Zolezzi, la USACH, el Movimiento Estudiantil y los nuevos flancos de la Democracia
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Zolezzi, la USACH, el Movimiento Estudiantil y los nuevos flancos de la Democracia
Como ya es sabido, la Universidad de Santiago de Chile (USACh), mantiene una
movilización hace ya un par de meses, la cual si bien no es nada nuevo en la casa de
estudios de Estación Central, esta se ha organizado en torno a nuevas temáticas que
atañen al estudiantado, a los profesores, funcionarios y los trabajadores subcontratados
de la universidad, o sea de la comunidad universitaria en su conjunto. Las temáticas en
las que ronda el movimiento estudiantil interno de la USACh versan sobre siete temas
en específico, entre los que resaltan democratización y fin al subcontrato (de la planta
auxiliar de la universidad) como los puntos álgidos en la negociación de los gremios con
la rectoría. Negociaciones que el día de hoy y hace más de una semana se mantienen
trabadas.
La figura del rector Juan Manuel Zolezzi, siempre ha sido flanco de ataques en
la USACh por parte de los estamentos, esto debido a que a pesar de llevar tres mandatos
continuos a la cabeza de la universidad, el ingeniero no ha movido un ápice la
institucionalidad heredada de tiempos de la dictadura, impuesta a través de la
desaparición de profesores, estudiantes, académicos y funcionarios de la casa de
estudios. Continuas han sido las demostraciones por parte del rector en manifestar que
no está dispuesto a abolir los estatutos orgánicos y DFL heredados de Pinochet, y hoy
más que nunca el bullado rector se mantiene más duro que nunca.
Lo anterior debido a que desde mediados del año 2013 y en el contexto de la
toma estudiantil enmarcada en la movilización nacional surge un petitorio que como la
mayoría de sus versiones anteriores tenía entre sus peticiones más sentidas la de
democratizar los espacios de decisión al interior de la Universidad, pero al cual se
sumaron nuevos aspectos como el rechazo transversal al ingreso consentido de FFEE al
campus (lo que ha dejado más de un herido de gravedad y cuantiosos daños a la
propiedad pública y la calidad de vida de la comunidad universitaria) y más
profundamente una crítica radical a las relaciones laborales al interior de la universidad;
en tanto el rector es elegido solo por una planta académica de 500 personas (de una
comunidad de 23.000 aproximadamente), así como ataques a quemaropa a estudiantes
con resultados gravísimos como la pérdida de un ojo por parte de un alumno; así como
también el hecho de que desde 1993 la Universidad a través de decretos redujo la planta
funcionaria auxiliar a casi cero, externalizando los servicios auxiliares, lo que de pasada
deja sin estabilidad laboral a una masa de 500 trabajadores y trabajadoras encargados
del servicio de aseo, jardines y porterías-rondines.
Estos trabajadores subcontratados son la cara de la herencia de la dictadura en la
universidad, pues con sueldos que rayan desde el mínimo hacia abajo son quienes
mantienen el funcionamiento de las dependencias, sin recibir siquiera los implementos
necesarios para la realización de sus labores (falta grave por parte de las empresas
subcontratistas, pero también de la Universidad pues según la legalidad en su rol de
empresa mandante debería garantizar pisos mínimos para la realización de las
actividades laborales, o al menos fiscalizar estos). Tantas más son las falencias de este
sistema de subcontratación, tales como la contratación directa (sin concurso público, lo
que es un delito) de empresas externas, el maltrato laboral y también las acciones
antisindicales perpetradas por la empresas, las cuales en más de una ocasión
declarándose en quiebra se han desligado de las obligaciones con sus trabajadores,
dejando personas sin sueldo, o finiquitos.
Estos problemas que hemos esbozado, son sin duda solo la punta de un iceberg
que se hunde en la institucionalidad usachina, y que demuestran el estado de crisis que
vive la universidad en un sentido ético, moral y político, así como también material.
Sin entrar en las temáticas más bien de corte estamental o de consumo, como lo
es la calidad de las salas; el escenario en términos profundos demuestra un avance en
términos de la constitución de los horizontes políticos del movimiento estudiantil; esto
porque ya no solo pedimos educación gratuita y de calidad; sino que vamos más allá y
creemos que para que exista un real avance en la calidad de la educación, se deben
remecer sus bases dictatoriales sobre las cuales fue impuesta. Esto es democracia real
al interior de la universidad, la garantía de la libre expresión y de manifestarnos sin
ser atacados y mutilados por las fuerzas de orden, y por último y más importante: la
redefinición de la comunidad universitaria como ente amplio y que considera a los
externalizados como parte de la universidad y por tanto como parte necesaria de los
cambios que queremos llevar adelante.
En este escenario, y frente a la brillante argumentación de los comisionados
estudiantiles, académicos y funcionarios, la rectoría de Juan Manuel Zolezzi (que
cuando comenzaron las negociaciones se encontraba de viaje) no pudo rebatir la
realidad vivida al interior de la universidad, dilatando las mesas a la espera del rector. A
la llegada de este, el ambiente de las mesas se tornó completamente árido; pasó desde
una tibia recepción y avance, a la más cruda negación. Como estudiantes en un
comienzo pedíamos triestamentalidad efectiva (porcentaje igualitario de estamentos), lo
que fue tajantemente negado sin argumentos. Ante la negativa sin argumento, y en un
gesto de voluntad política estudiantil, se transformó la cifra a una menos radical pero
aún así el rector no cede un ápice. La continuación de esta mesa al ver la negatividad
buscó establecer un mecanismo de reforma a los estatutos orgánicos que rigen la
universidad desde 2008, lo que el rector nuevamente ha negado, proponiendo un plan
que recién hacia 2017 estaría proyectando cambios en la institucionalidad.
Como estudiantes nos preguntamos, ¿frente a la argumentación basada en el
estudio legislativo, además cualitativo y cuantitativo serio que hemos realizado durante
nuestra paralización; porqué el rector no piensa ceder? La verdad la única respuesta que
viene a la mente es su autoritarismo (basado en DFL de la dictadura) que lo faculta tal
como a los Generales de Ejército designados por Pinochet a “reinar” la USACh.
Es más, en una ceremonia por la memoria donde estuvo presente Carmen Gloria
Quintana (ex estudiante de ingeniería eléctrica en la misma universidad, y quemada viva
junto a Rodrigo Rojas de Negri), así como dirigentes estudiantiles de la época de la
dictadura, quedó al descubierto que aún trabajan en altos cargos académicos de la
universidad personas ligadas a la persecución política por parte del terrorismo de Estado
de Pinochet.
Hoy que vemos como Manuel Contreras muere en una clínica de lujo, después
de pasar recluido una parte ínfima de su condena en una cárcel de lujo construida para
él, y que nos preguntamos cómo pueden seguir caminando libres los torturadores de
Chile; es que como estudiantes nos asalta la duda de que cómo pueden seguir agentes de
la dictadura viviendo su vida normalmente al interior de la universidad, y más
profundamente, cómo es posible que en un país que se llama democrático y se jacta de
aquello, aún se funcione bajo las lógicas impuestas por la dictadura cívico-militar.
Es importante resaltar que fue una dictadura cívico militar, puesto que muchos
civiles sin manchar sus manos de facto fueron cómplices de las atrocidades, y muchos
otros más se beneficiaron de ésta ¿lo peor? Es que siguen habiendo personas que se
benefician, como el rector Zolezzi, quién ganando más de 9 millones de pesos
mensuales con su cargo unipersonal, no piensa cambiar la estructura de la universidad.
Es más, se burla de los estudiantes tratándolos de sobreideologizados y obligando a
volver a clases a todos, pasando por alto el grave problema de crisis que vive la
universidad en todo sentido, y de la cual es el responsable político directo junto con sus
300 académicos que lo eligen cada 3 años.