliciales que sin duda se sabíanvigi-lados, porque con frecuenciase les oía nombrar al “espíanarigudo” (Spinoza, pronunciadoa la inglesa). Los cuatroamigospasábamoslas nochesde claro en claro, entregadosaestudiosy discusiones.Vasconcelosestabafrancamentecom-prometidocon los conspiradores.Entre burlasy veras,pedíaVasconcelosque,cuandopartieraa la revolución,me dejaraenprendasumagníficaEncyclopa~diaBritannica para,en suausencia,disfrutarla. Una mañana,al abrir los ojos, me en-contrécon los volúmenesalineadossobremi mesa:Vascon-celos había partido. E hice pasar la contraseñaconvenidaentrelos compañeros:“Mambrú se fue a la guerra.”

La segundacampaña Y aquí se abre la segundacam-paña,en cuatrobatallasprincipales:

1~La ocupaciónde la Univer•sidad.—Pocoantesde lamuertedelmaestroParra,Antonio Casohabíapresentado,enla nueva Escuela, con éxito ruidoso y lleno de augurios,sucursolibre y gratuitosobreFilosofía.JustoSierra,quecontanta lucidez comprendióla sed de nuestramente, aludía,al inaugurarla Universidad,a la Filosofía: “aquella vagafigura de implorante—dice-——querondaen vano los templaserenadenuestraenseñanzaoficial”. A Antonio Caso,queya

* A. R., El suicida, Madrid, 1917 y Obras Completas,III, p. 302.

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habíainiciado la obra desdesu cursode Sociologíaen la Es-cuela de Derecho,correspondela honra de haberconducidootra vez a la Filosofía hastala cátedra. Con él se inauguratambiénla costumbrede los cursoslibres y gratuitosquenospermitiríaposesionarnosdelaEscueladeAltosEstudios,mer-cedalacomprensivaacogidade lossucesivosdirectores,Pru-neday Chávez. En adelante,Caso domina el panoramainte-lectual de México, hastael regresode JoséVasconcelos.Eldiálogoentreambos,borradasya las diferenciasquenuncadebieronexistir y que tanto dañocausarona la generaciónquenossigue,será,con el tiempo, uno de los máshermososcapítulosde la cultura mexicana.

2~La Universidad Popular.—Entretantoque ponemossitio a la Universidaddesdela Escuelade mayor jerarquía,no abandonamosnuestraslibres labores. Con el tiempo, elAteneofue siendomenosexclusivamenteliterario,y sumismalatitud le quitabanecesidad.De paso,la falange se habíaengrosadoconelementosde otrasesferas.El doctorPruneda—despuésRectordela UniversidadNacional—estáconnos-otros; y nuestroaliado máseminenteen el Gobiernofue en-tonces Alberto Pani. De los EstadosUnidos, ha regresadoMartín Luis Guzmán—menteclara, pluma de primera—,que luego figuraráen la política y en las letras,en Méxicoy en España,y cuyos relatos y memoriasson un punto departida,unabaseparala historia de los últimos lustros. Unsecretoinstintonosdice quepasóla horadel Ateneo. El cam-bio operadoa la caídadel régimen nos permitía la acciónen otros medios. El 13 de diciembrede 1912, fundamosla UniversidadPopular,escuadravolantequeiba abuscaralpuebloen sustalleresy en suscentros,parallevar, aquienesno podíancostearseestudiossuperioresni teníantiempo deconcurrira las escuelas,aquellosconocimientosya indispen-sablesque no cabían,sin embargo,en los programasde lasprimarias. Los periódicosnos ayudaron. Varias empresasnosofrecieronauxilios. Nosobligamosano recibir subsidiosdel Gobierno. Aprovechandoen lo posiblelos descansosdelobreroo robandohorasala jornada,dondelo consentíanlospatrones,la UniversidadPopularcontinuósu obra por diezaños:hazañade quepuedenenorgullecersequienesla lleva-

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ron atérmino.El escudodelaUniversidadPopularteníaporlema una frase de JustoSierra: “La Cienciaprotegea laPatria.”

39 La primera Facultadde Humanidades.—Entretanto,apesarde quePaniocupabala Subsecretaríade InstrucciónPública, Caso la Secretaríade la UniversidadNacional yPrunedala Dirección de la Escuelade Altos Estudios,estaescuelasólo acertabaa vivir disimulándose,y sólo se man-teníapor el desprendimientode los jóvenes. Al cursohono-rario de Caso,sigueel delmatemáticoSoteroPrieto. Y aun-que de repenteaconteceel golpe de Victoriano Huerta,laobra continúa. Accedea la dirección de Altos EstudiosdonEzequielChávez,congregavalientementea los jóvenes,y secreaunafacultadde Humanidadesenteramentegratuitaparaelpúblico y paraelEstado,dondeporprimeravez seoyenlosnombresde estasasignaturas:Estética,por Caso; Cienciadela Educación,por Chávez;Literatura francesa,por GonzálezMartínez; LiteraturaInglesa,por HenríquezUreña;Lenguay LiteraturaEspañolas,por Reyes. Otros maestrosde auto-ridad y experiencianos acompañan:el matemáticodon Va-lentín Gama,el filólogo JesúsDíaz de León, y tambiénlosarquitectosy críticos de arte Lazo y Mariscal. Otro joven,MarianoSilva, se encargódelLatín. Todavíaera,comodiríaVasconcelosen sus conferenciasde Lima, “el latinista quepor culto a la perfecciónapenasosaescribir”. Venía Silvade la provincia michoacana,cunade tradicionesy de buenarepostería:traíaunosbigoteslargosy rubiosy unacaradegalo dulcificado por el cristianismo. Traducíaa Prudencio.Poco apoco empezósus escarceospersonalescon cierto En-tremésde las Esquilas,en quedialogan figuradamentelosbroncesdela Catedral;y al fin seabrióun sitio en el cuento,el cuento nacional (~inolvidable su interpretaciónde JuanDiego, el del mito guadalupano!),dondeel nombre mismode Méxicoadquieresingularelegancia.Conmovíaelver con-currir juntosaaquellascátedrasaancianoscomoLaura Mén-dezde Cuenca,delegadode otra edadpoética,y aadolescen-tes de los últimos barcos,entre quienesse reclutaríaañosdespuésla pléyadeconocidapor el nombrede los Siete Sa-bios. Allí aparecieronAntonio Castro Leal, Manuel Tous-

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saint, Alberto Vázquezdel Mercadoy Xavier Icaza. ProntovendríanLombardoToledanoy GómezMorín, hoy en opues-tospoios.

49 Conferenciasen la Libreríade Gamoneda.—Seacercael períodomásviolento denuestrasluchas. La actividadlite-rariacomienzaaserunaheroicidad. Los incansablesamigosorganizan todavía conferenciaspúblicas. Acevedo disertasobrearquitecturavirreinal y abrederroterosalos colonialis-tas; Ponce,sobremúsicapopularmexicana,queestabaespe-rando sucrítico; Gamboa—hombrede otros tiempos,hom-bre ya sin tiempo— sobre la novela nacional; Urbina, elaliadodelosjóvenes,sobreaspectosde nuestrasletras,en quepone a contribuciónsureconcentradaíndole mexicana;Pe-dro HenríquezUreñaestableceentoncesel mexicanismodeRuiz de Alarcón, tesis llamadaa larga fortuna; Caso tratade Bergsony la filosofía intuicionista. ¡Y esto,en quémo-mentosde desorientacióny de luto! “Es un testimonio—medecíaBergsonasombrado-no poco consoladorsobrelas po-sibilidadesdel espíritu ante las fuerzas oscurasdel desor-den.” Pareceincreíble,en efecto,queen aquellosdíasacia-gos, Castro Leal escribierarevistasteatralesen pro de laCándida,de BernardShaw,y quehubierarepresentacionesdeWilde; queel Marqués de SanFranciscotuviera la calmade continuarsusinvestigacionessobrela miniatura en Méxi-co; o Torri aprovecharael fuego mismo del incendioparaarmar sustrascendentalescastillos de artificio.

Vuelve la RevoluciónconCarranza,paravivir de convul-sioneshastael añode 1920. La generaciónsacrificadaaúntienefuerzasparasacarla revista Nosotros. GonzálezMartí-nezreúnelos miembrosdispersosen surevistaPegaso. PabloMartínezdel Río, en el númeroúnico de La Nave. La lite-raturacontinúacomo puedeen medio de las luch.asciviles.En los peoresaños,de 1914a1916,la laboreditorialde Mé-xico es abrumadoray superiora cuantohabíamosconocidohastaentonces.Despuésvendránla formidable obra educa-cionalde Vasconcelos,la excelentetareaorganizadorade Ge-naro Estrada. Apareceránnuevosnombres:Ramón LópezVelarde, estrellafugaz en nuestrocielo poético. De Europavuelve Diego Rivera, que es toda unaépocapor sí solo. El

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paíscobraconcienciade su carácterpropio. Ya el añodelCentenarioestámuy lejos. Ya se lo recuerdacon trabajo.Tal vez se lo quisieraolvidar. Seráimposible:entresus va-gidosy titubeos,abrió la salidaal porvenir,pusoen marchael pensamiento,propusointerrogacionesy emprendióprome-sasque,atajadaspor la discordia,habráquereatarotra vezal carro del tiempo. A la hora del examende conciencia—esa medianoche del espíritu en quequisiéramoscomen-zarlotodo de nuevo—el faro de la etapasimbólicatodavíapuedeiluminarnos.*

México,septiembrede1939.

* Parala sesión conmemorativadel Primer Congreso Nacional de Estu-diantes reunido en México el año de 1910.

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111. EL REVERSO DE UN LIBRO(MEMORIAS LITERARIAS)

HAY LIBROS que,por su caráctero por el que la casualidadvieneaconferirles,justificanel anhelode evocarel ambienteque los vio nacer. Acabo de publicar unaprimera seriedeCapítulosdeLiteratura Española,en sucasi totalidadescritosdurantemis añosde Madrid (1914-1924)- Aquella Españaha desaparecido,y muchosde mis compañerosespañolesdeentoncesse encuentrana mi lado en México. Ellos han sen-tido, tras de las páginasque tratan del Arciprestede Hitao de Gracián,por lejano que seael asunto, resucitarel re-cuerdode nuestraEspañade aquelladécada.Hemosconver-sadojuntos sobrelas cosasde entonces,y poco apoco sehanvenidoorganizandoestasnotas,queson el reversode mi libro.Ya en el prólogo me remito a la noticia preliminar de Lasvísperasde España(1937), donderápidamenteme referí alas circunstanciasenque estosensayosseescribieron. En Lasvísperas,como en el Reloj de sol (Madrid, 1926), hay mu-choslugaresquetienen carácterde memoriassobremi épocaespañola.Por desgraciaen aquellosañosno llevaba yo undiario, que bien hubieravalido la pena por todo lo que metocó ver y oír. De aquí que,enel afán de no olvidarlo, siem-pre andoqueriendoreconstruirlo.

1

Los trabajossobreel Arciprestede Hita me transportana lostiemposenque me encerrabayo en mi pisito de GeneralPar-diñas n9 32, y sentadoa la mesade faldas, con el braseroa lospies —la “camilla” castizacon que se defiendedel fríola gentemodesta—me consagrabaami tarea,como me decíaJustoGómezOcerin,contodala resignaciónde un paralítico.El Arcipresteme lleva a pensaren el invierno de Madrid,en el nevadoGuadarrama,en el frío que pasábamosa ve-

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ces en la Biblioteca Nacional. Yo frecuentabasobretodo lasala de manuscritos.Paracalentarmelas manosentreunayotracopia,y máscuandoconfrontabaconlos tresgruesosy es-pléndidosvolúmenesdel Ms. Chacónlas pruebasde la edi-ción gongorinaque, desdeParís,dirigía RaymondFoulché-Delboscy de que yo era el albañil, descubríunosaparatitosjaponesesquese cargabanconbarrasde carbónpulverizadoy prensado,y luego ardíana fuego lento y sin humo. Aunasí,la tareamanual era dura, pues aquellosvolúmenesdevitela soberbiamenteempastadosse cerrabansoloscomo unestuchede resorte. Habíaquedejarla manoizquierdapuestasobreel libro abierto,comoen un juramentozurdo,mientrasla derechase las arreglabacomo podíapara escribiry su-jetar a un tiempo el papel. No bastabanlas dos manos,ymásde unavez tuve que pedir los auxilios de mi esposa.Y los aparatitosjaponeses—las “granadasde mano japo-nesas”,como las bautizó Pablo Martínez del Río, que porentoncesandabaen Madrid y fingía huir de mí asustadocuandome encontrabacamino de la Nacional armadoconmi invento- se encargabande queno se nos entumecieranlos dedos.

Ya he dicho queparael itinerario del Arciprestepor lasierradel Guadarramahetomadoencuentalas observacionespersonalesde don RamónMenéndezPidal y del inolvidableEnriquede Mesa, ambosfamososconocedoresdel espinazocarpeto-vetónico.Ya he contadocómoel maestroMenéndezPidal cruzabael puerto entrela nieve,y los mismosserranosse dejabanguiar por su experiencia. Ya he recordadoquelos literatosmadrileñosde entonceseranmuy amigos de lasierra,y he recogidotestimoniosde esasaludableinclinaciónqueacasodatade FranciscoGiner de los Ríos,como tantasbuenascosasde España. Ya he descritounanochede lunay nieveen la sierra,en aquelrefugiodel doctorMadinaveitiaquese llamabaLa Casita. Don RamónMenéndezPidalpa-sabatemporadasen suresidenciade SanRafael,dondeañosmástardeestuvoapunto de perdersuslibros en un incendio,como lo ha relatadoel escritor cubanoJoséMaría Chacóny Calvo.—Hoyestá ya admitido y reconocido,con unams-cripción conmemorativaen la llamadaPeñadel Arcipreste,

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allá por las heroicascumbres,aquellugar de La Tabladaaque se refiere mi estudio,y quevio nacerla “cantiga de se-rrana”, prodigio que se opera exactamentehacia la estrofan9 959 delpoema,el día de SanMedel, 3 de marzo,y trans-puestoel puerto queha dadosunombreal aguade Lozoya.Conservode aquellosdíasunaherradurarecogidaen el túnelqueva de SanRafaela Cercedilla,dondepor poco nosatro-pellala locomotoraadon RamónMenéndezPidal, a Solalin-de y a mí. La herraduralleva la fecha grabada(3-VIII.1918) y estosversosdel Arcipreste:

Cercala Tablada,la sierrapasada.

La edición popular del Libro de BuenAmor publicadapor la casaCalleja, y en la cual aparecieronmis estudioscomo explicacióndel texto,acabade ser juzgadacon ligeraseveridadpor Félix Lecoy en suexcelenteobra: Recherchessur le “Libro de BuenAmor” (París,1938), aunquenatu-ralmentesale mejor libradaque la de “La Lectura”, acargodel arbitrario Cejador. AcasoLecoy me atribuye los erroresquese deslizanen lassucesivasreedicionesde la libreríapo-pular, reedicionesquenuncavuelvenapasarpor las manosdel queha cuidadoel primer texto. No puedeen estoscasosexigirse el rigor de una edición científica. En cambio, nopareció Lecoy interesarsepor el esfuerzode vulgarizaciónque ese librito representa,ni percatarsedel esfuerzoparafijar los puntosdel itinerario, hastaentoncesno establecido.Tampocoadvirtió queen las notas léxicas,con serpopularla edición, se aprovechabanpor primera vez materialesdelCentrode EstudiosHistóricos quepor aquellosdíasno esta-ban al alcancede nadie. En rigor, Lecoy, dado el planode suobra, pudodispensarsede citarnos. Ya que lo hace,nodebiósacarlas cosasdequicio. ¿Quédejaentoncesparacier-to “erudito”, de cuyo nombre no quiero acordarme,que alencontraraquellalíneadel Arcipreste:“ca segúnbuendineroyace en vil correo”, entendió“correo” a la modernay creyóhaberdescubiertoen el viejo poemalos orígenesdel giropostal?

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II

Cuando comencé a ocuparme en las ediciones populares declásicosquelanzó la casaCalleja,hacíaun par de añosqueestaeditorial, sin abandonarsuviejo fondo de libros infan-tiles, habíaaumentadoconsiderablementesuradio. Por ahíencuentro,entre mis papeles,unapequeñacrónica firmadaen octubrede 1915y publicadaen Las Novedades,de Nue-va York, el 18 de noviembre del propio año, crónica quecopio aquípararecuerdo. Muchosde ios proyectosqueaquíse anuncianno llegaron nuncaa realizarse:

La tradicional casaeditorade la infancia—la casade Sa-turnino Calleja— cambiaráde rumbo. Los hijos de Callejahan confiado la orientación artística al poeta Juan RamónJiménez,expertoen la confeccióndel libro, quien sueñacondescubrirun tipo fino y viril a un mismo tiempo, fundadoen las tradicionesde la imprenta española. Recuérdense,encontra, el ejemplo de la casa“Renacimiento”, que comenzócon sus “Obras maestrasde la literatura universal”,una imi-taciónalgo falsa del célebretipo “Everyman”, o los jugueti-lbs, que no libros, de la “Biblioteca Carona”.—La periciade Juan RamónJiménezya está demostradaen las publica-ciones de la Residenciade Estudiantes.Pero la novedadnose limitará al aspectoexterno de los libros: la casaCalleja,bajo las inspiracionesde Jiménez,confiará en adelanteal-gunasobrasinfantiles alos especialistas;así,ha pedidoa donRamón MenéndezPidal una gramática española elemental,y a don Manuel B. Cossíoun método de lectura,y pedirá aljoven catedrático de filosofía Ortega y Gasset una retóricaelemental,dándoleocasiónparaque desarrollede algúnmodofácil e inteligenteciertas nocionesde estética. En esta prue-ba se pruebanios ingenios: no hay como sometera los hom-bres al trato de los niños para valorar su calidad. Al ladode la serie infantil —que, con serlo, podrá también conve-nir a los adultos,como es el caso para el reciente libro deJiménez, Platero y yo—, la casa Calleja publicará obrasde interésvario, ampliandosu campode acción. Paracuandosuene la hora, estudia ya los proyectos de un periódicoinfantil y un periódico femenino; éste,no a la maneramun-dana de Francia o Inglaterra, sino también en la tradiciónde la mujer española:sentimental. Por último, pronto co-menzaráa publicar una revista, “la revista” que hastahoyno se ha logrado en España,y que acasose llamaráRevistaEspañola. Aparte de artículosde importanciageneral,publi-

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caráensayosde especialistas,una secciónbibliográfica perma.nente,gruposde poesíasde un solo poetaen cadanúmero,yuna página crítica de “Azorín”. JuanRamónJiménez reco-rre los círculos literarios sembrandoesperanzasy recogiendosugestiones.

III

Pocodespuésde mi llegadaa Madrid por octubre de 1914,la editorial “La Lectura”, a proposiciónde Enrique Díez-Canedo,me encomendóla preparacióndel teatro de Ruizde Alarcón. Paradisponerde la bibliografía indispensable,comencéa frecuentarel Centrode EstudiosHistóricos,cuyoaccesome franqueósu director don RamónMenéndezPidal,por presentaciónde Federicode Onís, con quien manteníayo correspondenciade tiempo atrás,desdelos días en queme encargué,en la Escuelade Altos Estudiosde México, dela cátedrasobrehistoria de la lenguay la literaturaespa-ñolas (1913).

El Centro estabaentoncesinstalado en los bajos de laBiblioteca Nacional y, ademásde sus propias coleccionesde libros, podía disponeren préstamodel riquísimo fondoqueen aquellabiblioteca se custodiaba.

La Secciónde Filología estabadirectamentegobernadapor el maestroMenéndez Pidal, y contaba entor~cescomomiembros principales a TomásNavarro Tomás,secretariodel Centro, y a Federicode Onís, amboscatedráticos,aho-ra, de la Universidadde Columbia y el segundodirector delInstituto de las Españas,en NuevaYork; aAmérico Castro,ahoratambiénen las Universidadesde los EstadosUnidos, yaAntonio G. Solalinde. Todospusieronvoluntaden atraer-mey acogermecomoun colaboradormásde la Sección. Pue-do decir quemi padrinoanteellos fue mi paisanoRuiz deAlarcón, quien tambiénhabía ido a “pretenderen Corte”,allá a principios del Seiscientos.

Poco apoco quedéincorporadoregularmenteal Centro,dondesobretodo me consagréa la literaturade los siglosXVI

y xvii, ademásde colaborarconel llorado Antonio G. Sola-linde —especialistaen la Edad Media española—paralapreparacióndela bibliografíaen curso,queapareceal final

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de los cuadernostrimestralesde la Revistade Filología Es-pañola. Tambiénteníamosanuestrocuidadola bibliografíaretrospectiva.

El arte de reducir a fichas todanoticia de publicacionesqueafectara,en el másamplio sentido,a la filología espa-ñola,teníaparanosotros—queéramoslos másjóvenesde lacasa—todoslos encantosde un juegode solitario,de un rom-pecabezas,deunainvestigaciónpolicial. Trabajábamoscomobuenoshermanosen las cabecerasde unagran mesa,partidaen dospor unapecrueñamuralla de libros como porunaredde ping-pong.

Un día, ennuestroanhelode hacerunabuenapublicidadalaRevista,queno fueraun vulgarreclamo,discurrimosunprocedimientoque,a la vez, sirviera de anuncio y transfor-maraatodo lector en un colaboradormásde nuestrabiblio-grafía. De aquínació el folleto: Revistade Filología Espa-ñola: SeccióndeBibliografía (Madrid, 1917) en que—apar-te de los sumariosde los númerospublicados—dábamoslasreglas de nuestrasfichas, describíamoslas operacionesdenuestracatalogación,y establecíamosla lista de las princi-palessiglasusadas,siglas quesehanconvertidoya en signosde uso permanenteentre los filólogos del grupo, como unálgebradel oficio. Estefolleto, ya escaso,puedetodavíaserútil en esahora de la iniciación, cuandoni el másmodestoconsejose desperdicia.A éstehabíade seguirotro, tambiénmuy elemental,sobrecrítica de los textos, con unacolecciónde casosilustrativos, desdedocumentospaleográficoshastaedicionesmodernas. Nuncallegamos aescribirlo. Y Amé-rico Castro,quenosdio variasnotas,al fin acabópor aprove-charlasen cierto articulito sobre“La crítica filológica de lostextos,” publicado en el Boletín de la Institución Libre deEnseñanza,1917,n9 1, y mástarderecogidocon adicionesy retoquesensuvolumenLengua,enseñanzay literatura, Ma-drid, Suárez,1924.

DespuésSolalindese fue a los EstadosUnidos, dondemurió siendo catedráticoen la Universidadde Wisconsinydejandoencaminadasu obra magnasobreel Rey Sabio y laGeneralEstoria.

222

Iv

Por los tiemposde nuestraconvivenciaen Madrid, Solalindey yo llegamosaocupardospisosde la misma casa:“la casadel hielo” de quehablaJoséMaría Chacón,dondetambiénél habitaba,en la calledel GeneralPardiñasn9 32, a la queya me he referido. Yo aprendíde Solalindeunabuenacos-tumbre,queeraresultadode susaludmoral:en cuantoguar-dábamoslos papelesy salíamosalacalle,el filólogo desapa-recía,dejandoel sitio al muchachomássencilloquehe cono-cido. Recorríamosjuntos todo Madrid. Él me contabasullegadaa la Corte, cuandosalió de Toro empujado por eldeseode ayudara su madreviuda, aquellalúcida y sobriamujer de Españaaquienyo recuerdosiemprevestidade ne-gro, goyescoretratode mantilla, juntos los talonesy las pun-tas de los piesseparadasa lo militar, como en algunastelasdel maestrode Fuendetodos.

Antonio, reciénllegadoaMadrid, fue adar ala Residen-cia de Estudiantes,colina del Pinar. Trabajabacomo deli-neante,y él dibujó eseletreroquese leeen unapuertalateralde la Almudena:“Por esta puertase administranlos SantosÓleos.” Luego,MenéndezPidal comenzóa encargarlealgu-nos trabajos. Un día, el arqueólogoGómezMoreno le enco-mendóun dibujo, segúncierto modelo o borradorque le en-tregóy queestabapergeñadoa la diabla. El mecánicoasiá-tico de quehablaCocteauconstruyóun nuevotanqueparaun autoestropeadoen unacarretera,y reprodujoen el nuevotanquelaperforacióndel antiguo. TambiénAntonio tomó alpiede la letra—o de la línea—los trazosde GómezMoreno,y los reprodujofielmentecontodaslas deficienciasdel ori-ginal.

—~Demodo —le reclamabaGómezMoreno— que sillego a darleel modelo en un papelmanchadoUd. hubierareproducidolas manchas?¿Y si elpapelllega atenerpor ahíel recuerdode una mosquita Ud. lo hubiera reproducidotambién?

Habíaqueoír las carcajadasrabelaisianasconqueAnto-nio evocabaestosrecuerdosde suprehistoria.

A vecesdiscutíamossobremis manerasmexicanasde ha-

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blar. Yo lo acusaba,burlescamente,de vivir presoentrelosmurosdel “dialecto castellano”y no querersalirsede ellos.Porqueel hechode queen Españase hayadadopreferenciaen elhablacorrientea lapalabra“estrecho”sobrela palabra“angosto” no significa que ésta deje de ser perfectamentelegítima. Y él se amparabaen suprosapiatoresana:

—~ Señor,venir adecirmea mí lo queesel castellano,amí quesoy de Toro! ¿Haoído Ud. hablarde las “Leyes deToro”?

Y sevengabadiciéndomequeyo pronunciaba“Atlántico”ala maneraAzteca.Porqueél se empeñabaen decir“Ad-lán-tico” —que no pasa de ser un feo popularismo peninsu-lar—, y fue necesarioacudir a la autoridadde don RamónMenéndezPidal paraque se me concedierael triunfo.

Entremis resabiosnacionales,yo solíadecir: “iNo másesofaltaba!”,envez delcastizoy directo:“iNo faltabamás!”Y él me caricaturizabaasí:

—~Vayaun modoalambicadode hablar! ¿A quiénse leocurre decir: “No faltabasino quenadamásqueeso?”

Comobuencatadordel humorismoy afectoala travesurasin veneno,era el primero en festejaraquellacopla de uningenioqueno ha queridorevelarsu nombre:

Convino de Colano hay nadiequebrinde:eso dice Sola—Sola—Solalinde.

O aquellaparodiade Valle-Inclán,del mismo autor ignoto,en quea todosnos iba llegandonuestrahora (“la hora detodosy la fortuna con seso”, diría Quevedo),parodiaquemuchosrecuerdande memoria,incompletay equivocada,yqueconvienerecogeraquíparaqueno la sigantergiversando:

Es la horade Valle-Inclán.La comadrejay el vampirose paseanpor el Retiro;los va siguiendoel lubricán.

Es lahorade Valle-Inclán!Es la horade Julio Camba,

queenestoshorriblesbochornosva a comer bacalaoa Fornos

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y a tomar caféa Tupinamba.¡ Es la horade Julio Camba!

Es la horade Araquistáin,deestirpesocialdemocrática,el cual consu risasocráticadice siempre“ja” y nunca“nein”.

¡ Es la horade Araquistáin!

Es la horadeAlfonso Reyes,escritorde abundanteléxico,quesueñaenlas callesde Méxicoy en las pitasy en los mameyes.

¡ Es lahorade Alfonso Reyes!

Es la horade Castillejo,que intriga, sonsaca,pregunta.(Cuandoalguienhabladela Junta,Bonilla arrugael entrecejo).

Es la hora de Castillejo!

Es lahoradeSolalinde,el benjamínde los filólogosqueredactanotasy prólogos,de quiendonRamónno prescinde.

¡Esla horade Solalinde!

Es lahorade don Américo,no sé si teóricao práctica:junto a su periciasintácticaMeyer-Lübkees algo quimérico.

¡Es lahorade don Américo!

Ya ha comprendidoel discretolector que la quinta es-trofa se refiere al secretarioy vestalde la JuntaparaAm-pliación de Estudios,donJoséCastillejo,y aAdolfo Bonillay SanMartín, quenuncavio a la Juntacon buenosojos (nila Juntaaél); queel don Ramónde la sextaestrofaes donRamónMenéndezPidal, y el don Américo de la séptimaesdon Américo Castro. Parasaboreardel todo las alusioneshayquehabervivido en aquelmundo,Weltanschauungdifí-cil de comunicarconpalabras.

¡Pobrey caroSubilla limite,comogustábamosde llamar.lo en latín! En plenajuventud, lo vimos un día, valerosa-mente,arrancarsedel pechounasaetaqueamuchoshubiera

225

vencido;lo vimos entrarcon pasofirme en la madurez;lovimos desaparecerde pronto.

y

El ensayosobreMateoRosasde Oquendoy sus andanzasenAmérica, publicadoen la Revistade Filología Españolaafines de 1917, me aseguranque tuvo la fortuna de inspiraralgunapáginade nuestroerudito historiadordon Luis Gon-zálezObregón.

El director de la Biblioteca Nacional de Madrid, el cer-vantistadon FranciscoRodríguezMarín, tuvo la bondaddellamarme la atención sobreel cartapaciode Oquendo. Enmedio de su actividadfebril, nuncaolvidabael florido an-cianoa sus amigos. Una vez, en buscade ciertos papeles,se dio a revisartodo el índice de la secciónde “Varios”, ymientrasexaminabaparasí millares de títulos de folletos,se tomó el trabajode copiar de supuño y letra todaslas fi-chasde asuntomexicano,de queluego me hizo presente.Esjusto decir que talesrasgosno abundanentrelos investiga-dores,celosospor oficio de sushallazgosy másbien dadosaesconderlosy ahurtarlosa los ojos de los demás.

Años mástarde,durantemis dospermanenciasen la Ar-gentina (1927 a 1930 y 1936a 1937), hice algunasgestio-nes, quehastahoy van resultandoinútiles, primero ante elPbro. don Pablo Cabreray luegoanteel llorado JuanB. Te-rán y don J. FranciscoV. Silva, parabuscarnuevosrastrosde Oquendoen la provinciade Tucumány, sobretodo, paraver de encontraraquellaFamatinao descripción,conquistay allanamientode la Provinciade Tucumán.*

VI

En el Relojde sol (Madrid, 1926: “De variassociedadesse-cretas”),he dicho ya que,en la edición populardel teatrode Lopeaquesirve de prólogo la “Silueta” recogidaen los

* Ver J. M. Vélez Picasso, Un satírico olvidado: Mateo Rosasde Oquen-do, en la revista 3, Lima, marzo, 1940, pp. 5-15; y A. R. Rodríguez Mo-ñino, “Cómo se publicaba un libro en Indias a principio del siglo xvii”, enTierra Firme, Madrid, II, núms. 3-4, 1936, p. 417, alusión a las verdadesquedijo Oquendo sobre el Perú, en el anónimo “Romance a la Ovandina”.

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Capítulos,sólo respondode dicho prólogo y no del texto delas comedias,texto que fue confiadoa otra personapor lacasa Calleja, y que con razón provocó algunos reparosde G. Cirot (Buil. Hispanique,Burdeos-París,1921, n9 3,pp. 244.245). Tambiénhe hablado en el Reloj de ciertasociedad,“Los amigosde Lope de Vega”, juego literario dequesólo quedancomotestimonioalgunoscenicerosde Tala-veraquemandógrabarJoséMorenoVilla.

La verdades quequien me hizo “perderel miedo” a lafigura de Lope de Vegay atrevermea imaginarloen susinti-midadesde hombre fue el gran mexicanoFranciscoA. deIcaza,herederode la deslumbrantetradición del GeneralVi-centeRiva Palacio,figura de renacentistaen quien revivíany bullían juntas las mejoresmanerasdel Madrid literario através de todaslas épocas.Cáusticoy ameno,sabio sin pe-dantería,expertoy fino, se adueñabadelas tertuliasy, dondeaparecía,dabael tono a las conversaciones.En el Ateneode Madrid, los jóvenesescritoresacudíana la “Cacharrería”paraver cómo el maestroIcazabarríaa los necios con suametralladorade ingenioy buendecir. En esode “sentarlascosturas”a los eruditosa la violeta,no teníaprecio. Dotadode cierto molde clásico, de aquellarotundezque—entreti-tubeosy vicisitudes—quisieraser la notadominanteen laliteratura mexicana,sabía organizar sus libros con manoágil, y tenía,paraaquilatarlos libros ajenos,una intuición,un primer vistazo quehacíanpreciososuconsejo. No era lasuyaesaculturaqueparecepegadaenhojasde papel:la traíaen la masade la sangre. Era amigo solícito, capaz de im-ponerseverdaderastareaspara auxiliar las investigacionesde quienesle pedíanayuda. Sunaturalaltivez se templaba,pudorosamente,conternurasnuncaconfesadas.Una queotravez, en las polémicas,se le desbordabael sarcasmo,porquetambién era irritable; pero no se equivocabaen conjuntoparadistinguir los verdaderosde los falsosvalores,a pesarde ciertasmaníascontraeste o aquel escritor a quienesnopodíasufrir. Sujuicio era insobornable:llamabaal panpany al vino vino, y éste esel secretode ciertos resentimientosquepor ahíha dejado.

A la apariciónde susprimerostrabajoscervantinos,Foul-

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ché-Delbosc,desdeParís,habíareparadoen aquellapenetra-ción psicológicade Icaza,matiz nacionalcaracterísticoden-tro del conjunto de la erudición hispánica,matiz que loemparienta,alo largo de los siglos, conel criollo JuanRuizde Alarcón, quien llevó tambiéna la Corteuna temperaturadistinta. En surecienteobra sobreLope de Vegay sutiem-po, Karl Vosslerha sentido la seducciónde este modo hu-manoy de contactodirecto con que Icaza abordaal Fénixespañol. Creo sinceramenteque no son justos los reparosquehace a esterespectonuestro amigo JoséF. Montesinosen su reseñasobreel libro de Vossler (Revistade FilologíaEspañola,Madrid, 1933,XX, n9 3) - Montesinosse deja lle-var juvenilmentepor la seducciónde cierta técnica—la queaprendíamosen el Centro de EstudiosHistóricos— y tachalo queestáfuerade ella,comolos procedimientosinterpreta-tivos de Icaza. No todo ha de ser descubrimientode datos,preocupaciónpor la “materia prima” propia de la era in-dustrial quevivimos. No seael historiadorcomoel alfareroque se vuelve esclavode su arcilla. Hay otra novedad, ocualidadmejordicho, másprofunda,y ella estáen la inteli-gencia,en el entendimientode los asuntos.Clarosejemplosnosha dadoMontesinosen su obra. En estesentido,algunaspáginasde Icaza sobrelas figurasde la literaturapeninsularposeenun valor innegable. Sin ignorar la técnicadel caza-dor de noticias,Icazaera másbienun crítico de saldoshu-manos. Muchabuenaobranosdeja,y másnoshubieradeja-do todavíasin los sacrificios de unavida consagradaen sumayoríaal servicioexteriorde México, y luego, en la vejez,contrastadacon las ingratitudesdel tiempo. Las cicatrices,los resabiosdel dolor —habíasufrido mucho—,lo hacíanpasarpor hombrepoco bondadosoa ios ojos de los ligeros.En verdad,icazanunca“comulgó conruedasde molino”, nolo aprobabatodo; y cuandose le disparabala venasatírica,ya no habíamanerade contenerlo.

vi’

El artículo sobreEl Peregrino de Lope fue escritoparaser-vir de prólogo aunaedición de dichaobra que,por encargo

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de “Azorín”, preparéparala casaNelson,de Londres,y queno llegó apublicarse. Bajoel título: “Los libros náufragos”,he contadoasí la historia de esta y otras catástrofesde li-brería:

“La casaeditorialNelson,de Edimburgo,habíaempren-dido haceañosla edición de libros españolesy, ante ciertasdificultades,decidiósuspenderla publicacióndetaleslibros.“Azorín” se habíaencargadode dirigir y formar unacolec-ción escogida. Es lástima que el proyectohaya fracasado.He aquí las víctimas del naufragio,hastadondellegan misnoticias; libros cuyosoriginalesestánseguramenteguardadosen los archivosde Nelson,durmiendoel sueñode losjustos,como dice la gente: unaantologíade poetascastellanosalcuidadode EnriqueDíez-Canedo;un Quijote, texto estable-cido porel malogradoÁngel SánchezRivero; y un Peregrinoen supatria, deLopedeVega,edicióny prólogomíos.” (Mon-terrey, Río de Janeiro,marzode 1932,n9 8, p. 6.)

Lamentablepérdidasi se consideraque las últimas edi-cionesdel Peregrinono lleganmásacádel siglo xviii.

Se me ocurre quede esosdíasdata la frecuentacióndeSánchezRiveroconelQuijote,quemástardelo llevó aentraren polémicascon AméricoCastroapropósitode lo conscientey lo inconscienteen Cervantes.

Todo estomelleva a recordarotro Quijotenáufrago:unaedición queFedericode Oníscomenzóa prepararpara Ca-lleja, quepasódespuésal cuidadode Solalinde,y de quealfin no volvió ahablarse.

VIII

Como todo el mundo, desdela infancia habíayo recibidocierta absurdaimagende Quevedo,el Quevedode los chas-carrillos inconvenientes,cuandotropecécon cierta frase deMenéndezy Pelayoen quese le califica como“el varónmásliterario de España”. Mi curiosidadse encabritó,y prontodescubríentrelos libros de mi padre—humanistapor sen-tido naturaly sin escuela,comoCervantes,y comoél foguea-do en armasy enamora~dode las letras al punto quelo leíatodo— unaedición de las obrasdel graveseñorde la Torrede Juan Abad, comentadaspor su amigo JusepeAntonio

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Gonzálezde Salas,que tuvo la docta audaciade anotarlocomosólo sehacíacon los clásicosde laantigüedad.

Mi padreme cedió aquelloslibros, y cuandode Monte-rrey me trasladéa México para completarmi bachillerato(hacialos dieciséisaños),puedoasegurarqueya me encon-trabaen buenasrelacionescon Quevedo. Todavíarecuerdola indignaciónqueme causóel escucharen bocade unaper-sonamayor,aquien en malahorase me ocurrióhablarle dela influenciade Quevedosobrela monjamexicanaSor JuanaInés de la Cruz, estaspalabrasdescomedidas:“iQué barba-ridad! ¡Si Quevedoeraun groserón!”

Pocosañosdespués,en aquelbuceara solasque fue miformación literaria, Góngorase apoderóde mi fantasía;yasíal sesgo,por las simpatíasy diferenciasentreel cultismoy el conceptismo,gemelosenemigos,seguíojeandomi Que-vedo. Lo primero queconocí de Góngorafue, directamente,la edición de Hozesy Córdova,Madrid, 1634, que adquirípor $ 30.00de mi alma en la librería de Orortiz (calle delEsclavo),dondeyo, estudiante,me escondíaentrelos calle-jones de libros paradisfrutar desdeallí la charla de varioshistoriadoresquesolían juntarseen tertulia: GonzálezObre-gón, Pereyra,SaladoÁlvarez. Ahora soy feliz poseedordeotro ejemplar de aquellaedición, que el año de 1933 meenvió Paul MoranddesdeParís a Río de Janeiro,con estosversos,firmados en Villefranchedondeveraneaba:

Ce coupdegongaux ratsattablésatt fromagedela poésieimpure,celui qui le frappa—el ¡it un bruit qui dure—n’est cepas Gongorá?

Le contestécon estadécimasobrelos “Paúles”:

En la PoéticaSuma,como sin darleimportancia,los Seis Paúlesde Franciaseme vienena la pluma:si Verlainees todoespuma,Claudel fuego,y Valéry

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cristal, y Farguebenjuí,y Éluardliteratura,Morand,quedala flor purapara apellidartea ti.

Cuando,en mis tiemposde Madrid, RafaelCalleja mepidió unaantologíapopularde Quevedopara sus ediciones,tuve que refrescarmis lecturas, porque andabadistraídocon otros temas. Pronto me pareció percibir que, ademásde la leyendaprocaz, hastalos estudios eruditos se habíadeslizadootra leyendaen torno a la biografía de Quevedo:la de las anécdotasy los duelos providenciales,lancesdemáscaray de espada,y un cierto afán de rodearlo siemprede acasospintorescos. Preferíentoncesdar al pequeñoen-sayo que sirve de prólogo a mi antología, y que recojoen los Capítulos,un tono general,abreviandorasgosbiográ-ficos e insistiendoen la impresión que deja la obra. PeroRafaelCalleja,quecon razónpensabaen el público al quedestinabasus ediciones,me pidió queapuntalaramis gene-ralidadescon algunosdatosy fechas. Y aunquelo hice ennotaso en pasajesincrustadosparano alterar mi redacciónprimitiva, aquelcaballerosoamigo estabatan acostumbradoa que los escritoresrecibieransiemprecualquier observa-ción con impaciencia (“Genus irritabile vatum”), que memandópagaruna remuneracióndoble de la convenidaparacompensarmi pequeñoesfuerzo.

Las “Apostillas a Quevedo” queaparecenen los Capí-tulos no son másque las brevesintroduccionesexplicativasqueprecedenacadasecciónde la Antología.

Paraestudiara Quevedoes cortaunavida. Mucho mástendría que decir si volviera al tema; pero lo mismo meacontececon todosios demástemasde los Capítulos.

IX

La notasobre“Alarcón y las fiestasde BaltasarCarlos” esunahuella de mis colaboracionesen la RevueHispan.ique,quepublicabaen ParísRaymondFoulché-Delbosc,y puedeleerseen relacióncon un artículo que publiquéen El Sol,

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de Madrid, y luegorecogí en los Retratosrealese imagina-rios, México, 1920: “Felipe IV y los deportes.”

Conocí a Foulché-Delbosca raíz de mi llegadaa Fran-cia, en agostode 1913. Comencéacolaborarparasurevistacon unanotasobre“El Periquillo Sarnientoy la crítica me-xicana”, de que se me dio unatirada aparteen 1914,peroque de hecho sólo apareceen el tomo XXXVIII, año de1916,de aquellarevista. He recogidoesanotaen la terceraserie de Simpatíasy diferencias,Madrid, 1922.

En mi primera época de París (1913-1914) yo solíavisitar a Foulché-Delboscuna vez por semana. Tenía supiso del Boul. Malesherbesatestadode libros. Yo temíaque le acontecieralo que al ProfesorTeufelsdroeckh,delSartor Resartusde Carlyle, a quien los libros iban poco apoco expulsandode su morada.(Entre paréntesis,así pare-ce que le acontecióanuestrodon Ezequiel A. Chávez, queacabópor tomar otra segundacasaal lado de la primera,en la mallarmeanacalle de Roma, ciudad de México.)Mientrasyo llamabaa la puertaprincipal, por la puertadeservicio entrabael recogedorde basura,encargadode ali-viar un enorme,inverosímilcesto de papeles,con todoslosdesperdiciosde la semana.

El eminentebibliógrafo me hacía de tiempo en tiempolos mejores presentesque un bibliógrafo puede hacer: meobsequiabaalgunosejemplaresrepetidosde edicionesraras.Su intuición del tiempo le permitía prescindirde los relo-jes: no los habíaen sucasa. Cuandollegó el verano,se fueaBourron,por Fontainebleau,pueblopredilectode los pai-sajistas, donde también anduvo R. L. S. (Robert LouisStevenson),y me convidó a pasarun día en el campo. Noolvidaré la sorpresaqueme causó descubrirque aquelse-dentarioera un andariego. Iba de un lado a otro, incansa-ble, empeñadoen mostrarmetodaslas perspectivasdel bos-que,como aquelcoleccionistade paisajes,en los cuentosdeHoffmann, y yo me entreteníaen admirar su gran barbahueca,atravesadade sol.

Me traslad.éa Madrid a fines de 1914,y desdeallí se-guí colaborandoparala RevueHispanique. Sobre todo, metocó la suertede auxiliar a Foulché-Delboscen la edición

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de las Obras de Góngoraincorporadaa la Bibliotheca His-panica,asuntode queanteshe hablado. El Ms Chacón,enque la ediciónse fundaba,usabaindistintamentelos acentosgravesy agudos,como por lo demás lo hacía la imprentaespañolade la época,acasopara suplir las deficienciasdecaracteresagudoscon los gravesque se teníansiemprea lamano y se usabanen las edicioneslatinas. Pero Foulché-Delbosc se empeñóen descubriruna ley o sistemaen Cha-cónqueyo nuncavi muy a las claras. Y hubo queponerennuestraedición sólo acentosgraves, con excepciónde loscasosde disoluciónde diptongo,en quehubo queponer uncomoembriónde circunflejo, compuestopor un acentoagu-do en la primeravocaly uno graveen la segunda.Tengo laimpresión de que la crítica no reparó nunca en estasmi-nucias*

Devuelto aParís a fines de 1924, las obligacionesdelservicioexteriorno me permitieronya frecuentara Foulché-Delboscconla asiduidadde antes. Vivía ahoraen el Boul.St-Germain,y habíacontraído matrimonio con una jovenanglo-canadiense,MadamaIsabel, quesupo asociarsea sustrabajos. Falleció a los sesentay cinco años,el 5 de juniode 1929, cuando yo vivía en Buenos Aires. Mis jóvenesamigosargentinosFranciscoLuis Bernárdezy Leopoldo Ma-rechal sacabanpor esosdías el númeroúnico de la revistaLibra, dondese publicó la siguientenotanecrológica:

Recogemoscon profundapenala noticia del fallecimien-to de Raymond Foulché-Delbosc,sabio hispanista francés,director de la RevueHispanique, cuyo nombreestá asociadoa todaslas modernasinvestigacionessobrela historia literariaespañola. F.-D. manifestósu interéspor América —con algu.n.os de cuyos escritoresmantuvoconstantesy hasta íntimasrelaciones—organizandoy publicando en su autorizadare-vista una seriede monografíassobrelas literaturasde nues-

* Cuandoyo me hice cargo del trabajo, ya se habían tirado en Madridlos primeros pliegos de la edición. Opusereparosa la puntuaciónde variossonetos.F.—D. decidió aceptarlos,y ordenóqueyo recomenzarade nuevo todala obra. Desdelos díasde París le veníayo instandoa que cumplierael ofre-cimiento de una edición que, ya de añosatrás, el conocidoManual de JamesFitzmaurice-Kelly (en cuyabibliografíacolaboróF.—D.), dabapor hechay pu-blicada. Fue sin dudami interéslo que movió a F.—D. a confiarmela materia-lidad del trabajo. Ver “Historia documentaldemis libros”, V, Universidad deMéxico, VI y VII—1955, pp. 13-14.

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tros países. Maestro consumadoen asuntosde bibliografía,supo (y esto es característicoen su obra) sacar la mayorcantidadposiblede inferenciasespirituales de sólo los datosmaterialesde un libro, consideradocomo objeto físico. Últi-mamente,sus preciosostrabajosen torno a la obra de Gón-gora habíandado popularidada su nombreen el mundo delos no especialistas.Era un hombrede laboriosidadejemplar,y deja seguramentemuchotrabajo inédito. Deja tambiénunade las mejoresbibliotecashispánicasdel mundo.

En 1920, se publicó un Cataloguede la BibliothéqueHispaniquede R. F.-D., que tiene el valor de un repertorioparahispanistas. En 1931, Mme. Foulché-Delboscy JulioPuyol publicaron (Madrid, Revista de Archivos) una Bi-bliografía de R. F.-D. que da idea de la inmensidaddeaquellalabor, y que tambiénpuedeconsiderarsecomo obrade consulta. No sin melancolíaexaminéel catálogode laventade suslibros y manuscritos(Hótel Drouot, París,salan~10, a las 2 p m., los días 12 a 17 de octubrede 1936),catálogoqueconsta de 1 069 númerosa cual más codicia-ble. Tuve despuésla oportunidad de encontrar,en la Bi-blioteca Nacional de Buenos Aires, el lote de libros deF.-D. queaquellainstitución adquirió, paraenvidia de otrasbibliotecasamericanas.Algunos de aquellosvolúmeneseranmis viejos amigos,y másde unavez anduvepor sus páginasen compañíade Foulché-Delbosc.

La RevueHispanique,la obra de suvida, pusotérminoasulargacarreracondosvolúmenesde homenajeasuextin-to director: tomoLXXXI y último, París-NuevaYork, 1933.Yo, queparaentoncesme encontrabaen Río de Janeiro,fuiincapazde remitir en tiempo oportunoun trabajoqueofrecísobreelPíramo y Tisbe,de Góngora. ¡Y erayo, entretodoslos colaboradoresy amigos,el másobligadoprobablemente!Estaba debiendo a su memoria este desagravioun pocotardío.

x

Las páginasdedicadasa Gracián,segúnconstaen la “Noti-cia bibliográfica” que va al fin del volumen,procedendela edición Calleja, de la Revistade Filología Española yde los periódicosen que sostuveun cambio de ideas con

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“Azorín”, cambio de ideas al que di despuésla forma deun diálogo. Al revolvermis papelesparaorganizarel volu-men, tropecécon estaslíneasolvidadas,sin dudaanterioresa mi salidade México en 1913,que guardanalgunarela-ción con los temasgracianescos:

Mucho hayque decir sobrelaeducacióndel politico en laliteratura española.Que la educacióndel político esla piedrade toquedela pedagogíano cabedudarlo. Aquí es dondemásse corre el riesgo de confundir las normaséticascon las nor-mastécnicas,o dondetal confusiónes máspeligrosa;aquíesdondese correel riesgode enseñara gobernarpor el gobiernomismo, como fin artístico (prescindamosde la mala fe), des-entendiéndosede los imperativosde la moral. Ejemplo, ElPríncipe de Maquiavelo,dondepreocupadoéste por enseñarlas reglas del tiranizar, pervierte el sentido verdaderode lapolítica, trocándolapor algoque sería“la despótica”,y ale-j ándolac1j~aquelnoble conceptogriego conformeal cual erala política,Con la retórica,la másaltadelas vocacioneshuma-nas. Por eso pareceque los ayos de los príncipes temíanafrontar de frente la enseñanzade la política, mirando a noenvenenaral discípulo con la ponzoñadel especialista,quientodolo subordinaa los éxitosdel arteen queesdiestro. Féne-Ion prefiereentretenerasu Delfín con las aventurasde Telé-maco;Bossuet,al suyo,con discursossobrela historia.Todo,paraque el buen gobernarsurgieracomoflor espontáneadelas humanidadessembradas.Los cortesanos,en cambio,comonuncales estuvoconfiadala educacióndel príncipe,son afi-cionadosa dedicarlemáximasde brujulearel gobierno. Secreenconsejerossin serlo. Los gobernantesdel tipo inferior,como todos los prácticoso trujamanesde la vida, descon-fían de la letra escritay obransolamentea los soplos de sumalicia. No escuchana sus consejerosletrados,pobres “es-cribas en cuclillas” comoel egipcio del Louvre. Maquiavelomuereengañado,y Firdusi, el poeta persa,huye perseguidopor su rey.

Sin dudaqueelgénerode la máximapolíticaamanecetan-to como el apólogoo moralidad. Viene de la India, lo mismoque tantoshábitos del pensamiento.En el Panchatantrahayconsejosde oro, terciadosentre las anécdotasdel león y delmono. Perodondela teoríade la educacióndel príncipeapa-rece ya en forma sistemaday reconociblepara el lector mo-derno,esen el amenolibro de Jenofonte,La Ciropedia. Ahíparecenbebersus inspiracioneslas novelaspedagógicas.Algopasade aquí al Gargantúa. Y aquelcómputoentreel pro y el

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contraparalos casosindecisos,que andacomo descubrimientode BenjaminFranklin y aplicación del pensamientomercantilnorteamericanoa la conducta,no es másquela repeticiónenseriode unaocurrenciade Rabelais.De esteabolengotan ran-cio procedeelEmilio. Y se explicaquelos ingenios delRena-cimiento —necesitadoscasi siempre,siquiera para el primerarranque,de un modeloclásico— se hayanempleadoen cons-truir teoríasdel príncipe perfectoy breviariosde la política.

Ahí quedaesareliquia sin másvalor queel de reliquia.En cuantoal diálogo en torno a Gracián,bien pudeha-

cer intervenira un tercer interlocutor, Américo Castro,queen suensayo“Gracián y España”(SantaTeresay otros en-sayos, Madrid, 1929), ensayo precisamentededicado a“Azorín”, recuerdalas palabrasde Schopenhauersobresupropósitode traducir El Criticón, y cita aquellaterrible sen-tenciapre-nietzscheana:“Nunca por la compasióndel infe-hz se ha de incurrir en la desgraciadel afortunado”; sen-tenciaque, a la luz de nuestrafilosofía social, se prestaamuchoscomentarios.

Tal vez ciertas coincidenciascasualesno justifiquen laaproximación,algoviolenta,entreGraciány Nietzsche Gra-cián está dominadopor la ambiciónde crear un tipo uni-versalde hombre,unaobra maestrade la cultura,partiendode los estímulosinstintivos y poniéndolossabiamenteacon-tribución. Este anhelo se percibe con mayor claridad enlas miniaturasde los Tratadosque en el profuso cuadromural de El Criticón. Pero su“hombre de todaslas horas”dista mucho del super-hombre.Es unacoronade los idea-les renacentistas,un rematede cultura; no un nuevopelda-ño en la transformaciónbiológica.*

A propósitode Lastanosa,mecenasde Gracián, el es-critor españolRamónJ. Senderme escribe:

Su biblioteca se conserva aún, dividida casi en partesiguales, entre el Museo Provincial y Biblioteca de Huesca,la Biblioteca de los P.P. Jesuitas y la de mi tío JoaquínGarcés. Todo esto, allí mismo, en Huesca. Lastanosafueparientenuestro,y últimamente (en los últimos quinceaños)

* José Gaos advierte cierta relación entre esta página de Gracián y elDiscursodel método. ¿Influencia directade Descartes?

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habitábamossu casaen el número 13 de la calle de SanchoGarcésAbarca. Se trata de un enormecaseróndondeteníasu pequeñaacademia. Hubo un Lastanosadel siglo xix, Car-derera, mecenasy gran erudito también, que conservabalaatmósferade la casadeLastanosa.

Una errata sin másimportanciaque un errdr de transcrip-ción: en la pág.233, línea 15, se dice: “el duquede Nocera”por el de Lécera. Estehombre,lo mismoqueelduquede Sessa(el de Lope de Vega), es de la región aragonesadondehanvivido todoslos antepasadosde mi familia, y conocemostam-bién a sus descendientes.Aragón, el llamado Alto-Aragón—desdeHuescahacia losPirineos—ha sido tierra de grandesmecenasy de pocospero buenospoetas,unidossiempreporun mismomatizde expresiónquees el dela tierra misma,secapero muy fecunda. Paranosotrosestá ahí el secreto de esasequedadelocuentede Gracián,máscondensadaa medidaqueenvejeció, y no por la vejez, sino por la impregnación deHuescay de lo oscense.

Y ya que se trata de las erratasque se han deslizadoen los Capítulos,seala máscuriosa:pág.216, línea prime-ra, se habla de la “religión bilingüe” en vez de la “regiónbilingüe” de Nuevo México.

XI

Aunquepublicadopor primeravez en La Prensa,de BuenosAires, 1938, el capítulo sobreSolís fue escrito h.aráunosveinte años,para una edición de la Historia de la NuevaEspañaque,en compañíade PedroGonzálezMagro, prepa-raba yo en “La Lectura”. Abandonamosprovisionalmenteel proyecto,y cuandoa la muerte de Magro intentamos,enbien de la familia, llevar a cabo la edición, nuncafue posi-ble encontrarel texto y las notasque él conservabaentresus papeles.A él le incomodabami insistenciaen suprimirde aquellasnotas las coordenadasgeográficasde todosloslugarescitados,queerantodoshartoconocidos;pero él me-día la discutibleutilidad de estosdatos por el trabajo quese habíadadoen buscarlos.

Magro era el geógrafo del Centro de EstudiosHistóri-cos,y trabajabaasiduamenteparaestablecerel mapade lasmerindadesde Castilla en los siglos medios. Hombre de

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cortesíay afabilidad singulares,aquellaspatillasabundan-tes le dabanun aire de otros tiemposy unavagablandura,a lo quecontribuíasu tendenciaal “embonpoint”. A vecesnos dabaverdaderassorpresas. No parecíavivir másqueparalas dichosasmerindadesy llevabauna existenciamo-desta. ¡Y de pronto descubríamosqueescondíaen su arma-rio un flamante traje de levita, pantalóna rayas,chistera,polainas, caña de Indias, guantescolor paja, corbata deplastróny perla de oriente! Y otro día que se me ofrecióun viaje con sus puntasy ribetes de cacería,me prestóunlujoso saco para las piezas cobradas,que hubiera podidoacreditarlocomo cazadorempedernido.Allá parasí, alimen-tabaunagran afición por los artículosde don Antonio Zo-zaya,el veteranopopularizadorde la filosofía en aquellasu BibliotecaEconómicaFilosófica de gratorecuerdo. Zoza-ya era vecino suyo,pero sólo lo conocíade vista. Y Magrose empeñóun día en enviarle, como testimonio de su esti-mación, un estupendojamón serrano,que Zozaya declinócortésmente.Esto me hace siemprerecordar que, al decirde Icaza,el poetay preceptistaNarcisodel Campillo y Co-rrea confesabano tener másalto ideal que el poseerunagran despensade chorizos, jamones, embutidos,y poderdecir a su huésped,alargándoleun cuchillo bien afilado:“Toma, amigo: corta lo quequieras.” EntiendoqueRamónPérezde Ayala habíarealizadoen tiemposestesueño. JuanRamónJiménez,al menos,asegurabahaberadmiradoaquelalmacénde carneen conserva.

En Magro, la bondady el candorse aliabana la probi-dad científica. En el Calendario, Madrid, 1925 (“El con-suelo”), he dejadoun recuerdode la luctuosanocheen queNavarro Tomásy yo lo velamos,y de cómo conseguimosdar asu padreunashorasde distracciónhaciéndolocharlarde su oficio, gran consejogoethiano.

XII

La nota sobre Le Méxicain Ruiz de Alarcón et le ThéátreFran.çais evocaparamí los mejoresdíasde Parísy el gratoambiente de la Revuede l’Amérique Latine: Franciscoy

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Ventura García Calderón, CharlesLesca, Ernest Martinen-che, Armando Godoy, Gonzalo Zaldumbide

Mi primera relación editorial con París se establecióa través de mi caro y noble amigo FranciscoGarcía Calde-rón, cuandoyo vivía aúnen México y cursabala Facultadde Derecho. PedroHenríquezUreña me decidió a reunirmis primerosensayos.El manuscritode las Cuestionesesté-ticas fue remitido a Ohlendorff,por conductode mi familia,que se encontrabaen París. Franciscoapadrinóaquellibrode un joven oscuro y le pusoun prólogo tan generosocomotodo lo que sale de su pluma. La obra se publicó a finesde 1910. Yo llegué a Paríspor agostode 1913 —era miprimera salida— y de pronto me sentí tan desconcertado,entrela sorpresay la ruina familiar quehabíadejadoamiespalda,entre el pasadoincendiadoy el porvenir incierto,queme parecíaestarmáslejos de Francia que cuando,enMéxico, pasabayo por la Librería Bouret,en la avenidadelCinco de Mayo. De esta primera hora de desconciertohaquedadoun rastro en El cazador, Madrid, 1921 (“Paríscubista: Film de aván.guerra”).Pero la desordenadasiem-bra se quedó en los lechosdel alma, tal vez esperandosuestación. Entre tanto, anteunasituaciónque se sabíainde-cisa e insostenible, yo me habíaarreglado para trabajar,llegado el caso, en las editorialesde Ollendorff y Garnier,que publicabanlibros en españoly dominabanlas plazasde América. Vino lo imprevisto:a la vez queen México sesuspendióen masaal cuerpodiplomático, sin proporcionarviajes de regreso,en Franciaestalló la guerra y cerraronsus puertaslas dos casasen queyo fundabamis proyectos.Y aquísobrevinoesadeclinación“Rumbo al Sur”, de quehablo en Las vísperasde España.

Diez años,diez fecundosaños de España,años de pro-vechosalucha, la mitad en plenavida periodísticay litera-ria, y la otra mitad de nuevoen nuestroservicio exterior,mepermitieronconoceraquelmundo por los dos extremosy elmedio, y compenetrarmepara siemprecon la gente quepreparabael porvenir de aquelpueblocon cuyo dolor hanlatido las más altas esperanzasdel mundo. Durante estaausencia,se organizabanen mí, inconscientemente,las des-

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ordenadasimpresionesde mi primer París. Tuve, en estetiempo, la ocasiónde volver unascinco vecesaFrancia.Fuiprimero con “Azorín” a Burdeos (Las vísperas:“De servi-cio en Burdeos”); y luego a París, ya para acompañaraGenaroEstraday a Manuel Toussaint,ya en simple viajede recreo,ya paraleer en el Colegio Libre de CienciasSo-ciales (Rue Serpent),en cierto ciclo americanoorganizadopor Alberto Zérega-Fombona,unaconferencia,L’Évolutiondu Méxique(Revisede l’AmériqueLatine, París,abril-mayode 1923), que fue publicadapor la Revistade RevistasdeMéxico, traducidaal español, si no me engaño,por JoséMaría Gonzálezde Mendoza.

Fui llamado a México a mediadosde 1924, y aunquedesignadoparaBuenosAires, adondeal fin no se me envióen esavez, anduveentre Franciay Españade octubrea di-ciembre del propio año, en cierta comisión pasajera;hiceun corto viaje a Roma por Navidad y Año Nuevo, y enenerode 1925 me encarguéde la Legaciónde México en Pa-rís. La Revisede l’Amérique Latine me recibió con unagenerosareuniónde amigosen la que,ademásde sus redac-tores,estabanpresentesSouzaDantas,Embajadordel Brasily decano de los americanos,Robert de Fiers, el senadorHonnoraty hastael viejo Richepin. Martinenche,el caromaestro,decíaentreotrascosas:“LEn quémalascompañíasandabausted la primera vez que apareció entrenosotros!¡ Hastalo vi austed en mi curso,en la Sorbona!”

Un día hubo ciertareorganizaciónen la Revisede l’Am.é-rique Latine, y sus fundadorestuvieronla gentilezade ofre-cermela dirección,quemi cargodiplomáticono me permitióaceptar,porqueme quitabaa la vez tiempo y libertad parael comentariode la vida pública americana.Cuando,añosmástarde,la revista pusofin a susdíascomo el estoico,re-cuerdoqueValery Larbaud—tan puntual en la correspon-denciacon sus amigosmientrassu salud lo consintió—medio la noticiaconsincerapesadumbre.“En verdad—me de-cía— llenaba una necesidadindiscutible, tenía un sitioúnico.”

Precedidapor la RevueSud-A¡néricaine que fundó Leo-poldo Lugonesen París,año 1913, y por la Hispania, tri-

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mestralde Ventura GarcíaCalderón, llegó a vivir más quetodasellas, y sucolección pronto se cotizarácomo una ra-rezay un documentode época. Mucho ha de llover paraquela vidaliteraria de los hispanoamericanosen Parísreco-bre la vitalidad queen esarevistase refleja.)~~

México, octubre de 1939. RevistaInterludias, Bogotá, XII-1939.

* CenaroEstrada,200 notas bibliogrófkasmexicanas,México 1935, n’ 86,confundeesta revista, en francés,con la Revistade América, en español,quede tiempoatráspublicabanen París los hermanosGarcía Calderón,y queporsi sola mereceríaun estudioaparte.

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IV. JUSTO SIERRA Y LA HISTORIA PATRIA

TODOS LOS mexicanosvenerany amanla memoriade JustoSierra. Su lugarestáentrelos creadoresde la tradición his-panoamericana:Bello, Sarmiento,Montalvo, Hostos, Martí,Rodó. En ellos pensary escribir fue unaforma del biensocial, y la bellezaunamanerade educaciónparael pueblo.Clarosvaronesde accióny de pensamientoaquienesconvieneel elogio de Menéndezy Pelayo:

comparablesen algún modo con aquellospatriarcas..,que elmito clásiconospresentaa la vez filósofos y poetas,atrayendoa los hombrescon el halagode la armoníapara reducirlosacultura y vida social, al mismo tiempo que levantabanlosmuros de las ciudadesy escribíanen tablas imperecederaslos sagradospreceptosde la ley.

Talesson losclásicosde América,vatesy pastoresde gen-tes,apóstolesy educadoresaun tiempo,desbravadoresde laselvay padresdel Alfabeto. Avasalladoresy serenos,avan-zanpor los erialesde Américacomo Nilos benéficos.Graciasaellosno nos hanreconquistadoel desiertoni la maleza. Nolos distinguela fuerza de singularidadsino en cuanto sonexcelsos. No se recluyeny ensimismanen las irritables fas-cinacionesde lo individual o lo exclusivo. Antes se fundanen lo generaly se confundencon los anhelosde todos. Pare-cengritar conel segundoFausto:“Yo abro espaciosamillo-nesde hombres.” Su voz es la voz del humanoafecto. Per-tenecena todos. En su obra, como en las fuentespúblicastodostienenseñoríoy regalo.

El último retrato de JustoSierra, comunicadodesdeEu-ropa a las hojas periódicasnos lo presentacomoera: un gi-ganteblanco. De corpulenciamonumental,de rasgostalla-dos parael mármol,su enormebondadhacíapensaraJesúsUruetaen aquelloselefantesaquieneslos padres,en la In-dia, confíanel cuidadode los niños. De los jóvenesera eltutor naturaly entrelos ancianosera el másjoven. Viéndole

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mezclarseala mocedad,los antiguoshubierandicho quedes-aparecía,como el dios Término, entreel revoloteo de lasGracias:y viéndoleguiaralosotros,avecesconsólo lamira-da o con la sonrisa,lo hubierancomparadocon Néstor, decuyoslabios manabanla sabiduríay la persuasión.Todo éleravirtud sin afectacionesausteras,autoridadsin ceíió, amora los hombres,comprensióny perdón,orientaciónsegurayconfianzaen el bienque llegabahastala heroicidad. Ciertobuenestilo zumbón y la facilidad en el epigramasin hieldisimulaban,parahacerlamenosvulnerable,suternura.

Suobra de escritorasciendedela poesíaala prosa,don-de se realiza plenamentepara conquistarel primer lugaren nuestrasletras: desdela dulzura de las Playeras —lacanciónde pájarohija de los trinos de Zorrilla—, pasandopor los arrobamientosde la “donnaangelicata”que irradianen los Cuentosrom4nticos,hastalos vastosalientosdel histo-riador, con aquellosúltimos estallidosde un genio que sederrotabaasí mismo en reiteradasapoteosisde entusiasmo.En él se descubreaquelladualidadpropiade los apostoladosamables.Tienelo hercúleoy lo alado,comolostorosde Kor-sabad;y se desarrollaensanchándosecomoel abrazode unaola. Del lirismo algo estrechode su juventud,supoesíaseexpandealas elocuenciasquetanto le censurabael ingeniosoRiva Palacio. Y si supoesíapierdecon ello, es porquenoha podidoadaptarseal crecimientodelhombreinterior. Jus-to Sierra,entonces,ya no puedecantaren verso:se ahogaenlaplétora. Habrotadoen él un atletade la simpatíahumanay del entusiasmoespiritual. El verso se alargay contorsio-na y se vuelveprosa. Conservade la poesíala emocióncar-gada,elgustodispuesto,la siemprefrescay sanareceptividadde la belleza. Pero se desbordasobrela historia,el amoryel afán de todos los hombres, para compartir sus fatigasy susregocijoscon tan intensopat/tos y tanhondapotencia-lidad,queacudenal lectorlaspalabrastemblorosasdeEneas:“Aquí tienen p~remiolas virtudes, lágrimaslas desgracias,compasiónlos desastres,”

Crítico literario un día, sulegadoes breve,brevísimo,yen estocomoenmuchascosassemanifestóporun solo rasgoperdurable:elprólogoalaspoesíasdeGutiérrezNájera. Allí

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la explicacióndel afrancesamientoen la lírica mexicana,ladefensadelModernismo,todo lo cual estátratadoal margende las escuelasy por encimade las capillas. Entre suscon-temporáneosno haycríticaquela iguale,y dudo quelahayaentrelos posteriores,auncuandoalgo seha adelantado.Elsolo estilode aquelprólogo ostentalujos hastaentoncesdes-conocidosentrenosotros;lasimágenestienenvida; lasfrases,nerviosos resortes; el paréntesis,sabrosaintención, la di-gresión,un encantoquehacesonreír. Se sienteel temor deprofanarla tumbareciénselladadel amigo. En torno aGu-tiérrezNájera,unoscuantostrazosfijan nuestrahistoria lite-raria. Sobreel mismo GutiérrezNájera,no creoque puedadecirsemásni mejor.

Suestilo,después,ganaen fuerzay ensobriedad.Renun-cia a la sonrisay a la graciaturbadora. Va en pos de lacláusula de oro, esculpesentencias.Es ya el estilo, comolo queríaWalterPater,paraseduciral humanistasaturadode literatura,reminiscencias,casosy cosas. Suoratoria,aunen los discursosoficiales,estácruzadapor todaslas preocu-pacionesfilosóficasy literariasde sutiempo. Es el primeroquecita en México aD’Annunzio y a Nietzsche. En sus dis-cursoshayun materialabundantede estudiosy meditaciones,y el mejor comentarioacasosobresusempeñosde educador.En laobrahistóricaaqueestaspalabrassirvendeprólogo,elestilo, sin bajar nunca en dignidad, revela por instantescierto apresuramiento,no repara en repeticionescercanas,amontonafrasesincidentales,avecesconfíademasiadoel su-jeto de los períodosa la retentivadel lector. El autorpareceespoleadopor un vago presentimiento,por el afán de sacarcuantoantesel saldo de unaépocacuyo ocaso hubieraadi-vinado. Perosi haymomentosen queescribede prisa,puededecirsequeafortunadamentesiemprepensódespacio. Todolo cual comunicaa la obracierto indefinible ritmo patético.

El escritorpadeciósin dudabajo el pesode sus laboresen el Ministerio de Instrucción Pública. Su nombrequedavinculadoa la inmensasiembrade laenseñanzaprimariaqueesparciópor todo el país. Continuadorde Gabino Barreda—aquelfuerte creadorde la educaciónlaica al triunfo deBenito Juárez,triunfo quevino a dar su organizacióndefi-

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nitiva a la República—,JustoSierra se multiplicó en lasescuelas,comosi, partidoen mil pedazos,hubieraqueridoatravés de ellas darse en comunión a las generaciones futuras.Hacia el final de sus días,coronó la empresareduciendoanuevaarmoníauniversitarialasfacultadesliberalesdispersas,cuya eficaciahubierapodido debilitarseen la misma faltade unidad,y complementócon certeravisión el cuadro delas humanidadesmodernas.Puededecirsequeel educadoradivinabalas inquietudesnacientesde la juventudy se ade-lantaba a darles respuestas.El positivismo oficial habíadegeneradoen rutinay semarchitabaen los nuevosairesdelmundo. La generacióndel Centenariodesembocabaen lavida con un sentimiento de angustia. Y he aquíqueJustoSierra nossalíaal paso,como ha dicho uno de los nuestros—PedroHenríquezUreña—ofreciéndonos“la verdadmáspuray la másnueva”.

—Una vagafigura de implorante—nos decíael maestro—vagahacetiempo en derredorde los templaserenade nuestraenseñanzaoficial: la Filosofía, nadamás respetableni másbello. Desdeel fondo de los siglosenqueseabrenlas puertasmisteriosasde los santuariosde Oriente,sirve de conductoraal pensamientohumano,ciego a veces. Con él reposóen elestilóbatodel Partenónqueno habríaquerido abandonarnun-ca; lo perdió casi en el tumulto de los tiemposbárbaros,yreuniéndosea ély guiándolede nuevo,se detuvoen las puer-tas de la Universidadde París,el Alma mate,’ de la humani-dadpensanteen los siglosmedios. Esa implorantees la Filo-sofía,unaimagentrágicaqueconducea Edipo, el que ve porlos ojos de su hija lo único quevalela penade verseen estemundo: lo que no acaba,lo que es eterno.

De estasuerte,el propio Ministro de InstrucciónPúbli-caseerigíaen capitánde las cruzadasjuvenilesen buscadela filosofía, haciendosuyo y aliviándolo al pasoel descon-tento quepor entonceshabíacomenzadoa perturbarnos.LaRevoluciónseveníaencima. No eraculpade aquelhombre:él tendía,entreel antiguo y el nuevo régimen,la continui-daddel espíritu,lo que importabasalvar a toda costa, enmedio del generalderrumbey de las transformacionesveni-deras.

Yo no lo encontréya en la cátedra,peroherecogidoen mis

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mayoresaquellasollamadel fuegoqueanimabasusexplica.ciones oralesy que trasciendevívidamentehastasus libros.Yadejéentenderqueelhistoriadorfue, en él, un crecimientodel poeta,del poetaseducidopor el espectáculodel vigor hu-manoquese despliegaa travésdel tiempo.Románticoportem-peramentoy educación,paraél seguíasiendo la RevoluciónFrancesa,clave de los tiemposmodernos,la hora supremade la historia. Ésteera el capítuloque estabasiempredis-puestoacomentar,la lección.que tenía preparadasiempre.En lo quese descubrensuspreocupacionesde educadorpolí-tico. Aquí convergíanlasenseñanzasde los siglos,heredadasde unaen otra épocacomo unaconsignade libertad.

El alumno, entregadoa las aparicionesque él iba sus-citandoa susojos, confiándosepor las sendasqueél le ibaabriendoen los camposde la narración,al parqueescuchabaun comentarioadecuadoy calurososufría el magnetismodelos pueblos,y leparecíacontemplarpanorámicamente(comopor momentosse ven los guerrerosde la Ilíada) el hormi-guero de hombresque se derramande Norte a Sur, el vuelode navesporla costaafricana,quemástardese desvíanconrumboal mardesconocido.El maestrocreíaen el misticismogeográfico,en la atracciónde la tierra ignota, en el ansiade encontraral hombreaustral de hielo o al hombremeri-dional de carbóncon quesoñabanlas nacionesclásicas;enel afán por descubrirlas montañasde diamante,las casasde oro y de marfil, los islotes hechosde unasolaperlapre-ciosa,centellanteshijos delOcéano,con quesoñabala gentemarineraen la Era de los Descubrimientos.El imán de laescondidaTule, comoen Séneca;el imán de las constelacionesnuevas,como en Heredia, tambiénhan sido motoresdela historia. Los aventurerosquebuscabanla ruta de las es-peciassaludabanconigual emociónlagriteríade las gaviotasqueanunciabanla costao la deslumbranteCruz del Sur queparececintilar, como augurio, desdelos profundossueñosde Dante. La historiase unificabaenel rumorde unagigan-tescaepopeya;la tierra aparecíaabonadacon las cenizasdesussantosy de sushéroes;los pueblosnacíany se hundían,bañadosen la sangreeficaz. Así el relato se enriquecíaconlas calidadesde evocacióne interpretaciónde aquelestupen-

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do poetaque,para mejor expresarse,habíaabandonadoelsilabariodel metro y de la rima Maestroigual de historiahumana¿cuándovolveremosatenerlo?

Evocacióne interpretación,la poesíade la historia y lainteligenciade la historia: nadafaltaba a JustoSierra. Sumentees reacia al hechobruto. Pronto encuentrala moti-vación, desde el estímulo puramentesentimentalhasta elpuramenteeconómico,pasandopor el religiosoy el político.La historia no es sólo unatragedia,no le bastasacudir lapiedady el terror de los espectadoresen unasaludableca-tharsis. La historia es un conocimientoy una explicaciónsobre la conductade las grandesmasashumanas. A ellaaportaJustoSierraunainformaciónsin desmayos,y un dónsintético desconcertanteen los compendiosostoquesde sues-tilo. Así, en la historia mexicana,resuelveen un instanteycon una lucidez casi vertiginosaalgunospuntos que antesy despuésde él han dadoasuntoadisquisicionesdilatadas.La densidadde la obra, el gran airequecirculaporella, laemparientanconlas altasconstruccionesala manerade Toc-queville. JustoSierra descuellaen la operaciónde la sínte-sis, y la síntesisseríaimposiblesin aquellassus bienmuscu-ladasfacultadesestéticas. La síntesishistórica es el mayordesafíoa la técnicaliteraria. La palabraúnica sustituyealpárrafodigresivo; el matiz de certidumbre—tortura cons-tantede Renan—establecelaprobidadcientífica;elhallazgoartístico comunicapor la intuición lo que el entendimientosólo abarcaríacon largosrodeos. Dentro de las dimensionesmodestasde un libro de texto, la Historia General de JustoSierraacumulaunapotenciade veinteatmósferas.Sólo pecapor superarla capacidadmediade los lectoresa quienessedestina. En verdad,obliga adetenerseparadistinguir todoslos coloresfundidosen el prisma. Como diría Victor Hugo(evocacióngrataaJustoSierra),el escritorsuscitaunatem-pestaden el tintero. Y como la buenaprosanos transportaen su música,todavíarecuerdoque,en mis tiempos,los mu-chachosde la Preparatoria—sin dudaparaesquivarel aná-lisis—, se entregabana las facilidadesde la memoriay de-jabanquese lespegaransolosaquellospárrafosalados.Talvez la Historia General,paralos fines docentes,necesitade

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la presenciade JustoSierra,comola Universidadpor él fun-dada—y entregadadespuésa tan equívocosdestinos— lonecesitaríaen su gobierno.

A menosqueseaun inventariode hechosinexpresivos,elensayohistóricodeja traslucir,conscienteo inconscientemen-te, el ángulode visión del historiadory el lenguajementalde suépoca,visión y lenguajequecontienenuna represen-tación del mundo. Toda verdaderahistoria, dice Croce, escontemporánea;apartede que es un vivir de nuevo,en estaépoca,el pasadode la humanidad. Pero,dentro de esteim-perativopsicológico,cabeencontrarunatemperaturade ecua-nimidad y equilibrio que, sin disimular las inclinacionesfi-losóficas del autor, alcanceun valor de permanencia,deobjetividad,de verdad;un planteohonradode los problemasquehastadejelibertadal disentimientodelos lectores;y mássi seaciertaconlos pulsosesencialesen la evolución de unpueblo,como acontececon Justo Sierracuandoconstruyelahistoriade la patria.

En Justo Sierra,el historiadorde México merececonsi-deraciónespecial.

Nos quedan—decía JesúsUrueta—sus fragmentosvene~rabies de historia patria, tan llenos de ciencia, de arte y deamor, entre los que sobresaleun tomito paralos niños, quesi paraéstos es un encanto,es una joya paralos viejos.

Este juicio sería impecable si la palabra “fragmento”no indujera a error, por cuanto parecesignificar que setrata deunaobraincompleta,y si el giro mismode las frasesno parecieradar preferenciasobrela Evoluciónpolítica delpueblom.exicanoacierto epítomeinfantil.

Verdades que esteepítomees un libro de calidadraray acasoúnico en sugénero. Comotodaobra de sencillez,esla pruebade un alto espíritu. Enseñarla historiaa los niñoscomo él la enseña,sin acudiralos recursostan amenoscomodudososdel “salto de Alvarado” y el llanto de la “nochetriste”, es tenermás respetoparael alma infantil del quesuelentenerlas madresqueeducanasuscriaturasconla su-persticióny elmiedo;sortearel escollode la indecisióny darla verdadaveriguada,imbuida de amor al propio suelo,es

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tenerel mejortítulo alagratitudnacional. Aun en lasleyen-dasqueacompañana las láminasdel epítomehay leccionesde evidenciahistóricay enseñamientosintachables.

Peronadaes comparablea la majestuosaEvoluciónpo-lítica del pueblomexicano. Estaobra se publica ahoraporprimeravez en volumenaislado,desprendiéndolade la colec-ción de monografíasescritaspor variosautores,en queantesaparecióy en queera ya prácticamenteinaccesible. Dichacolecciónde monografíashistóricassobremúltiplesaspectosde la vida nacional,y confiadasa diversosespecialistas(pa-rangónmodernodel antiguoMéxico a travésdelos siglos, encincoabultadosvolúmenes),lleva el título deMéxico,suevo-lución social, y fue editadaen México porJ. Ballescáy Cía.,entrelos añosde 1900 a 1902,en tres gruesosinfolios pro-fusamenteilustradosal gustode la época,que dista muchode satisfacera los lectoresactuales. El tomo 1 constade dosvolúmenes;el primero de 416-iv pp., es de 1900; y el se-gundo,queva de la p. 417 a la 778, de 1902; en tanto queel tomo II, de 437 pp., aparecióen 1901. El primer volu-menanunciacomo autoresa los ingenieros,Agustín Aragóny Gilberto Crespo Martínez; licenciadosEzequiel A. Chá-vez,Miguel S. Macedo,PabloMacedo,Emilio Pardo,GenaroRaigosa,Manuel SánchezMármol y EduardoZárate; doctorPorfirio Parra; generalBernardoReyes; magistradoJustoSierray Julio Zárate;director literario, el mismo JustoSie-rra, y director artísticoSantiagoBallescá. En los sucesivosvolúmenesse suprimenlosnombresdeEmilio Pardoy Eduar-do Zárate,y se añadenlos del diputadoCarlosDíazDufoo yel licenciado JorgeVera [Estañoli. —La sola designaciónde títulos profesionalesy aun de cargospolíticoses imperti-nenteal objeto de la publicación. Los inacabablessubtítulosde la portada,entrelos cualesalgunosmásbienparecenre-clamosmercantiles(“Inventariomonumentalque resumeentrabajosmagistraleslos grandesprogresosde la naciónen elsiglo xix”... “Espléndidaedición, profusamenteilustradapor artistasde gran renombre”,etc.), dan a la publicaciónun aire provinciano,apesardel lujo materialqueno lleganuncaa la belleza,apesardel rico papelsatinadoy del clarotipo de imprenta: Ballescá,el editor del régimen,no escati-

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mabagastos. En la impresión mismase descubrenerratasydescuidos. Los retratos son arbitrarios e impropiosde un li-bro histórico de estosvuelos. La enormidadde los tomosloshacede difícil manejo;su preciolos haceinaccesibles.Conbuen acuerdo,Pablo Macedose apresuróa publicarpor se-paradoy enun libro seriamenteimpresolas tresmonografíascon quecontribuyóa estaobra (La evoluciónmercantil; Co-municacionesy obras públicas; La Hacienda pública, Mé-xico, Ballescá1905, 40, 617 pp. y finales). No se hizo asípara la monografíade Justo Sierra, hastaahora sepultadaen aquella primitiva edición; o si ello llegó a intentarse,fue en forma fragmentariay desautorizada,en un librilloramplónquesólo contienelos primeroscapítulosy no estaballamadoacircular debidamente(Madrid, Editorial “Cervan-tes”,¿1917?).El ensayocompletode JustoSierra,queahoraaparececon el nombre de Evolución política del pueblomexicano,constaen México, suevoluciónsocial, tomo 1, vo-lumen 1~,pp. 33 a271, bajoel título de Historia política, yen el tomo II, pp. 415 a 434, bajo el título: La era actual.

México, suevoluciónsocial es obracompuestaen las pos-trimerías del régimenporfiriano, para presentarel procesodelpaísdesdesus orígeneshastalo quese considerabacomola mctade susconquistas.Pero las páginasde JustoSierra(lo hemosadelantadoal hablar de su estilo) se estremecenyacon un sentimientode previsión: seha llegadoaunaetapainminente; urge sacarel saldo,hay que preparara tiempoel patrimonio histórico antesde quesobrevengala sorpresa.

Dejandode ladolas obrasdemerainvestigación,tan exi-miascomo lasdeJoséFernandoRamírez,Icazbalcetau Oroz-co y Berra (ésteha envejecidopor el adelantoulterior denuestra arqueología)-;exceptuandolos ensayoshistóricosde otro carácter,destinadosa otros fines y que no podríanofrecersecomo síntesis popular —tales los de Alamán oMora— la Evoluciónpolítica ocupaun lugarúnico, apesardel tiempo transcurridodesdeel día en que se la escribió.A su lado, las demásobrasde su géneroresultanmodestas.Podráncomplementarlaen el relato de hechosposteriores—pequenoapéndice de tres o cuatrolustros sobreunaexten-sión de más de cuatro siglos—, pero no logran sustituirla.

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Algunasde estasobras,al ladodel Sierra, hastaparecenex-travíos,sutilezaso divagacionespersonalesal margende lahistoria,empeñosviolentos por ajustarnuestrasrealidadesaunateoríadeterminada.MuchoshanespigadoenSierra,peroexagerandohastala paradojalo que en él era un rápidorasgo expresivo. La sacudida revolucionaria acontecida des-pués ejerceunaatracciónirresistiblesobrelos problemasin-mediatos,invita a la propaganday a la polémica, y puedeperturbarel trazode ciertasperspectivasfundamentales.Jus-to Sierranos da la historia normal de México. Por suher-mosoy varonil estilo,su amenidad,la nitidezde su arquitec-tura y subuenadoctrinadespiertael interésde todos,y estállamadaaconvertirseenlecturaclásicaparalajuventudesco-lar y parael pueblo. No es unaciega apología;no disimulaerroresque, al contrario, importa señalar,a algunosde loscualespor primera vez aplica el lente. Pero su vigor inter-pretativo y la generosidadque la anima hacende ella, encierto modo,una justificación del pueblo mexicano. Quienno la conozcano nos conoce,y quien la conozcadifícilmen-te nosnegarásu simpatía. Publicarlade maneraquepuedacircularcómodamentey llegar atodaslas manosera,poreso,un debercívico.

Sin espíritude venganza—nuncalo tuvo— contrael par-tido derrotado;sin discordia,sin un solohalagoa lo bajo dela pasiónhumana;sin melindrescon la cruel verdad cuan-do es necesariodeclararla,estahistoria es un vasto razona-miento acompañadopor su coro de hechos,dondeel relatoy eldiscursoalternanen ocasionesoportunas;dondela expli-cación del pasadoes siempredulce aun para fundar unacensura;dondeno se juega con el afán y el dolor de loshombres;dondeni de lejos asomaaquellamalsanacompla-cencia por destruir a un pueblo; dondese respetatodo lorespetable,se edifica siempre,se deja el camino abierto ala esperanza.La paulatinadepuracióndel liberalismomexi-canono es allí una tesis de partido,sino unaresultanteso-cial, un declivehumano.

Abarcala Evoluciónpolítica desdelos remotosorígeneshastala épocacontemporáneadel autor,vísperasde la Revo-lución mexicana. Los orígeneshan sido tratadoscon sobrie-

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dad,con prescindenciade erudicionesindigestas,con santohorror a los paralelosinútiles, despeñaderode nuestraar-queologíahastaentonces,y sobretodo, con entendimientoylucidez:siempre,junto al hecho,la motivacióny la explica-ción. Ahorabien: lahistoriaprecortesianaapenasarriesgabaen tiemposde Sierra sus primerospasosy es todade cons-trucción posterior. El lector debetenerloen cuenta,y leeresosprimeros capítulos con la admiración que mereceunesfuerzo algo prematuropor imponerelordenmentalaun hazde noticiasdispersas;pero advertidoya de queaquellasge-neralizacionesno siemprepuedenmantenersea la luz de in-vestigacionesulteriores. De entoncesacála arqueologíamexi-canaha sido rehecha,aunquepor desgraciano hayallegadoya el momentode intentar otra síntesiscomo la de Sierra,síntesisindispensableentodaciencia,seahipótesisdetrabajoo searesumende las conclusionesalcanzadas.Por lo demás,la apreciaciónhumanay política de Sierra sobreel cuadrode las viejas civilizaciones—que es lo que importa en unaobra como la presente—quedaen pie; quedaen pie su vi-sión dinámicasobreaquelvaivén de pueblosque se conta-minany entrelazan;quedaenpie suclarapercepciónde queel imperio mexicano, decadenteen algunosrasgos,distabamuchode serun imperio del todo establecidoy seguro.

La épocacontemporáneafue tratadacon toda la respe-tuosainquietudy con la diligente afinaciónmoral de quienestádisecandocosasvivas y tieneantesí el compromiso,li-brementecontraído,de la verdad. JustoSierrano incurre,nieraposibleennuestrosdías,en aquelinocentedelirio de quees víctima insigne Ignacio Ramírez y mucho más oscura elP. AgustínRivera* (el cual escribíala historiapor “princi-pios”), paraquienesCuauhtémocy Cuitláhuacson los padresdirectosde nuestranacionalidadmoderna.PeroJustoSierrada al elementoindígenalo quepor derechole correspondecomofactor étnico,se inclina conmovidoante un arrojo quemerecíala victoria, y pone de relieve aquellasolidaridadmisteriosaentre todoslos gruposhumanosque, a lo largodel tiempo,hancontestadoal desafíode la mismanaturaleza,desecandolagos y pantanos,labrandola tierra y edificando

* ¡Publicado por la Universidad Nacional de México en 1922!

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ciudades.lleno de matanzasy relámpagos,elcuadrotrágicode la conquistapasapor sus páginascon la precipitacióndeun terremoto,de un terremotoentrecuyosescombrosse alza-banbarricadasy se discurríanardides. Y viene, luego, elsueñofecundode la épocacolonial, preñadodel ser defini-tivo, dondelas sangrescontrariascirculanen dolorosaalqui-mia buscandoel sacramentode paz.

Maspor sobrioy lúcido quesea,parasutiempo, el estu-dio de la épocaantigua;por pudorosoy justicieroqueapa-rezcael de la conquista,o por sugestivoy rico que resulteel de la colonia, ningunade estaspartesigualaen la Evolu-ciónpolítica ala épocamoderna,al México propiamentetal,cumpliéndoseotra vez aquí la consignade educadorpolíticoqueestehistoriadorllevabajosumanto,y cumpliéndosetam-biénel sentidocontemporáneo,la proyecciónactualde todaverdaderaresurreccióndel pasado.Aplicación del evolucio-nismoen boga,o mejorde aquellanocióndel progresogrataal siglo xix; metamorfosishistóricade aquellateoría físicasobrela conservaciónde la energía(el trabajoacumuladoesdiscernibleen cualquierade sus instantes),todo ello, queperturbaríalas perspectivasen plumamenosavisada,pareceallí decir,conla hipótesisfinalista, queel pasadotiene pordestinocrearun porvenirnecesarioy que,en el ayer,el mo-mentomáscercanoesel quenosllega másrico de lecciones.Al abordarel períodode la independencia,el foco del his-toriadorseacercacomosi quisieraver cadavez mása fondoy con mayor claridad. El episodio más reciente trae másarrastreadquirido. JustoSierralo prefiere a todos,porqueél es un educador;y acasopor eso seael máscabal de loshistoriadoresmexicanos.

La Historia —ha dicho— aun a riesgo de faltar a su as-piración de ser puramentecientífica, es decir, una escudri-ñadoray coordinadoraimpasibledehechos,no puedesiempredesvestirsede su caráctermoral.

Una virtud supremailumina la obra histórica de JustoSierra: la veracidad,la autenticidadmejor dicho. Todo enella es auténtico, todo legítimo y sincero, resultadode unaforma del alma, y no condición exterior y yuxtapuesta:sus

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directricesmentales,queen otrospareceríanposturasenbus-cade la economíadel esfuerzo;suliberalismo, su confianzaen la democracia,su interés por la educación(“lOh —ex-clama Justo Sierra— si como el misionero fue un maestrode escuela,el maestrode escuelapudieraserun misionero!”,palabrasen queestátodo el planeducativoquenos trajo laRevolución); susdesbordesde emociónqueen otros resulta-rían inoportunosy aquí fluyen como al empujede una ver-daderanecesidad;suexpresiónretórica,queen otros sonaríaalgohuecay aquíapareceíntimamentesoldadaal giro de lospensamientos.Auténticasla intención, la idea, la palabra.Auténtico el desvelopatriótico que lo inspira. En el fondode la historia,buscay encuentrala imagende la patria, yno se sientedesengañado.Era todo lo quequería.

Cuandofunda la Escuelade Altos Estudios,dice así:

NuestraambiciónseríaqueenesaEscuelase enseñasea in-vestigary a pensar,investigandoy pensando,y quela sustan-cia de la investigacióny el pensamientono se cristalizasendentro de las almas, sino que esasideas constituyesendina-mismospermanentestraduciblesen enseñanzay en acción;quesólo así los idealespuedenllamarsefuerzas. No quisiéramosver nunca en ella torres de marfil, ni vida contemplativa,niarrobamientosen buscadel mediadorplástico; eso puedeexis-tir y quizás es bueno que exista en otra parte: no allí, allíno... Nosotrosno queremosqueen el templo quese erigehoyse adorea unaAtenassin ojos parala humanidady sin cora-zónparael pueblodentrode suscontornosde mármol blanco;queremosque aquívenganlas seleccionesmexicanasen teoríasincesantesparaadorara la AtenasPromakos,a la cienciaquedefiendea la patria.

Cuandoestaspalabrasse escribieron,no se habíainven-tadoaúnla falsificaciónde la cienciaal servicio de interesesbastardos,ni se habíaabusadode los estímulospatrióticos alpunto de queinspirenrecelo. Hay queentenderaquellaspa-labrasen todasu pureza,en suprédicade creaciónhumana,sin sombra de agresividadni de fraude. Y hay que tenermuy presenteque las respaldatoda la existenciainmaculadade estegran mexicano.

Pudierapensarsequeestahistoria,suspendidaen los um-bralesde la Revolución,necesitaser revisadaen vista de la

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Revolución misma. No: necesitasimplementeser comple-tada. En ella estántodaslas premisasquehabríande expli-car el porvenir, lo mismo cuandojuzga el estadosocial delindio que del mestizoy del criollo; y el candormismo conque fue escritaes la mejor garantíade que no hace faltatorcer ni falsificar los hechosparacomprenderel presente.CuandoJustoSierra se enfrenta con los erroresheredadosde la Colonia—y los peoresde todos,aquellosque se hanincorporado en defectos del carácter nacional—, dice así:

Desgraciadamente,esos hábitos congénitosdel mexicanohanllegado a ser mil vecesmás difíciles de desarraigarquela dominaciónespañolay la de las clasesprivilegiadaspor ellaconstituidas.Sólo el cambio total de las condicionesdel tra-bajo y del pensamientoen México podrán realizar tamaiíatransformación.

La Evolución política de JustoSierra sigue en marcha,comosigueen marchala inspiraciónde su obra. No digáisqueha muerto. Como aquelviajero de los Cárpatos,va dor-mido sobresubridón.La gratitud desupueblolo acompaña*

México,diciembrede 1939.

* Prólogo a Justo Sierra, Evoluciónpolítica del pueblo mexicano,MéxicoLa Casade Españaen México, 1940.

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Y. DE POESÍA HISPANOAMERICANA

EL CARÁCTER hispanoamericanocomienzaa delinearsedes-de los primerostiemposde la Colonia. En la literatura,en-cuentraya unaexpresióninconscientecon el mexicanoRuizde Alarcón, quien lleva ala ComediaEspañoladel siglo XVIIun matiz que entoncesse calificó de “extrañeza”. Pero lasletrashispanoamericanassólo adquierenimportanciageneralen el sigloxix, despuésde la independenciapolítica de nues-trasRepúblicas.Aunquenuncase cortó la vinculaciónespi-ritual conEspaña,se adviertenentoncestres fenómenos:1~mayor motivacióninterior de las literaturashispanoamerica-nas;2~mayor receptividadparaotrasinfluenciasextranjeras;y 39 ciertos paralelismos de evolución que permiten trazargeneralizacionesdesdeel Río Bravohastael Río de la Plata.Por sernaciónde lengualusitana,dejamosfuera de estare-señaalBrasil, quesiguecaminoaparte,aunqueno divergente.

La literaturahispanoamericanacobraverdaderorelievey logra conquistarsu sitio en el sol con el movimiento lla-madoModernismo,el cual se prolongahastalos comienzosdel siglo xx.

La importanciade este movimiento poéticooscurecelasanterioresetapasy, sobretodo,haceolvidar queno sólo sig-nifica una aportaciónen el verso, sino tambiénen la prosaespañola.La verdadesqueel carácteramericanologró im-primirse antesen la prosaqueen el verso. El punto no hasido suficientementeestudiado. Desde los albores del si-glo xix, la prosaamericana,ademásde recogerun espec-táculosocial ya diferenciadode la Metrópoli europea,dejasentirpreocupacionestécnicas propias. A veces,como en elargentino Sarmiento, se trata de encontraruna expresiónnueva. A veces,como en el ecuatorianoMontalvo, se tratade empaparsede nuevo en los modeloshispánicosdel Si-glo de Oro. Mientrasla prosaespañolapeninsulares román-tica, costumbristao académica,la prosaespañolacontinen-

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tal (la nuestra) deja ver, en Sarmiento, la innovaciónconstante,espoleadapor “el ritmo urgentedel pensamien-to” (P. HenríquezUreña); y en Montalvo, recuerdael tonode Quevedo,entoncesinsólito en Espaíia. Llegandoya a losmodernistas,aparecen,en Martí, la sentenciacortay eléc-trica al modo de Gracián;en GutiérrezNájera, la sentenciaetéreay saltarina,cuyo secretomurió con él. Ambas con-trastancon el fraseolargo y movedizo del espanolValera,o con los ampliosperíodosoratoriosdel españolCastelar.Yya en nuestrosdías,nuestraprosaalcanza,conRodó,la tersaserenidadrenaniana,y con GómezCarrillo, injustamenteol-vidadoen esteprocesotécnico, la agilidaddela crónicapari-siense. Respectoal estudiocientífico de la lengua, Américatraeunaverdaderatransformaciónde los métodosconBello,Cuervo,Suárez,De la Peña,etc.

El nuevo espíritu españoldata de la llamadaGenera-ción del 98. El nuevoespíritu americanodatade los añosde 80. Una y otra revolución procedende diferentesim-pulsos,y luego secambianinfluenciasentresí. En España,trasel desastrede la guerraconlos EstadosUnidos, se trata—sin perder de vista los fines de reforma estética—deenfrentarsecon la realidad española,rectificando las falsasperspectivasde la antiguagrandezaimperial. En Américala revolución es puramenteestética,y adquiereun sesgodeuniversalidadque,demomento,la alejade las cosasamerica-nas;o, cuandocasualmentelas aborda,les imprime unalevetorsión de estilo. En este sentido,y refiriéndoseal RubénDarío de las Prosas Profanas, pudo Rodó hacersuya estaafirmación: “Indudablemente,Rubén Darío no es el poetade América.” El refinamientodel Modernismolo alejabadelas ásperasrealidadesnacionales,de que más bien queríaescapar.Suuniversalidadlo hacíaromperlas fronteras.Suambición de escalarlas más altas cimaslo hacía disimulartodareferenc1~aala modestacolinahabitadaporel poeta. Elpoeta,o queríaserun ciudadanodel mundo, librándosedela liga dialectalo postcolonial;o soñabaquevivía en París,laprimeraurbe literaria,queen muchoscasosno llegó acono-cer siquiera;o se declarabamorador de un país abstractoy legendario. Como se ha dicho, el Modernismopareceun

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mentísa las teoríasde Buckle y de Taine sobrela modela-ción por el medio ambiente. El Modernismoes un desquitecontrael ambiente.

Antes del Modernismo,nuestrapoesíaofreceun caráctersub-romántico,y continúaunatradición muy siglo xix. Estatradición había acabadopor aislarla un poco del mundo,enfermándolade escorbuto. La influencia avasalladoradeFranciala sacudey transforma. Suelerepetirsequeel Mo-dernismoes hijo inesperadoy paradójicodel Simbolismofrancés. Pero la corrientevienede máslejosy se nutre contodaslas aguasquebajandesdela cumbrehuguiana:román-ticas, parnasianasy decadentes.Es casi seguroque, para1888,ni Silva, ni Casal,ni RubénDarío habíanpracticadoa los simbolistasfranceses.Entre los precursoresno hay re-flejos de Mallarmé. Los hay en cambio de Hugo, Musset,Nerval, Gautier,Lecontede Lisle, Banville, Baudelaire,Hé-rédia,Coppée,Verlaine,Moréas;y hastade otros menorescomoArvers, Bouilhet,Mend~s,quehoy no leemosy que talveznosexplicanmejorla formacióndenuestrospoetas.Claroquehaytambiénhuellasde otrospaíses:Poe,Walt Whitman,Heme,Leopardi,D’Annunzio, Rossetti,Wilde, y aunlos mi-tosescandinavos.Peroestosenriquecimientosextraños,o lle-garon en el vehículo de Francia, o fue Franciaquien losseñalóa la atencióndel Modernismo.

La transfusióndel espíritu francésen el Modernismoesdifícil de aquilatar. En estascontaminacioneslejanashaysiempreun coeficientede error, aunquede error fecundo:deseamosimitar y, sin querer,transformamos.Lo queFran-ciatrajo fue un toquede universalidad,permitiendoanuestrapoesíaponerseacompásconel mundo. La lengua francesaparecíaentoncesla lenguanaturaldel pensamientoy de lapoesía. El Modernismo abrió la ventanasobreFrancia,sele entró el aire de los másvastoshorizontes,ehizo olvidaro ver bajo un prisma de refracciónlo quehabíadentro decasa. Así se trasladarona nuestrapoesíala Franciaversa-llesca,laFranciamoderna,la Greciafrancesa,y aunciertosefluvios orientalesde Golconday de Ofir. Nuestrapoesíasepobló de princesitasfabulosas,de abatesmadrigalescos,devizcondesexóticos,de Antigüedadclásicaentendidaal modo

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parnasianoy luegoal modosensual.RubénDarío, profesio-nal de la mitologíaclásica,exclamatambién: “. - .Oh Hala-gabal,de cuya corte—oro, seda,mármol— me acuerdoensueños.” Y añadequesólo la América anterioral descubri-miento ofrece motivos a la poesía. “Lo demáses tuyo, de-mócrataWalt Whitman.” Sin embargo,en suevoluciónulte-rior, se enfrentaconsumundo,y encuentrael modode cantaraun presidentede República,lo que le parecíaimposiblealprincipio. Los modernistas,en su infancia, pudieron decirlo quede supropia infancia dijo Verlaine:

Tout enfant, j’allais révant Ko-Hinnor,Somptuositépersaneet papal-e,Héliogabaleel Sardanapale!

Paradar entradaaestanuevasensibilidady aestaima-gineríapoéticadesusada,era indispensabletransformarlosmoldesdel verso y agitar otra vez la lenguaponiendoencirculación sus recursos. En este empeño,pudo deslizarsealgúngalicismo,paraescándalode los puristas.Pero hoy, adistancia,nos damoscuenta de que los modernistasfueronbastantefielesal espíritu de la lengua. No fueronmáslejosque la revolución italianizanteen el Renacimientoespañol;y el resultadoesde igual trascendencia.A vueltas de unoscuantosneologismos,se buscaronen el acervo tradicionalpalabrasolvidadas;se resucitaronarrumbadasformasmétri-cas; se ensayaronritmos nuevos;y sobretodo, se concedióalos versosya en uso mayor elasticidadde acentos. Se inten-taronaudaciassintácticas;se dejaroncaerconstruccionesgra-maticalesquehabíanperdido su frescura. Y todo ello, engeneral,logró aclimatarse,como en su día se aclimataronmuchoslatinismosgongorinos. Por unaparte, se renovabanasuntosy metáforas;por otra, la lenguaadquiríamayor ri-quezay fluidez. La anquilosisanteriorquedócorregida. Sustímidos atrevimientosse reducíana las “licencias poéticas”,groserosmediosparaalargaro acortarlas palabras. Ahoraseprescindióde la licenciay se conquistóla libertad.

En los primerosbrotesrománticos,cuandoel Romanti-cismoera todavíaunarevolución,hay ensayosde polifonis-mo generoso,y aun lujos de alternanciasmétricasen un

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mismopoema:en España,Espronceday Zorrilla; en Améri-ca, Bello y la Avellaneda. Este impulso nuncatriunfó deltodo, y se fue gastandopoco a poco. Igual que en los dossiglos anteriores, los poetas eran, sobre todo, poetas de octo-sílaboy endecasílabo,conla excepciónde los fabulistasdelXVIII, Iriarte y Samaniego,y de los cantorespopulares.Yase quejabaDarío de quelos únicosque renovabanacentosyformaseranlos autoresdelGéneroChico, sin dudaporinflu.-jo de la músicaretozonaparala cual componíansusversos.Cuandoel Modernismodesarticulóy vivificó el alejandrinodecatorcesílabas(ilustre tradiciónmedievalen el “mesterdeclerecía”); o el dodecasílabo(ilustre ascendenciaen las an-tiguas “coplasde arte mayor”); o cuandoreincorporóen lapoesíaculta el endecasílaboanapéstico,y hasta se atrevióa alternarlo con el yámbico, los timoratoscreyeronqueelversoiba aperecerpor corrupción ¡y es cuandopalpitó conmásvida! Ante aquellosgallardosanapestos:

Libre la frenteque el cascorehusa,casi desnudaen la gloria del día...

(DARÍO, Pórtico).

algunoshablaronde “innovacionespeligrosas”. El doctoMe-néndezy Pelayo,maestrode todohumanismoespañol,hizoentoncesnotarconunasonrisaquelos temiblesanapestosnoeranmásque los “versosde gaita gallega”quesiemprehanandadoen los sonsonetesdel pueblo:

Tanto bailé con el ama del cura,tanto bailé queme dio calentura.

Y la alarmafue mayor todavíacuandose adaptóal españolel eneasílabo,sobreel modelo del octosílabofrancés:

En Ecbatanafue una vez,o másbiencreoqueen Bagdad.-.

(DARÍO, La hembradel pavo real).

En cuanto a los asuntos,el seguirlas transformacionesde un solo temapodríallevar a conclusionescuriosas. Seríainstructivo escribirun capítulo sobre la ornitología poética

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americana.Sacaríamosla conclusiónde quenuestrapoesíasiguedos rumbos:el de las avesde presay el de las avesornamentales.Al primero correspondeel tono vigoroso,y alsegundoel delicado. El primero, herenciade las águilashu-guianas,estáen los cóndores,buitresy gerifaltesde Andrade-~rDíaz Mirón. El segundo,en las tórtolas sentimentalesdeMilanés, en los cisnesheráldicosde Darío, en las cigüeñasextáticasde Valencia. Con GonzálezMartínez, aparecemástardeel ave de la meditación,el buho. Por supuesto,losdostonosse danen un mismopoeta:en Díaz Mirón hay, porlo menos, una tórtola inolvidable; en GonzálezMartínez,por lo menos,un cisne ilustre. Esto nos llevaría a las dostendenciasde la poesíaamericana:el alfeñiquey el granito,la blanduray la bravura,o como ha dicho un chusco,el re-milgo y el “compadrismo”, o valentonadaen el sentidoar-gentinode la palabra.

Las etapassonartificios de la interpretación.El Moder-nismose articulaconotrastendenciasy estácruzadoporvetasinasimilables. De unode sus indiscutiblescreadores,Gutié-rrez Nájera,ha podido decir JustoSierra que fue la “florde otoñodel Romanticismomexicano”.

Zorrilla de SanMartín, contemporáneode los primerosmodernistas,no podría asociarsecon ellos. Su Tabaré,his-toria del selvático sentimental,hijo de un indio y de unablanca,único poemade asuntoindígenaque sobreviveentrelos varios que se ensayaronen ambasmárgenesdel Plata,sólo apareceen 1886. Aunque se lo ha comparadoligera-mentecon Longfellow, es muy diferente en intención y encarácter. Todoslos hispanoamericanoslo han leído. Ostentauna gran excelenciaformal, y se relacionacon las nocionesdel “buen salvaje” que el descubrimientode América sus-citó en la menteeuropea,muchoantes de que las sistemaraRousseau.

Tambiénescapaa la estrictaclasificaciónSalvadorDíazMirón (1853.1928),de quienalgunospiensanquellegó aserel poetamás perfectode México, y otros concedenque esquien logró escribir los versosmásperfectos. En el tránsitode suprimeraasu segundamanera,cruzaun caminoquevadesdeel Romanticismooratorio y estentóreo,hastaunapoe-

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sía a la vez esotéricay horaciana(por contradictorio queparezca),tocandode pasadaen un realismoquealcanzagro-tescasaberraciones.Quemadoen la hoguerade Hugo, casti-gado luego por un torturanteanhelo de perfección,rayanoen manía. En suprimeraépocapusode moda los gritos decombatequehicieronestragospor todaslas literaturasame-ricanas,las antítesisfáciles y la retórica efectista;y en suúltima épocase erigió en maestrode dificultades técnicasairosamenteresueltas,sin quedarnuncasatisfechoy recono-ciéndoseinferior a su ideal, pero superiora lo demás. Ental concepto,recuerdala tragediaestéticade Mallarmé. Yano pudoentoncesser imitado, como tampocoimitó a nadie.Susenigmasy sussolucioneseranfruto de susolitariainves-tigación, aunquemuchasvecesdesemboquenen la corrientede las tradicionesmásclásicas. Gran domesticadorde pala-bras,se arrojasobrelas imágenesde los sentidoscon fuerzamuypocasvecesigualada,y conraraadivinaciónidiomática.Es ejemplarcomo aciertoy como fracaso. Algunos quierentodavíaver en él aquellafalsafigura de sujuventud:el azotede lostiranos,elpaladínde libertades.No haytal: sutiranoeraun mero lugar retórico,y el único tirano con quien deverasseenfrentófue el lenguajeestético. La única libertadqueamabaes aquellaquese vislumbra másallá de un túnelerizado de voluntariosobstáculos.En él se da nítidamenteel conflicto íntimo de la poesía:la lucha de Jacobcon elángel, el duelo entreel pensamientoy la palabra.

Otro mexicano, Manuel JoséOthón (1858-1906), quenacebajo la inspiraciónde Núñez de Arce y luego recibela improntaarcádicade nuestroPagazay el estremecimientode los clásicoslatinos, tampocoacomodaen el Modernismo;desbordalas escuelas.Trasciendea Fray Luis de León y aVirgilio: de aquéltienela urdimbrecatólica y la serenidadluminosa; de éste,los arrullos y el amor a la naturaleza.De sí propio, cierto panteísmorural queno podríaconfun-dirse con la bucólica, porque en su campo no hay líricospastores.Es el paisajemismo el que habla; es, como enSanJuande la Cruz, “la soledadsonora”. En estecarácter,no ha sido todavíasuperado. Despuésde él ha habidomáspaisajede símbolos que paisajede cosas. El río sacael

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pecho y entona su salmodia, las gorgoritas dialoganconel viento y la fronda; las águilas se incrustanen el cieloardoroso“como clavosquese hundenlentamente”;el galopede losberrendosrasgade prontola inmovilidad del desierto.Y de repente,entre aquellasdesolaciones,cruza un amorsalvaje,unaaventurade hembra,arena,rocasy lianas,quearrancaal poetagritos de amory odio segúnel registrogra-ve de Baudelaire.

No habríatiempoaquíparaanalizarla continuidadmu-sicalde LuisG. Urbina (1864.1934),otromexicano,enquienavecestodoun versoy hastatodoun pequeñopoemapare-cenunasolapalabrafluida. Estricto contemporáneode Ru-bénDarío,seescuchaenél unaquejumbrequeviene de muyhondoy muy lejos (“la vieja lágrima” de supoema),y cru-zala mareamodernista,solitario y dulce,en suleve esquiferomántico.

Se ve, pues,que las seriescronológicasno coincidenconlos cuadrosartísticos.—Volvamosal Modernismo.

Seconsideracomocreadoresdel Modernismoal cubanoJoséMartí (1853-1895),al mexicanoManuelGutiérrez Ná-jera (1859-1895),alcolombianoJoséAsunción Silva (1860-1896), y al cubanoJulián del Casal (1863-1893). Todosellos muerenentrelos 30 y los 42 años y representanunapoesíade temperaturajuvenil.

JoséMartí, en el Isrn.aelillo y en los Versossencillos,daunanotade intensidady de ternura. El ataquedirectoy lapasmosasimplicidadcomunicana las emocionespaternalesunagracia deliciosa,quenadatiene de comúncon aquellachabacaneríahogareñay filantrópica de Juande Dios Peza,aquienlagentellama“poetadelhogar”. Al leeraMartí, enversoo en prosa,es imposiblelibertarse de la imagen delverduguillo,de la hoja fina y rígidaquenos atraviesael co-xazón. Pero cualquieraque seala importanciade su verso,suprosade orador, ensayistay polemistaes incomparable-mente superior. La lengua españolaalcanzaaquí nuevasconquistas.Martí es unade las naturalezasliterariasmásdotadasde América. Perogranpartede su obra, y suvidamisma, fueronsacrificadasasu apostoladode libertad. Suarte es un arte de relámpagos;cadarelámpagorevelay es-

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condeinexploradospaisajes.Hijo deldolor, no perdiónuncala sonrisa. Era bravo como león, y no seavergonzóde suslágrimas. En él podemos a un tiempo admirar al escritory veneraral hombre,deleitesiempreapetecible.

En GutiérrezNájera sepercibencon todaclaridadla ar.-ticulaciónrománticay la fertilización francesa.Comolo he-mos dicho, era tambiénun gran prosista. En el verso, suternuraes másmaliciosay cultivadaqueen su hermanodeCuba. En su tiempo se le tachabade un erotismoquehoyapenasnos impresiona. Despuésvino a llamársele “convi-dadoalbanquetede la locura”, acasoporciertashendedurastrágicas,negras,que recorrende pronto sus bien cortadasestrofas.Alma efusiva y musical,melancólicay elegante,poco a poco se desenvuelveen ella cierta rotundezclásicaqueapenasiba ya acuajaren sus últimos poemas,y que seanunciabadesdeel principio por su afición a componerenun solo ordende metáforascoherentes.SupoemaDe blancoesun hermosoeco americanode la Sinfoníaen blancoma-yor, de Gautier, llamadatodavíaa provocarla Sinfoníaengris menor,de Darío. Cuandoimita aBouilhet, a Arvers,yhastaaNerval, losmejora,los ordena,los sintetiza. Sincono-cerla,descubrióporsupropiacuentala fórmulade la poesíasimbolista —“reivindicar en la música el bien de la poe-sía”— no sólo por la musicalidadexternade su odaA laCorregidora, sino por aquellasedinefable ante la “Serena-ta” de Schubert:“lAsí hablarami alma,si pudiera!”

En Silva hay descubrimientorítmico, exquisitez,sabidu-ría, pesimismo,delicuescencia,estetismoa lo “Des Essein-tes”,caprichóy hastafolklore. El Nocturno es un contagiosolamentoqueaduraspenassedecidea acabar,y queprolon-ga en el versoel llanto que derramó,en la prosa, su com-patriotaJorgeIsaacscon la novela María. El dón de lágri-masde este infortunadodandy,joven y hermoso,alcanza,atravésde las audacesrepeticionesverbales,unaarmoníaimi-tativa del sollozo, y lo emparientacon EdgarAllan Poe. Avecesgesteahumorísticamentecon las Gotas amargas;otrassearriesgacon la estéticade los perfumes,obra queperdióen un naufragio;y de cuandoen vez recuerdalos cantosyjuegos infantiles. Pero su destinoes inexorable,y se enca-

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mina hacia el cementerio de los suicidas, fascinado por unasombrafraternalquelo llama desdela tumba.

Casal es francesistay japonista,aunquesu París y suJapónnacende los libros. En sussonetosseadviertenla dis-ciplina parnasianay laatenciónparala antiguabelleza.Tam-biéntiene ojos paralas estampasde su tierra. Los encantosestéticos no logran aliviarlo de la obsesión de la muerte. Lamuerte lo acechaen todoslos rinconesy preparael raptoprematuro. Entre él y el Darío de la juventud hay simpatíasy contaminaciones.En Darío hay asomos de japonismo:¡ aquella cubana-japonesa,“Digna de que un gran pintor—La pinte junto a una flor— En un vaso de marfil”! Eljaponismodaráotro fruto tardío, aunquede extracciónmásdirecta, en el mexicanoJoséJuanTablada,quepor algúntiempo pusode modael Haikai.

En la segundahora del Modernismoaparecenel nicara-güenseRubénDarío (1867-1916)y elmexicanoAmadoNer-yo (1870-1919). El grandenombrede Darío significa todaunaerade la poesíaespañola,al mismotítulo, por lo menos,que Garcilaso. Han de pasarsiglos paraque la arcilla hu-manapuedaorganizarotra torre de igual grandeza.En suobra suelendistinguirsetresépocasprincipales:los orígenes,derivados del solar español, del epigrama a lo Campoamory del suspiroa lo Bécquer,en torno al libro Azul; el Rube-nismo,quealgunosponenapartedel Modernismopor sersumanera más imitada, en torno al libro Prosas Profanas, lamúsicaeruditade violines y sonatinasy los bajo-relievesmi-tológicos; y, porúltimo, la gran músicadiscordanteen tornoal libro Cantosde Vida y Esperanza,que no tiene ya imita-dores. En estepunto dominaunade las más clarasalturasde la poesía. La primer maneraes joya de familia; la se-gunda, lujo y fiesta de los salones;la tercera, tempestadprofética. Reformaparasiemprela lengua, la técnicay laimaginación. La necesariareaccióncontra su imperio seráuna reacción contra la misma belleza física de sus versos,contra la riqueza de sus recursos, contra la superabundanciade estímulos queacadainstantelo arrebatanhaciael mundoexterior. Trasél sobrevienenla fatiga,la sorderay hastaelsilencio; el encerrarseen la propia alma. Él era, másque

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toda la lira, todala orquesta. La reacciónque le sucedere-presentaunaespecializacióndentro del inmensopanoramaqueél cubre. Su prosatieneun ademántan propio, que nocontaríaunasolapáginadesdeñable,ano serporqueen losúltimos añossussecretariossolíanmeterla manoen ella. Sulibro de siluetascríticas, Los raros, tiene una importanciasingular:no es el índice de las influenciasen queél se for-mó, perosí vino a serel Indicede las influenciasqueacoge-rían sus sucesores.

Nervo es tambiénun poetaerudito,aunqueen evoluciónhacia un candordemasiadobuscado. El desarrollode suobra trazauna depuraciónespiritual, pero a la vez revelacierto sacrificioestético. Su erotismotorturado,al redimirsey simplificarse, deja caer las galas. Si en la juventuderan“Safo, Crisis, Aspasia,Magdalena,Afrodita”, las heroínasde lo queél —con íntima complacencia—llamabasu “afánavieso”,en la madurezlos objetosde su leve devaneo o desu constanciaserán,sencillamente,“la rubia y la morena”.Diez años de compañíacon un amor que le arrebató lamuerte—la inolvidable“AmadaInmóvil”— no logran apla-carlodel todo. Despuésseguiráimplorando,enfermoy tris-te, elbesode unaniña; y ya cercade su término,seengañarásolo fingiendo que tomabapor amor la piedad que se leconcedía.Sumisticismo eclesiásticode la infancia,cargadodeartecatólicoy ensombrecidoavecespor las alasnegrasdeKempis,tambiénse va resolviendoen unasustanciatranspa-rentey abstracta,dondeseconfundenla dulzura francisca-na, el sacrificio de Cristo y la renunciadel Buda. Juegaunpoco al espiritismo,como juega a la ciencia,y sobre todoa la cienciade los misteriosaúnno averiguados.Su compli.caciónsaturnianade decadentese vuelve al fin santidadyconsejo,donde suartese avulgaraun poco, porque“con losbuenossentimientosse hacenlos maloslibros”. Su sensibili-dad llega aafinacionesy nimiedadesqueponenen valor eldiminutivo mexicano,tan característicode nuestrocoloquio.Susprimorestécnicos—~aquellosalejandrinosdeliciosamen-te deshechos,aquellosritornelos coquetosy golosos!—vandesapareciendouno tras otro, hastaque un buen día, estepoeta literario si los hay exclamaasí: “!Yo no sé nada de

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literatura!” Paraseguirconlas reminiscenciasgideanas,di-remosqueprefirió, al fin, “la puertaestrecha”.Por supues-to, nunca perdió el tono de voz untuosoy pegadizo,queatraecomounatentación. Deja, en prosa,unaobraenormede colaboraciones,crónicas,artículosy, entreotros,un par decuentos dignos de cualquier antología. Llegó a la muer-te despojadoy perfecto. Sumáximadifusión en los públicosde Américacoincideconel desvíode la crítica.

El argentinoLeopoldo Lugones (1874-1938)asientaelpie en el Modernismo,y luego emprendeunamarchacons-tantea lo largode suvida. Se adueñadel cetroconLoscre-púsculosdel jardín y no lo sueltamás. Se ensanchagradual-mente hastasalirse de las escuelas,se desclasificaen elatletismo de su robustapersonalidad.Acoge todala sustan-cia, desdela mortecinasedahastael bronceinviolable; reco-rre en cadanuevolibro unanuevazonadelespíritu. Inventasiempre,no se repite: de lo aristocráticoa lo popular,de lalibertada la dictadura. Manifiestaunaimpacienciade rena-centistapor abrazarlotodo: humanismo,filosofía, política,historia,cienciasexactas,botánica,filología, mitos, antropo-logía. Abusa de sus facilidades. Con algo de provincianodíscolofrente a Buenos Aires; con algo de criollo díscolofrente a España;disputadoentrela tersuramadrigalescayla asperezarústica;conalgode Góngoray de simbolistacon-natural;ya rebuscado,ya diáfano;con un dón verbalinfati-.gable; americanotípico que compendiacivilizacionese in-quietudes;deja en el Lunario sentimentalel semillerode lanuevapoesíaargentina,dondeno quedaun palmovirgen; yen su gallardaprosa,páginassobreel imperio jesuíticoen elParaguayy algún cuento,como el Descarnadode Gomorra(La lluvia de fuego),queme atrevoadeclararimperecede-ros. Evolucionóde la anarquíaal militarismo. La juventudlamentó tenerqueseparársele.Cuandopaseel tiempo, sóloquedaráde él lo másalto de su destino:su excelsitudartís-tica. No está averiguado,ni nos importa, en qué sentidooperaronciertas influencias perceptiblesentreél y el uru-guayoJulio Herreray Reissig(1873-1909). Talesinfluen-cias se refierenaun solo instantede Lugones,y un paralelono es todo un mapa. Por lo demás,el valor de Herrera y

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Reissigno dependede esta discusión,sino que se mantieneporsupropioprestigioy sushondasadivinacionesestéticas,yse revela despuésen la innegableinfluencia que ha ejercidosobre la poesíaulterior. Se asociahastacierto punto conLugonesel boliviano Ricardo JaimesFreyre (1872-1934),poetade fuerte originalidad,investigadorde nuevos ritmos,evocadorde visiones pampeanasy, en su Castalia bárbara,de las mitologíasseptentrionalesde Europa.

El peruanoJoséSantosChocano (1875.1934)es imagendel virtuosismoplástico. El orgullo caballerescode DíazMi-rón lo inspiró un día, pero los ojos muy abiertossobre laopulentahistoriay la ricanaturalezade su tierra lo orienta-ron hacia supropio camino. La sublimidadde sus montañasy llanos,sus ríosy suslagos,la leyendade los conquistado-res, los tropelesde potros, las águilas caudalesson, en supoesía,muchomásque rasgosdescriptivos,blasonesheráldi-cos, elementosde unaarmeríadel paisaje. Hay arquitecturaparnasiana.Hay tambiénun juegojeroglífico en queel pai-saje se vuelve adivinanza. Seducidopor los encantosvisua-les, desciendegraciosamenteadescribirla piruetadel circo,o el cuadroblanco y negro de una sala de té. Su graciafunambulescay pictórica sóloha sido superadaen la.Limeñadel contemporáneoLuis FernánCisneros. Llevado por lossignosde la apariencia,le acontecióa Chocano,encontrán-doseen México, penetrarde un rasgomagistralen la tristezade nuestroindio.

El colombianoGuillermo Valencia(1873-1943)eshuma-nistay filósofo. Recorreconla miradaespiritualla India, elpróximo Oriente,el paisajebíblico y el clásico;asciendeporEspañahacia las literaturaseuropeas,y llega aAlemania ya Rusia. Forma elegante,pensamientodepurado,poeta in-tensoy grave. Resucitael poemaextenso,y se complaceenno eludir ninguna de las dificultades del desarrollo. Es na-rrador y meditador,muchomásquelírico. Su culturaes in-terior, asimiladamuchomásqueexhibida.Contrastacon estafazmeditabundalamuecainteligentedeotro colombianopos-terior, el humoristaLuis CarlosLópez (1883-1950),en cuyasátira de costumbresse anuncia gallardamentela reaccióndel Criollismo contra el Modernismo. Sentimentaly urba-

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no, de una sencillezqueraya en la humildad, el argentinoEvaristoCarriego(1883-1912)inicia tambiénen el extremoSur la lentajornadahaciael Criollismo. En cuantoal venezo-lanoRufino Blanco-Fombona(1874-1944),cuyapoesíaresul-ta hoy un pocoahogadaentreelbrillo de sunerviosacríticaysu prosarelampagueantede polemista,presientoque su li-rismo personal,cuandose posenlas aguas,apareceráa losfuturos críticoscon una fisonomía inconfundible,de sincerasensibilidady formasjustas.

El indiscutible maestromexicano es Enrique GonzálezMartínez(1871.1952).Desdeel primer instante,suhondura,su disciplina avezadaen la traducciónde los poetasfrance-ses,su conocimientode las tradicionespropiasy sugranpro.bidad lo llevaron a salvar—en formas nuevas,pero nuncadesorbitadas,porqueparaél la formano es un objeto directo,sino unaconsecuencia—el saldo establedel Romanticismoylas libertadesartísticasdel Modernismo,en unanavegaciónsegurahacia su propio puerto. Pensamientocastoy varonil,dulce introspecciónsin tortuosidades,imaginaciónsalubreyfácil, un mínimo de alarde,un encantosevero,unadeclina-ción dibujadaen la necesidad,son las prendasquehan dedefenderlocontra los embatesdel tiempo. En él, como en lafigura platónica, la belleza y el bien se confundenen unaarmoníasuperior.

En unapalabra,la pléyadepoéticaaquíbrevementeevo-cadalogró unaconquista:la libertad. Hizo posiblela mani-festaciónde todaslas tendenciasy la adopciónde todaslastécnicas,y trajo sobreAméricael ambientegeneraldel mun-do. Despuésde los poetasmencionados,habrá de todo. Fe-derico de Onís,en su espléndidaAntología,considera,en lareacciónhacia la sencillezlírica, al argentinoRafaelAlbertoArrieta (1889); en la reacciónclásica,al argentinoEnriqueBanchs (1888) y al mexicanoAlfonso Reyes (1889); enla reacciónromántica,al argentinoArturo Capdevila(1889)y al uruguayoCarlos SabatErcasty(1887). El argentinoFernándezMoreno(1.886-1950),poetade lo cotidiano,puedeacercarsea los criollistas,al uruguayoFernánSilva Valdés(1887) y al mexicanoRamónLópez Velarde (1888-1921).Éste,en quien se descubrenrastrosde Lugonesy de Francis

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Jammes,artealdeanoy artecomplicado,y en quienhoyla jo-vencrítica buscamuchossecretos,conquistóla famade unavezconunasolapoesía:La suavepatria. No es posiblenom-braratodos. Losúltimosbarcosllegaráncargadosde inquie-tudessociales,de poesíapolítica y redentora,a la vez quedenuevasformasde estetismo,rumbo a la poesíapura. Final-mente,la poesíaamericanarompedel todo con la metáforagreco-latinaen el poetade la juventud,el chileno Pablo Ne-ruda (1904), quecontemplael mundocon los ojos de Herá-clito.

Pongamostérmino aestareseñasaludandoa las poetisasmodernasde nuestraAmérica:la amargay nerviosaurugua-ya Delmira Agustini, segadaen flor (1890.1914);la jugosay frutaluruguayaJuanade Ibarbourou(1895),última entrelos tresJuanesde América: Ruiz de Alarcón y Sor JuanaInéscontemplande lejossu evoluciónhaciaunareligiosidadcadavez másdensa. La argentinaAlfonsina Storni (1892-1939),porteñacerebraly sensible,devoradaporla ciudaddecementoarmado.La chilenaGabrielaMistral (1889-1957),genial en el verso y en la prosa,montañosay potente,porcuyas “moradasinteriores” azotanlos vientos andinos,tanparecidosa aquellosquesacudíanla estameñacastellanadeSantaTeresa,y autoradel mejor poemaquehayainspiradola RevoluciónMexicana:el Recadoa Lolita Arriaga.*

México. enero de 1941.

* The Nation, Nueva York, 29 de marzoy 5 de abril de 1941. Diferentesaspectosde nuestra literatura, como la poesía contemporánea a que aquí sólose alude de pasada, fueron encomendadospor dicha revista a otros escritores,en unaserie destinadaa ofrecer un panoramade conjunto al público norte-americano.

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VI. RECORDACIÓNDE URBINA *

ENTRE LOS poetasquecruzaronel Modernismoen unaevo-lución personal—prescindiendode contaminacionessecun-darias—hay tresgrandesmexicanos:Díaz Mirón, Othón yLuis G. Urbina. A Icazase le recuerdamásen la prosa,sinqueesto seadesestimarsu verso. De todosellos, Urbina esel único cuyo vino guardael resabioinconfundibledel odreromántico. JustoSierra llamó a GutiérrezNájera “flor deotoño del romanticismomexicano”. ¿Cómollamar entoncesa nuestroamado“Viejecito”? Es obvio el discrimen: florde otoño GutiérrezNájera: sumodo de romanticismomuerecon él, y él mismo evoluciona rápidamentehacia nuevostipos sin quepuedasabersedóndehubierallegado. Prontovino a reclamarlola muerte,empujandoaquellamal cerradapuerta por donde acababade alejarseotro “convidado albanquetede la locura”:** “~Quiénde nosotrosmarcharáprimero?” En tanto queUrbina cruzala mareaen suesqui-fe, y alcanzala orilla transportandosu dulce carga. Cruzala marea,porquesobreviveen longevidad,y tambiénen lafidelidad asu modo lírico. El que persistetiene razón:asíes la naturaleza.

La continuidadde suarteencuentraun parangónen aque-lla continuidadmelodiosade su técnica,quehaceavecesdetodoun verso,y hastade todo un brevepoema,unasolauni-dad,como si el conjuntose fundiera en una largapalabra.La continuidadde su arte encuentratambiénun parangónen aquellasu lealtadal sollozo étnico, que llega del fondode lossiglos. La irrestañabley “vieja lágrima” se oyegotear

* Se aprovechany refunden aquí las páginas sobre “Luis G. Urbina” (Re-vista de Revistas,México, 1918), cuandoapareció en Madrid La vida literariade México (1917), cinco conferenciasque Urbina había leído antesen laUniversidadde BuenosAires y quesefundanen el prólogoa su AntologíadelCentenario (México, 1910). El presenteensayo,publicado en Letras de Mé-x.ico (15-VI-1941), sirvió deprólogoal libro deUrbina, Cancionerode la nocheserena(México, Imp. Universitaria,1941).

* * Así llamaJesúsUruetaaGutiérrezNájera.

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por suobra. Pasaránlos años. Vendrála distancia,queper-mite apreciarlos saldos. Ya oigo decir aun poetajoven quesientemuy cercala voz de Urbina. Alcanzóla orilla consuesquife. El quepersistetiene razón.

Y cuandopongamosal poetaen su sitio, todavíafaltaráconcederal prosistalo quede derechole corresponde;al cro-nista certeroy ágil; al ensayistaameno;al historiadorlite-rario, paraquienel pasadocultural desupueblo,posibilidadlatentede su alma,erafácil de resucitarconun mero esfuer-zo de imaginación. VenturaGarcíaCalderónme decíahacemuchosaños: “APero acasono sabeMéxico el prosistaquetieneen estepoeta?”

Pocassensibilidadesmás agudasy nítidamentemexica-nas. Su inmensapenetración,que lo hizo tan comprensivoy tan bueno,y de quealgo sabencuantoslo frecuentaronenvida, no perdió jamásaquel ritmo de cortesíaque Ruiz deAlarcón propusoparasiempre—a pesarde los desórdenestransitorios—a la músicade nuestrasalmas. Su talentoerapartede subondad. Su profundosentidohumanolo llevabasiemprea la caridad. Todo lo habíaentendidoy lo habíaperdonadoya desdeantesque sucediera.Y hastael habernacido, como Ruiz de Alarcón, privado de cierta galanurafísica—fuerade aquellasfinasmanosqueél cantócon can-dorosoamor— lo lleva tambiéna descubrirla otra belleza,la suprema,queen sus díasparecíarealzarsu aparienciayhoy lo nimbaparasiempreen nuestrorecuerdo. Se parecíavagamentea Morelos; vagamente,a Sócrates;un Sócratessin barba, sin extravaganciay sin interrogatorios,porqueestesutil mexicanoejercíala mayéuticapor simplecompene-tración interior.

La figura del Viejecito se me representasiempreen-vueltaen la capaespañolay con aquelsombrerofaldón queacentuabala pequeñezde su talla. Su ademánseguro,suvoz de perfectaimpostaciónle permitieronserel másadmi-rable recitadorde estilo sencillo que yo hayaconocido enmi vida. No lo veo sentadoentresus papelesy sus libros.Tampocolo veo en marcha propiamente. No: va por lacalle a pequeñospasos, lentamente, deteniéndosea cadainstanteparasaludara todo el mundo, para decir unapa-

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labracariñosaa todo el quepasa. En México y en Madridlo conocíantodos. Imagentutelar del barrio, verdaderaen-carnacióndel buen encuentro,aquello de dar con él en laesquinatenía algo de auguriofeliz. Y se alejabauno son-riendo, satisfechosin saberpor qué, confortado. El hom-brecitosigue caminandohaciala gloria apasoscontados,sinprisa. Ya puedenesperarlos ángeles,que por el caminohaymuchoshombresa quienesdar una palmadita,un con-sejo, a quienesendulzarun instantecon un epigramaim-provisado.

La memoriadel Viejecito se me apareceen varios actos.Cuandoyo vine aMéxico, la edady el respetome alejabande aquel literato consagrado,de aquelprofesor de la Pre-paratoriaen cuya aula me deslizabayo, por el gusto deoírle leer en voz alta algunospasajesdel Sombrerode trespicos o algunacosilla de poesía. De repente,me vi arras-tradoen el nacimientode unanuevageneraciónde escritoresque, aunquerespetuosa—que los tiempos eran así—, nosentíaningunaafinidad con las generacionesque la habíanprecedido,que en esto todoslos tiempos son iguales. Yahe contado algunavez cómo aquel poetade primera fila,aquel periodistacotizado, aquelmaestro,instintivamenteseacercóanosotros,entró en nuestrasinquietudes,y aunabrióde nuevo los libros en nuestracompañía. Poco después,hastanos tuteábamos;hoy ya nadapuedesepararnos.

Los domingosse quedabaen camahastamuy tarde. Allírecibía a sus amigos. Asistir al “petit lever” de Luis G.Urbina era un rito literario. Hay quedecirlo: era limpísi-mo. Resistíacomo ninguno aquelladifícil pruebade inti-midad. Sus rasgos de ingenio son proverbiales;al puntoque—al igual de surisueñaMusa secreta—mereceríanserguardadoscomo otro aspectomás de su obra. Solía decir:“Yo hagomi nido comolos pájaros,conlas basuritasde lacalle.” Amabalas vidas elementales:los gatos,los perros,se dabanmuy bien en su casa. Todo perro callejeroteníaderechoaentrare instalarseal pie de sucama. Desdeallí,despuésde desayunar,distribuía el pan sobranteentre susperros. Y luego recitabano sé quéversospintorescos,quedecíanentre otras cosas:“Todos se van alejando.” Y era

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curiosover que los perros, al escucharlos,se iban alejandoen efecto.

Más tarde, en los días de su mayor pobreza de Ma-drid, lo vi recoger un can errabundo.Para la muertede su perro Baudelaire,acaecidaantesde los sucesosquerefiero, habíatenido versosy lágrimas. Ya ha llovido mu-cho y puedonarrar lo queme contó Sus versosal perrofueron agriamentecomentadospor sus compañerosde laRevistaModerna. Él se dio cuentasin querer,entrandoundía a casade JesúsValenzuela,otro que tambiéntenía supuertaabiertay que,éste sí, apenasse levantabaya de lacama por las dolencias que acabaroncon él. Luis, cuyospasosse disimulabanen la alfombra,no pudomenosde oírtodo lo que se decía en torno al lecho de Valenzuela. Elúnico que lo defendíacon su voz cascadaera Othón, quecasualmentepasabaunosdías en México. Luis se retiró depuntillas sin hacersentir su presencia. Al otro día se en-contró con Othón:

—Te agradezco—le dijo—. Ya séque ayerhas toma-do mi defensa.

Y aquelgran niño le contestó:—Es natural. ¿Noves quesoy el primer poetade Mé-

xico, Díaz Mirón el segundo,tú el tercero,y tenemosquedefendernosunos a otros?

Alguno de los que asistierona aquelfestín de prójimova a enterarse,al leerestaslíneas,de lo que seguramenteignoraba,y va a admirar con nuevasrazonesla discreciónde Luis G. Urbina, cuya regla de conductaera ésta: “Nosalir de mi serenidad.”

Pero volvamosa la ceremoniadominical. Saltabade lacamamuy tarde,lo más tardeposible, y se echabaencimacierto famosoquimonojaponés,gris y plata,con los forrosde raso azul.

Una mañana,que estábamossolos, se puso a contarmesu historia: su cariño de los diecisieteañospor una mujerque le doblabala edady quelo enseñóaganarsela vida.

—Yo veníade muy abajo—me dijo consencillez—. Lagratitud fue en mí duradera.

Y luego, las historias sentimentalesde amor y dolor.

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Cadaunapareceseraquélla,cuandohe aquíquesepresentaotra: “Ecce Deusfortior me, qui veniensdominabiturmihi”,como dice antela criaturade Dios el pastorHermas.

—La naturaleza—continuó--— es cruel y sabia, comoen la denticiónde los niños. Duele, y naceun diente. Nosconformaríamoscon ése,a condición de no sufrir más. Yno: hay que soportar que toda la encía vaya reventando.Hastaqueestála dentaduracabal parala nimia de la ex-periencia.

Despuésllegaron otros amigos. Habló del Diario de losGoncourt;de la influencia de la imaginaciónsensibleen lamorfologíade las palabras;del feroz “Huichilobos”, trans-formaciónléxica queapareceya en BernalDíazdel Castillo;de SantaTeresa,cuya clave estilística le parecíaencontraren el Amadísde Gaula, lecturainfantil que la impresionóparasiempre;y dijo queaquellamujer teníael éxtasisasudisposiciónparacuandole dabala gana. Recordódespuésal generalSóstenesRocha,cuya tremendatoma de Tampi-co le habíaespeluznadoen los periódicos,y a quien luegoconocióenla redaccióndeEl Combate,dondese jugabaalan-ticlericalismo y se recibíanpresentesdel Arzobispado.Luis,casi niño, servía de amanuensea Rocha,y éste le dictabacierto aburridoEnquiridión deSargentosy Cabos,porelcualcobrabamil pesosmensualesdel Gobierno y que ocupabaocho páginasdel folletín, obra quese declarabaimportantí-sima. Por la mañana,llegabana casadel generalRochaelqueentoncesera su muy amigoy compañerode armas,Vi-centeVillada, Valera el regentede la imprentay el propioLuis. Rocha asomabasucarotaterrible, suroja nariz de in-temperie,y comenzabaa dictar: “Al amanecerdel día si-guiente.- .“ Y despuésde unas cuantasfrases, mandabacopiarlos documentosqueconstabanen Orozcoy Berrahastallenar la medida. Por la tarde,la faenacontinuaba,ya conalgún refuerzoalcohólico:

—ADónde quedamos,Valerita?—En tal batallaqueperdió Moctezuma,mi General.—ENo,hombre,si la ganó!—Puesseñor:allí dice que la habíaperdido, y ya se

compusoasí en la imprenta.

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—Bien: ya lo enmendaréen el comentario;pero constequela ganó.

Aquel aguerridosoldadoera capaz,como los valientes,de grandellaneza,hastade ternuraen el trato. Y conscien-tede sufuerza,se dejóun díaabofetearporJesúsValenzuelaen el Café de la Reforma,que luego seríael Café Colón:“Te perdono”—le dijo, y allí mismo se dieron la manoycontinuarontan amigos. Cuidabasuscanariosél mismo,lospaseabaen susgruesosy rugososdedos. A veces,entresusrelatos,brillaba la espadade la epopeya:eraen los desiertosde Chihuahua;la tropa se ahogabade polvo y se moría desed,cuandode prontodivisaronun charco. Todosse arroja-ronabeber.Rochahabíallenadoya elhuecode la mano;viovenir un pajarito en busca de agua,y alargóla mano, com-pasivo. Y al evocaraquellasescenas,el contrasteentreel vo-zarrón del soldadoy su no disimuladaemoción,producíanun raroefectotrágico queUrbina no podíaolvidar.

De propósitome he entretenidoen estos recuerdos,queencuentroen algunosapuntesde otros años,porquequisieradar idea ala gentenuevade lo muchoqueLuis oyó, conocióy vivió. Desdela secretaríaparticular de JustoSierra, dis-frutó de un observatorioprivilegiado. Desdelos primerosañosdel Porfirismo hastael establecimientodel nuevorégi-men,vio girar la ruedade la fortuna. Nadie entrenosotroshubierapodidoescribirlas memoriasqueél nosdebía. Nun-calogréde él que las escribiera,y sólo séqueen los últimosañoshabíacomenzadounascuartillasquepensabairme remi-tiendo poco a poco; aunqueni siquieraesas reliquiashanpodido llegarme.

Cuandose acercabael Centenario,fue a instalarseenel fondo.de la Biblioteca Nacional,pararedactar,en com-pañíade PedroHenríquezUreñay Nicolás Rangel,aquellaAntología en dos volúmenesdondese juntaronpáginasy no-ticias tan peregrinas,y cuyo prólogo, de pluma de Luis, esuna reconstrucciónrápiday encantadorade aquelamanecerde la independencia.De esteprólogo partiránlas cinco lec-cionesdadasen la Universidadde BuenosAires y luego reu-nidas en volumen aparte(La vida literaria de México, Ma-drid, 1917). Alguna vez llamé a estaspáginas“crítica de

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última instancia”,resultadohumanodefinitivo, queya deglu-tió el documento,y trajo ya la mera discusiónestéticaa supleno calor de función vital. Tenía Luis, para la historialiteraria, algunascondicionesúnicas: sucompenetraciónconnuestropueblo, su ignoranciade la pedantería;su imagina-ción de poetaque,anteun poemade amor, por ejemplo, lollevaba a representarsedelante de los ojos la imagen dela mujeramada;suverdaderoy decididogustopor las letras,muchomenosfrecuentede lo quepudieraesperarseentrelasnuevastendenciasdelacrítica, quelo mismoy conigual frial-dad,y entotal ausenciade humanismo,aplicaríansusesque-maspsicológico-lingüísticosa unasordagacetillaque a unaelegíao a un ditirambo, y en unoy otro casonos dejaríanayunosde la verdaderainterpretación. Finalmente,la felizmemoriaparalos versoshacíaen Luis oficio de decantacióninconscienteporque,ayudadadel gusto, le permitía, al es-cribir digamossobreSor Juana,ir juntando en el curso desu exposición,de un modo insensible,unaverdaderaantolo-gía mínimade la poetisa.

En aquellasgrandessalasdestartaladas,quepoco apocose fueron llenandode mesasy de libros, PedroHenríquezUreñay Nicolás Rangel ibanhacinandomaterialesy trazan-do estudiosmonográficos.Y Luis dibujabasuslíneas,sinté-ticas, sobrela movedizamontañade la obra en formación.Losescritoresdesfilabanporahí, husmeaban,tomabanalgunanota. Julio Torri y yo metimosun poco la manoen ciertoslugaresde la obra, y yo pudeentoncesdocumentarmesobrela historiacrítica del Periquillo Sarniento. Un día aparecióel pintor JuanTéllez. “Vea ustedla crítica” —le dije mos-trándoleunastijerasde cortar papel. Su carase transformóal instante,sus ojos se dilataron “~Oh, sí! ¡La crítica!”—me dijo; y comenzóacontarmeunaseriede fantasíasabs-trusas,en quepor primera vez descubrimosquenuestropo-bre y fino amigo habíaperdidoya la razón.

Nos dispersóla suerte. Despuésvolví a encontrarmecon el Viejecito en Madrid, dondellevabacon sabiduríasumala fortuna. El 29 de septiembrede 1921, me mandóun presentey estesonetoinédito:

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Teenvío, hermanoAlfonso, la traviesacriaturaqueva a dar a tu hijo domésticaalegría.Tienensus ojos grisescandidezy ternura,y suhocico, fraganciade leche todavía.Hacelos movimientosde un tigre en miniatura.Todo él es seday gracia, suavidady armonía.Divertirá a tu niño con su ágil travesura:Dos inocenciasviven en buenacompañía.

Es vulgar la calumniade ingratitud. ¿ Quién tasaladelhombrey labestia?Comoel deAsís, yo acatola ley divina: creoque enel amorse basa

todavida. Y en prendade queno soy ingrato,mandoparala tuyala joyade mi casa:un ser graciosoy fino como unaflor: un gato.

Nos alejamos otra vez; ya no conocí su casita en lasVentas. Por sus cartas y por los testimoniosde la Comi-sión Pasoy Troncoso,recogidospor Silvio Zavala,sé de lomucho que trabajabaen el Archivo de Indias. Todavíamealcanzó en Sudaméricasu mensajepóstumo: papelesqueno interesana la posteridad. Pero sí interesan,en cambio,los quese hanquedadoentrelos legajosde nuestraantiguaLegaciónenMadrid, hoy depositadossegúnentiendoen laLe-gación Dominicana. Si estaslíneassirvieran al menosdeestímulopara quenuestrasautoridadesse preocupende sal-var tan preciosaherencia,se habráncumplido los fines deestabreverecordación.

México, febrerode 1941.

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IIILETRAS DE LA NUEVA ESPAÑA

NOTICIA

EDICIONES ANTERIORES

1. México // y la Cultura // (Lista de los varios colaboradores,ennúmerode veintiuno) // Secretaríade EducaciónPública// Mé-xico, 1946.—4~,xx y 995 pp.

Pp. 309-383: “Las letraspatrias (de los orígenesal fin de laColonia)“, porAlfonso Reyes.

2. Alfonso Reyes// Letras de la // NuevaEspaña// (Signoeditorial) // Fondode Cultura Económica// México-BuenosAires,1948, 8°,155 pp. e índice (ColecciónTierra Firme, 40).

PROEMIO

En el volumende varios autoresMéxico y la cultura (Secre-taría deEducaciónPública, 1946), apareció la primera ver-Sión de esteensayo,bajo el título Las letraspatrias,seguidode unasegundaparte queabarcadela Independenciaa nues-tros días, debidaa la pluma de donJoséLuisMartínez. Alrecogeraquí la parte relativa a las letras de la NuevaEspaña—y esperamosqueel señorMartínez no tardará muchoenpublicar a suvezseparadamentelas páginasconqueél con-tribuyó al conjuntoy queactualmenteha puestootra vez entrama, sometiéndolasa unanuevay profundaelaboración—,hemosconservado,con levesredibujos,el capítulo1, “Poesíaindígena”, a manerade introducción, y hemosañadido loscapítulossiguientes:1, “La hispanización”;II, “La Crónica”;III, “Teatro misionario”; IV, “El Teatro criollo en el si-glo xvi”. Comoconsecuencia,el antiguocapítulo II, “Prima-veracolonial (xvi-xvii)”, pasaa ser capítulo V y ha sufridomuchasmodificaciones.De allí en adelante,salvo los ine-vitablesretoquesquesiempreseofrecena la relecturade laspropias obras,seconservamáso menosla versiónprimitiva.

Aunquehago al pie de las páginasalgunasreferenciasindispensables,reconozcouna deudageneralparacon la crí-tica mexicanacontemporánea,y meremito a la sumariabi-bliografía final, ordenadapor donJoséLuisMartínez.

A.R.

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INTRODUCCIÓN: POESIA INDÍGENA

1. LA LITERATURA española,bajo susformas populares,lasmásprendidasal coloquio, las menosprendidasal alfabeto,entró aMéxico por bocade los mismosconquistadores:pro-verbiosy romancesqueHernánCortésy sustenientesse cam-biaban de caballo acaballo. Dos o tres pasajesde BernalDíazdel Castillo representanestahorasimbólica. Ya es Cor-tés que dice a Juan de Escalante:“~Cabracoja no tengasiesta!”, disponiéndosea averiguaren personaqué destinotraeciertanavesurtaen aguasde la Villa-Rica. Ya es Her-nándezPuertocarreroque,a la vista de SanJuande Ulúa,evocael romancede Calaínos.

—Cata Francia,Montesinos;cataParísla ciudad;cata las aguas del Duero,do van a dara la mar—,

y a quien, entendiéndolela intención, contestabaCortés:

Dénos Dios venturaen armascomoal paladínRoldán...

Ya es el bachiller Alonso Pérezque,despuésde la NocheTriste, oyendo suspirara Cortés quecontemplabadesdeloalto del templo de Tacubala recién abandonadaciudad deMéxico, le reprochabasuavemente:“Señor Capitán,no estévuestramercedtan triste,queen las guerrasestascosassue-len acaecer,y no se dirá por vuestramerced:

Mira Nero,de Tarpeya,a Romacómo se ardía.- .“ *

* (Los aficionadosa la paremiologíade Cortésrecuerdanla Carta de rela-cion en que, informandosobre la divisi6n y rivalidadesque reinabanentrelosindios,manifiestalo mucho queello hacía a su prop

6sitomaquiavélico “de másaínasojuzgarlos,y que sedijeseaquel comúndecir: Del monte,etc [Del montesalequienel monte quema]; e aun acordémede una autoridadevangélicaquedice: Omne regnum in seipsumdivisum desolabitur ES. Mateo, 12, 251”. ACortesse le van los refraneshastacuandoescribea su emperador.—Enla Re-

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Poco después,Españanos enviará su literatura renacen-tista, cuyo acreverdorpronto se ablandaen la dulcedumbrepetrarquizantey se sobresaltaen las desazonesestéticasdelSiglo de Oro.—Y México ¿quéliteraturaautóctonapoesía?

2. Hay una poesía indígena perdida en mucha parte,como enlazadacon unacivilización queel conquistadorre-primíadecasopensado,confundidaconun materialreligiosoqueel misioneroteníael encargode expurgar,entendiéndolocomo gentil y diabólico, y mal preservadoen la tradiciónoral, puestoqueel jeroglifo no podíapreservarlacomo lapartituraes capazde preservarla música,y la escriturafoné-tica apenasse ensayaba.

La genteconquistadora¿quéhabíade cuidarsede res-petar los documentosde aquellavetustapoesía,cuandolosmismostlaxcaltecas,aliadosdel invasor,dieron fin a los ar-chivos de Texcocoy Tenochtitlán? Ella, trasmitidade bocaen boca,tal vez se refugia en los rinconesmásinaccesibles;huye o se disimula entrelos últimos vatesy sacerdotes,quemásbien ocultansu jerarquía;asumeaires de conspiracióny desaparecepocoapoco. Susúltimos ecosexpresanel terrorantelos hombresblancosy barbados,la pólvora, los corceles.El soldadono erafolklorista ni erudito. El misioneroera, almenos,caritativamentecurioso. Pero todala piadosacom-prensiónde un Sahagúno la un tanto desconcertadade Du-rán no bastabanparadetenerel derrumbehistórico, ni tam-pocose lo proponían.

Así, restauradaa posteriori y cuandoha dejadoya deexistir, comoquien revelalas letrasborrosasde un palimp-sesto; retocadaaveces; otras,estropeadaal ser reducidaalalfabeto; mezcladade textos auténticos,anterioresa la con-quista, y de textos tardíos;ora reconstruidahipotéticamentepor cuantoasusasuntos;ora conscienteo inconscientementecontaminadapor el bagajehumanísticoo bíblico del frailequela recogíaen los labiosde susazoradoscatecúmenos,ellaha dejado, sin embargo, reliquias de inconfundible aroma

lacibn de Andrés de Tapia, Cortés,arengandoa los suyos, exclama: “Dígoosun refrán quese dice en Castilla, quees: Muerael asno o quien lo aguija.Y poco másadelante:“Señoresya sabéisque es muy ordinario en la gente deguerra decir: Al alba dar en sus enemigos.. .“

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añejo,queacusanunaestéticay unaideaciónno europeasyquepermiten apreciarsusabor.

Pertenecetal poesíaa la etapamítica de la mente—ideaimplicadaen la emoción—queVico ha llamado “la menteheroica”. Correspondea aquella“barbarie” de que ya ha-blaba Baudelaire en las geniales anticipacionesde L’ArtRomantique,ejemplificándolacon el arte mexicano,el egip-cio y el ninivita: no barbariepor deficiencia, sino barbarieque,en suorden,alcanzala perfección,entreinfantil y sin-tética; quedomina los conjuntosbajo unavisión subjetivayfantástica;que es casi palpaciónen el asediorealistade lospormenores,a travésde sinonimiasy difrasismo,y todavíaanterior y ajena al sentidode la personalidadenvolvente.

Los poemasconservadosen lengua indígenase desarro-llan en estrofasirregulares,versículosy gruposesticométri-cos, pies rítmicos sin cuenta silábica (a menudo,para elnáhuatl,trocaicos),paralelismoso balanceosdevocablos,fra-sesy períodos,recurrenciade estribillos. Se los recitabaysalmodiaba,se los acompañabade música,danzay escenariode pantomima.

3 Estapoesía,toda ella anónima,es fruto de dos dis-tintas civilizacionesindígenas. Una es la civilización mater-na o medioamericana,tanto en aquellaprimeraetapafluvialque,aunantesde laEra Cristiana,duranteunoscincosiglos,y cuandola mayorpartede Europadormíasupesadillapre-histórica, seextendióde Chiapasa Honduraspor las cerca-nías del Usumacinta,como en aquellasegundaetapade sumisteriosadispersión,hacia el siglo VI de nuestraEra, cuan-do, tras las “tribulaciones y emigraciones”—lenguaje deToynbee—,la encontramosrepartidaentreYucatány la Gua-temalamontañosa.El abandonode la sedeoriginal o “alba”¿fueefectode catástrofesnaturales,guerras,sobrepoblación,agotamientodel suelo,acasoepidemias?“iUna civilizaciónaniquiladapor un mosquito!”, exageraPaul Valéry.

La segundacivilización indígena,filial y seguramentein-ferior a la otra, es la vagamentellamadamexicana. Se si-túa en nuestrosaltiplanosy abarcael náhuati o azteca,elzapoteca,el tarasco,el otomí,etc.

Entreunay otra se ha roto el cordónumbilical, hay un

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hiato histórico, las separanvastos espaciosy abismos detiempo. La absorciónde la culturayucatecapor los pueblosde la mesetamexicanapudo acontecerallá por los siglos XII

axiii. En unay otra etapa,los poetas,comolos homéridas,seguiránañadiendosecularmentesus nuevos tributos al pa-trimonio hereditario:unanuevafrase,un versículomás,unareferenciacomplementaria.De suerteque,en las reliquiasde tal poesía,se mezclanlo arcaico, lo posterior y lo mo-derno,de arduodiscernimientoaveces. Y apartede quecru-ce, de la una a la otra,la corrientesubterráneaque las en-laza—al punto que los mitos mexicanosse esclarecena laluz de las cosmogoníasmeridionales—,es indudable quela unificación de la conquista,por irregular quehaya sido,pudo crearentre ambas ciertascontaminacionestardíasymáso menosintencionales.Y esto,aundejandoya de ladocompletamentelas “locuras toltecas”,quedecía el profesorRaynaud,acasoimaginadas,como las locuraspelásgicasdela antigüedadmediterránea,pararelacionarel presenteconun pretéritoya olvidado.

Al ordenvetustoo medioamericanopertenecen—“Rama-yanasy Mahabáratasde América”— el corpusbíblico delPopol-Vuh o Libro del Consejo,quemuestramayor purezaarcaica;los Libros de Chilam Balam, dondees mássensiblela confusión de épocas,estilos,grafías;y otros documentossecundariosque complementana los anterioresrespectoalperíodoya históricode emigracionesy poblamientos,o al úl-timo ocasode la fábula. Talesson el Título de los señoresde Totonicapany los Analesde los Xahil. Escritosen distin-taslenguasde la familia maya,alfabetizadosdesdemediadosdel siglo xvi —conacrecentamientostardíosy aun interpola-cionesdelxix— por ex sacerdotesy escribasquelos redacta-ban sigilosamentesegúnlas versionesorales y los antiguostextoshieráticosy jeroglíficos,empiezanenla Creacióny cu-bren hastala épocahispana,dondeno puedenmenosde pe-netrarseavecesde cristianismo. Lasdistintasépocasy fasesseproyectanen un solo plano.

Al orden mexicanopertenecenhimnos,cantares,epigra-masy prosificacionesincrustadasen las crónicascastellanas,de losmásvariadosasuntos,sacros,heroicosy profanos.

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4. La arqueologíadista muchode haberagotadosus sor-presas. Todavía,mientrasse redactabaesteensayo,la zonamexicanadabade sí las pinturasdel Paraísode Teotihuacán(1942), y poco después,en la zonamaya, las pinturasdeBonampakacabande deslumbraral mundo(1946). Conres-pectoa la zonamaya,todossabenalgo de aquelcalendariocasi-juliano—anterior al de Europa—;de aquellacronolo-gía estupenda;de aquellaastronomíafamiliarizadacon lasrevolucionesy fasesdelos cuerposcelestes;de aquellanume-ración vigesimalque se adelantóa descubrirel “cero”; deaquella arquitecturamonumental,florida y simbólica, tanexcelsacomola del Nilo; de aquellasociedadfundadaen elequilibrio de clanes,quepesabasobrela poblaciónde escla-vos albañilesy picapedreros.En procesoqueva de la estelainscritaal manuscritopintado,la escrituraalcanzaunaetapagráficaestimable,si inferior ala egipcia;y seguiráevolucio-nandohastael “Alfabeto de Landa” en plenosigloxvi. *

5. La Biblia India del Popol.Vuho Libro del Consejo,poemaen lenguaquiché alfabetizadohacia 1554-1558,“quecontienepasajesevidentementeantiguosy presentanumero-sos vestigiosde antiguaspoesíassalmodiadaso cantadas,yavecesconbailables,muestra,comotantosotros documentosde la América Media (así en el drama-bailedel Varón deRabinal, inestimablejoya en la coronaliteraria de Guate-mala),un empleomuyfrecuentey aunexcesivodelparalelis-mo y el balanceo;y no sólo en las ideas, frasesy períodos,sino tambiénen los nombrespropios—dioses,héroes,jefes,lugares—acopladosinútilmente en parejas,muchasvecesdesentidoigual o casi igual” (G. Raynaud).Estosnombressonde muy delicadatraducción;si, en ocasiones,un miembrodela parejaexplica al otro, en ocasionestambién,cuandoseda el traspasode una lengua aotra, o por cualquieraotracircunstanciase olvida el sentidooriginal, la incomprensióndalugaratodoun mito explicativo,al “cuentoetiológico” delos mitólogos. Tampoco escaseanlos errorescausadosporla transcripciónde ideogramaso fonogramas,y otros acha-queshabituales. Centónde versionesoralesy textos hieráti-

* Sylvanus G. Morley, La civilización moya. Traducciónde Adrián Red-nos, México, Fondode Cultura Económica,1947.

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cos, pretendersacar de aquí una historia seguidatodavíaparecíaaMax Müller cosaquimérica. La ciencia,con todo,lograal fin traslucirentrelas nubestornasoladasdel PopolVuh una síntesishistórica. Véase,en tal sentido,la diáfanaintroducciónquedonAdrián Recinos—ilustre guatemaltecoa quien la ingratitud de la política devolvió a las Musas—poneal frentede surecientísimay sabiatraducción(1947).Aunquese ha pretendidoatribuir la obra a un indio DiegoReynoso,las pruebassonendebles,por lo que“el famosoma-nuscrito tienequeseguirseconsiderandocomo un documentoanónimo,escritopor unoo másdescendientesde la razaqui-ché, conforme a la tradición de sus antepasados”(A. Re-cmos).

La primera partetrata del origen del mundoy creacióndel hombre; la segunday más extensanarra hazañasdeloshéroesmíticosHunahpúeIxbalanqué.Ha inspiradoalospoetasalemanes;se la comparacon el Ramayanapor aque-lla mágicaparticipaciónde los animalesen los destinoshu-manos;con la Ilíada por la intervencióndivina en los com-batesterrestres;con la Odiseapor las aventurasfantásticaso las escenasde apacibleintimidad. La publicaciónde supri-meraversiónen 1857 marcaun nuevorumbo en el estudiode las antigüedadesamericanas.

He aquí,pues,un laberinto de cosmogonía,teogoníaygénesishumana;creación,no exnihilo, sino arrancada,comoentrelos griegos,de algunamateriapreexistente;antropocen-trismo que junta en el pecho del hombre los doce puntoscardinales,segúnlostrescuadrosconcéntricosdelcielo, la tie-rra y la infratierra; mezclade religión, en queel sacerdoteimplora, y de mas~ia,en queordenay esclavizaal dios conla palabra;cábalade los númerossacros;parangóndel con-trasteegeo-helénicoentreunacreenciade los vencidos,popu-lar, clónica, algo perseguida,oculta en cavernase impreg-nada de “nagualismo” (espíritu guardián y metamorfosisanimales),y una creenciaoficial de los vencedores,insti-tuida en iglesia, y al cabo,menosresistenteque la otra alembatedel cristianismo, según todavía se compruebaenla bravasupervivenciade los lacandones.

Comienzael poemaenumerandograndiosamentelos se-

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resdivinos y sus variasdenominaciones;las tresúnicasver-daderasdiosas,las Madres—Abuela, Dadora de Monos yVirgen-Sangre,la Eva del sistema—acompañadaspor “pa-redros”masculinoso diosesmenorescomo en las mitologíasegeo-asiáticas.Nos cuentalas genealogíasde los Increados,Poderososo MaestrosGigantesque,con ayudade los Abue-los, van engendrandocielo y tierra, agua,plantas,animalesy, al fin, los astros (la luz ya existíadesde antes);y que,necesitadosde plegariasy presentes,sustentoespiritualy fí-sico que mal podrían darles los animales,intentan al finplasmara los humanos.

La tarea adelantaentre peripeciassin cuento, guerrassobrenaturales,Gigantomaquiasde los descendientesdivinoscon los Espíritus de la Desaparición—simbolizadasen losdesafíosdel Juegode Pelota—, ecosde cataclismosy aunde guerrasentrelas tribus, congregaciónde energíasvitales,rayos y truenos. Pero todo ello, en vez de enteshumanos,apenasproducebrutosy simios.

Al fin, vencidospor los MagosLuminosostodoslos De-moniosSombríos,vencidaslas Tinieblas,se descubreal Reyde los Cereales,el Maíz, que incorporadoen la carneviva,haceal hombre,al agrícola,al maya-quiché,contrapuestoalbárbaroy selvático.

Pero antesde llegar aesteacierto,hanacontecidoalgu-nas calamidades.Los Abuelos habían engendradoa unosMellizos, cuyo primogénito,a su vez, engendróen unavagadiosaa dosArtistas. Loscuales,reducidosaDioses-Pitecos,serán,entre otros pueblos de categoríainferior, los sumospatronosde las artes. Durante el combatede pelotaen quelas divinidadesde la Desapariciónson “descalificadas”porhaber incurrido en faltas, el primogénito de los Mellizosha tenido tiempo de unirse a la Virgen-Sangre,hija de loslugarespenumbrosos,quien concibe unadescendencia.Es-capa Sangrea las maldicionespaternas,vence pruebasyperipecias,llega a la tierra y se hospedaen el paísde losArtistas,dondeda a luz dos nuevosMagos—Brujo y Bru.jito— que, hostigadospor la envidia de sus mayores, losmetamorfoseanen monos,y éstosescapanala selva.

Por orden de los diosessupremos,los Magoscombaten

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y derrotanal falso dios Guacamayo,que pretendíaser elSol y la Luna y es posibleresiduo de las luchasreligiosasentre quichésy yucatecosanterioresal siglo vi. Cumplidaestahazaña,atacana dos divinidadesterrestresqueson sushijos: el Pez-Tierray el Titán-Terremoto. Aquí se interca-lan episodiosde la luchaentreel Pez-Tierray ciertos entesqueseránlas Pléyades,y otros sucesoscomplicados.

Sobrevieneotro desafío de pelota, otra Titanomaquiaentre los Jefesdel Lugar de la Desaparicióny los DiosesMagos,y la alianza,comoen el Ramayana,entrelos Magosy los Animales, con quienesaquéllos se cambianla sacraPalabrade la Jungla. Y como,además,los nombresde losjefes adversoshansido descubiertos,apoderándosede talesnombresresulta fácil derrotarlos. Pero antesdebendejarsematar,o bienfingirlo, “ritos de pasaje”indispensablesparaque puedadarse el retornode la Desaparicióna la Vida.Y entoncestransformanalos vencidosen Diosesde la Muer-te y la Desgracia,subordinándolospara siemprea las divi.nidadesdel cielo.

Depaso,senosrevelanlas prescripcionesnecesariasparaescaparal aniquilamientoabsoluto,pueshay quesabermo-rir rectamentesi hemosde salvar el arco de ultratumba—verdaderoLibro de los Muertoscomparableal ritual deOsiris—, y tambiénse nos dana conoceralgunosfestejosydanzasde los “naguales”. Resueltoya definitivamenteelcombateentrela Luz y las Tinieblas,los Magossubenal cie-lo metamorfoseadosen el Sol y la Luna.

Y pasamosde la teogoníaa la leyenda,preludio de lahistoria. Tambiénaquí, como en Grecia, las hazañasdivi-nasquedanrelegadasa un pasadoanterior al tiempo, el“tiempo arqueológico”de Picard. Los diosesya no obranpor sí, obran a través de los héroes intermediarios,semi-dioseso protectoresnacionales:Volcán, Sembradory Plu-vioso. Surgencuatrohéroes,seresgigantescosy muy sabios,quelos diosessuscreadores,celosos,reducengradualmenteala dimensiónde jefes, sacrificadorestitulados,capitanesdeemigraciones.Ellos conducena las tribus, tal vez segúnelcaminodel sol; viven por varias generaciones;pelean conhordassalvajes;no siempretriunfan.

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Interceptanestemagnodesfile los cuentosetiológicos so-bre la invencióndel nacimiento,el dón del fuego,el porquéde ciertos animales,fábulasejemplaresy castigo de sober-bios, diosestentadospor las muchachas,el equívocoqueex-plica los sacrificios humanosy otros temasuniversalesdelfolklore.

Las guerrasde tribus, sus disputaspor los climas propi-cios,son ya prefiguracionesde la historia,humosastodavíade magiay leyenda. Así las visitas al Edénde Tula (no eslaTula mexicana)y las evocacionesde la EdadÁurea. Lue-go, rápidamente,pisamosel sueloya real, y se enumeranlastribus, las familias o GrandesMansiones,las capitaníasysacerdocios.En la voz del Popol-Vuh,celebransusnupciaslo maravillosoy lo grotesco.

6. Los Libros de Chilain Balam son los códicesyucate-cos másimportantesque se conocen. Se los suponeredacta-dos a lo largo de cuatrosiglos, del xvi al xix, o si se pre-fiere, retocados,y completanunaveintena. El manuscritomásnotablede estecorpusaparecióen Chumayelhacia1850.Estáadornadoconprofusiónde dibujos. Es,en sumayoría,un texto místico, perotambiéntocahechoshistóricos,y tam-bién con toque todavía legendario. En él se esclarecen,oal menosse investigan,ciertos ciclos cronológicosllamados“Katunes”; y comoaconteceparaotros documentosvetustos,los especialistascontraponenaquellaselasticidadesdel tiem-po,visto adistanciasseculares,quese dicenla CuentaMayory la Menor. Los aparentesacertijosresultanahoraserver-daderasfórmulas de iniciación mágicao religiosa. El con-tenidoes heterogéneo.Los iniciadosacumulabanallí cuantosabían,comoen preciosaarcasecreta:desdelas profecíasdelsacerdoteChilam Balam,hastalasnoticias sobreplantasme-dicinales,la faunaregional,la ceibatotémica. Predominanlas nociones míticas sobre los cuatro rumbos del universo—origende lascuatrorazas,amarilla,blanca,rojay negra—,y la preocupaciónde propiciar a las divinidadesagrícolas.El estilo hacepensara los críticos en los Upanishadas,elAtarva-Veda,“los nebulosostextos iranios”.

Pero, al parecer,nada merma,ni siquierael evidentecontagiocon especiesbíblicas o almanaquesy lunarios de

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la modernaEuropa (aun hayhuellas de latinismo eclesiás-tico y profano), la importanciade los hechoshistóricosqueel Chilam Balam deja traslucir. Lastribus parten de Tula-pan, se acercanaChichén,se trasladana Champotón,regre-sanasu antiguamorada,se encuentrancon nuevosestableci-mientos,celebranconfederaciones,conocenunaerafeliz conlos tresmonarcashermanosde Chichén,padecenguerrasin-testinas,caen bajola tiranía opresorade Mayapán,que alfin se derrumba(Landacree poder fijar su caídaen 1566).Vaivénsecularapreciadobajo dimensióndiminuta,comolosmovimientosde un hormiguero, y queprocedea travésdeepidemias,plagasy huracanes.Y el puño españolponefinal despedazamientoanárquico,y Mérida es fundadaa co-mienzosdel 1542.

7. Los mayas,dueñosde unamúsicasingular—trompe-tas y flautas, percutoresy cascabeles,conchasde tortugasy el “teponaguaztli” de maderahueca y que corría variasleguasa favor del viento—, distinguíancasi anuestromodolos registros vocales (bajos, barítonos,tenores, contraltos,sopranos)y conocíanunas danzasgravesy otras livianas.Contabancon un teatro musicadoy con bailables,el de los“ixtoles”, y otro de pantomimay recitación,en que los ac-tores o “baldzames”,como en la incipiente comediagriega,se consentíanburlas y sátiras contra los personajespresen-tes. Su cantorprincipal gozabade sitio privilegiado en eltemplo. Los cantosremedabanal “zachic” o pájaro de cienvoces,“zenzontle” mexicano. En el siglo xvi, SánchezdeAguilar ponderasus farsasy admira su gracejoy su espí-ritu chocarrero,recomendandoa la Iglesia que, en vez deprohibirla como se habíaintentadoal principio, aprovecheaquellavieja costumbrey le dé unaaplicaciónmáshonesta,sustituyendolos temasgentiles con temasde utilidad reli-giosa.*

* El Rabinal AcM, tragediaquiché de Guatemala,seaceptacomo arcaica.No escristianani europea,y aun terminaconun sacrificiohumano;rara super-vivencia de una obra perseguidapor la evangelización.Recuerdael vetustoteatro ritual del Ática (Querilo, Frínico, de que dan idea Las suplicantesdeEsquilo). Tiene cinco enmascaradosparlantesque hablanen largosmonólogosépicos,repitiendo cadauno partedel parlamento anterior; muchospersonajesmudos,desdeluegolasmujeres,y gruposde danzantes.

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8. La poesía indígenade la zonamexicana—segundoorden o segundacivilización— tiene un géneroépico y ungénerolírico. Susfuentesdatandel siglo xv!: unaveintenade himnosrituales,en náhuatl—los comunicarona Sahagúndiez o doceprincipalesancianosde Tetepulco—;unospoe-mas cuyo carácterpoético y métrico no fue expresamentereconocidopor los cronistasque se proponíanaprovechar-los; las prosificacionescastellanasque éstos incorporanensus crónicas(asuntosujeto a cautela,y en quesólo han deusarselos textos más dignos de confianza,porqueTorque-mada,por ejemplo, adaptó la vida de Nezahualcóyotla lade David); y el Ms. de sesentay dos Cantares mexicanosque custodianuestraBiblioteca Nacional. El género épicocubre las tresprincipalesregionesde Tezcoco,Tenochtitlány Tlaxcala;el lírico, variasregionesde la MesaCentral.

9. La épica tiene un subgénerosacro —cosmogoníayteogonía,relación ritual del hombrecon los dioses—y unsubgéneroheroico: monarcas,jefesy capitantesmáso menosdeificadospor la leyenda.Ya se humanizael temasacro,yael heroico se diviniza. Quetzalcóatl,mezclado de realidady fábula como Pitágoras,es personajehistórico, aunquein-deciso,y acabaconvertido en astroy hastaintervieneen lacreación. A veces,ha acertadoel viejo Evhemero. Su yerroconsisteenquerertenersiemprerazón. Paraél todoslos dio-sesson merospríncipesy bienhechores,exaltadosa lo sobre-humanopor la adoraciónde la posteridad. Más cuerdoesdecir que,en la etapamítica de la mente, reina unasupre-ma libertad poéticaparaviajar entrecielo y tierra, sin planalguno de gratitud histórica~y por simple impulso imagi-nativo.

El subgéneroépico-sacrocuentaconun material revueltoy abundante:mitos del Sol, la conocidaleyendade Lossolescosmogónicos,etc. Sobreun mosaicode residuos,el P. Gari-hay reconstruyeun posiblePoemade la Creacióny un posi-ble Poema de Tláloc y Xochiquétzalque seríade los másantiguos.

El subgéneroépico-heroicoofrece un ciclo tezcocano,elmás artificioso; un ciclo tenochca,sobrio y abundante;unciclo tlaxcalteca,muy escaso,pero de caráctersingular.

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A Tezcococorrespondenun Poemade Quetzalcóatl,ima-genradiosay omnipresente;un Poemade Ixtlilxóchitl, grannovela, infaustahistoria del rey chichimeca,que los viejos,“no conpocaslágrimas”, recitaronal cronistasudescendien-te, don Fernandode Alva Ixtlilxóchitl, dondeapareceel mag-nífico episodio de la “Muerte de Cihuacuecuenotzin”;unNezahualcóyotl,fantásticasaventurasdel joven rey, nutridoconraícesen su destierromontaraz,poetasolitario en mitadde la naturalezay llamado a empuñarlas riendas de tresnaciones;unasAndanzasde Ichazotlaloatzin,y otros frag-mentos.

A Tenochtitláncorrespondenun nuevo Poemade Quet-zalcóatl; un Poemade Mixcóatl, quepuedeserparte o pre-liminar del anterior; unaPeregrinaciónde los aztecas,do-cumentadaencódices,cantaresindiosy traducciones;un muyimportante Poemade Huitzilopochtli cuya primera parte,relativa al nacimientodel dios, se conservaen náhuati, y elresto,prosificadoen variascrónicascastellanas;un Ciclo deMoctezumalihuicamina, especiede Nezahualcóyotlatenua-do; un Ciclo de MoctezumaXocoyotzin,MoctezumaII, co-menzadoantesy terminadodespuésde la conquista,y otrosfragmentos.

A Tlaxcala correspondeun grupo de trozos poemáticos,tan sólo documentadosen el cronistaMuñoz Camargo,vás-tagode aquelpueblo.

10. En cuantoa la lírica, a menudocoraly destinadaaceremoniassociales—matiz épicotodavía,tránsito semejan-te al de Píndaro—,recorre un amplio diapasón,desde elsentimientoreligioso y colectivo, pasandopor las efusionespersonales,hastael epigrama,propio colibrí de la poesía:“Uta japonés”,decía Urbina. Se la divide, másbien porrutina,en cuatrosubgéneros:Canto de Águilas o de Guerra,laudes heroicos,fastosguerreros,estímulosal combatequeel griego llamaría “embaterias”; Canto de Flores, nota lamásamenae idílica, perfumadade primavera;Canto de La-mentaciones,elegíaconsagradaahechosluctuososy desgra-cias; Cantode Tamboril, forma sobretodocoral,mescolanzade lo ritual, lo histórico, lo patriótico,celebracionesprivadasy desahogosestéticos.Por mucho que se hayan abandona-

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do ya viejoscriterios equívocos,comoel clasificar los poemassegúnel lugarde su redacción—cuandoello no respondeaciclosculturalesdistintos—,o segúnel personajea quien seconsagran,lo que hizo atribuir a Nezahualcóyotllos cantoscompuestosen su elogio,pareceque aúnhay desorden.

Con buenacuerdo,la crítica reconocela impropiedaddedistribuir estamasapoéticaconforme a los tipos clásicos.No sé si aúnpuedeahondarsemás, interrogandoel sentidomismo de los poemas,como lo hacenlos Chadwick en sumagnaobra sobrelas literaturasoralesprimitivas (europea,rusa,yugoslava,indostánica,hebrea,tártara,polinesia,ma-lasia,africana),dondese distingueny separanlas intencio-nesdivinas,rituales,mánticas,heroicas,arqueológicas,reme-morativas,jurídicas,gnómicas,éticas,descriptivas,etc.*

El bardoreligioso o “cuicapique”recibíaun salariopro-fesional. El cantose acompañabade danzasen templosy enpalacios,y habíacertámenespoéticosparala nobleza. Y, sino verdaderodrama,cierto monólogo mimado acompásdelas figuras,y algunaacciónelementalen que,porejemplo,elpoetarepartíaflores o hastadialogabaconel coro. Los poe-mas aludena las escenificacionesdel singular bailete. Laimagende la divinidad, bajo un árbol, solíapresidir el fes-tejo. Manceboscon disfracesde pájarosy mariposastrepa-banpor las ramasy se acercabana las flores; y otros,querepresentabana los dioses,les tiraban con cerbatanas.Losrecibíala diosay los sentabaasulado,regalándolosconra-milletesy humazos,comoahuéspedesescogidos.Había tam-biéndanzascómicas,ejecutadaspor viejos corcovados.

Se distinguentresmodosmusicales:uno solemney gra-ve; y otro, vivazy juvenil, de amoresy requiebros;finalmen-te, el licenciosoy procazque llamaban“baile cosquilloso”Los versículossuelenlatir al ritmo trocaico. La monotoníade la danzase comunicaal poemay llet”a a la exacerbación.La músicano la conocemos.De lo queella pudoser, nosdanideaesasmelancólicastocatasacostumbradasaúnen los pue-blos de indios: redobledel “huéhueti” y el “teponaztle”,ge-mido de la chirimía: “Me da penaoíllo y tristeza”, decía

* H. M. Chadwick y N. K. Chadwick,TlzeGrowtlz of Literature, CambridgeUniversity Press,3 vols., 1932, 1936, 1940.

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Durán. Al son lloroso, se iban encadenandolos festonesdeflores, en los giros de los danzantes.*

La lírica, pues,promiscuamuy libremente sus asuntos:“celebraciónde los mitos religiosos,alabanzasa las deida-des, alusionesa los hechos teogónicos...rememoracióndebatallas,recuerdosde antiguoshéroes, loores a los caudi-lbs... Y en los (poemas)destinadosal cantofugaz de losconvitesy reuniones,el temaconstante”de la vida efímera,y el anhelode disfrutarlamientrasllega la muerte. “Es na-tural queen pueblosparaquienesla guerraera una institu-ción sagraday el ápicesupremode la oblaciónreligiosa,lapoesíavayaimpregnadade un saborguerrero,y la obsesiónde la muerteflorida en guerraaparezcaconstantemente,aunen poemasque tienenaire familiar” (A. M. Garibay K.).El valientepodrá ver el sol a través de los agujerosde suescudo;nuncael cobarde.

Seguramenteque,sin exceptuarlos poemasanterioresala cristianización,la Iglesia puso un poco la mano en elacto mismo de reducirlosal alfabeto; y consta,de algunosordenamientos,que los castigabao censurabaantesde tole-rar surecitaciónpública. Perosuponerquetodo lo hicieronlos frailes seríaconcederque fueron unos grandespoetas.Como quiera,muestraestapoesía“un matiz de sensibilidadlujuriosa queno es,en verdad,propia de los misioneroses-pañoles:genteapostólicay sencillade máspiedadqueima-ginación” (A. Reyes,Visión de Anáhuac). La vetustezdealgunasformasverbaleses evidente. El cantormismo igno-raba,aveces,el sentidode las palabrasque repetíade me-moria, comoacontecíaen Romaparalos himnosde los her-manosArvales y los CármenesSalios. Es rasgode autenti-cidadla licenciaquealterabaextremosamentela morfologíade los vocablos,o sembrabaaquíy allá alaridose interjec-ciones acasoparaadaptarsea la música;lo que,unido a lasmuchasreticenciaso suspensionesdel sentido—queremedanla desazónpasional—contribuyeno poco adificultar la ta-

* Dos mil indios (ioh extrañamaravilla!)bailan por un compása un tamborino,sin mudarvoz, aunque es cansancio ofila...

Juan de la Cueva,Epístola a L. Sónchezde Obregón.

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reade los modernostraductores.Lasmetáforasde la pluma,la flor, la piedrapreciosa,conunoqueotro destellode aguay sol, van deslumbrandonuestrosojos. Las alusionesmíti-cas,acasointencionalmentearcanas,y las frasesoraculares,nos envuelvenen sumisterio. La sensibilidadde aquelpue-blo es aguda; se reparteentrela ternuray la violencia, setransportafácilmentede la risa al llanto y fluye en rosariosde primoresminúsculos.

Ciertas inefablessemejanzascon algún pasajede Salo-món ¿porqué no habránde ser fortuitas? Se dijo un día,cumgrano salis, que las Aztecasde Pesado(paráfrasis,porlo demás,muy distantes) demostrabanuna sospechosísimainfluencia de Horacio en Nezahualcóyotl.Pero si, como ob-servabaLuis Cabrera—el cronistade Felipe II—, “una mis-ma manerademundoes todo”, ¿aquétantoasombro?¡Tam-bién en el valle de Anáhuacresonaban,con distinta voz, elCarpediemy el Dulce eS decoruinest pro patria m.ori!

El enigmade la muertey esoquetan justamentese llamaci vacíodelcorazón;laduda,la congoja;la amarguraantelaruina de las pasadasgrandezas;el ansiade consuelosmísti-cos; la solicitudde la madrejunto a la cuna,y la angustiapor elguerreroausente—asícomoen la “berceuse”bretonasedejasentir el pavordel mar—; la delectaciónantela ma-jestaddelos lagos,volcanesy tempestades,o antelos celajesde loscrepúsculos;elconfortede labuenaamistad,son emo-cionesqueningúnpuebloposeyócon propiedadexclusiva,yla poesíamexicanaapenascomparte,cuandolas expresa,elpancomúndadoen patrimonioa todoslos hombres...Peroalgofalta: echamosde menosla llamaerótica.* ¿Indicio dela intervencióneclesiástica?Adviértase, en todo caso, quetampocose halla la escenaamorosaen el frescodel Tlabocano Paraíso,recién descubiertoen Teotihuacán(1942). 0 esque se la excluía, como entrelos antiguoschinos, de todafiguración altamenteespiritualy sublime,o bien aquellalí-rica no llegabaaúnal grado de individualismoque se mani-fiestaen el desahogodel amante.

Profundoaliento religioso palpitaen los himnos al diosde la guerra,al dios pluvial, a la diosa nutriz, a las tiernas

* Hay contadasmuestrasde poesíaerótica,no difundidastodavía.

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divinidadescereales,al sombríoTezcatlipoca,al monarcare-cién ungido. El contacto—quedecíaVigil— “conunanatu-raleza de exuberanciamonstruosa,como en la India y enMéxico”, dieta imágenesdesorbitadas.El ánimo se arrebataal recuerdode los cataclismosqueaniquilaronalos hombresinmemoriales.Con el polvo de sus huesos,amasadoen san-gre de deidadesy vivificado por un rayo de sol, el prome-teico Quetzalcóatlmodela una nueva familia humana. Atravésdefieros tanteos,sacrificioscruentosy antropofagiasa-grada,las criaturasbuscanciegamentelaperpetuaciónde lasvirtudes vitales y la comunión con los poderesinvisibles.Cada ocho años asciendeaquel Canto del Tamal-de-Agua,quenos apuñabacon esteversículoinolvidable:

Mi corazónestábrotandoflores en mitad de la noche.

11. Los asuntosde las leyendasvolcadasen las viejascrónicas—objetablescomo realidad,no como poesía—sonla introducciónmitológica de nuestrahistoria precortesiana,y ios escolareslos conocenen epítome,como los muchachosgriegosconocíanlas fábulasanterioresa suerapropiamentehistórica.

La antigua poesíaindígena,aunquea vecesretocadayotrasen tradición indirecta, aunqueliteratura interrumpidacomo hechogeneraly social,y amortajadoya sucuerpoen elsudario de las lenguasindígenas,perduraen el espíritu, sealza de la tumba, inspira de lejos nuestraimaginación:asíel Oriente y la Edad Media encendíande luz refleja a losrománticoseuropeos. En el primer siglo de nuestrapoesíacolonial, Terrazas,Villagrá y otros danvislumbresde aque-lla influencia, manifiestaen las liras y el romancede Nc.zahualcóyotl,de Alva Ixtlilxóchitl.

12. Másindirectastodavía, al puntoque apenaspuedenaceptarsecomo unasombrade la auténticaliteratura indí-gena,son aquellasreferenciasdelos cronistasala elocuenciapopularpública y privada, consejosde padresahijos, cen-sura del Gran Sacerdoteal Rey perverso,felicitacionesyagradecimientoscortesanos,exhortacionesmoralesa la bue-na conductay abstenciónde la embriaguez,etcétera.Estoslugaresretóricos de la historia, cortadosmuchasvecespor

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el modelo de los discursoscon que los historiadoresde laantigüedadgrecolatinaabreviaban—aun fingiendo la ale-goría del diálogo entredos ciudadesenemigas—la exposi-ción de los hechosy la explicaciónde sus causas,nos lle-varían muy lejos. Búsquebosel curioso en las antologíasespeciales.*

* Carlos María Bustamante,Maíianas de la Alamedade México, obra re-producida,y aumentadacon otros fragmentossemejantes,en Rubén M. Cam-pos, La producciónliteraria de los aztecas,México, Museo Nacional de Af-queología,1936.Sobrela poesíaindígenamexicanaes ya indispensablereferirsesiemprea la obra de don A. M. Garibay K., Historia de la literatura náhuati,México, Porrúa,2 vols.: 1953-1954.

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1. LA HISPANIZACIÓN

1. LA CONQUISTA política y la conquistaespiritualde la Nue-va Españacorrespondena CarlosV y a FelipeII. Mientrasaquélla,confiadaal Estadoy a las armas,adelantapor suscaminosy lograsu forma definitiva amediadosdel xvi conel virreinatoy suscapitanías,la Iglesia emprendela evange-lización.

La creaciónde la culturaen la NuevaEspañase apreciapor la obra de sus dosfactores,los institucionalesy los hu-manos. Los humanoscomprenden,en primer lugar, a lagenteespañolao europeaal servicio de Españaque se tras-ladó anuestropaís—misioneros,cronistas,maestrosy hués-pedes literarios—, e inmediatamentedespués,a la gentemexicanaquese incorporó en la civilización de la colonia:criollos, mestizose indios ya latinados. La separaciónentreestastresclasesirá borrándosegradualmenteparala vida delespíritu, al paso de la unificación institucional y nacionalque,por de contado,antecedea la independenciapolítica.Por último, llegaráel día en queun mexicano,Ruiz de Alar-cón,puedadisputarsu sitio en plenoMadrid, sumadoa losfastosde la comedia.

Los factoresinstitucionalesson, de modo eminente,elEstadoy la Iglesia; demodo inmediato,la educacióny la im-prenta. Estasdiferentes agenciasse entremezclan,como sepercibe nítidamenteen los primerospasosde la evangeliza-ción y la enseñanzadestinadasal indígena.

El injerto de la cultura españolaen cepa mexicanasu-poneun incidenteprevio: la comunicaciónde la lengua,mu-tuo aprendizajeentrelas dos personasdel diálogo,cuyo sím-bolo sería la Malinche, traductorade Hernán Cortés. Talpaso era primero en tiempo, si no en derecho. Tenía queprecedera la misma cristianización,con ser ésta la metaideal de aquellaCruzaday, desdeluego, el objeto por exce-lencia de la instrucciónque recibieron los indios al día si-

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guientede la conquista.Los ministrosde la religión —frai-les y misioneros—,másbravosque la gentede letrasy másobligadosal sacrificio, alzarontiendaentrelos escombrosydieron comienzoa la tarea. Estosimprovisadosmaestros,ensu patéticapremura,pretendieronalguna vez comunicaraldiscípuloen un solo acto la nueva lengua y la nueva fe,siquieravaliéndosede la mímica. Y unamisteriosaconfian-za, algosupersticiosa,en las virtudesdela lenguaeclesiásticay enlos poderesde laoración,quisoenseñaralos mexicanos,aunantesde queposeyeranningunalenguaeuropea,el Pa-dre Nuestro,el Ave María, el Credoy la Salvenadamenosqueen latín, exorcismopreparatorioa las aguassacramen-tales.

Sin texto el maestro,sin letras los discípulos,el trabajoeraverbaly se valía de mil subterfugios. Parair adquirien-do su léxico, los frailes teníanque “volverse niños con losniños” y acompañarlosen sus juegos. ¿Queaveriguabandealgún chico españolcriado ya en el ambientedel hablaná-huatl? ¡Puesa traerlo de intérpretee instructorparaindiosy paramisioneros! Tal fue el futuro filólogo fray Alonsode Molina. Años después,todavíael francésfray JacobodeTastera—cuyo método no pareceextrañoa la pedagogíade Luis Vives, queconfiabaen la absorcióninconscientedelos resúmenesde gramáticacolgadosen el aula—, mientrasadquiríala lenguade los naturaleso comunicabaa éstoslaespañola,mandópintar los misterios de la fe en unos lien-zos, utilizando el hábito de los jeroglifos, paraqueun discí-pulo aventajadofueradescifrandolos símbolosy enseñandoa los demáslos dogmasrudimentales. A fines del siglo xvi,elobispoMoya de Contrerashacíarepresentarconfiguras lasbulas que aún no circulabanen su feligresía. Y fray JuanBautistalas hacíagrabarparalos indios. Todo lo cual re-sultó en unamixtura de jeroglifo y alfabeto,de que Icazbal-cetaconservabacuriosasmuestras.

La lenguaiba entrandosin sangre. Es de creer que seusaban ya algunos apuntes manuscritos. Naturalmente,se acabaron,como bien fungible, en manosde los niños. Lomismo aconteciópara las cartillas con que se inició nues-tra imprenta. En la bibliografía de todo el primer siglo

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nadaquedaque se parezcaa un texto impreso para la en-señanzadel castellano. Sin duda se usabanal efecto lasmuchasdoctrinas bilingüesque entoncesse imprimieron, yque precisamentepodían servir para simultanearel dobleaprendizajede habla y creencia. En todo caso,si en 1523,a la llegadade los primerosmisioneros,ni un solo indio co-nocíalas letras,ya en 1544Zumárragahablade los muchosindios que sabenleer. El indio D. Antonio Valeriano sor-prenderáa sus propios maestrospor su excelenteoratoriaciceroniana.

Los primerostrancesde la cultura fueron confiadosenadministraciónexclusivaa las órdenesreligiosas. El méritode aquellospiadososvaronesparecemayor si se consideraque alternabanla función pedagógicacon el desempeñoeclesiástico:“. - - Extirpar la idolatría, decir misa, rezareloficio divino, predicar,catequizar,bautizarinmensonúme-ro de niños y adultos, confesar,casar,asistir a los enfer-mos, enterrara los difuntos;y paratodo, recorrera pie lar-gas distancias.” Y sobreeso, luchar con la oposición de lacastaconquistadora,que no deseabamuy instruidos a quie-nessólo queríaesclavos.

Por su orden,de 1523 en adelante,arribarona Méxicofranciscanos,dominicos, agustinosy jesuitas. Primeros enla hazaña,los franciscanosvenían en grupo de doce, almando de fray Martín de Valencia. Se encontraronconque los habían precedido tres religiosos flamencos: frayJuande Tecto—Universidadde París—,fray Juande Ayo-ra —lo danpor parientedel rey de Escocia—y el célebrefray Pedro de Gante, por cuyasvenas aseguranque corríasangrede emperadores.Cuando,hacia 1524, fray Martín,a su llegada,preguntaa los flamencoscómono habíansidocapacesde desterrarla idolatría y aun los sacrificios huma-nos, en casi un añode labor apostólicaqueya llevabanpordelante,Tecto,como el más autorizado,le contesta:“Apren-demosla teologíaquede todo punto ignoró SanAgustín.” Esdecir, las indispensableslenguasindígenas.

Agrúpaseprimerola enseñanzaen torno al Colegio-Tem-plo de San Francisco,fundado por Gante y regentadoporél durantemedio siglo —dondese enseñabaalos naturaleslo

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que les convenía,prescindiendode aquello “que no tienennecesidadde saber”—; y luego se extiendey diversifica atravésde nuevasinstitucionesescolares:SantaCruz de Tial-tebolco, creacióndel obispo Zumárraga(1536), quesoñabacon un colegio en cadaobispado,dondelos discípulosemi-nentesacabaronpor suplir en ocasionesa los frailes —porprimeravez la razaconquistadadio allí maestrosa los con-quistadores—y dondeenseñabanArnaldo de Basacio,Fran-cisco de Bustamante,Garcíade Cisneros,JuanFocher, Juande Gaona,Andrésde Olmos, Bernardinode Sahagún;Tiri-pitío (Michoacán),fundado por los agustinosparapeninsu-laresy criollos (1540); SanPedroy San Pablo,el Semina-rio de San Gregorio (1576), para naturales,y los de SanMiguel y de San Bernardo (1575), fundidos despuésen elColegio de San Ildefonso (1583), todosde los jesuitasque,llegadosen 1572 y acusadosde preferir lo urbanoa lo sil-vestre, extendieronpor el occidentey norte un catequismofamoso en los analesmisionarios, abarcaronMichoacányGuadalajara,Pueblay Veracruz,establecieronestudiosprác-ticos de lenguasindígenasen Tepozotián,en brevecompeti-rán con la Universidady un día dictarán la educaciónalpaís; SantaMaría de Todos Santos (1573), con diez becasparaalumnospobresy distinguidos,etc. Fray Alonso de laVeracruzcreapor sí el Colegio de San Pablo de los Agusti-nos (1575), alquedotó de unabiblioteca,comoanteslo hizoconel conventode Tiripitío (1536), primer fondo importan-te de libros llegadosa la NuevaEspaña,todos,segúnasegu-ran,leídosy anotadospormanodel donador.Duránmencionacursos de danzasdirigidos por los eclesiásticosen Tezcoco,México y Tlacopan.

En los primeros pasos de la enseñanza,percibimos loslatidos de unasociedaden formación y los extremosde laamalgamaétnica. Con clarosentidopráctico, los misionerosprocedena una serie de selecciones. Ante todo, hay unprogramarudimentalfemenino, igual paratodaslas clases.Las niñas—decíaun religioso— “no se enseñabanmásquepara ser casadas,y que supiesencoser y labrar”. Des-pués,paralos varones,el programase gradúade menor amayor,segúnla condición de los educandosy el tiempo de

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quedisponenparael aprendizaje:1~adultos,el pasado,ge-neraciónen cierto modo ya irredimible y sujetaal trabajoconstantequeexigeel conquistador;2°niñosplebeyos,por.venir aún redimible, pero clasequepronto será llamadaaganarseel sustento;3 niños nobles,destinadosa mayoresresponsabilidadesy con másholguraparael estudio;49 losmás aptos eran objeto de cuidado especial,justa economíadondehabíauna docenade maestrosparamillares de indios.Los desconfiadosseñoresque,al principio, en vez de enviara sus hijos a los colegiossólo enviabana los hijos de suscriados,acabaronpor reconocer los beneficios de la edu-cación.

La ásperavida militar, la ola de aventureros(“los de lacapa al hombro”) que, desembarcadosen Ulúa, venían abuscarfortuna, y la falta de mujeresespañolas,produjeronen pocosañosunamultitud de niños mestizosy abandonados.Paraellosabrió el virrey Mendozael Colegio de San Juande Letrán (1553), regidopor tresteólogosquese alternabanen la direccióny teníanencargo—aunqueno salieronde élcon gloria— de componergramáticasy diccionariosindíge-nas. Estainstitución alcanzócategoríade Escuela Normal.Pueshabía dos clasesde alumnos: los que sólo aprendíanprimerasletrasy un oficio, en tresaños,y los seis alumnosescogidospara continuar, en seis años,las letras divinas yhumanas.

Por último, pronto hubo varias escuelasprivadas paralos criollos, dondeun Br. González Vázquez de Valverdefue nombradoprofesorde gramáticapor 1536,y dondeha.cia mediadosde siglo enseñabaun Br. Diego Díaz. En algu-na de ellas comenzósu carrerade catedráticoen México eleminenteFranciscoCervantesde Salazar,queya habíaense-ñadoretórica en Osuna.

2. Se hizo indispensableestableceruna Universidad,laprimera de TierraFirme, al modelo de la Salmantina.SeráPontificia; vivirá tres siglos. Tuvo que reclutara algunosde sus primerosmaestrosentrelos mismosreligiososde loscolegiosy los profesoresde las escuelasparticulares. Inau-guradael 23 de enero de 1553, se abrió el 3 de junio si-guientecon unaoración latina de Cervantesde Salazar. Lo

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acompañabanen la cátedra el neoescolásticorenacentistafray Alonso de la Veracruz, adicto de fray Luis de León;Negrete,maestroen Artes por París;el jurisconsultoFríasde Albornoz, impugnadorde la trata de negrosy muy esti-mado por el Brocense;Melgarejo, traductor de Persio ycanonista. A la Teología,SagradaEscritura, Cánones,De.creto, Leyes e Instituta, Artes, Retórica y Gramática, seañadieronsucesivamenteMedicinay LenguasIndígenas.Ha-bían pasadosolamentetreinta y dos años desdela llegadade HernánCortésa Tenochtitlán.

La Universidaderaunasolemnecasasonora. Dice JustoSierra:

Los indígenas,que bogabanen sus largascanoasplanas,henchidasde verduras y flores, oían atónitos el murmullode vocesy el bullaje de aquellaenormejaula, en que magis-tradosy dignidadesde la Iglesia regenteabancátedrasconcu-rridísimas, donde explicaban densos problemasteológicos,canónicos, jurídicos y retóricos, resueltos ya, sin revisiónposiblede los fallos, por la autoridadde la Iglesia. Nadaque-daba que hacer a la Universidaden materiade adquisicióncientífica; poco, en materiade propagandareligiosa, de quese encargabancon brillante sucesolas comunidades;todo, enmateriade educaciónpor medio de las seleccioneslentasen elgrupocolonial. Era una escuelaverbalizante;el “psitacismo”,que dice Leibniz, reinabaen ella. Era la palabra,y siemprela palabralatina,por cierto, la lanzaderaprestigiosaque iba yveníasin cesaren aquellaurdimbreinfinita de conceptosdia-lécticos. En las puertasde la Universidad,podemos’decir delas Universidadesde entonces,hubiera debido inscribirse laexclamacióndel príncipe danés:palabras,palabras,palabras.

Estas líneasdel Maestro,tan expresivasy vivaces, nosdan sólo una imagen de bulto. Como él mismo lo declara,aquellaUniversidadno eraúnicaen su carácter. Pues¿quéotra cosahacíala madrinade Salamanca?La lógica deduc-tiva, bastardeadaen la descendencia,olvidaba el contactofertilizador con los hechos,de que tanto caso hizo su fun-dador,Aristóteles, y pretendíaextraer del seno de una ter-minología taumatúrgicatodas las cosasdel universo. Perono podríamosrepetir, si nos transportamosal ambientemis-mo de la época, que “la Muralla China del Consejo deIndias” haya impedidola circulaciónde las ideasrenacen-

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tistas. ¡Era la fuerte idiosincrasiaespañola,tan reaciaenlas colonias como en la Metrópoli! No es lícito exagerarni en másni en menos. Como decía CarlosPereyra,“con-vertir leyendasnegrasen leyendasblancases tan ilegítimoparala crítica como lo contrario”. Aunqueseguramenteseprocurabaredoblarlas censuraspara una sociedaden for-mación,que se entendíabajo tutela y sometidaa los exce-sivos cuidadosde una infancia étnica, y que se considerabaamenazadapor posiblesrecaídasen la gentilidad anterior,la mente hispánicasiempreha dejado ciertas filtracionesa la libertad y al buen sentido. Ni es conciliable el cubrirde coronas,como siemprese hizo, los nombresde aquellosabuelosde la cátedramexicana,y negaral mismo tiempolos méritos de la casade estudios.

Urbina, con su habitual hechizo,sonríe levementeantela poesíaacadémicaquese fraguabaen la Universidad,poe-sía montadacon piezastraídasde los talleres de Alcalá oSalamanca,a la cual faltabanlos siete espíritusquesólo lamagiade la inspiraciónlograencerraren el tintero. Cierto,certísimo. La Universidad,entregadaasus propiasfuerzas,sólo engendrapoesíaescolar;su obligación es hacerejerci-ciosde gramáticay no poetas.¡ Afortunadamente!¿Y cuándoy dóndese vio otra cosa? ¡Perasal olmo! La Universidaddebe crear —la nuestralo cumplió— un nivel medio decultura, que fue el nivel medio de la Metrópoli. Sobreél,respirándoloa pesar suyo e ignorándolo muchasveces, ohastaen rebeldía, los poetasse alzan por sus medios. Que

dondeno hay naturaleza,Salamancano aprovecha.

3. Entretanto,la imprenta,la primera en el Nuevo Mun-do, trabajabaya en humildescartillas y utilidadesmenoresdesde fines de 1536, antes de su definitiva instalaciónen1539. En 1537 aparecela Escala espiritual de San JuanClímaco, traducidadel latín por fray Juan de la Magdale-na. En 1539 tenemosunaBrevey máscompendiosaDoctrinaCristiana en lenguamexicanay castellana. El Pbro. Pedrode Logroñodeclaracon orgullo: “Hice yo el primero, y nootro, el Manual de los Adultospara bautizar, por orden ynotadel obispo de Mechuacán”(1540)-

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A poco, el privilegio de quedisfrutabaJuanPabloselLombardo—dependiente del impresor sevillano Cromber.ger, luego instaladopor su cuenta—fue abolidopor instan-cias de otros impresores,lo quepruebaque el negocio lomerecía. Antonio de Espinosay socios hicieron un viaje es-pecial a España(1559) para obtenerpermiso de impren-ta, y abrieronla ruta a los demás. Entoncesse multiplicanlos talleres,las encuadernaciones,las grabaciones.Los nai-pes del Colegio de Tlaltebolco eran másbuscadosque lospeninsulares.Los “cajistas” salían de las escuelaseclesiás-ticas,y aún se recuerdacomo oficialesexpertosa un DiegoAdriano y a un Agustínde la Fuente. En Tlaltelolco habíaencuadernacióny, antesde acabarel siglo, imprenta pro-pia. Entre los últimos impresoresdel siglo xvi figuran En-rico Martínez,el célebreingenierode los desagüesdel vallede México, y finalmente,Melchor Ocharte.

Icazbalcetallama “incunablesmexicanos”a los volúme-nes anterioresal año 1550, impresosen caracteresgóticos.De 1554 en adelantese generalizanlos romanosy los cur-sivos. Cuanto por entoncesse imprimía, y aun algo mástarde, se conservaen pésimo estado,y los ejemplaressonrarísimos: obrasde religión o de enseñanza,el uso diariolas consumía.Amén de que la tierra es húmeda,y las bi-bliotecassolíanguardarseen los pisosbajos de los conven-tos. La carestíadel papelhizo que,en épocasde escasez,seecharamano de lo quehabíaya impreso,y se destruyeranmuchas obras. Hay libros en los tres tamañoscanónicos—folio, cuartoy octavo español—,encuadernadosa la ale-manaen pergaminoflexible. Y a veces, en el cartón quearmala badanao becerrillo,revestimientode los folios, apa-recencomprimidosalgunospapelescuriosos,hojas de librosy “gacetas”que se recobranremojandolas pastas.

El caso de la imprenta permite advertir que, práctica-mente,en materia de publicacionespropiamenteliterariaslo que llegabaa la sociedady al público se hacía en casa.Las bibliotecasque mandótraer el primer bibliófilo mexi-cano,fray Alonso de la Veracruz, los inventariosde “librosque pasarona la NuevaEspaña”, y otros catálogosde laépoca—tan bien investigadospor Irving A. Leonard—sig.

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nifican un tesorode informacionessobreel pensamientodeentonces. Pero se destinabana un grupo reducido y privi-legiado; sobretodo, a la clasesacerdotaly docente,y a losumo,a los educandosde nota. La literaturaverdaderaten-drá todavíaqueesperaralgúntiempo,aunquelas obrasame-nasescasean—romances,historiasprofanasy libros de ca-ballería—si bienel humanismoespañolnuncaconsideróconpaciencia las ficciones quiméricas, acaso teniéndolasporyerba dañina,siempredifícil de arrancar.*

Lo quemenosse publicó duranteel siglo xvi (másdeun centenarde libros) fue literaturaen pureza. Habíaqueatendera la necesidadinmediata. La cultura era pedagó-gica y eclesiástica.De aquíla superabundanciade la pro.ducciónlingüísticay religiosa. Los libros filosóficos y cien-tíficos no escasearon:la dialécticay la físicade Veracruzola teologíade Ledesma;elCeduiario deVascode Pugay lasOrdenanzasde Mendoza,primeras recopilacionesde leyesde Indias; los escritosmédicosde Bravo, López de Hinojosay Farfán;el autormilitar y náuticoGarcíade Palacio,auto-ridaden términostécnicos; los Problemasy secretosmaravi-llososdelas indias,del Dr. Juande Cárdenas.Perolos libroscientíficos(como la gramáticadel P. Álvarez) era másfáciltraerlos de España. Además, al Nuevo Mundo acudían,mucho más que especuladoresteóricos, los políticos y losapóstoles.

Descuellan,entrelos autoresreligiosos,Gante, Gaona,Gilberti, fray Juande la Anunciación.Así comoen las Artesgramáticashay noticias sobrela etnografíaindígena,en losConfesionarioslas haysobrecostumbresy supersticionesdi-versas.Se ha perdido,entremuchasotrascosas,cierta Viday milagros del gloriosoSanJacinto, dondefray Antonio deHinojosacoleccionópoesíaslatinasy castellanasde los indiosy queparecehabersido obra entretenida.

Magnalabor la de aquellosfilólogos autodidactos—Ol-mos, Molina, Gilberti, Córdoba,Alvarado,Villalpando, La.gunas,Cepeda,De los Reyes,Rincón—que“en los campos,en los bosques,a cielo abierto,en medio de las fatigas del

* Estepunto ha quedadohoy esclarecidocon la obra de Irving A. Leonard,Los libros del conquistador,México, Fondo de Cultura Económica,1953.

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apostolado,del hambre,de la desnudez,de la vigilia”, tu-vieronqueempezar,comoAdán,desdelos primerosnombresde las cosas,inventar sus técnicasen un todo, y abarcardeunavez cincoo seisdominiosdiferentes;puesel paíseraunaBabel cuyas lenguasdiferían entresí como puedendiferirlas másencontradasde Europa. ¡Y pensarqueel laurel segana—cuentael satírico— por haberrecogido, en el picode un viejo loro, hastauna docena de terminajos de cual-quier dialectoasiáticodesaparecido!

Finalmente,nos acercana la literatura las publicacioneshumanísticasde los jesuitas. Contrael parecerde Lanucci,primer profesorde letrashumanasen el Colegio de la Com-pañía,los superioresde la Orden aprobaronla lección depoetas clásicos. Algunos venían de España. En Méxicomismo, los jesuitas dieron a la estampa,ademásde unaintroducción a la dialéctica aristotélica y unas tablas deortografíay retórica, los siguienteslibros: antologíaslati-nas,extractosy expurgosde Catón,Cicerón,Virgilio, Ovidio,Marcial, Valla, Adriano, Toledo, Alciato, Vives.— Vives yMoro, a travésdel obispo Vasco de Quiroga, inspiraránlasFundacionesMichoacanas,unade las variasutopíasindíge-nassoñadaspor los civilizadoresde América.

De estamasase van desprendiendolos dos primerosgé-nerosliterarios queadelanteexaminaremos,ambosde crea-ción propia hastacierto punto, si no en lo formal, sí porcuanto brotan al contacto de la realidad mexicana,sólopor ella se explican y cumplenesencialmenteun fin social:la Crónica y el Teatro. La primera es literatura aplicada,oscila entreel afán de narrar proezasde la Iglesia y delTrono y el afán de construir la historia: sólo nos incumbesu nacimiento. El segundosurge como literatura al servi-cio de la catequesisy se emancipagradualmente,aunquesin olvidar su cuna,como cuadraa la sociedaden quealien-ta. Poco a poco, aparecerála literatura independiente,enla poesíay en la prosa. Crónicay Teatro Misionario bienpuedenllamarsegénerosnacientes;los demás,génerostrans-portados:todas aquellasformas ya madurasque nos lle-ganconlas letrashispánicas.

4. Entre las corrientesliterariasque empiezana adqui-

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nr caudal,la primera es de acarreoindígena,aunquegra-dualmenteconfiguradaal cauce sepañol. El usar la lenguadel paísserárecursodel teatro primitivo; en siglos ulterio-resse prolongacomomeraafición. Antes de mediarel XVI,don FranciscoPlácido, señor de Azcapotzalco,entona susCánticosguadalupanos;antesde cerrarla centuria,los poe-masen náhuatlalternanen certamencon poemasen lenguasclásicas.

La segundacorriente es de acarreoeuropeoy de tipoacadémico:el cultivo de las letraslatinas en traduccionesyen obras originales. Parte del Colegio de Tlaltelolco; semanifiesta en el Cicerón indio don Antonio Valeriano, oen don Antonio Huitziméngari, hijo del rey tarasco Cal-tzontzin, latinista,helenistay aunhebraizante,o en el mesti-zo tlaxcaltecafray DiegoValdés; la fomentanlos misionerosen sus colegios, los estudiosy representacionesde los jesui-tas, y las cátedrasuniversitarias; florecen en la prosa deGarcésy de Cervantesde Salazar;se apreciasu difusión enel Túmuloimperial a la muerte de CarlosY; se multiplicadía por día; da señalesde su penetraciónhastaen los rinco-nes del imperio: Diego Mexía, duranteun viaje de tresme-ses por el interior del país,se divierte traduciendolas He-roidas de Ovidio, ejemplar compradoa un estudiantedeSonsonate.

“El latín y las lenguas indígenas—escribe BernardoOrtiz de Montellano— resultan ser, con iguales derechos,los antecedenteslingüísticosde nuestraliteratura.” Ya hemosdicho que, en su impacienciaapostólica,algunosmisionerosenseñabana los indios —aun antesde que aprendiesenes-pañol— a decoraren latín las primeras plegariascristia-nas. El primer tratado De las yerbas medicinalesde losindios, compuestoen náhuatlel año1552 por el indio Mar-tín de la Cruz, pasó directamenteal latín por obra del indioJuanBadiano.

La terceracorriente es ya la literatura en lengua espa-ñola; y su característicamexicanapronto se manifiesta enla fácil adopcióndel color local y de ciertasmodalidadesdelhablaqueamanecentanto comola conquista.

5. En sólo el primer siglo de la colonia, constaya por

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varios testimoniosla elaboraciónde una sensibilidady unmodo de ser novohispanosdistintos de los peninsulares,efecto de ambiente natural y social sobre los estratosdelas tresclasesmexicanas:criollos, mestizose indios. El au-torizado FranciscoSánchez(Quod nihil scitur, Lyon, 1581)declaraque,en las Indias, “hácensepoco a poco más reli-giosos,másagudos,másdoctosquenosotrosmismos”. Diezaños mástarde, un médico andaluzcriadoen México, Juande Cárdenas(Problemasy secretosmaravillososde las In-dias), encuentraen el americanomayor pulimentoy delica-deza que en la gentede allá, y un estilo más discreto yretórico* Los conocidossonetosanónimosdel “resquemorcriollo” oponenla rudezadel “arribista” españolal señoríodel indiano, o contestanen nombre de aquél desmintiendolas grandezasde América. El cartapaciode Oquendorecogeecosde igual disputaen el Perúy contribuyecon nuevassá-tiras. En el xvii, Sor Juana,en su SaineteSegundo,censurala mala costumbrede silbar en los teatroscomo propia de“gachupinesreciénvenidos”. (~Ose refiere,acaso,a la pro-nunciaciónespañolade la s?) En el propiosiglo, el cronistaagustinoJuande Grij alba se asombraante la vivacidad yprecocidaddel mexicano. Todo ello revela,por una parte,la creaciónde un nuevo espíritu; por otra, manifiestaeseutopismoqueel descubrimientode América provocó en elpensamientoeuropeoy que,exagerandoun poco, se empe-ñabaen adelantara las Indiasun crédito moral.** Todo ellopermiteya definir nuestraliteratura,dentro del orbe hispánico,segúnmandala escuela,por géneropróximo y diferen-cia específica.

De suerteque la hispanizaciónfue fecunda. No ahogóla índolenacional; no estorbóla precozmanifestaciónde laidiosincrasiamexicanaen la nuevalengua.

* Oponeal “nacido en las Indias” (criollo, no indio, puesa éste lo desde-fía), el “cachupín”,a quien también llama “chapet6n” como en el Perú.

* * A. Reyes,Ultima Tule, Obras Completas,Vol. XI, y especialmente,p. 79:“El sentido deAmérica”.

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II. LA CRÓNICA

1. LA SOLA aparición de América fertiliza la voluntad y elpensamientoeuropeos.Si en el orden de la acciónestimulaa reformistas, colonizadoresy aventureros,y muy prontose ofrececomouna esperanzaa la asfixia social de los des-contentos,los “peregrinos”,los hugonotes,en el orden teó-rico no sólo enriquecela temáticaliteraria con nuevassa-zones de exotismo; también, enlazándosecon la tradiciónhumanísticade la RepúblicaPerfecta,prestaalas a la espe-culación política y a la utopíanovelada. Por su parte, lah.istoriografía,* habituadade preferenciaa los hechos delos gobiernosy de las clasesdirectoras,se sacudecon des.perezo ante el espectáculode sociedadesextravagantes,seacercacuriosaa las multitudes y sacaa flor de tierra esesubsueloque se llama la etnografía.

Entonces,entre los viajerosy narradoreseuropeos,seapor su participaciónen los descubrimientos—Colón, Ves-pucio, el capellánJuanDíaz parala expediciónde Grijal-va—, seapor meraafición —Ramusioel recopilador—,apa.recen unos francotiradoresde la historia de América. Aveces,cedensimplementeal gustoen boga:el Bembo se lasarreglaparainsertarun capítulodel Nuevo Mundo en suli-bro sobreVenecia.Peroel avisadojesuitaAcosta,historiadorindependientequevivió en Lima y estuvoen M.éxico, desem-peñandocomisionesde la Compañía,adelantaya, en suHis-toria natural y moral de las indias, ciertas comparacionesentreMéxico y el Perú, ciertasgeneralizacionesque anuncian la madurezde las especiesrecién adquiridas. La con-quistaespañola,sometidaa un régimen definido, determinóla creaciónde un funcionario ad hoc: el Cronistade Indias,institución parejaal Cronistade Aragón; ambas,iniciativas

* Llamo “historiografía” a toda literaturahistórica, paradistinguirla de la“historia”, conjunto de~oshechoshumanos,y no a una escuelahistóricadeter-minada,como a vecesse hace.

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de Carlos Y. El Cronista de Indias fue cargo individualhastamediadosdel siglo xviii, en que la Real Academiadela Historia heredósus funciones. Por último, cierto perso-naje no oficial —el casode Gómara—ronda en calidaddecliente o capellánlas casasde los capitanes.Algunos de es-tos historiadores,inexplicablementeolvidadospor Menéndezy Pelayo,correspondenexactamenteal tipo clásicoy artísti-co que él estudiaen su célebrediscursoacadémico(De lahistoria consideradacomoobra artística).

Todo ello incumbea la historia de la historia,no toda-vía al panoramade nuestrasletras. Por derechode primerocupantey por la gratitud que les reconocenuestramemo-ria nacional,estos autoressuelen figurar en los Manuales;pero son, en concepto,anteriores,y en sustancia,ajenosala literaturamexicana.

PedroMártir de Angleria esel iniciador del relato etno-gráfico, y recoge noticias únicas. Escritor algo deshilva-nadoen la composición,y siemprenarradoratractivo—“pri-mera embriaguezliteraria del tropicalismo”—, apenasloembarazansusdeberesde apologistaoficial, y su escepticis-mo ante las patrañassólo se doblegacuandoellas parecenescudarsea sus ojos en la semejanzacon los mitos clásicos:reminiscenciasde la hesiódicaEdadde Oro, isla de mujeresamazonas,galeríasde heroínasa lo Tito Livio, Colónen acti-tud de estatuaromana.

Gonzalo Hernándezde Oviedo se nos acercóhasta laHispaniola o Santo Domingo; y sus páginassobre México—aunqueacasoconsultadasen manuscritospor Gómarayotros—no alcanzarondifusión en su tiempo y, aseguranquepor oposición de Las Casas,permanecieroninéditas,hastaqueen el xix las desentierranlos eruditos. Autor desorde-nadoy relativamenteinculto —“apenassabíaquéseael la-tín”—, sin criterio para las fuentes,pero sagaz en la ob-servación directa, los extrañoslo estimanpor el hito querepresentaen la evolucióndel género,y los propios lo obje-tan, concediéndolemáspacienciaqueentendimiento.

FranciscoLópez de Gómarafue, en cambio, literato decepa,dueñode la economíaen los elementos,si bien la afec-tadasencillezlo hacemonótonopor instantes.Es uno de los

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primerosartistasen el abultadomonumentoa Cortés, cuyopesodesvíael equilibrio del conjunto.

Estadeificaciónprovocareacciones, de que poseemos unpar de ejemploseminentes,uno broncoy otro apacible,parade algún modo llamarlos: Bernal Díaz del Castillo, por sucuentay riesgo, hablaráanombre de la chusmaque nacióparaobedecery callar —comodirá máso menosSolís—; ymuy otro acentousará,naturalmente,elhumanistaFranciscoCervantesde Salazar,aquienlos conquistadores,susdescen-dientes y los encomenderos,que formabanla mayoría delCabildo,nombraránun día Cronistade México, deseososdeque recogieraen sunobleprosalos datosverídicosy las rec-tificacionesque le ibanproporcionando.

D. Antonio de Herrerase empeñó,el primero, en suje-tar al antiguo tipo retórico la pintura de un mundoqueportodas partes lo desbordaba,y aunqueel ser la suya unaobra completasobrelas Indiassignificaunacomodidadquepor sí sola explica su éxito, pagó su culpa obligándoseahinchar digresionesy discursosy a barajarun montón deanalesinconexos.

D. Antonio de Solís acabóde modelar el difícil apara-to humanístico,urdiendosu tela con retalesarrancadosa lapúrpura de la Clío grecolatinay ajustando,con elegante es-tilo, suinterpretaciónde la conquistaaunaconcepciónecle-siástico-providencialde la historia.

2. Nuestra literatura es hechaen casa. Sus génerosna-cientesson la Crónica y el TeatroMisionario o de evange-lización.

Si la cultura indígena,vistosay frágil como la flor, secontentócon vivir al día, la hispánica,como todaslas eu-ropeas,vive de preservarse.De aquíunatempranaacumu-lación de materiales,arranque de nuestra historiografía,único momentoqueaquínosconcierne.

La crónica primitiva no correspondepor sus fines alas bellasletras,perolas inauguray hastacierto instantelasacompaña.Fueempeñodeconquistadores,deseososdeperpe-tuar su fama; de misionerosque, en contactocon el almaindígenay desdeñososde la notoriedad,ni siquierase apie-suraron muchas vecesa publicar sus libros, y a quienes

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debemoscuanto nos ha llegado de la antigua poesíaautóc-tona; y en fin, de los primerosescritoresindígenasque, in-corporadosya en la nueva civilización, y aún torturadosentredos lenguas,no se resignabanadejarmorir el recuerdode sus mayores. Pronto aparecental o cual encomenderorecienteque distraía,escribiendo,los ocios de subienestar,o algún catedrático universitariocomisionadopara juntarnoticias.

3. La historia de la conquista fue inauguradapor losmismosconquistadores.Ellos representanaquellatradición,ilustradaen los Quinientospor tantos guerrerosespañolescomo escribieronconbuenamanoel relato de sus episodios,patentesen las Crónicas del Gran Capitány cortejo teóricoa la superioridadde las infanteríasimperiales.

Hernán Cortés, en sus cinco famosasCartas de relacióndirigidasal Emperadorde 1519a 1526,cubreel panoramacompleto,desdeel arribo a Cozumelhastala expedición alas Hibueras.*Pudohaberescrito unos secospartesmilita-res; movido de su índole epistolar,nos legó un documentoapasionadory lleno de vida, en su aparenteobjetividad ymesura.

Acostumbróel conquistadorescribir siemprecon llane-za, atropellamientosde lenguahablada,saboresde locucióncaseray aunproverbios—no obstantequesus epístolasibanenderezadasa la personaimperial— y, en suma,esaestilís-tica viva que Vossler justifica en su estudio sobre Benve-nuto Cellini. Con todo el respetoquenosmereceunade lasautoridadescríticasque más veneramos,nadaencontramosen el rasgode aquellapluma quepuedallamarse“rápido”y “nervioso”. Al contrario,lo sorprendentees aquellama-nerasolazaday lenta,en mediode las alarmasmilitares.

Gracián,preciosistaextremadoparaquien el enigma escondición estéticay “el jugar a juego descubiertoni es deutilidad ni de gusto”, dice que Cortés,magníficoen las ar-mas,si llegaaconsagrarsealas letrasnuncahubierapasadode unadiscretamedianía,que es juzgar de lo que no existió.Quevedoafirma que se equivocaquien llamó hermanaslas

* Ver Ramón Iglesia, Cronistas e historiadoresde la Conquistade México:El ciclo de ¡fernán Cortés, El Colegio de México, 1942.

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letrasy las armas,“pues no hay más diferenteslinajes quehacery decir”. Lo desmientenmuchosejemplos,y máscuan-do se dice lo quese supohacer,de cuyosaciertosestánllenoslos libros.

Desdeluego, el antiguo estudiantede Salamanca,queconocíasus latines,era algo poeta;segúnDíaz del Castillo,se manifestabacon muy buenaretórica en sus charlasconlos entendidos,sembrabasus arengasde heroicidadesroma-nas —aménde su ingénito dón de convencery atraer—,yno carecíade letras. Y a ellas volverá en la desengañadavejez, fundando en su propia casala primera academiaalmodo italiano que se conozca en España,dondese congre-gaban,en buscade plática sustanciosa,hombrestan emi-nentesen humanidadesy en gobiernoscomo

el liberal CardenalPoggio,el expertodominico Pastorelo—arz-obispode Callar—, el doctofray Domingo del Pico, el pruden-te D. Juan Destúñiga—ComendadorMayor de Castilla—, elgravey cuerdoJuandeVega,el ínclito D. Antonio de Peralta—Marquésde Falces—,don Bernardinosu hermano,el delexcelentejuicio, D. Juande Beaumont,y otros que porno serlargo dejo de nombrar.*

Con ojo y pincel maravillados,retrataCortés la vida ycostumbresdel país,sus ciudades,sus artes,sus ceremonias;a todo lo cual comunicauna animacióny da un tratamientominuciosoquenuncaconcedea suspropios actos. Pues,enrara armonía de cálculo y temperamento,se explica pocosobresí mismo y aceptacon sobriedady sin embriaguezsuséxitosy susreveses.Viajero dispuestoaentender,no se des-conciertaantelo exótico. Narradorincomparable,descripti-vo de singularnitidez,no disimula su pasmoante la culturaindígena. SusCartas resultanun himno a la “grandezame-xicana”, tan expresivoen su prosaespesay embarazadadeartejos como el que mástardeentonará,con atuendoartís-tico y sonorassílabas contadas,el eleganteBernardo deBalbuena;y acasotambién sea más sincero. La emociónauténticaante las maravillas del Nuevo Mundo —advertíaHumboldt—se notamejoren los cronistasqueen los poetas.

* D. Pedro de Navarra, ¡iídlogos de la preparacióna la muerte (el temade unade las sesiones),Zaragoza,1567, fol. 39.

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Pero,a pocoqueun rasgoo unacircunstancia,por ines-peradosquesean,acomodeen susplanesy le ofrezcaalgunautilidad, y aunquehoy a nosotrosnos parezcauna de lasfantasíasmayoresde la historia —así cuandoMoctezuma,temblando de pavores místicosy transido por la angustiade lospresagios,le revelaaquellasprofecíasde Quetzalcóatlque lo han desarmadomoralmente,nuevo rey Latino anteEneas,el emisariode la fatalidad—,Cortésse quedaal ins-tante frío y fríamente mueve la pieza en su ajedrez. Seapagansus ojos, se le secael alma, ya no ve más que su.provecho. El orden de la acción, o mejor el orden cere-bral, domina al orden contemplativo. Es el espíritu de con-quistaque reclamasusfueros.

Estaalternativacorrespondea las dos etapasde la cam-paña,discernidaspor la perspicaciade Mora. La primeraetapaes de persuasión,de encantamiento;se cierra con lallegadaa Tenoch.titlán,y a lo largo de todaella Cortéshavenidosoñandoen un posiblearreglo,en quedarseacasoconsu presamediantela sola astucia. En el abrazocon queCortésse acercabaasuconquista,si haysangre,tambiénhayamor, y él mismose sienteconquistado.Por esoseha dichoque, si las Cartas son nuestrosComentariosde las Galias,Cortés,incapazde medirsecon Césaren la purezade un es-tilo profesional, lo superapor el entusiasmoy la simpa-tía. Hastase lo ve ilusionadocon unaquimerapolítica taninmensa,querelegaal segundoplano el primer impulso dela codicia. Mástarde,y apesarde los contratiemposqueloesperan,esta quimera—tal vez acariciadaen la intimidadde la familia, al punto quepudo inspirar las ambicionesdeautonomíaen elcorazónde sushijos— asumela figura de unvasto orbe chino-mexicanoquehubieramudadola gravita-ción de la historia y que el Virreinato corrige con precisodibujo.

Pero,al sobrevenirla segundaetapa,cuandose levantaTenochtitlán como una fiera que despiertay Cortés tieneque escaparprecipitadamente,en fuga desastrosa;cuandocomprendeque tampocoél está en un lecho de rosas y notodo había de ser “vida y dulzura”; cuando cae la vendade sus ojos y, desdelo alto del templo de Tacuba,se lo oye

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suspirar contemplando a la ciudad perdida, padece la crisismás amargade su existencia;reaccionacomo el amanteque,ciego y egoísta ante el ajeno albedrío,se halla de prontoamanteengañado.Y empiezala etapapropiamentemilitar.Sucedeal seductorel guerrero. Ya no ve delantede susojosmáscaminoque la violencia.

Tal es la dinámica de la conquista en las disyuntivasde suánimo. Ellas explicancrueldadese imprudencias,quemásdeunavez desgarranla malla tejidaastutamentedurantesu ascensiónhacia la mesetade México; ellas, la impacien-cia con quequierecolmar aquel abismode la religión quelo separabadel objeto deseado,como si la decisiónde unsolo hombreen un solo instantebastarapara realizar elportento en que se agotaronlas misiones. Cortés acusadetodo al error quesignificó la expediciónde Narváez,al celode Velázquezpara sostenersu endebleprincipio de autori-dad. Pueslas reyertasentreunosy otros españolescorrom-pieronel prestigio, casidivino, de queya empezabanagozarlos Hijos del Sol entreaquellosrecelosostestigosde sucon-ducta. Perola culpaes máshonda:estáen el desairede Con.tés para el sentimientoreligioso y nacional del pueblo in-dígena;en su desconocimiento,a veces,de aquella energíafundamentalquese llama de mil manerasy quenos sublevacontratodo empeñode sujeciónala voluntadextraña.

4. Uno de los hombresde Cortés,Bernal Díaz del Cas-tillo, combatienteen másde cien batallas,y al fin Regidoren Santiagode Guatemala—dondegozosamentecortaráundía los frutos de los siete naranjoscuyas semillas trajo dela Península,así como el ancianoAndrés de Vega compar-tirá con sus camaradaslos tres primeros espárragosque sedieron en el llano del Cuzco—, escribirá,éste sí que a lapata la llana, en la híspida lengua del campamentoy condesenfadode soldadón,aquella Historia verdadera de laconquistade la NuevaEspauia,cuyo solo título es ya la res-puestaal desafíode Gómara; obra imponderableen su sin-ceridady encantosin afeites,“alarde de memoria,.. - largocuento de un viejo que hilvana sus recuerdosjunto al fo.gón”,* y que, a la lectura,sueltael olor amargoy salubre

* J. JiménezRueda.

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del matojo silvestre. Por supuestoque tampoco deja desentirseen estaspáginas—aunqueBernalDíaz “no es latinoni sabedel arte”— aquellaimpregnaciónhumanísticade laépoca,quele permite aludir muy a propósito a los hechosy figuras de la antigüedad,como no lo haríanhoy los es-colares.*

Díaz del Castillo afronta la realidad con buen sentidode JuanEspañoly popular crudeza,reacia a las milagre-rías, las intervencionesdel Apóstol Santiagoy las exagera-ciones legendariasque ya comenzabana adulterarla ima-gen de los paladinesde carney hueso. Allí el valor no seavergüenzade temblar, como en la realidad acontece. Lagloria no está hecha de mármol y oro monumentales,sinode miseriasy fatigas; “de polvo y sol”, dijo el romántico.Sin asomode desacatoal jefe, siemprelealmenteobedecido,pero irritada contra quienesignoran la verdaderafraterni-dad del peligro, en que todosse dan la mano, la voz de latropa reclamaallí su puesto en el triunfo y pide un gajode la guirnaldaque sólo se otorga a los capitanes. Entrelos dosadoradoresdel héroeúnico,Gómaray Solís,se alzala protestade Bernal Díaz: “bello ejemplo de indignaciónmilitar”, nota con justicia Fitzmaurice-Kelly. El cronistarecuerdaatodosy acadaunode suscompañerosde armas,y seríacapazdepintarlos,aunqueson comounosquinientosyparatodosexige,al menos,un tributo de gratitud.

Si Díaz del Castillo no le va en zagaa Cortéscomo pa-dre de la historia y relatorde los sucesos,acasose le sientemásel corazón. Hay en él gritos patéticosy concienciadelas hazañas,propias o enemigas. Es ridículo que los his-toriadoresde gabinetele anden buscandolos relieves devanidad,por accionesy heroicidadesde que todavía se es-pantael mundo. Su embelesoante las sorpresasqueen nues-tro paíslo esperabansueltala rienda y pierde los estribos.No se cansade ponderartantay tan desusadaexcelencia.Ensu hipérbolede ingenio lego, comparaa los artífices indios(¡ oh Marcosde Aquino, Juande la Cruz, el Crespillo!) conMiguel Ángel y Berruguete.Todo le pareceaquímejor que

* G. MéndezPlancarte,Los fundadoresdel humanismo mexicano, Bogo-t~,Instituto Caroy Cuervo,1945, p. 21.

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en partealguna. Y nadaiguala suéxtasisy arroboa la vistade la Ilión Azteca: obra de encantamiento—dice— y sue-ño del Libro de Amadís.

5. Aquél queClavigeroha llamadoel ConquistadorAnó-nimo, sólo por serun soldadoandaen esteciclo. Acaso latreintenade páginasa quese reducesu relatoseael proemiopara una historia de la conquista. Lo que conocemos,su-cinta y amenadescripciónde las antigüedadesmexicanasala llegadade los españoles—bocetosdel paísy las poblacio-nes, vida, religión y prácticas de los habitantes—se inte-rrumpea deshora,“dejándonoscon la miel en los labios”Amable y avisadoturista, esteConquistadorAnónimo.

Sabido es, por último, que otros tenientesde Cortés,como Alonso de Ojeda y Andrés de Tapia, también deja.ron sendasmemoriasque habrá de utilizar un día el Cro-nista de la Ciudad de México, Francisco Cervantes deSalazar. La Relación de Tapia no pertenecea las bellasletras.

6. En la historia reconstructivadel pasadoque ahondahacia los antiguosreinos, sus culturas, arqueologíay etno-grafía, descuellansingularmentelos religiosos y los histo-riadores indígenas. Meritísima, ingente casi, pero ajena anuestroasunto,es la obra del dulce e intrépido Motolinía,del infatigablee irreprochableSahagún,del honradoe inso-bornableMendieta,del rudo y probo Durán; no desdeñableen todo la del inciertoy farragosoTorquemada;importanteslas del tiaxcaltecaMuñoz Camargo, del Anónimo CódiceRamírez,fuente muy explotada,de D. Hernando AlvaradoTezozómoc,nietopor víamaternadeMoctezumaII, de D. Fer-nandode Alva Ixtlilxóchitl, descendientede los reyes acol-huase historiadoralgolaberintoso.

7. Hay, por último, un ciclo másbien polémicoquehis-tórico, todoél representadopor fray Bartoloméde las Casas,y sus inmediatospartidariose impugnadores. El inolvida-ble obispo de Chiapasemprendiódesdeel primer instante,ylo sostuvohastael fin de suafíosavida, un denodadoalegatoen favor de la plenitud racionaldel indio y contralos erro-resdel régimen,supecadofeudal de origen,las reparticionesy encomiendas,la inhumanidadde los conquistadores:mo-

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numento de caridadcristiana y del que ciertamentepuedeafirmarseque “el estilo es el hombremismo”. Aún no seapaciguadel todo la contiendaen torno al derechonaturaldel indígena,y en nuestrosdías presenciamosresurreccio-nesdel voto por la negativa,brotadasen dondemenosse es-peraban.Todo ello recuerdala discusiónde ángelesy santoscuandoel cegatónSanMael impuso el bautismo a los pin-güinos del cuento. Si en el cuentohacereír, en la realidadha hechollorar.

8. Entrelos textosen náhuatlreunidospor Sahagúnparair edificandosuHistoria en dos sucesivasversionescastella-nas —obra que lo ocupómásde treinta años—,figura unajoya, ejemplo de lo quepuedeencontrarseen libros de losmisioneros (Historia general de las cosasde la NuevaEs-paña, lib. XII) - Es un relato de la conquistapreparadoporalgunosindios viejos y principales,y confeccionadodespuéspor los escolaresde Tlaltelolcobajo la inspecciónde Saha-gún. Posiblees queestosindios letradoshayanllegadoya acomponerseunalenguacultadistinta del náhuatlvulgar; nolo sabemos.

Con todo, la reciente traducción filológica que se hahechode eserelato poseeun valor único, y es el permitirnosla confrontaciónde los mi~moshechos en dos concienciasdiferentes,el conquistadory el conquistado.Además,en ellaapreciamosun tránsito de la menteheroicaala mentehistó-rica, manifestaciónextraordinaria. El relato está aún pe-netradode humedadpoética;el estiloy las metáforaspalpi-tan de fuerzamitológica.Moctezuma,en el espejo que traeal copeteun extrañopájaroagorero,adivinala imagende losconquistadoresque se aproximan,amanerade cañasenhies-tas encaramadasen ciervos, puestoque el caballo era des-conocjdoen América.

Apenashay aquí espacio para señalar la Crónica deChac-Xulub-Chen,del cacique maya Ah Nakuk Pech, otrodocumentoimportantesobrela historia de la conquista des.de los ojosde un conquistado.El relatoobedeceacánonesdecomposición literaria que don Agustín Yáñez reduce así:

Desde luego, sorprende el ritmo acentuadamenteorientalque, isócronoa un ritmo interno, profundísimo, emplea Na-

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kuk-Pech;oriental es la arquiteturade la crónica,dividida enparágrafosa modo de versículos, en los cuales abundan lasreiteraciones cadenciosas de temas y epítetos; oriental esla plástica del estilo, profuso de imágenes,perífrasisy antí-tesis, de una bellezareligiosa y solemne:Yo, por mi nombre,soy Nakuk-Pech,y no porque entrase el agua en mi cabeza...Una noche vino el día de la guerra. . .~

Pudieranañadirseaquellosretos, relatos de las pro1.. ashazañas,con que los fieros itzaes,a orillas del Petén,trata-ban de amilanar a los conquistadores;y la Relación deMichoacán sobre las vicisitudes de los cacicazgosde Pátz.cuaro, hechaparael virrey Mendozapor algún poeta indí-genaqueaúnno distinguíala historiade la fábula.

* Crónicas de la Conquistade México: Introducción,selección y notasdeAgustín Yáñez, México, Bibliotecadel EstudianteUniversitario, n’ 2, 1939.

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III. TEATRO MISIONARIO

1. EL TEATRO naciente fue dádiva de la evangelización y elcatequismo.Sus fines distanmucho de serpura y directa-menteestéticoso de mero divertimiento. Pero este teatrocomienzaa tirar del carrode la comediay ha de conducir-nos hastala escenacriolla.* Arrolladora su trascendenciasocial,suoriginalidadno admitesiquieraparangón.Perdidocasi en su totalidad por desgracia, lo reconstruimosen lasabundantesreferencias.Asombradosde su propio acierto,los misioneroshacíanverdaderosalardesliterarios parades-cribir lo que fue esteteatro,y lo entresacamosde sus pági-nas candorosascomo de un hueco-relieve. Los analesdelteatro misionario se documentandesde 1533 y se van bo-rrandohacia 1572.

Parael objeto del catequismo,se adaptóunatradiciónindígena. No costó trabajoa los misionerosel apoderarsede aquellasfiestas floraleso “mitotes”, pantomimas,baile-tes, disfraces y máscaras,simulación de mutilados y con-trahechos,remedode animales,réplicasimprovisadas:todoello, mero embrióndramáticosegúnnuestropunto de vista,aunqueaquelteatro poseíaya su géneroheroicoy su génerocómico,y sussedesescénicasen el templo de Cholulao en elalcázarde Tezcoco.

Al soplo de la evangelización,mudáronselos espectácu-los gentiles,sin perder su pompa,en procesionesde palioalzado y vela encendida,desfile de “monumentos”o imá-genesy brevesrepresentaciones:sencilla enseñanzaesceni-ficadasobrelos principalespreceptosy figuras de la doctri-na y la historia sacraso el castigode los infieles (toma deJerusalén),con las naturalesalusionesa los elementosdelpropio ambiente.

Las procesiones al modo español habían entrado con losmismos peninsulares,quienesdesdemuy pronto las venían

* Agradezco a don José RojasGarcidueflas la comunicaciónde sus notasy aunpapelesinéditos sobrela historia del teatroen México.

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celebrandoconel concurso de danzasindias,sin que faltaranlas habitualesdisputassobreel puesto que correspondíaacadagremio en el desfile. Por cierto que se mezclabanenellas las figuras grotescasde tradición europea—gigantes,diablo cojueloy, ya en el siglo xviii, la tarasca—y que serevolvieron con escenasy bailes de subidaprofanidad, alpuntoquela Iglesia unay otra vez las prohibía,comoindig-nasy de mal ejemplo para los indios; hastaqueel TercerConcilio Mexicano (1585) depuró definitivamente estasprácticas.

2. Si el principio de la regresióncolonial, o retrocesoconrespectoa la etapaevolutivade la metrópoli, es perceptibleen el orden social y el jurídico de la América recién con-quistada—heterogeneidadétnica, feudalismode las enco-miendas—,tambiénlo revelaránuestrodrama en gestación,dondelo explican diversascircunstancias:primer contactoentre dos civilizaciones y dos lenguasmuy distantesy quehastaentoncesse ignoraban del todo; fines extraliterariosdel teatro; público no acostumbradoa esta forma; autoresy actores no profesionales,pues aquéllosson los misione-ros, y éstos,gentede iglesia, monaguillose indios, y mucha-chos disfrazadosparalos papelesde mujer.

Cuandoen Españatoma vuelo el teatro renacentista,elnuestropareceunasombramedieval,porel asuntoreligioso,el tono, el acto único, el general anonimato. Aun en lopuramenteescénico,la representaciónrecorreotra vez el ca-mino desdeel interior de los temploscristianosa las capillasabiertasen los patios delanteros de iglesias y conventos(como la de SanJosé,“la Catedralde los Indios”), a los ca-dalsoso tabladosal airelibre, pocasvecesa las carretas,enocasionesa los colegioso al propiopalaciovirreinal y al fin,antesde cerrarseel siglo Xv!, asu casapropia. Y esto,noporquela Iglesiahayaexpulsadoala criatura,puestoquelateníaa su servicio, sino por la afluencia del público. Laspiezas acompañadasde simulacro bélico se representabanen el campo.

Pero no hay queexagerarel alcancede la regresión. Esley de la escenaespañolaque unasformas engendrenotrassin por eso desaparecer.El dramade la Eucaristíao “auto

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sacramental”,que enlazael tema religioso con el recursoalegórico—elementosvetustos—,escomo unasupervivenciamedievalflorecidaen la edadmoderna,y se prolongaosten-siblementehastaplenosiglo xviii, y de cierto modo humildey oscuro, casi hastanuestrosdías. España,a fines del xvi,define las formasde su gran teatro; pero todavíalos tiposbrevesanteriores,en vez de morir, se transformany se repro-ducen. Si se olvidan,aunqueseaen el nombre,églogas,far-sas,representacionesmoralesy tragicomediasalegóricas(las“moralidades”y los “misterios” del resto de Europa),sur-gen en cambio por todaspartes las loas monologadas,losvillancicos, entremeses,bailes, saraos,jácaras, mojigangas—cortejo a la comediao al auto—,y más tarde saineteyzarzuela.En Américapersistenpor siglos la loa, subordina-da o independiente,el coloquio, el villancico quepararáenoperetasacra; y un día, cristalizarála pastorela,aldeanaresistente,nieta del venerableAuto de Navidad nacido en lacuna de la lengua —siglo xiii— y algunavez tocado porla mano gigantescade Lope.

3. En el dramacatequistahay piezasoriginales y piezasadaptadaso traducidas,unasen versoy otrasen prosa,unasen castellanoy otrasen lenguasindígenas—náhuati, zapo-teca, mixteco, tarascoo pirindo, y hastade la remota Sina-loa, por obra de los jesuitasde aquellamisión—; y segura-mentealgunaserantransportadasen varias versionesparaauditoriosde hablasdiferentes. Los nombrescon que se lasmenciona—acasobautismosa posteriori—, más queverda-derostítulos literarios, son referenciasindecisasa los asun-tos, lo quedificulta su identificación. La autoríaes dudosa,aunquese cita, entrelos que primeramentecompusieronenlenguade indios, a Motolinía, Olmos, Fuensalida,Jiménezyotros. Entrelos autoresen castellano,se mencionaalos queadelantese dirá. Como se llamaba“autor de comedias”másbien al empresarioo al director de la compañía,cabenlasreservaS.

Autos, coloquios, representaciones,comedias sacrasyalegóricas,se inspirabanen la historia bíblica, los Evange-lios, los dogmas,sacramentose instituciones,asuntosde edi-ficación y hechosnotablesaprovechadospara el fin cate-

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quista. Por la Epifanía, nuncase olvidabala Adoracióndelos ReyesMagos,símbolode la vocaciónde los gentilesa lafe cristiana,en quelos indiosveíanla analogíade supropiocaso,y ofrecíanen el simuladopesebrecera, incienso,palo-mas y codornices. La Caídade Adán y Eva, representadaen náhuatl con espléndidaescenificación,lleva un motetefinal en castellano,acasola primera recitación de nuestralengua en bocade indígenas. La mudezde Zacarías,padredel Bautista,en otra piezanáhuatl,dabaocasióna incidentescómicosmuy al gustode los naturales. Y cuandoSanFran-cisco predicabaen lenguaindia a las aves,éstas,en efecto,veníana posarseen sumano.

Paracelebrar las pacesde Aiguesmortesentreel empe-rador CarlosV y el rey Francisco1, se representó,en caste-llano, La conquistade Rodas,y en náhuatl,unaconquistadeJerusalén,asuntode historia imaginada. Probable modelode ésta,hay otra Conquistao Destrucciónde Jerusalénencastellano,unade las poquísimasobrasdel géneroquecon-servamos,la cual ha resultadoserparáfrasisdel limosín me-dieval. Es singularque,en la fingida toma y conversióndeJerusalén,se haya consentidoa los tiaxcaltecasdisfrazarde Condede Benaventey de Virrey Mendozaa los jefes delos ejércitosespañoly americano,mientrasque los derrota-dos infieles llevaban a la cabezaun Soldán y un capitánmoro, en traza respectivamentede Hernán Cortés y Pedrode Alvarado, queparacolmo vivían aún,aunqueausentesdeMéxico (1539).

Las otraspiezascastellanaso indias (Caídasdel hombre,Bautismodel Bautista—tal vez el auto representadoen la es-pañolaValladolid parael nacimientodel futuro Felipe II—,autos de Adán, degollación del Bautista,SantaElena de laCruz, autos del Corpusque se dicen de Luis Lagarto,acasoel miniaturista,y Profecíasde Daniel y NuestraSeñoradelRosario que se dicen de Andrés Lavis de Durango, etc.)recuerdandemasiadola colección de Rouanet,Autos,Farsasy Coloquiosdel siglo xvi, y es posibleque,en sustancia,seande procedenciapeninsular.

A fines del xvi, Gamboa,fray Juan Bautista y su dis-cípulo en lenguasindias, el historiadorTorquemada,acom-

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pañabansus sermonesde brevesactosmímicos sobrePasosde la Pasióny temas semejantes. Estos “neixcuitilli”, ejem-plos o dechados,pudieronseren ocasiones,si no necesaria-mente,lo queentrenosotrosse ha llamadodespués,“cuadrosplásticos”,escenasinmóviles y mudas. La costumbrellegaa nuestrosdías y tiene antecedentes,por lo menos, en laPerusadel siglo xv.

Los elementosautóctonosqueen estaspiezassedeslizansonsobretodo alusionesal ambientenatural—lo quesingu-larmenteaconteceen las másantiguas,aquellasde quesólonos queda la descripción hecha por los misioneros—, comocuando,en el auto de los tiaxcaltecassobre la Tentación,Lucifer, disfrazadode ermitaño,aunquedejabaver cuernosy uñas,ofreceaCristo, entreotros placeresterrestres,todaslas muchas y buenascosasde la NuevaEspaña. También,como advierteIcaza, es elementoautóctono

la forma desusagüerosy supersticiones.Los pasajescómicos,ya sobradamenterudosen las primitivas farsasespañolasqueles servíande modelo..., estánllenos,en las obrasmexicanas,de terribles reminiscenciasde las costumbres y ritos sangrien-tos de su gentilidad.

El teatro de evangelizacióndesaparece—salvo supervi-vencias—con la necesidadquevino acumplir. Ricardcon-sideraque la “conquistaespiritual” acabaprácticamenteen1572.* Pero naturalmente,el andarde las costumbres,lasprohibiciones eclesiásticas contra las profanidades primiti-vas,la mayor urbanizaciónde la cultura, las actividadeshu-manísticasy universitariasqueabsorbíangradualmentea losreligiosos,van operandounatransformación. El teatro seencaminaa la actividad literaria y profesional,promovidamedianteconcursospor el Cabildo, y luego es abandonadoa sus fuerzas. Al sobrevenir el acuerdodel Concilio Mexi-canoque,por unaparte,depuralas fiestasreligiosasy, porotra,da libertadal teatrocallejero,la evoluciónse precipita.

Conla escenamisionariadesaparecenposibilidadesinsos-pechadas,que no pudieron evolucionarhacia formas laicaseindependientes.Lossimulacrosmilitaresal airelibre, como

* R. Ricard, La “Conqu~teSpirituelle” du Mexique,París, 1933.

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enlaConquistadeRodaso la Destrucciónde Jerusalén,anun-ciaban—observaUsigli— un “teatro de masas”a lo Me-yerhold; y en la participaciónde muchedumbresen danzasy bautismos,queavecesfueron“fin de fiesta” comopruebade la sumisiónde los infieles, se apreciaqueel público no sesentíadel todo espectador.*

* A. R., “Los autossacramentalesenEspañay América” (CapítulosdeLite-ratura Española,2 serie, y Obras Completas,VI, pp. 267ss.).

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IV. EL TEATRO CRIOLLO EÑ EL SIGLO XVI

1. HA LLEGADO la horadel teatro criollo, o seaespañolna-cido en México. Aunque sin dudasurgíacontaminadodelgranaparatoescénicoanterior(“apariencias”,se decíaenton-ces),sumismanaturalezay las vicisitudesentreelDramay laIglesia, no menosqueel contaral fin con casapropia —locual lo alejará de las fastuosasprocesionesmunicipales—,pronto lo encauzanen la simplicidadde un libreto y unaac-ciónencerrándoloenlos solosrecursosdelapalabray deldes-empeñoartístico.En suma,pronto lo conformanen el moldeeuropeo.Es sindudamenosoriginale importantequeel teatromisionario. Imita, con algunapobrezay los explicablestitu-beos,al teatroespañolmásligero y fácil, suparadigmapenin-sular,y sufresudesigualcompetencia;dejacaerloselementosautóctonossegúnva perdiendoel hibridismo; estádestinadoa la representaciónde actoresy no ya del pueblo, el cual, enla etapaanterior,participabaen la accióncon sus danzasysimulacros:Piénseseque,en la Conquistade Jerusalén, losindios quehacíande morosvencidosfueron verdaderamentebautizados,lo que bien pudo algún tiempo acostumbrarsecomo “fin de fiesta”. Desdeel primer instante,pues,handecompetirconel teatro criollo los repertoriosde la Metrópoli.Y no tardanmuchoen venir las compañíasespañolas.Al me-diar el siglo, importadasde España,encontramospiezasbre-ves del ciclo de Lope de Rueda,entremesescomo aqueldel“barbudo” y el del Alcabalero,quetanto incomodaronal vi-rrey Enríquezde Almansa,por sus posiblesalusionesde ac-tualidad(veradelante,~ 6) - Yael extremeñoArias de Villa-lobos,en 1595,se ofrece“a poner en público las másaven-tajadasobrasqueen todaEspañase hayanvisto”, y en 1621nos informa que los dos teatrosy trescompañíasde Méxicorepresentabande preferencia“comediasde Castilla: las deacáapruebanmal”.

Los actosteatralesacontecíancon motivo de los festejos

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del Corpus,SanHipólito, recepcióndevirreyes,nombramien-tos de prelados,fastosnotables,“campañasadministrativas”eminentesy auncalamidadespúblicas. Año por año,al ani-versariode la victoria de Cortés (13 de agosto),reaparecíaciertaConquistade la NuevaEspaña,obra u obrasperdidas(todavía se danzan “conquistas”),cuya representaciónto-mabaa su cargoel Cabildo, aménde otorgaruna “joya” opremio al autoro actorsobresalienteen los variosactosdra-máticos que se acostumbraban.Las representacionesse ha-cían, segúnel caso,en tabladocallejero,durantelos altos delos desfiles,en templetesjunto al coro de las iglesias,en elinterior de los colegios,y antesde cerrarseel siglo xvi, enunao quizá dos Casasde Comedias.

Ya iba la ciudad de México adquiriendoese aire monu-mental queharáde ella la máshermosadel Nuevo Mundo,y queapreciamosa travésde las abultadasdescripcionesdeCervantesde Salazary, luego, de Balbuena. Su encanto,sufama, las promesasde sunovedad,ya habíanatraídode Es-pañaunaverdaderapléyadepoética,al punto que,en Gonzá-lez deEslava,exclamaDoñaMurmuracióndesenfadadamen-te: “Hay máspoetasqueestiércol.”

Entre los españolesvenidos aMéxico, y que aquíescri-bieron comedias,aunqueningunaconservamos,aparecenelmodestoaficionado JuanBautistaCorvera; Gutierrede Ce.tina,quesin dudatrajo aMéxicolos tipos de la lírica italianaenboga,y seríaésesuúnicorastro,aunquedon Amado Alon-so tengala cortesía de llamarlo “poeta hispano-mexicano”;Juan de la Cueva,que bien pudo, segúnel propio AmadoAlonso, aprenderalgoen la versificacióndel mexicanoRa-mírez,antesdevolver ala Penínsulaparadespejarel caminoa la comedianacional de Lope de Vega; Luis de BelmonteBermúdez,probable autor de El Diablo predicador. Y enMéxicovivió, concargosuniversitariosy eclesiásticos,SanchoSánchezde Muñón,autoren Españade la mejor comediadelciclo celestinesco,Tragicomediade Lisandroy Roselia,si bienno quedatestimonio de queaquí, dondevino a morir, hayaseguidocultivando el teatro, aunquehubierasido un teatromásapropiadoa susgravesfuncionesy a la minoridadde lacolonia.

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Entrelos dudososcomediógrafosmexicanosquea lo me-jor son merosactoresy directores,o bien promediabanlosoficios, serecuerdaa Juárez,Hidalgo, Buenrostro,Arias deVillalobos, Navijo, Riancho.

2. Aunquela acciónescénicase desarrollaal tenor delteatro peninsular,no era fácil que la representacióncalle-jera se arriesgaradesdeel primer instantea las tres jorna-das. Peroentrelos jesuitas,y en el interior de suscolegios,se intentaun teatro humanístico,tanto en castellanocomo enlatín, que llega a adoptarel extremo culto y renacentistade las cinco jornadas. Con estos dramasde bien conocidatradición académica,y representadospor estudiantes,se so-lemnizabanlas aperturasy clausurasde cursos. Hubo, entreotrascosas,“un pasajede lavidade SanHipólito”, un “Colo-quio en variosmetros latinos”. En Puebla,a la dedicaciónde la Iglesiadel Espíritu Santo,se representóuna Comediaen castellano;y castellanoes tambiénel Triunfo de los san-tos (cinco actosy un prólogo en octavas),atribuible a losP.P. jesuitasVincencio Lanucci y Juan SánchezBaquero.Destinósea los festejoscon que la Compañíaagradeciólasreliquias recibidasde GregorioXIII (1578). En estacome-dia ambiciosa,la Iglesia, perseguidaporDiocleciano,triunfabajo Constantino,y los personajeshumanos—los dos em-peradores,el PapaSilvestre, Dacianoy Cromacio,un nun-cio, caballerosy alguaciles—alternancon ios Santos Pe-dro, Doroteo,Juany Gorgonio, y con figuras alegóricasdela Iglesia, la Fe, la Esperanza,la Caridad,la Gentilidad, laIdolatríay la Crueldad.

3. Al fin aparecenFernánGonzálezde Eslavay el Pbro.Juan PérezRamírez. Como nuestrosmayores dramaturgoscriollos, exigenconsideraciónaparte. El primero,peninsularllegadocuandofrisabaen los veinticuatro,se volvió mexicanoal puntoquerepresentanuestrahablapopular. En cambio, lalengua culta está representadapor Terrazas,Antonio deSaavedraGuzmán—poetadevirtud dormitiva, aunquele ha-yan salido benévolosdefensores—y por Ramírez.

l~steera mexicanopor los cuatro costados,hijo de con-quistador,hablabaelnáhuatiy conocíael latín. Esel primerescritor teatral oriundo de América cuya personalidadsea

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ya discernible. De él sólo conocemosunaobra. GonzálezdeEslava, que era amigo de Terrazas,contoda la deferenciaquecorrespondeal hombremodesto,y que se dirige aél conmanifiestaadmiración,no revelaen cambiosimpatíaalgunaparaRamírez—su menoren ocho años—y ni parececonsi-derarsesuamigo,aunquesin dudaseencontraronen ensayosy fiestas,y juntossevieron mezcladosen la luchade virrey yarzobispo.

En el Desposorio espiritual entre el Pastor Pedro y laIglesia Mexicana, muestraRamírezmástalentoliterario ge-neral—suversificaciónes muy pulcra, y ya citamosal res-pecto la opinión de don Amado Alonso— que no talentoespecialparael teatro. El dramano sueltaaúnsusandade-ras, y quedamedio embarradoen el papel. Verdades queestamosanteunaobra de circunstancias,destinadaa la re.citación de salón. Comediapastoril y alegórica,en ella ha-blanla Iglesiay elPastorPedro (el arzobispofestejado),lasvirtudesbajo figura de pastoresde ambossexos,y el AmorDivino, curaquecelebralas nupcias. Hay un coro de canto-resqueentonanmoteteslatinos. El “bobo” de la escenahis-pánica,aquí comoen nuestroteatro ulterior, se ve bastantejuicioso, aunquetodavíamuy deslucido,y desdeestepuntoy hora comienzaamostrarsecomedidoy urbano. Acasosuverdaderagraciaestabaen sussuertesde cirquero:

Yo darémil castañetasy saltosen derredor.

4. Gonzálezde Eslavaha sido afortunado. Mucho éxitogozó en sutiempo y logró vivir de su pluma. Mucha suertetuvo con la posteridad. De ningún otro autor de entoncesposemosunaproducciónmásabundante:¡ dieciséisColoquiosespiritualesy sacramentales,másde cientocincuentapoemas“a lo divino”! Pero,con excepcióndel Entremésde dos ru-/janes y unascuantaspoesíasdiseminadas,la obra profanase haperdido.

La obra lírica de este“simpático poeta”, como le llamaMenéndezy Pelayo,pertenecea la tradición de los cancione-ros religiosos,y másbienpareceacarreadaautomáticamenteen la lenguapoéticade su tiempo,consusconocidasvirtudes

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expresivasy sus ingeniosidadesapocadas.En el teatro dasus prendasmejores. Es suelto, fácil, graciosoaunquealgoturbio y revuelto, picantey mordaz; excelenteversificador,para quien la quintilla no tenía secretos;verdaderoteólo-go pero sumamenteaccesibley a la altura de susauditorios.Su diálogo es la sencillezmisma; su composición,directa ynadaartificiosa, segúnel conocido tipo del teatro anteriora Lope de Vega. Su lenguaes repertoriodel provincialismomexicanoy del nahuatlismo,hijos precocesde la colonia.Abundanen él alusionescircunstancialesde interéshistórico,queenmarcanla obra en su época. Y avecesse le nota elesfuerzopor convertir las actualidadesen alegorías.Se ad-vierte la tendenciamexicanaahacerdel “bobo” el “pruden-te”, como se veráen Ruiz de Alarcón. Descuellanlos monó-logos de Jonás(aunqueel restodel Coloquio VII contengamásde un disparate),la disputade la Riquezay la Pobreza,la parábolade la viña (Coloquio XIII, de argumentoseme-jante a El herederodel Cielo, de Lope), y la alegoríadelBosqueDivino. Usigli prefiereatodoselprimer coloquio,Elobraje divino, dondeno se siente,como enlos demás,la obrade encargo. Aunquemuy desigual,Eslavalogra dar anima-ción a su escena,y anunciaya un teatrocostumbristade queen Ramírezno hay sospecha.

5. El ColoquioVIII o del TestamentoNuevo,de Gonzá-lez de Eslava,parece relacionarsecon cierto episodio muyanterior,que nos ilustra sobre la vida literaria en México.Era modaabrir disputacionespoéticas,juegosde ingenio dequesólo conocíanlas personasde autoridadeclesiástica,porconsiderarseimprudentesu divulgación.

Allá por la Navidad de 1561, bajo los auspiciosdel ar-zobispoMontúfar, hubo un cambio de coplasentre FernánGonzálezde Eslava,quedefendíala Ley Vieja de Moisés,yFranciscodeTerrazasy Pedrode Ledesma,quela atacaban.Corvera, muy dadoa recitar lo propio y lo ajeno,se llevólas coplas aGuadalajara,cuyaprovincianaInquisición, queno entendíade travesuras,procediócontraél por judaizante,obligándoloa ampararseen el Arzobispadode México.

Alguna huella dejaronaquellasjugarretas,pues todavíaocho añosdespués,el InquisidorMoya de Contreras,a poco

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de su llegada,mandóabrir una investigaciónparaesclarecerla conductade Gonzálezde Eslava,Terrazasy Ledesma. Ytodavíamástarde,Gonzálezde Eslavaparecequequisodisi-par todadudaa su respecto,en el Coloquio Del TestamentoNuevo,dondetomó estavez la defensade la Ley Nueva,porcierto conargumentosteológicosmáscontudentesquecuantosle habíanopuestosus contradictoresde antaño.*

6. Cuandoel inquisidor Moya de Contrerasfue consa-grado arzobispoen 1574, hubo festejos. El Pbro. RamírezpresentósuDesposorio, y Gonzálezde Eslava,conocidocomoautorteatral desdehacíamásde un lustro, obtuvo el mayoréxito con su Coloquio III. En los entreactosde tal Coloquioseinsertarondosentremeses:unohacíaburlasdeun barbudo,y elvirrey Enríquezde Almansaseconsideróaludido;el otroera El alcabalero, conocidaobra españoladel ciclo de Lopede Rueda,queparecióal virrey intencionadae inoportuna,por poneren solfa la alcabalarecién establecidaen México.La tirantezqueexistíaentrela autoridadcivil y la eclesiásticadesdetiemposde Zumárragaestallóen escándalo. Paracol-mo, salió un pasquíncontrael virrey. Se llamó acuentasalPbro. Ramírez;prendierona Terrazas,aunquehijo de con-quistador, “hombre de calidad y señor de pueblos”, y sinduda lo soltaronpronto; y al pobre de Gonzálezde Eslavalo incomunicaronpor varios días.

7. Dejemosqueel teatro duermasuincubación,y luegoveremosque no pudo cumplir su promesa,como expresióndela amalgamaentrelabroncay radiantehispanidady aque-lla gama del sentimiento indígenaque corre del patetismosagradoa la melancolía. Por lo pronto, con el teatro misio-nario,segúndijimos, se perdieronposibilidadesde originali-dad incalculable.

Y ahora,conel teatrocriollo, fue malaestrellade nuestraincipiente escenalibre el recibir, tan tierna apenas,el em-pellón de una competenciatan formidable como lo fue eldramapeninsularde la época,uno de los más vigorososenla historia de las literaturas.

Por último, aquel inmensoempeñode la educaciónes-* A. Alonso, Biogra/ía deFerndn Gonza’lezde Eslava,Instituto de Filología,

Facultadde Filosofía y Letras de la Universidad de BuenosAires, B. A., 1940.

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colar—dondela cultura era aúnpaideia,y no se respirabaen la calle, sino queeracosatrasplantaday sólo se la adqui-ría en las cátedras—desviabasin remedio la poesíahaciael ejerciciode la retórica. La poesíase acicalade erudición.Aquella gentefue muy seria y severamenteeducadadesdela infancia:no llegó aestallarla mezclaexplosiva.Granvic-toria de los tutores*

* A. R., “Los autossacramentalesen Españay en América”, en Capítulosde Literatura Española,2’ serie, México, 1945, especialmentepp. 122ss.ObrasCompletas,t. VI, pp. 267ss.

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V. PRIMAVERA COLONIAL (XVI-XVII)

1. No FUE el xvi afortunado en la prosaliteraria. FranciscoCervantesde Salazar, más grandehumanistaque escritor,dejóen latín susDiálogosdescriptivosde México, susalrede-doresy su Universidad. Y lo mejor de su prosa,educadaen la nobleescuelade Pérezde Oliva y en la tradición deLuis Vives, se lo llevó su Crónica de Nueva España,dondesiguemuy de cercaaGómara,hastapararectificarlo, y rec-tificarlo porcierto al gustode losnuevosseñores.*

JuanSuárezde Peralta,aunqueintentóla historiapasada—Tratado del descubrimientode las Indias y su conquis-ta—, interesamás como testigo de sucesoscontemporáneos.OscuroSaint-Simonmexicano,conocíael palacio y sus se-cretos;sindudavio másde lo quecuenta. En elhablamediade la buenasociedadcolonial, sin muchoarte pero sin mali-cia y connaturalidadqueconmueve,resucitaanuestrosojosla conjura de don Martín Cortés,el ajusticiamientode losÁvilas, el episodiode los corsariosinglesesarribadosaUlúa

Mucho másnos agradaría—pero no es el sitio oportu-no— detenernosen aquellaprosa,yaamazacoteo yaachorroabierto, de los cronistas misioneros, tan coloridos, sensi-blesy curiosos,o en las trémulasinvectivasdeLasCasas.Lasmaravillasdel NuevoMundosaciaban,conel relato de cosasextraordinariasperoreales,la sedde fantasíaqueantesabre-vabaen losimaginadosportentosde los libros de caballería.La prosa—comodice el maestroMenéndezPidal— no teníaaquí“domadoresde la palabra”,salía conmáslibertad,pro-pendíaa la sencillezy adoptabaconnaturalidadlas noveda-des indígenas,de quees clara muestrael “bilingüismo” deSahagún. Es muy expresivo el contrasteentreel hispanoMendieta,briosoy directo, y el ya novohispanoDávila Padi-lla, acicalado,medidoy hasta“prebarroco”por momentos.

* J. H. Díaz-Thomé, “Francisco Cervantesde Salazary su Crónica de laConquista de la Nueva España”, en Estudiosde Historiografía de la NucvaEspaña por varios autores,El Colegio de México, 1945, pp. 15-47.

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2. Ya laAtenasdel NuevoMundo,comose la comenzaráa llamar en las postrimeríasdel xvi, bulle de vida literariay va adquiriendoeseairemonumentalque—algoabultado—apreciamosprimeroen los Diálogosde Cervantesde Salazary luego en Balbuena. Su encanto,su fama, las promesasdesu novedad,atraenuna verdaderapléyadede España. Notodoslos ingenios peninsularesnos correspondenpor habervivido aquí máso menostiempo, o por haberescrito aquíobrashoy perdidas,ni tampocopor haberenriquecidocasual-mentenuestrabibliografía con algunaspublicaciones. Peroaveriguardónde el españolse vuelve mexicanoes enigmadigno de Zenón,y tan escurridizoen las letrascomo despuéslo ha sido a la hora de las reclamacionesdiplomáticas.

Gutierrede Cetina—cuya gloria pendede un madrigal,afortunadoresumende su poesía—apenasaludeaAméricadosveces(y no unacomose repite), en su ensayohumorís-tico o Paradojaen alabanzade los cuernos: los cuernoscomopartedel atavíoindígena,y el nombrede “Cuernavaca”.Desu obra teatralen México no hay másqueunanoticiaen subiógrafo. Su rastro puedehaber sido la importación de ladulce lírica italiana, que aquícomo en la metrópoli, dialo-garáconla robustamusade Herrera.

Juande la Cueva,afligido de nostalgia,pronto volveríaaEspaña.En sus epístolas,adelantauna primera visión denuestroambiente. Los tercetos,aunquealgo duros, ofrecenla fidelidad de un buenretrato.

La tradición del paisajepoéticomexicano,antesde llegara Balbuena,pasaahorapor Eugeniode Salazary Alarcón.Una buenaporción de su poesíaya realmentenospertenece.Su EpístolaaHerrera,llena de noticiassobrela culturame-xicana,lo muestramásprofusoque fecundo. En cambio,esamenocuando,en las pinturasde naturaleza,se dejainvadirpor el color local, sin que le empañenlos ojos el recuerdode las alegoríasgrecolatinasni las convencionesdel paisajeliterario. Su laguna de México, su Bosquede Chapultepec,bastanparacalificarlo de buenpintor en verso. Su fluidez,cunadaen Garcilaso,se eriza, a veces,de dificultosos azte-quismos. Susinventariosvegetalescobraránciudadaníaen lapoesíaamericana,vagos prenunciosde Andrés Bello. En

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el idilio de Chapultepec,el recuerdodela Flérida,másquelaleche blanca,se desarrollainesperadamenteen unasinfoníade alburas,preludioa los motivos monocromáticosqueGau-tier inspiraráalModernismode GutiérrezNájeray de RubénDarío.

Si en México hubieraseguidoescribiendoaquellascartasgraciosasy satíricasqueescribíaen España,tal vez su ga-llarda prosa,que tantafalta nos hacía,hubierasido de muysaludableefectoen estastierras. PeroSalazary Alarcón senos volvió en México muy solemne. Hacíaversosparaenu-merar los cargosquedesempeñaba,y dejóordenadoque susdonosísimascartas nunca se publicaran, por ser cosasdeburla, y que en cambio se recogierancuidadosamentesus“puntos de derecho”, de quien nadie se acordarájamás.

3. Se pusode modaen la Nueva Españauna “verbali-dad” parecidaa la poesía.Era, al menos,unanobleinquie-tud. Brotabanversificadorescomodel suelo. “Hay máspoe-tas queestiércol.” Y másde trescientoscuentaBalbuenaalfinalizarel primersiglo. Pacificadoelpaís,holgabanlas ar-mas;ios indios bastabanparalas faenasagrícolasy los ofi-cios mecánicos;y el comercio,en tierra que se surtía a símisma,carecíadeestímulo. Las juventudesacomodadaserancuerdamenteconducidasal esparcimientode las letras, entanto ganabangradoseclesiásticos.Niños retóricos y decla-madoresdeleitabana las familias con sus proezas.No hayquesonreír:se engendróunasociedadculta y delicada. Ellaharáposiblea Ruiz de Alarcón y a Sor Juana.

Aquella sociedadhacía versosparahonestarocios. Enlos frecuentescertámenesy justas, apuntanya las exquisi-tecesque pronto llegarán al exceso. Ciertos juegos de in-geniono debíantrascenderal vulgo, y quedabanen el secre-to de personasresponsablesy autorizadas.Talesfueron lascoplillas en torno a la Ley de Moisés—manerade las “dis.putaciones”medievales—cambiadasentreEslava, Terrazasy Pedro de Ledesma,de que arriba hablamos. Según latradicióny estilo de Eslava,se seguíancantando,en algunosactoseclesiásticos,chanzonetasy motetes,como los compo-nía Corvera, o como la graciosa“Ensaladade SanMiguel”del P. Pedro de Hortigosa. Y sobre la difusión de los

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nuevosmodosnos da idea el hechode que, tambiénen Gua-dalajara,aparezcaa fines de siglo el sonetistaPalomino.

No es menosexpresivala inquietud de Pedro de Trejo,queacabócondenadoa no escribirmásversos (prácticaqueen todoslos tiemposseríaplausible,si hubierajuecesmásquehumanos),y queensayó,conagilidadproteiforme,todoslos génerosy maneras,desdearcaísmosde “arte mayor” o ladifícil facilidad de la “copla manriquesa”,hastainnovacio-nes de poemasen serventesios,nuevosenlacesdel sonetoymezclasde endecasílabosnormalesy de gaitagallega.

La poesíareligiosa—Córdobay Bocanegra,el anónimoPanegíricode la Anunciación— trae los primeros acentosde Fray Luis. El “Anónimo de los Salmos”anunciala apa-rición de un géneroque florecerá en los poetas salmistasdel xix.

4. El primero que se pone al paso de la nueva líricaespañola,imbuida de italianismo y humanismo, acaso ini-ciado en ella por Cetina, es Franciscode Terrazas,poetalatino, toscanoy castellano,y nombre “acá y allá tan cono-cido” a creerla hipérbolede Cervantes. Suyosson nuevesonetos“al itálico modo”—superiora todosel queempieza:“Dejad las hebras de oro ensortijado”, paráfrasisde Ca-moens—de excelenteescuelay tersafacturaengeneral,peroalgo monótonos, siempre en torno al asuntode la belleza yla crueldadde la amada,asuntocon quePetrarcainvadió aEuropa. Terrazasno alcanzala limpidez platónica de He-rrera,otro de sus maestros.El temaagónicode la ausencia,del huertocerradoe inaccesible,se desarrollacondesmayadablandura. Su epístolaamatoriaen tercetosnos parecealgomachacona.QuedóincompletosupoemasobreelNuevoMun-do y conquista,queescribíaconlentitud y desgana.

Terrazas—despuésde Ercilla, en Sudamérica—inaugu-ra paraMéxico esahistoria dela conquistaen verso,el “ciclocortesiano”, que fue aquí infeliz desde sus primeros va-gidos. Su

lirismo másbien blando y dialécticohace pensarque no erade seguro la epopeyael campoen que podía lucir mejor sutalento. No le faltabatrazovigoroso y rápido en las descrip-ciones,comose ve en el fragmentode la pescadel tiburón; ni

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cierto nervio dramático,que ejemplifica, sobretodo, la narra-ción deJerónimodeAguilar; ni tampocofacilidady aunciertasutil elocuenciaen las arengas,delo quees buenamuestra laque hace Cortés a los indios sobresu religión; pero no hayningún fragmentosuyo que nospruebeque eraigualmenteca-pazde pintarel valor y el heroísmo,la decisióny la resistenciade españolesy mexicanos,el choquede las fuerzasen lucha, ytodosaquellosepisodiossangrientosy gloriosos que son nece-sariamenteel tema central de un poemaépico sobre la con-quistade México (A. Castro Leal) ~*

El idilio de Hitzel, rey de Campeche,y Quétzal,prin-cesade Tabasco,ofrece un cuadro de amores indios conantecedenciaen Ercilla y descendenciaen Chateaubriandyen el Tabaré.

El ciclo cortesianose anunciabaen Terrazas,ya que nocon brío, con dignidad. Pronto—aunquegozade momentá-neosalivios— empiezaaperderel resuelloen Joséde Arrá.zola y en El peregrino indiano de Antonio de Saavedra Guz-mán, el famosodiario de operacionesen rima, escrito “ensesentadías de navegacióncon balanceosde nao”. Y el gé-nero ya apenasalientaen los “treinta y cuatromortalescan-tos” con queVillagrá zurció trabajosamentela Historia de laNuevaMéxico. De una vez digamosqueel lenguajepoéticohabíaalcanzadosumaexcelencia,y dondemenosse esperasaltanlos aciertos;y queparaapreciarla estimaciónquedeverasse concedióa los novohispanosno debenimpresionar-nosmucholas distribucionesde premios de Cervantesen suViaje del Parnasoo de Lope de Vegaen su Laurel de Apolo.

Lashistorias y epopeyasde la conquistaescondíanunafinalidad práctica, que era el cobrar servicios. Buscabanun falso equilibrio entrela aparienciade realidad —ciertoprosaísmoya implícito en las tradicionesde la épicaespa-ñola, la cual puedecompletara las crónicasy siemprefuereacia a lo maravilloso—y el afán de exagerarla deuda,afán de que ya se burlabaOquendoapropósitode susmen-tidashazañasen un pueblo de Tucumán. Nos dicen que deeste vicio no se libró nadie o casi nadie. Es cierto; pero que

* Franciscode Terrazas,Poesías.Ed., pról. y notas de A. Castro Leal, Mé-xico, BibliotecaMexicana, u’ 3, 1941.

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no sirva ello de disculpa:Cortés,Bernal Díaz o Ercilla nohicieron obra despreciable.

5. Bernardode Balbuenaestáincorporadoanuestropar-naso. Si pertenecea la Mancha por su nacimientoy a lasAntillas por su episcopado,nos pertenecepor su educacióny supoesía. Acasodebeasu permanenciajuvenil en la Nue-va España,singularmenteen la NuevaGalicia —y auna lasoledady aburrimientode suprovincianaparroquia—,la ela-boraciónfundamentalde suslibros. Si sólo dedicótotalmentea México su poemasobre la Grandeza mexicana,vuelve arecordara México en sus obrasposteriores:El siglo de oroen las selvasde Erífile, novelapastoril en metroquecontieneuna miniatura de la Grandezamexicana,y El Bernardo oVictoria de Roncesvalles,epopeyadondela tristísimafiguradel Nayaritvuelve,de pronto,idílicamenteembellecidapor elrecuerdo.En sucorazóndegranpoetase confundíanel amorde sus dospatriasy el orgullo de las dosdistintasgrandezas.Y el mismo arte de componeren un solo cuadrodos mundosdiferentesse revelaen suraravirtud paraactualizarlas imá-genes antiguaso naturalizar las evocacionesitalianasqueconstantementevisitabansuespíritu,prestándoleesesingula-rísimo y extrañosaborcalificadode “clasicismoromántico”,y haciendode supoesíaun monumentode esealejandrinismomodernoqueya todosllamanel barroco.

En natural evolución, la crítica encuentrala Grandezamexicanamásespontáneay sencilla,de lecturamásfácil; lanovelapastoril,másjustade estilo; y el poemaheroico,másrico y trascendente.Pues,como decíaMira de Amescua,noteníaEspañaotro poemacomparable.

Dejandolas páginassecundarias—aquellaprosaqueesescuderodel verso—;lamentandola pérdidade otros traba-jos, cuya sustanciase antojaquevolcó y diluyó en los treslibros principales;prescindiendode los temasno mexicanos—aunquepor todaslas zonas de su poesíacirculó siemprenuestraatmósfera—,podemosrepetircon su crítico que, alrevésde fray Antonio de Guevara,Balbuenaha queridoofre-cernosuna“alabanzadela cortey menospreciode la aldea”.*

* J. van Horne, Bernardo de Balbuena: biografía y crítica, Guadalajara,1940.—Cfr. en Bernardode Balbuena, Grandeza mexicanay Fragmentosdel

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Sunotacaracterísticano está,comose aseguróde memo-ria, en el ímpetuy la feracidadtropicales(su paisajees casisiempreerudito), sino en la exaltaciónde la Polis, de la ciu-dad, de la obrahumanaqueascay reedifica la naturaleza.Su fantasíamisma se halla estimuladapor la templanzadelclima y la transparenciadel altiplano; la cual, como algunavez hemos escrito, ofrece el paisajeorganizado,donde losojos yerran con discernimiento,la mentedescifracadalíneay acariciacadaondulación.El coloridoy la suavidadno es-torban a la osadíay al nervio. Su colorismo no es abigarra-miento,y hastaentiendede claroscuro.El muralpalpitaconel desfile dondenuncahayembarazosde tránsito.

Balbuenase adelantaal churrigueresco,así como entraen las revolucionespoéticasdel Siglo de Oro por caminosindependientes.Y si su retabloes abultadode relieves,ellono se debeala hinchazóno desordende las pretendidasexor-bitanciasamericanas,sino a una estéticao a una retóricaconscientes,que gobiernanimperiosamentela palabra,obli-gándolaa rendir toda su elocuencia:propia metáfora del“medido jinete y su acicate,en sedaenvueltoy variaplume-ría”, quecabalgapor la señorialavenidade los tercetos.

Si es cierto,como quiere Quintana,queBalbuenadio ala musaespañola“oro en gran cantidady de elevadosquila-tes”, devolvámosleel símil advirtiendoqueBalbuenano seríaentoncesvolcán,ni yacimientovirgen,sino buscador,minero,orive, acuñadory artífice.

“Aquel pródigamentedarlo todo” no fue locura: esmétodo.El tercetono consientealaridos.El poemamismoestásometidoa un programarigurosoy verdaderamentegeomé-trico que,por supuesto,no tieneel mal gusto de respetaralpie de la letra. Constade nueve cantosen tercetos,y cadacantorespondea cadauno de los versosde la octavainicial,quevieneaservirle de sumario;a excepcióndel séptimo,elcual, por sunaturaleza,se divide en dos miembros. Y nóteseque se trata del penúltimo endecasílabo,como si el análisisse adelgazaraaquí,paraluegorecogerla síntesisen el cantofinal:

Siglo de Oro y El Bernardo,México, Bibi. del EstudianteUniversitario, n’ 23,1941, el prólogo de F. Monterde.

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De la famosaMéxico el asiento,origen y grandezade edificios,caballos,calles,trato,cumplimiento,letras, virtudes, variedad de oficios,regalos,ocasionesdecontento,primaverainmortal y susindicios,gobiernoilustre, religión y estado:todo en estediscursoestácifrado.

6. Pronto la poesíava aasumirun aire doctoral. Últimasombrade la musaerrabunday aventurera,un risueño co-plero,mediopícaroy mediosoldado,queanduvoen todoporItalia y Francia y Sudamérica, se encuentraen México aprincipios delxvii, y participaaunou otro lado,segúnel hu-mor,en la pugnade peninsularesy criollos. Hastale es atri-buible —sin certeza,porque mezclabaen su cartapaciolopropio y lo ajeno,como puedeserque lo hayahechoen suzurróndeviaje—aquelconocidosonetode ladisputahispano-mexicana:“Minas sinplata,sin verdadmineros.” Tal es Ma-teo Rosasde Oquendo.

Como quiera,le debemosla primer parodiaconocidadelespañolquehablabanlos indios:

Cadanocheque amanece,como la ranaentando,cuantosacomi biscuesola prescopiento poscando...

Era hombrede gustos vulgares,de fácil verso, de venasatíricay costumbrista.Si sólo es mordazen el Perú,la na-turalezay sus espectáculoslo vuelven en México máscon-templativo y soledoso. La índole peruanay la mexicanasemanifestabanya, aquéllahumorísticay éstamelancólica,con-forme a los futuros maticesde ambasprovinciasliterarias.Acaso paraestos buscones“de la capa al hombro”, super-numerariosde la nueva corte poética, pudieron escribirseaquellaspalabrasde un contemporáneo,únicavoz pesimistaentretantasalvade entusiasmo:“Los másvacilande la nece-sidad,desmayande falta de premiosy aun de ocupaciones,y mueren olvidados,que es el másmortal achaquedel queestudia.”*

* A. R., “Rosasde Oquendoen América”, en Capítulos de Literatura Es-paíiola, 1 serie, México, 1939, pp. 217 ss. y Obras Completas,VI, pp. 25 ss.

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7. No esya lícito, en buenadoctrina,negarquedon JuanRuiz de Alarcón y Mendozanospertenezca,aunquesugran-dezadesbordeel cuadrode la coloniay su metrópoli. Nadasignifica, en contra,el quehayaido avolcar su obra en losteatrosmadrileños,o el queen suscomediassólo hayacon-tadasalusionesa la tierra nativa: los indianos,eldesaglledelValle, etc. Él llevabaconsigoaMéxico. Aquí se modeló suserenlos primerosveinteañosde suvida. Nuestraliteraturaera ya muy activa e intensa. Pudo adquirir su afición alteatro en nuestrasCasasde Comedias. Posiblees que aquíhayaesbozadoalgunasde susprimeraspiezas,comoLa culpabuscala penay La cuevade Salamanca. Ciertoquesu lite-raturano guardarelacióncon la literaturanovohispanadeentonces,perosí conel carácterhumanoqueyaeraaquímuydefinido. Tras unosocho añosde estudiosen la Península,regresaa México por tres o cuatro, y luego se trasladaaMadrid.

Iba Alarcón “a pretenderen Corte”, fiado, sobre todo,en los méritosde suprosapia.Tuvo queesperarmásde diezaños,porquela suertey hastasu desgraciafísica le fueroncontrarias. Y entretanto,se puso a escribiry a representarsuscomedias.Fueamigode Tirso de Molina, con quiencola-boró algunasveces. Con Lope de Vega no pudo entenderse.Tuvo éxito antelos públicos y ante la corte,pero entresuscompañerosde letras —el ambiente teatral era plebeyo ybronco—su jactanciade noble indiano y su figura contra-hechale atrajeronsangrientasburlas.

Un día, por ejemplo,al estrenode su comediaEl Anti-cristo, rompieronen el patio una redomacon sustanciastanpestilentesque la gentetuvo quesalirse y la obra acabódecualquiermodo. Susémulosmotejabanen él la figura, losapellidosy hastala extremadacortesíade mexicano. Lo com-parabancon el enanoSoplillo, bufón de Felipe IV, con losdemonios de JerónimoBosco, y asegurabanque no habíamanerade sabercuándoestabade frente y cuándode espal-das. La D del Don que el noble indiano se empeñabaenañadir siemprea su nombre, le decían que no era signode calidad,sino sumedioretrato. Y, en suma,le hicieron lavida insoportablepor muchotiempo. Dijo bien el intratable

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Pellicer,sucontemporáneo,queAlarcón habíasido tancéle-bre por sus comediascomo por sus corcovas. Al fin lograel poetaun cargoen el Consejode Indias, y desdeentoncesse retira definitivamentea la vida privada.

Aunqueescribióalgunosmedianosversosde ocasión,noaspirabaal lauro de poetalírico. Su obra estáen el teatro.Las comediasde Alarcón abrevanen Terencioy en Plauto yse adelantanen cierto modo a su tiempo. Salvandolas fron-teras,influye, con La verdad sospechosa—la máspopulary aplaudida—,en el teatro de Corneille,quien la parafraseaen Le Menteur;y a travésde Corneille, influye en Moli?~re.También lo imitan Desmarets,Montfleury, para no salirdel xvii.

En España,aunqueautormuy celebradoy famoso,no pue-de decirsequedejetradición. Y se explica:en el mundorui-dosodela comediaespañola,Alarcónda unanotaen sordina,en tonomenor. Dondetodos,del gran Lopeabajo,descuellanpor la invenciónabundantey la fuerzalírica —aunquereduz-can a vecesel tratamientode sus personajesa la mecánicaelementaldelhonor—,Alarcón aparecemáspreocupadoporlos verdaderosconflictosde laconducta,menosinventivo, mu-chomenoslírico; y creala comediadecarácter. Dondetodoseran improvisadores,él era lento, paciente,de muchacon-ciencia artística. Donde todos salían del paso a fuerza deardidesy aundejandotodo a mediohacer,Alarcónprocurabaceñirsealasexigenciasde suasunto,y no dabapaza la manohastalograr esatersuramaravillosaquecomunicaasus diá-logos unaarticulaciónno igualaday hace de sus versos,aunsin sermusicaleso bailarines,un deleite del entendimientoy, con harta frecuencia,un dechadode perfección. Dondetodos escribíancomediaspor cientosy a millares, Alarcónapenasescribió dos docenas.

Su estructuray enredoadquirieron acabamientoen lacomedia latina. De allá manan también sus moralidades,cuandoposeenun alcanceuniversal,ya se entiende;cuandopertenecena aquelfondo estoicode Marco Aurelio y Séneca,absorbidoporel Renacimientoy elSigló de Oro. DesdeRomavienen sus tipos cómicosmáspropiamentealarconianos—unfanfarrón,un maldiciente,un “loco lindo” para hablar en

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platense—,sitiadospor la heroicacordurade los caracteresque los rodean. De allá, suscriadosnobleso algo letrados.Cierto que sus caballeros—“pechosprivilegiados” *_ sue-len echarmano a la espadasegúnel gustoy la ética de laedad. Pero los héroespor excelenciaalarconianosno sonsemidioses;hablan másquecantan,pisan la tierra. En lasobrasmás características,conforme se emancipade Lope,se alejanlas situacionestrágicasy se acercanaquellasdiscu-sionesen tono conversabley discreto,y sobreextremosmora-les tan bien aseadosy enfocados,que más de una vez sedisuelvenen cosasde la urbanidad.

Negarle lo maravillosoy lo heroico,auncuandono seala novedadde Alarcón,ha sido tanfácil comopeligroso. ¡Oh,no! ¡Cuidadoconlas generalizacionesapresuradas!Hayquecorregir el Alarcón de los Manualescon el Alarcón de lascomedias. Ya vuela, con Don Illán, sobrela Toledo miste-riosa, dondela EdadMedia acumulólas arcanidadesde sumagia;o cabalgael afánde Faustoen la historiadelmoriscoRomán Ramírez; o bien el amenoacervo novelístico de sutiempolecomunicasimpatíasshakespirianas.Peroes innega-ble su evoluciónhaciaalgo quele es máspropio y más“se-mejantea sí mismo”.* Y entoncessus personajesseránesosamablesvecinosqueevitanlos “chiflones” de aire, conquie-nesdaríagustocharlarun rato por la noche,en el interiorreposado,o a la puesta del sol, desdeuna galería abiertasobreelManzanares.

Es sabido que la obra de Alarcón se sitúa en el punto,casi imperceptible,dondeelbiense vuelvebelleza.Pero tam-biénes rutina el reducir a sermonesmoralesy amerosalec-cionamientosla sátira enderezadaal goce estético, la venahumorísticaquehastalo emparienta—en Don Domingo deDon Blas,por ejemplo,originalísimacomedia—con el Geor-ge Bernard Shaw másirlandésy más chispeante;o que lolleva aatacarasuntossin asunto:tal en la revista o Examende maridos,dondehayun “sí sé qué” de francés.

‘I’odo lo cual vienea decirque Alarcón se apartabauntanto —en nadaexcesivo,pero inconfundible—de las flor-

* Título de una de sus comedias.

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masqueLope habíaimpuestoal teatro de su tiempo. El ta-lento de observación,la íntima serenidad,aquellabondadnadaquimérica, la fe en la razóncomopautamisma de lavida, el respetosin adusteza las categoríasen todoslos ór-denes,la bravurade poesíacotidiana, son sus cualidadessalientes. De aquíque se lo encuentre“moderno”.

Su estatua—ha dicho Menéndezy Pelayo—quedacoloca-da parasiempredondela puso Hartzenbusch,en el templo deMenandroy Terencio,precediendoa Corneilley anunciandoaMoliére.

Perocon decir queRuiz de Alarcón era mexicanose hadicho todavía muy poco, o bien se ha dicho demasiado.El juicio quese contentaconestasmerasconsideracionesétni-co-socialesno pasade serun escamoteo. Y máscuandosetratadepersonatan singular,quecomenzópor dejarcaerlasexterioridadesy modasparavolver a la eternadesnudezdelos clásicos. El genio es,a veces,insólito. Ni en México nien Españase lehallan antecedentesa Alarcón; ni en Españani enMéxico, descendenciainmediata. Algo extraño,pues,enambos mundos. Extraño en cuanto escritor; el hombre, alcontrario, es representativode estepueblo,cuya índole—yabien perceptibleen sus díassegúnsabemos—muestraal na-tural, puestoque se arrancólos postizos.

Tras dehaberloreivindicadodefinitivamenteparala psi-cologíamexicana,PedroHenríquezUreñaresumiráasí,mástarde,susconclusiones:

- Alarcón llevó al teatro español caracteres singulares queen partedependende su origencriollo. Cuatro elementos com-ponensu mundo: uno, su personalidad,su dón creador; otro,su desgraciapersonal,suscorcovas;otro, el perteneceral mun-do hispánico,a la cultura hispánicay al teatro espaííolreciénconstituido; último, su condición de mexicano,hijo del paíscolonial, dondela vida es en muchodiferentede la metropo-litana de Madrid. Esenciales en él la fuerzapersistenteperomedida, la intensidadcon dominio de sí, la perseverancia:Tiene el volcánsus nieves en la cima; Pero circula en susen-trañasfuego,ha dicho otro poetamexicano.*

* El Teatro de la América Española en la época colonial, Buenos Aires,Instituto Nacional de Estudios de Teatro, n’ 3, 1936, pp. 9-39.

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Con la obra de Alarcón, México por primera vez tomala palabraante el mundo y deja de recibir solamenteparacomenzarya a devolver. Es el primer mexicanouniversal,el primeroque se salede las fronteras, el primero que rom-pe las aduanasde la colonia paraderramarsusacarreosenla grancorrientede la poesíaeuropea.Vencela capitisdimi-nutio deserun colonial,un contrahecho,un pobrepretendien-te. Compite sin menguacon los príncipesde la escenaes-pañola,cuandoéstaeraunadelas mejores.Entretodoaquelvistoso parterre,alma templaday sobria,no corta la rosade fuego,no el clavel de sangrequelanza desde los floro-nes de Lope sus gritos de pasión,sino la violeta suficienteque se ha dadoen llamar modesta. Necesidad,arquitecturay razónformanun compuestode bellezaimperecedera.Suviaje por mares interiores no es unaOdiseasin fondo, ni unrosario árabe de aventuras, sino un sondeo preciso y casimatemático. Del bien entender las realidades brota siempreun halo de poesía.

Aquel rostro de barbitaheñomeditabundo,palidecidoenafanesy pesares,no ha dejadode sonreír.Loscontratiempos,las injurias, no han logradovencersu confianzaen la natu-raleza humana,ni su confianzaen la razón. Niega, con elarquetipo, los azaresde la contingencia. Quiere al hombrehumano,al que se emancipadel arrebatoy reduce,en suavecortesía, los bajos estímulosanimales;al que no se entregaa la casualidad; al que impone, en su accióny en su pensa-miento,el sellode suquererconscientey libre. Tal es el con-sejoquenoshadejadoenherenciaaquellaflor de mexicanos.*

* Sobre Alarcón, aprovechoaquí varios estudios míos anteriores.

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VI. VIRREINATO DE FILIGRANA (XVII-XVIII)

1. AQUELLAS corrientesquevio nacer el siglo anterior si-guen su cursoprevisible. Las lenguasaborígenes,a manerade tributarias, se esfuerzanpor acompañarlealmentea laliteratura. Se cuentanpor docenasy aun llegana la heroici-dad sus intentos. Las cultiva nuestraDécima Musa en sus“tocotines”. El Br. Bartoloméde Alva, hijo de D. Fernandode Alva Ixtlilxóchitl, se deslizaa la doctaaudaciade tradu-cir al náhuatipiezas de Lope y de Calderón. Y se habladeparáfrasisde Kempis, de los Proverbiosde Salomón y delEclesiastésen la lenguade Moctezuma.*

Basede las disciplinasacadémicas,el latín, adecuadoalos certámenesy festejostan al gustode los directoresespi-rituales, rinde reiteradascosechasde hexámetros,dísticos,sáficos;se pliega,conSor Juana,a la métricaromance;hacecabriolascon fray Juande Valencia.Se cita, por curiosidad,un Salterioregio de aquelD. Guillén de Lampartquese soñóemperadorde los mexicanos. Se sabeque el Pbro. Trejopusoa Virgilio en versoespañol. Ésteo aquél hacíancento-nesde poetaslatinos.

La literaturahispánicade los dos grandessiglos irrumpetriunfalmentepor la colonia. Todaslas liras encuentraneco,desdeBoscány Garcilaso,Dióscurosdel Renacimiento,hastaGracián,último codificadorpoético anterioral “buen gusto”Lasinfluencias queaquíse sienten son las mismasqueallácirculan:Fray Luis, SanJuande la Cruz, Herrera,Lope, losLeonardos,Valdivieso, Hojeda, Quevedo,Pantaleónde Ri-bera,JacintoPolo y los demásdramaturgosque se dirá. Ysi suelehablarsecon insistenciade Góngoraes porqueel re-gistro más agudosobresaleen el coro, y porque el maestrocordobésse aclimató singularmenteentre nosotros, produ-ciendo lo quedesdeíiosarnenteha llamadocierto crítico una“barataculterana”. El retrasoentreel innovadoreuropeoy

* Según Beristáin, Fray Luis Rodríguez, franciscano español, Provincialelecto en 1562 de la Provincia del Santo Evangelio de México.

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el imitador o “académico”americano,observaLanning,* noes de un siglo, sino sólo de unageneración;y sin dudaen elordenliterario,queadmitelas anticipacionesindividualesconrelativa facilidad, muchasvecespudo ser menor todavía.Como quiera,y sin consideraraquí a otras regionesde lasIndias,la perduracióndel gongorismofue notableen la Nue-va España.

2. El mayorvolumende la prosacorresponde,en el xvii,a la oratoria sagrada,a la hortación,a la reflexión mística,dequemuchísimoseha perdido. Tambiéna lacrónica (gene-ral, local o de las órdenesreligiosas) y a la ciencia. La lin-güísticaindígenacubrenuevoscampos. Así como los poetasandabanen el teatro,tambiénsolíanocuparel púlpito. Hayprosaliteraria, cierto, en la descripciónde certámenes,engeneral,meromarcoparala antología. La poesíaes elnerviode la literaturaen el XVII.

MateoAlemánllegó anuestrasplayasenvejecido,enfermoy cansado. Su opúsculosobreGarcíaGuerra sólo tiene cu-riosidad histórica. Su Ortografía la trajo ya hechade Es.paña,y sólole añadióla generosadedicatoriaaMéxico; peroyano tuvo fuerzaspararetocarlaaquí,recogiendolaspeculia-ridadesdenuestrahabla,de quehubierasidoel mejortestigo,tanto por serescritorde primeramagnitudcomopor seran-daluzy por estardicho libro inspiradoprecisamenteen el de-seode crearuna grafíamásconformecon ios sonidosde lalengua.

Acasorespondepor la exigüidad de nuestrogénerono-velescoaquelreceloquehizo prohibir desde1531 la entradaa las Indias de toda“literatura de ficción”. Ya sabemosquehubo tolerancia. Sabemostambiénquepor acáse escribieronciertos relatos más o menoslivianos. De todas suertes,elambienteno era propicio y tales escarceosno pasabandelmanuscritosecreto. La novela sólo se consintiócomo instru-mentode educacióny doctrina,conunatramade lo máslevey amodo de “píldora dorada”.

La mástempranaqueposeemos(y ya es forzar la manoel llamarla novela,aunqueseapor respetoa los manesde

* J. T. Lanning, AcademicCulture in ihe SpanishColonies, NuevaYork,Oxford University Press, 1940.

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don Marcelino) es obra del Br. FranciscoBramón: Los sir-guerosde la Virgensin original pecado,1620 (“sirgueros”vale “jilgueros”). Obraes de tímida ficción, muy superadapor la audaciade los autossacramentales;piezapastoril consermones,versos,suavemusicalidady supoquillo de teologíaen bombonera. No asoman,claroestá,el habitual temaeró-tico ni losrecursosalo sobrenatural—filtros y hadas—,queeranvitandosy escabrosos.Los pastorcitosde biscuit estánplantados,inmóviles,en un paisajeartificial. Lasparejasnotienenmásfin quesostenerel diálogo, sin pasiónni celos,yapenasconsu pocode simpatíaentreMenandroy Arminda.

El objetoes loar a la InmaculadaConcepciónen el trinodesusjilgueros~ocantores,en charlasy brevesrepresentacio-nes y arcos de triunfo, que daban ocasiónal festejo. Lasdescripcionesde monumentos—largatradición en las icono-grafíasy pinturasimaginadasde la Greciadecadente—eranmuy al gustode la época. Símbolosmarianos,empresas,ti-radasdogmáticas,prédicasdel PadreSergio,y el Auto dela Virgenadelante mencionado (vI, ~ 3).

Al virrey y obispo D. Juande Palafox y Mendoza,hom-bre laboriosísimoqueha dejadocatorceinfolios, se debeunpequeñotratadoapologéticoDe la naturalezadel indio, inol-vidable entrelos estudiosde la materia,y una cuasinovela,El pastor de Nochebuena,que Gracián considerasuperioren el género de la alegoría.

D. Carlos de Sigüenzay Góngora—sobrino de D. Luisde Góngora—,ademásde poeta, fue matemático, astróno-mo, cosmógrafo,historiador, cronista, biógrafo, memoria-lista, y hastatécnico de fortificacionesy artillería. Estudiólas civilizaciones indígenas.Combatiólas supersticionesvul-garesque aún se revolvían con la ciencia astronómica. Sufamallegó hastael ExtremoOriente. Dicen queel Rey-Sollo invitó asucorte. Representay sumatodala culturade laNuevaEspañaen susdías. Sulucidez,adelantándoseal tiem-po, le permitió percibir queel destinodel NuevoMundo noestá,comoel del Viejo Mundo, en la acción militar. Si enCárdenas(1591) encontramosel “resquemorcriollo” bajoespeciede diferenciaentreel indiano y el peninsular,ya lossonetos satíricos del xvi anuncian entreambasclasesun prin-

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cipio de animadversión (i, ~S5). El viajero británico ThomasGage—cuyasexageraciones,por lo demás,hansido objeta-dasalgunasveces—aseguraque, parasus días (1625), talsentimientose ha convertido en odio. En Sigüenzay Gón-gora másbien se manifiestael empeñopor definir lo mexi-cano,mezclandoen la nuevasustanciade la nacióncriolla elorgullo de las tradicionesy virtudesprehispánicas.A la en-tradadel virrey Paredes,en elarcodetriunfo erigido al caso,propone las imágenesde los emperadoresmexicanoscomootros tantosmodelosde las virtudesdel gobernante.ComoobservaAbreu Gómez,es realista,y siemprequepuede,sus-tituye una fábula con un hecho averiguado. Piensaque aAméricale bastansuspropiasgrandezas,sin tenerquepedirprestadaslas de la antigüedadclásica. En toda la primeraparte de su vida se notaun decidido afán por edificar lasgloriasnacionalesy el culto de la patria. Se aseguraquesuentusiasmose enfría un poco a partir del tumulto de los in-dios el 8 de junio de 1692; queentonces,en parecerinéditoque de él solicitó el virrey, llega a proponerque se alejea los indios del centro de la población; que se manifiestamáslastimadoanteel desordenqueantela injusticia; quesu ami-go el Pbro. Antonio Robles,en su diario, y llevado por susólo impulso de piedad,fue muchomáscapazqueSigüenzade apreciarla justificación queasistíaa los indios. Pero,ante todo, no es lo mismo dejar un desahogo en un diario quepresentara la autoridadun plande medidasadministrativas.Además, fácil es que, en efecto, este hombrede museo e“intelectual” de solemnidad,haya tenido una visión másclara de las cosashistóricasque no de las actualidadespolí-ticas. Tampocose le puedeexigir unaplenamaduracióndela conciencianacionalen sus días. Por último, “a Sigüenzano podemosjuzgarlebien, porquese ha perdido lo más im-portantede suproducción,conservándoseencambiolas obrasqueescribíade encargo”.* Denuedono le faltaba: parares-catarlibros y documentos,cuandoel incendiodel Cabildo,nodudaen arrojarsea las llamas. Sutestamento—en quelegasu cadávera la ciencia como lo haríaun sabio moderno—

* R. Iglesia, “La mexicanidadde D. Carlos de Sigüenzay Góngora”, enEl hombre Colón y otros ensayos,México, 1944, pp. 119-143.

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insisteen aquelnobleanhelode salvarparala posteridadlostesorosdel pasadomexicanoque logró acumulara lo largode su laboriosaexistencia.

Aunquesepreciade escribircon llanezay tal comohabla,nuncalo hizo así en el verso,naturalmente.En la prosaloconsiguemejor, cuandono le estorbael deberpoético. Susrelacioneshistóricasson bastanteescuetasy directas.Es céle-bre su invectiva contrael pulque,en su Paraíso occidental;y el Triunfo parténico (muestrariopoético de aquellaedad)traeun verdaderoresumende la pinturavirreinal en el xvii.Su Mercurio Volante,sobrelos sucesosde la reconquistadeNuevoMéxico,se anticipaya al periodismo.

Sus Infortuniosde AlonsoRamírez,un natural de Puer-to Rico, son unabiografía, apenasnoveladaa lo sumo, deaquellaexistenciareal y tormentosa. Ramírezhablaen pri-merapersonay nos cuentaio quepadeció,en poder de lospiratasinglesesquelo apresaronen las Filipinas, y después,las aventurasde sunavegación“por sísolo y sin derrota,has-ta varar en la costade Yucatán,consiguiendopor estemediodar la vueltaal mundo”.

3. ¿Quésucedíaen el teatro? Acontece con BelmonteBermúdezlo queaconteciócon Cetina,y si al fin le es atri-buibleEl diablo predicador, seríalamentablela pérdidadelascomediasqueescribióen México y queni siquieraparecenhaberserepresentado.La tradicióndel siglo anteriorse man-tieneen algunasobras. El Auto del triunfo de la VirgenqueBramón incluye en los Sirgueros,y quees lo mejordel libro,todavíadespideel aromadel teatro misionario,sobretodo enel “tocotín” final. El estiloes llano y, en su sencillez,el des-arrollo dramáticomuestraun dominiosingular,y más,comoadvierte don Agustín Yáñez,’~cuando Calderón todavía nodabasu definitivo moldeal teatro religioso.

El anónimocoloquiode Loscuatro últimos reyesde Tlax-cala es vino añejoen odresnuevos. Aunque continúaen elespíritudel XVI, el estiloes ambicioso.

Arias de Villalobos enlazalas dos épocasen su persona,por la continuidadde su acciónteatral; pero no se conoce

* Prólogo a F. Bramón, Los sirgueros de la Virgen, México, Bibliotecadel EstudianteUniversitario, n’ 45, 1944.

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su obra dramática,y su poesía—a la quevolveremos—lositúadel todo en el XVII.

Tal vez representenel tránsito ciertasloas independien.tes: loa sacramentalA la poesía,de JerónimoBecerra;loaDe las calles de México, de Marmolejo: viacrucis a lo pro-fano, nomenclaturasal pasode laprocesión,futuro temadeLizardi (México por dentro y por fuera).

En general,el teatro del xvii —Bocanegra,Maldonado,Ortiz de Torres,Ramírezde Vargas,etc.— esteatro de poe-tas en la escena,teatro lírico y de recitación,sin exceptuaraSor Juana.

Hay relieve en Salazary Torres. Asombroquecomprue-ba las observacionesde Grijalba sobrela precocidadde losnovohispanos,decorabay comentabade niño los másdifícilespoemasde Góngora. Contra el fácil diagnóstico de los queaconsejan a la infancia el Paquín, no se entonteció con losaños. Su linda comediaEl encantoes la hermosuramerecióseratribuidaaTirso,y es innegablela calderonianadignidadde Tambiénse amaen el abismo,Tetis y Peleo,Los juegosolímpicos,La mejorflor deSicilia, Céfaloy Procris, a juzgarpor los fragmentosquehemosleído. Menéndezy Pelayonoescatimaelogiosa “sus versos de donaire,especialmenteenel poemitaLasestacionesdel día”. Su Romancedel escudode María, cosa de certamen,es muestrade buen habla; ytodossus versos,de aquellamusicalidadquenotabaAdolfode Castro. Usa con igual solturael lápiz, la acuarelay elóleo, y va de las risas a la gravedadreligiosa. Calderónlo apreció en sus días. Fue a hombrearsecon l&s ingeniosde Españay podemosimaginarlo, aunqueen menortemple,como un segundoRuiz de Alarcón.

“Desde fines del xvii, y a lo largo de todoel xviii, Cal-derónimpera. Juntoa él, como su sombra,estáMoreto: aveces,RojasZorrilla, Lope,Tirso,Alarcón,entranen penum-bra” (P. HenríquezUreña, loc cit.) -

4* El abejeroliterario seguíazumbandoy proliferandoen modo creciente. Solemnidady abigarramientose confun-denen la sustancia.La pequeñasociedadculta, apretadaen

* La reconstrucciónde estaépocadebemucho a los trabajosde D. Alfon-so Méndez Plancarte.

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torno a los colegios y a las iglesias —núcleos vitales de laNuevaEspaña—,mal podríapresentarel mismoespectáculode unanación europea,unificada,queviene arrastrandose-cularmentesustradiciones.Escontrarioal criterio históricoelexigir deellaunaliteraturadel todoemancipaday quesólovive del diálogocon un pueblonumeroso. Los certámenesyjustas poéticas—en unasola aparecenmás de quinientosnombres—nos permiten apreciar tres fases del fenómeno.Enprimerlugar, un tonogeneralde culturahumanísticay letraseruditasquedifícilmenteencuentracomparación,si ala cali-dadmediase sumala superabundancia.En segundolugar,el hecho, típicamentecolonial, de un grupo selecto que espúblico de sí mismo. En tercer lugar, el caso, muy dignode observarse,deunaaristocraciaque convierte en fiestas delespíritu sus “parties” y “picnics”, y sus salonesen tertuliasy ateneospoéticos. ¿Puesacasolas “cremas”de hoy en díano se conformancon merasmundanidadesy triviales conver-saciones?Y entrelas minoríasétnicasdestacadasen tierraexóticaporla administracióncivil o militar o por el comercio¿no sabentodos los viajeroshastaqué extremosde mansorelajamientosuelellegarse? ¡Véase,en cambio,lo queacon-tecíaen la NuevaEspaña!

Nada tienede extrañoqueestosmandarines—sobreexci.tadasu imaginaciónen el calordela fraguadondese acriso-lan juntos dos mundos y dos sangres,y estrechadospor lospreceptosdelaContrarreformaenquelestocóeducarse—de-riven a la ingeniosidady a las acrobaciasverbales,apode.rándosevorazmentede las modasde la Metrópoli, quehastaparecerían importadas con una oportunidad traviesa y mali-ciosa.

Las grandesrevolucionesestéticasque,en Españacomoen el restode Europa,acontecenpor esostiempos; las tem-pestadessagradasquecruzanlas literaturasdelViejo Mundo,sacudiéndolasprovechosamente,allá andanmáso menosdis-persasen la magnituddel escenario,y transportadasen unaatmósferaque posee ya su régimen establecidode brisasy contrabrisas,de ciclonesy anticiclones.Aquí se focalizanyaíslancomo en un pequeñoy activo laboratorio,verdaderaestaciónexperimental,propioinvernadero.“La NuevaEspaña

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no pulsóla vitalidadestéticade las escuelas,no advirtió suproceso: tan sólo ensayó la repetición de sus formas conclui-das” (Abreu Gómez).

Y, de entoncesen adelante,se hace,claro está,literaturade acertijo, acróstico, centón, anagrama, rueda, laberinto y“caligrama”; composiciones latino-castellanas al gusto de losgramáticos cordobeses y salmantinos —Pérez de Oliva, Mora-les—; versos retrógradosquese leen al revés o al derechocomoen la decadenciaromana,“palíndromas” (“Anita lavala tina”), “pangramatón”en queun versose comprometeasumar todas las letras del alfabeto, “metronteleón” en queel versoempleatodaslas llamadas“partes de la oración”, yotras exquisiteces menos objetables al fin y a la postre quelos “colmos” o las “palabras cruzadas” de nuestros días. Delo cual, o quedan ejemplos, o referencias, o preceptos: la Te.ressiadade fray Juande Valencia,la Poéticadel P. Bernar-dino Llanos,etc. Y en la primera mitad del siglo xviii pro.sigueelmovimientoiniciado,en certámenesdeintenciónsacrao profana, con “romances mudos” (en pictograma) y “ovi-llejos”.

Todo,como en España,lo salpimentaGóngora,y los ex-tremosde su invasiónsonsensiblesenla cantidadde centonesgongorinos,plagade ambasEspañas,y en títulosenrevesadosde sermonesy obrasdevotasqueanunciabanya a “Fray Ge-rundio”, y queseguramenteafeanlos libros de hombretandocto y serio comolo fue Sigüenzay Góngora. Innegableflaqueo del gusto, estos títulos han bastado para que la críticase dispense,a veces,de leer las obras. Pero juzgar de unaliteraturapor susextravíosy curiosidadesno es lo máscuer-do; y menoscuandoellos vienen de fuera. En todo tiempo—aunqueaquíse hayahechoconalgún exceso,y aunquere-sulteaquímásvisible—, la gentede letras seha consentidojueguecillosdetaller, “jitanjáforas”.

Ya no hacefalta defenderla índole florida, manifiestaen ios escritorespeninsularesdesdela edadde plata de lasletras romanas;ni, mástarde,el preciosismoingénito,o susparticulares manifestaciones en el gongorismo y el concep-tismo, estosgemelosenemigos.Ya no hacefalta justificar ta-les exacerbacionesdentro de la mareageneraldel barroco,

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que es todo un orbementaly estético. Semejantesvaivenesse reproducen, aunque con distintas apariencias, a lo largodetodala historiadela cultura, de quesoncomoun vasto ritmorespiratorioe indispensable;amenosde vivir amedio resue-llo, lo cual seríafatalparael organismoy lo ha sido cuandoacontece.

Ahorabien,explicarun estadosocialno significaaceptarnecesariae incondicionalmentela calidad de sus productos.Seríaingenuopretenderquehuboquinientosy máspoetasdetalla, y es preferibleno enredarnosen retahilasde nombres.Bastaquereconozcamosla creaciónde un fondo del paisaje,por cierto muy pulcro, sobreel cual corren algunasmagní.ficas pinceladasde poesíareligiosa, y resaltala figura másextraordinariade nuestralírica: Sor JuanaInés de la Cruz.

5. La poesíacívica y social es exorbitantey superabun-dante,y arrastraconsigomultitud de asuntossacrostratadosensuertequeno merecellamarselírica religiosa. Muchedum-bre de panegiristasy versificadoresde analesdesfilaen lasprocesiones,contribuyea los torneosliterarios,a los florile.gios defastospúblicos, y alzaarcosde triunfo y monumentossemioficialessegúnla retóricadel tiempo, en odas,cancionesreales,octavas,liras, sonetos,romances,epigramasy jerogli-fos: mezcladeampulosidady prosaísmo,inevitablesextremosen el caso. Ni siquierafaltan poetisas,pálidas azafatasdela Décima Musa.

A voz en cuello, estosvates entonanloores de varonesilustres,MartesCatólicos,UlisesVerdaderos,nuevosPerseos,Isabelesde España;bautizan,casan,consagrany entierrannríncipeso predicadoresreales:rieganflores artificiales enlas tumbas;contemplana la Virreina en el balcón; cortanlibreas,ensillancabalgaduras;se extasíananteel Monarcaquecedesucarrozaal SantoSacramento;emprendenviajesfluvialesdesdeel EbrohastaChapultepec;hacenqueMarcoAntonio se trague las perlas de Cleopatra. Se exprimen laseserapara convertir a los santosen héroesmitológicos yviceversa; se empeñanen subir hastalas cosasdivinas conacentoculteranoy sensual,o porios peldañosde los centonesy las rimas forzadas;pidena Encinasus “galasde trovar”, ysus fórmulas a Rengifo, paratejer versosen ecos; y maro-

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meanlaberintosen décimasquesevuelvensendosromancesdiferentesleídosde derechaa izquierdao de abajoarriba.Alardes, sin duda, menos gratos al cielo que las inocentadasdel Juglar de Nuestra Señora.

La desapariciónde Sor Juanainspiraa Avilés un buensonetoconceptista.El “pantaleonizante”SantaCruz Aldanatieneelbuengustode celebrarcongracejounasrealesfiestas,prefiriendoa lagravedadculteranalos donairesenla mismaescuelaaprendidos.Descuellan,en el coro,el ingeniosoSa-lazar y Torres,el lapidario Miguel de Castilla, RamírezdeVargascon sus fuegosa la dedicacióndel Conventode SanBernardo,romancenervioso;tal vez algunosmás. Distingui-da, conscienteen su armonía gongorino-calderoniana,due-ña de susrecursosy segura,pero no inspirada,es la poemá-tica de Sigüenzay Góngora en la Primavera indiana, elOriental planeta,lasGlorias deQuerétaro,susversosinsertosen el Triunfo parténico. Poetaen conflicto, sin la sensibi-lidad ni el dón suficienteparaencontrarforma a sus preocu-pacionesintelectualesy científicas;“poetaen potencia... Sucapacidadlírica descansaen la expresiónde susideas,antesqueen la traducciónde sus sentimientos...Podríallamár-selopre.neoclásico”.*

Pero,en general,la vistase confundeentretantapeluque-ría de la misma tijera; entretanto misacantanode gloriaseclesiásticas,civiles y militares. Son frutos del régimen.Cada día aparecen más y da fatiga enumerarlos.Y nadieseatrevaa decir al autor de estas líneasque tiene temor deGóngora. Uno es el temor y otro el respeto.

6. Juntoaestamúsicaretumbante,másafinados,ascien-denlos arpegiosde la verdaderapoesíareligiosa. El linderoes indeciso;no respondemosde partir la realidaden pedazos.La lírica sacra recorre una gama que empieza en el tonopopular y sencillo, se va cargando de secretosartísticos,cruzalas zonascultas,y llegaa la epopeyade complicadataraceay repujadochurrigueresco.De paso,hay instantesde excel-situd.

* E. Abreu Gómez, “La poesíade Sigüenzay G6ngora”, en Contemporó-fleos, México, 1930, núms. 26-27, pp. 61-89.—--Cfr. E. A. G.; Clásicos, románti-cos, modernos,México, 1934, pp. 13-55.

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Sus primerasmanifestacionesestánpidiendo la tonada.Así el “tocotín” de Bramóny algunasminiaturasanónimas:redondillasa San Felipe, romanceal viaje de la Guadalu-pana. Ya las chanzonetaso “nocturnos” de San Pedroco-mienzanaenjoyarse,a la vez que—en susburlasaorejanos,cojos,suegrasy difuntos—anuncianel folklore de truculen-ciasy muertes,calaverasde alfeñique,estamperíade Posada,nuestroBoscode la mediacalle. Y andapor ahí un romancedel CarmenDescalzoquees ya unapieza gongorina.

Haciafines del siglo, cundela gustosaprimaverade vi-llancicos, de lo mejor en el tipo religioso-popular,lo máscantarín,lo másanimado,en ambientede verbenacon faro-litos y cadenasde “papel de China”. Tantoen losvillancicosanónimoscomoenlos firmados—y en éstossobretodo—,elpopularismoy el cultismo, los símbolosteológicosy científi-cos, hastala maníalatinizantey el aztequismo,el “macarró-nico”, el disparatevizcaíno y el portuguésaproximado,semezclan de modocuriosoy sin estorbarse.

Ya no era elvillancico la meracanciónde Navidad,sinoquese abrealos másvariadosasuntosy ocasiones.Lo culti-vanRamírezde Vargas,en alardede esdrújulos;Montoya yCárdenas,en aire de jácara;SotoEspinosay Gabrielde San-tillana, en Navidadesy “Negros”, pues aquí, como en Gón-gora, el hablaafroespañolaha hechoirrupción en el género;Azevedo,en Asunciones;SantoyoGarcía,en Guadalupes.Locultiva sobre todo Sor Juana,y muchosmás villancicos delos queaparecencon su nombrele son legítimamenteatri-buibles.

Aquel desenfado,queentoncesnadieconsiderabaofensivoa la religión, consientefamiliaridadesa la vez que refina-mientos. Lo cual se percibetambiénen las “vayas”, vejáme-nesy humillacionesal Diablo, de Gonzálezde ContrerasySalazary Torres, y hastaen las décimasde RodríguezdeAbril a la Purísima,que “se entiende” en amoresmísticoscon el virrey Alburquerque. Don EzequielA. Chávezha en-contradola palabrajusta,al considerarestapoesíacomo“lamásgenuinay típica manifestacióndemocrática”.Españolí-sima fusión, queresultómexicanísima,entrelas diversascla-ses sociales,los distintosniveles de la inspiracióny la cul-

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tura, lo chocarreroy lo divino, e1 cielo y la tierra: punto deconfluencia, inestable y delicioso equilibrio quepor desgra-cia duró un instante. “La orquestay las campanas dialogan”,los versosy los gritos, los “payos” y los “azabachesconalma” (los negros),los predicadoresy los bobos, y aun lasmusasy las gallinas. PierresGabacho y Juancho Vizcaínose codean con el indio que adora al “chiquito de Belén”. ElAmor divino se arrulla al “no, no llore más, / Sí, sí lloremás” —digno de las antologíasde “Jardinillos”, de JuanRamónJiménez.Entreelbullicio y el vistosotumulto—pro-pio grabadode Durero—,cruzael “pálido palafrén” de laMuerte.*

7. La poesíahagiográficamuestradevota gravedadenArrieta, Solís Aguirrey el humilde MarcosChacón,aunquebuenapartede ella senos pierdeen la pedantescamitologíadel géneropomposoy social. Así, Alinazánempuñala trom-pa de las Soledadesparaloar aMaríaMagdalena.

Fray Miguel de Guevaraincluyeen suArte Doctrinal...Maslatzingacuatrosonetoscélebres,aunquemuy inferior elacertijo “del tiempo y la cuenta”,primicia del conceptismomexicano. Bastay sobraparael renombrede Guevara—sial fin es suyo—aquel“No memueve,mi Dios, paraquerer.te”, que ha sido adjudicadoa San FranciscoJavier, SantaTeresa,San Ignacioo fray Pedrode los Reyes,traducidoalalemán,al inglés, parafraseadoen hexámetros,comprimidoen décima,glosado,imitado,alabadosiempre,verdaderajoyade antologíay sin disputaunamanifestaciónexcelsade lalírica religiosa.

Y resultaquePalafoxy Mendozaeratambiénpoeta,sóloolvidado comotal por la magnituddel pastory apóstol,poila rectitud del gobernantey hastapor su obra de prosista.Apenascomienzanadifundirsealgunosde sus Cánticosy susPoesíasespirituales. Culminasulírica, al sentir de sus con-temporáneos,en sus Gradosdel Anwr Divino.

* ¿ Se ha investigado alguna vez desde dóndeviene la costumbrede ponernombresmitológicos grecolatinosa las pulqueríasde México? El triunfo deBaco, Las cuevasde Birján, Helena de Troya, Al Bello Apolo, Las Tres Gra-cias, Las NueveMusas,Las Sirenas,LosAmores de Venus, La flecha de Cu-pido, Neptuno,etc., ¿no indican aquella revolturade humanismoy pueblo a lolargo del Virreinato?

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Pero nosotros,aun fuera de esa joya —dice A. MéndezPlancarte,cuyo elogio morigeraríamosun tanto, conservandola excelentesíntesis—gozamosluz de poesíaen muchosotrosdesus versos,ya con graciade conceptismotradicional (comoen sus décimasal “Sol y Luna / en traje de montería”); yacon estiloy gustosalmantinos,o de un HoracioablandadoporLope; ya con la “santa audacia”,muy personal,que parafra-sealos Cantaresen ágilesquintillas y redondillas; oracon uncastizo primor sabrosode refranerosagrado,en la línea pa.remiológicadeSantillanayel RabídeCarrión,y auncon inge-nuidad popular, más linda en personajede tanto viso; ora,sobre todo —si son suyas, cual creemos, las Liras de laTransformación,del Alma—,con esa“Nochecristalina”, oscu-ra y fúlgida, quele da la primacía cronológicay estéticaa lazagafragantede SanJuandela Cruz, dequien susotros versosofrecentambiénestaresonancia.

Corcheroy Carreño,ante algún autode fe contrajudai-zantes,encaramaestrofasde diez endecasílabos,Desagraviosde Cristo, secadialéctica,historia bíblicay argumentoteoló-gico, con algún relámpagopoético: “Empañadoslos astrosde zafiros,/ Se llenó todo el cielo de suspiros.”

8. Ya ha podido apreciarsehastaquépunto la vida dia-ria de la coloniaha logradoabrirsecampoen lasletras. Su-cesosy verdaderasefemérides:autosde fe, lutos, asesinatos,justicias,toros, caballos (el velazqueñocuadroecuestredelCondedel Valle de Orizaba,en el sonetode Ramírezde Var-gas), trasladode la Cruz de Mañozcaal atrio dela Catedral(celebrado por Solís Aguirre), inundaciones (Ayrolo Calaren el XVII, CabreraQuintero en el xviii), unasequía(otravez el múltiple Ramírezde Vargas),las truhaneríasde Mar-tín Garatuza(Sor Juana). Junto a esto, el folklore entratambién en la poesía:el présagoy triste tecolote,el negroque lloriqueasu son en los obrajes,la tilma de JuanDiego,el mezcal, las yerbas medicinales del indio, las chinampasenfloradas,las frutas, todala bateadel pueblo.

Naturalmente,la poesíaprofanano se limitó a los temaslocales.Don Fernandode Alva Ixtlilxóchitl habíalogradoin-corporaraNezahualcóyotlenla eternameditaciónsobrela fu-gacidadde los bienes.Susliras y su romance,de inspiraciónindígena,hierencuerdasuniversales.Al “~,Quése hizo el reydon Juan?”,respondeel “~Quées de Chihuapatzin?”

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Un paso más, y ya en la Canción a la vista de un des-engaño,de Matias de Bocanegra,se llega al poemapura-mente subjetivo, de tiempo y espacio generalizados.Estacanciónha provocadoun verdaderofuror de imitacionesyha sido excesivamenteelogiada. Empiezaa parecernosfati-gosay diluida. Este nuestroprimer fabulistaha echadoaperdersu fábulasobrelos peligrosde la demasiadalibertad,estirándolaartificialmente—tal vez por el hábito de la ho-milía, en queera iuuy celebrado—,comolos malosconver-sadoresechan a perder las anécdotascon alargamientosdescriptivos.

Muy comentadasy glosadashan sido también las fríasdécimasde Isidro de SariñanaAl desengañode la vida, ejer-cicio ascéticoen rima, sin el menorencanto,que no estamosciertos hubieracomplacidoa Quevedo. Muy cerca le andaNicolás de Guadalajaraen su Pacto con los sentidos,otrasmortecinasdécimasen que se aconsejacerrarlas cincoven-tanasnaturalesparaalgún día gozardel bien sumo, perodondehay másasco de la tierra que no amor al cielo. Siéstas son las “cualidades raras en el siglo xwi”, que decíaPimentel,llamadasacorregirlos estragoscultistas,el juiciose quedaen suspenso.

A cada paso nos encontramos con Ramírez de Vargas.Y es que su musa era curiosa,fértil en recursosy asuntos,ya se enfrentecon la sequía,ya cantelos muy calderonia-nosrejones,ya pinte los fuegosde las verbenas.Es Ramírezde Vargas poetaa quien se le sienteel timbre de la voz,hastacuandola ahuecalastimosamenteparaque México yVizcaya lloren la Elegíapor el capitánRetesLargache.

Luis de Sandovaly Zapata,descendientede conquista-dores,habíaheredadoun ingenio de azúcar;pero, como sedijo en su tiempo, también el ingenio y genio aventurerosque acabaronpor arruinarlo. Habráque releer su queve-descoPanegíricoa la pacienciaantesde condenarsu prosa,segúnla rutina viene haciéndolo. Porqueya no puedene-gársele la condición de poeta,uno de los mayores en laNuevaEspañapara Landívar, y dotadode magia expresi-va parasu crítico másreciente. Le deleitanlas flores y subellezade un instante. Sabelabrar un sonetoa las metamor-

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fosis de la materiaprima, queél llama “viudeces”, con sertema escolar y abstruso, manoseado un día por Acuña. Comoes filosófico,es erótico:“iAbrásateen el fuego quebuscabas—dice al amante, jugando la metáfora de la mariposa—,Dichosamente entre sus lumbres arde!” Tiene ojos abiertosal color, comose ve en su “Blanca azucena”,y en aquellaraudacontemplaciónqueva y vieneentrelamujery el ocaso.Poseeel rasgotrágico y narrativopara el ajusticiamientodelos Avilas. Y sabe exclamar ante una cómica difunta:

Tan bien fingiste, amante,helada,esquiva,quehastala Muertese quedódudosasi la representastecomomuertao si la padecistecomoviva.*

9. La epopeyade gran aliento ofrecea lo largo del siglotres manifestaciones, una heroica y dos religiosas, aquéllavueltade carahaciaelxvi y éstashacia el XVIII: el Mercuriode Arias de Villalobos, el anónimoPoemade la Pasión, Laoctava maravilla del jesuita Franciscode Castro. Las tresepopeyasson torres desiguales,en el tezontle,pulido o la-brado,de susoctavas.

Arias de Villalobos, aquien ya adivinamos,másqueco-nocemos,en el teatro de tránsito, probablementetrajo a laNueva Españael primer trasplantede Góngora. Hubo uninstanteen que parecióponersea la cabezadel Parnasillo.Peroel “solo” de su poesíade ocasión,el discursoen versoqueacompañaasu Obediencia.-. a D. Felipe 1V, pronto seahoganen el conjunto. SuMercurio, canto histórico y des-criptivo a la capital del Virreinato,superaa Cuevay aun aSalazary Alarcón, pero no se mide con Balbuena. Entrealtibajos, trae pasajesatractivossobre la conquista,con lahabitualmescolanzade aztequismoy cultismo, aque añadeuna indeciblegraciaanacrónica.

El Poemade la Pasiónes así como nuestraCristíada, yde repentese ilumina en destellosde aquella“poesíahema-tólatra” queevoca,de lejos, a Prudencio,y de cerca,la es-culturade los santosde palo.

* Reminiscenciade “Tomé de Burguillos”: “A la muerte de una damarepresentanteúnica”: Yacenen este mármol la blandura...

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La octava maravilla, obra guadalupana, ha padecido lamaldición que persigue a Góngora. Pero bajo la semejanzaaparente,hay en Castro una moral sentenciosaque le es pro-pia. Supoemaesenverdadun raroy nobleesfuerzo,esfuer-zo mayorqueel resultado,poesíade investigación,tortura ygimnasiasintácticas,enciclopediade alusióny metáfora. Laavanzadagongorinano puedeir máslejos. Es laÚltima Tuledel barroco,estilo que, a partir de eseinstante,sólo podráretroceder,trasde estacionarseinútilmentepor unoslustros.

10. No falta en Sor JuanaInés de la Cruz uno solo delos rasgoshastaaquídescritos,y la sumabastaríaparadefi-nirla, a condición de no olvidar el imponderablede la be-lleza literaria y de sumarotra dimensiónnuevaen la hon.dura del pensamiento.Ella y Ruiz de Alarcón —~quédosJuanesde México!— sonnuestralegítimagloria.

Juanase nos presentatodavíacomo unapersonaviva einquietante. Se escudriñasu existencia,se depuransus tex-tos, se registrasu iconografía,se levantael inventariode subiblioteca; se discute,entre propios y extraños—en Méxi-co, en los EstadosUnidos, en Alemania— el tanto de sureligiosidad,no faltandoquien, en suentusiasmo,quiera ca-nonizarla. Por ella se rompenlanzastodavía. Es popularyactual. Hastael Cinehaido ensubusca. Y comose ha dichosutilmente,no es fácil estudiarlasin enamorarsede ella.

La controversiasobrela religiosidadde Sor Juanaes algoociosa. Muy natural que, en época de creencias,unacriaturade su temple, decidida a vivir para el espíritu, que por eso sehace monja y posee ya sus vislumbres místicas, acabe porentregarsedel todoa la piedad. Llegó por etapassucesivas.Su abueladistantediría queemprendióel caminode perfec-ción a través de las moradasinteriores de su castillo. Siaquélla,la española,dominauna de las cumbresmásaltasy tempestuosas,la mexicanase enseñoreade una graciosacolina, con vistas apacibles. Si allá el ventarrónardienteysecobarre las llanurasde Castilla,acáel suavearomade losjardines—con su poquillo de ambientede tocador—se es-parcepor los salonesvirreinales. Teresa,arropadaen latoscaestameña,descalzay desgarradade espinas. Juana,enchapines,protegidaen seda,ocultandoel llanto —patrimo-

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nio de las almas nobles— con leve, pudorosacoquetería.Asediadapor la mundanidad,festejada,buscaen el claustroel abrigo de sus letras, y cuandoal fin las descifra todas,alcanzala caridad sin mácula. Cuandoya nadale faltaba,descubrequele falta todo.

Sor Juana,cierto ¡ quéespíritumásdifícil de comprender!Para los ortodoxos resulta demasiadolibre, tanto en poesíacomoencostumbres.Fuemuchamujerestamujer. Si ennues-tro siglo la tomaríamosporun portento¿ cuál no seríael asom-bro. - - a fines del siglo xvii, entre las mujeresde su época?Pues si nos referimos al escabrosopunto de sus versos deamor ¿cuántasimaginacionesno se despiertan?...Sabemostan poco. - - que es casi imposible prescindirdel factor imagi-nativo. - .~

Con todo, hay en este “camino de perfección”, cuatro“moradas” o etapasbien notorias. Primera,la infancia enel pueblecito natal: precocidad inaudita, desordenado afánde saber,rebeldíade autodidacta. Segunda,la cortevirrei-nal: apogeode encantofemeninoy sabiduría,cercoamoroso—y decepciónacaso—,único tributo que aquellasociedad,no maduraparadarleelgobiernode una tertulia literaria almodo francés,sabíarendir a sustalentos. Tercera,refugioen el claustro:aunqueel conventode las Jerónimasera unapequeñaacademia,le proporcionaalgo de soledad,y tam-bién el indispensablerespetopara unadoncella negadaalmatrimonioy negadaa ser “paredblancadondetodosquie-ren echarborrón”. Cuarta y última, “la puertaestrecha”:celada de cercapor suférreo director espiritual,el P. Nú-ñez, esta musa de la biblioteca convierte en limosnas suscuatro millares de volúmenes,sus instrumentosmúsicos ymatemáticos,susjoyas y pertenencias,vive aún dos años demortificación y ascetismoy, a la cabecerade sus hermanasenfermas,se dejacontaminarpor la peste. Es la ruta, casi,de unaMaría Egipciacasin pecado.Murió a los cuarentaycuatro,en unade las épocasmáslúgubresde la colonia. En-tre heladas,tormentas,inundaciones,hambres,epidemiasysublevaciones,cielo y tierra parecíanconjuradosparahacer

* M. Toussaint, prólogo a las Obras Escogidasde Sor Juana Inés de laCruz, México, 1928.

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deseable la muerte. La rodeó el aplauso, pero también lahostilidad; pues,de uno u otro modo, todos querían redu-cirla a su tamaño.

Debemosprescindiraquíde los escritosdevotos,inclusola Carta atenagórica,tardía respuestaal sermónde Vieyra,quiense creíasuperioralos Padresde la Iglesia. Lasúltimaspáginasde estacartatienenun encantode sacraconversazio-ne.* Prescindimostambiéndel Neptunoalegórico, explica.ción, en emblemasy jeroglifos, del arco triunfal al virreyParedes.Su prosase estudia,sobretodo,en la RespuestaaSorFilotea dela Cruz, esta“confesiónlaica” comola llamaAbreu Gómez. Es análisisde la propiaformaciónintelectualy verdadera exposición de su método de estudio y trabajo.Aparte de su trascendenciahumana,psicológicay filosófica,estedocumentorepresenta,a nuestrosentir, la mejor prosamexicanaen la época.A la riquezay buenestilo tradiciona-les de la prosaespañola,añadecierto rigor de palabrajustay hallazgosdeexpresiónque,a la vez, poseenvalor estéticoycientífico. Salvandoépocasy distancias,se lo puede poneral lado de la Introducciónal métodode Leonardode Vinci,de Valéry. Y sin necesidadde admitir contagiosde doctri-na, es indudablequepertenecea ese mismo orden de “filo-sofíade la estufa”, investigacióndel yo solitario enfrentadoconel universo,de quedanejemplo los RobinsonesMetafí-sicos,desdeAben-Tofail hastael Criticón de Gracián,pasan-do por el Discursocartesiano.

La monja se entregaasusreflexiones,

teniendosólo por maestroun libro mudo,por condiscípulountintero insensible,y en vez de explicación y ejercicio muchosestorbos. ., como estar yo leyendoy antojárselesen la celdavecina tocary cantar;estaryo estudiando,y peleardoscriadasy venirme a constituir juez de su pendencia;estaryo escri-biendo y venir una amiga a visitarme,haciéndomemuy malaobracon muy buenavoluntad.

Logra concentrarsecon esfuerzo,conquistanitidezy pre-cisión mentalextraordinarias;se objetiva, se desprendede sí

* Es una desgraciaque se haya perdido El equilibrio moral: Direccionespracticas morales en la seguraprobabilidad de las accioneshumanas. ¡ Esa“segura probabilidad” era tan prometedora!

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mismay, comoMontaigne,se convierteen temade sufísicaysu metafísica.Plantea,sincera,la conductadel escritor enrelacióncon suambiente,sin disimularun instanteel derechoqueconcedeasuindependencia.¡ Cuántarazónhubieratenidola pretendida“SorFiloteade la Cruz”, si envez de quererve-daraSorJuanaelejerciciode las letrashumanas,simplemen-te lehubieraaconsejado—como muybien dice don EzequielA. Chávez*__ resistirse“a lasinstanciasde tantosqueabusa-bande su bondad,pidiéndoleversosa todo propósito”, quees por dondepadeceun tanto supoesía.

No tienemenor hondurael examende la vocación.Oyen.do estudiarasuhermana,aprendealeersolaalos tresaños.Escribealoscinco.Antesdelos seis,evitabaelqueso,porqueoyó decirque “hacíarudos”. A los ocho,es poetisa.Quiereingresara la Universidadde México, aunqueseavestidadehombre,puestoqueno seusabanmujeres. En México, apren-de gramáticay latín en veinte lecciones.Sus“cuatro bachi-llerías” le bastanparaconfundiralos Doctoresquela some-tenaprueba. NuevaCatalinade Alejandría,sedesembaraza•de los argumentosy réplicas,según dijo el Virrey, “a lamaneraqueun galeónreal se defenderíade pocaschalupas”.DonosarespuestaaSchopenhauer,cuanto a los cabelloslar-gose ideascortasde las mujeres,cuandoalgún estudiose leresistía,se castigabacortándosecuatroo seisdedosdelpelo,siendoasí que es “tan apreciableadorno” y mucho más“entan florida juventud”, y se encerrabaasolashastano vencerasuQuimera. Aunqueciertaprelada“muy santay muycán-dida” le mandóqueno estudiase,por creerque “el estudioera cosa de Inquisición”, y Sor Juanala obedeciódurantelos tresmesesque aquélladuró en el mandodel convento,sólo la obedeció“en cuantoano tomarlibro”, puesmásnoestabaen su potestad,y “estudiabaen todaslas cosasqueDios crió, sirviéndomeellas de letras, y de libro toda estamáquinauniversal”. El amor de las letrasnació con ella,no puedeevitarlo: Vosmecoegistis,y Dios sabelo quehace,Dios que—segúnel refránportugués—escribederechoconlíneastuertas:

* Ensayo de psicología de Sor Juana inés de la Cruz... Barcelona,1931.

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Si es malo,yo no lo sé.Sé quenací tan poeta,queazotadacomo Ovidio,suenanen metro mis quejas.

Verdaderacontribución al esclarecimientode la expe-riencia intelectual, Juana, no solamentedescubre que laalternanciade disciplinas es un reposo; que “mientras semuevela pluma, descansael compás,y mientrasse toca elarpa,sosiegael órgano”. Sino descubre,además,que hayuna manerade concatenaciónentre las agenciasmentales,y que éstasentre sí se auxilian por una suertede metáforainterna.

Y quisierayo persuadira todoscon mi experiencia,a queno sólo no se estorban,pero se ayudan,dandoluz y abriendocaminolas unasparalas otras... Es la cadenaque fingieronlos antiguosquesalíade la bocade Júpiter,de dondependíantodaslas cosaseslabonadasunasconotras.

SorJuanaesmúsicay poetisa,matemáticay teóloga;y depronto,lo queno entiendeen un lado,lo entiendeen otro. Ysi en Sigüenzay Góngorase encuentrala última cienciacon-quistaday establecida,en Sor Juana,aunquea veceshayaatraso,haytambiéntanteosy exploraciones,por ejemploenla acústica,y hastainvestigaciónexperimental,como cuan-do pusoabailarun trompoenharinaparaestudiarlas curvasquedescribía,o cuandoespeculabasobretriángulosde alfi-leres,y hastasobrelas reaccionesdel huevo,la mantequillay el azúcarenel brasero.

Ahorabien,el casono se quedaen merapericia de estu-diante. Los arcoscruzadostienenunaclave maestra.Se vatrasluciendouna armonía universal entre todaslas conver-genciasdel saber.Todoslos conocimientosresultanseranci-las parael conocimientode Dios, enciclopediaa lo divinoarmadaen estupendosorites. Cultivada entoncesla aptitudalegóricaen la mentalidadde la épocaal grado quepuedeapreciarsepor los autossacramentales,se revelancon facili-dad los enlacesde las nociones. Sor Juanase encamina,sinobstáculo, del humanismo al sobrehumanismo. Ésta es laúltima enseñanzade la Respuestaa Sor Filotea; anunciala etapafinal de su existenciay preparasu pascalianano-

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che de Getsemaní, reacción vigorosa que fundirá el ordenactivo y el intelectivo en el orden místico. A Romano sólose llega por la inmediatezdel éxtasisy el arrobo:tambiénpor los grados de la inteligencia. Y entiendo que no es desana teología negar los serviciosde la razón.

Sin duda es Sor Juana una de las organizaciones cere-brales másvigorosas. Pero ¿porquéha de negarseen ellaa la poetisa,parareconocera la “intelectual”? ¿Serávio-lación de algunanorma el que los buenospoetashayan sidosabiose inteligentes? Hay monstruosde la Gracia, es ver-dad. Son éstos,y no los otros,la excepción.

“No parecegran elogio paraSor Juana—decíaMenén-dez y Pelayo—declararlasuperior a todos los poetasdelreinadode CarlosII.” No lo es: los sietelustrosde aquelrei-nadofueron “época ciertamenteinfelicísima paralas letrasamenas”. El reinadode la Décima Musa pareceque duratodavía, aunquehaya reparosal gusto ambiente,y aunquetengamos que olvidar algunaspoesíasde encargoparalosvirreyeso las catedrales.

El teatro de Sor Juana es sobre todo teatro poético ypertenece al ciclo de Calderón. Aunque Los empeñosdeuna casaes obra animada,de graciosassituacionesy hastainterés por la vida de la poetisa,que ella misma explica ydescribepor boca de Leonor, nadaiguala al lirismo de laescenaarrancadade la canción: “No es tal-Sí es tal”, quepareceun juego de volante. Y en Amor es mñ,s laberinto,dondela fábula cretensebusca el disfraz de “capa y espa-da”, sobresalenlos fragmentossobreel relato de Teseo yel discurso del Embajadorateniense. Por de contado, enlos autos sacramentalesla venapoéticacorre máslibremen-te y menospreocupadade las incidenciasescénicas.En elDivino Narciso logra Sor Juanaunaverdaderaobra maes-tra; y en las loas de sustresautos,la inquietud por la cabalcristianización del indígena revela —y esto va a cuenta delespíritu científicoy no ya de la lírica— unarara compren-sión de las religiones naturalistas.Tambiénes importantesu interpretacióndel arrianismoen el auto sobreEl Mártirdel Sacramento (San Hermenegildo). De Sor Juana po-seemosen total dos comediascon dossainetes,tres autoscon

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sus loas y algunos villancicos escénicos y letras cantables; ytodavía el segundoacto de Amor es máslaberinto se debea la colaboraciónde Juande Guevara. La exigüidadde laobra dramática, en comparacióncon la lírica, y más si seconsideraqueSor Juanaera constantementesolicitadaparacontribuir a los festejosde la corte y la iglesia, es indiciosuficientesobrela verdaderainclinación de su musa.

En cambio,las característicasde Sor Juanaen la poesíalírica son la abundanciay la variedad,no menosque elcabal dominio técnicoen todaslas formasy los géneros.Eloficio nunca deja nada que desear. Silvas, liras, sonetos,romances,redondillas,villancicos, loas y tonadasson de unafacturaque acusa, por una parte, el enriquecimiento acumu-lado durantesiglos por la poesíaespañola,y por otra, eldón de Sor Juana,dón que es tambiénimperiosanecesidadde versificarsegúnella lo ha confesado.Juanarepresentaelfin de unaépocapoética. Hasta ella llegan todaslas apa-rienciasasumidasdespuésdel Renacimientopor la lírica delSiglo de Oro, y acasoen ella puedenapreciarsepor últimavez, como en una galería de valor. Y todavía nos ofrecenovedadescomo esosdecasílabosde esdrújulo (por ejemplo,el retratode la Condesade Paredes),quemerecenllamarseversossorjuaninos.

Sor Juanaescuchalas vocesde todoslos puntosdel hori-zonte,y no pasade groseroerror el figurárselacomo estric-tamentesujetaal gongorismo,o como necesariamentedifícilcuandoella no se lo propuso. Su poesíareligiosa sigue elcurso diáfanode Fray Luis o de SanJuande la Cruz, y avecesda muestrasde aquellacastizasencillezqueno necesitanombreen la historia literaria; o “canta con voz de ángel”en los villancicos—segúnla palabrade Toussaint—,o reto-za y juega con el pueblo en jácaras, ensaladas, congos, viz-caínos, latines, tocotines y “adivinanzas” indias.

A poco, se remontaa las reflexionesmorales,en aque-llos sonetosde equilibradoconceptismoquetienenun vaivénpendular,y parecequepintan exactamentelo que borran,propia imagen de la perplejidad, pararemataren algocomoun fallo inapelable sobre la disyuntiva o encrucijada que estoda meditación de la conducta. Y otras veces, se va trotando

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en esosromancesmedioconversadosy mediocantados—pri-vilegio de estaespañolísimaforma—, quepuedencomparar-se con los mejoresde la época.

El amor auténtico,apasionadoy lloroso, rendido de ab-negacióno espinosode celosy de sentimientosencontrados,le dicta sonetosinmortales;liras quemanancomo aguacla-ra, romanceso redondillascomo la Ausenciao “los efectosdel amor”, en que no es posibleconcebirmásacabadaalian-za entrela espontaneidady el arte.

En el poemadel Primero sueño—nuestrasSoledades—,Sor Juanaescribeparasí; es decir, ni por encargo,ni mo-vida de ningún impulso sentimental,sino por mero deleitedel espíritu. “No me acuerdo—dice— haberescritopor migusto, si no es un papelillo que llamanEl sueño.” Hay queacercarse con respeto cuando los poetas quieren hablar asolas. Si el supremo criterio del juicio está’ en entender la in-tención,la soladeclaraciónde Sor Juanabastaparaacallar“la gritería de trescientasocas”.Don EzequielA. Chávezhaconcedidotodala seriedadquemerecea estepoemaoníricoqueanalizalosseissueñosde unasolanoche:

La primera división pudierallamarseSueñode la noche yde la Vivencianocturna; la segunda,Sueñodel sueñouniver-sal del mundo; la tercera,Sueñodel sueño del hombre delsueñofisiológico; lacuarta,Sueñodelos sueños;la quintaSue-ño del sueño del conocimiento—de su teoría y de su mé-todo—y la sexta,Sueñodel despertar.

Lasdivisionesno son explícitas. Muy cercade mil versoscorren en esacontinuidadde metamorfosiscon quepiensaeldurmiente.

De suertequecuandola poetisasiguió másde cerca almaestro cordobés,todavía supo vaciar en el molde ajenosu propia sangre, su índole inclinada a la introspección y alas realidadesmásrecónditasdel ser. Aquí ios sonesy lucesde la estéticagongorinason tan sólo mediosexpresivosdealgún intento que no páraen la exterioridaddel fenómeno;son catacresisparaevocaralgún objeto sin nombre. O mejoraún, las cosas prácticas, de Bergson, que la acción racionalaísla y ordenaen sucesiones,se confundeny remodelandeotra suerte, aprovechando el relajamiento, el gran bostezo

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del sueño. Entoncesparecenrevolverseen los lechosde lasubconscienciay del yo profundo, donde la integridad vitalconservaotrosmundoslatentes,mundosqueaspirana la re-presentaciónsimultáneao instantánea.¿Sehanasomadolossuprarrealistasa los sueñosde Juana?

Hazañade la inteligenciaha sido usar los instrumentosde la másquintaesenciadacultura,y aun cierto fenomenis-mo a lo Arato y cierto materialismoa lo Lucrecio,paradarforma aesaslarvasvegetativase intuitivas. Estamospor de-cir queJuana~eatrevióunospasosen elpuentequelleva del“parnasismo” de Góngora—resumende visualidad greco.latina entendida según el sensoriorenacentista—aunapoe-sía de pura emociónintelectual. La descripciónartística,lamitología, la erudición, la historia, la ciencia (acasovolun-tariamenteretrasadaunosminutosparaque seaalgo miste-riosa),la filosofía,se entretejeníntimamente.El poemacon-templa, desde afuera, el mundo dormido; pero hace algomás:se acercaal durmientecomoun vampiro, entraen él yen su pesadilla, busca una síntesis entre la vigilia, el duerme-vela y el sueño. El Góngorade las Soledadesse contentacondejar reposaral hombre, bulto inerte en medio del paisajenocturno. Juanapretendeincorporaren la continuidadaní-micael paréntesis de la noche,integraral soñadoren la mar-chadel universo. Y se detieneante los abismosque se abrenasu paso.En el Primero sueño,comoen la Respuestaa SorFilotea—hazy envés de lamismatela—,el ansiade abarcarel cosmos no encuentra solución en sí misma y se salva enalasde la teología.

Sorprende encontrar en esta mujer una originalidad quetrasciende más allá de las modas con que se ha vestido. Sor-prendeesteuniversode religión y amormundano,de cienciay sentimiento,de coqueteríafemeninay solicitud maternal,de arrestosy ternuras,de cortesaníay popularismo,de retozoy de gravedad, y hasta una clarísima conciencia de las reali-dadessociales:Américaanteel mundo,la esenciade lo me-xicano, el contrastedel criollo y el peninsular,la incorpora-ción del indio, la libertaddel negro,la misiónde la mujer, lareformade la educación.La mismaque,a veces,pareceunachica traviesa,una chica que andaen fruslerías,muñecas,

37].

“comiditas” y “matatenas”, otras se nos muestra tocadaconelbirretedelas facultades;y al fin, luce un halodesantidad.

Toda la NuevaEspañaseevocaen el nombre de la Dé-cima Musa, es cierto. Pero aquellirismo arrebatadoy dio-nisiacoa lo divino; elborbollónde lágrimasquefluye en losversosde amor; el vértigo de poesíapánicaa que llegó uninstante—eseascenderangustiosohasta1QS límites de la po-sibilidadhumana,aunqueseaparafracasary postrarseantela angélica—,ni tienennombre,ni época,ni lugar,ni perte-necenmásquea ella.

11. Antes de examinarlas novedadesde la crisis que seaproximay queda suverdaderoperfil al siglo xviii, impor-ta recordarel arrastreliterario de la épocaprecedente.Lasaguasse retiran,pero de maneralenta y gradual. El pasadose resisteo defiendeen Isla y suRomancemu.do,en los jero-glifos de MendietaRevollo, en Apello Corbulachoy susone-to de “ab-eb-ib-ob-ub”, en Velasco Arellano y sus octavasaFelipe V, en Pedro Manuel de Gama y su “Panegiris deSanJosé”,en Las Tres Gracias o en La luz del faro de Or-colaga, en Fernándezdel Rincón y sus lindos sonetosa labrevedadde la rosa,en el poemaconceptistade Miguel deReynaZeballossobreSan JuanNepomuceno,en el caldero-niano Alejo Cossío,que imita el monólogo de Segismundo.

En cambio,Muñoz de Castro,GutiérrezGodínez,y quizáalgúnotro poetadelas Academiasquecomienzana apareceren Pueblay en México, se afananpor prescindirde galasinútiles, aunque por lo pronto sólo caen en el prosaísmo. GilRamírez,que hacedesfilarlas ciudadesde la NuevaEspañaentreepítetosconvencionales,no logra caracterizara ningunamedianteunavisión directay personal;pero en la descrip-ción de la “Pirámide Gastronómica”—que él recogecomoanónima,aunquetal vez puedeatribuírsele—hayuna auda-cia de bodegónmexicano,pintura de frutas y comestibles,ytambiénun singularhumorismo,quecontrastanconel solem-neatavíoretóricodelas octavasreales,nobles“antañonas”noacostumbradasa estosdonaires.

El “resquemorcriollo” ha llegado ya a provocar inci-dentespersonales,y lanza gritos contra“los gachupinesquenos comen el maíz”, en las asonadasde indios y negros.

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Desde el siglo xvi, y no sólo entre los eclesiásticos,vienesonandola protestacontrael monopolio de los altos cargosde la Iglesia mexicanapor los españoles,uno de los motivosquehande empujaral clero secularen las luchasde la in-dependencia.(Recuérdesea Solórzanoen su Política india-na.) La temperaturaaqueha llegadoestesentimientopuedeahoraapreciarseen la agudamordacidadde un Pbro. Aven-daño, “vengadorde la nación criolla”, contraun Dr. Cosco-jales,aunqueésteseadeudode la Virreina; o en El muerde-quedito de un Villa y Sánchez,escritor tan quevedescoenverso como en prosa. El brioso apólogo de éste sobre “lacalabaza,el pino y el ciprés” late ya con un pulso nuevo.

Tambiénes un síntomade los tiemposla poesíade cró-nica roja, asesinatos,degüellos,hechos sensacionales,delcaciquezapotecaPatricio Antonio López,primer poetaindioen españoldesdelos días de Alva Ixtlilxóchitl. Su Breve,claro, llano, simple,narrativo yverdaderoromancehacepen-saren las “tragedias”de Españay estáen la línea folklóricadel “corrido” mexicano. El género amanece con la Breverelación a la muertede Felipe III (1621), y puedenseña-lárseleraícesmásantigüasen Arias de Villalobos y en San-doval Zapata.Sor Juanaha dicho: “Un corrido es lo mismoqueuna jácara.”

En cuanto a fray Juande la Anunciación,abate floridode la provincia, queapenasempezamosa conocergraciasadon Alfonso Méndez Plancarte,es unaverdaderasorpresa.Ultimo fruto del Siglo de Oro novohispano,se lo tomaríapor directo e inmediatoprecursordel Modernismoy del pri-mer RubénDarío. Suvirtuosismométrico paseapor el “mi-nué” (endecasílabode gaita gallega) para cortejar a unadamaenun jardínoparapintarun amanecer;ensayael enea-sílabo (tan vetusto como olvidado y lleno de porvenir), ensu Tonoa SantaRosade Viterbo; fluye en la musicalidaddel romancillo al “Amor tirano”; juegacon las seguidillasaCupido, sin miedo a la locución vulgar (“por mi vida quetelos casque”);charlaen los romances,divertidas“mañanitas”en las Glosasde reventarde esquina;intentadécimasen undesusadometro de trece,sin contar otrasperegrinasinnova-ciones;y sostienesiempreun tono lírico y una travesurain-

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confundibles.Losorígenesy la formaciónde estepoetaestántodavíapor averiguar. Acasose los encuentre,másqueenla meratradición literaria, en los cantablesy en la música.RubénDarío confesabaantecedentesmétricosen los autoresdel GéneroChico.

Por último, el “ciclo cortesiano”o epopeyade la conquis-ta hacenuevosintentos. FrancicoRuiz de Leónversifica Laconquistade México de Solís en suHernandía;y aunquetalpoemasueleconsiderarsecomola mejorobradel género,en-tiendo queel poetaesmásapreciadopor suobragongorino-religiosa, Mirra dulce,publicadaposteriormenteen Bogotá.En cuanto a la incompletaCortesíadadel P. Agustín PabloPérezde Castro,llamadogeneralmenteel P. Agustín Castro,sólo quedala referencia.

Perola poesíade tipo Seiscentistano tardaráen cortarselas alas, como contaminadade sobriedadcientífica, paraconformarsecon un vuelo menosremontado. Luzán, Mora-tín, el “buen gusto”, el prosaísmocostumbrista,nos envíansus influencias. Naturalmente que el Siglo de Oro no se dejaderrotaren un día. Así como en el púlpito aún se oye laoratoria “gerundiana” —pues, junto anuestrosGongorillas,tuvimos nuestrosParavicinosde andarpor casa—,así haymuchospoetas menoresque, como decía Urbina, al pasar

deun siglo aotro su bagajedeversos,no hicieraotra cosasinolograr prolongarla ensordecedoragarruleríao el rimado pro.saísmo, de cepa genuinamenteespañola,ya un tánto modifi-cado aquí y allá. - - por el pseudoclasicismode la recienteescuela.

Y Urbina mandaen el montóna los Larrañagas,a JoséAgustín de Castro (no confundirlo con el P. Agustín Cas-tro), Gonzálezde Zárate,Rueday Berañejos,Carlos y Ma-nuel Calderónde la Barca, Franciscoy Elvira Rojas y Ro-cha. Entradoel siglo xix, hay todavía un gongorino, JuandeDios Uribe,autorde un elegantesonetoa unafuente“muyrica de jaspes,pero sin agua”.

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VII. LA ERA CRÍTICA (XVIII-XIX)

1. EL SIGLO xviii es épocade intensatransformaciónparaelorbe hispano. A partir del advenimientode los Borbones,se percibencambiosprofundos. Se liquida una jornada. Laerade creaciónartísticaentregasussaldosa la clasificación,la crítica y la historia. En cierto modo, a los ateniensessu-cedenlos alejandrinos. La Nueva Españaha alcanzadolamayoridad.

Si en el siglo xvii dominaron los intereses poéticosde la cultura, en el xviii domina el interés social. Lostrabajadoresdel espíritu,varonesde laboriosidadincreíble,asumenun aire de escritoresprofesionalesy se consagran,por unaparte,aponeren ordenla tradición; por otra,a edi-ficar unanuevaconcienciapública,recogiendolas novedadesdel pensamientoeuropeoy dandoexpresión,ala vez, al sen-timiento de un puebloquese sabeya distinto de la antiguametrópoli,queh.acomenzadoa llamarsepatria. Los hombresrepresentativosde estacrisis suelenseraun tiempo teólogos,filósofos, historiadores, anticuarios, cultoresde diversascien-cias,humanistas,literatos y periodistas;condición enciclo-pédica que debe tenersemuy presente,ya que no podemospresentarlosaquíen todassus facetas.

Son rasgosde la épocala adopciónde unafilosofía delo inmanente(que no niegalo trascendente),la concepcióndel filósofo comociudadanodel mundo, la nociónrevolucio-nariade quela autoridadse origina en la voluntaddel pue-blo, la condenaciónde la esclavitudnegrao indígena,la rei-vindicaciónde la cultura prehispánica,el sentidode la na-cionalidad mexicana,y por último, el auge de la culturaclásica;la cual vino a ser, si no la determinante,al menosla noble madrinade la futura independencia.

2. La lingüísticaindígenasigue desarrollándose.El his-toriadorClavigerohablabay escribíael náhuatl, el otomí yel mixteco, aménde conocerlas gramáticasde otrasveinte

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hablasdel país. JoséAgustínAldamaescribióel mejor tra-tadode lengua aztecaconocidohastaentonces.

Pero el apogeode la latinidad es,sin duda, la caracte-rísticamássingularde la época.* Considerandolos tempra-nos orígenesy la continuidadde los clásicosen la NuevaEspaña,ha podido asegurarCarlos GonzálezPeña:“Si al-gunatradición literaria puedeseñalarsea México, ella es laclásica.” Ahora bien, en el siglo xviii el latín deja de seruna lenguamuerta,unamera disciplinaescolaro un juegode certamenpoético, paraincorporarsede pleno derechoenla vidade la literatura. No sólo se vuelve cosapropia por lamaestríacon que se lo cultiva, sino por el decididoespíritumexicanode nuestroshumanistas.

Debe recordarse,en primer término, a los jesuitas,queprontoseránexpulsadosde todoslos dominiosdeEspaña(25de junio de 1767). En Italia, en la emigración,continuaránsu obra con los ojos puestosen México. Su hostilidadhacialos Borbonesha de mezciarsede algún modo con las nove-dadesdel pensamientoeuropeoy de la teoría política fran-cesa,para determinaresa marañade motivos heterogéneosqueencontraránsalidaen la rebelión nacional. Puesel ma-yor vínculo entrela colonia y la metrópoli era la Iglesia, yel núcleo de la accióneclesiásticaestabaen la CompañíadeJesús.

Por lo pronto,el destierrode los jesuitasdejaa la socie-dad americanasin tutoresespirituales.**

Perosi el conocimientoparticular,técnico,careceen ade-lantede armoníay de sistema,y marchacomoen orden dis-perso,ni ello es peculiarde México, ni se debesólo al destie-rro de los jesuitas. Es un fenómenogeneralde la culturaeuropea.Destruidoslos antiguoscuadros,el conjuntose frag.mentaamodo de rompecabezas,en tanto queel liberalismocientíficoobtieneunanuevaorganización. Ésta,por desgra-cia, resultaráefímerao muy distanteaúnde la meta, segúnlo sabemospor las catástrofesbélicasdel siglo xx. En ellas

* Cfr. G. Méndez Plancarte, “Indice del humanismo mexicano”, Ábside,México, 1944, y Los fundadoresdel humanismomexicano,Bogotá, InstitutoCaro y Cuervo, 1945.

* * G. Decorme, S. J., La obra de los jesuitas mexicanosdurante la épocacolonial, 1. México~1941.

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se liquida el olvido de los fines éticos,en mediode unapas-mosaaceleraciónde las técnicas.

En la pléyadede humanistasdel Setecientosno figuransólo los jesuitas,sinotambiénel clero secular y miembrosdevarias órdenesreligiosas,mexicanoso mexicanizados,todoslos cualessoncomounosprecursoresteóricosy máso menosindirectosde la independencia:

El siglo xviii fue, dentro de los límites impuestospor elrégimenpolítico de la colonia, acasoel siglo de mayor esplen-dor autóctonoquehatenidoMéxico. En lossiglosxvi y xvii, sibien el país produjo un grupo de grandese interesantesfigu-ras. . ., la vida intelectualera dirigida por europeos... el si-glo xix, enMéxico, no hasido inferior en talentopuro al XVIII;pero tal vez lo ha sido en el saber,en el trabajo intelectualacrisolado. La vida pública —carrera de pocosbajo los virre-yes—ha absorbido las mejoresenergías de México en el siglode independencia,y la labor intelectualno ha sido, paralosmás,sino una treguamomentáneaenmedio a la acción políticay social... Los últimos añosdel siglo XVII —añosen quebri-llan Sor Juanay Sigüenza—abren la épocade esplendorinte-lectual autóctonoque se extiendea todo el siglo xviii. No fueéste, aquí, siglo de gran literatura castellana (tampoco lofue, hablandoen todo rigor, en España):los mejores poetas,como FranciscoRuíz de León, eran gongorinos retrasados. Elculteranismoproducíaunaque otra flor fugaz y delicada. Lapoesíalatina, encambio, tuvo cultivadores famosos,de los másilustres entrecuantosen ios tiempos modernoshan pulsado lalira clásica:Diego JoséAbad; Francisco Javier Alegre; RafaelLandívar, guatemaltecoeducadoen México, cuya vida rústicadescribió magníficamente: todos ellos hijos de la Compañíade Jesús(P. HenríquezUreña) .~

3. Abad tradujo a Virgilio y escribió un poemalatinoen hexámetros,De Deo, DeoqueHomine, compendiode ladoctrinateológicaseguidode unavida de Cristo. Se elogianen él la concisiónsentenciosay grave, “el arte conquellegóaencerraren tan limitado espaciotodala economíadel cris-tianismo” —aun dejandositio a ciertas alusionesde temasmexicanos:el Pico de Orizaba,la flor de la “pasionaria”, laluciérnaga,la Guadalupe—,y la oportunidadde las efusioneslíricas con queanimala materiadidáctica. Se le objeta el

* Antologíadel Centenario,II, 661-2.

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no estarexentode resabiosdel cultismomanido o alambica-miento adquiridosen la frecuentaciónjuvenil de la Argenis,de Barclayo. Sejustificansusneologismosporlanovedaddelasunto. Se advierteque,con los años,suestilo llegó a unagran tersura. Puso en latín el sonetode Guevara“No memueve,mi Dios, paraquererte”. Cantótambiénal protomár-tir mexicanoSanFelipede Jesús.

El teólogo e historiador Alegre, preclaro latinista y “or-namentograndede la emigraciónjesuítica”, cuyo estilo hamerecido compararseal de Melchor Cano,habíadado suspruebas en el poema Alexandriados—conquistade Tiro porAlejandro—,obrade mocedadquesiguiópuliendoy aumen-tando,peroqueno pasade serun nobleejercicio. Lo propiopuedeafirmarsede suéglogaNysus,imitación de la segundaégloga de Virgilio, superada en la traducción que de ella hizoJoaquín Arcadio Pagaza. Su verdadera hazaña fue poner enlatín la Ilíada (y aun la Batracomiornaquia),aunque,comodecía Ugo Foscolo, resulte una Ilíada mucho más virgilianaquehomérica. Entresuspocosversoscastellanosfiguran susmedianastraduccionesde las Sátiras de Horacio y la afor-tunadaparáfrasisde los tresprimeroscantos del Arte poé-tica de Boileau,realzadaéstaconliberalesensanchesde doc-trina, comocorrespondea un hijo de la tradiciónhispana,yenriquecidacon notasde peregrinay sabrosaerudición,queacaso se vio obligado a redactar de memoria y sin tener tex-tos a la vista.

Landívar,con su poemalatino RusticatioMexicana,* esel Virgilio de nuestrapoesíay se sitúa en la línea de Bal-buena y don Andrés Bello. No sólo pinta nuestro campoy sus habitantes,sino tambiénsus trabajos,ocios y esparci-mientos: los lagos y volcanes—especialmentela aparicióndel Jorullo—, las cataratasde Guatemala,los manantialesyfuentes salutíferas, la campiña oaxaqueña, el valle y la ciu-dadde Tepic; la cochinilla o púrpuramexicana,el guajolote,la chachalaca,el tordo,el zopilote, la torcaz,el zenzontie,elcolibrí, la vida y cazade los castores,las fieras; el cultivo

* Traduccionesen verso: parciales,José María de Heredia,JoaquínArca-dio Pagaza,Dávalosy Mora; íntegra,P. F. Escobedo.Traduccionesen prosa:1. Loureda y OctavianoValdés.

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del añil y de la caña de azúcar, los rebaños, la ganadería yeluso delas lanas,el laboreoen las minasde oroy plata; laschinampasde Xochimilco;corridasde toros,peleasde gallos,paloensebado,juegode pelota. Granpoetaneolatino,sumé-rito no se limita a laproezalingüística. Sin dudaes el únicoen suépocaqueposeevalor universal. Sólo le faltó —diceMenéndezy Pelayo- haberescrito en lenguavulgar, paraarrebatarla palmaen el génerodescriptivoa todoslos ame-ricanos,sin exceptuaral cantorde La agricultura en la zonatórrida. En él se aprecia,mejor queen ninguno,hastaquépunto el latín habíavenidoaconvertirseen un medionaturalde expresión. Si la llamada“poesíajesuítica” padeció,engeneral,por su índolede artebizantinoaplicadoa juegosdeingenioy no alimentadoen el aire de la vida, otro es el casode Landívar, cuya auténticainspiración,visión dinámica ybravía, amorosa contemplación idílica y amenidad constantelo levantanmuchoscodossobreel nivel medio de la escuela.EntresusinfluenciasposibleshayquemencionaraPoliziano,a Frascatorio, a Pontano; pero la principal influencia que harecibidoes la verdadde América,sin queobstenlas largurasy los convencionalismosestéticosy mitológicos propios delgéneroy de la edad.

Algunos nombreshay que añadir al ciclo de poetashu-manistas. Limitémonosarecordarlos principales. El jesuitaAgustín Castro—autor del ya mencionadofragmentoépico,La Cortesíaday de cierto Tratado de Prosodia—describióen metro latino las ruinasde Mitia, tradujo aFedro,Séneca,Anacreonte,Safo,Horacio,Virgilio, Juvenal,Milton, Young,Pope,Boileau,Gessnery el seudo-Ossian;y en versocaste-llano, compusounadescripciónde Antequerade Oaxaca. Sucuriosidadera universal. Pusoa Bacon en español,escribióde anatomía. Y en sus epístolasHoracianas, comentó aLope de Vegay dejóunanueva“arte poética” construidase-gún ios monumentosde la literaturaespañola.Pero susobrasquedaronmanuscritasy andanperdidasen los archivosde sudestierro—Ferrara,Bolonia, Forlí, Castel San Pietro—, ysólo nos quedala referenciade su empeñopor reducir laantigua métricacuantitativaa la modernamétrica silábica.Lo cual no fue en él, como en el Carduccide las “odas bár-

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baras”, una mera transportación poética, sino, además, elefectode una teoríaequivocadasobrela identidadde ambasmétricas, teoría de que todavíaen nuestros tiempos partici-pabaLeopoldo Lugones.

El filipenseJulián GutiérrezDávila dejómanuscritaunaHistoria mitológica en que parafraseae imita a Ovidio ya otros antiguos. Suversoofrece la singularidadde usaraveces“semiconsonantes”o “acordes”(“batalla, estrella,ma-ravilla”), sistema queposeealgunosvagos antecedentesenManrique,Villegas, Quevedo,Sor Juana,y quevolvió aserinventadoen nuestraépoca,independientemente,por DanielCastañeda(Teoríageneralde la rima, México, 1935),y porJulesRomainsy GeorgeChennevi~re(Petit Traité de Versi-fication, París,1923), apartede quelo hayanempleadopoe-tas españolescontemporáneoscomo Enrique Díez-Canedo,desde1910por lo menos. Su Canciónde Polifemodebeaña-dirse a la ilustre descendenciadel Idilio XI de Teócrito(Carrillo y Sotomayor,Góngora, Lope) y es, a la vez, supáginamás feliz y la másceñida al original ovidiano*

El Pbro. Cayetanode Cabreray Quintero fue traductorde Juvenaly nuestroprimer traductorde Horacio, poetala-tino y castellanoy prosistadesafortunadoen su pesadísimolibro histórico Escudode armasde la ciudadde México. Enel Himeneocelebrado,a los desposoriosdel PríncipeLuisFernandoy la PrincesaLuisa de Orleáns,junto aseiscantosen españolde estilo gongorino,hay dos latinos con inspira-ción de Claudiano. Escribió, además,otro poemalatino enhonor de Eguiara y Eguren;200 epigramas,traducidoslamayoría en décimascastellanas,varias series de himnos yodas sacras,algunasloas y unacopiosacosechade poesíassueltas. Todavíase aseguraquecompuso,ademásde El irisde Salamanca,unacomediaen náhuati,La esperanzamalo-grada. Si no poetade gran aliento, fue artistaelegante. Enél se atemperanya, aunqueno en lostítulos, las puerilidadesde otros días,comolo muestrasu “Predicaciónde SanFran-cisco ala aves”.El tema—no la forma por cierto— parece

* Entre la descendenciamexicanaMontes de Oca y Pesado. Ver A. Mén-dez Plancarte,“La Historia Mithologica de GutiérrezDávila”, en Ábside, Mé-xico, 1941, Y, 5 y 6.

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trasladarnos a aquellos candorosos albores del teatro misio-nario.

El carmelitafray Joséde SanBenito, españolde origen,vivió en México y aquí publicó sus poemas latinos sobreJosé,el Hijo Pródigoy el rico Epulón. El P. AndrésDiegoFuenteses autorde un poemalatino guadalupano;el P. Vi-cente López, de unos himnos latinos a la Guadalupey unAprilis Dialogus,y elP.JoséMarianoIturriaga deun poemalatino sobrela evangelizaciónde California cuyapublicacióny traducciónha ofrecidodon GabrielMéndezPlancarte.JoséRafaelLarrañagatradujoaVirgilio en metro castellano, pri-meraversióncompletahechaen México, aunquenadareco-mendable. Su hermanoBruno JoséLarrañaga,entre otrascomposicioneslatinas y castellanas,anuncióunaMargileida,consagradaal elogio de fray Antonio Margil, en centón deversosvirgilianos. Mociño y Alzate se encargaronde hacerjusticia a los Larrañaga.

La general decadenciade nuestrapoesía—y de toda lapoesíacastellana—de fines del siglo xviii, envuelveen su gé-lido prosaísmo esas postreras manifestacionesde la poesíalatina en nuestraépocacolonial. Hay, sin embargo,unavalio-sa excepción:el poemalatino en cien hexámetrosque consti-tuye el cantoII del Poemapanegírico,hispano-latino,dedicadoa la InmaculadaConcepción...por el franciscanofray JosephPlancarte,noble poetacasi ignorado por nuestroshistoriado-res, pero quizás superior a todos sus contemporáneosy aunal propio fray Manuel de Navarrete, de quien fue, en ciertamanera,precursor (G. MéndezPlancarte).~

4. Cuando Sigilenza y Góngora, al sobrevenir el incen-dio de las CasasConsistoriales,se arrojó denodadamenteentrelas llamasa fin desalvarioslibros y códices:“por amorde las letras y de la patria”, según ha dicho el P. Cavo,parecequehaya ejecutadoel acto simbólico de esta épocaque reseñamos.No es otro, en sustancia,el afánquemuevea loshermanosTorresTuñón,mexicanospanameñosquejun-tarondiligentementelos testimoniosde nuestropasadoen la

* PedroRodríguezArizpe publicó en 1748 una Instrucción para hacer ver-soslatinos, reimpresaen 1806, lo que pruebala perduracióndeestacostumbre.Posteriormente,Manuel Calderón de la Barca publicó en versounos Preceptosde latinidad.

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BibliotecaTurriana,legadapor ellos ala Catedralde Méxi-co. Los humanistasdel XVIII, poseídosdel ansia histórica,sabenqueala memoriaincumbela conservaciónde las cul-turas.Lasantigüedadesmexicanas,la biografía,la bibliogra.fía, ocuparonparteno pequeñade susdesvelos.

El P.Agustín Castro,a quienconocemosya comohuma-nista, poetay hombreuniversal,habíatrazadoel plan paraunahistoria de la literatura hispanoamericanaque dejó enlos comienzos. La tarea de inaugurar tales estudios estabareservadaa Joséde Eguiaray Eguren. Éste,con intenciónpolémicacomparableala del joven Menéndezy Pelayocuan-do salió en defensade la ciencia española,se enfrentaconel deánalicantino ManuelMartí, quiense dejó decir queenAmérica—y singularmentecitó a México— todo era igno-rancia. AunqueMartí habíarecibidoencargode compaginarpara la imprenta la Bibliotheca Hispana Vetus de NicolásAntonio, no parece que se tomara el trabajo de consultar laBibliotecaHispanaNovadel propio autor,cuyasconstanciashubieran bastado para frenar su desatinado aserto.

Eguiara y Eguren va a refutarlo. Hace traer de Españauna imprenta “ad hoc”. Emprende, en latín, su BibliothecaMexicana, nuestraprimera bibliografía metódica, que pre-parala descendenciade Beristáin,Icazbalceta,Pasoy Tron-coso,Andrade,León, Estrada,Teixidor, Valle, etc., e inicialos ensayossobrela historia cultural de la Nueva España.En los prólogos o “anteloquia”, reseñalas manifestacionesde la educación, las ciencias y las letras mexicanas, desde laépocaindígena.* Hay en sus páginasunaexaltaciónque lolleva a exagerar el elogio; pero la base documental es vahosísima y el espíritu de la obra es ya nacional.

Sobresaleentrelos historiadores,y es el primero en or-ganizarunaexposiciónmetódicade la civilización indígenay de la aportaciónhispánica,el abateFranciscoJavierCia-vigero, teólogo,sabio,humanistay poligloto, como lo erancasi todos en este fugaz Renacimiento Mexicano del siglo xviu.Aparte de cosassecundarias(la Historia de la Antigua o

* Juan José de Eguiara y Eguren, Prólogos a la Bibliotheca Mexicana.Nota preliminar por F. GómezOrozco; versiónespañolaanotadacon un estu-dio biográficoy la bibliografía del autor por A. Millares Carlo, cd. bilingüe,México, Fondo de Cultura Económica, 1944.

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Baja Colifornia), su libro por excelenciaes la Historia anti-guade México, publicadoen el destierro,y completadoconunasDisertacionesen querefutalos erroresdifundidossobreMéxico por Paw, Buffon, Raynal y Robertson. Etnógrafoconsuniado,queentiendeya la historia comodescripcióndelcarácterde un pueblo,su obraesbaseindispensable,y con-servaaúnsu valor, apesarde rectificacionesparciales. Suexactitudy suprecisiónno excluyenlaamenidad.Su métodoes justo; su estilo, claro.

Le siguen en importanciaMariano Fernándezde Eche-verría y Veytia con su Historia antigua (incompleta) que,por referirsea la dinastíatezcucana,sirve de prólogo a laobra de Clavigero, la cual singularmentese contraea la az-teca;elcaballeroLorenzoBoturini Benaducci,gran coleccio-nador de materialeshistóricos, algunosde los cuales apro-vecharíaVeytia, pero que se hanperdidoen gran parte, yelP.AndrésCavo,consu Historia civil y política deMéxico,desenterradamástardepor Bustamantebajo el título, hartodescriptivodel asunto,Los tres siglos de México durante elgobiernoespañol,libro queasuvez puedeconsiderarsecomola continuaciónde Clavigero.

Don Julio le Riverendproponeuna clasificación orienta-dora: divide aestoshistoriadoresen neoclásicos—en gene-ral, los jesuitas: Clavigero, Cavo- y barrocos—Veytia,Boturini—; y me hacenotar,en Boturini, cierto carácterdeprecursor del “Baedeker”, así como su intento de aplicar aMéxico el esquemade Vico (edadesde los dioses,de los hé-roes y de los hombres);y en Veytia, la contemplaciónde loshechosde la historia indígena(muertesde príncipes,etc.) atravésdel prisma “versallesco”de las cortesde Europa.

Por último, PedroJoséMárquezdel Rincón,ManuelFa.bri y Juan Luis Maneiro contribuyen, cada uno por su estilo,a la conservación del pasado nacional.

Márquez, doctísimo comentadorde Vitruvio y de Plinio,da a conocer er~Italia, ante las sabiasacademiasde Floren-cia, de Roma y de Bolonia, los antiguosmonumentosde laarquitecturamexicana,y no se desdeñade explicar a sus lec-tores italianos el origen aztecadel chocolate y de la jícara.Manuel Fabri y JuanLuis Maneiro, finalmente,consagransu

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maestríaen la lenguadel Lacio a levantar—con aquellasbio-grafías dignasde Nepoteo de Plutarco (sobreAbad y Alegrerespectivamente)—un monumentoaere perenniusa sus egre-gios hermanosy compatriotas(G. MéndezPlancarte).

5. Podemos considerarel siglo como dividido en dosetapas,máso menosde sesentay decuarentaaños. La pugnaentreel pasadoy la novedadinvade los órdenesfilosóficosy científicos. La crisis se aprecia, en su movimiento acele-rado de una a otra etapa, ante todo en la obra de los pensa-dores;pero también podemosseguirlahastacierto punto enios movimientosde la opinión, segúnadelantese explica.

La nuevafilosofía, muchomáseclécticaquepuramentecartesianacomo se ha dicho, hablaparaMéxico, aquí mismoo desde la emigración, por boca de Díaz de Gamarra, Cia-vigero, Guevaray Basoazábal,Campoy, Márquez, AgustínCastro,Manuel Mariano Iturriaga, JoséMariano Iturriaga—queahoraresultatambiénpoetalatino—, Maneiro—esti-mable poetacastellano—,a cuyascampañaspor renovarlateologíaescolásticase uneel Br. Miguel Hidalgo, futuro Pa-dre de la Patria; todosellostenidospor “doctoresharto mo-dernos”. En el diálogo de Clavigero, “Filaletes”, el amantede la verdad,vencea “Paleófilo”, el amantede lo antiguo.En la filosofía estética,especialmente,se ejercitaPedroJoséMárquez, autorde un tratadoSobrelo bello en general.

Se desarrollanlas cienciasfísicas y matemáticas.

Observacionesastronómicas(especialmentede eclipsesyde pasosde planetaspor o cerca del disco solar), determina-ción de situacionesgeográficas,trazo de mapas,proyectosdedesagüesy carreteras,examendelos terrenosy minasdel país,clasificación de la flora, análisis de las propiedadescurativasde plantas y animales, reglas para industrias, redacción deleyes,descripciónde monumentosde la civilización indígena—todo lo abarcaronel esfuerzoy la curiosidadcientífica deestos infatigables experimentadores,que agregabana su tra-bajo de gabinetela publicación constantede libros, propioso traducidos por ellos, de folletos y de periódicos... La es-casezde medios parael cultivo de las cienciasen México losobligó muchasveces.., a fabricarseaparatospara sus expe-riencias; pero a menudo veían recompensadossus empeñoscon el aplausode corporacionesy sabioseuropeos. Ellos die-ron comienzo a la empresade estudiar científicamente,en

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conjunto,el país; de lo que hicieron dan testimonio todavíasus obrasy la opinión de Alexandervon Humboldt y de otrosmenoreshombres de ciencia. Si esta labor científica del si-glo xviii ha sido igualada en México durante el xix, cierta-menteno ha sido superada(P. HenríquezUreña).

Tal fue la ímproba tarea que realizaron Alzate, Gamboa,Velázquezde León, Gama,Bartolache,Mociño, a quien con-tinúanLa Llave, Lejarza,Oteiza.

El cuadroanterior,diáfanoen la obra de los escritores,se completaal investigarlo queacontecía entre la gente me-dia, los vecinos y hastalos “vendedoresde pomadas”,laopinión y el ánimo públicos, mudos testigos y sujetos dela transformacióncultural. ¿Cómo averiguarlo? Poseemosun índice, un termómetro, en los papeles de la Inquisición,propia energía retardataria.* El estudio dé los respectivosprocesospermite ver cómo las restricciones—fuera de losextremos agónicos del último instante— van desvaneciéndosegradualmenteen la práctica,aunquesigan vivas en el pre-cepto. Y esto, por una doble causa:la presiónexternaqueejerceel pensamientodel siglo y que resultaen mil ardidesde violacióny contrabando;y el aflojamientointerno de lavigilancia inquisitorial, prueba no menor del espíritu domi-nante.

La censura—relativa o absoluta—se aplica a publi-caciones,estampas,barajasy personas.En la segundaetapao etapaagónica,se atreveya convirreyes,arzobispos,altosfuncionarios,militares y marinos,y con los propios filóso.fos americanos, como Gamarra, Echeverría, Del Valle, etc.;y, bajo el virrey Branciforte, en quien se supone un excesivocelo de converso,la mismahostilidadexageradadescubrelapopularidadcrecientede las ideasfrancesas.Peroal mismotiempo,se encuentranentoncesdictámenesinquisitorialesdesuma liberalidad y tolerancia. Explicablescontradiccionesenel accidentadocaminode la modernidad.

El examen de las publicaciones tachadas indica, entre loextranjero,un máximo de lecturasfrancesas,al quesiguenen menor escalalas inglesas,las italianasy, en contadosca-

* MonelisaLina Pérez-Marchand,Dos etapasideológicasdci siglo xviii enMexico, a travésde los papelesde la Inquisición, México, El Colegio de Mé-xico, 1945.

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sos,las norteamericanas.Durantela primera etapa,se tratasobretodode obraspiadosasirregulares,herejías,supersticio-nes,desacatosala religión,al clero,ala autoridad,y se tras-lucenciertaspugnasentrelas órdenesmilitantes. Durantelasegundaetapa,aumentael receloantela filosofía, la políticay la ciencia,indicios de sumayor difusión. “Hasta las cáte-dras de oposición de Universidadse hansecularizado”,ex-clamaen 1756 un agustino. Y en 1781 se oye la quejadeque la Inquisiciónno seafreno suficientecontra las “obrasdel buengusto”, lo quemezclaen uno la causade la reacciónideológicay la literaria.

Entretanto,de uno u otro modo y con diversa fortunasegúnsu respectivocarácter,se han filtrado en la NuevaEspañalos escritoso las ideasde Descartes,Bossuet,Voltaire,Bayle,Raynal,Condillac,Malebranche,La Bruyére,Fénelon,Rousseau,Montesquieu,D’Alembert,La Mettrie, Maupertuis,Volney, Diderot, Gassendi,Newton, Locke, Adam Smith, elviajero Robertson,Filangieri, Leibniz, Biblias castellanizadasporherejes,Calvino,William Penn;algunavez, el Plan de laRepúblicaJesuíticadel Paraguay;y aun se tachanpáginasde Feijoo y de los Ociospolíticosen poesíasde TorresVilla-rroel, último destellodel Siglo de Oro en España.*

Los papelesde la Inquisición escondentodavíaun tesorosobre la poesíasatíricacensuradaen la época. Las tenden-cias de esta literatura subrepticiasaldrána flor de tierraen el xix.

6. Entre el gabinetedel pensadory la opinión públicaseha creadoun nuevoenlace:es el periodismo. Desdefinesdel XVII aparecíanpapelesvolantes,cuandollegabana Ve-racruz la flota de Españao a Acapulco la Nao de China.En la primera etapadel xviii se publicanya con cierta re-gularidadlas gacetasde Castorenay Ursúa y Juan Fran-cisco Sahagún.En la segundaetapa,el periodismoes másactivo, conArévalo, Bartolache(su Mercurio Volanterecuer-da el título de Sigüenzay Góngora),Valdés, y Alzate ensuscuatrosucesivosperiódicos. En 1805,Vihlaurrutia y Bus-tamanteinician el Diario de México. En 1812,cuandolas

* Cfr. J. R. Spell, Rousseauin the Spanish World be/ore 1833, Austin,The University of Texas Press,1938.

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Cortesde Cádiz declaranla libertad de imprenta,Fernándezde Lizardi fundaEl PensadorMexicano.*

Naturalmenteque la prensaperiódica,en cuanto es ins-trumentopolítico, se condicionapor la libertad del pensa-miento. Estemismo hechoacentúael tono literario y cien-tífico de las primeras gacetas. Antes de El DespertadorAmericano,quelanza el grito de rebeldía(Guadalajara,20de diciembrede 1810),todoestabasometidoa censura,tantocivil comoeclesiástica.

Las manifestacionesperiodísticasen el régimen colonialson elocuentes en estesentido. La Gacetade MéxicoyNoticiasde NuevaEspaña,de Juan Ignacio de CastorenaUrsúa y Go-yeneche,y la misma Gazetaque en sustitución de la anteriorpublicó Juan Francisco Sahagún de Arévalo Ladrón de Gue-vara, lo mismo que los otros periódicos que se sucedieron,todos de vida efímera, hastala Gazetade México, fundadapor Manuel Antonio Valdés Murguía y Saldañaen 1784, nosdescribenfestejos, procesiones,grandesy fastuosas ceremo-nias religiosas,autos de fe; pero nadaque directa o indi-rectamente nos muestreel dolor, la inquietud, el anhelo delpueblomexicanoque,pormedio dealmasselectas,y en contrade todaslas prohibiciones, experimentabaya losprimerosbal-buceosde conciencia nacional.**

7. La prosava, pues,a manifestarseen el periodismoyen la luchapolítica. Pero todavía, antesde finalizar el si-glo, encontramosalgunosmoralistasde mentalidadun tantorezagada,como fray JoaquínBolaños y el Pbro. JoséMa-riano Acosta Enríquez,que parecenproponersetemasaca-démicosmuchomásquecontemplarla realidadde su tiem-po. Mientras los humanistas,aunqueescribíanen lenguadormida, teníanla inteligencia alerta y fertilizada al con-tacto de las verdadesoperantes,algunosociososse entreganasolitariosdevaneos.

De BolañosposeemosLa portentosavida de la muerte.Pudosernovela,y los pasajessatíricosy costumbristasanun-cian ya aLizardi. No lo logró: la seriede cuadrosno lleganaunirse siquieraen torno a la figura del héroe,que aquí

* A. R., “El Periquilio Sarnientoy la crítica mexicana”,en Simpatías yDiferencias, México, 1945, II, pp. 143 55., y Obras completas,IV, pp. 169Ss.

* * J. M. Miquel i Vergés, La independenciamexicanay la prensa insurgen-te, México, El Colegio de México, 1941.

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seríala Muerte. Pero estepersonajese deslíeen conceptoso se disfraza, según el caso, de espanto, de emperatriz, depícaro, paraagitar la danzamacabrade tétrico tinte medie-val y de quevedescapesadilla,entre las borrosasficcionesdel Demonio y el Pecado. Las ráfagasdel sermóntodo loarrastrany deshacen. Las predicacionesadelantanpenosa-mente,salpicadasde ejemplosbíblicosy ramploneríasampu-losas. Comoen Horacio,la Muerte lo mismopaseapor lastorresde los reyesquepor las cabañasde los pobres. Temarancio en todaslas literaturas,transportadode la EdadMe-dia hastala Españade los siglos modernospor Manriquey Quevedo,pero superiora la capacidadde Bolaños,quiensólo consiguedarnoscomoen embriónalgunosdesdibujadosaguafuertesparala futura novelística. Se adivinaya a Li-zardi (Breve sumarioy causaformada a la Muertey al Dia-blo, etc.).

Másapaciblees el Sueñode sueñosdel Pbro. AcostaEn-ríquez, autorde transición entreel barrocoy el neoclásico,de quienpocose sabe,aunqueya hancomenzadoa aparecersus versos religiosos. Vivía en Querétaro,dondesitúa susueño. Hilvanael discursode cualquiermodo,a lo quevayasaliendode la pluma. Evoca las sombrasde Cervantes,Que-vedo y TorresVillarroel, sus inspiradores. No logra enten-derseadóndeva ni qué se propone,y parecemoversesiem-pre en el mismositio. Viaja por el Diccionarioy por la Bi-blia; alardeadelecturasmédicasmodernas;tambiénse codeaconla Muerte;traea colaciónlas figurasdel Cuentode Cuen-tos y añadealgunasde su minerva; y acabacon un sonetodeplorablesobre“la Carrerade la Tauromaquia,desdecuyaorilla se delinea la Alamedade la Ciudad de SantiagodeQuerétaro”.

Si se comparatodo estocon la obra de tantoscontempo-ráneoscorno hemos visto consagradosa labores de mayorenjundia—y aquienespuedenañadirselosnombresdeLópezPortillo y Galindo, Vélez Ulibarri y Rivera Guzmán, todoslos cualessupierondar dignidada la oratoriasacra—,estosdesteñidosensayistasresultangenteatrasaday provinciana,afligida de aquella insustancialidadalegóricaque inficionóel púlpito y a la queni siquieraescapóGracián,su excelso

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abuelo. Éste,en efecto, tuvo un día la mala ocurrenciadeanunciarque leería, en el próximo sermón,unacartareci-bida de los Infiernos. Sussuperiores,con muy buengusto,lo mandarona tomarel airedel campo.

8. En el teatro dominanirremediablementelas obrasex-tranjeras,aunqueno escaseanen las gacetaslas mencionesde obrasnacionales,conomisiónde autores.Predominan,en-tre losdramaturgosespañolesdelSiglo deOro,Calderón,Bel-monte Bermúdez,Moreto, Rojas Zorrilla, Montalbán,Vélezde Guevara,etc. Los bibliógrafos,como Beristáin,permitenlevantarunalista deunosveintedramaturgosmexicanos.Haycomedias,coloquios, bailes, “heroicos” y “pantomimos”, yciertasrepresentacionesgratuitaspara el pueblo llamadas“guanajas” (“arrabales”). Sabemosde CabreraQuintero ysus obrasen españoly en náhuatl; del P. Castroy sus Tro-‘vanas; de Iturriagay sustres traduccionesde Metastasio;deSartorioy sus “coloquiosde la Purísima”;de Santosy Sala-zar, que tambiéncomponíaen españoly en náhuatl; de Eu-sebioVela, quedemuestragrandeactividad teatralen temasnacionales;del “arrastradoy prosaico” versificador JoséAgustín de Castro,autor de sainetescostumbristascomoLosremendonesy Los charros; del jesuita españolSacrameña;del Br. JoséBeltrán;del Pbro. PérezFuente. Ningunopodíacompetircon Calderóny Moreto, aunquemuchos,comoRo-dríguezde Ledesma,Franciscode Soria, tal vez JuanArrio.la, los imitan de cerca. Soria parecehabersido el másgus-tado.

Acasola mayor novedadseala introducciónde la óperapor el Pbro.Manuel Zumaya,maestrode capilla de la Ca-tedral, autor de la Parténope,y también de un drama, ElRodrigo,y otras óperasmás,ya originaleso traducidasdelitaliano.La irrupción dela óperaitalianaes manifiestaen losprimeros años del XIX: El barbero de Sevilla alternaconlas piezasmexicanasdel músicoManuel Corral —La madrey la hija, Los dos gemelos,letra de Roca—y las operetasde FernándezVilla, como La nochemásventurosa. La zar-zuelase habíapopularizado. La tonadilla escénicacompetíaconel teatro. Prontoel sainetede D. Ramónde la Cruz serácalificado porlos gacetilleroscomoel géneropreferible.

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La censurahabíacomenzadoa cernir muy fino en lasúltimasdécadasdel xviii. Jia podidosostenersequeel teatromexicano,a finesdel siglo, se escribíamásque se represen-taba. Todo es posible:la independenáalo encuentraen es-tadode postración.*

9. Otrosapremios,queno las letras,agitabanya los es-píritus. Los neoclásicos,los árcades,van a intentar, hastadondepueden,unarestauracióndel gusto. Suspreceptossemezclanen singularconsorciocon los resabiosdel cultera-nismo, al que —en último análisis— se debenciertasele-ganciasde estilo que, aquíy allá, ponentoquesvivos en lamonotoníadel gris académico.Hechaslasreservasqueresul-tan de cuantohastaaquíllevamosdicho sobreotrosórdenesde la cultura, puedetodavíasostenersequeel caudalde cien-cia fue superiora la inspiraciónpoéticay a la crítica. To-candoapenasla frasede un autorizadohumanista,digamosque Carlos IV, en su magnífico caballode bronce,presideorgullosamentela decadenciade las letras.

* J. R. ~pell, “The Theater in Mexico City, 1805-1806”,Hispanic Review,1, 1’ de enero de 1933, pp. 55-65.

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Bibliotecade AutoresMexicanos. Imprentade V. Agüeros. México.Biblioteca del EstudianteUniversitario. Bajo la dirección de Fran-

ciscoMonterde. Imprenta Universitaria. México.Colecciónde Escritores MexicanOs. Bajo la dirección de Joaquín

RamírezCabañas(hastaelnúmero6) y de Antonio CastroLeal(a partir del número11). Editorial Porrúa. México.

394

NOTAS ADICIONALES

P. 309 Primeros frutos del latinismo mexicano: Hay querecordaren primer lugar al mestizo fray Diego Valadés,grabadornotabley autorde unaimportanteRhetorkaChristiana (1579), unaño posteriora la RhetoricaEcclesiasticade fray Luis de Granada.(Ver prólogo de G. MéndezPlancarteal vol. Humanismomexicanodel siglo xvi, Biblioteca del EstudianteUniversitario, it

9 63.)P. 349 “La novela manuscritamexicanamás antigua de que

tenemosnoticia es La caída de Fernando, de Antonio de Ochoa,quedatadel año1662.” (ErnestR. Moore, “La primeranovelahistó-rica mexicana”, Revistade Literatura Mexicana, 1, n 2, octubre-diciembre de 1940, pp. 370 ss.)

395

INDICE DE NOMBRES

A la Corregidora (GutiérrezNájera), 264

A la poesía (Becerra),353Abad, Diego José,377, 384Abelardo, 160Aben-Tofail, 365Abreu Gómez, Ermilo, 351,

355, 357 n, 365, 392, 393Ábside,376 n, 380AcademicCulture in theSpan-

ish Colonies(Lanning), 349 nAcevedo, Jesús,202-3,208,215Acosta, Josefde, 311Acosta Enríquez, José Maria-

no, 387-8Acuña, Manuel, 362Adán, 308, 325Adriano, 308Adriano, Diego, 306“Affinités Electives. Vermeer

et Proust” (Huyghe) 65‘Afrodita’ (en Nervo), 266Agricultura en la zona tórrida,

La, 379Aguilar, Jerónimode, 339Agustín, San, 33, 91, 114, 301Agustini, Delmira, 270Al desengañode la vida (Sari-

ñana),361Alamán, Lucas, 250“Alarcón y las ~iestasde Balta.

sar Carlos” (Reyes),231Albarret, Madame,67‘Albertina’ (en Proust), 131Albertinedisparue (Proust),70Alburquerque,Duquede, 358Alcabalero, El, 328, 333

Alciato, 308Aldama, JoséA., 376Alegre,FranciscoJavier,377-8,

384Alejandro el Grande,378Alemán, Mateo, 349Alexandriados (M. Cano),378Alfonso el Sabio, 222Alfredo el Grande,33Algunos papelespara la histo-

ria de las Bellas Artes enMéxico (Estrada),180

‘Alí-Nur’ (en Stevenson),17Almaraz, A., 190Almazán, Juan de, 359Alonso,Amado, 329,331,333 nAlva, Bartolomé de, 348Alva Ixtlilxóchitl, Fernandode,

293, 297, 319, 348, 360, 373Alvarado, Fray Francisco de,

307Alvarado, Pedrode, 248, 325Alvarado Tezozómoc, Hernan-

do, 319Álvarez, P., 307Alzate, JoséAntonio, 381, 385.6Amada Inmóvil, La (Nervo),

266Amadís de Gaula, 275, 319Amor es más laberinto (Sor

Juana),368-9Amour et l’Art, L’, 65Ana, reina de Inglaterra,41Anacarsis,166Anacreonte,379Anales (Goethe), 81Anales de los Xahil, 285

397

Andanzas de Ichazotlaloatzin,293

Andler, Ch., 126n~Andrade,0., 261Andrade, Vicente de P., 382,

393Anfión, 161Angleria, PedroMártir de, 312Anjou, Fullc de, 34Annunzio, Gabriele d’, 131,

244, 258“Anónimo de los salmos”, 338Anselmo, San, 34, 91Anticristo, El (Ruiz de Alar-

cón), 343Antología (Onís),269Antología del Centenario (Ur-

bina), 271 n, 276, 377 n, 393Antonio, Nicolás, 382Anunciación, Fray Juan de la,

(siglo xv!), 307Anunciación, Fray Juan de la

(principios del siglo xvrn),373

Apello Corbulacho, Juan Car-los de, 372

Apollinaire, Guillaume, 202“Apostillas a Quevedo” (Re-

yes), 231Aprilis Dialogus (Fuentes),381Aquino, Marcosde, 318Aragón,Agustín,249Araquistáin,Luis, 115it, 225Arato de Soli, 371Arévalo, véaseSahagún,Juan

FranciscoArgenis (Barclay), 378Argüelles •Bringas, Roberto,

204Argüello, Santiago,200Arias de Villalobos, 328, 330,

352, 362, 373

398

Aristófanes,193Aristóteles,27, 100n, 150, 304Arminda, 350Arnhold, Ema, 80Arquímedes,103Arrázola, Joséde, 339Arrieta, Fray Franciscode, 359Arrieta, Rafael A., 269Arriola, Juan,389Art Romantique,L’ (Baudelai.

re), 284Arte doctrinal. - - mad.atzinga

(M. de Guevara),359Arte mexicanoen España, El

(Estrada), 179Arte poética (Boileau), 378Arte y Antigüedad(Goethe),72Artemidoro, 98Artigo de Goethesobrepalmei-

ras epaisagensdoBrasil, Um(Wittkowski), 81

Arturo, rey, 32-3Arvers, A. F., 258, 264Asbaje, Juana de, véaseCruz,

Sor Juatia Inés de laAsís, San Franciscode, 278‘Aspasia’ (en Nervo), 266Asturias, Miguel Ángel, 392Atala (Chateaubriand),77Atarva-Veda,290Atenea, 160, 165; AtenasPro-

makos, 254Augias, 196Aulio Plauto, 32Ausencia (Sor Juana),370Ausonio, 97Austen, Jane,16Auto del triunfo de la Virgen

(Bramón),350, 352Autos,farsasycokquiosdelsi-

glo xvi, 325“Autos sacramentalesen Espa-

ñay América,Los” (Reyes),327 n, 334n

Avendaño,Pedrode, 373Ávilas, los, 335, 362Avilés, Juande, 357Ayora, Fray Juande, 301Ayrolo Calar, Gabrielde, 360Azevedo, Francisco,358“Azorín”, 221, 229, 235-6,240Aztecas (Pesado),296Azul (Darío), 265

Bacon,Francis, 379Badiano,Juan,309Balbuena, Bernardo de, 315,

329, 336-7, 340-1, 362Baldwin, J. M., 210Balzac,Honoréde,99Ballescá,Santiago,249Balliol, John,35-6Bancroft, G., 73Banchs,Enrique,269Banquete(Platón), 208Banville,Th. de,258Barbero de Sevilla, El (Rossi-

ni), 389Barclay,John,378Barreda,Gabino, 187-90, 194,

208-11,244Bartolache,JoséIgnacio, 385-6Basacio,Arnaldo de, 302Batalla, Diódoro, 209Ba:racomiomaquia,378Baudelaire,Charles, 106, 201,

258, 263, 284Baudoin, P. A., 88, 90Bautismodel Bautista, 325Bautista,Fray Juap,300, 325“Bayeux y sus históricostapi-

ces” (Reyes),34 nBayle, Pierre,386Beaumont, Juande, 315

Becerra,Jerónimo,353Becker,C. L., 120Becket,Tomás de, 34Bécquer,G. A., 265Beethoven,Ludwig van, 153Belmonte Bermúdez, Luis de,

329, 352, 389Beltrán, José,389Beli, Clyve, 63Bello, Andrés, 143, 164, 242,

257, 260, 336, 378Belloc, Hilaire, 23, 48-9, 52Bembo, Pietro, 311Benavente,Condede, 325‘Ben-Saui’ (en Stevenson),17Bennett,Amnold, 26Berceo,Gonzalode, 201Bergson,Henri, 205, 207, 215,

370Beristáin y Souza,JoséMaria-

no, 348,382, 389Bernárdez,FranciscoLuis, 233Bernardo Carlos, duque, 80Bernardo de Balbuena,Biogra-

fía y crítica (van Horne),340, 393

Bernardoo Victoria de Ronces-valles, El (Balbuena),340

Berruguete,Alonso, 318Bibliografía de la novelamexi-

cana (Torres Rioseco),392Bibliografía de novelistas me-

xicanos (Iguíniz), 392Bibliografía de R. Foulché-Del-

bosc (1. Foulché-Delboscy J.Puyo!), 234

Bibliografía del teatro en Mé-xico (Monterde),391

Bibliografía mexicana del si-gb xvi (GarcíaIcazbalceta),393

399

‘Bovary, Madame’ (en Gautier),Bibliografía mexicana del si-glo xviii (León), 393

Bibliotheca Exotico-Brasileira(Carvalho),74

BibliothecaHispanaNova (An-tonio), 382

Bibliotlzeca Hispana Vetus(Ni-colásAntonio), 382

BibliothecaMexicana (Eguiaray Eguren),382

Biblos, 11 nBierbaum, Otto Julius, 71Biografía de Fernán González

de Eslava (A. Alonso), 333 n

Bismarck,Otto von, 123Blake, William, 23Blanco-Fombona,Rufino, 269Blois, Estebande, 34, 52Boas, F., 210Bocanegra,Matíasde, 353, 361Boecio, 161Boileau-Despréaux, Nicol as,

378.9

de Enseñanza,222Bolívar, Simón, 145Boines,Catalina,63Bonilla y San Martín,

225BooksAbroad, 79Boscán,Juan,348Bosco, Jerónimo,343,

383Bouilhet, Louis, 258, 264

Boutroux, Émile, 207

400

61Box of dates for children, A

(Moss),54nBramer, Leonardo,62Bramón, Francisco, 350, 352,

358Branciforte, Marqués de, 385Bravo, Francisco,307Brescia,Arnaldo de, 160Breve, claro, llano, simple,na-

rrativo y verdadero romance(P. A. López), 373

Breve relación, 373Breve sumario y causa forma-

da a la Muerte y al Diablo(Fernándezde Lizardi), 388

Brevey máscompendiosaDoc-trina Cristiana en lenguame-xicana y castellana,305

Brindley, Jakob, 42Brocense,FranciscoSánchezde

las Brozas, llamado, 304‘Brown, Padre’ (en Chesterton),

30Browne, Thomas,98Browning, Elizabeth Barrett,

203Browning, Robert, 95, 101Bruce, Robert,35Bruce, el nieto, Robert,36Brummell, G. B., 136Buckle, H. Th., 258Buda, 155, 266Buenrostro,330Buffon, GeorgesLouis Leclerc,

74, 383Bulnes, F., 185, 196, 199Bulletin Hispanique,227Burckhardt,Jacob,100-29Bürger, Gottfried, 61Burke, Edmund, 41

Boisserée,Sulpiz, 79Bolaíios, Fray Joaquín, 387-8Bolena,Ana, 37-8Boletín de la Institución Libre

Adolfo,

358Bossuet,J. B., 235, 386Bothwell, JamesHepburn,40Botticelli, Alessandro,61Boturini Benaducci, Lorenzo.

Bustamante, Carlos María,298n, 383, 386

Bustamante,Franciscode, 302

Cabrera,Luis, 296Cabrera,Pablo, 226Cabreray Quintero, Cayetano,

360, 380, 389Caída de Fernando,La (A. de

Ochoa),395Caídasdel hombre,325Caillet-Bois, Julio, 169Calderón de la Barca, Carlos,

374Calderónde la Barca, Manuel,

374, 381 nCalderón de la Barca, Pedro,

348, 352-3, 368, 389Calendario (Reyes), 238Calendariode Goethepara1910

(Bierbaum),71Caltzontzin,309Calvino, Juan,386Calleja, Rafael,231Camba,Julio, 224-5Camoens,Luis de, 338Campillo y Correa,Narcisodel,

238Campoamor,Ramónde, 265Campos,Rubén M., 298 n, 392Campoy, JoséRafael, 384Cancióna la vista de un desen-

gaño (M. de Bocanegra),361Canción de Polifemo (Gutié-

rrez Dávila), 380Cancionerode la nocheserena

(Urbina), 271 nCándida (Shaw), 215Cano,Melchor, 378Cantares mexicanos,292Cánticos (Palafoxy Mendoza),

359Cánticos (F. Plácido), 309

Canto de Águilas o de guerra,293

Canto de flores, 293Canto de lamentaciones,293Canto del Tamal.de.Agua, 297Canto de tamboril, 293Cantórbery, Santo Tomás de,

34Cantos de vida y esperanza

(Darío), 265Canuto,rey de Inglaterra, 33Capdevila,Arturo, 269Capital, El (Marx), 106Capítulosde Literatura Espafio..

la (Reyes), 217, 227, 231,237, 327n, 334n, 342

Caracteres (Teofrasto),150Caras y Caretas,133Cárdenas, Juan de, 307-310,

350Carducci, Giosué, 379Carlos 1, 39-41, 52Carlos II, 40Carlos II de España,368Carlos IV, 390CarlosV, deAlemania,37, 299,

309, 311, 325Carlos Augusto, 72, 80-1Carlyle, Thomas, 44, 124, 189,

232Carranza,Venustiano,215Carriego, Evaristo, 269Carrión, Rabí de, 360Carrillo y Sotomayor,Luis, 380Carta atenagórica (SorJuana),

365Cartas (García Icazbalceta),

180Cartas a un viejo garibaldina

(Chesterton),49Cartas de relación (Cortés),

314-6

401

Cartas póstumas(Burckhardt),101

Carvaiho,74Casal, Julián del, 258,263, 265Casas,Fray Bartolomé de las,

312, 319, 335Casasús,Joaquín,192Caso, Antonio, 153-62, 198,

205, 209, 212-5Castalia bárbara (JaimesFrey-

re), 268Castañeda,Daniel, 380Castelar,Emilio, 78, 257Castellane,Boní de, 130-2Castilla, Miguel de, 357Castillejo, José,225Castillo Ledón, Luis, 202, 391Castorenay Ursúa,Juan Igna-

cio, 386-7Castro, Adolfo de, 353Castro, Agustín; véasePérez

de CastroCastro, Américo, 221-2, 225,

229, 236Castro, Franciscode, 362-3Castro, JoséAgustín de, 374,

389Castro Leal, Antonio, 214-5,

339, 393, 394Catalina de Alejandría,366Catalinade Aragón,37-8Catabogue de la Biblioth.éque

Hispanique de R. Foulché-Delbosc,234

Catón, 308Cavo, Andrés, 381, 383Cazador, El (Reyes), 198 n,

239‘Cecilia’ (en Goethe),71Cedulario (Vascode Puga),307CéfaloyProcris (Salazary To-

rres), 353

Cejador, J., 219Cellini, Benvenuto,314Cepeda,Fray Franciscode, 307Cervantes,Miguel de, 229, 338.

339, 388Cervantesde Salazar,Francis-

co, 303, 309, 313, 319, 329,

Cetina, Gutierre de, 329, 336,338, 352

Cicerón, 308-9Cicerone (Burckhardt), 105,

110-1Ciclo de MoctezumaJihuicami-

na, 293Ciclo de MoctezumaXocoyot.

zin, 293Cid Campeador,112Ciropedia, La (Jenofonte),235Cirot, G., 227Cisneros,Luis Fernán,268“Ciudad de Dios” del siglo

xviii, La (Becker),120Ciudad y las sierras, La (Quei.

roz), 136Civilización maya,La (Morley),

286nClaparéde,Michel, 98Clásicos,románticos,modernos

(Abreu Gómez),357, 392Claudel,Paul,230Claudiano,380Clavigero, FranciscoJavier,

319, 375, 382-4Cleopatra,356Clerihew, 23Cléves,Ana de, 38Clímaco, San Juan, 305Clío, 313Cloe, 84Cobbett,William, 43Cocteau,Jean, 223

402

Cogswell, JosephG., 73Colín, Eduardo,204Colón, Cristóbal,126, 163, 188,

311-2Coloquios espirituales y sacra-

mentales (González de Esla-va) 331

Colvin, Sidney, 11Col!, PedroEmilio, 136Combate,El, 275Comentariosde las guerras de

las Galias (Julio César),316Comercio entre México y Es-

paña, El (Estrada),179Commentj’ai découvert l’Amé-

rique (Castellane),130“Cómo se publicabaun libro

de Indias a principio del si-glo xvii” (RodríguezMoñi-no), 226n

Comte, Augusto, 187Comunicacionesy obras públi-

cas (Pablo Macedo), 250Comyn, 36Conde del Valle de Orizaba

(Velázquez),360Condillac, Étienne Bonnot de,

386Confesiones (Rousseau), 83,

90‘Confusio’ (en Pérez Galdós),

128“Conqu&e Spirituelle”

xique, La (Ricard),Conquistade la Nueva

329Conquista de México, La (So-

lis), 374Conquista de Rodas, La, 325,

327Conquista normanda (Free-

mann),47

Conquistao destrucciónde Je-rusalén, 325, 327, 328

Considérntionssur ¡‘histoire ¿umonde (Burckhardt),113 u

“Consolaciones”(Boecio), 161Constantino el Grande, 119,

122, 330“Consuelo, El” (Reyes),238Contemporáneos,175, 357Copérnico,92Coppée,François,258Corchero y Carreño, Francis-

co, 360Córdoba,Fray Juande, 307Córdobay Bocanegra,Fernan-

do, 338Corneille, Pierre, 94, 344, 346Corpus poetarum,97Corral, Manuel, 389Correo Literario (Reyes),141Cortés,Hernán,179, 282, 299,

304, 313-7, 319, 325, 329,339-40

Cortés,Martín, 335Cortesíada(A. P. PérezdeCas-

tro), 374, 379Corvera, Juan Bautista, 329,

332, 337Coscojales,Dr., 373Cosío Villegas, Daniel, 207Cossío,Alejo, 372Cossío,Manuel B., 220Courtois,Louis, 83, 89Crammer, Anton, 38-9Cravioto, Alfonso, 202, 204,

208Crepúsculos del jardín, Los

(Lugones),147, 267Crespillo,el, 318CrespoMartínez, Gilberto, 249‘Crisis’ (en Nervo), 266Cristíada, 362

¿u Me-326 nEspaña,

403

243Cuervo, R. J.,257Cuestiones estéticas

Cristo, 266, 326 Cuentos románticos (Sierra),Crítica, 135 u“Crítica filológica de los tex-

tos, La” (Castro), 222 (Reyes),Criticón, El (Gracián), 236, 239

365 Cueva, Juan de la, 295 n, 329,Croce, B., 102, 111, 113, 116, 336, 362

124 n, 128, 207, 248 Cueva de Salamanca,La (RuizCromacio, 330 de Alarcón), 343Cromberger,Juan,306Cromwell, Oliver, 38, 51Cromwell, Richard,40Crónica de Chac-Xulub.Chen

(Ah Nakuk Pech),320Crónicas de la Conquista de

México, 321CrónicadeNuevaEspaña (Cer-

vantes de Salazar),335

Cuitláhuac,252Culpa buscala pena,La (Ruiz

de Alarcón), 343Cultura ¿el Renacimiento en

Italia, La (Burckhardt), 111Cultura de las humanidades,La

(P. HenríquezUreíla), 210Cupido, 373Curtius, 112

Crónicasdel Gran Capitán, 314Cronistase historiadoresde la

Conquista¿e México: El ci-do de Hernán Cortés (Igle-sia), 314n

Crucero (Estrada),180Cruz, Juande la, 318Cruz, Ramónde la, 389Cruz, San Juande la, 262, 348

‘360, 369Cruz,SorJuanaInésdela, 150,

209, 230, 270, 277, 310, ~

348, 353, 356-8, 360, 363-4,366-73, 377, 380, 393

CuadernosAmericanos, 153 nCuadro geognósticodel Brasil

(Eschwege),7I~Cuatro últimos reyes ¿e Tlax-

cala, Los, 352Cuauhtémoc,252

Chacón, Marcos, 359Chacón,Ms., 233Chacón y Calvo, José María,

218, 223Chadwick, H. M., y N. K., 294Champourcin,E., 111 n“Chante” (Flores),190Charros,Los (J. A. de Castro),

389Chateaubriand,François René

de,77, 339

Chaucer,Geoffrey, 34Chávez, EzequielA., 190, 213-

214, 232, 249, 358, 366, 370Chávez,Ignacio, 159Chénier, Andrée,201Chenneviére,Georges, 380Chesterton,G. K., 19-59Chihuapatzin,360Chocano,JoséSantos,268

Cuenca,Laura Méndez de, 214 Churchill (Marlborough),41Cuentos ¿e Cantórbery (Chau-

cer), 34 Daciano,330

404

Dafnis, 84Daily News,The, 23Daily Sketch, The, 52D’Alembert, Jeanle Rond, 386Dante,246Darío, Rubén, 143, 163, 196,

200, 257.61, 263-5, 337,373-4

Darnley, Lord, 40Darwin, Charles, 64Datis el Medo, 189Dávalosy Mora, Rafael, 378 nDávila Padilla, Fray Agustín,

335Davis, Alexander V., 393De blanco (Gutiérrez Nájera),

264De Deo, Deogue Homine

(Abad), 377Dela historia consideradacomo

obra artística (Menéndez yPelayo),312

De la naturalezadel indio (Pa.Iafox y Mendoza),350

De las calles de México (Mar-molejo), 353

De las yerbas medicinalesdelos Indios (Martín de laCruz), 309

“De poesía hispanoamericana”(Reyes),147n

“De servicioen Burdeos” (Re-yes), 240

“De varias sociedadessecretas”(Reyes),226

Décima Musa, véaseCruz, SorJuanaInés de la

Decorme, G., 376 nDefendaws,The (Chesterton),

24Degas,Edgar, 106

‘Des Esseintes’ (Mallarmé),136, 264

Desagraviosro), 360

Descarnadolluvia de267

Descartes,René,91-9,138, 155,236n,386

Descartes (Hoffmann), 94, 96Descartes.Homenajeen el Ter-

cer Centenariodel “Discursodel Método” (Reyes), 96 n

“Despedida a José Vasconce-los” (Reyes),206n

Desmarets,Jean,344DespertadorAmericano,El, 387Desposorio espiritual entre e1

PastorPedroy la IglesiaMe-xicana (PérezRamírez) 331,333

Destúñiga,Juan,315Diablo predicador,El (Belmon-

te), 329, 352Diálogos (Cervantesde Sala-

zar), 335-6Diálogos ¿e la preparación a

la muerte (P. de Navarra),315n

Diario (Hnos. Goncourt), 275Diario de Tiefurt (Goethe),72,

81Diario de un escribientede Le-

gación (Estrada),178Diario de México, 386Diario de Viaje (BernardoCar-

los), 80Diario del Brasil (Eschwege),

74Diario del viaje (Ajofrín), 180Díaz, Diego, 303Díaz,Juan,311

de Cristo (Corche.

de Gomorra (Lafuego) (Lugones),

405

Díaz, Porfirio, 80, 127, 183-5,195, 200 u, 206

Díaz de Gamarra,Benito, 384-5Díaz de León, F., 190Díaz deLeón, Jesús,214Díaz del Castillo, Bernal, 275,

282, 313, 315, 317-8,340Díaz Dufoo, Carlos,249Díaz Mirón, Salvador,95, 200-

202, 205, 261, 268, 271, 274Díaz-Thomé,J. H., 335nDickens, Charles,33, 39, 48Diderot, Dennis, 386Díez-Canedo, Enrique, 102 u,

132, 161, 221, 229, 380Diocleciano,330Dionysos, 169Discurso del método (Descar-

tes), 236n,365Disertaciones(Clavigero), 383Disraeli, Benjamín,44-5Diván (Goethe),80Divina Comedia (Dante), 167Divino Narciso, El (Sor Jua-

na), 368“Dolores de muelasde Goethe

y sus dentistas,Los” (Würz-burg), 71n

‘Domingo’ (en Chesterton),29-30

Don Domingo de Don Blas(Ruiz de Alarcón), 345

Doroteo, San, 330Dos caminos, Los (Reyes),

200 n, 206 nDos etapas ideológicas del si-

glo xviii en México, a tra-vés de los papeles de la ¡u-quisición (Párez.Marchand),385 u

Dos gemelos,Los (Corral),389

200 notas bibliográficas mexi-canas (Estrada),241 u

Dufour, Guillaume-Henri,83‘Dulce-Amiga’ (en Stevenson),

17Dumas,Alejandro, 11Dunne, Finley Peter,96Durán, Fray Diego, 283, 295,

302, 319Durero, Alberto, 359

Eckermann, Johann Pieter, 73,75-6,78

Eclesiastés,348Echeverría,José,385Eddington,A S., 69Edipo, 245Eduardoel Confesor,San, 33-4Eduardo1, 35EduardoII, 36Eduardo III, 36, 42Eduardo IV, 37Eduardo V, 37EduardoVI, 37-9Egberto,rey de Wessex, 33Egglofstein, Julia de, 76Eguiara y Eguren, José de,

380, 382Einstein, A., 61, 138Elegíapor el capitánRetesLar-

gache (Ramírezde Vargas),361

Elena de la Cruz, Santa,325Elisabeth, princesa,93Eluard, Paul, 231Emerson, Ralph Waldo, 124Emilio (Rousseau),88Emilio (Constant),236Empeñosde una casa,Los (Sor

Juana),368Encanto es la hermosura, El

(Salazar y Torres), 353

406

Encina, Juan del, 356Encyclop~dia Britannica, 212Eneas,47, 103, 211, 316EnquiridióndeSargentosy Ca-

bos, 275Enrique el Navarro, 51Enrique 1, 34Enrique II, 34-5Enrique III, 35EnriqueIV, de Hereford (Bol-

ingbroke),36-7EnriqueV, 36-7Enrique VI, 34, 37-8EnriqueVII, Tudor, 37EnriqueVIII, 37-9, 53Enríquez de Almansa, Virrey,

328, 333“Ensalada de San Miguel”

(Hortigosa),337Ensayo bibliográfico mexicano

del siglo xvii (Andrade),393

Ensayo de psicología de SorJuanaInés de la Cruz (E. A.Chávez), 366 u

Ensayos (Montaigne), 72Entremés de dosrufianes (Gon-

zález de Eslava), 331Entremésde las esquilas (M.

Silva), 214Épica náhuatl. Divulgación li-

teraria (Garibay), 392‘Epimeteo’ (en Goethe),129Epístola a L. Sánchezde Obre-

gón (Juande la Cueva),295Epístola moral (Fernándezde

Andrade),186Épocade Constantinoel Gran-

de (Burckhardt), 105, 110Epulón, 381Equilibrio moral: Direcciones

prácticas morales en la se-

gura probabilidad de las ac-ciones humanas, El (SorJua-na), 365n

Era actual, La (Sierra), 250Erasmo, 103, 163Ercilla, Alonso de, 338-40Escala espiritual (Juan Clima-

co), 305Escalante,Juande, 282Escalera (Tocata y fuga) (Es-

trada), 180Escobedo,P. F., 378 uEscofet,José,209Escritor mexicanoAlfonsoRe-

yes y Unamuno, El (GarcíaBlanco), 10

Escritos en honor de Descar-tes (Reyes),91n

Escudo de armas de la ciudadde México (Cabrera y Quin-tero), 380

Eschwege,W. L. von, 73.4, 81Esenbeck,Noesvon, 82Esperanza malograda, La (Ca-

brera), 380Espinosa,Antonio de, 306Espronceda,J. de, 260Esquilo, 291 nEstacionesdel día, Las (Sala-

zar y Torres),353Estafeta romántica, La (Pérez

Galdós),61 nEstrada, Genaro, 175-81, 215,

240-1,382Estudio de historiografía de la

Nueva España, 335 uEstudiosde mineralogíay geo-

logía (Goethe), 75Eva, 325Evhemero,292Evolución mercantil, La (P.

Macedo), 250

407

Evolución política del pueblomexicano (Sierra), 248-51,253, 255

Évolutiondu Méxique,L’ (Re-yes),240

Examen de maridos (Ruiz deAlarcón),345

Fabri, Manuel, 383Fabritius, 62Famatina o descripción, con-

quista y allanamiento de laProvincia de Tucumán(Ro-sasde Oquendo),226

Farfán, Agustín, 307Fargue, Paul, 231Farinelli, Carlo Broschi, llama-

do, 77Fausto (Goethe),75, 139, 242,

345Favre, Jules,84FedericoII, 122Fedro, 379Feijoo, Benito Jerónimo,386Felipe de Jesús,San, 358, 378FelipeII, 107, 296, 299, 325Felipe III, 373Felipe IV, 343“Felipe IV y los deportes”(Re-

yes), 232Felipe V, 372‘Félix’ (en Goethe), 79Fénelon,F., 235, 386Fernández,Ramón, 67Fernández de Echeverría y

Veytia, Mariano, 383Fernándezde Lizardi, Joaquín,

209, 353, 387-8Fernándezdel Rincón, Lucas,

372FernándezMoreno, B., 269FernándezVilla, Ignacio,389

408

‘Fernando’ (en Goethe),71FernandoVII, 128Fidias mexicanas (Yáñez), 392‘Filaletes’ (en Clavigero), 384Filangieri, Gaetano, 386‘Fuina’ (en Goethe), 79Figuras mexicanasde cera en

el Museo Arqueológico deMadrid, Las (Estrada), 179

‘Filotea de la Cruz, Sor’ (enSor Juana), 366

Firdusi, 235Fisonomíade las plantas (Mar-

tius), 74, 82Fitzmaurice-Kelly, James, 233 n,

318Flaubert,Gustave,66, 136Fiers,Robert de, 240Flora Brasilie,vsis (Martius),

74Focher,Juan,302Folklore literario de

El (Campos),392Farce and Freedom

hardt), 113Foscolo,Ugo, 378Fouillée,Alfred, 138Foulché-Delbosc,Isabel, 233-4Foulché.Delbosc, Raymond.

218, 227-8, 231-4Francisco,San, 325Francisco1, 160, 325FranciscoII, 39-40“Francisco Cervantesde Sala-

zar y su Crónica de la Con-quista de la NuevaEspaña”(Díaz..Thomé),335 n

FranciscoJavier, San, 359FranciscoJoséde Austria, 183François,Alexis, 88Franklin, Benjamín, 236Frascatorio,379

México,

(Burck-

Freeman,EdwardAugustin,47,56-7

Freud, Sigmund, 98Freytag,Gustave,116Frías de Albornoz, Bartolomé,

304Frínico, 291 nFrobenius,138Fuensalida,Fray Luis de, 324Fuente,Agustín de la, 306Fuentes,AndrésDiego, 381Fueter, Ulrich, 113Fundadoresdel humanismome-

xicano,Los(G. MéndezPlan-carte), 318n, 376n

Funerales del gramático(Browning), 190

Gaceta de México y Noticiasde NuevaEspaña,La, 387

Gage, Thomas,351Galileo, 92‘Galín, Pero’ (en Estrada),178Galley, Claudina, 85-6, 89-90Galley, Madame,85-7Gama, Pedro Manuel de, 372,

385Gama, Valentín, 214Gamboa,Federico, 215, 391Gamboa,FranciscoJavier, 385Gamboa, Fray Francisco de,

325Gante,Fray Pedro de,301, 307Gaona,Juande. 302, 307Gaos,José,236 n‘Garatuza,Martín’ (en SorJua-

na), 360Garbanzomexicanoen España,

El (Estrada),179Garcés,Joaquín,236Garcés,Fray Julián, 309García Blanco, Manuel, 10

Garcilaso,265, 336, 348Gargantúa (Rabelais),235Garibay, Ángel M., 292, 295,

298u, 392Gaspar de la noche, 177Gassendi,Pierre, 386Gaudy, Franz, 80Gaultier, Jules de, 61Gautier, Théophile, 258, 264,

337Cazeta, 387Gazeta de México, 387Genera et species palmarum

(Martius), 74, 81GeneralEstoria (Alfonso el Sa-

bio), 222Genio y figura de Picasso (Es-

trada), 179Germania (Tácito), 47Gersdorff,Barónvon, 111, 114,

121Cessner,Salomon, 379Gilberti, Fray Maturino, 307Giner de los Ríos, Francisco,

218Giraud, Esther, 90Gladstone,W. E., 43Glorias de Querétaro,Las (Si-

güenza),357Glosas de reventar de esquina

(J. de la Anunciación [si-glo xviii]), 373

Gloucester,duquede, 36

García205,

García

Calderón, Francisco,238-9, 241 nCalderón,Ventura,239,

241, 272Garcíade Cisneros,302Garcíade Palacio,Diego, 307García Guerra, Fray, 349García Icazbalceta, Joaquín,

250, 306, 3°2,393

409

Godoy,Armando,239Goethe,J. W., 71-82, 91, 101,

106, 112, 123, 129, 154, 202,212

Goethey la aeronáutica (Krü.ger),71

Gómez de Avellaneda, Gertru-dis, 260

GómezCarrillo, E., 257Gómezdela Serna,Ramón,66GómezMoreno, Manuel, 223GómezMorín, M., 215GómezOcerin, Justo,217GómezOrozco,F., 382 nGómez Robelo, Ricardo, 203,

205Goncourt, hermanos, 60, 106,

275Góngora,Luis de, 95, 150, 202,

230, 233-4, 267, 348, 350,353, 355, 357, 358, 362-3,371, 380

González,Manuel, 67Gonzálezde Contreras,Diego,

358González de Eslava, Fernán,

329-33, 337Gonzálezde Mendoza,JoséMa-

ría, 240, 392Gonzálezde Zárate,Luis, 374GonzálezMagro, Pedro, 237-8González Martínez, Enrique,

176, 204, 206, 214-5, 261,269

González Obregón, Luis,230

226,

González Peña, Carlos, 206,209, 376, 391

GonzálezdeSalas,JusepeAnto-nio, 229-30

GonzálezVázquezde Valverde,303

Gooch, G. P., lun, 112Gorgonio, San, 330Górres, Guido von, 100Gotas amargas (Silva), 264GraçaAranha, 141.4Gracián, Baltasar, 217, 234,

236-7, 257, 314, 348, 350,365, 388

“Gracián y España” (AméricoCastro),236

Gracias,las, 243Grados del amor divino (Pala-

fox y Mendoza), 359Graffenreid,Mlle. de, 85-6, 89Granada,Fray Luis de, 395Grandeza mexicana (Balbue-

na), 340Grata compañía (Reyes),7, 10Greco, 167Green,JohnRichard, 46-8, 51,

56-7Gregorio XIII, 330Grey, Juana,39Grijalba, Juande, 310, 353Grijalva, Juande, 311Grimm, 102Growth of Literature, The

(Chadwick),294 uGuadalajara,Nicolás de, 361GuerraJunqueiro,Abilio, 137Guevara,Fray Antonio de, 340Guevara,Fray Miguel de, 359,

378Guevara,Juan de, 369Guevaray Basoazábal,384Guillermo el Conquistador,33.4Guillermo el Normando,54, 58Guillermo II, 34Guillermo III, de Orange,41Guillermo IV, 42Guinart, Roque,184Guisa, duque de, 39

410

Guthrum, 33GutiérrezDávila, Julián, 380GutiérrezGodínez,Miguel, 372Gutiérrez Nájera, M., 80, 200,

207-8, 243-4, 257, 261, 263-

264, 271, 337Cuynemer,Georges,133Guzmán,Martín Luis, 213

Hacienda Pública, La (P... Ma-cedo), 250

Hais, Franz,63Harold, 33‘Hartley, Harry’ (en Steven-

son),16Hartzenbusch, Juan Eugenio,

346Hédiard,151Hegel, Georg Wilhelm Frie-

drich, 100, 117, 122Heme, Heinrich, 161, 258‘Heliogabale’(en Verlaine),259Henderson, periodista, 14 uHengist,32HenríquezUreña, Pedro, 155,

161, 163-71, 205-7, 209-12,214-5, 239, 245, 257, 276-7,346, 353, 377, 385, 393

Henry, Patrick, 41Heráclito, 129, 141, 270Hércules,196Heredero del Cielo, El (Lope

de Vega), 332Hérédia,J. M., 258Heredia,J. M. de, 246, 378“Hermanito menor” (Reyes),

10Hermenegildo,San, 368Hernándezde Oviedo,Gonzalo,

312HernándezPuertocarrero,Alon-

so, 282

Hernandía (Ruiz de León), 374Heroidas (Ovidio), 309Herrera,Antonio de, 313Herrera,Fernandode,336,338,

348Herrera y Reissig,Julio, 267Hertford, conde de; véase So-

merset,duquedeHidalgo, 330Hidalgo y Costilla,Miguel, 384Himeneo celebrado (Cabreray

Quintero), 380Hinojosa,FrayAntonio de, 307Hipólito, San, 330Hispania, 240Hispanic Review, 390 uHistoria antigua (Fernández

de Echeverría),383Historia antigua de México

(Clavigero), 383Historia civil y política de ilÍé-

xico (Cavo), 383Historia comohazañade la li-

bertad,La (Croce), 102 nHistoria crítica de la poesíaen

México (Pimentel), 391Historia de Inglaterra para los

niños (Dickens), 48Historia de la Antigua o Baja

California (Clavigero), 382Historia de la cultura griega

(Burckhardt), 112Historia de la literatura mexi-

cana (González Peña), 391Historia de la literatura mexi-

cana (Jiménez Rueda),391Historia de la literatura náhuazi

(Garibay), 298Historia de la Nueva España

(Solís), 237Historia de la Nueva México

(PérezVillagrá), 339

411

Historia de la poesía hispano-americana (Menéndezy Pe-layo), 391

“Historia documentalde mislibros” (Reyes),233 u

Historia e historiadores en elsiglo xix (Gooch), hin

Historia General (Sierra),247Historia General de las cosas

de la Nueva España (Saha-gún), 320

Historia mitológica (GutiérrezDávila), 380

“Historia mitológica de Gutié-rrez Dávila, La” (A. MéndezPlancarte), 380 n

Historia natural y moral de lasIndias (Acosta),311

Historia política (Sierra), 250Historia verdaderade la con-

quista de la Nueva España(Díaz del Castillo), 317

History of England: a study inpolitical evolution (Pollard),57

Hita, JuanRuiz, Arciprestede,217, 219

‘Hitzel’ (en Terrazas),339Hoffmann, A., 94, 96Hohenzollern,los, 107Hojeda, Diego de, 348Holbein, impresor, 103Hombre Colón y otros ensayos,

El (Iglesia), 3SlnHombre que fue Jueves, El

(Chesterton),21, 23-31Homenaje de El Colegio Na-

cional al Maestro AntonioCaso, 157n

Honnorat,240Hooch, Pieter van, 62Hood, Thomas,44

Horacianas (Pérez de Castro),379

Horacio,296, 360, 378-80,388Horsa, 32Hortigosa,Pedrode, 337H~stos,E. M. de, 143, 209, 242Howard, Catalina, 38Huerta, Victoriano, 214Hügo, Victor, 247, 258“Huichilobos”, 275Huitziméngari,Antonio, 309Humanismo m~exicanodel si-

glo xvi (G. MéndezPlancar.te), 395

Humanistasdel siglo xviii (G.Méndez Plancarte),393

Humboldt, Alejandro de, 77,106, 315, 385

Humboldt, Guillermo de, 77Humorismoy la sátira en Mé-

xico, El (T. Torres), 392Hunahpú, 287Huyghe, René, 65

Ibarbourou,Juanade, 270Icaza, F. A. de, 200-1 227-8,

326Icaza,Xavier, 215Icazbalceta;véaseGarcía Icaz-

balcetaIglesia, Ramón, 111 n, 314 n,

351 uIguíniz, Juan B., 392Ilíada (Homero),48, 133, 148,

246, 287, 378‘Illán, Don’ (en Ruiz de Alar-

cón), 345Imaz, Eugenio,94, 96Imparcial, El, 19Independencia mexicana y la

prensa insurgente, La (Mi-quel i Vergés),387 n

412

índice, 46 u“fndice del humanismomexi-

cano” (G. Méndez Plancar-te), 376n

Influencede l’a,sthmesur l’oeu-vre de Marcel Proust (Riva-ne),68u

“Influencia de la revolución enla vida intelectual de Méxi-co” (P. HenríquezUreña),207 u

¡nfortunios de AlonsoRamírez(Sigüenzay Góngora),352

Instrucción para hacer versoslatinos (Rodríguez Arizpe),381 u

“Instrucción pública en Méxi-co duranteel siglo xvi, La”(García Icazbalceta),393

Intempestivas(Nietzsche),107Introducciónal métodode Leo-

nardo de Vinci (Valéry),365Iriarte, Tomás de, 260Iris de Salamanca,El (Cabre-

ra), 380Isaacs,Jorge,264Isabel, 38-40Isla, José Franciscode, 372Isla del tesoro (Stevenson),

14n, 31Ismaelillo (Martí), 263Iturbide, Agustín de,75Iturriaga, José Mariano,

384, 389Iturriaga,Manuel M., 384Ixbalanqué,287

‘Jacinto’ (en Queiroz), 136Jacobo1, 40JacoboII, 40-1JaimesFreyre,Ricardo, 268

James,William, 126, 207Jammes,Francis,269-70Jenofonte,166, 235Jiménez,Fray Martín, 324Jiménez, Juan Ramón, 66,

132n, 220-1, 238, 359Jiménez Rueda, Julio, 317 n,

391‘Jonás’ (en Gonzálezde Esla-

va), 332Jorge, San, 29, 51Jorge1, 41JorgeII, 41JorgeIII, 41-2JorgeIV, 42Joséde Arimatea, 381Juan,rey don, 360Juan Bautista, San, 325Juan Diego, 214, 360Juan Evangelista,San, 330Juan Nepomuceno,San, 372Juan Ruiz de Alarcón, su vida

y suobra (CastroLeal), 393Juansin Tierra, 35, 58Juanade Arco, 36, 49Juárez,Benito, 151, 187, 206,

244Juárez,Diego, 330Juegosolímpicos,Los (Salazar

y Torres), 353Julio César, 32, 47, 54, 316Junious,41Júpiter,367Juvenal, 379-80

Kiigi, Werner, 113 uKant, Emmanuel,79, 106, 207Kempis, Tomás de, 266, 348Kepler, Johann,92Keyserling, Hermann Alexan-

der, 138-40Knox, John, 39

381,

413

Krantz, Johann, 94Krüger, Herman,71Kugler, Franz, 102, iii u

La Bruy~re,Jean de, 386La Llave, Pablode,385La Mettrie, Julien de, 386La Rochefoucauld, François,

122Lagarto,Luis, 325Lagunas, Fray Juan Bautista,

307Lamartine, Alphonse de, 66,

127Lamb, Charles, 54Lampart, Guillén de, 348Lancaster,duquede, 36Landa, Fray Diego de,

291Landívar,Rafael, 361, 377-9Lanning,J. T., 349 nLanson,Gustave,94Lanucci, Vincencio, 308, 330Larbaud,Valéry, 240Larrañaga, Bruno José, 374,

381Larrañaga, José Rafael, 374,

381Lasaulx, Ernst von, 100Lastanosa,236-7Latimer, Hugh, 38Laurel de Apolo (Lope de

Vega), 339Lautréamont, 106Lavis de Durango,Andrés, 325Lazo, Carlos, 214Le Riverend,Julio, 383Lécera,duquede, 237Lecontede Lisle, Ch., 258Lecoy, Félix, 219Ledesma, Fray Bartolomé de,

307

Ledesma,Pedrode, 332-3, 337Leeuwenhoek,Anton van, 64Leibniz, Gottfried Wilhelm, 92,

101, 304, 386Lejarza, Juan José,385Lengua,Enseñanzay literatura

(A. Castro),222Lenin, V. 1., 52, 139León, Fray Luis de, 201, 262,

304, 338, 348, 369León, Luis, 190León, Nicolás, 382, 393Leonard,Irving A., 306, 307 nLeonardode Argensola,Barto-

lomé y Lupercio,348‘Leonor’ (en Sor Juana),368Leopardi,G, 258LerdodeTejada,Sebastián,196Lesca,Charles,239Lesseps,Ferdinandde, 115Letras de México, 150 u, 271 nLetras de la Nueva España

(Reyes),280“Letras patrias (de los oríge-

nes al fin de la Colonia),Las” (Reyes),280-1

Levy, Oscar, 115Libra, 138 u, 233Libro de Buen Amor (Hita),

219Libro de los Muertos, 289Libro del consejo,El, 392Libro fiel, El (Lugones),147Libros de Chilam Balam, 285,

290-1, 392Libros del conquistador, Los

(Leonard), 307 u“Libros náufragos,Los” (Re-

yes), 229‘Lidia’ (en Goethe),79Limeña (L. F. Cisneros), 268Lincoln, Abraham,151

286,

414

Liras de la transformacióndelalma (Palafox y Mendoza),360

Locke, John,386Logroño, Pedrode, 305Lombardo Toledano, Vicente,

209, 215Longfellow, H. W., 261Lope de Vega y su tiempo

(Vossler), 228López, Luis Carlos, 268López, Patricio Antonio, 373López, Rafael, 202, 204López, Vicente, 381López de Gómara, Francisco,

312, 318, 335López de Hinojosa, Alonso,

307López Portillo y Galindo, 388López Velarde, Ramón, 215,

269Loureda, 1., 378 nLoyola, San Ignacio de, 359Lucía, Santa,168‘Lucía’ (en Goethe),71Luciano, 55Lucifer, 326Lucrecio, 371Lugones,Leopoldo,147-9, 240,

267-9, 380Luis XIV, 122Luis XVI, 128Luis Fernando,príncipe,380“Luis G. Urbina” (Reyes),

271 uLuisa de Orléans,princesa,380Lunario sentimental(Lugones),

147, 267Lutero, 37Luz del faro, La (Orcolaga),

372Luzán, Ignacio, 374

Llanos, Bernardino,355

Macedo, Miguel S., 249Macedo, Pablo, 198, 249-50Madinaveitia, A., 218Madre y la hija, La (Corral),

389Mael, San, 320Maes, Nicolás, 62Magdalena, Fray Juan de la,

305‘Magdalena’ (en Nervo), 266Magia (Chesterton),23Majas, Los (Queiroz),135Maldonado,Francisco,353Malebranche,Nicolás de, 93-4,

386Malinche, 299Mallarmé, Stéphane,95, 106,

142, 258, 262Maneiro,JuanLuis, 383-4Manet, Édouard,106Manrique, Jorge,143, 380, 388Manual de Goethe(Zeitler), 81Manual de pintura (Kugler),

lunManualde losadultosparabau-

tizar (Pedro de Logroño),305

ManuscritossobreMéxico enlaBiblioteca Nacional de Ma-drid (Estrada),179

Mañanasde la AlamedadeMé-xico (Bustamante),298 u

Maquiavelo,N., 114, 235Marcial, 308Marco Antonio, 356Marco Aurelio, 344Marechal, Leopoldo, 233Margil, Fray Antonio, 381Margileida (B. J. Larrañaga),

381Marginalia (Reyes), 10

415

María (Isaacs),264María Egipciaca, 364María Estuardo, 39-40, 52María Leopoldina, emperatriz

del Brasil, 81María Magdalena, 359María Tudor, 38-9Mariscal, F., 214Marmolejo, Pedro de, 353Márquez del Rincón, Pedro

José,3834Martí, José,80, 143, 147, 242,

257, 263Martí, Manuel, 382Martinenche, Ernest, 23940Martínez, Enrico, 306Martínez, JoséLuis, 281Martínez del Río, Pablo, 215,

218Martínez Sobral, M., 192Mártir delsacramento,El (Sor

Juana),368Martius, C. F. von, 74.5, 81.2Marx, Karl, 106Marx, R., 100 u, 115Mauá, Barón de, 192Mateo, San, 282 nMaupertuis, Pierre Louis Mo-

reau de, 386Mawes,Thomas,81Maximiliano deHabsburgo,151Médiz Bolio, A., 392Medusa, 161‘Mefistófeles’ (en Goethe), 139‘Meister, Wilhelm’ (en Goethe),

79Mejor flor de Sicilia, La (Sa-

lazar y Torres) 353Melgarejo,Bartoloméde, 304Melusina, 161Menandro,346, 350Mend~s,C., 258

‘Mendes, Fradique’ (en Quei.roz), 136

Méndez Plancarte, Alfonso,353 n, 360, 373, 380 u, 393

Méndez Plancarte, Gabriel,318n, 376n, 381, 384, 393,395

Mendieta, Fray Jerónimo de,319, 335

Mendieta Revolio, Gabriel de,372

Mendoza,Antonio de,303,307,321, 325

Mendoza,Pedro de, 146Mendoza,Vicente T., 392Menéndezy Pelayo,Marcelino,

171, 229, 242, 260, 312, 331,346, 350, 353, 368, 379,382,391

Menéndez Pidal, Ramón, 171,218-21, 223-5, 335

Menteur, Le (Corneille), 344Menudenciasde ciencianatural

(Goethe), 75Mercurio (Arias de Villalobos),

362Mercurio Volante (Bartolache),

386Mercurio volante (Sigüenzay

Góngora),352Mesa,Enriquede, 218Metamorfosis de las plantas

(Goethe),74, 82Metastasio,389Metsu, Gabriel, 62Mexía, Diego, 309MéxicainRuiz deAlarcón et le

ThéatreFrançais,Le (Reyes),238

“Mexicanidadde D. Carlos deSigüenza y Góngora, La”(Iglesia), 351 u

416

Mozart, J. W., 95Muerdequedito, El

Sánchez),373MüIler, J. G., 72, 75-6Müller, Max, 287Müller, Otfried, 112

México a través de los siglos249

México en el teatro (Usigli),391

México por dentroy por fuera(Fernándezde Lizardi), 353

México, su evoluciónsocial,249-50

México y la cultura, 280-1Meyer, Alfred, 73Meyerhold, Vsevolod Ernilie.

vich, 327Miguel Ángel, 318Milanés, J. J.,261Milton, John, 379Mill, JohnStuart, 31, 184Millares Carlo, A., 7, 382Miquel i Vergés,J. M., 387 uMira de Amescua,Antonio, 340Mirra dulce (Ruiz de León),

374“Mis relacionescon Unamuno”

(Reyes), 10Mistral, Gabriela,270Mociño, JoséIgnacio, 381, 385Moctezuma II, 275, 293. 316,

319-20, 348Moisés,332, 337

Moliére, Jean-BaptistePoque-lin, 344, 346

Molina, Fray Alonso de, 300,307

Molina, Tirso de, 343, 353Mommsen,Théodore,110“Moneda rota, La”, 31 nMonet, Claude, 106Monglond, 88Monipodio, 168Monkhouse,William, 23Montaigne, Michel de. 11, 72,

81, 91, 366

Montalbán, véase Pérez deMontalbán

Montalvo, Juan, 143, 212,256-7

‘Montano’ (en Goethe),79Montañas del oro, Las (Lugo.

nes), 149Monterde, F., 340-1n, 391, 394!líonterrey (Reyes),60 n, 69 n,

71 n, 80 u, 141 n, 229Montes de Oca, Ignacio, 380 nMontesinos,282Montesinos, JoséF., 228Montesquieu,Charlesde Secon-

dat, 117, 386Montfleury, Antoine J., 344Montfort, Simón de,35Montoya y Cárdenas,Ambrosio

F., 358Montúfar, Fray Alonso de,332Moore, ErnestR., 395Mora, J. J., 250Mora, J. M. L., 316Morales, Ambrosio de, 355Morand, Paul, 177, 230Moratín, 374Moréas,J.,258Morelos,JoséM~,272Moreno Villa, José,167, 227Morley, Sylvanus G., 286 uMoreto, Agustín, 353, 389Moro, Tomás,38, 78, 180, 308Moss, Geoffrey, 54 nMotolinía, 319, 324Moya deContreras,Pedro,300,

332-3

(Villa y

417

Muñoz Camargo, Pedro, 293, Nezahualcóyotl, 292-4, 296-7,319

Muñoz de Castro,Pedro,372Murillo, Gerardo (Dr. AtI),

207Murray, conde de, 40Musset, Alfred de, 132, 258

Nación, La, 180, 181 nNacional, El, 147 nNakuk Pech,Ah, 320-1Napoleón,41, 43, 47, 107, 123,

128Napoleón de Notting Hill

(Chesterton),31 nNarváez,Pánfilo de, 317Nassau,Mauricio de, 92Nation, The, 270 nNaturaleza del mundo físico,

La (Eddington),69Navarra,Pedrode,315 nNavarrete, Fray Manuel de,

381Navarro Tomás, Tomás, 221,

238Nave, La, 215Navijo, 330Negrete,Juan, 304Nelson, Horace, 41Nepote, 384Neptuno alegórico (Sor Jua-

na), 365‘Nero’ (por Nerón), 282Neruda,Pablo, 270Nerval, Gérard de, 258, 264Nervo,Amado,150-1,180, 200,

201, 265-6Néstor, 243Neuwied,Maximiliano de, 81-2New Age (Bennett), 26Newton,Isaac,386

360Nezahualcóyotl (relato), 293Nicolás de Rusia, 183Nicolaz músico, 83Nichols, J. H., 101 u, 105,

113-4Niebuhr, Karsten,118Nietzsche,Friedrich, 80,

107, 111, 114-6, 121,126, 128-9, 199, 207,244

Nietzsche,sa vie et sa pensée(Andler), 126n

“Nocera, duquede”. 237Nocturno (Silva), 264Nochemás venturosa,La (Fer-

nándezVilla), 389Nordenskjold,Nils, 98Norfolk, duquede, 40Norte y Sur (Reyes),72 nNosotros,83 11, 215“Notas sobre Jesús Acevedo”

(Reyes), 203Novedades,Las, 220Novela mexicana,La (Federi-

co Gamboa),391Novo, Salvador,170Nuestra Señora del Rosario,

325Nueva Eloisa, La (Rousseau),

88Nuevasnochesárabes (Steven-

son), 11.8NuevoMundoy conquista(Te-

rrazas),338Núñez de Arce, G. de, 262Núñez de Miranda, Antonio,

364Núñez y Domínguez, J. de J.,

80Nysus (Alegre~),378

105,123,236,

418

Obediencia... a D. Felipe IV(Arias de Villalobos), 362

Obra de los jesuitasmexicanosdurante la época colonial,La (Decorme),376 n

Obraje divino, El (GonzálezdeEslava),332

Ocios políticos en poesías (To.rres Villarroel), 386

O’Connell, Daniel, 43Octava maravilla, La (F. de

Castro),362-3Ocharte,Melchor, 306Ochoa, Antonio de, 395‘Odette de Crécy’ (enProust),

60-1, 64-5Odisea (Homero),287, 347Oeri, Jakob,113Ojeda, Alonso de, 319Olavarría y Ferrari, Enrique

de, 391Olmos, Andrés de, 302, 307,

324Onís, Federico de, 221, 229,

269Oquendo, véase Rosas de

OquendoOrange,Príncipede, 155Orcolaga, Diego Antonio de,

372Ordenanzas (Mendoza), 307Oriental planeta, El (Sigilen.

za), 357Orígenesde la novelaen Méxi-

co (Castillo Ledón),391Orozco, JoséClemente,161Orozco y Berra, F., 250, 275Ortega y Gasset,José, 61, 78,

138, 220Ortiz de Montellano,Bernardo,

309, 392Ortiz de Torres, Juan,353

Ortodoxia (Chesterton),19-22

Ortografía (Mateo Alemán),349

Ossian,seudo,379Oteiza y Vértiz, JuanJosé de,

385Othón,ManuelJosé,190,200-1,

209, 262, 271, 274Overbeck,Friedrich, 115Ovidio, 308-9, 367, 380

Pablo y Virginia (Saint-Pie.rre), 77

Pablos,Juan, 306Pacto con los sentidos (N. de

Guadalajara),361PadreAmaro (Queiroz), 135Pagaza,J. A., 262, 378Páginas de un diario (Martí),

80Páginasescogidas(PedroHen-

ríquez Ureña), 163uPaís,El, 208Palafox y Mendoza,Juan de,

350, 359“Paleófilo” (en Clavigero),

384Palomino,338Pallares,Jacinto, 196-7Panchatantra,235Panegíricoa la paciencia(San-

doval), 361Panegírico de la Anunciación,

338“Panegiris de San José”

M. de Gama),372Pani, Alberto, 213Pankhurst,Mrs., 52Paquín, 353Paradoja en alabanza de

cuernos (Cetina), 336

(P.

los

419

Paraíso occidental (SigüenzayGóngora),352

Paralipómena de la teoría delos colores (Goethe),75

Pardo,Emilio, 249Paredes,Conde de, 351, 365Paredes,Condesade, 369“París cubista: Film de aván-

guerra” (Reyes),239Parneli, Charles S., 43Parr, Catalina,38Parra, Manuel de la, 204Parra,Porfirio, 158, 190, 211-

212, 249Parténope (Zumaya),389¡‘asado inmediato (Reyes),

147 u, 1747’

Pascal,Blas, 92, 94, 122¡‘aso a nivel (Estrada),180Pasoy Troncoso,Franciscodel,

278, 382¡‘astor (le Nochebuena,El (Pa-

lafox y Mendoza),350Pastorelo,315Pater,Walter, 244Pato Salvaje (Ibsen),154, 212¡‘atria, 80Paw (Pauw),Corneliusde, 383‘Pedro, Pastor’ (en Pérez Ra-

mírez), 331Pedro,San, 330, 358Pegaso,202

•l’egaso, 215PellicerdeSalasy Toban,José,

344Penn,William, 386PensadorMexicano,El, 387Peña,Rafael Ángel de la, 190,

257Pepys, 11PequeñaHistoria de Inglaterra

(Chesterton),25, 32-45, 46,50, 55

Peralta,Antonio de, 315Peralta,Bernardinode, 315Peregrinación de los aztecas,

293Peregrino en su patria, El

(Lopede Vega), 228-9Peregrino indiano, El (Saave-

dra Guzmán),339Pereira,hermanos,192Pereyra,Carlos,230, 305Pérez,Alonso, 282Pérezde Ayala, Ramón,238Pérezde Castro,AgustínPablo,

374, 379, 382, 384, 389

Pérezde Montalbán,Juan,389Pérez de Oliva, Fernán, 170,

335, 355Pérez de Villagrá, Gaspar,

297, 339PérezFuente,Pbro.,389PérezGaldós,Benito, 61 n, 128Pérez-Marchand,Monelisa Li-

na, 385 uPeriquiio Sarniento, El (Fer.

nándezde Lizardi). 277i’eriquilio Sarii.iento, El, 277

“Periquilio Sarniento y la crí-tica mexicana,El” (Reyes),232, 387 u

Pero Calía (Estrada),177-8‘Pero Mudo’ (en Poema del

Cid), 184Persio,304Pesado, José Joaquín, 296,

380 nPetit traité de versification

(Romains y Chenneviére),380

Petrarca.338

420

Petróleo en México, El (Estra-da), 179

Petróleo en México y España,El (Estrada), 179

Peza,Juande Dios, 263Picard, Charles,289Pico, Fray Domingo del, 315Pimentel,Francisco,361, 391Píndaro,293Píranio y Tiste (Góngora),

234Pirrón, 91Pitágoras,92Pitt, William, 43Plácido,Francisco,309Plancarte,Fray Joseph,381Platero y yo (J. R. Jiménez),

220Platón, 78, 100 n, 114, 207-8Plauto, 344Playeras (J. Sierra).243Plinio, 74, 383Plutarco, 211, 384Poe,EdgarAllan, 31, 258, 264Poemade Huitzilopochtli 293Poema de Ixtlilxóchiti, 293I’oema de la creación, 292Poemade la Pasión, 362Poemade Mixcóati, 293Poemade Quetzalcóatl,293Poemade Tláloc y Xochiquét-

zal, 292Poemapanegírico hispano-lati-

no, dedicado a la inmacula-da Concepción (Plancarte),381

“Poesía de Sigüenzay Góngo-ra, La” (Abreu Gómez),357n

“Poesía indígena brasileña”(Reyes), 72n

Poesía indígena de la altipla-

nicie. Divulgación literaria(Garibay), 392

Poesíaindígenade México,La(Ortiz de Montellano), 392

J’oesías (Sor Juana),393Poesías (Terrazas),339Poesíasespirituales (Palafoxy

Mendoza), 359Poetas iwvohispanos (A. Mén-

dez Plancarte), 393Poética (Llanos), 355Poggio,Giovanni F., 315Polihio, 100 nPolítica indiana (Solórzano),

373Poliziano, 379Pollard, A. F., 57Ponce,Manuel M., 215Poncede León, pintor, 207Pontano,379Pope, Alexander,379Popol-Vuh,285-7, 290, 392Portentosavida de la muerte,

La (Bolaños),387Posada,JoséGuadalupe,358Prado,“Chicho”, 191Prado,Eduardo,136Preceptosde latinidad (M. Cal-

derónde la Barca), 381Preen (en Burckhardt),109Prensa,La, 237Pre-romanticismofrancés,

(Monglond),88Prieto, Guillermo, 196Prieto, Sotero,214Primavera indiana (Sigüenza),

357

“Primera novela histórica me-xicana,La” (Moore), 395

Primero Sueño (Sor Juana),370-1

421

Primo Basilio (Queiroz), 135Primo de Rivera, M., 151Príncipe,El (Maquiavelo),235Problemasde la Geología e in-

tentosde solución (Goethe),75

Problemas y secretos maravi-liosos de las indias (JuandeCárdenas),307, 310

Producción literaria de los az-tecas, La (Campos),298 n,392

Profecías de Daniel, 325Prólogos a la Bibliotheca Me-

xicana (Eguiaray Eguren),382 n

Prometeo(Goethe),129‘Prometeo’ (en Goethe), 129Prosasprofanas (Darío), 257,

265Proust,Marcel, 60.70, 131, 152Proverbios (Salomón),348Prudencio,214, 362Pruneda,A., 213-4Psyche (Rohde), 114Puga,Vasco de, 307Puigcerver,Manuel; véaseRi-

vas, FranciscoPuyol, Julio, 234

Quatre lettres... ir ses concier-ges (Proust), 68 n

Queiroz,Eçade, 135-7Querilo, 291 a‘Quétzal’ (en Terrazas),339Quctzalcóatl, 297, 316Quevedo, Francisco de, 224,

229-31, 257, 314, 348, 361,380, 388

Quijote (Cervantes),229‘Quijote’ (en Cervantes),185Quiller-Couch,Sir Arthur, 56-7

Quimera, 366Quintana, Manuel José, 341Quiroga, profesor,190Quiroga, Vascode,308Quod nihil scitur (1. Sánchez),

310

Rabelais,F., 236Rabinal Achí, 286, 291 uRafael, 116Raigosa,Genaro,249Ramayana,287-9

‘Ramírez, Alonso’ (en Sigüen-za y Góngora),352

Ramírez,Gil, 372Ramírez, Ignacio, 143, 191,

196, 252Ramírez,José Fernando,250‘Ramírez, Román’ (en Ruiz de

Alarcón), 345Ramírez, véasePérezRamírezRamírezCabañas,Joaquín,394Ramírez de Vargas, Alonso,

353, 357-8, 360-1Rangel,Nicolás, 276-7, 393Ramusio, Giambattista,311Ranke, Leopoid von, 102, 106,

128Raros,Los (Darío), 266Rasputín,139Raynal, Guillaume François,

383, 386Raynaud,Georges,285-6, 392Recado a Lolita Arriaga (G.

Mistral), 270Recinos, Adrián, 286 n, 287,

392“Recordación de Urbina” (Re-

yes), 7“Recuerdosde Unamuno” (Re-

yes), 10

422

Recherchessur le “Libro deBuenAmor” (Lecoy), 219

Reflexionesmorales (Goethe),75

y aforismos so-ciencias naturales

Reflexionessobre la HistoriaUniversal (Burckhardt),100n, 102-4, 108, 110, 112,114-5, 118

Rehbein, Artur, 73Reiche,K., 210Relación (A. de Tapia), 319Relaciónde Michoacán,321Relacionesberlinesasde Goethe,

Las (Arnhold), 80Religio Medici (Browne), 98Reliquia, La (Queiroz), 135RelojdeSol (Reyes),10, 203 n,

206 u, 217, 226-7Rembrandt,Van Ryn, 62Remendones,Los (J.A. deCas-

tro), 389Renan,E., 30, 197, 247Renard,Jules,176‘Benard, Dr.’ (en Chesterton),

29Rengifo, 356Reseñahistórica (le la literata-

Ta mexicana (Vigil), 391Reseñahistórica del teatro en

México (Olavarría),391Respuestaa Sor Filotea de la

Cruz (SorJuana),365, 367,371

Retratos reales e imaginarios(Reyes), 232

Revilla, Manuel, 191RevistaAzul, 200, 207.8Revistade América, 241 aRevistade Archivos, 234

Revistade CienciasJurídicas ySociales,207 u

Revista de Filología Española,222, 226, 228, 234

Revistade las Indias, 130RevistadeLiteratura Mexicana,

395RevistadeRevistas,83 n, 150a,

240, 271nRevistaEspañola,220RevistaInterludios, 241RevistaModerna,200, 202, 274Revue de l’Am~rique Latine,

238, 240RevueHispanique, 231-4RevueSud-Américaine,240ReyLear (Shakespeare),189

Reyes, Alfonso, 7, 10, 72 n,174, 198n, 199n, 200n,203 u, 212 u, 214, 225, 269,278,280-1, 295,310 n, 327 u,334 u, 342 a, 387 n

Reyes,Bernardo,249Reyes, Fray Antonio de los,

307Reyes,Fray Pedro de los, 359

Reyes,Rodolfo, 209ReynaZeballos,Miguel de, 372Reynoso,Diego, 287Rhetorica Christiana (Fray D.

Valdés),395Rhetorica Ecciesiastica (Luis

de Granada),395Riancho,Gonzalo de, 330Ribeiro, Joño,74Ribera, Pantaleónde, 348Ricard, R., 326Ricardo 1, Corazón de León,

33.5

Reflexionesbre las(Goethe), 75

RicardoRicardoRickert,

II, 36-7, 53III, 36-7Heinrich,189

423

Richepin,Jean,240Ridley, Nicholas, 38Riehl, Ludwig, 116Rimbaud, Arthur, 106Rincón, 307Riva Palacio,Vicente,227, 243Rivane, G., 68 nRivas, Francisco, 190-1Rivera,Agustín, 252Rivera, Diego, 154, 202, 207,

215Rivera Guzmán, 388Robertson,William, 383, 386Robinsón,91Robles,Antonio, 351Roca, Ramón,389Roces,Wenceslao,100n, 113Rocha, Sóstenes,275-6Rodó, José E., 143, 198, 209,

242, 257“Rodó” (Reyes),198 uRodrigo, El (Zumaya), 389Rodríguez,Fray Luis, 348RodríguezArizpe, Pedro,381Rodríguezde Abril, Juan,358Rodríguezde Ledesma,389Rodríguez Marín, Francisco,

226RodríguezMofuino, A. R., 226Rohde, Erwin, 114, 121. 124Rojas, Luis Manuel, 209Rojas Garcidueñas,José, 322,

393RojasRojasRojas

353,Roldán, 282‘Rolles, Simon’

son), 15-6Romains,Jules,380Romair de Renart, 189

“Romance a la Ovandina”(anónimo), 226 n

Romancedel escudode María(Salazary Torres), 353

Romanceespañol y el corridomexicano,El (Mendoza),392

Romancemudo (Isla), 372Romancero, 66Romero,Francisco,91Roquette-Pinto,profesor,74Rosamunda,29Rosasde Oquendo,Mateo, 226,

310, 339, 342“Rosasde Oquendoen Améri-

ca” (Reyes),342nRossetti,D. G., 258Rostand,Edmond,203Rouanet,Léo, 325Rousseau,J. J., 78, 83-90, 110,

261, 386Rousseauiii the SpanisliWorld

be/ore 1833 (Spell), 386“RubénDarío en México: 1. El

ambienteliterario” (Reyes),200 n, 206n

Rueca, 83 uRueda,Lope de, 328, 333Rueda y Beraílejos, Casandro

de, 374Ruelas,Julio, 201Ruiz de Alarcón, Juan,7, 170,

215, 221, 228, 256, 270, 272,299, 332, 337, 343-7, 353,363

Ruiz de León, Francisco,374,377

Rumbo a Goethe (Reyes),71“Rumbo al Sur” (Reyes),239Ruskin, John, 111Rusticatio Mexicana (Landí-

var), 378

y Rocha, Elvira, 374y Rocha, Francisco,374Zorrilla, Francisco de,389

(en Steven-

424

SaavedraGuzmán, Antonio de,330, 339

SabatErcasty,Carlos, 269Sacrameña,389SacredFount, The (H. James),

Safo,379‘Safo’ (en Nervo), 266Sahagún,Bernardino de, 283,

292, 302, 319-20,335Sahagún,JuanFrancisco,386-7St. John,Henry (Bolingbroke),

41Saint-Pierre,Saint-Simon,Sainte-Beuve,

tin, 13, 26,SaladoÁlvarez, V., 230Salazar,Toño, 151Salazary Alarcón, Eugeniode,

336-7, 362Salazary Torres,Agustín, 353,

357-8Salomón,296, 348Salterio regio (Lampart), 348Samaniego.F. M., 260SanBenito, Joséde, 381SanFrancisco,Marquésde (M.

Romero de Terreros),215SanMartín, JuanJosé, 145-6“San Mauricio” (Greco), 167Sánchez,compañerode A. Re-

yes, 189Sánchez,Francisco,310SánchezBaquero, Juan,330SánchezdeAguilar, Pedro,291Sánchezde Muñón,Sancho,329SánchezMármol, M., 191, 249SánchezRivero, Ángel, 229Sandoval y Zapata, Luis de,

361, 373Sanguily, Manuel, 80

SantaCruz Aldana, Ignaciode,357

Santa Teresa y otros ensayos(Américo Castro),236

Santillana,Gabriel de, 358Santillana,Marquésde,95, 360Santos y Salazar, Manuel de

los, 389

SantoyoGarcía,Felipe de, 358Santullano,Luis A., 150‘Sardanapale’ (en Verlaine),

259Sariñana,Isidro de, 361Sarmiento, Domingo F., 143,

242, 256-7Sartor Resartus(Carlyle), 232Sartorio,JoséManuel, 389Sátiras (Horacio), 378Satírico olvidado: MateoRosas

de Oquendo, Un (Vélez Pi-casso),226 n

Saturno,183Savia Moderna,202, 207-8Scott, Walter, 11‘Scrymgeour, Francis’ (en Sie-

venson), 16Schelling,Friedrich, 100 u, 101Schiller, Friedrich, 106Schopenhauer,Arthur, 129,

191, 207, 236, 366Schubert,F., 264Schultz, Miguel, 190Schulz, A. 0., 75Sebastián,criado de Eschwege,

73Segismundo,372Sender,RamónJ.,236Senderillos al ras (Estrada),

180Séneca,246, 344, 379“Sentido de América, El” (Re-

yes), 310

Budin de, 84, 88Claude-Henrj,335

Charles Augus-88

425

Serand,Eloy, 83Serand,Francisco,83, 86Serand,José,83, 86“Serenata”de Schubert(Gutié-

rrez Nájera), 264‘Sergio, Padre’ (en Bramón),

350Sessa,duquede,237Seume,J.-G., 72Severiano,56Sexto, 91Seymour,Eduardode, 38Seymour,Juana,38Shaw, George Bernard, 21-2,

24-5,215,345Shelley, P. B., 59, 101Sierra, Justo, 154, 158, 188,

190-1, 194, 199-200, 210,212, 214, 242-55, 261, 271,276, 304, 393

Siglo de oro de la Nueva Es-paña,El (Davis), 393

Siglo de oro en las selvas deErífile, El (Balbuena),340

Sigüenza y Góngora, Carlosde,350-1,355,357, 367, 377,381, 386

Silva José A., 258, 263-4Silva, J. FranciscoV., 226Silva, Mariano, 214Silvestre,Papa,330Simpatías y diferencias (Re-

yes), 232, 387 uSinfonía en blanco mayor

(Gautier), 264Sinfonía en gris menor (Da-

río), 264Silva Valdés, Fernán,269Sirgueros de la Virgen sin ori-

ginal pecado, Los (Bramón),350, 352

Smith,Adam, 386

“Sobre la nueva Fedra” (Re-yes), 10

Sobre lo bello en general (P.J. Márquez),384

Social,60 n, 65Sócrates,154, 158, 165-6, 272‘Sócrates’(en Aristófanes),193Sol, El, 231Solalinde, Antonio G., 219, 221-

225, 229Soledades(Almazán), 359Soledades(Góngora),370-1Solescosmogónicos,Los, 292Solís, A., 237Solís, Antonio de, 313, 318,

374Solís Aguirre, Ambrosio de,

359-60SolórzanoPereira,Juande, 373Sombrero de tres picos, El (P.

de Alarcón), 273Somerset,condede, 37Somerset,duquede, 38Sornmer, F., 73Soplillo, bufón de Felipe IV,

343Sor Juana Inés, hija de Eva

(Unamuno), 105nSoret,profesor,75, 81Soria, Franciscode, 389Soto Espinosa,Pedro,358SouzaDantas, embajador,240Spano,Guido, 145Spell, J. R., 386 n, 390 nSpencer,Herbert, 184Spengler,Oswald, 100Spinoza,Baruch, 94Spitteler,Carl, 115Spix, J. B. von, 74Stella (Goethe),71Stelling.Michaud,S., 113

426

Tito Livio, 312

Stendhal,Henri Bayle, llamado,89, 101, 111. 136

Stevenson,R. L., 11-8, 21, 31,232

Stevin, Simón, 92Storni, Alfonsina 270Suárez,M. F., 257Suárezde Peralta,Juan,335SuavePatria, La (López Ve-

larde), 270Sueñode sueños (Acosta Enrí-

quez),388Suicida,El (Reyes),212 aSuplemento,El, 145 uSuplicantes, Las (Esquilo),

291 uSur, 71‘Swann’ (en Proust),60-2,64-5Swift, Jonathan,136‘Syme’ (en Chesterton),26, 29

Tabaré (Zorrilla de San Mar-tín), 261, 339

Tablada,J. J., 201-2, 265Tablas de la Conquistade Mé-

xico, Las (Estrada), 179Tácito, 47Tagebuch(Boisserée),79Taine, H., 62, 115, 258También se ama en el abismo

(Salazary Torres), 353Tapia, Andrésde, 282-3n, 319Tastera, Fray Jacobode, 300Teatro de la AméricaEspañola

en la época colonial, El (P.HenríquezUreña), 346 n

Teatro de Nueva Españaen elsiglo xvi, El (Rojas Garci-dueñas), 393

Tecto, Fray Juan de, 301Teixidor, Felipe, 180, 382Telémaco, 235

Téllez, Juan,277Teócrito, 380Teofrasto,150Teoría de los colores (Goethe),

91Teoríageneraldela rima (Cas-

tañeda),380Terán,JuanB., 226Terborch,Gerard,62Terencio,11, 344 346Teresa de Jesús, Santa, 270,

275, 359, 363Teressiada(Juande Valencia),

Término,243Terrazas, Francisco de, 297,

330-3, 337-9Terrés, José,190‘Teseo’ (en SorJuana),368Tesorode MonteAlbán,El (Es-

trada), 179Testamentonuevo, El (Gonzá-

lez de Eslava), 332-3Teste, Monsieur,93Testimonio de Juan Peña, El

(Reyes),199nTetis y Peleo (Salazary To-

rres), 353‘Tenfelsdroeckn,profesor’ (en

Carlyle), 232Tezcatlipoca, 297Thackeray,William, 15, 61“Theaterin Mexico City, 1805-

1806, The” (Spell), 390 nThoré,Stéphane,62Ticknor, George,73Tierra Firme, 226 nTimes,The, 21, 28, 51, 55Times Literary Supplement,

Tire, 115n

427

Título ¿e los señoresde Toto-nicapán,285

Tocqueville,A., 247Toledo y Villalpando,308Tono a SantaRosade Viterbo

(J. de la Anunciación [si-glo xvm}),373

Torquemada,Fray Juan de,292, 319, 325

Torre, Franciscode la, 207Torres, Teodoro, 392Torres Bodet, Jaime,7Torres Rioseco,A., 391, 392Torres Tuñón, hermanos, 381Torres Villarroel, Diego de,

386, 388Torri, Julio, 204,206, 215, 277Toussaint,Manuel, 214-5, 240,

364 n, 369Toynbee,Arnold J.,284Trabajos y los días, Los ~Re-

yes),34nTragicomediade Lisandroy Ro-

selia (Sánchezde Muñón),329

Tratado de las pasiones (Des-cartes),93

Tratado de prosodia (Pérez deCastro),379

Tratado del descubrimientodelas Indias y su conquista(Suárezde Peralta),335

Trejo, Pbro.,348Trejo, Pedrode, 3383 (revistade Lima), 226 uTres Gracias, Las (Orcolaga),

372Tres siglos de México durante

el gobierno español, Los(Cavo), 383

Triptólemo, 163

Triunfo de los Santos,El, 330Triunfo parténico (Sigüenzay

Góngora),352, 357Troyanas (Pérez de Castro),

389Túmulo imperial, 309Tyler, Wat, 53

Ulises, 88Última Tule (Reyes),310 nUnamuno, Miguel de, 10, 78,

136, 149, 150-2“Unamunodibujante” (Reyes),

10UniversidadNacional, 209 nUniversidadde México, 233Upanishadas,290Urbina, Luis G., 200-1, 206,

215, 263, 271-8, 293, 374,391, 393

Uribe, Juan de Dios, 374Urueta, Jesús, 196, 200-1, 208,

242, 248, 271 aUsigli Rodolfo, 327, 332, 391

Valdés, Fray Diego, 309, 395Valdés, ManuelAntonio, 386-7Valdés, Octaviano,378 uValdivieso,Josefde,348Valencia, G., 261, 268Valencia, Fray Juan de, 348,

355Valencia, FrayMartín de,301Valenzuela, Jesús,201.2, 274,

276

Valera, impresor,275Valera,Juan,257Valeriano,Antonio, 301, 309Valéry, Paul, 230, 284, 365Valoraciones,66 nValla, Lorenzo,308

428

Valle, FrayMichaeleMaría del,385

Valle, Rafael Heliodoro, 382Valle-Inclán, Ramón de, 224Van der Meer, Jan;véaseVer-

meerVan derMeer de Haarlem,62Van cler Meer de Utrecht, 62Van Horne, John,340 n, 393Vanguardia,La, 209Vanzype,63Varón de Rabinal, véaseRabi-

nal AcmVasconcelos, José, 155, 198,

205, 209, 212-5Vázquezdel Mercado,Alberto,

215Vega, Andrés de, 317Vega,Juande, 315Vega, Lope de, 226-9, 237,

329, 332, 339, 343-4, 346-7,348, 353, 360, 379-80

Vela, Eusebio,389VelascoArellano, JoséLuis de,

372Velázquez,Diego de, 317Velázquez de León, Joaquín,

385Vélez de Guevara,Luis, 389Vélez Picasso,J. M., 226 nVélez Ulibarri, 388‘Vera, Lota’ (en Estrada),178Vera Estañol,Jorge, 249Veracruz. Fray Alonso de la,

302, 304, 306-7Verdadsospechosa,La (Ruiz de

Alarcón), 344VerdaderoJuárez,El (Buines),

199Verlaine,Paul, 230, 258-9Vermeerde Delft, 60-5Versossencillos (Martí), 263

Vespasiano,90Vespucio, Américo, 311Viaje brasileño(Neuwied),81-2Viaje del Parnaso (Cervantes),

339Vico, Giovanni, 100, 284, 383Victoria, reina de Inglaterra,

42, 45, 183Vida (Müller), 72Vida literaria de México, La

(Urbina), 271 u, 276, 391Vida y milagros del glorioso

SanJacinto (Hinojosa), 307Vieyra, Antonio, 365Vigil, JoséM~,297, 391Villa y Sánchez,Fray Juande,

373\rillada, \Tjcente, 275Villagrá, véasePérez de Villa-

gráVillalpando,Fray Luis de, 307Villaurrutia, Jacobode, 386Villegas, Esteban Manuel de,

380Villeneuve, Venturede, 83, 86,

90Vinteuil, músico, 60Virgilio, 262, 308, 348, 377-9,

381Visión de Anáhuac (Reyes),

295Visionario de la NuevaEspaña

(Estrada),177Vísperasde España, Las (Re-

yes), 217, 239-240Vitruvio, 383Vives, JuanLuis, 300, 308, 335Volney, Constantin,386Voltaire, François-Marie

Arouet, llamado,386Vortigern, 32Vossler, Karl, 228, 314

429

Voyageéquinoxial (A. de Hum-boldt), 77

Voz contra la roca, La (Lugo-nes), 149

‘Wagner, Doctor’ (en Goethe),139

Wagner, Richard, 106Walpole, Robert,41Wallace, 36Warens, Madame, 83-5, 90Warner,Ralph E., 391Warwick, 37Washington,George, 151Walt, James,42Watts, George,23Weber,Max, 120Wellington, Arthur Wellesley,

41White, Horacio C., 81Whitman, Walt, 77, 258-9Wilamowitz, Ulrich von, 112Wilde, Oscar,136, 215, 258Wilhelm Ludwig von Eschwege,

biografía de un alemánen elextranjero,con memoriasso-bre la historia ¿e la civiliza-cian de Alemania, Portugalyel Brasil en los años 1777-1855 (Sommer), 73

Wilhelm Meister (Goethe),79 uWinckelmann,Johann-Joachim,

111-2Wittkowski, Victor, 81-2

Witz, Conrado,103W6lfflin, Heinrich, 110Wolsey, Thomas,38Würzburg,71 uWyndham,George,43

Xenias Mansas (Goethe),76Xul-Sol, 139

Yáñez, Agustín, 320-1, 352,392

York, duquede, 37

Young, Edward,379YoungFolks (antesOur Young

Fotks’ WeeklyBudget),14 n

Zacarías,325Zaldumbide, Gonzalo, 239Zamacona,Miguel, 196Zárate, Eduardo,249Zárate, Julio, 249Zaratustra,49Zavala,Silvio, 180, 278Zeitler, Julius, 81Zenón,336Zérega-Fombona, Alberto, 240Zola, Émile, 136Zorrilla, J.,243, 260Zorrilla de SanMartín, J.,261Zozaya, Antonio, 238Zumárraga,Fray Juande, 301-

302, 333Zumaya, Manuel, 389

430

ÍNDICE GENERAL

Contenidode estetomo 7

1

GRATA COMPAÑÍA

Noticia 10

1

1. Las “Nuevasnochesárabes”,de Stevenson 11

II. “Ortodoxia”, de Chesterton 19

III. “El hombreque fue Jueves”,de Chesterton 23

IV. Pequeñaclave parala “Pequeñahistoria” 32

V. Chestertony la historia inglesa 461. A los lectoresde la traducciónespañola.... 46

II. Chestertony el coro 48III. Chestertony el espíritu de la pesadez 53IV. Chestertony Roma 54

VI. Vermeery la novelade Proust 60

VII. La última moradade Proust 66

yiii. Prousty los gusanosde cuatrodimensiones 69

IX. Goethey América 71

X. JuanJacobosale al campo 83

XI. En torno a la estéticade Descartes 91

XII. Breveapuntesobrelos sueñosde Descartes 96

XIII. Prólogo a Burckhardt 100

2

1. Un descubridorde América 130II. Caído del cielo 133

431

III. Un apunte sobre Eça de Queiroz 135IV. Keyserling en BuenosAires 138

Y. Sobrela tumba de GraçaAranha 141

VI. Loor a SanMartín 145

VII. Leopoldo Lugones 147VIII. Recuerdosde Unamuno 150

IX. En memoria de Antonio Caso 153

X. Honor a Caso 157

XI. Evocación de PedroHenríquezUreña 163

II

PASADO INMEDIATO

Noticia 174

1. GenaroEstrada 175

II. Pasadoinmediato 182

III. El reversode un libro (Memoriasliterarias) .... 217

IV. JustoSierra y la historia patria 242

Y. De poesía hispanoamericana 256VI. Recordación de Urbina 271

III

LETRASDE LA NUEVAESPAÑA

Noticia 280

Proemio 281

Introducción: Poesía indígena 282

1. La hispanización 299II. La crónica 311

432

III. Teatro misionario 322IV. El teatrocriollo en el siglo xvi 328

Y. Primaveracolonial (xvi-xvii) 335

VI. Virreinato de filigrana (xvii-xviit) 348VII. La eracrítica (xviii-xix) 375

Bibliografía sumaria 391

Notas adicionales 395

ÍNDICE DE NOMBRES 397

433

Este libro seterminódeimprimir y encuader-naren el mesde mayode 1997en Impreso-ray EncuadernadoraProgreso,S. A. de C.V.(IEPSA), Calz. de San Lorenzo,244; 09830

México,D. F. Setiraron 2 000ejemplares.

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