Xavier Besalu Costa Puesta en Practica de La Educacion Intercultural en Los Centros Escolares

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1 ASPECTOS GENERALES DE LA DIVERSIDAD CULTURAL Y EDUCACIÓN INTERCULTURAL Xavier Besalú Costa (Universidad de Girona) Introducción Es ya un lugar común afirmar que la educación intercultural llegó a España de la mano de las migraciones internacionales, sobre todo de las procedentes de África y de América Latina, a mediados de la década de los 80 del siglo pasado; y, de hecho, es francamente difícil encontrar literatura en español al respecto antes de estas fechas. No es extraño que así fuera, pues importamos lo que se había ido haciendo en la Europa comunitaria (Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania, etc.) en la teoría y en la práctica, desde el fin de la II Guerra Mundial. Y lo que encontramos fue una identificación profunda entre educación intercultural y tratamiento educativo de los hijos de inmigrantes extranjeros, en su mayoría procedentes de los países mediterráneos (España, Portugal, Italia, Yugoslavia, Grecia, Turquía, Túnez, Argelia, Marruecos), considerados a todos los efectos trabajadores (fuerza de trabajo) temporales (con fecha de caducidad), consideración que hacía innecesaria cualquier política de integración. En esta perspectiva, los hijos constituían una especie de anomalía, que debía ser atendida en este horizonte de provisionalidad (de ahí la emergencia de los programas de lengua y cultura de origen, pensados sobre todo para estimular el retorno) y de externalidad (donde lo único que cabía hacer por ellos era ayudarles a incorporarse a unos sistemas educativos consolidados, que de ninguna manera querían modificar ni su currículum, ni su organización, ni su funcionamiento ante esta distorsión pasajera). Por todo ello, la educación intercultural consistió, en la práctica, en un repertorio más o menos amplio de métodos, estrategias y materiales para facilitar y promover el aprendizaje de la lengua oficial del país de recepción; en garantizar el acceso y la permanencia de los hijos de inmigrantes extranjeros

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Es ya un lugar común afirmar que la educación intercultural llegó a España dela mano de las migraciones internacionales, sobre todo de las procedentes deÁfrica y de América Latina, a mediados de la década de los 80 del siglopasado; y, de hecho, es francamente difícil encontrar literatura en español alrespecto antes de estas fechas.

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    ASPECTOS GENERALES DE LA DIVERSIDAD CULTURAL Y EDUCACIN INTERCULTURAL

    Xavier Besal Costa (Universidad de Girona)

    Introduccin

    Es ya un lugar comn afirmar que la educacin intercultural lleg a Espaa de la mano de las migraciones internacionales, sobre todo de las procedentes de frica y de Amrica Latina, a mediados de la dcada de los 80 del siglo pasado; y, de hecho, es francamente difcil encontrar literatura en espaol al respecto antes de estas fechas. No es extrao que as fuera, pues importamos lo que se haba ido haciendo en la Europa comunitaria (Francia, Blgica, Pases Bajos, Alemania, etc.) en la teora y en la prctica, desde el fin de la II Guerra Mundial. Y lo que encontramos fue una identificacin profunda entre educacin intercultural y tratamiento educativo de los hijos de inmigrantes extranjeros, en su mayora procedentes de los pases mediterrneos (Espaa, Portugal, Italia, Yugoslavia, Grecia, Turqua, Tnez, Argelia, Marruecos), considerados a todos los efectos trabajadores (fuerza de trabajo) temporales (con fecha de caducidad), consideracin que haca innecesaria cualquier poltica de integracin. En esta perspectiva, los hijos constituan una especie de anomala, que deba ser atendida en este horizonte de provisionalidad (de ah la emergencia de los programas de lengua y cultura de origen, pensados sobre todo para estimular el retorno) y de externalidad (donde lo nico que caba hacer por ellos era ayudarles a incorporarse a unos sistemas educativos consolidados, que de ninguna manera queran modificar ni su currculum, ni su organizacin, ni su funcionamiento ante esta distorsin pasajera). Por todo ello, la educacin intercultural consisti, en la prctica, en un repertorio ms o menos amplio de mtodos, estrategias y materiales para facilitar y promover el aprendizaje de la lengua oficial del pas de recepcin; en garantizar el acceso y la permanencia de los hijos de inmigrantes extranjeros

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    en el sistema educativo durante toda su educacin bsica, a travs de diversas medidas reglamentarias y ayudas; en estimular y acelerar, en la medida de lo posible, la adopcin de pautas y cdigos propios de las sociedades receptoras; en tratar de rebajar las tasas de fracaso escolar que se daban entre este alumnado; y, de acuerdo con los gobiernos de los pases de procedencia, mantener y/o aprender, segn los casos, las lenguas y culturas de origen. Pero, ms all de esta identificacin restrictiva y simplificadora, la inmigracin es una realidad incontestable: con toda probabilidad, se trata del fenmeno social ms novedoso y relevante del presente, que adems ha sido, en el caso espaol, de una intensidad y una rapidez desconocidas, de forma que Espaa se ha convertido estos ltimos aos en el principal pas de destino de inmigrantes dentro de la Unin Europea. Se trata de una inmigracin muy heterognea por origen, desigualmente repartida por todo el territorio nacional y en el interior de las distintas Comunidades Autnomas, y que ha venido para quedarse. Dicha heterogeneidad ha implicado, lgicamente, una importante diversificacin tnica y cultural de las sociedades receptoras, y ste es un hecho de un enorme calado histrico. Esta reconversin demogrfica se ha vivido, en general, con preocupacin, con temor a perder una pretendida cohesin social, a desfigurar una supuesta difana identidad nacional; y, a veces, con rechazo, singularmente en sociedades como la espaola, donde la inmigracin exterior es un fenmeno reciente. Su impacto se deja sentir en toda la estructura social y ha sometido a una presin profunda a todos los servicios pblicos, de manera especial los educativos y sanitarios, y a los barrios o zonas donde se ubican mayoritariamente estas personas recin llegadas. En conclusin, la educacin intercultural es, para un nmero importante de docentes, una forma eufemstica y polticamente correcta de referirse al tratamiento educativo que debemos dar a los hijos de los inmigrantes extranjeros que pueblan nuestras aulas para que puedan seguir con provecho el currculo comn y para que puedan integrarse sin problemas excesivos en las aulas ordinarias. Esta asociacin entre inmigracin e interculturalidad ha contaminado no slo el discurso, sino tambin la formacin, los encuentros cientficos, la produccin bibliogrfica e incluso una parte significativa de la investigacin, de forma que esta identificacin, esta especie de pecado original, sigue siendo hoy claramente hegemnica.

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    Por ello, es necesario todava recordar lo que no debera ser la educacin intercultural: la asimilacin pura y simple del alumnado etiquetado como perteneciente a una minora cultural en nombre de una pretendida igualdad de oportunidades; la presentacin de las otras culturas (y, en paralelo, aunque sin decirlo, tambin de la nuestra) como algo acabado, esttico, homogneo, como un objeto independiente de los sujetos que la encarnan, e independiente tambin de los contextos en los que dichos sujetos desarrollan sus vidas; la introduccin en los currculos, sin duda bienintencionada, de aspectos fragmentarios de estas culturas otras, un camino que conduce casi inevitablemente a la estereotipia, el exotismo y la folklorizacin; ni, por supuesto, la creacin de clases especiales para escolarizar a alumnado extranjero con el pretexto de adaptarse a sus necesidades especficas. El camino recorrido en estos ms de 20 aos, en Europa y en Espaa, no ha sido en vano, de forma que bien puede afirmarse que hoy da las bases tericas y conceptuales de lo que entendemos por educacin intercultural estn dadas1. El Consejo de Europa impuls hace ya algunos aos un importante cambio de perspectiva, cuyo ncleo es la consideracin de que el objeto de la educacin intercultural debe ser todo el alumnado y no slo los hijos de los inmigrantes extranjeros, porque todos los ciudadanos deben prepararse para vivir en sociedades complejas, abiertas y plurales, de forma que el currculo escolar debera adaptarse de forma ms rigurosa a la realidad de Europa y del mundo, y tener en cuenta las aportaciones de las culturas no europeas, la pluralidad interna de los Estados modernos e incluso los procesos de mundializacin cultural propiciados por las nuevas tecnologas. No obstante, esta nueva perspectiva se ve severamente matizada por dos tipos de obstculos. Uno de ellos es la poltica real de la Unin Europea y de sus Estados miembros hacia la inmigracin extranjera, objeto de medidas preventivas y represivas de diversos tipo, que confluyen todas en la problematizacin y la visin negativa de las personas inmigradas (realpolitik que choca clamorosamente con los discursos entre retricos y celestiales que apelan a los Derechos Humanos y a la supuesta superioridad moral de los valores europeos). El segundo de ellos es el desajuste ya crnico, en el mbito

    1 Besal, X. (coord..), 2007, Educar en sociedades pluriculturales, Wolters Kluwer Espaa, Barcelona

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    educativo, entre la teora y la prctica, entre las intenciones enunciadas y las polticas realmente implementadas y presupuestariamente dotadas; entre la buena voluntad del profesorado y las prcticas institucionales e individuales que se dan en escuelas e institutos; entre la investigacin realizada y la literatura publicada y el mundo escolar. Pero dejmoslo claro: la educacin intercultural es una educacin para todo el alumnado, nacional o extranjero, autctono o inmigrante; y quiere ser, por encima de todo, una educacin de calidad ms acorde con la sociedad del presente y del futuro, ms eficaz pero tambin ms justa, ms funcional y ms cientfica, para lo cual habr que revisar a conciencia el currculo escolar, habr que reinventar la mejor pedagoga y habr que apostar con rigor y constancia por una educacin en valores digna de tal nombre. Esto supuesto, es posible formular algunos principios de educacin intercultural, compartidos por investigadores, especialistas y profesorado en general:

    * Educar interculturalmente exige al profesorado tomar conciencia de su propio bagaje cultural, analizarlo crticamente y reconstruirlo sobre nuevas bases. * La mejora del autoconcepto personal, social, cultural y acadmico de todo el alumnado es un requisito imprescindible, que demanda aceptarlos a todos como personas, de forma incondicional, y garantizar su seguridad afectiva. * Trabajar para el xito escolar de todo el alumnado significa tener expectativas positivas sobre sus capacidades y posibilidades; priorizar y garantizar el aprendizaje de las competencias consideradas bsicas e imprescindibles; planificar las acciones compensadoras y aceleradoras ms adecuadas. * Promover las estrategias didcticas que sirvan, a un tiempo, para aprender ms y mejor lo que hay que aprender, y para mejorar el conocimiento, la relacin y la convivencia con los dems. * Cultivar actitudes y valores que ayuden y favorezcan la convivencia entre personas y grupos distintos, y hacerlo de una forma sistemtica, planificada y eficaz: el respeto mutuo, la gestin pacfica y democrtica de los conflictos, la simpata y la compasin hacia los dems, el sentido crtico, etc. * Partir de las necesidades, las experiencias, los conocimientos y los intereses de todo el alumnado, adquiridos y configurados en su mayor parte fuera del recinto escolar, muchos de ellos en el mbito familiar o en el grupo de amigos.

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    Esta es la mejor forma de incorporar la diversidad cultural en la escuela, mucho ms real y efectiva que el estudio de las otras culturas o la adicin de unidades didcticas a unos programas ya de por s sobrecargados. * Revisar la seleccin cultural que conforma el currculo comn para hacerlo ms universal y representativo, ms funcional y cientfico. * Luchar contra todas las formas de discriminacin, tambin las de carcter racista, y no slo contra las conductas, las actitudes, los prejuicios y los estereotipos, sino tambin contra sus formas cognitivas, ideolgicas e institucionales, porque todas ellas impregnan la cultura occidental elaborada a lo largo de los siglos.

    Un marco conceptual bsico

    Practicar la educacin intercultural exige, entre otras cosas, tener las ideas claras y, desde luego, voluntad de llevarla a cabo sin ms dilaciones, sin esperar a tener una formacin que siempre ser insuficiente, porque lo necesario no puede esperar, porque no podemos dejar de realizar a nivel individual aquello que pretendemos que se lleve a cabo a nivel de sistema educativo. Pero con la voluntad no basta: apelando a ella se han cometido un sinnmero de errores; sin una conciencia plena de las consecuencias de las decisiones y actuaciones tomadas se puede estar trabajando para objetivos ni previstos, ni deseados; lo que est en juego no es slo la formacin de las generaciones jvenes, sino tambin la conformacin de una sociedad ms libre y ms justa. De ah la importancia de poner en crisis y revisar el propio bagaje cultural y pedaggico: este es el inters y la funcin de este marco conceptual bsico que proponemos, mucho ms que el de sentar ctedra o el de intentar dar por acabado un debate lleno de matices, de implicaciones y de supuestos, en el que la neutralidad axiolgica es del todo imposible. Y antes de seguir adelante, cabe resear que para ello contamos ya con abundante bibliografa en espaol, entre la cual, destacan dos publicaciones especialmente meritorias y tiles: la Gua de conceptos sobre migraciones,

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    racismo e interculturalidad2 y el Diccionario de relaciones interculturales. Diversidad y globalizacin3. La Gua contiene 57 entradas, cada una de ellas con una bibliografa de referencia para profundizar en cada una de ellas. El Diccionario, por su parte, se estructura en 35 categoras y 70 subcategoras relacionadas y ofrece tambin una bibliografa seleccionada para orientar a los lectores interesados. Los trminos seleccionados para este marco (sabiendo bien que toda seleccin es discutible y parcial) son los siguientes: diversidad, diversidad cultural; cultura; multiculturalidad, multiculturalismo; asimilacionismo, interculturalidad, interculturalismo; extranjera, inmigracin, minora tnica; integracin; racismo; y cohesin social, convivencia. Los criterios bsicos para su eleccin han sido su relevancia terico-prctica, su pertinencia para lo educativo y su encaje en los objetivos y mdulos del curso.

    Diversidad, diversidad cultural La emergencia del trmino diversidad, no slo en el campo educativo, se inscribe en el contexto de reivindicacin de lo personal, del presente, de las diferencias, de lo prximo, que nos ha legado la crtica de la modernidad, y ha situado en un segundo plano la igualdad, uno de los trminos fetiche de la razn ilustrada, a pesar de que no impidi ni la subordinacin sistemtica de las mujeres, ni la colonizacin de numerosos pueblos. Hoy se da un acuerdo bsico en considerar que todas las personas son diferentes y que no es de recibo categorizarlas o jerarquizarlas en funcin de estas diferencias. La diversidad es ya una realidad natural y legtima, una conquista irrenunciable, aunque no todas las diversidades merezcan ser respetadas o estimuladas: algunas de ellas, bien al contrario, deben ser combatidas, pues no son sino desigualdades, es decir, expresin de relaciones injustas entre las personas. En educacin podramos hablar de dos grandes modelos para atender a la diversidad. Uno, tal vez el ms comn, es el que considera que atender a la diversidad significa ocuparse precisamente de los alumnos diversos, es decir, problemticos, extraos, dando a entender que en las escuelas coexistiran

    2 Malgesini, G. Gimnez, C., 1997, Gua de conceptos sobre migraciones, racismo e interculturalidad,

    La Cueva del Oso, Madrid 3 Barandao, A. Garca, J.L. Ctedra, M. Devillard, M.J. (eds.), 2007, Diccionario de relaciones

    interculturales. Diversidad y globalizacin, Complutense, Madrid

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    algunos alumnos normales junto a bastantes alumnos diversos. Para atenderlos se han utilizado distintas estrategias (la repeticin de curso, la atencin individualizada, etc.), aunque la ms aceptada y practicada es la que propugna atenderlos en grupos especficos. El otro modelo considera que diversos son todos los alumnos y que, en consecuencia, la atencin a la diversidad no es sino sinnimo de buena educacin, porque todo el alumnado debe poder desarrollar al mximo sus posibilidades y capacidades, recibir la atencin y la ayuda que precise y aprender lo que la sociedad considera que son las competencias bsicas. Los medios para conseguirlo pueden ser tambin muy variados, dependiendo de las necesidades y de los contextos, aunque se prioriza la atencin en grupos heterogneos. Las diferencias personales y colectivas pueden tener distintos orgenes: algunas se consideran naturales (la edad, el sexo, las caractersticas fsicas), otras de carcter socioeconmico (grado de riqueza, tipologa familiar, entorno urbano, nacionalidad), algunas se atribuyen a la personalidad individual (cualidades y capacidades fsicas, psquicas, emocionales), algunas seran estrictamente escolares (calificaciones, aplicacin, habilidades, intereses), mientras que otras se asocian a lo cultural: la lengua habitual, las creencias y prcticas religiosas, la alimentacin, las fiestas y tradiciones, los hbitos y costumbres de relacin y comunicacin, etc. Se impone, pues, una primera correccin significativa: ni el color de la piel, ni los rasgos fenotpicos, ni la nacionalidad, ni el origen geogrfico, seran diversidades culturales. Dicho de otra manera: hablar de diversidad cultural no equivale a hablar de inmigrantes, ni de extranjeros, ni de razas. Para la diversidad cultural en la escuela tambin seran aplicables los dos modelos que hemos mencionado anteriormente: en el primer caso, la escuela slo se considerara diversa culturalmente si escolariza hijos de inmigrantes extranjeros o gitanos, es decir, alumnado perfectamente identificable y etiquetable sobre todo por su pobreza, marginalidad, nacionalidad o extraeza. En el segundo, no habra cuestin, pues se considera una obviedad que todas las sociedades complejas son heterogneas culturalmente y que los procesos de cambio cultural afectan a todos, de forma que no hay escuela en Espaa

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    que no sea diversa desde la ptica cultural4. Una u otra lectura de la diversidad cultural condicionar el tipo de organizacin, de ayudas y de prcticas que se implementen.

    Cultura La metfora ms generalizada de cultura es la del objeto: un patrimonio, herencia del pasado, que hay que conservar y entregar a las generaciones posteriores; un conjunto de conocimientos, normas y valores, una caja de herramientas, una lente, que sirve para percibir e interpretar el mundo de una determinada manera, y para vivir y actuar con coherencia y correccin. Una mochila con la que no tenemos ms remedio que cargar, un bagaje que ir con nosotros, independientemente de donde vivamos y de los cambios que se produzcan en las historias de sus portadores. Las implicaciones de esta conceptualizacin son de gran alcance. Una es la naturalizacin de la vida social, es decir, la inevitabilidad de las formas de vida individual y colectiva, la correlacin unvoca entre cultura y comportamiento humano. Otra es la delimitacin territorial, el establecimiento de fronteras perfectamente reconocibles entre culturas, de forma que una persona podra considerarse ms prxima a un antepasado de varios siglos atrs del mismo territorio que a un contemporneo que desarrolle su vida en otro entorno cultural. Y una tercera es la invisibilizacin del individuo ante la comunidad, el valor supremo que debe ser salvaguardado por encima de los intereses individuales concretos, mero portador de los caracteres distintivos del grupo por el simple hecho de haber nacido en su seno. Los tres vectores clsicos de esta objetivacin de la cultura son la nacionalidad (cultura espaola, cultura francesa), la etnicidad (cultura gallega, cultura mapuche) y la religin (cultura islmica, cultura juda). Los tres comparten la apreciacin de que la cultura es algo que uno posee, algo a lo que uno pertenece o de lo que es miembro, un molde que configura las distintas formas

    4 Un texto especialmente interesante al respecto es el artculo del profesor R.A. Pulido Moyano, Entonces,

    cuntas culturas distintas tienes en tu clase?, publicado en el nmero 6 (3) de la revista Educacin, desarrollo y diversidad, 2003, pginas 7-24

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    de vida o, para expresarlo de un modo ms polmico, una fotocopiadora gigante que continuamente produce copias idnticas5. Los Estados-nacin han inventado una especie de superetnia, superadora de los diversos pueblos o culturas que poblaban su territorio, para imponer una nueva legitimidad, que se concreta en una conciencia nacional, una lengua y una historia oficiales, un canon literario, una cultura comn En Occidente, la identidad nacional ha ostentado una primaca indiscutible frente a las identidades tnica y religiosa. La idea de etnicidad (de tribu, de pueblo) remite a un trmino prcticamente equivalente pero menos extico e inferiorizador: el de nacin. En uno y otro caso el individuo se adscribe a ellos por nacimiento; sus miembros son reconocibles por su aspecto fsico y por su indumentaria; comparten rasgos culturales: lengua, religin, costumbres, celebraciones; se remiten a un pasado comn y se proyectan en un futuro tambin en comn. Y la identidad religiosa se inscribe casi siempre en el ncleo duro e innegociable del ser de las personas, donde slo caben la coexistencia, el enfrentamiento o la exclusin, en tanto entramos en el reino de lo extrarracional y de la fe, con espacios perfectamente delimitados y diferenciados. En la Espaa de los Reyes Catlicos, por ejemplo, cuando la marca identitaria ms relevante era la religiosa, se hizo inevitable la persecucin, conversin, expulsin o muerte de los espaoles de religin juda o islmica. Hay alternativa a esa visin de la cultura como objeto, a esa esencializacin de lo cultural? Tal vez la encontraramos en esta definicin de mnimos: las formas de conducta o tcnicas de resolucin de problemas que, por tener mayor frecuencia y menor dispersin que otras formas, puede decirse que tienen una alta probabilidad de ser utilizadas por los miembros de una sociedad6. En ella encontramos individuos que comparten un mismo territorio, pero que no son copias salidas de un mismo molde; que disponen de unos recursos naturales y materiales determinados; que es muy posible que tengan comportamientos semejantes. Pero no hay determinismo alguno; la probabilidad es slo estadstica y la divergencia, las opciones distintas, no constituyen la excepcin sino la norma.

    5 Para profundizar en esta conceptualizacin del trmino cultura nada mejor que acudir al libro de G.

    Baumann, El enigma multicultural. Un replanteamiento de las identidades nacionales, tnicas y religiosas, 2001, Paids, Barcelona 6 Wallace, A.F.C., 1972, Cultura y personalidad, Paids, Buenos Aires

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    Es lcito referirse a una cultura mediante una generalizacin descriptiva, construir un discurso coherente y homogeneizador, pero slo como recurso instrumental, sin nimo de proyectarlo sobre cada uno de los individuos que presuntamente incluira, porque ningn individuo se corresponde con aquella imagen construida. La cultura es una elaboracin colectiva, en perpetua transformacin, y viene determinada, en gran medida, por el entorno ecolgico y las condiciones materiales disponibles. La cultura sera una especie de catlogo abierto de recursos, susceptible de ser utilizado por todo aquel que lo desee; lejos de su contexto, se convierte en una alusin ms bien retrica. Lo que se presenta como la cultura de un grupo no sera otra cosa que una manera de organizar la heterogeneidad intragrupal inherente a toda sociedad humana; todos los individuos acaban por vivenciar una versin particular de esa cultura que les es atribuida o con la que deciden identificarse7.

    Multiculturalidad, multiculturalismo La confusin y la ambigedad terminolgica son hasta cierto punto inevitables en el mbito de las Ciencias Sociales, sobre todo en los momentos de emergencia de un nuevo campo de estudio, pero es misin de la comunidad cientfica introducir precisin y rigor conceptual y combatir la arbitrariedad para que el debate pueda ser claro y fructfero. As, el trmino multiculturalidad tiene un carcter eminentemente descriptivo, se refiere a una situacin de hecho: la presencia en un mismo espacio de personas y grupos con prcticas distintas desde el prisma cultural. En sentido estricto, en Espaa, excepto algunos ncleos de pocos habitantes y relativamente aislados, todos los pueblos, barrios y ciudades, todas las comarcas, provincias y Comunidades Autnomas, son multiculturales (segn lo reseado en los dos apartados anteriores). Sin embargo, en una apreciacin poco rigurosa e interesada, se tiende a calificar de multiculturales slo aquellos entornos donde viven personas de distintas nacionalidades y/o de caractersticas raciales diversas.

    7 Esa visin de la cultura se encuentra magnficamente desarrollada en un artculo ya antiguo, pero

    perfectamente vigente: Garca Castao, F.J. Pulido, R.A. Montes, A., 1993, La educacin multicultural y el concepto de cultura. Una visin desde la antropologa social y cultural, Revista de Educacin nmero 302, pginas 83-110

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    En cambio, el multiculturalismo es un trmino que pertenece al mbito poltico, es una de las formas posibles de gestionar la diversidad cultural, es un proyecto bien fundamentado tericamente, y adoptado, en la prctica, por determinadas instancias y pases. El objetivo del multiculturalismo es que todas las personas y grupos puedan vivir con la mxima libertad y autenticidad, con las mnimas restricciones que requiera el ejercicio de la libertad por parte de los dems. De ah que priorice el reconocimiento de la identidad propia y el derecho a la diferencia por delante de la cohesin social. El multiculturalismo considera que los seres humanos son esencialmente culturales y que no existe una naturaleza humana abstracta y universalmente compartida: pertenecer a una comunidad cultural concreta es una necesidad bsica de los humanos, de la que dependera todo lo que son y lo que hacen. Desde este tipo de posicionamientos se denuncian la crisis moral y la fragmentacin social que se dan hoy da y se atribuyen precisamente al debilitamiento de los vnculos comunitarios. El multiculturalismo suele asociarse a la tradicin britnica, que para asegurar la libertad de las personas frente al poder del Estado exige respetar esos vnculos comunitarios: se es ciudadano por el hecho de pertenecer a una comunidad particular; el inters general no sera sino la suma de los intereses particulares. Llevada al extremo, la lgica multiculturalista tiende a ignorar la diversidad cultural interna, adopta una visin conservadora de la cultura y puede poner en cuestin la libertad individual o generar efectos claramente segregadores: desde la guetizacin del espacio urbano hasta el fundamentalismo diferencialista. En el mbito educativo, la lgica multiculturalista conllevara que cada comunidad, cada pueblo, tuviera su propia escuela, para as garantizar el desarrollo armnico de los individuos pertenecientes a dicha comunidad, favorecer la construccin de una identidad personal, social y cultural slida y diferenciada, y hacer posible la aspiracin de vivir en libertad, siendo reconocido y respetado. Pinceladas de esta lgica son fciles de percibir en Espaa: cuando la oferta escolar se presenta diferenciada por motivos religiosos; por las lenguas de aprendizaje; por el sexo; por su oferta curricular, complementaria o extraescolar

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    En nuestro pas, que no es de tradicin britnica, tiende a presentarse a menudo el multiculturalismo de forma sesgada, dando por inevitables sus efectos negativos. Se le califica de gangrena fatal para las sociedades democrticas o se asimila al apartheid practicado en Sudfrica o al tratamiento dado por los Estados Unidos a los pueblos indios8 y, en cambio, se omite que pases tan respetables como Canad, Australia, Pases Bajos o Suecia, han practicado y practican polticas de orientacin multiculturalista.

    Asimilacionismo, interculturalidad, interculturalismo El asimilacionismo es, junto al multiculturalismo, la otra gran forma de gestionar las sociedades que se reconocen multiculturales en Occidente. Como aquel, se trata de un modelo coherente, consolidado y slidamente fundamentado. El objetivo primero del asimilacionismo es garantizar de forma radical la igualdad jurdica de todas las personas, porque los grupos como tales careceran de derechos, ya que stos corresponden nicamente a los individuos. Por eso prioriza la cohesin de la sociedad por encima del reconocimiento de las diferencias personales, al menos en el mbito pblico, ya que podran poner en peligro tanto la igualdad de los ciudadanos como la convivencia. Las polticas asimilacionistas se fundamentan en el liberalismo y la Ilustracin: ni los pueblos, ni las naciones, ni las culturas particulares, seran sujetos de derechos. La sociedad sera posterior a los individuos; el Estado, las leyes, tendran por misin garantizar la libertad de todos, interfiriendo lo menos posible en la vida de los ciudadanos. Se parte del supuesto de la existencia de una naturaleza humana universal compartida por todos, por muy distantes que se encuentren en el espacio y en el tiempo; las culturas seran slo diferencias de grado menor, que no empaaran la igualdad esencial de todos los seres humanos. Si el multiculturalismo se asocia a la tradicin britnica, el asimilacionismo se asocia a la tradicin europea continental y, sobre todo, a Francia. La tradicin republicana propugna la eliminacin de todos los vnculos intermedios entre

    8 Para entrar ms a fondo en el debate sobre el multiculturalismo puede ser ilustrativo y til revisar los

    artculos que M. Azurmendi y J. Arango publicaron en el diario EL PAS el ao 2002: Azurmendi, M., Democracia y cultura (23 de febrero); Arango, J., De qu estamos hablando cuando hablamos de multiculturalismo? (23 de marzo)

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    individuo y Estado (considerados factores que entorpecen el bien comn para favorecer intereses particulares) como frmula para garantizar la libertad de las personas y la voluntad de la mayora: se es ciudadano por el hecho de pertenecer a la comunidad nacional, de forma que los intereses individuales deben someterse y confundirse con el inters general. Llevada al extremo, la lgica asimilacionista tiende a fijar implcitamente la supremaca de una determinada forma cultural, y a jerarquizar a las dems en funcin de la proximidad al modelo propio, que se establece como canon. El dilogo difcilmente se plantea de igual a igual, sino que, en el mejor de los casos, se acta de forma tolerante o se rehye el contacto o, sencillamente, se impone en nombre de esa superioridad moral o jurdica. Como tal puede ser generadora de importantes efectos negativos e injustos: desde la prohibicin de las diferencias culturales que se consideran unilateralmente no aceptables o perturbadoras de la convivencia social establecida al genocidio cultural. En el mbito educativo, la lgica asimilacionista propugna una escuela nica, donde se escolariza al alumnado no en funcin de sus particularidades culturales, sino atendiendo a su ubicacin en el territorio. Establece tambin un proceso de transmisin cultural comn e igual para todos, un currculo comn, para as poder construir una sola comunidad de ciudadanos, un solo pueblo, identificado con el Estado-nacin. Retazos de esta lgica son fciles de ver en Espaa: en el criterio de asignacin de puestos escolares; en la neutralidad que se exige a los centros educativos; en la fijacin de unas enseanzas mnimas En Espaa, por tradicin, por influencia y por proximidad, el modelo implcito de gestin de la diversidad cultural ha sido y es el asimilacionista, que goza del beneficio de lo que se considera normal y de sentido comn, y sus anunciados perjuicios se consideran remotos o excepcionales, de forma que, a menudo, bajo el trmino interculturalidad, asoma el viejo asimilacionismo, recubierto de estimulantes deseos y palabras biensonantes, aunque de dudosos efectos prcticos. La interculturalidad puede describir una situacin real o deseada, en la que personas y grupos con prcticas culturales distintas conviven, es decir, dialogan, se relacionan en igualdad de condiciones, cooperan y colaboran, se mezclan y se respetan, en un mismo entorno fsico. Pero como proyecto

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    poltico tal vez sera mejor utilizar el trmino interculturalismo para situarlo en el mismo plano que los modelos multiculturalista y asimilacionista. En este marco, el interculturalismo, sin unas bases tericas y filosficas consolidadas, sin unas prcticas reconocidas por la comunidad internacional, sera ms bien una aspiracin que tratara de conjugar los objetivos que guan las teoras y las prcticas de esas dos lgicas, al tiempo que procurara evitar por todos los medios sus efectos no deseados y negativos: el reconocimiento y el respeto de las diferencias culturales y las identidades en pie de igualdad; la construccin de una sociedad plural, pero cohesionada y con un proyecto de futuro compartido. En cualquier caso, el punto de partida para las polticas de orientacin interculturalista debe ser la aceptacin de la bondad del pluralismo social y cultural existente; el dilogo, es decir: libertad de expresin, consenso respecto a los procedimientos a seguir e igualdad de derechos; y un sentido compartido de pertenencia para coadyuvar al mantenimiento y al bienestar de la comunidad. Para ello es preciso el reconocimiento social de todos, una crtica rigurosa de la cultura dominante y una correccin de las desigualdades polticas y econmicas existentes. Se trata de un reto sin parangn en la historia de la humanidad, pues hasta el momento ninguna sociedad ha sido capaz de hacer realidad esa sociedad intercultural.

    Extranjera, inmigracin, minora tnica Extranjera es la persona que no tiene la nacionalidad del pas donde reside o transita, el extranjero es el no nacional. Nacionalidad y ciudadana no son exactamente lo mismo, pero a menudo se superponen: mientras la nacionalidad remite a la identificacin comunitaria, la ciudadana hace ms bien referencia a los derechos polticos, aunque uno y otro son conceptos de inclusin/exclusin social. Extranjero es fundamentalmente aquel individuo que no goza de los mismos derechos que el nacional. Las leyes espaolas establecen tres tipos de derechos: los que se reconocen a todas las personas; los reservados a los nacionales; y los que slo se reconocen a los extranjeros en situacin regular o a los que estn debidamente empadronados. Los extranjeros pueden estar en nuestro pas en situacin de estancia, residencia (temporal, permanente o de rgimen especial) o irregularidad (empadronados o

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    no). Pueden dejar de ser extranjeros a travs de un proceso de nacionalizacin (que pueden solicitar, en general, despus de 10 aos de residencia legal en Espaa, aunque se contemplan mltiples excepciones), que les dara acceso total a los derechos de ciudadana. Los hijos, en principio, tienen la nacionalidad de sus padres; por tanto, alumnado extranjero son los hijos de padres extranjeros. Ahora bien, la tipologa de este alumnado puede ser muy diversa: la extranjera es una condicin jurdica, no referida ni al lugar de nacimiento (muchos de los alumnos extranjeros han nacido en Espaa; en cambio, los nios adoptados por padres espaoles, aunque hayan nacido en el extranjero, son espaoles a todos los efectos); ni a sus rasgos fenotpicos o culturales; ni al grado de dominio de la lengua oficial o de las pautas culturales dominantes (no por el hecho de hablar perfectamente espaol se es nacional, ni por el hecho de vestir chilaba se es extranjero). La condicin de inmigrante es efmera y se refiere a la persona en trnsito, pero de ninguna manera puede ser un atributo permanente, una especie de condena a perpetuidad. La cualidad de inmigrante est henchida de connotaciones negativas: extraeza, distancia, pobreza, marginacin, peligro, amenaza Por su parte, los hijos de inmigrantes extranjeros, las mal llamadas segundas generaciones (como si la emigracin fuera un rasgo hereditario), constituyen un sujeto especfico distinto al de sus padres. Su horizonte vital se circunscribe casi en exclusiva a la sociedad que les acoge. La memoria familiar, la lengua materna son datos de sus biografas, pero no una fuente alternativa de opciones posibles. Cuando en la escuela, en la calle o en el trabajo, se ven categorizados y tratados como inmigrantes, suelen vivirlo como una forma de rechazo, como una discriminacin sutil, pues ellos se consideran, a todos los efectos, iguales que sus compaeros de generacin. Por tanto, mirar al alumnado de origen extranjero desde el prisma tnico o cultural no slo es reduccionista, sino que conduce a una etnificacin de las relaciones sociales, proceso que puede derivar fcilmente en discriminacin. El trmino minora tnica suele reservarse en Espaa para nombrar al pueblo gitano. Resulta curioso observar como la cualidad de tnico slo se atribuye a determinados grupos o productos en funcin de su grado de exotismo o lejana: as son grupos tnicos los gitanos o los inuit, pero no los judos o los neo-

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    rurales; es considerada tnica la msica tradicional africana o india, pero no la andaluza; o la moda que se nos presenta con rasgos no occidentales. A su vez, la consideracin de minora alude menos a la cantidad que a la carencia de poder, a la desventaja, a la subordinacin con respecto a una mayora, es decir, al grupo dominante: por poner un ejemplo, la minora negra en la Sudfrica del apartheid era ampliamente mayoritaria desde el punto de vista cuantitativo. Aunque no hay un censo que lo acredite con exactitud, s sabemos que son ms de 600.000 los gitanos espaoles. Y sabemos tambin que es el colectivo ms rechazado por la sociedad espaola, como confirman reiteradamente las encuestas.

    Integracin Los procesos de integracin son largos y, a menudo, lentos; no se trata de una accin puntual. Suponen la adaptacin a una nueva situacin, a un nuevo espacio, a un nuevo ambiente, a unas nuevas personas, que implica, casi siempre, renunciar a formas de hacer y de vivir aprendidas con anterioridad. En este sentido, todos hemos vivido, a lo largo de nuestra vida, diversos procesos de integracin: el primero al nacer y entrar a formar parte de nuestra familia. Pero tambin al ingresar en los diversos centros educativos en que nos hemos educado, en las diversas empresas o establecimientos donde hemos trabajado, en los distintos pueblos, barrios, ciudades o bloques de pisos donde hemos residido, o al crear una nueva familia. Todos tenemos, pues, experiencias de integracin y conocemos en carne propia los factores que la facilitan y las condiciones que la entorpecen. Son procesos que implican al conjunto, al todo (trtese de la escuela, de la familia o del barrio) y no slo al individuo recin llegado o nicamente a una de las partes: todos debern esforzarse por encontrar su puesto en la nueva realidad, todos debern adaptarse y renunciar a algo, aunque no todos en el mismo sentido ni con la misma intensidad, porque la integracin es un proceso de recomposicin, de procurar que todos encuentren su lugar. En estos procesos, quien ms poder tiene (por historia, conocimiento, posicin, prestigio, edad) es quien asume ms responsabilidades, es quien debe dar el primer paso, el primer gesto, quien debe mostrar a las claras una actitud de aceptacin y acogida, porque el que acaba de llegar desconoce los cdigos y

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    las normas de funcionamiento establecidas, sus posibilidades y sus lmites, y lo lgico es que se encuentre ms a la expectativa. Los procesos de integracin, en fin, estn llenos de dificultades y conflictos, inevitables hasta cierto punto, y necesarios en la medida en que ponen de manifiesto que las personas viven y actan en marcos de libertad y democracia, que permiten la expresin de los agravios, las demandas, las obligaciones y las reivindicaciones. Estos conflictos pueden abordarse desde la imposicin (de la fuerza fsica, numrica, desde la supremaca cultural o jurdica), desde una especie de romanticismo folklrico e ingenuo (que tiende a obviar o negar las dificultades reales de estos procesos) o desde la negociacin, partiendo de una radical igualdad de las personas, en derechos y deberes. Negociar implica reconocer la legitimidad y la racionalidad del otro, sus buenas intenciones, mientras no se demuestre lo contrario, y sus argumentos; implica pactar acuerdos a veces provisionales, a veces insatisfactorios e incompletos; supone tiempo y la posibilidad de poder mantener aquellos principios que se consideren irrenunciables.

    Racismo El racismo es la doctrina que postula la existencia de razas en el interior de la especie humana, que diferiran entre s por determinadas caractersticas fsicas hereditarias (color de la piel, forma del crneo, cabello, ojos, etc.), que, a su vez, determinaran las capacidades y el comportamiento de los individuos. Las diferencias en las formas de civilizacin de cada comunidad humana, en consecuencia, se explicaran por aquellas caractersticas innatas. Definido de esta manera, el racismo sera sencillamente una teora falsa pero, a pesar de ello, sigue bien presente en la vida cotidiana y en el lenguaje. El proceso siempre suele ser el mismo: se empieza por desvalorizar a un determinado grupo social, en funcin de alguna de sus caractersticas reales o imaginadas, y ah tenemos ya la justificacin para convertirlo en objeto de escarnio o de discriminacin. A este racismo clsico, de base biolgica o gentica, hay que sumarle un nuevo racismo, el cultural o diferencialista, basado en el determinismo ambientalista, segn el cual todas las culturas seran unidades autosuficientes y cerradas, de forma que los grupos humanos pasaran a ser entidades

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    culturales nicas, con formas de vida incompatibles entre ellas. En consecuencia, la relacin entre miembros de culturas distintas sera siempre peligrosa, contaminante y hasta destructiva, o simplemente imposible o indeseable. La teora de la inintegrabilidad de determinadas personas o grupos no sera sino un subproducto de este nuevo racismo, porque considerar que hay culturas que encadenan a perpetuidad a sus miembros y que inhiben su capacidad de discernir y de adaptarse, es sencillamente insostenible. Este fundamentalismo cultural es el que utilizan habitualmente los partidos polticos xenfobos. Pero el racismo no es slo una doctrina que clasifica a la humanidad en razas distintas. Es tambin una ideologa y, como tal, debe ser ledo en trminos de poder: el grupo dominante dentro de una sociedad justifica su posicin de privilegio imponiendo sus significados al conjunto de la poblacin, de manera que las desigualdades econmicas o sociales se legitiman por va ideolgica al ser presentadas como naturales o inevitables, culpando de ellas a las propias vctimas. Sin ir ms lejos, el racismo, la justificacin de la desigualdad por razones tnicas o culturales, est en la base de la cultura occidental: el colonialismo no puede ser visto como una actitud generosa hacia unos pueblos considerados primitivos y retrasados; la modernidad no puede constituirse como la forma humana por excelencia frente a la cual todas las dems seran consideradas anteriores e inferiores. El racismo es tambin una actitud que se apoya en estereotipos y prejuicios (no hay ms que observar cules son los grupos humanos ms ridiculizados en las bromas y chistes), y un comportamiento discriminatorio y agresivo hacia los individuos pertenecientes a estos grupos interiorizados. A la vista de todo lo dicho, queda justificado con creces que la educacin juegue un papel relevante en la lucha contra el racismo9. Ms si tenemos en cuenta que la escuela, hija predilecta del proyecto ilustrado, puede ser muy propensa al fundamentalismo cultural, a considerar que la cultura occidental es la representacin ms acabada de la humanidad, mientras las producciones culturales no occidentales pueden ser perfectamente ignoradas y despreciadas.

    9 Sigue siendo til para trabajar el tema del racismo el brevsimo libro de T. Ben Jelloun, Pap, qu es el

    racismo?, 1998, Alfaguara, Madrid

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    Cohesin social, convivencia La emergencia del concepto de cohesin social ha sido paralela a la pujanza del neoliberalismo y al debilitamiento de los Estados del bienestar, y al intenso proceso de desvinculacin comunitaria en beneficio del individuo, ms abandonado que solo. Surge ante la evidencia de que las sociedades actuales son enormemente plurales y ostensiblemente desiguales, como una apuesta sustitutoria ante la imposibilidad de llegar a una sociedad culturalmente homognea y socialmente igualitaria. La cohesin social vendra a ser, pues, la respuesta sociopoltica ante retos como los siguientes: Cmo garantizar la coexistencia pacfica en un mismo espacio de personas socialmente desiguales y culturalmente diferentes? Cules deben ser los lmites tolerables de estas desigualdades para evitar un estallido social? Cules los lmites admisibles de estas diferencias para no poner en riesgo la armona social? Quines y cmo deben establecerse estos lmites, estas normas compartidas, y quines y como debera garantizarse su cumplimiento? En el mbito educativo, la preocupacin por la cohesin social ha emergido en paralelo a la llegada, intensa y significativa, de alumnado de origen extranjero a las aulas, poniendo de relieve dos rasgos especialmente asociados a un nmero importante de esta nueva poblacin escolar: su diversidad cultural y su marginacin social. Sin embargo, ltimamente el trmino cohesin social ha cedido paso al de convivencia, mucho menos connotado social y culturalmente, mientras alude de forma mucho ms explcita a la violencia, algo bastante ms digerible por una opinin pblica muy sensibilizada al respecto. Adems, la apelacin a la convivencia remite a la regulacin de las relaciones sociales y a la evitacin y sancin de las conductas agresivas y violentas, dejando en un segundo plano el abordaje de sus causas ms estructurales. A ese nuevo paisaje responden los Planes de convivencia, establecidos por la Ley Orgnica de Educacin (2006), documentos que debern contemplar tanto las acciones que se pongan en marcha para la mejora de la convivencia en las aulas, en los centros y en los entornos comunitarios, como los mecanismos previstos para la resolucin de los conflictos que se produzcan, y las medidas que se van a poner en marcha para conseguir un clima de trabajo ms seguro y saludable. Podran acabar siendo un elemento ms de la creciente

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    burocratizacin de los centros escolares, pero podran convertirse tambin en la ocasin propicia para reflexionar sobre las condiciones personales y estructurales que ms estimulan o entorpecen el xito escolar de todo el alumnado y de cada uno de los alumnos, aunque podran acabar siendo una simple medida coyuntural, sin ms trascendencia prctica, ante la presin social y meditica que aboga por resolver con medidas simples e inmediatas problemas de mucho ms calado.

    La educacin intercultural en la prctica

    Nada nos impide interculturalizar la educacin que se ofrece en las escuelas e institutos espaoles: todos los elementos de los procesos de enseanza y aprendizaje son susceptibles de ser interculturalizados. A la vista de los problemas y de las posibilidades del presente es francamente decepcionante y hasta cierto punto irresponsable esperar con los brazos cruzados a tener un proyecto perfectamente acabado. Los centros educativos constituyen un espacio privilegiado para trabajar desde la ptica intercultural. No slo porque su objeto de trabajo es precisamente la cultura (una seleccin de la cultura posible, aquella que se considera ms relevante y funcional: qu es sino el currculo?), sino tambin porque el profesorado juega un papel determinante en la organizacin y el control del clima de los centros, del marco de relaciones e intercambios que se genera en su interior, de las estructuras de participacin y de trabajo, de los recursos y materiales disponibles y de las actividades a realizar con el alumnado. Al ponernos manos a la obra, podramos hablar de tres grandes puntos de partida, de tres caminos complementarios, de tres nfasis distintos pero compatibles: uno pondra el acento en los aspectos ms propiamente didcticos y organizativos (metodologas, tcnicas, recursos, estrategias, materiales, espacios, tiempos, agrupamientos); el segundo se aplicara al currculo en sentido estricto, es decir, a las competencias bsicas y a los objetivos y contenidos de las distintas reas; y el tercero se fijara en la dimensin tica de la educacin, en la educacin en valores, en la educacin para la ciudadana y los derechos humanos.

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    Una didctica intercultural La pedagoga implica ideologa, pero no se reduce a ella. Una pedagoga sin mtodo, sin prctica, sin materiales, sera slo un discurso intelectual sobre educacin, pero no sera todava pedagoga. Y, en este sentido, cabe decir que est suficientemente comprobado que existen formas organizativas y recursos didcticos ms adecuados, ms eficaces, ms funcionales y ms justos que otros.

    Son muchos los elementos que encajaran bajo el epgrafe de una didctica intercultural, pero podemos enunciar algunos de ellos: Los documentos institucionales (proyecto educativo, programacin y memoria anuales, planes de convivencia y de acogida, reglamento de rgimen interno, etc.) podran convertirse en elementos estratgicos para modificar determinadas prcticas ineficientes o injustas o para ir sedimentando un poso de cultura comn entre el profesorado, o para poner en marcha verdaderos proyectos de innovacin, aprovechando justamente la escolarizacin de alumnado de origen extranjero. La accin tutorial, la atencin a la persona del alumno, tanto desde el punto de vista acadmico como del personal y profesional; tanto la tutora grupal como la individual. La esencia de la accin tutorial es este esfuerzo de comprensin y de ayuda que todo docente debe aportar al ensear. El uso de la evaluacin es, con toda probabilidad, donde se hace ms patente el carcter selectivo o socializador de la educacin bsica. La evaluacin educativa debe ser, por encima de todo, un esfuerzo de comprensin y no una sentencia judicial que se emite despus de un juicio ms o menos sumarsimo, un instrumento para poder regular con eficacia nuestra dedicacin y nuestra tarea de organizar las situaciones de aprendizaje. Una de las estrategias ms utilizadas para atender a la diversidad de alumnos es la de clasificarlos en grupos supuestamente homogneos en funcin de los resultados escolares, de sus aptitudes, de sus intereses futuros o de sus comportamientos o actitudes. El problema es que, desde el momento en que se ponen en marcha, se otorga un valor social jerarquizado a cada uno de los grupos y la enseanza dispensada se da en funcin de l. De lo que se deduce

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    que, casi en todos los casos, la clasificacin del alumnado en este tipo de agrupaciones es contraria a la equidad. Las adaptaciones curriculares individualizadas son operaciones que el profesorado realiza muy a menudo, si las entendemos como una concrecin operativa de las muchas posibles para lograr un objetivo. El quid de la cuestin estriba en que, para poder realizar dichas adaptaciones, es preciso contar con una buena programacin previa. La rentabilizacin de todos los recursos docentes con que cuentan los centros educativos: el trabajo de dos profesores en una misma aula; el refuerzo previo; el trabajo en grupos reducidos; la atencin individualizada La autorregulacin del aprendizaje. Contamos con algunos instrumentos ya clsicos (contrato didctico, plan de trabajo), con estrategias suficientemente contrastadas (proyectos, rincones, talleres) y con principios de procedimiento que orientan el trabajo autnomo (hbitos y tcnicas de trabajo, organizacin eficiente de los recursos)10.

    Un currculo intercultural Una educacin intercultural digna de ese nombre exige la revisin a fondo de los contenidos de todas las reas del currculo para introducir en ellas la mirada intercultural y ayudar as al alumnado a comprender mejor la realidad. Sabemos que el currculo escolar simplifica y reelabora la cultura posible, silenciando determinadas voces e introduciendo sesgos que no caminan en la direccin intercultural (al presentar el modelo de racionalidad tcnico-cientfico como el nico posible; justificando las desigualdades por razones tnicas o culturales; ocultando la historia y la produccin cultural de la humanidad no occidental; etc.). No se trata de relativizar el currculo existente y de sustituirlo por currculos paralelos en funcin de los intereses o demandas de los distintos grupos sociales, sino de ofrecer un currculo ms inclusivo y mejor. La posibilidad de que cada centro elabore su propio proyecto educativo representa una ocasin de oro para pensar y definir una propuesta cultural ms atenta a las

    10 Para profundizar en alguno de los aspectos planteados puede ser especialmente indicado el libro de F.

    Carbonell, Educar en tiempos de incertidumbre. Equidad e interculturalidad en la escuela, 2005, Los Libros de la Catarata, Madrid

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    necesidades del alumnado y ms acorde con las posibilidades del profesorado y los condicionantes del entorno. No se trata tampoco de aadir tpicos especficos de algunos culturas minoritarias en determinadas reas del currculo, ni de dedicar momentos especficos a realizar actividades relacionadas con la diversidad cultural, sino de repensar todo el currculo para ayudar al alumnado a comprender el mundo en toda su complejidad11.

    Una tica intercultural La educacin es una empresa moral; la moralidad es un elemento constitutivo de la educacin, que impregna todas las actuaciones educativas. No hay educacin neutral; por eso seguimos manteniendo que la educacin es una accin que mantiene vivo el ideal de la modernidad de ser un instrumento para liberar las conciencias de las personas y de las sociedades. Por eso decimos tambin que el oficio de educar compromete moralmente a quien lo practica, porque es una tarea que se realiza con personas, a menudo menores o ms desvalidas, y porque continuamente hay que diagnosticar, tomar decisiones y actuar.

    Esta lnea de trabajo conlleva una toma de conciencia y un esfuerzo sistemtico por parte del profesorado y un tratamiento institucional real y transversal, de forma que la educacin en valores se trabaje en todas las reas del currculo y en todos los espacios y tiempos escolares, y por parte de todo el personal de los centros educativos. Un primer nivel es el de las relaciones interpersonales, donde el papel del profesorado adquiere un relieve muy especial, tanto su forma de estar como su modo de relacionarse. Un segundo nivel es el de las tareas curriculares, tanto las que se pueden desarrollar en cada una de las materias como las que se producen en determinadas situaciones (por ejemplo, durante las sesiones de tutora). Mencin aparte merece el rea de Educacin para la Ciudadana y los Derechos Humanos, donde deberan tener cabida el trabajo con temas actuales, relevantes y controvertidos; la activacin de las capacidades psicomorales (autoconocimiento, juicio moral, toma de decisiones); y la

    11 Contamos ya con algunas aportaciones especialmente conseguidas en la lnea apuntada, por ejemplo:

    Vilella, X., 2007, Matemticas para todos. Ensear en un aula multicultural, Horsori, Barcelona; Jover, G., 2007, Un mundo por leer. Educacin, adolescentes y literatura, Octaedro, Barcelona; Ans, R., 2007, Tejiendo la interculturalidad. Actividades creativas para el aula, Los Libros de la Catarata, Madrid

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    cultura moral propiamente dicha (desde la Constitucin a la Declaracin de los Derechos Humanos), que ofrece modelos, normas y principios para afrontar, gestionar y resolver los conflictos personales y colectivos. El tercer nivel sera el institucional, el ms difcil de abordar pero probablemente el ms eficaz: las prcticas cotidianas de enseanza y aprendizaje; las prcticas participativas y convivenciales; las actividades abiertas a la comunidad o desarrolladas fuera de los centros12

    12 A este respecto es muy recomendable el trabajo de X. Lluch, 2000, Plural. Educacin intercultural

    12/16, Tndem, Valencia