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Durante casi dos décadas, pero particularmente en los años noventa, la agenda la- tinoamericana ha incluido el fortalecimiento democrático, la crisis de la política, las re- formas del Estado, las reformas estructurales de la economía y el impacto de la globa- lización en la región. Sin embargo, aunque se abordaron aspectos sustantivos de estas cuestiones, el debate marginó otros que, a la luz del análisis realizado, deben volver a colocarse en el centro de la discusión. El Informe llega a la conclusión de que el desarrollo de la democracia está íntima- mente vinculado a la búsqueda de mayor igualdad social, la lucha eficaz contra la po- breza y la expansión de los derechos de los ciudadanos. Así, es esencial revisar las po- líticas y acciones implementadas hasta el presente, aprender de las experiencias históricas recientes, auscultar las realidades sociales emergentes y explorar nuevos caminos. Ello posibilitará abrir el horizonte hacia fórmulas que permitan recrear el de- bate acerca de la política y su lugar en América Latina, por ejemplo, a través de los si- guientes temas: La necesidad de una nueva estatalidad: ¿cuál es el papel del Estado en el forta- lecimiento de la democracia? La economía vista desde la democracia, ¿qué políticas económicas favorecen el desarrollo de la democracia? Las democracias latinoamericanas en el contexto de la globalización actual, ¿qué espacios de autonomía requieren para su expansión? 179 Hacia la democracia de ciudadanía tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

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Durante casi dos décadas, pero particularmente en los años noventa, la agenda la-

tinoamericana ha incluido el fortalecimiento democrático, la crisis de la política, las re-

formas del Estado, las reformas estructurales de la economía y el impacto de la globa-

lización en la región. Sin embargo, aunque se abordaron aspectos sustantivos de estas

cuestiones, el debate marginó otros que, a la luz del análisis realizado, deben volver a

colocarse en el centro de la discusión.

El Informe llega a la conclusión de que el desarrollo de la democracia está íntima-

mente vinculado a la búsqueda de mayor igualdad social, la lucha eficaz contra la po-

breza y la expansión de los derechos de los ciudadanos. Así, es esencial revisar las po-

líticas y acciones implementadas hasta el presente, aprender de las experiencias

históricas recientes, auscultar las realidades sociales emergentes y explorar nuevos

caminos. Ello posibilitará abrir el horizonte hacia fórmulas que permitan recrear el de-

bate acerca de la política y su lugar en América Latina, por ejemplo, a través de los si-

guientes temas:

� La necesidad de una nueva estatalidad: ¿cuál es el papel del Estado en el forta-

lecimiento de la democracia?

� La economía vista desde la democracia, ¿qué políticas económicas favorecen el

desarrollo de la democracia?

� Las democracias latinoamericanas en el contexto de la globalización actual, ¿qué

espacios de autonomía requieren para su expansión?

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tercera sección

Hacia la democracia de ciudadanía

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En esta sección abordamos las considera-ciones para elaborar una agenda ampliadapara el desarrollo de la democracia. Entende-mos por agenda, a los efectos de este Informe,la presentación de los temas que requieren serdebatidos. No es, por lo tanto, una enumera-ción de acciones o políticas públicas.

El significado y alcance de estas contribu-ciones son el resultado de tres caminos con-vergentes: una cierta concepción de la demo-cracia, el reconocimiento de la singularidadlatinoamericana y el conjunto de datos queresulta de nuestra investigación empírica.

Se trata de temas que constituyen preo-cupaciones comunes a la región latinoame-ricana. En cambio, las políticas que de ellospuedan derivarse deben expresar lo originaly singular de cada situación nacional.

En la sección anterior hemos dado cuen-ta del estado de la ciudadanía en la región.Frente a esta realidad se han propuesto mu-chas veces recetas, principios técnicos y pro-gramas ambiciosos de reforma. Algunos hansido implementados con cierto éxito y hanobtenido logros significativos. Sin embargo,tras una década de reformas, las carencias deciudadanía no han sido resueltas. Es precisoencontrar otros criterios de acción que per-mitan avanzar hacia las soluciones que nues-tras sociedades reclaman.

Toda democracia encierra la promesa delibertad, justicia y progreso para sus ciudada-nos y, como sostiene Rosanvallon,“es necesa-rio considerar lo no cumplido, las fracturas,las tensiones, los límites y las denegacionesque desdibujan la experiencia de la democra-cia”. En la distancia que media entre esa pro-mesa y la realidad descripta en la sección se-gunda, surgen con fuerza los grandes temasque componen la agenda del desarrollo de lademocracia.

Pero ¿qué quedaría de la libertad ejercidaal elegir democráticamente a los gobiernos sigrandes esferas de la vida social que hacen a

los más básicos derechos ciudadanos perma-necen fuera del alcance de la deliberaciónpública y de la voluntad ciudadana, si los go-biernos no pueden ejecutar las políticas de-cididas democráticamente? ¿O si aun con-tando con gobiernos y Estados eficientes yeficaces no es posible ejercer el mandatoelectoral porque otros poderes internos o ex-ternos lo impiden?

Para enfrentar los déficit de nuestras de-mocracias hace falta poder democrático. Estoes, la capacidad de actuar de modo efectivofrente a los problemas para expandir la ciu-dadanía. Para construir ese poder es indis-pensable la política. Pero es preciso que lapolítica sea relevante, que proponga caminospara abordar los temas clave de la sociedad,que los emprenda con la firmeza de la volun-tad de los líderes y ciudadanos y los sosten-ga con la idoneidad de los instrumentos pa-ra la acción colectiva, entre los cuales lospartidos políticos son actores centrales aun-que no los únicos.

Las propuestas de acción de los partidospolíticos tienen en las instituciones represen-tativas y de gobierno del Estado el principalinstrumento para su ejecución. El poder de-mocrático se construye también desde la es-tatalidad. Al mismo tiempo, la sociedad civil,que constantemente crea nuevas organiza-ciones de voluntarios que aumentan la par-ticipación, es otro de los instrumentos sus-tanciales para la expansión de la ciudadaníay, consiguientemente, de la democracia.

Detrás de todo derecho hay un Estado quelo garantiza. Y detrás de todo derecho truncohay un Estado que no llega a tornarlo efecti-vo. Esta defección del Estado tiene que ver conla calidad de sus instituciones y, fundamental-mente, con el poder que fluye a través de ellasy la consecuente capacidad –o incapacidad–del Estado para llevar a cabo sus fines.

Así, los problemas del desarrollo de lademocracia que hemos visto en las secciones

Para enfrentarlos déficit denuestrasdemocracias hacefalta poderdemocrático. Estoes, la capacidadde actuar demodo efectivofrente a losproblemas paraexpandir laciudadanía.

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� Cuatro temas para una agenda de debate

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precedentes aparecen en una amalgama en laque se conjugan los límites del Estado, conlas exigencias del crecimiento económico ysus resultados frecuentemente generadoresde desigualdades, con la impotencia de la po-lítica para encarnar las aspiraciones de la ciu-dadanía en poder democrático, con las ten-siones de sociedades fracturadas, con laexistencia de poderes fácticos que evaden lalegalidad, trafican influencias y permean lasmás altas instancias de decisión, con la evi-dencia de una globalización que acota el es-pacio propio de la democracia al escamoteardel campo de la voluntad ciudadana los te-mas centrales que atañen al futuro de la so-ciedad.

En otros términos, la agenda que nosocupa tiene que ver con los complejos cami-nos que habilitan y obturan la expansión dela ciudadanía y la reconstrucción de la socie-dad política en el marco de las democraciaslatinoamericanas. Se trata de abordar la dis-cusión de las condiciones que permitan anuestras democracias encarar la solución delos problemas que hemos anotado, median-te la expansión de los instrumentos que brin-da la misma democracia.

En síntesis, los problemas evidenciadosque constituyen los desafíos para el desarro-llo de la democracia en América Latina se de-senvuelven en esas cuatro esferas centrales(la política, el Estado, la economía, la globa-lización), todas ellas atravesadas por la cues-tión del poder, condición inexcusable paraque la voluntad general se traduzca en polí-ticas que transformen la realidad.

Los criterios que aquí se presentan sonun punto de partida, procuran desencadenarun debate, son su inicio no su culminación.Proponemos que esa agenda incluya: cómopasar de una democracia cuyo sujeto es elelector a una cuyo sujeto es el ciudadano quetiene derechos y deberes expandidos, en elcampo político, civil y social; cómo pasar deun Estado de legalidad trunca a un Estadocon alcance universal en todo el territorio ycuyo principal objetivo sea garantizar y pro-mover los derechos –un Estado de y para unaNación de ciudadanos–; cómo pasar de unaeconomía concebida según los dogmatismosdel pensamiento único a otra con diversidadde opciones, y cómo construir un espacio de

autonomía en la globalización. Se trata, enfin, de llenar de política a la sociedad y, con-secuentemente, de sociedad a la política.

La política, primera condición

La política cumple una función vital en elproceso democrático: concibe las políticaspúblicas para atacar los problemas que con-sidera centrales y los plasma en proyectosque constituyen las opciones básicas de la so-ciedad; ofrece los dirigentes que puedan eje-cutarlos; agrupa los millones de voluntadesciudadanas en comunes denominadores quepermiten elegir entre un número razonablede alternativas electorales, y finalmente cons-truye el poder público necesario para ejecu-tar los proyectos que presenta a la sociedad.

En definitiva, la política encarna las opcio-nes, agrupa las voluntades y crea poder. Éstasson tres condiciones inexcusables para el de-sarrollo de la democracia. Una política queno cumpla con ellas pone en peligro la sus-tentabilidad democrática. En América Lati-na hay crisis de la política y crisis de repre-sentación porque estas tres condiciones sólose cumplen parcialmente y, en ocasiones, noexisten. El debate sobre la política debe cen-trarse en cómo superar esa situación, de lacual no sólo se deriva una crisis de represen-tación sino también un peligro para la de-mocracia.

Para ello, se requieren instituciones efica-ces, partidos políticos y prácticas transparen-tes y responsables. Estas condiciones distande cumplirse en muchos países de la región,lo que debilita peligrosamente la función delos partidos como los principales construc-tores de la política para la democracia.

Sobre esta carencia, notoria y difundida,se centró la mayor parte del debate públicosobre la política. Pero, aun siendo central, esedebate desplazó la discusión sobre otrascuestiones que parecen más decisivas que lasdebilidades institucionales: la crisis de con-tenido de la política y la dificultad para cons-truir poder democrático.

Incluso si contáramos con instrumentosinstitucionales óptimos, si no se recupera lacapacidad de la política para construir opcio-nes sustantivas y poder, tanto la democracia

Se trata, en fin, dellenar de política ala sociedad y,consecuentemente,de sociedad a lapolítica.

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electoral como la democracia de ciudadaníatenderán a ser no sustentables e irrelevantespara los ciudadanos. Una política que no nu-tre a la sociedad de opciones y poder carecede representatividad.

En el análisis que realizamos en el Infor-me, en la Segunda Sección, resulta llamativoque los diversos instrumentos de estudio em-pírico hayan permitido coincidir en un con-junto semejante de los déficit que aquejan anuestras democracias. Ellos deben estar en elcentro de los esfuerzos para la renovación delos contenidos de la política. En este sentido,se han señalado las siguientes cuestiones:

� Los problemas de expresión de la ciuda-danía política son los menos marcados. Sibien en algunos países la participación electo-ral aún es baja, se están buscando mecanismospara incrementar esa participación, por vía dela mejora en los modos de empadronamien-to electoral y la incorporación de facilidadespara acudir a los lugares de votación. Prácti-camente no hay casos de fraude flagrante y laintimidación de los votantes ha disminuidonotoriamente. Como en todo país, siemprehay márgenes para la manipulación de ciertonúmero de electores. Todavía, en muchos ca-sos, las cúpulas partidarias siguen dominan-do el esquema de nominación de candidatos.Ha mejorado la normativa que permite ladiscriminación positiva de género para acce-der a cargos representativos. Poco a poco, seaprueban normas para controlar el efecto delas donaciones privadas sobre la acción polí-tica, aunque en muchos casos todavía faltaque este control tenga relevancia práctica.

� En toda América Latina la fórmula po-lítica está centrada en la figura del presiden-te constitucional y la institución presidencialsuele tener poderes formales relativamentealtos. Esto no siempre se traduce en eficaciaen la acción gubernativa, lo que crea otrafuente de descontento de la ciudadanía yfrustración para los políticos. El Parlamento,por su parte, carece de prestigio entre la ma-sa ciudadana y se considera que es una ins-tancia poco eficaz para representar y defen-der los intereses de la mayoría. Aunque larama judicial del Estado goza de independen-cia formal, en varios países subsisten severaslimitaciones para su cabal desempeño coti-

diano. Los organismos especializados de con-trol de la gestión pública, tales como las con-tralorías de cuentas, o los organismos de pro-moción o defensa de derechos ciudadanos,como las fiscalías especiales o las defensoríasdel pueblo, a veces no tienen la independen-cia necesaria y otras, carecen de poder paraejercer sus funciones. Como es sabido, las de-fensorías del pueblo no pueden tener poderpropio en el campo judicial o administrativo,pues invadirían el área de competencia seña-lada a otros poderes estatales. Los mecanis-mos de democracia directa, si bien han am-pliado el campo de la participación políticade la ciudadanía, en más de un caso han con-tribuido a la desestabilización política y noqueda claro si han sido un instrumento efi-caz para el desarrollo de la democracia.

� Más allá de los avances fundamentales enmateria de derechos humanos, cuya violaciónsistemática caracterizó a la región en los pe-ríodos autoritarios y de guerra civil, siguen re-gistrándose abusos a los derechos a la vida y ala integridad física, en particular provenientesde la incapacidad del Estado de controlar laviolencia y el uso de la fuerza pública. La liber-tad de prensa ha mejorado notoriamente yaunque se están dando los primeros pasos pa-ra asegurar el derecho de acceso a la informa-ción en poder del Estado, éste es un desafío enel que es preciso avanzar.

� Los déficit de la ciudadanía social rela-cionados con la estatalidad y la economía sonlos más notorios: subsisten niveles altos dedesigualdad y pobreza, y en muchos países lasdesigualdades sociales no sólo no se han re-ducido sino que han aumentado. Persistenlos niveles de insatisfacción de necesidadesbásicas en un número considerable de países.

Estas comprobaciones coinciden con lapercepción de la ciudadanía, que expresa enel estudio de opinión que los principalesproblemas son: el desempleo, la pobreza, de-sigualdad e ingresos insuficientes, la delin-cuencia y las drogas, la corrupción, y los ser-vicios e infraestructura insuficientes.

De modo también coincidente, los líde-res consultados mencionan como los proble-mas de la agenda: la reactivación económica,la corrupción, el desempleo, la violencia y ladelincuencia, la salud y la educación.

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Llenar la política de contenido implica nosólo lograr que los déficit anotados se hagan“visibles”: es indispensable también construirel abanico de opciones sustantivas para solu-cionarlos de modo efectivo y colocarlas en eleje de la discusión pública. Resumimos algu-nos temas de ese debate en los enunciadosque siguen:

1. La política, especialmente la políticademocrática, es el ámbito donde se gestan lasdiferentes alternativas y proyectos de una so-ciedad. La política es representación, reivin-dicación social y búsqueda colectiva de sen-tido. Sin embargo, hoy advertimos una seriaincapacidad de la política para articular pro-yectos colectivos. La política pasó a ser casiexclusivamente una actividad poco vincula-da a las identidades, los intereses y las aspi-raciones de la sociedad.

2. La crisis de la política se expresa en laruptura que existe entre los problemas que laciudadanía reclama resolver y la capacidadque aquélla tiene para enfrentarlos. La polí-tica tiende entonces a vaciarse, con lo que nologra construir el poder y los instrumentosque permitan hacer frente a los principalesdesafíos de nuestros países. Ahí radica bue-na parte de los problemas de confianza ylegitimidad que, en América Latina, enfren-tan la democracia, la política, sus institucio-nes básicas y sus líderes.

3. Es preciso entonces preguntarse acer-ca de cuál debería ser el lugar de la políticaen una América Latina que, al mismo tiem-po que conquistó el importante derecho degozar de elecciones libres, limpias y periódi-cas, está atravesada por el proceso de globa-lización, presenta graves problemas socialesy tiene Estados deficitarios para garantizar yexpandir ciudadanía. ¿Puede la política en-carnar las aspiraciones ciudadanas de reduc-ción de la pobreza y la desigualdad, de ex-pansión del empleo y la solidaridad? ¿Puedeayudar a construir un horizonte de progresopara nuestros países y nuestros ciudadanos?

4. Muchos de los temas que antes eranpropios de la política y los Estados naciona-les hoy son tratados y decididos en otras es-

feras. La economía, los poderes fácticos y al-gunos medios de comunicación han ocupa-do buena parte del lugar de aquéllos. La po-lítica tiende a perder contenido por tres víasvinculadas entre sí:

� Los Estados nacionales pierden sobera-nía interior. Lo hacen, por un lado, frente alos poderes fácticos y los ilegales, y, por elotro, como consecuencia de los déficit que li-mitan la capacidad estatal por ineficiencia eineficacia de sus organizaciones burocráticas.

� Hay un desequilibrio en la relación en-tre la política y el mercado, que tiende a es-trechar el espacio de la primera y limitarla alos ámbitos de menor relevancia, sustrayen-do, por ejemplo, importantes problemas eco-nómicos de las decisiones y la deliberaciónpolítica. Esta sustracción es inconsistente conla democracia y con los derechos de ciuda-danía que ella implica.

� Un orden internacional que limita lacapacidad de los Estados para actuar congrados razonables de autonomía y, por lotanto, restringe las opciones nacionales.

Estos problemas debilitan la vocacióntransformadora de la política, situación espe-cialmente grave en América Latina. En estecontexto, a las privaciones materiales actualesse agrega una cierta pérdida de la idea de pro-greso, de la propia posibilidad de proyectos co-lectivos viables. La aparente impotencia de lapolítica debilita seriamente a la democracia,no sólo en sus posibilidades de expansión si-no también –tal vez– en su sustentabilidad.

5. En América Latina, las instituciones de-mocráticas básicas, sobre todo los partidos y elParlamento, tienen una baja estima. Aproxi-madamente el 36 por ciento de los latinoame-ricanos (Latinobarómetro 2002) está de acuer-do con que, si es necesario, el presidente dejede lado a los partidos políticos y al Parlamen-to a la hora de gobernar. La mayor parte de loslatinoamericanos opina que no hay democra-cia sin partidos y Parlamento, pero su funcio-namiento genera insatisfacción.

6. Los medios de comunicación en oca-siones aparecen ocupando el vacío de repre-sentación que se origina en la crisis de lapolítica y sus instituciones; este vacío sub-

La política,especialmente lapolíticademocrática, esel ámbito dondese gestan lasdiferentesalternativas yproyectos de unasociedad.

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sistirá mientras la política no asuma sus fa-cultades frente a los temas relevantes y lospartidos se muestren incapaces de articularproyectos colectivos y de alcanzar la conduc-ción del Estado.

7. Cuando la política se vacía de conteni-dos, cuando el Estado ignora las grandes cues-tiones de la ciudadanía, la sociedad los recu-pera. En estos años, en paralelo a la crisis derepresentación y a la deserción del Estado, sur-gieron, de manera creciente y en las formasmás diversas, organizaciones de la sociedadque ocuparon el espacio de las demandas noresueltas o ignoradas. Se trata de un sistemaautoorganizado de grupos intermediarios queson relativamente independientes del Estado yde las empresas privadas, que es capaz de deli-berar y llevar adelante acciones colectivas endefensa y promoción de sus intereses y pasio-nes, en un marco de respeto a la estructura le-gal y civil existente.81

8. El ciudadano y las organizaciones dela sociedad civil desempeñan un rol centralen la construcción democrática, en el con-trol de la gestión gubernamental, en la ex-presión de demandas y en el fortalecimientodel pluralismo que toda democracia promue-ve y necesita. Ellos son actores relevantes de lademocracia de ciudadanía. Su papel es com-plementario al de los actores políticos tradicio-nales de la democracia. A pesar de las dificul-tades y los obstáculos que suele conllevar laaceptación de la sociedad civil como ámbitode participación y fortalecimiento de la demo-cracia, su importancia en la democratizaciónde América Latina debe ser claramente reco-nocida. En este sentido, la política no sólo de-be recuperar sus contenidos centrales para queel pasaje a la democracia de ciudadanía se via-bilice, sino que, además, debe cuidadosamen-te mirar su tarea incompleta, asumiendo lasdemandas de una sociedad que se organizópara reclamar, controlar y proponer.

185Hacia la democracia de ciudadanía

Evidentemente, en todos los grandes grupos de los que tenemosalgunos datos, el control sobre la comunicación se encuentradistribuido de una manera tan desigual que algunos individuos poseen una influencia considerablemente mayor que otros […] aquítenemos un problema formidable […] el número de individuos queejerce un control importante sobre las alternativas programadasconstituye solamente, en la mayoría de las organizaciones, una fracción muy reducida del total de los miembros. Parece que este es elcaso, incluso, en las organizaciones más democráticas, si su membresíaes considerable.

R. Dahl, 1987, pp. 97-98.

El poder de los medios de comunicación

recuadro 39

Las personas que se organizan a través de entidades independientes dela sociedad civil superan la dicotomía entre autonomía pública yprivada. Ejercen la ciudadanía civil, pero no sólo para proteger suspropios intereses sino también para ampliar las posibilidades deprotección de los intereses de otros menos afortunados. Ejercentambién la ciudadanía política, pero no sólo al votar y decidir en funciónde sus intereses personales, sino también cuando amplían lasposibilidades de acceso y participación de los relegados por el sistemapolítico. Por ello, encarnan en sí mismos toda la potencialidad del serhumano como agente, porque abarcan tanto la dimensión personalcomo la social de la ciudadanía.En América Latina hay un crecimiento impresionante de lasorganizaciones independientes de la sociedad civil. Especialmente en elámbito de los derechos humanos, la transición a la democracia resultóen la renovación generacional de organismos nacidos para luchar contrala represión ilegal de las dictaduras, y también en la aparición denuevas entidades dedicadas a los derechos de la mujer, de los niños, delos pueblos indígenas, de los afro-descendientes y de diversos sectoresexcluidos. […] La sociedad entiende la política en un sentido más amplioy más rico que el de la competencia electoral.

Juan Méndez, “Sociedad civil y calidad de la democracia”, PRODDAL,2003.

Sociedad civil, política y participación

recuadro 40

81 Consiguientemente, no pueden incluir organizaciones que tienden a la ilegalidad para lograr sus objetivos, sean

“mafias” u organizaciones políticas subversivas, o actores con fines más precisos que son parte de la sociedad, como

los sindicatos, los medios en tanto organismos de información y entretenimiento, los partidos, los hogares o las

Iglesias formales, pero sí incluye los organismos colaterales que entran en la definición adoptada.

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9. En América Latina, los espacios con-quistados por la sociedad civil han sido fun-damentales para abrir caminos políticos quese presentaban cerrados y excluyentes para laconstrucción democrática. En este sentido, lasociedad civil amplía el espacio público a tra-vés de la participación, la expresión de iden-

tidades y demandas, y la organización ciuda-dana. Actualmente, se requieren formas al-ternativas de representación que sin reem-plazar a las tradicionales (partidos políticos,elecciones, Parlamentos), las complementeny fortalezcan, respondiendo a necesidadesnuevas, a las particularidades de los sectoresexcluidos o subrepresentados, a la necesidadde agregación política que genera la saluda-ble y creciente expresión de la diversidad y ala imprescindible reapropiación ciudadanade los espacios de construcción de voluntaddemocrática.

10. Esta cuestión se vincula a ciertos ám-bitos de poder donde se toman decisionesque afectan gravemente a una sociedad sinque ésta pueda participar. Esos claustros ce-rrados de decisión económica y los poderesfácticos legales e ilegales, nacionales o extra-territoriales, contribuyen a vaciar la política.La democracia abre camino e invita a la par-ticipación ciudadana; sin embargo, si los ám-bitos en los que esa participación ocurre tie-nen escaso peso en las grandes decisionesnacionales, la consecuencia tiende a ser unageneralizada apatía y desconfianza.

186 La democracia en América Latina

Al hablar de una transformación de lasrelaciones entre Estado y sociedad estamoshablando de una transformación de la política. Sila sociedad entera se ve afectada por esta crisisde la política que afecta la calidad y relevanciade las democracias nuevas, más aún se afectanlos actores principalmente políticos, es decir, lospartidos que aparecen juzgados muyseveramente por la opinión pública.En el nuevo escenario generado por lastransformaciones sociales, estructurales yculturales de las últimas décadas quedescomponen la unidad de la sociedad-polis,tiende a desaparecer la centralidad exclusiva dela política como expresión de la acción colectiva.Pero ella adquiere una nueva centralidad másabstracta, por cuanto le corresponde abordar yarticular las diversas esferas de la vida social,sin destruir su autonomía. Así, hay menosespacio para políticas altamente ideologizadas,

voluntaristas o globalizantes, pero hay unademanda a la política por “sentido”, lo que laspuras fuerzas del mercado, el universomediático, los particularismos o los meroscálculos de interés individual o corporativos, noson capaces de dar.La gran tarea del futuro es la reconstrucción delespacio institucional, la polis, en que la políticavuelve a tener sentido como articulación entreactores sociales autónomos y fuertes y unEstado que recobra su papel de agente dedesarrollo en un mundo que amenaza condestruir las comunidades nacionales.La opción es el fortalecimiento, autonomía ycomplementariedad entre el Estado, el régimen,los partidos y los actores sociales autónomos, esdecir, una nueva matriz socio-política.

Manuel Antonio Garretón, del texto elaborado para el PRODDAL, 2003.

Política, partidos y democracia en América Latina

recuadro 42

La calidad de la democracia está determinada tanto por quienes estáninvolucrados en prácticas asociativas como por quienes están excluidos deellas. Suele suceder en toda América Latina que un mundo hobbesiano desegmentos totalmente desorganizados de la población convive con unmundo mucho más pequeño inspirado en Tocqueville. En este sentido, sepresentan dos problemas: uno que tiene que ver con la definición del espaciopúblico mediante la silenciosa acción cotidiana de quienes manejan el accesoal aparato estatal. De ahí la necesidad de democratizar la cultura de elites ysus resultados vinculados con la apropiación del espacio público por parte deintereses especiales organizados. El segundo problema concierne a unaevaluación de los patrones asociativos en sí mismos, tanto en términos de sudifusión como de su contenido y calidad. Suponiendo que se produzcanconsecuencias institucionales positivas del capital social, debe considerarsela dinámica de asociación como un ingrediente esencial de la democracia.

Renato Boschi, PRODDAL, 2003.

La dimensión asociativa de la democracia

recuadro 41

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La necesidad de una nuevaestatalidad

Es indispensable ampliar el debate sobreel Estado en América Latina. Mientras quedurante los últimos veinte años el énfasis fuepuesto en cuestiones tales como las privati-zaciones, el tamaño y gasto del Estado y lamodernización de sus burocracias, fuerondejados de lado dos temas principales: el po-der efectivo del Estado para aplicar el man-dato electoral y el poder para democratizar,es decir, su capacidad para alcanzar de ma-nera universal en todo su territorio a todaslas clases sociales. Esta última cuestión es lacondición necesaria para lograr que, en to-dos lados y para todos, los derechos y lasobligaciones tengan vigencia efectiva. Si es-tas condiciones no se cumplen, resultará undéficit de estatalidad: serias fallas en la vigen-cia del estado de derecho afectarán directa-mente la sustentabilidad y el desarrollo de lademocracia.

Con la excusa de la aplicación de las re-formas institucionales que permitirían elmejor funcionamiento de los mercados, es-tas cuestiones fueron ignoradas u ocultadas.Un Estado para la democracia busca igualarla aplicación de derechos y deberes, lo cual–inexorablemente– modifica las relacionesde poder, en particular en regiones comoAmérica Latina, donde la fuerte concentra-ción de ingresos lleva a la concentración delpoder.

Éste es un debate urgente, porque enAmérica Latina existe una crisis de estatali-dad, a la que entendemos como la capacidaddel Estado para cumplir con sus funcionesy objetivos independientemente del tamañoy la forma de organización de sus burocra-cias. En muchos casos, los Estados latinoa-mericanos han perdido capacidad comocentro de la toma de decisiones legítimas,eficaces y eficientes, orientadas a resolver losproblemas que las sociedades reconocen co-mo relevantes.

Es imperioso recuperar esta capacidadpara promover las democracias. No existe

democracia sin Estado y no existe desarrollode la democracia sin un Estado para todoscapaz de garantizar y promover universal-mente la ciudadanía. Si esta condición no secumple, la democracia deja de ser una formade organización del poder, capaz de resolverlas relaciones de cooperación y conflicto. Elpoder escapa a la democracia y ella se quedasin sustancia.

Recuperar un Estado para la ciudadanía esun desafío central del desarrollo de la demo-cracia en América Latina. Con Estados débi-les y mínimos sólo puede aspirarse a conser-var democracias electorales. La democracia deciudadanía requiere una estatalidad que ase-gure la universalidad de los derechos.82

Hace falta un Estado capaz de conducir elrumbo general de la sociedad, tramitar losconflictos conforme a principios democráti-cos, garantizar eficazmente el funcionamien-to del sistema legal (derechos de propiedad yderechos de ciudadanía simultáneamente),regular los mercados, establecer equilibriosmacroeconómicos, establecer sistemas de

Recuperar unEstado para laciudadanía es undesafío centraldel desarrollo dela democracia enAmérica Latina.

187Hacia la democracia de ciudadanía

El orden social ya no puede descansar sobre una regulaciónexclusivamente estatal de la convivencia, pero tampoco opera como un sistema autorregulado. El problema de fondo consiste pues enreplantear la coordinación social en una sociedad en que el Estado y la política han dejado de ser las principales instancias decoordinación. Es en este contexto que, a mi juicio, ha de situarse la discusión acercade la “cuestión democrática” en América Latina. Mientras que latendencia actual apunta a una “democracia electoral”, cabepreguntarse, en cambio, acerca del papel de la democracia como unámbito privilegiado de coordinación social. En lugar de restringirla a un principio de legitimación, habría que explorar su potencial comoprincipio de organización. De hecho, las instituciones y losprocedimientos democráticos siempre tuvieron la función de mediación de intereses y opiniones plurales con el fin de decidir“adónde vamos”.

Norbert Lechner, 1996.

La democracia como principio deorganización de la sociedad

recuadro 43

82 Cualquiera sea la definición de ciudadanía que adoptemos, el vínculo entre ciudadanía y democracia conlleva

siempre la idea de universalidad.

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protección social basados en el principio deuniversalidad de la ciudadanía y asumir lapreeminencia de la democracia como prin-cipio de organización de la sociedad.

La estatalidad es una condición indispen-sable para que una democracia aspire a de-sarrollarse más allá del plano electoral, paraque sea capaz de enfrentar de modo efectivolos desafíos democráticos. A partir de estaproposición enunciamos los temas que con-sideramos debería contemplar una agendaampliada sobre la expansión de la estatalidaddemocrática:

1. La agenda de reformas democráticasdebe considerar al Estado en sus tres dimen-siones: como conjunto de entes burocráti-cos, como sistema legal y como ámbito deidentidad colectiva. Estas tres dimensionesvarían históricamente. En la mayor parte deAmérica Latina, ellas exhiben deficiencias.Las burocracias estatales carecen frecuente-mente de poder y eficacia, la efectividad delsistema legal es social y territorialmente li-mitada, y las pretensiones de ser un Estado-para-la-Nación, dedicado seriamente al lo-gro del interés general, no son creíbles paramuchos de sus ciudadanos. Estas deficien-cias están en el origen del escaso poder quelos gobiernos latinoamericanos tienen parademocratizar.

2. Cada país de la región tiene sus pecu-liaridades, pero en casi todos hay una ampliaproporción de la población que se encuentrapor debajo de un piso mínimo de desarrollohumano, en términos no sólo de bienes ma-teriales y de acceso a servicios públicos, sinotambién de derechos básicos. La solución deestos lamentables problemas no requieresólo –obviamente– adecuadas políticas eco-nómicas y sociales, también demanda un Es-tado abarcador y comprensivo, así comorazonablemente eficaz, efectivo y creíble.También requiere una sociedad civil pujan-te, que por la vía de la participación apuntea complementar la implementación de polí-ticas públicas.

3. El problema del Estado latinoamerica-no no es sólo el tamaño de sus burocracias,sino su ineficiencia e ineficacia, la inefecti-

vidad de su sistema legal y la escasa credibi-lidad del Estado y los gobiernos. Esto con-trasta con la fuerte demanda ciudadana depresencia estatal, que surge, entre otros ele-mentos, de la encuesta informada en la sec-ción segunda de este Informe.

4. Sin perjuicio de la eliminación de bu-rocracias innecesarias y, en general, de la ra-cionalización de procesos administrativos,un problema que evidencian algunos Esta-dos latinoamericanos es su alto grado defragmentación y la frecuente falta de distin-ción entre el interés público y el privado.Cuando esto ocurre, el Estado se desvirtúa yse transforma en una serie de agencias inco-nexas con funcionarios y políticos ocupadosen la búsqueda de rentas.

5. Existe un problema particularmenteinquietante: la existencia de grandes y enalgunos casos crecientes áreas en las cualesla legalidad del Estado no tiene alcance o lotiene de manera intermitente. Es llamativocómo una cuestión de esta naturaleza esfrecuentemente desatendida en los progra-mas de reforma del Estado. El problemacentral del Estado en América Latina es elde un Estado inconcluso, débil, con escasacapacidad para ser efectivo de modo uni-versal.

6. Otra dimensión de este problema es lapresencia de varios tipos de “legalidad” efec-tiva, de carácter informal, patrimonial y de-lictivo. A veces, estas “legalidades” se fundanen regímenes discrecionales subnacionalesque coexisten con regímenes que, en el nivelnacional, son democráticos. Los actores sedesempeñan sobre la base de institucionesinformales tales como el personalismo, fami-lismo, prebendalismo, caciquismo y simila-res. Estos circuitos de poder se basan en ladesaparición de la frontera entre lo privadoy lo público, y en el truncamiento de la lega-lidad del Estado.

Por su parte, el clientelismo –un entra-mado de relaciones por medio del cual un“patrón” logra el apoyo de otros a cambio deciertos beneficios– genera privilegios y ex-clusiones, y suele implicar un manejo dis-crecional de recursos públicos.

188La democracia en América Latina

Page 11: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

7. Una función fundamental del Estadoes proteger a las personas contra la violenciaprivada. La democracia supone la existenciade un Estado que ha logrado el control sobrela violencia en su territorio. Sin embargo, éseno es el caso en algunas regiones de Améri-ca Latina. En ellas operan bandas terroristas,organizaciones delictivas, “paramilitares” yotros fenómenos similares. Estos grupos tie-nen sus códigos legales, cobran sus propios“impuestos” y algunas veces logran casi elmonopolio de la coerción en “su” territorio.Este tipo de violencia privada, no controla-da por el Estado, es una de las principalesfuentes de violación de derechos fundamen-tales de la población.

8. La protección de los ciudadanos porparte del Estado democrático está compro-metida también por la violencia asociada alos delitos contra las personas y la propiedad.Su nivel y persistencia ponen de relieve la de-bilidad de un Estado incapaz de cumplir consus funciones de modo universal. Esta situa-ción es aún más grave en el entorno social dela región, signado por la pobreza y la desi-gualdad, en el que los ciudadanos más po-bres son los que más sufren la violencia.

9. Entre otras consecuencias de lo quellevamos anotado es preciso mencionar laaguda reducción de autonomía del Estado;de hecho, existe un conjunto muy restringi-do de políticas que pueden ser definidas eimplementadas al margen de poderes fácti-cos locales e internacionales que influyen de-cisivamente sobre el aparato estatal.

10. Una agenda de un Estado para lademocracia debería vertebrarse a partir de laidea de Nación para la cual se pretende queel Estado actúe. Debería tener en cuenta alEstado en tanto centro de toma de decisioneslegítimas, eficaces y eficientes orientadas aenfrentar los problemas que las sociedadesreconocen como más relevantes.

11. Para ello es preciso debatir las cuestio-nes que en América Latina ponen en duda laeficiencia y eficacia de sus burocracias, laefectividad de su sistema legal y la propiacredibilidad del Estado. Éstas son:

� Ineficiencia de la acción del Estado y lareducción de su autonomía, que deriva de sucolonización por intereses particularistas(corrupción).

� Inefectividad del sistema legal comoconsecuencia de la presencia de sistemas le-gales patrimonialistas.

� Incapacidad de algunos Estados para al-canzar al conjunto de su territorio y a todossus habitantes, que genera una legalidadtrunca (desigualdad ante la ley, vigencia asi-métrica de los derechos ciudadanos).

� Falta de un efectivo monopolio de lafuerza por parte de algunos Estados, que seha traducido, entre otros efectos, en la per-sistencia del nivel de violación de los dere-chos humanos.

� Incapacidad estatal para asumir la re-presentación de la diversidad en el interiorde la sociedad.

� Pérdida de credibilidad que proviene dela falta de transparencia y responsabilidad(rendición de cuentas) del Estado ante losciudadanos.

� La cuestión política, más abarcadora, dela capacidad estatal de construir su propiopoder, de manera de ejercer soberanamenteel mandato popular.

El Estado es uno de los rostros de la demo-cracia: un Estado sin poder es una democra-cia sin poder.

189Hacia la democracia de ciudadanía

Un detenido diagnóstico del desarrollo de la región puede dar cuenta deun crónico déficit democrático que, frecuentemente, se ha traducido enfenómenos de autoritarismo, clientelismo, amiguismo y, en casosextremos, de nepotismo, que han sido la expresión, a nivel del régimenpolítico, de una “captura” de las instituciones y políticas públicas porintereses particulares (de un partido político, o gremio, o grupoeconómico, o una familia, o intereses regionales y locales). Esa suerte de“privatización perversa” del Estado, que ha estado en la base de losfenómenos de corrupción, ha conducido a intervenciones estatalesdesincentivadoras de un funcionamiento eficiente del mercado ypromotoras del rentismo y la especulación.

Enrique V. Iglesias, del texto elaborado para el PRODDAL.

Privatización perversa del Estado

recuadro 44

Page 12: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Una economía para la democracia

Los problemas de la ciudadanía socialatentan directamente contra la perduraciónde la democracia en América Latina. La sus-tentabilidad democrática depende en granparte de la resolución de esta cuestión. Paraello, el debate sobre la economía y la diversi-dad de formas de organización del mercadodebe ingresar en la agenda pública y en la op-ción ciudadana, porque es en la economíadonde anida la solución de buena parte delos déficit de ciudadanía social.

Al comienzo de este Informe sostuvimosque un rasgo singular e históricamente nove-doso de América Latina es el de ser la prime-ra región enteramente democrática com-puesta por sociedades con muy altos nivelesde pobreza y la mayor desigualdad social delmundo. Así, nos referimos al triángulo de-mocracia electoral-pobreza-desigualdad pa-ra sintetizar la naturaleza de estas democra-cias y la necesidad de impulsar un nuevopensamiento que diera cuenta de esta reali-dad. No tendremos respuestas útiles a los in-terrogantes sobre sustentabilidad democráti-ca latinoamericana si se ignoran los desafíospeculiares que nacen de la coexistencia deesos tres fenómenos.

Cuando describimos los resultados de lasindagaciones empíricas en la sección segun-da del Informe, la cuestión de las condicio-nes materiales de vida de los latinoamerica-nos aparecía claramente como el mayordéficit de la “democracia de ciudadanía”. Tales la dimensión de los problemas de la ciu-

dadanía social que una y otra vez reiteramosuna pregunta dramática: ¿cuánta pobreza re-siste la libertad?

Sin embargo, el debate sobre la democra-cia margina la cuestión económica y se plan-tea, frecuentemente, en términos de las res-tricciones institucionales que la democraciaimplica para el crecimiento económico. Eldebate sobre la economía, con la excusa de sucomplejidad técnica, se retira crecientemen-te de la discusión pública y de las opcionesreales de los ciudadanos al momento de vo-tar. A la luz de estas realidades parecería útilque a la consabida frase “las cuestiones téc-nicas no se votan”, opongamos la de que “elbienestar de una sociedad no se decide en unlaboratorio de técnicos”, por más ilustradosque estos sean.

Éste no es un problema exclusivo de nues-tra región. La tendencia creciente en ciertospaíses centrales al desarrollo de institucioneseconómicas con niveles de autonomía casi to-tales afecta directamente su transparencia y,por ende, su responsabilidad (accountability)frente a la sociedad, lo que deriva en su pér-dida de credibilidad ante la opinión pública.Decisiones económicas sustantivas escindi-das de la voluntad general presagian, en la vi-sión de Jean-Paul Fitoussi, un siglo en el quela crisis de la democracia será dominante.83

En América Latina, donde los déficit de ciu-dadanía social alcanzan la dimensión que he-mos señalado, esta cuestión asume una im-portancia y una urgencia aún mayores, alpunto que cuestiones como el nivel de desa-rrollo de la democracia, la sustentabilidad del

190 La democracia en América Latina

Sin descartar la importancia de instanciastécnicas en todo buen ordenamiento del Estadoy sin perjuicio de reconocer el trasfondocientífico del análisis económico, la economíadebe estar sujeta a la política y, en particular, aprocesos políticos democráticos, porque ésta esla forma en que la sociedad dirime sus

controversias.[...] Es necesario contar conpartidos políticos sólidos que ofrezcan a laciudadanía opciones alternativas deordenamiento económico y social.

José Antonio Ocampo, del texto elaborado parael PRODDAL.

La economía y la política

recuadro 45

83 Ver Fitoussi, 2002.

Page 13: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

sistema y la resolución de la crisis de repre-sentación política dependen de nuestra capa-cidad para incorporar a la economía y sus op-ciones como un tema de la democracia y dela sociedad.

La economía es una cuestión clave para lademocracia. Esta afirmación no implica con-fundir dos formas de organizaciones socialesclaramente diferenciadas: la democracia, queorganiza relaciones de poder; la economía,que organiza relaciones de producción, re-producción e intercambio. Sin embargo, elresultado de la organización económica esuna cuestión decisiva para la democracia, es-pecialmente para la democracia de ciudada-nía, como la hemos definido en este Informe.

La economía es una cuestión de la de-mocracia porque de ella depende el desa-rrollo de la ciudadanía social y porque ge-nera y altera las relaciones de poder. Por lotanto, la agenda de la sustentabilidad demo-crática debe incluir el debate sobre la diver-sidad posible de políticas y organización delmercado y la cuestión del rol regulador delEstado.

En América Latina se aprendió que el Es-tado no puede manejar la economía con li-gereza: el Estado (democrático) tiene un ine-ludible rol rector sobre la economía, lo queimplica una fuerte capacidad de hacer polí-tica económica.

Existen cinco funciones que las institu-ciones públicas deberían ofrecer para que losmercados funcionen adecuadamente: la pro-tección de derechos de propiedad, la regula-ción del mercado, la estabilización macroe-conómica, el seguro social y el manejo deconflictos de intereses. El Estado y el merca-do son susceptibles de ser combinados enmaneras diferentes dando origen a la diver-sidad de formas que puede adoptar la econo-mía de mercado.

Una concepción de los mercados comoun conjunto de instituciones que “están da-das por la naturaleza” lleva a la aceptacióndel funcionamiento de la economía de mo-do totalmente autónomo de las decisionestomadas democráticamente. Desde un pun-to de vista democrático, sin embargo, las po-líticas económicas son parte de los instru-mentos con que cuentan las sociedades paraalcanzar la ciudadanía plena. Por ello, la eco-

nomía debe ser uno de los temas dentro deldebate político y no ser excluida como unacuestión que “contextualiza” la organizacióndel Estado. Esto es así porque:

� La eventual eliminación de la desigual-dad no es un problema económico marginal,resultante (o residual) de una buena políticaeconómica. Más bien, la distribución afectala eficiencia y la sobrevivencia misma del sis-tema económico.

� El Estado tiene un rol sumamente im-portante en la distribución del ingreso vía elfisco, regulación de los mercados, y subsidioso promoción de ciertos sectores o políticasde largo plazo. Este rol implica tener un Es-tado fuerte y capaz, no raquítico. Hacer darun paso atrás al Estado, la consigna domi-nante en los años noventa, que implicabaque su papel no pasaba de mantener la esta-bilidad económica y proveer algunos bienespúblicos, fue un error grave cuyos resultadosestán a la vista.

� Si este rol estatal no se asume, la demo-cracia se vuelve irrelevante y no creíble paradesarrollar la ciudadanía social.

� La democracia ofrece la garantía másefectiva de buena gobernabilidad, tanto enla esfera económica como en la política. Losderechos civiles, la libertad política y losprocedimientos participativos son la mejormanera de asegurar estándares laborales,sustentabilidad medioambiental y estabili-

La economía esuna cuestión dela democraciaporque de elladepende eldesarrollo de laciudadanía socialy porque genera yaltera lasrelaciones depoder.

191Hacia la democracia de ciudadanía

La economía política clásica ha creado un mundo económico que noexiste, un Guterwelt, un mundo aislado que es siempre idéntico a símismo y en el cual los conflictos entre fuerzas puramente individuales sesolucionan de acuerdo con leyes económicas incambiables. En realidad esen el interior de colectividades que son bastante diferentes unas de otrasdonde los individuos tratan de enriquecerse, y tanto la naturaleza como eléxito de estos esfuerzos cambian junto con la naturaleza de la colectividaden la cual aparecen [...] ello torna siempre indispensable la acción delEstado para organizar los mercados, garantizar los contratos, fijar lospatrones de moneda y crédito, la oferta de mano de obra, las relacioneslaborales, los servicios de infraestructura, el comercio exterior, las pautasde distribución del ingreso, las cargas impositivas, etcétera.

José Nun, del texto elaborado para el PRODDAL.

Una economía para la democracia

recuadro 46

Page 14: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

dad económica. El desempeño de las demo-cracias en todas estas áreas ha sido superiora los regímenes con participación políticarestrictiva.

� Cuanto más amplio el dominio de la dis-ciplina de mercado, más ancho será el espaciopara la gobernabilidad democrática. En prin-cipio, y en la medida en que la disciplina demercado esté basada en lo que se denomina losfundamentales (economic fundamentals) y enconsideraciones de largo plazo, no tiene porqué haber conflicto entre los mercados y la go-bernabilidad democrática. Pero la realidad es-tá lejos de este ideal. El trade-off es auténtico,no sólo porque los mercados se manejan porrazones puramente financieras, sino porqueson excesivamente volátiles y dominados porconsideraciones cortoplacistas. En esta situa-ción, la reafirmación de la primacía de la dis-ciplina democrática por sobre la disciplina delos mercados debería ser clara y frecuente.

� Los mercados requieren gobernabilidady reglas. La buena gobernabilidad sólo se ase-

gura por vía de la democracia. Y la democra-cia sigue siendo coextensiva con el Estado-Nación.84

Por ello la agenda de la sustentabilidaddemocrática debe incluir, a riesgo de vaciar-se de contenido, estas cuestiones de la econo-mía, sus opciones y su diversidad.

Las opciones económicas deben ser partedel contenido renovado de la política, ellasson un componente sustancial de la agendapública, así como el debate sobre la diversi-dad es una necesidad imperiosa para reunirla mejor combinación entre el papel delmercado, el Estado y el contexto histórico decada uno de nuestros países. Por el contra-rio, el pensamiento único, la receta univer-sal y atemporal atentan contra el desarrollode la democracia y de la propia economía.

A continuación, desagregamos los temasque, desde el punto de vista adoptado en es-te Informe, deben ser parte de una agendacentrada en una visión de la economía a par-tir de las necesidades del desarrollo de la de-mocracia de América Latina:

1. En ningún otro período de la historiamundial –con la excepción transitoria de ladécada de 1930– fueron tan graves como hoylos problemas de la economía mundial: des-ocupación masiva, incremento de las de-sigualdades y la pobreza en los países ricos,extensa miseria y crisis recurrentes en nu-merosos países en desarrollo, exacerbaciónde la desigualdad entre países.

192 La democracia en América Latina

El avance de la democracia y el establecimiento de reglasmacroeconómicas claras y fuertes no deben verse como situacionesantagónicas, sino como complementarias.

José Antonio Ocampo, del texto elaborado para el PRODDAL.

Democracia y mercado

recuadro 47

El “fetichismo” de las reformas que haimplantado el “fundamentalismo de mercado”,una de cuyas expresiones fue el “Consenso deWashington”, se niega a reconocer ladiversidad implicada en la democracia [...].Detrás del discurso del llamado “Consenso deWashington” se encuentra el supuesto de laexistencia de un modelo único de desarrollo,aplicable a todos los países cualesquiera sean

sus circunstancias, y una visión de la“economía de mercado” como antagónica alintervencionismo estatal. Esta idea,compartida por los organismos de créditointernacionales, es “ahistórica”, nociva ycontraria a la democracia.

José Antonio Ocampo, texto elaborado para elPRODDAL.

Modelo único de desarrollo

recuadro 48

84 Para estas citas ver Rodrik, 2001.

Page 15: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

2. La democracia no puede permanecerindiferente a esto. No debemos olvidar quevivimos simultáneamente en democracias yen economías de mercado. Existe por ello,ineluctablemente, tensión entre dos dimen-siones: por un lado, el individualismo y ladesigualdad que tiende a resultar del funcio-namiento del mercado; por el otro, las igual-dades que consagra la ciudadanía democrá-tica y la consiguiente necesidad de existenciade un espacio público para la toma decisio-nes, no ya individuales sino colectivas. Estoobliga a la búsqueda de una conciliación en-tre ambas esferas.

3. La tensión entre ambos principios esdinámica, porque permite que el sistema seadapte, en lugar de quebrarse, como lo hacenen general sistemas regidos por un únicoprincipio de organización (por ejemplo, elsistema soviético). Sólo logran sobrevivir lasformas en movimiento; las otras, sucumbena la esclerosis. Dicho de otro modo, el capi-talismo no ha sobrevivido como forma do-minante de organización económica a pesarde la democracia, sino gracias a ella.

4. Existen dos corrientes que se enfren-tan en el debate sobre las relaciones entre elmercado y la democracia. Según la primera,hoy dominante, la extensión de la esfera delmercado exigiría la limitación del campo dela democracia. La segunda corriente postulaque la tensión siempre existente entre mer-cado y democracia, y su aspiración de igual-dad deberían resolverse mediante la búsque-da de su complementariedad.

5. No pocas de las teorías hoy prevalecien-tes sostienen que las intervenciones del Estadosuelen reducir la eficacia de la economía. El dis-curso de los que abogan por más y más merca-do es claramente antiestatal: “El Estado es unmal necesario, es preciso limitar radicalmentesu capacidad de intervención”. En cambio, es-te Informe sostiene que un Estado ajustado ala democracia –eficaz, eficiente y creíble– es uncomponente indispensable del desarrollo.

6. La democracia presupone una jerarquíaentre la política y el sistema económico y, porende, autonomía de la sociedad en la elecciónde las formas en que organiza su mercado.

193Hacia la democracia de ciudadanía

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5

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35

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Otros

América Latina, problema mencionado

Corrupción

Servicios e infraestructura insuficiente

Violencia política

Delincuencia y drogas

Pobreza, desigualdad e ingresos insuficientes

Problemas de empleo

1,53

11,34

6,767,53

11,88

26,33

34,63

gráfico 9

La agenda ciudadana: principales problemas.Promedio América Latina, 2002

Fuente: PRODDAL,Latinobarómetro 2002.

% p

obla

ción

Page 16: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

7. La democracia, en su búsqueda por li-mitar las exclusiones que provoca el merca-do, aumenta la legitimidad del sistema eco-nómico; el mercado, al limitar el poder delEstado y la política sobre la vida de los ciu-dadanos, permite una mayor adhesión a lademocracia. La libertad colectiva necesitaapoyarse sobre las libertades individuales, yviceversa. Tanto una como las otras están enrelación iterativa, mostrando que la demo-cracia es una forma en movimiento.“La his-toria prueba que la democracia realizadanunca es más que un momento del movi-miento democrático. Un movimiento que nose detiene jamás”.85

8. Las sociedades nacionales –inclusive,por cierto, las de los países centrales– no tie-nen los mismos sistemas de equidad social;hay, de hecho, gran diversidad en estos siste-mas. Esto no debe sorprendernos: la demo-cracia implica diversidad; existen diferentes“variedades de capitalismo”, diferentes com-binaciones entre Estado y mercado, y en lasformas de accionar del Estado. Ésta es unaimportante verdad que, contra toda eviden-cia, el pensamiento único niega.

9. La apertura de las economías favorecea los factores más móviles, no sólo el capitalfinanciero sino también algunos tipos de co-nocimientos. El incremento de la movilidadde estos factores tiene por efecto transferir alos factores menos móviles –es decir, sobretodo al trabajo– el peso de la inseguridadeconómica. Esto encierra el riesgo de redu-cir la adhesión de las poblaciones a la demo-cracia y al propio mercado.

10. Frente a esta situación, conviene pa-sar revista a algunos criterios sobre políticaseconómicas y su relación con la democracia,tal como surge de las experiencias latinoa-mericanas de las últimas décadas:

� Es necesario un debate que identifiquepolíticas que redistribuyan el ingreso sin dis-torsionar severamente el funcionamiento delos mercados, evitando así el “populismo” oel “facilismo” tan presentes en la historia deAmérica Latina.

� La búsqueda de mayores niveles de bie-nestar para la población exige un crecimientoeconómico sostenido, pero éste resulta insufi-ciente cuando es acompañado por consecuen-cias redistributivas desfavorables.

� La experiencia internacional demuestraque las ventajas competitivas basadas en ba-jos salarios son frágiles e inestables. Paracompetir en el mundo actual es fundamen-tal la producción eficiente, la innovación deprocesos, el diseño y la diferenciación de pro-ductos, y el desarrollo de servicios de apoyoadecuados. Para ello, es esencial contar conun capital humano calificado. A su vez, la po-

194 La democracia en América Latina

Además, quienes sostienen la primera posición, suelen considerarindiferente para la economía el tipo de régimen político existente encada caso. Sin embargo, [Dani Rodrik] plantea la hipótesis de que lademocracia posee por lo menos cuatro ventajas sobre los regímenes autoritarios: la variancia del crecimiento a largo plazo esmenor; la estabilidad macroeconómica de corto y mediano plazo era mayor; las crisis exógenas son mejor controladas y el nivel de los salarios (y de su participación en el ingreso nacional) es máselevado.

Dani Rodrik, 1997, p. 15.

Cuatro ventajas económicas de la democracia

recuadro 49

85 Burdeau, 1985.

Las relaciones entre democracia y mercado son entonces máscomplementarias que conflictivas. La democracia, al impedir la exclusiónpor el mercado, aumenta la legitimidad del sistema económico y elmercado, al limitar el poder de la política sobre la vida de la gente,permite una mayor adhesión a la democracia. De este modo, cada uno delos principios que rigen las esferas política y económica encuentra sulimitación, a la vez que su legitimación, en el otro.

Jean-Paul Fitoussi, del texto elaborado para el PRODDAL.

Complementariedad entre democracia ymercado

recuadro 50

Page 17: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

lítica social debe guiarse por cuatro princi-pios básicos: universalidad, solidaridad, efi-ciencia e integralidad.

� Los límites a la gran propiedad y em-presa privada se relacionan con los nivelesde desigualdad que una sociedad está dis-puesta a tolerar, así como a las modalidadesde su tributación. Un segundo tipo de lími-te se relaciona con el posible abuso del po-der de mercado que pueden lograr los gran-des propietarios y empresas. El tercero serefiere a la capacidad de esas empresas ypropietarios de extender su influencia másallá de los mercados, gracias a su capacidadde lobby y a la extensión de su control haciaotras esferas del poder típicas de la sociedadcontemporánea –los medios de comunica-ción, en particular–.

� Un acuerdo político de los distintos sec-tores sociales sobre qué debe hacer el Estadoayuda a legitimar el nivel, la composición yla tendencia del gasto público y de la cargatributaria necesaria para su financiamiento.

Finalmente, anotamos que nuestros da-tos muestran dos aspectos de gran impor-tancia práctica. El primero de ellos es que

muchos latinoamericanos comparten unavisión sumamente crítica sobre el funciona-miento de la economía de mercado. El se-gundo aspecto –seguramente contracara dela frustración recién anotada– es la mayori-taria opinión favorable a la intervención delEstado en la economía.

Poder y políticas democráticas en la globalización

Una agenda ampliada sobre la globaliza-ción debe incluir un debate sobre su natura-leza política y militar, su restricción a la di-versidad y las fuertes limitaciones al poderestatal. La globalización plantea crudamen-te las cuestiones del poder de los Estados na-cionales y del poder dentro de los Estados.De otra manera se expresa aquí nuevamenteel problema vital de la democracia: la exis-tencia o no de poder para ejecutar la volun-tad mayoritaria.

El debate que naturalmente se desarrollóhasta ahora ha puesto el énfasis en los asun-tos financieros y comerciales de la globaliza-ción y ha marginado relativamente su dato

La política socialdebe guiarse porcuatro principiosbásicos:universalidad,solidaridad,eficiencia eintegralidad.

195Hacia la democracia de ciudadanía

0

10

20

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40

50

Sólido apoyo al Estado

Apoyo tendencial al Estado

Indeciso

Apoyo tendencial al mercado

Sólido apoyo al mercado

9,70

16,70

3,40

23,70

46,50

Posición frente a la intervención del Estado

gráfico 10

Posición frente a la intervención del Estado en la economía.Promedio América Latina, 2002

Fuente: Elaboración propia. PRODDAL, Latinobarómetro 2002.

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laci

ón

Page 18: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

dominante: los poderes exteriores han deja-do de ser exteriores, son tan interiores comolos locales. Condicionan o determinan lasdecisiones del Estado y su campo no se limi-ta a las finanzas o el comercio. Abarcan cre-cientemente las cuestiones políticas, de segu-ridad y organización interior, de los sistemasde seguridad sociales, educativos y de salud.

Es necesario, en consecuencia, ampliar eldebate sobre la globalización en dos áreas:por un lado, para dimensionar el impactoreal en términos de la soberanía interior delos Estados; en segundo lugar, cómo conce-bir las estrategias posibles para aumentar lascapacidades nacionales y regionales, paraque el poder nacional no se extinga en nom-bre de un incontrolable poder global.

La globalización ha hecho que el mundoexterior esté en el interior de nuestras socie-dades. El mundo está en todas partes. Pero elpoder del mundo no. Sin embargo, y a la vezque esto sucede, reconocer la naturaleza delas relaciones que rigen el mundo en el quevivimos no debería hacernos abandonar laidea de un orden mundial regido por nor-mas. Una cosa es la realidad que nos circun-da; otra, nuestras aspiraciones, utopías si sequiere, aunque no quimeras.

La lucha por un sistema internacional de-mocrático de derecho no debería dejar de seruna reivindicación permanente de una civi-lización que muestra como una de sus con-quistas a la democracia y a la idea de que lasconductas se rigen por normas destinadas apreservar el derecho igualitario de todos, in-dividuos y Estados.

En efecto, en el mundo que surgió trasla terminación de la posguerra fría, las rela-ciones de poder, básicamente militares yeconómicas, regulan el sistema internacio-nal. En estas condiciones, el tema que emer-ge como prioridad es la contradicción entrela necesidad de la diversidad –que deman-da un importante grado de autonomía delos países y un sistema mundial basado ennormas claras y compartidas– y un mundohomogeneizado por relaciones de poderque dejan a los actores nacionales la capaci-dad de regulación normativa sólo en cues-tiones relativamente marginales. ¿Qué elec-ción sobre cuestiones sustantivas puedenhacer los ciudadanos en estas condiciones?

¿Qué posibilidad existe de que lo que hayandecidido se ejecute?

En torno a esta cuestión central, el Infor-me presenta a continuación un conjunto dereflexiones y temas que deberían nutrir el de-bate sobre la globalización y el desarrollo dela democracia:

1. Al tiempo que ha promovido la demo-cracia, la globalización ha impuesto restric-ciones, incluso a los Estados más fuertes ydesarrollados. En América Latina, estas res-tricciones ponen en duda la credibilidad delEstado como constructor de sociedad y pro-motor de ciudadanía; asimismo, conllevanimportantes consecuencias sobre el tipo depolíticas posibles para los gobiernos de la re-gión. La acción aislada de la mayor parte delos Estados nacionales latinoamericanos re-sulta insuficiente para influir, controlar, re-gular o beneficiarse de este proceso o para re-sistir sus tendencias.

2. Paradójicamente, la globalización,mientras ha erosionado la capacidad de ac-ción de los gobiernos, en particular la efecti-vidad de sus instrumentos de regulacióneconómica, dejó en manos de los Estados na-cionales la compleja tarea de mantener la co-hesión social, pero con menores márgenes deacción para lograrlo. Más aún, como resulta-do del peso creciente de la condicionalidadimpuesta por los organismos internaciona-les de crédito y, en general, por la movilidaddel capital financiero, se han venido redu-ciendo los espacios para la diversidad de mo-delos de organización social y económicaque implica la democracia.

3. Sin embargo, hay una importante dis-tancia entre esa constatación y la pasividadgubernamental. El reconocimiento de lasrestricciones existentes no necesariamenteimpone aceptar el statu quo. La construcciónde un espacio de autonomía de los Estadosnacionales frente a la globalización constitu-ye un desafío propio de la política democrá-tica, la que, como hemos aseverado a lo lar-go de este Informe, debe proponerse comometa central la construcción y expansión dediversas ciudadanías.

La globalizaciónha hecho que elmundo exterioresté en elinterior denuestrassociedades. El mundo está entodas partes.Pero el poder delmundo no.

196 La democracia en América Latina

Page 19: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

4. Es peligroso caer en el fatalismo frentea la globalización, sosteniendo que la asime-tría de fuerzas es tal que no hay lugar parapolíticas autónomas. Ese fatalismo, desafor-tunadamente muy difundido, ignora los es-pacios reales de negociación que existen en elmundo así como que esos espacios puedenser ampliados si existe una voluntad políticaconsistente y sostenida de construcción deinstancias regionales.

5. Los lugares institucionales de realiza-ción de la ciudadanía política siguen siendoesencialmente nacionales. Esto implica queel reconocimiento de la democracia comovalor universal sólo adquiere pleno sentidosi se permite que los procesos nacionales derepresentación, de participación y de tomade decisiones determinen las estrategias dedesarrollo económico y social, y ejerzan unamediación eficaz con las tensiones propias dela globalización.

6. Por su lado, desde la perspectiva deldesarrollo de la democracia es también ne-cesario debatir la construcción de los espa-cios de autonomía mencionados en el pun-to anterior; ellos son necesarios para que lasdemocracias latinoamericanas puedan ad-quirir sólido sustento y expandirse.

7. La democracia es severamente afectadapor la creciente traslación de importantes de-cisiones a ámbitos que están fuera del alcancedel control de los ciudadanos. Esto tiende aponer en cuestión nada menos que la relevan-cia que la democracia realmente tiene para losciudadanos, lo cual a su vez tiene mucho pe-so en la lealtad de éstos a aquélla. Esta preo-cupación debe ser recalcada, porque podemosestar dirigiéndonos a una política que mane-ja agendas acotadas, que tarde o tempranopueden conducirnos a agendas irrelevantes onegadoras de la diversidad de caminos y cri-terios que debería reflejar la especificidad decada uno de nuestros países.

8. De lo antedicho deriva que la cuestiónde cómo aumentar la capacidad de autonomíaen la definición y solución de los grandes pro-blemas que nos afectan no sólo atañe a cadapaís, sino también a la región en su conjunto.

9. Esto implica debatir también políticasde alcance regional que hagan posible un au-mento compartido de esa autonomía. Paraello cobra sentido y urgencia el renacimien-to político de los esfuerzos regionales que,más allá de esfuerzos meramente comercia-les, recreen y aumenten los espacios políticosde decisión propia, nacionales y ciudadanos.

10. Ello no implica necesariamente la crea-ción de nuevas organizaciones para encararesas tareas ni, menos, que tengan carácter su-pranacional. Lo central es que los Estados dela región decidan abordar el tratamiento deesos temas en el plano político. Para ello, lasactuales instituciones regionales y subregiona-les ofrecen una razonable base de acción, conlos ajustes de agenda y estructura que será in-dispensable introducir.

11. Así planteada, la integración políticatiene como tarea la construcción de la Na-ción y la construcción de la región, una re-gión de naciones en la que unas y otras secomplementan y refuerzan. Es decir, unaasociación política de Estados soberanos.

12. El ordenamiento internacional debe-ría ser respetuoso de la diversidad de los paí-ses (entre ellos y en cada uno de ellos), den-tro de los límites de la interdependencia.Pero las prácticas de poder imperantes en lasrelaciones internacionales no tienden a to-mar en cuenta esa necesidad.

13. La capacidad de construcción autó-noma en un mundo globalizado con una so-la potencia hegemónica implica nuevos de-

197Hacia la democracia de ciudadanía

No solamente la globalización aumenta la participación del mercado en elsistema de equidad y reduce la de la democracia, sino que lo hace ennombre de la eficacia del mercado y de un orden superior al de lademocracia. Es lo que se ha dado en llamar impotencia de lo político.

Jean-Paul Fitoussi, del texto elaborado para el PRODDAL.

Globalización e impotencia de la política

recuadro 51

Page 20: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

safíos. No se trata sólo de los problemas clá-sicos de la relación entre el centro y la peri-feria, el imperio y sus zonas de control, sino,además, de esas relaciones en el contexto dela globalización actual. En ella, los fenóme-nos exteriores son tan inmediatos y cotidia-nos como los que se producen en el mismoterritorio de las naciones.

14. La posguerra fría concluyó el 11 deseptiembre de 2001, con el ataque terroristaa Estados Unidos. El tema de seguridad vol-vió al centro de la escena, convirtiéndose enla cuestión prioritaria de la política mundial.A su vez, los hechos que se produjeron des-de entonces han marcado un cambio sustan-cial en las relaciones mundiales, con fuerteimpacto sobre los sistemas multilaterales dedefensa colectiva.

15. La centralidad del tema seguridad enla agenda internacional plantea una tensióncon la democracia y las libertades. Los paísescentrales tienen mejores contrapesos que losnuestros para resolver esa tensión.

16. La experiencia que tuvimos en Amé-rica Latina en las décadas anteriores al fin dela guerra fría es un buen ejemplo de lo quesucede cuando la cuestión de seguridad seconvierte en la óptica central a partir de lacual se observan la política y las relacionesinternacionales.

17. Por su parte, la región tiene una fuer-te carga de antecedentes en esta materia. Enel pasado reciente ha sido objeto de variosatentados terroristas graves. Además, du-rante varias décadas algunos países latinoa-mericanos han sufrido gran violencia, tan-to de grupos insurgentes como del propioEstado. Por lo tanto, el peligro de la violen-cia terrorista no es una hipótesis abstractapara la región.

18. Recientemente, las relaciones de po-der militar han marcado de manera decisivalos vínculos mundiales. La idea de que la glo-balización había trasladado el centro de lasrelaciones internacionales de las cuestionesmilitares y de seguridad a las financieras, quela economía reemplazaba a la política, se des-

vaneció. La preeminencia del tema del terro-rismo trae al análisis, por un lado, el impac-to sobre las capacidades estatales de una po-tencial agresión terrorista y, por el otro, lasconsecuencias de respuestas inapropiadas so-bre esas capacidades y sobre la propia demo-cracia. La respuesta apropiada se refiere a lacapacidad estatal de responder eficazmente alpeligro de agresión y, a la vez, evitar que esarespuesta debilite su capacidad de democra-tizar o disminuya la calidad de la democracia.

19. Es fundamental para la democraciaque los problemas de seguridad no vengancomo parte de una agenda impuesta sino asu-mirlos con soluciones propias. En este senti-do, el tema de seguridad adquiere centrali-dad. Una posición pasiva en esta materiapuede tornarnos altamente vulnerables aestrategias exteriores, definidas sin tomar encuenta importantes intereses propios de nues-tra región.

20. Los países de la región deben for-mular, a la luz de lo sucedido el 11 de sep-tiembre y sus consecuencias, así como de lasingularidad de sus democracias, criteriospropios para inspirar sus opciones de res-puesta al peligro planteado por el terrorismo.

En síntesis

El Informe ha planteado que la demo-cracia entendida en forma minimalista, co-mo la posibilidad de ejercer el derecho delvoto periódicamente para elegir gobernan-tes, dentro de un marco donde esté plena-mente vigente el estado de derecho, no sóloes importante sino una condición sine quanon para poder calificar a un régimen de de-mocrático. Pero el Informe va más allá. Con-sidera que debe ampliarse el horizonte de lademocracia perfeccionando no sólo los me-canismos institucionales de la política y laimplementación efectiva de los derechos ci-viles para todos los ciudadanos, sino aten-diendo a la expansión efectiva de la ciuda-danía social.

Se trata de discutir cómo se puede avan-zar hacia una ciudadanía integral, lo que su-pone poner en el centro a la política como

198 La democracia en América Latina

Page 21: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

forma de que el ciudadano y más precisa-mente la comunidad de ciudadanos, puedaparticipar en decisiones sustanciales. La glo-balización es un dato, pero no se trata puray exclusivamente de admitir que todo lo queocurre como consecuencia de la transforma-ción tecnológica y de la expansión de losmercados debe aceptarse sin reflexión y sinacción. Hay que entender la transformaciónconstante y rápida que se da en el mundo dehoy, hay que convivir con incertidumbres,pero también hay que actuar para modificaresas macrotendencias en la circunstancia decada país. Se trata de implementarla regionaly localmente con una actitud proactiva y nomeramente pasiva, para su arraigo regionaly local. De este modo, la economía no estampoco un dato a asumir pasivamente; nohay una sola manera de pensar y hacer fun-

cionar el mercado. Ya se sabe que hay diver-sas formas históricas exitosas que han convi-vido en marcos culturales diferentes.

Esta comunidad de ciudadanos debe, en-tonces, promover una nueva legitimidad pa-ra el Estado, ese organismo que debe no sóloproporcionar la maquinaria burocrática ad-ministrativa de cada país, sino también res-petar y ampliar las instituciones políticas y elestado de derecho, y poner las bases para ase-gurar la equidad para poder tener políticassociales que apunten a la ampliación de laciudadanía social. Crear una visión integralde la ciudadanía, articular el funcionamien-to de la economía con las decisiones políticasde la comunidad de los ciudadanos son algu-nos de los temas que emergen de este Infor-me para suscitar una nueva forma de debatirla democracia en la región Latinoamericana.

199Hacia la democracia de ciudadanía

Page 22: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

El eterno desafío

En uno de sus célebres ensayos, Isaiah Berlin nos recuerda que “hace más de

cien años el poeta alemán Heine advirtió a los franceses que no debían subesti-

mar el poder de las ideas: los conceptos filosóficos alimentados en el silencio del

estudio de un académico podían destruir toda una civilización”.

La América Latina ha sido hija de una idea y ella sigue siendo el corazón de su

visión de futuro: construir una sociedad democrática. Su proceso de independen-

cia estuvo indisolublemente ligado a la concepción republicana y a ella volcaron

su esfuerzo los libertadores. El devenir histórico ha mostrado, sin embargo, un

extraño periplo, lleno de contradicciones, interrupciones y reanudaciones, atar-

deceres y alboradas. A veces han sido los hechos, sociales, económicos, militares,

los que han desbordado los marcos de los principios, pero también las ideas han

caído en sus propias trampas, pues cada vez que la libertad y la justicia se conju-

garon por separado, ambas quedaron en riesgo. Así ocurrió, infortunadamente,

cuando se soñó con superar el núcleo central de la idea democrática, que no es

otro que asegurar las libertades y organizar un gobierno representativo del pue-

blo, capaz por lo tanto de lograr que esa libertad se concilie con el máximo posi-

ble de igualdad de las gentes.

¿Cuánto se ha logrado, en los hechos, de construcción de ese ideal? ¿Qué de-

be hacerse para asegurar lo alcanzado y seguir avanzando? Desafiados por esos

básicos interrogantes es que se lanzó este trabajo hace dos años, consultando,

preguntando, removiendo, despertando intereses, tratando de encontrar algu-

nos métodos objetivos para medir realidades siempre más complejas que cual-

quier estadística. Idea y realidad viven una constante tensión. Si nos replegamos

exclusivamente al territorio de la idea, podemos traicionarla en los hechos. Si la

perdemos de vista en una lucha acuciosa contra las realidades injustas, arriesga-

mos caer en un peligroso e inconexo empirismo. Hace falta, entonces, definir con-

ceptos y contrastarlos, en pasos aproximativos, con la realidad.

Debemos recordar que si esto es posible hoy para el PNUD es porque la re-

gión ha alcanzado un nivel de desarrollo de la democracia como nunca antes. En

los años setenta estaba cerrado todo camino para un trabajo de esta naturaleza,

porque el mapa latinoamericano se ensombrecía con tantas dictaduras que no me-

diaban las condiciones para que la organización internacional intentara una refle-

xión en profundidad sobre la cuestión. Desde esta premisa esperanzadora se abrió

entonces el trabajo y él contó con la colaboración, sin excepción, de gobiernos y

201Reflexiones finales

Reflexiones finales

Page 23: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

partidos, actores políticos y civiles, protagonistas económicos y académicos. Reu-

niones, seminarios, entrevistas, informes, estudios, investigaciones estadísticas

fueron poblando un gran conjunto que, además de su valor intrínseco, generó en

toda la región un interés en el tema, una convicción de que es necesario –y posi-

ble– actuar sobre nuestra situación.

El propósito inicial de generar un clima estimulante a la reflexión fue ganan-

do cuerpo. Y hoy se llega a este Informe sobre la democracia con la convicción de

que, más allá de sus inevitables limitaciones y necesarias imperfecciones, se po-

ne a disposición de toda la sociedad latinoamericana un instrumento de trabajo.

No está aquí la tomografía computada de ningún Estado concreto. Tampoco el

análisis específico de alguna patología determinada. Lo que sí se define es una

idea general de la salud democrática, una aproximación sobre realidades que me-

recen preocupación y la configuración de algunos instrumentos para que la cons-

tante revisión nos permita a todos seguir construyendo.

Como nos lo ha dicho Pierre Rosanvallon, “la democracia formula una pre-

gunta que permanece continuamente abierta: parecería que ninguna respuesta

adecuada podría dársele”. Esta urticante sensación de que nunca nada está ter-

minado hace a la idea misma de la libertad, y con ella hemos de convivir. Cada

vez que se quiso intentar, en nombre de la democracia, algún sistema con todas

las respuestas, se construyó un totalitarismo. El siglo pasado ha sido, quizás, el

que mayores tragedias generó en esa búsqueda. Herederos de esa experiencia,

hoy asumimos que la realidad nunca nos conformará, porque comparada con la

idealidad pura, siempre será insatisfactoria; pero también sabemos que siendo

la democracia “antes que nada un ideal”, como nos dice Giovanni Sartori, debe-

mos procurar, siempre y a toda hora, sin prisa pero sin pausa, su constante per-

feccionamiento.

La pobreza, las desigualdades sociales, el choque étnico, el divorcio entre las

expectativas y las realidades, en un tiempo histórico en que una revolución cien-

tífica nos cambia todos los días la vida, introducen notas de inestabilidad. De ahí

la necesidad constante de prevenir. Si este Informe contribuye a instalarla en la

preocupación afirmativa de todos sus actores, habrá logrado su propósito funda-

mental, que no es juzgar a nadie sino estimular a todos. El PNUD lo hizo con el

Índice de Desarrollo Humano y logró que se asumiera en la sociedad ese modo de

evaluar que iba más allá del parcial e insuficiente PBI. En la misma línea innova-

dora, hoy se procura que la mejoría democrática no sea simplemente una expre-

sión retórica, siempre cuestionable, sino una realidad sobre la que se actúa, regis-

trando avances y retrocesos que puedan mirarse con objetividad. Esos avances,

esas búsquedas responden a la idea de que democracia y desarrollo humano son

apenas dos caras de la misma medalla.

Subestimar el progreso alcanzado coleccionando déficit y carencias es desani-

mar a la sociedad en su necesario y constante perfeccionamiento. Regodearnos

en él, cayendo en la ilusión de una meta alcanzada, sería poner todo en riesgo. Por

eso aquí, simplemente, se está abriendo una nueva etapa en el camino.

202La democracia en América Latina

Page 24: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Formidable ha sido el esfuerzo de las últimas dos décadas y deben mostrarse

con toda plenitud sus logros. Ese esfuerzo debe proseguirse y bien puede abrirse

aquí, a partir de estos instrumentos elaborados, un procedimiento permanente

de observación y análisis, al mismo tiempo que de difusión de experiencias y pre-

vención de riesgos. La conciencia alerta es el único estado de ánimo para que la

democracia siga su vida, adaptándose a los tiempos. Ella permanece, después de

todo, como la más revolucionaria de las ideas y, por lo mismo que siempre ina-

cabada, la más desafiante. No habrá respuestas definitivas para sus interrogantes,

pero siempre habrá, como en el destino del hombre, oportunidades para hacer el

bien a los semejantes.

Julio María SanguinettiEx Presidente de la República Oriental del Uruguay

Presidente de la Fundación Círculo de Montevideo

203Reflexiones finales

Page 25: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Marco teóricoGuillermo O’Donnell, con los comenta-

rios de Bruce Ackerman, Andrew Arato, Re-nato Boschi, Fernando Calderón, CatherineConaghan, Julio Cotler, Larry Diamond, Jo-sé Eisenberg, Manuel A. Garretón, DavidHeld, Céli Regina Jardim Pinto, Jennifer Mc-Coy, Adalberto Moreira Cardoso, Juan Mén-dez, José Nun, Pierre Rosanvallon, Alain Tou-raine, Laurence Whitehead.

Estudio de opiniónJorge Vargas coordinó el equipo integrado

por Miguel Gómez Barrantes, Tatiana Bena-vides, Evelyn Villarreal y Lorena Kikut, para eldiseño y análisis de la encuesta Latinobaró-metro/PRODDAL 2002.

IndicadoresGerardo Munck coordinó el equipo inte-

grado por David Altman, Jeffrey A. Bos-worth, Jay Verkuilen y Daniel Zovatto.

Ronda de consultasDiego Achard, Augusto Ramírez Ocam-

po, Edelberto Torres Rivas, Gonzalo Pérezdel Castillo, Claudia Dangond, Raúl Alco-nada Sempé, Rodolfo Mariani, LeandroGarcía Silva, Adriana Raga, Luis E. Gonzá-lez, Gonzalo Kmeid, Pablo Da Silvera, y unequipo dirigido por Hilda Herzer e integra-do por Verónica De Valle, María M. Di Vir-gilio, Graciela Kisilesky, Adriana Redondoy María C. Rodríguez.

205Proyecto sobre la Democracia en América Latina

� Proyecto sobre la Democracia en América Latina

Director del ProyectoDante Caputo

Consultores por áreas

Coordinadores

Coordinador Países AndinosAugusto Ramírez Ocampo, con la cola-

boración de Claudia Dangond, ElisabethUngar y Amalfy Fernández.

Coordinador Países del MERCOSUR

Dante Caputo y Raúl Alconada Sempé.

Coordinador de Países del Istmo Centroamericano y de República Dominicana

Edelberto Torres Rivas, con la colabora-ción de Claudio Luján.

Coordinador institucionalGonzalo Pérez del Castillo.

Personal del Proyecto en Buenos Aires

Oficial de Programa PNUD: Rosa Zla-chevsky.

Equipo técnico: Leandro García Silva,Rodolfo Mariani y Thomas Scheetz.

Equipo de apoyo: María Eugenia Bóveday Fabián de Achaval.

Colaboradores especiales: Fabián Bosoery Daniel Sazbón.

Page 26: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

206La democracia en América Latina

Difusión del Informe

Milena Leivi, Milagros Olivera, Sandra Rojas, Emilio Sampietro.

Asesores

José Luis Barros Horcasitas, Fernando Calderón, Alberto Couriel, Joaquín Estefanía,Gustavo Fernández Saavedra, Enrique Ganuza, Manuel Antonio Garretón, EdmundoJarquín, Marta Lagos, Marcos Novaro, Vicente Palermo, Arturo O’Connell, Guillermo

O’Donnell, Carlos Ominami.

Consultores

Gloria Arcaya, Horacio Boneo, Sebastián Campanario, Eva Capece, Julio Godio, LuisEduardo González, Juan Carlos Herrera, Néstor Lavergne, Norbert Lechner, Silvia

Lospennato, y Luis Verdesoto.

Grupo de lectores del Informe

Carmelo Angulo, Víctor Arango, Marcia de Castro, Juan Pablo Corlazzoli, Juan AlbertoFuentes, Enrique Ganuza, Freddy Justiniano (Coordinador), Thierry Lemaresquier, Carlos

Lopes, Carlos F. Martínez, Magdy Martínez, Myriam Méndez-Montalvo, Gerardo Noto,William Orme, Stefano Pettinato, Juan Rial, Harold Robinson, Martín Santiago, Luis

Francisco Thais.

Page 27: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Este Informe no se habría podido prepa-rar sin la generosa colaboración de muchaspersonas y organizaciones a quienes expre-samos nuestro agradecimiento.

Deseamos extender un especial reconoci-miento a la Unión Europea, en particular aChris Patten, Comisario de Relaciones Exte-riores de la Comisión Europea, Eneko Lan-daburu, Director General, Fernando Valen-zuela, Director General Adjunto y TomasDupla del Moral, Director de América Lati-na, Dirección de Relaciones Exteriores, y Fer-nando Cardesa, Director de América Latinade EUROPEAID, como a todos los funciona-rios de la Dirección General de RelacionesExteriores y de la Oficina de CooperaciónEuropeAid que colaboraron en este proyec-to, por el respaldo e interés demostrado pa-ra la publicación y difusión de este Informe.

Instituciones que colaboraron en la elaboración y discusión del Informe

Comisión Económica para América Lati-na y el Caribe (CEPAL), Banco Interameri-cano de Desarrollo (BID), Organización deEstados Americanos (OEA), Club de Ma-drid, Círculo de Montevideo, CorporaciónLatinobarómetro, Fundación Chile XXI,Universidad de Bolonia, Centro de EstudiosSociales y Ambientales, Instituto para la De-mocracia y Asistencia Electoral (IDEA) yAsociación Civil Transparencia (Perú).

Autores de artículos sobre temas de la agenda

Manuel Alcántara, Raúl Alconada Sempé,Willem Assies, Natalio Botana, FernandoCalderón, Dante Caputo, Fernando Henri-que Cardoso, Jean-Paul Fitoussi, EduardoGamarra, Marco Aurelio García, Manuel An-tonio Garretón, César Gaviria, Julio Godio,Felipe González, Rosario Green, CándidoGrzybowski, Osvaldo Hurtado, Enrique Igle-

sias, José Antonio Ocampo, Celi Pinto, Lour-des Sola, Augusto Ramírez Ocampo, RubensRicupero, Joseph Stiglitz, Cardenal Julio Te-rrazas y Francisco Thoumi.

Participantes en la Ronda de ConsultasArgentina: Raúl Alfonsín, Jaime Campos,

Elisa Carrió, Jorge Casaretto, Víctor De Ge-naro, Fernando de la Rúa, Juan Manuel De laSota, Jorge Elías, Rosendo Fraga, Aníbal Iba-rra, Ricardo López Murphy, Juan Carlos Ma-queda, Joaquín Morales Solá, Hugo Moyano,Adolfo Rodríguez Saa, Rodolfo Terragno,Horacio Verbitsky y Oscar Vignart.

Bolivia: Esther Balboa, Carlos Calvo,Carlos Mesa, Gustavo Fernández Saavedra,Martha García, Fernando Mayorga, JaimePaz Zamora, Jorge Quiroga Ramírez, EdgarRamírez, y Gonzalo Sánchez de Losada.

Brasil: Frei Betto, Carlos Bresser Pereira,José Marcio Camargo, Fernando HenriqueCardoso, Suely Carneiro, Marcos Coimbra,Fabio K. Comparato, Paulo Cunha, JoaquimFalcao, José Eduardo Faria, Ruben César Fer-nandes, Argelina Figueiredo, Luis GonzagaBelluzo, Oded Grajew, Cándido Grzybowski,Helio Jaguaribe, Miriam Leitao, Ives Martins,Filmar Mauro, Henrique Meirelles, DelfimNetto, Jarbas Passarinho, Joao C. Pena, Cel-so Pinto, Márcio Pochmann, Joao Paulo ReisVelloso, Clovis Rossi, Maria Osmarina Mari-na Silva de Lima, Pedro Simon, Luiz E. Soa-res, Luiz Suplicy Hafers, Vicentinho, ArthurVirgilio y Sergio Werlang.

Chile: Andrés Allamand, Patricio Aylwin,Benito Baranda, Edgardo Boeninger, Eduar-do Frei, Juan Pablo Illanes, Jorge Inzunza, Ri-cardo Lagos, Norbert Lechner, Arturo Mar-tínez, Jovino Novoa, Ricardo Nuñez, CarlosOminami, y Carolina Tohá.

Colombia: Ana Teresa Bernal, BelisarioBetancur, Héctor Fajardo, Guillermo Fer-nández de Soto, Luis Jorge Garay, HernandoGómez Buendía, Julio Roberto Gómez, Car-

207Agradecimientos

� Agradecimientos

Page 28: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

los Holguín, Fernando Londoño, AntonioNavarro, Sabas Pretelt de la Vega, Jorge Ro-jas, Ernesto Samper, Francisco Santos, Hora-cio Serpa, Álvaro Valencia Tovar y Luis Car-los Villegas.

Costa Rica: Oscar Arias, Leonardo Gar-nier, Eduardo Lizano, Elizabeth Odio Beni-to, Ottón Solis, Albino Vargas y Samuel Yan-kelewitz.

Ecuador: Rodrigo Borja, Marena Brio-nes, Joaquín Cevallos, José Eguiguren, Ra-miro González, Susana González, Lucio Gu-tiérrez, Osvaldo Hurtado, Miguel Lluco,Alfredo Negrete, Jaime Nebot, Benjamín Or-tiz, Alfredo Palacio, Rodrigo Paz, GustavoPinto, Mesías Tatamudez Moreno, Luis Ver-desoto y Jorge Vivanco.

República Dominicana: Manuel EsqueaGuerrero, Leonel Fernández Reyna, AntonioIsa Conde, Carlos Guillermo León, HipólitoMejía y Jacinto Peynado.

El Salvador: Armando Calderón Sol,Gregorio Rosa Chávez, Humberto Corado,David Escobar Galindo, Mauricio Funes, Sal-vador Samayoa, Héctor Silva y Eduardo Za-blah Touché.

Guatemala: Marco Vinicio Cerezo, Mar-co Augusto García, Gustavo Porras, AlfonsoPortillo, Rosalina Tuyuc y Raquel Zelaya.

Honduras: Isaías Barahona, Rafael Leo-nardo Callejas, Miguel Facusse, Carlos Flo-res Facusse, Ricardo Maduro y Leticia Salo-món.

México: H. Álvarez, Amalia Bascia, Gil-berto Borja Navarrete, Jorge Castañeda, Ro-lando Cordera, Santiago Creel, Felipe JesúsDe Alcantúa, Juan Ramón De la Fuente, Car-los Elizondo Mayos, Vicente Fox, FranciscoHernández Juárez, Santiago Levy, CarmenLira, Soledad Loaeza, Andrés López Obra-dor, Roberto Madrazo, Arturo Núñez Jimé-nez, Mariano Palacios Alcocer, FranciscoPaoli Bolio, Beatriz Paredes, Jesús Reyes He-roles, Rosario Robles, Bernardo Sepúlveda,Luis Telles y Ernesto Zedillo.

Nicaragua: Carlos Fernando Chamorro,Violeta Granera, Wilfredo Navarro Moreira,René Núñez Tellez, Sergio Ramírez Mercadoy José Rizo Castellón.

Panamá: Miguel Candanedo, Norma Ca-no, Guillermo Endara, Angélica Maytin,Martín Torrijos y Alberto Vallarino.

Paraguay: Martín Almada, Nelson Arga-ña, Nicanor Duarte Frutos, Pedro Fadul, Ri-cardo Franco, Cristina Muñoz, Enrique Rie-ra, Milda Rivarola, Humberto Rubin, MiguelAbdón Saguier y Aldo Zucolillo.

Perú: Julio Cotler, Jorge Del Castillo, Car-los Ferrero Costa, Lourdes Flores Nano, Gas-tón Garatea Vori, Diego García-Sayán, JuanJosé Larrañeta, Roberto Nesta, Valentín Pa-niagua, Rafael Roncagliolo, Javier Silva Rue-te, Luis Solari de la Fuente, Alejandro Toledoy Alan Wagner.

Uruguay: Diego Balestra, Jorge Batlle,Héctor Florit, Luis Alberto Lacalle, José Mu-jica, Romeo Pérez, Juan José Ramos, JulioMaría Sanguinetti, Liber Seregni y RicardoZerbino.

Venezuela: José Albornoz, Alejandro Ar-mas, Carlos Fernández, Eduardo Fernández,Guillermo García Ponce, Alberto Garrido,Janet Kelly, Enrique Mendoza, Calixto Orte-ga, Teodoro Petkoff, Leonardo Pisani, JoséVicente Rangel, Cecilia Sosa, Luis Ugalde yRamón Velásquez.

Participaciones especialesBelisario Betancur, ex Presidente de Co-

lombia; Rodrigo Borja, ex Presidente deEcuador; Kim Cambell, ex Primer Ministrode Canadá y Presidente del Club de Ma-drid; Aníbal Cavaco Silva, ex Primer Minis-tro de Portugal; Fernando Henrique Car-doso, ex Presidente de Brasil; Eduardo Frei,ex Presidente de Chile; Felipe González, exPresidente del Gobierno Español; AntonioGuterres, ex Primer Ministro de Portugal;Osvaldo Hurtado, ex Presidente de Ecua-dor; Valentín Paniagua, ex Presidente dePerú; Jorge Quiroga Ramírez, ex Presiden-te de Bolivia; Carlos Roberto Reina, ex Pre-sidente de Honduras; Miguel Ángel Rodrí-guez, ex Presidente de Costa Rica; ErnestoZedillo, ex Presidente de México; Julio Ma-ría Sanguinetti, ex Presidente de Uruguay yPresidente de la Fundación Círculo de Mon-tevideo; César Gaviria, Secretario Generalde la OEA; Enrique Iglesias, Presidente delBID; José Antonio Ocampo, ex SecretarioEjecutivo de la CEPAL y actual Subsecreta-rio General de la ONU para Asuntos Eco-nómicos y Sociales; Fernando Valenzuela,Director General Adjunto de Relaciones

208La democracia en América Latina

Page 29: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Exteriores de la Unión Europea; Guillermode la Dehesa, ex Secretario de Estado deEconomía de España; Miguel Ángel Fer-nández-Ordoñez, ex Secretario de Estadode Economía de España; Ernesto GarzónValdés, Presidente Club de Tampere; Anto-nio Álvarez-Couceiro, Secretario Generaldel Club de Madrid; Fernando Carrillo-Florez, Consejero Principal Oficina BID enEuropa y Lucinio Muñoz, Adjunto al Secre-tario General del Club de Madrid.

Se agradece especialmente a Jacques LePottier, Decano de la Facultad de CienciasEconómicas de la Universidad de ToulouseLe Mirail, quien brindó su apoyo y facilitó elacceso a los recursos de esa universidad.

Funcionarios de la Oficina del Administrador del PNUD

Se agradece a los funcionarios de la Ofi-cina del Administrador del PNUD, especial-mente a Marck Suzman, Jessica Faietta, Wi-lliam Orme y Victor Arango de la Oficina deComunicaciones del Administrador.

Funcionarios de la Dirección para Améri-ca Latina y el Caribe del PNUD

El personal del proyecto agradece parti-cularmente la estrecha colaboración de losfuncionarios del PNUD, en especial de FreddyJustiniano, Myriam Méndez-Montalvo, En-rique Ganuza, y Gilberto Flores, JacquelineCarbajal, Isabel Chang, Elisabeth Díaz, Cris-tina Fasano, Elena García-Ramos, Lydia Leg-nani, Cielo Morales, Susana Pirez, Juan Ma-nuel Salazar, Luis Francisco Thais, María-Noel Vaeza y Xemma Charles.

Funcionarios de la Oficina de Enlace del PNUD en Bruselas

Se agradece a los funcionarios de la Ofi-cina de Enlace del PNUD en Bruselas, OmarBaquet, María Noel Vaeza, y Susana Etche-verry.

Funcionarios de la Oficina del PNUD en la Argentina

La Oficina del PNUD en la Argentina,lugar Sede del proyecto, brindó una inesti-mable colaboración, y apoyo organizativo yadministrativo, especialmente Carmelo An-

gulo Barturén, Jessica Faieta, Silvia Rucks,Susana Gatto, Pablo Vinocur, José IgnacioLópez, Gerardo Noto, Liliana De Riz, ElbaLuna, Sonia Urriza, Aldo García, Ana InésMulleady, María Angélica Wawrzyk, AnaEdmunds, Pablo Basz, Marcelo Bagnasco,Beatriz Martínez, Saioa Royo, Itziar Abad,Mercedes Ansotegui, Natalia Aquilino, An-drea Botbol, Cecilia Del Río, Daniela DelRío, Myriam Di Paolo, Claudio Flichman,Oscar González, Guillermo Iglesias, BeatrizLópez, María Inés Jezzi, Vivian Joensen,Juan Carlos Magnaghi, Marina MansillaHermann, Jorge Martínez, Santiago Redeci-llas, Walter Ricciardi, Ricardo Salas y Geral-dine Watson, a quienes expresamos nuestroagradecimiento.

Representantes Residentes, Adjuntos y Auxiliares de las Oficinas del PNUD en América Latina

Jeffrey Avina, Kim Bolduc, Katica Ceka-lovic, Renata Claros, Juan Pablo Corlazzo-li, Jorge Chediek, Juan Carlos Crespi, LigiaElizondo, Jafet Enríquez, Niki Fabiancic,Elisabeth Fong, Walter Franco, RobertoGalvez, Susana Gatto, Peter Grohmann, Eli-zabeth Hayek, José Manuel Hermida, HenryJackelen, Lorenzo Jiménes de Luis, ThierryLemaresquier, Carlos Lopes, Carlos FelipeMartínez, Pablo Martínez, Alfredo Marty,César Miquel, Antonio Molpeceres, RobertoMonteverde, Bruno Moro, Clemencia Mu-ñoz, Lucien Muñoz, Adelina Paiva, BarbaraPesce-Monterio, Irene Phillip, Benigno Ro-dríguez, Beat Rohr, Martín Santiago, RosaSantizo, Ilona Szemzo, Aase Smedler, Clau-dio Tomasi, René Mauricio Valdés, Jan-JillesVan der Hoeven, Alfredo Witschi-Cestari.

Los funcionarios de las Oficinas del PNUD en América Latina

Bolivia: Patricia Cusicanqui, ChristianJetté y Cecilia Ledesma.

Brasil: Johanna Clarke de Voest Silva, Gil-berto Chávez, José Carlos Libanio, FilipeNasser y Wilson Pires Soares.

Chile: Alejandra Cáceres, Josefa Errázu-riz, Eugenio Ortega, Oscar Muñoz, CarlaPietrantoni y María Teresa Vergara.

Colombia: Adriana Anzola, Alice Ayala,Carlos Mauricio García, Hernando Gómez

209Agradecimientos

Page 30: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Buendía, Daniel Igartua, Patricia Lizarazu,Amalia Paredes, Mauricio Ramírez y Maríadel Pilar Rojas.

Costa Rica: Vera Brenes, Henry Gonzálezy Arlene Méndez Solano.

Ecuador: José Balseca, Santiago Burbanoy Norma Guerrero.

El Salvador: Esther López y Morena Valdez.Honduras: Fátima Cruz, Doris Rivas, Ka-

rina Servellón y Lesly María Sierra.Guatemala: Juan Alberto Fuentes, Mi-

riam De López, Ingrid Melgar, Carmen Mo-rales y Cecilia Zúñiga.

México: Arturo Fernández, Luz PatriciaHerremann y Patricia Marrón.

Nicaragua: Gloria Altamirano y DinaGarcía.

Panamá: Marta Alvarado.Paraguay: Inés Brack y María Clavera.Perú: Pilar Airaldi, Carolina Aragón y

Mario Solari.República Dominicana: Solange Bordas

y Martha Elizabeth Martínez Correa.Uruguay: Verónica Nori y Mónica Voss.Venezuela: Mayra Cartaya y Alberto

Fuenmayor.

210 La democracia en América Latina

Participantes en seminarios y reuniones

En el diseño del compendio estadístico yla construcción de índices contamos con co-mentarios de Kenneth Bollen, Fernando Ca-rrillo-Florez, Michael John Coppedge, Fred-dy Justiniano, Fernando Medina, John MarkPayne, Adam Przeworski, Arodys Robles So-to, Michael Smithson, Jay Verkuilen, GemmaXarles y Daniel Zovatto.

En una reunión para revisar el Índice deDemocracia Electoral aportaron sus conoci-mientos Horacio Boneo, Dante Caputo, Lean-dro Garcia Silva, Hernando Goméz Buendía,Freddy Justiniano, Juan Fernando Londoño,Myriam Mendez-Montalvo, Simón Pachano,Juan Rial, Elisabeth Spehar, María HerminiaTavares de Almeida y José Woldenberg.

En el análisis del estado actual y las pers-pectivas de la democracia en América Latinaparticiparon Héctor Aguilar Camín, Raúl Al-conada Sempé, Soledad Alvear, Julio Angel,Sergio Bitar, Dante Caputo, Jorge Castañeda,Marcelo Contreras, Nicolás Eyzaguirre, Ál-varo Díaz, Marco Aurelio García, ManuelAntonio Garretón, Gabriel Gaspar, RodolfoGil, Alonso González, Eduardo Graeff, KattyGrez, Jorge Heine, José Miguel Insulza, Ri-cardo Lagos, Ester Levinsky, Thierry Lema-resquier, Edgardo Lepe, Rodolfo Mariani,Elena Martínez, Guttemberg Martínez, Gon-zalo Martner, Jorge Levy Matosso, HeraldoMuñoz, José Antonio Ocampo, Carlos Omi-nami, Verónica Oyarzún, Augusto Ramírez

Ocampo, Juan Ramírez, Jorge Reyes, CamilaSanhueza, Julio María Sanguinetti, JosephStiglitz, Federico Storani, Juan Gabriel Val-déz e Isabel Vásquez.

En la discusión sobre la crisis de la polí-tica, junto con el Círculo de Montevideo,participaron Carmelo Angulo, Danilo Arbi-lla, Dante Caputo, Antonio Álvarez Crucei-ro, Joaquín Estefanía, Aníbal Fernández,Eduardo Frei, Felipe González, OsvaldoHurtado, Elena Martínez, Bartolomé Mitre,Alfredo Negrete, Andrés Oppenheimer, Ro-drigo Pardo, J.C. Pereyra, Rafael Poleo, Ju-lio María Sanguinetti, Martín Santiago, En-rique Santos, Javier Solanas y ErnestoTiffenberg.

En el análisis sobre democracia y Estadocontribuyeron con su participación DiegoAchard, Giorgio Alberti, Raúl Alconada Sem-pé, Antonio Álvarez Couceiro, José Luis Ba-rros, Rodrigo Borja, Dante Caputo, Fernan-do Henrique Cardoso, Elisa Carrió, MarceloContreras Nieto, Alberto Couriel, Sonia Drai-be, Gilberto Dupas, Gustavo Fernández Saa-vedra, Walter Franco, Manuel Antonio Ga-rretón, Rodolfo Gil, George Gray Molina,Edmundo Jarquín, José Carlos Libanio, Ro-dolfo Mariani, Elena Martínez, Marcus Me-lo, Arturo O’Connell, Guillermo O’Donnell,Beatriz Paredes, Celi Pinto, Eduardo PiragibeGraeff, Marcio Pochmann y Lourdes Sola.

En el debate sobre sociedad civil y narco-

Page 31: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

tráfico participaron Carlos Basombrío, Fer-nando Calderón, Eduardo Gamarra, LuisJorge Garay, Gonzalo Perez del Castillo, ElíasSantana, Edelberto Torres Rivas, FrancisoThoumi y Luis Verdesoto.

En la discusión sobre democracia y mul-ticulturalismo nos acompañaron Álvaro Ar-tiga, William Assies, Santiago Bastos, Anto-nio Cañas, Julieta Castellanos, Isis Duarte,Galo Guardián, Francesca Jessup, CarlosBenjamín Lara, Carlos Mendoza, Arodys Ro-bles Soto, Ignacio Rodríguez, Gonzalo Rojas,Manuel Rojas, Leticia Salomón, EdelbertoTorres Rivas y Agatha Williams.

En el análisis sobre democracia y econo-mía participaron Alberto Allesina, CarlosAmat y León, José Luis Barros, María ElisaBernal, Tim Besley, Dante Caputo, AlbertoCouriel, Ricardo Ffrench-Davis, Enrique Ga-nuza, Innocenzo Gasparini, Rebeca Gryns-pan, Eugenio Lahera, Oscar Landerretche,Thierry Lemaresquier, Manuel Marfán, JuanMartín, Elena Martínez, Gonzalo Martner,Oscar Muñoz, Arturo O’Connell, José Anto-nio Ocampo, Carlos Ominami, Torsten Pers-son, Jorge Schvarzer, Andrés Solimano yGuido Tabellini.

En el análisis sobre democracia y globa-lización, junto con el Club de Madrid, parti-ciparon Andrés Allamand, Antonio Alvarez-Couceiro, Rodrigo Borja, Dante Caputo,Fernando Henrique Cardoso, Fernando Ca-rrillo-Florez, Aníbal Cavaco Silva, TarcisioCosta, Miguel Darcy, Guillermo de la Dehesa,Miguel Ángel Fernández-Ordóñez, EduardoFrei, Ernesto Garzón Valdés, Felipe Gonzá-lez, Antonio Guterres, Carlos Lopes, ElenaMartínez, Lucinio Muñoz, Carlos Ominami,Beatriz Paredes, Jorge Quiroga Ramírez yFernando Valenzuela.

Reunión con el Secretario General de la ONU

Participaron en la reunión con el Secre-tario General de la ONU, Sr. Koffi Annan, enNueva York el 12 de noviembre de 2002, Be-lisario Betancur, ex Presidente de Colombia;Kim Campbell, Presidente del Club de Ma-drid (ex Primer Ministro de Canadá); Eduar-do Frei, ex Presidente de Chile; Jorge Quiro-ga Ramírez, ex Presidente de Bolivia; CarlosRoberto Reina, ex Presidente de Honduras;

Julio María Sanguinetti, ex Presidente deUruguay; Ernesto Zedillo, ex Presidente deMéxico; Zéphirin Diabré, AdministradorAsociado del PNUD; Shoji Nishimoto, Ad-ministrador Auxiliar y Director de Desarro-llo de Políticas, PNUD; Elena Martínez, Ad-ministradora Auxiliar y Directora Regionalpara América Latina y el Caribe (DRALC)del PNUD; José Antonio Ocampo, ex Secre-tario Ejecutivo, Comisión Económica paraAmérica Latina y el Caribe (CEPAL) y actualSubsecretario General para Asuntos Econó-micos y Sociales de la ONU; Danilo Türk,Secretario General Asistente, Departamentode Asuntos Políticos (DPA); Marta Maurás,Directora de la Oficina del Secretario Gene-ral Adjunto (EOSG); Michael Moller, Direc-tor de Asuntos Humanitarios, Políticos y deMantenimiento de la Paz (EOSG); AngelaKane, Directora División para las Américasy Europa (DPA); Freddy Justiniano, Coordi-nador del Programa Regional, DRLAC/P-NUD; y el siguiente personal del Proyecto:Dante Caputo, Gonzalo Pérez del Castillo,Edelberto Torres Rivas, y Augusto RamírezOcampo.

Reunión con el Administrador del PNUDParticiparon en la reunión con el Admi-

nistrador del PNUD, Mark Malloch Brown, el4 de noviembre de 2003, Elena Martínez, Ad-ministradora Auxiliar y Directora Regionalpara América Latina y el Caribe del PNUD;Víctor Arango, Especialista en Comunicacio-nes para América Latina y el Caribe, Oficinadel Administrador; Magdy Martínez-Soli-mán, Jefe de Oficina, Práctica de Gobernabi-lidad, BDP/PNUD; William Orme, Jefe de laSección Medios, Comunicaciones, Oficina delAdministrador; Stefano Pettinato, Asesor enPolíticas, Oficina del Informe de DesarrolloHumano del PNUD; Carmelo Angulo, Repre-sentante Residente del PNUD en la Argenti-na; Dante Caputo, Director del Proyecto;Freddy Justiniano, Coordinador del Progra-ma Regional, DRLAC, PNUD; Myriam Mén-dez-Montalvo, Asesora de Gobernabilidad delPrograma Regional, DRALC, PNUD; LeandroGarcía Silva, Consultor Seguimiento Técnicoy Académico del Proyecto, y Luis FranciscoThais, Consultor del Programa Regional,DRALC, PNUD.

211Agradecimientos

Page 32: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Apoyo en la preparación de reuniones y seminarios

Agradecemos la especial colaboración deIsabel Vásquez, del Círculo de Montevideo;Katty Grez y Verónica Oyarzún, de la Funda-ción Chile XXI; Ángeles Martínez e Irene Fra-guas, del Club de Madrid; Bernardita Baeza,Carolina Ries y Valerie Biggs de CEPAL.

Producción y traducciónPara la desgrabación de las entrevistas de

la Ronda de Consultas se ha contado con la co-laboración de Maximiliano Bourel, Marcelo

Burello, María Eva Cangiani,Valentina Farrell,Virginia Gallo, Guadalupe Guzmán, ErikaMoeykens, Josefina Pittaluga, Julia Ramos, Na-talia Rosenberg, Gisela Urriza y GeraldineWatson. La depuración del sonido de la graba-ción de las consultas fue realizada por Federi-co M. Guido Calvo.

La labor de traducción fue realizada porMarcelo Canosa, María Esperanza Clavell,Yvonne Fisher, Liliana Hecht, Gabriela Ippó-lito, Claudia Martínez y Merril Stevenson. Lacorrección de estilo estuvo a cargo de HindePomeraniec.

212 La democracia en América Latina

Hemos querido expresar nuestro agradecimiento a cada una de las personas que hancontribuido a la realización de este Informe. Esperamos sepan disculpar cualquier posi-ble omisión, sin lugar a duda totalmente involuntaria.

Page 33: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Esta nota describe los pasos dados y laspruebas estadísticas realizadas para la cons-trucción del Índice de Democracia Electoral(IDE), una medida compuesta sobre los de-rechos políticos relacionados con la elecciónde los gobiernos. Se presentan además acla-raciones sobre su interpretación y utilización.

Construcción del IDE

La elección de los componentesEl primer paso para la construcción del

IDE, y probablemente el más importante, con-sistió en la elección de sus cuatro componen-tes: sufragio, elecciones limpias, elecciones li-bres y cargos públicos electos. Ellos fueronseleccionados considerando los elementoscentrales tradicionalmente invocados por losteóricos sobre la democracia para la definiciónde un régimen democrático, y abarcan una se-rie de temas que en general han sido conside-rados centrales, incluso necesarios, para cual-quier evaluación sobre el carácter democráticode un régimen político (figura 1).

En segundo lugar, estos elementos se re-fieren a derechos de la ciudadanía, cuya vi-gencia es responsabilidad del Estado, y quepueden ser interpretados claramente en tér-minos de la teoría de la democracia vigente.De este modo, se evitan problemas asociadoscon elementos tales como la concurrencia delos votantes a las urnas o la desproporciona-lidad electoral, que reflejan tanto las accio-nes estatales como las de los ciudadanos. Ellopermite garantizar que el índice pueda serinterpretado claramente como una medidadel grado en que el Estado garantiza los de-rechos de la ciudadanía referidos al régimenpolítico, de modo diferenciado de la acciónde los ciudadanos. De la misma manera, seevitan problemas relacionados con medidasde significación poco claras respecto del gra-do de democracia de un régimen, tales como

la diferencia entre reglamentaciones electo-rales proporcionales y mayoritarias, o entresistemas presidencialistas o parlamentaristas.Estos aspectos no carecen ciertamente de im-portancia, pero no están tan claramente co-nectados con el grado de democracia de unrégimen como los cuatro elegidos.

En tercer lugar, estos elementos posibili-tan contar con datos válidos y confiables delúltimo año calendario. En este sentido, se hapuesto énfasis en la medición de componen-tes estrictamente observables, evitando eluso de encuestas sobre percepciones. Así, al-gunos componentes que podrían haber sidoincluidos fueron dejados de lado por razones“prácticas”.

Por último, se analizó un conjunto defactores que podrían haber sido incluidos yno lo fueron, en gran parte debido a la difi-cultad de desarrollar mediciones apropiadasy a tiempo para este primer informe. Ello in-cluye factores asociados al ejercicio del dere-

213Nota técnica sobre el Índice de Democracia Electoral

� Nota técnica sobre el Índice de Democracia Electoral

0,0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

0,6

0,7

0,8

0,9

1,0

2002

2001

2000

1999

1998

1997

1996

1995

1994

1993

1992

1991

1990

198

5

1977América Latina

México

Países andinos

Centroamérica + Rep. Dominicana

Mercosur + Chile

Nota: El gráfico se basa en datos presentados en el Compendio Estadístico del Informe.

figura 1

Índice de democracia electoral (IDE), 1977, 1985, 1990-2002

Page 34: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

cho al voto, tales como el proceso de obten-ción de documentos de identidad, la inscrip-ción o registro para votar y la votación mis-ma, y las condiciones para la competencialibre, afectada por factores tales como el fi-nanciamiento de partidos y campañas, el usode recursos públicos, el acceso a los mediosde comunicación y la libertad de prensa.Otras cuestiones importantes involucran a lasprácticas electorales en el nivel subnacional ya la estabilidad del régimen. Se deja como te-ma para futuras discusiones, la convenienciade la construcción de nuevos índices.

La medición de los componentesEl segundo paso en la construcción del

IDE –la medición de sus cuatro componen-tes– requirió tomar dos decisiones clave. Laprimera tiene que ver con las reglas del pro-ceso de codificación y la segunda, con elproceso de codificación en sí.

En cuanto a las reglas del proceso de co-dificación, las escalas –tres ordinales de cin-co puntos y una ordinal de tres puntos– seconstruyeron determinando primero lospuntos finales teóricamente significativos, yluego identificando distintos valores de esca-la lo más alejados conceptualmente comofuera posible, comenzando con el punto me-dio. Los valores de la escala fueron elegidospara reflejar distinciones relevantes de la bi-bliografía, evitando pequeñas variacionesentre casos, aunque fueran verificables. Enlos casos que no correspondían con preci-sión a ninguno de los puntos de las escalasordinales, se introdujo el uso de signos másy menos como modo de registrar valores in-termedios. Las escalas se construyeron tam-bién de manera que cada punto se corres-pondiera con situaciones y acontecimientosrelativamente concretos, y que las decisionesde su codificación pudieran ser tomadas es-trictamente sobre la base de observables. Nose han incluido en el índice datos basados enencuestas sobre percepciones.

Más aún, como una forma de asegurar lareplicabilidad del ejercicio de codificación, yfrente a posibles arbitrariedades, se subrayóla importancia de documentar las bases de lasdecisiones de codificación a través de la refe-rencia a fuentes de información disponiblespúblicamente. No se han requerido puntajes

para cada caso en cada año. Antes bien, sólofueron requeridos los puntajes para tres delos componentes –sufragio, elecciones lim-pias y elecciones libres– para los años en losque se celebraron elecciones. Las condicionespara las elecciones están afectadas por acon-tecimientos y decisiones tomadas entre laselecciones, y la codificación ha tomado infor-mación entre los períodos electivos. Pero lasignificación de estos acontecimientos y de-cisiones para el proceso por el cual los acto-res obtienen el acceso a los cargos guberna-mentales, que es el interés central del ejerciciode medición, se cristaliza en el acontecimien-to electoral en sí mismo. Así, aunque los pun-tajes fueron asignados a algunos componen-tes sólo durante los años de elecciones, estospuntajes han sido entendidos como síntesisde procesos más amplios.

El segundo conjunto de decisiones se re-fiere al proceso de codificación en sí. En estesentido, se han utilizado dos procedimientoscomplementarios para codificar los casos. Uncodificador particular realizó una codifica-ción basándose en una investigación extensay en consultas con numerosos expertos, a lolargo de un período de muchos meses. Lospuntajes asignados fueron presentados y dis-cutidos en profundidad en varios encuentros,incluido uno con un grupo de participantesinvitados que trabajaban en diversos contex-tos (política, academia, organizaciones inter-nacionales), provenientes de diferentes paísesde las Américas (Argentina, Brasil, Canadá,Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Méxicoy Uruguay). Estas discusiones condujeron ala identificación de desacuerdos que llevarona sucesivas investigaciones y más discusionesgrupales. Finalmente, luego de este procesoiterativo, emergió un alto grado de consensoen lo que respecta a la codificación de las cua-tro dimensiones del IDE.

La generación de una base de datos rectangular con escalas normalizadas

El tercer paso en la construcción del IDEfue la transformación de los puntajes en lasescalas de los componentes en una base dedatos rectangular, es decir, una base de da-tos que incluye puntajes numéricos para to-dos los casos en todas las variables y todos losaños, con escalas normalizadas.

214 La democracia en América Latina

Page 35: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Este paso implicó una serie de procedi-mientos. Primero, se enfrentaron aspectosbastante mecánicos. Los signos más y menosfueron convertidos en números, agregando ysustrayendo 0,33 del puntaje base (por ejem-plo, un 3+ fue convertido en un 3,33). Losguiones (-) utilizados para indicar que laasignación de un puntaje no era aplicable, de-bido a que el gobierno no provenía de unaelección, se convirtieron en ceros (0). Ade-más, los puntajes de dos de los componentesa los que se les asignaron puntajes sólo paralos años en los que se celebró una elección–sufragio y elecciones libres– fueron extendi-dos a los años intermedios, simplemente tras-ladando el puntaje de un año dado a los añossubsiguientes, hasta que se asignara un nue-vo puntaje (ya sea porque se hubiera celebra-do una elección luego de un período en elque existía un gobierno no electo, o porquese celebrara una nueva elección, o porque elproceso electoral se hubiera interrumpido).La justificación para este procedimiento esque la forma en la que un gobierno se origi-na continúa siendo una característica queafecta su naturaleza más allá del momento desu instalación.

En el caso de las elecciones limpias, se si-guió un proceso ligeramente más complejo.En la codificación de este ítem se utilizó unaescala de tres puntos para facilitar la inter-pretación. Sin embargo, el 1 de esta escala norepresenta en realidad un punto medio; esmucho más cercano al 2. Así, cada 1 fue con-vertido en un 3 y cada 2 en un 4. Además, de-bido a que este elemento distingue los valo-res asignados a las elecciones presidencialesy parlamentarias, los puntajes no han sidosimplemente trasladados de elección a elec-ción. Los puntajes son un promedio de lospuntajes de las elecciones presidenciales yparlamentarias.

Un segundo aspecto considerado fue laasignación de un solo puntaje por país y poraño. Esta práctica habitual obedece a razo-nes de parsimonia, y está bien justificada.Después de todo, el objetivo de generar uníndice es ofrecer una síntesis de la situaciónde un país. Pero ello implica varios proble-mas, debido a que la situación de un paíscambia en el curso de un año, y se utiliza unsolo puntaje para caracterizar todo el perío-

do anual. En algunos casos la solución es re-lativamente simple, cuando un aconteci-miento clave –como la celebración de unaelección– tenía lugar hacia fines de un año,el cambio de estatus debido a ese aconteci-miento fue registrado en el año siguiente.Por ejemplo, cuando en 1985 se celebraronen Guatemala las elecciones que terminaroncon un período de gobiernos dominadospor los militares, esas elecciones tuvieronlugar a fines de año, y el cambio de gobier-no se realizó en enero de 1986. Por tanto,aún cuando los puntajes para los elementoscomponentes fueron registrados en 1985, alcomputar el IDE esos puntajes fueron in-gresados en 1986. Cuando los aconteci-mientos sucedieron en la primera mitad delaño, fueron computados para tal año. Porejemplo, las elecciones de 1994 en El Salva-dor se celebraron en marzo, y el cambio degobierno en junio, por lo tanto el cambiofue registrado en 1994.

En otros casos la solución fue más com-plicada, ya que cuando un acontecimientoocurrió en la segunda mitad del año fue re-gistrado en ese año. Éste es el caso, por ejem-plo, de las elecciones fraudulentas celebradasen mayo en la República Dominicana, y lanueva presidencia que asumió en agosto.También fueron problemáticos los casos enlos que ocurrió más de un acontecimientocrítico en el mismo año. Por ejemplo, en elaño 2000 Perú celebró dos elecciones fuerte-mente cuestionadas, en abril y mayo, que lle-varon en julio a la asunción de Fujimori a lapresidencia y luego a su renuncia en noviem-bre. En este caso, las elecciones problemáti-cas fueron registradas en el año 2000 y la rec-tificación de la situación en el año 2001.

En tercer lugar, se normalizaron las esca-las de los componentes, es decir, fueron tras-ladadas a una métrica común, a través deuna normalización lineal simple del interva-lo unidad:

valor normalizado = valor de escala original / máximo valor posible en escala original

Prácticamente cualquier opción que sehubiera tomado habría sido algo arbitraria,dado que no existen unidades de medida pa-ra la libertad electoral ampliamente acepta-

215Nota técnica sobre el Índice de Democracia Electoral

Page 36: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

das y comparables a unidades como kilogra-mos o dólares. Sin embargo, la elección delprocedimiento de normalización tal comofue aplicado a las escalas ordinales de cincopuntos –con la modificación introducida enel elemento elecciones limpias, al transfor-mar los puntajes de las escalas componentesen una base de datos rectangular, todas lasescalas utilizadas para medir los cuatro com-ponentes son escalas ordinales de cinco pun-tos– es transparente y justificable.

Por un lado, todas las escalas tienen pun-tos finales con significación teórica, y puedesuponerse que caen en el intervalo unidad,en el que 0 indica ausencia total de la pro-piedad y 1 indica presencia total de la pro-piedad. El valor inferior de la escala ordinalcorresponde a la negación de la propiedaden cuestión, mientras que el valor superiorcorresponde a su presencia completa. Un ca-so con valor de sufragio 0 no presenta sufra-gio en absoluto, mientras que un caso convalor de sufragio 1 luego de la normalizacióntiene sufragio adulto completo, el estándarteóricamente establecido. Así, el problema dela distancia se refiere únicamente a los pun-tos comprendidos entre el punto inicial y elpunto final.

Por otro lado, la mayor parte de las esca-las fueron construidas de modo que cadapunto de la escala fuera interpretable teóri-camente y que los distintos valores de la es-cala estuvieran lo más alejados conceptual-mente entre sí como fuera posible. Losvalores de la escala fueron elegidos para re-flejar distinciones identificadas como rele-vantes en la bibliografía, evitando variacio-nes menores entre los casos verificables. Porlo tanto, la probabilidad de introducción deun error importante es relativamente peque-ña. Aunque podrían utilizarse otros métodospsicométricos más sofisticados, éstos sonmás complicados, menos accesibles, fuerte-mente dependientes de los datos, y frecuen-temente no funcionan mucho mejor que es-te procedimiento simple.

La elección de reglas de agregaciónEl cuarto paso para la construcción del

IDE –la elección de reglas de agregación pa-ra formalizar la relación entre los elementoscomponentes del índice– fue resuelto a tra-

vés del uso de una regla de agregación sim-ple. La idea central utilizada para ello es laopinión bien establecida de que los cuatroelementos componentes del IDE son partesque constituyen un sistema en virtud de laforma en que están combinadas, y más aún,que estos cuatro componentes son tan fun-damentales para la caracterización global deun régimen que su ausencia lo tornaría di-rectamente no-democrático. Por ejemplo,como han argumentado largamente los teó-ricos sobre la democracia, el hecho de que lossistemas de tipo soviético tuvieran eleccionescon sufragio completo carece de significa-ción desde la perspectiva de la democracia,debido a que el electorado no tenía opciónentre candidatos alternativos y debido a queesas elecciones no llevaron al acceso a cargosque ejerciesen efectivamente poder estatal.

Por lo tanto, los cuatro elementos com-ponentes del IDE son postulados comocondiciones individualmente necesarias, in-sustituibles y de igual peso. Esta concepciónqueda formalizada calculando el productodel valor de cada uno de los elementoscomponentes. En términos formales, el IDEse calcula siguiendo la siguiente ecuación:

Índice de Democracia Electoral = Sufragio x Elecciones Limpias x Elecciones Libres x

Cargos Públicos Electos

Esta ecuación recoge una idea clave de lateoría sobre la democracia: cuando un ele-mento componente se encuentra por com-pleto ausente, el régimen debe ser considera-do como no-democrático. En la práctica, estaoperación asegura que un valor cero en cual-quiera de los cuatro elementos componenteslleva a clasificar el caso como no-democracia.

Éste es un estándar “duro”, que puede servisto como menos “perdonador”que otras re-glas de agregación. La concepción de que loselementos componentes del IDE son condi-ciones individualmente necesarias es alta-mente exigente, por ello ha sido utilizada con-juntamente con un criterio conservador en laasignación de ceros a los elementos compo-nentes. Esto es así tanto para las escalas cons-truidas de modo tal que un cero sea utilizadosólo en casos extremos, en los cuales se en-cuentra totalmente ausente una propiedad

216 La democracia en América Latina

Page 37: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

ampliamente considerada como vital para laexistencia de la democracia, como en el senti-do de que la evidencia necesaria para asignarun cero debe ser convincente. Por lo tanto, só-lo cuando las normas democráticas han sidoindiscutiblemente dejadas de lado el IDE ca-lificará a un país como no-democrático.

Probando el IDE

Confiabilidad entre codificadores y estimación de error

Por razones de tiempo no se realizó unaprueba formal de confiabilidad entre codifi-cadores. Sin embargo, para saber si otros co-dificadores podrían haber tenido asignaciónde valores diferentes de los elementos com-ponentes del IDE, se llevó a cabo un análisisde sensibilidad. Este análisis se basa en per-turbaciones a las codificaciones asignadas, deacuerdo con un diseño experimental y el exa-men del índice global “replicado” resultante.Así, utiliza las matemáticas para crear codifi-cadores “virtuales” sesgados de diversos mo-dos; por ejemplo, sesgados en una valoracióninferior de uno o más componentes.

Los resultados de esta prueba mostraronque el IDE es bastante estable –las correlacio-nes de rango con todas las otras “réplicas”fueron 0,99 o mayores– y los cambios en lamedia y la dispersión fueron bastante prede-cibles, mostrando un sesgo negativo o positi-vo esperado según el diseño experimental. Es-ta prueba también proporcionó algunosmárgenes de error básicos del IDE sobre la ba-se de las “réplicas”. Para valores del índice en-tre 0,25 y 0,75, un ancho de banda generosoes aproximadamente de ±0,07, y un ancho debanda razonablemente conservador es de±0,1. De acuerdo con el estándar más conser-vador posible, los valores del IDE están den-tro de ±0,2. Este ancho es razonablementeconstante a lo largo del intervalo citado, perolos límites precisos dependen del valor del ín-dice y en general son más estrechos cerca delos puntos finales. Se realizó un control mate-mático utilizando la inversión de la conociday muy conservadora prueba de Kolmogorov-Smirnov para la función de distribución –ba-sada en matemáticas completamente diferen-tes– y se obtuvieron resultados similares.

La solidez de las reglas de agregaciónSe realizó una prueba de comparación de

cuatro reglas posibles de agregación paracombinar los elementos componentes delIDE: el producto de los cuatro componentesutilizados en el IDE, el valor mínimo de loscuatro componentes de la escala, la mediageométrica de los cuatro componentes y lamedia aritmética de los cuatro componentes.Los resultados mostraron que, sin importarqué regla se utilizaba, las correlaciones de ran-go son siempre muy altas, lo que indica que sepreserva el ordenamiento general de los casos.Pero existen diferencias entre los índices, sien-do por un lado la media aritmética y la geo-métrica similares entre sí, y por otro lado,también similares entre sí el valor mínimo yel IDE. La diferencia más importante se en-cuentra entre las medias y las desviaciones es-tándar (DE). Las medias geométrica y aritmé-tica son de 0,92 y 0,91, respectivamente, y DEde 0,20 y 0,21 respectivamente. En cambio, elvalor mínimo y el IDE tienen medias de 0,84y 0,82 respectivamente, y DE de 0,26 y 0,28respectivamente. Esto sugiere que aplicandoestas últimas reglas es mejor la dispersión delos casos para evitar el conglomerado de ca-sos que hace difícil interpretar sus diferen-cias con claridad.

El carácter dimensional de los elementoscomponentes

La prueba de escalabilidad de los cuatroelementos componentes del IDE dio comoresultado un alfa de Cronbach de 0,92; loque sugiere que el IDE es una medida de unfenómeno unidimensional. Sin embargo,cuando se realizó una prueba en dos perío-dos (1960-1985 y 1990-2002), los alfas deCronbach resultantes fueron de 0,95 y 0,23respectivamente. Esto indica que, mientrasque en el primer período los componentesfueron unidimensionales, esto ya no resultaválido en el período posterior a 1990. Este re-sultado es consistente con la teoría utilizadaal seleccionar las reglas de agregación para elIDE. En efecto, es importante notar que losmodelos de medición aditivos estándar des-cansan en la presunción de que la agregaciónopera en múltiples mediciones paralelas. Encontraste, dado que los componentes delIDE son, por teoría, considerados insustitui-

217Nota técnica sobre el Índice de Democracia Electoral

Page 38: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

bles, la decisión de agregarlos a un puntajeúnico no está invalidada por ninguna desvia-ción potencial de la unidimensionalidad. Deeste modo, la prueba de escalabilidad pro-porciona aún más validación de la elecciónde las reglas de agregación propuestas en vezde la muy habitual regla de adición.

Interpretando y usando el IDE

El IDE es una escala de 0,00-1,00; en lacual 0,00 indica un régimen no democráticoy cualquier número mayor a 0,00 un gradode democracia, siendo los puntajes más altosindicativos de un mayor grado de democra-cia. Para evitar confusiones, es importantenotar que el índice no debe ser interpretadocomo una evaluación de las acciones del go-bierno. Más bien es una medida del estadode un sistema, que se ve afectado por la ac-ción o inacción de un gobierno, así como porotros agentes estatales y actores sociales. Ade-más, se debe resaltar que el concepto que semide es el de democracia electoral. Este con-cepto no es tan estrecho como algunos loconsideran. Por lo tanto, aunque se focalizacompletamente en la celebración de eleccio-nes inclusivas, libres y limpias, abarca másque “simples elecciones”. No sólo se ven afec-tadas las condiciones para celebrar tales elec-ciones por lo que sucede entre las elecciones.Además, lleva a considerar lo que ocurre conlos mismos gobiernos entre las elecciones.

El IDE no es ciertamente una medidaamplia de la democracia. Es más bien unamedida de una concepción del régimen po-lítico democrático basada en los postuladosmás ampliamente compartidos en cuanto alos derechos políticos fundamentales. Esto esmuy significativo. Por un lado, implica quecualquier defecto detectado por el IDE debeser considerado como una restricción im-portante a los derechos políticos de los ciu-dadanos. Por otro lado, el hecho de que unpaís haya recibido un puntaje perfecto de1,00 no debe interpretarse en el sentido deque no pueda mejorar tanto las dimensionesno incluidas en el índice como los estánda-res más exigentes de los elementos compo-nentes del IDE.

El IDE puede ser utilizado para propósi-tos comparativos, tanto para comparar unpaís consigo mismo o con otros países. De es-tas dos formas, la comparación de un paísconsigo mismo en diferentes momentos es engeneral la más simple para interpretar. Des-pués de todo, un país bien puede haber intro-ducido mejoras notables y sin embargo que-dar en inferioridad frente a otros países, siestos han hecho avances mayores. Sin embar-go, es importante notar que cualquier com-paración debe basarse en diferencias conside-rables y no menores. La razón de ello es queel IDE, como cualquier índice, tiene un cier-to grado de error de medición y dentro de loslímites de ese error se desaconseja realizarcualquier afirmación contundente sobre di-ferencias. De hecho, como fue estimado a tra-vés del análisis de sensibilidad, para los valo-res de IDE entre 0,25 y 0,75; un ancho debanda de error generoso es aproximadamen-te de ±0,07. Así, cualquier par de casos quedifieran en menos de este valor –por ejemplo,un país con un IDE de 0,85 y otro con uno de0,92– están demasiado cerca como para po-der distinguirlos con validez. Por tanto, esmetodológicamente injustificable ofrecer unránking demasiado preciso de países, comoes habitual en el contexto de otros índices,que simplemente transforman los puntajesdel IDE en un ránking sin tomar en conside-ración los grados de incertidumbre asociadoscon los mismos. La identificación de casos dereferencia que sean representaciones prototí-picas de los rasgos asociados con una gamade puntajes puede ayudar a brindar mayorconcreción al significado de cada número.

El IDE puede ser utilizado también comoseñal, en el sentido de que los puntajes especí-ficos de cada país invitan al lector a volver a loscuadros de los elementos componentes paraidentificar precisamente qué aspecto o aspec-tos dan cuenta de ese puntaje. De este modo,el IDE puede ser usado como una herramien-ta analítica valiosa, en cuanto ofrece un pun-taje resumido que permite a quienes lo usenidentificar el carácter distintivo del régimenpolítico de cada país, en términos de sus ele-mentos componentes pero también en térmi-nos de la relación entre las partes constitutivasdel régimen y su contribución al conjunto.

218 La democracia en América Latina

Page 39: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

El IAD y las orientaciones hacia la democracia

El Índice de Apoyo a la Democracia (IAD)es una medida-resumen para estudiar el res-paldo ciudadano a la democracia. Combinalos indicadores de tamaño, activismo políticoy distancia de las orientaciones hacia la demo-cracia. Esta sección se inicia con una descrip-ción del procedimiento y las pruebas aplica-das para determinar estas orientaciones.

Las orientaciones hacia la democraciason posiciones de apoyo o rechazo a la de-mocracia, identificadas a partir de un con-junto de actitudes acerca de la preferenciapor la democracia y la aceptación de las nor-mas en las que ésta se basa. Este conceptosurge de una adaptación de la teoría de JuanLinz sobre la quiebra de las democracias(Linz, 1978).1 Linz plantea que, en relacióncon la permanencia o sustitución de un ré-gimen democrático, pueden encontrarse enla ciudadanía tres alineamientos: las fuerzaspolíticas que son leales al sistema; las des-leales, que procuran derribarlo, y las semi-leales, que tienen actitudes ambivalentes ycontradictorias. Además, estipula las condi-ciones propicias para el quiebre de la demo-cracia; afirma que una crisis de régimen de-rriba a una democracia cuando los deslealesson capaces de atraer hacia sus posiciones alos semileales. Las orientaciones hacia la de-mocracia conservan el significado de los ali-neamientos de Linz (leal, semileal y desleal).Sin embargo, para facilitar la comprensióndel análisis a los lectores no especializados serebautizaron las orientaciones de la siguien-te manera: a los leales se los denominó “de-mócratas”; a los semileales,“ambivalentes”, ya los desleales, “no demócratas”.

El análisis de las orientaciones procuraresponder los siguientes interrogantes: ¿exis-te entre los ciudadanos latinoamericanos unacorriente de opinión contraria a la democra-cia que puede constituirse en la base de apo-yo social de una fuerza política “desleal”?, ¿quétan extendida está esa corriente de opiniónvis-à-vis aquella que apoya a la democracia?,¿quiénes son las personas más activas en lavida política de un país: los opositores al sis-tema o los que lo apoyan?, ¿cuán amplio es elsegmento con actitudes ambivalentes?; desdeel punto de vista de sus actitudes, ¿están losambivalentes más cerca de los opositores alsistema?; ¿cómo varía el tamaño de la base so-cial de estas corrientes de opinión?

El concepto de orientaciones hacia la de-mocracia no es, sin embargo, idéntico al delos alineamientos políticos de Linz. En pri-mer lugar, Linz estudia situaciones históricaspara extraer de ahí una teoría comparativa.Las orientaciones son una herramienta paraaproximarse al tema de la vulnerabilidad dela democracia ante la eventualidad de unacrisis de régimen, estudiando el apoyo ciu-dadano a ella. En segundo lugar, las orienta-ciones identifican los patrones de actitud delas y los ciudadanos, pero no posibilitan unaobservación directa del comportamiento deestos actores.

El punto de partida para la identificaciónde las orientaciones hacia la democracia fuela revisión del cuestionario de Latinobaró-metro 2002. Se aplicaron sucesivos análisisfactoriales a un amplio conjunto de pregun-tas que, en principio, miden actitudes sobrela democracia, el desarrollo, los valores y laconfianza interpersonal. El propósito fueidentificar las preguntas directamente rela-cionadas con el tema de las actitudes de apo-

219Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia

� Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia (IAD)

1 Para una explicación en profundidad sobre esta cuestión consultar el documento “Nota conceptual y plantea-

miento analítico sobre las orientaciones hacia la democracia de las y los ciudadanos en América Latina”, el que po-

drá ser solicitado al Proyecto.

Page 40: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

yo a la democracia.2 Este proceso permitióseleccionar once preguntas (cuadro 1).

En todos los análisis, las preguntas se-leccionadas se agruparon consistentemen-te en tres factores (cuadro 2). El factor 1forma la dimensión de actitudes delegati-vas. Explica un 23,5 por ciento de varian-

cia. El factor 2 compone la dimensión deapoyo a la democracia como sistema de go-bierno (16,5 por ciento de la variancia), yel factor 3 se ubica en una dimensión deapoyo a instituciones de la democracia re-presentativa (13,8 por ciento de la varian-cia). La variancia explicada acumulada fue

220La democracia en América Latina

once preguntas empleadas para identificar las orientaciones hacia la democracia

Pregunta p32st: ¿Con cuál de las siguientes frases está usted más de acuerdo? “La democracia espreferible a cualquier otra forma de gobierno”, “En algunas circunstancias, ungobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”, “A la gente comouno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático”.

Pregunta p35st: Si usted tuviera que elegir entre la democracia y el desarrollo económico, ¿quédiría usted que es más importante?

Pregunta p37no2: ¿Usted cree que la democracia es indispensable como sistema de gobierno paraque este país pueda ser un país desarrollado?, o ¿usted cree que no esindispensable; es posible llegar a ser un país desarrollado con otro sistema degobierno que no sea la democracia?

Pregunta p38stb: ¿Está muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo o muy en desacuerdo con lasiguiente afirmación? “No me importaría que un gobierno no democrático llegaraal poder, si pudiera resolver los problemas económicos?”.

Pregunta p39st: Hay gente que dice que sin Congreso Nacional no puede haber democracia,mientras que hay gente que dice que la democracia puede funcionar sin CongresoNacional. ¿Cuál frase está más cerca de su manera de pensar?

Pregunta p40st: Hay gente que dice que sin partidos políticos no puede haber democracia,mientras que hay otra gente que dice que la democracia puede funcionar sinpartidos. ¿Cuál frase está más cerca de su manera de pensar?

Pregunta p41st: Algunas personas dicen que la democracia permite que se solucionen losproblemas que tenemos en el país. Otras personas dicen que la democracia nosoluciona los problemas. ¿Cuál frase está más cerca de su manera de pensar?

Pregunta p28ua: Si el país tiene serias dificultades, ¿está muy de acuerdo, de acuerdo, endesacuerdo o muy en desacuerdo con que el presidente… “no se limite a lo quedicen las leyes”?

Pregunta p28ub: Si el país tiene serias dificultades, ¿está muy de acuerdo, de acuerdo, endesacuerdo o muy en desacuerdo con que el presidente… “ponga orden por lafuerza”?

Pregunta p28uc: Si el país tiene serias dificultades, ¿está muy de acuerdo, de acuerdo, endesacuerdo o muy en desacuerdo con que el presidente… “controle los medios decomunicación”?

Pregunta p28ud: Si el país tiene serias dificultades, ¿está muy de acuerdo, de acuerdo, endesacuerdo o muy en desacuerdo con que el presidente… “deje de lado alCongreso y los partidos”?

Fuente: Latinobarómetro 2002.

cuadro 1

2 El coeficiente de Kaiser-Meyer-Olkin de adecuación de la muestra para estas once variables fue de 0,77; y se lo

considera apropiado para proceder a utilizarlo en un análisis factorial.

Page 41: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

de 53,8 por ciento.3 Las pruebas de confiabi-lidad mostraron que no era conveniente usaríndices sumativos derivados de las dimensio-nes generadas por el análisis factorial, por loque se trabajó de manera independiente concada una de las variables.

La técnica seleccionada para determinar,con base en estas preguntas, la ubicación delos entrevistados y entrevistadas en una uotra orientación hacia la democracia, fue elanálisis de conglomerados o clusters. Ésta esuna herramienta exploratoria que se utilizacon el fin de resolver problemas de clasifi-cación, pues contribuye a revelar asociacio-nes y estructuras presentes en los datos queno son observables previamente. Su objeti-vo es asignar los casos a grupos, denomina-dos clusters, de manera que los miembros deun mismo grupo sean similares entre sí encuanto a las características seleccionadas,

mientras que los miembros de diferentesgrupos sean relativamente diferentes.

El análisis de conglomerados puede reali-zarse de diversas maneras, dependiendo de lamedida de similaridad y el método empleado.En este caso, debido a la magnitud de la base dedatos con que se cuenta, se trabajó calculandola distancia euclidiana como medida de simila-ridad y utilizando luego el método de particiónde k-medias. Este procedimiento requiere queel investigador determine a priori el número(k) de conglomerados que desea obtener4 teo-ría de Linz permitió definir k=3). En general,es deseable fundamentar el número de conglo-merados en una teoría existente, pues ello per-mite describir cada uno de ellos y, sobre todo,contar con elementos de juicio para entendersus implicaciones.

El método seleccionado de k-medias estáorientado a la clasificación de variables cuan-

221Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia

cargas factoriales para once preguntas de interés en la determinación de las orientaciones hacia la democracia

Dimensión Pregunta Factor 1 Factor 2 Factor 3

Actitudes delegativas Presidente más allá de leyes 0,74Presidente ponga orden por la fuerza 0,81Presidente controle medios 0,80Presidente deje de lado partidos y Congreso 0,77

Apoyo a la democracia como sistema de gobierno Preferencia por democracia 0,67

Democracia o desarrollo 0,58Democracia indispensable para desarrollo 0,69No importa gobierno autoritario si soluciona problemas 0,48Democracia soluciona problemas 0,57

Apoyo a las instituciones representativas Democracia sin congreso 0,84

Democracia sin partidos 0,85

Variancia explicada 23,50 16,50 13,80

Nota: Se incluyen sólo cargas factoriales mayores a 0,450.

Fuente: Elaboración propia con base en Latinobarómetro 2002.

cuadro 2

3 La agrupación de las once variables de interés en los tres factores indicados cumple con el método Kaiser-Guttman

(eigenvalues mayores a uno), si bien la variancia explicada por ellos no es particularmente alta. Se consignan los

porcentajes obtenidos en el factorial aplicado con las variables de interés, sin incluir el resto de las variables ini-

cialmente consideradas.

4 El algoritmo de análisis de clusters encontrará grupos una vez que se hayan definido las variables que entrarán

en juego y se haya establecido la instrucción del número de clusters que se desea obtener. Es importante, entonces,

contar con un modelo que respalde la identificación de esos grupos y luego validar sus resultados teórica y empí-

ricamente, de acuerdo con las características de los individuos asignados a cada uno de ellos.

Page 42: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

titativas. Las once preguntas utilizadas en ladeterminación de las orientaciones hacia la de-mocracia tienen una escala de medición queno llega a alcanzar el nivel de intervalo. Noobstante, todas ellas evidencian una clara di-reccionalidad relacionada con la actitud haciala democracia de las personas entrevistadas.Por ello se juzgó apropiado emplear este mé-todo. Con este fin, las variables fueron recodi-ficadas para darles a sus escalas de mediciónun mismo rango y dirección. Posteriormente,las respuestas recodificadas se aplicaron en elanálisis de conglomerados.5

Las pruebas de estabilidad y confiabilidadde los clusters arrojaron resultados satisfac-torios. Por una parte, diferentes órdenes dela base de datos arrojaron variaciones muypequeñas en los centroides de las once varia-bles: 50 por ciento tenían desviaciones están-dar menores a 0,03. Por otra parte, para ase-gurar que los resultados fueran confiables, se

calculó el promedio de 42 resultados, con elfin de utilizar esta información como los“centroides” iniciales que se le proporcionanal algoritmo del análisis de conglomerados.6

Además, se diseñó una metodología para res-catar los casos con una o dos respuestas fal-tantes, lo que permitió elevar de 12.020 a14.308 los casos habilitados para el estudio(74,9 por ciento de la muestra total).

El cluster 1 es consistentemente positivoen sus valores estandarizados, por lo quepuede decirse que los individuos ubicadosen este grupo tienen una orientación demó-crata. El cluster 2 puede calificarse como depersonas ambivalentes, pues tiende a pre-sentar valores positivos en las dimensionesde apoyo a la democracia y de apoyo a lasinstituciones de la democracia representa-tiva, pero valores negativos en la dimensiónde actitudes delegativas. Por último, el clus-ter 3 presenta centroides negativos en diez

222La democracia en América Latina

centroides obtenidos para cada una de las variables relacionadas con la democracia, por cluster identificado

Centroides Centroides sin

Dimensión Pregunta estandarizados estandarizar

Actitudes delegativas Presidente más allá de leyes 0,511 -0,707 -0,004 3,11 1,99 2,64Presidente ponga orden por la fuerza 0,609 -0,816 -0,010 3,27 1,94 2,69Presidente controle medios 0,582 -0,812 0,037 3,27 2,00 2,77Presidente deje de lado partidos y Congreso 0,612 -0,755 -0,107 3,27 1,98 2,59

Apoyo a la democracia Preferencia por democracia 0,464 0,080 -0,772 3,71 3,26 2,27como sistema de gobierno Democracia o desarrollo 0,345 -0,017 -0,438 2,48 2,02 1,48

Democracia indispensable para desarrollo 0,455 0,383 -1,090 3,82 3,73 1,80No importa gobierno autoritario si soluciona

problemas 0,514 -0,268 -0,416 2,90 2,15 2,01Democracia soluciona problemas 0,274 0,326 -0,691 3,06 3,14 1,62

Apoyo a instituciones Democracia sin congreso 0,379 0,006 -0,595 3,38 2,83 1,95representativas Democracia sin partidos 0,372 0,029 -0,572 3,32 2,82 1,93

Nota: En todas las variables el rango de la escala es de 1 (actitud más contraria a la democracia) y 4 (actitud más favorable a la democracia). Las preguntas de

la dimensión de apoyo a instituciones representativas son binarias y esto les resta poder de discriminación.

Fuente: Elaboración propia con base en Latinobarómetro 2002.

cuadro 3

Cluster 1Positivo

Cluster 2Centra

Cluster 3Negativo

Cluster 1Positivo

Cluster 2Central

Cluster 3 Negativo

5 Zhexue Huang (1997) indica que “el procedimiento habitual de convertir datos categóricos en valores numéri-

cos no necesariamente produce resultados interpretables en aquellos casos en que los dominios categóricos no es-

tán ordenados”. Sin embargo, tal como se ha mencionado, en este caso los datos sí tienen una direccionalidad y,

como se verá posteriormente, los resultados son relevantes.

6 Es importante indicar que, una vez introducidos los centroides iniciales, el resultado del análisis de clusters no

varía ante diferentes órdenes de la base de datos.

Page 43: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

de las variables, siendo el único valor posi-tivo muy cercano a cero, por lo que se pue-de afirmar que las y los ciudadanos clasifi-cados en este grupo tienen una orientaciónno demócrata (cuadro 3).

Con el propósito de verificar la impor-tancia de las diferencias de las medias de losconglomerados en las variables empleadaspara definirlos, se usó un análisis de varian-cia por cluster. Se efectuó un estudio post hoccon la prueba de Scheffé al 5 por ciento designificancia.7 El resultado fue que las dife-rencias son significativas para las once varia-bles en los tres conglomerados. Es decir, to-das las preguntas incluidas en el análisis sonútiles para diferenciar los tres grupos.

Se validó la agrupación del análisis deconglomerados por medio del análisis dis-criminante. Con este fin se tomó una mues-tra aleatoria de aproximadamente el 30 porciento de los datos, a la que se le proporcio-nó información de los grupos de pertenen-cia de los casos de acuerdo con lo obtenidoen los clusters. Con base en ello se obtuvie-ron las funciones discriminantes, las cualesfueron aplicadas al restante 70 por ciento delos casos para determinar en cuáles gruposse ubicarían. En el 30 por ciento de la mues-tra utilizada, el 93,4 por ciento de los datosse ubicó correctamente en el grupo asignadopor el análisis de conglomerados con base enlas funciones discriminantes generadas. Enel 70 por ciento de los datos empleados paravalidación se obtuvo que un 92,6 por cientode los casos fue asignado correctamente, pa-ra una asignación certera de la muestra glo-bal del 92,9 por ciento. Puede decirse que di-

cho porcentaje es alto y determina la validezde la agrupación realizada por el análisis deconglomerados.8

Las tres dimensiones del IAD

El Índice de Apoyo a la Democracia(IAD) es una medida-resumen del apoyociudadano a la democracia. Se elabora a par-tir de la asignación de las personas a cadauno de los clusters que identifican las tresorientaciones hacia la democracia. Combinatres dimensiones que responden a las si-guientes cuestiones:

� ¿Cuál es el tamaño de las orientacioneshacia la democracia en la ciudadanía? La me-jor situación para una democracia es aquellaen la que la orientación demócrata agrupa ala mayoría de las y los ciudadanos.

� ¿Cuál es el grado de activismo político delas orientaciones? La mejor situación parauna democracia es aquella en la que la orien-tación demócrata es no sólo la de mayor ta-maño sino, además, la más activa.

� ¿Cuál es la distancia, o magnitud de lasdiferencias de opinión, entre las orientaciones?El punto crítico es determinar si, en térmi-nos generales, los ambivalentes están máscerca de la orientación demócrata o de la nodemócrata. La mejor situación es aquella enque la distancia entre los ambivalentes y losdemócratas es bastante más pequeña que laexistente entre los primeros y los no demó-cratas.

Los indicadores e índices de apoyo ciuda-dano son escalas de intervalo. No tienen ce-

223Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia

7 Cuando, al llevar a cabo un análisis de variancia, se rechaza la hipótesis nula, se acepta que al menos una de las

medias de los grupos es diferente. Para conocer la relación entre esas medias y determinar cuál o cuáles de ellas

son diferentes y cuáles iguales entre sí, se utilizan los procedimientos post hoc. Este tipo de técnica se emplea para

probar las diferencias entre los datos comparando todos los posibles pares de medias, con el fin de determinar

aquellas que son diferentes.

Existe una amplia variedad de pruebas post hoc. La planteada por Scheffé es útil para probar la significancia de to-

dos los posibles pares de medias y es la que se recomienda emplear cuando se comparan grupos con diferente nú-

mero de casos, como ocurre en el presente ejercicio (Steel y Torrie, 1996).

8 El total de casos usados por el análisis discriminante se reduce a 12.020 individuos que contestaron las once pre-

guntas de interés, por cuanto este análisis se realiza únicamente con aquellos casos que tienen toda la información.

No se esperarían grandes diferencias en la ubicación de aquellos datos “rescatados” por tener una o dos preguntas

con no respuesta, en virtud de que se comprobó que el perfil de estos individuos no difiere mucho de las personas

que sí tenían valores en las once variables de interés.

Page 44: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

ro absoluto; los valores expresan una mayoro menor cercanía con respecto a una situa-ción pero no expresan proporciones. Por serherramientas en proceso de depuración, nose tienen criterios para categorizarlas y crearescalas de intensidad.

Primera dimensión: tamaño de unaorientación

Por tamaño de una orientación hacia lademocracia se entiende la cantidad de perso-nas que pertenecen a un cluster. Para mediresta dimensión el IAD emplea el indicadorde proporción de demócratas con respecto alos no demócratas.9 Este indicador ilustrauna situación crítica: si, aun siendo minoría,la orientación demócrata es o no de mayortamaño que la no demócrata, sus adversarios“naturales”.10

(1) Proporción demócratas a no demócratas =Qd / Qnd

donde Qd = cantidad de personas con orien-tación demócrata; Qnd = cantidad de perso-nas con orientación no demócrata.

Cuando en un país o subregión los demó-cratas son más que los no demócratas –unacondición mínimamente deseable–, el indica-dor toma un valor superior a 1. La peor situa-ción se da cuando estos indicadores tienen unvalor inferior a 1 y cercano a 0. Existen, porotra parte, diversas situaciones de equilibriopolítico que arrojan valores cercanos a 1.

Segunda dimensión: activismo políticode las orientaciones

Por activismo de una orientación hacia lademocracia se entiende la proporción de susmiembros que participa activamente en la

vida política del país. Una orientación es másactiva cuanto mayor sea la proporción deciudadanos participativos que la componen.

En esta dimensión se aplicó un procedi-miento que comprende dos pasos. El prime-ro es la determinación del activismo políticode cada orientación. El IAD toma esta infor-mación de la variable “Modo de participa-ción ciudadana” (MPC). Esta variable distin-gue los distintos tipos de intervención de laspersonas en la vida social y política de unpaís y permite elaborar diversas clasificacio-nes según el interés del investigador.

(2) Activismo (OX) = (QmpcX)/QX

donde: QmpcX = cantidad de personas de laorientacion “X” que ejercitan la participaciónpolítica más allá del voto: modos de partici-pación ciudadana en donde hay estableci-miento de contactos con autoridades y parti-cipación en manifestaciones públicas; QX =cantidad de personas que sustentan la orien-tación “X”. X puede ser la orientación demó-crata, la ambivalente o la no demócrata.

El segundo paso es comparar el activis-mo de las orientaciones adversarias –de-mócrata y no demócrata– y conocer cuál deellas es la más activa. Este indicador, deno-minado “activismo democrático” (AC), es elque se toma para el IAD. Se obtiene al divi-dir el activismo de la orientación demócra-ta entre el activismo de la orientación no de-mócrata.

(3) AC = activismo D/activismo ND

donde: AC = activismo democrático, D = de-mócratas, ND = no demócratas.

224La democracia en América Latina

9 Hay otros dos indicadores de tamaño cuyos resultados se comentan en el Informe, pero que no fueron emplea-

dos para el IAD. El primero es el indicador de mayoría democrática. Este indicador expresa la proporción de de-

mócratas en relación con el resto (ambivalentes y no demócratas) y determina si los demócratas son una mayoría,

o no. El indicador es igual o mayor a 1 cuando la proporción de demócratas es igual o superior al 50 por ciento de

la ciudadanía. El segundo indicador es el tamaño relativo de la orientación demócrata con respecto a la ambiva-

lente. Cuando adopta valores mayores a 1, indica que los demócratas son más que los ambivalentes.

10 Esta idea se adoptó del análisis financiero, en donde existe un indicador denominado “prueba ácida”. Ésta de-

termina, en el corto plazo, la vulnerabilidad de una empresa, es decir, si ésta tiene capacidad para pagar sus deu-

das de corto plazo. Se define como la razón entre el activo circulante y el pasivo circulante.

Page 45: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Si la división arroja un valor mayor a 1,los demócratas son más activos que los nodemócratas, una situación favorable para lademocracia; si el valor es inferior a 1, los nodemócratas están más activos que los demó-cratas, una situación poco conveniente; si elresultado es 1, el activismo de estas orienta-ciones es el mismo.11

Tercera dimensión: distancia entre lasorientaciones

Por distancia se entiende la mayor o me-nor diferencia de opinión en las actitudes deapoyo o rechazo a la democracia, entre per-sonas que pertenecen a orientaciones distin-tas. En cada una de las variables que compo-nen una orientación, el indicador examina laafinidad promedio en las respuestas de losmiembros de dos orientaciones. A mayor afi-nidad, menor es la distancia, y viceversa.

El procedimiento para incorporar la di-mensión de distancia al IAD es similar al em-pleado para la dimensión del activismo. Pri-mero se calcula la distancia de los ambivalentesen relación con cada una de las orientacionesadversarias. Para calcular la distancia entre dosorientaciones se debe obtener, para cada unade las variables, el valor absoluto de las diferen-cias entre sus centroides (valores promedio es-tandarizados según el análisis de conglomera-dos) y luego sumar estos valores.

(4) Di(Ox/A)=Â|Cxvi–Cavi|

donde: Di=distancia, Ox=orientación de-mócrata o no demócrata, A=orientaciónambivalente. Cxi=centroide de la orienta-ción demócrata o no demócrata en la varia-ble i; Cavi=centroide de la orientación am-bivalente en la variable i.

Posteriormente, se comparan los resulta-dos de los demócratas y los no demócratas,mediante el indicador de distancia (ID). Esteindicador expresa la distancia promedio entrelas orientaciones no demócrata y ambivalente

como una proporción de la distancia entre lasorientaciones demócrata y ambivalente.

(5) IDD = Di(D/A)/Di(ND/A)

donde: IDD = Distancia de los demócratascomo proporción de la distancia de los no de-mócratas. Di(D/A)=distancia entre orienta-ciones demócrata y ambivalente; Di(ND/A) =distancia entre orientaciones no demócrata yambivalente.

Si la división arroja un valor mayor a 1, losambivalentes están más cercanos a las posicio-nes no demócratas; si el valor es inferior a 1,los ambivalentes están más cerca de los demó-cratas; si el resultado es 1, existe una equidis-tancia de los ambivalentes con respecto a lasorientaciones contrarias. Al contrario de losindicadores de tamaño y de activismo, en loscuales los mayores valores a favor de los de-mócratas apuntan a situaciones óptimas parala democracia, en materia de distancia lo ide-al es que los ambivalentes tengan una distan-cia pequeña con los demócratas (indica acti-tudes más afines).

La regla de agregación del IAD

El IAD combina el tamaño, el activismoy la distancia de las orientaciones. En el ín-dice todos los factores tienen igual peso. Secarece de una teoría que jerarquice estos ele-mentos o de investigaciones previas queofrezcan criterios para ponderar la impor-tancia de cada factor. Para no introducir su-puestos difícilmente justificables, se escogióla opción que, de manera más sencilla, ex-presa el planteamiento conceptual.

(6) IAD = Tamaño [AD] * (Activismo [AC] / Distancia [ID])

Si en un país la mayoría de los ciudada-nos es leal a la democracia, y éstos son más

225Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia

11 Existen otras dos situaciones que no se analizan: a) cuando el activismo es similar en todas las orientaciones

(distribución uniforme), y b) cuando el activismo de las orientaciones adversarias (demócratas y no demócratas)

es similar y muy superior al de los ambivalentes. Ambas son situaciones políticas potencialmente inestables para

una democracia, pues los demócratas no tienen una particular ventaja.

Page 46: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

participativos que el resto de las personas ytienen una pequeña distancia con respecto alos ambivalentes, puede concluirse que la de-mocracia goza de respaldo ciudadano. En es-tas situaciones el IAD arroja un valor bastan-te superior a 1. En cambio, si en un país lamayoría de los ciudadanos es no demócrata,los no demócratas son más participativosque el resto de las personas y tienen una pe-queña distancia con respecto a los ambiva-lentes, puede concluirse que el respaldo a lademocracia es frágil. En estas situaciones elíndice asume valores muy inferiores a 1 ycercanos a 0. La inferencia es que un sistemapolítico con estas características es más vul-nerable a una crisis que uno que cuente conun fuerte respaldo ciudadano. Pueden darsediferentes combinaciones de tamaño, activis-mo y distancia, que configuran situacionesintermedias de fortaleza y debilidad de la de-mocracia. En situaciones de equilibrio, el va-lor del IAD ronda 1.

La interpretación del IAD

Dada la fórmula empleada para calcular elIAD, los valores del índice pueden oscilar en-tre 0 y un número extremadamente alto (tien-de a infinito en un país donde casi todos losdemócratas sean participativos y los pocosambivalentes estén muy cerca de sus posicio-nes). A este punto del conocimiento sobre eltema, no se tienen suficientes elementos de jui-cio para estandarizar esta variación en un ran-go que varíe, por ejemplo, entre 0 y 1, ni paracategorizar los valores en una escala de inten-sidad. La estandarización requeriría aplicarprocedimientos relativamente sofisticados so-bre la base de supuestos adicionales. La crea-ción de una escala de intensidad, además, im-plicaría justificar los puntos de corte entre lascategorías que se definan, cosa posible de rea-lizar cuando se disponga de más observacio-nes que las que se tienen en la actualidad (me-dición de 18 países en un año).

No obstante, la observación del compor-tamiento del IAD ante algunas situaciones hi-

226La democracia en América Latina

12 Por ejemplo, un país donde la cantidad de demócratas sea apenas la mitad de los no demócratas (AD = 0,5),

los no demócratas estén políticamente más activos que los demócratas (AC = 0,5), pero donde los ambivalentes

se encuentran abrumadoramente más cerca de las posiciones demócratas que de las no demócratas (ID = 0,2), ob-

tendría un IAD = 12,5. Esta situación está lejos de ser favorable para la democracia, como el resultado del IAD pa-

rece sugerir. Quizá se trate de una situación poco probable, pero, ciertamente, una que puede ocurrir.

ejemplos de situaciones y valores que asume el IAD

Cuando el IAD asume valores superiores o cercanos a 5, las condiciones son muy favorables a la democracia. Es decir, losdemócratas tienden a ser mayoría, a ser más políticamente activos que sus adversarios y a tener a los ambivalentes mucho máscercanos a sus posiciones. La situación contraria sería cuando las condiciones tienden a ser desfavorables para la democracia: los no demócratas sonmayoría, están políticamente más activos y tienen a los ambivalentes mucho cerca de sus posiciones. Un valor de 0,15 del IADcorrespondería a esta situación. Cuando el IAD adopta valores superiores a 1 pero no muy lejanos a esta cifra, la situación tiende a ser favorable para lademocracia, pero más atenuadamente. En alguna dimensión o componente del índice, la situación es desfavorable para lademocracia, pero ello es más que compensado por resultados favorables en las otras dimensiones; o bien puede ser que en lastres dimensiones la situación sea favorable para la democracia, aunque por márgenes relativamente estrechos. Por ejemplo, unvalor de 1,43 del IAD resume una situación en la que los demócratas son los más numerosos (pero no la mayoría), tienen a losambivalentes ligeramente más cerca de sus posiciones, pero son políticamente menos activos que los no demócratas. El IAD es una herramienta que requiere ser refinada. Su algoritmo actual, basado en el supuesto de que los tres componentes delIAD son independientes entre sí y pesan igual, no funciona apropiadamente en ciertas situaciones.12 Se requiere másinvestigación para encontrar respuestas metodológicas válidas a los problemas que la sencilla formulación del IAD no puederesolver. Sin embargo, cabe recordar que la observación de los resultados del IAD en el 2002 para los distintos países de AméricaLatina sugiere que, pese a estas limitaciones, el índice no arrojó resultados inesperados. Por otra parte, ninguno de loscomponentes del IAD tuvo un comportamiento “anómalo” tal que introdujera distorsiones en el resultado global del índice.

cuadro 4

Page 47: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

potéticas permite realizar un primer ejerciciode interpretación (cuadro 4).

Validación y confiabilidad del IAD

No se conocen estudios previos que ha-yan aplicado esta metodología para estudiarel respaldo ciudadano a la democracia. Elanálisis de las orientaciones hacia la demo-cracia no puede replicarse en la serie detiempo de Latinobarómetro. Algunas de lasvariables empleadas para el análisis pertene-cen a la sección regular de Latinobarómetro,pero no son incluidas todos los años; otraspreguntas fueron elaboradas específicamen-te para la sección propietaria del PNUD enla encuesta, por lo que se carece de observa-ciones previas.

Algunas preguntas empleadas para lasorientaciones tienen limitaciones que afec-tan la medición. Las preguntas con escalas derespuesta de dos o tres alternativas no seajustan plenamente a los requisitos de unanálisis de conglomerados. En estas varia-bles, además, la desviación estándar fue su-perior al resto de las variables. Estas dificul-tades son particularmente palpables en elcaso de las preguntas de la dimensión deapoyo a las instituciones de la democracia re-presentativa, cuyas escalas de respuesta sonbinarias. A pesar de estas limitaciones, comoha sido explicado, los resultados obtenidosfueron robustos.

Se efectuó un examen de la validez ex-terna del análisis de las orientaciones. Seutilizó la pregunta “¿Estaría usted dispues-to a defender la democracia si se viera ame-nazada?”, que fue incluida en los Latinoba-rómetro 1996 y 1998. Se correlacionaronlos resultados obtenidos por país con el ta-maño de las orientaciones en el 2002. Engeneral, en 1996 y 1998, los países donde

más personas estaban dispuestas a defen-der la democracia fueron los países dondeen el 2002 había más demócratas (r = 0,27y r = 0,25, respectivamente); la correlacióncon el porcentaje de no demócratas es in-versa (r = -0,29 y r = -0,36).

Supuestos y limitaciones del IAD

La metodología descansa sobre tres su-puestos. El primero es que las orientacio-nes hacia la democracia son relativamenteestables en el tiempo. No se descartan lasfluctuaciones ante el efecto acumulado, e.g.,del deterioro económico de un país; empe-ro, por tratarse de actitudes relacionadascon el apoyo difuso (o rechazo) a la demo-cracia se infiere que las variaciones son me-nos pronunciadas que las que exhibirían laspercepciones relacionadas con la satisfac-ción con el funcionamiento de las institu-ciones o los resultados económicos y socia-les del sistema.13

El segundo supuesto es que, aunque laspersonas de una orientación no necesaria-mente constituyan una fuerza política concapacidades organizativas y conducción ideo-lógica propia, pueden llegar a serlo en caso deenfrentar un evento político polarizador.14

Debe recordarse que las orientaciones noayudan a predecir el comportamiento de laspersonas en términos de la subversión o de-fensa del sistema. Existe una serie de factores,difíciles de determinar a priori, que influyensobre la transformación de las actitudes encomportamientos.

En tercer lugar, se supone que, en mate-ria de defensa u oposición al sistema demo-crático, los ambivalentes no tienen iniciativapropia. Son, por tanto, pasto de la disputaentre las orientaciones demócrata y no de-mócrata. Adicionalmente, se asume que la

227Nota técnica del Índice de Apoyo a la Democracia

13 La serie de tiempo de Latinobarómetro no permite valorar la estabilidad de las orientaciones hacia la democracia.

Pruebas con la pregunta sobre la situación económica del hogar, con las de la preferencia por la democracia y la sa-

tisfacción con la democracia para distintos años (1996, 1997, 2001 y 2002) arrojan que la preferencia por la demo-

cracia no varía según la mala o buena situación económica del hogar, pero sí la satisfacción con su funcionamiento.

14 Por evento político polarizador se entiende una crisis económica, social o política que genere la posibilidad de

reemplazo del sistema democrático por otro tipo de régimen.

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resistencia ofrecida por los ambivalentes,aunque de magnitud desconocida, es la mis-ma ante ambas orientaciones. Estos dos su-puestos son una herencia y una implicaciónlógica del planteamiento de Linz, que es lafuente de inspiración de este análisis. Cuan-do la cuestión política del día es la supervi-vencia de la democracia, no hay una “terceravía”: o se defiende o se subvierte el régimen.No obstante, mientras la vida política no en-frente la disyuntiva de la supervivencia o lamuerte de la democracia, estos supuestos no

son necesariamente ciertos. En la práctica,los ambivalentes pueden tener iniciativa po-lítica propia sobre un amplio rango de asun-tos, aunque no formen una fuerza políticadeterminada.15

Por último, ciertas características de lasmuestras de Latinobarómetro aconsejan pru-dencia en la valoración del IAD, especialmen-te en ciertos países. Se desconocen los efectosde una eventual inclusión del “mundo rural”y de los segmentos urbanos más empobreci-dos sobre sus resultados.

228La democracia en América Latina

15 Establecer el perfil político y social de los ambivalentes es uno de los puntos más importantes de este estudio.

Los datos de la encuesta de opinión utilizada en este Informe fueron aportados por Latinobarómetro, en

el marco de una relación contractual de trabajo y de cooperación con el PNUD. En el año 2002, Latinoba-

rómetro incrementó un tercio su estudio anual con preguntas específicas requeridas por el PNUD para el

presente Informe. Dentro del acuerdo interinstitucional, Latinobarómetro puso a disposición del PNUD

las series de tiempo con datos de encuestas previas, que también se utilizaron como uno de los antece-

dentes incluidos en la base empírica del Informe.

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246La democracia en América Latina

Page 67: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

BM Banco Mundial

BID Banco Interamericano de Desarrollo

CEJA Centro de Estudios de Justicia de lasAméricas

CEPAL Comisión Económica para AméricaLatina

CLAD Centro Latinoamericano deAdministración para el Desarrollo

EPIC Colección Informativa sobre ProcesosElectorales

FMI Fondo Monetario Internacional

IDEA Instituto para la Democracia y laAsistencia Electoral

IPEC Programa Internacional para laErradicación del Trabajo Infantil

IPU Unión Interparlamentaria

LASA Asociación de EstudiosLatinoamericanos

OCDE Organización de Cooperación yDesarrollo Económicos

OEA Organización de Estados Americanos

OIT Organización Internacional delTrabajo

OMS Organización Mundial de la Salud

ONU Organización de las Naciones Unidas

PNUD Programa de las Naciones Unidaspara el Desarrollo

SIMPOC Programa Estadístico de Información yMonitoreo sobre Trabajo Infantil

TI Transparencia Internacional

UNESCO Organización de las Naciones Unidaspara la Educación, la Ciencia y laCultura

UNICEF Fondo de las Naciones Unidas para laInfancia

UNODC Oficina de las Naciones Unidas contrala Droga y el Delito

247Abreviaturas

� Abreviaturas

Page 68: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Índice de recuadros

33 recuadro 1La democracia: una búsqueda permanente

34 recuadro 2La democracia: un ideal

42 recuadro 3La democracia y la promesa de los derechos ciudadanos

43 recuadro 4Declaración Universal de Derechos Humanos

44 recuadro 5Los derechos democráticos

44 recuadro 6La democracia requiere más que elecciones

48 recuadro 7Los cimientos de la democracia

50 recuadro 8Ciudadanía y comunidad de ciudadanos

51 recuadro 9La democracia: una construcción permanente

52 recuadro 10Democracia e igualdad

52 recuadro 11Democracia y soberanía

53 recuadro 12Una definición de poliarquía

56 recuadro 13Democracia y responsabilidad de los gobernantes

61 recuadro 14Estado liberal y Estado democrático

62 recuadro 15El Estado: presupuesto de la democracia

62 recuadro 16Estado y globalización

66 recuadro 17Los objetivos de desarrollo del milenio

68 recuadro 18La democracia: una tensión entre hechos y valores

69 recuadro 19La información: una necesidad básica

74 recuadro 20El Índice de Democracia Electoral (IDE)

Una contribución a la discusión sobre la democracia

83 recuadro 21La petición ciudadana ante las instituciones públicas

85 recuadro 22Experiencias de participación en gobiernos locales

249Índice de recuadros

Page 69: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

102 recuadro 23Dimensiones de la ciudadanía civil

104 recuadro 24Legislación sobre violencia contra la mujer, 2002

105 recuadro 25Pueblos indígenas y ciudadanía

105 recuadro 26La democracia étnica y el multiculturalismo

106 recuadro 27La percepción ciudadana acerca de la igualdad ante la ley

108 recuadro 28La petición ciudadana al sistema de administración de justicia

120 recuadro 29Ciudadanos pobres y desiguales

121 recuadro 30Dimensiones de la ciudadanía social

122 recuadro 31Inserción genuina para los “supernumerarios”

123 recuadro 32El rol de la sociedad civil

125 recuadro 33La decencia como valor colectivo

125 recuadro 34Disfuncionalismos de la economía mundial

126 recuadro 35Pobreza y desigualdad: poco cambio significativo

142 recuadro 36¿Cuántos demócratas y no demócratas “puros” hay en América Latina?

150 recuadro 37Ciudadanía de baja intensidad

151 recuadro 38El Índice de Apoyo a la Democracia (IAD)

185 recuadro 39El poder de los medios de comunicación

185 recuadro 40Sociedad civil, política y participación

186 recuadro 41La dimensión asociativa de la democracia

186 recuadro 42Política, partidos y democracia en América Latina

187 recuadro 43La democracia como principio de organización de la sociedad

189 recuadro 44Privatización perversa del Estado

190 recuadro 45La economía y la política

191 recuadro 46Una economía para la democracia

192 recuadro 47Democracia y mercado

192 recuadro 48Modelo único de desarrollo

250 La democracia en América Latina

Page 70: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

194 recuadro 49Cuatro ventajas económicas de la democracia

194 recuadro 50Complementariedad entre democracia y mercado

197 recuadro 51Globalización e impotencia de la política

Índice de tablas

37 tabla 1América Latina: democracia, pobreza y desigualdad

40 tabla 2Reformas y realidades

49 tabla 3Percepciones sobre razones de incumplimiento de promesas electorales por

gobernantes, América Latina 2002

76 tabla 4Elecciones limpias 1990-2002

77 tabla 5Elecciones libres

79 tabla 6Elecciones como el medio de acceso a cargos públicos

83 tabla 7Experiencias de trato a las personas que han acudido a una entidad pública

en los últimos 12 meses, 2002

87 tabla 8La participación electoral, 1990-2002

88 tabla 9Los partidos políticos y la democracia interna, 1990-2001

89 tabla 10Cupos para candidatas a cargos parlamentarios, 2003

90 tabla 11Financiamiento de partidos y campañas electorales, 2003

91 tabla 12Escaños en el Congreso ganados por mujeres, 1990-2003

92 tabla 13Proporcionalidad en la representación vía partidos políticos, 1990-2002

93 tabla 14Poderes formales presidenciales, 2002

94 tabla 15Poderes judiciales, 2002

96 tabla 16Organismos especializados de control, 2002

251Índice de tablas

Page 71: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

97 tabla 17Mecanismos de democracia directa desde arriba, 1978-2002

98 tabla 18Mecanismos de democracia directa desde abajo, 1978-2002

99 tabla 19Indicadores de percepciones sobre corrupción, 2002

100 tabla 20Perfil de las personas con diferentes actitudes hacia la corrupción, 2002

101 tabla 21Redes clientelistas, 2002

106 tabla 22Percepción sobre la igualdad legal de grupos específicos, 2002

108 tabla 23Experiencia de los ciudadanos con el sistema de administración de justicia, 2002

111 tabla 24Tratados de la ONU, la OIT y la OEA: derechos generales y derechos de categorías

de ciudadanos, 2002

112 tabla 25Derechos de los pueblos indígenas, 2000

113 tabla 26Mujeres en el mercado laboral, 1990-2000

113 tabla 27Incidencia del abuso a menores en las distintas regiones del mundo, 2000

114 tabla 28Tratados de la ONU y la OEA sobre derechos civiles fundamentales, 2003

115 tabla 29Homicidios dolosos en América Latina y otras partes del mundo, c. 2000

116 tabla 30Recursos financieros y humanos dedicados al sistema de administración

de justicia, 2001

117 tabla 31Población carcelaria, presos sin condena y hacinamiento, 2000

118 tabla 32Libertad de prensa, 2001-2002

118 tabla 33Muerte de periodistas, 1993-2002

119 tabla 34Derecho al acceso a la información pública y hábeas data, 2002

127 tabla 35Desnutrición infantil entre la década de 1980 y 2000

128 tabla 36Analfabetismo en mayores de 15 años, evolución 1970-2001

129 tabla 37Mortalidad infantil, 1970-2000

130 tabla 38Esperanza de vida al nacer, 1970-2000

131 tabla 39Escolarización primaria, secundaria y terciaria, 1999

131 tabla 40Calidad educativa y performance del alumno

132 tabla 41América latina: desempleo abierto urbano, 1985-2002 (tasas anuales medias)

252 La democracia en América Latina

Page 72: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

133 tabla 42América Latina: desempleo juvenil, 1990-2002 (tasas anuales)

134 tabla 43América Latina: estructura del empleo no agrícola, 1990-2001 (porcentajes)

134 tabla 44América Latina: asalariados que cotizan en la seguridad social, por sexo,

sobre el total, 1990-2001 (porcentajes)

135 tabla 45Ciudadanía social: desigualdad y pobreza

137 tabla 46Fragilidades de la preferencia por la democracia frente a otros sistemas

de gobierno, 2002

143 tabla 47Distancia entre las orientaciones hacia la democracia en los distintos temas

estudiados. América Latina, 2002

144 tabla 48Perfil socioeconómico de las personas según su orientación hacia

la democracia, 2002

146 tabla 49Perfil político de las personas según su orientación hacia la democracia, 2002

148 tabla 50Perfil socioeconómico de las personas según modos de participación

ciudadana, 2002

157 tabla 51¿Aumentó la participación en América Latina?

159 tabla 52¿Aumentaron los controles al poder en América Latina?

161 tabla 53¿Quiénes ejercen poder en América Latina?

162 tabla 54¿Los partidos están cumpliendo su papel?

171 tabla 55Problemas a enfrentar para fortalecer la democracia

172 tabla 56Problemas a enfrentar para fortalecer la democracia, según juicio sobre estado

de la democracia en su país

173 tabla 57Agenda actual según tema

174 tabla 58Agenda futura según tema

253Índice de tablas

Page 73: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

75 gráfico 1Índice de Democracia Electoral (IDE), 1977, 1985, 1990-2002

103 gráfico 2Ambiente de negocios. América Latina y Europa occidental, 1990-2000

103 gráfico 3Derechos de los trabajadores. América Latina y Europa occidental, 1990-2000

124 gráfico 4Distribución del ingreso en América Latina, 2002

139 gráfico 5Perfil de las orientaciones hacia la democracia, 2002

141 gráfico 6Proporción de personas que sustentan las orientaciones hacia la democracia,

promedios subregionales, 2002

142 gráfico 7Demócratas, ambivalentes y no demócratas según su ubicación en las escalas de

actitud democrática. América Latina, 2002

152 gráfico 8Panorama regional del IAD, 2002

193 gráfico 9La agenda ciudadana: principales problemas.

Promedio América Latina, 2002

195 gráfico 10Posición frente a la intervención del Estado en la economía.

Promedio América Latina, 2002

254 La democracia en América Latina

Índice de gráficos

Page 74: tercera sección Hacia la democracia de ciudadanía

Informe: La democracia en América Latina

Compendio estadístico

Introducción

Primera parte

Indicadores de desarrollo de la democracia

La metodología para la elaboración de indicadores

Limitaciones de los datos

Referencias sobre las tablas

Índice de democracia electoral

Nota técnica sobre el índice de democracia electoral (IDE)

Democracia y ciudadanía política: derechos políticos

Democracia y ciudadanía civil: derechos civiles

Democracia y ciudadanía social: derechos sociales

Factores socioeconómicos relacionados

Referencias a fuentes de indicadores

Segunda parte

Estudio de opinión sobre la democracia

Nota técnica sobre el índice de apoyo a la democracia (IAD) y otros indicadores

El IAD y las orientaciones hacia la democracia

Participación ciudadana

Otros indicadores políticos

Bibliografía

Índice de apoyo a la democracia

Ciudadanía política

Ciudadanía civil

Ciudadanía social

Cuestionario Latinobarómetro 2002

El debate conceptual sobre la democracia

Notas sobre el estado de la democracia en América Latina,

por Guillermo O’Donnell

Comentarios y aportes de: Bruce Ackerman, Andrew Arato, Renato Boschi,

Fernando Calderón, Catherine Conaghan, Julio Cotler, Larry Diamond, José Eisenberg,

Manuel A. Garretón, David Held, Céli Regina Jardim Pinto, Jennifer McCoy,

Juan Méndez, Adalberto Moreira Cardoso, José Nun, Pierre Rosanvallon,

Alain Touraine, Laurence Whitehead

255Contenido del CD-ROM que acompaña este Informe

Contenido del CD-ROMque acompaña este Informe