1. EL TEATRO TRADICIONALISTA. 1.1. La comedia burguesa. 1.2. El teatro poético. 1.3. El teatro cómico.
2. EL TEATRO RENOVADOR. 2.1. Teatro de ideas. 2.2. Teatro vanguardista.
3. VALLE-INCLÁN. EL ESPERPENTO.
4. GARCÍA LORCA. FARSA Y TRAGEDIA.
1.1. La comedia burguesa.
Autor: Jacinto Benavente (1866-1954). Premio Nobel en 1922; exitoso.
Rasgos: naturalismo levemente crítico; ambientes suntuosos y cosmopolitas; evasión idealista; dramas de honra y sangre en entorno rural; superación del drama posromántico, melodramático y grandilocuente de José Echegaray.
Obras: La malquerida (1913); Los intereses creados (1907).
1.2. El teatro poético.
Autores: Francisco Villaespesa (1877-1936) y Eduardo Marquina(1879-1946).
Rasgos: dramas basados en la historia de España; ideología tradicionalista; exaltación de ideales nobiliarios y hechos del pasado; recuperación del verso propio del teatro clásico español; estilo modernista.
Obras: Doña María de Padilla (1913), de Villaespesa; En Flandes se ha puesto el sol (1911), de Marquina.
1.3. El teatro cómico. Rasgos: género de gran éxito entre el público; sin pretensiones
literarias; objetivo, la risa del espectador; recoge el testigo de los sainetes de Ramón de la Cruz, en el s. XVIII o el “género chico”, en el s. XIX.
Autores y obras: a) Hermanos Álvarez Quintero (Serafín, 1871-1938; Joaquín, 1873-
1944): cultivan los sainetes y la comedia de costumbres, sobre una Andalucía estereotipada; tópicos; diálogos intranscendentes y ligeros. El patio (1900), Las de Caín (1908), El genio alegre (1906).
b) Carlos Arniches (1886-1943): más famoso autor de sainetes de su tiempo; Madrid castizo, con personajes procaces, ingeniosos y vulgares; diálogos humorísticos y ocurrentes; lenguaje con dobles sentidos, madrileñismos, juegos de palabras (Los milagros del jornal, 1924). Otra vertiente son sus “tragedias grotescas”, lo cómico y lo trágico se mezcla con actitud de crítica social (La señorita de Trévelez, 1916).
c) Pedro Muñoz Seca (1881-1936): crea el “astracán”, busca provocar la risa mediante situaciones disparatadas; literariamente inferior. La venganza de Don Mendo (1918), parodia del teatro histórico romántico y del teatro en verso de aquellos años.
2.1. El teatro de ideas. Obra teatral como vehículo de
exposición y difusión de ideas, inspirado por corrientes innovadoras europeas; no comercial ni representado.
a) Unamuno (1864-1936): dramas de ideas, sin recursos escenográficos, temas morales; acción esquemática y personajes que encarnan ideas o valores; densidad conceptual de los diálogos. Fedra (1910), El otro (1926).
b) Jacinto Grau (1877-1958): intelectual; cultivó la tragedia; éxito en extranjero; temas nacionales, mito de don Juan. El conde Alarcos (1906), El señor de Pigmalión (1921), farsa tragicómica en torno al poder y los peligros de la creación.
2.2. El teatro vanguardista.
Teatro que experimenta nuevas herramientas de representación escénica, en la línea de las vanguardias europeas. Fracaso al llegar a las tablas.
Autores: Ramón Gómez de la Serna, Los medios seres; Azorín, Old Spain, Angelita; Rafael Alberti, El hombre deshabitado.
Alejandro Casona (1903-1965): teatro poético; habilidad constructiva y equilibrada combinación de realidad y fantasía. La sirena varada (1934), La dama del alba (1944).
Obra dramática: ordenada en torno a dos ciclos anteriores al esperpento (1920).
a) Ciclo mítico: ambientadas en una Galicia mítica, imperan fuerzas primarias en los personajes (poder, sexo, avaricia, miedo). Presentación grotesca y degradante, incomprensible y hostil, brutal y patética, pesimista de la condición humana. Comedias bárbaras: Águila de blasón, Romance de lobos, Cara de plata. Divinas palabras (1920).
b) Ciclo de las farsas: transición del modernismo al esperpento; introduce la ironía hacia la literatura modernista y la crítica ideológica hacia la aristocracia o la monarquía. Farsa infantil de la cabeza de dragón, La marquesa Rosalinda.
c) Teatro esperpéntico: Luces de bohemia (1920), presencia la técnica esperpéntica de modo sistemático. Esperpento: técnica distanciadora y deshumanizante, que impide identificación emocional, para tratar la tragedia de la historia y sociedad española. Se propone la reflexión y el juicio del espectador; personajes carecen de humanidad, son muñecos, animales, sombras. Antisentimental, ironía, distorsión grotesca de la realidad para la crítica sociopolítica o la piedad a víctimas de la opresión y la injusticia. Inspiración: títeres de guiñol, expresionismo, sátira de Quevedo o Goya, caricaturismo, habla y tipos populares. Obras: Martes de carnaval (1930), Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto, La hija del capitán.
Rasgos: afán de innovación; interés por la farsa como género breve para la sátira de tipos o costumbres sociales; apego por teatro de guiñol y títeres. Se aparta de la truculencia del esperpento, gusto por lo lírico y melodramático (Mariana Pineda, 1927).
Obra:
a) Farsas: dos para muñecos, Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita (1922) y Retablillo de don Cristóbal (1930), critica el miedo a los opulentos, mezcla de lirismo infantil y elementos grotescos. Dos farsas para actores, La zapatera prodigiosa (1930) y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931), sobre el amor frente a los intereses sociales (matrimonio de conveniencia, limitaciones sociales, etc.).
b) Dramas vanguardistas: a partir de su viaje a Nueva York y La Habana (1929-1930), crisis personal y estética, sigue una línea de teatro vanguardista. Obras: Así que pasen cinco años (1933), reelaboración del tópico carpe diem; El público (1933), obra subversiva, defiende la plena realización del deseo individual (homosexualidad) frente a las convenciones sociales.
c) Tragedias: cima del teatro lorquiano; protagonismo de la mujer y tema de la represión que sobre su amor o sexualidad ejerce la moral establecida; frustración de los deseos e ideales; sentimiento de destino trágico recurrente en toda la obra lorquiana; soledad de la mujer española.
- Bodas de sangre (1933): espacio poético e intemporal , resonancias andaluzas; conflicto entre una boda por intereses económicos y pasión amorosa auténtica; personajes simbólicos como la Muerte y la Luna; dimensión mítica muy sugerente (semejante a Romancero gitano).
- Yerma (1934): el deseo y la represión moral en la maternidad; frustración personal; Yerma es estéril y su deseo de maternidad le lleva a culpar a su esposo de su tragedia y a matarlo.
- La casa de Bernarda Alba (1936): su obra maestra; “drama de mujeres de los pueblos de España”; crítica a la represión de los afectos y del instinto sexual; denuncia de las tiranías que coaccionan la libertad del ser humano.
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