8º GRADO LECCION #3 PECADO ORIGINAL … · que le otorga-nada menos que Dios- para perdonar los...

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Curso Teológico de Confirmación

8º GRADO

LECCION #3

PECADO ORIGINAL – BAUTISMO

PECADO – CONFESION

1. Ya hemos visto cómo era la vida de Adán y Eva, nuestros

primeros progenitores, en el Paraíso. Pero veamos unos detalles

más. Dios dio a Adán y Eva una serie de dones. ¿Cuáles fueron

esos dones?

1º. La vida natural: los dotó de cuerpo y alma.

2º. La vida sobrenatural: les dio la Gracia que es la Vida de

Dios en el ser humano. Por medio de la Gracia vivían en unión con

Dios, en perfecta amistad con El.

3º Los Dones Preternaturales: No iban a morir, ni sufrir, ni

enfermarse, ni envejecer. Y tenían una tendencia natural hacia el

bien, hacia Dios, más que hacia el pecado.

2. Pero recordemos que, para poder conservar todos esos regalos

de Dios, El les había puesto una sola condición a Adán y Eva. ¿La

cumplieron?

Sabemos que no, pues engañados por el Demonio, le dieron la

espalda a Dios, dejaron de amar a Dios.

3. ¿Cómo se llama el pecado que cometieron Adán y Eva?

Se llama PECADO ORIGINAL.

4. ¿En qué consistió ese pecado de Adán y Eva?

En querer ser como Dios. Veamos el texto en el primer libro

de la Biblia:

Génesis 3:

1. La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que

Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les ha dicho:

No coman de ninguno de los árboles del jardín?»

2. La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer de los frutos

de los árboles del jardín,

3. pero no de ese árbol que está en medio del jardín, pues Dios nos ha

dicho: No coman de él ni lo prueban siquiera, porque si lo hacen morirán.»

4. La serpiente dijo a la mujer: «No es cierto que morirán.

5. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se

les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y

conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.»

6. A la mujer le gustó ese árbol que atraía la vista y que era tan

excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le

dio también a su marido que andaba con ella, quien también lo comió.

El Demonio les metió la mentira de que, desobedeciendo a

Dios, iban a igualarse a Dios, iban a saber tanto como Dios.

Así son las tentaciones del Demonio: mentiras para que nos

opongamos a Dios, para que dejemos de amar a Dios, para que no

sigamos lo que Dios quiere para nosotros, que es lo mejor para

nuestro bien espiritual y material.

5. ¿Qué perdieron Adán y Eva al darle la espalda a Dios?

Perdieron todos los dones que Dios les había dado. Y los

perdieron para ellos y para todos sus descendientes, que

constituimos la raza humana.

Perdieron ellos y todos nosotros: la Gracia, el Paraíso, la

inmortalidad y todos los demás dones preternaturales.

Significa que, a partir de ese momento, los seres humanos

tendríamos debilidades físicas: moriríamos, enfermaríamos,

envejeceríamos.

Y lo peor, tendríamos debilidades espirituales: en vez de

una tendencia natural al bien, tendríamos más bien una inclinación

más fuerte al pecado. Esa inclinación al mal es lo que se llama

concupiscencia.

6. Entonces… tratemos de definir lo qué es el Pecado Original:

Es un pecado contraído o heredado, no cometido por

nosotros.

Lo heredamos como se hereda la piel clara u oscura, el pelo

rubio o negro, etc. Se transmite con la misma naturaleza humana, la

cual heredamos de Adán y Eva. Y por este pecado perdimos todos

los dones preternaturales y sobrenaturales que tuvieron inicialmente

Adán y Eva.

¿Por qué?

Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender

plenamente.

7. ¿Qué sucedió después de que Adán y Eva cometieron el primer

pecado, el llamado Pecado Original? ¿Qué hizo Dios?

Al hacer lo que el Demonio les había propuesto, Adán y Eva

cayeron en las redes del Maligno, el Enemigo de Dios.

Eso es lo que significa Satanás: Enemigo.

Pero Dios no abandonó a nuestros primeros progenitores,

sino que les prometió un Redentor, un Salvador, alguien que

vendría para rescatar a todos los seres humanos.

Esa promesa se llama el Proto-evangelio (el primer

Evangelio), porque es el anuncio de Jesucristo, el Redentor del

mundo. Está en la Biblia, en el primer libro, después de la caída de

Adán y Eva.

¿Buscar en la Biblia y MEMORIZAR texto y cita:

Entonces Dios le dijo a la serpiente …: “Pondré enemistad entre ti y

la Mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te aplastará la

cabeza, mientras tú sólo arañará su talón.” (Gn. 3, 15)

8. ¿Cuál es el significado del Proto-evangelio?

* ¿Quién es la Mujer? La Santísima Virgen María.

* ¿Cuál es la descendencia de la Mujer? Jesús. Jesucristo el

Redentor del mundo.

* ¿Quién aplastará la cabeza de la serpiente? Jesucristo. Por

eso hay imágenes de la Virgen aplastando la serpiente, es decir,

aplastando al Demonio, porque su Hijo vencerá al Demonio.

* ¿Quién es el talón herido, arañado? El género humano que

quedó herido por el pecado original y al cual el Demonio puede

tentar, pero no vencer, porque Jesucristo nos salva del Demonio. Si

amamos a Dios y seguimos su voluntad, el Demonio sólo puede

arañarnos, tentarnos, pero no vencernos definitivamente, a menos

que ... ???

* Veamos … ¿Cuál será la descendencia de la serpiente? Los

seres humanos que siguen al Demonio y que no siguen a Dios.

Aquéllos que quieren vivir en pecado, al lado y del lado del

Demonio. ¿Se recuerdan en la película La Pasión de Mel Gibson

al demonio cargando a un bebé feísimo? El cineasta quiso

presentar así la descendencia del demonio: ésta de que habla el

Proto-Evangelio. Y el pecador es muuuucho más feo que ese bebé y

el Demonio mucho más feo que ese demonio de la película.

9. ¿Cómo se borra el Pecado Original? ¿Qué dispuso Dios para

librarnos de esa mancha?

Con el Sacramento del Bautismo. El Bautismo nos devuelve

la Gracia (la vida de Dios en nosotros) que perdimos por ese

pecado de Adán y Eva. Pero no nos devuelve los dones

preternaturales.

Nos es devuelta la Gracia con el Bautismo. Pero veamos las

condiciones en que quedó el género humano en cuanto a los dones

preternaturales:

Gn. 3, 16-19:

16. A la mujer (Dios) le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los

embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un

hombre, y él te dominará."

17. Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber

comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra

por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu

vida.

18. Espinas y cardos te dará, mientras le pides las hortalizas que

comes.

19. Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la

tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás.»

10. ¿Qué nos da el Bautismo, entonces?

1º. La Gracia Santificante: la vida de Dios en nosotros, que

perdimos por el Pecado Original.

2º. Nos hace hijos de Dios. Por ser creados por Dios somos

creaturas de Dios. Pero el Bautismo nos hace hijos de Dios.

3º. Nos da derecho al Cielo, a la Vida Eterna, pues los hijos

recibimos una herencia de los padres. Tenemos derecho a nuestra

herencia que es el Cielo. Pero tenemos que –por así decirlo- cobrar

esa herencia, siendo verdaderos hijos de Dios; es decir, amando a

Dios, haciendo su Voluntad aquí en esta vida.

4º. Nos da el don de la Fe: el poder creer sin ver, sin tener

que comprobar. Esa capacidad no viene de nosotros, eso lo

recibimos de Dios. Y junto con la Fe, la Esperanza de la Vida

Eterna. También el Amor de Dios o Caridad, que es el deseo a

amar a Dios, de complacerlo, de hacer su Voluntad. En el Bautismo

recibimos, entonces, las llamadas Virtudes Teologales (Teo=Dios,

significa que nos vienen dadas por Dios). Y son Fe, Esperanza y

Caridad.

5º. Nos hace miembros de la Iglesia que Cristo fundó:

la Iglesia Católica.

11. Además del Pecado Original, ¿hay otros pecados?

Sí. Los pecados que cometemos a lo largo de nuestra vida. Y

pueden ser graves o mortales (porque matan la Vida de Dios,

matan la Gracia). Y veniales, que no son tan graves y no llegan a

matar la Vida de la Gracia, pero sí la debilitan.

12. Entonces, si pecamos después de ser bautizados, ¿qué

hacemos? ¿Qué ayuda nos dejó Jesucristo?

Nos dejó la Confesión. El Sacramento de la Confesión es el

medio que Dios nos dejó para perdonarnos los pecados que

cometamos después del Bautismo.

13. ¿En qué consiste la Confesión? ¿Es nada más ir decir los

pecados al Sacerdote y recibir la Absolución?

Es muy importante saber que eso no basta. Esas dos cosas

son indispensables. Pero también hay otras condiciones.

14. ¿Cuáles son las 5 condiciones para recibir el perdón de los

pecados, que rezamos al final de Credo: (Creo en el Espíritu Santo, la

Santa Iglesia Católica, el perdón de los pecados y la vida eterna. Amén)

1º. Examen de Conciencia (*)

2º. Contrición o arrepentimiento (*)

3º. Propósito de enmienda (*)

4º. Decir los pecados al Sacerdote.

5º. Cumplir la penitencia que nos ponga.

(*) Examen de Conciencia:

Consiste en revisar nuestra vida desde la última confesión bien

hecha, para ver en qué hemos pecado.

(*) Contrición o arrepentimiento:

Estar sinceramente arrepentido de la falta que se cometió.

OJO: No es indispensable tener un dolor sensible, aunque Dios

puede darnos la gracia de sentir dolor, inclusive con lágrimas. Pero

es una gracia divina: el dolor no podemos provocarlo nosotros.

(*) Propósito de enmienda: Consiste en una decisión de no volver

a pecar. No significa que no volvamos a pecar, porque podría

suceder que volviéramos a caer. Significa que estamos

verdaderamente decididos a no pecar nuevamente.

15. ¿Sabían ustedes que hay dos formas de arrepentirnos?

¿Cuántas clases de arrepentimiento hay?

* Arrepentimiento perfecto o contrición: Nos

arrepentimos por haber ofendido a Dios, que nos ama tanto y no

merece nuestro comportamiento en contra de El. A veces puede ser

un arrepentimiento con dolor sensible.

* Arrepentimiento imperfecto o atrición: Nos

arrepentimos por el miedo a las consecuencias del pecado: miedo a

la condenación y al infierno.

Ambos arrepentimientos son válidos al confesar los pecados.

Pero, caso de morir sin tener tiempo de confesión, por ejemplo, en

un accidente, un arrepentimiento perfecto nos perdona cualquier

pecado mortal, aún sin la absolución del Sacerdote. Pero, si no

morimos, es indispensable entonces ir cuanto antes al Sacramento

de la Confesión para recibir el perdón. Por eso, hemos de

acostumbrarnos a arrepentirnos de manera perfecta, por amor a

Dios, cada vez que pequemos. Y, por supuesto, ir a confesarnos

cuanto antes. Es mucho lo que arriesgamos, nada menos que

nuestra herencia: la Vida Eterna.

16. ¿Por qué hay que confesarse con un Sacerdote que es un

hombre como los demás?

Los sacerdotes son hombres como los demás en cuanto a

seres humanos, pero tienen un poder especial que Cristo confirió a

los Apóstoles y a sus sucesores: “Dicho esto, sopló sobre ellos:

‘Reciban el Espíritu Santo: a quienes les perdonen los pecados les quedan

perdonados y a quienes no se los perdonen les quedan sin perdonar” (Jn.

20, 19-23).

Ciertamente, el Sacerdote es un ser humano como cualquier

otro, con todas sus debilidades, iguales o mayores que las de los

demás. Es cierto. Pero resulta que tiene un poder especialísimo

que le otorga -nada menos que Dios- para perdonar los pecados de

todas las personas que se acerquen al Sacramento de la Confesión.

¿Y por qué ha de parecer esto tan extraño? Fijémonos en el

funcionamiento de las autoridades de un país, de una ciudad, de un

municipio. ¿No tiene poder para llevarnos presos o imponernos

una multa un Policía? Es un hombre como cualquier otro, pero tiene

la potestad hasta de privarnos de nuestra libertad.

Igualmente el Sacerdote es un ser humano como cualquier

otro. Pero a él Dios le dio el poder de perdonar nuestros pecados:

“A quienes les perdonen los pecados les quedan perdonados y a quienes no

se los perdonen les quedan sin perdonar” (Jn. 20, 19-23).

Estas palabras se las dijo Jesucristo a sus Apóstoles el mismo

día de su Resurrección. Se las estaba diciendo a los primeros

Sacerdotes y también a los que vinieran después de ellos. Les estaba

diciendo que cuando pronunciaran las palabras del perdón a cada

pecador arrepentido, El ratificaría ese perdón en el Cielo, porque

anteriormente les había dicho también: “Lo que aten en la tierra

quedará atado en el Cielo y lo que desaten en la tierra quedará desatado en

el Cielo”. (Mt. 18, 18)

Ahora bien, para cumplir esta labor de perdón, los Sacerdotes

necesariamente tienen que estar informados sobre la situación de

cada pecador. ¿Y de qué manera pueden informarse sobre los

pecados de cada persona si no es escuchando a cada uno?

¿Por qué cuestionar la forma como Dios dispuso las cosas

para nuestro bien? ¿Qué pretendemos? ¿Que se nos perdone sin

informar lo que deseamos nos sea perdonado?

Dios hubiera podido escoger muchas otras maneras para

perdonarnos. Podría haber escogido maneras más difíciles o

desagradables. Pero escogió ésta: escogió dejarnos el Sacramento

de la Reconciliación o Penitencia o Confesión.

Dios, que es infinitamente sabio y misericordioso, sabía que

necesitaríamos de la catarsis que significa el poder dejar por

completo la culpa en el Confesionario. Al decir los pecados al

Sacerdote y oír las palabras del perdón, nuestra alma no sólo queda

blanqueada de los pecados cometidos, sino liviana por ya no tener

que cargar con el peso de la culpa.

Adicionalmente, la Iglesia ha dispuesto que el Sacramento

de la Confesión sea lo menos difícil posible: absolutamente

secreto y sin mayores trabas. Y totalmente gratis. Gratis es la

descarga de nuestros pecados y gratis es el perdón que recibimos

de Dios

Dios sabe que necesitamos sabernos perdonados. Por eso, al

oír la absolución de nuestros pecados por boca del Sacerdote, nos

sentimos livianos, porque la carga de nuestra culpa que tanto daño

puede hacernos, la toma Jesucristo, el Redentor prometido en el

Proto-evangelio.

El Sacramento de la Confesión es parte de la promesa que

Dios nos hizo desde el momento del Proto-evangelio.

Ahora bien, podría suceder que el Sacerdote, que es un

hombre como cualquier otro, a lo mejor es tanto o más pecador que

el que se va a confesar. Pero ese hombre, pecador o no, tiene el

poder de levantar su mano para absolvernos nuestros pecados en

la Confesión y, aunque hombre, representa -nada menos- que al

mismo Cristo (cfr. 2 Cor. 5, 20).

Aprovechemos los medios que Dios ha dispuesto. Y más

bien agradezcámosle su Amor y Misericordia infinitos al prever

que seres humanos, como nosotros, escogidos por El para perdonar

los pecados, estén a nuestra disposición.

¿Para qué, entonces, buscar motivos para seguir en pecado y

cargando con el peso de la culpa, en vez de aprovechar la

misericordia de Dios y sentirnos livianos, sin carga y en paz, al

confesar los pecados al Sacerdote?

APENDICE

¿CREATURAS DE DIOS O HIJOS DE DIOS?

Uno de los himnos más bellos y profundos de alabanza y agradecimiento

a Dios lo hace San Pablo en el comienzo de su Carta a los Efesios (Ef. 1, 3-

14): “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha

bendecido en El con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El nos

eligió en Cristo -antes de crear el mundo- para que fuéramos santos e

irreprochables a sus ojos, y determinó -por pura iniciativa suya- que fuéramos

sus hijos, para que por la gracia que nos ha concedido por medio de su Hijo

amado, lo alabemos y glorifiquemos”.

¡Maravilloso himno de alabanza y maravilloso programa de vida! ¡Qué

alegría saber que Dios nos eligió -desde antes de crear el mundo- a ser sus

hijos y a ser santos e irreprochables ante sus ojos! Y que este inmensísimo

privilegio ha sido por pura iniciativa suya.

Esto significa que es Dios Quien ha tomado la iniciativa primero. Es

Dios Quien da el primer paso: es El Quien nos busca primero y nosotros

tenemos la opción de responderle o de no responderle.

¿Y en qué consiste responderle? El indicio nos lo da el mismo San

Pablo en este maravilloso himno a los Efesios: “El nos ha prodigado el tesoro

de su gracia ... dándonos a conocer el misterio de su Voluntad”.

San Pablo nos dice también que por pura iniciativa divina, y por la gracia que nos ha concedido Dios en su Hijo Jesucristo, podemos ser hijos de Dios.

Veamos bien: todos los seres humanos somos creaturas de Dios. Pero, tal como lo dice San Pablo en otra de sus cartas, “son hijos de Dios los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios” (Rom. 8, 14). Y, no es sólo San Pablo quien pone condiciones a la filiación divina, también San Juan al comienzo de su Evangelio: “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron ... Pero los que lo recibieron, que son los que creen en su Nombre, les concedió ser hijos de Dios” (Jn. 1, 11-12). Y, por supuesto, al ser hijos, también somos herederos. De hecho,

somos coherederos con Cristo y podemos llamar a Dios “Padre” (cf. Rm. 8, 14-

17). ¿Nos damos verdadera cuenta del privilegio que es poder llamar ¡nada

menos que a Dios! “Padre”, porque si cumplimos las condiciones realmente

somos hijos suyos?

Significa, entonces, que el llegar a ser hijos de Dios y herederos del

Cielo es una opción. Y esa opción supone condiciones. Una de estas

condiciones es la fe en Dios y en su Hijo Jesucristo y en todo lo que El nos ha

propuesto y nos exige. Esto es lo que significa el “recibir” a Jesucristo de que

nos habla San Juan. Recibirlo es aceptarlo a El y aceptar su mensaje de

salvación.

Otra condición, necesaria consecuencia de una fe cierta, es la que

propone San Pablo: son hijos de Dios “los que se dejan guiar por el Espíritu de

Dios”. Y dejarse guiar por el Espíritu de Dios es ir descubriendo y aceptando –

incondicionalmente- la Voluntad de Dios para nuestra vida. Es ir descubriendo

“el tesoro de su gracia” encerrado en “el misterio de su Voluntad”.

¡Qué maravilla también saber que podemos conocer la Voluntad de Dios Quien nos busca con su Amor infinito para que le respondamos con nuestro amor! Y su Voluntad es que lo amemos con ese Amor con que El nos ama: un amor que se abra a El, un amor que se entregue a El, un amor que no quiere a nada ni a nadie más que a El. Y que, como Cristo también nos ha pedido, fluya también hacia los demás, nuestros hermanos.

Con este programa de vida podremos llegar a ser santos e

irreprochables ante El, cuando –llegado el momento- nos presentemos así ante

el justo Juez y podamos recibir la herencia prometida: el Cielo en el momento

de nuestra muerte y la gloria de la resurrección en Juicio Universal al fin de los

tiempos. Que así sea porque hemos llegado a ser verdaderos hijos de Dios.

NOTAS EXPLICATIVAS

El Bautismo nos hace HIJOS DE DIOS

Según # 1265 de Catecismo de la Iglesia, el Bautismo hace al

bautizado:

- una nueva creación: (“Toda persona que está en Cristo es una creación nueva” (2 Cor. 5, 17)

- un hijo adoptivo de Dios: (“Dios envió a su Hijo…con el fin de rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que así recibiéramos nuestros derechos como hijos. Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo, que clama al Padre: ¡Abbá!, o sea ¡Papá!” (Gal 4, 4-6).