Variaciones Actuales de Los Duelos en Freud

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    AR T CU LO DE IN VE ST IG AC I N | F E C H A D E R E C E P C I N: 15/05 /2011 . F E C H A D E A C E P TA C I N : 25/07 /2011 .

    31Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Variaciones actuales de los duelos en FreudM A R A E L E N A E L M I G E R *

    Universidad Nacional de Tucumn, Argentina

    Fundacin Psicoanaltica Sigmund Freud, Buenos Aires, Argentina

    * e-mail: [email protected]

    Var iaciones ac tualesde los duelos en Freud

    Resumen

    El trabajo hace un seguimiento delduelo en la teora de Freud pen-sando sus textos sobre duelo desdeuna lectura lacaniana. Despus desealar las diferencias y semejanzasque Freud plantea entre duelo y

    melancola se separa de lo pro-puesto por l como trabajo delduelo para pensar su subjetivacin.Siguiendo luego los planteamientoslacanianos concibe la subjetivacincomo el anudamiento de las esfe-ras:pblica,privadae ntima.

    Palabras clave:duelo, trabajo, sub-jetivac in, anudamiento, pblico,privado, ntimo.

    Var iat ions ac tuels desdeuils chez Freud

    Rsum

    Le travail traque la thorie freudien-ne du deuil, partir dune lecturelacanienne. Un cart est pris delide freudienne du deuil en tantque travail, pour rflchir autour desa subjectivation, conue comme

    le nouage du publique, du priv etde lintime.

    Mots-cls:deuil, travail, subjecti-vation, nouage, publique, priv,intime.

    Current variations ofFreuds conception of

    mourning

    Abs tract

    The article traces the conceptionof mourning in Freuds theory,from a Lacanian perspective. Afterpointing out the similarities anddifferences that Freud establishesbetween mourning and melancho-

    ly, it takes distance from Freudsidea of mourning as work, in orderto reflect on its subjectivization,which, following Lacan, may beconceived as the knotting of thepu-blic, private, and intimatespheres.

    Keywords:mourning, work, subjec-tivization, knotting, public, private,intimate.

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    INTRODUCCIN

    Conviene destacar que Freud aborda su concepcin del duelo desde distintosngulos y desarrolla por momentos algunas argumentaciones paradojales.Partiremos de su triloga sobre el duelo, escrita en 1915: Duelo y melan-cola1, De guerra y muerte. Temas de actualidad2y La transitoriedad3.

    Comenzaba la Primera Guerra Mundial y por primera vez en la historia de Occidentelos rituales sobre la muerte a la que Aris le dedica una interesantsima investiga-

    cin decrecan.La muerte y el duelo, que hasta all haban convocado acentuadamente al mbito

    de lo pblico este legislaba lo privado y conservaba la intimidad comenzaban atransitarse en soledad. Hasta entonces, las legislaciones pblicas y privadas permitanla separacin, el desamarre de los lazos del sujeto con su muerto, pues el deudopoda apelar a tales legislaciones y creencias y, sujetndose a ellas, poda confrontar aldesasimiento libidinal del objeto de amor perdido. Pero las guerras mundiales rompieroncon toda legislacin. El Otro desapareca como garante de la ley y los sujetos en dueloquedaban sin el sostn simblico que hasta all se convocaba.

    El duelo pasaba de la esfera de lo pblico a la soledad de la intimidad, sinrituales pblicos o privados que delimitaran la angustia o el vaco de la muerte. Lasmuertes provocadas en este caso por la guerra, intensificadas por los avances cientficosy tecnolgicos con efectos en la sofisticacin de armas, comenzaron a ser cada vezms annimas y masivas.

    Hasta entonces el duelo en s convocaba a lo pblico, a lo privado y a lo ntimo,es decir que toda la sociedad se conmova ante cada prdida: doblaban campanas,acompaaban lloronas, los velatorios y los cementerios diferenciaban justos depecadores, blancos de negros, judos de cristianos, ricos de pobres, tiempos para el

    duelo, colores de vestimentas; se saba y se hablaba de cada muerte, de cada muertoy de cada deudo. Sin embargo, con la guerra todo esto se fue volviendo superfluo.Fueron tan multitudinarias las muertes, tal la devastacin de ciudades y pases, tantaslas desapariciones, tal la crueldad, la perversin de la guerra, las pestes desatadaspor las muertes que perdi valor todo sistema lingstico y social que demarcara lamuerte, al muerto.

    1. Sigmund Freud, Duelo y melancola

    (1917 [1915]), en Obras completas,vol. XIV

    (Buenos Aires: Amorror tu, 1989).

    2. Sigmund Freud, De guerra y

    muerte: Temas de actualidad

    (1915), en Obras completas, vol. XIV

    (Buenos Aires: Amorror tu, 1989).

    3. Sigmund Freud, La transi toriedad (1915

    [1916]), en Obras completas,

    vol. XIV(Buenos Aires: Amorror tu, 1989).

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]33Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Seguramente a este panorama del duelo y la muerte se enfrent Freud en suconsultorio desde 1914. Se confront a duelos vividos en soledad, muchas veces sinrituales y hasta sin cadveres. Sujetos arrasados por la angustia llevaron al consultorio deFreud las psicosis alucinatorias, los reproches obsesivos o la crueldad de la autopunicin,

    que le permitieron esbozar la ferocidad del supery. Pero en definitiva Freud era testigodel pasaje de lo que l llam duelo normal, acompaado hasta all por el Otrosocial, a ese duelo que l llam patolgico: duelo pesaroso, obsesivo, melanclicosiempre en soledad sin el recurso de rituales que signifiquen la muerte o al muerto,en cuanto el Otro como Sistema haba devenido anmico4.

    Seguramente el psicoanlisis intentaba armar algo all. Cmo poder significarla prdida con esa devaluacin de lo pblico?, cmo contabilizarla? Quiz por esoplante el duelo psquico, una operacin a realizarse en la intimidad del deudo, oen todo caso, el padecimiento que a veces podra transmudar en duelo va la

    transferencia, ligar lo pblico y lo privado, y hacerse escuchar por el psicoanalistaFreud.En La transitoriedad es el mismo Freud en duelo quien, dirigiendo

    amargos reproches a la guerra, dice:

    La guerra rob al mundo todas sus bellezas. No solo aniquil el primor de los paisajesque recorri y las obras de arte que roz en su camino, sino que tambin quebr nuestro

    orgullo por los progresos logrados en la cultura, nuestro respeto ante tantos pensado-

    res y artistas, las esperanzas que habamos puesto en una superacin definitiva de las

    diferencias que separan a pueblos y razas entre s. La guerra enlod nuestra excelsa

    ecuanimidad cientfica, mostr en cruda desnudez nuestra vida pulsional, desencadenlos espritus malignos que moran en nosotros y que suponamos domeados defini-tivamente por nuestros impulsos ms nobles, gracias a una educacin multisecular.5

    En De guerra y muerte, Freud lamenta el cambio de actitud espiritual antela muerte6y el desprecio hacia la vida humana resultado de diversas dinmicas, entreellas el avance de las ciencias duras y la tecnologa que inventan armamentos hastaahora impensables, y la postura de las ciencias sociales (la antropologa o la psicologa)al servicio de la guerra, la exclusin y la justificacin de la muerte.

    El mundo, antes amplio, culto, sede de intercambios cientficos, culturales,ticos, legales, se ha transformado en un lugar amenazador, inseguro, anmico:

    La guerra, en la que no queramos creer, estall y trajo consigo una terrible decepcin.

    No es tan solo ms sangrienta y ms mortfera que ninguna de las pasadas, a causa

    del perfeccionamiento de las armas de ataque y defensa, sino tambin tan cruel, tan

    enconada y tan sin cuartel, por lo menos, como cualquiera de ellas. Infringe todas

    4. Tomo el concepto de anoma de la

    sociologa. En Durkheim, la anomia es

    un estado de sociedad en el que los

    valores tradicionales han dejado de

    tener autoridad, mientras que los nuevos

    ideales, objetivos y normas todava

    carecen de fuerza. mile Durkheim,

    El suicidio(Madrid: Akal, 2003).

    5. Freud, La transitoriedad, 311.

    6. Freud, De guerra y muerte:

    Temas de actualidad, 227.

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    las limitaciones a las que los pueblos se obligaron en tiempos de paz el llamado

    Derecho Internacional y no reconoce ni losprivilegios del herido y del mdico, ni la

    diferencia entre los ncleos combatientes y pacficos de la poblacin, ni la propiedadprivada. Derriba, con ciega clera, cuanto le sale al paso, como si despus de ella no

    hubiera ya de existir futuro alguno ni paz entre los hombres. Desgarra todos los lazosde solidaridad entre los pueblos combatientes y amenaza dejar tras de s un encono

    que har imposible, durante mucho t iempo, su reanudacin.7

    DUELO, MELANCOLAYOTROSDUELOS EN LATRILOGAFREUDIANADE 1915Consideramos que ante el acontecimiento de la muerte de un ser querido, Freud planteapor lo menos dos posiciones subjetivas claramente delimitadas: duelo (como respuestade la neurosis) y melancola (como neurosis narcissticas o psicosis). Sin embargo,menciona tambin al trabajo del duelo y la renuenciaa dicho trabajo.

    Para la poca en que Freud escribe estos textos an no haba conceptualizadosu segunda tpica (yo, ello y supery), por lo tanto las coordenadas tericas que lepermitieron pensar los duelos y la melancola fueron an las de su primera tpica (Cc.-Prcc.-Icc.). Para entonces conceptualizaba tambin la Introduccin al narcisismo8,Pulsiones y destinos de pulsin9, Lo inconsciente10y Complemento metapsicolgicoa la doctrina de los sueos11, herramientas con las que contara. Por lo tanto, lejos dehacer del trabajo de duelo un concepto simple, llano, sin ambigedades ni dobleces,Freud requiere del esbozo de nociones que an est conceptualizando, y en el intento

    de desbrozarlas, enuncia tanto duelo normal, como duelo pesaroso, duelo obsesivoy duelo patolgico.Por las similitudes fenomenolgicas entre duelo y melancola y sus bordes:

    renuencia, duelo pesaroso, obsesivo y patolgico nos detendremos en las diferenciasque consideramos fundamentales entre el duelo y la melancola, para, luego, volversobre las paradojas de los duelos.

    Primera diferencia

    En el duelolo perdido es un objeto de amor. Para Freud, este participa del campo dela eleccin de objeto.En la melancola la prdida es en la vida pulsional, habla de hemorragia

    libidinal. Podramos decir: vaciamiento libidinal. En esto Freud sigue a Abraham: elobjeto de la melancola est en el campo de la constitucin de la estructura psquica,forma parte del autoerotismo.

    7. Ibd., 280.

    8. Sigmund Freud, Introduccin al

    narcisismo (1914), en Obras completas,

    vol. XIV(Buenos Aires: Amorrortu, 1989).

    9. Sigmund Freud, Pulsiones y destinos de

    pulsin (1915), en Obras completas,

    vol. XIV(Buenos Aires: Amorror tu, 1989).

    10. Sigmund Freud, Lo inconsciente

    (1915), en Obras completas, vol. XIV(Buenos Aires: Amorror tu, 1989).

    11. Sigmund Freud, Complemento

    metapsicolgico a la doctrina de los

    sueos (1917 [1915]), en Obras completas,

    vol. XIV(Buenos: Aires: Amorrortu, 1989).

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]35Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Segunda diferenciaEn el dueloel mundo se ha hecho pobre y vaco.

    En la melancola, en cambio, enigmticamente el yo es quien se ha vueltopobre y vaco.

    Tercera diferenciaLa inhibicin en el duelose manifiesta porque al doliente no le interesa nada, salvo lorelacionado con su ser querido muerto.

    En la melancola,la extraa inhibicin se acompaa de autorreproches,autodenigraciones y delirante expectativa de castigo.

    En la melancolapsictica, Freud ubica los siguientes elementos: Delirio de insignificancia, al que llamapredominantemente moral, insomnio,

    repulsa del alimento y desfallecimiento de la pulsin que aferra a la vida. Autocrtica extrema. A pesar de la autocrtica y el autorreproche no hay falta reconocida, no

    hay pudor o vergenza. El impudor melanclico saltea toda inhibicin en la obscenaexhibicin de su autodenigracin y de sus quejas.

    Cuarta diferenciaLa identificacin planteada por Freud en la melancolaes la identificacin primaria,

    canibalstica. Esta abona la representacin de cosa, la represin primaria, que mstarde (desde 1920) relacionar con pulsin de muerte, ello y supery como herederodel ello. Dice:

    En otro lugar hemos consignado que la identificacin es la etapa previa de la eleccin

    de objeto y es el primer modo, ambivalente en su expresin, como el yo distingue a unobjeto. Querra incorporrselo, en verdad, por la va de la devoracin, de acuerdo con

    la fase oral o canibalstica del desarrollo libidinal. A esa trabazn reconduce Abraham,

    con pleno derecho, la repulsa de los alimentos que se presenta en la forma grave del

    estado melanclico.12

    Nuevamente Freud relaciona melancola con lo primario: lo pulsional. Losdestinos de la pulsin que Freud plantea en la melancola son la conversin en locontrario y vuelta sobre s mismo. No traza ni el retorno de lo reprimido ni la enigmticasublimacin. Por eso puede decir: Sus quejas son realmente querellas13. Las quejasdel melanclico deberan ser querellas contra alguien prximo y atroz a quien no se

    12. Freud, Duelo y melancola, 247.

    13. Ibd., 246.

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    juzga. El melanclico dirige contra s (vuelta sobre s mismo) los reproches que habrade hacerle al otro. Todava, como dijimos, Freud no ha conceptualizado el supery,por lo tanto afirma que la conciencia moral es una instancia [] quepuede enfermarseella sola14. Aqu anuda conciencia moral a pulsin; esto coagula al melanclico en la

    monotona gozosa de la queja.En cambio, Freud plantea otro tipo de identificacin con el objeto para el duelo,el que abona las neurosis de transferencia y conforma los sntomas. Esto implica ya loreprimido y el retorno de lo reprimido como destino de la pulsin. Freud habla aquclaramente de neurosis, de identificacin histrica y de la prdida de un objeto de amor;va esbozando que el duelo es una salida en la neurosis a la prdida del objeto de amor.

    Freud diferencia claramente la identificacin como resultado del duelo, queubica como identificacin histrica. De esta identificacin sostenida en la falta mismadice que puede expresar la comunidad con el objeto de amor de la identificacin

    primaria en la melancola que, como antes dijramos, refiere a la pulsin y al superycomo heredero del ello. En todo caso, ms all de las identificaciones, Freud habla deuna imposibilidad de soportar la falta del Otro en la melancola. La culpa (en la versinde autorreproches, de hiperculpabilidad) recae sobre el melanclico.

    Similitudes y diferenciasEn esta relacin Freud establece una clara similitud entre dueloy melancola, salvoen las autodenigraciones y la delirante expectativa de castigo. En la melancolahay,

    como en el duelo, dolor, falta absoluta de inters por las cosas del mundo, prdida dela capacidad de amar, inhibicin pero se diferencia del duelo en la inexistencia deautodenigraciones y la delirante expectativa de castigo.

    Resumamos las diferencias estructurales entre duelo ymelancola:

    Duelo Melancola

    Prdida de objeto de amor Hemorragia libidinal

    El mundo se ha vuelto vaco Vaciamiento psictico del yo

    Inhibicin doliente Impudor. Obscena exhibicin de suautodenigracin y de sus quejas.

    Identificacin histrica. (Lacan dir: conel deseo del Otro). Abona las formacionesdel inconsciente.

    Identificacin primaria. Canibalstica.Abona la pulsin, la conciencia moral quepuede enfermar sola, esboza el superycomo heredero del Ello.

    14. Ibd., 245. Las cursivas son mas.

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]37Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    LOS DUELOS YSUSPARADOJASNos serviremos de las diferencias freudianas (neurosis-psicosis: duelo-melancola) parapensar cmo en los duelos inevitablemente se juega el paso por lo pulsional en cuanto,dicho freudianamente, en la retirada de la libido del objeto de amor perdido habr de

    quedar la pulsin al desnudo; o en cuanto ante el fracaso de la represin no es posiblela operacin de la sustitucin de la pulsin por el sntoma. Pensaremos desde all losparadojales caminos de los duelos. Este es el sentido que Freud le da a la enigmticafrase la sombra del objeto,de la que dice, cae sobre el yoen la melancola (hemorragialibidinal, el objeto se vaca de libido, pierde todo disfraz que lo hara amable y dejaal objeto desnudo). En esta relectura de Freud ubicaremos a la melancola en losparadojales duelos. As, dice Freud de aquella:

    La sombra del objeto cay sobre el yo, quien, en lo sucesivo, pudo ser juzgado por

    una instancia part icular como un objeto, como el objeto abandonado. De esa manera,

    la prdida del objeto hubo de mudarse en una prdida del yo, y el conflicto entreel yo y la persona amada, en una biparticin entre el yo crtico y el yo alterado por

    identificacin.15

    O bien, segn vamos reconstruyendo: la cobertura flica aquello que lo haceamable, deseable se pierde. En la melancola se produce un vaciamiento de libido,el supery aplasta al sujeto, desubjetivizndolo. En los duelos, si bien hay ms recursossimblicos a los que apelar, el sujeto se confronta con la brutal inexistencia del Otroy la fragilidad de la cobertura flica, por lo que tambin todo duelo lo confronta con

    la posibilidad del aplastamiento subjetivo.Tal vez por eso Freud, que an no contaba con su segunda tpica, habla

    ambiguamente del duelo en Duelo y melancola para incluir, inmediatamente, elduelo pesaroso, el duelo obsesivo y el duelo patolgico. Nos remitiremos a ellos puesconsideramos que, si leemos con cautela al maestro en la triloga propuestaconcluiremos que jams pens que los duelos pudieran finalizar solo con el simplereemplazo del objeto amoroso, ni que los duelos fueran lineales, y el muerto pudieraser fcilmente suplantado. En ellos plante la pulsin y la instancia crtica el anno conceptualizado supery. Por esta razn en dichos textos intentaremos trabajar

    los duelos que logran subjetivizarse y los desubjetivados, en los que muchas veces espoco perceptible la diferencia con la psicosis; aquellos duelos que la guerra instal;aquellos que Freud encontr en su clnica.

    Veremos, de este modo, si lo planteado en esa triloga como trabajo deduelo ser equiparado por nosotros al concepto de subjetivacin. O, en todo caso,veremos qu contribucin hace la categora de subjetivacin a esta relectura de Freud. 15. Ibd., 246.

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    Recorreremos estos textos con el fin de relacionarlos luego con otros pasajes freudianosy as lograr alguna aproximacin al tema.

    Tomamos el concepto subjetivacin de Lacan, quien plantea que para quealgo se signifique es necesario que sea traducibleen el lugar del Otro16. Es decir, pasarlo real, la catstrofe, a veces el horror, por los sistemas de la lengua que incluye susequivalentes: sistema jurdico, sistema poltico, sistemas lingsticos y hasta los diversossistemas semiolgicos. Para ser traducidos, anudados a las prcticas privadas y a lasintimidades del inconsciente. Lo que retornar de otra manera al deudo, va el lazosocial, las identificaciones, los sntomas, el amor o el acto. Esto le permitir perder elobjeto y conservarlo de otra manera.

    En alemn, lengua en la que Freud escribe sus obras, Duelo y melancolase traduce como Trauer und Melancholie. En trauer(duelo) y sus derivados resuenalopblico: Trau er flor:crespn; trau er marsch:marcha fnebre; trau ung: boda,

    velaciones. Estos son los elementos significantes que la cultura propone para sealarel duelo. En estas derivaciones tambin resuena loprivado: trauern: entristecerse;traurig: triste, mustio; traurigkeit: tristeza, duelo; y lo ntimo: traulich: ntimo,dulce. Pero tambin traumes sueo, ensueo; traumen:soar; traumer: soador,visionario, iluso; traumerei: fantasa, ilusin, ensueo. De all tambin derivanlas palabras tragedia (trau er spiel),cuya acepcinatae tanto a lo pblico como alo ntimo,ytraurigkeit, en la quekeitindica separacin o ria (reir, cua, ria,ningn, nunca).

    Duelo y melancola inicia con la siguiente frase: Tras servirnos del sueo

    como paradigma normal de las perturbaciones anmicas narcisistas, intentaremos ahoraechar luz sobre la naturaleza de la melancola comparndola con un afecto normal: elduelo17(recordemos, hasta la Primera Guerra Mundial, no solo tocaba el mbito delo ntimo, sino lo social, lo pblico, lo ritualizado).

    Ya hemos planteado, en esa biparticin estructural entre duelo y melancola,la diferencia de la condicin de objeto que se pierde: mientras en el duelo se tratade la aoranza de algo perdido, la melancola pierde toda libido y conserva la vidapulsional. La crueldad del melanclico contra s mismo muestra que el supery, comoheredero del Ello, arrasa al yo desubjetivndolo. Hay dos tipos de objetos: objeto de

    amor (sustituto de la pulsin) en uno de los casos y objeto pulsional autoertico, sincobertura sustitutiva en otro. Duelo en relacin con lo declarable y lo contable elamor. Melancola en relacin con lo silencioso, lo mudo, lo imposible de contabilizar,el exceso; en definitiva, con lo no-perdido: la pulsin.

    Freud formula aqu lo que viene ocurriendo en su clnica. Cuando dice queel duelo es una reaccin frente a la prdida de una persona amada o frente a una

    16. Jacques Lacan, El seminario. Libro 8.

    La transferencia (1960)(Buenos

    Aires: Paids, 2003), 279.

    17. Freud, Duelo y melancola, 241.

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    abstraccin que haga sus veces como la patria, la libertad, el ideal, etc.18, est dandocuenta de los destrozos que la guerra hara en sus pacientes y en su propia vida, pocaen que el escenario donde se situaba el dolor haba cambiado. Cmo significar lamuerte si el Otro social no viene a sancionarla? Cmo contabilizar los muertos cuandotambin se pierde la patria, los ideales, las leyes que posibilitan tal contabilizacin flica?

    A partir de esto vamos a plantear que Freud, en su divisoria de aguas duelo-melancola dedica enigmticamente casi todo el texto a la melancola y hace una escasareferencia al duelo, que l califica como normal.

    Para trabajar los duelos y sus paradojas, es decir, lo que atae tanto a laposibilidad de que estos puedan subjetivarse o queden desubjetivados, seguiremos aFreud en la triloga propuesta. Dice acerca de los duelos:

    Ahora bien, en qu consiste el trabajo que el duelo opera? Creo que no es exagerado

    en absoluto imaginarlo del siguiente modo: El examen de realidad ha mostrado que

    el objeto amado ya no existe ms, y de l emana ahora la exhortacin de quitar todalibido de sus enlaces con ese objeto.19

    El acatamiento al mandato de la realidad se lleva a cabo parte por parte, piezapor pieza, con gran gasto de tiempo y de energa de investidura, en un doloroso procesoque le permite al objeto amado vivir en el entramado de la realidad psquica. Cadauno de los recuerdos y cada una de las expectativas en que la libido se anudaba alobjeto son clausurados, sobreinvestidos y en ellos se consuma el desasimiento de lalibido20. El encuentro con la muerte produce un choque con lo traumtico. Y es el

    trauma desgarrn de lo simblico-imaginario el que va a dictaminar el exhortode la realidad que habr de acatarse. El significante exhorto es tajante. Se rompe lamalla simblico-imaginaria del mundo y el encuentro con lo real es inapelable. Sinembargo, junto al categrico exhorto surge la renuenciaa obedecerlo.

    Cul es la respuesta ante el acontecimiento de la muerte de un ser querido?Dijimos antes que Freud planteapor lo menosdos posiciones subjetivas: mientras queen el duelo se trata de la aoranza por algo perdido, en la melancola se privilegia laprdida de libido (hemorragia de libidoque atae a la vida pulsional), lo que produceun desgarrn del aparato psquico y del narcisismo: la melancola lleva al sujeto a

    abandonarse, a la dimisin deseante, y hasta a irse con el muerto. Lo que prima no es elreconocimiento ni la aoranza de lo perdido, pues para aorar es preciso contabilizar.Recurrir a la significacin flica.

    Freud usa el trmino aoranza, justamente para referirse a la nostalgia porun objeto de amor perdido, es decir un objeto ya investido libidinalmente y por lotanto sustituto de la pulsin. El objeto pulsional perdido investido libidinalmente,

    18. Ibd.

    19. Ibd., 242.

    20. Ibd., 243.

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    suplantado en el objeto de amor. Es este ltimo el que se pierde en el duelo: un objetocapaz de aorarse,puede saberse que se ha perdido, el aparato psquico lo registra, sesufre el desgarro narcisista, y el objeto puede entrar en la serie sustitutiva, simblica,en tanto en el amor segn Lacan se da lo que no se tiene. O sea, la falta.

    Edipo y Castracin se anudan en la neurosis, por lo que es posible otorgarsignificacin a lo que falta aun en la incertidumbre, es decir, hablar del muerto,recordarlo, idealizarlo; continuar un lazo diferente con quien ya no existe. Peroqueda un resto incontable, incurable, inconsolable. La aoranza del objeto amorosoperdido refiere, entonces, al deseo inconsciente, al recuerdo, a la novela familiar, atodo lo que el doliente contabiliza, minuciosamente, parte por parte, en relacin conel ser querido muerto.

    Los rituales vienen all a sealar, a significar a partir de las costumbres, los relatos,los mitos, etc. Ellogoses convocado all parasombrear, significar, el agujero creado en

    la existencia. He aqu la funcin subjetivante del duelo.La hemorragia de libido, que deja al desnudo la vida pulsionales para Freudotra cosa: significa que la afectacin, la afeccin, se manifiesta en el cuerpo. Sugierenms afecciones somticas que psicgenas. Hay hemorragia narcisstica, arrasamientodel deseo. Las autodenigraciones hablan del supery que produce el hundimientosubjetivo, la objetalizacin. No hay inscripcin de la falta simblica ni del Otro nidel sujeto sino la culpa en lo real vuelve sobre s, lo que habla de las querellas queno pueden hacerse al Otro y que caen en el sujeto, aplastndolo.

    Pero Freud sugiere una tercera posicin subjetiva ante el hecho de la muerte,

    el duelo pesaroso. Este contiene idntico talante dolido que la melancola, menosuno: la delirante perturbacin del sentimiento de s del que s participa la melancola.En el duelo pesaroso, o lo que Freud llama duelo patolgico, tambin ocurre enuna semejanza con la melancola que el sujeto no se siente en duelo sino enfermo.Muchas veces no es posible hacer lasombra, el sombreado de lo pblico y lo privado.Entonces, cuando las coordenadas simblico-imaginarias anudadas a lo real no puedensostener el decir y la escucha, el sujeto puede objetalizarse, arrasarse, perderse, por elpeso de la pulsin vuelta sobre s o de la falta transformada en culpa (real). Momentosdonde es difcil el diagnstico neurosis-psicosis, y que Freud nos fue acercando cuando

    nos insinu las paradojas de los duelos y que llamamos duelos desubjetivados.Voy a referir a Primo Levi para ejemplificar esta objetalizacin del sujeto, cosa

    que los alemanes lograron producir en los campos de concentracin al eliminar todasombra de objeto o, mejor dicho, todo sombreado o disfraz del objeto pulsional:los sujetos eran despojados de sus costumbres, de sus rituales, de sus vestimentas,de sus cabellos, y aun de la posibilidad de comer o beber como seres humanos.

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]41Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Dejaban en absoluta soledad al humano, tratndolo como puro objeto, como puracosa, como cobayos de laboratorio.

    Esto es un infierno. Hoy, en nuestro tiempo, el infierno debe ser as, una sala grande

    y vaca y nosotros cansados teniendo que estar en pie y hay un grifo que gotea y el

    agua no se puede beber, y esperamos algo realmente terrible y no sucede nada y siguesin suceder nada. Cmo vamos a pensar? No se puede pensar ya. Es como estar ya

    muertos. Algunos se sientan en el suelo. El tiempo transcurre gota a gota.21

    [...]

    Cuando suena esta msica sabemos que nuestros compaeros, afuera en la niebla,

    salen en formacin, como autmatas; tienen las almas muertas y la msica los empuja,

    como el viento a las hojas secas, y es un sustituto de su voluntad. La voluntad ya no

    existe: cada latido se convierte en un paso, en una contraccin refleja de los msculosdeshechos. Los alemanes lo han conseguido. Son diez mil y son solo una mquina gris:

    estn determinados exactamente; no piensan y no quieren: andan.22

    Cuntas veces recibimos en nuestros consultorios autmatas? Vacos dedeseo, yendo para donde la vida los lleve, tomados por algn duelo sin significar, estossujetos llegan sin preguntas. La diferencia clnica entre neurosis y psicosis tarda enpoder hacerse. Si Primo Levi logra sobrevivir es justamente porque desde el principiono se dej destruir por el nazismo. Saba que luego de jugar con ellos como un gatocon un ovillo de lana, iban a ser irremediablemente ejecutados. Primo nunca dej dejuzgar la crueldad nazi y eso le permiti no dejarse morir en los lager.

    Este ejemplo extremo nos viene bien para pensar el sujeto en posicin deobjeto, desubjetivado, algo muy factible en los duelos, pues la muerte de un ser queridosiempre produce una estocada en el fantasma y confronta al sujeto con lo real.

    A esta altura, precisamos servirnos de la contribucin de Lacan para esa lectura:Lo graficaremos a partir del Grafo del Deseo, planteado por este autor en el Seminario6. El deseo y su interpretacin, de 1958-195923.

    21. Primo Levi, Si esto es un hombre

    (Barcelona: Muchnik, 1998), 23.

    22. Ibd., 54.

    23.Jacques Lacan, Seminario 6. El deseo y su

    interpretacin (1958-1959).Versin de la

    escuela freudiana de Buenos Aires. Indito.

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    Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,Escuela de Estudios en Psicoanlisis y Cultura, Revista de Psicoanlisis42

    Acontecimiento de la muerteDuelo

    Acontecimiento de la muerteMelancola

    El sujeto puede contabilizar lo perdido.Anuda Sujeto-Castracin

    Incontable. InconmensurableObjeto del autoerotismo

    FIGURAS 1 y 224.

    La referencia a Primo Levi nos permite pensar la cada desubjetivizante delser humano, similar a la melancola. Tal vez por eso a pesar de diferenciar duelo

    de melancola Freud se desliza por los bordes de esa delimitacin y plantea quemuchas veces los duelos se aproximan a la melancola. No puede hacerse la sombra,lo que sombrea, disfraza el objeto, entonces, todo lo que es contabilizacin, sancin,traduccin, tampoco. El Otro Simblico, en el que se sostiene el fantasma ha desfa-llecido. Lo que postulamos como subjetivacin seguimos a Lacan, en El seminario.Libro 8. La transferencia (1960)25 y que usamos para entender el duelo se define dela siguiente manera: para subjetivar un duelo es preciso que lo que se pierde puedaser traducible en formas discursivas, subjetivas y colectivas, para lo cual planteamos laarticulacin de lo pblico, de lo privado y de lo ntimo.

    Pasar lo real el campo de lo traumtico a la reinscripcin de la falta encuanto simblica, es lo que admitir que el sujeto vuelva a encadenarse (abrocharseo ligarse) en la cadena significante y pueda representarse en ella y en el lazo social.

    A/S/aEl sujeto, amarrado a los sistemas legales (el otro simblico,A/ en Lacan),sostiene el montaje subjetivo del mundo en relacin con lo real. Ese montaje, que

    24. Sobre el Grafo del Deseo establecido

    por Lacan, en la figura 1 se sita el

    evento de la muerte, indicando con

    lneas rojas la estocada producida por la

    desaparicin del semejante; la posibilidad

    de subjetivacin en el duelo al permitirse

    contabilizar o reconocer lo perdido,

    corresponde a la lnea azul. En la

    figura 2 aparece cercenada la posibilidad

    de subjetivacin. [Nota de la editora]

    25. Lacan, El seminario.

    Libro 8. La transferencia.

    S/

    A/ (S/D)

    A

    S/

    S/

    PulsinAcontecimientode la muerte

    Trauma

    Estocada en elfantasma

    Yo Semejantemuerto

    Voz - Supery

    Otro

    A/ S/

    Falla lasignificacin

    Flica

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]43Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Lacan llama fantasma, trastabilla y el sujeto queda con ese real, con ese objeto acasial desnudo. La sombra del objeto, el disfraz, la vestimenta, el rombo ( losange) de lafrmula S/ale da su articulacin con el A/ , Otro simblico que anuda lo imaginario yencubre lo real. Esto es posible gracias al anudamiento de lo pblico, de lo privado yde lo ntimo, que marcan las coordenadas en las que el sujeto puede ampararse paracontabilizar sus deudas y las del muerto (reinstalar la falta simblica).

    Sin ese sombreado, el sujeto queda inerme. La culpa queda de su lado. Susquejas son querellas, dice Freud. Pero querellas que no pueden hacerse, no hay aquin reprochar ni alguien que pueda reprochar. El sujeto prefiere ofrecerse comoobjeto a querellar, juzgar, descompletar al Otro. Esto es frecuente en los duelos porcuanto la frmula S/atambalea. El A/ que la sostiene ha mostrado su insuficiencia, suinexistencia. Es as que el sujeto, para no encontrarse con dicha inexistencia, sostieneun Otro consistente, cargando las culpas sobre s. La identificacin con el objeto es

    esto: cargar la culpa sobre s, antes de soportar su ausencia, su inexistencia, o su goce.Sin embargo, hay algunos, como Primo Levi, que pudieron juzgar la crueldad nazi aunen esa extrema indefensin.

    Un fragmento clnicoVamos ahora a la clnica, hoy: Andrea es una joven mujer que consulta por estadosde vrtigo. Los mdicos luego de varios tratamientos han descartado causasorgnicas. Su vida profesional es exitosa, pero cada xito culmina en das de reposo

    por el vrtigo. Despus de varios encuentros relata que su padre muri luego de unavida dedicada con fervor a su profesin (la misma que ella eligi), de la que cosechmucho reconocimiento de la gente con la que trabajaba, pero ningn xito econmico.Cuando este al fin lleg, vino de la mano con la muerte. En las primeras entrevistasAndrea dice haber transitado muy dolorosamente ese duelo. Inmediatamente agrega:Pero lo que a m me pasa no puede tener que ver con aquello.

    Se queja de no poder disfrutar. Una vez exclama, angustiada: Usted sabe loque es la culpa por sobrevivir? Mi padre no pudo encontrar lo que tanto buscaba,pero todos lo queran, an hoy, la gente lleva su foto, lo visita en el cementerio, en el

    aniversario de su muerte, todos lloran como nios! No puedo con este peso! Digo:Qu suerte! Tiene con quin llorar!. Me mira sorprendida. Contino: Tal vez a ustedle va tan bien en su profesin por eso mismo. No siempre se est tan acompaada enel dolor. Tiene bastante que agradecer a su padre.

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    Resituarla como deudo de ese padre que haba causado el deseo de esa genteque an lo llora produjo la pacificacin de Andrea. Ya sin estar enferma, pudo comenzara hablar de su padre ms tranquilamente.

    Esta vieta muestra cmo el duelo acompaado por lo pblico colaboracon la pacificacin del deudo, la localizacin de la falta, de la causa que encuentrasignificacin en el tejido social. Un duelo pesaroso desubjetivizado puede deveniren duelo-dolor subjetivizarse sin tanto padecimiento.

    ELEXHORTODE LAREALIDADEs la catstrofe de la muerte la que dictamina el exhorto de la realidad. Freud no cuentacon las coordenadas lacanianas (R. S. I.) para pensar el hecho. Haciendo uso de ellas,sin embargo, podramos afirmar que el dictamen de la realidad lo da el pasaje por el

    agujero en lo real (la operacin de la Privacin, en Lacan) que produce la muerte dealguien querido. Esto es fundamental en los duelos. La muerte destruye, demuele eledificio de la vida cotidiana que compartamos con el ser querido. Todo lo habitual seha perdido, el sostn de esos hbitos: la escena fantasmtica que soporta el mundodel sujeto ha recibido una estocada.

    A/S/a El mundo simblico del sujeto vacila. La escena se va de gira, dirLacan en Elseminario. Libro 10. La angustia (1963)26, y el sujeto queda all, prximo ala pulsin dicho de acuerdo con Freud o a lo real, dicho con Lacan. Borges nosacompaa con sus letras para entender esa ausencia:

    Habr de levantar la vasta vidaque an ahora es tu espejo:

    cada maana habr de reconstruirla.Desde que te alejaste,

    cuntos lugares se han tornado vanosy sin sentido, iguales

    a luces en el da.Tardes que fueron nicho de tu imagen,

    msicas en que siempre me aguardabas,

    palabras de aquel tiempo,yo tendr que quebrarlas con mis manos.En qu hondonada esconder mi alma

    para que no vea tu ausenciaque como un sol terrible, sin ocaso,

    brilla definitiva y despiadada?

    26.Jacques Lacan, Elseminario.

    Libro 10. La angustia(1962-1963)

    (Buenos Aires: Paids, 2006).

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]45Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    Tu ausencia me rodea

    como la cuerda a la garganta,el mar al que se hunde.27

    Borges nos regala este ejemplo: cuando un amor muere, por un tiempo la vida

    sigue siendo el espejo de ese amor, pues la separacin no puede realizarse sin msAs como para Freud, para Borges el mundo se vuelve pobre y vaco: Desde que tealejaste,/ cuntos lugares se han tornado vanos y sin sentido,/ iguales a luces en el da.Por la renuencia, por el rechazo a aceptar la ausencia, pregunta y hasta suplica Enqu hondonada esconder mi alma/ para que no vea tu ausencia que como un solterrible, sin ocaso,/ brilla definitiva y despiadada?. La crueldad del desamparo y de laangustia, la tentacin a caer como objeto, aqu tambin estn, casi brutalmente, pre-sentes: Tu ausencia me rodea/ como la cuerda a la garganta,/ el mar al que se hunde.Sus ojos se cerraron y el mundo simblico-imaginario sigue andando: parafraseamosa Gardel y Le Pera. El agujero cruel de la realidad de lo real ordena, dictamina,exhorta a que el mundo del deudo se detenga porque fue quebrado, fragmentado,agujereado por la muerte.

    Freud dice que a este dictamen se le opone una comprensible renuencia,pues el hombre no abandona de buen grado una posicin libidinal ni aun cuando unsustituto se asoma. A esta renuencia, que podemos llamar rechazo a aceptar la muerte,algunos psicoanalistas, entre ellos Adriana Bauab Dreizzen en su libro Los tiempos delduelo28, llaman renegacin.

    Freud dir, en Duelo y melancola: Esta renuencia puede alcanzar talintensidad que produzca un extraamiento de la realidad y una retencin del objetopor la va de la psicosis alucinatoria del deseo29. El acatamiento de la realidad nopuede realizarse inmediatamente, se hace pieza por pieza, conlleva inversin detiempo y de energa de investidura, el objeto contina teniendo vida psquica. Freudse pregunta: por qu el acatamiento a la realidad resulta tan extraordinariamentedoloroso? El autor hace referencia a la economa pulsional, y para ello es preciso unpasaje por el objeto pulsional.

    Si bien Freud refiere estrictamente la melancola a las neurosis narcissticas

    (psicosis) y, por lo tanto a lo primario, a lo pulsional, el duelo tambin remite, desdeeste texto, a la pulsin en tanto el desasimiento de la libido del objeto de amor implicaen s un pasaje por el objeto de la pulsin, lo que lo hace un trabajo tan doloroso. Lasombra del investimento libidinal del objeto cae sobre el yo el sombreado se pierde,y el sujeto cae bajo el peso superyoico, lo que hace el duelo pesaroso y tienta alsujeto a seguir la suerte del objeto perdido.

    27.Jorge Luis Borges, Ausencia (1923),

    en Obra potica, vol. I(BuenosAires: Emec, 1997), 46.

    28.Adriana Bauab Dreizzen, Los

    tiempos del duelo (Buenos Aires:

    Homo Sapiens, 2001).

    29. Freud, Duelo y melancola, 242.

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    Freud no plantea el duelo como un trabajo sin ambages. La comparacin conla melancola le permite desplegar la idea de la ambivalencia de sentimientos, que esestructural de la subjetividad. Esto le da la posibilidad al duelo de desubjetivizarse y locompele a exteriorizarse en forma de autorreproches, es decir, que el sujeto se sienteculpable de la muerte del ser querido por haberla deseado (quin no desea, aunquefuera en sueos, la muerte de un ser querido?). Dir que el duelo obsesivo refiere nosolo a la ambivalencia, sino tambin a la culpa que cae sobre s por parte del deudo.

    En lo que llama duelo obsesivoFreud contina bosquejando al supery enreferencia a la pulsin. Dice: El conflicto de ambivalencia opera por s solo30.Elsadismo y el odio hacia el objeto de amor perdido han vuelto sobre la propia persona,como en la melancola, dada la fragilidad del sujeto en duelo, mientras este dure.

    Alicia Hartmann dir:

    [...] la transformacin en lo contrario escribe la gramtica de la pulsin y define la

    modalidad de las primeras relaciones del nio con sus otros significativos y consigomismo, como forma autoertica objetal. Esa pura gramtica, escrita como vuelta con-

    tra s mismo de la actividad pulsional, no solamente atae a las metas de la pulsin,

    sino que determina una posicin del sujeto, que Freud ubica en relacin con el otro al

    cual se invoca, produciendo luego un mecanismo de vuelta hacia la propia persona.31

    Hartmann, siguiendo a Freud, ubica la conversin en lo contrario y vuelta sobres mismo desde la gramtica pulsional. En esta lnea, leemos las siguientes afirmacionesde Freud:

    En ambas afecciones suelen lograr los enfermos, por el rodeo de la autopunicin,desquitarse de los objetos originarios y martirizar a sus amores por intermedio de sucondicin de enfermos, tras haberse entregado a la enfermedad a fin de no tener que

    mostrarles su hostilidad directamente. Y por cierto, la persona que provoc la pertur-

    bacin afectiva del enfermo y a la cual apunta su ponerse enfermo se hallar por lo

    comn en su ambiente ms inmediato.32

    Comenzamos a situar las pistas de lo que concebimos en este trabajo comodesubjetivacin en los duelos: en este caso como vimos en la vieta clnica la

    duelante no se siente en duelo, sino enferma. Este hecho tambin nos aporta elementospara pensar los suicidios, en relacin con la ambivalencia y la vuelta sobre s mismade la pulsin. All, nos ensea que todo neurtico que registre propsitos de suicidio,vuelve sobre s el anhelo de matar a otro. El pasaje en los duelos por la ambivalenciay la pulsin de muerte confrontan a los sujetos con la tentacin al suicidio.

    30. Ibd., 248.31.Alicia Hartmann, En busca del

    nio en la estructura(Buenos

    Aires: Letra Viva, 2009), 26.

    32. Freud, Duelo y melancola, 249.

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]47Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    DUELOYSUSBORDESEn el duelo siempre se transita por las proximidades de la angustia por los bordesde lo real. Y por la tentacin de compartir el destino del objeto perdido amadose bordea la tentacin de morir con el ser querido muerto, lo que significa que cada

    duelo confrontar al deudo con la tendencia a la desubjetivacin, a la objetalizaciny a la muerte, sea esta por enfermedad, accidente, suicidio u homicidio. Es por esoque se propone la recurrencia del Otro social lo pblico, en la versin de ritua-les como necesaria para propiciar la subjetivacin, la significacin, para nombrar ycontabilizar la muerte; entonces el duelo podr representarse, enumerarse, la libidopueda retirarse poco a poco, en cada vuelta, enmascararse tras las representacionesde palabras, los recuerdos, las formaciones del inconsciente o el reenmarcamiento delfantasma. Los duelos no son procesos instantneos y sin restos. Por el contrario, serealizan con gran gasto de energa de carga. El sujeto en duelo habla meticulosamente

    de su muerto, desmonta pieza por pieza cada recuerdo, desgaja las memorias, ypoco a poco va creando las investiduras con las que cubre y enmascara la ausencia,el vaco del objeto amado. En ese minucioso recorrido se sujeta y se de-sujeta del serquerido devenido muerto. Durante ese meticuloso desmontaje el deudo contabilizalas faltas de uno y otro. Ubica tambin las faltas en el muerto y en la estructura,constata y soporta la inconsistencia del Otro. Sin embargo, quedar all un agujeroincontorneable.

    Sostenemos que, por el anudamiento de lo pblico, lo privado y lo ntimo,el deudo puede recuperar su lugar. Lo pblico permite la escritura de un tiempo y

    un espacio en lo privado de las subjetividades que permitira el asujetamiento ydesujetamiento del deudo con el muerto.

    Segn Aris33, dada la extrema vulnerabilidad en que queda el deudo, losrituales demarcaban en cada religin y en cada cultura de Occidente qu hacer yqu no hacer en los tiempos de duelos. Pero la anomia que se instala a par tir de laPrimera Guerra Mundial, sobre la que se construye el totalitarismo del capitalismoneoliberal y cuya nica ley es la del mercado rechaza, forcluye lo que la culturapropone como ritos o costumbres para los duelos. Sin embargo, la subjetividad aveces se resiste a desalojar totalmente los ritos; quedan fragmentos de ellos o surgen

    otros nuevos, de tal manera que el deudo no queda solo con su dolor, rechazado ltambin. Un ejemplo en Latinoamrica fue el invento de las Madres de Plaza deMayo. Sin cuerpos, sin tumbas, inventaron un ritual: las rondas por la plaza, conlas que se logr la reinstalacin de la justicia y la perspectiva de un rumbo diferenteen Argentina.

    33. Philippe Aris, El hombre ante la

    muerte(Buenos Aires: Taurus, 1999).

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    CONSIDERACIONESFINALESHemos hablado de los siguientes asuntos:

    1) Exhor to de la realidad. Ms all de que Freud postule que el deudo debeacatar el mandato de la realidad (del criterio de realidad),esto solo se produce

    luego del encuentro con el trauma, dicho freudianamente (o el agujero en loReal, dicho siguiendo a Lacan). El exhortono es un pedido ni una demandacualquiera. Precisa atravesar el encuentro inapelable con la ruptura de lacobertura simblico-imaginaria del mundo, con la brutal inconsistencia delOtro. Lo hasta ahora familiar deviene extrao. No solo el cuerpo queridodevino cadver, sino todo lo construido del lazo con l, todo lo familiar setorna desconocido. El sujeto en duelo es atravesado primero por la angustia,luego de un trabajo,dice Freud, aparece el acatamiento a la realidad. As laincitacin de la Realidad que no es otra cosa que uno de los Nombres-

    del-Padre permite la reinstalacin de la operacin de la castracin sobrela privacin.

    2) Nombre-del-Padre-Castracin-Realidad: comienza el trabajo de bordear eltrauma. De all que para Lacan el duelo sea una solucin al desorden creadopor la insuficiencia de elementos significantes para hacer frente al agujero creadoen la existencia34. Por esto planteamos cun necesaria es la intervencin delo pblico. Los rituales son algunos de los engranajes que el Otro Social puedeechar aandarpara circunscribir el agujero.

    Pasaje por el objeto de la pulsinSi bien el objeto del duelo es solidario con el objeto de amor, el objeto de la melancolaes solidario con el autoerotismo. Freud nos ensea que los duelos son muy dolorosospor la ausencia de economa pulsional que en ellos se presenta. Dice con esto que nohay duelo sin pasaje por la pulsin, sea por la prdida libidinal que se produce conla muerte, sea por el encuentro con el trauma. Sara Glasman dice que el trabajo del

    duelo es, justamente, mantener a distancia lo real, imponer un retraso a la angustiamediante una interpretacin errnea, o inventar una espera35. Hacer un borde ala angustia y realizar una interpretacin significante que no ser nunca definitiva.

    34.Jacques Lacan, Clase del 22 de

    marzo de 1959, en Seminario 6.

    El deseo y su interpretacin.

    35. Sara Glasman, Hamlet: tiempo y

    acto, Conjetural12 (abril, 1987): 88.

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    M A R A E L E N A E L M I G E R [ V A R I A C I O N E S AC T UA L E S D E L O S D U E L O S E N F R E U D ]49Desde el Jardn de Freud [n. 11, Enero - Diciembre 2011, Bogot] ISSN:1657-3986, pp. 31-50.

    RenuenciaLo que postula Freud como trabajo en los duelos no es fcil. En l se produce lo quel llama la renuencia al duelo; all ubica la enigmticapsicosis alucinatoria del deseo oAmentia de Meynert:

    El delirio alucinatorio de la amentiaes una fantasa de deseo claramente reconocible,que a menudo se ordena por entero como un cabal sueo diurno. De un modo gene-

    ralizante podra hablarse de una psicosis alucinatoria de deseo, atribuyndola al sueoy a la amentiapor igual. Acontecen tambin sueos que no constan sino de fantasas

    de deseo no desfiguradas, muy ricas en contenido.36

    Freud toma esta idea de la psiquiatra, donde se diferencian estos delirios delos delirios psicticos. Dice que la psicosis alucinatoria de deseo (en relacin con lossueos) consuma dos operaciones que pueden no coincidir: trae a la conciencia deseos

    ocultos o reprimidos y los figura, con creencia plena, como cumplidos. Freud postulaesta psicosis alucinatoria del deseo en el rechazo a reconocer la muerte de alguienquerido, como respuesta frecuente de la subjetividad ante lo traumtico de la muerte,y, a veces, como efecto de la imposibilidad de la subjetivacin de los duelos. Por esoplanteamos que el inevitable pasaje por lo traumtico (que Lacan llama agujero en loreal) convoca a lo imaginario que encubre tenuemente lo real, por la vulnerabilidad delo simblico, y aproxima en ocasiones, fenomnicamente, el duelo a una apariencia delocura. Alucinaciones, pasajes al acto, acting-out, a veces son respuestas inmediatasa las prdidas; la desubjetivacin producida por la fragilidad del deudo es una

    tentacin presente. Otras respuestas, el sntoma, las formaciones del inconsciente oel acto pueden aparecer para mantener la subjetividad del deudo. Pero no es difcilque a la muerte de un ser querido le suceda el duelo pesaroso, el duelo obsesivo, o elduelo patolgico (dicho freudianamente), as como tambin, lo que llamamos duelosimpedidos.

    El pasaje por lo traumtico a travs del supery produce la ruptura y elfracaso de las formaciones del inconsciente que crean una barrera a la satisfaccinpulsional: hablamos de las frecuentes desubjetivaciones en los duelos. En estos casosel sujeto no se siente en duelo. Enfermedades, accidentes, suicidios encubiertos o

    descubiertos o violencias son los resultantes de la imposibilidad de subjetivar los duelos.

    36. Freud, Complemento metapsicolgico

    a la doctrina de los sueos,228.

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