1872, artículo de "La ilustración..."

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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. 1 de diciembre de 1872 Estudio presentado por Eduardo Saavedra en esta publicación:

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pdf2, sobre la piedra romana.

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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. 1 de diciembre de 1872

Estudio presentado por Eduardo Saavedra en esta publicación:

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714 LA ILUSTBACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.

calco de la siguiente lápida, por él hallada en las men-cionadas ruinas.

I, • AEMILIVS • DAPHNVS • SBVIR • THERMASSVA • OMNI • IMPENSA • MVNICIi'lBva • MVRODEDIT • KT- QVO • DIE • EAS • DEDICAVIT • X SINy VLOS • CIVIÜVS • ET • INCOLIS • EPV1.VM • DEDITet tj VAMDIV • V1XISSET • EODEM • DIE • DATVRVMCSÍÍX SIXGVLOS • EISDEM • PROMISSIT • ET • INtttt ELAM • EARVNDEM • THERMARVM . QVAMD I V • I P S E . V I X I S S E T • A N X V O S . x c I

POLLIC1TVS • EST

Bien sencilla es su interpretación: Lucio Emilio DafuoSevir, donó unas termas hechas á su costa á los Mur-gitanos, celebrando su inauguración con un banquetepopular y una distribución de un denario á cada ciuda-dano ; y prometió para mientras viviese dar otro dena-

rio á los mismos en igual dia, y ciento y un denariosanuales para la conservación de las mismas termas. De-jando á un lado cuantos comentarios puede sugeriresta interesante piedra por los diversos puntos de sucontexto acerca de las costumbres y leyes de los anti-guos romanos, el presente artículo se íijará solamenteen las consecuencias que se desprenden para ilustrar laantigua geografía.

La inscripción, cuyo carácter de letra corresponde ála mitad del siglo n , no deja lugar á duda alguna; elpueblo, cuyos vestigios se hallan en el Campo de J)alías,es Mtin/in, y al mismo tiempo aprendemos que fue mu-nicipio, cosas ambas hasta hoy del todo ignoradas, yque lian hecho merecer al señor Suenz de Santa Maríael premio que tiene ofrecido la Academia déla Historiapara esle caso. Cuantos han dirigido sus estudios á laromana ideografía han colocado dicha ciudad fuera de

ese sitio , que sabemos ahora pertenecerle, ya ndola á Mojácar, ya dejándola en Molvizar ó en Po]

U"ó trayóndola á Berja ó hasta Almería; pero no °̂ °S>

(lucen á'eso solo las importantes consecuencias A*]]6"llazgo. e a"

Do tres maneras consta en los autores antiguonombre do Murgis: en Ptolcmeo, como ciudad ni Aterninca de los Túrdidos, hacia el N. de Málaga-Plinio, como última población litoral de la Bética ^en el Itinerario do Antouino, como mansión del cara' ̂de Castillo á Malaca. ¿Cuál de estas tres es la delCa"*0

po do Dalias? Creo que las tres son una sola, cuy11"ruinas acaban de ser determinadas. ' ^as

Colocar en ellas la mansión del Itinerario nodificultad alguna: por allí pasan la carretera nu.el o mino do ruedas do la costa, que después de Aunería !1 se continúan por el valle del rio de su nombre hacia

-mr-rar-aa—anr-fina—mnr m MI ira~y,-iT-ttir—m: •^-ün.r -T.T,—tr.-jgr-3-

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mvin.

VIL VIII XI

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2° 3o 4°HurrcfT-Ovjra.

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37?

36"

T — I I U H ^ - r -,iii./ iri*

Millas nominast& 20 30 AO bO SO 1Ü 00 30 100i 1 1 ' - - I M 1 1 C • 1-

KilómptrosOSO le SO 30 40 50 SO 70 80 90 100 110 I2P /JO 1*0 1SO 1SO

Leguds de 20 al yrado9O ;'O

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36

1" 3"Longitud oriental del meridiano de i terrunúo

S XXXVI.

Vil VIIIii.n min IJFIII- mili

GRHO&S OF LONGITUD Ot PTOLLMEO

IX. \Xi'i'ii iliul mm

XJ

Plano que indica el límite oriental de la Bética.

[Xll.T. i;i" 'iflTU. iTíP~Tf¡tr" iftir iii^_'nrj!' *"

\XIII. [XIV. ^

Guadix, punto fijo y conocido de la vía antes renom-brada, tocando en Abla, que corresponde, según elcomún sentir de los geógrafos, ala Alba antigua. Tam-bién conviene al sitio la distancia que so señala desdeAcci á Murijis, de este modo:

AcciAlba xxxir m. p.Urgi XXXIIIITuran iana xvtMurgi xi r

TOTAL xcuri

Y lo que media entre (jiuadix y el sitio de las rui-nas, es:De Guadix á Almería, por la carre-

tera nueva 108 kilómetros.De Almería á las ruinas 31

TOTAL íyj

que corresponden exactamente á las 04 millas roma-nas. Puédese buscar, con este conocimiento, la situa-ción precisa de Alba, Ifrr/i y Turuniana, que caenentre esos dos puntos lijos y conocidos, y por un ca-mino tan obligado que no permite apenas desviaciones.Alba se reduce por todos los autores á Abla, que con-serva antiguos vestigios en sus cercanías, a 4S kilóme-tros equivalentes á las 32 millas, del sitio de Ar.ci, enGuadix. Hacia las Ventas do Agua Dulce, orillas delmar, y al borde de un pequeño fondeadero, caen las 10millas de Murgis, en sitio muy á propósito para unavilla ó aldea que recibiera su nombro de la familia delos Turanios, avecindada en las costas meridionales al

decir do Plinio. Y partiendo la distancia entre las rui-nas de Alba y Agua Dulce en las dos porciones que elItinerario marca, resulta l'rqi entro Huércal y Pechi-na, y arrimada al rio que baña el término de la capital.Kcclama Huércal por su nombre la sucesión (hila man-sión urgitana, presenta Pechina títulos no menos aten-dibles por la gran antigüedad do su historia, ya que doninguno de ambos pueblos se conozcan ahora lápidasni otros restos romanos; y como la proximidad do losdos es grande, creo que la mansión podria estar encualquiera de ellos, ó entro medio, pero inclinándomemás á Pechina por cuadrarle mejor las demás circuns-tancias del asunto.

Y aquí vuelve a salir cuestión do diversas Urgísnombradas por los autores do geografía, pues á más dola mansión ahora discutida, tenemos el Urci de Plinio yel OSpxíi de Ptolemoo, próxima al mar aquella, ésta enla misma orilla, y ambas al comienzo de la España ci-terior viniendo do la Bética. Opinóse algún tiempo quetodas eran una misma y que debía buscarse hacia eldistrito de Almería; después, y hasta hoy, estaba reci-bido que las ruinas do la ciudad limítrofe oran las queá la izquierda del Almanzora, y dominando la costa,llaman en el país Ciudad del Garbanzo, colocandoaparte la del Itinerario, como hice yo mismo en mimapa; y ahora me decido por el antiguo parecer, ycreo que Urgi, Urci y Oí,;xn corresponden á ese puntoque he marcado en Pechina ó junto á ella.

Casualidad seria, y grande, que saliendo tan próxi-mas Minyis y Urgi por el Itinerario, y hallándoseigualmente vecinas por l'linio, hubiera un duplicado dolas dos ciudades y en idéntica situación relativa entresí y con respecto al mar. Lo natural es identificar las

del mismo nombre, y solo cuando la demostración con-traria fuera irrefutable se podrían admitir una Afurgisen el Campo de Dalias y otra en Mojácar; una Urgi enPechina y otra en la Torro de Villaricos, donde se con-templan las grandes ruinas de la boca del Almanzora.Pero lejos do haber pruebas de esto, las hay de locontrario, y las dificultades que de admitirlo resultanno son por cierto insuperables.

El argumento capital lo suministra Plinio al dar conmatemática precisión los límites do la Bética. Consignaesto minucioso escritor la longitud de esta provincia entiempo de Agrippa, y las distancias que en el suyo secontaban desdo Cádiz y Cartoia á los términos deCastillo y do Murgis, límites de la provincia al Nortey al Oriento. ¿ Son los números do los códices exactos.¿ Cómo se contaban las distancias ? Las que son cono-cidas nos enseñan, lo mismo que las indicaciones denaturalista latino, que se computaban por la medí ade los caminos y no en línea recta, y que eran tantomás exactas que las de Antoníno, dando la pauta parbuscar el dudoso límite murgitano, cuyo asiento no eraotro que el rio de Almería, ó alguna línea muy prox -ma, desposeyendo á la antigua Bética del trozo com-prendido entro esta corriente j la de Mojácar. L a °mostración es importante, y conviene darla congra

pormenores. 'Ya mi docto amigo don Aureliano Fernandez

ra había reparado en la perfecta concordancia que ^sulla entre lasen, millas do anchura de la D e t ^ ' a - r j ¡ n .que consignan para el camino do Gades hasta losderos de Castillo los Vasos apolinares, / o n h r m ; l apor multitud de miliarios que en puntos diversos (vía so conservan. Describió también , en trabajos

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LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA. 715

., la vía militar de las colonias, cuyo término era'¿a, y omitida en el Itinerario de Antonino, por la'ue miden con igual precisión las (XXXXIIII millasí!..dich° punto y el indicado límite de la Tarraco-»".e ell Castillo. Idéntica exactitud se encuentra para'.(•cci.xxv millas (713 kilómetros) de longitud de«ética de Agrippa, que comprendía desde las bocasUnas hasta Cartílago nova, pues resulta la siguiente-íiicia itineraria, deducida por los datos del Estadolyor del Ejército y de la Dirección general de Obrasf,j¡e;is, aproximándose siempre á la dirección de los|,inos antiguos.

1 Vv¡nii°nte á lluelva(flüi.lva á Sevilla1 Ovilla á Alcalá de Guadaira. . K'.•.Alcalá á Osuna <'>0

¡Málaga 112

57 kilómetros.'•• 1

,„ Osuna av)Iálaga á Almería. . .¡(Almería á Cartagena.

TOTAL.

20.')17'.»

Veamos, pues que ya sabemos comprobar todas es-pedidas comunicadas por Plinio, donde concluyen'icci/xxv millas que dá entre Gades y Murgis, equi-pes á -113 kilómetros próximamente:

Cádiz á Málaga 250 kilómetros.Málaga al Campo de Dalias. . . 171

TOTAL.

So puede ser más claro , visto lo pequeño de la di-eacia, que la Muryis de Plinio estaba donde la Mur-del Itinerario, y que cerca de ella se ha de buscarlímite de la Bétiea. Y como encontramos á poco tre-la Uryi con que el mismo autor empieza la des-

pcion de la Tarraconense, nadie podrá quitar del rioAlmería la línea divisoria que se quería reconocer,en el rio de Mojácar, ya en el Almanzora. Si Iriry¡> pliniana fuese el antedicho Mojácar, habríaaumentar la longitud en estas cantidades.

Del Campo de Dalias á Almería. . 31 kilómetros.De Almería á Mojácar 74

TOTAL 105

nal daria un error de 25 p"/0 en distancias que tanitadas, se han encontrado fuera de este caso, y en«caso mismo si se admite la opinión que propongo,

al fin la más sencilla y natural.Los autores de geografía descriptiva que tan dete-lamente dejaron enumeradas las ciudades todas derosta, no podían razonablemente saltar desde Ab-ra hasta Mojácar sin nombrar nuestras Murgis yji, cuya gran importancia es manifiesta. Las rui-

2 por siglos han guardado la lápida de Emiliofao, y que en el país llaman Ciudad vieja, alcanzanperímetro de diez kilómetros, ó sea un ancho mediote; de ellas salen restos de estatuas y de colum-i¡ sabemos que hubo allí unas termas, y que goza-ros habitantes del fuero municipal. Y ¿qué hay enjicar? Un nombre tan solo, pretendida corrupción

'gis sacra, pero sin pruebas de su filiación lin-stica. Fácil es, sin embargo, encontrar la verdade-procediendo en sentido ascendente, pues vemosnombre con la forma j i Lsy° (Mochaquer) en Ibn-'stib, forma que conduce á pensar en alguno de los'ios Montes sagrados que lian denominado á Mon-to, Montejaque y Montcjicar; y suposición que«fina plenamente el Edrisí, :tl llamar al mismo si-*í¿,ii(Okba xacar) ó Cerro Xacar, traducción''M y á medias del latino Mons Sacer. No hay,•>conexion entre Muryis y Mojácar.'importancia de Uryi se infiere de la que gozó'•na en la primera mitad de la Edad Media. Des-ala los autores árabes, con el nombre de h \x-e]i«ia), como capital del distrito de su nombre, co-tilo también al rio que humedece su feracísimo'P°> caída ya de su antiguo esplendor, entonces lie-"' por la vecina Almería, donde se había domici-

inayor número de sus pobladores. No obstante"Rancia de la costa, es nombrada Pechina como ellc'Pal departamento marítimo de los Umeyas, y el?jUayangos, en sus notas al Maccari, cree que

cstar unida á Almería por una calle de caseríos)s <'dilic¡os. llni-al-.Iatib dá noticia de antiguos

roiuanos cu sus inmediaciones, todo lo cual seria,Vístanle liara considerarla, IJrqi del Itinerario

111 ciudad extrema de la España citerior, cabeza¡_ r,°SÍon y de la primitiva diócesis urcitana ; pero

(1 reforzar con la opinión dominante en el si-'¡ consignada por el monje Ebrctmo, y los Anales

Toledanos que refieren á Paschena, como cosa corrienteaquella sede episcopal. Allí fueron sin vacilación algu-na los emisarios del abad de San Juan de la Peña parabuscar el cuerpo de San Indalecio, porque sabían quecada uno de los siete prelados apostólicos, según eloficio muzárabe, tenia sepultura en la capital de suobispado, y hallaron, en efecto, la del santo con lainscripción : « //'/<• requicscit Jn.Ialetius, pritims pontifex.Urcé'taitae cicitati.*. v Suponer como Florez, que elcuerpo del mártir fuese llevado por los cristianos desdelas orillas del Almanzora para esconderlo, huyendo deuna persecución mahometana, fuera bueno si no dierala casualidad de ser casi desierto el sitio de Yillaricos,y nada menos que la capital sarracena el refugio ele-gido: mejor pareciera haber huido de I'echina á lasmontañas ó Inicia tierra de cristianos por el mar.

MI principal obstáculo de estas reducciones , y másfirme apoyo del 1'. Flore/., y cuantos le siguen, es Pto-lemeo, que entre Abdera y Urci coloca el PromontorioCharidemo: pero todo nace de afirmar que dicha puntacorresponde al Cabo de Gata, cuando puede colocarseen el de las Entinas, que aunque menos montuoso,avanza más al Sur y se halla entre Adra y Almería.Si Ptolemeo hubiera sido viajero, no hubiera dejado denotar las eminencias de aquel promontorio ; pero geó-grafo especulativo, no es extraño que atendiendo soloá la figura proyectada en el mapa, prefiriera la salidamás meridional para mejor consignar las dimensionesde la Iberia. Adúcense contra esto las graduaciones dsus Tablas, como si pudieran ser útiles aplicándolascomo están escritas y sin la conveniente corrección. Enla costa de Andalucía, los grados de longitud del geó-grafo alejandrino valen los 3/s de l° s verdaderos, y losde latitud los 3/i. Construyendo así la cuadrícula, enel mapa adjunto se puede ver cómo las ciudades marí-rimas desde el Estrecho hasta Abdera, convienen conaceptable exactitud con la indicación de dichas Tablas;y dando este hecho como demostración suficiente, porser demasiado largo entrar en otro género de conside-raciones, se ve que las graduaciones del Charidemo y deUrce vienen mejor á las Entinas y á Pechina que á Gatay á Yillaricos. Las razones de etimología que se hanaducido para hacer venir Gata de Charidemo, traídasdel griego por Cortés, y del fenicio por Bochart, novalen gran cosa, siendo evidente por la lectura del

Edrisí, que los árabes llamaron á este cabo ik.1 J(Kábita), derivación del latino capite, y verdadera raízdel Cata, suavizada la consonante gutural.

¿ Qué se hace entonces de Baria concedido á Yera?¿Qué de Portas maynus no disputado á Almería? Fije-mos ante todo la pronunciación del primero, para locual nos sirve Ptolemeo, que escribe Bswíía con sí dip-tongo, manifestando ser larga la segunda sílaba. Nocabe, evidentemente, haberse corrompido en Vera, quelos árabes escribieron ¿ ^ (Béira), sino en Baria ó

Berta, y antepuesto el articulo pudo muy bien hacerseAlmería, como de Beca se hizo Meca, lo mismo enOriente que en Trafalgar. La situación de la ciudadsobre el rio de Urgi conviene á la ambigüedad con quhablan de ella Ptolemeo , que la coloca dentro del li-mite de la Hética,y Plinio, que la deja fuera, pero ads-crita á la misma provincia. Los más antiguos autoresárabes favorecen estas suposiciones, porque dan el

nombre de Almería«in el artículo Llss-í ¿o y> (MoríadeBachena); y aunque según ellos significa espejo,y los modernos orientalistas le dan el sentido de ata-laya , es lo cierto que sin alguna violencia no salen ta-les voces de los diccionarios. Portas viagnus estaba en-tre Abdera y el promontorio Charidemo, ó sea entreAdra y el cabo de las Entinas. Debe ser, por tanto, elfondeadero de Balerma ó Malcrva, que el Edrisí llamai yjJ] ¿w j¿ (Mersa Annefira) ó sea Puerto preeminen-te; y aun cuando hay variedad en las lecciones de loscódices, nótese que esta es la del m. s. déla Bibliotecade París, copiado en Almería durante el siglo xiv, yque las de los otros no dan sentido ni correspondenciaconocidos.

Queda por averiguar qué era esa Murgis que colocaPtolemeo tierra adentro entre los Túrdulos, y cuya si-tuación correspondería al punto mercado M en el ma-pa. Pudiera sin inconveniente ser una nueva ciudad delmismo nombre, como el de otras repetido en parajesdistintos; pero no me parece probable, porque veo almismo tiempo suprimido el Murgis cercano al mar ; yconsiderando la puntualidad con que aquel matemáticoanotó todas las poblaciones litorales, no creo que pa-sara ésta en silencio sino por equivocar su situación,lteeuérdcse que la mayor parte de sus puntos estáncalculados por las relaciones de los viandantes y nopor observaciones astronómicas, y nótese que le bastócambiar la dirección para colocar a Murgis donde lo

pone. En efecto, sabiendo que este municipio no es-taba en el mar, sin noticias de cuanto se retiraba aden-tro, y con su distancia á Sexi, tomó el rumbo del caboSacratif que también debieron darle, y midiendo lasnillas de la costa, pero totalmente al contrario, cayó'on el compás en dicho punto M, el cual quedó atri-inido á los Túrdulos por ser de ese distrito las dúda-les circunvecinas.

Para apurar la cuestión falta hacer algo de las rui-las que se atribuían hasta ahora á Urri, situadas,como queda dicho, en Yillaricos, á la izquierda mar-gen del Almanzora y orilla del mar. Vista su gran ex-tensión, pudieran corresponder á la urbs Massiena queAvieno coloca en el golfo de Yera; pudiera ser tam-bién la Moli/btlana que Estéfano Bizantino sacó de losescritos de llecateo, porque su nombre griego hace re-ferencia al plomo , cuya abundancia en la vecina SierraAlmagrera es notoria. Aparecen por todas aquellasfragosidades antiquísimas minas, como la vieja ciu-dad, ruinosas y abandonadas: en nuestros dias, al pro-ducir las modernas labores rios de plata, ha vuelto elindicado sitio á poblarse de fábricas y habitaciones. Sir-van estas premisas de aviso para que un buscadorafortunado interrogue con fruto aquellos montones deescombros, y nos dé la solución del problema. Los in-genieros de minas son los llamados á llevarse allí lapalma que en el territorio de Almería han sabido con-quistar dos ingenieros de caminos.

EDUARDO SAAVEDRA.

LO POSITIVO Y LO IDEAL.

DIARIO DE UNT ARTISTA. x

(CONTINUACIÓN.)

20 (le Diciembre.

La he escrito una carta vehemente, apasionada, de-lirante: hé aquí lo que me ha contestado :

«No, amigo mió; no es posible; no puedo faltar ámis deberes filiales; no puedo seguirte. — Mi madre semoriría de dolor y de vergüenza si yo la abandonara, yeste remordimiento fuera bastante á destruir toda nues-tra felicidad. — Lo sabes : te amo y te amaré mientrasexista ; pero no me pidas nada que sea contrario á midecoro : no pretendas que por tí asesine á la que deboel ser. Compadéceme y no aumentes mi amargura conproposiciones y proyectos irrealizables é indignos delos dos. Resignémonos con nuestra suerte, y esperemosen la Divina Providencia. »

i No te parecen, Carlos , una profanación las últimaspalabras que esa mujer ha escrito? ¿No es un escán-dalo que hable ella de la Providencia Divina ? ¿ Qué po-demos esperar cuando la cruel rehusa la única tabla desalvación que teníamos?—¡Bien lo veo, bien lo conoz-co : no me ama!— ¡ Huyamos !

Esta mañana entró mi madre en mi cuarto más aba-tida, más pensativa que nunca, y poniendo sus pálidoslabios sobre mi frente, me dijo con una sonrisa quequiso ser alegre, y fue lúgubre:

— He tenido carta de nuestro Carlos, despidiéndosede mí para el largo viaje que va á emprender con An-gelita.

Calló mi madre, y yo no proferí una palabra. Des-pués de un silencio do algunos momentos, la pobreanciana tornó á hablar.

—¡ Preciosa expedición, dijo, la que van á hacer!Y al cabo de una nueva pausa, añadió con un supre-

mo esfuerzo:—Hijo mió, ¿por qué no los acompañas?Levanté la cabeza y la miré; su semblante, de ex-

traordinaria belleza á pesar de las enfermedades y delos años, resplandecía con una aureola divina: la delsacrificio.—Sí: ¡mi madre tío vacilaba en inmolarse contal de salvar á su hijo!

- ¿Y tú? la pregunté yo.—Yo,— me respondió con una inflexión de voz dul-

císima,— yo te esperaré.Hablando así, me abrió los brazos y me precipité

en ellos. Los dos lloramos largo tiempo, y en aquelinstante de expansión la confié todas mis penas, todasmis angustias. Ella derramó un bálsamo suave sobre micorazón: el del consuelo.—Ella me habló con elocuencia,con sentimiento, con verdad. Ella, en fin, me conven-ció de que solo la ausencia, la vista de objetos diferen-

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